La Escuela Abierta: Responsabilidad Social en la Educación Formal La educación es sin duda uno de los temas que más interés concentra en nuestro país actualmente, lo que se explica por un proceso de reflexión profundo en el que se ha inmerso nuestra sociedad. Esto puede provenir del “Malestar de la Cultura”, que busca a través de procesos complejos y profundos pensar el estado actual de las cosas y proponer transformaciones. En este contexto, parece ser que observamos una tensión existente entre generaciones, una que optó y sigue dándole al lucro una posición relevante para la obtención de procesos eficaces en la sociedad, y otra que se ha arrojado a su cuestionamiento. Sostenemos que nuestra sociedad merece realizar una revisión profunda de las directrices que sostiene nuestras verdades y ante esto, consideramos que la Escuela requiere también realizar un aporte significativo que rebase los ámbitos académicos para actuar e intervenir en la sociedad. En este sentido la escuela debe abrirse a su entorno, trabajar con él y desde él, promoviendo así, la reflexión y la participación. No basta con enseñar conceptualmente ciudadanía, sino hacerla. Como señala Paulo Freire “Nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo; los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo”1. Es por esto que llamamos a legislar para efectivamente realizar desde la Escuela Responsabilidad Social, promoviendo Empatía Social que desde la base, y en conjunto con el crecimiento y maduración cognitiva de los estudiantes exista también un proceso de desarrollo social, que finalmente promueva un cambio de mentalidad hacia una conciencia de encuentro y promoción de la sociedad. Tenemos la certeza que la única forma de incentivar actitudes más inclusivas y con miras a la dimensión colectiva de nuestro país, es precisamente salir a la calle, conocer y trabajar con el otro. El individualismo que prima en la sociedad, ubica como idea de felicidad únicamente al éxito personal, sobre todo en el ámbito profesional y económico. Está claro que no basta con el desarrollo individual de logros a través del éxito, sino que una dimensión que desde la base reconozca que el logro individual es aquel que materializa logro colectivo y social. Ya que tal y como señala Morin (1999), “una inteligencia incapaz de encarar el contexto y el complejo mundo global se vuelve ciega”2. En consecuencia proponemos: 1. Incluir en el curriculum nacional (Planes y programas) dos horas semanales desde 1º de Enseñanza General Básica hasta IVº año de Enseñanza Media la asignatura de “Acción Social y Liderazgo colectivo” (CASLiC). 2. Este curso tendrá ponderación en la concentración anual de notas. 3. Se exige en dicha subsector la detección de necesidades del entorno inmediato de la escuela, la elaboración de un proyecto de intervención, la concreción de dicha proyecto y finalmente la evaluación del impacto de dicha medida. 4. Todos los establecimientos educativos deben implementarlo sin exclusión del sistema de dependencia administrativa. 5. El Estado chileno a través del ministerios de Educación, el ministerio de Hacienda y el ministerio de Planificación deben orientar y financiar los proyectos con un tope máximo de tres subvenciones por curso. Estos fondos deben ser de carácter concursable al interior del establecimiento y con participación de representantes de todos los estamentos en la elección y distribución de los mismos. En caso de los colegios privados con colegiaturas de sobre cuatro subvenciones deberán gestionar los recursos en conjunto con instituciones privadas u otros medios puesto que no serán entregados a ellos fondos públicos para su realización. En conclusión tenemos la certeza que una educación efectiva es aquella que rebasa el aula. Sostenemos que la escuela es un agente socializador que tiene cualidades únicas de desarrollo y cambio social. Por consiguiente tenemos la convicción que es en ella dónde a través del curriculum se puede transformar la mentalidad actual hacia una que propenda hacia el trabajo y participación colectiva. 1 2 Freire, P. (2005). Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. Buenos Aires. Editorial siglo XXI Morin, E. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. París, Revista de la Unesco.