Disolución sociedad conyugal efectos y reglas aplicables a la

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Corte Suprema, 23/03/2009, 6890-2007
Tipo: Casación en la Forma y el Fondo
Resultado: Rechazado
Doctrina
Siempre que se disuelve la sociedad de bienes que tiene lugar por el ministerio de la ley
entre los cónyuges (conforme el artículo 1764 del Código Civil), a menos que se haya
pactado el régimen de separación total de bienes o régimen de participación en los
gananciales se forma entre ellos una comunidad (o sociedad de hecho) que debe
dividirse. Esta división es materia de arbitraje obligatorio, y conforme al artículo 1776 del
Código Civil, se sujeta a las reglas de la partición de bienes hereditarios
En el caso que nos ocupa las partes concernidas liquidaron la sociedad conyugal,
adjudicándose los inmuebles. Mediante dicha institución, se singularizan los derechos de
cada cónyuge, pasando el derecho cuotativo a ser reemplazado por el bien o bienes
adjudicados. Estas adjudicaciones tienen un efecto declarativo, consagrado en el artículo
1344 del Código Civil, entendiéndose que el cónyuge adjudicatario ha sido dueño
exclusivo del bien desde su adquisición por la sociedad
“Viene a ser entonces el efecto declarativo de la partición un verdadero efecto retroactivo
de la misma, pues una vez efectuada la partición o adjudicación se borra el estado de
indivisión y la ley supone que el adjudicatario ha sucedido directa y exclusivamente al
difunto en los bienes que le corresponden.” (Manuel Somarriva Undurraga, “Derecho
Sucesorio”, Editorial Jurídica de Chile, 1981, Nº 52.256, página 488).(Considerando 6º
sentencia Corte Suprema)
Texto Sentencia Corte Suprema:
Santiago, veintitrés de marzo de dos mil nueve.
Atendida la certificación que rola a fojas 459, téngase a la demandada reconvencional,
representada por don Víctor Manuel Araya Anchia, por desistido del recurso de casación
en la forma deducido en lo principal de fojas 425, en contra de la sentencia de veintisiete
de octubre de dos mil siete, que se lee a fojas 407.
Vistos:
En estos autos rol Nº 21599, seguidos ante el Primer Juzgado Civil de Coyhaique, juicio
ordinario, caratulado “L.S. con M.G. y otro” , don Eduardo Vera en representación de doña
I.S., E.S., y R.S., deduce demanda de nulidad absoluta de los contratos que indica, por
simulación en contra de doña M.G. y de RI.S.
Sostiene que don R.S.D., contrajo matrimonio con doña E.O., de cuyo matrimonio
nacieron los demandantes, I.S., E.S., y R.S., matrimonio que fue declarado nulo en el año
1991.
Añade que don R.S.D. mantuvo por años una relación de convivencia con la demandada
M.G. con quien, tuvo dos hijos, G.S. y RI.S..
Sostiene que para beneficiar a su conviviente y a sus hijos de filiación no matrimonial,
don R.S.D. celebró con doña M.G. tres contratos, el 18 de mayo de 1994, 21 de julio de
1999 y 1 de octubre de 2003, de similar estructura por los cuales daba en pago a su
conviviente un inmueble como contraprestación del trabajo personal que la misma habría
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ejecutado durante más de 20 años al deudor y se otorgaba el más amplio finiquito en
virtud de la extinción de la deuda.
Refiere que el 5 de octubre de 2003 falleció intestado don R.S.D., habiéndose concedido
la posesión efectiva de la herencia a sus herederos I.S., E.S., y R.S. y a RI.S. y G.S..
Manifiesta que al indagar sobre la entidad y tasación de los bienes a considerar en la
confección del inventario solemne de los bienes, tomaron conocimiento que mediante
simulaciones, celebradas entre el causante y su conviviente, se celebraron los pactos se
reconocimiento de deuda, dación en pago y adquisición de inmuebles en beneficio de
menores, para sustraer bienes del patrimonio de don R.S.D., encubriendo auténticas
donaciones efectuadas sin previa insinuación judicial, simulando actos conmutativos y
lesionando derechos de los demandantes.
La demandada M.G., dedujo demanda reconvencional en contra de los integrantes de la
sucesión quedada al fallecimiento de don R.S.D., los demandantes I.S., E.S., y R.S. y en
contra de sus hijos RI.S. y G.S. a fin se declare la existencia de un cuasi contrato de
comunidad entre la demandante reconvencional y el causante R.S.D., sobre todos los
bienes que éste adquirió durante los últimos treinta años de vida y que la mitad de ellos y
cada uno de ellos le pertenece.
Refiere que si bien su relación con el causante no aparece amparada por disposiciones
legales específicas directas, cuenta con el apoyo de principios jurídicos reconocidos
universalmente como la equidad o el enriquecimiento sin causa. Añade que los tratadistas
han exigido, para estimar que estas uniones matrimoniales de hecho tengan el carácter
de entes jurídicos capaces de crear derechos y obligaciones, la concurrencia de
determinados requisitos, a saber, comunidad de vida alrededor de un hogar, estabilidad
de esa situación, publicidad de esa unión, fidelidad de ella y unilateralidad de él, requisitos
que concurren plenamente en la especie, desde que el vivió con el causante durante los
últimos treinta años de la vida de éste como marido y mujer, actuando como tales,
constituyendo un hogar que era el único que ambos tenían, se guardaron fidelidad,
contando el causante con los cuidados y abnegación de la demandante hasta los últimos
años de su vida.
Contestando la demanda reconvencional, en lo que interesa al presente recurso, los
demandados negaron la existencia de una comunidad de bienes entre el causante y la
demandante reconvencional, por la que a título de conviviente haya adquirido M.G., en
razón de reconocimiento de esfuerzos previamente cuantificados en beneficio de tal
comunidad de hecho.
Niegan también que todos los bienes quedados al fallecimiento de don R.S.D. y que se
consideran en el inventario de bienes que se ha ordenado confeccionar en la causa sobre
el trámite de obtención de la posesión efectiva de los mismos formen parte de tal
supuesta comunidad de hecho, pues los bienes adjudicados e inscritos en beneficio de
don R.S.D. en virtud del pacto de liquidación de sociedad conyugal suscrito por escritura
pública de 8 de abril de 1991, le pertenecían exclusivamente, toda vez que su adquisición
correspondió al solo esfuerzo del causante y su cónyuge doña E.O., sin que nada haya
aportado doña M.G. en pro de la adquisición de los mismos, por lo que respecto de esos
específicos bienes muebles e inmuebles individualizados en esa escritura, ésta última
nada puede pretender a título de comunera en razón de esfuerzos de concubina o
conviviente orientados a facilitar la adquisición de los mismos, pues la adquisición de ellos
lo fue por esfuerzo común de quienes a tal época eran cónyuges en la sociedad conyugal
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que se hizo propietaria de los mismos.
Para el evento que se reconozca que la demandante reconvencional mediante esfuerzos
concretos sí aportó a la formación de tal comunidad de vida y de bienes, pide se declare
que el aporte concreto corresponde cuantificarlo en no más del diez por ciento de la masa
de bienes que don R.S.D. hubiere o haya adquirido mediante título posterior y distinto al
pacto de liquidación de la sociedad conyugal contenido en la escritura pública de 8 de
abril de 1991, ya referida y sin que les corresponda derechos ni porcentaje alguno en el
dominio de los inmuebles que le fueron adjudicados por dicho instrumento.
Finalmente pide el rechazo de la reconvención por cuanto los argumentos de hecho que
impetra para justificar la legitimidad de los derechos de comunera que reclama respecto
de los inmuebles, resultan contradictorios y desmentidos con las declaraciones que
formuló en los contratos de dación en pago, en los que manifestó que los recibía como
pago de créditos que tenía en contra de don R.S.D., declaraciones contradictorias con los
fundamentos de la demanda reconvencional donde indica que es comunera de tales
inmuebles, pues si siempre ha sido comunera no pudo manifestar en las escrituras
públicas de dación en pago que recibía el cien por ciento del dominio sino sólo de una
cuota de –que en tanto comunera– no era dueña.
Por sentencia de treinta de abril de dos mil siete, escrita a fojas 278, el Juez titular del
referido Tribunal rechazó la demanda de simulación de la escritura pública de
compraventa de dación en pago, celebrada con fecha 18 de mayo de 1994 y acogió la
misma demanda respectos de las escrituras públicas sobre contrato de compraventa de
dación en pago de fecha 21 de julio de 1999 y 01 de octubre de 2003, declarándose nulos
de nulidad absoluta los actos simulados, esto es, los consignados en las referidas
compraventas de daciones en pago.
La misma sentencia rechaza la demanda reconvencional intentada por don Luis Barría
Alvarado en representación de doña M.G. en contra de RI.S. y G.S. y aquella deducida en
contra de I.S., E.S., y R.S.
Apelado este fallo por la parte demandada y demandante reconvencional, una de las
Salas de la Corte de Apelaciones de Coyhaique por sentencia de veintisiete de octubre de
dos mil siete, que se lee a fojas 407, lo revocó sólo en la parte que no hace lugar a la
demanda reconvencional deducida por doña M.G. en contra de doña I.S., E.S., y R.S. y
en su lugar la acogió declarándose que doña M.G. es comunera de la sucesión quedada
al fallecimiento del causante don R.S.D. y que sus derechos equivalen al cincuenta por
ciento del total de cada uno de sus bienes adquiridos durante los últimos veinticinco años
de su vida, excluidos los singularizados en la escritura pública de liquidación de sociedad
conyugal habida entre don R.S.D. y doña E.O., de 8 de abril de 1991. La referida
sentencia confirmó, en lo demás apelado el fallo en alzada.
En contra de esta última decisión ambas partes, demandante y demandada
reconvencional, han deducido recursos de casación en la forma y en el fondo, que se leen
a fojas 411 y 425, respectivamente.
Se ordenó traer los autos en relación.
Considerando:
I.– En cuanto al recurso de casación en la forma deducido por la demandante
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reconvencional:
Primero: Que este recurso se sustenta en la causal del numeral 7 del artículo 768 del
Código de Procedimiento Civil, por estimar el recurrente que la sentencia impugnada
contiene decisiones contradictorias.
Sostiene que dicha causal se configura al hacer lugar a la demanda reconvencional,
declarando que había convivido veinticinco años el causante con la demandante
reconvencional y que ambos son comuneros en todos y cada uno de los bienes
adquiridos durante esos 25 años, por partes iguales, pero excluyendo los bienes
comprendidos en la liquidación de la sociedad conyugal que hubo entre el causante y
doña E.O. celebrada por escritura pública de 8 de abril de 1991, prevención que vuelve un
fallo aparentemente favorable en adverso por contradictorio, pues el causante no dejó
otros bienes que aquellos comprendidos en la escritura de liquidación.
Indica que la ley que concede el recurso es el “artículo 17 y número 6 del artículo 170,
ambos del Código de Procedimiento Civil en cuanto vedan resoluciones incompatibles o
contradictorias, lo que configura la causal del número 7 del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil.
Segundo: Que la sentencia cuya nulidad se solicita resolvió, en lo que atañe a la acción
reconvencional “que se acoge, sin costas, la mencionada demanda reconvencional,
declarándose, en consecuencia, que doña M.G. es comunera de la sucesión quedada al
fallecimiento del causante don R.S.D. y que sus derechos equivalen al cincuenta por
ciento del total y cada uno de sus bienes adquiridos durante los últimos veinticinco años
de su vida, excluidos los singularizados en la escritura pública de liquidación de Sociedad
Conyugal R.S.D. con E.O. de fecha 8 de abril de 1991, registro Nº 67 del 2º bimestre de
1991, repertorio Nº 272 del Notario Público de Coyhaique don Julio Mario Angulo
Matamala.
Tercero: Que para rechazar el vicio formal denunciado en el sentido ya reseñado, baste
con indicar que esta Corte ha decidido reiteradamente que las decisiones contradictorias
suponen la existencia de a lo menos dos resoluciones que pugnan entre sí, sin que
puedan cumplirse al mismo tiempo y, en la especie, como se dijo se acogió parcialmente
la demanda reconvencional. Es por esta razón que no se configura la causal de nulidad
del Nº 7 del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil en el presente juicio y el
recurso no puede prosperar.
II.– En cuanto al recurso de casación en el fondo deducido por el actor reconvencional.
Cuarto: Sostiene el recurrente que la sentencia censurada comete error de derecho al
introducir el fallo impugnado la reserva que se excluyen, de la comunidad de los
convivientes los bienes comprendidos en la liquidación de la sociedad conyugal, puesto
que ilegalmente mejoró a uno de los comuneros en perjuicio de los derechos del otro, en
circunstancias que los principios legales y de equidad que informan esta situación de
cuasicontrato de comunidad es que los bienes adquiridos durante la convivencia
pertenecen por iguales partes a cada comunero, sin que nada justifique disminuir a uno
de los comuneros en beneficio del otro.
Señala que constituye un hecho meramente accidental el que el causante hubiese
liquidado su sociedad conyugal con doña E.O., pues si no lo hubiese hecho más claro
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quedaría que del total de los bienes adquiridos durante los veinticinco años de
convivencia, hasta el fallecimiento de R.S.D., sin exclusión alguna, el cincuenta por ciento
de todos ellos habría correspondido a la demandante reconvencional, repartiéndose el
otro cincuenta por ciento entre el causante y su cónyuge. Asevera que de no haberse
cometido las infracciones reclamadas o sea de haberse aplicado correctamente la ley, se
habría acogido la demanda reconvencional en todas sus partes, declarando que todos los
bienes adquiridos por los concubinos durante sus 25 años de convivencia hasta el
fallecimiento del causante, sin exclusión habrían pertenecido a la comunidad integrada
por la demandante reconvencional y el causante, entre los que se encuentran los bienes
comprendidos en la liquidación de la sociedad conyugal celebrada entre el causante y su
cónyuge, ya que se encuentra acreditado en la cláusula tercera de la escritura pública que
ellos fueron originalmente adquiridos por el causante durante los 25 años de convivencia
con la demandante hasta el fallecimiento de éste.
Quinto: Que de la lectura del recurso, se puede constatar que éste no reúne los
requisitos formales que exige el artículo 772 del Código de Procedimiento Civil. En efecto,
al respecto esta Corte Suprema ha señalado, al respecto, que si bien de la historia
fidedigna del establecimiento de la modificación introducida al artículo 772 del Código de
Procedimiento Civil, por la ley Nº 19.374 de 1995, se dispuso que en el escrito que se
interpone el recurso de casación en el fondo debe expresarse en qué consiste el o los
errores de derecho de que adolece la sentencia recurrida, constituyéndose, en concepto
del legislador, en la innovación más importante, puesto que no se obliga a hacer mención
expresa y determinada de la ley o leyes que se suponen infringida, pero que se limita a
precisar que lo anterior se produce como reacción a muchas declaraciones de
inadmisibilidad, bastando ahora con precisar en qué consisten el error o los errores de
derecho que adolece la sentencia recurrida (Diario de Sesiones de la Cámara de
Diputados, sesión 4ª, martes 7 de junio de 1994, página 371), modificación legislativa que
no altera lo dispuesto en el artículo 767 del Código citado, el cual dispone que el recurso
de casación en el fondo tiene lugar contra las sentencias que indica, siempre que se
hayan pronunciado con infracción de ley, con lo cual la competencia de la Corte Suprema
al conocer de un recurso de casación en el fondo no se ha alterado.
En la especie, el recurrente no señala cuáles son los preceptos que estima vulnerados y
ni tampoco explica los errores de derecho en que habrían incurrido los sentenciadores, ni
razona con la necesaria precisión que la ley exige para explicar en qué había consistido el
o los errores de derecho de que adolecería la sentencia, razón por la cual la nulidad
intentada será desestimada.
Sexto: Que, sin perjuicio de que lo expuesto precedentemente, es suficiente para el
rechazo del recurso y atendida la labor uniformadora de la jurisprudencia de este Tribunal
de casación cabe tener presente que siempre que se disuelve la sociedad de bienes que
tiene lugar por el ministerio de la ley entre los cónyuges, a menos que se haya pactado el
régimen de separación total de bienes o régimen de participación en los gananciales se
forma entre ellos una comunidad que debe dividirse. Esta división es materia de arbitraje
obligatorio, y conforme al artículo 1776 del Código Civil, se sujeta a las reglas de la
partición de bienes hereditarios.
Como consecuencia de la disolución de la sociedad conyugal habida entre don R.S.D. y
doña E.O., en este caso, como consecuencia del pacto de sustitución del régimen de
sociedad conyugal, por el de separación total de bienes, aquellos que formaban parte de
la sociedad quedan integrados, de pleno derecho, en una comunidad.
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En el caso que nos ocupa las partes concernidas, por escritura pública de ocho de abril
de mil novecientos noventa y uno, liquidaron la sociedad conyugal, adjudicándose los
inmuebles en la forma que en dicha escritura se estipuló. Mediante dicha institución, se
singularizan los derechos de cada cónyuge, pasando el derecho cuotativo a ser
reemplazo por el bien o bienes adjudicados. Estas adjudicaciones tienen un efecto
declarativo, consagrado en el artículo 1344 del Código Civil, entendiéndose que el
cónyuge adjudicatario ha sido dueño exclusivo del bien desde su adquisición por la
sociedad.
“Viene a ser entonces el efecto declarativo de la partición un verdadero efecto retroactivo
de la misma, pues una vez efectuada la partición o adjudicación se borra el estado de
indivisión y la ley supone que el adjudicatario ha sucedido directa y exclusivamente al
difunto en los bienes que le corresponden. (Manuel Somarriva Undurraga, “Derecho
Sucesorio , Editorial Jurídica de Chile, 1981, Nº 52.256, página 488).
Séptimo: Que de acuerdo a los razonamientos que anteceden, es posible concluir que
los Jueces del mérito, no han cometido error de derecho al excluir los bienes
singularizados en la escritura pública de liquidación de sociedad conyugal habida entre
don R.S.D. y doña E.O., de 8 de abril de 1991, puesto cuanto ello se ajusta plenamente a
lo solicitado en la demanda, esto es, “que se declare que la existencia de un cuasi
contrato de comunidad entre la demandante reconvencional y el causante R.S.D., sobre
todos los bienes que éste adquirió durante sus treinta últimos años de vida y que la mitad
de ellos y de cada uno de ellos pertenece a la actora, por haber convivido durante todo
ese tiempo , toda vez que los indicados en la liquidación de la sociedad conyugal, fueron
“adquiridos por el causante durante su matrimonio, siendo solamente adjudicados,
radicados o singularizados en su propiedad al efectuarse la referida liquidación. Luego, la
comunidad sólo puede estar referida a otros bienes o frutos adquiridos con motivo de la
explotación de los bienes indicados en la liquidación.
III.– En cuanto al recurso de casación en el fondo deducido por la demandada
reconvencional:
Octavo: Que el recurrente sostiene que la sentencia impugnada, revocatoria de aquella
de primer grado ha sido dictada con infracción a los artículos 2056, 2068 y 2069 del
Código Civil.
Señala que el artículo 2056 del Código Civil, en tanto no acepta las sociedades o
comunidades a título universal es una norma prohibitiva de orden público, pues de lo
contrario se vulneraría el principio jurídico superior de indivisibilidad y unidad del
patrimonio personal.
A juicio del recurrente dicha norma se infringió al imponer a la demandada
reconvencional los efectos de una sociedad o comunidad a título universal entre los
herederos de don R.S.D. y quien supuestamente fuere la concubina de éste doña M.G.,
pues sin haber precisado bienes ni frutos le otorga el título de comunera de la sucesión
quedada al fallecimiento de don R.S.D., al estimarla comunera por el sólo efecto del
concubinato.
Luego dice, en nuestro ordenamiento jurídico la concubina no es heredera y para regular
la cuantía de sus derechos hereditarios los Jueces se alejan de todo el ordenamiento
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jurídico sucesorial para acudir a la normativa jurídica societaria, dando una mala
aplicación a los artículos 2068 y 2069 del citado Código, para atribuirse el Juez la facultad
oficiosa de determinar la cuota de tal atípica comunera.
Estima que los citados preceptos constituyen normas reguladoras para las sociedades
civiles, en situaciones de vacío estatutario, y no es lícito a los Jueces aplicarlos sin dar
razones de equidad a una situación fáctica de mero concubinato.
Indica que la sentencia carece de antecedentes y razonamientos que permitan llegar a la
división del patrimonio en un cincuenta por ciento, pues los hechos establecidos en la
causa no dan cuenta del esfuerzo común desarrollado por los convivientes.
La decisión de reparto se extiende 25 años hacia atrás, no se indica fecha pero debería
hacerse desde el día de la dictación del fallo y hasta 1982, en circunstancias que a esa
fecha no se encontraba liquidada la sociedad conyugal, cuyos bienes se excluyeron del
patrimonio al que debiera acceder la demandante reconvencional.
Noveno: Que previo a analizar los errores de derecho denunciados por el recurrente, es
preciso tener en cuenta que los Jueces del fondo han establecido que entre el causante
R.S.D. y la demandante reconvencional doña M.G. existió un estado de convivencia,
concubinato o unión marital, que ésta estima en 25 años, de la cual tuvieron dos hijos no
matrimoniales.
En base a dichos hechos los Jueces del grado concluyeron que la circunstancia que
exista concubinato o unión marital de hecho durante un prologando tiempo determina, que
de esa situación surja un cuasicontrato de comunidad o sociedad de hecho respecto de
los bienes adquiridos con el esfuerzo común, por lo cual, siendo éste el caso de autos,
procede hacer lugar a la petición de la demandante reconvencional en cuanto solicita se
declare que es comunera de la sucesión quedada al fallecimiento de don R.S.D.; y no
apareciendo de los antecedentes que se haya acordado la cuota que correspondía a cada
comunero en los frutos o ganancias, éstos deben repartirse por mitad, pero una vez
excluidos los bienes que el causante reconoció como perteneciente a los haberes de la
sociedad conyugal habida con doña E.O. y los que se adquirieron como frutos de los
mismos, individualizados en la escritura pública de “Liquidación de Sociedad Conyugal
R.S.D. y E.O.” de fecha 8 de abril de 1991, repertorio Nº 272 del Notario Público de
Coyhaique don Julio Mario Angulo Matamala.
Décimo: Que las alegaciones del recurrente al reclamar la contravención a los preceptos
citados en el motivo sexto que precede, en el fondo, persiguen desvirtuar los supuestos
de orden fáctico que sentaron los sentenciadores al reconocer que a raíz de la
convivencia que mantuvieron el causante y doña M.G. se formó entre ellos una
comunidad de bienes, excluidos aquellos que le fueron adjudicados al primero como
consecuencia de la liquidación de la sociedad conyugal. Con ello no considera que tales
hechos son inamovibles para una Corte de Casación, desde que su establecimiento es
resultado de la valoración de los antecedentes y pruebas allegadas al juicio que los
Jueces de la instancia llevan a cabo en ejercicio de una función y atribución que les son
propias y exclusivas y no pueden impugnarse por la vía intentada, a menos que se
denuncie el atropello de las normas que regulan la prueba, lo que no ha ocurrido en este
caso.
Decimoprimero: Que, por otra parte, es útil anotar que el concubinato invocado por
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ambas partes es un hecho jurídico de carácter lícito no vedado por la ley, de suerte que
su existencia como antecedente de una comunidad ha podido ser admitida por los
Jueces, sobre la base de los elementos probatorios acompañados al pleito, si bien esa
forma de convivencia inciertamente no significa por sí sola que se produzca una
comunidad sobre singulares, la formación de este cuasicontrato puede, a su vez, ser
reconocida por los Jueces mediante la valoración de los medios de convicción que se les
hagan valer con ese propósito, desde el instante que la comunidad es igualmente un
hecho lícito, conforme lo dice el inciso segundo del artículo 2284 del Código Civil;
Decimosegundo: Que en virtud de lo razonado en los fundamentos que anteceden no
cabe sino concluir que la sentencia impugnada por la vía de la casación en el fondo no ha
incurrido en los errores de derecho que se le atribuyen, razón por la cual el recurso
deducido debe ser desestimado.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en las normas legales citadas y
en los artículos 765, 766 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se rechazan los
recursos de casación en la forma y en el fondo interpuesto en la petición principal y primer
otrosí contenida en la presentación de fojas 411 y 425, por los abogados Luis Osvaldo
Barría Alvarado y Eduardo Enrique Vera Wandersleben, en representación de la
demandada y demandante reconvencional, respectivamente, en contra de la sentencia de
veintisiete de octubre de dos mil siete, escrita a fojas 407.
Regístrese y devuélvase con su agregado.
Redacción a cargo de la Ministra señora Margarita Herreros.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros señores Milton
Juica A., Sergio Muñoz G., señora Margarita Herreros M. y señores Juan Araya E. y
Guillermo Silva G. No firma la Ministra señora Herreros, no obstante haber concurrido a la
vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar con licencia médica.
Autorizado por la Secretaria Subrogante señora Carola A. Herrera Brummer.
Rol Nº 6.890–07.
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