Segundo Ejercicio: Traducción inversa La palabra fracasa cuando no cumple su cometido y no sirve ni para comunicar ni para entenderse ni para organizar eficazmente el propio yo. Unas veces la culpa la tiene el hablante, porque es confuso, reservado, misterioso. Otras, el fallo procede del receptor, que no es capaz de comprender, que se atasca en malentendidos. Frecuentemente la culpa es de ambos, como en los casos de incomunicación entre parejas, donde entre otras cosas hay una asoladora pereza de expresarse y una hostilidad que cierra los caminos de la comprensión. Dejemos los enfrentamientos grupales y vayamos al infierno de la incomunicación personal. Los fracasos del lenguaje son especialmente dolorosos allí donde las expectativas eran más altas. Por ejemplo, en la vida familiar. Desde el punto de vista del emisor, los grandes obstáculos son el desinterés o la incapacidad para hacerse comprender, la reserva y la mentira. Hacerse entender supone la pretensión de conseguirlo y el deseo de que la otra persona entienda. Consiste en dar las pistas suficientes para que el oyente pueda reconstruir lo que quiero decir, lo que me exige averiguar dónde está la otra persona, cuáles son sus presuposiciones, sus creencias, y situar mis pistas allí donde pueda encontrarlas. Exige también insistir hasta conseguirlo. Hay personas incapaces de expresar lo que piensan o sienten. Suelen decir con frecuencia: “No sé cómo explicarme”. Son mentes inarticuladas, para quienes la comunicación es casi un imposible. Entre hombres y mujeres de nuestra cultura hay distintas expectativas respecto a la conversación, lo que suele producir desajustes graves en las parejas. La mayor prontitud con que las niñas desarrollan las habilidades verbales las hace más diestras en la articulación de sus sentimientos y más expertas en el empleo de las palabras, lo cual les permite disponer de un elenco de recursos verbales mucho más rico. Según ciertos investigadores, los chicos no suelen recibir ninguna educación que les ayude a verbalizar sus afectos. A los chicos se les educa para la autosuficiencia y a las chicas para mantener una red de relaciones. Esta diferencia de perspectiva les lleva a esperar cosas distintas de una simple conversación. (José Antonio Marina, “La selva del lenguaje”) Segundo Ejercicio: Traducción inversa Detrás del proceso migratorio, del movimiento de personas y de la recepción de las mismas, como queda de manifiesto en la historia y en la legislación actual, existen motivaciones concretas que deben ser analizadas desde unas perspectivas propias del tiempo y el espacio actuales. Así, como se ha señalado, estamos asistiendo a un cambio profundo en la manera de pensar y de vivir, que no deja de presentar, junto a elementos positivos, también aspectos ambiguos. La movilidad implica siempre un desarraigo del ambiente originario, que se traduce con frecuencia en una experiencia de gran soledad, con el peligro de perderse en el anonimato. Los movimientos humanos implican múltiples posibilidades de apertura y encuentro, pero no se puede ignorar que suscitan manifestaciones de rechazo individual y colectivo, fruto de las mentalidades cerradas propias de sociedades llenas de temores. Es una verdad que el flujo de inmigrantes va en aumento, tanto en Europa como en otras zonas significativas del mundo. Podemos encontrarnos dentro del fenómeno migratorio con una emigración local y con otra intercontinental. Unos llegan con ánimo de quedarse, huyendo de la pobreza, y otros con ansia de encontrar trabajo para vivir junto con sus familias. Las situaciones que viven son diversas pero tienen puntos de referencia comunes, como la amenaza de marginalidad y el rechazo social. Hoy, en la Unión Europea, el número de extranjeros asciende a más de treinta millones. Sin embargo, la percepción y la realidad son mayores que las estadísticas. Entre 1980 y el momento presente, Europa se ha convertido en un continente de inmigración, aunque su legitimación se ha hecho esperar. La mentalidad europea inmigratoria había quedado aparcada en los años setenta después del gran movimiento intraeuropeo de personas, a pesar de la conciencia europea de haber sido un continente conformado por las emigraciones continuas de gentes llegadas por todas sus fronteras desde tiempos inmemoriales. En la postura de Europa ante la emigración hay defectos básicos que plantean interrogantes éticos; por ejemplo, haber reducido el problema a la cuestión jurídica, legales o ilegales. A nuestro juicio, el lugar del conflicto migratorio del futuro se sitúa entre el norte y el sur de Europa: la geografía del Rin y del Mediterráneo, con sus influencias africanas. Ángel Galindo García Migraciones hacia Europa. En búsqueda de las razones primeras Segundo Ejercicio: Traducción inversa En un mundo donde las distancias se han reducido considerablemente y el conocimiento se traslada con extremada rapidez, la aparición de profundas diferencias dentro de la sociedad como consecuencia de la permanencia de desigualdades y el surgimiento de nuevas exclusiones plantean la existencia de “márgenes” internos. Uno de los fenómenos que más sorprende en esta sociedad europea contemporánea es el incremento de la pobreza infantil, fundamentalmente porque algunos de los nuevos Estados miembros de la UE se cuentan entre los más ricos del mundo y porque de nuevo la infancia es la gran olvidada, sin tener en cuenta que los niños con dificultades de inserción en la sociedad actual serán adultos excluidos en el futuro, con lo que ello implica de riesgos sociales y políticos, y por qué no también, económicos. El incremento de ese denominado “cuarto mundo”, caracterizado por la exclusión y la precariedad, encuentra en los flujos migratorios un canal de alimentación continua. Si a eso unimos, como consecuencia de la globalización de la información, la transmisión inmediata de imágenes radicalizadas por el fanatismo – sea del tipo que sea – las exclusiones se agudizan debido a la xenofobia y el racismo. Así, los niños pertenecientes a familias migrantes, a minorías nacionales, étnicas o religiosas, se convierten en uno de los principales grupos de riesgo en la vorágine “mundializadora”. La UE está experimentando profundos cambios sociales a los que es ajena la población más joven, consecuencia de la evolución demográfica y de los movimientos migratorios. Son las migraciones el elemento fundamental en el crecimiento total de la población europea, compensando los datos negativos – o muy bajos – del crecimiento natural. Abordar la situación de la infancia europea más desfavorecida, implica una presentación – aunque sea sucinta – del contexto de pobreza y exclusión social en el que vive un sector de la población muchas veces invisible. Habitualmente cuando pensamos en “pobreza” nos vienen a la mente imágenes de África, sureste asiático, regiones de Sudamérica. Se trata de situaciones extremas que los medios de comunicación nos muestran con más o menos frecuencia, en función muchas veces de intereses de audiencia. Cristina García Nicolás Márgenes sociales en Europa: la pobreza infantil Segundo Ejercicio: Traducción inversa Según la Comisión Europea, se definen como pobres o socialmente excluidos aquellas personas que no tienen una participación plena en la vida económica, social y civil o cuyos recursos son inadecuados y les impiden disfrutar de un nivel de vida y de una calidad considerada aceptable por la sociedad en la que viven. Puesto que es posible ser pobre y participar activamente en la sociedad, así como estar excluido sin ser pobre, se plantean tanto en los estudios como en los programas y políticas la dificultad de establecer una definición y un método para medir la pobreza y la exclusión social. El problema es más complejo cuando el objeto de análisis es la infancia. Se ha hablado del “ambiguo papel de los niños”, dado que son dependientes de los recursos que sus familias les dedican y al mismo tiempo son individuos independientes con derecho a la participación social en todas las facetas de la vida. Si mantenemos la definición ya dada, se ha especificado que las situaciones de pobreza pueden acarrear múltiples desventajas con respecto al desempleo, bajos ingresos, escasos equipamientos, atención sanitaria deficiente y barreras a la formación, a la cultura, al deporte o el ocio. La exclusión social supone un paso más con respecto a la pobreza, adentrándose en un proceso en el que ciertos individuos son colocados en los márgenes de la sociedad, lo que les distancia aún más del trabajo, los ingresos medios, la educación y las posibilidades de formación, así como de las redes comunitarias y las actividades sociales, circunstancia que les ocasiona un sentimiento de incapacidad de controlar su vida diaria. Si observamos la evolución de la definición de pobreza y el interés mostrado por las instituciones comunitarias en trabajar para conseguir su fin, llama la atención que ante las dimensiones del problema de la pobreza infantil y la importancia de sus consecuencias futuras, la Unión Europea no haya establecido una buena red jurídica de protección y haya “desatendido” a este colectivo en sus programas y estrategias. Hay que destacar la escasa financiación – y el mal reparto que en ocasiones se hace de ella – con que cuentan los programas destinados a reducir la pobreza infantil. Cristina García Nicolás Márgenes sociales en Europa: la pobreza infantil Segundo Ejercicio: Traducción inversa El gran sistema de comunicación humana es el lenguaje. Gracias a él podemos argumentar y planificar. Nos permite transmitir información muy variada de distintos grados de abstracción. Pero esa información tiene que ir codificada; es decir, mientras que en la expresión emocional hay una sintonía establecida genéticamente, en el lenguaje el emparejamiento entre la expresión y el significado debe ser establecido, aceptado y conocido. Es decir, la comunicación lingüística se basa en una previa actividad de creación de signos. El fenómeno de la comunicación, de la transferencia de información, ha sido oscurecido por una mala metáfora. Hablamos del “contenido de una carta o de una frase”. Esto nos hace pensar que al hablar entregamos al oyente un paquetito con lo que queremos decir, igual que el corredor entrega el testigo al corredor siguiente. Esto es falso y peligroso. Lo que voy a defender es que el habla es ante todo un sistema de inducciones y seducciones. Al hablar no entregamos un objeto material, hecho, perfilado, a un sujeto que tiene que comprenderlo, es decir, cogerlo todo de una vez, o asimilarlo. La metáfora de la asimilación de conocimientos o de informaciones es, una vez más, estática y falsa. Es como si la información fuera un alimento que hay que tragar y asimilar. Falso. También es contundente la metáfora de los “canales de comunicación”, que sugieren la idea de un trasvase de información de un recipiente a otro. Lo que hago al hablar o al escribir es presionar para que el oyente realice unas operaciones a mitad de camino entre la inferencia y la adivinación y produzca un significado parecido al que yo deseo suscitar. El lenguaje nació en el mundo de la vida, que es atareado y práctico. Comenzó siendo usado para fines sociales – la colaboración, la advertencia, la amenaza – y sólo más tarde se convirtió en un instrumento para influir en uno mismo. Pero el lenguaje experimenta un proceso continuo de alejamiento de la práctica. El bebé entiende las frases de manera distinta si está sentado o si está echado. Poco a poco utiliza el lenguaje de forma menos circunstancial. La palabra se va haciendo cada vez más autónoma. (José Antonio Marina, “La selva del lenguaje”)