El diezmo en la diócesis de Plasencia

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El diezmo en la diócesis de Plasencia
(Su regulación en la Constitución sinodial de 1687 y
publicado en Madrid en 1692)
TEODORO MARTÍN MARTÍN
UNED
INTRODUCCIÓN
El objeto de este trabajo es aproximarse de una forma somera a lo que fue
el regulamiento del impuesto eclesiástico del diezmo en la diócesis de Plasencia
según lo establecía la constitución sinodial de 1687. El estudio de fuentes y
bibliografía adecuada, que citamos en notas a pie de página, y el método de
muestra que seguimos acompaña a nuestro objetivo. Sin embargo no queremos
comenzar nuestro estudio sin señalar aquellos documentos básicos analizados.
En primer lugar la publicación de las Constituciones sinodiales hecha en
Madrid en 1692, y que refleja los prolegómenos y acuerdos tomados los días 11
al 15 de mayo de 1687, fechas en las que se celebraron las sesiones finales,
siendo obispo Fray José Jiménez Samaniego, franciscano. La referida obra consta
de siete libros, cada uno de los cuales contiene varios títulos y estos diversas
constituciones. La parte del diezmo se regula en el título 7 del libro I, páginas
107 a 123 y bajo el epígrafe “De solutione dezimarum et primiciarum”. Incluye
veintidós constituciones referidas a regular este tema.
Para la muestra que hemos elegido del pueblo de Aldeanueva de la Vera
hemos utilizado las respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada de 1753. Y en concreto las respuestas 15 y 16. Nos han sido útiles igualmente obras referidas al tema o la zona como las de Antonio García, Alejandro
Matías, José Benavides Checa, Jaime Vicens, J. M. López Martín, D. Sánchez
Loro , J. L. de la Montaña Conchina, entre otros trabajos.
Entendemos que con estas bases documentales acompañadas de un método muestral y un análisis de contraste de fuentes estamos en disposición de
abordar el propósito que nos hemos trazado.
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TEODORO MARTÍN MARTÍN
LA DIÓCESIS DE PLASENCIA: OBISPOS Y CONSTITUCIONES
El estudio de este tema lo tenemos que llevar a cabo de forma provisional
y en espera. Existen dos proyectos serios de estudio de la diócesis placentina
y que verán la luz los próximos años. Nos referimos al proyecto que lleva a cabo
la B.A.C. de análisis de todas las diócesis españolas, algunos de ellos ya publicados, y en segundo lugar la obra de Francisco González Cuesta, canónigo
archivero de la catedral que está trabajando sobre la historia de los obispos
placentinos. Ha publicado el primer volumen que llega al S. XVII, antes del
pontificado de Jiménez Samaniego. Esperamos pues complementar este trabajo
al amparo de lo que estas dos obras nos aporten.
La obra del padre Alonso Fernández o las de J. Benavides son referencias
obligadas y por tanto me eximen de aludir a la historia y desarrollo de la diócesis
de Plasencia, importante entidad dentro de la configuración organizativa de la
iglesia española en el Antiguo Régimen. Ello era así en base a su origen, extensión geográfica, prestigio de sus obispos y el nivel de rentas.
Hemos contabilizado doce obispos de Plasencia que convocan sínodos
diocesanos. Su especificación es la que sigue1:
Obispo
Domingo I
Vicente Arias de Balboa
Gonzalo de Sta. María
Gutierre Álvarez de Toledo
Gutierre Vargas Carvajal
lugar
1229
————
1233
22-I-1412
Jaraicejo
1414
5-V-1432
————
1448
20-II-1499
————
1506
1556
30-I-1534
Jaraicejo
Pedro Ponce de León
22-26-V-1566
————
1573
Andrés Noroña
22-26-V-1582
Plasencia
1586
27-V-1624
”
1625
1655
”
1655
25-I-1659
”
1663
11-15-V-1687
Plasencia
1692
10-13-XI-1891
”
1906
Sancho de Ávila y Toledo
Juan Coello de Sandoval
Luis Crespí de Borja
José Jiménez Samaniego
Pedro Casas y Souto
1
año de la Constitución
Sinodal
fecha,
fallecimiento
o traslado del
Obispo
MATÍAS, Alejandro: Las siete Centurias de la Ciudad de Plasencia. E. Ayto. de Plasencia.
Plasencia 2000, pp. 191-193. También José Benavides Checa. Prelados Placentinos. Plasencia 1907, hay reedición de 1999, pp. 339 a 348.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
707
La regulación del diezmo en las constituciones sinodiales es ya antiguo
en nuestra diócesis y en otras cercanas. Por ejemplo la diócesis de Coria ya
regulaba en las de 1457- 58 (Constituciones 13 a 18 y 26 y 29) y 1537 (Constituciones 28 y 29) estos temas. Igualmente la de Badajoz ya en el Sínodo de 1255
establecía las constituciones 1, 3 y 5 para reglamentar estas materias. Precedentes de sínodos placentinos que regulen estos contenidos los hallamos en el de
1499 (Constituciones 30 a 35 y 42 a 47) así como en el de 1534 (Constituciones
99 a 109)2.
No es pues extraño que el Sínodo de nuestra diócesis de 1687 le dedique
veintidós constituciones y le sitúe en el título 7 del Libro I, que lleva por título:
lo que pertenece a la doctrina cristiana, y observancia de los preceptos divinos
y eclesiásticos.
Sobre la diócesis de la ciudad del Jerte, su Historia, instituciones, geografía, situación actual y episcopologio, veáse el artículo del anterior canónigo
archivero de la catedral, D. Manuel López Sánchez-Mora. En Diccionario de
Historia Eclesiástica de España, dirigido por D. Quintín Aldea y otros. Inst.
Enrique Flores. C.S.I.C. Madrid 1973. Vol. III, páginas 1986 y siguientes.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS PLACENTINA
El diezmo universal, obligatorio y exigible, aparece desde principios del
siglo XII como tributo estrictamente eclesiástico, introducido por y para la
Iglesia. Estaban obligados a diezmar, según la Ley de Partidas (1,20,2) todos
“los homes del mundo”, aún los clérigos. Se pagaba el diezmo sobre los productos del campo: cereales, vinos, frutos, sobre la ganadería, corderos, aves,
pesca, etc. sobre los impuestos, molinos, cabañas, homicidios, etc. o lana, cera,
queso, miel y otras cosas3. Y prosigue el diccionario al que seguimos, señalando que el Fuero Real, Las Partidas y la Novísima Recopilación avalaban la
legalidad del diezmo, suprimido el 29 de julio de 1837. El Diccionario de Hacienda de Canga Argüelles cifraba su volumen económico en 1,50% del producto
bruto de la Agricultura en España.
2
Synodicon Hispanum. Dirigido por Antonio García García. B.A.C. Madrid 1990. Vol. V.
Recoge los sínodos de las diócesis españolas anteriores al Concilio de Trento.
3
Diccionario de Historia Eclesiástica de España, dirigido por Tomás Marín. C.S.I.C. Madrid
1972. Vol. II, p. 757.
708
TEODORO MARTÍN MARTÍN
Aunque la tasa era de la décima parte del producto a aplicarse al producto bruto (sin deducción de costes) el gravamen tenía un impacto grande. Ello
daba pie a fraudes y resistencias al pago que se concretaban en la ocultación
parcial de las cosechas y en la entrega de los productos en deficiente estado.
Pero no todos los autores están de acuerdo en estas cuestiones.
A. García y García señala que en la Edad Media en Extremadura el diezmo
no representaba la décima parte y se hacía en especies. La recaudación la
hacían los terceros, los cuales podían entrar en las parroquías4.
Juan Luis de la Montaña dice lo siguiente: La contribución se hacía normalmente en especie: pan, vino, así como ganado ... El diezmo que más trascendencia alcanzaba en Extremadura era el de los ganados5. Y sigue este autor.
Tras el nombramiento de los clérigos locales se procede a la imposición del
diezmo y su reparto, para lo que se establecían tres raciones. La primera correspondía al cura párroco, una segunda estaba destinada al sacristán encargado
de recaudar las primicias, y la restante se cedía al tercero o recaudador del
diezmo. En el obispado de Plasencia los diezmos personales y prediales pasan
en su integridad al obispo y cabildo de la ciudad6.
El mismo autor señala más adelante en su interesante artículo: En Plasencia
el reparto se hacía de modo que una tercia se distribuía entre el obispado y
cabildo mientras los restantes son destinados al mantenimiento de la fábrica
parroquial y sus gastos. La imposición del diezmo en el periodo medieval fue
lenta y escasamente efectiva. Las causas que conducían a conflictos en torno
al diezmo eran: las usurpaciones de una parte o de la totalidad de las percepciones y las resistencias en las contribuciones. Las usurpaciones del diezmo por
los señoríos se fundamentaba en que el diezmo es considerado como un derecho señorial7.
4
GARCÍA Y GARCÍA, A.: Synodicon Hispanum. Extremadura: Badajoz, Coria-Cáceres y
Plasencia. Madrid 1990. Vol. V.
5
MONTAÑA CONCHINA, Juan Luis de la: La Iglesia extremeña en la reconquista y
repoblación de los siglos XII al XIV. En Iglesia y Religiosidad en España. Vol. II. Guadalajara
2002, p. 890.
6
MONTAÑA CONCHINA, Juan Luis de la: Ob. cit., p. 892.
7
MONTAÑA CONCHINA, Juan Luis de la: Ob. cit., p. 896.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
709
Domingo Sánchez Loro en su magistral estudio titulado Historias
Placentinas inéditas señala que “en Plasencia el pago del diezmo afectaba a
todos los vecinos”8. Por su parte el maestro de los historiadores españoles J.
Vicens Vives decía a nivel general de España:
“El diezmo consistía ordinariamente en una décima parte del producto de
la cosecha, libre de gastos, sin que se dedujeran los frutos destinados a las
simientes. Las primicias equivalían al tercio del valor cuantitativo de los diezmos; acostumbraban los clérigos a percibirlos en dinero o en grano, y tan solo
una pequeña parte correspondía al fruto en cuestión. También la ganadería
estaba sujeta a la imposición decimal. Atribuye a Canga Argüelles que el montante de los diezmos españoles ascendía, en 1800, a 418.000.400 reales por año,
y el de las primicias a 230.000.000 reales. Pero es preciso tener en cuenta que los
ingresos decimales habían sido cercenados por la monarquía castellana desde
la Edad Media, en forma de : tercias reales, excusado, noveno decimal de Carlos
IV, etc. Hasta quedar reducido a 200 millones de reales al año como cuantía
global de los diezmos eclesiásticos”9. Y más adelante el mismo autor refiriéndose a las rentas de la diócesis de Plasencia apunta que no llegaban a los más de
3 millones y medio de reales de ingresos de la de Toledo, pero se estimaban sus
rentas en 1800, superiores al medio millón de reales anuales.
Estos ingresos diezmales eran pues importantes no solo para las parroquias, también para el obispo y el cabildo. Estos tenían otros ingresos en forma
de rentas de fincas rústicas y urbanas que arrendaban y junto al diezmo hacían
posible el mantenimiento de la catedral y sus elementos complementarios. De
ahí la complejidad del sistema y procedimientos de gestión del impuesto que
en cada diócesis tenía sus variantes y agentes. Esta complejidad daba pie a la
existencia de tasmeadores, el fiel, los libros de fieldades, y los de pitancería,
recudimiento, así como los cuadernos del pan y de los maravedís, entre otros
libros registros. La tendencia era a que los diezmos de todo tipo de cosechas,
trabajos y ganados se cobraran en moneda, excepto los diezmos del cereal que
se obtenían en su especie.
8
SÁNCHEZ LORO, D.: Historias Placentinas inéditas. Vol. A. Plasencia 1982, p. 376.
9
VICENS VIVES, J.: Historia Social y Económica de España y América. Edi. Vicens Vives.
Barcelona 1972. Vol. IV, p. 62 y 63.
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TEODORO MARTÍN MARTÍN
Hechas estas consideraciones hemos elegido una muestra, que estimamos representativa o al menos orientativa, de lo que un pueblo pagaba por el
citado concepto. Hemos elegido un pueblo, Aldeanueva, de la Vicaría de la
Vera. Su párroco, José Duran de Hinojal, licenciado, es nombrado testigo sinodal
y examinador en el Sínodo de 1687. Ahora bien los datos más próximos al
referido sínodo que poseemos son los del Catastro de Ensenada de 1753, a
través de las respuestas 15 y 16 de su Interrogatorio General. A ellos nos
remitimos.
En la referida población de cada diez fanegas o arrobas se paga una, de
primicias media fanega que va para el obispado, el voto de Santiago obtiene 3
celemines y el diezmo nuevo de la Campana de Guadalesma, que pagan los
molinos, de cada uno una fanega y media, de los higos pasados de cada 20
fanegas una, de las soldadas de mozos y arrendamientos de casas de cada diez
reales uno. Estos diezmos llamados nuevos son privativos del obispado10.
La respuesta 16 es más expresiva y señala que la administración es de
cuenta de los interesados y rentan en un quinquenio11:
10,1 fanegas y 2/4 y medio de trigo.
Diezmos mayores:
2,2
“
y 1/4 de cebada.
61,9
“
y 1/4 y medio de centeno.
Diezmos menudos que rentan:
“
“
de la castaña:
“ nuevos o de Guadalerma:
253.100 maravedis.
114.150
“
16.825
“
Primicias, para el obispado: 7 celemines y 2 cuartillo de trigo, un celemín
y medio cuartillo de cebada y 8 fanegas y 6 celemines de centeno.
10
Archivo General de Simancas: Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. 1753.
Libro 135, folio 447, respuesta 15.
11
A.G. Simancas: Ob. cit. Respuesta 16.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
711
Reparto:
Partícipe
Menudos
Trigo
(en marav)
Castaña
Cebada
(en marav)
Guadalerma
Centeno
(en marav)
1 fanega
10 celemines
y 3/4 y medio
5 celemines
10 fanegas
7 celemines
y 3/4 y medio
50.620
22.830
16.825
Cabildo
Catedral
1 fanega
3 celemines
y 3/4
3 celemines
1/4 y
medio
7 fanegas
1 celemín y
1/4
33.746
15.220
-----
Cura
Párroco
1 fanega
7 celemines
y 1/4 y medio
4 celemines
y medio
cuartillo
8 fanegas
10 celemines
2/4 y medio
42.184
19.025
8 celemines
y 2/4
1 celemín
3/4 y
medio
3 fanegas
11 celemines
1/4 y medio
medio
18.748
8.456
-----
Iglesia
Parroquial
1 fanega
y 3/4
2 celemines
y 3/4
5 fanegas
11 celemines
28.122
12.683
-----
2
Beneficios12
9 celemines
y 2/4
2 celemines
y medio y
1/4
4 fanegas
5 celemines
y 1/4
21.092
9.512
-----
Tercias reales
1 fanega
5 celemines
3 celemines
y 3/4
7 fanegas
10 celemines
y 3/4
37.496
16.912
-----
9 celemines
3 fanegas y
3/4
-----
-----
Obispo
Catedral
Voto Santiago
-----
-----
De las cifras anteriores referidas a uno de los muchos pueblos del obispado observamos efectivamente el reparto entre cabildo, obispado y catedral,
así como fábrica parroquial y curato de la mayor parte de la suma diezmal. El
resto de beneficios de otras poblaciones, las tercias reales y el voto de Santia-
12
Gozan estos beneficios-préstamos D. Pedro Flores Cid, cura de San Pedro de Plasencia y
D. Juan Benito de Echevarría, cura de San Martín de Trujillo y vicario de ella.
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TEODORO MARTÍN MARTÍN
go son partidas menores. A señalar que el sistema de reparto había variado con
respecto al que se establecía en la Edad Media, con la incorporación de la
Corona o de los beneficiados en la obtención de rentas decimales. No he hallado el momento en que aparece el llamado diezmo nuevo de la Campana de
Guadalerma, que lo encontré por primera vez en las respuestas del Catastro y
que afectaba a molinos, higos pasos y soldados de mozos. Estas y otras muchas consideraciones se podrían hacer para valorar y precisar la importancia de
la contribución que estudiamos en los ingresos de la diócesis placentina. Ello
explica la regulación que de ella se hace y que veremos en próximas líneas.
REGULACIÓN DEL DIEZMO EN EL SÍNODO DE 1687
En esta parte nos vamos a remitir por ser enormemente lúcida su regulación a lo que dicen las 22 constituciones que comprenden el título 7 del libro I
referido al diezmo y las primicias. Las hemos obtenido de la edición impresa que
del citado sínodo diocesano se hizo en Madrid en 1692, en sus páginas 107 a
123, y que exactamente expresan lo siguiente13:
En la primera constitución se establece el fundamento del mismo. Es
precepto divino natural el pago a la iglesia de una cierta cantidad para mantenimiento del culto exterior y los ministros. Pero que esta obligación sea el diez por
ciento es precepto divino positivo, mandamiento de la Santa Iglesia y observancia de los santos patriarcas14. Asimismo, se define el concepto, apuntando
que la obligación de pagar se extiende a todos los frutos naturales e industriales, y los divide en tres clases:
a) los prediales, todo género de granos, legumbres, frutas y yerbas.
b) los personales, toda ganancia personal, soldada, etc.
13
Sínodo diocesano del obispado de Plasencia, siendo obispo Fr. José Jiménez Samaniego,
obispo de Plasencia. Celebrado los días 11, 12, 13, 14 y 15 de mayo de 1687. Publicado
en Madrid en 1692, p. 107-123.
14
No todo el mundo en la Iglesia Católica fundamentaba en el derecho divino o el natural
la imposición del diezmo y la primicia. Fray Martín de la Vera, fraile jerónimo, prior del
Escorial, en su obra Instrucción de Eclesiásticos, Madrid 1630, p. 336, señalaba que no se
estableció por derecho natural, sino por constitución del derecho canónico.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
713
c) los mixtos, incluye ganados, aves y esquilmos como leche, lana, miel,
seda, etc.
La infracción de esta obligación conduce al pecado mortal y por su
obligación de justicia no puede ser absuelta sin que se restituya lo no pagado.
Es tradición que el perdón de esta falta “es de los reservados por nuestros
antecesores en este obispado, cuya reservación de nuevo confirmamos”.
Si no en la obligación de pagar el diezmo sí en la cantidad se daban
corruptelas y fraudes. La constitución segunda va a intentar regular este aspecto. Establece seis trazas o trampas que a menudo se emplean para pagar
menos de lo estipulado, como diezmar sobre las peores partes de los productos, hacerlo después de haber pagado deudas o rentas sobre lo cultivado o
medir lo diezmable con medidas raídas o de menor cantidad y calidad, entre
otras.
En la tercera constitución se fijan las cantidades de pago en el caso de
los granos: “Se deben pagar de los trigos, cebada, centeno y demás granos de
diez fanegas, una, y de cinco media y no llegando a cinco se debe medir por
celemines y pagar de diez uno y de cinco medio”. La regulación de estas pequeñas cantidades es nueva en algunos lugares de la diócesis donde no había
hábito de diezmar en pequeñas producciones, que ahora sí se recogen como
obligatorias.
En la constitución cuarta se establece cómo y dónde se ha de medir el
diezmo de los granos. Manda, bajo pena de excomunión, que los cosecheros o
diezmatarios y los cogedores o terceros que midan bien los montones de granos y “midiéndolo no a golpe, ni colmado, sino con rasero redondo, y en la
misma manera que miden los nueve para si, midan el décimo para Dios”. Las
constituciones quinta y sexta regulan los procedimientos diezmatorios a efectos de evitar muchos fraudes e inconvenientes que son penados con excomunión. Resalta el oficio de terceros o cogedores de diezmos, su honradez y
fidelidad provada, como encargados de llevar las partes diezmatorias a las
Cillas. Les exige que lleven libro de cuenta y razón, donde asienten lo que cada
uno de los cosecheros diezmare con día, mes y año y de él saquen las copias
con asistencia del cura, que los firmará. De todo ello darán cuenta al obispado
y cabildo.
El diezmo de yerbas y glandes sin cometer fraudes se regula en la constitución séptima. Consisten “en la décima parte del precio en que se arriendan
o venden las yerbas y vellotas”. Bajo amenaza de “excomunión mayor latae
sententiae”, sigue que “no hagan fraudes o colusiones haciéndose escrituras
714
TEODORO MARTÍN MARTÍN
públicas de arriendos o ventas por menores precios, ajustándose secretamente
por precio mayor”. Ordena a los curas tengan solícito cuidado en mirar como se
hacen los arrendamientos y ventas de dehesas, tan importantes en los partidos
de la diócesis de Plasencia.
La constitución octava reconoce que se halla “sub judice” la obligación
del pago de los diezmos de terrazgos de algunas dehesas del partido y ciudad
de Plasencia. Este diezmo obligaba a pagar en concepto de granos los arrendamientos que los señores de dehesas hacían a campesinos para que trabajaran
partes de aquellas sembrándolas. Fija la normativa eclesial que los señores de
las propiedades paguen el diezmo de los granos obtenidos, así mismo manda
que los labradores que siembran dichas dehesas lo abonen también.
En la constitución novena concluye la regulación de los llamados diezmos prediales. Para ello establece el modo de pagar el diezmo de la uva, de la
aceituna y los demás géneros de frutos. Posibilita, ya que es tradición en estos
lugares, que la diezmación del aceite se haga en los lagares, haciendo la partición los lagareros, “apartando una para el diezmo en otra troxe a vista del
arrendador o cogedor”.
Establece la constitución décima que se pague también por el arrendamiento de casas, bodegas y tinajas, así como molinos, aceñas y tahonas. No
solo de la renta que perciban los dueños sino de la ganancia que tuvieran los
que las trabajan. Se entra así en lo que se denominan los diezmos personales.
Estipula también la disposición canónica todo tipo de mozos de servicio paguen de diez uno y de cinco medio de lo que ganaren. Hace una excepción y es
la de los mozos de la ciudad de Plasencia que no deben pagar este diezmo por
cuanto está compensado con una dehesa que el Ayuntamiento placentino dio
a la Iglesia por este y otro diezmo que le tocaba.
Sabiendo el papel importante que tenían los arrendadores de los diezmos, en la constitución décimoprimera se les impele a que cobraren a todos
los que deben hacerlo, y que tengan libros donde asienten las cobranzas de
cada uno con especificación de las personas de quien lo cobran. Y no pudiendo cobrar a algunos den cuenta de ello al Cabildo para que se provea el remedio, so pena de pagar los daños que de su omisión se originaren a los principales interesados.
En relación a los diezmos mixtos sobre ganados y esquilmos, la constitución décimosegunda dice: “De todos los ganados que llaman de la tierra, y
pastan todo el año en este obispado, se debe pagar por derecho, y costumbre
indubitable, de diez crías una, y regularmente de cinco media”. Al existir cos-
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
715
tumbres de pago no ajustado a este patrón la constitución citada establece que
se mantenga las constituciones anteriores, y así de un potro se pague ochenta
maravedis, de un muleto ochenta, de un becerro cincuenta, de un jumento
treinta, de un puerco cinco, de un cordero otros cinco y de un cabrito cuatro
maravedis.
Cuándo se debe pagar el diezmo de los ganados está regulado por las
tres constituciones siguientes a la explicada.
a) La décimotercera establece que los ganados de la tierra paguen en el
día de San Pedro, salvo los becerros que lo harán por San Martín en Noviembre.
Permite que los ganados menudos puedan diezmarse por San Miguel en los
pueblos que lo suelen hacer.
b) La décimocuarta regula dos maneras de realizar el reparto. Por la
primera señala que desde un corral se vayan haciendo salir por una puerta sin
fraude los ganados y que nueve sean para el dueño y el siguiente para el
diezmo. La segunda es que “habiendo salido diez a algún apartado, de ellos
escoja dos el dueño y otro el arrendador de los ocho restantes y así de los
demás”.
c) La décimoquinta alude a los ganados serranos, que son todos “aquellos que vienen de fuera del obispado a pastar en él en el invierno y se vuelven
a sus tierras en el verano, ora trashumen puertos o no”. El recogimiento de este
diezmo se hace a costa de los interesados y sus ministros que son enviados a
las dehesas por marzo. Se deben pagar por cada ciento sesenta cabezas de
ovejas o carneros borros, que son de un año, un borro o una oveja con su
cordero. En cuanto a la cría de las ovejas se paga de cada cincuenta corderos
un carnero borro o una oveja con su cría. De los carneros añejos, de dos años
para arriba, se paga de cada ciento sesenta uno. Si al ganado se esquilase en
este obispado se ha de pagar de veinte vellones uno. De los cabritos páguese
de cada cincuenta un macho o una cabra con su cría.
La constitución décimosexta regula el diezmo de la lana, señalando que
es costumbre que la carga se pague donde se corta, así de diez vellones uno, y
de cinco medio, salvo en el caso de las ovejas serranas reguladas en la constitución anterior, de veinte vellones uno. Respecto al queso y la leche establece
rijan las costumbres existentes en las respectivas poblaciones.
Cómo se debe pagar el diezmo de los enjambres, miel y cera es el título de
la constitución décimoseptima. Los enjambres de abejas páguese de diez uno
y de cinco medio, no llegando a esta cantidad páguese siete maravedis. De la
716
TEODORO MARTÍN MARTÍN
miel y cera se debe pagar de diez uno y de cinco medio, no llegando la cera a
cinco libras de cada libra se ha de pagar diez maravedis.
La constitución décimooctava alude a la obligación de pagar Primicias.
El fundamento del pago es el mismo que el diezmo por ley natural y disposición
positiva de la Iglesia. Advierte que para el pago de esos dos tributos no se ha
de descontar lo pagado para cada uno de ellos. Señala que hay costumbres
distintas de cuanto se paga por primicias en los respectivos partidos de la
diócesis; en el de Plasencia se paga por cada siete fanegas media, en los de
Trujillo, Medellín y Béjar solo los que llegan a coger diez fanegas de algún
género de grano, tienen obligación de pagar media fanega. La primicia se paga
del trigo, cebada, centeno, avena, mijo, habas, garbanzos y demás semillas.
La pertenencia y a quienes se deben pagar los diezmos y primicias lo
ordena la constitución décimonovena. La iglesia diocesana, los párrocos y
fábricas de las iglesias y las tercias reales son beneficiarios de estas cargas.
Ahora bien las hay que no son comunes a todos ellos. Por ejemplo los diezmos
nuevos, sobre higos, castañas, reboldanas, pollos, arriendos de casas, molinos, bodegas y tinajas, tocan a la Dignidad obispal solamente. El diezmo de
yerbas, glandes y terrazgos toca al Obispado y al Cabildo, el diezmo de los
carneros serranos, becerros y cabritos, solo toca a la dignidad episcopal y al
Cabildo. Por último se dice que las primicias pertenecen al Obispo, salvo las de
Valverde de la Vera y sus anexos que están adjudicados a los sacristanes.
La constitución vigésima habla de en qué parroquia se deben pagar los
diezmos. Los prediales han de pagarse en las parroquias que están las propiedades. El de los ganados se ha de pagar en la parroquia en cuyo término
pastasen. Y los personales de las soldadas en aquella donde se administren a
los criados los Santos Sacramentos. No obstante, establece la disposición que
se mantengan las costumbres de los pueblos.
Todos los que perciben frutos o emolumentos sujetos al diezmo deben
abonarlo, sean particulares o comunidades, eclesiásticos o seglares. Así lo
establece la constitución vigésimo primera. Esta obligación afecta también a
los clérigos que tuviesen heredades o predios de sus beneficios o capellanías,
y están sujetos al gravamen. Deben pagar el diezmo también las comunidades
eclesiásticas y seculares, fábricas de iglesias, hospitales, ermitas, cofradías,
patronatos, memorias y obras pías de los predios que tuviesen y ganados que
criasen. Y que estas disposiciones afectaban a los conventos de religiosos y
monasterios de monjas, según las concordias y acuerdos con ellos establecidos.
EL DIEZMO EN LA DIÓCESIS DE PLASENCIA, SU REGULACIÓN
EN LA CONSTITUCIÓN SINODAL DE 1687
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La última constitución, la vigesimosegunda, interrumpe las prescripciones contra el derecho de diezmos comenzados y no acabados. Rechaza que el
no pagar sea una norma que justifique el fraude para el abono de la carga. El
propio Sínodo hace una protestación pública en que mantiene vivas y en vigor
las cargas pendientes.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Entendemos que las líneas precedentes son lo suficientemente lúcidas
para situar el origen, estructura, importancia y trascendencia que el diezmo y
las primicias tenían. No solo en la diócesis placentina, creemos que el fenómeno es extensible a otros territorios españoles e incluso de la Europa Occidental.
Era mayor la rentabilidad de sus ingresos por otros conceptos: propiedades
rústicas o urbanas, derechos de altar, juros, censos, etc. Pero la importancia de
las contribuciones decimales hacían presente en la vida de las gentes que
pertenecían a una colectividad y que esta les exigía unas prestaciones por los
servicios que les otorgaba. Sin duda ello creaba mecanismos de pertenencia y
supeditación.
La inclusión de la regulación y fundamentación de los diezmos en las
contribuciones sinodales es otra prueba manifiesta de la importancia que tenía
para la Iglesia. Su incorporación en el Libro I resalta aún más esta dimensión
primera. El final del diezmo supone el inicio de la decadencia de los cabildos y
catedrales, carentes de sus ingresos, ya cercenados por los decretos
desamortizadores de 1841, hasta llegar a la Ley Madoz de 1855 de Desamortización General, que supone el fin de una época. A ella nos hemos aproximado en
las páginas precedentes.
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TEODORO MARTÍN MARTÍN
BLANCA
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