PRESENTACIÓN DE CASOS CLÍNICOS Implante de cardiodesfibrilador automático a través de una vena cava superior izquierda persistente Rodolfo Sansalone, Juan A rmentano, Téc. Beatriz Lifchitz, Téc. Sergio Veleche Sanatorio Güemes Resumen. La persistencia de la vena cava superior izquierda es una anomalía infrecuente que puede causar dificultades durante el implante de dispositivos de estimulación cardíaca. Su reconocimiento durante la cirugía y la implementación de las maniobras necesarias permite realizar la intervención con la misma eficacia que en los casos con anatomía venosa normal, sin necesidad de recursos excepcionales o mayores. En el caso que se presenta se implantó un cardiodesfibrilador automático a través de una vena cava superior izquierda, detallándose la técnica y los recursos que se han sugerido para el éxito de la intervención. Rev Electro y Arritmias 2009; 4: 149-151 La vía de abordaje habitual para la implantación de los dispositivos eléctricos intracardíacos es la vena cava superior. En el 0,1% al 0,5 % de la población general, y hasta en el 10% de personas con malformaciones cardíacas congénitas, persiste hasta la vida adulta una vena cava superior izquierda (VCSI), que constituye la anomalía más frecuente de las grandes venas intratorácicas1,2. En ocasiones, la vena cava superior derecha (VCSD) está ausente y en otras coexisten ambas venas cavas superiores, que incluso pueden estar interconectadas1. En la vida fetal, la sangre venosa del sector cefálico es transportada a través de las venas cardinales anteriores derecha e izquierda, que normalmente se unen por una anastomosis intercardinal. En el desarrollo habitual, la vena cardinal anterior izquierda desaparece y su tejido remanente genera el ligamento de Marshall; su persistencia total en la vida adulta da origen a una VCSI. Esta anomalía vascular congénita habitualmente no causa síntomas y se detecta durante procedimientos invasivos, como la implantación de dispositivos cardíacos antiarrítmicos por la vía intravascular. En varias comunicaciones se la describió durante el implante de marcapasos3, cardiodesfibriladores4 y resincronizadores cardíacos5, constituyendo un desafío particular para el operador por la distorsión anatómica encontrada. En este artículo describimos nuestra primer experiencia con esta anomalía durante el implante de un cardiodesfibrilador unicameral. plantación de un CDI. El abordaje venoso se efectuó por punción de la vena subclavia izquierda; al pasar la cuerda-guía a través del introductor se observó que ella seguía un trayecto inusual por el lado izquierdo del esternón (Figura 1). Se corroboró fehacientemente que no se trataba de un trayecto arterial dado que el sangrado proveniente de la aguja de punción era de coloración y presión venosa, y además, porque al avanzar la cuerda se advirtió que desembocaba en la aurícula derecha a través del seno coronario. Luego se colocó un introductor peel-away de 9 Fr y por éste se avanzó un catéter-electrodo de desfibrilación con “bobinado” doble hasta la aurícula derecha. Una vez allí se intentaron tres pasajes al ventrículo derecho que resultaron estériles; en el cuarto intento, utilizando un mandril estilete con una curvatura aproximada de 120 grados se logró atravesar el plano tricuspídeo y se llegó a la punta del ventrículo derecho, obteniendo una posición radiológica óptima (Figura 2). Al realizar las mediciones habituales se obtuvieron los siguientes valores: umbral de estimulación: 0,7 V; voltaje de la onda R: 18 mV; impedancia de estimulación: 1050 ohmios. A continuación se indujo fibrilación ventricular que revirtió con un choque de 20 Joules y 60 ohmios de impedancia y se completó la implantación del dispositivo Descripción del caso Un paciente de 70 años, médico de profesión, fue derivado para su evaluación después de un episodio de taquicardia ventricular uniforme sostenida (TVSM), bajo tratamiento crónico con amiodarona, que no revirtió con lidocaína y requirió cardioversión eléctrica. Seis años antes, el paciente sufrió un infarto agudo de miocardio y fue sometido a cirugía de revascularización miocárdica. Durante su internación se realizó un ecocardiograma, que mostró un deterioro moderado de la función sistólica del ventrículo izquierdo, y una cinecoronariografía, que reveló lesiones coronarias no revascularizables. Se indicó la imCorrespondencia: Rodolfo Sansalone Francisco Acuña de Figueroa 1240, CABA CP C1180AAX Teléfono 011-4959-8200 Email: [email protected] Recibido: 14/09/2009 Aceptado: 24/11/2009 Figura 1. Imagen radioscópica: en el centro se observa la columna vertebral y las suturas esternales de la cirugía de revascularización previa. A la derecha de la imagen, la cuerda desciende a la izquierda del esternón y se introduce en el seno coronario. La delgada densidad que atraviesa verticalmente la imagen corresponde a cables accesorios apoyados sobre el cuerpo del paciente. Rodolfo sansalone y col. Figura 2. Se observa que el catéter-electrodo desciende a la izquierda de la columna vertebral, con una primera curva al ingresar al seno coronario, y otra curva de ángulo cerrado en la aurícula derecha desde donde se dirige hacia el ventrículo derecho. sin otros inconvenientes. En las figuras 3 y 4 se observa, en el par radiológico de tórax, la posición del catéter-electrodo ya finalizado el implante. En el seguimiento temprano y a los tres meses se comprobó el funcionamiento adecuado del cardiodesfibrilador. Comentario segmento proximal del seno coronario, que suele hallarse dilatado, y a través de él, en la aurícula derecha. La mayoría de los artículos publicados se refiere a la implantación de marcapasos3, dado que se describió alguna asociación entre la anomalía que nos ocupa y trastornos de la conducción aurículo-ventricular 9, pero también hay publicaciones en las que se describe este hallazgo durante el implante de otros dispositivos4, 5. En todos se llama la atención acerca de la dificultad técnica no tanto para abordar la aurícula derecha, sino para llegar hasta el ventrículo derecho a través de la VCSI. En el caso que describimos se trataba de implantar un cardiodesfibrilador automático, que conviene ubicar en el lado izquierdo dado que el umbral de desfibrilación suele ser menor y el trayecto del catéter-electrodo es más directo. Desconocemos si en nuestro paciente la VCSD estaba también presente y si un tronco innominado comunicaba a ambas venas, porque si bien la cuerda no se podía llevar hasta el lado derecho del corazón, se podría haber inyectado contraste para demostrar la ausencia de la VCSD. No obstante, al observar que el trayecto de la cuerda-guía conducía sin dificultades hasta el seno coronario y desembocaba en la aurícula derecha, se desestimó la posibilidad de investigar al comienzo la presencia de una VCSD y utilizarla como acceso, porque era innecesario, y se prosiguió para intentar completar el implante. Una vez en la aurícula derecha, existen dificultades para introducir el catéter en el ventrículo derecho, dado que el extremo distal de ese elemento tiende a curvarse lejos del orificio tricuspídeo. Además, adquiere un ángulo muy cerrado entre su ingreso a la aurícula derecha por el seno coronario y su trayecto hacia el plano tricuspídeo, de manera que en cada intento de ubicarlo en el ventrículo derecho el catéter suele ser rechazado hacia la aurícula derecha. Para facilitar el pasaje del catéter al ventrículo derecho se describieron varias técnicas, entre las que cabe mencionar las siguientes: usar un estilete con extremo distal con forma de “cola de chancho”10, preformar el estilete de manera que La persistencia de la VCSI encontrada durante el implante de dispositivos intracardíacos constituye un verdadero desafío para el operador, ya que la anatomía venosa alterada limita las posibilidades de maniobrar con comodidad el/ los catéter/es. Se deben tener en cuenta diversas condiciones particulares, como la variada anatomía que puede hallarse (una o dos venas cavas superiores, interconectadas o no, malformaciones cardíacas asociadas), la patología del paciente y el dispositivo a implantar. Con respecto a la anatomía, en la gran mayoría de los casos el operador desconoce la existencia de la malformación venosa antes del implante. Rara vez se presume el defecto con antelación mediante estudios complementarios; en algunos casos puede verse un arco rectificado en la región de la arteria pulmonar izquierda en una radiografía6, y en algo menos de dos tercios de los pacientes puede sospecharse su presencia por el aumento del tamaño del seno coronario y el grado de dextroposición cardíaca mediante ecocardiografía7. Por otra parte, la persistencia de la VCSI tiene distintas formas de presentación. Puede asociarse con la ausencia completa de VCSD o con atresia de su desembocadura, aunque en el 68% de los casos un tronco venoso innominado comunica ambas venas cavas superiores y la VCSD también se encuentra permeable1. La ausencia de VCSD con persistencia de Figura 3. Posición final en radiografía de tórax (frente) con el trayecto inusual del VCSI se asocia con frecuencia con el situs in- catéter-electrodo descendiendo por el lado izquierdo del tórax hasta ingresar al versus, situación muy rara en el situs solitus8. corazón. Se ve la curvatura que adquiere en la aurícula derecha y su ingreso al ventrículo derecho, con el electrodo proximal de desfibrilación que queda alojado Por lo común, la VCSI persistente drena en el en el seno coronario. 150 ELECTROFISIOLOGÍA y ARRITMIAS, Vol 2, N° 4 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2009 Implante de cardiodesfibrilador automático a través de una vena cava superior izquierda persistente pasar desde el seno coronario hacia el ventrículo derecho no queda fijo en éste; en estos casos puede intentarse la colocación de un catéter-electrodo de fijación activa. A pesar de lo mencionado, en algunos casos se fracasa de todos modos y es imposible completar el implante por esta vía, por lo cual se requiere cambiar hacia un acceso desde el hemitórax derecho, o realizar una cirugía mayor con implante epicárdico12. De todos modos, es imperativo vigilar que el catéter no sufra desplazamientos ulteriores, circunstancia que no ocurrió en el caso que describimos. En el seguimiento de otros casos publicados tampoco se observó el desplazamiento tardío del catéter-electrodo. En nuestro caso el “bobinado” de desfibrilación proximal quedó alojado dentro del seno coronario, por lo cual es pertinente mencionar que esta posición del electrodo no se asocia con oclusión o fibrosis del seno coronario10,13. Figura 4. Radiografía de tórax de perfil. El catéter –electrodo ingresa al corazón a través del seno coronario, siguiendo un trayecto desde atrás hacia adelante, para En conclusión, si bien el hallazgo de esta dirigirse hacia la punta del ventrículo derecho. anomalía venosa plantea dificultades técnicas para el implante de un cardiodesfibrilador audentro de la luz del catéter adopte la forma de L generando tomático, el procedimiento puede realizarse si se conocen una curva bien amplia para que contornee la pared lateral las variedades anatómicas posibles y las maniobras que de la aurícula derecha, forme una contracurva y luego indeben realizarse para la ubicación óptima del catéter, de tentar el pasaje hacia el ventrículo derecho3,11. Otro inconveniente descripto en la literatura es que, en modo de evitar una intervención más invasiva. Además, muchos casos, por el ángulo agudo que toma el catéter al el funcionamiento del dispositivo es comparable al de los casos con anatomía venosa normal. Referencias 1. Nsali EN, Moore GW. 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