Número de registro: 20003 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 304/2006.
Número de registro: 20003
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXV, Marzo de 2007
Página: 1467
AMPARO DIRECTO 304/2006. INSTITUTO DEL FONDO NACIONAL DE LA
VIVIENDA PARA LOS TRABAJADORES.
CONSIDERANDO:
SEXTO. Antes de analizar los conceptos de violación recién transcritos, conviene destacar
algunas consideraciones.
En principio, debe decirse que los juicios civiles y mercantiles están inspirados,
esencialmente, en el principio denominado dispositivo, en virtud del cual el impulso procesal
pesa sobre las partes como una carga y si bien al Juez no le está vedado tomar la iniciativa,
tampoco está obligado a actuar de oficio, a menos que la ley se lo imponga, por tanto,
conforme a dicho principio las partes deben impulsar el procedimiento manifestando su
interés en proseguirlo, a través de promociones que activen el procedimiento y exciten al
órgano jurisdiccional hasta dictar sentencia.
La sanción que se impone a las partes por no activar o impulsar el procedimiento conforme al
principio dispositivo, se establece mediante la figura de la caducidad de la instancia,
institución procesal que se origina por la inactividad de los sujetos procesales y del propio
órgano jurisdiccional en el plazo señalado por la ley, que tiene como consecuencia la
extinción de la relación procesal sin pronunciarse sobre la cuestión de fondo.
Así, el fundamento de la institución de la caducidad de la instancia se apoya, principalmente,
en dos motivos distintos: el primero, relacionado con el principio dispositivo, es de orden
subjetivo y se traduce en la intención de las partes de abandonar el proceso que se refleja en
el desinterés de las mismas en continuar y culminar con el mismo; y, el segundo, de orden
objetivo, que descansa en la necesidad de evitar la pendencia indefinida de los procesos, lo
que traería una falta de seguridad jurídica. Este criterio objetivo tiene también su fundamento
en el interés del propio Estado de liberar a sus propios órganos de la necesidad de impulsar
procesos y emitir la resolución correspondiente sustituyendo las cargas y obligaciones
procesales de las partes, cuando éstas evidentemente abandonan su causa, además, se trata de
garantizar una administración de justicia pronta y expedita.
Establecido lo anterior, procede analizar lo que la quejosa argumenta, en el sentido de que la
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Sala responsable para decretar la caducidad de la instancia, se basó en que el escrito de
solicitud de copias no interrumpe el término de la caducidad, sin advertir que el numeral 53
del Código de Procedimientos Civiles determina que dicho término debe contarse a partir de
la notificación y que ésta se realizó por medio de publicación el veintisiete de enero de dos
mil seis, por lo que era imposible que hubieran transcurrido los tres meses, a la fecha de
veinticuatro de abril siguiente, ya que ni la ley ni la jurisprudencia señalan que deba dejarse
de contar como notificación el auto en el que se "conceden copias", lo que dice, encuentra
sustento en la tesis de rubro: "CADUCIDAD POR INACTIVIDAD PROCESAL.
PROCEDENCIA (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE GUANAJUATO)."
Resulta infundado el resumido concepto de violación, porque si bien con posterioridad al
proveído de diecisiete de enero de dos mil seis, notificado el diecinueve siguiente, en el que
se admitió el recurso de apelación, pero previo al auto de veinticuatro de abril siguiente,
mediante el cual se decretó la caducidad de la segunda instancia, la parte hoy quejosa exhibió
un escrito por el cual solicitó copias certificadas de la sentencia apelada, al que recayó
acuerdo de veinticinco de enero del citado año, notificado el veintisiete siguiente, así como el
diverso escrito de la demandada en el juicio natural, por el que también solicitó copias
certificadas de las actuaciones del toca de apelación, dichos escritos no son de los que
interrumpen el término de caducidad porque no tienen el efecto de impulsar el procedimiento,
ni revelan o expresan el deseo o voluntad de la parte que los exhibe, de mantener viva la
instancia, esto es, no activa el procedimiento ni excita al órgano jurisdiccional a continuarlo
hasta dictar sentencia.
En efecto, si se considera que proceso es el conjunto de actos que se desarrollan en forma
coordinada y progresiva, tendientes a un fin determinado: el dictado de la sentencia que
resuelva la cuestión sometida a juicio, la noción de proceso lleva consigo ineludiblemente la
idea de progreso, de evolución, por ello, la inactividad procesal que puede determinar la
caducidad de la instancia consiste en la ausencia de actos de impulso al procedimiento. Esa
ausencia se cumple: a) cuando la inactividad es total, y b) cuando existe actividad inidónea
para producir el impulso al procedimiento.
En ese tenor, la inactividad procesal debe afectar actos procesales propiamente dichos, puesto
que se trata de una paralización del proceso; y así como la omisión tiene que ser de
actividades procesales, los actos que no son procesales no tienen eficacia para destruir la
formación de la caducidad de la instancia. Por ese motivo para que pueda tener eficacia la
interrupción de la caducidad, el acto de impulso debe ser procesal. En consecuencia, tampoco
su notificación tiene ese efecto.
Se afirma lo anterior, porque el numeral 53 del Código de Procedimientos Civiles del Estado
dispone:
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"Artículo 53. Si durante seis meses consecutivos en primera instancia, o tres en la segunda, se
dejare de actuar en un juicio por falta de promoción de los interesados, el Juez o tribunal
decretará de oficio la caducidad de la instancia. Los términos mencionados se contarán desde
la última notificación que se hubiere hecho a las partes."
Como se ve, el citado precepto al disponer que los términos se contarán desde la última
notificación que se hubiere hecho, obviamente se refiere a la notificación de los autos que,
como ya se dijo, tienen el efecto de impulsar el procedimiento y no a otros, que no son aptos
para interrumpir el plazo para que opere la caducidad, como lo serían, por ejemplo, las
promociones para solicitar copias (como en el caso), autorizar a determinadas personas o
señalar nuevo domicilio, pues si bien pudiera pensarse que con dichas promociones se
evidencia el interés del promovente en mantener vivo el procedimiento y continuar con él, no
deja de ser una apreciación meramente subjetiva y sin ningún sustento legal, ya que de igual
manera podría sostenerse que tales promociones pudieran presentarse, invariablemente, una y
otra vez, con el único objeto de interrumpir la caducidad y evitarla, sin tener intención de
proseguir el juicio, de ahí que la notificación a partir de la cual comenzará a contar el término
de caducidad es la relativa a los autos que impulsen el procedimiento; por tanto, la tesis que
menciona queda superada por la jurisprudencia 1a./J. 1/96, de la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 9, Tomo III, enero de 1996, Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice:
"CADUCIDAD DE LA INSTANCIA. SÓLO ES SUSCEPTIBLE DE INTERRUPCIÓN A
TRAVÉS DE PROMOCIONES QUE TIENDAN A IMPULSAR EL PROCEDIMIENTO Y
NO CON CUALQUIER ESCRITO (LEGISLACIÓN PROCESAL DEL DISTRITO
FEDERAL). Para que se interrumpa la caducidad será necesario un acto procesal de las
partes que manifieste su deseo o su voluntad de continuar el procedimiento, acto que, cabe
subrayar, deberá ser de aquellos que la doctrina califica de impulso procesal, esto es, que
tienen el efecto de hacer progresar el juicio. Lo dicho se explica no sólo en función de lo que
sanciona la ley, o sea, la inactividad procesal de las partes, que de suyo revela el desinterés en
que se continúe con el asunto y que se llegue a dictar sentencia, a modo tal que si las partes o
alguna de ellas tiene interés en que no opere la caducidad, necesariamente habrá de asumir la
conducta procesal correspondiente, a saber: impulsar el juicio mediante la promoción
respectiva. También se advierte que la naturaleza de esta última, como puede verse de la
exposición de motivos del legislador deberá ser tal que tenga el efecto de conducir o encauzar
el juicio hasta llegar a su fin natural. En efecto, la modalidad de la reforma entonces
planteada fue también en el sentido de impedir la interrupción del término de la caducidad
con promociones frívolas o improcedentes, sino sólo con aquellas que revelaran o expresaran
el deseo o voluntad de las partes de mantener viva la instancia, esto es, que tuvieran como
consecuencia activar el procedimiento y excitar al órgano jurisdiccional a continuar hasta
dictar sentencia. Además, debe tenerse en cuenta que el impulso del proceso por los litigantes
no es un deber; es sencillamente una carga en el sentido técnico procesal del vocablo, carga
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que pesa sobre los contendientes. Sobre el particular, los procesalistas distinguen poder,
deber y carga. Por el primero se crean situaciones jurídicas; por el deber se establece la
necesidad insoslayable de seguir determinada conducta para satisfacer un interés ajeno aun
con sacrificio del propio. Se tiene una carga cuando la ley fija el acto o actos que hay que
efectuar como condición para que se desencadenen los efectos favorables al propio interesado
quien, para que el proceso no se extinga y se mantenga vivo, es condición que promueva. Así
las cosas, no obsta para lo hasta aquí sostenido que el artículo 137 bis no determine la
naturaleza de las promociones que puedan interrumpir la caducidad de la instancia, toda vez
que dicho carácter deriva de los derechos de acción y contradicción que competen a las
partes, esto es, de las facultades que como cargas procesales tienen de activar el
procedimiento para poder llevarlo hasta su terminación si quieren conseguir un resultado
favorable, de tal manera que si no la realizan no podrán obtener lo que buscan. De entre
dichas cargas es la del impulso procesal a la que se refiere la norma en comento al aludir a las
promociones de las partes, que consiste en la actividad necesaria para que el proceso siga
adelante a través de los distintos estadios que lo componen y que es consecuencia del
principio dispositivo que domina el procedimiento civil ordinario, el cual se enuncia diciendo
que el ejercicio de la acción, su desarrollo a través del proceso, los límites mismos de la
acción y la propia actividad del Juez, se regulan por la voluntad de las partes contendientes.
Por tanto, no es cierto que baste la promoción de cualquier escrito para interrumpir la
caducidad de la instancia y que no importe su contenido siendo más que suficiente que se
dirija al expediente por cualquiera de las partes."
Por ilustrativa en cuanto a que las promociones de impulso procesal deben ser idóneas para
su objeto, es decir, constituir actos procesales que activen el proceso, conviene citar también
la jurisprudencia 1a./J. 72/2005, de la citada Primera Sala, visible en la página 47, Tomo
XXII, agosto de 2005, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
que dice:
"CADUCIDAD DE LA INSTANCIA. LAS PROMOCIONES DE LAS PARTES SON
APTAS PARA INTERRUMPIR EL PLAZO PARA QUE OPERE, CUANDO SON
OPORTUNAS Y ACORDES CON LA ETAPA PROCESAL EN LA QUE SE
PRESENTAN. La Primera Sala de la Suprema Corte de la Nación en la tesis jurisprudencial
1a./J. 1/96 de rubro: ‘CADUCIDAD DE LA INSTANCIA SÓLO ES SUSCEPTIBLE DE
INTERRUPCIÓN A TRAVÉS DE PROMOCIONES QUE TIENDAN A IMPULSAR EL
PROCEDIMIENTO Y NO CON CUALQUIER ESCRITO (LEGISLACIÓN PROCESAL
DEL DISTRITO FEDERAL)’, sostuvo que las promociones que pueden impulsar el
procedimiento son aquellas que revelan o expresan el deseo o voluntad de las partes de
mantener viva la instancia, esto es, aquellas que tuvieran como consecuencia activar el
procedimiento y excitar al órgano jurisdiccional a continuar hasta el dictado de la sentencia.
Por ello, para que pueda demostrarse el interés de las partes en impulsar o continuar el
procedimiento, es necesario que, además de las características mencionadas, la promoción
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sea coherente con la correspondiente secuela procesal, es decir, que la pretensión contenida
en esa promoción sea posible atendiendo al contexto procesal en que se presenta; en
consecuencia, las promociones en las que se solicita que se inicie una etapa procesal o se
realice un acto procesal, cuando aquélla ya concluyó o éste ya se realizó, no son oportunas ni
coherentes con la secuela procesal, porque de acuerdo al principio de preclusión que rige en
los procedimientos civiles y mercantiles, no puede reiniciarse o volverse a una etapa procesal
que ya quedó cerrada. Por lo anterior, esa clase de promociones no interrumpen el plazo para
que opere la caducidad de la instancia pues no demuestran el interés de las partes por
continuar con el procedimiento hasta su resolución, sino por el contrario, lo retrasan."
Por otra parte, argumenta la impetrante de garantías que del texto del artículo 381 del Código
de Procedimientos Civiles de la entidad se colige que la palabra "citará", atendiendo a su
significado, enmarca una obligación implícita para el órgano jurisdiccional de citar a las
partes para la audiencia de alegatos prevista en dicho precepto y que, por tanto, la
responsable no debió atender al principio de petición de parte que rige en el procedimiento
civil, ya que reconoció que existían excepciones al referido principio, por lo que, en mérito a
la obligación implícita referida, dentro de esas excepciones se encontraba la citación a las
partes a que alude el precepto en mención, en consecuencia, que se trataba de una omisión de
la Sala responsable y no de las partes, citando como apoyo a su argumentación, la
jurisprudencia 1a./J. 9/2002 sustentada por la Primera Sala del Más Alto Tribunal de la
Nación, publicada a foja 36, Tomo XV, marzo de 2002, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, de rubro: "CADUCIDAD DE LA SEGUNDA
INSTANCIA. EL TRIBUNAL DE ALZADA NO PUEDE DECRETARLA CUANDO EN
EL AUTO QUE ADMITE Y CALIFICA EL GRADO DEL RECURSO DE APELACIÓN,
OMITE CITAR PARA SENTENCIA, AUN CUANDO HAYA TRANSCURRIDO EL
TÉRMINO QUE LA LEY DE LA MATERIA ESTABLECE PARA SU ACTUALIZACIÓN
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO)."
Tampoco en este sentido asiste razón a la quejosa, ya que los artículos 53 y 381 del Código
de Procedimientos Civiles del Estado de Yucatán disponen:
"Artículo 53. Si durante seis meses consecutivos en primera instancia, o tres en la segunda, se
dejare de actuar en un juicio por falta de promoción de los interesados, el Juez o tribunal
decretará de oficio la caducidad de la instancia. Los términos mencionados se contarán desde
la última notificación que se hubiere hecho a las partes."
"Artículo 381. Recibidos en los tribunales de apelación los autos o el testimonio en su caso,
se correrá traslado por tres días a la parte contraria, del escrito de expresión de agravios.
Contestado o no el traslado, se citará a las partes señalándose día y hora para que dentro de
los cinco días siguientes a la citación, tenga lugar la audiencia de alegatos. En esta audiencia
se citará a las partes para sentencia, que deberá dictarse dentro de tres días."
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Ahora, para mejor comprensión de la conclusión a que se arribará, resulta conveniente
analizar el contenido de los artículos 29 bis y 439 del Código de Procedimientos Civiles del
Estado de Jalisco, a que se refiere la jurisprudencia 1a./J. 9/2002, de la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, que la quejosa invoca como aplicable, para apoyar su
argumento de que no se da la caducidad porque era obligación de la responsable citar a las
partes para oír sentencia, cuyo contenido íntegro es el siguiente:
"Artículo 29 bis. La caducidad de la instancia operará de pleno derecho cualquiera que sea el
estado del juicio desde el emplazamiento hasta antes de citación para sentencia, si
transcurridos ciento ochenta días naturales contados a partir de la notificación de la última
determinación judicial no hubiere promoción de alguna de la partes tendiente a la
prosecución del procedimiento. Los efectos y formas de su declaración se sujetarán a las
normas siguientes: I. La caducidad de la instancia es de orden público y opera por el solo
transcurso del tiempo antes señalado; II. La caducidad extingue el proceso y deja sin efecto
los actos procesales, pero no la acción, ni el derecho sustantivo alegado, salvo que por el
transcurso del tiempo éstos ya se encuentren extinguidos; en consecuencia se podrá iniciar un
nuevo juicio, sin perjuicio de lo dispuesto en la parte final de la fracción V de este artículo;
III. La caducidad de la primera instancia convierte en ineficaces las actuaciones del juicio,
restablece las cosas al estado que guardaban antes de la presentación de la demanda y deja sin
efecto los embargos preventivos y medidas cautelares decretados. Se exceptúan de la
ineficacia susodicha las resoluciones firmes que existan dictadas sobre competencia,
litispendencia, conexidad, personalidad y capacidad de los litigantes, que regirán en el juicio
ulterior si se promoviere; IV. La caducidad de la segunda instancia deja firmes las
resoluciones apeladas. Así lo declarará el tribunal de apelación; V. La caducidad de los
incidentes se causa por el transcurso de noventa días naturales contados a partir de la
notificación de la última determinación judicial, sin promoción tendiente a la prosecución del
procedimiento incidental, la declaración respectiva sólo afectará a las actuaciones del
incidente sin abarcar las de la instancia principal cuando haya quedado en suspenso ésta por
la admisión de aquél, en caso contrario afectará también a ésta, siempre y cuando haya
transcurrido el lapso de tiempo señalado en el párrafo primero de este artículo; VI. Para los
efectos previstos por el artículo que regula la interrupción de la prescripción, se equipara a la
desestimación de la demanda la declaración de caducidad del proceso; VII. No tiene lugar la
declaración de caducidad: a) En los juicios universales de concursos y sucesiones, pero sí en
los juicios con ellos relacionados que se tramiten acumulada o independientemente, que de
aquéllos surjan o por ellos se motiven; b) En las actuaciones de jurisdicción voluntaria; c) En
los juicios de alimentos y en los de divorcio; d) En los juicios seguidos ante la justicia de paz;
VIII. El término de caducidad se interrumpirá por la sola presentación por cualquiera de las
partes, de promoción que tienda a dar continuidad al juicio; IX. Contra la resolución que
declare la caducidad procede el recurso de apelación con efectos suspensivos, y la que la
niegue no admite recurso; y X. Las costas serán a cargo del actor; pero serán compensables
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con las que corran a cargo del demandado en los casos previstos por la ley y además en
aquellos en que opusiere reconvención, compensación, nulidad y, en general, las excepciones
que tiendan a variar la situación jurídica que privaba entre las partes antes de la presentación
de la demanda."
"Artículo 439. Llegados los autos a la Sala correspondiente, ésta resolverá en definitiva sobre
la admisión y calificación de grado del recurso, pondrá a disposición de la contraria las
copias del escrito de agravios y en el mismo auto citará para sentencia, la que pronunciará
dentro de los treinta días siguientes. Si se declara inadmisible la apelación en el mismo auto
ordenará se devuelvan los autos al inferior y declarará ejecutoriada la resolución apelada."
Como puede apreciarse del contenido de dichos preceptos, basta su comparación para
advertir que entre los numerales 53 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de
Yucatán y 29 bis del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco, se señala, por
regla general, que la caducidad opera de pleno derecho, por el solo transcurso del tiempo.
De igual forma conviene destacar que los diversos artículos 381 del código procesal civil del
Estado de Yucatán y 439 del de Jalisco, contienen diferencias en su texto, pues éste sostiene
que una vez que se admite, califica el recurso de apelación y se pone, además, a disposición
de la contraria una copia del escrito de agravios, en el mismo auto debe declararse
judicialmente la citación para sentencia, caso en el que, de acordarse así, ya no sería posible
decretar la caducidad, a pesar de que no se hubiere presentado promoción alguna en el
término legal, pues al ser atribuible dicha inactividad al tribunal de apelación no puede correr
el plazo de la caducidad, ya que es la inactividad de las partes la que producen la perención y
no la del juzgador; en este supuesto, la de las partes es justificada y la omisión de éstas capaz
de producir inactividad procesal debe ser injustificada, es decir, deben tener su razón de ser
en la voluntad de los litigantes, por ende, si no existe, obviamente lo que se produce es la
suspensión del procedimiento y, por tanto, no se computa como plazo de caducidad, como se
estableció en la jurisprudencia 1a./J. 9/2002, que invoca la quejosa.
En cambio, el numeral 381 del código adjetivo civil del Estado de Yucatán, no obliga al
tribunal de apelación a citar para sentencia en el mismo auto en el que admite el recurso, sino
que dispone que antes de la citación debe celebrarse la audiencia de alegatos, una vez que ha
transcurrido el plazo para contestar los agravios y en dicha audiencia citarse para oír
sentencia.
Lo anterior quiere decir que correspondía a la parte interesada promover lo necesario a fin de
provocar la activación del procedimiento, pues como se dejó visto en materia civil como la
presente, corresponde a las partes impulsar el procedimiento.
En resumen, si conforme a la legislación procesal civil de Yucatán, no hay obligación del
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tribunal de apelación de acordar en el mismo auto de admisión del recurso, la citación para
sentencia, sino para ello primero debe transcurrir el plazo del traslado a la contraria y después
citar para una audiencia de alegatos, en la cual se citará para sentencia, es claro entonces que
si la instancia está inconclusa con sólo el proveído de admisión, pues antes de la citación para
sentencia está la de alegatos, bien puede operar la caducidad de la instancia si no hay impulso
procesal, pues este fenómeno extintivo sólo procede en los litigios que estando en trámite se
han dejado abandonados por los interesados sin instar su curso, pues la instancia concluye
con la citación para sentencia.
Luego, si en el caso se dictó el auto de admisión del recurso sin que hubiere promoción
tendiente a impulsar el procedimiento, pues como se dejó visto, no la constituye la de
solicitud de copias, y aún falta la citación para la audiencia de alegatos donde se citará para
sentencia, lo que quiere decir que todavía no concluye la instancia, entonces es obvio que
había obligación de la parte interesada de promover lo necesario a fin de activar el
procedimiento hasta dictar sentencia, lo que no hizo, ya que sólo no procedería la caducidad
si ya se hubiese citado para sentencia, pues esta providencia suspende el término para la
perención; es así, porque la inactividad debe ser de las partes y no del juzgador, mas en el
caso corrió el plazo de la caducidad porque la instancia aún estaba en trámite.
De acuerdo con lo antes relacionado, y atendiendo a la letra o sentido literal de los transcritos
artículos, procede concluir que en el Estado de Yucatán, el tribunal de apelación, ante quien
se tramita la segunda instancia, puede decretar su caducidad, por haber transcurrido el
término previsto en la ley de la materia, esto es, tres meses contados a partir de la notificación
de la última determinación judicial, sin que hubiere promoción de alguna de las partes
tendientes a la prosecución del procedimiento, siempre que no se haya dictado el auto de
citación para sentencia.
Como corolario se advierte que, en el caso, quedaba a cargo de la parte que apeló el impulso
del procedimiento de segunda instancia, luego, no se está en el caso de la jurisprudencia 1a./J.
9/2002, de la Primera Sala de nuestro Máximo Tribunal del país.
Por las relacionadas consideraciones, lo que procede es negar a la quejosa el amparo y
protección de la Justicia Federal solicitada.
Por lo expuesto y con apoyo, además, en los artículos 76, 77, 78, 184 y demás aplicables de
la Ley de Amparo y, 34 y 35 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se
resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege al Instituto del Fondo Nacional de la
Vivienda para los Trabajadores, contra el acto y la autoridad precisados en el resultando
primero de esta ejecutoria.
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Notifíquese como corresponda; anótese; con testimonio de esta resolución, devuélvase los
autos al lugar de su origen y, en su oportunidad, archívese el expediente como asunto
concluido.
Así lo resolvió el Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y Civil del Décimo
Cuarto Circuito, por unanimidad de votos de los ciudadanos Magistrados Gabriel Alfonso
Ayala Quiñones como presidente, Elvira Concepción Pasos Magaña y Luis Armando Cortés
Escalante, siendo ponente la segunda de los nombrados.
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