imparte - Instituto de Terapia Gestalt

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 IMPARTE: c/ Xábia, 9 Entresuelo A 46010 Valencia Tel‐Fax.: 963390092 e‐mail: [email protected] http:// www.itgestalt.com Instituto de Terapia Gestalt
Facilitador: Yael Peña
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Objetivo general: Los alumnos conozcan el hilo conductor de la Terapia Gestalt con niños y adolescentes. Objetivos específicos: Los alumnos ejerciten la primera entrevista desde el como sí. Los alumnos tomen contacto con la importancia de los padres como personas activas dentro del proceso terapéutico. Los alumnos conozcan algunas propuestas de diferentes psicoterapeutas a propósito del proceso terapéutico. Justificación: Es de suma importancia que el terapeuta tenga una estructura y metodología del desarrollo terapéutico, así como brindar nuestra forma de trabajo a los clientes que solicitan. Página 2 de 38
Taller: El proceso terapéutico
Formación en Técnicas gestálticas aplicadas a la infancia y la adolescencia
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Facilitador: Yael Peña
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Introducción: • La Terapia Gestalt El objetivo seria que tanto terapeuta como cliente amplifiquen el campo de la consciencia y de las posibilidades de ésta, así como la responsabilidad individual en relación a su propia vida. “No puedo ayudaros a hacerlo, pero puedo proporcionaros un espacio en el que podréis hacerlo. (Perls en Esalen). Este espacio es el de los acontecimientos que se presentan aquí y ahora y cuyo proceso de desarrollo está centrado en el “cómo” y no en el “porqué”, revelado por el flujo continuo de las Gestalts que van saliendo a la luz.. Geográficamente es el espacio cerrado en el que el paciente puede efectuar una exploración activa de sí mismo, donde puede vivir toda clase de experiencias sin temor al ridículo ni a un juicio de valor. Es también, antes que nada, la relación con una persona‐ el terapeuta‐ que ha pasado por experiencias similares y cuya presencia y atención son un estímulo para la aceptación de los riesgos. Marie Petit “La terapia Gestalt 1984” • Valores de proceso. Joseph C. Zinker. El proceso es la acción que continúa y progresa. El proceso implica un movimiento vivo, orgánico, espontáneo. El proceso es curvilíneo, con un patrón, en constante flujo, no inducido, no planeado, puro –propulsado por la energía creada por dos o más personas. El pensamiento sobre el proceso está desprovisto de obsesionarse con, o preocupación acerca de, el contenido y la presión por crear resultados particulares. Ser uno con el propio proceso es estar plenamente vivo. Atender al proceso de la sesión de terapia casi siempre suplanta al contenido de lo que el paciente está diciendo. Aquí hay algunas declaraciones de Perls, Hefferline y Goodman (1951 pp 275‐276,294) que destacan el valor del proceso en el enfoque Gestalt: Página 3 de 38
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9 El paciente…se encuentra y se hace a sí mismo. 9 El si mismo es la frontera de contacto al trabajar. 9 El sí mismo es la unidad sintética…es el artista de la vida. Trabajar con la toma de conciencia de la resistencia significa trabajar con la energía creativa de la persona. Todo contacto es un ajuste creativo del organismo y el ambiente. A continuación reflejaré preguntas y puntos claves a tomar en cuenta en el proceso. Aquí vamos a intensificar los cinco sentidos ya que nos darán información primordial en nuestro trabajo psicoterapéutico. El proceso comienza con la llamada telefónica. Aspectos a tomar en cuenta. o Escuchar, ¿Cómo me llega su voz? (angustia, urgencia, etc.) Registrar la primera impresión; sensación. Grado de motivación. o Atención; ¿Quién llama? Motivo de consulta. o Pedir: nombre y edad del niñ@‐adolescente, curso, inicio del problema, o ¿Ha acudido a otros profesionales?, ¿Quién vive con el niñ@‐adolescente? En la llamada telefónica dar información necesaria. o Dirección del consultorio‐gabinete. o Tiempo de duración de la sesión así como coste por sesión. o Tomar un teléfono de contacto. Por último le pido a la familia que le transmitan al niñ@‐adolescente a qué vienen y con quién, no soy un médico, ni una amiga, en ocasiones les doy una pauta hecha analogía. Si aún está en psicoterapia con otr@ profesional les recomiendo que hagan un cierre antes de acudir conmigo. Página 4 de 38
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¿Quién acude a terapia? Cuando son padres separados, divorciados, es necesario explorar: ¿Existe acuerdo o desacuerdo por ambas partes? ¿Actualmente tienen pareja; estable? ¿Quién tiene la custodia? ¿Están informados ambos padres? En ocasiones no es necesario que venga el niñ@‐adolescente; cuando existen rabietas, desacuerdos en la educación, ignorancia de las etapas evolutivas de su hij@, normas y límites. El asesoramiento psicoeducativo‐terapia para padres cobra importancia. 9 La Terapia con padres: no es terapia individual, no es terapia de pareja, se centra en los conflictos familiares y de su hij@. 9 Ahora bien, si el síntoma ya está inscrito en el hij@ es necesario terapia individual. 9 Dependiendo de la edad del hij@, cuanto más pequeñ@ sea, la terapia irá enfocada a los padres. 9 Sesiones conjuntas‐Familia e hij@ presente. 9 Familia sólo. 9 A solas con el hij@ y después con los padres. 9 Adolescente primero. 9 Adolescente y terapia familiar. Respecto a los adolescentes en sus primeras etapas, tendremos más sesiones individuales sin embargo es necesario tener sesiones familiares, ya que el adolescente aún no es un adulto y depende de sus padres. Él forma parte del sistema familiar. Incluir en el proceso a los padres algunas veces no es fácil y en ocasiones la resistencia puede venir por sentirse culpables, así que hay que evitar el juzgar, criticar, culpabilizar ya que esto podría elevar la resistencia a participar en el proceso por el contrario dar apoyo, enfatizar la importancia que tienen sobre su hij@, ser sensibles a sus fronteras; es decir no empujar. Cuando un padre no quiere venir, es necesario llamar para transmitirle la importancia de su punto de vista como padre/madre para que el proceso de su hijo no esté incompleto. Página 5 de 38
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Algunas consideraciones que aporta Guadalupe Amescua en el proceso de la psicoterapia infantil relacional: o Los padres son parte esencial del problema y, por tanto, de la solución. o Cuando se les incluye en el proceso, disminuye el riesgo de boicotear la terapia debido a sus resistencias o a un sentido de competencia y exclusión. o En general están dispuesto y disfrutan de las sesiones compartidas. o Valoran la posibilidad de desarrolla habilidades para ser mejores padres. o Aprender habilidades que no desarrollaron debido a la forma en que crecieron y cómo fueron sus padres con ellos. o La finalidad es desarrollar en los padres habilidades para mejorar la relación con los hijos y sobre todo que disfruten estar con ellos. o Es el mejor regalo que los padres pueden dar a sus hijos. Es de vital importancia que los padres formen parte del proceso terapéutico de su hij@ ya que con su colaboración‐participación aprenderán nuevas formas de enfrentar los conflictos y nuevos caminos de relación. Recordar que uno de los principales objetivos de la psicoterapia es tener una mejor calidad de vida. En la primera sesión. 9 Aclarar la forma de trabajar desde la Gestalt, si es necesario y/o si desconocen el enfoque. 9 Preguntas que nos darán información significativa: 9 ¿Qué ha ocurrido que ahora deciden venir a terapia y antes no? ¿Qué ocurre ahora que lo traen a terapia? 9 Explicar aspectos de confidencialidad. En las sesiones de padres e individual, dependiendo de la edad lo explico de acuerdo por ejemplo: “Lo que trabajemos en nuestras sesiones individuales se queda en la sesión, sin embargo tu puedes compartir lo que quieras con tus padres”, “Lo que trabaje con tus padres se queda en la sesión”. Si necesito hablar un aspecto de trabajo con ellos para facilitar el proceso, lo hablaremos previamente” o cuando exista algún tipo de abuso o peligro. 9 Contrato terapéutico: en caso de que deseen interrumpir o dejar la terapia, pedir una última sesión para aclaraciones, dar información de los logros y hacer el cierre. Página 6 de 38
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En caso de pedir que venga la familia en la primera sesión, tomar en cuenta la sensación e impresión y registrarla. Respecto a las relaciones entre los miembros de la familia observar, explorar, registrar, no recomiendo confrontar todos los aspectos significativos aún “menos es más” se tiene que construir el vínculo. • ¿Quién viene? • ¿Cómo se sientan?: • ¿Quién se sienta al lado de quién? Próximos o lejanos. • Posición corporal que adoptan en la silla. • Comunicación. • ¿Quién comienza a hablar y qué reacciones se provocan en los demás? • ¿A quién se suele dirigir el/la niño/a y cómo lo hace (mediante petición directa o gesto...)? • ¿Cómo se comunican: nivel de congruencia‐incongruencia entre el aspecto verbal y no verbal de la comunicación. • Importancia de la comunicación no verbal. • Afecto y estilo educativo • Clima‐afectivo emocional de la familia en general y de los subsistemas en particular. • Estilos educativos de los padres. • ¿Cómo establecen contacto los unos con los otros? • Posibles bloqueos en la interacción. • Discrepancias entre los padres. Una frase que me ha servido para transmitir a los padres: “Todo cambio es paulatino”. Es de suma importancia tener claro hacia donde voy, no perder el objetivo, no perderme en el contenido. 1. Primera sesión con los padres y/o familia y/o niñ@‐adolescente a solas. Aquí decidiré con quien voy a trabajar y/o a comenzar. 2. Exploración‐ Psicodiagnóstico en terapia Gestalt. (No es una etiqueta; líneas de trabajo). Aproximadamente 4 sesiones. (No dar información a los padres durante la exploración). 3. Devolución de la Información a los padres, aclaraciones. Página 7 de 38
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4. Tratamiento con el hij@, asesoramiento psicoeducativo‐terapia de padres, terapia familiar. Existe la opción de que no necesiten tratamiento. 5. Cierre, despedida. (Entrevista recomendada por Ma.Antonia Sala) PRIMERA ENTREVISTA 1. Presentarnos Preguntas de cortesía Preguntar al/a la niño/a cómo quiere que le llamemos. Motivo de consulta. 2. Constelación familiar Nombres y edades Padres: nivel de estudios y ocupación Hijos: Curso escolar Personas que conviven con el niñ@‐adolescente. 3. Historia escolar y situación Inicio guardería, paso al colegio Colegio. Elección de este centro por los padres Curso y tutor Teléfono de contacto 4. Historia personal actual. ¿Cómo pasa el/la niño/a un día normal o un día festivo? ¿Qué actividades desarrolla en su tiempo libre?. Preferencias: ¿Qué le disgusta o gusta al niñ@? Página 8 de 38
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5. Exposición del problema Definición por cada uno/a. Podemos preguntar: ¿Qué os ha traído aquí? ¿Qué os ha motivado a hacer esta consulta? ¿Qué os pasa? ¿Cuándo comenzó? Si estaban viviendo alguna situación significativa cuando se inició , ¿Cómo se inició? Si el problema se ha: aumentado, mantenido estable, o ha sufrido alguna alteración. 6. Posibles soluciones ¿Qué han hecho hasta ahora? Explorar qué soluciones han intentado y durante cuanto tiempo. Esto nos sirve para no volver a intentar algo que ya han utilizado. 7. ¿Qué expectativas tienen los padres de mi‐terapia? Aclarar expectativas. 8. Historia evolutiva del/ de la niño/niña Momento como pareja en el que se encontraban cuando decidieron tener hijo/a ¿Cómo fue el embarazo? Experiencias durante las ecografías Parto ¿Cuál fue la sensación al verlo/a por primera vez? Elección del nombre ¿Pecho o biberón? ¿Cómo fue el proceso de aprender a andar y a qué edad? Control de esfínteres Familias de origen y relación con esta. Comportamiento ante la comida y el sueño. Enumerar adjetivos del/ de la niño/a Página 9 de 38
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9. Estilo educativo: Creencias, valores, ideales. Preguntar a los padres por este. 10. Alimentación (esto nos ayudará a saber cómo ser relaciona con el mundo) ¿Qué tipo de alimentos? ¿Cómo come? 11. Nombre del/ de la niño/a (rastreamos posibles legados, expectativas, sustituciones…) ¿De dónde viene? ¿Por qué lo eligieron? Uso de diminutivos 12. Semejanza física y/o caracterial con algún miembro de la familia Si tiene algún significado para padres y hermanos 13. Relaciones interfamiliares (preguntas cruzadas) Preguntar a un miembro cómo es la relación entre otros dos miembros de la familiar 14. Ambiente familiar Preguntar a los/las niños/as si sus papas se ríen mucho, si es muy divertido estar en su casa. ¿Cómo os enfadáis? ¿Cómo se resuelven los conflictos? Página 10 de 38
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15. Relación con familia extensa Distribución de tareas, tiempos y relaciones. Con esto sabemos cómo se organizan los tiempos, las prioridades, el contacto con el exterior. 16. Cambios (pregunta milagro) ¿Qué cambios desean y esperan cada uno de ellos? Conoceremos las expectativas y si son realistas o no. 17. Aportación para el cambio ¿Qué están dispuestos para que se produzcan esos cambios? Observamos el nivel de compromiso y responsabilidad de cada uno 18. Si los padres han mostrado frustración, dolor con o acerca del/de la niño/a suele ser útil preguntarles por alguna etapa de satisfacción que vivieron con él/ella; así como las cualidades positivas que le gustan de su hijo/a (presuposición implícita) 19. Rastrear mensajes atributivos: eres/estás 20. Preguntar de manera inesperada la edad que atribuimos a nuestro/a hijo/a (cierra los ojos y piensa en tu hijo/a. ¿qué edad tiene?) 21. Si existen otros exámenes médicos, neurológicos pedirlos y revisarlos
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Proceso Terapéutico según diferentes autores pioneros de la Gestalt en el trabajo con niños y adolescentes. GUADALUPE AMESCUA ha llamado “Etapas del proceso de la psicoterapia Gestalt Infantil como parte del aprendizaje que ha logrado con sus experiencias con la Terapia Gestalt Infantil. Estas tres etapas de la PGI son las siguientes: 1. Contacto y juego repetitivo. 2. Juego creativo. 3. Autoexpresión. Integración del YO. 1. Contacto y juego repetitivo. En ésta primera fase se establece el contacto entre el niño y el terapeuta. Puede llevarse sólo unos minutos de la primera sesión o bien extenderse a varias sesiones. Esto depende tanto de la habilidad del terapeuta para establecer el contacto, como de la personalidad y problemática del niño. En este primer contacto es cuando damos a conocer al niño quiénes somos, qué hacemos, cómo lo hacemos, a fin de que él nos conozca, así como llegarlo a conocer nosotros a él. Lo importante es que se de el contacto. El tiempo que tarde en darse no importa. Una vez que se ha establecido el contacto, surge la característica más importante que determina esta primera etapa: el juego repetitivo. El niño tiende a repetir una y otra vez el mismo juego. Es la forma de hablar su síntoma. Es donde él está en este momento, es su aquí y ahora, y da a conocer qué le pasa y cómo percibe su realidad. Podemos decir que es su figura, y que él sabe que la única manera de superarla no es por la vía de la represión, sino todo lo contrario. Revive una y otra vez por medio del juego eso que lo conflictúa. Nuestra intervención en este momento consiste, por un lado en respetar esta necesidad del niño y dejarle hacer tantas veces y sesiones como sea necesario el mismo juego, sin intentar llevar su atención hacia otra cosa. Y por otro lado, facilitarle la posibilidad de expresar más profundamente sus sentimientos sobre este respecto. Para ello es necesario –si el niño lo permite‐ meternos en el juego, jugar con él y propiciar la expresión y la relación con su situación real. No intentar modificar el juego, sino enriquecer la expresión del mismo tema. Una vez que el Página 12 de 38
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niño ha logrado la asimilación de su conflicto o al menos la aceptación de éste, entonces dejará de llevar a cabo el mismo juego repetitivo y pasará a otra cosa. Una vez que se logra algún tipo de elaboración y resolución mediante el juego repetitivo, entonces el niño está listo para entrar a la segunda etapa. 2. Juego creativo y expresión. Amescua denomina a ésta segunda etapa: Desarrollo o Expresión, debido a que en ella el niño sale de un comportamiento estereotipado, caracterizado por la repetición, para pasar a un juego creativo y expresivo. La confianza que se ha establecido con el terapeuta es plena, Esta etapa constituye un espacio para desarrollar su potencialidad como persona. Considera que una parte importante para que el niño pase esta Fase de Desarrollo y Expresión es debida al respeto y aceptación genuina del terapeuta. ES una relación de amor entre dos personas en la cual el niño tiene la posibilidad de expresarse tal y como es. La importancia de la segunda etapa es que constituye un espacio donde el niño tiene la posibilidad de probar y ensayar nuevas formas de ser, de dar cabida a la expresión de sus potencialidades y verdadero yo, anteriormente cubiertos por el síntoma. 3. Autoexpresión e integración. En esta etapa el niño integra a sí mismo todas sus potencialidades, se re‐descubre y no tiene ningún límite para reconocerlo y celebrarlo. La característica de esta etapa consiste en que el niño realiza juegos en los que se demuestra a sí mismo cómo se siente, buscando su afirmación y aceptación exterior. El terapeuta facilita la expresión de apoyo y autoestima. Es necesario aprender a reconocer el momento de dejar ir y anunciarlo tanto al niño como a sus padres. Una vez que todos estén de acuerdo en ello, entonces es recomendable que las sesiones primero se espacien a trabajar cada dos semanas hasta finalmente llevar a cabo el Cierre, en el cual el niño tenga la oportunidad de recuperar lo que ha recorrido durante este tiempo de terapia, y darse cuenta de lo que se lleva ahora como cambio en sí mismo. Lo anterior se hará de acuerdo a la forma de expresión de cada niño. Página 13 de 38
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No esperando que sea necesario una verbalización explícita a forma del adulto. Será suficiente un dibujo o una expresión no verbal. Finalmente la despedida es esencial. Despedida no sólo del niño y del terapeuta, sino del espacio físico, de los juguetes. De lo que fue para el niño este mundo, este tiempo, este espacio y su significado. Es importante que la terapia haya constituido una vivencia significativa, de tal manera que haya quedado incorporada a su ser, que haya dejado elementos con los cuales seguir su proceso de crecimiento, su proceso de convertirse en persona. Página 14 de 38
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El proceso terapéutico con niños y adolescentes. VIOLET OAKLANDER. Traducción realizada Joaquín Blix. En esta cinta quisiera hablarles acerca del proceso terapéutico de mi trabajo con niños. Desde cierto punto de vista parecería que no sucede gran cosa, pero, de hecho, hay un proceso bien definido: una secuencia, si le quieren llamar así, en cualquier encuentro terapéutico con niños. Antes de describir este proceso me gustaría decir algo sobre mis metas al trabajar con niños. No hay que confundir esto con expectativas: siempre intento no tener expectativas, pues cuando las tengo me estoy arriesgando al fracaso. Para mí cada sesión es sorpresiva: creo que por eso es tan fascinante mi trabajo. No se lo que sucederá e intento aceptar y fluir con lo que suceda. Pero sí tengo mis propias metas. Trabajo bajo la premisa de que el niño viene al mundo con toda la capacidad de ser sano emocionalmente y que los comportamientos sintomáticos que llevan a los niños a la terapia son evidencia de una interrupción de esta capacidad. Mi labor es ayudar a los niños cuyo crecimiento se encuentre truncado por sentimientos de rabia, pesar, soledad, fracaso, inseguridad, desesperanza, indignidad o temor a que vuelvan al camino de salud y desarrollo. Quiero proporcionar, y los adultos sanos trabajan y viven con los niños para proporcionar un ambiente en el que los niños puedan seguir ese camino de un desarrollo saludable al que tienen derecho. Su capacidad de expresar y ser dueños totalmente del self interno, los sentidos, el cuerpo, los sentimientos, las emociones y el intelecto. La terapia comienza con la primera sesión. En esta sesión se monta el escenario y se sientan las bases de todo lo que vendrá después. Esta es, quizás, la sesión más importante, pues es aquí donde se sientan los precedentes. En esta sesión se hacen evidentes varios elementos vitales: el contacto, la relación “yo‐tu”, el punto de vista, el lenguaje, los secretos, la confidencialidad y la responsabilidad. El contacto es más difícil de lo que sugiere la palabra en sí. Significa que uno debe estar totalmente presente. Cuando trabajo debo estar totalmente presente, con todo mi ser, ahí en la habitación del cliente. Eso significa que debo estar tan consciente de mi mismo como me sea posible en mi encuentro con el cliente. Debo tener total acceso a todos mis sentidos, mi cuerpo, mis emociones, mi intelecto y mi intuición. Yo estoy ahí. Estar ahí significa que Página 15 de 38
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puedo entonces estimar la posición del cliente y encontrarme con él en donde él, o ella, esté situado/a. No puedo esperar que el cliente sea más de lo que ella o él es en ese momento y debo conectarme, sintonizarme, relacionarme con el niño o adulto en el lugar en donde él o ella se haya situado. Generalmente en la primera sesión cito a los padres y al niño cuyo problema desean presentar. Comienzo con lo que es, con lo que se me presenta. Un padre me llama por teléfono para decirme que hay un problema con su niño, aunque de vez en cuando el padre dirá por el teléfono: “nuestra familia necesita ayuda” y entonces citaré a la familia completa con todos los hermanos o hermanas para la primera sesión. Pero normalmente hay una situación en donde hay tres o cuatro personas juntas en la habitación: la madre, el padre, el niño y yo. Si un niño está muy asustado y callado no me comporto de una manera jovial y estridente. Si un padre, en esa misma sesión está molesto y alza la voz yo tengo que enfrentar a ese padre desde un lugar fuerte y centrado dentro de mí, haciendo saber que los tomo en serio. Intento calcular y seguir el ritmo de cada persona. Esta primera sesión es difícil. A pesar de no conocerme, los padres y el niño deben confiarme sus problemas más íntimos. El niño muestra temor, resistencia y, a veces, hostilidad. Los padres están sufriendo. Generalmente sienten que han fallado como padres y a veces necesitan cubrir este sentimiento con hostilidad y arrogancia. Las lágrimas están apenas bajo la superficie de estas actitudes. No es una labor sencilla mantener el contacto, escuchar a cada persona, intentar establecer confianza, tranquilizar a cada uno, mostrar respeto a cada persona, etc. Es una sesión difícil. A veces recurro al humor para reducir la tensión, particularmente para el niño. Puedo hacer gestos, lanzar mis brazos al aire, etc., pero nunca de tal modo que se le reste importancia a la situación. A veces sonrío y digo: “Esta situación ha sido terrible para todos”, o algo similar. Cuando la hago, todos ríen. O después de escuchar una larga lista de quejas de los padres, le digo al niño: “¿Cómo se siente oír todas estas cosas sobre ti?” Generalmente el niño ríe a pesar de sí mismo al oír este comentario. La esencia de la relación “yo‐tú” está en preservar mi propia identidad. Página 16 de 38
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Los terapeutas hablan seguido sobre establecer una relación de este tipo, pero ¿qué significa exactamente? Es un término casi tan vago como el de la palabra “contacto”. Para mi esta relación es más que tan sólo llegar a conocerse, aunque eso sea una parte. La importancia está en cómo llegamos a conocernos y cómo entablamos esa relación. Para mí esto está relacionado con la integridad que mencioné anteriormente. Con ser quien soy. “Yo‐tu” significa, en cierta forma, que yo soy yo y tu eres tu y ambos estamos juntos aquí en esta habitación para interactuar como dos individuos. Debo enfrentarme al cliente con honestidad. Escucho, veo y también tengo mente, cuerpo y respuestas de sentimiento propias. Puedo estar confundida, puedo enojarme, necesito estar consciente de mis propios prejuicios y susceptibilidades y saber que son míos y que el cliente no es responsable de ellos. Conozco mis fronteras, mis límites. Evito la confluencia. Me enfrento a mis clientes con respeto por quienes son. El punto de vista es otro asunto importante. Debo recordar que cada persona tiene un punto de vista que es válido. Invito al niño a que presente su punto de vista. Algunos niños, y particularmente los adolescentes, están más que dispuestos a presentar su punto de vista, que generalmente se opone al de los padres. Otros no están tan dispuestos a hablar en esta primera sesión. Lo importante es que el niño sepa que estoy consciente de que tiene su propio punto de vista aunque no desee compartirlo en este momento y que respeto el punto de vista de cada quien. En esta, como en todas las sesiones, el lenguaje es muy importante. Saber cómo comunicarse con niños es, de hecho, una habilidad compleja a la que la mayoría de la gente no pone suficiente atención. Normalmente soy principio a la sesión preguntando al niño “¿sabes porque estás aquí?”. Casi siempre el niño se encoge de hombros o de plano dice: “no”. Un niño de 6 años dijo: “sí, es porque soy malo”. A so respondo: “bien, veamos que dicen tus padres y me dices si estás de acuerdo o no”. Después espero a ver cual padre, si están ambos presentes, comenzará. Los mismos padres están tan incómodos por estar presentes en la sesión que procuran usar palabras largas y complicadas o generalidades vagas, con la esperanza de que el niño no entienda lo que preferirían estarme diciendo en privado, sin la presencia del niño. “Su actitud es absolutamente insostenible”, dice el papá. Constantemente interrumpo al padre para preguntarle al niño si entiende lo que el padre está diciendo. Algunos niños y hasta algunos adolescentes admiten que no entienden. Muchos dicen que Página 17 de 38
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sí entienden, aunque su expresión facial y su lenguaje corporal indiquen lo contrario. Puesto que yo misma necesito de aclaraciones, a veces pido al padre que me de ejemplos específicos o que me diga lo que quiere decir de manera que el niño lo comprenda. Es mi política incluir siempre al niño en la primera sesión para que escuche todo lo que el padre me dice y sepa lo que yo sé de él. Me rehusó a guardar ningún secreto sobre el niño. En todos mis años de trabajo jamás he roto con este principio y me parece que es un aspecto muy importante para crear un lazo de confianza entre el niño y yo. El niño también puede ver que lo respeto independientemente de lo que se me diga sobre él. Por ejemplo, algunos niños no quieren que sus padres me digan que se orinan en la cama, por temor a que los menosprecie. Eso es, claro está, una proyección de su propia opinión. Si los padres me dicen algo en privado, como sucede cuando llaman por teléfono, o en voz baja mientras el niño va al baño, le digo al niño lo que me han dicho. Siempre aclaro muy bien esta política con los padres. Incluyo a los niños en todas las sesiones con los padres, y si estos quieren verme a solas debe ser para hablarme de sus propios asuntos. ¿Cómo encaja esta política con la confidencialidad? Lo que el niño me diga e estrictamente confidencial. Siempre dejo eso totalmente claro en la primera sesión además por escrito. En las leyes de California hay dos excepciones: si el niño reporta algún abuso físico o sexual, y si hay posibilidades de que el niño se dañe a sí mismo o a alguien más. Bajo el mismo principio, jamás divulgo lo que ningún padre me diga respecto a sí mismo/a. Si el niño quiere contar al padre lo que dijo o hizo, eso es, por supuesto su problema y su privilegio. Siempre advierto a los padres en contra de interrogar a los niños con respecto a lo que sucede en las sesiones. Cuando hablo con los padres sobre sus hijos, hablo en términos generales: “está expresando sus sentimientos y responde bien a nuestro trabajo”. A veces, animo al niño a que comparta cierta información con sus padres, pero siempre es decisión del niño hacerlo o no. Esta actitud siempre ha sido un buen modelo para los padres, que en muchas ocasiones preguntan respetuosamente al niño si pude decirles algo que me haya dicho a mí. El asunto de la responsabilidad es muy importante. Cuando los niños no vienen a la terapia por su propia voluntad, no asumen la responsabilidad por lo que suceda. Es importante para mi comenzar a trasladar esta habilidad de respuesta al niño para obtener un máximo valor terapéutico. Es mi política ver al niño, que es mi paciente, identificado, solo por tres, cuatro, cinco sesiones después de esta primera sesión con los padres. Estas Página 18 de 38
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sesiones me dan una oportunidad de conocer mejor al niño y aprender, de él mismo, muchas cosas sobre la dinámica familiar. También siento que, ya que este niño muestra algún comportamiento sintomático, se debe tomar como señal de que está sufriendo y quizás luchando por su propia vida, y que necesita apoyo. En la primera sesión explico esta política de ver al niño solo y que después de estas sesiones nos volveremos a reunir para decidir si habrá terapia familiar, terapia a los padres, terapia individual, etc., y para hablar acerca de más reacciones a lo que me ha sido presentado. En estas sesiones también tendré la oportunidad de estimar el funcionamiento del niño en varias dimensiones y para tomar algunas decisiones acerca de sus necesidades terapéuticas. Después pregunto al niño si está dispuesto a venir a esas pocas sesiones. La mayoría de las veces dirá que sí en alguna manera: encogiendo los hombros, un “eso creo” o “está bien”. De hecho generalmente el niño se sorprende y hasta le impresiona que se lo haya preguntado. Este es el comienzo de que el niño obtenga una auto‐
determinación con respecto a su terapia. ¿Y si dice que no? Entonces necesito que los padres, firmemente, afirmen que están dispuestos a asumir toda la responsabilidad de que el niño asista a estas primeras sesiones. Esta situación no es lo ideal, pero normalmente durante estas primeras sesiones logro desplazar la responsabilidad al niño. Sin embargo, si el niño continúa resistiéndose a venir, debo ir directamente a la terapia familiar o de los padres. Después de esa importante primera sesión, doy mi atención a los siguientes pasos en el proceso terapéutico. Estos pasos son: la relación terapéutica, la capacidad del niño de establecer y mantener el contacto, las modalidades sensoriales, el cuerpo, la autoexpresión, la autoalimentación y la terminación. Quisiera dejar claro que estos pasos no son necesariamente lineales. Sin embargo, esta lista sí representa una progresividad natural en el proceso terapéutico, según yo lo percibo. Comienzo por entablar la relación entre el niño y yo. Una relación es una cosa frágil que requiere de una alimentación cuidadosa y representa, ciertamente, un aspecto importante del proceso terapéutico. Puede ser terapéutica en sí. En nuestra relación no me interesa alentar el fenómeno de la transferencia. Aunque el niño puede reaccionar a mí como una figura de autoridad, yo no soy su madre. Tengo mi propio punto de vista, mis propios límites y fronteras, mi propia manera de ser. Al relacionarme con mi cliente como individuo le doy la oportunidad de que experimente su propio self, sus propias fronteras y límites. Página 19 de 38
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No soy, o espero no ser confluente con el niño como lo sería un padre. Al mantener mi integridad como un individuo, le doy al cliente la oportunidad de que experimente más de su propio self, reforzando así su sentido del self y aumentando y mejorando su capacidad de contacto. Así, en nuestra relación nos vemos mutuamente como dos individuos aparte. Soy tan auténtica como me es posible. No manipulo ni juzgo: trato al niño con honor y respeto. De este modo, nuestra relación florece. El siguiente punto en el proceso terapéutico es el contacto. ¿Es capaz el niño de entablar y sostener un buen contacto? ¿O entra y sale del contacto? En cada sesión, juntos, el contacto es un asunto existencial vital. Lo que suceda afuera de la sesión puede ser similar o distinto y sólo puedo trabajar con lo que tenemos juntos. A veces al niño le cuesta tanto trabajo zoster el contacto conmigo que tenemos que concentrarnos únicamente en este aspecto o nivel del proceso terapéutico. De cualquier manera, si no hay contacto no sucederá gran cosa. Comienzo a trabajar esto como el niño me lo demuestre. Por ejemplo: un niño de 13 años sólo se sentía seguro si lo acompañaba su víbora y solo entonces se permitía establecer y mantener contacto e interactuar conmigo. Establecimos nuestro contacto por medio de la víbora, observándola y comentando sus movimientos. El niño me mostró como sostener la víbora. Aprendí mucho sobre las víboras en general gracias a él. A veces él estaba dispuesto a ser la víbora y a proyectar algunos de sus sentimientos, deseos, etc., en la víbora. Gradualmente pudo colocar a la víbora en una cubeta especial que le preparé y proceder a otros asuntos. Cuando le invadía la ansiedad corría a su víbora. Pasó algún tiempo antes de que pudiera admitir su ansiedad y mirar lo que había detrás. Como he dicho, tener un buen contacto significa estar totalmente presente. Un buen contacto también incluye la capacidad de retroceder cuando sea indicado, en vez de entiezarse en un solo espacio de supuesto contacto. Cuando este sucede, ya no hay contacto sino un intento falso de mantenerse en contacto. Un ejemplo de esto es alguien que nunca deja de hablar, o alguien que nunca puede estar solo. Un buen contacto requiere del uso de todas las modalidades que Página 20 de 38
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conforman al organismo: los sentidos, el cuerpo, la expresión del self y las emociones e intelecto. Hablamos de habilidades o funciones de contacto. Las habilidades de contacto incluyen el tocar, mirar y observar, escuchar y oír, probar, oler, hablar, moverse... a veces, en nuestra jornada terapéutica es necesario dar a los niños muchas experiencias con estas habilidades. Los niños que tienen problemas, que están preocupados y ansiosos, asustados, apesadumbrados o enojados, se limitan, se encierran, interrumpen el flujo orgánico del desarrollo sano, bloquean el uso de las funciones de contacto que necesitan. Cuando los sentidos y el cuerpo se hallan restringidos, la expresión emocional y un fuerte sentido del self son casi nulos. Para agudizar el sentido del tacto puedo animar al niño a que pinte con los dedos o a que trabaje con barro y utilice mucha agua. Podemos sentarnos junto al arenero pasando las manos por la arena mientras platicamos. Podemos tocar y comparar toda la variedad de texturas, o examinar varias texturas en la misma oficina. Podemos hacer experimentos del gusto o el olfato. Podemos escuchar sonidos dentro y fuera de la oficina, o escuchar música o un tambor. Podemos mirar flores, colores, fotografías, luces, sombras, objetos, el uno al otro. Los libros de educación de niños pequeños nos dan una gran variedad de ideas de actividades para estimular los sentidos y funcionar con gente de todas edades. En mi libro, Windows to our children, describo cómo utilicé el ejercicio de la naranja para abrir y avivar los sentidos. Una niña de 12 años, después de hacer este experimento, me dijo: “Ya nunca podré comerme una naranja como solía hacerlo antes. Ahora en verdad la conozco”. Esta niña se refería a su conciencia y capacidades sensoriales agudizadas. Nuestro siguiente punto es el cuerpo. Cada emoción tiene una conexión corporal. Noten como reacciona su cuerpo la siguiente vez que sientan rabia o alegría. Noten la sensación de presión en garganta y pecho al retener las lágrimas o el encogimiento de los hombros cuando sienten ansiedad o temor. Los niños desarrollan patrones corporales desde una edad muy temprana. Muchas veces crean en esa etapa los defectos de postura que normalmente vemos con más claridad en los adolescentes o los adultos. Página 21 de 38
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Los niños que tienen problemas retienen sus cuerpos y se desconectan de ellos. Lo que deseo hacer es ayudarles a desbloquearse, a relajarse, a respirar profundamente, a conocer sus propios cuerpos y sentirse orgullosos de ellos. Al sentir el poder que yace dentro de esos cuerpos. Muchas veces comenzamos por la respiración. Al sentir temor o ansiedad los niños y adultos retienen la respiración, alejándose más de ellos mismos. Inventamos juegos de respiración. Hacemos ejercicios de meditación y relajación por medio de la respiración. Jugamos juegos que incluyan el hacer sonidos, cantar, gritar. Los adolescentes en particular se sienten fascinados por el poder de la respiración. Una y otra vez me han contado cómo se acuerdan de respirar profundamente imaginándose como la respiración baña sus cuerpos antes de un examen, por ejemplo, y lo mucho que eso les ha ayudado. La ventaja añadida de sentir que uno tiene poder sobre la vida en vez de sentirse víctima de la misma. Hacemos muchos ejercicios del cuerpo. Podemos bailar alrededor de la habitación, aventar una pelota, caer en almohadones. Los niños hiperactivos en particular se benefician con los experimentos de control corporal como el yoga o juegos de movimientos corporales, en donde pueden experimentar el control corporal mediante el movimiento. También los niños que se orinan en la cama pueden beneficiarse del trabajo corporal porque generalmente están bastante desconectados de sus cuerpos. El teatro creativo, particularmente la pantomima, es un apoyo enorme para ayudar a los niños a conocer sus cuerpos. Cada movimiento debe exagerarse para dar a entender la idea. Jugamos muchos juegos que incluyan mímica. No necesariamente pasamos la sesión entera con ejercicios corporales y de respiración. Si parece ser lo indicado, sugiero alguna actividad que el niño puede o no hacer. Mucho depende de mi propio entusiasmo y deseos de involucrarme yo misma en estas actividades con el niño, así como mi habilidad para sugerirlas. Podemos pasar cinco minutos o una sesión entera, o podemos negociar y llegar a un acuerdo entro lo que yo quiero hacer y lo que quiere hacer el niño. En este momento me parece importante decir algo acerca de la resistencia. Casi todos los niños presentarán algún grado de resistencia. La resistencia es su única aliada, es el modo que tiene el niño de cuidarse a sí mismo. ¿Porque habría de hacer algo un niño solo porque se lo pido yo? Así que siempre espero la resistencia. Respeto esa resistencia. Página 22 de 38
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También intento ayudar al niño a suavizarse y superarla, al menos hasta cierto punto. La reconozco “se que esto suena como una locura, y quizás no quieras hacerlo, pero de todas maneras quiero que lo hagas”, les digo. El mismo hecho de que acepte la resistencia del niño muchas veces le ayuda a arriesgarse a hacer algo nuevo, y hasta permitirse disfrutar de lo que sea que hagamos. La resistencia sirve un propósito concreto en nuestro trabajo terapéutico juntos y pronto hablaré más sobre ello. Déjenme agregar que muchas veces los niños pueden resistirse pasivamente, es decir, en lugar de rehusarse a hacer algo abierta y directamente, me ignoran, actúan distraídos, fingen no escuchar, etc. Si ese niño finalmente ha llegado a un lugar en donde puede decir claramente: “¡No! ¡No quiero hacer eso!”, me apresuro a reforzar esa afirmación directa de contacto, respetándola. Otros niños tienen un sentido del self tan frágil, son tan confluentes, que reciben su sentido del self de los demás consintiendo y conformándose con lo que se les pida, y me veo en la necesidad de darles a elegir. “¿Hoy prefieres pintar o trabajar con barro?” Estos niños suelen responder: “No importa” o “Lo que tú quieras”. Entonces sonrío y con paciencia insisto en que elijan, a menos que me de cuenta de que les es demasiado doloroso hacerlo. Estos niños no sólo quieren agradar, sino que tienen miedo de tomar la decisión equivocada. A veces comenzamos con elecciones más leves: “¿Quieres barro café o gris?” o “¿Papel grande o chico?”. Los siguientes dos pasos en el proceso terapéutico van a mano y son: “construir un sentido del self y ayudar al niño a expresar sus emociones. Déjenme recordarles nuevamente que estos pasos no son consecutivos. Vamos de uno a otro según se requiera. Por ejemplo, podemos estar concentrándonos en el trabajo sensorial y mientras el niño disfruta la sensación del barro mojado, además de la experiencia kinestésica inherente al trabajo con barro, puede además experimentar un sentido del self incrementado. Este sentido incrementado del self o auto‐apoyo muchas veces evoca de manera espontánea la expresión de emociones. El reforzamiento del self puede darse mediante muchos tipos de experiencias. En nuestras sesiones muchas veces hacemos uso de las habilidades cognoscitivas para facilitar el proceso. Para dar poder al self uno debe conocer el self, así que hacemos muchos de los llamados “selfstatements”. Hablamos del self o hacemos listas y dibujos, usamos barro, títeres o teatro, trabajamos los sueños... cualquier técnica que ayude al niño a concentrarse en sí mismo y aumentar su conciencia del self. Página 23 de 38
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Normalmente lo que el niño está aprendiendo e integrando a su conciencia es: “esto es lo que soy y esto es lo que no soy”. Podemos, por ejemplo, hacer una lista de alimentos que a ambos nos gustan y que ambos odiamos. Normalmente yo escribo la lista mientras en niño reflexiona y me dicta. O el niño puede hacer un dibujo de todas las cosas que desea. O lo que le hace triste o feliz. O puedo pedirle al niño que haga figuras concretas o abstractas en barro que lo representen al mismo cuando se siente bien o cuando se siente mal. O puedo hacer una lista, mientras me dicta, de las cosas que no le gustan de la escuela, o de las ideas que se le ocurren para mejorar la escuela. Respetar los pensamientos, opiniones, ideas y sugerencias del niño es un aspecto muy importante del reforzamiento del self. Con los adolescentes a veces uso los signos solares de Linda Goodman o el manual de un test proyectivo, después de hacerles el test. Las leo varias frases relacionadas con su signo zodiacal o la interpretación del test que sale en el manual: “esto va contigo?”. En cualquier momento el niño puede decir:”Sí! Así soy yo!”, “No, yo no soy así” o incluso “Bueno, a veces soy así y a veces no”. Está estableciendo más quién es. Entre mejor se entienda una persona a sí misma y como es y entre más experimente estos aspectos de si mismo con un cierto nivel de conciencia, tendrá una mejor oportunidad de que haya un crecimiento y cambios saludables. Los niños necesitan del auto‐apoyo para desbloquear y expresar sus emociones. Los niños que han sufrido algún trauma necesitan ayuda para expresar emociones enterradas, para así poder trabajar con ese trauma, ya sea enfermedad, la muerte de un ser querido, una pérdida, divorcio o abuso sexual. Como parte de su proceso de desarrollo normal, los niños lo toman todo personalmente, y por ello se culpan a sí mismos por ese trauma. Esta autoculpa disminuye el self severamente y hace que sea muy difícil para el niño expresar las emociones que deben ser expresadas para promover la sanación. Estos mensajes negativos fragmentan al niño: inhiben el crecimiento y la introyección saludables y son la base de su actitud auto‐menospreciante, la baja autoestima y el que se sienta mal acerca de si mismo. Un comienzo para revertir este descorazonador proceso es ayudar al niño a desarrollar un fuerte sentido del self. Las sensoriales y corporales, son esenciales para esta tarea. Página 24 de 38
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No es sencillo ayudar a los niños a desbloquear emociones enterradas y aprender modos saludables de expresar las emociones. Hay una gran variedad de técnicas creativas, expresivas y proyectivas que ayudan con este trabajo. Técnicas de este tipo son el teatro, la fantasía y los símbolos, la música, el barro, la danza,... el relatar cuentos se ha utilizado durante cientos de años por gente de todas las culturas para comunicarse y expresarse. Se podría decir que le estamos devolviendo el niño formas de expresión que no inherentemente suyas. Estas poderosas técnicas (que por cierto, son también muy divertidas y, ¿quién dijo que la terapia no podía ser divertida?) se utilizan con dos propósitos: uno, dar a los niños experiencias con ellos mismos, sus sentidos, sus cuerpos, nuevas formas de ser, etc.; y dos, por los atributos proyectivos de estas técnicas, los niños pueden expresar sus emociones de un modo como las que estén en ese momento en la superficie. Todo lo que hacemos es una proyección de algo que está dentro de nosotros o, al menos, de algo que nos interesa. Si un niño tiene un relato que contar pueden estar seguros de que en ese relato habrá material que refleja la vida del niño, describe lo que el niño es, y que expresa alguna necesidad, deseo o sentimiento que tiene el niño. Si el niño crea una escena en el arenero, el solo acto de producir esta escena simbólica es en sí mismo terapéutico. Algo dentro del niño ha sido expresado. Si el niño cuenta un relato acerca de esta escena, ha expresado aún más de sí mismo, a otro nivel quizás. Si el niño puede adjudicarse varios aspectos de la escena en el arenero, la integración se da a un ritmo mucho más acelerado. Jimmy, de siete años, por ejemplo, está muy absorto en la creación de una escena en el arenero. Al observarlo puedo ver que toda su energía está dedicada a este trabajo. Está totalmente presente y en contacto con su tarea. No lo interrumpo ni le hablo a menos que me pregunte donde está algún objeto que desee. Observo el reloj porque nuestra sesión de 45 minutos fija un límite a su trabajo y quiero que el ritmo de la sesión le permita cerrar antes de que el tiempo se acabe. Si no tenemos tiempo de hablar sobre esta escena, no importa. Puedo ver por su nivel de energía que lo que está haciendo es muy importante para él y que necesita hacerlo. Ahora Jimmy me mira y me dice que ha terminado. Nos quedan diez minutos de sesión. Él dice: “ésta es la mejor que he hecho”. Jimmy, a quien le encanta hacer escenas en el arenero, dice esto siempre que termina una, indicándome cada vez su satisfacción y placer. Jimmy me describe la escena. Página 25 de 38
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Hay muchas figuras como monstruos que pelean entre sí. Hay una cueva con unos cristales dentro. Hay muchos árboles. Oculta entre los árboles está una pequeña oruga verde. La mayoría de los niños observan su escena e intentan encontrarle algún sentido, lo que es una parte importante del proceso integrativo. Jimmy dice que los monstruos están peleando por el tesoro que está en la cueva. Que puso muchos árboles porque le gustan mucho, y porque no se puede ver lo que hay debajo de ellos, como la oruga oculta. Le pregunto que cuales monstruos van a ganar. El dice que no sabe, que quizás ninguno obtenga el tesoro porque están muy ocupados peleando. El dice que la oruga está segura porque los monstruos no la ven. Después le pregunto que cual figura u objeto es él. Después de reflexionar cuidadosamente me dice que es la oruga. “¿Por qué elegiste a la oruga?, le pregunto. Sin pensarlo responde: “Porque está oculta y a salvo”. Después le pregunto con voz muy suave: “Jimmy, desearías tener un lugar seguro como ese en tu vida? ”. El baja la cabeza, se mira los pies y dice quedamente: “Sí, necesito uno”. Después comienza a parlotear sobre mi cámara Polaroid y la foto que voy a tomar de su escena. Entonces se que su resistencia ha surgido y que lo que ya ha sucedido es suficiente para él. Hay muchos niveles terapéuticos en este trabajo. Jimmy ha expresado simbólicamente su vida en ese momento, algo que jamás hubiera podido particular a esa edad. El conflicto, el peligro, la bondad y esperanza que le son inaccesibles, la sensación de ser pequeño e impotente, la necesidad de estar seguro y oculto, su temor y rabia, todo eso es parte de su vida. Estas son, por supuesto, mis interpretaciones, aunque probablemente son bastante atinadas por lo que sé de Jimmy y de su vida. Sin embargo, mis interpretaciones no son terapéuticas. Lo que ayuda a sanar es el que Jimmy haya expresado son esta escena lo que necesitaba expresar, y lo que el quizás solo comprende a un nivel muy profundo e intuitivo. Lo que también es terapéutico es la sensación de seguridad que tiene en mi oficina, la relación cómoda que hay entre nosotros, la aceptación y el respeto que siente hacia mi, el saber que hay ciertos límites que yo marco y de los que soy responsable como por ejemplo, el tiempo; y su sensación de que, dentro de estos mismos límites, tiene el poder y el control para hacer lo que necesita hacer sin ser interrumpido. Lo que también es terapéutico es nuestra interacción respecto a su escena,, mi interés en ella y el que la tome como una obra seria. Le hago preguntas, pero no lo presiono para que me de más de lo que él desea. Estoy convencida de que su articulación de los varios elementos de la escena es terapéutica, así como, según ya dije antes, su necesidad y capacidad de mirarla con perspectiva y de darle algún sentido a un nivel cognoscitivo. Página 26 de 38
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Como ya dije antes, los niños siempre intentan explicarse lo que sucede en sus vidas y, la mayor parte del tiempo se sientes frustrados y confundidos. Necesitan experimentar la satisfacción y el poder de explicarse al menos sus propias creaciones. Para mí, el aspecto más terapéutico de nuestra sesión fue que Jimmy afirmará que necesita su propio lugar seguro. Esta expresión, que salió a la superficie desde muy adentro, es ahora terreno fértil que podemos explorar posteriormente, más que un sentimiento oculto que bloquea el funcionamiento orgánico sano. La resistencia que surgió y que se hizo evidente cuando Jimmy cambió de tema, me dice que Jimmy ha llegado hasta un límite en nuestro trabajo de hoy y que no tiene el suficiente apoyo como para ir más allá. Es posible que el tiempo haya contribuido también a esta resistencia, ya que él sabía que nuestro tiempo estaba por terminar; en cierto modo, se “aterrizó” el mismo. Muchas veces, al terminar al tiempo necesito ayudar a los niños a “aterrizar” haciendo preguntas como: “¿Qué vas a cenar hoy?”. Es de particular importancia ayudar a los niños a volver a poner los pies en la tierra si se han emocionado y excitado durante nuestras sesiones. La resistencia juego un papel crucial en el trabajo con niños. Como mencioné anteriormente, todos los niños se resisten, y los que no lo hacen es porque su sentido del self es demasiado frágil y que necesita ayuda para desarrollar algo de resistencia mediante actividades de self‐enhancement. Mediante van comenzando los niños a sentirse seguros en nuestras sesiones, irán permitiendo que su resistencia disminuya por ratos. Sin embargo, cuando han experimentando o divulgando tanto como pueden manejar, para lo que tienen apoyo interno suficiente, la resistencia vuelve a resurgir. De esta manera, la resistencia se presenta una y otra vez. La resistencia, por lo tanto, debe respetarse. No debemos forzar a los niños a ir más allá de sus capacidades. La resistencia también es señal de que más allá de sus capacidades. La resistencia también es señal de que más allá de ese lugar que se defiende hay material altamente significativo que debe explorarse y trabajarse. Los niños parecen saber, aun nivel intuitivo, cuando son capaces de enfrentar ese material: he aprendido a confiar en ese proceso. Página 27 de 38
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Al ir trabajando con actividades de auto‐expresión y expresión de emociones, estos temas aparecen una y otra vez. El trabajo con los niños se va logrando por pequeños segmentos. Ayudar a los niños a expresa sus emociones puede ser un proceso con su propia secuencia. A veces los niños han ocultado sus sentimientos tan profundamente que están totalmente desconectados del concepto en sí, así que comenzamos por hablar de los sentimientos: ¿qué son? Exploramos cognoscitivamente todos los aspectos de la rabia, la tristeza, el temor, la alegría. Por ejemplo, uno puede sentirse vagamente molesto o, al otro extremo del continuo, una furia ciega. También hay sensaciones corporales que a veces identificamos como sentimientos, como frustración, el aburrimiento, la confusión, la ansiedad, la impaciencia, la soledad... también es importante examinar estos. Vemos ilustraciones, jugamos juegos, hacemos gestos, movemos nuestros cuerpos al compás de tambores, actuamos nuestros sentimientos, hacemos dibujos, escribimos listas, contamos relatos, leemos cuentos, todo esto relacionado con una serie de sentimientos. El lenguaje juega también un papel importante. Mediante los niños crecen y van dominando el lenguaje, son mucho más capaces de concienciar y expresar los diversos matices de sus sentimientos de una manera más satisfactoria. Consideren como se siente uno cuando logra comunicar algo a alguien justo en la manera en que quería uno decirlo. Un niña de ocho años que había sido severamente golpeada por su pare ni podía expresar ningún sentimiento. Era como si no comprendiera en lo absoluto lo que eran los sentimientos. Jugamos con el juego de la “cara feliz”. Le intrigaba muchísimo. Consiste en varias cartas con distintas caras, y no importa que cara recogiera ella decía la misma cosa: “me siento enojada cuando no es mi cumpleaños”, “me siento contenta cuando es mi cumpleaños”, “me siento triste cuando no es mi cumpleaños”, etc. Nunca podía decir otra cosa. Página 28 de 38
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Después de participar en muchos ejercicios relacionados distintamente con los sentimientos, noté un cambio gradual. Un día estábamos jugando a la escuela y, como maestra, me pidió que escribiera algo que me hacía triste, enojada y contenta. Mientras lo hacía noté que ella estaba ocupada escribiendo sus propias frases en el pizarrón. Ella escribió: “estoy triste porque mi gato se fue y no sé donde está”, “estoy enojada porque mi mamá no me dejó ver la televisión anoche”, “estoy contenta porque mi papá ya no me pega”. Los niños no siempre van a hablar sobre los sentimientos ni expresar sus propios sentimientos. Usamos las proyecciones como una forma de expresión. Los dibujos, los cuentos, las escenas en el arenero están repletas de material que nos sirve para ayudar al niño a aceptar sus propios sentimientos. Por ejemplo, después de un ejercicio de fantasía una niña de 13 años dibujó una serpiente en el desierto. Le pedí que fuera esa serpiente y que me describiera su vida como serpiente. Naturalmente hubo algo de resistencia: “¿Qué quieres decir con que sea la serpiente?”. “Se que es una locura, pero hazlo de todos modos”, le dije. “Imagina que la serpiente es un títere y que tienes que hablar por ella. Tú entiendes, dale una voz. Solo di: soy una serpiente”. Así que lo dijo “soy una serpiente”. De inmediato comencé a dialogar con ella y con la serpiente, preguntándole cosas como: “¿En dónde vives, serpiente?”. “¿Qué haces todo el día?” Al final dije: “¿Cómo se siente estar sola en el desierto, serpiente?” Ella había mencionado que no había nadie más ahí. Después de una pausa respondió con voz muy queda, la cabeza agachada: “sola”. El cambio de su energía, su postura y su voz me revelaron que algo estaba sucediendo dentro de ella: que de alguna manera se estaba conectando con la serpiente. Le dije quedamente: “y tú, como niña, ¿Alguna vez te sientes así?” Me miró, y al sostenerle yo la mirada, rompió en llanto. De ahí en adelante continuó expresando sus sentimientos de aislación y desesperación. Aquí me gustaría hacer énfasis en algunos puntos. Primero, es muy importante que recuerde que debo hacer las preguntas importantes con una actitud muy tranquila y casual. Segundo, debo estar muy alerta a las señales de cambios en el cuerpo, la voz, los gestos así como el nivel de energía del niño. Estos cambios me dicen que algo se mueve dentro del niño. Si me doy cuenta a tiempo, como en el ejemplo mencionado, puedo facilitar el proceso de expresión emocional. Si no, se que sucederá en algún otro momento. Página 29 de 38
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Tercero, he aprendido que cuando los niños lloran les es muy mortificante. Si me concentro en las lágrimas probablemente les ayude a cerrarse más, así que por lo general ignoro las lágrimas y continúo hablando con el niño como si no estuviera llorando. Lo más que puedo decir es: “eso te entristece”, o “eso es muy difícil para ti”, o algún comentario por el estilo. Un cuarto punto es que algunos niños no responden a ese momento fértil ya sea porque no va con ellos en lo absoluto y puede ser proyección mía, o porque simplemente no están listos, no tienen el apoyo interno suficiente para abrirse a esa emoción. Finalmente, me gustaría decir algo sobre el contacto físico. Rara vez toco a los niños demasiado: les pellizcan las mejillas, los rodean con sus brazos, etc. En muchas ocasiones se trata a los niños como si fueran juguetes, objetos, y los adultos los tocan indiscriminadamente. Me parece que esa es una intrusión irrespetuosa. Pongo mi mano en el hombro de un niño cuando se va, al despedirme tras una sesión, ya que hemos llegado a conocernos. Si un niño pide un abrazo o se sienta en mi regazo evidentemente respondo. En la terminación a veces yo pido un abrazo. Si acaso toco al niño, soy muy sensible a la respuesta del niño y respeto sus deseos. De acuerdo con lo anterior, debo agregar que rara vez, si es que alguna, llamo a los niños por títulos afectivos como “cariño” o “linda”. Normalmente les pregunto qué nombre prefieren que use, por ejemplo: Paco o Francisco, Rosario o Charo. Otro aspecto de trabajar con la expresión de emociones tiene relación con el propio proceso o modo de ser en el mundo. Los niños desarrollan desde una edad muy temprana un modo de expresar las emociones que los sigue durante su vida adulta. Así pues, si su enojo es una retroflexión, es decir, si dirigen el enojo hacia ellos mismos, provocándose dolores de cabeza o de estómago, o tan sólo hombros caídos, mi intención es proporcionarles muchas experiencias de maneras nuevas y más sanas de expresar su agresión. Es posible que estas experiencias no estén relacionadas directamente con ningún sentimiento de enojo específico. Por ejemplo, una niña de 11 años que sufrió abuso sexual durante una cierta cantidad de tiempo, desarrolló un proceso de ser tímida, buena, dulce, tanto como le fuera posible. Página 30 de 38
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Este modo de ser era su manera de cuidarse a si misma en una situación difícil. Sin embargo, ella continuó siendo así mucho después de su periodo de trauma. Era difícil notar la restricción en su cuerpo. Hiimos muchos ejercicios y juegos, algunos de los cuales inventó ella misma para ayudarla a soltarse, a usar su cuerpo con abandono. Un día nos sentamos con varios títeres. Le pedí que eligiera uno y eligió un cocodrilo de dientes grandes. Yo elegí al lobo, que también tenía dientes grandes y me acerqué a su títere y le dije: “Hola, tu tienes dientes grandes y más vale que no me muerdas”. Así que, de inmediato, me mordió. Mi títere grito y gritó mientras su títere mordía más y más fuerte, y nuestros títeres lucharon mientras mi brazo poco a poco caía al suelo hasta que murió mi títere. Ella dijo muy emocionada: “¡Toma otro títere!” “¡Toma otro títere!” Hicimos lo mismo con varios títeres. Su experiencia con el poder y la agresión cambiaron toda su actitud y dejó la oficina resplandeciente y parada muy derecha. El siguiente y muy importante paso en el proceso de terapia es el que llamo trabajo de auto‐alimentación (self‐nurturing). En esencia la meta aquí es ayudar a los niños a aceptarse, quererse y alimentarse a si mismos. Esta es una tarea muy difícil, ya que los niños son educados para creer que quererse a uno mismo es egoísta y equivocado. Si un niño dice: “Soy muy bueno para esto” se le acusa de presumir. Los niños con los que trabajo han introyectado, se han tragado y han absorto desde una edad muy temprana, cantidad de mensajes defectuosos sobre ellos mismos, y estos introyectos permanecen con ellos a lo largo de toda la vida y muchas veces interfiere con sus posibilidades de llevar una vida feliz y productiva. Me he dado cuenta de que aún cuando los padres cambian su manera de relacionarse con sus niños, los niños se quedan con estos mensajes y con un sistema de auto‐concepto defectuoso y, como mencioné antes, los niños se culpan a sí mismos por los traumas que les ocurren en la vida. Por lo tanto, es esencial enseñar a los niños a quererse y a perdonarse. Una de las maneras en que hago esto es ayudando al niño a separar y examinar las partes de si mismo que le desagradan. Otra manera de hacerlo es dialogar con el niño pequeño que tiene dentro y que fue el primero en culparse a sí mismo. Usamos dibujos, títeres, barro, etc. Parte de este trabajo es enseñar a los niños a responsabilizarse también de sus sentimientos positivos. Puedo pedirles que hagan el experimento de hacer una cosa agradable para ellos mismos cada día, después de haber explorado y escrito una lista de cuales cosas pueden ser estas. Página 31 de 38
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La fase de auto‐alimentación del proceso terapéutico se discutirá más detalladamente en otro cassette. Esta importante fase en muchas ocasiones es pasada por alto en el trabajo con niños. Generalmente los comportamientos inapropiados que han llevado al niño a la terapia ya han disminuido mucho o hasta han desaparecido para esta etapa. Rara vez tengo que confrontar los comportamientos. No les digo: “hablemos de tus pleitos en el patio”. Veo a esos pleitos como síntomas de algo más profundo. No hay que confundir esto con mi confrontación de la experiencia del niño. Puedo decirle “se que tu padre abusó de ti y quiero que pintes lo que sientes al respeto usando diferentes colores”. Hay veces que los comportamientos persisten aún cuando hemos pasado por todas las etapas del proceso terapéutico. Cuando esto sucede necesito evaluar cuidadosamente mi trabajo. A veces discuto la situación con el niño. Un muchacho de 17 años era muy tímido con las muchachas, y después de una gran cantidad de trabajo con él y con su familia, aún no podía acercarse a ellas. Después de explorar con él lo peor que podía sucederle, es decir, el rechazo, le di como tarea que intentara hablar con muchachas. Hasta ensayamos lo que les diría. Después debía escribir los resultados del experimento, fueran positivos o negativos. Los resultados fueron positivos y fue evidente que tan solo necesitaba que se le diera un empujón para que se saliera del camino al que estaba habituado. A veces a los niños les cuesta trabajo llevar lo que aprendemos en nuestras sesiones al mundo real, ya que el mundo muchas veces es duro e injusto con ellos. Cuando esto sucede miramos la realidad detenidamente y discutimos distintas maneras de enfrentarla. La última etapa en el proceso terapéutico es el de la terminación. Muchas veces me preguntan que cómo se cuándo es hora de terminar con la terapia. Si al niño le va bien en su vida, y en nuestro trabajo, juntos, parece que ya solo pasamos el tiempo, es hora de terminar. Si al niño, que antes no podía esperar para venir a las sesiones, le surgen muchas actividades en su vida con familiares y amigos y dice que no tiene tiempo de venir, es hora de terminar. Si al niño le va bien pero nuestras sesiones son fructíferas aún no es hora de terminar. Si no sucede gran cosa en las sesiones y los problemas en casa persisten, es hora de que revise cuidadosamente lo que estoy y lo que no estoy haciendo. Si surge la resistencia y ésta persiste, aunque sepa que aún hay trabajo Página 32 de 38
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por hacer a veces hay que interrumpirlo por un tiempo. Esto sucede en muchas ocasiones con niños que han sufrido traumas severos, particularmente abuso sexual. Es posible que la terapia deba realizarse en periodos intermitentes. Según su desarrollo mental, un niño solo puede trabajar ciertos aspectos del trauma cuando está listo o lista para ello. En muchas ocasiones los niños llegan a una especie de meseta o planicie en su trabajo y necesitan tiempo para integrar lo que ya se ha logrado. A veces los padres sacan a sus hijos de terapia prematuramente por una variedad de razones. Cuando esto sucede, debo respetar los deseos de los padres y dejar la puerta abierta para el trabajo subsecuente. El periodo de tiempo normal e ininterrumpido de terapia con un niño es muy variable y depende de muchos factores. A veces trabajamos durante unas cuantas sesiones, a veces durante tres o cuatro meses y a veces durante dos años. Como ya mencioné antes, a veces trabajamos durante varios meses, interrumpimos por un tiempo, y después volvemos a comenzar. Hacia el final, muchas veces comienzo a ver al niño cada dos semanas en vez de las sesiones semanales acostumbradas. Nuestra última sesión es bastante ritualizada. Revisamos el folder de dibujos del niño, las fotografías de las escenas en el arenero, las notas sobre mis reacciones a lo que ha sucedido. Hablamos acerca de lo que hemos hecho y sobre cómo pueden haber cambiado las cosas en la vida del niño. Nos hacemos, uno al otro, tarjetas de despedida. A veces el niño elige algún juego o actividad favoritos para esa última sesión. Hablamos sobre nuestros sentimientos. Sobre finales y comienzos. Estoy consciente de que no he hablado mucho aquí acerca del trabajo con los padres y la familia. Este cassette se concentró en el proceso terapéutico al trabajar con niños. El trabajo con los padres y la familia es parte de este proceso aunque, a mi modo de ver, es a otro nivel. Es esencial ayudar a que la familia halle formas más saludables de interacción. Sin embargo el daño hecho a un niño como individuo no sana cuando cambian las familias. Muchas veces el daño está enterrado más profundamente y parece desaparecer, sólo para resurgir e algún otro momento. El niño no logra un flujo orgánico sano solo porque la familia cambie. El niño no recupera automáticamente sus sentidos y su cuerpo si han estado bloqueados o restringidos. El niño aún necesita obtener un mayor sentido del self, expresar emociones ocultas, aprender formas sanas y satisfactorias para Página 33 de 38
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Facilitador: Yael Peña
e-mail: [email protected]
expresarse, aprender a enfrentar apropiadamente sus propias propias necesidades, aprender a aceptarse y auto‐alimentarse. El niño debe comenzar a trabajar y aprender a controlar mensajes afectuosos acerca del self que ya se han vuelto parte de su sistema de verse a sí mismo y vivir su vida. Como regla general veo al niño con sus padres al menos cada cuatro o cinco semanas. Si es necesario incluyo a los hermanos, ya sea solo con el niño o con los padres y el niño. Es esencial educar a los padres acerca del proceso terapéutico. A menos que los padres comprendan y sepan lo que estoy haciendo, pueden fácilmente sabotear el trabajo que hago con su niño, así que la educación de los padres es una parte vital del proceso terapéutico, y la mayoría de los padres responden. Si los padres muestran hostilidad o enojo, debo hacer lo posible por hacer amistad con ellos. Si siguen enojados pero siguen trayendo al niño porque deben hacerlo, como cuando lo ordena una corte, trabajo con el niño, tratando seguido el tema de la actitud de los padres con el niño. Cada sesión puede dar al niño la fuerza interior para enfrentar su vida. La primera sesión es crucial por otras razones también. Uno de mis principios es que no hablo detrás de las espaldas del niño; es importante que el niño (sin importar su edad) escuche lo que sus padres tienen que decir de él, y hago claro este punto desde el primer contacto con los padres, generalmente en el teléfono cuando piden la primera cita. Algunos padres entienden y otros tienen problemas con este asunto. Muchos padres hablan conmigo durante esta primera sesión pretendiendo que el niño no está presente o usan palabras o términos muy elocuentes. Me veo constantemente interrumpiendo a los padres para preguntarle al niño: “¿Entiendes lo que tu papa está diciendo?”, y muchos niños incluyendo adolescentes dicen no entender nada. O un padre puede decir: “Estoy preocupado por su comportamiento últimamente”. Este tipo de afirmaciones generalizadas puede ser devastadoras para un niño. Cuando los padres empiezan a hablarle a su hijo de manera que pueda entender con ejemplos específicos, el niño empieza a sentirse incluido en la sesión y una auténtica comunicación puede empezar. Página 34 de 38
Taller: El proceso terapéutico
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El asunto del punto de vista del niño es tan importante como el de la responsabilización. Si el punto de vista, las ideas, creencias, sentimientos, opiniones e historias del niño no son escuchadas y tomadas en cuenta como una parte integral de cada sesión, ¿Cómo puede el niño tener la sensación de escoger y el sentimiento de autosoporte? Es muy importante informar desde la primera sesión de que quien habla, lo hace desde su punto de vista; cualquier cosa que la madre dice, lo dice desde su punto de vista, y el padre tiene propio punto de vista, así como el maestro tiene el suyo. El punto de vista de cada uno es válido desde el mapa de donde ve al mundo. El punto de vista del niño es igualmente válido, aunque a los padres no les guste o no están de acuerdo. E muy importante enfatizar esta idea. Paso mucho tiempo de la sesión preguntándole al niño: “¿Estás de acuerdo con lo que tu mamá dijo?” o bien “¿Como lo ves?”, “¿Cual es tu opinión?”. Y en cada momento le hago ver al niño que aprecio, agradezco y respeto lo que el tiene que decir. El niño tiene sus propios pensamientos e ideas acerca de las cosas. Si su sentido de self es frágil y ha introyectado muchos mensajes negativos acerca de sí mismo, descontará su propio punto de vista y quizás no pueda presentarlo o contrariamente tendrá la necesidad de mantenerse rígidamente o defensivamente a una posición. Muchas veces en la primera sesión el niño no responderá, puede estar tan enojado, furioso, frustrado o ansioso que no podrá decir nada. Pero esto no es lo importante, lo importante es que sepa que yo se que tiene un punto de vista y que yo lo respeto y lo valido. La terapia empieza con esta noción. Página 35 de 38
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LORETTA CORNEJO en su libro Manual de Terapia Infantil Gestáltica. “El profesional que se dedique a la psicoterapia de niños, hace en realidad psicoterapia de todo, ya que enfrenta todas las problemáticas de las otras terapias: pareja, familia, grupo, individual. El psicoterapeuta de niños debe estar muy seriamente formado, haber tenido su propia terapia personal y una supervisión constante y permanente al menos los primeros años de empezar en el trabajo terapéutico. Además de esto, saber amar no sólo al niño, sino también lo que para él es lo más importante en su vida: sus padres , su hogar y su entorno” El primer contacto.‐ No toda solicitud de ayuda requiere psicoterapia. Es labor del psicoterapeuta el poder discriminar cuando es prioritario, por ejemplo, cambiar las normas de educación del niño, o cuánto de la problemática que plantean los padres tiene que ver más con algo propio de ellos y no del niño. El primer contacto que usualmente tenemos con el niño es a través de una llamada por teléfono de uno de los padres. En lo posible, trato de devolver la llamada personalmente y no mediante la secretaria. Este primer contacto intento que no sea ni muy corto ni muy largo. Pregunto el nombre del niño, su edad, quién lo refiere y que me expliquen brevemente el motivo por el cual solicita la entrevista. Aunque el padre que llame esté muy ansioso, intento que no se me diga todo por teléfono pues ya desde esta primera vez es necesario que el encuadre esté claro y concreto, sin ser cortante ni falto de sensibilidad, y éste es que es preferible hablarnos cara a cara y no por teléfono, por lo tanto les doy la cita, el día y la hora. Siempre intento, desde esta primera vez, no dar una cita demasiado alejada del día de la llamada ni tampoco al día siguiente o dos días después. Esto tiene su razón de ser, ya que los padres son como los niños que tratamos, de algún modo estamos dándoles los parámetros básicos de cómo va a establecerse nuestro tipo de relación a lo largo de la terapia, y si accedemos a sus presiones y angustias muy rápidamente, les estamos enseñando que la realidad y el otro, siempre estarán disponibles y utilizables para cuando ellos quieran, sin tener que esforzarse en tolerar un poco la angustia y la tolerancia a la espera. Muchos padres han sido avisados por los colegios desde un principio del año académico, de la necesidad de una evaluación psicológica, y muchas veces, a dos meses de acabar el año escolar, cuando el colegio amenaza con el suspenso del niño, o el tener que abandonar el colegio por la no presentación del informe solicitado, los padres acuden corriendo a solicitar una entrevista por su hijo en todo el año. Si llevados por la ansiedad, accedemos, la próxima vez, y la próxima, no serán ellos en prever los tiempos para el niño y la realidad en la que se mueve Página 36 de 38
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(profesores, colegio, etc.) sino intentarán que otra vez el otro sea el que haga el esfuerzo de hacerlo todo rápido y bien, para cumplir lo que el médico, colegio o profesor, etc. Hayan solicitado. Otra de las cosas que pregunto por teléfono es si el niño sabe de esta llamada, y que los padres están solicitando la ayuda de un psicólogo. Si no es así, les pido que por favor se lo digan al niño, y que esté enterado del día en que se realizará esta primera entrevista. Esto lo hago porque es necesario que el niño, sea de la edad que sea, debe ser tratado con el respeto y cariño que todos merecemos, y como vamos a tratar de él y sobre él, tiene todo derecho a saberlo. En cuanto a la pregunta usual que se hace de los honorarios, tiendo a cobrar una cifra total por la primera entrevista, evaluación psicológica y posteriores entrevistas de devolución tanto al niño como a los padres. Cifra que se dirá desde la primera entrevista. Página 37 de 38
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Bibliografía: PETIT. Marie La Terapia Gestalt‐ Editorial Cairos Psicología. ( tercera parte‐El terapeuta). Barcelona 1984. OAKLANDER, V EL PROCESO TERAPÉUTICO CON NIÑOS Y ADOLESCENTES.C. 1985. The Max Sound Tape Co. P.O. Box 9217. Seattle. WA 98109 206‐283‐7614 Nota: Material brindado y traducido por Joaquín Blix. SHUB, Norman. (2004) Parenting from your Heart. Be the best parent you can. Ser Padres desde el corazón. Psicoterapia Guestalt para padres. Documentos de Trabajo del Instituto Gestalt de Ohio Central Traducción Guadalupe y Alfredo Amescua 2006. Ceig Editorial, Xalapa, Veracruz, México. ZINKER JOSEPH. En busca de la buena forma. Terapia Gestalt para parejas y familias. Editorial IHS. 2005. México. AMESCUA, G. La magia de los niños. México, Ceig editorial, 2001. AMESCUA, G. Psicoterapia Infantil Relacional. México, Ceig editorial, 2008. CORNEJO, L Manual de terapia Gestáltica, Bilbao, Descleé de Brouwer, 1996. OAKLANDER, V Ventanas a nuestros niños. Terapia gestalt para niños y adolescentes, Chile, Cuatro Vientos, 1992. OAKLANDER, Violet (2006) Hidden Treasure. A map to the child´s inner self. Karnac Books. London OAKLANDER, Violet (1985) “El proceso terapéutico con niños y adolescentes. The Max Sound Tape Co. audio tape # 2.” Seatlle. Página 38 de 38
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