J. I. Pulido Piñeros ESTUDIO DE LAS ONDAS DE ALFVÉN EN AGUJEROS CORONALES Jaider Iván Pulido Piñeros∗ Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Fı́sica Director: Benjamı́n Calvo Mozo† Universidad Nacional de Colombia, Observatorio Astronómico Nacional Asesor: Juan Carlos Martı́nez Oliveros‡ Monash University, Centre for Stellar and Planetary Astrophysics. Clayton, Australia (Dated: 12 de febrero de 2006) Se implementó un programa de procesamiento de imágenes en lenguage IDL, con el cual se hizo un análisis de datos observacionales del EIT (Extreme-ultraviolet Imaging Telescope, a bordo del satélite SoHO) y el NoRH (Nobeyama Radio-Heliograph), dando como resultado la identificación de emisiones en microondas a 17GHz dentro de un agujero coronal localizado a latitudes solares medias. El agujero coronal estudiado aparece como zona de menor brillo en comparación con el Sol silencioso tanto en la imagen de Ultravioleta Extremo (a 171Å) como en la imagen de microondas. Se determinaron temperaturas de brillo medias entre 10000 y 13000K para las radiofuentes halladas dentro del agujero coronal, es decir, hasta 3500K por encima del fondo cromosférico. Según el tamaño de tales radiofuentes, su ubicación dentro del agujero y la correlación entre la emisión en radio y ultravioleta extremo, se confirma que tales radiofuentes están relacionadas con ondas de Alfvén generadas en la zona de transición cromósfera-corona, las cuales se propagan a lo largo de las lı́neas de campo magnético dentro del agujero coronal. Palabras Clave: Ondas de Alfvén, Agujeros Coronales, Emisión en Radio, Temperatura de Brillo. I. INTRODUCCIÓN Max Waldmeier llamó Agujeros Coronales (en alemán, Koronale Löcher[1] ) a las zonas polares del Sol que usualmente aparecen menos brillantes que las zonas ecuatoriales durante los eclipses; sin embargo, es posible ver este tipo de zonas en latitudes bajas. Los agujeros coronales fueron identificados como regiones de menor intensidad en las imagenes de SXR (Soft X-Ray, Vaiana et al. 1973), y además han sido estudiados en radio (Dulk, Sheridan 1974; Chiuderi Drago 1974), donde generalmente aparecen como regiones más oscuras que el Sol silencioso (Dulk, Sheridan 1974), si bien algunas veces son regiones más brillantes (Sheridan, Dulk 1974) o tienen los dos grados de brillo, e incluso en algunos casos raros los agujeros son indistinguibles del Sol silencioso (Gopalswamy et al. 1997). Aún no es muy claro el por qué de estas variadas manifestaciones de los agujeros coronales. En la actualidad sabemos que las zonas de agujero coronal son dominadas por campos magnéticos abiertos, los cuales aceleran plasma caliente desde la corona al medio interplanetario, contribuyendo con la mayor parte del viento solar. Dado que estos agujeros coronales son regiones con baja densidad de plasma, éstos aparecen menos brillantes que las regiones de Sol silencioso. El calentamiento del plasma y la aceleración del viento solar ∗ E-mail: [email protected] [email protected] ‡ E-mail: [email protected] † E-mail: desde la corona son hoy en dı́a problemas abiertos[1] . Sin embargo, hay muchas publicaciones en las cuales se discute la presencia de ondas MHD en agujeros coronales (Parker 1965) con el fin de explicar el comportamiento del plasma en tales zonas, ésto con base en resultados tanto observacionales (Balogh et al. 1995) como computacionales[10, 19] (Nakariakov et al. 2000; Suzuki & Inutsuka 2005). Hay algunos modelos que describen la generación de ondas de Alfvén y su propagación en los agujeros coronales. Como ejemplo tenemos la dinámica de los MBPs (puntos magnéticos de brillo[8] ), desde los cuales emergen los tubos de flujo en forma de pluma. Estos puntos de brillo pueden observarse en la banda G y están localizados en los lı́mites intergranulares; allı́, al ser “sacudidos” transversalmente, generan ondas de “rosca”, las cuales se propagan a lo largo de los tubos de flujo antes de llegar a la altura de combinación de tubos de flujo (≈ 600km), donde dichas ondas de rosca se convierten en ondas de Alfvén[8] . En el presente trabajo, se muestra en la sección II una descripción de la Magnetohidrodinámica como herramienta para modelar plasmas astrofı́sicos enfocándonos en los fenómenos ondulatorios de un plasma, mientras que en la sección III se hace una descripción de la corona solar, haciendo énfasis en la fenomenologı́a de los agujeros coronales, que constituyen nuestro tema central. En la sección IV se habla de la emisión en ondas de radio que tiene lugar en la corona solar. Finalmente, en la sección V se muestran y discuten los resultados observacionales obtenidos a partir de imágenes del Sol en Ultravioleta Extremo (EUV) y Microondas. 2 II. PLASMAS ASTROFÍSICOS Un plasma es básicamente un fluido conductor, bien sea un lı́quido o un gas. Su conductividad se da cuando existen electrones libres o cuasi-libres que se mueven al aplicar campos externos. A diferencia de un conductor sólido, en el fluido no sólo los electrones se mueven, sino que también hay moviento de los átomos que han sido ionizados, dando lugar a efectos dinámicos. El movimiento de iones y electrones se rige de acuerdo a los campos externos, pero a su vez, el movimiento del fluido hace que se modifique el campo total. Se tiene pues, un sistema bastante complejo donde los campos y la materia están acoplados. El plasma es considerado como el cuarto estado de la materia. Un gas se convierte en plasma cuando tiene una cantidad de electrones libres y de iones positivos suficiente como para presentar una gran sensibilidad a los campos eléctricos y magnéticos. Para esto no se requiere que el gas este totalmente ionizado, pero si que al menos el 1% del gas este ionizado (lo cual ocurre a unos 50000K) para que se comporte como plasma. Para temperaturas mayores que 250000K toda la materia está en estado de plasma. A. Nota histórica El 4 de octubre de 1957, la entonces Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite Sputnik, dando comienzo a la “era espacial”. Unos meses después, Eugene Parker argumentaba que siendo la temperatura de la corona solar tan alta, el plasma coronal no puede ser retenido por la fuerza de gravedad del Sol y debe expanderse hacia el espacio. A esta atmósfera del Sol en expansión la llamó viento solar (Parker, 1958). La existencia del viento solar fue cuestionada hasta 1962, cuando se confirmó contundentemente su existencia con las primeras mediciones de viento solar en el medio interplanetario, obtenidas por el Mariner 2, la primera sonda espacial dirigida hacia otro planeta (Venus). El viento solar es un fluido muy tenue en el medio interplanetario; en la órbita de la Tierra (1UA) su densidad apenas alcanza, en promedio, del orden de diez protones por centı́metro cúbico. El viento solar se expande esféricamente y su flujo llega mucho más allá de la órbita de Plutón; sin embargo, debe existir un punto donde su expansión termina y es contenida por la presión externa del viento interestelar. Se tienen pues, parcelas de plasma rodeando cada estrella y delimitando de alguna manera su dominio dentro del espacio. Todavı́a no se sabe bien en dónde se encuentra esa frontera, pero lo modelos predicen que debe estar aproximadamente a 100UA del Sol. La zona ocupada por el viento solar se conoce como heliósfera y la frontera con el viento interestelar es llamada heliopausa (ver fig. 1). Con el surgimiento de la era espacial nos hemos dado cuenta que con sólo medir en el espacio es posible descubrir cosas que no se podı́an predecir desde la Tierra. El descubrimiento de que el medio interplanetario no está vacı́o, sino que es continuamente atravesado por un veloz viento solar, el cual es un fluido en estado de plasma, supersónico y magnético, que transmite ondas, discontinuidades y perturbaciones de enormes dimensiones, dio nacimiento a una nueva disiplina: la Fı́sica del Medio Interplanetario. Figura 1: La heliósfera es la zona del espacio cubierta por el flujo del viento solar y del campo magnético interplanetario. B. Magnetohidrodinámica y Fı́sica de Plasmas Dada la forma en que está conformado un plasma, tenemos un fluido de dos componentes: Una de las especies son los iones y la otra son los electrones liberados. En el contexto astrofı́sico, por ejemplo los interiores estelares, se tendrı́an muchas componentes, ya que en este caso hay electrones libres y varios elementos quı́micos, estando presente cada uno de ellos en varios estados de ionización. Existe dos formas de modelar un plasma, según la forma en que estén establecidos los campos y demás variables del fluido: • La Fı́sica de Plasmas, en donde se tienen en cuenta los efectos inerciales en los electrones y la conductividad anisotrópica del fluido. Estas condiciones se dan cuando los campos oscilan a una frecuencia comparable a la frecuencia de colisiones entre las partı́culas, haciendo que iones y electrones tiendan a separarse y luego se acerquen de nuevo debido a intensas fuerzas restauradoras, dando como resultado una oscilación en la densidad de carga. Estas oscilaciones son conocidas como oscilaciones de plasma. En el presente trabajo no se entrará en detalles sobre la fı́sica de plasmas, pues el tema central no abarca las oscilaciones de alta frecuencia. • La Magnetohidrodinámica (MHD), donde no hay efectos inerciales y la conductividad es una cantidad escalar, dado que la frecuencia de las oscilaciones en este caso son muy bajas en relación con 3 la frecuencia de colisiones. En este caso, no hay separación de cargas y las oscilaciones se deben al movimiento del fluido. Estas oscilaciones son denominadas Ondas Magnetohidrodinámicas, y de ellas se hablará más adelante. Además de lo anterior, la magnetohidrodinámica permite modelar el plasma como un fluido de una sola componente, sin importar su composición quı́mica. 1. Ecuaciones de la Magnetohidrodinámica En magnetohidrodinámica se combinan las ecuaciones de la mecánica de fluidos con las del electromagnetismo, teniendo en cuenta la interacción fluido-campo. Como se mencionó anteriormente, no hay oscilaciones de alta frecuencia, lo que nos permite despreciar las corrientes de desplazameinto de Maxwell[2, 6] . En la ecuación de Navier-Stokes que describe el movimiento del fluido se añade un término de fuerza magnética por unidad de volumen dada la presencia de corrientes eléctricas: ρ dv ∂v =ρ +ρ(v ·∇)v = −∇P +ρg +Fvisc +j×B, (1) dt ∂t siendo Fvisc es la fuerza de viscosidad por unidad de volumen para el fluido, que en el caso de un lı́quido es igual a ρν∇2 v, donde ν es la viscosidad cinemática y ρ es la densidad del fluido, la cual, como sabemos, satisface la ecuación de continuidad: ∂ρ + ∇ · (ρv) = 0. ∂t (2) Por otro lado, se supone que el material no es magnético[6] (µ = µ0 ), entonces las leyes de Ampere y Faraday quedan como: ∂B ∇×E=− , ∂t ∇ × B = µ0 j. j = σ(E + v × B), (4) donde σ es la conductividad del fluido. Las ecuaciones (1) a (4), mas la ecuación de estado para el fluido, constituyen las ecuaciones de la Magnetohidrodinámica. A partir de (3) y (4), obtenemos una ecuación que da cuenta de la evolución del campo magnético: ηM = 1 , µ0 σ (5) donde ηM es conocida como constante de difusión magnética, con la cual podemos definir un tiempo de difusión τ = µ0 σL2 , RM = LV τV = , ηM L (7) donde L es una longitud y V es una velocidad, ambas caracterı́sticas del sistema. Para fluidos manejados en el laboratorio como el mercurio, RM suele ser menor que 1; para plasmas astrofı́sicos, se tiene RM 1. C. Ondas MHD En mecánica de fluidos, hay una única clase posible de ondas (sonido), las cuales se propagan con una rapidez s dada por: s2 = ∂p ∂ρ , (8) 0 (3) Como el fluido se mueve con una velocidad v, hay un campo eléctrico total E + v × B, entonces la ley de Ohm queda expresada por: ∂B = ∇ × (v × B) + ηM ∇2 B, ∂t orden de los segundos, mientras que para el núcleo de la Tierra es de unos quince mil años[6] . Para el campo magnético solar τ es de unos 1010 años, y para el campo galáctico, es todavı́a mayor. El primer término al lado derecho de la ecuación (5) constituye el teorema de Alfvén [21] , según el cual las lı́neas de campo magnético están localmente congeladas respecto al fluido; aunque este arrastre de lı́neas de campo se ve afectado por el término de difusión, que usualmente se desprecia en plasmas astrofı́sicos. Ası́ como en la ecuación de Navier-Stokes la viscosidad cinemática ν actúa como una constante de difusión para la velocidad del fluido, en la ecuación (5) ηM se puede ver como una viscosidad magnética, con lo que se puede definir un parámetro RM denominado número de Reynolds Magnético, en analogı́a con la mecánica de fluidos convencional. Éste parámeto esta dado por: (6) en el que la configuración inicial del campo magnético decrecerá. Aquı́, L es una longitud caracterı́stica del sistema. Para fluidos de laboratorio, este tiempo es del donde la derivación se hace a entropı́a constante. En magnetohidrodinámica (MHD), además de las ondas acústicas, existen otros movimientos ondulatorios que se asocian al movimiento de las lı́neas de campo magnético. Los efectos mecánicos del campo magnético[6] , dados por el tensor de stress magnético, nos llevan a obtener una tensión B 2 /µ0 a lo largo de las lı́neas de campo. En analogı́a con la teorı́a de cuerdas vibrantes podemos sugerir que esta tensión da lugar a oscilaciones transversales, de manera tal que el campo magnético y la velocidad del fluido son perturbados perpendicularmente respecto a las lı́neas de campo magnético. Estas ondas se conocen como Ondas de Alfvén (ver fig. 2a), y se propagan a lo largo de las lı́neas de campo magnético con una velocidad (en términos de la tensión magnética y la densidad del fluido) dada por: B vA = √ , µ0 ρ (9) denominada velocidad de Alfvén. Las ondas acústicas y las ondas de Alfvén son dos casos particulares de un tipo más general de ondas, como veremos a continuación. 4 Entonces, aplicando las ecs. (10) a (11) con linealización en las magnitudes pequeñas[2] , encontramos que las perturbaciones pequeñas se comportan según: ∂v1 B0 + s2 ∇ρ1 + × (∇ × B1 ) = 0, ∂t µ0 ∂ρ1 + ρ0 ∇ · v1 = 0, ∂t ∂B1 = ∇ × (v1 × B0 ). ∂t ρ0 a) (12a) (12b) (12c) Combinando estas ecuaciones llegamos a: ∂ 2 v1 −s2 ∇(∇·v1 )+vA ×∇×[∇×(v1 ×vA )] = 0, (13) ∂t2 que es la ecuación de ondas MHD para el sistema bajo consideración. Esta ecuación, a pesar de ser un poco complicada, admite soluciones en las cuales hay una onda propagándose en una dirección dada, formando cierto ángulo con el campo magnético[2] . Supongamos una solución de la forma: v1 (x, t) = v1 ei(k·x−ωt) , (14) que es una onda plana viajando en la dirección k. Reemplazándola en la ecuación (13) se obtiene: b) Figura 2: Ondas magnetohidrodinámicas: Alfvén. b) Onda magnetosónica. a) Onda de 2 (15) −ω 2 v1 + (s2 + vA )(k · v1 )k +(vA · k)[(vA · k)v1 − (vA · v1 )k − (v1 · k)vA ] = 0. Tomando el ángulo θ entre el vector de onda y el campo magnético lo anterior se convierte en: 1. Ondas MHD en un fluido ideal Como ejemplo, examinemos el movimiento ondulatorio de un fluido conductor perfecto, compresible y no viscoso. El fluido está sometido a la presencia de un campo magnético externo uniforme y no hay fuerzas gravitatorias. A partir de las ecuaciones MHD[2] , el comportamiento de este fluido se rige por: ρ dv ∂v =ρ + ρ(v · ∇)v = −∇P − dt ∂t B µ0 × (∇ × B), (10a) ∂ρ + ∇ · (ρv) = 0, (10b) ∂t ∂B = ∇ × (v × B). (10c) ∂t A estas ecuaciones se suma la ecuación de estado del fluido, la cual relaciona la presión y la densidad. Supongamos ahora que el fluido está inicialmente en reposo (v = 0). El campo magnético externo es B0 y la densidad constante del fluido tiene un valor ρ0 . Estos valores de equilibrio[2] son alterados mediante pequeñas perturbaciones, que nos dan: B = B0 + B1 (x, t), ρ = ρ0 + ρ1 (x, t), v = v1 (x, t). (11) 2 2 (vA k cos2 θ − k 2 u2 )v1 − vA k cos θ(v1 · k)vA (16) 2 2 + (s + vA )(v1 · k) − vA k cos θ(vA · v1 ) k = 0, donde u es la velocidad de propagación de la onda MHD. Si la velocidad del fluido, el campo magnético y el vector de onda son linealmente independientes la velocidad del fluido debe ser estrictamente perpendicular al campo y la oscilación de la onda es transversal. Además tenemos en este caso: 2 u2 = vA cos2 θ, (17) y vemos también que estas ondas son de origen puramente magnetohidrodinámico. Nótese que cuando el ángulo es cero o π, tenemos ondas de Alfvén como las descritas anteriormente. Consideremos ahora el otro caso, en el cual v1 es combinación lineal de k y vA . Haciendo producto escalar con k y vA en la ec. (16) obtenemos: 2 2 [(s + vA )k 2 − k 2 u2 ]k − (vA k 3 cos θ)vA · v1 = 0, (18) 2 3 [vA k cos θ(s2 + vA ) − vA k cos θ]k − k 2 u2 vA · v1 = 0. (19) Combinando estas dos ecuaciones obtenemos: p 2 2 )2 − 4v 2 s2 cos2 θ (s2 + vA ) ± (s2 + vA 2 A u = . 2 (20) 5 Tenemos aquı́ un tipo de ondas en donde no hay una oscilación puramente transversal o longitudinal del fluido de acuerdo a (18) y (19), de manera tal que estas ondas, denominadas magnetosónicas, presentan caracterı́sticas tanto acústicas como magnetohidrodinámicas. Existen dos tipos de ondas magnetosónicas: Las ondas rápidas (fast mode) cuya rapidez de propagación está dada con el signo “+” en la ecuación (20), y las ondas lentas (slow mode), que corresponden al signo “-”. En la ecuación (20) podemos ver que cuando la onda se propaga perpendicularmente al campo, sólo √ es posible la propagación de ondas rápidas con u = s2 + vA 2 , pues la rapidez de propagación de una onda lenta en este caso es cero; vemos también a partir de la ecuación (19) que las ondas rápidas son acústicas, lo que da como resultado compresiones y expansiones de las lı́neas de campo magnético (ver fig. 2b). Por otro lado, si la onda se propaga en dirección paralela al campo, se tienen tanto ondas de Alfvén como ondas acústicas, siendo una de ellas la onda rápida y la otra lenta, según los valores de s y vA . iηk 2 1+ ρ0 ω 2. Procesos Disipativos Ahora consideremos el caso en que el fluido es viscoso y su conductividad es finita. Las oscilaciones del fluido se verán amortiguadas. Las ecuaciones (12a) y (12c) se modifican añadiendo al lado derecho los términos 2 η∇2 v1 y ∇µoBσ1 respectivamente, siendo η la viscosidad del fluido. Suponiendo una onda de la forma (14), el campo B1 también debe tener la forma de una onda plana[2] ; ası́, el movimiento del fluido y la evolución del campo magnético se expresan como: 1 B0 ∂v1 2 −s ∇ρ1 − ρ0 = × (∇ × B1 ) , 2 ∂t µ0 1 + iηk ρ0 ω ∂B1 1 ∇ × (v1 × B0 ), = 2 ∂t 1 + µik 0 σω y la ecuación de onda MHD ahora queda expresada como: 2 ik 2 ∂ v1 ik 2 1+ − 1+ s2 ∇(∇ · v1 ) + vA × ∇ × [∇ × (v1 × vA )] = 0. µ0 σω ∂t2 µ0 σω (21) Reemplazando (14) en la ecuación anterior obtenemos la ecuación (15) modificada por los factores de viscosidad y conductividad: iηk 2 ik 2 ik 2 2 2 2 − 1+ 1+ ω v1 + 1 + s + vA (k · v1 )k + (vA · k)[(vA · k)v1 − (vA · v1 )k − (v1 · k)vA ] = 0, ρ0 ω µ0 σω µ0 σω (22) que en el caso de una onda de Alfvén paralela al campo magnético, nos da la relación entre el número de ondas y la frecuencia angular: ω2 k = vA 2 2 iηk 2 1+ ρ0 ω ik 2 1+ . µ0 σω (23) En un plasma astrofı́sico, por ejemplo la corona solar, son muy pequeños los efectos resistivo y viscoso, por lo cual podemos aproximar el número de ondas como: k' ω ω2 +i vA 2vA 3 ηM + η ρ0 . (24) Podemos ver que la atenuación de la onda es mayor si la frecuencia es más grande, y menor cuando se tiene un campo magnético muy intenso. Para un fluido ideal y resistivo, la onda se mantiene durante el tiempo de difusión τ antes de que su amplitud disminuya en un factor 1/e. En este caso, la longitud caracterı́stica L serı́a la longitud de onda. III. LA CORONA SOLAR La atmósfera solar exterior que se extiende varios radios solares desde la cromósfera es la corona solar, un gas compuesto principalmente de hidrógeno que se encuentra a una temperatura del orden de 106 K. A esta temperatura, el hidrógeno está ionizado, los electrones se “liberan”de sus protones y el gas se convierte en plasma. La corona se puede ver durante un eclipse como la zona brillante que rodea al disco lunar (ver fig. 5). Las primeras observaciones de la corona solar fueron realizadas durante los eclipses solares, y fueron reportadas por los Chinos y los Babilonios hace más de 4500 años. Desde entonces se ha tenido conocimiento de varios eclipses solares, como por ejemplo el que ocurrió el 28 de mayo de 585 A.C., predicho por el filósofo y matemático griego Tales; o el eclipse del 29 de mayo de 1919 visto en Sobral (Brasil), observado por Arthur Stanley Eddington para probar la desviación de la luz de las estrellas circundantes por el campo gravitacional del Sol predicha por la teorı́a general de la Relatividad de Einstein. Los registros fotográficos de los eclipses comenzaron a darse desde 1851, cuando el fotógrafo profesional Berkowski obtuvo imágenes de la corona interna durante el eclipse vis- 6 to en Noruega y Suecia. Es necesario que haya un eclipse si lo que se quiere es ver la corona en el rango visible, pues allı́ su brillo es muy débil si lo comparamos con la luz emitida por la fotósfera, que es mil millones de veces más intensa. Sin embargo, para hacer estudios en el visible no es muy buena idea esperar a que haya un eclipse total de Sol para ver la corona, en este caso la observación se efectúa utilizando un instrumento llamado coronógrafo, en el cual un disco metálico oculta el de una imagen del Sol producida por un telescopio. Un ejemplo de coronógrafos lo constituye LASCO o UVCS (a bordo del satélite SoHO). El brillo de la corona es tan débil, debido a la pequeña cantidad de partı́culas (electrones e iones) que difunden la luz procedente de la fotosfera, lo que da una idea de la pequeña densidad del plasma en esta zona. Podrı́a decirse que la corona es una especie de neblina muy tenue situada por encima de la superficie. Figura 3: La corona es la parte exterior de la atmósfera del Sol. Esta imagen se tomó durante un eclipse total de Sol, el 11 de julio de 1991 en La Paz, Baja California, México. La corona es visible durante un eclipse solar porque la Luna pasa entre el Sol y la Tierra y bloquea la luz de la superficie del Sol (la fotósfera). En la actualidad sabemos que la corona solar es más tenue a medida que nos alejamos de la superficie (ver figura 4), ya que su densidad es un billón de veces inferior a la de la atmósfera de la Tierra a una altura de 90km, y solamente comparable al mejor vacı́o que se puede conseguir hoy en dı́a en los laboratorios terrestres. El viento solar, que es plasma procedente de ciertas zonas de la corona, alcanza velocidades del orden de cientos de kilómetros por hora. Durante el eclipse de 1870, Charles Young observó una raya (verde) en el espectro de la luz coronal; décadas más tarde se descubrieron otras (roja y amarilla) que no se correspondı́an con las producidas por ningún otro elemento conocido en la Tierra. A comienzos del siglo XX, los astrónomos estaban tan propusieron la existencia de un elemento quı́mico nuevo presente en el Sol, y no en la Tierra, al que se llamó coronio. No obstante, el auge de la espectroscopı́a hacia 1940 propició trabajos como los de Edlen y de Grotrian, que demostraron que estas rayas espectrales eran producidas por átomos altamente ionizados de elementos conocidos como el hierro (9 y 13 veces ionizado) y el calcio (14 veces). Estas condiciones de ionización se dan solamente si la temperatura del medio es muy alta, por ejemplo unos dos millones de grados, cuando el átomo de hierro ha perdido 13 de sus 26 electrones. Por tanto, la presencia de estas rayas espectrales indicaba la existencia de plasma a muy altas temperaturas en la corona solar. Figura 4: En este mapa en color falso de la corona solar se muestran distintas capas de gas caliente que rodean el Sol. Las regiones azules indican densidad mayor, las amarillas son zonas de densidad menor. El campo magnético del Sol interactúa con las capas de gas produciendo las extrañas curvas, rizos y protuberancias que se observan aquı́. La corona se compone fundamentalmente de electrones y átomos ionizados con temperaturas de unos 2,2 millones de grados centı́grados. A. Fenomenologı́a de la Corona Solar En la corona solar podemos distinguir, siguiendo a Aschwanden[1] , tres tipos de zonas: Regiones Activas, en las cuales se da la mayorı́a de la actividad coronal, a pesar de que ocupan sólo una pequeña parte de la superficie total. Estas zonas están irrigadas por fuertes campos magnéticos, y es posible verlas en longitudes de onda visibles como agrupaciones de manchas solares. Usualmente, 7 Figura 5: Los agujeros coronales son enormes regiones con baja densidad de plasma y un campo magnético de una sola polaridad. El viento solar que sale de estas regiones se lleva las lı́neas del campo magnético, de manera que éstas aparecen “abiertas” en el medio interplanetario. fenómenos desde procesos a pequeña escala tales como puntos de brillo y “nanollamaradas”, hasta estructuras a gran escala, como arcos de plasma transecuatoriales. De alguna manera, el sol silencioso es similar a las regiones activas, en el sentido de que hay estructuras de campo magnético cerrado, con la diferencia de que éstas últimas son gigantescas en comparación con los loops de las regiones activas. Figura 6: Lı́neas de campo magnético en el modelo multipolar y semiempı́rico presentado por Banaszkiewicz et al. (1998). El viento solar de alta velocidad ocupa la región no sombreada (Cranmer, 2001). Tomado de Aschwanden[1] . un grupo de manchas solares está dominado por un campo magnetico muy intenso; y a su vez hay otro grupo de manchas cercano al primero con un campo magnético con polaridad inversa; y es por ello que distinguimos las regiones activas por ser zonas con campos magnéticos cerrados. Procesos como el calentamiento de plasma, llamaradas y eyecciones de masa coronal tienen lugar en las regiones activas. Allı́, el calentamiento del plasma causa la formación de arcos de plasma (coronal loops), cuya densidad y temperatura suelen ser muy grandes en relación con el plasma coronal circundante. En general, las regiones activas se encuentran en latitudes alrededor de ±40o respecto al ecuador solar. Sol Silencioso (en inglés, Quiet Sun). Las zonas que no son abarcadas por regiones activas fueron llamadas regiones tranquilas o silenciosas. Sin embargo, con el paso del tiempo se han descubierto en estas zonas Agujeros Coronales: Son regiones donde la densidad de plasma es muy baja en comparación con el resto de la corona y el campo magnético es abierto (fig. 5), sin pretender dar a entender que se trata de monopolos, pues en realidad, las lı́neas de campo magnético que emergen de estas zonas se abren hacia el medio interplanetario, para comenzar a cerrarse aproximadamente en la heliopausa (ver fig. 1); pero en la zona contenida en la órbita de Plutón, el campo de un agujero coronal se puede tratar como si fuera unipolar. Los agujeros coronales son las regiones de donde emerge la mayor parte del viento solar. Debido a la rotación solar, estas regiones de fuerte viento solar, conocidas como corrientes de viento solar a gran velocidad, suelen repetirse cada 27 dı́as vistas desde la Tierra. El viento solar provoca alteraciones que se pueden detectar desde el campo magnético de la Tierra. Dada la estructura de campo magnético abierto de un agujero coronal, es tı́pico observar estas regiones hacia los polos solares (fig. 6), aunque también se han observado agujeros coronales a latitudes bajas. Estas regiones se distinguen como zonas oscuras de la corona durante un eclipse total de Sol debido a su baja densidad (ver fig. 5). En la corona solar hay un fenómeno interesante: El calentamiento coronal. La corona es cien veces más caliente que la fotósfera. ¿Cómo es posible que existan capas ex- 8 ternas tan calientes?. Esta pregunta que empezaron a plantearse los fı́sicos solares en los años 50, sólo comienza a ser contestada con certeza en la actualidad tras los experimentos a bordo de SoHO. Dentro de los agjueros coronales, se tiene, además del calentamiento coronal, la aceleración del viento solar, que también es un problema que aún no se ha resuelto completamente; la “rareza” de este fenómeno está en el hecho de que siendo tanto la densidad de plasma como el campo magnético dentro de los agujeros coronales tan pequeños en relación con el resto de la corona, hay una gran cantidad de viento solar a altas velocidades que procede de tales regiones. Hay evidencias de que el calentamiento se produce por la energı́a que transportan ondas MHD producidas en las capas situadas más abajo, cercanas a la superficie. El hecho de que el plasma coronal esté tan caliente explica por qué la corona emite más radiación en longitudes de onda muy cortas, como las de la luz en el ultravioleta extremo y los rayos X. Éstos últimos se producen básicamente por los electrones desacelerados y no en transiciones energéticas en átomos. Estos electrones se mueven tan rápido que no pueden ser capturados por los iones, sino que interaccionan con los protones cambiando de trayectoria (bremsstrahlung). La emisión no es uniformemente brillante en toda la corona, sino que aparecen zonas o puntos muy intensos, normalmente asociadas a la presencia de manchas en la superficie (pero no siempre), ası́ como zonas muy oscuras que corresponden a los agujeros coronales. Las ondas MHD también han sido propuestas para explicar la aceleración del viento solar. Imágenes en rayos X del Sol delatan la estructura de la corona; zonas más brillantes indican lugares donde el plasma es más denso y caliente. Hoy en dı́a, los satélites YOHKOH, el primero dedicado a la emisión coronal en rayos X, y después los SoHO y TRACE que están consiguiendo imágenes solares en rayos X de muy alta resolución, demuestran los complicados procesos que ocurren entre el plasma coronal y los campos magnéticos. El movimiento de los componentes en la corona está determinado fundamentalmente por el campo magnético. Donde quiera que el campo magnético no existe o queda en configuración libre (por ejemplo, en los agujeros coronales) su densidad es menor y por allı́ escapa el plasma hacia el medio interplanetario en el viento solar. Figura 7: Velocidad de Alfvén en función de la distancia al centro del Sol en una estructura de campo abierto con simetrı́a radial y en equilibrio hidrostático para tres temperaturas distintas. Tomado de Aschwanden[1] . Figura 8: Amplitud de ondas de Alfvén esféricas en función de la distancia al centro del Sol para tres diferentes amplitudes iniciales: 25km/s, 20km/s y 15km/s. El perı́odo inicial de la onda es 50s. La atmósmera es isotérmica y se encuentra a 1.4MK. La velocidad de Alfvén en la superficie es 1000km/s. Tomado de Nakariakov et al.[10] (2000). una primera aproximación[1, 10] : 2 R , (25) 2 r con lo que tendrı́amos ondas de Alfvén con frente de onda esférico si usamos una aproximación radial del campo[10] (Nakariakov et al., 2000). Para un plasma isotérmico en equilibrio hidrostático, la densidad del plasma tiene también una simetrı́a radial: B0 (r) = B0 (R ) B. Ondas de Alfvén En estructuras de campo cerrado, como las que se dan en las regiones activas, las lı́neas de campo correspondientes a loops tienen sus dos extremos fijos, con lo cual hay un balance de energı́a y se tiene la posibilidad de ondas estacionarias (una especie de “armónicos”). En el caso de los agujeros coronales, donde el campo magnético es abierto, sólo un extremo de la “cuerda” está fijo y el otro se puede asumir en el infinito. Además, a diferencia de los campos magnéticos cerrados, hay un decrecimiento radial del campo, el cual tiene sólo componente radial en − ρ0 (r) = ρ0 (R )e R λp 1− R r , donde λp es la escala de altura de presiones por: λp = (26) [1, 7] 2kB T T ≈ 4.7 × 107 6 (metros), µmP g 10 K , dada (27) 9 Figura 9: Generación de ondas de Alfvén por dinámica de puntos de brillo magnético (MBP). (a) Los puntos de brillo, de los cuales emergen los tubos delgados de flujo, son sacudidos a lo largo de los lı́mites intergranulares para producir ondas de “rosca”. (b) Por encima de la altura a la cual los tubos se combinan en un enorme tubo de flujo, las ondas de rosca se convierten en ondas de Alfvén. (c) El tubo gigante se expande con la altura y se abre hacia el espacio interplanetario, donde el viento solar se acelera. Tomado de Cranmer y van Ballegooijen[8] (2005). siendo kB la constante de Boltzmann, T la temperatura, µ es el peso atómico medio, mP es la masa del protón y g la aceleración de la gravedad. A partir de (25) y (26), la velocidad de Alfvén queda dada por: 2 R B0 (R ) R vA (r) = p e 2λp µ0 ρ0 (R ) r2 R 1− r (28) Aquı́, la velocidad de Alfvén tiene un valor máximo entre 2 y 3 radios solares, como se muestra en la figura 7. En las coordenadas esféricas (r, θ, ϕ), es muy común elegir la orientación θ = 0[1] . Transformando las ecuaciones MHD para un fluido ideal a estas coordenadas, se obtienen dos ecuaciónes de onda MHD desacopladas; una de ellas es una onda de Alfvén y la otra es una onda acústica (rápida y lenta, respectivamente, pues en los agujeros coronales vA es generalmente un orden de magnitud mayor que s). Siguiendo a Aschwanden y a Nakariakov et al. (2000), estas ecuaciones de onda se expresan como: ∂ 2 vϕ B0 (r) ∂ 2 [rB0 (r)vϕ ] − = 0, 2 ∂t µ0 ρ0 (r)r ∂r2 ∂ 2 ρ s2 ∂ ∂ρ 2 ∂ρ − r − g(r) = 0, ∂t2 r2 ∂r ∂r ∂r (29) (30) donde vϕ es la perturbación transversal de la velocidad del plasma y g(r) es la gravedad local. Para solucionar estas ecuaciones se usa la aproximación Wentzel-KramersBrillouin (WKB)[1] , donde se asume que la longitud de onda es mucho menor que la escala de altura de presiones y se utiliza λp R . De este modo, se obtiene una solución donde la amplitud de la onda de Alfvén está dada por: R vϕ (r) = vϕ (R )e 4λp 1− R r , (31) donde podemos ver que crece con la altura. Esto implica que las ondas de Alfvén pueden recorrer distancias muy grandes y depositar en la corona tanto energı́a (calentamiento coronal) como flujo de momentum (viento solar). En la figura 8 se muestra cómo varı́a la amplitud de las ondas de Alfvén con la altura o distancia al centro del Sol; las curvas punteadas corresponden a un fluido ideal y están superpuestas a las curvas obtenidas teniendo en cuenta los procesos disipativos; en ellas la amplitud empieza a disminuir entre 7 y 8 radios solares. Conociendo ya las caracterı́sticas de una onda de Alfvén en un agujero coronal surge otro interrogante: ¿Cómo es generada dicha onda? Cranmer y van Ballegooijen[8] (2005) describieron un mecanismo de generación de ondas de Alfvén en la fotósfera con un modelo que da cuenta de la dinámica de las bases de los tubos de flujo intergranulares. En la figura 9 se muestra la geometrı́a de los tubos de flujo y del campo magnético que contribuyen al viento solar rápido. La mayorı́a del viento solar tiene origen en los tubos de flujo intergranulares (fig. 9a), que son identificados como puntos de brillo en la banda G. Estos objetos tienen tamaños entre 100 y 200km, y son denominados puntos de brillo magnético o MBPs; en ellos hay campos magneticos de unos cuantos miles de Gauss. En estos puntos de brillo se concentran muchas lı́neas de campo magnético, haciendo que los tubos de flujo sean bastante delgados; sin embargo, dichos tubos se expanden al aumentar la altura debido a que la presión decrece. Varios tubos de flujo vecinos que se expandan pueden llegar a ser tan anchos que al no haber más espacio se combinan en un solo tubo con un ancho enorme y que se abre hacia la alta atmósfera (fig. 9b ); esto ocurre a una altura llamada altura de combinación (merging height), la cual, de acuerdo a Cranmer y van Ballegooijen, es de unos 600km sobre la superficie solar. Los MBPs se sacuden o se mueven transversalmente a frecuencias del orden de ciclos por minuto, generando ondas en forma de rosca que se propagan verticalmente hacia arriba hasta la altura 10 de combinación, donde interactúan las ondas de rosca de los tubos vecinos y se convierten en ondas de Alfvén, las cuales comienzan a propagarse a lo largo del tubo mayor hacia la corona. Dicho tubo también se expande con la altura, de manera tal que las lı́neas de campo adquieren la estructura abierta tı́pica del campo magnético de un agujero coronal (fig. 9c). En la figura 10 se muestra un gráfico de las velocidades del plasma, de fase y de Alfvén en función de la altura sobre la superficie según los resultados de Cranmer y van Ballegooijen. De manera similar al modelo isotérmico de la figura 7, la velocidad de Alfvén tiene su máximo valor aproximadamente a 2R del centro del Sol. Vemos que esta velocidad es prácticamente constante en la región donde están los tubos delgados, por debajo de la altura de combinación, pues allı́ hay una alta densidad de plasma en relación con la corona, y los campos magnéticos son bastante fuertes. En esta misma región vemos que la velocidad de fase es menor que la de Alfvén; esto concuerda con el hecho de que haya procesos disipativos en esa zona, dada la alta concentración de plasma. La velocidad del plasma fue obtenida a partir de datos de la nave ULYSSES; podemos ver como crece esta velocidad al alejarnos de la superficie, mostrándonos claramente la aceleración del viento solar. en el Sol. En 1944, uno de los pioneros de la radioastronomı́a galáctica, Grote Reber, reportó por primera vez emisiones en radio procedentes del Sol. Desde entonces la radioastronomı́a solar ha sido de bastante interés entre los cientı́ficos. Antenas y espectrómetros de radio han sido construidos en Japón, Russia, Estados Unidos, Australia y Europa. Los espectrómetros de radio han ido aumentando sus rangos de frecuencia, y hoy en dı́a es posible hacer estudios en longitudes de onda largas (metros), microondas, y ondas cortas (milı́metros). También se han construido radiointerferómetros para observar el Sol; entre los que se encuentran el Culgoora radioheliographin en Australia, el Very Large Array (VLA) en Nuevo México, el Owens Valley Radio Observatory (OVRO) en California y el Nobeyama Radio-Heliograph (NoRH) en Japón. Las observaciones del Sol en radio constituyen el segundo rango de longitudes de onda más explorado después del visible, pues al contrario de los rayos X y ultravioleta, las ondas de radio atraviesan la atmósfera terrestre, y los instrumentos utilizados para las observaciones pueden ser instalados en tierra. A. Transferencia de Radiación La cantidad Iν de radiación que se mide desde la Tierra para obtener información acerca de una fuente solar se denomina Intensidad Especı́fica [1] . Esta intensidad es la energı́a que radia la fuente en un ángulo sólido dΩ, por intervalo de tiempo dt y desde una unidad de área dA de la fuente (la cual va acompañada por un factor cos θ, siendo θ el ángulo entre la vertical solar y la visual del observador ubicado en la Tierra, ver figura 11) en el intervalo de frecuencias [ν, ν + dν]. Si z es una coordenada que indica la posición sobre la visual, y consideramos la presencia de un medio absorbente entre la fuente y el observador, la intensidad especı́fica va a ser una función de z. Haciendo un análisis tanto de absorción como emisión, encontramos que Iν satisface una ecuación conocida como la ecuación de transferencia de radiación [1] : dIν + αν (z)Iν = ν (z), dz Figura 10: Velocidades caracterı́sticas de un tubo de flujo dentro de un agujero coronal. Se muestran aquı́ la velocidad de Alfvén (lı́nea sólida), la velocidad de fase (lı́nea a rayas) y la velocidad radial del plasma (lı́nea punteada). Tomado de Cranmer y van Ballegooijen[8] (2005). (32) donde αν (z) es el coeficiente de absorción y ν (z) el coeficiente de emisión. La solución de esta ecuación está dada por: Z τν 0 Iν (τν ) = Iν (0)e−τν + e−(τν −τν ) Sν (τν0 )dτν0 , (33) 0 IV. EMISIÓN EN RADIO La disciplina conocida hoy como Radioastronomı́a Solar surgió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las estaciones de radar en Inglaterra detectaban señales muy fuertes de ruido, lo que los llevó a pensar que se trataba de posibles transmisiones enemigas; sin embargo, se confirmó finalmente que dichas señales eran originadas en donde Sν = ν /αν es la función de fuente [1] , y τν es la profundidad óptica, definida como: Z z τν (z) = αν (z 0 )dz 0 , (34) z0 y nos da cuenta de la absorción total en la región que va de z0 a z. En el caso de una observación del Sol, z0 serı́a la posición de la fuente, y la integración se efectúa hacia el observador. 11 Figura 11: Definición de la intensidad especı́fica. La fuente de radiación aparece dentro de un ángulo sólido Ωs vista desde la Tierra. Tomado de Aschwanden[1] . Existen varios mecanismos de emisión en radio en la corona solar, como por ejemplo la emisión girosincrotónica y la emisión de frenado térmica (thermal bremsstrahlung), también conocida como emisión librelibre, ya que no se debe a transiciones entre los niveles atómicos. Entraremos un poco en detalle sobre este último mecanismo, ya que tal tipo de emisión se da para frecuencias mayores que 1GHz[1] , estando allı́ incluidas las microondas, que son utilizadas en el presente trabajo. B. Distribución de Planck en Radiofrecuencias Para longitudes de onda grandes (hν kT ), la función de radiación de Planck se puede simplificar para obtener la ley de Rayleigh-Jeans Bν (T ) = Figura 12: Temperatura de brillo en función de la altura dentro y fuera de un agujero coronal. Tomado de Krissinel et al.[7] (2000). Para una fuente de radiación que es observada a través de un medio cuyos coeficientes de absorción y emisión son constantes, la intensidad especı́fica viene dada por: Iν (τν ) = Iν (0)e−τν + Sν [1 − e−τν ] ( Sν , τν 1 ≈ . I0 (1 − τν ) + Sν τν , τν 1 (35) 2ν 2 kB T, c2 la cual, en el caso del Sol (T & 5000K), es válida para ν kB T /h . 1014 Hz, es decir, funciona en el infrarrojo y en radio. Nótese en la ecuación anterior que el brillo es directamente proporcional a la temperatura de la fuente, lo cual nos permite establecer la intensidad de una fuente en términos de su temperatura para el rango de frecuencias ya mencionado. Se define la temperatura de brillo TB (ν) de una fuente observada a la frecuencia ν, como la temperatura de un cuerpo negro cuya intensidad en la aproximación de Rayleigh-Jeans coincide con la intensidad medida en un radiotelescopio. Se calcula como Z TB (ν) = T (τ )e−τ dτ, visual Aquı́, se han introducido los lı́mites ópticamente delgado (τν 1) y ópticamente grueso (τν 1) para dar un valor aproximado de la intensidad especı́fica. donde T (τ ) es la temperatura real de la fuente y τ es la profundidad óptica. Para el proceso de radiación de 12 Figura 13: Programa de identificación de radiofuentes en agujeros coronales. frenado térmico tenemos: Z 0 TB (ν) = T (z)e−τf f (z,ν) αf f (z, ν)dz, (36) −∞ en donde τf f y αf f son la profundidad óptica y el coeficiente de absorción respectivamente para la emisión libre-libre, y T es la temperatura del plasma. Si se tuviera un cuerpo negro en el lugar donde se encuentra la fuente observada y sin ningún tipo de absorción entre ésta y el observador, de manera tal que se mida una intensidad igual a la de la fuente original observada, la temperatura de dicho cuerpo negro serı́a igual a la temperatura de brillo. Las imágenes de radio del Sol (en general imágenes radioastronómicas) contienen datos de intensidad siempre en términos de temperaturas de brillo. En la corona solar, siguiendo a Krissinel et al.[7] (2000), la temperatura de brillo queda expresada a partir de la solución de la ecuación de transferencia de radiación como: TB = Tch e−τν + Tc (1 − e−τν ), τν = 0.2n2e λp 3/2 2ν 2 Tc , (37) donde Tch y Tc son las temperaturas de la cromósfera y la corona respectivamente, y ne es la densidad electrónica. En la figura 12 se muestra la dependencia de la temperatura de brillo con la altura en las regiones de Sol silencioso y agujero coronal. En radiofrecuencias, donde la Corona es ópticamente delgada, la temperatura de brillo se puede aproximar a partir de (37) como Tc TB = Tch 1 + τc , (38) Tch donde se debe tener τc > Tch /Tc para tener una contribución coronal apreciable en la temperatura de brillo. Con Tc = 1.5 × 106 K y Tch = 10000K, la profundidad óptica mı́nima es de 0.007. V. OBSERVACIONES Se construyó un programa en lenguage IDL (fig. 13), el cual permite procesar imágenes del Sol en EUV y radio, para verificar la correlación entre las dos imágenes y confirmar la presencia de agujeros coronales, los cuales son inicialmente identificados en la imagen en EUV, donde aparecen como zonas oscuras en relación con el resto de la corona; luego de esto, se superponen sobre la imagen de ultravioleta extremo los contornos de temperaturas de brillo de la imagen en radio que corresponden a la zona del agujero coronal. Dado que en general las dos imágenes no son simultáneas, se hace un procesamiento especial a la imagen de radio para generar una nueva imagen que equivale a la imagen en radio como si hubiera sido tomada al mismo tiempo que la imagen en EUV. En otras palabras, el Sol es rotado en la imagen de radio para hacerlo coincidir con la fecha y hora en que fue tomada la imagen en EUV. La rotación se efectúa mediante unas rutinas en lenguaje IDL desarrolladas en el Institute of Solar-Terrestrial Physics en Rusia. Dichas rutinas cargan unos archivos de datos que contienen las efemérides del Sol, ésto es, parámetros caracterı́sticos de la rotación del Sol que varı́an con el tiempo, como por ejemplo la velocidad angular y la orientación del eje solar; luego, teniendo en cuenta la rotación diferencial del Sol, se hace la transformación de 13 Figura 14: Imágenes tomadas en EUV (Izquierda: SoHO/EIT, Fe IX 171Å, 25/04/2003, 12:59) y microondas (Derecha: NoRH, 1.76cm, 25/04/2003, 3:40). Los rangos de brillo se ajustaron para visualizar el agujero coronal: EUV=(800-1500)conteos/pixel; Microondas=(9700-10300)K. Figura 15: Izquierda: La mayor parte de la radiación en microondas tiene origen en el agujero coronal para temperaturas de brillo entre 9700K (rojo) y 10300K (amarillo). Derecha: Radiofuentes identificadas dentro del agujero coronal. datos y se genera la nueva imagen, de la cual se toman los contornos que se superpondrán a la imagen en EUV. El objetivo del programa es hallar máximos locales de temperatura de brillo dentro del agujero coronal y determinar la temperatura de brillo media y el diámetro angular medio de dichos máximos o radiofuentes. En la figura 14 se muestran las imágenes en EUV y microondas estudiadas en el presente trabajo, ambas procesadas via IDL. Ambas imágenes fueron tomadas el 25 de abril de 2003 con aproximadamente 9 horas de diferencia. La imagen en EUV fue obtenida por el EIT con un filtro de 171Å, que corresponde a una lı́nea de emisión del 14 hierro 9 veces ionizado, y la imagen en radio (microondas) fue tomada en el NoRH (Japón) a una frecuencia de 17GHz, que equivale a una longitud de onda de 1.76cm. Se puede ver un gran agujero coronal (la región oscura) tanto en EUV como en microondas; las fronteras del agujero en cada imagen son bastante similares. Superponiendo contornos de la imagen de microondas con temperaturas de brillo entre 9700K y 10300K sobre la imagen de EUV, verificamos que la mayor parte de la emisión en microondas para temperaturas de brillo alrededor de 10000K proceden del agujero coronal (ver fig. 15); ésto nos indica que algo ocurre con el plasma de la alta cromósfera dentro del agujero, siguiendo a Gopalswamy et al. ([13]). Podemos notar que hay algunos puntos brillantes dentro del agujero coronal. Los diámetros y temperaturas de brillo medias se pueden ver en la tabla I. Las emisiones de radio deben tener origen en la zona de transición cromósfera-corona, basándonos en la figura 12[7] dadas sus temperaturas de brillo. En las figuras que se muestran a continuación se puede ver un “zoom” de cada radiofuente, mostrando distribuciones de temperatura de brillo superpuestas a la misma región en ultravioleta. 01 03 00 02 04 15 05 06 07 08 10 12 09 11 13 16 14 15 16 17 18 20 19 21 17 22 23 24 25 27 30 26 28 29 31 18 32 33 34 35 36 38 37 39 19 RS 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 T¯B (K) Diámetro(0 ) 11200(200) 0.5(1) 11490(70) 0.26(2) 12700(400) 1.1(1) 11800(700) 2(1) 10230(60) 0.51(2) 10164(5) 0.19(2) 10340(20) 0.3(1) 10030(20) 0.4(1) 10100(70) 1.7(2) 10000.616 0.0123 10002.658 0.05(3) 10007(8) 0.15(4) 10110(70) 0.8(5) 10015.523 0.06(2) 10110(50) 0.8(8) 10050(30) 0.4(1) 10030(20) 0.3(2) 10040(30) 0.247(5) 10004.630 0.019(6) 10020(20) 0.4(3) RS 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 T¯B (K) Diámetro(0 ) 10020(10) 0.3(3) 10030(20) 0.18(2) 10010(10) 0.131(8) 10060(10) 0.16(6) 10006.768 0.034(6) 10020(20) 0.3(1) 10030(20) 0.45(7) 10050(40) 0.7(3) 10010(10) 0.12(2) 11100(500) 2.3(3) 10500(40) 0.4(6) 10200(10) 0.3(3) 10188(9) 0.17(6) 10230(20) 0.3(2) 10091(5) 0.19(6) 10150(20) 0.4(3) 10220(20) 0.4(3) 10180(10) 0.25(9) 10060(40) 0.5(3) 10400(100) 2.0(2) Tabla I: Diámetros y temperaturas de brillo medias de las radiofuentes de la fig. 15. Gopalswamy et al. sugieren además que las ondas de Alfvén portan un 20% de la energı́a generada en la base del agujero coronal, y el 80% restante se disipa allı́ mismo, por debajo de la altura de combinación, de acuerdo a Cranmer and van Ballegooijen. Ésto consituye un posible mecanismo de calentamiento de plasma a alturas cromosféricas; dando como resultado emisiones en radio. Por otro lado, siguiendo a Cranmer and van Ballegooijen ([8]), la velocidad de Alfvén es máxima a una distancia aproximada de 2R (fig. 10), y empieza a disminuir a distancias mayores. Ésto significarı́a que mientras las ondas se propagan desde la cromósfera al medio interplanetario, hay ondas de Alfvén reflejadas propagándose en sentido opuesto debido a la variación de la velocidad de Alfvén. Ası́, si las ondas de Alfvén que se propagan desde la zona de transición al espacio hacen que se caliente el plasma de la corona, podemos sugerir que las ondas reflejadas deberı́an contribuir de alguna manera al calentamiento del plasma de la cromósfera mencionado en [13]. Conclusiones A partir de los resultados obtenidos y el respectivo análisis, se concluye que. . . Vemos que las radiofuentes no presentan una correlación entre microondas y EUV, es decir, las emisiones en microondas no coinciden con una emisión en ultravioleta extremo en la misma región. Esto nos darı́a indicios de que se trata de plasma cromosférico que se está calentando y da lugar a emisión de microondas por bremsstrahlung térmico; de hecho, ésto concuerda con el hecho de que no hay una contribución coronal apreciable en las temperaturas de brillo de las fuentes, ya que a partir de la ec. (38) las profundidades opticas son inferiores a 0.003. Otra caracterı́stica interesante de las radiofuentes halladas es su tamaño, pues los diámetros angulares medios de cada fuente corresponden a diámetros medios en km que coinciden en orden de magnitud con las dimensiones de los tubos de flujo mayores que se forman de la combinación de los tubos intergranulares según Cranmer and van Ballegooijen (ver figura 9b). Por ejemplo, basándonos en el radio del disco solar (6.96 × 105 km ≈ 15.930 ), la radiofuente cero tendrı́a un diámetro medio de 22000(4000)km. Este dato es un estimativo que difiere en no más del 7% del valor real, debido a que en el cálculo no se tiene en cuenta la curvatura de la superficie del globo solar ni la orientación de esta en la zona donde está ubicada la radiofuente; sin embargo, esta diferencia aumenta para radiofuentes que estén localizadas muy cerca al limbo solar. Gopalswamy et al.[13] (1998) introducen las ondas de Alfvén como una posible explicación para los puntos brillantes observados dentro de un agujero coronal a 17GHz. . . . se logró verificar la presencia de calentamiento de plasma cromosférico dentro del agujero coronal en las zonas donde están ubicadas las radiofuentes al no haber correlación entre ultravioleta y microondas, pues si la hubiera, quiere decir que el plasma está a temperaturas coronales, por lo que emitirı́a también en EUV, además. . . . . . dicha correlación sı́ se observó en las regiones activas y el Sol silencioso, corroborando ası́ que la densidad de plasma dentro del agujero coronal es pequeña. . . . dados los valores de TB y τc , las radiofuentes deben estar ubicadas a alturas cromosféricas, siguiendo a Krissinel et al. y a Gopalswamy et al.; indicando que probablemente hay un calentamiento del plasma cromosférico en las zonas donde tienen lugar dichas radioemisiones. . . . considerando la fenomenologı́a magnetohidrodinámica de un agujero coronal, las radiofuentes estudiadas posiblemente están en zonas donde hay tubos de flujo, y por lo tanto. . . . . . tales radiofuentes constituyen firmes cantidatos a Ondas de Alfvén, las cuales habrı́an sido generadas en la zona de transición cromósfera-corona el dı́a 25 de abril de 2003. Sin embargo, para poder llegar a afirmar contundentemente que se trata de tubos de flujo y ondas de Alfvén, es necesario analizar la emision solar en otras radiofrecuencias, lo cual no fue posible para este trabajo, 20 ya que no se disponı́a de imágenes tomadas en la misma fecha y en distintas frecuencias. Agradecimientos Los comentarios y sugerencias sobre este trabajo por parte del profesor Dmitry V. Prosovetsky (Institute of [1] Aschwanden M.. Physics of the Solar Corona, An introduction. Springer-Praxis, 2004. [2] Jackson J. D.. Electrodinámica Clásica. Alhambra, 1966. [3] Ferraro V. C. A. and Plumpton C.. Magneto-Fluid Mechanics, 2nd ed.. Oxford, 1966. [4] Landau L. D. & Lifshitz E. M.. Curso de Fı́sica Teórica, Vol 6: Mecánica de Fluidos. Reverté, 1986. [5] Helander P.. Lecture notes on Magnetohydrodynamics (MHD). Course on Cosmic Plasmas, University of Bristol. October 2004. [6] Cowling T. G.. Magnetohidrodinámica. Alhambra, 1968. [7] Krissinel B. B. et al.. 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El autor agradece también a Juan Carlos Martı́nez por haber facilitado el material observacional y computacional utilizado aquı́, al profesor Benjamı́n Calvo Mozo por sus comentarios acerca de la fenomenologı́a de la corona solar, y a todas las personas que de alguna manera contribuyeron con este trabajo. 43, (1980). [13] Gopalswamy et al.. Multiwavelength Observations of a Coronal Hole. ASP Conference Series, 1998, Vol. 140, 363-371. [14] Shibasaki K. et al.. A Coronal Hole observed with a λ 8cm Radioheliograph . Publ. Astron. Soc. Japan 30, 589-600 (1978). [15] Chashei I. V.. Characteristics of the soalr corona above a coronal hole . Astron Zh. 13, 797-802 (1987). [16] Chashei I. V. and Shishov V. I.. Origin of low-frequency Alfvén waves in the Solar Wind. Astron Zh. 63, 542-549 (1986). [17] Chiuderi Drago F. et al.. EUV and radio observations of an equatorial coronal hole . Astron. Astrophys. 348, 261-270 (1999). [18] Kundu M. R. and Sou-Yang Liu. 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