Imagen - EscuelaNet

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Staff
Moderadora:
Deydra Eaton
Traductoras:
Deeydra Ann
Lunnanotte
MelDemczuk
Macasolci
Mel Cipriano
MarMar
Monikgv
Max Escritora
Solitaria
Kass
Pau_07
Juli_Arg
BlancaDepp
Danny_McFly
Larosky_3
Perpi27
Rihano
CrisCras13
Amy
Correctoras:
Melii
Vericity
Violet~
Tamis11
Verito
Zafiro
Deeydra Ann
Melky2012
Ladypandora
Val_mar
Annabelle
Daemon03
Itxi
Juli_Arg
Recopilación & Revisión Final:
Juli
Diseño:
July
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Índice
Sinopsis
Capítulo 17
Capítulo 1
Capítulo 18
Capítulo 2
Capítulo 19
Capítulo 3
Capítulo 20
Capítulo 4
Capítulo 21
Capítulo 5
Capítulo 22
Capítulo 6
Capítulo 23
Capítulo 7
Capítulo 24
Capítulo 8
Capítulo 25
Capítulo 9
Capítulo 26
Capítulo 10
Capítulo 27
Capítulo 11
Capítulo 28
Capítulo 12
Capítulo 29
Capítulo 13
Capítulo 30
Capítulo 14
Escena Extra
Capítulo 15
Sobre la Autora
Capítulo 16
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Sinopsis
T
aylor Caldwell no sabe si quiere besar a su nuevo compañero
de cuarto universitario, o darle un puñetazo.
Por un lado, Hunter Zaccadelli es guapo, de ojos azules, todo un
encanto. Por otro, está tatuado, toca la guitarra, todo un chico malo. Tal
vez es por eso que Taylor teme enamorarse de él, o de alguien más. Ella no
quiere quemarse, y a pesar de que sus otras compañeras de cuarto lo
adoran, quiere que él se vaya antes de que sea demasiado tarde.
Hunter se ha quemado antes, pero el hecho de que Taylor le haga ver sus
errores y tenga la risa más sexy que jamás haya escuchado, hace que él
decida que
quizás el amor no es una causa perdida. Hacen una apuesta: si ella
puede convencerlo de que realmente lo ama o lo odia, él dejará la
habitación —y a ella. El problema es que cuanto más tiempo pasan juntos,
ella menos lo odia, y más se mueve hacia el amor.
Pero cuando el hombre que tiene la llave del miedo de Taylor
resurge y amenaza con arruinarlo todo, ella tiene que decidir: Confiarle a
Hunter su más grande secreto, o hacer todo lo que esté en su poder para
ganar esa apuesta y alejarlo para siempre.
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Traducido por Deydra Eaton♥
Corregido por tamis11
L
a primera vez que conocí a Hunter Zaccadelli, le di un puñetazo
en la cara. Por supuesto, se lo merecía completa y totalmente.
Incluso lo pidió, en muchos sentidos.
Cuando nuestro cuarto compañero de cuarto nos abandonó tres
días antes de comenzar la escuela, Darah, Renee y yo asumimos que la
Residencia se haría cargo de ello y tiraría a alguna pobre desdichada con
nosotras. Probablemente alguna pobre chica que había decidido cambiar
de universidades en el último minuto para seguir a su novio, o alguien que
tenía sus planes fallidos de apartamentos. No estábamos seguras de qué
esperar, pero a días de la mudanza, no esperaba quien estaría
aguardando afuera cuando abrí la puerta. Sabía que la residencia de
clase alta era mixta, pero nunca en mis sueños más salvajes y locos se me
ocurrió que en realidad nos iba a pasar a nosotros.
En lugar de una chica desesperada y agotada, él apareció con una
pequeña maleta, una mochila y una guitarra. Estaba tan lejos de lo común
que no dije nada durante los tres segundos que me tomó evaluarlo.
Cabello oscuro sobresalía muy corto ya que su cabeza estaba casi
afeitada, una intencional sombra a las cinco en punto, penetrantes ojos y
al menos treinta centímetros sobre mi metro y medio. Y una sonrisa
arrogante por si fuera poco. Podía haber tenido también Problemas
tatuado en la frente. Hablando de tinta, sólo podía ver un poco de su
brazo, pero no podía ver lo que decía. Su delgada camiseta abrazaba su
pecho de una manera que no dejaba mucho a la imaginación. Tal vez la
tomó de su hermano pequeño.
—¿Eres Darah, Renee o Taylor? Luces como una Taylor para mí —
dijo, mirándome de arriba abajo.
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No estaba en mi mejor momento, considerando que estaba vestida
para mover objetos pesados en una camiseta de la Universidad de Maine
y pantalones cortos de futbol negros, y tenía mi cabello castaño claro
recogido en un moño desordenado contra mi nuca. Sus ojos pasaron dos
veces arriba y abajo y, por alguna razón, la forma en que me evaluaron
me hizo sonrojar y querer golpearlo en los testículos al mismo tiempo.
—Tiene que ser un error —dije.
Ajustó la mochila en su hombro. —Ese es un nombre creativo. ¿A qué
lo acortas? ¿Missy?1
—No me refería a eso.
Su sonrisa de alguna manera se hizo más amplia. Ya sea que su
padre fuese dentista, o él estaba realmente dentro del uso de hilo dental,
porque esos dientes eran demasiado perfectos. Notaba cosas como esa,
después de haber pasado por mi propia novela dental entre tres años de
frenos y arneses. Todavía tenía que usar un retenedor cada noche.
—¿Es ella? —llamó Darah desde su habitación en donde arreglaba
sus marcos de fotos, así tendrían exactamente nivelados. Era así de
neurótica.
—Soy Hunter, por cierto. Hunter Zaccadelli.
Por supuesto que su nombre era Hunter. El único Hunter que conocí
había sido un completo idiota. Parecía que este chico iba a continuar con
la tradición.
Señaló su maleta. —Así que, ¿debo llevas mis cosas adentro o...?
Mi cerebro no paraba de fallar.
—¿Quién es ese? —Darah finalmente emergió. Nuestra otra
compañera, Renee, seguía descargando cosas de su coche.
—Nuevo compañero de cuarto, hola —dijo él.
—¿Eres el nuevo compañero de cuarto? —Sus cejas se alzaron por lo
que casi se ocultaban debajo de su oscuro flequillo. Ella le dio la misma
mirada de arriba abajo como la que hice yo, pero él no hizo lo mismo con
ella. Seguía mirando hacia mí.
—Sí, mis planes de residencia fallaron en el último minuto. Mi primo
iba a dejarme vivir en su casa, pero no funcionó, así que aquí estoy. ¿Te
importa si entro ahora?
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Juego de palabras. Mistake (error) y Missy.
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—No puedes vivir aquí —dije, cruzándome de brazos.
—¿Por qué? Esto es un centro de casas mixtas, la última vez que lo
comprobé. —Mostró su sonrisa de nuevo y se abrió paso a la habitación,
ignorándome por completo mientras su pecho rozaba el mío, y obtuve un
soplo de perfume. No fue esa basura barata que te da un golpe en la
nariz. Era picante, casi como la canela. Mantuve mi postura, pero él tenía
altura y peso sobre mí. Pero tuve la sorpresa de mi parte.
—Bueno, es mejor que dormir en el sofá de mi primo —dijo, dejando
caer pesadamente su bolsa en el suelo, estudiando el cuarto. La serie de
habitaciones eran pequeñas, con una cocina y un pequeño rincón para
una mesa de comedor en un lado y una pequeña sala de estar para un
sofá pequeño y un sillón reclinable en el otro. Los dormitorios eran lo peor,
con dos camas tipo diván juntas perpendicularmente entre sí a lo largo de
la pared y los escritorios abarrotados por debajo, y sitio para sólo dos
armarios pequeños.
—¿Puedo ver alguna identificación? —dijo Darah, apoyando las
manos en sus caderas—. ¿Cómo sabemos que no eres algún acosador al
azar?
—¿Luzco como un acosador al azar? —Extendió sus brazos y, por fin,
vi que era el tatuaje en su bícep izquierdo. Un número siete curvado
inclinadamente en cursiva. Mis ojos se movieron a su rostro.
—¿Cómo se supone que vamos a saber? —Darah se movió más
cerca de él, usando su estatura. Estaban casi a la misma altura.
—Mira, lo único que sé es que presenté una solicitud y me enviaron
un correo electrónico con un número de habitación y sus nombres. Aquí, lo
imprimí. ¿Tratas a todos tus invitados como criminales? —Sacó una hoja
con muchos dobleces y se la entregó a Darah. Ella lo miró, suspiró y me lo
dio.
—¿Por qué no nos han avisado? —dije, una vez que lo leí. Estaba en
blanco y negro.
—¿Quién lo sabe? —dijo Darah, todavía mirándolo con recelo.
—Oh, Dios mío, juro que nunca me mudaré de nuevo —dijo Renee
desde lo alto de las escaleras, sus brazos llenos de cajas y dos bolsas
colgando de ellos—. ¿Quién dejó su basura en el pasillo? —Dio un paso
sobre la maleta y el estuche de guitarra, mirándolos con disgusto—. ¿Ha
aparecido nuestro nuevo...? Oh, hola. —Su voz cambió de irritada y seca a
dulce y suave en el segundo en que vio a Hunter—. Supongo que esa es tu
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guitarra en el pasillo. —Dejó caer sus cosas y procedió a balancear su
cadera hacia fuera e inclinarse hacia un lado. Oh, por favor.
—Este —dije, señalando a Hunter—, es nuestro nuevo compañero de
cuarto, de acuerdo a Residencia.
—De ninguna manera. —Los ojos de Renee se ampliaron en su
pequeño rostro. Renee parecía como una muñeca de porcelana rubia de
ojos azules que sacas de un estante y la pones en una blusa sin tirantes de
Victoria Secret—. ¿Me estás jodiendo?
—¡Qué recibimiento! —dijo Hunter
—Cállate —dije. Sólo sonrió de nuevo. Dios, quería golpear esa
sonrisa fuera de su cara.
—Probablemente debería sacar mi basura fuera del pasillo —dijo,
caminando y recogiendo su maleta como si no pesara más que una caja
de zapatos. Presumido.
Hunter tuvo que caminar entre cajas, almohadas al azar y basura
que llenaban los cuartos, lo que hizo con gracia. Encontró un lugar y dejó
su maleta en el piso, mirándonos.
—Entonces, ¿con quién voy a dormir? —dijo, apoyándose contra la
puerta de mi dormitorio.
El acuerdo había sido que, desde que Darah y Renee ya habían sido
compañeras el año pasado y yo me unía a su pequeño grupo, la chica
nueva viviría conmigo. Pero eso era lo que no ocurriría ahora que la chica
nueva no era una chica.
—¿Realmente dijiste eso? —dije.
Al mismo tiempo, Darah dijo—: La única cama libre está en la
habitación de Taylor.
—No hay forma en que se vaya a quedar conmigo —espeté,
reajustando mis brazos para que cubrieran mejor mis pechos. Había estado
mirando hacia mi pecho desde que había hecho el comentario de dormir.
No es que tuviera mucho para hablar, pero eso no impidió que sus ojos
viajaran allí.
—No, llamaremos a la Residencia justo ahora y enderezaremos esto
—dije, sacando mi celular.
—Tay, no abren en lunes —dijo Renee.
—No me importa. Debe haber alguien ahí. Es día de mudanza.
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Tomé la agenda telefónica del campus que había estado en la
alfombra cuando habíamos llegado aquí esta mañana y lo hojeé hasta
encontrar el número de la Residencia.
—Oh, vamos, Missy, ¿no quieres vivir conmigo? —¿Quién se cree este
chico? Lo había conocido por diez minutos y ya me había dado un apodo
y hecho proposiciones.
—Llámame así una vez más... —No terminé mientras escribía
furiosamente el número. Darah y Renee le susurraron a Hunter, pero no lo
suficientemente bajo como para que no pudiera oírlas.
—Lo mejor es dejarla cuando se pone así —susurró Renee.
—No me metería con ella —dijo él, mientras escuchaba otro timbre.
Finalmente, un mensaje descolgó, diciéndome las horas que eran y
dándome algunas extensiones que podía probar. Golpeé el primero. No
hubo respuesta, pero una máquina de mensajes descolgó. Dejé un corto
mensaje, explicando la situación en el más urgente de los términos, y luego
volví a llamar al número original. No me detuve hasta que dejé mensajes
para los cinco contactos de la lista de correo de voz de la Residencia. Tiré
mi teléfono sobre la encimera.
—¿Te sientes mejor? —dijo Hunter.
—No. —Tiré la agenda en el sofá. Darah y Renee me miraban como
si estuvieran preocupadas de que fuera a explotar. Estaba al borde—. Si
fueras un caballero, te ofrecerías a dormir en el sofá —espeté.
—Bueno, Missy, podrás llegar a descubrir que no soy un caballero.
Planeo sacarle el máximo provecho a esta situación. —Mi boca se abrió en
shock. Ningún chico me había hablado de esa manera.
—¿Hace calor aquí? Creo que abriré la ventana —dijo Renee,
corriendo hacia nuestra única ventana, en un extremo del sofá.
Darah me miró, luego hacia Hunter, y de regreso. —Bueno, no hay
nada que podamos hacer justo ahora. Vamos a tomar sus cosas y luego
tal vez podamos ir abajo y ver si hay alguien en la Residencia —dijo. Dara
siempre era la pacificadora.
—Suena bien para mí —dijo Hunter, caminando derecho a mi
habitación como si fuera el dueño del lugar.
—No puedo creer que esto esté pasando —dije, cerrando mis ojos.
Escuché “Back in Black” de AC/DC viniendo de mi habitación. El tono de
timbre de Hunter.
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—Hola, hombre. No, acabo de llegar. Habitación 203. Sí, eso sería
genial... —Empujó la puerta para cerrarla, y miré a Renee y Darah.
—No pensé que tendríamos que hacer esto tan pronto, pero creo
que necesitamos una reunión de compañeros —dije. Habíamos acordado
que tendríamos reuniones semanales de compañeros de habitación para
ventilar nuestras quejas. Estaba a favor de sacar esa mierda al aire libre, así
no terminaríamos odiándonos mutuamente. Había tenido un terrible
compañero de cuarto el año pasado y no quería lidiar con eso de nuevo.
Escuché, pero sonaba como si Hunter estuviera todavía en el
teléfono. Podía escucharlo hurgando y oraba porque no rompiera nada.
Entonces lo mataría.
—No veo cual es el gran problema —dijo Renee—. Quiero decir, sería
lo mismo si una de nosotras tuviera un novio para quedarse. Paul se quedó
todo el tiempo cuando Darah y yo vivimos aquí el año pasado.
—Pero eso fue porque tú dormías con él —dije.
—Tal vez vaya a dormir con Hunter —replicó ella. Renee había roto
con Paul muy recientemente, y estaba a la caza de una recuperación.
Todos sabíamos que ella y Paul estaban destinados y que con el tiempo se
darían cuenta de eso, pero Renee todavía estaba en la etapa de la ira.
—¿Estás incomoda con quedarte con él, Taylor? Está bien si lo estás
—dijo Darah.
—No puedo imaginar por qué me sentiría incómoda con compartir
una extremadamente pequeña habitación con un chico que he conocido
por una media hora que sigue haciendo comentarios espeluznantes. No
puedo imaginar por qué tendría un problema con eso.
—Si quieres, Renee y yo podemos cambiar. Me quedaré con él y
Renee puede quedarse contigo —dijo Darah.
—¿Por qué no puede quedarse conmigo? —lloriqueó Renee.
—Porque lo vas a violar en su sueño —dije.
—No puedes violar la voluntad, Tay —dijo, guiñando un ojo.
—Eres asquerosa.
—¿Y si sacamos pajitas? —dijo Darah.
—¿Incluso tenemos pajitas? —dijo Renee—. ¿Qué tal si hacemos
números o algo así? Aquí —dijo, tomando un cuaderno de la universidad
de Maine que alguien había dejado en el mostrador de la cocina, junto
con una pluma—. Escribiré nuestros nombres y los pondremos en... —Tomó
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mi gorra de béisbol que había desechado antes—. Hunter elegirá. Ahí lo
tienen. Problema resuelto.
La puerta se abrió y Hunter salió, otra sonrisa en su rostro.
—No hablaban de mí, ¿verdad?
Como si no lo supiera. Rodé los ojos mientras Renee escribía cada
uno de nuestros nombres en pequeños pedazos de papel y los arrojaba a
mi gorra. Puso su mano encima y la sacudió.
—Escoge uno —dijo ella, empujando la gorra en su cara.
—De acuerdo —dijo, metiendo la mano y sacando un pedazo de
papel doblado. Renee lo desdobló lentamente. Todos esperamos mientras
hacía una dramática pausa.
—Taylor —dijo, dándole la vuelta para que pudiéramos leer mi
nombre en blanco y negro.
—Mierda —dije.
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2
Traducido por Lunnanotte
¿
Corregido por Itxi
Qué pasa con todas las cosas de pavo real?
Era una hora más tarde y estaba atrapada con Hunter igual
que cuando había entrado por la puerta. Incluso había
bajado a la residencia, que se encontraba justo bajando la
colina desde nuestro dormitorio, pero no había nadie ahí. Demasiado
ocupados asegurándose de que los estudiantes de primer año no
colapsaran bajo el peso de sus masivos aparatos electrónicos cuando los
llevaran por el pasillo, sin duda.
Hacía mi mejor esfuerzo para ignorar a Hunter, pero no se callaba.
Claramente, era uno de esos tipos a los que les gustaba hablar.
—¿No sabes que las plumas de pavo real son de mala suerte? —Por
el rabillo de mi ojo, su bíceps con el siete tatuado se flexionaba mientras
sacaba un par de camisetas de su baúl.
Sí, sabía que eran de mala suerte para la mayoría de la gente. No
era de su incumbencia porque las tenía por todas partes, incluso en mi
edredón, colgados en los marcos de la pared y ensartadas en un atrapa
sueños que mi hermana me había regalado. No era de su maldita
incumbencia.
Deseaba que Tawny estuviera aquí. Mi hermana habría sabido
exactamente que decir a Hunter para conseguir que se fuera. No podía
salir de su trabajo como asistente legal y mamá tampoco podía salir del
trabajo. Supongo que pensaron que desde que era una estudiante de
segundo año, mudarme no era gran cosa. Aun así, extrañaba a Tawny.
—¿Estás enojada conmigo, Missy?
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El apodo era el colmo. Me di la vuelta y lancé una mirada asesina
hacia él. —Mira, no te conozco, tú no me conoces. Tan pronto como sea
humanamente posible, te voy a sacar de aquí, ¿Entendido? No soy tu
bebé. No soy una de esas chicas a la que le puedes sonreír y con la cual
meterte en la cama. ¿Entiendes? Mantente jodidamente lejos de mí.
Esos ojos azules quemaron dentro de mí. Era el tipo de persona que
podía ver cosas que otras no podían, cosas que he pasado toda mi vida
encubriendo y ocultando a la gente. Sólo había conocido a algunas
personas que podían ver más allá de mi fachada cuidadosamente
cultivada. Había caído en la mayoría de ellas como un mal habito, con la
excepción de uno. Tendría que aplastar esto lo antes posible antes de que
él decidiera que pudiera querer ver lo que el mundo me había hecho para
enfadarme tanto.
—Es un poco difícil mantenerme lejos de ti cuando estamos viviendo
en el mismo lugar —dijo.
—Yo. Sé. Eso —le dije con los dientes apretados.
Levantó sus manos. —No te enfades conmigo. El destino eligió tu
nombre.
—No creo en el destino.
Se echo a reír. —Yo tampoco. Sólo creo en la suerte. —Señalo el siete
en su brazo—. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.
—No creo en la suerte tampoco.
—Es evidente.
Fuimos interrumpidos por una voz resonante. Hunter pasó por encima
del caos que todavía cubría el suelo y asomó la cabeza por la puerta.
—Mase, hombre, ¿qué te tomó tanto tiempo? ¿Te perdiste?
Una voz masculina respondió. —No, sólo me retrasé. ¿Este es tu
lugar?
Claro, sólo venga todo el mundo.
—No, tan sólo entré en un cuarto al azar y comencé a poner mis
cosas en él. Sí, este es mi lugar.
Entró en la sala de estar y lo seguí. Darah y Renee surgieron de su
habitación. Había oído muchos golpes y gritos por lo que probablemente
habían estado colgando los marcos con fotografías de Darah con sus
especificaciones exactas.
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De pie en nuestra puerta estaba un tipo que parecía que podría
haber sido el hermano de Hunter. Su cabello era un poco mas claro, su
figura un poco corpulenta y sus ojos un poco más oscuros, pero no había
duda del parecido.
—¿Y quienes son estas bellas damas? —dijo el chico nuevo.
—Se trata de Taylor, Darah y Renee, mis compañeras de cuarto —
respondió Hunter, señalando a cada una de nosotras.
—Oye amigo, ¿hablas en serio? ¿Cómo demonios eres siempre tan
afortunado?
—Naciendo bajo la estrella correcta —dijo Hunter—. Este es mi primo,
Mase.
—Encantada de conocerte, Mase —dijo Renee, saltando hacia
adelante para darle la mano. Mase la tomó y le estrechó la mano,
mirando un poco aturdido—. Soy Renee.
—Encantado de conocerte, Renee. Supongo que tú debes ser Darah
—dijo señalando a Darah, quien saludó con la mano—. Y tú debes ser
Taylor. He oído hablar mucho de ti.
¿Cómo pudo? Mire a Hunter que puso cara de inocente. —Fue muy
amable de tu parte aceptar a mi pobre desafortunado primo, en su
momento de necesidad. Pensé que iba a ser capaz de dormir en mi sofá,
pero uno de mis compañeros se lo dio a otro chico que estaba dispuesto a
pagar para quedarse y fui rechazado. Lo siento, hombre.
—Está bien —dijo Hunter.
Por primera vez desde que lo conocí, pude ver algo más que a un
idiota engreído. Una persona real. Pero esa persona había desaparecido
detrás de una cara arrogante antes de que pudiera estudiarlo más de
cerca.
—Puedo ver eso. ¿Necesitas ayuda?
—Creo que estoy bien —dijo Hunter.
Renee saltó hacia adelante. —Me vendría bien un poco de músculo.
Mi cama está un poco torcida y no puedo ponerla en el lugar correcto.
¿Quieres echarme una mano? —Se retorció de lado a lado, como si le
estuviera mostrando lo que podría ser suyo si él obedecía, Jesús, era tan
obvia.
—Claro, no hay problema.
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Con eso, dejamos que otro tipo extraño entrara en nuestro
apartamento. Le di la espalda y volví a mi habitación, esperando que
nadie más estuviera pensando en aparecerse.
Hunter me siguió.
—¿Tienes hambre? Pensaba conseguir algo de Pat´s. Los repartidores
probablemente están agobiados, así que podría ir a buscarlo. Yo invito —
dijo mientras cogía unas cuantas camisetas para ponerlas en su armario.
¿Trataba de ser amable conmigo? ¿Sentía lástima por mí? Lo miré
fijamente, tratando de averiguarlo.
—¿Te gusta el pepperoni? —Su voz había perdido ese borde
engreído. Era más suave y... No. Era el mismo. Todavía trataba de jugar
conmigo. Sabía como eran esos tipos. Sólo eran agradables, hasta que
conseguían lo que querían y si no conseguían lo que deseaban, lo
tomaban.
—Soy vegetariana —le dije y me fui al baño, sólo para poder
escapar de él.
Al pasar por la habitación de Darah y Renee, escuché a Mase
diciendo algo que las hizo reír. Genial. Simplemente genial. Cerré la puerta
del pequeño cuarto de baño y me apoyé en el lavabo. Estaba perdiendo
el control. Me miré en el espejo. La horrible iluminación no hacía mucho
por mi piel, pero realmente no hacía mucho por cualquiera. Me eché un
poco de agua en la cara y luego salté sobre el lavabo, colocando mi
espalda contra el espejo. En cuestión de unos minutos mi segundo año se
había puesto completamente al revés.
¿Qué iba a hacer? Este chico extraño acababa de invadir mi vida.
No mi vida, pero sí mi espacio. Nuestra habitación era más pequeña que
un dormitorio de doble-tamaño. Estaríamos pasando por encima uno del
otro todo el tiempo. Me vería cuando despertara por la mañana. Su voz
sería la última que escuchara cuando me fuera a la cama. Iba a ver ese
maldito tatuaje y esa sonrisa todo el tiempo. Hunter Zaccadelli sería lo
último que viera cuando fuera a la cama y lo primero que vería cuando
me despertara. Eso no iba a pasar.
Un golpe en la puerta me hizo saltar y me golpeé la parte trasera de
mi cabeza contra el espejo.
—¿Estás bien ahí? —dijo Hunter.
—Jesús Cristo, ¿No me puedes dejar en paz? —Bajé del lavabo y abrí
la puerta.
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—Voy a hacer un trato contigo, Missy.
—¿Por qué iba a querer hacer un trato contigo?
Sonrió, como si hubiera esperado que yo dijera eso.
—Sólo escúchame. Si puedes probarme que me odias,
absolutamente me odias, entonces me iré. Encontraré un sofá donde
dormir.
Resoplé. —Eso debería ser fácil, puedes ir a empacar tus cosas
ahora.
—No has escuchado el resto del trato. Si puedes probarme que me
amas, absolutamente me amas, me iré. —Por primera vez su rostro era
serio.
—¿Estás jodidamente bromeando? Nunca, jamás amaría a un tipo
como tú. —Nunca lo haría, jamás amaría a nadie, pero eso no venía al
caso.
—Demuéstralo. Si puedes probar cualquiera de esas cosas para el
final del semestre, me iré.
—Tu trasero estará fuera de aquí antes de eso.
Su sonrisa era fácil. Estaba jugando conmigo.
—Tal vez, tal vez no. Pero pareces el tipo de chica a la que le gusta
un desafío.
El espacio del pequeño baño se contrajo a mí alrededor, las paredes
nos empujaban más cerca. Dio un paso hacia mí y luego otro. Retrocedí
hasta que mis piernas golpearon el inodoro.
—Pruébalo. Demuéstrame que me odias. —Su voz era suave y sus
ojos eran demandantes. Mi respiración se volvió desesperada y mi visión se
redujo a esos ojos azules. Algo se rompió y mi instinto de lucha se hizo
cargo.
Antes de que pudiera acercarse más, me eché hacia atrás y estrellé
mi puño en su mandíbula y mi rodilla en su ingle. Se dobló, agarrándose su
cara y sus pelotas. —Jódete, te odio. Nunca me arrincones de nuevo. ¡Hijo
de perra! —En su comprometida posición, fui capaz de empujar a su
alrededor y abrir la puerta para encontrar tres rostros aturdidos.
—¿Qué le hiciste? —dijo Renee.
—Nada —dije, empujando por delante de ellos y corriendo por el
pasillo. Bajando las escaleras y saliendo del edificio. Mis pulmones tiraron
como si hubiera estado corriendo varios kilómetros en el gimnasio y sólo
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acababa de permitirles descansar. Puse mis manos sobre mis rodillas y
jadeé, sintiendo como si mis pulmones nunca estuvieran llenos de nuevo.
Las personas me daban miradas extrañas mientras descargaban sus
pantallas de lámparas, las almohadas y los cajones de cama de sus
coches. Los ignoré y comencé a caminar por la banqueta hacia el
estacionamiento. Y marqué el número de Tawny, esperando que estuviera
en su hora de almuerzo.
—Hola, Kid, ¿Cómo va la mudanza? —La voz de Tawny trajo calma
instantánea, al igual que su uso de mi apodo. Todos en mi familia siempre
me habían llamado Kid.
—No creerás el día que he tenido.
—Cuéntame —dijo sin dudarlo.
Procedí a contarle mi versión de los acontecimientos del día,
incluyendo el puñetazo Hunter. Tuve que sostener el teléfono con mi mano
izquierda porque mi mano derecha había comenzado a hincharse por su
encuentro con la mandíbula de Hunter. Iba a necesitar un poco de hielo
pronto. Me sorprendió que nadie me persiguiera, pero Darah y Renee
sabían acerca de mis inesperadas salidas. Sabían dejarme en paz y darme
mi espacio. No había sido la primera vez que me habían visto así. Traté de
mantener la mayor parte de ello bajo control, pero Hunter había
presionado mis botones. Nunca nadie me arrinconó en un espacio
pequeño y salió ileso.
—Oh, Kid, ¿por qué hiciste eso?
—Me acorraló, ¿qué se supone que debía hacer? —Mi mano estaba
roja y comenzaba a adquirir un precioso tono morado.
—Podrías haberle dicho que retrocediera. Hubiera sido lo más lógico
para hacer.
—Tú sabes que no soy una persona lógica.
—No me digas —suspiró y la escuché comiendo algo—. ¿No crees
que deberías hablar con alguien de nuevo? —Me había preguntado lo
mismo por lo menos mil veces.
—Debido a que funcionó tan bien antes. No, gracias.
Tawny suspiró de nuevo. Finalmente encontré mi coche, Sassy, un
Dodge Charger rojo, en el estacionamiento y presioné el botón de
desbloqueo. Me senté en el asiento del conductor con la puerta abierta,
charlando con Twany sobre la mudanza y cosas estúpidas. Cualquier cosa
menos Hunter.
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Podía hablar con ella durante horas todos los días y todavía
encontraría algo que decir. Teníamos seis años de diferencia y éramos tan
cercanas como dos personas podían serlo sin ser gemelos. No es que
nuestras personalidades fueran similares, porque no lo eran. Tawny era más
bonita, más inteligente y más popular. Yo era más chiquita, no tan bonita y
enojona. Intentaba no estar tan enojada y no lo estaba la mayor parte del
tiempo, pero a veces eso sólo sucedía. Como Hunter había echo que
sucediera hoy.
—¿Cuándo vas a venir a verme? —pregunté.
—Probablemente este fin de semana. ¿Almuerzo en Margarita? —Era
uno de nuestros favoritos semi-cadena restaurantes Mexicanos.
—Acepto. Oye, me olvidé por completo de traer ese lindo par de
pantalones de pijama y el top que va con él. ¿Puedes pasar por casa y
conseguirlos por mí?
—Supongo que sí. ¿Vas a comprar mi almuerzo?
—Supongo que sí —le dije.
—Oye, me tengo que ir. Pero llámame esta noche. Llámame antes
de que golpees a alguien de nuevo, ¿de acuerdo? Vas a tener que
controlarte si vas a vivir con ese chico. Además, probablemente deberías
poner hielo en tu mano.
—No estoy viviendo con él.
—Sí, nena, lo están un poco. A menos que ganes la apuesta. ¿Cómo
demonios vas a salir de eso?
—No tengo ni una jodida idea. Técnicamente no lo acepté.
—Creo que tú dándole un puñetazo y pateándolo en las pelotas fue
una especie de apretón de manos.
—Lo que sea. Te llamaré más tarde. Manda un texto si quieres.
—Adiós, Kid.
—Adiós Tawn. —Di clic a mi teléfono y apoyé mi cabeza en mi
volante.
¿Qué demonios iba a hacer?
19
3
Traducido por MelDemczuk
Corregido por Verito
N
o volví a entrar hasta que mi mano dolió tanto que
necesitaba desesperadamente hielo. La habitación estaba
en silencio cuando me metí a hurtadillas. La mayoría de las
cajas no estaban, y Darah desempacaba sus ollas y sartenes en la cocina.
—Oye, ¿estás bien? Estábamos un poco preocupados por ti. Hunter,
Renee, y Mase fueron a comprar pizza.
—Estoy bien. Sólo necesito un poco de hielo —dije, levantando mi
mano, todos mis nudillos estaban púrpura.
—Oh Dios mío —dijo, corriendo hacia el congelador. Por suerte,
alguien había dejado una bolsa de hielo en el refrigerador que el
mantenimiento se había olvidado de limpiar. Lo envolvió en un paño de
cocina que saco del cajón y me lo entregó.
—¿Cómo está su cara? —Como que quería estropeársela, solo un
poco.
—Le diste un golpe bastante bueno, ya tiene un moretón. —
Anotación.
—¿Recuperó sus pelotas?
—Creo que será capaz de tener hijos algún día —dijo, estudiándome
como si fuera a enloquecer y a hacerlo de nuevo. Se apoyó en el
mostrador, abandonando su organización por ahora—. ¿Qué pasó? Todo
lo que nos dice es que dijo algo que te molestó y que se lo merecía.
—¿Dijo eso? —Hice una mueca cuando el hielo frío tocó mi mano
caliente. Me ha sorprendido. Pensé que me culparía a mí y que me
llamaría una perra psicópata. En el fondo de mi mente tenía la esperanza
20
de que mi demostración de violencia lo enloqueciera tanto que sus cosas
habrían desaparecido cuando yo regresara. No hubo suerte.
—Sí, lo hizo.
—Huh.
Voces se escuchaban desde el pasillo. Voces familiares. Me di la
vuelta y se detuvieron cuando me vieron. Hunter sostenía dos cajas de
pizzas y Renee llevaba dos bolsas de papas fritas. Mase tenía lo que
probablemente era un poco de cerveza, ingeniosamente escondidas en
dos capas de bolsas de compra.
—Hola —les dije a todos.
Entraron cautelosamente, de una manera que era casi divertido. Yo
era la persona más joven y de baja estatura en la habitación, pero se
mostraron desconfiados de mí.
—¿Cómo está tu mano? —dijo Renee, apoyando las bolsas sobre la
mesa del comedor.
—Bien —le dije, la empezó a examinar de todos modos y miré a
Hunter—. ¿Cómo está tu cara? ¿Y tus pelotas? —Forcé una sonrisa,
esperando que no luciera demasiado loca.
Hunter me devolvió la sonrisa. —Ambos se recuperarán, creo. Tienes
un infierno de gancho, Missy —dijo, tocando su mandíbula. Había una
marca azulada de aspecto-impresionante empezando a aparecer. Bien.
—Te juzgué mal, creo. Respeto —dijo Mase, acercándose y
levantando su mano para un golpe de puño. Le di uno con la mano
izquierda y me guiñó un ojo. Supongo que el comportamiento arrogante
era genético.
—Conseguí esta con todas las verduras, no estaba seguro que era lo
que te gustaba —dijo Hunter, sosteniendo una de las cajas de pizza hacia
mí. Todos contuvieron la respiración cuando agarré la caja de Hunter.
Diablos, era más delicioso que un ramo de olivo.
—¿Aceitunas? —dije—. Odio las aceitunas. Todo lo demás es un
juego limpio.
—¿Vamos? —dijo Renee, ahora que la tensión se rompió.
—Claro —dije, entrecerrando la caja.
El aroma celestial de pizzas Pat’s llenó mi nariz. Había sido la misma
receta durante muchos años que había sido descubierta, sirviendo por
21
décadas a
universitarios.
hambrientos,
resacados
o
drogadictos
estudiantes
De alguna manera habían encontrado la proporción perfecta de
queso con la salsa para la delgada corteza de ingredientes. Una ración
perfecta, razón por la cual había sobrevivido tanto tiempo en una ciudad
que tenía por lo menos doce pizzerías por estudiante.
—¿No desempacaste los platos todavía? —le dijo Renee a Darah.
Hurgamos por platos, servilletas y vasos inmediatamente y de alguna
manera, todos terminamos con platos de papel, servilletas de papel y
vasos de plástico con refrescos o cerveza. No era una gran fan de la
cerveza, así que me quedé con la soda.
Darah, Renee y Mase tenían 21, y bromeaban sobre mí y Hunter
siendo menores de edad. Hunter era sólo por unos meses mayor que yo,
tenía 20 años, mientras que yo era el bebé con 19 años.
Hunter resultó ser también un estudiante de negocios, que sorpresa.
La otra carrera que habría elegido para él habría sido teledifusión por lo
que podría ser periodista deportivo y ver tantos partidos al tiempo que le
pagaban por hacerlo. Mase era la gran sorpresa. Su carrera era Relaciones
internacionales. Al parecer, quería ir a trabajar al extranjero como un
diplomático o algo así. Su verdadero nombre era Jonathan Mason III, lo
que explica el apodo.
—¿Cuál es tu especialidad? —preguntó Mase, enrollando un poco
de queso alrededor de su dedo.
—¿Qué tal si adivinamos? —dijo Hunter.
¿No acabo de darle un puñetazo en la cara? ¿Estaba pidiendo que
lo golpee de nuevo? Le di una mirada, pero agarró otro pedazo de
pepperoni y masticó pensativamente.
—¿Educación? No, esa no puede ser. No es publicidad. ¿Boxeo?
¿Enfermería? ¿Qué hay de Ingeniería Eléctrica?
Puse mis ojos en blanco.
—Dime qué es entonces. —La sonrisa se volvió arrogante, como si
nunca hubiera dejado su cara.
—Estudios de la mujer —le dije, recogiendo otra ofensiva aceituna y
colocándola en el plato.
—Huh —dijo Hunter.
22
—¿No hay comentarios inteligentes? ¿No me van a preguntar si soy
lesbiana?
Mase resopló. Renee rodó los ojos. Realmente debería bajar el tono.
—¿Lo eres? —Hunter levantó una ceja. Siempre hubo bromas sobre
el departamento de estudios de la mujer diciendo que eran un montón de
odio-a-los-hombres lesbianas. Había elegido esa carrera por una razón
diferente, pero él nunca iba a saber eso.
—¿Qué pasa si lo fuera? —dije con calma.
Mase resopló su cerveza a través de su nariz y se atragantó. Darah le
golpeó en la espalda. Sí, yo todavía quería que Hunter se vaya, pero
primero quería torturarlo un poco como venganza.
—Sería una de las cosas más sensuales que me habrías dicho, incluso
aunque no sea verdad. —Se inclinó hacia adelante, con una mirada
depredadora en su rostro. La habitación empezó a calentarse y tomé un
sorbo de mi soda así podría dejar de mirarlo.
—¿Qué pasa con los hombres y las lesbianas? Nunca he entendido
la atracción.
—¿Estás bromeando? Dos mujeres juntas es súper caliente, a menos
que sean machonas. Entonces no tanto —dijo Mase.
—Pero las lesbianas generalmente no quieren a los hombres, así que
¿por qué se sienten atraídos por ellas? —dijo Darah.
—No me importa. Estaría feliz de ver —dijo Mase chocando los
hombros con Darah. Ella rodó los ojos.
—Es porque el cuerpo femenino es hermoso. Es una obra de arte.
Todas las curvas y su suavidad. Lo duplicas y simplemente tienes el doble
de belleza. —Hunter miraba hacia mí mientras lo decía.
—Duplica tu placer, duplica tu diversión —dijo Mase y todos reímos.
—Así que, ¿cuáles son tus planes para el resto de la noche?
¿Conectar con la XBox? —le dijo Mase a Hunter.
—¿Tienes una XBox? —dijo Renee. Era una jugadora secreta y estuvo
buscando por una usada en el tablero de mensajes del campus por
mucho tiempo.
—Sí, también tengo una Kinect.
—Por favor dime que tienes Skyrim. Por favor, por favor —dijo Renee,
juntando sus manos. Culpo a Paul por su adicción al juego.
23
Hunter procedió a colocar el dispositivo, y pasaron la siguiente hora
conectándolo y jugando a Skyrim.
Mase dijo que tenía cosas que hacer, así que se fue, diciendo que
volvería de nuevo. Encantador.
Fui a desempacar el resto de mis cosas y mandarle mensajes de
texto a Tawny.
El resto de la tarde lo pasé poniendo todo en cajones, haciendo mi
cama y calculando donde encajaba todo. Me hubiera gustado haberme
mudado fuera del campus, pero tenía una beca que era específicamente
para la vivienda en el campus, así que estaba atascada. Con Hunter, al
parecer. Se quedó fuera con Renee y Darah, lo que fue genial. Seguí
empujando sus cosas fuera de mi camino, irritada, pero al mismo tiempo
curiosa por saber qué más había en el baúl.
Tal vez era un cuerpo.
Darah tocó la puerta y me preguntó si quería ir a la tienda con ella
para conseguir algunas provisiones. Me moría de ganas de salir del
pequeño espacio, así que cogí mis llaves y obtuve algo de dinero de todo
el mundo e hice una lista.
—¿Necesitas alguna ayuda? —dijo Hunter.
—¿Luzco como si la necesitara?
—En realidad no, pero pensé que sería un imbécil si no lo
preguntaba.
—Eres un imbécil de todos modos.
Asintió y volvió al juego. Probablemente estaba listo para otro golpe
pronto.
***
Regresé cargada de bolsas y encontré el apartamento en caos.
—Oye, vamos a Blue Lagoon, ¿Quieres venir? —Darah se deslizaba
largos pendientes de plata en sus orejas y se había cambiado a un
vaquero ajustado y un top brillante plata.
—No puedo. No tengo 21 —dije, señalándome a mí misma.
Blue Lagoon era el nombre del club que se encontraba justo al lado
del campus. Se mantenía cerrado debido a los niños menores de edad
24
para entrar, o por las peleas demasiadas sangrientas. A veces ambos.
Tenía un nuevo dueño, no creía que este duraría más tiempo que el
anterior.
—Mierda. Lo olvidé. Lo siento.
Un secador de pelo sonaba en el baño. Oh, esto debe ser serio si
Renee se arreglaba su cabello.
—¿Dónde está Hunter? —Odiaba decir su nombre en voz alta.
—¿Hunter? No lo sé. Su primo volvió, y se fueron a alguna parte. Dijo
que estaría de vuelta antes de irnos. —Hizo una mueca cuando empujó a
uno de los pendientes en su oreja
—Él tampoco tiene 21.
—Ya sabes, probablemente tiene una identificación falsa. —Sí,
probablemente la tenía—. Tal vez podamos colarte.
—No, está bien. Pasaré el rato aquí. Quizá llame a Megan y ver si
quiere venir.
Megan era una amiga de mis clases de Estudios de la Mujer que nos
volvimos cercanas el año pasado y la única que realmente llamaba una
amiga. Vivía con su novio en un apartamento fuera del campus, pero los
amigos de él siempre pasaban el tiempo allí, así que ella siempre estaba
desesperada por pasar tiempo de chicas.
En ese momento se abrió la puerta y Hunter y Mase entraron, con
otros dos chicos caminando detrás.
—Hola —dijo, asintiendo hacia mí—. Ellos son Dev y Sean. Chicos,
esta es Taylor, y esa es Darah.
—Hola —dije, saludando con la mano.
Darah dijo hola.
Dev tenía una piel encantadoramente oscura del color del barro, y
cabello y ojos oscuros. También era enloquecidamente alto y delgado
como un palo. Sean era compacto y robusto como un luchador, con corto
cabello rubio y ojos marrones. Ambos nos echaron un vistazo a mí y a
Darah. Nunca había sido observada tanto en mi vida.
—Entonces, ¿vienes con nosotros, Missy? —Miraba mis tetas de
nuevo.
Me crucé de brazos. —Algunos de nosotros no estamos para infringir
la ley.
25
—Lo estás ahora —dijo, sosteniendo algo delante de mí. Era una
identificación falsa, completa con una foto de una chica que casi podría
ser yo, y una fecha de nacimiento que no era la mía, pero al menos tenía
21 años.
—¿De dónde diablos sacaste esto?
Compartió una mirada con los chicos. —Tengo mis fuentes. Ve,
prepárate. No vas a usar eso.
—¿Qué está mal con esto? —Nunca iría a las discotecas en mi
vestimenta habitual, pero quería hacerlo enojar.
—Me gustaría follarte sin importar lo que estés usando, pero es
posible que desees arreglarte un poco así todo el mundo te deseará —dijo.
—Vete a la mierda —dije, arrojándole la identificación en la cara y
yendo a mi habitación. Escuché a los chicos burlarse de Hunter cuando
cerré la puerta.
Revolví mi armario, encontrándome con un par de vaqueros negros,
una camisa roja y un par de botas negras. Jalé mi pelo fuera del rodete y
lo cepillé con furia antes de delinear rápidamente mis ojos azul-verdosos y
colocarme un poco de brillo en los labios. Caminé dentro de una nube de
mi perfume favorito de pomelo para el cuerpo y estaba lista.
—¿Mejor? —dije, apoyándome contra la pared.
—Follable. Vámonos.
Darah y Renee ya charlaban con los otros chicos como si se hubieran
conocido desde siempre.
No iba a admitir que tenía miedo de ser atrapada. Estaba nerviosa,
claro, pero era más que eso. Ir a un club significaría estar pegada a un
montón de desconocidos sudorosos. Esa fue la parte que no me gustó.
Pero no había manera de que fuera a permitir que Hunter me llamara
cobarde. Así que me metí la identificación falsa en el bolsillo del pantalón,
agarré un poco de dinero y seguí a todo el mundo afuera.
La noche era agradable, el verano no había aflojado su control en
Maine todavía. Por suerte, el club estaba a pocos tropezones de distancia
del campus.
—No tendrás que comprar ninguna bebida esta noche —dijo Hunter,
girando y cambiando hacia atrás mientras al mismo tiempo me miraba de
reojo.
—¿Y por qué es eso?
26
Negó con la cabeza. —¿Realmente no lo ves? Mase, hombre ¿te
follarías a Taylor?
—Diablos, sí —dijo Mase, dándome un pulgar hacia arriba—. Quiero
decir, si tú quieres.
—¿Dev?
—Sí, claro. —También Sean concordaba con que lo haría.
—¿Eso es en todo lo que piensan? ¿Sexo?
—¿Qué más hay para pensar? Todo el mundo piensa en eso.
Estamos programados para pensar en ello. Incluso tú, Missy. —Dejó de
caminar y casi tropecé con él. Agarró mis brazos para estabilizarme.
—Déjame.
—Está en ti, Missy. Me iré en cinco segundos. Simplemente pruébame
que me amas o que me odias.
—El amor y el odio son completamente diferentes.
—En realidad no. Son las dos caras de una misma moneda. Un tirón y
puedes estar al otro lado antes de que te des cuenta. Me quedaré con
cualquiera de ellos viniendo de ti.
—Te odio en este momento. ¿Qué tengo que hacer para
demostrártelo?
Tocó el moretón en su rostro que no podía ver en la oscuridad. —
Estoy seguro que se te ocurrirá algo. —Se dio la vuelta y saltó sobre la
espalda de Mase, estuvo a punto de derribarlo.
Los chicos actuaban como si ya estuvieran borrachos, empujándose
y riendo y siendo demasiados ruidosos. Me pegué a Darah y Renee,
porque tenían experiencias anteriores en clubes. Yo no lo tenía.
Cuanto más cerca del club nos encontrábamos, más nervios tenía.
Prácticamente podía sentir la música vibrando a través de la acera de
enfrente. El edificio era pequeño y no tenía ventanas. Varias personas
fumaban alrededor del club y un par de chicas con ropa que difícilmente
se calificaba como ropa tropezaron fuera, riéndose y agarrándose una de
la otra.
Me froté mis brazos, aunque no tenía frío. Hicimos una línea y Hunter
se puso delante de mí. El gorila parecía como si estuviera probablemente
en el equipo de fútbol y saludó a Mase como si fueran amigos que no se
veían hace mucho tiempo, haciendo ese extraño abrazo con un solo
brazo, dándose una palmadita en la espalda, cosa que hacen los hombres
27
cuando no tienen ganas de abrazar. Saludó rápidamente a los otros chicos
y les dio a las chicas una rápida comprobación a las identificaciones.
—Jay, hombre ¿cómo estás? Hace mucho que no te veo. Esta es mi
nueva amiga, Taylor.
—¿Otra amiga, Z? Tienes más amigos que yo calcetines. Gusto en
conocerte. Ten cuidado —dijo, riendo y saludándonos con la mano antes
de que yo pudiera decir: “Encantada en conocerte, también”
El club estaba oscuro, ruidoso y caluroso, justo como pensé que sería.
El techo era bajo, había muchas mesas y demasiadas personas. Las luces
parpadeaban, casi cegándome.
—Déjame comprarte un trago —dijo Hunter en mi oído.
Tenía que gritar porque la música estaba muy fuerte. No podía ver al
DJ por ningún lado. Mis ojos buscaron y finalmente encontraron a Darah,
Renee y a los chicos en una mesa del rincón. Todos tenían bebidas.
—Vamos. Déjame invitarte un trago.
—Como quieras —le dije y fui a pararme al lado de Darah.
—Lo hiciste —dijo, ahuecando su mano sobre su boca para que
pudiera oírla.
—Sí, él ni siquiera la miró —dije, encogiéndome de hombros. No es
de extrañar que este lugar siempre se fundiera.
—Afortunada —gritó, bebiendo de su copa.
Hunter regresó momentos después, guiando con sus hombros su
camino entre la muchedumbre. Tenía esta increíble forma de caminar,
como si tuviera todo el tiempo en el mundo.
—Luces como una clase de chica del ron con coca-cola —dijo, y me
entregó un vaso. Había una rodaja de limón en la parte superior del vaso
que metí dentro y lo revolví antes de tomar un sorbo. Hunter tenía una
Coors Lite2. Típico.
Tomé un sorbo de mi bebida con cautela. Definitivamente no
confiaba en él.
—No lo drogué, lo juro. No necesito drogas para meterte en mi cama
—gritó en mi oído. Su mano rozó mi brazo desnudo, y tomó todo en mí no
tirarle mi bebida en su cara.
—Adelante, tíramelo. Sabes que quieres hacerlo —dijo.
2
Coors Lite: Marca de cerveza Light.
28
Cuerpos interrumpían en la pista de baile, girando y chocando entre
sí. Algunos tenían mejores movimientos que otros. Algunos prácticamente
tenían relaciones sexuales.
En su lugar, tomé un sorbo. La coca-cola burbujeó en mi lengua y el
ron lo persiguió, el sabor oscuro, fuerte y cálido. Se estaba volviendo
locamente delicioso. ¿Cómo supo Hunter que me gustaría?
—¿Está bueno? Pedí que usaran el ron especiado. Pensé que te
gustaría un poco de sabor. —Oh, muérdeme.
Darah y Renee engullían sus bebidas y conversaban con los chicos,
que miraban la pista de baile. Mase captó la mirada de Hunter.
—Amigo, estos chicos son aficionados. ¿Quieres mostrarles cómo se
hace?
—Estoy dentro. ¿Dev?
—Estoy dentro como Donkey Kong —dijo Dev, y todos se dirigieron
hacia la pista llena de gente.
—¿Qué están tramando? —dijo Renee.
—No tengo idea —dije.
Mase se dirigió hacia el fondo de la pista, donde finalmente noté al
DJ. Intercambiaron una palabra y la canción cambió a Party Rock Anthem
de LMFAO. Querido Dios, ¿qué nos espera?
Hunter y Dev despojaron un espacio y tan pronto como la canción
comenzó, empezaron a bailar. No sólo bailaban, hacían estallar la pista.
Mase se unió y lo sacudieron.
El espacio alrededor de ellos se hizo más grande y la gente empezó
a aplaudir. Mase y Hunter tenía esta rutina calculada que sincronizaron
perfectamente, completa con el gusano, y todos esos giros y movimientos
que sólo había visto en videos musicales. Dev hacía la caminata lunar en
frente de ellos y esos giros suaves sobre sus talones y dedos de los pies.
Para un hombre blanco, Hunter se podía mover. Como, moverse
realmente. Si no lo detestara con todas las fibras de mi ser, diría que es
sexy. No había nada como un chico que pueda bailar, en mi opinión.
Hizo un giro y se detuvo, mirando directamente hacia mí. No podría
decir bajo el parpadeo de luces, pero juro que me guiñó un ojo. Idiota.
El club estaba enloqueciendo. Todo el mundo aplaudía e incitaba.
Entonces, Hunter agarró el pie de Mase y le hizo hacer una voltereta hacia
atrás. El club estalló en aplausos y gritos. Terminaron la canción y todo el
29
mundo aplaudió. Todos ellos chocaron los cinco e hicieron su camino de
regreso a nuestra mesa, consiguiendo palmadas en sus espaldas durante
todo el trayecto.
—¡Eso. Estuvo. Increíble! —dijo Renee mientras los chicos agarraban
sus bebidas y tomaban un trago. Todos estaban un poco sin aliento y
tenían un brillo de sudor en su frente.
—¿Qué te pareció? —me preguntó Hunter.
—Yo —le dije, encogiéndome de hombros—. He visto mejores. —
Tomé un sorbo de mi bebida saboreando el rico sabor.
Él simplemente sonrió y levantó su cerveza a sus labios. —Claro que lo
has hecho, nena.
¿Ahora me llamaba nena? Lo ignoré y terminé mi bebida.
—¿Quieres bailar? —me preguntó Renee. El alcohol había
comenzado a hacer su camino a través de mi sistema, haciendo arder mis
mejillas y mi cabeza confusa.
—Claro, ¿por qué no? —dije, aunque estaba un poco desconfiada
sobre lanzarme al caos de cuerpos extraños.
Renee agarró mi mano en una de las suyas y a Darah en la otra y nos
dirigimos hacia el espacio lleno de gente. Tuve que decirme a mí misma un
par de veces que estaba bien, que nadie iba a por mí, y que iba a pasar
un buen rato. El alcohol también ayudó. Normalmente no me metería en
un pogo lleno de personas, pero a donde fueres…
No tenía muchos talentos, pero el baile era uno de ellos. Dejé que la
música me absorbiera y no me importaba quien me observaba.
Hubo un par de ojos que sabía que estaban sobre mí. Hunter. En un
momento, me volví, girando mis caderas y bajando hacia el suelo y
volviendo lentamente hacia arriba. Podría haber sido mi imaginación pero
tragó saliva y sus ojos se ensancharon un poco. Me gustaría clasificar a la
breve mirada que cruzó por su rostro como aturdida. Toma eso, idiota.
Sonreí y agarré el brazo de Darah, girando a su alrededor y luego dándole
un golpe de cadera. Bailamos por tres canciones más antes de que
estuviéramos demasiado sudorosas y necesitáramos conseguir un poco de
aire. Me sentí aliviada al salir de la aglomeración de cuerpos. Había tenido
algunos momentos donde el pánico amenazaba con atacarme, pero
había conseguido cerrarle la puerta en la cara y seguir bailando.
Los chicos nos siguieron fuera, probablemente para protegernos de
los borrachos pervertidos. Había leído que el año pasado se registraron al
30
menos varios episodios de contacto sexual no deseado en el periódico del
campus. Hunter puso su mano en mi espalda, pero la dejé porque era su
mano o la de un chico extraño, y tomaría la mano que conocía por sobre
la que no lo hacía. No es que conocía a Hunter. Cristo, lo acabo de
conocer esta mañana.
Afuera estábamos en una nube de humo, pero el aire se sentía
agradable sobre mi piel caliente.
—He visto mejores —dijo Hunter en mi oído. Su cálido aliento me hizo
cosquillas en el cuello, y moví mi cabello para ocultar mi temblor.
Mi teléfono vibró en mi bolsillo y lo saqué. Mamá. Siempre me envía
mensajes a las horas más extrañas.
¿Cómo estás, hija? No hemos hablado hoy :(
Bien. Todo instalado. Ciudad Drama. Salida con amigos. ¿HMT3?
Suena bien. Te quiero, Kid.
Besos.
—¿Era tu novio? ¿Le preocupaba que estés hasta tarde con
hombres extraños? —dijo Hunter, tratando de leer los mensajes por encima
de mi hombro.
—Nop. —No iba a satisfacer su curiosidad. Miré mi teléfono. Era casi
medianoche, y estaba cansada por levantarme temprano y conducir
desde la casa de mi madre en Waterville todo el camino hasta Orono y
desempacar mis cosas. Y tratar con idiotas.
—¿Están listos para irse? Tengo que levantarme temprano para
macro, mañana —dijo Darah, gesticulando que se disparaba a sí misma en
la cabeza. Era una estudiante de contabilidad, pero odiaba la economía
con la pasión ardiente de mil soles.
—¿Te toca con Wesley en CPD 1004? —dijo Mase.
—Sí.
—Yo también. Supongo que te veré allí —dijo, estirando los brazos
por encima de su cabeza. Podría haber sido mi imaginación, pero me
pareció ver su sonrisa ante la perspectiva de volver a verlo tan pronto.
3
4
HMT: Hablamos más tarde.
CDP: Centro de proceso de datos.
31
Todos caminamos de regreso al coche de Mase y nos despedimos
de Sean y Dev. Mase dijo un buenas noches extra para Darah. Oh,
querido, definitivamente había algo allí.
Cuando regresamos al apartamento me di cuenta de dos cosas.
Uno de ellos, que realmente necesitaba una ducha, y dos, Hunter y yo
íbamos a estar durmiendo en la misma habitación.
Darah y Renee nos dieron las buenas noches y se arrastraron a su
habitación.
—Bueno, aquí estamos —dijo Hunter.
—Voy a tomar una ducha —le dije y me preparé para el comentario
que sabía que venía.
—Sabes lo que dicen, conserva el agua y dúchate con un amigo.
Pasé junto a él para recoger mi pijama, sin contestar. Me aseguré de
cerrar la puerta y me aseguré de que estuviera cerrada con llave antes de
desnudarme y meterme en la ducha. No lo pondría cerca de él para que
intente y consiga tenerme desnuda. Tipos como el son todos iguales.
Toman lo que quieren y te dejan con nada.
32
4
Traducido por macasolci
Corregido por Vericity
C
uando volví de la ducha, Hunter estaba en la cama, sin
camiseta y sólo en bóxers, sentado con la espalda contra la
pared, la guitarra en su regazo. Era una escena por la que la
mayoría de las chicas se habría desmayado. Entre las habilidades para el
baile y la guitarra, podría acumular muchos puntos en atractivo. Rasgó
algunas cuerdas antes de darse cuenta que estaba en la habitación. Por
una fracción de segundo, vi una mirada soñadora en su rostro.
Rápidamente la escondió detrás de una sonrisa.
—Estás toda mojada.
No pasé por encima el doble sentido. Tiré mi ropa arruinada en el
cesto y me torcí el cabello en la toalla para escurrir un poco de agua de
él.
—No es el tipo de ropa de noche que me imaginaba, pero servirá.
Bajó la mirada hacia mi enorme camiseta y pantalones cortos. Había
pensado dos veces en ponerme una camiseta sin mangas y pantalones de
hombre, lo cual normalmente habría hecho, dada la temperatura. Me
había dejado puesto el sujetador para que mis pezones no se marcaran a
través del material tan fino de jersey. —¿Eres uno de esos idiotas con una guitarra, o realmente puedes
tocar? —Traté de mantener mis ojos en la guitarra y no en su pecho
desnudo. Había otro tatuaje en su pectoral izquierdo. Un trébol de cuatro
hojas.
—Sólo toco si eres un cliente que paga. Aunque aceptaría un trato
en lugar de dinero.
33
¿Por qué siquiera pregunté? He estado tratando de romper el hielo,
pero él no parecía querer hacerlo. Me fui a mi armario y encontré una
moneda de 25 centavos que le arrojé.
—Ya está. Ahora toca, chico músico. —Me senté en mi cama y lo
enfrenté.
—¿Qué quieres?
Pensé en eso. Quería escoger una canción que de ninguna manera
conocería. Solté algo de rock pesado o folk. Parecía ser uno de esos chicos
a los que les gustaba Bob Dylan.
—C'est la Mort de The Civil Wars.
Me dirigió una mirada como si eso no fuese lo que esperaba.
—¿Qué? ¿No la conoces? ¿No está lo suficientemente a la moda
para ti?
Alejó la mirada y la bajó hacia la guitarra. Rasgó algunas notas.
Esperé.
Entonces la canción surgió de sus dedos, lentos e inquietantes. Me
senté contra mis almohadas, perdiéndome en la música. Odiaba admitirlo;
tocaba muy bien. No había recibido algunas lecciones la semana anterior.
Había estado tocando por años. Terminó la canción con una reverencia y
levantó la mirada hacia mí. Allí estaba de vuelta su mirada soñadora, y
tardó más en sacarla.
—El canto se cobra aparte —dijo.
—Puedes bailar, puedes tocar la guitarra, Jesús, Hunter ¿qué no
puedes hacer?
—Soy muy bueno en varias cosas. Si quieres venir aquí, puedo
mostrarte unas cuántas más —dijo, dejando la guitarra en el estuche. Mi
garganta se secó de repente, y tuve que tragar. Sus comentarios habían
sido diferentes cuando estábamos completamente vestidos y con un
grupo de gente. En esta oscura y silenciosa habitación tomaban un
significado más pesado, o al menos lo hacían para mí. Estaba haciendo
demasiado de esto.
Me senté. Había algo acerca de estar acostada que me hacía sentir
más vulnerable.
—No lamento haberte golpeado —dije por ninguna razón en
particular. Mi mano todavía estaba hinchada y dolorida, y esperaba que
su rostro le doliera por un largo tiempo.
34
—Sé que no lo haces. No lamento que lo hayas hecho, tampoco. La
mayoría de las chicas me aburren. Tú, Taylor, no me aburres.
—Gracias a Dios, puedo morir como una mujer feliz.
—No voy a hacer un movimiento contigo, si eso es lo que estás
pensando. —Lo había estado haciendo pero no quería que él supiera
eso—. Jamás me meto con las chicas que me gustan.
—Eso no tiene nada de sentido. —Espera, ¿yo le gustaba?
—Por supuesto que lo tiene. Todas las relaciones terminan
eventualmente, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no terminarlas antes de que
comiencen y ahorrarte el problema?
—Ese es un pensamiento bastante jodido, Hunter. ¿Qué te hicieron
tus padres? —En mi experiencia, los chicos como Hunter generalmente
tenían problemas de demasiado arraigamiento a mamá. Por eso no
podían tener jamás relaciones estrechas con las mujeres.
—¿No te gustaría saber?
Me levanté y puse mi teléfono en el cargador, más que nada para
poder dejar de hacer contacto visual con él. Normalmente, mi rutina
nocturna implicaba ponerme los aparatos de dientes, untarme la cara con
crema hidratante y ponerme un antifaz sobre los ojos, pero de ninguna
manera en el infierno iba a dejar que Hunter viera nada de eso.
Era demasiado íntimo, demasiado personal. Tal vez mañana la
residencia estaría abierta para encontrarle otro lugar. Simplemente les diría
que me sentía incómoda viviendo con Hunter. Quería creer que tendría las
pelotas para decirle que se fuera. Habría sido mucho más fácil si
pudiéramos habernos hecho cargo de esto horas atrás. También si él no
hubiera tocado esa estúpida canción. ¿Y yo por qué había elegido esa?
Debería haber elegido algo estúpido como I Am the Walrus.
Apagó su lámpara, y nos quedamos sumidos en una oscuridad casi
total. La única luz venía de la pequeña lámpara de mi armario que
todavía no había apagado.
—Sólo para que lo sepas, hablo en sueños. —Se movió en su cama y
tiró algo al suelo. Sólo podía ser una cosa—. Además, duermo desnudo.
Hice un sonido de disgusto. Definitivamente iba a dormir con mi
sujetador puesto, a pesar de que tendría marcas incómodas por la
mañana. Me subí a la cama y tiré del edredón hacia arriba. Yo era la que
se sentía desnuda. Juré que podía sentir sus sábanas frotarse contra su piel.
Maldita sea, debería haberme conseguido unos tapones para los oídos.
35
No iba a dormir en absoluto.
Yo también hablaba en sueños pero no iba a decirle eso.
—Bueno, buenas noches. Siéntete libre de soñar conmigo desnudo y
grita todo lo que quieras. Dormiré a través de eso.
Deseé tener una almohada, o tal vez algo más pesado, para
arrojárselo. En lugar de eso me metí en la cama, agarrando mis aparatos
en silencio y poniéndomelos, escondiendo el estuche debajo de las
mantas. Quería fingir que no me importaba una mierda lo que pensaba de
mí, pero honestamente, lo hacía.
Se sentía grosero no desearle buenas noches, así que lo hice. Recibí
un murmullo como respuesta. Me acosté de espaldas y miré el techo.
Incluso con el cubrecolchón de espuma viscoelástica5 la cama del
dormitorio era tan cómoda como un saco de heno.
Hunter respiraba tranquilamente, pero su perturbación en la
habitación era inconfundible. No sabía por qué, pero los chicos respiraban
diferente que las chicas. Más profundo, de alguna manera. Oía cada vez
que cambiaba de posición o se movía o se retorcía, siquiera. Supe el
momento exacto en que estuvo dormido cuando su respiración se volvió
lenta y dejó de moverse tanto. Intenté cerrar los ojos, pero no funcionó.
Agarré mi reproductor de mp3 y lo puse en aleatorio. Tenía
montones de canciones rápidas allí, así que tuve que seguir salteando
cosas. Generalmente, el alcohol me daba más sueño, pero la gaseosa
había sido una mala idea. Era demasiado tarde para tomar mi medicación
para dormir, así que estaba atrapada. Sólo tenía dos clases al día
siguiente, y no comenzaban hasta las once. Esperaba que Darah y Renee
no hicieran demasiado ruido por la mañana. Esperaba que Hunter no
hiciera demasiado ruido por la mañana.
Apreté repetir cuando llegó C'est la Mort y finalmente me desvanecí.
***
—¡Taylor, Taylor!
Una mano agarró mi hombro, sacudiéndolo.
5
Es una espuma de poliuretano que se adapta a la forma del cuerpo.
36
—¿Qué demonios? —dije, agitándome contra el agarre, intentando
que me soltara—. ¡No me toques! —Batí los brazos en el aire e hice
contacto con algo cálido y carnoso. Un torso.
—¡Jesucristo, detente!
Finalmente abrí los ojos y evalué la situación. Estaba en la cama, y
había un chico sin camiseta sosteniendo mi brazo. Me congelé y me soltó.
—¿Qué estás haciendo? —le espeté, pero me salió arrastrando las
palabras por los aparatos. Escupí en mi mano.
—Estabas gritando en sueños y enloqueciendo. Me despertó. —
Mierda. Generalmente cuando tomaba la medicación para dormir, no
tenía terror nocturno, pero no había podido tomarlas anoche. Genial,
simplemente genial.
—Lo siento. Vuelve a la cama. Estoy bien.
—¿Necesitas, uh, algo?
Se paró allí, como si no supiera qué decir. Mis ojos bajaron a su
pecho y vi que tenía una toalla alrededor de su cintura. Al menos eso
cubría todo lo que necesitaba cubrir.
—No, estoy bien. Buenas noches. —Me di la vuelta, esperando que
eso fuera el final de todo. Suspiró y lo escuché arrastrarse de vuelta a la
cama.
—Buenas noches —dijo, y se dio la vuelta también.
37
5
Traducido por Mel Cipriano.
Corregido por Melky2012
H
unter se había ido a la mañana siguiente, cuando me
desperté a las nueve. También Renee, pero Darah estaba en
la mesa del comedor con un tazón de cereal.
—¿Cómo estuvo tu noche con el chico?
—Fantástica —le dije, estirando los brazos por encima de mi cabeza
y escuchando como mi columna vertebral crujía. Me arrastré hacia la
cafetera y encontré que no había más que para una taza. No tenía idea
de cuánto tiempo hacía que se encontraba allí, pero no me importaba. El
café sólo se ponía muy desagradable si ya habían pasado cuatro horas.
Me serví una taza y me senté con Darah. Se veía tan mal como yo
me sentía.
—¿Estás de acuerdo con él aquí, en serio? —preguntó.
—No, en realidad no. —Tomé un sorbo del dulce elixir, envolviendo
mis manos alrededor de la taza—. Pero, ¿qué puedo hacer? —Todavía no
les había hablado de la apuesta, y Hunter tampoco. No estaba segura de
si iba a ir allí. Si la residencia podía resolver las cosas, entonces ellos nunca
tenían que saberlo. Sólo esperaba que si la residencia le encontraba otro
lugar, él se fuera tranquilamente. Realmente no tenía idea de qué tipo de
pelea podría soportar.
—No mucho. Sólo odiar a la residencia. No sé lo que pensaban. —
Negó con la cabeza.
—¡Y ni siquiera nos notificaron! Es una locura. Esta maldita escuela. —
Me levanté y estampé dos piezas de pan en la tostadora. Había otra
cosa que me molestaba, pero no iba a decirle a Darah al respecto. A
38
menos que... tal vez me había escuchado anoche. Miré por encima de mi
hombro para encontrarla observándome. Sí, había oído.
—Probablemente me escuchaste anoche, ¿cierto?
—Las paredes son como de papel, así que sí. Yo no quería traerlo a
colación a menos que te sintieras incómoda. ¿Quieres hablar de ello?
—En realidad no. Olvidé tomar mis medicinas. Perdona si te mantuve
despierta.
—No es gran cosa, sólo estábamos preocupadas por ti. Ha pasado
un tiempo desde que tuviste uno.
—¿Renee despertó, también?
Darah asintió. Genial, simplemente genial.
—Lo siento mucho. —Habían pasado sólo veinticuatro horas y ya era
una mala compañera de cuarto.
—No te preocupes por eso. ¿Hunter se levantó?
—Sí, él fue quien me despertó. Duerme desnudo, por cierto.
Sopló leche por la nariz y tuvo un ataque de tos antes de poder
siquiera responder.
—Estás bromeando —dijo, con los ojos del tamaño de platos.
—No vi a Hunter Jr., si eso es lo que estás pensando. No se sacó los
pantalones cortos hasta que estuvo bajo las sábanas. Todo un caballero,
¿no lo crees?
—Escucha, si te hace sentir incómoda, podemos cambiar de
habitación. Aunque, tal vez tengamos que quitar a Renee de encima de él
en el medio de la noche.
—Probablemente la arruinará. Él parece ser ese tipo de persona. —
Mis tostadas aparecieron, extendí un poco de mantequilla y rocié un poco
de miel en ellas.
—Oye, tengo que ir al macro, pero te veré más tarde, ¿de acuerdo?
Déjame saber si escuchas algo de la residencia.
—Lo haré —le dije, saludándola y comiendo mi pan tostado.
Tomó su bolsa y, por primera vez desde que me mudé, tuve el lugar
para mí. Debí haber pasado ese tiempo ojeando el primer capítulo de mi
libro de texto, pero no era tan ambiciosa. En lugar de eso, me dejé caer en
el sofá con un maratón de reality shows de mierda y me aturdí.
39
Estaba a punto de empezar a prepararse cuando la puerta se abrió.
—Hola —dijo Hunter, dejando su bolsa de mensajero en la puerta—.
¿Te recuperaste de anoche?
—Sí, estoy bien.
—Seguro que sí.
No iba a aguantarlo hoy, así que fui a vestirme y lavarme los dientes.
Agarró el control remoto y cambió de canal. Por supuesto.
—¿No tienes clase? —le pregunté.
—No tengo otra hasta las dos y cuarto. ¿Tú? —Quiso saber sin quitar
los ojos de la televisión.
—Tengo Feminismo en el Cine a las 11:15.
—Suena emocionante —dijo, quedándose finalmente en The History
Channel. Parecía un maratón de Hitler.
—Hasta luego —le dije y fui a prepararme. Ni siquiera dijo adiós
cuando salí por la puerta unos minutos después.
Nunca había conocido a alguien que corriera tan caliente y frío. Era
peor que el clima de Maine, que cambiaba con una frecuencia
alarmante.
Mi paseo a clase fue relativamente tranquilo. El edificio estaba en el
borde exterior del campus, como un rayo en una rueda. La universidad de
Maine estaba ubicada en un centro comercial cubierto de hierba que
tenía la biblioteca en un extremo y el gimnasio memorial en el otro. La
mayoría de los edificios importantes se encontraban cerca del centro
comercial, y los menos importantes estaban detrás. El edificio de inglés,
donde tenía mi clase era uno de los menos importantes y resultó estar justo
bajando la colina desde mi dormitorio.
La clase era relativamente pequeña, así que fue fácil encontrar el
flameante cabello rojo de Megan. Estudios de la Mujer era un
departamento pequeño, por lo que casi todo el mundo se conocía y
tomaban las mismas clases.
—Oye —le dije, deslizándome en el asiento a su lado y tirando de la
mesa plegable con un horrible ruido de molienda.
—Nos vemos de nuevo —dijo—. ¿Cómo fue mudarse?
40
—No me creerías si te lo dijera. —Teníamos unos minutos antes de
que empezara la clase, así que le di una versión rápida y muy sucia del día
anterior.
—Estás bromeando —dijo, sentándose de nuevo.
—Me gustaría.
—No pensé que la residencia podría hacer eso.
—Lo sé, ¿no? Sin previo aviso, nada.
Fuimos interrumpidas por la llegada de nuestra profesora, Jennie, con
quien yo había tenido una clase antes. Era joven, sólo veintiocho años y
estaba tan obsesionada con las películas, que incluso hacía interesante el
tema más aburrido. Tampoco nos dejaba llamarla por su apellido.
La clase comenzó con la entrega habitual de programas de estudio
y repasando las reglas y políticas. Me desconecté de la mayor parte, y
dejé que mi mente divagara. Por supuesto que vagaba a mi irritación más
reciente. Hunter Zaccadelli.
Había algo seriamente mal con Hunter. En un momento hablaba
acerca de ir a la cama conmigo, y al siguiente me dijo que no quería que
tuviéramos sexo porque yo le gustaba, y luego estaba más frío que el
invierno de Maine. Tal vez eso era algo que podía hacer con la residencia.
Había tenido que apagar mi teléfono durante la clase, pero no podía
esperar para comprobar y ver si tenía un mensaje. También había
planeado ir allí después del almuerzo, antes de mi última clase.
Terminamos temprano, y Megan y yo decidimos tomar el almuerzo
en La Unión. Ella fue por una hamburguesa con queso a la parrilla, y yo
opté por un arrollado de tomate, relleno con puré de garbanzos y
verduras. De alguna manera nos encontramos con dos asientos vacíos y
aclaramos todo.
—Así que tienes que darme algunos detalles más sobre este hombre.
—No sé mucho, la verdad. Excepto que es un idiota y que está
durmiendo en mi habitación.
Cubrió la hamburguesa con salsa de tomate y abrió el pan.
—¿Es guapo?
Tenía que pensar en mi respuesta. No podía negar que Hunter era
precioso. Tenía todo lo que una típica mujer desearía. Buen cuerpo,
dientes perfectos, cabello genial y todo (lo que pude ver) en proporción.
41
Quitando su cambiante personalidad, yo podría haber tenido un
flechazo con él. También tenía esta línea de la mandíbula fabulosa. No es
que me haya dado cuenta.
—Oh, de acuerdo, él es un bombón, pero es su personalidad la que
podría necesitar un poco de ayuda.
—Aun así, mejor un idiota guapo que un tipo agradable y feo.
—¿De qué categoría es Jake?
—Es un poco de ambos —dijo, comiendo una patata—. Me gusta
pensar que combina la cantidad exacta de sensualidad y amabilidad.
El novio de Megan era un buen tipo. Eran sus amigos los que
necesitaban un poco de trabajo. No eran idiotas, sólo sencillamente
asquerosos. Megan a menudo entraba en su cuarto de baño para
encontrar que uno de ellos se había olvidado de limpiar, otro había dejado
cabello e hilo dental usado en el fregadero, y otro, cabello en el desagüe
de la ducha. Ella se quedaba por amor, o eso decía. Yo habría estado
fuera de allí más rápido de lo que podría decir Clorox.
—Bueno, Hunter es todo un idiota.
—Pero de buen aspecto. Puedes pasar por alto mucho si es ardiente.
—Confía en mí, eso no va a suceder.
Terminé mi arrollado, y fuimos a tirar nuestras bandejas, diciéndole
adiós a Megan, quién tenía cálculo. Tenía que matar el tiempo antes de mi
próxima clase y no quería hacer todo el camino de vuelta hasta la colina
de nuestro departamento, así que fui a una de las computadoras de La
Unión y comprobé la junta de empleos. El año pasado había trabajado en
uno de los campos comunes de comedor. No había sido tan horrible, e
hice algunos buenos amigos, pero había tenido más que suficiente de
picar ensaladas y hacer un sinfín de sándwiches de queso a la parrilla. Yo
quería algo nuevo que me pudiera ofrecer algún estímulo intelectual. La
biblioteca era mi primera opción.
Me desplacé a través de los listados de alumnos trabajadores. La
mayoría de ellos estaban en los campos comunes de comedor, pero hubo
uno que me llamó la atención, de un ayudante de biblioteca en el
departamento de publicaciones del gobierno, lo que sea que eso fuera.
Hice click en el enlace y rellené la solicitud, tratando de hacerme
sonar lo más académica e inteligente posible. La envié y esperé conseguir
un correo electrónico citándome a una entrevista.
42
Me desplacé por el resto de los puestos de trabajo, pero nada me
llamó. Rápidamente revisé mi correo electrónico por cualquier señal de la
residencia. No tenía nada en mi teléfono. Había comprobado al menos
doce veces.
Decidí que si la residencia no había llegado a mí, yo iría hacia ellos.
Su oficina estaba en el tercer piso de la Unión, así que tomé las
escaleras, componiéndome a mí misma antes de entrar en la oficina. La
recepcionista levantó la vista cuando entré. Había otros dos estudiantes,
un chico y una chica, a la espera. Los dos se veían hoscos y tristes, y la
muchacha claramente había estado llorando.
—¿Puedo ayudarte? —dijo la mujer, levantando la vista de su
ordenador.
—Sí, estoy teniendo un problema de residencia y realmente necesito
hablar con alguien de inmediato. Llamé y dejé mensajes, pero no estaban
abiertos ayer.
—Está bien, déjame ver. Aguarda.
Se puso de pie, y arrastrando los pies hacia las oficinas, golpeó
suavemente la puerta antes de entrar. Cerró tras ella, así que no podía oír
lo que decía. Maldita sea. Agarré un caramelo de la jarra y lo desenvolví,
ganándome las miradas de las otras dos personas que esperaban. Unos
segundos más tarde, la secretaria volvió. Traté de adivinar, por su cara, si se
trataba de una buena o mala noticia.
—He hablado con Marissa, la jefa de residencia, y es consciente de
tu situación. Si deseas sentarte y esperar, va a estar contigo tan pronto
como le sea posible. Estas personas estaban delante de ti, y aquí es
primero en tiempo, mejor en derecho —dijo con una sonrisa tensa.
—¿Sabes cuánto tiempo va a ser? Tengo clase pronto.
—¿Te gustaría hacer una cita?
—¿Qué tan rápido serías capaz de agendarla?
—Déjame ver —dijo con un suspiro apenas audible. Yo no estaba
tratando de ser difícil.
—Es una semana muy ocupada. Hmm... —Se desplazó a través de su
ordenador, con los ojos en busca de un espacio vacío.
—Lo primero que puedo conseguirte es el viernes por la tarde, a las
dos.
43
—¿El viernes? —¿En serio?—. ¿No hay nadie más con quien pueda
hablar?
—Déjame revisar el programa de Roger. Es el director asistente. —Se
desplazó de nuevo, y crucé los dedos. No es que creyera en la suerte—. Lo
más pronto que tengo es el próximo lunes a las cuatro.
Genial, simplemente genial. Traté de no gritar de frustración.
—Está bien, voy a tomar el viernes. ¿Qué se supone que debo hacer
antes de eso?
—Debes contactar a tu director de residencia, y podrá ayudarte a
resolver cualquier problema que puedas tener, ¿de acuerdo?
Escribió mi cita en la tarjeta y tomó mi nombre, escribiendo poco a
poco en la computadora. Sí, nuestro director residente. Yo había visto al
chico apenas una vez, cuando me mudé. Se había presentado y dado un
discurso acerca de cómo su puerta siempre estaba abierta. Sí, yo iba a ir a
un completo extraño con mis problemas. No lo creo.
Le di las gracias a la mujer y traté de no pisar fuerte fuera de la
oficina. Mi teléfono sonó, y miré hacia abajo para encontrar un texto de
"Compañero de cuarto Sexy". Lo abrí, preguntándome qué demonios.
Estoy sentado en clase, pensando en ti. ¿Estás pensando en mí?
Tenía una idea de quién era. Más que una idea. Lo que yo no sabía
era cuándo se había apoderado de mi teléfono para poner su número en
él.
¿Quién es?
El hombre con el que dormiste anoche. Uno de ellos, por lo menos.
Muérdeme.
Te vi caminando por el campus hoy.
¿Ahora me acechas?
Yo estaba pensando en mis cosas, y tú te cruzaste en MI camino.
¿Quién acecha a quien, ahora?
Esto es acoso. Te voy a denunciar.
Haz lo que quieras, Missy. Todavía no me has dado una respuesta
sobre nuestra apuesta.
¿Mi patada en tus bolas no fue suficiente respuesta?
44
En la mayoría de las sociedades, un apretón de manos suele
simbolizar la realización de un contrato.
Lo que sea. Estoy apagando mi teléfono.
Esperé una respuesta, pero no llegó. Negué con la cabeza y apagué
el teléfono. Todavía tenía que matar el tiempo antes de clase, pero no
tenía nada mejor que hacer, así que fui a conseguirme un buen asiento.
De alguna manera me las había arreglado para sortear mi camino
hacia Sexualidad Humana. Era la clase más popular en la escuela, y la
mayoría de la gente no podía entrar hasta su último año. Tal vez sólo había
tenido suerte. Jaja.
La clase estaba situada en lo que la gente llama la DPC 100. El DPC
representaba el nombre de David P. Corbett Hall. Era el mayor salón de
clases en el plantel y podía albergar hasta 350 personas. Tenía esta forma
de cúpula loca, con los asientos apilados como una sala de cine 3D.
Siempre hacía mil grados ahí dentro por toda esa gente, y nunca se
sabía si ibas a tropezar con una taza medio vacía de Starbucks.
A pesar de ir casi media hora antes, ya había por lo menos un
centenar de personas en la sala. Caminé por el lado en pendiente,
tratando de no tropezar y de encontrar un asiento que no estuviera cerca
de ninguna otra persona. Me gustaba mi espacio personal, muchas
gracias.
La mayoría de los asientos en los bordes exteriores estaban tomados,
pero había encontrado uno en la parte delantera que tenía un tope. El
mostrador de al lado estaba roto, así que estaba bastante segura de que
nadie más iba a sentarse allí. Saqué mi e-reader para poder terminar la
historia que me había hecho llegar ayer por la tarde. Era el último libro de
una serie paranormal a la que me había vuelto adicta este verano. Estaba
absorta por completo cuando alguien me tocó en el hombro.
—¿Está ocupado este asiento?
Tuve que parpadear un par de veces antes de que mi cerebro
registrara que Hunter se encontraba de pie a mi lado, preguntando si
podía sentarse allí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Aprender acerca de la sexualidad humana. ¿No es eso por lo que
estás aquí?
Miré hacia abajo y luego de vuelta hacia él. Tal vez era un espejismo.
45
Sonrió, claramente entusiasmado.
Nop.
—Tienes que estar bromeando.
—Por supuesto, no tengo mucho que aprender, pero pensé que
podía utilizar mis conocimientos y obtener una A fácil. —Se deslizó junto a
mí y se sentó en el escritorio roto, dejando su bolsa en el suelo a mis pies.
—Tú no estás en esta clase.
—Sí, lo estoy. ¿Quieres ver mi horario? Voy a probarlo.
—Lo que sea —dije, volviendo a mi libro y girando para darle la
espalda tanto como era posible en aquel pequeño espacio.
—Ya sabes, si alguna vez quieres practicar cualquiera de las técnicas
que vamos a discutir, yo estaría feliz de ser tu compañero de estudio —dijo
en voz baja. Por alguna razón, su voz tranquila hizo la propuesta aún más
atractiva. No como si me estuviera muriendo por ella.
—Que te jodan —dije, antes de darme cuenta en lo que me había
metido.
—Me gustaría.
—Pensaba que uno no jodía con la gente que le gusta. —Lo miré por
el rabillo de mi ojo. Estiró los brazos por encima de su cabeza, su camisa
subiendo y mostrando sólo un poquito de su estómago. Alejé mis ojos
rápidamente. No era como si yo no lo hubiese visto la noche anterior.
—Para ti, Missy, haría una excepción.
Eché un vistazo a mi teléfono, pero aún así tenía por lo menos quince
minutos más hasta que la clase comenzara. La habitación estaba casi
llena, y la charla hacía eco en el espacio acústicamente sintonizado.
—Estaba pensando en hacer la cena esta noche. ¿Estás dentro?
¿Qué le pasaba? En serio, tenía que ser bipolar. O realmente,
realmente le gusta jugar conmigo. O tal vez era un poco de ambos. No
debería responder.
—¿Qué harás?
—Dime lo que te gusta y lo haré. —Sonrió, pero era diferente a su
sonrisa arrogante. Esta era más genuina. La sonrisa que cualquiera le daría
a un amigo si no lo ha visto en mucho tiempo. Abierta y honesta.
—¿De verdad harías lo que te pida?
46
—¿Por qué no?
Tenía que haber una trampa.
—Me hiciste pagar por una canción, ¿qué tengo que hacer por una
cena?
—Sentarte a mi lado mientras comemos.
—¿Eso es todo? —No podía ser.
—Eso es todo —dijo, abriendo sus manos.
Entrecerré los ojos, tratando de descubrir la trampa que yo sabía que
estaba allí. Sólo me miró tan inocentemente que me dieron ganas de reír.
Fui interrumpida por un asistente de enseñanza empujando
montón de planes de estudio en mis manos y pidiéndome que
repartiera. Tomé uno y le entregué la pila a Hunter. Nuestras manos
rozaron brevemente, y me alejé lo más rápido que pude, agarrando
cuaderno y escribiendo la fecha cuidadosamente en una esquina.
un
los
se
mi
Nuestra profesora era una mujer de pelo gris, que llevaba un top
morado largo, de gasa y pantalón a juego de color púrpura. Me
recordaba a alguien que había querido ser hippie y nunca había llegado
realmente a serlo. Había un montón de ellos en UMaine6.
Nos llamó por lista mientras los asistentes recogían los últimos planes
de estudio adicionales. Había cuatro asistentes para una clase grande.
Marjorie, como se presentó a sí misma, puso el Powerpoint en
marcha, y nos llevó a través de su extenso plan de lección, incluyendo su
historia personal, las credenciales educativas, los trabajos que había
publicado, y los grados que poseía. Para alguien que se parecía a un
hada del aire, sin duda tenía un montón de títulos y reconocimientos.
No había oído nada más que cosas maravillosas de otras personas
que habían tomado la clase, y tenía que admitir que el tema me
interesaba. ¿Cómo no? El sexo era interesante.
—Apuesto a que ya abrieron el libro de texto y tomaron copiosas
notas.
Así que júzguenme, lo hojeé antes de la clase. Tenía curiosidad por
saber cómo de gráficos serían los diagramas. Resultaron bastante gráficos.
—Apuesto a que vas a rasgar las páginas y pegarlas en el yeso del
techo —susurré mientras Marjorie caminaba hacia adelante y atrás,
6
Universidad de Maine.
47
haciendo gestos con un brazo, y apretando el click a través de las
diapositivas de PowerPoint con el otro.
—Está todo aquí —dijo Hunter, tocándose la cabeza.
Yo miraba hacia adelante, fingiendo estar absorta en las
diapositivas. Él me sonrió y sacó un bolígrafo, golpeándolo en la rodilla una,
dos, tres, cuatro, cinco veces antes de detenerse y comenzar de nuevo.
Le robé una rápida mirada y noté algo más detrás de su oreja
izquierda cuando movió la cabeza. Parecía otro tatuaje, pero era tan
pequeño que no podía decir lo que era.
Las chicas de atrás hablaron toda la clase. Quise decirles que se
callaran, pero no quería empezar nada. La habitación zumbó con la
charla toda la hora y media. Por supuesto, habría sido imposible mantener
a muchos estudiantes universitarios en silencio durante tanto tiempo.
Hunter estuvo inquieto toda la clase. Ya fuera golpeando la pluma,
balanceando la rodilla, o estirando y contrayendo sus músculos. Era como
un niño de cinco años sosteniendo su algodón de azúcar. No me había
dado cuenta de lo mucho que temblaba el día anterior, pero tal vez no
había prestado atención. Pensaba que vibraba como si hubiera bebido
doce tazas de café. Era muy molesto.
—¿Estás en velocidad rápida? —susurré mientras Marjorie pasaba
por la escala de calificación para las asignaciones de la tarea.
—¿Eh?
—¿Estás en velocidad rápida? Tu rodilla va a mil por hora.
—Estoy bien —dijo, inclinándose y poniendo su tobillo en la rodilla
para balancearlo.
Empezó a golpear la pluma de nuevo, y me extendí para detenerlo.
Mi mano se conectó con la suya. Era la primera vez que realmente lo
tocaba. Mis dedos se cerraron sobre su puño y dejó de golpear. Quité la
mano sin mirarlo.
—Gracias —le dije.
No respondió, pero su mano se quedó quieta el resto de la clase.
Cuando llegó la hora de partir, esperaba que sólo se levantara y se fuera,
pero eso no sucedió, por supuesto. Recogió sus cosas con calma, como si
estuviera esperándome. Me tomé mi tiempo también.
—¿Tienes otra clase, o eso es todo es para ti?
—Ya he terminado por el día —le dije, poniéndome de pie.
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Hizo lo mismo y caminó detrás de mí mientras salíamos de la sala.
Odiaba el hecho de que estuviera detrás de mí, porque de este
modo tenía una perfecta vista de mi trasero mientras yo subía por las
escaleras. Casi esperaba que lo agarrara, pero no lo hizo.
Caminamos juntos hacia la brillante luz del sol. Era cegadora
después de estar en la oscura sala de conferencias.
—¿Te importa si camino contigo de vuelta? No tengo clase otra vez
hasta las cuatro, así que pensé en dormir por un rato.
—No es como si pudiera detenerte. Es una acera libre —le dije,
mirando de izquierda a derecha antes de cruzar la calle. Caminó a mi
lado, acortando su paso para que pudiera coincidir con mis piernas
rechonchas.
—Es cierto, pero preguntarte me hace parecer una persona
agradable.
—Tú no eres una persona agradable —le dije.
Se echó a reír. —Tienes razón, no lo soy.
Sacudió la cabeza como si fuera la cosa más divertida del mundo.
No lo era, en realidad. La mayoría de las personas querían
agradarles a los demás, por lo que lo intentaban y eran demasiado
amables. Hunter no era así. Él era lo que era, y no le importaba una mierda
si a la gente le gustaba o no. No importaba lo mal que me traía, tenía que
admirar eso de él. A veces me importaba demasiado lo que los demás
pensaban de mí. Debía ser una especie de liberación ir por la vida así.
No hablamos mucho mientras caminábamos. Al principio fue
extraño, pero cuanto más caminaba, más fácil era. Fue el tiempo más
largo que había oído a Hunter en silencio, sin un comentario sarcástico o
insinuación sexual. Era algo bonito.
—Por lo tanto, la cena —dijo cuando entramos en el apartamento—.
¿Qué quieres que haga?
La habitación se encontraba tranquila, las otras chicas todavía
debían de estar en clase.
—¿Hablas en serio?
—Como un ataque al corazón.
Puse mi bolsa en el suelo y me incliné sobre el mostrador. De
acuerdo, Hunter Zaccadelli, puedes hacer la cena.
49
—Tostadas francesas rellenas, croquetas de batata, fresas y crema.
—¿Desayuno para la cena? Rebelde.
Me encogí de hombros. —¿Qué puedo decir? Vivo al límite. Así que,
¿crees que estás a la altura del desafío, Z? —dije, usando el apodo ridículo
que el portero había utilizado anoche.
—Pan comido. O tostado, en este caso. Voy a devorar tu tostada,
nena.
Puse los ojos en blanco. Pronto sería insensible a sus comentarios,
pero no todavía.
—Lo que sea. Voy a tomar una ducha. No, no puedes venir conmigo
—le dije, cortando cualquier comentario que pudiera hacer.
—Si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme.
Por desgracia, así era.
50
6
Traducido por MarMar
¿
Corregido por Daemon03
Cómo diablos hiciste eso? —dije, mirando a la mesa en el
comedor. Esparcida sobre esta había montículos de mis
tostadas francesas favoritas, rellenas a rebosar de Nutella7,
picadillo de batata que hizo exactamente como lo hago yo, a pesar de
mis, a propósito, vagas y confusas instrucciones, y frutillas, que de alguna
forma había cortado y rellenado con crema batida a mano. Incluso había
encontrado champagne, e hizo mimosas.
—Soy un hombre de muchos talentos. Algunos están escondidos,
otros no. Tal vez, algún día, me dejes mostrar algunos de los escondidos. —
Estaba tan deslumbrada con la comida para hacer un comentario rápido.
—Santo cielo, hombre. No sabía que podías cocinar —dijo Renee,
saliendo de su habitación.
Darah ya había elegido su trabajo como asistente de recepción en
la Unión, y no estaría de vuelta hasta más tarde.
—Probablemente, deberíamos comerlo antes de que se enfríe.
Empiecen a comer, señoritas —dijo, alcanzándome un plato.
Definitivamente, había comida como para doce personas—. Espero que
no les importe, pero invité a Mase. Dev y Sean puede que vengan,
también.
Así que por eso había hecho tanto. No podía detenerlo por tener a
sus amigos aquí, realmente, pero no quería que nuestro apartamento se
convirtiera en una casa de fraternidad con latas de cerveza y chicas
extrañas escabulléndose fuera por las mañana luego de sus encuentros de
una noche en nuestro sofá. Ew y asco.
Nutella: es el nombre de un producto italiano de la firma Ferrero. Esta crema de avellana
y cacao fue creada en 1963 por Pietro Ferrero.
7
51
—Está bien por mí —dijo Renee, apilando su plato con frutillas y
crema, y un solo pedazo de tostadas francesas.
¿Qué tenían las chicas con el miedo de comer enfrente de otros
chicos? Nunca había tenido ese miedo, así que llené mi plato. Justo
cuando estaba por sumergir mi tenedor en la tostada y desatar la delicia
de Nutella, hubo un golpe en la puerta. Tenía que concedérselos, al menos
no irrumpieron en el apartamento.
Hunter abrió la puerta, y Mase y Dev entraron.
—¿Qué estás haciendo? Huele fantástico —dijo Mase, caminando
directamente a la mesa con la comida.
—Hice esto a pedido de Taylor. Dudó de mis habilidades de cocina,
así que tuve que mostrarle de lo que estoy hecho.
—Nunca deberías dudar de Hunter cuando alardea sobre algo. La
mayoría de las veces, si es malo en algo, ni siquiera va a hablar de ello. Si
está alardeando, significa que está diciendo la verdad —dijo Mase,
tomando un tenedor y moviendo tostadas hacia una servilleta.
—¿Quieres un plato? —pregunté.
—Nah, estoy bien así. Luego tendrás que lavar uno menos.
Qué considerado. Dev fue más precavido, preguntándome dónde
estaban los platos, y esperando a que todo el mundo estuviera servido
antes de tomar lo que sobró, lo cual no era mucho. Sean, siguió detrás de
él. No había sillas suficientes, así que nos acomodamos en el sofá y el piso
de la sala como anoche con la pizza.
Coros de “oh Dios mío”, “mmmh” y “querido dulce Jesús” fueron
entremezclados con ruidosas masticaciones y tragados. A parte de eso, la
conversación fue inexistente.
De acuerdo, de acuerdo, debía admitirlo. Hunter la lanzó fuera del
parque. Las tostadas francesas eran una de esas comidas que parecían
simples de hacer, pero era increíblemente fácil echarlo a perder. Él había
sobrellenado el centro con tanta Nutella, que esta rebosó cuando la corté
con el tenedor, y se chorreó por mi mentón cuando la mordí. La limpié y
lamí mi dedo. Hunter estaba observándome, esperando por mi reacción.
—Está bien, supongo —dije, cortando otro pedazo, llevándolo a mi
boca. Levantó sus cejas y tomó una mordida del suyo, masticando
lentamente.
52
Por Dios era como si hubiese muerto e ido al cielo de los desayunos.
Realmente esperaba que él no fuera a usar sus habilidades culinarias
como influencia para favores sexuales. Por esto, voy a tener que rendirme.
—Creo que debemos tener un brindis —dijo Renee, alzando su copa.
Bueno, en realidad era un vaso de plástico. Ninguna de nosotras había
traído copas de champagne cuando nos mudamos.
—Por los talentos escondidos —dijo ella.
Todos chocamos nuestros vasos. Hunter me guiñó un ojo cuando las
nuestras se encontraron. Le arrugué mi nariz.
—Si ustedes, chicos, van a comer de esta forma todas las noches,
voy a tener que mudarme aquí —dijo Mase—. Lo único que tenemos es
palomitas de maíz para microondas, cerveza y pollo frito de hace una
semana que nadie recuerda haber comprado.
Me estremecí, también lo hizo Renee.
—Mi ex novio jamás surtía su refrigerador. Siempre tenía que llevar mis
propias provisiones cuando me quedaba allí —dijo Renee, enfatizando la
palabra “ex”. Como si nadie la hubiese captado.
—Creo que es algo de chicos —dije.
—No de todos los chicos —dijo Hunter.
—Aparentemente, no —respondí.
Mi teléfono vibró con un texto de mi madre, y me excusé para hablar
con ella. Hunter me lanzó una mirada cuestionadora, pero disqué llamar,
puse el teléfono en mi oreja y lo ignoré.
—¡Hola, Kid, tanto tiempo sin hablar! Creí que estabas en una zanja
en alguna parte —dijo, mientras tomaba asiento en mi cama para
conversar.
—Nop, lamento decepcionarte. Estoy viva y bien. Perdón por no
haberte llamado. Las cosas han estado un poco locas.
—¿Cómo te fue en la mudanza?
Le di un rápido resumen. Sentí como si tuviera que grabarme a mí
misma contando esa historia así podría reproducírsela a todo el que
preguntara. Dejé un montón de cosas sin contar cuando le di la versión de
mamá. No quería preocuparla. Siempre se preocupaba por mí más que
Tawny. No estaba segura si era porque era la más pequeña, o por mis
problemas. Quizás ambos.
53
—Oh, no. —Procedió a insistirme que fuera a la residencia y los
molestara. Le dije que eso era lo que había hecho, pero que no me había
llevado a ninguna parte.
—Bien, entonces llamaré y les daré un pedazo de mi opinión. Es
ridículo que no hagan nada al respecto. Sólo están siendo holgazanes.
Espera —dijo, y pude escuchar que me había puesto en altavoz así ella
podía buscar el número.
—Mamá, está bien. Yo me encargaré de esto. No tienes que pelear
mis peleas por mí.
—Pero soy tu madre. Siempre querré golpear la mierda de la gente
que es mala contigo.
—Nadie fue malo conmigo. Estoy bien. —Comencé a arrepentirme
de haberle contado. Mamá siempre intentaba compensar no haberme
protegido aquella única vez. Había estado haciéndolo desde que tenía
doce años, y no sabía cuándo iba a terminar, o al menos disminuir su
intensidad. La amaba más de lo que podía decir, pero no necesitaba que
luchara por mí.
—¿Estás segura? Sabes que puedo hacer que las cosas sucedan.
Era cierto. Esta mujer podía arreglar cualquier cosa hablando. Tenía
esta forma de hacer que las personas creyeran lo que ella quería que
creyeran. En otra vida, creo que había sido una abogada.
—Sé que puedes hacerlo, y te amo por eso. Pero simplemente tengo
que lidiar con esto, ¿de acuerdo? Qué tal si hablamos de algo más.
¿Cómo está el trabajo?
Se rehusaba a dejar el tema, pero lo hizo por mi bien. Hablamos por
unos minutos más mientras me contaba historias graciosas sobre sus
compañeros de trabajo o clientes algo tontos que no podían entender
cómo usar una tarjeta de débito. Ella había trabajado desde cajera hasta
convertirse en la gerente del banco. Hablé un poco sobre mis clases y le
conté sobre mi búsqueda de trabajo. Nada pesado, nada serio.
—Tu padre llamó hoy —dijo mamá, echando una nube negra sobre
nuestra conversación.
—¿Qué tenía para decir?
—No mucho, dijo que quería verte pronto.
Decía eso cada vez que llamaba. Mis padres se habían divorciado
cuando tenía trece años, y él vivía en Connecticut ahora, lo cual no era
54
suficientemente lejos, en mi opinión. Llamaba de vez en cuando, pero
siempre borraba sus mensajes de voz.
—Estoy segura que sí.
—Deberías ir y verlo. Sé que te extraña.
—Si me extrañara, vendría a verme.
—Lo sé, pequeña, lo sé. —Suspiró, y enredé un dedo en mi cabello.
—Escucha, te llamaré este fin de semana para poder hablar más,
¿de acuerdo?
—Bueno, pequeña. Te amo.
—Yo también, te amo.
Colgué y me recosté de nuevo en mis almohadas, cerrando los ojos.
Un pequeño golpe en la puerta me hizo volver a sentarme. —¿Qué
quieres? —Sabía que era Hunter. La puerta se abrió, y asomó su cabeza.
—Sólo quería dejarte saber que los chicos se han ido, Renee fue a la
biblioteca a leer, así que si quieres algo de privacidad no tienes que
esconderte aquí.
Renee ya tenía una cantidad impresionante de libros para leer,
desde que se especializaba en enfermería. También tenía una enfermiza
obsesión con las descripciones sangrientas de las enfermedades.
—¿Dónde vas a estar? —dije.
—¿Dónde quieres que esté? —Me sonrío con satisfacción.
—Dónde sea que yo no esté —dije, levantándome de mi cama y
caminé evitándolo hacia la sala. No tenía que hacer deberes con
urgencia, así que decidí tomar el libro del que él, tan groseramente, me
había distraído esa mañana.
Saqué mi e-reader y me senté en el sofá. Tuve que usar mi mano
izquierda para sostenerlo, porque la derecha todavía dolía del encuentro
con la cara de Hunter. Probablemente, debería ponerle algo de hielo pero
no quería darle esa satisfacción.
La cocina estaba inmaculada, los platos estaban ya en el escurridor
y toda evidencia del buffet de desayuno había desaparecido. Darah no
había tenido la oportunidad de hacer nuestra tabla de tareas, pero estoy
segura que trabajaba en ella.
—¿Te importa si toco?
—No, adelante —dije, sin alejar la mirada de mi libro.
55
Se dirigió a nuestra habitación, volviendo con su guitarra. No la había
mirado muy bien el día anterior, pero definitivamente tenía sus años. Era
negra, pero abollada y rayada por todas partes. Tomó asiento en la silla
frente al sofá y acomodó la correa alrededor de su cuello. Seguí leyendo,
pero esperé que comenzara.
—¿Pedidos?
—Creí que tenía que pagar por ellos —dije.
—Me siento generoso. Te daré algunos de obsequio.
—Qué generoso —Tocó una cuerda. Lo pensé por un segundo—.
Smooth Criminal. Cualquier versión.
Pareció sorprendido por un momento, y luego comenzó a tocar. No
pude evitar y moverme con el tema familiar. Contra mi voluntad, mi
cabeza se movió y mis pies se sacudieron. No cantó, pero tocó la canción
pero eso era suficiente. Era muy talentoso. Cuando la canción terminó,
continuó tocando un sonido transicional.
—¿Siguiente?
—On My Own. —No había forma de que supiera esa. Había tenido
una breve obsesión por los musicales en la secundaria, y tuve un pequeño
papel como parte de la producción comunal de teatro de Les Miserables.
Había querido, más que nada, ser Eponine, pero había demasiadas chicas
presentándose para el papel que habían estado en el teatro desde que
nacieron, así que no obtuve el papel. Estuve un poco deprimida por al
menos un mes.
—Crees que vas a desconcertarme, pero te puedo asegurar que
puedo tocar prácticamente todo —dijo antes de lanzarse a tocar la
versión en guitarra de la canción.
Honestamente, creí que incluso si la sabía, no sería capaz de tocarla
en la guitarra. Había demostrado que estaba equivocada de nuevo.
Todavía sostenía mi e-reader, pero el libro no era tan atrapante como
Hunter.
Se perdió en la música, lanzando todo su cuerpo en la canción.
Lucía como si ni siquiera fuera consciente de lo que hacía, simplemente se
perdía en la música. Verlo era hermoso. Hunter tocó con todo lo que tenía,
y era bueno. No, no era bueno. Era increíble. Hipnótico. ¿Podría ser este
chico el mismo que me dijo que era material para acostarse anoche?
Abruptamente, terminó la canción, colocando su mano sobre las cuerdas
para que dejaran de vibrar.
56
—El tiempo de los pedidos ha terminado. Si quieres pagarme,
continuaré.
Sólo puedo imaginarme lo que aceptaría como pago, así que
simplemente tomé mi libro de nuevo. Después de unos minutos, comenzó
de nuevo, tocando notas y temas al azar. Tocaba un par de líneas de una
canción, suficiente para reconocerla, entonces la derretía en algo más.
—¿Puedo preguntarte algo? —pregunté media hora después.
—Puedes preguntar lo que quieras, no quiere decir que te responda.
—Rápidamente tocó una cuerda.
—¿Por qué haces la especialidad de negocios? Preferiría comer
vidrio antes de admitirlo, pero tienes talento.
—¿Esto? —dijo, apuntando a la guitarra. Asentí—. ¿Para ser un artista
hambriento? Hay diez mil tipos con guitarras que pueden tocar.
—Pero, si amas hacerlo, entonces ¿por qué no lo harías?
—Lo estoy haciendo, ahora mismo.
Sólo quería que me diera una verdadera respuesta. Si iba a estar
atrapada con él por el resto de la semana, podríamos al menos
conocernos un poco. Podría ser un imbécil, pero era intrigante. Quería
saber cómo se había convertido en el chico que era. Ya sabes, antes de
que echara su trasero a la calle.
—Sabes a lo que me refiero. —Se encogió de hombros, y volvió a
tocar—. Oh, así que te cierras cuando no quieres hablar. Ya veo como es
—dije.
—No quieres saber de mí, Taylor. Realmente, no quieres. Créeme
cuando te digo que esas cosas no valen la pena ser conocidas.
—Creo que puedo ser la que juzgue eso.
Me sonrió, pero fue una sonrisa retorcida.
—Eso es lo que dicen todos. Todos dicen que quieren conocerte,
pero no lo hacen. Quieren saber las cosas bonitas, agradables. Nadie
quiere conocer las partes feas, las partes que te mantienen despierto a la
noche. Dicen que no tienen problema con ello, pero entonces se alejan y
no vuelves a verlos. He visto eso suceder demasiadas veces. Las chicas no
quieren saber ese tipo de mierda.
—Tal vez esta sí quiere hacerlo.
Su sonrisa volvió a aparecer. —Eso es lo que dicen todas —repitió.
57
Decidí rendirme y volví a mi libro. Él volvió a tocar, y nos quedamos
así hasta que Darah volvió, 10:30. Lucía sorprendida de encontrarnos en
nuestra presente posición, pero se recuperó rápidamente.
Renee volvió un poco más tarde de que la biblioteca cerrara, sus
ojos vidriosos gracias a toda esa terminología médica que había
intentando meter en su cerebro durante unas horas. Estaba exhausta de
anoche, así que decidí acostarme temprano. Me aseguré de tomar la
maldita medicina para así no despertar a nadie con mis terrores nocturnos.
Ya estaba en mi cama y con los ojos cerrados cuando Hunter entró en la
habitación luego de su ducha.
El olor a piel limpia abrumó la habitación, e intenté determinar qué
era. Era algo parecido a madera o canela. Algo cálido.
Lo escuché meterse en su cama, y quitarse su bóxer.
—No sé si estás despierta o no pero, buenas noches, Taylor.
Decidí pretender que estaba dormida. Esperó por una respuesta,
pero cuando no recibió ninguna, giró sobre sí mismo y suspiró.
—Maldita seas —lo escuché murmurar.
Igual para ti.
58
7
Traducido por Monikgv
Corregido por Verito
F
ui la primera en despertar la mañana siguiente. De alguna
manera nuestra cortina oscura había quedado a un lado y una
grieta de luz del sol se asomaba bajo mis párpados. Los abrí y
luego gemí. Sol estúpido. Me di la vuelta y miré el reloj. No eran ni siquiera
las siete aún. ¿Por qué me desperté? Luego escuché una voz.
Hunter hablaba dormido, justo como dijo que haría.
—No, no lo creo —dijo. Era difícil entender lo que decía porque me
daba la espalda y murmuraba. Dándome cuenta de que probablemente
no iba a volver a dormir, me di la vuelta para poder verlo.
—No. Detente. Bájala. —Su voz estaba calmada, pero sus palabras
no. Parecía que tenía una pesadilla. Supongo que yo no era la única.
—Por favor no. —Su voz tenía un rastro de lágrimas en ella. Me
pregunté si debía despertarlo. Tiró algo en su sueño, tirando sus mantas
alrededor. No tuve tiempo de cerrar mis ojos, pero por suerte su manta
cubría lugares estratégicos. También estaba muy oscuro aún. Aún así
mostraba suficiente. Estaba dándome la espalda, y vi otro tatuaje en el
medio de su espalda.
—¡Detente! —dijo más fuerte.
Me levanté de la cama y tropecé. Tal vez debería tocarlo y volver a
mi cama lo suficientemente rápido así él no lo notaría. Empujé su hombro,
pero se movió tan rápido que tropecé y casi caí encima de él. Una mano
arremetió contra mí, y tuve que agacharme para evitarla.
—¡Hunter! ¡Despierta! —Era un déjà vu. Yo esperaba que esto no se
convirtiera en un patrón.
59
Una mano fuerte y cálida me agarró del hombro, y sus ojos se
abrieron. Respiró con dificultad, como si no supiera dónde estaba. Su
agarre se relajó.
—Oye, está bien. Parecías enojado.
Miró su mano en mi hombro como si no perteneciera a él. Me soltó y
se alejó de mí.
—Vuelve a la cama —dijo.
—¿Estás bien?
—Vuelve. A. La. Cama. —Sus dientes estaban apretados, y parecía
que estaba enojado porque lo había despertado. Mi culpa.
—Lo siento —dije antes de alejarme y subir a mi cama.
Él respiraba con dificultad y se dio la vuelta. No volví a dormir y me di
cuenta de que él tampoco. Una media hora más tarde lo escuché
levantarse y ponerse su bóxer y una camiseta. Pretendí estar dormida.
Un poco más tarde escuché voces bajas en la cocina. Decidiendo
que ya era tiempo, me levanté y fui a buscar algo para desayunar.
Hunter estaba encorvado sobre un plato con huevos y una tostada
cuando salí de nuestra habitación. Renee estaba en el sofá con la
televisión encendida y una taza con cereal. Escuché el sonido de la ducha
e hice la deducción de que era Darah.
—Buenos días —dije a quien quisiera responder.
Hunter soltó un pequeño gruñido y Renee hizo un sonido similar. Sólo
era el segundo día de clases, pero todos seguían en tiempo de verano.
Tomé una taza con cereal y fui a sentarme junto a Renee. Estaba
sintiendo malas vibras viniendo de Hunter. Ese chico y yo íbamos a tener
que tener una charla, tarde o temprano. Tenía el presentimiento de que él
iba a evitarlo tanto como le fuera posible. Tendré que ser la que presione.
Una a una, mis compañeras de cuarto se fueron a sus clases
matutinas hasta que sólo éramos Hunter y yo. Sorpresa, sorpresa.
—Necesitamos hablar —le dije—, y no puedes hacer esa cosa en la
que te cierras o no respondes o haces algún tipo de insinuación para
distraerme del tema. Si vamos a vivir juntos, tenemos que ser capaces de
hablar uno con el otro. ¿Lo entiendes?
Puso su plato en el fregadero y se dio la vuelta, apoyando su
espalda contra él. Sus ojos me dijeron que estaba en una batalla.
60
—No me hagas golpearte de nuevo, porque juro por Dios, que lo
haré. —Eso provocó una sonrisa. Su rostro aún tenía una ligera sombra
donde le había golpeado—. Tampoco tengo ningún reparo sobre golpear
tus partes masculinas de nuevo.
—No lo dudo ni por un segundo Missy.
—He hablado en residencia sobre ti. Tengo una reunión el viernes
con el jefe de residencia.
—¿Aún tratando de librarte de mí?
—Es sólo que no veo cómo esto puede funcionar. Tú eres… tú. —No
se me ocurrió algo mejor que decir.
—Sí, lo soy. —Parecía entenderlo—. Pero no veo cómo eso es una
razón para sacarme de aquí. Si viniera a casa borracho o tuviera sexo con
chicas extrañas o te hiciera sentir incómoda, esa sería una razón.
—Tú sí me haces sentir incómoda.
—Pero no de esa forma. Te hago sentir incómoda porque sacudo lo
que piensas sobre la gente. Te pongo nerviosa. Me quieres, pero no sabes
por qué y no puedes combatirlo.
Resoplé por un segundo, sorprendida.
—Eres tan… —Mi manos temblaban de ira. Realmente, realmente
quería golpearlo de nuevo.
—He dado en el clavo, ya veo. Significa que tengo razón.
—Eres el imbécil más engreído e idiota que he conocido, y no puedo
esperar para deshacerme de ti.
Se rió por primera vez. En alguien más, habría sido demasiado sexy.
En él, sólo me puso más enfurecida.
—Jódete, Hunter. Jódete.
—Tú quieres, ese es parte de tu problema.
Antes de que pudiera reaccionar, cruzó la habitación y se quedó de
pie justo en frente de mí.
—Dime que no me quieres. Mírame a los ojos y dime que si te beso
ahora mismo, no me devolverías el beso. Dímelo.
—No te quiero —dije, apretando mis dientes en cada palabra.
Respirar se volvió difícil. Estaba muy cerca. No podía ver nada más allá de
él. Mis ojos se hallaban al nivel de su pecho, donde la tinta de sus tatuajes
se veía a través del delgado algodón. Su olor me rodeaba, y capté el olor
61
de un poco de sudor. Mi boca se secó, y mantuve mis ojos en su pecho
porque sabía que no podía levantar la mirada.
Hace dos días, no había sabido de la existencia de Hunter
Zaccadelli. Hoy, no podía verlo a los ojos por miedo a perderme a mí
misma. No, tenía que cerrar esto.
Cerré mis ojos y me aparté.
—No te quiero —dije, mirándolo a los ojos y sin parpadear—. Ahora
aléjate de mí. —No se movió, así que yo me fui.
Una cosa era segura: necesito a Hunter fuera de mi vida.
Yo lo quería. Quería que me besara y tocara mi rostro y pusiera sus
dedos en mi cabello. Quería que me levantara y me sostuviera y estuviera
conmigo.
Estaba enloqueciendo. Absolutamente enloqueciendo. Tenía que
salir de este lugar. Él se aprovechó demasiado. Hizo que mi cerebro hiciera
cosas divertidas y no pensara con claridad.
Tenía que escapar.
Me vestí tan rápido como pude y tiré mis libros del día en mi bolso.
Corrí al baño, esperando no toparme con Hunter. Podía escuchar su
guitarra en la sala de estar. No lo miré cuando corrí fuera de la puerta. Tan
pronto como estuve en el pasillo, fui capaz de respirar.
¿Qué había en él? ¿Eran sus tatuajes? ¿La forma en la que me
llamaba Missy? ¿La forma en la que era tan abierto sobre su sexualidad?
Tal vez era una combinación.
Era una combinación a la que no me podía negar, pero tenía que
hacerlo.
Nunca me iba a enamorar. Nunca iba a estar con alguien como él.
La gente sólo te lastima cuando los amas de esa manera. Tomaban lo que
querían y te utilizaban. Mi mamá aún extrañaba a papá, a pesar de haber
pasado tantos años. Ella aún miraba las fotografías de su boda y sonreía,
pensando en los momentos cuando eran felices. Pero no había durado.
Nada como eso duraba.
Chicos como Hunter quemaban todo lo que tocaban. Chicos como
esos eran peligrosos. Sabía eso sin ninguna duda. Si lo dejaba, Hunter me
arrastraría hacia abajo. Yo no dejaría que eso pase.
Pasé el resto del día buscando a Hunter en cada esquina. Apagué
mi teléfono así no miraría sus mensajes, si me enviaba alguno. Me aseguré
62
de tener un puesto de vigilancia en la Unión. Seguí pensando que lo veía,
pero resultaba ser sólo alguien parecido. Había muchos chicos que se
veían parecidos a él, pero no lo suficiente.
Hice todo lo que pude por evitar volver al apartamento y terminar
haciendo todas mis tareas antes del final del día. Tenía mi última clase del
día con Megan y ofrecí ir a cenar con ella así podría evitar comer con los
“caníbales”, como llamaba a los amigos de su novio. No era
completamente para evitar a Hunter, porque realmente quería pasar un
tiempo con Megan.
—¿Has resuelto el problema con tu compañero de cuarto?
—Ya desearía —dije, mordiendo mi cangrejo de chocolate. Hunter
era el tipo de persona que hacía que yo necesitara terapia de
chocolate—. Realmente es complicado.
—Normalmente las cosas con el sexo opuesto lo son.
—¿Cómo está todo funcionando para ti?
Levantó un hombro. —Jake es mi alma gemela. Lo sé. Suena cursi,
pero sé que no estamos completos el uno sin el otro. Así que me aguanto a
sus repugnantes amigos y sus maratones interminables de Family Guy8
porque lo amo. Algún día nos mudaremos sólo los dos, y seré capaz de
tener un baño limpio. Algún día…
Terminamos de comer, y caminé con Megan hasta su auto.
—¿Noche de chicas este fin de semana? Creo que los chicos van a ir
a una fiesta, así que la casa estará libre. Haré margaritas —dijo con voz
cantarina—. Vamos, ¿por favor? También voy a invitar a Haley y Robin. —
Ellas eran otras dos chicas de nuestra carrera con las que hemos formado
un pequeño grupo. Serían el perfecto antídoto a demasiado Hunter.
—Claro, está hecho. Sólo envíame un mensaje cuando sería un buen
momento. ¿Quieres que traiga algo?
—Cada película femenina que tengas.
—Hecho —le dije.
Gritó y me dio un abrazo antes de subirse a su auto.
Aún estaba iluminado afuera, así que no tuve que preocuparme por
caminar sola. Le dije adiós y de mala gana caminé hacia el apartamento.
Mantuve mis dedos cruzados durante todo el camino para que Hunter se
Family Guy (Padre de familia) es una serie de televisión animada para adultos creada
por Seth MacFarlane en 1999.
8
63
hubiera ido, o al menos por que una de las chicas estuviera allí como un
amortiguador.
Respiré hondo antes de abrir la puerta.
—Hola, ¿dónde has estado? —dijo Renee, mirando por encima de
sus libros apilados de enfermería. La televisión estaba a todo volumen; no
sabía cómo podía concentrarse.
—Fui a cenar con Megan. ¿Dónde están todos?
—Hunter fue a algún lugar, y la Srta. Darah está en una cita con
Mase, si puedes creerlo.
—No puede ser —dije, uniéndomele en el sofá—. Creí haber visto
algo ahí, pero no sabía que él se movería tan rápido. —La universidad era
una extraña situación. Las cosas siempre parecían ocurrir a toda
velocidad.
—Yo tampoco, pero fue muy lindo. Creo que realmente le gusta.
—Se me hace muy difícil imaginarlos juntos, pero si la hace feliz,
entonces eso es lo que importa.
—Bueno, ni siquiera ha llegado a casa aún, así que podemos
reservarnos nuestra opinión hasta entonces.
—Si es que vuelve a casa —dije, levantando las cejas.
—Ya sabes que no es ese tipo de chica.
Lo sabía, pero nunca subestimo a nadie cuando se trataba de eso.
—Estoy aburrida. No creo que pueda leer más. ¿Quieres hacer algo?
—Cerró su libro.
—¿Cómo qué?
—No lo sé. ¿Centro comercial?
Yo no era mucho de ir de compras, pero si lográbamos ir a la librería,
me apuntaba. También, nos sacaría del apartamento en caso de que
Hunter vuelva de lo sea que estaba haciendo. Sólo tuve una pequeña
tentación de escribirle, pero rápidamente la aplasté. Me iba a mantener
alejada de él hasta que pudiera deshacerme de él.
—Suena bien, sólo déjame traer un poco de efectivo. —Corrí a mi
habitación para tomar algo de dinero de la jarra que guardaba en mi
escritorio. Tenía que dejar mi tarjeta de débito en casa cuando iba a la
librería si no gastaría mi cuenta. Estaba a punto de salir cuando vi algo en
mi almohada. Curiosa, lo tomé.
64
Este soy yo dándote tu espacio. ¿Ves? Podemos vivir juntos sin vivir
juntos. Aún sigues sin darme una respuesta sobre la apuesta. Todo lo que
tienes que hacer es probarle una u otra manera y me iré. La pelota está en
tu patio, Missy.
Arrugué la nota en mi puño. Él sabía lo que yo trataba de hacer, y
eso me enfureció. No me gustaba que supiera lo que yo pensaba, ya que
yo casi nunca sabía lo que pasaba por su cabeza.
Metí la nota en mi escritorio y lo cerré de golpe.
—Entonces, ¿qué pasa contigo y Hunter? Se que tienes esta extraña
cosa de te-odio-pero-estoy-demasiado-atraída-hacia-ti, pero ¿te gustaría
bajarle el tono?
—¿De qué estás hablando?
—Oh, por favor. Ustedes se follan con los ojos cada segundo que
pueden. Es asqueroso, en serio.
Me subí al asiento del pasajero del Mazda de Renee.
—No hacemos eso. —Lo hacíamos totalmente, pero era culpa de
Hunter—. Yo no lo quería de todas formas. Él definitivamente lo hace.
—Así es la atracción. Esa incontrolable urgencia de saltar sobre los
huesos de alguien, incluso en compañía mixta. Ustedes chicos no han… —
Ella no necesitaba terminar.
—¡Oh, Dios, no! Tampoco soy ese tipo de chica.
Nunca le he dicho a Darah o a Renee que era virgen. La única
persona que sabía sobre eso era Megan, y eso era porque éramos muy
cercanas, y sabía que podía confiar en ella con algo como eso. Le había
confiado un secreto aún más grande.
—Nunca digas nunca, muñeca. ¿Te he contado alguna vez cómo
nos conocimos Paul y yo? —Sabía que se habían conocido hace sólo un
año, pero que se habían puesto serios, rápido.
—Yo estaba ebria en una fiesta, y este chico trataba de llevarme a
casa, no recuerdo esto realmente, pero Paul lo empujó lejos de mí y me
preguntó dónde vivía. De alguna manera logré decirle, y me ayudó a subir
en un taxi y me ayudó a llegar a mi cuarto. Darah estaba fuera por el fin
de semana, así que yo estaba sola. Se quedó conmigo toda la noche y me
cuidó. Vomité hasta mis entrañas, y me sostuvo el cabello y todo. Tú
65
pensarías que no querría verme después de eso, pero terminó quedándose
todo el día. Cuando estuve sobria me di cuenta de que él era demasiado
especial. Y pienso que puedes imaginar el resto. Así que, nunca tengas el
sexo temprano en una relación. Quiero decir, no funcionó para nosotros,
pero fue genial mientras duró.
Su voz se llenó de nostalgia. Sabía que lo extrañaba, pero se negaba
a contestar sus llamadas o contestar sus mensajes. Ni siquiera sabía por qué
habían terminado, pero insinuó que fue algo que él había hecho. Le
pregunté si la había engañado, pero dijo que no era eso. Darah y yo nos
habíamos partido el cerebro, pero no lo averiguamos. Habíamos estado
tentadas de preguntarle a Paul, pero no queríamos hacerlo a las espaldas
de Renee.
Nunca he tenido un novio. He tenido demasiados episodios de ira
públicos para que los chicos con los que había crecido incluso
consideraran querer salir conmigo. En octavo grado cuando otras chicas
estaban teniendo sus primeros novios y siendo besadas, yo tenía la boca
llena de barras de metal y una mala actitud. Cuando crecí y otras chicas
estaban poniéndose serias y enganchándose y así sucesivamente, yo
pasaba el tiempo leyendo y mirando ferozmente a cualquier chico que se
me acercaba. Pronto mi reputación como la reina de hielo llegó a ser lo
suficientemente conocida para que los chicos me dejaran en paz, que era
como yo quería.
Nunca había estado cerca de alguien que me retara y que peleara
conmigo hasta que conocí a Hunter. Me asustaba de cierta manera, y
nunca había estado asustada de un chico antes. Por eso tenía que
deshacerme de él.
Tal vez podía aceptar su apuesta. No he sido capaz de hacerle ver
que lo odiaba, porque no lo hago. Lo odiaba a veces, pero mis otros
sentimientos por él se filtraban, nublando el odio en una sustancia oscura
que no podía definir.
¿La otra parte de la apuesta? ¿El hacerle creer que lo amaba?
Tampoco podía hacer eso. Había apagado esa parte de mí cuando tenía
doce años, y no había forma de encenderla ahora después de tantos
años. Hunter miraría a través de mí si trataba de fingir.
Estaba entre la espada y la pared. Iba a tener que esperar y ver lo
que el viernes traería.
66
8
Traducido por MarMar, Mel Cipriano y Lunnanotte
Corregido por Itxi
H
unter y yo apenas nos vimos por el resto de la semana. Asumí
que fue a pasar el rato a casa de Mase, pero no sabría decirlo
con seguridad porque apenas me había dirigido veinte
palabras. Cuando venía y dormía en el apartamento, siempre llegaba
cuando ya estaba inconsciente y se marchaba antes de que despertara.
No sabía cómo lo hacía, pero era como una sombra, escabulléndose para
entrar y salir.
Cuando lo veía, pretendía no verme. Darah y Renee lo notaron, pero
después de hacer averiguaciones, las cuales Hunter y yo, ambos negamos,
dejaron de preguntar.
La tarde del viernes llegó finalmente, y con ella mi cita con Marissa.
Tuve que esperar diez minutos enteros antes de que Marissa abriera
la puerta y me llamara. Su oficina estaba desagradablemente ordenada y
podría haber sido una viva imagen de lo que una oficina administrativa
debería lucir con una lámina genérica de acuarela y los carteles de
motivación. Agg.
Ajustó sus gafas sobre la nariz antes de sentarse detrás de su
escritorio, ordenando su reposamuñecas distraídamente.
Todo sobre ella dictaba orden: su cabello corto, impecable camisa y
expresión plana.
—Así que, ¿qué puedo hacer por ti, Taylor? Dijiste que tenías
problemas con uno de tus compañeros de piso. —Se inclinó hacia
adelante, apoyando sus brazos sobre el escritorio.
Le ofrecí el resumen, dejando fuera muchas de las cosas que Hunter
había hecho. No repetía lo que dijo palabra por palabra.
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—¿Te hace sentir incómoda? ¿Has intentado hablar con él al
respecto?
—Sí, lo he hecho —dije. Su expresión había sido nula mientras le
contaba mi lamentable historia, y podía ver que esto iba a ser un callejón
sin salida. Podía sentirlo. Pero tal vez, estaba siendo pesimista.
—¿Has recurrido a tu administrador de residencia? Siempre están
disponibles para hablar o discutir disputas, y han sido entrenados en cómo
ayudar en esas situaciones. —Era como golpear mi cabeza contra una
pared de ladrillo.
—Realmente esperaba que esto pudiera ser simplemente resuelto,
teniendo en cuenta que fue un error desde el comienzo.
—Bueno, realmente no hay nada que podamos hacer en este
momento. A menos que haya una emergencia, tenemos que mantener
lugares disponibles para aquellos que realmente los necesitan. Suena
como si fuera más un problema de personalidades. Recomendaría que
tuvieras algún tipo de mediación con el administrador de la residencia y
puedes volver a verme en unas pocas semanas, ¿de acuerdo?
Quería decir con todas mis ganas, “¿Hablas jodidamente en serio?”
pero no me hubiese ayudado para nada.
—Entonces, ¿no hay nada que usted pueda hacer?
—No, a menos que haya una amenaza directa. ¿Te ha amenazado?
No tengas miedo de hablar.
Lo pensé durante medio segundo, pero sabía que decirle que Hunter
me había amenazado, lo metería en problemas y podría ser echado del
campus. La seguridad del campus se vería envuelta y hasta podría ser
arrestado. Por mucho que la imagen de Hunter en la cárcel me divertía, no
podía ser la que lo pusiera allí si de verdad no se lo merecía. Teniendo en
cuenta que fui yo quien en realidad lo había asaltado.
Estaba atrapada.
—No, no lo ha hecho.
—De acuerdo. Aquí tienes mi tarjeta. Nunca dudes en llamarnos si
hay alguna emergencia. Pareciera como si ustedes dos sólo necesitasen
tener una charla. Haré que su administrador la contacte para organizar
algún tipo de mediación. —Se puso de pie y sostuvo su mano frente a mí,
efectivamente terminando la cita. No tuve otra opción más que ponerme
de pie, tomar su mano y marcharme con su tarjeta apretada en mí mano.
Qué maldita pérdida de tiempo.
68
No sabía por qué había esperado algo más. En una universidad de
alrededor de 12.000 estudiantes no licenciados, yo era un número. Esa era
la razón por la que había elegido la universidad de Maine en vez de una
más pequeña. Ahora pagaba el precio.
Irrumpí en el apartamento. Darah se había ido a casa por el fin de
semana para celebrar el cumpleaños de su mamá, así que ya no estaba.
Renee había tenido una reunión con el grupo de enfermería, así que sabía
que si alguien iba a estar en el apartamento, ese era Hunter.
Intenté golpear la puerta cuando entré, pero fracasé.
—¿Día difícil? —dijo una voz masculina.
Miré hacia el sofá para encontrarlo sentado con su guitarra.
Contuve mi compostura por un segundo.
—Está en marcha —dije, caminando en su dirección, pegando mi
mano a su cara—. La apuesta, está en marcha.
Observó mi mano por un segundo y una lenta sonrisa apareció a
través de su rostro.
—Una vez que sacudamos nuestras manos, no hay vuelta atrás.
Asentí, pero alejé mi mano antes de que pudiera tocarme.
—Tiene que haber algunos parámetros. Toda esta cosa de amar y
odiar no puede ser probada. Te dije que te odiaba y te golpeé, pero no
me creíste. Si digo que te amo ahora mismo, no me creerías. Así que,
¿cómo lo medimos?
—Es más difícil decir que amas a alguien, que lo odias. Así que tienes
que decir las palabras. Y tienen que ser verdaderas.
—¿Cómo sabrás que son verdaderas?
Se encogió de hombros.
—Lo sabré. Tú lo sabrás.
—¿Y la parte del odio?
—Sabré que me odias cuando lo vea en tu mirada. Lo he visto antes
y lo sabré.
—Entonces, tú vas a determinar esto. ¿No tengo voz en el asunto?
—No estoy forzándote a aceptar esto. Puedes llamar a la residencia
y decir que te estoy acosando sexualmente. Me arrastrarán a una charla
69
disciplinaria y probablemente me echen de la escuela. Puedes hacerlo
ahora mismo. Pero no vas a hacerlo.
—No puedo —dije. Por mucho que lo pusiera fuera de mi vida—. Eres
un imbécil, pero no eres eso. Si lo fueras, me hubiese deshecho de ti tan
rápido que tu cabeza hubiese dado vueltas.
—Exactamente. No eres una chica que soporta cualquier cosa.
Puedes cuidar de ti, me lo mostraste la primera noche. Me harás saber
cuando haya ido muy lejos.
—Lo haré.
—De acuerdo, entonces.
—Bien —dije, y estrechamos las manos. Intenté liberarme, pero tomó
mi mano y me atrajo hasta chocar con su pecho.
—Así que, aquí estamos. Atascada conmigo hasta Navidad —respiró.
Soltó mi mano y di un paso atrás. No fue fácil de hacer. Mi cuerpo
estaba atraído al suyo como los polos opuestos de un imán.
—Crees que eres el que hace mi vida difícil. Pero puedo hacerla
mucho peor para ti —dije, sonriendo dulcemente. Sus ojos azules lucían
escépticos.
—¿Cómo?
—¿Realmente quieres saberlo? Voy a invitar a un montón de chicas,
veremos películas para chicas, hablaremos de nuestros periodos,
encenderemos todo tipo de velas aromáticas y probablemente nos
quedemos toda la noche despiertas riendo.
—¿Cuándo comenzará la pelea de almohadas desnudas y los
besuqueos?
Golpeé su hombro.
—Cerdo, eso no pasa en las pijamadas a no ser que sea una
película. Pero Darah, Renee y yo podemos conspirar contra ti. No tienes
idea lo terrible que puede ser.
—¿Qué te hace pensar que algo de eso me hace sentir incómodo?
—dijo, estropeando mi estímulo del momento por armar un plan contra él.
—Porque todos los hombres huyen cuando las chicas comienzan a
hablar de sus ciclos menstruales. Se supone que corras ahora.
Dio un paso más cerca.
—No me molesta.
70
—Tampón —dije.
Dio otro paso.
—Calambres. Hinchazón. Flujo abundante.
Su pecho casi tocaba mi nariz. Incliné mi cabeza para encontrarme
con sus ojos. No pestañeó. Casi podía sentir al algodón de su camiseta en
mi piel. Lentamente levantó sus manos y colocó sus pulgares a cada lado
de mi rostro.
—Sigue —dijo, levantando mi rostro haciendo que me pusiera de
puntillas. Oh, mi Dios.
En ese preciso momento, mi cerebro dejó de funcionar. Dejé de
pensar e incluso dejé de intentarlo.
—¿Sin palabras, Missy? —dijo, uno de los lados de su boca
alzándose.
Esa sonrisa satisfecha me golpeó de vuelta a la realidad. Lo fulminé
con la mirada y me aparté de sus manos. Se rió entre dientes.
—Vas a tener que trabajar muy duro para probar que me odias. Lo
otro, tal vez no tanto.
—Eres tan engreído —dije, cruzando mis brazos.
—Y no tienes idea de lo sexy que te ves en este momento, tan
enojada conmigo.
Mi boca se abrió. No tenía nada qué decir, así que alcé mi rodilla
como si fuera a golpearlo en sus genitales, pero me detuve muy cerca. Fue
genial verlo retroceder.
—Ten cuidado con eso —dijo.
Simplemente le sonreí.
—No olvides que tienes algo mucho más valioso que puedo dañar.
Sólo recuérdalo.
—¿Cómo podría olvidarlo?
—¿No tienes que estar en alguna parte? ¿Alguna otra chica que
objetivar? —pregunté.
—¿Por qué me iría a otra parte teniendo todo lo que necesito aquí?
Iba a hacer un comentario rápido, pero no pude pensar en ninguno.
Me sorprendía que un apuesto chico de veinte años no tuviera planes un
viernes en la noche. Pero oye, ¿qué sabía yo?
71
***
Hunter me trató del mismo modo arrogante que había usado los
primeros dos días cuando lo conocí, lo cual era un gran cambio de la fría
indiferencia. Hizo comentarios que me hubiesen hecho sonrojar hace
algunos años. Renee volvió de su reunión y continuó dándome esa mirada
cuando él lo hacía. La mirada de te lo dije.
No iba a acostarme con Hunter. No iba a acostarme con nadie, al
menos no ahora mismo. No podía si quiera pensar en sexo sin que mis
manos temblaran y mi estómago se diera vuelta.
No tenía problema con otros adultos haciéndolo, pero sabía que el
sexo era desordenado. Era complicado y algunas personas lo usaban
como un arma. No iba a dejar que jamás me sucediera algo como eso. Si
lo hiciera, sería porque quiero. Y no he conocido a nadie que me haga
querer hacerlo.
Todavía.
Se quedó despierto hasta tarde la noche del viernes tocando la
guitarra. Estaba exhausta de mi fallida cita, así que me fui a la cama. Me
preguntó si me importaba si se quedaba despierto y tocaba.
—Haz lo que quieras.
—Eso quisieras —dijo, y tocó un pequeño tema de un comercial.
Jaja. Rodé mis ojos y me tapé la cabeza con las cobijas, como si lo
estuviera bloqueando.
—Sabes que te gusta.
Sí, lo hacía. Más de lo que admitiría.
Me dormí con el ruido del rasgueo de la guitarra.
Cuando desperté, él murmuraba otra vez. Hubiera sido
completamente adorable si no hubiese estado tan alterado. Consideré
despertarlo de nuevo, pero no quería quedar mal. Así que lo dejé
continuar y escuché.
—Mami, despierta. Por favor, despierta. —Su voz sonaba asustada.
Miré alrededor y encontré un par de medias que había envuelto en
una bola y se las lancé tan fuerte como pude. Golpearon su hombro, pero
no lo despertaron. Intenté encontrar algo más. Eché un vistazo alrededor y
encontré una percha de metal en la puerta de mi armario. La desarmé y la
72
usé como un palo para pincharlo. Me tomó un par de intentos, pero
finalmente se tocó en el lugar donde lo pinchaba.
—¿Qué diablos? —dijo su voz media dormida.
Rápidamente arrojé mi palo y pretendí estar dormida. Lo escuché
girarse y pude sentir sus ojos en mí.
—¿Acabas de pincharme?
Decidí fingir no saber nada. —¿Qué? —dije, intentando poner una
voz dormida.
—Acabas de pincharme con algo.
—No lo hice. Estaba durmiendo hace un segundo.
—No, no lo estabas. Me pinchabas con ese pedazo de cable en el
piso. Muy astuto, Missy, pero no soy tonto. —Se levantó, y lo escuché tomar
mi aparato para pinchazos.
—Estaba hablando de nuevo, ¿verdad?
—Sí —contesté.
—No me digas lo que dije. Ya lo sé.
—¿Cómo?
—Porque compartía habitación con mi primo cuando crecía y hubo
un punto dónde me dijo lo que decía.
—¿Vivías con Mase? —pregunté, girándome. Esa era la primera vez
que hablaba de su familia. Era muy temprano para levantarse un sábado
por la mañana, pero esto valía la pena. Esta era la primera vez que Hunter
iniciaba una conversación sobre sí mismo sin tener que atacarlo para
hacerlo.
—¿Qué sucedió con tus padres? —pregunté con tranquilidad. No
quería asustarlo.
Volvió a la cama. Giré sobre mí misma para enfrentarlo. Estaba
sentado, su espalda contra la pared con sus piernas en el borde.
—Están muertos. —El aire dejó la habitación y me fue imposible
respirar. Fui incapaz de encontrar palabras qué decirle. Nada que yo dijera
significaría algo—. Sí, es lo que creí —dijo después de uno momentos de mi
silencio.
—Lo siento. Es sólo que no sabía qué decir, no quería decir nada
estúpido. Trataba de pensar algo que no fuera estúpido. Supongo que
fallé.
73
Para mi sorpresa, rió.
—No tienes filtro. Es una de las cosas que me gustan de ti. No
empieces ahora. Di lo que quieras.
—Diría que es una de las cosas más tristes que he escuchado y que
eso explica muchas cosas.
—Sí, lo hace —dijo, mirando sus manos—. Y eres una de las pocas
personas que ha dicho lo siento, y realmente le creo. La gente dice cosas
que no significan nada todo el tiempo. Es fácil encontrar la mierda.
—Sí, lo es. —Era una descubridora de mierda profesional. Era uno de
mis talentos escondidos.
—¿Qué les sucedió?
—Algún día te lo diré —dijo, acariciando la parte de arriba de su
cabeza con su mano, como si estuviera tocando su punto de la suerte.
Decidí cambiar de táctica y hacer otra pregunta que me quemaba.
—De acuerdo, entonces cuéntame de tus tatuajes.
—Te dije que no creía en el destino, que creo en la suerte. Así que
me dije, ¿por qué no tener toda la suerte que pueda conmigo?
—¿Cuántos tienes?
Giró su brazo y me mostró el siete. —Uno —dijo, y entonces movió su
oreja izquierda para que pudiera ver la tinta detrás de ella—. Dos. —Me dio
la espalda y apuntó al que se encontraba entremedio de sus omóplatos—.
Tres. —Levantó su pie, y me mostró otro que no había visto hasta el
momento, una estrella—. Cuatro. —Apuntó al que se encontraba en su
pecho—. Cinco. Quiero tener siete para cuando termine, pero sólo los
hago cuando es urgente, por esa razón no me he hecho uno en meses.
—¿Qué son? No puedo ver bien desde aquí —dije. No era una
táctica para acercarme a su estado desnudo, lo juro.
Se levantó de su cama lentamente y caminó hacia mí. La mirada en
su rostro no era confiada. Era abierto, como si me estuviera mostrando una
parte de él que raramente compartía. Sabía que este momento era
precioso, fácil de romper, como un dedo a través de una burbuja de
jabón.
—Este, puedes ver que es un siete, el número de la suerte en varias
culturas. Este —dijo, colocando su oreja hacia adelante—, es la herradura
estándar. Los marineros las clavaban en los mástiles de sus barcos para
ayudarlos a salir del camino de las tormentas.
74
Me dio su espalda y finalmente pude ver el que estaba allí.
Si no hubiese hecho un proyecto sobre la mitología egipcia en sexto
grado, es posible que no supiera que era un escarabajo. Los escarabajos
cubrirían sus pieles exteriores, caparazones, y los egipcios veían eso como
un símbolo de renacimiento y así creían que los escarabajos eran
inmortales.
—Realmente estás mezclando tus mitologías aquí, Z.
Me miró sobre su hombro, rodando sus ojos ante el apodo.
—Estoy a favor de la diversificación —dijo secamente.
Salí de la cama para estudiarlo más de cerca. Era hermoso, los
colores casi resplandeciendo en su piel. Quién sea que se lo haya hecho,
era un artista. Me resistí la urgencia de tocarlo para ver si era real.
—Así que, ahí lo tienes —dijo, girando—. Y luego sólo tengo una
pequeña estrella en el pie. Ahí lo tienes, mi historia de tinta. Ahora
muéstrame la tuya. —Su boca se alzó a un lado, y el Sr. Arrogante estaba
de vuelta. Qué sorpresa.
—Lo siento, hombre, nada para mostrar —dije, saltando a mi cama.
—No preguntaba sobre tus tatuajes, Missy. —Se inclinó y apoyó sus
manos a cada lado de mis piernas, casi, pero sin tocar mi piel. Incluso
cuando no estaba tocándome, mi piel hormigueaba como si lo hiciera.
—¿Por qué Hunter, estás preguntando ver mis partes íntimas?
—Preguntar es ponerlo leve —dijo, con un pequeño gruñido en su
voz.
Las ansias de empujarme hacia el frente y pegar mi cuerpo con el
suyo, eran tan fuertes, que tuve que agarrar las sábanas para no hacerlo.
—Sólo estás jugando conmigo —dije, mi voz un poco sin aire, como si
hubiese corrido por las escaleras—. Dijiste que no te acostabas con chicas
que te gustaban.
—Oh, Missy, si sólo supieras —dijo. Lentamente se inclinó hasta que su
rostro se encontraba directamente frente al mío, antes de alejarse y salir
por la puerta.
Maldito. Maldito él y sus ojos azules, y sus tatuajes interesantes, y su
actitud de toma lo que quieras. El hecho de que tenía un pasado trágico
solamente agregaba al misterio que era Hunter Zaccadelli.
75
***
—¡Hola, Kid! —dijo Tawny, saltando de su Volvo convertible. Corrí
hacia ella aplastándola en un abrazo. La había visto hacía sólo una
semana, pero la había echado de menos.
—Guau, ¿estás bien?
El abrazo fue un poco demasiado entusiasta. También debe haber
leído la tensión en mi rostro.
—Vamos a tomar una copa y te contaré al respecto.
Entramos en Margarita, el único lugar mexicano decente en el
centro de Orono. Estaba abarrotado, entre una tienda de ropa que vendía
moda para mujeres grandes y una oficina de bienes raíces. Era
ridículamente estrecho, pero tenía dos plantas, así que había un montón
de rincones acogedores y lugares privados. Los cuadros estaban pintados
a mano y había un montón de sombreros y luces de pimientos colgadas en
la pared. Música suave sonaba de fondo.
Tawny y yo subimos las escaleras y encontramos una mesa para dos
en un rincón, detrás de una gran viga. Pedí una Coca-Cola y Tawny un
margarita.
—Te voy a dar un sorbo cuando nadie esté mirando —dijo.
La puse al corriente de la saga entera de Hunter mientras
esperábamos que la camarera volviera, para poder pedir.
—Suena como un idiota —fue su evaluación.
—Lo es —le dije, riendo.
Tawny detuvo la copa a mitad de camino hacia sus labios. —Oh, no.
—¿Qué? —dije, mirando alrededor.
—Te gusta.
—¿Qué? No, no lo creo.
Puso la copa hacia abajo, con la boca abierta por la sorpresa.
—¡Sí, totalmente lo hace! Jesús, Kid, ¿qué estás pensando?
—No me cae bien —mentí entre dientes.
—No insultes mi inteligencia. Conozco tu rostro mejor que nadie.
También cada tono de tu voz. Puedes mentirte a ti misma todo lo que
quieras, pero no me estás mintiendo. Entonces, háblame de él.
76
—Él es… —dije, tratando de encontrar las palabras para describirlo—,
es un idiota. Dice lo que está en su cabeza y siempre está empujándome y
empujando su suerte. Asegura que no se acuesta con chicas que le
gustan, pero siempre viene tras de mí. Es complicado.
—Suena complicado. ¿Guapo?
—Sí, se podría decir eso.
—Bueno, entonces, ¿cuál es el problema? —dijo mientras la
camarera se acercaba para tomar nuestro pedido. Hicimos una pausa en
la conversación. Pedí nachos con guacamole extra y Tawny fue por las
quesadillas de carne. Traté de pensar en mi respuesta a la pregunta de
Tawny.
—Tú sabes cuál es el problema.
—Kid, eso fue hace mucho tiempo. Ya lo superé.
—Nunca superas algo como eso —dije en voz baja.
—No, tienes razón, no lo haces. Pero aprendes a vivir con ello. Al
igual que una cicatriz. Tienes que dejar de odiar a todo el mundo.
—No odio a todos —le dije.
—Cerca, Tay, cerca.
Cambié de tema y Tawny me dejó. No volvimos a Hunter hasta que
compartimos nuestro helado frito, que era helado con una cubierta
crujiente, rociado con miel por un lado y chocolate por el otro. Yo tenía el
lado del chocolate.
—¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Sabes qué es lo peor —dije.
—No puedes dejar que una mala manzana arruine todo el barril.
Había un montón de signos que yo elegí ignorar. ¿Hunter te hace sentir
insegura? ¿Te está controlando?
—No —respondí. Hunter nunca me había hecho sentir como que iba
a hacerme daño físicamente. Darme un beso, sí. Pero se trataba de dos
tipos diferentes de miedo.
—Conoces los signos. Conoces las señales de alerta. ¿Has visto
alguna de ellas?
—No.
—Entonces, ¿por qué no dejas de ser tan hostil?
77
—A él le gusta que sea hostil, creo.
—Bueno, tengo que conocer a este tipo. También quiero ver tu
nuevo lugar.
No había planeado llevar a Tawny al apartamento. De hecho, no se
me había ocurrido hacerlo.
—Supongo. No puedo prometer que va a estar ahí.
—Envíale un mensaje. No vine todo el camino hasta aquí desde
Belfast y traje tu ropa para no ver a este tipo.
Suspiré y saqué mi teléfono.
¿Estás en casa?
Quizás. ¿Por qué?
Para llevar a mi hermana.
Si se ve como tú, es bienvenida.
¿Y si no?
Voy a irme.
Idiota.
No contestó, así que cerré mi teléfono.
—Dijo que va a estar ahí siempre que te parezcas a mí.
Se echó a reír. —Sí, ese chico totalmente te quiere, Kid.
—Sólo quiere empujar mis botones.
—Eso no es todo lo que quiere empujar —dijo, señalando con el
tenedor hacia mí.
Ugh. Quizá Hunter y Tawny se llevarían bien. Eso sería lo peor.
Dejamos el coche de Tawny en el centro y tomamos el mío de
regreso a la escuela.
—Deja de volverte loca.
—No me estoy volviendo loca —le espeté.
Me estaba volviendo loca y no podía decir exactamente por qué.
Tal vez era porque en la opinión de Tawny era en la que confiaba más.
Confiaba en su juicio más que en el mío. Si no le gustaba Hunter, realmente
no le gustaba, eso era todo.
78
—Oh, esto es tan lindo —dijo cuando abrí la puerta—. No tan
asqueroso como yo esperaba.
Miré a mí alrededor, pero no vi a Hunter. Suponía que había
decidido no volver a casa después de todo. Di un suspiro de alivio, luego la
puerta del baño se abrió y salió de entre una nube de vapor, vestido sólo
con una toalla alrededor de sus caderas.
Nos vio y una sonrisa se propagó en su rostro. —Hola ahí, tú debes ser
Tawny. Me alegro de haberme quedado. Me imaginé que si ustedes dos
compartían los mismos genes, serías igual de caliente.
Eché un vistazo a Tawny para ver su reacción.
—Y tú debes ser Hunter —dijo Tawny, sus ojos lo rastrillaban de arriba
a abajo. Tuve un tiempo difícil tratando de no hacer lo mismo, a pesar de
que lo había visto sin camisa antes—. Síp, tenías razón —me dijo.
—¿Razón sobre qué? —Quiso saber Hunter, moviendo la toalla para
que no se cayera. Dulce Cristo.
—¿Eso crees? —continué. Era muy divertido tener un secreto que
Hunter no sabía. ¿Cómo te caigo ahora?
—Sí —dijo ella, caminando cerca de Hunter, rodeándolo lentamente
y observándolo—. Justo como dijiste.
Asentí. —¿Las señales de advertencia? —le pregunté.
—Todavía no —dijo, haciendo otro círculo. Con toda justicia, Hunter
se detuvo y dejó que lo evaluara.
—Te ves como si te estuvieras divirtiendo —le dije, porque él lo hacía.
—Tengo a dos hermosas mujeres desvistiéndome con la mirada. ¿Por
qué no disfrutaría?
Tawny inclinó la cabeza hacia un lado y entrecerró los ojos. Vi como
éstos se deslizaban hacia abajo, a su antebrazo, que estaba cubierto por
un tatuaje de pluma de pavo real que había conseguido tan pronto ella
había cumplido dieciocho.
—Así que, ¿cuáles son tus intenciones con mi hermana?
Hunter la miró a los ojos sin pestañear.
—Bueno, al principio la quería para la mejor una-sola-noche de mi
vida.
—¿Y ahora?
79
—No la quiero sólo para algo de una noche —dijo, con los ojos
clavados en mí. Mi piel se volvió fría y caliente en oleadas.
—¿Eres consciente de que estoy en posición de agarrar tu polla y
romperla si quisiera?
—Muy consciente —dijo, arrancando sus ojos de mí. ¿Hacía calor
aquí? Tenía que abrir la ventana.
—Bien —respondió ella, dándole una palmadita en el hombro, para
luego sentarse en el sofá y agarrar el control remoto—. ¿Por qué no te
pones algo de ropa antes que tú y mi hermana sigan follándose con los
ojos hasta la muerte?
Hunter se echó a reír y sacudió la cabeza.
—No estás soltera, ¿verdad? —le preguntó.
—En tus sueños, chico toalla. Corre y ponte algo de ropa —dijo,
haciendo un gesto con las manos.
—Sí, señora. —Me guiñó un ojo antes de cerrar la puerta del
dormitorio. Debe haber sido mi imaginación, pero oí una pizca de acento
sureño cuando lo dijo.
***
—¿Y bien? —le dije.
Tawny agarró el control remoto y encendió el televisor.
—Es uno de esos tipos. Pero hay algo en él que me gusta. Pero no
pondría la mano en el fuego. Si fuera unos años más joven, hubiera ido
totalmente por él.
—¿En serio?
—Diablos, sí. ¿Qué chica no quiere un chico que no se avergüenza
de decir que la desea? Todo el mundo quiere ser deseado. —Me senté a
su lado y puso su brazo alrededor de mí—. Sólo ten cuidado. Un chico así
puede ser lo mejor que te puede pasar, o lo peor.
—¿Qué te hace pensar que será Hunter?
—Eso depende de ti. Lo tienes totalmente a tus pies. A pesar de lo
que dice, si le dijeras que saltara desde un puente, él lo haría.
—Sí, claro. —Puse mi cabeza en su hombro y puse mis pies en el sofá.
80
—Sólo espera, Kid. —Tawny no perdió el tiempo y llamó a las cosas
como las veía. Pero no podía creer aquello acerca de Hunter. Para él, yo
sólo era otra conquista. Otro juguete brillante que está fuera de su
alcance. Aunque no supiera que era virgen, estaba segura de que lo
sospechaba. Tipos como ese tenían un radar para vírgenes.
—Sólo tienes que terminarlo antes de que te golpee, Kid.
—¿Golpear que? —Hunter llegó alrededor de la esquina, vistiendo
una camiseta de Radiohead y pantalones de entrenamiento negros. A
pesar de eso me hizo mirarlo. Era realmente guapo. ¿Cómo si no hubiera
visto eso? Realmente tenía una fabulosa mandíbula. Se había afeitado,
pero prefería el aspecto no-afeitado en él.
—¿No te gustaría saber? —dijo Tawny, sonriéndole.
—Creo que sí —dijo, tomando la silla de mierda porque Tawny y yo
nos apoderamos del sofá.
—Dios, hace calor aquí —dijo, abanicándose.
—¿Quieres un poco de agua? —le pregunté.
—Voy a conseguirla —dijo Hunter antes de que pudiera levantarme.
—Con hielo —llamó Tawny mientras Hunter se dirigía a la cocina—.
¿Qué rayos?
—Te lo dije —susurró en mi oído.
—Estás loca.
—No, estoy bien —dijo, mientras Hunter regresaba con un vaso
condensado, con hielo.
—Gracias, chico de la toalla. Ahora tráeme un pedazo de pastel de
queso. —La empujé con mi hombro—. Entonces, ¿cuál es tu historia?
¿Ganaste la lotería de asignación de habitación?
—Eso parece. Se supone que viviría con mi primo, pero fracasó.
Contacté a la residencia y me enviaron un correo electrónico y me
presenté. Tu hermana abrió la puerta y eso fue todo.
—También escuché que te dio un puñetazo en la cara. —Se frotó su
mandíbula, que ahora estaba libre de moretón.
—Y me dio una patada en las pelotas, sí. —Hunter miró hacia abajo y
sonrió, como si se tratara de un recuerdo.
—¿Qué hiciste para merecer eso?
81
Estuve tranquila a través del interrogatorio de Tawny. Quería ver a
Hunter tropezarse bajo su escrutinio.
—Pude o no haberle ofrecido una propuesta —dijo.
—Lo escuché y eso es lo más ridículo que he escuchado, que mi
hermana estaría de acuerdo con algo así. Y tú —dijo señalando a Hunter—
, eres un cabrón, así de simple.
—Soy consciente de ese hecho —dijo tranquilamente—. Pensé que
le daría una salida.
—Sí, pero sólo cuando tú decides. Es un movimiento idiota y lo sabes.
¿Cómo te atreves a aprovecharte de mi dulce hermanita?
—Tawny —le dije—. Creo que puedo cuidar de mí misma. —Esto
había sido una mala idea. Pensé que ella se había calmado acerca de la
apuesta, pero aparentemente no.
—No, tú no harás nada. Soy tu hermana y puedo estar enojada si
alguien se está aprovechando de ti.
—No se está aprovechando de mí. —Hunter se recostó y observó,
pero me di cuenta que estaba adsorbiéndolo todo dentro—. Tal vez, pero
no soy consciente y sabe que si hace algo que no me gusta, voy a
golpearlo de nuevo. No soy una damisela en apuros. No soy un bebé y no
puedes luchar mis batallas por mí. —Dejé de hablar avergonzada porque
Hunter había visto eso.
—Ella puede cuidar de sí misma —dijo él.
—No te atrevas a decirme acerca de mi hermana. La has conocido
por cinco segundos. Es probable que ni siquiera sepas su nombre.
—Elizabeth —dijo. ¿Cómo lo sabía? No podía recordar habérselo
dicho alguna vez—. Estaba incluido en tu Maincard. La dejaste sobre la
mesa un día.
—Oh —dije. Fue una forma mucho menos espeluznante de lo que
pensé que sería.
—Pruébame que puedo confiar en ti con ella. No me iré hasta que lo
hagas. —Tawny tiró más cerca de mí y ladeó su cuerpo, por lo que estaba
delante de mí. Oh. Por favor.
Ahora se va a convertir en un concurso de tonterías.
Hunter se levantó.
—Golpéame —dijo mirándome.
82
—¿Qué? —le dije.
—Adelante, golpéame. Sé que quieres hacerlo. Siempre quieres
golpearme, así que sácalo de tu sistema. Ha pasado una semana desde la
última vez.
—No voy a golpearte. —Teniendo en cuenta otras circunstancias,
me encantaría, pero no quería hacerlo sólo porque me lo pedía.
—Vamos. Missy. Adelante —dijo, poniendo las manos atrás y mirando
al techo.
Eché un vistazo a Tawny, que estudiaba a Hunter.
—Bueno, ¿qué estas esperando? Dale uno bueno.
—No voy a golpearlo sólo por el placer de hacerlo. Ambos están
locos.
—¿Por qué no? —dijo Tawny. Hunter comenzó a silbar la melodía
Jeopardy. Eso era todo, ambos estaban psicóticos.
—Sí, voy al baño. No se maten el uno al otro hasta que regrese.
Me levanté y volé por delante de ellos, sin respirar hasta que cerré
con llave la puerta del baño. Todavía estaba llena de vapor por la ducha
de Hunter. No podía escapar de él. Estaba en todas partes. En mi cabeza,
en mi cuarto, en mi cara. Me senté en el fregadero después de limpiarlo
con una toalla. Tenía que reconocérselo a Hunter, al menos no era un
cerdo. De hecho, era uno de los chicos más limpios que jamás había
conocido. No dejaba su ropa en el suelo o pelo en el lavabo cuando se
afeitaba. Se duchaba con regularidad y cocinaba. Entonces, ¿cuál era el
problema? Puse mi cabeza en mis rodillas y dejé escapar un sonido de
frustración. Esperé a que alguien llamara a la puerta y una voz para
preguntarme si estaba bien, pero no llegó. Tomé una respiración profunda
y confié en que Hunter y Tawny no se estrangulaban entre sí en la sala de
estar.
Me asomé por la puerta y risas llegaron a mis odios. ¿Qué rayos?
—De ninguna manera, ella no hizo eso.
—Lo juro, lo hizo —dijo Hunter.
Llegué a la esquina y vi que él estaba sentado de nuevo y Tawny de
vuelta en el sofá.
No había sangre y a ninguno le faltaba una extremidad, lo que me
sorprendió.
—Oigan, chicos... —dije vacilante.
83
—Hablábamos sobre esa noche en el Blue Lagoon —dijo Hunter—.
Estaba diciéndole a tu hermana de tus habilidades de baile.
—Eres una desvergonzada —dijo Tawny—. No pensé que lo tuvieras
en ti.
—¿Por qué no? Fui a muchos bailes.
—Hay una diferencia entre bailar en el baile de promoción de la
escuela secundaria y bailar en un club y lo sabes.
—¿La hay? Porque vi muchas chicas en el baile de promoción que
deberían haberse unido a un poste.
Ambos se rieron de mí.
—¿Ha sido siempre así? —dijo Hunter.
—No siempre. Cambió mucho después del divorcio de nuestros
padres.
Miré a Tawny. Hunter no tenía por qué saber de papá.
—¿Así que tu padre no está en la foto? Genial, muchas gracias
Tawny.
—Se podría decir eso —dijo Tawny.
Me costó encontrar la manera de cambiar de tema.
—¿Por qué no te doy un recorrido por el campus? —solté. Fue lo
primero que me vino a la mente.
—Eso sería divertido. Realmente nunca lo he visto entero. ¿Quieres
venir? —Tawny dirigió la última parte a Hunter—. ¿A menos que tengas otro
lugar donde estar?
—No en este momento —dijo—. ¿Estás bien conmigo siguiéndote,
Missy? —Sus ojos se burlaban de mí, sabiendo que mi plan había sido para
alejarlo de Tawny.
—Está bien —le dije sonriendo alegremente. Chúpate esa, Hunter.
—Déjenme encontrar mis zapatos —dijo Hunter.
Cuando se fue, miré a Tawny.
—Oh, Kid. Lo tienes tan mal, pero él también. —Negó con la
cabeza—. Voy a darle una semana antes de que se tatúe tu nombre en el
otro lado de su pecho.
—Pensé que no te gustaba, ¿qué pasó con estar molesta acerca de
la apuesta?
84
Tawny se encogió de hombros. —Estaba exagerando. Movimiento
típico de hermana mayor. Explicó porque lo hizo y tiene sentido en una
manera un poco retorcida. No es un mal tipo. No es más que un imbécil.
Pero es uno bueno.
—Eso no tiene sentido.
—Los hombres rara vez lo tienen.
85
9
Traducido por Macasolci
Corregido por Melky2012
L
uego del recorrido más largo del campus de la Universidad de
Maine, Tawny decidió que era hora de que volviera a Belfast.
—Recuerda lo que dije. Él puede ser lo mejor o lo peor que te
puede pasar. Depende de ti elegir —dijo mientras me abrazaba—. No
dejes que mi pasado dicte tu futuro, ¿de acuerdo? Quiero que seas feliz.
—Suenas como una tarjeta de Hallmark —dije cuando me soltó.
—Sé de lo que estoy hablando, Kid. —Presionó su pulgar en el medio
de mi frente, como si estuviera transmitiendo su sabiduría en mi cerebro—.
Te llamaré cuando regrese. ¿Cuándo vas a volver a casa, la próxima vez?
—No estoy segura, puede que sea un fin de semana en octubre,
pero si no, será en Acción de Gracias.
—Bueno, intentaré despertarme antes de entonces. Te amo,
hermana pequeña.
—Te amo, hermana mayor —dije mientras ella bajaba la parte
superior del Volvo y subía la radio. Tocó la bocina mientras se alejaba. Yo
sólo sacudí la cabeza.
***
Cuando regresé a casa, Hunter se había ido, pero había una nota en
mi cama.
Salí a deshumanizar a algunas mujeres. Puede que tenga sexo con
algunas de ellas. Llegaré tarde. Por cierto, tu hermana es bienvenida de
vuelta en cualquier momento. Lo firmó sólo con la letra Z.
86
Arrojé ésta en mi escritorio con la otra. Por lo que sabía, él estaba
teniendo sexo con un montón de chicas diferentes. Odiaba admitirlo, pero
había hurgado en su teléfono una noche mientras se duchaba, y me
desplacé a través de sus contactos. Se había metido conmigo, así que
tenía que devolverle el favor.
Reconocí algunos de sus contactos, incluyendo su primo y sus amigos
hombres. Los demás, no tanto. Tenía seis contactos llamados sólo Ashley.
Ashley B, D, H, F, R y T. La temática continuaba por los otros nombres
comunes como Heather, Sarah y Liz. Ni siquiera podía contar cuántos
nombres había allí. En realidad, sin embargo, ¿me sorprendía? No mucho.
Raramente lo veía hablando por teléfono, pero enviaba una buena
cantidad de menajes. Cada vez que lo hacía, me preguntaba cuál de
todas las Ashleys era.
No lo vi hasta que regresé esa noche de lo de Megan, donde había
tenido mi ración de chocolate, charla de chicas y deshumanización de
Richard Gere y Channing Tatum.
—¿Lo pasaron bien hablando de sus períodos? —dijo, sin levantar la
mirada de algo en su regazo.
—Sí, incluso comenzamos a discutir sobre las pruebas
Papanicolaou. Oye, ¿es ese mi E-Reader? —Definitivamente lo era.
de
—Tal vez. Lo dejaste en tu escritorio.
—¿Así que pensaste que podías usarlo? ¿Qué más de mis cosas has
usado?
—Sólo tu ropa interior —dijo, sus ojos todavía en la pantalla.
—Entrégalo —dije, tendiéndole mi mano.
—De ninguna manera, tengo que descubrir con quién termina ella.
—Levantó el brazo, por lo que estaba fuera de mi alcance.
—Devuélvemelo —dije, saltando sobre la cama y agarrando su
brazo. Siguió moviéndolo fuera de mi alcance. Agarré su brazo con ambas
manos y tiré, pero eligió ese momento para meter sus dedos en ese lugar
cosquilloso justo debajo de mis costillas.
—Hunter, detente —dije, tratando de no acurrucarme en posición
fetal mientras seguía haciéndome cosquillas. Intenté alcanzar el E-Reader,
pero no había caso. Lo arrojó sobre mi cama y se acercó a mí con ambas
manos, volteándome sobre mi bolsa y atacándome. Me reía tan fuerte
que no podía respirar. Se estaba riendo de mí, pero no había nada que yo
pudiera hacer al respecto.
87
—¿Lo quieres de vuelta? ¿Realmente lo quieres de vuelta?
—Sí —jadeé.
—Entonces dime que si te besara en este momento, no me
devolverías el beso.
Sus manos no dejaron mis costillas, pero el cosquilleo se detuvo.
Intenté recuperar el aliento e incliné la cabeza para poder mirarlo.
Estaba serio. Su cuerpo se cernía sobre el mío, y me di cuenta que
estaba acostada sobre su cama. Sus sábanas estaban empapadas en su
olor, y quería dar vuelta la cabeza para poder inhalarlo mejor.
—Tienes una gran risa, por cierto. Baja y sexy.
—No te devolvería el beso —dije lentamente, porque me tomó
mucho tiempo encontrar las palabras. La mayor parte de mi cerebro
estaba distraído por su rostro y su cuerpo y lo cálido que era y lo bien que
olía y otros pensamientos sobre él.
Su rostro estaba tan cerca que su aliento movió el cabello de mi
frente.
—Mentirosa —dijo y lentamente se levantó de encima de mí.
Me quedé donde estaba, sin saber realmente si podía moverme.
—Aquí tienes, Missy. —Mi E-Reader apareció en mi línea de visión. Él
había estado leyendo el primer libro de la serie que yo también estaba
leyendo—. Apoyo al vampiro —dijo antes de dejar la habitación y cerrar la
puerta.
Me tomó varios minutos levantarme de la cama. La mayor parte de
mi sangre parecía haber dejado mi cerebro y haberse ido a otros lugares.
Era algo bueno que no fuera un chico, porque habría necesitado
una ducha fría y unos cuántos minutos a solas.
Hunter tenía razón; era una mentirosa. Le habría devuelto el beso.
Habría hecho mucho más que eso. Habría deseado que él hiciera
cualquier cosa y todo y luego le habría pedido más. Sí, necesitaba una
ducha fría.
***
Las cosas se enfriaron por unos días luego de eso. Hunter se echó
atrás. Otra vez. No en sus comentarios sobre querer dormir conmigo, o
88
decirme que me veía ardiente o nada de eso, pero dejó de invadir mi
espacio personal. Bueno, dejó de invadirlo mucho. Comenzó una nueva
rutina cada noche cuando nos íbamos a dormir.
—¿Me amas? —Le respondía que no—. ¿Me odias? —Le respondía a
eso con comentarios sarcásticos, nombrando las cosas que él había hecho
durante el día que me habían molestado. La lista era en general bastante
larga. La terminaba diciendo que no otra vez. Entonces ambos nos
dábamos la vuelta y nos íbamos a dormir. Era algo extraño de hacer, pero
resultó que ambos éramos personas extrañas. Dejé de preocuparme de si
me veía ponerme los aparatos. Comenzó a tomar más cosas mías y se
preocupaba menos cuando yo me molestaba.
Darah volvió de su cita con Mase con los ojos brillantes. De alguna
manera la tenía completamente conquistada, y él se volvió un accesorio
de nuestra casa, al igual que Dev y Sean. Ambos estaban un poco
enamorados de Renee, y ella coqueteaba con ellos, pero jamás lo llevaba
más lejos que eso.
Las clases se intensificaron mucho, y yo pasaba más y más tiempo
leyendo y escribiendo artículos y otros trabajos difíciles. Hunter y yo nos
pasamos nuestra primera reunión de mediación con el Administrador de la
Residencia digiriéndonos comentarios sarcásticos uno al otro.
El Administrador, Chris, intentó volver a encaminarnos en la charla,
pero no era un muy buen mediador. Sólo terminé la sesión queriendo
golpear a Hunter, y él terminó con una sonrisa en su rostro. Así que,
habíamos hecho cero progresos. Todavía teníamos que encontrarnos la
próxima semana, y no tenía esperanza de que las cosas fueran a cambiar
pronto. Además, había aceptado la apuesta, así que no podía irme
realmente y dejarlo solo sin retirarme de ella, y no iba a hacer eso.
Había dado mi palabra y me iba a mantener firme a ella.
El miércoles, finalmente recibí un correo electrónico sobre el trabajo
en la biblioteca, y me querían para una entrevista la siguiente tarde. Era
con poca antelación, pero acepté. El dinero que había hecho en mi
trabajo de verano en el restaurante Lobster Shack de la ciudad estaba
desapareciendo rápidamente.
Encontré el departamento en la parte trasera de la biblioteca,
escondida en una esquina. Había un montón de tuberías y fea pintura
verde, y estaba claro que ésta era una parte olvidada del edificio.
Me reuní con Tom, el jefe del departamento, y me preguntó por mi
ética de trabajo y todas esas preguntas sobre horarios y así sucesivamente.
89
Cosas típicas. Había practicado antes de venir y estaba agradecida.
Había pensado en pedirle a Hunter que me dejara practicar con él,
pero sólo me habría hecho preguntas ridículas y no habría sido de ayuda.
Así que le había pedido a Renee que me ayudara cuando Hunter
estaba en clase.
En general, me pareció que fue bien y cuando le di la mano a Tom y
me fui, me sentía completamente segura de que lo tenía.
Hice un desvío por el gimnasio antes de volver al departamento.
Habían pasado siglos desde que había entrenado y realmente
extrañaba mis clases de kickboxing. Por suerte, había una hoja de
inscripciones para clases los sábados por la tarde, e inmediatamente puse
mi nombre en ella. Usé el caminador elíptico por un rato y luego hice un
poco de levantamiento de pesas, pero deseé tener algo que golpear.
Todavía estaba sintiéndome exitosa por mi entrevista y mi
entrenamiento esa noche cuando Hunter decidió hacer otra deliciosa
cena y traer a todos. Se había convertido de alguna manera en un ritual, e
incluso habíamos recogido a más gente de nuestro complejo que había
olido la comida y se acercaron.
Aquella noche terminamos dándole de comer a no menos de
catorce personas. Habíamos convertido nuestro departamento en un
comedor, atípico y en realidad habíamos comenzado a dejar la puerta
abierta. La gente entraba y saludaba, y me di cuenta de que me
gustaban muchos de ellos.
—¿Qué vas a hacer para el equipo esta noche? —dije.
Hunter estaba rodeado de bolsas de compra. No tenía idea de
dónde sacaba su dinero, ya que nunca había mencionado un trabajo.
—Bueno, ya que estamos alimentando a casi la mitad del campus,
pensé que podríamos hacer pizza. Entonces todos pueden hacer la suya y
cocinarlas en sus propios hornos.
—Suena a un plan. ¿Necesitas ayuda?
—Sí, si pudieras comenzar a picar esos pimientos, sería genial.
Saqué una tabla de cortar y comencé a picar. Renee vino y me
ayudó cuando llegó a casa, y Darah llegó al poco tiempo con Mase, sus
dedos entrelazados con los de él. Eran una pareja extraña, pero de alguna
manera funcionaban. Mase era tan relajado y tranquilo, y Darah tan tensa
90
y ordenada. Tal vez se complementaban. El tiempo lo dirá. Dios, si
terminaban, iba a ser realmente incómodo.
Todos ayudaron y armamos una cadena de armado. Gregg y Todd,
dos de los chicos que vivían al lado, ofrecieron su horno, y comenzaron a
poner las masas tan pronto como las pudimos terminar. Era un completo
caos, pero de alguna manera de eso surgía un grupo de personas
dedicadas a un mismo objetivo: deliciosa pizza. Me negaba a acercarme
a los salchichones, así que Hunter lidió con ellos, lavándose las manos
luego y ayudándome a armar mi pizza vegetariana y empujándola en el
horno junto con la pizza de sólo queso.
Nuestra fiesta de pizza se esparció por el pasillo mientras la gente o
bien se quedaba parada o traían sillas de sus propios dormitorios. Pusimos
algo de música, y fue ruidoso y loco y divertido. Sophie, Heather y Gabby
también ofrecieron que usáramos su horno, poniendo allí pizzas ya hechas
para que se mantuvieran calientes.
Sacamos los vasos de plástico rojo y todos trajeron el alcohol que
tenían. Hunter encontró algo de ron especiado en alguna parte y me hizo
un ron con Coca Cola. El alcohol fluyó y todos contaron historias y rieron.
—¡Jueves sediento!9 —gritó alguien y luego uno detrás de otro, y
todos fuimos obligados a beber. Esperé que nadie llamara a ningún
Asistente de la Residencia para que venga a chequear las identificaciones.
Estaríamos definitivamente jodidos.
En un momento Hunter sacó su guitarra y comenzó a tocar.
—¡Free Bird! —gritó alguien. Hunter rodó los ojos y la tocó, y todos
cantamos. Entonces alguien gritó otra canción, luego otra. Convertimos
nuestra noche de pizza en un improvisado canto a coro. Me uní y atrapé a
Hunter mirándome. Él tocaba, pero no cantaba. Terminamos con una
interpretación conmovedora de Billie Jean.
Todos se arrastraron de vuelta hacia sus habitaciones luego de
deshacerse de sus platos y vasos y servilletas. Todos accedimos hacerlo de
vuelta el siguiente jueves, y todo el mundo comenzó a votar por noche de
tacos. Estaba bien con eso, siempre y cuando pudiera hacer el mío en un
recipiente aparte.
9
Thirsty Thursday: es un término urbano de las universidades, donde los estudiantes
comienzan antes el fin de semana y se emborrachan los jueves, generalmente porque no
tienen clases los viernes temprano por la mañana. Se repite todos los miércoles.
91
Dev y Sean querían que Hunter fuera a jugar videojuegos, pero se
negó. Renee dijo que tenía que ir a la biblioteca, y yo decidí ir con ella.
Tenía un artículo que escribir para la clase de Historia Medieval que
iba a requerir mucha concentración. Me había acostumbrado a
escaparme a la biblioteca frecuentemente. Tratar de hacer la tarea con
Hunter alrededor era muy molesto.
Comenzó a lloviznar cuando salimos, así que para cuando llegamos
allí, estábamos ambas empapadas e irritadas. Por suerte nuestros bolsos
eran a prueba de agua, así que nuestros libros y mi portátil no se habían
dañado.
Renee se puso a trabajar de inmediato, sacando uno de sus libros de
anatomía—el tipo con imágenes gráficas de asquerosas enfermedades.
Diug. Abrí mí portátil e intenté resistirme a la urgencia de apretar el ícono
de internet. Abrí un documento en blanco de Word y saqué la
investigación que había hecho el otro día. Ugh, esto iba a ser horrible.
Dos horas más tarde, tenía diez páginas, dolor de muñecas y ardor
en los ojos. Renee había conseguido leer veinticinco páginas, lo cual era
mucho considerando que la impresión era absolutamente microscópica y
tuvo que tomar muchas notas. Ambas nos estiramos y parpadeamos varias
veces para asegurarnos de que los ojos todavía nos funcionaban.
—Estoy vencida. ¿Estás lista? —dijo Renee, volviendo a poner su libro
en su bolso mientras yo recogía mi portátil.
—Me pregunto qué habrá tramado Hunter mientras estuvimos fuera.
—¿Quién sabe? Realmente me pregunto qué hace cuando no
estamos alrededor.
—Probablemente se masturba. Realmente no puede hacerlo
cuando estás durmiendo en la misma habitación que él.
—Oh, Dios, ni siquiera quiero pensar en eso.
—Sabes que lo hace —dijo Renee, empujando la puerta de la
biblioteca para abrirla. Estaba completamente oscuro, las lámparas de
seguridad completamente iluminadas.
—En serio, en serio no quiero saberlo. —Sí, sabía que los chicos tenían
que hacer eso, pero no significaba que quisiera pensar en eso,
especialmente en Hunter haciendo eso.
—Oh, madura —dijo Renee, empujando mi hombro. Cambié de
tema y hablamos de eso por la horrible colina y hasta las escaleras.
92
Todavía intentaba sacarme de la cabeza la imagen de Hunter
masturbándose cuando entramos al departamento.
—¿Qué es eso? —dijo Renee, olfateando el aire. Olía como si alguien
hubiera prendido un millón de velas con esencia de chocolate.
—Sorpresa —dijo Hunter, apuntando a un pastel de aspecto
absolutamente precioso, con glaseado de mantequilla de maní y
chocolate cayendo por los costados.
—¿Tú hiciste eso? —Parecía profesional, como si hubiera salido y la
hubiera comprado.
—Lo hice. —Si no hubiera visto las demostraciones de sus habilidades
culinarias antes, pensaría que estaba siendo totalmente ridículo.
—¿Por qué?
—Sólo porque sí —dijo, encogiéndose de hombros. Su rostro lucía
serio, y podía darme cuenta que algo estaba en su mente.
—No confío en ti —dije, contemplando el pastel.
Rió entre dientes. —No deberías.
—¿Podemos comerla ahora? —dijo Renee, dando golpecitos con el
pie.
Hunter le entregó un cortador de pastel que jamás había visto.
—Adelante.
Renee lo agarró y lo deslizó por el hermoso pastel. Deberíamos
haberle sacado una foto de antemano. No estaba segura de con qué
frecuencia íbamos a ver cosas como esta.
Ella sacó un pedazo con sus manos y luego pareció darse cuenta de
que no tenía un plato. Hunter le entregó uno de la pila que tenía
esperando. Había pensado en todo.
—Quería hacer esto, pero no quería que las masas se lo devoraran.
Nada siniestro, lo juro —dijo, levantando las manos.
Aun así no confiaba en él, pero me corté un pedazo de todos
modos. Tenía tres capas, con un una gruesa capa de glaseado en el
medio. Sabía antes de probar un bocado que sería el cielo.
Lo era.
—No voy a dormir contigo a cambio de este pastel —dije.
93
—No necesito usar un pastel para conseguir que duermas conmigo
—dijo, entregándole a Renee un tenedor para que dejara de usar sus
dedos.
—¿Podemos dejar la charla sexy? Estoy comiendo aquí —dijo Renee,
con la boca llena.
Crucé mis ojos hacia ella, terminando mi pedazo de pastel y me lamí
los dedos. Hunter se robó un poco de glaseado de su torta y lo untó en mi
mejilla.
—¡Oye!
—Eso es todo —dijo Renee, agarrando su plato y yendo a la sala de
estar—, cuando el merengue empieza a volar, me salgo del camino. Si
quieren tener sexo en la mesada, ¿pueden limpiar luego? Oh, por favor no
se revuelquen sobre el pastel. Me gustaría agarrar otro pedazo.
Realmente, realmente quería responderle, pero en lugar de eso me
limpié el glaseado de mi cara y metí mi dedo en mi boca.
—Provocadora —dijo él.
—Necesitas de uno para ser una. ¿Qué tipo de chico le hace un
increíble pastel a una chica sin esperar algo a cambio?
—¡Un chico que no existe! —gritó Renee desde el sofá, su boca
todavía llena de pastel. Esperaba que no se atragantara.
—Yo —dijo él.
—Como sea. Todavía me debes por el incidente del E-Reader.
—Disfrutaste de eso tanto como yo.
—Como sea.
—Como dije, Missy, no necesitaría del pastel para meterte en la
cama. —Me miró de una manera que me hacía poner roja. Ugh. Desvié la
mirada tan rápido como pude y agarré el cortador de pastel.
—Te apuñalaré con esto, no creas que no lo haré.
—Violencia amenazante, interesante. Sabes que lo haces cuando
estás incómoda. —Su voz bajó hasta que sólo yo pude oírla. Renee lamía
su plato para tomar hasta la última migaja del pastel.
—Muérdeme.
—También dices eso cuando estás incómoda. ¿Por qué, Missy?
¿Estás tan frustrada sexualmente? —Eso no era de su maldita incumbencia.
94
—Jamás te acuestas en la cama, pensando en mí cerca, durmiendo
desnudo justo al otro lado de la habitación y mis manos y...
Me di la vuelta y lo golpeé con el codo en el estómago. Su
estremecimiento fue satisfactorio.
—Nop —dije, girando el cortador de pastel en mi mano y agarrando
el mango otra vez. Había hecho malabares por casi un mes cuando tenía
cinco y mis muñecas todavía eran buenas lanzando y atrapando cosas
como esas.
—Mentirosa.
Lo ignoré y me fui a sentar con Renee. La necesitaba como
mediadora. Darah entró unos minutos después, así que tenía por lo menos
dos personas. No es que eso hiciera que Hunter tuviera un filtro. Estaba
bastante segura de que había nacido sin uno. Bueno, yo no tenía un filtro
de ira. Cuando esas dos cosas se combinaban, era una incógnita.
95
10
Traducido por Max Escritora Solitaria
Corregido por Juli
E
l lunes me desperté un poco excitada. Era mi primer día en la
biblioteca en la tarde, y me sentía nerviosa, pero feliz de estar
teniendo un poco de dinero viniendo. Me cortaría la mano
antes de pedirle a mi madre algunos gramos. Tenía suficientes
preocupaciones sin yo siendo una vaga.
Saqué mi ortodoncia y miré a Hunter. Estaba de espaldas, con un
brazo sobre los ojos, como si estuviera bloqueando el sol. Su otro brazo
colgaba a un lado de su cama. De alguna manera sus sabanas siempre se
las arreglaban para cubrir lo que falta por recorrer. Excepto...
Metí mi cara debajo de las mantas. No acababa de verlo. Me
asomé de nuevo. Sip. El pequeño Hunter se encontraba despierto y de pie
en posición firme. Oh. Dios. Mío. Me enfrenté a la pared, incapaz de verlo
más. Gimió, rodando. Me quedé tan quieta como pude, pero de repente,
tuve un ataque de risa. Metí mi manta en mi boca, pero no sirvió de nada.
Hunter suspiró y volvió a moverse. De verdad, de verdad no quería que se
despertara.
La risa continuó. Yo estaba en el fondo y no había fin a la vista.
—¿Qué es tan gracioso? —Su voz me sobresaltó, matando toda
esperanza que tenía de fingir que dormía. Me quedé inmóvil de todos
modos, esperando que pensara que yo tenía una pesadilla o algo así.
—Todavía puedo oírte reír —dijo, y le oí agarrando su bóxer. Cómo
iba a subir a más de...—. Por qué no vienes aquí y me das una mano en
lugar de reírte como una niña de doce años —dijo, de alguna manera
consiguiendo ponerse el bóxer.
96
—¿Por qué no sólo tienes
probablemente lo que sueles hacer.
cuidado
de
ti
mismo?
Eso
es
—Eso es lo que piensas.
Salió de la habitación y cerró la puerta. La risita finalmente se hizo
cargo y me perdí. Algo acerca de las partes de hombres era hilarante. Mi
ataque continuó hasta que tuve lágrimas en mi rostro. Me acosté en la
cama después de que todo había terminado, jadeando y tratando de
recuperar la compostura.
Eran sólo las siete, pero no había manera de que fuera a ser capaz
de dormir. También podría levantarme y hacer un poco de tarea. Tenía
que lavarme la cara y cepillarme los dientes, pero no iba a acercarme al
baño una vez que supe que Hunter estaba fuera de ello.
Me estacioné en la sala de estar con mis libros de texto, un tazón de
cereal y una taza de café negro. Oí la ducha apagarse y pegué mis ojos a
mi libro.
—La ducha está disponible —dijo, a mis espaldas.
Hice un sonido evasivo y fingí que me hallaba absolutamente
fascinada con mi libro de texto francés. Le oí caminar más cerca y me
quedé con mi cabeza mirando lejos. —Tú te acercas más con eso y lo voy
a romper. ¿Entiendes?
—Eres luchadora tan temprano en la mañana. Me gusta. ¿Qué estás
leyendo? —Se inclinó sobre mi hombro, su piel húmeda a pulgadas de mi
cara.
—Vete, Hunter. En serio.
—Está bien, está bien. —Se arrastró de vuelta a la habitación, y volví
a mi tarea.
Una hora más tarde, Darah tropezó hacia la cafetera.
—¿Qué estás haciendo aquí tan temprano? —dijo.
—No puedo dormir.
—¿Eras tú la que se reía como un psicópata antes?
—Sí, lo siento. No te desperté, ¿verdad?
—Nah —dijo, agarrando la taza de café y tomando un sorbo—. Me
levantó Renee, respira muy fuerte. No es tu culpa. Entonces —dijo,
empujando algunos de mis libros a un lado para que pudiera sentarse junto
a mí—, ¿sobre que fueron todas las risas?
97
—No es nada —le dije, la risa amenazando con volver—. Es sólo algo
que pensaba.
—¿O alguien? —Empujó mi hombro.
—No.
—Sí, eso fue muy convincente, Taylor. Hay algo entre tú y Hunter.
Todo el mundo parece verlo excepto tú.
—Lo único que pasa es que me vuelve loca y quiero que sea
golpeado por un autobús.
—Claro, seguro.
—¡Lo digo en serio!
—Está bien, Taylor. Lo que tú digas. —Me miró y volvió a su café, y
me fui de nuevo a lo que sea en lo que trabajaba y no pensé en Hunter.
***
Me dirigí a mi primer día en la biblioteca con nervios y emoción.
Marqué mi antigua tarjeta de tiempo y regresé a la oficina.
—Hola, Taylor, es bueno verte de nuevo —dijo Tom, moviendo la
mano. Había unas pocas personas que trabajaban en el departamento, y
me presentaron a Nancy, Mary y Jeff.
—Y esta es la sección de estudiantes trabajadores. Por lo general,
sólo tienen dos trabajadores a la vez. El otro estudiante que comparte tu
turno llegará en cualquier momento.
Era un poco temprano. Me mostró un escritorio que se dividía en dos
estaciones de trabajo frente a frente con dos escritorios antiguos, un
montón de almohadillas para sellos y bolígrafos.
—Oh, aquí está —dijo Tom, dándose la vuelta. Volví la cabeza y vi a
mi compañero de trabajo.
—Que fantástico verte aquí, Missy. Pequeño mundo. —Hunter
Zaccadelli, nos encontramos de nuevo.
—Tienes que estar bromeando.
—¿Se conocen? —Tom nos miró confundido e incómodo.
—Somos compañeros de cuarto —le dije.
98
—Bueno, es un mundo pequeño. Eso no va a ser un problema,
¿verdad?
—No, en absoluto —le dije. No había manera de que fuera a
abandonar este trabajo.
—De acuerdo —dijo Hunter.
Tom nos dio un vistazo, pero tomó nuestra palabra. —Está bien,
entonces. Por hoy, sólo necesito que completen algunas pruebas de
seguridad del lugar de trabajo. Es un dolor tenerlo que hacer, pero son
necesarios para todos los nuevos empleados.
Hunter se sentó directamente frente a mí y encendió el ordenador.
Hice lo mismo mientras Tom nos dijo cómo iniciar sesión en el sitio web y lo
que la prueba implicaba. No parece demasiado difícil.
—¿Están seguros de que esto está bien? Sé lo difícil que puede ser
trabajar con alguien con quien vives. Mi esposa solía trabajar en este
departamento. —Sonrió y ambos reiteraron que estaría bien. Al menos por
ahora. Sólo había estado allí durante unos minutos, y yo daba vueltas
todavía. No creo en la suerte, pero me parecía estar teniendo un montón
de la mala últimamente.
Hunter y yo nos pusimos a trabajar en un estúpido examen de
seguridad de opciones múltiples. Tuve que seguir moviendo mis pies
porque él seguía invadiendo mi espacio.
—¿Puedes dejar eso? —le dije después de que extendió sus pies
fuera de mi silla por millonésima vez.
—¿Por qué? Me gusta cabrearte. Es la mejor parte de mi día.
Quería decirle que se fuera a la mierda, pero en cambio volví mi
atención a la pantalla de mi ordenador. Segundos más tarde, mi correo
electrónico hizo un sonido metálico para decirme que tenía un nuevo
mensaje. Lo abrí en caso de que alguno de mis profesores enviara un
mensaje que tenía que leer de inmediato. No necesitaba más que una
adivinanza para saber de quien era.
Asunto: Estás totalmente imaginándome desnudo ahora mismo.
Missy,
Entonces, ¿qué tal si tú y yo nos adentramos entre las pilas para
hacer algo de "estantería"?
99
Fulminé con la mirada el mensaje antes de responder.
Asunto: Este es un entorno de trabajo y esto es acoso.
Sr. Zaccadelli,
Me dirijo a usted para informarle que su propuesta ha sido
rechazada. Debido al hecho de que somos compañeros de trabajo, así
como compañeros de cuarto, me parece inapropiado —visitar las pilas—
con usted. Voy a rechazar todas las nuevas ofertas en este momento. Si, en
el futuro, me decido a entretener dicha oferta, le informaremos a través de
correspondencia.
Respetuosamente (no) suya,
Señorita Taylor Caldwell
PD: Deja de joder enviándome correo electrónico.
Vi sus ojos echarle una ojeada al mensaje y una sonrisa en su rostro.
Me miró fijamente a los ojos mientras escribía, nunca mirando el teclado.
Golpeó la tecla enter con una leve inclinación de cabeza.
Ping.
Asunto: Ni una opotunidad.
Missy,
Acepto el reto, y te recuerdo que si quieres que te deje en paz, está
esta pequeña apuesta que tenemos. Gánala, y me voy.
Impacientemente (y descaradamente) tuyo,
Sr. Hunter Aaron Zaccadelli, escudero.
PD: Demuéstralo.
Oh, él no daría la última palabra. Bajé el volumen en mi
computadora e hice un rápido barrido visual en la habitación para
asegurarme de que no íbamos a quedar arrestados. Todo el mundo se
encontraba absorto en lo que hacían.
Asunto: Desafío aceptado.
10
0
Sr. Zaccadelli,
Si sigue así, le voy a reportar a la línea directa de trabajo por acoso.
No tienen la amabilidad por los tatuajes, amigos tocadores de guitarra
avanzando hacia las niñas dulces e inocentes. El Juego comienza.
Atentamente,
La chica que nunca tendrás.
PD: ¿Escudero? Estás tan lleno de mierda.
Escuché una risa ahogada del lado de Hunter en la mesa, pero
mantuve mis ojos pegados a la pantalla del ordenador. Escaleras. Las
precauciones de seguridad cuando trabaje con escaleras...
Ping.
Miré a la computadora con irritación. Supongo que no podía apagar
el sonido.
Asunto: Vuelve al trabajo.
Missy,
Me estás distrayendo de los más importantes tópicos de seguridad
en el trabajo. ¿Cómo te sentirías si yo subiera mal una escalera por no
aprender el procedimiento adecuado y luego cayera a mi muerte?
Siempre,
El chico sobre el que sueñas.
PD Yo también soy un príncipe perdido en una tierra lejana. ¿Qué
quieres hacerme ahora?
—¿Cómo lo estamos haciendo? —Tom regresó.
Cerré la ventana de correo electrónico y volví a la prueba. No
estaba tan lejos como debería estar con la prueba, pero eso no era del
todo culpa mía.
—Hecho —dijo Hunter con un último clic del mouse. Imbécil.
—Me falta un poco —admití.
—Bien, bien ven a buscarme cuando hayas terminado, y vamos a
hacer un pequeño recorrido y empezar en una estantería.
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1
Hunter se echó hacia atrás en su silla, y por la expresión de su cara
me di cuenta de que se sentía satisfecho de sí mismo. Dios, quería
golpearlo de nuevo, pero entonces me despedirían y realmente
necesitaba este trabajo.
Terminé mi prueba con Hunter mirando y no tuve ningún correo
electrónico más. Quería textearle que si se cayera de una escalera, me
salvaría de tener que tratar de ganar la apuesta, pero no iba a darle la
satisfacción.
El resto de las horas de trabajo fueron sin incidencias, si se puede
llamar a Hunter "accidentalmente" rozando su mano en mi culo varias
veces mientras Tom nos mostraba las pilas cerradas en el tercer piso de la
biblioteca, donde la mayoría de los documentos fueron mantenidos y
enseñándonos los rudimentos del sistema de número de llamadas, sin
incidentes.
—Una vez más y esos dedos se habrán ido —le susurré cuando
Hunter rozó mi trasero por tercera vez, mientras regresábamos al ascensor
para bajar al primer piso.
Tom se acercó a nuestros horarios y los escribió en una pizarra. Me
sentí aliviada al ver que Hunter y yo teníamos sólo dos turnos del mismo, por
lo menos tendría el resto del tiempo libre de Hunter.
—Bueno, estamos muy contentos de tenerlos a bordo y nos vemos
mañana —dijo Tom mientras Hunter y yo recogíamos nuestras maletas.
—Gracias de nuevo, se lo agradezco mucho —le dije.
—Nos vemos mañana —dijo Hunter, haciendo un gesto hacia la
salida para que salga primero—. Las damas primero.
La atravesé y pude sentir sus ojos sobre mi trasero. No dijo ni una
palabra hasta que estuvimos fuera. Me di la vuelta y le di una dulce sonrisa,
acercándome y mordiéndome el labio.
—Así que, um, estaba pensando... —Los ojos de Hunter se abrieron
de par en par por medio segundo antes de que comenzara a sonreír.
Haha. Tomé su mano y lo arrastré a un rincón detrás de la biblioteca en el
que la gente no nos vería. Me eché a reír y me acerqué más a él. Alargó la
mano hacia mí...
Y le golpeé con el bolso.
—¡Tú imbécil! ¿En serio me estás acechando? ¿De todos los sitios
para que pudieras conseguir un trabajo, elegiste la misma oficina que yo?
¿EN SERIO? —Fui por otro golpe, pero se encontraba listo esta vez.
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—¡Oye, oye! Yo no lo sabía, ¿de acuerdo? —Luchamos por el control
de la bolsa, pero como él tenía más fuerza, ganó—. Jesús, deja de
golpearme. ¿Alguien te ha dicho que tienes un problema de ira?
—Más de un terapeuta —le dije, lanzándole mi bolsa.
Tiró su brazo hacia atrás y arriba, así que quedó fuera de mi alcance.
—Guau, allí. Cálmate.
—No me digas qué hacer.
—Está bien, está bien. Enloquece.
Sostuvo la bolsa para mí, y esperé un segundo antes de arrancársela.
Por tercera vez, vi una mirada distinta del seguro engreído en el rostro de
Hunter. Odiaba el aspecto de preocupación aún más que la primera
confianza.
—Que te jodan —dije, alejándome. Lo odiaba. Odiaba la forma en
que se mete bajo mi piel. Odiaba cómo, por un segundo, pensé en
empujarlo contra la biblioteca y besuquearme con él. Lo odiaba. Lo
odiaba. ¿Cómo puedo probarlo antes de que sea demasiado tarde y que
en realidad siga adelante con besarlo? No podía enamorarme de Hunter.
No podía enamorarme de nadie.
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Traducido por kass :)
Corregido por Juli
¿
Así que se presentó en tu trabajo? Kid, eso es raro. ¿Estás segura
de que no te está asechando? —dijo Tawny.
Me encontraba en mi habitación, mis deberes extendidos sobre
mi cama. Hunter había salido con Mase a por una pizza, así que
aproveché la oportunidad de que Hunter no estaba, para llamar a Tawny
y discutir a fondo los recientes acontecimientos.
—Dice que no lo está haciendo, pero no puedo entender como
sigue apareciendo por todas partes. Es muy raro. Renee dice que es el
universo que nos está diciendo que debemos estar juntos.
Tawny resopló. —Sí, Renee diría eso. ¿No es la misma chica que
intentó que salieras con ese chico, como se llamaba?
—Robbie.
La experiencia más incomoda que he tenido. Renee me tendió una
emboscada una noche el año pasado y me dijo “eres guapa” y por tanto
debería conocer a alguien. Le dije un malditamente no, pero no aceptó
un no por respuesta.
Por lo tanto, me puse un poco de rímel y una camiseta que hacía
que mis tetas parecieran decentes. Me arrastró a comer pizza con ella,
Paul y Robbie. Resultó que Robbie era el único amigo soltero de Paul y yo
era la única amiga soltera de Renee, por lo tanto éramos perfectos el uno
para el otro. No hace falta decir que Robbie resultó ser un gran asqueroso
y no era ningún secreto porque estaba soltero.
—Eso es todo. Sigo sin entender porque pensaba que a ti te gustaría
saber cómo realizar correctamente una mamada. Quiero decir, no es
ciencia de cohetes.
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—Sólo trataba de difundir sus conocimientos al mundo e iluminarnos
a nosotras las vírgenes en el camino de la educación del BJ. —Debido a
que nosotras debíamos ser educados, de acuerdo con Robbie. Había
pasado por tantas chicas que él había tenido detalles gráficos mientras
que yo moría un poco por dentro y Renee trató de cambiar de tema.
—Estoy teniendo nauseas —dijo.
—Literalmente.
—Mamadas a un lado, puedes decir que lo odias todo lo que
quieras, pero estoy bastante segura de que no te va a creer, incluso si lo
haces. Porque definitivamente no lo haces. Pienso que sólo hay una
persona a la que realmente odias en este mundo y su nombre no es
Hunter. —No, su nombre no era Hunter—. No creo posible que odies a más
de una persona a la vez.
—¿Se puede amar a más de una persona al mismo tiempo? —le dije.
—Creo que se puede amar a varias personas, pero de diferente
manera.
—Así que, ¿por qué no puedo odiar a más de una persona al mismo
tiempo, pero de manera diferente?
—Porque no.
Suspiré. —Esa no es una razón.
—Soy tu hermana mayor. Es cierto todo lo que te digo Kid. —Había
usado esa frase cuando éramos mas jóvenes y nunca había funcionado, y
ahora tampoco. Yo no era el tipo de persona que decía “porque yo lo
digo”.
—Lo que sea. No me voy a dar por vencida.
—No espero que lo hagas. Aun así, no creo que sea una pelea que
vayas a ganar. No vas a deshacerte de ese chico.
—Tal vez pueda pretender que lo amo. —Ese era mi último recurso.
—Kid, lo fingido y la realidad no se encuentran muy lejos. Sólo ten
cuidado. —Oí el alboroto en la sala de estar, lo que significaba que los
muchachos regresaron.
—Me tengo que ir, él está de vuelta.
—¡Escúpelo, no te lo tragues! —gritó Tawny mientras terminaba la
llamada. Contuve la risa cuando Hunter asomó su cabeza por la puerta.
—¿Tienes hambre?
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—Tal vez.
—Oh, vamos Missy. No estés enojada conmigo. Tú fuiste la que fingió
que iba a seducirme y luego me golpeaste con tu bolso. Por cierto, ¿llevas
ladrillos ahí? Creo que tengo un moretón. ¿Quieres besarlo y hacer que me
sienta mejor? —Comenzó a levantarse su camiseta, revelando unos pocos
centímetros de vientre plano. Esto era justo lo que necesitaba.
—¿Por qué no vas a caerte de una escalera?
—No puedo. He hecho la prueba de seguridad y ahora puedo usar
correctamente una escalera sin tener ningún incidente.
—Maldita sea. —Cruzó sus brazos y me dio una mirada de
satisfacción. ¿Por qué su cara era así de… perfecta?—. Por qué no te
comportas como un caballero y me traes un trozo de pizza. Estoy un poco
ocupada —le dije, señalando las montañas de apuntes y libros de texto.
—Dije que era un príncipe, nunca he dicho que era uno encantador
—dijo mientras salía por la puerta. Regresó un momento después con dos
platos de pizza, dos refrescos y un rollo de papel bajo el brazo.
—Pensé que podríamos celebrar nuestro primer día de trabajo. Si no
tiras esta bebida en mí. Eso se considera una agresión en el estado de
Maine, para tu información.
—¿Cómo sabes eso?
—Oh, los grandes conocimientos de cosas que tengo, podrían llenar
muchos volúmenes, chica Missy —dijo y me entregó un plato, una taza y
puso una servilleta de papel en mi regazo. Debería tirarle la copa. Agredir
a Hunter sería bastante satisfactorio.
—Me imagino —le dije, rodando los ojos. Se rió y se sentó en el suelo.
—Vamos, picnic en el suelo. —Palmeó un lugar a su lado que se
hallaba libre de ropa. No había tenido la oportunidad de lavar mi ropa en
un tiempo, y algunas de mis ropas no habían llegado a la cesta todavía. A
Hunter no parecía importarle, a pesar de que él para ser un hombre, era un
maniático obsesivo del orden.
—¿Eres bipolar? —le pregunté. Me miró por un segundo y luego echó
su cabeza hacia atrás y se rió—. No, en serio.
—Lo dice la chica que ha estado en más de un terapeuta.
—¿Y qué? No fue mi elección. —No quería hablar de mí. Me bajé de
la cama y aparté del medio una sudadera para poder sentarme lo
suficientemente lejos de él.
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—¿Tus padres te hacían ir? —dijo, tomando un bocado.
Cogí mi pedazo de pizza y lo estudié. Él había conseguidos todas mis
verduras favoritas en la pizza, y comía un pedazo de esa pizza, también.
—Más o menos. Es complicado. —No quería hablar de mi oscuro y
retorcido pasado.
—Tuve que ir también —dijo, limpiándose la boca y haciendo bolas
en su mano con las servilletas de papel.
—¿Por qué?
—Es una larga historia. Es complicado. —Su mano se dirigió a su
tatuaje con el número siete y lo frotó tres veces antes de que tomara su
pizza de nuevo.
—Huh —le dije.
—¿Qué?
—Bueno, nunca pensé que tendríamos algo como eso en común.
Supongo que los dos estamos un poco jodidos. —Yo estaba mucho mas
jodida, pero no iba a decirlo.
—¿Una chica como tú? De ninguna manera.
Me eché a reír.
—Oh, Hunter. No tienes ni idea. —No le había mostrado ni una
fracción de la locura en mi cabeza. La verdad, yo probablemente no
había visto ninguna fracción de la suya también.
—Bueno, podríamos jodernos juntos.
—No, gracias. —Mastiqué mi pizza y me deslicé lejos de él. Hunter
siempre estaba tan cerca por comodidad.
—¿Has hablado últimamente con tu hermana?
—¿Por qué estás preguntando por mis asuntos personales?
—Porque soy un caballero. Y tu compañero de cuarto.
—Vete a la mierda.
—Desviándote, ya veo. Pareces que haces mucho eso. Apuesto a
que es debido a que a tu hermana le gusto. Admítelo. Nunca he estado
con hermanas antes, pero por ti haría una excepción.
Busqué detrás de mí cualquier cosa que pudiera lanzarle. Resultó ser
un tacón bajo. Por primera vez en mi vida, me hubiera gustado haberme
puesto tacones de agua. Los que están realmente afilados.
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Se agachó por mi lanzamiento del zapato.
—Los zapatos no se tienen en cuenta en la categoría de agresión,
¿no? —le pregunté.
—No estoy seguro, voy a tener que revisar mis libros de derecho.
—No tienes libros de derecho.
Asintió y tomó su pizza, totalmente indiferente.
—Mi tío tiene. Una habitación llena de ellos. Los leí cuando era un
niño.
—Libros de derecho. Tú —le dije, señalando al tipo sonriente frente a
mí—. ¿Leías libros de derechos? ¿Te castigaban mucho cuando eras un
niño?
—¿Por qué quieres castigarme Missy? —Sus ojos brillaron y sonrió
maliciosamente.
Cerré los ojos y sacudí la cabeza para librarme de la imagen mental
de hacer precisamente eso. No sería tan divertido para él como lo sería
para mí, en mi versión.
—No, simplemente me gustaba leerlos. No sé. Hay algo
reconfortante en la ley. La mayor parte de lo que está escrito y las reglas
que hay que seguir. Es igual para todo el mundo.
—Sí, la ley es importante. —Nos dirigíamos hacia un territorio
incomodo, pero no quería que Hunter lo supiera—. Está en funcionamiento
todo el tiempo.
—¿Cómo lo sabes? —Su tono juguetón se había ido, y su rostro lucía
serio otra vez. Mierda.
—Veo un montón de series de crímenes —le dije, rodando mis ojos y
metiéndome la pizza en la boca, así no tendría que hablar.
—Uh Huh —dijo Hunter, pero abandonó el tema.
Los dos levantemos la vista cuando alguien llamó a la puerta. Mase
lentamente asomó la cabeza, como si estuviera esperando a
sorprendernos en una situación comprometida.
—Oigan, chicos —dijo, fijándose en nuestro picnic en el suelo.
Parecía aliviado de que ninguno de los dos estuviera desnudo—. ¿Sólo
quería saber si venías este fin de semana a casa?
—Sí, tengo que quedar con Joe, así que estaré allí para la cena.
Los ojos de Mase fueron de mí a Hunter y de vuelta a mí.
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—Guay, le diré a papá. Hasta luego amigo.
Hunter le dio las buenas noches, y Mase cerró la puerta con
suavidad.
—¿Quién es Joe?
Se levantó y arrojó su pizza a plato y tomó un poco de soda. —Un
amigo de la familia.
—¿Tienes que quedar con él? No suena agradable. —Bueno hola,
secreto de Hunter que no quería que yo supiera. Gusto en conocerlo.
Apuró el resto de la lata. —Voy a ir a la ducha. ¿Te importaría unirte
a mí? —Su sonrisa coqueta regresó, pero esta no llego a sus ojos. Lo pillé.
—Hmm, eso suena muy parecido a desviarte, Hunter. —Colgó la
toalla sobre su hombro mientras caminaba hacia él. Incliné mi rostro hacia
arriba y sonreí.
—¿Ahora quien tiene un secreto?
—Ya sabes, para ser una chica que dice que me odia, estás
haciendo un muy buen trabajo para meterte en mis pantalones. Podemos
arreglar eso, aquí mismo, ahora mismo.
—¿Qué pasa con la apuesta?
—Missy, si te acuestas conmigo, diría que la apuesta ha finalizado.
Cualquier cosa que digas, lo haré.
—Así que si me acuesto contigo y te digo que te vayas a la mierda,
¿lo harías?
—Palabra de Scout —dijo, levantando sus dedos.
—Mierda. —Lo atraje directamente. Además, no me acostaría con
él. Sin embargo, si tuviera una oportunidad de librarme de él, la tomaría.
Tal vez más oportunidades vendrían a mí.
Puso su mano derecha en mi cara.
—¿Estás de acuerdo?
—De acuerdo —le digo.
—Missy porque si quieres deshacerte de mí, no eliges la forma más
divertida de hacerlo.
—Oh Hunter, no voy a dormir contigo. En tus sueños —le dije, rozando
mi mano en la parte delantera de sus pantalones vaqueros, justo al lado
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del área más importante. Hizo un pequeño ruido, como un gemido y se
fue, dando un portazo.
¿Quién se encontraba en el asiento del conductor ahora?
***
—¿Quién es Joe? —le dije cuando Hunter regresó después de una
larga ducha. Se veía claramente gruñón.
—Te lo dije, un amigo de la familia. No metas tu bonita nariz en los
lugares que no te corresponden, Missy. Puedes encontrar algo que
desearías no haber encontrado. —Él no tenía ni idea.
—¿Cómo sabes que no tengo secretos?
—Oh, sé que los tienes. No soy tan abierto como tú cuando alguien
intenta descubrirlos. La mejor manera de conseguir lo que quieres es fingir
que no lo quieres.
—¿Así que me estás diciendo que no me quieres? —Podría haberme
engañado—. Yo estaba bastante segura de que no le proponías a la
gente cada cinco minutos si no querías dormir con esa persona.
Me señaló. —Tú eres mi excepción Missy. No hago excepciones muy
a menudo. Esto es mala suerte. Puedo quererte sin gustarte, así que esto lo
tomo como una confirmación de que me gustas.
—¿Soy la mala suerte?
Se echó a reír.
—No, Missy, eres un premio gordo. El mejor golpe de suerte.
—¿Así que estás diciendo que quieres acostarte conmigo?
—¿Teniendo en cuenta que he tomado mi millonésima ducha fría
desde que me mude aquí y que tengo que recitar constantemente el
discurso de Gettysburg y la Declaración de Derechos en mi cabeza
cuando estoy cerca de ti? Sí, yo diría que sí. ¿Por qué razón me quieres tú
también?
—No. Te odio. —Le di una oportunidad.
—No se trata de una oportunidad, Missy. Pero si quisieras terminar
con esto, podría estar fuera de aquí en una hora. —Saltó sobre su cama y
comenzó a sacar su camiseta sobre su cabeza. Oh, Dios.
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—No.
—¿No? —Se detuvo, con la mitad de su estomago expuesto.
—No. —Mi voz era firme. No iba a pasar. Bromas aparte, si alguna vez
trataba de forzarme, tendría que arrastrarme fuera de su cuerpo muerto,
porque lo golpearía hasta la muerte. Debe haber visto mi ira en aumento o
la sensación de que estaba a punto de hacer una locura de nuevo,
porque se metió la camiseta de nuevo y levantó las manos en gesto de
paz.
—Mensaje recibido. Mi camiseta se queda en su sitio. Bueno, hasta
que nos vayamos a la cama, pero eso no es nada nuevo. —Frotó su
tatuaje nuevo. Lo había visto hacer eso más de una vez.
Hubo otras pequeñas cosas en las que me fijé de él. Como le
gustaban los números tres, cinco y siete. Pues bien, el siete era obvio. El
cinco era más sutil. Le había oído contar en voz baja una vez, como si
fuera una manera de calmarse a sí mismo o algo parecido. Cuando
entramos, a veces contaba sus pasos, uno, dos, tres, cuatro, cinco, uno,
dos, tres, cuatro, cinco. Nunca había dicho nada al respecto porque sabía
que él no era consciente de eso, o que no creía que yo era consciente de
ello. No quería que él supiera que me había dado cuenta de esas cosas.
Cuando pasamos nuestra noche de pizza con nuestros vecinos, se
había asustado porque éramos trece personas.
—Es desigual. Tenemos que ser catorce. —Así que asomó su cabeza
por el pasillo y gritó—: Pizza gratis. —Y un tío al que nunca habíamos visto
vino con nosotros, y Hunter parecía aliviado. Siempre le daba a mis cosas
de pavo real muchas vueltas.
Hunter estaba tranquilo, ya que ambos habíamos terminado nuestra
tarea y nos habíamos preparado para la cama.
—Escribí algo para ti —dijo, agarrando su guitarra para nuestra
noche de sexo música, como él la llamaba. La primera vez que escuché su
voz cantando, me sorprendió. Su voz cuando hablaba era increíble, pero
su canto era como si la miel y el humo se hubieran enganchado en la
parte trasera de una camioneta en un concierto de rock y tuvieron un
cariñoso hijo. Era suave y áspero al mismo tiempo.
—Genial. No puedo esperar para escucharla.
Rasgó una cuerda y sonrió.
—Oh, créeme. Este es un material espectacular. Top Ten. Disco de
Platino. —Empezó con una melodía serpenteante.
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“Te voy a contar una historia de una chica que conozco,
Su nombre es Missy, y quiere hacérmelo,
Quiero hablarte de mi chica Missy,
Su cabello es castaño y sus labios son de color rosa,
Sus ojos son de color verdoso o azulado creo,
Ella lucha y coquetea conmigo todo el día,
Es por eso que me decidí a escribir esta canción,
Puede pensar que he cruzado la línea,
Pero me dice que me odia todo el tiempo,
Así que realmente no crean nada de lo que dice.
Me gusta la forma en que se ve cuando está enojada conmigo,
Me gusta la forma en que sonríe cuando piensa que nadie la ve,
Puedes pensar que esta canción significa que me gusta,
Pero ella estaría muy equivocada,
Me aburría mucho, por lo que me decidí a escribir una canción,
Hay dos cosas más sobre Missy que me gustan,
¿Podría alguien entregarme un micrófono por favor?
La forma en que se pone su aparato de dientes cuando lee
obscenidades vampíricas,
Y realmente, realmente me gusta su… Me guiñó un ojo.
…culo.”
Le tiré una almohada, pero eso no impidió que parara la canción. Se
trataba de mí.
“Mi tonta, linda y sexy chica Missy… chica Missy… chica Missy.”
Tocó el último acorde y la guitarra paró de sonar.
—¿Y?
Me mordí el labio para no reír. Ya que era una canción ridícula.
—¿Es posible estar a la vez impresionada e insultada?
—Claro ¿por qué no? ¿Qué piensas sobre la composición de mi
canción?
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—No mucho. —No pude ocultar mi sonrisa. Nadie había escrito una
canción sobre mí, por no hablar de las cosas extrañas acerca de mí que
pensé que otras personas odiaban o encontraban poco atractivo. Lo
extraño era que no tenía idea de lo del aparato. Eso era una noticia.
—Así que te gusta el aparato, ¿eh? —le dije.
—No hay nada como una chica que tiene una buena salud bucal.
—Rodé mis ojos por eso y rasgó una cuerda—. Y un culo bonito.
—Nunca supe que era digno de una
levantándome y estirando mi cuello para mirarlo.
canción
—le
dije,
—Necesitas dejar de hacer eso.
—¿Por qué?
—Debido a que no debo centrar mi atención allí, ahora mismo.
—Oh, lo siento tanto. ¿Eso te molesta? —Meneé mis caderas un
poco e hice una pose.
—Eres una chica mala, mala, Missy.
—No lo olvides. —Salté de vuelta en la cama y me puse mi aparato,
dándole un pequeño golpecito y puse mis brazos como una gimnasta que
completa una bóveda.
—Diez —dijo Hunter, sosteniendo diez dedos.
Era en momentos como este, cuando pensé que Hunter y yo
podríamos ser algo. Que nosotros podríamos ser algo. Que tal vez… podría
ser la persona por la cual rompería mis propias reglas. Yo no había tenido
mucha suerte. Tal vez la conseguiría por una vez en forma de Hunter
Zaccadelli.
—Así que, ¿puedo obtener un pago por esa canción? Me llevo una
hora entera escribirla —dijo, moviendo la guitarra y levantando una ceja
hacia arriba y había abajo. Nunca había sido capaz de hacer eso—. ¿Por
qué no traes ese buen culo aquí y cuido de él? ¿O quieres que lo ponga
en tu ficha? —Y así como así, la sensación de suerte se había ido.
—¿Tengo una ficha? Por favor, dime lo que hay en ella.
—¿Cuánto tiempo la tienes?
—Lo que sea. —Agarré mi pijama y me preparé para dirigirme al
baño a cambiarme. Era un asco tener que hacer esto, pero no había
manera de que me desnudara en la misma habitación que Hunter
Zaccadelli. Estaba segura de que me diría que se encontraba de espaldas
pero no lo creería eso ni por un segundo. Había estado tratando de
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pillarme sin ropa desde el primer día. De alguna manera, me las arreglé
para escapar hasta el momento.
Yo tenía mis dedos cruzados.
Cuando volví, Hunter estaba desnudo bajo las mantas y con la luz
apagada.
—Y eso Hunter, ¿estás cansado?
—Sí. Estar contigo es agotador, Missy.
Me metí en la cama y agarré mi E-Reader e hice clic en la luz del
libro.
—¿Con quién está ella ahora?
—El vampiro.
—¿Cuál?
—El que a ti no te gusta.
—¿Qué está haciendo con él? Ella sabe que le va a romper el
corazón. Nunca podrá amarla porque su corazón pertenece a otra. —Por
un segundo pensé que se burlaba de mí, pero luego me di cuenta de que
estaba siendo serio.
—Y no me refiero a ese hombre lobo —dice, apoyando la cabeza
sobre su brazo—. No es más que problemas.
—¿No lo son todos los hombres lobo? —le dije.
—Problemas peludos. —Negó con la cabeza.
Empecé a reír de nuevo. Parecía que había tenido un caso grave de
ellos hoy.
—Te puedes reír, pero cuando llegue la luna llena, te gustara tener
algunas balas de plata.
—Buenas noches, Hunter.
—¿Me quieres?
—No.
—¿Me odias?
—Más que el DMV.
—Ohh, quema.
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4
Volví a mi libro, y Hunter se puso a dormir. Bueno, no dormía
exactamente. Me di cuenta de que seguía despierto. Hunter estaba muy
quieto cuando fingía dormir. Cuando era real estaba bastante inquieto.
Leí hasta que mis ojos me rogaron que los cerrara. Pasé casi toda la
noche pensando en Hunter y cómo diablos iba a deshacerme de él. Lo del
odio no funcionaba. A menos que él hiciera algo que realmente me
cabreara, que era bastante probable, o que yo tuviera relaciones sexuales
con él o hacerle creer que lo amaba.
Tres opciones. Tres caminos que podía tomar. Con tal de alejarme de
él, me quedaría con cualquiera que me hiciera conseguirlo. Estaba
dibujando la línea de inflexión en mi virginidad. Sólo había dicho que sí a
esa apuesta para meterme con él. Hunter estaba loco si pensaba que iba
a llegar a esos límites para deshacerme de él. Quiero decir, realmente,
¿quién lo haría?
Pensé una y otra vez en mis opciones mientras Hunter murmuraba en
sueños. La melodía estúpida que había hecho, quedó también atrapada
en mi cabeza.
Si no fuera tan imbécil, las cosas serían mucho más fáciles. Lo vi pasar
su mano por su cara y fruncir el ceño.
Lo fácil no era mi estilo.
11
5
12
Traducido SOS por macasolci
Corregido por Juli
V
eía a Hunter cuando me despertaba. Veía a Hunter mientras
comía un bol de cereal. Lo veía en sexualidad humana,
donde parecía estar intentando romper el récord por la mayor
cantidad de insinuaciones en una hora. Lo veía en el trabajo donde
asaltaba mi correo electrónico. Lo veía cada noche en la cena. Lo veía ir y
venir del baño. Lo veía en nuestra estúpida mediación, la cual era tan inútil
como medias con sandalias.
Lo. Veía. En. TODAS PARTES.
Jamás había pasado esta cantidad de tiempo con alguien con
quien no estaba relacionada, nunca. Me escapaba a lo de Megan cada
vez que podía, incluso con los olorosos chicos que se encontraban siempre
allí. Estábamos demasiado destruidas como para salir, pero a veces
dábamos caminatas por el campus, o cerca del apartamento.
—Mi sofá está abierto cuando quieras —dijo cuando le conté sobre
la apuesta más nueva—. Estoy segura de que si le dijeras a la residencia
sobre eso, harían algo.
—He estado allí, he hecho eso. —Había intentado otra vez con
residencia, pero sólo me decían que continuara con mediación. Todavía
lidiaban con todos los compañeros de cuarto de los de primer año
tocando musicales, así que tal vez para el final de octubre yo sería capaz
de hacer algo.
—¿Estás segura de que quieres que se vaya?
—Sí. Cuanto más tiempo paso con él, más quiero que se vaya. Sólo...
no puedo. —Pateé una piña y unos pasos después, la aplasté con mi pie
en un satisfactorio sonido.
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—Lo sé, lo sé.
Dimos unos pasos más. Megan se detuvo. Sabía que quería decir
algo más, pero estaba haciendo esa cosa de la espera que hacía cuando
quería fingir que ya había cambiado de tema.
—Sé que has pasado por mucho, y nadie jamás te culparía por
rendirte en los hombres, pero ¿alguna vez has pensando que no puedes
dejar que un chico arruine a todos los chicos?
—Seguro, he pensando en eso. No lo sé, Meg. Pienso en eso y luego
recuerdo aquella noche, y todo vuelve a mí. No puedo ver a alguien de
esa manera sin acordarme de esa noche. —No hacía frío, pero envolví mis
brazos alrededor de mí misma y tiré de las mangas por encima de mis
manos.
—¿Terapia no ayudó? —Conocía la respuesta, pero tenía que hacer
la cosa de la amiga y preguntar de todas formas.
—Tuve una serie de terapeutas interesantes que no sabían realmente
qué hacer conmigo. Lo intentaron, pero creo que simplemente no pude
ser ayudada. ¿No lo has oído? Soy una causa perdida.
—Nadie es una causa perdida, ni siquiera tú.
—No lo sé, Meg, estoy bastante jodida.
—¿Has conocido a mi novio? Cree que correr en el medio de la
noche fingiendo que es un elfo es algo bueno. Si eso no es jodido,
entonces no sé lo que es.
—Lo amas, sin embargo.
Suspiró, una pequeña sonrisa en su rostro.
—Sí, lo amo. Sólo que no amo a sus apestosos amigos. No tienes idea
de lo mucho que gasto en aerosol para la habitación y refrescantes
ambientales. Debería comprar acciones en esas cosas.
—Ahora sé qué regalarte para Navidad.
—Por favor, lo más fuerte que encuentres. No me importa si mi casa
huele como si una calabaza hubiera vomitado sobre ella.
—Vómito de Calabaza. Lo tengo. No estoy segura de que sea una
esencia oficial de Yankee Candle10, pero lo chequearé.
Reímos y seguimos hablando sobre otras cosas. Megan jamás insistía
en cosas que yo no quería hablar, la cual era una de las razones por la
10
Yankee Candle: Marca de velas aromatizadas.
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cual me gustaba tanto. No era agresiva en tu cara. Era dulce y leal y haría
cualquier cosa por sus amigos. Incluso los amigos de su novio que les
gustaba aprovecharse. Uno de estos días, iban a presionarla demasiado.
Había visto a Megan enojada, y no era lindo.
En realidad, uno de mis terapeutas había descubierto una manera
para que yo lidiara con algunos de mis problemas. Todo lo que necesitaba
era un poco de pintura en acuarela, pajitas y papel. Decidí tratarme a mí
misma y bajé a la sección de arte de la librería de la escuela y derroché en
el verdadero negocio.
Esa tarde tenía el lugar para mí sola. Darah había salido en una cita
con Mase, y Renee estaba en la biblioteca otra vez. No sabía donde se
encontraba Hunter hasta que entró cuando yo me soplaba los sesos con
una pajita.
—Así que esto es lo que haces cuando no estoy por aquí.
Soplé el resto de las gotas de pintura hacia la esquina del papel.
Trabajaba en una pieza azul calmo, mezclándolo con un poco de verde
para que luciera como el océano. Algunas personas en realidad
intentaban hacer una pintura, pero a mí sólo me gustaba usar los colores
para ver qué podía hacer y luego intentar encontrar imágenes en el
desastre. Como nubes.
—Se lo llama pintura soplada —dije, sacándome la pajita de la
boca. Ante la palabra "soplada" sus cejas se levantaron rápidamente
hacia su frente.
—¿Eso es todo? —Dejó caer su bolso y vino a examinar mi trabajo.
Giró la cabeza de lado a lado, como si estuviera intentando descubrir qué
era.
—No se supone que sea nada —dije.
—Oh.
—Sólo lo hago a veces. —De repente, quería esconder mi pintura.
No era como si fuera nada especial. Picasso, no lo era, pero era algo
personal que hacía y no lo compartía con mucha gente.
Hunter volvió a mirarla, luego de frotarse el tatuaje. Uno, dos, tres.
Algún día iba a borrarlo.
—¿Tienes otra pajita? —Le entregué una, y se detuvo encima de la
pintura—. No te molesta, ¿o sí?
—No, adelante. —Al menos había preguntado.
11
8
Metió la pajita en la pintura de azul oscuro, asegurándose de que
tenía una cantidad decente antes de dejarla caer en la página e inflar sus
mejillas y soplar la gota de pintura tan lejos como fuera. La gota se dividió
en varias gotas, y se separaron las unas de las otras con una ráfaga de
aire, haciendo que la pintura luciera como si estuviera explotando. Se sacó
la pajita de la boca y lo examinó.
—Creo que necesitas un poco más de azul oscuro aquí —dijo,
señalando a una esquina a la que no había llegado todavía. Giró su
cabeza, y nuestras narices casi se tocan. Rió un poco, su respiración
moviendo los pequeños mechones de cabello que se habían escapado
de mi cola de caballo.
—Adelante —dije. Pareció sorprendido por un segundo—. La pintura.
Adelante. —Mi cerebro parecía ser únicamente capaz de disparar algunas
palabras a la vez.
Su boca se abrió sólo un poco, y mis ojos se detuvieron en sus labios.
Eran unos labios muy bonitos. Llenos, para un chico, pero lucían como si los
hubiera untado con manteca de cacao Chapstick. Por todo lo que sabía,
la mantenía en su bolsillo y sólo la aplicaba cuando estaba solo. Parecía
como algo que él haría.
Lentamente llevó la pajita a sus labios. Divertido, no parecía tener
una respuesta rápida, pero una vez más, tampoco la tenía yo.
Fue el primero en romper el contacto visual, y sentí como si todo mi
aire hubiera sido succionado cuando lo hizo. Agarré mi pajita y la metí en
la pintura verde. Hice una esquina y él hizo la otra, y de alguna manera
nuestras pinturas se unieron. Sin dudarlo, puso nuestras cabezas juntas y
siguió alocándose en la pintura hasta que no pudo conseguir que fuera
más allá. Nuestras cabezas se golpearon, y ambos dejamos caer nuestras
pajitas.
—Ow —dije, frotándome el punto.
—Lo siento, Missy. ¿Estás bien? —Jesús, era sólo un pequeño golpe.
—Sí, nada grave —dije, bajando la mirada a nuestra obra maestra.
—¿Segura? —Levantó las manos, como si quisiera chequear y
asegurarse, pero no quería tocarme por miedo a que enloqueciera. Me
conocía demasiado bien.
—Sí.
—¿Más azul?
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9
—Jamás puedes tener suficiente azul —dije, levantando mi pajita
otra vez.
Para cuando Renee volvió de la biblioteca, habíamos hecho otra
pintura, esta en tonos de otoño.
—Creo que esa es un guardián. Debería ir detrás de la puerta. Puedo
conseguir un marco si quieres.
—No es tan genial, Hunter.
—¿Qué no es genial? —llamó ella luego de volver de la cocina con
una banana, una cuchara y un frasco de mantequilla de maní. Ugh.
Odiaba las bananas con la pasión ardiente de mil soles.
—Te hicimos una pintura —dije en una voz de niña fingida—. Aquí
estoy yo, y esta eres tú, y esos son Darah y Mase y Hunter.
—Es hermoso, querida. Este va a ir justo al lado de la A que te
sacaste en tu examen de ortografía —dijo, siguiendo el juego.
Hunter me miraba como si me hubiera crecido otra cabeza.
—¿Qué? —dije.
—Eres tan extraña a veces.
—Lo dice el chico que tiene una venganza contra los hombres lobos.
—Oye, no pueden controlarse a sí mismos durante las lunas llenas.
Son completamente impredecibles.
—Oye, se ven mucho mejor sin camiseta. Además, todavía tienen
corazones latiendo. Tener sexo con un vampiro es como tener sexo con un
cavare. No me gusta eso —dijo Renee, poniendo un poco de mantequilla
de maní en el extremo de la banana. Me vio observándola—. ¿Quieres un
poco? Oh, cierto, lo olvidé.
—¿Olvidaste qué?
—Tay odia las bananas.
—Oh, ¿en serio? —Aquí vamos. El chico con el que había hecho una
pintura soplada hace un segundo se había ido y el chico que siempre
intentaba meterse en mis pantalones estaba de vuelta.
No respondí, pero comencé a levantar las cosas de pintura. No me
gustaba hacerlo con mucha gente alrededor. Era algo personal. Hunter
era la primera persona con la que había hecho uno en realidad, pero él no
lo sabía.
—Lo siento, pero tú fuiste directo a esa —dijo él.
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0
—No tienes que hacer que todo se convierta en una insinuación,
Hunter. No todo es sobre sexo.
—De acuerdo, bueno, voy a ir a comer esto a algún otro lugar. Nos
vemos —dijo Renee, dirigiéndose a su habitación.
Ella debió sentir que estaba cerca de otro estallido. No había tenido
uno por al menos una semana. Eso debía ser algún tipo de récord.
Recogí los pinceles y el vaso de agua y lo tiré en el fregadero. No
quería que él supiera que me sentía herida, pero era demasiado tarde.
Abrí el agua y comencé a limpiar los pinceles vigorosamente. Podía sentir a
Hunter inclinándose contra la encimera. Odiaba lo consciente que era de
él. Si estaba en la habitación, era como si yo tuviera un radar que se
prendía y seguía cada uno de sus movimientos.
—Taylor, lo siento. Deberías saber a esta altura que soy un imbécil la
mayor parte del tiempo.
—No tienes que ser un imbécil todo el tiempo. —No era verdad.
Podía ser dulce, y divertido y encantador, y... Podía ser mucho más que un
chico que siempre hablaba sobre follar.
—Tienes razón. Lo intentaré. Por ti, lo intentaré.
Asentí y limpié los pinceles en una toalla de papel y los tiré en el
escurridor del fregadero para que se secaran. La encimera estaba
cubierta de nuestros platos del desayuno.
—Es mi turno —dijo Hunter, apuntando hacia la tabla de tareas en la
heladera. Era mi turno de lavar los platos al día siguiente.
—Varias manos aligeran el trabajo —dije, entregándole una
esponja—. Si prometes no hacer un pase hacia mí por el resto del día, te
ayudaré con los platos. Si lo haces, tienes que limpiarlos mañana. ¿Trato?
—¿En serio? Dios, Missy, manejas un negocio duro.
—Todo lo que estoy pidiéndote que hagas es no ser un imbécil por...
—Miré el reloj—. Menos de ocho horas. Puedes hacerlo. Creo en ti.
Miró a los platos, incluyendo varios que estaban incrustados en
harina de avena.
—Trato.
Nos estrechamos y comenzamos. El fregadero era pequeño, y la
encimera formaba una L, así que estábamos aplastados cerca.
Hunter comenzó a tararear una melodía mientras le entregaba una
taza.
12
1
—¿Qué estás cantando?
—Bueno, para distraerme a mí mismo de ser un imbécil, estoy
escribiendo otra canción. Se llama "Haciendo sucios... platos".
—Claro.
Comenzó a mover el pie a un ritmo y me uní.
“Jabón y agua y una chica linda,
Abrimos el agua y la vemos correr,
Estamos... lavando los platos, estamos... lavando los platos.
Oooh, oooh, ooohhh,
Fregar, fregar, fregar, sí
Fregar, fregar, fregar, sí
Fregando, fregando, fregando, fregar, fregar, freeegarrrr.”
Terminó la canción con un pequeño movimiento de mano y una
reverencia. Aplaudí mis manos mojadas, rociándonos a los dos con agua
enjabonada. Era tan tonto a veces. La canción era bastante terrible.
—¿Ves lo que puedes lograr cuando no estás siendo un imbécil?
—Tenía una letra más sugestiva, pero decidí no usarla. Ya sabes,
porque no estoy siendo un imbécil.
—Correcto.
—Pero las guardaré y cantaré para ti en algún otro momento
cuando se me permita ser imbécil otra vez.
—De acuerdo.
Esa estúpida pequeña canción quedó atascada en mi mente, y
Hunter la cantó de nuevo, conmigo haciendo efectos de sonido con ollas
y una cuchara de madera.
—¿Qué están haciendo aquí? —dijo Renee, emergiendo de su
habitación con su mirada de "estudio": expresión aturdida, el cabello en un
clip y sus viejos y raídos pantalones de chándal de UMaine.
—Hunter ha decidido que no va a ser un imbécil hoy, ¿no es bonito?
—dije.
—¿Es eso posible, siquiera? Sin ofender, amigo.
—No hay problema. Soy plenamente consciente de mi imbecilidad.
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2
—Oooh, me gusta eso. Imbecilidad. Voy a usar eso ahora —dijo
Renee, yendo a la heladera por una bebida energética.
—¿Te vas a quedar despierta?
—Tengo un examen de enfermedades auto-inmunes. ¿Quieres ver
una foto de dermatitis herpetiforme?
Siempre intentaba
enfermedades.
hacer
que
mirara
fotos
de
brutales
—Sí, creo que voy a pasar. No sé como puedes comer y hacer esa
cosa —dije.
Renee se encogió de hombros.
Darah llegó a casa un minuto después, llevando a Mase de la mano.
—Oh mira, es el dúo temible. —Renee se ponía un poco amarga
cada vez que veía parejas felices. Deseaba que sólo llamara a Paul, lo
perdonara, tuviera un poco de increíble sexo de reconciliación y terminara
con esto. Preferiría muchísimo más tener a Paul por aquí y a Renee feliz que
no tenerlo y tener que lidiar con una Renee malhumorada.
—¿Estás lavando los platos? —dijo Mase, boquiabierto hacia Hunter.
—Pues sí, lo estoy.
Mase me miró como si fuera mi culpa.
—Oye, su nombre está en la tabla de tareas —dije.
—¿Tienen una tabla de tareas? —dijo Mase.
—Fue idea de Darah —señalé.
—Así nadie tiene que hacerlo todo, y estamos responsabilizados —
dijo Darah.
—Oigan, lo que sea que consiga que este chico lave los platos está
bien para mí. Buen trabajo, Dare —dijo, dándole un beso en la mejilla. Ella
sonrió satisfecha.
—¿Qué les pasa a todos ustedes con los apodos? ¿Tienen uno para
mí? —dijo Renee. A veces la llamábamos Nene, porque habíamos
escuchado a su madre llamarla así una vez cuando vino de visita, y Paul
era el único al que se le permitía usarlo sin una mirada asesina de Renee.
—¿Qué tal Re? Como en, ¿rayo de sol? —dijo Hunter. Suave—. ¿O
Ne? Ese es lindo, también.
Ella pensó en eso por un segundo. —Lo tomaré.
12
3
—Entonces, voy a llevar a Darah a casa conmigo este fin de semana
para ver a mamá y papá, así que vamos a ir juntos.
Darah lo miró con una sonrisa vertiginosa y nerviosa. Guau, conocer
a la familia era algo grande.
—Guau, conocer a los Masons. Gran paso, Mase —dijo Hunter.
—Lo sé —dijo Mase, guiñándole el ojo a Darah—. Lo va a hacer
genial.
Yo estaba dolorosamente curiosa acerca de la familia de Hunter,
especialmente cómo no había crecido con sus padres. Había dicho que
estaban muertos, ¿pero cuándo habían muerto? ¿Cuántos años tenía él?
¿Los extrañaba? Las preguntas habían estado rondando por mi mente
desde la primera vez que me había dicho que estaban muertos.
De cualquier manera que sacaras el tema, él no quería hablar sobre
ello. Podía respetar eso, viendo cómo yo tenía varias cosas de las que no
quería hablar.
—¿Tienes algún consejo para mí, Hunter? —dijo Darah.
—Sólo habla con John sobre acciones tecnológicas, los crucigramas
del The New York Times, bienes raíces, o la Segunda Guerra Mundial y
estarás bien.
—Uhh —dijo Darah, el pánico evidente en sus ojos.
—Estoy bromeando. Aunque podrías hablar con él sobre el mercado
inmobiliario. Ama las comedias británicas, los Pats11, la cocina asiática, y los
autos clásicos.
—Oh gracias a Dios. Cocina y autos. Lo tengo. Aunque podría
haberme manejado con las acciones.
—Lo vas a hacer genial. No te preocupes demasiado —dijo Mase,
revolviendo su cabello.
Los ojos de Hunter se posaron en mí antes de bajar su voz.
—¿Le has contado sobre Harper? —Como si no pudiera oírlo. Se
hallaba parado a medio metro de distancia.
—Por supuesto.
Darah, Mase y Hunter me miraron a mí. Pareciera como si yo fuera la
extraña.
11
Pats: Patriots, equipo de fútbol.
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4
—¿Quién es Harper? —dije, preguntando lo obvio.
—Mi hermana. Tiene parálisis cerebral por una caída que tuvo de
bebé. No es la gran cosa, pero nuestra casa está llena de rampas y
equipamiento y esas cosas, así que es mejor preparar a la gente antes de
tiempo —dijo Mase.
—¿Cuántos años tiene?
—Siete —dijo Mase. Podía sentir a Hunter mirando mi rostro, como si
estuviera anticipando mi reacción. ¿Cómo pensaba que iba a
reaccionar?
—Así que, de todas formas, allí es donde vamos a estar este fin de
semana. ¿Te veo mañana? —dijo Mase.
—De acuerdo —dijo Darah, dándole un beso.
Pude oír a Renee rodar los ojos.
—Adiós, Dare.
—Adiós, John.
Mase asintió hacia el resto de nosotros y se fue.
Darah suspiró y se inclinó en la encimera.
—¿John? Guau, creo que eres la primera chica a la que le ha
dejado usar su primer nombre. Debes estar haciendo algo bien —dijo él
con un guiño.
—Hunter —dije en un tono de advertencia.
—¿Qué? Eso no fue imbécil. Eso fue juguetón.
Lo señalé y entrecerré los ojos. —Está en la cuerda floja, señor.
—¿De qué están hablando? —dijo Darah.
—Se supone que Hunter no sea un imbécil por el resto del día.
Ella miró boquiabierta a Hunter.
—¿En serio? ¿Es eso posible, siquiera?
—¿Soy de verdad un idiota tan grande? —nos preguntó a todas.
—Sí —respondimos al unísono. ***
12
5
—Entonces, ¿puedo ser un imbécil ahora? —dijo a las 10:30.
—Nop. Tienes que terminar la noche. Cuando te despiertes mañana
por la mañana, vuelve a tu ser imbécil. Hasta entonces, tienes que ser
bueno.
Había sido sorprendentemente bueno, dejándome ir primera a la
lluvia, y había colgado nuestras pinturas sopladas en la parte posterior de
la puerta. Incluso me había hecho una taza de té y me la trajo. Era como si
estuviera adulándome, pero no podía descubrir por qué.
—Ser bueno es aburrido.
—Ser bueno es bueno —dije, sin levantar la mirada de mi E-Reader.
Hunter estaba ocupado con su guitarra, simplemente tocando cuerdas
aleatorias.
—Eso no tiene nada de sentido.
—Entonces, ¿de qué se trata tu reunión con Joe? —Intenté otra vez.
Había estado intentando exprimir en eso, esperando atraparlo con la
guardia baja.
—Buen intento, Missy. Sólo porque se supone que sea bueno, no
significa que voy a ser un sumiso.
—No es ser un sumiso. Es decir la verdad.
—A veces la gente no quiere la verdad. A veces la verdad es peor
que una mentira. —Dejó su guitarra a un lado y se metió debajo de las
sábanas. En cualquier momento iba a salir el bóxer.
Tenía que estar de acuerdo con él en eso. Habíamos estado
haciendo este baile alrededor de nuestros secretos separados,
acercándonos y luego alejándonos. No sabía cuál de nosotros iba a
dejarlo salir primero.
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Traducido por pau_07
Corregido por Daemon03
F
ui interrumpida de ver solitariamente los dibujos animados del
sábado por la mañana por Hunter rasgando la puerta abierta,
mirando frenético y llevando el estuche de su guitarra. Esa fue la
primera vez.
—¿Me prestas tu auto?
—¿Qué pasa con el tuyo? —Era temprano, y aún no había tenido mi
café. Había estado planeando vegetar por unas cuantas horas, ya que
tenía el lugar para mí sola. Renne estaba en casa por el fin de semana, y
Dara y Hunter se suponía estarían visitando a los Manson. O al menos eso
creía.
—No prende y tengo que llegar a casa. ¿Puedo tomar tus llaves, por
favor? —dijo, extendiendo la mano como si sólo fuera a entregárselas, sin
hacer preguntas.
Oh no. De ninguna manera iba a dejar que este chico condujera a
Sassy, mi Charger rojo. De ninguna jodida manera.
—No te voy a dejar conducir mi auto —dije, cruzando los brazos—.
Nadie conduce a Sassy12, excepto yo.
—¿Tu auto se llama Sassy? —dijo, entonces movió la cabeza—. No
importa, voy a preguntar sobre eso después. Por favor ¿me prestarías tu
auto? Tengo que llegar a Bar Harbor.
—No vas a conducir mi auto. —Esa era una línea que nadie cruzaba.
Ni siquiera Tawny.
12
Sassy: Atrevida.
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7
Hunter parecía que fuera a explotar y gritar. En cambio, dejó caer el
estuche de la guitarra, se agachó, sujetó mi mano y me tiró a mis pies.
—De acuerdo, tú conduces.
Traté de alejarme de él, pero era temprano, y él era fuerte y estaba
decidido y yo aún no tenía mi ingenio sobre mí.
—De ninguna manera, no voy a llevarte a Bar Harbor.
—Entonces me voy a llevar tu auto. Tú eliges, Missy. O me llevas, o me
llevo tu auto.
—No vas a robar mi auto —dije.
—Missy, puedo trocar los cables para prenderlo si tengo que hacerlo.
—Estás mintiendo.
—¿Quieres probarlo?
Nos fulminamos con la mirada el uno al otro, no dispuestos a
parpadear. Finalmente, me di cuenta que sería una perra horrible si decía
que no. No es como si me estuviera pidiendo que lo llevara a un bar para
emborracharse.
—Está bien. Déjame vestirme.
—Date prisa, tenemos que irnos —dijo, señalando a un reloj
inexistente.
—¿Por qué? ¿Vas a llegar tarde a tu cita con Joe? —dije a través de
la puerta del dormitorio.
Hoy, él estaba lo suficientemente no-cretino como para no seguirme.
Realmente debía tener prisa, porque esta sería una excelente oportunidad
para encontrarme desnuda. Desgarré a través de mi armario. Maldición,
¿esperaba que entrara con él, y como que, los conociera?
—¿Ya estás decente?
—No me presiones. Si voy a conocer a tu familia, tengo que verme
por lo menos presentable.
—Vas a conocerlos, no a tratar de dormir con ellos. Cualquier cosa
que uses va a estar bien. Te verías preciosa en una de esas batas de
hospital.
—Bueno, me gustaría verme como si al menos estuviera tratando de
hacer algún esfuerzo. —Destrocé mi armario, buscando por mi camisa de
gasa favorita color azul bebé.
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—Oh, por el amor de… —Golpeó la puerta abriéndola.
—Te juro por Dios que si hubiera estado desnuda, te habría
arrancado los ojos de la cabeza —dije, con la cabeza en el armario.
—No lo dudo. Ahora, ¿qué estamos buscando?
—Una camisa. Azul bebé. Con un tipo de volantes en las mangas. —
¿Por qué mi armario era tan malditamente oscuro? No se le ocurrió a nadie
que tal vez necesitaría luz aquí.
—¿Cómo esta? —Levantó la camisa exacta que de alguna manera
había extraído del cajón de mi cómoda.
—¡Sí! Ahora necesito vaqueros —dije, mirando al desastre que había
hecho. Tenía un par de delgados vaqueros oscuros que se verían genial
con un par de sandalias plateadas que sabía estaban bajo mi cama.
—Aquí —dijo Hunter, encontrando justo los vaqueros en los que
pensaba.
—¿Estás seguro de que no eres gay? Porque puedes poner esta
combinación junta.
—¿Puedes sólo apresurarte?
Hunter no estaba en modo juguetón. Si no lo conociera mejor, diría
que estaba estresado. Hmm. Esa era una nueva emoción para él. ¿Qué lo
tenía tan estresado? ¿Y qué tenía que ver este tipo Joe en eso? Parecía
que iba a lograr averiguarlo.
—Está bien, mantén tu camisa puesta. Estaré de vuelta en un
segundo.
Agarré un nuevo conjunto de ropa interior cuando él no miraba y
corrí hacia el baño. Cepillé mis dientes con una mano y peiné mi cabello
con los dedos de la otra. Iba a dejarlo suelto, pero hacía esta cosa rara de
esponjarse a los lados, así que lo puse en un moño desordenado y lo
aprobé. Usualmente no usaba mucho maquillaje y hoy no parecía el
momento para experimentar con mi nueva máscara.
—Si no estás lista en treinta segundos, voy a derribar la puerta, sin
importar que me des una patada en las pelotas o no.
Esperé hasta que pasaron diez antes de abrir la puerta. Paró de
contar.
—¿Mejor que una bata de hospital?
—Se podría decir eso. —Parpadeó un par de veces más y se frotó el
tatuaje. Intenté no sonreír con satisfacción.
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9
—¿No tenemos que irnos? —dije cuando no se movió.
—Cierto. Aquí —dijo, sacudiendo mis llaves.
—Estas estaban en mi bolso.
—¿Y?
—Y habrías tenido que buscar en mi bolso para conseguirlas.
—Estamos con prisa —dijo.
—Vamos a discutir esto en el auto —dije, señalando mis llaves en su
cara—. Y vamos a escuchar mi música. Sin discutir. También vamos a
detenernos por el desayuno y tú lo vas a comprar.
Sus ojos se estrecharon, pero cuando no me moví, suspiró.
—Está bien. Vamos. —Recogió su guitarra y nos fuimos.
—¿Para qué necesitas eso?
—Harper —dijo, como si eso lo explicara. Aún seguía gruñón así que
no insistí en el tema.
Salimos en tropel con un montón de estudiantes, y me tomó un
segundo recordar donde estacioné a Sassy.
—Sassy, este es Hunter; Hunter, Sassy —dije, señalando de mi auto al
chico y de regreso.
—¿Se supone que sacuda uno de sus rines?
—No te burles de mi amor por mi auto. Puedo dejarlo en un lado de
la carretera, Sr. Zaccadelli.
—Sí, Srta. Caldwell —dijo, abriendo la puerta para mí.
—Gracias.
Entré y le di vuelta a mi CD de Florence and The Machine mientras él
guardaba su guitarra en el asiento trasero. Si hacía algún comentario sobre
Florence, lo iba a bajar.
—Dios nos ayude —murmuró Hunter cuando oyó la música.
—¿Qué fue eso?
—Amo esta canción —dijo, moviendo la cabeza y dando golpecitos
en su rodilla con la mano. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Pausa. Uno, dos,
tres, cuatro, cinco. Pausa.
—Estás tan lleno de mierda. —Puse el volúmen del radio más fuerte y
bostecé.
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0
Nos detuvimos en un punto rápido, e hice que Hunter me comprara
un café helado y un danés de queso. Él se compró un café y un bagel, y
parecía estar bien con mis elecciones musicales. Cambió a The Band Perry,
e incluso lo sorprendí tarareando.
—Así que ¿dónde vive tu familia?
—Bar Harbor.
—Sí, entendí esa parte cuando dijiste que íbamos a ir a Bar Harbor.
¿Puedes ser un poco más específico?
—Te diré cuando lleguemos allí. Has estado allí antes, ¿cierto?
—Por supuesto. —Unas cuantas veces. Bar Harbor era en realidad
parte de la isla conocida como Isla del Monte Desierto y es hogar del
Parque Nacional Acadia, el único parque nacional en Maine. También
tenía un montón de gente rica.
Terminé mi danés mientras pasábamos Bangor.
—Entonces, ¿no vas a darme una charla? Como cosas a evitar,
¿algo para lo que estar preparada? Sé sobre Harper pero, ¿hay algo más?
—No realmente. Hope es mi tía; John es mi tío. No tienes que
llamarlos Sr. y Sra. Mason. Como que odian eso. La única otra persona de
importancia es Harper, y llegarás a conocerla, también.
—Así que ¿no son tus tutores legales?
—Soy mayor de edad. No tengo un tutor.
Ugh, no pararía de cortarme mientras pescaba por información. Que
frustrante.
—Pero cuando necesitaste un tutor, ¿ellos fueron tus tutores? —Le
eché un vistazo y me lo encontré mirándome fijamente.
—¿Alguna vez te han dicho que haces demasiadas preguntas?
—Casi todos los profesores que he tenido. Solían llamar a mi mamá
en las reuniones de padres-profesor y siempre escribían eso en mi
evaluación. —Es verdad.
—Es una larga historia, una para la cual no tenemos tiempo.
—¿Cuándo vas a tener tiempo? Realmente no estoy tratando de ser
entrometida. Sólo soy curiosa. —Él era mi compañero de habitación, y
supongo que tal vez era mi amigo… más o menos. Quería saber sobre su
vida. Quería saber que lo había convertido en un esplendido cretino que
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1
en un momento escribía una canción sobre lavar los platos y agarraba mi
trasero al siguiente.
Se removió en su asiento, claramente tenso con el rumbo que había
tomado nuestra conversación.
—¿Te importa si lo cambio? —dijo.
—Claro, los CD están en la guantera. —Si iba a contestar mis
preguntas, podía poner lo que quisiera.
Pasó por mi ecléctica colección y finalmente dejó Parachute. Huh.
No lo que habría escogido para él.
—Puedo escucharte juzgándome —-dijo mientras me sumergía en la
I-395.
—Sólo no pensé que fueras un chico de Parachute.
—¿Por qué no?
—Por nada. Entonces, hablabas de tu tía y tío.
—Cierto —dijo, pero sabía que lo recordaba. Dejó escapar un
profundo suspiro que parecía no tener fin—. Me tomaron cuando tenía
once. Mis padres murieron, y no tenía otro lugar donde ir —se detuvo, y
esperé unos segundos antes de hacer mi siguiente pregunta:
—¿Entonces Hope es la hermana de tu mamá? —No tenía idea, así
que pensé en intentar.
—Así es. La hermana menor de mi madre, pero sólo por dos años. El
hermano de mi mamá vive en Texas. Es un imbécil.
—¿Así que es cosa de familia?
—Es genético, ¿qué puedo decir? —Bueno,
suficientemente bien para bromear, así que eso era bueno.
estaba
lo
—Eso explica porque tú y Mase son como hermanos.
—Lo somos, más o menos. Crecimos juntos, sacamos la mierda del
otro para resolver nuestros problemas, y recibiríamos una bala por el otro.
Eran como Tawny y yo. Si me tuviera que parar en frente de un
camión en movimiento para evitar que la golpeara, lo haría. Había
salvado mi vida una vez, y nunca podría pagárselo.
—Sé lo que es eso —dije.
—¿Así que ahora puedo hacer preguntas acerca de tu familia?
Me encogí de hombros. No había mucho que contar.
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2
—Mis padres se separaron cuando tenía trece. Papá es un cretino
que sólo pretende como si se interesara. Mamá es genial y luego está mi
hermana. Tengo unas cuantas tías y primos y tal, pero todos viven en
diferentes estados.
—Así que es por eso que tienes problemas de ira con los hombres. —
Tomó un segundo para que el comentario penetrara en mi cerebro. Se
acercaba mucho a presionar el botón que ciertamente no quería
presionar. Si antes pensaba que estaba loca, no era nada comparado con
lo que podía ser. Todavía no había visto lo peor. Ni de cerca.
—Retrocede, Hunter. Tienes cosas sobre las cuales no quieres hablar
y respeto eso. Así que te estoy pidiendo que te detengas.
—De acuerdo —dijo, subiendo el volumen del CD y mirando por la
ventana—. Tartas.
—¿Qué? —No es que no fueran geniales, pero no vi lo que eso tenía
que ver con algo relevante.
—Hope ama hacer tartas. Probablemente te envíe a casa con una.
Hay un pequeño huerto de manzanas en la parte trasera de la casa, y
siempre se vuelve loca en el otoño, haciendo tantas tartas como pueda.
Hizo tantas un año que caminó por todo el centro entregándolas a los
dueños de los negocios locales. Empezaron a llamarla “la dama tarta”. Así
que espero que te gusten las tartas.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿A quién no le gustan las tartas?
—A una persona muy jodida.
—Entonces supongo que no estoy así de jodida.
—Ni siquiera cerca —dijo, empujando el asiento hacia atrás.
Seguí conduciendo hasta que llegamos a Bar Harbor. Bajé la
ventana para oler el aire salino. No había nada como el olor del océano.
Cambiamos el CD a Coldplay por mutuo acuerdo.
—Dobla aquí —dijo, señalando un camino en la izquierda. Puse la
señal de giro y di la vuelta.
—Dobla aquí —dijo un minuto después, e hicimos otra vuelta y luego
otra.
Estábamos fuera de la carretera principal, y todo lo que podía ver
eran casas pintorescas con pequeños porches y lindos faroles y buzones y
campanas de viento. Se veía como un lugar muy agradable. Seguí yendo
13
3
hasta que señaló una última vuelta en Mason Drive. Debería haber visto
eso venir.
—Aquí estamos —dijo cuando detuve el auto. Oh, Jesús.
La casa era jodidamente enorme. Las pequeñas casitas a lo largo
del resto del camino no me habían preparado para esto. Era al menos el
doble, si no el triple del tamaño de mi casa. Mis ojos viajaron hasta contar
tres pisos. Era blanca, una especie de estilo victoriano con un porche que
tenía una gran rampa para discapacitados a un costado. También había
un enorme granero rojo. De alguna manera no pensé que hubiera un
tractor en él. Reconocí el Camry de Darah situado entre un BMW y un
Impala nuevo, con un Escalade al otro lado.
—Mierda, Hunter. Nunca dijiste que tu familia estaba llena de dinero.
Se encogió de hombros. —Nunca preguntaste.
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4
14
Traducido por Juli
Corregido por Daemon03
L
a casa era aún más grande cuando me bajé del coche y estuve
de pie delante de ella.
—Bueno, asumí, ya que conduces un coche de mierda y no
podías encontrar la vivienda, que eras pobre —le dije.
—Nunca asumas, Missy. Nunca asumas —dijo, caminando hacia la
casa, moviendo la funda de la guitarra. Mis pies parecían estar pegados al
suelo. Fui absorbida con una sensación de difícil-respirar-no-puedo-pensar.
Entré en pánico.
—Me encanta cómo puedes darme un golpe en la cara sin
parpadear, pero una casa grande te dan ganas de salir corriendo. No
puede hacerte daño, ¿sabes? —Asintió hacia la puerta principal—. Vamos.
De alguna manera, mis pies se despegaron por sí solos de la calzada,
y me moví hacia adelante.
—Jesús, pensarías que te llevamos a la guillotina.
—Muérdeme —le espeté cuando nos encontrábamos en la puerta
principal. Tenía una fantasía arremolinada en vidrio, y sin dudas podía ver
un candelabro. Un candelabro de mierda. Donde había un candelabro,
había un vestíbulo, y una guarida, y escaleras de caracol, y te tienes que
quitar los zapatos, y otras cosas de lujo. No es que no me gusten las cosas
elegantes, simplemente no pertenezco realmente a una casa llena de
ellas.
Hunter abrió la puerta, diciendo en voz alta mientras caminaba.
—¿Hay alguien en casa?
—¿Hunter? ¿Eres tú? —gritó una voz femenina que asumí que
pertenecía a Hope. Tenía un acento sureño.
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5
—Sí, estoy aquí. Traje una invitada.
—¿Es Taylor?
¿Qué?
Miré a Hunter.
—Puedo haber mencionado tu nombre. Una o dos veces.
Cuando traté de impedirme estirar el cuello para ver el candelabro
más detalladamente, una mujer alta y rubia dio la vuelta por la esquina,
secándose las manos en un paño de cocina y resplandeciendo perfectos
dientes blancos. Así que él los obtuvo de ella. Le dio un abrazo a Hunter,
besándolo en la mejilla antes de volver su atención hacia mí.
—Oh Dios mío, eres tan bonita como un cuadro.
Su acento sureño sólo aumentó el factor de intimidación. Por no
mencionar que llevaba tacones como si hubiese nacido con ellos, y su
cabello y maquillaje parecían que había sido realizado por un equipo de
profesionales. Ella era la imagen de después, del antes y el después.
—Soy Hope. He oído hablar mucho de ti.
Vino a mí con un abrazo que no tuve más remedio que devolver.
Hunter no debe haberle dicho que no soy de abrazos. O tal vez no le
importaba.
—Es un placer conocerla, señora Mason.
—A ver, ¿no te dijo Hunter que me llames Hope?
—Sí. Yo sólo... no lo sé —tartamudeé. La gracia no era mi segundo
nombre. Además, sentí la imperiosa necesidad de llamarla señora.
—Taylor se sentía un poco intimidada por la casa —dijo Hunter, así
que traté de darle un pellizco, pero se agachó a un lado y me bloqueó
con su funda de guitarra. Muchas gracias, amigo.
—Oh, no te preocupes por eso. Llegas justo —dijo Hope.
Supuse que no tenía que quitarme los zapatos, ya que ella los
llevaba puestos, pero el piso se veía tan brillante, que me daba miedo
poner mis pies indignos allí.
—¿Hunter? —llamó una voz de niña.
—¡Hola, Seven! —La cara de Hunter se iluminó cuando una pequeña
pelirroja en una silla de ruedas motorizada apareció al final del pasillo. La
silla era de color rosa y tenía pegatinas brillantes por todas partes. Bonito.
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—Seven, esta es mi amiga, Taylor —Sus ojos se abrieron al oír mi
nombre.
—¿Tu nombre es Taylor? Ese es mi nombre favorito en el mundo
entero.
—Gracias —le dije, sorprendida tanto por su sinceridad y sus grandes
ojos verdes y oro. Me recordó a Anne de Anne la de Tejados Verdes13. Yo
siempre había querido el pelo rojo.
—La cantante favorita de Harper es Taylor Swift. —Una chica
después de mi propio corazón.
—Voy a su concierto pronto —dijo ella.
—¿En serio? Estoy tan celosa —le dije. Hunter me miró.
En serio, lo estaba. Nunca había encontrado a nadie que fuera
conmigo.
—Tal vez si eres realmente agradable, Taylor va a cantar con
nosotros —dijo Hunter, dándole a Harper un guiño. Ella se rió y él bajó su
guitarra para darle un abrazo y un beso en la frente, agachándose para
quedar a su nivel.
—¿Lo harías? —Su vocecita era tan linda, ¿cómo iba a decirle que
no? Dios, ella haría a Hitler derretirse.
—Por supuesto. No soy una cantante muy buena, pero lo intentaré.
—No le hagas caso. Tiene una voz hermosa. —¿Cómo demonios lo
sabía?
—Joe está esperando por ti en el estudio —le dijo Hope a Hunter.
—Bien.
Me pregunté dónde se encontraba el estudio. Tal vez podría
excusarme para ir al baño y de alguna forma encontrarme allí.
—¿Por qué no nos sentamos? —dijo Hope, conduciéndonos a lo que
debe ser la sala. Tenía sofás de cuero, flores en jarrones pintados y tenía un
ambiente alegre brillante.
—Te he oído en la ducha —susurró Hunter en mi oído mientras
caminaba a mi lado. Su mano rozó mi espalda, y experimenté un caso
Es un libro escrito por la canadiense Lucy Maud Montgomery y publicado por primera
vez en 1908. La obra narra la vida de Anne Shirley, una niña huérfana que gracias a su
carácter imaginativo y despierto logra encandilar a todos los habitantes de Avonlea, el
pequeño pueblo pesquero ficticio donde se desarrolla la historia a principios del siglo XX.
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grave de la piel de gallina—. Si alguna vez quieres hacer dueto, ya sabes
dónde encontrarme.
Quise chisporrotear con indignación, pero la idea de Hunter, en la
ducha... Quita esa imagen de tu mente, Taylor. Estás conociendo a su
familia, por el amor de Cristo.
—Voy a estar de vuelta —dijo Hunter, guiñándome un ojo antes de
abandonar la habitación.
—¿Puedo ofrecerte algo? ¿Qué tal un poco de té helado? —dijo
Hope cuando nos sentamos, y Harper estacionó su silla de ruedas. Hope se
sentó en una silla con estampado floral. No, no se sentó. Se deslizó hacia
abajo hasta quedar sentada. ¿Era algo que enseñan en el sur? Si es así,
¿podría obtener lecciones?
—Sería maravilloso, gracias.
Se fue y quedamos sólo Harper y yo. No era muy buena en conocer
gente nueva, pero se inclinó y me hizo una seña para que me acercara, a
pesar de que éramos las únicas dos personas en la habitación.
—¿Quieres saber un secreto? —susurró en una voz bastante alta,
después miró a su alrededor para asegurarse de que estábamos
absolutamente solas.
—Me encantaría saber un secreto —le susurré, ahuecando la mano
sobre la oreja. Se rió e hizo lo mismo.
—A Hunter le gustas. —Aw. Ella era adorable.
—¿En serio? —le dije, siguiendo el juego.
—Mucho. Mucho.
—¿Como Eric ama a Ariel? —No había duda que se trataba de una
niña Disney. Había más de una pegatina de La Sirenita en su silla.
—Uh, huh.
—Guau.
Me preguntaba cuánto tiempo podría esperar antes de que de
alguna manera pudiera escapar y descubrir lo que hacía Hunter.
Hope volvió con una bandeja de vasos, con rodajas de limones en
un lado.
—Mamá, a Taylor le gusta La Sirenita —dijo Harper cuando su madre
le entregó un vaso y una servilleta.
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—¿En serio? Bueno, imagina eso. —Hope me guiñó un ojo mientras
me daba un vaso. Tomé un sorbo para no reír. Delicioso. Maldita sea, esta
mujer debe tener su programa propio de estilo de vida. Yo jugueteaba con
mi servilleta y bajé mi vaso.
—Um, ¿dónde está el baño?
—Oh, por supuesto. Es al final del pasillo a la izquierda. Hay un letrero
en la puerta que dice tocador.
—Gracias —le dije, huyendo de la habitación cuando Harper dejó
caer la copa y el líquido marrón se esparció en todas partes.
—Oh, Harper —dijo Hope con un suspiro.
Encontré el tocador, pero seguí. Mierda, esta casa era grande. Fui
de puntillas por el pasillo y me metí en lo que resultó ser un armario cuando
oí voces. Oí reír a Darah. Mase debe estar dándole un tour de la casa o
algo así. Salí de mi escondite y agudicé mi oído, caminando despacio y en
silencio. Me detuve en cada puerta, escuchando a ver si había alguien
dentro. Finalmente, llegué a la última puerta a la derecha. Tenía que ser
esta. Hice una pausa afuera. Bingo.
—Simplemente no creo que sea una buena idea —dijo una voz que
debía pertenecer a Joe.
—Imaginé que no lo harías. Pero realmente no depende de ti,
¿verdad?
—Hunter, te he conocido toda la vida. Ha llegado el momento para
que puedas crecer y tomar la responsabilidad de tu vida. Por esto.
—No. Quiero. Esto.
Oí el chirrido de una silla hacia atrás. Mierda. Hice el más torpe
movimiento de puntillas volviendo al tocador, y cerré la puerta, respirando
pesadamente. Abrí el agua, pero me quedé junto a la puerta, esperando
oír los pasos de Hunter. No vinieron, y yo tenía que volver a la sala o bien
Hope podría pensar que me había perdido. Me lavé las manos sólo por el
gusto de hacerlo y salí del tocador, que irónicamente, se hallaba
decorado en azul verdoso.
Mi mente daba vueltas a lo que había escuchado de Hunter y Joe.
¿Qué no era una buena idea? ¿Qué no quiere Hunter?
—¿Ves? Te dije que iba a volver —dijo Hope cuando entré de nuevo
en la habitación.
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—¿Dónde creías que iba a ir? —No podía esperar a escuchar la
respuesta.
—No lo sé.
—¿Tal vez más tarde le puedes mostrar a Taylor las manzanas?
—¿Quieres ver mis árboles de manzana?
—Por supuesto.
Atrapé a Hope dándome una mirada extraña. Debo haber tenido
una expresión poco natural en la cara, así que hice mi mejor esfuerzo para
tratar de lucir normal otra vez.
Oí voces del piso de arriba, y luego Mase y Darah doblaron la
esquina con un hombre que debe de haber sido John Mason el segundo.
Lucía exactamente como pensé que lo haría: alto, pelo oscuro, gafas con
montura de bronce, y una camisa sensata y corbata. Me sentí como que
bien podría estar usando una bata de hospital en comparación con estas
personas. Excepto Harper. Tenía una camiseta que decía Princesa con
brillo. Éramos almas gemelas.
Yo iba a golpear a Hunter sin sentido cuando tuviera la oportunidad
por no haberme preparado para esto. Además, lo iba a golpear para que
me cuente acerca de Joe y lo que me ocultaba.
Si se trataba de algún consuelo, Darah también lucía como una
pequeña estrella golpeada.
Hope se levantó para presentarme. —John, esta es Taylor. Decidió
venir y darnos una visita. ¿No es bonito? —Ella podía hacer un tratamiento
de conducto con esa voz agradable. Las cejas del Sr. Mason se alzaron
cuando dijo mi nombre. Fue oficial. Yo era infame.
—Oh, sí, Taylor. Qué bueno conocerte al fin —dijo, tendiéndome la
mano cuando Hunter regresó al cuarto. Por un momento, vi una expresión
de enojo en su rostro, pero la borró y se convirtió en encanto. ¿Cómo se
hace eso? Yo todavía alucinaba.
¿Dónde estaba Joe?
Quería hacerlo tropezar, pero habría sido obvio. Él probablemente
me esquivaría y haría otro comentario, y entonces, ¿dónde estaría yo?
Además, no podía hacerlo delante de Harper. Tenía que dar un buen
ejemplo, así que le di la mano del Sr. Mason y le dije que era un placer
conocerlo.
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—Bueno, tengo que volver a la cocina. Esa ensalada de pollo no se
va a hacer sola. Te quedas a comer, ¿verdad, Taylor? —dijo Hope.
—Hope —dijo Hunter, como si le recordara algo.
—¡Oh! Por supuesto. Te voy a hacer una ensalada. Hunter me dijo
que no comías carne, y se me olvidó.
—Eso está bien, no tienes que hacer una gran producción. No quiero
ser una molestia.
Agitó el trapo de cocina hacia mí mientras salía de la habitación.
—Olvídalo, no es ninguna molestia. No me extraña que mantengas
esa figura bonita. Debo intentar eso. —Como si lo necesitara. Dios, si la
mayoría de las mujeres se parecieran a ella, estarían paseando desnudas.
—Entonces, ¿por qué decidiste venir a vernos, Taylor? —preguntó
John.
—Mi coche no arrancaba —dijo Hunter por mí.
—¿Otra vez? —dijo Mase, tirando abajo a Darah sobre el sofá. Él
definitivamente no encajaba en este ambiente prístino. Sus pantalones
vaqueros estaban rotos y su camisa había sido lavada más de un par de
veces. Me preguntaba qué pensaba Hope de eso.
—Sigo diciéndote que te deshagas de esa cosa. Te dije que Bob
Karrigan tiene un viejo Audi que no usa más y que estaría feliz de dejártelo.
Hunter negó con la cabeza.
—Está bien. Lo arreglaré —dijo Hunter.
—¡Papá, papá! Taylor dijo que iba a cantar conmigo —dijo Harper,
utilizando el joystick en su silla de ruedas para acercarse a mí.
—Sí, Ángel. Deberías pedir permiso cuando otras personas están
teniendo una conversación si quieres decir algo. —Ella pensó en eso por un
segundo.
—Está bien. Permiso, papá. Taylor dijo que iba a cantar conmigo.
Le eché una mirada a Darah, y tuvimos que presionar nuestros labios
para no reírnos.
—Eso es genial. ¿Lo pediste amablemente?
—Sí.
—Buena chica.
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1
—Dame un poco de piel, Harp —dijo Mase, levantando la mano
para chocar los cinco. Ella se tambaleó hacia atrás y golpeó tan fuerte
como pudo, y él fingió retroceder en agonía, dándose la vuelta en el sofá.
Su risa llenó la habitación como las burbujas, y todos participamos. Gracias
a Dios por Harper, porque de lo contrario, esto podría haber sido una
situación muy incómoda.
—Hunter, ¿por qué no le das a Taylor un recorrido por la casa? —dijo
John. Probablemente tomaría varios años, al menos.
—Claro —dijo Hunter—. ¿Quieres venir, Seven?
—¿Puedo? —Harper miró a su padre con grandes ojos suplicantes.
—Por qué no dejamos que Taylor y Hunter hagan el tour y luego
puedes mostrarle tu habitación.
—Está bien —dijo Harper, claramente disgustada.
—Volveremos pronto —le dije.
—¿Lo prometes?
—Promesa de meñiques —le dije, extendiendo el mío. Los cruzamos,
y ella volvió a sonreír.
—Hunter —dijo John. Hunter asintió en comprensión. Espera, ¿qué?
—¿Vamos? —dijo Hunter, estirando su brazo para que me vaya
primero, inclinándose ligeramente.
Le di un pequeño adiós a Harper antes de que diéramos la vuelta a
la esquina y paráramos en un largo pasillo con una escalera gloriosa. Me
quedé mirando la puerta del estudio, con la esperanza de que Joe saliera,
pero no pasó nada.
—Voy a rasgar tus brazos y te voy a estrangular con ellos —le susurré
a Hunter cuando estaba segura de que nos encontrábamos fuera del
rango de audición.
—Así que este es el pasillo —dijo Hunter, ignorándome—. Ascensor, si
alguna vez lo necesitas.
—Ni siquiera estás escuchando. ¿Cómo no me lo dijiste? —Comenzó
a caminar por el pasillo.
—Hay una sala de música regresando aquí…
Tiré de su brazo para detenerlo.
—¿Cómo pudiste no decírmelo?
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2
Todavía no me miraba. Extendí la mano y agarré su barbilla, girando
su cara obstinada así podía mirarlo a los ojos.
—Vamos —dijo.
—No, quiero hablar de esto.
—Lo haremos, pero no aquí.
Me tomó la mano y me llevó detrás de él por las escaleras. Vi un
montón de cuadros decorativos y muebles que no procedían de Ikea14.
Bajamos a otro pasillo, y me llevó a una habitación, cerrando la puerta
rápidamente.
—Este es mi cuarto —dijo.
Me distraje un momento de gritarle. Se parecía mucho a nuestra
habitación en la escuela, sólo que el tamaño era doce veces más grande.
Limpio, ordenado y con colores oscuros. Pizarra, negro y azul. Había unos
pocos carteles de bandas, como The Goo Goo Dolls y Matchbox 20.
—No te lo dije porque te conozco y sabía que ibas a flipar.
—¿Así que ocultármelo era una idea mejor? —Deseaba no ponerme
tan loca ya que le derramaría que lo había espiado.
—Parecía en el momento —dijo, sacando una silla de detrás de un
enorme escritorio. Se veía como algo que un escritor viejo y malhumorado
usaría para componer obras maestras en su máquina de escribir—. Ahora
ya no estoy tan seguro. Estás volviéndome loco de todos modos.
Levanté las manos en señal de frustración.
—¿Cómo se supone que iba a reaccionar? No sólo me has ocultado
esto —le dije, señalando a la situación general de la casa siendo
jodidamente enorme—, es que siento como si no te conociera. Hay una
parte enorme de toda tu vida y no tenía ni idea. Y te encuentras con un
tipo llamado Joe sobre algo misterioso, y si te conociera mejor, diría que
estuviste involucrado con la mafia.
—¿Por qué te importa? —Esa era la pregunta del millón. ¿Por qué me
molesta tanto?
—Porque tú eres mi compañero de cuarto —le dije, vacilante.
IKEA es una corporación multinacional neerlandesa de origen sueco dedicada a la
venta minorista de muebles y objetos para el hogar y decoración, a bajo precio y diseño
contemporáneo
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3
—Esa no es una razón suficiente. No lanzarías un berrinche si te
enteraras de que Darah o Renee vivieran aquí o mantuvieran reuniones
secretas con un tipo llamado Joe. Así que, ¿por qué yo?
—Porque sí.
—Esa no es una razón. —Se levantó de su silla y se puso delante de
mí, nuestros pechos a sólo unos centímetros de distancia. Inclinó la cabeza
para mirarme a los ojos.
—Creo que es porque te gusto. Por mucho que prefieras ahogarte a
muerte que admitirlo. Y quieres saber cosas sobre la gente que te gusta.
Quieres saber lo que hacen cuando nadie está mirando, qué película les
hace sentir mejor cuando están enfermos, lo que realmente quieren ser
cuando sean grandes. ¿Tengo razón?
Se encontraba tan cerca, cada vez que yo respiraba podía olerlo.
Uno pensaría que después de compartir una habitación con él durante
varias semanas, estaría acostumbrada a su olor, pero parecía haberse
vuelto aún más potente. Tuve que cerrar los ojos por un momento para
conseguir un poco de compostura.
—No, Hunter. No me gustas.
—Bien. No me gustas tampoco.
Respiramos al unísono por un momento, y en ese momento, el
mundo se detuvo y éramos las únicas dos personas en él. Abrí los ojos y me
dejé perder en los suyos azules. La mayoría de las veces los evitaba. Eran
hipnóticos, y no me gusta ser atrapada mirando fijamente.
—No. Me. Gustas —dijo, trayendo su rostro una fracción más cercana
con cada palabra. No podía hablar, ni respirar, ni pensar.
Nuestros labios se encontraban tan cerca que podía sentir lo
caliente que estaban. Exhaló una vez y se apartó. Era como si alguien
hubiera roto una goma elástica en mi cerebro. Se apartó de mí.
—No me gustas —dijo de nuevo. No estaba segura de si trataba de
convencerme a mí o a él mismo.
—Ya lo dijiste —finalmente logré decir.
—Bueno, es cierto.
—Lo sé.
—Así que, vamos a ver el resto de la casa.
—Está bien. —Como un robot lo seguí fuera de su dormitorio.
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No me gustas.
No me gustas.
No me gustas.
Bueno, no me gusta él tampoco. No había ni una palabra para lo
que sentía por Hunter.
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Traducido por Monikgv
Corregido por Zafiro
T
enía una cosa que decir sobre Hope Mason. Tenía un maldito
buen sentido de la decoración. La casa era absolutamente
hermosa y todo parecía calzar, incluso si aparentemente no se
veía bien junto. Había toques sutiles que noté. Cosas que lucían como que
podrían haber venido de ventas de garaje, como un caballito de madera,
viejas latas de plata y botellas de perfume de cristal.
También había comodidades para Harper por todas partes, desde
rampas, hasta el ascensor, o un lavabo especial en su baño. Existían
además cosas extrañas colgando desde el techo de su habitación.
—Así ella puede subirse y bajarse de su silla sin ayuda —había dicho
Hunter—. Cuando crezca, obtendrán más cosas para que pueda hacer
mucho más, pero ya que aún es pequeña, es más fácil cargarla.
No podía imaginarlo. Harper no parecía molesta en absoluto.
Manejaba su silla como si hubiera nacido con una palanca de control en
la mano.
Cuando habíamos vuelto de nuestro masivo recorrido, Joe
aparentemente se había ido, ya que había un auto menos en la entrada
cuando di un vistazo rápido por una enorme ventana en el estudio. No
estaba más cerca de resolver el misterio de Joe.
Harper insistió en sentarse junto a mí en el almuerzo, y tenía a Hunter
a mi otro lado.
Todos comieron pollo, mientras yo devoraba una ensalada de
aguacate, mozarela, espinaca y tomate.
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6
—Esto es increíble, muchas gracias —dije, tomando otro bocado.
Había tenido un momento de pánico cuando ella nos llamó a almorzar,
imaginando múltiples tenedores y escogiendo el equivocado.
Afortunadamente, era un bonito día así que comimos en el porche
trasero, que era más bien como una terraza con vista a los árboles de
manzana. El olor de las hojas dulces me invadió y me hizo pensar en el
otoño, pasteles, paseos en camión y tallar calabazas. Yo amaba el otoño.
—Recuérdame darte la receta del aderezo —dijo Hope, regresando
mi atención al momento presente.
—Lo haré.
—Mami, ¿puedo comer un poco más de sandía, por favor? —
preguntó Harper.
—Sí, Harper, puedes. Gracias por preguntar tan amablemente.
—¿Quieres un poco, Dare? —dijo Mase.
—Claro, gracias. —Darah parecía estar tan nerviosa como lo estaba
yo. Ya había dejado caer su tenedor dos veces y había chocado con su
vaso con agua.
—Entonces, Taylor, Hunter nos dijo que estás estudiando la carrera de
Estudios de la Mujer. Eso debe ser interesante —dijo ella, colocando
algunos cuadros de Sandía en el plato de Harper.
—Quiero trabajar en un centro de crisis o algún lugar que ayude a las
mujeres a recuperarse de traumas —dije, preguntándome si esa era
demasiada información. No quería parecer una chica dañada, pero era
difícil no serlo.
—Eso es muy admirable. ¿Qué te hizo escoger esa carrera? —Me
habían preguntado eso un millón de veces, así que tenía una respuesta.
—Quiero ayudar a la gente, y esa parece una buena forma de
hacerlo.
—Bueno, ¿no eres la más dulce? Estoy feliz de que la trajeras, Hunter.
Es mucho mejor que aquella otra. ¿Cómo se llamaba?
—Chastity —dijo, sin mirarme. Recuerdo ver su nombre en su
teléfono.
—Que nombre más feo. He tenido la experiencia de que cuando
nombras a una chica así, es posible que adopte la virtud opuesta —dijo
Hope, dándome una mirada cómplice. Yo también había tenido esa
14
7
experiencia con una chica llamada Charity, que había sido todo menos
caritativa.
Estaba en la posición perfecta para patear a Hunter por debajo de
la mesa, así que lo hice. ¿Quién diablos era Chastity? No sabía nada sobre
su historial de citas, excepto de que era largo y que habían muchos
nombres en ese pequeño libro negro. Para ser totalmente honesta, en
realidad no quería saber mucho. La ignorancia era la felicidad en esta
situación.
Hope trajo una torta de fresas, y todos metimos la cuchara. La
conversación se adormeció mientras masticábamos. El sol estaba alto en el
cielo, y se convertía en un cálido y perezoso sábado.
—Entonces JJ, estaba pensando que tú y Hunter podrían darme una
mano con el tractor después de terminar aquí. —Asumí que JJ significaba
John Junior.
—Disculpa papi, pero vamos a cantar —dijo Harper mientras Hope
limpiaba crema batida de su rostro.
—Sí Ángel, haremos eso primero.
—Bueno —dijo Harper, asintiendo.
Terminamos de almorzar, y Hunter tomó su guitarra. Darah y Mase
fueron a ayudarle a Hope con los platos, y me ofrecí, pero Hope se negó,
así que John, Hunter y yo nos sentamos con Harper.
—¡Our Song! —canturreó Harper.
Oh no había forma de que Hunter se supiera esa. Parecía que me
leyó la mente cuando me guiñó el ojo y comenzó la canción sin más
espera. Era claro después de tres segundos que había tocado esta
canción más de un par de veces.
Su normalmente ronca voz se mezcló con la de Harper de la forma
más adorable. Se sabía toda la letra. Tatareé junto con ellos, golpeteando
mi pie.
Terminó la canción y Harper aplaudió. —¿Podemos cantar Love
Story?
—Claro, Seven. ¿Por qué no le pides a Taylor que cante con
nosotros?
—¿Cantarías, por favor? —Su pequeña voz, combinada con sus
manos unidas era irresistible. Esta niña era la clave para la paz mundial.
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Todo lo que tenía que hacer era pestañear y sonreír esa sonrisa con
hoyuelos y los líderes mundiales caerían para firmar un tratado de paz.
—Claro. —Hunter comenzó la canción, y yo estaba un poco nerviosa
sobre cantar en público, pero esto no era realmente en público.
Me uní, mi voz mezclándose con las otras dos. Mi voz era un poco
más profunda para ser como la de Taylor Swift, pero me encantaba cantar
sus canciones. Odiaba el hecho de que Hunter sabía que cantaba en la
ducha. Probablemente debería acabar con eso.
John tuvo una llamada en su celular a media canción, y se disculpó.
Hunter terminó la canción, y nuestras voces se desvanecieron.
—Tienes una bonita voz —dijo Harper.
—Gracias, Harper. —Ella era la más dulce.
—¿Quieres ver los árboles de manzana?
—Conduce el camino —dije, levantándome. Uf, he comido
demasiado.
Bajó una pequeña rampa que estaba pegada al porche mientras
Hunter y yo la seguíamos.
—¿Joe no quiso unírsenos?
—Tenía otras cosas que atender.
—No es un asesino a sueldo, ¿verdad?
Hunter se rió. —No.
—¿Entonces por qué tanto secreto? ¿A menos que estés haciendo
algo ilegal?
Harper cantaba mientras usaba su palanca delante de nosotros.
—Es sólo un asunto personal. Una vez más, te pregunto: ¿Por qué te
importa?
Cierro mis labios y caminó delante de él, colándome a través de los
fragantes árboles.
Hunter estaba observándome. Siempre sabía cuando me miraba.
Como si estuviera diciendo mi nombre dentro de mi cabeza.
—Este es mi favorito —dijo Harper desde dos filas por delante. Todos
los árboles tenían pequeñas manzanas verdes en ellos—. Lo llamo Monty.
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9
—Harper le pone nombres a todos los árboles —dijo Hunter con cara
seria—. Este es Walter, y esa es Shirley y esa es Cenicienta… —Continuó,
nombrando al menos diez árboles más.
—¿Tienes sus nombres en tu teléfono? —dije sin pensar.
—¿Qué?
—Nada.
Negó con la cabeza y me dio la vuelta para no estar de frente a
Harper, quien hablaba con Monty el árbol.
—La única forma de que sabrías qué números tengo en mi teléfono
sería si miraste en el, lo cual sería una invasión a mi privacidad.
—Oh, ¿cómo ir por mi bolso y encontrar mis llaves en él, verdad?
¿Cómo tomar mi lector electrónico, verdad? ¿Cómo tratar de verme
desnuda, verdad? Sucio hipócrita —protesté, dando un vistazo para
asegurarme de que Harper aún seguía hablando con el árbol.
—No toques mi teléfono —dijo, acercándose a mí.
—Entonces no toques mi trasero.
—El problema con eso, Missy, es que quieres que toque tu trasero. Si
Harper no estuviera aquí justo ahora, querrías ser empujada contra uno de
esos árboles con las hojas en tu cabello y mis manos todas sobre ti. Yo no
quiero que toques mi teléfono.
—Eres tan idiota.
—Cuida tu lenguaje frente a Harper. Es muy impresionable. —Se alejó
y se agachó junto a la silla de Harper.
Normalmente, Hunter era un imbécil, pero uno bueno—si existiera tal
cosa. Pero parecía que algo tocó el interruptor. Hunter nunca había sido
malo conmigo. No así. Tuve la clara sensación de que tenía algo que ver
con Joe y el misterioso encuentro.
—¿Regresarás y me ayudarás a recogerlas? —dijo Harper después
de haberme presentado a muchos otros árboles.
—Por supuesto que lo haré —dije, inclinándome junto a su silla. Ella
subió los brazos para un abrazo, y le di uno.
—¿Lo prometes?
—Promesa de meñiques.
15
0
***
Mientras Hunter y Mase trabajaban en el tractor —yo dudaba mucho
la existencia de dicho tractor— y Darah jugaba con Harper, Hope y yo
tuvimos una pequeña charla. Darah me dijo que ella ya había tenido el
interrogatorio de Hope esa mañana y que no fue tan malo.
—Eres una cosita tan linda. ¿Qué haces con un chico como Hunter?
Casi me ahogo con mi tercer vaso de té helado. Esa cosa estaba
rica. —Honestamente no lo sé.
Me dio una mirada. —Puede ser un chico dulce cuando quiere, pero
algunas veces me preocupo por él. Ni siquiera quiero saber lo que ha
estado haciendo últimamente.
Nada bueno, eso era. Demasiadas cosas malas. Me mordí la lengua.
—Sin embargo, tiene ese encanto de chico malo —dijo con una
sonrisa. Diablos esa mujer podría ganar el Campeonato Mundial de
Sonrisas—. John también era así. La palabra Problema escrita sobre él.
Darah y Harper jugaban cartas y por lo que pude ver, Harper era una
patea traseros.
—Yo no estaba muy feliz cuando comenzó a ponerse tinta en su
cuerpo, te diré eso. Si su madre, Dios guarde su alma, supiera, habría
preferido tener una camada de gatitos.
Realmente, realmente quería preguntarle por la madre, pero no
quería parecer que trataba de entrometerme. Tampoco iba a decirle que
pensaba que sus tatuajes eran más que sexys.
—Mientras no se compre una motocicleta, creo que mi corazón será
capaz de sobrellevarlo. Gracias a las estrellas que John Junior nunca se
interesó en ese tipo de cosas. Le arrancaría su piel. —Me reí.
—Tienes una risa hermosa. ¿Alguien te lo había dicho?
—Hunter —dije sin pensar.
—Él lo haría. —Apartó su mirada de Harper para mirarme a mí.
Realmente mirarme. Como si estuviera tratando de ver dentro de mi alma.
Traté de no titubear mientras completaba su examen.
—Pienso en Hunter como si fuera mi hijo, y como su madre es mi
trabajo examinar a cada mujer potencial por la que pueda estar
interesado. Esto no es nada personal, es mi trabajo.
15
1
—¿Y? —pregunté dudosa, esta mujer claramente tiene colmillos
detrás de esos dientes blancos como perlas. Anotado.
—No quiero que te lastime. No quiero que lo lastimes.
—Yo tampoco. No estamos involucrados… de esa forma de todos
modos. —No sabía de qué forma estábamos involucrados. Estaba
completamente segura de que aún no había una definición para ello.
Hope me dio otro vistazo con sus ojos láser. Era peor que la seguridad
en el aeropuerto.
—Aún. No están involucrados aún, pero cariño, nunca había visto a
ese chico tan feliz con alguien como contigo. Tendrías que estar ciega
para no verlo.
Sí, sí. Luché con la urgencia de rodar mis ojos. Ella no entendía cuán
complicado era esto.
—El amor es simple. Caes y eso es todo. Saldrás de lo demás. Sólo
tienes que dejarte caer y tener fe de que alguien estará allí para atraparte.
No quería tener ninguna caída. Caer usualmente te llevaba a
conocer una dura superficie de una manera desagradable.
—Está bien, eso es suficiente para el tercer grado. Ahora dime algo
más sobre ti. Esa blusa luce encantadora en ti.
No le dije que Hunter la escogió. Continuamos con nuestra pequeña
charla, pero puedo decir que ella me observaba.
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Traducido por BlancaDepp
Corregido por Annabelle
S
on geniales. Tu familia —dije más tarde, cuando Hunter y yo
conducíamos de vuelta al campus.
En su mayoría, nos habíamos mantenido en silencio desde que
salimos. Hope me había dado un gran abrazo y me dijo que volviera
pronto, y Harper me había hecho prometer que cantaría de nuevo con
ella. John me dio la mano y comentó que era una joven encantadora.
Mase y Darah se quedaban a pasar la noche, así que les dije que los vería
al día siguiente.
—Lo son.
—Estás siendo raro.
—¿Cómo?
—Nunca te he visto tan tranquilo. Uno pensaría que alguien habría
muerto. —Al instante me di cuenta de mi error—. Lo siento, eso fue
descortés.
—No, me lo merecía. No soy muy agradable, Taylor.
Casi nunca me llamaba por mi nombre real. Y noté que no me
gustaba demasiado.
—Lo sé. Pero eso no te excusa de ser un imbécil.
—Soy lo que soy. Si no te gusta, hay una forma sencilla de salir de
ella. Tienes tres opciones: Ódiame, ámame, házmelo. Elige tu veneno.
—Jódete.
—Esa es una de las opciones.
—Nunca pasearé contigo otra vez.
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—Está bien. Ahora sé dónde guardas tus llaves. Sassy y yo nos
divertiremos juntos —dijo, acariciando el tablero.
—Juro por Dios, Hunter, que si te robas el coche, voy a apuñalarte
mientras duermes.
—Bien. Adelante.
¿Qué le pasaba? Encendí un viejo CD de Avril Lavigne sólo para
molestarlo. Miró por la ventana y se tocó la pierna.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Quería romper cada uno de sus cinco
dedos para que no pudiera tocarlos nunca más.
No hablé con él de nuevo hasta que estuvimos de vuelta en la
escuela. Hunter llevaba su guitarra, y yo llevaba un recipiente de plástico
con restos de comida que Hope había insistido que trajera. ¿Cómo podía
decirle que no?
Inmediatamente me fui a la habitación y cerré la puerta.
***
Me quedé allí durante varias horas, comiendo las sobras de los
Masons y leyendo. Pensé en llamar a Tawny, pero realmente no quería
saber lo que había que decir sobre esta situación. No quería un consejo,
que sería lo que ella me daría, por más no solicitado que fuera.
Estaba sumida en la agonía de Lo Que El Viento Se Llevó cuando
escuché voces en la sala. Debían ser Dev y Sean. Hubo un suave golpe en
la puerta. Hunter nunca tocaba nuestra puerta.
—Oye, vamos a ir al Blue. ¿Quieres venir? Te invito una copa.
Negué con la cabeza sin levantar la cabeza de mi libro.
—Vamos, Missy.
—Últimamente me has estado diciendo mucho eso.
—Gracias a Dios, ella habla.
—Muérdeme.
—Me estás insultando. Eso debe decir que has vuelto a la
normalidad. Ven con nosotros. Va a ser divertido. Puedes bailar y burlarte
de mí.
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—¿Me dejarás romper una botella de cerveza sobre tu cabeza?
Porque diría que sí totalmente sólo por eso.
—Vamos a salir y ver cómo van las cosas. Podría permitirte darme un
puñetazo, dependiendo de lo borracho que esté.
Nunca había visto borracho a Hunter. Con un par de cervezas, pero
nunca lo había visto fuera de control como la mayoría de la gente se
ponía. Desde que era pequeña, el alcohol me afectaba como un martillo.
Sólo necesitaba una o dos copas, y ya me encontraba en la tierra feliz.
Nunca había visto el atractivo a emborracharse. Hasta esta noche.
—Iré —dije, balanceando las piernas por encima de mi cama y
saltando hacia abajo. Había limpiado el desastre de ropa de esta
mañana, pero encontrar la camiseta correcta iba a hacer otro viaje a
través del fango.
Hunter se quedó mirando el armario. Sabía que mi mente se había
ido.
—Usa la rosa que está a la izquierda —señaló, y vi un trozo de rosa.
Era una camisa que tenía, pero nunca usaba. Simplemente no era
realmente yo. Tawny me lo había regalado hace unos años, y no podía
deshacerme de ella porque no quería hacerla enojar. Tenía una especie
de flor en tela sobre el cuello, y era algo drapeada.
—Y esos ajustados pantalones negros.
—¿Quién eres tú, mi asesor de moda?
—Si ayuda a que te alistes más rápido, seguro. Voy a ser tu asesor de
moda.
Agarró la camisa y la levantó. En realidad, no parece tan mala.
—Estamos listos cuando tú lo estés —dijo antes de irse para que me
cambiara. Iba a ser interesante salir sólo yo y tres chicos. Si fuera un chico,
sería un proxeneta. En realidad no había un equivalente bueno para una
chica.
Decidí dejar mi cabello suelto. Se veía mejor que como lo tenía esta
mañana, lo cual era inusual, pero decidí aceptarlo.
—¿Follable? —dije cuando llegué a la sala.
—Definitivamente —dijo Hunter. Me gustó el aspecto semi aturdido
en su rostro. Dios, me veía todos los días, pero aun así, cuando me ponía
algo agradable no podía decir una palabra. Lo disfrutaba mucho. No te
sucede eso con alguien a quien no le gustas.
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Los otros chicos me sonrieron educadamente. No los había visto
mucho últimamente.
—Está bien, vámonos, chicos. ¿Quién quiere llevar mi bolso, y quien
quiere ser mi puta de bebidas por la noche?
Todos se miraron el uno al otro.
—Broma. Eso fue una broma. No se castraran por hacer eso.
—Llevar un bolso no me castraría —dijo Hunter. Sí, por supuesto.
—Lo llevaría, pero no va con mi atuendo —dijo Dev. Todos se
echaron a reír.
—Lo mismo —dijo Sean cuando nos fuimos.
Tomé cada uno de sus brazos.
—¿Vamos? ¡Para el bar! —me dijo, levantando un puño.
Todos caminaban al unísono, y Hunter se quedó atrás.
—¿Tienes un tercer brazo para mí? —dijo.
—No, lo siento. Puedes tener mi bolso. —Le arrojé mi cartera de
mano negra, y la atrapó.
—Bien hecho. Puedes prepararme mis tragos toda la noche.
—¿Y ellos qué van a hacer? —me preguntó.
—Admirarme y asegurarse de que estoy cómoda, ¿cierto?
—Mis habilidades sólo a su servicio —dijo Dev, apretando mi brazo.
—Supongo que eso significa que estoy de guardia cómoda —dijo
Sean.
—Hombres, ¿son siempre tan fáciles? —les dije.
—Y eso lo dice ella —murmuró Hunter detrás de mí.
—Escuché eso —le dije sobre mi hombro.
—Caminaste directo hacia ello, ¿que se supone que debo hacer?
—Contrólate, hombre bolso.
El ligero escalofrío en el aire hizo que mi piel se estremeciera, y me
hubiese gustado mucho haber traído una chaqueta.
—¿Tienes frío? —preguntó Sean.
—Estoy bien. Ya casi llegamos.
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6
Blue Lagoon se encontraba abarrotado de nuevo. Parecía que todo
el mundo había sido mordido por el insecto de otoño, o tal vez era un
atraso del verano. En el estacionamiento, ya se encontraba unas chicas
vomitando sus tripas en el pavimento al lado de un auto.
—Su trabajo de esta noche, el de todos ustedes, es asegurarse de
que no termine así —dije, señalando a la muchacha, cuyo cabello se
encontraba sostenido por una chica igual de borracha que apenas podía
mantenerse en pie.
—Espera un segundo —dijo Hunter.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Dev.
Todos vimos como se acercó a la muchacha, que se aseguraba de
mantenerse alejada de la corriente de vómito proveniente de la boca de
su amiga.
—No tengo idea —le dije.
Habló con la chica que no vomitaba. Ella sacudió la cabeza y él le
hizo señas hacia mí.
—¿Tienes tu teléfono? Mi batería murió. Y voy a llamar a un taxi. Ellas
no viven en el campus.
—Por supuesto —le dije, pescando el teléfono y buscando el número
de una de las compañías de taxis locales que frecuentaban el campus.
—No sé dónde está mi bolso —dijo la chica que no vomitaba. “Bolso"
salió más bien como “Bolsho.” La otra chica se desplomó sobre el
pavimento, gimiendo.
—Está bien, ya lo encontraras mañana. Vamos a llamar a un taxi,
¿de acuerdo? ¿Sabes dónde vives? —preguntó Hunter.
Ella le dio la dirección y yo se la repetí a la compañía de taxi en caso
de que se les olvidara.
Dev y Sean se pusieron en acción, ayudando a la chica vómito a
entrar para conseguir una toalla de papel húmeda y una taza de agua
para que pudiera limpiarse.
El taxi llegó unos minutos más tarde, y las metimos. El taxista nos
aseguró que llegarían a casa seguras, y se negó a que le pagarán cuando
Hunter sacó algo de dinero.
—No hay necesidad. Una buena acción merece otra —dijo,
señalando a las chicas, y llevándolas a casa. Ellas probablemente no
recordarían el acto de bondad que Hunter les mostró, pero yo sí lo haría.
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7
—¿Todo el mundo listo para entrar? —Tenía muchas ganas de
alejarme del olor a vómito, y mis dientes comenzaban a castañar.
—¿Qué pasa con las chicas y no tener abrigos? —dijo Hunter.
—Bueno, no tenía previsto este momento aleatorio de buen
samaritano.
—Nunca lo tenemos —dijo, caminando hacia la puerta. Vimos un
guardia diferente esta vez, pero también conocía a Hunter. Sin duda era
un hombre popular. Mi identificación falsa fue apenas examinada antes de
que me dejaran entrar.
—Una chica, tres hombres. Demonios —dijo.
—Estos son mis juguetes —le dije, sintiéndome audaz. Dios, ni siquiera
había tomado un trago todavía.
—¿Necesita uno más?
—Quizás. Te lo haré saber —dije con un guiño, mientras me iba
pavoneando mis caderas.
—¿Estás segura que aún no estás borracha? —dijo Hunter, con el
rostro un poco sorprendido por mi descaro.
—Ebria de vida, Hunter. Ebria de vida.
***
Una hora más tarde ya había bebido copa y media, y me estaba
divirtiendo mucho con los chicos. Nos sentamos en un extremo de la barra
y estábamos ocupados viendo el caos que nos rodeaba. Hunter se
encontraba a mi lado, y creo que no era mi imaginación que a cada
momento sentía su mano en alguna parte de mi cuerpo. Mi espalda, mi
hombro, mi cintura. Estaba demasiado fuera de mí por el ron y cola como
para molestarlo.
Además, me sentía bien, ya que había visto lo preocupado que
había estado por esas chicas borrachas.
Hoy había actuado como un idiota, pero también había sido dulce y
adorable con Harper. Eran como dos guisantes en una vaina. Ella era una
chica un poco extraña, pero él la entendía.
—¿Quieres bailar? —dijo en mi oído.
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8
Sabía que mi cara se encontraba roja por el alcohol, pero se puso
más roja y más caliente con él detrás de mí.
—Seguro.
Me sentía un poco insegura cuando me bajé de mi taburete, pero
podía caminar bien. Dev y Sean estaban ocupados charlando con dos
chicas que habían visto al otro lado del salón y se encontraban al acecho.
No creo que se fueran a sus departamentos esta noche.
—Voy a emborracharte con más frecuencia. Estás muy obediente
hoy —dijo Hunter.
—No estoy borracha Hunter. —Realmente no lo estaba.
Apenas sonó agradable. Nunca había estado borracha antes. No
parecía como una cosa que me gustaría hacer.
—Todavía no. Sólo tengo que conseguir que tomes un par de copas
más y entonces estarás desmayada en mis brazos.
—Como sea.
Tomé su mano y lo llevé a la pista de baile, que, sorpresa, se
encontraba llena. Golpeé y empujé hasta que encontré un poco de
espacio. Hunter vino conmigo, haciendo su propio lugar. Empecé a
moverme, pero Hunter me detuvo.
—Oh no, no te traje aquí a bailar así, por mucho que me encantaría
verte hacer eso con tus caderas. —Me dio un tirón para acercarme,
envolviendo sus manos alrededor de mi cintura y arrastrándolas desde mi
espalda hasta mi trasero. Cuidado, señor.
—Quiero bailar —dijo, empezando a moverse—, de esta manera.
Quiero bailar como si fuéramos la misma persona.
—Creí que no te gustaba.
—No me gustas —musitó, y luego cerró los ojos por un momento.
Antes de abrirlos de nuevo y mirarme fijamente—. Baila conmigo. Sólo baila
conmigo.
Entonces lo hice.
Bailamos durante lo que parecieron horas. Hunter me dejó por un
momento y volvió con otra copa, que yo de alguna manera equilibraba
mientras bailábamos. Mi cuerpo se sentía líquido, pesado y suave. Hunter
tenía otra bebida y parecía estar perdido. Como ese momento en su
habitación cuando habíamos sido las únicas dos personas en un planeta
que había sido detenido.
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9
Sus manos estaban sobre mí, las mías puestas en él, los dos
sudábamos y respirábamos con dificultad, y la música hacía que me
doliera la cabeza y me golpeaba en el cráneo, haciendo que todo fuese
demasiado y no suficiente a la vez.
Con el tiempo comenzó hacer demasiado calor y empecé a
alejarme para tomar un descanso. Hunter me siguió, y fue como si la
burbuja en la que habíamos estado bailando se reventara.
—¿Quieres otra copa?
—Un poco de agua estaría bien —le dije, abanicándome.
Dev y Sean habían venido a decirnos que se irían a una fiesta en una
casa con las dos bellas damas cuyos nombres no podía recordar en este
momento. Me encontraba abandonada en mi momento de necesidad.
Hunter volvió con un vaso de agua, con una rodaja de limón para mí
y otra cerveza para él.
—¿Cómo te sientes?
—Bien —le dije.
—¿Estás lista para irnos pronto? —Todavía era temprano.
—¿Por qué, a dónde quieres ir?
Se encogió de hombros. Sí, el momento de baile había terminado.
Cada uno de nosotros tomó un sorbo de nuestras bebidas en silencio.
—Aún no me gustas —dijo de pronto—. A pesar de todo esto. —
Movió su mano. Supuse que indicaba la expresión vertical del deseo
horizontal que habíamos estado teniendo sólo unos minutos atrás. Volvimos
a caminar esa línea fina entre compañeros de habitación y... lo que sea.
Hunter bebió su cerveza, y bebí mi agua. Estábamos sentados en el
mismo bar, pero era como si estuviéramos sentados uno frente al otro con
el Gran Cañón entre nosotros.
Hunter terminó su cerveza y pidió otra. Ya iba por su quinta o sexta,
no podía recordar. Nunca lo había visto beber con tanta libertad. Me
senté y jugueteé con mi teléfono, bebí mi agua y observé a los otros
bailarines. Hunter no quiso hablar conmigo, a pesar de que lo intenté un
par de veces.
Después de que terminó su bebida más reciente, le dije que estaba
lista para irme. No había vuelto a ser la noche de diversión que esperaba.
Los recuerdos de Hunter y el baile crepitaban en mi mente, fijándose en mí
como fuego.
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0
Caminamos de regreso a nuestro apartamento lentamente, tratando
de no tropezar con nuestros pies inestables.
A él le iba tan mal como a mí. Cuando llegamos a nuestro
departamento, Hunter se estrelló en el sofá. Me senté en el sillón, tirando los
pies hacia arriba y apoyé la barbilla sobre mis rodillas.
—¿Estás enojado conmigo?
—¿Qué? —Era como si acabara de recordar que estaba allí. Como si
hubiera estado en trance.
—¿Estás enojado conmigo? Apenas me has dirigido una palabra en
toda la noche.
—No todo se trata de ti, Taylor —espetó.
—Ya lo sé, imbécil. ¿Por qué no quieres hablar conmigo? Algo
obviamente te está molestando. Tengo una idea que tiene que ver con tu
reunión secreta con el misterioso Joe. ¿Me estoy acercando?
—No tienes ni idea de lo qué estás hablando —dijo, con ojos fríos
como el acero.
—Entonces ilumíname. No tienes que guardártelo todo.
—Quizá sí. Ya te he dicho que no quieres saber la verdad, así que no
voy a decírtela.
—No me digas lo qué debo y qué no debo hacer, Hunter Zaccadelli.
No sabes nada sobre mí.
Cerró los ojos, como si estuviese intentando recobrar la compostura,
o rezando por paciencia.
—Sueles escuchar a Pistol Annies cuando estás enojada, por lo
general conmigo. Reconozco tu risa falsa de la real. Tienes una gran
carcajada, por cierto. Sé cuáles camisas son tus favoritas, porque son las
primeras que te pones luego de que lavas la ropa. Lames tu labio inferior
cuando intentas concentrarte en la lectura de un libro de texto. Lloras
durante los comerciales de animales maltratados cuando crees que nadie
está mirando. Así que no, no te conozco en absoluto.
—Eso no significa nada —susurré.
—Significa algo.
—Pensé que no te gustaba.
—No quiero que me gustes. —Se levantó y se agachó delante de mi
silla tan rápido que casi salté—. ¿Qué tiene que ver contigo? ¿Son tus ojos?
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¿Tu sonrisa? ¿Esa risa sexy? ¿La forma en que no aceptas mi mierda? No sé.
Todo lo que sé es que no me gusta. No me gusta.
Acercó su cara hasta la mía. Su aliento olía ligeramente a cerveza,
pero más como él. Ese olor picante que se aferraba a él.
—No me gusta —susurró contra mis labios. Ellos casi se tocaban.
Casi...
Pero se retiró.
Había tenido suficiente. Si no besaba a este chico aquí mismo, ahora
mismo, me iba a morir. Cerré mi mano en la parte posterior de su cabeza y
tiré de su cabeza hacia la mía. Basta de hablar. Hora de los besos.
Nuestros labios se encontraron y eso fue todo. Toda nuestra
resistencia se desmoronó y, de repente, estaba siendo echada hacia atrás
cuando Hunter intentaba devorarme no muy gentilmente. Aterrizamos en
el suelo cuando el sillón se volteó hacia arriba.
—Ow —dije contra su boca.
—Hm —dijo, ignorando el hecho de que el sillón estaba de abajo
hacia arriba y que nos encontrábamos en el piso. Me agarró y me rodó
sobre mi espalda, por lo que ahora estábamos libres de la silla que había
saboteado nuestro beso.
—No me gusta esa silla —dijo mientras me besaba mi rostro y mi
cuello. Froté las manos de arriba y abajo por su cabeza, amando la
sensación de hormigueo de su pelo corto contra mis palmas. Tenía un
poco de barba en su cara, y podía sentir que raspaba mi piel hipersensible.
Me mordió el lóbulo de la oreja, y me reí porque hacía cosquillas.
—¿De qué te ríes?
—Cosquillas —fue la única palabra que pude formar antes de que
sus labios estuvieran en los míos de nuevo, y luego su lengua dentro mi
boca. Besar a Hunter no se parecía a nada que hubiese experimentado
antes. Era terrible y maravilloso al mismo tiempo. Estaba demasiado,
demasiado cerca, su boca era demasiado exigente. Nunca me habían
besado así antes, con pura e inalterada necesidad.
Ningún hombre nunca me había besado como si su salvación
dependiera de ello. Hunter me besó como si fuera al infierno, como si éste
fuese su último beso y quisiera sacarle provecho.
—Eres tan hermosa —dijo cuándo se retiró para tomar aire por un
segundo. Estaba teniendo problemas con eso mismo.
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En lugar de contestar, extendí mi mano hasta sus labios. Quería
besarlo mucho más de lo que quería el oxígeno.
El sonido de la puerta al cerrarse sonó como a kilómetros de
distancia, pero luego una voz dijo—: Bueno, hola por allí.
Hunter y yo levantamos la mirada para encontrarnos con la irritada
cara de Renee.
—Ya era hora.
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Traducido por Danny_McFly
Corregido por Annabelle
A
l parecer Renee había tenido una pelea con su madre y
había decidido regresar al apartamento el sábado en lugar
de quedarse en casa. Nos había enviado mensajes de texto
para hacernos saber, para que no nos asustáramos de encontrarla allí,
pero ninguno de nosotros había estado prestando atención a nuestros
teléfonos. No le habíamos prestado atención a nada de nada que no
fueran los labios del otro.
Hunter y yo nos habíamos alejados uno del otro, sin aliento y todavía
llenos de la energía del beso. No estaba segura de si alguna vez iba a
recuperarme de este tipo de beso explosivo.
—¿Qué pasó con el sillón? —preguntó Renee.
Por alguna razón, miré por encima de Hunter, que se encontraba de
espaldas en el suelo, mirando hacia el techo. Me miró a los ojos y sonrió.
Los dos nos echamos a reír y una vez que empezamos, no pudimos parar.
—Está bien, entonces. Me voy a la cama. Ustedes pueden, em... sí.
Sólo no sean demasiado ruidosos. Realmente no quiero escuchar nada.
¿Saben qué? Me voy a poner tapones para los oídos. Adelante.
Corrió a su habitación y cerró la puerta.
Hunter y yo nos tumbamos de espaldas, preguntándonos qué
demonios acababa de pasar.
—Sólo porque te haya besado no significa que me gustes. Todavía
no me gustas.
—Sí, porque me beso con chicos que no me gustan todo el tiempo.
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—Te dije que no salía con chicas que me gustaban. Así que ahí lo
tienes. No me gustas.
—Tiene una muy extraña forma de demostrarlo, Sr. Zaccadelli.
—Usted tiene unos deliciosos labios, señorita Caldwell.
Y me besó. Tan deliciosamente que no pude recordar por qué nos
habíamos dejado de besar. Oh, cierto. Renee había entrado. Oops.
De alguna manera tuve la oportunidad de levantarme por mi propia
cuenta del suelo e ir al sillón. Hunter estaba todavía en el suelo, con los ojos
cerrados y su mano frotando círculos sobre su tatuaje.
—Me voy a la cama —espeté.
Era tarde y estaba cansada. Por supuesto, si él quería seguir
haciéndolo, encontraría la energía en alguna parte.
Oh mi Dios. Besé a Hunter.
La realidad cayó sobre mí, y corrí hacia el baño. No iba a vomitar,
pero así me sentía.
No se suponía que debía estar besándome con Hunter. No se
suponía que debía estar besándome con nadie.
Recargué mis manos sobre el lavado y miré mi cara en el espejo. Me
sorprendí al encontrar que mis labios no se encontraban magullados. Se
sentían como si hubiesen sido devastados por él. Mi cabello había
conseguido desordenarse, de alguna manera. Parecía como si hubiera
tenido una noche difícil.
La tuve.
Encendí el agua fría y me lavé la cara. Quería tomar una ducha,
pero no sabía si tendría la energía suficiente. De repente, me encontraba
muy, muy cansada.
Fui al otro lado del pasillo hasta el dormitorio. Hunter estaba en la
sala de estar con el Xbox prendido. Una vez que estaba sola en la
habitación, me puse mi pijama y me metí en la cama. Las sábanas frescas
no fueron suficientes para calmar mi piel febril. Estaba ardiendo, pero no
por enfermedad. Ardía por otra cosa. Metí mi aparato en la boca y agarré
un libro.
Mi cerebro no se centraba en las palabras. Mi cerebro no se
centraba en otra cosa más que en recordar la forma en que Hunter me
había besado, como si fuéramos las últimas dos personas en la tierra y
fuera hora de nuestro último beso. Mi cerebro no se centraba en la manera
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en que dijo que mis labios eran deliciosos y en cómo me había dicho que
era hermosa. No se centraba en todo menos el tacto de sus manos sobre
mi cuerpo, como si quisiera tocar cada centímetro de mí.
Negué con la cabeza, pero eso no ayudó. Apagué la luz y me puse
mi iPod, subiéndole volumen hasta el tope, así tal vez mi cerebro no se
distraería. De alguna manera ayudó, y el dolor en mis oídos servía por lo
menos como distracción.
Una hora más tarde, escuché cómo Hunter entraba en la habitación.
Tropezó alrededor, quitándose la ropa con menos gracia de la normal.
Tenía la sensación de que todavía se encontraba un poco intoxicado.
Suspiró ruidosamente cuando se metió en la cama.
—¿Qué has hecho conmigo, Missy? —susurró, pensando que estaba
dormida.
¿Qué me había hecho él a mí? Esa era la pregunta.
Me había destrozado. Me rompió en un millón de pedazos. Y ahora,
tenía la esperanza de que fuera capaz de volver a juntar los pedazos.
***
—¡No! ¡No!
Un grito me despertó más tarde esa noche. Hunter tenía otra
pesadilla, esta vez violenta. Estaba como loco, y tenía miedo de que se
fuera a caer de la cama y se lastimara.
—¡Hunter, Hunter!
Golpeé su hombro. No era fácil despertarlo cuando tenía una
pesadilla. Tomó tres golpes más antes de que sus ojos se abrieran y me
mirara parpadeando, con el pecho agitado.
—Estabas teniendo una pesadilla —le dije mientras luchaba por
recuperar el control—. ¿Estás bien? ¿Quieres hablar de ello?
—No.
—¿No, no estás bien, o no, no quieres hablar de eso?
—No a los dos.
Tomó varias respiraciones lentas. Me sentí estúpida allí de pie.
—Está bien, entonces. Voy a volver a la cama.
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Me giré, pero tomó mi brazo para detenerme.
—No lo hagas. ¿Te quedarías conmigo? Yo sólo... por favor.
—¿Quieres que duerma contigo? Diablos, no.
—No estoy hablando de eso, Missy. Sólo quiero que te acuestes
conmigo. Sólo cállate y pásame mi bóxer.
Así lo hice y evitó mis ojos mientras lo deslizaba sobre sus caderas.
—Olvídalo. Sólo vete a la cama.
—No, no. Está bien.
La idea de tener los brazos de Hunter a mí alrededor era a la vez
algo que quería y algo que me daba miedo. Sus ojos se encontraron con
los míos en la oscuridad.
—¿Te quedarás conmigo? Creo que voy a dormir mejor. Te juro que
no te haré daño.
Levantó las mantas y me subí. La cama era pequeña, pero Hunter se
movió de modo que su espalda estaba contra la pared, así que tenía
suficiente espacio de mi lado, con mi espalda hacia él. Tiró de las mantas
hacia arriba.
—Buenas noches.
—Buenas noches —susurré.
Intentaba tocar lo menos posible, lo cual era casi imposible en la
pequeña cama. Tomé una respiración profunda y me acerqué más a él. Oí
una inhalación brusca antes de que mi espalda se encontrara con su piel.
Su brazo se acercó y me acunó. Estábamos en la burbuja de nuevo. El
mundo podría terminar y aún estaría aquí, así.
—Buenas noches, Missy —susurró en mi pelo.
Buenas noches, Hunter.
***
Me desperté en la mañana con mi cara apretada contra el pecho
de Hunter. De alguna manera en la noche había girado así que nos
encontrábamos cara a cara. Su mentón estaba encima de mi cabeza y su
brazo alrededor de mi espalda, sosteniéndome cerca. Uno de nosotros
había quitado la manta, y nuestras piernas se envolvieron alrededor de la
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otra, como si de alguna manera nos hubiéramos torcido y hubiéramos
convertido en una sola persona durante la noche.
Sabía que debía moverme. Sabía que mis piernas no debían estar
envueltas alrededor de él. Que sus brazos no deberían estar cerca de mí y
que no debería sentirme como si estuviera exactamente donde se suponía
que debía estar por primera vez en mi vida.
Hunter se movió un poco, así que sabía que se estaba despertando.
—Hola —dijo.
—Hola.
—¿Cómo sucedió eso?
Deduje que se refería a nuestra posición actual.
—No lo sé.
Ninguno de los dos se movió. Su mano comenzó a hacer círculos
perezosos sobre mi espalda.
—Me gusta despertar contigo en mis brazos —susurró, inhalando el
olor de mi pelo. Se veía tan vulnerable. Tan dulce. Sonrió, y sentí como si mi
corazón fuera a explotar. Esto no podía suceder.
Me aparté de él.
—Bueno, esta es la primera y última vez. Mi cama es más cómoda.
Me di la vuelta para poder levantarme de la cama. Me sostuvo por
un momento, pero luego me dejó ir. La burbuja estalló.
—Pero no me tienes en ella.
—Exactamente. Lo que significa que duermo mucho mejor.
No había tenido la mejor noche de sueño con Hunter, pero el
despertar envuelta en él había más que valido la pena. Si sólo hubiéramos
tenido una cama más grande.
No. No iba a dejarme ir allí. Esto no iba a continuar. No lo podía
permitir. Los besos y eso llevaban a otras cosas.
Salí de la cama de Hunter y estiré mis brazos, sintiendo como un
pedacito de felicidad se había roto y caído al suelo. Lo dejé allí, entre mis
ropas y libros, y me fui al baño a tomar una ducha.
Hunter y yo no estuvimos alrededor del otro por el resto del día. Él
salió a jugar Ultimate Frisbee con Dev y Sean en la tarde, y yo decidí que
necesitaba un poco de terapia de compras, así que llamé a Megan.
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8
—¿Tiempo de chicas? ¿Necesitas preguntar? —dijo.
La recogí en su apartamento, que tenía un montón de basura en el
patio y vasos de plástico vacíos ensuciando el porche.
—Los muchachos tuvieron un reventón anoche. Estoy cansada de la
limpieza.
—Me parece increíble.
Echó un vistazo a mi cara. —Bueno, ¿qué pasó? Tienes la mirada más
extraña en tu rostro.
—Hunter me besó.
—¡¿Qué?! ¿Lo besaste de vuelta?
—Se podría decir eso.
—¡Lo sabía! —gritó mientras salía a la calle principal—. ¿Cómo fue?
¿Estuvo bien? Apuesto a que él sabía lo que hacía.
Oh, cómo sabía. —Hay más.
—No hiciste...
—No. Pero conocí a su familia y como que dormimos juntos anoche.
Como, en la misma cama. Sin sexo.
Sacudió la cabeza de lado a lado. —Maldita sea. Te mueves rápido.
—No es así, Meg.
Rodó los ojos. —Entonces, ¿qué se siente? Porque por lo general
cuando besas a alguien, conoces a sus padres y duermes en su cama,
significa que te gusta.
—No me gusta.
—Pero no te disgusta.
—Esa es una doble negación.
—Estás desviándote.
Hunter habría dicho lo mismo.
—Sabes que no puedo acercarme a alguien así.
—No es que no puedas. Es que no lo harás. Esas son dos cosas
diferentes, Taylor.
—No para mí. Yo sólo... sólo no puedo. Cada vez que pienso en ello,
lo único que recuerdo es esa noche y lo que pasó.
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9
—No debes permitir que una noche defina el resto de tu vida. No vas
a superarlo, nadie lo haría. Pero no puedes dejar que dicte quién eres y si
puedes amar a alguien. Eso es justo dejarlo ganar.
Megan no comprendía. No había estado allí esa noche. No había
visto esa cara. No había visto mientras él... No le había oído decir que me
iba a matar si alguna vez contaba algo. No tenía recuerdos oscuros que
afectaron todos los días de su vida. Entonces, ¿quién era ella para decirme
cómo lidiar con ellos?
—Él no ganó. Está en la cárcel.
—¿Por cuánto tiempo?
—Un tiempo.
Otros dos años, para ser exactos. En el momento en que saliera, yo
estaría lista por si él venía por mí. No sería una víctima dos veces. Lo que
me recuerda, no había asistido a las clases kickboxing en algunos días.
Tendría que hacer un mayor esfuerzo para llegar a las clases.
—¿Qué vas a hacer cuando salga?
—Estar lista. Si viene por mí, entonces que así sea. No va a salir vivo.
—Realmente no lo matarías.
—Sí, lo haría.
Puedo decir esto sin temor ni reservas. Él no merecía vivir. Nunca le
va a hacer daño a nadie más, si tengo algo que ver. Yo era demasiado
joven cuando sucedió, pero ya no era una niña.
—Eso me asusta, Tay.
Me encogí de hombros. Nunca dije que fuera una santa.
Cambié de tema lo más rápido que pude, pero seguía viendo cómo
Meg me observaba. Como si yo fuera a sugerir ir a una tienda de artículos
deportivos y fuera a comprar un arma de fuego en ese mismo momento.
Oh, tenía planes para eso. Iba a pedir clases de tiro para la Navidad de
parte de Tawny. Tenía una pistola de perdigones, pero quería aprender a
usar un arma adecuada. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.
El día no fue una pérdida total, ya que revoloteábamos de tienda en
tienda en busca de ofertas y probábamos los pendientes y lociones de
prueba.
—¿Qué piensas de este?
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0
Me tendió su muñeca para que la oliera. Era picante y dulce, como
el pastel de calabaza. Yum.
—¿Vomito de calabaza?
—Maldición, muy cerca. —Compró tres botellas.
—Entonces, ¿qué fue de su familia?
—Bueno, sus padres murieron así que vive con su tía y su tío en esta
casa más que enorme. Luce como una mansión pero al doble de ancho.
—Estás bromeando.
—Ojala lo estuviera. Ese candelabro debe ser una perra para limpiar.
—¿Había un candelabro?
—Y una gran escalinata y un foso, y un huerto de manzanas en la
parte posterior. Tenía las obras.
—¿Habían criadas?
—No que haya visto, pero podría haber sido su día libre. Te lo estoy
diciendo, era enorme. Tenía miedo de respirar.
—¿Por qué no le tomaste fotos?
—No se me pasó por la mente —le dije mientras nos formábamos
para comprar batidos.
—Entonces, ¿quién más estaba allí?
Le hablé de Harper y la relación de Mase y Darah. No mencioné a
Joe o el espionaje. Por alguna razón, no podía compartirlo con nadie. Ni
siquiera Megan.
—Deberías casarte con él. Entonces podrías ser una esposa trofeo y
tener tu propio reality show —dijo mientras ordenaba su batido.
—No soy trofeo para un hombre —le dije, ordenando uno de piña
con mango.
—Sabes que eso no es lo que quise decir —dijo Megan.
—Lo sé. Creo que aún estoy todavía aturdida por todo.
—Y con razón.
Caminamos con nuestros batidos un poco más. Fui a la librería para
ver si tenían el nuevo libro que esperaba. Tenían una copia a la izquierda,
e hice un baile feliz en el pasillo mientras lo cogía, vertiginosa.
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1
—Gracias por el tiempo de chicas. Tenemos que hacer un día de
belleza pronto —le dije, dándole un abrazo.
Aún me encontraba drogada de felicidad por mi libro, así que no me
importó un poco de cariño.
—Llámame. Ya sabes, si necesitas hablar. En cualquier momento.
—Gracias, Meg. Nos vemos luego.
—Adiós.
Cuando llegué, Darah y Renee se encontraban enfrascadas en una
conversación.
—Tú, derrámalo —dijo Renee—. He estado muriendo por hablar
contigo todo el día, pero tuve una estúpida sesión de estudio.
Mierda. No iba a poder salir de esto. Renee tenía esa mirada
enloquecida en los ojos como cuando había estado estudiando durante
diez horas seguidas e ingirió demasiada cafeína, o que había estado
jugando demasiado Skyrim. No me gustaba esa mirada.
—Nos besamos —le dije, sentándome en el sillón. Oh, ese sillón... Me
levanté y me senté en el extremo del sofá, junto a Darah.
—Ya era hora. Ustedes dos han estado bailando alrededor del otro
desde el primer día. Entonces, ¿cómo fue? —Renee puso su cabeza entre
sus manos, como si estuviera esperando un chisme jugoso. No iba a
suceder.
—No lo hicimos.
—¿No lo hicieron? ¿Así que me acosté con mis tapones de oídos
para nada? Entonces, ¿cuál fue el griterío que me pareció oír?
—Eso no fue nada. Bueno, nada sexual.
—¿Tú no has hecho nada?
—No.
—¿Nada? —Renee parecía realmente decepcionada.
Darah estudiaba mi cara de una manera que no me gustaba.
—Parecía como si estuvieran pasando un buen rato ayer —dijo
Darah.
—En su mayor parte. Harper es adorable.
—Lo sé. Ella es tan dulce. Mase y yo estamos pensando en llevarla a
Funtown antes de que se cierre. Sus padres no quieren que vaya, ya sabes,
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porque no puede subir a la mayoría de las atracciones, pero Mase ya
llamó y pueden hacer arreglos para algunos de ellos. Es tan considerado.
—Ella sonrió.
—Lo es.
Eso me recordó a Hunter cuidando de las chicas borrachas de
anoche. Esperaba que llegaran a casa a salvo.
—¿Así que me estás diciendo que no tuvieron sexo? —Renee no
quería dejarlo ir. Estaba hambrienta de romance desde que ya no tenía
uno propio.
—No.
—Estoy segura de que pronto lo harán. Una química así no se puede
negar por mucho tiempo. Tarde o temprano. Boom.
El beso había sido bastante boom. No me podía imaginar algo
siendo más intenso que eso.
—No es así.
—Uh, sí lo es.
—No me gusta decir que tiene razón, pero Renee está en lo correcto
—dijo Darah.
—¿Por qué odias decir que tengo razón?
—Porque por lo general estás mal cuando se tratan de cosas como
estas.
—¿Cosas como qué?
—Relaciones. No es algo malo. Sólo que parece que piensas más
con la cabeza que con el corazón a veces. No es algo malo —dijo,
tratando de sonar como si fuera un cumplido en lugar de un insulto.
—Lo que sea —dijo Renee, agitando fuera el insulto—. ¿Así que
ustedes ya han hablado de eso?
—No. Voy a evitar hablar tanto como sea humanamente posible. No
puedo involucrarme con él. Si lo hiciéramos, y luego se termina, uno de
nosotros tendría que irse.
—¿No es eso lo que quieres?
¿Lo era? Había estado tan segura de que la solución a mis
problemas era que Hunter se mudara. Si él no estuviera aquí, no lo vería
todo el tiempo. No pensaría en él todo el tiempo. No lo querría todo el
tiempo.
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—Cariño, si se va, eso no va a cambiar tus sentimientos. Todavía vas
a querer saltar a sus huesos si vive aquí, o en Istanbul —dijo Renee.
—¿Qué hay de Istanbul? —dijo Hunter al abrir la puerta.
—Hablábamos de lo maravilloso que sería visitarlo —dijo Renee, sin
perder el ritmo—. Siempre he querido ir allí.
—Uh huh —dijo Hunter.
Vi que tenía bolsas de compras en sus brazos.
—¿Tienes tu auto? —le pregunté.
—Sí, fue un problema con la correa. Tengo ingredientes para tacos si
alguien quiere un poco.
—Pero no tenemos sombreros o margaritas —dijo Renee.
—Uh, no —dije.
—No podemos tener una noche de tacos sin esas cosas. Son
esenciales. —Renee se levantó y agarró su bolso.
—¿Quién viene conmigo en una misión sombrero y margarita? —Le
dio una mirada mordaz a Darah, que también se puso de pie.
—Yo voy —dijo Darah.
Renee trataba de darme una mirada sutil, pero no funcionó
realmente. Más bien, parecía que sufría.
—Yo te ayudo con los tacos —le dije a Hunter, con un suspiro y
levantándome del sofá. Supongo que Hunter y yo íbamos a tener que
hablar más pronto que tarde gracias a la interferencia de mis compañeras
de habitación.
—Compré esa cosa de carne falsa para ti —dijo, tirando de ella
fuera de la bolsa de compra.
—Gracias. —También me había conseguido botellas de arándano y
cal del agua seltzer a las que yo era adicta.
Ambos guardamos silencio mientras nos deshacíamos de las bolsas,
poniendo las cosas sobre el mostrador. Tomé la iniciativa y comencé a
trabajar en las verduras, mientras que Hunter tenía dos platillos que iban
con la carne y las cosas falsas para cocinar.
—¿Así que vamos a hablar de lo de anoche? —dijo mientras agitaba
cada sartén con dos cucharas de madera diferentes. Era tan considerado
al intentar mantener las dos carnes separadas.
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—No lo sé —le dije, lavando un pimiento en el fregadero. Estábamos
tan cerca que tropecé con él un par de veces—. ¿Quieres hacerlo?
—¿Qué tal si hablamos sobre el hecho de que digas que no te gusto,
pero me besas y luego duermes conmigo?
—Primero que nada —le dije, limpiando la pimienta vigorosamente
con una toalla de papel y pasando a un segundo—, tú eras el que iba a
besarme. Yo sólo hice que sucediera más rápido. Y en segundo lugar, tú
me pediste que durmiera contigo. Estaba preocupaba de que tuvieras
otra pesadilla que iba a hacer que te cayeras de la cama. Cuidaba tu
seguridad. —Me moví a la tabla y comencé a cortar.
Resopló mientras removía la carne y la no carne.
—Sí, por eso me desperté con tus piernas y brazos, y todo tu cuerpo
envuelto alrededor del mío como un pulpo.
—Tú viste que eso no estaba en mente.
No respondió por un segundo, así que me le quedé viendo.
—No fui yo —dijo en voz baja.
—Yo tampoco. —Los dos nos quedamos pensando en eso durante
un segundo.
—¿Y ahora qué? —dijo.
—¿Qué quieres decir?
—¿Qué hacemos ahora? No podemos ser sólo compañeros de
cuarto.
—Dijiste que yo no te gustaba.
—No me gustas. No me gusta la forma en que tu cabello huele, y
cómo no puedo dejar de pensar en despertar y ver tu cara. Odio como mi
cama se sentía vacía cuando te fuiste. No me gusta lo bien que
estábamos con mi familia, especialmente con Harper, y cómo quería verte
de nuevo con ellos, pero no sólo como invitada. Sino como un miembro.
Tienes razón. No me gustas en absoluto.
—¿Cuando cambiaste de opinión?
—Mi opinión nunca cambió. Te he deseado desde el momento en
que abrí la puerta y tenías esa mirada aturdida en tu rostro. Sólo me tomó
un tiempo para admitirlo. ¿Por qué negarlo ahora? Es lo que es y no va a
cambiar.
—Oh.
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—Esto no significa que voy a ser amable. Todavía voy a ser un
imbécil. Voy a ser un imbécil que se disculpe y te lleve flores para decir que
ha sido un idiota.
—Chocolates —le dije.
—¿Qué?
—Prefiero comer chocolate cuando te disculpes.
—Chocolate será. —Sonrió—. ¿Significa eso lo que creo que
significa?
—No. Sólo significa que si llegas a traerme chocolate cuando seas un
imbécil. Voy a pesar 136 kilos. —Concentré mi atención en los pimientos.
No podía pensar en la declaración de Hunter de... lo que fuera.
Los pasos acercándose no me hicieron mirar hacia arriba.
—Taylor, mírame. Por favor. —Demonios. Si tan sólo no hubiera dicho
por favor.
—No puedo prometer que no te volveré loca. No puedo prometer
que no vaya a hacerte daño. Todo lo que puedo prometer es que te
quiero en mi vida, y voy a hacer cualquier cosa para mantenerte allí.
—¿Qué pasa con la apuesta?
—Sigue en pie. Una apuesta es una apuesta. Simplemente, el precio
es un poco mas alto ahora, eso es todo.
—Así que si te pido que te vayas, ¿lo harías?
—No. Este es mi apartamento, tanto como lo es tuyo. Sólo voy a salir
bajo tres condiciones. La pelota está en tu tejado. Yo me atengo a mi
palabra. Y no me quiero ir. Irme significaría que no podré verte todo el
tiempo, y no quiero eso.
Tragué saliva e intenté ordenar mi mente dispersa. Sí, me gustó
despertar junto a Hunter. Mucho, mucho más de lo que debería. Por el otro
lado, no podía estar más cerca de él. Eso sólo daría lugar a cosas que no
podía enfrentar. Yo no era una chica despreocupada que podría saltar en
una relación. Tenía demasiado equipaje conmigo. No lo podía llevar por
mí misma, y mucho menos ponerlo en otra persona.
Estaba jodida. Mucho más de lo que podía imaginar. Si bien es cierto
que Hunter tenía su propio secreto, no parecía ser una carga en él como
era en mí. Lo llevaba como uno de sus tatuajes, una parte de él, pero no
una parte dominante. Megan tenía razón, una noche me definía. Lo hacía
desde que tenía doce años. No iba a cambiar de la noche a la mañana.
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Si se acercaba, se iba a quemar. O peor aún, no le gustaría lo que
encontrara. No podía dejar que eso sucediera.
—Desearía que nunca te hubieras mudado —dije, dando un paso
atrás y mirando a los pimientos.
Tomó todo mi esfuerzo no lanzarme sobre él, para besarlo, para
decirle que le quería.
Porque decir que no lo hacía era la mentira más grande que jamás
habría dicho.
Quería a Hunter Zaccadelli más de lo que nunca había querido
nada.
Mis manos temblaban tanto que el cuchillo se me deslizó.
—¡Mierda!
—Aquí, colócalo bajo el agua. —Hunter me arrastró hasta el lavabo,
poniendo mi dedo sangrado debajo del agua. El corte no era profundo,
así que arranqué mi mano lo más rápido que pude.
—Gracias, creo que puedo manejarlo. De alguna manera he
sobrevivido casi veinte años de mi vida sin tu ayuda, muchas gracias.
—Si es así como lo quieres.
—Sí.
No, no, no.
Volvió a la carne para tacos y la no carne, y me fui de nuevo a las
verduras. No volvimos a hablar hasta que Darah y Renee regresaron con
sombreros y sus mezcla de margaritas, y Mase, Dev, Sean y algunos otros
de todo el dormitorio.
Me sentí aliviada de que Hunter y yo teníamos un amortiguador de la
gente que nos separaba. No sabía lo que iba a hacer esta noche. En
nuestro cuarto oscuro, tranquilo, con sólo nosotros dos, yo era vulnerable.
Era mucho más probable que cambiara mi opinión bajo la influencia de
grandes trozos de piel expuesta de Hunter y la facilidad de deslizarme bajo
las sábanas y dormir con él de nuevo.
Hubiera sido tan fácil.
Hunter se fue a la cama temprano, y para el tiempo en que yo
estaba lista, se había vuelto de espaldas a mí con la luz apagada. Ni
siquiera dijo buenas noches.
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Traducido por Macasolci
Corregido por Melky2012
M
e evitó al día siguiente, incluso en el trabajo. Teníamos tres
carros de documentos y cosas que re ordenar en las
estanterías cerradas, lo que significaba que íbamos a estar
solos allí arriba por horas. Por suerte, llevé la radio y la prendí tan pronto
como rodamos los carros, Dolly y Daisy y Dulcie, fuera de los ascensores.
Uno de los otros trabajadores estudiantes había nombrado todos los carros
y les había puesto pequeñas caras de vaca.
Entendía la obsesión de nombrar objetos inanimados. Prueba A:
Sassy, mi auto.
Él agarró a Dolly, que tenía el principio del alfabeto, así que yo
agarré a Dulcie, que estaba al final. Tendríamos que trabajar juntos
cuando llegáramos a Daisy, pero tal vez no llegaríamos a eso hoy, y luego
uno de los otros trabajadores estudiantes lidiaría con ello.
Terminé mi primer carro más rápido de lo que me hubiera gustado.
Había muchos libros grandes en él que tenían justo el número de fila
correcto, así que me senté allí con el carro vacío. Podía oír a Hunter
trabajar silenciosamente, pero no sabía si había terminado. Dios, qué
bebé. Sé fuerte.
Llegué al carro justo cuando Hunter lo hizo. Por supuesto.
—Vamos —dije, arrastrando el carro hacia el pasillo a la derecha.
Comencé a agarrar las cosas y ponerlas en los estantes. Estaban
relativamente en el lugar correcto. Una mano se extendió para
detenerme.
—Sé que dijiste que no querías esto, pero la cosa es, que no te creo.
—Sostuvo mi muñeca con suavidad, pero yo parecía no poder moverme.
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Puso sus manos en mi cintura y lentamente me giró, como si
estuviéramos bailando. Nos encontrábamos frente a frente, y no podía
escapar de su intensa mirada. Sus ojos estaban fijos en los míos y no iban a
dejarme ir.
Estaba atrapada.
—Mírame y dime que no quieres que te bese. Dime que no te gusta
cuando hago esto —dijo, pasando su mano por mi brazo—. Dime que no
te gusta cuando toco tu cabello... —Así lo hizo, cepillándolo detrás de mi
oreja—. Dime que no te gusta cuando toco tu rostro. —Pasó sus manos por
mis mejillas, moviéndolas hacia mi frente y luego bajándolas. Frotó ambos
pulgares sobre mis labios—. Dime que no te gusta cuando hago esto. —
Inclinó más cerca su cabeza, deteniéndose justo antes de llegar a mis
labios—. Dime que me detenga y lo haré. Estás a cargo, Missy.
Oh, pero no lo estaba. Jamás había estado tan lejos de estar a
cargo en mi vida. Odiaba ser tan descontrolada con él. Esta era sólo la
segunda vez que pasaba, la primera había sido la noche del sábado y el
incidente del sillón reclinable. Cerré los ojos y oré a quien sea para que me
escuchara y me diera algo de control para poder decir que no.
No era una adolescente cachonda con las hormonas
revolucionadas. Era Taylor Cladwell, la Reina de Hielo. Así era como me
llamaban en la secundaria. Los chicos me habían evitado por miedo a que
congelara sus pelotas. O eso habían dicho. No me importaba. Hacía las
cosas más fáciles. Cualquier chico que había querido intentar abrirse paso
a través de mi exterior había sido rápidamente aplastado como un insecto.
Hunter era diferente. Había visto a través de mi exterior, a través de
la pared de espinas enmarañadas que me resguardaban. Y allí estaba él,
preguntándome si quería dejarlo intentar abrirse paso a través de mí.
La respuesta era sí.
Y no.
Iba a ir al infierno.
Me incliné adelante hasta que nuestros labios se encontraron. Esta
vez me esperó. Me acerqué más, y respondió, atrapándome contra la
estantería y devorándome una vez más. ¿Sus besos siempre eran suaves?
Esperaba que no.
Mis manos estaban atrapadas debajo de mi cabeza así que no
podía tocarlo, pero él estaba presionado contra mí, así que podía sentirlo
en cada centímetro de mi cuerpo, incluso a través de nuestra ropa. Dejé
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9
que mis preocupaciones por el control se desvanecieran, como soltar del
cordón de un globo y verlo flotar lejos. Hunter exigía mi atención.
Hice un pequeño sonido de gemido y rió, disminuyendo nuestros
besos para que fueran más dulces. Además, podía respirar mejor. No como
si importara respirar demasiado en ese momento. Era secundario.
Tiré de mi cabeza hacia atrás, sintiéndome mareada.
—No me gustas —susurré, dándole un último beso suave.
—Seguro —dijo Hunter, estirando una mano a mi lado. Pensé que iba
a atacarme, pero sólo buscaba un libro—. Tú sigue diciéndote eso. —Dejó
el libro encima de mi cabeza, mirándome y sonriendo lentamente—.
Vuelva a trabajar, señorita Caldwell.
Agarré el libro más cercano y lo golpeé con él.
—Amargo. Me gusta el chocolate amargo.
***
Esa noche una barra de un caro chocolate amargo encontró su
camino en mi almohada. Me pregunto cómo llegó allí. La levanté y
encontré algo más. Una caja de terciopelo negro. Qué. Demonios.
Con manos temblorosas, la recogí, mi cerebro diciéndome que
debía haber caído allí por error. Tal vez Renee la había dejado en mi
habitación, o pensó que era mío, o tal vez era un regalo de Mase para
Darah y él había decidido esconderlo en un lugar donde ella no lo
encontraría o...
Sólo abre la maldita caja.
Lentamente, con un pequeño chirrido, la caja se abrió. Joder, joder,
joder, JODER.
Había un anillo adentro. Para, los dedos y eso. Era precioso, con una
piedra azul claro en el medio, rodeada por lo que pensaba que podrían
ser diamantes (y rogaba que fuera zirconia cúbica15) y luego una doble fila
de piedras verdosas de diferentes tamaños, todas envueltas en plata. Me
hizo pensar en la pluma de un pavo real.
—No es lo que crees —dijo Hunter, asustando toda la mierda fuera
de mí de una sola vez. Dejé caer la caja.
15
Similar al diamante, más económico.
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0
—Debo volver a colocarme el corazón —dije, intentando recordar
cómo respirar.
—Vaya, no creí que recibiría tal reacción. —La levantó y la miró
antes de sostenerla para mí.
—¿Qué?
coherentes.
¿Cómo?
¿Por
qué?
—No
podía
formar
palabras
—Es un anillo. Es para tu dedo. Lo compré, y pensé que te gustaría. Y
es para pedirte perdón por todas las cosas imbéciles que he hecho. Pensé
en tomar todas las precauciones.
—¿Anillo?
—Sí. Anillo. Hunter —dijo, apuntando a su pecho.
—Missy —dijo, apuntándome a mí.
Bajé la mirada a la cosa brillante. Era tan bonito. Era la cosa más
bonita que había visto en mi vida. Como si alguien hubiera diseñado un
anillo sólo para mí.
—No es lo que crees que es. Es un anillo de disculpa. Es un anillo "lo vi
y pensé en ti". No es un anillo de compromiso. Los anillos de promesas son
estúpidos, y sabes que no te estoy proponiendo matrimonio. No me casaré,
jamás. Entonces. Esto es un anillo. Sólo un anillo para tu lindo dedo. Hice
que lo hicieran a tu tamaño.
—¿Cuándo?
—Medí tu dedo mientras estabas durmiendo una noche.
—¡¿Qué?!
Se rió de mi cara todavía aturdida. —¡Bromeo! Maldita sea, eres rara
cuando eres sorprendida por joyería. Tendré que hacerlo más a menudo.
Me robé uno de los que tenías en el armario que sé que usas mucho.
—¿Lo mandaste a hacer para mí?
—Algo así. Vi el anillo con el azul y los diamantes, y sólo pensé que
podría añadírsele más para hacer algo que amaras. ¿Te gusta?
Mis oídos se encogen ante la palabra diamante. Tal vez lo había
escuchado mal. Los diamantes eran caros.
—No me gusta. Es la cosa más hermosa que jamás he visto.
—Podría decir lo mismo sobre ti. —Levanté la mirada a su rostro para
encontrarlo sonriéndome.
18
1
—¿Te lo pondrías? ¿Por mí?
Sacó el anillo de la caja y me lo enseñó. Lo deslicé por mi dedo
anular derecho. Demasiado simbolismo con el izquierdo, al menos en los
Estados Unidos. Se ajustaba como si hubiera sido hecho para mí. Era tan
brillante que apenas podía apartar la mirada de él.
—¿Cómo te va? —dijo Hunter, tomando mi mano y girándola para
que el anillo brillara.
—Perfecto. —Todavía no comprendía el hecho de que Hunter me
había comprado un anillo con diamantes y Dios sabía qué más, como si no
fuera nada.
—¿Cuánto? —dije.
—El precio no importa.
—Creí que no aceptabas dinero de tu familia.
—No lo hice. Lo compré yo mismo.
—¿Con qué dinero? —Tenía que ser locamente caro. Él no se
encontró con mi mirada cuando la levanté.
—No te preocupes por eso. El dinero no tiene sentido.
—No, la tiene. Dime cuánto estaba.
—Si lo hago, vas a enloquecer como lo hiciste sobre la casa, y luego
me veré forzado a besarte otra vez. ¿Quieres que te bese otra vez?
—No es mi culpa que sigas intentando besarme. ¿Cuánto te costó el
anillo?
Agarró mis manos y trató de plantar un beso en mí, pero lo esquivé.
—¿Me estás pidiendo que vuelva a patearte los huevos? Porque de
seguro lo haré.
—¿Por qué no puedes reaccionar como una chica normal?
Cualquier otra persona sería un charco de baba a mis pies.
—No le diste este anillo a cualquier otra chica, me lo diste a mí. Así
que lidia con eso.
—¿Quieres que lo regrese? Estoy seguro de que pueden partirlo y
usar las piedras para otro anillo.
—¡No! —Sería un crimen destruir una cosa tan adorable. No que
estuviera muy metida en la joyería pero esto era algo diferente. Esto no era
un anillo. Era una obra de arte.
18
2
—Bien entonces. Así que supongo que te gusta.
—Me encanta.
—Tengo mis reservas acerca de ti llevando una pluma de pavo real
en el dedo, pero eso sólo es una representación de una, así que supongo
que está bien. Sólo... ten cuidado.
—Los pavos reales no son de mala suerte para mí —dije. Él no tenía
idea de lo que significaban para mí. O tal vez sí—. ¿Cuánto, Hunter?
—No es importante, Missy. Tú eres más importante que el dinero. Fin
de la discusión. —Quería preguntarle otra vez si era bipolar. ¿Cómo podía
decir cosas como esas y luego hacer un comentario sobre mi trasero al
segundo? Era un acertijo—. Así que lo único que te queda por hacer es
agradecerme. Conozco una manera realmente especial en que podrías
agradecerme, pero es tu elección. —Y allí estaba él de nuevo.
—Bien —dije, teniendo una idea.
Torcí mi dedo para que él se acercara. Levanté la cabeza como si
fuera a darle un beso húmedo. Me mordí el labio y su rostro se quedó en
blanco por un momento. Ja.
Fui por su boca lentamente, pero me moví al último segundo,
capturándolo por la mejilla para un beso a la velocidad de la luz.
—Gracias —dije alegremente antes de alejarme de él. Necesitaba
algo de espacio para poder respirar.
—Provocadora. Eres una provocadora, Missy.
—Sabes que me amas.
Sacudió su cabeza. —Nop, aún no me gustas —dijo con un suspiro.
—Mentiroso —repliqué.
—Hipócrita. —Se paró más cerca de mí.
—Idiota.
Sonrió lentamente. —Preciosa.
—Imbécil.
—Sexy. —Estaba viniendo hacia mí, y no podía detenerlo. De alguna
manera tenía que hacerlo.
—Detente.
—Vamos.
—Luz roja.
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3
—Luz verde.
—No.
—Sí —susurró, alcanzándome para agarrar mis hombros—. Sólo di
que sí. Di que estarás conmigo.
—No puedo.
—¿Por qué no?
—No puedo, Hunter. No me vuelvas a preguntar.
—Aw, Missy. ¿Por qué me haces esto?
—Lo siento. —Mi voz se quebró y temía que iba a llorar. No, no iba a
llorar. Me prometí a mí misma que ningún chico, ningún hombre, jamás me
haría llorar. Y era por eso—. Lo siento —dije antes de salir corriendo de la
habitación.
—¿Qué va mal? —dijo Renee desde el sofá donde estaba instalada
con sus libros de enfermería.
—Nada. Voy a dar un paseo.
—Pero está lloviendo.
—¿Y? Tengo un paraguas. —Lo agarré de donde lo había colgado
en la puerta.
—No lo abras adentro —dijo Hunter desde el pasillo—. Es mala suerte.
No respondí mientras salía de allí tan rápido como pude.
Caminé alrededor del campus por dos horas, sólo pensando y
mirando el anillo. Todavía estaba en mi dedo. Él había dicho que sólo era
un anillo, un anillo de disculpas, pero era muchísimo más que eso. Los
anillos eran simbólicos. Los anillos eran en círculos. Los círculos jamás
terminaban, por lo cual eran símbolos de eternidad. Sin principio ni fin.
Dios, era tan hermoso. ¿Cómo había sabido él? Por supuesto, yo
tenía un montón de mierda sobre pavos reales, pero la manera en que él
lo había juntado era simplemente perfecta. Había estado planeando esto
por un tiempo. ¿Cuánto tiempo? Otra pregunta que se me había ocurrido
preguntarle mientras estaba en mi paseo. El campus se hallaba desierto,
viendo que era demasiado tarde para la mayoría de las clases y llovía.
La lluvia no me molestaba. Hunter lo hacía. Mis sentimientos por
Hunter me molestaban más que nada.
No terminé llorando, pero llegué muy cerca de eso. No podía
recordar la última vez que había llorado. Jamás he sido una llorona, y
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4
luego de que todo eso pasara, era como si alguien hubiera apagado la
válvula en mis conductos lagrimales.
Quería golpearlo otra vez. Quería romper cosas y gritar, así que en
lugar de eso seguí caminando. Caminé hasta que había recorrido el
campus de un lado al otro, y mis zapatos estuvieron empapados. No había
pensado en ponerme mis botas de lluvia súper lindas que había comprado
sólo unas semanas atrás. Qué desperdicio.
El anillo pesaba un millón de kilogramos para cuando llegó el
momento en que tuve que volver al apartamento. Bajé la mirada a él una
vez más. Guau. Sólo guau.
Estaban cenando cuando entré.
—Él no está aquí. Se fue a quedar con Mase esta noche —dijo Renee
antes de que siquiera llegara a la puerta—. ¿Qué te hizo?
—Esto —dije, levantando mi mano. Hubo un sonido conmovedor
mientras Renee tiraba su plato.
—Está en su mano derecha —señaló Darah.
—Oh —dijo Renee, inclinándose para agarrar el plato—. Entonces
rompí un plato por nada.
—No es exactamente nada —dije, quitándome las zapatillas y
medias empapadas y dejando mi paraguas para que se seque al lado de
la puerta.
—Déjame ver —dijo Renee, agarrando mi mano.
—Mierda. Esa es una piedra. Estoy bastante segura de que esto fue
lo que hundió al Titanic.
—Es precioso, Tay —dijo Darah.
—No sé qué se supone que haga con esto.
—Duh, úsalo y haz al resto de la población femenina celosa. Hunter
Zaccadelli no les compra anillos a las chicas. Esa no es una cosa que sólo
pasa —dijo Renee.
—¿Cómo lo sabrías?
—No hay razón —dijo ella, volviendo a bajar la mirada al anillo.
—¿Qué has oído?
—Oh, sólo que es un playboy. Una de las chicas en mi clase de
biología tenía una amiga que se quemó un poco por él. Estaba un poco
amargada.
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—Apuesto a que está subestimando. —Me preguntaba si era una de
las chicas cuyo número todavía seguía en el teléfono de él. Tal vez era
Chastity.
—¿Cómo era su nombre?
—¿Briana? ¿Britney? Algo que empezaba con B. Mierda, este es un
anillo.
Ciertamente lo era.
—¿Estás segura de que no lo quieres? Porque yo estaría feliz de
quitártelo de las manos.
—¿Qué pasa con Paul? —dijo Darah.
—¿Qué pasa con Paul? —espetó Renee.
—No te hagas la tonta, Ne. Sé que te llamó y que hablaron.
Dormimos en la misma habitación.
¡Sí! La atención estaba en alguien más para variar. Me quedé
callada, dejando a Renee acosada de preguntas por Darah hasta que
ella soltó que Paul la había llamado y quería reunirse.
—No lo sé.
—¿Por qué no lo invitas a que venga para una de nuestras noches
de comida comunitaria? Entonces no habrá tanta presión —dije.
—Supongo.
—Hazlo —dijo Darah—. Ahora mismo.
—Bien, bien. Tranquila. —Sacó su teléfono y envió un mensaje—. Listo.
—¿Feliz?
—Rebosante —dijo Darah.
—Entonces, de vuelta al anillo —dijo Renee.
Suspiré y se los mostré otra vez.
***
No vi a Hunter hasta la noche siguiente cuando volvió de sus clases.
Yo todavía llevaba puesto el anillo. Había recibido cumplidos por él
todo el día, y más de una de mis compañeras de clase mujeres me habían
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preguntado si estaba comprometida. Tuve que tragar fuerte y decirles que
no.
Además. Hunter había dicho que él no creía en el matrimonio. Yo no
veía que fuera tan grandioso, tampoco. Mis padres estaban divorciados,
junto con una mitad de la población casada. La idea de que había una
persona perfecta destinada para cada uno de nosotros sonaba
demasiado perfecta. Era un cuento de hadas, y no la realidad. No que no
me gustara disfrutar del ocasional cuento de hadas de vez en cuando,
sólo que sabía que tenía que volver a la realidad.
—¿Debería asumir que ya que todavía estás usándolo te gusta y no
quieres que se vaya?
—Sí, me gusta. Sólo que es innecesario. Sólo pedí chocolate.
—Tenía un montón de imbecilidades que compensar.
—Eso es cierto, pero no creo que valiera varios miles de dólares.
—No sabes cuánto costó el anillo.
—No, pero no soy idiota. Puedo buscar en Internet al igual que todos.
Podría descubrir cuánto sale cada una de estas piedras, hablando en
general, y luego averiguar por el ajuste y la mano de obra, y demás.
¿Qué? Tú no me lo dijiste.
—Eres una de las chicas más curiosas que jamás he conocido. Tienes
que simplemente saberlo todo.
—La curiosidad no es un pecado.
—Una lástima —dijo. Luché contra el impulso de sacarle la lengua,
pero eso era juvenil, y yo era adulta—. No te olvides, tenemos mediación
esta noche a las siete.
—Mierda. —Me había olvidado. Esto debería ser divertido.
—Podríamos hacer un pacto de ir y sólo sentarnos allí y no decir
nada como en El indomable Will Hunting.
—Pagaría una buena cantidad por verte en silencio por una hora
entera. Casi tanto como lo que costó este anillo.
—No quiero el anillo de vuelta. Perdería esa apuesta sólo para que
no me lo devolvieras.
—¿Por qué, Hunter? De acuerdo a mi búsqueda este anillo vale
tanto como Sassy. Si no pudiste encontrar residencia, entonces ¿de dónde
diablos sacaste el dinero?
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—Bueno, señorita Caldwell, prefería discutir estos asuntos en nuestra
mediación. Creo que es un ambiente más apropiado, ¿no le parece? —
dijo con una sonrisa. Oh, era simplemente exasperante.
—Voy a darme una ducha. Asegúrate de sacarte el anillo antes de
unirte a mí en ella.
—Jamás. Jamás va a pasar —grité mientras se metía en nuestro
cuarto.
Oh, pero podría. Podía ser algo que podría pasar, si yo lo permitiera.
Bajé la mirada al anillo. No sabía si era mi imaginación que parecía
hacerse más grande cuanto más lo usaba. La semana siguiente iba a
despertar y sería del tamaño de una pelota de fútbol y todos los huesos de
mis dedos estarían rotos por él. Luego tendría que hacerme cirugía y
probablemente nadie sería capaz de volver mis dedos a la normalidad y
tendría un dedo enrollado por el resto de mi vida y una loca historia que
contar.
Estaba pensando demasiado en esto.
Hunter estuvo en silencio durante la cena, como si me estuviera
demostrando que podía estar en silencio. No estaba muy impresionada. Si
podía hacer eso por un día entero, entonces eso sería algo impresionante.
Renee estaba fuera para otra sesión de estudio y Darah había salido
con Mase, así que sólo éramos nosotros dos.
—Oye —dijo cuando terminábamos—, te queda genial. Me alegra
que te guste.
¿A quién podría no gustarle? —Gracias —dije otra vez. Parecía ser la
única respuesta normal que podía pensar con respecto al anillo.
—Tienes que dejar de decir eso.
—¿Por qué? —pregunté.
—Porque me hace sentir extraño.
—¿Extraño cómo?
Dijo que no íbamos a discutir sobre el anillo hasta nuestra mediación,
pero aquí estábamos.
—No parece suficiente. Ver tu rostro cuando abriste la caja me hace
querer comparte un millón de cosas sólo para poder ver esa mirada todos
los días.
—Lo juro por Dios, que si me compras algo más, te mataré.
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—Y eso. Me encanta que te molestes por esto, pero lo ames al mismo
tiempo. Es adorable.
—Muérdeme.
—Qué chica más encantadora. ¿No te enseñaron a no decir cosas
como esa al terminar la escuela?
—Extrañé kickboxing la semana pasada, y ahora mismo realmente
me gustaría patear algunas cajas. Creo que te gustaría protegerte.
—¿Es así como lo llaman los niños hoy en día? —dijo, tomando
nuestros platos y yendo al fregadero. Era turno de Darah de lavar, lo que
haría tan pronto como volviera de su cita. Se metía en la tabla de tareas
como si fuera su religión.
Hunter se metió en nuestra habitación y agarró su guitarra.
—¿Tienes alguna solicitud?
—Rhapsody in Blue —dije, más o menos siendo sarcástica.
—¿Te di un hermoso anillo y algo de chocolate y ahora quieres
Rhapsody in Blue? Eres una chica exigente, Missy.
—Bien. Toca lo que quieras.
Y entonces ocurrió. Era una versión simplificada, pero aun así era
Rhapsody in Blue. Hizo que Gershwin se sintiera orgulloso. Por supuesto, no
era la sinfonía de veinte minutos, pero fue decente. Hunter hizo las
transiciones de una sección a la otra a la perfección. Era un genio musical.
Terminó la canción y me sonrió.
—Siguiente.
—¿Por qué no eres músico profesional? —Había perdido rastro de
cuántas veces le había preguntado eso. Siempre hacía algún comentario
sobre su tío y tener una buena carrera y otras cosas que podía darme
cuenta que sólo escupía. Sonaba como un consejero cuando hablaba
sobre eso, por lo cual yo sabía que era una total mentira.
—Preferiría tener un trabajo lucrativo como abogado en lugar de
decir "¿Quieres acompañarlo con papas fritas?" que es lo que estaría
haciendo como músico.
—¿Y qué tal educación musical? —Lo había visto con Harper,
intentando enseñarle algunas notas. También había visto una guitarra rosa
en la habitación de ella que tenía la sospecha de que él le había
comprado.
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—¿Yo en una habitación con niños? ¿Hablas en serio?
—Eres genial con Harper.
—Es sólo una niña y es diferente.
—¿Cómo?
—Sólo lo es. Es especial.
—Creo que serías bueno en eso.
Comenzó a rasguear una melodía al azar. ¿Ahora quién desviaba el
tema?
—Hora de nuestra mediación, señorita Caldwell.
—Después de usted, señor Zaccadelli.
Bajamos las escaleras hacia el cuarto de Chris, nuestro administrador
de residencia. Chris tenía alrededor de veinticinco y era estudiante de un
posgrado en algún campo de la ingeniería que yo no podía comenzar a
entender. Era bueno, pero extraño. Podía darme cuenta que sólo lo hacía
por la vivienda gratis y la remuneración que le pagaban.
—Hola, Hunter, Taylor. ¿Cómo están?
—Bien —dijimos ambos a la misma vez. Le dirigí una mirada a Hunter.
Me guiñó un ojo.
Nos sentamos en el sofá, y Chris sacó su anotador. De vez en cuando
hacía notas mientras hablábamos, como si fuera un terapeuta o algo.
Estaba muriendo por saber lo que había escrito sobre nosotros, pero todos
mis intentos por robar dicho anotador habían sido inútiles. Tal vez podía
meter a Hunter en esto y que me ayudara con una distracción.
—Empecemos. ¿Cómo ha estado esta semana?
—Fabulosa —dije con una voz inexpresiva.
—Ha estado genial para mí —dijo Hunter.
—Bien —dijo Chris, bajando la mirada a sus notas—. ¿Tienen algún
asunto que sienten que deberíamos discutir?
—¿Qué tal sobre el hecho de que no dejas de besarme? —dijo
Hunter, girándose hacia mí.
—¿Qué tal sobre el hecho de que gastaste miles de dólares en un
anillo hecho a medida y luego esperaste que dijera gracias, y estemos
juntos y viviéramos felices para siempre? ¿Qué tal eso? ¿Qué tal sobre el
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0
hecho de que tuviste una extraña reunión con un tipo llamado Joe de la
cual no me contarás?
—Uh, vamos, uh, vamos a mantenernos encaminados —dijo Chris,
tambaleándose.
—¿Qué tal sobre el hecho de que me deseas, yo te deseo y por
alguna razón, es imposible que estemos juntos, según tú?
—Todavía no me has respondido acerca de Joe.
—Tú no me dijiste por qué no podemos estar juntos. —Estábamos
frente a frente. Su cara se estaba poniendo roja, y estaba segura de que la
mía también.
—Porque no.
—Esa no es una jodida razón, Taylor. —Escupió mi nombre.
—El lenguaje —dijo Chris—. Vamos a tranquilizarnos por un momento.
¿Necesito volver a traer el palo del habla otra vez?
—No —dijimos ambos a la vez.
Durante nuestra primer sesión él nos había hecho sostener este
estúpido palo, que en realidad era un bastón, para poder practicar lo de
hablar en turnos. Había terminado conmigo golpeando a Hunter con dicho
palo y él riendo.
Realmente quería golpearlo otra vez, pero no quería meterme en
problemas. Chris nos había ignorado durante la primera agresión con el
palo del habla, pero no creía que fuera a ser tan indulgente por una
segunda vez.
—No quiero ser agredido otra vez.
—Yo no te agredí.
—Missy, realmente no quiero discutir la definición legal de agresión
contigo ahora mismo.
—¿Por qué no empezamos contigo, Hunter? ¿Qué te ha estado
molestando esta semana?
Hunter ignoró a Chris.
—Tienes miedo. Tienes miedo de este gran y oscuro secreto que
llevas encima. Es la razón por la que no confías en la gente, la razón por la
que levantas este cartel luminoso que dice "No te acerques a mí o te
patearé las pelotas". Es la razón por la cual no quieres darle a esto una
oportunidad. Quiero saber qué es eso.
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—No. —Podía gritar y besarme y hacer lo que quisiera, pero no iba a
discutir eso con él. Lo único peor sobre él sabiendo y luego huyendo sería
que lo aceptara. ¿Entonces qué? No me quedaría nada. No tendría más
razones para decir que no.
—¿Ves? Esto es lo que tengo que soportar. Está satisfecha intentando
extirparme mi secreto, pero si cualquiera intenta acercarse al suyo, levanta
más paredes que una prisión de máxima seguridad.
—Taylor, ¿por qué no respondes?
—No es asunto suyo.
—Eres mi asunto. Te hice mi asunto. Quiero que seas mi asunto.
—Yo no. Eso es todo. Me desea, y no quiero estar con él y no puede
aceptarlo. Eso es todo.
—¿Es verdad, Hunter?
—Por favor, eso es pura mierda.
—Lenguaje.
—Hablaré como me guste, gracias. Es mierda porque sigue
besándome y coqueteando conmigo y bailando conmigo. O te diviertes
como el infierno metiéndote conmigo, o te gusto pero tienes miedo. Voy
por la segunda. —Le había dado en el clavo, pero no iba a decirle eso.
—Me gusta meterme contigo —dije.
—Pruébalo.
—Muérdeme.
—Bien, vamos a ser más específicos. ¿Hay algo que Hunter haga que
podamos discutir específicamente para resolverlo? —Claramente no había
estado escuchando, o estaba leyendo un libreto. Probablemente lo
segundo.
—No puede dejar de intentar verme desnuda. Eso sería un comienzo.
—Hunter, ¿tienes una respuesta?
—Si tuviera sexo conmigo, entonces ese problema estaría resuelto.
Además, haría que me fuera. Dos pájaros de un tiro, Missy.
—Vete a la mierda.
—Por favor, mantengámoslo civilizado. —Chris intentaba mantener el
control, pero jamás lo había tenido para comenzar—. Intentemos un juego
de comunicación. —No un juego. No sabía de dónde había sacado estas
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2
cosas, pero nos hacía jugar uno en cada una de nuestras sesiones y
siempre eran estúpidos.
Este incluía a uno de nosotros siendo vendado en los ojos, y al otro
guiándolo de un lado de la habitación al otro. Se suponía que construiría
confianza, pero todo lo que hizo fue hacer que quisiera dirigir a Hunter
para que se pudiera chocar con cosas. Eso le ofreció a Hunter una
oportunidad para hacerme ver como una idiota, caminando en círculos
con él haciéndome hacer locas danzas una y otra vez.
—Eres un imbécil —le dije mientras subíamos por las escaleras.
—Nada que ya no sepa, Missy.
—Te odio.
—Buen intento.
—¿Te amo? —Merecía la pena intentarlo.
—No aún. Pero lo harás. —Fui a nuestra habitación y le cerré la
puerta en la cara.
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3
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Traducido por Juli
Corregido por Deydra Eaton♥
L
a semana siguiente fue extrañamente tranquila. Hunter dejó su
asalto verbal acerca de mi secreto, por lo que me sentía
agradecida, pero sólo quería decir que usaba otros medios para
tratar de deshacerse de mí. Calmarme en una falsa sensación de
seguridad, o algo así. Sabía que no se rendiría. Sólo tendría que sacarlo
primero. O por lo menos averiguar en qué estaba.
Algo que me distrajo de Hunter era Renee. Ella había estado muy
extraña y reservada. Había ido por largas cantidades anormales de tiempo
a la biblioteca y había vuelto con una sonrisa tonta en la cara. Le pregunté
si había conocido a un chico lindo en las estanterías, pero se limitó a sonreír
y me dijo que algún día lo entendería.
Darah ni siquiera había intentado averiguarlo, pero no habría
conseguido nada de nada. Una noche, cuando Mase había terminado y
estábamos cenando mientras Renee había salido otra vez, hablamos de
las posibilidades.
—Tiene que ser Paul —dijo Hunter. Coincidía, pero no iba a admitirlo.
—Tiene que estar conectando con alguien y no nos dice al respecto
—dije.
—Renee es terrible para guardar secretos. ¿Por qué de repente es
buena en ello? —dijo Darah.
Me encogí de hombros. —No lo sé, pero lo último que nunca haría es
admitir que se ha equivocado. Sabes que odia eso más que cualquier otra
cosa.
—Es verdad. Pero vi a Paul un par de días y no dijo nada al respecto.
—Eso es raro —dije.
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El misterio de Renee se resolvió esa noche cuando oí un ruido en la
sala de estar y luego risas en voz alta.
—Oye, despierta y ponte los pantalones —susurré a Hunter,
agarrando su bóxer y lanzándoselo.
—Tiene que ser Renee —dijo—. Suena como su risa. —Entonces oí
una voz masculina.
—Parece que vamos a resolver el misterio de su cita de estudio. —Me
encontraba detrás de él cuando fue a abrir la puerta y vio lo que pasaba.
Contó hasta cinco en voz baja antes de hacerlo.
—Oh, Dios mío —dije, apartando los ojos. Renee y Paul enredados en
el sofá, ambos a medio vestir y en camino a desnudarse completamente.
—Oh, hola —dijo Renee, riendo cuando nos vio. Borracha. Estaba
borracha—. Este es Paul.
—Nos conocemos —dije. Paul parecía estar un poco más sobrio y al
menos tuvo el buen sentido de lucir mortificado.
—Es un placer, ah, conocerte, Paul —dijo Hunter—. Sólo vamos a,
um, volver a la cama. Ustedes dos... tengan una buena noche.
Nos escabullimos de regreso a nuestra habitación tan rápido como
pudimos.
—Dios mío —dije cuando ya habíamos cerrado la puerta.
—Bueno, supongo que el misterio está resuelto. —Me miró y se echó
a reír, apoyando la espalda contra la puerta. Oímos a uno de ellos
levantarse y chocar contra la mesa y luego Renee riendo como una loca.
—Es una buena cosa que Darah esté con Mase esta noche.
—Uf, realmente no quiero pensar lo que va a pasar en la habitación
de al lado. Voy a necesitar mis tapones para los oídos esta noche.
—¿Por qué? ¿Qué otras personas tengan relaciones sexuales te hace
sentir incómoda?
—No, es sólo raro. Tenerlos justo ahí —dije, señalando a la pared.
—Esa es la universidad para ti. —Se alejó de la puerta y volvió a la
cama, arrojando el bóxer en el suelo y suspirando.
Aparté la vista y volví a la cama.
—No estás celosa, ¿verdad? ¿Ya qué no eres la afortunada?
—Ella está borracha. Probablemente ni siquiera lo recuerde.
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5
—Estás celosa. Bueno, Missy. Ya te he dicho que podemos arreglar
esto.
—¿Por qué todo se reduce a tener sexo contigo?
—No se trata sólo de sexo, Missy. A pesar de que esa parte es muy
divertida. Es la otra cosa. El despertar desnudo al lado de alguien y saber
que has compartido algo. Que estuviste conectado, aunque sea por unos
minutos.
—¿Eso es lo que significa para ti? —No podía imaginarme teniendo
ese tipo de relación con Chastity o con quien sea que él haya tenido
relaciones sexuales.
—Lo sería contigo.
—¿No es con todos?
—Bueno, ¿has conectado con todos lo que has estado? —Mierda.
No había esperado que diera vuelta esto sobre mí.
—No —dije con demasiada rapidez. Maldita sea.
—Jesucristo —dijo, sentándose y agarrando la manta para que no se
cayera.
—¿Qué?
—Eres virgen.
—No —dije, sonando muy parecido a alguien que miente.
—Mierda. Oh, mierda. —Actuaba como si acabara de atropellar a
un perrito con su coche.
—Me voy a la cama —dije, porque no tenía nada más que decir.
—¿Eso es todo? ¿Tu gran secreto?
Oh, si sólo fuera eso. No respondí.
—Siento que te he profanado ahora. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Por qué es importante? Bien, ahora sabes que soy un bicho raro.
Felicitaciones.
—Eso no es lo que quise decir. Cristo.
Me sentía mortificada y no sabía por qué me molestaba tanto. No
era un secreto que guardé tan estrechamente, pero estaba muy cerca de
serlo. Esto era por qué no había querido que Hunter se hiciera cercano.
Debido a este momento.
—Deberías haber dicho algo. Me hubiera detenido.
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—No soy una niña, Hunter.
—Lo sé, pero no te habría dicho todas esas cosas si lo hubiera
sabido.
—¿En serio? ¿En serio? —Me senté, finalmente mirándolo.
—¿Quizás? No sé. Simplemente parecías tan segura.
—Quieres decir promiscua.
—No. Definitivamente no quería decir eso. No eres ese tipo de chica.
Sólo quería decir que parecía que tenías experiencia, que sabía lo que
hacías. Supongo que... Guau.
Negó con la cabeza con incredulidad.
—¿Eres realmente una virgen?
Respiré hondo antes de contestar. —Sí.
—¿Pero has hecho otras cosas? Como, ¿físicamente?
—Si me preguntas si alguna vez he dado o recibido sexo oral o he
sido acariciada, la respuesta es no. He sido besada, y mi seno ha sido
agarrado una vez por un tipo quien estoy bastante segura de que nunca
tendrá hijos después de lo que le hice.
Por primera vez, Hunter se quedó sin habla. Punto para mí.
—No sé qué decir —dijo.
—Entonces, tengo una idea, no digas nada. Buenas noches.
—No, no, no. Estamos hablando de esto.
Le oí alcanzar su bóxer, y luego una camisa. Hmm. Un minuto más
tarde, el final de mi cama se hundió.
—Oye, habla conmigo. Yo sólo... sólo parece incomprensible que no
haya sucedido todavía. Si gritaras por la ventana ahora mismo que eres
virgen, habría por lo menos cien tipos en fila en cinco segundos.
—Lo que sea. —Me negué a girarme y mirarlo. Sólo quería que se
fuera a la cama para que así pudiera seguir con mi muerte interior en paz.
—¿Nadie lo ha intentado siquiera?
—No. —Claro, me habían invitado a salir, pero nunca había ido. Y
cualquiera que intentara algo por lo general terminó con una entrepierna
muy adolorida.
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—Entonces, debe haber algo en el agua donde vives que altera la
lógica. Probablemente deberías alertar a alguien sobre eso, porque eso es
una locura.
—Me llamaban la Reina de Hielo —murmuré.
—¿Qué?
—Me llamaban la Reina de Hielo —le dije, dándome la vuelta. Tal vez
si satisfago su curiosidad, se iría.
—No lo hicieron. ¿A ti?
—Creo que era más fría cuando iba a la escuela secundaria. Tal vez
me has descongelado.
Su mano tocó mi hombro. —Lo siento por todo.
—No tienes que hacerlo. Sólo piensa antes de hablar la próxima vez.
No quieres ir insultando a vírgenes. Podemos ser feroces cuando queremos.
—Lo tendré en cuenta. Buenas noches. —Por fin se levantó y volvió a
su cama—. Ah, y si alguna vez decides entregar esa carta V, estoy aquí.
Para que lo sepas.
—Estoy muy consciente.
—Bien. Porque podría ser increíble. Tú y yo.
—Buenas noches —dije, porque se sentía como la millonésima vez.
—Buenas noches, Missy.
***
Hunter fue ridículamente amable conmigo durante dos semanas,
mientras pasábamos los últimos momentos del verano al otoño.
El otoño era mi estación favorita. No sólo porque era mi cumpleaños
en noviembre, sino debido a Halloween y las hojas crujientes y cosas
perfumadas de calabaza y sombreros y bufandas lindas. ¿Qué no me
gustaba del otoño? No podía pensar en nada.
Usualmente me gustaba hornear en el otoño, así que una noche
preparé galletas de calabaza glaseadas con queso cremoso que hizo a
Renee proponerse, sobre una rodilla y todo.
—Gracias, cariño —dijo Paul mientras tomaba otro. Desde que
Renee lo había traído a casa, Paul se había convertido en un fijo en
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nuestro apartamento. Él y Hunter se cayeron bien enseguida y ya habían
tenido varios torneos de Halo extremadamente intensos y sesiones
improvisadas de guitarra. Paul tenía una guitarra y, bueno, no era tan
malo. Renee se sentaría y miraría, tocando su mano y meneando la
cabeza y gritando peticiones.
Nunca la había visto tan feliz. Sonreía de oreja a oreja la mayor parte
del tiempo, y siempre estaba tocándolo, riéndole y besándolo. Él era dulce
y divertido y una especie de idiota. Me gustó incluso más que la última vez
que los vimos. Parecía más asentado. Más suave.
Entre Paul, Hunter y Mase, teníamos bastante presencia masculina en
nuestro lugar. Así que agrega a Sean y Dev y teníamos una buena tropa.
Me acostumbré a tener un millón de personas alrededor, todos subiendo
unos sobre otros. Las cenas eran una producción, por lo que nos
asegurábamos de que teníamos algo para todo el mundo. De alguna
manera, aunque yo era más joven, me había convertido en una especie
de madre para todos. Cuando cenamos, nadie se acordaba de agarrar
una servilleta y siempre necesitaban algo y usualmente yo solía ser la que
iba por ello.
Todavía llevaba el anillo. Sólo me lo quité para la ducha, y mi mano
se sentía fría y desnuda sin él. Hunter no había hecho mención de los
costos, y yo andaba en una especie de dejarlo ir. O al menos eso pensó.
Me encontraba decidida a averiguar de dónde sacó el dinero. Sabía que
no vendía drogas o robaba bancos ni nada de eso, pero sabía que tenía
algo que ver con Joe. Simplemente tenía que serlo.
La misma noche que hice las galletas de calabaza, limpié nuestra
habitación, o al menos mi lado de ella, cuando vi lo que parecía un
arrugado cheque. Intrigada, lo desdoblé.
Fue realizado para Hunter con un monto de cinco mil dólares.
—Mierda —dije, dejando caer el cheque.
—¿Qué estás haciendo? —dijo una voz detrás de mí. La voz de
Hunter.
—Limpieza. Y deja de acercarte sigilosamente a mí.
—¿Qué te sorprendió tanto?
—Nada. Nada. —Traté de empujar el cheque con el pie por lo que
quedaría debajo de una camiseta que no había tomado aún, pero me
atrapó. El muchacho era demasiado malditamente observador.
—Entonces, ¿por qué estás tratando de ocultarlo?
19
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—¿Ocultar qué?
—No eres imbécil y no puedes jugar muy bien. —Alcanzó el cheque,
pero llegué primero.
—Entonces, ¿por qué no me dices qué demonios es esto? —Lo
sostuve en frente de su cara y vi cómo todo el color desapareció.
Impresionante.
—Devuélvemelo. —Quiso agarrarlo, pero yo había estado en
kickboxing esta semana, y mis reflejos se hallaban encendidos.
—Dime qué es.
—Devuélvemelo —dijo con los dientes apretados.
Di un paso atrás, poniendo el cheque a mis espaldas. Iba a
apoderarse de él, porque, seamos sinceros, era más alto y más fuerte. Pero
al menos podría ser capaz de averiguar de qué se trataba todo esto.
—Dime qué es. ¿De dónde sacaste ese dinero?
—Dame. El. Cheque.
Nunca había visto tan enojado a Hunter. Nunca. Sus ojos azules
brillaban con ello. Por primera vez, tenía miedo de él. Pero eso no significa
que iba a dárselo antes de saber qué diablos era.
—Cuéntame —dije en voz baja, retrocediendo hasta que mi espalda
chocó contra mi cama.
—Juro por Dios que si no me das eso en los próximos cinco segundos,
te lo voy a quitar y no voy a ser muy amable en ello.
Negué con la cabeza. —Bien.
Se lanzó hacia mí, pasmándome así que quedamos en mi cama.
Luché, pero él tenía el peso y el impulso de su lado.
—¡Suéltame!
—No hasta que me lo des.
—Dime y lo haré.
Eso sólo parecía ponerlo más loco, y me agarró del brazo, tirándolo
alrededor mientras luchaba.
—Me haces daño.
No respondió.
Seguimos luchando hasta que finalmente se apoderó de ello.
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0
—Gracias. Ahora vete a la mierda —dijo mientras se levantaba. Yo
jadeaba, pero él no. Pero al menos los dos nos sentíamos molestos ahora.
—¿Qué?
—Vete a la mierda —rugió.
—¿A dónde se supone que voy a ir?
—Ese no es mi problema.
—No me voy —dije, cruzando los brazos.
—Entonces voy a tener que sacarte.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Con acero en sus ojos, me alcanzó. Peleé, pero me lanzó sobre su
hombro y se dirigió hacia la puerta, más allá de Renee y Paul, que tenían
una pelea de cosquillas en el sofá, y salió al pasillo dejándome allí. Traté de
darle una buena patada o un puñetazo, pero fue capaz de evitarlos.
—No toques mis cosas. Nunca. —Cerró la puerta en mi cara y puso el
cerrojo.
20
1
20
Traducido SOS por Mel Cipriano.
Corregido por val_mar
M
e senté en el piso del pasillo durante unos aturdidores
segundos antes de levantarme y tocar la puerta. Por
supuesto, no tenía llave, así que golpeé hasta que Renee
tímidamente abrió y me dejó entrar.
—Gracias por eso —le espeté.
—Yo... yo no sabía qué hacer. Es que... Nunca lo había visto así. Entró
en su habitación, cerró la puerta y no va a salir.
Paul estaba por golpear la puerta de nuestro dormitorio.
—Aquí, déjame —le dije, tomando su lugar—. Me voy, idiota. Sólo
tengo una cosa que decirte. Te. Odio. Si no me crees, no importa. Pero no
me mudaré de forma permanente. Yo estaba aquí primero antes de que
tú irrumpieras. No me importa donde vayas, pero cuando vuelva mañana,
será mejor que te hayas ido. Que te jodan, Hunter Zaccadelli.
Agarré mi bolso y me fui, llamando a Megan para preguntarle si
tenía el sofá libre esta noche.
—Por supuesto, ¿qué pasó?
—Te lo diré cuando llegue allí.
Sassy rugió a la vida, y me fui tan rápido como pude, lejos del
campus, sin ser atrapada por la seguridad por exceso de velocidad.
Todavía no lloraba. Oh no. Las lágrimas eran la última cosa en mi mente.
Yo estaba enojada. Más que enojada. Estaba lívida.
Megan me esperaba con un plato de pastel de chocolate y un
hombro comprensivo.
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—Jake todavía está en el trabajo, y sus irritantes amigos no van a
venir esta noche, así que el sofá es todo tuyo. Ya le he puesto sábanas
frescas. ¿Necesitas algo de ropa?
Me había ido sin nada, pero tenía un cambio de emergencia en mi
coche para momentos como este.
Mientras terminaba con dos pedazos de pastel pegajoso y un vaso
de leche, le conté todo a Megan. Yo no había tenido la oportunidad de
ponerme al día con ella por un tiempo, así que la puse al corriente de la
historia del anillo y todo lo demás.
—Él tiene dinero y lo está ocultando. Si se tratara de sus tíos, lo habría
admitido. Sigo volviendo a este tipo Joe.
—Así que tuvo una reunión con él y le dijo algo acerca de no
querer... algo. Tal vez era el dinero.
—Eso fue lo primero que pensé. Quiero decir, sus padres están
muertos, este tal Joe tiene una reunión con él, y después esto —dije,
levantando el anillo—, y luego el cheque por cinco mil dólares. Tiene que
estar conectado. No sé por qué me mentiría al respecto.
—Odio decirlo, pero tú le estás mintiendo también.
—Eso es diferente.
—No lo es y lo sabes. No puedes esperar que sea franco contigo si tú
tampoco lo eres. Va en ambas direcciones, nena.
—Sé que lo hace.
—Sólo pasa la noche aquí, piensa en ello y ve cómo te sientes por la
mañana. Este sofá es tuyo siempre que lo necesites. Prefiero tenerte a ti
aquí que a los amigos brutos de Jake.
—Gracias, Meg. No sé lo que habría hecho.
—Eres una chica con recursos. Se te habría ocurrido algo.
—Gracias.
—Buenas noches.
—Buenas noches.
Dormí horriblemente en el sofá, pero le dije a Megan que dormí de
maravilla. Jake trató de no hacer mucho ruido cuando llegó a casa a las
seis, de su turno nocturno, pero le fue imposible. Me levanté tan pronto
como pude. No tenía ninguna clase temprano y tampoco Megan, así que
comimos tortitas y hablamos un poco más.
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3
—¿Alguna revelación después de una noche de sueño? —dijo.
—Nope. Pero mi buzón de voz está lleno, y tengo un millón de textos
que no he leído.
—Tal vez deberías hablar con él. Resolverlo.
—No sé si podremos. Hay demasiadas cosas en nuestro camino.
—Cosas que tú pusiste allí.
—Exactamente. Meg, sabes que no puedo hacerlo. Simplemente no
puedo. Ni siquiera por él.
—Sabes que todo el mundo tiene secretos. Algunos son más grandes
que otros, pero parece como si él tuviera uno igual de grande que el tuyo.
Así que, ¿por qué no te cambias y aunque sea lo llamas? ¿Por qué dejar
que eso se interponga en el camino de algo que podría ser increíble?
La cosa era que yo no tenía una buena respuesta. Dejar a Hunter
meterse en mi secreto ya no me parecía algo tan grande.
Ver la expresión de su rostro anoche fue terrible. Me puso en el lugar
oscuro del que yo había creído salir años atrás. Sólo no pensaba que
estuviera lista.
Alguien llamó a la puerta y Megan fue a abrir.
—Yo no voy a dejarte entrar. Depende de ella —dijo, moviendo la
puerta para que pudiera ver quién era.
Hunter. Con su guitarra.
—Por favor. Sólo escucha. Yo... lo siento mucho. He estado tratando
de averiguar cómo podría demostrártelo, y esto fue todo lo que se me
ocurrió. No tienes que hacer nada más que escuchar. Sólo escucha.
Megan me miró, y asentí.
—Voy a estar en la cocina. Sólo grita si necesitas algo y estaré allí
con un cuchillo o dos
—Gracias. —Volví mi atención a Hunter y su guitarra—. Tú puedes
quedarte en el porche. Así como me dejaste en el suelo fuera de nuestra
habitación.
—No sabía qué otra cosa hacer. Encontraste el cheque, y entré en
pánico.
—Eso no es una excusa.
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4
—Lo sé. No estoy diciendo que esto va a compensarte por ello. Voy
a intentar, a tratar realmente, para hacerte confiar en mí otra vez. Quiero
que confíes en mí. Es que... no pude dormir anoche sin ti. Fue la cosa más
extraña estar solo en el cuarto sin ti. No podía oír tu respiración, y tu risa se
había ido. Te habías ido, y fue como si una parte de mi vida hubiera
desaparecido. Una gran parte. Tropecé al ir al baño y me golpeé la
cabeza. ¿Ves? —Señaló una pulcra herida en su frente—. Y luego me
quemé la mano en el horno tostador. Después mi coche no arrancó. De
nuevo. Nunca he tenido tanta mala suerte en mi vida.
Tomó la guitarra y la puso frente a él para poder tocar.
—He estado pensando en esta canción desde que te cerré la
puerta. Iba a venir a verte anoche, pero quería darte espacio.
Esperé.
—Así que, aquí está la primera parte de mi disculpa.
Rasgó la guitarra en una melodía conocida y comenzó a cantar.
Era “Honey, Come Home” de The Head and the Heart. La letra era
sobre un matrimonio, donde el marido le pedía a la mujer que volviera.
Había lavado los platos y limpiado la casa, y lo único que quería era
acostarse a su lado, con la única que amaba.
Había hecho un nuevo arreglo que era a la vez triste y hermoso. Me
fundí en la música, en la voz de Hunter, y pude verlo. Podía vernos,
lavando los platos y despertando enredados por la mañana. Estaba tan
cerca que podía saborearlo. Podía sentir sus labios sobre los míos.
Cuando terminó la canción, me miró. —¿Puedo pasar?
—No confío en ti.
—Lo sé, Missy. Pero yo tampoco confío en ti. También tienes un
secreto. Me has estado alejando para mantenerlo. Y yo te aleje para
guardar el mío.
—Estabas tan enojado. Tenía miedo de ti.
—Tenía miedo de mí, también.
—¿Vas a decirme?
—Si eso es lo que se necesita para llevarte a casa. Sí. Puede que no
te guste, pero si tanto quieres saberlo, entonces sí.
—Está bien. Puedes entrar.
—¿Estás bien, allí? —preguntó Megan.
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5
—Estamos bien —respondí.
—De acuerdo, voy a tomar una ducha. Los cuchillos están aquí
mismo si los necesitas.
Momentos después, oí el chasquido del agua y a Megan
tarareando.
—No tengo dudas de por qué ustedes dos son amigas. Canta en la
ducha, también —dijo, entrando lentamente. En lugar del sofá, tomó una
de las sillas de mierda que se caían a pedazos, y que los chicos utilizan
cuando tenían noches de juegos.
—Entonces, Joe —le dije.
—Joe. —Hunter tomó aliento—. Joe es mi abogado. Bueno, en
realidad era abogado de mis padres. Cuando murieron, fue puesto a
cargo de la gestión de su dinero hasta mi mayoría de edad. Ahora que soy
mayor, todavía está a cargo de él.
—¿Por qué?
—Porque no quiero nada de eso.
—¿Cuánto dinero?
—No lo sé. Millones.
Casi me ahogo con mi propia lengua. —¿Millones?
—Sí. Mi padre era un ejecutivo petrolero de Texas. Así que tenía un
montón de dinero.
—¿Por qué no lo quieres? —¿Quién no querría millones de dólares?
No podía pensar en nadie.
—Porque es dinero manchado.
—¿Cómo? —Tal vez su padre había estado involucrado en el crimen
organizado. Tal vez eso era todo. No me sorprendería demasiado.
—Porque mi padre mató a mi madre y luego se suicidó.
El tiempo se detuvo por un segundo después de lo que dijo. Tenía
que haber oído mal. Eso no podía ser. Y entonces todo tuvo sentido. Las
pesadillas, la renuencia a hablar de ellos, sus tíos ricos.
—Oh.
—Sí, no hay mucho que decir. Es lo que es. Sucedió hace mucho
tiempo, y he seguido adelante. Por lo menos eso creía.
—¿Qué pasó?
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6
—Mi padre pensaba que mi mamá estaba teniendo una aventura.
Ella no lo estaba, pero eso no importaba. Las cosas se encontraban tensas
en la empresa, y él estaba bajo mucha presión. Se emborrachó una
noche, y tuvieron una gran pelea. Le disparó. —Hizo una pausa por un
momento—. Yo estaba en mi habitación, tratando de tapar mis oídos para
no escuchar más. Entonces oí el estallido. Sabía lo que significaba. Salí
corriendo y vi un charco de sangre en el suelo. Traté de salvarla, pero ya
era demasiado tarde. Papá se me quedó mirando, fijamente. Luego se
puso la pistola en la boca y apretó el gatillo.
—Oh Dios mío —le dije, horrorizada. Era mucho peor de lo que yo
había pensado.
—Te sorprenderías de lo que ocurre con el rostro de una persona
cuando es arrancado por un arma de fuego. —Sacó una cuerda de la
guitarra—. Así que ahí está. Sabes todo lo que hay que saber. Las únicas
personas que conocen sobre ello son mi familia, y por supuesto la ciudad
de Texas donde vivíamos. Fui el niño con los padres muertos por mucho
tiempo, hasta que Hope y John se mudaron aquí y tuve que empezar de
nuevo. Joe sólo aparece un par de veces al año para darme noticias
sobre inversiones y esas cosas. Sigue tratando de involucrarme, para que
tome parte del dinero para mí, pero no lo quiero.
Oh. Eso era lo que él no quería. El dinero.
—¿Qué quiere que hagas con él?
—Invertir y ganar más dinero. Joe está mucho en ese tipo de cosas.
Juega en la bolsa de valores y todo eso. Piensa que estoy loco por no
querer. Si me lo permitiera, lo regalaría. Daría tanto como me dejara dar.
—¿Lo regalarías?
—Bueno, sí. ¿Qué voy a hacer con millones de dólares que no
quiero? Me siento como... —Hizo una pausa y pensó por un segundo—. Me
siento como que si ese dinero pudiera hacer un bien a este mundo,
entonces ellos no habrían muerto por nada. El dinero los destruyó. Volvió a
papá loco, enojado y estresado, y se rompió ese día. Sé que debería
echarle la culpa y estar enojado, pero no puedo. Tengo demasiados
buenos recuerdos de él como para dejar que uno malo arruine todo.
Guau.
—Así que ahí lo tienes. Mi profundo y oscuro secreto. Bueno, uno de
ellos por lo menos. Un hombre tiene que tener un poco de misterio,
¿verdad?
—Yo... yo no tenía ni idea.
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7
—No, no lo hacías. Pero está bien. Debería habértelo dicho. Te
merecías saberlo.
No, realmente no lo merecía.
—Lo siento mucho.
—¿Sabes? Eres una de las pocas personas a la que le creo cuando
dicen eso. Cuando tus padres mueren y uno es joven, especialmente si son
conocidos, todo tipo de personas te dicen que lo sienten, pero es una
mierda en su mayoría. Tienen que decirlo. Pero sé que tú lo sientes.
—Lo hago. Siento haberte presionado.
Puso su mano en mi hombro.
—Está bien, Taylor. Debería haber sabido que estarías tan curiosa
que ibas a usar otras formas de averiguarlo.
—Te espié. En la casa de tu tío. Le dije a Hope que iba al baño, pero
fui por el pasillo y escuché tras la puerta.
—Por supuesto que lo hiciste. No esperaba nada menos. ¿Qué oíste?
—Ni se inmutó. Me conocía mejor de lo que pensaba.
—Sólo estabas diciendo que no querías algo. Ahora sé lo que es.
—Ah, ¿así que no me oíste llamar a Joe un imbécil agresivo?
—¿Lo llamaste imbécil?
—Sí, está muy genial chica lo usa, y decidí robarlo.
—Ella lo aprueba.
—¿Eso significa que me perdonas?
—Quiero hacerlo —le dije, siendo totalmente honesta—. Cuando...
cuando me miraste... como que... —Negué con la cabeza, recordando.
Me hizo pensar en esa noche—. No puedes tocarme de esa forma nunca
más, o de lo contrario te arrancaré las pelotas y te las daré en la mano.
Asintió. —Me recordó algo que he pasado casi ocho años tratando
de olvidar. Yo... puedo decirte sobre eso, si quieres. —Quería tragarme las
palabras de nuevo una vez que las dije.
—Taylor —dijo, su voz y sus ojos suaves. Nada comparado con la
pasada noche. No quería volver a recordar esa noche otra vez. Quería
borrarla de mi vida—. No tienes que hacerlo. Veo que te duele y te pesa,
pero si no quieres decirme, no tienes que hacerlo. Sólo escuchar lo que te
hablé sobre mis padres fue suficiente. Te llevaré a pesar de todo. Lo siento
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8
mucho por cómo me comporté. No quiero volver a ser ese hombre de
nuevo.
—Tampoco quiero que lo seas. —Se movió en el sofá—. Yo sólo... No
sé si pueda decírtelo. No sé cómo.
Él había hecho que parezca tan fácil. Sólo se había sentado y me lo
dijo. Dios, había visto dos muertes. Yo no tenía nada de eso.
—Quiero llevarte a cenar. A algún lugar agradable donde pueda
continuar arrastrándome y mostrándote que puedes confiar en mí. Quiero
que confíes en mí. Lo necesito. Te necesito más que nada. Todo tiene
sentido cuando estás cerca. Todo es mejor. Ni siquiera podía cocinar la
cena de anoche, porque no estabas allí. Tuve una pesadilla, y no hubo
nadie que me despertase de ella. No es tu trabajo salvarme, pero... te
quiero cerca.
—Yo también.
No le dije a Megan, pero me había despertado con la cara pegada
a la almohada y mis dientes apretados en un grito. Por suerte, o de lo
contrario se podría haber pensado que alguien trataba de matarme.
—Entonces, ¿qué me dices? ¿Vas a dejar que te lleve a una cita?
—¿Quieres ayudarme a escoger algo de ropa?
—Por supuesto. —En su rostro apareció la sonrisa que sabía que traía
problemas.
—No llevaré sólo ropa interior, así que puedes sacarte esa imagen de
la cabeza.
—Maldita sea. Valía la pena intentarlo.
—Tengo el derecho de vetar cualquiera de tus opciones.
—Supongo
—Está bien, entonces. Vamos a una cita.
—Está bien, entonces.
No le dije que era, técnicamente, mi primera cita. Había estado en
cosas de grupo, pero ningún chico me recogió, esperó pagar, tiró de mi
silla y me dio un casto beso al final.
Hunter se levantó del sofá cuando Megan cerró la ducha. —
¿Todavía viven ahí afuera?
—Sí —respondimos ambos.
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9
—¿Le has cortado las extremidades? —preguntó.
—No. Está intacto.
—Bueno, dile que si alguna vez te lastima otra vez, no va a estarlo.
—Lo tengo. —Me volví hacia Hunter—. Ella dice…
—Ya entendí. ¿Quieres venir a casa ahora? Hay una taza de café
más negro que el pecado esperando por ti.
—Nos vemos allí, ¿de acuerdo? Sólo quiero darle las gracias a
Megan y sacar mis cosas.
—Está bien, Missy. Te veré en casa.
Se fue y me quedé en el sofá. Megan salió de su habitación con el
pelo envuelto en una toalla. —¿Y bien?
—Se disculpó de la manera más romántica y me llevará a cenar.
—Aún hay que tener cuidado.
—Lo sé. —Sabía a qué se refería—. Él no es Travis.
—No, no lo es. Aún así.
—Lo sé, Meg.
—Está bien, entonces.
Me levanté para tomar mi bolsa y mi ropa de anoche. Yo estaba
todavía con mis pijamas. —Gracias por dejar que me quede —le dije,
dándole un abrazo.
—Cuando quieras, chica. Sabes que estoy aquí para ti.
—Gracias.
—Llámame. Quiero saber todos los detalles. Haz que trabaje por ello.
—Oh, créeme, lo haré. Va a estar de guardia durante al menos dos
semanas. Nos vemos más tarde.
—Adiós.
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0
21
Traducido por Larosky_3 & Lunnanotte
Corregido por val_mar
E
stoy excitado —susurró Hunter en mi oído durante sexualidad
humana.
—Bueno, estamos hablando sobre ETS, pero lo que sea que te
encienda —siseé. No importaba si hablábamos a un volumen
normal. Gran parte de la clase lo hacía, así que había un constante
murmullo de conversación que la profesora no se molestaba en callar.
—Sobre nuestra cita. Sé exactamente lo que deberías usar.
—¿Estás seguro de que no eres gay? Estás muy familiarizado con mi
armario.
—No, sólo estoy muy familiarizado contigo. Digo, dormimos en la
misma habitación.
Era verdad. Conocía prácticamente toda su ropa, incluyendo sus
bóxers, los cuales veía demasiado o no lo suficiente, dependiendo del día.
—Te ves realmente hermosa hoy. Lo haces todos los días, pero no lo
digo lo suficiente.
—Guau, realmente estás besando mi trasero —dije mientras Marjorie
indicó a los asistentes que pasaran las cestas con condones. Podías hacer
esas cosas en la universidad. Sólo esperaba que no nos diera una
demostración con una banana.
—Envuélvanlo antes de utilizarlo, pásenlos —dijo Carissa, una de las
asistentes, mientras me pasaba una canasta.
—¿Crees que puedas recordarlo? —pregunté a Hunter.
—Tendrás que hacerme recordar —dijo enviando escalofríos por mi
columna.
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1
—Te daré una lección de banana más tarde —susurré cuando
Marjorie pedía silencio para hablar sobre la clamidia. Encantador.
—Estoy esperándolo —dijo con un guiño.
Caminamos al apartamento, Hunter estaba extrañamente silencioso.
—¿Un centavo por tus pensamientos? —pregunté.
—Sólo pensaba que mi madre te hubiera amado.
—¿Cómo era?
—Hermosa. Tengo esta foto en blanco y negro de ella que te tengo
que mostrar. Gastaba casi todo su tiempo haciendo caridad, pero
también tenía un titulo en arquitectura. Siempre decía que la gente
pensaba que era una esposa trofeo hasta que abría la boca y los ponía en
su lugar. Directa como un látigo, decía papá. Tenía una respuesta para
todo. No creo que hubiera perdido una discusión en su vida.
—¿Cómo se veía? —Imaginé el cabello negro y la sonrisa de Hunter.
—Saqué mis ojos azules de ella. Y alguna gente dice que mi sonrisa.
Me parezco más a mi papá. Tengo una foto de él también, por si la quieres
ver.
Lo hacía. Quería ver de dónde venía, ya que no podía conocerlos. Si
no iba a dejar que lo que su padre hizo definiera como se sentía sobre sí
mismo, yo tampoco iba a hacerlo.
—¿De verdad no estás enojado con él?
—Lo estuve por un tiempo. Pensé y hablé mucho con mi tía e hice
terapia y eso. Solía romper cosas y prenderlas fuego. Estuve en detención
algunas cuantas veces.
—Me lo imagino —dije pretendiendo estar en shock.
—Fui un punk por un tiempo.
—Déjame adivinar —dije dándome vuelta y caminando hacia atrás
para poder mirarlo—, eras un skater con un mohicano, puedes o no haber
tenido una oreja perforada. Tus pantalones probablemente se caían un
montón.
Me miró. —No era un skater, sólo era un chico que andaba en
patineta frecuentemente.
—Es lo mismo. ¿Tengo razón en lo demás?
—Todavía tengo la cicatriz del aro.
21
2
Se detuvo y agachó la cabeza para que pudiera ver el minúsculo
agujero en su oreja. Volteé la cabeza y me di cuenta de que tan cerca
estaban nuestros labios y cuanto querían los míos unirse a los suyos. No.
Labios malos.
Giré y volví a caminar.
—¿Puedo hacer lo mismo?
—Adelante. —Nunca lo haría bien.
—Veamos. Apuesto a que usabas medias de red negras, mucho
delineador, te gustaba la poesía muy profunda y estudiabas francés.
—Lejos —dije, tosiendo. Ni siquiera estaba cerca.
—Lo sé. Sólo bromeaba. Apuesto a que hacías un poco de todo.
Arte, quizás un deporte como tenis, y leías un montón y creo que la
sociedad nacional de honor. Oh, y apuesto que bailabas. Te mueves
como si hubieras bailado. ¿Como lo hice?
Mierda. Lo hizo perfecto.
—Acosador —dije caminando más rápido. No había forma de que
pudiera haberlo hecho sin una buena investigación.
—Espera. Juro que no te acose. Te lo dije, soy observador. Piensa en
mí como Sherlock Holmes, sólo que sin las malas habilidades sociales y el
uso de cocaína.
—¿Holmes consumía cocaína?
—¿Si no como hacía para quedarse despierto toda la noche
resolviendo crímenes?
—Cierto. —En un paso se puso a mi lado—. ¿Entonces no me
acosaste?
—Puede que haya visto algunos de tus viejos estados de Facebook.
—Me había olvidado de eso. Malditas redes sociales. Ya nadie era
anónimo.
—Practiqué danza por algunos años, pero era muy caro así que tuve
que parar. También me echaron.
—¿Te echaron de danza?
—Sí. Como que le dije a una chica que le arrancaría la garganta.
Empezó a reír, tirando la cabeza hacia atrás. —¿Por qué?
21
3
Suspiré. —Porque dijo que mi papá había estado engañando a mi
mamá desde antes del divorcio, y mi mamá tenía algo de su lado también.
—¿Cuántos años tenías?
—Catorce. Sólo estaba repitiendo algo que su madre había dicho,
pero suficientemente mayor para saber lo que decía.
—Dios, las chicas son perras.
—Dímelo a mí.
—Como sea, traté de arrancarle su mocosa cola de caballo
platinada de la cabeza y eso fue todo. Me pidieron que me fuera y nunca
volviera. Fue el fin de mi carrera como bailarina.
—Es una lástima. Todavía tienes los movimientos. —Me detuve y me
sacudí un poco—. Siempre podrías tomar clases.
—Quizás lo haga.
—Deberías. Si te gustaba.
—Lo hacía
—Bueno, ahí tienes.
Renee estudiaba en el sofá mientras Paul estaba esparcido en la
mesa del comedor con lo que parecía una adivinanza matemática. Paul
era locamente inteligente y estudiaba ingeniería mecánica y química.
Renee siempre bromeaba con que él conseguiría un elegante trabajo
como un magnate petrolero y ella sería su enfermera trofeo. Todo lo que
ella quería era trabajar en la unidad de cuidados intensivos neonatales,
cuidando a los bebes.
—Oye, ¿se arreglaron? —dijo Renee, sus ojos no dejaron el libro.
—Algo así —dije.
—Bien.
—Hola —dijo Paul, saludando sin dejar de mirar la calculadora. Dos
guisantes en una vaina.
—Vamos a salir esta noche y luego vamos a lo de Paul, así que no
estaremos para la cena.
—Entendido. Tampoco vamos a estar.
—Oh, ¿De verdad?
—Voy a llevar a Taylor a una cita. —Hunter sonrió como si se hubiera
ganado la lotería.
21
4
—Bien. Le debes un millón de cenas. Espero que estés llevándola a
un lugar lindo.
—Lo estoy.
—Ooh, dime, dime —dijo ella.
—¡De ninguna manera! Si yo no puedo saber, entonces tú tampoco
—dije.
Pero Hunter se inclinó y susurró en su oído.
—Muy lindo. Tienes buen gusto, amigo.
—Gracias. Ahora, si no les importa. Ambos tenemos tarea que hacer
antes de dicha cita.
—Diviértanse —dijo Renee, sus ojos volviendo al libro.
Hunter hizo un bocadillo mientras yo reunía mi tarea. De alguna
forma éramos capaces de funcionar y estudiar juntos sin distraernos. Al
menos, la mayor parte del tiempo. Cada tanto, lo encontraba mirándome,
o robaría un momento para mirarlo. Amaba mirarlo concentrarse. Su rostro
era tan calmo y hermoso. No podía negar el poder de su sonrisa, pero
amaba verlo estudiar.
Me instalé en la cama, apoyando las almohadas para prepararme
para leer un montón de historia medieval, y luego tenía que revisar algunas
notas sobre el subjuntivo en francés. Amordácenme. Iba a empezar con
francés ya que era lo peor. No me malinterpreten, amaba el país, pero
conjugar verbos no era una actividad de mi elección.
Hunter volvió con mis s’mores que no necesitaban fuego, que
estaban hechos con Nutella, fluff y galletitas Graham. También tenía dos
vacos de té helado.
—Aquí tiene, señorita Caldwell. Feliz estudio.
—Gracias, señor Zaccadelli. Igualmente.
Nos retiramos a nuestras camas y nos pusimos a trabajar. Nuestros
escritorios estaban tan apretados a nuestras camas que no podías sentarte
cómodamente. Estudiar en la cama era mucho más preferible.
El único sonido era el giro de una hoja, el raspado de una lapicera y
nuestras respiraciones. Cada tanto, sentía la mirada de Hunter en mí y me
encontraría con esos ojos azules intensos. Siempre era la primera en dejar
de mirar.
21
5
Terminé con francés y empecé a leer sobre la vestimenta medieval.
Era fascinante, pero no tan interesante como mirar a Hunter estudiar su
aburrido libro de economía. Yum.
—Estás mirando —dijo.
—No por mucho tiempo. Estoy admirando tu sexy cerebro.
—Adelante. No me importa, te lo hago lo suficiente.
—Sí, soy consciente —dije, rodando los ojos.
—Si no te gusta, pararé. Sólo di la palabra y pararé.
—No tienes que parar.
—Está bien —dijo.
Trabajamos un poco más, hasta que mis ojos estaban exhaustos. La
falta de sueño de anoche no ayudaba a meter información en mi cerebro.
—Estoy lista —dije, cerrando mi libro.
—Yo también. Me gusta la economía, pero me gustas más tú.
—Eso espero.
—Puedes bañarte primero. Sé que tu cabello tarda más en secarse.
—Es cierto. —El suyo se secaba en cinco segundos.
Agarré algunas ropas y me metí en la ducha, cantando Taylor Swift
tan alto como quería, sabiendo que Hunter podía escucharme por la
puerta.
Me afeité cuidadosamente, porque si íbamos a un lugar elegante,
me iba a hacer usar un vestido. Limpié el espejo empañado y me miré
desnuda, volteando de lado a lado. Yo. Nada especial, pero nada
horrorosa tampoco. A Hunter no parecía preocuparle, pero tampoco me
había visto completa.
Lo más cercano a desnuda que había estado era una remera tubo y
unos pantaloncillos cortos. Él nunca había visto mi estomago, y estaba casi
segura que no sabía sobre el aro en mi ombligo. Me las había arreglado
para mantener eso en secreto.
Me puse una bata y volví a nuestra habitación, secando mi cabello
con una toalla.
—Cruel, esa bata es cruel —dijo, levantando la mirada del libro que
había comprado con Megan en el último viaje al centro comercial.
—¿Por qué?
21
6
—Porque cubre todo.
—Exacto. Es lo que se supone que haga.
Sacudió la cabeza y agarró sus cosas para la ducha. Nunca se lo
dije, pero a veces cuando no estaba, abría su gel de baño y lo olía, lo que
era raro. Él nunca haría algo tan horripilante.
Mientras esperaba que volviera, retorcí mi pelo hacia arriba para
que se secara mejor y se ondulara. Había visto un peinado torcido en
internet que quería intentar. Hunter volvió para encontrarme atascando
clips en mi pelo.
—¿Qué haces? —Sólo tenía una toalla. Por supuesto. Se paró detrás
de mí y alcanzó mi pelo.
—¿Qué estás haciendo? —Me alejé de sus entrometidas manos—.
Me tomo diez minutos que quedara así.
—Déjalo suelto. Así luce mejor.
—Lo usaré como yo quiera.
—Está bien —dijo, dándose vuelta, pero se detuvo y dejó suelto un
pequeño mechón de pelo para que enmarcara mi rostro—. Ahí. Perfecto.
Estudié el efecto en el espejo y suspiré. El resultado era hermoso, pero
no era yo. Parecía como si me hubiera disfrazado de abogada para
Halloween. Nunca iba a poder encontrar todos los clips.
—Está bien, tú ganas. Dame una mano. —Hunter y yo pasamos los
siguientes diez minutos revolviendo por mi cabello buscando todos los clips.
Nuestras manos seguían encontrándose.
—¿Haces algún tratamiento especial para tu cabello?
—No ¿Por qué?
Sacó sus manos y dio un paso atrás. Todavía éramos cuidadosos
alrededor del otro luego del estallido.
—Porque tienes un pelo increíble.
—Buenos genes, supongo. —Hacía un tratamiento con mayonesa
cada tanto, pero sólo cuando sabía que él no iba a estar. No me
importaba si me veía acomodando mi sostén, pero los tratamientos de
belleza eran personales.
—Ahí. Creo que ese es el último —dije. Mi cabello cayó sobre mis
hombros, lo esponjé y decidí que estaba bien.
21
7
—Eso es lo que me gusta ver. Natural. Voy a des-desnudarme, así
que quizás quieras darte vuelta. A menos que quieras darme una mano…
—No, estoy bien. Voy a, um ¿cepillarme los dientes? —Sonó como
una pregunta.
—Diviértete.
Terminé lavándome los dientes y volví cuando estaba segura de que
Hunter estaba vestido.
—Guau —dije. Usaba una camisa negra con caquis e incluso
zapatos de vestir. ¿De dónde habían salido? Nunca los había visto.
—También tengo mis secretos, señorita Caldwell.
—Se ve muy bien, señor Zaccadelli.
—El tuyo está esperando en tu cama.
Había elegido un vestido de coctel negro que compré en una venta
por un antojo porque Megan me había dicho que todas las chicas
necesitaban un pequeño vestido negro.
—Pensé que se vería bien en ti. No tienes que usarlo si no quieres.
—No, no. Me gusta. Sólo que nunca tuve un lugar para usarlo.
—Ahora lo tienes.
—Voy a prepararme —dije, y se fue.
Cerré la puerta antes de deslizarme en el vestido. Era seductor y se
sentía corto en mis rodillas, pero era alto en la parte delantera. Me
recordaba a Audrey Hepburn. Encontré un collar de cuentas negras y unos
aros que le pedí prestados a Tawny y nunca devolví. Para cuando Hunter
llegó, me estaba poniendo rímel.
—No te pinches el ojo.
—Creo que puedo manejarlo.
—Está bien, está bien. —Me observó por un momento y salió,
probablemente para darme un poco más de privacidad. Buen chico.
Ya estaba lista cuando golpeó la puerta.
—¿Está lista, señorita Caldwell?
—Sí lo estoy señor Zaccadelli. Ya puede escoltarme.
Abrió la puerta, y aunque ya me había visto, sus ojos igual saltaron.
—Hermosa.
21
8
—Gracias.
—¿De acuerdo? —Sostuvo su brazo. Lo tomé y nos fuimos.
—¿Dónde está Darah? —pregunté.
—Tenía que trabajar.
—Oh. No dijo adiós.
Hunter se encogió de hombros. Huh.
Hizo todo lo que suponía que haría, abrir la puerta, y acompañarme,
y esas cosas. La feminista en mí se resistió a la idea de que no podía abrir
una puerta, pero era lindo no tener que hacer esas cosas por una noche.
Dejar que Hunter sacara mi silla por una noche no iba a retrasar el
movimiento de la liberación de la mujer. O eso esperaba.
—Estás a cargo, Missy. Veo esa mirada en tu rostro.
—¿Qué mirada?
—No es un pecado dejarme abrir la puerta por ti. Sé que eres
perfectamente capaz de hacerlo.
—¿Quién dijo que lo fuera?
—Está bien, entonces.
El restaurante, La casa pública de Broadway, era un edificio de
ladrillos ubicado en el bajo Bangor, a unos minutos de la universidad. De
alguna forma Hunter encontró un sitio para estacionar su Pontiac Sunfire
justo al lado del restaurante.
—Tengo suerte —dijo mientras abría la puerta por mí.
El restaurante estaba en una franja de edificios de ladrillo que
recorría todo el camino por la calle principal, con una antigua fábrica de
ladrillo en el extremo.
Todo era de lino blanco y velas y cosas Francesas en el menú.
Gracias a Dios que sabía lo suficiente para saber lo que era.
El camarero tenía un acento, lo que probablemente significa que
era Franco-Canadiense, y había llegado justo sobre la frontera. Pedimos
canapés de pan Francés y una salsa de queso de cabra y mozzarella,
albahaca y brochetas de tomate en salsa balsámica.
No quisimos arriesgar las identificaciones falsas, por lo que ambos
ordenamos agua mineral.
21
9
Cuando llegó la hora para ordenar, fui con el fettuccini al pesto con
pan de ajo, y luego fue el turno de Hunter.
—Mantequilla de maní y jalea con una guarnición de espárragos. —
El camarero le miró boquiabierto por un segundo, pero lo escribió.
—¿Qué tipo de jalea te gustaría?
—Fresa. —El camarero lo anotó y se fue, negando con su cabeza un
poco.
—Venimos a este restaurante de lujo, ¿tú ordenas MM y J?
Se encogió de hombros, imperturbable de que el camarero estaba
probablemente diciendo a toda la cocina sobre el chico loco que había
ordenado mantequilla de maní y jalea.
—Nunca he comido aquí, por lo que no sé lo que es bueno.
Mantequilla de maní y jalea siempre es bueno. No se puede joder eso. La
mantequilla de maní y jalea siempre ha estado ahí para mí y es una de las
constantes en mi vida. La mantequilla de maní y jalea nunca me ha hecho
mal. Es mi favorito. —Sus ojos se clavaron en mí mientras lo decía y tuve la
sensación de que no hablábamos de un sándwich.
—¿Debo dejarlos a ustedes dos dolos cuando llegue? Suena como si
no me necesitaras.
—Podría estar proyectando mis puntos de vista de otra persona en el
sándwich.
—Sólo un poco.
El camarero se había compuesto a sí mismo para el momento en
que trajo nuestra cena. Habían hecho lo que pudieron en la cocina para
hacer el aspecto del sándwich apetecible, pero en realidad, todavía era
MM y J. Parecía tonto que se acompañara con perejil al lado y una
especie de llovizna alrededor del plato.
—Propongo un brindis —dijo Hunter levantando su copa. Levanté la
mía también—. Por la mantequilla de maní y jalea. Mi sándwich favorito.
—MM y J —dije, y chocamos nuestras copas. Algunos de los otros
comensales nos dieron miradas extrañas, pero los ignoré. Simplemente no
entendían lo impresionante de MM y J.
—¿Quieres un poco? —dijo Hunter, levantando su sándwich. Una
mujer se veía absolutamente horrorizada de que acababa de levantar su
sándwich para que yo tomara un bocado. Me incliné y le di un mordisco.
Maldición. Era bueno. La mantequilla de maní tenía que ser orgánica y
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0
tenía la cantidad justa de crujiente. La jalea también estaba claramente
hecha en casa. ¡Mmm!
—¿Quieres un bocado del mío? —Le di un bocado de mi increíble
pasta.
—No es tan bueno como el mío.
—Lo que sea. Coma su sándwich. Sr. Zaccadelii.
—Sí, señorita Caldwell.
Masticamos un poco más y me empapé del tranquilo ambiente del
restaurante. Suave música de piano flotaba desde una esquina donde un
profesional tocaba y el tintineo de porcelana añadido a la acogedora
sensación. Definitivamente era un lugar agradable, y me sentí un poco
incomoda.
—Así que, ¿Quieres jugar un juego? —dijo.
—¿Qué clase de juego? —La mente tambaleándose.
—Yo digo algo y tú dices la primera cosa que venga a tu mente.
Después, puedes decírmelo a mí.
—Está bien. —Se limpió la boca con la servilleta y tomó un sorbo de
agua.
—¿Qué fue lo primero que vino a tu mente cuando me viste? —
preguntó.
—Mierda.
—Como en, “Oh mierda, ¿Ese es un chico caliente?”
—Más bien como, “Oh mierda, eso no en una chica.”
—Bastante justo. ¿Cuál fue la segunda cosa que pensaste cuando
me viste?
—Problema.
Se rió en voz alta sobresaltando a los otros comensales.
—¿Es mi turno? —dije.
—Adelante —dijo, inclinándose hacia atrás como si fuera a
prepararse.
—¿Lo primero que pensaste cuando me viste?
—Tuve tres pensamientos simultáneos. Uno. —Tenía un dedo hacia
arriba—. Impresionante, dos. —Otro dedo—. Esto no puede ser real, y tres,
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que yo realmente, realmente esperaba que llegara a compartir habitación
contigo para poder mirarte todo el tiempo.
—Se suponía que sólo usarías una palabra.
—Missy, una palabra no puede describirte. —Yo diría lo mismo de él.
—Está bien, ¿Qué tal esto? ¿Qué es lo primero que piensas cuando
te levantas?
—Tú.
Rodé mis ojos.
—¿Qué hay de ti? —preguntó.
—Lo primero que pienso es, “Oh mierda, tengo que levantarme.” Lo
segundo es, “Espero que la manta de Hunter se levante.”
—Mentirosa.
Me sonrojé. Algunas veces era mentira.
—¿Qué pensaste cuando te despertaste esa mañana cuando
estábamos juntos? —preguntó.
—Segura —le dije sin pensar.
—También yo. Y caliente.
—Eres bastante caliente cuando duermes. ¿Alguna vez alguien te lo
ha dicho?
—Missy, siempre estoy caliente —dijo, echándose hacia atrás más
lejos y sonriendo.
—Lo que sea. Bueno, ¿Qué tal cuando te golpeé?
—Primero fue, “¡Ay, tiene un buen gancho derecho!”, y lo segundo
fue, “Que esa es una de las cosas más sexys que he visto”.
—¿En serio?
—Missy, no hay nada más sexy que una mujer que puede cuidar de
sí misma. En lo que a mí respecta, la década de 1950 ya terminó. Aunque,
te verías malditamente linda en una falda de caniche y zapatos para
montar. Pero me gustas más cuando puedes mostrar tus rodillas y hablar sin
estar hablando. No es que hubieras seguido las reglas de todos modos.
—Cierto, maldita sea. Habría sido un ama de casa horrible.
—Sí, no te veo diciendo, “¿Cómo estuvo tu día, cariño?” y
entregándome mi pipa y pantuflas.
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2
—Probablemente te los lanzaría.
—Probablemente. Y entonces tendría que castigarte —dijo con una
sonrisa maliciosa.
—¿Me echarías fuera? —Su sonrisa cayó.
—Lo siento mucho por eso. —Bajó la mirada a su plato vacío. Yo
todavía tenía un poco de pasta a la izquierda, pero lo había hecho a
propósito para que pudiera llevar algo a casa conmigo. Nunca me fui de
un restaurante sin una bolsa para llevar.
—Lo sé. Yo sólo... Tengo miedo que vas a ser dulce y agradable
ahora y todo va a estar bien y entonces voy a hacer algo y pasará otra
vez. He… He visto cómo funcionan las relaciones abusivas, y no quiero eso.
—Yo nunca lo haría, quiero que nunca me tengas miedo, nunca.
—Entonces, asegúrate de que nunca suceda. Porque si es así, me
habré ido, y probablemente te falten uno o más apéndices.
—Esa es mi chica —dijo. Puse mi tenedor en la mesa y el camarero se
acercó a preguntarnos si queríamos postre—. ¿Quieres compartir algo?
—¿Tiene pastel de terciopelo rojo? —dije.
—Por supuesto —dijo el camarero, como si fuera una pregunta
ridícula. ¿Cómo me atrevo a suponer que no tienen pastel de terciopelo
rojo? Los nervios.
—Traiga dos tenedores, por favor —dijo Hunter. El camarero asintió—.
¿Quieres seguir jugando?
—¿Por qué no?
—Está bien. ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste en
sexualidad humana? —Una mujer que había estado escuchando desde la
mesa de al lado casi se atragantó con el filete miñón.
Eso fue lo que le pasó por escuchar.
—¿Honestamente? “Oh, joder” —susurré la última parte para que la
mujer realmente no se ahogara. No quería ser responsable de eso—. ¿Tú?
—Acostarse.
—Cabrón.
El pastel llegó y fue glorioso, con toneladas de crema y llovizna de
chocolate y era casi demasiado bonito para comer. Casi.
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—Las damas primero —dijo Hunter cuando cada uno fuimos al
asunto con nuestros tenedores. Malditamente bueno.
Casi tuve un pasteorgasmo en la mesa. Mis ojos rodaron de vuelta a
mi cabeza, y gemí.
—Dulce Cristo. —Abrí mis ojos para encontrar a Hunter mirándome
con la más extraña expresión en el rostro—. ¿Qué? Es realmente bueno,
deberías probar un poco —le dije, empujando el plato hacia él. Era un
testimonio de lo avergonzada que estaba por el pasteorgasmo que estaba
incluso compartiendo del todo.
—Lo juro, si no hubiera una mesa entre nosotros, estaría besándote
ahora. Y no muy gentilmente.
Puse mi tenedor en el plato y tragué así no me ahogaría.
—No parecía importarte sobre el sillón reclinable —le dije.
—Es verdad. Pero no había audiencia, y ese es un sillón muy feo. Y
esta es una muy bonita mesa. También hay vidrio y cosas filosas, no me
gustaría hacerte daño.
—Buen punto. Por favor, toma un poco.
—Si vas a hacer ese ruido y cara de nuevo, no sé si puedo dejarte
que tengas más.
—Seré buena. Lo juro.
—Tú no eres buena. Ese es el problema.
—Tienes razón. No lo soy —le dije, dándole mi propia sonrisa—. Lo
intento, sin embargo.
—Cruel. Esa es la palabra que te describe en este momento.
—Sólo tengo un pedazo de pastel.
Tomó el tenedor y le dio un mordisco.
—Maldita sea. Es bueno. —Tuvo otro bocado y luego tuve que luchar
con él por el resto del pastel.
Fui capaz de abstenerme de cualquier muestra pública de afecto al
pastel. —Te lo dije.
—Eso es un fino y poderoso pastel —dijo, con un acento sureño. Mi
mandíbula pudo haber caído un poco—. ¿Qué? Sabes que soy medioTexano. Puedo sacarlo de vez en cuando. He intentado deshacerme de él,
pero sale de vez en cuando, especialmente cuando paso tiempo con mi
familia.
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—¿Tienes más familia en Texas?
—La familia de mi padre se trasladó allí desde Nueva York cuando él
era un niño. No los veo mucho.
El camarero vino a tomar nuestro plato de pastel y me recosté en mi
silla. Estaba satisfecha.
—¿Me disculpas? —dijo Hunter. Levanté una ceja ante su evidente
cortesía—. Estoy siendo un caballero, no lo arruines.
—Sí, puede ser disculpado, Sr. Zaccadelli.
—Gracias, señorita Caldwell. Volveré en un momento. —Se levantó y
salió del restaurante. ¿Qué él qué?
—¿Está lista para la cuenta? —El camarero estaba de vuelta.
—Um, seguro. —Miró al asiento vacío de Hunter con desaprobación
como si hubiera salido corriendo, dejándome.
—Estará de vuelta. —Sentí la necesidad de decir.
—Por supuesto. —No me creyó.
Pasé los siguientes treinta segundos mirando la puerta, rezando que
Hunter caminara a través de ella. Finalmente lo hizo, y tenía algo con él. Su
guitarra.
¿Qué demonios hacías?
No volvió a la mesa, si no que fue hacia el tipo que tocaba el piano,
interrumpiéndole en mitad de una canción. Hunter se inclinó para hablar
con el pianista, que, para su crédito, siguió tocando. Hunter hizo un gesto
con sus manos, como lo hacía cuando realmente quería transmitir su
punto. El Hombre del piano asintió y luego Hunter dijo algo que le hizo
sonreír.
Acabo su canción con broche de oro y se levantó. Todo el
restaurante se volvió hacia ese lugar. El hombre del piano saludó a un
camarero y explicó rápidamente la situación. El camarero fue a buscar un
banco y movió el micrófono lejos del piano. Podía ver a donde iba esto.
Hunter se sentó en el banco y sacó su guitarra, estableciéndose para
poder tocar. Todo el mundo observó con fascinación.
—Hola a todos. Lamento interrumpir su cena. Sólo voy a tomar unos
minutos de su tiempo. —Se ajustó la correa, y me di cuenta de que estaba
nervioso. Su rodilla iba a mil por hora—. Sólo quería tocar una canción para
mi chica, Taylor, por ahí. Aceptó venir conmigo aquí esta noche, incluso
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5
después de que no fui muy amable con ella. Esto es parte de mi disculpa.
Espero que te guste.
Todo el mundo me miró, y me sentí como si estuviera bajo un foco de
más o menos la luminosidad del sol. No me ruborizaba, pero lo hice en ese
momento.
Comenzó la canción, e inmediatamente la reconocí como “Fix You”
de Coldplay. Era una canción vieja, pero una que siempre había amado.
Nunca le había dicho que lo hacía, y me pregunté si lo había hecho por
eso, o la había escogido por su cuenta. No importaba.
Su voz se envolvió alrededor de la canción y me di cuenta que la
había cantado cientos de veces. Me senté y lo observé. Había empezado
mirando la guitarra, pero pronto levantó la mirada para encontrar mis ojos.
La letra era perfecta para nosotros dos.
Ambos estábamos rotos, tratando de ser inquebrantables, tal vez
sólo necesitábamos un poco de ayuda.
No para repararnos el uno al otro, si no para ayudarnos a arreglarlo
nosotros mismos.
La charla en el restaurante cesó mientras Hunter cantaba acerca de
las luces guiándote a casa. La mujer que había estado escuchando se
secó sus ojos con su servilleta.
—Y yo tratare, de repararte —terminó la canción y la habitación
quedó en silencio durante medio segundo. Luego hubo un puñado de
aplausos que se construyó hasta que Hunter estuvo obligado a levantarse y
hacer una reverencia.
—Lo siento Missy. Gracias por su atención —dijo en el micrófono
antes de regresar a nuestra mesa. Se sentó lentamente, como si estuviera
esperando a que yo le gritara—. ¿Y bien? —dijo, después de que no le
respondí.
—Realmente no sé qué decir.
—Nunca en tu vida has perdido las palabras. Déjame tenerlas. Lo
odiaste.
—No, no lo hice.
Podía sentir a todos los demás escuchándonos.
—¡Oh, cariño, perdónalo! Mi marido nunca haría algo romántico —
dijo la espía. Su marido parecía avergonzado. Esperé por alguien más para
dar su opinión, pero nadie más se acercó.
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6
—No soy de exhibiciones públicas, pero creo que puedo hacer una
excepción por eso. ¿Cómo supiste que amaba esa canción? —le dije.
—No lo hacía. Suerte, supongo.
—La más afortunada. —Me levanté de mi asiento y fui hacia él,
dándole un beso en la mejilla—. Gracias. Fue perfecto.
—No lo fue, pero significa todo que lo creas así. Lo dije en serio. Sé
que los dos estamos jodidos, pero incluso la gente jodida debería ser
capaz de ser feliz.
—También lo creo. —Le di otro beso, prolongándolo por un momento
para que yo pudiera respirar. Deslizó sus brazos alrededor de mi cintura, y
puse mi cabeza sobre él por un segundo. Ahí estaba, nuestra burbuja,
sellando alrededor de nosotros.
La espía, respiró felizmente detrás de mí.
—¿Nos vamos? —dijo, poniendo su guitarra de nuevo en el estuche.
—Por supuesto. —Sacó su tarjeta y la puso en el libro. El camarero se
acercó para recogerlo, mirando un poco aturdido.
—Eso fue increíble. En serio, tienes talento. Eres bienvenido de nuevo
en cualquier momento. —Hunter trató de entregarle la tarjeta, pero el
camarero se negó—. Su cuenta ha sido pagada. Que tenga buena noche.
—Hunter trató de nuevo, pero el camarero se mantuvo firme.
—¿Puede darme su nombre? —preguntó Hunter.
—Es Will.
—Gracias Will. Que tengas una buena noche —dijo Hunter
estrechándole la mano.
—¿Estás lista, Missy?
Tomé mi bolsa para llevar en una mano, la de Hunter con la otra, y él
tenía el estuche de su guitarra en el otro lado. La espía me saludó en
nuestro camino.
—Cuida de esa chica bonita ahora.
—Lo haré.
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Traducido por perpi27
Corregido por Vericity
T
omé la mano de Hunter en el camino de vuelta a casa. Se sentía
como lo correcto que hacer. Como si estuviéramos en una cita
real, y podríamos ser una pareja real. Mi mente nunca se desvió
lejos de pensar en mi secreto. Acerca de finalmente decirle y dejar que las
cosas cayeran donde pudieran. Allí estaba otra vez. La palabra caer.
—Te ves increíble.
—Gracias. Te ves muy bien. —Indirecta.
—Oh, ¿esta cosa vieja? Soy modesto —dijo.
—Idiota.
—Diosa.
Me tomó la mano y besó la parte de atrás, quitando sus ojos de la
carretera por un momento.
—Así que, ¿no estás todavía enojada conmigo? Quiero decir, está
bien si estás…
—No estoy enojada con exactitud. Bueno, ya no. Es sólo que...
nunca pensé que tenías eso en ti.
—Lo hago —dijo—. Yo he... he perdido el control así antes, pero no
por mucho tiempo. Quería ir tras de ti, pero estaba tan avergonzado de lo
que había hecho. No quiero que te sientas amenazada por mí.
—Puedo cuidar de mí misma, Hunter.
—Lo sé.
—No vamos a hablar más del tema. Hablar de ello no lo va a
cambiar. Sucedió y ya está —le dije.
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—No es así, pero estoy de acuerdo con un cambio de tema. ¿Qué te
gustaría discutir?
—¿Qué le dijiste a la pianista?
—Sólo le dije que había sido un idiota y había una mujer especial
que necesitaba una disculpa muy especial.
—Déjame adivinar, soy la mujer especial.
Negó con la cabeza. —Nop era la señora de la mesa de al lado.
—¿La chismosa? ¿Cómo te atreves?
—¿Estás bromeando? Nada enciende a un hombre
pendientes de oro gigantes y un top estampado de animal. Rawr.
como
Reí mientras nos deteníamos en el estacionamiento de los
estudiantes. Esta vez esperé a que Hunter abriera mi puerta.
—Entonces, ¿tienes algo más planeado para esta encantadora
noche? —le pregunté.
—Bueno, sé cuánto te gusta la película de la boda y siempre te hace
reír, así que pensé que podríamos verla con un poco de palomitas. ¿Suena
bien?
—Suena perfecto. —Pude ver toda la escena en mi cabeza. Hunter y
yo en nuestros pijamas, conmigo sentada a horcajadas de él en el sofá,
riendo tanto que nuestros estómagos se dañarían.
—No tienes que decirme esta noche. Un secreto es suficiente por un
día, ¿no crees?
—Sí. —Una parte de mí quería dejarlo escapar, para desahogarme y
matar el suspenso ya. Él quería saber. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Prácticamente arranqué su secreto de él, como si cavara la perla de una
almeja. Pero estaba contenta de que lo sabía. Esperaba que no se
arrepintiera de decírmelo. Esperaba no arrepentirme de decirle.
Había una nota en la puerta cuando subimos las escaleras.
Ustedes chicos diviértanse. El lugar es todo suyo. Por favor, limpien
todas las superficies sobre las que se pongan amorosos con las toallitas de
la cocina. Los queremos, Darah y Renee.
—Me pregunto quién escribió esta nota.
—Bueno, supongo que Renee la escribió y Darah añadió la parte de
las toallitas.
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9
—Suena bastante correcto. —Bajó la nota y puso la llave en la
cerradura—. Entonces —dijo cuando abrió la puerta y encendió la luz—.
Supongo que somos sólo nosotros.
Nunca habíamos estado solos toda la noche antes. Durante el día
era una historia completamente diferente.
Hunter seguía sosteniendo mi mano.
—Yo, um, te dejaré cambiarte y voy a preparar las palomitas de maíz
—dijo, dejándola caer como un carbón ardiente.
Una pequeña voz interior me gritó con frustración, pero me di la
vuelta y me fui a la habitación de todos modos. Extendí los brazos hasta mi
espalda para bajar la cremallera, pero no quería bajar. No había tenido
ningún problema para subirla, pero bajarla era otra historia. Casi me
arranqué los brazos intentando conseguir que la maldita cosa cooperara
conmigo.
—¡Hijo de puta!
Oí un golpe en la puerta.
—¿Estás bien ahí dentro?
—Sí, estoy bien. —Traté de tirar el dobladillo del vestido hacia arriba
sobre la cabeza, pero era demasiado ajustado. Bueno, mierda. Intenté una
última vez antes de darme por vencida—. Está bien, ¿me puedes dar una
mano? La estúpida cremallera se ha quedado atascada.
—¿En serio?
—Cierra la boca y ayúdame, ¿por favor? —Abrí la puerta y me puse
de espaldas a él—. Ponte en marcha...
Dejé de hablar cuando sentí sus cálidas manos en mi espalda.
Respirar de repente se volvió muy difícil. Sus dedos se tomaron su tiempo
rozando a través de mi piel y poniendo mi cabello a un lado de la traidora
cremallera. Tiró suavemente y hacia abajo la cremallera.
—Ya está. No parece tener ningún problema.
—Bueno, eso es bueno para ti —le espeté, tratando de dar marcha
atrás a su alrededor.
Sostuvo mis hombros, así que no podía. Muy lentamente, presionó sus
labios en el lugar que la cremallera había revelado. Mi piel se quemaba
con el contacto y el resto de mi cuerpo se derretía en jalea. Quería
derretirme contra de él, pero no lo hice.
—Hunter —le dije. Bueno, era más como un susurro.
23
0
—Lo siento. No pude resistirme. Me siento atraído por ti. Me vuelve
absolutamente loco tener que estar contigo todo el tiempo y no poder
tocarte.
Quise mover mi pie para dar un paso hacia adelante, y por lo tanto
lejos de él. Por último, mi pie obedeció. Me sentía de la misma manera a su
alrededor, pero no podía seguir adelante. Había un secreto gigante
permanentemente en nuestro camino.
—No puedo.
—Lo sé. Lo siento. Voy a comportarme. —Miré sus ojos, y tuve que
apartar la mirada. Quería decirle que no. Tirar todo por la ventana y que
me besara como lo había hecho cuando casi había roto el sillón
reclinable.
—Tengo que cambiarme —le dije, mi voz alta en la silenciosa
habitación.
—Está bien. —Se volteó y se fue.
Todavía podía sentir sus labios en mi espalda mientras deslizaba una
camiseta por la cabeza y me ponía unos pantalones cortos. Debí haberme
puesto un conjunto manga larga para dejar la menor cantidad de piel
visible, pero era una noche caliente y nuestro apartamento tenía
ventilación de mierda. Oí el pitido del microondas cuando salí.
—Creo que puede ser que necesite un poco de ayuda con mi
cremallera, ¿por qué no me das una mano? —dijo Hunter, dándome la
espalda.
—Lo siento, mis manos están llenas —dije, agarrando la bolsa de
palomitas de maíz y el recipiente que él había agarrado y sostenía—. Vas a
tener que hacerlo todo por ti mismo
—Está bien. Pero te lo estás perdiendo. —Como si no lo supiera.
Cerró la puerta y me apoyé contra el mostrador. ¿Por qué, por qué
las cosas que dijo empezaban a sonar tan bien? ¿Por qué quería entrar en
esa habitación y decir: Demonios sí, te ayudo con esa cremallera y el resto
de tu ropa, a sacarlos AHORA?
Sentí mi frente. Tal vez tenía fiebre. Tal vez fue el pastel de terciopelo
rojo que me había comido de rapidez. O tal vez era la maldita canción.
¿Qué chica no se volvía tonta por un chico que podía cantar? Fue por eso
que Christine había bajado a la espeluznante guarida subterránea del
23
1
Fantasma16. Era por eso que tantas mujeres se lanzaban a las estrellas de
rock, guapos o no tanto.
En el momento en que salió, yo estaba ubicada en el sofá con las
palomitas de maíz en un tazón y dos refrescos completos con portavasos.
Darah tendría un berrinche si sabía que no había usado portavasos.
—Portavasos, bien pensado —dijo Hunter, asintiendo a las bebidas.
—Me lo imaginaba.
Tenía bóxer y una camiseta gris. En cualquier otra persona, habría
sido bóxer y una camiseta gris. En Hunter, era... malditamente caliente.
—¿Tengo algo en la cara? —dijo, pillándome mirándolo fijamente.
—No.
—Entonces, ¿por qué me miras de esa manera?
—No lo estaba haciendo. —Negar, negar, negar.
—Está bien, entonces, no lo hacías. —Se sentó a mi lado y tomó su
vaso—. ¿Tienes la película?
—Sí. —Tenía el control remoto en la mano, pero no quería presionar
play. Hunter tomó un sorbo de su bebida y luché contra el impulso de
tirarme sobre él. Agarré el cuenco de palomitas de maíz y lo puse entre
nosotros como una muralla. ¿Por qué Renee y Darah me habían hecho
esto a mí? Sabía que pensaban que estaban ayudando, pero esto
ciertamente no ayudaba. Presioné play en la película, con la esperanza de
que sirviera como una distracción.
Funcionó durante unos cinco segundos. Entonces la mano de Hunter
y la mía chocaron en el tazón de palomitas de maíz en uno de los
momentos de la película. Retiré la mía, pero me detuvo.
—¿Puedo ser honesto contigo en este momento? —dijo.
Tenía la boca seca mientras decía—: Claro. ¿Cuando no eres
honesto conmigo? Con la excepción de una vez.
—Sí, bueno —dijo, frotándose el tatuaje una, dos, tres veces. Uh oh—.
Voy a ser brutalmente honesto, ¿de acuerdo?
—Una vez más, ¿cuándo no? Pero sigue adelante —le dije, agitando
mi mano para que continuara. La película sonaba en el fondo, pero bien
16
Hace referencia a la película y musical El Fantasma de La Opera.
23
2
podría haber estado en Esperanto17 pero toda la atención que le prestaba
era a esto.
Tomó aliento.
—Te quiero. Ahora mismo. Si dices que sí, me gustaría besarte. Te
besaría hasta que ambos nos olvidáramos que los labios se hicieron para
otra cosa que besar. Te quitaría ese traje, tan lindo como es. Quiero ver
cómo te ves sin nada encima. Quiero hacerte suspirar como lo hiciste con
el pastel. Quiero estar contigo. Ahora mismo.
—¿Ahora? —chillé.
—Ahora mismo. Que se vaya a la mierda película. —Agarró el
mando a distancia y detuvo la película—. Sólo pensé que debías saber
cómo me siento.
Tuve que cerrar los ojos por un segundo. Estaba tan cerca, era difícil
pensar. Mi cerebro sólo se quedó en blanco, y decidió imaginar todas las
cosas que había dicho. Mi piel zumbaba, lista y esperando.
—Yo...
—No te estoy pidiendo que lo hagas. Sé que esto es difícil para ti.
Sólo quería que supieras que eso es algo que quería hacer. —Abrí mis ojos.
—Me has estado diciendo cosas como esas desde el primer día.
—No es así. ¿Las otras chicas? ¿Eso que hice con ellas? Era sólo sexo.
No quiero volver a tener sólo sexo otra vez. Quiero tener suerte contigo.
Sólo contigo. En pocas palabras.
Busqué una respuesta.
—Voy a hacer una nota de ello —le dije.
—Está bien, entonces. —Tomó el control remoto y encendió la
película de nuevo, acomodándose como si nada hubiera pasado. Qué.
Diablos.
Giré mi cabeza hacia la película, pero estaba aún más distraída. Se
había plantado la semilla de esa idea en mi cabeza y ahora crecía como
Esperanto: es una lengua auxiliar artificial creada por el oftalmólogo polaco de origen
judío Lázaro Zamenhof en 1887 con la esperanza de que se convirtiera en la lengua
auxiliar internacional. Según las estadísticas, esta es la lengua planificada más hablada
del mundo hoy en día.
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23
3
si alguien tuviera Miracle-Gro18 y lo rociara. Ese herbicida mental no iba a
trabajar con ese idiota.
La siguiente hora fue una verdadera tortura. Una parte de mí se
preguntaba si lo había hecho a propósito. Para burlarse de mí. Había
hecho cosas así antes. Nuestras manos no se volvieron a chocar en el
tazón de palomitas de maíz, y fingió como si fuéramos dos amigos viendo
una película. Cuando todo terminó, y las palomitas de maíz se habían ido,
esperé a que dijera algo.
—¿Estás cansado? —le pregunté. No tenía por qué ser demasiado
temprano, pero sabía que lo estaba.
—Sí, creo que deberíamos ir a la cama.
Fue un final muy decepcionante para nuestra cita. Se levantó y
recogió los restos de nuestros bocadillos para la película, y los arrojó en el
fregadero.
—Voy a lavarme los dientes —dijo, acercándose a mí alrededor.
Entré en la habitación y traté de controlarme.
No es bueno, no es bueno, no es bueno.
Tuve que poner un corcho en mis hormonas. Nunca había
reaccionado así por nadie. Nunca un hombre había hecho que me sintiera
como si estuviera en llamas. Pensaba que todos los que hablan acerca de
eso eran sólo gente siendo melodramática. Supongo que no lo eran.
Regresó y sin otra mirada a mí, se quitó la camisa y se metió en la
cama. Oh, eso fue todo.
—¿Qué diablos, viejo?
—¿Qué? —Se dio la vuelta, como si no tuviera ni idea de lo que
hablaba.
—¿Estás bromeando? ¿En serio? ¿Toda esa charla sobre el deseo y
los besos y todo y ahora vas a fingir como que no pasó? ¿Qué diablos te
pasa?
—Simplemente pensé que había empujado demasiado hacia
delante y que te había asustado. Sólo te daba espacio.
—Oh.
Miracle Gro: es un producto utilizado en espacios verdes para dar fertilidad y cuidado a
los suelos, principalmente en jardinería.
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4
—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de lo que dije?
Como si me escupieran, por un segundo no pude utilizar palabras
reales. Así parece.
—¿Puedo tomar esto como una confirmación de que sí, esto es algo
en lo que estás interesada? —Sus ojos azules me rogaban que dijera que sí.
—No lo sé. ¿Quizás?
—No hay un talvez en esto, Missy. Sí o no.
—¿Puedo tener un poco de tiempo?
—Claro, señorita no hay ninguna fecha de caducidad en mi oferta.
Si vienes a mí en sesenta años, voy a estar esperando con una botella de
Viagra.
Qué asco.
—Gracias por esta noche. Lo pasé muy bien. —¿Cómo se supone
que esto funciona? Quiero decir, por lo general cuando una cita termina,
el chico deja a la chica y le diría buenas noches. Con nosotros, no había
buenas noches. Nos veríamos cuando nos despertáramos.
—Bueno. Ese era el plan. —Me metí en la cama, tratando de no mirar
su pecho.
—¿Puedo hacer algo más? —dijo.
—Sí, claro.
—¿Puedo darte un beso de buenas noches?
—Supongo que sí.
—Parecía que lo disfrutabas las dos últimas veces.
—Cállate. —Y bésame, no lo dije.
Se levantó de la cama y caminó lentamente a la mía. Me levanté y
nos miramos el uno al otro para respirar un poco de tiempo. Se inclinó, y
esperé este momento.
—Buenas noches, Taylor.
Se inclinó y presionó el beso más dulce y breve en la historia del
mundo. Trató de apartarse, pero mis labios y el resto de mí no se lo
permitieron. Lo aparté por un segundo antes de cerrar la puerta a mi
deseo y fuera capaz de desprenderme de él.
—Buenas noches, Hunter. —De alguna manera me fui de nuevo a la
cama. Se quedó allí un momento antes de suspirar e irse a su cama.
23
5
—¿Me amas? —susurró mientras tiraba su bóxer en el suelo.
—No.
—¿Me odias?
—No tanto como la conjugación de los verbos.
—Bueno.
Mi cuerpo vibraba de energía. No había manera de que fuera a
dormir en este punto. Iba a ser una noche larga.
23
6
23
Traducido por rihano & CrisCras
Corregido por LadyPandora
N
unca había experimentado la sensación de estar "caliente y
mojada", pero alrededor de las tres de la mañana, me había
levantado y salido de la habitación. Podía oír cada
respiración y movimiento de Hunter como nunca lo había hecho antes.
Tuve la breve intención de ir a dormir, o intentarlo, en el cuarto de Darah y
Renee, pero entonces Hunter sabría que yo estaba caliente y mojada.
No miré mi cara en el espejo porque no quería verla. En lugar de eso
me senté en el borde de la bañera y retorcí mi pelo en un dedo. Era un
hábito que había adquirido cuando era una niña y el que no había hecho
en mucho tiempo. Cuando era más joven, lo había retorcido tanto que en
realidad me había arrancado algo de pelo. Mi terapeuta en ese
momento, el Dr. Blood, me dio una bola para la tensión, pero eso no había
ayudado. Estaba irreparablemente rota.
Hace mucho tiempo que había aceptado el hecho de que estaba
desquiciada. Era una de las razones por las que me había prometido no
involucrarme con nadie.
Nadie debería tener que lidiar con mis problemas, salvo yo. Era fácil,
pues no había nadie con quien quisiera estar, de todos modos.
Hasta ahora.
Hunter había dicho que me quería, y yo no podía negarlo por más
tiempo. Le quería, también. Lo quería tanto que apenas podía soportarlo.
Pasaba casi cada hora del día con él, y me lamentaba de las horas que
estábamos separados. No porque lo necesitara todo el tiempo, pero lo
echaba de menos cuando no estaba cerca. Había momentos cuando
veía algo, o alguien decía algo y yo pensaba, “a Hunter le encantaría
23
7
eso,” o “la única otra persona que encontraría esto divertido es Hunter.”
Echaba de menos tener su comentario rondando en todo.
Me había dicho que yo no estaba enamorada de él, todavía. Oh,
pero estaba cerca. Si esto no era casi amor, no sabía lo que era.
Un golpe interrumpió mis pensamientos.
—¿Estás bien?
—Sí. ¿Puedo tener un poco de maldita intimidad?
—Lo siento. Como estás ahí desde hace un rato quería asegurarme
de que no estabas enferma ni nada. Me voy ahora. Además, estoy
desnudo, así que si abres la puerta ahora mismo, te llevarás el espectáculo
completo.
—Paso.
—Haz lo que quieras. —Oí que daba la vuelta, volvía a nuestra
habitación y cerraba la puerta.
Me quedé en el cuarto de baño unos minutos más, decidiendo que
si estaba tan caliente y mojada allí como en mi cama, también podría
estar cómoda.
No dije nada mientras volví a la cama.
—Sabes que si estás incómoda con lo que dije, está bien. De algún
modo, te sorprendí —dijo—. Puedo retractarme si lo deseas.
—El problema no es que me sienta incómoda con esto, ¡el problema
es que lo quiero! —grité. Era oficial; lo había soltado. Oh, bueno, no era
conocida por tener mucho aguante—. ¿Estás contento? Jesús. Dices algo
así y luego esperas que me comporte de cualquier manera ante eso. Es
como gastarle una broma a alguien con un enorme pastel de cacao y
después lo pusieras en una de esas vitrinas para el postre. —No era mi
mejor discurso para el momento.
—¿Significa eso que soy el pastel?
—Cállate, era una metáfora.
—¿Así que me quieres?
Tanto que duele. —Sí — susurré.
—¿Justo ahora?
—Sí.
—Oh. —Ahora era él el que parecía nervioso.
23
8
—¿Qué?
—Es sólo... una sorpresa.
—Te dije que te entretendría la idea.
—Lo sé. Simplemente no creí que estarías tan entusiasmada tan
pronto.
—Hunter, soy virgen. No monja.
No habló por un momento.
—Esa fue la cosa más sexy que has dicho alguna vez. Dios, ¿por qué
me haces esto? —Rodó sobre su espalda y se quedó mirando el techo.
Sólo podía ver su pecho desnudo en la oscuridad.
—Ídem.
—Me siento honrado y aterrorizado al mismo tiempo.
—¿Por qué aterrorizado? —dije. Hunter Zaccadelli no tenía miedo a
nada, y mucho menos al sexo.
—Eso es mucha presión. Quiero decir, pedirme que sea el primero. Es
sólo... que no quiero estropearlo. Eres demasiado importante para eso.
—Estoy segura de que tienes mucha experiencia. —Yo sería la única
que lo estropearía.
—Todo eso no tiene importancia. Todas esas cosas que hice antes
sólo eran sexo. Te lo dije, no quiero tener sexo contigo. Quiero más. Te
mereces mucho más. Más de mí, de todos modos.
—¿Y si no quiero más? ¿Y si sólo te quiero a ti? —Finalmente todos mis
sentimientos y frustraciones se habían derramado de mi boca.
—Me retracto. Esa fue la cosa más sexy que has dicho.
—¿Y ahora qué?
—Bueno, sé que los dos tenemos clase mañana, pero realmente no
quiero que esta cita termine.
—Yo tampoco.
—¿Hacemos novillos? Tengo un sitio al que quiero llevarte. —Nunca
había hecho novillos en la universidad. En la escuela secundaria, un
montón de veces. Pensé que había pagado el suficiente maldito dinero
por mi educación universitaria como para no desperdiciarla. Pero tal vez
sólo por esta vez.
23
9
Tendría que llamar al trabajo, pero sólo estaba anotada para dos
horas, por lo que el negociarlo no era tan problemático. Probablemente
sería la primera y única vez. Sólo había llamado diciendo que estaba
enferma una vez en cualquiera de los puestos de trabajo que alguna vez
había tenido y eso fue porque tuve una intoxicación alimentaria y tenía
que estar al lado de un cubo de basura en todo momento.
—Está bien —dije.
—Está bien.
Los dos nos quedamos allí por un momento.
—No puedo dormir —dijo.
—Yo tampoco.
—Tengo algo en mente que podríamos hacer.
—Estoy segura de que sí.
—Si quieres.
— Tomo nota.
—Todo lo que tienes que hacer es venir aquí. O podría ir yo.
—Está bien.
—Nunca he hablado mucho de esto.
—¿Sexo?
—Sí, por lo general sólo ocurre.
—Mira, nunca he entendido eso. No puede “sólo pasar”. No puedes
ir desde el punto A al sexo en un momento.
—Depende.
—¿De qué?
—Por lo general, de lo mucho que hayas bebido, o de lo caliente
que esté la chica.
—Cerdo.
—Oye, te dije que todas esas cosas estaban en el pasado. Sería
diferente contigo.
—¿Cómo?
—¿Quieres todos los detalles?
—Sólo tengo curiosidad...
24
0
—Te lo juro, me estás matando de la manera más lenta y tortuosa
posible. Creo que necesitaré unas veinte duchas de agua fría después de
esta conversación.
Yo iba a necesitar más que unas pocas.
—Deberíamos ir a la cama —dije.
—Deberíamos —suspiró—. Nop, no va a pasar. Si me necesitas, estaré
en el sofá. —Con eso agarró sus calzoncillos, se deslizó en ellos, tomó su
almohada y la manta, y salió por la puerta antes de que pudiera decir
condón.
Gracias a Dios.
Era más fácil pensar en otras cosas, como en los verbos franceses y la
expresión sutil de la misoginia en la película, cuando él no estaba en la
habitación. También pensé en otras cosas. Nos imaginé estando... juntos.
Fue una bonita imagen, pero luego se transformó en otra. La imagen
de la cara de Travis cuando... No. Apagué la reproducción mental y traté
de pensar en otra cosa.
El resultado final era que yo no podía estar con Hunter hasta que no
se lo hubiera dicho. Tendría que correr el riesgo más grande para conseguir
una recompensa mayor. ¿Tenía las agallas para hacerlo?
Probablemente conseguí dormir tres horas cuando escuché a Hunter
moverse en la cocina. Era como si tuviera una alarma programada para
encenderse si él estaba haciendo algo. El sueño que había conseguido no
había sido de calidad. Parecía que no podía dormir con él, pero tampoco
sin él.
—Hola —dije mientras me arrastraba hasta el baño. Realmente no
me importaba como me veía. Si él había visto mi apariencia mañanera y
no había huido por ahora, no iba a hacerlo.
—Buenos días, preciosa.
—Um —dije como respuesta.
Me sentí un poco mejor después de que Hunter puso una taza de
café en mis manos y tomé unos pocos sorbos.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer hoy? —dije.
—Nada de eso. Llegué a sorprenderte anoche y tengo la intención
de hacer lo mismo hoy.
—¿Me das una pista? ¿Tal vez una palabra para describirlo?
24
1
Pensó por un momento, bebiendo de su taza.
—Princesa.
—¿Princesa?
—Así es. Eso es todo lo que conseguirás. —Lo fulminé con la mirada,
pero sólo sonrió.
—Bromeas —le dije. Se echó a reír—. ¿Vas a elegir mi traje viendo
que no sé a dónde vamos?
—Puedes ponerte lo que quieras, sólo trae una sudadera y zapatos
cómodos.
—Así que vamos a algún lugar que podría ser potencialmente frío —
dije, dando golpecitos en mi barbilla.
—Humm —dijo Hunter, uniéndose a mí.
—Voy a ir a vestirme y reflexionar sobre eso. ¿Cómo estuvo el sofá?
—Incómodo, pero no creo que tenga nada que ver con el sofá.
—Tal vez no.
Terminé mi café y fui a cambiarme. Era un día frío, pero el sol estaba
fuera, así que cogí una camisa y pantalones vaqueros color óxido,
agarrando mi sudadera de la Universidad de Maine y lanzándome en unas
andrajosas zapatillas.
—¿Esto sirve?
—Perfecto. Me toca a mí.
Le envié un mensaje a Tawny mientras se cambiaba, diciéndole que
necesitaba hablar. Necesitaba realmente, realmente, hablar con Tawny.
También le envié un mensaje a Megan, hablándole de mis planes. Dijo que
estaba emocionada y que la llamara con todos los detalles.
Renee me envió un mensaje justo cuando Hunter salía de la
habitación, preguntando cómo fue nuestra noche. Sabía lo que
peguntaba. No iba a decírselo. Realmente, no había nada que decir,
todavía.
—¿Cuál es el veredicto? —Dio una vuelta y me acordé de la
exhibición de break-dance que había visto el primer fin de semana que lo
había conocido.
—¿Dónde aprendiste a bailar?
24
2
—Mase y yo solíamos perder el tiempo cuando éramos niños, así que
de alguna forma nos enseñamos a nosotros mismos. Podría mostrarte un
par de movimientos. Eres una bailarina natural. Podría mostrarte cómo
hacer un saque de pecho. —Lo demostró mientras yo ponía los ojos en
blanco.
—Sí, por supuesto.
—¿Qué? Es un movimiento legítimo, en el que serías excelente. —Yo
no tenía demasiado pecho para sacar. Lo suficiente para saber que no
podía caminar sin un sostén cómodo.
—¿Estás listo?
—Sí, señorita Caldwell. Su carruaje la espera.
—¿Quieres decir que trajiste tu coche? —No me hizo caso y me
ofreció su brazo—. ¿Tengo una tiara? Por favor, di que tengo una tiara.
—Pensaré en algo —dijo mientras cerraba nuestra puerta.
—La tiara es la parte más importante de ser princesa. Oh, tengo que
llamar al trabajo.
—Ya me ocupé.
—¿Qué?
—Llamé a Tom y dije que estabas en el baño vomitando las tripas.
—Pero, ¿qué pasa si alguien de la escuela nos ve?
—Relájate. No eres el primer estudiante que haya hecho novillos.
Estoy seguro de que sabía que me lo inventé.
—Pero necesito ese trabajo, Hunter…
Me interrumpió colocando un dedo en mis labios.
—Princesa, no te estreses. Que tomen las riendas y deja que otras
personas se preocupen por los detalles.
—Está bien. Pero si me despiden, te culparé.
—Si te despiden, renunciaré.
—Trato hecho.
—Trato hecho.
Dejé que Hunter me ayudara a entrar en el coche, ya que las
princesas no podían entrar en los coches sin ayuda o alguna tontería
semejante.
24
3
—Así el fotógrafo no conseguirá una foto de tu ropa interior.
—No llevo falda.
—Nunca se puede ser demasiado cuidadoso —dijo seriamente.
Lo hice detenerse y traerme un pastelillo de arándanos y té helado.
Pensé que realmente debería exprimir esta cosa de la princesa mientras
durara.
—No es tan bueno como el de Hope —comenté acerca del té
helado.
—Eso es algo que saben hacer en el sur. A veces lo echo de menos
—dijo.
—¿Qué echas de menos?
—Parece... no sé, más acogedor, a falta de un término mejor. No es
que Maine no sea así. Sólo es diferente.
—No lo sabría. Nunca he estado en el sur.
—Bueno, tendré que llevarte. No quiero que tu primera experiencia
sea con alguien más.
—Estamos hablando de viajar, ¿no?
—Así es.
Dimos la vuelta hacia el sur por la I-95, lo que significaba que nos
dirigíamos a la costa.
—No vamos a dejar el estado, ¿verdad?
—Nop. Sólo iremos un poco por las rutas de la costa.
—Así que vamos a la costa. Interesante...
Meditaba mientras nos encaminábamos.
—¿Qué, ninguna mezcla para el viaje por carretera de la princesa?
—No lo planifiqué por adelantado. Elige un CD. —Me lanzó una
carpeta cerrada con una cremallera que pesaba sobre unos dos kilos y
medio—. Todavía me gusta tenerlos por si acaso mis mp3 se mueren por
alguna razón. Como tener registros.
Revolví entre ellos y había unos pocos grupos de los que no había
oído hablar, así que tomé notas mentales para revisarlos. Cogí lo primero
que me hizo sonreír. The Head and the Heart.
Él también sonrió cuando escuchó la primera canción. Salté a
“Honey, Come Home”.
24
4
—¿Así que te gustó? —dijo.
—Debería haber sido totalmente cursi, pero no. —Puse mi mano
sobre la suya mientras la apoyaba en la palanca de cambios.
—Yo iba por lo no cursi. Eliminé muchas otras canciones antes de
escoger esa.
—Fue perfecta.
—Bueno, iba a escoger “Love Story”, pero pensé que sería cursi.
—Si hubieras escogido esa, probablemente habría encontrado el
camino contigo en el sofá mientras Megan estaba en la ducha.
—Maldita sea. Menuda oportunidad perdida. —Los dos nos reímos
mientras Hunter apretó el acelerador y pasó una gigantesca casa rodante.
—¿A dónde vamos? —gemí.
—Dios, ese es un sonido que no quiero volver a escuchar.
—Dime a dónde vamos y no lo haré.
—Buen intento, señorita.
—Creo que, como princesa, tengo derecho a esta información. De
lo contrario, esto es un secuestro.
—Lo siento, señorita Caldwell. Tengo órdenes estrictas de no revelar
esa información.
—Estúpido.
—Sí, señorita Caldwell. Lo que tú digas.
Le di a su hombro un ligero golpe ligero en respuesta.
Se desvió de la I-95 hacia la 202 y luego a la 1A.
Humm...
—¿La Ruta de la Costa? —Asintió en respuesta.
—Hay tantos lugares a los que podrías llevarme. Si fuéramos a
Portland, te habrías quedado en la 95. Así que debemos ir a uno de los
lugares a lo largo del camino. —Saqué mi teléfono y busqué los nombres
de las ciudades de la ruta.
—Acabamos de pasar Winterport, así que no es esa. ¿Belfast?
¿Lincolnville? ¿Camden?
—No te lo voy a decir.
—Creo que me estoy acercando.
24
5
—¿No puedes sólo dejar que te sorprenda sin ser curiosa? —Sus ojos
imploraban de una manera muy dulce.
—Bien. —Puse mi teléfono de regreso en mi bolso y me apoyé en el
asiento.
—Te está matando, ¿no? —dijo después de unos dos minutos.
—No.
—Mentirosa.
—Secuestrador.
Era una especie de diversión conducir a través de las diferentes
ciudades, preguntándose en cuál iba a parar. Pasamos por Belfast y luego
Lincolnville, pasando más allá de la playa. Yo había pensado en eso como
una posibilidad, pero no lo fue.
—Camden. Apuesto a que es Camden —dije mientras pasábamos la
señal de “Ahora está saliendo de Lincolnville”.
—Tal vez lo es y quizá lo sea.
—¡Ja! Está bien, ¿así que en Camden hay...? —Me devanaba los
sesos tratando de recordar. Reuní las pistas que ya tenía mientras
pasábamos posadas, hoteles y hosterías. Camden tenía alrededor de un
millón. Era una ciudad costera, pero de la variedad engreída, con un
montón de grandes veleros y tiendas de lujo y tal.
Princesa, zapatos cómodos, una sudadera...
—No vamos a ir de excursión, ¿no? —Había dos montañas en
Camden, el monte Battie y el Megunticook. Había ido de excursión a los
dos varias veces con Tawny cuando habíamos sido más jóvenes y también
en los viajes escolares.
—No tenemos suficiente tiempo y no lo planeé con suficiente
antelación para eso, pero pensé que podríamos ir por la ruta y almorzar.
—¿Y qué pasa con la parte de princesa?
—Esto —dijo, poniendo la luz de cruce. Miré para ver a dónde
estaba girando.
—¿Norumbega?
—El único castillo en Maine.
Mi boca cayó abierta. Cuando era pequeña y habíamos conducido
cruzando Camden, le había rogado a mi madre que parara allí, pero
siempre estábamos en nuestro camino a algún lugar más. El Norumbega
24
6
Inn parecía el lugar más mágico para mis jóvenes ojos. Ahora parecía
mágico, muy mágico.
Hunter se detuvo frente al edificio, y nos sentamos y lo miramos. Sin
duda parecía un castillo, construido en piedra, algunas pintadas de color
verde oscuro, que le daban un aire casi gótico. Había incluso una torreta
en un lado.
—Vamos, princesa —dijo, saliendo del coche. Lo seguí antes de que
pudiera abrir la puerta.
—¿Qué?
—Vamos a entrar.
Puse mi mano sobre su brazo para detenerlo. —No podemos.
—¿Por qué no?
—No van a dejarnos sólo pasear por los alrededores.
—Quítate tu anillo.
—¿Qué?
Agarró mi mano derecha y deslizó fuera mi anillo, luego tomó mi
mano izquierda y lo puso en mi dedo anular.
—Ya está. Ahora podemos decir que estamos viendo lugares para
casarnos. Estarán ofreciéndose a sí mismos para mostrarnos los alrededores.
Tomó mi mano y me arrastró por las escaleras hasta la puerta
principal. No se molestó en llamar, sólo entró. Me quedé sin aliento. Vaya.
Me sentía tan fuera de lugar aquí, como lo hacía en la casa del tío de
Hunter. Apenas había llegado a ver los suelos de madera color caramelo y
los paneles de madera a juego en las paredes antes de que una mujer,
con un traje elegante, nos viera.
—¿Les puedo ayudar?
—Sí, mi novia y yo vamos a casarnos en primavera y estamos
mirando posibles ubicaciones. Pasábamos para una caminata hasta el
Monte Battie y vimos este lugar y no pudimos resistirnos a entrar. ¿Verdad,
nena?
Llevó nuestras manos enlazadas a su boca y besó la parte superior
de mi mano antes de guiñar un ojo. Santo cielo.
—Oh, maravilloso. Felicidades. ¿Cuándo es el gran día? —Nos sonrió.
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —solté. Hunter
me miró. Sólo acababa de inventármelo.
24
7
—Qué bonito. Bueno, tenemos mucho que ofrecer cuando se trata
de bodas, si me siguen —dijo, guiándonos hacia la izquierda hasta un
enorme escritorio. No podía dejar de mirar los techos de madera
adornados con celosías y los espejos dorados. Algunas de las paredes
estaban cubiertas de papel verde oscuro. Le daba un acogedor ambiente
de estudio de antaño al lugar.
—Soy Susan, por cierto. Es un placer conocerlos.
—Hunter —dijo, sacudiendo su mano—. Ella es Missy.
—Missy. ¿Es la abreviatura de Marissa?
—Sí —dije lanzándole a él una mirada cuando ella se dio la vuelta
para agarrar un folleto.
—Esto tiene todas nuestras opciones y listas de todos nuestros
proveedores. Si quieren el paquete completo, podemos proveerles de
todo. Comida, bebidas, sillas, obras. ¿Les gustaría echar un vistazo a
algunas de las habitaciones? ¿En qué tamaño están pensando para la
boda?
—Pequeño. Definitivamente —dije, adelantándome a Hunter.
Ninguno de nosotros tenía una gran familia. Ya se sabe, si fuéramos a
casarnos, lo cual no íbamos a hacer, porque esto sólo era para aparentar.
—¿Menos de veinticinco personas?
—Probablemente. No nos hemos sentado y contado todavía —dijo
Hunter—. Pero será, ¿qué?, tus padres, Tawny, mi familia, eso son ocho, y
luego Darah, Renee, Paul, Megan y Jake, y a continuación Dev y Sean. Y
unos pocos primos, ¿verdad? —Fue como si de verdad hubiera pensado
en eso.
—Así es —dije con una sonrisa más dulce que una dulce sonrisa.
—Está bien, bueno, eso sería perfecto. No creo que pudiéramos
acomodar a todo el mundo, pero definitivamente sí a las partes de la
novia y el novio. Vamos arriba a ver algunas de las habitaciones y luego
podemos salir a los jardines.
—Suena bien —dije con otra dolorosa sonrisa mostrando mis dientes.
—Buen trabajo, chica Missy —dijo Hunter mientras subíamos la
escalera de caracol hasta el resto de la posada.
—Muérdeme, Sr. Zaccadelli.
24
8
—En cualquier momento, Sra. Zaccadelli. —Casi me tropecé con el
siguiente escalón. Oírle llamarme así me provocó una extraña sensación
que se apoderaba de mí y que no era del todo desagradable.
Susan nos enseñó unas pocas habitaciones que no estaban
ocupadas. Todas estaban pintorescamente amuebladas y tenían vistas
geniales. Mi favorita era la biblioteca. Di un grito ahogado cuando
bajamos por un conjunto de estrechas escaleras blancas y entramos en
una habitación amueblada en verde oscuro con detalles rojos. Era un
poco como si una fresa se hubiese vuelto loca, pero con LIBROS. Había
incluso un balcón con más filas de estantes. Casi me lo perdí.
—Oye, vas a exprimir la sangre de mi mano —susurró Hunter, bajé la
mirada y vi que apretaba su mano por la emoción. Tal vez un poco
demasiado fuerte.
—Puedes aguantarlo. ¿No ves los libros?
—¿Quieres hacer tu recorrido conmigo ahora mismo?
¿Rodeada por toda esta literatura? Oh infiernos, sí. Maldita Susan.
Ella aún parloteaba, pero no estaba escuchándola. Demasiado bonitos
libros llamándome por mi nombre.
—¿Por qué crees que Bella escogió a Bestia? Fue por la biblioteca.
—Adivino que soy la Bestia en esta situación.
—A menos que quieras ser Bella.
—No, todo tuyo. —Me atrajo hacia él y me dio un beso en la frente.
Me pareció oír suspirar a Susan.
—¿Les gustaría ver los jardines?
—Claro —dije, dándole una última y anhelante mirada a la
biblioteca.
—Espera —dijo Hunter, sacando su teléfono—. ¿Podrías hacernos
una foto?
—Por supuesto —dijo Susan tomando el teléfono.
Hunter me acercó y puso su brazo alrededor de mí.
—Sonríe, nena. —Lo hice, y Susan nos hizo unas cuantas fotos.
—Perfecto —dijo ella. Hunter me sonrió, y quise abofetearle la cara y
besarle al mismo tiempo.
Susan nos llevó a la parte trasera de la posada, la cual tenía una
enorme extensión de césped en pendiente.
24
9
—Ahora podemos poner carpas, o algunas parejas prefieren el
mirador.
—¿Qué te parece, amor? ¿Mirador o carpa? —dije.
—Lo que sea que tu pequeño corazón desee, mi amor. —Estaba
siendo sarcástico. Tenía la esperanza de que Susan no pudiera oír su
sarcasmo. Pareció no darse cuenta.
—Me gusta el mirador. Siempre me he imaginado casándome en un
mirador. —Ahora era yo la que estaba siendo sarcástica.
Susan nos hizo el resto de la visita, apenas parando su torrente de
palabras para respirar. Hunter y yo tuvimos una pequeña batalla, conmigo
dándole codazos y él intentando devolvérmelos. Susan permanecía ajena.
Hicimos algunas fotos más de la posada y Hunter hizo que Susan nos
tomara alguna más a nosotros.
—Juro por dios que si subes estas fotos a internet te estrangularé
mientras duermes —susurré mientras ella nos hacía otra foto en el mirador.
—Tomo nota —susurró de vuelta.
Susan nos dio un montón de folletos más sobre todo tipo de cosas y
bobadas acerca del catering. Estaba agotada en el momento en el que
salimos.
Me di la vuelta y lo miré una vez más.
—¿Te gusta tu castillo, princesa?
Me encogí de hombros. —Está bien.
Entrecerró los ojos. —Lo siento si no está a la altura de tus exigencias.
¿Quieres que llame a mi jet privado y te lleve a Inglaterra a ver uno de
verdad?
—Bueno, si insistes.
—Eres una chica exigente, Missy. No vas a querer cisnes para nuestra
boda, ¿verdad?
—Sólo unas pocas docenas. Y palomas. Debemos liberar palomas.
—Oh, las palomas son un hecho. Es por eso que no las mencioné. —
Se dio la vuelta en el camino y cambió de dirección en la entrada circular
de coches.
—El interior es realmente genial. Gracias por traerme aquí.
—En cualquier momento, princesa.
25
0
Fuimos al centro de la ciudad, a The Camden Deli para conseguir
unos sándwiches y luego nos dirigimos a la parte superior de la montaña.
Afortunadamente, como estábamos a mitad de semana, no había mucha
gente allí arriba. Los turistas ya se habían marchado en su mayoría, pero los
mirones de hojas19 ya estaban en plena fuerza, y allí estaban siempre los
observadores de pájaros con los que lidiar. Siempre puedes detectarlos
porque tienen prismáticos enormes.
Encontramos un lugar medio plano y nos sentamos para mirar los
barcos entrar y salir del pequeño puerto y la bulliciosa ciudad. Hunter
encontró una vieja manta en su coche y la extendimos en el suelo. Por
supuesto él había traído su guitarra.
—Uno nunca sabe cuándo la puede necesitar. ¿Qué pasa si nos
roban y nos quedamos sin gasolina? Entonces tendría mi guitarra y podría
tocar, así la gente se apiadaría de nosotros y nos daría dinero para
gasolina. Así que en realidad ésta guitarra podría salvar nuestras vidas.
—Nunca insultes a la guitarra de Hunter. Anotado —dije, dándome
una palmadita en la cabeza—. No tienes que hacerte vegetariano por mí.
No me importa si comes carne, siempre y cuando no la empujes contra mi
cara o por mi garganta.
—Me gusta el hummus20; no sé de qué estás hablando.
—¿Desde cuándo?
Hizo rodar sus ojos. —Desde que me hiciste comerlo hace tres
semanas.
—Exactamente.
—Eres tan adorable cuando eres presumida.
—Cállate.
—Missy no se toma bien los cumplidos. Tomo nota.
Terminamos y luego tomamos galletas con doble de chispas de
chocolate de postre.
—¿Quieres subir a la torre?
—Por supuesto.
Mirones de hojas: en original, leaf peepers, término informal, comúnmente utilizado en
los EEUU, para referirse a las personas que viajan para ver y fotografiar el follaje caído en
las áreas en las que éste cambia de color
20 Hummus: Ensalada o plato hecho a base de puré de garbanzos, con zumo de limón,
pasta de semillas de sésamo y aceite de oliva, muy popular a lo largo y ancho de Oriente
Medio.
19
25
1
El detalle más destacable en la cima de la montaña era una torre de
piedra con una escalera de caracol por la que se podía subir hasta la
parte superior. Yo no era muy de subir escaleras a través de las cuales
podía ver, pero no iba a decirle eso a Hunter. Fui primero y de algún modo
llegué arriba sin enloquecer.
—¿Puedo decirte algo? —dijo Hunter cuando nos encontrábamos en
la cima. Asentí.
—Tu culo parece increíble desde éste ángulo.
—Te lo juro, te tiraré de esta torre.
—No lo harás —dijo con una sonrisa mientras me levantaba y me
colocaba en el borde del muro que rodeaba la torre. Tenía pequeñas
almenas y encajé perfectamente entre ellas.
—No te muevas aún, quiero hacerte una foto. Sonríe, nena. —
Todavía me llamaba nena, incluso aunque Susan no estaba en ningún
lugar.
Lo hice, lo cual era fácil de hacer con él mirándome como si fuera el
mejor regalo de navidad que nunca hubiese tenido.
—Preciosa. Muy bien, vamos a bajar. —A regañadientes dejé que
me ayudara a bajar—. Vamos a hacer una más. Gran sonrisa. —Sujetó la
cámara con una mano y pegó su cara a la mía—. Uno, dos… —Antes de
llegar al tres movió la cabeza y me besó en la mejilla. Levanté mi cara con
sorpresa.
—Oye, nada de emboscadas de besos. —Le golpeé el pecho con
poco entusiasmo. Capturó mi mano y me besó la palma.
—¿Incluso si te gusta?
Sacudí la cabeza. —No.
Oímos voces en las escaleras y un momento después se nos unió una
madre, un padre, dos niños y una pareja que probablemente eran los
abuelos. La parte superior de la torre no era demasiado ancha, así que
estábamos bastante aplastados.
—Lo siento, no hay demasiado espacio aquí arriba —dijo la madre
mientras uno de los niños le suplicaba a su padre que le levantara para
que pudiera ver por encima del muro.
—No pasa nada, creo que vamos a bajar pronto —dije.
—Oh, ¿te importaría hacernos una foto? —dijo la mujer, intentando
coger a su hijo para que no se tirara por las escaleras.
25
2
—Claro —dije, cogiendo la cámara. Se colocaron y tuve que andar
hacia atrás casi hasta el otro extremo de la torre y ampliar todo el camino
para conseguir que todos entraran.
—Digan ¡Monte Battie! —repicaron todos.
—Muchas gracias —dijo la mujer y le mostré su foto en la cámara.
—Oh dios mío, que hermoso anillo. ¿Cuándo te casas?
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —dijo Hunter,
rodeándome con su brazo.
—Bueno, felicidades.
—Gracias —dije, intentando clavar mi tacón en el pie de Hunter. Me
esquivó y dijimos adiós a la familia y empezamos a bajar las escaleras.
—Ve tú primero.
—¡Qué aguafiestas! —dijo, pero lo hizo primero.
Casi extendí la mano para aferrarme a su camisa mientras
bajábamos, pero me resistí y antes de que nos diéramos cuenta,
estábamos abajo de nuevo. ¡Uf!
—¿Quieres caminar un poco? —No soltó mi mano y paseamos un
poco alrededor de la carretera, haciendo una curva y volviendo de
nuevo.
—Me encantaría venir aquí por la noche para ver el aspecto que
tiene la ciudad toda iluminada. Cierran las puertas, así que tendría que
subir con linternas. Aun así valdría la pena.
Asentí, bajando la mirada hasta nuestras manos entrelazadas.
—Entonces, ¿así es cómo verías tu boda? ¿Con cisnes y todo eso? —
dijo.
—En realidad nunca imaginé una boda.
—Pensé que era algo que hacían todas las niñas.
—Bueno, como tú dijiste, no soy una chica normal.
—Sabes que no quise decir eso.
—¿Qué quisiste decir?
—Quise decir que tú no eres sólo otra chica más. Tú eres tú.
—Profundo.
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3
—Vamos. No seas así. Todas las otras chicas que he conocido
habrían estado emocionadas y se lo habrían mostrado a cualquiera
quisieran verlo o no. Algunas habrían pensado que se trataba de una
proposición. Pero tú no lo hiciste. Estabas enfadada por el dinero que me
había gastado en ti.
—Aún estoy enfadada por eso, ¿pero qué puedo hacer?
—Exactamente.
—¿Qué?
—Tú sólo eres diferente. Me gusta eso.
—Lo que sea.
Seguimos andando en silencio.
—Me gusta que seas amable con la gente —dije.
—¿Qué?
Hablé un poco entre dientes. —Eres agradable con la gente cuando
no tienes que serlo. Como aquellas chicas borrachas y Susan. Actúas como
si fueras un gran tipo duro, pero no lo eres realmente.
—¿Estás diciéndome que no soy un tipo duro? Entonces todos estos
tatuajes eran para nada. ¿Qué voy a hacer? —Sacudió el puño hacia el
cielo.
—Vaya, ¿he insultado tu actitud de tipo duro?
—Estoy herido —dijo, agarrándose el corazón—. Debes calmar mis
heridas.
—¿Cómo?
—Dame un poco de azúcar —dijo, deteniéndose y señalando sus
labios fruncidos.
—De ninguna manera, hombre. —Traté de echar a andar, pero no
me dejó.
—Vamos. Dale un beso a tu novio.
—Esa era tu estúpida idea.
—Con todo, bésame, por favor. —Si sólo no hubiera dicho por favor.
—Bien —dije, aunque apreté los dientes. No era que yo no quisiera.
Era que sabía que si nuestros labios se encontraban, no tendría control
sobre lo que sucediera después. Era como si tuviera un exceso de tensión
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4
sexual acumulada después de tantos años de celibato. ¿Podría suceder
eso?
Apreté los labios, así no había ninguna esperanza de lengua, y le di
un pequeño beso.
Sacudió la cabeza. —No. Aún duele. Tienes que hacerlo mejor que
eso. —Lo intenté otra vez, dándole uno un poquito más largo, pero todavía
apartándome tan pronto en cuanto quise más.
—¿Quién eres, mi abuela?
Estaba a punto de pisarle el pie y decirle que era suficiente cuando
sonó mi teléfono.
—Olvídalo —dijo inclinándose.
—Es el tono de llamada de mi madre. —Era “Hip To My Heart” de The
Band Perry. Le encantaba esa canción—. Tengo que cogerlo. —No había
hablado con mi madre en un tiempo y me sentía horrible por eso.
—Hola, mamá.
—¡Hola, Kid! Siento como si hiciera años desde que hablamos. Salí
del trabajo temprano, así que pensé en hacerte una llamada. ¿No estás en
clase?
—No. No habría contestado si lo estuviera. O estaría susurrando.
—Cierto. Así que, ¿cómo estás?
—Estoy bien. Ocupada. Las clases son una locura.
—Eso está bien. ¿Cómo va el trabajo?
—Eso también va bien.
—¿Y la situación con el compañero de cuarto?
—Dile que es genial —susurró Hunter. El volumen del teléfono era lo
suficiente alto como para que él lo escuchara. Me di la vuelta y me alejé.
—Está en una especie de estado resuelto. —Hasta ahora—. Voy a
lidiar con ello durante el resto del semestre y luego ya veremos.
—Oh, bueno. Suenas mejor. Suenas muy feliz, en realidad.
—¿Lo hago?
—Sí. ¿A qué se debe? —El chico que actualmente intentaba enrollar
sus brazos alrededor de mi cintura y distraerme de hablar contigo.
—Oh, no lo sé. Quizás sólo sea el nuevo año. Mi cumpleaños se
acerca.
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5
Mamá no se dejó engañar. —Es un chico, ¿verdad?
—No realmente.
—Oh. Dios. Mío. Pensé que esto nunca iba a suceder. Quiero
detalles, Kid. —Sonó como Tawny.
—Es sólo un chico.
—Sabes que eso no es cierto.
—No realmente —dije. Hunter intentaba hacerme cosquillas—.
¿Puedes dejar eso?
—¿Qué? —dijo mamá. Miré a Hunter y me dedicó una mirada
inocente de ojos muy abiertos.
—Nada, no hablaba contigo.
—Ese era él, ¿no? ¿Está ahí contigo? Si estás en una cita podemos
hablar más tarde, con tal de que yo consiga los detalles. Oh, dios, no están
en mitad de algo, ¿verdad?
—¡Mamá! —Mi cara se puso escarlata mientras Hunter se reía en voz
baja.
—Sólo preguntaba. Nunca se sabe. ¿Están en una cita? —La
emoción en su voz era palpable, incluso por el teléfono.
—No estamos en una cita.
—Sí que lo estamos —dijo Hunter lo suficientemente alto como para
que ella lo oyera.
Puse mi mano sobre el altavoz. —¿Quieres callarte?
—Kid, ¿por qué no me llamaste? Oh, antes de irte, pensé que podría
tenerlas a ti y a Tawny para una cena familiar el sábado por la noche. ¿Por
qué no le traes? Me encantaría conocerle.
—Ni siquiera sabes su nombre.
—Eso no importa. Si ha conseguido atravesar tus muros, sé que es
algo especial. Tus exigencias son altas.
—Sí, lo son —dijo Hunter en mi oído. Su cálido aliento me hizo muy
difícil pensar—. Me encantaría conocer a tu madre.
—¿Ese era él?
—Sí.
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—Dile que me encantaría conocerla —dijo él tan alto que estoy
segura de que la gente de kilómetros alrededor pudo oírle. Le dediqué una
mirada mortal.
—Dile que eso es genial. Estaré segura de hacerte algo especial.
—Gracias, mamá.
—Llámame más tarde, Kid.
—Lo haré.
—Será mejor que lo hagas. Te quiero.
—También te quiero.
Le colgué a mi madre y clavé mi puño en el estómago de Hunter. Lo
esquivó en el último momento y envolvió sus brazos a mí alrededor,
dándome un abrazo de oso.
—No puedo esperar para conocer a tu madre. Quiero ver cómo
serás dentro de veinticinco años.
—Bueno, ya te has invitado a cenar tú mismo, así que supongo que
no hay nada que pueda hacer para detenerte.
—Exactamente. —Cayó en picado y me dio un buen beso,
sonriendo contra mi boca. Se lo permití totalmente—. Ya está. ¿Era tan
difícil?
Nos acomodamos en nuestro lugar y Hunter me cantó mientras el sol
se hundía en el cielo. Renee y Darah me enviaron un mensaje,
preguntándome cuándo íbamos a volver. Les mandé un mensaje de
vuelta y les dije que no lo sabía. Estaba a merced de Hunter. Renee se
moría por los detalles. Probablemente estuviera decepcionada con mis
detalles.
—Una última canción. ¿Qué será? —dijo.
—¿Qué tal algo más antiguo? Oooh, ¿qué hay de Love Me Tender?
—¿Elvis?
—¿Qué? Es el Rey.
—Sí, sí que lo es.
Puse las manos detrás de mi cabeza y miré hacia el cielo mientras la
voz de Hunter me arrullaba de nuevo dentro de una burbuja de seguridad.
Mi estúpido móvil la explotó.
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7
Miré la pantalla. Tawny. Ignoré la llamada. La llamaría más tarde.
Hunter siguió cantando, haciendo la canción más larga de lo que
normalmente sería.
Inmediatamente llamó de nuevo. Eso elevó una bandera roja. No
haría eso a menos que hubiera una razón.
—¿Qué pasa? —dije tratando de mantener el pánico fuera de mi
voz. Hunter dejó de tocar.
—Puede que a Travis le den la libertad condicional.
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Traducido por perpi27
Corregido por LadyPandora
E
l poco oxígeno que había en mis pulmones salió en una
bocanada de aire. —¿Qué?
Hunter me miró con un signo de interrogación en su rostro. Me
aparté de él.
—Puede que le den la condicional. Hay una audiencia en de un par
de semanas.
—Pero tiene para dos años más.
—Lo sé, pero ya sabes cómo funciona. Consiguió la cita hace casi
dos meses, pero olvidaron dejárnoslo saber.
—No pueden dejarlo salir —susurré.
—Sí que pueden.
—¿Podemos ir?
—Deberíamos poder, ya que los dos somos víctimas. También
deberían haber llamado.
Había recibido una llamada antes, pero dejé que fuera al buzón de
voz ya que no conocía el número. ¡Qué idiota!
—¿Qué pasa? Estás temblando. —Hunter puso sus manos sobre mis
hombros.
—¡No me toques, joder! —grité.
—¡Taylor! No te asustes. Todo saldrá bien. No dejarán que salga.
¿Dónde estás? —dijo Tawny.
—En Camden.
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9
—¿Qué estás haciendo allí?
—Nada importante.
—Bien, bien, quiero que regreses a tu apartamento y te quedes allí.
¿Hay alguien que se quede contigo?
—Ajá. —Hunter no me tocó, pero comenzó a guardar nuestras cosas.
—Es Hunter, ¿no? ¿Se lo has dicho? —dijo Tawny.
—No.
—Déjame hablar con él.
—¡NO!
—No voy a contárselo. Déjame hablar con él.
—Quiere hablar contigo. —Le entregué el teléfono. Nada de lo que
había dicho sobre Travis parecía real.
—Hola, Tawny, ¿qué pasa? —Su voz estaba entrecortada. Se alejó
de mí y escuchó, y después respondió en voz baja—. Está bien, vamos.
No me moví. No estaba segura de que pudiera.
—Suponíamos que tendríamos dos años más. Luego me marcharía
de aquí y me iría donde no pudiera encontrarme —dije a cualquiera que
escuchara.
—Vamos, tenemos que llevarte a casa —dijo Hunter. Mis piernas no
obedecerían—. Está bien, nena, voy a levantarte, ¿de acuerdo?
—No, puedo hacerlo. —Alcancé su mano y me levantó.
—No siempre tienes que hacer todo por ti misma —dijo, tomando mi
brazo con una mano y llevando su guitarra con la otra.
Me tropecé como si estuviera borracha de regreso al coche de
Hunter. No quería que me tocara, pero luego me di cuenta de que no
habría podido volver al coche por mí misma.
Hunter no pidió detalles mientras conducía lo más rápido que pudo
por la sinuosa carretera hacia abajo de la montaña.
—Baja la velocidad.
—Te estoy llevando a casa.
—Bueno, me gustaría llegar de una pieza.
—Bien.
—¿Tawny te lo dijo?
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0
—No. Dijo que tú lo harías. Lo único que me dijo fue que te llevara a
casa y nos quedáramos allí.
—¿No te dijo nada más?
—No. ¿Deseabas que lo hubiera hecho?
—Entonces supongo que estás esperando una explicación. —Mi
conmoción se descongelaba un poco con él allí.
—He querido una desde que te conocí. Tienes la palabra secreto
escrita sobre ti. Pero yo no soy nadie para hablar de eso. Me gustaría que
confiaras en mí. Sé que no debe ser fácil para ti cargar con ello.
—No lo es. —No iba a llorar.
—Me gustaría ayudarte. Decirte lo de mis padres me hizo sentir
mejor, no peor. A parte de la familia, tu eres la única a quien realmente se
lo dicho, y fue aterrador, pero después me sentí bien. La verdad nos hará
libres y todo eso.
—Tengo miedo de lo que vayas a decir.
—Missy, no hay nada que puedas decirme que me haga pensar
diferente.
Oh, pero lo había. Tenía el poder de cambiarlo todo. Sobre todo
ahora. —Me gustaría poder creer eso.
—Entonces hazlo. Créelo. Créeme.
Quería. Más que nada.
Me senté en mi asiento y traté de calmar mi acelerado corazón. Puse
de nuevo The Head and the Heart. Me pareció que el folk, con melodías
blue-grass era ligeramente calmante.
—¿Puedes darme mi teléfono? —dijo cuando llegamos a la entrada
del parque. Detuvo el coche, pero lo dejó encendido. Le pasé el teléfono
y marcó la marcación rápida.
—Hola, Mase. Necesito un favor. ¿Te puedes llevar a Dare toda la
noche? Necesito un poco de tiempo con Taylor. Sí. Ajá. Gracias, hombre.
Sí, ya sé que te lo debo. Gracias. Adiós.
Golpeó para marcar otro número. —Hola, Ne. ¿Me puedes hacer un
favor? Taylor y yo, um, necesitamos otra noche. Sí. No, lo haré. No te
preocupes. Nos vemos mañana. Adiós.
Tiró el teléfono en su soporte para vasos.
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1
—Pensé que no querrías mucha gente alrededor atosigándote. —Me
conocía demasiado bien—. No voy a ninguna parte, ¿de acuerdo?
—Sí.
Toda la lucha había salido de mí. Mi mente ya imaginaba a Travis
saliendo de la cárcel y luego cumpliendo la promesa que me hizo esa
noche.
No hablé durante la siguiente media hora mientras Hunter conducía
tan rápido como podía sin dejar de conducir con seguridad. Seguí
oyéndole contar en voz baja.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
Lo escuché y me dejé llevar por una especie rara de insomnio. Era
como esa sensación cuando miras fijamente hacia el espacio. Sólo que no
terminó.
En el momento en que llegamos al apartamento, Renee y Darah ya
se habían ido. Nos habían dejado una pequeña sorpresa en forma de un
corazón hecho de pasteles.
—Mírame —dijo Hunter, mientras entrábamos por la puerta.
Racionalmente, sabía que no había manera de que Travis estuviera allí,
pero de todos modos mi cabeza se asomó—. Nadie va a hacerte daño.
No eres una chica débil. Me metiste una patada en las pelotas a las
primeras horas de conocerme. No le tienes miedo a nadie —dijo.
Sólo tenía miedo de una persona. —Estoy bien.
—No, no lo estás. Ve a darte una ducha y prepararé algo para
cenar.
—No tengo hambre.
—Lo siento, pero Tawny me dijo que hiciera algo de comer. —Eso era
algo que ella diría. También solía obligarme cuando éramos más jóvenes.
—No me digas qué hacer.
—Está bien.
Fue a la nevera y empezó a reunir los ingredientes.
—Voy a darme una ducha.
—Está bien, entonces. —Sonrió y sacudió la cabeza.
Poco a poco abrí la puerta de mi habitación con el pie. Esperé un
segundo antes de entrar y encender la luz. Poco a poco entré, mi corazón
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2
latía todo el tiempo. Eché un vistazo completamente en cada rincón antes
de entrar en la habitación.
Agarré mi ropa y otras cosas para ducharme tan rápido como pude
y corrí al baño. Me di una ducha rápida, saltando con cada ruido. Me
acordé también de este sentimiento. Había vivido años de mi vida así, pero
se había amortiguado en los últimos pocos. Ahora estaba de vuelta con
toda su fuerza, volvía a tener doce años de nuevo y vomitaba por miedo
todos los días. Casi me había dado una úlcera. Fue entonces cuando la
terapia había comenzado.
Salí y Hunter estaba ocupado con la sopa de tomate y unos
sándwiches de queso asado.
—Hice los margherita que te gusta, junto con el aguacate —dijo.
—No tengo hambre.
—Te vas a comer un maldito sándwich y un plato de sopa, incluso
aunque tenga que darte un beso para someterte. ¿Entiendes?
—Por favor, no me toques.
—Entonces come.
—Te odio.
—Buen intento. No voy a irme a ninguna parte. —Puso el sándwich
en un plato, lo cortó transversalmente para que pudiera ver la mozzarella
que se derretía. Normalmente lo hubiera devorado y me quemaría la
boca, pero no quería comer nunca más.
Se sirvió un plato de sopa. Incluso había añadido leche para que
fuera cremosa.
—¿Por qué no tenemos una bandeja? Tenemos que conseguir una
bandeja —murmuró.
No tenía ni idea de qué hablaba. Me pasé los dedos para peinar mi
cabello y esperé a que viniera.
—Ve a sentarte en el sofá.
—No me digas qué hacer. —No quería que me tratara como a un
inválido. Lo que es peor, no quería que me tratara como si tuviera que
cuidarme. Como si fuera una especie de carga. Una persona a la que
estaba obligado a cuidar.
Fui y me senté en el sillón en vez del sofá y encendí la televisión,
cambiando de un canal a otro, sin ni siquiera darme cuenta de lo que
había antes de cambiarlo.
26
3
—Aquí tenemos. —Puso el plato y la taza sobre la mesa,
acercándolo al sillón reclinable. Me entregó una cuchara y una servilleta—
. Te aconsejaría que comieras, pero no estoy diciendo qué lo tengas que
hacer. Ya que no quieres que lo haga —dijo.
—Así es.
Alcanzó su cena y se sentó en el extremo opuesto del sofá, tan lejos
de mí como podía y todavía estar mientras estuviera en la sala de estar.
Me encontré con un maratón
comenzando con Pretty Woman.
de
comedias
románticas,
—Tiene demasiados dientes. Y una prostituta nunca se ve así, te lo
puedo garantizar —dijo Hunter, sentándose y comiendo su emparedado.
Lo ignoré y traté de ver la película, pero seguí saltando con cada
pequeño sonido. Mi cerebro se había convencido de que Travis iba a
entrar a través de la puerta en cualquier momento. Deseaba tener un
objeto punzante, pero tendría que conformarme con la cuchara o el
mando a distancia. O con Hunter. Probablemente lo usaría como un arma
en caso de apuro.
—¿Puedo ofrecerte algo? —dijo. ¿Qué tal un arma? Me sentiría
mucho mejor si tuviera una. Oh, ¿Por qué no había ido aún al campo de
tiro?—. ¿Taylor?
—¿Qué?
—¿Puedo ofrecerte algo? —repitió.
—No.
—¿Estás segura?
—¿Por qué no me dejas en paz? —espeté.
—Tal vez si me dijeras lo que te tiene así, lo haría. Hasta entonces,
estaré vigilándote como un halcón. —No me gustó su intensa mirada, pero
yo tampoco quería estar sola. Así que estaba a partes iguales, de acuerdo
en tenerlo allí.
—Estoy bien.
—Seguro. —Se levantó para tomar mi plato y me aparté de él.
—Oh, Missy, me gustaría que me lo dijeras. Negué con la cabeza,
apretando mis cerrados labios—. Qué cabezota eres. —Llevó nuestros
platos al fregadero y empezó a lavarlos, tarareando la canción de platos
que había escrito. Traté de mantener mis ojos pegados a la película.
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4
Tenía la costumbre de tener mucho frío cuando me estaba
volviendo loca y empecé a temblar incontrolablemente, los dientes me
castañeaban. Me envolví los brazos, tratando de evitar volar en mil
pedazos. Había pensado que esto había terminado. Nunca vi llegar el día
que iba a salir realmente, pero tal vez no lo dejaría escapar. Tal vez podría
enviarlo a prisión para que se quedara el resto de su tiempo.
Pero todavía tenía que verlo. Eso era lo que me asustaba más que
nada. Eso era lo que no quería decir a nadie. Que toda mi ira y confianza,
eran en realidad, un miedo interno de una niña de doce.
—Toma —dijo Hunter, viniendo detrás de mí y colocando una manta
sobre mí.
—No me toques.
—Sólo te estoy poniendo una manta. Cálmate.
—Dije que no me toques.
Se puso delante, ignorándome y tratando de poner la manta a mí
alrededor.
—¡Basta! —Le golpeé, pero no me soltó. Trató de levantarme, pero
estaba lista para él, puñetazos y patadas a su derecha e izquierda. Su
rostro estaba blanco. De alguna manera, me puse de pie y la manta cayó.
Era como si hubiera desatado algo oscuro y violento que se había
estado revolviendo en mi interior desde aquella noche hace ocho años.
—¡Basta! ¡Basta ya! ¡Basta ya! —Le golpeé en el pecho. Le di una
bofetada y una patada. Seguí adelante hasta que mis pulmones estaban
agitados y mis brazos doloridos, y un sollozo ahogado escapó de mi boca.
Se puso de pie con los brazos a los lados. Tenía la cara roja por mis
bofeteadas.
Mis rodillas cedieron, y me llamó antes de irme hacia abajo, darme la
mano y ponerme en el sofá.
—No me toques.
No respondió, pero envolvió sus brazos alrededor de mí cuando
comencé a sollozar. Nunca lloraba, pero ahí estaba yo, saladas lágrimas
corriendo por mi cara, que se derramaban por Hunter, el chico que había
molido a palos.
Me sacudió, sus fuertes brazos rodeándome con fuerza.
Comenzó a tararear, pero estaba demasiado destrozada para
reconocer la melodía.
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5
Me dolía la garganta de tanto llorar, mis lágrimas goteaban por
todas partes, pero no me importaba.
Empecé a hiperventilar, y Hunter tenía que decirme que respirara
lentamente para no perder el conocimiento. Eso había ocurrido antes,
pero él no lo sabía. Había tenido episodios como este antes, sólo que
aquellas veces estaban mamá y Tawny cuidando de mí.
Hunter esperó hasta que en su mayoría estuviera gritando y sólo
esnifando. Por suerte, tenía una servilleta de repuesto y me soné la nariz.
—¿Estás bien? —dije.
—En mi línea.
—Lo siento por golpearte.
—Está bien. Necesitabas sacarlo.
—No lo he hecho en mucho tiempo. —Sentí sus labios en mi sien.
—Me has asustado —dijo.
—Lo siento.
—No tienes que disculparte. Estaré bien.
—Pero yo no.
Inhaló lentamente. —Cuando mis padres murieron, solía tener estos
ataques en que me volvía loco y rompía todo lo que quería. Mi madre
tenía una colección de animales de cristal de millones de dólares. Rompí
cada uno de ellos. Joe estaba furioso, pero, ¿qué podía hacer él?
Terminaron sacando todo lo rompible de la casa y me llevaron donde
Hope y John lo más pronto posible. Hicieron una casa a prueba de Hunter,
pero seguí encontrando cosas para romper.
Era mi turno.
—Solían tener que frenarme para que no me hiciera daño. Mi madre
no tenía una camisa de fuerza, pero ella y Tawny me retenían —dije. Hubo
una pausa y comenzó a acariciar mi cabello. Me estiré en su pecho. Sus
brazos eran como cables, que me sostenían en un solo lugar. Ya no
temblaba. Tomé una respiración profunda—. Se suponía que Tawny era la
niñera. Esto fue antes de que mis padres se separaran, así que estaban en
una cita nocturna. Tenía doce años, pero por alguna razón no querían que
me quedara sola por la noche. No puedo recordar por qué. La regla era
que no iba a estar nadie más, pero invitó a su novio, Travis, para pasar el
rato. —Decir su nombre era como correr las hojas de afeitar sobre mi
lengua, pero tenía que hacerlo—. Ella sólo había salido con él durante
26
6
unas pocas semanas, y a mis padres no les gustaba. No es que llevara
moto o se metiera en problemas ni nada de eso. Sólo iba por el lado
equivocado, especialmente con mamá. Era mayor y tenía un
temperamento fuerte, pero lo mantuvo controlado la mayor parte del
tiempo. Se enojó por algo esa noche. Una vez más, no recuerdo por qué.
Tawny estaba diferente a su alrededor. Cuando éramos sólo nosotras,
veíamos películas y nos entreteníamos, pero cuanto Travis llegó, me hizo ir
a la cama, pues así ellos podrían hacerlo en el sofá. Me enojé con ella por
mandarme a la cama temprano, pero me gritó y Travis la apoyó, así que
no tuve opción. —Tomé otra respiración profunda. Hunter se mantuvo
acariciando mi pelo—. Mientras caminaba de regreso a mi habitación, vi
algo brillante en el suelo. Era uno de los pendientes en forma de pavo real
de mamá. Tawny los había sacado sin preguntar, y sabía que estaba
llevando uno. El otro tenía que haberse caído. Estaba celosa, porque
nunca me habían permitido usarlos, así que fui a mi habitación y me lo
puse. Me quedé leyendo un rato, pero luego escuché un ruido. Me
levanté, y lo escuché de nuevo. Entonces oí un grito. —Los brazos de
Hunter se apretaron alrededor de mí, y me agarré de su camisa—. Volví a
la habitación de Tawny, y ella gritaba mientras oía un ruido de golpes y
Travis diciéndole que se callara. Gritó un poco más y luego oí que la
golpeó. Ella le estaba suplicando. No sabía qué hacer. La puerta estaba
rota, sólo un poco, y miré adentro. Él estaba encima y su blusa estaba
desgarrada. Se comenzó a bajar los pantalones y le dijo que ya había
esperado suficiente. Ella lloraba y luchaba por salir de debajo de él. La
abofeteó de nuevo, y su cabeza voló hacia un lado. Nos miramos a los ojos
y ella susurró algo. Travis vio que nos estábamos mirando, y no pude cerrar
la puerta lo suficientemente rápido. —Comencé a temblar otra vez, pero
Hunter no iba a dejar que me fuera—. Me persiguió por el pasillo y me
agarró. Me gritó por interrumpir y luego dijo que tal vez yo también quería
un poco. Me comenzó a rasgar los pantalones, y no pude respirar porque
pesaba mucho y estaba encima de mí, pensé que iba a morirme. Me
rompió la blusa y rayó mi pecho. Sólo llevaba unas mallas, así que las
desgarró y luego mi ropa interior, después fue por sus calzoncillos otra vez,
diciéndome que si alguna vez le hablaba a alguien de esto, vendría a
buscarme y me mataría. Recé para que alguien me salvara y fue cuando
Tawny le pegó tan fuerte como pudo con un bate de softbol que
guardaba debajo de su cama. Colapsó encima de mí y Tawny tuvo que
hacerlo rodar. Lo atamos con un par de cuerdas de saltar y un poco de
cinta y llamamos a la policía. Hubo juicio. Fue declarado culpable y le
cayeron diez años. Se supone que debe estar adentro otros dos años más,
pero Tawny me llamó y me dijo que está en libertad condicional. —Aspiré
de nuevo y me entregó una servilleta—. Así que es eso. Ahora lo sabes. La
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única persona a quien se lo he contado es a Megan. Todos en mi ciudad
lo sabían. Me etiquetaron como puta en la escuela, y cuando empecé a
enojarme y a pelear, nadie quería tener nada conmigo. Hice un pacto
conmigo misma de que nunca saldría con nadie, nunca tendría novio.
Estaría sola, porque la única persona en quien podía confiar era en mí.
Todo el mundo iba a defraudarme. Nunca se lo conté a Tawny, pero se
disculpó durante años. Creo que sigue disculpándose, a pesar de que
también fue víctima. Mis padres se sintieron muy culpables por separarse.
Quiero decir, no era la única razón, pero eso tuvo mucho que ver. Todo se
vino abajo después de esa noche. Y ahora ya sabes por qué tengo esa
obsesión con los pavos reales. Tawny llevaba un pendiente y yo el otro.
Esos pendientes salvaron nuestras vidas.
Hunter pensó por un momento, y casi pude oírle tratando de elegir
las palabras adecuadas.
—Me gustaría poder matarlo de la forma más lenta y dolorosa
posible —dijo.
—Yo también. —Me lo había imaginado tantas veces que nunca lo
admitiría.
—Gracias por decírmelo.
—Ahora sabes por qué estoy tan jodida.
—No lo estás, esa es la cosa. Has pasado por algo que la mayoría de
las personas no puede imaginar. No te avergüences de la forma en que le
haces frente.
—No le hago frente, según mis terapeutas. Ha habido muchos.
—Que se jodan. Si romper cosas y golpear gente de vez en cuando
te ayuda, voy a ser tu saco de boxeo y podemos conseguirte algunas
cosas para tirar de la azotea. ¿Trato?
—Bien.
—Así que, ¿está en libertad condicional?
—Sí, hay una audiencia. Mi abogado llamó.
—Pero tienes que ir, ¿no? ¿Hacer una declaración?
—Sí.
—Está bien, entonces. Vamos a tener que ayudarte a preparar una
declaración muy buena.
—No puedo.
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—¿Por qué?
—No puedo enfrentarlo otra vez. —Más difícil incluso que contarle la
historia, era decirle eso. Era una cobarde.
—Sí, sí puedes. Simplemente piensas que no puedes. Hay una
diferencia.
—Pero no puedo mirarlo a la cara. Él estaba violando a mi hermana,
y no hice nada. Podría haber conseguido un teléfono, podría haber
corrido y golpearlo con algo. Pude haber hecho algo —dije.
—Eras una niña.
Traté de negar con la cabeza, pero no me dejó.
—Debí haber hecho algo.
—Dejé que mi padre le disparara a mi madre y luego se suicidara. Si
alguien debió hacer algo, ese sería yo.
—Él tenía un arma.
—Él tenía a tu hermana.
—No es lo mismo.
Suspiró. —Taylor, podemos preguntarnos "y si" hasta la muerte, pero
no resolvería nada. Lo único que podemos hacer es seguir adelante,
incluso cuando parezca que estás caminando a través de un pozo de
cemento.
—Con bloques de cemento sobre tus hombros.
—Exactamente.
—La única diferencia es que el demonio tiene forma humana. —Su
mano viajó hacia arriba y abajo de mi brazo con un movimiento suave.
—Todavía lo siento por golpearte —dije, tocando su perfecto rostro.
—¿Cómo se ve mi cara?
Levanté la mirada. Mañana se vería muy bonita.
—Un poco maltratada.
—Eso está bien. Voy a decirles a todos que estuve en una pelea de
bar.
—¿Qué? ¿Te da vergüenza decir que fuiste golpeado por una
chica?
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—No, pero me preocupa que se te lleven por violencia doméstica —
dijo con una sonrisa.
—Está bien, está bien.
—¿Te sientes mejor?
—Supongo. Te lo haré saber.
—Está bien tener miedo.
—Odio tener miedo.
—Lo sé. Pero no tienes que tener miedo de él. Está encerrado en este
momento, y no estás sola. Quiero que recuerdes eso. No. Estás. Sola.
—Siempre he estado sola. Los viejos hábitos tardan en morir.
—Sí, así es. —Se rió un poco—. ¿Estás cansada?
—No realmente.
—Entonces, ¿te importa si te sujeto de esta manera? Es muy
agradable.
—Sí, lo es. —Me moví, por lo que pude envolver mis piernas con las
suyas, como si estuviéramos en esa noche que habíamos pasado juntos.
—Bueno, esto es incluso mejor.
—Hunter.
—Lo siento, Missy.
—Cada vez que pienso en estar físicamente con alguien, todo lo que
puedo recordar son sus manos y su cara encima de la mía, y no puedo
respirar. Sé que no debería asociar esas cosas, pero lo hago y parece que
no puedo cambiarlo. Cada vez que pienso en sexo, eso es lo que pienso.
Por eso nunca he estado con nadie. Bueno, en parte. Nunca conocí a
alguien con quien quisiera intentarlo hasta…
—¿Hasta yo? Por favor, di hasta que me conociste.
—Hasta que te conocí. —Lo alcancé y toqué un punto que
comenzaba a volverse morado en su mejilla—. Pero soy un bicho raro. Tú
no me quieres.
—No quiero a nadie más que a ti.
—Vas a tener que ser paciente conmigo —dije, trazando su rostro
con un dedo. Tomó mi mano y la besó.
—Me esforzaré al máximo. Sin prometer nada.
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0
—¿Qué tal esto? —dije, tuve una idea—. Encontremos una palabra
que te pueda decir si me pongo loca.
—¿Como una palabra de seguridad? Nena, has estado leyendo
demasiadas novelas de romance incompletas, ¿verdad? Los vi en tu EReader.
—Lo que sea. Bueno, ¿y cuál debe ser mi palabra de seguridad?
—¿Qué tal PARA?
—Aburrido. —Pasé por un montón de palabras.
—ERROR —dijo Hunter, sonriendo.
—Perfecta. —Mantuvo mi mano delante de su cara, girándola hacia
atrás y adelante, como si estuviera fascinado.
—Tienes manos diminutas —dijo.
—Uh, ¿gracias?
—Son lindas y femeninas. Me gustan.
—Creo que voy a quedármelas. No tengo mi recibo de la tienda de
manos, así que no las puedo comerciar.
Se echó a reír, su pecho moviéndose debajo de mí de una manera
maravillosa. Bajó su mirada hacia mí y sonrió, llevando mis manos a sus
labios. Besó cada uno de mis dedos y luego el dorso de mi mano. Giró la
palma de mi mano y la besó. Se tomó su tiempo, como si esperara que
dijera la palabra de seguridad. No lo hice.
Hunter besó mi brazo, hasta el interior de mi codo, que era
sorprendentemente sensible. Esperó antes de poner una de sus manos
debajo de mi mentón e inclinó mi cara hacia arriba. Se movió tan cerca
que nuestras narices se tocaron antes de que tentativamente me besara
en los labios. Tirando hacia atrás, esperó a que yo lo detuviera. No lo hice.
Besó mis labios de nuevo, esta vez persistentemente. Le devolví el
beso, moviendo mi boca para que se ajustara contra la suya. ¿Cómo es
que encajaban tan bien juntas? Hunter se apartó de nuevo y abrí los ojos.
—Voy a darte un beso, y no voy a parar.
—No quiero que lo hagas.
—Está bien, entonces. —Tiró de mi rostro hacia el suyo de nuevo y
abrió su boca mientras abrí la mía para profundizar el beso. En ese
momento, quise arrastrarme dentro de él y esconderme. Su lengua entró
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1
en mi boca, y le dejé. Realmente no podía usar la palabra de seguridad
mientras mi boca estaba ocupada. De todos modos no quería usarla.
Hunter me acercó más, retorciendo los dedos juntos mientras
mordisqueaba mi labio inferior.
Por un momento, se apartó para que ambos pudiéramos respirar.
—¿Quieres que me detenga? —dijo.
—No.
—Entonces sugiero que pasemos esto a nuestro dormitorio. ¿En tu
cama o en la mía?
—En la mía —dije.
Se movió debajo de mí y me levantó, besando mis labios mientras lo
hacía.
—Nada de besar y caminar. No quiero hacerte daño —dijo mientras
me llevaba de vuelta a nuestra habitación. Estuvo a punto de tropezar con
algunas camisetas, pero me subió a la cama y entonces sus labios
estuvieron nuevamente en los míos. Me hice a un lado para que pudiera
subir. Malditas sean estas pequeñas camas.
Antes de que continuara, sostuvo mi cara en sus manos.
—¿Estás segura?
—En este momento, sí. —No sabía si podría cambiar de opinión.
Besar era agradable, muy agradable, pero una vez que la ropa empezara
a salir, y comenzáramos a explorar otras áreas, no estaba segura de si la
fea sombra de esa horrible noche me tragaría de nuevo.
Como respuesta, volvió a sentarme, y luego se sentó, tirando del
dobladillo de su camisa.
—Quiero hacerlo —le dije, apoyándome en mis codos.
—Tus deseos son órdenes para mí, princesa.
Nunca antes había sacado una camisa de un hombre, pero las
camisas de los chicos no eran tan diferentes a las de las chicas, ¿no?
Tenían sisas y eran de algodón y todo eso. ¿Tan difícil podía ser? Empecé a
tirar para arriba, y él alzó sus brazos. Lo tenía un poco atascado en la nariz,
pero se movió para poder sacar la cabeza antes de que la tirara al suelo.
—Vamos a tener que practicar eso —dijo, volviendo a por otro beso.
Se movió hacia abajo a mi oído, lo que me hizo reír, y luego por mi cuello,
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2
lo que me hizo suspirar. Pasé mis manos arriba y abajo de su pecho,
trazando sus tatuajes. Preguntándome a qué sabían.
—Quiero verte —dijo en mi cuello—. Muévete hacia mí. —Puso sus
brazos alrededor de mí y nos rodó, de alguna manera sin caernos de la
cama, así que estuve encima de él. Alargó su mano hacia el dobladillo de
mi camisa, sin apartar sus ojos de los míos esperando que yo dijera la
palabra. Alcé los brazos.
Me quitó la camisa con más gracia de la que yo tuve, pero él había
tenido práctica.
—Fanfarrón —dije mientras me miraba. Ahora sólo estaba en
sujetador y uno no muy sexy.
—¿Un pendiente en el vientre? Cristo, estás tratando de matarme.
¿Cómo no sabía esto? —Metió su dedo en mi ombligo, y tuve que
morderme el labio.
—Es mi pequeño secreto.
Me miró fijamente durante unos segundos más antes de alcanzarme,
por lo que pudimos rodar hacia el otro lado.
—Eres tan bonita que duele. —Pasó sus manos por encima de mi
sujetador azul. Al menos tenía un poco de encaje, pero había tenido
mejores días.
Movió su cabeza hacia abajo y besó su camino a través de mi
pecho, mi piel temblando en anticipación. Cuando llegó a mi ombligo
también me besó, y gemí un poco. No pensaba en otra cosa que en él y
en mí. Nos encontrábamos en nuestra burbuja de nuevo.
Tenía sus manos por todo mi cuerpo, cubriendo cada centímetro de
mi piel con un ligero toque, poniendo mi piel en llamas. También lo toqué,
e hizo un sonido como respuesta.
—¿Demasiado rápido? —dijo, deteniéndose.
—No.
Lo besé de nuevo, esta vez sus manos recorrieron el resto de mí,
yendo más abajo y encendiendo un fuego allí. Pasé mis manos por su
espalda y agarré su trasero. Quise tocarlo durante mucho tiempo.
La espera valió la pena.
—Tengo que conseguir algo. Maldición, debí haber pensado en esto
antes. —Miró por encima de su tocador, que estaba a varios metros de
distancia—. Vas a venir conmigo. —Se levantó y me levantó de nuevo,
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3
caminando conmigo a la cómoda, donde cogió un paquete de papel de
su cajón de calcetines. Mi pecho se presionó en el suyo, y sólo quise estar
más cerca, más cerca, más cerca...
—Lo guardé antes de que me golpearas —dijo, sosteniendo el
paquete en su mano antes de llevarnos de vuelta a mi cama. Me reí
mientras hicimos nuestro camino de regreso a mi cama.
Estaba sucediendo. Realmente estaba sucediendo.
Hunter me puso de vuelta y se aseguró de que el paquete estuviera
al alcance de su mano para cuando lo necesitáramos.
—Todavía no —dijo.
—Todavía no —concordé.
Nos besamos un poco más, y recorrió todo mi cuerpo con sus manos.
Decidí que la ropa estaba muy sobrevalorada. Estaban entre él y yo, y no
me gustaban en ese momento. Empecé a tirar de sus calzoncillos, enojada
porque nos separaban.
—De ninguna manera, tú primero —dijo.
En realidad no era justo que él estuviera completamente desnudo, y
yo no tanto, así que me incliné para que pudiera deshacer el broche de mi
sujetador. Por supuesto que lo consiguió con una mano.
—He tenido práctica —dijo mientras deslizaba los tirantes por mis
brazos y me lo quitaba. Bueno, ahí estaba yo.
Sonrió y me besó en los labios antes de mover su boca y besar mis
pezones. Mi aliento chirrió entre mis dientes y mi espalda se arqueó. Hunter
se echó a reír, lo que me hizo cosquillas de la mejor forma, haciendo las
cosas aún peor.
—Mi turno —dije, tratando de empujarlo para poder besar su pecho.
Se movió para estar a su lado mientras yo estaba en lo mío. Besé sus
tatuajes, uno por uno. Sus ojos se cerraron, e hizo un sonido de satisfacción.
Eso me hizo sonreír. Besé mi camino a través de su pecho mientras movía
sus manos por mi cabello y por toda mi espalda.
Movimos nuestros labios para unirlos de nuevo, y después rodó de
nuevo por encima de mí. Bajé mis manos a sus calzoncillos, insistiendo
nuevamente.
—Taylor, si me tocas ahí, no seré capaz de hacerlo. Sólo te lo
advierto.
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4
—Está bien —dije, moviendo mis manos lejos de esa área en
particular. Se empujó contra mí y pude sentir que estaba preparado. ¿O
era yo?
—Quiero tocarte —dijo.
—Lo estás haciendo.
—Por todas partes.
No titubeé. —Está bien.
—¿Está bien?
—Sí. —Oh, estaba más que bien.
Sus manos hicieron su camino por mi estómago y por mis pantalones
cortos. Joder. Mierda. Nunca había sentido esto antes.
Hacerlo tú misma era una cosa, pero tener a un hombre con las
manos ligeramente callosas tocándote ahí era algo completamente
distinto. Era como si hubiera tomado una clase y obtenido un sobresaliente.
Yo había tenido orgasmos antes, o sea, ¿quién no? Renee me había
arrastrado a una tienda de juguetes sexuales el año pasado, y compré un
par de cosas, pero nada funcionaba mejor que las manos de Hunter
Zaccadelli.
Mi espalda se arqueó y me mordí el labio para no gritar demasiado
alto.
—Estamos solos, grita tan fuerte como quieras, Missy. Mi plan es que
esto sea algo normal —dijo, besándome. Su mano continuó trabajando,
torturándome otra vez.
No estaba segura de cuanto más podría aguantar. Por mi cuenta, mi
record era de tres. Estaba alcanzando el número dos en un muy corto
periodo de tiempo.
—Te deseo tanto en este momento.
—Está bien —le dije mientras otro me golpeaba. Esta vez hice un
montón de ruido. Hunter me besó de nuevo, y decidió que ya también
había tenido suficiente ropa.
Lo siguiente que supe es que ambos estábamos desnudos, y todo su
cuerpo se presionó sobre el mío.
—Esto va a doler. Si quieres que me detenga, sólo di la palabra y lo
haré. Hay muchas otras cosas que podemos hacer —dijo con una sonrisa—
. No quiero que esto sea un mal recuerdo. Quiero que este sea uno bueno.
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5
Volvió a besarme, y me deleité con la sensación de su cálida piel
contra la mía. Hunter se apartó para rasgar la envoltura y sacar el condón.
—¿Estás lista?
—Sí. —Lo estaba. Esta era mi elección. Mi cuerpo. Mi Hunter.
Se impulsó dentro de mí, y traté de no gritar de dolor. Dolía.
—Oh, nena, lo siento. —Me besó y me aferré a él hasta que estuvo
completamente dentro—. ¿Estás bien?
—Sí. —Todavía se quedó durante unos segundos, y mi cuerpo se
empezó a ajustar. Era una sensación extraña, pero no quería que se
detuviera.
—Taylor —dijo Hunter, apartando mi cabello de mi rostro—. Te amo.
—Te amo —dije sin ni siquiera dudarlo. En ese momento, cuando
estábamos unidos como una sola persona, lo hacía. La sacó y metió de
nuevo. Volvió a doler, pero ya no tanto.
—¿Una vez más? —preguntó, sus músculos temblando.
—Una vez más.
Empezó a ir más rápido, y el placer comenzó a abrumar al dolor.
Moví mis caderas hacia arriba para encontrarme con él, y me besó
fuertemente. Gimió un poco, y después sentí como se corría. Cayó contra
mí, exhausto. Hunter trató de sacarla, pero envolví mis piernas alrededor de
él para que no lo hiciera.
—Todavía no —dije. Quería mantener este momento durante todo el
tiempo que pudiera.
—Te amo —dijo, besándome mientras nos rodaba. Los dos
estábamos sudorosos y todavía sin aliento, pero no importaba—. Más que
las estrellas.
—Yo también te amo —dije, sosteniéndolo cerca.
—Te creo.
Nos quedamos conectados todo el tiempo que pudimos, pero luego
tuvo que retirarse y tirar el condón. Cuando regresó nos acostamos
desnudos durante un rato, tocándonos suavemente y tratando de
averiguar lo que podríamos decir que tuviera sentido.
—¿Te he hecho daño? —preguntó.
—Sí, pero no importa.
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6
—Desearía no haberlo hecho.
—No lo desees. Fue perfecto.
—Perfectamente imperfecto.
—Al igual que nosotros —le dije.
—Así como nosotros. —Besó mi nariz—. ¿Más?
—¿Más qué?
—Tengo todo un repertorio que quiero usar en ti. Es uno de mis
muchos talentos. Mi objetivo es satisfacerte.
—Y te lo agradezco. Deben ser esos dedos —dije, llevándolos a mi
boca y besándolos. Los froté sobre mis labios.
—Deben serlo.
Ya no era virgen.
—Sé que debería estar volviéndome loca ahora mismo, pero no lo
estoy —dije.
—Bien. —Pasó sus dedos entre mis pechos y tiró del pendiente de mi
vientre.
—Tengo que decir que me gusta mucho, mucho.
—No lo hice teniéndote en mente.
—¿Por qué lo hiciste?
Apoyé mi cabeza en mi mano. —Siempre pensé que quedaba
bonito, y me pareció atrevido.
—Me gusta en ti. —Se inclinó hacia adelante y besó mi vientre.
Suspiré de nuevo. Dios, se sentía tan bien. Se sentía bien.
—Mierda —dijo, señalando a mi edredón. Había una especie de
olvido en la parte del sangrado en el calor del momento.
—Oh, mierda. Supongo que es porque soy nueva. —Mi cara se puso
roja, y tiré mi cara en mi almohada.
—Está bien, nos quedaremos esta noche en la mía.
—Debería limpiarme.
Levantó una ceja.
—¿Puedo ayudarte? —Estaba a punto de decir: ¡infiernos no! pero
luego pensé en todas las veces que había pensado en estar en el baño
con Hunter. Eran demasiado numerosas para contarlas.
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7
—A la ducha —dije, levantando mi brazo. Aprovechó la oportunidad
para hacerme cosquillas debajo de mi axila mientras subía por encima de
mí para poder levantarme.
—Lo ponemos en remojo en la bañera más tarde —dijo sobre mi
edredón.
Había algo absolutamente extraño
desnuda con otra persona y no importarte.
en
estar completamente
Se dio la vuelta en la ducha y se aseguró de que era la temperatura
adecuada antes de dejarme entrar.
Pasamos la mayor parte del tiempo besándonos, yo tratando de no
ahogarme en el agua y él riéndose de mí. Y mi cabello entrometiéndose
en el camino. Tenía demasiado.
Nos enjabonamos el uno al otro y tuvimos un poco de demasiada
diversión lavando partes especiales. Hizo que me corriera un par de veces
más, y tuve que aferrarme a él, ya que mis piernas no me sostenían.
—Eres realmente bueno en esto —dije después de otro.
—Tú eres fácil. —Lo golpeé en el pecho con una bofetada
húmeda—. Sabes lo que quiero decir. Todos estos años de no hacer nada
y estar reprimida. Todo lo que tienes que hacer es pulsar el botón. —
Empujó dicho botón y grité, cayendo en su contra.
—Te dije que era virgen, no una monja. Sé cómo hacer que suceda.
Es simplemente mejor cuando lo haces tú.
—Sabía que las chicas lo hacían. La mayoría con las que he estado
lo niegan.
—No tanto como los chicos, pero también tenemos necesidades.
—Chicas, chicas Necesitadas. —Me besó en la boca y me giró de
modo que el agua golpeaba mi espalda. Me levantó y envolví mis piernas
alrededor de él.
Lo amaba.
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Traducido por Larosky_3 & SOS por Mel Cipriano.
Corregido por Zafiro
N
inguno de los dos quería ponerse la ropa, así que no lo
hicimos. Pasamos el resto de la noche en la cama de Hunter,
hablando, besando y tocándonos. Fue dulce, lindo y glorioso.
Me conto más sobre sus padres y distintas historias sobre su infancia.
Le conté sobre la mía, sobre los buenos tiempos antes de que mi papá se
convirtiera en un idiota.
—¿Vamos a hablar sobre lo que pasó? —dijo.
—¿Te refieres al sexo?
—Me refiero a la parte de amor que paso durante el sexo. Debería
haber una mejor palabra. Sexo suena tan clínico.
—¿Besuquearse? —sugerí.
—Hacer juerga.
—Rodar en el heno.
—Hacer el amor.
Ambos reímos. Pasó las manos por mis pechos y subió a mi cara.
—Así que la parte de amor —dije.
—Sí. Eso pasó, ¿Cierto?
—Cierto. No fuiste el único que lo dijo.
—Lo noté. ¿Qué vamos a hacer sobre eso?
—¿Pretender que fue algo que se dijo en el calor del momento?
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9
Lo pensó, trazando un círculo alrededor de mi ombligo. —No,
todavía te amo. —Besó el punto justo donde mi corazón latía.
Pensé sobre eso, pasando mis manos por su pelo corto. Picaba
contra mi palma. —Sí, todavía te amo.
Levantó la mirada con una
que estuvo encima de mí otra
estómago. —Cuando le decía a
decía que me amaba más que
estrellas, Taylor Caldwell.
enorme sonrisa en su cara. Rodó hasta
vez y descansó el mentón sobre mi
mi mamá que la amaba, siempre me
a las estrellas. Te amo más que a las
No tenía una buena respuesta para eso, así que seguí trazando
corazones sobre su espalda.
Besó mi estómago. —Supongo que esto significa que me estoy
mudando.
—Supongo —dije, encogiéndome de hombros.
—Me estoy yendo ahora. —No hizo ningún movimiento. Pasé las
manos por su pelo, disfrutando su tacto—. Lo juro, me voy a levantar y
empacar mis cosas.
—Está bien.
—Se supone que debes llorar y aferrarte a mí y rogar que no me
vaya.
—Yo no ruego.
—Podría hacerte rogar —dijo bajando su mano.
—No —dije, agarrando su muñeca. Mi pobre, destrozado cuerpo no
podía soportar más.
—Así que aquí voy. —Se movió solo un poco, y lo agarré—. Eso es lo
que pensé.
—Dijiste que no me dejarías. —Si antes estaba aterrada de que me
dejara, ahora lo estaba más.
—Ah, Missy, no te dejaría ahora. Voy a estar pegado a ti. Al igual que
en este momento.
—Se me va a ser difícil ir a clases.
—Sólo pon una toalla encima de mí, nadie lo notará. —Rocé su labio
inferior con mi pulgar, sacó la lengua y lo lamió.
Era oficial. Estaba enamorada de Hunter Zaccadelli.
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0
—Te amo. Incluso cuando eres un idiota.
—Te amo, incluso cuando me pateas las bolas.
—Que romántico —dije, rodando los ojos.
—Oye, podría cantarte. Sólo tienes que pedirlo.
—Honey come home —dije.
Empezó la canción, cantando sin música. La hizo más lenta
besándome durante las pausas. Terminó pretendiendo tocar acordes en mi
estómago. Hacía cosquillas.
—Mi estrella de rock personal —dije.
—Sólo tuyo, nena.
—¿Qué hay con eso? ¿Abandonaste Missy como mi apodo oficial?
—Nena suena más como novia.
—¿Es lo que soy?
—Bueno, eso creo, dado el intercambio de amor y el rodado en el
heno.
—Sí. Creo que eso significa. —Huh.
—No estés tan emocionada por ello.
—No es eso. Es que nunca pensé que sería algo que haría.
—No eres la única en lo zona de no compromisos. Nunca lo hice
tampoco. Esa es una de las cosas que amo de ti. Todo es nuevo.
—Hurra por la virginidad.
—Le daría una ronda de aplausos.
Volví a rodar los ojos. —Sí, es genial. No tengo idea de qué demonios
estoy haciendo.
Sacudió la cabeza, recorriendo mi piel con sus labios.
—No importa. Puedes aprender.
—¿Vas a enseñarme?
—Oh, me gustaría ver lo que puedes aprender por tu cuenta, chica
Missy.
—¿No estás metido en nada raro, o sí?
—¿A qué llamas raro?
—No sé. Como la esclavitud y cuero y mierda como esa.
28
1
Rió. —A veces no tengo idea de adónde va tu mente. Cuando se
trata de sexo siempre es diferente. Muchas de las chicas con las que
estuve sólo fueron un polvo rápido sólo por el placer de hacerlo. Nunca
quise quedarme lo suficiente para hacer otras cosas.
—La feminista en mí está realmente ofendida.
—Sabían lo que hacían. Dos adultos teniendo una experiencia sexual
consensuada. Te lo dije eres diferente.
—¿Así que no quieres que use un disfraz de gato ni bese tus botas, te
llame amo ni nada?
Rió más fuerte, enterrando la cara en mi ombligo.
—Detente; ¡me da cosquillas! —chillé.
—Dios, te amo. Sé que lo dije un montón hoy, pero no puedo parar.
—Estoy esperando… —dije, tocando su cabeza.
—Haremos lo que sea que tú quieras. Si quieres colgarme por los
tobillos, estoy de acuerdo. Me gustaría tratar algunas posiciones para ver
cuál te gusta. Vendrá con el tiempo. Simplemente empecemos con las
básicas.
—¿Siempre has sido tan abierto sobre el sexo?
Se encogió de hombros. —¿Por qué ser cerrado? Tarde o temprano,
la mayoría de la gente tendrá sexo. No hay que avergonzarse. Estar
avergonzado de eso sólo lleva a la gente a hacer cosas estúpidas.
—Entonces, ¿crees que quieras hacerlo otra vez? —Me las arreglé
para mantener mi voz en un volumen normal.
—Diría que sí.
—Bueno… ¿Entonces fue bueno para ti? —dije, dándole voz a una
de mis ansiedades.
—Nena, fue más que bueno. Eso superó bueno. Nunca usaría bueno
para describir estar contigo. —Me sonrió y le devolví la sonrisa
—¿Qué hora es?
—Hum. —Hunter miró de reojo mi reloj a través de la habitación—.
Medianoche.
—Dios. No tenía idea.
—¿Puedes creer que mañana tengamos que ir a clases? —dijo.
—No realmente. ¿No podemos hacer esto el resto de nuestras vidas?
28
2
—Estaría contento, pero necesitamos comida y creo que después de
unos días nuestras compañeras de cuarto y mi primo se preguntarían
dónde estamos.
—Entonces mudémonos a una isla privada y vivamos nuestros días
ahí.
—¿Podemos traer a Harper? Extrañaría a esa chica como loco.
—Sólo si no nos interrumpe mientras hacemos el amor —dije. Mi
estómago gruñó y ambos lo escuchamos.
—¿Hambrienta?
—Si digo que no, sabrás que estoy mintiendo
—Aquí —dijo, estirándose sobre mí para alcanzar una de sus
camisetas—, es sólo para que no tengas grasa de la cocina en tu linda
piel.
Me puse la camiseta, y él sus calzoncillos. Agarré su trasero mientras
caminábamos a la cocina.
—¡Oye! —gritó.
—Ahora sabes cómo se siente.
Hicimos panqueques con chispas de chocolate, con las chispas de
chocolate amargo que Hunter había comprado la semana pasada. Fue
un lío, y ambos terminamos necesitando otra ducha, pero limpiamos la
mayor parte de la mezcla y el chocolate a besos. Nunca supe que tan
divertido podía ser, estar con Hunter. Me persiguió con una espátula y me
hizo cosquillas en sumisión.
No había pensado en Travis, o en él viniendo tras de mí, por horas. Lo
dejé de lado. No iba a dejar que invadiera nuestra sexy burbuja.
Hunter y yo volvimos a desnudarnos y finalmente nos quedamos
dormidos con estómagos llenos de panqueques. Tarareó pequeñas
melodías, y me acerqué lo más que pude. No era suficiente. Quería que
todas las noches fueran como esta. Por siempre
***
Me desperté en la mañana con labios besando los míos y un cuerpo
masculino apretado contra el mío, asentándose en varios lugares claves.
—Buenos días —dijo, besando mi nariz.
28
3
—Buenos días a ti también, y a tu amiguito. —Bajé la mano y le di un
pequeño apretón.
—Oye, oye. Cuidado con eso. —Me besó otra vez y resopló en mi
cuello—. ¿Cómo te sientes?
Repasé mi cuerpo. —Dolorida. Nada peor que un mal síndrome pre
menstrual. Viviré. —Me saqué mi retenedor y lo devolví al pequeño
estuche.
—Bien, porque me gustaría volver a hacer eso de nuevo en el notan-distante futuro. Sólo dime cuando estés lista.
Mi alarma sonó, recordándonos que el mundo real llamaba.
—Nooooo… —dije, escondiendo la cabeza en el hombro de Hunter.
—Vamos, Missy. Tenemos que aprender sobre la sexualidad humana.
—Ja ja.
Nos levantamos y comimos tostadas, él sentado en el sillón y yo
sentada en su regazo, alimentándonos mutuamente. Tenía como un millón
de mensajes de texto y de voz, pero los ignoré. Trataría con ellos más
adelante. La mandé un mensaje a Tawny y a mi madre diciéndoles que
estaba bien. Escuché los mensajes del asistente del fiscal de distrito, pero
no pude absorber los detalles. Quizás haría que Hunter lo hiciera por mí.
Él tenía clases primero, así que lo acompañé y decidí pasar el tiempo
en la Unión hasta mi próxima clase. Tomó mi mano y caminamos como
una pareja normal.
—¿Otra cita esta noche?
—Quizás. Probablemente deberíamos, ya sabes, hacer tarea y
socializar con otra gente.
—Otra gente está sobrevalorada.
—Ah, no son tan malos. Tendremos todo el tiempo que necesitemos
esta noche cuando estamos solos. Le diré a Renee que use sus tapones.
Sacudió la cabeza lentamente.
pensando en las posibilidades todo el día.
—Cruel,
mujer
cruel.
Estaré
—Entonces no te diré de qué color es mi ropa interior.
—Color blanco con pequeños lunares de color rosa.
—Demonios. —Habíamos visto como nos vestíamos esta mañana—.
El misterio se ha ido.
28
4
—Porque no vuelves al cuarto, te cambias y entonces será una
sorpresa.
—Quizás lo haga. —Nos detuvimos frente a su edificio, y le di un
largo, caliente beso—. Algo para que me recuerdes.
—Nos vemos más tarde, Missy.
—Adiós, Hunter.
Caminamos hasta que ya no pudimos agarrarnos de las manos, y lo
miré entrar.
Demonios, como no había notado que tan malditamente sexy era,
incluso abriendo una puerta.
Entré a la Unión y llamé a Megan.
—Hola, ¿dónde estás?
—En la Unión. ¿Por qué?
Miré alrededor y encontré su flameante cabello.
—Oh, no importa. Te estoy viendo. —Corté y caminé hacia ella,
preguntándome si lo notaría, si alguien notaría que me veía diferente.
—Hola, ¿cómo estás? Te envié varios mensajes ayer. ¿Dónde
estabas…? —Vio mi cara y la estúpida sonrisa que tenía estampada.
—Oh mi dios. ¿Qué pasó?
—Hum, bueno. Hunter y yo estamos… ah… juntos.
—Mierda —dijo agarrando mi mano—. No se comprometieron.
—Por supuesto que no. Oh, cambié mi anillo de mano ayer. Larga
historia.
—Tenemos tiempo antes de clase. ¡Salta a la mejor parte!
Me senté, inclinándome hacia adelante así nadie podía oírnos. —
Entregué mi tarjeta V.
Megan se quedó boquiabierta.
—Así que de verdad, de verdad lo perdonaste.
—Sí. Él es uno de los buenos. Le conté sobre Travis. Por cierto, está en
libertad condicional.
Dio un grito, cubriendo su boca con la mano. —Estás bromeando.
—Eso desearía.
28
5
—¿Qué vas a hacer?
Agarré una papa frita de su plato y la bañé en salsa de tomate. —No
sé. Tengo que reunirme con el fiscal, lo que debería ser un gran momento.
Tengo que levantarme y hablar en la audiencia, lo que no estoy deseando
hacer. —El eufemismo del año.
—¿Puede ir alguien contigo?
—Creo que sólo somos Tawny, yo y la familia inmediata. —Tomé otra
papa—. Pero no quiero pensar en eso. Estuve obsesionada con Travis
muchos años de mi vida. Sólo quiero ser feliz.
—¿Hunter te hace feliz?
—Más feliz de lo que creí posible.
—Entonces aférrate a eso.
—Lo haré.
—Así que, hum, tengo noticias.
—¿Qué?
Como respuesta, levantó la mano izquierda que tenía una delgada
banda de oro con un diamante cuadrado en ella.
—¡Oh mi dios! —ambas gritamos y la gente nos miraba.
—Finalmente lanzó la pregunta. No va a ser por un tiempo, pero al
menos tengo un anillo.
—¡Ya era hora! —Le di un gran abrazo—. ¿Esto significa que te vas a
mudar de tu mierdástico departamento?
—Estuve buscando mejores lugares y creo que encontré uno. Tendré
que tomar otro empleo pero creo que podemos permitírnoslo.
—Bien por ti, siendo toda adulta.
—Tal vez tú seas la próxima. Dicen que una boda trae otra. Quizás un
compromiso trae otro también.
—No lo creo. El matrimonio no es realmente lo nuestro.
—Lo que sea —dijo, rodando los ojos.
Charlamos sobre mi noche con Hunter, conmigo dándole algunos
detalles.
—¿Así que fue bueno?
—No puedo imaginarlo mejor.
28
6
—Oh, lo será. Arriba es lo mejor. Créeme.
—Lo pondré en la lista de cosas por probar.
—¿Tienes una lista? —preguntó.
—No pero estoy segura de que Hunter la tiene.
Ambas reímos.
—Chicos. Siempre tienen eso en su mente.
Nos reímos un poco más mientras terminaba sus papas fritas y fuimos
a nuestra clase. Le susurré algunos detalles más y me contó sobre sus
planes de boda mientras una película corría y pretendíamos tomar notas.
No podía concentrarme. Todo en lo que podía pensar era en estar
desnuda con Hunter, y como quería estar desnuda con él otra vez.
Le gané a sexualidad humana, así que saqué mi E-Reader y pretendí
estar absorta en lo que sea que estuviera tratando de leer. Ni siquiera sabía
que era.
—Señorita Caldwell —dijo una voz a mi lado, haciéndome sonreír
incontrolablemente. Lo reprimí.
—Señor Zaccadelli. Que maravilloso verlo otra vez.
—¿Qué la trae por aquí en este hermoso día? —Pasó junto a mí y se
sentó, besándome en la mejilla. Mis labios querían más pero no quería
parecer una ramera.
—Estoy aquí para estudiar las prácticas sexuales de los humanos.
¿Qué hay de usted?
—Lo mismo. Que coincidencia.
—¿No lo es? —Volvió a besar mi mejilla.
—Hola, bebé.
—Hola.
—Te extrañé.
—Te extrañé también.
Enredó nuestros dedos mientras Marjorie entraba y empezaba la
clase.
Si había pensado que no podía concentrarme sin Hunter en una
clase, era incluso peor con él ahí. Seguía susurrándome, tocándome y
haciéndome recordar la noche anterior.
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—¿Podrías detenerte? —siseé tratando de tomar notas, y él metía su
lengua en mi oído.
—¿Por qué, esto te molesta?
—Está interfiriendo con mi aprendizaje, señor Zaccadelli.
—Ese es el propósito, señorita Caldwell.
—Tendré que reportarte con Marjorie.
—Adelante. Estoy seguro de que aprobaría que tengamos una
saludable vida sexual.
Le di un buen pellizco en la pierna. —La próxima vez, estoy
pellizcando algo más.
—Quizás me gustaría.
Lo terminé ahí y volví a tomar notas.
—Usted es una mala influencia, señor Zaccadelli —dije cuando
terminó la clase.
Asintió. —Trató de serlo, señorita Caldwell. —Saltó hacía mí y me dio
un gran beso. Escuché a alguien hacer un sonido de disgusto detrás de
nosotros.
—¿Lista para irnos?
—Seguro.
Lo acompañé a la biblioteca, donde tenía su turno, y luego volví al
apartamento.
—Dulce Jesús, ¿ella está viva? —dijo Renee mientras atravesaba de
la puerta.
—Apenas. —Durante el día, el dolor había empeorado, sobre todo
después de estar tanto tiempo sentada. Había tomado algunos
medicamentos para el dolor, pero yo todavía tenía una punzada cada vez
que me movía.
—Detalles, ahora —dijo, señalando a un extremo del sofá que no
estaba repleto de cuadernos y libros de texto.
—¿Dónde está Paul?
—Tenía un seminario geología, y no cambies de tema.
—¿Dare?
—En el trabajo. —Me senté con un mínimo de dolor—. Duele un
poco, ¿verdad?
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Me sonrojé y asentí.
—Bien por ti. Significa que lo hiciste bien. Lloré después de mi primera
vez, pero eso es probablemente porque tenía quince años y no teníamos
idea de qué demonios hacíamos. —No podía imaginarlo—. Tú fuiste
inteligente al esperar.
—¿Cómo sabes…?
—Cariño, no soy una idiota. Tenías virgen escrito sobre ti. —Nunca les
había dicho, pero supuse que debió haber sido obvio—. Entonces, ¿cómo
fue?
—Bueno —le dije, sonriendo. Hunter se habría enojado conmigo.
Bueno en realidad no era la palabra para describirlo, pero yo no quería
compartir nuestro momento especial con nadie.
—Oh, tiene que haber sido más que sólo bueno.
—Tal vez lo fue.
—Como he dicho, sólo hazme saber cuándo necesito los tapones
para los oídos. Este es tu lugar y espero que si traigo a Paul aquí, estés bien
con eso. —Tendría que estarlo.
—Por supuesto.
—Genial. —Cerró su libro con un golpe—. Estoy tan feliz por ti.
—Gracias, Nene.
—Dios, ese apodo nunca va a morir.
—Soy “nena” ahora, así que sé cómo se siente.
—Ooohh, nena. Eso es tan lindo.
—Nadie pone a la “nena” en una esquina.
—Sólo Hunter.
—Ni siquiera él.
—Buena chica. Tú llevas los pantalones.
—Lo hago.
—¿Has visto a tu médico ya?
—Uh, no.
—Pero estás tomando la píldora, ¿verdad?
—Sí. —Yo tenía horribles síndromes pre-menstruales desde que era
mucho más joven, tan pronto como pude, tomé la píldora para regular mis
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9
hormonas. Había estado tomándola durante tanto tiempo que era una
segunda naturaleza.
—Bueno, pero ten cuidado. Las infecciones del tracto urinario no son
divertidas.
—Qué asco.
—El jugo de arándano está en la nevera. Ve a ver a tu ginecólogo.
Eso es todo lo que tienes que hacer. Estoy velando por tu bienestar vaginal.
Eso me hizo sonrojar. —Gracias.
—Cuando quieras, chica.
Asintió y volvió a la tarea, como si no hubiéramos estado hablando
de mi bienestar vaginal. Hice una nota para llamar a mi médico y hacer
una cita. Nunca se puede estar demasiado segura.
Me imaginé que la tarea era una buena idea para mí también, así
que tuve un montón hecha mientras Hunter estuvo fuera. Mi edredón aún
estaba húmedo, así que fui y lo tiré en el piso de lavado de abajo. Yo
todavía iba a comprar otro, porque la sangre no había salido
completamente.
Para el momento en que regresó del trabajo, era la hora de la cena
y Paul había terminado. Mase había decidido unirse a nosotros antes de ir
por Darah al trabajo.
—Así que, tenemos que hacer un anuncio —dijo Hunter, agarrando
mi mano y sosteniéndola en alto para que el mundo la vea—. Estamos
juntos. ¿No es así, nena?
—Siempre y cuando dejes de llamarme nena.
—Sabes que te encanta.
—No realmente.
—Bueno, bueno, basta de ser lindos, lo entendemos —dijo Renee.
—Oh, vamos, Ne. Sé buena —dijo Paul.
—Creo que es genial. Bienvenida a la familia, Tay. —Mase me dio un
abrazo enorme—. No es que ya no fueras parte de ella, pero sé que Hope
se emocionará y Harper estará en la luna.
—Gracias.
Hunter me atrajo hacia su pecho, me balanceó hacia atrás y
adelante y me dio otro beso. Era como si no pudiéramos tener suficiente el
uno del otro.
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0
—Está bien, cena. Tengo arroz, vegetales y salsa teriyaki. Entonces
qué les parece un salteado. ¿Alguien tiene objeciones? —dijo Hunter.
Todos negamos con la cabeza.
—Salteado será.
Hunter repartió las tareas, y me dio la de cortar los pimientos. Yo era
muy buena en eso, al parecer. Todos ocupábamos la cocina,
golpeándose unos con otros y riendo y, en general, haciendo lío.
Cuando por fin nos sentamos, era bastante tarde para la cena.
Hunter reclamó el sillón, y yo reclamé su regazo. Oigan, era el mejor asiento
de la casa.
Mi teléfono sonó con un texto de Tawny. Lo leí, pero no era nada
importante.
—¿Estás bien? —Hunter no había visto el texto.
—Sí, bien. Sólo tengo que llamarla más tarde.
—¿De qué están susurrando allá? —dijo Renee, señalando con el
tenedor hacia nosotros.
—De tu mamá —le dije.
—Oye, no te atrevas a insultar a mi madre.
—Oh, ¿pero está bien para ti? —le dije.
—Tú no tuviste que pasar dieciocho años de tu vida con ella.
—La verdadera historia —le dije.
Extrañé a Hunter en la ducha, pero no me sentía cómoda haciendo
eso cuando Renee y Paul estaban en la sala, estudiando. Hunter también
tenía un montón de trabajo para economía que había estado
posponiendo. Tuvimos otra de nuestras sesiones de estudio después de mi
ducha.
—¿Sabes? Si copio mis notas sobre tu piel, apuesto a que las
aprendería mucho mejor —dijo.
—Tendrías que escribir muy, muy pequeño. No hay mucho en mí
para escribir.
—Oh, estoy seguro de que encontraría otro lugar.
—Voy a volver a estudiar ahora.
—Yo también.
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1
De alguna manera, los dos nos volvimos y terminamos más trabajo.
Darah asomó la cabeza, diciéndonos hola y que estaba feliz por nosotros.
Estaba agotada, Mase decidió pasar la noche con ella, y Paul estaba
llevándose a Renee de vuelta a su casa.
—Tenemos que conseguir nuestro propio lugar —dijo Hunter.
—¿Qué?
—Bueno, perdí la apuesta, así que debería haberme ido. Sólo quiero
llevarte conmigo. Tengo suficiente dinero para conseguir uno.
Cerré mi libro de golpe. —De ninguna manera. En primer lugar, no
voy a dejar que pagues por un apartamento para mí. En segundo lugar, no
voy a dejar que pagues por un apartamento para mí. En tercer lugar, le
darás el dinero a alguien que lo necesite.
—Sería nuestro apartamento. Hay una gran diferencia.
—Ya he pagado para vivir aquí. ¿Y qué pasó con el chico que no
quería el dinero?
Se encogió de hombros. —Me has hecho notar que era sólo dinero.
No representa esa noche y lo que pasó. Mi padre trabajó duro por ese
dinero, y me lo dejó. Debo hacer algo con él.
—Bueno, deberías. Dáselo a un refugio para las víctimas de la
violencia doméstica.
Chasqueó los dedos. —Esa es una buena idea. Pero todavía tengo
mucho para pagar por un apartamento de mierda para nosotros.
—No está pasando.
—Veremos cuando conozca a tu mamá este fin de semana.
—No te atrevas a hablar de esto con ella. O Tawny.
—Sin promesas, nena.
—Deja de llamarme así.
—Sin promesas, Missy.
Suspiré profundamente y cerré el resto de mis libros. Supuse que
había terminado con el trabajo. Eso me hizo pensar en otras cosas que
podríamos hacer con nuestro tiempo.
—Tengo algo para ti —dijo, levantándose y tomando las llaves del
coche—. Estaba esperando hasta que ya no hubiera nadie más alrededor.
Quédate aquí. Ya vuelvo.
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Unos minutos más tarde, llegó con un edredón nuevo y un juego de
sábanas.
—No tenían uno de pavo real, pero lo encontré en línea, así que
pedí uno. Hasta que llegue, tengo este. Pensé que los colores estaban
cerca. —El edredón era de color turquesa y las sábanas eran de color
verde y azul oscuro.
—No tenías que hacer eso.
—Yo fui el responsable de arruinar el último juego, así que pensé que
era lo menos que podía hacer.
—Tienes que dejar de comprarme cosas.
—No, no lo haré. Vamos, te ayudaré a ponerlas.
Mi cama estaba ya desnuda, así que sólo nos costó un poco de
esfuerzo conseguirla hecha de nuevo.
—Gracias —le dije, dándole un abrazo.
—Cualquier cosa por ti.
—Probablemente debería llamar a Tawny.
—¿Quieres un poco de privacidad? Tengo que tomar una ducha de
todos modos.
—Gracias. —Me senté en la cama recién hecha para llamar a
Tawny—. Oye, ¿qué pasa?
—Nada, excepto que he estado llamando y llamando y no me
contestas.
—Te envié mensajes de texto.
—Lo sé, pero necesitaba oír tu voz, Kid.
—Lo siento, Tawn.
Suspiró. —Está bien. Sólo quería decirte que hablé con el Sr.
Woodward hoy. La audiencia es en dos semanas, y ambas vamos a ser
capaces de hacer una declaración ante la junta de libertad condicional.
Sólo se nos permite tener a la familia inmediata, por lo que será sólo para
nosotras, mamá y el Sr. Woodward.
—Está bien. Travis estará allí, sin embargo, ¿no?
—Sí, estará allí.
—No sé si pueda hacerlo.
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3
—Sí, sí puedes. Te enfrentaste a él esa noche, y puedes hacerlo de
nuevo. No puede hacerte daño. No puede hacernos daño a ninguna de
nosotras nunca más. Sabes que tengo una pistola por si acaso. Iba a darte
esas clases de tiro para Navidad, pero es posible que las necesites antes.
Quizá Hunter pueda llevarte.
—Qué cita tan romántica.
—Oye, la pareja que dispara unida, permanece unida.
—Hasta que uno de ellos le dispare al otro.
—Bueno, no a propósito.
—A veces quiero pegarle un tiro.
—Eso son los hombres para ti. No puedes vivir con ellos, no puedes
vivir sin ellos.
—¿Has encontrado a alguien que cumpla con tus estándares ya?
—Bueno, está este chico nuevo en la empresa. Es otro asistente legal,
por lo que está completamente en contra de las reglas para mí pensar
incluso en la idea de salir con él, pero es lindo.
—¿Cuántos años?
—Es más joven que yo, pero no actúa como tal. Me compró el
almuerzo el otro día, de la nada.
—Debe ser amor.
—Debe ser. —Hubo una pausa mientras escuchaba cerrarse la
ducha—. Oye, todo irá bien. Yo no estaba allí para ti esa noche, pero no
voy a hacer eso nunca más.
—Tú estabas allí para mí. Si no lo hubieses golpeado con el bate, él
habría… —No podría decir el resto.
—No debería haberlo llevado a casa.
—Mira, Tawn, no quiero discutir contigo ahora. Es inútil. Lo hecho,
hecho está, y lo único que podemos hacer es seguir adelante.
—Guau, ¿quién eres y qué has hecho con mi hermana?
—Sólo tengo una nueva perspectiva de la vida.
—Totalmente conseguiste acostarte.
—¿Por qué todo el mundo piensa que todo es sobre el sexo?
—A veces, Kid, lo es.
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—Lo que sea.
—Escucha, tenemos que reunirnos con el Sr. Woodward la próxima
semana. ¿Crees que puedes venir?
—Voy a tener que faltar a clase.
—Realmente no tienes elección. Puedo conseguir que te excuse.
—Está bien. Déjame saber a qué hora.
—Lo haré.
Colgamos cuando Hunter regresó. Tuve que detenerme para no
agarrar su cuerpo mojado y sexy.
—Parece que me quieres —dijo.
—Lo hago.
—Pensé que estabas dolorida.
—Lo estoy, pero dijiste que había otras cosas. Tal vez podríamos
probar algunas de esas cosas
—Si así lo deseas. No pensé que estarías preparada para eso, pero si
quieres, yo no voy a decir que no.
—A menos que pienses que deberíamos ir a la cama, porque
podríamos hacer eso.
—¿Estás bromeando? —Se lanzó hacia adelante y me agarró, me
tiró en la cama y me besó.
—Podría ser así todo el tiempo, ¿sabes? Sólo tú y yo.
—No nos comprarás un departamento.
—¿Y si te hago llegar al orgasmo cinco veces al día, todos los días?
—Yo no sería capaz de caminar, eso es seguro.
—Pero, ¿me dejas alquilarnos un apartamento?
—No.
—Está bien. Basta de hablar. Quiero más amor.
—Yo también —dije contra sus labios. Fuimos más lento esta vez,
besándonos más y tomándonos nuestro tiempo.
—¿Qué quieres? —preguntó mientras me quitaba la camiseta.
—A ti.
—Soy todo tuyo. Dime lo que quieres.
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Le di un beso duro, casi mordiéndole el labio.
—Tranquila, chica —dijo, deshaciéndose de mi sostén. Había
decidido llevar uno más sexy de encaje negro que no había pasado por el
lavado varias veces—. ¿Qué tal esto? —Deslizó su mano por mi estómago y
debajo de mis pantalones cortos.
—Eso es bueno —dije, y mi cuerpo respondió.
—¿Bueno? Está bien, quiero probar otra cosa. Algo que creo que
realmente, realmente va a gustarte. —Se abrió camino hacia abajo por mi
cuerpo, besando y chupando hasta que yo era un desastre temblando.
Fue más abajo y empezó a tirar de mis pantalones cortos—. Te cambiaste
—dijo, mirando las bragas de encaje negro a juego que me puse antes.
—Sorpresa —le dije. Yo no podía hablar más de una palabra a la vez.
No había suficiente sangre en mi cerebro.
Me besó allí, y empecé a volverme un poco loca, aferrándome a sus
oídos.
—Oye, está bien. Te lo prometo —dijo, levantando la mirada.
—¿Estás seguro?
—Sí.
Unos momentos más tarde, cuando me quitó la ropa interior, estaba
muy segura.
—Cristo —se rió, lo que lo hizo aún mejor. Lo único que podía hacer
era aguantar y esperar que no me rompiera en mil pedazos. Sin duda me
sentía como si lo hiciera. Varias veces.
—¿Satisfecha? —dijo un poco más tarde.
—¿Dónde diablos has aprendido a hacer eso?
—En el campamento.
—Cállate. —Mi cuerpo seguía temblando con réplicas. Si el
apartamento se incendiara en ese momento, no habría sido capaz de
moverme.
—Práctica. ¿Te gusta?
—Mucho.
Se arrastró de vuelta a mi cuerpo y trató de besarme, pero me sentía
un poco extraña con eso.
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—Un paso a la vez. —Me besó en la frente en su lugar. Se mudó a mis
mejillas, luego por mi cuello, mis oídos y, por último, mis labios estaban muy
solitarios, así que moví mi cabeza para que me besara.
No era tan raro como yo había pensado.
—Uno nunca sabe hasta que lo intenta —dijo contra mi boca,
sonriendo. A pesar de que besar a Hunter era explosivo, mis párpados
comenzaron a ponerse pesados.
—¿Te he secado?
—Un poco. Me siento como si debiera corresponder.
—Mañana.
—Está bien.
—Duerme ahora. —Besó mis párpados y tiró el edredón sobre
nosotros. Nunca había visto las ventajas de dormir desnuda, pero lo hacía
ahora—. Buenas noches, cariño.
—Buenas noches, Hunter. Te debo una mamada —le dije con un
bostezo.
—Entonces espero vivir hasta la mañana.
Me acurruqué en su pecho y pensé en cómo la vida podía cambiar
rápidamente, y lo bueno que podía ser eso.
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26
Traducido por pau_07
Corregido por Verito
H
unter consiguió su prometida recompensa, la cual de alguna
manera me dejó confusa en mi camino a través de su
satisfacción. Continuamos nuestra educación de hacer el
amor cada noche por la siguiente semana hasta que todo lo que él tenía
que hacer era respirar sobre mí y yo estaría pensando en arrancarle la
ropa y hacer mi camino a él.
Todos los días él mencionaba el apartamento, y todos los días yo
decía que no. Intentó convencerme de cada forma, pero me negué.
Siempre me preguntaba en los momentos más inoportunos, usualmente
cuando mi mente y cuerpo estaban ocupados con algo más, tenía el
presentimiento de que lo hacía a propósito. Emboscarme en un momento
cuando estuviera ocupada en otra cosa y arrojármelo, esperando que
estuviera demasiado distraída para decir que no. Buen intento, amigo.
Mamá siguió llamándome con pequeñas preguntas, preguntando
qué le gustaría comer a Hunter, si queríamos quedarnos, etc. Acepté su
oferta de quedarnos porque sería divertido mostrarle los alrededores de
Waterville y mis viejos refugios, especialmente la biblioteca.
La mañana del sábado nos levantamos tarde, ambos un poco
doloridos después de haber intentado algo un poco ridículo en el
departamento de dormitorio que había dado lugar a más risas que
cualquier otra cosa.
—Creo que podemos tachar eso de nuestra lista —dijo Hunter,
saliendo lentamente de la cama.
—¿Tienes una lista?
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—Bueno, hay una Lista Periódica de Sexo. Y siempre está el Kama
Sutra.
—Tendrías que no tener columna para hacer la mayoría de esas
cosas —dije, estirando mis brazos hacia arriba mientras marcaba mi
estómago.
—Nunca lo sabrás hasta que lo intentes.
—Cierto.
—¿Desayuno?
—Escuché a Paul susurrando alrededor. ¿Tal vez hizo algo?
—Eso espero.
Paul había hecho tostadas francesas, y por suerte, había hecho
suficiente para todos nosotros.
—Buenos días —dijo él, usando sólo unos pantalones de pijama y un
peinado despeinado. Sonreí a Renee, sabiendo qué lo causó. Me guiñó el
ojo y me dio una gran sonrisa. Se la devolví.
—Así que vas a conocer hoy a los padres. ¿Estás listo? —le preguntó
Paul a Hunter.
—Estoy esperando que la manzana no haya caído lejos del árbol en
este caso —dijo Hunter, pasándome el jarabe.
—Mi mamá no es nada como yo. Es mucho más agradable.
—¿Cómo alguien puede ser más agradable que tú?
—Estoy pensando en dos palabras para describirte y son trasero y
besador.
—Me encanta besar tu trasero. —Era verdad. Lo había hecho
anoche.
—Ugh, estoy comiendo aquí —dijo Renee. Arrugué mi nariz por ella—.
Creo que ustedes dos me gustaban más cuando no tenían sexo.
—Pero no éramos tan divertidos —dije.
—Quieres decir que no se estaban divirtiendo tanto.
—¿Qué piensas? ¿Más diversión ahora? —me preguntó Hunter,
poniendo sus brazos a mí alrededor y balanceándome lado a lado.
—Por supuesto.
Terminamos el desayuno y era el turno de Renee de lavar los platos,
así que Paul hizo la mayoría.
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—De acuerdo, ¿qué usar? —dijo Hunter mientras nos vestíamos.
—Nunca tienes una crisis de vestuario. Esa soy yo.
—No todos los días conoces a la madre de la chica que adoras.
—Cierto. ¿Cuáles son tus opciones?
Tenía una camisa azul oscuro y un combo caqui, una camiseta
negra y jeans y una camisa de botones blanca y pantalones café.
—Este dice “soy un buen chico que nunca heriría a su hija” —dije
señalando el primero—. Este dice “soy casual y probablemente tengo una
motocicleta que conduzco muy rápido.” —Señalé al segundo—. Y este
dice “Hola, me veo increíble en esta camisa y soy de confianza.” Así que
todo depende de por lo que quieres ir.
—De confianza será —dijo, tomando la camisa
colocándosela sobre su camiseta blanca sin mangas.
blanca
y
—Déjame —dije, alcanzando sus botones. Vestirlo no era ni de cerca
tan divertido como desvestirlo, pero aun así me gustaba tratarlo como un
muñeco Ken humano de vez en cuando.
—¿Qué vas a usar?
—Eso —dije apuntando a mi cama. Había elegido un suéter ciruela y
falda marrón junto con botas negras.
—Eso dice “Soy una buena chica quien nunca, jamás haría algo
malo.”
—¿Lo hace?
—Eso espero. Tu mamá no tiene un arma, ¿cierto?
—Ah, no. Eso sería un negativo.
—Bien.
—No te preocupes bebé. Te protegeré —dije.
—No estoy asustado.
—Mentiroso.
—Diosa del sexo.
—Cobarde.
—Hermosa.
Suspiré. —Vas a hacer mi cabeza gigante.
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0
—Te amaría incluso con una cabeza gigante. —Besó la cima de mi
cabeza mientras me ponía mi falda.
—Que dulce.
—No le digas a nadie. No obtuve estos tatuajes para que la gente
pensara que era dulce. Hablando de eso, tu mamá no es una de esas
personas que piensan que los tipos con tatuajes son matones ¿verdad?
Puedo cubrir la mayoría de ellos y mantener mi mano en este lado de mi
cabeza —dijo, colocando su mano sobre su oreja para cubrir el tatuaje
detrás de ella.
—Realmente no lo sé. Esta va a ser otra primera vez.
—¿Él tenía tatuajes?
Sabía quién era él. Travis. Hunter era sensible acerca de decir su
nombre.
—Nop.
—Bien. Entre más diferente sea de él, mejor.
—No tienes que preocuparte por eso. En realidad está muy
emocionada por conocerte. Creo que su esperanza de nietos se ha
avivado. Probablemente tratara de hablarte sobre proposiciones.
—No necesitaría mucho convencimiento.
—Sí, claro. —Fui al espejo y comencé a cepillarme el cabello. Puso
sus manos en mis hombros.
—Lo digo en serio —dijo.
—Pensé que no eras la clase de los que se casan.
—Sí, bueno, tampoco le había dicho a una chica que la amo.
Mis ojos encontraron los suyos en el espejo. —¿Nunca?
—No. Nunca había amado a alguien antes que tú.
—Lo mismo.
—No puedo imaginar no querer casarme contigo.
—¿A pesar de que sea un desastre?
—El desastre es parte de ti. Te tengo; tengo el desastre. Podemos
contratar gente que limpie.
—De ninguna manera. Nadie está limpiando después de mí.
Simplemente es demasiado extraño.
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1
—Está bien, voy a ser la criada. Siempre y cuando te tenga.
—¿Y qué si te cansas de mí? ¿Qué pasa si tenemos una pelea
enorme?
—Missy, peleamos todo el tiempo.
—No así.
—Lo superaremos. Ya hemos pasado por más que la mayoría de
parejas de nuestra edad.
—Somos demasiado jóvenes.
—La edad es sólo un número.
—Cambiaremos de opinión.
—Imposible.
—Es una locura.
—No más loco que yo tatuándome mis encantos de buena suerte
por todo el cuerpo. Esos son permanentes. Quiero que seas permanente.
Dios, era terco. —No me voy a casar contigo.
—Tal vez no ahora.
—No vamos a hacer esto, ¿de acuerdo? —Tiré de mi cabello en un
moño suelto por lo que estaría fuera de mi camino.
—Missy —dijo, convirtiéndolo de alguna manera en dos palabras—.
Olvida que lo dije. Quiero que este sea un buen día, ¿de acuerdo? —Besó
mi hombro y tiró un mechón de mi cabello.
—Bien. —Era demasiado irresistible. Me volví y le entregué las llaves—.
No vamos en tu auto, y sé que no me vas a dejar conducir, así que ten. Sé
cuidadoso con ella, y seré cuidadosa contigo. —Le di un pequeño apretón
a cierta parte de su cuerpo así que lo entendería.
—Lo tengo.
Era la sensación más extraña el sentarme en el asiento del pasajero
en mi propio auto. Quería decir que yo escogía la música, y puse un CD de
mezclas que había hecho el verano pasado.
—Dado que no me dijiste mucho sobre tu familia, seré agradable y
te contaré sobre la mía. Ya conoces a Tawny, quien está bien. A parte de
mamá, otra hermana y unos cuantos primos, eso es todo. Los abuelos se
fueron hace mucho. Muchos de ataque al corazón y cáncer y eso. Así que
mi casa no es ni siquiera la mitad de la de Hope y John. Sólo hay tres
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2
dormitorios, y nosotros vamos a compartir camas que creo tienen sabanas
de las princesas de Disney en este momento porque me traje todas las que
utilizo a la escuela. Um, ¿qué más? Oh, mamá está en serio con eso de
fotos familiares. Así que probablemente nos hará posar para unas cuantas
mientras estemos allí, así que alista tu sonrisa de fotografía.
—¿Cómo esta? —Se dio la vuelta y me dio una gran sonrisa falsa que
no hizo más que hacerme reír.
—Baja el tono, amigo.
—¿Algo más?
—Espero que te guste la ensalada de papa.
—Tal vez lo haga, y tal vez lo hago.
Comenzó a tararear con el CD, y me senté y observé pasar la
borrosa carretera.
Me puse más nerviosa cada vez que nos íbamos acercando más a
mi casa. Cuando llegamos a la salida de Waterville, como que todo cayó
sobre mí. Hunter y yo estábamos juntos. Iba a conocer a mi madre. Yo
había conocido a su familia. Habíamos hablado de matrimonio. Esto en
serio estaba pasando.
—Dobla aquí —dije, señalando nuestra calle, Blackbird Lane.
—Y aquí —dije, señalando nuestra entrada.
Detuvo el auto y miró a su alrededor. Tawny todavía no había
llegado.
—Esto es lindo. Por la forma en que hablabas imaginaba una choza
en medio de la nada. No es que hubiera tenido algún problema con eso,
pero esto no es tan malo como lo describías.
—No tenemos un candelabro —dije.
—No muchos tienen uno.
—¿Tus padres?
—Varios —dijo, saliendo y agarrando su bolsa de viaje desde la parte
posterior—. Les pagaban a personas para que los limpiaran —dijo mientras
abría mi puerta y tomaba mi mano. Cogí mi bolso, y caminamos a través
del porche a la puerta principal.
—¿Listo?
—Tanto como alguna vez vaya a estar —dijo, ajustando su bolsa.
También trajo su guitarra, pero la había dejado en el auto.
30
3
—¿Mamá?
—¡Hola, Kid! —Salió volando de la cocina y me haló en un abrazo—.
Ha pasado mucho desde que estuviste en casa. Pero veo que has estado
ocupada. Hola, soy Blaire Caldwell. —Mi mamá y yo éramos de la misma
altura y compartíamos cabello castaño. Su cara era más ovalada que la
mía, y se veía mucho más sofisticada de lo que alguna vez había
esperado, pero era principalmente debido a su trabajo.
—Encantado de conocerla, Sra. Caldwell.
—Estoy divorciada, así que ese título ya no aplica. Te dejaré, sin
embargo, llamarme Blaire.
Hunter sonrió.
—Encantado de conocerte, Blaire. —Sacudió su mano, y ella le dio
una pasada por encima. Recordé cómo me había sentido cuando Hope
había hecho lo mismo.
—Pasen. Puedes ir a colocar tus cosas en el cuarto de Taylor. Voy a
pretender que tú vas a dormir en el suelo como un caballero mientras que
Taylor toma la cama, pero no soy ingenua.
—Sí, señora. —De repente el acento y modales de Texas salieron.
Debería haber inclinado su sombrero mientras dejaba la habitación para
llevar nuestras cosas.
—Es lindo, Taylor. Bien hecho. —Colocó su brazo a mí alrededor y me
llevó a la cocina—. Necesitamos tener una pequeña plática, tú y yo, pero
no en este momento.
—Está bien —dije. Probablemente había una mirada de horror en mi
cara que la hizo reír.
—No es una charla sobre sexo, lo juro. Es sólo sorprendente, eso es
todo. Verte con un chico.
—No es sólo un chico.
—Puedo decirlo. No tomarías a cualquiera. Espero que sea digno de
ti —dijo acariciando mi mejilla.
—Lo es.
—Eso espero.
Hunter se aseguró de caminar lo suficientemente fuerte para que
supiéramos que estaba volviendo a la habitación.
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—Bueno, Hunter. Háblame de ti. He escuchado casi nada de parte
de mi hija.
Hubo un golpe en el porche y segundos después Tawny irrumpió.
Nunca entraba a una habitación en voz baja.
—¡Hola, Kid! Novio. ¡Mamá! —Me abrazó y a mamá y sostuvo su
puño para una chocada con Hunter. Él correspondió.
—Entonces, ¿qué hay de nuevo en pueblo W? —dijo Tawny.
—Van a repavimentar la carretera la próxima semana. Voy a tener
que añadir un montón de tiempo a mi viaje —dijo mamá.
—Guau, obras grandes —dijo Tawny poniendo los ojos en blanco—.
Estoy muerta del hambre. ¿Hay algo listo?
—Hay ensalada de frutas y ensalada de papa y papas fritas. No
estaba segura de qué te gustaría, Hunter.
—Todo suena maravilloso.
—Bien. ¿Por qué no vamos a sentarnos?
Era una imagen de espejo de conocer a la familia de Hunter. Sólo
que hubo una caminata más corta a la sala de estar y el mobiliario no era
tan bonito. También teníamos limonada en lugar de té helado, pero al
menos en este momento Hunter estaba bajo el microscopio. Tuve que
colocar mi mano sobre su rodilla y sujetar su mano en un agarre de acero
para que no se inquietara demasiado. Muy pronto sus ojos empezarían a
temblar.
Hunter habló de sus estudios, su familia y así sucesivamente. Las
cosas normales. Hasta ahora, todo iba bien, excepto por llamarla señora.
Era algo adorable.
—¿Entonces vas a ser abogado?
—Sí, señora. Planeo tener mi propia práctica y trabajar en casos de
familia. Específicamente con niños.
—Ese es un muy buen objetivo para alguien de tu edad. ¿Qué te hizo
elegir eso?
Había tenido que morderme la lengua así no respondería por él y le
diría que él es increíble y que lo amaba y que era increíble.
—Porque pienso que cualquiera que lastima a un niño debe ser
llevado a la justicia. Alguien tiene que hacerlo. ¿Por qué no yo? —Su voz
sonó con tanta sinceridad y pasión, que quería hacerlo con él allí mismo en
el sofá.
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5
—En la cima —dijo Tawny, sosteniendo su mano para chocar los
cinco. Él le dio una palmada en la mano y luego miró a mamá, para
asegurarse de que no pensara que era raro. Ella lo estudiaba. Uh oh. Yo
había tenido esa mirada antes.
—Eres un joven muy interesante.
—Gracias, señora.
Lo pellizqué para que dejara de llamarla señora. Ella lo odiaba.
Debería haberlo mencionado en el auto.
—Bueno, ¿están listos para comer? —dijo mamá.
—Claro.
—Taylor, ¿tú y Tawny pueden poner la mesa? —Dejó fuera a Hunter a
propósito. Mierda, lo probaba para ver si tomaría los platos por mí.
—Yo lo haré —dijo Hunter, deslizándose en frente mío y yendo a la
estantería—. ¿Cuáles?
—Los que tienen flores azules. —Eran de mi abuela, y sólo los
usábamos para ocasiones especiales. Los platos que en realidad
usábamos no combinaban y eran en su mayoría de ventas de garaje.
Tawny se aseguró de agarrar las copas buenas y no los vasos de la edición
coleccionable de Disney.
Hunter puso nuestra pequeña mesa de comedor, la cual estaba
cubierta con un mantel que estaba segura mamá había comprado ayer,
ya que todavía tenía pliegues del doblaje del empaque.
—Buena decisión sobre los platos —dije.
—Me imaginé que era una oportunidad para que fuera un
caballero.
—Exactamente. Sólo una pequeña nota, no llames a mamá señora.
Lo detesta.
—¿Lo estaba haciendo? —En verdad parecía que no lo sabía.
Me reí y coloqué mi brazo alrededor de su cintura. —Sí, Sr. Zaccadelli.
Sólo controla tu parte texana, ¿de acuerdo? Estás en villa Yanqui.
—Lo intentaré.
Toqué su brazo. —Oye, lo estás haciendo genial.
—Si tú lo dices. —Puso un plato en la mesa y se tambaleó un poco.
Dios, estaba nervioso.
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6
—Ten cuidado, es de mi abuela china.
—Lo intentaré.
Colocó los platos con más cuidado, y lo seguí por detrás con los
cubiertos y servilletas. Tawny y mamá trajeron la comida, la cual consistía
de espinacas, nueces y ensalada de fresa para mí, pollo a la parrilla para
todos los demás, ensalada de papa y ensalada de frutas con un pastel de
queso de postre.
Hunter se abasteció de cosas sin carne, lo cual mi mamá notó.
—¿Eres vegetariano?
—No realmente, pero he estado disminuyendo el consumo de carne
desde que conocí a Taylor.
Le pasé el aderezo balsámico, y lo derramó sobre su ensalada.
Siempre usaba demasiado aderezo.
—No estás haciendo eso únicamente para impresionarla, ¿verdad?
—Todo lo que hago es para impresionarla. Es la misión de mi vida —
dijo con una expresión completamente seria, mientras apretaba mi rodilla
bajo la mesa.
Mamá se echó a reír.
—Él me gusta —dijo.
—A mí también. Creo que voy a conservarlo —dije tomando su
mano y enrollando mis dedos en los suyos.
—Bien —dijo él, dándole un apretón a mi mano.
***
La tensión se relajó un poco cuando nos sentamos en la sala e
hicimos una pequeña charla. Hunter parecía mucho más cómodo y dejó
de temblar tanto. Incluso se reía, aunque con nerviosismo. Tawny estaba
siendo tan mala con él, y yo tenía que seguir cazando las sucias miradas
que le enviaba.
Pensé que Hunter iba a morir cuando mamá le preguntó sobre el
anillo, el cual había olvidado quitármelo. Mi mano ya no parecía mi mano
sin él.
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7
—¿Qué hiciste, robar un banco? —dijo Tawny, mientras se quedaba
boquiabierta.
—Era de mi madre. Lo heredé y pensé ¿qué mejor lugar para
mantenerlo a salvo? —De acuerdo, así que no heredó el anillo, pero
heredó el dinero para él, así que pensé que estuvo lo suficientemente
cerca.
—Tu madre tenía un muy buen gusto —dijo mamá, sosteniendo mi
mano para poder verlo mejor.
—Lo hacía.
—Eres muy joven para haber perdido ambos padres.
—Tenía once cuando murieron, pero la hermana de mi madre y su
marido me acogieron.
—Lamento lo de tu familia.
—Gracias.
—¿Mamá? Creo que voy a mostrarle a Hunter los alrededores.
—Asegúrate de mostrarle el poste de teléfono con que chocaste
durante tu examen de conducción.
—¿Qué? —dijo Hunter, mirándome.
—Nos vamos ahora —dije, levantándome y tirando de Hunter para
ponerlo de pie. En cualquier momento podrían salir las fotos de la bebé
desnuda, y eran muchas. Había tenido una fase de no-ropa por varios
meses, y había un montón de evidencia. No es que Hunter no hubiera visto
todo lo que hay para ver, pero igual.
—¿Chocaste contra un poste de teléfono? Missy, ¿por qué no me
dejas conducir? —dijo Hunter.
—Cállate —dije mientras me ponía de pie en el lado del conductor—
. No conoces este pueblo como yo. Así que estoy a cargo.
—Sí, señora —dijo, inclinando un sombrero imaginario.
—¿Tienes un sombrero de vaquero?
—Tengo uno en mi armario de la casa de Hope y John. ¿Por qué?
—Oh, por nada. —Encendí el auto, imaginándome a Hunter en un
sombrero de vaquero y nada más. Delicioso.
—Entonces, ¿a dónde?
—La biblioteca. Duh.
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8
—Por supuesto. —Le dio la vuelta a mi CD, saltando a una canción
que le gustaba—. Por cierto, tienes que llevar ese corto vestido rojo contigo
de regreso a la escuela.
—¿Eso fue por lo que te tardaste tanto en mi habitación?
—Sólo estaba revisando las cosas —dijo.
—Seguro. Buscabas esqueletos21. O al menos fotos embarazosas de
mí con frenillos.
—Apuesto a que te veías linda con frenillos.
—Sí, linda era la palabra.
Condujimos alrededor de Waterville, y le mostré a Hunter mi escuela,
la biblioteca y todos los lugares que solía visitar cuando era más joven y
necesitaba ir a otro sitio que no fuera casa.
—No tenía muchos amigos, si puedes creerlo. Hacía muchas cosas
por mi cuenta.
—No hay nada malo con eso. La mayoría de chicas a esa edad son
unas perras.
—¿No es esa la verdad? Realmente no hice ningún amigo hasta la
universidad.
—Entonces ¿quieres volver aquí?
—Ah, demonios, no. Esto no es donde quiero estar.
—¿Dónde quieres estar?
—En cualquier otro lugar. Cuando Travis salga, no quiero estar donde
pueda encontrarme.
—¿Qué te hizo permanecer en Maine? Pudiste haber ido a la
universidad en el extranjero.
Suspiré mientras conducía más allá de la primaria. Tuve una tonta
idea y me detuve en el estacionamiento. Salí saltando, y Hunter me siguió.
Dejé de caminar hasta que estuvo a mi lado.
—¡Ja! —grité, golpeando su pecho y corriendo tan rápido como
pude antes de que pudiera darse cuenta de que hacía.
Los esqueletos en el armario es un modismo que se refiere a secretos que no se quieren
dar a conocer bajo ningún motivo.
21
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9
—No lo creo, Missy —dijo, gruñendo y persiguiéndome hacia el patio.
Me atrapó, más que todo debido al hecho de que sus piernas eran mucho
más largas.
Me alzó en sus brazos y corrió conmigo en el césped, lanzándome
hacia abajo y haciéndome cosquillas sin piedad. Me estaba riendo tan
fuerte que no podía respirar. Cuando no pude aguantar más, me besó y
rodamos por el césped.
—Tú pequeña tramposa —dijo, dándole una pequeña mordida
encantadora a mi hombro—. También eludiste mi pregunta. Muy
eficazmente, debo añadir.
Rodé sobre mi espalda y miré al cielo nublado.
—Porque obtuve una beca para estudios. Entré a otras escuelas,
pero eran muy costosas. También estaban muy lejos. Sé que no tiene
sentido, pero me siento más segura aquí, porque Tawny y mi mamá están
aquí. No podía dejarlas.
—Deberías hacer lo que quieras, y no estar obligada a quedarte
aquí por ellas.
—¿Por qué tú no fuiste a otro lugar? Estoy segura de que podrías
haber entrado a cualquier escuela que quisieras con la ayuda de John.
—Porque no quería una limosna. También obtuve un mejor paquete
de ayuda financiera aquí y pensé, ¿por qué no? Papá siempre me insistía
acerca de las maldades de las universidades estatales. Quería que fuera a
Yale.
—¿Entraste?
—No importa. —Tomó mi mano y la besó.
—Mierda. Completamente entraste a
enamorada de un genio. —¿Quién lo sabría?
Yale.
Demonios,
estoy
—Joe escribió una carta de recomendación que probablemente
ayudaría un poco.
—¿Cuándo voy a conocer a Joe?
—No va a venir hasta navidad, pero lo conocerás entonces. Hope
está tan loca por navidad como por los pasteles. Así que, prepárate. Ahora
eres parte de la familia, así que estás invitada.
—Dios, no puedo imaginar cómo se ve esa casa decorada para
navidad.
—Es bastante épica.
31
0
—Eso apuesto.
—¿Carrera hasta los columpios?
Ambos nos pusimos de pie y corrimos tan rápido como pudimos.
Totalmente me dejó ganar. Jugamos en los columpios y nos perseguíamos
al bajar del tobogán hasta que el cielo se abrió y empezó a llover.
—Deberíamos volver. Tu madre probablemente piensa que hemos
conducido a algún lugar y estacionado para este momento.
—Porque completamente soy esa clase de chica.
—No critiques a los rapiditos en los autos. Si no tuviéramos que volver
y ver a tu mamá, estaría totalmente apoyando eso.
—Suena incómodo.
—Es un arte.
—El cual estoy segura ya manejas.
Se encogió de hombros y revolvió mi cabello.
—Te lo dije, Missy. Todo lo anterior a ti no importa.
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1
27
Traducido por rihano & macasolci
Corregido por Verito
N
o perder el tiempo con Hunter en casa de mi madre no fue
tan duro como yo había pensado que sería. Su habitación
estaba justo al final del pasillo, y la de Tawny al otro lado de la
sala, y mi cama era vieja y chirriante.
—¿Ni siquiera un poco? —susurró Hunter mientras subíamos bajo mis
sábanas princesa de Disney.
—Es muy extraño. No puedo tener sexo sobre la cara de una
princesa con mi madre por el pasillo durmiendo. Sólo tengo que trazar la
línea.
—Está bien, está bien. ¿Puedo dormir desnudo?
—Tú puedes. Yo me quedo con la ropa puesta.
—¿Por qué?
—En caso de que haya un incendio en el medio de la noche y
tengamos que salir de la casa a toda prisa.
—Piensas en todo —dijo, dejándose sus calzoncillos, pero quitándose
la camiseta—. Está bien, está bien. —Si yo no lo conociera mejor, habría
dicho que estaba haciendo pucheros.
—No estás molesto, ¿verdad?
—¿Acerca del enrollado del heno? Sería agradable, pero me
conformaría con sólo estar desnudo contigo. Eso es lo mejor. Nada entre
nosotros. Sólo tú y yo.
—Mañana por la noche, lo juro.
—Y entonces, de suerte, estoy fuera a partir del martes.
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2
—¿Por qué, qué pasa el martes?
—Comienzas tu período —dijo, completamente en materia.
—Odio que sepas eso.
—¿Qué? He sabido eso durante un tiempo.
Enterré mi cabeza en la almohada.
—Pensé que se suponía que sería el único que estaría avergonzado
por eso —dijo.
—No estás avergonzado de nada.
Quitó la almohada de mi cara. —En realidad no. Hasta mañana,
buenas noches, princesa. —Besó mi nariz, me metí mi retenedor y me
acurruqué contra él.
—¿Missy?
—¿Sí?
—Tu mamá es un poco impresionante, pero parece que me quiere
disparar la mayor parte del tiempo.
—No te preocupes, he estado en el extremo receptor de esa mirada
más de una vez.
—¿Así que no soy sólo yo?
—No.
—Es bueno saberlo. Pensé que iba a ser toda dulzura y encanto de la
forma en que hablabas.
—Es dulce. Más dulce de lo que yo soy de todos modos.
—¿Cómo puede alguien ser más dulce que tú?
—Oh, es posible.
—De ninguna manera —dijo con un bostezo.
Bostecé y no discutí. Me sentía demasiado cansada.
***
Hunter y yo no encontramos a mamá en la cocina a la mañana
siguiente, porque el café ya estaba listo cuando nos levantamos después
de una noche de caricias platónicas.
31
3
—No oí nada que no quería escuchar, así que voy a asumir que no
necesito tener una charla con nadie.
—¡Mamá! —¿En serio?
—Ella no está tratando de darte una charla sexual, ¿verdad? —dijo
Tawny, frotándose la cara con las manos y dando tumbos hacia el café.
—Ugh, ¿podemos no hacer esto justo ahora? Me acabo de
despertar.
—¿Huevos para alguien? —dijo mamá, sosteniendo un sartén. Había
mezclado los huevos con el queso crema, al igual que hacía cuando yo
era más joven.
—¿Platos? —dijo Hunter, yendo hasta el gabinete.
—En el estante de arriba —dije, cogiendo los cubiertos del
lavavajillas.
Tawny arrastró los pies sobre la mesa, estrellándose contra su asiento.
Tawny no llevaba las mañanas muy bien.
Tomamos el desayuno y después que Tawny había consumido tres
tazas de café, agarró a Hunter y le hizo enseñarle como tocar la guitarra
como un ardid para que mamá pudiera acorralarme.
—¿Estás siendo sensata? —Fue lo primero que preguntó.
—Dios, mamá. Sí. Sabes que estoy tomando la píldora.
—Pero eso no te protege de todo.
—Mamá, sólo confía en mí. No soy una idiota. —Estaba ayudándola
a lavar los platos y contemplando tratar de ahogarme en el agua
jabonosa para evitar el resto de esta conversación.
—Es sólo que es, inesperado, eso es todo. Nunca has expresado
interés en nadie, así que fue sorprendente escuchar que tenías a alguien.
—Es diferente.
—Vi los tatuajes. ¿Cuántos tiene?
—Um —dije, ambas paradas y contando—. Cinco.
Se aferró a la pileta. —Querido Señor. Por favor, no me digas que
tiene una moto.
—No la tiene.
—Bueno, eso es bueno saberlo.
—¿Por qué? ¿Qué diferencia haría si tuviera una moto?
31
4
—Kid, cuando seas una madre con hijas, lo entenderás.
—¿El interrogatorio está terminado? —le pregunté.
—Taylor, sólo estoy un poco conmocionada. Él no es el tipo de chico
que habría elegido para ti.
Cerré los ojos y me dije que ella no estaba diciendo nada malo de
él. Era cierto. No era el tipo de chico con el que me habría visto a mí
misma.
—Después de todo lo que… pasó, y cuando parecía que no podías
superarlo, sólo pensé que nunca ibas a dar el paso. No estoy diciendo que
sea algo malo; sólo digo que seas cuidadosa.
—Lo haré.
—Está bien. Puedo ver que te hace feliz.
Ambas sonreímos. —Lo hace. Más feliz de lo que yo sabía que fuera
posible.
—Eso está muy bien, Kid. Realmente genial. —Me dio un abrazo
jabonoso que hizo que la parte de atrás de mi camisa se mojara, pero no
me importó.
—Hablando de amores de la vida. ¿Algo nuevo que reportar?
—No, y eso no es de tu incumbencia, señorita.
—¿Has hablado con papá?
—La semana pasada. Está saliendo con alguien nuevo.
—¿Qué pasó con Michelle?
—No tengo ni idea. No hablamos mucho. Preguntó por ti, y le dije
que tenías un novio. Él no estaba muy feliz.
—No tiene nada que opinar en mi vida.
—Kid, es tu padre, aunque no esté en tu vida. Deberías llamarlo. Él
querría saber acerca de la audiencia. —Habíamos conseguido llegar tan
lejos el fin de semana sin hablar de ello. Tenía la esperanza de que lo
hiciéramos todo el camino, pero no.
—No quiero hablar de eso.
—Vas a tener que tratar con esto. No es este monstruo que has
construido y que está en tu mente. Por supuesto, es un maldito enfermo,
pero es sólo humano.
Mamá no jura a menudo, y cuando lo hacía, yo prestaba atención.
31
5
—Lo sé, lo sé.
—Necesitas ocuparte de tu pasado antes de poder pasar a tu futuro.
Si quieres un futuro con Hunter, vas a tener que lidiar con tu pasado.
—Bueno, casi ocho años de terapia no han ayudado, así que no
estoy segura de que haya mucha esperanza —le dije, soltando de
improviso.
—Bueno, cuando la terapia falla, ahí está el amor. Tú lo amas,
¿verdad?
—Sí.
—El amor cura todas las heridas.
—¿Cuando te hiciste tan filosófica?
—Acabo de empezar a tomar una clase de poesía en la biblioteca.
—¿En serio?
Mamá no era de los que prueban cosas nuevas, así que eso era
enorme. Hablamos de eso mientras Hunter y Tawny cantaban canciones
de taberna. Al parecer, él conocía muchas de ellas.
—Tengo muchos talentos de los que ni siquiera tú eres consciente,
chica Missy —dijo él.
—¿Qué hay con lo del apodo? He tenido la intención de preguntar
—dijo mamá.
—Oh, esa no es una historia muy interesante —le dije. Por alguna
razón, no quería que se los dijera.
—Eso significa que lo es. Escupe, Hunter —dijo Tawny.
—No es nada especial. Sólo un pequeño error que cometí cuando
nos conocimos.
—Cobarde —dijo Tawny.
—Su padre solía llamarme Sharon —dijo mamá.
—¿Qué? —dijimos Tawny y yo al mismo tiempo.
—Es una historia igualmente tonta. Nos conocimos en una fiesta y por
alguna razón, él estaba convencido de que mi nombre era Sharon. No fue
sino hasta nuestra tercera cita cuando lo corregí.
Tawny y yo reímos después de un asombrado silencio.
—¿Qué? Yo estaba nerviosa. Fue mi primer novio.
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6
Miré a Hunter. Uno nunca sabía.
Mamá nos hizo tomarnos unas cuantas fotos, la mayoría de Hunter
pretendiendo que me enseñaba a tocar la guitarra. Le gustaban las fotos
de acción. Ninguna de esas poses aburridas donde la gente sonreía como
si estuviera adolorida. Hunter se mantuvo susurrando insinuaciones en mi
oído, así que cada sonrisa y risa era genuina.
—Está bien, bueno tenemos que regresar. Ambos tenemos pruebas
para las que estudiar —dije después del millonésimo fogonazo.
Había estado flojeando últimamente, porque besuquearse era
mucho más divertido que cualquier cosa que mis libros de texto tuvieran
que ofrecer. Necesitaba poner mi culo en marcha si quería mantener mi
promedio lo suficientemente alto para llegar a Phi Beta Kappa.
—Probablemente debería largarme,
levantándose para darle a mamá un abrazo.
también
—dijo
Tawny,
—Fue muy amable de tu parte recibirme, Blaire —dijo Hunter.
—Espero volver a verte, Hunter. Por favor, cuida a mi niña —dijo
mientras yo la abrazaba. Ugh
—La atesoraré.
—Más te vale —dijo mamá, haciendo una especie de resoplido. Ella
no perdía el tiempo. Hunter se inclinó hacia adelante y la besó en la
mejilla.
—Sí, señora.
***
El miércoles fue mi turno para estar nerviosa e inquieta. Parecía que
cada vez que Hunter y yo estábamos juntos, al menos uno de nosotros
trataba de ayudar al otro a no alterarse. Por lo menos nos equilibrábamos
de esa manera.
Tuve una pesadilla la noche antes de la reunión programada con el
Sr. Woodward, el fiscal de distrito asistente. Me desperté y me encontré
mordiendo el hombro de Hunter y a él tratando de alcanzarme para que
lo dejara ir. Por suerte, no le había roto la piel.
—Está bien, Missy. Soy un chico grande. Puedo manejarlo. Me
gustaría poder estar allí contigo.
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7
—Tengo que hacer esto por mi cuenta.
—Lo sé. No estoy tratando de decir que no puedes. Sólo quiero estar
ahí. —Frotó mis hombros, y casi podía oírle contar hasta cinco—. Te traje
una cosita. No, no me costó mucho. De alguna forma lo hice. —Me
entregó una bolsa de papel con otra pequeña caja en esta.
—¿Más joyería?
—Sólo una pequeña cosa.
Abrí la pequeña caja de cartón para encontrar un collar con varios
colgantes sobre el mismo, todo en plata. Un número siete, un trébol de
cuatro hojas, un escarabajo, una herradura y una estrella.
—Sólo quería que tuvieras un poco de suerte contigo. Algo de mi
suerte. —El collar era tan largo que era capaz de ponérmelo por encima
de mi cabeza sin abrir el broche. Lo miré en el espejo, tocando los dijes.
—Gracias, bebé. Me encanta —le dije.
—¿En serio?
—Sí. ¿Dijiste que tú lo hiciste?
—Tuve que ir a esa tienda de abalorios, en el centro de la ciudad,
Bangor y la dependienta me ayudó a encontrar los dijes. Había cincuenta
millones de ellos, por cierto. Pero tú lo vales.
—Gracias.
Me abrazó por un momento y lo olí, girando el collar alrededor de mi
dedo. No estaba preparada, ni siquiera para la reunión. Asociaba al Sr.
Woodward con un tiempo realmente malo y oscuro en mi vida que
deseaba poder enterrar lejos detrás de mí. Quería seguir adelante con
Hunter, no ir hacia atrás.
Me besó en la frente y se fue, dándome un momento para mí misma.
Miré en el espejo, viendo al collar brillar. Que chico tan considerado. Me
alisó el pelo hacia atrás y tomé aliento. No estaba preparada, pero tendría
que estarlo. Hunter había querido venir conmigo, pero insistí en ir sola. Era
estúpido por parte de él saltarse clase sólo para ser mi guardaespaldas.
Tenía que salir pronto o yo llegaría tarde. Con una última mirada,
cogí mi bolso y las llaves y me dirigí a la sala para encontrar a Hunter y
Renee en profunda conversación. Probablemente acerca de mí.
—Me voy —dije.
—Buena suerte —dijo Renee.
31
8
—Tengo una poca —le dije, mostrándole el collar.
—Hombre, tengo que conseguir que influyas en Paul. No puedo
recordar la última vez que me compró algo brillante.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo —dijo Hunter, tomando mi mano
para acompañarme hasta mi coche—. Llámame cuando hayas
terminado. Voy a tener encendido mi teléfono, por si acaso. Me gustaría
que me dejaras ir contigo.
—No puedo apoyarme en ti para todo.
—Te mantuviste resistiendo por casi veinte años, así que creo que
puedes manejarlo.
—Eso espero.
Me dio un beso suave y le dio un golpecito a mi collar.
—Buena suerte, Missy.
—Te amo.
—Yo también te amo. Más que a las estrellas.
—Lo mismo digo.
Conseguí un beso más y me quedé sola. Lo vi alejarse y saludar antes
de que yo encendiera el coche.
El conducir a la oficina del señor Woodward, en Waterville, lo sentí al
mismo tiempo demasiado largo y demasiado corto. Me detuve en frente
de su oficina y tuve una escena retrospectiva de venir aquí con mi madre y
Tawny. Nada bueno.
Envolví el collar de Hunter alrededor de mi mano y vi que el coche
de Tawny ya estaba aquí. Le envié un texto rápido diciendo que también
llegué y pasé a través de la puerta principal. La oficina del Sr. Woodward
solía ser una casa, pero había sido dividida en oficinas. Era bastante
elegante, con exuberantes alfombras color burdeos y hermosa iluminación
que parecían faroles antiguos. Sin embargo, el recuerdo de esa oficina
hizo retorcer mi estómago.
Su oficina estaba en el segundo piso, así que subí la escalera de
roble y vi que su puerta estaba abierta y que Tawny ya se encontraba
dentro. Obligué a mis pies a caminar hacia adelante, un paso a la vez
hasta que estuve dentro la oficina.
—Taylor, es bueno verte de nuevo. ¿Cómo has estado? Tu hermana
ha estado informándome de tus logros.
31
9
Era una buena cosa que el señor Woodward pareciera un abuelito
dulce y le gustara charlar para llenar el incómodo silencio. Yo había tenido
un montón de esos con él en todos esos años.
—Estoy bien. —Esperó por más, pero eso era todo lo que iba a
conseguir. Era todo lo que podía hacer para sentarme en la silla que me
ofrecía y no salir corriendo y llamar a Hunter y decirle que viniera a
buscarme.
—Está bien, bueno, estoy seguro que ahora sabes que Travis Moore
es elegible para libertad condicional. Habrá una audiencia el próximo
jueves, y ambas son bienvenidas para estar allí para dar una declaración.
Siento mucho que no les avisamos antes. Fue un descuido administrativo
que desde entonces ha sido subsanado. —Mierda, mierda, mierda.
—¿Qué pasa con que otras personas vengan con nosotras para
estar en la corte? —dijo Tawny. Tomé su mano y le di un pequeño apretón.
Ella había sido nuestra portavoz en ese entonces también.
—Sólo la familia inmediata. Su madre, su padre. Por supuesto, yo
estaré allí.
—¿Qué pasa con su prometido? —dijo Tawny.
—¿Estás comprometida?
Me limité a asentir y cambié mi anillo de la mano derecha a la
izquierda, esperando que no se diera cuenta. Sostuve mi mano en alto tan
pronto como el anillo estuvo a salvo en mi dedo.
—Bueno, ¡enhorabuena! Eso es maravilloso. ¿Quién es el afortunado?
Me aclaré la garganta para dirigirlo de regreso hacia nuestra
pregunta. —¿Puede él estar conmigo?
—Oh, lo siento mucho. Sólo familia inmediata.
Joder. Ahí termina el compromiso ficticio.
—Así que sólo quería repasar un par de cosas sobre la audiencia y
empezar a prepararlas para hablar.
Con eso, me desconecté de él. Tawny se mantuvo pendiente,
sentada hacia adelante y asintiendo, participando y haciendo preguntas.
Él nos dio paquetes de información que yo esperaba que sería capaz de
leer.
Miré por la ventana al árbol afuera. Era mucho más alto que cuando
había estado por última vez en esta oficina.
Tawny tuvo que pellizcarme para decirme que era hora de irnos.
32
0
—Si tienen alguna pregunta, por favor llámenme y sólo recuerden,
incluso si lo liberan pronto, aún estará en el Registro de Delincuentes
Sexuales por el resto de su vida. Eso significa que estará bajo extremo
escrutinio, así que no hay nada por lo que deban preocuparse, ¿de
acuerdo? —Fácil para él decirlo—. Si eso es todo, las veré el próximo
jueves. Que tengan una buena tarde, señoritas.
Ambas sacudimos su mano y salimos, Tawny manteniendo su mano
en mi espalda.
—Escaleras —dijo, como yo si necesitara un recordatorio.
—Lo tengo.
—Lo sé.
Salimos de la oficina, y finalmente me sentí como si pudiera respirar.
—¿Estás bien? Pensé que te había perdido otra vez.
—Me atonté.
—Me di cuenta.
—¿Conseguiste algo?
—Más o menos. Te llamaré cuando no estés en modo zombi y
podremos discutir. ¿De acuerdo?
—Bien por mí. —Me dio la mitad del paquete, que incluía en detalle
los procedimientos judiciales y los derechos de las víctimas.
Caminamos de regreso hacia nuestros respectivos coches, y me
encontré con que alguien estaba apoyado contra el mío.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Hunter estaba sentado en
el capó de mi auto, con mi E-Reader en su mano.
—Tomé un taxi. Sabía que no me dejarías venir, así que decidí
hacerlo sin decirte. ¿Cómo estás?
Bueno, estaba parada y no me había desmayado o vomitado. Eso
era algo. Encogí un hombro.
—Gracias por venir —dijo Tawny, dándole un abrazo de un brazo. Él
no fue a por mí de inmediato, como si sintiera que no quería ser tocada en
ese momento.
—Cuando quieran. Tengo que hacer lo correcto por mi chica. Oye,
¿tienes mi número? Ya sabes, ¿sólo en caso de que Taylor se olvide
contarme sobre cosas como esta?
32
1
—¿Hola? Estoy parada justo aquí —dije.
—Seguro.
Intercambiaron números, y Tawny me dio un abrazo antes de
montarse en su auto y decir que me vería la próxima semana. Alegría.
—¿Estás feliz de verme? —dijo él.
—Sí y no. Estoy enojada contigo por faltar a clases, pero no enojada
porque fue algo muy dulce.
—Puedo conformarme con eso. ¿Puedo tocarte?
Asentí y me dio un abrazo gentil, pero se abstuvo de besarme.
—¿Cómo estuvo?
—No fue tan mal como creí que lo sería. Estuve desconectada la
mayor parte. Tawny tomó notas.
—Estoy seguro de que lo hizo. ¿Estás lista para ir a casa?
—Sí. —Dejé que él manejara porque mi cerebro estaba demasiado
cansado para conducir y pensar al mismo tiempo.
—¿Tienes hambre?
—No, en realidad.
—No has comido mucho hoy. ¿Por qué no paramos en algún lugar?
—Hay un comedor en la próxima salida que tiene sándwiches de
mantequilla de maní y mermelada en el menú de adultos —dije.
—Ese es un lugar que necesitamos visitar.
Así que lo hicimos.
Ordené un sándwich de mantequilla de maní y mermelada con
frutillas, y él pidió banana en el suyo. Hunter resultó ser un experto
hablando sobre cosas que no eran importantes, pero lo suficientemente
interesantes como para mantener mi cabeza ocupada. Probablemente lo
aprendió de Hope, o de su madre, o ambas.
Compartimos un batido de chocolate amargo, con dos pajillas y
todo.
—Siento como si debiera estar diciéndote que te ves fantástica —
dijo.
Batí mis pestañas.
—Por Dios, Hunter. Eso de seguro es algo dulce de tu parte.
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2
—Fantástica es una palabra genial. Necesitamos traerla de vuelta.
—Deberíamos. Hagámoslo.
—La pondré en una canción.
—Y yo aplaudiré esa canción.
—Eres muy buena aplaudiendo.
Asentí seriamente. —Es uno de mis talentos.
Puse la reunión con el señor Woodward en el fondo de mi cabeza,
junto con las otras cosas temibles. Sin duda que iban a llegarme en el
medio de la noche de todas formas. No quería que eso infringiera en mi
tiempo con Hunter.
Conducimos de vuelta al campus, y me dormí en el auto. Cuando
me desperté, estaba en mi cama con Hunter, los pijamas puestos, con él
acostado a mi lado, la lámpara prendida, y el E-Reader en su mano.
—¿Qué te tiene tan cautivado? —dije.
—Tengo que ver con quién va a terminar ella.
—Todavía hay más libros.
—¿Los hay? Diablos. Esperaba que pudiéramos poner a este bebé a
dormir.
—Eres tan extraño.
—Fantástico. Soy fantástico.
—Oh, cierto.
Dejó mi E-Reader, asegurándose que estuviera a salvo en su estuche.
—¿Puedo besarte ahora? Mis fantásticos labios han estado muy
solitarios. —Puso mala cara, haciéndome reír.
—Creo que sí. —Fruncí los labios, y compartimos un beso de frente.
Cambiamos a besos regulares, y Hunter pasó su mano por debajo de
mi camiseta. No llevaba sujetador.
—Chico malo.
—¿Por qué dejaría que algo se interpusiera en mi camino de éstos?
—Le dio a un pequeño apretón a uno. Jadeé y le di una palmada a su
mano.
—Dos días más. —Enterró su cara en mi pecho.
—Está bien, está bien.
32
3
Froté su cabeza, masajeando mis dedos en círculos. Sus ojos se
cerraron y tarareó. Sonaba a “Home” de Phillip Philips, sólo que una versión
lenta y sexy. Le eché un vistazo al reloj y vi que sólo eran las 9.30.
—Las chicas nos dieron otra noche a solas.
—Son tan dulces.
—Lo sé. Voy a extrañarlas cuando nos mudemos —dijo.
—No nos vamos a mudar.
—No en este segundo. Pero pronto.
—No voy a hacer esto contigo ahora. —Saqué mis manos de su
cabeza. Hizo un sonido gruñón en protesta.
—Eso no fue muy fantástico de mi parte, considerando el día que
tuviste. Lo siento.
—No, yo también lo siento. Sólo me enloquezco cuando se
menciona dinero. Es una especie de reflejo extraño.
—¿Por qué no quieres alquilar un apartamento para nosotros?
—Porque creo que las cosas deberían ser tan justas como podamos
hacerlas. El que tú nos alquiles un departamento me hace sentir como una
aprovechadora. Como si necesitara que me cuidaras.
Pareció pensar en eso por un momento.
—No necesitas que yo te cuide, pero me gusta gastar dinero en ti. El
departamento sería un regalo. Algo para que compartamos. Tú me das
más de lo que el dinero puede comprar. Me amas. Jodido, tatuado,
imbécil y fantástico.
—Desearía que fuera así de fácil.
—Dejemos de lado esa conversación para otro momento, ¿de
acuerdo?
—Seguro.
Dejamos de hablar también y recurrimos a muchos besos. Jamás
podría cansarme de besar a Hunter. Era muy bueno con su boca.
Nos quedamos despiertos hasta tarde hablando de los pros y las
contras de salir con un vampiro, y otras palabras que habían perdido
popularidad desde 1952.
De alguna manera dormí toda la noche sin pesadillas.
—Gracias —dije mientras me levantaba de la cama.
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4
—¿No hay de qué?
—No tuve ninguna pesadilla.
—No, no la tuviste. Tampoco yo.
—No has tenido una en un tiempo.
—Es porque tengo mi amuleto de la suerte conmigo todo el tiempo.
—Bajé la mirada al colgante que me había dado el día anterior. Estaba
todo retorcido en mi cabello. Luego me di cuenta de la camiseta que
estaba usando. Era una de las de él, lo cual sabía anoche, pero tenía una
leyenda en ella.
—¿De verdad esta camiseta dice “Todo Es Más Grande En Texas”?
—Sí, sí lo dice. —Sacudí mi cabeza mientras me dirigía a la cafetera.
De alguna manera conseguí pasar una ronda de exámenes
semestrales adelantados, incluso con Hunter distrayéndome y todo el
drama de la audiencia de libertad condicional.
Tawny y yo tuvimos charlas nocturnas, leyendo lo que preparábamos
para decirnos la una a la otra y cambiando y modificando. Tuve que sacar
un montón de palabrotas del mío. Hunter estaba de mi lado en dejarlas. O
reemplazando cada maldición con fantástico.
Hunter estuvo allí para mí cada paso del camino, pero había estado
actuando extraño. Seguía atrapándolo en el teléfono, y él rápidamente
colgaba cuando yo entraba en la habitación. También lo sorprendí varias
veces teniendo reuniones con las compañeras de cuarto y sus hombres.
Incluso lo atrapé teniendo una pequeña charla con Megan cuando la
había invitado para una noche de spa para chicas en la que pasamos
más tiempo en internet mirando cosas de boda y muebles baratos de
departamento haciéndonos las uñas o baños de crema acondicionada
para el cabello.
Luego estaban las veces que decía que hacía horas extras en la
biblioteca, pero sabía por hecho que no estaba allí. Me había hecho
amiga de una de las otras trabajadoras, Ashley, y cuando él decía que
estaba allí, le mandaba un mensaje a ella y me lo confirmaba o negaba
ya que trabajaba muchas horas. Jamás se encontraba allí cuando decía
que lo estaba.
Algo planeaba, y estaba determinada a descubrir qué era.
Naturalmente, fingía no darme cuenta de nada e intentaba escuchar a
escondidas tanto como podía. Él parecía no darse cuenta, porque yo no
tenía nada.
32
5
No era la mejor del espionaje, de todas formas. Me di cuenta de que
después de la audiencia tendría un montón de posibilidades. No pensaba
sobre lo que iba a pasar si él conseguía libertad condicional. No era una
opción.
—¿No todos en Texas tienen un arma? —le pregunté a Hunter la
noche antes de la audiencia. Me había convertido en Nerviosa Taylor. No
podía sentarme derecha, así que había agarrado su silla giratoria de
escritorio y había comenzado a dar vueltas en círculos.
—La mayoría. ¿Por qué?
—Iba a pedirle a Tawny que me consiguiera lecciones de disparo
para Navidad este año.
—Te las habría conseguido yo si lo hubiera sabido —dijo, levantando
la mirada de su libro de economía.
—Está bien. Sólo pensé que sería una buena idea. Ya sabes, por si
acaso.
—Tienes spray de pimienta y ese silbato. Puedo ordenarte un Taser 22
por internet ahora mismo.
—No, no. Estoy bien.
—No lo estás, pero está bien. ¿Crees que podrías comer un poco?
Habíamos cenado pasta, pero no había podido tragar nada de ello.
Sacudí la cabeza.
—Tal vez mañana. De alguna manera desearía poder embriagarme
ahora mismo así no tendría que pensar en ello.
—Entonces no pienses en ello.
—Es fácil para ti decirlo. —Había comenzado a espetarle cada vez
más rápido, pero no parecía importarle.
—Podría ayudarte a olvidar. —Había una sonrisa arrogante.
—No me estoy sintiendo muy sexy ahora mismo.
Se levantó de la cama y puso sus manos en la silla para detenerla de
girar.
—Siempre eres sexy. Y fantástica.
—No me siento fantástica tampoco. ¿Cómo voy a hacer esto?
22
Arma de electrochoque.
32
6
—Lo harás. Tan fácil como eso. —Me dio un beso rápido.
—Desearía que pudieras estar allí conmigo.
—Si me hubieras dejado llevarte al tribunal de la ciudad, podríamos
haber estado casados en este momento.
Cuando Hunter había escuchado que sólo la familia directa podía
estar en el juzgado, inmediatamente había preguntado si quería saltar al
tribunal y conseguir una licencia de matrimonio. Yo había pensado que
había perdido la cabeza, o que bromeaba.
—No estabas siendo serio acerca de eso.
—Tal vez sí.
—No nos vamos a casar. Mi mamá tendría un infarto.
—Hope probablemente lo tendría, también. Sabes que ya está
planeando nuestra boda, ¿verdad?
—¡¿Qué?!
—Es esto que hace. Le gusta planear. Casi tanto como la Navidad y
las tartas.
—¿Y qué tal una boda en Navidad con tarta como pastel de
bodas?
—Eso le volaría la cabeza.
—Hunter.
—¿Sí, nena?
—No puedo hacer esto.
—Sí, puedes. Sólo cuenta hasta cinco.
—¿Como haces tú cuando te pones nervioso?
—Así de simple. Es una técnica que me enseñó mi terapeuta.
—¿Cómo es que conseguiste todos los buenos? —dije.
Se encogió de hombros. —¿Quién necesita terapia cuando me
tienes a mí? —Eso me hizo sonreír, y tiró de mí a sus brazos, tarareando y
meciéndonos adelante y atrás—. ¿Estás lista para la cama?
—Hombre, son sólo las 10 —dije.
—Lo sé, pero necesitas dormir.
—No tengo sueño.
32
7
—Quítate la camiseta.
—Uh, no. No creo que eso vaya a ayudar.
—No quiero divertirme contigo. Sólo voy a darte un masaje.
Bueno, eso sonaba genial. Ciertamente tenía manos talentosas.
Pensar en ellas frotándome la espalda desnuda me puso la piel de gallina.
Me dejé caer sobre mi estómago y me saqué la camiseta por la
cabeza. Agarró mi loción favorita de canela (porque olía a él) y me dio un
masaje alucinante. Mi cuerpo se convirtió en masilla en sus manos, e hice
algunos sonidos que normalmente sólo hacía cuando estábamos
haciendo otro tipo de cosas íntimas.
—¿Por qué eres bueno en todo? —murmuré.
—No todo. Soy terrible en los crucigramas. Y jamás he sido capaz de
mantener un pez dorado vivo para salvar mi vida. Y... um... ¡Ah! Tuve
problemas de habla hasta que cumplí los siete. No podía decir la letra L.
—No creo que podamos seguir juntos. Eres un perdedor.
—Prefiero set tu perdedor que el ganador de alguna otra chica.
—Sabes que estaba siendo sarcástica.
—Sí, lo sé. —Me dio un beso en el hombro.
—A ver, a ver.
—Lo sé. Pero tu piel es simplemente tan irresistible. Mis labios están
atraídos a ella. ¿Quieres volver a tu carta otra vez? —Él sabía cuál era la
respuesta a eso.
—No. Sólo continúa con el masaje.
—Sí, señora.
Continuó hasta que mis músculos dejaron escapar la tensión y mis
ojos se cerraron. Me desvanecí y sólo me desperté cuando Hunter se subió
a mi lado y me empujó a su pecho desnudo.
32
8
28
Traducido por Mel Demczuk
Corregido por Violet~
A
la mañana siguiente me desperté bruscamente a las cinco.
Hunter estaba a mi lado y murmuró mientras dormía cuando
me moví. Tuve un momento de no poder respirar, como si
algo se estuviera apretando contra mí.
Esperaba un ataque de pánico. Había tenido más de lo que podía
contar en mi vida. Sabía que tenía algunos medicamentos contra la
ansiedad en algún lugar, pero no iban a hacer ningún bien en este punto,
ya que tardan un tiempo para desarrollarse en tu sistema. Cualquier otra
cosa que podría haber tomado me pondría cuesta arriba. Así que me
quedé donde estaba, centrándome en los brazos de Hunter y el hecho de
que no, no estaba, de hecho, muriendo.
Me quedé mirando a Hunter. Sus ojos saltaban detrás de sus
párpados. Para un chico, que tenía las pestañas muy gruesas. Se veía tan
dulce cuando dormía, siempre y cuando no estuviera teniendo una
pesadilla. De vez en cuando, si dormía muy profundamente, roncaba un
poco.
Mi amor por él se apoderó de mí como una manta fresca de la
secadora en una noche fría de invierno. La sensación de tensión se fue
cuando entré en nuestra burbuja. Fue más difícil ésta vez, pero de alguna
manera llegamos allí. Hunter frunció el ceño mientras dormía y murmuró
algo.
Lo besé en la nariz y volví a recostarme, girando mi cabeza para
poder verlo. Era jodidamente grandioso. Empecé a enloquecer otra vez
cuando Hunter trató de hacerme comer un poco de pan tostado y un
refresco de jengibre.
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9
—No voy a obligarte, pero te vas a arrepentir si no lo haces. —Nunca
lo había visto tan severo. Así que comí algunas mascadas de pan y bebí un
poco de soda de jengibre. Darah, Mase y Renee me abrazaron y me
desearon que tuviera un buen día mientras se iban a sus clases. Paul tenía
un resfriado, así que se quedó en su casa para pasar la noche, pero me
envió un mensaje al igual que Megan.
Si no hubiera estado tan estresada, mi corazón se habría calentado
con todas las personas que me apoyaban.
Había perdido la batalla para conducir, así que Hunter también
estaba saltándose sus clases para llevarme. No había peleado con fuerza
en eso. La Junta de Libertad Bajo Palabra podría tomar su decisión
después de la audiencia, así que probablemente no estaría en forma para
manejar de regreso al campus en cualquier caso.
La audiencia estaba programada para las diez, pero yo estaba lista
para ir a las ocho y media. Hunter sacó su guitarra y me dejó hacer
peticiones, pasando de una canción a otra, incluso en el medio. Fue un
extraño popurrí, algo así como en las malditas estaciones de radio. Me
divertí una parte del tiempo, pero cuando mis piernas empezaron a crispar
tanto que no podía sentarme, Hunter agarró nuestros abrigos y me empujó
a dar una caminata por el campus. También había sugerido hacer un par
más de pintura soplada, pero no podía quedarme sentada el tiempo
suficiente como para incluso lograr armar las cosas. Probablemente
termine usando todo negro y haciendo un tremendo lío de todas formas.
Las hojas empezaban a colorearse de verde a naranja, rojo y
amarillo. Amaba el campus en el otoño. Hasta el aire tenía mejor sabor en
el otoño. Caminamos lentamente, y él se mantuvo pateando piñas en mi
camino, así yo podría hacerlas crujir bajo mis pies.
Hunter se mostró inusualmente callado durante nuestra caminata, lo
que era a la vez útil y nada servicial. Por un lado, no estaba hablándome
como algunas personas tienden, tratando de llenarme la cabeza con
mierda, así que no pensaría en otra mierda, pero por el otro lado, sólo
podía centrarme en la maldita mierda sin su voz distrayéndome.
Pasamos junto a otros estudiantes en su camino a clase, los
dormitorios, el trabajo y las prácticas deportivas. Sus vidas eran tan simples.
No por primera vez, me hubiera gustado saltar dentro de la vida de
alguien. O tal vez por lo menos podría tener múltiples personalidades, así al
menos podría fingir que estaba teniendo otra vida.
—¿Qué estás pensando? —le pregunté a Hunter.
—En ti.
33
0
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Específicamente? Esa mirada en tu cara cuando te levantas a la
mañana y ves que estoy a tu lado. Es mi segunda favorita después de esa
mirada cuando veo que te vienes.
—¡Hunter! —Lo abofeteé y miré
asegurarme que nadie había escuchado.
a
nuestro
alrededor
para
—Nena, nadie presta atención a nadie más que a sí mismos. Podría
tirarte aquí mismo, ahora mismo y la mayoría de la gente seguiría
caminando. ¿Quieres darle una oportunidad? Lo puedo demostrar. —Me
dio esa sonrisa que no había visto en varias horas. Me hizo sentir calor en mi
interior.
—No quiero ser arrestada por fornicar en público, muchas gracias.
He tenido mucho tiempo en una sala de audiencias para que me dure
toda la vida.
—Lo siento. Trataba de evitar que pienses en eso.
—Hunter, todo me hace pensar en eso.
—No estarías pensando en eso, si estuviéramos haciéndolo, supongo.
—Probablemente no. Realmente no pienso en nada de nada
cuando estamos haciendo eso.
—Esa es mi meta.
—Eres muy bueno en eso.
—Vaya, gracias, Missy.
Caminamos un poco más hasta que tuvimos que dar la vuelta.
—¿Tienes todo? —dijo Hunter cuando empaqué todo. Tenía mi
declaración, junto con al menos cinco copias escondidas en varios bolsillos
por lo tanto tendría una copia de seguridad. Hunter también tenía varias
copias escondidas en los bolsillos. Él había elegido la falda lápiz de color
capuchino y el suéter y botas que yo llevaba. Se vistió muy bien también,
una demostración de solidaridad.
—Aquí —dijo, entregándome su iPod cuando entramos al auto—. Ve
a “La lista de Missy”. —Conecté el reproductor en sus altavoces y apreté
Reproducir.
“Honey, Come Home” llenó el auto, pero no eran The Head and
Heart cantando. Era Hunter. La calidad del sonido no era muy bueno, pero
no me importaba. Me senté inmóvil y en silencio, mientras escuchaba su
33
1
voz acunando la canción. Cuando terminó, la lista de reproducción se
detuvo.
—¿Eso es lo que has estado haciendo cuando se supone que debes
estar trabajando?
—En parte. Hay un estudio de grabación en Bangor que alquila por
horas. Es algo que he querido hacer desde hace un tiempo, pero
finalmente encontré una razón para hacerlo.
Me tomó la mano y besó la palma. Las palabras no podrían expresar
realmente cómo me sentía.
—Así que ¿quieres oír más?
—¿Cuánto más hay?
—Bastantes. Elegí canciones que me hacen pensar en ti.
—Uh oh. —Imaginé todas las posibilidades, estremeciéndome.
—Pulsa el botón de reproducir y descúbrelo —dijo, su voz
desafiándome. Acepté el reto.
La segunda canción fue “I Won’t Give Up” de Jason Mraz, seguida
por “She’s So Mean” de Matchbox 20. Esa me hizo reír. El resto de las
canciones eran una mezcla ecléctica: algunos pop, algunos country,
algunos Folk. Desde “Umbrella” de Rihanna a “Tip of My Tongue de The Civil
Wars a Ours” de Taylor Swift.
—Esa es la última canción —dijo mientras giraba hacia la salida de
Waterville.
Era la canción que había escrito para mí. La había desacelerado y
cambió parte de la letra así que era más dulce. La canción terminó
mientras estacionaba en el aparcamiento del juzgado. Que sincronización.
La lista de reproducción no terminó, y la voz de Hunter apareció, menos la
guitarra.
“Te amo, Missy, nena. Aunque no pueda estar contigo, sabes que
estoy aquí. Así que, eso es todo. Más que a las estrellas, Taylor. Más que a
las estrellas”.
—Más que a las estrellas —le dije, inclinándome y dándole un beso.
Era el momento de enfrentar la oscuridad.
33
2
29
Traducido por Amy
Corregido por Violet~
Llegamos antes que Tawny a la audiencia, pero mi mamá ya estaba
allí. Me agarró y me dio un abrazo antes de que pudiera decir algo.
—Gracias por venir, Hunter. No sabes lo bien que me hace sentir que
tiene a alguien para apoyarla cuando no puedo estar aquí.
—Gracias, Blaire.
Mamá miró su reloj. —Lo juro, tu hermana va a llegar tarde a su
propio funeral. —Dos segundos más tarde, Tawny vino corriendo, saltando
en un pie para poder ajustar sus talones que se habían resbalado.
—Estoy aquí, estoy aquí. Sabes que siempre llego tarde.
—Lo hacemos —dijimos mamá y yo.
Había otra gente hablando alrededor, y vi al señor Woodward.
Había un hombre hablando con él, y agarré la mano de Hunter.
—¿Mamá? ¿Lo invitaste?
—Tu padre tiene todo el derecho de estar aquí, Kid.
Papá levantó la vista y se encontró con mis ojos. No lo había visto en
casi un año. Se veía más viejo, más cansado. Reconocí mis rasgos en su
rostro, y era sorprendente lo mucho que me parecía a él. Nunca me había
dado cuenta de cuánto.
—¿Ese es tu papá? —susurró Hunter en mi oído.
—Sí.
—Tienes su nariz.
—Estoy al tanto.
Papá se acercó lentamente, como si no pudiera creer que yo
estaba aquí. Estaba vestido con un traje rápido. No lo había visto en traje
desde años y años.
—Hola, Kid.
33
3
—Hola, papá. —Él fue el primero de la familia en comenzar a
llamarme así. Hunter trató de soltar mi mano, pero no se lo permití.
—Te ves tan mayor.
—Sí, es lo que está destinado a suceder.
—¿Cómo estás? He intentado llamar pero… —Se encogió de
hombros.
—He estado ocupada con la escuela y esas cosas.
—Hola, papá —dijo Tawny, dándole un abrazo. Tenían una relación
mucho más estrecha y hablaban regularmente.
—Hola, Tawn. ¿Estás bien?
—Sólo quiero terminar con esto.
—Lo harán bien. Ambas. —Me miró, vi sus ojos deslizándose en
Hunter. Maldición, iba a tener que presentarlos.
—Papá, este es Hunter. Hunter, papá.
Se estrecharon las manos e intercambiaron la cosa normal de papáconoce-a-novio. Estaba a punto de volverse incómodo cuando el señor
Woodward dijo que teníamos que sentarnos.
—Más que las estrellas —dijo Hunter, dándome un beso en la frente—
. Estaré esperando. Dale el infierno.
—Lo haré.
Nuestras manos se separaron y tuve que darme la vuelta para
alejarme de él. Eché una última mirada por encima del hombro,
sosteniendo el collar que me había dado para mostrarle que él venía
conmigo, aunque físicamente no podía estar allí.
Entrar en el palacio de justicia fue como entrar a través de un espejo
en otro espacio y tiempo. Sentía como si tuviera doce otra vez, sólo que
esa vez sostenía la mano de mi madre en una mano y en la otra la mano
de mi padre.
Tawny caminó detrás de mí esta vez, mamá en el frente y papá
como retaguardia.
Los bancos de madera eran los mismos; el largo, las altas ventanas
heladas eran las mismas. El crujido en la planta antigua fue la misma.
Vi la madre de Travis, el hermano y su padrastro sentados en su lado
de la sala, junto con una chica que no reconocí. Su abogado estaba allí,
33
4
pero no Travis. Cinco personas estaban sentadas en la tribuna del jurado,
por lo que debe ser la junta de libertad condicional.
Había otras personas allí, y asumí que también eran parte del
proceso. Un zumbido suave de conversaciones llenó la habitación, pero
también podría haber sido gente gritando. Tawny tuvo que empujarme
para que siguiera caminando.
Me senté en el banco de madera que probablemente había
apoyado a miles de traseros en su vida. Traté de pensar, pero mi cabeza
estaba en blanco. Tawny se sentó junto a mí, y tomó mi mano, clavando
sus uñas en mi palma.
—Oye —dijo.
—Estoy aquí.
—Bien. Él no es nada. No puede herirte, ni a mí. No va a lastimar a
nadie más otra vez, ¿entiendes? Sólo tienes que contar nuestra historia.
—Está bien.
Una puerta lateral se abrió y Travis entró. Oí la inhalación brusca de
Tawny. O quizás fui yo.
El hombre que entró en la sala del tribunal no era el mismo
muchacho que casi había violado a mí y a mi hermana.
Este hombre era mayor, más delgado, y tenía una mirada hueca y
poco saludable en él. Se veía mucho más sucio, también. Travis siempre
había estado bien afeitado.
El director anunció que la audiencia estaba a punto de comenzar, y
me preparé. Sabía que iba a pasar mucho tiempo antes de que me
permitieran hablar. Parte de mí deseaba que nos dejaran sentarnos afuera,
traernos a hablar y entonces llevarnos afuera otra vez.
Travis movió su cabeza y me miró. Me miró a los ojos y lo mantuvo.
Bueno, una cosa no ha cambiado. Todavía no hay nada detrás de ellos.
Sólo el vacío. El mismo vacío que había visto aquella noche que se sentía
como si fuera ayer y miles de años atrás al mismo tiempo.
Con eso, comencé a ver la sala. Hubo entrevistas con la familia de
Travis, hablaban de cómo él estaba arrepentido de lo que había hecho y
que tenía un plan para su vida, y así sucesivamente. La extraña chica
resultó ser su novia, que lloró y siguió diciendo Dios sabe qué. Su abogado
habló y el superintendente de la prisión habló, y eso fue todo, hablar,
hablar, hablar.
33
5
No escuché nada de eso.
Estaba pensando en despertar en los brazos de Hunter. Pensaba en
hacer los planes de boda con Megan. Pensaba en bailar toda la noche
con Darah y Renee. Pensaba sobre de ir de compras con Tawny.
Llené mi cabeza con cosas tan bellas que las cosas feas se hicieron a
un lado.
Y entonces, era nuestro turno para hablar. Tawny fue primero, y volví
de mis pensamientos para escuchar.
—No tengo mucho que decir, así que lo mantendré corto, pero no
dulce. No lo hago dulce. No lo he hecho dulce desde que este… animal,
trató de salirse con la suya conmigo y luego cuando mi hermanita nos vio,
trató de ayudarme, él fue por ella. Ésta persona, no lo llamo hombre,
porque ningún hombre le haría eso jamás a una mujer, trató de violarme y
a mi hermana pequeña. Mi hermanita. Piensa sobre eso. Trató de violar a
una niña. No se merece salir antes, no importa lo que les diga. Es un
mentiroso aprobado y no ha tomado responsabilidad por sus acciones.
Travis —dijo, dándose vuelta para mirarlo directamente—, desde este día
en adelante, por el resto de mi vida, no pensaré en ti otra vez. No mereces
un espacio en mi mente. Te olvidaré, porque mereces ser olvidado. ¿Cuál
era tu nombre? Gracias. —Ella se sentó, y podía sentir sus temblores. La
tomé de la mano y me dio un pequeño abrazo.
—Tu turno, Kid. Tú puedes.
Me puse de pie y casi tropiezo cuando caminé alrededor de todos
los pies para llegar al podio. ¿O era un atril? Detente, cerebro.
Desplegué mi papel y me aclaré la garganta. Las palabras nadaban
en frente de mí y de repente no podía leer. Me agaché y me apoderé del
collar de Hunter. Me quedé mirando a cada persona de la junta de
libertad condicional. Tres mujeres, dos hombres. Tenía que hacerlos
entender.
Más que las estrellas.
—Cuando tenía doce, fui casi violada por este hombre. Travis Moore.
Me dijo que me mataría si alguna vez lo decía. Bueno, sigo viva, y se los
digo ahora. Travis Moore trató de violarme, y a mi hermana. Mientras que
la violación no es un crimen tan serio como un asesinato, de alguna forma
es un asesino. Mató a la niña feliz que una vez fui. —Hice una pausa y
saqué una foto mía, tomada cuando tenía doce. Tenía una gran sonrisa en
mi cara y mi papá me hacía cosquillas. Mamá la había tomado sólo unos
meses antes de lo ocurrido.
33
6
—¿Ven a ésta niña? Se fue. Travis la mató. Cuando esa niña murió,
una nueva nació. Una persona enojada y amargada quien tenía miedo de
cada hombre que veía. Asustada de que a la vuelta de una esquina
alguien la atacara. Asustada de darle su corazón a alguien que pudiera
herirla. Pasé horas y horas en terapia y rompí probablemente un montón
de dólares de china, muebles y una computadora por esa cosa de ahí.
Pero, ¿sabes qué? Ya no te tengo miedo. No puedes perseguir mis sueños.
—Estaba temblando, pero miré a Travis, al igual que Tawny.
—Encontré a alguien que me ame, a pesar de ser una chica
enojada y amargada. Él me recuerda la chica que una vez fui, y juntos,
está ayudando a sanar lo que tú rompiste esa noche. Como Tawny, desde
este día en adelante, no pensaré en tu nombre, no me imaginaré tu cara y
te borraré de mi vida. Ya no tienes ningún poder sobre mi capacidad de
amar. ¿Sabes qué? El amor es mucho más poderoso que el odio. Solía
odiarte, pero es más fácil amar. Y es algo que nunca vas a entender. —Sus
ojos vacíos me miraban, pero no me importaba. Una extraña especie de
poder se había hecho cargo de mí y casi le sonreí.
—Espero que al compartir mi historia, pueda darles una ventana de
lo que esta persona es en realidad. ¿Dejarán a una persona libre que
puede hacerles lo mismo a sus hijas? ¿Sus hermanas? ¿Sus sobrinas?
Consideren si yo fuera su hija. ¿Qué harían? Les pido que consideren esto
cuando tomen su decisión. Gracias.
La habitación estaba en silencio, excepto por una tos y una excusa
del abogado de Travis.
—Estuviste genial, Kid —dijo Tawny.
Floté en una nube de victoria por el resto de la audiencia. Incluso lo
miré un par de veces, pero no lo miré a los ojos otra vez. Una mierda a eso.
La junta se fue a deliberar, pero yo no lo llamaría así. Todos fuimos
excusados y fui a la puerta lo más rápido que pude. Quería ver a Hunter.
Lo que vi no era sólo a Hunter. Estaba Hunter, Megan, Darah, Renee,
Paul y Mase.
—¿Qué están haciendo aquí? —dije, parando en seco.
—Estamos aquí para apoyarte, Missy. ¿Por qué otra cosa estaríamos
aquí? —Hunter levantó los brazos, y me arrojé en ellos.
—Te amo demasiado, Hunter Aaron Zaccadelli.
—Te amo también, Taylor Elizabeth Caldwell.
Lo olí y nunca quería dejarlo ir.
33
7
Finalmente me aparté, pero mantuvo sus manos entre las mías.
—No puedo creer que estás aquí.
—Me escribes una nota por salir del laboratorio, por cierto —dijo
Renee—. Perdí castrar una rata por esto. —Sonaba molesta.
—¿De nada?
—Sé amable, Ne —dijo Paul, su voz llena de moco. Se veía como la
mierda y probablemente se sentía peor, pero estaba aquí.
—¿Qué? Esperaba ese laboratorio. Pero eres más importante, Tay —
dijo Renee.
—No le hagas caso —dijo Darah.
—No lo hago normalmente.
—¿Alguno de tus amigos, Taylor? —dijo mamá.
—Sí, conociste a Hunter, y ella es Darah y Renee, Paul, y el primo de
Hunter, Mase. Ya conoces a Megan. —Se conocieron cuando la llevé a
casa para pasar el rato un fin de semana así que podía estar fuera del
campus y ella pudo escapar de los chicos en su departamento.
—Hola, Blaire —dijo Megan, dándole un abrazo—. Jake iba a estar
aquí, pero tenía un examen del que no podía salir. Lo intentó mucho.
—Está bien. Es más que suficiente que estés aquí —dije.
—Es lindo verte otra vez. Ha sido un tiempo —dijo mamá.
Quería decirle a mamá sobre el compromiso de Meg, pero no era el
lugar adecuado. Hunter desde atrás puso sus brazos alrededor de mí y
apoyó su barbilla en mi cabeza.
—Así que, ¿estás lista?
—Sí. Me levanté y hablé y no me desmayé. Sólo espero que me
crean.
—Fue increíble —dijo Tawny.
—También tú —dije.
Hunter me dejó ir así podía abrazarla, y terminé abrazando a todo el
mundo y luego hicimos un enorme abrazo grupal que nos hizo reír. Yo en
cambio, tenía muchas ganas de llorar.
Todos estaban aquí por mí y mi familia. Ni siquiera se los pedí, y
vinieron corriendo. De alguna manera, a pesar de que era un poco
amargada y enojona, todas estas personas habían decidido que era
33
8
digna de su amor. Cualquiera de ellos estaba dispuesto a mirar más allá de
todo, o quizás no estaba tan jodida como pensaba.
O quizás era un poco de ambos.
—¿Cuánto tiempo tienen para decidir? —dijo Paul.
—No tengo idea. Supongo que sólo nos queda esperar y ver —dije.
—¿Por qué no vamos al final del pasillo? Hay una sala de espera si
quieren ponerse cómodos —dijo el señor Woodward, sutilmente nos está
diciendo que salgamos del pasillo.
Todos fuimos a la sala de espera, y fue como si ese día de alguna
manera se convirtió en una fiesta. Tuve que presentar a papá a todo el
mundo, e incluso le permití que me diera un abrazo y un beso en la mejilla.
—Estoy tan orgulloso de ti —dijo.
—Gracias, papá.
—Deberías venir a verme en tu descanso. Tengo un gran pequeño
rincón genial para leer. Podrías traer a Hunter, si quieres. —Levanté la vista
para decirle que estaba ocupada y que lo consideraría, pero su cara tenía
tanta esperanza que no pude.
—Claro, papá. Es un plan.
—Te amo, Kid.
—Te amo, también. —No había dicho estas palabras a mi padre
desde que tenía al menos cinco años. Se sentía bien.
Pasamos las siguientes dos horas esperando y hablando. Todos
estábamos muriendo de hambre, pero no creía que fuera apropiado traer
comida. Todos coincidíamos que luego iríamos a cenar, iba a estar con
Hunter y comeríamos panqueques. No importa que pasara.
Honestamente, cuando me puse a pensar en ello, no me importaba
que lo dejaran salir. Ya no podía herirme. Era una revelación que había
tenido durante tantos años, pero sólo faltaba el momento en que viniera.
Lo hice un secreto y él era esta gran cosa imposible que nunca pude
dominar.
Pero lo dominé. Terminé de ser una víctima. Era tiempo de tomar las
riendas de mi vida en lugar de que algo que pasó en mi vida la condujera
por mí. Muchas personas me habían dicho lo mismo, cientos de veces. Era
algo que tenía que aprender por mí misma.
Un empleado finalmente llegó y nos dijo que estaban listos.
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Cuando volvimos de vuelta a la sala de audiencias por la decisión,
sostuve mi cabeza alta y mantuve una sonrisa en mi cara. Fuera de la
habitación había un mundo maravilloso y no podía esperar para ser parte
de el. Y los panqueques. Realmente quería algunos panqueques.
Sostuve la mano de Tawny mientras esperábamos que anunciaran la
decisión. Uno de los miembros de la junta, una mujer con el pelo liso negro
y unos lentes, se levantó y contuve el aliento.
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Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Melii
L
a libertad condicional es negada hasta la fecha de vencimiento
de la condena. —Las palabras sonaron fuerte en la gran sala.
Dejé escapar un ruido involuntario de alegría, y no fui la única. Oí
ruidos de desacuerdo por parte de su familia y un gemido de su novia. Vi
sus hombros hundirse un poco mientras su abogado le susurraba al oído. Él
asintió.
El miembro de la junta entregó un pedazo de papel al director y éste
se lo pasó a su abogado. Hubo más conversaciones acerca de las
apelaciones y demás, pero no me importaba. Él iba a estar en la cárcel
durante dos años más. Di un último vistazo a Travis antes de que lo sacaran
de la sala. No se volvió, y yo sabía que sería la última vez que lo viera.
Mi familia y yo salimos lo más rápido que pudimos, agradeciéndole al
Sr. Woodward. Él dijo que iba a estar en contacto si había algún cambio.
—No creo que haya nada de qué preocuparse —dijo Woodward
mientras caminábamos de regreso a la sala de espera—. Ustedes dos
hicieron la diferencia. Él pudo haber dicho que encontró a Jesús todo lo
que quiera, pero fueron ustedes quienes mostraron quién era en realidad.
—¿Qué? —Yo no sabía de lo que hablaba.
—Oh, ¿te desconectaste en esa parte? —preguntó Tawny—. Dijo
que había encontrado al Señor y que era cristiano. Enfermo hijo de puta.
—No creo que Dios pueda ayudarlo —dijo el Sr. Woodward.
—Debemos esperar que no —dijo ella.
Le dimos la mano a Woodward y fuimos a darle al equipo la buena
noticia. —Libertad Condicional negada —dijimos Tawny y yo, al mismo
tiempo que escuchábamos una ronda de aplausos. Hunter me arrastró en
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1
sus brazos y me hizo girar. Me pareció una cosa extraña para animar, pero
no nos importaba. Era como si UMaine hubiera ganado un partido de
hockey en contra de la Universidad de New Hampshire.
—Estoy muy contenta de que haya terminado —le dije a Hunter.
—Yo también. Ahora podemos empezar nuestra vida.
—¿No hemos empezado todavía? ¿Qué hemos estado haciendo
todo este tiempo?
—Sólo rodar en el heno.
—Bolas y bolas de heno.
***
La vida fue a la vez igual y diferente después de la audiencia. Fue lo
mismo porque pasé cada noche con Hunter, fui a clases, salí con las
chicas, hice más pinturas de soplado y leí más obscenidades de vampiros.
Fue diferente porque era más fácil reír. Más fácil sonreír. Más fácil
dormir.
Todo era más fácil.
No tenía que tratar de llegar a mi burbuja segura. Yo estaba allí todo
el tiempo.
—Oye, ¿quieres ir a un lugar conmigo? —dijo Hunter en la mañana
del sábado, después de la audiencia.
—¿Por qué no? Con tal de que no me lleves a un lugar para
enredarnos, estoy dentro.
—Eres una mentirosa.
—Toma uno saber uno, Sr. Secreto. Sé que has estado haciendo
algo.
—Yo sé que tú sabes. Vamos.
Me llevó a mis pies. Habíamos estado acariciándonos en el sofá y
viendo reality shows sin sentido. Todos los demás estaban perdidos en
acción, lo cual era inusual para un sábado por la mañana.
No me molesté en preguntar donde íbamos. Me acostumbraba a las
sorpresas, o estaba menos curiosa acerca de ellas. Hunter se alejó del
campus y se dirigió hacia Bangor, hacia el centro. Dio la vuelta en una
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calle secundaria llena de hermosas casas y se detuvo delante de una que
no era tan impresionante como las demás, pero era linda. Amarilla, con
toques blancos y un pequeño porche. Era adorable. Había otro coche en
la entrada, un BMW que reconocí.
—¿Ese no es el coche de Joe?
—Pensé que debías conocerlo.
—¿Por qué lo estamos encontrando aquí?
—Ya lo verás. —Nos bajamos del coche y se acercó a la casa—.
Podemos ir adentro. Nos están esperando.
Empujó la puerta abierta, y fui bombardeada con—: ¡Sorpresa!
—¿Qué diablos?
Estaban todos allí: Darah, Mase, Renee, Paul, Dev, Sean, Megan, y
Jake. Y otra persona que no conocía, pero que tenía que ser Joe.
—No es mi cumpleaños —les dije. No lo era hasta dentro de algunas
semanas.
—Todavía no —dijo Hunter—. Taylor, este es Joe. Joe, esta es Taylor.
Joe era una presencia imponente, de piel chocolate negro, un traje
que probablemente había sido hecho por un diseñador italiano, y un rostro
severo de igualar. Se veía como todo un abogado.
—Es un placer conocerla, señorita Caldwell.
—Te va a llamar así, para que lo sepas. Joe es muy formal, lo que se
consideraría irónico ya que me obliga a llamarlo Joe —dijo Hunter. Joe se
aclaró la garganta como respuesta.
—Está bien, así que alguien tiene que decirme lo que estamos
haciendo aquí —dije.
Todos se miraron el uno al otro, y me di cuenta como si tres millones
de bombillas se encendieran al mismo tiempo.
—Juro por Dios, Hunter, si me compraste una casa, voy a matarte.
Lentamente y desagradable. Estamos haciendo un segmento de tortura en
Historia 226, y sé varias maneras en las que eso puede suceder.
—Missy, no te compré una casa por esa misma razón.
Joe se aclaró la garganta otra vez.
—Es un alquiler de la propiedad. Hunter hizo un pago inicial y el
alquiler del primer mes. Tengo los papeles de arrendamiento a su
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disposición para firmar, así como también tarjetas de firma para una nueva
cuenta de cheques mancomunada —dijo Joe, sacando un fajo de
papeles que empujó en mi cara.
—Espera, ¿qué?
—Lo estamos alquilando. Para nosotros. Además, adivina quien más
lo está alquilando con nosotros —dijo Hunter.
—Me rindo —respondí, al borde de la locura.
—¡Nosotros! —exclamó Renee, echando un poco de confeti sobre
mí—. ¡Todos nosotros vamos a vivir juntos!
—Tienes que estar bromeando —dije, mirando y esperando a que
alguien me dijera que sólo bromeaban conmigo.
—Nope. Lo hemos trabajado toda esta semana —dijo Hunter. Abrí
la boca para gritarle. Para decirle que era una locura. Nunca iba a
funcionar. ¿Quién hacía ese tipo de cosas? Una. Jodida. Casa.
—Te dejaré pagar cualquier otro mes —dijo Hunter, mientras yo
trataba de reunir mis pensamientos en palabras coherentes—. Todo lo que
tienes que hacer es firmar.
—¿Cuánto dinero hay en la cuenta conjunta?
—Sólo doscientos dólares. Hasta ahora. Yo hubiera puesto todo allí,
pero sabía que no me lo permitirías.
—Hunter…
—No es una limosna. Es la construcción de nuestra fundación.
Miré a mí alrededor en todas las caras. Dios los amaba. Tanto que
dolía.
—¿Puedo por lo menos verla antes de firmar?
Todo el mundo dio un suspiro de alivio, y Hunter nos llevó en un tour
con Joe, señalando las mejores características como un agente de bienes
raíces. Joe era exactamente como me lo había imaginado. Calmo, fresco,
todo un hombre de negocios. Hice de mi meta conseguir que sonriera.
Me enamoré de la casa tan pronto como vi la adorable cocina, con
un desayunador pequeño en un rincón. Había una gran sala de estar
donde podía caber un sofá gigante y que ya tenía un infame sillón en ella.
—Habíamos pensado en mover todas tus cosas sin decírtelo, pero
nos dimos cuenta de que te enojarías. Obtener el sillón aquí era bastante
malo —dijo Mase.
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Oh, me conocían tan bien.
En la segunda planta había dos dormitorios grandes, cada uno con
su pequeño cuarto de baño y luego en el tercer piso había una habitación
principal con baño adjunto.
—Este es nuestro —dijo Hunter, agitando su brazo alrededor. La
habitación era grande, abierta y llena de luz.
Sólo había una cosa en ella. La foto que mamá nos había tomado a
ambos el fin de semana anterior, en un marco de pavo real pintado. Era
en blanco y negro. Yo tenía la cabeza inclinada sobre su hombro, y mis
dedos sobre las cuerdas de su guitarra. Me estaba riendo de algo que él
había dicho.
La levanté y miré nuestros felices rostros.
—Entonces, ¿qué te parece? —dijo Hunter, de pie en la puerta del
baño, mirándome, su mano tocando un ritmo constante en su pierna. Uno,
dos, tres, cuatro, cinco—. Por cierto, Stephen King vive en la misma calle.
Por si eso ayuda a mi causa.
Mi boca cayó. —Me estás tomando el pelo.
—¿Has visto la casa con la cerca de hierro genial? ¿La enorme casa
rojiza?
—Sí.
—Esa es la suya.
Yo podría vivir en la calle de Stephen King. Santa jodida mierda.
—También cambié mi especialidad.
—¿En serio?
—Sep. Ahora ambos somos estudiantes de artes liberales. Soy un
orgulloso miembro de la Facultad de Educación. Música, para ser exactos.
—¿Cambiaste tu especialidad?
—Decidí que ya era hora de hacer lo que quería hacer. No lo que
pensaba que debía hacer.
Mi mente ya estaba llena de todo lo que sucedía al mismo tiempo.
No podía comprender todo.
—Pensé que podríamos enmarcar nuestras pinturas de soplado y
ponerlas aquí —dijo, señalando una de las paredes—. Y una cama grande,
aquí mismo. —Fue alrededor de todo el resto de la habitación, y me lo
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imaginé. Me imaginé diciendo que sí y mudándome con Hunter el
siguiente semestre. Me lo imaginé y decidí que quería que fuese real.
—De acuerdo.
Hunter dejó de hablar de los posibles colores para la pintura y me
miró fijamente.
—¿De acuerdo?
—De acuerdo. Pero estaré al tanto de todo el dinero que pongas en
la cuenta conjunta. Cincuenta y cincuenta. No vas a estar haciendo
mucho como profesor de música.
—Tienes razón. Cincuenta y cincuenta —admitió, entrando y
poniendo sus brazos alrededor de mí.
—Así que, señor Zaccadelli.
—¿Sí, señorita Caldwell?
—Creo que gané la apuesta.
—Supongo que lo hiciste, Missy. Dije que iba a dejar el dormitorio. No
hablé sobre no llevarte conmigo. Por lo tanto, en la forma en que lo veo.
Yo gané.
—Amarte fue el mejor error que he cometido —le dije.
Negó con la cabeza. —Haber sido asignado como tu compañero
de cuarto fue la cosa más afortunada que me ha pasado. No creo que
pueda llegar a tener tanta suerte otra vez.
—¿Quieres apostar?
—De ninguna manera.
Fin
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Escena Extra
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1
Hunter
Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Deydra Eaton♥
L
a primera vez que conocí a Taylor Caldwell, creí que mi corazón
se había detenido. Cuando conseguí la asignación para mi
habitación la semana anterior y vi que había tres nombres
femeninos en la lista, pensé que había ganado el premio mayor. No tenía
ni idea de que los apartamentos fueran mixtos, pero no iba a avisarle a
nadie en caso de que hubiera una confusión. Le había hecho jurar a mi
primo, Mase, por la vida de su hermana, que no iba a decirle nada a su
madre, Hope. Ella me arrancaría el pellejo si se enteraba que iba a estar
viviendo con un grupo de chicas y tratando de tomar ventaja de la
situación.
Me conocía demasiado bien.
Tenía mis dedos cruzados para que cuando abriera la puerta, una
chica caliente se encontrara detrás de ella. Resultó que subestimé a la
belleza del otro lado.
Allí estaba ella, brillante cabello marrón, recogido con mechones
colgando, pantalones cortos que se ajustaban en la manera correcta en
los lugares adecuados. Sus magníficos ojos estaban muy abiertos por la
sorpresa. Eran del más increíble azul, una especie de verde. Me recordaron
al océano, o algún tipo de piedra preciosa, exótica y hermosa.
Esos ojos me evaluaron mientras yo trataba de pensar en qué decir.
—¿Eres Darah, Renee o Taylor? Luces como una Taylor para mí. —Ella
lo hacía totalmente. Linda y sexy Taylor. No pude evitar mirarla de arriba
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abajo dos veces más. Maldita sea. Lo que no daría por tener esas piernas
envueltas a mí alrededor.
—Tiene que ser un error —dijo finalmente. Su voz era más profunda
de lo que había pensado. Dios, quería oírle decir mi nombre. Una y otra
vez. Sonreí, pensando en ello.
—Ese es un nombre creativo. ¿Cómo lo acortas? ¿Missy? —Me
felicité a mí mismo por mi genial improvisación. Y eso que no estaba en mi
mejor momento, una gran cantidad de sangre en mi cerebro estaba
yendo a parar a otras áreas.
Sus ojos se estrecharon.
—No me refería a eso —dijo. Sonreí porque me miraba, también.
Debió haber visto algo que le gustara. Me hubiera conformado con mirar y
ser mirado fijamente todo el día, pero otra voz nos interrumpió.
—¿Es ella? —Fue otra voz femenina. Me había olvidado por
completo de las otras compañeras. En realidad, creo que me hubiese
gustado que no hubiera otras compañeras. Quería a Taylor para mí.
—Soy Hunter, por cierto. Hunter Zaccadelli —le dije, así tal vez me
diría su nombre. Parecía que quería rodar sus ojos cuando se lo dije—. Así
que, ¿debo llevas mis cosas adentro o...? —Abrió la boca como si fuera a
decir algo, pero no lo hizo.
—¿Quién es ese? —dijo una chica de cabello oscuro proveniente de
uno de los dormitorios. Tenía un flequillo largo que colgaba sobre sus ojos, y
era alta. Demasiado sexy. No tan sexy como Taylor, pero aún así. Conté
hasta cinco en mi cabeza y froté mi tatuaje para la suerte.
—Nuevo compañero de cuarto, hola —dije, levantando la mano
como un idiota.
En lugar de estar aturdida como Taylor, la chica se mostró escéptica.
Sí, bueno, yo también lo había estado cuando me dieron la lista de
personas con las que estaría viviendo.
—Sí, mis planes de residencia fallaron en el último minuto. Mi primo
iba a dejarme vivir en su casa, pero no funcionó, así que aquí estoy. ¿Te
importa si entro ahora? —Casi me tropecé con mis palabras, pero de
alguna manera logré ser coherente.
—No puedes vivir aquí —dijo Taylor.
—¿Por qué? Esto es un centro de casas mixtas, la última vez que lo
comprobé. —Entré en la habitación, sobre todo porque así tendría una
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razón para pasar junto a ella. Un olor a caramelo, o pastel, o algo dulce y
delicioso me invadió. Esto no iba a ser fácil.
Para distraerme de Taylor, miré alrededor del apartamento. Era
pequeño, pero no era una mierda. Yo había visto las habitaciones en línea,
pero no había ninguna imagen. Iba a estar apretado. Bastante apretado.
—Bueno, es mejor que dormir en el sofá de mi primo. —Diez millones
de veces mejor.
—¿Puedo ver alguna identificación? —dijo la chica con el flequillo.
Todavía no sabía su nombre—. ¿Cómo sabemos que no eres algún
acosador al azar? —Eso me dio ganas de reír.
—¿Luzco como un acosador al azar? —No estaba seguro de si
quería que respondiera a eso.
—¿Cómo se supone que vamos a saber? —Dio un paso más cerca
de mí, tirando de ella hacia arriba, así que estuvimos casi nariz con nariz.
Era luchadora. Además, no había manera de que me estuvieran echando
de este lugar.
—Mira, lo único que sé es que presenté una solicitud y me enviaron
un correo electrónico con un número de habitación y sus nombres. Aquí, lo
imprimí. ¿Tratas a todos tus invitados como criminales? —Saqué el papel y
se lo entregué, luego se lo di a Taylor.
—¿Por qué no nos han avisado? —dijo Taylor. Su rostro se
ensombreció cuando leyó mi nombre.
—¿Quién sabe? —La otra chica seguía mirándome como si yo fuera
a sacar un cuchillo, matarlas y luego cortarlas en trozos pequeños.
—Oh, Dios mío, juro que nunca me mudaré de nuevo —dijo otra voz
detrás de mí. Todos nos volvimos y alcancé a ver un juego de piernas
bronceadas y brazos llenos de cajas—. ¿Quién dejó su basura en el pasillo?
—De alguna manera rodeó mi baúl y la guitarra, consiguiendo pasar a
través de la puerta—. ¿Ha aparecido nuestra nueva...? Oh, hola. —Se dio
la vuelta, así que por fin pude verla. Era un poco más alta que Taylor, y
tenía cara de niña. Redonda, con sus grandes ojos azules. Algunos chicos
iban por eso, pero no era lo mío. Aún así, las tres eran locamente sexys.
Algunas más que otras. En realidad, una más que las otras.
—Supongo que esa es tu guitarra en el pasillo —dijo, dejando caer
las cajas y dándome una sonrisa insinuante. Hace cinco minutos, me
habría vuelto blanco como el arroz. Pero esa sonrisa no era nada
comparada con los magníficos ojos de Taylor.
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—Este —dijo Taylor, señalándome—, es nuestro nuevo compañero de
cuarto, de acuerdo a Residencia.
Por favor, di mi nombre, nena. Por favor.
—De ninguna manera. —Los ojos de la muchacha nueva se hicieron
aún más amplios—. ¿Me estás jodiendo? —Divina, y con la boca de un
marinero.
—¡Qué recibimiento! —le dije. Por lo general, las chicas no me dirigen
la palabra con desprecio y tanta incredulidad hasta después de haberme
acostado con ellas. Pero había una primera vez para todo.
—Cállate —espetó Taylor. Dios, era adorable.
—Probablemente debería sacar mi basura fuera del pasillo —dije,
para dejar de sonreírle como un idiota. Tomé mi baúl y lo dejé en la sala de
estar—. Entonces, ¿con quién voy a dormir? —Me apoyé en la puerta de
una de las habitaciones. Tenía la esperanza de que fuera con Taylor.
—¿Realmente dijiste eso? —dijo Taylor.
Mientras la chica del flequillo decía—: La única cama libre está en la
habitación de Taylor.
Bingo.
—No hay forma en que se vaya a quedar conmigo —dijo Taylor.
Cruzó los brazos otra vez, cubriendo su pecho. Una pena—. No, llamaremos
a la Residencia justo ahora y enderezaremos esto. —Sacó su teléfono.
—Tay, no abren los lunes —dijo la linda rubia.
—No me importa. Debe haber alguien ahí. Es día de mudanza.
De alguna manera encontró una agenda del campus y comenzó a
tirar frenéticamente a través de ella.
—Oh, vamos, Missy, ¿no quieres vivir conmigo?
Sus mejillas se sonrojaron mientras golpeaba los botones de su
teléfono.
—Llámame así una vez más... —No llegó a terminar cuando el
teléfono sonó en el otro extremo.
—Soy Renee —dijo la rubia mientras yo le estrechaba la mano. Taylor
me había dado la espalda, así que tenía una visión completa de su trasero.
Quería poner mis manos en él.
—Darah —dijo la de cabello oscuro.
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—Hunter —les respondí. Todos nos volvimos y miramos a Taylor.
—Lo mejor es dejarla cuando se pone así —susurró Renee, pero no lo
suficientemente bajo como para que Taylor no la escuchara.
—No me metería con ella —susurré.
Parecía que había conseguido ser atendida por una máquina
contestadora. Dejó un mensaje corto y enojado, y luego marcó cualquier
otro número que pudo encontrar, dejando mensajes en cada uno de ellos.
Estaba paralizado e impresionado. Golpeó su teléfono en el mostrador y
pensé que iba a romperlo, pero no fue así.
—¿Te sientes mejor? —dije.
—No. —Agarró la agenda y tiró eso, también—. Si fueras un
caballero, te ofrecerías a dormir en el sofá. —De ninguna maldita manera.
—Bueno, Missy, podrás llegar a descubrir que no soy un caballero.
Planeo sacarle el máximo provecho a esta situación. —No tenía ni idea. Su
boca se abrió.
—¿Hace calor aquí? Creo que abriré la ventana —dijo Renee. Yo
sentía un poco de calor, pero eso no tenía nada que ver con la
temperatura de la habitación.
—Bueno, no hay nada que podamos hacer justo ahora. Vamos a
tomar sus cosas y luego tal vez podamos ir abajo y ver si hay alguien en la
Residencia —dijo Darah.
—Suena bien para mí —dije. Si sólo obtenía una noche con Taylor,
eso sería suficiente. Fui hacia la habitación e hice un balance de la misma.
Maldita sea. Había basura de pavo real por todas partes. Mi teléfono
sonó con el tono de llamada de Mase.
—Hola, hombre.
—Hola, ¿te mudaste?
—No, acabo de llegar.
—Genial. ¿En cuál estás, otra vez?
—Habitación 203.
—¿Quieres que suba? —Pensé por un segundo en lo mucho que a
Mase le encantaría el cabello oscuro de Darah y sus piernas largas.
—Sí, eso sería genial. —Quería decirle más, pero las chicas estaban
escuchando.
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Cerré la puerta para poder tener algo de privacidad.
—Amigo, no tienes idea de en lo que me he metido —le dije.
—Son todas feas, ¿no es así?
—Completamente lo contrario. Todas son un sexy material mixto.
—No me jodas.
—Te lo juro, no estoy jodiendo contigo.
—¿Alguna en particular, más caliente que las otras? —Él estaba a la
pesca. No había tenido una chica en meses, y estaba listo para la acción.
Yo le había dicho que podía encontrar a una chica, emborracharla y listo,
pero su madre le había inculcado sus valores Texanos.
—Se podría decir eso.
—¿Cuál en particular?
—Taylor.
—Tendría que haber sabido. ¿Alguna que pienses que puede
gustarme?
—Sí, Darah.
—Oh, ¿así como Sarah pero con una D? —Habíamos tenido una
discusión sobre cómo pronunciar su nombre. Nunca debes decir mal el
nombre de una chica. Son menos propensas a meterse en la cama
contigo si lo haces.
—Sí.
—Estaré allí en cinco.
—Nos vemos. —Oí a las chicas teniendo una discusión afuera, así
que fui a investigar.
—No hablaban de mí, ¿verdad? —Taylor puso los ojos en blanco.
Renee escribía algo en pequeños trozos de papel y los doblaba, para
luego ponerlos en una gorra de béisbol de la Universidad de Maine.
—Escoge uno —dijo, extendiéndome la gorra.
—De acuerdo —accedí, metiendo mi mano dentro. No tenía ni idea
de lo que pasaba, pero cada chica me miraba como si estuviera a punto
de desactivar una bomba y salvar al mundo del desastre.
Saqué una de las tiras plegadas de papel y se la devolví a Renee. La
desdobló lentamente, como si estuviera trabajando en una bomba.
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3
—Taylor —dijo, sosteniendo el papel hacia arriba para que todos
pudiéramos verlo.
—Mierda —dijo Taylor, cerrando los ojos.
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Chelsea M. Cameron
Chelsea M. Cameron es una autora de libros YA/NA de Maine.
Amante de las cosas al azar y ridículas, fan de Jane Austen/Charlotte y
Emily Bronte, aficionada al pastel de terciopelo rojo, bebedora obsesiva
del té, vegetariana, ex animadora y la peor jugadora de video juegos del
mundo. Cuando no está escribiendo, disfruta mirando comerciales
informativos, cantando en el coche y twitteando. Es licenciada en
Periodismo por la Universidad de Maine, Orono.
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Traducido, Corregido y
Diseñado en:
http://www.librosdelcielo.net
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