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Esic Market Economics and Business Journal
Vol. 45, N.º 3, Septiembre-Diciembre 2014, 679-694
Tribuna
Mujer, emprendimiento e industrias culturales y
creativas: una combinación en auge en España
en tiempos de crisis
Pilar Laguna Sánchez*, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
Universidad Rey Juan Carlos
Resumen
Las industrias culturales y creativas se están revelando como un sector en auge cuyo
potencial está aún por dirimir. Sin embargo es un sector invisible de cara al reconocimiento estatal en cuanto a su actividad económica. La idea de una Cultura no lucrativa
está fuertemente arraigada en la sociedad española, lo que ha llevado a no incluir este
sector como un ámbito propicio para el emprendimiento empresarial y no llegar siquiera
a analizar su potencial.
Esta falta de credibilidad en el sector aumenta ante la organización y gestión del mismo,
muy dependiente de subvenciones y centrada en el elemento divulgador más que en la
industrialización, por lo que se encuentra en una situación de ausencia de políticas empresariales y de igualdad de género.
Palabras clave: Mujer, emprendimiento, Cultura, Industrias Culturales y Creativas,
PYME, desarrollo cultural.
Códigos JEL: L26, J16, Z11.
*
Autor de correspondencia. Email: [email protected]
ISSN 0212-1867 / e-ISSN 1989-3558
© ESIC Editorial, ESIC Business & Marketing School
DOI: 10.7200/esicm.149.0453.6e
http://www.esic.edu/esicmarket
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
Introducción
Hace décadas que el ocio cultural se ha generalizado dentro de la sociedad española y ha logrado alcanzar una mayor difusión, afianzándose sobre una corriente de
actividades, labores y negocios concentrados en el ámbito de las Industrias Culturales y Creativas, que con el creciente acceso del público hacia él se ha consolidado
con fuerza. De hecho, algunos de sus sectores representan uno de los productos
punteros en materia de inversión y finanzas. Y es que, el turismo cultural, el ocio
cultural o la compra-venta de bienes artísticos y de colección son sectores que aún
a pesar de la gran recesión económica, no solamente resisten estoicamente, sino que
incluso muestran un crecimiento uniforme que les permite ser muy optimistas en
sus perspectivas.
Ante este clima desfavorable, los sectores empresariales tratan de recurrir a la
creatividad y desde la Administración y los organismos institucionales, se induce
constantemente al emprendimiento con el lanzamiento de nuevas medidas que
favorezcan el impulso empresarial y económico nacional. Sin embargo, éstas son
actividades costosas, arriesgadas y aparentemente sólo aptas para valientes, con lo
que trasladarlas al sector cultural parece aumentar la sensación de inestabilidad e
inseguridad en la inversión, ya que no es un sector registrado entre los habituales
para el enriquecimiento. Todo ello, aún a pesar de que las industrias creativas ya
en el 2006 suponían el 6% del producto interior bruto mundial (Hawkins, 2007)
y el 3,2% del comercio mundial de bienes y servicios en 2009 (UNCTAD, 2010).
Desde entonces hasta la actualidad, las cifras nos han demostrado un crecimiento
constante, pues sólo en España en 2010, la aportación de las actividades culturales
al Producto Interior Bruto ya rondaba el 3%, lo que supone una cifra cercana a los
32.000 millones de euros, en términos absolutos, según datos de la Cuenta Satélite
de la Cultura. Un crecimiento que continuó hasta representar un 3,5% del PIB español en 2013 a pesar de haber sufrido el periodo de mayor reducción presupuestaria
desde que se tienen registros1. La creatividad es la base de la innovación Las empresas dedicadas a determinadas actividades del comercio y alquiler de bienes culturales,
junto a aquéllas de la industria y los servicios cuya actividad económica principal es
cultural, suponían a inicios de 2012 un total de 101.342 empresas.
Resulta paradójico que en un momento en el que tanto se está impulsando el
emprendimiento, un sector que ya de por sí se basa en la creatividad como el de las
Industrias Culturales y Creativas no llegue a obtener de la Administración mayor
reconocimiento y facilidad en la financiación. Hablar de emprendimiento en las
Industrias Culturales y Creativas es una redundancia que según Schumpeter 2 otorga
un sobredimensionamiento al concepto, ya que el espíritu siempre es creativo y cuando hablamos de creatividad, en este sector es hablar sobre el contenido.
(1) Datos extraídos del Anuario de Estadísticas Culturales 2013, elaborado por el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte.
(2) Regional CC SME Support Centre, Structurally Strong Traditional Economy.
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Es por ello por lo que si lo que se busca es creatividad e innovación en el sector
empresarial, que propicie una renovación y suponga un revulsivo en el impulso económico, no se entiende que un sector como el de las Industrias Culturales y Creativas
no tengan un respaldo mayor por parte de las administraciones. En una interpretación superficial de la situación se advierte en primera instancia una aversión al
riesgo y poca credibilidad, por parte de las instituciones, hacia un sector basado en
la creatividad individual.
1. Economía de la cultura, economía creativa e industrias culturales
y creativas
Definir el sector de las Industrias Culturales y Creativas (ICC) supone nombrar la
interdisciplinaridad de sectores y profesiones. La economía creativa abarca áreas del
arte, negocios y conectividad que se han visto impulsados por la innovación y nuevos
modelos de negocio. Los canales de distribución y comercialización del Arte (música,
animación digital, películas, noticias y avisos publicitarios) han sido desbloqueados
con la entrada en la era digital, expandiendo de este modo los beneficios económicos de la economía creativa3. Actualmente dentro de industrias creativas se incluyen
muchas áreas de la economía que no tienen por qué estar directa o exclusivamente
relacionadas con el Arte.
Gráfico 1. Facturación de las Industrias Culturales y Creativas en España
Facturación en millones de €
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
facturación
de las I.C.C.
1976-1979 1980-1989 1990-2000 2000-2007 2000-2010
Fuente: MECD.
(3) En la Unión Europea, el reconocimiento formal de la importancia del sector de ICC se produjo
en el año 2000 en la Cumbre de Lisboa cuando se identificó un nuevo modelo de desarrollo económico europeo a partir de la gestión del conocimiento.
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
Los datos del gráfico anterior por sí mismos nos dan una información sesgada del
crecimiento que las ICC han tenido en las últimas cuatro décadas, si no atendemos a
la evolución que por lo menos en los últimos años ha tenido el PIB español. Tras lo
cual observamos que, efectivamente, la repercusión que en esta evolución han tenido
los años de mayor recesión económica es apreciable en la rentabilidad de las empresas, pero que aun así y a pesar del contexto tan desfavorable en el que se situaban
y los recortes presupuestarios que sufrieron, el crecimiento del sector es destacable.
Gráfico 2. Evolución del PIB español (2002-2013)
5
4
3
2
1
0
-1
-2
-3
-4
-5
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
España
2,7
3,1
3,3
3,6
4,1
3,5
0,9
-3,8
-0,2
0,1
-1,6
-1,2
Fuente: INE 2014.
Según la RAE (2001) en una primera acepción la cultura es un “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. En otra posterior, lo
define como un “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de
desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”. Con estos
significados se superan las perspectivas que en el pasado se tenía sobre la Cultura como
un enclave exclusivo y elitista o como sinónimo de las Bellas Artes. A lo largo del siglo
XX, la cultura ha evolucionado hacia estas directrices enfocándose como un derecho
humano fundamental, elemento clave de desarrollo, vector para la redistribución de
derechos, la mejora de la gobernabilidad y los niveles de democracia y de participación
ciudadana, contribuir a la paz social; y pilar fundamental para la construcción de la
libertad que permite vivir al ser humano en plenitud (PNUD, 2004; Rivas, 2011).
Según datos de la UNCTAD (2010)4, la Economía de la Cultura de la que nace la
Economía Creativa y en la que se insertan las Industrias Culturales y Creativas es un
concepto basado en los recursos creativos. Unos recursos que a su vez suponen una
(4) United Nations Conference on Trade and Development.
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inversión, pues generan crecimiento económico y desarrollo, al englobar aspectos
económicos, culturales y sociales que interactúan con la tecnología, propiedad intelectual y el turismo. Así, al igual que en otros sectores económicos, puede promover
ingresos, comercio y creación de empleo, manteniendo a su vez una diferencia frente
a otros sectores, cuya actividad genera la diversidad cultural, la inclusión social y
el desarrollo humano. Este término fue forjado por John Howkins (2013), para
quien la economía creativa comprende los sectores en los que el valor de sus bienes
y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales
y técnicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y
juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio y videojuegos. Sin embargo, la UNCTAD engloba dentro de ella más sectores como la economía digital, la
innovación y las industrias de contenidos y del conocimiento: Editorial, Audiovisual,
Música y Servicios Educativos, así como aquéllas de gestión de contenidos culturales
(exposiciones, montajes museográficos, etc.), artes escénicas, visuales, patrimonio y
artesanía.
A propósito de Howkins (2013), queremos resaltar su reflexión sobre la invisibilidad de la Economía Creativa, en la que expone que según los informes de la
UNCTAD (2010), desde 2005 la Economía Creativa ha tenido una representación
superior al 6,1% de la economía global, logrando crecer incluso en época de crisis,
pero que aun así todavía no se considera un sector a tener en cuenta por la mayoría
de los economistas, ni si quiera se reconoce como sector económico o productivo
estratégico. Por ello, continúa siendo “invisible” de cara a la planificación estratégica, de decisiones políticas y empresariales y que, en muchos casos, ha terminado relegándose a políticas proteccionistas y asistencialistas más que de fomento del sector
en términos económicos y empresariales, lo que ayudaría a fortalecer e incrementar,
aún más, su peso global.
Dentro de la Economía creativa se encontrarían las Industrias Culturales y
Creativas, que según define la UNESCO son “un sector que conjuga la creación, la
producción y la comercialización de bienes y servicios, en los cuales la particularidad reside en la inteligibilidad de sus contenidos de carácter cultural”. Esos bienes y
servicios tienen como centro la creatividad. Además, según la UNESCO deben pasar
por un proceso de producción y comercialización similar al de los bienes y servicios
de otros sectores industriales (Rey, 2009).
En numerosas ocasiones se ha referido a nuestro tiempo como el momento de la
“Sociedad del Conocimiento”, en alusión al valor dado a éste junto a la formación,
en la evolución y prosperidad de las sociedades. Este concepto de “sociedad de conocimiento” nos permite enlazar con el de la “Economía Creativa” y sus Industrias
Culturales y Creativas, que como no puede ser de otra manera se fundamentan en
activar, extraer y convertir conocimiento y creatividad ya se aplique en actividades
tradicionales o se concentre en actividades de alta tecnología (Boix y Lazzeretti,
2009).
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
Gráfico 3. Aportación de las actividades culturales al PIB por sectores en España
CINE Y VIDEO
12 %
ARTES ESCÉNICAS
4%
ARTES PLÁSTICAS
4%
LIBROS Y PRENSA
44 %
MÚSICA
GRABADA
2%
RADIO Y
TELEVISIÓN
19 %
INTERDISCIPLINAR
10 %
PATRIMONIO
3%
ARCHIVOS Y
BIBLIOTECAS
2%
Fuente: MECD.
Actualmente, la sociedad ha asumido y asimilado los nuevos canales de acceso a
la cultura con una facilidad y rapidez vertiginosa. Han cambiado las pautas de consumo y con ello las formas de sociabilización y el uso y disfrute culturales. Y en esta
nueva sociedad, Nonaka y Takeuchi (1995) argumentan que el instrumento clave
para las organizaciones es la gestión del conocimiento, algo que las permitirá sobrevivir, crecer y afrontar los problemas que puedan surgir; y que además es el único
recurso válido en este momento (Drucker, 1993). Lo mismo ocurre con los países:
aquéllos que sean capaces de crear mecanismos de gestión del conocimiento y protección y fomento de su creatividad son los que más oportunidades de crecimiento y
de supervivencia tienen. Los que no, acabarán viéndose culturalmente invadidos por
otros organismos (sean países, empresas u otros actores) y verán menoscabada tanto
su industria como su propia identidad. La nueva preocupación de los gobiernos por
estas cuestiones se observa en aspectos como la defensa de la propiedad intelectual a
nivel internacional o el desarrollo de departamentos de Inteligencia Económica que
ha tenido lugar en los últimos años en los países de nuestro entorno, ambos focalizados en la protección del conocimiento propio y una gestión útil de éste.
2. Emprendimiento en el sector cultural
De igual forma que en otros sectores de nuestra economía, la crisis económica ha llevado a numerosos artistas y profesionales de la cultura a buscar nuevas
oportunidades en el extranjero. La ausencia de programas de desarrollo y políticas
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consignadas a retener este capital, pero también a captar talento internacional
resulta especialmente grave en el momento actual. En el ámbito de la cultura resulta
especialmente difícil la tarea emprendedora ante la falta de medidas de financiación
para fomentar la iniciativa empresarial, las carencias de capacidades empresariales,
las barreras a la apertura de los mercados, y las debilidades de los emprendedores en
formación empresarial (Ruíz Navarro, 2010).
Es necesario abordar los temas anteriores para llegar a ser competitivos en el
entorno internacional, frente a países como Dinamarca, Finlandia, Noruega o el
Reino Unido. En 2013 el gobierno español anunció una medida para paliar algunas
de estas debilidades, que afectan a todos los sectores de la economía española, con
un programa de cursos de emprendimiento y gestión empresarial. Al tiempo que
percibimos una reorientación de la oferta formativa de posgrado en gestión cultural
hacia un entorno de negocio global y principales mercados de exportación de España
como América Latina y Europa.
En los últimos años, la llamada “Economía Creativa” ha ganado fuerza como sector clave en los modelos productivos y factor de crecimiento económico. Actualmente
según la OIT, la “Economía Creativa” aporta un 7% al PIB mundial y emplean aproximadamente a 800.00 trabajadores. Según la Conferencia de Naciones Unidas sobre
el Desarrollo y Comercio (UNCTAD), la exportación de bienes y servicios culturales
llegó a alcanzar los 592 mil millones de dólares en 2008, con un crecimiento medio
del 8,83% de 2002 a 2011, y del 3,7% entre 2007 y 2011, ya en periodo de recesión.
Según el informe de The Entrepreneurial Dimension of the Cultural and Creative Industries (2010) de la Utrecht School of the Arts, el término Emprendimiento
Cultural puede ser entendido como un concepto que lleva a la organización cultural
o creativa, impulsados explícitamente por una misión cultural estratégica; asumir
riesgos a la hora de equilibrar los valores creativos y de gestión; y contribuir a una
infraestructura vital en su entorno directo.
Este informe fue realizado a partir de entrevistas realizadas a expertos europeos,
los cuales mayoritariamente postularon que las características de las empresas culturales y creativas, tales como la diversificación de los productos, el mercado de
trabajo, las condiciones del mercado, la necesidad de la cooperación y trabajo en red,
así como las diferencias en la producción y la distribución, justifican la necesidad de
este distintivo.
La Cultura y las Industrias Culturales y Creativas desempeñan un importante
papel en el desarrollo social. Sin embargo, el esfuerzo que se realiza para proteger la
cultura hace que estos sectores económicos sean tratados con una perspectiva más
asistencialista que de mercado, lo que ha terminado por provocar una atrofia en estas
industrias y que su contribución al crecimiento económico haya sido muy inferior al
que sería previsible teniendo en cuenta su potencial. En realidad, no ha sido hasta la
entrada en el siglo XXI cuando la UNESCO firmó lo que en la actualidad son los tres
grandes instrumentos internacionales que reconocen la importancia de los bienes y
servicios culturales como valor económico y comercial, y a la Cultura como un pilar
del desarrollo humano sostenible; la Declaración Universal de Diversidad Cultural
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
de 2001, la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de
2003 y la Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad Cultural
de 2005. Esto abre una nueva vía a la comprensión de la cultura que siempre había
sido tratada de forma más asistencialista y desvinculada, en materia de desarrollo,
a aspectos económicos.
Con anterioridad, la UNESCO en su Declaración Universal sobre la Diversidad
Cultural (UNESCO, 2002a) había atendido en su artículo 8 a la particularidad de
los bienes y servicios culturales como mercancías incomparables a las demás. Ello
es debido al valor intrínseco de los bienes y servicios culturales y su contribución
específica para la sociedad. Pero, al mismo tiempo, contemplan un gran potencial
económico que parte de una materia prima ilimitada como es la creatividad, que
cuentan con dos componentes claves para romper la curva de la oferta y la demanda:
innovación y fácil internacionalización a razón de su intangibilidad.
El efecto y dependencia de la Cultura sobre el desarrollo fue ya percibido y analizado en 1982, en la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales celebrada en
México conocida como MONDIACULT. Desde entonces esta relación ha ido evolucionando hasta 2013, que cuando en la Declaración de Hangzhou (UNESCO, 2013),
se reconoció como uno de los pilares fundamentales para lograr un desarrollo social,
económico y ambiental sostenible y su necesidad de incorporarla en las políticas de
desarrollo.
A lo largo de ese tiempo la UNESCO ha insistido en análisis y estudios para el
fomento de la Cultura como motor de desarrollo político, económico y social, con
iniciativas como la Década Mundial para el Desarrollo Cultural en 1988, el informe
de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo Nuestra Diversidad Cultural en
1996, o el reconocimiento en 2010 de la contribución de la cultura a la consecución
de los ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) y el compromiso de que en la
nueva etapa ocupe un lugar propio (UNESCO 2012).
El Informe de la UNESCO de 1996 titulado Nuestra Diversidad Cultural es el
primero en incluir los aspectos más relevantes en los que la Cultura influye en el
desarrollo y en las repercusiones que tendría un fomento de las Industrias Culturales
y Creativas en aspectos relativos a la igualdad de género; el empoderamiento, la
construcción de la democracia y la participación de la sociedad civil; la diversidad y
pluralidad, principalmente con respecto a las minorías; la educación y el libre desarrollo de niños y jóvenes; la protección y aprovechamiento de los recursos culturales
(patrimonio, lengua, etc.); la sostenibilidad medioambiental de la cultura; el papel
fundamental de la creatividad y la libertad cultural; y la necesidad de desarrollar
políticas públicas tanto nacionales como internacionales que tengan a la Cultura
como eje principal.
Si recurrimos a la Cuenta Satélite de la Cultura para acceder a la información
económica relevante que nos permita estimar el impacto de la Cultura sobre el conjunto de la economía española, encontramos que en 2011 la aportación del sector
cultural al PIB español se cifró en el 2,7%, situándose en el 3,5% si se considera el
conjunto de actividades económicas vinculadas a la propiedad intelectual. Y que si
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lo analizamos pormenorizadamente por áreas culturales, destaca el sector Libros y
prensa con una aportación al PIB total en 2011 del 1,1%, sector que representa el
39,5% en el conjunto de actividades culturales. Le siguen por orden de importancia
el sector Audiovisual y multimedia (24,6%), que incluye entre otros las actividades
de cine, vídeo, música grabada o televisión. Los restantes sectores tienen una participación inferior, Artes plásticas (14,4%), Artes escénicas (8,3%) y Patrimonio,
archivos y bibliotecas (7,2%). Como podemos observar, resulta muy significativo
el peso tanto de las actividades vinculadas con la propiedad intelectual como de las
actividades culturales dentro de la economía española.
Según datos recogidos en el informe citado con anterioridad de la Utrecht School
of the Arts (The entrepreneurial dimension of the cultural and creative industries,
2010), el acceso a la financiación de las iniciativas culturales es a menudo un freno
en su desarrollo, especialmente para las pequeñas empresas culturales. Las exigencias
en términos de rentabilidad dificultan la entrada de inversores privados, aunque de
momento las principales fuentes de financiación son la autofinanciación y los préstamos bancarios. Por esto, la financiación pública y la colaboración público-privada
son piezas clave para el desarrollo de estas empresas, pues ante el acentuado descenso de las ayudas públicas y las posibilidades de difusión que ofrece Internet, en el
último año se ha percibido un aumento de los emprendedores creativos noveles que
recurren a nuevas opciones como el Crowdfunding o micromecenazgo como fuente
de financiación colectiva, con ejemplos como Goteo.org y Verkami, de plataformas
impulsoras de proyectos que buscan financiación alternativa. Una financiación que
procede directamente del interés y la demanda por el producto, por lo que puede
servir también como herramienta para medir el grado de interés o demanda por
cierto tipo de actividades culturales, o el interés que despierta un determinado
proyecto, minimizando así los riesgos y costes antes de lanzar cualquier proyecto
cultural. La tendencia en el ámbito cultural es a normalizar estas prácticas aunque,
esta forma de captación de capital debe entenderse como una herramienta adicional
a las existentes.
3. Mujer y emprendimiento cultural
El sector cultural al no estar organizado como un entorno económico y empresarial sólido apenas ha desarrollado de políticas de buenas prácticas para sus empresas, que entre otras en materia de igualdad de género. Por ello, la aplicación de la
perspectiva de género al campo de las Industrias Culturales y Creativas es un factor
muy significativo en cualquier aproximación analítica a los datos globales ya que
encontraremos importantes desequilibrios, sobre todo en el campo de la creatividad
artística, donde la balanza se decanta claramente del lado masculino como veremos
a continuación.
En los últimos años la asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV) y
su coordinadora, Rocío de la Villa, han analizado los datos y estudios para
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
proporcionar una visión general y objetiva de la situación dentro del colectivo de
artistas, donde el predominio de los hombres es claro ya que representan cerca
del 69% del total, porcentaje significativamente superior al global de la población
masculina ocupada en España (60,6%). Una proporción que se invierte en el caso
de las mujeres, siendo el 31,3% de artistas y el 39,4% de la población ocupada
en nuestro país.
No cabe duda de que la profesión de artista está sólidamente masculinizada, más
aún si tenemos en cuenta que la proporción de hombres aumenta con el nivel de
visibilidad. De entre los diez artistas españoles con mayores ventas internacionales
nacidos después de 1950, ni uno solo de ellos es mujer (Artprice-FIAC, 2007-2010).
Dada la evolución del papel de la mujer en la sociedad española y a raíz de los
datos expuestos en líneas anteriores, no extraña que a medida que aumenta la edad
del artista, crezca la proporción de presencia masculina. De hecho, se aprecia cómo
en generaciones más jóvenes la incorporación de la mujer a la profesión artística es
proporcionalmente más elevada. Un proceso que está en relación con su aumento en
los ciclos de formación especializados (65,4% de mujeres matriculadas en Grados
superiores en 2009).
En el mercado internacional la pauta es similar; no encontramos ni una sola artista española que haya estado presente en la lista de los 500 artistas más vendidos en
los últimos años, dejando al descubierto un dato irrefutable, la invisibilidad de las
mujeres en este campo.
El punto de inflexión en cuanto a la reducción de artistas mujeres en el ámbito
profesional respecto a los porcentajes de mujeres en el periodo de formación lo
encontramos en la fase de profesionalización. Es como si la creatividad artística y su
entorno fuera un ámbito exclusivamente masculino, pues si por ejemplo analizamos
los resultados de los premios de arte contemporáneo y actual, así como la composición de los jurados, hallamos una significativa correspondencia que restringe a poco
más del 30% la presencia de las mujeres en ambos casos.
En cuanto a la autoría de las obras depositadas en las colecciones de museos
y centros de arte contemporáneo de titularidad pública, los porcentajes se hallan
todavía más diferenciados desde la perspectiva de género. De los 3.915 artistas cuyas
obras almacenaba el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2010, sólo el
10,3% eran mujeres, de las cuales el 6% eran artistas españolas. Un porcentaje que
podría justificarse para museos con obra más antigua, dada la negativa posición de
la mujer en los estamentos profesionales del Arte siglos atrás, pero que no parece
tener justificación en el momento actual.
En el ámbito del Mercado del Arte en España, resulta también muy indicativo el
dato que de los 1.790 artistas representados en conjunto por el consorcio de galerías
de arte contemporáneo, las cifras de inserción y visualización de artistas mujeres
oscilan entre el 14,7% de 264 artistas españolas incluidas en él y el total de artistas
mujeres (españolas y extranjeras) que se estima en el 24,7%. Lo que contrasta con
el 75% de artistas hombres, distribuidos entre el 45,5% de 814 artistas españoles y
el 29,8% de 533 artistas extranjeros.
Mujer, emprendimiento e industrias culturales y creativas…
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Sin embargo a la hora de atender las empresas que figuran dentro del mercado
del arte, encontramos sectores con una clara y predominante presencia femenina
en los puestos de dirección, como es el caso de las galerías de arte contemporáneo,
que contrasta con la relevante presencia masculina contabilizada en el sector de las
antigüedades. En un análisis de la situación, hemos escogido entre aquellas empresas
que participan en las principales ferias de arte más relevantes de nuestro país: ARCO
y Feriarte. Así pues entre las galerías de Arte contemporáneo que participaron en
la principal feria de Arte española, ARCO, hemos percibido que más del 50% de
las galerías expositoras en su último certamen cuentan con mujeres en sus cargos de
dirección.
En el sector de las antigüedades sin embargo nos trasladamos a un contexto más
masculino, en el que por supuesto no faltan mujeres en los puestos de dirección de las
galerías, sobre todo en las dedicadas a pintura y joyería antigua, pero encontramos
una mayor presencia masculina, principalmente en sectores como el mueble y grabados antiguos o las antigüedades arqueológicas. Por otro lado, Encontrando en sectores como la numismática, la filatelia o el libro antiguo donde la presencia masculina
en los puestos directivos supera el 95% del total. Un ejemplo lo encontramos en las
114 empresas expositoras en Feriarte 2010, de las que un 20% eran regentadas por
mujeres directivas, frente a 80% gestionadaos por varones.
En las casas de subastas la presencia femenina en los puestos de dirección es
frecuente con una cifra que ronda el 45%, pero sin llegar a dominar aún el sector
en cuanto a presencia en estos puestos. Menor presencia femenina encontraremos si
buscamos entre los puestos de perito experto en los departamentos de cualquiera de
las dos grandes casas de subastas internacionales como Sotheby’s o Christie’s.
Como vemos, es largo aún el camino a recorrer en cuanto a la igualdad de género
en el sector artístico. Sin embargo cifras como las halladas en el mercado de las galerías de arte dan pie a la esperanza de lograr un mayor equilibrio entre ambos sexos.
En cuanto al empleo generado dentro del ámbito cultural, las estadísticas nos
indican un crecimiento paulatino en los últimos años, dentro del ámbito de las
Industrias Culturales y Creativas, que en 2012 ascendió a 457,6 mil personas, un
2,6% del empleo total en España. El empleo cultural se caracteriza por contemplar
plantillas con una formación académica superior a la media, presentando altas
tasas de personal con educación superior a las observadas en el conjunto nacional.
El 72,1% del empleo cultural es asalariado, cifra inferior a la observada en el ratio
general (que alcanza el 82,4%), y presenta cuotas del personal de ocupación a
tiempo parcial del 16,8%, cifra ligeramente superior a lo observado en el conjunto
del empleo nacional.
En este ámbito también encontramos diferencias significativas por sexo entre el
empleo vinculado al ámbito cultural y el empleo total, con una mayor proporción de
varones, 58,5%, frente al 54,6% observado en el conjunto del empleo, y por grupos
de edad, con mayor proporción de ocupados en edades centrales.
Todos estos datos no hacen más que mostrar una clara desigualdad de género de
carácter estructural, que necesitará propuestas específicas para su superación en un
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
futuro no lejano y que, sin duda, han de llegar con políticas sociales y empresariales
en líneas de igualdad y desarrollo cultural.
Conclusiones
Las Industrias Culturales y Creativas suponen un importante recurso para incentivar las economías actuales, con un alto valor estratégico para el desarrollo de los
países, tanto a nivel nacional como regional. Es por ello por lo que surge la necesidad
de fomentar la Economía de la Cultura en nuestro país y utilizarla como un recurso
económico más. Sin embargo la crisis y la baja participación social en la actividad
cultural, provocan una mayor aversión al riesgo y a la iniciativa de emprender en el
sector, por lo que hemos de trabajar en la línea de facilitar los procesos y la profesionalización del sector.
La finalidad es localizar nuevos motores económicos, entre los diferentes sectores
del ámbito cultural, que presenten ofertas interesantes en la materia, al tiempo que
representen un segmento relevante de nuestra economía. Así es como se conseguirá
exponer las posibilidades del entorno cultural empresarial como un modelo resistente, atractivo y rentable.
Una vez la Cultura sea aceptada como un sector económico más dentro de la economía del país, deberá exigirse una implementación en ella de los códigos de buena
conducta empresarial y que se desarrollen políticas de igualdad en todos los niveles
organizacionales de las empresas. Actualmente, nos encontramos con la exigencia
por parte de la sociedad de aportar una oferta completa, con bienes y servicios de
mayor calidad y que contemple el respeto al medio, la igualdad de género y políticas
de responsabilidad social. Por ello, es razonable pensar que dentro del sector cultural estas exigencias aumentan, pues como hemos visto a lo largo de este estudio, la
población consumidora y facilitadora de los productos culturales y creativos posee
un grado de formación superior a la media, por lo que es de esperar que sus exigencias sociales y su permisividad ante políticas injustas, por ejemplo en cuanto a
igualdad de género, sean cada vez menos tolerantes.
Para que el funcionamiento del sector cultural se desarrolle de forma similar
al de cualquier otra empresa, será necesario que la actitud dentro de las corporaciones culturales se normalice y asemeje al funcionamiento de otros sectores
económicos. Para ello, como ya hemos analizado con anterioridad, será necesario
que las empresas culturales contemplen una mayor libertad de movimientos y sean
capaces de organizarse por su actividad más que por su contenido cultural. Es decir
que las administraciones no manipulen a través de subvenciones el contenido de
las empresas.
Entendemos que la intervención pública en el ámbito de las Industrias Culturales y
Creativas debe tener más componentes de política industrial que de política cultural,
para lo cual son necesarias las iniciativas coordinadas con el sector privado y aprovechar el knowhow de empresas con trayectorias amplias en la internacionalización de
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sus productos, pues será clave en el proceso de apertura exterior de nuevas empresas
culturales y creativas.
Es cierto que la actual crisis y la aún baja y en algunos casos hasta elitista participación social en las actividades culturales provocan una mayor aversión al riesgo
a la hora de emprender en este sector. Sin embargo, tiene sentido exigir medidas de
apoyo para uno de nuestros grandes recursos: el Patrimonio Histórico y Cultural,
pues la única forma de crear ese modelo sostenible y rentabilizarlo de forma eficiente
es abandonando las tendencias inmovilistas y propiciar la relación entre los términos
Economía y Cultura.
Son muchas las disciplinas que confluyen en la actividad cultural y que por tanto generan empleo y riqueza dentro del mismo contexto de negocio; restauradores,
transportistas, arqueólogos, etc., son un ejemplo del ámbito especializado de la Cultura, a lo que habría que añadir informáticos, personal de administración y finanzas,
seguridad, etc.; por lo que resulta ineludible hacer una labor de cohesión interdisciplinar, dada la dependencia de especialistas en diferentes materias y en el desarrollo
de sus labores más básicas. No parece razonable que ante tantos sectores insertos
dentro de las Industrias Culturales y Creativas, nos encontremos ante un sector tan
poco avanzado en materia social y especialmente en el área de igualdad de género. De
hecho, no debe tolerarse una situación como la relatada en el campo de la creación
artística, donde la presencia de obra femenina en el Mercado del Arte es ínfima.
En conclusión, las posibilidades económicas que genera un recurso tan potente
en nuestro país como es la Cultura y el Patrimonio Cultural nos permite estar esperanzados en un sector económicamente próspero en un futuro no muy lejano, que
transcurra con un normal funcionamiento de las empresas y en el que las políticas
sociales y de igualdad sean una parte más de la rutina.
De hecho, una de las conclusiones extraídas es la necesidad de cambiar el
actual planteamiento filosófico cultural, a un modelo sostenible económicamente
en el tiempo. Es necesario un cambio de mentalidad en la filosofía cultural de las
Administraciones así como en el sector privado, aunque en menor medida, pues ya
hace tiempo que desterró la idea de estigmatizar la rentabilización de la Cultura. Es
momento de asentar las bases de una mentalidad abierta, donde entendamos que
hacer lucrativos y rentables el Arte y la Cultura, no lo aleja de la difusión social,
sino que consolida y asegura su perdurabilidad. Uno de nuestros mayores y más ricos
recursos es el Patrimonio Cultural por lo que debemos centrarnos en su potencial
para aumentar las capacidades empresariales, un área en el que las posibilidades
emprendedoras aún son innovadoras y prometedoras.
A lo largo de este estudio, hemos tratado de exponer nuestra visión en la materia,
ampliando nuestra perspectiva de los campos tradicionales de inversión y emprendimiento y basándonos en una imperante necesidad de búsqueda de la creatividad.
Entendemos que son muchos los nuevos retos y posibilidades de inversión que
surgen en el entorno de las Industrias Culturales y, derivados de ellos, los retos y
avances sociales que profesionales y empresas del sector deberán implementar en la
rutina diaria del sector, para sistematizar la cultura como un sector económico más.
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
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Pilar Laguna Sánchez, Ana Vico Belmonte y Jesús Palomo Martínez
Datos de los autores
Nombre: Pilar Laguna Sánchez
Cargo: Decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Profesora Titular de Universidad
Escuela/Facultad: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad: Rey Juan Carlos
Dirección: Paseo de los Artilleros, s/n - 28032 Madrid
Teléfono: (+34) 91 488 77 28
Correo Electrónico: [email protected]
Nombre: Ana Vico Belmonte
Cargo: Profesora Titular de Universidad (interina)
Escuela/Facultad: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad: Rey Juan Carlos
Dirección: Paseo de los Artilleros, s/n - 28032 Madrid
Teléfono: (+34) 91 488 79 05
Correo Electrónico: [email protected]
Nombre: Jesús Palomo Martínez
Cargo: Profesor Contratado Doctor
Escuela/Facultad: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad: Rey Juan Carlos
Dirección: Paseo de los Artilleros, s/n - 28032 Madrid
Teléfono: (+34) 91 488 80 50
Correo Electrónico: [email protected]
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