EL FENÓMENO INTERMONÁDICO COMO ESFERA DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL * THE INTER-MONADIC PHENOMENON AS FIELD OF SOCIAL RESEARCH Por Nasly Nayely Cruz Chavarro * [email protected] Palabras clave: fenomenología, mónada, empatía, intersubjetividad, investigación. Key words: phenomenology, monad, intersubjective, investigation. Resumen: Por ser la investigación una cuestión de tinte social, la fenomenología es entendida como una de las corrientes de la misma. Teniendo en cuenta esto, el objetivo de este trabajo es analizar la presencia de rigor intersubjetivo en dicho campo, si se considera que a la fenomenología se le adjudica el rescate del individuo, asunto que, en este caso en particular, lleva a la búsqueda de categorías y conceptos que abran paso a la intersubjetividad, basándola en términos de lo que se denomina la mónada, en relación con el ego y el concepto de empatía. Como conclusión, la fenomenología se afirma como tendencia investigativa gracias a la esfera inter de la mónada. Todo lo anterior con base en Husserl, que abre las ventanas que Leibniz le cerró a lo inter. Abstract: Being investigation a matter of social tint, phenomenology is taken as one of the streams of the same one. So, taking into account this, the objective is to analyze the presence of intersubjective rigor in this field, considering that it is awarded to phenomenology the rescue of the individual; matter that leads, in this particular case, to the searching for categories and concepts that open way to intersubjectivity, basing it in terms of what is called the monad in relation to the ego and the concept of empatía. In conclusion, phenomenology is affirmed as investigative trend thanks to the inter sphere of monad. All of this, considering Husserl to open the windows that Leibniz closed to inter. Si bien el hombre, con su trasegar en el tiempo, divisa distintas maneras de comprenderse a sí mismo y de interpretar lo que a su misteriosa vida concierne– asunto que revela una vida nunca petrificada en lo cotidiano, más bien siempre movible en el vació de la angustia de existir muriendo y de morir viviendo–, ese hombre, en cuanto habitante del mundo, necesita, como medio de sobreprotección de la infinitud de sus situaciones, preguntarse en busca de respuestas alternativas que, en dado caso, lo sobrepongan a un mero ente. En esa situación, encontramos que, tanto filosófica como científicamente, se le dio alguna explicación a lo que refiere el hombre, desde lo simbólico y demás. Sin embargo, en ese mismo tiempo transcurrido se evidencian no pocos errores cometidos por ese afán explicativo del mundo, en donde el ser abocó su esencialidad en un segundo plano, al considerar que, gracias a su razón, era un dios por antonomasia. Lo que quizá se podría considerar es que esta autodeificación conduce a reflexionar sobre el manejo de la razón misma en cuanto es posible, y, en procura de hacer más complejo el mismo pensamiento, * Estudiante de IV semestre de licenciatura en educación básica con énfasis en ciencias sociales. * Este escrito se elabora con base en los textos mencionados y considerando lo recogido en el núcleo académico tendencias de la investigación social, impartidos por la docente Meyra Páez. • Este articulo fue recepcionado para evalución por los árbitros de nuestro comité científico el día 15 de febrero de 2010 y fue finalmente avalado para edición y publicación final el día 7 de abril de 2010 supeditar la actitud racional. Inmersos en ese olvido del interrogante esencial, la bandera de la subjetividad fue tomada por hombres que pretendieron, no devolver sino develar la fuerte carga subjetiva que tienen todas y cada una de las acciones del ser. Para ello consideraron necesaria la construcción de un saber filosófico y de trascendencia epistemológica que diera cuenta de lo que conforma e identifica todo proceso humano,es decir, la conciencia misma. A ello se le denomina fenomenología, que considera lo que en el mundo de lo cotidiano ocurre como fenómeno, nunca bajo la perspectiva de vana representación sino como expresiones de la subjetividad inmersa en la existenciariedad, que conlleva una búsqueda de la conciencia vivida, la que es parte del fundamento y el fin de todo acto. En esa medida, la consideración de algo como fenómeno implicaría según Eagleton (1988), una búsqueda intensa de su carácter eidético, es decir, la esencia constituyente de su sentido. Entonces, tratando de regresar a las cosas en sí, la fenomenología surge como búsqueda del sentido junto con la esencia de la conciencia vivida, ligado esto a la visión de conocimiento en la medida en que él facilita la revelación de la intencionalidad de dicha conciencia y la existencia de un ser más allá de toda interpretación, es decir, un ser comprensivo, un ser trascendental. En este contexto, la fenomenología se entenderá como el estudio de los fenómenos dentro del marco de un reduccionismo epistemológico. El término mismo nos remite a la crítica kantiana y a la fenomenología del espíritu de Hegel, pero es Husserl quien trasforma esta visión al introducir en ella una mirada netamente ontológica y de carácter investigativo. Sin más, Husserl introdujo en el pensar el supuesto de la subordinación de la realidad a un segundo plano, desde el cual subsiste toda mirada contemplativa. Así mismo, donde no hay cambio se revela una continuidad de sentido de lo que se pretende explicar. De esta manera las distintas disciplinas quisieron integrar para sí el análisis fenomenológico que va desde la antropología incluso hasta la teoría literaria, además de que la consideración de fenómeno no solo involucra este saber sino que conjuntamente se vincula de forma inmediata con el conocimiento hermenéutico como única fuente metodológica, y con la ontología como cimiento de la existencia. Para ello fue necesario que la fenomenología se valiera de sus propios términos, por lo cual Husserl conformó categorías como la epojé, el noema o la noesis, que se insertan dentro del espacio-tiempo trascendental fenomenológico. Esto aclarado, podríamos decir que la discusión sobre lo que envuelve este saber no se agota en lo poco objetivo o en su carácter científico; más bien, alrededor de lo planteado por Husserl se concentra un sinnúmero de preguntas que, en nuestro caso, pactan una relación claramente establecida con la investigación social. Si analizamos las implicaciones del calificativo de social que se le asignan a determinado proceso investigativo, comprenderemos de qué manera llevaría consigo el tratamiento de grupos o se basaría en problemáticas de contextos que afectan a buena parte de cierta población. Es decir, basta con problematizar en relación con una contextualización en términos de claridad y de una relevancia social. Sin embargo, si consideramos la fenomenología como una posible vía de investigación social, pese a ser considerada como estudio de la subjetividad, ese carácter de generalidad social se vería abocado una vez más a una reducción fenomenológica, pues, en primer término, ella es considerada una egología o, en últimas, un individualismo. Pese a ello lo que no se muestra es cómo la fenomenología, a través del concepto de monadología, pretende a su vez la construcción de la intersubjetividad por medio del concepto de empatía, tan discutido por los estudiosos del tema. Dicho lo anterior, en un primer momento de este estudio se pretende mostrar de qué manera se trasciende la egología con la mirada del ego trascendental y del ego concreto, donde emerge la sustancia mónada, de tal forma que se da cuenta de esa interrelación por medio de sus ventanas adscritas. Esto se verá comprobado por la nueva dimensión que toma la relación sujeto-objeto, la perspectiva del lenguaje desde la teoría de la recepción, lo cual, sin embargo, no implica que no se considere la ruptura que marca Husserl en relación con quien discutió el término de monadología –es decir, Leibniz–, en contraste con el carácter idealista, social y prerreflexivo de la conciencia de nuestro autor en comento. Como base de sus categorías epistemológicas, Husserl da a conocer dos conceptos primordiales. El de ego trascendental se refiere básicamente según Aristizabal Hoyos (2005) -miembro del Circulo Latinoamericano de Fenomenología y colaborador en el texto Fenomenología y Literatura-, a aquel conformado ya por un proceso de reducción que resulta ser abstracción de lo extraño que resalta lo propio. A ello es precisamente a lo que debe tender la fenomenología, pues, si bien ya aquí, a modo de primer aspecto, se ve que la consideración como egología no es del todo aceptable–en la medida en que el ego trascendental mantiene relación con los demás egos alternos–, con todo eso, también subsiste otra concepción de lo particular en vínculo con la generalidad, que se consagra en lo que Husserl denomina el ego concreto, que no es más que la mónada, es decir, la unidad que se presenta en cuanto sustancia simple que rodea y se inserta en el universo, que se liga a la experiencia del otro a través de la vivencia empática sobre la construcción de lo intersubjetivo. Esta mónada de la que se habla alude precisamente a la individualidad de cada ser en el mundo, que lo hace ser él mismo y no ser otro, en tanto que permite un carácter de un ser para sí mismo en relación parasí; por tanto, ninguna experiencia externa podrá tener acceso al estado interior de 1 la mónada. Como se dijo, esta unidad en la construcción de las relaciones con su entorno monádico tendrá que valerse de la experiencia empática, referida a la experiencia trascendental con otro yo, que, desde la perspectiva de Husserl, excluye toda manifestación afectiva concreta, consistente en “(…) sentir en el interior de la propia conciencia otra semejante, o mejor, es la experiencia de la vida psíquica extraña, en la que se da el vivenciar del otro (…)” 1 . Es así como, con base en la experiencia del ego monádico concreto y del ego trascendental, se va formando la intersubjetividad necesaria en el proceso investigativo social, que necesariamente implica un proceso triádico entre los egos, la empatía y la intersubjetividad. En relación con el proceso reduccionista necesario para la formación de la relación de subjetividades, creería que se realiza desde la base de lo propio, lo otro, y desde la actitud que se adopte frente al mundo mismo. En esa medida, con relación a lo que me es propio, debe ser reducido desde la mirada de la epojé fenomenológica, que considera que eso que a la vez es propio pero escapa de la experiencia inmediata debe ser puesto entre paréntesis, y precisamente así es como emerge el otro, en la medida en que se devela de la mano con mi ser propio, en tanto que ello mismo forma parte de mi constitución, es decir, que la experiencia de la empatía permite que se configure, aun guardando toda particularidad, el espacio de lo colectivo, que se guía a través de las presentificaciones apresentificadas (Aristizábal Hoyos, 2005), es decir, la presencia externa del otro que, con la intervención de la conciencia, se convierte en percepción y recuerdo. Así es posible evocarlo, aun cuando no esté presente. Todo esto quiere decir que básicamente la conjugación de lo trascendental del ego, que hace parte de lo ajeno y de la unidad monádica del ego concreto, realza el Aristizábal Hoyos, Pedro Juan. La fenomenología de Husserl: ¿Egología o monadología? En: Iribarme, Julia. Fenomenología y literatura. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, Colombia. 2005, p. 84 carácter existenciario del ser, que implica que se parte desde el mundo de la vida – quiero decir, de lo cotidiano– para reflexionar así en él. Entonces, la monadología, como esfera de la investigación social mediada por la empatía del ser, lleva dentro de sí una analítica existenciaria a partir de la cual se le devuelve al sujeto su papel activo como actor, constructor o significador de la realidad, y a su vez dilata toda acusación egológica, en tanto que ésta solo será un momento del proceso, mientras ocurre la reducción ya tratada. Otro de los aspectos importantes de la reducción fenomenológica, inmerso en la investigación social con carácter monádico empático, es la relación sujeto-objeto, en donde, como núcleo de la elaboración de todo acto cognitivo, el objeto se subjetiviza en un proceso dinámico y colectivo, pues él no sería posible si no estuviese inmerso en una sociedad determinada, que aportó un capital cultural acordado, es decir, un conjunto de precomprensiones y prejuicios. Así se rompe con esa división sujeto-objeto clásica, lo cual quiere decir que no hay una distinción que marque la formación del conocimiento, en tanto que lo subjetivo prima en una dimensión donde este saber es vivido y como tal se construye, no siendo dado de antemano, aun con preconcepciones y prejuicios: implica que detrás de esta edificación exista sin más un carácter intencional y trascendental del mismo. Desde la perspectiva de Husserl, quien centra nuestra atención, este sujeto, con todo tipo de ego que en él se encuentre manifiesto, es un yo trascendental, lo cual quiere decir que se constituye como un espectador que se supone desinteresado del mundo y de su realidad, lo que no envuelve el distanciamiento completo del mundo dado sino que, por el contrario, involucra un compromiso para con la construcción del vivir desde lo cotidiano. A ello también le surge indiscutiblemente otro 2 yo, que explicita más la condición social para ser partícipe del campo de la investigación. Este se conforma precisamente en relación con el otro en la experiencia. Quiero decir que simplementese vivencia mi relación con lo otro por una aprehensión casi que inmediata de su presentificación misma, pero que luego lo evoco con relación a mi presencia corpórea donde él está, esto es, lo diviso con relación a mi existencia en su lugar, pues mi propio Dasein implica ser allí, en el mundo de las cosas con otro y con relación al objeto, aun cuando sea una situación alternante de subjetivación del mismo. Como afirma Eagleton, éste podría definirse, en tanto que “puede considerarse a los objetos, no como cosas en sí mismas, sino como cosas propuestas (o pretendidas) por la conciencia” 2 Con todo esto, también es importante reconocer que tanto del ego concreto –es decir, la mónada– como el trascendental, conllevan como cimiento indiscutible una relación con la esfera comunicativocomprensiva de la estructura simbólica del ser. En esa medida, con relación a ello emerge la teoría de la recepción como condición de posibilidad de lo subjetivo y de su interrelación para la investigación social, pues precisamente el aspecto más importante, originador en gran medida del conocer social, es el lenguaje, que desde el espacio de la recepción es un proceder siempre dinámico que parte y finaliza en el ciclo poiesis, aisthesis y catarsis, en donde cada uno, sin ningún reparo, remite a las relaciones inter de lo social pero que se presentan también en esta subjetivación final del objeto en la construcción de conocimientos. Esto es de gran importancia en el campo de la investigación, ya que precisamente este conocer será considerado como una vivencia en donde cada quien, en su condición de particular (Max Scheler, 1926), considera al otro y a las sensaciones que de él le sean aprehensibles como ajeno, quiero decir, que siente su diferencia y la Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. Fondo de Cultura Económica. México. 1988. P. 74. reconoce como tal a partir de la empatía que ello produce. Ahora bien, remitiéndonos a los orígenes del término que se considera como esfera de la investigación social, llegamos a Leibniz, pues fue él quien reconoció directamente estas unidades indivisibles e individuales que actúan bajo la fuerza, en tanto que son actividad regulada por el mantenimiento que lo divino le asigna a cada mónada; así mismo éstas no presentan un principio determinado en relación con nuestro nacimiento biológico, sino que están dotadas de un espíritu autorreflexivo que les permite, bajo cualquier circunstancia, dar testimonio de sí, porque son un centro a través del cual se establece un universo común armónico e independiente.(Iribarme, 2005) Para efecto de la fenomenología, más allá de toda consideración egológica, retomando a Iribarme (2005) cada mónada para Husserl, en su carácter de identidad particular, no sea analizada del todo, como Leibniz lo plantearía, es decir, como unidad sin ventanas, lo que refiere al hecho de que nunca algo externo podrá comprender para sí la estructura interior de la mónada. Aquí Husserl, en su pensar, considera que existe relación interna que no se supone como inadmisible sino que está ahí, en tanto que la interrelación es condición de posibilidad de toda vivencia. Así mismo, este autor le introduce un carácter de reciprocidad mundana, pues se comparte un universo monádico general. Siendo así, se distancia de la consideración de divinidad como ligamento de lo monádico, y le redibuja las ventanas que Leibniz pretendía borrar, pues, al no tener estas ventanas, la monadología jamás podría insertarse dentro del campo de la fenomenología ni, por tanto, en el de la investigación social. Quiero decir que, básicamente, estas ventanas fueron la senda por la que transitó el ser hacia la intersubjetividad fenoménica. 3 Entonces, por medio de esta esfera monádica experimentada a través de la vivencia de la empatía, se forja la estructura intersubjetiva, pues “ (…) el otro y yo nos comunicamos en una experiencia de reciprocidad en que nos reconocemos el uno al otro como sujetos respecto a un mundo que nos es común y en el que recíprocamente aparecemos el uno al otro como siendo yo y otro” 3 Para finalizar, quiero resaltar que precisamente son estos tipos de categorías los que podrían apoyar cualquier proceso investigativo social, por cuanto la fenomenología es un saber transversal que va mas allá de fronteras disciplinarias, ello encaminado a la construcción de conocimiento social desde la vida cotidiana. Así, se da la posibilidad de que, inmersos en el espacio de lo investigativo, la esfera monádica –ya con su ventanas fijadas– adquiera el calificativo inter, que pacta con el hecho de que el hombre, en cuanto perteneciente al mundo de la vida, coexista con los demás seres en un tiempo-espacio intersubjetivo predispuesto para que se dé la trascendencia a lo cotidiano, ya que es allí donde cada ser se constituye como tal. Entonces, sin reparos, es posible que la fenomenología seaconsiderada como una tendencia investigativa que proporciona la finalidad eidética del fenómeno en cuestión o el sentido del mismo ser humano, aun con toda su complejidad; todo ello en un sentido social, colectivo y subjetivo. Bibliografía EAGLETON, Terry. (1988). Una introducción a la teoría literaria. Fondo de Cultura Económica. México. HUSSERL, Edmund. (1991). La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental. Barcelona: Editorial Crítica. IRIBARME, Julia. (2005). Fenomenología Aristizábal Hoyos, Pedro Juan. La fenomenología de Husserl: ¿Egología o monadología? En: Iribarme, Julia. Fenomenología y literatura. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, Colombia. 2005, p. 84 y literatura. Universidad Nacional. Bogotá. Pedagógica LEIBNIZ, Gottfried Wilkelm, Baron Von. (1984). Monadología, Discurso de metafísica, la profesión de fe del filósofo. Hyspamerica. Barcelona; Buenos Aires.