con el jiganle Anteo al que levanta en alto para evi. al verificarlo pueda tar se apoye en la tierra, temiendo que le aprietan por la recobrar sus fuerzas. Sus musculosos brazos con tal fuerza que figura morir en horrenda agonía ; luchando cintura espresada muy bien en las contorsiones forzadas y de desesinsufrible, peración con que quiere huir de aquella prisión arrojando por la boca, cual si fuera un vómito de sangre, un altísimo chorro de agua. En un nicho que forma el pedestal de la columna se ve á Hércules en su cuna, dando muestras de valor y fuerza venciendo en la lucha á unas formidables serpientes. Al lado opuesto, en el mismo nicho, se halla la famosa serpiente Pitón también vencida por su contundente clava. El ciervo de pies de bronce y astas de oro yace así mismo muerto y descoyum tado por sus manos, y el toro, el león, serpientes, y otros mil trofeos aparecen tendidos sobre el peñasco en que tiene asiem to tan interesante mole. En su grande y ovalado estanque se encuentran á los costados de este cuerpo á regular distancia, también sobre peñas* eos, dos elegantes columnas blancas en las que están inscriptos con letras de bronce los nombres de Calpe y Avila, en memo» ría del descubrimiento del viaje y posesión del Estrecho de Cádiz, límite creido entonces de la tierra, simbolizado en los citados montes. De trecho en trecho, en elborde del estanque guarnecido de piedra de Colmenar, le decoran hasta veinte jarrones de plomo blanqueados, sobre pedestales déla misma piedra blanca con escojidas macetas. Las infinitas figuras que adornan el grupo, forman un bonito y complicado juego de aguas, siendo de mármol algunas y otras de la misma materia El pequeño jardin de las Estatuas prolongación del anterior ocupa el cuadro que deja el ángulo del Mediodía del palacio, entre este y la antigua capilla. Fué plantado por orden de Felipe II con una sencillez notoria para recrearse desde los balcones del primitivo palacio, adornándose más adelante por orden de Felipe IV con el gusto que hoy le conocemos. Colocóse en medio una pequeña fuente de jaspe con un surtidor perenne del Tajo, rodeado de ocho cuadros de boj de dibujos muy bien perfilados mezclados entre mil pintadas flores. Las paredes del Sud y Occidente que dan la espalda al palacio y galería de la capilla contienen bastantes ornacinas ; unas rasgadas hasta el pavimento que sirven de asientos y en otras más pequeñas se ostentan diez y seis bustos de mármol con reyes y emperadores romanos, entre ellos Galva y Vitilio. La magestuosa figura de Felipe IIde tamaño natural, armado de cota y malla con unleoncito empinado sobre la pierna izquierda, también se admira en primer término en una ornacina mayor y al pié se halla este rótulo : El Rey N. S. D. Felipe I V mandó adornar este jardin con las estatuas que en él hay, siendo gobernador D. Francisco de Brizuela ; año de MDCXXIH. Muchas más estatuas tenia en la última veintena del siglo anterior según Quindes y las cartas de D. Antonio Ponz, las que creemos que por lo notables habrán pasado á adornar alguno de los museos. Entre otras habia dos medallones de medio relieve con Carlos Iy la reina Isabel y dos bellas cabezas de mármol con bustos de la hija de estos y hermana del primero que, colocadas á los costados de los anteriores, se leía bajo una de ellas, Margarita y Leonora bajo la otra, siendo estas esculturas y la de Felipe IIobra del célebre León Leoni. No nos cansaremos de encarecer los atractivos del priviléjiádo verjel que forman estos jardines españoles con sus preciosas cercanías : ya admire la vista el severo monumento que empezara Felipe II; sus cuatro fuentes, adornados los bordes de los estanques más inferiores con enverjado de cañas é infinidad de macetas y flores, repetidas en los pedestales de la baranda que les cerca y en lodos sus cuadros ; el rio Tajo, cuyas silenciosas aguas bajan humildes lamiendo la muralla de este jardin y cimientos del palacio hasta llegar á deshacerse en espumosos raudales en sus dos pintorescas cascadas : la complicada fábrica de harinas, que más que molino parece una quinta con su elegante palacio ; el Puente Colgado que, con sus estatuas, jarrones, farolas y cadenas se refleja en el gran espejo que forman las mansas aguas de este rio ; la plaza de S. Antonio con su bellísima fuente y en último término el grandioso jardin del Principe con otros mil objetos que forman un armonioso conjunto, encantando á ja más glacial imajinacion. Para completar tan precioso cuadro, bajemos al jardin de la Isla, cuyo májico edem nos convida con su encantada espesura y el dulce trinar de sus milalados moradores. No nos es desconocido este alegre recinto aunque no con ¡a magnificencia que hoy le encontramos ; sabe el lector fué huerta de los maeslres en la. primera época que de él tenemos noticias, y que Isabel Ial- mejorar el antiguo palacio no descuidó arreglar la tala que entonces recibió el nombre de Isla de la Reina. Una vez en poder de Felipe 11, con más elementos que sus abuelos, dispuso adornarle en 1562 dándole nueva v más gracíosa forma; con calles de árboles de distintas clases, mezclados con parrones ó crecidas vides, que formaba en cada una de ellas una perfecta galería con bóveda artificial. Hizo poner garrofas de Navarra, murtas y naranjos de Valencia v oTan cantidad de frutales, importados de las más acreditadas procedencias, con magníficos cuadros de flores ; lodo dirijido por el flamenco Juan Olvequc, primer jardinero mayor, al quehi. zo venir de su nación con esto fin, dándole el título de superintendente de los jardines. Adornóle con varias estatuas de bronce y piedra, dos de las cuales mostraban la Justicia y la Fortaleza, y con fuentes que representaban : la primera una Diana en ademan de ca» zar, seguida de sus ninfas, tras algunos animales, cuadrúpedos y volátiles, todo el grupo sobre un peñasco ; otra más sencilla que figuraba á Neptuno y otra á Hércules en una de inverosímiles proezas, fee hermoseaban igualmente varios cenadores, una casa rústica con torrecillas, cuyos aposentos servían para descanso, y otros infinitos adornos. Para probar su importancia diremos hacia elojios de este jardin el gábio Ambrosio de Morales, en la pajina 543 de su Discurso de las antigüedades de España; mereciendo también alabanzas de D. Gómez de Tapia, quien le describió en su égloga por medio de elegantes versos. No descuidó Felipe IIIsu conservación mandando traer del Alcázar de Madrid veintisiete estatuas de bronce y mármol, de diferentes tamaños que en él se colocaron, siendo parte de estas las que envió de Flandes el archiduque Alberto, cuñado de aquel Rey, y de las que heredó elmismo entre los bienes del conde de Masphetl. Con tres de ellas se formó otra fuente que llamaron de las tres figuras, compuesta de un Adonis con su perro y jabalí. Marte y el forzudo Hércules ; estatuas todas de más de siete pies de altura. Se construyeron también en su época algunas délas actuales fuentes y otras en tiempo de Fe- Jipe IV, quien dispuso poner música á cierto número de ellas y plantar un ingenioso laberinto. Aminoradas las estatuas por un regalo que hizo Felipe 111 al marqués de Malpica, su mayordomo mayor, se trasladaron las restantes en 1654 para adornar el naciente Sitio del Buen Retiro, por consejo del conde-duque de Olivares. En 4662 se mandó colocar en un gran cenador, á la bajada de este jardin, dos estatuas de bronce que llamaban vulgarmente Adán y Eva. De ellas hace mérito el portugués Juan Alvarez de Colmenar en el tomo IIde su obra titulada : Delicias de España, opinando ser estas un Antinoo y una Venus, por sus actitudes y por tener al pié las siguientes inscripciones: T. Barbius Q. P. L. Tiber: A. Poblicius D. L. Anime. Aunque estas se conservaron bastante tiempo después, desaparecieron el año de 1808, á pretesto de reservarlas de la rapacidad de los franceses. No fueron estos, sin embargo, los que las sustrajeron ; los restos de una de elías se nos ha dicho fueron estraid os pocos años ha del pozo de una casa de la ca» He de Abastos, en que la debieron ocultar los oficiosos guardadores. Hemos dadoá conocer el antiguo jardin y como de él se conserva muy poco, para no confundir al lector, nos parece oportuno reanudar nuestro relato empezando á describirle se» gun se halla en la actualidad. Dos puentes de piedra y fábrica de ladrillo, sobre la ría ó antiguo canal de los molinos dan entrada á este jardin desde el Parterre. Elprimero, construido en rambla, ofrece una bajada suave para los carruajes, teniendo dos compuertas para aumentar ó disminuir el agua del canai. En este punto estuvo siejppre el primitivo puente rústico. El segundo edificado en 1744, está conslruidodc canlería formando una escalinata, adornada con baranda de hierro, en cuyos pedestales hay colocadas seis estatuas de no gran mérito, que sustituyeron á otras mejores también de mármol, retiradas por el estado lastimoso en que las pusuiera la destructora acción del tiempo, con la avuda de la mano de los hombres. Las actuales representan á Venus, Mercurio, Tetis y Raco, con otras dos más pequeñas del natural que se encuentran en los pedestales déla bajada. Antes de penetrar en la espesura, espongamos la descripción de la calle del Dique alto, conocida modernamente por el Salón. Está formada sobre un soberbio dique, coronado con baranda de hierro y pedestales de piedra blanca de Colmenar para colocar tiestos sobre ellos. Sirve de adorno al principio de dicha calle un cuadro con un dibujo poligonal mistilíneo de boj salpicado de flores y un sallador en el centro, siguiendo cinco paseos formados con cuatro líneas de corpu» lentos plátanos de Oriente que prolonga esta calle hasta la entrada del jardin del Emparrado. Llamamos la atención del curioso sobre el panorama que se ofrece á la vista contemplando la orilla opuesta, el ruido perenne de la majestuosa cascada en que se precipita el Tajo y la estraordinaria altura de los copudos plátanos que dan sombra, cuyo maravilloso desarrollo sorprende doblemente al ver lal robustez, sin más cultivo que el riego, y que estando tan unidos no llegan á perjudicarse mutuamente. . Alpié del segundo puente encontramos sobre pedestales de mármol negro, dos colosales jarrones también de mármol blanco de rica labor y considerable mérito, aunque algo deteriorados. Á continuación aparece la fuente de Hércules, construida el año de 1661 por orden de Felipe IV, en el sitio que ocupaba la antigua de Diana. Su figura es octógona, elevándose sobre una gran laza de jaspe negro que sostiene un zócalo y airosa basa, una estatua figurando al dios que la simboliza. Aparece cubierto con la piel del león que venció y con la clava en la mano, en el momento de matar la hidra de Lerna por cuyas siete bocas arroja otros tantos chorros de agua. Su pequeño estanque está rodeado con baranda de hierro, formando cuatro cailes de puente, y en los recuadros que deja el crucero, cuatro surtidores que elevan el agua á considerable altura. Sobre las pilastras de mármol negro colocadas á la entrada de estas cuatro avenidas, se encuentran ocho figuras bastante mutiladas por la inclemencia del tiempo, entre las que se distinguen una Céres y dos veces al dios Hércules dando muestras de su valor. Seis pasos separa esta fuente de la de Apolo, colocada en una plazuela circundada de tilos y paredes bajas de boj. que disputan la entrada á los rayos del sol con su espesa enramada. La agradable frescura que se respira en el centro del día la hace ser muy visitada en la primavera ; habiendo merecido el moderno nombre de Puerta del Sol, impuesto por los cortesanos que se recrean sentados en los ocho largos asientos de piedra oscura, con respaldo guarnecido con tinas labores. En medio de ésta plazuela, formada con ocho calles, aparece un alto pilón octógono, lodo de mármol, teniendo gravados en la parte esterior dé sü alto pretil unos bajos relieves, con cualró escudos de las armas Reales y algunos asuntos mitológicos. Sobre este hubo ocho grupos de niños que despedían diferentes juegos de aguas, que hoy no existen, habiéndoles reemplazado otros surtidores. En el centro de este receptáculo, sobre un zócalo con su basa tiene asiento la estatua de Apolo encima de una laza de mármol de que es también esla deidad. Aparece en el acto de vencer á la serpiente Pilón, con la plañía puesta sobre este dragón por cuya boca arroja un fuerte caño de agua, acompañado de un círculo de surtidores en forma de abanico unos y otros redondos. Parte de esla plazuela la calle principal en dirección á Occidente, conocida con el nombre de la Galería, que tan perfectamente le cuadra por su suave oscuridad y lo apiñado de los robustos olmos, tilos, árceres, almeces y oíros que la pueblan. Entrando en ella se encuentra el Burladero, compuesto de dos líneas de surtidores, disimulados perfectamente en listones de madera donde están los agújenlos. Cuando se deja correr el agua forma unos arcos que. cruzando la calle á la altura del pecho de una persona regular, mojan á los ya pocos descuidados, sin que puedan huir por los costados á causa del tupido y alto vallado de boj que le cierra delante de los tilos. Está empedrado en bandas con una faja de piedra blanca en medio y en el centro una losa cuadrada desde la que se disfruta del espectáculo sin riesgo de mojarse. Al final del burladero se encuentra otra plazuela cuadracon da seis bancos de piedra en los costados y seis salidas ó calles de travesía ; las dos de la derecha salen á la calle del Cañón del Rey y siguen á terminar en la calle del Dique alto ; las dos de la izquierda siguen y corlan el Cañón de la Casilla y rematan en la del Diquecillo y muralla de la ría. Poca novedad ofrécela fuente que encontramos en la mencionada plaza conocida por la del Reloj. Es un estanque pequeño circular á flor de tierra, en cuvo borde están marcadas las horas que indicaría un caño de agua que salla del centro si no lo impidiese la cscesiva frondosidad de losárbole. Sin abandonar la calle de la Galería se llega en breve á la bellísima fuente de la Espina, notable por más de un concepto, pues sobre su mérito artístico es la más linda del jardin. Un pequeño estanque cuadrado de rico jaspe tiene en los ángulos cuatro columnas corintias también de mármol negro, bruñidas con esmero, conteniendo sobre sus alabastrinos capiteles una harpía ó sirena cada una de la misma clase de piedra blanca, las que vierten agua por su boca y pechos. Una taza proporcionada sobre lijero pedestal contiene en el centro un pequeño mancebo de bronce, en actitud de sacarse una espina del pié izquierdo, copia de otro que se admira en el Capitolio de Roma. Diez surtidores le rodean embelleciendo la fuente, así como cuatro elegantes pabellones colocados en los rincones de tan bien adornada plaza. Cada uno de estos pabellones ó templetes forma un medio punto, dividido en tres asientos de piedra, adornándolos cuatro blanquísimas columnas de mármol de Carrara, con sus capiteles jónicos, sosteniendo, ayudadas de unos machones de piedra ordinaria, un cascaron de madera con casetones y florones bien pintado, teniendo por remate un grupo de dos niños asidos á un canastillo de flores. El año de 1867 ha sufrido una pérdida sensible esta plaza: un añoso olmo negro se desgajó una noche de impetuoso viento arrastrando el pabellón que hace espalda al Sudoeste, partiendo las columnas en diferentes trozos. Se ha cumplido el vaticinio del Sr. Quindós, siendo sensible que hace año y medio ocurrió el desastre y aun están los trozos de las columnas por el suelo, que parece tratar de ocultarlas la maleza. Se cons- . truyó la fuente en 1615 por Juan Fernandez y Pedro Garay, escultores de Toledo, ajustada en diez y nueve mil cuatrocientos cuarenta y siete reales, siendo reparada en 1669. Los pabellones se colocaron en 1785 y además ocho largos camapés como bancos para la plazuela, por orden de Carlos 111. Tuvo esta fuente sucesivamente el nombre de fuente de las Harpías y del Negrillo. Cuatro salidas encontramos: dos corresponden á la Gale; ría la del Norte va á parar al Dique alto con una fuente llamada del Coral, con un surtidor ; la de la parte del Mediodía vaá terminar al Diquecillo con otra pequeña fuente en relación y con el nombre de la anterior. Si bella es esta plazuela, también merece examinar con detención sus preciosas inmediaciones. Las dos calles que acabamos de mencionar adornadas como todas de un vallado de arbustos, dividen cuatro caprichosos cuadros de boj que á los dos costados embellecen esta fuente : los dos de la derecha figuran en perfecto dibujo las armas de Castilla y de León ; los de la izquierda representan las de Navarra y Aragón ; por. cuya razón se les da el genérico nombre de cuadros de las Armas. Entre esta plazuela y la anterior á cada lado de la calle principal hay cuatro cuadros de varios dibujos de boj esmaltados de flores con una fuentecita en el cenlro. Oíros ocho se ven en la misma forma y con iguales fuentes á uno y otro lado de la misma calle entre la fuente de la Espina y la inmediata. Cruzando la calle de la Ventosa que es la que divide estos últimos cuadros nos hallamos con la notable fuente de Venus. Debe su nombre á la estatua de bronce de esta diosa que, cu pié en actitud de salir del baño, enjugándose el cabello, por el que arroja un caño de agua, aparece sobre una pequeña laza y pedestal de mármol, adornado de cuatro mascarones, el que tiene asiento en otra también de mármol blanco y encarnado de nueve pies de diámetro. Sirve de baso á esta segunda taza otro pedestal que se levanta sobre un octagonal pilón chato con anden v fosillo de piedra. Se aplica á esta fuente tradicionalmcnte el nombre de fuente de D. Juan, por que se dice que la mayor de estas ricas tazas se hizo de una piedra que trajo como recuerdo del golfo de Lepanloel valiente hijo de Carlos V. Esta plazuela también conserva cuatro bancos de piedra de diferente labor en los huecos que dejan sus cuatro calles. Dos de estas ya sabemos pertenecen á la Galería: la que atraviesa la plaza que forma las otras dos, llamada del Cañón de D. Juan, sirve de entrada para examinar cuatro cuadros en que hay otras lanías pirámides vejetales, rodeadas de flores y bien perfilados dibujos de boj, que adornan la fuente por sus costados. Saliendo de esta plazuela, en uno de los cuadros de la izquierda se eleva una misteriosa pirámide de ladrillo, con zócalo de piedra, ochavada y de cincuenta pies de altura, sólida aunque toscamente trabajada. La calificación que la damos tiene algún fundamento por ignorarse completamente quién la mandó levantar y eon qué objeto. Ninguno de los que nos han precedido en nuestro asunto, incluso el mismo Quindós nos dan una solución satisfactoria. Este nada aclara, aunque existia en su época, y D. Manuel Aleas solo dice, en la memoria que escribió en 1824, es un respiradero de las cañerías, tal vez por estar inmediata á la calle de la Ventosa. También se dice vulgarmente.se construyó para que anidase una cigüeña que se posaba, mostrando este deseo, en los más corpulentos árboles. Estas dos opiniones y otras que no eslampamos, por lo ridiculas nos parecen sumamente improbables. Puede asegurarse no es respiradero de cañería porque, aunque arriba sale un tubo de hierro de ocho pulgadas de diámetro y un metro de altura, no debe comunicar con el suelo á no ser en una profundidad cuádruple de la que tiene la cañería. Esto se observó cuando en 1861, por satisfacer la curiosidad general, dispuso el administrador del Sitio hacer una escavacion en su alrededor, pero aunque muy profunda, solo hallaron el ancho cimiento que sostiene lan considerable mole, y adquirieron la certidumbre de no tener entrada alguna. No refutaremos la segunda opinión que por sí sola cae de su base, aunque tal vez sea menos adecuada la nuestra ; pero lo probable parece que sea algún adorno, resto del antiguo jardin de Felipe II. ¡Triste es que una cosa tan sencilla nos tenga sumidos en la ignorancia á más de dos generaciones ! Trasladémonos á la plazuela deBACo compuesta de seis salidas con otros tantos bancos para su vista y comodidad. En medio de un estanque redondo, se ve una peana de cuatro cartelas de figuras de cola de pescado, de mármol blanco, con cuatro pequeñas ornacinas, sirviendo de base á una gran taza de jaspe negro. Sobre esta aparece otro pedestal y encima, sentado á horcajadas sobre un tonel se encuentra el dios délos racimos, en estatua de bronce, orlada su frente con la vid y una copa en la mano derecha. De poco gusto es la construcción de la fuente, sencillo su juego de aguas, y algo obesos aunque perfectos los contornos de la estatua, en opinión de los inteligentes. En esta plaza loma una dirección Sudoeste la Galería como carrera de las fuentes : la calle que se encuentra á la izquierda va á parar á la de las Mosquetas ; por la primera de la derecha puede irse á la Florera, y las dos de enfrente, su» mámente cortas concluyen en la del Dique alloH La última fuente de este jardin, llamada de Nkptuno, cons» tj. ib: cinco grupos sobre pedestales de mármol en su exágono pilón de piedra jaspe : el del centro representa á este dios sobre un tazón, con el tridente, en un carro, forma de concha, tirado por caballos marinos, ofreciéndole una diosa una corona. Á su alrededor sobre graciosos pedestales están, la diosa Cibeles al lado opuesto del de Ja entrada, en una carroza tirada por leones que sujetan dos niños, coronada de un castillo : Ceres, al lado de la entrada, sobre un carro igual : Juno á la derecha sobre un pavo real y, finalmente, Júpiter encima del águila sobre el globo que sostienen tres titanes, en ademan de lanzar rayos contra los jigantes. Tiene varios surtidores el tazón del centro, á más de otros cuatro intercalados entre los demás grupos. Todo es obra esmeradísima de Alejandro Algardi, italiano, y sus figuras de bronce son aunque pequeñas bien acabadas y elegantes. Repartido en los tres paramentos del pedestal de en medio se se lee : ElRey N. S. D. Felipe IIImandó hacer esta fuente siendo gobernador D. Francisco Brizuela, año de MDCXXI. Se reedificó en 4662. La plazuela, también de figura exagonal tiene tres bancos y siete salidas ; las dos de la derecha de la Galería desembocan en la del Dique alio ;la primera déla izquierda, llamada de las Mosquetas en la del DiqueciHo ; la segunda del mismo lado, por hombre Perdida, termina en la de las Rodadas; la otra, Cañón de la Arena, sale con la de la Galería á la gran plaza del Terrado donde también concluyen las del Dique alto y DiqueciHo. Aquí terminaba el antiguo jardín de la Isla con una alta f pared que cerraban unas portadas de mármol, hechas en 1696 dando frente al camino de Madrid y entrada del Sitio, que entonces era por el puente de la Isleta. En el terreno que quedaba hasta la confluencia del rio con el canal se formó una isleta con estanque para pescar, en 1735. En 1756 se demolió esta pared siguiendo el dique hasta su terminación incluyendo dentro los dos puentes de la Isleta, que se cerraron con elegantes portadas sobre machones de ladrillo coronadas con tiestos de piedra figurando flores y una pesada puerta de hierro. Tres calles de arboles tilos tiene este pequeño trozo : siguiendo la céntrica se encuentra á cierta distancia una plazuela en la que se distingue un robusto y bien formado castaño de Indias, en medio de un pequeño cuadro de flores. Ocho bancos de piedra hay entre otras tantas calles, que todas desembocan en las dos de los costados, orillas del Tajo y de la ría, cuyas dos calles vienen á terminar rodeando unos cuadros adornados con dos jóvenes cedros de Méjico, comunicándose por medio de la calle central con la plaza anterior. En ellos estuvo la hermosísima fuente de los Tritones, traída de Valladolid por orden de Felipe IV en 4657, la que mandó colocar en la Isleía delante de la puerta del jardín, mudándola después donde decimos se encontraba, luego que se agregó este añadido. Aunque desapareció el año de 4846 pueden todavía visitarla nuestros lectores, por haber sido colocada en los jardines del Campo del Moro del palacio de Madrid. Otra nueva é interesantísima perspectiva se ofrece á la vista del observador en todo distinta ala que acaba de admirar. Otra vez el risueño rio Tajo se le presenta silencioso á los pies para absorverla ría, murmurando blandamente : des- cubre desde este pnnto las pintorescas huertas grandes con sus.alamedas y cuadros de frutales y verdura por su principal entrada en una gran estension ; la faja ancha y brillante en que se pierde el ambicioso rio marchando bajo los dos inmediatos puentes á lucir sus galas en la imperial ciudad ; el incesante paso de las locomotoras, cuya vía férrea se descubre desde su nacimiento en cerca de un kilómetro de estension ; la pintoresca estación, y en último término el palacio Real por su principal fachada, aunque de perfil, escondido entre millares de árboles, ofreciendo todo un cuadro enagenador. Llevemos al lector á un sitio no menos delicioso que por no estar al paso hemos reservado para darle después á conocer. Antes de llegar á la plazoleta de Baco, á la derecha, nos brinda una sombría calle para visitar la preciosa Florera. Una puerta enramada, que corresponde con otra enfrente dan entrada á esta mágica mansión que se estiende en un paralelógramo, dividido en cuatro cuadros de boj y flores con diferentes peanas de piedra con macetas en las calles del crucero. Un estanque ovalado con figura dé canastillo, por su enrejado de cañas, contiene en su centro otro canastillo de plomo barnizado que forma un bonito juego de aguas. Unos asientos de hierro nos convidan á disfrutar de su hermosura, oyendo el cántico melodioso de millares de aves, entre las que descuellan elprivilejiado ruiseñor y aspirando el delicioso ambiente que se desprende de las inumerables clases de rosas con que está matizada tan encantadora florera. Tomando después la calle del DiqueciHo hacia la salida, no estará ociosa un momento la vista, descubriendo, ya el puente de enmedio sobre la ría, con puerta calada de hierro y armadura igual que antes fué de albañilería, ya una es- calinata de piedra que sirve á un medio pabellón para recreo y descanso de los Reyes, el que estuvo- cubierto en forma chinesca y aun tiene pedestales y jarrones con flores de piedra; otro igual más adelante y por fin la graciosa cascada llamada redonda en forma de cuadrante, miniatura de la del Tajo, edificada en 1765. Tiene unas gradas de piedra con resaltos y al borde una pestaña, por donde desciende el agua dulcemente, produciendo un ruido apacible y una hermosa vista en aquel doble semicírculo de cristal. También por la parte de la ria forma la orilla otro dique sobre muralla de fábrica, con sencilla baranda de hierro corrida, puesta en 1845, en reemplazo de un pretil de albañilería de feo aspecto varias veces renovado, que se fabricó en 1729. No queda más que reseñar de tan basta posesión que el jardín del Emparrado que ocupa la parle Nordeste de la Isla, conocido antiguamente con los nombres de Sotillo de lá Garcera y después huerta del Infante. El primer nombre lo tuvo por estar destinado á la cria de garzas y faisanes para regalo de los Reyes, llamándose de la Garcera refiriéndose á la mujer que alimentaba estas aves y estaba encargada de su multiplicación. El segundo lo adquirió por haberse adjudicado al infante D. Antonio hijo de Carlos III,el que mandó plantar una huerta-jardín con varias calles de árboles frutales de mildiferentes clases, flores, cuadros de fresales y de hortaliza para abastecimiento del palacio. Cercada por elrio Tajo desde donde termina el Dique en la calle de este nombre sigue hasta las inmediaciones del antiguo puente de la Isleta. Tiene un espeso y largo emparrado de uva cscojida formando cenadores sostenidos por machones de ladrillo que hoy es- tan en un lamentable abandono. Una casa tuvo en prmci- Infante y dos más inte, nios de este siglo para recreo de aquel patos, cisnes y otras riores destinadas ala cria de gansos, guardaséinstruaves Tenia también dependencias páralos edificios que se conmentos de jardinería, siendo los únicos servan en la actualidad. el de Tres entradas le ponen en comunicación con jardín de lala Isla : la principal, con verja de madera en machones ; Alto , Dique drillo y remates de cantería al finalde la calle del las otras dos son bien insignificantes. s CAPITULO XIU Jardín del F^rirtcLpe t-STE vasto y magestuoso verjel, más moderno que el anterior situado entre la calle de la Reina y el Tajo, tuvo su oríjen en lo que fué huerta grande de D. Gonzalo y en un pequeño jardín que se plantó por orden de Fernando VIrodeado de cinco pabellones y su pequeño embarcadero. Por Real orden de 3 de Octubre de 1772. á instancias y bajo la dirección de Carlos IV,siendo príncipe de Asturias, se empezó á formar sobre el antiguo esta bellísima esposicion de lo más selecto del reino vejetal, quedando terminado lo-que hoy existe sobre 1804. Está dividido en cuatro departamentos; dánle entrada tres elegantes puertas á más de oirás inferiores, cruzándole infinidad de alamedas que salen á numerosas plazuelas y á las cuatro principales calles llamadas del Embarcadero, de la Princesa, de Apolo ydel Blanco, midiendo todo él una circunferencia de seis mil novecientas cinco varas castellanas. El proyecto fué que la verja de este jardin se corriese desde el Puente Colgado paralela á la calle de la Reina, á terminar en el puente de este nombre ; pero vino el triste período fe. '-"'\u25a0 T wf*> 30 m __________________________ O i—i h L. r.-'.'j : /-• • \u25a0 ___! p 53 __ W i x» r— ______! • • cuadrada, de 1808 y quedó cercado bástala segunda plaza cerrándole desde este punto al rio con una ordinaria pared de barro, sustituida en 1845 por verja de madera que guarda simetría con la antigua, utilizando la misma piedra labrada que se destinaba parala prolongación de la verja por la calle mencionada. Los dos primeros departamentos tienen la entrada por la primera puerta de hierro que hay en la calle de la Reina, conocida por la del Embarcadero. Está decorada con ocho columnas de piedra berroqueña la caña, y de Colmenar el basamento, capiteles y cornisamento de orden jónico. En el centro de los dos grupos de columnas se colocaron dos antiguas estatuas de mármol, bien ejecutadas, representando á Minerva y á Pomoma, las que desaparecieron al poco tiempo. Contiene en sus remates unos geniecillos asido, á dos tiestos de flores, vaciados en plomo, obra de esquisilo gusto. Se unen ambos cuerpos con bien labrada verja de hierro que sirve de puerta, quedando otras dos más inferiores á los costados, unidas á las casetas de los porteros. Dirigió la obra el arquitecto mayor D. Juan de Villanueva. Lo primero que se ofrece á la vista es la frondosa calle del Embarcadero, compuesta de cuatro filas de chopos carohnos, lombardos y álamos negros, en cuyo centro hay una desahogada plazuela adornada con ocho grandes jarrones de piedra de Colmenar que aparecen colmados de frutas. Pasando esta plazuela, á la izquierda se halla un jardin llamado Español, de estilo variado, que forma cuatro plazas : la primera adornada de plátanos de Occidente, la segunda de olmos, la tercera de acacias americanas do tres puntas y la cuarta de plátanos. Se comunican por calles de árboles que se prolongan por la orilla del rio, murado con remales de canlería y bonitas macetas de distancia en distancia. Otra fila de árboles marcha paralela á la calle del Embarcadero hasta la misma puerta. Este jardin un tanto descuidado, estaba poblado antes de mullitud de arbustos de flor y de rosales encespedados á la inglesa. Á la derecha, y también desde la plaza de los Jarrones, hay un cuadro de huerta con variedad de frutas y verduras cruzado de anchas calles. Debemos hacer mención por más que desgraciadamente solo exista una sombra de los magníficos reservatorios que hubo al Mediodia de esta huerta. En templadas estufas, que no debieron ser un monumento de arte; se sazonaba en medio del riguroso invierno fresas, uvas, higos y toda clase de frutas y legumbres que se destinaban al ser^ vicio de la Real mesa. También habia multitud de plantas exóticas perfectamente conservadas. Tan variado invernadero, que amparado por un elegante edificio seria en nuestra época la admiración de propios y estraños, ha quedado reducido á unos simples criaderos de flores resguardados con toscas cortinas de espadaña. Triste es que no se mejore, pero lo es doblemente se abandone lo que tanto ha costado y tanto lucimiento podía tener. Por fin en 1848 se han construido algunas albitanas subterráneas en este mismo sitio donde se conservan los tiestos de la inme* diata florera. Al final de la calle del Embarcadero se encuentra el antiguo jardinilo de los Pabellones, plantado como hemos dicho en tiempo de Fernando VI. Delicioso es por demás este pe* queño cuadro : estaba cercado con baranda de madera en pedestales de piedra blanca y hoy que ha desaparecido aquella, dividido en cuatro cuarteles poblados de arbustos é infinidad de macetas sobre las pilastras de la baranda, diseminadas en tiestos por el suelo y agrupadas festoneando un pequeño pilón chato, oval que contiene en el centro una Diana de cinco pies de largo, vaciada en plomo, bien bronceada y en posición bastante indolente. Cércanle á los costados cuatro pabelloncitos de fábrica empizarrados, y uno más capaz al frente, adornado, con destino á pieza de descanso de los Reyes. Á los lados de este pabellón entre bustos de emperadores romanos hubo cuatro estatuas de bronce del tamaño natural representando cualro partes del mundo y otras cuatro estatuas en la plazuela, de igual tamaño y metal, que eran Júpiter, la Abundancia, un Plulon y Mercurio. Todas han desaparecido sin quedar más señal que los cualro pedestales. Un sólido embarcadero á la espalda, con gradería y muros de piedra de Colmenar y un fuerte á cada lado para colocar piezas de artillería, con su casa para cuerpo de guardia completan el adorno de sitio tan encantador. Al costado derecho, entre la huerta y el rio, se hallan dos trozos de jardin : uno está compuesto de un salón de álamos negros muy unidos plantados al tresbolillo; otro es de idea inglesa, natural, sin ningún artificio : es más largo que ancho; sus calles son desiguales y tortuosas, formando los sauces de Babilonia, laureles teñidos, mirtos, áceres, cedros y flores de amor una bóveda artificial, vistiéndole mullida alfombra de yerba serpenteada por arenosas veredas. Muy inmediato, en un ángulo que forma el Tajo, se empezó á construir un sólido castillo de fábrica y piedra blanca labrada, sobre el murallon que se prolonga desde el embarcadero, con idea de aislarle se encuentra aprovechando las aguas de aquel rio; pero suspendida la obra después de haber invertido cantidades respetables se fué levantando toda la piedra para las obras posteriores hasta quedar dcsmanlelado, presentando no buen aspecto. El jardin anglo-chino le encontramos inmediato, lindando con el rio, con la huerta, de la que la separa una fila de chopos lombardos y con la calle de la Princesa. Se compone de bosquetes irregulares atravesados por calles tortuosas que salen á otras mas anchas, desembocando en una plaza irregular de piálanos de Occidente en cuyo centro sobre un gran estánque se encuentra una fuente monumental de eslremado gusto, imitación de las de la Granja. Elévanse en medio del estanque guarnecido de cantería sobre ochavado pedestal, cualro colosales jigantes de plomo que, con ayuda de un machón que la sirve de base, sostienen sus musculosos hombros una gran taza, en la que aparece el semi-dios Narciso, estasiado al ver reflejar su hermosa imájen en las aguas del estanque. La idea del escultor se luce con la espresion que ha sabido dar al dios de la hermosura en la fundición de esta estatua de plomo y en los alributos de caza que le rodean. También es interesante la actitud de su perro que le contempla inmóvil y con su instinto parece no querer moverse por no distraer á su absorto amo. A uno y otro lado, dentro del esestanque, se ven dos bellos jarrones de plomo, formándolas asas los cuellos de cualro cisnes. Muchos surtidores en estos y entre la estatua hacen que desaparezcan las formas bajo los cristalinos raudales que todo lo inundan y vivifican. Esta fuente se reedificó en 1827 por orden de Fernando Vil,pues la primitiva, más sencilla, también con el mismo de Carlos IV, dirijida por el hijo del escultor de las fuentes de la Granja D. Joaquin De. mandre, fué destruida durante la invasión francesa. Con placer damos cabida á la siguiente composición que improvisó en breve tiempo nuestro querido paisano y singular amigo D. Pedro Alcántara Muñoz describiendo en verso tan notable fuente. nombre, construida en tiempo LA FUENTE DE NARCISO Oculta entre la sombra que los frondosos árboles presentan creciendo en derredor, hay una fuente que al mortal asombra y do su genio admira las formas que allí ostenta leves sueños, quizá, de un escultor. En medio de un estanque que dentro el breve circulo sostiene sencillo pedestal, cuatro gigantes su vigor modelan, y en la fuente parece que miran su estructura colosal. Estos gigantes, que acaso esconden tras sus músculos de acero las fuerzas de un Titán, sobre su espalda elevan un gran vaso de nítida blancura do las aguas primero tranquilas viven y murmullos dan. Después en torno juega la*imágen caprichosa de Narciso que al reflejar allí, parece vá buscando sus amores, y que dice á las flores, «mi amada vive pues la miro en mí.» - pues conforme nos cuentan ios poetas al hablarnos de él, por su imagen idólatra suspira desde que en un estanque vio relucir inquietas las formas ragas de su rostro fiel Mas volviendo á la fuente y á esta estatua de plomo que présenla tan bella fundición ¿hay quien no admire sorprendente el ceño de ese inmortal risueño que á sí se busca en medio del jarrón ? Ay !quien cantar pudiera los sueños que murmuran en su oído otros siglos y otro amor ! Oh!....Entonces tal vez doliente fuera buscando en su regazo el amoroso ruido que en quejas vierte el pardo ruiseñor. Pero ¡ay! nunca valdría tanto el ruidoso son de mis cantares cual vale lo que vi... A un lado de este Dios tan caprichoso ¡un perro cariñoso que fiel le mira sin moverse allí 1 ¡Un perro!... ¿Qué figura para mostrar al hombre su talento pudo escoger mejor ? Allado de ese Dios que así se apura durmiendo en otros sueños, huya fugaz el viento... ¡un perro ! y dijo bien el escultor. . Que un perro es un amigo que al lado nuestro insomnio rudo, vela, gil vida, que nosotros v que acaso miramos cuino despreciamos tríbulo á un ser que vale más. Aluno y olro lado adornan el estanque dos jarrones de forma original, pues sus asas las forman enlazados cualro preciosos cisnes que en forma de machones sus cuellos tienden de ópalo y cristal. Y al fin los surtidores que circundan la estatua y canastillos en tranquila confusión, allí eleyan sus aguas cristalinas prestando á las vecinas selvas, mayor encanto y atracción. Recuerdos del pasado que tranquilos vivís en la memoria de los hijos de Aranjuez, contemplad de esla fuente el triste estado y juzgad con acierto si se debe en la historia su página mejor á Demondré. Aranjuez 8 de Marzo de 1868. Pedro Alcántara Muñoz iesta plaza una entoldada calle en dirección orienmtra en otra oval bastante pronunciada rodeada de de arbustos de flor y de copudos álamos negros, ada con un estanque á flor de tierra muy prolongado lo en el centro tres caprichosos grupos de plomo. ro ostenla la magestuosa estatua de la diosa de la a, sentada con la antorcha de la recreación en la ma» dos costados aparecen dos geniecillos, uno con el cuerno de la abundancia y otro que sostiene un haz de espirr as de bien granado trigo. Á su espalda se arrastra una serpiente en actitud de devorar los frutos. Un gracioso canastillo de flores, de esmeradísimo trabajo, sostenido por tres niños, componen á cada lado los otros dos grupos, siendo notable el juego de aguas que forman muchos surtidores entre los cálices de las flores, así como el abanico que se estiende detrás de la matrona. Construida esta fuente en tiempo de Carlos IV sufrió la suerte que la anterior desapareciendo el plomo; pero se restauró en 1828 mejorando notablemente los adornos, sobre todo la diosa Ceres, presentándola en actitud distinta. Concluye el primer departamento con otro pequeño jardin inglés el que en su única plazuela de elevadísimos chopos présenla una fuente, que aunque sencilla no carece de novedad. En el centro de un estanque chalo, no muy grande se ven sobre un peñasco dos tritoncillos de mármol blanco con colas de pescados que sugetan con una banda un bien modelado Cisne, del que loma el nombre la fuente, arrojando por su estirado cuello un elevado chorro de agua. En la guarnición del receptáculo hay ocho mascarones fundidos en plomo que vomitan un surtidor en dirección al centro que viene á verter sobre el grupo del cisne. Se construyó en tiempo de Garlos IV y fué restaurada cuando las anteriores, pero sin variar nada en la forma. Embellece á este departamento la anchísima calle de la Princesa que tiene su oríjen en la plaza de los Jarrones Ja que sirve de límite entre los dos primeros departamentos y cruza la calle de Apolo en el tercero yendo á desembocar en la plaza redonda. La perfecta altura en la cuádruple filade sus cor-