Profesor Universidad de Murcia SUMARIO LA OBJECIÓN DE

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Dr. José Ramón Salcedo Hernández
Profesor
Universidad de Murcia
SUMARIO
LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA.
LA DESOBEDIENCIA CIVIL.
LA INSUMISIÓN. ORIGEN Y SIGNIFICADO. DESCRIPCIÓN DEL TÉRMINO POR
QUIENES LA EFECT~AN.
DESCRIPCI~NCONCEPTUAL DE LA INSUMISI~N.SU ESPECIALIDAD RESPECTO DE LA O B J E C I ~ NDE CONCIENCIA Y LA DESOBEDIENCIA CIVIL
1. Comunicación presentada al VI Corzgreso Internacional de Derecho Eclesiástico del Estado celebrado
en Valencia los días 27 a 31 de mayo de 1992.
Con frecuencia al hablar de la objeción de conciencia se hace referencia a términos
que discurren en paralelo. Si hasta no hace mucho tiempo el fenómeno con el que
podía tener más relación era el de la desobediencia civil, desde hace unos pocos años ha
encontrado una compañera de mucha rnás proximidad, este es el caso de la insumisión.
Objeción de conciencia, desobediencia civil e insumisión participan de coincidencias
teleológicas que son causa de que sus límites propios con frecuencia se difuminen. Las
dificultades de encuadramiento que se producen entonces ante situaciones concretas
de la realidad social, exigen un esfuerzo dc delimitación que no siempre alcanza los
resultados apetecidos.
En cualquier caso, el encuadramiento no había causado hasta el momento presente
excesivos problemas, porque las diferencias y similitudes entre objeción de conciencia y
desobediencia civil, disfrutaban de una cierta claridad. Con la aparición de la insumisión,
el panorama incorpora nuevos interrogantes. La insumisión mana de las fuentes de la
objeción, pero se independiza de ésta aproximándose notablemente al contenido de la
desobediencia civil.
La insumisión, calificada por su referencia a la negativa al cumplimiento del servicio
militar obligatorio, llega hasta su radicalidad desde una posición de objeción previa,
pero utiliza la terininología y estrategia de la desobediencia civil en la búsqueda de
sus objetivos. ¿,Dónde heinos de situar la insumisión? ¿Integrada en la objeción de
conciencia, formando parte de un supuesto específico de desobediencia civil, o con
entidad y caracteres propios?
Esos interrogantes son los que se tratan de despe.jar en estas páginas, mediante la
aproximación conceptual y diferenciación de cada término. Baste adelantar que, para
quien suscribe estas líneas, no cabe duda de que con la insuinisión se da vida una nueva
categoría de notable proyección social.
La delimitación conceptual de la objeción de conciencia ha sido objeto de estudio
por numerosos autores y ha ocupado infinidad de páginas que, si bien no difieren
notablemente en sus rasgos caracterizadores, sí mantienen ciertas diferencias en su
desarrollo a nivel de concreción del fenómeno, según el cainpo de operaciones en el
que formule su actividad. Lo que me interesa resaltar en esta aproximación conceptual
son esas notas características que la identifican de forma general, por encima de las
diferencias particulares que pueden presentarse a niveles más concretos. Tratándose
de un fenómeno que ya ha alcanzado un reconocimiento legal generalizado, sus rasgos
delimitadores parecen ser notablemente coincidentes a nivel de la doctrina.
Definiciones amplias han sido las propuestas por autores como Rawls y Raz. Para
el primero la objeción de conciencia no es sino la negación de un mandato legal u
orden administrativa2; para el segundo estamos ante un acto privado hecho con la
intención de impedir la interferencia de la autoridad pública en la actitud del sujeto
agente3.
Desde un punto de vista mucho más acotado en función de la actitud y convicciones
profundas del sujeto, es tradicional la definición que recoge Venditti de la objeción de
conciencia, coino ese acto de quien rehusa a obedecer un imperativo jurídico invocando
la existencia de un dictamen de conciencia que le impide realizar el comportamiento
prescrito4. Es decir, ante el imperativo de una norma, objetar su contenido significa
negarse a su cumplimiento alegando razones de conciencia. La negativa viene motivada
por la existencia, en el seno de la conciencia, de un dictamen que se contrapone al
comportamiento prescrito por la norma.
La oposición del objetor ante la obligación jurídica opera - c o m o dice Montanarino en base a una voluntad desviacionista, sino sobre la base de una motivación valorativa
de signo diverso al contenido en la norma5. Estamos ante una noción de objeción de
conciencia que se apoya en la existencia de una dicotomía interna entre dos postulados
distintos; dicotomía que, además, se sustenta en el juicio valorativo que el individuo
hace de las exigencias enfrentadas.
En similares términos se expresa Vannicelli: "per obiezione di coscienza si intende
comunemente il rifiuto da parte di una persona soggeto dell'ordinamento dello Stato, di
Corno él
assolvere un obligo giuridico sulla base di motivate convinzioni
mismo pone de relieve, el hombre es la fuente de toda la problemática. Con un carácter
más restringido Prieto Sanchís ve en la objeción "el incumplimiento de una obligación
de naturaleza personal cuya realización produciría en el individuo una lesión grave de
la propia conciencia o, si se prefiere, de sus principios de ~noralidad"~.
Cabe ia posibilidad de utilizar un criterio descriptivo; en tal caso el análisis se centra en las relaciones que mantiene el acto de objetar con la actitud que lleva a cabo el
objetor. Esta es la vía utilizada por R. Soriano al poner de relieve diferentes puntos
de vista desde los que ha de contemplarse la objeción. Atendiendo al contenido, la
objeción de conciencia se traduce en una excepción a la observancia de la norma, sin
que afecte a la integridad del ordenamiento jurídico en general o a alguna de sus normas
o instituciones. Observando su causa eficiente nos encontramos con una radicalización
individualista y subjetiva de la motivación ética cuya naturaleza es muy variada (religiosa, humanitaria, filosófica...). Formalmente destaca su privaticidad. Intencionalmente
tiende a la excepción en la obligatoriedad de la norma jurídica que afecta al objetor.
2. J. RAWLS,Teoria de la justicia, traducción de M.D. González, FCE, Madrid 1979, p. 410.
3. J. RAz, Ln autoridad del Derecho. E~zsayossobre Derecho y Moral, traducción de M. Tamayo y
Salmorán, Universidad Nacional Autónoma de México, México 1982, p. 339.
L'obezione di coscienza al sewizio militare, Giuffrk, Milano 1981, p. 3.
4. R. VENDITTI,
5. B. MONTANARI,
Obiezione di coscienza, Milano 1976, p. l.
6 . L. VANNICELLI,
Obiezione di coscienza al servicio militare, Editrice Universitaria di Roma, Roma 1988,
p. 7.
7. L. PRIETOSANCHIS,
La objeción de conciencia como fonna de desobediencia al Derecho, en "11 Diritio
Ecclesiastico", 1984, 1-2, p. 14.
Por último y desde su repercusión, no debe incurrir en daños a terceros irreversibles y
de carácter esencial8.
En la base de todas las definiciones está el individuo y la relación que éste establece
entre su concepción humana y transcendente de la realidad y la conforrilación externa,
social, que de la misma le propone la nonna jurídica. Sin embargo, la exigencia a la
que el individuo se siente impelido por motivo de conciencia, no surge de un individualismo forjado en una visión privada de sil entorno. La objeción no es producto de
un acto reflexivo interno desconectado de todo aquello que rebasa la esfera personal,
y no lo es porque, de serlo, se convertiría en una pura elucubración mental incapaz
de hacer conectar su actitud con los postulados de la justicia. La objeción de conciencia necesita de un ámbito suprapersonal en donde encontrar un maco de valoración lo
más objetivo posible. Ese marco es el que hace conectar la individualidad (que es la
que provoca el conflicto de conciencia) con la realidad moral, religiosa, humanitaria,
política o filosófica que, al contemplar la realidad social, exige del individuo un determinado comportamiento. Si ese comportamiento entra en colisión con la norma jurídica,
entonces se produce la necesidad de la objeción.
El individuo ha creado todo un sistema normativo en su propia conciencia, producto
de un análisis de la realidad que ha sido tamizado por su valoración ética; el sujeto ha
de dar respuesta a los conflictos que se le plantean conforme a las pautas que se ha
establecido. Con razón indica Bertolino en este sentido que "a la heteronomia de la ley
política el objetor opone el imperativo, al que no puede sustraerse bajo pena de no ser
él mismo, que le dicta el microordenainiento normativo de la propia conciencia. A la
lex fori el objetor opone la lex poli, la ley de la concienciax9.
Es evidente que todas estas descripciones conceptuales están condicionadas por su
componente jurídico, positivo o natural; sin embargo, la realidad sociológica tiene su
propia forma de situarse ante el fenónieno de la objeción de conciencia. Por ello no
cabe duda de que los propios objetores, con las motivaciones que les llevan a objetar,
están formulando un concepto de lo que, para ellos, es la objeción; formulación que
participa ya de ser una primera objeción.
Dado que no está en mi ánimo el presentar la abundante doctrina que ha abordado
el concepto de objeción, sino tan sólo el mostrar las Iíneas generales que lo acotan (al
menos las líneas fundamentales que nos permiten distinguirlo de los de desobediencia
civil e insumisión), cabe concluir presentando una descripción propia de la objeción de
conciencia que nos permita trabajar en adelante.
87 R. SORIANO,
La desobediencia civil, PPU, Barcelona 1991, pp. 45-48. Probablemente la descripción
que hace R. Soriano adopta un criterio absolutamente estricto pues, atendiendo a los modelos por él utilizados,
la objeción de conciencia se sitúa en su estadio más primario, estadio en el cual predomina la excepción a
la norma sin cuestionar su legitimidad, así como se resalta su carácter individualista y privatista sin prestar
atención a la vertiente colectiva y de solidaridad que supone su desarrollo más inmediato. Tal y como dice
Bertolino "l'obietore oppone alla norma giuridica rifiutata un bene diverso per la societi: lungi dall'essere
asociale, egli & in atteeggia~nentodi affetiva sotidarieta con gli altri consociati". R. BERTOLINO,
L'obiezione di
coscienza nella evoluzione della giurisprudenza italiana, en "La objeción de conciencia en el Derecho español
e italiano. Jornadas celebradas en Murcia los días 12 al 14 de abril de 1989", Secretariado de publicaciones
de la Universidad de Murcia, Murcia 1990, p. 80.
9. R. BERTOLINO,
L'obiezione di coscierzza (Genesi storica e qualijicazione giuridicn dell'istituto), en "La
objeción de conciencia en el Derecho español e italiano. ,Jornadas celebradas en Murcia los días 12 a1 14 de
abril de 1989", Secretariado de publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia 1990, p. 42.
La objeción de conciencia se nos mostraría como la oposición del sujeto ante una
obligación jurídica, en principio individual pero en inarcada conexión con la solidaridad,
que emana de un dictado interno del individuo producto de una valoración suprapersonal
de la realidad social y al que el sujeto no puede renunciar sin dejar de ser él mismo.
La intención es destacar, por un lado la potencial proyección solidaria del objetor de
conciencia, por otro el origen de su actitud que viene determinado por la interrelación
que él establece entre la realidad social, la norma que incide sobre ella y el dictado
ético de su conciencia.
En cualquier caso ésta es una visión condicionada por los objetivos que se tratan de
cubrir, puede haber cierta dosis de razón en quienes dicen que "existen tantas definiciones de objeción de conciencia como sujetos que definen y es muy distinto oír hablar
de objeción al legislador, al gobernante, al militar, al objetor que acepta la ley o al que
la desobedece"lO.
LA DESOBEDIENCIA CIVIL
De forma similar a como sucede con la objeción de conciencia, en la desobediencia
civil también han sido y son prolíficas las páginas dedicadas a su delimitación conceptual. Más compleja se presenta, sin embargo, la cuestión en el presente caso; y lo es
en base a la amplitud del fenómeno que se trata de acotar.
La desobediencia civil se configura como la adopción de un modo de comportamiento
ante una situación jurídica o política que no comparte el sujeto; a partir de estos datos,
la concreción y especialidades pueden ser de tan variada naturaleza, que el fenómeno
se hace difícil de delimitar.
Desglosando el contenido de los términos de la expresión, podemos establecer una
primera aproximación a su contenido. Siguiendo a Cosi, el concepto de desobediencia
implica que, normalmente, se tiene una actitud de obediencia anuente, o al menos
de obediencia forinal a la ley; el calificativo de civil se traduce en su referencia al
ciudadano, a quien es parte de una civitas y obedece normalmente la obligación jurídica
en noinbre de una obligación política de suficiente fundamento moral".
Una definición clásica es la propuesta por Rawls, para quien la desobediencia civil
es un "acto ilegal público, no violento, consciente y político realizado con el deseo de
provocar un cambio en el derecho o en la dirección política del gobierno"1z. Destaca
de forma inmediata el profundo sentido teleológico que inspiran las palabras de Rawls:
el desobediente está apelando al sentido de justicia de la comunidad en protección de
la libertad y transgrede la ley, respetando la fidelidad al orden constitucional, a través
de la naturaleza pública y no violenta de su acto y de su disposición a aceptar las
consecuencias legales originadas por su conducta.
10.R. AJANGIZ,C. MANZANOS
Y J. PASCUAL,
Objetores, Insurnisos. Úz,juventud vasca ante la mili y el
ejército, Servicio central de publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz 1991, p. 41.
11. G. COSI,Saggio sulla disobbedenza civile, Storia e critica del dissenso in dernocrazia, Giuffre, Milano
1984, p. 4.
12.J. RAWLS,ob. cit., p. 405.
En similar línea pero aproximándose más a la relación entre la actitud de desobediencia y el contenido jundico, Hugo Adam Bedau afirma que "alguien comete un acto
de desobediencia civil si, y sólo si, sus actos son ilegales, públicos, no violentos y
conscientes, realizados con la intención de frustrar leyes (al menos una), programas o
decisiones del gobierno"13. Descripción que asume Malem Seña precisando el contenido
de esta definición: actos ilegales, es decir, que violan una ley vigente o una decisión
gubernamental obligatoria; públicos, porque tratan de llegar a un amplio sector social
y a la mayoría gubernamental al objeto de que ésta reconsidere sus decisiones (ello
implica una profunda convicción moral de quien los realiza); vol~~iztarios
y conscientes,
pues son evitables y tienden a justificar la actuación del desobediente ante la colisión;
no violentos, el objetivo no se alcanza con la violencia o con la incitación a ella y se
asume el hecho de no responder con mal al posible mal causado por la transgresión de
la ley; y tendentes a frustrar la norma para poner en evidencia una situación de extrema
injusticia ante la que no cabe ulterior recurso14.
Utilizando la técnica descriptiva, al igual que en el caso de la objeción de conciencia, R. Soriano define la desobediencia civil como aquel "acto público y no violento
de desobediencia a determinadas normas del ordenamiento jurídico por un motivo de
justicia, manifestada públicamente, con el objeto de provocar un cambio legislativo o
de la orientación política, una vez perdida la fe en la eficacia de otros procedimientos juridicos ordinario^"'^. Dichos términos los translada al plano descriptivo el autor
del siguiente modo: materialmente la desobediencia civil atañe a varias normas que
suelen delinear una determinada institución y exigir un determinado comportamiento.
A tenor de su causa eficiente participa de ser un motivo de justicia por el que el desobediente niega obediencia en base a la injusticia de las normas. Desde el punto de vista
formal sobresale su carácter público por el que el individuo niega la obediencia
para que su actitud sea públicamente conocida y con ello la injusticia de la norma
o comportamiento político. Procedimentalmente se niega la violencia. Y circunstancialmente comporta la convicción de la ineficacia de los procedimientos ordinarios16.
El pensamiento de Soriano discurre en paralelo con el de Rawls, incidiendo especialmente en el desarrollo práctico de las tesis de este último, sobre la base de la realidad
social y del Estado en el que se sitúa el acto de desobediencia.
Enlazando la justificación argumentada por el individuo que utiliza la desobediencia
civil con la colaboración del ciudadano en la conformación del ordenamiento jurídico,
G. Cosi ve en la desobediencia una forma de participación política y un instrumento
para la actuación activa y directa del individuo en el desarrollo de dicho ordenamiento.
Coincide con Rawls en concebir la desobediencia civil como un medio de estabilidad
política, incluso necesario dentro de un sistema democráti~o'~.Para Cosi "il disobbediente civile si sente chiarnato in causa personalmente a tutelare l'ordinamento che
vede leso in una sua parte al livello della legittimita, e lo fa con un gesto di denuncia
1 3 , H u ~ oADAMBEDAU,On civil desobediente, en "Joumal of Philosophy" nO- LVIII, 1963, p. 661.
14. J.F. MALEMSERA,Concepto y justificaciórt de la desobediencia civil, Ariel, Barcelona 1988, pp. 60-75.
15. R. SORIANO,
ob. cit., p. 28.
16. Ibidem, pp. 30-33.
17.G. Cosr, ob. cit., p. 267.
dimostrativo che non ha un fine distruttivo, bensi innovatio dell'ordinamento stesso -o
confermativo dei suoi principi fondamentali. Gesto che, come tale, richiede per raggiungere il fine un n-iassimo di pubblicith ... 11 vero disobbediente civile "cerca" percio,
per cosi dire, la sanzione, la pena relativa all'atto di trasgressione. Da un lato, cosi
agendo, testimonia il suo rispetto per l'ordinamento complessivamente considerato e
la sincerith della propia motivazione; dall'altro sa che subendo un processo cui forse
seguir2 una condanna"".
Pese a que Cosi no hace referencia en ningún momento al componente de la no
violencia, no por ello ha de entenderse su aceptación. El propio autor la defiende
como hecho íntimamente ligado al respeto del ordenamiento, ya que la actitud no
violenta queda sobreentendida al someterse el desobediente civil al conjunto normativo,
exceptuada la norma que se considera justa.
Evidentemente son muchos más los autores que han tratado el tema de la desobediencia civil y alguno con una notable profundidad'9, sin ei-i-ibargocreo que con estas
notas queda suficientemente aproximado el concepto para poder utilizarlo a modo de
categoría comparativa.
Queda por hacer una obligada referencia a los precursores de esta figura. No cabe
duda de que el introductor de este término fue H. Thoreau; lo utilizó por primera vez
en un breve manifiesto en el cual explicaba las razones de su negativa al pago de
impuestos al ~ s t a d o ~ ' .En cualquier caso habría que preguntarse si técnicamente la
actitud de Thoreau era una actitud de lo que hoy entendemos por desobediencia civil2'.
Otro nombre importante es el de M. Gandhi, defensor de la resistencia pasiva, la no
violencia bajo el signo de la paz y del amor, y la desobediencia pública de las leyes
moralmente injustas respetando la civilidad y aceptando los sufrimientos que pueden
derivarse de esta opción.
A la vista de las aportaciones de los diferentes autores que han sido contrastados y
añadiendo una visión personal en la materia, la descripción conceptual de la desobediencia civil podría establecerse en base a los siguientes criterios:
18.Ibidem, p. 5.
19. Destacan en este sentido, y desde un enfoque de la temática a nivel de fundamentos, los trabajos de
J. Raz con su defensa de la desobediencia civil en los estados no liberales y su aceptación de la misma por
vía de excepción en los liberales; J. RAZ, La autoridad del Derecho, ob. cit. También R. Dworkin y su
concepci6n de la dignidad humana e igualdad política como derechos morales fundamentales, por encima de
los constitucionales, y anteriores al propio hecho legislativo: derechos en los que se fundamenta la licitud
de la desobediencia civil; J. DWORKIN,
Taking rights seriously, Duckwort, London 1978. P. Singer, para
quien la desobediencia no es sino la actitud de una minoría en contra de las decisiones de la mayoría social,
utilizada al objeto de llamar la atención de opinión pública o hacer reconsiderar a la mayoría social sus
Democracia
decisiones políticas, situando como telón de fondo la salvaguardia de la democracia; P. SINGER,
y desobediencia, traducción de Marta 1. Gustavino, Ariel, Barcelona 1985. Desde el punto de vista J.
Habermas, la desobediencia civil es una respuesta a la crisis de legitimidad del Estado moderno, es el punto
medio entre legalidad y legitimidad, alternativa al dominio de la mayoría en donde se puede desarrollar, a
La desobediencia civil. Piedra de toque del Estado democrático
veces, un legalismo ilegítimo; J. HABERMAS,
de derecho, traducción de R. García Cotarelo, en "Ensayos políticos", Ed. Península, Barcelona 1987.
20. H. THOREAU,
Del deber de desobediencia civil, Tecnos, Madrid 1988. El trabajo fue publicado por
primera vez en el año 1849.
21. Pueden consultarse como apunte del tema en este sentido los trabajos de J.F. Malem Seña, ob. cit.,
PP. 79-84 y G. Cosi, ob. cit., pp. 195-234.
Atendiendo a su relación con la legalidad vigente, el acto de desobediencia contradice
los dictados de la n o m a , ubicándose en una situación de ilegalidad formal, atemperada
por el hecho de su proyección de justicia y su referencia a normas de superior rango no
positivadas. Esto quierc decir que, dándose la ilegalidad del acto realizado, en individuo
proyecta la legalidad última hacia una norma exigida por la justicia y el orden jurídico
natural.
Desde el punto de vista de sus objetivos, con la desobediencia civil se pretendc un
cambio en la orientación política o en la norma o normas jurídicas que atentan contra un
bien superior. No es preciso que concurra la intención de cambiar la orientación general
del legislador o gobernante, basta con la supresión del dictado que hace especialmente
aguda su colisión con el individuo.
En consideración a los medios utilizados, la desobediencia civil se caracteriza por
el uso de la no violencia. Se trata de la adopción de una estrategia que revalorice la
crítica ante la injusticia de la norma o decisión política.
Por su ámbito se muestra originariamente con carácter individual. La estrategia de
actuación grupa1 no es nota distintiva e imprescindible, pese a que se de con cierta
frecuencia el desarrollo colectivo de sus postulados.
Mediante su manifestación se pretende un acercamiento a la opinión pública. Su
publicidad le hace sobrepasar los límites de la esfera privada para convertirse en un
inodo de interrogar a la sociedad.
En relación con las consecuencias dc su adopción, el desobediente civil acepta la
reacción del ordenamiento que, en base a la legalidad vigente, ha de imponerle una
determinada sanción.
Por último, sobre la realidad de su oportunidad, se muestra corno el último recurso
una vez agotadas todas las vías posibles de solución de la controversia.
La polémica queda abierta, los partidarios de la ley y de la supremacía por encima
de cualquier aspecto, abogarán por el castigo de aquellos que se sitúan en desobediencia: lo importante es la comunidad y que ésta funcione sin fisuras para un óptimo
desarrollo uniforme. Quienes anteponen al individuo por si1 carácter de célula y origen de la sociedad (entre quienes me sitúo) considerarán que es un medio adecuado
de transgredir aquellos preceptos legales de los que se pretende una declaración de
inconstitucionalidad.
Al contrario de lo que sucede con la objeción de conciencia y la desobediencia
civil, la insumisión no es un instituto que haya sido estudiado analíticamente y en
profundidad. Las razones de esta falta o escasez de tratamiento son obvias: por un
lado su aparición es muy reciente; por otro es un fenómeno que ha surgido ligado a la
objecidn dc conciencia y a la estrategia de la desobediencia civil, lo cual ha provocado
su frecuente e indistinta asimilación a ambas.
El prirner dato que caracteriza el fenómeno de la insumisión es su procedencia:
la objeción de conciencia; el segundo su relación directa con el rechazo al servicio
militar obligatorio y al militarismo en general. Estos datos hacen necesaria una previa
exposición de cuáles fueron sus orígenes y desarrollo posterior, con ello podren~oshacer
viable nuestra pretensión de comprender en esencia y el porqué de su actual pujanza.
El punto de partida es obligado: una objeción.
En nuestro Estado comienza a plantearse el debate en torno a la objeción de conciencia con la aparición de los primeros casos de objetores, que expresan su deseo de ser
eximidos del servicio militar. En el año 1958 un testigo de Jeliová, Alberto Contijoch,
es el primero en manifestar esta intención.
En aplicación del artículo 328 del Código de Justicia Militar se procesa a quienes
se niegan a cumplir con el servicio militar como reos de un delito de desobediencia,
con penas que pueden alcanzar hasta los veinte años. Los primeros en sufrirlas son los
testigos de Jehová.
En el año 1971 aparece una de las figuras más relevantes dentro del espectro español
de la objeción: Pepe Beunza, católico no violento que es encarcelado por dos veces
hasta su definitiva puesta en libertad en el año 1974, merced a la reforma del Código de
Justicia Militar operada en el año 1973. Las movilizaciones que surgen para conseguir
su puesta e11 libertad son el primer germen de actuación colectiva a nivel de objeción
de conciencia.
Este colectivo presenta un primer ideario que se traduce en los siguientes puntos:
1. Posibilidad de objetar en cualquier momento y sin tribunal. 2. Posibilidad de la
objeción política. 3. Servicio Civil de carácter social, no militarizado, de igual duración
que el servicio militar y sin incidencia negativa en el mercado laboral. 4. Previsión
de condena por tiempo no superior al de la realización endiente del servicio militar o
servicio civil para aquellos que se negaran a realizarlo2 .
'4
Tras la excarcelación definitiva de Pepe Beunza se presenta al Gobierno para un
Proyecto de Voliintariado para el Desarrollo, que recoge este ideario y viene avalado
por las firmas de 1.250 jóvenes dispuestos a cumplirlo. Ante la pasividad del Gobierno
un grupo de jóvenes próximo a la incorporación a filas pone en práctica, por propia
iniciativa, ese servicio civil: ees la experiencia de Can Serra. Producida la detención
de varios de estos jóvenes y apelando a la solidaridad, se van creando más centros de
servicios civiles por todo el país que comienzan a coordinaise. Es entonces cuando el
Gobierno reconoce, en el ario 1976, la objeción de conciencia tan sólo en atención a las
motivaciones religiosas, y se decide por este colectivo desobedecer. Tras la represión
gubernamental de que son objeto y como método para potenciar la organización y
coordinación estatal, nace el Movimiento de Objeción de Conciencia (M.o.c.)'~.
En este iter aparecen recogidos detalles fundamentales para el conocimiento de la
insumisión. Se da una primera actitud de desobediencia, que nace como consecuencia de
una previa objeción de conciencia, y que da lugar a una actuación colectiva, traducida
22. R. ATANGIZ,
C. MANZANOS
Y J. PASCUAL.
ob. cit., p. 48.
23. Idem, pp. 48-49. En cuanto a la experiencia de Can Serra, puede verse el diario original en J.L.
Lafuente del Campo y J. Viñas y Cirera, Los objetores, historia de urza acciórz, Ed. Movimiento de Objeción
de Concieiicia, Madrid 1977.
en la creación de un Movimiento que va a ser, precisamente, quien forje el término
insumisión. ¿Cuándo se empieza a trabajar con dicha expresión? Una vez en vigor
la Ley de Objeción de Conciencia de 1984, que es contestada contundentemente por
el M.O.C., y mientras se solventa el recurso de inconstitucionalidad presentado por el
Defensor del Pueblo, se hacen más insistentes las movilizaciones en el seno del M.O.C.
y toma cuerpo, a iniciativa suya, y de forma definitiva una estrategia de respuesta ante
una ley, y aún más, ante una obligación que insatisface: es la insumisión. Opción que
se ve corroborada una vez conocida la insatisfactoria respuesta dada por el Tribunal
~onstitucional~~.
El M.O.C., como todo Movimiento, tiene unos planteamientos propios, éstos han
influido notablemente a la hora de configurar la insumisión. El M.O.C. se autodefine
como un movimiento político, radical y alternativo, dedicado espec@camenteal trabajo
antimilitarista, y que participa solidariamente del desarrollo común a otras luchas revolucionarias. Es radical en cuanto que combate las raíces del militarismo. Es alternativo
en tanto que busca la transformación, tanto en las estructuras económicas y en sus modelos de producción, como en lo ideológico y cultural, partiendo de las iniciativas de
base. Ve en el antimilitarismo un planteamiento de lucha revolucionaria que se enfrenta
a la estructura y funciones militares y a sus implicaciones sociales, contra el sistema de
dominación política, económica e ideológica. Se opone a toda conscripción con fines
militares o civiles y aboga por su abolición total. No rechaza el derecho a la defensa,
que considera legítimo, pero desde el antimilitarismo propone una defensa alternativa
basada en la resistencia no violenta25.
u
Desde unos planteamientos ideológicos de tal naturaleza, la insumisión había de
formularse con unas características muy definidas y ciertamente radicales. Al rechazarse
la Ley de Objeción de Conciencia, se busca su inaplicabilidad mediante la llamada
"declaración colectiva" (solicitud de reconocimiento de la condición de objetor enviada
al Consejo Nacional de Objeción de Conciencia, que no cumple los estrictos requisitos
legales y en donde se recoge una reafirmación en todos los plantealnientos ideológicos
que se persiguen). El Consejo Nacional de Objeción de Conciencia comienza, a pesar de
todo, admitiéndola, pero a partir del año 1988 cambia de criterios y empieza a negarse
el reconocimiento de la condición de objetor para los miembros del M.O.C. que utilizan
~ .insumisión como respuesta se gesta para principios del
este tipo de d e ~ l a r a c i ó n ~La
año 1989 y en ella tienen cabida los objetores que, utilizando la declaración colectiva, no
han sido reconocidos tales por el Consejo Nacional de Objeción de Conciencia y ahora
24. Para un estudio más detallado de los diferentes hechos que acontecen en el Estado español desde la
aparición de los primeros objetores, véanse R. Ajangiz, C. Manzanos y J. Pascual, ob. cit., pp. 43 y SS.;
Comisión de Paz y Objeción de Conciencia del Consejo Local de la Juventud de Córdoba, Ifistoria de la
objeción de concierzcia en el Estado espafiol... Una alternativa de Paz, Córdoba 1991, pp. 81 y SS.;X. Rius,
Ln objecióiz de conciencia, Barcelona 1988, pp. 133-213; R. Sánchez Suárez, La objeción de conciencia,
Madrid 1980, pp. 38-45; Dossier sobre objecidn de conciencia, elaborado por el Consejo de la Juventud de
Euskadi junto con el de la Comunidad Foral de Navarra, pp. 7-16.
25.Declaración ideológica del M.O.C., TI Congreso Estatal del M.O.C., Madrid, 1-4 mayo de 1986.
26. Este cambio de criterios tanto puede deberse a la aplicación estricta de la legalidad vigente, como a
la concurrencia de razones de carácter político. En este sentido puede consultarse mi artículo La insumuiórz,
publicado en "La objeción de conciencia en el Derecho español e italiano. Jornadas celebradas en Murcia los
días 12-14 de abril de 1989, Secretariado de publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia 1990, pp.
202-205. En el mismo puede verse el proceso que se sigue desde que se adopta el sistema de la declaración
colectiva.
son llamados a filas; los que se declaran objetores sin nlandar la instancia al Consejo;
los objetores sobrevenidos; y los reobjetores (objetores reconocidos que renuncian a su
condición de objetor para, una vez llamados a filas, declarar nuevamente su objeción
y sumarse a la estrategia de la insumisión). El 20 de febrero de 1989 se produce la
primera presentación de objetores insumisos al servicio militar. De forma coordinada,
57 objetores de todo el Estado, que en su momento no se presentaron al llamamiento de
incorporación a filas, manifiestan ante la instancia militar su condición de ciudadanos
civiles, no reconociendo la autoridad militar y expresando su firme negativa a realizar
el servicio militar.
Puesta en marcha la insumisión hay que empezar a preguntarse por sus caracteres
y planteamientos de fondo que nos permitan llegar a construir una descripción de la
misma.
¿Cómo la definen los propios insumisos? Una primera descripción la encontramos
en el llamado Mani$esto de los Insumisos que presentan ante la opinión pública y en
donde se muestran contundentes:
Los objetores de conciencia que estamos recibiendo órdenes de incorporación al Ejército
para cumplir el Servicio Militar, queremos dar al reclutarnierlto forzoso una resp~testa
activa y colectiva, presentándonos públicamente ante la Jurisdicción Militar, para la que
es delito nuestru postura pacijista y solidaria, y nzanifestamos:
l o .Que hacemos objeción de conciencia, negándoizos a cumplir el servicio militar, conscientes de que, con ello, estamos coiztribuyendo a que las relaciones entre las personas y
los pueblos estén basadas en la justicia y la solidaridad.
2". Que sonios partidarios de la libertad, de la responsabilidad, de la participación y de
la paz, y entendemos que todo ello es contrario a la lógica nlilitar. Por eso, no queremos
colaborar con el Ejército haciendo el servicio nzilitar, al entender que si lo cumpliéramos
estaríanios afirmando contravalores como la obediencia ciega, el n~achismo,la dominación
y el poder, estaríamos colaborando con el llamado "orden económico internacional", nos
convertiriamos en consumidores de presupuestos astroizómicos que, frenando el desarrollo,
desvían los recursos del planeta hacia la guerra y la destrucción. No queremos ser parte
del Ejército porque no queremos ser instancia imprescindible de la dominación de unas
naciones sobre otras, del dominio de unas personas sobre otras.
3". Que, al negarnos expresamente a cumplir el servicio militar, entendemos que no podernos, bajo niriglin concepto, ser considerados conzo militares, sino que en todo momento
seguimos manteniendo nuestra condición de civiles.
4". Que sonzos objetores de conciencia, sin necesidad de que ningún organislno administrativo tenga porqué declarar nuestra condición de tales, erz e1 marco de una ley cuyo
objetivo es lograr que la contestación al servicio militar que realizamos los objetores no
lo ponga en cuestión en ningún momento.
5". Que la imposición de una prestación sustitutoria a los objetores de conciencia carece
de sentido si no es entendida en el marco del reclutamiento forzoso.
R. Que hacemos un llamamiento a toda la población para que, al igual que nosotros,
desobedezca las imposiciones militares haciendo objeción de coizciencia (tanto antes como
durante y despr~hsdel servicio militar) impidiendo la implantación de la incorporación de
las nlujeres a las Fuerzas Armadas, no cumpliendo las prestaciones sustitittorias al servicio
militar y abandonando la financiación de los gastos militares mediante la Objeciórz Fiscal.
Por todo ello, entendeinos que nuestra oposición a toda conscripción, a todo 1-eclutamierito,
aún cori la amenaza de ccrircel, coizstituye un gexto de resporisabilidad social que estarnos
dispuestos a Elevar a cabo y para el que esperr~rnosel apoyo y la con~prerzsióndel resto
de la sociedad civil.
Las conexiones con la desobediencia civil aparecen en las declaraciones de principios
que inspiran a los insuinisos: "La insuniisión consiste en la estrategia de desobediencia
~ . la5 actas del Debate sobre la
civil al ejército y a la prestación social s u s t i t u t ~ n a " ~En
Estrategia Antimilitari~tacelebrado en diciembre de 1991, se desarrollan cuatro puntos
que los objetores insumisos definen como intrínsecos a la campaña do la insumisión:
1'. El método de lucha es la desobediencia civil, entendida como la acción colectiva
ante la ley injusta, decidida y ejecutada en común, cuya finalidad es la de materializar la auténtica objeción de conciencia, y con el propcísito de ofrecer a la sociedad la
participación en la resistencia a la guerra y a los ejércitos. 2'. S e trata de iitia lucha colectiva con estrategia común, respaldada por colectivos ciudadanos preocupados por el
bien general de la población. 3' Los objetivos perseguidos son políticos, se busca una
transformación social radical, no soluciones jurídicas individuales. 4'. Se busca acabar
con el servicio militar obligatorio, pero corno primer paso hacia la desitparición de los
ejércitos y otros cuerpos armados qiie contribuyen a la supervivencia del capitalismo o
a la imposición de la dialéctica del poder y de la autoridad28. Con el fenómeno de la insumisión "se pretende Placer más difícil la represión y demostrar que la insumisión tiene
un respaldo social que es irnpresciridible para conqegtiir una auténtica transformación
social"29.
Como se puede observar el fenómeno de la insumisión viene, en principio tipificado
por un lnarcado carácter coyuntural que, conforme se avanza en el tiempo, se consolida
hasta originar una figura de perfiles bastante definidos y con una clara proyección de
futuro.
Lo que comienza siendo una actitud de objeción de conciencia, va sufriendo una
serie de transforrnaciones que transladan la realidad del hecho desde el plano individual
al colectivo; desde el reconocimiento de un dictado de la conciencia a la expresión
pública y transformadora de una situacibn interrogada por el contenido de la justicia;
desde los límites de la ley al recurso a su desobediencia.
Del análisis de su desarrollo histórico y de las propuestas teóricas y prácticas que
aportan sus artífices, se extraen una serie <le caracteres, que nos pueden permitir aproximarnos a la descripción conceptual de la insumisión desde un punto de vista original
27. Grupo de trabajo de la insumisión del M.0.C.-Madrid. Inforlne: juicio a los ins~lmiso.~,
Movimiento
de Objeción de Conciencia, Madrid, mayo de 1991.
28.Asamblea de Insumisos del Colectivo de Objecióti y Antimilitarismo (C.0.A.-M.O.C.), Iizsznizisicín.
Debate sobre la Estrategia Arztimilitarista, Zaragoza, diciembre de 1991.
29. Félix y Miguel (M.O.C. Murcia), Notas sohre In estrategia de la irisumisión, en Alarís, Revista elaborada por el Movimiento de Objeción de Conciencia de Murcia, No 1, Murcia marzo de 1992, p. 26.
y propio, no coincidente ni con la objeción de conciencia, ni con la desobediencia civil,
pero compartiendo y descurriendo en paralelo con ainbas en bastantes aspectos.
Probablemente lo que más sorprende es la conexión que, a nivel de base, establece el
objetor entre objeción de conciencia y desobediencia civil. Esta afirmación necesita, en
cualquier caso, de una aclaración previa. Es cierto que la nota de individualidad desde
siempre se ha considerado corno determinante a la hora de configurar al objetor; sin
embargo la evolución producida en este campo a nivel de realidad social, nos muestra
que el comportamiento individual ha ido derivando a un comportamiento de carácter
colectivo; de ahí que actualmente esté muy generalizada la conexión entre lo individual
y lo colectivo, siendo éste expresión pública y solidaria de aquél. Radicalizando las
posiciones es fácil, entonces, pasar de una objeción a una desobediencia, o a una
insumisión sin que dejen de estar íntimamente unidos todos estos conceptos.
Sí quiero señalar, en cualquier caso y con carácter previo, un hecho que me parece
de importancia. En todas las manifestaciones de los insuniisos se habla de ésta como de
un fenómeno cuya estrategia de lucha es la desobediencia civil. A pesar de la firmeza
de esta afirmación, desde mi punto de vista, aunque la intencionalidad de los insumisos
discurre por ese cauce, en la realidad se han transpasado los límites del concepto de
desobediencia civil y se ha creado otro con identidad propia.
Según rni criterio, ciertos rasgos fiindamcntales de la desobediencia civil no se dan
en la insumisión, del mismo modo que otros que no se muestran con claridad en los
actos de desobediencia civil, aparecen con notable relevancia en la insumisión. Respecto
de la objeción de conciencia los linderos parecen mucho rnás apreciables.
En la insuinisión se hace patente la especialidad de su origen; previamente se ha
producido, y en todo caso, un conflicto de conciencia que lia llevado al individuo a la
necesidad de declararse objetor. Por tanto, y desde la perspectiva cuusal, el insumiso
se considera previamente objetor. No es incidental en ernpleo de la expresión "se considera", puesto que no se necesita del estatuto legal de objetor para declararse insumiso.
S e niega, incluso, el poder de un órgano administrativo para decidir su acceso a la
condición de objetor de conciencia.
Desde el plano referrizcial, la insumisión se dirige a una realidad rniiy específica;
esa realidad es el servicio militar obligatorio y su significación última: el militarismo.
Ambas realidades son contestadas por el insumiso, si bien es cierto el punto de destino
está en la creación de una sociedad desmilitarizada con la propuesta del uso de medios
de defensa alternativos.
Formnlrneizte estarnos ante un acto público mediante el cual se niega obediencia,
pretendiendo llaiilar la atención de la sociedad sobre la injiisticia de la norma y ejerciendo una labor de concienciación en torno a la contravericióii que produce respecto
de valores superiores: la paz y la justicia social3'.
30. Con j~isticiasocial, y desde la óptica del insumiso, me refiero a la quiebra que de dicha justicia se
produce cuando se destinan a gastos militares c¿iritidadesque debieran hacer frente a necesidades mucho niás
perentorias. Ante situaciones de pobreza, desequilibrio social, falta de desarrollo educacional, cultural ... las
partidas presupuestarias dedicadas al hecho militar se convierten en grandes interrogantes. Esla conexión es
la que da vida a otra de las vertientes de la objeción de conciencia y de la insuinisión: la objccióri fiscal.
Con la contravención que se produce de determinadas normas jurídicas, la insumisión
se configura como un acto ilegal. Desde el plano de la legalidad, no hay conexión entre
la norma y la actitud del individuo al situarse ante ella.
Intrumentulmente actúa de forma colectiva, si es individual pierde su sentido en
cuanto a los planteamientos de futuro que se asumen con el acto de insumisión. Ello no
excluye la posibilidad del insumiso aislado, sin embargo, en tal caso, sólo se cumplen
de forma parcial los grandes objetivos de la insumisión.
No sólo se refiere a normas determinadas, se va más allá; las normas actúan como
puente en la consecucicín de otros objetivos que, de forma evidente, están íntimamente
relacionados con la norma que se infringe y se rechaza. Por tal motivo materialmente
transciende la norma que se cuestiona. En cuanto a los procedimientos, se trata de una
estrategia que se utiliza con sentido propio, no podría afirmarse con rotundidad que es
consecuencia haber agotado todos los recursos.
Por último, estamos ante un fenómeno que pone en primer término su Jisonomía
política radical, puesto que se busca la transformación social superando, en muchos
casos, lo estrictamente jurídico.
Como queda patente, la realidad muestra la existencia de unas notas muy específicas
que, cuanto menos, han de interrogarnos sobre la naturaleza de la insumisión. En
esta línea parece situarse G. Landrove cuando se expresa en los siguientes términos:
"... la insumisión ofrece muchos matices: es un movimiento colectivo, no sólo individual; pacífico, pero no siempre; supone una desobediencia al derecho de largo alcance,
ya que pretende modificar aspectos sustanciales del colectivo social; supera el ámbito de
privacidad que suele atribuirse a la simple objeción de conciencia; es beligerante y no
simplemente pasivo; busca la publicidad, incluso el encarcelamiento de los insumisos,
con lo que rebasa el ámbito tradicional de la desobediencia civil; además, los insumisos,
se oponen a toda normativa sobre el servicio militar, invocando razones de tipo antimilitarista; se niegan a comunicar a las autoridades su objeción y a presentar la solicitud
para su reconocimiento; rechazan tanto el servicio militar como la prestación sustitutoria; emprenden acciones públicas reivindicativas, persiguiendo con ello determinados
cambios socio-políticos y jurídicos; se niegan tajantemente a ser considerados militares y reafirman su condición de civiles; hacen "objeción fiscal" para no contribuir a
la financiación de los gastos militares, e t ~ . " ~El
~ . interrogante final que se plantea
G. Landrove es muy significativo "¿Objeción de conciencia o desobediencia civil?
Desde mi punto de vista: simplemente, insu~nisión"~~.
Resulta de interés poner de relieve algunas de las afirmaciones de G. Landrove. Dice
que la insumisión es un movimiento pacífico, pero no siempre; que es beligerante, no
siinplemente pasivo; y que busca el encarcelamiento del insumiso, rebasando con ello
el ámbito tradicional de la desobediencia civil.
Recogiendo la finalidad última que inspira al insumiso, A. Martínez Blanco pone
de relieve la negativa que mantiene el insumiso a aceptar la solución dada por el
31. G. LANDROVE
D ~ A sObjeción
,
de concieizcia, irrszli?lisión y Derecho Penal. Ed. Tirant lo Btanch,
Valencia 1992, p. 81.
32. Idem.
ordenamiento al conflicto entre moral y derecho, entre ley y conciencia, y ello porque
semejante solución "al asimilar pacíficamente al objetor, tiende a establecer un sistema
de servicio militar obligatorio, de gastos militares de ejércitos y de bloques militares,
de no desarme, y en definitiva de mantener las condiciones que no hacen viable la
paz en el mundo"33. Es curioso que A. Martínez Blanco continúe su discurso con un
interrogante que mantiene ciertas semejanzas con el que se plantea G. Landrove. Dice:
"¿Postura de desobediencia civil y no de objeción de con~iencia?"~. A lo que poco
después él mismo responde en los siguientes términos: "...el insumiso es un auténtico
objetor de conciencia, si ésta se entiende en sentido más recto y amplio de rechazo
de la norma o sistema jurídico-social en que se apoya, incluso por motivos políticos ...
por procedimientos no sólo individuales, sino colectivos de desobediencia civil, que
no excluye cierto grado de violencia, al menos moral ... con fines no sólo de exención
individual de un deber, sino de desaparición de la norma que lo impone; y todo ello
como consecuencia de profundas convicciones a la luz de la conciencia de cada uno,
porque la conciencia sólo es esto: añadir al conocimiento una valoración personal"35.
Después de todo lo dicho, parece claro que la insumisión no es exactamente ni un
supuesto típico de desobediencia civil, ni una objeción de conciencia llevada a sus límites
más restrictivos. De forma esquemática es posible establecer una serie de diferencias
que me parecen de cierta entidad:
1" La insumisión es un paso adelante en la objeción de conciencia, por el cual se
transciende del plano individual al colectivo y solidario y se busca una finalidad que
supera, con creces, la pretendida con el acto de sóla objeción. En cualquier caso, en el
origen de la insumisión se sitúa una previa objeción de conciencia que desencadena el
primer conflicto de conciencia.
2" La insumisión es el resultado público de una objeción; en la desobediencia civil
hay un rechazo público con ánirilo de transformación por una razón de justicia, pero no
es el resultado de una objeción en todos los casos.
3%Mientras que en la desobediencia civil es preciso que concurra la nota de no
violencia (la doctrina en este sentido es mayoritaria como ya vimos, aunque hay ciertas
excepciones como la de J. Raz); en la insumisión hay ciertas dudas. Es cierto que
el M.O.C. se autodefine como "movimiento no violento" y que fue este colectivo el
precursor de la insumisión, sin embargo, hoy día, participan de forina coordinada con
él otros colectivos que también adoptan la estrategia de la insumisión desde posturas en
las que no se asume la no violencia. Si todos ellos están en la línea de la insumisión,
incluso coordinados, pero no todos con postulados no violentos, no es posible afirmar
de forma absoluta el carácter no violento de la insumisión.
4" En la insumisión se pone en primer término la nota de colectividad, sin la cual
se vacía de gran parte de su contenido a los actos de los insuiiiisos; en la desobediencia
33. A. MART~NEZ
BLANCO.
úIobjeción de conciencia en la legislacióii y jurispr~ldenciaespnñolas, en "La
objeción de conciencia en el Derecho español e italiano. Jornadas celebradas en Murcia los días 12 al 14 de
abril de 1989", Secretariado de publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia 1990, pp. 143-144.
34. Ibidein, p. 144.
35. Ibidem, pp. 145-146.
civil pueden darse situaciones de individualidad o colectividad sin que ello traicione sus
fundamentos últiinos y operando con idéritica fuerza.
5" La desobediencia civil puede referirse a cualquier tipo de norma, cualquiera que
sea su contenido; la insuinisión se califica por su relación directa con el militarismo
en todas sus manifestaciones, lo cual supone incorporar un método de actuación que la
individualiza respecto de cualquier tipo de desobediencia.
6" En la desobediencia civil se es consciente de que los actos realizados pueden ser,
y de hecho son sancionados, incluso con pena privativa de libertad, y se acepta este
riesgo; en la insumisión no sólo se es consciente de todo ello, sino que, además, se
busca la sanción como estrategia de lucha con la intención de crear iin conflicto. S e
busca el encarcelamiento para forzar a las instituciones políticas y jurídicas.
7 X a desobediencia civil se dirige en contra de la ley injusta; la insumisión va más
allá de la ley injusta, pues pretende la transformación de todo un sistema dentro del
cual está esa ley que se considera injusta, pero donde también hay otras que se aspira a
cambiar, incluso se aspira a cambiar la propia concepción que de la realidad contestada
tiene la sociedad y los estainentos político y jurídico.
@ L a actitud que adopta el desobediente civil es el último recurso que le queda;
en el insuiniso hay que poner esto en duda, más que último recurso se utiliza desde el
primer momento como un arma de luclia.
En definitiva, nada impide que puedan sostenerse ciertas dudas en torno a algunas
de las diferencias que se señalan para deslindar el fenómeno de la insumisióti de los de
la objeción de conciencia y desobediencia civil, es admisible, pero lo cierto es que, del
análisis de conjunto, se desprende una rnás que posible virtualidad propia del fenómeno
de la insumisión como categoría independiente.
No parece desproporcionado aplicar al insurniso las palabras que R. Bertolino utiliza
cuando se refiere al objetor, incluso podría decirse que en el pensamiento de R. Bertolino
se esta buscando ese "algo más" que quizá da el insumiso. Tal y corno dice "al modelo
de vida social asumido por la mayoría, el objetor pretende ofrecer otro y mostrar un
camino distinto para realizar una convivencia rnás pacífica. Al presente de la norma el
objetor contrapone en suma el futuro de la profecía"36.
36. R. BIIRTOLINO,
L'obiezione di coscierzza, ob. cit., p. 43
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