Lo que el arte (des)cubre... al psicoanálisis Silvia Benvenuto Psicoanalista. Miembro de LATIGO Mendoza - Argentina Voy a comenzar proponiéndoles compartir una vez más una particular escritura de los dos términos que me convocan: Arte <> psicoanálisis... psicoanálisis <> arte, un baile de máscaras, un juego… Podrían preguntarse ¿por qué el arte? los temas vienen y nos escogen, nos enfrentan no a un problema, sino a enigmas o misterios que de-velar… donde lo quiera o no, el sujeto está implicado en-red-ado con sus propios hilos… Freud llamó a esto determinismo. Hace un tiempo hablando de mujeres, arte y psicoanálisis tome emocionada y conmovida de la biografía de Lacan una cita del ´76 que me había asaltado por sorpresa “… no se sabe por qué se elige algo…” “…la mayor parte de las veces se empieza así, por azar, y después tiene su continuación... no veo más que una salida, es que, puesto que la elección está hecha, hay que llevarla hasta sus últimas consecuencias”.1 En mi elección entré por el marco y enredada con dos versos anclé en el campo del psicoanálisis. Desde esas escenas donde una niña curiosa escuchaba historias de un abuelo sordo, una especie de Tiresias invocante que era el signo de amor, y buscando mirar a escondidas esas imágenes, xilografías o grabados alemanes de los tomos del estante alto -o de los mitos griegos… esa gran escuchadora de historias donde mujeres tejían o cortaban cabezas o salvaban sus vidas contando historias de Las mil y una noches, también devenía mirona pintora de garabatos, porque El banquete de Platón, el código civil o una biblia carecían de soles peces o margaritas… En esta casi invocación por el arte, he ido construyendo en mi pasaje por el cuerpo teórico, un estilo de trabajo que vivo con intenso placer: tomar la obra de arte que en ellos se cita “a la 1 Lacan, J., Estrasburgo, 1976. letra”, como referencia insoslayable en los textos y siempre darle un lugar en mi rutina de analista. Abordar la Psicopatología de la vida cotidiana o el Seminario 5 de Lacan Las formaciones del Inconsciente, ante los frescos de Orvieto tiene un efecto sorprendente. No se leen en la misma posición esos textos si nos ubicamos en la Catedral de San Brizio y asistimos a esa especie de despliegue coreográfico que Luca Signorelli, pone casi en discurso en Las Cosas Ultimas, que serán el escenario donde vemos a Freud producir su acto. Como dirigido por el pincel de aquel artista que lograba situar cada figura en ese preciso punto en el que podía ejecutar su gesto, Freud olvida “un nombre extranjero” y Lacan restaura magistralmente: allí donde algo falta, articula el concepto de posición de sujeto, a partir de un hecho clínico: que el autor, el n(h)ombre olvidado. Freud nos deja como testimonio de este encuentro en él, la escritura de una obra preñada de referencias artísticas mostrándonos cómo del anudamiento con el producto del arte, él pudo hacer un producto para el psicoanálisis: La Gradiva, Leonardo, Signorelli, Botticelli, Rafael, Miguel Ángel, de cuyo Moisés, “su punto de enigma” dice: “Mi relación con esta obra fue como la que se tiene con un hijo del amor”. Con Lacan, el psicoanálisis se puebla de arte de un modo desbordante, apasionante: Degas, en el Seminario de RSI, las manzanas de “Cuézanme” y los zapatones de Van Gogh en La Ética, Caravaggio y sus uvas perfectas en Los cuatro conceptos o en la única clase de su Seminario Los Nombres del Padre, las Venus de Botticelli, Diego Velásquez y Tiziano con su bello Acteón pincelando el Seminario La Transferencia. Esos lienzos, cuadros, pinceladas, frisos, murales y esculturas, nos revelan articulados a los textos, las diferentes significaciones que recorren nuestra actual relación al psicoanálisis, porque, y es lo impactante de esta experiencia, cada uno de ellos, cada una de estas obras, ha tomado, cautivado, impactado incluso a veces dividido a estos dos sujetos que constituyen los paradigmas del analista: Sigmund Freud y Jacques Lacan. El arte desbroza caminos. Lo que estos maestros nos legan a partir de catalizar el encuentro entre psicoanálisis y arte es fundamentalmente: 1. La posición del psicoanalista frente a la obra de arte consiste en ubicarse frente a los enigmas que plantea... Interrogarse, no interpretarla. Lo que más intrigaba a Freud del enorme Moisés de Miguel Ángel, era exactamente el hecho de intrigarlo tanto.“Al arte debemos tomarlo como modelo, como modelo para otra cosa, es decir hacer de él un tercero que aún no está clasificado...” Lacan. 2. “La obra de arte es una enseñanza para el psicoanálisis, puede aportar a nuestro legajo lo que a nosotros, analistas, nos falta, aportarnos algún material con el cual podamos ayudarnos en nuestra práctica.” Lacan. Lacan intenta rescatar una enseñanza del surgimiento de la obra de arte a partir de los significantes del psicoanálisis, no de hacer psicoanálisis aplicado. 3. La obra de arte como cualquier producción, es el testimonio donde se trata de resolver una crisis provocada en la relación del hombre a su tiempo. Toda producción de arte está históricamente fechada. Lacan se pregunta “Qué es lo que la sociedad puede encontrar verdaderamente satisfactorio” en inventar un objeto para estimar, valorar. El arte sirve para nada, en el sentido que no tiene utilidad práctica. Su utilidad o función está dada sólo en cuanto es generador o motor justamente del goce estético. Desde el hombre de Altamira que garabateaba paredes y pasando por todos los que después vinieron, quien pinta lo hace porque se proporciona algún placer, a sí mismo y a quienes lo acompañan, a los que miran, mejor a los que saben mirar. También la noción de vacío es central en toda forma de creación. Hablamos de obra de arte en el campo de la pintura en tanto una organización de líneas, formas y perspectivas organizadas alrededor de un vacío. El arte es un modo de articulación de este vacío, un modo de respuesta “El hombre es artesano de sus soportes” dice Lacan, y en la creación de la obra de arte propone como salida: con nada hacer algo, recubrir con algo bello, aquello que permanece inaccesible, inventando un objeto para representar la existencia del vacío en el centro de lo real que se llama “la Cosa”. En el mismo sentido, decimos que la obra de arte busca realizar lo irrealizable, lo imposible... planteando una salida “posible” a los aspectos del Malestar en la Cultura. El sujeto frente al cuadro… la cuestión de la mirada. Estar en posición subjetiva frente a la obra, implica que un sujeto consienta en dejarse tomar, para recibir algo que la obra le ofrece. Ese algo, es lo bello que, haciendo función de señuelo, introduce a un sujeto a su dialéctica, provoca un punto de enigma, un interrogante que lo sujeta, lo ubica frente a la cuestión de su deseo... en la perspectiva analítica, dice Lacan, la función de lo bello, si sabemos recibir su enigma. Aquí otro punto de hallazgo: entre lo bello y el deseo existe una relación de implicancia. En la perspectiva analítica, lo bello tiene una función singular en relación al deseo, nos despierta, nos acomoda sobre el deseo, en la medida en que él mismo (el deseo) está relacionado con una estructura de señuelo. Por otro lado paradojalmente suspende, intimida, desarma el deseo. Más allá del soporte mismo de la pintura, tras ella, más allá de la apariencia, (semblante-fenómeno), está la mirada, (en el cuadro se trata de la visión, pero también se trata de la mirada, hay un deseo de mirar que suscita el cuadro). La obra nos ofrece un resplandor, la fulguración, un momento fulminante que nos arranca de nosotros mismos para colocarnos frente a una presencia opaca... a un enigma… sobre la incidencia del deseo. La mirada es lo que causa la sujeción al cuadro, en alguna parte de la escena está escondida, elidida, y nos captura como sujetos deseantes. Así, desde la perspectiva psicoanalítica, la obra frente a un sujeto, pregunta más que dice y el sujeto debe deponer ante ella su mirada igual que se deponen las armas... touché. Un cuadro es en este sentido una trampa para la mirada, un caza mirada, cuando el espectador se queda fascinado frente al cuadro queda atrapado, no puede más que bajar la mirada “como se baja el calzón”. Ahora bien, esa mirada deja al sujeto en la ignorancia de lo que hay más allá de esa apariencia, de ese señuelo que es lo bello. De este hecho podemos deducir: a) que la relación de la mirada con lo que se quiere ver es una relación de señuelo. b) que hay una esquicia entre mirada y visión, una separación del campo escópico del campo de la visión. Lacan define la función de la belleza como: “la barrera extrema para prohibir el acceso a un horror fundamental”. En este punto, se articula al giro copernicano que Freud produce en la Estética al introducir la categorización de lo siniestro. Este es un hecho que el psicoanálisis des (vela): lo bello no llega a serlo sin referencia a lo siniestro. El fenómeno estético ubicado entonces como la posibilidad de cobertura de lo innombrable, de lo inaccesible, tiene función de velar, de recubrir lo UNERKANNT, lo imposible de reconocer, lo que no puede ni decirse ni escribirse. A esto llamamos en psicoanálisis, La verdad, que es inaccesible, imposible de conocer toda, y que está en relación a lo real del sexo y la muerte, introduciendo la dimensión de la castración, verdad ante la cuál todo sujeto, la civilización misma retrocede. Lo bello en esta perspectiva es el esplendor de la verdad y hace su cobertura. La creación artística es así una salida para soportar el terrible malestar que provoca la verdad, lo real, la imposibilidad de conocer lo concerniente al sexo y la muerte. Ese efecto de recubrimiento que lo bello produce a lo real, es lo que hace emerger en nosotros el goce estético. La mirada hace al lugar de captura de goce, dejando al sujeto en la ignorancia de lo que hay más allá de la apariencia. Es una afirmación de Lacan que el objeto mirada simboliza la castración y toda representación de la castración encierra la presencia del objeto mirada. Interrogarnos como analistas por el proceso creador, el malestar en la cultura, el goce estético, nos conduce a descubrir en el campo del arte esa dimensión otra que “el apolíneo paisaje sublimado de las pulsiones”, una dimensión en que sucede lo inesperado, sobreviene el accidente, algo sale al encuentro y enfrenta a un enigma, obligando al sujeto a parir un objeto, una verdadera creación. Ya se trate de creación de un objeto (arte) o invención de un saber, es porque algo falta. Hay creación o invención, porque hay un fondo de inexistencia… ***