¿Una Ética de carácter coercitivo?

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¿Una Ética de carácter coercitivo?
Por José Luis Cuenca González*
Introducción:
¿Ética en los negocios?
Hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el
“bueno” es superior en valor a “el malvado”, en el sentido de ser favorable, útil,
provechoso para el hombre como tal […] ¿Qué ocurriría si en el “bueno” tuviese
también un síntoma de retroceso, y asimismo un peligro, una seducción, un
veneno, un narcótico, y que por causa de esto el presente viviese tal vez a costa
del futuro? (Friedrich Nietzsche, 1887)
En su obra La genealogía de la moral, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche formulaba serios
cuestionamientos sobre el razonamiento de la moral y la ética. Han pasado más de cien años y estas
pesquisas continúan. Ciertamente, el razonamiento de las cuestiones morales ha evolucionado,
permeando otras actividades humanas de suma importancia, específicamente, las actividades
empresariales y de negocios.
El tema de la ética en los negocios no es nada nuevo. Podemos encontrar material únicamente de
negocios, material puramente filosófico o una mezcla bibliográfica de ética en los negocios. Si bien cada
día son más los esfuerzos, es un hecho que todo este recurso literario no es suficiente para penetrar el
entorno empresarial e inculcar un comportamiento ético en el mundo de los negocios.
Estudioso de la historia y lingüística, Nietzsche se aventuró a realizar un examen crítico de las
condiciones y circunstancias en las que surgieron los valores morales, buscando poner en entredicho el
valor mismo de dichas acepciones morales ¿Tendrá algún sentido el relacionar a Nietzsche con los
negocios?
Es precisamente el cuestionamiento del filósofo alemán el que me llevó a escribir este ensayo ¿Será la
moral culpable de limitar la rentabilidad de ciertas actividades o el potencial del hombre mismo? En las
palabras de Nietzsche, ¿viviría el hombre “bueno” de manera más cómoda, menos peligrosa, pero
también con un estilo inferior, de modo más bajo?
Tristemente, la ambición y corrupción que puede manifestarse en los negocios parece indicar
justamente que la moral sí es culpable; de no ser así, ¿entonces por qué se pasan por alto los valores
morales?
El presente ensayo no busca cuestionar la calidad de las acepciones morales, es más bien un escrito que
busca sembrar en el lector la urgente necesidad de reflexión sobre el contenido ético y moral de dos
principales cuerpos normativos que actualmente rigen la profesión contable.
Los preceptos fiscales, financieros y éticos
Sería prudente comenzar aclarando por qué me enfoco en la normatividad que rige a la profesión
contable. Con mucho orgullo puedo afirmar que la formación del contador es idónea para entender,
involucrarse y ejercer dentro del complejo mundo de los negocios. Por esta razón, el contador, bajo sus
diversas especialidades, está expuesto a una serie de cuerpos normativos y literatura especializada que
gobierna la ejecución de su trabajo. Muchos de los preceptos en los que se apoya el contador y los
mandatos que tiene que cumplir presentan un rasgo distintivo: pueden ser de carácter completamente
coercitivo, cuyo incumplimiento implica sanciones monetarias y penas legales o, por el contrario, pueden
ser aparentemente opcionales.
Dada su relevancia en el entorno empresarial, me enfoco en los ordenamientos que regulan el tema
tributario y en aquéllos que regulan la emisión de información financiera1. Si bien la mecánica de ambas
ramas (fiscal y financiera) es distinta, las empresas invierten una gran cantidad de recursos para cumplir
con los citados ordenamientos. Luna (2011), explica que la presión que tienen las compañías para
reportar en tiempo y forma es cada vez mayor; estados financieros auditados, información trimestral,
declaraciones anuales y dictámenes fiscales, son algunos de los reportes que comúnmente tienen que
preparar las compañías en México2.
1
Específicamente, ordenamientos fiscales como la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR) o el Código Fiscal de la Federación, y
las Normas de Información Financiera (NIF).
2
Qué decir de la obligación que tienen las compañías públicas de adoptar las Normas Internacionales de Información Financiera
(IFRS, por sus siglas en inglés), para efectos de sus estados financieros a partir del 1º de enero de 2012.
En materia tributaria, ¿por qué resulta fundamental cumplir con los preceptos fiscales? Sabemos que las
personas físicas y morales tienen la obligación de pagar impuestos por los ingresos que derivan de
actividades económicas; sobra resaltar el carácter coercitivo de las disposiciones tributarias. Puesto que
existen autoridades plenamente facultadas para exigir el cumplimiento de las obligaciones fiscales e
imponer, en su caso, diversas infracciones, es evidente que muchas empresas optarán por evitar estas
situaciones y tributarán correctamente.
Y en materia de emisión de información financiera, ¿por qué resulta fundamental cumplir con las normas
contables? Es muy acertado lo que menciona Luna (2011) al respecto: son muchos los beneficios a corto
y largo plazo que se obtienen al contar con un proceso de reporte financiero de calidad; resulta
sumamente atractivo y benéfico contar con los lineamientos que permitan acceder a los mercados de
capitales. Si bien la correcta preparación y emisión de estados financieros no es el único requisito para
acceder a dichos mercados, es uno de vital importancia.
Por un lado, existen dos razones por las se cumple con el pago de impuestos. La primera tiene que ver
con el Civismo Fiscal, es decir, proveer recursos con los que el Gobierno Federal devuelve a la sociedad
bienes y servicios públicos3; la segunda razón tiene que ver con evitar infracciones. Por otro lado, una de
las principales razones por las que se cumple con la normatividad contable (específicamente, las Normas
de Información Financiera o NIF) tiene que ver con la correcta emisión de estados financieros4; cumplir
con las disposiciones legales y los mandatos de organismos que regulan el sistema financiero5 es un
requisito fundamental para acceder a los mercados de capitales y a otras fuentes de financiamiento.
Ríos (2005) afirma que gran parte de las infracciones fiscales están vinculadas a tres obligaciones
fundamentales: I) inscribirse en el Registro Federal de Contribuyentes (RFC); II) pagar los tributos; y
III) llevar contabilidad. Por su parte, la Ley del Mercado de Valores establece como obligación de las
empresas emisoras de valores, el proporcionar los estados financieros anuales acompañados del
dictamen de auditoría externa. No importa si se trata de aspectos fiscales o de información financiera,
las obligaciones de cumplir en ambos casos descansan en cuestiones económicas y de negocios: pagar
impuestos, llevar contabilidad o acceder a distintas fuentes de financiamiento.
¿Hay algo malo en lo anterior? Por supuesto que no, al contrario. Tal y como afirma Rueda (2002), el
crecimiento que logran las empresas a través de incrementos de capital afecta al flujo circular de la
3
Servicio de Administración Tributaria. Referencia completa al final del trabajo.
4
De acuerdo con la Ley del Mercado de Valores, otra información relevante que las empresas emisoras están obligadas a
proporcionar son reportes financieros y análisis de la administración, y el dictamen del auditor externo, por ejemplo. Referencia
completa al final del trabajo.
5
Disposiciones como la Ley del Mercado de Valores; organismos como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y la Bolsa
Mexicana de Valores.
economía, activa ampliamente los diversos géneros de actividades económicas, incide en el empleo y el
consumo, e influye en la evolución del Producto Interno Bruto (PIB). Los puntos hasta ahora analizados
dejan ver que el cumplimiento de las obligaciones tributarias y de información financiera, beneficia
directa o indirectamente a los miembros de una sociedad ¿Por qué?
Como mencionamos, el pago de impuestos beneficia a la sociedad mediante los bienes y servicios
públicos que el Gobierno proporciona. Acatar las NIF ayuda a cumplir con la obligación de emitir estados
financieros correctamente. Lo anterior permite a las empresas acceder a financiamientos para realizar
proyectos que propicien la generación de empleos; esto último también beneficia a la sociedad.
Ya se habló de la importancia de cumplir con preceptos fiscales y Normas de Información Financiera;
¿estaremos omitiendo otra clase de preceptos? ¿No son las cuestiones éticas igualmente importantes
para el entorno empresarial? ¿No brindan también grandes beneficios a la sociedad?
Consideremos la magnitud del daño económico de fraudes cometidos por empresas como Enron o
WorldCom. En buena medida, esos fraudes tienen que ver con faltas a las normas contables, sin
embargo, previo a cometer dichas faltas no cabe duda que primero fueron quebrantados los preceptos
éticos. Volviendo al cuestionamiento planteado inicialmente, ¿será la moral culpable de limitar la
rentabilidad de ciertas actividades o el potencial del hombre mismo?
Ciertamente, en incontables ocasiones la moral resulta ser un obstáculo; y es que, al ver las ganancias
potenciales, muchas compañías y firmas profesionales deciden utilizar su experiencia y conocimiento
para burlar leyes y regulaciones en vez de obedecerlas (Woof y Cragg, 2005).
Asimismo, consideremos algunos problemas sociales vinculados a las empresas como la explotación
infantil. Se estima que de 150 millones de niños (de 5-14 años) en países desarrollados, el 16% labora
jornadas intensivas. Alrededor del mundo, se estima que 215 millones de niños (menores de 18 años) se
encuentra de igual forma en estas condiciones (UNICEF, 2011).
Analizando aspectos económicos y sociales como los dos anteriores, es sumamente claro que las
cuestiones éticas están involucradas en el entorno de negocios; es tal el impacto que tienen los
corporativos que las acciones de estos pueden llegar a influir positiva o negativamente en los derechos
fundamentales de las personas. Millán (2000), argumenta que la empresa puede influir con su ejemplo a
los hombres de fuera, contribuyendo de esta manera a mejorar su entorno. En los puntos anteriormente
analizados, resulta evidente que los fraudes y demás desviaciones a los preceptos morales dañan
severamente la economía y la sociedad. No podemos negar que la relación entre ética y negocios es algo
intrínseco, tal y como afirma Weiss (2006), lo que comienza como una decisión de negocios puede
evolucionar en un dilema con implicaciones éticas, y es aquí, justamente en la práctica, donde pueden
ocurrir desviaciones y donde entra la ética. Cabe resaltar la cantidad de decisiones que deben tomarse
en el entorno empresarial.
Llegado a este punto, es claro que gran parte del entorno empresarial se esfuerza enormemente para
cumplir con disposiciones fiscales y contables. La razón de ese esfuerzo radica en la obtención de
beneficios económicos principalmente, pero sociales también. La pregunta ahora es: si ya hemos visto
que los preceptos morales también pueden beneficiar económica y socialmente6 ¿qué tanto se esfuerzan
las compañías para cumplir con dichos preceptos? Si bien cuestionamientos como el anterior están fuera
del alcance de este ensayo, es importante reflexionar sobre ciertos puntos como el siguiente.
Es común que directores, auditores, catedráticos, estudiantes y demás involucrados en la Profesión
Contable, utilicen un término bastante conocido: GAAP - Generally Accepted Accounting Principles. De
forma resumida, los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (PCGA) o GAAP, se refieren al
conjunto de convenciones, reglas y procedimientos que definen la práctica contable aceptada en un
momento determinado (Epstein, 2007). En esencia, los PCGA definen lineamientos para la medición
económica, cuándo dicha medición debe realizarse, las revelaciones correspondientes y la preparación
de reportes financieros7.
De acuerdo con el concepto de PCGA, observamos que estos “definen la práctica contable aceptada en
un momento determinado.” Por ejemplo, una de las tendencias más importantes en la Contabilidad
tiene que ver con que ésta sea capaz de reconocer en los estados financieros información a valor
razonable (fair value) y no simplemente reconocer los costos históricos (Kieso, 2009). Esta cuestión ha
tenido enorme trascendencia en el mundo de los negocios; incluso en la forma de determinar las
utilidades se están considerando factores como las variaciones de los precios de los títulos y los tipos de
cambio, no solo aquellas partidas que están completamente realizadas (Sousa, 2009).
Como bien explica Sousa, (2009), la valuación de activos bajo una perspectiva que considera el valor
razonable puede llegar a desvirtuar la objetividad de la información financiera; en la práctica llegan a
existir diversas posturas y enfoques inconsistentes unos con otros. Reconociendo esta problemática y
dada la relevancia del citado tema en el entorno de negocios, organismos reguladores8 han incorporado
6
Beneficios derivados de mitigar acciones fraudulentas, o impedir que los derechos fundamentales de las personas sean
violados, por ejemplo.
7
Sucesos como la crisis económica de 1929 o el famoso caso Enron, son suficientes para clarificar la necesidad de un conjunto
de principios coherente y uniforme que gobierne la práctica contable (Epstein, 2007). En esencia, una de las razones más
importantes por las que existe un marco conceptual es que éste proporcione referencias para aclarar o sustentar tratamientos
contables, al tiempo que promueve una mejor comunicación entre los usuarios de la información financiera (CINIF, 2011).
8
Como pueden ser: Consejo Mexicano para la Investigación y Desarrollo de Normas de Información Financiera, Financial
Accounting Standards Board o International Accounting Standards Board.
este tema en su normatividad buscando propiciar prácticas contables homogéneas y objetivas. El tema
en cuestión ha formado parte de los lineamientos que “definen la práctica contable aceptada en un
momento determinado”, es decir, se ha incorporado a los PCGA.
Anteriormente, se reflexionó sobre la importancia de los preceptos éticos en el entorno de negocios, y
de cómo estos llegan a impactar significativamente en el aspecto económico y social, tal y como lo hacen
las cuestiones fiscales, contables y financieras. Sin duda, en la actualidad no se puede hablar de negocios
sin considerar los preceptos éticos y morales. Con todo lo que se ha analizado, resulta sumamente
alarmante observar que la gran mayoría de las NIF, en la sección Definición de términos, incluyen
conceptos como ingresos, costos, pérdida operativa, activos y capital contable de los accionistas, entre
otros. Asimismo, en repetidas ocasiones, distintas NIF dan una definición del citado “valor razonable”. Y
justamente aquí me cuestiono: ¿por qué no se incluyen términos como ética, moral o
corresponsabilidad? Es más, ¿se incluye siquiera el concepto de ética en los negocios? Y si se incluye, ¿se
le da igual o mayor seriedad que a las normas de reconocimiento, valuación, presentación o revelación?
Al final del día, ¿no es la ética de igual o mayor importancia que el tema del valor razonable? Entonces,
¿por qué no se habla de ética en los PCGA?
Nuevamente exhorto al lector a reflexionar sobre el cuestionamiento inicial: ¿será la moral culpable de
limitar la rentabilidad de ciertas actividades o el potencial del hombre mismo? La exclusión de cuestiones
éticas en los PCGA se hace más evidente al analizar ciertos puntos bajo la perspectiva de Sabaté (2007).
En uno de sus escritos, el autor menciona lo siguiente:
Nuestras instituciones profesionales, las que agrupan a los contadores públicos, que emiten
tanto las Normas Técnicas como las Normas de Actuación Personal, cumplen muy
escuetamente con la labor de difusión de la Ética Profesional, ya que las platicas, seminarios o
conferencias sobre esa materia no son eventos productivos para la institución ni atractivos
para los oyentes, […] se desperdician ante la indiferencia y la apatía generales […] Podría
parecer que a nuestras instituciones profesionales sólo les preocupa que los contadores
públicos estemos actualizados en las disposiciones y aspectos técnicos de la profesión. Podría
parecer que la Ética sólo sirve como expresión de adorno en todos los foros.
Con cierta amargura, debemos aceptar que en algunos cuerpos normativos, existe separación entre los
negocios y la ética. Tal separación resulta inadmisible pues son incontables los conceptos, la teoría y
demás consideraciones morales que penetran el entorno de negocios. Por ejemplo, en la práctica
encontramos las necesidades de los usuarios de información financiera (NIF A-3), el concepto de
Gobierno Corporativo, conceptos incluso como el utilitarismo, la responsabilidad social y corporativa;
¿acaso estas cuestiones no contienen una importante mezcla de ética en los negocios?
Por último, bajo la luz de estas reflexiones, formulemos un cuestionamiento que quizá escapa del
alcance de este ensayo: ¿qué acciones se pueden llevar a cabo para reforzar el apego a los preceptos
éticos? Un alto grado de apego no resulta factible si confiamos únicamente en la voluntad de las
personas. A este respecto, existe una propuesta muy interesante y versa en la institucionalización de la
ética en la empresa (Cortina, 2003).
Cortina (2003) parte de dos ideas básicas en la institucionalización: la cultura empresarial y la ética de la
dirección. A partir de ello, plantea la presencia de un asesor especializado para las cuestiones éticas.
También detalla algunos indicios de la institucionalización de la ética en la empresa9. ¿Podrían estas
propuestas aumentar el cumplimiento y apego hacia los preceptos morales? ¿Qué piensa el lector de
esta idea?
Tiempo de reflexión
Existe una urgente necesidad de reflexionar. Sin importar qué tan complejas sean las actividades
humanas, es un hecho que las cuestiones éticas siempre estarán presentes; cada decisión tomada en
alguna actividad, necesariamente conlleva al razonamiento de los preceptos morales. El entorno de
negocios y las actividades empresariales no escapan de esto; es aquí donde una gran cantidad de
dilemas éticos se pueden presentar (Weiss, 2006).
A lo largo de este escrito, pudimos apreciar cómo los preceptos morales, al igual que los fiscales y
contables, llegan a impactar en el aspecto económico y social. Más que una moda pasajera, debemos
tener presente que la ética en los negocios realmente impacta favorablemente en nuestra sociedad; tan
sólo piense el lector en la riqueza y el patrimonio que se destruye por actos fraudulentos como el caso
de Enron.
Sin duda alguna, las cuestiones éticas, así como los PCGA, han definido la práctica contable. Sin embargo,
hemos sido testigos de cómo nuestros organismos profesionales y la propia normatividad han mostrado
mayor preocupación por las cuestiones técnicas. Esta reflexión adquiere gran relevancia si consideramos
el cuestionamiento planteado en repetidas ocasiones: ¿será la moral culpable de limitar la rentabilidad
de ciertas actividades o el potencial del hombre mismo?
La práctica resulta sumamente compleja si consideramos la enorme cantidad de dilemas que se pueden
presentar (Ibáñez, 2008). Quizá sea esta una de las razones por las que tanto la normatividad fiscal y
9
Compañías norteamericanas han implementado, además de los Códigos de ética, órganos, comités, consejos internos o líneas
telefónicas que se encargan de vigilar el cumplimiento y reforzar los preceptos éticos dentro de la organización.
financiera excluyen en cierto grado las cuestiones éticas. Sea o no verdad, es un hecho que un código de
ética no podría abarcar todos los eventos y casos a los que se pueden enfrentar los profesionistas
contables. Con esto en mente, quisiera dejar en el lector una última reflexión: ¿Sería muy descabellado
incluir aspectos puramente éticos en la LISR o en las NIF? ¿Sería inconcebible que algún día la ética
adquiera un carácter completamente coercitivo?
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and Self-Regulation in Global Markets. Editorial Edward Elgar Publishing. Massachusetts: E.U.A.
* José Luis Cuenca González, estudiante del noveno semestre de la Licenciatura en Contaduría Pública y Finanzas
del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores Monterrey (ITESM), Campus Estado de México. Ganador del
Cuarto lugar en el 6° Concurso de Ensayo Universitario “Carlos Pérez del Toro”.
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