Tarea: dar agua potable y alcantarillado a la población

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25M.ATACAMA
ESTADO DE
CATÁSTROFE
Tarea: dar agua potable y
alcantarillado a la población
Fenómenos como el ocurrido el 25 de
marzo de 2015 en la región de Atacama,
ponen a prueba el equilibrio entre
desarrollo y los frecuentes embates
con que la naturaleza se manifiesta.
Son marcas imborrables que imponen
a la comunidad, no sólo por su efecto
material, sino que además, porque
desafía a la sociedad a reorganizarse
en función de lo colectivo.
Contenido
08.
24.
28.
30.
62.
80.
114.
Introducción.
Magnitud de la catástrofe de Atacama.
Escasez hídrica: El desafío de producir agua potable en el desierto más árido del mundo.
Emergencia en Atacama: 25M. Los aluviones y la destrucción a su paso.
Retiro de barro de las calles.
Un plan de acción sin precedentes en el sector sanitario chileno.
Conclusiones.
“Con lápiz en mano diseñamos una solución alternativa y creativa”
Alberto Undurraga Vicuña
Ministro de Obras Públicas
Gobierno de Chile
Los aluviones de Atacama de los días martes 24 y miércoles 25 de marzo
de 2015 no habían tenido precedente en la historia contemporánea de
Chile. El alcance y la intensidad de los niveles de destrucción requerían un
tipo de respuesta nueva, no experimentada en anteriores catástrofes.
Los casi dos meses que duró el Estado de Excepción Constitucional en la
Región de Atacama se transformaron en un tiempo de sucesivos desafíos
para primero ir recuperando la normalidad y luego sentar las bases de la
reconstrucción.
Es en este marco que el Ministerio de Obras Públicas y sus servicios
relacionados se concentraron en dos desafíos inmediatos. Por una parte,
reestablecer la conectividad terrestre a todas las zonas afectadas para que
llegase la ayuda y el suministro normal de las ciudades (lo que se logró el
viernes de la semana de la catástrofe para todas las zonas urbanas). Y por
otra, restituir el aprovisionamiento de agua potable cuanto antes y por los
medios que fuesen posibles. Muy pronto, sin embargo, se sumó un tercero:
la limpieza en las ciudades, y dentro de ellas, del alcantarillado.
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En aguas, no sólo se trataba de reponer el suministro de agua potable,
en sí mismo complejo –especialmente en lugares donde las fuentes
generadoras habían sido severamente dañadas, como es el caso de Diego
de Almagro–, sino que enfrentábamos fracturas importantes de la red de
agua potable en Chañaral, ciudad partida por la mitad producto de los
aluviones.
Junto con haber enfrentado múltiples situaciones específicas de suministro
en diferentes ciudades, experimentábamos también un escenario en el
que teníamos poca experiencia y cuyas consecuencias podían ser graves
para la ciudad y la salud de la población: la posibilidad de que 22.000 casas
en Copiapó permanecieran más de tres meses sin red de alcantarillado
funcionando.
Lo documentado en este libro da cuenta del trabajo de la Superintendencia
de Servicios Sanitarios (SISS) en coordinación con el Ministerio de Obras
Públicas y con la institucionalidad de emergencia nacional y regional. Da
cuenta, al mismo tiempo, del compromiso de funcionarios regionales y
nacionales que con entrega y profesionalismo se abocaron a la labor de
normalizar Atacama. Esta publicación expone igualmente la articulación
del trabajo público – privado, así como del rol de supervisión y fiscalización
de la SISS en la emergencia.
En este sentido, este libro busca transformarse en un aporte para futuras
emergencias en Chile y otros países del mundo; lo que parecía inicialmente
sin soluciones, pudo enfrentarse, planificarse, desarrollarse, consiguiendo
resultados más rápido de lo previsto al inicio de la catástrofe. Quiero
ejemplificar con tres situaciones en tres ciudades.
1. Diego de Almagro sin agua
En Diego de Almagro, el paso de los aluviones fue muy violento, destruyendo
a su paso las escasas fuentes de agua que existen en esa parte del desierto
de Atacama. Los pozos de La Finca, por ejemplo, fueron completamente
arrasados. Y no sólo eso: cerca de 80 Km de aducción desde la Quebrada
Asiento desaparecieron. Con esto, toda la población se quedó sin agua
potable.
Este catastrófico diagnóstico fue rápidamente trasparentado a las
autoridades y comunidad afectada: nos demoraríamos meses en
restablecer el suministro normal. Por ello, inmediatamente, dispusimos
de un plan para abastecer a la población, trasladando agua a través de
una flota de camiones aljibes que recorrían kilómetros desde Copiapó
y Caldera, garantizando así un mínimo de 40 litros por habitante/día,
devolviendo en parte la subsistencia a miles de personas afectadas.
En paralelo, se exigía soluciones a la empresa. De hecho, se logró que
en mayo se entregara agua potable dos horas por día, a través de la red,
incrementándose a 10 horas diarias el 4 de agosto. Esta situación se
mantendrá hasta el 1 de enero de 2016, fecha en que el servicio debiera
normalizarse por completo.
2. Chañaral partido en dos
En Chañaral, producto del corte de la Ruta 5, la ciudad y también el país
quedaron literalmente divididos en dos. El viernes de la semana de los
aluviones, el Ministerio de Obras Públicas conectó el norte con el sur de
la ciudad con un puente en el río Salado, obras que permitieron, con éxito,
recuperar la conectividad perdida. “La esperanza vuelve a Chañaral”, tituló
el diario El Mercurio en su portada del sábado 28 de marzo, haciendo
alusión a la valiosa contribución que significó, para la ciudad y nuestro
país, esta expedita faena.
Pero este logro en conectividad requería ser seguido por restablecer el
agua. La catástrofe había provocado la desintegración de la cañería que
abastecía de agua potable al sector del aeropuerto, al norte de la ciudad.
Gracias a enérgicas e intensas faenas, el sistema de abastecimiento logró
ser repuesto el 19 de abril, consiguiendo de este modo normalizar el
servicio de agua potable en la ciudad.
También resultó dañado el sistema de tratamiento de aguas servidas
con su emisario submarino. Actualmente, el tratamiento preliminar
ya fue restituido y se trabaja en la búsqueda de la solución definitiva de
disposición.
nos abocamos, lápiz en mano, a diseñar una solución alternativa y creativa
que tuviera como objeto entregar una pronta solución a las viviendas, en el
sentido que éstas contaran con alcantarillado disponible y pudieran utilizar
baños y cocinas, a pesar de estar la red obstruida.
Así nació el Programa de Saneamiento de Emergencia, que consistió
en identificar sectores críticos, limpiar las redes en las calles, asear las
instalaciones en las casas y acumular las aguas servidas en una o dos
cámaras de inspección, para retirarlas con camiones limpia fosas, que
superaron los 60 en el momento más crítico. Nuestro objetivo era, en este
sentido, que el sistema en las casas se mantuviera funcionando.
Este programa permitió limpiar kilómetros de colectores y redes
secundarias de alcantarillado y dio solución a toda una ciudad, demostrando
la creatividad y la capacidad de trabajo de la SISS, la empresa, el Ejército y
el Ministerio de Obras Públicas.
En cada uno de estos problemas, que grafican los desafíos permanentes
que enfrentamos, fue necesaria la planificación, entrega y profesionalismo
de distintas personas y diversas instituciones. Fue necesario, como está
normado desde el terremoto de Iquique de mayo de 2014, la presencia,
de forma permanente, de la línea directiva de la empresa prestadora del
servicio en terreno. Fue necesaria, asimismo, una sólida Superintendencia
de Servicios Sanitarios.
3. Copiapó sin red de alcantarillado
Los aluviones llenaron de barro, tierra y piedras más de 160.000 metros de
cañerías, dejando a cerca del 50% de las casas sin sistema de alcantarillado.
Por su parte, la limpieza y habilitación del sistema se extendería por
varios meses, lo que se preveía como un serio problema sanitario para la
población. Era, por lejos, el problema más complejo que enfrentábamos.
En este escenario, junto al Jefe de la Defensa Nacional en la Región de
Atacama, general Rafael Fuenzalida, y la Superintendenta Magaly Espinosa,
Todo ello estuvo presente en este duro episodio de nuestra historia y es
parte también de lo que usted podrá leer en las páginas siguientes.
09
“Con el compromiso de todos y todas, estamos avanzando en el
proceso de reconstrucción de nuestra querida Atacama”
Miguel Vargas Correa
Intendende Región de Atacama
Gobierno de Chile
De vez en cuando la naturaleza nos sorprende y nos golpea con rudeza,
como advirtiendo la importancia que tiene la convivencia armónica con
el entorno, y la adecuada planificación en materia de crecimiento de las
ciudades.
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En una zona no acostumbrada a las precipitaciones, considerar un
escenario de lluvias intensas estuvo ausente por años en los procesos de
construcción de viviendas y obras de infraestructura. La particularidad
de nuestra región – y la realidad que vivíamos al 25 de marzo - era de
una Atacama que ha tenido que convivir con períodos prolongados de
sequía, factor que se había transformado en la verdadera tragedia que
nos afectaba, no sólo por los problemas en el consumo de agua para la
población, sino que también para las diversas actividades productivas,
particularmente, la minería y la pequeña agricultura.
Los aluviones de marzo dañaron no sólo la economía y la infraestructura
de la Región de Atacama, sino que también el espíritu de las personas
poco acostumbradas a sufrir estos embates de la naturaleza.
A horas de la catástrofe, efectivamente la angustia y desesperanza se
apoderaron de gran parte de la población, al no tener certeza de que
era posible avanzar con rapidez en la solución de los problemas. La
magnitud del daño ocasionado -cinco comunas afectadas en forma
simultánea- daba cuenta de lo difícil que sería la tarea de abordar la
emergencia. Interrupción de la conectividad, personas desparecidas,
viviendas destrozadas, escombros en las calles, ciudades llenas de lodo,
redes de alcantarillado obstruidas y problemas sanitarios, producto del
escurrimiento de aguas servidas por las calles, eran sólo algunas de las
dificultades que ocasionaron las crecidas de los ríos y el deslizamiento de
grandes volúmenes de agua por las quebradas.
Dado el escenario que estábamos viviendo, la convicción para ir en ayuda
de quienes resultaron más afectados fue inmediata. El Gobierno en
conjunto con las empresas, Fuerzas Armadas, Municipios, Voluntarios y
Organizaciones Sociales, conformaron equipos de trabajo cuya principal
misión era buscar las mejores alternativas que dieran pronta solución
a cada uno de los problemas existentes, que como ya mencioné, eran
muchos. Es decir, decidimos enfrentar las dificultades problema en toda
su dimensión.
En este ámbito, es muy destacable el trabajo liderado por el Ministerio de
Obras Públicas, para recuperar la conectividad en la región. Del mismo
modo, a través de la Superintendencia de Servicios Sanitarios, se logró
recuperar la operatividad de los colectores de aguas servidas en las
ciudades afectadas, particularmente en la comuna de Copiapó, que por
varias semanas vió paralizado su centro cívico por la falta de agua y el
riesgo sanitario.
A partir de una adecuada planificación, pudimos avanzar con rapidez en
un ámbito en el cual las expectativas no eran muy altas por lo delicado de
la operación. La capacidad de decisión en esta etapa fue muy importante,
dado que las alternativas existentes no eran muchas y se requería actuar,
además, con mucho realismo.
Destaco en este ámbito el trabajo de los profesionales y técnicos, tanto
a nivel central como regional, quienes demostraron sus conocimientos y
capacidades para acometer con éxito tamaños desafíos. Valoramos y nos
sentimos orgullosos de los funcionarios públicos –tanto de la SISS como de
todas las reparticiones públicas- quienes en momentos tan adversos como
lo ocurrido en nuestras comunas demostraron su vocación de servicio y
todas sus capacidades para el logro de los objetivos planteados a partir de
las necesidades más urgentes, que –valga decirlo- en ese instante fueron
muchas.
La capacidad de respuesta del país ante catástrofes de gran magnitud,
como la experimentada por quienes vivimos en la Región de Atacama, (hay
que recordar que esta tragedia ha sido catalogada como una de las diez
más grandes a nivel mundial, que costó la vida de 31 personas y otras tantas
desaparecidas) es un hecho que nos tiene que hacer reflexionar respecto
de la experiencia que van adquiriendo las instituciones y personas en
nuestro país, y hace que cada vez estemos más preparados para enfrentar
las vicisitudes que nos impone la naturaleza y también para garantizar
mayores niveles de seguridad en las personas.
La capacidad de reacción y la coordinación que hemos tenido durante
las emergencias naturales, también han sido motivo de reconocimiento
y admiración a nivel mundial, particularmente por organismos como la
Organización de Naciones Unidas. Tenemos que sentirnos orgullosos de
lo que somos, a partir de la condición que representa vivir en un país que
cuenta con una geografía bastante particular, y que hace que cada cierto
tiempo, tengamos que enfrentar catástrofes de diversa naturaleza.
Con el compromiso de todos y todas, estamos avanzando en el proceso
de reconstrucción de nuestra querida Atacama, que ha permitido
que las ciudades poco a poco comiencen a recuperar su normalidad,
particularmente en materia de servicios básicos. Sin un trabajo
coordinado entre todos los sectores, este avance no sería posible, debido a
la multiplicidad de tareas a emprender. Ese es el mayor desafío presente.
Como el atacameño que soy, que ha vivido toda su vida en este lugar, creo
que debemos seguir avanzando. Ya superamos lo peor, ya nos sacudimos
el barro, ahora debemos mirar el futuro con optimismo y seguir trabajando
juntos, todos los sectores y todas las comunidades. Esta es la única fórmula
que nos permitirá avanzar en el anhelo de todos y todas, que es reconstruir
-no la misma Atacama- sino que después de la tragedia, una mejor región.
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“La SISS al servicio de las personas”
Magaly Espinosa Sarria
Superintendenta de Servicios Sanitarios
(marzo 2006 - octubre 2015)
Gobierno de Chile
Nuestro país está expuesto a todo tipo de amenazas naturales. Terremotos,
tsunamis, aluviones, erupciones volcánicas, inundaciones, deslizamientos
o sequías. Y la gran mayoría, desgraciadamente, vienen acompañadas de
graves desastres y perjuicios para la población.
La suma de estas amenazas se ha visto incrementada en las últimas
décadas por la acción del hombre, a través de los procesos poco
racionalizados de crecimiento económico a costa de la naturaleza; por la
urbanización acelerada y muchas veces poco preventiva; y por el deterioro
global del medio ambiente que nos lleva a situaciones de alta complejidad
como el cambio climático y sus efectos sobre la tierra que nos acoge.
El trabajo de las emergencias nos ha permitido identificar ciertos patrones
comunes entre las distintas amenazas desatadas: un ciclo pre impacto
caracterizado por condiciones previas que facilitan el desastre; el punto de
inflexión o episodio catastrófico propiamente tal –un temporal, un aluvión,
una marejada, el momento de la erupción-; la respuesta propiamente tal a la
emergencia inmediata; y las acciones de reconstrucción y rehabilitación.
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Los costos de estas últimas, consumen gran parte de los recursos
disponibles, reducen las fuentes para nuevas inversiones y pueden atrasar
los planes de desarrollo.
Los servicios de agua potable y alcantarillado no se eximen de estos
riesgos. Durante condiciones normales, cumplen una misión básica en
los procesos de desarrollo local y nacional, y su buen funcionamiento es
esencial para garantizar las condiciones de salud y de bienestar de la
comunidad.
Pero en situaciones de excepción, el agua es un recurso primordial para
permitir la subsistencia segura; y el alcantarillado, una necesidad para el
retorno a las condiciones básicas mínimas de normalidad sanitaria. Sin
embargo, y hay que reconocerlo así: el impacto de un fenómeno natural
puede provocar la contaminación de las aguas, la ruptura de las redes,
la escasez de agua o incluso el colapso total del sistema, agravando
la sensación de caos no sólo sanitario, sino también social; e incluso
comprometiendo íntimamente otros factores asociados al control de la
emergencia.
Y esto porque hay una premisa básica que sostiene la vida como la
conocemos: el ser humano al igual que las demás criaturas, puede
prescindir de casi todo y seguir sobreviviendo, pero sin agua está condenado
a la extinción.
En nuestro país, el suministro de agua potable y el servicio de alcantarillado
en zonas urbanas es responsabilidad directa de las empresas
concesionarias, porque así lo ha determinado nuestra legislación sobre la
base de la experiencia de mejor administración.
La gestión en tal sentido comprende un conjunto de acciones dirigidas
a garantizar un servicio de alta calidad, con seguridad sanitaria y sin
interrupciones. Pero ante una situación de emergencia, esto puede
comprometerse, incluso, perderse.
Eso fue precisamente lo que sucedió a raíz de las inusuales lluvias
ocurridas en un corto período de tiempo en la alta cordillera de la región de
Atacama, durante los días 24 y 25 de marzo de 2015, provocando crecidas y
desbordes de las cuencas de los ríos Copiapó y El Salado.
Luego siguió el deslizamiento de tierra y aluviones, ocurridos el 25
de marzo (25M.), que ocasionaron daños de gran consideración en la
infraestructura sanitaria de varias localidades en la región; daños que
afectaron tanto a la infraestructura pública, como también a instalaciones
sanitarias domiciliarias.
Como se podrá apreciar en las siguientes páginas, la catástrofe fue de
tal magnitud, y el riesgo tan alto para la población, que se estableció
un Estado de Excepción Constitucional. Y fue esa condición excepcional
la que precisamente nos permitió salir de nuestros campos de acción
tradicionales para asumir nuevas tareas. Sin olvidar nuestro rol principal
como fiscalizadores del servicio sanitario, pasamos a ser también
equipos operativos, en terreno, trabajando codo a codo con las demás
organizaciones ciudadanas, con el Estado y con las familias, para revertir
una de las tragedias más devastadoras que ha conocido el norte de Chile.
Considerando el daño que sufrieron las redes de recolección de aguas
servidas y consecuentemente el largo tiempo que demoraría su limpieza y
puesta en operación, lo cual impedía que las viviendas tuvieran acceso al
agua potable, el Ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, encomendó
a la Superintendencia organizar y ejecutar el “Programa de Saneamiento
de Emergencia”, que tenía como objetivo entregar una solución rápida al
desagüe de las aguas servidas de las viviendas.
La SISS se hizo cargo, toda la organización se enfocó en este trabajo, se
logró contratar 90 máquinas, se arrendaron 255 días de camionetas en
apoyo de los 3 fiscalizadores de la región, 40 funcionarios de todo Chile se
trasladaron a Copiapó, 30 de los cuales participaron directamente en este
programa acumulando 422 días de trabajo, limpiando 42,6 km de redes y
dando solución de alcantarillado a cerca de 7 mil viviendas y más de 30.000
personas.
Creemos firmemente que de la experiencia hemos aprendido lecciones
valiosas que permitirán enfrentar futuras contingencias que sufriremos
por las características de nuestra geografía, y nuestro tan especial y
heterogéneo clima. Confiamos más que nunca en nuestras capacidades,
para asegurar a Chile que estaremos vigilantes para proteger la salud
pública de la ciudadanía, desde nuestro tan específico campo de acción
que es el aseguramiento del agua potable y los servicios sanitarios.
Los resultados logrados por la SISS en Atacama fueron posible gracias a
todas las personas que forman parte de la institución. A los funcionarios
de la región y a los que se trasladaron a la zona de la catástrofe. Quiero
destacar y entregar un especial agradecimiento a todos los que desde sus
lugares habituales de trabajo absorbieron gran parte de las labores de
aquellos colegas que partieron a la emergencia, y a los que dieron todo el
apoyo logístico necesario.
Quiero valorar y agradecer al personal administrativo y de servicio, a
las áreas de informática e información, a los profesionales, todos ellos
se distinguen por una marcada vocación de servicio y gran capacidad de
sacrificio y solidaridad. Todos juntos logramos responderle a la gente de
Atacama.
Al término de la tarea encomendada, mis agradecimientos de pertenecer
por más de 20 años a esta gran institución la “Superintendencia de
Servicios Sanitarios”, y haber tenido la oportunidad de dirigirla desde el
año 2006, y junto a todos los funcionarios poder ir en ayuda con soluciones
a quienes más lo necesitaban, especialmente en situaciones extremas
de emergencia, y poner al servicio de las personas la gran capacidad
profesional, compromiso social y sobre todo la calidad humana de cada
uno de los integrantes de este Gran equipo SISS.
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“La experiencia de un equipo profesional en terreno”
Francisco San Martín Osses
Jefe Oficina Regional Atacama
Superintendencia de Servicios Sanitarios
Gobierno de Chile
Fenómenos como el ocurrido el 25 de marzo de 2015 en la región de
Atacama, ponen a prueba el equilibrio entre desarrollo y los frecuentes
embates con que la naturaleza se manifiesta. Son marcas imborrables que
imponen a la comunidad, no sólo por su efecto material, sino que además,
porque desafía a la sociedad a reorganizarse en función de lo colectivo.
Este evento climático obligó a probar la estructura jerárquica civil, e hizo lo
propio también con los distintos órganos del Estado, los cuales, debieron
explotar al máximo sus competencias y demostrar toda su capacidad de
trabajar en equipo.
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La Superintendencia fue un referente de aquello. Sus habilidades técnicas
sumadas a la actitud de trabajo en equipo fuertemente organizado,
permitieron ir en ayuda de miles de ciudadanos, restableciendo el deber
de entregar el agua a la comunidad, y, simultáneamente, articulando la
limpieza del sistema de alcantarillado.
A pesar de la magnitud del evento, el cual en materia sanitaria dejó sin
suministro de agua potable a comunidades enteras, con afloramiento
superficial de aguas servidas y una incertidumbre total, esta
Superintendencia tuvo tal vez en toda su historia institucional, la mayor
de las posibilidades para presentar ante una comunidad sus fortalezas
técnicas y humanas, las cuales por cierto, estuvieron a la altura de las
circunstancias.
La crisis generada por el aluvión implicó para la SISS hacerse parte de la
solución. No sólo coordinó acciones en el ámbito de sus competencias,
sino que asumió también la tarea que naturalmente corresponde al
prestador, apoyando con labores de limpieza, reconstrucción de obras,
gestión de recursos, contención ciudadana y por sobre todo, apoyo moral.
Todo ello permitió instaurar precedentes y algunos records en materia
de restitución sanitaria y, además, algunos corolarios para el rubro y la
sociedad en general.
Evitar el caos en materia sanitaria siempre fue el objetivo que movilizó a
esta SISS, y la mayor compensación estuvo siempre detrás de la sonrisa de
cada ciudadano que tuvo la posibilidad de abrir una llave con agua fluyendo
y tener su sistema de alcantarillado funcionando.
Quiero expresar con humildad que la Superintendencia se comportó a
la altura de las difíciles circunstancias. Estuvo presente en cada minuto,
demostró trabajo en equipo y fundamentó su accionar técnico para
garantizar la confianza en aquellas medidas que buscaban sacar a relucir
la cara más alegre del ciudadano afectado, situación que hasta el día de
hoy las personas de Atacama agradecen.
Asimismo, cabe la necesidad de agradecer especialmente a las autoridades
regionales, Intendencia, Gobernaciones, Municipalidades y Organizaciones
Civiles locales. Sin duda, sin su gran colaboración no habría sido posible
hacer todo lo que se hizo. Los funcionarios y yo nos sentimos orgullosos de
haber formado parte de este gran equipo.
Durante el frente de mal tiempo precipitaron copiosas lluvias sobre las cuencas del río
Salado y el río Copiapó, al norte de la región de Atacama, activando las quebradas de
Llanta, Chañaral Alto, Puquios, y Paipote. Grandes masas de barro, piedras y lodo se
desplazaron desde la cordillera hasta costa, destruyendo e inundando los poblados que
encontraron a su paso.
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Magnitud de la catástrofe de Atacama
El agua, ese elemento vital y necesario que tanta falta hace en la región
de Atacama, se reveló en contra de la tierra seca que pedía a gritos unas
gotas de esperanza. Hacía muchos años que sus cauces estaban muertos,
pero bastó dos días de lluvia para desbordarse y sembrar el pánico en la
zona.
Las primeras lluvias y la entrada de agua en el río, que los atacameños
celebraban con alegría, dieron paso con las horas al lamento de muertes y
desapariciones de familiares, amigos y la pérdida de bienes.
Las cifras oficiales fueron categóricas: 31 víctimas fatales, 16
desaparecidos. 2.071 viviendas destruidas, familias enteras en la calle y
35.086 damnificados.
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agua y barro. El problema afloró en gran parte de las comunas de esa
región y, entre todo lo comprometido, los servicios básicos de agua potable
y el alcantarillado fueron los más afectados. Cientos de kilómetros de
tuberías para la conducción de agua potable, junto con el colapso de la red
de alcantarillado de la capital regional, fueron signos del grave impacto de
este fenómeno climático.
El riesgo sanitario se hacía latente ante la devastación de sistemas de
producción y distribución de agua potable, junto con las pérdidas y colapsos
en las redes de alcantarillado y plantas de tratamiento de aguas servidas.
Estábamos, en conclusión, frente a una emergencia sin precedentes para
el sector sanitario en Chile.
Para sus habitantes, aquella fue una lucha contra del tiempo para conseguir
volver a un punto lo más cercano, a lo que eran sus vidas antes del aluvión.
Desde entonces han trabajado incansablemente sacando barro de sus
casas, de calles, y también del recuerdo doloroso.
Desde un primer momento la prioridad fue el restablecimiento del agua
potable por red y la distribución del vital elemento por camiones aljibes
y medios alternativos, y eso exigió de los máximos esfuerzos y recursos,
tanto de las autoridades nacionales y regionales, de la empresa sanitaria de
la zona, Aguas Chañar S.A., como la participación y colaboración de otras
instituciones públicas y empresas privadas de la zona y especialmente de
las empresas sanitarias de las otras regiones del país que establecieron
rápidamente una red de apoyo con el desplazamiento de camiones aljibes,
personal y maquinarias.
Pero las pérdidas también afectaron gravemente la infraestructura tanto
de la región, como de la empresa la sanitaria. A pocos días de registrado
uno de los peores aluviones de los que se tiene registros en el centro y
norte de Chile, Copiapó empezó a palpar los efectos de la destrucción por
El envío de camiones aljibes desde Copiapó hasta Diego de Almagro, en los
primeros días de ocurrida la catástrofe, con protección militar, fue un gran
desafío que se logró enfrentar gracias a la colaboración y coordinación de
muchos.
Era el saldo de una catástrofe natural que, de paso, durante varios días
dejó aisladas a un importante número de localidades; a otras bajo el lodo,
y a la mayoría de sus habitantes sin servicios básicos como la energía
eléctrica y el agua potable.
La SISS, por su parte, incrementó en terreno su trabajo en las zonas
afectadas, coordinando y participando activamente en las soluciones de
emergencia necesarias para asegurar a los habitantes de Atacama el
acceso al agua potable y saneamiento, logrando que se restablecieran en
los tiempos más acotados posibles dada la magnitud de los daños.
Con el trabajo directo de los funcionarios de la SISS se subsanó el problema
de alcantarillado de alrededor de 7 mil clientes, más de 30 mil personas
en menos de dos meses de ocurrida la emergencia. Bien vale destacar el
terreno ganado a la adversidad en lugares tales como Pintores de Chile,
Llanos de Ollantay, Rinconada, Punta Negra, Vergara y Villa Copayapu.
Una vez restablecido el suministro de agua potable, en condiciones de
emergencia, el problema sanitario se concentró en la limpieza de la red de
colectores de alcantarillados y en la eliminación del escurrimiento de las
aguas servidas por las calles de la ciudad de Copiapó.
Este desastre causado por la naturaleza puso a prueba el accionar de la
SISS y del sector, tanto para abordar la contingencia como así también
estar presente en el lugar en forma oportuna, eficiente y eficaz: para
llevar a sus límites la capacidad técnica de profesionales y funcionarios
de la repartición para dar con las soluciones que la comunidad afectada
demandaba.
Los primeros días de abril partió la operación de limpieza de colectores
de aguas servidas. Para ello, se estableció el plan general de limpieza
que consideró etapas simultáneas con la habilitación de los colectores
estructurales de gran diámetro y los colectores secundarios y en paralelo,
se avanzó desde las uniones domiciliarias hasta empalmar ambas etapas,
De esta forma se aceleró la solución a las familias en sus hogares, y las
aguas servidas pudieron escurrir con éxito desde las viviendas para luego
ser retiradas con camiones limpia fosas desde las cámaras. Este sistema
aplicado lo llamamos “Programa de Saneamiento de Emergencia”.
Para el caso de Copiapó, los funcionarios de la SISS, junto a personal del
Ministerio de Obras Públicas (MOP) y la Dirección de Obras Hidráulicas
(DOH), asumieron la misión de supervisar y dirigir directamente la operación
de desobstrucción de colectores y uniones domiciliarias de alcantarillado
en numerosas villas y poblaciones, acción que resultó fundamental para
aliviar la situación de las personas que se encontraban sin servicio y con
grave peligro para la salud.
Este documento da cuenta de estos esfuerzos y de estos logros; sobre las
actividades realizadas y sus resultados, desde una visión testimonial de
quienes abordaron directamente este desafío.
Esperamos que nuestra experiencia sea de utilidad y las lecciones
aprendidas permitan al sector enfrentar los riegos de la naturaleza de una
mejor forma cada vez.
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Escasez hídrica
El desafío de producir agua potable
en el desierto más árido del mundo
Desde el año 2008 la Región de Atacama, particularmente la cuenca del río
Copiapó, sufría una importante crisis hídrica, como consecuencia de una
sistemática falta de precipitaciones en la precordillera y la sobreexplotación
del acuífero de Copiapó.
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Producto de ello, los ríos bajaron con escaso caudal y las reservas en
embalses necesarias para abastecer las ciudades más importantes,
también habían disminuido a niveles históricos. Adicionalmente la nieve
acumulada en la cordillera, que alimenta los ríos durante la temporada
de deshielo, también presentaba un importante déficit lo que, en definitiva
impactaba en la disponibilidad del recurso superficial.
Ese era precisamente el desfavorable escenario en que estaba la SISS
hasta antes del aluvión. Con la finalidad de asegurar la continuidad de
los servicios de agua potable, instruyó una serie de medidas a la empresa
sanitaria de la región para que dispusiera de los recursos hídricos
necesarios para satisfacer las demandas de agua potable de la población.
Así por ejemplo, del año 2008 en adelante la SISS instruyó a Aguas Chañar
S.A. iniciar un acelerado programa de construcción de nuevas fuentes,
efectuando importantes inversiones en nuevos sondajes, a tal punto que la
empresa tuvo que reemplazar la totalidad de los ya existentes por nuevos.
De estas nuevas exploraciones subterráneas, a la fecha de la catástrofe,
muchas también se habían agotado.
Ante el agotamiento de los recursos del sector de Copiapó, la empresa
debió migrar sus fuentes de abastecimiento al sector de Piedra Colgada,
a unos 20 Km al poniente, como única forma de asegurar la continuidad
del servicio de agua potable a la población; sin embargo, cabe precisar que
ello debió hacerse aún en conocimiento de que el agua de este sector es de
una calidad más deficiente que la que presentaba la del sector de Copiapó.
Para solucionar este problema, la empresa Aguas Chañar S.A. debió poner
en operaciones, a fines del año 2012, una planta de Osmosis Inversa, de
alta complejidad técnica, ubicada en el recinto de Placilla Sierra-Alta de
Copiapó.
Tanto la Superintendenta de Servicios Sanitarios, como los funcionarios
de la Oficina Regional Atacama y del nivel central de la SISS, realizaron
frecuentes visitas a terreno en la región para verificar el estado de obras
de infraestructura sanitaria, destinadas a mejorar la calidad y continuidad
del servicio de agua potable. En este sentido, es importante destacar que
pese a la escasez hídrica que afectaba a la zona, se logró mantener el
abastecimiento continuo a la población.
Como medida de largo plazo está considerada la construcción de una planta
desalinizadora de agua de mar, de 450 l/s de capacidad, cuya operación
está programada para inicios del año 2018. Para su puesta en marcha se
requerirán varias plantas elevadoras y las correspondientes impulsiones
de modo de llevar el agua hasta Copiapó.
Aguas Chañar S.A.
Según el Informe de Gestión del Sector
Sanitario 2014 elaborado por la SISS, Aguas
Chañar S.A. abastece a 89.566 clientes y
representan el 1,82% de la totalidad nacional.
La compañía se encuentra administrada por el
grupo conformado por las empresas Hidrosán
Ingeniería S.A., Icafal Inversiones S.A., y
Vecta Inversiones S.A.. Tiene un contrato de
explotación de la concesión con ECONSSA
S.A. por 30 años (2004 - 2034), y atiende
las localidades de Huasco, Freirina, Vallenar,
Tierra Amarilla, Copiapó, Inca de Oro, Diego
de Almagro, El Salado, Chañaral y Caldera.
Emergencia en Atacama 25-M: Los aluviones y
la destrucción a su paso
“…Es la peor lluvia que he visto”
A través de los sistemas de coordinación internos que integran el equipo
directivo y los jefes regionales de la SISS, se había anticipado que se
aproximaba un frente de mal tiempo en la zona norte.
Desde el lunes 23 de marzo los funcionarios SISS comenzaron a intensificar
el flujo de informaciones provenientes de la Dirección de Meteorología
y de la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), junto a imágenes de
las primeras lluvias que tímidamente comenzaban a caer. Entre tanto,
se reportaba la situación de los servicios sanitarios en cada una de las
localidades de la zona norte del país. Este es el flujo informativo habitual
dentro del trabajo de la SISS, y es el medio de comunicación que permite
estar coordinados oportunamente de Arica a Magallanes.
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El martes 24 de marzo de 2015, los funcionarios de la Oficina Regional en
Atacama iniciaron su jornada laboral con una ronda en terreno verificando
el estado de las distintas instalaciones sanitarias para identificar las
situaciones de riesgo.
En lo particular se inspeccionó la Planta Elevadora de Agua Potable
Galleguillos, que sirve para elevar el traslado del suministro desde el
sector de Piedra Colgada hasta Copiapó; y el estanque Paipote, que permite
la regulación y el abastecimiento de los habitantes de ese sector de la
ciudad. Pese a las lluvias que se habían dejado caer esa madrugada, los
servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas
funcionaban con normalidad.
Según reportó el diario Atacama ese día, “Las lluvias tuvieron un primer
episodio la madrugada del martes (24), que no provocaron inconvenientes,
con alrededor de 7 milímetros de agua caída en Copiapó. Hacia el sector del
tranque Lautaro cayeron cerca de 17 milímetros y toda esa agua acumulada
hizo que bajara el río Copiapó y llegara hasta el parque Kaukari, lo que fue
saludado por miles de habitantes de la ciudad”.
Luego, los informes meteorológicos señalaban que desde esa noche y
hasta la madrugada del miércoles continuaría precipitando, por lo que
la atención de las autoridades locales, regionales y la ciudadanía estaba
puesta en evitar que el río y quebradas se desbordaran. El temporal,
provocado por un núcleo frío en altura, generó preocupación en torno a
la intensidad de las lluvias que caerían en la cordillera y precordillera,
alimentando aún más las quebradas y el volumen del río Copiapó.
Sin embargo, poco antes de la medianoche, después de una jornada de sol
y calor, nuevamente comenzó a llover de manera persistente y casi durante
toda la noche en Copiapó y en el valle, lo que provocó que alrededor de
las 4 de la madrugada del miércoles 25 de marzo la quebrada de Paipote
bajara con toda su furia y arrojara todo su material – lodo, basura, troncos
e incluso enseres de hogar – por avenida Los Carrera, el callejón Leónidas
Pérez y Copayapu.
“La región de Atacama recibió en dos días de lluvia lo que normalmente
se acumula en 16 meses, o lo mismo en dos años marcados por una
prolongada sequía”, explicaba a El Mercurio el doctor en Economía de
Recursos Naturales y académico de la Universidad Católica, Guillermo
Donoso, quien precisaba que “Copiapó recibió 29,9 milímetros de agua, es
decir, el 80% de todo lo que llueve en un año normal”.
A medida que pasaban las horas la magnitud del desastre era evidente y
la situación se tornó crítica. Los habitantes de Copiapó vieron con estupor
cómo el desborde de la quebrada de Paipote pasaba por fuera de sus casas
y comenzaba a colarse a sus antejardines y viviendas.
Numerosos copiapinos vivieron situaciones similares, con el agua en sus
casas mientras intentaban salvar sus vidas y sus enseres.
“Es la peor lluvia que he visto”, aseguraba entre lágrimas a El Mercurio Hilda
Cisternas, una microempresaria que vende colaciones a los trabajadores
de Copiapó. Ya era miércoles y luego de casi 24 horas de precipitaciones la
mujer se negaba a entrar a su cocina. “Tengo mucha pena”, explicaba. Su
casa estaba inundada y todo su patrimonio, incluso los alimentos que iba a
preparar, flotaban dentro de la casa. “Lo perdí todo”, se lamentaba.
Lo cierto es que en muchos sectores simplemente era imposible salir.
Decenas de autos quedaron en medio de las anegadas calles puesto que el
agua llegaba a la altura de los motores. Solo camiones, buses y camionetas
altas de doble tracción podían transitar, pero no sin grandes dificultades.
En el centro de Copiapó en tanto, el alud que bajó desde la Quebrada de
Paipote, cordillera arriba, se deslizó por Los Carrera y Copayapu, inundó
todas las calles del centro histórico. La plaza Arturo Prat se anegó
completamente ante la mirada estupefacta de los(as) copiapinos(as).
La localidad de Tierra Amarilla también resultó con daños de consideración
producto de los deslizamientos, derrumbes de tierra y el desborde del río
Copiapó.
El primer desborde provocó serios daños en la red de fibra óptica, lo que
hizo que prácticamente todo el norte quedara incomunicado. En Copiapó
las redes móviles y de internet fallaron y la telefonía fija sólo permitía el
contacto hacia el sur. Las redes celulares mientras tanto funcionaban
con intermitencia, y a ratos la única forma de contactarse era a través de
WhatsApp o mensajería.
Fue a la altura del kilómetro 818, cerca de Chamonate, donde el afluente
anegó primero y por completo la ruta 5 Norte. Más tarde, a eso de las 14
horas, lo hizo a la altura del Mall Plaza Copiapó, donde el agua llegaba a
los estacionamientos.
Según los informes de las autoridades, la ruta entre Copiapó y Caldera
estaba cortada en dos puntos. También se encontraba interrumpida la
ruta que une Copiapó con Diego de Almagro, la ruta de Copiapó a Tierra
Amarilla, y entre Vallenar y Alto del Carmen.
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“Lo mismo ocurrió cuando se salió el Mapocho en 1982. Vi casas arrancadas de raíz,
mucho barro y destrucción, pero nunca vi en toda mi vida algo tan impresionante como
el estado de Copiapó y Paipote tras los aluviones: lodo por todas partes, de noche y de día
los helicópteros que cruzaban el cielo. Era como en las películas. Como Vietnam”.
Durante su larga estadía, manejó varios miles de kilómetros, se desplazó por los
barriales, trataba de que la vida de los fiscalizadores fuera más fácil. Era el primero
que se levantaba y el último en ir a descansar. Cuando retornó a Santiago, el cariño que
había entregado ya calaba a fondo en los funcionarios. “Lo que pasa es que a mí me gusta
hacer las cosas que hago”, sostiene.
Luis Aguilar Urrea
Chofer de la SISS
Con 50 años de experiencia en el Servicio, comenzó como funcionario del Ministerio
de Obras Públicas en el ex SENDOS, Servicio Nacional de Obras Sanitarias. Su vasta
trayectoria le ha permitido vivir en carne propia muchas de las tragedias nacionales.
Enfrentó el terremoto de Valparaíso de 1965 que provocó inmensos daños y más de cien
muertos en la zona centro norte. En esa ocasión el acueducto Las Vegas, que conduce
gran parte del agua potable a la capital porteña, quedó seriamente dañado y a SENDOS
correspondió su reparación.
En Copiapó el impacto llegó desde el oriente, los aluviones se desplazaron principalmente por la
quebrada de Paipote hasta su encuentro con la ciudad. Fue en este punto, donde la gigantesca
masa de barro sobrepasó las barreras de contención, inundando las avenidas Los Carrera y
Copayapu, trasladando su impacto por toda la parte baja de la capital regional de Atacama.
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También apoyó en las labores de repaso de los colectores de aguas servidas en Copiapó y
acudió a desobstruir uniones domiciliaras o colectores.
“Habían personas que estaban volviendo a Copiapó en esa fecha y necesitaban de ayuda
para regresar a la normalidad sus casas. Nos tocó recorrer varios sectores que fueron
muy afectados con el aluvión. En una ocasión estábamos terminando de realizar la
desobstrucción de algunos domicilios y se nos acercaron dos personas y nos invitaron
a ver como había quedado su casa. Nos contaron que habían estado dos días sobre la
reja de la casa angustiados viendo pasar personas arrastradas por el agua que luego
desaparecieron. Nos decían que ese domingo era su primer día de descanso luego de dos
meses sacando barro sin ninguna ayuda”.
Alfredo Espinoza Pérez
Jefe (s) de la Unidad Ambiental
de la SISS, Santiago
“En Chañaral el corte en la carretera que provocó el paso del río Salado cambió
completamente ese sector que antes era playa; los vehículos tenían que transitar por la
calle principal por donde pasó el aluvión, y se podía apreciar como el barro partió en dos
algunas estructuras e ingresó a las casas hasta llegar casi hasta el techo”.
“En Chañaral fue peor que un terremoto”
Pero lo que ocurría en la capital regional de Atacama y en Tierra Amarilla
era una parte de la emergencia. No sólo el río Copiapó bajó con toda su
potencia aún cuando llevaba cuatro años seco. El alud que se deslizó por
el río El Salado provocó la destrucción en Diego de Almagro, El Salado y
Chañaral, y aisló a sus habitantes. Los techos de las viviendas, muchas de
ellas precarias, fueron el salvavidas para las familias afectadas mientras
llegaba la ayuda.
Diego de Almagro estuvo incomunicado desde el martes 24. Recién el
jueves 26 vecinos, familiares y algunas autoridades se atrevieron a cruzar
el fangoso camino, en camioneta o a pie.
“Había casi nula señal de celulares y los residentes estaban incomunicados
para reportar su estado”, señalaban las autoridades locales quienes
durante el desarrollo del frente de mal tiempo trataron de mantener
contacto permanente vía WhatsApp con los dirigentes sociales de la
comuna.
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Los albergados de Diego de Almagro se refugiaron en el establecimiento
Alirio Lamas. Sin embargo, la situación se complicó con el paso de las
horas producto de la falta de suministros y de agua potable. Necesitaban
con urgencia camiones aljibes y ayuda para aliviar la carga y rescatar lo
que quedaba de sus casas.
Testimonios hablaban que la situación era mucho peor que un terremoto,
porque en un sismo las construcciones fuertes suelen salvarse. Aquí sin
embargo todo fue devastado con el paso de agua y el lodo.
En El Salado sus habitantes se protegieron en el techo del cuartel del
Cuerpo de Bomberos. Según informaron los vecinos a las horas, más de
un centenar de casas se perdieron en esa localidad.
“El río pasó por el medio de El Salado y se trajo algunas personas, y
tenemos a bomberos arriba del cuartel; hay gente afirmada de unos rieles.
El aluvión se llevó casas y jardines infantiles”, relataba al diario Atacama el
alcalde de Chañaral, Héctor Volta.
Cristián Silva, director de la Compañía de Bomberos de El Salado, dijo a
radio Cooperativa que la situación en la localidad tras el alud implicaba
que “En estos momentos tenemos el pueblo dividido en dos partes; hay
una parte que está acampando en el cerro y otros que estamos en el sector
de Enami”, dijo Silva.
El directivo de Bomberos agregaba que “el centro de El Salado
desapareció con el aluvión, y está quedando solamente en pie el cuartel
de Bomberos”.
El puerto de Chañaral, en tanto, quedó incomunicado cuando el río aumentó
su caudal. Este llegó mezclado con barro a las viviendas emplazadas en la
población 26 de Octubre, y motivó la evacuación del área céntrica.
Según informaciones de los medios de comunicación de la zona, 13 casas
quedaron destruídas luego que se vieran afectadas por la fuerza del río.
A las 13 horas se dio la orden de evacuación en el centro de Chañaral, ya
que existía la posibilidad de una segunda arremetida de las aguas. A esa
hora el caudal había aumentado en un 200 por ciento y dejó la costanera
sumergida.
La ciudad, dividida en dos, empezó a sufrir la precariedad de los servicios.
A un lado los habitantes tenían acceso a alimentos, pero no sabían con
certeza que ocurría del otro lado. Las familias trataban inútilmente de
contactar a los suyos sin resultado alguno.
Y si al inicio del martes la gente observaba feliz como renacían los ríos
Copiapó y El Salado, después los habitantes de Copiapó, Chañaral, Diego
de Almagro y El Salado lo hacían con estupor ante los estragos generados
por las crecidas de estos. Los pronósticos más pesimistas se habían
cumplido.
Ahí le tocó ver cosas tan fuertes como la búsqueda de fallecidos por parte de rescatistas.
La empresa Aguas Chañar estaba en completa desolación. No había personal y se tuvo
que interactuar con un ex funcionario. La ayuda comenzó a llegar lentamente junto con
el agua que la empresa sanitaria Aguas Andinas trajo desde Copiapó, los bomberos que
prestaban también un gran servicio al llevar el agua en sus carros bomba, hasta que la
situación se ordenó más con la llegada del Ejército.
Luego, Christián estuvo asignado en el destape de los colectores de aguas servidas
secundarios. “Siempre se parte limpiando de abajo hacia arriba, es decir, se inicia en el
colector principal y luego en los secundarios. Pero en este caso, el daño y penetración
del barro era tal que si se hacía de la forma tradicional, se habrían demorado meses en
llegar a las poblaciones donde estaban los colectores secundarios”.
“A cada uno nos asignaban unos 10 camiones limpiafosas. Se trataba de dar el servicio
completo a la gente. Al principio había muy poca, pero con el tiempo empezaron a
retornar a sus hogares y se volvió todo muy lento. Había que llegar a lo más profundo de
una vivienda limpiando el inodoro, la ducha, y el lavamanos”.
“Nuestro trabajo se iba transformando cada vez más, de fiscalizador a operativo,
de operativo, a ser un sujeto contenedor de la gente, escuchando sus problemas,
acogiéndola”.
Christián Lillo Sarmiento
Ingeniero fiscalizador del Área
Técnica de la SISS en Santiago
“Lo que definió esta emergencia fue el barro. Un evento meteorológico de precipitaciones
generalmente genera inundaciones, pero acá fue barro; y así, al cabo de una, de dos y de
tres semanas, todo seguía igual. Cuadras enteras intransitables y la vida de una ciudad
completamente cortada”, comenta aún impactado.
Se decreta Estado de Excepción Constitucional
La Presidenta de la República, Michelle Bachelet viajó la tarde del
miércoles 25 de marzo a Copiapó, donde ya se habían desplazado durante el
transcurso de ese día los Ministros del Interior, Vivienda y Obras Públicas.
A su llegada decretó Estado Excepcional Constitucional de Catástrofe en
la Región de Atacama, lo que significó poner en manos de las Fuerzas
Armadas el control del orden público y la coordinación de la ayuda para
los afectados.
En la comitiva se encontraba la Superintendenta de Servicios Sanitarios,
Magaly Espinosa, con la misión de restablecer el abastecimiento de
agua potable a la población, suministro que a esas alturas ya presentaba
dificultades evidentes.
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Si bien los sistemas de abastecimiento en la zona no dependen de los
cursos de masas superficiales sino que de fuentes subterráneas, era
prioritario identificar la trayectoria de los flujos aluvionales que habían
destruído, por impacto e inundación, la infraestructura de la empresa
concesionaria Aguas Chañar S.A.
No sólo parte importante de los centros poblados dentro de las trazas
o cauces de los aluviones aguas abajo resultaron vulneradas, sino
que también infraestructura crítica y fuentes de recursos bases para
la prestación de servicios sanitarios. Esto afectó, en consecuencia, la
continuidad y calidad de los servicios de agua potable, alcantarillado y
tratamiento de aguas servidas.
No hay que olvidar que Atacama tiene suelos desérticos, con poca capacidad
de retención. Sobre ellos precipitó gran cantidad agua, no nieve como
solía esperarse, que generó la remoción en masa de material de tierra
suelta y rocas que fue transportado por las lluvias de manera repentina,
provocando la activación de quebradas de pendiente abrupta, y generando
con ello los aluviones e inundaciones en la parte baja de ambas cuencas:
río Copiapó y río Salado.
Para el caso de la cuenca del río Copiapó, los aluviones ingresaron al
valle donde se emplazan las localidades de Tierra Amarilla y Copiapó,
principalmente por las Quebrada de Carrizalillo y de Paipote. La poderosa
fuerza del aluvión que se condujo a través de esta última, inundó de barro las
avenidas Los Carrera y Copayapu, cuyo trazado es paralelo al río Copiapó,
lo que generó inundación con agua, barro y piedras aproximadamente al
55% de la zona geográfica donde opera la empresa sanitaria.
Esta situación dejó fuera de funcionamiento parte importante de las
conducciones y redes asociadas a la producción y distribución de
agua potable para el sistema Copiapó - Tierra Amarilla. El servicio de
producción de agua potable sufrió importantes daños por la inundación
con lodo y barro de diversas plantas elevadoras. Las más afectadas fueron
las que permitían el abastecimiento desde el sector de Piedra Colgada.
Cabe recordar que el principal sistema productivo se encuentra en la
actualidad al Poniente de Copiapó, aguas abajo, y que desde ahí se tiene
el abastecimiento parcial de Tierra Amarilla y Caldera y el abastecimiento
total de Copiapó, y Chañaral.
También resultaron completamente dañadas las plantas elevadoras de
agua potable de Cancha Rayada y la de sector Galleguillos. Además quedó
inutilizada la impulsión de agua potable desde la planta elevadora de
Cancha Rayada al estanque Vicuña.
En cuanto al servicio de distribución de agua potable, se afectó la planta
elevadora Punta de Diamante que se ubica en el sector de Paipote, la que
permitía el abastecimiento de la parte alta de esta zona de la ciudad y de
una parte de Tierra Amarilla.
Por su parte, las inundaciones en el área urbana por Avenida Los Carreras
y Avenida Copayapu, inundaron la planta de osmosis inversa PlacillaSierralta, dejándola fuera de funcionamiento.
En el caso de la cuenca del río Salado, la situación fue aún más dramática.
Las nubes del frente frío en altura se concentraron sobre la cordillera
de Domeyko, con una isoterma sobre los 3.000 msnm., provocando gran
cantidad de aguas lluvias que escurrieron progresivamente por la Quebrada
de Llanta, la Quebrada de Caballo Muerto y la Quebrada de Chañaral Alto,
generando grandes aluviones que uno a uno fueron sumando caudal, al
hasta entonces seco, río Salado.
En Diego de Almagro y El Salado, los aluviones afectaron gravemente las
fuentes de agua potable y las conducciones que permitían llevar el agua
desde la precordillera a estas localidades, las cuales en extensos tramos
de más de 80 Km fueron arrasadas. Junto con ello, quedaron fuera de
operación el sondaje de Quebrada de Asiento, y los aportes de la nueva
aducción Codelco Salvador que eran tratados por la planta de tratamiento
de osmosis inversa instalada en medio de la Quebrada de Llanta.
En resumen, se perdió la capacidad de producción de agua potable de las
localidades de Diego de Almagro, El Salado e Inca del Oro.
Al igual que en Copiapó, los sistemas de recolección de aguas servidas
de Diego de Almagro y el Salado resultaron embancados o destruidos.
Sin agua potable, las reducidas aguas servidas fueron recolectadas con
camiones limpia fosas o directamente descargadas al río en los tramos
que afloraba parte del emisario.
Para el caso de El Salado, el aluvión destruyó completamente cañerías
y colectores e incluso la planta de tratamiento de aguas servidas.
Posteriormente se logró trasladar esas aguas servidas en una zanja
habilitada para tal efecto a través de camiones limpia fosas.
La localidad de Inca de Oro no fue afectada directamente por los aluviones.
Sin embargo, aunque estaban ubicados a gran distancia, los aluviones
destruyeron la fuente de producción “Las Vegas” así como parte de la
conducción de aguas hasta el poblado. Así, desde el aluvión, el suministro
de agua potable se debió realizar mediante camiones aljibes que permitían
abastecer a la población a través de la redes durante 6 horas diarias.
Punto a favor fue que las soluciones individuales para aguas servidas no
sufrieron daños.
En Chañaral, dado que esta localidad se abastece de Piedra Colgada, sólo
se vió afectada la red de distribución de agua potable en el área en que los
aluviones arrasaron la ciudad, lo que significó que el sector norte de la
ciudad quedara sin suministro de agua, esto es la Población Aeropuerto.
Respecto al servicio de alcantarillado, este también fue arrasado por el
aluvión en el sector de su desplazamiento lo que significó inicialmente
que muchos colectores quedaran descargando en diversos puntos de la
ciudad, además de algunos que resultaron obstruidos por el lodo.
En cuanto al sistema de pre-tratamiento y disposición de aguas servidas,
éste fue completamente destruido por efecto del aluvión. El emisario
submarino resultó severamente dañado producto del fenómeno y de las
marejadas posteriores. El choque del aluvión con la costa modificó la
morfología de la desembocadura de manera dramática, y destruyó toda la
infraestructura instalada.
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Una de sus tristezas como ingeniera ambiental fue ver que de la planta de
tratamiento de aguas servidas de Diego Almagro no quedaba nada, y las heces
escurrían por cualquier parte.
“Copiapó se asemejaba a una zona de guerra. Era terrible lo que observé,
considerando que cuando estuve en la zona, ya habían pasado tres semanas
desde el día 0. La contaminación producida por el polvo en suspensión, el barro
acumulado, las casas deshabitadas y destruidas, hacían de la ciudad una zona de
profunda tristeza”.
En este contexto tan complejo, Sergio señala que fueron muchas las personas que
transmitieron su agrado por la labor que estaba realizando la SISS con motivo de
la emergencia. “Considerando eso, me parece que la labor de la Superintendencia
fue de alto nivel, toda vez que llegó directamente donde debe llegar, a los clientes
del servicio”.
Ingeborg Suckel Ayala
Ingeniera fiscalizadora de la Unidad
Ambiental de la SISS, Santiago
“Me impactó mucho la dignidad de la gente en momentos tan duros. Limpiando sus
casas, dejándolas lo más presentable posible. Recuerdo una señora que me contó
que estuvo perdida, y luego llegó a su hogar y su perro la estaba esperando”.
Sergio Barbera Pérez
Ingeniero de la División de Concesiones
de la SISS, Santiago
“Mi labor consistía en preocuparme del agua que recibían los habitantes de Diego
de Almagro, El Salado, Chañaral e Inca de Oro, es decir, controlar que los camiones
aljibes depositaran el agua en los contenedores, que eran inmensos, y luego había
que controlar la calidad del agua, la frecuencia con que se llenaban etc.”.
Aguas servidas en las calles
Las imágenes que expresaban el horror y la angustia de las familias de la
Región de Atacama, ampliamente difundidas por medios de comunicación
y redes sociales, generó conmoción en Chile y el mundo.
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Al conocerse toda la información que llegaba tanto por la prensa como por
los profesionales inicialmente desplegados en el área siniestrada, permitió
a la SISS construir un diagnóstico preliminar que, como se comprobó más
adelante, fue totalmente certero: la emergencia sólo estaba comenzando
y que aún faltaba lo peor.
En el organismo recordaron la experiencia del aluvión del río Las Minas
ocurrido en marzo del año 2012 en Punta Arenas, cuyo ejemplo era lo
más cercano, aunque en bastante menor escala, a lo que ocurría en ese
momento en Atacama
Durante el desarrollo de la emergencia en la capital de Magallanes, el
problema de mayor complejidad que se enfrentó fue la obstrucción
de las redes de alcantarillado y, como consecuencia, el rebase de las
aguas servidas fluyendo por las calles céntricas de la ciudad. Durante
esa experiencia, costó gran trabajo recuperar la red de colectores
porque el barro se solidificó y dañó el sistema. Las labores de limpieza y
normalización duraron semanas.
Con ese ejemplo a la mano, era posible comparar y predecir que el escenario
sería complejo para Atacama. Pero además había que considerar que la red
de los colectores principales de aguas servidas se encontraban en la parte
baja de Copiapó, precisamente donde llegaron a parar los sedimentos.
De toda la región, el servicio de alcantarillado de Copiapó fue el que resultó
con mayores daños. En total, obstruidos con barro y piedras terminaron
más de 170.000 metros de colectores.
Durante el diagnóstico se estimó que el 50% de la red de recolección requería
de intervención de limpieza, y muchos colectores que resultaron dañados
o destruidos debían ser reemplazados para regularizar la conectividad del
alcantarillado. También resultaron averiados los atraviesos de colectores
principales y los emisarios de aguas servidas en el río Copiapó, situación
que obligó a paralizar la planta de tratamiento de aguas servidas al no
llegar agua suficiente para su operación.
“Me impactó el compromiso de la gente de la Oficina Regional de la SISS Atacama,
pese a que todos tenían sus casas con barro”.
“Creo que lo hicimos muy bien. Tenemos gente muy capacitada, que sabe lo que
hacen las empresas. Fue a la vez muy gratificante recibir los agradecimientos de
la gente. Se pudo tener un contacto mayor con las personas”.
“Lo que más se rescata es el compromiso con el trabajo. Había funciones diferentes
pero no distintos rangos en este trabajo, excepto por situaciones especiales, como
representar a la SISS en un COE o en una reunión con el Intendente, todos éramos
iguales”, comenta.
“Si puedo resumir todo lo que ocurrió y cómo impactó en la Superintendencia, es
que cambió el paradigma. En la emergencia éramos operativos, no fiscalizadores”.
Christian Maurer Guzmán
Ingeniero del Área Técnica
de la SISS en Santiago
Christian afirma que esta es la primera tragedia en la que la SISS toma una
función operativa y cambia el rol de fiscalizador a ejecutor de una obra y, en
algunos casos, prácticamente a pala y chuzo.
La SISS se organiza
Tras las primeras evaluaciones, la SISS a nivel central se organizó para ir
en apoyo de las personas afectadas, incluso los propios funcionarios de la
Oficina Regional de la SISS en Atacama quienes padecieron la tragedia. Sin
embargo, el barro no pudo quitarles su fuerza de voluntad y compromiso
con los habitantes de la zona.
Desde Santiago, se dispusieron los recursos necesarios para abordar
la contingencia y estar presente en los lugares más complejos para ir
dando solución a los problemas identificados. Se conformó un equipo
de profesionales, a quienes se les inoculó sanitariamente y equipó para
enfrentar las condiciones a las que se enfrentarían.
En un genuino espíritu de trabajo en equipo, los funcionarios de la SISS de
todas las oficinas regionales de Chile se ofrecieron voluntariamente para
ir a la zona cero a prestar sus servicios, sin importar las condiciones ni las
horas que implicaban el trabajo en terreno. Todos querían aportar con su
experiencia y trabajo.
En el estado en el que se encontraba la región, el tema del alojamiento y
comida era difícil de abordar, razón por la que familiares de funcionarios
en Copiapó ofrecieron un espacio en sus hogares para pernoctar.
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Un tema fundamental era el transporte, dado que el vehículo de la SISS
en Atacama quedó aislado, se trasladó un vehículo desde Santiago y luego
se reforzó la dotación con móviles arrendados en Santiago y La Serena, y
luego trasladados a la zona, en algunos casos por varios meses. En total
se arrendaron 255 días de camionetas.
Se reasignaron recursos humanos y financieros, enviando a la región
un importante número de profesionales, liderados cada semana por un
directivo de la SISS y participando en todos los Comités Operativos de
Emergencia (COE) nacional y regional e incluso provincial.
De una dotación total de 109 profesionales y fiscalizadores, 40 fueron a
trabajar, por turnos de una semana a la región (37%), acumulando 422
días laborales.
La prioridad fue asegurar la producción y reparto de agua potable en
aljibes.
En un primer momento los funcionarios de la SISS se desplegaron para
supervisar el plan de abastecimiento alternativo mediante camiones
aljibes y estanques de Aguas Chañar S.A. para la entrega de agua potable
a aquellos sectores que se vieron afectados.
Los sistemas abastecidos a través de Piedra Colgada, la producción fue
recuperada con prontitud. Sin embargo, para Copiapó y Paipote, existió un
período de restricción debido al colapso del sistema de recolección.
La recuperación de los servicios de agua potable por red fue paulatina y
distinta.
A continuación se detalla el avance en cada una de ellas:
Para las localidades de Inca de Oro, Diego de Almagro y El Salado, el
daño provocado a las fuentes y conducciones fue de gran magnitud.
Su restitución requirió de grandes esfuerzos, logrando los niveles de
restitución parciales durante el día, que en algunos casos fue de 2, 6 o 10
horas al día. A continuación se muestran los avances por localidad:
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Paralelamente, la SISS requirió a la empresa un plan inmediato de catastro
que identificara los daños del grave impacto que este fenómeno climático
ejerció sobre la infraestructura sanitaria.
Sin embargo, el foco de mayor preocupación se concentró en el colapso
de las cámaras de alcantarillado y el agua evacuada a las calles desde los
subterráneos de edificios.
Durante el temporal el escenario se complejizó más porque muchas
familias de Copiapó, pensando en alivianar los anegamientos, abrieron
tapas del alcantarillado en sus casas y de las calles cercanas, aumentando
aún más las obstrucciones por la basura y escombros que se coló en su
interior. Aparte de aquellas tapas que habían desaparecido producto del
mismo fenómeno climático.
Durante los dos meses posteriores al 25M, las máquinas de despeje de
la Municipalidad, del MOP y del Ejército retiraban durante el día el barro
de las calles hasta llegar al nivel de las cámaras para despejarlas. Aguas
Chañar S.A. limpiaba las redes de alcantarillado.
Sin embargo el retiro del barro que se realizaba durante el día, volvía a
ingresar a los colectores, y en la noche nuevamente se requería repasarlos.
Fue una tarea que requirió mucha labor y que se desarrolló sobre la base
de la perseverancia a toda prueba, y que debía combatir simultáneamente
el desplazamiento de nuevas aguas servidas que se mezclaban con
el lodazal que al poco andar, formaba sólidas y compactas capas de
sedimento acumulado.
Esta práctica diaria pasó a ser un tema de alta preocupación para
las autoridades locales y nacionales, dado que la labor se veía como
extremadamente lenta. Sin embargo, era la única forma de mover un
manto de 4 millones de toneladas cúbicas de barro y lodo, equivalentes al
volumen de tres cerros Santa Lucía juntos, esparcidos sobre casas y calles
de la capital de Atacama, según graficaron más tarde las autoridades.
Este año 2015 la naturaleza nos ha puesto frente a desastres que han significado
duras pruebas para la SISS.
Sergio Rivera Gallardo
Ingeniero Civil, Jefe
División de Fiscalización
En mis casi 40 años de trabajo ininterrumpido en el sector sanitario, no recuerdo
catástrofe de la magnitud sufrida por la región de Atacama, a fines de marzo,
especialmente en Copiapó, Tierra Amarilla, Chañaral, Diego de Almagro, El Salado
e Inca de Oro. Las noticias no reflejaban lo que se vivía en esas ciudades: el sistema
de alcantarillado obstruido en centenares de kilómetros, carencia de agua potable
y el peligro inminente de una crisis sanitaria para la población.
Todo esto pudo ser controlado en un breve tiempo, dada la magnitud del desastre,
por el trabajo conjunto entre las mayores empresas sanitarias del país, Aguas
Chañar y la SISS, presente ininterrumpidamente en terreno, para la elaboración
del plan de emergencia y su rápida y coordinada aplicación. En este aspecto, se
considera importante destacar la presencia continua durante la emergencia de
personal Directivo de la SISS; en mi caso, me correspondieron turnos de 10 días y
posteriormente de una semana, en forma alternada con otros profesionales.
Se logró la colaboración de otros organismos de gobierno y de otras empresas
sanitarias a lo largo del país, las que aportaron entre otros, camiones limpiafosas
y equipos para desobstruir la red de colectores de aguas servidas. Mientras las
empresas se aplicaban a colectores de alcantarillado de mayor magnitud, personal
de la SISS trabajó directamente en la tarea de limpieza de colectores públicos
secundarios y domiciliarios, aliviando la situación de miles de personas, que
manifestaron su agradecimiento por la ayuda brindada.
Se reforzó el programa de controles paralelos de la calidad del agua potable,
además de control con equipos y personal propio del abastecimiento de
emergencia. Se participó en los Comité Operativos de Emergencia para el
levantamiento de situaciones y coordinación de soluciones. Se hizo catastro
diario de la infraestructura operativa. Se fiscalizó el proceso de facturación de
la empresa. A la fecha, se continúa la supervisión hasta que se logre el 100% de
reposición de la infraestructura dañada.
Nuestro trabajo fue intenso tanto en terreno como en Santiago, ya que las labores
que habitualmente realizan los profesionales que en esta ocasión estaban en el
norte, debieron ser abordadas por quienes permanecieron en el Nivel Central de la
SISS, todos con un enorme espíritu de colaboración y de trabajo en equipo que es
necesario destacar y agradecer profundamente.
Dr. Mauricio Pardón
Ingeniero sanitario especializado en salud
ambiental, agua y saneamiento.
Organización Panamericana de la Salud (OPS)
60
Un equipo multidisciplinario de OPS/OMS movilizado por la Oficina País en
Chile y el Departamento de Preparativos para Situaciones de Emergencia y
Socorro en Casos de Desastre, se desplegó para hacer frente a la tragedia
atacameña. El Doctor Mauricio Pardón estuvo en Copiapó y Chañaral entre
el 2 al 5 de abril:
“Los eventuales riesgos a la salud eran las enfermedades diarreicas
agudas, conjuntivitis y afecciones a la piel asociadas por las limitaciones
en el abastecimiento de agua y acumulación de aguas residuales y basura
en las vías públicas”.
Chile cuenta con una capacidad institucional reconocida y fue evidente que
la misma estuvo movilizada para enfrentar la emergencia. Los mecanismos
de coordinación técnica, social y política facilitaron las acciones de las
instituciones civiles públicas y privadas, y militares que enfrentaron
la crisis. Estos mecanismos y las instituciones chilenas involucradas
abrazaron también la cooperación de las agencias externas de apoyo entre
las cuales destaco al Sistema de Naciones Unidas.
El establecimiento de entes reguladores en el sector agua y saneamiento
es uno de los hechos positivos de los últimos 15 años en América Latina y el
Caribe y su éxito en Chile es emblemático. El rol de las superintendencias
en su interacción con la rectoría del Estado, el consumidor y los prestadores
de servicios es fundamental para la calidad de los servicios. Ha probado
también ser total en condiciones de emergencia.
Las emergencias son una suerte de “test de esfuerzo” como se denomina
la prueba médica que evalúa la salud de un corazón. Esta “prueba de
esfuerzo” en las inundaciones de la Región Atacama, confío, permitirán a
la SISS extraer valiosas lecciones y preparar a Chile para futuros eventos
extremos. Seguro serán producto de normas y lineamientos fortalecidos e
implementados con liderazgo y la capilaridad que la Superintendencia de
Servicios Sanitarios tiene con las empresas, el gobierno y su prestigio con
la población”.
Retiro de barro de las calles
El Ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga explicaba en terreno el
lunes 30 de marzo a los medios de comunicación los incansables esfuerzos
para despejar las alcantarillas, y precisaba que para ello primero había
que limpiar las calles.
62
“El problema no es de medios, sino más bien logístico. Tenemos una
cantidad importante limpiando la ciudad. Son entre 70 y 80 máquinas,
del sector privado, del municipio y del MOP, pero no es tarea fácil porque
cuando el barro todavía está blando uno lo corre para un lado y vuelve.
Por lo tanto, no ha sido un problema de medios, sino más bien de cómo
operacionalizar esa tarea”, precisaba.
Efectivamente, lo primero fue acceder a los sectores afectados por el
aluvión, algunos de ellos destruidos por el impacto directo de la masa
aluvional sobre la estructura urbana como en el sector Vergara, en Paipote.
En otros casos, por la inundación de sucesivas venidas de aguas lluvias
y lodo en sectores emplazados en una cota inferior al trazo del aluvión,
como ocurrió en Pintores de Chile.
Un 50% de la ciudad de Copiapó estaba inundada por el barro -en
promedio fueron 40 cm de lodo aunque en algunas zonas llegaba a
bordear los dos metros de barro acumulado-. El barro no sólo complicaba
los desplazamientos para el rescate de enfermos, ancianos y los más
necesitados. También dificultaba la entrega de ayuda, abrigo, agua y
comida en los albergues. Y por cierto era una tarea previa y necesaria para
la urgente limpieza de los colectores principales de la ciudad.
Retirar toneladas de barro, piedras y escombros acumulados en medio de
una estructura urbana preexistente no fue una tarea sencilla. En medio del
lodo había postes, grifos, rejas, árboles, automóviles, escombros, enseres
y casas. En ese escenario cientos de personas se movilizaban y buscaban
ayudar a sus seres queridos.
Así, la coordinación de tareas, instituciones, equipos y personal fue
fundamental y requirió de una planificación estratégica y de una coordinación
fina en terreno que entregaron los profesionales que supervisaron cada
una de las faenas en los diferentes sectores de la ciudad.
El despeje de calles llevó a dividir la ciudad en cuadrantes, cada uno con
instituciones responsables (MOP, Municipio, Ejército, Empresas Mineras y
del sector de la construcción) que se organizaron para realizar esta titánica
tarea, de manera ordenada.
Fue así como se priorizó la limpieza en aquellas vías que contenían en el
subsuelo algún tramo de colector o cámara de alcantarillado. La prioridad
entonces era devolver el alcantarillado a la ciudad.
Conforme se avanzó en el despeje de las calles, no sólo se iniciaba la
limpieza de colectores, sino que al mismo tiempo cientos de personas
comenzaron a movilizarse por las vías recientemente abiertas, complicando
nuevamente los trabajos. Si antes era el barro y las piedras ahora eran
autos y transeúntes lo que ralentizaba las tareas. La autoridad tomó
entonces la decisión de establecer toque de queda y restricción vehicular,
y redobló las jornadas de trabajo hacia la noche.
Fuenzalida Carmona, posteriormente, quienes desplegaron las fuerzas
militares para cooperar con el apoyo logístico que se requería.
El subsecretario de Obras Públicas, Sergio Galilea impulsó la coordinación
de todos los servicios involucrados, con representantes de la Dirección
de Vialidad, Municipalidad de Copiapó, Aguas Chañar S.A., el Ejército y la
SISS. Todos los días, puntualmente a las 17:00 hrs., se revisaba el estado
de avance, se identificaban los puntos críticos y se planificaba el trabajo
del día siguiente, con tareas específicas para cada uno de las entidades
involucradas, las cuales eran rigurosamente verificadas al día siguiente.
La SISS, por su parte, hacía llegar diariamente al Cuartel General Conjunto
de Emergencia un informe del estado de los servicios de agua potable y
alcantarillado de la región.
Estas reuniones permitieron dar agilidad al trabajo, permitiendo un trabajo
integral y globalmente planificado.
Fue en este contexto que los funcionarios de la SISS desarrollaron una
estrecha relación de trabajo con las Fuerzas Armadas. A través del Jefe
de la Defensa Nacional para la Región de Atacama, Teniente Coronel
Marcelo Urrutia Caro en una primera etapa y al General de Brigada, Rafael
En Diego de Almagro y El Salado, las Fuerzas Armadas se encargaron
de controlar y distribuir agua que llegaba a través de los camiones
aljibes, y mantenían a la SISS permanentemente informados de los
acontecimientos.
Los profesionales de la SISS fueron testigos directos de la labor de
las Fuerzas Armadas en apoyo a la población. Cumplieron tareas con
diferentes grados de dificultad. Su ayuda y cooperación para el buen
desempeño del organismo son motivo de profundo agradecimiento por su
trabajo y compromiso.
63
“Lo más fuerte de esta experiencia fue ver el sufrimiento en las caras de las
personas, pero eso también era una inyección de energía para trabajar duro y
hacer lo posible por sacar adelante a Copiapó”.
“Me siento orgulloso de participar en este equipo de trabajo, nuestra institución
mostró seguridad y decisión en los momentos más determinantes, nos ganamos
un respeto enorme”, afirma.
Gabriel Puchi Solar
Ingeniero fiscalizador de la Oficina
Regional de la SISS, Biobío
“La infraestructura sanitaria en Paipote estaba muy comprometida y
en algunos tramos arrancados por la fuerza del alud. Principalmente mi
función era aportar con un granito de arena en el plan de “Saneamiento de
Emergencia”, coordinando los camiones desobstructores, limpiafosas, camiones
aljibes, etc.”.
La participación de la SISS en los trabajos para hacer frente a los daños causados
por los aluviones es motivo de orgullo para nuestra institución.
La SISS estuvo presente desde el primer día, cuando la Superintendenta como
parte de la comitiva de la Presidenta, aterrizó en el desolado aeropuerto de
Copiapó. En terreno nos informaba de la real envergadura de la crisis y su
presencia nos motivó a enfrentar el gran desafío de ayudar a la gente de la región
Iniciamos nuestras labores fiscalizando el trabajo de la empresa sanitaria
Aguas Chañar S.A. Con el correr de los días, y dada la gravedad de los daños,
el Sr. Ministro de Obras Públicas nos encargó planificar, organizar y ejecutar el
Programa de Saneamiento de Emergencia.
Desarrollamos un trabajo que movilizó a toda la organización, primero planificar
lo que íbamos a hacer y luego cuantificar los recursos que necesitaríamos. Esta
planificación y organización en detalle fue uno de los pilares fundamentales en el
éxito de nuestra misión.
Definimos una estructura organizacional para el trabajo en terreno: cargos,
responsabilidades, forma de trabajar y otra para el trabajo en Santiago; un comité
de crisis que todos los días se reunía a analizar el avance del trabajo, buscar los
apoyos necesarios y emitir los informes para las autoridades.
Tuvimos que buscar maquinaria por todo Chile para que esta fuera contratada
por el Gobierno Regional, se abrió una lista de voluntarios para ir a terreno,
arrendamos camionetas, implementamos el apoyo logístico para nuestra gente;
ropa, vacunas, mascarillas, guantes, y todo lo que con nuestros recursos podíamos
entregar.
En terreno se definieron tres actividades centrales: ejecutar el Programa de
Saneamiento de Emergencia en Copiapó, fiscalizar el trabajo de Aguas Chañar, e
inspecciones diarias a Chañaral, Diego de Almagro, El Salado e Inca de Oro
Equipos pre - definidos se encargaron de cada una de ellas, con un trabajo
ininterrumpido durante toda la emergencia con jornadas de más de 14 horas
diarias.
Al hacer ahora un balance del trabajo, lo primero que debo destacar es nuestra
gente, su capacidad profesional para enfrentar tareas diferentes a las habituales.
Su capacidad de sacrificio y, por sobre todo, su calidad humana para entregar todo
por apoyar a los que sufrían y a los que nos necesitaban.
Todas las noches, después de las agotadoras jornadas, nos reuníamos en la
oficina para hacer un balance diario del día y planificar el día siguiente y ahí
compartíamos nuestros pequeños – grandes éxitos: una cuadra “arreglada”,
nuevas casas con alcantarillado, los agradecimientos de la gente…Esto era lo que
nos daba fuerzas para seguir adelante. Sabíamos que lo íbamos a lograr, nos podría
costar mucho pero teníamos esa confianza. Creíamos en nosotros, en nuestro
equipo, sabíamos que todos nuestros compañeros, los que estaban ahí y a los que
les tocara venir, trabajarían sin descanso, que entre todos nos ayudaríamos, nos
dimos cuenta que ERAMOS UN EQUIPO.
Para mí es un gran orgullo haber sido parte de este grupo humano y haber podido
aportar para ayudar a tanta gente que sufría.
José Luis Szczaranski Cerda
Ingeniero, Jefe División de Concesiones y
Superintendente de Servicios Sanitarios (S)
De esta forma estuvimos preparados para hacer frente al trabajo encomendado por
el ministro y simultáneamente ejercer nuestro rol fiscalizador.
General de Brigada, Rafael Fuenzalida Carmona,
Jefe de la Defensa Nacional para la Región de Atacama
Al General de Brigada Rafael Fuenzalida le correspondió la delicada tarea
de asumir el mando de la Jefatura de la Defensa Nacional en Atacama,
y liderar un equipo de trabajo interdisciplinario conformado por las
tres ramas de las Fuerzas Armadas, organismos públicos y privados y
Organizaciones no Gubernamentales, con el cual afrontar y resolver la
delicada situación que se vivía en toda la región.
68
Recordemos que a raíz de la magnitud de la catástrofe desencadenada,
S.E. la Presidente de la República, Sra. Michelle Bachelet Jeria, con fecha
25 de marzo, decide declarar el Estado de Excepción Constitucional y
nombra –en primer término- al Comandante del Regimiento de Infantería
Nº23 “Copiapó”, Teniente Coronel Marcelo Urrutia Caro como Jefe de la
Defensa Nacional para la Región de Atacama.
Tomando en cuenta la dimensión de lo ocurrido -17 aluviones- y sus
efectos, se envía una mayor cantidad de fuerzas, para lo cual fue necesario
modificar el decreto supremo original. De este modo, el 01 de abril,
mediante el Decreto N° 379, se especifica que “habiéndose declarado
Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe, el adecuado servicio
de las necesidades derivadas de la calamidad pública producida en la
Región de Atacama, ha requerido la movilización a la zona de un número
considerable de medios físicos y humanos de las Fuerzas Armadas, cuya
acción coordinada resulta esencial para el debido cumplimiento de los
fines encomendados”.
“En definitiva, la magnitud de la catástrofe impulsó a movilizar a un mayor
número de efectivos de las Fuerzas Armadas, (4.500 en total) hecho que
involucraba que estuvieran al mando de un oficial de rango de general. Ese
nombramiento, el cual recayó en mi persona, mantuvo las atribuciones de
la anterior autoridad militar en la zona” precisa el General Fuenzalida. Lo
mismo ocurrió respecto de la vigencia de 30 días del Estado de Excepción,
los que se contabilizan según lo consagra la Ley de Estado de Excepción
Constitucional N° 18.415, en su art.8 inciso 1°, desde que dicho decreto es
publicado en el Diario Oficial.
“Como militar, me generó un gran orgullo el que el mando institucional
depositara su confianza en mí para esta misión. Por otro lado, sentía una
responsabilidad enorme, ya que me iba a hacer cargo, con mi Estado
Mayor, de una región en crisis producto de la catástrofe, que necesitaba
rápidas y oportunas respuestas, ya que me encontré con un panorama
desolador y altamente preocupante”, relata el Jefe de la Defensa Nacional
en Atacama.
Para organizar el trabajo y coordinar los esfuerzos entre los civiles y
militares, el General Fuenzalida señala que “más allá de lo que nos imponía
el decreto, en cuanto a restablecer la normalidad en la zona, en nuestra
calidad de militares, desarrollamos desde el primer minuto que llegamos
a Atacama, una planificación de Estado Mayor para enfrentar de una
forma sistémica y mancomunada el desafío que se nos venía por delante”,
incluyendo a todos los actores involucrados en apoyo a la ciudadanía.
Nos puntualiza a su vez que, efectuado lo anterior, se determinó en qué
consistiría la misión, la que fue la siguiente:
“Proporcionar un ambiente seguro y estable en la Región de Atacama,
zona de Catástrofe, centrando el esfuerzo en la seguridad, recuperación y
obtención de un estado de normalidad en la región, a partir del 01 de abril
y hasta la duración Decreto Supremo (30 días), con el propósito de ejecutar
lo dispuesto por la Presidenta de la República”.
Detalla que durante los días post-catástrofe, las principales gestiones
de las autoridades estuvieron orientadas a la localización de las
denuncias por presuntas desgracia, al traslado de albergados, en
asegurar el abastecimiento logístico desde los Centros de Distribución,
en la planificación en conjunto con organismos gubernamentales para
la limpieza extraer el barro de calles, casas, colegios y establecimientos
del área salud y particularmente en la salud de la población, un tema
preponderante y esencial tras la tragedia, producto de la congestión de
los colectores principales, rotura de matrices, tuberías y otros sistemas
que forman parte de la canalización tanto de las aguas servidas como del
agua potable.
Teniendo en cuenta la gravedad de la situación y la alta responsabilidad
encomendada, el General Fuenzalida comenta que “lo que en todo
momento sentí fue una doble obligación: profesional y personal por sacar
lo más pronto posible al pueblo de Atacama de la situación de extrema
crisis en la cual se encontraba. Ahora bien, soy sincero al contarles que
nunca perdí la tranquilidad, ya que estaba seguro que con el esfuerzo
de todos y un coordinado trabajo en equipo podíamos sacar la situación
adelante”.
Un punto importante en esta tragedia lo constituía la gran cantidad
de población afectada y la perentoria demanda por solucionarles sus
problemas más urgentes. Sobre este delicado aspecto de la crisis, el
General Fuenzalida reflexiona lo siguiente: “sin duda llegar a una zona que
estaba absolutamente afectada, no era una situación fácil de manejar. Pero
nuestra formación, nos permite comunicarnos muy directa, transparente
y concreta, creo que tal vez por ello es que la relación con la ciudadanía
en general fue tan buena. La gente valoró mucho la franqueza nuestra
y como nos veía trabajando codo a codo con ellos y en cojunto con otras
organizaciones, notó nuestro compromiso por sacar adelante la tarea. De
hecho, sin buscarlo, las encuestas que se hicieron al respecto, reflejaron
este hecho. La gente nos premió con su confianza y aprecio”.
El Jefe de la Defensa Nacional detalla que sin el esfuerzo y concurso de
todos los profesionales que acudieron a la zona a tratar de levantar desde
el lodo a la Región de Atacama, nada hubiera sido posible. “Y en el caso
específico de la Superintendencia de Servicios Sanitarios, esto se valora
aún más, el trabajo en conjunto en la planificación y ejecución fue el que
mayor efecto tuvo en la solución principal del problema que nos afectaba.
Recordemos que desde el primer momento de la tragedia se tuvo que
enfrentar una situación de difícil solución, al conjugarse simultáneamente
la presencia de barro en las calles de las diversas localidades; la destrucción
y colapso de los sistemas de colectores y plantas de tratamiento de aguas
servidas y el daño considerable que sufrió el sistema de captación del agua
potable”, por este motivo debo reconocer el trabajo profesional de cada
uno de ustedes quienes estuvieron presente en la zona afectada, sentencia
Rafael Fuenzalida.
69
Coordinación de acciones
Reunión de especialistas y elaboración de un Plan para
enfrentar la emergencia e inminente crisis sanitaria
70
Ya en Santiago, el Ministro Alberto Undurraga convocaba para el martes 1
de abril a todos los presidentes de directorios de las empresas del sector
sanitario a calle Morandé N°59. Allí se analizó la situación de Atacama y
se discutió la disponibilidad de medios tecnológicos y metodologías para
resolver la problemática del alcantarillado, junto a la logística para reducir
los ciclos de trabajo de los camiones, el manejo de escurrimiento de aguas
servidas, gestión de equipos, recursos humanos y aspectos operativos de
limpieza.
Ese mediodía, el Ministro Undurraga se trasladó a Moneda N°673, a las
oficinas centrales de la SISS, oportunidad en la que revisó junto al equipo
técnico los aspectos prioritarios para avanzar en las labores de habilitación
de la infraestructura sanitaria, tanto para el despeje de los sistemas de
alcantarillado y el aseguramiento del suministro de agua potable vía redes
o camiones aljibe, en especial para Diego de Almagro, Inca del Oro y El
Salado.
Horas después, la Superintendenta de Servicios Sanitarios, Magaly
Espinosa se reunía con un grupo de profesionales del sector de todo el
país para conocer en detalle experiencias en situaciones de emergencia y
desastres que han tenido que enfrentar, con la idea de abordar con mayor
rapidez las distintas contingencias que se estaban presentando.
Se revisaron para ello las acciones de mitigación tras el aluvión de
Antofagasta en 1991 y la emergencia de Punta Arenas de 2012. También
se abordaron las medidas tras el terremoto y tsunami del año 2010,
principalmente en lo referido a coordinación y gestión pública sanitaria.
Los representantes de las empresas sanitarias comprometieron apoyar
con personal especializado y equipamiento que necesitara la empresa
de servicios Aguas Chañar, en la medida que se requirieran labores de
limpieza y de reparaciones definitivas o mejoras en las instalaciones.
Aguas Chañar estaba realizando las labores de desobstrucción de los
ductos, partiendo por los colectores principales para llegar a los de menor
diámetro. Sin embargo, la cantidad de recursos humanos y materiales que
disponía la empresa eran insuficientes para enfrentar la magnitud de este
desastre.
En la oportunidad, la Superintendenta informó que el gobierno había
dispuesto los mecanismos y recursos para agregar una flota adicional de
limpia fosas para ayudar en la tarea de retiro de las aguas servidas de la
ciudad. Este fue el inicio de un plan que resultó exitoso y que permitiría
salir de la emergencia.
María del Mar Bustos Miranda
Ingeniera de la División de
Concesiones de la SISS, Santiago
“Me impactó mucho un señor de la tercera edad que vivía en Diego de Almagro. De
su casa sólo estaba la mitad, que parecía a punto de caerse al río. La mitad faltante
se la llevó el agua el día del aluvión. Estaba solo, porque una de sus hijas se había
ido del pueblo después de la emergencia y la otra hace mucho que se había mudado.
A pesar de perderlo todo y de estar viviendo en la casa de un vecino, él se negaba a
dejar su pueblo, decía que no era tan fácil abandonar la tierra donde había nacido
y había hecho toda su vida. Recuerdo que le preocupaba el robo de la tapa del
estanque en el que el camión aljibe le dejaba el agua, incluso había encadenado el
estanque para que no se lo robaran también”, recuerda María del Mar.
Relata que recorría más de 400 kilómetros diarios y, de acuerdo a las prioridades,
se visitaba primero Chañaral o Inca de Oro, “entonces llegábamos siempre de
noche de vuelta a Copiapó, pero a veces entrando por el oriente y a veces por
poniente. Entonces teníamos la oportunidad de constatar con las luces de los
automóviles la gran cantidad de material en suspensión que había en el aire,
porque los focos proyectaban el polvo. Eso no ocurría en las otras localidades que
eran muy pequeñas y no había tanto movimiento de automóviles, así que el barro
seco no se suspendía. Ni siquiera en Santiago en sus peores episodios de smog he
visto eso”.
“Ahí estábamos a cargo de una flota de seis camiones para los diferentes trabajos
de restitución y 30 personas para las tareas. Logramos recuperar el servicio para
las 600 casas del pueblo en un plazo récord de seis días”.
Cuenta que lo más impresionante fue la cantidad de lodo. “Era descomunal e
impresionante. A medida que uno se adentraba a la ciudad, se daba cuenta de la
magnitud. Me ha tocado participar en todas las catástrofes que nos han sacudido
los últimos 5 años a nivel nacional, y nunca vi tanto nivel de destrozo y desamparo
de la gente. Fue una catástrofe que marcó mi vida profesional y me permitió
reforzar mis convicciones personales, mi compromiso profesional en la institución
con la cual trabajo y la gente a la que servimos”.
Según Pedro, el papel de la SISS en la emergencia fue de excelencia y quedó
sorprendido con la capacidad de toma de decisiones y de trabajo. “Para la
población éramos los chaquetas azules… donde íbamos nos reconocían porque
sabían que éramos los mejores para hacer la pega”.
Pedro Arce Rivano
Ingeniero fiscalizador de la Oficina
Regional Metropolitana de la SISS
Trabajó en las labores de restitución del servicio tanto de agua potable como de
alcantarillado en la comuna de Tierra Amarilla, para luego dedicarse de lleno al
restablecimiento del alcantarillado en la Villa de Rinconada de San Fernando,
junto a su par de la SISS de la Oficina Regional de Atacama, René Farías.
Inca de Oro, Diego de Almagro, El Salado y Chañaral
76
En Copiapó se desarrollaban las labores de saneamiento, mientras que
en Inca de Oro, Diego de Almagro y El Salado se trabajaba además en la
reposición del suministro de agua.
Desde el día 25 de marzo, los estanques que abastecían a Diego de Almagro
dejaron de recibir agua, porque las fuentes estaban completamente
desaparecidas. En tanto, de los 38 kilómetros de extensión que tiene la
aducción que conecta los pozos desde el sector La Finca hasta el estanque
de Diego de Almagro, 11 de ellos desaparecieron por la fuerza del agua.
En el sector de Montandón se detectaron pérdidas de más de 30 kilómetros
de aducción, los cuales se sumaron a los ocho kilómetros de daños que
presentó la tubería que une a la planta de osmosis inversa con Diego de
Almagro. Para el sector de Quebrada de Asiento, a 88 kilómetros de la
ciudad, se perdieron 25 kilómetros de tuberías.
Justamente era esta infraestructura la que revisaba el equipo de
ingenieros contratados por Aguas Chañar S.A. cuando perdieron la vida
en el lamentable accidente aéreo el día 1 de abril, a dos kilómetros de la
planta de osmosis de Diego de Almagro.
En Chañaral el daño fue de proporciones. Cientos de kilómetros de
impulsión fueron arrastrados por el agua. Se perdió parcialmente el
emisario submarino de la ciudad, junto con la destrucción total de su
oficina comercial y el embancamiento de plantas elevadoras de agua
potable y aguas servidas.
Arribó a la zona el Día Internacional del Trabajador, el 1 de mayo, para apoyar
las visitas diarias a Diego de Almagro, Chañaral, El Salado e Inca de Oro.
“Me llamó la atención que la gente de las localidades tenía un trato muy
amable con nosotros y que se habían adaptado sin grandes inconvenientes a la
emergencia, considerando que debían usar los estanques fijos y, en el mejor de
los casos, tenían suministro por red dos horas al día”.
Rosa Rodríguez Gallardo
Ingeniera fiscalizadora, Oficina
Regional de la SISS, Biobío
“La SISS estuvo en todo momento en la zona. Sin dudas que a lo mejor hay
muchas cosas que mejorar, pero me saco el sombrero por la Oficina Regional
de Atacama, también por mis colegas del nivel central y regiones que no
dudaron en estar allá apoyando. Creo que siempre hay muchas cosas que
aprender, ya que somos un país con muchos riesgos de catástrofe y quizás
debemos prepararnos para enfrentar esos momentos. En Copiapó la gente nos
reconocía y se acercaba a conversar, solicitar o agradecer alguna gestión”.
Marta Sepúlveda Murillo
Ingeniera de la División de
Concesiones de la SISS, Santiago
Para Rosa, así como muchos de los que estuvieron en terreno, una de las cosas
más impactantes fue el nivel de destrucción. “Si bien es cierto que una llegó
al lugar varias semanas después de lo ocurrido, no viví lo que las personas de
allá sufrieron, pero estaban las huellas del desastre”.
Gabriel ejemplifica la gravedad de la tragedia en las aguas servidas que corrieron
por algunas calles de Copiapó de lado a lado, destacando que es notable que, pese
a la magnitud de los efectos del desastre en el sistema de alcantarillado, no se
produjo una epidemia o aumento significativo de enfermedades. Ello se debió a que
se actuó con rapidez en devolver las aguas servidas a los colectores, pero sobre
todo al autocuidado de la población promovido por la autoridad sanitaria.
Desde la experiencia de Gabriel, con el paso de los primeros días de la emergencia
se fue revelando la gran magnitud del problema que se enfrentaba.
“La empresa sanitaria logró reponer buena parte del servicio de agua potable en
muy pocos días. Sin embargo, este avance dejó al descubierto que los colectores
de alcantarillado, sobre todo los principales estaban completamente obstruidos,
y como consecuencia, las aguas servidas sin tratar comenzaron a escurrir por
diversas calles de los sectores de cotas más bajas. Con el paso de los días te dabas
cuenta lo complicado del problema del alcantarillado, a lo que se sumaba la
sensación de incertidumbre en la capacidad de los actores públicos y privados para
resolverlo.”, explica Gabriel.
“El alcantarillado cumple una función sanitaria básica, sin la cual las personas
quedamos expuestas al riesgo de enfermarnos y cuando esto afecta a una
población completa estamos frente a un riesgo sanitario mayor. En ese momento
había que tomar decisiones complejas, como llevar las aguas servidas sin tratar
lo más pronto posible al río mediante descargas de emergencia. Lo segundo,
acelerar el plan de desobstrucción y también mejorar la coordinación con los
otros servicios. Hay que recordar que al mismo tiempo eran muchas las toneladas
de agua y lodo que había que remover de la ciudad y que las condiciones para el
trabajo de limpieza de colectores eran muy difíciles, incluso para cosas tan simples
como ubicar una cámara de alcantarillado. En ese contexto, la coordinación con
los trabajos en superficie que lideró el MOP fue crucial. La meta era recuperar
Para Gabriel, el ícono del problema fue la calle Juan Martínez de Copiapó, donde
las aguas servidas corrieron de lado a lado por varios días. “Cuando eso se
solucionó, sentí que había esperanza”.
La primera reflexión que hace respecto de la emergencia tiene que ver con rol de
la empresa privada que brinda un servicio público de primera necesidad y cómo
se hace una coordinación lo más eficientemente posible con ésta desde el Estado
y se aprovechan de la mejor forma los recursos públicos y privados. Lo segundo
tiene que ver con la organización de la gestión de los riesgos, lo que parte desde
donde se construyen las comunidades, respetando el cauce de los ríos, los lugares
inundables, etc.
La experiencia más fuerte de Gabriel tiene que ver con el fatídico accidente del
31 de marzo, cuando el helicóptero en que viajaba un grupo de profesionales
de las empresas Hidrosán e Icafal, que brindaban asesoría a Aguas Chañar en
la emergencia, capotó mientras se dirigía hacia Diego de Almagro. “Yo había
conversado el día anterior con una de las personas que falleció. De hecho cuando
comenzaron las labores de búsqueda del helicóptero, muchos datos sobre la zona
los recabaron con nuestros funcionarios que conocían el lugar”. Sin duda, una
tragedia en todos los sentidos de la palabra.
Gabriel Zamorano Seguel
Jefe de la Unidad Ambiental, Superintendente (s)
de Servicios Sanitarios.
la funcionalidad del alcantarillado y que las personas pudieran usar sus baños
y el plan de saneamiento de emergencia y retiro de aguas servidas mediante
numerosos camiones limpiafosa fue un alivio para muchas familias que ya no
podían seguir esperando”, asevera.
“Un plan de acción sin precedentes en el sector sanitario chileno”
El viernes 3 de abril, junto con el inicio de Semana Santa, partía una
operación de limpieza de colectores de aguas servidas sin precedentes en
la historia del sector sanitario chileno.
El plan consideraba limpiar desde aguas abajo hacia arriba; empezar con la
limpieza de los colectores principales, seguir con colectores secundarios,
para terminar con las uniones domiciliarias.
80
Si bien este plan era el adecuado para este tipo de problemas, la magnitud
de los daños significaba que las viviendas tardarían meses en tener
repuestos sus servicios de alcantarillado, situación que podía llegar a
ocasionar una severa crisis sanitaria.
En este escenario el Ministro de Obras Públicas determinó implementar un
Programa de Saneamiento de Emergencia con el objetivo de reestablecer,
en corto plazo, los servicios de alcantarillado en las viviendas.
Este programa consistía en limpiar redes y uniones domiciliarias de
poblaciones, acumulando las aguas servidas en cámaras desde las cuales
eran sacadas por camiones limpia fosas. El Ministro encomendó a la SISS
planificar y liderar este trabajo.
Así, desde el 8 de abril al 15 de mayo del 2015, operado principalmente por
funcionarios SISS y DOH, se inició la evacuación de las aguas servidas de
una manera no tradicional a través de camiones limpiafosas. Se trataba
de un trabajo paralelo y focalizado, tendiente a dar próxima y efectiva
respuesta a sectores de la ciudad que se habían visto rezagados de una
solución definitiva en los plazos programados inicialmente.
Con ello se inició la gestión y supervisión de equipos contratados por
el Gobierno Regional de Atacama para la limpieza de colectores y la
desobstrucción de uniones domiciliarias, cámaras y redes interiores de
alcantarillado de sectores como Pintores de Chile, Llanos de Ollantay y las
áreas aledañas a la Quebrada de Paipote.
Pero este trabajo requería un mayor número de camiones y todos los
que había en la zona eran insuficientes. Desde Santiago, la SISS inició
una ofensiva comunicacional a través de las redes sociales para reunir
y contratar 90 camiones limpia fosas. Se hizo un llamado a las empresas
proveedoras de servicios de limpieza de alcantarillados, fosas sépticas,
evacuación de aguas servidas y destapes de redes, para que se inscribieran
para colaborar con el trabajo de aseo de Copiapó. Algunas empresas se
acercaron voluntariamente a ofrecer su apoyo.
La estrategia dió resultados, y desde todo el país acudieron al llamado,
incluso desde Punta Arenas.
2. Limpieza de colectores secundarios: Habilitación de colectores que
conducen las aguas servidas hasta los colectores estructurales.
Desde el GORE Atacama, se emitieron órdenes de compra, con el detalle
de especificaciones técnicas y plazos demandados, los que finalmente
determinaron las fechas de inicio y término de contratos que permitieron
contar con los equipos necesarios, operados por 22 empresas.
3. Limpieza de uniones domiciliarias: Desobstrucción de uniones
domiciliarias para que las viviendas puedan descargar sus aguas servidas.
Además, y a través de la Asociación Nacional de Empresas Sanitarias
(ANDESS) se siguieron sumando equipos profesionales y técnicos, junto a
cuadrillas de operarios de ESSBIO S.A., ESVAL S.A., Aguas del Valle S.A.,
Nuevo Sur S.A., Aguas Andinas S.A. y el grupo Aguas Nuevas (Aguas del
Altiplano S.A., Aguas Araucanía y Aguas Magallanes S.A.).
El plan general de limpieza consideró las siguientes etapas:
1. Limpieza de colectores estructurales: Habilitación de colectores de
gran diámetro para conducir las aguas servidas hacia el río y una vez que
estén reconstruidos los atraviesos hasta la planta de tratamiento de aguas
servidas.
4. Reconstrucción de los atraviesos: Reconstrucción de 3 atraviesos. Dos
de ellos están asociados a los colectores estructurales Copayapu y Volcán
Doña Inés. El tercero corresponde al que conduce las aguas servidas
desde el sector denominado Rosario, hasta el colector estructural ubicado
en Copayapu.
La planta de tratamiento de aguas servidas se pone en operación una vez
que el agua escurra por los colectores y atraviesos.
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Las instituciones se organizaron para enfrentar la titánica tarea de limpiar y habilitar
la principal infraestructura sanitaria de la ciudad, el objetivo era claro y urgente:
devolver la operatividad al sistema de recolección, y así evitar el escurrimiento de
aguas servidas por las calles de Copiapó.
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Erwin Kehr Schuster
Ingeniero fiscalizador de la Oficina
Regional de la SISS Atacama
Como habitante de la región, vivió en carne propia el desastre. “Desde
un comienzo entendí que se requería de nuestro mejor esfuerzo para
aportar al restablecimiento de la normalidad, dada la magnitud del daño,
viendo con gratitud el compromiso y esfuerzo de la SISS como institución
al abordar esta tarea”.
“Recuerdo haber tenido contacto con algunas personas directamente
afectadas y en una situación complicada, sin embargo transmitían una
actitud positiva”.
Desde el punto de vista profesional, Erwin destaca la capacidad
profesional y experiencia de la SISS, lo que se reflejó en los resultados
obtenidos “Tuve la oportunidad de compartir con colegas de otras
regiones durante los viajes a la provincia de Chañaral, aparte del
apoyo profesional, agradable conversación, tallas, música para evitar
el sueño, dependiendo de la personalidad de cada uno, lo que hacía más
entretenido el trayecto”.
“Dimensionar la catástrofe in situ da otra perspectiva. Además, poder
observar la capacidad de la gente de apuntar todos sus esfuerzos a
volver a una vida normal, hace que uno entienda lo valioso que se tornan
aspectos básicos del diario vivir”.
“Pude percibir el gran trabajo de mucha gente, ver que con todas y cada
una de las personas, compañeros de trabajo, con los que compartí pude
percibir que tácitamente teníamos un solo objetivo, velar porque la
calidad de servicio se reestableciera y mientras permaneciera el carácter
de emergencia, las acciones planificadas para subsanar dicha calidad se
cumplieran. Si quisiera resumir mi vivencia en una frase, debiera decir
que es de las pocas oportunidades profesionales en que participé de una
iniciativa sinérgica”, remarca.
Jaime Ramírez González
Ingeniero fiscalizador de la Oficina
Regional de la SISS, O’Higgins
Fue uno más de muchos que desde distintas regiones concurrió sin
pensarlo a brindar apoyo a la zona de desastre. Su labor se centró en
las localidades de Inca de Oro, Diego de Almagro, Chañaral y El Salado,
supervisando las acciones de la empresa sanitaria destinada a abastecer
a las personas con camiones aljibes y verificar la distribución de los
estanques dentro de la ciudad.
Las cuatro líneas de trabajo
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La SISS exigió a Aguas Chañar S.A. que las etapas del plan no fueran
secuenciales sino que simultáneas, con el objeto de acelerar la recuperación
de la funcionalidad del sistema completo.
Segunda línea de trabajo: a cargo del equipo de empresas del sector
sanitario del país.
Objetivo: Habilitación de colectores secundarios
Primera línea de trabajo: a cargo de Aguas Chañar S.A.
Objetivo: Controlar escurrimientos superficiales en las calles de la ciudad
El norte de esta fase fueron los más de 150 Km de colectores secundarios
que conducen las aguas servidas hasta los colectores primarios. Para
este trabajo se incorporaron recursos técnicos y humanos a la empresa
Aguas Chañar S.A., desde distintos puntos del país, y provenientes de otras
empresas sanitarias tales como Aguas del Valle S.A., ESVAL S.A., Aguas
Andinas S.A. y ESSBÍO S.A.
Correspondía a la desobstrucción y limpieza de los 23 kilómetros de
colectores estructurales de mayor diámetro, de entre 200 mm y 600 mm, y
que estaban seriamente obstruidos por el ingreso de una gran cantidad de
barro y piedras con el paso del aluvión.
Se recuperaron con limpieza mecánica utilizando equipos combinados
(Hydrojet –Succión), limpiafosas, equipos rastrillos o cucharas y cuadrillas
de varilleros y jornales. En los casos de mayor complejidad, se consideró la
instalación de bombas de uso provisorio, conocidas como by-pass (bombas
con entubamiento superficial), como medida de mitigación para disminuir
el escurrimiento superficial de aguas servidas.
Finalmente, se identificaron 17,2 Km a desobstruir, desde los puntos más
bajos hasta los de mayor cota. Este trabajo estuvo a cargo de Aguas Chañar
S.A. y culminó el 20 de abril de 2015.
Con el avance de esta etapa, fue posible eliminar prácticamente todos los
escurrimientos de aguas servidas de las principales calles de la ciudad.
Tercera línea de trabajo: a cargo de la Superintendencia de Servicios
Sanitarios
Objetivo: Saneamiento de emergencia
Con la contratación de equipos limpiafosas y camiones combinados, el
Gobierno Regional, los profesionales de la SISS y MOP, aplicaron un plan
de saneamiento en villas y poblaciones acotadas para brindar una solución
de emergencia a las personas, y dejar las casas con sus alcantarillados
operativos, es decir con baños habilitados. También se generó el retiro
de las aguas servidas con camiones limpiafosas en las cámaras más
cercanas.
Para concretar las líneas de trabajo se trasladaron hasta Copiapó vehículos especialmente diseñados para la limpieza y mantención de sistemas y
redes de recolección de aguas residuales, desobstrucción de drenajes y tuberías colapsadas por tierra, lodo, piedras, grasas y diferentes tipos de
sólidos que bloquean la línea de conducción sanitaria. Estos vehículos fueron:
Limpia fosas: Mediante un generador de vacío, estos equipos de succión con capacidad de 12 metros cúbicos (12m3) lograron extraer los sedimentos
depositados en el interior de ductos, fosas, alcantarillados, sumideros, pozos sépticos, decantadoras de grasas, cámaras y plantas elevadoras.
Vactor: Equipos combinados de succión al vacío y expulsión de agua alta presión. Capaces de succionar agua, piedras, lodo y sólidos de hasta 6’’ de
diámetro y 30 mts. de profundidad, gracias a su manguera de succión montada en una pluma telescópica de gran alcance.
Super Sucker: Equipo de mayor capacidad, cuenta con un flujo de aire de alta potencia para transportar materiales sólidos, líquidos y fangos a través
de líneas de succión de 8” de diámetro.
Hidrojet: Permite el varillaje y destape de cámaras y colectores de alcantarillado, logrando trabajos en descargas horizontales y verticales, desplazando
por el ducto un chorro agua a presión (3.000 PSI), a distancias de hasta 150 mts.
Esta metodología se implementó en los sectores y villas tales como
Pintores de Chile, Llanos de Ollantay, Rinconada, Punta Negra, Vergara y
Villa Copayapu, entre otros. Esta etapa fue en directa ayuda a los habitantes
de los sectores que se encontraban en situación compleja, y permitió que
contaran en breve plazo con el servicio de alcantarillado.
Cuarta línea de trabajo: a cargo de Aguas Chañar S.A.
Objetivo: Reconstrucción de atraviesos y habilitación de planta de
tratamiento de aguas servidas.
Producto de la emergencia y de los daños a la infraestructura sanitaria, las
aguas servidas de la ciudad debieron descargarse al curso del río Copiapó
en siete puntos autorizados por el Ministerio de Salud. Esta medida se
adoptó mientras aún se reparaba el emisario terrestre para transportar
las aguas servidas a la planta de tratamiento, la que no sufrió mayores
daños.
Para desarrollar el trabajo en terreno, se requería de un grupo profesional
acorde a las exigencias del caso; se requería de conocimiento de la
situación de redes afectadas, así como de equipo técnico idóneo, tanto para
las labores de ejecución, como para las labores de supervisión. También
era necesario contar con habilidades blandas para relacionarse con los
diversos equipos profesionales, autoridades desplegadas en terreno y sobre
todo, un alto grado de empatía con la comunidad afectada. Finalmente,
se debía generar un conocimiento propio de las tareas supervisadas y su
proyección para la transferencia al resto del equipo.
De este modo se logró conformar un importante equipo de trabajo,
proveniente principalmente de las oficinas regionales y profesionales del
nivel central de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), apoyados
por profesionales de la Dirección de Obras Hidráulicas del MOP, quienes
organizados por turnos se destinaron al trabajo en sectores específicos
para la dirección, el control, y avance de tareas en terreno.
Los equipos que llegaban eran esperados por los que se retiraban para
hacer entrega del estado del trabajo y traspasar la experiencia acumulada
en los distintos frentes de trabajo, sin perder la continuidad ni el ritmo de la
faena. Así también el uso de WhatsApp como herramienta de comunicación
permanente permitió no sólo la transmisión de información e imágenes,
sino también el dar respuestas a preguntas que podían responder expertos
de la SISS que no estaban en la zona o el mantenerse al día de lo que
estaba ocurriendo para aquellos que estaban temporalmente fuera de la
zona de trabajo.
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“Fue el foco de nuestro trabajo, se trataba de sectores considerados
críticos, algunos de ellos fueron directamente golpeados por el aluvión,
en otros el barro inundó no sólo las casas, plazas y calles, sino que
además dejó los servicios sanitarios seriamente dañados y fuera de
operación por días”.
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“Una experiencia inolvidable”
Se trasladó a Copiapó un par de semanas después de ocurrida la catástrofe, cuando
ya era posible movilizarse dentro de la ciudad para poder comenzar a trabajar en
las redes de alcantarillado.
Dada la magnitud de los trabajos de limpieza, las autoridades determinaron
sectorizar la ciudad en tres zonas, y el equipo de Montaner quedó a cargo de
la rehabilitación de la etapa intermedia que une la parte baja de la ciudad con
Paipote. En aproximadamente tres semanas logró un estado de avance de 90% del
área encomendada. Aún cuando llegó el momento de su relevo, el decidió continuar
con los trabajos por otras dos semanas más, con acciones específicas y concretas,
como reparaciones y desobstrucciones domiciliarias.
Joaquín cuenta que la razón por la que fue se debió a su conocimiento de las redes
de recolección de Santiago y por las posibles soluciones que había que entregar en
terreno, basado en la experiencia adquirida en esta organización.
“La idea inicial era que nuestro equipo, que estaba compuesto por mí, más dos
operadores en terreno, pudiera coordinar la administración de los recursos de
camiones hidrojet que llegaron a la ciudad a apoyar en la emergencia. En principio
solo fuimos operadores y jefaturas, ya que existían recursos suficientes para
abarcar los problemas existentes”, señala.
Al momento de partir a la zona de catástrofe, la primera imagen que esperaban ver
era mucha gente sin sus casas y la ciudad con mucho barro y desorden, pero no en
el nivel en el que realmente se encontraba Copiapó.
A Joaquín Montaner se le encomendó sacar los desbordes de aguas servidas de
la vía pública y poder canalizarlos a las redes subterráneas para calmar a la
ciudadanía y como foco principal atender el sector del hospital de Copiapó.
Relata que al cabo de la segunda semana “tuvimos un bajón anímico importante
al ver que la canalización de las aguas no avanzaba como lo habíamos planificado
en un principio, pero nos mentalizamos en lo mal que lo estaba pasando la
comunidad”.
Muchos de quienes estuvieron en terreno, cuentan que Joaquín Montaner y su
equipo se tomaron este desafío profesional como algo personal. “Conectamos con
la desgracia que vivió la población, nos dimos cuenta de lo importante que era
nuestra tarea para entregar tranquilidad a las personas que vieron destruida su
vida y sus sueños, y que no veían solución a sus problemas. Todo era desgracia y
desolación. Al principio era muy frustrante, pero con el correr de los días la gente
comenzaba a sonreír y agradecer que estuviéramos ayudándoles sin pedir nada a
cambio. Eso es enriquecedor y gratificante”.
Joaquín Montaner Sepúlveda
Jefe de Mantenimiento Correctivo
de Redes de Aguas Servidas
Ingeniero de Aguas Andinas S.A.
“Pararse sobre el techo de una casa de al menos tres metros de altura y que no se
divisara nada en su interior más que barro fue impactante. Calles llenas de lodo
donde ni siquiera se podía transitar y todo desolado, parecía un pueblo fantasma.
Era increíble pensar que estábamos en el norte del país, en donde todo es muy
seco, y permanecer durante 14 días corridos con botas desde el amanecer hasta el
atardecer”, relata, aún conmocionado por lo vivido.
A continuación, se detalla el proceso mediante el cual la SISS sistematizó
su accionar en la zona de catástrofe. El ejercicio de planificación expuesto
en adelante, ayuda a comprender cómo se buscó maximizar todos los
recursos desplegados para lograr el objetivo final que era la normalización
total de los servicios siniestrados en la Región de Atacama. Este fue
precisamente el esquema socializado al interior de la institución.
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“Cuando llegué a Copiapó y andábamos evaluando el daño, en pleno centro se
nos acercó una señora llorando pidiéndonos por favor que le ayudáramos. Tenía
heridas sus manos de tanto sacar el agua servida de su casa. Ahí entendí que más
que un aporte, tenía una responsabilidad en esa ciudad”.
Luego de 23 días de vivir experiencias fuertes, evalúa: “Haber logrado en poco
más de un mes darle continuidad de servicio a más de 7.000 viviendas con una red
de colectores completamente obstruida; fiscalizar a la vez el plan de limpieza de la
empresa. Los números lo dicen todo: Se destacó la calidad de funcionarios con que
cuenta la institución, no tan solo en lo profesional, sino también en lo humano”.
Juan Pablo Jaque Vidal
Ingeniero del Área Técnica de la División
de Fiscalización de la SISS, Santiago
Trabajó directamente en el Plan de Saneamiento de Emergencia de Copiapó, desde
su concepción hasta su término.
Organización del trabajo
Planificación > Coordinación > Ejecución > Control y Retroalimentación
• Planificación: Para lograr el objetivo principal, la desobstrucción de
colectores y vaciado de “cámaras comunes” en cada una de las villas
afectadas, así como también atender demandas de clientes críticos y las
solicitudes específicas de las autoridades, se estableció una programación
general, en que se definieron roles, responsables y tareas para los equipos,
considerando para ello la información disponible, capacidad instalada, la
disposición de los medios y recursos necesarios para ejecutar las tareas
encomendadas.
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• Coordinación: Se comunicó anticipadamente el plan de trabajo a los
responsables en terreno, transmitiendo la forma en que se requiere
ejecutar los trabajos de desobstrucción y los objetivos de cada jornada,
buscando vincular previamente a los equipos necesarios para cumplir la
tarea planificada. El coordinador SISS, a través de correos electrónicos,
solicitó diariamente al responsable de Aguas Chañar S.A., los equipos
e insumos necesarios para realizar el trabajo planificado, comunicando
dicha Información a los supervisores en terreno, quienes transmitían a
su vez la información necesaria a los operadores de cada equipo, durante
cada jornada.
• Ejecución: Las tareas de limpieza fueron ejecutadas por empresas
especializadas en el área de servicios sanitarios. Contratadas por GORE
Atacama, estos equipos fueron orientados diariamente por funcionarios
capacitados tanto de la SISS como del MOP, quienes en terreno supervisaron
el avance de las faenas, logrando proponer soluciones técnicas en terreno
para mejorar avance de limpieza y coordinando también tareas de diversos
actores en una lógica que permita a todos realizar armónicamente su
trabajo. Destaca la función social de este equipo, quienes con conocimiento
actualizado de la emergencia y del avance de los trabajos de desobstrucción,
muchas veces aclararon dudas y entregaron información validada tanto a
vecinos como contrapartes, convirtiéndose en un agente contención para
la comunidad.
• Control y Retroalimentación: Cada supervisor realizó un reporte del
avance diario de los trabajos, definiendo el número y ubicación de los
clientes atendidos, así como también el avance por metro-lineal de
cada colector desobstruido. Adicionalmente, se informó del trabajo de
los equipos solicitados, detallando código de patente, horas de trabajo,
responsable y servicio prestado. Dicho reporte, permitía tras cada jornada
evaluar los resultados y reprogramar tareas, metas por polígonos y
objetivos de acuerdo con los recursos disponibles.
El 25 de marzo de 2015, Pablo Carrasco vivía en Copiapó cuando se produjeron los aluviones y
se desempeñaba como director de la Secretaria Comunal de Planificación (SECPLA).
Desde ese rol, y en medio de la emergencia, Pablo lideró algunos operativos municipales
en terreno, principalmente de rescate durante las primeras horas del fatídico día y,
posteriormente, junto al equipo de directores municipales se abocaron a prestar la ayuda
necesaria a los anegados y albergados que dejó el paso del aluvión.
Casi en paralelo, Pablo fue designado representante del municipio de Copiapó en numerosas
reuniones de coordinación y planificación en que se definían los recursos, las acciones y
responsables para el trabajo de desaguar y limpiar las calles, edificios públicos y viviendas
que estaban anegadas o destruidas por el paso del aluvión, y así poder devolver de a poco los
servicios básicos a la ciudad.
“Fue en terreno que vi el trabajo de los colegas de la SISS. Mi labor en ese momento era previa:
dirigir los equipos que habilitaron y despejaron de barro las calles para que los equipos de
apoyo al rescate y de la Superintendencia pudieran entrar a las villas más afectadas a limpiar
los colectores. Fue un trabajo codo a codo”, cuenta Pablo.
Más adelante, y motivado por apoyar la restitución del sistema de alcantarillado, que
claramente era a esas alturas, el problema más grande que enfrentaba la ciudad. Pablo pudo
poner su experiencia previa y conocimiento de la ciudad al servicio de las acciones que ya
desarrollaba la SISS. “Desde ahí comenzamos a planificar en conjunto el Plan de Saneamiento
de Emergencias”, cuenta Pablo sobre su incorporación a la Superintendencia y primera labor.
Lo anterior significó “determinar el tipo y número de equipos que eran necesarios por villa,
controlar el avance diario y desempeño de éstos, servir de enlace con la comunidad, el
Gobierno Regional de Atacama, Aguas Chañar, el MOP, municipio, ejército, carabineros y
Una vez logrados los objetivos del plan, a mediados de mayo, Pablo inició una segunda tarea:
fiscalizar el avance de las obras comprometidas por Aguas Chañar, que permitieron restituir
alcantarillado en Copiapó y devolver el agua potable en Diego de Almagro, El Salado y
Chañaral.
Esta última etapa fue casi todo junio y julio. “Aquí el trabajo fueron largos viajes casi a diario,
se trata de grandes distancias, cruzando el desierto de cordillera a mar. Pero estábamos
convencidos que nuestra presencia como SISS era muy necesaria. Estábamos frente a una
comunidad que fue arrasada por el aluvión, y que ahora contaba sólo con dos horas de agua
potable al día. Tuvimos que coordinar obras, reparto de aljibes, circuitos de rellenado, limpieza,
y sobre todo recuperar confianzas. Finalmente y según lo programado, se logró a fines de julio
que Diego de Almagro y El Salado tuviera 10 horas de agua diarias. Es muy impactante ver el
temple de la gente del desierto, como se pone de pie para soportar de la mejor manera posible
las heridas que deja un evento de esta magnitud. Más tarde emociona ser parte del trabajo
que les devuelve en parte su alegría cuando las cosas comienzan a mejorar”, cuenta Pablo con
notoria emoción.
“En lo personal, son muchas las caras y corazones que hay detrás de todo esto, muchos son los
relatos que podrían tratar de describir las emociones de ese día, para compartir con quienes lo
perdieron todo en lo material, pero tienen claro lo infinitamente agradecidos que están de estar
junto a su familia, es algo que remece”, señala.
Sin embargo, se gratifica cuando se concentra en la labor del equipo SISS: “son grandes
personas y tremendos profesionales. Quizás porque entienden perfectamente los importante y
vital que es su trabajo para la comunidad, es que tienen un compromiso a toda prueba. Hay una
mística especial en esta institución”.
Pablo Carrasco Milla
Coordinador Programa de Saneamiento de Emergencia
Arquitecto del Área Técnica de la División de
Fiscalización de la SISS, Santiago
voluntarios realizando todas las acciones necesarias para facilitar la labor de mis colegas SISS,
en cada uno de los frentes en que el Plan de Saneamiento de Emergencia estaba presente”.
Metodología de limpieza
Según la capacidad de trabajo de los equipos en terreno y disponibilidad
diaria de flota, se estableció una lógica hidráulica, que ordenó tanto el
proceso de avance por sector, como la metodología a utilizar para cada
equipo. De este modo, y de acuerdo al nivel y tipo de obstrucción que
presentaba cada colector, se instruyeron distintas faenas de limpieza que
constituyeron el Plan de Saneamiento de Emergencia, el cual contó de las
siguientes etapas:
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Identificar un sector: Dentro del sector oriente de la ciudad, se buscaron
barrios claramente identificables por la configuración hidráulica de sus
colectores, es decir, que tuvieran cierta autonomía para aislarlos de
aportes de otros barrios.
Definir cámara común: Al no existir interferencias de otros aportes o
cargas, se avanzó rápidamente en la limpieza de los colectores secundarios
y uniones domiciliarias que componen la red de alcantarillado de dicho
barrio, pudiendo atender cerca de 250 clientes por día, y definiendo
idealmente un único punto de recarga para contener las aguas servidas
del barrio, las que se retiraban diariamente por camiones limpiafosas.
Trabajo de limpieza: Al igual que en los colectores principales, la
recuperación de colectores secundarios que rodean a las villas, se logró a
través de una limpieza mecánica, utilizando equipos combinados (Hidrojet
+ Succión), limpiafosas, equipos rastrillos o cucharas y cuadrillas de
varilleros y jornales. Sin embargo, el Plan de Saneamiento de Emergencia
puso énfasis en la satisfacción del cliente, por lo que se abordaron también
las uniones domiciliarias junto a los colectores secundarios.
Puntos de descarga al río: Autorizados por Seremi de Salud de Atacama,
en su mayoría provenían de sectores que quedaron con su sistema de
recolección cortado por la fuerza del mismo aluvión, generalmente dentro
de cauces de quebradas o el mismo río. Se generaron 7 partes de un mismo
sistema de alcantarillado, cada uno con su punto de descarga propio, los
cuales fueron reduciendo su número a medida que se logró reponer el
sistema general, hasta llegar a un único punto fuera de la ciudad.
Puntos de descarga: Quebrada de Paipote, Viñita Azul-Ricardo Vallejos,
Callejón Diego de Almagro descarte Planta de Tratamiento de Osmosis
Inversa, Puente La Paz, El Bosque, Cancha Rayada, Luis Flores, Alameda Viel. Estos mismos puntos fueron utilizados para la descarga de camiones
limpiafosas que provenían de los diferentes sectores en los que se ejecutó
el Plan de Saneamiento de Emergencia.
Repasos de limpieza en colectores: Para reforzar los procesos de autolavado de los colectores, con posterioridad a la etapa de habilitación
de colectores primarios, se usó para atacar aquellos afloramientos de
rebases de colectores puntuales, como lo sucedido por ejemplo en Avenida
Los Carrera y Las Heras.
Erika Correa Cavieses
Ingeniera fiscalizadora del Área de Plantas
de Tratamiento de la SISS, Santiago
Colaboró en la revisión de la operatividad, funcionamiento y evaluación de las plantas de
tratamiento de aguas servidas, así como la verificación de disponibilidad de agua potable en las
comunidades de la región de Atacama.
“La SISS mantuvo un importante rol solidario para ayudar a que la contingencia se superara
rápidamente, incidiendo en que la ciudadanía tuviera sus servicios básicos en tiempo récord
a través de las acciones de coordinación de despeje de calles, alcantarillado y otras propias
sanitarias, exigiendo a su vez a la concesionaria, las acciones oportunas para alcanzar la
continuidad de servicio tan necesaria”, destaca con mucho énfasis y recuerda que lo que más
la impresionó durante su estadía fue “la paciencia de los atacameños, su coraje para enfrentar
tan difícil situación y las ganas de salir adelante de los mismos”.
Erika recuerda momentos gratos pese las largas jornadas y el espíritu que reinaba. “Teníamos
tan bien puesta la camiseta… y eso se notó mucho, porque la gente nos acogió muy bien y
muchas veces sólo bastaba que las escucharas para que cambiaran su actitud desconfiada
hacia los servicios públicos”.
“Me gustaría mencionar dos cosas: primero, la vulnerabilidad que
tenemos como seres humanos ante eventos de la naturaleza y en este
caso el poder destructivo del agua. En segundo lugar, la fuerza y valentía
de gente que a pesar de haber perdido todo, se levanta una y otra vez”,
dice Víctor acerca de lo que más le impactó mientras se desempeñó
trabajando en Atacama.
Para Víctor, el aporte de la institución fue “el compromiso y dedicación.
Es un orgullo para mí ser miembro de esta institución”.
Víctor Gálvez Orellana
Ingeniero de la Oficina Regional
Metropolitana de la SISS, Santiago
Participó en el diagnóstico del estado de la infraestructura sanitaria en
Copiapó, Paipote, Tierra Amarilla, Chañaral, El Salado, Diego de Almagro
e Inca de Oro y en las labores de limpieza del alcantarillado.
Resultados del programa de saneamiento de la emergencia
El 15 de mayo 2015 el programa concluyó, y lo hizo en congruencia con
significativos avances cercanos al 98% de la infraestructura normalizada,
en virtud de los equipos técnicos y humanos disponibles. La última solicitud
formal de maquinarias desde SISS a Aguas Chañar S.A., se hizo el 13 de
mayo, y el día siguiente, el 14 de mayo, fue el último de operaciones a
través de funcionarios SISS.
Se devolvió operatividad del sistema para la satisfacción de 30 mil
habitantes.
El Programa de Saneamiento de Emergencia permitió disminuir
significativamente los tiempos de respuesta programados por Aguas
Chañar S.A., para el uso del sistema de alcantarillado domiciliario de las
villas más alejadas de los frentes de trabajo principales.
Se registraron avances en la recuperación parcial del sistema principal de
recolección, aportando 42 Km. de colectores limpios.
Efectos controlados: Eliminación de descargas de aguas servidas al río
Copiapó.
104
Ante el colapso de un sistema de recolección centralizado, se optó
por desmembrar dicho sistema de alcantarillado disminuyendo
progresivamente de 7 a 0 las descargas controladas al río Copiapó lo que,
dado su caudal, permitió su disolución limitando al mínimo el tiempo de
exposición y escurrimiento superficial de aguas servidas por las calles de
la ciudad. Ello redujo significativamente las probabilidades de una crisis
sanitaria mayor.
En otro frente de trabajo, y en forma paralela a los trabajos técnicos
y operativos que se encontraba realizando la SISS en terreno, la
Superintendenta Magaly Espinosa anunció el día 11 de mayo que el
organismo se encontraba realizando una investigación especial para
revisar las facturaciones emitidas por la empresa Aguas Chañar S.A. a sus
clientes, quienes tuvieron que enfrentar las alteraciones en la continuidad
y calidad de los servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de
aguas servidas.
A mediados de abril ya la Superintendenta había solicitado a expertos de
la institución que enfocaran el rol también hacia el aspecto de la relación
empresa-cliente, y que consistía en verificar que la concesionaria cobrara
sólo por los servicios efectivamente prestados.
De esta manera, la SISS comenzó una rigurosa fiscalización, recogiendo
las inquietudes planteadas por los clientes de las distintas localidades
afectadas por la emergencia, y realizó una evaluación de los servicios
cobrados, el período facturado en relación a la prestación del servicio y la
revisión de las boletas de cobro, tras lo cual se adoptarían posteriormente
las medidas para cada caso.
Asimismo, se abrió un canal de diálogo permanente, para lo cual los
profesionales de la Unidad de Transparencia y Participación Ciudadana
de la SISS comenzaron a desplazarse en terreno para recoger las dudas
respecto a los distintos conceptos facturados, formulando directamente
sus requerimientos de análisis de cada boleta.
Como consecuencia de los aluviones, y posterior al trabajo técnico
desarrollado por funcionarios de la SISS para la rehabilitación de los
sistemas de las localidades afectadas, se abordó el acercamiento a los
dirigentes sociales de las distintas localidades de la región, para entregar
información relevante e identificar situaciones especiales que requirieran
de una acción posterior de parte del organismo.
Hasta ahora se ha desarrollado un importante trabajo de acompañamiento
a los dirigentes de Diego de Almagro, El Salado y Chañaral, lo que
ha permitido que la comunidad conozca las acciones de fiscalización
desarrolladas por la SISS, establecer compromisos de acción tales como la
realización de controles de la calidad del agua potable, y hacer seguimiento
de estos acuerdos.
“La recuperación de nuestros servicios básicos fue en tiempo récord”.
Don Nelson Díaz Castillo vive en la Población Pintores de Chile, y relata que al momento de la
llegada del caudal de agua, lodo y aguas servidas, se encontraba en su vivienda junto a su familia,
“Inundando todo a una altura de casi un metro. La verdad es que pensé que íbamos a estar en esas
condiciones unos cuatro meses”.
“En el pasaje donde vivimos quedamos solos, ya que la mayoría son habitaciones de una sola
planta. Los demás vecinos abandonaron el sector y quedamos solos con mi familia compuesta
por mi nieta, mi hija y mi esposa”, recuerda. “En lo personal fueron días muy duros, ya que mi
preocupación fue siempre cómo enfrentarían mis tres mujeres la falta de alcantarillado y agua
potable. Por eso me dediqué a entregarles las condiciones básicas, como tener un lugar donde
hacer sus necesidades y también dónde lavarse con la poca agua existente”.
Dice que en lo emocional se sorprendió de la gran fuerza de sus “queridas mujeres”. El primer día
tuvieron que rescatar una cocina y subirla al segundo piso para poder tener algo caliente para
comer. “Los siguientes días trabajamos 20 horas diarias para sacar el lodo de nuestra habitación,
y todo lo hicimos en equipo”, señala.
Nelson es una persona preparada para enfrentar situaciones complejas. “Para cualquier
emergencia contábamos con alimentos no perecibles, agua, gas, velas, linternas y botiquín, en caso
de sismo e incendio, pero no contábamos con un aluvión que al final nos llevó casi todo”.
Para poder salir delante, en la planta alta de su casa, Don Nelson instaló una carpa donde
durante 45 días lavaron loza, alojó a la perrita, y desarrollaron otras actividades hasta que el
lodo fue evacuado del primer piso. Ahí se dedicaron a limpiar los servicios higiénicos y también
la cámara para preparar la llegada de los camiones limpiafosas.
“A la llegada de los limpiafosas me acerqué a la camioneta de la Superintendencia de Servicios
Sanitarios, y conversé con un funcionario que me atendió amablemente y le solicité el servicio
del camión colector. Le comenté que yo ya había limpiado mi cámara, por lo tanto ya tenía un
trabajo adelantado. Luego recibí la asistencia del camión. Creo que fui el primero que tenía el
servicio repuesto”, cuenta muy satisfecho.
Nelson destaca de forma muy humana y fraterna al personal que trabajaba en el camión
limpiafosas. “Ellos eran hermanos peruanos, y no aceptaron propina de mi parte por
cuanto me expresaron que a ellos les pagaban por su trabajo. Al día siguiente me acerqué al
funcionario de la Superintendencia de Servicios Sanitarios que tenía a cargo a estas personas,
y le expresé mis felicitaciones”.
“Al final de mi encierro, pude viajar al centro de Copiapó y a sus alrededores, y recién ahí me
pude dar cuenta de la tremenda catástrofe que asoló a nuestra zona. Muchos no estarán de
acuerdo con mi opinión, pero tengo que reconocer que la recuperación de nuestros servicios
básicos fue en tiempo récord, y estoy agradecido de todos los que prestaron su apoyo. Gracias
por su tiempo y profesionalismo”.
René Farías Jorquera
Ingeniero fiscalizador
Oficina Regional Atacama
El profesional vivió en primera persona el momento mismo de la tragedia. Sus labores durante
la emergencia fueron variadas. En primera instancia fue responsable de evaluar la condición
en la que se encontraban los colectores principales de Copiapó y determinar los puntos críticos
que presentaban rebases en la ciudad, apoyando el trabajo logístico de evaluación de dichos
puntos.
Posteriormente, apoyó en terreno la coordinación de los equipos responsables de ejecutar las
labores de desobstrucción y mantención de los colectores principales de la ciudad, además de
la participación en el inicio, desarrollo y finalización del plan de saneamiento de emergencia
como apoyo logístico y en terreno. Por otra parte, le tocó evaluar el avance de las obras y
las mantenciones programadas por la empresa sanitaria informadas a través del plan de
recuperación de colectores, lo que se sumó a la atención de clientes altamente vulnerables,
cuyos sistemas de evacuación no funcionaban de forma adecuada.
Luego de esto René se focalizó al 100% en el trabajo, dando todo lo posible porque se lograra
solucionar la emergencia con la mayor rapidez.
A nivel humano, lo que más impactó a René fue “la impotencia que sentía la gente y yo en
particular al ver el vertimiento de aguas servidas en la vía pública y en los domicilios, sin
poder ayudar de forma inmediata a esas personas. Aún recuerdo cuando se acercó una señora
a nuestra camioneta llorando y solicitando que por favor lográramos controlar el rebase de
aguas servidas al interior de su domicilio”.
“Sin embargo, con el tiempo fue posible solucionar este y otros problemas y ver la alegría en
la gente al poder usar sus baños. Aún recuerdo a un caballero que gritaba por la ventana de
su baño, ¡gracias por fin me voy a poder bañar!. Por eso estoy seguro que fuimos una gran
institución dentro de la emergencia, siempre conformamos un buen equipo humano, con el
compromiso de cada profesional por aportar técnicamente sus conocimientos para el buen
desarrollo de los trabajos a realizar”, señala René con mucha emoción.
Sres SISS Copiapó.
At. Sr. Francisco San Martín Osses
Presente:
Estimado Sr:
Respondiendo a su respuesta por atención de reclamo con FOLIO N° 30216243, el cual fue
generado a petición mía por la nula atención y solución a reiteradas demoras por cuenta de la
empresa encargada del suministro “Aguas Chañar”, vengo a agradecer a vuestra repartición
y a todos aquellos funcionarios que atendieron mi reclamo y que canalizaron, no sólo por
teléfono, sino que, también en forma presencial, supervisando y gestionando sin importar
el día ni la hora que nuestras necesidades fueran atendidas, con el único objetivo de dar
tranquilidad y devolver la normalidad a nuestros hogares.
Estimado, quisiera reconocer a través de usted, la magnífica labor que realizaron, lo digo
absolutamente de corazón, dado que los vi trabajar hasta altas horas de la noche y por
semanas completas. Esa labor que desempeñó vuestro personal debiera ser orgullo para
vuestra institución, y el personal que acudió a atender esta tragedia. Vuestra institución es a
mi parecer y por los hechos, gestiones y labores realizadas, la de mejor calificación que he visto
en esta catástrofe.
Estimado personal de la SISS, vaya mi aprecio, cariño y eternos agradecimientos a todos
ustedes. Gracias por devolvernos la dignidad como personas, gracias por hacernos más fácil el
renacer de nuestras vidas, gracias por su desinteresada y afectiva labor sin importar a quien,
pero ustedes son el orgullo de este país. No lo digo como algo superficial de agradecimiento,
¡No!, lo digo porque lo siento de corazón y nada ni nadie nos podrá quitar ese respeto y
gratitud por su excelente labor realizada.
Estimado Sr. Francisco, reciba usted estas humildes palabras, hágalas extensibles a
su personal, sin importar su rango cargo o funciones, todos son merecedores de estos
agradecimientos. Hoy recibí su carta donde expone y da solución a un problema, gracias por
responder a un chileno que sufrió con esta tragedia, pero créame, personas e instituciones
como la vuestra engrandecen este país y nos hace sentir orgullosos que existan funcionarios
con esa calidad humana y profesionalismo.
Estimado, esperando reconfortar y restituir en algo a sus abnegadas labores, reciban nuestro
aprecio respeto y agradecimientos por su excelente gestión. Un fuerte abrazo y que el Altísimo
Jehová los bendiga a cada uno de ustedes.
Rody Villalobos Valdivia y Familia.
“Las juntas de vecinos estamos trabajando en conjunto con mucha unión”
Trinidad Araya Pérez
Presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Diego de Almagro.
Es de esas mujeres que son líderes y, por tanto, no sólo se preocupan por su familia, sino que por
su comunidad. Personas como ella son especialmente fuertes frente a los desastres, como el de
los aluviones que afectaron a Diego de Almagro y el resto de la región de Atacama el 25 de marzo
pasado.
“Fue algo terrible, pensábamos que nunca iba a terminar. Quedamos aislados en nuestro mismo
pueblo, sin luz, sin agua y sin comunicación por ocho días, con las casas destruidas hasta con dos
metros de barro. Uno pensaba que aquello no iba a terminar nunca”, cuenta Trinidad, con cierta
desesperación.
Ella cuenta que la vuelta a la normalidad ha sido lenta dada la magnitud del desastre. Y en
este punto destaca el gran trabajo de los vecinos y dirigentes de juntas de vecinos para lograr
estabilizar el problema. “Las Juntas de Vecinos estamos trabajando en conjunto con mucha unión,
además no puedo dejar de reconocer el apoyo que tuvimos desde otras comunas y también la
ayuda que mandó el Gobierno”, agrega.
Por otra parte, Trinidad reconoce y valora el trabajo de la Superintendencia de Servicios
Sanitarios, a quienes “tenemos mucho que agradecer”. “Ellos han estado trabajando con nosotros.
Estuvieron día a día haciendo su pega y trabajaron mucho con la comunidad. En cuanto al agua
tuvimos mucho más de dos horas diarias, pero ahora la tenemos por 10 horas, ojalá este trabajo
siga con la SISS, hasta que la empresa pueda entregar las 24 horas. Pero confiamos mucho en los
funcionarios que estuvieron con nosotros, en especial a don Simón Bruna, por su preocupación y
buena labor junto a sus colegas”.
111
Las Uvas de Carrina
La señora Carrina Jorquera vive en la calle José Antonio Villagrán del sector Estación Paipote
I, y ella junto a sus vecinos ha limpiado incansablemente su casa. Vecinos y familiares se han
ayudado unos a otros y generaron una red de apoyo para enfrentar la emergencia. Pese a la
ayuda común que se han entregado, las instalaciones domiciliarias interiores se encontraban
totalmente colapsadas con barro y piedras, lo que impedia el uso de los baños.
Esta situación la conoció la Superintendenta de la SISS, Magaly Espinosa quien recorría las
calles del sector Estación Paipote I identificando los sectores que contaban con agua potable.
Durante el trayecto dialogó con los vecinos. Durante la conversación constató la situación
al interior de las casas, tanto de destrucción por el aluvión y de colapso de sus cañerías
interiores.
La autoridad de inmediato dispuso que un camión de emergencia llegara hasta el lugar para
que diluyera el barro ya seco a estas alturas en las redes interiores de las viviendas. Esto
permitiría que una vez disuelto el sedimento, un camión limpiafosas absorbiera todas las aguas
estancadas en los colectores interiores de la vivienda. Los camiones tardaron 20 minutos en
llegar, y se trabajó durante la tarde y el día siguiente dejando limpios los alcantarillados de la
casas de la calle José Antonio Villagrán de la Villa Estación Paipote.
Las muestras de agradecimiento de la señora Carrina y sus vecinos es una de las historias
que han marcado el trabajo del equipo humano de la SISS en terreno. En un gesto de
agradecimiento sincero, le obsequiaron a la Superintendenta y a los equipos de fiscalizadores
de la SISS una bolsa con racimos de uvas sacados de parrones del patio de su casa, y reflejando
el momento en fotografías junto al personal desplegado.
Conclusiones
El año 2015 deja un recuerdo amargo para todos los chilenos, producto
del impacto que nos generaron las catástrofes tanto naturales como
antrópicas, y porque nos volvió a recordar la fragilidad de nuestro territorio.
Estas expresiones de la naturaleza constituyen una gran oportunidad de
aprendizaje y conocimiento para prevenir futuros desastres y prepararnos
para enfrentarlos. Chile es un país que debe acostumbrarse a la
planificación y al ordenamiento territorial incorporando criterios para la
gestión de riesgos y emergencias.
114
Como Superintendencia de Servicios Sanitarios alcanzamos exitosamente
el cumplimiento de nuestro deber en lo que nos compete: la restauración
de los servicios sanitarios, frente a la crisis que nos puso la naturaleza por
delante.
Nuestro campo de acción es técnico de alta especialización, pero nuestros
profesionales plantearon y mantuvieron una conciencia generalizada
sobre la magnitud y gravedad del problema, lo que permitió concientizar a
tiempo, tanto a la ciudadanía, como a las autoridades y personal operativo,
sobre la magnitud de lo que estábamos enfrentando. Ello permitió que el
esfuerzo y trabajo de muchos organismos y actores involucrados estuvieran
orientados en función de una meta común, que se resume coloquial pero
sencillamente: “Devolver agua potable y alcantarillado a la población”.
Como resultado de esta experiencia de aprendizaje, se plantean
sugerencias para actuar frente a un problema similar en adelante. Se
ratificó el éxito de la acción mancomunada del sector público y privado
para conseguir objetivos comunes en beneficio de la comunidad, primando
los principios de ayuda mutua y el uso escalonado de recursos. También se
pudo constatar el aprendizaje logrado con la experiencia de los distintos
equipos en otras emergencias.
En el ámbito del intercambio de información, creemos importante promover
una mirada integral que contemple a todos los actores involucrados;
implica un conocimiento acabado del territorio, tanto en su dimensión
física como social.
Por el tipo de servicio, la relación con los clientes es PERMANENTE y
depende de la confianza generada por el ejercicio de una coordinación fina
y estable entre todos los actores. A través de la participación organizada
de la comunidad y organismos competentes, se logra generar relaciones
duraderas, aún bajo escenarios de presión.
Todavía no estamos en condiciones de dar vuelta la página en esta
emergencia, falta que en la Provincia de Chañaral la empresa sanitaria
restablezca la totalidad de sus servicios: agua potable las 24 horas Diego
de Almagro y El Salado, y los servicios de tratamiento de aguas servidas
en el puerto de Chañaral.
Este documento es un testimonio de un desastre natural y del trabajo que la
SISS realizó en este contexto, abordando el gran desafío que significaba en
estas circunstancias restituir los servicios de agua potable y alcantarillado
a toda la población afectada por los aluviones.
Agradecimientos a las instituciones que hicieron posible el trabajo de la SISS
Ejército de Chile.
Intendencia y Gobierno Regional.
Ministerio de Obras Públicas.
ONEMI.
Ministerio del Interior.
Ministerio de Salud.
Ministerio de Educación.
Municipalidades de Copiapó, Tierra Amarilla, Chañaral y Diego de Almagro.
Gobernaciones de Chañaral y Copiapó.
Carabineros de Chile.
Bomberos de Chile.
Empresas mineras y de la Construcción que apoyaron sin cobro.
Contratistas: Limpieza de Barro, habilitación de colectores, obras.
Voluntarios.
Dirigentes Sociales y Ciudadanos de Atacama.
Agradecimientos
Este documento es resultado de un trabajo interdisciplinario e interinstitucional, que
fue posible gracias a la voluntad decidida de muchas personas y organizaciones que
compartieron su material bibliográfico, datos, testimonios y fotografías. A los equipos
de Prensa Presidencial, Gabinete y Comunicaciones de la Intendencia de Atacama,
Gabinete del Ministerio del Interior, Diario Atacama y al Área de Responsabilidad Social
del Ejército de Chile. Un agradecimiento especial a los vecinos y amigos de la Región
de Atacama, y a los funcionarios que generosamente compartieron sus vivencias y
registros, porque con sus aportes hicieron posible la edición de este material.
Dirección
Magaly Espinosa Sarria
Comité Editorial
Pablo Carrasco Milla
Carol Pizarro León
José Luis Szczaranski Cerda
Edición Periodística
Carol Pizarro León
Recopilación de información y testimonios
Pablo Carrasco Milla
María Sol Panella Avila
Carol Pizarro León
Macarena San Martín Vergara
Diseño
Oskar Cáceres Donoso-Torres
Ilustraciones
Cesar Orrego Torres
Impresión
Ograma Impresores
Octubre, 2015
25M.ATACAMA
ESTADO DE
CATÁSTROFE
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