Dos caras de una misma moneda Protección de los conocimientos tradicionales en las negociaciones del TLC Martha Isabel Gómez Lee Bogotá, Universidad Externado de Colombia, Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, 2004 (313 pp.) A raíz de la negociación del tratado de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos, acuerdo en el que se debe incorporar un capítulo sobre propiedad intelectual, en Colombia y los demás países andinos ha resurgido el debate sobre las patentes de la biodiversidad. En varios artículos y editoriales de prensa se alertó a la opinión pública acerca del problema de la biopiratería y de las implicaciones de aceptar el actual sistema de propiedad intelectual estadounidense, que permite obtener patentes para explotar la materia viva. La biopiratería es la apropiación o utilización sin autorización de recursos biológicos, genéticos o de conocimientos tradicionales de comunidades indígenas y locales, de manera directa y física, o indirecta a través de derechos de propiedad intelectual. Pese a la difusión que los medios le han dado al tema y a un creciente interés de la opinión pública en lo que tiene que ver con el TLC, aún falta bastante para comprender las múltiples dimensiones de este debate, especialmente la situación de las comunidades indígenas y locales sobre la protección de sus conocimientos, saberes, innovaciones y prácticas. En este sentido, la investigadora Martha Isabel Gómez Lee brinda una información valiosa y completa, que muestra un estado del arte del marco jurídico nacional, así como los compromisos regionales y globales adquiridos por Colombia en materia de protección de los denominados conocimientos tradicionales. Adicionalmente, la autora plantea posiciones y hace recomendaciones para el país frente a la negociación del acuerdo comercial, en una de las partes más interesantes del libro. contenido 1 editorial 3 correo 4 cuarto de huéspedes 6 actualidad 14 ventana global 58 economía y finanzas 90 contraseña artificios 114 DIEGO ALEJANDRO MARTÍNEZ BALLESTEROS Investigador del Cipe [email protected] cultura y sociedad 120 109 contraseña ¿Por qué estos dos aspectos, biodiversidad y conocimientos tradicionales, se tratan en forma conjunta? ¿Por qué son tan importantes para Colombia? Como lo señala Gómez Lee, «recientemente se ha empezado a reconocer que el conocimiento y uso de la biodiversidad no es separable de las culturas de los pueblos y comunidades ancestrales, y que gracias al conocimiento tradicional (…) se han preservado y mejorado especies vegetales y animales, enriqueciendo la oferta de bienes útiles en la alimentación, la construcción, la medicina, la farmacología, el vestuario, etc.». Esta simbiosis cultural y biológica es de especial notoriedad en nuestro país. Según datos de la revista Conservation Biology (vol. 3, N° 1, 2002), y a manera de indicador, Colombia ocupa el puesto vigesímotercero en el grupo de naciones más ricas en lenguas, y en el ámbito mundial es el segundo país en diversidad de plantas con flores, el quinto en endemismo de pájaros y el noveno en endemismo en vertebrados. Colombia forma parte del grupo de países megadiversos, integrado por quince naciones que, en su conjunto, concentran alrededor de 70% de la biodiversidad del planeta y 45% de la población del globo. En el país se han identificado 80 pueblos indígenas, distribuidos a lo largo del territorio nacional, la mitad de los cuales vive en las grandes regiones de selva, la Amazonia y el Pacífico. Habitan el territorio también comunidades afrodescendientes, localizadas mayoritariamente en el Chocó biogeográfico, en algunos palenques del litoral norte, y los denominados grupos raizales de San Andrés y Providencia, al igual que otras comunidades menos numerosas, como los Rohm (conocidas comúnmente como gitanos). Así mismo, hay que mencionar a la población campesina, mestiza, con diferentes orígenes étnicos, que desempeñan un papel fundamental en la conservación de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura. Todos estos pueblos, comunidades y grupos han desarrollado valiosas tradiciones, conocimientos y prácticas en sus relaciones de pervivencia en el territorio y en su adaptación al medio ambiente, que en buena medida se han encargado de la conservación o la utilización sostenible de los recursos naturales. Además del valor intrínseco de la biodiversidad, «las plantas y los genes han adquirido un valor potencial gracias sólo a que el conocimiento tradicional ha demostrado para qué sirven, cuáles son sus propiedades curativas y qué funciones cumplen. Las culturas tradicionales, con su conocimiento, han hecho contribuciones significativas a la industria farmacológica y agrícola moderna». En este orden de ideas, cobra sentido el retribuir de manera justa y equitativa a las comunidades indígenas o locales por los beneficios producidos revista de la universidad externado de colombia · facultad de finanzas, gobierno y relaciones internacionales 110 por el conocimiento tradicional acumulado y transmitido de generación en generación, pero sobre todo reconocer y respetar el derecho que tienen estos grupos de permitir o limitar la utilización de sus conocimientos para el desarrollo de la industria. Este derecho es esencial, ya que tales conocimientos ancestrales poseen connotaciones diferenciadas dentro de los grupos étnicos. Por ejemplo, hay niveles del conocimiento y algunos saberes cuyo uso está limitado a ciertas personas de la comunidad, pues por su índole sagrada o por razones culturales no se pueden transmitir a terceros. Lamentablemente, así como en la práctica se ha vulnerado el derecho soberano sobre nuestros recursos genéticos, se ha atentado también contra los derechos de las comunidades indígenas y locales sobre sus conocimientos tradicionales. El libro se constituye en una guía clave para los investigadores e interesados en el tema, al igual que en una obra de consulta imprescindible para los tomadores de decisiones del sector público y las comunidades indígenas y locales del país. La autora hace una revisión detallada de los marcos jurídicos y políticos internacionales, y luego presenta el marco nacional de la protección de los conocimientos tradicionales —teniendo en cuenta que el país es parte del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB)— y los avances en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), entre otros elementos jurídicos y político-administrativos del país. Gracias a esta investigación, el lector se entera de los planteamientos realizados en las negociaciones comerciales regionales. Se destacan el enfoque y la posición propuestos por la CAN en la negociación del Alca al introducir el tema de la protección de los conocimientos tradicionales, pero infortunadamente éstos no se mantuvieron en la negociación de otros tratados con países latinoamericanos ni se están manteniendo en la actual negociación del TLC entre Colombia y Estados Unidos; por tal razón se alerta sobre la situación en la que el país del norte espera que los andinos adopten un sistema de propiedad intelectual más cercano a sus intereses y lesivo a los desarrollos de la CAN en materia de protección de los conocimientos tradicionales. Los apartes sobre conclusiones y recomendaciones invitan a la urgente tarea de reconocer claramente la soberanía sobre nuestra biodiversidad y el derecho al consentimiento fundamentado previo de las comunidades para disponer de sus conocimientos ancestrales, como un «piso mínimo» para poder negociar un TLC con Estados Unidos. Esto debe ser un asunto prioritario del interés nacional, pues así como a los países tercermundistas se los tilda de piratas en propiedad industrial, los países desarrollados son biopiratas de los recursos biológicos y los conocimientos ancestrales. contenido 1 editorial 3 correo 4 cuarto de huéspedes 6 actualidad 14 ventana global 58 economía y finanzas 90 contraseña artificios 114 externautas 116 cultura y sociedad 120 111