AÍDA KEMELMAJER DE CARLUCCI LEONARDO B. PÉREZ GALLARDO Coordinadores NUEVOS PERFILES DEL DERECHO DE FAMILIA RUBINZAL - CULZONI EDITORES Nuevos perfiles del derecho de familia Aída Kemelmajer De Carlucci Leonardo B. Pérez Gallardo (Coordinadores) ISBN 978-950-727-753-5 INDICE I. Matrimonio y uniones de hecho. Régimen patrimonial El sistema matrimonial civil cubano. Principios informantes/ Carlos A. TEJEIRO MORCATE La singularidad en las uniones de hecho: Una mirada por dentro/ Inés Cecilia TORRES ROIG y Carlos HERNÁNDEZ TRUJILLO El régimen económico matrimonial de las uniones de hecho/ Ulises PITTI G. El Derecho de Familia en España: Breves comentarios sobre problemas muy particulares/ Jesús GÓMEZ TABOADA II. Actos patrimoniales en razón del matrimonio Las donaciones por razón del matrimonio en el Código Civil español/ Manuel ALBALADEJO GARCÍA III. Derecho a la identidad sexual. Otros derechos sexuales y reproductivos La Transexualidad. Un enfoque jurídico/ Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ Derechos sexuales y reproductivos: el aborto legal y seguro. Vinculaciones con los derechos humanos en la familia/ Nelly MINYERSKY IV. Relaciones paterno-filiales. Inseminación artificial, fecundación in vitro, adopción El cuidado compartido de los hijos después del divorcio o separación de los padres ¿Utopía o realidad posible?/ Cecilia P. GROSMAN Hacia un concepto legal sobre “Formación y protección de infantes y adolescentes por sus representantes legales” y su dominio en Cuba/ Luís L. PALENZUELA PÁEZ Regulación de la inseminación artificial y la fecundación in vitro en México/ Aníbal GUZMÁN AVALOS El vicio de la voluntad en la dación del niño en adopción/ Leonidas COLAPINTO Pertinencia de la adopción entre parientes en el ordenamiento jurídico cubano/ Belkis Caridad NÚÑEZ TRAVIESO Lineamientos generales sobre la adopción de niños desde una perspectiva comparada argentino – cubana/ Marisa HERRERA 3 V. Relaciones familiares y cuasifamiliares. Violencia familiar El derecho de relación personal entre el menor y sus parientes allegados en el Código Civil español/ Silvia DÍAZ ALABART Un comentario a la Ley argentina 24.417 de Protección de Violencia Familiar/ Nora LLOVERAS y Laura CANTORE VI. Mediación familiar La mediación y el consejo de familia/ Julián GUITRÓN FUEENTEVILLA Algunas reflexiones sobre los métodos alternos de solución de conflictos, en particular la mediación familiar/ Yamila GONZÁLEZ FERRER VII. Instituciones de guarda y custodia de menores, discapacitados, incapacitados y personas de la tercera edad El pacto de acogida del Derecho catalán: instrumento de protección de las personas dependientes/ Montserrat PEREÑA VICENTE La tutela administrativa del artículo 239.3 del Código Civil español como mecanismo de protección de los mayores incapaces/ María del Mar HERAS HERNÁNDEZ La protección legal a los discapacitados en Cuba: una visión de lege data y de lege ferenda/ Leonardo B. PÉREZ GALLARDO Acerca del ejercicio de la capacidad de las personas discapacitadas. Una aproximación desde la realidad cubana/ Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ Evolución del concepto de la curatela. Discapacidad y curatela/ Ana María ÁLVAREZ-TABÍO ALBO Las personas ancianas en la jurisprudencia argentina. ¿Hacia un derecho de la ancianidad?/ Aída KEMELMAJER DE CARLUCCI VIII. Enseñanza del Derecho Acerca de la enseñanza del Derecho/ Abel FLEITAS ORTÍZ DE ROZAS 4 PRÓLOGO “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz” PROVERBIOS 23, 22 y 25 Es muy difícil retener en la memoria todos los acontecimientos que acaecen en nuestras vidas; empero, hay algunos que nos signan por la impronta que dejan sobre nosotros. En 1987 una generación de juristas cubanos que hoy nos desempeñamos como profesionales del Derecho en los más disímiles perfiles profesionales, nos iniciábamos en el curso de Derecho de Familia, a la sazón una de las más difíciles materias que debíamos vencer; anunciada por todos y esperada por unos cuantos, estábamos seguros de cuán importante resultaría esta asignatura, no sólo en nuestra formación como jurista, sino en la aprehensión de principios y valores éticos a tener en cuenta en nuestra conducta como seres humanos, partícipes, por una parte, de una familia, a la que pertenecíamos y estábamos integrados y, más importante aún, futuros protagonistas de la que debíamos formar en un período más o menos venidero. Lo peculiar del curso de Derecho de Familia, amén de lo interesante y asequible que eran los temas incluidos en ella, lo constituía su Profesora Principal – catedrática en otras universidades – quien en aquella época era, además, Jefa del Departamento de Derecho Civil y de Familia de nuestra Facultad; desde ese cargo, se había mostrado intransigente con la mediocridad en el aprendizaje universitario, intolerante con la más mínima expresión de la abulia académica, de la desidia, el inadecuado manejo de la bibliografía, el uso impropio del lenguaje o los extemporáneos errores ortográficos o imprecisiones terminológicas o de sintaxis. En fin, la communis opinio del alumnado sabía a qué atenerse en los días invernales de aquel febrero de 1987, cuando era inminente la primera lección de Derecho de Familia, por la que algunos llamaban la “Dama de Hierro” del Derecho Civil cubano. Aquel curso académico no sólo nos dio conocimientos sobre patria potestad, adopción, tutela, matrimonio, divorcio, entre otras instituciones del Derecho de Familia, sino sobre todas las aristas sociológicas, religiosas, filosóficas, axiológicas, demográficas e históricas de la Familia como institución. La profesora MESA CASTILLO sabía – como pocos docentes – ofrecer una dimensión multisecular del Derecho, más allá de la exégesis de las normas contenidas en el Código de Familia, cuerpo normativo aún joven para la fecha en que se impartían aquellas magistrales lecciones. Nunca olvidaremos la prestancia de aquella profesora, toda una dama, desde el vestir hasta su dicción enfática, en impecable español, con una cubanía desbordante en cada postulado, en cada reflexión, siempre con un trasfondo histórico irrefutable. Pocas materias se impartieron con mayor visión historicista del Derecho, actitud que significó enfrentarse a la errónea pretensión de algunos docentes de aquella época que pasaban por alto el devenir histórico del Derecho cubano. La profesora MESA CASTILLO nos dejó un sinnúmero de inquietudes intelectuales e hizo de su materia una de las más disfrutadas en la carrera, sin sesgar un ápice su nivel de exigencia. Confieso que nunca tuvimos un examen de más rigor que aquel con el que concluyó el 5 curso. Todavía hoy recuerdo las preguntas y los casos formulados, como si tuviere enfrente las hojas que les contenían. Pero los años discurren, y el tiempo avanza de modo inexorable sin que podamos detenerlo. Casi dos décadas han transcurrido y durante todo ese período he estado al lado de quien ha sido mi maestra, no solo la mía, sino de cientos de profesionales del Derecho: abogados, notarios, jueces, fiscales, asesores jurídicos y profesores de Derecho, alguno de los cuales hemos seguido su escuela. Lo digo con particular énfasis: creo que la Doctora MESA CASTILLO fue creando las bases para constituir su propia escuela. Ella es heredera de una cátedra de ilustres juristas, ocupada por GUERRA LÓPEZ, uno de los más recordados profesores de Derecho Civil de la etapa prerrevolucionaria, y del valioso profesor PERAL COLLADO, de quien la recibe. La Dra. Olga MESA se convierte, desde luego, en el estandarte del Derecho de Familia cubano; la voz que se alza en México, España, Argentina, Colombia, Francia, Cabo Verde, Venezuela, Panamá, República Dominicana, en los más disímiles foros, jornadas, congresos, eventos; con un comprometimiento social y militante hace de sus intervenciones una defensa apasionada de los derechos de los niños, la igualdad de la mujer y los principios deontológicos de la nueva familia en las postrimerías del siglo XX y en los comienzos del XXI. Quienes hemos tenido el privilegio de compartir la docencia universitaria con la profesora MESA CASTILLO hemos ido descubriendo no sólo la sólida académica, la mujer de temple, de orgullo, de profundas convicciones e infranqueables principios, sino también la madre, hija, hermana, abuela, amiga, y compañera, que hay en ella. En su conducta personal no hay sino lecciones prácticas de lo que ha predicado en un impoluto magisterio de casi cuatro décadas. En su vida no hay dobleces, ni falsas apariencias. Para ella la verdad se yergue como crisol y se encara al precio de lo que cueste. Las personas brillan por su talento e inteligencia, por lo que realmente son, y no por lo que dicen ser. La verdad en ocasiones es dura, pero aún así se asume. El Derecho de Familia cubano le debe mucho a su principal artífice. No sólo asumió la cátedra de esta materia en la Universidad de La Habana por casi dos décadas, sino que ha conducido sabiamente la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia de la Unión Nacional de Juristas de Cuba desde agosto de 1992 hasta la fecha, en una sucesión inesperada, tras la muerte repentina de su Presidente, uno de los grandes del Derecho Civil en Cuba, un hombre de mente preclara y sólida formación jurídica, el Dr. Raúl GÓMEZ TRETO, figura emblemática del Derecho de Familia. Fui testigo de aquellas inolvidables sesiones abiertas de la Sociedad cuando era un mero principiante, recién egresado de las aulas universitarias, en las que GÓMEZ TRETO hacía gala de su sapiencia y de su fina crítica al ordenamiento jurídico civil y familiar, recabando siempre desde la doctrina científica los nuevos senderos por los que debía discurrir el Derecho cubano. La profesora MESA supo encauzar aquellos derroteros que su antecesor había dibujado y continuar su trayectoria en un momento en que el Derecho Civil y Familiar cubanos tenían urgentes cometidos. Hoy día no se puede escribir la historia de esta Sociedad científica sin la figura señera de Olga MESA CASTILLO, quien a fuerza de empuje, en medio de difíciles momentos en que parecía que la bruma impedía ver el horizonte, organizó eventos y jornadas internacionales, que cristalizaron en el verano del año 2002, con el XII Congreso Internacional de Derecho de Familia, cónclave respecto del cual muchos juristas tenían escepticismo sobre su concreción y buen desenvolvimiento, y que deja el grato sabor de un Congreso exitoso, tanto en su organización, como en los aportes académicos para el Derecho de Familia. Tras cada 6 jornada, cada sesión previa, cada ponencia, cada relatoría y hasta del logo del Congreso estuvo la mano de su Presidenta, que con voz temblante de emoción lo inauguró y clausuró. Es imposible contener en estas páginas la vida de una gran profesional, de una madre con principios irrenunciables e infranqueables, de una académica con sobrada soberbia intelectual. No son suficientes las palabras que pueda emplear para agradecer lo que todos hemos aprendido a su lado. Por esa razón, este Libro es el más sencillo homenaje a una vida dedicada a la enseñanza del Derecho de Familia. Un Libro quizás resulte poco para quien ha entregado tanto, pero en él se resume el aporte académico de quienes le quieren, y han compartido tribuna, estrado, sitial, en jornadas, congresos, seminarios. Como dice la académica argentina Cecilia GROSMAN, la profesora MESA CASTILLO muestra en su obra una “profunda sensibilidad y dedicación a la defensa de los derechos de la infancia y adolescencia”. “Su talento, solidaridad, vocación y entrega permanente a la docencia, son principios y valores que inspiran a la juventud y a todos los que la conocemos” al decir del profesor panameño Ulises PITTÍ. Se trata de homenajear – como afirma Marisa HERRERA- “a quien iza, desde hace mucho tiempo, la bandera del derecho de familia en Cuba” o como sabiamente resume el prestigioso académico mexicano GUITRÓN FUENTEVILLA a una “maestra de maestros, (…) quien desde hace cuatro décadas inició su brillante carrera docente, forjando diversas generaciones de juristas, que hoy son los pilares de la educación jurídica de su Alma Mater”. Como Libro Homenaje que es, se pretende bajo el título Nuevos perfiles del Derecho de Familia acopiar valiosos trabajos aportados por académicos que conocen y aprecian la obra de la homenajeada, y que tienen en común el que su contenido se enfila en los ejes temáticos más polémicos que el Derecho de Familia enfrenta en los inicios de este siglo XXI. Dejo una mención muy especial a la persona con quien he tenido el privilegio de coordinar este libro, la persona que abrió las puertas para que la prestigiosa editorial argentina Rubinzal Culzoni editara el libro y que nos ha dado luz y guía en cada paso: la profesora argentina Aída KEMELMAJER DE CARLUCCI. Sin ella nada hubiera sido posible. Su solidaridad y su afecto para con la profesora MESA CASTILLO convierten el idilio en verdad. Para ella el eterno agradecimiento de todos los discípulos de la homenajeada. Y para no pecar de ingratitud, un especial agradecimiento también a Yamila GONZÁLEZ FERRER, nuestra principal cómplice en este Libro sorpresa. Sobran por tanto las palabras. El nombre lo indica, entregamos un Libro Homenaje dedicado a honrar a la Dra. Olga MESA CASTILLO. Y como diría nuestro apóstol: “Honrar, honra”. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO Enero 02 del 2006. 7 DRA. OLGA MESA CASTILLO Actual Presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia de la Unión Nacional de Juristas de Cuba. Miembro Fundadora de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana. Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia de la Unión Nacional de Juristas de Cuba. Presidenta del “XII Congreso Internacional de Derecho de Familia” Palacio de las Convenciones, La Habana, septiembre 2002. Miembro de la Asociación, para los Congresos Internacionales sobre Derecho de Familia, desde el año 2002. Profesora de la Universidad de La Habana desde 1968. Desde esa fecha y hasta 1977 en el Departamento de Sociología y a partir de 1977 y hasta la actualidad en la Facultad de Derecho. En la actualidad se desempeña como Profesora Titular y Consultante de pre y postgrados. Ponente en numerosos congresos, jornadas, seminarios, encuentros académicos como: Encuentro Latinoamericano y del Caribe – Familia y Desarrollo – Reflexión sobre política de Familia, Caracas (1988); Coloquio Internacional sobre “Derecho y Sida”. Comparación Internacional. París (1991); I Jornadas de Derecho de Familia – Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia (1994); II Jornadas de Derecho de Familia – Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia (1995); IX Congreso Mundial de Derecho de Familia – Ciudad de Panamá (1996); Congreso Nacional de Familia “Diagnóstico y Prospectivas hacia el siglo XXI”, Hermosillo, Sonora, México (conferencista principal) (1997); Congreso Internacional “Familia y Sociedad”, Caracas, Venezuela (1997); II Jornadas de Derecho de Familia Comparado, Asociación de Mujeres Profesionales en Derecho, Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida – Yucatán (conferencista principal) (1998); Encuentro Iberoamericano sobre Derecho de Familia Comparado, Universidad Pontificia Bolivariana – Medellín, Colombia (conferencista principal) (1998); X Congreso Internacional de Derecho de Familia. Mendoza, Argentina (profesora invitada y conferencista principal) (1998); XI Congreso Internacional de Derecho de Familia, Bogotá, Colombia (profesora invitada y conferencista principal) (2000); 1er Congreso Internacional de Derecho de Familia. Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia (2002); XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia, Sevilla, España (profesora invitada y conferencista principal) (2004); Jornadas hispano-cubanas sobre protección jurídica patrimonial de los discapacitados, Madrid, España (2005). Entre sus publicaciones se citan: “Estudio sobre el Divorcio”, Serie Ciencias Sociales – Universidad de La Habana (1973); “Estudio comparativo de algunos aspectos de la nulidad del matrimonio en la URSS y Cuba”, Universidad Estatal Lomonosov, Moscú (1980); “Orientaciones para el estudio del Derecho de Familia” EMPES (1988); “El Divorcio – otro ángulo de análisis” en Revista Cubana de Derecho, Año 18, número 38 (1989); “El reconocimiento judicial del matrimonio no formalizado, mito y realidad” en Revista Cubana de Derecho, Nº 3 (1991); Derecho de Familia, Libro de texto – Módulo I, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana, EMPES (1993); “El Código de Familia de Cuba” en Revista Facultad de Derecho Nº 12, Universidad Autónoma de Yucatán (1993); “Participación y status jurídico-político de las mujeres en Cuba colonial (1492-1899)”, en Revista Nº 13, Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Yucatán (1993); “La Legislación Cubaine Face au Sida“ en Droit et Sida. Comparaison Internationale, Centre National de la Recherche Scientifique – CNRS Editions París (1994); “Familia, género y 8 derechos humanos en Cuba”, Libro de Memorias del IX Congreso Internacional de Derecho de Familia, C. de Panamá (1996); Derecho de Familia, Libro de texto – Módulo II, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana, EMPES (1997); “Principales tendencias en el tratamiento jurídico a la institución de la adopción en el Derecho de Familia y los nuevos paradigmas”, Rubinzal Culzoni Editores, en Memorias del X Congreso Internacional de Derecho de Familia- Mendoza Argentina (1999); “El Derecho Familiar en la sociedad cubana” y “La situación jurídica de la mujer en la Cuba de hoy” en Diversidad y complejidad familiar en Cuba, Colectivo de autores, Centro de Estudios Demográficos, CEDEM, Universidad de la Habana e Instituto Iberoamericano de estudios sobre familia ITEF Bogota, Colombia (1999); “El tratamiento jurídico a la unión de hecho en Cuba” en Revista Cubana de Derecho Nº18, julio, dic. del 2001; Temas de Derecho de Familia- Editorial Félix VarelaLa Habana (2002); Derecho de Familia, Libro de texto, módulo II, IV Parte (2002); Derecho de Familia. Libro de texto, módulo II – V Parte (2003). Ha sido galardonada con el “Premio Anual del Ministerio de Educación Superior por la mayor ejecutoria profesional dentro de la Tesis de Doctorado en Ciencias” en el 2001; Sello de educadora ejemplar, otorgado por el Ministerio de Educación Superior en 1989; Medalla “Rafael María de Mendive” otorgada por el Comité Nacional del Sindicato de los Trabajadores de la Educación en 1990; Diploma Premio “Integración Docencia – Producción” otorgado por el Rector de la Universidad de la Habana (curso 1992-93); Medalla “Distinción por la Educación cubana” otorgada por el Ministerio de Educación Superior en 1991; Sello Conmemorativo “ 270 aniversario de la Universidad de la Habana”, otorgado por la Universidad en 1998; Jurista Distinguida de la Ciudad de Matanzas, Distinción décimo tricentenario de la Fundación de Matanzas (Medalla San Carlos y San Severino de Matanzas) 12 de octubre 1693 -10 de octubre 2003, otorgada por la Asamblea Municipal del Poder Popular. 9 El sistema matrimonial civil cubano. Principios informantes Ms C. Carlos A. TEJEIRO MORCATE Abogado y Vicedirector de la Dirección Jurídica del Grupo Corporativo CIMEX Sumario: 1. Concepto de sistema matrimonial. 2. Sistemas matrimoniales posibles. 2.1. El matrimonio como acto público y solemne. 2.2. El matrimonio como acto privado. 3. Principios informantes del sistema matrimonial civil cubano. 3.1. Principio personalista. 3.1.1. Consecuencias de la regulación del principio personalista. 3.1.1.1. Libertad para contraer o no matrimonio formalizado. 3.1.1.2. Lugar cimero de los individuos singulares miembros de la pareja. 3.2. Principio del consentimiento. 3.2.1. Requerimientos referidos a la exteriorización del consentimiento matrimonial. 3.3. Principio institucional. 3.3.1. En cuanto a la formalización del matrimonio. 3.3.2. En cuanto a la aptitud legal requerida. 3.3.3. En cuanto a los derechos y deberes conyugales. 3.4. Principio del favor matrimonii. 3.4.1. Máxima protección a la formalización del matrimonio (perfección del mismo).3.4.2. Máxima protección a la estabilidad del matrimonio ya constituido (formalizado). 3.5. Principio de la forma. Bibliografía. 1. Concepto de sistema matrimonial Con el término sistemas matrimoniales se alude a la relación que en un ordenamiento positivo jurídico existe entre el matrimonio civil y el religioso. En opinión de Sánchez Román, los sistemas matrimoniales se consideran como los distintos criterios de organización legalmente establecidos y practicados en los diferentes países para reputar válidamente celebrado el matrimonio. 2 En consonancia con lo anterior, otros dos tratadistas españoles -Lacruz Berdejo y Sancho Rebullida- consideran los sistemas matrimoniales como a los diversos criterios adoptados por las legislaciones en cuanto a la forma de celebración civilmente eficaz.3 En nuestra opinión, acuñar la denominación de sistema matrimonial a una simple relación legislativa entre dos tipos de matrimonios –civil y religioso- es ser inconsecuente con el término utilizado, pues en realidad consideramos que el término abarca un contenido más amplio. Los anteriores autores consultados, en nuestra consideración, tienen una concepción strictu sensu del concepto de sistema matrimonial, pues sólo se refieren a los distintos matices que establecen las legislaciones respecto a la forma que ha de revestir la celebración del matrimonio para que éste obtenga su eficacia jurídica. Resulta evidente que un sistema matrimonial determinado no sólo atiende a un criterio en cuanto a la celebración del matrimonio, sino que además establece un punto de vista en 2 3 Nueva Enciclopedia Jurídica (N.E.J). Tomo XVI .1990. p 9. Lacruz Berdejo J.L.– Sancho Rebullida, F de A. Citados en N.E.J. Tomo XVI. Ob.Cit, p 9. 10 cuanto a su naturaleza jurídica, fines, requisitos de validez, régimen patrimonial, relaciones conyugales, nulidad y extinción del mismo. Por ello de una manera genérica nos permitimos definir el término sistema matrimonial como la regulación lógica y ordenada en un ordenamiento jurídico de todos los preceptos vinculados a la institución jurídica del matrimonio formando todos ellos en su conjunto, un subsistema legal. 2. Sistemas matrimoniales posibles Los modelos matrimoniales entre los que hoy día teóricamente podría elegir un legislador son muy numerosos, generalmente, la doctrina los agrupa en dos grupos opuestos: A. El del matrimonio como acto público y solemne que incluye las siguientes variedades. A.1. Sistema matrimonial particularista que exige obligatoriamente una forma determinada: a) Matrimonio preponderante religioso, con forma civil subsidiaria para los disidentes; b) Matrimonio exclusivamente religioso; c) Matrimonio civil obligatorio. A.2 Sistema Matrimonial donde la exigencia de la forma es múltiple, atendiendo a distintos criterios. a) Sistema Mixto, atiende a la posibilidad de la libre elección u opción entre matrimonio religioso y matrimonio civil). B. El matrimonio como acto privado (consensual). 2.1. El matrimonio como acto público y solemne A.1-Sistema matrimonial particularista que exige obligatoriamente una forma determinada: a) Matrimonio preponderantemente religioso, con forma civil subsidiaria para los disidentes: Este modelo es característico de los Estados confesionales, en que el matrimonio religioso es obligatorio para los creyentes miembros de la confesión religiosa oficial, incluso en este sistema funciona el principio de atracción del miembro perteneciente a la confesión, de manera que el matrimonio religioso es obligatorio aún y cuando uno de los miembros de la pareja no profese esa confesión oficial. Solamente se reconoce el matrimonio civil, con carácter subsidiario, para aquellos no pertenecientes a ninguna de las confesiones reconocidas por el Estado. En la doctrina este modelo también recibe el nombre de sistema intermedio. Se citan como ejemplos de este sistema a países como Israel, Líbano, Polonia, Noruega, Dinamarca y otros. 11 b) Matrimonio exclusivamente religioso: Consiste en no considerar como uniones matrimoniales más que aquellos que se celebran conforme a los ritos de la religión oficial o, si acaso, de alguna otra religión reconocida. Fue el modelo propio de Cuba hasta el año 1886 y de España hasta la promulgación de la Ley Provisional del Matrimonio Civil de 1870. c) Matrimonio civil obligatorio: Se reconoce únicamente eficaz la forma civil. Esta forma exigida por el Estado rige hoy en la mayoría de los países. Este modelo desconoce totalmente la realidad del matrimonio religioso, en algunos países incluso, la celebración religiosa del matrimonio está prohibida, tipificada en ocasiones como delito penal, en otros, esa celebración es libre, pero no se le conoce de ningún efecto jurídico civil. Entre los Estados que entran en la anterior caracterización se citan los Estados laicos: Francia, Alemania y Cuba. A.2. Sistema Matrimonial donde la exigencia de la forma es múltiple, atendiendo a distintos criterios. a) Sistema Mixto o de libre elección y opción entre el matrimonio religioso y el matrimonio civil: Consiste en permitir que se escoja para la celebración del matrimonio la forma religiosa o la civil, atribuyendo a una y otra iguales efectos. El matrimonio puede tener lugar en la forma religiosa, si se trata de personas que pertenezcan a una confesión reconocida, o en la forma civil por cualquier persona que se acoja a ella, aún cuando pertenezca a una religión. Se cita en la doctrina que este modelo es el establecido a los Estados aconfesionales, que a su vez se muestran respetuosos con la creencia religiosa de sus ciudadanos. Es el sistema practicado en Inglaterra, Italia, EE. UU., y Suecia. Ahora bien, es necesario distinguir que esta libertad de opción puede referirse a una elección verdadera entre dos clases de matrimonios distintos (civil y religioso); o a una elección en cuanto a la forma de celebrar el matrimonio solamente. Ambas posibilidades son distintas. En la primera de ellas (elección verdadera entre dos clases o tipos de matrimonios distintos), encontramos dos ordenamientos vinculados al matrimonio con competencias delimitadas. El ordenamiento jurídico civil es competente exclusivamente para regular todo lo relativo al matrimonio contraído mediando solemnidades exigidas por la ley común; pero coexistiendo con ese ordenamiento civil está el ordenamiento confesional al que le corresponde toda la regulación normativa del matrimonio religioso, no sólo de la forma de celebración sino además de los requisitos de validez, impedimentos, efectos del mismo etc. Es decir, existe un total control jurisdiccional del matrimonio religioso a través de los órganos jurisdiccionales confesionales, cuyas sentencias son homologadas, en cuanto a sus efectos civiles, a las sentencias pronunciadas por la jurisdicción civil. En cuanto a la segunda posibilidad, la elección u opción no está referida a clases o tipos de matrimonio, sino solamente a formas de celebración, de manera que el tipo de matrimonio 12 es único (el civil), tanto si el matrimonio se ha celebrado en forma civil como si ha celebrado en forma religiosa.4 Si en el primer caso existían dos ordenamientos y jurisdicciones con competencias exclusivas y determinadas sobre cada tipo o clase de matrimonio, en donde se produce un reconocimiento de efectos por el ordenamiento jurídico civil de todo cuanto dispone, referente al matrimonio religioso, el ordenamiento confesional; en el segundo caso no ocurre exactamente lo mismo, pues el ordenamiento civil es el único competente para regular los efectos jurídicos del matrimonio, además de reservarse exclusivamente el control jurisdiccional del mismo. Dicho de otro modo, lo único que en este segundo supuesto tiene un reconocimiento civil es la forma religiosa de celebración, la cuál es aplicada, interpretada y controlada por los órganos jurisdiccionales civiles, de forma tal que las posibles causas de nulidad de los matrimonios celebrados en forma religiosa se pueden sustanciar también ante los tribunales civiles, de lo que se trata realmente “es de una auténtica revisión material a las normas sobre la forma confesional de celebración del matrimonio.5 2.2. El matrimonio como acto privado Es aquel sistema en el que no se exigen formalidades eclesiásticas ni civiles. El Estado aprueba un criterio de libertad. El matrimonio puede quedar válidamente constituido por la sola voluntad de los contrayentes (matrimonio puramente consensual), sin la intervención necesaria de ninguna persona con carácter oficial, eclesiástica o laica. Se encuentra en este supuesto el modelo seguido por el Derecho Romano de la última época y el del Derecho Canónico anterior al Concilio de Trento. 3. Principios informantes del sistema matrimonial civil cubano Los sistemas matrimoniales cuentan con elementos esenciales, inmutables y permanentes, que están sujetos en su orden jerárquico al criterio seguido por el legislador para refrendar, tal como referimos anteriormente, la naturaleza jurídica, la celebración o formalización, requisitos de validez, nulidad, extinción y régimen patrimonial del matrimonio. Estos elementos fundamentales son los llamados principios, los cuales fundan un criterio científico, que además de reputar las características del sistema matrimonial elegido, proclaman su autonomía como un subsistema de normas jurídicas, dentro de un cuerpo legal (Código), que se engarza en el sistema constitucional. Es decir, no sólo hay una relación de los principios informantes del modelo matrimonial con la Constitución, sino que además los principios de ésta, se proyectan también sobre el subsistema de normas referidas al matrimonio. Según Mesa Castillo, para nuestro país, apreciamos tres grandes tipos de sistemas matrimoniales: el primero comprende el sistema de matrimonio exclusivamente católico; el segundo el sistema mixto, religioso y civil; y el tercero, el sistema de matrimonio exclusivamente civil6. La propia autora señala, que la dualidad de matrimonios legales 4 Llamazares Fernández, D. El Sistema Matrimonial Español. Matrimonio Civil, Matrimonio Canónico y Matrimonio de Hecho. 1995. p 15. 5 Llamazares Fernández, D. Ob.Cit. p 15. 6 Mesa Castillo, O. Derecho de Familia, Módulo I, 1992. p.50. 13 (civiles y religiosos), se mantuvo hasta la promulgación de la Ley del 29 de julio de 19187, que modificara el articulo 42 del Código civil vigente en Cuba, el cual quedó redactado del siguiente modo: “El matrimonio es un contrato civil y sólo producirá efectos legales cuando se celebre en la forma establecida en este Código”. A partir de dicho momento hasta la fecha actual, sólo ha existido en Cuba un matrimonio válido: el celebrado conforme a lo establecido en los diferentes ordenamientos jurídicos civiles que se han promulgado durante este período sucesivamente. Un intento de axiomatización del Sistema Matrimonial Civil cubano nos induce, a la siguiente vertebración lógica de los principios. 3.1. Principio personalista “El matrimonio tiene un sentido personalista. Es una relación interpersonal única, que se realiza entre dos personas, creando una comunidad de vida. Son dos los que se casan, dos los que se comprometen a realizar un matrimonio y dos que se comprometen a formar una comunidad íntima.8 En este sentido, puede decirse que el amor conyugal consiste en el ofrecimiento interpersonal y tiende a la felicidad de ambos cónyuges. El respeto a la persona heterosexual se encuentra en la comunidad debida, es decir, respeto a las peculiaridades del otro sexo que no hay que conocer y apreciar. También como efectos de la relación interpersonal está el respeto de la conciencia de la otra parte en cuanto a la apreciación moral en los diversos hechos y actos, incluidos el sexual y la responsabilidad mutua en cuanto a la amistad matrimonial, el mutuo acuerdo en el aspecto de la paternidad responsable, la mutua comunicación y consulta en las materias importantes de la vida conyugal y familiar. Este principio aparece refrendado en la vigente Constitución promulgada el 24 de febrero de 1976. En concreto aparece en los artículos 35 y 36 en relación con los artículos 1 y 55 todos de la ley fundamental. De la lectura de los mencionados artículos se deduce que, tanto la familia como el matrimonio se configuran como ámbitos de convivencia al servicio de la sociedad y de la realización personal individual de cada uno de sus miembros. 7 Mesa Castillo, O. Ob. Cit.1992.p.53. Chávez Asencio, Manuel F. La familia en el Derecho, Relaciones Jurídicas conyugales. 1985. p 67. 8 14 El objetivo de la protección de los derechos que reconoce la Constitución, entre los que se encuentra formar una familia o unirse en matrimonio, no es otro que la dignidad de la persona y su bienestar individual personal. En el propio primer artículo de la Constitución se establece el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana, elementos todos fundamentales para garantizar el desarrollo de la persona como ente social e individual. Conocido es, que después de la reforma constitucional de 1992 el Estado cubano dejó de ser un Estado Ateo y se convirtió en un Estado Laico, al garantizar respetar y reconocer la libertad de religión de cada ciudadano, la libertad de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, además de otorgarle igual consideración a las distintas creencias y religiones. En el artículo 55 de la Ley de leyes se consagra la libertad de conciencia, elemento indispensable al hablar de la dignidad de la persona: la posibilidad que tiene el individuo de establecer una coherencia entre lo que cree y lo que hace, es lo que la hace verdaderamente digna frente a sí misma y frente a la sociedad. En el Sistema cubano, en que la protección a la familia se consagra en el artículo 39 del Código Civil, no hay una vinculación necesaria entre el concepto de matrimonio formalizado y el concepto de familia. La cátedra de Derecho de Familia de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, encabezada por la Dra. Olga Mesa Castillo, ofrece el concepto de familia siguiente: “familia es un grupo de personas, entre los que median relaciones económicas y sociales surgidas de una unión sexual duradera y del parentesco en el seno del cual se da satisfacción a la propagación, desarrollo y conservación de la especie humana; se mantienen, educan y forman los hijos mediante una comprensión y colaboración mutua, socialista, se comparte la vida y los intereses comunes de toda la sociedad.9 Si a este concepto sumamos la consideración hecha precedentemente sobre el concepto ambivalente de matrimonio regulado en el Código de Familia, tenemos finalmente que admitir que ha quedado abierta la puerta en nuestra legislación para la admisión y protección de los núcleos familiares no fundados en el matrimonio formalizado. Nos referimos a aquellas parejas heterosexuales que cumplan los requisitos esbozados en el concepto de familia, especialmente las uniones matrimoniales no formalizadas, estables y singulares, que no estén afectadas por algún impedimento dirimente o anulatorio que hiciera imposible el reconocimiento judicial retroactivo de la unión, o incluso a aquellas parejas que llegado el momento determinado quisieran darle a su unión un carácter legal al formalizar el matrimonio con carácter retroactivo, según lo dispuesto en los artículos 18 y 19 del Código de Familia y el 71 de la Ley del Registro del Estado Civil. Siguiendo con esta línea de pensamiento podemos establecer que del principio personalista refrendado constitucionalmente se derivan determinadas consecuencias. Veamos: 9 Mesa Castillo, O. Ob. Cit. 1992. p 10. 15 3.1.1. Consecuencias de la regulación del principio personalista 3.1.1.1. Libertad para contraer o no matrimonio formalizado Todos los cubanos siempre que concurran los requisitos legalmente establecidos son libres para contraer o no contraer matrimonio formalizado (pueden optar por la unión matrimonial no formalizada, en cuyo caso, sólo surtirá efectos cuando se reconozca por tribunal competente y siempre determinando la sentencia que el matrimonio existió en el pasado no en el presente; o podrán también optar por la formalización del matrimonio con carácter retroactivo cuando ambos miembros de la pareja pretendan continuar la unión), al mismo tiempo tienen derecho a gozar de una situación jurídica familiar, similar, no idéntica, a la de quienes contraen el matrimonio formalizado. Esta consecuencia está indisolublemente ligada a la protección debida al derecho de libertad de conciencia de las personas a la que nos referimos anteriormente. Manifiesta la doctrina que en muchos casos el rechazo al matrimonio formalizado resulta de un intento de ser plenamente fiel con las propias creencias. En este sentido, Llamazares Fernández apunta: El rechazo del matrimonio tiene su fundamento en la creencia de que la juridificación de la relación de pareja es una contradictio in terminis. De otra forma dicho, que amor y derecho son incompatibles y que el amor obligado es una contradicción. La relación entre los miembros de la pareja tiene que permanecer libre siempre. La actitud amorosa es siempre graciosa e indebida, y por tanto, no obligada. Su encorsetamiento jurídico entraña inexorablemente la muerte del amor.10 Ante esta tesis se puede levantar otra argumentando lo contrario: El derecho es una realidad objetiva a la cual no se le puede dar la espalda hoy y venir mañana en su búsqueda. El derecho no es un impedimento ni una contradicción para la relación amorosa. La total entrega que implica el amor hace que los miembros de la pareja pongan su capacidad de decisión en una tercera instancia que vela por el cumplimiento del contenido obligacional de la relación amorosa, así como de las consecuencias de su posible incumplimiento. La relación amorosa, de este modo, encuentra en el derecho más que un obstáculo para su plenitud, la condición indispensable que la hace posible. Lo cierto es que al final nos encontramos ante dos concepciones, ninguna de las cuales debe ser discriminada en favor de la otra, corresponde pues al ordenamiento jurídico respetar y proteger a ambas. Analizar la cuestión de otro modo sería discriminar a quienes optan por una forma de constituir una familia estable distinta del matrimonio formalizado, lo cual además sería inconstitucional. 3.1.1.2. Lugar cimero de los individuos singulares miembros de la pareja 10 Llamazares Fernández, D. Ob. Cit. P 29. 16 El principio personalista, como su nombre lo indica, coloca en un lugar cimero a los individuos singulares miembros de la pareja y luego a ésta. Es decir, que el matrimonio está al servicio de los cónyuges y no a la inversa. Esta consecuencia se deduce claramente de la regulación del artículo 24 del Código de Familia, referido a los deberes y derechos conyugales: “El matrimonio se constituye sobre la base de la igualdad de derechos y deberes de ambos cónyuges”. Igual razón observamos en los artículos 25 y 28 del Código de Familia y el 36 del Código Civil, aún y cuando los artículos 26 y 27 del Código de Familia se refieran al cuidado de la familia y a la satisfacción de las necesidades de la misma, pensamos que no contradicen este planteamiento, más bien todo lo contrario. Lo que resulta del Capítulo II del Código de Familia (consideramos además fue el ánimo del legislador), son los derechos que disfrutan y los deberes que asumen los individuos singulares miembros de la pareja, independientemente de que el desarrollo personal de los mismos contribuya de manera directa en el desarrollo colectivo de la pareja y la familia. 3.2. Principio del consentimiento Aparece regulado en los artículos 36 del Código Civil y 2 del Código de Familia al regular ambos que: “El matrimonio es la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común”. Como consecuencia de ese requisito exigido de la “voluntad concertada”, que no es otro que el consentimiento matrimonial, el artículo 4.1 del Código de Familia, declara como impedimento dirimente absoluto para contraer matrimonio a los que carecieren de capacidad mental para otorgar su consentimiento. Tiene que tratarse de consentimiento matrimonial que tenga por objetivo fundar una pareja, base nuclear de la familia. De ahí que se señale como causa de nulidad de los matrimonios formalizados, aquel que se celebre sin consentimiento matrimonial, posibilidad que aparece englobada en forma genérica en el artículo 45.1 del Código de Familia. Según dispone el artículo 70 de la Ley del Registro del Estado Civil “… el funcionario, después de leer los artículos del Código de Familia a que se refiere el Reglamento de esta ley (artículo 115 del Reglamento de la Ley del Registro del Estado Civil), preguntará a cada uno de los contrayentes si persiste en la resolución de formalizar su matrimonio…”. La respuesta afirmativa de los contrayentes, se traduce en la manifestación externa del consentimiento e implica la aceptación de los derechos y deberes descritos en los artículos 24 al 28 del Código de Familia. 3.2.1. Requerimientos referidos a la exteriorización del consentimiento matrimonial a) El consentimiento ha de expresarse en el acto de formalización, en la comparecencia de los contrayentes ante el funcionario autorizante, según lo preceptuado en el artículo 79 de la 17 Ley del Registro del Estado Civil. Ese consentimiento debe expresarse por palabras o signos equivalentes y la manifestación debe ser siempre inequívoca. Se admite el matrimonio por apoderado, cuando uno de los contrayentes resida en lugar distinto de aquel en que haya de tener lugar su formalización (artículo 65 de la Ley del Registro del Estado Civil). En este caso se requerirá poder especial en forma auténtica y el compareciente debe hacer constar que la representación que ostenta y las facultades de que está investido no le han sido suspendidas, revocadas ni limitadas en todo ni en parte. Es conveniente aclarar que es necesaria, al menos, la presencia física de uno de los contrayentes. Como bien señala Llamazares Fernández, se deduce que el matrimonio celebrado por poder, sólo será válido si en el momento de su formalización subsiste el consentimiento del poderdante, entendiendo que para que se produzca la nulidad por revocación del consentimiento anterior a la formalización, debe constar en forma auténtica y como anterior a esa formalización. b) El consentimiento matrimonial debe ser puro y no sometido a condición, término o modo. En cuanto a esto nada dice el Código de Familia; sin embargo, al descomponer el concepto de matrimonio ofrecido en el artículo 2 del Código de Familia, observamos como en su primer párrafo el legislador nos coloca ante un hecho jurídico (matrimonio consensual); más en su segundo párrafo el matrimonio se convierte en acto jurídico, al producir la manifestación de voluntad inicial de los contrayentes los efectos dispuestos por la ley. El matrimonio como acto jurídico y como institución social y jurídica, cuyo basamento es ese sentimiento de inclinación recíproca, de atracción, que Engels calificara como “amor sexual individual”, no puede estar condicionado ni sometido a término so pena de convertirse en un mero contrato civil. De ahí que cualquier condición o término que comprometa el consentimiento de los contrayentes deba ser tenida por no puesto. En este sentido es digno de alabar la fórmula utilizada por el artículo 45 del Código Civil Español.11 No obstante estas consideraciones, debemos reflexionar acerca de lo regulado en los artículos 67 y 68 de la Ley del Registro del Estado Civil, en cuanto a la autorización del matrimonio en inminente peligro de muerte. Expresamente el mencionado artículo 68 de la citada ley, dispone que “los funcionarios facultados autorizarán el matrimonio del que se halle en inminente peligro de muerte, sin la previa presentación de los documentos justificativos o de los particulares señalados en los tres últimos párrafos del artículo 61 y los previstos en los artículos 62, 63, 64 y 69 de la referida norma legal, pero en estos casos el matrimonio se entenderá condicional, mientras no se acredite en forma dichos particulares por cualquiera de los contrayentes u otras personas interesadas”. 11 De los requisitos del matrimonio. Artículo 45 del Código Civil Español: “No hay matrimonio sin consentimiento matrimonial. La condición, término o modo del consentimiento se tendrá por no puesta”. 18 En relación con esta figura del matrimonio condicional las posiciones doctrinales han girado en torno a dos consideraciones básicas: la de los que estiman la existencia de tal matrimonio condicional y la de aquellos otros para los que no merece tal consideración. Los autores que postulan la primera de las teorías coinciden respecto al tratamiento condicional con condición suspensiva, de los matrimonios contraídos in perículo mortis; aunque difieren en la solución para el supuesto de que la condición no llegue a cumplirse hablándose en su caso de inexistencia y en el otro de nulidad. Lacruz Berdejo, Sancho Rebullida y Comas, entre otros, son partidarios de considerar el matrimonio como inexistente. Entre sus argumentaciones laten las disposiciones que regulan las condiciones suspensivas en la teoría general del negocio jurídico. Consideran que el matrimonio queda condicionado a prueba de libertad de los contrayentes, a todas luces acontecimiento futuro e incierto y en tal hipótesis, en la teoría general se establece que el acto no nace hasta que la condición se cumpla teniendo hasta ese momento la consideración de inexistente.12 Por otra parte, los partidarios de la nulidad del matrimonio entre los que se encuentran Sánchez Román y Mucius Scaevola, entienden también que este matrimonio sólo producirá efectos jurídicos si se cumple la condición, es decir, cuando se acrediten los documentos que prueben la aptitud legal de los contrayentes. Si la condición se cumple, los efectos nacen de inmediato, pero si resultare que los contrayentes no tenían aptitud legal para casarse, entonces el matrimonio sería nulo.13 De estas dos consideraciones, optamos por la última de ellas, es decir, el matrimonio como acto jurídico nace y por lo tanto es existente, lo que se suspende es el nacimiento de los efectos, pero el acto en sí ya es perfecto. Luego entonces si el acontecimiento futuro e incierto no se cumple, sólo cabe la nulidad del acto y los efectos que de ella de deriven, pero en ningún caso podrá hablarse de inexistencia. Los que no admiten la condición como elemento accidental del matrimonio, señalan entre otros, los siguientes argumentos: en primer lugar, plantean que el concepto que se tiene de condición no encuadra en la forma que se adopta en los preceptos que se refieren al matrimonio in articulo mortis, puesto que siempre se ha considerado como esencial a la condición el carácter de voluntariedad de su establecimiento y ese carácter no aparece en esos supuestos, ya que la persona que está en peligro de muerte y su consorte declaran su consentimiento sin someterlo a los efectos de condición alguna. El carácter condicional de ese matrimonio no surge por la voluntad de las partes, sino que es impuesto por la ley, siendo este tipo de condiciones las que para la doctrina científica merecen la denominación de condictio iuris. 12 Lacruz Berdejo, J.L. y Sancho Rebullida, F de A. Citados por Villa Robledo, M.J. El Matrimonio Condicional. 1984. pp 158-159. 13 Sánchez Román y Mucius Scaevola. Citados por Villa Robledo, M.J. Ob. Cit. p 159. 19 En segundo lugar en que la condición que analizamos, no se refiere a un acontecimiento futuro e incierto sino más bien a un hecho pasado (aptitud legal de los cónyuges en el acto de formalización), que probablemente era conocido por los interesados o al menos por uno de ellos, en tal caso no es posible hablar de condición en sentido propio. En sentido mayoritario, los autores se inclinan por considerar la imposibilidad de añadir condiciones al consentimiento matrimonial cuando se trata de formalizar el acto en forma civil. Así Pérez González y Castán señalan que tales determinaciones accesorias quebrantarían el principio de certidumbre y de inmediata eficacia de la relación conyugal14. Para Puig Brutau, Rovira Mola, Alguer, Valverde y Riera Alsa la especial naturaleza de la declaración de voluntad matrimonial no la hace apta para someterse a los efectos de un elemento de la naturaleza de la condición15. Diez–Picazo y Gullón Ballesteros establecen que por el carácter imperativo o de ius congens de las normas del Derecho de Familia los actos jurídicos de esta rama, no son por lo general susceptibles de condición.16 En nuestro caso es imposible desconocer que la Ley del Registro del Estado Civil, en su artículo 68, reconoce expresamente el matrimonio condicional. Luego entonces, no cabe la interpretación de un artículo dudoso o poco claro al respecto, sino tan sólo la determinación de sus efectos. Consideramos que la condición legal que estipula el referido artículo es una condición impropia, que merece esta calificación por no ser un elemento accidental del acto jurídico estipulado soberanamente por lo cónyuges, sino un requisito a cumplir posteriormente impuesto por el legislador. A pesar de que en el artículo 68, se conserva del dato de la futuridad, cuando se regula: “… se entenderá condicional, mientras no se acrediten en forma dichos particulares…”, lo cierto es, que tal acreditación versará sobre un hecho pasado, es decir, conocer si realmente en el momento de la formalización existió la aptitud legal debida. Según la doctrina, este tipo de condición, no produce el efecto típico de toda condición propia de suspender los efectos del acto, sino sólo su conocimiento de si es válido o inválido. De esta manera, el legislador trató de resolver el problema de las personas que intentasen celebrar un matrimonio en inminente peligro de muerte con una fórmula que a la vez que permisiva, solucionase el problema de la posible incapacidad de los interesados. Al permitir estas formalizaciones y someterlas a una condición de naturaleza legal, resultaría que si los contrayentes tenían aptitud legal, el matrimonio era válido y eficaz desde el principio y si no lo eran resultaría nulo desde el mismo momento de la formalización. 14 Pérez González y Castán Tobeñas, J. Citados por Villa Robledo, M.J. Ob. Cit. p.170. Puig Brutau, J; Rovira Mola, A.; Alguer; Valverde y Valverde, C. y Riera Alsa, L. Citados por Villa Robledo, M.J. Ob. Cit. p 170. 16 Diez Picazo, L. y Gullón Ballesteros, A. Citados por Villa Robledo, M.J. Ob. Cit. p 171. 15 20 c) Debe haber concordancia, bajo pena de nulidad, entre lo querido y lo manifestado; cuando la discordancia se produce por una causa conocida y no querida (coacción, intimidación); o cuando la discordancia se produce por una causa ni conocida ni querida (el error en la identidad del otro cónyuge - error en las personas –), ambos regulados en el artículo 45.2 del Código de Familia. Mucho se ha discutido en la doctrina acerca del error que recae sobre la persona del otro cónyuge, estableciéndose al efecto tres posibilidades: “1) Error en cuanto a la identidad física de la persona del otro contrayente. 2) Error en cuanto a la identidad jurídica del mismo. 3) Error en cuanto a sus circunstancias personales.17 El Código de Familia no se pronuncia acerca de cuál de las tres posibilidades acepta, o si las acepta todas. Dado el carácter supletorio que tienen las disposiciones del Código Civil respecto a materias civiles u otras reguladas en leyes especiales, pudiera pensarse que lo establecido en el artículo 70 inciso c) del referido cuerpo legal que dispone el error en las personas en cuanto a la identidad física (persona distinta) y circunstancias personales (cualidades distintas), es aplicable al acto jurídico matrimonial. Sin embargo, no podemos olvidar que el Derecho de Familia tiene una naturaleza distinta a la del Derecho Civil y que en materia de matrimonio, el segundo no siempre tiene carácter supletorio para con el primero. Por otra parte, la doctrina familista ha reiterado, a pesar de que hay legislaciones que siguen otro criterio18, que para el matrimonio el único error capaz de anular el acto, es el que recae en la identidad física del otro cónyuge. d) Consentimiento matrimonial presunto; Hay ocasiones en que el consentimiento matrimonial se presume por la ley. Tal es el caso de la regulación establecida en el artículo 47 del Código de Familia. El segundo párrafo del referido precepto, establece que en los casos del artículo 3 del Código de Familia e incisos 2) y 3) del artículo 45 del mismo Código, no procede el ejercicio de la acción de nulidad cuando haya transcurrido el plazo de seis meses sin haberse ejercitado la misma por el fiscal o por alguno de los cónyuges (el cónyuge que haya sufrido el error, la coacción o la intimidación en el caso del inciso 2). En tal situación el matrimonio quedará convalidado de pleno derecho. El párrafo tercero dispone que la acción de nulidad tampoco prosperará en el caso de que los menores casados hayan arribado a la edad establecida (hembras 14 años y varones 16 años), sin haberse solicitado anteriormente la nulidad del matrimonio, o si la hembra hubiese quedado en estado de gestación. 17 Fernández Clérigo, L. Ob. El Derecho de Familia en la Legislación Comparada. 1947. p 107. De la nulidad del matrimonio. Artículo 73 4º del Código Civil Español. “Es nulo cualquiera que sea la forma de su celebración: el celebrado por error en la identidad de la persona del otro contrayente o en aquellas cualidades personales que pos su entidad, hubieren sido determinantes de la prestación del consentimiento”. 18 21 En ambos casos, el matrimonio quedará convalidado, lo cual demuestra que el legislador, al producirse las circunstancias antes señaladas, presume como válido el consentimiento manifestado por los miembros de la pareja en un momento anterior. Hay una convalidación del matrimonio porque hay una convalidación del consentimiento. Otra presunción legal del consentimiento matrimonial es la que se desprende de la redacción de los artículos 19 del Código de Familia y el 71 de la Ley del Registro del Estado Civil. Al concedérsele a la formalización y al reconocimiento judicial del matrimonio eficacia retroactiva a la fecha de iniciada la unión, de acuerdo con lo manifestado por los cónyuges y testigos en el acta de formalización del matrimonio o a lo declarado en la sentencia judicial, se presume como válido un consentimiento matrimonial pretérito que en el caso del matrimonio reconocido no existe como tal en el presente, pues la sentencia judicial tiene carácter extintivo. Existe una formalización y un reconocimiento judicial del matrimonio con carácter retroactivo porque hay un reconocimiento retroactivo de la validez del consentimiento. Por supuesto, tal presunción de validez admite prueba en contrario, pues puede demostrarse que a la fecha de iniciada la unión, existía algún impedimento dirimente que anulaba el consentimiento matrimonial y en tal caso, faltan a la aptitud legal, requisito esencial exigido. e) Perfección del acto jurídico matrimonial. El consentimiento matrimonial manifestado en tiempo presente, más la declaración posterior que realiza el funcionario autorizante (extendiendo el asiento de inscripción o autorizando la escritura, artículos 58 y 70 de la Ley del Registro del Estado Civil), es lo que perfecciona el matrimonio formalizado como acto jurídico. Existe matrimonio válido, de no haber algún otro obstáculo, a partir del momento mismo en que ambos requisitos se cumplen. Es evidente que la intervención del funcionario que represente al Estado no es meramente declarativa, aunque se formule una declaración de haber quedado formalizado el matrimonio con arreglo a la ley, sino verdaderamente constitutiva, como lo prueba el hecho de que es igualmente nulo el matrimonio en que no interviene el funcionario público como aquél en que no existe el libre consentimiento de los contrayentes para formalizarlo. Es tan constitutivo el elemento material del consentimiento como el formal de la intervención del notario o el registrador del Estado Civil. Por último, quisiéramos referirnos a un error técnico que se reitera en los artículos 70 y 71 de la Ley del Registro del Estado Civil. El legislador establece que el funcionario autorizará el “acta”, cuando lo correcto es decir que el funcionario autorizará la “escritura”. El acta es un instrumento público en el que se hacen constar hechos, actos o circunstancias que, por su naturaleza no constituyen acto jurídico (Ver artículo 13, inciso b) de la Ley de las Notarías Estatales). El matrimonio formalizado, como acto jurídico mediante el cual nacen determinadas relaciones jurídicas, debe ser contenido en una Escritura Notarial de acuerdo a lo regulado en el artículo 13 de la ley de marras. 22 3.3. Principio institucional En razón de la importante función que en el seno de la sociedad cumple el matrimonio, el legislador establece un conjunto de limitaciones a la autonomía de la voluntad de los cónyuges. No sólo se preocupa por regular las relaciones jurídicas (deberes y derechos que nacen entre ellos regulados en los artículos 24 al 28 del Código de Familia), sino que además establece las condiciones y requisitos de nacimiento y extinción del matrimonio. El principio aparece refrendado en el artículo 36 del Código Civil al disponerse categóricamente que “la ley regula la formalización, reconocimiento y disolución del matrimonio y los derechos y obligaciones que de dichos actos se deriven”. Al establecerse que la ley regula, el legislador asume como competencia exclusiva el deber de legislar sobre esta institución jurídica. Las disposiciones vigentes referentes al matrimonio (Constitución, Código de Familia, Ley del Registro del Estado Civil y la Resolución ministerial que establece el Reglamento de la mentada ley), son una prueba fehaciente del ejercicio legislativo que se ha reservado el legislador ordinario. 3.3.1. En cuanto a la formalización del matrimonio En cuanto a la formalización del matrimonio nuestro ordenamiento reconoce como únicamente válidos aquellos que se autorizan por notario público o por el registrador del estado civil (art. 7 del Código de Familia). Es obvio que el matrimonio civil es obligatorio a los efectos de que trascienda jurídicamente. En este sentido los miembros de la pareja pueden optar por formalizar o no el matrimonio, pero una vez decididos por la formalización no pueden obviar ninguno de los requisitos formales que se tipifican como necesarios, so pena de la nulidad del acto jurídico matrimonial. 3.3.2. En cuanto a la aptitud legal requerida El artículo 2 del Código de Familia introduce el concepto jurídico de aptitud legal como requisito matrimonial. El mismo engloba tanto la capacidad física y mental como la legal. La capacidad física se refiere a que se trate de una pareja heterosexual (un varón y una hembra), así como que los contrayentes gocen de pubertad legal (presunción legal de que al arribar a determinada edad el hombre y la mujer están aptos para la cópula). A su vez, la capacidad mental está referida, al hecho de que los contrayentes posen lucidez mental suficiente para consentir. En cuanto a la capacidad legal, se exige la ausencia de prohibiciones para contraer matrimonio (artículos 4, incisos1), 2) y 5, incisos 1), 2), 3) del Código de Familia), circunstancias éstas que se regulan en el Código de Familia como impedimentos dirimentes que provocan la nulidad absoluta del acto. Estas disposiciones y 23 requisitos llevados a normas de derecho que se enlazan y entrelazan hasta formar una figura jurídica, le confieren al matrimonio su carácter institucional. 3.3.3. En cuanto a los derechos y deberes conyugales En el capítulo II del Código de Familia, denominado, “De las relaciones conyugales” el legislador dispone los múltiples derechos y deberes que el matrimonio origina entre los cónyuges, a partir del momento de su formalización y durante todo el tracto de su existencia (artículos 24 al 28 del Código de Familia). Como bien señala el tratadista mexicano Fernández Clérigo algunos de estos derechos y obligaciones se prorrogan aún mas allá de la disolución en los casos de divorcio, y mantienen cierta resonancia y valor también en determinadas ocasiones, después de formulada una declaración de nulidad.19 Entre estos derechos y deberes que revisten un carácter preferentemente personal el Código de Familia regula los siguientes: a) Derecho y obligación de convivencia o comunidad de vida, concretamente aparece establecido en el artículo 25 del Código de Familia. Algunos especialistas en la materia refieren que en el caso cubano más que convivencia, se regula la exigencia de comunidad de vida, al quedar dispuesto en el segundo párrafo del artículo precedentemente citado, que los cónyuges siempre que exista un motivo justificado, pueden mantener hogares diferentes. b) Derecho y obligación de recíproca lealtad, regulado en el artículo 25, primer párrafo del Código de Familia. c) Derechos y obligaciones de asistencia y mutuo auxilio entre los cónyuges; para la doctrina el llamado mutuo auxilio se desarrolla y diversifica en un conjunto de atenciones, cuidados, consideraciones, cooperación social y económica de índole tan variada, que casi ninguna legislación puede entrar a detallarlos, suelen considerarse en un concepto global, que sólo la jurisprudencia puede precisar en casos concretos y determinados. No obstante, existe un consenso en determinar como aspecto fundamental de estos deberes recíprocos de asistencia y auxilio entre los cónyuges, el concerniente a los alimentos y otras necesidades de índole económica; aparece consignado en el artículo 27 del Código de Familia. d) Derechos y obligaciones de los cónyuges, dentro y fuera del hogar, en cuanto a su autoridad recíproca y al ejercicio de profesiones, industrias o comercio y a la representación de la familia. Diferentes legislaciones asumen en cuanto a estos problemas criterios diversos. En nuestro caso, el artículo 44 de la Constitución dispone que ”la mujer y el hombre gozan de iguales derechos en lo económico, político, cultural, social y familiar”. Todo lo cual queda respaldado, en el ámbito matrimonial, en los artículos 24, 26, 27 y 28 del Código de Familia. 19 Fernández Clérigo, L. Ob. Cit. p 66. 24 Todos estos derechos y deberes a los que hemos hecho alusión, no pueden ser excluidos ni modificados sustancialmente por los cónyuges en ningún caso. Aunque tal modificación o exclusión no provocaría la nulidad del matrimonio por no estar prevista dicha causal taxativamente en el artículo 45 del Código de Familia, sí podría dar lugar a la ejecución de una acción conducente a la extinción del matrimonio: acción de divorcio por justa causa. 3.4. Principio del favor matrimonii El presente principio atiende a la forma en que el legislador, en atención al aprecio y valoración que le merece, somete la institución del matrimonio a una regulación especial. Ya habíamos visto precedentemente como nuestra ley primera, deja abierta la vía, para que quien lo considere mas acorde con sus concepciones y creencias, pueda establecer un modelo de pareja estable y singular diferente al matrimonio formalizado, y ello, con el objetivo de no desconocer la realidad de las numerosas uniones consensuales de histórica permanencia en nuestro país, y quizás también, por considerar que ese modelo puede servir como marco convivencial adecuado para la realización de las personas individuales (principio personalista). Pero no es menos cierto que el legislador, sin cerrar la otra vía, ha optado preferencialmente por el matrimonio formalizado, por entender que es esta institución la que ofrece mayores garantías para la realización de los intereses individuales y sociales de los cónyuges y de sus hijos. El principio se desdobla en dos preocupaciones fundamentales desde el punto de vista legislativo: 3.4.1.-) Ofrecer la máxima protección a la formalización del matrimonio (requisitos referidos a la perfección de ese acto jurídico); y 3.4.2.-) La protección que se le debe brindar a la estabilidad del matrimonio ya contraído y, por tanto, a la misma institución familiar. 3.4.1. Máxima protección a la formalización del matrimonio (perfección del mismo) De lo que se trata es de garantizar que el matrimonio se formalice válido y eficazmente, sin la presencia de alguna circunstancia que lo haga nulo o anulable y para alcanzar tal objetivo el legislador establece tres tipos de normas: a) Las que podríamos denominar de garantías y cautelas, destinadas a garantizar la perfección del acto jurídico matrimonial. Entre ellas se encuentran los artículos 3 al 7 y 19 del Código de Familia relacionados con los artículos 58, 61 al 71 de la Ley del Registro del Estado Civil y el artículo 10, inciso l) de la Ley de las Notarias Estatales. En nuestra consideración, estas normas precedentes, encargadas de realizar una efectiva tutela jurídica del acto matrimonial formalizado resultan insuficientes por las razones que vamos a apuntar: 1) Se nota una excesiva facilidad y rapidez para la formalización del matrimonio; 2) En el artículo 61 de la Ley del Registro del Estado Civil se exige como documentación necesaria, además de una declaración jurada con los datos personales de los interesados, la presentación de la certificación del estado conyugal del contrayente cuyo matrimonio anterior se hubiera extinguido por cualquier causa; sin embargo no exige la 25 presentación del certificado de soltería en caso de que uno de los contrayentes sea supuestamente soltero. Es evidente que esta viabilidad de trámites favorece que ambos miembros de la pareja o uno de ellos incurra en declaraciones falsas en sus datos personales, se declare soltero, siendo casado, y se involucre involuntariamente al funcionario autorizante en la incidencia de un matrimonio ilegal, desvirtuándose con ello la esencia de esta fundamental institución del Derecho de Familia; 3) La situación es aún mas riesgosa cuando se trata de formalizar el matrimonio con carácter retroactivo, pues se descansa fundamentalmente en la honestidad de la declaración de los contrayentes ante el funcionario, requiriéndose tan solo la presencia de testigos, sin especificar que sean de conocimiento, o sea, que acrediten la veracidad de lo manifestado por los cónyuges en cuanto a la fecha de iniciada la unión, utilizándose en la práctica la mera presencia de testigos instrumentales que solamente se refieren a la veracidad de la actuación notarial y su solemnidad. Además de esto, la ley registral en el artículo 71 no exige un tiempo mínimo de iniciada la unión a los contrayentes cuando éstos pretendan formalizar la misma y retrotraer sus efectos. Este requisito, aún y cuando no es exigido por la ley a los fines de reconocer judicialmente un matrimonio, si es observado en la práctica judicial. b) Normas especiales que regulan el matrimonio formalizado estableciendo excepciones al Derecho común. El Código Civil establece en su artículo 69 lo siguiente: “Son anulables los actos jurídicos en los que la manifestación de voluntad está viciada por error, fraude o amenaza”. Entendemos la amenaza como sinónimo de intimidación (cuando se inspira temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes). A pesar de esto, la coincidencia con el artículo 45.2 del Código de Familia es parcial. El mismo regula que son nulos los matrimonios “con error en las personas o mediante coacción o intimidación que vicien el consentimiento”. Se excluye de esta última redacción el fraude que recoge taxativamente el Código Civil. Además hay un elemento novedoso en la norma familista, pues se incluye la coacción como causa de nulidad relativa al disponerse la caducidad de la acción en un plazo de seis meses a partir de la formalización del matrimonio siempre que el cónyuge afectado no haya ejercitado la acción de nulidad. Según la doctrina, la coacción y la violencia física son la misma cosa; sin embargo, en el ordenamiento civil se le da un tratamiento diferente al que se le dispensa en el ordenamiento familiar. Para el primero, la coacción o violencia física no es vicio del consentimiento sino causa de nulidad absoluta (Ver artículo 67 inciso c) y 68 del Código Civil); para el segundo, es causal de nulidad relativa. Esto es una manifestación más de cómo determinadas instituciones provenientes del Derecho Civil, adquieren una connotación jurídica diferente al ser reguladas en el ámbito del Derecho de Familia. De conformidad con el art. 53.1 del Código Civil: “El nacimiento, la modificación o la extinción de los efectos de un acto jurídico pueden hacerse depender de una condición, o sea, un acontecimiento futuro e incierto”. Más adelante, en el propio cuerpo legal, el art. 54.1., regula: “La exigibilidad o la extinción de los efectos de un acto jurídico puede hacerse defender de un término, o sea, de un acontecimiento futuro y cierto”. Ambas posibilidades pueden hacerse de modo suspensivo o resolutorio. 26 Esta regla general de la legislación común quiebra en el caso del matrimonio. Aún y cuando el Código de Familia nada regule al respecto podemos interpretar del segundo párrafo del artículo 2 del Código de Familia en relación con el artículo 70 de la Ley del Registro del Estado Civil que desde el momento en que los contrayentes responden afirmativamente y se extiende el asiento de inscripción o se autoriza la escritura, según el caso, el matrimonio ipso facto se formaliza y, produce a partir de ese momento, efectos. No cabe entonces la condición ni el término en el acto jurídico matrimonial, el legislador ha tenido claro que el consentimiento matrimonial ha de ser un consentimiento presente. c) Normas que establecen presunciones legales que responden al principio del favor matrimonii pues se inclinan a su convalidación y, por lo tanto reconocimiento jurídico en determinados casos20. Por otra parte, el reconocimiento de plenos efectos legales a favor del cónyuge que hubiera actuado de buena fe (presunción iuris tantum), y los hijos habidos de la unión, en los casos de matrimonios putativos, teoría que adquiere una connotación particular en el Código de Familia al extenderse su alcance a la unión matrimonial (artículo 18 del Código de Familia), constituye una excepción hecha por el legislador que implica trascendencia jurídica de ese matrimonio defectuoso a favor del cónyuge afectado.21 3.4.2. Máxima protección a la estabilidad del matrimonio ya constituido (formalizado) El ordenamiento jurídico familiar establece los presupuestos que puedan garantizar esa estabilidad. En efecto, del articulado del Código de Familia se infieren los objetivos y fines esenciales del matrimonio en la sociedad de hoy. Entre ellos se destaca la comunidad de vida, base de toda estabilidad matrimonial, valorada como algo más que convivencia según lo preceptuado en el artículo 25 de dicho cuerpo legal. De la misma forma se tipifican los deberes y derechos que nacen en el seno de una pareja legalmente formalizada (artículos 24 al 28 del Código de Familia), cuyo incumplimiento no aparece tipificado como causal de divorcio al eliminarse de la legislación familiar cubana la doctrina del divorcio sanción que establecía un numerus clausus de causales de divorcio y optar por la doctrina del divorcio remedio en la que no se regulan específicamente dichas causales. No obstante lo anterior, no es posible (en el caso del divorcio por justa causa) instar una demanda de divorcio como su propio nombre lo indica “sin una causa justa o argumento válido”, y entonces pensamos que la violación o incumplimiento de los deberes y derechos establecidos en los artículos 24 al 28 del Código de Familia, pudiera señalarse por ambos cónyuges, o por uno de ellos, como argumento o causa a favor del divorcio, demostrando con ello que el matrimonio ha perdido su función familiar y social, según lo preceptuado en el artículo 52 del Código de Familia. De cualquier forma es inobjetable reconocer, que desde el punto de vista legislativo, se ha resquebrajado la protección a la estabilidad del matrimonio formalizado. El artículo 1 del Decreto Ley No 154 de fecha 6 de septiembre de 1994 referido al divorcio notarial establece: “El divorcio procederá por escritura notarial cuando exista mutuo acuerdo 20 Vid. supra. pp. 13-14. El artículo 48 del Código de Familia, recoge en su primer párrafo la nulidad ex nunc que postula que el matrimonio nulo o anulado produce efectos hasta el momento de ser firme la declaración de nulidad, en beneficio exclusivo del cónyuge que ha obrado de buena fe y de los hijos habidos. El segundo párrafo se refiere a la nulidad ex tunc si no ha habido hijos, pues en este caso, la declaración de nulidad se retrotrae hasta el punto de considerarse que el matrimonio nulo nunca ha existido 21 27 entre los cónyuges sobre la disolución del vínculo matrimonial y sus efectos inmediatos y no se emita por el Fiscal dictamen contrario en su caso”. Este reconocimiento estatal de la posibilidad del divorcio por mutuo acuerdo manifiesta una total liberalidad en la que el principio de la máxima estabilidad del matrimonio cede ante el principio consensualista y, en último caso al personalista. Tal parece que para el legislador, dejó de tener sentido toda protección de esa estabilidad, pues ha convertido el divorcio que siempre se ha considerado un acto público con trascendencia social y familiar, en un mero acto privado. No es que consideremos que con poner trabas al divorcio se ayude a la estabilidad del matrimonio, aunque es obvio que tratándolo con semejante ligereza tampoco se consigue lo anterior. En todo caso la estabilidad no sólo duplica una relación satisfactoria – espiritual y carnal – entre el marido y la mujer, es más que eso; el concepto de estabilidad alcanza a la descendencia, esos hijos que mediante este tipo de divorcio quedan en una cuerda floja, totalmente desprotegidos, pues la intervención del Ministerio Fiscal como defensor de sus intereses, queda totalmente a la discreción del notario. El referido Decreto Ley propugna la teoría del divorcio a priori, que otorga una preponderancia excesiva a la voluntad de los cónyuges, de manera tal que la consensualidad determina todos los efectos posteriores y excluye cualquier tipo de análisis salvatorio del matrimonio. El divorcio se va configurando de esta forma en una regla general y va perdiendo su naturaleza de excepción. Subrayamos que no compartimos la teoría precedente, es nuestro criterio que el divorcio debe actuar a posteriori, o sea, luego de reconocer un órgano jurisdiccional competente que la única salida a la situación conyugal es el divorcio y después de ser analizados y determinados de la forma más beneficiosa para todos (incluyendo los hijos) los efectos posteriores del mismo. Consideramos que para cumplir este objetivo, nada sería más beneficioso que la creación de los tribunales de familia, como jurisdicción especial que contribuya a la recuperación del carácter de verdadera excepción que debe revestir el divorcio. Sólo nos queda añadir que actualmente el divorcio ya no sólo podrá tener lugar por sentencia judicial que así lo declare, sino además por escritura de divorcio otorgada ante notario. Por suerte, aún queda incólume el principio de que el divorcio sólo podría ser instado por uno de los cónyuges o ambos y en ningún caso por un tercero (Ver artículo 373 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral). 3.5. Principio de la forma La propia Constitución de la República le otorga en sentido general, en su artículo 36 (último párrafo), al matrimonio, el carácter de acto jurídico formal. Lo que se persigue es darle seguridad jurídica al acto jurídico matrimonial; de un lado, que se adopten todas las medidas precisas para asegurar que el matrimonio nazca para el derecho sin defectos (valor formal) y, de otro, que quede constancia del hecho mismo de la formalización (valor probatorio). De ahí la obligación del registrador del Estado Civil ante quien se formalice el matrimonio de extender el asiento de inscripción y en el caso de los notarios de remitir dentro de las 72 horas posteriores a la formalización del matrimonio, copia autorizada, y el expediente 28 instruido al efecto, a la oficina municipal del Registro del Estado Civil del lugar donde se haya formalizado (Ver artículo 58 de la Ley del Registro del Estado Civil). Los efectos jurídicos derivados del matrimonio formalizado quedarían afectados por la falta de identidad o por la incompetencia territorial del notario o registrador del Estado Civil. Ello es consecuencia de lo preceptuado en los artículos 3, 6, 11 (a) y 16 de la Ley de las Notarías Estatales, así como por los artículos 17 y 28 de su Reglamento. En cuanto a los registradores, los artículos 23 de la Ley del Registro del Estado Civil y 18 de su Reglamento, son los que se refieren a su competencia y nombramiento. En el caso de que el matrimonio se formalice ante notario público (artículo 10 inciso e) de la Ley de las Notarías Estatales), se trata de la autorización de un instrumento público en el que la forma constituye un requisito constitutivo para la validez del mismo. En los actos en que la forma se requiera ad solemnitatem, la manifestación de voluntad y la forma son un todo indivisible. La voluntad se presume válida cuando se expresa en la forma determinada categóricamente por la ley. El incumplimiento de cualquiera de los requisitos formales impuestos anula el acto jurídico sin admitirse prueba supletoria alguna: la forma es la que da el ser.22 En efecto, al ser la forma exigida por el ordenamiento “forma de ser”, éste persigue la finalidad de que el acto jurídico no exista sin la forma. La forma en tales casos no es ingrediente de la declaración de voluntad, sino forma de la declaración de voluntad. Luego entonces, en el caso de que la escritura autorizante de un matrimonio formalizado adoleciera de alguno de los defectos regulados en el artículo 16 de la Ley de las Notarias Estatales, estamos en presencia de una nulidad formal (instrumental). Si estuviéramos en el campo del Derecho Civil, al tratarse de un acto jurídico en que la forma es constitutiva, esta nulidad afectaría también el contenido del instrumento público. La forma, en este caso, atrae e incorpora el contenido al continente. Si el instrumento es nulo, el contenido es nulo también. Sin embargo, para el Derecho de Familia, la escritura matrimonial autorizada ante notario que fuese declarada nula por resolución del tribunal competente, a tenor de alguna de las causales de nulidad instrumental reguladas en el artículo 16 de la Ley de las Notarias Estatales, provocaría tan solo, la anulabilidad del acto jurídico matrimonial. Dicho con otras palabras, la nulidad formal de un documento público notarial en que la forma reviste carácter de elemento esencial para el acto que se contiene, provoca efectos diferentes, según sea la rama del Derecho (Civil o Familia), a que pertenezca el acto jurídico en cuestión. Bibliografía I. Fuentes doctrinales: CHÁVEZ ASENCIO, Manuel F: La Familia en el Derecho. Derecho de Familia y Relaciones Jurídicas Familiares. Segunda Edición. Editorial Porrúa, S.A., México, 1990; FERNÁNDEZ CLÉRIGO, Luis: El Derecho de Familia en la Legislación Comparada. Editorial UTEHA. México, 1947; LLAMAZAREZ FERNÁNDEZ, Dionisio: El Sistema Matrimonial Español. Matrimonio Civil, Matrimonio Religioso y Matrimonio de Hecho. Primera Edición. Servicio de 22 Mustápich, J.M. Tratado teórico y práctico de Derecho Notarial. Tomo I. 1995. p 101. 29 Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, 1995; MESA CASTILLO, Olga.: Derecho de Familia. Módulo I. Universidad de La Habana. Facultad de Derecho. La Habana, 1992; MUSTÁPICH, José María.: Tratado Teórico Práctico de Derecho Notarial. Tomo I. El Instrumento Público. Editorial EDIAR, S.A. Buenos Aires, 1995; NUEVA ENCICLOPEDIA JURÍDICA, Tomo XVI. Editorial Francisco Seix, S.A., Barcelona, 1990; VILLA ROBLEDO, María José.: El Matrimonio Condicional. Editorial Revista de Derecho Privado. Madrid, 1984. II. Fuentes legales: Legislación histórica consultada: Código Civil Español, hecho extensivo a Cuba por Real Decreto de 31 de julio de 1889. Tercera Edición (autorizada y corregida por Angel C. Betancourt). Imprenta Rambla, Bouza y Cía. La Habana, 1924; Ley del 29 de julio de 1918, por la que se modificaron los artículos 1, 42, 45, 48, 49, 73, 83, 100, 101, del Código Civil Español. Edición a cargo de Angel C. Betancourt. Imprenta Rambla, Bouza y Cía. La Habana, 1924. Legislación Comparada consultada: Código Civil de la República de Argentina, del 25 de septiembre de 1870. Edición al cuidado del Dr. Ricardo de Zavaría. Buenos Aires, 1996; Código de Derecho Canónico. Edición bilingüe comentada. Sétima Edición. Editorial Católica, S.A. Madrid, 1986; Código Civil del Reino de España, del 6 de octubre de 1888. Decimocuarta Edición. Editorial Civitas, S.A. Madrid, 1991; Código Civil de los Estados Unidos Mexicanos para el Distrito y Territorios federales en materia común y para toda la República en materia federal, de 30 de agosto de 1928. Edición a cargo de Jorge Obregón Heredia. Editorial Porrúa. México, 1988; Código Civil de la República del Perú, promulgado por Decreto Legislativo No. 295 del 24 de junio de 1984, en vigor desde el 14 de noviembre de 1984. Edición oficial. Ministerio de Justicia, Lima, 1984. Legislación positiva cubana: Código Civil de la República de Cuba: Ley No. 59 del 16 de julio de 1987, vigente desde el 12 de abril de 1988. Divulgación MINJUS. La Habana, 1988; Código de Familia: Ley No. 1289 del 14 de febrero de 1975. Segunda Edición (anotado y concordado). Divulgación MINJUS. La Habana, 1987; Constitución de la República de Cuba, del 24 de febrero de 1976. Gaceta Oficial de la República de Cuba. Edición Extraordinaria del 1 de agosto de 1992, No. 7; Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral: Ley No. 7 del 19 de agosto de 1977. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1983; Ley de las Notarías Estatales: Ley No. 50 del 28 de diciembre de 1984 MINJUS, 1986, y su Reglamento contenido en la Resolución No. 70 del Ministro de Justicia de 9 de junio de 1992. Gaceta Oficial de la República de Cuba. Edición Extraordinaria de 9 de junio de 1994, No. 4; Ley del Registro del Estado Civil: Ley No. 51 de 15 de julio de 1985. Edición ENPES, 1986, y su 30 Reglamento contenido en la Resolución No. 157 del Ministro de Justicia de 25 de diciembre de 1985. Gaceta Oficial de la República de Cuba. Edición Extraordinaria de 25 de diciembre de 1985, No. 18; Decreto Ley No. 154 Del Divorcio Notarial, de 6 de septiembre de 1994. Gaceta Oficial de la República de Cuba. Edición ordinaria de 19 de septiembre de 1994. No. 13. La singularidad en las uniones de hecho: una mirada por dentro Ms. C. Inés Cecilia TORRES ROIG Abogada y Profesora Asistente Adjunta del Departamento de Derecho Civil y de Familia de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana Lic. Carlos TRUJILLO HERNÁNDEZ Abogado y Profesor Asistente Adjunto del Departamento de Derecho Civil y de Familia de la Universidad de La Habana. Sumario: 1. Obligada reflexión sobre la tutela legal, en el ordenamiento positivo cubano, de las uniones de hecho. 2. Análisis crítico de la posición de la judicatura cubana en torno el requisito de singularidad en las uniones de hecho. 3. Posición de la doctrina cubana respecto del requisito de singularidad en las uniones de hecho, al momento de su reconocimiento judicial. 1. Obligada reflexión sobre la tutela legal, en el ordenamiento positivo cubano, de las uniones de hecho El presente artículo pretende ser breve y sólo promete dejar formuladas ciertas inquietudes y exponer algunas consideraciones en torno al requisito de singularidad que ha de sostener las uniones de hechos o concubinatos, para el reconocimiento que, como institución del 31 Derecho de Familia, recibe tutela legal en algunas Constituciones del área1 y en ordenamientos especiales2, de una u otra forma. Si bien se precisa el objeto de este trabajo a una cuestión tan especial y tan poco tratada de esta forma, en el ámbito de la doctrina patria, tiene su motivación y fuente fundamental de inspiración, en la posición que ha venido adoptando la judicatura cubana al tratar y resolver acciones de tutela judicial en torno al reconocimiento de uniones matrimoniales no formalizadas, de tal suerte que en los últimos cinco lustros de nuestra jurisprudencia, la balanza se ha inclinado a un profundo y ya preocupante cuestionamiento del requisito de la “singularidad” en las uniones de hecho, como fundamento de su reconocimiento judicial y más que ello, pudiera significar – a criterio de algunos- un debilitamiento de la verdadera esencia, significado y sentido jurídico-social de la institución, en tanto en cuanto se ha visto truncado su reconocimiento por la existencia – aunque por cuestión de prueba se trate – de relaciones extrañas, por simples que pudieran parecer estas. Ahora bien, no es posible hablar de este aspecto y menos en la realidad de nuestro país, y el sistema de justicia social-familiar que lo sostiene, sin antes, al menos introducir apuntes y retomar ideas y criterios del surgimiento, razón y tratamiento del instituto de la unión consensual, en el ámbito de nuestro orden positivo, en cuyo sentido, resulta imposible, tal nota introductoria y poco creíble todo de cuanto de ella se exponga, sin desdoblar, una y otra vez, las brillantes páginas que al respecto ha escrito y nos ha entregado, a través de su larga obra investigadora la Dra. Olga MESA CASTILLO3 quien nos obliga a beber de esa 1 Así tenemos que la Constitución Brasilera en su artículo 226, párrafo 3, por el que se establece que a los efectos de la protección del Estado es reconocida la unión estable del hombre y la mujer como entidad familiar, debiendo la Ley facilitar su conversión en casamiento: es decir, da la protección del Estado a dicha institución, pero sin que se le reconozcan los efectos propios del matrimonio. En este mismo sentido la Constitución de Bolivia de fecha 2 de febrero de 1967, en el Título Quinto, “ Del Régimen Familiar”, artículo 194, párrafo segundo, consagra la protección a las uniones de hecho al disponer: “Las uniones libres o de hecho, que reúnan condiciones de estabilidad y singularidad y sean mantenidas entre personas con capacidad legal para contraer enlace, producen efectos similares a los del matrimonio en las relaciones personales y patrimoniales de los convivientes y en lo que respecta a los hijos nacidos de ellas”. En www.lexjuris.com 2 El Código de Familia del Salvador, cuando define al matrimonio como la unión legal de un hombre y una mujer con el fin de establecer una plena y permanente comunidad de vida y a la unión de hecho como unión no matrimonial. En el Código de Familia de la Republica de Honduras, aprobado en 1984, en su artículo 11 trata al matrimonio y en los artículos del 45 al 63, reproduce casi literalmente los artículos 18 y 19 del Código de Familia cubano, pero con un tratamiento diferente del que Cuba establece para la formalización y el reconocimiento judicial del matrimonio no formalizado – en su caso unión de hecho -. Establecen la posibilidad de legalización de la unión de hecho, y surtirá todos los efectos del matrimonio realizado legalmente y también su reconocimiento judicial mortis causa, pero la sentencia reconoce la existencia de la unión de hecho, no de que existió un matrimonio como sucede en nuestro caso. Para esta legislación, matrimonio es el civil, las uniones de hecho, otro tipo de uniones. En el caso de Cuba le da en su artículo 2 en su párrafo segundo, un tratamiento sui géneris, según algunos criterios de la doctrina cubana, vid. MESA CASTILLO, Olga, “El tratamiento jurídico a la unión de hecho en Cuba”, en Revista Cubana de Derecho Nº 18, julio-diciembre, 2001, página 9, al existir un reconocimiento de la existencia sociológica de las uniones libres, ellas están allí en la realidad social y son una expectativa de matrimonio civil si se formalizan con carácter retroactivo (otro aporte original de Cuba) o si se reconocen por el Tribunal, en este caso, como matrimonio civil que fue y ya no es. 3 Profesora Titular de Derecho de Familia de la Universidad de La Habana, Presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia, considerada como la doctrinóloga e 32 fuente como cuanta riqueza inagotable expresa el devenir histórico del nacimiento de la fuerza legal y su propio reconocimiento, de la unión de hecho, en cuerpos legales cubanos, y lo que ella siempre a considerado con extrema profundidad, “una conquista irrenunciable de lo más puro, noble y avanzado del pensamiento jurídico cubano de la época”4, antecesores de nuestro actual gremio de juristas familistas. Así, por primera vez, el 10 de octubre de 1940, los constituyentes obligaron al aparato legislativo a introducir en la predecesora Constitución Socialista de 1976 – conocida Constitución del 405 - la equiparación del concubinato al matrimonio civil, siempre que reuniera los requisitos de capacidad legal, estabilidad y singularidad ya que el entonces vigente Código Civil Español, hecho extensivo a Cuba por Real Cédula de 1889, y erigido sobre los postulados y principios Napoleónicos,6 nada al respecto trató. Lo que si bien es cierto y verdad irrefutable que las uniones consensuales han sido en nuestro país una constante histórica; pero tildadas de ilegales, contrarias al poder civil y religioso y a decir de la propia doctora, MESA CASTILLO7, las mismas han estado históricamente en desventaja en relación con el matrimonio civil, por considerarse una unión conyugal de inferior calidad, además de un pecado o herejía, pues la iglesia misma, tan celosa defensora de la unidad familiar y tan especial guardadora del sacramento conyugal, ha tenido en este punto sus alternativas y transigencias. Pero si innegable resulta que la unión consensual, extramatrimonial o matrimonio anómalo, como indistintamente, otrora se le ha venido llamando a estas uniones8 tiene un imborrable y común hontanar con la unión que por antonomasia se le he denominado legitimo – el matrimonio – su naturaleza, en tanto ambos se acoplan, solidifican y fundan por un mismo vínculo: el de la sangre; y sobre todo que ambos, por igual, constituyen la familia que para el Estado deviene en especial protección. Y por ello, sin pretender desconocer del matrimonio, como la institución social de más trascendencia desde que se constituyó la base esencial de la estructuración y organización investigadora cubana que más le ha dedicado y ha escrito sobre esta institución y quien mucho ha aportado al desarrollo del Derecho de Familia en los últimos años. 4 MESA CASTILLO, Olga, “El Reconocimiento Judicial del Matrimonio No Formalizado: Mito y Realidad” en Revista Cubana de Derecho, Nº 3, 1991, pp. 77-100. 5 GUTIÉRREZ SÁNCHEZ, Gustavo, Constitución de 10 de octubre de 1940. Sus antecedentes históricos. Su espíritu. Estudio crítico sobre sus más fundamentales principios. Editorial Lex. Habana-Cuba, 1941. Artículo 43: “Los Tribunales determinarán los casos en que por razón de equidad, la unión entre personas con capacidad legal para contraer matrimonio será equiparada por su estabilidad y singularidad al matrimonio civil”. 6 Es conocida la frase del emperador cuando trataba la regulación del concubinato al redactarse el proyecto del Código Civil francés: “ Los concubinos se salen de la Ley, la Ley se desinteresa de ellos”. Vid. MESA CASTILLO, Olga, “El tratamiento jurídico a la unión de hecho en Cuba” en Revista Cubana de Derecho, Nº 18, año 2001, p. 5. 7 MESA CASTILLO, O., “El tratamiento jurídico a...”, cit., p. 3. 8 Si el nombre ha de expresar cabalmente el contenido de la institución y si lo que aquí se crea persistente, pero con ribetes nuevos, no tiene la consagración poderosa de la costumbre y del uso, cabría llamarle extramatrimonial, a la unión que consagra el artículo 43 de la Constitución; sin embargo también se le ha denominado concubinaria, como resulta del texto de la Sentencia Nº 45 de 9 de abril de 1945. LE RIVEREND, como consecuencia de su particular concepto de la identidad entre el que se reviste de formalidades y el que carece de ellos, lo designa, matrimonio anómalo. Lo cierto es que, tanto una como otra denominación corresponden a una misma institución que en la historia del Derecho ha pasado por múltiples vicisitudes, en períodos con significación legal, y en otros reputado de inmoral. NÚÑEZ NÚÑEZ, Eduardo R., Unión Extramatrimonial. Ediciones Montero, La Habana, 1945. 33 de la familia y representar – por sobre todas las cosas – el orden en la satisfacción de los instintos genésicos de la naturaleza y de los efectos jurídicos que de él han de derivar, pues la libre aproximación sexual produciría graves desórdenes y escándalos dentro de la convivencia social; desde la más remota antigüedad, el derecho positivo ha reglamentado esta aproximación por medio del matrimonio entre el hombre y la mujer, y así, en esa misma forma, la Constitución de 1940, seguida por los sucesivos cuerpos legales que en obligado sentido de orden legal han tocado el tema, con criterio humano y jurídico y dándose cuenta de la propia naturaleza que inspira al ser humano, y que obedece – desde el punto de vista de la reproducción a reglas biológicas inflexibles – se ha querido, a nuestro modo de entender el fenómeno, si bien no brindar protección – en toda la magnitud y sentido de la palabra -, si regular en todos sus aspectos la aproximación fuera de solemnidades del hombre y la mujer para que no se convierta en arbitraria y sin medida, reconociéndola, si bien no como matrimonio con el que no establece identidad – para la Constitución de 1940 – y un tanto diferente, en la formulación del Código de Familia de 1975, si lo comparó para considerarla igual a los fines que no quedaran sin amparo legal los derechos que a la pareja unida por esta forma familiar le pudieran corresponder, de tal suerte que si el matrimonio es la regla general que impone el legislador, no con carácter imperativo y excluyente de todo otro formado fuera de él, puede entenderse que al lado de la familia legítima fundada en el matrimonio, aparece este otro grupo unidos por vínculos de sangre y afecto recíproco, con reconocimiento social de pareja y con vida en común, y consecuencia de los instintos genésicos y que lo viene a constituir la familia natural o ilegítima.9 Al promulgarse el Código de Familia10 de tan profundo sentido revolucionario, obvio es que la conquista del respaldo legal logrado por los constituyentes del 40 sobre el concubinato, fuera mantenida en el nuevo texto legal, y procurando salvar “limitaciones” padecidas allá, al dejar atrás la equiparación – que tantos criterios jurisprudenciales arrojó 11 lo llevó a un plano de igualdad con el matrimonio proscrito en el artículo 2, según la formulación encontrada en su segundo párrafo12, lo que para criterios de algunos13 no tiene, 9 Su verdadera designación debía ser la de ilegítima que es la que se forma fuera de la institución legítima del matrimonio, aunque la expresión familia no es exacta, porque tanto la que surge del matrimonio como la que se forma fuera de él están fundadas en el vínculo de la sangre y, por lo mismo, en la naturaleza, una y otra constituyen, por consiguiente, familia natural, aceptándose esta designación para el caso de las uniones de hecho, sólo por su tradicional carácter y entendimiento costumbrista. Criterio y fundamento sostenido por la judicatura cubana del Tribunal Supremo Cubano, sentando los términos de la nueva institución a los efectos de su interpretación uniforme, y según el propio mandato constitucional a ello impuesto y que compartimos, Sentencia de 5 de junio de 194310 Código de Familia de 14 de febrero de 1975 y que entró en vigor a partir del 8 de marzo de este propio año, en conmemoración al Día Internacional de la Mujer. Por el que quedó modificado el entonces vigente Código Civil Español que se mantuvo rigiendo, en las instituciones que le quedaban hasta el 1 de enero de 1988, Divulgación del Ministerio de Justicia, segunda edición – anotada y concordada -, abril de 1987. 11 Ciertamente fueron no pocos los criterios de la judicatura de la época en que se abordó el tema de la interpretación que al entonces Tribunal Supremo correspondió realizar sobre el sentido y alcance del término “ equiparación” recogido en la Carta Magna de 1940, así es el caso de lo expuesto en la Sentencia de 15 de junio de 1945, al decir “ … dicho está que la equiparación constitucional al matrimonio comprende, al considerarlos iguales, sin identificarlos …” Jurisprudencia al día, Repertorio Jurisprudencial, año, 1945. 12 Artículo 2: “El matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común. El matrimonio sólo producirá efectos legales cuando se formalice o se reconozca de acuerdo con las reglas establecidas en la Ley del Registro del Estado Civil”. 13 Así se ha expresado por algunos estudiosos del Derecho de Familia latinoamericano al decir que la Ley cubana, con tal formulación no reconoce ni regula la unión de hecho. Para la Dra. 34 técnicamente hablando, tal protección como unión de hecho, pues elevándola al rango de matrimonio e impregnándole los mismos efectos que a este, se aparta de la tutela legal que debiera corresponder a dicha institución como unión de hecho en si, y no ya como unión matrimonial judicialmente reconocida. Y si bien ya no se trataba de equiparar, por razón de igualdad estas uniones de hecho al matrimonio civil, reconocerlas en tal ámbito, cual un matrimonio civil ha generado la crítica que nos ocupa. Lo anterior no pugna, como apunta la doctrina española14 actual, para que se sostenga que, al estar dotada la unión de hecho de características que la asimilan al matrimonio, justo es pretender reconocerle sus mismos o parecidos efectos. De ahí que, cumpliendo el objeto del presente artículo, prudente resulta dejar establecido los rasgos definitorios de las uniones de hecho, y que lo conforman, su carácter de relación heterosexual15, su convivencia, semejante a la que concurre o presupone el matrimonio16, aunque su ánimo de inicio sea diferente. Comporta, así mismo, una relación sexual, pero en un obligado contexto de comunidad vital, con idea de formar y mantener un hogar, concordante con una dimensión de estabilidad y que se manifiesta en una extensión temporal o relación duradera, unido a lo cual, deviene su carácter de singularidad, término este de exclusiva connotación social con relevancia jurídica. En nuestro caso, según la clara formulación del Código de Familia, el carácter heterosexual de la pareja lo impone la propia redacción del concepto de matrimonio recogido en el primer párrafo de su artículo 2, y el que en obligada interpretación enlaza, entonces, las previsiones contenidas en el artículo 18, admitido por todos o no, la protección o el reconocimiento a las MESA CASTILLO, “El tratamiento jurídico a...”, cit., p. 3, al tratarse de perfeccionar el matrimonio equiparado y convertirlo en el matrimonio judicialmente reconocido, incluyó su esencia consensualista ajurídica en el concepto de matrimonio, cometiendo la herejía de incluir los elementos definitorios del concubinato dentro del concepto de matrimonio. No obstante, para la propia profesora nuestra, el tratamiento que ofrece Cuba a la problemática de la unión de hecho es absolutamente sui géneris y el concepto de matrimonio que establece responde coherentemente al mismo, hay un reconocimiento de la existencia sociológica de las uniones libres. 14 REINA, Victor et al., Curso de Derecho Matrimonial, Ediciones Jurídicas, Marcial Pons, Madrid, 1995, p. 69. 15 Aunque en este aspecto de las uniones de hecho, si bien es incuestionable que su actual formulación y exigencia está concebida para este tipo de pareja, no podemos silenciar la Resolución Nº 28 de 8 de febrero de 1994 del Parlamento Europeo sobre “ igualdad de derecho de los homosexuales y de las lesbianas en la Unión Europea”, que a pesar que no resulta de obligado cumplimiento para los Estados miembros, solicita la supresión de las disposiciones jurídicas que criminalizan y discriminan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, teniéndolas como un atentado contra el orden público y las buenas costumbres y suponen discriminación en materia del Derecho Laboral, Penal, Civil, Contractual, etc., por lo que dicha resolución propugna porque se les garanticen plenos derechos y beneficios a estas relaciones cuan resulta del matrimonio y que se eliminen aquellos impedimentos a ser padres, a adoptar o criar hijos. Actualmente ha sido pronunciamiento del Tribunal de los Derechos Humanos, el que ha rechazado la equiparación por entender que el artículo 12 del Convenio de Roma, que garantiza el derecho a casarse, se está refiriendo al matrimonio tradicional entre dos personas de sexo biológicamente diferente. Vid. REINA, Victor et al., Curso de Derecho..., cit., p. 5. 16 Para el caso del término de convivencia, como sinónimo técnico de cohabitación – que recoge doctrinas extranjeras – visto en el marco de la realidad cubana actual, admitido está su existencia para aquellos caso, en que por razones propias del desempeño laboral o profesional u tareas propias de la revolución se ve necesitada, la pareja, de separarse, por lapsos de tiempo, incluso, prolongados, sin que por ello se laceren los requisitos, que al respecto deben prevalecer para el reconocimiento de la unión de hecho que entre ambos exista. 35 uniones de hecho y que las iguala al matrimonio propiamente dicho, en su primer párrafo, en cuyo caso, se completan los requisitos de singularidad, estabilidad, y aptitud legal. 2. Análisis crítico de la posición de la judicatura cubana en torno el requisito de singularidad en las uniones de hecho Por su trascendencia en el actual contexto jurídico cubano es que nos llama y nos lleva a un merecido y particular análisis el requisito de singularidad, el que si bien aparecido en nuestro ámbito legal, con la Constitución de 1940, devino en urgente y necesaria interpretación por el máximo órgano de justicia, a los efectos de su clara, precisa y coherente aplicación, de lo que entonces resultaba una insipiente institución en la realidad de la época, y en cuya definición práctica, en los albores de la jurisprudencia cubana17 encontramos una posición sentada y sostenida en que “Singularidad, no equivale a único”. Así este requisito fue considerado como el propósito de la pareja de levantar, ambos, el carácter de la unión, de restarle enfoque ilícito a tal género de vida, de la consideración que a sus semejantes ofrecían estas relaciones, del aprecio que la vida en comunidad inspiraban y del respeto que uno al otro se ofrecían, que con una conducta intachable no habría detalle sabedores de la no existencia de un matrimonio, sin que fuera justo confundirlo con el término singular o único, como se creía que exigía la letra de su formulación legal en el cuerpo de la entonces Constitución de la República. Sin pretender irrumpir en datos estadísticos –cual no es el sostén de los criterios doctrinales que fundamentan las ideas del presente trabajo, al no tratarse de una investigación de campo – no es menos cierto que con los cambios sociales y económicos introducidos, arraigados y generalizados en todo el país, a partir de una nueva legislación de familia; en nuestro contexto socio-jurídico, son disímiles las que aún subsisten fuera de un vínculo jurídico y continúan formándose a lo largo y ancho de la isla, pues sin temor a equívocos, forman parte de una manifestación de especial connotación y arraigo social y de una cultura más, dentro del contexto de la realidad cubana, al punto que se diluyen y confunden dentro de cualquier familia, sin distinción del grado cultural, posición económico-social, ni edades de los miembros de la pareja. Ello significa que, mantenida y sostenida la institución hasta la actualidad y sobre la base de similares comportamientos, se afianzó, hasta la década de los años 90 una misma jurisprudencia, como punto de análisis del requisito de la singularidad en las soluciones petitorias de los reconocimientos judiciales respecto a las uniones de hechos interesadas en nuestros tribunales de justicia, y si bien, ya desde tales tiempos, se le oponía a tal reconocimiento la existencia de relaciones extrañas, paralelas y fuera del ámbito 17 Cfr. Sentencia de 31 de marzo de 1945. Considerando: “que no alteran las condiciones de estabilidad y singularidad de esa unión el hecho, transitorio y pasajero, que el hombre contrajera matrimonio civil con otra mujer, que disolvió poco después: en cuanto a la estabilidad porque reanudada su unión extramatrimonial con la misma persona, conque la mantenía antes del matrimonio eventual, se ratificaron y consolidaron sus caracteres de permanencia, duración y firmeza; en cuanto a la singularidad ( y no al carácter de singular como vulgarmente se cree exige la Constitución, que no usa este adjetivo cuya acepción fundamental y primera es la de “único”), o sea, a su particularidad, distinción o separación de lo común, porque no siendo otra la que exige la Constitución que la de que esta clase de unión – para diferenciarla del amancebamiento, concubinato y maridaje – se iguale al matrimonio de tal manera que implique un verdadero estado de comunión espiritual y material que tenga su sede o asiento usual y acostumbrado en el hogar, no puede negarse existente, por lo menos desde el divorcio, entre el demandado y la mujer que estuvo a su lado hasta el momento de su muerte”. Vid. NÚÑEZ NÚÑEZ, Eduardo R., Unión... cit. p. 3. 36 de la relación marital – concubinato – cerró fila, desde siempre, la judicatura cubana18 dando continuidad a criterios anteriores, la connotación jurídica conferida por Ley a esta institución; no siendo suficiente para enervar el reconocimiento jurídico de la misma, la existencia de relaciones que con carácter de eventual y extraña invadan su ámbito de proyección y por ende resultan insuficientes para afectar el requisito de la singularidad. Tal posición ha venido variando, al punto que ya, entrando en el nuevo siglo, la posición de nuestro máximo órgano de justicia ha sentado un criterio bien distinto y contrario al que hasta la fecha se había sostenido, encontrando en las relaciones extrañas y/o eventuales con terceras personas, un óbice significativo en las entrañas de las relaciones de hechos a los efectos de su reconocimiento como matrimonio, de tal suerte que, en algunos de sus pronunciamientos ha contrariado19 la interpretación que del requisito de singularidad se había establecido, dada a su especial naturaleza jurídica. 18 Cfr. Sentencia No. 15, de 28 de junio de 1975, siendo ponente el juez CISNEROS PONTEAU, Considerando: “…que el motivo original, al amparo del inciso 1 del artículo 642 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo, no puede prosperar ya que no se demuestra que el artículo 43 de la Ley Fundamental haya sido infringido, pues el Tribunal de instancia al declarar equiparada al matrimonio la unión que existió entre la actora y el demandado, se pronunció y determinó acerca de la situación de hecho subsistente en un determinado período durante el cual dicha unión estuvo caracterizada por la estabilidad y la singularidad; sin que valga argüir la inexistencia de la singularidad por la circunstancia de que el demandado procreara una hija con mujer distinta a la actora en el proceso, ya que no se ha demostrado la coexistencia de relaciones, y al afirmar la sentencia impugnada la presencia de los expresados requisitos de estabilidad y singularidad, únicos que el precepto aplicado exige, en el término por el que resulte equiparada la unión, no cabe pretender el cumplimiento de otros particulares o requisitos ajenos a la institución y, en consecuencia, el citado motivo debe rechazarse”. Asimismo cfr. Sentencia No. 8 de 27 de enero de 1988 del Tribunal Supremo Popular, siendo ponente el juez BOLAÑOS GASSÓ, Considerando: “… por cuanto el hecho de haber reconocido la recurrente en la confesión judicial que prestó algunos incidentes ocurrido durante la unión matrimonial que se debate, entre los que se incluye de que el demandado sostuvo otras relaciones extramatrimoniales, a ello no puede atribuírsele la eficacia plena que recoge la regla primera del artículo 280 de la citada Ley rituaria, en perjuicio de ella, para desvirtuar la verdad material puesta de manifiesto por los elementos obrantes en las actuaciones, entre los que se destaca, el nacimiento de 6 hijos procreados por dichos litigantes, pues dada la connotación social inherente a la institución del matrimonio no formalizado protegido por nuestra legislación, aquellas relaciones extrañas sostenidas por el marido de manera eventual, no pueden en forma alguna tenerse como suficientes para afectar la singularidad de una unión consensual, que a pesar de ella, perduró cerca de tres décadas”, en Boletín del Tribunal Supremo Popular. Edición Semestral, 1988, Departamento de Reproducciones del TSP, Ciudad de La Habana, pp. 96 y 97. 19 Cfr. Sentencia No. 368 de 30 de marzo del 2001 del Tribunal Supremo Popular, ponente la jueza Nancy MORALES GONZÁLEZ. Considerando: “...que reiteradamente esta Sala se ha pronunciado con relación a la correcta interpretación de lo establecido en el artículo 18 del Código de Familia en cuanto al concepto de singularidad que debe existir en la pareja durante el período en el cual se intenta sea reconocida judicialmente la unión marital que existió entre los mismos como un verdadero matrimonio, sin que pueda entenderse que el hecho de mantener otras relaciones amorosas no quiebre su real significado, pues singular es sólo uno y no más como incorrectamente se interpretó por los juzgadores en el asunto de examen, sin que la perdurabilidad de esas otras relaciones, añeja a las que se interesa elevar el rango de matrimonio, tenga incidencia a los efectos de obtener el reconocimiento judicial pretendido, pues basta que concurra para que deje de cumplimentarse dicho requisito, y reconocido como se encuentra en la sentencia sindicada que el finado mantuvo otras relaciones maritales con terceras personas, las que de una forma u otra perduraron hasta el mes de febrero del año mil novecientos noventa y cinco, no es a partir de esa fecha en que debe ser reconocida judicialmente como matrimonio no formalizado dicha unión hasta la fecha en la cual aconteció el fallecimiento de la persona con la cual mantuvo la relación marital, razones por las cuales el primero de los motivos del recurso, sustentado en igual apartado del artículo seiscientos treinta 37 En este propio sentido y con apoyatura en el criterio de la existencia de relaciones extrañas a la que hace referencia el precedente judicial ut supra citado, ha sostenido la misma línea de valoración, cuando en posteriores fallos20 ha apreciado indistintamente la existencia de una o más relaciones fuera de la unión principal de que se trata; no se ha considerado, en el ámbito de la definición de lo que ha pronunciado, la perdurabilidad y lapso de tiempo, de la relación principal, y de las que de manera concomitante e indistinta han fustigado aquella, incluso, su ruptura y el retorno al seno de la relación principal, siendo significativo, en todos los casos, si resultara, como los ejemplo así lo demuestran; la sola existencia de la concepción de un hijo, en el ámbito de esas relaciones extrañas dan razones de sobrevaloración para no procederse al reconocimiento judicial de los matrimonios no formalizados que se han presentado. Criterios estos, que por su envergadura, dentro de la administración de justicia y lo que significa en el ámbito de una justicia razonable y equilibrada como la nuestra, sin que ello constituye fuente formal del Derecho, para nuestro orden positivo, sientan cátedra en los posteriores casos que a su consideración se someten, aun cuando de ellos nos apartemos, al sostener el principio que inspira la actuación de nuestros jueces, que son independientes y sólo deben obediencia a la Ley. Y así resulta de otro pronunciamiento21 que toca con exclusiva trascendencia lo que se viene haciendo referencia. de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral debe lograr el éxito interesado por la impugnante, toda vez que concurre la erróneas interpretación del artículo 18 del Código de Familia como la misma argumenta en el examinado motivo, y en consecuencia, la sentencia interpelada debe ser casada”. 20 Sentencia Nº 773 de 16 de julio del 2001 del Tribunal Supremo Popular, ponente la jueza Isabel ARREDONDO SUÁREZ. Considerando: “...que los motivos primero y segundo, amparados en el apartado nueve del artículo seiscientos treinta de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral deben ser estimados, porque es cierto como aduce el recurrente que la Sala de apelación al fundamentar el fallo de la sentencia impugnada lo hace con error al no tener en cuenta el contenido de las declaraciones brindadas por los testigos que depusieron a su instancia ante el Tribunal Municipal, de las cuales examinadas con criterio racional y lógico, relacionándolas con el resto del material probatorio aportado al juicio, se evidencia que, si bien es cierto que entre los litigantes existió una relación marital desde el mes de noviembre del año mil novecientos ochenta y tres hasta el mes de mayo del año dos mil, no lo es menos que a partir del año mil novecientos ochenta y nueve el demandado en el proceso, inició una relación amorosa con una tercera persona, a la cual se mantuvo unido hasta el año mil novecientos noventa y cinco, llegando a convivir juntos, lo que se reiteró posteriormente al unirse a otra persona con quien actualmente mantiene relaciones, procreando una menor, de lo que inequívocamente se colige que la relación que se pretende reconocer, desde el año mil novecientos ochenta y nueve perdió el requisito de singularidad que exige como presupuesto la Ley sustantiva para que pueda ser reconocida con los efectos propios del matrimonio formalizado legalmente; hecho de importancia capital que trasciende de tal forma en el fallo, que al no haber sido tenido en cuenta por la sentencia interpelada fuerza a casarla y anularla”. 21 Cfr. Sentencia No. 573 de 31 de agosto del 2005 del Tribunal Supremo Popular, siendo ponente la jueza Lucía HERNÁNDEZ PÉREZ. Considerando: “... que el motivo primero del recurso amparado en el inciso uno del artículo 630 de la Ley de Procedimiento, Administrativo y Laboral debe prosperar, porque la Sala de instancia al fundar el fallo de la sentencia interpelada, incurre en la infracción denunciada por interpretación errónea, habida cuenta que reconociendo en sus pronunciamientos haberse demostrado la existencia de las relaciones maritales que el recurrente mantuvo con mujer distinta, durante su estancia en Alemania en los años mil novecientos noventa a mil novecientos noventa y dos, de la que se procreó un hijo que nació el trece de marzo de mil novecientos noventa y uno, obviamente dentro del período que se pretende reconocer judicialmente como matrimonio, lo que fue acreditado mediante la prueba documental pública consistente en Consentimiento de Paternidad que obra a fojas de las actuaciones, si bien con tal hecho no puede estimarse que esa relación amorosa con la madre del referido hijo gozara de estabilidad pública y notoria perdurabilidad en el tiempo, y 38 Buscando en las interioridades de los fundamentos intrínsecos que hoy subyacen en la posición arribada por la actual judicatura cubana y que ha generado un cambio en el sostenido criterio hasta entonces, pudiera estar – jurídicamente hablando un replanteamiento del fenómeno del requisito de la singularidad en el ámbito de las relaciones extramatrimoniales a los efectos de tener por sentado lo que pudiera llamarse una lata, llana y recta interpretación de este en el contexto de su formulación dentro de la normativa del artículo 18 del vigente Código de Familia, que a tal criterio, no permite en ese sentido, una interpretación diferente y en otro orden, pudiera existir, ahora - social y políticamente hablando- una conducción del problema de las uniones de hecho, en el marco de nuestro sistema socio-cultural hacia una cada vez más normalización de estas relaciones humanas bajo las exigencias de las normativas jurídicas vigentes, ya sea contrayendo22 o ya, formalizando23 los vínculos afectivos y naturales contraídos, en virtud de lo cual y en función de ello, la posición de nuestros tribunales vienen a cumplimentar una especie de educación general puesta de manifiesto en sus fallos, pues aún tratándose de justicia privada, esencialmente escrita, no deja por ello de tener efectos que trascienden, por su publicidad y desarrollar determinados actos orales, al macromundo que rodea a las partes en litis. Tanto los fundamentos que anteceden y que derivan de un análisis muy de parte de los autores y los que constan en los diferentes precedentes judiciales que se analizan, en nuestra posición no son razones suficientes para romper con el consolidado y bien argumentado criterio de valoración y análisis del requisito de la singularidad en las afectivas, voluntarias y naturales uniones de hechos que en los umbrales de la era moderna han sentado pautas como culturas familiares de reconocimiento social y que motivaron una enconada lucha por su reconocimiento y/o protección legal, en cumplimiento del apotegma jurídico elaborado por IHERING “en cuanto el Derecho debe seguir a los hechos” y que significa que la vida social es más amplia que el contenido mismo del Derecho y este, por lo tanto, debe estar atento con los cambios sociales para lograr cumplir con los fines que tiene con similares características que las mantenidas con la contraria, es evidente que con ello se pone de manifiesto la falta del requisito de singularidad, exigido en el artículo dieciocho del Código de Familia, en la unión que se cuestiona, cumpliéndose el mismo y además el de aptitud legal y estabilidad de la unión sólo a partir del treinta de diciembre de mil novecientos noventa y dos en que concurrieron ante Notario a fin de contraer matrimonio, acto que se realizó, sin que quedara legalmente formalizado por no haberse inscripto por quien correspondía en el Registro del Estado Civil, hasta que deciden separarse el treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, razones que obligan a estimar el motivo examinado”. 22 Se entiende por ello en la doctrina del Derecho de Familia cubano aquel acto de connotación jurídica que llevan a cabo las parejas que han estado unido por vínculos no concubinales, conocido en nuestra realidad como la etapa del noviazgo o prenupcial, sin que ello entre a valorar las relaciones íntimas que pudieron haber desarrollado, pero siempre que no importe una cohabitación prolongada en el tiempo. 23 Por tal concepto ha de entenderse en nuestro contexto jurídico-familiar como el acto jurídico que llevan a cabo aquellas parejas, ya unidas por vínculos afectivos y naturales durante un lapso de tiempo y pretenden legitimar su relación, darle vida ante el Derecho y continuar su existencia, que bien puede formalizarse, con comienzo del matrimonio a partir de ese momento o reconocerlo con carácter retroactivo para que sus efectos nazcan desde el mismo momento en que la pareja se unió. Presenta una diferencia esencial con el reconocimiento de las uniones de hecho que nos ocupan, y es que su connotación jurídica se produce ante Notario o Registrador Civil, y esta ante el Tribunal competente y aquella prosigue su vida conyugal, mientras que esta queda extinguida legalmente con la sentencia que la reconoce, al tener efectos declarativos – extintivos. 39 asignado en toda organización social, de lo contrario, sólo será una expresión de deseos o mandatos que no logrará ejercer el control social en la comunidad de que se trate. Inspira, sin lugar a duda, nuestro criterio, aquella primera posición que emanó del entonces Tribunal Supremo cubano, y por el que quedó establecido durante largo período de tiempo que tal requisito no se rompía por la mera presencia de relaciones maritales, ya sean indistintas, disímiles o paralelas, y para ello partimos de un elemento esencial, que aún en el supuesto de tratarse de la existencia de dos requisitos bien definidos y diferentes para cumplimentar el reconocimiento que el Código de Familia le ha conferido a tales uniones, - el de estabilidad y el de singularidad - no deben verse aislados, pues uno constituye complemento del otro, a los efectos de la virtualidad que a tal forma de organización social la Ley le viene a conferir habida cuenta que permaneciendo la unión de que se trate bajo la égida y exigencia de la estabilidad marital, visto esta como la existencia de un hogar único y común; una cohabitación perfectamente reconocida y de hecho, existente; una perdurabilidad durante un lapso de tiempo, que aún sin enmarcarse en período alguno, por el ímpetu de le relación, su reconocimiento, entrega del uno al otro, en el seno familiar y prodigarse cariño, y respeto mutuo, aún en ese cerrado círculo del hogar, que no permite a nadie, ni al otro miembro de la pareja, vecinos y familiares allegados, vislumbrar o advertir la presencia de un engaño solapado o al margen de esta propia relación, y sin que se manifieste ruptura en la relación marital, el tiempo por el que ha decursado la unión y pernoctar de siempre al hogar común, no le da crédito, ni vida propia a esa otra unión, y menos aún, sería suficiente para marginar y enervar la naturaleza misma de lo que ella lastra tras de sí y para sí, a pesar de que semántica y gramaticalmente visto, no es singular; pero ello no es óbice para que pierda el requisito de singularidad, que en determinados hechos, no ha de verse y valorarse aislado, sino de conjunto con el de la estabilidad, sirviendo este de complemento y fundamento para el reconocimiento de la unión al ámbito de las exigencias concebidas por Ley, retomando aquella frase de la judicatura cubana de los años 40 “Singularidad, no es sinónimos de único”. 3. Posición de la doctrina cubana respecto del requisito de singularidad en las uniones de hecho, al momento de su reconocimiento judicial De cara a algunos criterios devenidos de la doctrina cubana24 de los años 80, encontramos, respecto del requisito de singularidad que se analiza dos cuestiones que resultan esenciales en los términos de la mirada que sobre él hemos decidido hacer: Primero, en cuanto se le considera, estrechamente vinculado y concomitante en varios aspectos con el de aptitud legal – el tercero que deriva fuerza probatoria para el reconocimiento de la unión de hecho en el ámbito judicial - , al estimares que son tan coincidentes en la práctica, que la falta de singularidad deviene generalmente en falta de aptitud legal para contraer matrimonio, considerando para ello, dos cuestiones de interés básicos, a saber: que ninguno de los miembros de la pareja esté unido legalmente en 24 ÁLVAREZ COLLADO, Eduardo, “La unión matrimonial no formalizada” en Revista Jurídica Nº 17, octubre-diciembre, 1987, año V, pp. 24-25. Estos dos aspectos, aparentemente tan sencillos, - sostiene el autor - tiene relevante importancia y son los que conforman – unidos – el sustento de la singularidad como punto vital para que el matrimonio no formalizado pueda ser reconocido judicialmente. Sin embargo, con ello abandona – esta parte de la doctrina - el requisito de la estabilidad al sobrevalorar el de aptitud legal que queda atrás, al irrumpir la unión en el ámbito social, que sí avanza a la par de la singularidad, en el sostenimiento y consolidación de la propia unión. 40 matrimonio anterior, y que no se simultanee la unión con un matrimonio formalizado o con otra unidad de la misma índole, durante el período de existencia de aquélla. Tal consideración, lleva a entender que ambos requisitos se confunden, habida cuenta que se procura la singularidad dentro de los términos propios de la aptitud legal pues en las tres situaciones que subyacen en los elementos similares brindados, se trata de cuestión bien definida en cuanto a la existencia de una relación marital formalizada o reconocida judicialmente y el otro caso, sostenida de manera paralela, las que perfectamente quedan definida dentro de la aptitud para entender la existencia de la unión que se procura legitimar; pero la singularidad, vista en este estado de situación, va más allá, es una categoría más compleja de análisis, que busca otras aristas en el ámbito de la unión para determinar su existencia, mientras que la aptitud, en el orden ya no de su definición, sino de la prueba de su existencia, incluso, deriva de la propia norma y por ende no lleva otro análisis. Por añadidura, la aptitud aparece como el rostro de la unión, mientras que la singularidad va apareciendo con el decursar de ella y como si fuera su funcionamiento orgánico. Tal posición que ahora la presentamos ha de entenderse –en el ámbito del tiempo – cuando se analiza la unión como tal y no cuando procuramos el no reconocimiento judicial, que lo hacemos en un análisis retrospectivo de ella. Segundo, que un período sumamente avanzado de la civilización humana como en el que vivimos, exige que la comunidad de una mujer y un hombre con el fin de vivir juntos disfrute de la singularidad propia, que excluye otras relaciones similares con terceros, y es donde la doctrina acota, sin embargo, una aventura amorosa, breve, fugaz, de uno de los miembros de la pareja con un tercero, no atenta contra la singularidad de la unión porque no enerva la relación que se ha labrado hondo en la vida de los cónyuges irregulares; pero si ella llegara a simultanearse con el matrimonio fáctico que mantiene, se quebrantaría la lealtad conyugal y con ello aparecería la falta de singularidad de que se viene hablando. Tal posición de la entonces doctrina cubana, a contrario sensu del anterior punto de vista, logra equilibrar las consideraciones jurisprudenciales a tono al contexto histórico de que se trata, el que le antecedió y los que a la postre lo han mantenido, con lo cual coincidimos, aunque insistiendo para ello, que ninguna de tales relaciones con terceros, pudieran verse fuera del sentimiento del miembro de la pareja, causante de tal análisis, de mantener aquella y su constante mantenimiento en cohabitación. Sirva de fundamento a lo anterior, además y que deriva de la concepción misma de la unión extramatrimonial y que la distingue del matrimonio en sí, en cuanto a la manifiesta voluntad continuada de permanecer inmersa en la relación marital y que si es exigencia de este tipo de relación que no se ve truncada por la existencia de terceras relaciones y que si bien deviene del requisito de estabilidad se apega, en su análisis, al igual que en los anteriores argumentos, al de la singularidad en la medida que sirve de base para en su conjunto darle vida a la propia unión, con renovación constante del consentimiento, como requerimiento que, no constituyendo requisito en si, es nuestro criterio que subyace en el vínculo que nos ocupa, y en la misma medida que uno y otro requisito se complementan y es lo que nos permite afirmar el carácter consensual de estas relaciones; que a diferencia del matrimonio, que se constituye como relación jurídica, es causa suficiente para reconocer sus efectos la voluntad emitida en el acto mismo de contraer o formalizar. Si bien compartimos el criterio en cuanto al carácter exclusivo que ha de tener la relación para que le asista su reconocimiento en el ámbito del Derecho, ello, a nuestro juicio, no es 41 sinónimo de fidelidad, pues con aquel se procura, por definición, que no persistan dos relaciones, al unísono, con la misma fuerza y exigencia marital, la una y la otra y de semejante naturaleza, pues tal concepción no permitiría, en ninguna de las dos la exigida plenitud de comunidad o consorcio vital, contrario a ello, los actos infieles, con relaciones extrañas e incluso, cuanto más de estas se trate, siempre que concurran los elementos que ya se han expuesto, no ha de considerarse obstáculo para el reconocimiento de la unión, pues ello no se aparta de su carácter exclusivo y del requisito de la singularidad, exigido para ello. Y como bien apunta la doctrina española25, no hay dudas que algunos de estos elementos, que nos aproxima a la noción de las uniones de hecho y a sus consecuencias, no son en el plano puramente categórico imprescindibles; y en el ámbito teórico pudiera no existir un domicilio común, o una relación de trascendencia social; pero en lo práctico, al carecer estas uniones de respaldo formal-probatorio, todo cuanto en lo externo se exponga resulta poco para que esta realidad alcance seguridad y entidad suficiente en el ámbito del Derecho; sin embargo, la existencia o no de una prole, que comporta la prueba del trato sexual, resulta intrascendente, para cualquier orden, al resultar muy difícil de fiscalizar. Que en este mismo orden de cosa, y que trae causa para esta idea, la ya mencionada existencia de la prole, no visto en el seno de la relación marital de cuyo análisis se trate, sino en el ámbito de la relación extraña, como fruto de esta, extremo, que como se observa en la posición del actual precedente judicial cubano alcanza entidad bastante y convincente para considerar enervada la posibilidad del reconocimiento judicial propuesto, a nuestro juicio, claudica, pues ello por si sólo, no es elemento suficiente para tachar la virtualidad jurídica de la relación principal – por llamarla de alguna forma- habida cuenta que si la relación de la que proviene esa prole, no ha gozado de la perdurabilidad en el tiempo y de la estabilidad pública y notoria, para considerarla de semejante naturaleza a aquella, y la parte discordante ha mantenido, con el carácter continuativo que lleva, el sentimiento de la permanencia con la relación principal – y aquí entra a analizarse indefectiblemente el requisito de la estabilidad de conjunto con el de la singularidad para darle o no crédito a la relación – no es posible admitir que tal relación no pueda erigirse con los efectos jurídicos interesados y que son los mismos que los del matrimonio formalizado legalmente. Sin que ello denote conclusión alguna, nos urge dejar sentado que, la verdadera protección de las llamadas uniones de hecho, en cuanto al requisito de la singularidad se refiere, en el ámbito de la pureza jurídica a que se contrae la formulación que inspira el párrafo primero del artículo 18 del Código de Familia, estaría alcanzado cuando se le viera desde la perspectiva misma en que se verifica el matrimonio legal, en el que la preponderancia de su análisis y posible crítica justiciera lo alcanza con el sentimiento de sostener aquel como eje esencial de la familia que le ha sucedido y no el de la lealtad conyugal, en cuyo caso, este declinaría, como elemento de la singularidad – para las uniones de hecho – ante el que, para esta, viene siendo el de la estabilidad, así y sólo así, podríamos hablar en el seno de nuestra realidad jurídica de dos organizaciones de familia bien definida y con igual reconocimiento para el Derecho. 25 REINA, Victor et al., Curso de Derecho..., cit., p. 3 42 El régimen económico matrimonial de las uniones de hecho Dr. Ulises PITTI G. Catedrático Titular de Derecho de Familia y Sucesiones Facultad de Derecho y Ciencias Políticas Universidad de Panamá Presidente del IX Congreso Mundial de Derecho de Familia, Panamá, 1996 Sumario: 1. Introducción. 2. El régimen patrimonial del matrimonio de hecho. 3. Los supuestos de extinción del régimen económico de las uniones de hecho. Bibliografía. Este artículo ha sido materia de reflexión en las aulas de clases y en calificados eventos académicos de Derecho de Familia, en los que hemos podido compartir con la ilustre y respetada colega, la Doctora Olga Mesa Castillo, por quien siento particular admiración, dada su entrega permanente al quehacer científico en el Derecho Familiar, no sólo de Cuba sino también de los países hispanoparlantes. Su talento, solidaridad, vocación y entrega permanente a la docencia, son principios y valores que inspiran a la juventud y a todos los que la conocemos. En su honor escribimos las siguientes líneas de reflexión, en relación con el régimen económico de las uniones de hecho. 1. Introducción La vida va más de prisa que el Derecho, ésta ya no transcurre en el ámbito familiar, ni la historia nos habla de ella en el lenguaje acostumbrado, en la familia no se entra por elección sino por pertenencia a ésta. Hoy podemos afirmar, sin presunciones absolutistas, que el matrimonio no es un contrato ni que las formas culturales de constituir familia, a través de las uniones de hecho, son simples relaciones fácticas, carentes de efectos patrimoniales, como si el hacer y compartir una vida en común sólo alcanza a los aspectos personales íntimos y sociales. Esta tesitura jurídica ha sido superada por los nuevos enfoques de la familia del nuevo derecho emergente, vivo y dinámico, el Derecho de Familia. La legislación Latinoamericana, en materia de familia, desarrollada sobre todo, en las últimas décadas del Siglo pasado, recogió con suficiencia los principios sustantivos de igualdad, de solidaridad, de unidad familiar, bajo los cuales se hace y comparte material y 43 espiritualmente una vida en común. Ejemplo de ello, lo son países como: Brasil, Bolivia, Colombia, El Salvador, Perú, Cuba, Panamá, Honduras, Guatemala, etc. En nuestro Continente, alcanzamos en los umbrales del presente Siglo, trascendentales cambios legislativos no solo en materia de Derecho de Familia entre ellos, las relativas a los matrimonios, tanto formales, como los de hecho, el divorcio; también las leyes protectoras de la niñez y de la adolescencia; leyes sobre adopciones; leyes sobre violencia doméstica; leyes sobre protección de los derechos de la mujer; leyes sobre los derechos de la juventud; leyes sobre reproducción humana asistida. Todo este conjunto normativo, no soslayan los conceptos de género, que en los códigos civiles se ignoraban. La materia de familia, fue saliendo lenta y progresivamente de los encasillados de nuestros códigos civiles y ha alcanzado su verdadera carta de naturaleza. Hablamos con propiedad del Derecho de Familia, guiados por principios tanto sustantivos como procesales, en la solución de los conflictos, la forma y el fondo deben ser el norte para los operadores de la justicia. Podemos hablar, del descartonamiento de los procesos y de la despatologización procesal, de los procesos de familia, que fueran procesos civiles mirados por la litigiosidad como si fueran exorcismos jurídicos en el epicentro de la pandemia de la mora judicial. Hoy hablamos de un nuevo juez, que cuando no exista la norma la crea para resolver el conflicto, se trata de un juez que va al encuentro con la verdad material, porque no se pierde en la forma, pero sobre todo entiende que la justicia y el acceso a ella, no solo es tarea suya, sino primero, de las propias partes, que en la medida que resuelvan sus conflictos sin desapoderarse de ellos, alcanzan las soluciones equitativas, concertadas y mediadas. Se han potenciado alternativas, que esperanzadoramente van constituyendo los nuevos paradigmas de nuestros ordenamientos jurídicos, del presente y del futuro. La nueva legislación emergente, ha sido orientada por los principios de igualdad, de solidaridad y de equidad, bajo los cuales la pareja hace y comparte la vida, tanto material como espiritualmente. Y cuando decimos pareja, conceptualmente, incluimos las constituidas mediante matrimonios formales como los de hecho. Los cambios generados en la legislación de familia, en lo atinente a los regímenes económicos matrimoniales, aunque conceptualmente, siguen la orientación clásica de establecer fundamentalmente tres regímenes: 1- el de separación total de bienes, 2- el de la comunidad universal de bienes y 3- el régimen de la comunidad restringida parcial de bienes, aparecen regulados respetando los derechos humanos de la mujer y de la familia como sujetos de derecho. En Panamá, en lo atinente a las uniones de hecho, establecimos un régimen especial para las uniones de hecho, que cumplen con los requisitos de singularidad, de estabilidad, de capacidad legal y de tiempo, tal como lo preceptúa el artículo 59 del Código de la Familia que al respecto establece: “En caso de disolverse la unión de hecho, aunque no haya sido reconocida legalmente como matrimonio, a pesar de haber vivido la pareja en condiciones de singularidad y estabilidad por cinco (5) años consecutivos, le corresponderá, a cada uno de los miembros de dicha unión, la mitad de los bienes y frutos de éstos, adquiridos a título oneroso por cualquiera de ellos dentro del término de la unión”. 44 La singularidad, a que se refiere la norma, es la de una relación exclusiva entre la pareja que convive maritalmente y al mismo tiempo, requiere de un estado de permanencia lo que supone, que los disgustos pasajeros y separaciones ocasionales no deben ser entendidos como disolución de la unión. Igualmente, la separación de largo o mediano plazo, dentro o fuera del país, ocasionada por razones de trabajo. Habrá que demostrar, para los efectos patrimoniales del régimen, que en la relación existe el animus de permanencia, prolongada en el tiempo, hasta alcanzar el mínimo de los cinco años que determina la excerta legal. La norma arriba citada y contenida en nuestro Código de la Familia, que entró en vigencia en el año de 1995, le reconoce efectos patrimoniales, tanto a las uniones de hecho que han sido reconocidas como matrimonios, como aquellas que no lo son, siempre y cuando la pareja (hombre y mujer) hayan convivido en condiciones de singularidad, y estabilidad durante un período mínimo de cinco años consecutivos. El reconocimiento de las uniones de hecho, como matrimonios, tienen rango constitucional, desde el año de 1946, al igual que en otras constituciones de la época, entre ellas, la de Cuba de 1940 y la de Guatemala del año 1945, por lo que nos consideramos países de vanguardia legislativa, en hacerle justicia a una forma de constituir familia, mediante las uniones de hecho, que cumplían determinados requisitos constitucionales, tal como lo preceptuaba el artículo 52 de la Constitución de 1946 y posteriormente la Constitución de 1972, hasta su más reciente reformas introducidas en el año 2004, en el artículo 58, que al respecto expresa: “La unión de hecho entre personas de distinto sexo legalmente capacitadas para contraer matrimonio, mantenida durante cinco años consecutivos en condiciones de singularidad y estabilidad, surtirá todos los efectos del matrimonio civil. Para este fin, bastará que las partes interesadas soliciten conjuntamente al Registro Civil la inscripción del matrimonio de hecho. Cuando no se haya efectuado esa solicitud, el matrimonio podrá comprobarse, para los efectos de la reclamación de sus derechos, por uno de los cónyuges u otro interesado, mediante los trámites que determine la Ley. Podrán, no obstante, oponerse a que se haga la inscripción o impugnarla después de hecha, el Ministerio Público en interés de la moral y de la Ley, o los terceros que aleguen derechos susceptibles de ser afectados por la inscripción, si la declaración fuere contraria a la realidad de los hechos.” La Constitución de nuestro país en el artículo 58, le reconoce efectos personales y patrimoniales, a determinadas uniones de hecho, que cumplan con el texto constitucional, ya sea que se formalicen administrativamente y se inscriban en el Registro Civil o bien que no se lleguen a formalizar y uno o ambos miembros de la unión fallezcan bajo convivencia singular y estable, durante cinco años consecutivos y libres de impedimentos matrimoniales, en cuyo caso procede el reconocimiento judicial post mortem. Cualquiera sea la vía utilizada para formalizar o reconocer el matrimonio de hecho, administrativa o judicialmente, se generan efectos tanto personales como patrimoniales; sin embargo, el Código de la Familia, en desarrollo de las disposiciones constitucionales, también le atribuyó efectos patrimoniales a las uniones de hecho que sin ser reconocidas como matrimonios se disuelven, por la voluntad de uno o de ambos convivientes. Así lo preceptúa, como lo hemos visto, en el artículo 59 del Código de la Familia. 45 2. El régimen patrimonial del matrimonio de hecho Las uniones de hecho y los matrimonios de hecho, tienen un régimen imperativo consagrado en el artículo 59 del Código de la Familia, siempre y cuando, como hemos visto, cumplan determinados requisitos, como lo son la estabilidad, la singularidad y la capacidad legal, mantenidas por un mínimo de tiempo de cinco años consecutivos. Lo anterior presupone, una premisa fundamental de que el matrimonio es una institución, de cuya relación no debe derivarse explotación económica ni subordinación de ninguna naturaleza, particularmente, en contra de las mujeres, tal como nuestros códigos civiles, lo establecieron, al disponer que, tanto en el régimen de participación en las ganancias, como en el de la sociedad de gananciales, la administración de los bienes, le correspondía al marido. La estructura del patrimonio privativo, propio de cada uno de los integrantes de la unión de hecho a que hay lugar, según lo mandatado en el aludido artículo 59, emerge cuando al disolverse la unión de hecho, aunque no haya sido reconocida como matrimonio, a pesar de haber vivido la pareja en condicione de singularidad y estabilidad, durante cinco años consecutivos, le corresponde, a cada uno de los miembros de dicha unión, la mitad de los bienes y frutos de éstos, adquiridos a título oneroso por cualquiera de ellos dentro del término de la unión. La regulación de este novedoso régimen, para las uniones de hecho, es en apariencia insuficiente, si pretendemos determinar cuales son los bienes privativos, cuales son los pasivos propios; y como, efectivamente se integra el patrimonio social común. 3. Los supuestos de extinción del régimen económico de las uniones de hecho De acuerdo con el citado artículo 59 del Código de la Familia, el régimen imperativo consagrado en el aludido precepto puede ocurrir cuando: 1. La pareja de convivientes concubinarias, deja de vivir fácticamente y se casa civilmente, en cuyo supuesto concurrirá el régimen que a bien tenga la pareja y en su defecto, quedarían sujetos al régimen supletorio de participación en las ganancias, estipulado en el artículo 82 del Código de la Familia. 2. Si se formaliza, administrativamente el matrimonio de hecho y este matrimonio llegase a extinguirse por divorcio, hay que liquidar el régimen. 3. Si llegasen a fallecer uno o ambos miembros de la unión, procede la liquidación del régimen, ya sea que medie formalización administrativa del matrimonio de hecho o se proceda al reconocimiento judicial post- mortem. 4. Si hay lugar a la nulidad de la formalización administrativa, procede también la liquidación del régimen. 5. Si por cualquier causa, expresa o tácita, se extingue la unión no formalizada, habrá igualmente que hacer la liquidación. 6. Si los unidos de hecho deciden casarse civilmente y convienen continuar en el régimen económico matrimonial de la unión de hecho, procede a liquidar el régimen de forma similar a los supuestos de liquidación del régimen económico matrimonial, establecidos para el matrimonio civil, entre ellos: a)- cuando medie separación de cuerpo; b)por cambio de régimen con acuerdo de los cónyuges; c)- por los supuestos de divorcio, y d)- por nulidad. 46 Conforme con el artículo 59 al que nos hemos venido refiriendo, todos los bienes adquiridos a título oneroso durante la unión deben ser partidos por mitad al extinguirse la unión. Esta afirmación sólo me parece excluyente cuando el bien no sea adquirido con valores propios que se tenían antes de iniciar la unión de hecho, v. gr. si antes de unirse la pareja una de ellas tenía un plazo fijo en un banco y durante la unión con ese plazo fijo se compra un bien inmueble, dicho inmueble, aunque sea adquirido a título oneroso no hay que partirlo por mitad; también quedan a nuestro juicio excluidas las donaciones, los legados o herencias recibidas durante la unión, y de adquirir con ellas algún bien a título oneroso, obviamente no les alcana el régimen establecidos para las uniones de hecho. Adicionalmente, nada se dice en nuestra legislación, sobre aquellos bienes que no puede determinarse a quien de los integrantes de la unión pertenecen, v. gr. como la pintura que exhibimos en la sala de nuestras casas. Vacío legal hay que resolverlo, recurriendo a la analogía, en cuyo caso el propio Código de la Familia, en su artículo 131 dispone para el régimen de separación de bienes, que el bien que no se pueda acreditar a quien pertenece se considera proindiviso y corresponde a ambos por mitad. Con estas reflexiones nos proponemos a abrir nuevos espacios para el debate, de las uniones consensuales concertadas entre hombres y mujeres que en lugar de casarse civilmente se unen concubinariamente como auténticos matrimonios, los cuales también se extinguen y con ello el régimen económico de la unión, que hay que liquidar. Finalmente, debo acotar que dentro de los parámetros de la autonomía de la voluntad de las partes, cuando se comparte la vida, en las uniones de hecho, las cosas son un medio para satisfacer necesidades y el derecho a la propia vida. La equidad como principio rector de la justicia, se impone, para compartir los bienes ya se trate de uniones de hecho, amparadas por normas expresamente concebidas para concederles efectos patrimoniales y también dentro de aquellas uniones que no gozan de una legislación que las legitimen. Bibliografía: Doctrina: ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. “Curso de Derecho de Familia. Matrimonio y Régimen Económico”, Tomo I, Editorial Cívitas, S.A., Impreso en España, 1988; BONNECASE, Julien. “La Filosofía del Código de Napoleón. Aplicado al Derecho de Familia”, Vol. II. Trad. De José Cajica, Puebla, México, Editorial de José M. Cajica., 1945; BOSSERT, Gustavo y ZANNONI, Eduardo A., “Manual de Derecho de Familia”, 2a edición, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1990; CARRILLO RECUERO, Rogerio de María. “Derecho de Familia”, I Parte, Panamá, 1982; CHÁVEZ ASENCIO, Manuel F. “Matrimonio Compromiso Jurídico de Vida Conyugal”, Textos Universitarios, Departamento de Derecho, Editorial Limusa, Impreso en México, 1990; FANZOLATO, Eduardo Ignacio. “Alimentos y Reparaciones en la Separación y en el Divorcio”, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1993; LAFONT PIANETA, Pedro. “Derecho de Familia. Unión Marital de Hecho (Ley 54 de 1990)”, Ediciones Librería del Profesional, Primera Edición, Bogotá, Colombia, 1992; MARTÍNEZ LÓPEZ, Antonio José. “El Menor ante La Norma Penal y delitos contra el Menor y la Familia. Problemas de Conducta Juvenil”, Ediciones Librería del Profesional, Bogotá, Colombia, 1986; MONROY CABRA, Marco Gerardo. “Derecho de Familia y de Menores”, 47 2a Edición, Editorial Jurídica Wilches, Santa Fé de Bogotá, Colombia, 1991; PARRAGUEZ R., Luis. “Los Bienes Matrimoniales en América Latina, Esquema para un estudio Comparado”. Gráficas Mediavilla, Quito, Ecuador, 1983; PERAL COLLADO, Daniel. “Derecho de Familia”. Editorial Pueblo y Educación. La habana, Cuba, 1980; PITTÍ G., Ulises, “El Derecho de Familia en Panamá (su actualidad y renovación)”, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de panamá, s/e, Panamá, 1989; TREJOS, Gerardo. “Derecho de Familia Costarricense”, Editorial Juricentro, S.A., San José, Costa Rica, 1982; “La Protección Internacional de la familia y de Los Menores”, Séptimo Congreso Mundial sobre Derecho de Familia, San Salvador, El Salvador, septiembre de 1992; ZANONI, Eduardo A. “Contienda y Divorcio. Derecho de Familia”, No. 1, Buenos Aires, Argentina, 1989. Legislación: Constitución Política de la República de Panamá de 1972. Reformada por los Actos Reformatorios de 1978 y por el Acto Constitucional de 1983. Editora Renovación, S.A., Gaceta Oficial Nº 19,826 del 6 de junio de 1983; Código Civil de la República de Panamá. Anotado y Concordado por Jorge Fábrega P. y Cecilio Castillero, 2ª Edición, Editorial Jurídica Panameña, 1987. Gaceta Oficial Nº 20,756 del 10 de marzo de 1987; Código de la Familia de la República de Panamá. Ediciones La Antigua. Gaceta Oficial Nº 22,591 de 1994; Código Judicial de la República de Panamá. Texto Único 2001, Sistemas Jurídicos, S.A., Panamá, 2001; Código de la Familia de la República de Bolivia. Editorial Juventud, La Paz, Bolivia, 1989; Código de la Familia de la República de Cuba. Editorial Orbe, Ciudad de La Habana, 1975; Ley 27 de 16 de junio de 1995. Gaceta Oficial Nº 22, 811 de 23 de junio de 1995; Ley 38 de 10 de julio de 2001. Gaceta Oficial Nº 24,350 de 23 de julio de 2001. 48 El Derecho de Familia en España: Breves comentarios sobre problemas muy particulares Jesús GÓMEZ TABOADA Notario de Tordera (Barcelona) Sumario: 1. Algunas innovaciones recientes: los matrimonios entre homosexuales y las uniones de hecho (homosexuales y heterosexuales). A. Ubicación: el contexto político. Argumentos a favor. Argumentos en contra. 2. Efectos revocatorios de la separación de hecho de los cónyuges 2.1. La revocación del poder. A. Punto de partida: causas generales de extinción del apoderamiento. B. Fundamento de la norma. C. Mecanismo de actuación. D. Posible desactivación. 1. Algunas innovaciones recientes: los matrimonios entre homosexuales y las uniones de hecho (homosexuales y heterosexuales) A. Ubicación: el contexto político La Ley 15/205 de 8 de julio, ha aprobado, como su propio nombre indica, una importante reforma en el Derecho de Familia español, consistente en la extensión del matrimonio civil a personas del mismo sexo26, convirtiéndose así España en uno de los pocos países del mundo permitir este vínculo. La ley fue impulsada por el Partido Socialista Obrero Español (Izquierda), en el gobierno desde las elecciones generales de 14 de marzo de 200427. Y fue apoyada por todos los 26 Sin entrar en mayores detalles, y menos en polémicas, diremos que la ley no va dirigida, necesariamente, a personas homosexuales, sino a las del mismo sexo, sean o no, homosexuales. Es decir, podrán contraer matrimonio dos personas del mismo sexo sin obligación de acreditar su calidad de homosexuales. 27 En España hay cuatro elecciones diferentes, todas ellas con una cadencia de cuatro años: las Generales, que determinan la distribución de las Cámaras estatales, Congreso de los Diputados y Senado (ésta última, irrelevante; y siempre pendiente de una reforma, poco aclarada, que la convierta en un Parlamento de representación territorial. En definitiva: lo importante es ganar en el Congreso); las Autonómicas, que eligen a los representantes de los Parlamentos de las diecisiete Comunidades Autónomas (más las Ciudades Autónomas norteafricanas de Ceuta y Melilla) en que se distribuye, territorialmente, el Estado español; las Municipales, que deciden la composición de los Ayuntamientos; y las Europeas, que determinan la representación española en el Parlamento Europeo de Estrasburgo (organismo de la Unión Europea). 49 grupos parlamentarios del Congreso español, con el voto en contra del Partido Popular (Derecha)28. En la legislatura anterior (2.000-2.004) el Partido Popular había barajado la posibilidad de promulgar una “ley de uniones civiles”, que diera cabida a las parejas de hecho heterosexuales y homosexuales29. La idea no pasó de Anteproyecto de Ley y quedó pendiente para la siguiente legislatura (la actualmente vigente: 2.004-2.008). Pero la pérdida de las elecciones por parte de este partido, que gobernaba hasta 2.004 con una holgada mayoría absoluta (183 diputados) aparcó esa opción. Y el Partido Socialista, una vez en el poder, logró sacar adelante su promesa electoral de modificar el Código Civil para extender el matrimonio a personas del mismo sexo. Argumentos a favor Los argumentos que se han esgrimido a favor de la nueva ley se apoyan, sobre todo, en la Libertad y en la Igualdad; ambos “valores superiores de nuestro Ordenamiento Jurídico”30, tenor del artículo Primero de la Constitución Española de 1.978. Libertad para “elegir la opción sexual” que cada cual crea conveniente. E Igualdad para equiparar los derechos de las parejas homosexuales a las heterosexuales. La Igualdad está desarrollada, en la propia Constitución, en el artículo 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. No hay razón, por tanto, según los defensores de esta ley, para restringir el matrimonio a parejas de diferente sexo y negar a los que son del mismo sexo los mismos derechos. ¿Por qué, por ejemplo, debe existir una pensión compensatoria, como la reconocida en el artículo 97 del Código Civil31 para las parejas heterosexuales y no para las homosexuales? El daño sufrido por la parte perjudicada es, en condiciones idénticas, el mismo. Este argumento está en íntima relación con el del enriquecimiento injusto: es decir, el beneficio que una de las partes pueda haber obtenido como consecuencia de la convivencia y que se considere como causa de indemnización si el otro ha sufrido un perjuicio correlativo32. 28 El Partido Socialista obtuvo, en estas elecciones, 164 diputados; y el Partido Popular, hasta entonces en el gobierno, 148. Dado que el Congreso de los Diputados tiene un total de 350 miembros, la mayoría absoluta está situada en 176. El Partido Socialista gobierna, por tanto, en minoría, si bien con el apoyo parlamentario de los ocho diputados de Esquerra Republicana de Cataluña (partido independentista catalán) y de los cuatro de Izquierda Unida-Iniciativa por Cataluña- Los Verdes (conglomerado formado por comunistas y ecologistas). 29 Aunque no lo podemos saber, es posible que la aprobación de esa ley hubiera evitado, o complicado al menos, la aprobación de la de 2.005. En cualquier caso, sigue siendo muy conveniente, por no decir indispensable, la armonización del régimen jurídico de las parejas de hecho, heterosexuales y homosexuales; perdidas, en la actualidad, en un mosaico de legislaciones autonómicas que provocan, sobre todo, inseguridad jurídica. Ello, siempre y cuando se considere –como lo consideran los legisladores autonómicos de nuestro paísadecuado el regular estas uniones de hecho. 30 Para un análisis más extenso, vid. PECES-BARBA, Gregorio, “Los valores superiores”, en La colección Temas Clave de la Constitución Española, Tecnos, Madrid, 1984, ps. 128 y 148. . 31 “El cónyuge al que la separación o divorcio produzca desequilibrio económico en relación con la posición del otro que implique un empeoramiento en su situación anterior en el matrimonio, tiene derecho a una pensión...” 32 De hecho, el propio artículo 97 incluye (número 5º), entre los elementos que deben tomarse en cuenta para determinar la pensión compensatoria, “la colaboración en las actividades mercantiles, industriales o profesionales del otro cónyuge”. 50 Esta tesis no considera un escollo el artículo 32 de la propia Constitución, cuyo párrafo primero señala que “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”33. Es decir, no consideran que ello implique que el hombre, si se casa, deba hacerlo, necesariamente, con una mujer; y viceversa. Si no que también pueden casarse entre sí los hombres y las mujeres. Argumentos en contra En contra de la nueva regulación se invoca, sobre todo, la idea de que el matrimonio siempre ha sido una institución que ha unido a hombre y mujer, nunca a dos personas del mismo sexo. Hay autores que consideran que la unión matrimonial de hombre y mujer es de Derecho natural; en virtud del mismo, “la unión fecunda de los dos sexos debe convenirse libremente entre un hombre y una mujer con la voluntad de cumplir el fin natural de su unión de manera permanente y sin participación de otras personas en tal intimidad sexual”34, de manera que “las uniones homosexuales no son matrimonio, y sólo últimamente se intenta olvidar esta certeza”35. Estas tesis se apoyan, también, en la consideración del matrimonio como instituto dirigido a la procreación. Y, por naturaleza, este efecto no se puede conseguir con uniones homosexuales. El Partido Popular, que, como antes dijimos, votó en contra de la ley, estaba dispuesto a mantener su contenido siempre que no se le llamase a esa unión “matrimonio”, palabra que hace referencia a la madre (de matrimonium, oficio –munus- de la madre; en contraposición al patrimonium, oficio del padre, consistente en la gestión personal de los bienes). Es decir, este partido político estaba dispuesto a mantener los efectos de la unión entre dos hombres, o dos mujeres, previsto por la ley aprobada, pero sin la denominación de matrimonio. 33 Este artículo está encuadrado dentro del capítulo dedicado a los “derechos de los ciudadanos” (artículos 29 a 38 de la propia Constitución), grupo formado por una serie de derechos (propiedad, herencia, sindicación...) de categoría inferior a los que se incluyen entre “los derechos fundamentales y las libertades públicas” (artículos 14 a 28: reunión, asociación, libertad religiosa...). La diferencia radica, como es lógico, en su régimen jurídico, muy en especial en lo relativo a su protección (recordemos: el Derecho son efectos; y, todo lo demás, literatura). En concreto: a) los “derechos fundamentales” y las “libertades públicas” tienen que ser reguladas por Ley Orgánica, (artículo 81 de la Constitución española) que requiere la aprobación, por mayoría absoluta, del Congreso –ya vimos que es la Cámara que cuenta-; y tienen un mecanismo de protección excepcional: el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional (artículo 53.1 de la Constitución española), b) los “derechos de los ciudadanos” gozan de reserva de Ley, pero esta ley es ordinaria, susceptible, por tanto, de ser aprobada por mayoría simple; y no cuentan, además, con la protección citada del recurso de amparo (un estudio, desde la doble perspectiva procesal y constitucional, de esta vía ante el Tribunal Constitucional lo encontramos en GIMENO SENDRA y CASCAJO CASTRO, “El recurso de amparo”, en la colección Temas Clave de la Constitución Española, Tecnos, Madrid 1984. 34 Vid. D’ORS, Alvaro, Derecho y sentido Común, Cuadernos Civitas, Madrid, 1999, p. 124. 35 Vid. D’ORS, Alvaro, Nueva Introducción al estudio del Derecho, Cuadernos Civitas, Madrid 1999, p. 89. 51 Al final, como sabemos, la ley se aprobó, si bien ha sido recurrida, por el propio Partido Popular, ante el Tribunal Constitucional36, por considerar que vulnera el espíritu y la letra del citado artículo 32 de nuestra Ley Fundamental. El problema, en mi opinión, no radica en el nombre que se le dé a la figura jurídica que vincule a dos hombres o dos mujeres con los mismos efectos del matrimonio. Al fin y al cabo, el Derecho son efectos. Por lo que no me parece razonable atribuir a dos figuras jurídicas los mismos efectos y, sin embargo, llamarlas de manera diferente. El asunto debemos llevarlo, pues, a otro terreno37. Precisamente, el de los efectos, el de las consecuencias. Como sabemos, las normas jurídicas se caracterizan, a diferencia de otras (como las morales, o las de cortesía social, por ejemplo) por su exigibilidad coactiva, ejerciéndose esta coacción por los órganos del Estado38. En el tema que nos ocupa, la coerción consiste en atribuir a las partes el cumplimiento forzoso de los deberes de la otra parte: sobre todo, pensiones periódicas o compensaciones para el caso de separación o divorcio. El perjudicado por el incumplimiento de la otra parte, puede acudir al juez para que éste obligue al cumplimiento39. El quid de la cuestión es: ¿cuál es el bien jurídico que se protege? Es decir, ¿porqué se atribuye esta facultad de exigir al perjudicado? En el caso de los matrimonios hasta ahora regulados, los heterosexuales, parece que esa obligatoriedad radica, sobre todo, en los hijos. El hombre, cuando nace, requiere una serie de cuidados, bastante intensos y muy duraderos (varios años), proporcionados, en principio, por sus padres. La defensa de la perdurabilidad del matrimonio parece radicar ahí: en la protección de los hijos, incapaces, como decimos, de valerse por sí mismos, hasta que alcancen cierta edad... Es decir: la protección del matrimonio, su cobertura jurídica, no parece radicar en la idea de un compromiso, un contrato entre los cónyuges. No. Muy al contrario: se considera un bien jurídico protegido en tanto en cuanto ayuda a la perdurabilidad de la especie. Esta consideración no es aplicable, como bien sabemos, a las parejas homosexuales. Dos mujeres, o dos hombres no pueden entre sí tener hijos de manera natural. Por lo que, si le 36 El Tribunal Constitucional, que no forma parte del Poder Judicial, es, según la propia Constitución (art. 161), el máximo intérprete de la misma. Además del recurso de amparo a que antes hicimos referencia, le corresponde determinar la adecuación a la Constitución de las leyes que se sometan a esta calificación por las personas y órganos que están legitimados para ello (***). La interposición del recurso no suspende la aplicación de la norma impugnada – aspecto, como podemos intuir, no menor; además, no siempre ha sido así-. También le compete, por último, resolver los llamados conflictos de competencia, planteados entre el Estado central y las Comunidades Autónomas (las leyes de uno y otras no se rigen por el principio de jerarquía –como el que media entre una ley y un decreto-, sino por el de competencia, estando dibujado el cuadro general en los artículos 148 y 149 de la propia Constitución). 37 En el razonamiento que a continuación planteo, he tenido muy en cuenta el trabajo, inédito, de Eduardo CID SÁNCHEZ, “El matrimonio homosexual: su fundamento”, al cual he tenido acceso por deferencia del autor. 38 La coactividad o coercibilidad no es exclusiva de las normas jurídicas. Otras, como las derivadas de negocios no amparados por el Derecho o de usos sociales también tienen su coacción; en ocasiones más fuerte, incluso, que las de las normas jurídicas. Pensemos, por ejemplo, en las deudas derivadas del juego prohibido: el Derecho español no reconoce la exigibilidad (jurídica) de las mismas ( el artículo 1798). 39 Así, el artículo 90 del Código Civil, relativo a los convenios reguladores entre los cónyuges en casos de crisis matrimonial, nos dice (párrafo segundo in fine) que “desde su aprobación judicial podrán hacerse efectivos por la vía de apremio”. 52 atribuimos cobertura jurídica a la unión entre ambos (matrimonio), el bien jurídico protegido no es ya la perpetuación de la especie, la protección de los hijos. Es, por fuerza, otra cosa. ¿Cuál? El vínculo creado entre ellos, de manera voluntaria. Y que, de la misma manera voluntaria, por la sola la decisión unilateral de uno de ellos, puede deshacerse40. Nos movemos en el campo de las emociones.41 Si se considera esa sola voluntad, con facultad de desistimiento, como suficiente para proteger el vínculo, la admisión del matrimonio entre personas del mismo sexo es adecuada. Si, al contrario, se entiende que la regulación del matrimonio –la búsqueda de su perdurabilidad- tiene su razón última en la protección de los hijos, de la especie en general, este matrimonio no debe protegerse, no debe regularse, pues se apoya, como hemos visto, en otra cosa. La no regulación de estos matrimonios dejaría huérfano un problema antes apuntado, el del enriquecimiento injusto. De hecho, este argumento ha sido uno de los más utilizados para defender la regulación de las uniones estables de pareja –heterosexuales y homosexuales42 . También es discutible, pues el ordenamiento jurídico ya dispone de una serie de mecanismos que corrigen ese desplazamiento patrimonial no justificado. 2. Efectos revocatorios de la separación de hecho de los cónyuges 2.1. La revocación del poder Me propongo ahora referirme a uno de los efectos que se producen cuando los cónyuges se separan de hecho: la extinción de los poderes que se hubiesen atribuido. A. Punto de partida: causas generales de extinción del apoderamiento El artículo 1732 del Código Civil, que abre el capítulo dedicado a “Los modos de acabarse el mandato” 43 dice que “El mandato se acaba: 40 Aunque el matrimonio es un negocio jurídico bilateral, se diferencia del contrato en la posibilidad de desistimiento por una de las partes; pues la regla general en éste, en el contrato, es otra, la recogida, en nuestro Derecho, en el artículo 1.256 del Código Civil: “La validez y el cumplimiento de los contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes”. 42 La regulación de las uniones de hecho es materia bastante compleja. Ya adelantábamos antes que en España hay una creciente “legorrea” en esta materia, traducida en leyes tendentes a igualar los efectos de estas uniones con el del matrimonio; y llegándose, incluso, a imponer esa regulación aunque no haya sido deseada por la pareja de común acuerdo. El Código Civil todavía dice (artículo 45.1) que “no hay matrimonio sin consentimiento matrimonial”; aserto que hoy tenemos que poner en tela de juicio a la vista de algunas leyes de parejas estables no casadas, cuya aplicación se produce ex lege (vid. artículo 2 de la Ley de 15 de julio de 1.998 del Parlamento Catalán). 43 En el Derecho español la representación no viene regulada de manera autónoma y sistemática. Su régimen se da por supuesto y, por esa razón, aparece mencionada en múltiples preceptos. No obstante, sí hay una regulación específica y bastante completa del contrato de mandato, recogida en los artículos 1.709 a 1.739 del Código Civil. Aunque el mandato es un contrato bilateral y el apoderamiento un negocio jurídico unilateral, 53 1. Por su revocación. 2. Por la renuncia o incapacitación del mandatario 3. Por la muerte, declaración de prodigalidad o por concurso o insolvencia del mandante o del mandatario. El mandato se extinguirá, también, por la incapacitación sobrevenida del mandante a no ser que en el mismo se hubiera dispuesto su continuación o el mandato se hubiera dado para el caso de incapacidad del mandante apreciada conforme alo dispuesto por éste. En estos casos, el mandato podrá terminar por resolución judicial dictada al constituirse el organismo tutelar o posteriormente a instancia del tutor” (Este último párrafo ha sido introducido por la Ley 41/2003 de 18 de noviembre, de protección de las personas con discapacidad). Como vemos, la extinción de los apoderamientos entre cónyuges no aparece en este precepto. En efecto, se encuentra en la regulación del matrimonio, en particular en el artículo artículo 102 del Código Civil, cuyo párrafo primero nos dice que: “Admitida la demanda de nulidad, separación o divorcio se producen, por ministerio de la Ley, los efectos siguientes: 1º Los cónyuges podrán vivir separados y cesa la presunción de convivencia conyugal. 2º Quedan revocados los consentimientos y poderes que cualquiera de los cónyuges hubiera otorgado al otro”44. El número 1º alude a una de las obligaciones de los casados: vivir juntos. Deber que el Código Civil impone en su artículo 68: “Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente”45. La presunción de convivencia se establece, a continuación, en el artículo 69: “Se presume, salvo prueba en contrario, que los cónyuges viven juntos”. Se trata, por tanto, de una presunción iuris tantum, que puede destruirse demostrando que, en efecto, no conviven46. jurisprudencia y doctrina no han dudado en aplicar la normativa del primero al apoderamiento. Éste, no obstante, puede existir sin mandato; e incluso apoyarse en otra relación jurídica distinta, como el contrato de trabajo o el de sociedad (respecto a éste último, el artículo 1.692 del Código Civil nos dice en su párrafo primero que “El socio nombrado administrador en el contrato social puede ejercer todos los actos administrativos, sin embargo de la oposición de sus compañeros, a no ser que proceda de mala fe; y su poder es irrevocable sin causa legítima”). 44 Toda la regulación del matrimonio en el Código Civil, recogida en el Título IV del Libro I (artículos 42 a 107) fue redactada por la Ley 30/1981 de 7 de julio. Apenas se habían introducido modificaciones hasta la aprobación de la Ley 15/2005, de 8 de junio. 45 Éste es uno de los artículos que al contraerse el matrimonio en la forma civil debe ser leído por el autorizante (normalmente, el Juez o el Alcalde): así lo impone el artículo 58 del propio Código Civil. 46 No hay que olvidar, de todas formas, que el cese efectivo de la convivencia de marido y mujer, según el artículo 87 del Código Civil, “es compatible con el mantenimiento o la reanudación temporal de la vida en el mismo domicilio, cuando ello obedezca en uno o en ambos cónyuges a la necesidad, al intento de reconciliación o al interés de los hijos y así sea acreditado por cualquier medio admitido en derecho en el proceso de separación o de divorcio correspondiente”. No se refiere este artículo a la nulidad; pues la separación de hecho es causa de separación judicial –que no extingue el matrimonio- y de divorcio –que sí lo extingue: artículo 85 del Código Civil-; pero no de nulidad: ésta es una causa de ineficacia, la más grave, que se apoya, como sabemos, en causas coetáneas a la celebración del matrimonio. 54 Pero vamos a la consecuencia prevista en el número 2º, que es la que más me interesa ahora: el cese de la eficacia de los “consentimientos y poderes” que los cónyuges se hubiesen otorgado47. B. Fundamento de la norma Se encuentra en la base misma de la representación. Ésta, como sabemos, se apoya en la confianza48 que el poderdante o representado deposita en el apoderado o representante49. Si nos fijamos en las causas de extinción del poder, todas se refieren a supuestos en los que, o bien se presume una pérdida de confianza (declaración de prodigalidad, concurso o insolvencia) en la persona del apoderado; o bien nos encontramos ante situaciones en las que ya no se puede saber si esa confianza todavía subsiste. Porque éste es, precisamente, el núcleo de la cuestión: la pervivencia, día tras día, momento tras momento, de la confianza depositada en el representante. De manera que si ya no podemos saber si el poderdante todavía la tiene en el apoderado (por ejemplo, por haber muerto aquél), las facultades de éste decaen. El modo más explícito, pues no hay ni presunción de pérdida de confianza, ni imposibilidad de saber si ésta pervive, es la revocación: la declaración unilateral del poderdante manifestando su voluntad de dejar sin efecto el poder. Facultad que, con carácter general, establece el Código Civil, como vimos, en su artículo 1732; el cual se completa con el artículo 1.733: “El mandante puede revocar el mandato a su voluntad y compeler al mandatario a la devolución del documento en que conste el mandato”. Se trata, como vemos, de una facultad unilateral (“a su voluntad”), que no precisa, por tanto, el consentimiento del apoderado (como tampoco lo precisa, en sí mismo, el poder). C. Mecanismo de actuación El legislador presume, por tanto, que la presentación de la demanda de separación, nulidad o divorcio implica una quiebra de la confianza entre los cónyuges. La especialidad de esta revocación, radica, pues, en que no necesita la manifestación revocatoria del poderdante. Es una presunción legal que actúa ope legis; sin necesidad, por tanto, de ser alegada por la parte a quien beneficie (el representado). El problema radica, sin embargo, en cómo puede llegar a ser conocida esta causa de extinción del poder; pues, como hemos visto, es extraña a la voluntad del poderdante; que incluso puede ignorar que la admisión de la demanda ha producido ese efecto. 47 No terminan en el artículo 102 del Código Civil las causas de extinción del poder no recogidas en el artículo 1.732. El inciso final del artículo 183 del Código Civil, que nos dice que “Inscrita en el registro central la declaración de ausencia, quedan extinguidos de derecho todos los mandatos especiales o generales otorgados por el ausente”. 48 Por recoger la idea de manera sintética, es muy ilustrativa la explicación del romanista Álvaro D'ORS, en Derecho y sentido..., cit., p. 125, al decirnos que la representación propiamente jurídica es de Derecho natural, entre otras razones, “por la lealtad en que se funda, como elemento esencial, la confianza que ha de tener el representado, que delega su poder en el mandatario que le representa como delegado”. 49 Desde el punto de vista lingüístico aparecen aquí con claridad las dos formas del participio: el presente, que describe a un actor: poderdante –que da poder-, representado –que representa-; y el participio pasado, que alude a una actitud pasiva: apoderado –que ha recibido poder- y representado –que es sustituido por otro-. En la lengua castellana, como sabemos, el participio presente ya no es una forma verbal, sino que ha sido convertido en adjetivo (constante, prudente) o sustantivo (presidente, representante). 55 En España, en la actualidad, disponemos de un mecanismo de notificación, entre los notarios, de las revocaciones de poderes, a través del llamado “Registro de poderes revocados”, al cual acceden, como se puede deducir, las revocaciones que son autorizadas por los notarios. De manera que compareciendo un apoderado en la notaría para otorgar una escritura, el notario debe consultar el archivo y sólo autorizará el documento si el poder exhibido no ha sido revocado. Dicho archivo, no obstante, no ha eliminado el mecanismo habitual de la revocación, es decir: la comunicación, en forma fehaciente, al apoderado de que su poder ha sido revocado; y la notificación al notario autorizante del poder, si no es el mismo que autoriza la revocación, de ésta última, con la finalidad de que no expida más copias auténticas del apoderamiento. D. Posible desactivación El hecho de que esta extinción actúe ipso iure no significa que no pueda desactivarse. Una primera vía para evitar la extinción del poder, o para revivirlo, podría ser la reconciliación 50: si la separación de los cónyuges, admitida la demanda, se presume causa de pérdida de confianza; la reconciliación, a sensu contrario, podría entenderse como motivo de recuperación de esa confianza. El punto de partida está en el artículo 106 del Código Civil, cuyo párrafo primero dice que “Los efectos y medidas previstos en este capítulo terminan, en todo caso, cuando sean sustituidos por los de la sentencia estimatoria o se ponga fin al procedimiento de otro modo”. Este “otro modo”, bien podría ser un desistimiento, que retrotratería la situación jurídica al inicio del procedimiento. El desistimiento sería, de hecho, la forma procesal de la reconciliación, a la cual se refiere el Código en el artículo 84, párrafo primero, al decirnos que “La reconciliación pone término al procedimiento de separación y deja sin efecto ulterior lo en él resuelto; pero los cónyuges deberán poner aquélla en conocimiento del juez que entienda o haya entendido del litigio”. En términos análogos, para el divorcio51, se pronuncia el artículo 88 en su primer párrafo: “La acción de divorcio se extingue por la muerte de cualquiera de los cónyuges y por su reconciliación, que deberá ser expresa cuando se produzca después de interpuesta la demanda”52. Las consecuencias de la reconciliación afloran también en el ámbito sucesorio: el artículo 835 del Código, encuadrado en la regulación de la legítima del cónyuge supérstite (que en el Derecho común tiene forma de usufructo), es muy claro en su párrafo segundo: “Si entre los 50 Aparte de las normas sanatorias, por vía de reconciliación, que se mencionan en el texto, hay alguna otra en nuestro Código Civil. El artículo 757 nos dice que “Las causas de indignidad dejan de surtir efecto si el testador las conocía al tiempo de hacer testamento o si, habiéndolas sabido después, las remitiere en documento público”; el artículo 856 señala que “La reconciliación posterior del ofensor y del ofendido priva a éste del derecho de desheredar y deja sin efecto la desheredación ya hecha”. 51 La reconciliación se refiere sólo a la separación y al divorcio, no a la nulidad; la cual es una forma de ineficacia en la que está involucrado el interés público (recordemos que el artículo 74 del Código atribuye al Ministerio Fiscal legitimación activa); y, por tanto, no está en manos de los particulares –los contrayentes- dar marcha atrás en el procedimiento apoyándose en un motivo, la reconciliación, que nada tiene que ver con las causas que provocan la nulidad. 52 El párrafo segundo de este artículo 88 recoge una norma que, aunque superflua, es muy aclaratoria: “La reconciliación posterior al divorcio no produce efectos legales, si bien los divorciados podrán contraer entre sí nuevo matrimonio”. Es decir, se permite la reincidencia. 56 cónyuges separados hubiese mediado perdón o reconciliación, el sobreviviente conservará sus derechos”. Todo lo expuesto nos puede inducir a pensar que el poder extinguido ex artículo 102 del Código Civil revive como consecuencia de la reconciliación. No es así. Las facultades anulatorias de la reconciliación no son omnímodas. En particular, y esto es lo que más nos interesa en este momento, no alcanzan a reactivar el apoderamiento. En efecto, el artículo 106 del Código cierra la puerta a una posible resurrección del poder extinguido, pues su segundo párrafo señala que “La revocación de consentimientos y poderes se entiende definitiva”53. Busquemos, pues, otra solución: cabe la posibilidad de dejar sin vigor esa revocación, mediante la concesión de un nuevo poder; que, por fuerza, ya sería posterior a la admisión de la demanda presentada en alguna de las causas de crisis matrimonial. Nos encontraríamos, por tanto, ante un poder diferente del anterior. Distinto sería, sin embargo, el caso de un poder con cláusula de subsistencia; es decir, dado con anterioridad a la admisión de la demanda, pero con la previsión, en el mismo poder, de que perviva en el caso de crisis matrimonial. No es clara, a priori, la solución que debería darse a este supuesto. A favor de mantener la extinción del poder pese a esa cláusula de subsistencia están los términos taxativos del artículo 102 (“se producen por ministerio de la ley los efectos siguientes...”). Sin embargo, hay sólidos argumentos a favor de sostener esta posibilidad. En primer lugar, porque el apoderamiento, que opera casi siempre en el ámbito patrimonial, no está sustraído del principio de la autonomía de la voluntad54. No parece que haya razones de peso que impidan a una persona otorgar un poder a su cónyuge aún en el caso de que sobrevenga una crisis matrimonial. No encuentro contradicción ni con las leyes, ni con la moral, ni con el orden público. Es una materia que queda circunscrita al interés del poderdante; de manera que si ese es su interés, no creo que haya óbice para permitírselo. Es muy dueño de arriesgarse de ese modo. Tras la Ley 41/2003 hay un argumento adicional: si se permite la subsistencia del poder, por voluntad del poderdante en el momento de su otorgamiento, en los casos de incapacidad o incapacitación, con más motivo en los supuestos de crisis matrimonial. Pues en los supuestos del artículo 1.732 in fine el representado ya no puede volver a expresar su voluntad de manera adecuada (salvo, claro, que recupere la capacidad): queda atrapado por su poder, que sobrevive a su incapacidad. Es prisionero de la declaración de voluntad hecha cuando gozaba de capacidad. Sin embargo, el poderdante del poder que supere las crisis 53 No es el único efecto que se mantiene y que, por tanto, no es alcanzado por la reconciliación: el artículo 1.443, relativo al régimen económico matrimonial de separación, nos dice que “La separación de bienes decretada no se alterará por la reconciliación de los cónyuges en caso de separación personal...”. 54 Este principio no es sino una manifestación –muy señalada, eso sí- de la libertad como valor superior (artículo 1 de la Constitución Española). En el Código Civil el precepto más explícito, aunque no el único, es el artículo 1.255: “Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral y al orden público”. 57 matrimoniales conserva –en principio- su capacidad; y, por tanto, está en condiciones de revocar ese poder cuando quiera. Las donaciones por razón de matrimonio en el Código civil español∗ Dr. Manuel ALBALADEJO GARCÍA Catedrático de Derecho Civil Presidente Honorario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España Sumario: 1. Son unas donaciones, no un régimen matrimonial de bienes. 2. Concepto. 3. Donante y donatario. 4. Límites. 5. Forma. 6. Otras especialidades existentes de la donación por razón de matrimonio respecto a la ordinaria. 7. Especialidades actualmente suprimidas. 8. Las liberalidades de uso hechas a los futuros esposos. 1. Son unas donaciones, no un régimen matrimonial de bienes Las donaciones por razón de matrimonio son unas donaciones, y dentro de éstas corresponde tratarlas, aunque el Código civil español las regule en el Libro IV, Título III «Del régimen económico matrimonial», Capítulo III «De las donaciones por razón de matrimonio», a continuación del Capítulo II, «De las capitulaciones matrimoniales», y seguidas por el Capítulo IV, «De la sociedad de gananciales». Todo lo cual es un tanto improcedente, pues, como he dicho, las donaciones por razón de matrimonio no son sino unas donaciones, pero no un régimen económico matrimonial. En cuanto a tratarlas a continuación de las capitulaciones matrimoniales, tampoco viene a cuento, pues ni siquiera deben ser hechas dentro de éstas. Pero lo cierto es que por regularlas el Código donde las regula, la doctrina las estudia dentro del Derecho de familia en el régimen matrimonial de bienes. De las donaciones por razón de matrimonio hay que decir que como tales han desaparecido en la práctica de la vida real, sin duda expulsadas de ella por el Derecho fiscal, ya que, parecidamente a las donaciones ordinarias, quienes las harían y quienes las recibirían, huyendo de pagar los elevados impuestos correspondientes, o no las hacen o las hacen bajo cuerda, es decir, las hacen encubriéndolas bajo otras figuras que no soportan una presión fiscal como la que soportarían de verse que son donaciones. Lo que no quiere decir que de verdad no continúen haciéndose ocultamente y así sigan, por ejemplo, los padres proporcionando bienes a sus hijos que se casan o comprándoles el piso en que vivirán. Hay dos cosas que no conviene olvidar antes de entrar a examinarlas: una es que donde se suelen estudiar es en el Derecho de familia, no dentro del Derecho de obligaciones al tratar la ∗ COLLANTES DE TERÁN, Donaciones matrimoniales en la codificación civil española, en R.D.P., 1999. MARTÍN LEÓN, Las donaciones por razón de matrimonio en el C.c., 2002. — Derecho de acrecer y donaciones por razón de matrimonio, en Homenaje a Moreno Quesada, II, 2000. ROCA JUAN, La mala fe del donante en las donaciones propter nupcias, en Estudios Vallet, IV, 1988. SIRVENT, Las donaciones por razón de matrimonio en el C.c., 2002. 58 donación; y la otra cosa en esta ocasión, la atención que puedo dedicar a las donaciones por razón de matrimonio no es sino la de un breve espacio que toque lo esencial de ellas, pero no una profundización monográfica como de algún autor que le ha dedicado un libro de más de cuatrocientas páginas. 2. Concepto Las donaciones por razón de matrimonio son simplemente unas donaciones como cualesquiera otras, pero que se hacen antes de celebrarse el matrimonio, en consideración al mismo, a favor de uno o de los dos futuros esposos (artículo 1.336). Circunstancias que motivan que estén sometidas a algunas reglas divergentes de las de la donación ordinaria. A falta de aquéllas, se les aplican las de ésta (artículo 1 .337), y, en consecuencia, es claro que sus efectos se producen, en principio, como los de la donación ordinaria y que así el donatario por razón de matrimonio adquiere ya lo donado, y no cuando se case (además arg. ex artículo 1.342). Como las donaciones ordinarias, las por razón de matrimonio, pueden ser puras o bien con carga o remuneratorias, lo cual ocurrirá si es que por consideración a su matrimonio se aprovecha para donar a aquél de quien recibimos un servicio. Las reglas de la donación ordinaria que, a falta de reglas suyas propias, se aplican a la donación por razón de matrimonio, si ésta es con carga o remuneratoria, serán las reglas de la donación ordinaria con carga o remuneratoria. 3. Donante y donatario Donatario es siempre, al menos, uno de los futuros contrayentes. Donante puede serlo el otro o un extraño, sea pariente o no, sin que importe que sea feo. Cabe también que el extraño done conjuntamente a los dos futuros es-posos, en cuyo caso, salvo que se haya establecido otra cosa, la donación se entiende hecha a cada uno por la mitad (artículo 1.339). Dice este artículo que: «Los bienes donados conjuntamente a los esposos pertenecerán a ambos en proindiviso ordinario y por partes iguales, salvo que el donante haya dispuesto otra cosa». Texto que es aplicación de lo dispuesto por el artículo 637 para la donación hecha a varios, que para el caso presente significa que lo donado se entiende por mitades; así que, en defecto de fijación de parte concreta, dará por resultado proindiviso ordinario. En cuanto a la salvedad de que el donante haya dispuesto otra cosa, siendo la donación un contrato, lo que procedería haber dicho es «salvo que los interesados hubiesen acordado otra cosa». Aunque ya se comprende que el legislador ha dicho lo otro ante al mayor probabilidad de que, puesto que es el donante quien da sin nada a cambio, los esposos, donatarios se hayan limitado a aceptar la voluntad de aquél. 59 Por último, aunque no dispuesto con ocasión de las donaciones por razón de matrimonio, sino de las ordinarias, según un sentido posible del artículo 637, en las por razón de matrimonio, cuando la donación se hace a favor de los dos futuros esposos, lo mismo que en las ordinarias cuando la donación se hace conjuntamente a ambos esposos55 (pero a diferencia de en las ordinarias cuando la donación conjunta es a favor de quienes no son esposos), salvo que se hubiese establecido lo contrario, tendrá lugar el derecho de acrecer entre ambos, lo que significa que presupuesto, desde luego, que se casen dentro del año (artículo 1.342), no llegando uno a poder recibir su parte o rechazándola, ¿o perdiéndola? Será la donación entera par el otro. De cualquier manera se trata de un tema con dudas. Sobre la capacidad (y su complemento) de las partes hay que decir que: en cuanto al donante extraño, se rige por las reglas generales de la donación ordinaria. Y en cuanto a los futuros contrayentes, la única especialidad señalada por el Código es la de que pueden hacerlas, no sólo los mayores, sino, en capitulaciones o fuera de ellas, también los menores de edad que con arreglo a la ley puedan casarse, pero si se trata de menores no emancipados (que, como sabemos, pueden casarse con dispensa de emancipación desde los 14 años, artículo 48,2º) necesitan entonces la autorización de sus padres o del tutor (artículo 1.338). Eso para donar o aceptar donaciones condicionales o con carga, pues si se trata de aceptar donaciones puramente liberales, que sólo enriquecen al donatario, o que no sean condicionales, no necesita el donatario complemento de capacidad (artículos 1.338,2º, in fine, 625 y 626). 4. Límites Límites a la donación por razón de matrimonio son: En cuanto a lo que pueden donar los extraños, los límites generales de las donaciones ordinarias. En cuanto a lo qué y cómo un futuro contrayente puede donar al otro, también (pero esto porque lo tiene establecido así el Código, después de haber sido reformado, ya que en su versión original existían ciertas limitaciones especiales para el caso) los límites generales de las donaciones ordinarias, pero con la especialidad de que, reservándose lo necesario el donante, no sólo podrá donar los bienes que tenga ahora u otros que llegue a tener, sino asimismo hasta para caso de muerte los que deje entonces (eso significa en el artículo 1.341 «bienes futuros»), por supuesto que respetando las legítimas, y haciendo la donación en capitulaciones (luego, no fuera de ellas, como pueden también hacerse, como regla, las donaciones por razón de matrimonio) (ver artículo 1.341). Que los límites de lo que puede donar un futuro esposo al otro son, salvo lo indicado que luego ahondaré, los mismos de la donación ordinaria que podría hacer cualquiera a cualquiera, no lo dice así la ley, como creo que hubiera sido preferible, pero es lo que viene a disponer el artículo 1.341. En efecto, dice que, «Por razón de matrimonio los futuros esposos podrán donarse bienes presentes.- Igualmente podrán donarse antes del matrimonio en capitulaciones bienes futuros, sólo para el caso de muerte, y en la medida marcada por las disposiciones referentes a la sucesión testada». 55 El artículo hablaba de «marido y mujer», hoy dice «a ambos cónyuges», pero por una serie de razones, cabía también entenderlo referido a donación por razón de matrimonio hecha conjuntamente a los «futuros marido y mujer», hoy a «los futuros esposos». 60 Mas eso realmente significa que como, según las reglas (artículo 635) de la donación ordinaria, el donante puede donar bienes presentes (por los que se entiende aquellos de los que el donante puede disponer al tiempo de la donación), que pueda donarlos un futuro esposo a otro, (artículo 1.341,1º), no es sino lo mismo dispuesto para cualquier donante en la donación ordinaria. Respecto al extremo presente, queda el tema de si alcanza a la donación por razón de matrimonio que un futuro esposo haga al otro, el límite que para la donación ordinaria establece el artículo 634, de que el donante ha de reservarse lo necesario para vivir en un estado correspondiente a sus circunstancias. Límite que creo también alcanza a la donación por razón de matrimonio que haga un futuro esposo al otro, ya que, según el artículo 1.337, las donaciones por razón de matrimonio están sometidas a las reglas de las ordinarias, mientras no establezca la ley otra cosa, que no establece, puesto que lo que dice el artículo 1.341,1º, de que un futuro esposo puede donar al otro «bienes presentes», significa sólo eso, que bienes presentes (con el límite del artículo 634, ya que el 1.341 no suprime tal límite), pero no que «todos los bienes presentes». En cuanto a la posibilidad de donar un futuro esposo a otros bienes «futuros» (que significa bienes que deje a su muerte, de los que dispone para entonces), posibilidad que no existe en la donación ordinaria, la permite el artículo 1.341,2º, pero únicamente en capitulaciones matrimoniales, no —como he dicho— en donación por razón de matrimonio hecha fuera de capitulaciones, y «sólo para el caso de muerte, y en la medida marcada por las disposiciones referentes a la sucesión testada», es decir, respetando las legítimas, que es lo mismo que establece para la donación ordinaria el artículo 636. Respecto a las legítimas que este artículo 636 dispone para la donación ordinaria diciendo que «ninguno podrá dar… por vía de donación, más de lo que pueda dar… por testamento». Y que el 1.341 dispone para la donación por razón de matrimonio hecha por el futuro esposo al otro, diciendo que «en la medida marcada por las disposiciones referentes a la sucesión testada». La disposición que establece el artículo 1.341, 2º, «de bienes futuros sólo para caso de muerte y en la medida marcada por las disposiciones referentes a la sucesión testada», la califica LACRUZ56 de enigmática, pero estoy de acuerdo con él, que examina la doctrina sobre el tema, en que tal donación de bienes futuros constituye un verdadero «contrato de institución de heredero o de legado, si bien no podemos dejar de lado al calificativo de donación atribuido por el C.c. al acto, que impone la sumisión a las normas sobre donaciones por razón de matrimonio y donaciones ordinarias que pueden adaptarse a su especial naturaleza. En definitiva —concluye LACRUZ— podemos calificarla, con VALLET, de donación mortis causa, y en cuanto tal, asimilable a los legados (o en su caso institución de heredero), pero irrevocable»2bis. También De los Mozos2ter. 56 Elementos, IV, p. 236. De irrevocable la califica la sentencia que citan algunos, de 20 de octubre de 1908. Lo que pasa es que se trata de una sentencia que, además de ser única, era para donación por razón de matrimonio otorgada antes del Código, a mediados del siglo XIX. Y en Derecho balear, amén de no ser fundamento del fallo la afirmación de irrevocabilidad. Algo parecido se puede decir de una resolución de la D.G.R.N. de 24 diciembre 1925, que también citan algunos, y que recayó asimismo para Derecho balear, por donación otorgada por razón de matrimonio también antes del C.c. 2 ter En Comentarios al Cc. y Compilaciones forales, Edersa, T. XVIII, 1º, p. 253 y ss. 2 bis 61 Para acabar, señalar que las legítimas deben de quedar a salvo no sólo en la donación que por razón de matrimonio haga un futuro esposo al otro de bienes futuros, sino también de bienes presentes. Mas tal salvedad ya resulta de la aplicabilidad de las reglas de la donación ordinaria a la donación por razón de matrimonio que un futuro esposo haga al otro de bienes presentes. 5. Forma Respecto a la forma de la donación por razón de matrimonio, puede en principio (y salvo lo dicho sobre que la de bienes futuros que un futuro contrayente haga al otro, debe realizarse necesariamente en capitulaciones) hacerse en capitulaciones o fuera de ellas, guardando en este caso la forma de la donación ordinaria, según el bien de que se trate (ver artículo 1.338 en relación con el 1.337). 6. Otras especialidades de la donación por razón de matrimonio respecto a la ordinaria Por último, son también especialidades de la donación por razón de matrimonio: 1ª Que quedarán sin efecto si el matrimonio no se contrae en el plazo de un año (artículo 1.342). 2ª Que «El que diere o prometiere por razón de matrimonio sólo estará obligado a saneamiento por evicción o vicios ocultos si hubiere actuado con mala fe» (artículo 1.340). Como sabemos, en la donación normal, la regla es que el donante no está obligado al saneamiento de lo donado, aunque el donatario se subroga en los derechos que en caso de evicción o vicios ocultos corresponderían al donante contra terceros (artículo 638, primera parte). En el caso de la donación por razón de matrimonio, esa regla de no responsabilidad del donante por evicción o vicios, se mantiene sólo si actuó de buena fe; si lo hizo de mala57, está obligado a sanear por evicción y vicios ocultos como en los contratos onerosos (artículos 1.474 y ss). Lo anterior si la donación por razón de matrimonio es sin carga, es decir, no modal, que cuando sí lo es, el donante, aunque haya obrado de buena fe, queda obligado al saneamiento, como en la donación modal ordinaria (artículo 638)3bis , en cuanto el valor del gravamen sobrepase el enriquecimiento que lo donado reportó efectivamente al donatario58 (no se enriqueció éste efectivamente en lo que la evicción o el vicio oculto mermó lo que recibió). Y aunque en la donación ordinaria modal, el donante no quede obligado al saneamiento si el enriquecimiento recibido efectivamente por el donatario es mayor que el valor del gravamen, sí queda obligado a sanear en tal caso en la por razón de matrimonio si obró de mala fe. 3ª. Que, a diferencia de las donaciones ordinarias (artículos 644 y ss.), las por razón de matrimonio, no son revocables por supervivencia o superveniencia de hijos del donante 57 Sobre el tema, ver principalmente ROCA JUAN, La mala fe del donante en las donaciones propter nupcias, pp. 829 y ss. 3 bis También DE LOS MOZOS, p. 277. 58 Eso significa realmente la frase del artículo 638 de que «si la donación fuere onerosa [con carga]», «responderá el donante de la evicción hasta la concurrencia del gravamen». 62 (artículo 1343,1º), sí siendo revocables por las demás causas que las ordinarias, es decir, por ingratitud (artículo 1.343,1º, en relación con los 648 y ss.) y, si son modales, por incumplimiento de la carga impuesta (artículos 1.343,1º, en relación con el 647), con la particularidad de que el artículo 1.343,2º y 3º, por un lado establece en las donaciones por razón de matrimonio hechas por un novio al otro, algunas más causas de ingratitud que en la donación ordinaria, y, por otro, bien en las hechas por un novio al otro, bien en las hechas por tercero, equipara en ciertos casos al incumplimiento de cargas el hecho de haber dado causa culpable el donatario al divorcio, nulidad o separación legal del matrimonio. En efecto, según ese artículo: A) Además de constituir ingratitud los hechos que la constituyen en las ordinarias (artículo 648), la constituyen también si la donación la hizo un contrayente al otro, el hecho de que el donatario incurra en causa de desheredación del artículo 855 (que recoge un catálogo de actos [algunos, repetición por cierto, de las causas de ingratitud que el artículo 648 establece para las donaciones ordinarias] realizados contra el otro esposo o los hijos, que verdaderamente son muestras de ingratitud), y el que separados o divorciados los esposos, sea imputable, según la sentencia, al donatario la causa de separación o de divorcio. B) Y además de constituir incumplimiento de carga impuesta la no ejecución de la prestación en que consistiese la obligación efectivamente ordenada como carga, produce las mismas consecuencias que el incumplimiento de carga en las donaciones ordinarias, luego da derecho a la revocación: 1º. Si la donación por razón de matrimonio la hizo un tercero, la anulación del matrimonio por cualquier causa, la separación y el divorcio si, según la sentencia que los decrete, fueran imputables al cónyuge donatario los hechos que los causaron. 2º. Si la donación por razón de matrimonio la hizo un contrayente al otro, la anulación del matrimonio «si el donatario hubiere obrado de mala fe», dice la ley, lo que significa que por su malicia se haya llegado a celebrar un matrimonio con la causa de nulidad que permite anularlo luego. 7. Especialidades actualmente suprimidas Una diferencia que en la versión original del Código tenía respecto de la ordinaria la donación por razón de matrimonio consistía en que para la validez de ésta, no era necesario que fuese aceptada (antiguo artículo 1.330). Lo que hoy está suprimido. Otra diferencia respecto de la donación ordinaria tenía la por razón de matrimonio cuando se publicó el Código era según el viejo artículo 1.332 que el donante si los bienes que donaba estaban gravados debía liberarlos «de las hipotecas y cualesquiera otros gravámenes que pesasen sobre ellos, con excepción de los censos y servidumbres, a menos que en las capitulaciones matrimoniales o en los contratos se hubiese expresado lo contrario». Hoy día este artículo está derogado. Así que se pueden donar bienes gravados sin liberarlos del gravamen. Si bien es claro que si se pacta liberarlos habrá que hacerlo. 8. Las liberalidades de uso hechas a los futuros esposos Los regalos de boda que se hacen a los esposos son liberalidades de uso que no tienen el carácter de donaciones por razón de matrimonio ni se rigen por sus reglas. 63 La Transexualidad. Un enfoque jurídico Dra. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ Profesora Asistente de Derecho Civil Facultad de Derecho Universidad de La Habana. Notaria Sumario: 1. Introducción. 2. Aspectos doctrinales. 3. Transexualismo. Trascendencia jurídica. 4. Cambio de sexo, relaciones familiares e incidencia legislativa. 5. La transexualidad en Cuba. Bibliografía. 1. Introducción El sexo es un elemento esencial de la identidad personal y la diferenciación sexual continúa teniendo relevancia para el ordenamiento jurídico, por lo que la reflexión y análisis jurídico acerca de la identidad personal, no podría obviar las diversas situaciones asociadas a la identificación sexual de la persona y sus consecuencias en el campo del derecho, motivo de polémicas doctrinales y desigual tratamiento en las legislaciones nacionales. El derecho a la identidad sexual constituye uno de los aspectos más relevantes de la identidad personal y se aborda, generalmente, desde la perspectiva de la tutela de la integridad física del sujeto y los actos de disposición del propio cuerpo; el derecho a la identidad sexual se considera un derecho inalienable vinculado directamente al libre desarrollo de la personalidad conforme a su identidad de género. La identidad sexual se manifiesta en su doble vertiente. El sexo estático, biológico, identificado por caracteres anatómicos, fisiológicos y morfológicos y el sexo dinámico referido a la actitud psicosocial que asume la persona ante sí misma y en relación con el medio en que se desenvuelve. Generalmente – y no necesariamente - esta doble vertiente de la sexualidad - sexo biológico y actitud psicosocial - es coincidente en cada persona. 64 Existen personas en las que se presenta una disociación entre ambas vertientes de la identidad sexual, se estaría en presencia entonces de casos de transexualidad59, actualmente descrito en la literatura médica como Trastorno de Identidad de Género60. Esta dicotomía entre el sexo biológico y la actitud psicosocial de la persona crea la interrogante de cuál vertiente es la determinante para establecer la identidad sexual de la persona, y nos impone un debate a nivel social y científico en aras de soluciones justas, acordes al progreso y desarrollo humano que ha alcanzado nuestra civilización. El fenómeno del transexualismo tiene muchas cuestiones medico-científicas por dilucidar61, su enfoque y análisis debe ser integral y multifactorial, pero, como fenómeno social, merece una atención prudente y ajustada, en aras del reconocimiento de los derechos civiles y sociales de los transexuales, de modo que puedan resolver satisfactoriamente algunas de las cuestiones esenciales a las que se enfrentan a diario62. La distinción entre género y sexo es un punto de partida para abordar la polémica del transexualismo. La doctrina moderna distingue estos términos con el fin de explicar el sexo como un hecho complejo donde intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. De modo que sexo sería indicativo de caracteres anatómicos y fisiológicos, en tanto que género sería mas extenso y comprendería lo innato y lo adquirido en la sexualidad humana así como el momento psicológico y cultural en el que se desenvuelve su sexualidad; el sexo se agota en el ámbito biológico, y el género abarca y se interrelaciona con otras cuestiones sociales, culturales y con funciones biológicas diversas. El derecho tiene ante si un reto indudable creado por una situación de hecho, real y objetiva, con repercusiones sociales y sobre la cual debe pronunciarse. ¿Ha de considerarse el sexo 59 Desde 1953 el endocrinólogo Harry Benjamín adoptó el término transexual para integrarlo a la literatura científica a través de su obra mas conocida The transexual phenomenon, como definición de aquellas personas motivada por una permanente “disconformidad de género”, un término que fue inicialmente acuñado por David Cauldwel en 1950 para referirse a “ individuos que físicamente pertenecen a un sexo y que según parece son psicológicamente del sexo contrario” y “que desean que la cirugía altere sus características físicas para que se asemejen a aquellas del sexo opuesto”. 60 Dignostic and Stastical Manual of Mental Disorders – DSM-, versión 1994. 61 ROBLES CASTILLO, Carmen; Teresa PRIEGO CUADRA; Jesús A. FERNANDEZTRESGUERRES; El Proceso de Diferenciación Sexual, Dpto. Fisiología, Facultad de Medicina, U.C.M., Valencia, 2001. pp.2 a 8.Sexo cromosómico: Básicamente la unión de dos gametos que contengan un cromosoma sexual X dará lugar a un embrión XX, que desarrollaría ovarios, mientras que la unión de un gameto X con uno que contenga un cromosoma Y originaría un embrión XY que tendrá testículos. (…) Pero el problema no es tan sencillo. (…) Sexo gonadal: La gónada indiferenciada aparece en la cuarta semana de gestación como un engrosamiento bilateral del epitelio celómico adyacente al riñón mesonéfrico, en la cresta urogenital. Sexo fenotípico: Los genitales internos se desarrollan a partir de dos sistemas de conductos presentes tanto en embriones masculinos como en femeninos hasta la octava semana de gestación. Los conductos de Wolf y los conductos de Muller. Ambos sistemas se encuentran situados a lo largo de la cresta urogenital. Diferenciación sexual del Cerebro: La diferenciación sexual del cerebro tiene lugar en una etapa temprana de la vida y en ella intervienen las hormonas gonadales. Las hormonas sexuales son esteroides que actúan sobre diferentes poblaciones neuronales (…) La testosterona producida por el testículo durante la etapa fetal tiene un papel fundamental en estos procesos organizadores de diferenciación sexual del cerebro masculino. 62 No resulta extraño que la transexualidad sea observada con temor o desprecio por parte de los poderes públicos que reglamentan la convivencia social, alimentados durante largo tiempo por la idea de que esta condición, tan natural al ser humano como cualquier otra, constituye una desviación aberrante de la naturaleza, que debe ser penalizada y reprimida. “Transexualidad en España: Entre la mercantilización sanitaria y el apartheid social.” 65 como algo inmutable y estático o cómo un estado al que le asiste el derecho a la persona para cambiar según su orientación psicosocial? Ante la disociación entre el sexo biológico y el sexo psicológico ¿cuál debe prevalecer? Un segundo problema sería: si se define que la identidad sexual se basa en la vertiente psicosocial es consecuente pensar que se intentaría adecuar el sexo estático al sexo psicosocial - que es el querido y vivido por la persona - en correspondencia con los avances de la medicina contemporánea. Las interrogantes serían las siguientes: ¿Se admitiría el cambio de sexo con repercusión en el Registro del Estado Civil? ¿Cuáles serían los presupuestos fundamentales?, ¿Qué efectos traería para la familia y para la sociedad? Para analizar el comportamiento sexualmente dimórfico del ser humano, hay que tener en cuenta tres grandes categorías 63: La IDENTIDAD de género, que se define como la identificación de uno mismo como varón o como mujer. La CONDUCTA de género, que engloba los aspectos del comportamiento en los cuales varones y mujeres son diferentes según la cultura y la etapa histórica. La ORIENTACIÓN SEXUAL que determina la elección de compañero sexual, y que puede ser homo, hetero o bisexual. La identidad sexual se manifiesta en todas las expresiones de la personalidad, que no pretende más que proyectar intencional o involuntariamente un sexo como propio ante los demás, y/o que los demás lo perciben como el propio de una persona: el sexo social; de ahí que no puede prescindirse de su tratamiento pese a los problemas aun irresolutos64. La complejidad del sexo obliga a evaluar un conjunto de elementos y caracteres para llegar a una conclusión respecto a su identidad. Se puede afirmar que todos los elementos constitutivos del sexo son inestables, lo que confirma la permanente evolución de la personalidad del ser humano, por lo que el género de la persona es perfectamente mutable y su inscripción en el Registro del Estado Civil debiera ser modificable. 2. Posiciones doctrinales A la hora de determinar el sexo, existe por tanto, una dicotomía de posiciones que, en el ámbito jurídico tienen profunda repercusión. La posición clásica considera la definición del sexo según la conformación de los genitales exteriores, considerando únicamente al sexo originario y biológico. Esta tesis conservadora65 tiene como supuesto básico la inmutabilidad del sexo originario y por ende la ineficacia e ilegitimidad de las terapias médicas o intervenciones quirúrgicas tendientes a modificar el aparato genital externo para adecuarlo a las exigencias psicosociales del transexual. La posición antagónica plantea que la transexualidad es una mezcla de factores biológicos, somáticos, psicológicos, sociales y una vivencia profunda de la persona consistente en sentirse y estar convencido de pertenecer al sexo opuesto al que la naturaleza 63 ROBLES CASTILLO, Carmen; Teresa PRIEGO CUADRA; Jesús A. FERNANDEZTRESGUERRES, op. cit., p. 9. 64 FERNANDEZ SESSAREGO, Carlos; Derecho a la Identidad Personal, Bs.As., Astrea, Perú, 1992, p. 291. 65 Esta tesis descansa también en postulados bíblicos, a saber, “No te echarás con varón como con mujer; es abominación.” Levítico, Capítulo 18, versículo 22. p. 95 “Si alguno se ajuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos la sangre”. Levítico, Capítulo 20, versículo 13, p. 98. Recogidos en La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento, en Español, revisada por Cipriano de Varela 1602, Edición Sociedades Bíblicas Unidas, impreso en Corea, 1986. 66 erróneamente le ha asignado. Esta tesis revolucionaria reconoce el sexo dinámico, valorándolo no sólo como expresión física sino como expresión psicológica del ser humano considerando que la adecuación de los caracteres genitales al sexo sentido y vivido es un hecho lícito y una decisión personal.66 Investigaciones recientes67 han descubierto que, en el cerebro, exactamente en el hipotálamo, existen células relacionadas con la función sexual de las personas. Dichas células determinan la conducta sexual del sujeto como varón o como hembra, sin que ello sea una variante del factor cromosómico. Se ha señalado que la alteración de los núcleos de tales células incidiría en la preferencia erótica de la persona, independientemente de su constitución cromosómica. A la luz de los nuevos aportes, se entiende que en los transexuales está presente un componente biológico además del psicosocial, de orden congénito que va madurando con el transcurso de los años, por lo que cabe entonces sostener que el problema del transexualismo, que apareció, en principio como una disociación sexual de factores biológicos y psicológicos no es del todo exacto, pues existiría también una base biológica y se advierte una disociación entre el factor cromosómico de un lado y el resto de los componentes biopsicosociales del otro; posición que podría ser confirmada o rechazada con el estudio del mapa del genoma humano, recientemente descubierto.68 La intervención quirúrgica69 para superar la disociación entre la configuración biológica y el sexo querido y deseado no modifica la composición cromosómica de la persona. Dicha operación pretende eliminar el drama que siente el transexual por su apariencia sexual, tiene un fuerte carácter neuropsicológico, orientado al equilibrio emocional y al desarrollo de las potencialidades existenciales del individuo, por lo que la ciencia y el derecho deben propiciar su cumplimiento.70 Desde el punto de vista médico, la operación de cambio de sexo busca la adecuación morfológica del individuo, y, desde el punto de vista jurídico, constituye un presupuesto para la modificación del asiento de inscripción en el Registro del Estado Civil del nombre y del género del sujeto. Las legislaciones nacionales establecen procedimientos diversos para acceder al cambio del asiento registral. Una minoría plantea que bastaría la libre declaración del sujeto, basada en 66 Harry Benjamín comenta en su obra:”una sociedad absolutamente ignorante y casi siempre hostil. En lugar de tratar al paciente (incluyendo tanto a transexuales, travestidos y homosexuales como a otros “desviados sexuales” en los que tal conducta no atente contra los derechos de los demás), sería a menudo mas inteligente y mas constructivo “tratar” a la sociedad, educarla, de manera que triunfara la lógica la comprensión y la compasión”. 67 En uno de los últimos estudios publicado en el 2000, la heredabilidad de la orientación sexual es de un 50%-60% en las mujeres y de aproximadamente un 30% en los varones. ROBLES CASTILLO, Carmen; Teresa PRIEGO CUADRA; Jesús A. FERNANDEZ-TRESGUERRES, op. cit., p. 15. 68 Es incuestionable, incluso para los más biologicistas, la importancia de diversos factores psicológicos y socioculturales en la génesis y desarrollo de la identidad sexual y las conductas de género. 69 El tratamiento clínico se realiza de manera prolongada en el tiempo, mediante su periodización en distintas fases terapéuticas, e incluye un tratamiento hormonal de por vida y la llamada experiencia de vida real, en la que la persona transexual inicia una nueva etapa de su vida asumiendo y socializando su auténtica identidad de género. 70 “Sacar conclusiones sobre las deficitarias investigaciones científicas sobre el cerebro en relación a esta cuestión , producen sonrojo intelectual.” – CAMPOS, Arantza: La transexualidad y el derecho a la identidad sexual.Profesora de Filosofía de Derecho de la Universidad del País Vasco / Euskal Erico Uniberstsitatea.2003. 67 sus vivencias personales, sin mayores requisitos o formalidades. En cambio, un sector mayoritario considera necesaria una decisión administrativa, como sucede en Australia y en Dinamarca, o un fallo del órgano jurisdiccional, como sucede en Suiza. Otros ordenamientos jurídicos consideran necesario un instrumento legal específico que establezca los requisitos procesales y las garantías fundamentales, tal es el caso de Suecia, Alemania, Holanda, Italia, Canadá, Sudáfrica y algunos estados de los Estados Unidos de Norteamérica (Arizona, California, Lousiana, Illinois, Nueva York). 3. Transexualismo. Trascendencia jurídica “Al transexualismo se le describe como una situación existencial que se despliega en la dimensión ínter subjetiva y que por lo tanto no puede ser ajeno a una valoración ética y jurídica”71. El derecho tiene ante si un fenómeno social (cambio de sexo) sobre el que deberá decidir si aceptarlo o prohibirlo, y de ser lo primero, en qué condiciones y límites se regularía para armonizar los intereses personales y sociales, sobre todo los que tienen que ver con la familia. Este análisis no está divorciado de ciencias tan importantes como la sexología, la medicina, la filosofía, la ética, la psicología, entre otras.72 El eminente tratadista Diez del Corral73 considera que el síndrome del transexual se caracteriza por su deseo obsesivo de cambiar de sexo, como consecuencia de un sentimiento íntimo y auténtico de pertenencia al sexo opuesto, y de un verdadero disgusto hacia sus órganos genitales. Según este autor, existe en el individuo, un conflicto dramático por la divergencia entre el sexo aparente y el que profundamente siente como suyo. Considera este autor que esta divergencia es solamente en el campo sexual, no se extiende a las actividades intelectuales, profesionales y sociales, de modo que no puede ser considerada la homosexualidad como un fenómeno mental ni mucho menos. El transexual no se conforma con el travestimiento, ello lo deja aún en un estado de insatisfacción, por lo que pretende un cambio más radical acorde con su profunda convicción personal. Por ello, recurre a terapias hormonales y a la intervención quirúrgica de cambio de sexo. Hay que diferenciar el transexualismo de la intersexualidad74, del hermafroditismo75, del seudohermafroditismo76, del travestismo77 y del homosexualismo78. 71 FERNANDEZ SESSAREGO, Carlos; op. cit., p.315. El transexualismo no es una manifestación exclusiva de los tiempos modernos. En la década de los años cincuenta del pasado siglo, se practicó, por primera vez, la intervención quirúrgica de cambio de sexo, en Dinamarca. Este hecho desató la polémica en el campo del derecho. El soldado danés “Cristiane” Jorgense con su operación provocó que el médico que la realizara recibiera 483 cartas en danés, holandés, ingles, francés, italiano, noruego, portugués, español y sueco; de ellas 375 de hombres y 108 de mujeres. 73 DIEZ DEL CORRAL RIVAS, Jesús; Estado Civil y sexo. Transexualidad. Actualidad civil No 2, Madrid, España, 1987, pp. 2135 y ss 74 En la intersexualidad se advierte un cambio por evolución natural, que se apoya en cualquier caso por intervenciones quirúrgicas leves, por lo general en relación con situaciones de incertidumbre de sexo. En todas las variantes hay una falta de homogeneidad entre los factores morfológicos y biológicos y entre estos y los psicológicos. Se incluyen como estados intersexuales: hermafroditismo, seudohermafroditismo, travestis y homosexuales. 75 En hermafroditismo es presencia simultánea, en un mismo individuo, de la gónada masculina y de la femenina, lo que influye de modo variable en la conformación de los genitales externos, del aspecto somático y del comportamiento psíquico. El hermafrodita, a diferencia del transexual, no se preocupa por su cuerpo, o no se siente incomodo con él, por lo que no aspira a modificar sus genitales externos sino a superar el estado de ambigüedad que le abraza, quiere definir su sexo, no cambiarlo. 72 68 Este fenómeno social trasciende al ámbito jurídico de manera polémica, de ahí que sean muchas las interrogantes que se plantean. ¿Sería jurídicamente posible que la persona decida libre y arbitrariamente un cambio de sexo? De ser admitido el cambio de sexo, ¿qué procedimiento seguir: administrativo, judicial, un dispositivo legal o una ley especifica de la materia? ¿Es el cambio de sexo una agresión a la integridad física del sujeto? ¿Es la mutación de sexo un asunto de Identidad Personal? ¿Es conveniente aceptarla? El problema de la decisión de cambiar el sexo, se enmarca en el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, en el derecho a la salud y en la propia identidad sexual; pero también pudiera considerarse que se opone al orden público y a las buenas costumbres, al derecho a la integridad psicofísica y al derecho a procrear. Ambas posiciones asumen, de manera diferente, que el derecho de los demás constituye un deber para el jurídicamente facultado; así comúnmente se dice que la libertad de uno termina donde comienza la libertad de otro. Los partidarios de la legalización del cambio de sexo no tienen dudas acerca de que la decisión del transexual radica en el derecho a desarrollar libremente su personalidad siempre que no agravie el derecho de los demás. Defienden la tesis con un marcado convencimiento de que el sexo no es una fatalidad biológica, sino una vocación psicosocial de manera que el hombre puede escoger libremente vivir dentro del sexo que le convenga de acuerdo con su vocación existencial y tratándose de hombres y mujeres solteros, no ofrece ni causa ningún problema. Consideran, además, que el cambio de sexo permite acabar con el estado de angustia y malestar que perturba al transexual, lo cual es contrario a su salud y bienestar general. Reconocen el inalienable derecho a la libertad individual en esta materia y a la posibilidad real de su materialización, en aras de su desarrollo social conforme a su identidad de género. Así, la identidad sexual es una situación jurídica subjetiva referente a la identidad personal y esta, a su vez, es la síntesis o complejo de la personalidad entendida como una totalidad, por tanto la verdad sexual se inserta en la verdad personal, como un aspecto más del complejo concepto genérico de la identidad personal. Los adversarios de la legalización del cambio del sexo esgrimen que la libertad personal no puede ser el fundamento para el cambio de sexo ya que la misma tiene claras limitaciones en el interés social, en el orden público y en las buenas costumbres. Consideran que se trata de una involución psicosexual del sujeto, -que es una cuestión más patológica o desviaciónque una razón fisiológica propiamente dicha, por lo que la intervención quirúrgica no realiza un verdadero cambio de sexo, o sea carece de efectividad. Para ellos es la operación un simulacro de apariencia de órganos sexuales externos y consideran, erróneamente, que no prevalece el sexo psicológico lo cual se ha demostrado científicamente. 76 El seudohermafroditismo es tanto femenino como masculino y es la carencia de identidad entre los órganos genitales externos y el sexo genético, no obstante predominan las características de uno de los dos sexos (existe un sexo dominante) 77 Compleja resulta la diferencia entre el travesti y el transexual, pues ambos se fundan en la misma condición psicopatológica, es decir, la desorientación en cuanto al sexo y al género, no obstante se puede decir que los travestis son la expresión moderada de dicha sicopatología, considerándose el transexual como la más grave. Se alude al uso de ropas del sexo contrario como elemento común en ambas situaciones, pero para el transexual esto es una parte ínfima de su drama, ello no colma sus expectativas de un cambio de sexo. El problema radica en la intensidad del deseo de vivir parcial o totalmente como un ser de un sexo diferente al originario. 78 En relación con la homosexualidad la diferencia es más clara, si el transexual siente un deseo incontrolable de ser totalmente del sexo opuesto, el homosexual no está dispuesto a modificar su anatomía, ni experimenta repugnancia por sus órganos sexuales, por el contrario siente complacencia y atracción por ellos. 69 En cuanto a las razones de orden público, sostienen que es una necesidad social la certeza de la identidad personal del sujeto y ello depende de la concordancia entre la realidad, el sexo originario y el registral. Un cambio de ello atentaría contra esta certeza. Sin embargo, los países que tienen regulado el cambio de sexo, establecen un férreo control del juez en el proceso que llegan hasta la corrección de la partida de nacimiento y respectivos cambios en el Registro del Estado Civil, lo cual garantiza la certeza y certidumbre sobre la identidad del sujeto esgrimida. Alegar que el cambio de sexo no coincide con las buenas costumbres que deben regir la convivencia humana, es complejo. Aquí nos encontramos en el terreno cenagoso donde nada está perfectamente definido y el plano de la subjetividad es bien amplio; pero independientemente de que todo juicio está ceñido a criterios mayoritarios en una sociedad dada, en una época y lugar determinados y con una concepción del mundo específica, sería mas atentatorio a las buenas costumbres la falsedad que implica que el sujeto, genéricamente varón o hembra, actúe y se desenvuelva de manera contraria a su género; lo sensato es permitir que el sujeto viva de conformidad con su propia identidad personal, con su deseo existencial, y en equilibrio con su identidad de género. Finalmente se esgrime el criterio de que la operación lacera el derecho a la integridad física del sujeto, pues causa una disminución permanente y grave. Sin embargo, se protege la integridad psicofísica, pues el ser humano es una unidad inescindible de ambos aspectos; prohibir el cambio de sexo realmente lacera la integridad psíquica del sujeto. Se nace psicológicamente diseñado como hombre o como mujer, es decir, con el potencial de desarrollar su personalidad de acuerdo al instinto básico de género que le diferencia masculina o femeninamente. Por supuesto que la educación y la socialización del infante facilitarán o pondrán obstáculos a este desarrollo, pero jamás reemplazarán los sentimientos elementales de pertenencia a un determinado sexo que aparecen a la temprana edad de tres años. Estos sentimientos pueden irrumpir en medio de una gran confusión interior, al observar que su propio cuerpo, arreglo estético y grupo genérico de ubicación impuesto por los mayores no coincide en absoluto con lo que se vive interiormente. Con la intervención quirúrgica no hay un cambio de sexo propiamente dicho, mejor sería hablar de una corrección anatómica para manifestar adecuadamente el sexo que ya se posee en lo profundo de la conciencia. No obstante, la expresión cambio de sexo es la más utilizada a los efectos jurídicos para tratar la temática en cuestión y el asunto referente al cambio registral. 4. Cambio de sexo, relaciones familiares e incidencia legislativa Algunos de los graves problemas del cambio de sexo son, sin duda, las incidencias negativas en las relaciones familiares, cuando la persona es casada y tiene descendencia, o simplemente tiene hijos sin haberse casado. Surge entonces la interrogante acerca de si se acepta o no la mutación sexual a personas casadas y acerca de que si ello procediera, cuáles serían, en principio, los conflictos de intereses que tal decisión desencadenaría, tratando siempre el derecho de ofrecer las respuestas más justas y adecuadas. Aun admitiendo que el transexual tiene derecho a desarrollar libremente su personalidad y a alcanzar la normalidad en cuanto a su salud se refiere, hay que tener en cuenta el interés genérico que frente a dicho derecho tiene la sociedad, específicamente los miembros de la familia como son el cónyuge y sus hijos, y con tales consideraciones la ley autorizará o no el cambio de sexo a transexuales casados. Los conflictos jurídicos a dilucidar serían muchos. Así, cabria preguntarse si el cónyuge del transexual, afectado por el cambio de sexo, tendría 70 derecho a solicitar el divorcio o si por el contrario la sentencia que acoja el cambio de sexo disuelve automáticamente el vinculo matrimonial. Además, ¿qué incidencias traería dicha adecuación para los hijos, sobre todo si son menores? Evidentemente son graves las consecuencias que en el orden familiar trae el fenómeno del transexualismo, sobre todo si se ha constituido familia, pues los hijos tendrían en el futuro dos madres o dos padres, según el caso, todo lo cual implica un serio desequilibrio emocional. Los psicólogos han demostrado que el niño debe desarrollarse en un ambiente familiar donde se sienta afectivamente acogido por elementos parentales bien definidos. Esta explicación es la base para que, en la actualidad, la vieja idea del orfanato haya sido superada y haya cedido paso a los llamados hogares sustitutos. También cabe destacar que el derecho de familia ha desarrollado eficaz y prácticamente la institución de la adopción como instrumento que facilita el ambiente propicio antes referido. En nuestro país, se ha legislado sobre el particular con gran acierto. El Decreto-Ley No. 76 “De La Adopción, Los Hogares de Menores y Las Familias Sustitutas”, de fecha 20 de enero de 1984, regula estas instituciones sobre los supuestos antes mencionados, por lo que hay una clara y manifiesta intención de proteger la familia y concederle el papel preponderante que ocupa en la sociedad. Por lo tanto, el legislador cubano cuando regule especialmente las normas y procedimientos que rijan el cambio de sexo seguirá la tendencia mundial de salvaguardar la familia, como lo ha patentado expresamente este Decreto-Ley. Dilucidar jurídicamente el fenómeno de la transexualidad no es tarea fácil, y llegado el hipotético caso, el juez tendrá que determinar a quien le corresponde la custodia de los hijos, la comunicación, la pensión alimenticia o la patria potestad. La reasignación del transexual, si bien configura una noción de identidad sexual de la persona, no está dirigida a la prolongación de la especie. Sobre este aspecto PEZZINI79 plantea que tiene incidencia directa en el matrimonio en tanto este exige la heterosexualidad y por tanto pierde esta característica. El matrimonio ya no estaría fundado sobre la diferenciación sexual que posibilita la procreación. Para nuestro derecho de familia, esta afirmación de Pezzini tiene cierto grado de importancia, pues si bien nuestro derecho de familia no concibe el matrimonio como institución que tiene por fin la procreación, si tiene bien claro, como base del matrimonio, la heterosexualidad. El Código de Familia de Cuba en su artículo 2 establece que “el matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común.” Este precepto legal declara expresamente que el matrimonio legalmente reconocido es el heterosexual, por lo cual la reasignación de sexo a un transexual casado implica la desaparición de un elemento esencial de la legitimidad del matrimonio. Al asumir el mismo sexo que su cónyuge, esto debiera constituir una causal de extinción del matrimonio que debe ser incluida en la ley por hacer imposible e ineficaz dicho matrimonio en Cuba. No hay que perder de vista que en otros países80 está permitido el matrimonio homosexual, por lo que no sería la reasignación de sexo una causal de extinción del matrimonio en esos casos. 79 PEZZINI, Barbara; Transexualismo, salute e identita sessuale, en Rassegna di Diritto Civile, Italia, pp. 472-473. 80 Holanda, Dinamarca, Andalucía y Aragón (en España), 14 países reconocen las uniones entre parejas del mismo sexo a los efectos migratorios, entre ellos Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Islandia, Israel, Holanda y el Reino Unido. 71 El supuesto matrimonio de un cónyuge que cambie su sexo, sujeto a la legislación cubana se extinguiría, pero no se podría hablar de nulidad ni de anulabilidad. No existe nulidad, según nuestros presupuestos sustantivos, porque el matrimonio existió de hecho y de derecho y fue válido entre una mujer legal y un hombre legal. La aptitud y capacidad legal en ese momento quedó demostrada a menos que nos encontremos ante un supuesto de violencia, lo cual sería también improbable toda vez que el matrimonio en Cuba se formaliza ante funcionario público (Registrador del Estado Civil, Notario o Cónsul), los que se abstendrían de actuar bajo esas circunstancias y no autorizarían dicho acto. Las causales de extinción del matrimonio en Cuba lo constituyen la muerte y el divorcio. En el supuesto de un transexual no estamos en presencia de la muerte del sujeto, sino de la misma persona con una nueva identidad sexual, por lo que requiere para completar su verdadera identidad, desde el punto de vista jurídico, una rectificación de su asiento registral y no una cancelación del mismo. La decisión de cambiar el sexo afectaría muchos deberes y derechos que recíprocamente tienen los cónyuges, estos se verían lesionados y frustraría el proyecto de vida en pareja. Por otra parte, pudiera afectar emocional y psíquicamente a los hijos. Por lo tanto, ante el derecho del transexual a definir su identidad, se yergue dentro de la misma situación jurídica subjetiva, el derecho del cónyuge así como de los hijos de evitar, en lo posible, las nefastas consecuencias del evento. Estas consecuencias deben ser tenidas en cuenta por el orden social y por el derecho en particular. Las soluciones legales brindadas en las legislaciones foráneas para dar respuesta al reconocimiento de la identidad sexual difieren. Existen soluciones administrativas, jurisprudenciales, legislativas y recomendaciones de los organismos internacionales. Generalmente privilegian los intereses de la familia en el supuesto del transexual casado y se observa que no existe homogeneidad en el procedimiento a seguir para resolver este conflicto desde el punto de vista jurídico. Estados Unidos fue el primer país donde se reguló por medio de Reglamentos todo lo relativo al cambio de sexo. Tales son los casos de los Estados de Illinois en 1961, Arizona en 1967, Lousiana en 1968 y California en 1977. En diversas provincias canadienses, sobre la base de una previa legislación, se permite el cambio de sexo a partir de 1973 a través de un procedimiento administrativo. Por otra parte, en Sudáfrica se necesita una Resolución del Ministro del Interior que autorice el cambio registral luego de comprobada la adecuación morfológica, en virtud de una Ley promulgada en 1974. Las leyes europeas difieren en lo que respecta a la edad para autorizar el acto, la nacionalidad del recurrente, la previa incapacidad para procrear, y el procedimiento a seguir, entre otros aspectos. La postura de defensa de la familia ha sido acogida por las legislaciones alemana y sueca81 . Estas leyes han privilegiado el interés de la familia frente al interés transexual. En el caso de la ley alemana establece que la edad legal para realizar estos trámites es 25 años y se ofrecen dos soluciones: la primera implica solamente el cambio de nombre en los registros públicos y la segunda implica, de conjunto, el cambio de nombre y el cambio de sexo con ciertos requisitos. En ambas soluciones se expide con posterioridad una constancia registral. La primera solución resulta interesante pues permite mantener la 81 Ley alemana sobre la transexualidad de 10 de septiembre de 1980. Ley sueca sobre la transexualidad de 21 de abril de 1972. 72 validez del matrimonio, si así lo desean los cónyuges, pero podría acarrear también la anulación del mismo por error, o el divorcio por exigibilidad de la convivencia, o por no haberse consumado el matrimonio. En tanto en la segunda solución se exige que el solicitante sea soltero, igual supuesto es el regulado por la ley sueca y holandesa82, que establecen como requisito simultáneo que el recurrente esté incapacitado para procrear. Posición distinta es la de Italia83 que pone el interés y el libre desarrollo de la personalidad del transexual por encima de la familia, permitiendo, sin limitación de edad, el cambio de sexo a los transexuales casados, dejando sin tutela legal a los hijos y al cónyuge. Sin duda, esta es la legislación más liberal ya que no establece límite alguno para proceder al cambio de la identidad sexual. Existen soluciones de carácter pragmático en el ámbito administrativo en países como Australia y Dinamarca, y hasta de carácter jurisprudencial como en Suiza que frente a la laguna legal en lo que atañe al cambio de sexo, se recurre al articulo segundo del Código Civil que establece que ante el vacío de la ley, el juez decidirá cual si fuera el propio legislador. En Francia, la transexualidad no está regulada por ley lo cual no significa que no se hayan dilucidado y resuelto casos ante los tribunales de justicia. Esto ha traído como consecuencia que la jurisprudencia se ha erguido como la fuente de derecho principal en un Estado de fuerte raigambre del sistema romano y continental. En España, no existe legislación sobre el derecho a la identidad sexual, aunque se han presentado, en diversas ocasiones, proposiciones de Ley para su discusión y aprobación sin que se haya aprobado por el Congreso de Diputados. Sin embargo, los tribunales de justicia han resuelto casos de esta naturaleza84. La Ley Turca, de fecha 11 de mayo de 1988, permite el cambio de sexo a personas casadas y la decisión judicial que la autoriza conduce a la disolución del matrimonio desde que comienza el juicio, y si existieran hijos, dispone la pérdida de la patria potestad para el heterosexual. Este tema se ha planteado también ante la Comisión y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En el Affaire Van-Oosterwijch, dicha comisión entendió que la negativa de un tribunal belga a rectificar el cambio de sexo violaba los artículos 8 (protección de la vida privada) y 12 (derecho al matrimonio) de la Convención Europea sobre Protección de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de 1950. Así, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó en 1989 una Resolución sobre los transexuales que estableció: se reconoce el derecho de los transexuales a vivir de acuerdo con su identidad sexual (esta implicado en ello el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad humana), se condena la discriminación contra los transexuales y se insta al Consejo de Ministros de dicha asamblea a elaborar documento invitando a los estados miembros a regular 82 Ley holandesa de cambio de sexo, de 24 de abril de 1985. Ley italiana de la rectificación de la atribución de sexo, de 14 de abril de 1982. 84 El sistema español de protección sanitaria no recoge el derecho de las personas transexuales a recibir el adecuado tratamiento clínico de reasignación de sexo, salvo la honrosa excepción del Sistema Andaluz de Salud, que dispone de una Unidad de Trastornos de Identidad de Género, desde que en 1999 fuere incluido en el catalogo de prestaciones sanitarias por la Junta de Andalucía. 83 73 legislativamente en los casos de transexualidad irreversible, para que se les reconozca jurídicamente el cambio de nombre y de sexo en los registros correspondientes.85 En América Latina, no existen leyes que regulen específicamente la materia, pero se conocen de casos en Argentina, Chile, Perú y Brasil, que han acudido a los tribunales de justicia para proceder a la rectificación de su asiento registral. 5. La transexualidad en Cuba En Cuba el Centro Nacional de Educación Sexual es un centro de referencia nacional y está integrado por un grupo amplio de profesionales de diferentes disciplinas que tiene entre sus funciones la de diagnosticar y de atender a los transexuales de todo el país, con un seguimiento de cada uno de forma permanente y estable. Hasta el año 2003, han sido atendidos por este Centro 63 transexuales (mayormente de reasignación masculino a femenino), Esto indica que, de una forma u otra, han estado en contacto con este Centro recibiendo ayuda y orientación. Para ser diagnosticados como transexuales, son examinados por un grupo de trabajo multidisciplinario que tiene a su cargo el diagnóstico y atención a esas personas. Este grupo multidisciplinario es una comisión creada por el Ministerio de Salud Pública, adscrita al mencionado Centro y está conformada por sociólogos, psicólogos, urólogos, sexólogos, y endocrinos, entre otros especialistas. Además de diagnosticar que la persona es un verdadero transexual, la mencionada Comisión tiene por objetivo también orientarlo y encauzarlo hacia la satisfacción de sus metas personales. La referida comisión establece un período de prueba, en el cual, a partir de entrevistas, exámenes y otras diligencias llega, o no, a la convicción de que la persona que vienen tratando es un verdadero transexual. Las legislaciones de otros países reflejan la importancia de este periodo de prueba. Esto es un paso importante y de avance, pues cuando se regule en Cuba un procedimiento especial para la corrección de la identidad del transexual en el Registro del Estado Civil, sólo sería necesario la inclusión en esa comisión, de un asesor legal para enriquecer su labor, ya que su informe especializado contribuirá a formar en el juez municipal que conozca el caso, una opinión que le permita dictar un fallo consecuente y ajustado a derecho. Una vez diagnosticado el presunto transexual, se comienza un tratamiento hormonal que ha de extenderse por todo el transcurso de la vida del transexual, atendido por especialistas de endocrinología con el objetivo de lograr el contorno exterior del sexo sentido y querido por el sujeto, de modo que, paulatinamente, sea aceptado en su entorno social y familiar, y así, finalmente, determinar si está listo para la intervención quirúrgica de reasignación de sexo. En Cuba, se ha realizado una sola operación quirúrgica de reasignación de sexo, practicada el 5 de mayo de 1988 sin que dicho acto tuviera repercusión registral. Un estudio (incluido en el Proyecto sobre Diversidad Sexual86 en Cuba, del Centro Nacional de Educación Sexual) sobre el comportamiento, tanto individual como grupal, de homosexuales, travestis, transformistas y transexuales, reveló que ante la marginalidad que socialmente sienten, prefieren la nocturnidad para salir, entablar relaciones con personas en 85 Vid. SARDIÑAS FRIAS, Amilcar; El Derecho a la Identidad Personal, Tesis presentada para optar por el Titulo de Licenciado en Derecho, Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, 2001. 86 www.cenesex.sld.cu 74 su misma situación y desarrollar sentimientos de solidaridad. Insisten en ser reconocidos y aceptados por la sociedad cubana, que, al estar permeada de sentimientos machistas demasiado arraigados le es difícil pretender un cambio a corto o mediano plazo en relación con ellos. La nocturnidad los hace sentirse libres, lejos de miradas indiscretas, actitudes, gestos o actos que impliquen el rechazo hacia ellos. Otra característica de los transexuales cubanos que ha revelado este estudio, es el bajo nivel cultural que tienen, explicado por el hecho de que, en el momento de mayor definición sexual, que es la adolescencia, son blanco de burlas y del rechazo de sus compañeros, por lo cual en casi todos los casos, como único camino, a su parecer, les queda el abandono de los estudios. Esta realidad acentúa aún más la tendencia a que se marginen y que no aprovechen las opciones que se brindan socialmente, desde el punto de vista educativo, creativo, laboral e integralmente, para el pleno desarrollo de sus potencialidades humanas. Jurídicamente puede expresarse que, si bien en Cuba no existe Ley que regule el cambio de sexo, sin embargo se han realizado algunas acciones. Entre los años 1997 y 1998 el Ministerio de Justicia, en colaboración con el Centro Nacional de Educación Sexual y la Dirección de Identificación y Registro del Ministerio del Interior decidieron, en 13 casos de transexuales diagnosticados, con anatomía femenina desarrollada (senos y ausencia de pilosidad) cambiarles el Carné de Identidad por otro nuevo que contemplara el nombre de mujer y la foto actualizada del transexual, sin modificarles el sexo reflejado en la identificación para tratar de dar una solución a esos problemas. Esta decisión administrativa no tuvo repercusión material en el asiento registral de nacimiento de los transexuales diagnosticados en cuanto al extremo del sexo registrado, pues, en virtud del artículo 31 de la Ley No. 51 del 1985 - Ley del Registro del Estado Civil - esta sería una rectificación sustancial de un asiento y requiere de un mandato judicial para su modificación. Tal paso lo establece el artículo 43 de la vigente Ley del Registro del Estado Civil, y la Resolución del Registro del Estado Civil Especial del Ministerio de Justicia, de fecha 19 de diciembre del año 1996 aunque no es la más feliz solución, pues la identificación personal debe estar respalda por la inscripción registral. Esta decisión administrativa pretendía evitar los conflictos que se generaban en la identificación de dichos ciudadanos ante los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria y otras dependencias administrativas. Sin embargo, provocó algunas dificultades, pues ciertos agentes del orden público debido al conocimiento de la interpretación de los numerales del Carné de Identidad Permanente, se percataban de que estos ciudadanos pertenecían al sexo contrario, y sospechaban la posibilidad de la falsificación del documento público, delito tipificado en nuestro Código Penal, y consecuentemente esos ciudadanos eran conducidos para que esclarecieran y explicaran su situación. Los transexuales cubanos en “la esfera laboral también han tropezado con enormes dificultades, ya no sólo por el rechazo inicial que socialmente provoca en la inmensidad de la población, sino porque, a pesar de no existir regla que les prohíba su acceso al empleo, no es aceptado ante la contradicción entre su documentación oficial y su aspecto externo, y pasan a engrosar las filas de las personas que carecen de vínculo laboral, o lo que es peor, pueden llegar a ser “etiquetados” de vagos con las consecuencias de índole penal y represiva que ello implica”87. Como se ha planteado, en Cuba no existe un cuerpo legal que regule este tipo de situaciones y nuestro ordenamiento carece de norma directa de aplicación. Tampoco está 87 SÁNCHEZ OÑATE, Ana Marta; Tesis presentada para optar por el Titulo de Especialista de Derecho Civil y Patrimonial de Familia, de la Universidad de la Habana, sin editar, 2004. p.64. 75 penalmente regulada la operación de cambio de sexo, según establece el Código Penal Ley No. 62 de 1986 -. Esto responde a que estas situaciones no se comportan con significativa escala social; sin embargo, ello no presupone que nuestro derecho deba desconocer este fenómeno social y en consecuencia, debe brindarle una respuesta efectiva. Hay casos de transexuales, nacionales cubanos que residen en el exterior, que se han sometido a la operación del cambio de sexo y desean viajar a Cuba. Ello ha provocado conflictos pues nuestra preceptiva migratoria exige que los ciudadanos cubanos viajen a nuestro país con pasaporte nacional, sin importar que sean residentes permanentes o temporales en el exterior, e incluso hayan adquirido la ciudadanía de otro Estado, pues Cuba no reconoce la doble ciudadanía en virtud del articulo 32 de la Constitución de la República, y en consecuencia exige al nacional cubano viajar al país con pasaporte cubano. Al llamado de las regulaciones migratorias cubanas, estas personas ya no son quienes eran – han modificado su apariencia sexual exterior y genitalmente - al salir de Cuba. Se presentan ante cualquier funcionario de nuestro país - cónsul o agente de migración - , con la cédula de identidad de su país de residencia que corresponde al sexo opuesto, tal y como es física y fenotipicamente, con un nombre acorde a su nuevo sexo, pero con el pasaporte correspondiente al sexo y al nombre con que emigró de Cuba. Ello implica que una vez probado que se trata de la misma persona, necesariamente se proceda a cambiarle el pasaporte cubano, previamente realizado en correspondencia con su inscripción registral. El Tribunal Provincial Popular de Ciudad de la Habana tramitó un caso entre los años 1996 y 199888 que vale la pena comentar por haber sido el primero resuelto ante los tribunales cubanos, y, además, por la trascendencia que ha tenido. El proceso se refiere a un ciudadano cubano que se había sometido en el extranjero a la operación de cambio de sexo y tenía la pretensión de regular su actual situación en el Registro Civil en Cuba. Para que su abogado pudiera actuar en el proceso a nombre de su representado, cuya identidad sexual había variado, el cónsul cubano en el país de residencia del transexual solucionó su identificación para que surtiera efectos en el proceso declarando en documento que ante sí concurría una mujer - con las generales referidas a su identificación nacional en ese Estado -, pero que a los efectos legales en Cuba la misma era un hombre de generales distintas y que ambos eran la misma persona. En este proceso quedó probado que eran una misma persona, y al no existir norma legal de aplicación directa, el tribunal juzgador apeló a la integración de los Principios Generales del Derecho, a las disposiciones de la Constitución de la República, a la Ley del Registro del Estado Civil, así como al artículo 3 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral y falló con lugar la demanda. Ello trajo, como consecuencia que se rectificara en el Registro del Estado Civil la nueva identidad sexual del sujeto, así como su nuevo nombre. Este caso, sin lugar a dudas, sentó pautas en el análisis judicial del fenómeno en Cuba, pues aunque la jurisprudencia no es en nuestro país una fuente principal de Derecho, constituye este fallo del tribunal una indiscutible referencia al tratar el tema en nuestro contexto nacional. Pueden mencionarse otros casos que han sido resueltos por los Tribunales Municipales Populares de Ciudad de la Habana de igual manera, a saber, Expediente Civil radicado al número 31, del año 2001 en el municipio San Miguel del Padrón que culminó con la Sentencia Número 110, de 28 de febrero del año 2002; el Expediente Civil radicado al número 610, del año 2002 en el municipio de Playa, que culminó con Sentencia número 512 de 29 de septiembre del año 2003, fallo que también fue a favor de la petición del promovente. Y el más reciente caso, presentado ante el Tribunal Municipal Popular de 88 Expediente Civil No. 128 de 1996, Sala Segunda de lo Civil y de lo Administrativo del Tribunal Provincial Popular de Ciudad de la Habana. Sentencia No.1 de 14 de enero de 1998. 76 Artemisa, Expediente Civil radicado al número 16/03, que culminó con la Sentencia número 285 de 30 de septiembre de 2003, en el cual el transexual, aunque se realizó la operación en el extranjero pudo entrar al país y contratar personalmente al abogado que lo representaría en la demanda de rectificación del asiento de inscripción en el Registro del Estado Civil. En este último caso, a diferencia de los anteriores, el material probatorio que el Tribunal tuvo a la vista fue muy amplio, pues se presentaron pruebas documentales donde se fueron viendo los diferentes cambios físicos que experimentó el demandante, desde su niñez hasta el momento mismo de presentarse al proceso; se le practicó examen de cromatina, se practicó, a propuesta suya, pruebas de reconocimiento judicial de su persona y dictamen pericial por médicos especialistas en ginecología y endocrinología, en las que se pudo apreciar que había sido completa la intervención de reasignación de sexo, con construcción de neovagina e implantación de mamas; fue practicada prueba de confesión judicial a la madre del actor, quien expresó que su hijo nunca se manifestó como varón y que su salida del país estaba motivada por el deseo de poder adaptar su anatomía a la de una mujer. Tanto ella como los testigos que declararon, afirman que se hacía llamar por el nombre que ahora pretende reconocer como suyo y nunca – desde que tuvo desarrollado su propio yo por el nombre de varón que recibió a su nacimiento. Incluso en el Tribunal se le advirtió que todos los documentos que se le extendieran para firmar debía hacerlo como varón, pues así había presentado el escrito promocional, optando el promoverte por firmar de las dos formas. En este proceso, el Tribunal tuvo la oportunidad de constatar por sí mismo los hechos alegados, y luego de valorar todo el material probatorio hubo de acudir a la integración de las normas de derecho para pronunciar su fallo, y una vez más la pretensión sostenida fue acogida favorablemente por el Tribunal89. Se ha podido comprobar que, gracias al apoyo que reciben del Centro Nacional de Educación Sexual, no se han reportado manifestaciones reivindicatorias ni de protestas, ni lamentables casos de suicidio por las incomprensiones sociales, y se ha logrado que se reúnan para compartir vivencias entre ellos o con personas de otras orientaciones sexuales.90 El Centro Nacional de Educación Sexual, en aras de lograr avances en la atención y seguimiento de la transexualidad en Cuba, ha diseñado y propuesto un grupo de estrategias a los Ministerios de Salud Pública, de Justicia, de Trabajo y Seguridad Social, del Interior, de Educación y de Educación Superior, así como a las Organizaciones políticas y de masas entre las que se encuentran: ♥ Implementar instrumentos jurídicos que amparen específicamente los derechos ciudadanos de los transexuales. ♥ Brindarles propuestas de empleo en correspondencia con su identidad de género, en concordancia con las recomendaciones del Grupo Nacional Multidisciplinario para el Estudio y Atención al Trastorno de Identidad Sexual y de Género (Transexualidad) ♥ Establecer un mecanismo de cambio del carné de identidad a casos diagnosticados como transexuales. ♥ Estimular la continuidad de estudios de personas con estas características por las variadas vías formales existentes en el Sistema Nacional de Educación y en 89 Vid. SANCHEZ ONATE, Ana Marta; op .cit., p. 69. Jueza Profesional Ponente que tuvo a su cargo dicho asunto. 90 Ibídem, p. 54 77 concordancia con las recomendaciones del Grupo Nacional Multidisciplinario para la atención al Trastorno de Identidad Sexual y de Género.91 A modo de reflexión final, exponer que este breve ensayo brinda un matiz de la complejidad del análisis integral del ser humano como entidad bio-psico-social y subraya la necesidad de que los juristas cubanos – activos operadores sociales - reconsideren el fenómeno social de la transexualidad como un hecho que requiere una respuesta profunda y analítica del derecho positivo cubano, refrendado en disposiciones normativas que regulen y brinden las garantías legales necesarias para que los ciudadanos cubanos transexuales tengan a su alcance un marco regulador que contemple todas las fases del proceso, desde el tratamiento médico y el diagnóstico preciso, hasta la operación de reasignación del sexo y la rectificación del asiento registral del nombre y el sexo del ciudadano transexual. Ello, sin dudas, beneficiaría el desarrollo personal de estos individuos y constituiría un significativo aporte al batallar por la más plena incorporación social de estas personas en nuestra obra social, con probada vocación y arraigo por el respeto a la diversidad. Tal empeño engrandecería el prestigio de la profesión jurídica y constituiría un nuevo avance en pos de la consolidación de la plena igualdad social de nuestro país. Bibliografía: ALVAREZ TABIO, Ana Maria; Problemática e implicaciones actuales derivadas del reconocimiento de los derechos de la personalidad, Tesis para optar por el titulo de Master, dirigida por Leova Castañeta, Sin Editar, México DF, UNAM, 1997. AMAT LLARI, Eulalia; El derecho a la propia imagen y su valor publicitario, La Ley, España, 1992. BALLESTEROS, Jesús; Sobre el sentido del derecho, Editorial Tecnos, segunda edición, Madrid, España, 1990. CABRERA, Delma y Codeglia, Luís Maria; Daños a la Identidad Personal, XVI Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Bs. As., en www.jornadas-civil.org/mo.html, de 29 de abril de 1998. CAMPOS, Arantza: La transexualidad y el derecho a la identidad sexual. Profesora de Filosofía de Derecho de la Universidad del País Vasco / Euskal Erico Uniberstsitatea.2001. CASCAJO CASTRO, Jose Luís y García Álvarez, Manuel; Constituciones Extranjeras contemporáneas, Editorial Tecnos, segunda edición, Madrid, España, 1991. CASTAN TOBENAS, José; Derecho Civil Común y Foral, tomo I, Volumen segundo, novena edición, Editorial Reus, España, 1956. CIENFUEGOS SALGADO, David; Los Derechos de la Personalidad en México, en www.vlex.mx, 26 de abril de 2001. DE ANGEL YAGUEZ, Ricardo; Transexualidad y cambio de sexo, cuarta edición, Editorial Ley, España, 1987. DE VERDA Y BEAMONTE, Jose Ramón; La transexualidad en la 91 Vid. SÁNCHEZ OÑATE, Ana Marta, op.cit., p. 66 78 Jurisprudencia del Tribunal Supremo, en Revista Internauta de práctica jurídica de la Universidad de Valencia, Facultad de Derecho, en www.uv.es, de 2 de abril de 2001. Dignostic and Stastical Manual of Mental Disorders – DSM-, versión 1994. DIEZ DEL CORRAL RIVAS, Jesús; Estado civil y sexo. Transexualidad. Actualidad civil, No.2, Madrid, España, 1987. DIEZ PICAZ Y PONCE DE LEON, Luís y Gullón Ballesteros, Antonio; Sistema de Derecho Civil, Volumen l, Editorial Tecnos, novena edición, Madrid, España, 1998. ELOSEGUI ITXASO, Maria; La transexualidad: jurisprudencia y argumentación jurídica, Granada, España, 1999. FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos; Derecho a la Identidad Personal, Bs. As. Astrea, Perú, 1992. MESSINEO, Francesco; Manual de Derecho Civil y Comercial, Tomo II, traducido por Santiago Santis Melendo, Bs. As., Italia, 1954. La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento, en Español, revisada por Cipriano de Varela 1602, Edición Sociedades Bíblicas Unidas, impreso en Corea, 1986. PEZZINI, Bárbara; Transexualismo, salute e identita sessuale, en Rassegna di Diritto Civile, Italia. ROBLES CASTILLO, Carmen; Teresa PRIEGO CUADRA; Jesús A. FERNANDEZ-TRESGUERRES; El Proceso de Diferenciación Sexual, Dpto. Fisiología, Facultad de Medicina, U.C.M., Valencia, 2001.SANTANA GONZALEZ, Gladys y Aragón Fontanals, Elizabth; Los derechos de la personalidad en el derecho médico, Tesis presentada para optar por el Título de Licenciada en Derecho, dirigida por Dra. Gisela Pérez Fuentes, Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, Sin Editar, 1994. SANCHES ONATE, Ana Marta; Tesis presentada para optar por el Título de Especialista de Derecho Civil y Patrimonial de Familia, de la Universidad de la Habana, dirigida por Msc. Ana María Álvarez-Tabío, sin editar, 2004. SARDINAS FRIAS, Amílcar; El Derecho a la Identidad Personal, Tesis presentada para optar por el Título de Licenciado en Derecho, dirigida por la Dra. Marta Fernández Martínez, Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, 2001. Legislaciones: Constitución de la República de Cuba, Gaceta Oficial Extraordinaria No.7 de 1 de agosto de 1992. Código Civil Cubano, Ley No. 59, Gaceta Oficial Extraordinaria No.9 de 15 de octubre de 1987. Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral, Ley No.7, Gaceta Oficial Ordinaria No.34 de 20 de agosto de 1977. Código de Familia, Ley No. 1289 de 14 de febrero de 1975. Código Penal Cubano, Ley No. 62 de 1986. Ley No. 51/85 del Registro del Estado Civil. Resolución No. 157/85 y su Reglamento, Edición del Ministerio de Justicia de Cuba de 1988. Ley alemana sobre la transexualidad de 10 de septiembre de 1980. Ley sueca sobre la transexualidad de 21 de abril de 1972. Ley holandesa de cambio de sexo, de 24 de abril de 1985. Ley italiana de la rectificación de la atribución de sexo, de 14 de abril de 1982. 79 Derechos sexuales y reproductivos: el aborto legal y seguro. Vinculaciones con los derechos humanos en la familia Dra. Nelly Minyersky92 Profesora Emèrita de la Universidad de Buenos Aires “Hay, un derecho relativo únicamente a las mujeres, que es el derecho a la autodeterminación en materia de maternidad (y consecuentemente de aborto), del que hay que decir enseguida que no solo no se encuentra reconocida todavía en ninguna legislación, pues por lo general su ejercicio no está ni siquiera enteramente despenalizado, sino que a lo sumo se encuentra sujeto a formas de despenalización más o menos controladas. Se trata de un derecho que es al mismo tiempo fundamental y exclusivo de las mujeres por múltiples y fundadas razones: porque forma un todo con al libertad personal que no puede dejar de contemplar la autodeterminación de la mujer, en orden a la opción de convertirse en madre…En efecto, no sólo se trata de una fundamental libertad negativa –no convertirse en madre, por tanto abortar- sino de una inmunidad de construcciones y de servidumbres personales complementaria de una fundamental libertad positiva: el derecho y el poder de generar, traer personas al mundo, que es un poder por así decir, constituyente de tipo pre o meta-jurídico, puesto que es el reflejo de una potencia natural inherente de manera exclusiva a la diferencia femenina. No se trata sólo de un derecho de libertad, sino también de un derecho-pretensión al que deben corresponder obligaciones públicas, concretamente exigibles, de asistencia y de cuidado, tanto en el momento de la maternidad, como en el del aborto” Luigi FERRAJOLI93 Sumario: 92 93 Con la colaboración de la Dra. Marisol. B. BURGUÉS. FERRAJOLI, Luigi, Derechos y Garantías (La ley del más débil), Trotta, España, 1999, pp. 84 y 85. 80 1. Introducción. 2. Familia y derechos humanos. Los derechos sexuales y reproductivos. 3. El aborto. Un derecho reproductivo y sexual. 4. Aborto y familia: implicancias de las políticas de penalización/despenalización. 4.1. La dimensión jurídica y social del aborto en Argentina. 4.2. Aborto, penalización y contexto constitucional. 4.3. La dimensión jurídica y social del aborto en Cuba. 5. Consideraciones finales. 1. Introducción El ejercicio de la sexualidad, debería implicar siempre actos deseados y planeados. Pero lo cierto es que, por diversas razones ello no es así. Prueba de ello son los embarazos no deseados, definidos como aquellos que ocurren en un momento poco favorable, inoportuno, o se dan en una persona que ya no quiere reproducirse94. Ante un embarazo no deseado, las mujeres y las parejas enfrentan decisiones difíciles, resumiéndose sus opciones básicamente a dos. Intentar interrumpir el embarazo a través de un aborto inducido, con todos los riesgos y consecuencias que este procedimiento conlleva en sociedades en las que está legalmente restringido. O bien, continuar con el embarazo no deseado. La interrupción voluntaria del embarazo ha ocurrido en todas las culturas y en todas las épocas, a veces legal y culturalmente aceptado, otras veces rechazado. Es un problema complejo que puede abordarse desde distintas ópticas y disciplinas: la ética y la filosofía, el derecho, la política, la psicología, la sociología, la historia y las ciencias de la salud. Sin embargo, cuando se estudia el aborto desde la perspectiva de la realidad social, resulta imprescindible dejar de lado los profundos conflictos que el tema despierta en individuos, parejas y familias y, en general, en la sociedad, para encararlo como uno de los problemas de salud pública, justicia social y género más importantes que se enfrenta en la actualidad. A partir de esta premisa, y del impacto que ha tenido en la familia los derechos humanos, en particular los derechos sexuales y reproductivos, indagaremos sobre la relación que presenta el aborto con ellos; y la repercusión que tienen las políticas legislativas que se adoptan sobre el mismo hacia el interior de las familias. ¿Existe propiamente una relación entre el aborto y los derechos sexuales y reproductivos? ¿Reconoce el derecho al aborto a los derechos humanos de los integrantes de la familia? Y, a su vez, éstos ¿comprenden y conocen al aborto como herramienta para el logro de justicia e igualdad? 2. Familia y derechos humanos. Los derechos sexuales y reproductivos 94 ¿Por qué, en una época en la que al menos en teoría, existen los medios para regular la fecundidad, las mujeres aún enfrentan este problema? Por razones de espacio lamentablemente no profundizaremos algunas de las explicaciones que se han dado al planteo, tales como: falta de información adecuada y/o difícil acceso a métodos anticonceptivos, fallas de los mismos, violación, incesto, relaciones forzadas y precariedad socioeconómica. Para un desarrollo del tema vid. LANGER Ana y Henry ESPINOZA, “Embarazo no deseado: impacto sobre la salud y sociedad en América Latina y el Caribe”, Nuevos desafíos de la responsabilidad política, Cuadernos del Foro, Año 4, N° 5, Silvina Ramos y María Alicia Gutiérrez (editoras), noviembre de 2002, pp. 95-122. 81 No hace mucho tiempo atrás, generalmente cuando se hablaba de derechos humanos se pensaba en los derechos de los ciudadanos frente al poder público y quedaban en la penumbra los derechos de las personas y sus violaciones producidos en el ámbito privado95, es decir, difícilmente se los relacionaba con los problemas de la personas en su vida cotidiana. El transcurso del tiempo y la sucesión de diversos acontecimientos políticos, sociales y culturales, han incidido en la gestación de un nuevo paradigma que tiende a dejar de lado la separación estricta entre Estado y sociedad y que ha producido un ensanchamiento del plexo de derechos fundamentales; abriendo paso a diversas categorías no sólo de derechos, sino también en relación a los titulares de estos derechos, lo cual ha exigido reformular los deberes y obligaciones a cargo del Estado para lograr su concreción progresiva96, tanto desde el punto de vista asistencial, como de su protección jurisdiccional.97 Actualmente, nadie puede negar el impacto que el desarrollo de los derechos humanos ha tenido en el ámbito de la familia98 . El rol expansivo de los derechos humanos se traduce en el ámbito de la familia, donde tales derechos, comunes a todos sus miembros por igual, según reza la Declaración de Naciones Unidas de 1948, han llevado a redefinirla a fin de que ella pueda constituir el espacio que otorgue la máxima realización de los derechos humanos de sus miembros. Así se ha reconocido el "pasaje de un modelo de familia patriarcal a un modelo de familia inserto en una sociedad que aspira a ser más igualitaria, pluralista y democrática", que "la familia atraviesa grandes transformaciones", y que "el Derecho de Familia está en etapa de transición... como efecto obligado de la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos". Concluyéndose que "el modelo de la 'autoridad y subordinación' ha cedido paso al de la 'igualdad, cooperación y solidaridad' entre los miembros de la familia. El modelo actual se sustenta también en el reconocimiento de la autodeterminación del ser humano para conformar el tipo de familia que quiera y para diseñar su propio proyecto de 95 Cfr. GROSMAN, Cecilia P., “Los derechos del niño en la familia. La ley, creencias y realidades”, en Vivir en familia, Catalina Wainerman (coordinadora), UNICEF- Losada, Buenos Aires, 1994, p. 73. 96 Cfr. CAYUSO, Susana Graciela, “El derecho a la salud: un derecho de protección y de prestación”, en Salud, Derecho y Equidad. Principios constitucionales. Políticas de Salud. Bioética, alimentos y desarrollo, dirigido por Gladys Mackinson, Ad Hoc, Buenos Aires, 2001, p. 32, cit. pos BACIGALUPO DE GIRARD, María FAMÁ, María Victoria y Marisa HERRERA, “Derechos sociales y derecho de familia: Una aproximación a los derechos económicos, sociales y culturales de y para los niños y su familia”, ponencia presentada en el XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia, Sevilla, 18 al 22 de octubre de 2004. 97 Cfr. MORENO, Luis, Ciudadanos precarios, Barcelona, Ariel, 2000, p. 32), cit. pos BACIGALUPO DE GIRARD, María Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, “Derechos sociales y derecho de familia: Una aproximación a los derechos económicos, sociales y culturales de y para los niños y su familia”, ponencia presentada en el XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia, Sevilla, 18 al 22 de octubre de 2004. 98 Sobre la influencia de los derechos humanos en el derecho de familia puede consultarse KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "Derechos Humanos y Familia", en ARNAUD, André-Jean y otros, Aspectos Constitucionales y Derechos Fundamentales de la Familia, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2001, p. 57 y ss; BIDART CAMPOS, Germán, "Familia y Derechos Humanos", en Las transformaciones constitucionales en la postmodernidad" del mismo autor, Ediar, Buenos Aires, 1999, p. 85 y ss y MINYERSKY, Nelly, "Derecho de Familia y aplicación de las Convenciones Internacionales sobre niños y mujeres", en Eleonor Faur y Alicia Lamas-compiladoras-, Derechos Universales. Realidades Particulares, UNICEF, Buenos Aires, 2003, p. 96 y ss, etcétera. 82 vida"99. La estructura jerárquica y patriarcal del modelo tradicional cede dando lugar a organizaciones más horizontales y participativas, en las que las mujeres y los niños también adquieren un espacio y voz propia100. Diferentes instrumentos internacionales de derechos humanos101 se relacionan a la familia, a partir del reconocimiento de diferentes derechos a las personas que la integran, entre los que no se encuentran ajenos los derechos sexuales y reproductivos, como parte integrante del plexo de derechos humanos fundamentales, los cuales formando parte del proceso de democratización de la estructura familiar han perneado varias concepciones, entre ellas la de la maternidad y paternidad. Sin desmedro de la significación de los otros instrumentos internacionales de derechos humanos citados, en materia de derechos sexuales y reproductivos adquiere particular relevancia la mencionada la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación de la Mujer, de la que cabe destacar la claridad de su artículo 16 inciso e) en cuanto expresa que: “Los Estados parte adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y, en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: Los mismos derechos a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos, y el intervalo entre los nacimientos y a tener acceso a la información, educación y los medios que les permitan ejercer estos derechos”. De manera particular, el reconocimiento de la vinculación entre los derechos reproductivos y sexuales y los derechos humanos se consolidó en las Conferencias de Naciones Unidas, en particular, la Conferencia sobre Derechos Humanos de Viena (1993), la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo (1994), la Conferencia Internacional sobre la Mujer de Beijing (1995), que garantizan directamente el goce de los mismos102. La “Declaración y Programa de Acción de Viena”, elaborada en el marco de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en junio 1993, estableció que “los derechos humanos de la mujer y la niña son parte inalienable, integrante e indivisibles de los derechos humanos universales”, e “insta a los gobiernos, las instituciones intergubernamentales a que intensifiquen sus esfuerzos en favor de la protección y promoción de los derechos humanos de la mujer y la niña” (artículo 18, último párrafo). Asimismo, “reconoce la importancia del disfrute por la mujer del más alto nivel de salud física 99 Vid. Conclusiones del X Congreso Internacional de Derecho de Familia (Mendoza, 1998) cit. MIZRAHI, Mauricio Luis, Globalización, familia y derechos humanos, LA LEY 2005-A, 1005 100 Cfr. SPAVENTA, Verónica en “La 'familia' como proceso: El cruce de los jurídico con lo social, político y cultural”, Revista Jurídica Universidad Interamericana de Puerto Rico, Facultad de Derecho, Vol. XXXVIII, septiembre-diciembre 2003, N° 1, p. 208. 101 La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, La Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación de la Mujer, y la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. 102 Al formar parte de la costumbre internacional, todos estos instrumentos tienen fuerza vinculante y, por tanto, su incumplimiento por parte de los Estados Parte genera responsabilidad internacional. Cfr. LUBERTINO, María José, “Los derechos reproductivos en Argentina”, versión electrónica en: www.ipsm.org.ar. 83 y mental durante toda su vida” y “reafirma, sobre la base de la igualdad entre hombres y mujeres, el derecho de la mujer a tener acceso a una atención de salud adecuada y a la más amplia gama de servicios de planificación familiar, así como a la igualdad de acceso a la educación a todos los niveles” (artículo 41). A lo largo de los Principios y Programa de Acción formulados en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, (El Cairo, 1994) se ubica las políticas de población, las cuestiones de salud reproductiva y sexual y los derechos al respecto, en el contexto más amplio de políticas macroeconómicas, el desarrollo sostenible y las cuestiones de derechos humanos. El Programa resultante es así impregnado de un fuerte lenguaje de derechos. Los principios que enmarcan el Programa incorporan específicamente todos los derechos humanos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Así es en el marco de esta conferencia que se logró un consenso mundial acerca de que los derechos reproductivos son parte de los derechos humanos, y la decisión en la materia les compete a las personas, las mujeres y hombres. El párrafo 7.3 del Capítulo VII, estipula: "…los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya están reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos internacionales de derechos humanos y en otros documentos pertinentes de las Naciones Unidas, aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el momento de tenerlos, y a disponer de la información y de los medios necesarios para ello, y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva...". También incluye su "derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva y el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos". El mismo lenguaje de derechos, se profundiza en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en Beijing en el año 1995, que logró avanzar más allá para la definición de los derechos sexuales. Al final del párrafo 26 se formula en los siguientes términos: “Los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener control sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva, a decidir libre y responsablemente respecto de esas cuestiones, libres de coerción, discriminación y violencia”. Resulta importante señalar que los derechos humanos sobre las esferas de la sexualidad y reproducción no se agotan en derechos negativos. Los Estados tienen obligaciones positivas para garantizarlos y fortalecerlos. Para ello el derecho internacional de los derechos humanos, contempla en los instrumentos internacionales obligaciones positivas, varias de ejecución inmediata lo que incluye: medidas legislativas y de otra índole dirigidas a objetivos y resultados específicos a rendir por los Estados, mecanismos institucionales, también prestaciones esenciales que todo Estado debe asegurar a riesgo de exponer a las personas a daños, riesgos y desventajas inaceptables. Incluso aquellas obligaciones de ejecución progresiva, cuyo cumplimiento es observado tendiendo en cuenta la disponibilidad de recursos de un Estado y las dificultades que pueda enfrentar, cada vez más son objeto de atención en cuanto puedan conllevar desempeños de baja intensidad en la construcción de capacidades esenciales para el disfrute de derechos y ejercicios de libertades. Estamos no ya bajo la idea de umbrales mínimos sino de niveles óptimos en torno a la salud, autonomía 84 de acción y autonomía crítica103. Desde tal perspectiva, los derechos sexuales y reproductivos son un territorio conceptual que se definen en términos de poder y recursos: poder tomar decisiones informadas sobre la reproducción, la crianza de los hijos, la salud reproductiva y la vida sexual, y recursos para estar en condiciones de tomar decisiones seguras y efectivas. Estos derechos articulan así: a) la obligación de los Estados de respetar y hacer respetar la autonomía personal sobre la sexualidad, b) la acción estatal en la construcción de entornos democráticos, plurales y habilitantes para el ejercicio de las libertades y disfrute de los derechos, c) el diseño e implementación de políticas dirigidas a hacer frente a inequidades y promover la inclusión, participación y transformación de las relaciones sociales104. En síntesis, podemos afirmar sin hesitación alguna que los derechos reproductivos y sexuales, basados en cuatro principios éticos: integridad corporal, autonomía, igual y diversidad105, incorporados básicamente desde el ámbito normativo internacional, integran la nómina de los derechos fundamentales y como tales, son inalienables, integrales e inseparables de la condición de persona106. 3. El aborto. Un derecho reproductivo y sexual De un análisis del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos con el alcance dado por los instrumentes internacionales de derechos humanos, las Conferencias Mundiales de Naciones Unidas y en especial las interpretaciones directamente relevantes emitidas al respecto por las entidades autorizadas de las Naciones Unidas, surge un término clave a la hora de abordar el tema del aborto: “la salud”. Según la Organización Mundial de la Salud, la salud constituye “...un estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades”107. Por su parte, la OMS, OPS y la Asociación Mundial de Sexología definieron la salud sexual (2000) como: “La salud sexual es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. No se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad o ambos. Para 103 Vid. Martha Nussbaum, (1998) Capacidades humanas y Justicia social en “Necesitar, desear, vivir”, Jorge Reichmann (ed.) Madrid: Los libros de la Catarata y Len Doyal y Ian Goung, (1994) Teoría de las Necesidades Humanas, Madrid: Icaria. 104 PETCHESKY y CORREA, 1994 cit por RAMOS, Silvina, Derechos reproductivos y sexuales, Trib. Permanente por los Derechos de las Mujeres a la Salud, Jornada preparatoria del 8/9/1997, Foro Permanente por los Derechos de las Mujeres. 105 Para un desarrollo vid. PETCHESKY y CORREA, 1994 cit. pos RAMOS, Silvina, Derechos reproductivos y sexuales, Trib. Permanente por los Derechos de las Mujeres a la Salud, Jornada preparatoria del 8/9/1997, Foro Permanente por los Derechos de las Mujeres. 106 En el mismo sentido vid. FAMÁ, María Victoria, Marisa HERRERA, Moira REYSIN, “Un paso más hacia su consolidación... Los derechos sexuales y reproductivos como un derecho humano”, LLC 2004 (septiembre), 800 y "¿Hasta cuándo relegaremos a la salud reproductiva de la nómina de los derechos fundamentales?", LA LEY, 2003-A, 237. 107 Organización Panamericana de la Salud: Constitución de la Organización Mundial de la Salud. En Documentos Básicos, Documento oficial Nº 240, Washington, 1991, p. 23 En similares términos la Asociación Panamericana de la Salud, la define como: “…un estado completo de bienestar…no sólo ausencia de enfermedad. Levantarse cada día como una celebración”. 85 que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y garanticen”. A su vez, se definió que la salud reproductiva, implica: “un estado general de bienestar físico, mental y social, y no una mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todas las cuestiones relacionadas al sistema reproductivo y a sus funciones y procesos. Salud reproductiva implica por tanto que todas las personas estén aptas para tener una vida satisfactoria y segura, que tengan capacidad para reproducirse y para decidir si, cuando y con qué frecuencia. Implícitos en esta última condición están los derechos de hombres y mujeres a la información y acceso a métodos seguros, eficaces, aceptables y accesibles de regulación de la fecundidad a su libre elección y el derecho de acceder a servicios de salud apropiados que permitan a las mujeres gravidez y partos seguros y proporcionen a las parejas la mejor chance de tener una criatura saludable. Señalándose como objetivos requeridos: a) que todas las parejas tengan la posibilidad de reproducirse y de regular la fecundidad; b) que toda mujer pueda gozar de un embarazo y de un parto con total seguridad de salud; c) que su resultado tenga éxito tanto en términos de la sobrevivencia como del bienestar de la madre y del niño; d) que todas las parejas puedan gozar de relaciones sexuales sin miedo a un embarazo no deseado o a contraer enfermedades. (OMS, 1992). Dentro de similar esta línea conceptual, el Programa de Acción, CIPD, 1994, reconoce a la salud reproductiva de la siguiente manera: “La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuando y con que frecuencia... [La atención de la salud reproductiva] incluye también la salud sexual, cuyo objetivo es el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual”108. Asimismo, la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer llevada a cabo en Beijing en 1995 la define como una actividad "encaminada al mejoramiento de la vida y de las relaciones personales"109. Así, las concepciones de lo “sexual” y de lo “reproductivo” –otrora en conflicto y ahora neutralizados como atributos de la “salud”- ya casi no se distinguen y a partir de la definición dada a salud reproductiva, se inscribe el aborto como derecho reproductivo110. Como estricta consecuencia de ello, la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, realizada en El Cairo en 1994, estableció que los Estados deben “...capacitar y equipar a quienes prestan servicios de salud (...) para asegurar que el aborto se realice en condiciones adecuadas y sea accesible"111. Y en el año 2000, en una sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas para revisar la implementación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995 (Plataforma de Beijing), titulada "Mujer 2000: Igualdad de Género, Desarrollo y Paz para el Siglo XXI" (también conocida como Beijing+5), se establece expresamente en relación al aborto que: "aunque se han adoptado medidas en algunos países, no se han aplicado plenamente las disposiciones contenidas en los párrafos 106 j) y 106 k) de la Plataforma de Acción, relativas a la repercusión sobre la salud de los 108 Capítulo VII, Párrafo 7.2, Programa de Acción, CIPD, 1994. Naciones Unidas, 1995, párr. 94. 110 KLEIN Laura, Fornicar y matar, el problema del aborto, Planeta, 2005, pp. 176-179. 111 Cairo+5, párr. 63(iii). 109 86 abortos realizados sin condiciones de seguridad y a la necesidad de reducir el número de abortos"112. De ello, se sigue que los derechos reproductivos y sexuales incluyen no solo la atención segura del embarazo y parto, la anticoncepción segura y efectiva, los tratamientos seguros para la infertilidad, la infertilidad, la información actualizada y veraz sobre sexualidad y salud reproductiva, y sobre los beneficios y riesgos de los medicamentos, tecnologías y tratamientos médicos, la prevención y el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual y VIH/SIDA y de los cánceres génito-mamarios, la libertad de vivir la sexualidad en condiciones seguras y dignas, el derecho a no sufrir violencia, abuso o coerción sexual o corporal, sino el aborto seguro y legal113. Tal afirmación se reafirma y encuentra argumentación en varias interpretaciones directamente relevantes emitidas al respecto por las entidades autorizadas de las Naciones Unidas114 que llevan a la conclusión que la mujer tiene el derecho a decidir en asuntos relacionados con el aborto, ya que varios derechos humanos corren riesgo cuando el acceso de las mujeres a los servicios de aborto legal y seguro está restringido. El Comité de Derechos Humanos115 y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer116 y el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales117 es el órgano de expertos de la ONU principal en la supervisión e interpretación del derecho a la salud, han repetidamente hecho notar con preocupación la relación entre las leyes que 112 Documento de Revisión de Beijing+5, párr. 12. RAMOS, Silvina, Derechos reproductivos y sexuales, Tribunal. Permanente por los Derechos de las Mujeres a la Salud, Jornada preparatoria del 8/9/1997, Foro Permanente por los Derechos de las Mujeres. 114 La implementación de los principales tratados de derechos humanos del sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas es supervisada por comités—llamados órganos de supervisión—constituidos por expertos independientes seleccionados de entre los estados partes de los respectivos tratados. Sus observaciones o recomendaciones constituyen una fuente fidedigna de la evolución interpretativa del derecho humano en cuestión. Cfr. “¿Por qué el aborto es un tema de derechos humanos?”, versión electrónica en www. hrw.org. 115 En repetidas ocasiones, el Comité de Derechos Humanos de la ONU también ha establecido un vínculo claro entre la igualdad de las mujeres y el acceso a los servicios de salud reproductiva, incluyendo el aborto. Y ha indicado que las restricciones al acceso al aborto legal y seguro puede llevar a situaciones que constituyen un trato cruel, inhumano o degradante. Estas situaciones incluyen el de forzar a una mujer embarazada a llevar a término un embarazo no deseado o riesgoso para su salud. En sus comentarios sobre países específicos, el Comité para la Eliminación de Discriminación contra la Mujer ha reconocido que el aborto en ciertas circunstancias puede ser la única manera disponible para que una mujer pueda realizar su derecho a decidir independientemente sobre el número de sus hijos y el intervalo entre los nacimientos. Esto es particularmente cierto para situaciones donde la mujer está embarazada como resultado de violación y porque le falló su método de anticoncepción, o si no tiene acceso a servicios de planificación familiar. 116 El Comité para la Eliminación de Discriminación contra la Mujer de la ONU ha clarificado que la divulgación de información confidencial de salud afecta a las mujeres de manera diferente que a los varones porque puede desalentar la mujer de buscar atención médica por un aborto incompleto. Esta atención es esencial, pues puede salvarle la vida. Del mismo modo, la mujer puede morir si no obtiene atención post-aborto. Asimismo, ha manifestado explícitamente que los derechos humanos de las mujeres son vulnerados cuando los hospitales se niegan a proveer abortos a causa de la objeción de conciencia de los médicos, ha expresado su preocupación por el limitado acceso que tienen las mujeres al aborto debido a esta misma razón y también ha recomendado expresamente que los hospitales públicos provean servicios de aborto en el contexto del aborto legal. 117 Este comité consistentemente ha afirmado que el respeto por el derecho a la salud de las mujeres requiere la despenalización del aborto, por lo menos en ciertas circunstancias. 113 87 restringen el aborto, el aborto clandestino y los riesgos para las vidas de las mujeres. Estos comités han recomendado la revisión o enmienda de las leyes que penalizan o restringen el aborto. Es decir, como proclama la Carta de Guanabra118 “el derecho al aborto es parte de los derechos humanos. Penalizarlo constituye una discriminación y es un acto de violencia contra las mujeres. Los abortos practicados en la clandestinidad y en la ilegalidad afectan a todas las mujeres y, de manera especial, a las mujeres pobres, poniendo en riesgo su salud y su propia vida por no tener acceso a servicios seguros. Para que se consolide una vida social democrática es preciso que mujeres de todas las clases, razas y etnias, de todas las edades, de todas las culturas, con distintas religiones y diversas orientaciones sexuales, puedan controlar sus cuerpos y tomar decisiones que deben ser respaldadas por un Estado laico. Exigimos el respeto a la capacidad intelectual y ética de las mujeres de decidir autónomamente y de forma responsable, sobre su sexualidad y reproducción. Exigimos la legitimidad de las distintas razones por las que, nosotras mujeres, recurrimos a un aborto. Exigimos que los Estados cumplan los compromisos asumidos en las Conferencias y Convenciones de Naciones Unidas y de la OEA (Organización de Estados Americanos), porque son herramientas que contribuyen a eliminar las desigualdades sociales. Exigimos la despenalización del aborto como cuestión de ciudadanía y justicia social.” 4. Aborto y familia: implicancias de las políticas de penalización/despenalización El tema del aborto, en tanto derecho reproductivo y sexual, nos obliga a tener presente que ellos, se refieren a una cuestión que es crucial en la vida de la sociedad, como la cuestión de la sucesión de las generaciones. La sucesión de las generaciones es un problema político de primer orden y, por lo tanto, nunca es dejado a la espontaneidad en ningún sistema político. En este sistema el grado de autonomía de las decisiones reproductivas influye, es decisivo en la calidad de la participación de las mujeres en la vida social y en la vida política. El apoderamiento de la potencia reproductiva, de la capacidad reproductiva del cuerpo de las mujeres, es el fundamento y la base del sistema patriarcal119. Por tanto, cuando hablamos del aborto y se abre el debate, hay que considerar que lo controversial del él remite a un cuestionamiento radical del modo en que es pensado el orden social y el poder dado que pone en escena la problemática de la discusión moral (y religiosa) y su deslizamiento hacia lo jurídico, interpela al orden patriarcal, remite a la inequidad de género, desnuda las problemáticas de la salud pública; reformula la dimensión de lo publico y lo privado; explicita la escisión placer/reproducción, pone en paréntesis el modelo de familia hegemónico, redefine la libertad de las mujeres para decidir sobre su destino y elecciones y sobre todo, revierte la lógica de una sexualidad normativa y 118 La Carta de Guanabara ha sido aprobada en 2001, por 98 mujeres representantes de grupos en 27 países y de 7 redes regionales, presentes en la Plenaria Final de la Reunión Ampliada “Aborto en la América Latina y el Caribe – derechos de las mujeres frente a la conyuntura mundial”, celebrada en Río de Janeiro. En agosto de 2002 la Carta de Guanabara recibió el apoyo de 420 mujeres de todo el mundo, presentes en la Plenaria Final del “IX Encuentro Internacional Mujer y Salud”, realizada en Toronto. 119 ROSENBERG, Martha, “Lucha por el derecho al aborto” (Josefina Fernández, Mónica D´ Uva, Paula Viturro, comps.) Cuerpos ineludibles, un diálogo a partir de las sexualidades en América Latina, Ediciones de Ají Pollo, Argentina. p. 55 y 56. 88 “natural”120. La anticoncepción por un lado y el aborto, en el caso extremo de la renegación ponen en suspenso el mito de la mujer madre cuestionando de raíz el mito fundacional y partriarcal del orden social121. Sin embargo, el hecho de que la gestación y el aborto se realicen en el cuerpo de las mujeres y de que ellas deban ser las primeras protagonistas, no nos autoriza a limitar el enfoque de estos temas a este protagonismo, simplificando la complejidad de los vínculos que rodean a la mujer como la resonancia en ellos. El ejercicio de un derecho no es exclusivamente una decisión individual y aislada, sino que existen ciertos factores que condicionan dicho ejercicio, tales como la situación socioeconómica, las legitimaciones sociales, culturales e institucionales acerca de la reproducción122. En función de ello, consideramos de interés abordar a continuación algunas de las repercusiones e implicancias que despiertan en la mujer y en la dinámica de su familia, las políticas de de penalización-despenalización que se adoptan sobre el aborto, a partir de una aproximación socio-jurídica del tema en Argentina y Cuba. 4.1. La dimensión jurídica y social del aborto en Argentina En la legislación argentina el aborto es sancionado penalmente. En tanto la doctrina nacional ha definido al aborto como "la muerte inferida a un feto"123, el Código Penal tipifica en el artículo 85 la figura del aborto pero sin dar un concepto del mismo, sólo se limita a decir: "el que causare aborto". Y a continuación establece una serie de figuras: aborto sin consentimiento de la mujer y no consentido y seguido de muerte; aborto agravado por profesional, aborto preterintencional; y aborto propio o consentimiento en el propio aborto124. Se castiga como autor del delito de aborto a quien lo provoca, sin embargo gradúa la pena tomando en consideración si se obró o no con el consentimiento de la mujer y, en ambos casos se agrava la pena si el aborto fuere seguido de la muerte de ésta. Es considerada como autora la mujer que causa su propio aborto o la que consiente en que otro se lo cause125. 120 GUTIÉRREZ, María Alicia, “Silencios y Susurros: la cuestión de la anticoncepción y el aborto”, Revista Jurídica Universidad Interamericana de Puerto Rico, Facultad de Derecho, Vol. XXXVIII, septiembrediciembre 2003, N° 1, p. 263. 121 GUTIÉRREZ, María Alicia, “Silencios y Susurros: la cuestión de la anticoncepción y el aborto”, Revista Jurídica Universidad Interamericana de Puerto Rico, Facultad de Derecho, Vol. XXXVIII, septiembrediciembre 2003, N° 1. p. 264. 122 Cfr. T. DURÁN & M.A. GUTIÉRREZ, Tras las huellas de un porvenir incierto: del aborto a los derechos sexuales y reproductivos, en AEPA, CEDES, CENEP, Avances en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad (Buenos Aires 1998). 123 SOLER, Sebastián, "Derecho Penal Argentino", tomo III, Ed. Tipográfica Editora Argentina, 1956, p. 110. 124 Cfr. artículos 85 inciso 2, 86, 87 y 88 del Código Penal. 125 La mujer embarazada es la única que goza de la prerrogativa de no punibilidad en caso de tentativa. En caso que el aborto sea ocasionado por médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causarlo o cooperaren a causarlo, se establece además la pena de reclusión o prisión, la inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena. El aborto preintencional se encuentra regulado, siendo la pena considerablemente más baja (prisión de seis meses a dos años), para el autor 89 A su vez, el artículo 86 del Código Penal126 tiene dos excepciones que autorizan a la realización de un aborto: en casos necesidades de salud y en aquellos casos donde el embarazo ha sido producto de violencia sexual, engaño o inexistencia de voluntad. El citado artículo en sus incisos incisos 1 y 2 prescribe que: "...El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1) Si se ha hecho con el fin de evitar peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios; 2) Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre mujer idiota o demente. En este caso el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto". En síntesis, el Código Penal argentino, adopta el modelo puro de indicaciones, teniendo como regla la prohibición penal del aborto y como excepción –cuando se genera un conflicto entre el valor vida dependiente humana y determinados valores de la mujer (vida, salud y libertad sexual)– la despenalización del aborto voluntario, es decir, la renuncia formal (jurídica) de accionar en este conflicto mediante el sistema penal127. A pesar de la penalización del aborto, las mujeres argentinas, ya fuere en los casos claramente incriminables o en los eventualmente no punibles, abortan como lo reflejan las estadísticas128, poniendo en riesgo su vida y su salud al acudir a servicios clandestinos para (quien con violencia causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de embarazo de la paciente fuere notorio o le constare). 126 La interpretación de este artículo no fue pacífica, sucediéndose debates doctrinarios a lo largo de los años respecto de él y a lo que estaba o no penalmente prohibido por el mismo. Remontándonos a los antecedentes de la redacción actual, encontramos que el Proyecto de 1917 no imaginó excepciones y recién el despacho final de la Comisión del Senado, en 1919, introdujo formas de impunidad en la figura del aborto tomándolas del artículo 112 del Anteproyecto del Código Penal suizo –aunque con errores de redacción que dieron lugar a la discusión doctrinaria sobre su alcance mencionada- y que fue sancionado por el Congreso Nacional por ley número 11.179 y cuya vigencia comenzó el 29 de abril de 1922. En 1967, la ley 17.567 modificó el inciso 1° del mencionado artículo 86 adicionándole la palabra “grave” al referirse al peligro en la salud de la madre. Quedó entonces redactado en los siguientes términos: “El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1°) Si se ha hecho con el fin de evitar un grave peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios (…)”. Por otro lado, sustituyó el inciso 2° por el siguiente: “2°) Si el embarazo proviene de una violación por la cual la acción penal haya sido iniciada. Cuando la víctima de la violación fuera menor o una mujer idiota o demente, será necesario el consentimiento de su representante legal”. De esa manera, el muevo texto disipaba toda duda acerca de su alcance considerando impune la figura siempre que el embarazo fuera producto de una violación, comprensiva ésta de los tres casos previstos en el artículo 119. Esta forma estuvo vigente hasta el año 1973, cuando se la derogó mediante la ley número 20.509 volviéndose al texto original del Código Penal. Y esa misma fórmula fue más tarde repuesta por la ley número 21.338 del año 1976. Finalmente, mediante la sanción y promulgación de la ley 23.077, en el año 1984, se dejan sin efecto las reformas que fueran introducidas por la ley 21.338, retornándose, una vez más, a la redacción original del artículo 86 del Código Penal prevista en la ley 11.179, que rige actualmente.127 GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, Aborto voluntario, vida humana y constitución, Ediar, Argentina, 2000, p. 137. 128 En nuestro país se habla de que se realizan entre 500.000 y 1.000.000 de abortos voluntarios al año de manera "clandestina". Según cifras del INDEC el 37% de los embarazos termina en aborto (Cfr. Contrainforme de las ONGs argentinas al Comité de la CEDAW: Derechos Humanos de las Mujeres: Asignaturas Pendientes del Estado Argentino. Agosto, 2002). Cifras que teniendo en cuenta que se estiman a partir de la realidad hospitalaria no reflejan la magnitud del problema en su totalidad. A lo que se suma la dificultad de obtener datos confiables con la representatividad, veracidad y mantenimiento de la confidencialidad de quienes los aportan. Vid. PAILLES, Jorge y Luis María ALLER ATUCHA: “La 90 terminar con un embarazo no deseado y por tanto sometiéndose a situaciones de humillación y gran sufrimiento. La mujer embarazada que desea abortar es colocada en una situación de soledad en la que no habrá voces médicas ni psicológicas que puedan ayudarla. Abortará en las peores condiciones, se enfrentará a la difícil situación atormentada y en soledad129. Desde el punto de vista psicológico, se revela que el aborto produce en las mujeres depresiones, angustia, culpa y otros sentimientos o conflictos emocionales, derivados de las condiciones de vergüenza, indignidad y clandestinidad de las propias intervenciones, destacándose que los efectos psíquicos dañinos que produce la experiencia abortiva son más lesivos si la conducta de la mujer se encuadra en una figura tipificada penalmente, porque los sentimientos de culpa pueden llegar a ser más importantes. En Argentina, las tasas de la “muerte materna” son elevadas con relación a otros indicadores de salud del país, y también en relación con otros países de la región130. Cuando se estudian sus causas se evidencia que la primer causa de de muerte (de las mal llamadas131) “maternas”, es el aborto. Según una investigación reciente, las complicaciones derivadas de abortos clandestinos son la principal causa de muerte materna en al menos seis provincias argentinas, alcanzando el 27,4 %, con magnitudes que oscilan entre el 21 % en el caso de Tucumán, y el 35% en el de Mendoza132. Por su parte, el 35% de las muertes de adolescentes embarazadas se deben a complicaciones derivadas del aborto133. Frente a lo que corresponde señalar, tal como indican estudios puntuales134, si se ajustaran los datos con información de las historias clínicas, el porcentaje debido al aborto provocado aumentaría. Como lo señalan expertos del tema y estudios parciales existe un subregistro práctica del aborto en Argentina”, pp. 5 a 10, Marketing y Promoción Social para la calidad de vida, Argentina, 1996. 129 Las complicaciones inmediatas más frecuentes del aborto inseguro son la perforación del útero, la hemorragia y la infección. A mediano plazo, la infertilidad es una secuela común. Cfr. RAMOS, Silvina y María Alicia GUTIÉRREZ (editoras), “Nuevos desafíos de la responsabilidad política”, Cuadernos del Foro Año 4 N° 5, Foro de la sociedad civil en las Américas, CEDES, Argentina, noviembre, 2002, pp. 100 y 101. Ello sin perjuicio del alto riesgo de vida que implica, así cuando se analizan las causas de la muerte de las mujeres, en todo el país se registra un porcentaje del 30,85% como consecuencia del aborto, siendo éste el principal generador de mortalidad materna (Cfr. INDEC, 1999). 130 Al nivel nacional, y para el año 2000 (últimos datos disponibles en el Ministerio de Salud de la Nación), es de 39 por 100.000 nacidos vivos. Constatándose graves diferencias según la edad, el nivel socioeconómico y el nivel de escolaridad. El segmento etario más vulnerable es el de 40 a 44 años (139 cada 100.000 nacidos vivos), seguido de cerca por las menores de 15 años (122 cada 100.000 nacidos vivos) Cr. Ministerio de Salud y Acción Social, Dirección de Estadísticas e información de Salud, en “Estadísticas Vitales, Información Básica 2000”. 131 Se ha propuesto modificar el concepto “mortalidad materna” cuando la causa de la muerte sea el aborto, por la denominación “muerte por gestación”. Cfr. CHECA, S., y M. ROSEMBERG, en Aborto Hospitalizado: una cuestión de derechos reproductivos, un problema de Salud Pública, Ed. El cielo, Bs. As., 1996. 132 Estos datos surgieron a partir de un estudio realizado por el CEDES en Mendoza, Formosa, Chaco, Tucumán, San Luis y San Juan, luego de un relevamiento que sobre el particular realizó durante 2002 y 2003, y concluyó en el 2004. Cfr. datos diario Infobae, 22/3/2005. 133 Cfr. datos publicados en el diario Clarín del 21/4/2001. 134 Un estudio del Ministerio de Salud de la Nación sobre las muertes maternas en la Ciudad de Buenos Aires, corrigiendo los datos de las historias clínicas, observó un subregistro del 30 al 50% (Cfr. BIANCO, Mabel, Por una maternidad sin riesgos, FEIM/UNICEF, 1993). 91 en el cálculo de aproximadamente 50% debido al error en la certificación médica de defunción, y a que las mismas mujeres que abortan ocultan el hecho135. Un indicador de la incidencia del aborto provocado en las muertes maternas es la proporción de internaciones por complicaciones de aborto que ocurren en los hospitales públicos. Tales complicaciones son la primera causa de internación en los hospitales públicos y constituyen la tercera causa de muerte de mujeres en edad de procrear136. Las hospitalizaciones por aborto (año 2000, todo el país) aumentaron un 46% en relación a 1995. De las 78.894 internaciones ocurridas en el 2000, 11.015 corresponden a adolescentes entre 15 y 19 años y 555 a niñas entre 10 y 14 años. En el 2001, se registraron también muertes maternas en niñas de 10 a 14 años por aborto. Las adolescentes y particularmente las niñas entre 10 y 14 años fueron más afectadas por complicaciones por aborto. Durante el periodo mencionado aumentaron en un 46% las internaciones por estas causas en todo el país137. Sin embargo, en las provincias más pobres las mismas triplican el promedio nacional138. Los organismos que participaron en la investigación más arriba mencionada, resaltaron que la mortalidad materna es un problema que excede el ámbito sanitario y remite, directamente, a la situación socioeconómica de las mujeres y al incumplimiento de sus derechos. “La mortalidad materna es la expresión extrema de la negación de derechos que emerge como la punta de un iceberg”, precisa el estudio e indica que los más afectados son los niños que quedan huérfanos, y detalla que “las muertes maternas son una expresión inequívoca de las desventajas económicas, sociales y culturales que padecen las mujeres”. De hecho, se señala que el 5% de las fallecidas por causas de muerte materna no había asistido a la escuela, el 20% tenía educación primaria incompleta, sólo el 40% completó sus estudios iniciales y apenas el 17% había accedido a la escuela secundaria139. Por su parte, se también se señaló que cuando una mujer muere, los que más sufren son los niños: sus hijos sobrevivientes tienen entre 3 y 10 veces más probabilidades de morir en los dos años siguientes que los que tienen a ambos padres140. Estos datos sumados a los proporcionados por un informe del CEDES del mes de mayo de 2003, del que surge que “un rasgo distintivo de la Argentina es la marcada inequidad social en el acceso a los métodos anticonceptivos”141, analizados en el contexto socio-económico actual, conducen a que las consecuencias habituales de ello sean embarazos no deseados, 135 Sólo un pequeño porcentaje de estas mujeres reconocen haber realizado maniobras abortivas, “porque lo consideran vergonzante y por temor al castigo judicial, a sufrir represalias. Todo esto ocurre porque muchas mujeres están desesperadas y se dan cuenta de que no han podido prevenir un embarazo no deseado. Es que no tienen los medios y la educación que les permitan decidir cuántos hijos van a tener, si los vana poder educar y alimentar” (Cfr. diario La Nación, 27 de mayo de 2002). 136 Cfr. Ministerio de Salud, Dirección de Estadísticas e información de Salud, “La salud de las madres, los niños y las niñas, una apuesta a la vida”, Ministerio de Salud, Secretaría de atención sanitaria. 137 Cfr. Contrainforme de ong’s argentinas al Comité de la CEDAW, enero de 2004. En el señala que a pesar de esto no existe (ni al nivel nacional, ni provincial, con la excepción de Mendoza), normatización de la atención post aborto para evitar su reiteración y el consiguiente impacto en la mortalidad materna 138 Cfr. “Radiografía del aborto en la Argentina”, Clarín, 8/3/2004, pp. 30 y31. 139 Cfr. Diario UNO, Mendoza, 23/9/2004. 140 RAMOS Silvia y Mariana ROMERO, estudio "Para que cada muerte materna importe", publicado por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) en 2004, Cfr. Diario La Nación, 8/4/2005. 141 Cfr. voto de Alicia Ruiz en el fallo del Trib. Sup. Just. Ciudad de Buenos Aires, 14/10/2003, “Liga de Amas de Casa, consumidores y usuarios de la República Argentina y otros v. GCBA s/ acción declarativa de inconstitucionalidad. Para un desarrollo del estado de situación legislativa y jurisprudencial en materia de salud sexual y reproductiva en la Argentina”. Vid. Contrainforme de ong’s argentinas al Comité de la CEDAW, enero de 2004. 92 frente a los cuales se presenta como única opción la realización de u aborto en condiciones clandestinas y por tanto, peligrosas. Así, la ilegalidad del aborto trae como consecuencia la proliferación de servicios clandestinos de alto riesgo, que además de poner en peligro la vida de la mujer, ya que muchas de las veces no cuentan con personal entrenado ni técnicas apropiadas, originan otro tipo de complicaciones como gastos médicos mucho más costosos, hospitalizaciones prolongadas y la inevitable corrupción de las instituciones jurídicas y policiales que se encargan de encubrir estas prácticas142. Las complicaciones que se producen como resultado de un aborto se traducen en gastos de recursos médicos y financieros que afectan al sistema de salud pública, convirtiendo al aborto además en un problema económico para el Estado, dado por el alto costo que significa la atención médica de las mujeres que arriban a los servicios públicos de asistencia con serias complicaciones producto de abortos mal realizados143. Asimismo, no cabe duda del fuerte impacto económico que representa para la mujer y su familia la práctica del aborto inducido. Aunque no existen cifras exactas, las mujeres que recurren a un aborto clandestino deben cubrir altos costos que muchas veces incluyen gastos por complicaciones médicas. Algunas investigaciones indican que los abortos clandestinos realizados por proveedores de salud pueden costar entre un cuarto y la mitad del sueldo promedio mensual de la mujer144. Ello refleja otra cuestión, aquellas mujeres que tienen los medios económicos y quieren interrumpir un embarazo no deseado tienen la posibilidad de hacerlo en condiciones seguras (de manera discreta y con un servicio de calidad), mientras que muchas mujeres pobres se enfrentan a la peor calidad técnica y ninguna calidad humana, con riesgo de hemorragia, infección e incluso muerte. En tal sentido, como vimos los resultados de una política legislativa restrictiva sobre el aborto hacen sentir los efectos negativos sobre las mujeres más desvalidas de la sociedad, violando principios de justicia social y equidad, ya que propicia prácticas discriminatorias. A su vez, las mujeres pobres también corren un mayor riesgo de ser denunciadas a las autoridades y sancionadas con penas carcelarias, ya que en casos de complicaciones relacionadas con un aborto inseguro se ven en la necesidad de acudir a instituciones públicas donde tienen lugar la mayoría de las denuncias. Este comportamiento de los profesionales médicos viola también el derecho de las mujeres a la intimidad y a la confidencialidad. De esta manera, las leyes que penalizan el aborto producen un dilema ético difícil de resolver, pues colocan al médico entre su deber como ciudadano de reportar un hecho ilícito a las autoridades y su deber como médico de proveer un tratamiento confidencial a su paciente. 142 El aborto y la tarea parlamentaria en América Latina, The Population Council, Universidad Externado de Colombia y Grupo de Información en Reproducción Elegida, p. 22. 143 El impacto económico que produce la atención de los abortos complicados en nuestro país es más de $150.000 diarios. Cfr. PAILLES, Jorge y Luis María ALLER ATUCHA, op. cit. p. 35. 144 La penalización del aborto propicia un mercado negro en el que el precio de la intervención resulta exagerado. Se calcula que el coste del aborto clandestino llega a ser diez veces mayor del que se fijaría en un sistema penalizado. Vid. PINE, Rachel N., "Achieving Public Health Objectives through Family Planning Services", en Making Abortion Safe And Legal: The Ethics And Dynamics Of Change. Reproductive Health Matters, no. 2, noviembre de 1993, p. 80. 93 En el caso de que se denuncie a la mujer y se la condene el ingreso a establecimientos carcelarios trae terribles consecuencias, tanto para las mujeres procesadas por aborto como para su familia. Por un lado, la privación de la libertad de la mujer implica un estigma social que la afecta no solo a ella al nivel personal y social, señalándose por ejemplo, pérdida de autoestima, pérdida de empleo, desalojo de la vivienda por prejuicios del arrendador, etc.; sino que a la vez representa un estigma social para su familia. Por otro lado y del mismo modo, la detención de la madre indudablemente afecta la dinámica familiar, principalmente en el caso de sus hijos, quienes deben ser acogidos por familiares o colocados en escuelas con régimen de internado. Los hijos de las mujeres detenidas por lo general presentan problemas de conducta como resultado de la inestabilidad familiar a la que se ven forzados145. Un contexto de penalización crea una impronta desfavorable que generaliza las actitudes negativas con respecto al aborto, incluso en aquellos casos en que el aborto está exento de pena. Esto trae como consecuencia que las mujeres de bajos ingresos económicos recurran a un aborto clandestino, cuando en realidad tienen derecho a un procedimiento seguro. Del mismo modo, muchos profesionales de salud niegan el acceso a un aborto seguro a las mujeres que se encuentran dentro de las excepciones legales por no tener un conocimiento exacto de la normativa legal al respecto. Un análisis de la vieja jurisprudencia argentina en el tema revela que ha existido cierta tendencia claramente restrictiva respecto las excepciones de penalización expresamente previstas por la ley146. Incluso ello se constata de manera más reciente, en una sentencia en la que el derecho a la salud de la mujer resultó postergado frente al derecho a la vida de la persona por nacer, aún cuando reconoció que “la posibilidad de vida extrauterina es casi nula”, en la ponderación de principios constitucionales que efectuó la Suprema Corte de la 145 En Chile donde el aborto está penalizado se ha estudiado este tema, vid. CASAS BECERRA, Lidia, “Mujeres procesadas por aborto”, Foro Abierto de Salud y Derechos Reproductivos, Santiago, Chile, 1996 146 En la excepción que tiene por fin evitar el daño a la madre, no se incluyó nunca en tal concepto al daño psíquico. En un fallo del año 1987, el Juzg. de 1ª Instancia Civ. y Com. n. 2 de San Martín niega el derecho a abortar a un matrimonio que fundamenta su petición en la ausencia de posibilidades de vida que el feto tiene y el daño psicológico que a la madre acarreará el portar en su vientre hasta el término del embarazo a un feto que sabe no tiene chances de vida. De igual modo se ha mostrado reticente a aplicar la excepción que contempla los casos de embarazos provenientes de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente, aunque expresamente despenalizados. Así lo demuestra un fallo del Juzg. Nac. Civ. n. 25 de la Capital Federal, que en 1988 negó el derecho a abortar a una “menor” internada en un instituto psiquiátrico con diagnóstico de síndrome oligofrénico, cuyo embarazo provenía de una violación. El juez fundamentó su posición en la posibilidad de que las maniobras abortivas redundaran en un perjuicio para la “menor” embarazada, la cual se hallaba bajo su tutela en razón de su estado psíquico. Se solicita la práctica de un aborto eugenésico y el juez, alegando que el aborto encierra un riesgo para la mujer, no hace lugar al pedido. 94 Provincia de Buenos Aires en la causa “B., A. s/ autorización judicial”147. Aunque cabe señalar que en el año 2004, la máxima instancia judicial bonaerense modificó su posición148 Por su parte, pese a que una gran parte de los abortos que se realizan en el país tienen como origen carencias que van desde la falta de medios de contracepción hasta la imposibilidad de sustentar a un niño, el aborto por indicación social o socioeconómica nunca fue introducido en nuestra ley penal como excepción a la penalización. Sin embargo por vía jurisprudencial, ocasionalmente, se ha desincriminado a las mujeres que abortan con argumentos que hablan a las claras de la desigualdad que implicaría en nuestra sociedad incriminar a las mujeres abortantes de condición social baja149. Recientemente el caso que marcó el inicio de una nueva etapa para la tragedia que tantísimas mujeres y sus familias (nada casual, también pobres) protagonizan, fue “T., S. c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”150. Si bien fue el primer pronunciamiento emitido por el máximo tribunal federal sobre el tema, con anterioridad algunos jueces ya habían asegurado los derechos de esas mujeres en otros casos similares151. La sentencia dictada en esta causa, se preocupa especialmente por diferenciar la autorización solicitada por la Sra. S. T. del aborto152 y en un limitado contexto, la Corte 147 Los dos argumentos más fuertes, que definieron la suerte del caso, fueron: 1) el curso normal del embarazo no genera a la mujer ningún riesgo para su salud; 2) la malformación del feto, que lo hace diferente de sus congéneres, no lo priva de su condición de persona humana, y por tanto sujeto pasivo del derecho a la vida, cuya protección es obligación del Estado, “máxime si es la propia madre la que pretende provocar su muerte mediante la inducción de parto” (conf. voto del juez Petiggiani). El fallo, de fecha 22/6/01, que revocó la autorización concedida por el Tribunal de Familia n° 2 del Departamento Judicial de la Matanza, fue posteriormente revocado por la mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 7/12/01, aún cuando el parto ya había tenido lugar. 148 Vid. causa 91.478 de fecha 05/05/04 en los autos caratulados: “P., F. V s/ amparo” en www.scba.gov.ar. 149 Al respecto cabe destacar, que en 1966 la C. Nac. Crim. y Corr. es convocada a un Plenario ("Natividad Frías") con el fin de decidir, si puede instruirse sumario criminal en contra de una mujer que haya causado su propio aborto o consentido en que otro se lo causare, sobre la base de la denuncia efectuada por un profesional del arte de curar que haya conocido el hecho en ejercicio de un cargo oficial. Si bien, la cuestión a resolver era de orden procedimental, en cuanto a la obligación de los médicos de informar acerca de los delitos que conocieran en el ejercicio de su profesión cuando entra en conflicto con el deber de guardar el secreto profesional, la argumentación de los jueces excede ampliamente tal cuestión. Finalmente triunfa la posición favorable a la no iniciación en estos casos de sumario criminal a la mujer abortante, aunque sí a los coautores, instigadores y cómplices. Entre los jueces que se inclinan por esta posición, hay algunos argumentos que claramente pueden ser encuadrados dentro de una defensa del aborto por indicación socioeconómica. La recusión del Plenario "Natividad Frías" no implica que haya sentado un antecedente jurisprudencial inmodificado, registrándose en los últimos años algunos fallos en contra. Vid. CARDINAUX, Nancy, “Aborto: ley vs. Jurisprudencia”, Jurisprudencia Argentina, 1995-IV-965. 150 Sentencia de 11/1/2001. El desarrollo de esta sentencia fue tomada de “Una mirada de los derechos sexuales y reproductivos a partir de la narrativa normativa positiva y jurisprudencial”, ponencia presentada por Carolina BONAPARTE, Marisa HERRERA, Marisol BURGUÉS y Verónica SPAVENTA, ponencia presentada en el V Congreso de Sociología Jurídica, La Pampa, noviembre de 2004. 151 Por ejemplo, el juez en lo criminal y correccional Pedro Hooft en las causas “A., K.” (sentencia de 5/9/97) y la jueza de familia Adriana B. Rodríguez en los autos “M., L. R. P/ Medida Tutelar – Autorización”, (sentencia de 28/4/00). 152 Se señala que “la petición no implica la autorización para efectuar un aborto” porque “no se persigue una acción que tenga por fin la muerte del feto” (conf. considerando 6, voto mayoría). Y esto a raíz de que “adelantar o postergar el alumbramiento (...) no beneficia ni empeora la suerte del ‘nasciturus’” (conf. considerando 9, voto mayoría) porque la muerte no es consecuencia del adelantamiento del parto sino de 95 reconoce la capacidad de autodeterminación de la mujer para decidir poner fin a un embarazo que, según las propias palabras de la amparista, presenta “visos de tortura” (conf. considerando 12, voto del juez Petracchi): “Frente a lo irremediable del fatal desenlace debido a la patología mencionada y a la impotencia de la ciencia para solucionarla, cobran toda su virtualidad los derechos de la madre a la protección de su salud, psicológica y física y, en fin, a todos aquellos reconocidos por los tratados que revisten jerarquía constitucional” (conf. considerando 12, voto mayoría). Peticiones judiciales como la mencionada, fueron necesarias por insistente (e injustificado) requerimiento de ciertas instituciones sanitarias públicas de distintas jurisdicciones del país. Si bien la mayoría de los magistrados intervinientes hicieron lugar a las acciones promovidas153, no todas tuvieron ese desenlace. Estos antecedentes revelan las conductas y pautas discriminatorias aún en los supuestos en los el ordenamiento no penaliza el aborto como la selectividad con que opera el sistema penal. Es decir, cuando se cumplen los presupuestos que legalmente habilitan la procedencia de la interrupción del embarazo, éstos no operan automáticamente, sino que sufren el retraso de la solicitud de autorización judicial, implicando ello un menoscabo del goce o ejercicio de los derechos fundamentales en condiciones de igualdad por la condición económica y social. Al mismo tiempo, la legislación sobre penalización del aborto revela un problema de género, ya que penaliza a las mujeres y no así a los varones que comparten la responsabilidad en el inicio de un embarazo. La participación y responsabilidad del varón están invisibilizadas. Los problemas, el riesgo de salud, de cárcel y de muerte frente a un aborto ilegal e inseguro los asume sólo la mujer. En una investigación que realizó un exhaustivo análisis de la jurisprudencia en Argentina, se señaló: “la falta de desarrollo de un cuerpo comprehensivo de doctrina relativa a la igualdad de género y temas que afectan a las mujeres. No sólo la Corte ha resuelto pocos casos en relación con los derechos de las mujeres y la igualdad de género, sino que carece de un desarrollo significativo de argumentos y conceptualización de los temas relevantes para su pleno goce y ejercicio. No obstante haber decidido importantes casos relacionados con la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos en el ámbito local, la Corte no ha hecho un desarrollo de las cláusulas de igualdad y no discriminación ni ha aplicado la su malformación congénita, que fatalmente conducirá hacia ese desenlace con independencia del momento en que el alumbramiento se produzca. Es el abandono del seno materno, entonces, “la circunstancia que revela su ineptitud para la vida autónoma” (conf. considerando 9, voto mayoría). También lo hace la del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vid. especialmente voto del juez Julio B. J. Maier, capítulo III, apartados 1 a 6. 153 V. gr. “C., P. L. c. GCBA (Hospital Materno Infantil Ramón Sardá) s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “R.R., R. P. c. GCBA (Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’) s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “C., V. N. c. Hospital Gral. I. Pirovano s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “A. C., P. J. c. GCBA (Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’) s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “V., A. c. GCBA (Hospital Materno Infantil Ramón Sardá) s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “M., M. c. GCBA - Hospital General de Agudos ‘Cosme Argerich’ s/ amparo (art. 14 CCBA)”, “G., M. C. c. Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’ s/ amparo (art. 14, CCBA)”, “L. C. c. GCBA s/ amparo (art. 14 CCBA)”, tramitados durante el año 2001 ante la justicia en lo contencioso administrativo y tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; “A., V. F. y otros c/ EN –M° 1- Complejo Médico Policial Churruca-Visca s/ Amparo Ley 16.986”, de 6/5/02, Juz. Cont. Adm. Fed, entre otros. 96 Convención sobre la Eliminación contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer"154. Como contrapartida, a las implicancias señaladas, resulta importante señalar también que la continuación de un embarazo no deseado y la experiencia de ser madre contra la voluntad también suele tener consecuencias emocionales graves tanto para la madre como para la familia155. Ante un embarazo no deseado, una mujer puede llegar a recurrir al suicidio o eventualmente a un homicidio sea como actora o víctima en algunos casos paradigmáticos y extremos (caso Tejerina). Un estudio realizado en una provincia de la Argentina registró seis casos de embarazadas que fallecieron por violencia en el período 1992-1996: dos se suicidaron, una fue asesinada y tres murieron en accidentes156. Diversos autores han expresado su preocupación sobre estas consecuencias del embarazo no deseado y se han referido a ellas como “el tema ausente” en los estudios sobre mortalidad materna. Algunas investigaciones ofrecen evidencias sólidas para sustentar que los hijos que los hijos que no fueron deseados y que crecieron en un ambiente desfavorable son más susceptibles de involucrarse en actividades criminales durante la juventud. Otros problemas sociales gravísimos, como la violencia doméstica y los niños en situación de calle también están fuertemente asociados a la maternidad no deseada157. Asimismo, otra investigación realizada por dos prestigiosos economistas de los Estados Unidos reveló una asociación entre la legalización del aborto y el descenso de la criminalidad quince a veinte años después de aprobada la ley correspondiente en ese país (Donohue y Levitt, 2000). Sus cálculos les permite afirmar que la legalización del aborto es la primera causa del importante descenso de la tasa de asesinatos, daños a la propiedad y crimen violento en general que se ha observado en los Estados Unidos durante la última 154 Vid. MOTTA y RODRÍGUEZ, "Mujer y Justicia. El caso argentino", Banco Mundial, pp. 102-103. DAGG, P.,“The psychological sequelae of therapeutic abortion-denied and completed”, en American Jornal of Psychiartry, 148 (5), 1991, pp. 578-585. 156 Si bien esta es un área poco explorada, merece ser investigada con mayor profundidad, dado que la difícil situación económica, el temor a la crítica familiar y social, combinados con la ausencia de leyes y de un sistema que proteja a las mujeres con embarazos no deseados contribuyen seguramente a la elección del suicidio e incrementan la probabilidad de ser víctimas de la violencia de quienes se oponen al embarazo. Vid. RIZZI, R.; R. CORDOBA y J. MAGUNA, “Maternal mortality due to violence”, en International Journal of Gynaecology and Obstetrics, 63(1), S-19-26, 1998. 157 Con miras de identificar las circunstancias en la vida o los factores que contribuyen a la delincuencia juvenil, dos importantes estudios han demostrado que el rechazo materno, el trato errático y la falta de supervisión por parte de los padres son factores que contribuyen a que los hijos participen en actividades delictivas durante la juventud (Loeber y Stouthamer-Loeber, 1986; Sampson y Laub, 1993). En el mismo sentido, un autor finlandés mostró que, en orden decreciente, el bajo nivel de educación de la madre, ser madre adolescente, la crianza por un solo de los padres, la madre que no haya deseado el embarazo y el tabaquismo durante ese periodo son factores que incrementan el riesgo de que el hijo se involucre en situaciones de delincuencia juvenil (Rasanen et al., 1999, pp. 857-862). 155 97 década. De hecho, el 50% del descenso de la delincuencia podría atribuirse a la legalización del aborto158. El embarazo no deseado es un problema con implicancias graves sobre la salud y la situación social de las mujeres, sus hijos y sus familias, y la población en general, pero las consecuencias más graves del mismo sobre la salud, sin lugar a duda son las que resultan de las prácticas de abortos inseguros. Siguiendo a Cohen: “forzar a una mujer a soportar un embarazo no deseado es imponerle por la fuerza una identidad: la identidad de ser mujer embarazada y de madre. Innegablemente, es la integridad corporal de las mujeres, en el sentido físico, tanto como el emocional, lo que se pone en juego a través de la penalización del aborto. Pero también se hace peligrar su integridad personal”159. 4.2. Aborto, penalización y contexto constitucional Una conexión del contexto social del aborto a la mirada del derecho penal, nos demuestra que el uso de las normas penales en los supuestos de abortos voluntarios, no se justifica por los costes que produce. Además de que la existencia de la pena no reduce ni elimina otras reacciones o problemas sociales. La razón por la cual ante el aborto, parece preferible establecer jurídicamente la tolerancia antes que imponer una norma prohibitiva, no se basa tanto en la tolerancia en sí misma, sino en la función que debe cumplir un derecho penal garantista: mínimo y subsidiario160. El derecho penal tiene como justificación la minimización de la violencia en la sociedad. Un sistema penal se justifica si delitos y penas comportan una violencia menor de la que se produciría en una sociedad salvaje. En sociedades muy desiguales hay una delincuencia de subsistencia respecto de la cual el papel de prevención del derecho penal es mínimo161. Por su parte, el tema del aborto se relaciona de manera directa con el paradigma constitucional emergente que, en nuestro país, se manifiesta mediante el modelo de Estado social y democrático de derecho. En una democracia social, el derecho no debe imponer coactivamente criterios morales mediante normas jurídicas. Una sociedad liberal deba sustentar el criterio de tolerancia (entendido como no exigibilidad jurídica) cuando existe una notable división o pluralidad social162. La despenalización del aborto supuestos no establece obligaciones para nadie, y permite a cada cual ejercer libremente sus convicciones. 158 Cfr. RAMOS, Silvina y María Alicia GUTIÉRREZ (editoras), “Nuevos desafíos de la responsabilidad política”, Cuadernos del Foro, Año 4, N° 5, Foro de la sociedad civil en las Américas, CEDES, Argentina, noviembre, 2002, pp. 100 y 101. 159 COHEN, Jean L., “Para pensar de nuevo la privacidad, la autonomía, la identidad y la controversista sobre el aborto”, en 19 Debate Feminista (México 1999). 160 El garantismo como sistema institucional fija límites y vínculos a los poderes públicos (y también a los poderes privados), para tutelar los derechos fundamentales. Cfr. FERRAJOLI, Luigi “Los derechos son un papel si no se incluyen garantías adecuadas”, Diario Clarín del 31/12/2005. 161 Ibídem. Para un desarrollo del tema vid. FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razón, Trotta, págs 336 y 337. 162 En Argentina, la opinión pública se manifiesta mayoritariamente a favor de la despenalización del aborto en Argentina, manifestándose de acuerdo con ello un 63%. Cfr. Salud y derechos sexuales y 98 Más allá de como se considere el derecho a la vida y la entidad que se le dé a éste en relación al embrión163, desde la perspectiva constitucional argentina, la despenalización del aborto no presenta obstáculos. Podemos en tal sentido legalizar el aborto, dictar una ley sobre aborto como tienen tantos otros países164, donde se respete la opción de la mujer, existen fundamentos jurídicos para despenalizar el aborto sin que ello produzca ningún accionar inconstitucional, tal como lo manifiestan varias voces de la doctrina nacional165. 4.3. La dimensión jurídica y social del aborto en Cuba A diferencia de los que ocurre en Argentina, la mujer cubana tiene derecho a solicitar un aborto en las instituciones especializadas sin otro argumento que la decisión personal sobre su cuerpo. La interrupción de la gestación en el primer trimestre solo se encuentra limitada a los deseos y libertad de la pareja en la planificación de su descendencia. Es decir, la única limitante a la hora de acceder al servicio, que además se realiza en forma gratuita, es no tener más de 12 semanas de embarazo. En el caso de las adolescentes menores de 16 años se requiere que concurran a la consulta acompañada de una persona adulta y en su caso el consentimiento de los progenitores o adultos responsables166. Con respecto al tema de la autonomía en la decisión por parte de reproductivos: La opinión pública 2004. CEDES, Ärea de Salud, Economía y Sociedad. Asimismo un estudio respecto sobre cual debería ser el status legal del aborto revela que un 44, 2% de los entrevistados está a favor de la legalización con atención gratuita en servicios públicos; un 23, 3% ase manifiesta a favor de ampliar la despenalización a otros casos; un 18, 6% a favor de la despenalización en todos los casos; y sólo un 8,9 a favor de mantener la legislación actual y un 2,3% a favor de la penalización total; registrándose un 2,7% de los entrevistados que no sabe o no contesta. CFR. Situación de la atención de la salud sexual y reproductiva: desde la perspectiva de las/os usuarias/os, Argentina 2003. Consorcio nacional de derechos reproductivos y sexuales (CONDERS), agosto 2004, p.24. 163 Al respecto Francisco Maglio, médico y experto en bioética, expresó que: Cuando el espermatozoide entra al óvulo y se forma el embrión, hay vida humana; nadie puede decir lo contrario. Pero la pregunta es si ese embrión es persona. Porque en el sentido antropológico, persona es cuando se tienen las tres áreas fundamentales que hacen a ella: el área cognitiva, el área afectiva y el área comunicacional. “Los embriones son vida, no personas, Cfr. www.lavozdelinterior.com.ar. De manera concordante cabe aclarar que para nuestra legislación civil el status de persona se encuentra condicionado al nacimiento. 164 Actualmente el 62% de la población mundial vive en países donde el aborto inducido está permitido, ya sea por una amplia variedad de razones o sin ningún tipo de restricción. Por el contrario, el 25% vive en países donde el aborto está prohibido en términos generales. Cfr. Leyes mundiales sobre aborto. Fuente: www.crip.org 165 Para un desarrollo del tema vid. GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, Aborto voluntario, vida humana y constitución, Ediar, Argentina, 2000, capítulo VI. A modo de ejemplo cabe destacar la opinión de Aída KEMELMAJER DE CARLUCCI en cuanto manifiesta que: “se puede decir que la vida humana en formación está protegida constitucionalmente y también decir que es constitucional un sistema que despenalice el aborto porque atiende a otro tipo de valores existentes en la sociedad como, por ejemplo, que la realidad sociológica demuestra que los efectos de la penalización del aborto lleva a la destrucción de la vida de las mujeres. El problema del aborto, antes de ser estudiado desde la perspectiva constitucional, ha sido estudiado fundamentalmente desde la óptica del derecho penal, por este motivo, creo que hay que distinguir el problema de la penalización del problema de la protección: no todo lo que está protegido, cuando se lo viola, debe estar penalizado. Creo el tema debe empezar por hacer esta línea demarcatoria, que no todo lo que está protegido aún constitucionalmente, su violación genera sanción penal”. 166 MAYO ABAD, Digna, “Algunos aspectos históricos-sociales del aborto”, Revista Cubana Obstet Ginecol 2002; 28 (2): Facultad de Ciencias Médicas “Miguel Enriquez”, Instituto Superior de Ciencias Médicas de la Habana. 99 las adolescentes y el acompañamiento y consentimiento por parte de los padres o adulto responsable, se ha sugerido que los profesionales de la salud deben alentar a las personas menores de edad a consultar con sus padres, u otra persona mayor de edad en la que confíen, sobre su embarazo. Si la joven dice que no es posible (por ejemplo, por ser uno de los padres abusivo), los proveedores de servicios no necesitan el consentimiento de los padres. Asimismo, se remarca que los proveedores de salud deben estar entrenados en cómo informar, asesorar y tratar a las adolescentes según sus capacidades evolutivas para entender los tratamientos y las opciones de cuidados que se le están ofreciendo, y no según un corte de edad arbitrario167. La versión cubana del Código Penal promulgado en 1938, dio un tratamiento legal que se benefició de los progresos jurídicos de la época; permitiendo sus prescripciones, sin modificar el texto, dar un giro decisivo según las necesidades de protección de la salud de las mujeres168. Durante los primeros años después de 1959, no se realizaban abortos debido principalmente al éxodo de médicos especializados, y a que aumentó de forma vertiginosa el número de embarazos que exigían al máximo las capacidades médicas existentes. Las mujeres 167 Cfr. Aborto sin riesgos, Guía técnica y de políticas para sistemas de salud, OMS, Ginebra, 2003. Si bien no profundizaremos en este trabajo el tema específico de la autonomía de las/los adolescentes en la toma de decisiones en esta materia, nos interesa resaltar que en Argentina, aunque no en tema específico de aborto, han comenzado a aparecer —aunque acotados— algunos signos en materia legislativa y jurisprudencial que traducen concepciones más democráticas en cuanto al acceso y autonomía en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos por parte de las/los adolescentes, que traducen varias voces de la doctrina nacional que viene manifestándose favorablemente al respecto. A título ilustrativo, en la Ciudad de Buenos Aires, el Decreto Reglamentario N° 2.316-GCABA/03 modificatorio del artículo 4°, inc. h) de la Ley Básica de Salud, presume que todo/a niño/a o adolescente que requiere atención en un servicio de salud está en condiciones de formar un juicio propio y tiene suficiente razón y madurez para ello, en especial tratándose del ejercicio de derechos personalísimos tales como requerir información, solicitar testeo de HIV, y solicitar la provisión de anticonceptivos. En materia doctrinaria vid. GORVEIN, Nilda Susana y Marta POLAKIEWICZ, “El derecho del niño a decidir sobre el cuidado de su propio cuerpo”, en: GROSMAN, Cecilia P. (directora), Los derechos del Niño en la Familia, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1998, p. 128, GROSMAN, Cecilia P., “Los derechos del niño y adolescente al cuidado de su propio cuerpo y, en especial, a la protección de su salud reproductiva”, en: Anuario del Departamento de Derecho Privado, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Edición del Colegio Público de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, 2001, p. 199. También KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída R., “El derecho del menor sobre su propio cuerpo”, en: BORDA, Guillermo (director), La persona humana, Fondo Editorial La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 261y MINYERSKY, Nelly, “La relación médico-paciente cuando este es un niño y/o adolescente”, ponencia presentada en las Primeras Jornadas Nacionales de Bioética y Derecho, Buenos Aires, 2000, hay versión electrónica que puede verse en: www.aaba.org, Al nivel jurisprudencial puede consultarse los fallo: In re “Peralta, Cintia Soledad y Cobacho, Lautaro Ariel s/ fuga de hogar”, sentencia del 18 de diciembre de 2001, In re “Meda del Río, Mónica v. Municipalidad de Vicente López s/ amparo”, sentencia del 7 de abril de 2002, LL, 2002-E,324, “Durán de Costa, Mabel y otro c. Municipalidad de Vicente López”, y el fallo “Liga de amas de casa, consumidores y usuarios de la República Argentina y otros c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/ acción declarativa de inconstitucionalidad”, resueltos por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 168 Aunque hasta 1938 estuvo vigente un código penal de 125 años de existencia conceptual, por lo menos en las últimas 7 décadas el aborto voluntario fue el medio principal de la regulación de nacimientos en Cuba. Las disposiciones que penalizaban el aborto sólo se esgrimían si había alguna defunción y la familia recurría a las leyes, y aún así, la muerte se certificaba por otra causa. Cfr. ÁLVAREZ LAJONCHERE C., Aspectos jurídicos y médicos legales del aborto en Cuba, Sexol Soc., 1994; 1: 6 cit pos Ignacio GONZÁLEZ LABRADOR, Emilia MIYAR PIEIGA y Rosa María GONZÁLEZ SALVAT en “Algunas consideraciones sobre el aborto. La educación sexual como una alternativa en su prevención”, 22de noviembre de 1999. publicado en www.b.v.s.cu. 100 inhabituadas a utilizar métodos anticonceptivos, y sin ayuda profesional para abortar, decidieron parir a sus hijos no planificados, entre tanto otras exponían sus vidas en manos inexpertas y medios absolutamente impropios para provocar una interrupción del embarazo. Además, no se tenía un concepto claro de la necesidad y la importancia de la planificación familiar como derecho individual de la población169. Como consecuencia de ello, durante la década del 60 hubo una explosión demográfica explicada por varias razones, pero también hubo un incremento de muertes maternas por abortos sépticos con un clímax en 1965. Frente al aumento de la cifra de mortalidad materna por aborto ilegal y debido a que maniobras autoinfringidas aumentaban considerablemente, al mismo tiempo que bajaban las demás causas de mortalidad, se consideró necesario tomar medidas efectivas para garantizar que la mujer hiciera uso del derecho humano elemental de decidir sobre el número de hijos que deseaba tener, por lo que se decidió crear en 1965 las condiciones necesarias de institucionalización del aborto por el Sistema Nacional de Salud170. Es a partir de esa fecha en que se logra hospitalizar el aborto, no requiriéndose nuevas leyes de despenalización del aborto, pues el Código de Defensa Social de 1938 en su artículo 443 establecía como exento de responsabilidad criminal: a) El aborto necesario para la salud (salvar la vida de la madre o evitar daño grave a su salud); b) El que provocase o llevase a cabo con la anuencia de la gestante por haberse cometido sobre la grávida el delito de violación, rapto no seguido de matrimonio y c) El que provocare o llevase a cabo con la anuencia de los padres, cuando el propósito sea evitar la transmisión al feto de una enfermedad hereditaria o contagiosa de carácter grave171. Ello posibilitó con una interpretación flexible, legalizar y hospitalizar el aborto, sin embargo, no es hasta el 30/12/87 que se publica el nuevo Código Penal, el cual bajo el título de Aborto ilícito legaliza realmente el aborto en Cuba. En líneas generales, se sanciona al que procede sin consentimiento de la grávida, lo realice fuera de las instituciones oficiales, no sea médico o lo realice por lucro172. En los últimos años, la mortalidad materna en Cuba ha mantenido niveles bajos. De una tasa de una tasa de 70.4 por 100 000 nacidos vivos en 1970, se pasó a una tasa de 51.1 en 1999, y de 33.9 durante el 2001, habiendo incidido en ello los cambios de la calidad de la vida de la sociedad cubana, el nivel de instrucción alcanzado por la mujer, el acceso a la salud en general y el alcance de los derechos sexuales y reproductivos173. 169 Ibídem. Ibídem. 171 Ibídem. 172 Vid. artículos 267 a 271 del Código Penal. 173 Fte: “Panorama de salud de la mujer cubana”, Dra. Rosa M. TORRES VIDAL, Dra. Miriam A. GRAN ÁLVAREZ, Téc. Ana M. FELIPE RAMOS, Téc. Marianela PERAZA PERAZA, Téc. Nivia FONSECA SOSA, Téc. María R. FERNÁNDEZ VIERA. 170 101 Respecto de la mortalidad materna por causa del aborto desciende de 29,7 por 100 000 nacidos vivos en 1968, a 15,3 en 1986, 8,9 en 1988, 5,9 en 1997, 4,6 en 1998, 7.1 en 2001, 11.7 en 2003 y 8.6 en 2004174. En contra de las creencias populares, se señala en cuanto a la tasa de abortos, que los países que han legalizado el aborto inducido y creado programas accesibles de planificación familiar, combinados con un acceso efectivo a información, muestran un marcado descenso en el número de abortos realizados. Así, en los países de América Latina con legislaciones restrictivas sobre aborto, la tasa de abortos llega a ser hasta diez veces mayor, comparada con las de países donde las leyes sobre aborto han sido liberalizadas175. Así, en Cuba, que como vimos cuenta con una política de despenalización del aborto, pese a que aún son elevados los niveles de aborto, en relación a lo esperado, durante los últimos años las tasas de abortos inducidos por 1000 mujeres de 12 a 49 años han mantenido una tendencia al descenso; de 45.6 en 1990 a 21.2 por 1000 mujeres de la edad en el 2001, para una reducción porcentual del 54 %. Similar comportamiento tiene lugar para las tasas de abortos por cada 100 partos y por cada 100 embarazadas176. Si se compara las tasas de abortos inducidos y de regulaciones menstruales (las que representan en más del 68 % de los casos, la interrupción de un embarazo) en el período 1990-2001, se observa que para el aborto inducido las tasas tienen un comportamiento descendente, siendo más marcado en los primeros cinco años. Algo diferente sucede con la tasa de regulaciones menstruales, la que se incrementa en los primeros seis años alcanzando el valor más alto en 1996 (39.0), mientras que en los últimos años descienden discretamente para aumentar nuevamente en el 2001 (38.7). En términos generales, esta tasa, no sigue definitivamente un patrón de descenso sostenido como el aborto inducido, sino que se mantiene en niveles estables con fluctuaciones discretas en ambos sentidos. De tal manera que la interrupción del embarazo no planificado ni deseado, por aborto o regulación menstrual continua siendo un método de control de la natalidad en el país177. En la actualidad, los abortos voluntarios que se hacen representan la mitad de los que se hacían hace 12 años atrás y las regulaciones menstruales disminuyen significativamente, como también las interrupciones en las menores de 20 años. Se estima que alrededor del 20 por ciento de los abortos se relacionan con un fallo de anticonceptivos, y un porcentaje similar podría evitarse por decisión de la pareja o de la mujer si practica una anticoncepción consciente178. 174 MAYO ABAD, Digna, “Algunos aspectos históricos-sociales del aborto”, Revista Cubana Obstet Ginecol 2002; 28 (2): Facultad de Ciencias Médicas “Miguel Enriquez”, Instituto Superior de Ciencias Médicas de la Habana. 175 Vid. FAÚNDES, Aníbal, “Aspectos médicos del aborto inducido”. Ponencia presentada en el Encuentro de Parlamentarios de América Latina y el Caribe sobre el Aborto Inducido. Bogotá, 1998, pp.12-15. Asimismo para un desarrollo del tema ver Stanley K. HENSHAW, Susheela SINGH y Taylor HAAS, en “La Incidencia del Aborto Inducido a Nivel Mundial” Perspectivas Internacionales en Planificación Familiar, número especial de 1999, pp. 16-24. 176 Fte: Panorama de salud de la mujer cubana, Dra. Rosa M. TORRES VIDAL, Dra. Miriam A. GRAN ÁLVAREZ, Téc. Ana M. FELIPE RAMOS, Téc. Marianela PERAZA PERAZA, Téc. Nivia FONSECA SOSA, Téc. María R. FERNÁNDEZ VIERA. 177 Ibídem. 178 Cfr. Miguel SOSA MARÍN, Presidente de la sociedad cubana de desarrollo de la familia, “La práctica del voluntaria del aborto no es ilegal”, Revista informativa Cub- ahora, 3/1/2006. 102 En este país, a pesar que muestra logros importantes en el campo de la salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva179, la problemática del aborto parece más importante que en su número y complicaciones en la salud y vida de las mujeres, en determinados conceptos, un valor que se trasmite de generación a generación180, La práctica del aborto es tradicional, trasmitida entre generaciones y bastante afianzado ante lo “seguro” que resulta su desempeño. Está además comprobado, que las mujeres recurren a su práctica “segura” de manera reiterativa en muchos casos, o sea repiten el ciclo haciéndose usuarias del método, aplicándose lo dicho a la regulación menstrual también181. En aquellos territorios donde desciende el número de abortos voluntarios, aumentan las regulaciones menstruales como método alternativo de un mismo evento. Así sucede en todas las provincias del país. En ocasiones, ambas tasas han descendido, lo cual expresa un mejor control de la natalidad por otras vías, como es, fundamentalmente, la contracepción182. Según los resultados de la encuesta por conglomerados de indicadores múltiples (MICS) realizada por la Dirección Nacional de Estadística del Ministerio de Salud Pública con apoyo de UNICEF en el año 2000, la cual fue aplicada a 7263 hogares y en especial a 4984 mujeres con actividad sexual, Cuba posee una adecuada y alta cobertura anticoncepcional: 72.1 % de cobertura con métodos modernos. Apenas hay diferencias entre regiones, zona urbana o rural, ligeramente marcadas diferencias entre grupos de edad y con discreta desventaja para las mujeres de menor nivel educacional183. La mujer y las familias cubanas se encuentran en una posición favorable respecto a los derechos reproductivos, en especial respecto de los riesgos y consecuencias inherentes a la penalización-clandestinidad del aborto, ya que el ministerio de Salud Pública garantiza los servicios de aborto con una alta calidad y seguridad. No obstante, la utilización de métodos anticonceptivos, no ha logrado impregnar en la cultura social184. 179 El conocimiento alcanzado por la mujer cubana acerca de su cuerpo, la posibilidad de regular su reproducción y la garantía de acceso a los recursos para ello, constituyen aspectos esenciales a la hora de valorar el derecho de las cubanas a una salud sexual y reproductiva. La reducción de la fecundidad en las edades de 15 a 19 años se observa de manera sostenida de 1990 a 1999. Algunos investigadores interpretan que esta disminución es el resultado combinado de la entrada del país en el llamado Período Especial con la efectividad de los programas Materno Infantil, de Educación Sexual y de Planificación Familiar. (Cfr.. ALONSO ALOMÁ, I, y colaboradores, Construcción de un índice de condiciones de vida, Trabajo de terminación de residencia, ENSAP – DNE, La Habana, 1999) 180 Ignacio GONZÁLEZ LABRADOR, Emilia MIYAR PIEIGA y Rosa María GONZÁLEZ SALVAT, “Algunas consideraciones sobre el aborto. La educación sexual como una alternativa en su prevención”, 22 de noviembre de 1999. publicado en www.b.v.s.cu. 181 Dinámica Demográfica y Cambio Social. Características socio-culturales del aborto en Cuba, Programa Latinoamericano de Actividades de Población, PROLAP, México, 1996 182 Fte: “El descenso de la natalidad en cuba”, Dra. Miriam A. GRAN ÁLVAREZ, Dra. Libia M. LÓPEZ NISTAL, Tec. Marianela PERAZA PERAZA, Tec. Maricela MARTÍNEZ MORALES. 183 Fte: Encuesta por conglomerados de indicadores múltiples. MINSAP – UNICEF. Informe final. Dirección Nacional de Estadística. La Habana, 2001 184 Fte: El descenso de la natalidad en cuba, Dra. Miriam A. Gran Álvarez, Dra. Libia M. López Nistal, Tec. Marianela Peraza Peraza, Tec. Maricela Martínez Morales. 103 Frente a ello, el reto que se plantea, de ninguna manera consiste en limitar el acceso al aborto, prohibirlo o ejercer presión sobre la mujer que lo solicite, pues el derecho tiene que respetarse, es inviolable; sino que el desafío actual del sistema salud cubano pasa por disminuir la incidencia del aborto mediante la implantación de medidas educativas coordinadas y combinadas con la accesibilidad a una amplia gama de métodos anticonceptivos para toda la población185. 5. Consideraciones finales Frente a la existencia de embarazos no deseados, en contextos de penalización del aborto interesa, condiciona e impacta en las mujeres y sus familias de manera más que preocupante. Cuando el derecho de las mujeres a tomar decisiones autónomas con respecto al aborto se encuentra restringido, careciendo del acceso a los servicios de aborto legal y seguro, queda amenazada una amplia gama de derechos humanos, tales como: el derecho a la salud, a la salud reproductiva y a la planificación familiar; a la vida, a la libertad y a la seguridad; a no ser sometido/a a tortura ni a otro tipo de castigos o de tratamientos crueles, inhumanos o degradantes; a no ser agredido ni explotado sexualmente; a no ser discriminado por cuestiones de género; a la privacidad; a decidir el número de hijos y el espaciamiento de los nacimientos; a disfrutar el progreso científico; a modificar las costumbres discriminatorias contra la mujer; entre otros. La afectación de los derechos mencionados, como consecuencia de la falta de una plena vigencia de respeto por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres no solo comprometen a ellas, sino que inevitablemente repercuten en sus familias, afectando también los derechos del resto de sus integrantes, por cuanto desestabilizan, desequilibran sus dinámicas. Si bien el aborto no es una práctica deseable, se torna inevitable en la medida en que está coartado o restringido el acceso a métodos anticonceptivos. La conjunción de ausencia o carencia de políticas efectivas en materia sexual y reproductiva con la prohibición del aborto es elocuente y paradigmática. La única forma mediante la cual pueden reducirse las prácticas abortivas es mediante la prevención que importan el reconocimiento y vigencia de los derechos sexuales y reproductivos, a través de acciones concretas que viabilicen su acceso, difusión, promoción y educación. El panorama expuesto nos permite compartir la conclusión esbozada acerca de la imperiosa necesidad de arbitrar los medios y disponer de los recursos necesarios para que el derecho a la salud sexual y reproductiva en sus diversos contenidos y alcances sea reconocido y garantizado en condiciones de igualdad a la población en general mediante políticas 185 MAYO ABAD, Digna, “Algunos aspectos históricos-sociales del aborto”, Revista Cubana Obstet Ginecol 2002; 28 (2): Facultad de Ciencias Médicas “Miguel Enriquez”, Instituto Superior de Ciencias Médicas de la Habana. En el mismo sentido se pronuncian Ignacio GONZÁLEZ LABRADOR, Emilia MIYAR PIEIGA y Rosa María GONZÁLEZ SALVAT en “Algunas consideraciones sobre el aborto. La educación sexual como una alternativa en su prevención”, 22de noviembre de 1999, publicado en www.b.v.s.cu. 104 públicas efectivas diseñadas sobre la base de un criterio de justicia distributiva186. Esto se trata de un imperativo categórico. Finalmente, para cerrar solo queremos agregar que los operadores del derecho debemos tener como misión bregar porque se alcance una verdadera relación entre derechos humanos y familia, que permita superar la suerte de antirrelación que aún existe desde los datos que nos aporta la realidad social. El marco de esa nueva relación que debe impregnar las leyes y sus prácticas no puede ser otro que el más absoluto respeto por los derechos humanos de todos y cada uno de los integrantes de la familia. El cuidado compartido de los hijos después del divorcio o separación de los padres ¿Utopía o realidad posible? Cecilia P. GROSMAN Profesora Titular de Derecho de Familia y Sucesiones, Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. Investigadora Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina. “...de lo que se trata es que la pareja no se divorcie de sus hijos” Olga Mesa Castillo Sumario: 1. Introducción. 2. La comunicación lingüística. 3. El ejercicio de las responsabilidades parentales cuando los padres no conviven. 4. El modelo unipersonal en cuanto la guarda y cuidado del hijo después de la separación o divorcio. Las experiencias en su aplicación. 4.1. El sistema define al padre idóneo según ciertos criterios de atribución. 4.2. La autonomía de la voluntad en el cuidado del hijo. 4.3. Las experiencias negativas en la aplicación del sistema de guarda unipersonal. A. La comunicación con el progenitor no-conviviente. B. El sustento del hijo. 5. Una propuesta alternativa: el cuidado compartido del hijo después de la separación o divorcio. 5.1. ¿En que consiste el sistema? La coparentalidad como eje esencial para una adecuada socialización del hijo. 5.2. La lógica de la participación enaltece el principio igualitario. 5.3. La importancia de la figura paterna. 5.4. Un aporte para el cambio cultural. 5.5. La guarda y el cuidado compartido no es una propuesta dogmática. Diversas modalidades de acuerdo con la edad del hijo. 6. El Derecho comparado. 7. El acogimiento de la guarda y cuidado compartido en la Argentina. A. 186 FAMÁ Victoria, “El Derecho a no ser padre. Un nuevo avance en torno de la admisibilidad de la esterilización anticonceptiva, Derecho de Familia”, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y jurisprudencia, 2005-I, Lexis Nexis -Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2005, p. 133. 105 Por acuerdo de los padres. B. Por imposición del tribunal. 7. La opinión del hijo. Procedimientos y gravitación en la atribución de la guarda y cuidado del hijo. 8. Tratamientos terapéuticos en los casos de conflicto por la guarda y el régimen de comunicación con los hijos. 9. Conclusiones. 1. Introducción Después de algunas vacilaciones, he pensado que podría ser de interés en este libro de homenaje a la profesora Olga Mesa Castillo insistir en un tema de relevancia en el mundo actual como lo es la particular situación que padecen, con frecuencia, los niños y adolescentes de padres separados o divorciados. Tuve el placer de conocer a la homenajeada personalmente y pude apreciar en nuestros encuentros, cómo en la lectura de sus trabajos, su profunda sensibilidad y dedicación a la defensa de los derechos de la infancia y adolescencia. Esta imagen comprometida es la que me ha estimulado en la elección del tema. Y digo esto, porque la consideración actual del niño como un sujeto de derechos que se proclama en los tratados de derechos humanos, especialmente en la Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN), es a menudo olvidada por los propios padres cuando se separan. En los casos en que la ruptura de la pareja es sinónima de dinámica disfuncional y las controversias se tornan constantes, los hijos devienen el campo donde se despliega la contienda. Constituye un claro supuesto de maltrato infantil cuando se los utiliza “como objeto de presión, chantaje, hostigamiento o retención arbitraria en los conflictos familiares”187. Naturalmente, no tiene lugar esta victimización si la pareja mantiene su alianza parental y cada uno favorece el trato del hijo con el otro188. La realidad de nuestros días es el notable aumento de las rupturas de pareja, razón por la cual suman los niños y adolescentes que corren el riesgo de padecer los conflictos originados en dicho momento crítico de reorganización del núcleo familiar. Confluyen en esa etapa sentimientos de inestabilidad, confusión, enconos y fuertes emociones. Por otra parte, los problemas especiales que soportan, a menudo, los niños de padres que no conviven, que luego comentaremos, se acrecientan en los sectores de menores recursos, por las condiciones en que vive una infancia desvalida en los países de América Latina, al no respetarse sus derechos sociales. Esta situación dramática ha sido subrayada por nuestra amiga Olga Mesa en el Segundo Encuentro Internacional sobre la Protección Jurídica de los Derechos del Menor llevado a cabo en La Habana en el año 2003. La política legislativa y social, destinada a la regulación de las relaciones de los padres con sus hijos menores de edad después de la separación o divorcio, tiene una gran trascendencia en todas las partes del mundo por el impacto que provoca en la vida de muchos niños y adolescentes. Se impone, pues, implementar un adecuado sistema de protección que les garantice las condiciones necesarias para su desarrollo, como así para alcanzar un trato amplio y fluido con ambos padres, no obstante la falta de vida en común. 187 Supuesto de maltrato infantil expresamente incluido en el Código de la Niñez y Adolescencia de Bolivia, art. 109. 188 Analía Bikel, “Vicisitudes de la responsabilidad parental a partir del proceso de divorcio”, Derecho de Familia, Revista interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, LexisNexis, Buenos Aires, Nº 26, pp.30 y ss. 106 En nuestro relato, trataremos de mostrar cómo esta meta se ve resentida repetidamente por las conductas de quienes, en esa situación difícil, no pueden diferenciar su relación de pareja del vínculo materno o paterno filial, circunstancia que conlleva ubicar al niño como un objeto de pertenencia mas que como un sujeto de derechos. Por lo tanto, insistiremos en los cambios que se divisan en el ejercicio de la responsabilidad parental y cuidado de los hijos de padres separados, reformas éstas que tienen como horizonte deseado preservar las relaciones filiales con ambos progenitores. 2. La comunicación lingüística Antes de comenzar nuestro recorrido, nos parece necesario insistir en los cambios de las expresiones que aún se mantienen en gran parte de los ordenamientos legales. En primer lugar, la denominación “patria potestad” responde a concepciones arcaicas, pues en latín significa el “poder del padre” y, va de suyo, que no puede hablarse de un “poder” ya que hoy en día se trata de una función en cabeza de ambos progenitores destinada a satisfacer las necesidades del hijo teniendo como preocupación esencial su interés superior (art.18 CDN). Por este motivo, ya en muchos países se ha reemplazado esta locución por otra terminología, como “autoridad parental” o “responsabilidad parental”, designación esta última que nos parece la mas apropiada para traducir la tarea de crianza y formación del hijo189. Tampoco el término “tenencia”, que significa “ocupación y posesión actual y corporal de una cosa”, traduce la consideración del niño como una persona. Por esta razón, las legislaciones modernas, en concordancia con la nueva mirada, utilizan otra terminología, como “convivencia con el hijo”, “cuidado personal del hijo” o “residencia habitual del hijo”. Ya el Código de Familia de Cuba, sancionado tiempo atrás, adoptó la expresión” guarda y cuidado del hijo” (art. 58). Igualmente, hablar del “derecho de visitas” desmerece el vínculo que debe existir entre padres e hijos. Aún cuando, felizmente, esta expresión ha sido reemplazada por “el derecho de comunicación”, en las prácticas sociales y judiciales la referencia a “las visitas” es habitual. Detenernos en los vocablos no es cuestión intrascendente, pues el lenguaje juega un rol nada despreciable al cooperar en la transformación de las creencias y como resultado, influye en las actitudes y comportamientos. Por lo tanto, es preciso bregar por la incorporación de designaciones mas apropiadas a su real significación histórica y vital190, ya que las que aún subsisten no resultan ser sus intérpretes legítimos. 3. El ejercicio de las responsabilidades parentales cuando los padres no conviven La tendencia actual en el derecho comparado es establecer como regla general, el ejercicio compartido de la patria potestad después del divorcio o separación191. Es la directiva que 189 Expresión adoptada en la legislación inglesa. También en Canadá se ha presentado un proyecto de ley que elimina el uso de los términos “ custodia y acceso que son reemplazados por el término “ responsabilidad parental” 190 En el mismo sentido Jáuregui, Rodolfo Guillermo, Aspectos procesales en los conflictos de “tenencia” de niños, LL Litoral, 2005, p. 669 191 Entre otros, Código de Familia del Salvador, 207, Código de la Niñez y Adolescencia del Paraguay, art. 70; Código Civil Brasil, art. 1632, Código Civil del Uruguay, Art. 252 y 275; Código Civil francés, art. 373 inc. 2. 107 sigue el Código de Familia Cubano al disponer que ambos padres conservarán la patria potestad sobre sus hijos menores, salvo que el interés de los hijos exija que sólo la ejerza alguno de ellos (art. 57). Es decir, se impone una responsabilidad conjunta en la formación del hijo, aún cuando éste conviva sólo con alguno de los padres192. Sin embargo, en algunos países aún pervive el sistema de conceder el ejercicio de la autoridad parental únicamente a quien se le otorga la guarda y el cuidado de los hijos. Es el régimen establecido, entre otros, en Bolivia, Perú, Chile, Argentina193.Veamos el derecho argentino. La ley establece que en los casos de separación de hecho, separación personal, divorcio vincular o nulidad de matrimonio, la titularidad de la patria potestad la tienen ambos padres, pero el ejercicio de la función, o sea su faz activa, la posee quien ejerza la “tenencia” (art. 264 inc.2 e inc.5 C.C.), tanto si se trata de hijos matrimoniales como extramatrimoniales. Al otro progenitor sólo le resta el derecho a tener una adecuada comunicación con el niño o adolescente y supervisar su educación (art. 264 inciso.2 C.C.)194. Es decir, posee el derecho de controlar el modo en que el otro cumple con su responsabilidad. Se inferiría implícitamente de este texto un resultado poco razonable: uno tiene el derecho-deber de educar al hijo y el padre no guardador sólo puede controlar desde afuera, como si fuera un extraño a la relación, el modo en que la misma es ejercida. Es evidente que esta comprensión contraría la idea de participación y colaboración, e implica para el hijo una pérdida que vulnera el derecho del hijo a ser cuidado y educado por ambos padres (arts. 7 y 18 de la CDN). Es de advertir, no obstante, que para algunos supuestos previstos en la ley, tanto cuando los padres conviven como si se encuentran separados o divorciados, se requiere el consentimiento expreso de ambos progenitores ( art. 264 quater C.C.). Al mismo tiempo, los padres continúan sujetos a todas las obligaciones respecto de los hijos (art. 206 C.C). De ordinario, es la madre la que toma a su cargo el cuidado del hijo pues a ella se le adjudica la guarda de los hijos, ya sea por acuerdo de los padres o por decisión judicial (se puede estimar que ello acontece entre el 85% al 90 % de los casos). Nuestro sistema legal que otorga el ejercicio de la patria potestad sólo al padre a quien se le ha conferido “la tenencia”, ha sido juzgado por una gran parte de la doctrina nacional como contrario a la igualdad de derechos y la adecuada equivalencia de responsabilidades de los progenitores en la crianza y educación de los hijos asegurados en diversos tratados de derechos humanos, que en nuestro país tienen rango constitucional (en especial, la Convención sobre Eliminación de todas las formas Discriminación contra la Mujer, arts. 5.b y 16.d y CDN-art.18.1). Por lo tanto, los autores propician una reforma que mantenga el ejercicio de la responsabilidad parental en cabeza de ambos progenitores, pese a la falta de vida en común, separación o divorcio de los padres195. Ello sin perjuicio de que por voluntad 192 Núñez Travieso, Belkis, Ver la patria potestad en el Código de Familia Cubano, en: “Disquisiciones teóricas en torno a la institución de la patria potestad en Cuba”, Ponencia Congreso Internacional de Derecho de Familia, La Habana, 2002 193 Ver la normativa en el Mercosur, en Chechile, Ana María, “Derecho del hijo a la responsabilidad de ambos padres en su crianza y educación”, en la obra: Hacia una armonización del derecho de familia en el Mercosur y países asociados, LexisNexis, 2005 (en prensa). 194 Aquí el término educación esta tomado en un sentido amplio como “formación del hijo” (Bossert Gustavo A. y Zannoni Eduardo A., Régimen legal de filiación y patria potestad, Astrea, Buenos Aires, 1985, p.281) 195 Azpiri Jorge, “El orden público y la autonomía de la voluntad en la patria potestad”, Derecho de Familia, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, Nº 108 de las partes o decisión judicial, en interés del hijo, se atribuya el ejercicio de la función a sólo uno de ellos o se establezcan distintas modalidades en cuanto a la distribución de tareas. Pese al texto legal, es necesario advertir que actualmente las parejas separadas deciden superar la limitación escrita y celebran acuerdos donde se establece expresamente que el ejercicio de la patria potestad la tendrán ambos padres, concordancia ésta que de ordinario aceptan los jueces porque la estiman beneficiosa para el hijo. Tales convenios tienen un alto valor simbólico porque aunque el niño esté bajo el cuidado de uno de los progenitores, el otro no se siente apartado de la vida de su hijo. En uno de los pronunciamientos se marca especialmente las ventajas del sistema con estas palabras” mantener el ejercicio compartido de la patria potestad significa sostener en la conciencia de los progenitores la responsabilidad que sobre ambos pesa respecto del cuidado y educación de los hijos, no obstante la falta de convivencia; además, preserva el fin querido por la ley de que no sea uno sino ambos padres quienes tomen las decisiones, expresa o tácitamente, atinentes a la vida y patrimonio de los hijos”.196 4. El modelo unipersonal en cuanto la guarda y cuidado del hijo después de la separación o divorcio. Las experiencias en su aplicación 4.1. El sistema define al padre idóneo según ciertos criterios de atribución En gran parte de los ordenamientos, cuando los padres no conviven, se mantiene como regla un sistema unipersonal en cuanto a la guarda y cuidado del hijo conferido a uno solo de los padres, generalmente la madre, ya sea por acuerdo o por decisión judicial. Es el criterio vigente en la mayor parte de los países de América Latina. En la legislación argentina la ley dispone que los hijos menores de cinco años queden a cargo de la madre, salvo causas graves que afecten su interés. Los mayores de esa edad, a falta de acuerdo de los cónyuges, quedan a cargo de aquél a quien el juez considere más idóneo para asumir la función. Similar sistema sigue el Código de Familia Cubano cuando dispone que en la sentencia de divorcio se deberá determinar cuál de los padres conservará la guarda y cuidado de los hijos (art. 58), de acuerdo con ciertas reglas que la normativa dispone (Art. 88, 89 y 90). Escapa a los propósitos de este trabajo tratar las diversas pautas que se aplican para definir la guarda y cuidado del hijo. Sólo haremos una breve mención a la regla dominante que 15, p. 95; Zannoni Eduardo, Derecho de Familia, Astrea, 1998, t.1, p. 69; Mizrahi Mauricio, Familia, Matrimonio y Divorcio, Astrea, Buenos Aires, 1998, pp.424-425; Díaz de Guijarro Enrique, La patria potestad compartida. Principios y consecuencias, Jurisprudencia Argentina, 29/6/1983; Scherman Ida Ariana, “El impacto de la reforma constitucional sobre el derecho de familia”, Colegio Público de Abogados, Buenos Aires, 2001, Revista de Doctrina Nº 4, p.218; Polakiewiecz Marta, “El derecho de los hijos a una plena relación con ambos padres”, en Grosman, Los derechos del niño en la familia (Dir.Grosman), Editorial Universidad, Buenos Aires, 1998, pp. 165 y ss., Grosman Cecilia P., "El derecho infraconstitucional y los derechos del niño", en el Libro de Ponencias del Congreso Internacional La persona y el Derecho en el fin de siglo, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1996, p. 244. 196 CNCiv,Sala F, 23/10/87,LL,1989-A-95 con nota de Barbero Omar, Padres que dejan de convivir pero acuerdan seguir co-ejerciendo la patria potestad: lesión al orden público; CNCiv.Sala D, 21/11/95, La Ley, 1996-D, p.678. CNCiv., Sala J, 24/11/98, Jurisprudencia Argentina 1999-IV-603, La Ley 1999-D-477. Comparte la posibilidad de que se realicen tales acuerdos: Josefa María Méndez Costa , La patria potestad del progenitor excluido de la guarda del hijo, La Ley, 1990-E, p.166 109 define la preferencia materna cuando se trata de niños de corta edad, privilegio que si bien ya ha sido abandonado en las legislaciones mas recientes, todavía sobrevive con fuerza en la conciencia social como lo demuestran, tanto los arreglos consensuados, como el criterio de los jueces a la hora de decidir. A nuestro entender, se deben rechazar las exclusiones discriminatorias “a priori”, lo cual no significa que se deje de evaluar la edad del niño como un dato relevante al definir la guarda. Por lo tanto, en función de la noción del interés del niño, debe interpretarse que la primacía materna caerá, si resulta más beneficioso para el niño convivir con su padre, aún cuando en el caso no se dieran motivos graves que justifiquen tal determinación197. 4.2. La autonomía de la voluntad en el cuidado del hijo Es necesario tener presente que, respecto de la guarda y cuidado del hijo, la primera palabra la tienen los propios padres quienes tienen la más amplia libertad para resolver todos los problemas conexos con una situación de divorcio o separación. O sea, que las directivas legales y judiciales sobre los criterios de atribución son de aplicación a falta de acuerdo entre los progenitores. Empero, la autonomía de la voluntad tiene un límite que es “el interés superior del niño” (art. 3 CDN), razón por la cual el juez, en cuya figura se centra el control social del Estado con finalidad protectora198, puede objetar algunas de las estipulaciones si afectaren el bienestar de los hijos199. Este es el criterio seguido en la mayor parte de los ordenamientos200 que respeta la libertad de los padres para decidir cómo organizará la convivencia con el hijo. La conveniencia de tales consensos resulta esencial para el adecuado funcionamiento familiar. Si debe actuar la justicia para dirimir el conflicto, siempre habrá uno que “gana” y otro que “pierde” y con ello se agudizará el conflicto. Es por ello que en la doctrina se ha sostenido que el tribunal debe actuar bajo un nuevo modelo de justicia en el cual se oriente a los justiciables hacia soluciones que conduzcan a resolver racionalmente el litigio donde el principal afectado es el niño201. 197 Ver el interesante desarrollo sobre este tema en: Marisa Herrera y María Victoria Famá, en “Preferencia materna en la custodia de los hijos menores de 5 años. De la discriminación inversa hacia la coparentalidad”, en: www.El Dial.com, 21/09/2005; Gustavo Moreno, “La eliminación de la preferencia materna en el cuidado personal de niños y niñas de corta edad”, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia. Derecho de Familia Nº 16, Cecilia P. Grosman (directora), Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 119; .Chechile Ana María y Lopes Cecilia, El derecho humano del hijo a mantener contacto con ambos progenitores, LexisNexis (en prensa) 198 Hubert Bosse-Platiere, Politiques familiales et Sociales, Informations Sociales, Nº 128, diciembre de 2005, pp. 38 y ss. 199 Art.236 C.C. argentino; Zannoni Eduardo, Derecho de Familia, Astrea, 1998, p.199 200 Entre ellos, el Código de Familia de Cuba (art. 88), el Código Civil argentino (arts. 206 y 236 C.C). En la región mencionamos, además: el Código de la Niñez y Adolescencia de Paraguay (art. 93), el Código Civil (art. 172) y Código de la Niñez y adolescencia del Uruguay (art. 34), Código Civil del Brasil (art. 1583), la nueva ley de matrimonio chilena (art. 63), Código de los niños y adolescentes de Perú (art. 81), Código de Familia de Bolivia (art. 145). Ver los textos Chechile Ana María, trabajo cit. nota 7. 201 Argumento de Andrea R. Alberto, “Conflictos resultantes de la separación de los padres”, DJ, 1993-2-497; ver: Expte. 129944 – "G. L. E. c/ C. M. s/ tenencia de hijo; régimen de comunicación y autorización judicial supletoria" - CAMARA DE APELACION EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE MAR DEL PLATA (Buenos Aires) – SALA II – 09/06/2005, publicado en el dial el 6 de julio de 2005. 110 En el cumplimiento de los acuerdos debe tenerse siempre presente el bienestar del hijo. Esta prioridad significa que si bien las concordancias son beneficiosas porque crean un clima de estabilidad, los arreglos deben cumplirse con cierta flexibilidad en función de las necesidades de los niños o adolescentes, que naturalmente varían según la edad. Un molde intocable puede afectar el interés del niño en ciertas circunstancias. Por ejemplo, si se le niega alguna actividad deseada (reunión de amigos, excursión o concurrencia a un festival) por ajustarse de modo inexorable al pacto previsto. 4.3. Las experiencias negativas en la aplicación del sistema de guarda unipersonal A. La comunicación con el progenitor no-conviviente La guarda y el cuidado del hijo a cargo de uno de los progenitores va acompañado por disposiciones encaminadas a asegurar el trato del niño con el padre no-conviviente. Este derecho constituye una directiva internacional prevista expresamente en la CDN cuando en su artículo 9.3 nos dice que: “Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño”. Pese a la energía del mandato, la práctica social y judicial ha puesto en evidencia que muy a menudo carece de efectividad, ya sea porque el padre deja de ver a sus hijos o porque la madre obstruye la relación. En nuestro país, las sanciones civiles aplicadas a la progenitora no han logrado, las mas de las veces, vencer su resistencia, que va acompañada del desmerecimiento de la figura paterna, hecho éste que, sin lugar a dudas, compromete el desarrollo emocional del niño202. Tampoco la normativa penal puede superar estas conductas de fuerte contenido emocional. La Ley de impedimento de contacto de hijos con sus padres (ley 24.270) tipifica como delito la conducta del progenitor que “impidiere u obstruyere el contacto de menores con sus padres no convivientes...” (art.1), agravándose la pena si se trata de una persona menor de diez años o de un discapacitado. Al mismo tiempo, la norma considera delictiva la conducta del padre “que para impedir el contacto del menor con el padre no conviviente, lo mudare de domicilio sin autorización judicial...”, estableciéndose como agravante mudar el domicilio al extranjero, sin autorización judicial o excediendo los límites de esta autorización (art. 2). A nuestro juicio, se debe intentar antes de emplear un recurso represivo que profundiza la discordia, que los jueces de familia en estas situaciones orienten a los padres hacia terapias como una alternativa destinada a superar el desencuentro familiar. La psicoanalista Salzberg resume algunas frases extraídas de los casos que atendió que demuestran claramente que, a menudo, los padres olvidan que el hijo es una persona con derechos propios: “si no pagas no verás a tus hijos”, “ nos has abandonado y con ello has perdido tu condición de padre”, “mi hijo, desde que nos abandonó no lo quiere ver”203. Estas expresiones denuncian claramente que la madre aspira, con frecuencia, a que el hijo se identifique con sus propios sentimientos y hostilidad hacia el padre, olvidando que necesita del vínculo paterno. Al mismo tiempo, el padre vive el desaliento de ver truncada su relación paterna y responde con una mayor ausencia204 y descuido de sus responsabilidades. 202 Serrano, Clotilde, “Matriarcado de hoy”, en Revista Cuba Internacional, La Habana, 1997, p.16 203 Salzberg B., Los niños no se divorcian, Beas Ediciones, Buenos Aires, 1993, pp.132 y ss. 204 Chechile A.M- Lopes C., ob. cit. 111 La importancia dada al derecho de comunicación del hijo con el padre no conviviente se evidencia en el criterio vigente en muchos países cuando, por vía normativa o judicial, valoran como un elemento relevante para otorgar la guarda, cuál de los progenitores está mas dispuesto a facilitar el contacto con el otro205 Es decir, se procura que la designación recaiga en el padre que favorece las relaciones con el otro progenitor. El Código de Familia de Cuba en forma expresa dispone que la vulneración del derecho de comunicación del padre no guardador “podrá ser causa para que se modifique lo resuelto en cuanto a la guarda y cuidado, sin perjuicio de la responsabilidad de orden penal que se origine en tal conducta” (art. 90). B.-El sustento del hijo Otro de los problemas cruciales que se plantea en una situación de divorcio es el sustento del hijo. Los tratados de derechos humanos y las legislaciones internas son contundentes: ambos padres deben asumir esta responsabilidad de acuerdo con sus posibilidades económicas, tanto durante la vida en común, como después de la separación o divorcio. En este aspecto, los jueces en nuestro país han sostenido que las tareas de carácter personal que realiza la madre a cargo de los niños tienen un valor económico y constituyen un aporte a su manutención de singular importancia; por consiguiente, en estos casos, es al padre a quien corresponde proveer de manera principal los alimentos para la prole, sin perjuicio de que se tome en cuenta los ingresos de la madre para fijar la prestación. Esta directiva, en otros países, ya se halla expresamente inscripta en la ley. Cito como ejemplo el Código de Familia cubano donde se prevé que si alguno de los padres sólo contribuye a la subsistencia de los hijos con su trabajo en el hogar y el cuidado de los hijos, el otro deberá contribuir por sí solo a la expresada subsistencia, sin perjuicio del deber de cooperar en dichos trabajos y cuidados (art. 27). Esta ideología institucional se contrapone con los resultados de investigaciones empíricas que han demostrado que, en la mayor parte de los casos, la mujer debe afrontar sola o con la ayuda de los familiares las necesidades de sus hijos ante la falta de asistencia paterna. En cabeza de la madre queda depositada una doble carga: la prestación de servicios para el cuidado personal del hijo y la búsqueda de los recursos económicos para mantenerlos. Nos enfrentamos, pues, con un sistema injusto donde la mujer cumple con exigencia extrema ambos roles, con el consiguiente deterioro de su bienestar personal y el de sus hijos206. Por otra parte, encontrar los indispensables recursos para superar la falta de apoyo económico del padre puede significar muchas veces la privación del cuidado materno, al verse forzada la mujer a dejar al niño solo o con hermanos de corta edad. Incluso, es frecuente que muchas mujeres separadas terminen por volver con su familia de origen en busca de apoyo económico y ayuda para la crianza de los niños. Al mismo tiempo, la conducta omisiva del padre es sentida por el hijo como un desinterés hacia su persona, como un abandono. 205 Código Civil de Quebec, art.16.1; leg.sueca, art. 2; Estados Unidos (California, Alaska, Arizona, Minnesota, Nevada, Ohio, Pennsilvania; en nuestro país, citamos en el ámbito judicial: Dictamen del Asesor de Menores, CNCiv.Sala B, 22 de noviembre de 1989, La Ley 1990-E1701; Dictamen del Asesor de Menores de Cámara, El Derecho, 15 de noviembre de 1995; CNCivil, Sala L, 12 de septiembre de 1991, La Ley, 1991-E-503. . 206 Grosman Cecilia, “Alimentos a lo hijos y derechos humanos. La responsabilidad del Estado”, en:Grosman, Cecilia P. (directora), Alimentos a los hijos y derechos humanos, Editorial Universidad, Buenos Aires, 2004, p. 45 y ss. 112 La atenuación del problema del sustento de los hijos después del divorcio o separación sólo puede ser alcanzada a través de una política familiar donde se consideren los distintos factores que contribuyen a este decaimiento del principio de solidaridad familiar. Por una parte, es necesario actuar sobre las condiciones socio-económicas, la falta de trabajo o ingresos exiguos que repercute en el abandono asistencial. Si bien la ley y los jueces declaran el deber primordial del padre de alimentar a sus hijos, en la realidad social los limitados recursos del progenitor, quizás él haber conformado un nuevo grupo familiar, lleva poco a poco al hombre al abandono de su responsabilidad asistencial207; por la otra, se impone una mirada preventiva que lleve al corazón y a la mente de los padres la idea de una paternidad responsable. Al mismo tiempo que es necesario alentar la responsabilidad individual, existe una responsabilidad del Estado afirmada en normas internacionales, de prestar asistencia apropiada a los padres para el desempeño de sus funciones y ayudarlos para que el niño tenga un nivel adecuado para su desarrollo, particularmente a la madre sola ( Art.18 y 27 de la CDN) Asimismo, el no querer compartir el ingreso cuando se tiene medios representa, en muchos casos, el funcionamiento de una interacción disfuncional- a la cual ya aludimos- originada en la incapacidad de disociar el vínculo con el cónyuge o compañero y el lazo con los hijos. Esta dificultad, que acompaña como una sombra a la pareja en una situación de ruptura es la causa de los incontables conflictos que por “el bien del hijo” irrumpen en la escena familiar, olvidando que lo que más desea el niño es contar con una madre y un padre que no se desgarren. En suma, vemos que el régimen actual que fija el cuidado unipersonal perjudica el interés del hijo pues lo desvincula paulatinamente de una de las figuras parentales, generalmente el padre, con lo cual se lesiona su proceso de crecimiento y humanización. El hombre, convertido en un padre “intermitente”, marginado de la familia, poco a poco se distancia de sus hijos, le cuesta recuperar el lugar que tuvo como padre y deja de lado paulatinamente su responsabilidad alimentaria. De modo simétrico, al niño o adolescente tiene dificultades en mantener una relación estrecha con ese hombre que ve de manera esporádica, a la vez que percibe el abandono paterno. La escena familiar se cierra con una madre agobiada por las tensiones psíquicas, que afronta en soledad la crianza y manutención de sus hijos. Vemos, pues, que todos los protagonistas son víctimas de esta interacción perniciosa, que atenta contra los principios de la CDN que comprometen a ambos padres en el cumplimiento de los deberes parentales (Art.18 y 27). 5. Una propuesta alternativa: el cuidado compartido del hijo después de la separación o divorcio 5.1. ¿En que consiste el sistema? La coparentalidad como eje esencial para una adecuada socialización del hijo A.- Frente al cuadro sombrío que nos muestra el tradicional modelo unipersonal de la guarda y cuidado del hijo, brevemente descrito, se alza un nuevo modelo edificado sobre el principio de la coparentalidad que designamos como “guarda y cuidado compartido del hijo”. 207 Ver el trabajo de Patricia Arez Muzio, Abriendo las puertas a la familia del 2000, Editorial Política, La Habana 113 Veamos el sentido que damos a estos términos. La expresión “guarda” tiene varios significados, pero lo empleamos en este caso con la acepción de “tener al hijo consigo”208, o sea, el derecho de convivir con el hijo. Cuando nos referimos a “cuidado del hijo”, aludimos a todas las tareas y funciones necesarias para la crianza y educación del niño. Por consiguiente, el sistema de guarda y cuidado compartido, designado comúnmente como “tenencia compartida”, puede tener dos modalidades. Por una parte, se concreta bajo la forma de una “guarda alternada”, o sea, cuando el hijo pasa períodos de tiempo con cada uno de los padres, según la organización y posibilidades de la familia singular209. En este caso, la convivencia del hijo en los dos hogares va naturalmente acompañada con todas las acciones que requiere su formación 210 En la otra modalidad, el niño reside de manera principal en el domicilio de uno de los progenitores, pero ambos comparten las decisiones y se distribuyen de modo equitativo las labores atinentes al cuidado del hijo (atención de la salud, ayuda de las tareas escolares, esparcimiento, etcétera). Estas dos nociones, una amplia y otra más restringida, responde a las dos acepciones del verbo “compartir”. En una significa “participar uno en alguna cosa”, o sea, en nuestro tema, participación real de ambos padres en la crianza y educación del niño211. Si tomamos el otro significado, o sea, “repartir, distribuir” se está en presencia de la llamada “tenencia alternada” cuando el niño convive espacios de tiempo con los dos progenitores. En los pronunciamientos judiciales se han dado definiciones amplias que de algún modo condensan las dos opciones del régimen descrito. En uno de ellos se dice que “ la tenencia compartida o alternada podrá articularse mediante convenios a través de los cuales los interesados buscan compartir de una manera mas o menos igualitaria el trato y responsabilidad respecto de la formación educativa de los hijos, destacándose la participación de ambos padres en la ejecución de los atributos emergentes de la patria potestad, con el objetivo de garantizar el contacto permanente del menor y de brindar un modelo de organización familiar que se asemeje a la familia intacta”212. En otro precedente, con una concepción similar, se expresa que la “tenencia compartida consiste en reconocer a ambos padres el derecho a tomar decisiones y distribuir equitativamente, según sus distintas funciones, sus recursos, posibilidades y características personales, responsabilidades y deberes”213. Cualquiera fuere la extensión del régimen de guarda y cuidado compartido, por su sola expresión asume el valor de un compromiso de los dos progenitores y simboliza el respeto igualitario de la función materna y paterna. Aunque en un sistema de guarda unipersonal se fijara para el progenitor “no conviviente” unas “visitas”, con la misma frecuencia y alternancia que en un sistema de guarda conjunta, el efecto no sería el mismo pues en este caso uno 208 Belluscio, Augusto A., Manual de Derecho de Familia, Depalma, Buenos Aires, 1987, t. II, pp. 300 y ss. 209 Grosman, Cecilia P., "La tenencia compartida después del divorcio. Nuevas tendencias en la materia", L.L. 1984-B-806. 210 Hollweck, Mariana - Medina, Graciela, Importante precedente que acepta el régimen de tenencia compartida como una alternativa frente a determinados conflictos familiares, LLBA 2001, 1425 211 Arianna, Carlos; “Régimen de visitas”, Revista de Derecho de Familia N° 2, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, p. 124. 212 ST Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, 8/10/97, LL, 1998-F, 569 213 CNCiv, Sala J, 24/11/98, “P., F.E. c/ P., E. N. s/ divorcio art. 215 CC”, ED-185-103, con nota de Alles de Monasterio, Ana M., “Patria potestad. El superior interés del niño y la tenencia compartida”. 114 se erige en figura principal y el otro, en consecuencia, aparece como figura secundaria o episódica. Es indudable que ante la mayor inestabilidad de la pareja, se ha pensado en una estrategia destinada a mantener la permanencia de la pareja parental para garantizar una adecuada socialización del hijo, pese a la desunión de los padres. El mejor camino para alcanzar este objetivo es que el hijo comparta aspectos de la vida cotidiana con cada uno de sus padres y distribuir su cuidado de acuerdo a las posibilidades y organización familiar. Estos arreglos, de ser posible su concreción, aseguran de manera plena el derecho del niño a “mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular” ( art. 9 de la CDN) y al crear un clima donde el niño o adolescente siente que no pierde a ninguno de sus progenitores, se ahuyenta el fantasma del abandono. La discontinuidad de las visitas, el consiguiente alejamiento de los hijos, la deserción de la responsabilidad alimentaria, son todos síntomas de un sistema perturbado214 que daña al hijo, situación ésta a la cual la sociedad no debe resignarse. 5.2. La lógica de la participación enaltece el principio igualitario La propuesta de un régimen de guarda y cuidado compartido del hijo parte de una premisa fundamental: la construcción de una familia democrática, basada en la igualdad del hombre y la mujer, tanto en los desempeños familiares, como en la igualdad de oportunidades para el desarrollo personal. Esta paridad, inscripta en los diversos tratados de derechos humanos215, se registra ya en gran parte de las legislaciones y se expresa de manera diáfana en el Código de Familia de Cuba cuando nos dice “que ambos cónyuges están obligados a cuidar la familia que han creado y cooperar el uno con el otro en la educación, formación y guía de los hijos...”. Al mismo tiempo, el texto reivindica el derecho al trabajo y a la perfección de los conocimientos de los integrantes de la pareja, los que tienen “el deber de prestarse recíprocamente cooperación y ayuda para ello”. La escritura, pues, recoge esta necesidad de conciliar el interés personal e interés familiar en la organización de la vida hogareña (Art. 26,27 y 28). En esta dirección ideológica, también se alista el Código de Familia de El Salvador, para dar otro ejemplo más, el cual expresa que “el trabajo del hogar y el cuidado de los hijos, serán de responsabilidad de ambos cónyuges” y que éstos deben prestarse cooperación y ayuda , para el desempeño de actividades lícitas, emprender estudios o perfeccionar conocimientos (art. 39). Recientemente se ha sancionado en España la Ley 15/2005, de 8 de julio, donde igualmente se impone a los integrantes de la pareja conyugal “compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes.....” Estas regulaciones, meramente ilustrativas de la tendencia general en la materia, revelan una “lógica de participación” durante la vida en común que, va de suyo, no debe ser aniquilada por la separación de los padres. Por consiguiente, el modelo de guarda y cuidado compartido de los hijos después de la ruptura de la pareja es el sistema que con mayor coherencia se concilia con el principio igualitario y con los cambios que se han producido en los roles establecidos en función del sexo, al participar la mujer de manera activa en la vida productiva y social. La guarda unipersonal, de ordinario en cabeza de la madre, mantiene el estereotipo instalado en cuanto a los roles familiares. La igualdad se desmorona si recae sólo sobre la mujer la crianza y formación del hijo, sin contar con que 214 Salzberg, Beatriz, Los niños no se divorcian, Ediciones Beas, Buenos Aires, 1993, p.132 Convención de Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, Convención sobre los Derechos del Niño; Convención Americana sobre Derechos Humanos. 215 115 muchas veces se ve obligada a buscar recursos para la manutención del hijo frente al frecuente incumplimiento alimentario del padre. Todas estas circunstancias terminan por vulnerar el derecho de la mujer a construir sus proyectos de vida, a mas de dañar su salud. Pareciera que la madre ocupa un lugar de privilegio pues es a ella a quien generalmente se adjudica el cuidado de los hijos, pero esa ubicación honrosa oculta una carga que lesiona su bienestar. 5.3. La importancia de la figura paterna Actualmente se manifiesta un reconocimiento creciente de la importancia que tiene la figura paterna en la socialización del hijo. Basta mencionar un informe de Unicef sobre el coprotagonismo paterno, tema al cual se refiere Marisa Herrera en su trabajo: ” El derecho de los niños a vivir en familia. La responsabilidad del Estado en la función de crianza y educación de los hijos216. Nos permitimos transcribir una cita por la importancia que reviste para nuestro tema: “Estudios recientes sobre desarrollo infantil temprano señalan que un padre afectivamente cercano y disponible es un factor protector y promotor de la autoestima y de la confianza personal para con niños y niñas. Además favorece el desarrollo psicomotor, su inserción en mundos extra familiares y representa una figura de apego y modelaje conductual. Más aún, se ha relacionado la vinculación afectiva temprana del padre con su hijo a menores índices de maltrato y abuso sexual”. En el informe se subraya, además, “que la participación del padre en la crianza no es un tema que se tome de manera explícita ni en las políticas públicas ni en las acciones gubernamentales, en sus diferentes niveles. Estas tienden a estar dirigidas a las familias como un todo homogéneo, a la igualdad de género (desde la mirada de las mujeres) o a los niños”217. Es visible, entonces, que la trascendencia de la función paterna no armoniza con el acostumbrado sistema de “las visitas”218, esporádicas salidas, las mas de las veces de entretenimiento, pues la tarea formativa reclama un trato más asiduo, una multiplicidad de acciones e intercambios indispensables para profundizar los vínculos afectivos219. Como decía una nota periodística: “juntos decidimos tener un hijo, juntos estuvimos en el parto, los dos cambiamos innumerables pañales y lo llevamos al médico cuando se enfermó. Ya no estamos juntos, pero los dos queremos seguir junto a nuestro hijo”220. Por otra parte, diversas investigaciones han comprobado que la relación cotidiana con el hijo, el hacerse cargo de su alimentación, vestimenta, control médico o apoyo escolar, induce al padre observar conductas de mayor cooperación y compromiso221. 5.4. Un aporte para el cambio cultural 216 En obra colectiva, ya mencionada: Hacia una armonización del Derecho de Familia en el Mercosur y países Asociados, LexisNexis (en prensa) 217 Infancia, documento de trabajo Nº 4, UNICEF, mayo 2004, Chile. 218 Visitar quiere decir “ir a ver a uno en su casa por cortesía, amistad o cualquier otra razón”. Es indudable que la expresión no armoniza con el vínculo profundo que nace de la relación materno o paterno filial 219 Gérard Poussin- Anne Lamy, Custodia Compartida, Espasa Calpe S.A, Madrid, 2005, p.41 220 Clarín, 14/4/96 221 Grosman Cecilia, El proceso de divorcio. Derecho y realidad, Editorial Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1985, ya cit. p.148 116 Aun cuando no siempre resulte posible la puesta en práctica del sistema, abrir la perspectiva de esta opción y procurar la generalización de su empleo, permite alejar la desconfianza muy arraigada en las mentalidades de que las parejas que se han separado no son capaces de compartir el cuidado de sus hijos. Orientar desde la ley el camino hacia un actuar conjunto y solidario de los padres, entrelaza el interés social que aspira a la mejor formación de las nuevas generaciones y el interés individual de los que integran el núcleo familiar. Significa legitimar un modelo alternativo, frente al sistema ya “naturalizado” de una guarda unipersonal. Debe recordarse el importante papel educativo de la ley pues permite incorporar en la conciencia de los protagonistas esta opción, tan favorable al niño como a sus padres. La construcción cultural afincada en el proceso histórico se expresa en dos sentidos. Por una parte, sólo uno puede aspirar a la guarda y el cuidado del hijo, función que asume una estructura necesariamente singular. Por la otra, esa unicidad se concentra de ordinario en la madre, porque se la juzga más idónea para cuidar del niño, calidad asignada como continuación del papel cumplido durante la vida en común. Aún cuando las mujeres participan en la actividad productiva y social y su preparación para tales desempeños es hoy en día más igualitaria, en el ámbito familiar su imagen permanece como depositaria de todo lo doméstico222. 5.5. La guarda y el cuidado compartido no es una propuesta dogmática. Diversas modalidades de acuerdo con la edad del hijo Como es obvio, marcar los beneficios de la guarda y cuidado compartido no significa apostar a una propuesta fundamentalista pues la conveniencia de un régimen u otro depende de una serie de factores que es necesario tomar en cuenta en cada familia. Seguramente, un padre que durante la convivencia ha participado de manera activa al igual que la madre en el cuidado del hijo, buscará continuar, en tiempos alternados, las tareas propias de la crianza y educación. En otros casos, aún cuando la pareja piense que esta alternativa favorece en mejor medida la socialización del hijo, el sistema puede resultar impracticable, ya sea por la distancia geográfica, cuestiones laborales que imposibilitan asumir un cuidado compartido o falta de vivienda que permita albergar al niño. Aquí aparece la necesidad de apoyos estatales que faciliten la convivencia alternada con los hijos, como también de políticas que permitan conciliar el trabajo con las responsabilidades familiares. Además, es necesario pensar en las modalidades del cuidado compartido cuando se trata de niños muy pequeños. Si bien en la primera etapa de crianza se percibe a la madre como indispensable, estudios han demostrado que el padre constituye una figura igualmente importante para la adecuada evolución del niño y puede participar activamente en su cuidado. No obstante, los especialistas piensan que se debe ser precavido y evitar a los bebés las constantes idas y venidas de una guarda alternada que pueden provocar desórdenes en su sueño o alimentación. Es cierto que los bebés también pueden acostumbrarse, pero no resulta conveniente, según algunos psiquiatras, que el niño sufra la sensación de “ ruptura continuada” pues requiere de las referencias habituales para su desarrollo. En resumen, pareciera relevante adaptar la alternancia a la edad del hijo, con separaciones más cortas para los más pequeños223. 222 Ver el interesante desarrollo sobre este tema en: Famá, María Victoria y Marisa Herrera, op. cit.; Moreno, Gustavo, op. cit. y Chechile, Ana María y Cecilia Lópes, op.cit. 223 Gérard Poussin- Anne Lamy, ob. cit., p.41. 117 Cada familia deberá encontrar su propio camino para que el niño crezca cerca de ambos progenitores y la puesta a prueba del sistema permitirá verificar su justicia. Aún en los casos de guarda y cuidado unipersonal del hijo hay una cuota de incertidumbre sobre el resultado del régimen convenido o decidido por el juez. Si bien se parte, en cada caso concreto, de la presunción de que existen condiciones suficientes para que funcione el régimen proyectado, su puesta en práctica habrá de confirmar la pertinencia de la predicción. Sabido es que los acuerdos o resoluciones que se dictan en esta materia no causan estado y en función del interés del niño puede en cualquier momento acudirse al mecanismo corrector. 6. El Derecho comparado En el momento actual, ya en diversos ordenamientos se acoge expresamente el cuidado compartido del hijo después de la separación o divorcio y cuando ello no es posible, no conviene al interés del niño o lo han decidido así los padres, se opta por la guarda y el cuidado unipersonal. En España, la reciente ley 15/2005, de 8 de julio, modificó el art. 92 del Código Civil y estableció que se acordará el ejercicio compartido de la guarda y custodia de los hijos cuando así lo soliciten los padres o cuando ambos lleguen a este acuerdo en el transcurso del procedimiento. El Juez, al acordar la guarda conjunta y tras fundamentar su resolución, adoptará las cautelas procedentes para el eficaz cumplimiento del régimen de guarda establecido, procurando no separar a los hermanos (inc.5). La ley dispone que no se admitirá la guarda conjunta cuando cualquiera de los padres esté incurso en un proceso penal por atentar contra la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad sexual del otro cónyuge o de los hijos que convivan con ambos. Tampoco procederá cuando el Juez advierta, de las alegaciones de las partes y las pruebas practicadas, la existencia de indicios fundados de violencia doméstica (inc.7). Asimismo se establece que, aún cuando los padres no pidan el ejercicio compartido de la guarda de los hijos, el juez, a instancia de una de las partes, con informe favorable del Ministerio Fiscal, podrá acordar la guarda y custodia compartida fundamentándola en que sólo de esta forma se protege adecuadamente el interés superior del niño (inc.8). Es decir, se admite el acuerdo sobre la guarda conjunta con control judicial, pero también el tribunal puede adoptar tal decisión, aún cuando no exista conformidad de ambas partes. En Francia, el nuevo art. 373-2-9 establece que la residencia del niño puede ser fijada en forma alternada en el domicilio de cada uno de sus padres, o bien en el domicilio de uno solo de ellos. Ante la solicitud de uno de los progenitores, o en caso de desacuerdo entre ellos sobre el modo de determinar el lugar en que habitará el infante, el juez puede ordenar a título provisorio una residencia alternada, fijándose su duración, al término de la cual decidirá el sitio en que vivirá el niño de manera definitiva, ya sea optando por una residencia del niño en forma alternada en el domicilio de cada uno de los padres o en el domicilio de uno de ellos. En Suecia la guarda después del divorcio puede ser conjunta o confiada a uno de los padres. La guarda conjunta es la primera alternativa, salvo desacuerdo de uno de los padres o abuso de alguno de ellos (art.3, al.2) En Estados Unidos hay diferentes sistemas. Algunos Estados afirman la preeminencia de la guarda conjunta, siempre que exista acuerdo entre las partes. En una docena de 118 jurisdicciones, el tribunal debe explicar los motivos por los cuales niega la decisión de una guarda de esta naturaleza. En el Estado de Florida la guarda conjunta es el sistema legal y el tribunal tiene derecho a no ordenarla únicamente en el supuesto que pueda causar perjuicios al menor. En el Estado de Missisipi se jerarquiza, igualmente, la guarda física conjunta. En América Latina, en la mayor parte de los países, si bien no prohíben la guarda y el cuidado compartido del hijo, tampoco la regulan. Sin embargo, en todos ellos se respeta el acuerdo de los progenitores en esta materia, de lo cual es posible deducir la viabilidad de un convenio que prevea el cuidado compartido de los vástagos, siempre que no afecte el interés del hijo. El Código Civil del Uruguay (art.177) acepta en forma expresa el acuerdo de los padres en este aspecto. En el Brasil diversos proyectos legislativos prevén como primera opción la tenencia compartida. Esto significa que la madre y el padre tendrán los mismos deberes y las mismas obligaciones en la crianza de los hijos y también igual oportunidad de convivencia con ellos224. Vale la pena conocer el texto de apoyo internacional a la custodia compartida decidido en la Conferencia Internacional sobre la Igualdad Parental, celebrada en Langedac (Francia), entre el 25 y 31 de julio de 1999. Los delegados de todos los países europeos mostraron su acuerdo unánime en que la llamada custodia compartida representa los mejores intereses de los niños, los padres y la sociedad en general. Asimismo, se consideró que su promoción, constituía una prioridad que debería contar con el apoyo de las instituciones gubernamentales de cada país. En la Conferencia se decidió suscribir un documento en que es establecen los principios básicos de la custodia compartida, conocido como "Declaración de Langedac". Mencionamos algunos de ellos: 1. Se les debe otorgar tanto a los padres, como a las madres el mismo estatus en relación con la crianza de sus hijos. Consecuentemente, deben tener también igualdad de responsabilidades y de derechos; 2. Cuando los padres no puedan llegar a un acuerdo en relación al tiempo de convivencia con los hijos luego de la separación, los niños deberán gozar de igual tiempo de convivencia con ambos; 3. La paternidad y la maternidad pueden basarse solamente en la calidad de las relaciones padres-hijos y no en la calidad de las relaciones que mantienen los cónyuges separados entre sí. Los niños tienen el derecho de tener un vínculo con ambos padres y viceversa; 4. El contexto político-legal en el cual se deciden los temas de familia y de género debe ser claro e igualitario para los sexos, sin que los sujetos sufran discriminación positiva o negativa con relación a la pertenencia a un sexo; 5. La estructura laboral debe ser planificada de manera que puedan participar ambos padres tanto como pueda ser posible en la vida de los hijos; 6. La mediación debe ser la solución preferible tanto antes, durante o después del divorcio o la separación; 7. Como el alejamiento parental daña la relación padre hijo y lesiona el supremo interés del menor, debe ser visto, por lo tanto, como una forma de maltrato infantil. 7. El acogimiento de la guarda y cuidado compartido en la Argentina En nuestro país, como ya dijimos, se mantiene como directiva legal el cuidado unipersonal del hijo, generalmente a cargo de la madre. Empero, hoy en día, son cada vez más frecuentes los acuerdos de guarda y cuidado compartido del hijo. O sea, ya no sólo se estipula que ambos padres tendrán el ejercicio conjunto de la patria potestad, sino también que se distribuirán los tiempos de convivencia con el niño o adolescente. 224 Chechile, Ana María, trab. cit. 119 A.- Por acuerdo de los padres En tiempos pasados, este tipo de guarda compartida, no fue recibida con beneplácito por la jurisprudencia. Los jueces rechazaban su homologación225 con diversos argumentos, entre ellos, a) que la conducta de los cónyuges no merecía confianza, que era incompatible con la situación de los padres divorciados226 y, por tanto, debía evitarse una comunicación que necesariamente sería conflictiva.; b) esta forma de convivencia lesionaría la necesaria estabilidad que debe tener el niño y c) la inconveniencia de que “el niño pase de una mano a otra”227, pues era necesaria la unidad de criterio en la educación228. Tales objeciones quedan neutralizadas si advertimos que para el niño es más importante su estabilidad emocional creada por un contacto profundo con ambos progenitores, que la estabilidad basada en una variable meramente domiciliaria. Como se ha sostenido en un fallo, “el hijo se beneficia con la percepción de que sus progenitores continúen siendo responsables frente a él, de que existe un diálogo entre ellos, pues esto conduce a su estabilidad psicológica”229 En cuanto a las pautas educativas pueden compartirse o ser diferentes, tanto en una guarda unipersonal como en una alternada230 . Por otra parte, la realidad es que el niño de padres separados no tiene un solo hogar, sino dos hogares porque, aún en la guarda unipersonal, el trato del progenitor no guardador con el hijo se concreta en pasar con él horas o días en su domicilio. Para que el hijo pueda elaborar y aceptar esta situación debe contar con padres comprometidos en su función parental, al margen de la falta de vida en común. Hoy en día, una doctrina nutrida se pronuncia a favor de la tenencia compartida231, aún 225 CNC, Sala E, diciembre 9 de 1983, LL,1984-D,p.679; CNCiv.Sala D, 31/8/82, Revista La Ley, t.1983-C-255. 226 CNCiv.Sala D, 31/8/82, La Ley, 1983-C, p. 255. 227 CC2ª marzo 6/41, La Ley, 22-957. 228 CNCiv., Sala E, 6/4/88, La Ley, 1989-B, p. 606. 229 CNCiv., Sala L,21/9/91,La Ley, 1991-E, p. 504. 230 Grosman, Cecilia P., “La tenencia compartida después del divorcio. Nuevas tendencias en la materia”, Revista La Ley, 1984-B, p. 806. :231 Kemelmajer de Carlucci, Aída, "El Derecho de Familia en la República Argentina en los inicios del Siglo XXI. Su inexorable proceso de constitucionalización y de adecuación a los tratados internacionales de derechos humanos"·, Revista de Derecho Comparado. Derecho de Familia II, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 59, Zannoni Eduardo, Derecho de Familia, Astrea, Buenos Aires, 1998, t.2, p.205;. Chechile, Ana María, “Patria potestad y tenencia compartidas luego de la separación de los padres”, Jurisprudencia Argentina, 2002-III, p.1308; Chechile, Ana María y Cecilia Lopes, El derecho humano del hijo a mantener contacto con ambos progenitores, LexisNexis, 2005, en prensa ; Díaz de Guijarro, Enrique, "El interés familiar y el interés social en las cuestiones sobre tenencia compartida de los hijos, en hipótesis de nulidad matrimonial y de divorcio", J.A., 1989-I-979; Gregorini Clusellas, Eduardo L., "El interés de los hijos como valor superior en los acuerdos sobre tenencia y patria potestad", La Ley, 1997-E, 425; Guahnon, Silvia “La intromisión del Estado en los procesos de familia”, La Ley, 2002-E, 1005; Herrera Marisa y María Victoria Famá, en “Preferencia materna en la custodia de los hijos menores de 5 años. De la discriminación inversa hacia la coparentalidad”, en www.El Dial.com, 21/09/2005; Iñigo, Delia, “Una acertada decisión sobre patria potestad compartida”, La Ley, 1999-d,p.477; Jauregui Rodolfo Guillermo, Aspectos procesales en los conflictos de “tenencia” de niños, LL Litoral, 2005, p. 669; Alles Monasterio, Ana M., "Patria Potestad. El superior interés del niño la tenencia compartida", ED, 185-103; Polakiewicz Marta, "El derecho de los hijos a una plena relación con ambos padres, en Grosman C. (Dirección), Los derechos del niño en la familia, Editorial Universidad, Buenos Aires,1998, p.192; 120 cuando algunos autores expresan su cautela cuando esta modalidad no proviene de la voluntad de las partes, es decir, es decidida por el tribunal. Igualmente los jueces aprueban los acuerdos de esta naturaleza, concediendo un mayor espacio a la autonomía privada, pues frente al conflicto resulta más eficaz que una decisión impuesta por la justicia232. La ley, ha dicho la justicia, no prohíbe la tenencia compartida, simplemente no la legisla. Mas aún, incluso se ha sostenido que la CDN tiene jerarquía constitucional y los jueces deben considerar modificadas o derogadas las disposiciones que vulneren, desconozcan, restrinjan o contradigan los derechos de la infancia, sin que tales disposiciones infraconstitucionales sean expresamente abrogadas o reformadas. La interpretación de una norma- se ha dicho- debe tener en cuenta estos principios axiológicos de orden superior233. Resulta de interés enunciar algunos argumentos judiciales en los cuales se subraya las ventajas del sistema. Enumeraremos los principales: a.-al convivir el hijo con cada uno de los padres, éstos quedan equiparados en cuanto a la organización de su tiempo, vida personal y profesional, desaparecen los padres periféricos y hay menos problemas de lealtades, circunstancias éstas que favorecen el interés del hijo”234. b.-cuando el niño convive con ambos padres se garantiza la permanencia de los cuidados parentales de los dos y , por tanto, el mejor cumplimiento de las funciones afectivas y formativas235; c.- Los contactos continuos y significativos disminuyen el impacto traumático del divorcio en los hijos y su sentimiento de abandono; garantiza el mejor cumplimiento de las funciones afectivas y normativas”.236 d.- El sistema reconoce a ambos padres el derecho a tomar decisiones y distribuir equitativamente, según sus distintas funciones, posibilidades y características personales, las responsabilidades y deberes para con los hijos237 e.- Los padres tienen el derecho de plantear su propio proyecto pues son, en principio, quienes en mejores condiciones de saber si podrán llevar a cabo el régimen convenido y qué es lo más beneficioso para los hijos de acuerdo con el específico funcionamiento familiar238; Rabinovich, Silvia B, “La tenencia compartida, una alternativa ante el divorcio de la pareja con hijos”, La Ley, 1992-A, p. 532; Schneider Mariel, “Un fallo sobre tenencia compartida”, LLBA 2001,1443: Yarke, María del Carmen, "Un derecho del menor: la tenencia compartida", La Ley, 1993-A, 1038; Grosman, Cecilia P., “El derecho infraconstitucionaol y los derechos del niño”, Libro de Ponencias en Congreso Internacional La persona y el derecho en el fin del siglo, Univ. Nacional del Litoral ,Santa Fé, 1996 232 CNC, Sala J, 24/11/98, LL 1999-D-479; CNCiv.Sala F, 14/2/2002, con nota de Beatriz Biscaro, Jurisprudencia Argentina,10 /4/2002; CNC, Sala H, 28/4/2003- Revista Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, con nota de Victoria Famá, Nº 25, p.187 y sgtes.Igualmente homologaron tales acuerdos: Juez de 1o Instancia, Dr. Repetto, SEc. Cecilia Albores, 4 de noviembre de 1992 y 24 de junio de 1993)B; Juzgado Civil y Comercial Nº 2 de Gualeguaychu, 6/7/92. 233 CNCiv., 24/11/98, Revista La Ley, 1999-D, p.479 234 Juzgado Civil y Comercial Nº 2 de Gualeguaychu, Entre Ríos, 6/7/92. 235 CNCiv., sala J, 24/11/98, J.A. 1999-IV-603; íd., sala H, abril 28 de 2003, Rev. de Derecho de Familia. Rev. interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia N° 25, LexisNexis; Abeledo-Perrot, Bs. As., 2003, p. 187. 236 CNCiv., sala J, 24/11/98, J.A. 1999-IV-603; íd., sala H, abril 28 de 2003, Rev. de derecho de familia. Rev. interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia N° 25, LexisNexis; Abeledo-Perrot, Bs. As., 2003, p. 187. 237 CNCiv., sala J, 24/11/98, J.A. 1999-IV-603 238 CNCiv., sala J, 24/11/98, J.A. 1999-IV-603; íd., CNC, Sala H, 28/4/2003- Revista Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, con nota de Victoria Famá, 121 f.- Al colaborar el padre en las actividades que nacen del cuidado del niño se facilita la inserción laboral de la madre fuera del hogar, y, por ende, aumentan las posibilidades de que ambos colaboren en la manutención de su hijo; g.- Ninguno de los padres se siente excluido en el proceso de crianza del niño. Se elimina la lucha por el poder que significa tener “la guarda” del hijo; h.- La participación activa de los progenitores en la vida del hijo los estimula a proveer a sus necesidades. i.- Debe aceptarse la tenencia compartida si constituye una opción que mas respeta el interés superior del niño239 B.- Por imposición del tribunal Últimamente, ya no sólo se homologan los acuerdos de tenencia compartida, sino que el propio tribunal impone el sistema si ello beneficia al niño o adolescente240. Veamos las diferentes tramas y razonamientos esgrimidos. 1.- Para superar una situación conflictiva entre los padres. En un caso241 en el cual los progenitores, que estaban en permanente conflicto, habían solicitado para sí la tenencia del hijo, el tribunal decidió otorgar la tenencia compartida a ambos padres, con el fin de superar la situación conflictiva que existía entre ellos. De este modo se argumentó: a) el ejercicio por padre y madre que compartirán en paridad de condiciones todas las cuestiones inherentes a la educación, crianza y cuidado del hijo (elección de la escuela a la que concurra, control sobre sus amigos, continuidad en los tratamientos médicos), obligará a los padres a conciliar y armonizar sus actitudes personales a favor del mejor y mayor bienestar del menor; b) el régimen de tenencia compartida concilia el superior interés del menor y procura-de modo mediato e indirecto- que cese la puja permanente de los padres al tener que decidir las cuestiones propias de la crianza; c) es necesario tener en cuenta la opinión del hijo que manifestó que deseaba estar mas tiempo con su padre; d) en el caso de padres separados, la CDN( art.9.3), afirma el paradigma de la “coparentalidad” al asegurar al niño el derecho a “ mantener relaciones personales y contacto directo con ambos progenitores”; e) las dificultades para su implementación -tener dos casas, dos juegos de ropa, etc.- carecen de andamiento toda vez que la situación no difiere sustancialmente del supuesto de un amplio y libre régimen de visitas. 2.- Para la más adecuada realización de la función parental. Igualmente se consideró que el sistema de “tenencia compartida” era el mas conveniente para el hijo porque implica una equitativa distribución de responsabilidades, unificación de criterios para llevar a cabo la educación de los hijos, disposición para atender las Nº 25, p.187 y ss. 239 CNCiv. Sala J, J.A. 1999-IV-603. En similar sentido ST. Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, octubre 8-997, L.L. 1998-F-569, con nota aprobatoria de Martino, Gloria L., “Un fallo valioso sobre tenencia”, L.L. 1998-F-569. 240 Supremo Tribunal Tierra del Fuego, 8 de octubre de 1997, LL, 1998-F-568) ( CNCiv.Sala F, 14/2/2002- con nota de Beatriz Biscaro, Lexis-Nexis, Jurisprudencia Argentina, 10 de abril de 2002). 241 C.C. y Com.Azul, LLBA, 2001,1427- LLBA 2001, 1443. 122 circunstancias imponderables que diariamente se producen y con capacidad para negociar y consensuar a fin de brindar al niño un espacio coherente y confiable242 . 3.- Cuando no existen elementos para decidir en forma definitiva. El magistrado al no poder dictar un pronunciamiento definitivo sobre la tenencia, en razón de que no existían elementos suficientes para determinar cuál de los padres se encontraba en mejores condiciones de garantizarle al otro el mejor vínculo con el niño, impuso a los padres un tratamiento terapéutico y otorgó la guarda provisoria a ambos progenitores que sería ejercida de manera compartida, como paso previo para resolver la guarda definitiva. Se fijaron audiencias evaluativas a las cuales debía concurrir el profesional para informar sobre la marcha del tratamiento. El tribunal fijó astreintes (multa) en caso de incumplimientos de las pautas establecidas en el fallo243. Asimismo, la justicia244, al considerar que ninguno de los progenitores había acreditado ser más idóneo que el otro, impuso la guarda compartida ponderándose circunstancias como la cercanía de los domicilios de ambos y la edad del niño. La sentencia fue apelada sólo por la madre, confirmando la Cámara la sentencia de primera instancia. Entre los fundamentos, el tribunal destacó: a) La necesidad manifestada por el niño de mantener un contacto fluido con ambos progenitores.; b) El ejercicio compartido de la tenencia obligará a los progenitores a conciliar y armonizar sus actitudes personales a favor del mejor y mayor bienestar del niño lo que importará poner a prueba definitivamente su capacidad para concretar en lo cotidiano lo que se ha pregonado por años en escritos judiciales “. 4.- No debe haber “ganadores” ni “ perdedores” Una sentencia fijó su decisión en el siguiente raciocinio: Si se otorga la tenencia con exclusividad a uno de los padres, éstos y el propio hijo “percibirán quien fue el triunfador y quien fue el derrotado en la batalla por obtener su tenencia, a pesar del esfuerzo y la resignación que realice o soporte el padre ‘perdedor’, en aras de la felicidad del niño”. Y luego agrega el pronunciamiento que lo lógico, más beneficioso y hacia donde deben volcarse todos los esfuerzos para el avance de la maduración intelectual del hijo, “es tratar de lograr que el único ganador sea él y que no haya ‘perdedores’”245. El juez coincide con apreciaciones de la doctrina francesa donde se señala que después de una ruptura, cualquier decisión que tome el juez está cargada de simbolismo pues cada una de las partes acoge la sentencia como una victoria o derrota personal. La guarda compartida rompe esta dinámica porque pone a los dos progenitores en situación de paridad, ya que significa el reconocimiento de iguales derechos y deberes con relación a los hijos. 7. La opinión del hijo. Procedimientos y gravitación en la atribución de la guarda y cuidado del hijo 242 CNCiv., Sala H, 11/2/ 1998, El Derecho 179, p.292; CNCiv., Sala F, 14/2/2002, El Derecho, t. 200, p.279 243 Tribunal de Familia N° 1, La Plata, 23/12/03, Rev. de Derecho de Familia. Rev. interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, LexisNexis, Abeledo Perrot, Bs. As., 2005-I-87, con nota de Lopes, Cecilia; Pietra, Luciana, “Tenencia compartida impuesta judicialmente. Un fallo con la mirada puesta en los más chicos”, Rev. de Derecho de Familia. Rev. interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, LexisNexis, Abeledo Perrot, Bs. As., 2005-I-95. 244 CCiv. y Com., Azul, sala II, junio 4 de 2001, LLBA 2001-1425; conceptos similares: Cám. Civ.y Com., Azul, Sala I, año 2003 245 ST Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, octubre 8-997, L.L. 1998-F-569. 123 La obligación de escuchar al niño y que se tome en cuenta su de formarse opinión, en función de su edad y grado de madurez, si está en condiciones un juicio propio, surge de la aplicación del artículo 12 de la CDN. Este derecho del niño o adolescente se halla inscripto en casi todos los ordenamientos (España, Quebec, Finlandia, Alemania, Grecia, Portugal y es texto infaltable en los recientes Códigos de la Niñez y Adolescencia de América Latina, entre otros: Código de la niñez y adolescencia de Paraguay (art. 93), Código de la Niñez y adolescencia del Uruguay (art. 35), Código de los niños y adolescentes de Perú (arts.81 y 85); Código de la Niñez y Adolescencia de Costa Rica, art.105246; Ley de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes en la Argentina, art. 23. Actualmente se considera que escuchar al niño o adolescente es una obligación del tribunal y no una mera facultad del juez. Así se ha decidido en diversos fallos en nuestro país247. En particular, respecto del tema que nos ocupa, un pronunciamiento de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos anuló la sentencia dictada en relación con la tenencia y al régimen de visitas que se había dispuesto pues no surgía de las actuaciones que se hubiera recabado la opinión de los hijos del matrimonio248. Sin embargo, se observa en la práctica judicial que todavía hay jueces que no citan espontáneamente al niño para escucharlo. Sólo lo hacen a pedido de alguna de las partes o del Defensor de Menores. Cuando la Convención se refiere al grado de madurez, alude a la capacidad de definir sus preferencias, con comprensión de sus posibles consecuencias. Nuestra ley no establece una edad fija, razón por la cual el magistrado en cada concreto decidirá si el hijo tiene el suficiente juicio para ser escuchado, es decir, evaluar el grado de desenvolvimiento mental alcanzado249. Sin embargo, al establecer el Código Civil (art. 921) que los actos realizados por mayores de 14 años se consideran hechos con discernimiento, se ha juzgado en la doctrina que a partir de esa edad deben existir causas muy serias para no escuchar al menor de edad250. En los casos específicos en que se debe atribuir la guarda y el cuidado del hijo, como también el régimen de comunicación, se ha sostenido que la opinión del niño o adolescente constituye un aporte esencial para determinar cuál es la decisión que mejor lo favorece, pues permite conocer su personalidad, necesidades, inclinaciones y dificultades. En suma, cuál es el interés del hijo en el caso concreto, principio rector para otorgar la guarda y el cuidado del hijo. En razón de que esta valoración debe realizarse en todas las instancias judiciales, se ha sostenido atinadamente que el niño debe ser oído tanto por el juez, como por el tribunal de alzada, en caso de apelación251. 246 Código de la Niñez y Adolescencia de Costa Rica, artículo 105.-Opinión de personas menores de edad. “Las personas menores de edad tendrán participación directa en los procesos y procedimientos establecidos en este Código y se escuchará su opinión al respecto. La autoridad judicial o administrativa siempre tomará en cuenta la madurez emocional para determinar cómo recibirá la opinión. Para estos efectos, la Corte Suprema de Justicia establecerá las medidas adecuadas para realizar entrevistas, con el apoyo del equipo interdisciplinario y en presencia del juez”. 247 CNCiv.Sala I, 20/10/98, CNCiv.Sala L, 22/4/96, El Derecho, 8/2/98; 248 Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, 2/5/2003, La Ley, 2003-A, 425 249 Grosman, Cecilia P., “La opinión del hijo en las decisiones sobre tenencia”, El Derecho, 1071011 250 Guahnon, Silvia V., “El debido proceso y la concreción del derecho del menor a ser oído en un proceso de familia”, Jurisprudencia Argentina, 14/1/2004 251 Schneider, Mariel, Un fallo sobre tenencia compartida, LLBA 2001,1443 124 Se trata de un derecho personalísimo del niño o adolescente que asegura su condición protagónica. Por consiguiente, la palabra del niño debe ser escuchada, en lo posible, de modo personal y evitarse que la audiencia indirecta se convierta en regla252, pues es necesario saber de su propia boca el tipo de relación que tiene con cada uno de sus padres, los sentimientos que experimenta, sus preferencias, sin que ello signifique convertirlo en árbitro del conflicto. En el fallo de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, ya mencionado, se dijo que la palabra del niño debe ser recibida personalmente por el magistrado, ya que la intermediación desvirtuaría la finalidad que se persigue253. Oír al niño exige que se respete en la actuación judicial las normas del debido proceso, como ser: a) contar con una información previa, expresada de acuerdo con su edad, que le posibilite conocer la situación o materia sobre la cual deba expresarse o emitir su opinión; b) preservar su intimidad que reclama audiencias informales, al margen del sistema contradictorio, sin solemnidades que puedan atemorizarlo254 y sin la presencia de las partes o sus asesores255; c) implementar la intervención de profesionales especializados, cuando sea necesario, y de acuerdo con la edad del menor, que sepan interpretar adecuadamente sus expresiones. Es decir, que la comunicación con el niño o adolescente puede concretarse de diversas maneras de acuerdo con su evolución y grado de madurez, dato éste que determinará la gravitación de la voluntad del hijo sobre la resolución judicial256 Por esta razón. a menudo, los jueces escuchan a los niños en presencia de psicólogos o asistentes sociales. Es imprescindible, por otra parte, desentrañar si se trata de una expresión auténtica o sus palabras han sido inducidas por alguna de las partes. Ello no significa, de acuerdo con nuestra jurisprudencia, la aceptación incondicional del deseo del hijo cuando puede resultar perjudicial para su formación y su real interés257. Su palabra no es vinculante y debe valorarse con los restantes elementos del juicio258. Sin embargo, se exige que su opinión sea considerada en la decisión259 y mas aún, es preciso que se la tenga en cuenta cuando se trata de un adolescente, particularmente si el conflicto se refiere a la modalidad del régimen de comunicación con el padre no conviviente260. En los casos en que el hijo se ha negado a mantener trato con el padre, los jueces evitaron imponer la comunicación por vía forzada y han acudido a intervenciones de expertos destinada a modificar la disfunción familiar261 pues juzgaron que se trataba de un derecho del hijo y que el camino debía ser procurar la revinculación 252 Kemelmajer de Carlucci, Aída, “El derecho constitucional del menor a ser oído”, Revista de Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, 1994, Nº 7. 253 Ana María Chechile y Cecilia Lopes, El derecho humano del hijo a mantener contacto con ambos progenitores, LexisNexis, 2005 (en prensa). 254 Kemelmajer de Carlucci, Aída, “El derecho constitucional del menor a ser oído”, Revista de Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, 1994, Nº 7. 255 En Quebec cuando el tribunal decide escuchar al menor, éste puede ir acompañado de una persona que lo asista (art. 816.2).El tribunal escucha al menor fuera de la presencia de los padres y su declaración es registrada, entregándose al menor una copia de la misma a su pedido (art. 816.3). 256 Grosman, Cecilia; “La opinión de los hijos en las decisiones sobre tenencia”, ED Tº 107 p. 1019. 257 Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, 2/5/2003, La Ley, 2003-A, 425 258 CNCiv.Sala H, 20/10/97, La Ley, 1998-D, p.261 259 C.Civ. y Com., Sala 1ª, 27/8/99, Jurisprudencia Argentina, 23/2/2000 260 CNApel. en lo Criminal y Correccional, Sala V, 5/3/2004, LL, 22/6/2004 261 CNCiv.Sala E, 20/2/89, El Derecho, 136-685 125 8. Tratamientos terapéuticos en los casos de conflicto por la guarda y el régimen de comunicación con los hijos La preocupación por garantizar los derechos del niño o adolescente de padres separados ha impulsado a una posición mas activa de los jueces quienes no se han limitado a la aplicación formal de la ley, sino que han buscado superar el conflicto entre los padres ordenando intervenciones terapéuticas que los orienten y ayuden para resolver la disidencia262. De esta manera, en diversos fallos se impuso a los padres un tratamiento terapéutico para remontar las causas y secuelas del “divorcio patológico”263, con obligación de los profesionales intervinientes de presentar informes periódicos264. En diversas oportunidades, el tribunal ordenó las terapias bajo apercibimiento de que, en supuestos de incumplimientos y atendiendo al interés del menor, se resuelva sumariamente por el juez las modificaciones o adecuaciones que puedan sugerir los profesionales intervinientes265. Hubo casos en que, ante la situación conflictiva existente entre las partes, se ordenó la suspensión del régimen de visitas hasta que se acredite el tratamiento psicológico que acordaron realizar266. La restricción de la autonomía personal que implica la realización de un tratamiento ha sido admitida en función de preservar el bienestar de los hijos. El Estado, se ha dicho, debe garantizar su salud psico-social y remover los graves obstáculos que impiden la normal vinculación de todos los integrantes de la familia. Es necesario advertir que estas decisiones no implican un tratamiento compulsivo pues se requiere el consentimiento de los padres, razón por la cual no puede hablarse de una vulneración a la libertad individual. Sencillamente los jueces ofrecen una alternativa para superar el desencuentro familiar. 9. Conclusiones 1.- Creemos necesario privilegiar la guarda y cuidado compartido del hijo como principal alternativa, con sus diversas modalidades de acuerdo con la organización de cada familia, en la medida que ello resulte posible. Sólo se debería optar por una guarda unipersonal cuando así lo decidan los padres de común acuerdo, o bien, lo resuelva la justicia en función del interés superior del niño. El modelo que privilegiamos configura una nueva perspectiva relacional que debe ser alentada y apoyada. No es una utopía, ya que investigaciones realizadas han demostrado los beneficios del sistema267, sino una herramienta para modificar creencias, quebrar estereotipos e impulsar decisiones que mejoren la calidad de vida de las familias y de sus integrantes, adultos y niños. Propiciar la intensidad y profundidad afectiva de ambos padres con el hijo, es la defensa más eficaz contra el abandono y el alejamiento. 2.- Estos casos deben ser resueltos por tribunales de familia con jueces especializados que cuenten con equipos interdisciplinarios, pues se trata, a menudo, de cuestiones muy 262 Jauregui R.G. trab.cit. CNC, sala C, 11/9/92, JA, 1993-II-418; S.T.Tierra del Fuego, cit., La Ley, 1998-F, 568. 264 S.T.Tierra del Fuego, cit., LA LEY, 1998-F, 568 CCiv. y CC. Azul, sala II, junio 4 de 2001; LLBA 2001 p. 1427. En idéntico sentido Tribunal de Familia N° 1, La Plata, 23/12/03, Rev. de Derecho de Familia. Rev. interdisciplinaria, de doctrina y jurisprudencia, LexisNexis, Abeledo Perrot, Bs. As., 2005-I-87. 265 Cnciv.,Sala E, 31/5/88, La Ley, 1990-A-70; CNC, sala C, 11/9/92, JA, 1993-II-418). 266 CNCiv.Sala K, 21/5/2002. 267 Ver Chechile, A. M. y C. Lopes, ob.cit. 263 126 complejas en cuya solución debe propiciarse la negociación de las partes y el logro de acuerdos destinados a fortalecer el funcionamiento de la relación parental268. En este aspecto un buen recurso es la mediación familiar269 que constituye una estrategia no adversarial cuyo fin es producir cambios en la dinámica familiar y la resolución de controversias con la participación de un tercero neutral270 3.- Con la finalidad de elaborar una política de Estado dirigida a dar mayor bienestar a los niños de padres que no conviven, es preciso realizar investigaciones empíricas para tener una visión real de las necesidades y dificultades de tales núcleos familiares. Entre otros aspectos, el grado de participación de ambos progenitores en el cuidado, manutención y educación de los hijos, cuáles son los servicios de apoyo y redes sociales existentes para facilitar la crianza de los niños y las medidas que se adoptan para conciliar las responsabilidades laborales y familiares de los padres. Estos estudios representan el conocimiento de la plataforma social indispensable para proyectar acciones y regulaciones legales que afiancen el ejercicio pleno de la responsabilidad parental. Para terminar, rememoro el interrogante que un autor se plantea: “¿Es posible mantener vivo un jardín si regamos sólo la mitad de él? Está claro que no, y sin embargo, eso es lo que viven los hijos de divorciados que han perdido de vista a uno de sus padres. Un hijo que crece en esas condiciones sufre el “síndrome de la garza”: es educado sobre un solo pie, viendo a una sola rama de la familia y en unos años corre el peligro de tambalearse. Vivir con sus dos progenitores da al hijo libertad para desarrollar tanto sus raíces maternas como paternas y, por tanto, crecerá respetando esta doble herencia”271. La exhortación de Olga Mesa Castillo en nuestro epígrafe “de lo que se trata es que la pareja no se divorcie de sus hijos”, predica una verdad esencial: podrá truncarse la vida amorosa de los padres, pero su unidad como pareja de progenitores constituye un lazo perenne que se inscribe en la continuidad social. Y desde la mirada del niño, su superior interés es “no divorciarse de sus padres”272 , no apartarse de ninguno de ellos, no perder sus ademanes, ni su brújula, ni su calor. 268 Ver sobre el funcionamiento de la justicia de familia: Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Principios procesales y tribunal de familia”, Jurisprudencia Argentina, 1993-IV, p. 676. 269 En la Argentina, la ley 24.573 establece el trámite de mediación previa obligatoria para diversos casos que por acordada de la Cámara Nacional Civil se ha extendido a los juicios sobre tenencia y régimen de visitas. 270 Ver Cárdenas, Eduardo José, La mediación en conflictos familiares, Lumen Humanitas, Buenos Aires, 1998. 271 Gérard Poussin-Anne Lamy, trab. cit., p. 41 272 El título de la obra de Beatriz Salzberg es Los niños no se divorcian, ya cit. 127 Hacia un concepto legal sobre “Formación y protección de infantes y adolescentes por sus representantes legales” y su dominio en Cuba Ms C. Luís Lorenzo PALENZUELA PÁEZ Fiscal de la Fiscalía General de la República de Cuba Profesor Titular a tiempo parcial Universidad de la Habana Vicepresidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia Sumario: 1. Antecedentes históricos, literarios y sociológicos. 2. Marco legal internacional, legislación nacional y medidas para la protección de los menores por sus 128 representantes legales. 3. Criterios valorativos acerca del dominio de los contenidos legislativos por los representantes legales. 4. Conclusiones y recomendaciones. 1. Antecedentes históricos, literarios y sociológicos El patrimonio principal de una nación es su cultura, en la que juegan un papel esencial los conocimientos jurídicos o como también pudiera llamarse la “cultura jurídica”, especialmente la relacionada con la formación y protección de los niños, niñas y adolescentes, que es, sin dudas, una de las grandes preocupaciones del mundo contemporáneo, junto a la formación y desarrollo de los valores, tanto por la familia como por el Estado y la Sociedad, en particular por las instituciones educacionales. Así el pensamiento del Héroe de nuestra independencia y brújula de nuestra cultura, José Martí y Pérez, que dice: “Ser cultos para ser libres”273, contiene un mensaje de hondo matiz estratégico, especialmente en esta etapa globalizadora de recambio de milenios para la humanidad, cuando “la cultura ha animado el espíritu de resistencia de la nación cubana frente a todo tipo de agresiones”274, porque “con acierto se ha dicho que la cultura es el alma de la nación”275. Es por ello que los involucrados en la defensa, formación y protección de las nuevas generaciones debemos garantizar mayor dominio de los contenidos de la legislación acerca de estos temas, en especial, en los padres, madres, tutores o quienes por razones biológicas, sociales o estatales, tienen la responsabilidad de educarlas. Cintio Vitier, apasionado seguidor de nuestro apóstol, refiriéndose a esta problemática señala que: “Despojados de prejuicios, de vanidades, de autosuficiencia, por sutiles que sean, pongámonos a la obra, interiorizando estas martianas palabras indelebles: la única ley de la autoridad es el amor”276. Con una sólida formación de la niñez se salva la cultura y se salva la nación, porque nos identifica y preserva, nos permite dialogar, interpretar y apropiarnos de la más legítima cultura universal, manteniendo nuestra memoria propia, convertida en tradición, para seguir desarrollando la conciencia del futuro común, “que va del individuo a la colectividad y de la nación a la comunidad internacional, como reivindicación del ser humano con su historia y con sus problemas comunes”277. Ana María González Garza sobre la formación de la persona plantea que: “Facilitar el proceso de aprendizaje significativo y con este el desarrollo integral, abarcando todas las dimensiones humanas, así como promover la afirmación de la vida en todas sus formas, ha de pretenderse como meta central de la educación. Para ello, una sana transmisión de los valores que fomente y promueva la clarificación de las mismas es indispensable”278. 273 Martí Pérez, José. “Obras Completas”, tomo VII, Editora Política. La Habana 1987, p. 275. Cuba. Informe Central al VI Congreso de la UNEAC. La Habana. 1998. 275 Idem. 276 Vitier, Cintio. Conferencia Centro de Estudios Martianos. La Habana. 1993. 277 Cuba. Informe Central al VI Congreso de la UNEAC. La Habana. 1998. 278 González Garza, Ana María, “Valores, conciencia y educación”, Revista DIDAC No.13, UNAM, México, 1988, p. 15. 274 129 “La calidad”279 del representante legal y del menor está imbricada “con el proceso para llegar a ella y en el que intervienen numerosos factores de índole social, económico y político que forman parte del contexto en el cual se desarrolla”280 ”y cuya influencia va siendo asimilada“281 ”de forma muy diversa, en dependencia de su personalidad”282 en muchos casos en formación, aunque “desde el punto de vista jurídico”283 se les considera a los primeros, responsables plenamente de la formación y protección de sus representados. Para agotar el objetivo del trabajo y dentro del plan de investigación el autor realizó un estudio de las normas nacionales e internacionales afines a la temática que aborda. El resultado de la investigación que dio resultado al trabajo comprobó que en la mayoría de los representantes legales, se observa un dominio significativamente bajo de la legislación acerca de la formación y protección de sus representados, pero el objetivo transformador subyace del discurso contenido en el presente trabajo. La aplicación práctica es alcanzable, conforme a las propuestas formuladas en las recomendaciones y viables en estrategias de intervención en la familia, junto a programas educacionales de orden formal e informal, para lograr un dominio adecuado de la legislación vinculada a los referidos derechos – deberes o funciones. Estima el autor que el respeto a la individualidad física y psíquica justifican la evolución de la atención que la humanidad le ha concedido al fenómeno y que lo haya incluido como tema importante de análisis por las diferentes dependencias de Naciones Unidas284. De la Bibliografía consultada hasta el presente, trascienden reflexiones sobre los delitos mencionados; pero con mucha potencia se incluyen las relacionadas sobre la educación y acerca de la formación y protección de las nuevas generaciones. En la conferencia “Reflexiones sobre la educación en Derechos Humanos”, el autor plantea que “la fuerza de la educación”...”radica en que es un medio de difusión del principal fenómeno de ética social de nuestro tiempo”...” pues - como sistema axiológico”...”conlleva un repertorio de valores y, en esta medida propone una utopía, anuncia otro modelo de regulación de la vida social y de la vida personal. Insinúa un nuevo modelo de ser humano”285. Por su parte, el autor comparte el criterio en cuanto a que...“la Pedagogía juega un papel esencial a partir de la posición de principios de la prevención temprana como la más eficaz forma de prevención...”286 que debe ser complementada con las funciones de la familia, como factor de socialización. 279 Molina Alvarez, Ana Teresa. “La formación cultural y axiológica del estudiante de Ingeniería Mecánica”. Tesis de Doctorado. I.S.P.J.A.E. La Habana. 1998, p. 32. 280 Idem, 281 Ibídem. 282 Ibídem. 283 Ibídem. 284 Naciones Unidas. Prevención del delito y Justicia Penal. Boletín de Información. Números 22 y 23, Julio de 1993, p. 6. 285 Elizondo Breedy, Gonzalo, “Reflexiones sobre educación en Derechos Humanos”, conferencia. I.I.D.H. Serie Estudios de Derechos Humanos. Tomo VI. San José, Costa Rica. 1996, p. 4. 286 Navarrete Calderón, Caridad. “La Prevención Temprana de las Conductas Delictivas de Violencia: Su Carácter (7) Transdisciplinario Pedagógico – Criminológico”. Ponencia Pedagogía `98. La Habana. 1998. 130 “Las acciones agresivas que, en algunos transgresores han precedido a sus delitos violentos, según han demostrado diversas investigaciones, se correspondían con una categoría de jóvenes caracterizada por una autoafirmación insuficiente de su personalidad en el micromedio familiar, en su proceso de socialización”287. Con los padres y demás representantes legales deberá promoverse... “una cultura institucional”... “adaptada a los diferentes contextos”... en el que se incorporen... “normas de conducta y derechos crecientemente compartidos por los actores involucrados (instituciones, individuos y actores)...” y por ello debe incorporarse... “desde la educación básica y a escala masiva, tanto una relación creativa...” en cuanto a las técnicas y destrezas productivas,...”como una socialización en valores y comportamientos que fortalezcan el sentido de la ciudadanía y de la institucionalidad jurídico - democrática”288. Las “Escuelas de Padres” han sido un sistema no acabado de perfeccionar la labor educativa de los padres, madres y demás representantes de los menores en Cuba289 pero pueden resultar más productivas cuando incidan más en “la elevación de los resultados de sus hijos en el orden educacional”290; para lo que la familia, especialmente sus líderes, deberán tener una adecuada formación, particularmente en cuanto a los conocimientos jurídicos. La interrelación dialéctica entre el fenómeno delictivo y los factores de socialización, en particular la escuela y la familia, junto al menor, no como objeto, sino como sujeto de Derecho, permitirá la superación de coyunturas difíciles de su desarrollo como persona en formación. Por ello el autor hace suyo el criterio de que... “en las nuevas tendencias de la política criminal dirigida a la niñez y la juventud... la educación es comprendida en un sentido amplio y no apenas como transmisión de conocimientos escolares. Es, ante todo, un conjunto de procedimientos técnicos institucionales capaces de promover que los derechos sean efectivamente asegurados y las leyes cumplidas”291. La educación de las nuevas generaciones debe contener un carácter integral, no sólo para quien en esa etapa interviene como sujeto-objeto de ella y hacia quien fundamentalmente se dirige, sino que esa formación trascenderá de generación a generación292. Con ello se reafirma... “el planteamiento de la necesidad de asegurar una firme educación moral y jurídica de los ciudadanos para asegurar la formación en cada miembro de nuestra sociedad de una cultura elemental de comunicación con los demás, de una relación respetuosa con todas las personas293, especialmente entre padres e hijos y también entre representantes y representados. 287 Navarrete Calderón, Caridad.” La prevención de las transgresiones de la ley entre los menores de edad en la República de Cuba”. Tesis de Doctorado. Moscú. 1982. 288 Ottone, Ernesto. “Desarrollo y Cultura. Una Visión Crítica de la Modernidad en América Latina y el Caribe”. Conferencia. Madrid. España. 1995. 289 Cuba. Federación de Mujeres Cubanas. “Las Cubanas de Beijing al 2000” Material de Estudio. La Habana.1997, p. 10. 290 Idem. 291 Adorno, Sergio. ”Niño: Ley y Ciudadanía”. Editora U.S.U, Río de Janeiro, Brasil.1993, p.125. 292 Cuba. Ministerio de Educación. Resolución No 90/98 sobre los valores. La Habana. 1998. 293 Navarrete Calderón, Caridad y Glaría Fernández, Genoveva. “Caracterización Criminológica de menores de edad transgresores de la ley violentos”. Informe de Investigación. La Habana. 1995. 131 También desde distintos ángulos del saber científico, la familia, como institución, ha sido objeto de estudio para conocer sus múltiples aristas que coadyuven a su consolidación; de ahí que la Constitución cubana plantee su protección por el Estado, que la reconoce como la célula de la sociedad y le atribuye responsabilidad y funciones esenciales en la educación y formación de las nuevas generaciones. Nuestro proyecto social ha concedido relevante significación a la niñez y la adolescencia, lo que motiva la pretensión del autor de conocer mediante la investigación a desarrollar, el dominio de los contenidos de la legislación que sobre la protección y formación de los representados poseen sus representantes legales. La influencia de los representantes legales de los menores, tanto los padres, tutores u otras personas que por decisión legal o familiar deban asumirla, es trascendental en la educación y formación general de los menores. Este complejo fenómeno social de los vínculos e interrelación motiva que se realicen investigaciones de carácter multi e interdisciplinario en el seno de la familia a fin de conocer los resultados de esa influencia en el comportamiento de los niños y niñas en la sociedad, su papel como factor de socialización y las características que presentan para detectar a tiempo manifestaciones delictivas. Entre varios autores consultados el Profesor Ignacio Galindo Garfias, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, en su libro Derecho Civil, Primer Curso, plantea que “La familia es un núcleo de personas, que como grupo social, ha surgido de la naturaleza y deriva primordialmente del hecho biológico de la procreación, partiendo de que ha tenido una larga evolución y en nuestros días es una verdadera institución con la influencia de la religión, la moral, el derecho y la costumbre como expresiones culturales, con estabilidad que trasciende lo biológico y lo económico, obteniendo respaldo del derecho objetivo que afianzan los vínculos, deberes, obligaciones, facultades y derechos que les dan una naturaleza especial, diferente de otras relaciones jurídicas”294. El profesor Castán Tobeñas, junto a otros señala que moralmente la familia es un ente regulador entre el Estado y el individuo, que protege a sus integrantes y con el afecto esencial que proporciona, coadyuva a su incorporación a la vida social y económica en sociedad y a su felicidad individual, todo ello basado en el origen sanguíneo o simplemente por una relación de naturaleza legal295. De igual forma hay quienes tienen el criterio de que los progenitores y los representantes legales asumen la formación de los menores como responsabilidad social, con la formación adecuada y sana de sus hijos o representados, en el marco de los vínculos sociales, psicológicos, afectivos, económicos y jurídicos que se desarrollan en la familia en su concepto institucional. De lo anteriormente señalado queremos resaltar que la valoración de algunos elementos que determinan el conocimiento de los contenidos de la legislación en función de una conducta formadora y protectora de las nuevas generaciones y de sus bienes, derechos e intereses, para proyectar una prevención criminológica con los padres o representantes 294 Galindo Garfias, Ignacio.- “Derecho Civil, 1er. Curso. Parte General. Personas. Familia”. 10ma. Edición. Editora Porrúa. México 1990, p. 36. 295 Castán Tobeñas, José - “La Formulación Judicial del Desarrollo y el Arbitrio de Equidad”. 3ra. Edición. Editora Pirámides. Madrid. 1953, p. 111. 132 legales que transforme esa conducta y la de los menores, hacia el cumplimiento de normas sociales adecuadas y evitar conductas infractoras. Ese objetivo se afianza en que la naturaleza jurídica de la representación legal de los menores consiste en que está constituida por un conjunto de poderes – deberes o funciones, que coloca a sus titulares en la posibilidad de ejecutar los deberes que tienen hacia sus hijos, como dice el autor Antonio Cicu, a lo que agrega que el imperativo jurídico debe plantearse en los términos de observar ciertas normas para alcanzar un fin296. Trayendo a colación un ejemplo positivo, el editor y ensayista italiano Roberto Massari, autor de varias obras y grandes trabajos bibliográficos sobre Ernesto Che Guevara, afirma que tuvo... “una infancia substancialmente “normal”, tomando en cuenta todo lo que ese término podría significar... crecido en medio de una familia culta y dotada de una visión moderna de la vida social”297. En otra parte de su conferencia en la Universidad “Camilo Cienfuegos” de Matanzas, Cuba, afirmó el propio autor, acerca de la influencia sobre el Che Guevara... “de la figura extraordinaria de la madre, Celia de la Serna, una mujer con una formación intelectual propia, autónoma, radical y combativa,... con quien el joven Ernesto hará sus primeras valoraciones teóricas, luego de haber absorbido la pasión por los libros y el estudio”298. Esa interrelación con sus padres, su familia y el entorno, coadyuvó a que su figura transitara... “de Joven rebelde a gran transformador social”299 como aparece del filme que reseña su vida. La historia reciente se ha encargado de legitimar esta tesis y para ello la reconquista del intelecto se enmarca dentro de lo que puede ser considerado el problema principal a solucionar en el terreno de la lucha ideológica, con las consecuencias que tiene para la familia y los menores en formación. El estudio de esa relación biunívoca entre representante y representado es muy importante, sin obviar las relaciones del niño con el grupo, con la escuela y otros factores de socialización, que son de sumo valor. Debe verse su dinámica, a la luz de la prevención de las conductas violentas y las deficiencias en las relaciones afectivas. Los menores con conductas disfuncionales son rápidamente identificados en el colectivo escolar y social y se requiere individualizar esos problemas disciplinarios para distinguir los factores que inciden como mediadores de la influencia familiar, para poder pronosticar y realizar acciones preventivas que coadyuven a mejorar esas realidades. La ciencia de la educación es la ciencia que trata de que el proceso de formación sea feliz para los menores, con permanente ascenso de la energía creadora, relacionado con la revelación de sus fuerzas espirituales y físicas. 296 Merchán Álvarez, Antonio. - “La Tutela de los Menores en Castilla hasta fines del Siglo XV”. 1ra. Edición. Editora Civitas. Sevilla, 1976, p. 176. 297 Massari, Roberto. “Guevara para hoy”. Centro de Estudios sobre América. La Habana. 1994, pp. 1420. 298 Alonso Tejada, Aurelio. “Reflexiones sobre el Che desde el derrumbe del Socialismo Real”. Conferencia. Universidad Camilo Cienfuegos. Matanzas. 1993. Tomado del libro “Guevara para Hoy”, p. 59. 299 Idem. 133 El Profesor Yuri Azárov, en su libro “Pedagogía de la educación en la familia”, señala que la base de los medios armónicos de la educación de un niño o niña,...” es la actitud prudente hacia el ser que crece, es decir, la habilidad de los adultos en comprender la palpitante percepción infantil del mundo y acercarse a la autenticidad del alma del niño”. Sigue diciendo que “... toda ocupación del niño contribuirá a formar en él el civismo” y lograr con el respeto a los demás una satisfacción mucho más sublime que el simple aprovechamiento de la dádiva de la vida300. En la literatura universal de carácter criminológico hallamos que Fiodor Dostoievski, en su obra “Los Hermanos Karamásov”, al hablar de la psicología del ser humano, dijo sobre el particular: ”Sépanlo, no hay nada más sublime y fuerte, más saludable y útil para la vida en adelante que cualquier buen recuerdo, en especial vivido en la infancia, en la casa paterna... ese recuerdo hermoso, sagrado, guardado desde la niñez, puede que sea el mejor de todos. Si en la vida se han guardado muchos recuerdos similares, se puede decir que el hombre está a salvo para toda su vida”301. La inculcación de la bondad y la decencia en los infantes y adolescentes propende a que la personalidad se manifieste de forma digna en su conducta cívica y personal, para que con fundamentos sensatos conozca que existen leyes que hay que cumplir sin reservas, es criterio compartido por varios de los autores consultados. La pedagogía y la psicología científicas han demostrado que en la formación de la personalidad del niño participan el propio niño, las circunstancias y sus educadores (padres, representantes legales, maestros, etc.), con gran influencia de los fenómenos que le impone la vida, surgiendo una especie de vínculos orgánicos con la realidad circundante, pero, como muchos consideran, el destino del ser humano depende de cómo fue su infancia, lo que exige de una sistemática acción de los padres o representantes legales en su mejor formación, y para ello requieren, entre otros muchos, los conocimientos jurídicos acerca de esa formación. Todo ello obliga a aquellos involucrados en la formación de la niñez y la adolescencia de forma integral, como plantea la “Convención sobre los Derechos del Niño”, a tomar cartas en el asunto, a fin de transformar esa realidad, hasta lograr que la humanidad sea más pura en todos los sentidos, libre de lacras y vicios, plena e independiente, culta y creativa, donde impere la decencia, con relaciones humanas armónicas y que la violencia se extinga de la faz de la tierra302. La familia y en particular los representantes legales de los menores, no pueden estar ajenos a estos principios, ya que por su propio carácter y misiones, constituyen eslabones esenciales de la formación de la cultura cívica y jurídica de los ciudadanos en formación. Considera el autor que los representantes legales que desconocen las obligaciones que tienen para con sus representados residen en aquellos lugares de mayores dificultades 300 Azarov, Yuri. “Pedagogía de la Educación en la Familia”, cit., p. 20. Dostoievski, Fiodor. “Los Hermanos Karamásov”, tomo 10, 9ª edición. Editora Progreso. Moscú. 1958, p. 335. 301 302 ONU. Convención sobre los Derechos del Niño. 1989. 134 económicas y sociales vinculadas con la familia y se desarrollan en un marco de falta de afecto, comprensión y comunicación. La autora Elsa Gutiérrez Baró, en su obra “Mensajes a los Padres”, expresa que... “El valor de la familia depende de la calidad de sus miembros, de los sentimientos que los mantienen unidos, la organización que exista, el nivel cultural, la integración social y los valores morales de todos y cada uno de sus miembros. El conjunto de estos factores constituye la armazón y el ejemplo, sin los cuales no puede formarse bien el niño”303. Cuando se carece de la orientación familiar y fundamentalmente de la que proviene de los representantes legales, se padecen serios problemas emocionales que impiden la felicidad. En la historia de la vida de muchos antisociales, hay una carencia total de afectos y orientación familiar, de hogar y de relaciones humanas adecuadas y permanentes. La autora Mónica Sorín Zocolsky, en su obra “Padres e hijos: ¿Amigos o Adversarios?, señala ... “Del mismo modo que cada persona se distingue por su personalidad, cada familia tiene un “Clima Familiar” que usted puede respirar cuando entra en su casa: calidez o frialdad, armonía o desarmonía, unidad o desunión”304. Un clima óptimo es el marco adecuado para trasmitir y aprender conocimientos jurídicos y valores morales de generación a generación, pero la persona necesita sentirse parte de un grupo humano que lo protege y lo quiere. En la medida que se utilicen métodos adecuados se podrá garantizar una educación adecuada y una correcta socialización del menor. 2. Marco legal internacional, legislación nacional y medidas para la formación y protección de los menores por sus representantes legales A partir de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad ha tomado mayor conciencia acerca de la protección jurídica que requieren los niños y las niñas, aplicando medidas legales de rango internacional, regional y nacional, para controlar las adopciones internacionales, la explotación del trabajo infantil, la explotación sexual comercial de los menores, el tráfico de niños y de órganos, así como otros flagelos que hacen infelices a los que deben ser más felices. Al nivel regional se deja atrás la teoría de la “Situación Irregular” para pasar a la de la “Protección Integral” de los menores. En Cuba, gracias a las transformaciones revolucionarias a partir de enero de 1959, la protección a los niños y niñas es cada vez mayor en todos los órdenes. Enunciaremos brevemente algunos documentos jurídicos vinculados a la temática en cuestión: CONVENCION SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO305 que constituye un hito fundamental en la historia de los Derechos del Niño, que lo ve como sujeto y no sólo como objeto de derechos, siendo el instrumento específico jurídicamente más ratificado y socialmente más aceptado, en toda la historia de la humanidad. Se refiere al lugar que ocupa el niño y la niña 303 Gutiérrez Baró, Elsa. “Mensajes a los Padres”. 1ra. Edición. Editorial Científico - Técnica. La Habana. 1980, p. 15. 304 Sorín Zocolsky, Mónica. “Padres e Hijos: ¿Amigos o Adversarios?”. 1ra. Edición. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1990, p. 69. 305 ONU. Convención sobre los Derechos del Niño. 1989. 135 en la sociedad y su relación con los adultos, a los valores universales. Entre los derechos está el de su formación y protección por los padres y representantes legales, por la comunidad, toda la sociedad y el Estado. La implementación de la Convención de los Derechos del Niño ha dado lugar, en primer lugar, a que los Estados Partes, dicten leyes nacionales y desarrollen mecanismos de aplicación de la ley, ya que las medidas legislativas pertinentes determinan qué tipos de actividad o de inacción de los representantes legales de los menores o de otras personas, serán consideradas como ilegales, además de los derechos - deberes o funciones que en cada caso se establecen. Tales disposiciones no existen en el vacío, sino que dependen para su eficacia de la capacidad y de la voluntad del poder político y del personal encargado de la aplicación de la ley en cada jurisdicción para su implementación. Antes de la existencia de la Convención de los Derechos del Niño, Cuba había promulgado un cuerpo legal que amparaba a los menores de edad, el Código de la Juventud y la Niñez, aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular en 1978, luego que los derechos habían sido alcanzados por la sociedad en su proceso revolucionario. También otras legislaciones contenían la tutela penológica a las niñas y niños, junto a instrumentos legales y acciones prácticas, que han continuado perfeccionándose y que garantizan el pleno ejercicio de sus derechos a la supervivencia, al desarrollo, a la protección y a la participación, conforme a la clasificación adoptada por la Convención, dado que la misma ofrece por primera vez un conjunto integral de normas legales internacionales para la protección, formación y bienestar de la infancia y establece, además, un enfoque holístico para la consideración de los derechos humanos de niños y niñas. DIRECTRICES PARA LA PREVENCION DE LA DELINCUENCIA JUVENIL306 Estas directrices, también llamadas de Riad, se aprobaron en La Habana en ocasión del Octavo Congreso de Naciones Unidas sobre prevención del delito y tratamiento al delincuente, en 1990, con un contenido que posibilita las oportunidades para la educación de la niñez y la adolescencia, en particular a los que presentan dificultades en su socialización. CONSTITUCION DE LA REPUBLICA DE CUBA307 La Constitución de la República de Cuba, como ley fundamental, no se agota en su articulado y ahonda en el proceso histórico del país y en los intereses, necesidades y aspiraciones de las diversas clases y sectores que lo forman, en la correlación de sus fuerzas; económica, social y políticamente activas. Su sistema de normas establece la organización política, social y económica; los derechos y deberes fundamentales de los ciudadanos y otras regulaciones. En su capítulo III “La Familia”, la carta magna reconoce que constituye una de las formas sociales que satisface los profundos intereses personales del hombre y de la mujer y sirve, al mismo tiempo, a los intereses de la sociedad en su conjunto. Como núcleo natural del desarrollo de la sociedad, la familia desempeña un papel importante, en la constante 306 ONU.- Octavo Congreso para la Prevención del Delito y Tratamiento al Delincuente. Directrices para la Prevención de la Delincuencia Juvenil. La Habana. 1990. 307 Cuba. Constitución de la República de 24 de Febrero de 1976 (Modificada en 1992). La Habana. Gaceta Oficial. Edición Extraordinaria No. 7 de 1ro. De Agosto de 1992. 136 sucesión de generaciones, especialmente en la gens latina, cuyos vínculos se han sostenido esencialmente mediante la consanguinidad y la solidaridad en su expresión familiar. Tanto la Constitución como la legislación que de ella se deriva, según nuestro sistema de Derecho, consideran a la familia un elemento orgánico del Estado, ya que su acción hacia éste es tanto más fuerte, cuanto más estable se mantenga; con regulaciones con arreglo a principios éticos y como un organismo que tiende a la estabilidad. Sólo así podrá cumplir debidamente sus fines esenciales, entre los que se encuentran la formación y protección de los niños y niñas que la integran. El articulado de la Constitución, al señalar que “El Estado protege la familia, la maternidad y el matrimonio”, estima que sigue siendo la célula de la sociedad, base y piedra angular del ordenamiento social teniendo en cuenta, entre otros muchos factores, que en su seno se forman y desarrollan sentimientos de solidaridad, las tendencias altruistas y las fuerzas y virtudes que necesita la comunidad para mantenerse próspera y feliz. CODIGO DE FAMILIA308. Es la primera experiencia legislativa cubana en lo que a Derecho de Familia se refiere, con una concepción socialista de la familia, lo que fue ratificado al año siguiente por la Constitución, aprobada por referendo, manteniendo las regulaciones originales sobre Relaciones Paterno - Filiales, a pesar de las reiteradas modificaciones sufridas. Establece los derechos y deberes que comprende la Patria Potestad, como institución legal que mantiene su nombre desde Roma, pero con principios que se ajustan a la realidad cubana actual, como son el cuidado y guarda, habitación, alimentación, salud y aseo personal; medios recreativos; protección; velar por su buena conducta y cooperar con las autoridades correspondientes para superar cualquier situación o medio ambiental que influya o pueda influir desfavorablemente en la formación y desarrollo del menor. También comprende la atención a la educación, inculcarles el amor al estudio; cuidar de su asistencia al centro educacional; velar por su adecuada superación técnica, científica y cultural; dirigirlos para la vida social; inculcarles el amor a la Patria; el respeto a sus símbolos, a las normas de la convivencia y la moral socialista; a los bienes y derechos personales de los demás; el respeto a las demás personas; administrar y cuidar sus bienes; representar a sus hijos en todos los actos y negocios jurídicos; reprender y corregir adecuada y moderadamente a los hijos y solicitar autorización del tribunal para disponer de los bienes de sus hijos. Las obligaciones que el Código impone a los padres consanguíneos, se extienden a los hijos adoptivos, a los menores sujetos a tutela y a los que por cualquier motivo están al abrigo de otros representantes legales. En cuanto a las relaciones entre padres e hijos y en particular acerca de la Patria Potestad el Código de Familia señala iguales obligaciones para los tutores que a los padres. 3. Criterios valorativos acerca del dominio de los contenidos legislativos por los representantes legales 308 Cuba. Código de la Familia. Ley 1289 del 14 de Febrero de 1975. Segunda Edición (Anotado y Concordado). Órgano de Divulgación del Ministerio de Justicia. La Habana. 1987. 137 Esta definición la comprende el autor como la obtención de un conjunto de instrumentos normativos acerca de la obligación de los representantes legales en la crianza, educación y defensa de los bienes, derechos e intereses de los niños y adolescentes, hasta su arribo a la mayoría de edad civil; así como la responsabilidad legal que se deriva de su incumplimiento. Para la operacionalización de esta variable el autor tuvo en cuenta como dimensiones e indicadores como la protección estatal a la familia, establecida en la Constitución y el conocimiento de la atribución a la familia de responsabilidades y funciones esenciales y en la educación y formación de los niños y adolescentes (artículo 35); Los deberes de los representantes legales establecidos en el Código de Familia: (artículos 85 y 137); los derechos de los representantes legales establecidos en el Código de Familia: (artículos 86 y 87); las medidas que toma el Estado con los representantes legales que incumplan sus obligaciones para con los representados. El principal fin en la adquisición de esos conocimientos por los representantes legales, es el de lograr su interiorización, para conformar una personalidad más ajustada a los propósitos socialistas de nuestra sociedad. La asimilación de los contenidos jurídicos podrá concretarse: Con la elevación entre los representantes legales del interés hacia las normas que forman en ellos posiciones sólidas en su papel de formadores y protectores de los menores a su cargo. La realización de escuelas de padres. El trabajo por las vías formales y no formales, para que lleguen a dichos representantes legales los conocimientos jurídicos señalados, junto a la labor psicológica, sociológica y de otra índole que los haga comprender y desarrollar el real papel que les corresponde en la sociedad. “La lucha contra las desviaciones sociales de la línea de tendencia de desarrollo de la personalidad socialista debe partir del conocimiento de la combinación de elementos criminógenos del micro–medio social inmediato en que se ha desarrollado la personalidad”...309 del menor y sus representantes legales y sobre ello deben trabajar todos los elementos o factores de la comunidad. Es de gran repercusión la utilización de grupos de especialistas de diversas disciplinas para el diagnóstico acerca de la funcionalidad de la familia, su desviación social y evaluación criminológica, junto a la medición de los conocimientos jurídicos en general y sobre la formación y protección de los menores en particular. 309 Navarrete Calderón, Caridad y Rodríguez Peirallo, María, “Cumplimiento de las Disposiciones Legales y Trabajo con Jóvenes Transgresores de la Ley”. “Informe de Investigación Exploratoria”. Grupo Investigaciones Criminológicas. Fiscalía General de la República. La Habana, 1988. 138 Para el profesor Yuri Azárov, en su obra “Pedagogía de la Educación en la Familia”310,... “Bajo “distintos techos” los niños se ponen adultos de diferente manera, pero en todos los rincones de la Tierra el proceso se reduce a una sola cosa: a la formación del hombre. Las vías de esa formación son siempre las propias” y sigue diciendo que “el desenvolvimiento del conjunto de aptitudes de la persona es el principal...” porque en su “autodesenvolvimiento” se expresan, “tanto la auténtica libertad, como también los gustos y las propensiones del individuo”, y concluye... “No puede haber una auténtica revelación del talento y la auto-actualización del individuo sin la “co” (en esto precisamente consiste la diferencia entre la psicología socialista y la burguesa): coparticipación, colaboración, compasión, coincidencia y contribución”. Considera el autor que el sistema de prevención y de educación en nuestro país, conscientemente utilizados, tanto de forma general, como familiar o individual, pueden contribuir a elevar el dominio que sobre los contenidos de la legislación acerca de la formación y protección de los menores, tienen los representantes legales de los que han incurrido en hechos contra la integridad corporal. 4. Conclusiones y recomendaciones Conclusiones Los contenidos de la legislación sobre la formación y protección de los menores son amplios, complejos y diversos y se imbrican con disciplinas como la Psicología, la Sociología, la Pedagogía y otras, entre las que podemos contar el Derecho Civil y el Derecho Patrimonial de Familia. Todo ello motiva que el autor haya examinado tan solo algunos aspectos de los referidos contenidos. El Derecho en general y el llamado Derecho Social, que comprende entre otros aspectos la tutela legal a la familia y a los menores, juega un papel muy importante en la prevención de las conductas infractoras para consolidar los vínculos familiares y enfrentar de mejor forma sus causas y condiciones. La afirmación de los derechos y obligaciones en los representantes legales, contribuye a crearles la convicción de su papel como sujetos de la formación y protección de los menores y de esa forma, junto a la actividad de la comunidad, crear condiciones óptimas para la profilaxis. Existe una diversa y compleja legislación nacional y documentos jurídicos de rango internacional que regulan los deberes-derechos o funciones de los padres y madres y representantes legales de los menores, relacionados con la formación y protección de los mismos, aunque todavía no abarcan el espectro de posibilidades que la realidad exige para la mejor formación y protección de los menores y defender el interés superior de los niños y niñas. Recomendaciones El autor del presente trabajo se propone contribuir a la elevación del dominio de los contenidos de la legislación sobre la formación y protección de los menores en sus 310 Azárov, Yuri, Pedagogía de la Educación en la Familia. Editorial Progreso. Moscú. 1987, pp. 324 y ss. 139 representantes legales, en particular para la protección de sus bienes, derechos e intereses, mediante la elaboración de materiales didácticos; en su participación en la confección de programas para las Escuelas de Padres; el programa Para la Vida; menciones televisivas; en entrevistas con profundidad, todo ello, y otras actividades que surjan, como parte de la acción transformadora a realizar. Se compromete, además, a proponer procedimientos para poner en conocimiento de los grupos de prevención de circunscripciones electorales, que dirige el Delegado del Poder Popular, los nombres y demás datos necesarios de los representantes legales de menores infractores, para que la comunidad influya en la elevación del dominio de los contenidos de la legislación sobre la formación y protección de dichos menores, con vista a la labor profiláctica. Trasladar a la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social la idea de que por la Comunidad y las autoridades que correspondan, mediante vías formales o informales, se desarrollen cursos, previamente preparados por especialistas de diferentes disciplinas, especialmente juristas, cuyo contenido coadyuve a elevar el dominio de los contenidos que han sido apuntados. Bibliografía ADORNO, Sergio. “Niño: Ley y Ciudadanía”. Editora U.S.U., Río de Janeiro, 1993. Pág 101; ALCINA FRANCH, José. “Aprender a Investigar”. Editora Compañía Literaria. 1ra. Edición. Madrid. 1994; ALVAREZ, Mayda. “La Comunicación Familiar. Su influencia en la formación de adolescentes y jóvenes”. Tesis de Doctorado. CIPS. La Habana. 1994; ASTI VERA, Armando. “Metodología de la Investigación”. Primera Edición. Editorial Kaplusz. Buenos Aires. 1992; AZÁROV, Yuri : “Pedagogía de la Educación en la Familia”. Primera Edición. Editorial Progreso. Moscú. 1987; BRENA SESNA, Ingrid. “Intervención del Estado en la Tutela de Menores”. Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM. México 1994; CAMPO ALEGRE SEPTIEM, Rosa: “La delincuencia juvenil en Cuba. Realidades y desafios ante un nuevo milenio”. Tesis Doctoral. ISMI. La Habana. 1998; CASTÁN TOBEÑAS, José: “ La Formulación Judicial del Derecho y el Arbitrio de Equidad”. Tercera Edición. Editora Pirámides. Madrid. 1953; CASTRO RUZ, Fidel: “La Conducta Diferente”, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba, 2005; GARCÍA MÉNDEZ, Silvia: “Influencia de la Familia como Órgano de Control Social Informal”, (Informe de Investigación), La Habana, 1994; Cuba: Informes a los Plenos Anuales de la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, del V al XI. Años 1992 a 1998; DE LA CÁMARA ÁLVAREZ, Manuel: “Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales”. Paternidad y Filiación. Tomo III. Vol. 1. 1ra. Edición. Editoriales de Derecho Reunidas. Madrid. 1984; DOSTOIEVSKI, Fiodor: “Los Hermanos Karamásov”. 9na. Edición. Tomo X. Editorial Progreso. Moscú. 1958; FUNDACREDESA (Fundación Centro de Estudios Sobre Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana): “La Familia y el Niño en Iberoamérica y el Caribe”. (Coordinador Dr. Hernán MÉNDEZ CASTELLANO). Caracas. 1990; GALINDO GARFIAS, Ignacio: “Derecho Civil, 1er. Curso. Parte General. Personas, Familia”. 10ma. Edición. Editora Porrúa. México. 1990; GARCÍA AÑÓN, José: “Métodos y Técnicas para la realización de trabajos de Investigación”. Universidad de Valencia. España 1997; GONZÁLEZ FERRER, Yamila: “La Mediación Familiar en la Comunidad”, Tesis de Maestría en Sexualidad, dirigida por el Dr. Armando Castanedo Abay, La Habana, 2004; GONZÁLEZ REY, Fernando y Otros. “Psicología Humanística. Actualidad y Desarrollo”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1994; GÜITRÓN FUENTEVILLA, Julián: ”Derecho familiar”, Promociones Jurídicas, México, 140 D.F., 1998; GUTIÉRREZ BARÓ, Elsa: “Mensajes a los Padres”. 1ra. Edición. Editorial Científico - Técnica. La Habana. 1980; HART DÁVALOS, Armando: “Materialismo y Espiritualidad”. Revista Cuba Socialista No. 3. Ediciones del C.C.-P.C.C. La Habana. 1994. HERNÁNDEZ GIL, M: “La Intervención del Ministerio Fiscal en el Orden Civil”. Editoriales Unidas. Madrid. 1983. LINACERO DE LA FUENTE, María Asunción: “Régimen Patrimonial de la Patria Potestad”. Editora Montecarvo SA. 1ra. Edición. Madrid. 1990; MARTÍ PÉREZ, José. Obras Completas. Tomo VII, Editora Política. La Habana. 1987; Memorias y Ponencias de los Congresos Mundiales Sobre Derecho de Familia. (Responsable de la Publicación Dr. Julián GÜITRÓN FUENTEVILLA). Editora Promociones Jurídicas y Culturales. S.C. 2da. Edición. México. 1996; MENDIZÁBAL OSÉS, Luis: “Derecho de Menores. Teoría General”. Editora Pirámide. 2da. Edición. Madrid. 1977; MERCHÁN ALVAREZ, Antonio: “La Tutela de los Menores en Castilla hasta fines del Siglo XV”. 1ra. Edición. Editorial Civita. Sevilla. 1976; MESA CASTILLO, Olga: “Derecho de Familia”. Editora Universitaria. La Habana. 1994; MOLINA ALVAREZ, Ana Teresa: “La formación cultural y axiológica del estudiante de Ingeniería Mecánica”. Tesis de Doctorado, I.S.P.J.A.E, La Habana. 1998; NAVARRETE CALDERÓN, Caridad: “Teoría de la Prevención”. Conferencias dictadas en la maestría de Desarrollo y Planeación de la Prevención. ISMI. La Habana. 1997. NAVARRETE CALDERÓN, Caridad: “El modo de vida parasitario en transgresores jóvenes en un municipio de Ciudad de La Habana”. Ponencia en evento de Criminología. La Habana. 1989; ONU. “Convención Sobre los Derechos del Niño”. 1989; NÚÑEZ TRAVIESO, Belkis : “Pertinencia de la Adopción entre parientes en el ordenamiento jurídico cubano”, en revista Cubana de Derecho No. 23 y 24, La Habana, Cuba, enero- diciembre, 2004; ONU: “8vo. Congreso para la Prevención del Delito y Tratamiento al Delincuente. Directrices para la Prevención de la Delincuencia Juvenil”. La Habana. 1990; PALENZUELA PÁEZ, Luis L. :“Las Relaciones Paterno-Filiales y la Función Tuitiva del Estado”. Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM. México. 1996. (Informe de Investigación Bibliográfica); PÉREZ GALLARDO, Leonardo B. y VALDÉS DÍAZ, Caridad: “La enseñanza de la disciplina del Derecho Civil y de Familia en Cuba”, en Revista Cubana de Derecho No. 21, La Habana, enero-junio 2003; PETROVSKY, A., “Psicología General”. Editorial Progreso. Moscú. 1980; RECA MOREIRA, Inés y otros: “Análisis de las Investigaciones sobre la Familia Cubana. 1970-1987. 1ra. Edición. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1990; RECA MOREIRA, Inés y otros: “La familia en el ejercicio de sus funciones” , Capítulos I y VIII, Editorial Pueblo y Educación. 1996; SIERRA BRAVO, Restituto: “Tesis Doctorales y Trabajos de Investigación Científica”. 2da. Edición. Editora Paraninfo SA. Madrid. 1988; SORÍN SOCOLSKY, Mónica: “Padres e Hijos: ¿Amigos o Adversarios?”. 1ra. Edición. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1990; UNICEF. “Congreso Mundial sobre Explotación Sexual Comercial de los Menores”. Informe Central, Declaración final, Discursos y Documentos de las ONG y participantes. Estocolmo, Suecia, 1996; VÁZQUEZ BOTE, Eduardo: “Tratado Teórico, Práctico y Crítico de Derecho Privado Puertorriqueño. Derecho de Familia”. Editora Butterworth Legal Publiskers. Orford, New Hampshire. 1993; VIERA, Margarita: “Algunas consideraciones para elaborar una tesis sobre criminalidad”. Ponencia. Ciencias Penales. La Habana. 1992. Regulación de la inseminación artificial y fecundación in vitro en México Dr. Aníbal GUZMÁN ÁVALOS 141 Profesor de Derecho Civil y de Familia de la Universidad Veracruzana (México) Sumario: 1. Procreación sin relación sexual. 2. Marco legislativo en México. 2.1. La Constitución. 2.2. La Ley General de Salud. 2.3. Reglamento de la Ley General de Salud, en materia de Investigación para la salud. 2.4. Legislaciones de las entidades federativas: a) Jalisco; b) Tabasco; c) Distrito Federal; d) Coahuila; e) Derecho veracruzano. 1. Procreación sin relación sexual Hasta hace poco para establecer la filiación era imprescindible la unión sexual entre un hombre y una mujer, y si ese ayuntamiento era fecundo, se daba el embarazo de la mujer y con el parto, un nacimiento; así se establecieron reglas lógicas y persuasivas que atribuían la maternidad del hijo o hija nacidos a la mujer que lo paría, que sabía que genéticamente era hijo o hija suyos; y la paternidad del hijo o hija, al marido de la mujer si estaban casados. Si por el contrario no estaban unidos en matrimonio, se establecía con el reconocimiento o por sentencia judicial que decretaba la paternidad y maternidad o por la presunción de los hijos nacidos en concubinato. Actualmente la relación sexual ya no es imprescindible para lograr la concepción del ser humano; hoy se puede tener descendencia en forma asexual, el hombre exterioriza su voluntad a este acto substitutivo de la cópula, y a veces aunque no aporta gameto, decide el nacimiento porque desea un hijo o hija y es a quien se le atribuye la paternidad.311 Esta es la posición más aceptada tanto doctrinariamente como legislativamente en los países donde se ha regulado la procreación con asistencia médica, protegiendo la decisión de voluntad de quien quiere ser padre con todas las obligaciones y facultades que implica la filiación opuesta a un simple lazo biológico. 2. Marco legislativo en México 2.1. La Constitución En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la decisión de procrear está prevista en el artículo 4º. Si una persona decide tener hijos, y no puede hacerlo por medios naturales, se puede alcanzar dicho fin, a través de la asistencia médica a la procreación, ya sea invocando el derecho a la salud, en el entendido que la utilización de los recursos que la tecnología ofrece hoy en día tiene un fin terapéutico; o bien como parte de la libertad del individuo, invocando un derecho a la procreación. Para los efectos de este trabajo únicamente me referiré a éste último consignado en el mencionado artículo 4º, párrafo segundo, que textualmente señala “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos.” Por principio, es indudable que el postulado destaca la paternidad y la maternidad 311 En el mismo sentido: VERCELLONE. Paolo, Trattato di diritto civile italiano. La filiazione, vol III, tomo II, Ed. Utet, Torino, Italia, 1987 p. 317; y RIVERO HERNÁNDEZ, Francisco, "La investigación de la mera relación biológica en la filiación derivada de la fecundación artificial," II Congreso mundial vasco. La filiación a fines del siglo XX, Trivium, Madrid, 1988 p.151 142 responsables, de tal manera que todos los individuos que nazcan en el país, sean fruto de la libre decisión de su padre y madre, en la medida que estén conscientes del número de hijos a quienes le pueden otorgar las condiciones necesarias de subsistencia. En tal virtud, el derecho procreación debe ejercerse dentro de un marco de responsabilidad y compromiso hacía los hijos. Las parejas y los ciudadanos en el ejercicio de este derecho, han de tener en cuenta las necesidades de sus hijos presentes y futuros y la elección del momento óptimo para el embarazo; y si éste no se logra en forma natural, mediante la realización del acto sexual, entonces se podrá recurrir a la procreación por medios médicamente asistidos, procreación que resulta ser más racional y humana que la natural, porque es producto de una elección y no de mera coincidencia. La Constitución no hace referencia a una paternidad exclusivamente biológica, por lo que, sí las personas no pueden concebir hijos en forma natural, entonces lo pueden lograr con la intervención de los avances científicos; porque este derecho no excluye a la procreación asistida. Si la Constitución establece el derecho a que toda persona decida sobre su reproducción (paternidad-maternidad) también puede decidir sobre los medios que utilice para lograrla. Dicho de otra forma, la norma Constitucional interpretada en sentido lato, no presenta obstáculo al desarrollo de las técnicas de procreación asistida. Se consagra que «toda persona tiene derecho...», en el marco de igualdad de cualquier garantía constitucional, a su ejercicio por cualquier individuo, es decir se destina a todos los ciudadanos mexicano y extranjero: hombre y mujer, unidos o no en matrimonio. No hay distinción de ninguna especie. 2.2. La Ley General de Salud La práctica de los métodos de procreación asistida, obtienen su marco de legalidad en la Ley General de Salud, del 7 de febrero de 1987, que en forma tímida hace referencia a dichas técnicas dándole un marco de licitud, aun cuando se trate de una reglamentación administrativa. En el Título Decimoctavo, denominado de las medidas de seguridad, sanciones y delitos, en el capítulo VI, "de los delitos" artículo 466, se tipifica que al que sin consentimiento de una mujer o aun con su consentimiento, si ésta fuere menor o incapaz, realice en ella inseminación artificial, se le aplicará prisión de uno a tres años, si no se produce el embarazo como resultado de la inseminación; si resulta embarazo, se impondrá prisión de dos a ocho años. Se agrega en el segundo párrafo que la mujer casada no podrá otorgar su consentimiento para ser inseminada sin la conformidad de su cónyuge. Sin embargo no agrega que sanción produce el incumplimiento de esta disposición. Aquí se regula la falta de consentimiento para la realización de la inseminación artificial, es decir, que la ausencia de la voluntad para la práctica de la inseminación artificial se considera como una conducta punible. Este criterio lo siguen los códigos penales de los Estados de Querétaro y Colima que autorizan el aborto cuando el embarazo es causa de una inseminación artificial indebida o no haya sido querida o consentida por la mujer. Por otro lado, interpretando, a contrario sensu las disposiciones punitivas, se puede afirmar que se reglamenta indirectamente la realización de la procreación asistida, requiriendo por 143 lo menos del consentimiento de la mujer que se va a someter a la intervención médica y el de su marido, si estuviera casada. 2.3. Reglamento de la Ley General de Salud, en materia de Investigación para la salud El criterio anterior queda ratificado por el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Investigación para la Salud, que en el Título Segundo "De los aspectos éticos de la investigación en seres humanos" en su capítulo IV, artículo 43 reglamenta que para la inseminación artificial se requiere del consentimiento por escrito de la mujer y del marido o concubinario previa explicación y justificación que se les otorgue y con la satisfacción de los requisitos exigidos. Pues bien, como puede observarse, el consentimiento expreso del cónyuge o concubinario es un elemento integrador de esta clase filiación; por ende es el presupuesto indispensable de cualquier práctica tendente a la procreación asistida.312 Cualquier clase de intervenciones genéticas en el ser humano, dentro de los límites objetivos de la actividad terapéutica o terapéutico-experimental, es lícita, si se lleva a cabo con el consentimiento informado y personal de las personas receptoras, teniendo capacidad plena, ausente de cualquiera de los vicios de la voluntad, es decir, otorgado de manera libre, consciente, (no debe haber error, dolo, intimidación o violencia) expresa y por escrito. La integración de dicho consentimiento debe contener una información explícita y adecuada de la técnica a utilizar, donde se explique a los pacientes, el tratamiento o intervención quirúrgica requerida, indicando las posibilidades reales de éxito así como los riesgos que las técnicas traen consigo; sus bondades y desventajas; no sólo desde el punto de vista médico, sino también jurídicos y psicológicos. El consentimiento requerido específicamente en esta materia tiene dos ámbitos; el primero, para que una persona capacitada actúe sobre el cuerpo de otra persona, como manifestación de la disposición de su propio cuerpo, y el segundo, es el elemento volitivo que define la aceptación de las consecuencias de la manipulación médica, es decir, el consentimiento para asumir la maternidad y la paternidad, en su caso, como consecuencia de haber utilizado una técnica de procreación asistida.313 El primero es importante porque con su ausencia no se puede realizar ninguna intervención sobre el cuerpo de la persona para lograr la fecundación; inclusive si el profesional realiza actividades de procreación asistida sin la voluntad de la persona, se puede sancionar penalmente, como ya está establecido en el artículo 466 de la Ley General de Salud. En el caso del segundo, la importancia del consentimiento que entra en juego en la 312 MANTOVANI, Ferrando, “Manipulaciones genéticas, bienes jurídicos amenazados”. Revista de derecho y genóma humano, edición española; Nº 1, julio-diciembre, 1994, Universidad de Deusto, Bilbao, España, 1994 p. 108; señala que "Las intervenciones genéticas sobre el hombre, con el consentimiento necesario, son lícitas dentro de los límites objetivos de la actividad terapéutica o terapéutico-experimental; debe tratarse de un consentimiento informado y personal del sujeto, si éste es capaz de entender y querer, o, de otro modo, de su representante legal; debe tratarse del consentimiento de los padres (o de sus representantes legales), en caso de intervenciones sobre células germinales, óvulos fecundados, etc., a implantar después en el vientre de la mujer siempre que se trate de los supuestos en los que la fecundación in vitro esté considerada lícita." 313 Así lo expresé en "Algunas consideraciones civiles de la procreación asistida" en Revista jurídica veracruzana, Nº 71, tomo LV, abril-junio, Xalapa, Veracruz, México, 1995, p. 123 144 utilización de las técnicas, radica en que su otorgamiento, conduce a la determinación tanto de la maternidad como de la paternidad y no debe confundirse con una transacción respecto del estado de los hijos y los derechos y obligaciones derivadas de él. Es un consentimiento previo a la concreción de ese vínculo filial; es la expresión de la voluntad que de manera libre asume las consecuencias de un determinado acto equiparable, en este caso, con la manifestación de la voluntad en la adopción. Desde luego, se trata de un consentimiento complejo, en donde confluyen varias voluntades: la de la persona que desea hacer uso en si misma de una técnica determinada; la de su compañero (concubinario o esposo) que asumirá la responsabilidad paterna en su caso, la de la persona que dona los gametos necesarios (también, en su caso), la del médico que realizará el procedimiento asistencial necesario. Cada una de estas manifestaciones de voluntad tiene consecuencias diversas. El consentimiento del esposo o compañero es indispensable. Para algunos especialistas,314 tratándose de fecundación homóloga, la problemática es menos delicada que en la heteróloga, pues se trata de un ser concebido en matrimonio o en concubinato cuyos datos genéticos van a coincidir con los del padre y de la madre. En cambio en la inseminación artificial heteróloga, el problema es diverso; el consentimiento es esencial, pues el esposo o el concubinario debe aceptar que su esposa o concubina sea fecundada con espermatozoide de otro hombre, por lo tanto, tendrá que aceptar la responsabilidad de la paternidad de un hijo o hija con los que no va a estar ligado por vínculos genéticos. Hay quien piensa315 que este consentimiento del marido o del concubinario de la madre tiene quizá un valor moral, pero jurídicamente se encuentra desprovisto de eficacia; por ello pueden impugnar la paternidad con la prueba de su esterilidad o un examen de sangre. Desde luego, esta posibilidad existe, sobre todo en aquellos países, (y entidades federativas, en el caso de México) en donde ya se practican este tipo de fecundaciones y no existe un marco legal que reglamente los conflictos que pueden surgir en las diferentes etapas del proceso de fecundación, gestación y alumbramiento. En este contexto, el varón que consintió expresamente a que su compañera o esposa fuera inseminada artificialmente con semen de otro, tiene la responsabilidad de asumir la paternidad inherente. De hecho, en un juicio de desconocimiento de la paternidad, el documento en donde conste la expresión de la voluntad del inconforme hará prueba para establecer el vínculo de filiación.316 Por eso hay quien afirma que la voluntad del marido o compañero de la madre debe constar en escritura pública,317 ya que se trata de un 314 Entre otros, BOCCACCIO, Simonetta e DOGLIOTTI, Massimo, "Inseminazione artificiale: dubbi interpretativi e prospettive de iure condendo" Il diritto de famiglia e delle persone, anno XVI, Giuffrè, Milano, Italia, 1987, p. 972; MONTES PENADES, Vicente, "El consentimiento en las nuevas técnicas de reproducción humana" en II Congreso Mundial Vasco. La filiación a finales del siglo XX; problemática planteada por los avances científicos en materia de reproducción humana, Trivium, S.A., Madrid, 1988, p. 187; ZANNONI, Eduardo A., Derecho Civil. Derecho de familia, tomo II, 2ª edición, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1993, p. 483 315 En este sentido, LABRUSSE, Catherine, "Les aspets juridiques" en L’insemination artificielle humanine. Un nouveau mode de filiation. Aspects biologiques, éthiques, juridiques et psychologiques, Les èditions ESF, París, 1982 p. 79 316 LABRUSSE, Catherine, "Les aspets juridiques" en L’insemination artificielle humanine. Un nouveau mode de filiation. Aspects biologiques, éthiques, juridiques et psychologiques. Les èditions ESF, París, 1982, p. 79. 317 Vid. LLEDÓ YAGÜE, Francisco, Fecundación artificial y derecho, Ed. Tecnos, S. A. Madrid, 1988, p. 51; MORO ALMARAZ, María Jesús, Aspectos civiles de la inseminación artificial y la fecundación in vitro, Librería Bosch. Barcelona, 1988, p. 285; FERRER, Francisco, 145 instrumento que servirá como título de determinación legal de la filiación, que es reconocimiento «previo» del hijo o hija y tiene carácter de prueba plena. Sin embargo, exceso de formalidades puede producir un efecto contrario al deseado, por ello conveniente el equilibrio entre la posible valoración de un consentimiento expresado manera tácita y los requisitos de elevarlo a escritura pública. un un es de Entre ambos extremos, existen formas indubitables de expresar la voluntad, que deben valorarse en beneficio del interés superior del ser nacido a consecuencia de esa expresión de voluntad. Ahora bien, la voluntad cuando se indica que debe ser expresa, se puede formular de manera verbal o escrita. Sin embargo, la norma se debe completar con el artículo 43 del Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Investigación para la Salud, donde se exige el consentimiento por escrito de la mujer y del marido o concubinario previa explicación y justificación que se les otorgue y con la satisfacción de los requisitos exigidos. 2.4. Legislaciones de las entidades federativas Es evidente que no basta la regulación sanitaria de la procreación asistida. Es necesario que los códigos sustantivos regulen los efectos que deba producir la aplicación los métodos de procreación; pues si bien se requiere del consentimiento para su realización, no se señala qué efectos tiene ese consentimiento ni las formas de otorgarlo. a) Jalisco La mayoría de las entidades federativas no han regulado sobre esta materia. Son pocas las que se han preocupado por reglamentar la aplicación de las técnicas de procreación asistida. Así Jalisco fue el primer Estado que emitió una regulación al respecto en la ley sustantiva civil; cuyo artículo 457, después de enunciar la presunción de los hijos nacidos dentro de matrimonio, señala que "no se admite otra prueba que la de haber sido físicamente imposible al marido tener acceso carnal con su mujer, en los primeros ciento veinte días de los trescientos que han precedido al nacimiento «o en el caso de fecundación asistida con semen del marido»". Por otra parte el artículo 458 prescribe que "El marido no podrá desconocer a los hijos alegando adulterio de la madre, aunque esta declare que no son hijos de su esposo, a no ser que el nacimiento se le haya ocultado o que demuestre que durante los primeros ciento veinte días de los trescientos que precedieron al nacimiento no tuvo acceso carnal con su esposa, «salvo lo dispuesto al final del artículo anterior»." Es una regulación bastante tímida, que sólo contempla la inseminación artificial homóloga; que sin aclarar que se requiere del consentimiento del marido; le impide desconocer al hijo o hija que tenga su mujer mediante fecundación asistida. La regulación peca de moralista, ya que se admite únicamente la inseminación artificial a esposos. b) Tabasco Procreación asistida; Panorama jurídico, 59 Colección jurídica y social, Secretaría de posgrado y servicios a terceros, Facultad de ciencias jurídicas y sociales, Universidad Nacional del litoral, Santa Fe, Argentina, 1995, p. 107 146 El 9 de abril de 1997 se publicó un nuevo Código Civil para el Estado de Tabasco, que incorpora las consecuencias jurídicas de los adelantos de carácter científico en cuanto a la reproducción humana artificial para prevenir una serie de conflictos que se pudieran presentar en esa Entidad. Así el artículo 324 presume a los hijos nacidos dentro de matrimonio si fueron concebido como consecuencia del uso de cualquier método de reproducción humana artificial y el marido no podrá desconocer que es el padre de los hijos nacidos dentro de los ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio, siempre que se pruebe que el marido consintió en que su cónyuge hiciera uso de dichos métodos, en términos del artículo 329. Tampoco se podrá contradecir la paternidad de los hijos nacidos después de 300 días de la disolución del matrimonio, si el marido reconoció expresamente como suyo al hijo o hija de su mujer nacidos por medio de los métodos de reproducción médica. La presunción no sólo alcanza a los hijos de matrimonio, sino también se extiende a los hijos de concubinato, siempre que hayan sido concebidos como consecuencia del empleo de cualquier método de reproducción con asistencia médica, ya sea que tenga o no un nexo biológico con uno o ambos padres y que el concubinario haya otorgado su consentimiento de una manera indubitable. Inspirado en la idea que el derecho no puede ser ajeno a los avances científicos, la legislación civil del Estado de Tabasco tiene innovaciones muy significativas y audaces, pues reglamenta la subrogación de la maternidad y el reconocimiento del embrión. En este orden de ideas, señala que en el proceso reproductivo siempre que participe una segunda mujer, se presumirá madre legal a la mujer que contrata, ya sea que esta última provea o no el óvulo. En esta primera parte del segundo párrafo del artículo 347 se expresa claramente la idea de otorgar la maternidad a la madre que ha realizado la convención para que se lleve a cabo la gestación de un niño. En la segunda parte de dicho párrafo se abunda sobre el tema para no dejar dudas sobre la postura del Código Civil, al consignar que cuando la madre sustituta no es la madre biológica del niño o niña nacido como resultado de una transferencia de embrión, la madre contratante deberá ser considerada madre legal del niño(a) y éste hijo(a) legítimo de la mujer que contrató. Rompe con la tradición histórica jurídica de determinar la maternidad por efecto del parto, decidiendo otorgarla a la madre de deseo o contratante. Cae por tierra el principio Paulino de la certeza de la maternidad, sustentada en la indivisibilidad de la ovulaciónfecundación-gestación-parto. Todavía más audaz es el establecimiento del reconocimiento del embrión fuera del seno materno; ya que establece que se puede reconocer a los hijos que aún no han nacido, incluyendo a los concebidos por cualquier método de inseminación artificial o fertilización in vitro, aún cuando no se encuentre en el útero materno en el momento del reconocimiento. c) Distrito Federal En el año 2000 se emitió en el Distrito Federal una reforma al Código Civil que incluye los métodos de procreación asistida; así se señala en el artículo 162 segundo párrafo que los cónyuges pueden emplear, en los términos que señala la ley, cualquier método de reproducción asistida para lograr su propia descendencia, y quien haya otorgado consentimiento expreso para su realización, no podrá impugnar la paternidad de los hijos que durante el matrimonio conciba su cónyuge en términos de lo dispuesto por el artículo 326 segundo párrafo. Inclusive las acciones de terceros relativas a la paternidad del los hijos 147 nacidos después de 300 días de la disolución del matrimonio, no prosperarán si el cónyuge consintió expresamente en el uso de los métodos de fecundación asistida de su otro cónyuge, como lo prescribe el artículo 329 La voluntad resulta esencial para la utilización de las técnicas de procreación asistida, a tal grado que en el artículo 267 fracción XX, se dispone que es causal de divorcio si se emplean métodos de fecundación asistida sin el consentimiento del otro cónyuge. En el capítulo del parentesco en el artículo 293, se establece que entre los hijos producto de una reproducción asistida y de quienes la hayan consentido existe un parentesco por consanguinidad y para evitar cualquier controversia en el futuro sobre los derechos derivados de la filiación, se establece en el artículo 338 Bis, que no existe ninguna distinción independientemente de cual haya sido su origen. Con esta regulación se da seguridad jurídica a los hijos que son concebidos mediante la utilización de alguna técnica de procreación asistida y a quienes consintieron en su utilización completando el marco legal requerido. d) Coahuila Sin duda que hasta el momento, Coahuila es la entidad federativa de la República Mexicana que más explícitamente ha legislado la procreación asistida, así establece toda una sección del capítulo que regula filiación, aunque hay que convenir que hay disposiciones que no tendrían que estar en el código civil. En primer término en el artículo 482, se enuncia que por asistencia médica para la procreación, debe entenderse las prácticas clínicas y biológicas que permiten la concepción in vitro, la transferencia de embriones y la inseminación artificial, así como toda técnica de efecto equivalente que permita la procreación fuera del proceso natural. Lo define en idénticos términos a la ley francesa 94-654 del 29 de julio de 1994 relativa a la donación y utilización de los elementos y productos del cuerpo humano, a la asistencia médica para la procreación y al diagnostico prenatal.318 Se distingue la procreación asistida en homologa y heteróloga, explicando que la fecundación homologa es aquella en la que los gametos son aportados por ambos cónyuges o concubinos y la fecundación heteróloga aquella en que por lo menos uno de los gametos es donado por un tercero. De esta manera está admitiendo la práctica de ambas; sin embargo, Explícitamente señala que la inseminación o fecundación heteróloga se permite a los cónyuges o concubinos, en caso de esterilidad o infertilidad, médicamente diagnosticada. Se discrimina a los solteros para la utilización de las técnicas, ya que prescribe que solo podrán ser destinatarios de las técnicas de reproducción humana asistida, quienes se encuentren unidos en matrimonio o concubinato, y que después de cinco años, por razones biológicas, no hayan podido engendrar o concebir, sin que sean estériles o infértiles. En los artículos 484 y 485 se emiten declaraciones de carácter administrativo que deben de prever los usuarios de las técnicas; ya que el primer artículo indica, que a los destinatarios 318 Vid. GUZMÁN AVALOS, Aníbal, Inseminación artificial y fecundación in vitro: un nuevo modo de filiación, Universidad Veracruzana, México, 2001, p. 117 148 de las técnicas de reproducción humana asistida, la Secretaria de Salud del Estado deberá entregarles una guía que contenga especialmente: las disposiciones legales sobre procreación asistida; descripción de las técnicas y las disposiciones legales relativas a la adopción y las instituciones de asistencia autorizadas para promoverla. En el entendido que es obligación del Estado informar plenamente a los usuarios de las técnicas todo lo relativo a las mismas y de la posibilidad en su caso de un proceso de adopción. En el segundo artículo, abundando sobre el mismo tema, también impone a la Secretaría de Salud del Estado informar a los cónyuges o concubinos: las posibilidades que la ley ofrece en materia de adopción; las posibilidades de éxito o fracaso de las técnicas de la asistencia medica para la procreación; que solo se permite la fecundación de un ovocito que deberá ser implantado; que una vez fecundado el ovocito deberá ser implantado a la solicitante y que está prohibido todo diagnostico preimplantatorio. El consentimiento para el establecimiento de la filiación es indispensable en esta clase de técnicas, por ello se indica que previo al inicio del tratamiento, los cónyuges deberán dar su consentimiento en escritura publica otorgada ante notario y justificar con certificación de tres médicos especialistas en la materia, de los cuales uno lo será de la Secretaria de Salud del Estado, la necesidad de someterse a ese tratamiento. Como ya lo expresé319 un exceso de formalidades para otorgar el consentimiento puede producir un efecto contrario al deseado, pues hay formas indubitables de expresar la voluntad, sin que necesariamente tenga que recurrirse a un Notario Público, que garantice el interés del menor así fecundado. Quien haya dado su consentimiento para un tratamiento de asistencia medica para la procreación no podrá impugnar la filiación, a no ser que la pretensión se base en que el hijo(a) no nació como consecuencia del tratamiento o que el consentimiento fue privado de efecto. Este es el toque radical que debe de contener toda legislación que permita la procreación asistida, la imposibilidad de que quien haya otorgado su voluntad para llevar a cabo una fecundación asistida, pueda impugnar su filiación, ya que dicho consentimiento lleva consigo, el establecimiento de la maternidad y la paternidad. También se consigna que el concubinario que prestó su consentimiento para un tratamiento de asistencia médica para la procreación está obligado a reconocer la paternidad de los hijos resultante de dicho tratamiento. Esto es lo que llamo un reconocimiento prenatal, pues permite atribuir la paternidad al varón que haya otorgado su voluntad para que su pareja se inseminara. Es significativo que se maneja la temporalidad del consentimiento, ya que se expresa en el artículo 487 que el consentimiento queda revocado de pleno derecho con la muerte de quien lo otorgó, si antes no se hubiere producido la fecundación. Con esto se le quita efectos a esa expresión de voluntad impidiendo la utilización de los gametos del esposo después de su muerte, lo que significa que se prohíbe la inseminación post mortem. La misma prohibición se consigna para los casos de disolución del matrimonio por muerte, divorcio o nulidad, pues la mujer no podrá ser inseminada con material genético de quien fuera su marido. No obstante, aunque parezca contradictorio, prescribe que si hubiere un óvulo fecundado en forma extracorpórea, deberá ser implantado a la viuda, divorciada o a la mujer cuyo matrimonio se anuló, pero los efectos de la filiación igualmente se temporalizan, entrando en juego la presunción de paternidad, pues si los hijos nacen dentro de los 319 Ibidem, p. 78 149 trescientos días de disuelto el matrimonio, o de que el óvulo fue implantado, quedará atribuida la paternidad a quien era el marido de la madre. El ordenamiento legal establece disposiciones que fijan la postura de los legisladores sobre algunas prácticas controvertidas en la utilización de las técnicas que permitirán a los juzgadores solucionar conflictos de filiación cuando se utilicen, por ello se establecen los siguientes principios: Todo pacto o convención que verse sobre la procreación o gestación realizado en nombre de otra persona es inexistente. Por lo tanto también es inexistente el contrato de maternidad subrogada y por lo mismo no producirá efecto legal alguno. Si un óvulo fecundado fuese implantado en una mujer de quien no proviniera el material genético, la maternidad se atribuirá a ésta y no a quien lo aportó Se permite la identificación de una persona por medio de sus improntas genéticas, cuando tenga por objeto establecer o rechazar un lazo filiatorio. Acorde al derecho de los menores a conocer su origen, se permite a la persona la investigación de su origen biológico, pero tratándose de fecundación asistida heteróloga no se establecerá ningún lazo filiatorio entre el hijo o hija y el donante de los gametos. e) Derecho veracruzano No ha habido en Veracruz ni en el territorio Mexicano ningún juicio sobre filiación de hijos que hayan nacido con el auxilio de las nuevas técnicas de reproducción humana; ni tampoco existe en el sistema legal de la filiación, en Veracruz, norma jurídica aplicable a dichos casos. Lo único aplicable es la Ley General de Salud y su Reglamento en materia para Investigación de la Salud, que requieren del consentimiento por escrito tanto del marido como de la mujer para llevar a cabo la inseminación artificial y el reciente código penal que entró en vigor en enero del 2004, y tipifica en los artículos 159 y 160 la manipulación genética de la siguiente manera: Artículo 159: Se impondrán prisión de dos a seis años e inhabilitación hasta por el mismo tiempo para desempeñar empleo, cargo o comisión públicos, profesión u oficio, a quien: I. Con finalidad distinta a la eliminación o disminución de enfermedades graves o taras, manipule genes humanos de manera que se altere el genotipo; II. Fecunde óvulos humanos con cualquier fin distinto a la procreación humana; o III. Mediante la clonación u otros procedimientos, pretenda la creación de seres humanos con fines de selección racial. Artículo 160: Se impondrán de dos a siete años de prisión y quinientos días de multa a quien: I Disponga de óvulos o esperma para fines distintos a los autorizados por sus donantes o depositarios; II. Sin consentimiento de una mujer mayor de dieciséis años o aun con el consentimiento de una menor de edad o de una incapaz para comprender el significado del hecho o para resistirlo, realice en ella inseminación artificial; o 150 III. Implante a una mujer un óvulo fecundado o depositarios o con el consentimiento de una menor de edad o de una incapaz para comprender el hecho o para resistirlo. Este delito se perseguirá por querella. Si el delito se realiza con violencia o del mismo resultare un embarazo, la pena aplicable será de cinco a catorce años de prisión. … El delito prohíbe la clonación, la selección de sexos y rezagos raciales, creación de híbridos, etc., Pero también regula la falta de consentimiento para la realización de la inseminación artificial, considerando como una conducta punible la ausencia de la voluntad para la práctica de la inseminación artificial. Por ende, no es punible de acuerdo al artículo 154, Fracción II el aborto cuando resulte de una inseminación artificial no consentida, siempre que se practique dentro de los noventa días de gestación. Interpretando, a contrario sensu las disposiciones punitivas, se puede afirmar que se reglamenta indirectamente la realización de la procreación asistida, requiriendo por lo menos del consentimiento de la mujer que se va a someter a la intervención médica, sin embargo, no alude para nada al consentimiento del marido, si estuviera casada. El vicio de la voluntad en la dación del niño en adopción Dr. Leónidas COLAPINTO BAHIA BLANCA (ARGENTINA) Se desnudan las iniquidades de un sistema perverso, que rige en la mayoría de los países sudamericanos, y que admite como natural que madres carenciadas deban entregar sus vástagos en adopción, en un acto volitivo fallido, por no tener capacidad económica para conservarlos en el seno de su familia biológica. Todo ello bajo la cobertura de una sociedad que peca por su silencio y de un Estado que ofende por su inoperancia. ¿A quién le habrán dicho feliz día mamá, hoy, mis dos hijitas? Ya tienen siete y nueve años. ¡Eran tan lindas antes de que me las quitaran!... (Violeta Herrero; “Día de la Madre, diez de la noche”) Nos dicen que las cosas peores se han de arrojar en el pozo del olvido y en la tumba sepultar. (Agrippa d’Aubigné: “Trágicas, II”) Es habitual que aparezcan criaturas recién nacidas abandonadas en el pórtico de una iglesia o en la sala de una maternidad. Algunas veces, en el palier de una casa de familia. En oportunidades llevan adherida a su modesto ropaje alguna pequeña misiva, anoticiando acerca del nombre del bebé, de sus días de vida y, eventualmente, que ha sido bautizado. Tal tipo de notas suele incluir los motivos que han decidido a la progenitora a desprenderse de su cría. Invariablemente se hace referencia a la carencia de los recursos económicos mínimos necesarios para permitir la subsistencia del bebé. 151 “Dos hermanos de uno y tres años fueron abandonados en la puerta de una iglesia de esta capital junto con una nota en que sus padres manifestaban que no tenían dinero para alimentar a sus hijos”. Esta noticia, extraída del diario La Nación de Buenos Aires (20 de Abril de 1993), es un hecho que se viene repitiendo cotidianamente. Infortunadamente, no es el único efecto provocado por una pobreza endémica; desde el año 2001, los medios de comunicación fueron informando de gran cantidad de niños argentinos muertos por desnutrición. Para la misma época, con molieresca hipocresía, los libros de texto de las escuelas seguían inculcando la idea de una Argentina “granero del mundo”, sepultando el hecho de que una apreciable cantidad de niños venían padeciendo hambre. Una hambruna que, literalmente, los asesina. O, a modo de mal menor, les mata su derecho a convivir y ser criados por sus padres biológicos; son entregados por éstos a quienes sí se encuentran en condiciones de poder asistirlos. La entrega del propio hijo provoca un alto grado de angustia; resulta imposible concebir que un ser humano pueda nacer sin que tal nacimiento se asocie tanto a un deseo como a un amor. Quizá no haya habido amor en el momento mismo de la concepción cuando, por ejemplo, se trata del fruto de una violación, pero sí lo hubo durante su período de gestación, ya que el bebé nació viable. La madre lo pudo llevar a término, lo trajo al mundo y aceptó entregarlo a su destino, a una institución o a una familia de acogida. Con respecto a estos supuestos Dolto destaca que el caso más doloroso es el de aquella madre que se desprende de su bebé por circunstancias ajenas a su querer: “aquella que por razones económicas no puede asumir el mantenimiento y la educación del niño. Y sin embargo, ¡nueve meses de vida simbiótica son mucho!” (1) “O la daba o se me moría”, le comentó a la asistente social del Tribunal de Familia la joven mamá de 17 años que deseaba recuperar a su hijita. De su relato surgió que no tenía ninguna opción feliz. Con el bebé en sus brazos fue expulsada de su propia casa; sus padres la vivenciaban como una perdida, y a la nieta como una bastarda; ninguna de las dos merecía ser acogida por una “familia decente”. Sin saberlo, la joven madre se sentía como uno de los marinos de la mitología helénica navegando a la deriva por el estrecho de Mesina, el mismo que resultara fatal para los compañeros de Ulises. La suerte estaba echada y el destino se jugaba entre cualquiera de los dos monstruos: o Escila le devoraba a su hija, o Caribdis se la arrebataba. De una u otra forma la pérdida era irremediable. En la antigüedad, principalmente durante la Edad Media, era común que los conventos contasen en su frente con una especie de cajuela de forma cilíndrica, a la que se le dio el nombre de torno. El término proviene del latín tornus y éste a su vez del griego tórnus, de los que deriva la acción de tornear, dar vueltas, contornear, circundar. Este instrumento tenía la característica que giraba sobre un eje central; las madres que decidían desprenderse de sus hijos los depositaban en el espacio exterior del cilindro y mediante una simple maniobra giratoria la criatura era pasada al patio interior del convento. El tabique ubicado en el centro del torno impedía que la religiosa “recepcionista” pudiese ver a la mujer que depositaba el crío; era un pacto no escrito el preservar el anonimato de la persona que hacía entrega de la criatura. Como también lo era que la madre jamás debía intentar un acercamiento a su hijo. Estos establecimientos religiosos habitados por monjas cumplieron una función similar a la que, siglos más tarde, habrían de tener las Casas de Expósitos. Este calificativo de “expósitos” proviene de la antigua Roma en la cual el padre, conforme a la autoridad que le confería la patria potestad, tenía derecho a “exponer” (ius exponendi) a su hijo recién nacido; esto es, a “ponerlo” fuera de él, a “ex-ponerlo”. No bien nacía, la criatura era colocada sobre 152 el suelo, a los pies del padre; si éste la tomaba en sus brazos y la levantaba se descontaba que la consideraba como propia y que era aceptada. Era el acto de “exhibir” (exhibere) al hijo, que era justamente lo contrario de “exponerlo”. Con la máxima del derecho romano: “el que está bajo la potestad de otro no puede tener nada suyo” (filius nihil suum habere potest), se justificaba este poder omnímodo con el que contaba el pater familias. La costumbre de exponer a los recién nacidos era también común entre los griegos, los germanos y los indios. Girard, un estudioso del derecho romano, se refriere a esta costumbre que era innata a las prerrogativas que competían al jefe de familia: Il peut les exposer, c’est-à-dire les abandoner. Se podía abandonar a un hijo, tal como se hacía con un esclavo, con un animal o una cosa inanimada (2). Recién con la República, y más aún con Justiniano, empezaron a morigerarse estos derechos ilimitados de los padres sobre sus hijos. Y entonces surgió el axioma que habría de contribuir a aligerar los padecimientos de los menores: “la patria potestad debe consistir en la piedad, no en la atrocidad” (patria potestas in pietate debet, non atrocitate consistere) Aunque, en verdad, el maltrato hacia los niños perduró durante muchos siglos y aquel enunciado quedó reducido a una mera expresión de deseos. El abandono de bebés, aunque sin la solemnidad del románico rito, también fue conocido en Buenos Aires en tiempos de la Colonia. En el mes de junio de 1779, el Procurador General del Virreinato elevó un dictamen al virrey Vértiz informándole sobre la urgencia de fundar “una casa en que puedan recogerse los muchos niños que se exponen...niños que han muerto a las puertas y ventanas de los vecinos por la misma intemperie de la noche...cuántos otros porque expuestos en la misma vereda o paso han sido pisados; cuántos comidos de perros y cerdos, y cuántos arrojados en las calles públicas y nadie ha podido remediar su trágica suerte”. Este informe, que contiene decenas de casos desgarradores extraídos de casos reales, impulsó al virrey a fundar la Casa Cuna, un organismo que si bien no fue modelo de contención de las criaturas, sirvió al menos para evitar la muerte de muchas de ellas. La Casa Cuna del virreinato rioplatense fue fundada sobre los lineamientos de “La Inclusa”, nombre propio de la Casa de los Expósitos de Madrid, y que según la tradición habría tomado tal denominación de una imagen de la Virgen encontrada por un soldado español en la ciudad holandesa de L’Écluse, llevada con él hasta Madrid. De ahí que tanto en España como en buena parte de América se le diese el nombre de incluseros a los niños abandonados. También se los mencionaba con este apelativo en Portugal: “Su hijo tendrá un papá y recibirá educación, no será un inclusero” (3) La Inclusa, y con ella los desdichados que cobijaba, inspiraron la copla española, cantada desde los tiempos coloniales: “Ni padre, ni madre, ni perro que le ladre” Algo similar a lo que ocurre con el campesino Olegario Santana, el personaje recreado por el chileno Rivera Letelier (2002): “...se había criado solo en un caserío al pie de la cordillera y jamás conoció ni a su padre ni a su madre” 153 En las colonias americanas una no despreciable cantidad de mujeres que carecían de capacidad económica para mantener y criar a sus vástagos, los entregaban a familias pudientes, por unos cuantos años, para que éstas se encargasen de su mantenimiento y educación. Se pactaba, entre la madre de origen y la “familia asistencial” que el hijo/hija sería reintegrado para una época convenida “debidamente ilustrado”. Lo que se procuraba con este sistema de semi-adopción o adopción incompleta (en realidad se trataba de una crianza temporal), era que el hijo de la mujer pobre no sólo sobreviviese sino que quedase suficientemente preparado para auto-sostenerse y, al mismo tiempo, coadyuvar al mantenimiento de su madre. Es decir que ésta exteriorizaba en el contrato su voluntad de no desprenderse definitivamente de su hijo. Eran los convenios con cláusula “de reencuentro”. Claro está que en no pocas oportunidades, las familias “adoptantes”, encariñadas con sus protegidos/as tras varios años de convivencia, se oponían a reintegrarlas a las familias de origen, lo cual originó una serie de litigios en donde estas últimas reclamaban “la vuelta a casa” de sus descendientes. Sin saberlo, estas familias de crianza estaban reeditando un precedente milenario sustentado por el Código de Hammurabi al que ya se hizo referencia páginas atrás: el niño criado por un tercero no puede ser reclamado por sus padres. La brasilera Fonseca relata la subsistencia en su país de la práctica conocida como circulación de niños, una costumbre familiar de muchas generaciones atrás en que la privación económica juega como factor clave, y por medio de la cual una considerable cantidad de hijos de parejas pobres va transitando por los domicilios de sus propios parientes (caso de abuelos o tíos), de sus madrinas, vecinas y de sus “padres verdaderos”. Es una especie de auto ayuda entre familiares y amigos, una crianza compartida por varias familias; con ello se procura evitar la dación del chico en adopción a terceras personas. Una rotación de niños dentro de un circulo endogámico. Existen antecedentes europeos de progenitores desprendiéndose de sus niños pero con la idea de volver a reencontrarse con ellos luego de cierto tiempo. En una crónica de la época (la anécdota se sitúa en 1751) se informa que en París, sobre cinco niños abandonados en el portón de acceso al Hospital des Enfants-Trouvés, dos de ellos eran portadores de sendas notas mencionando la edad, el nombre de cada uno de ellos, y que habían sido bautizados. También se hacía referencia a las causas del abandono, elevando un ruego para que los niños fuesen acogidos y bien tratados por alguien que se compadeciese de ellos. Las notas concluían informando que los padres de sangre se comprometían a recuperarlos en el futuro: dans deux ans se manifestaba en una de las misivas; quand Dieu le permettra, informaba la otra. También se registran casos similares acaecidos en el año 1759 en la localidad de Caen. La intención materna de “regresar por el niño”, algo no infrecuente en la vida real, también fue recreada por la novelística clásica. Y así, pergeñados por el ingenio y la pluma de Hugo (4), aparecen los tres personajes de la trama: “¿Quiere usted guardarme mi hija?”, indagó Fantina. “Sería preciso ver antes...” contestó Madame Thénardier. “Luego que haya reunido algún dinero, volveré aquí en busca de mi amor”, concluyó la madre de la pequeña Cosette. Y el trato quedó concluido. Sólo que Fantina nunca más iba a poder ver a su hijita; quizá haya sido un gesto de piedad del escritor hacerla morir. Con ello le ahorró la penuria de tener que ver a su hija reducida a un estado de despiadada servidumbre. Una servidumbre 154 de la cual habría de sacarla el espíritu justiciero de Jean Valjean que la arranca de la siniestra posada de los Thénardier, y la lleva consigo. Aquí Hugo nos muestra una causa justa para hacerse cargo de una criatura que no es propia (no existía la figura jurídica de la adopción de menores en la época de la redacción de la novela): una niña hija de padre desconocido, huérfana de madre, y torturada física y psíquicamente por sus guardadores tenía humano derecho a obtener la bendición de un salvador. Gracias a ello comienza a transitar las dulzuras de una infancia que hasta entonces le había sido negada. En la temática de “Los Miserables” (1862), Hugo es consecuente con su eterna preocupación por la suerte que corrían los parias de la sociedad y las injusticias cometidas en detrimento de éstos. Su rebelión contra estas iniquidades no es nueva; ya se puede advertir en sus primeros escarceos literarios, tal el caso que elabora en “El Ultimo Día de un Condenado” (5), donde pergeña un entretejido de crímenes, abandonos y miserias. Más allá de sus innegables malabarismos ideológicos, como los define su compatriota Paul Lafargue, hay que rescatar en la obra de Hugo su preocupación por los niños abandonados. Con certero enfoque, la cubana Mirta Aguirre sostiene que “pese a todos sus girasoleos políticos hay que reconocer en él a un hombre de sincera bondad” (6) Lo que resulta novedoso, dentro de tanta tragedia, es que los niños con respecto a los cuales se tenía la voluntad de recuperarlos, llevaban estampada una marca destinada a permitir su identificación al momento de ser reclamados por sus padres. Pero, más allá de este dato, una estudiosa del tema, Nadine Lefaucheur, arriba a la conclusión de que muchos otros padres no dejaron ninguna nota adherida a las prendas de sus hijos por la simple circunstancia que no sabían escribir. Y ante tal falencia, estos padres analfabetos no recurrían a la ayuda de terceros: “la vergüenza, la miseria y las mismas circunstancias del abandono no les permitía presentarse ante un escribano público...” (7) Una literatura jurídica más cercana a nuestros tiempos define al expósito como aquel niño/ niña que ha sido echado a las puertas de alguna iglesia, hospital, casa particular o en otro paraje público o privado, por no tener sus padres medios para criarle y mantenerle, o porque no se sepa quienes son sus progenitores, o por cualquier otra consideración que a ello los haya inducido. A su vez, la acción de tal desprendimiento se la conoce como exposición, esto es, el abandono en un lugar público o privado de un niño recién nacido o que, por su corta edad, es todavía incapaz de proveer por sí mismo a su propia subsistencia. Con el fin de evitar la muerte del niño en razón de su abandono en lugares inhóspitos o deshabitados, e incluso ante la eventualidad de un infanticidio, la Novísima Recopilación prescribía que “está mandado que ninguna persona pública o privada podrá detener, examinar ni molestar en manera alguna a los que llevaren niños para entregarlos en las casas de maternidad o establecimientos de expósitos” (Ley 5; art. 23; Título 37; Libro 7) Por el contrario, se condenaba a muerte a quien expusiese al menor en un lugar “donde no hubiere quien lo tome” (Fuero Real; Ley 3; Título 23) Las Partidas (4ta, título XX, ley 4) se refieren expresamente al término exposición, definiéndolo como el acto por el cual los recién nacidos son echados por los malos padres o por las malas madres en las puertas de las iglesias y de los hospitales e también en otros lugares e despues que los han assí desamparados, los omes buenos o las buenas mugeres que los fallan, muevense por piedad a llevarlos dende crianlos, o danlos a quien los críe. También era habitual (hay abundante literatura al respecto ambientada en los siglos XVIII Y XIX) que las familias trabajadoras entregasen sus hijos al cuidado de una nodriza (del latín nutrís, icis: “ama de cría”, “ama de leche”, “ama nutriente”) encargadas de alimentarlos. Pero 155 estas nodrizas, que también provenían de las clases bajas, trataban de atender a varios bebés al mismo tiempo, incluyendo los propios. Era la forma que tenían estas mujeres para sobrevivir. Los que no sobrevivían eran los niños a ellas encargados; la gran mayoría moría a los pocos meses de edad sin haber conocido a la madre que los había parido. Esta costumbre de contratar nodrizas viene desde las épocas más remotas. Así, el Código de Hammurabi se refiere a la institución al anunciar que debe castigarse con la amputación de los pechos a aquella nodriza “que ha amantado a otro niño” en lugar de hacerlo con aquel que le había sido entregado para su alimentación y cuidado (art. 194) Estas mujeres también aparecen en la obra teatral de Shakespeare: “Al principio, el niño lloriquea y vomita en brazos de la nodriza”. Lo mismo ocurre en la moderna literatura del siglo XIX: “Eran mujeres que recibían niños para criarlos en casa. Y los niños morían sin excepción...como había habido una muy conocida que era tejedora y las criaturitas se iban al cielo...de ahí venía su nombre de tejedora de ángeles” (8) En la actualidad el desprendimiento del hijo se efectúa en la forma ya relatada de abandono, o mediante la entrega del mismo con el fin de ser adoptado por terceros. Estas dos posibilidades están contempladas en las leyes que rigen en la materia: se admite la adopción para el supuesto que el menor se encuentre en un establecimiento asistencial y medie una desatención total por parte de sus padres; o cuando éstos hubiesen manifestado judicialmente la voluntad de su entrega con fines de una ulterior adopción. Si bien se trata de dos causales expresamente diferenciadas por la ley, tanto el abandono (que se hace subrepticiamente) como la dación del niño con fines de futura adopción (realizada judicialmente), ambos casos confluyen en un denominador común: la madre está exteriorizando su voluntad de desprenderse del hijo. Va de suyo que este tipo de desprendimiento, que en su forma externa es vivenciado social y legalmente como la manifestación de una voluntad cierta de la progenitora, conlleva a una adopción plena. Y las consecuencias que este instituto acarrea son verdaderamente significativas: se extingue el parentesco del niño con su familia de origen, a la cual deja de pertenecer, e ingresa en una nueva familia. El adoptado adquiere una nueva filiación, sustitutiva de la primigenia. En la amplia mayoría de los casos pierde todo vínculo con su madre/padre biológicos. O directamente, caso del recién nacido, no alcanza a tener ninguna relación con éstos. La cita que enmarca el inicio de este capítulo representa una fiel expresión de estas realidades. En la tríada que se conforma entre la madre biológica, el niño, y la mujer que lo adopta, es aquella la que resulta perdidosa. Porque si bien su hijo pierde a su familia natural, ingresa en otra que habrá de atenderlo y cuidarlo como propio. Una familia que, por otra parte, invariablemente cuenta con un nivel socio-económico apreciablemente superior al de la de origen. Y la adoptante, por su parte, obtiene lo que venía deseando desde tiempo atrás, esto es, convertirse en madre por vía de la matriz legal. Sí, efectivamente, es la madre biológica la derrotada. De ello no queda ninguna duda, aunque a tal claudicación se la ignore socialmente. La entrega del hijo es el más evidente signo del vencido. Nos podemos referir a las guerras; a las modernas, a las antiguas. Nos podemos remontar a la guerra clásica por excelencia, a la paradigmática, aquella que fuera inmortalizada por los trágicos griegos. Podemos rememorar a una Troya devastada por el enemigo. El troyano, aplastado por los egeos, se nos presenta como el gran derrotado que todo lo pierde. Se acongoja por la pérdida de su vivienda porque allí había montado al altar 156 para adorar a su dios; siente la pérdida de su caballo, que le resultaba indispensable para combatir en tiempos de batallas o labrar el terruño en momentos de paz; llora y se desespera por la pérdida de su amada esposa, rapiñada por las soldadescas vencedoras. Pero por sobre todas las cosas se derrumba cuando asume que nunca más volverá a ver a sus vástagos. Giberti relata el caso de una beba de apenas quince días de vida abandonada en el pórtico de una parroquia. El modesto ropaje que la cubría exhibía una corta nota, escrita por su madre, en donde ésta informaba que no tenía qué comer: “...estará mejor con Dios que conmigo”, concluía la misiva. Este caso, que se multiplica por decenas de miles en los países no desarrollados, pone de manifiesto que el desprendimiento del vástago deja de ser un acto volitivo válido. La madre hace la entrega impulsada por circunstancias exógenas que condicionan su voluntad. En la guerra, el vencido entrega su mujer, y ésta hace lo propio con sus hijos. Así aparece en la leyenda bíblica. Y así ocurre en la actualidad cuando una madre atortujada por un sistema perverso se convierte en la derrotada de la modernidad. Se deshace de su único bien; se desprende de su prole. Lo hace con dolor, para que no se le muera. En realidad, pese al repudio que suele recibir de buena parte de la sociedad, lo cede por amor. Es, en esencia, un acto de amor. Tal como lo cedió la madre verdadera en la leyenda del rey Salomón en su intento por impedir que la cuchilla cayese sobre el cuerpo de su vástago y fuese repartido por mitades: “Y entonces la mujer cuyo era el hijo habló al rey, porque se le conmovieron las entrañas, y dijo: Señor mío, dad a la otra el niño, y no lo matéis” “Entonces el rey respondió, y dijo: dad a aquella el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre” “Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y vieron que había en él sabiduría para juzgar” (9) La actitud de justicia meramente distributiva que se plantea inicialmente está destinada a probar, en el sentir de Raúl Yafar, la actitud de desprendimiento de las dos madres. Dos mujeres enfrentadas por un niño que podría ser partido por mitades por ese gesto alocado de la sorprendente sabiduría del rey, y que no es más que un genuino acto de revelación de la verdad. Salomón produce su corte simbólico, no importando quien ha parido al bebé, sino quien es capaz de donar un hijo a la vida. Y esto es, justamente, lo que implica el desprendimiento que hacen las madres actuales de sus vástagos; les dan vida, los sustraen de la muerte despojándose de ellos. Todo esto ha venido siendo estudiado desde el punto de vista emocional. Sólo un amor poderoso, la urgencia de salvar la vida de un ser querido, un hijo, puede llevar a una madre a asumir esta actitud de desprendimiento. En el decir de Goleman (“La inteligencia emocional”; 2004) ese sacrificio personal, considerado desde el punto de vista del intelecto, es discutiblemente irracional, pero desde el sentir del corazón es la única elección posible. Claro está que desde la perspectiva de los biólogos evolucionistas, tal sacrificio de la progenitora está al servicio del éxito reproductivo; en el hecho de pasar los propios genes a las generaciones de futuro. Pero, encarándolo desde el acto volitivo de una madre que toma la decisión desesperada sólo se trata de un hecho de amor. La causa de que un niño/niña se vea desplazada de su familia biológica no dimana precisamente de la voluntad de desprendimiento de sus progenitores. Los niños no pierden su hogar paterno, el mismo donde deberían criarse y desarrollarse, porque un pater familias poderoso, al estilo de los señalados por Gayo, así lo haya decidido. Lo pierden a causa de la miseria; una miseria que derrumba principios y voluntades. Una miseria que acarrea una 157 hambruna que bloquea el razonamiento y elimina el instinto. Como señalaba Séneca, “el vientre hambriento ni escucha ni oye preceptos; pide, clama, grita”. Aquel desplazamiento de un chico de la familia gestante a otra adoptiva se efectúa, entonces, para que no sobrevenga su muerte por desnutrición. Paradójicamente, entregándolo, su madre lo ampara y le da vida. Lo con-tiene al dejar de tenerlo. Lo entrega para que siga viviendo, como en la leyenda bíblica. En este sentido, alguna jurisprudencia francesa fue la primera en dar una interpretación acertada del término abandono, contenido en el art. 350 del Code. Y así, determinó que los jueces deben constatar - en el acto de la dación del hijo - “un desinterés manifiesto y consciente” por parte de sus progenitores (fallo de la Cámara Civil 1ra. de la Corte de Casación; París; 23 de Octubre de 1973, y Reims; 28 de febrero de 1977) (10) Estos tribunales franceses, sosteniendo la doctrina acertada, han impuesto como condición para acordar la adopción, que el acto del desprendimiento sea auténtico, razonado, y no motivado por factores externos. Se requiere un acto volitivo cierto, no inducido; un desprendimiento consensuado, no impuesto. El Código de Familia de Cuba se preocupa por resaltar que el abandono del niño/ niña debe estar motivado en un acto de libre albedrío de sus progenitores. Para que se pueda abrir el proceso de adopción por dicha causal se requiere (art. 103, modificado) que los menores hayan sido abandonados intencionalmente por sus padres o que no reciban de ellos un adecuado cuidado, y siempre que sean verdaderamente culpables de tal omisión (11) En un estudio acerca de los niños carentes de un ambiente familiar normal, elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, se afirma que la razón principal del abandono de niños radica en la pobreza de sus padres. Y también en los prejuicios sociales contra las madres solteras. Prejuicios que fueron responsables, a través de la historia, de innumerables abortos y filicidios y, también, de la dación de los vástagos “bastardos” en adopción. Muchas madres, la mayoría de ellas menores de edad, abandonan a sus bebés recién nacidos en el mismo hospital donde los tuvieron. En ocasiones el abandono sobreviene a los fines que sus padres y parientes no se enteren del embarazo (para lo cual se radican por varios meses fuera del hogar paterno) y en otros supuestos la dación del hijo tiene por causa la presión ejercida por los familiares directos: “Audelina quedó más muda que nunca...una noche, a la luz de una Petromat que convocaba a todos los insectos de los alrededores del rancho, su papá le dijo que iba a regalar ese hijo del pecado” (12) En esta narrativa de Herrero, se repite el caso de la Amelia de Queiroz. Ambas habrán de perder sus bebés; aquella por imposición de su padre y ésta por decisión del clérigo que la había embarazado. En no pocas oportunidades, cuando quienes van a parir son adolescentes de escasos recursos económicos, deben sumar a sus padecimientos y a sus angustias ante un futuro que vislumbran como nada positivo, la sanción social por su embarazo precoz. Lo paradojal es que reciben tal castigo de quienes, se presume, deberían recibir solícita atención. En un estudio sobre el tema se detectaron diversas acciones de violencia ejercidas por el personal de enfermería del hospital sobre las parturientas: se iba desde el insulto y la mofa hasta manipulaciones inadecuadas sobre sus cuerpos. (13) Durante la primera mitad del siglo XIX se fueron estableciendo en Irlanda los llamados Hogares de Magdalena, establecimientos regenteados por la Iglesia Católica administrados por monjas, y en los cuales – por imposición de sus progenitores – se internaba a aquellas 158 jovencitas consideradas inmorales o mujeres “fáciles”. Un cerrado sentimiento dogmático llevó a muchos padres a internar a sus hijas cuando éstas se convertían en madres solteras, un hecho que era considerado como muy pecaminoso. El bebé, no bien nacido, era entregado por el padre de la joven madre a la Iglesia con la finalidad que ésta lo ofreciese en adopción a “una familia respetable y con el cristiano propósito que el niño no se convierta en un bastardo”. A la joven madre se le permitía tener a su bebé en brazos un par de horas, y en ocasiones ni siquiera se le concedía el derecho a conocerlo. Tal despojo era habitual aún en los casos de embarazos provocados por violaciones: la joven era considerada una diabólica pecadora también en estos supuestos. El último Hogar de Magdalena fue cerrado en el año 1996. En este establecimiento las internas estaban obligadas a trabajar hasta doce horas diarias, lavando y planchando toda clase de ropa en condiciones infrahumanas y, obviamente, sin ningún tipo de retribución pecuniaria. La ropa era proveída por una lavandería ubicada en el centro de la ciudad que contaba con una numerosa y calificada clientela. Y por tales “servicios” prestados a la empresa, tanto la monja directora como su séquito percibían suculentos emolumentos. Pero la reducción a servidumbre de las internas, amén de repetidos casos de abusos sexuales y de crueles castigos cometidos contra las mismas, eran aberraciones que ya no se podían ocultar hacia fines del siglo veinte. La huída de un par de “reclusas”, y la consiguiente divulgación de estos hechos, movilizó a buena parte de la opinión pública, que presionó y obligó en definitiva a la clausura del establecimiento. La película “The Magdalene Sisters”, premiada con el León de Oro en el Festival de Venecia 2002, relata minuciosamente el drama de estas mujeres despojadas tanto de sus bebés como de su dignidad. La figura del hijo bastardo, que como se ha visto mortificaba a aquellos irlandeses y continúa preocupando a algunos sectores en la actualidad, ya aparecía en las Institutas; Gayo comenta acerca de los hijos espúreos nacidos de diversas relaciones extramatrimoniales. Tal el caso del stuprum (“cuando se corrompe a doncella o a viuda”), o del adulterium (“el acto sexual cometido con mujer casada”) También recibían el mismo calificativo los hijos habidos con esclavas, con meretrices y con actrices o con sus hijas, es decir, con las “aquellas que parían habiendo nacido en oscuro lugar” (obscuro loco natae) Estas uniones eran despreciadas política y socialmente, y los vástagos concebidos de estos apareamientos “vulgares” (vulgo concepti) seguían la condición de la madre: vulgo quaesitas matrem sequitur. En el Digesto se sostiene que “la ley de la naturaleza (lex naturae) es ésta: el que nace fuera de legitimo matrimonio debe seguir la suerte de la madre, salvo si una ley especial determina otra cosa” (14) El matrimonio ilegitimo o ilegal, matrimonium non iustum, carecía de los derechos y atribuciones que la ley confería al de las justas y legales nupcias (iustae nuptiae). El tratamiento ignominioso dado a los hijos habidos fuera de legítimo matrimonio era similar al que debían soportar los “hijos del traidor”. Así como no sólo se castigaba a la adúltera sino también al fruto de las relaciones extramatrimoniales, las legislaciones antiguas, muchas veces inspiradas en preceptos religiosos, penalizaban el delito de traición contra el monarca o contra la patria, persiguiendo tanto al culpable como a sus descendientes, en ocasiones hasta la cuarta generación. En la mayoría de los casos eran desterrados, y no pocas veces de por vida. Se le negaba al imputado el derecho a regresar a su ciudad de origen, a su patria, lo que los romanos conocían como ius postlim inii. Y esta condena al ostracismo no era poca cosa, dado que la prohibición de morar en la propia ciudad 159 acarreaba el alejamiento del culto. Para los antiguos, desterrar implicaba negar el fuego y el agua (entendiéndose por tales el fuego de los sacrificios y el agua lustral) Y esto implicaba la pena máxima: excluir al reo de la religión. De manera similar, tampoco tenía derecho al credo el hijo de la adúltera. Hay un antecedente en la Biblia, donde un dios vengativo y celoso hace recaer su furia hasta la cuarta generación del pecador; entendiéndose por tal a aquel que osase adorar a otros dioses o esculpir imágenes cúlticas: “No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo, Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (in tertiam et quartam generationem) (15) En el derecho romano se condenaba al que traicionaba a su monarca o a su patria. Igualmente al que desertare del combate frente al enemigo. Pero también se responsabilizaba al descendiente por el delito cometido por su progenitor, a quien se le aplicaba prácticamente la misma pena. Para este hijo, conforme al concepto que vierte la Enciclopédica Jurídica Española, “la vida que le dejaba la lenidad imperial era un suplicio continuo”. Los niños quedaban abandonados o, en el mejor de los supuestos, eran entregados a terceros que invariablemente los reducían a servidumbre. En los tiempos modernos la entrega del hijo se convalida por causa de la miseria. Pero aún cuando la pobreza, la falta de trabajo o las malas condiciones de vivienda no llegasen a privar al niño de su hogar, en el sentido más estricto del término, pueden causar tal inquietud e inestabilidad en las relaciones entre los miembros de la familia, que la existencia de un medio familiar normal se hace imposible En realidad no se trata de niños abandonados sino de familias abandonadas. Esta verdad es silenciada por un sistema perverso sustentado, a la vez, por un poder corrupto. Se elabora toda una legislación, no pocas veces anunciada con rimbombancia, que va a los efectos, ignorándose las causas y el porqué de la dación del hijo. No existe ninguna preocupación por la mujer que entrega; tanto, que la norma que rige en materia de adopción de menores obliga al juez a tomar conocimiento directo de las condiciones personales de los adoptantes bajo pena de nulidad de todo el proceso, pero deja a su libre arbitrio el hacer lo mismo con la familia biológica. La mujer se desprende de un bien inapreciable pero no hay preocupación por conocer el porqué de tal renunciamiento. Ni tampoco el saber acerca de sus angustias, de sus temores, de sus necesidades. Son cosas que no hay que remover. No se pregunta, no se indaga, no se ahonda. Para el espíritu que ha guiado a esta ley es preferible el silencio, ese silencio plúmbeo que aplasta mas que el ruido. Hay que cavar, cavar fosas profundas que sirvan para sepultar verdades, para disimular injusticias. Hay que ocultar, no sea cosa que se universalice esa idea extraña “propia de anarquistas, socialistas y antisociales” que pretende convencer que en la gran mayoría de los casos la dación del bebé se efectúa por falta de apoyo familiar y/o por factores económicos y sociales. No vaya a ocurrir que se reflote el pensamiento de Badinter, cuando sostenía que “nadie tendría la desvergüenza de afirmar que todas estas mujeres que abandonan de un modo u otro a sus hijos lo hacían por falta de amor. Estaban reducidas a un grado tal de agotamiento físico y moral que cabe peguntarse que posibilidades tenían de otro sacrificio vital” (16) O que se vuelva a insistir con las ideas de la inglesa Silvia Pankhurst (1882-1958), esa infatigable luchadora, propiciadora del sufragio universal a favor de las mujeres, denunciadora de los abusos y malos tratos contra los niños, activa defensora de los derechos humanos, fundadora de la Federación Socialista de los Trabajadores, que hacia principios del siglo veinte, en pleno auge del industrialismo europeo, le venía exigiendo al régimen de entonces 160 la disminución de las agobiantes jornadas laborales de doce y de hasta catorce horas diarias, así como un incremento de un par de peniques en los misérrimos salarios. Todo ello a fin de que los trabajadores pudiesen disfrutar de algún par de horas en compañía de sus hijos y evitar, al propio tiempo, que por falta de un mínimo sustento se viesen forzados a desprenderse de los mismos para depositarlos en fríos e inhumanos orfanatos, o entregarlos para su crianza a familias con un mejor pasar económico. Las agobiantes jornadas laborales en las fábricas durante el siglo XIX y principios del siglo XX hacía imposible en muchos casos que las mujeres (obreras y empleadas) pudiesen atender medianamente bien a sus hijos, algunos de los cuales también eran explotados en aquellas industrias por salarios miserables. Las manufacturas metalúrgicas de Birmingham y de sus cercanías empleaban, para tareas generalmente pesadas, unos 30.000 obreros niños y jóvenes, y unas 10.000 mujeres. Todos trabajaban largas jornadas diarias por un salario de hambre (17) En Francia, en el año 1848, los establecimientos que contaban con 10 obreros o más, contabilizaban unos 670.000 empleados. De éstos, más de la mitad, eran mujeres y niños: 254.000 y 130.000 respectivamente. La explotación de estos niños, muchos de ellos de muy poca edad, era aceptada como algo natural desde los más altos estratos del poder político. Hasta era considerada como una ocupación beneficiosa para las propias víctimas. En una alocución que hizo el ministro de Comercio de Francia ante la Cámara de Diputados en 1840, una verdadera cátedra de cinismo citada por Benigno CÁCERES en su Loisirs et travail de Moyen Age a nos jours, dijo: “El niño que entra a los 8 años al taller será a los 10 años más capaz de soportar la fatiga, más hábil y más instruido que un niño de la misma edad educado hasta entonces en la ociosidad” Habría que haberle preguntado a este burócrata si, velando por una buena instrucción para sus propios hijos, se hubiese atrevido a entregarlos en manos del capataz de algún establecimiento fabril. Ya se venía imponiendo una gran industrialización que habría de traer una larga etapa de pauperización para la clase trabajadora. Pero el poder, y sus servidores, entre ellos la prensa, seguían pregonando las virtudes del sistema, negando y ocultando la miseria que el mismo ocasionaba. Así, una crónica de la época informaba a sus lectores: “¿Qué es lo que se hace, de quince años a esta parte, si no presentarnos incesantemente cuadros sombríos de la situación de los obreros, acusando por turno al gobierno y a las clases medias de oprimir y explotar a los trabajadores y de tal modo entregarlos a una miseria sin fin?. No es con declaraciones de este tipo como se llega a las reformas sociales” Thomas Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos en los inicios del siglo XX, fue ungido con el premio Novel de la Paz en el año 1919. Este personaje, más allá de su imagen de liberal (en el sentido que le otorgan sus conciudadanos) oportunamente dirigió un discurso a los magnates de la industria norteamericana; y como para que no quedasen dudas con respecto a la ubicación que en la escala de poder corresponde a los unos y a los otros, dijo: “Los hombres que gobiernan la máquina la utilizan con libertad de acción. Son pocos y formidables los que ejercen el poder, mientras el conjunto de los demás hombres son tan solo peones en el juego ( “ Historia del Movimiento Obrero”; volumen 3, p. 111; Centro Editor de América Latina; Buenos Aires; 1985) También sería el artífice de una política intervensionista e imperialista, sobre todo en América Latina, la misma que habría de llevar a millones de familias al desamparo y a la indigencia. Otros no negaban la existencia de una miseria extrema entre la masa de trabajadores asalariados, por el contrario reconocían su existencia. Pero, acólitos los más de ellos de las teorías maltusianas, la consideraban no solamente como un mal necesario sino como algo 161 verdaderamente útil para la sociedad. El economista y religioso inglés Thomas Robert Malthus sostenía que habría de llegar un momento de la humanidad en el que los recursos alimentarios no alcanzarían para todos. Para contrarrestar esta tendencia proponía que el Estado no avalase ningún tipo de asistencia social con el propósito de que la población fuese disminuyendo; era necesario, en su decir, aumentar las tasas de mortandad, permitiendo que las enfermedades, las epidemias, las guerras y las malas condiciones socio-económicas de buena parte de la población se encargasen de ello. Estas teorías, que obviamente afectaban a los sectores desprotegidos de la sociedad, recibieron buena acogida por parte de las clases privilegiadas, sobre todo en un momento en que Gran Bretaña empezaba a desarrollar su revolución industrial. Durante el siglo XIX, encumbrados representantes de los sectores del poder competían en los medios periodísticos alabando este tipo de doctrinas. En un impiadoso alegato, y basándose justamente en estas ideas, Charles Dunoyer (1845), opinaba: “¿Creéis que la miseria es algo horrible? Añadid que es un mal necesario. Es bueno que en la sociedad haya lugares inferiores donde se vean expuestas a caer aquellas familias que se conducen mal. Sólo la miseria y los saludables horrores que la escoltan pueden conducirnos a la inteligencia y la práctica de virtudes necesarias para el progreso de nuestra especie y su desarrollo regular. La miseria ofrece un saludable espectáculo a la parte que sigue sana y separada de las clases menos felices; está hecha para llenarlas de un saludable espanto; las exhorta a las virtudes difíciles que necesitan para llegar a una mejor condición”. El aristocrático Dunoyer esparció estas ideas por toda Inglaterra y, dominicalmente, lo hacía en la Iglesia a la que solía concurrir. No fueron pocas las adhesiones que recibió. Esta apocalíptica doctrina, que como se observa trae el averno a la vida terrenal, tuvo sus no pocos seguidores. Uno de ellos fue el abate Meysonnier quien bregaba por moralizar a la clase obrera que es “la parte gangrenada de la sociedad”. Este religioso se movía entre las fábricas propiedad de los industriales de Lyon, convertidas en pseudo-conventos; eran fabricas dirigidas por monjas donde trabajaban jóvenes menesterosas, por salarios infamantes y hasta sin el cobro de emolumento alguno, sometidas a una rígida disciplina militar. Estas monjas cumplían el papel de fieles servidoras de sus amos empresarios, ejerciendo como capataces y administradoras. Parte de las ingentes fortunas que se amasaron mediante la explotación de las obreras reducidas a servidumbre era entregada como “contribución” al obispo con jurisdicción en la zona de ubicación de la fábrica. Y el importante óbolo era retribuido mediante la sucesiva provisión de mujeres indigentes que periódicamente ingresaban como trabajadoras en los establecimientos fabriles. Esas pupilas, si parían, debían donar sus hijos o abandonarlos. No sólo no tenían las mínimas posibilidades para conservarlos consigo. Se les prohibía cargar con un crío dentro del establecimiento. Todas estas aberraciones, y otras muchas más, impulsaron acciones reivindicatorias de las masas que decantaron en la insurrección obrera de junio de 1848. Los ideales allí enarbolados habrían de ser barridos con el golpe reaccionario de Luis Napoleón Bonaparte. Entonces la zanja abierta entre los muy pudientes y los muy necesitados se fue ensanchando cada vez más. Tanto que, hacia fines del siglo, un Rubén Darío cuyas dotes poéticas se enriquecieron durante su estadía en Francia, se soliviantaba al observar que un lujoso cementerio para perros y gatos de ricos era inaugurado en un París rebosante de calles inundadas de niños mendicantes aferrados a sus famélicas madres: “la parte revolucionaria que llevo dentro de mi ser se subleva”, habría de bramar el poeta nicaragüense, mientras esbozaba, ya influenciado por la obra de Verlaine, sus “Prosas Profanas” y “Los Raros”, un par de alardes de exquisita creación poética. 162 Infortunadamente, la explotación de seres humanos que tiñó la industrialización europea del siglo XIX, aun perdura en nuestros tiempos en buena parte del planeta. Roseline Costa, una representante del movimiento “Justicia y Paz”, pudo visitar en 1995 tras varios intentos frustrados, la fabrica de vestidos Sharaka Garment Factory, ubicada en Bangladesh. Allí comprobó la existencia de unas quinientas mujeres amontonadas en una habitación trabajando sobre máquinas de coser; de ellas, más de la mitad eran niñas de menos de trece años que trabajaban desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche. Luego se desplomaban sobre el suelo y se dormían a la espera del alba. El informe se cierra con la denuncia que algunas de tales niñas comienzan a trabajar a los seis años como pequeñas ayudantas, no recibiendo paga alguna durante varios meses. Esta empresa, enriquecida en base a la imposición de esas inhumanas jornadas laborales y a la contraprestación de salarios de hambre a sus dependientes, es la encargada de producir vestimentas para la Wal-Mart, una multinacional norteamericana que desparramó gran cantidad de supermercados por diversos países. La fábrica Zhili (Hong Kong) que produce juguetes para la italiana Chico; y la empresa Nikomas (Indonesia) que fabrica zapatillas deportivas para la americana Nike, también someten a sus trabajadoras, tanto mayores como niñas, a un despiadado vasallaje laboral. Estas aberraciones han sido sistemáticamente denunciadas, aunque sin éxito, por la AFLCIO, la principal central sindical de los Estados Unidos. Hay que explotar al ser humano, no interesa que sea adulto o niño, para que el precio final del producto resulte competitivo al nivel mundial. En Argentina, en pleno siglo XX, la situación de miseria por la que atravesaban los obreros empleados en diversos establecimientos económicamente poderosos (caso de las factorías, quebrachales e ingenios, entre otros), se veía aún más agravada porque sus magros sueldos ni siquiera eran abonados en dinero efectivo. El pago se cumplimentaba mediante la entrega de bonos, solamente canjeables en establecimientos explotados por la misma patronal. Con estos bonos los obreros adquirían lo necesario para subsistir (alimentos y alguna vestimenta) Esta práctica contribuyó aún más al empobrecimiento de una gran masa de trabajadores detectándose que esta situación obligaba a muchos de ellos a desprenderse del total o de parte de sus hijos. En “La Forestal”, un emporio de capitales ingleses enclavado en el norte del país dedicado principalmente a la explotación (indiscriminada por otra parte) del quebracho y de su tanino, los obreros y hacheros no contaban con escuelas para sus hijos. Las había, sí, para los hijos e hijas de los funcionarios, amén de los infaltables campos de golf para los caballeros y las salas de té para ellas, pero nada de escolaridad, ni tampoco de sanidad, ni para los obreros ni para sus familias. Algunos hacheros, cuando la patronal se lo permitía, también optaron por deshacerse de sus vástagos procurándoles algún tipo de enseñanza fuera de la colonia. Esta desunión paternofilial resultaba definitiva dado que los padres no podían abandonar por propia voluntad el establecimiento, estando asegurada su permanencia “vitalicia” en el mismo merced a la custodia de capangas armados y de policías contratados por la empresa. La compañía inglesa recién se retiró cuando los campos por ella ocupados quedaron totalmente arrasados debido a su irracional explotación. Eran épocas de total sometimiento de la economía argentina, y buena parte de la latinoamericana, a los intereses de la Gran Bretaña. Entre los centenares de casos de crudo colonialismo inglés en el ámbito sudamericano, un vasallaje avalado por los cipayos internos, se puede recordar la masacre de unas dos mil quinientas personas, entre niños, mujeres y hombres, en la escuela chilena de Santa María de Iquique; un suceso que se remonta al año 1907 y en el que el ejército 163 chileno, actuando como guardia pretoriana de los intereses foráneos, cargó a sable y rifle contra un pueblo indefenso que había cometido el delito de gestionar mejoras en el trato laboral. Muchos hijos de estos trabajadores quedaron huérfanos. Unos fueron alojados en orfanatos, otros murieron en su desamparo. El resto fue “generosamente adoptado” por familias chilenas que los alojaron en sus residencias para que se desempeñasen como sirvientes. Otro caso emblemático es el de Jacobo Arbenz Guzmán, presidente de Guatemala entre 1950 y 1954, derribado del poder por el accionar sedicioso del coronel Castillo Armas, apoyado tanto por el gobierno de los Estados Unidos como por la United Fruit, empresa transnacional instalada en el país centroamericano. El empecinamiento de Arbenz en mejorar las condiciones de trabajo de los obreros contratados por la United Fruti, reducidos a una condición de verdadera servidumbre, le costó la presidencia. Ya en el siglo anterior, hacia el año 1825, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores inglés, George Canning, explicaba el rápido reconocimiento de los nuevos estados sudamericanos por la urgencia de su país en restablecer un rápido equilibrio de poder en toda Europa. Y desde ese momento, hasta la conclusión de la segunda mundial (1939-1945) Argentina quedó maniatada a los intereses ingleses, al punto que hacia fines de la década del 30, la inversión de capitales de Gran Bretaña en el país sudamericano representaba más del 60% del total de las inversiones extranjeras. En 1933, año de la firma del pacto RocaRunciman (una vergonzosa claudicación ante el Imperio) el vicepresidente Julio A. Roca manifestó públicamente que “la Argentina, por su interdependencia recíproca, desde el punto vista económico es una parte integrante del Reino Unido”, al tiempo que Guillermo Leguizamón, un abogado que representaba los intereses británicos, pudo afirmar que “la Argentina es una de las joyas más preciadas de la corona de Su Graciosa Majestad”. Ello permite comprender el porqué del empecinamiento de los gobiernos argentinos de turno, hasta avanzado el siglo XX, de influir en los diversos eventos panamericanos “presentando todos los elementos posibles contra Estados Unidos”, tal como lo manifiesta en sus Memorias el Secretario de Estado durante el gobierno de Roosevelt, Cordell Hull. (18) Pero ya vendrían otras épocas, aunque no mejores para el país. Se pasaría de los colonialistas de Londres a sus colegas de Washington quienes, en esta materia de intereses económicos y de intromisión en políticas ajenas, no eran aliados sino adversarios; competían entre sí procurando quedarse con la porción más suculenta del botín. El gobierno del radical Alvear (1922-1928), procurando de alguna forma aliviar la situación de los explotados, promulgó la ley de “pago de salarios en moneda nacional”(Ley 11.278 del 5 de agosto de 1925), disponiendo que “todo salario o sueldo de obreros o empleados deberá abonarse exclusivamente, y bajo pena de nulidad, en moneda nacional de curso legal... pago (que) deberá hacerse en días hábiles, durante las horas y en el sitio de trabajo, quedando prohibido efectuarlo en lugares donde se vendan mercaderías o se expendan bebidas como negocio principal o accesorio”. A esta ley se la enmarca dentro del orden público, decretándose que la renuncia a sus beneficios no exonera ni de las obligaciones ni de las penalidades impuestas por la misma norma. Cuando se sancionó la ley 11.278 ya llevaba más de cuarenta años de vigencia la ley del Registro Civil de la Capital Federal y Territorios Nacionales. Esta norma prescribía en su art. 40 que el nacimiento de un expósito debía inscribirse en una partida especial donde se haría constar el nombre y apellido que se le dé. Pero, no obstante tal manda, el Reglamento Interno del Registro Civil de la Capital Federal (art. 72) disponía imponerles simplemente dos prenombres, el segundo de los cuales habría de servir a modo de apellido. Era una costumbre que venía de antaño, de la vieja legislación española, pero el ejemplo se basta 164 por sí mismo para poner de relieve que subsistía, aún durante el siglo XX, un elevado prejuicio con respecto a los expósitos. Y éstos, que ya habían sufrido el abandono de sus padres, venían ahora a soportar su descalificación por la ley. El 6 de septiembre de 1930 sobrevino el cuartelazo cívico-militar que destituyó al presidente constitucional Irigoyen. Este golpe sedicioso, aromatizado con petrolífera esencia, impuso en el poder al faccioso general Uriburu y tras él a su camarada Justo. Durante ambos gobiernos, ungido el primero por la prepotencia de las armas y el segundo por la falacia del fraude, se volvió a aplicar la nefasta Ley de Residencia (Ley N° 4144, promulgada el 23 de Noviembre de 1902), lo que originó que muchos obreros extranjeros (alguna prensa adicta al régimen los catalogó de “indeseables anarquistas”) fueran expulsados del territorio nacional. La norma, de sólo cuatro artículos de fondo, y por demás draconiana, autorizaba al Poder Ejecutivo a “ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público... (quien) ...tendrá tres días para salir del país y pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarque” (síntesis de los arts. 2° y 4°) Claro está que la perturbación del orden público no era otra cosa que las escasas huelgas que algunos obreros se atrevieron a efectuar en demanda de mejoras en sus salarios y en las condiciones generales del trabajo. Mayoritariamente, los historiadores han venido sosteniendo que la huelga de estibadores y carreteros de noviembre de 1902, que preocupó seriamente a los elementos reaccionarios que dominaban en el Senado y en Diputados, motivó que la ley fuera sancionada en tiempo record. Pocos legisladores se opusieron a la ley. Uno de ellos, Francisco Durá, dijo en el recinto de la Cámara de Senadores: “El proyecto en discusión está inspirado en el propósito de que el Poder Ejecutivo sea el único que debe pensar, resolver y ejecutar la expulsión de los extranjeros: acusador, juez y ejecutor de su propia sentencia” (19) También Alfredo Lorenzo Palacios, el primer legislador socialista de toda América, elegido como tal el 13 de marzo de 1904 por la populosa barriada capitalina de La Boca, habría de debutar en el Congreso de la Nación con un proyecto de derogación de la ley 4144. El único socialista en un Parlamento que no le era precisamente adicto, dijo entonces: “Borremos, señores diputados, la ley de extrañamiento. Y empecemos pronto a tratar la ley del trabajo” Mientras los extranjeros eran deportados a sus respectivos países, los argentinos “perturbadores” eran trasladados a las mazmorras de Ushuaia. Algunos de ellos murieron asesinados en los sótanos de las oficinas de Orden Político de la Policía bajo los “hábiles interrogatorios” a los que los sometía Lugones, el tristemente célebre inventor de la picana eléctrica, un confeso torturador y cuya historia, aunque parcialmente, pudo ser conocida merced a las crónicas de Crítica, el diario de Botana que informó en detalle cómo el siniestro personaje había sido expulsado en su juventud del Reformatorio Olivera por haber abusado de varios menores. Las mujeres de estos proletarios no sólo perdieron a sus maridos; una buena parte de ellas también perdió a sus hijos. El encierro, la expulsión o la muerte de sus compañeros les acarreo dejar de percibir el magro sueldo que éstos ganaban. Y amén de la falta de fuentes de trabajo (había exceso de obreras), estas mujeres estaban imposibilitadas de obtener algún sueldo; existía un velado pacto patronal de no dar empleo, ni siquiera el menos remunerativo, a las esposas o compañeras de “anarquistas, comunistas e indeseables”. Las escasas estadísticas de la época recalcan que esas familias proletarias quedaron destruidas 165 por el encarcelamiento de sus hombres y por la persecución que se montó contra sus mujeres. Habían quedado en la calle, desalojadas de los inquilinatos de la Boca, San Telmo y Balvanera, sin ninguna posibilidad de alimentar a sus hijos. Y entonces no tuvieron otra opción que desprenderse de ellos. Unos, muy pocos (no existía ley de adopción entonces) fueron acogidos por otras familias. Otros, los más, quedaron alojados en fríos orfanatos; unos institutos muy pobres en lo que hace a entregas materiales; pero mucho más en lo referido a los sentimientos humanos. Eran recintos cerrados donde morían todas las ilusiones de las criaturas. Una ex habitante de estos institutos, de donde fue “rescatada” a sus 16 años para ir a servir como mucama a la casa de su patrona “por el techo y la comida”, recuerda que nunca tuvo en su infancia una sola muñeca, ni siquiera una usada, ni aún una de trapo: “los Reyes Magos no paraban en la puerta del orfanato” le comentó una tarde dominguera a otra empleada doméstica del barrio. Y ésta le replicó: “yo al menos tuve algunas en mis manos. Como mi tatita me colocó a los nueve años en la casa de una señora, jugaba algo con las muñecas de sus dos hijas cuando ellas no estaban y yo entraba a su dormitorio para limpiarlo...” En la actualidad la situación no ha variado. Por el contrario, en muchos aspectos ha empeorado. Una pobreza que se va incrementando de generación en generación, acompañada a su vez por una irritante desigualdad, caracteriza el espectro social de América Latina. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL; 1994; 157) destaca que para el año 1990, el 46% de los habitantes de América del Sur vivían en la pobreza y aproximadamente la mitad de ellos lo hacían en la más absoluta indigencia. Asimismo, la Revista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del mes de Diciembre de 1998, reflexiona respecto del peligro que puede llegar a entrañar la creciente desigualdad social en América Latina a la que define como la de “mayor disparidad del mundo en materia de ingresos”. Lo que no aclaran las autoridades del Banco es si en realidad se sienten humanamente preocupados por la suerte de millones de indigentes, o por la posibilidad que la crisis decante en la explosión de justicieros estallidos sociales. Y ya en pleno siglo XXI el drama de 225 millones de humanos sumergidos en una profunda pobreza (Le Monde diplomatique; junio 2005) sigue sin resolverse. La cantidad porcentual de desposeídos se ha incrementado. Pero también se ha ensanchado la brecha social: cada vez los privilegiados son más privilegiados mientras que los desposeídos son cada vez más carenciados. El meollo de la cuestión radica en la profunda desigualdad que afecta la distribución del ingreso y de la riqueza. Tanto, que en una Argentina otrora poderosa, los niños (período 2002/2003) comenzaron a morir por hambre. En el sentir de Morello, si bien es cierto que la “democracia es el escenario de la igualdad, siendo que su gran alfil es el propósito de igualación, el estrechamiento de la brecha entre ricos y pobres, en el presente, lamentablemente, las cosas no se dan así” (20) Y tanto no se dan, que en la edición del 6 de junio de 2002, el matutino “Página 12”, denunciaba que no pocos niños argentinos combaten el hambre consumiendo carnes de ratas y de gatos. En un relevamiento que se hizo en la escuela IAPI, ubicada en uno de los barrios más pobres del distrito de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, se detectó que la totalidad de sus alumnos se encontraban por bajo el nivel de pobreza. Y uno de ellos, al comentarle a su maestra que muchas veces solía alimentarse consumiendo sapos y ranas, le explicaba como los diferenciaba: “por el gusto, uno tiene un gustito rico y el otro no tanto. Es más duro el sapo”. 166 Los que venimos deambulando por la ruta de los derechos humanos nos preocupamos muy especialmente por la suerte de estas niñas, de estos niños y de estas madres. Es una preocupación que crece a la vera de hechos que mortifican, que aplastan. Y al mismo tiempo nos preocupa, y también mucho, la realidad social que encubre esa situación y de la cual aquellos desposeídos son una manifestación inocultable de la misma. Son una consecuencia del dislate de un sistema con el cual, pese a las pésimas experiencias vividas, se sigue insistiendo. En un artículo publicado en El País de Madrid, también reproducido por Página 12 (edición del 18 de junio de 2003, p.32) se argumenta, siguiéndose las tesis de Paul Krugman, que la desigualdad se ha convertido en uno de los rasgos estructurales de la economía de globalización. Las diferencias entre los ciudadanos del Norte y el Sur, así como en el seno de cualquier sociedad, han aumentado exponencialmente en el último cuarto de siglo. No por casualidad, fueron los años de hegemonía de la revolución conservadora. El abismo entre países pobres y países ricos es cada vez más acentuado. Y la endémica pobreza de aquellos está motivada, principalmente, en la despiadada explotación impuesta por los grandes trusts internacionales y por las oligarquías locales. Coincidiendo con el uruguayo Eduardo Galeano podemos afirmar que países en desarrollo es el nombre con el que los expertos designan a los países arrollados por el desarrollo ajeno. Un exhaustivo estudio que data de fines del siglo veinte, informa que en una plantación de café de Guatemala los braceros, sometidos a condiciones de trabajo “alucinantes”, permanecen en el campo diez horas al día los siete días de la semana, y con frecuencia acompañados por sus niños de menos de diez años de edad. Suelen usar pesticidas y herbicidas sumamente tóxicos que manipulan sin ningún tipo de vestimenta protectora y al medio día, a la hora de comer, consumen la sopa mientras aún tienen sus manos bañadas con el líquido venenoso. Los salarios son de cincuenta céntimos de dólar diarios, mucho menos del mínimo legal previsto por el gobierno, pero en realidad los braceros no ganan nada, porque los gastos habidos en el interior de la plantación son más altos que la paga. Y precisamente por ello muchos de estos obreros quedan endeudados, lo que les veda la libertad de abandonar la plantación. Quedan uncidos a la tierra del patrón al igual que los antiguos siervos de la gleba (21) La muerte del niño se origina en su desnutrición, y ésta en el flagelo de la desocupación de sus padres. Un desempleo que se incrementa diariamente dado que las empresas, para no contratar nuevo personal, exigen a sus dependientes el cumplimiento de horas extras que generalmente no se retribuyen en dinero. Además, en muchos casos se obliga a trabajar “en negro”, lo que le impide al obrero/ empleado acceder a una adecuada obra social. Este cuadro desalentador se agrava aun más, si se quiere, por cuanto los Estados en general, incluyendo el nuestro, han venido siguiendo tendencias económicas que, al mismo tiempo que se encaminaban a robustecer la competitividad en los mercados internacionales, se alejaban de promover el bienestar general de la población más necesitada. Ello ha llevado a un paulatino alejamiento de los programas de asistencia, hoy prácticamente nulos o sólo al alcance de los más privilegiados. Hay provincias argentinas, tal el caso de Salta, Formosa, Chaco o Corrientes, donde más del sesenta por ciento de la población carece de cobertura médica. Este drama que sumerge y aplasta a más del cincuenta por ciento de la población argentina no es nuevo. Se lo conoce y se lo sufre desde hace varios años, por lo que a las autoridades responsables de implementar una política genocida ni siquiera les cabe la débil excusa, 167 tantas veces esgrimida por los detentadores del poder, de las “circunstancias imprevisibles”. Las crónicas del año 1997 ya comentaban acerca del elevado índice de mortalidad infantil – así como del aumento de la mortandad materna – señalando que en la provincia del Chaco, que asume el liderazgo en esta clase de óbitos, el índice de muertes infantiles llegaba al 32,8 por mil, contra el promedio, nada despreciable tampoco, del 22 en todo el país. Mientras que en algunos países se redujo la mortalidad infantil a niveles francamente de excelencia (el caso emblemático es Cuba con el 5,8 por mil), en la Argentina el índice se incrementó a parámetros verdaderamente preocupantes, habiendo arribado en el año 2004 al índice del 17 por mil. Según un estudio elaborado por el Estado Mundial de la Infancia, UNICEF 2005, la menor tasa de mortalidad infantil en América durante el año 2004 le cupo a Canadá con un índice de cinco niños muertos por cada mil nacidos vivos, siguiéndole Cuba con 5,8. Cierra el cuadro Haití (76 por mil), precedido por Guatemala (35 por mil) Luisa Ageitos, quien fuera presidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría comunicaba al matutino Página 12 (13 de junio de 1997) que el sistema de salud de la Argentina se basa en esperar la demanda en los hospitales, mientras que en otros países (caso de Cuba y de Chile) existen centros de salud en cada localidad que siguen a las madres embarazadas y a los niños menores de un año: “cuando una mamá falta al control, se la busca hasta encontrarla”. El informe del diario concluye denunciando que en Argentina varios miles de criaturas perdieron la vida por una deficiente atención de su salud, situación que se hubiese podido evitar con el empleo de técnicas sencillas y de bajo costo. Es lo que se conoce como mortalidad infantil reducible, esto es, aquella que podría ser evitada con la tecnología disponible. En Tucumán, y en otras provincias, se detectó una apreciable cantidad de niños muertos por inanición. Las autoridades admitieron sentir vergüenza (septiembre 2002) por tales tragedias y prometieron un más severo control para la aplicación de los planes de asistencia, al mismo tiempo que se intercambiaran acusaciones sobre supuestos desvíos de los fondos destinados a tal ayuda (22) Pero claro está que el rubor de la vergüenza se asemeja al pedido de perdón; sólo sirve para calmar la conciencia del culpable pero no para solucionar el problema que ocasionó. Peor aún, la tragedia de centenares de niños y de niñas desprotegidos continuó prologándose a través del tiempo: “El hambre y la desnutrición siguen presentes en la provincia de Tucumán. Bárbara Flores (10 años) quien en abril de 2002 dijo ante los medios de comunicación que ella y sus compañeros se desmayaban de hambre en la escuela, está internada con una desnutrición grado dos”, informaba el diario Clarín en su edición del lunes 8 de diciembre de 2003, al propio tiempo que el director de la escuela 248 a la que concurre la niña, explicaba que la situación de la misma no constituye una excepción “ya que en estas barriadas la desocupación ronda el 90%” Para la misma época, el periodista Carlos Quiroga (revista Gente) denunciaba que en el Hospital de Niños de Tucumán los hermanitos Pablo y Facundo Gómez (2 y 3 años respectivamente) se debatían entre la vida y la muerte afectados por un elevado grado de desnutrición. Una semana antes, y por la misma causa, había muerto la hermana mayor, Rosita. Cuando se le preguntó al gobernador Julio Antonio Miranda acerca de estos dramas tan frecuentes en su provincia, atribuyó las muertes a “problemas estructurales” al mismo tiempo que descargó las culpas sobre los padres de los chicos: “que ellos (los progenitores) cuiden a sus hijos, que asuman realmente su rol de padres...” Es justamente al revés; compete al señor gobernador cumplir con su deber de brindar educación, salud, seguridad y trabajo a sus coterráneos. No es deslindando culpas ni convirtiendo en victimarios a quienes realmente son las víctimas del sistema, como se debe actuar en función de gobierno. 168 El 70 por ciento de los pobres que viven en el norte de Argentina aseguró que pasa hambre, mientras que en mas del 40 ciento de los casos el problema es considerado como “muy grave”, porque sufren “mucho hambre” según datos conocidos hacia fines del año 2004 y que surgieron de un trabajo encargado por la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea a la Cruz Roja Alemana y a la Cruz Roja Argentina. De acuerdo con la encuesta, la provincia de Salta fue la que presentó el mayor índice de hambre (resumido del matutino “La Nueva Provincia”, ejemplar del 1° de diciembre de 2004) La actitud de algunos detentadores del poder, escamoteando los fondos destinados a los necesitados, amén de un crimen repugnante, es un acto de aberrante impudicia moral. Como también lo es la orden emanada de ex mandatarios de la provincia de Santiago del Estero, uno de los tantos estados argentinos convertidos en cerrados cotos feudales, impidiendo que se aporten datos sobre desnutrición y mortalidad infantil. En su edición del 16 de abril de 2004, el diario La Nación denunció que durante el gobierno juarista (Nina Aragonés y Carlos Juárez) los médicos tenían prohibido registrar a los desnutridos, llegándose a exonerar a una profesional médica que se atrevió a dar a conocer estos hechos. No hay que publicitar los hechos. Hay que sepultar las verdades, hay que encajonarlas en túmulos bien lacrados para que no salten a la superficie. Y se castiga a los pocos que se atreven a quitarse la mordaza; son indeseables para el sistema. No es casual, ni debe sorprender, que una indagación anual practicada por la organización independiente Transparencia Internacional (La Nueva Provincia, edición del 23 de octubre de 2004) consultando a ciertas instituciones tales como el Fondo Económico Mundial, la Universidad de Columbia, Gallup Internacional y varios empresarios y analistas políticos, haya comprobado que el nuestro es uno de los países del mundo con mayores índices de corrupción; muy cerca entre 143 naciones estudiadas, de Azerbaiján y de Nigeria, los dos estados más corruptos de todos. Es una corruptela que engruesa las avariciosas faltriqueras de los detentadores del poder, al tiempo que se embarriga por desnutrición los vientres de famélicas criaturas. No sin razón afirmaba lord Acton que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto a corromper absolutamente” (23) Un poder del cual se abusa en todos los niveles. Y mientras que las imágenes de famélicos rostros de niños y niñas argentinas recorrían el mundo, un funcionario policial, celoso cumplidor de sus deberes, encerraba a un padre al que se le había muerto una chiquita. No importaba que el progenitor, analfabeto, llevase dos largos años sin obtener trabajo y que él mismo se encontrase también en avanzado estado de desnutrición. Para el policía era un delincuente, dado que había cometido el delito de “abandono de persona”. Y para peor “agravado” por el vínculo que lo ligaba con la víctima. Claro está que este fiel servidor del orden y de las buenas costumbres no podría entender jamás que el crimen, realmente, ha sido cometido por un Estado dolosamente ausente que ha optado por desentenderse de este tipo de dramas. Quizá, el pobre padre de la niña muerta, a quien le quitaron la patria potestad del resto de sus vástagos, haya recordado los versos de Hernández, el poeta que siguen recitando los sumergidos: “Tiene uno que soportar el tratamiento más vil; a palos en lo civil y a sable en lo militar” 169 De ahí que ante la fatalidad de la muerte se sigan entregando chicos; la madre pobre de hoy (al igual que la costurerita lionesa de ayer), dona el suyo a quien sí puede mantenerlo. Y por lo tanto tenerlo. Y entonces, la cultura jurídico-social, que no por ser tal tiene que ser forzosamente justa, elabora la “sagrada institución de la adopción”, que se cimienta sobre estigmas del no poder: el no poder mantener y criar a su propio vástago, que no es lo mismo que no-querer. Por el otro lado, el no poder concebir al propio hijo. Entonces este último no-poder, pero que sí puede reemplazar a aquel otro no-poder, hace propio (se apropia), del ser engendrado en foráneo vientre. Infortunadamente sigue en plena vigencia la sentencia shakesperiana que nos recuerda las distintas suertes de los individuos: “hay una marea en los asuntos humanos; si se la toma en lo alto, lleva a la fortuna; de lo contrario, el viaje de la vida queda encallado en bajíos y miserias”. Y los países social y económicamente sumergidos hacen lo propio respecto de los países poderosos. En el “XII Congreso Internacional de Derecho de Familia” (La Habana, septiembre 2002) se oyó decir a la representante de una república centroamericana: “en mi país se exportan más chicos que bolsas de café”. Uno de los países “importadores de niños” es Alemania. En el año 1994 el gobierno alemán reconoció que la tasa de natalidad resultaba notoriamente inferior a la de mortalidad. Se habló de un “envejecimiento social” que llevaba a una reducción de la población en casi cien mil habitantes por año. Como medio de revertir esta situación se sancionó un elevado impuesto a la soltería y a las parejas sin hijos. El producido de tales gravámenes se redistribuyó entre las familias de menores recursos que contaban con varios descendientes. El impuesto a la soltería venia a reeditar, dos largos milenios más tarde, a las antiguas legislaciones greco-romanas. Alemania no es la única. Una buena cantidad de países europeos, y también los Estados Unidos, han creado una caterva de organizaciones, muchas de las cuales reciben gratificantes honorarios por su gestión, para que rastreen y encuentren niños pobres en los países del Tercer Mundo. Su misión es desarraigarlos, obtenerlos en adopción, y remitirlos a los países “importadores”. Los americanos, con hollywoodense espíritu, ofrecen criaturas provenientes de países empobrecidos, tanto por internet como con la utilización de costosos programas televisivos. Obviamente, en tal publicidad figuran todos los datos de rigor: sanidad del menor, su edad, el color de su piel, entre otros. El niño/ niña, más aún en el tráfico ilegal internacional, queda reducido a una simple mercancía humana, con un “costo comercial” que varía según las cualidades del mismo. Esta adopción internacional de menores se ha convertido en uno de los más graves escándalos. En los mismos congresos internacionales que se celebran anualmente en diversos países latinoamericanos, y en los que se tocan interesantes cuestiones relacionadas con la sociología y el derecho de familia, no es difícil cruzarse con algún representante de estudios jurídicos, principalmente de Estados Unidos, infiltrados en los eventos con propósitos no precisamente científicos, tratando de publicitar su negocio de “adopción” de menores. La película Casa de los Babys, del director John Sayles, un excelente representante del cine independiente, y protagonizada por Lili Taylor, desarrolla con acierto la historia de norteamericanos que adoptan niños latinoamericanos. Uno de los casos más perversos relacionados con el tráfico de niños es el acontecido en el NE asiático tras el terrible maremoto desatado en diciembre de 2004. La ONU, hacia principios del año 2005, alertó que miles de chicos huérfanos estaban convirtiéndose en víctimas de traficantes de seres humanos. En Indonesia, y en algunos otros países afectados por el tsunami, “han surgido informaciones de movimientos de traficantes de niños 170 que aprovechan la oportunidad para explotar a menores vulnerables”, comunicó la UNICEF. En la provincia de Aceh, en Sumatra, unos 35.000 niños perdieron a sus padres. Varios de ellos fueron secuestrados y llevados a Medan, capital de la provincia de Sumatra Norte, donde fueron vendidos. Las autoridades detectaron que bandas criminales, mediante una cadena de mensajes de textos distribuidos por teléfonos celulares, ofertaban estos niños, no pocos de ellos hijos de turistas europeos, ya sea para su adopción por terceros, ya sea para ser explotados por las redes de la prostitución infantil. Ello originó que el gobierno, por decreto de emergencia del 3 de Enero de 2005, prohibiese todo tipo de adopciones y precisando que los padrinazgos habrían de limitarse a una ayuda financiera a los huérfanos, quienes debían quedar bajo la responsabilidad del Estado en hogares, asilos o escuelas. Durante el año 1992 una Comisión Parlamentaria de la Cámara de Diputados brasileña llegó a la conclusión que un bebé cuesta entre 5.000 y 20.000 dólares según “los criterios de calidad” (informe extraído de Norma Morandi, diario El Globo, 28 de julio de 1993) La exportación de criaturas brasileñas llega a varios miles por año, siendo mayor el numero de niños y de niñas que dejan el país clandestinamente, que aquellos que son entregados a familias extranjeras previo cumplimiento de las normas legales con el contubernio de algún funcionario. Como países proveedores de chicos, la misma Morandi constata que existe una categorización de los mismos, y denuncia que en un libro sobre el tema de la adopción de menores latinoamericanos se recomienda a la Argentina, Chile y Costa Rica como principales exportadores de raza blanca. Estos niños son obtenidos por los traficantes de adopciones mediante el robo de los mismos en los hospitales, no bien nacidos; secuestrados en las calles; o bien por medio de entes públicos encargados del cuidado de menores que se encuentran en situaciones difíciles. En el caso específico de Brasil, la Fundación Estatal del Bienestar del Menor (FEBEM) recibe una apreciable cantidad de menores supuestamente abandonados, los que prontamente son derivados hacia las redes de adopción extranjera. En la Argentina, a raíz de la crisis moral e institucional de la República, el periodismo sustituyó a la justicia en muchas de esas cosas de descubrir delitos. Y se realizaron algunas investigaciones relacionadas con este tema. Así, los periodistas María Laura Santillan y Juan Micelli denunciaron las maniobras de varios profesionales y funcionarios dedicados al tráfico de menores, incluyendo abogados, médicos y jueces. Para la investigación, una pareja se prestó para hacer las veces de un matrimonio ávido de “adquirir” un bebé. La transcripción del informe de “Telenoche Investiga”, en obligada prieta síntesis, dice: Carlos Boniuk (Abogado. Encargado del cuidado de las embarazadas y de los estudios médicos prenatales para garantizar a los adoptantes las perfectas condiciones de salud de su futuro hijo): “Siempre va a estar bien (el bebé); el Estudio banca”, le informa a los supuestos nuevos adoptantes. Jorge Torres Moraes (Abogado. Vinculado a la adopción ilegal de menores): “Yo tengo que cortar el lazo antes que crezca (el bebé) Por más pobre que sea, si la dejás (se refiere a la madre) dos horas con el chico no te sale la adopción. Tengo que ser crudo” Fabiana Machuk (Abogada. Socia del Estudio Flossi & Asociados, encargada de entregar niños a cambio de dinero): “Ellos te van a dar la ayuda. Te la voy a entregar yo en un sobre”, le asegura a una madre dispuesta a desprenderse de su hijo. Orlando Flosi (Abogado. Socio de la anterior): “No, a mi juicio es totalmente infundado”, haciendo referencia a los rumores que se le señalan sobre el tráfico de bebés en Misiones. Claudio Horacio Moreira (Abogado. Dedicado a la venta de bebés. Esposo de la jueza Aída Vázquez): “Supongo que quieren un chico para integrar una familia, pero no para incorporar un problema a sus vidas. Que te enchufen uno como si fuera sano es lo mismo que te 171 vendan un auto cero kilómetro que tenga el motor fundido”, le explica a la pareja acerca de la buena salud de los chicos que él consigue. José Moreira (Cuñado de la jueza Vázquez): “Hablemos de ayuda para que esto no sea tan guaso...pero es comprar. Sí, es compra” Aída Araujo Vázquez: (Jueza del juzgado en lo Civil y Comercial Número Uno de Oberá: “Lo que la gente llama venta, se llama asistencia” Hada Macario de Krawczik (Médica. Socia de la Clínica Dr. Sábato Romero, donde se encarga de garantizar la seguridad de los partos de las madres que entregan a sus hijos): “Sin un abogado no podés....a mí vos venís y me decís: ‘traigo a esta señora para que le hagan el parto’... la controlo y le hago el parto...” Angélica: (Enfermera dedicada a buscar madres embarazadas en barrios pobres): “Mil es lo que me dijo ella” dice al confirmar el precio que había arreglado con la abogada por hacer su trabajo de detectar futuros nacimientos. Evangelina (Cosechera de yerba mate. El día que nació su hijo un abogado quiso robárselo en la misma clínica): “La gente de plata se aprovecha de la miseria que hay. Ofrecen dinero y como necesitás le das a tu hijo. Hay muchos chicos que están pasando hambre, pero yo ni así voy a vender a mi hijo” Y tiene razón la humilde yerbatera. En estos redivivos estados feudales del siglo XXI, donde los patrones guardan para sí hasta el derecho de pernada, se compran seres humanos en un tráfico similar al que puede observarse en el mercado donde se subastan reses y porcinos al mejor postor. La misionera es una de muchas que, pese a las circunstancias substancialmente adversas, lucha para evitar tener que entregar a su vástago. Es, sin duda, una jugada heroica. Pero peligrosa. El matutino Clarín (14 e Marzo de 2003) informaba que, también en la Provincia de Misiones, había muerto una bebita más; una de tantas por causa del hambre: “Una beba de un año y siete meses, hija de una adolescente, murió el miércoles en la pequeña localidad de San Antonio, en el noreste de Misiones, a causa de la grave desnutrición que padecía. La nena apenas pesaba 5,500 kilos, el peso que habitualmente tiene un bebé de tres o cuatro meses” No llegó “el doctor” para robarse la niñita. Pero su madre igual la perdió. Para la misma época, en Santiago del Estero, una nena de siete años, que pesaba solamente cinco kilos, murió como consecuencia de la grave desnutrición que padecía. La madre, indigente, hacía tiempo que venía reclamando una mínima pensión para su hijita discapacitada. La pensión, al igual que el pedido de alguna ropa y alimentos, nunca llegó: “Nunca tuve respuestas, porque hay que tener padrinos políticos para que a una la ayuden, y yo no los tengo” (24) sentenció la madre de María Belén, la niñita asesinada por los desidiosos detentadores del poder. Un informe de la oficina argentina del Banco Mundial, presentado hacia finales del año 2002, señala que casi un millón y medio de familias argentinas sufren hambre, destacando que esta situación se da con mayor asiduidad en los hogares que cuentan con hijos pequeños, cuando es sabido que la carencia de alimentos en los niños produce consecuencias negativas permanentes e irreversibles a lo largo de la vida. El mismo informe señala que además de ser una consecuencia de falta de trabajo, el hambre está directamente vinculado a los bajos salarios o ingresos de los que trabajan y a la carencia de ahorros, así como también a los paupérrimos haberes jubilatorios y a la falta de acceso a una jubilación o pensión en virtud del gran porcentaje de trabajos “en negro” (diario “Clarín”; 5 de julio de 2003) El bandidaje ejecutado por personajes emparentados con el poder se mueve impunemente. Y en estos casos se exhibe a las criaturas con desmesurada propaganda; parecería como que a estos niños “disponibles” (tal como reza un comercializado aviso) les colgasen de su cuello floridos marbetes, a la manera de esas coloreadas cocardas que se clavetean en el 172 cogote de galardonados vacunos, destacando las cualidades del “objeto” expuesto, tales como empíreos ojos, atordillados pelajes, y blondas cabelleras. Está claro que los elevados índices de pobreza, de desempleo y de desigualdad, conllevan a una exclusión social que se puede calificar de absoluta. Y esta situación viene a conculcar el derecho humano fundamental de todo individuo, cual es el de poder asumir en plenitud el mantenimiento y la crianza de sus hijos. Y ahí, justamente ahí, es donde aparece la responsabilidad del Estado. En el decir de Herrero (“Crónicas de despojo”; pp. 11, 12 y 23) “durante los últimos años, en Latinoamérica, el predominio absoluto del ‘mercado’, de la empresa privada y de la sociedad civil de los intereses particulares (caído ya estrepitosamente el ‘estado de bienestar’ keynesiano) no alcanzaron para generar un desarrollo con equidad social, humano y distributivo. Lo único que se instauró, con un nivel de crueldad que nunca se había visto hasta ahora, fue el desempleo, la precarización y explotación laborales y sus indispensables accesorios: la pobreza y la exclusión social” La misma autora concluye que tal estado de cosas decanta en varias situaciones tales como, por ejemplo, el aborto y el abandono de los hijos o su entrega en adopción. Otras madres, reacias a abandonar a sus hijos, decidieron acudir a la justicia. Ésta, en ocasiones funciona. Y así, mientras una maestra de la ciudad de Paraná, Argentina, acudió a un juez para reclamar que el Estado la asista con la alimentación de sus seis hijos, cinco de los cuales presentaban distintos grados de desnutrición (la mujer no percibía su sueldo y su marido está desocupado desde 1997), otra obtuvo que un juez porteño ordenase a la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de Buenos Aires “que inmediatamente incorpore a la señora María Delia Cerrudo y su familia en el Programa de Alimentación”. Las notas periodísticas dan cuenta que gracias a este resolutorio, la familia, tras dos días consecutivos sin haber probado bocado alguno, “almorzó contenta un guiso de fideos con salsa” (25) Los hechos que se han venido relatando parecen surgidos de una fantasía kafkiana. Pero, para desgracia, son reales; existen y seguirán existiendo mientras no se modifique el sistema de raíz. Las desigualdades sociales se han venido incrementando de forma tal que periódicamente aumenta el número de excluidos del consumo y del bienestar. Esto lleva a que los países dependientes, habituales proveedores de materia prima para alimentar las grandes manufacturas de los poderosos, también se conviertan en proveedores de niños. Con relación a este tema se ha señalado que la clave de un gran crecimiento e incluso el sostén de las políticas keynesianas ha sido el bajo costo y la accesibilidad a las fuentes de energía, sobre todo el petróleo, y a las materias primas situadas precisamente en los países no desarrollados. El tráfico de niños y niñas dentro de las fronteras, y más aún fuera de ellas, se ha convertido en un gran negocio. Al respecto no deja de ser elocuente el término “exportar” utilizado por la delegada centroamericana al referirse justamente a este tráfico de seres humanos. El niño/niña deja de ser vivenciado como persona y, por ende, como sujeto de derechos. Queda rebajado a la categoría de una simple mercancía. Pero es una mercancía que desgrana un mercantilismo avaricioso que reditúa pingües ganancias. Y en este trasvasamiento de chicos de unas familias a otras y de unos países a otros, interviene un nutrido staff constituido por intermediarios, profesionales, enfermeras, y hasta jueces y religiosas que medran con el infortunio de las unas y con la ansiedad de las otras : “el chico que Vd. quería ya lo tengo, venga el domingo y hable con nuestra abogada”, dijo la monja, directora del Hogar de Niños de Resistencia, Argentina, a una profesional soltera que se postulaba para adoptar (26) No es difícil encontrarse en el norte argentino con señoras, no 173 pocas de ellas extranjeras, deseosas de “adquirir” en el mercado de humanos algún bebé sano y robusto: “Vengo aquí porque se consiguen más rápido, sin tanto papeleo”, se le oyó decir a una de ellas. Y entonces se nos muestran recorriendo el espinel de oferentes para seleccionar el más apetecido; si es rubio y de tez no pardusca, tanto mejor. Al igual que en el recitado tanguero, hay de todo y de sobra en la estantería, “como en botica cocó” (27) Sólo hay que rebuscar, hasta encontrar el objeto deseado. Lo antedicho, que podría parecer una exageración, infortunadamente no lo es. Una funcionaria del Departamento de Servicio Social del Poder Judicial (San Carlos de Bariloche, Argentina), relata sus experiencias personales surgidas de sus entrevistas con potenciales adoptantes. Todos ellos provenían de la Capital Federal o de otras provincias. En general las entrevistas se llevaron a cabo en la época de la “temporada alta”, dado que los interesados habían arribado a la zona en tren de turismo. Un turista: “A Bariloche y su zona se va a esquiar y se vuelve con un bebé” Otro: “Cuando planificamos nuestras vacaciones elegimos Bariloche porque nos dijeron que aquí hay menores para adoptar” Un tercero: “Estamos de turismo, y de paso nos queremos inscribir” (28) Se lo considera como algo natural: la pareja planifica sus costosas vacaciones, se dedica a esquiar (un deporte no accesible a todos), y “de paso” intentará obtener un bebé. La felicidad embarga a la pareja: viaja, se recrea, practica su deporte favorito y, además, obtiene un niño/niña, inscribiéndose en el registro de adoptantes o, en otros casos, consiguiendo la cría por medios no tan legales. Con la misma naturalidad con que seguramente comentan acerca de la calidad de los chocolates artesanales adquiridos, se refieren en la Asesoría a la facilidad con que pensaban (y podían) obtener un niño. “En el sur hay mucho pobrerío y hay que ayudar a esta gente a desprenderse de sus criaturas”, comentaba un señor, acompañado de su esposa, en un programa televisivo. Es probable que el señor y la señora hayan viajado en tren de ayuda a los carenciados y haber regresado con una niñita. La ligereza y el desenfado con la que aquellos turistas trataban la posibilidad de conseguir una criatura en adopción, no debe extrañar. La misma ley se encarga de desculturalizar el drama de muchas miles de familias desamparadas. Desamparadas, se entiende, en el más amplio sentido del término. La actual ley argentina en la materia, la “ley Irma Roy” como se la dio en llamar, a contramano de mandas constitucionales, de convenios internaciones, y de todo lo que se ha venido denunciando en diversos foros, continúa callando todo lo que hace a la historia de la mujer que se desprende de sus hijos. El fondo de la cuestión, lo esencial del problema no cuenta. Pese a que fue sancionada cuando la Convención sobre los Derechos del Niño ya había adquirido jerarquía constitucional, la norma conculca una serie de preceptos fundamentales amparados por nuestra Carta Magna. Preceptos que hacen al debido proceso y al tratamiento del individuo considerado como sujeto de derecho. Pero estas anomalías no deben extrañar; alguna convencional constituyente, es necesario recalcarlo: convencional constituyente, cuando se nombró a la citada Convención sobre los Derechos del Niño, preguntó: ¿y eso que es?. Sigo siendo un fiel defensor del sistema democrático de gobierno 174 pero también tengo en claro que la mayoría numérica puede crear la autoridad, aunque no forzosamente la idoneidad. Tal como diría Corneille, ese creador de “Cinna”, de “Le Menteur” y de “Nicomedes”, entre tantas otras obras; el mismo que junto con Moliere y con Racine habría de constituir el tríptico más fantástico del irrespetuoso teatro francés del siglo XVII, “en una sociedad libre hay hasta libertad para elegir a los peores”. La norma (ley 24.779; “Boletín oficial”; 01-04-1997) prescribe que en el juicio de adopción solamente son considerados como partes “el adoptante y el Ministerio Público de Menores” (art, 321; inc. b), persistiéndose con la doctrina de la ley anterior (19.134) que también impedía el acceso de los padres biológicos al proceso. Este desplazamiento de los progenitores de la litis (se los cita únicamente para el otorgamiento de una guarda “con miras” a una futura adopción, pero no en el proceso de adopción en sí mismo) implica un claro conculcamiento del derecho de defensa en juicio (art. 18 de la Ley Fundamental) La norma constitucional brinda al ciudadano la garantía de un debido proceso, disponiendo la inviolabilidad de aquella defensa. Y ello lleva implícito el derecho del sujeto a ser oído en el litigio, un elemental principio garantista que ya contemplaba el antiguo derecho romano al prescribir que nadie sea condenado en juicio sin previamente haber sido oído y vencido en el debido proceso: nemo condemnatus nisi auditus vel vocatus . Afortunadamente no ha faltado la buena doctrina que, congruentemente con la manda constitucional, ha venido insistiendo en la necesaria comparencia de los padres biológicos. En el decir de López del Carril “en cualquier juicio la calidad de parte se halla indisolublemente ligada al derecho de defensa, y ello no puede quedar librado al criterio judicial. En el caso de la adopción es más profundo el derecho de defensa...pues los padres ostentan legal, imperativa e irrenunciablemente el derecho de representación necesaria de sus hijos lo que es uno de los elementos componentes de la patria potestad” (29) Tesitura similar ha movido a la Cámara Nacional Civil Sala A de la Capital Federal (La Ley, 1984-C; resolutorio de fecha 28 de mayo de 1984) a determinar que siempre debe escucharse a los padres de sangre, no solo para no burlar su derecho de defensa en juicio, sino también porque en todos los casos resulta necesario valorar los hechos y circunstancias que han decantado en la necesidad de ofrecer un chico en adopción. Y en el decir de Morello, el objetivo primordial del proceso - lograr la concreción del valor justicia y salvaguardar la garantía de defensa en juicio – “no habrá de lograrse si se rehuye atender a la verdad objetiva de los hechos que, de alguna manera, aparecen en la causa como de decisiva relevancia para la justa decisión del litigio” (30) En consonancia con estos parámetros, Herrero enfatiza que “cuando un progenitor entrega a su hijo en adopción, existe supremo interés estatal en saber por qué una persona de carne y hueso, centro de emociones y sentimientos, desea o necesita hacerlo y lo hace. Son insustituibles la observación y la escucha judiciales directas, si se pretende que el juez efectúe la correcta valoración de las circunstancias... posicionándonos en la obvia consideración de que los niños adoptables y sus progenitores son personas, es natural – más aún, justo - obligar al Estado a la citación analizada, aunque el texto pertinente ni la mencione... bastando recordar que cuando los progenitores de sangre, muy especialmente la madre, no son traídos como parte del proceso adoptivo de su hijo/a, se clausura 175 arbitrariamente su discurso humano y jurídico” (lo remarcado en cursiva corresponde a la autora) (31) El sano criterio está indicando que no deben dictarse decisiones inaudita parte. Menos aún en esta clase de litigios donde una exacta, y por sobre todas las cosas una ética valoración de las circunstancias, conlleva a que la intervención procesal de los padres de sangre surja como inevitable. Otra de las anomalías de la ley, a la que se hizo referencia con anterioridad, es la referida a las “condiciones personales”. Como se ha visto, su análisis no es obligatorio respecto de la familia de origen, aunque sí con relación a la adoptante. Al no efectuarse un seguimiento adecuado de la familia de origen, no se accede ni al conocimiento de sus necesidades, ni de sus angustias, ni de sus carencias. La madre que entrega sigue siendo la derrotada. Se la ignora por la sociedad y también en el proceso legal. Se continúa con la práctica de silenciar. Lo inicuo, es que el silencio cómplice dimana de la misma norma legal. El dispositivo legal se contubernia con lo antiético, y es así que proliferan los negocios dedicados a la captación de mujeres pobres necesitadas de entregar sus hijos, negocios que movilizan millonarios montos dinerarios. Por el contrario, son muy escasas las organizaciones dedicadas a atender las necesidades de las madres biológicas en estado de desamparo. De eso no se habla, el tema no se toca. Los legisladores callan, y se hacen cómplices del silencio. Y los jueces, algunos remedan, otros no. Pero esto, desgraciadamente, no debe llamar a sorpresas: ya lo anunciaba Lope de Vega, “de la ley nace también la malicia” (32) Una ley que enmascara iniquidades y que impone el silencio para que todo se olvide. Un olvido que cuando pretende sepultar este tipo de vilezas queda rebajado a la categoría de “aquellos viejos remedios de la miseria humana” (Alfredo de Musset: Le Saule; II) Finalmente, se vuelve a insistir en el remanido desamparo/abandono yéndose nuevamente a los efectos y no a las causas que motivan la dación del niño/niña. No termina de aceptarse que el abandono en sí del menor no basta para privar al padre-madre del ejercicio de la patria potestad desde el momento que, acorde con la sana doctrina, es necesario que tal abandono sea malicioso. Se insiste en dejar de lado a la Convención, cuyo alto contenido ético impone a los gobiernos una asistencia integral a la familia con la finalidad que sus hijos se críen y se desarrollen dentro de su seno. Una asistencia que debe ser brindada por el Estado en forma amplia. Sin retaceos. Sin mezquindades. Sin demoras. Fundamentalmente sin demoras. Porque hay hambruna en la familia que se desprende de su hijo y lo entrega. Y también la hay en la que pierde al niño por desnutrición. De ahí la urgencia. Porque si bien es cierto que “el rico y el pobre, al igual que el débil y el fuerte, sufren por igual los dolores de la muerte”, tal como se explaya Voltaire en sus Discours sur l’ homme; y que tal como lo advierte la sentencia latina, en definitiva la muerte llama con igual fuerza tanto a la taberna de los paupérrimos como a los palacios de los poderosos (pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regunque turres), no menos lo es que suele presentarse mas tempranamente en la morada de aquellos que en las residencias de estos. Entonces: ¿Hay que incumplir las leyes que son inicuas? ¿Hay que alzarse contra la norma que ampara injusticias?. Sí, existe el derecho a este tipo de rebelión civil. Hay que imponer la buena senda amparando a quien tiene un indiscutible derecho pero que le está conculcado por una ley inicua. Para ello el juez debe actuar en consecuencia, obligando al Príncipe para que auxilie sin retaceos. Como lo mandan las leyes superiores. Radbruch (33) ya había advertido el problema al exponer su tesis de la invalidez de la ley cuando la 176 contradicción de ésta con el valor justicia se vuelve “insoportable”. En tal supuesto, argüía, debe considerarse falso el derecho y ceder el paso a la justicia. El deber de los jueces de cualquier fuero, jurisdicción o jerarquía, sean nacionales o provinciales, es el de examinar las leyes en cada caso concreto, comparándolas con el texto de la Ley Fundamental. De no guardar conformidad con ésta, los juzgadores deberán abstenerse de aplicarlas. Morello destaca que tal facultad “por estar involucrada en un deber de aplicar el Derecho vigente no puede supeditarse al requerimiento de las partes: es decir que esa declaración de invalidez constitucional se expide sin petición de parte, ex officio”. Sí, la ley nefanda no merece su acatamiento. Es más, sumiría a quien pretendiese imponerla en la torpeza de la complicidad. De ahí la necesidad de jueces probos. NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA CITADA (1) DOLTO, François: El Niño y la Familia; p. 119 y 146; Paidós; Barcelona; 1998. (2) GIRARD, Paul Frédéric: Droit Romain; p. 144; Rousseau; París; 1924. (3) EÇA de QUEIROZ, José María: El Crimen del Padre Amaro; p. 320; Ed. Lumen; Barcelona; 1997. (4) HUGO, Víctor: Los Miserables; pág. 245; Cap.: ‘Confiar es a veces entregar’; Garnier Hnos. Editores; París; 1901. (5) Le Dernier Jour d’un Condamné; un breve relato publicado en la época de la juventud de Víctor HUGO (1829) (6) AGUIRRE, Mirta: El Romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo; p. 189; Ediciones Pueblo y Educación; La Habana; 1989. (7) LAFAUCHEUR, Nadine: De l’abandon aux retrouvailles, en cinq tableaux; en “Mutations. Revue mensuelle”; (Número 208); p. 60 y siguientes; Ed. Autrement; París; 2001. (8) EÇA de QUEIROZ, José María: cit.; p. 384. (9) 1 Reyes; 3; vers. 26, 27 y 28. (10) Code Civil; nota al pié del artículo citado; Dalloz; París; edición 1989-1990. (11) Código de Familia de Cuba; sancionado el 14 de febrero de 1976, modificado en agosto de 1979 por el decreto-ley 76 “De la Adopción, de los Hogares de Menores y de las Familias Sustitutas”. (12) HERRERO, Violeta: Misceláneas Errantes; p. 90; Editorial Hanne; Salta; 1998. (13) RAMOS, Silvina: Maternidad en Buenos Aires: la experiencia popular; en “Maternidad adolescente en medios subprivilegiados”; p. 72; Humanitas; Buenos Aires; 1988. (14) Digesto; ULPIANO: I, 5, 24. (15) La Biblia; Éxodo: 20; 5. (16) BADINTER, Elizabeth: ¿Existe el Amor Maternal?; p. 55 y siguientes; Paidós; Barcelona; 1980. (17) MARX, Carlos: El Capital. Crítica de la economía política; Tomo I; p. 386; Fondo de Cultura Económica; Méjico; 1992. (18) The Memoirs of Cordell Hull; obra citada por Alberto CIRIA en Partidos y Poder en la Argentina Moderna (1930-1946); segunda edición; p. 66; Editorial Jorge Álvarez; Buenos Aires; 1968. (19) Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores; t° 2°, p. 660; año 1902. (20) MORELLO, Augusto Mario: Línea de Partida de la Argentina Posible; p. 74; Fen; La Plata; 2002. (21) Inside Guatemala: “Worker Rights News”; N° 8; 1994. 177 (22)“La Nueva Provincia”: “Autoridades admiten culpas en la crisis de desnutrición”; 15 de noviembre de 2002. (23) Carta de Lord ACTON a Mandell CREIGHTON; 5 de Abril de 1887. (24) “Clarín”; “El hambre golpeó de nuevo en Santiago del Estero”; viernes 21 de febrero de 2003. (25) ídem; 28 de febrero y 14 de marzo de 2003; páginas 32 y 14 respectivamente. (26) informe del licenciado Jorge OTT, coordinador del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos del N.E. Argentino. En La Adopción; (Giberti-Vul, compiladores); p. 91 y sgts.; Editorial Sudamericana; Buenos Aires; 1999. por Edgardo (27) “A Media Luz”; letra de Carlos César LEZI musicalizado por Eduardo DONATO; año 1925. (28) SOLA, Teresa: Adopción: Historia y Vivencias en Bariloche; p. 101 y siguientes; en “La Adopción” (Giberti-Vul compiladores), citado. (29) LOPEZ del CARRIL, Julio J.: El derecho de intervención y defensa por los padres en el juicio sobre adopción de sus hijos; en “La Ley”; 154; 1974; p. 228 y ss. (30) MORELLO, Augusto M.: La Corte Suprema en Acción; p. 141 y siguientes; Librería Editora Platense; Abeledo Perrot; Buenos Aires; 1989. (31) HERRERO Violeta G. : Adopción e identidad; su monografía presentada en la Facultad de Derecho de Rosario; materia “Derecho de Familia Profundizado”; profesor Dr. Ricardo J. Dutto; p. 16; agosto de 2004. (32)”El Gran Duque de Moscovia”; acto II; escena IV. (33)RADBRUCH, Gustav: Arbitrariedad legal y derecho supralegal, en “Relativismo y Derecho”; Temis, 2da. Edición; Bogotá; 1999. Pertinencia de la adopción entre parientes en el ordenamiento jurídico cubano Lic. Belkis Caridad NÚÑEZ TRAVIESO 178 Abogada. Bufete de Servicios Especializados. Profesora Asistente Adjunta Facultad de Derecho Universidad de la Habana Sumario: 1. Introducción. 2. Desarrollo histórico de la adopción. 3. Antecedentes Normativos de la adopción en Cuba. 4. La adopción por parientes consanguíneos en el Derecho Comparado. 5. Tratamiento de la adopción entre parientes en la legislación cubana actual. Polémica acerca de su interpretación. 6. A modo de conclusiones. Bibliografía. 1. Introducción En los últimos años se ha generado entre los juristas cubanos dedicados a la temática familiar, una polémica interesante con respecto a la pertinencia o no de la adopción entre personas que tienen vínculos de consanguinidad. Aunque para muchos el tema no admite discusión en su contra, lo cierto es que no faltan argumentos a quienes defienden la línea de interpretación contraria. Algunas sentencias de nuestro Tribunal Supremo, han puesto el detonante a tales contradicciones en nuestro patio. Pero los enfoques divergentes sobre el tema, se ponen también de relieve al estudiar algunos ordenamientos jurídicos de nuestro continente. Tratar de buscar soluciones justas a esta polémica es el objetivo que persigo con este trabajo. Para ello he considerado el desarrollo histórico de la institución; su tratamiento en el Derecho comparado; sus antecedentes y actual regulación en la normativa nacional; así como la necesidad de introducir algunos cambios futuros en el tratamiento que ofrece nuestro Código de Familia a la misma, que en mi opinión, pudieran facilitar el consenso y la uniformidad en la interpretación acerca del tema. 2. Desarrollo histórico de la adopción La adopción ha evolucionado a través del tiempo. Los primeros vestigios de la adopción entre parientes, con un carácter más religioso que jurídico, aparecieron en los pueblos antiguos de Caldea, Babilonia, Egipto, La India, Israel y Grecia, con la institucionalización de la familia gentilicia y patriarcal. Sin embargo, fueron los romanos quienes luego de afianzar el poder político desarrollaron la adopción de parientes como la institución jurídica que, al decir del Dr. Raúl Gómez Treto, con variantes y altibajos, llega a nuestros días320. Para ellos constituyó una de las fuentes de la patria potestad. Era el acto solemne en virtud de cual se creaban vínculos de paternidad y filiación ficticios, al incorporar a una familia como hijos o nietos a personas que por lo general le eran extrañas. En Roma existieron dos clases de adopción: la arrogación y la adopción propiamente dicha. La primera, fue la forma más antigua. A través de ella una persona de condición sui iuris se sometía a la patria potestad y se transformaba en alieni iuris. La segunda (datio in adoptionem), era el acto mediante el cual un pater familia concedía a otro la patria 320 Gómez Treto, Raúl. “La adopción de hijos en el Derecho histórico, comparado, internacional y cubano y la protección a la niñez y la juventud”. Revista Jurídica No 3, abril-junio 1984, año II. P. 95. 179 potestad que ostentaba sobre el hijo. Era una mutación de familias en virtud de la que se transmitía la patria potestad, cediendo el jefe de familia sus derechos al nuevo padre adoptivo. En resumen, se adoptaban los hijos de familia, se arrogaban los que eran dueños de sí mismos. El procedimiento para realizar la adopción varió con el paso del tiempo. En uno de los preceptos contenidos en las XII Tablas, se disponía que el hijo quedaba liberado luego de tres ventas si era varón. Por interpretación se consideró entonces que si se trataba de una hija o una nieta, bastaba una sola venta. Tal regulación, aunque discriminatoria por razones de sexo, corrobora que la adopción entre parientes consanguíneos, tiene antecedentes jurídicos bien antiguos. La legislación de Justiniano simplificó el procedimiento, a tal punto que bastaba con la comparecencia de las partes ante un magistrado, que consignaba en acta la voluntad de los comparecientes, lo que representaba un acto de jurisdicción voluntaria. También los efectos de la adopción variaron con la época. En la etapa del Derecho Primitivo, el adoptado se incorporaba de forma plena a la familia del adoptante y participaba de todos los derechos a partir de su condición de descendiente, extinguiendo toda relación con la familia de origen. Sufría la llamada máxima capitis diminutio. Las afectaciones que esto provocaba a los derechos sucesorios del hijo adoptivo, particularmente cuando era emancipado por el padre, en cuyo caso perdía todo derecho a la herencia, tanto de la familia natural como de la adoptiva o ficticia, fueron el antecedente histórico de lo que hoy conocemos como adopción plena. Justiniano, para evitar los peligros que la adopción provocaba al adoptado en el sentido apuntado, dividió la adopción en plena y menos plena. La adopción plena tenía lugar cuando el adoptante era un ascendiente del adoptado, quedando el segundo sujeto a la patria potestad del primero y en cuyo caso la adopción surtía todos los efectos primitivos, verificándose una plena mutatio familiae. En tal caso, el rompimiento pleno del adoptado con la familia natural, no le generaba perjuicios hereditarios, porque siempre podría heredar al ascendiente en virtud de su condición de cognado. La adoptio minus plena (adopción menos plena o imperfecta) tenía lugar cuando el adoptante era un extraño sin vínculo de parentesco con el adoptado. En tal caso, se reconocían los derechos sucesorios de adoptado con relación a su familia natural, independientemente de la adopción y tenía también la posibilidad de suceder abintestato al padre adoptivo. La distinción entre adopción plena y menos plena, eliminaba los perjuicios que para el hijo adoptivo generaba su emancipación. Los requisitos esenciales de la adopción que exigió la Legislación romana, fueron regulados independientemente a los comunes con la arrogación. Así para adoptar, tenían que existir dos condiciones particulares: a) Ser sui iuris y varón, pues la patria potestad correspondía sólo a los hombres, aunque en el reinado de Diocleciano se otorgó esta capacidad también a las mujeres en los casos en que hubiesen perdido a sus hijos naturales. Pero en tales casos, no se trataba de 180 una adopción regular, pues la mujer no adquiría la patria potestad, sólo el derecho de alimentos y a la sucesión abintestato. b) El adoptante tenía que ser 18 años mayor que el adoptado si lo hacía en concepto de hijo; 36 o el doble, si lo adoptaba como nieto. La segunda regla partía de la posibilidad que concedían los romanos de adoptar a una persona como nieto, bien por suponerlo descendiente de un hijo natural o porque se hacía ingresar como tal en la familia del adoptante, sin presumirle un padre, en cuyo caso se exigía el consentimiento del padre intermediario, para no darle un heredero en contra de su voluntad. Para arrogar, exigían especialmente los siguientes requisitos: a) El arrogante debía haber cumplido 60 años, pues antes de esta edad podía haber tenido hijos, aunque si por motivos justificados fuera imposible procrear o se tratase de un pariente, se le permitía arrogar antes de esa edad. b) No debía tener hijos. c) El consentimiento del arrogado era fundamental, aunque bastaba que el adoptado no se opusiera a la adopción. Nótese, la prerrogativa que se concedía al adoptante, cuando ostentaba la condición de pariente del adoptado. En la Edad Media la institución que se analiza fue perdiendo importancia, al punto que casi llegó a caer en desuso, incluso en España, cuna de nuestro Derecho. La arrogación y la adopción vinieron a tener algún reconocimiento en el Derecho español a partir del Fuero Real, las Siete Partidas y la Novísima Recopilación. Durante la redacción del Proyecto de Código Civil español de 1881, sólo la referencia de un vocal de Andalucía acerca de que en su país la adopción se aplicaba, aunque fuera eventualmente, logró que fuera regulada, pues la opinión generalizada de sus redactores, abogaba por su eliminación. El Código Civil español de 1888, ignoró la arrogación, limitándose sólo a regular una especie de adopción omnicomprensiva, como la catalogara el Dr. Gómez Treto321. Su preceptiva con un marcado carácter clasista y discriminatorio, pone de relieve el carácter privado y contractual que caracterizaba la adopción en el siglo XIX. El adoptado, tenía menos derechos que el discriminado hijo natural reconocido por el adoptante, y a excepción de los derechos relativos a la patria potestad, conservaba sólo los que le correspondían en su familia natural. De cualquier manera, correspondió a la legislación española, el mérito de resucitar la adopción romana, a través del prohijamiento, distinguiendo entre adopción plena y menos plena.322 Nótese como a pesar de las limitaciones que imponía a esta institución, admitía que el adoptante fuera un pariente consanguíneo del adoptado. Al efecto regulaba que si 321 Ob. Cit. En nota (2) p.98. Estevez Brasa, Teresa M; Ana María Carrasco y Luis Méndez. "La adopción en el Código Civil, Ley 24.779". Depalma, Buenos Aires, 1997. 322 181 la adopción la efectuaba el abuelo del adoptado, pasaba bajo su potestad como si fuese su hijo legítimo. El Código Napoleónico que contenía rigurosas limitaciones a la adopción, aceptaba la remunerativa y prohibía la de menores. La poca trascendencia de esta legislación, hizo que en 1923 fuera suprimida. En los países europeos que acentuaron más el poder burgués, prevaleció el carácter clasista y contractual de la adopción. Sus legislaciones denotaban una acentuada protección a las familias adoptantes más que a los eventuales derechos del adoptado. En las más modernas legislaciones burguesas, fue quedando un poco atrás el carácter contractual y privado que había marcado a la adopción hasta ese momento. Al menos formalmente, se fue abriendo paso su contenido social, al admitirse que su fin primordial es proteger los intereses de los menores adoptados. Tras las dos guerras mundiales, la institución se fue aproximando a sus características actuales. Los Estados comenzaron a tener una visión de la institución como medio de protección a la infancia y las diferentes legislaciones, a hacer prevalecer su función social. Ya en nuestros días, los ordenamientos jurídicos nacionales han seguido con respecto a la adopción dos sistemas diferentes; el conocido como adopción plena y el de la llamada adopción simple. Un grupo cada vez más reducido de países abraza todavía la llamada adopción clásica o tradicional. Sus características fundamentales son: 1. Prevalece naturaleza contractual del instituto, aunque regule la homologación o aprobación judicial. 2. Mantiene los vínculos familiares del adoptado con la familia biológica. 3. Admite la posibilidad de mutuo disenso o revocación de la adopción. Un grupo mayoritario de países, mantiene la adopción plena, denominada también en los diferentes ordenamientos jurídicos "legitimación adoptiva", "adopción privilegiada" "arrogación de hijos" o simplemente " adopción". En estos ordenamientos, la adopción se equipara a la filiación. Este sistema se caracteriza por: 1. La naturaleza institucional del vínculo, que se fundamenta mediante un procedimiento judicial. 2. Equipara el vínculo adoptivo con el creado por la relación paterno-filial. 3. Incorporación del adoptado a la familia del adoptante, equiparándolo al hijo biológico. 4. Extingue todo vínculo familiar del adoptado con la familia biológica. 5. No admite que la adopción sea revocada. 182 Bolivia, República Dominicana, Brasil, Puerto Rico, Perú, Panamá, Colombia y Cuba, son ejemplos de países que en sus Legislaciones abrazan el sistema de adopción plena. Existe un tercer grupo de países que admiten conjuntamente la adopción clásica y la plena. Antes de detenerme en el tratamiento de la temática abordada en legislación cubana actual, se impone una breve consideración acerca de sus antecedentes normativos y de lo previsto en el Derecho comparado. 3. Antecedentes Normativos de la adopción en Cuba En materia procesal, la Ley de Enjuiciamiento Civil española de 1881, adaptada para Cuba y Puerto Rico323 estipulaba el procedimiento judicial para aprobar la arrogación y la adopción. Esta Ley estuvo vigente para los cubanos, hasta el 4 de enero de 1974, cuando se promulgó la Ley No. 1261, Ley de Procedimiento Civil y Administrativo. Dicha Ley tuvo una corta vida, pues tres años más tarde fue reemplazada por la Ley No. 7, de 19 de agosto de 1977, denominada Ley de Procedimiento Civil Administrativo y Laboral, vigente actualmente. Esta última contiene las regulaciones correspondientes a la Jurisdicción Voluntaria en el Libro Quinto, a través de la que según el Código de Familia, ha de tramitarse la autorización judicial para adoptar. Cuba, receptora de la Codificación española de finales del siglo XIX, tuvo vigente desde 1889 el Código Civil español de 1888, en el que se regulaba la institución que nos ocupa. El mismo rigió en nuestro país hasta que entró en vigor el 14 de febrero de 1975, la Ley 1289, Código de Familia. El Código Civil español, a diferencia de la Ley de Enjuiciamiento Civil española antes mencionada, regulaba sólo la adopción omnicomprensiva. Sus preceptos permeados de una naturaleza clasista y discriminatoria, limitaban a tal punto los efectos favorables para el adoptado, que en la escala de los derechos, el discriminado hijo natural, estaba por encima del adoptivo. Sin embargo, con independencia de los excesos en los requisitos que contemplaba la adopción, es dable señalar que el antecesor de nuestra Ley sustantiva actual, no regulaba limitación alguna a la adopción entre parientes consanguíneos. 4. La adopción por parientes consanguíneos en el Derecho Comparado Argentina cuenta con la Nueva Ley de Adopción No. 24.779, promulgada el 26 de marzo de 1997, que incorporó el instituto al Código Civil. Esta legislación admite, como lo hacía el Código Civil español, la adopción del mayor de edad o del menor emancipado cuando hubiere preexistido una situación ininterrumpida de acogimiento o convivencia iniciada durante la minoría de edad. Mantiene otras diferencias con la legislación familiar cubana, vinculadas ya específicamente al tema que nos ocupa; una de ellas es la prohibición expresa de la adopción por determinados parientes consanguíneos del adoptado. Al efecto el artículo 315 estipula lo siguiente: "Podrá ser adoptante toda persona que reúna los requisitos establecidos en este Código cualquiera fuese su estado civil, debiendo acreditar de manera fehaciente e indubitable, 323 Esta Ley fue adaptada para ambos países, por la Comisión Codificadora de Ultramar, y puesta en vigor en ambos territorios a partir del 1ero de enero de 1886, en virtud de Real Decreto de 25 de septiembre de 1885. 183 residencia permanente en el país por un período mínimo de cinco años anteriores a la petición de guarda. No podrán adoptar: a) quienes no hayan cumplido treinta años de edad, salvo los cónyuges que tengan más de tres años de casados. Aún por debajo de este término, podrán adoptar los cónyuges que acrediten imposibilidad de tener hijos. b) Los ascendientes a sus descendientes. c) Un hermano a sus hermanos o medio hermano". Sin embargo, todo indica que también en Argentina, el tema ha resultado controvertido, en virtud de que varios autores han considerado que "…lo más beneficioso para los menores, es no incluir en la Ley de Adopción estos impedimentos de dudosa y difícil justificación, siendo lo más razonable dejar librada la decisión al prudente criterio del juez".324 Otra diferencia importante que retomaremos más adelante, al abordar el tratamiento del instituto en la Legislación cubana, aparece el artículo 313 de la norma ahora comentada. El precepto consagra de forma expresa, que la adopción del hijo del cónyuge será siempre de carácter simple. Esta novedosa legislación consagra un sistema dual de adopción, simple y plena, eliminando la camisa de fuerza que representa implantar en términos absolutos la segunda modalidad. Dedica el Capítulo II a la adopción plena. Al respecto el legislador advierte de forma expresa, que además de los requisitos generales previstos en los artículos 316 y 317, sólo podrá otorgarse este tipo de adopción con respecto a los menores que se encuentren en alguna de las situaciones que describe el artículo 325. Lo cierto es que todos los supuestos que contempla, parten de una total desvinculación entre el menor y sus progenitores biológicos. Regulación interesante con respecto al derecho a la identidad personal, contiene el artículo 328 de la norma analizada al consagrar que "el adoptado tendrá derecho a conocer su realidad biológica y podrá acceder al expediente de adopción a partir de los 18 años de edad". Por su parte, el Capítulo III regula la adopción simple, por demás obligatoria, cuando el adoptado sea el hijo del cónyuge. El artículo 330, deja claro que este tipo de adopción será la excepción y no la regla, aplicable sólo cuando sea lo más favorable al menor, lo que según la jurisprudencia argentina tiene lugar cuando "el mantenimiento de los vínculos legales de parentesco con la familia de sangre del adoptado pueda producir una ventaja actual o futura para el menor, o si otras razones, también implicadas en las circunstancias que hacen los lazos de familia, autoricen a determinar que es inconveniente suprimir los vínculos de sangre”.325 A tales efectos ha dejado sentado que "la adopción simple no es de ningún modo axiológicamente inferior a la plena. Por el contrario permite al menor adquirir nuevos padres sin perder los propios, ni los derechos alimentarios y sucesorios con respecto a estos… ya que la adopción simple deja abierta para el menor la posibilidad de recurrir a 324 Estévez Brasa,Teresa y Carrasco – Méndez, Ana María. “La adopción en el Código Civil. Ley 24.779, Ediciones Depalma, Beunos Aires, 1997, p.22. 325 Criterio de la jurisprudencia argentina, reproducido por las autores antes citadas. 184 sus parientes legítimos en supuestos de necesidad, lo cual importa una ventaja indudable que queda descartada cuando se concede la adopción plena".326 El Código de Familia de Panamá, aprobado por la Ley No. 3 de 17 de mayo de 1994, abraza el sistema de adopción plena. Así en el artículo 294 estipula que "el vínculo jurídico familiar creado por la adopción es definitivo, irrenunciable e irrevocable. A diferencia de nuestro Código de Familia, el legislador panameño, prohibe de forma expresa en el apartado 3 del artículo 296 la adopción de los parientes en línea recta y de hermanos. Con respecto a los efectos de la adopción, el artículo 311 estipula que, "aunque la persona que sea adoptada deja de pertenecer a su familia biológica o natural y forma parte de su nueva familia, sin perjuicio de la subsistencia de los impedimentos matrimoniales de consanguinidad y los derechos o prohibiciones establecidos en las leyes; en la adopción conjunta, no se producirá este efecto con relación al padre o madre de sangre del hijo adoptivo". En Puerto Rico, la adopción o filiación adoptiva se regula actualmente en el Código Civil de 1930, enmendado por la Ley de Adopción No. 8 de 19 de enero de 1995. La Legislación puertorriqueña acoge el sistema de adopción plena y a través de la misma cesan todos los derechos y deberes del adoptado con la familia natural (Confróntese el artículo 137). No obstante, el legislador puertorriqueño, previó dos excepciones: la primera cuando el adoptado incurra en responsabilidad penal por los delitos contra la Familia, según lo previsto en el Código Penal; y la segunda, cuando el adoptado sea hijo biológico del cónyuge del adoptante, o cuando el adoptado proviene de una sola filiación y es adoptado por una persona de sexo diferente al que lo reconoció. En ambos casos, se eliminan sólo los vínculos con la rama de la familia de origen en que operó la adopción (Véase el artículo 138). La legislación que se analiza, admite la adopción por parientes que tengan vínculos de consanguinidad con el adoptado. Sobre este particular el artículo 132 estipula lo siguiente: 1) Podrán ser adoptados los menores de edad no emancipados y los menores de edad emancipados por decreto judicial o por concesión de padre, madre o padres con patria potestad. 2) No podrán ser adoptados: las personas que hayan cumplido la mayoría de edad a la fecha de un decreto de adopción aún cuando fueren menores de edad al presentarse la petición de adopción no podrán ser adoptados. No obstante, podrá ser adoptado un menor de edad emancipado que no hubiese contraído matrimonio o una persona mayor de edad siempre y cuando medien algunas de las siguientes circunstancias: a) Cuando el adoptante hubiere residido en el hogar de los adoptantes desde antes de haber cumplido la edad de dieciocho años, y dicha situación hubiere continuado existiendo a la fecha de la presentación de la petición de adopción. b) Cuando el adoptado sea un menor emancipado que nunca hubiere contraído matrimonio. 3) Las personas casadas o que hubieren estado casadas, aunque sean menores de edad. 326 Criterio de la Jurisprudencia argentina, reproducido por las autoras antes citadas.. 185 4) Un ascendiente de un adoptante que es un pariente por consanguinidad o por afinidad. Tal y como me comentara, respondiendo a una consulta en tal sentido formulada a la Dra. Edna Santiago Hernández327, “la excepción prevista en el inciso a) se hizo para que los abuelos (que eran padres de crianza) pudiesen adoptar a sus nietos”. Finalmente quiero detenerme en lo que consagra la Convención de los Derechos del Niño328, ratificada por la mayoría de los países latinoamericanos entre ellos, Cuba, con respecto al tema de la Adopción. Este convenio de las Naciones Unidas, que constituye el primer Código Universal de los derechos de las niñas y los niños legalmente obligatorio de la historia, no establece limitación con respecto a la adopción entre parientes. Corrobora esta afirmación la lectura del artículo 21 de dicha norma, que consagra lo siguiente: "Los Estados Partes que reconocen o permiten el sistema de adopción cuidarán de que el interés superior del niño sea la consideración primordial y: a) Velarán porque a adopción del niño sólo sea autorizada por las autoridades competentes, las que determinarán, con arreglo a las leyes y a los procedimientos aplicables y sobre la base de toda información pertinente y fidedigna, que la adopción es admisible en vista de la situación jurídica del niño en relación con sus padres, parientes y representantes legales y que, cuando así se requiera, las personas interesadas hayan dado con conocimiento de causa su consentimiento a la adopción, sobre la base del asesoramiento que pueda ser necesario". No reproduzco el contenido de los demás incisos del precepto analizado, porque se refieren a la adopción practicada en otro país, pero tampoco en tales supuestos se regulan exclusiones a la institución, por razones de parentesco. 5. Tratamiento de la adopción entre parientes en la legislación cubana actual. Polémica acerca de su interpretación El Código de Familia, con las imperfecciones que podamos señalarle al cabo de casi treinta años de vigencia, representó nuestra primera experiencia legislativa acerca de la temática familiar. Ha sido objeto de modificaciones dirigidas a atemperar su articulado a disposiciones legales posteriores. Así por ejemplo, con la promulgación del Decreto Ley No. 76 de 20 de enero de 1984, que organiza el funcionamiento de los Círculos Infantiles Mixtos y los Hogares de Menores e institucionaliza las familias sustitutas que los apoyen, fue preciso introducir modificaciones importantes a la institución jurídica de la adopción. La Ley No. 1289 regula la adopción a partir del artículo 99 al 116, correspondientes al Capítulo III del Título II, De las relaciones paterno-filiales. El artículo 99, que retomaré más adelante, consagra para los cubanos el sistema de adopción plena, igualitaria e irrevocable, aunque de hecho, el artículo 101 prevé una excepción en tal sentido, en los casos en que un cónyuge adopte el hijo del otro. Sin embargo, el segundo precepto es omiso al no significar que en tales casos, es imposible aplicar los efectos de la adopción plena, porque ello supondría que el menor perdiera todo vínculo con el cónyuge que es su progenitor biológico 327 Santiago Hernández, Edna Ivette, Profesora Titular de Derecho de Familia de la Universidad Pontificia de Ponce, Puerto Rico. 328 Adoptada en Nueva York, por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1989. 186 y con los parientes consanguíneos de éste. La omisión en este sentido, le ha valido fuertes críticas, incluso desde las aulas universitarias. Los requisitos que a juicio del legislador cubano, ha de cumplir la persona que desee adoptar a un menor, están regulados en el artículo 100, ellos son: 1. Haber cumplido 25 años. 2. Hallarse en pleno goce de los derechos civiles y políticos. 3. Estar en situación de solventar las necesidades económicas del adoptado. 4. Tener las condiciones morales y haber observado una conducta que permita presumir, razonablemente, que cumplirá respecto al adoptado, los deberes que estipula el artículo 85, que son los que comprende el ejercicio de la patria potestad. El artículo 102 consagra otro requisito adicional y es que los adoptantes han de tener por lo menos quince años de edad más que los adoptados. Tal y como se constata del análisis de los preceptos citados, nuestro Código de Familia, siguiendo los pasos de la Legislación que le antecedió, no ofrece dentro de los requisitos para adoptar, ninguno que limite al adoptante, por razón de parentesco con el adoptado. Tampoco el artículo 103, ofrece limitaciones en tal sentido con respecto a los menores que podrán ser adoptados. Ello ha permitido sostener como opinión generalizada entre los juristas cubanos, que nuestra Ley familiar sustantiva, admite la adopción practicada por parientes consanguíneos, siendo de las más frecuentes en este sentido, las promovidas por los abuelos del menor en estado de desamparo. Sin embargo, precisamente el artículo que inicia la regulación del instituto en el Código de Familia, es el que ha generado las interpretaciones contrapuestas acerca de sí el legislador cubano admite o no la adopción entre parientes consanguíneos. El mismo estipula lo siguiente: "la adopción se establecerá en interés del mejor desarrollo y educación del menor, y creará entre el adoptante y el adoptado un vínculo de parentesco igual al existente entre padres e hijos, del cual se derivan los mismos derechos y deberes que en cuanto a la relación paterno-filial establece el Código, extinguiéndose los vínculos jurídicos paternofiliales y de parentesco que hayan existido entre el adoptado y sus padres y los parientes consanguíneos de éstos últimos". La parte final del citado artículo, ha permitido sustentar a algunos juristas cubanos el criterio de que, si con la adopción se extinguen los vínculos del adoptado con la familia natural, es porque el adoptante, no puede ser alguien que mantenga vínculos de consanguinidad con el menor que se pretende adoptar. Este fue el criterio que en su día defendió el representante del Ministerio Público, al interponer Recurso de Apelación contra el Auto número treinta y dos de 30 de septiembre de 1997, del Tribunal Municipal de Diez de Octubre, en el Expediente veintiocho del propio año. En tal caso, el Fiscal fundamentó su pretensión en que “la propuesta formulada por la promovente no materializaba los objetivos que para la adopción había previsto el artículo 99 del Código de Familia; y que además, resulta imposible por los lazos de parentesco que unen a adoptante y adoptado, pues aunque jurídicamente cambian estos vínculos, de hecho provocaría una confusión para el menor, ya que a quien reconocía hasta ahora como tía materna tendrá que comenzar a identificarla como madre y quizás a un primo como hermano, con apoyo además de lo expuesto, en el hecho de que el Tribunal Supremo 187 Popular había resuelto recientemente asunto similar en sentido contrario al de la sección de primera instancia”. Idéntica línea de interpretación, fue seguida por la Sala de lo Civil y lo Administrativo de nuestro Tribunal Supremo, en la sentencia número 212 dictada el 31 de marzo de 1998, al acoger el recurso interpuesto por el Fiscal, en los términos del Primer Considerando que a continuación reproduzco: "Que el segundo motivo del recurso al amparo del apartado uno del artículo seiscientos treinta de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral debe prosperar, porque acreditado como ha sido que quien promueve el expediente es tía materna del menor que se pretende adoptar, es de advertir que en su caso no se ajusta a los principios que establece el artículo noventa y nueve del Código de Familia referido a que la adopción se establecerá en interés del menor y creará entre adoptante y adoptado vínculo de parentesco igual al existente entre padres e hijos, extinguiéndose además los vínculos jurídicos paterno-filiales y de parentesco que hayan existido entre éstos y sus padres y los parientes de aquellos, lo que inequívocamente en el presente caso al disponerse que conserve la filiación paterna y además dado los lazos de parentesco existentes entre la promovente y el pretenso adoptado se crearía confusión filiatoria de hecho, que en modo alguno beneficiaría al menor teniendo en cuenta que su familia natural por vía materna continua unida a él, íntimamente relacionados….". Con independencia de la interpretación de la norma sustantiva familiar, que en tal caso hiciera nuestro más alto Tribunal de Justicia, prestigiosos juristas vinculados al tema, sustentan una opinión contraria a la adopción realizada por parientes consanguíneos del menor, partiendo de entender que los roles familiares no se sustituyen. Los defensores de tal criterio, consideran que un abuelo debe ocupar el lugar de abuelo y no de padre, lo que sería válido para otros parientes, como tíos, primos, etc. Sin embargo, aún cuando algunas sentencias de nuestro órgano judicial cimero, han enarbolado este criterio, pienso que todavía no es mayoritario. La defensa predominante a una interpretación contraria del citado artículo 99, ha generado en la actualidad, un estado de inseguridad en ciertos operadores del Derecho vinculados a la temática familiar, dentro de los que me encuentro, que valdría la pena, tratar de eliminar, aunque ello requiera de una reformulación del precepto analizado. Los defensores de la adopción realizada por algún pariente natural del adoptado, consideran que el artículo 99, no excluye en modo alguno esta posibilidad, pues aunque comúnmente la adopción se pueda practicar por personas extrañas al menor, ello no impide que en determinados casos, la promueva por ejemplo, un abuelo del adoptado. El precepto analizado sólo deja claro en su narrativa, el sistema de adopción plena que sigue el ordenamiento jurídico cubano, de manera que en cualquiera de las variantes posibles que la vida impone, no existan dudas con relación a que a partir de la adopción se forja una relación familiar nueva, que será mejor, mientras más parecida sea a una auténtica familia natural. A partir de la adopción el hijo adoptado, no será inferior a los hermanos que podrá tener a partir de ese momento, pues será tan hijo, como cualquier otro de la familia que lo adoptó. El propio artículo 101 de nuestro Código de Familia, al conceder a uno de los cónyuges la posibilidad de adoptar al hijo del otro, en los casos que se señalan, apoya a los seguidores de esta tesis, a pesar de que el precepto en mi opinión, resulta omiso al no dejar dicho de manera expresa, que en tal supuesto el adoptado, mantendrá los vínculos paterno-filiales y 188 parentales con los familiares del adoptante, pero también con progenitor natural y sus familiares. el cónyuge que es su Los defensores de este criterio argumentan además que si la intención del legislador hubiese sido la de introducir limitaciones en este sentido, las hubiese consignado en el artículo 100 y 103 de la propia Ley sustantiva, lo que no ocurrió como se constata de la lectura de ambos preceptos. Téngase en cuenta que en los sistemas de adopción plena como el nuestro, a partir del momento en que el menor sea adoptado, se extinguen los vínculos jurídicos paterno-filiales y de parentesco con la familia consanguínea. Ello implicaría por ejemplo, para un menor que hasta ese momento hubiese sido criado por sus abuelos, perder todo vínculo con éstos, a partir del momento en que fuera adoptado por una persona extraña. Esta fue la línea de pensamiento seguida por el Tribunal Provincial de Ciudad de la Habana, que declaró Sin Lugar el Recurso de Apelación interpuesto por el Fiscal contra el mencionado Auto Definitivo del Tribunal Municipal de Diez de Octubre. Sobre la polémica analizada expresó en el Segundo Considerando: "que el citado precepto (refiriéndose al artículo 99) … no hace mención a imposibilidad de tipo alguna de que un menor que se encuentre en alguno de los casos a que se contrae el artículo 103 pueda ser adoptado por algún pariente al que esté unido por lazos de consanguinidad, siempre y cuando esta persona cumpla con los requisitos de ley, y estimar lo contrario equivaldría además de la inequidad - entendida como justicia- contra los parientes de semejante índole, colocar al menor fuera del alcance de su familia natural, pues como es harto conocido, la adopción es una institución formada ficticiamente por el Derecho a fin de darle igual rango al parentesco legal que al natural, parad de esa manera, insertar al menor de que se trate en el seno de una familia que vele por el mejor desarrollo y educación, y a mayor abundamiento, dar al ya mencionado artículo un alcance del que en realidad no disfruta, cual es, el de impedimento de adopción, en realidad no pasa de ser un principio general que inspira al instituto y que no desvirtúa, altera o hace variar un mero cambio en el grado de parentesco, y concretamente en el subjudice, de tía a madre; y tanto es así, que de conceder al tantas veces mencionado artículo criterio restrictivo expuesto por el Fiscal, necesariamente impediría toda adopción promovida por un cónyuge sobre el hijo del otro, cuyos hijos del matrimonio anterior, son hermanos de un sólo vínculo del adoptado y que por virtud de dicho instituto se convierten en hermanos de doble vínculo, sin que, por otra parte, cese o desaparezca el vínculo consanguíneo con la familia de su progenitor natural; en síntesis, no es el espíritu de la ley". Lo cierto es que, por contundentes que parezcan los argumentos expuestos anteriormente por el Tribunal Provincial de la capital cubana, contraria fue la opinión del Tribunal Supremo que como vimos anteriormente, abrazó la tesis contraria. El Proceso de Jurisdicción Voluntaria sobre adopción, correspondiente al Expediente No. 30 del año 2002, tramitado ante el Tribunal Municipal de Habana Vieja, corrobora que la polémica en torno al artículo 99 del Código de Familia, sigue en pie. En este caso, el Dictamen emitido por la representante de la Fiscalía, el 30 de mayo del presente año, fue contrario a la adopción. Expresó su desacuerdo en los siguientes términos: “Nos pronunciamos inconforme con la promoción establecida una vez que ha quedado debidamente demostrado la inconveniencia de éste para la menor en virtud de lo que establece el artículo 99 del Código de Familia. Esta norma jurídica dispone la extinción de los vínculos jurídicos paterno filiales y de parentesco que hayan existido entre el adoptado y 189 sus padres y los parientes consanguíneos de los progenitores, por lo que lo contrario provocaría la modificación del parentesco y por tanto la consecuente distorsión familia para la menor...”. Esta vez, el criterio interpretativo seguido por el Tribunal de instancia, fue contrario al de la Fiscalía. A tales efectos, dictó el Auto Definitivo No. 78 de 30 de junio del 2003, en virtud del cual se acordó la aprobación de la adopción de una menor de 8 años por el un primo de la niña, residente en Alemania y su esposa que es ciudadana de dicho país. En el Primer Considerando del citado Auto se expresa: “...analizado el presente Expediente y las pruebas practicadas se aprecia que los promoventes han justificado adecuadamente que poseen los requisitos necesarios para adoptar a la menor según lo establecido en el artículo 101 y 102 del Código de Familia...” Asimismo en el Segundo Considerando se valoró que se estaba “... en el supuesto previsto en el inciso 5 del artículo 103 del Código de Familia, ya que la madre falleció... y el padre, quien posee la patria potestad, dio su consentimiento para que su hija fuera adoptada por los promoventes, en la comparecencia de fecha 18 de octubre del 2002”. Finalmente en el Tercer Considerando de la resolución analizada se concluye que “... se debe acceder a la adopción pretendida siendo lo más beneficioso para los intereses de la menor...” valorando seguidamente las circunstancias particulares que permitieron a la Sala formar convicción en tal sentido. Resultó para esta autora una curiosidad técnica, el hecho de que en este caso el Tribunal de instancia, no hizo valoración alguna en los Considerandos de la Resolución, sobre el controvertido artículo 99 de la Ley sustantiva familiar. Sólo al acordar la Aprobación de la Adopción, concluye su resolución disponiendo que “... en lo sucesivo se creará entre los adoptantes y la adoptada un vínculo de parentesco igual al existente entre padres e hijos, del cual se derivan los derechos y deberes que en cuanto a la relación paterno-filial establece el Código de Familia, extinguiéndose los vínculos jurídicos paterno-filiales y de parentesco que hayan existido entre el adoptado y sus padres y los parientes consanguíneos de estos últimos”. De lo anterior se colige que el Tribunal de instancia, interpretó en sentido contrario a la Fiscalía, el tantas veces citado artículo 99 del Código de Familia. Al parecer, el criterio que ha prevalecido en los Tribunales Municipales es el de no limitar la adopción entre personas con vínculos de consanguinidad, pero otro ha sido en algunos casos el criterio de la Fiscalía. Asimismo, aunque la opinión, al menos del Tribunal Provincial de Ciudad de la Habana, ha sido el de no excluir a los parientes de la posibilidad de adoptar, esta tesis, que en mi opinión es la que se ajusta al sentir del legislador y es en definitivas la más justa, no cuenta en la actualidad, con el apoyo unánime de nuestro órgano judicial cimero. La falta de uniformidad en la interpretación que del artículo 99, hagan los juristas en nuestro país, puede atentar contra la función social de proteger a la infancia y dotar de una familia, al menor que adolece de ella. Particularmente pienso, que el carácter eminentemente social y humano del Derecho de Familia, unido a la riqueza de situaciones de la vida diaria que el mismo tutela, impiden fijar esquemas en el tratamiento de la temática familiar. A cada niño o niña en situación de desamparo, le rodean circunstancias diferentes, por lo que cada caso exige un tratamiento diferenciado. Siendo la adopción por su propia naturaleza, una ficción jurídica en favor de la infancia desamparada, huérfana o abandonada, debe buscar el mayor acercamiento posible a una 190 verdadera relación filiatoria. Pero ese objetivo no será logrado en todos los casos de la misma manera. Para unos lo más recomendable y hasta la única solución posible, será la adopción por personas extrañas; para otros tal solución podría llegar a ser lacerante. Pensemos en los casos en por diversas razones, el menor, ni siquiera conoció a sus progenitores biológicos, y desde edades tempranas (a veces desde que son lactantes), los abuelos o los tíos han tenido su custodia, llegando aquel a concebirlos como verdaderos padres. Con un sistema de adopción plena, si la misma se realizara por personas extrañas al menor, un buen día, a la pérdida inicial de los padres biológicos, se sumaría, la de los padres de crianza y entonces pudiera constituir una injusticia irreparable para el adoptado, no haberlo sido, por las personas que para él, podían asumir mejor el rol de verdaderos padres. Por supuesto, que tales valoraciones, no son absolutas, pues si en un caso determinado, se determina que aún existiendo parientes del menor, con la intención de adoptarlo, lo que resulta más favorable para el mismo es la adopción por persona extraña, esa debe ser la solución que prevalezca. Como hemos visto, la normativa jurídica cubana, a lo largo ya de tres siglos diferentes, no ha excluido la adopción realizada por parientes del adoptado. Sabemos que en situaciones muy particulares, tras el velo de la adopción, se han tratado de ocultar violaciones a las disposiciones migratorias, intereses lucrativos y hasta sexuales, que nada tienen que ver con el fin social de dicha institución. Pero tales riesgos, no son exclusivos de la adopción entre parientes y considero que cualquier modificación que el legislador cubano introduzca en este sentido ha de ser para excluir del acceso a la adopción, tanto a personas extrañas al menor, como a parientes del mismo, que no reúnan los requisitos establecidos por ley o sencillamente, que no busquen en la promoción de este instituto, el fin social y humano que entraña. Creo además, que aunque la adopción plena sea la que se aplique como regla, sobre todo en los supuestos en que el adoptado no mantenga vínculos con la familia biológica; la adopción simple no debe ser excluida en términos absolutos de nuestro ordenamiento jurídico, no sólo para los casos de adopción del hijo natural de uno de los cónyuges, sino para cualquier otro, en que tal solución represente el interés superior del niño. Como ha afirmado en diversos foros la catedrática cubana Olga Mesa Castillo, aunque “... la tendencia global es hacia la adopción plena, como vía más lógica para luchar contra el mal de la niñez abandonada, las legislaciones nacionales sobre adopción deben acoger ambos tipos de adopción, la plena y la simple, pues de esta forma se daría respuesta a situaciones diferentes de las más lógica viabilización en beneficio del menor con un tipo de adopción que el otro”.329 6. A modo de conclusiones La adopción es la institución del ordenamiento jurídico que permite dar una familia a menores que no la tienen. Es la ficción creada por el Derecho para equiparar los lazos que se crean entre la familia biológica y la adoptiva. Con independencia del tipo de adopción que se acoja y del vínculo o no de parentesco que pueda existir entre adoptantes y adoptados, lo 329 Mesa Castillo, Olga. "Principales tendencias en el tratamiento jurídico a la institución de la adopción". Libro: "El Derecho de Familia y los Nuevos paradigmas". Tomo II. X Congreso Internacional de Derecho de Familia, Mendoza, Argentina, septiembre de 1998. Rubinzal-culzoni editores. 191 importante es hacer prevalecer en cada caso, el respeto al interés superior de la infancia, consagrado en la Convención de los Derechos del Niño. El privilegio de ser una jurista cubana, que vive en Cuba, me ha dado la posibilidad en estas líneas de referirme a un tema tan puntual, como lo es el abordado hasta aquí. No por ello, paso por alto los dilemas mayores que en países hermanos, enfrentan los niños y niñas, para los cuales sus familiares más allegados siguen siendo en el siglo XXI, otros niños que a su lado, integran el ejército de niños en y de la calle, de soldados infantiles, y lo que es más tristes de los que ejercen la prostitución o el tráfico de drogas para poder subsistir. Que la adopción sea entonces un llamado a la esperanza y un arma en manos de los hombres y mujeres de ley, para hacer realidad la frase, alguna vez dicha por todos, de que madre y padre no son sólo quienes engendran, sino también y especialmente, todos los seres humanos capaces de dar amor, de dar un hogar, de dar una familia a quienes todavía hoy no la tienen. 192 Bibliografía Textos doctrinales: Carrera Cuevas, Delio: "Derecho Romano". Editorial Pueblo y Educación, 1980. Camacho Meléndez, Iris M: "La valoración de la adopción en la sociedad contemporánea: apuntes para un análisis de la legislación puertorriqueña". Ponencia publicada en la Revista Estado, Derecho y Globalización. Editorial Barco de Papel, Mayagüez, Puerto Rico. Volumen II, Num.2, junio 1998. Estévez Brasa, Teresa M.; Ana María Carrasco y Luis Méndez: "La adopción en el Código Civil, Ley 24.779". Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1997. Gómez Treto, Raúl: "La adopción de hijos en el Derecho histórico, comparado, internacional y cubano y la protección a la niñez y la juventud. Revista Jurídica 3, abril - junio 1994, Año II: Departamento de Divulgación del Ministerio de Justicia de la República de Cuba. Mesa Castillo, Olga: "Principales tendencias en el tratamiento jurídico a la institución de la adopción". Ponencia publicada en el Libro: El Derecho de Familia y los nuevos paradigmas. X Congreso Mundial de Derecho de Familia, Mendoza, Argentina, Septiembre 1998. Tomo II, Rubinzal-culzoni, editores. Textos legales: Convención de los Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989. Los niños y sus derechos. Editorial Pueblo y Educación, Ministerio de Educación, 1997. Código Civil hecho extensivo a Cuba, por Real Decreto de 31 de julio de 1889. Concordado y anotado hasta el 8 de marzo de 1975. Publicación Oficial del Ministerio de Justicia. Código de Familia de la República de Cuba. Ley 1289 de 14 de febrero de 1975 (Anotado y concordado), Divulgación del Ministerio de Justicia, la Habana, 1987. Código de Familia de Panamá, Ley No.3 de 17 de mayo de 1994. Código Civil de Puerto Rico, enmendado por la Ley No. 8 de 1995. Decreto Ley No. 76, de la adopción, los hogares de menores y las familias sustitutas, de 20 de enero de 1984. Ley de Procedimiento Civil Administrativo y Laboral, Ley No 7 de 19 de agosto de 1977. Colección Jurídica. Divulgación MINJUS, Año 1999. Ley No 24.779 Adopción en Argentina. M. A. Sansó - Editor, 1997. Lineamientos generales sobre la adopción de niños desde una perspectiva comparada argentino - cubana 193 Marisa HERRERA Abogada. Especialista en Derecho de Familia. Investigadora adscripta del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales, Dr. Ambrosio L. Gioja, Facultad de Derecho, U.B.A. Docente, Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. “En los albores del nuevo milenio enfrentamos un futuro en el que las respuestas ya no son ni serán las mismas porque, a decir verdad, nos han cambiado la mayoría de las preguntas; ‘en la ruta del futuro, lo que viene no siempre se parece a lo que se ve en el espejo retrovisor’, por lo que debemos ‘aprender a convivir con la desproporción entre las preguntas inteligentes que somos capaces de formular y las respuestas plausibles que somos capaces de dar’”. (Arnaldo Momigliano)330 Sumario: 1. Apertura. 2. Un piso normativo común: la Convención sobre los Derechos del Niño. 3. Dos cuestiones relevantes a la luz de la doctrina compartida. 3. 1. Enaltecimiento de la familia. 3. 2. La adopción como una figura subsidiaria. 4. Una mirada preventiva: el papel de las políticas públicas y su repercusión en el ámbito jurídico. 5. El régimen legal de la adopción en Argentina y Cuba. 5.1. Introito. 5.2. Disposiciones generales. 5.3. Adoptado. 5.4. Adoptantes. 5. 4. a. Requisitos generales. V. 4. b. Adopción por parejas convivientes. V.4.b. Adopción por parientes. 5. 5. Efectos de la adopción. 5.6. Retractación, revocación y/o nulidad. 5.7. Cuestiones procedimentales. 5.8. Adopción internacional. 6. Corolario 1. Apertura El presente trabajo tiene por finalidad actualizar algunos de los tantos aspectos que involucra la adopción de niños en países del llamado tercer mundo, subdesarrollados o periféricos. Para ello, tomaremos una perspectiva de análisis comparativa entre dos países hermanos: Argentina y Cuba331. Una entrañable excusa abre paso a esta iniciativa: homenajear a quien iza, desde hace mucho tiempo, la bandera del derecho de familia en Cuba: la Dra. Olga Mesa Castillo. Esta labor constituye un verdadero desafío ya que nos invita a interrogarnos sobre qué es de la adopción de niños en un país socialista como Cuba, y qué de ello en un país capitalista332 como Argentina, para así vislumbrar sus diferencias y similitudes. 330 Citado por Aída Kemelmajer de Carlucci en el acto de apertura del X Congreso Internacional de Derecho de Familia llevado a cabo en la ciudad de Mendoza el 20 de septiembre de 1998, publicado en El Derecho de Familia y los nuevos paradigmas, Aída Kemelmajer de Carlucci (coordinadora), Rubinzal- Culzoni, Buenos Aires, 1998, t. I, p. 12. 331 Salvo excepciones, he preferido mantener el orden alfabético para referirme a los dos países que integran el presente estudio comparativo. 332 Si bien no existe un consenso sobre la definición del término “capitalista”, desde una perspectiva mínima se afirma que este concepto hace hincapié en la acumulación ilimitada de capital mediante medios formalmente pacíficos. En este sentido, se focaliza en la relación existente entre dos sectores. Por una parte, quienes no detentan nada o muy poco capital y en cuyo beneficio no está orientado naturalmente el sistema al no disponer de los medios de producción, y que obtienen ingresos por la venta de su fuerza de trabajo. Por el otro, quienes detentan el capital en virtud del derecho de propiedad, a costa del esfuerzo del grupo anterior (“Una definición mínima de capitalismo” en http://www.attacmadrid.org/d/2/020603172625.html). 194 Veamos, tal como se expresa en la Constitución Argentina, este país adopta una forma de gobierno “representativa republicana federal” (artículo 1). Por su parte, la Carta Magna cubana reza en su preámbulo que “(…) todos los regímenes sustentados en la explotación del hombre por el hombre determinan la humillación de los explotados y la degradación de la condición humana de los explotadores; de que solo en el socialismo y el comunismo, cuando el hombre ha sido liberado de todas las formas de explotación: de la esclavitud, de la servidumbre y del capitalismo, se alcanza la entera dignidad del ser humano (…)”. En consonancia con ello, proclama en su artículo 1º que “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”. Pero cabe advertir que en el plano fáctico, tales proclamas presentan ciertas dificultades. La sociedad cubana ha padecido condiciones económicas adversas en atención al bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos. Ello ha “limitado el desarrollo pleno de todas las acciones socioestatales posibles para el mejoramiento y protección de los derechos de los niños”; lo cual no ha sido óbice para destacar “la existencia de sensibles logros de Cuba en este plano de atención a la niñez, producto del tenaz interés de la sociedad cubana al respecto”333. Así, y de manera harto sintética, queda delimitada la disímil conformación política que presentan ambos estados, lo cual enriquece aún más el análisis comparativo sobre sus regímenes jurídicos en materia de adopción. En otras palabras, considero que estas consideraciones de tipo políticas no son un dato menor a la hora de indagar el compromiso que cada uno de estos estados ha adoptado para la efectivización de los derechos de niños y adolescentes. 2. Un piso normativo común: la Convención sobre los Derechos del Niño Argentina y Cuba integran la amplísima nómina de países que han ratificado la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de New York, Estados Unidos, el 20/11/1989. Al respecto, cabe destacar que se trata del instrumento internacional de derechos humanos que posee más ratificaciones (pasando así a integrar el derecho interno de todos los países del globo, con excepción de Somalia y Estados Unidos) y en el menor lapso de tiempo. Argentina ha incorporado este instrumento internacional de derechos humanos mediante el dictado de la ley 23.849 sancionada el 27/09/1990. Por su parte, Cuba la ha ratificado el 21/08/1991 sin introducir reserva alguna. Dado el carácter vinculante de esta normativa, ambos países han asumido el expreso compromiso de respetar y velar mediante el despliegue de distinto tipo de acciones (tanto legislativas como administrativas y judiciales) por una real satisfacción y/o restitución de derechos de niños y adolescencia. Y ello implica, de manera inexorable, que su incumplimiento trae consigo la consecuente responsabilidad estatal al nivel internacional. A esta altura del desarrollo donde ya han pasado 15 años desde la aprobación de este instrumento rector en materia de infancia y adolescencia, no cabe duda alguna que esta 333 González Rodríguez, Marta, “Experiencia cubana en el enfrentamiento al abuso sexual en niños. Contexto cubano en la lucha contra el abuso sexual de niños. Política social cubana. Política penal cubana dirigida a reprimir el Abuso Sexual Pedófilo” en http://www.ilustrados.com/publicaciones/EpyAkZkFAlxEGfOvzN.php 195 herramienta constituye la síntesis más acabada de un nuevo paradigma sintetizado bajo la denominación de la “protección integral”. Se trata de un documento normativo de derechos humanos que, a diferencia de otros de este estilo, combina en un solo cuerpo legal derechos civiles y políticos con derechos económicos, sociales y culturales, al considerar que todos ellos son complementarios y necesarios para alcanzar y asegurar los derechos de niños y adolescentes334. Básicamente, esta Convención propugna una nueva perspectiva y un cambio cualitativo fundamental en la percepción jurídica y social de la infancia. En otras palabras, el valor fundamental de la CDN radica en que inaugura una nueva relación entre el derecho y los niños335. Este modelo, doctrina o paradigma de la “protección integral de derechos”336 ha venido a impactar de manera directa en la concepción hasta ese entonces vigente, sobre todas las instituciones jurídicas atinentes a la infancia y adolescencia. La adopción de niños no ha escapado a esta “revolución copernicana”337. Pero antes de entrar de lleno al tema que aquí nos convoca, me parece interesante destacar en rasgos generales algunos de los principales cambios que ha introducido el paradigma mencionado, el cual ha venido, en buena hora, a sustituir la llamada doctrina de la “situación irregular”. Veamos, tanto la niñez como la adolescencia fueron históricamente objetos construidos política, social, cultural y educativamente dentro de procesos más amplios de construcción de la hegemonía338 y cuyos orígenes pueden ubicarse hacia el siglo XVII339. Tal como lo reitera García Méndez, la historia de la infancia es la historia de su control. En efecto, al proceso socio- cultural de construcción de la sub-categoría específica de los “menores” dentro del universo global de la infancia, corresponde simbólicamente la estructura jurídicoinstitucional creado en torno a los tribunales de menores340, en un marco teórico (y normativo) discrecional donde el “menor” es considerado como alguien indefenso, “incapaz” de pensar y decidir por sí mismo y a quien, entonces, resulta “objeto” de protección. La doctrina de la protección integral -como su nombre lo indica-, abarca de modo abstracto y genérico todas las dimensiones de la vida y desarrollo de los niños, promoviendo la unificación de propósitos y acciones entre desarrollo socioeconómico y protección jurídica de la infancia341. Así, ha producido un quiebre en la historia jurídica de la niñez al concebir al niño como “sujeto” titular de los mismos derechos fundamentales de los que titularizan los 334 Pilotti, Francisco, Globalización y Convención sobre los Derechos del Niño: el contexto del texto, Serie Políticas Sociales, CEPAL, Santiago de Chile, 2001, p. 11. 335 Para una síntesis actualizada sobre esta doctrina, ver Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, “Crónica de una ley anunciada y ansiada”, Anales de la Legislación, 29/2005, Revista La Ley, p. 2 336 Beloff, Mary, Presentación al libro Derecho, infancia y familia, Mary Beloff (compiladora), Gedisa, Barcelona, 2000, p. 11. 337 García Méndez, Emilio, Infancia, Ley y Democracia: Una cuestión de Justicia, http://www.iin.oea.org/Cursos_a_distancia/infancia_ley_y_democracia.pdf 338 Carli, Sandra, “Historia de la infancia”, en Revista del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, año III, nº 4, Buenos Aires, 1994, citado por Giberti, Eva, “La niñez y el hacer política”, en Políticas y niñez, Losada, Buenos Aires, 1997, p. 33. 339 Para profundizar sobre historia de la infancia, recomiendo compulsar de Aries, Philippe, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Madrid, Taurus, 1987. 340 García Méndez, Emilio, Infancia. De los derechos y de la justicia, Editores Del Puerto, Segunda edición, Buenos Aires, 2004, p. 57. 341 Cillero Bruñol, Miguel, “Infancia, autonomía y derechos: una cuestión de principios” en Minoridad y Familia. Revista Interdisciplinaria sobre la Problemática de la Niñez- Adolescencia y el grupo familiar nº 10, Daniel Hugo D’ Antonio (director), Delta Editora, Paraná, 1999, p. 33. 196 adultos, más un “plus” de derechos específicos justificados por su condición de persona en desarrollo. En palabras de Mary Beloff, el reconocimiento y protección de los derechos de los niños se produce en una concepción integral que recupera la universalidad de la categoría de la infancia, antes fragmentada por las leyes de “menores”342. De este modo, puede decirse que la CDN propicia “una forma emancipatoria y constructora de ciudadanía para todos”343, mediante el reconocimiento de todo niño -en tanto personacomo sujeto social de derechos en un contexto democrático que facilita su interacción en la familia y en la sociedad. En efecto, se ha dicho que “la CDN es, precisamente, el instrumento internacional que permitió expandir la ciudadanía a la infancia, ya que reconoce que todos los niños, niñas y adolescentes tienen derechos ante el estado y la comunidad, y que los Estados partes deben adoptar todas las medidas ‘administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención’ (artículo 4)”344. Particularmente en el marco de la adopción, el paradigma de la protección integral introduce modificaciones radicales. A mi entender, ello deriva de manera inexorable de una de los tantos principios rectores que sustenta esta doctrina: el derecho de todo niño y adolescente a vivir en familia, primordialmente en la de origen y, en su defecto, en la familia ampliada, en el ámbito comunitario o en otra forma de inserción familiar como la adopción. Se trata de una enumeración en orden descendiente en mérito a la importancia y del cual se desagregan las siguientes dos cuestiones: 1) la revalorización de la familia de origen y el consecuente derecho a permanecer en el núcleo primario y 2) la subsidiariedad o excepcionalidad de la figura de la adopción. A ellas nos dedicaremos a continuación. Antes de entrar a profundizar sobre ambas, quisiera dejar sentada la siguiente aclaración. Si bien es cierto que Cuba ha sido uno de los primeros países en dictar una normativa especial de rango infraconstitucional como el Código de la Niñez y la Juventud sancionado en el año 1978 (ley nº 16 del 26/06/1978), por razones de índole temporal tal iniciativa no responde a los principios sentados por la doctrina de la protección integral345. Esta cuestión ha sido puesta de resalto por las Observaciones finales realizadas por el Comité de los Derechos del Niños al informe presentado por Cuba, donde se consigna como principal preocupación que “(…) no se ha hecho lo suficiente para estudiar y revisar la compatibilidad de la legislación nacional con los principios y las disposiciones de la Convención, con el objeto de velar por la realización de todos los derechos previstos en la Convención”346. Por otra parte, es sabido que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe han intentado adecuar su normativa interna a los postulados de la Convención sobre los Derechos del Niño mediante el dictado de códigos de la niñez y adolescencia o leyes de protección integral de alcance nacional. Hasta hace poco, tanto Argentina como Cuba se 342 Beloff, Mary, Los derechos del niño en el sistema interamericano, Editores Del Puerto, Buenos Aires, 2004, p. 36. 343 García Méndez, Emilio, “Infancia, ley y democracia...”, op. cit., p. 25. 344 Cillero Bruñol, Miguel, “Los derechos del niño: de la proclamación a la protección efectiva”, en Justicia y Derechos del Niño nº 3, UNICEF, Buenos Aires, 2001, p. 50. 345 En este sentido se ha dicho que “El conjunto de Leyes y Decreto-Leyes antes mencionados –entre los que se encuentra el Código de la Niñez y la Juventud- estructuran el Sistema Legal protector de la niñez en Cuba; sistema que ha sido en algunos casos promulgado con anterioridad a nuestra suscripción a la Convención de los derechos del Niño, realidad que evidencia el siempre vigente interés del Estado Cubano en el desarrollo pleno y sano de su niñez” (González Rodríguez, Marta, op. cit). 346 Compilación de observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño sobre países de América Latina y el Caribe (1993-2004), UNICEF- OHCHR, Santiago de Chile, 2004, p. 178. 197 encontraban en igualdad de condiciones ya que ninguna había llevado adelante tal ajuste normativo. Pero de manera reciente, más precisamente en fecha 28/09/2005, se sancionó la ley argentina nº 26.061 sobre “Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes”. Atento el escasísimo tiempo transcurrido desde el acaecimiento de este hito normativo al nivel nacional al momento de la elaboración del presente trabajo, me encuentro imposibilitada de acercar una primera aproximación sobre su implementación o puesta en marcha347. Por ende, sólo haré algunas observaciones de dogmática jurídica aludiendo a ciertas disposiciones, las que seguramente, tendrán (o deberían tener) aplicación o impacto en el terreno fáctico. Asimismo, y como bien señala Mary Beloff: “(…) no es la ley por sí sola la que fabrica, produce o reproduce realidad social. (…) Para que los derechos de niños y niñas sean respetados es necesario contar con leyes cuidadosamente diseñadas y con técnicos entrenados. Además, la ley debería contener, más allá de los derechos, los mecanismos de exigibilidad para hacerlos efectivos. Indudablemente los procesos de reforma legal deben estar acompañados de una readecuación institucional, de los programas y de los servicios destinados a la infancia que permita a los niños ejercer sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales garantizados ex ante en las leyes de protección integral”348. En este sentido, las leyes infraconstitucionales de adecuación a los principios esgrimidos por la Convención sobre los Derechos del Niño constituyen un avance significativo, más no son la panacea. Ahora sí, estamos en condiciones de avanzar sobre la revalorización de la familia y la subsidiariedad de la adopción. 3. Dos cuestiones relevantes a la luz de la doctrina compartida 3. 1. Enaltecimiento de la familia Como lo he señalado, la doctrina vigente en materia de derechos del niño y adolescentes advierte sobre la importancia del derecho humano a vivir en familia (en primer término, en la familia de origen) y en consecuencia, el papel secundario que ostenta el instituto de la adopción. En relación con el rol de la familia, en la VI Conferencia Iberoamericana sobre Familia realizada en el año 2005 en el Palacio de las Convenciones en La Habana, varios especialistas en la temática coincidieron en que “la familia sigue constituyendo un valor fundamental y un sistema de protección esencial para todas las edades en la población cubana”349. Y aquella interrelación señalada entre el protagonismo de la familia de origen y la adopción como figura subsidiaria, se puede colegir de la lectura integral de aquel “piso normativo común” que comparten Argentina y Cuba. Veamos, el primer párrafo del artículo 9 de la Convención sobre los Derechos del Niño reza que “Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés superior del niño 347 Por otra parte, cabe señalar que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 77 de esta ley 26.061, su reglamentación deberá acontecer dentro del plazo de los 90 días de su sanción. Situación que no ha acontecido a la fecha. 348 Beloff, Mary, Los derechos del niño en el sistema interamericano…, cit., p. 43. 349 Ríos Jáuregui, Anett, “Modelo tradicional de familia está en proceso de cambio”, 16/09/2005 en http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2005/2005terc/educacion/modelo-familia-cambio160905.asp 198 (…)”. Esta normativa es coherente con otras varias disposiciones en las cuales se vislumbra la prioridad de la familia en el cuidado de los hijos. Al respecto, cabe afirmar que desde su preámbulo este instrumento internacional de derechos humanos se enrola en esta línea al proclamar: “Convencidos de que la familia, como elemento básico de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia necesarias para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad” (párrafo quinto). Así también, el artículo 18 en su segundo párrafo dispone que “A los efectos de garantizar y promover los derechos enunciados en la presente Convención, los Estados Partes prestarán la asistencia apropiada a los padres (…) para el desempeño de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño y velarán por la creación de instituciones, instalaciones y servicios para el cuidado de los niños”. Como así también el artículo 27 donde se deja en claro que “A los padres u otras personas encargadas del niño les incumbe la responsabilidad primordial de proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida que sean necesarias para el desarrollo del niño“. Este cúmulo normativo (reitero, expresamente receptado en el derecho interno de los países en estudio), no sólo permite vislumbrar el protagonismo aludido sino que, a la par o de manera complementaria, potencia las obligaciones estatales al considerar que éste es el indicado para que las familias puedan cumplir con los deberes de cuidado y protección a su cargo. Por otra parte, y desde una mirada más amplia como la que propone la propia Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 5, el concepto de familia no se circunscribe a la de origen (mal llamada, a mi entender, familia biológica ya que los lazos que se construyen entre los padres y sus hijos van mucho más allá que los datos o rasgos genéticos350), sino que abarca a la denominada familia extensa o ampliada, como así también a las redes comunitarias351. Sobre este aspecto, es de señalar que el proyecto de ley de adopción de Guatemala presentado a principios del año 2005 define de manera expresa a la familia ampliada, alegando que ella “comprende a todas las personas que tengan parentesco de consanguinidad o afinidad con el adoptado que no sean sus padres o hermanos; y otras personas que mantengan con él una relación equiparable a la relación familiar de acuerdo a la práctica, los usos y costumbres nacionales y comunitarias”. De manera inevitable, la reciente ley de protección integral argentina también sigue esta línea donde prima la familia (tanto de origen como ampliada) como principal núcleo social de contención y cuidado de niños y adolescentes. Así, el artículo 4 referido a las políticas 350 Incluso en los supuestos donde los padres (por lo general las madres) se desprenden de sus hijos inmediatamente después del nacimiento, y gracias a los avances operados en el campo de la medicina (básicamente en la neurociencia), hoy en día afirma que entre madre e hijo hay una relación intrauterina dando lugar a la denominada “memoria fetal”. Al respecto, y basándose en investigaciones realizadas en otros países por neurólogos, biólogos e investigadores sobre las conductas prenatales, una reconocida psicóloga argentina, Eva Giberti, ha afirmado la existencia de una serie de procesos de diversa índole que se entablan entre el feto y la mujer que lo contiene y que trasciende el intercambio fisiológico de alimentos y oxigenación. Se trata de una serie de conductas tempranas en los bebés “cuyos ritmos autorizan a pensar que existió, antes del nacimiento, una organización preformada” (Giberti, Eva, “”Cuando el hijo adoptivo construía su historia prenatal” en Giberti, Eva y colaboradores, Adopción para padres, Lumen Humanitas, Buenos Aires, 2001, p. 113 y ss). 351 En este sentido, el artículo 5 de la Convención comienza alegando que “Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad (…)”. 199 públicas, fija como primera pauta para su elaboración el “Fortalecimiento del rol de la familia en la efectivización de los derechos de las niñas, niños y adolescentes”. Coherente con esta concepción, en su artículo 37 donde se enumeran distintas medidas de protección ante la amenaza o violación de derechos, en primer lugar “Aquellas tendientes a que las niñas, niños o adolescentes permanezcan conviviendo con su grupo familiar” y en el inciso e): “Cuidado de la niña, niño y adolescente en su propio hogar, orientando y apoyando a los padres, representantes legales o responsables en el cumplimiento de sus obligaciones, juntamente con el seguimiento temporal de la familia y de la niña, niño o adolescente a través de un programa”. Misma coherencia cuando en el artículo 41 sobre la aplicación de medidas excepcionales, se dispone que “Las medidas se implementarán bajo formas de intervención no sustitutivas del grupo de origen, con el objeto de preservar la identidad familiar de las niñas, niños y adolescentes” (inc. c). Si bien la legislación cubana no ha receptado una ley o código de la niñez acorde con la doctrina actual aludida, cabe señalar que el artículo 1º del Código de Familia que data de 1975 enumera como primer objetivo el de contribuir “al fortalecimiento de la familia y de los vínculos de cariño, ayuda y respeto recíprocos entre sus integrantes”. Y en tercer lugar, contribuir “al más eficaz cumplimiento por los padres de sus obligaciones respecto a la protección, formación moral y educación de los hijos para que se desarrollen plenamente en todos los aspectos y como dignos ciudadanos de la sociedad socialista”. En coincidencia con ello, el artículo 35 de la Constitución de este país proclamada el 24/02/1976, dispone que “El Estado protege a la familia, la maternidad y el matrimonio”. Y agrega que “El Estado reconoce en la familia la célula fundamental de la sociedad y le atribuye responsabilidades y funciones esenciales para la educación y formación de las nuevas generaciones (…)”. Desde una mirada comparativa como la que aquí propongo, cabe señalar que toda acción de acompañamiento, contención y/o apoyo a las familias se encuentra estructuralmente relacionada con el rol del Estado, connotación que se visualiza en mayor medida en los estados socialistas que en las capitalistas o democracias liberales. En este sentido pero circunscripto a otro tema, se ha afirmado que “En las ideologías socialistas no había lugar para los trabajadores sociales, debido a que la noción de que existieran familias y niños en dificultad era inaceptable, y se sostenía que dicha necesidad sería revertida rápidamente por la acción del Estado”352. Por ende, si bien la doctrina de la protección integral enaltece el papel de la familia como uno de los ejes centrales para el efectivo respeto de los derechos de niños y adolescentes, ello ya había sido puesto de resalto mucho tiempo antes en las sociedades socialistas. Más precisamente desde la revolución del año 1959. En suma, y aunque por senderos bien distintos, ambos estados confluyen o comparten un punto en común de suma relevancia: la doctrina de la protección integral por la cual se “(…) requiere que el Estado ejerza un rol de garante (…) de adoptar todas las medidas administrativas, legislativas, judiciales, y demás necesarias a fin de brindarle a los padres o grupo de pertenencia del niño, las herramientas para que puedan ejercer tal rol”. Y se agrega, “Si el Estado no provee lo necesario a los adultos responsables del niño para que éstos puedan criar y educar a sus hijos en miras a su bienestar, el responsable por tal omisión es el propio Estado y no la familia, siendo responsable no solo a nivel nacional sino también internacional –y es aquí donde sí el poder judicial debe intervenir, pero no criminalizando y culpabilizando a los padres sino exigiéndolo al órgano que corresponda que 352 George, Shanti y van Oudenhoven, Nico, Apostando al acogimiento familiar. Un estudio comparativo internacional, Garant, Bélgica, 2003, p. 79. 200 arbitre todas las medidas necesarias a fin que se le garantice al niño y a sus padres la reparación del derecho vulnerado-“353. De este verdadero principio que instala la doctrina de la protección integral, se puede desprender otra de las cuestiones ya mencionadas y de suma relevancia para comprender el sustrato teórico sobre el cual se siente el presente trabajo: la excepcionalidad de la adopción. 3. 2. La adopción como una figura subsidiaria Dando un paso más en el razonamiento propuesto, se puede divisar la siguiente ecuación lógica: el derecho a vivir o permanecer en la familia de origen tiene como contracara la no separación de un niño de su grupo de pertenencia, por ende, la adopción en su carácter de medida separatista de mayor gravedad constituye una institución de último ratio. Por ende, éste debería entrar a escena cuando se hayan realizado todos los esfuerzos posibles para mantener a un niño dentro de su grupo familia y ello no haya sido factible. En este marco, la subsidiariedad o excepcionalidad se vislumbra fácilmente. No se trata de una elucubración teórica, al menos ha sido expresamente prevista en sendas legislaciones de América Latina y el Caribe dictadas con posterior a la Convención sobre los Derechos del Niño. Por citar algunas, la ley de adopciones del Paraguay -ley 1136 del año 1997-, alega en su artículo 2 que “La adopción se otorga como medida de carácter excepcional de protección al niño y se establece en función de su interés superior”. También se enrola en esta tesitura el Código de la Niñez y Adolescencia del Ecuador (en vigencia desde el año 2003), cuando advierte en su artículo 22 después de dejar sentado el derecho de todo niño y adolescente a vivir y desarrollarse en su familia biológica que “Excepcionalmente, cuando aquello sea imposible o contrario a su interés superior, los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a otra familia, de conformidad con la ley”. Y se agrega en el último párrafo de este articulado que “El acogimiento institucional, el internamiento preventivo, la privación de la libertad o cualquier otra solución que los distraiga del medio familiar, debe aplicarse como última y excepcional medida”. Por su parte, se sostiene que uno de los principios que inspiran el régimen de adopción chileno (según la última reforma operada en el año 1999) es el de la subsidiariedad de la adopción, conjuntamente con la prioridad de la familia biológica. Al respecto Corral Talciani afirma: “Se entiende que si se trata de velar por el interés superior del niño hay que hacer mayores esfuerzos para que éste pueda desarrollarse en el medio familiar que lo vio nacer, y en especial con sus padres. Son los padres lo que constitucionalmente tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos (artículo 19)”. Y prosigue, “La ley nº 19.620 expresa en forma muy clara esta preferencia inicial por la familia de origen del menor, y la consideración de la adopción no como una forma alternativa de filiación, sino netamente subsidiaria, cuando el niño no cuente con un medio familiar adecuado que lo acoja. Así el artículo 1º señala que la adopción procede cuando el necesario afecto y cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades espirituales y materiales, ´no le pueda ser proporcionado por su familia de origen”354. Pero es dable dar un paso más. Si se afirma que la adopción es una figura de excepción, de manera inexorable, se debe colegir que la adopción internacional constituye una institución 353 CELS y Fundación Sur- Argentina, “El proyecto de ley de protección integral: la posición del CELS y de la Fundación Sur- Argentina”, García Méndez, Emilio (compilador), Infancia y Democracia en la Argentina, Editores Del Puerto y Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2004, ps. 147 y 148. 354 Corral Talciani, Hernán, Adopción y Filiación Adoptiva, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2002, p. 67. 201 de “ultimísima ratio”. Esta cuestión también ha sido receptada en algunas legislaciones comparadas. Veamos, el artículo 445 de la Ley Orgánica de Protección del Niño y Adolescente de Venezuela expresa que “La adopción internacional es subsidiaria a la adopción nacional. Los niños y adolescentes que tienen su residencia habitual en Venezuela sólo podrán considerarse aptos para una adopción internacional, cuando los organismos competentes examinen detenidamente todas las posibilidades de su adopción en Venezuela y constaten que la adopción internacional responde al interés superior del candidato a adopción. En el respectivo expediente se dejará constancia de lo actuado conforme a este artículo”. Este mismo sendero es seguido por el Código de Niñez y Adolescencia de Perú al expresar en su artículo 116 sobre la “Subsidiaridad de la Adopción por extranjeros” que “La adopción por extranjeros es subsidiaria de la adopción por nacionales. En caso de concurrir solicitudes de nacionales y extranjeros, se preferirá la solicitud de los nacionales”. Como veremos en párrafos más adelante, esta advertencia sobre el carácter “excepcionalísimo” que recae sobre la adopción internacional no presenta tanto interés para la Argentina donde no se admite este tipo de adopción, más sí para Cuba donde aquella está permitida. Por otra parte, considero que no es necesario contar con disposiciones expresas como las reseñadas que presenta el derecho comparado que afirmen la subsidiariedad de la adopción nacional (como así de la internacional). Esta connotación se desprende de manera directa de la íntima relación habida entre el principio de subsidiariedad y el rol prioritario de la familia de origen, como así también de los arts. 9, 20 y 21 de una norma superlegal como lo es la Convención sobre los Derechos del Niño. Como cierre del presente apartado, cabe señalar que en el XII Congreso Internacional de Derecho de Familia realizado en La Habana, Cuba en septiembre del 2002, la subcomisión 1.A sobre “El Derecho de Familia ante los retos del nuevo milenio” recomendó “Fomentar soporte a los niños a fines de integrarlos a su familia de origen cumpliendo con los compromisos contraídos en las Convenciones internacionales garantizando los derechos a los niños abandonados, en su defecto propiciar la adopción nacional y como ultima ratio la adopción internacional”355. 4. Una mirada preventiva: el papel de las políticas públicas y su repercusión en el ámbito jurídico La doctrina de la protección integral prioriza en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas (tanto de carácter universal como focalizadas, destinadas especialmente a la infancia, adolescencia y su familia) por sobre otro tipo de intervención estatal, en particular la judicial. A mi entender, ello descansa, en la connotación preventiva insita en esta clase de acciones positivas. Las políticas públicas preventivas por antonomasia son las de carácter universal. Si de ellas se trata, la diferencia que presentan ambos países en esta materia es innegable. Es en este punto más que en tantos otros, donde se puede vislumbrar de manera clara cómo la disímil conformación política- económica reseñada tiene relevancia. No sólo determina el rol del Estado o la efectiva extensión de sus obligaciones a cargo, sino que a la vez, ello repercute en todos los ámbitos, siendo el jurídico uno de ellos. En definitiva, se trata de destacar la trilogía conformada por Estado- Familia y Derecho. En materia de política educativa, en un informe presentado por Cuba ante la UNESCO en el año 2000, se afirma que “El sistema nacional de educación ha logrado alcanzar altos niveles 355 Revista Cubana de Derecho, nº 20, julio- diciembre de 2002, La Habana, p. 30. 202 de cobertura y de eficiencia educacional (…)”. Y se agrega: “En los últimos años las acciones de educación en la comunidad han focalizado, entre otras, el trabajo educativo preventivo y la atención a los niños en desventaja social, partiendo de la necesidad de fortalecer a la escuela como el centro cultural más importante y favorecer el impacto en las familias de los alumnos”. En esta línea, se establece como una de las tantas directivas de trabajo del Ministerio de Educación: “El trabajo preventivo y comunitario para procurar la mayor atención a los padres, la familia y la comunidad a la educación y evitar, entre otros, la influencia de factores negativos que lesionen la escolarización, el aprendizaje y la normal formación de los niños y jóvenes” 356. Por el contrario, datos proporcionados por el Ministerio de Educación dados a conocer en agosto del 2005 sobre la educación en Argentina en los primeros niveles, indica que “La mitad de los niños de entre 3 y 5 años espera que el Estado le garantice su acceso a la educación. Pese a que (…) el preescolar es obligatorio hace más de una década, alrededor de un millón de chicos en el país está fuera de la educación inicial”. Asimismo se destaca la íntima relación habida entre educación y pobreza. Al respecto, se alega que "Mientras en los hogares bajo la línea de pobreza la asistencia es del 47 por ciento, en los demás hogares pasa a ser del 60 por ciento. Esta diferencia, a su vez, se acentúa a medida que decrece la edad. La diferencia más grande está en el grupo de 3 años, para esa edad, la probabilidad de que un niño nacido en un hogar no pobre asista a la escuela es de más del doble que la de un niño que nace en un hogar bajo la línea de pobreza”357. Esta brecha también se vislumbra en relación con otra política pública de carácter universal como es la salud. En Cuba, los datos estadísticos sobre la mortalidad infantil son una síntesis de los aciertos operados en el campo de la salud358. Al respecto, se afirma que este indicador es el mejor de América Latina y uno de los índices más bajos de todos los países del continente americano, siendo superado sólo por Canadá359. Tomando esta misma variable: la mortalidad infantil, cabe destacar que en Argentina, si bien es cierto que ha disminuido, todavía se está bastante alejado de los resultados positivos que imperan en la isla360. Al respecto, el Comité de los Derechos del Niño ha aseverado en las 356 www2.unesco.org/wef/countryreports/cuba/rapport_3.html. Asimismo se destaca que “(…) se ha trabajado intensamente en las acciones educativas de preparación para la vida, tanto en un sentido ambientalista, como en la salud, el autocuidado y la educación de la sexualidad responsable, la conciencia jurídica y los derechos de los niños y niñas”. 357 “Un millón de niños sin jardín ni preescolar” en http://www.periodismosocial.org.ar/area_infancia_informes.cfm?ah=151 358 Como se ha expresado en un reciente artículo periodístico, la tasa de mortalidad infantil “indica tanto el nivel económico y cultural de una sociedad como la calidad de las prestaciones institucionales, en especial en materia educativa y asistencial” (“La mortalidad infantil en el país”, Diario Clarín, 11/10/2005). 359 Datos extraídos de un informe sobre los derechos humanos en Cuba en materia de niñez y adolescencia en www.embacuba.com.mx/Dh.html En este informe se señala que “El sistema de salud cubano y los programas de atención a la infancia y la adolescencia garantizan el derecho a la salud. Los resultados obtenidos en los principales indicadores de salud materno infantil expresan la voluntad política y el esfuerzo por mantener y mejorar los niveles alcanzados y reflejan también el interés social por el cumplimiento de los derechos a la salud de niños, niñas y adolescentes”. 360 En la nota periodística referida que data del 11/10/2005, se afirma que si bien es cierto que desde el año 2002 se está vislumbrando una mejoría ya que en el año 2003 dicha tasa supera el 16 por mil y en el año 2004 se logró disminuirla al 14,4 por mil, todavía está alejado de “los parámetros de Cuba (6,3 por mil); Estados Unidos (6,8 por mil) y Chile (7,8 por mil)” (“La mortalidad en el país”, op. cit.). Y concluye esta nota expresando que “A pesar de que se viene 203 observaciones finales aprobadas en el 2002 que, “toma nota de que han bajado las tasas de mortalidad de lactantes, infantil y materna, pero le preocupa que esas tasas se mantengan altas y presenten diferencias, en particular en lo que respecta a niños de extracción humilde, los que viven en zonas rurales, especialmente en las provincias norteñas, y los niños indígenas”361. En definitiva, ello se vincula con otra cuestión más compleja que también ha sido destacada en las observaciones finales mencionadas al dejar sentado que “la crisis económica, política y social que afecta al país, y que la pobreza creciente obstaculiza la puesta en práctica y el disfrute plenos de los derechos enunciados en la Convención”. En este sentido, se señala como uno de los tantos motivos de preocupación por parte del Comité, las escasas asignaciones presupuestarias destinadas a llevar adelante políticas públicas varias para la promoción y protección de los derechos de niños y adolescentes362. En cambio, las observaciones finales elaboradas por el Comité de los Derechos del Niño al informe presentado por Cuba, reafirman lo expresado en torno al accionar positivo de este país en materia de políticas públicas al aseverar que “El Comité observa los avances históricos que ha hecho el Estado Parte en relación con la prestación de servicios a los niños y a la promoción de su bienestar, especialmente en las esferas de la salud y la educación, que se ponen de manifiesto en los indicadores socioeconómicos del país, como su tasa de mortalidad infantil y la relación entre maestros y alumnos”363. En estrecha vinculación con esto, también se ha manifestado que “Si bien el Comité observa que actualmente la mendicidad, el abuso y el tráfico de drogas y la prostitución infantil no constituyen problemas graves en el país, el Comité recomienda que el Gobierno vigile atentamente esas cuestiones con vistas a aplicar una prevención temprana”364. Más allá de la prioridad de las políticas públicas (en especial las de carácter universal) para la efectiva satisfacción y/o restitución de derechos de niños y adolescentes y del acotado espacio que cubre la adopción derivado de la subsidiariedad alegada, es dable señalar que esta institución jurídica constituye una figura encomiable. Y ello es así, en tanto responde de manera efectiva al cumplimiento y/o respeto por el derecho de todo niño a vivir en familia. Inclusive, en el país en estudio que presenta un mejor desarrollo de las políticas públicas se ha afirmado: “A pesar de que en nuestro país la red asistencial para los menores funciona eficazmente y que se obtienen resultados satisfactorios, pues la mayoría de los menores actúan en correspondencia con los principios enarbolados en nuestra sociedad (…) coincidimos con el criterio del Dr. Raúl Gómez Treto cuando expresa que (…) La atención del Estado al menor abandonado o desamparado, aún con el apoyo complementario de las registrando una baja considerable en la tasa de mortalidad infantil, todavía el nivel es alto. Más información, prevención y atención sanitaria resultan indispensables para seguir bajando este indicador”. 361 Compilación observaciones…., op. cit. p. 74. 362 Compilación de observaciones…, op. cit. ps. 64 y 67. 363 Compilación de observaciones…, op. cit. p. 177. 364 Compilación de observaciones…, op. cit. ps. 182 y 183. Por otra parte, cabe destacar otra política pública que, si bien tiene como principal objetivo brindar atención directa, también presenta connotaciones preventivas atento la cualidad de ayudar a la familia (básicamente a los progenitores). Me refiero a los denominados “círculos infantiles mixtos”. Ellos son instituciones educativas que acogen a los hijos de los trabajadores hasta 5 años de edad durante el horario de trabajo. Para profundizar sobre esta política y otras de atención directa a la infancia y adolescencia, recomiendo compulsar la ponencia presentada por las Lics. Rosario Marquetti Pérez y Lídice Crespo Sosa sobre “La protección jurídica de los menores sin amparo familiar en Cuba”, p. 16 y ss, en el marco del XII Congreso Internacional de Derecho de Familia realizado en La Habana, Cuba, 2002. 204 familias sustitutas, no es suficiente. Aspiramos a que esos menores que perdieron a su familia adquieran otra, aunque no sea consanguínea sino adoptiva”365. 5. El régimen legal de la adopción en Argentina y Cuba 5.1. Introito El instituto de la adopción no fue receptado en el Código Civil Argentino originario de 1871. Vélez Sarsfield la rechazó de manera expresa en la nota de elevación del libro primero del proyecto de Código Civil al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de fecha 21/06/1865366. Esta postura negadora fue mantenida hasta el año 1948, al percibir que la adopción se estaba consolidando en el derecho comparado occidental367. Fue recién en ese año, tras varios proyectos legislativos presentados y frustrados, que la Argentina recepta la figura de la adopción de niños. En aquél entonces, esta figura presentaba connotaciones diferentes a la actual como ser, entre otros, circunscribirse a la adopción simple, la edad para adoptar, la diferencia entre adoptado y adoptante. Todas ellas, cuestiones que se han visto modificadas por las siguientes dos normativas que reglaron y reglan la adopción: la ley 19.134 sancionada en el año 1971 y la 24.779, en vigencia desde abril de 1997 hasta la actualidad. Esta ley 24.779 incorporó al Código Civil modificaciones sustanciales al régimen jurídico de la adopción argentino, particularmente a los arts. 311 al 340 inclusive de dicho cuerpo normativo. Por su parte, el tratamiento jurídico de la adopción en Cuba yace en el capítulo III del título II sobre “De las relaciones paterno-filiales” del Código de Familia de 1975, uno de los primeros códigos especializados sancionados en Latinoamérica368. Es decir, desde el artículo 99 al artículo 116 se regula esta figura, la cual también se ha visto sustancialmente modifica por la ley nº 9 del 22/08/1977 y posteriormente, por el Decreto – Ley nº 76 del 20/01/1984 sobre “De la adopción, los hogares de menores y las familias sustitutas”369. 365 Marquetti Pérez, Rosario y Crespo Sosa, Lídice, op. cit. Entre los sendos argumentos esgrimidos para negar a esta institución, sostuvo de manera categórica que “tampoco está en nuestras costumbres, ni lo exige ningún bien social, ni los particulares se han servido de ella, sino en casos muy singulares” (citado en Christensen, Roberto, La adopción, Librería Jurídica de Valerio Abeledo Editor, Buenos Aires, 1960, p. 11). 367 En la actualidad, todos los países del globo receptan la figura de la adopción excepto los de cultura islámica que admiten otra institución llamada kafala, con particularidades propias, bien diferenciadas de aquélla. 368 Sobre este cuerpo normativo se ha dicho que: “Con el triunfo revolucionario, la realidad cubana operó notables transformaciones (…) Las relaciones de familia fueron a mi juicio de las más favorecidas. Nuestro Código de Familia, ley nº 1289 del 14 de febrero de 1975, sin llegar a ser la obra perfecta, ha desempeñado uno de los roles protagónicos dentro de todo proceso. Con él quedó delineado para los cubanos, como ha afirmado reiteradamente la Dra. Olga Mesa Castillo un modelo de familia de nuevo tipo: la familia socialista” (Nuñez Travieso, Belkis Caridad, “Disquisiciones teóricas acerca del instituto de la patria potestad en Cuba”, ponencia presentada en el XII Congreso Internacional de Derecho de Familia, La Habana, Cuba, 2002, p. 16). 369 Sobre esta última normativa se ha afirmado que “Esta nueva legislación constituye un definitivo progreso en el desarrollo de la protección que el Estado socialista garantiza, como característica de su marcado y eficaz humanismo a la niños y a la juventud, y en ese marco dentro del cual debe valorarse esta legislación” (citado en una ponencia ya mencionada sobre “La protección jurídica de los menores sin amparo familiar en Cuba”, p. 16 y ss). 366 205 Ambas estructuras normativas vigentes configuran el sustrato legal sobre el cual descansa el presente análisis comparativo. Para ello se he seleccionado los siguientes ejes temáticos: a) disposiciones generales; b) requisitos para ser adoptado; c) requisitos para ser adoptante; d) efectos de la adopción; e) retractación, revocación y/o nulidad; f) cuestiones procedimentales y g) adopción internacional. 5.2. Disposiciones generales Tanto en la legislación argentina como en la cubana (tendencia que es seguida por la mayoría de los ordenamientos jurídicos extranjeros), la adopción se constituye por sentencia judicial. Lejos estamos de aquellas épocas donde se debatía si se trataba de un acto jurídico bilateral, un contrato entre adoptado y adoptante. Al respecto, el artículo 311 del Código Civil argentino expresa que “La adopción de menores no emancipados se otorgará por sentencia judicial a instancia del adoptante (…)”. En este mismo sentido se expide el Código de Familia cubano que, en su artículo 104 según la modificación introducida por el decreto-ley nº 76 referido, dispone en su primera parte que “(…) la adopción será autorizada judicialmente para que tenga validez y efectos legales”. Asimismo, ambos países admiten la adopción por personas que ya tienen hijos biológicos y/o adoptivos. De manera expresa, el Código Civil argentino asevera en el artículo 314 que “La existencia de descendientes del adoptante no impide la adopción, pero en tal caso aquellos podrán ser oídos por el juez o el Tribunal, con la asistencia del Asesor de Menores sí correspondiere”. Otra cuestión se refiere a la participación activa del niño en el proceso de adopción (extensible al proceso de guarda para adopción que recepta la legislación argentina, más no la cubana). Al respecto, el Código Civil argentino dispone, entre las distintas reglas que debe observar el juez en el proceso de guarda: “b) Tomar conocimiento personal del adoptando” (artículo 317 inc. b). Así también en el posterior proceso de adopción en atención a lo dispuesto en el inc. c) del artículo 321: “El juez o tribunal de acuerdo a la edad del menor y a su situación personal, oirá personalmente, si lo juzga conveniente, al adoptado, conforme al derecho que lo asiste y a cualquier otra persona que estime conveniente en beneficio del menor”. Es indudable que ambas normativas se desprenden de la directiva propuesta por la Convención sobre los Derechos del Niño en el conocido artículo 12 que recepta el llamado “derecho a ser oído” cuando “el niño esté en condiciones de formarse un juicio propio” y “en función de la edad y madurez del niño”. Por el contrario, la legislación cubana precisa una edad: 7 años. Así, el artículo 107 reza que “Cuando el menor de cuya adopción se trate tenga siete años de edad, el tribunal podrá explorar su voluntad al respecto y resolver lo que proceda”. Si bien se trata de una disposición rígida al adoptar una edad determinada, no se puede dejar de señalar que esta normativa data del Código de Familia cubano originario, es decir desde 1975. Pero ambas normativas presentan una similitud. Tal como se encuentran redactadas, el juez no está obligado a escuchar al niño sino que simplemente se lo faculta a ello, lo cual da lugar a cierta discrecionalidad. Por último, destaco algunas particularidades que presentan cada uno de los países en estudio. Veamos, la regulación argentina -en consonancia con el momento temporal en la cual fue sancionada, es decir, con posterioridad a la incorporación de la Convención sobre los Derechos del Niño al derecho interno-, profundiza sobre ciertas cuestiones atinentes al 206 derecho a la identidad. Al respecto el artículo 321 del Código Civil donde quedan fijadas ciertas pautas a seguirse en el juicio de adopción, se advierte, entre otras, que “h) Deberá constar en la sentencia que el adoptante se ha comprometido a hacer conocer al adoptado su realidad biológica”.Asimismo, el artículo 328 prevé que “El adoptado tendrá derecho a conocer su realidad biológica y podrá acceder al expediente de adopción a partir de los dieciocho años de edad”. En términos generales, ambas disposiciones han sido aplaudidas por la doctrina nacional370. Esta consideración constituye una de las tantas diferencias habidas entre una legislación sancionada “pos Convención” como la argentina y otra “pre Convención” como la cubana. Pero esta disparidad no resulta relevante si se recuerda la aplicación directa de este instrumento especial de derechos humanos al derecho nacional, por lo cual el derecho a la identidad allí receptado puede verse satisfecho por cualquier medida adicional que adopte el juez entre ellas, las que de manera expresa regula la legislación argentina. Por su parte, la legislación cubana regula expresamente la suspensión y privación de la patria potestad de los adoptantes, al igual que sucede con los progenitores en la filiación biológica. Sobre este aspecto, el artículo 114 del Código de Familia precisa que en estos supuestos “los adoptados no recuperarán los vínculos extinguidos con su familia consanguínea”. Asimismo, destaco la regulación adoptada en relación con el nombre (más precisamente al apellido) en la adopción. El Código de Familia prevé en el artículo 106 que el juez determine, de acuerdo a lo solicitado en el proceso de jurisdicción voluntaria, si el adoptado conserva el apellido de su familia de origen o directamente se lo reemplaza por el del o los adoptantes371. 5.3. Adoptado En primer término, cabe aclarar que en la Argentina la mayoría de edad se adquiere recién al alcanzar los 21 años de edad. De conformidad con esta apreciación, el último proyecto de reforma del Código Civil de 1998 reducía dicho término para adquirir la plena capacidad civil a los 18 años de edad (artículo 20) fundado en que así “se acompasa la mayoría de edad a la tendencia universal de la legislación comparada y en particular a la realidad legislativa de los países del Mercosur”372. El principio general que rige en materia de adopción en Argentina, consiste en que esta institución está destinada a toda persona menor de edad (o sea, menor de 21 años) no emancipada por matrimonio. De manera excepcional se prevé la adopción de personas mayores de edad -con consentimiento del adoptado-, en los siguientes supuestos: a) si se trata del el hijo del cónyuge; b) si ha existido un estado aparente de hijo entre adoptado y 370 Por citar un autor, Nora Lloveras al referirse al artículo 321 inc. h) expresa que “La valiosa inclusión en la sentencia de tan expreso compromiso del adoptante – que respeta los pactos internacionales que tenemos suscriptos-, en cuanto a hacer constar que hará conocer al adoptado su historia, refleja los rasgos de un legislador severo, que conoce la realidad de la adopción en 1997” (Lloveras, Nora, Nuevo régimen de adopción. Ley 24.779, Depalma, Buenos Aires, 1998, p. 201). 371 Todo lo contrario acontece en la legislación argentina que, por aplicación del orden público que prima en materia del nombre de las personas, la adopción plena conlleva consigo la modificación del apellido de origen por el de los adoptantes, al igual que la adopción simple. La diferencia entre ambos tipos de adopción en relación a este tema reside en que en la adopción simple el adoptado podrá agregarse el apellido de origen si lo desea a partir de los 18 años de edad (conf. artículo 332 del Código Civil). 372 Fundamentos del Proyecto de Código Civil, Proyecto de Código Civil de la República Argentina Unificado con el Código de Comercio, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 22. 207 adoptante mantenida durante la minoría de edad del primero y hasta su mayoría de edad y c) si se ha otorgado la guarda judicial a los adoptantes durante la minoridad de edad del niño (conf. artículo 311 del Código Civil). En cambio en Cuba, si bien la mayoría de edad se adquiere a los 18 años de edad según lo establece el Código Civil (conf. artículo 29 inc. a), el Código de Familia limita la adopción a las personas menores de 16 años de edad (conf. artículo 103). 5.4. Adoptantes 5. 4. a. Requisitos generales El Código Civil argentino, según la última reforma operada en materia de adopción por la ley 24.779 de 1997, prevé como requisitos generales que deben satisfacer los candidatos a la adopción: a) tener 30 años o, si son cónyuges, que tengan más de tres años de matrimonio o que aun no habiendo transcurrido ese lapso ni llegado a los 30 se acredite la imposibilidad de procrear; b) una diferencia mínima entre la edad de adoptado y adoptante/s de 18 años373; c) tener medios de vida y cualidades morales y personales (trabajo, ingreso, vivienda, carecer de antecedentes penales, etc.) que les permitan criar y educar bien a un niño; d) pueden adoptar una o dos personas, en este último supuesto, deben estar unidos en matrimonio y e) tener una residencia continua y permanente en el país por un lapso mínimo de cinco años al momento de solicitar la guarda para adopción (primer párrafo del artículo 315 del Código Civil). Cabe aclarar que el principio general aludido en torno a quienes pueden adoptar (es decir, si son dos personas éstas deben estar unidas en matrimonio) presenta algunas excepciones: 1) si se encuentran separados personalmente por sentencia judicial; 2) si uno de los cónyuges ha sido declarado insano; 3) si se ha declarado la simple ausencia, presunción de fallecimiento o desaparición forzada del otro cónyuge (conf. artículo 320 del Código Civil) o 4) si se adopta al hijo del cónyuge (lo que se conoce como adopción integrativa, conf. artículo 316 último párrafo). Por su parte, el Código de Familia cubano establece que quienes pretenden adoptar deben: a) haber cumplido 25 años de edad; b) hallarse en pleno goce de los derechos civiles y políticos; c) estar en situación de poder solventar las necesidades económicas del adoptado; d) tener condiciones morales (artículo 100); e) tener 15 años de diferencia entre adoptado y adoptante (artículo 102). Al igual que en Argentina, también se establece que la adopción en forma conjunta debe ser realizada sólo por personas unidas en matrimonio. Al respecto se advierte que “Excepto por cónyuges, nadie podrá ser adoptado por más de una persona” (artículo 101). Por último, cabe señalar que en ambos países no se fija una limitación máxima de edad para adoptar. V. 4. b. Adopción por parejas convivientes Cabe señalar que ambas normativas prohíben la adopción conjunta por personas unidas de hecho, siendo que Cuba –a diferencia de Argentina- regula esta forma de organización familiar. 373 A modo informativo, cabe señalar que un proyecto de ley presentado en el Congreso argentino por la cual se pretende modificar varios articulados de la actual regulación de adopción, se flexibiliza el requisito de un mínimo de diferencia de edad entre adoptado y adoptante al disponerse que “debe existir una diferencia de edad razonable a criterio del tribunal” (conf. artículo 2 del proyecto S-2169-05 presentado por senador Marcelo A. H. Guinle). 208 Veamos, el Código de Familia cubano regula el llamado “matrimonio no formalizado”. El artículo 18 prevé que “La existencia de la unión matrimonial entre un hombre y una mujer con aptitud legal para contraerla y que reúna los requisitos de singularidad u estabilidad, surtirá los efectos propios del matrimonio formalizado legalmente cuando fuere reconocida por tribunal competente”. Como bien lo señala Olga Mesa Castillo, “(…) la unión de hecho ha sido en América una expresión de unión marital de clases populares”374. Pero esta diferente postura legislativa frente a las convivencias de pareja asumida por cada uno de los países en estudio (reconocimiento en uno y silencio en el otro), no se traslada al campo de la adopción. En este aspecto, se puede afirmar que realidad y derecho se contraponen. Datos estadísticos sobre las convivencias de pareja en ambos países permiten visualizar su magnitud. Veamos, los distintos censos de población realizados en Cuba arrojan como resultado que en 1970 la cantidad de personas casadas ascendía al 39%, mientras que las unidas de hecho constituían el 21%. Por el contrario, en el censo del año 1987, las personas casadas disminuyeron a un 34% y las unidas de hecho aumentaron a un 28,4%375. Por su parte, en Argentina también se vislumbra un aumento en de las parejas convivientes. En un excelente artículo de doctrina sobre la adopción por este tipo de conformaciones sociales, Grosman destaca que en el último censo realizado en el año 2001, sobre el total de la población que integra el núcleo conyugal del hogar, el 25% son parejas unidas de hecho. Y agrega que si se toma la franja etárea de 25 a 34 años de edad, este número asciende al 37%376. Pero a pesar de esta tendencia en franco aumento, las normas que regulan la adopción le dan la espalda a las personas unidas de hecho ya que, como se ha advertido, tanto la legislación argentina como la cubana no permiten la adopción conjunta de personas que no han celebrado nupcias. V.4.b. Adopción por parientes En este tema se advierten ciertas diferencias. La legislación Argentina prohíbe la adopción por ascendientes y colaterales (hermanos). Tal como lo expresa el artículo 315 del Código Civil en su parte pertinente: “No podrán adoptar: (…) b) Los ascendientes a sus descendientes. c) Un hermano a sus hermanos o medio hermanos”. En consonancia con ello, el artículo 337 referido a los casos de nulidad de la adopción, afirma que ello acontece cuando se trata de la adopción de descendientes y la 374 Mesa Castillo, Olga, “La unión de hecho de buena fe”, conferencia dictada en el marco del XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia realizado en Sevilla, España, en octubre del 2004. 375 Información recabada de www.hist.umontral.ca/U/morin/pub/Cubunion.htm, cuya fuente pertenece a Díaz Tenorio, Marelén, Uniones consensuales en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994, p. 104. Asimismo, tal aumento es señalado en otro trabajo donde se afirma: “Como no existen motivos para suponer que los jóvenes cubanos actuales rechacen las relaciones de pareja, ese comportamiento representa una prueba indirecta del aumento de la consensualidad como forma de unión, lo cual vendría a confirmarse también por el descenso en la proporción de nacimientos correspondientes a madres jóvenes legalmente casadas, indicador que era bajo en 1990 (33%), y se redujo aún más en el 2000 (25%)” (Negrín Chávez, Ernesto, “Transformaciones sociodemográficas en la Cuba de los noventa”, Departamento de Estudios sobre la Familia, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Biblioteca Virtual del Consejo Latinoaemericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en http://168.96.200.17/ar/libros/cuba/negrin.rtf 376 Grosman, Cecilia P., “Los tiempos de hoy y de ayer, formas de familia y las demandas de adopción”, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia. Derecho de Familia, nº 27, Lexis Nexis- Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2004, p. 41. 209 adopción de hermanos y de medios hermanos entre sí (incs. e y f). Pero a pesar de tal previsión, los repertorios jurisprudenciales presentan escasísimos antecedentes donde se ha hecho lugar a la adopción por los abuelos. Un fallo que ha reavivado el debate sobre la conveniencia o no de receptar legalmente la adopción por parientes es el dictado por la sala III de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe en fecha 21/12/1995377. Allí la plataforma fáctica planteada era la siguiente: un niño desde los cinco meses de edad fue dejado por sus padres domiciliados en la ciudad de Bariloche, Provincia de Río Negro, bajo el cuidado de los abuelos maternos residentes en la Provincia de Santa Fe, Argentina. Al mes, el padre del niño hirió de bala a su esposa (madre de aquél), produciéndole la muerte al poco tiempo. El padre queda detenido, siendo sentenciado a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado. Por solicitud de los abuelos, se decreta la privación de la patria potestad. Cuando el niño ya contaba con seis años, los abuelos solicitan su adopción. La doctrina sentada en el fallo dispuso que “La norma prohibitiva de la adopción de nietos por sus abuelos, contenida en el artículo 5º inc. b) de la ley 19.134, debe considerarse derogada por la normativa de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño de 1989, ratificada por nuestro país y aprobada por ley 23.849, la que a partir de la vigencia de la Constitución Nacional reformada en 1994, que en su artículo 75 inc. 22 dispone que dicha Convención reviste el carácter de norma jurídica con jerarquía constitucional, tiene operatividad inmediata, sin requerir de pronunciamiento expreso de otra índole, bastando su aplicación al caso concreto para hacerle surtir sus plenos efectos”. Este precedente despertó algunas voces a favor y varias en contra. La tesis favorable fue defendida por el prestigioso constitucionalista argentino Germán Bidart Campos quien dijo: “Felicitamos al tribunal que a muchos les ha dado la rigurosa lección de que nuestro ordenamiento no termina ni se cierra en la ley, porque la ley está por debajo del derecho de la Constitución, cuya supremacía comparten los citados instrumentos internacionales de derechos humanos (…)”378. En contra, Jorge Mazzinghi aseveró que “Lo cierto es que la relación entrañable que liga a nietos y abuelos -y quien esto escribe tiene larga y fecunda experiencia en ambos roles- no depende ni se enriquece con el agregado de otro vínculo jurídico como es el que resulta de la adopción. Es claro que la asistencia de los menores, su representación legal, el ejercicio de la autoridad necesaria para educarlos, debe estar organizada de manera que permita suplir la falta de los padres, y eso es lo que la ley prevé a través de la tutela, sin necesidad de apelar a la ficción que implica que un abuelo diga a su nieto: eres mi hijo”379. 377 Capel. Civ. y Com., Santa Fe, sala III, 21/12/1995, T., J. A. y otra, LL 1997-F, 145. Bidart Campos Germán J., “La "Ley" no es el techo del ordenamiento jurídico - (Una muy buena sentencia de adopción)”, LL, 1997-F, 145. En esta misma tesitura se enrola Colapinto quien refiriéndose al 378 mismo fallo, aseveró que “Va de suyo que en casos como los relatados cabe otorgar la adopción –sin ningún margen de hesitación- a favor de los abuelos. Es más, sería impiadoso no concederla” (Colapinto, Leónidas, Adopción. Del mito religioso al silencio de la ley, Editorial Argenta, Buenos Aires, 1998, p. 86). También Augusto Belluscio quien al comentar un fallo de la Corte de Casación francesa del 16/10/2001 en la cual se le concedió la adopción simple de seis de sus siete nietos, afirmó que “(…) el criterio directivo en este tema paree ser el de que la adopción puede ser concedida a quienes se han comportado como verdaderos padres, aunque sean abuelos (…) Un criterio así flexible es mucho más valioso que el rígido de la ley argentina que por prejuicios injustificables prohíbe la adopción por los ascendientes” (Belluscio, Augusto C., Adopción. Adopción por los abuelos, LL, 2002-F, 1056). 379 Mazzinghi, Jorge A., “Adopción contra legem”, ED, 172-520. Esta postura negativa ha sido defendida también por D´Antonio, Hugo D., Régimen legal de la adopción. Ley 24.779, 210 Por el contrario, la legislación cubana nada dice sobre la adopción entre personas relacionadas por vínculos de consanguinidad. Y este silencio también ha despertado una interesante polémica entre los juristas cubanos dedicados a la temática familiar. Controversia que vislumbra en la jurisprudencia atento la existencia de fallos en donde se ha rechazado la adopción por parte de un pariente consanguíneo del pretenso adoptado (por citar alguno, un fallo dictado por la Sala Civil del Tribunal Supremo de Cuba en fecha 31/03/1998) -postura que ha sido seguida por la Fiscalía-, y en sentido contrario, varios fallos dictados por tribunales provinciales y municipales donde se inclinaron por la admisión de este tipo de adopción. Al respecto, se afirma que tal controversia gira alrededor de lo dispuesto en la última parte del artículo 99 del Código de Familia referida a la adopción como causa de extinción de todo vínculo con la familia de origen. En este sentido, se arguye que si la adopción corta todo vínculo entre el adoptado y su familia de origen, el o los adoptantes nunca podría ser alguien con el cual se mantendría dicho vínculo380. Al respecto, cabe recordar una ponencia perteneciente a una autora cubana presentada en el marco del XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia llevado a cabo en Sevilla, España en octubre del 2004, donde se defendió la adopción por parientes, proponiendo su regulación en el Código de Familia cubano para alcanzar la “uniformidad en la interpretación del tema”381. Sobre este tema, la cubana Núñez Travieso destacó que a lo largo de los tres siglos de normativa cubana no se ha establecido limitación alguna a la adopción por personas que posean vínculos de consanguinidad con el pretenso adoptado. Al respecto señaló que “Mi opinión es a favor de que no se limite, siempre y cuando el que adopte a un niño ofrezca una familia, amor, así como, una identidad que le permita sentir que está con una familia verdadera, ya sea el adoptante una persona extraña o cercana a él”. Y se afirma en este trabajo “Significó que el criterio generalizado en la Mayor de las Antillas es aceptar la adopción por parientes consanguíneos”382. 5. 5. Efectos de la adopción En este punto hay una gran diferencia. La legislación argentina recepta dos tipos de adopción, la simple y la plena. Por el contrario, Cuba sólo prevé la adopción en forma plena (artículo 99 del Código de Familia), salvo cuando se trate del hijo del cónyuge (conf. artículo 101). Es de recordar, que la adopción plena le confiere al adoptado una filiación que sustituye a la de origen. El niño deja de pertenecer a su familia de origen, extinguiéndose todo vínculo de parentesco con la sola excepción de los impedimentos matrimoniales. En suma, la adopción en su forma plena confiere los mismos derechos y obligaciones que la filiación biológica (o por naturaleza, como lo expresa el artículo 240 del Código Civil argentino). En cambio, la Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1997, p. 62; Levy, Lea, Régimen de adopción, Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 50 y Arias de Ronchietto, Catalina E., La adopción, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 175. 380 Esta situación ha quedado destacada en la ponencia presentada por Belkis Caridad Núñez Travieso sobre “Pertinencia de la adopción por parientes en el ordenamiento jurídico cubano” presentada en el XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia realizado el Sevilla, España entre los días 18 al 22 de octubre del 2004. 381 Lasarte Alvarez, Carlos (director), Libro de abstracts aceptados “Perspectivas del Derecho de Familia en el siglo XXI”, XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia, Sevilla, 2004, p. 160. 382 “Adopción de menores en Cuba” en www23.brinkster.com/afaan/prensa/cuba-27-nov-03.htm 211 adopción simple mantiene subsistente el vínculo jurídico con la familia de origen pero de manera limitada, preservándose ciertos derechos y deberes entre ellos: los derechos sucesorios, el derecho alimentario e, incluso, el derecho del hijo a adicionar su apellido de origen a partir de los 18 años (artículo 332 Código Civil), exceptuándose la mal llamada383 patria potestad (artículo 331 del Código Civil)384. Sobre este aspecto, señalo que la recepción legislativa en la región (léase América Latina) de una doble o simple categoría o tipo de adopción, se ha visto sustancialmente modificada. Veamos, la Convención sobre los Derechos del Niño no sólo ha sido incorporada al derecho interno de la mayoría de los países del globo, sino que también ha dado lugar al dictado de sendas leyes de adecuación o coordinación con sus postulados. A su vez, esta particularidad ha traído consigo, entre tantas consecuencias, importantes reformas al régimen jurídico de la adopción. Entre ellas, se puede visualizar un cambio en la tendencia legislativa existente hasta ese entonces en relación a la tipología, categoría o clasificación de la adopción. El estudio de varias regulaciones receptadas en distintos países de América Latina, permiten aseverar que la cantidad de legislaciones que admitían el doble tipo de adopción (simple y plena) se ha visto considerablemente reducido. En otras palabras, en la actualidad varias legislaciones receptan, al igual que el cubano, un sistema único basado en la ruptura de todo vínculo jurídico con la familia de origen, salvo efectos bien limitados (por lo general los impedimentos matrimoniales). En un estadio que podríamos caratular de “anterior” al impacto de la Convención sobre los Derechos del Niño, varios países de la región se enrolaban en la postura más amplia, admitiéndose ambos tipos de adopción. En este sendero se encontraba el anterior régimen chileno regulado por la ley 18.703 que regulaba tres tipos de adopción, la simple no constitutiva de estado civil, la simple que se la puede denominar como “clásica” y la plena. El Código del Menor del Brasil de 1979 en vigencia hasta la sanción del Estatuto de la Crianza y el Adolescente de 1990, también admitía los dos tipos de adopción. Así también el Código del Menor del Paraguay de 1981. Pero un vistazo de las legislaciones actuales, permite advertir un cambio en el mismo sentido que propone Cuba ya desde la sanción de su Código de Familia de 1975385. 383 De manera tradicional, se denomina “patria potestad” al conjunto de derechos y deberes de los padres respecto de sus hijos. A mi entender, se trata este de un concepto perimido al aludir a un tipo de relación entre padres e hijos bien alejado del actual que se cimenta en el principio de democratización de la familia y la referida conceptualización de los niños como sujetos plenos de derechos. Es más, entiendo que es resulta pertinente reemplazar este concepto tradicional, conservador y arraigado por el de “responsabilidad parental”. Esta es la línea adoptada por el derecho francés en la última reforma sobre la materia, como así también por el derecho comunitario europeo al dictarse el Reglamento nº 2201/03 sobre “Competencia Judicial, Reconocimiento y Ejecución de Resoluciones Judiciales en Materia Matrimonial y de Responsabilidad Parental”. Como bien señala Mauricio Mizrahi, la palabra potestad –y aún el término “autoridad parental”- se conecta necesariamente con el poder que evoca a la potestad romana y pone el acento en la dependencia absoluta del niño en una estructura familiar jerárquica. Por el contrario, el concepto de “responsabilidad” es inherente al de “deber” que, cumplido adecuadamente, subraya el compromiso paterno de orientar al hijo hacia la autonomía (Mizrahi, Mauricio L., Familia, matrimonio y divorcio, Astrea, Buenos Aires, 2001 p. 138). 384 “La adopción simple, a diferencia de la plena, deja subsistentes los derechos y deberes que resultan del vínculo biológico del adoptado, con excepción de la patria potestad, pues no extingue el parentesco con los integrantes de la familia de sangre” (Capel. CCI, Azul, sala I, “R., M. A”, 30/09/1999, ED, 185-288)”. 385 Antes de la sanción del Código de Familia cubano, la adopción de niños se encontraba regulada por el Código Civil (como un capítulo dentro del título referido a la patria potestad, 212 Este ha sido el sendero escogido por Brasil (conf. artículo 41 del Estatuto de la Crianza y el Adolescente), Paraguay (conf. arts. 1 y 3 de la ley 1136/1997), Chile (ley 19.620 que regula en la actualidad el instituto de la adopción), Bolivia (conf. arts. 57 a 59 del Código del Niño, Niña y Adolescente de 1999) y Venezuela (conf. artículo 407 de la ley Orgánica de Protección del Niño y Adolescente) por citar algunos. En este aspecto, y de conformidad con lo expresado en torno al derecho a vivir en familia y la consecuente subsidiariedad de la adopción, como así también en atención a la complejidad y diversidad que presentan los conflictos de familia en la actualidad, considero más adecuado mantener ambos tipos de adopción. De esta manera, cuanto más flexible sea una institución, -en este caso admitiéndose tanto la adopción en su forma plena como simple-, más se podrá adecuar o amoldar a las disímiles situaciones fácticas que se presentan. Y en esta línea de razocinio se ha afirmado que “(…) muchas veces la adopción plena no puede funcionar por falta de algunos de los presupuestos ya que, como regla general, es más severo el régimen jurídico de la adopción plena que de la simple”386. Así, la adopción simple cumple un rol propio, autónomo, ni mejor ni peor que la plena, diferente y hasta prioritario ante ciertos supuestos fácticos. En suma, entiendo que en este punto la legislación argentina responde con mayor exactitud a varios de los principios consignados a lo largo del presente trabajo y que responden, en definitiva, a la idea de los niños como sujetos plenos de derecho, eje rector de la doctrina de la protección integral. Sin embargo, la adopción plena como sistema único en la legislación cubana es defendida. Al respecto se ha afirmado que “(…) es una forma mucho más completa de asimilar al adoptado en la familia del adoptante, pues el adoptado rompe los vínculos con su familia consanguínea y adquiere con sus adoptantes los mismos derechos y deberes que le asisten al hijo consanguíneo, extendiéndose los efectos de la adopción a los parientes del adoptante y a los descendientes del adoptado”. Aunque también se admite que “(…) al mantener ambas formas de adopción, permite una opción más para la solución de los problemas sociales que se presentan en el mundo de hoy”387. 5.6. Retractación, revocación y/o nulidad La adopción, por diferentes razones y por distintas vías, puede no llegar a concretarse (por retractación del consentimiento prestado por los padres) o extinguirse (por revocación o nulidad). Ambas legislaciones receptan algunos de estos supuestos. más precisamente desde el artículo 173 y ss). En ese marco también se receptaba un solo tipo de adopción pero con algunas connotaciones bien distinta a la concepción actual de la adopción plena (un tanto más limitada). Ello se colige de la redacción del artículo 177 del Código Civil que establecía: “El adoptante no adquiere derecho alguno a heredera al adoptado. El adoptado tampoco lo adquiere a heredar, fuera de testamento al adoptante…”. Asimismo, el artículo 175 del mismo cuerpo normativo disponía que “El adoptado podrá usar, con el apellido de su familia, el del adoptante, expresándolo así en la escritura de adopción”. 386 Bagdassarian, Dora, Rasines del Campo, Mabel y Sapriza de Mercant, María Inés, “La adopción en los países integrantes del Mercosur”, Revista Uruguaya de Derecho de Familia, nº 10, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1995, p. 71 y ss. 387 Fernández Guerra, Irma Renee y Palenzuela Páez, Luis L, “Consideraciones sobre la adopción extraterritorial de niños cubanos”, ponencia presentada en el XII Congreso Internacional de Derecho de Familia, La Habana, 2002, ps. 3 y 4). 213 A diferencia de lo que acontece en otras legislaciones comparadas388, el ordenamiento jurídico argentino no regula de manera expresa la posibilidad de que los padres389 se retracten o arrepientan del “consentimiento” prestado para la adopción de un hijo. En un reciente comentario a un fallo dictado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación de ese país sobre un pedido de restitución de hijo en el marco de una adopción, se señaló que “Según nuestro criterio, la ley argentina no establece de manera expresa un plazo cierto para que la familia de origen (por lo general las madres) se arrepientan o se retracten de la entrega de un hijo en adopción, a diferencia de lo que sucede en otras legislaciones. Ello no es óbice –atento el silencio legislativo - para que se sostenga que, a pesar de que el objetivo primordial del plazo de guarda consiste en la evaluación del vínculo entre el niño y los guardadores, en el transcurso de éste uno o ambos progenitores puedan solicitar la restitución o reintegro del niño. No desconocemos que, tanto a nivel doctrinario como jurisprudencial, continúa la discrepancia en torno al momento hasta el cual los progenitores biológicos pueden oponerse a la prosecución de un proceso tendiente a la adopción de un niño. Esta es una cuestión que merece ser resuelta claramente en una reforma legislativa”390. Pero antes de proseguir con el tema, quisiera dejar aclarado el fundamento del entrecomillado que obra sobre el término consentimiento. Ello responde a que, por lo general, esta declaración de voluntad se encuentra condicionada por múltiples razones, siendo las de tipo socio-económicas (su carencia) las que sobresalen según datos empíricos proporcionados por varias investigaciones exploratorias391. Por su parte, el Código de Familia cubano admite la impugnación de la adopción acordada judicialmente por parte de determinadas personas (los padres del niño a quienes no se les ha privado de la patria potestad; los abuelos y a falta de éstos, los tíos y los hermanos mayores de edad cuando tengan consigo –“en abrigo”- al niño y el director del hogar de menores o el círculo mixto donde estuviera acogido el niño –artículo 108-) dentro del plazo de 6 meses, pero siempre que se justifique la causa por la cual no se pudo plantear tal objeción durante el proceso (artículo 110). 388 Sólo a modo ejemplificativo, el Código Civil francés según la reforma introducida por la ley 96-604 del 5 de julio de 1996, establece un plazo de retractación del consentimiento de dos meses388. Sin embargo, tal plazo no pareciera ser tan drástico ya que su artículo 348-3 en su parte pertinente reza que “El consentimiento para la adopción podrá ser revocado durante dos meses. La revocación deberá hacerse por carta certificada con acuse de recibo dirigida a la persona o al servicio que recibió el consentimiento para la adopción. La entrega del hijo a sus padres a petición incluso verbal valdrá igualmente como prueba de la revocación. Si a la expiración del plazo de dos meses, no hubiera sido revocado el consentimiento, los padres podrán todavía solicitar la restitución del hijo a condición de que éste no haya sido colocado con vistas a la adopción. Si la persona que lo recogió se negara a restituirlo, los padres podrán pedir al Tribunal que aprecie, habida cuenta del interés del niño, si ha lugar a ordenar la restitución. La restitución caduca el consentimiento para la adopción”. 389 Por lo general, y según nos indica la práctica, son las madres quienes se retractan o arrepienten del “consentimiento” prestado para la adopción de un hijo, atento que constituyen el único referente filial acreditado. 390 Grosman, Cecilia P. y Herrera, Marisa, “¿El tiempo sentencia? A propósito de un fallo sobre restitución y adopción del alto tribunal”, Revista Jurisprudencia Argentina, 2005-IV- fascículo 1, 05/10/2005, Lexis Nexis, Buenos Aires, p. 26 y ss. 391 Giberti, Eva, Chavanneau, Silvia y Taborda, Madres Excluidas, FLACSO- Norma, Buenos Aires, 1997; Fontemachi, María A., La práctica en adopción. Aspectos interdisciplinarios, Ediciones Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2000; y Altamirano, Florencia, Niñez, pobreza y adopción ¿Una entrega social?, Editorial Espacio, Buenos Aires, 2002. En esta última investigación, una de las conclusiones arribadas fue que “La mayoría de los casos abordados presentaban como denominador, motivaciones maternas de entrega, basadas directamente en la inexistencia de mínimas condiciones materiales y de vida para asumir la crianza” (p. 161). 214 Por otra parte, la legislación cubana nada dice de manera expresa sobre la posible revocación y/o nulidad de la adopción. Como se ha expresado, se refiere directamente y de manera genérica a la suspensión y privación de la patria potestad. En cambio el ordenamiento argentino alude a ambas. La revocación sólo está prevista para los casos de adopción simple. Así el artículo 335 prevé tal acontecimiento cuando se den los siguientes hechos: “a) Por haber incurrido el adoptado o el adoptante en indignidad de los supuestos previstos en este Código para impedir la sucesión; b) Por haberse negado alimentos sin causa justificada; c) Por petición justificada del adoptado mayor de edad; d) Por acuerdo de partes manifestado judicialmente, cuando el adoptado fuera mayor de edad”. Siguiendo este razonamiento, se afirma que la adopción plena es irrevocable (artículo 323 primera parte)392. Este último tipo de adopción (la plena) es sólo pasible de nulidad. En este sentido, el artículo 337 advierte que “Sin perjuicio de las nulidades que resulten de las disposiciones de este Código: 1. Adolecerá de nulidad absoluta la adopción obtenida en violación de los preceptos referentes a; a) La edad del adoptado: b) La diferencia de edad entre adoptante y adoptado. c) La adopción que hubiese tenido un hecho ilícito como antecedente necesario, incluido el abandono supuesto o aparente del menor proveniente de la comisión de un delito del cual hubiera sido víctima el mismo y/o sus padres. d) La adopción simultánea por más de una persona salvo que los adoptantes sean cónyuges; e) la adopción de descendientes; f) La adopción de hermanos y de medio hermanos entre sí. 2. Adolecerá de nulidad relativa la adopción obtenido en violación de los preceptos referentes a; a) La edad mínima del adoptante. b) Vicios del consentimiento”. 5.7. Cuestiones procedimentales A diferencia de lo que acontecía en la anterior ley de adopción (ley 19.134 vigente desde el año 1971 hasta la sanción de la ley 24.779 de abril de 1997), en la actualidad está prohibido entregar o recibir un niño en guarda para adopción mediante instrumento público o acto administrativo. Por ende, la única manera de alcanzar la adopción e un niño es bajo la intervención judicial con el fin de evitar el tráfico de niños. Para ello, y salvo excepciones (por ejemplo cuando se trata de la llamada adopción de integración ya en este supuesto habría una vinculación previa entre adoptado y adoptante), se establecen dos procesos judiciales. El primero denominado guarda en miras a la adopción (arts. 316 y 317 del Código Civil (algunos autores la llaman “guarda preadoptiva”), y el segundo, la adopción propiamente dicha (artículo 321 del Código Civil). Por lo general, el proceso de guarda con miras a la adopción suele ser largo, ya que el juez debe evaluar las condiciones personales y patrimoniales de los adoptantes seleccionados de un registro local o provincial en donde se inscriben las personas aspirantes a la adopción, citar al niño si correspondiere por su edad, citar a los padres para que presten su consentimiento, entre las principales actividades que se despliegan en este marco. Analizada toda la prueba producida en este proceso (testigos, informe socio-ambiental, certificado de reincidencia –antecedentes penales-, etc.), el juez dicta sentencia otorgando la guarda del niño a los futuros adoptantes por un plazo que estime prudente, el que no puede ser inferior a los seis meses ni mayor al año (conf. artículo 316). Transcurrido este lapso, los guardadores están en condiciones de solicitar la adopción del niño en el marco de otro proceso judicial, justamente el de adopción. 392 Por el contrario, en el proyecto de reforma del Código Civil de 1998 ya mencionado, se admite la revocación de la adopción plena a instancias únicamente del adoptado capaz por las causales que autorizan la privación de la patria potestad (artículo 660). 215 En Cuba el procedimiento para la adopción es mixto, administrativo y judicial. Al respecto, en el capítulo III de la resolución nº 48-84 se regula el procedimiento administrativo a cargo de la Dirección del Círculo Infantil Mixto u hogar de menores a llevar adelante este proceso y a instancia de los pretensos adoptantes. En este marco se elaboran sendos informes que son analizados por la asesora jurídica de la Dirección Provincial de Educación para aprobar o rechazar la solicitud de adopción. En caso de ser aprobado, se hace entrega del expediente a los solicitantes para que éstos realicen la presentación correspondiente en sede judicial a través de un proceso de jurisdicción voluntaria393. Aquí también para alcanzar la adopción debe transcurrir un lapso de tiempo que, al igual que en la legislación argentina, oscila entre los seis meses y el año, con el fin de que se consolide el vínculo afectivo entre el niño y el o los pretensos adoptantes, quienes en este ínterin adquieren el carácter de familia sustituta. 5.8. Adopción internacional En oportunidad de sancionarse la ley 23.849 del año 1990 mediante la cual Argentina ratificó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, se dispuso de manera expresa que este país no recepta la adopción internacional por carecer de rigurosos mecanismos de protección legales para impedir el tráfico y la compraventa de niños (conf. artículo2). En este sentido, la ley No 24.779 del año 1997, prohibió la adopción por personas domiciliadas fuera del país , al establecer que la persona que quiere adoptar tenga una residencia permanente en la Argentina por un período mínimo de cinco años anterior a la petición de la guarda”( artículo 315). Como se afirma en la doctrina nacional, se trata de una exigencia un tanto especial en virtud de que “el requisito de residencia en un lugar determinado no encuentra antecedentes en materia de derecho de familia”.394. Esta exigencia afecta tanto a nacionales como extranjeros, pues si un argentino se trasladara al extranjero por alguna razón como trabajo o estudios, cuando retornase al país deberá esperar cinco años de residencia permanente en el país para poder adoptar. O sea que esta previsión legal no se adecua a la finalidad que se pretendía con su dictado, evitar el tráfico de niños. En suma, la legislación argentina rechaza la adopción internacional de manera tajante. Sin embargo, en la doctrina se observan distintas posturas. Muchos autores la admiten pero bajo ciertas condiciones, como ser que las adopciones internaciones deben controlarse tanto en el país de origen del niño como en el país del adoptante y que sólo procede este tipo de adopción cuando no hubiese posibilidades para que el niño fuese adoptado por personas residentes en la Argentina, criterio establecido en varios países de América Latina, algunos de los cuales han sido individualizados ut- supra cuando me referí a la excepcionalidad de la adopción internacional. En Cuba, si bien este tipo de adopción no se encuentra expresamente prohibida, se vislumbra una mirada restrictiva, o al menos cautelosa. Al menos ello es lo que se colige de lo afirmado por la mencionada especialista en adopción, la licenciada Núñez Travieso, quien ha precisado que “la legislación cubana no la limita, pero tampoco la alienta”. Y agrega: “Somos del criterio que en la temática familiar no deben existir esquemas; siempre que una persona nacional o extranjera reúna los requisitos y en situaciones muy puntuales, pudiera ser aceptada la adopción solicitada: no la tenemos como regla pero tampoco la limitamos”395. Ello es reafirmado por Fernández Guerra y Palenzuela Páez quienes 393 Marquetti Pérez, Rosario y Crespo Sosa, Lídice, op. cit. Levy, Lea, Régimen de Adopción ley 24.779, Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 40. 395 “Adopción de menores en Cuba”, op. cit. 394 216 aseveran que “Si bien la legislación sobre la familia no prohíbe la adopción internacional, se observa un abierto rechazo, tanto por los pueblos como por muchos especialistas del Derecho de Familia. De esta forma de adopción sus causas son altamente conocidas; la segunda mitad del siglo XX caracterizó al continente americano por sangrientas dictaduras militares, durante las cuales muchos padres fueron privados de sus hijos, sin conocerse qué destino sufrieron la mayoría de éstos, aunque mucho fueron vendidos a familias que pagaban bien”396. Esta mirada restrictiva sobre la adopción internacional por parte de la doctrina cubana responde a varios fundamentos. En primer término, y tal como lo he expresado, en atención a la prioridad en la permanencia en la familia de origen o en su defecto, en el país con el fin de efectivizar el derecho a la identidad cultural. Por otra parte, la profunda crisis económica por la que atraviesa este país, hace dificultoso destinar recursos para el seguimiento de los niños dados en adopción a extranjeros domiciliados fuera de Cuba. En este sentido, esta postura cautelosa en materia de adopción internacional intentaría evitar el tráfico de niños. Sobre la base de ello se ha afirmado que “(…) cada proceso de adopción internacional que se presentan ante nuestros Tribunales, debiendo la Fiscalía, como parte representante del interés social, comprobar si ciertamente esta adopción será beneficiosa para el menor y no lo privará de los derechos que ya tiene garantizados en nuestro país”397. En consonancia con la línea argumental que vengo exponiendo a lo largo de este trabajo, se han preguntado “¿Qué es más beneficioso para el niño, vivir en otra familia con condiciones económicas favorables o crear condiciones económicas que permitan a sus padres protegerlos?398 De esta manera regresamos a dos de las consideraciones esbozadas como punto de partida (y rectores) de este estudio comparativo: la revalorización del rol de la familia y la consecuente subsidiariedad de la adopción nacional o doméstica en primer término, e internacional o extraterritorial, en segundo y último lugar. Para cerrar este apartado, se advierte que en Cuba las cuestiones de derecho internacional que involucra la adopción internacional -también denominada “extraterritorial”- se encuentran regidas por el Código de Bustamante399. 6. Corolario La Convención sobre los Derechos del Niños nos ha conminado a revisar varios, por no decir todos, los institutos jurídicos que integran el derecho de familia. Es decir, este instrumento internacional de derechos humanos destinado a regular los derechos de niños y adolescentes (como así también, en definitiva, de la familia), constituye un desafío para el derecho de familia. A mi entender, sólo se pueden encontrar respuestas superadoras si se asume la complejidad que ella involucra. En otras palabras, y circunscribiéndome el tema que aquí hemos propuesto para rendirle homenaje a una activista del derecho de familia cubano, la Dra. Olga Mesa Castillo, se trata de alcanzar una adopción humanista400. 396 Fernández Guerra, Irme R. y Palenzuela Paéz, Luis L., op. cit. p. 4. Fernández Guerra, Irme R. y Palenzuela Páez, Luis L., op. cit. p. 8. 398 Fernández Guerra, Irme R. y Palenzuela Páez, Luis L., op. cit. p. 12. 399 Convención sobre Derecho Internacional Privado firmada el 28/02/1928 en La Habana, Cuba cuyo capítulo VIII se dedica al instituto de la adopción. 400 En alusión al trabajo publicado por Louge Emiliozzi, Esteban, “Bases para la caracterización de un Derecho Privado Humanista”, Alterini, Atilio A. y Nicolau, Noemí, L., El derecho privado ante la internacionalidad, la integración y la globalización. Libro Homenaje al Dr. Miguel Angel Ciuro Caldani, Editorial La Ley y Publicaciones de la Facultad de Derecho, Buenos Aires, 2005, p. 117 y ss. 397 217 Para ello debemos reconsiderar los principios sobre los cuales se cimienta la adopción de niños, lo cual implica, inexorablemente, revalorizar el rol de la familia (repotenciando su capacidad de afectividad y solidaridad), enaltecer el papel de las políticas públicas (en especial las de carácter universal) y, en un segundo plano, encontrarnos con la adopción como una manera, subsidiaria, de efectivizar el derecho humano a vivir en familia. En suma, y desde una perspectiva más amplia, se trata de “edificar nuestro presente con base en nuestras exigencias, gracias a nuestras fuerzas, manteniendo nuestros valores”401. En este marco cabe preguntarse ¿Qué es de adopción hoy? ¿Sobre qué pilares debemos edificarla? ¿Cuáles son sus exigencias? ¿Hacia donde debemos volcar nuestras fuerzas como operadores del derecho? Y en definitiva ¿qué valores despierta o cuáles subyacen detrás de ella? Es mi intención que el presente trabajo comparativo haya servido de “excusa” para movilizar y/o estimular algunos interrogantes que se asoman en materia de adopción a la luz de la doctrina de la protección integral. 401 Alterini, Atilio A., “¿Hacia un geoderecho?”, Alterini, Atilio A. y Nicolau, Noemí L., op. cit. p.19. 218 El derecho de relación personal entre el menor y sus parientes allegados402 en el Código Civil español Dra. Silvia DÍAZ ALABART Catedrática de Derecho Civil de la Universidad Complutense de Madrid Sumario: 1. Introducción. 2. Naturaleza del derecho de relación personal entre los menores y sus familiares o allegados. 3. Sujetos del derecho de relación personal. 3.1. Generalidades. 3.2. Los parientes. 3.3. Los allegados. 3.4. Los menores. 4. Contenido del derecho. 5. La protección del derecho de relación familiar y la sanción por su impedimento. 6. La justa causa. 7. La jurisprudencia del Tribunal Supremo en torno al derecho de visita de parientes y allegados. 1. Introducción Entre los derechos de los menores de edad se encuentra el de obtener el beneficio que supone el crecer dentro de un núcleo familiar, lo que conlleva la necesidad de respetar su derecho a relacionarse con sus familiares. Es este un derecho esencial, Tan natural y tan reconocido universalmente que para constatar su existencia no precisa de formulación en precepto legal alguno, pues vá implícito en los preceptos generales que se ocupan de la familia403. Pero aún siendo esto así, modernamente se ha introducido en diversos Códigos, probablemente en atención a que vivimos unos tiempos en los que las relaciones familiares vienen sufriendo importantes transformaciones404, que hacen que, en ocasiones, en situaciones de crisis familiar de cualquier tipo suponga una mejor garantía del respeto de 402 Este trabajo se limita al derecho de relación personal del menor y otras personas que en este punto se le puedan asimilar con parientes y allegados, excluyendo la que se dá con el progenitor no conviviente. 403 Así, aunque en el Código Cubano de la Familia (Ley número 1289/75 de 14 de febrero), no aparece ningún precepto que lo contemple expresamente, ello no significa que no exista, pues solamente con que nos detengamos en su artículo 1 que se ocupa de los objetivos del Código, veremos que entre ellos se encuentra el de “...contribuir al fortalecimiento de la familia y de los vínculos de cariño, ayuda y respeto recíprocos entre sus integrantes”. 404 Entre estas hay que incluir muy especialmente el que el divorcio de los progenitores y la creación ulterior de nuevas familias en las que también se integran los hijos de anteriores relaciones de los cónyuges, que a veces, al distanciar al cónyuge que rehace su vida de su anterior pareja, lleva consigo ese mismo distanciamiento de la familia de éste, dificultándose las relaciones familiares del niño con los parientes del progenitor con el que no convive habitualmente. 219 ese derecho el recogerlo expresamente en un artículo. El primer reconocimiento legal de ese derecho en un precepto, aparece en el Código francés. En 1970 en la reforma del Code se introduce el artículo 371-4, que en su redacción actual405 dispone que: “El padre y la madre no pueden, salvo motivos graves, obstaculizar las relaciones personales del niño con sus abuelos. A falta de acuerdo entre las partes, las modalidades de estas relaciones se regulan por el juez de familia. En consideración a situaciones excepcionales, el juez de familia puede establecer un derecho de comunicación por correspondencia o de visita a favor de otras personas, parientes o no”. En el artículo se marcan con claridad dos regímenes distintos: la relación personal del menor con sus abuelos (relación “normal” frente a la “excepcional” con otras personas406), derecho que reconoce la ley por el mero hecho del vínculo familiar y que no se podrá impedir salvo por motivos graves, y la relación con otras personas, parientes o no, con quienes se podrá dar, excepcionalmente, cuando éstos prueben la existencia de circunstancias especiales que justifiquen esa relación. Los abuelos son titulares de un derecho reconocido legalmente, y la oposición de los progenitores a su ejercicio solo puede darse por motivos graves que supongan un perjuicio para los menores, mientras que los terceros, en principio, deberán soportar la negativa de los padres407. En España la Ley 11/1981, de 13 de mayo de modificación del Código civil en materia de filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio introduce el llamado derecho de visita en el entonces artículo 161 Cc408. Después tras la reforma de la Ley 21/1987, de 11 de noviembre -que no afectó al texto del precepto en la parte que aquí interesa- pasa a ser el artículo 160.2409 Cc situado entre las disposiciones generales de las relaciones paternofiliales, “No podrán impedirse sin justa causa las relaciones personales entre el hijo y otros parientes y allegados.- En caso de oposición, el Juez, a petición del menor o del pariente o allegado, resolverá atendidas las circunstancias”. El Código de familia catalán (Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código de familia), probablemente influido por el Código francés recoge la mención específica del derecho de los abuelos en su artículo 135 (patria potestad, relaciones personales), en cuyos apartados 2 y 3, se dice: ”El padre y la madre han de facilitar la relación del hijo o hija con los parientes, especialmente con el abuelo y la abuela, y otras personas y solamente podrán impedirla cuando exista justa causa.- la autoridad judicial puede suspender, modificar o denegar el derecho a mantener las mencionadas relaciones personales en cuanto al padre y a la madre, si éstos incumpliesen sus deberes, y en todos los casos, si las relaciones pudieran perjudicar al menor o mayor de edad incapacitado, o si concurriese otra justa causa también puede tomar las medidas necesarias a la vista de la efectividad de estas relaciones personales”. 405 Redacción procedente de la Ley de 22 de enero de 1993. Así las denomina Cornu, Droit civil. La famille, 7ª ed., París, 2001, p.157 407 Droit de la famille, 2001/2002 Dalloz Action, dirigido por J.Rubellin -Devichi, París, 2002, nº 1861. 408 Castán Vázquez, Comentarios al Cc y Compilaciones forales, dirigidos por M. Albaladejo García, T. III, vol. 2º, Madrid 1982, p. 176 Madrid 1981, p. 176, relata que en los trabajos preparatorios de la reforma del Cc de 1981, como vocal de la Comisión de Codificación, propuso un precepto en el que se mencionaba en particular el derecho de los abuelos a relacionarse con sus nietos siguiendo la estela francesa. 409 Puede verse R. Bercovitz Rodriguez-Cano, Comentario al artículo 161 Cc en Comentarios a las reformas del Derecho de familia, Tecnos, 1984, T. II, p.1076 406 220 Posteriormente se publica la Ley 42/ 2003, de 21 de noviembre, de modificación del CC y de la Ley de Enjuiciamiento civil, en materia de relaciones familiares de los nietos con los abuelos, cuyos preceptos están inspirados en la jurisprudencia recaída sobre la cuestión, y que como se desprende de su título profundiza en la relación de los menores con sus abuelos410. El artículo 160 CC cambia de redacción411 mencionando a los abuelos en particular, y encomendando especialmente al juez que las medidas que tome para favorecer las relaciones entre abuelos y nietos, no permitan infringir las resoluciones judiciales que restrinjan o suspendan las relaciones de los menores con alguno de sus progenitores. Además se incluye la mención a los abuelos en preceptos: Se permite que en el convenio regulador suscrito por los cónyuges en los casos de separación o divorcio, se contemple el régimen de visitas y comunicación entre abuelos y nietos (artículo 90). El juez podrá determinar, previa audiencia de los padres y de los abuelos, que deberán prestar su consentimiento412, el derecho de comunicación y visita de los nietos con los abuelos, conforme al artículo 160 de este Código, teniendo siempre presente el interés del menor (artículo 94 CC) De lo dicho hasta aquí se puede colegir que el derecho de visita413 del menor con respecto a sus parientes y allegados, en particular los parientes más cercanos, abuelos y hermanos, y personas que sin necesidad de tener relación de parentesco consanguíneo con el menor, han convivido familiarmente con él, colaborando en su educación y estableciendo un vínculo afectivo, como el cónyuge o excónyuge del progenitor, ha pasado de carecer de una formulación legal específica a reconocerse cada vez más en los Derechos de raíz europea. Precisamente al encontrar en muchos derechos europeos414 algún rastro de ese derecho de relación personal, unido a que el Derecho comunitario aunque tenga principalmente un 410 En la Exposición de Motivos de la Ley se destaca que los abuelos desempeñan un papel fundamental de cohesión y transmisión de valores en la familia, que es el agente de solidaridad por excelencia de la sociedad civil. Añadiendo después que, el legislador no puede olvidar que el ámbito familiar no se circunscribe únicamente a las relaciones paterno-filiales que, aunque prioritarias, no pueden aislarse del resto de relaciones familiares, y también que, cabe entender que los abuelos, ordinariamente ajenos a las situaciones de ruptura matrimonial, pueden desempeñar un papel crucial para la estabilidad del menor. En este sentido disponen de una autoridad moral y de una distancia con respecto a los problemas de la pareja que puede ayudar a los nietos a racionalizar situaciones de conflicto familiar, favoreciendo en este sentido su estabilidad y desarrollo. 411 “Los progenitores, aunque no ejerzan la patria potestad, tienen el derecho de relacionarse con sus hijos menores, excepto con los adoptados por otro o conforme a lo dispuesto en resolución judicial. No podrán impedirse sin justa causa las relaciones personales del hijo con sus abuelos y otros parientes y allegados. En caso de oposición, el Juez, a petición del menor, abuelos, parientes o allegados, resolverá atendidas las circunstancias. Especialmente deberá asegurar que las medidas que se puedan fijar para favorecer las relaciones entre abuelos y nietos, no faculten la infracción de las resoluciones judiciales que restrinjan o suspendan las relaciones de los menores con alguno de sus progenitores” (artículo 160 CC) 412 Tomando en consideración que los abuelos no tienen las mismas obligaciones que los padres y que su estado de salud o circunstancias económicas puedan hacerles demasiado penoso, cuando no imposible, cumplir con el cuidado del menor, determinan la necesidad de su consentimiento previo. 413 Mientras no se aclare otra cosa empleo esta expresión en un sentido lato en el que se incluyen todos los tipos posibles de relación personal. 414 También en algún Código americano, como por ej. el Código argentino, que con la Ley nº 21040 sobre visitas de menores e Incapaces, introduce un nuevo artículo, el artículo 376 bis que reconoce este derecho. 221 carácter patrimonial también tiene normas que afectan a la persona y la familia415, hace considerar la utilidad de una regulación europea de este derecho de visita de menores y ascendientes. En esta línea sería interesante que en este ámbito de los Derechos personales pudiera también existir una regulación europea del derecho de visita de los menores y sus parientes o allegados, que, por encima de las nacionalidades de los miembros de la familia y de su lugar de residencia, favoreciera el ejercicio de ese derecho en la UE. Esta tendencia a favorecer las relaciones personales de parientes y menores se apoya en la Convención de Derechos del niño de 1989416 (ratificada por España el 30 de noviembre de 1990). En ella si bien no encontraremos mención específica a los abuelos, si que vamos a toparnos con los artículos 5 y 8 en los que se impone a los Estados respetar el papel “de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada..” y respetar el derecho del niño entre otras cosas a “las relaciones familiares”. Asimismo hay que constatar una mayor sensibilidad social y jurídica hacia algo tan primario como son las relaciones afectivas entre familiares y similares (pues los allegados son una especie de familiares con los que el vínculo no es de sangre sino de trato y elección afectiva). En particular con respecto a las relaciones entre abuelos y nietos que hoy tienen mayor peso por varias circunstancias: el alargamiento de la vida humana que permite la convivencia de varias generaciones, un mayor grado de inestabilidad familiar derivada de divorcios y nuevos matrimonios. A ello se une que en nuestra realidad social los abuelos juegan un papel importante dado que padres y madres, en su mayoría, ejercen una actividad profesional a tiempo completo, y son los abuelos quienes de alguna manera cubren esas ausencias de los padres en relación con los menores, participando activamente en su cuidado y educación. En general, nuestras doctrina y jurisprudencia se muestran claramente favorables al reconocimiento y ejercicio de ese derecho, aunque lo tratan, las más de las veces, como un derecho del menor en el que la titularidad que la norma concede a los parientes existe en tanto en cuanto esas relaciones generalmente sirven al interés del menor. 2. Naturaleza del derecho de relación personal entre allegados menores y sus familiares o El derecho de relación entre los menores y sus familiares pertenecientes a la familia extensa y allegados se contempla específicamente en el artículo 160.2 Cc, pero en su letra no aparece con claridad cual sea su naturaleza, ni sus características, lo cual no es extraño 415 Así, Directiva (CE)2002/58/CE,12 de julio 2002, relativa al tratamiento de los datos personales y a la protección de la intimidad en el sector de las comunicaciones electrónicas y Reglamento (CE) 1347/2000, 29 de mayo de 2000 del Consejo relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre hijos comunes, modificado por el Reglamento 1185/2002, 1 de julio. 416 Ya en su preámbulo se dice que,”Convencidos de que la familia, como grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia necesarias para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad. --Reconociendo que el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”. Aunque se pueda dudar qué contenido ha de darse aquí al término “familia” lo más beneficioso para el menor es darle el sentido de familia extensa. 222 puesto que esa no es la misión del precepto que se limita a hablar de ese derecho desde el punto de vista de uno de sus titulares, el más protegido, el menor, para señalar más que la existencia en sí misma del derecho, en conexión con el concepto de familia actual417, que el poder de la patria potestad (o el de la tutela) no puede impedir esa relación, salvo que la misma vaya en perjuicio del menor. No es necesario dar razones para comprender que la posibilidad de tal relación no es algo que tenga que concederse por el Ordenamiento sino que resulta tan natural para las personas que deriva de los principios generales y ha de entenderse como existente aunque no haya un precepto concreto que lo mencione, el Derecho pues no lo concede sino que lo reconoce. Está contrastado que las relaciones familiares y afectivas influyen decisivamente en el desarrollo de la personalidad favoreciendo su equilibrio, que si bien tiene especial trascendencia en la niñez y la juventud, no se acaba al llegar a la mayoría de edad sino que continua realizándose durante toda la vida de la persona. Ambos, adulto y niño tienen derecho a ese desarrollo de su personalidad. Sin embargo siendo todo esto así sigue quedando pendiente desentrañar la naturaleza jurídica de ese derecho de menores e incapacitados a relacionarse con sus familiares y allegados y a la inversa. La opinión de los autores que se han ocupado en particular de ello no es totalmente uniforme. Para alguno, “desde la perspectiva del visitante es un derecho -función o derecho de finalidad altruista, en la medida en que no se concede únicamente para satisfacer los intereses de su titular418 sino para favorecer los del menor visitado, respecto de quien si se puede hablar en puridad de un derecho subjetivo”419. Rivero Hernández420 afirma (para el derecho de visita a favor de “otros parientes y allegados”) que “afecta más a la esfera de la personalidad del individuo, tanto del derechohabiente como del menor, con lo que, junto a su destacado personalismo, está emparentado con (si es que no pertenece directamente a) los derechos de la personalidad”. El mismo autor421 no duda en que se trata de un derecho de la personalidad cuando se refiere al del menor para relacionarse con parientes y allegados diciendo, “ está en el ámbito de las más importantes necesidades psíquicas o espirituales del menor como persona en un estadio concreto de su vida incluible entre los derechos principales de la persona menor (en general, entre los derechos de la personalidad), y creo que identificable con lo que en otro orden llamamos derecho al libre desarrollo de la personalidad”. También hay quien define el derecho de visita de los abuelos como “un particular derecho subjetivo de naturaleza personal que permite el ejercicio del poder 417 Concepto en el que sin olvidar el interés familiar se da en muchas ocasiones prioridad a los legítimos intereses del individuo, y en el que la figura de la patria potestad de ser un derecho casi absoluto sobre los hijos ha pasado a ser un poder -función, al servicio de la mejor protección y desarrollo de los sometidos a ella. 418 Tratándose del derecho a relacionarse, y siendo esa relación personal beneficiosa para ambos titulares está claro que el derecho no se concede exclusivamente para el interés de uno solo de los titulares del mismo sino para el de los dos. 419 Salanova Villanueva, Notas sobre el derecho de los abuelos a mantener relaciones personales con sus nietos. A propósito de la sentencia de la Sala 1ª del TS de 7 de abril de 1994. ADC, abril-junio 1996, p. 994, nota 3. Gaya Sicilia, El derecho de los abuelos a relacionarse con sus nietos, ADC, enero -marzo, 2002, p.95, hace suya la opinión de la anterior autora. 420 El derecho de visita, Barcelona 1997, p. 393 421 Ob. cit., p. 139. 223 relacionarse entre sí a sus titulares”. Incluso alguno duda que “realmente exista un derecho subjetivo familiar a relacionarse con los parientes”, añadiendo que “En realidad la norma trata de responder a ciertas situaciones que se reiteran ante los tribunales..”422 Aún tratándose de un derecho personal no me parece que sea un derecho de la personalidad, pues, primero, ni está enumerado entre los mencionados con tal carácter por nuestra Constitución, ni tampoco su contenido coincide con el de ninguno de ellos. Y, segundo, carece de sentido que lo sea pues no tiene entidad para tanto. Se trata de un derecho personal incluido en el ámbito de los derechos familiares, si bien excede de ese marco en sentido estricto, puesto que se reconoce no solamente a parientes, sino a personas que mantienen una relación con el menor o incapacitado que por sus características puede tacharse de “pseudofamiliar o cuasi familiar”. Esa ampliación incluyendo personas que no son parientes de sangre no resulta tan extraña en nuestro Derecho pues el artículo 1362.1, 2º párrafo Cc dispone que serán de cargo de la sociedad de gananciales la alimentación y educación de los hijos de uno solo de los cónyuges cuando convivan en el hogar familiar. El vínculo que justifica la obligación viene dado primordialmente por el dato de la convivencia familiar, y entiendo que el artículo 160.2 Cc, aunque no concrete el sentido exacto de “allegado” ha de interpretarse en el sentido de considerar por tales, aquellos con un vínculo afectivo con el menor de entidad. Así quienes han convivido con él, o al menos han mantenido una relación especialmente estrecha. Sin que sea requisito el vínculo de parentesco423. No me convence la calificación de derecho-función, y creo que al menos en parte se llega a ella porque como ya he dicho el 160 Cc se encuentra en sede de relaciones paternofiliales, y en el mismo precepto se incluyen tanto a progenitores como a parientes y allegados, tratándose de situaciones muy distintas. Una cosa es que se entienda que el derecho de relación entre hijos menores y progenitor no conviviente con ellos pueda calificarse como de derecho-función, pues lo es la patria potestad y dentro de ella se encuentra, entre otros, el deber-derecho a tener consigo a los hijos menores424. Cuando por razón de crisis familiar no es posible la convivencia con ambos progenitores, es evidente que el no conviviente suple ese “tenerlos consigo” por el derecho de visita. Sin embargo, con los parientes y allegados ni esa relación personal se encuentra inserta en una figura como la patria potestad, ni existe ningún deber de tener consigo a los parientes menores o allegados de igual condición. La condición de derecho familiar o pseudofamiliar lo es tanto para el derecho de parientes y allegados a relacionarse con el menor, como para el del menor a relacionarse con ellos. Ambos derechos tienen la misma naturaleza. Las notas que caracterizan ese derecho de relación personal con parientes y allegados encajan perfectamente con las que presentan los derechos personales-familiares (aquí extendidos a los “cuasi familiares”): no patrimoniales, imprescriptibles, fuera de la autonomía de la voluntad, e irrenunciables antes de que corresponda ejercitarlos. 422 Serrano Alonso, ob. cit., loc. cit. Esta interpretación conforme con la naturaleza de las cosas es, además, la de los Derechos más cercanos al nuestro. 424 Lo que no olvidemos se corresponde con el derecho-deber de los menores de permanecer en el hogar familiar hasta la mayoría de edad. 423 224 3. Los sujetos del derecho de relación familiar y pseudofamiliar. 3.1. Generalidades El artículo 160.2 Cc tiene una letra tan amplia que permite incluir entre los que pueden relacionarse con el menor casi a cualquier persona, circunstancia que ha sido objeto de críticas de la doctrina, pero la realidad es que siendo genérico, no es tan distinto en lo esencial de los que sobre la misma cuestión hemos visto en otros derechos cercanos al nuestro Se trata de una norma abierta, pero que en su propio texto ofrece el remedio para una aplicación judicial aquilatada. Primero, a través de la determinación de quien puede considerarse allegado (evidentemente, aunque el término sea también genérico, no es aplicable a cualquier persona, cierto que puede predicarse de personas sin vínculo de parentesco con el menor, pero sólo pueden calificarse así a las personas que hayan mantenido hasta el momento -aunque puedan estar en suspenso desde que surgieron los desacuerdos con los guardadores del menor- una relación muy estrecha con el menor, lo que reduce considerablemente el círculo de personas que pueden considerarse allegados. Lo mismo ocurre en relación con los parientes y el hecho de que no se mencione limitación de grado. Aquí funcionaría el segundo remedio. El mero hecho de tener un vínculo de parentesco lejano, sino se acompaña de las características propias del allegado, no es suficiente para visitar o relacionarse con el menor, en contra de la opinión de sus guardadores, existiría una “justa causa” suficiente que sería la lejanía del vínculo sin existir una relación estrecha anterior. Me parece más útil que poner una limitación en el grado de parentesco, lo que en el caso concreto podría no encajar, dejarlo abierto. En resumen el artículo 160.2 Cc parte de una letra muy amplia, pero una correcta interpretación le deja en la medida justa. Se trata de un criterio general expresado de una u otra manera; el derecho de visita y relación personal corresponde a los parientes muy cercanos, y aquellas personas, sean o no parientes, que hayan mantenido una relación especialmente cercana con el menor. 3.2. Los parientes El artículo 160.2 Cc menciona a los abuelos, otros parientes, y allegados. Ciertamente ni son iguales todos los parentescos ni en lo personal ni en lo jurídico, ni es lo mismo ser pariente que persona allegada. Hay algunos parientes de especial cercanía entre los que se encuentran los que lo son en línea recta, en particular los abuelos425 (o otros ascendientes), igualmente los parientes colaterales en segundo grado, los hermanos de vínculo doble o sencillo y los adoptivos. Los segundos pertenecen a la familia nuclear y los primeros aunque ya entren en un concepto de familia más extenso no cabe duda que ocupan un lugar primordial en el grupo familiar. 425 Rivero Hernández, El interés del menor, Madrid, 2000, p. 186, aludiendo a las relaciones personales con un menor in potestate solicitadas por sus abuelos al amparo del artículo 160 Cc dice que “por ser aparentemente (sólo así) menos naturales que respecto de los padres, han tenido los tribunales que argumentar su concesión, apelando, inevitablemente, a su conveniencia para el menor y a la inexistencia de justa causa que las desaconseje”. 225 Ese lugar preeminente se reconoce tanto en lo que es habitual en nuestra sociedad, como en nuestro ordenamiento jurídico. Los abuelos cuya edad y salud se lo permite muy frecuentemente actúan como colaboradores o sustitutos de los padres en relación con los menores, ocupándose de su cuidado y educación. Pero no acaban ahí los beneficios de la relación para los dos sujetos implicados en ella. Psicológicamente la relación abuelos-nietos constituye una verdadera necesidad. Para los abuelos, que por su edad necesitan relacionarse con las generaciones siguientes a las que pueden enseñar mucho, sintiéndose también útiles por los servicios y afecto que pueden darles. Con los menores los abuelos obtienen la posibilidad de reconocer su sangre, su historia, su forma de perpetuarse, y la necesidad vital de los humanos de dar y recibir afecto. Para los menores, los abuelos son la memoria familiar, el puente entre su generación y la de sus progenitores, escuela de vida426. El caso de los hermanos (de vínculo doble, sencillo o adoptivos), obedece también a que lo natural es que durante la minoridad exista una comunidad de vida entre hermanos y hermanas en el hogar familiar con sus progenitores, y cuando se produce una grave crisis familiar, se pretende que al menos se mantenga el grupo fraternal. La convivencia fraterna colabora en la educación de los menores y la facilita. Pero en las circunstancias en que esa comunidad de vida no es posible, así en la separación o divorcio de los progenitores, se puede considerar más beneficioso para todos (incluso conforme el deseo manifestado en este sentido por los propios menores), que algunos de los hermanos vivan con el padre y otros con la madre, pero, obviamente, esa medida debe complementarse con el establecimiento de un régimen de visitas que permita el mantenimiento del vínculo fraternal. Precisamente es entre estos parientes entre los que la Ley establece el derecho legal de alimentos, y ello obedece a que en la sociedad española ese esquema de grupo familiar con relaciones especialmente intensas427 es el más habitual. Además hay otras normas en las que se toma en cuenta esa especial vinculación. Así el carácter de legitimarios de los hijos y descendientes respecto de padres y ascendientes, y a falta de éstos, los padres y ascendientes respecto de sus hijos o descendientes (artículo 807 Cc). Los ascendientes suceden con exclusión de otras personas en las cosas dadas por ellos a sus hijos o descendientes muertos sin posteridad (artículo 812). Los nietos y demás descendientes heredarán por derecho de representación ( artículo 933 Cc). En la sucesión intestada los hermanos e hijos de hermanos suceden con preferencia a los demás colaterales. En los casos en que hubiere de nombrarse un tutor para varios hermanos, el juez procurará que el nombramiento recaiga en una misma persona (artículo 241 Cc). Para el nombramiento de tutor entre los parientes se prefiere al descendiente, 426 La fragilidad física de los ancianos permite también a los menores aprender a ser adultos prestándoles pequeños servicios en el marco de una relación plena de afecto. 427 Una de estas manifestaciones de esa realidad es la frecuencia en la que son los abuelos quienes se ocupan de los menores cuando los padres por las razones que sean no pueden hacerlo por si mismos. 226 ascendiente428 o hermano que designe el juez (artículo 234.4º Cc). En la LO 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, el artículo 4.2 dispone que no habiéndose designado a nadie en testamento, las acciones de protección civil del honor, etc., corresponderán además de al cónyuge del fallecido, a sus descendientes, ascendientes y hermanos. La pertenencia a un círculo familiar tan cercano que como hemos visto tiene reconocimiento a su importancia para el Derecho en distintos preceptos de nuestro Ordenamiento, crea un importante vínculo entre las personas que forman parte del mismo: vínculos afectivos, de relación importante desde el punto de vista humano para todos los sujetos implicados, relación que trasciende de un puro sentido jurídico para integrarse en los derechos básicos de las personas, derechos, que como otros de índole familiar, les corresponden por el mero hecho de serlo. Así y no de otra forma hay que calificar a este derecho tan esencial como el de relacionarse con los parientes más cercanos. En cuanto a otros parientes consanguíneos de grado más lejano, como ya hemos visto nuestro Derecho no los excluye, pero realmente se trata ya de unos vínculos que para permitir la reclamación de un derecho de relación con el menor contra la voluntad de sus guardadores precisarán (aunque el artículo 160,2 no lo diga en su letra está en su espíritu), de estar acompañados de otras circunstancias particulares. Así por ejemplo, los tíos o primos podrán reclamarlo cuando hayan convivido con el menor durante un tiempo largo, o aunque no haya sido así, cuando habiéndose mantenido una relación familiar normal con él, no existan otros parientes más cercanos de la rama familiar de que se trate. Conviene resaltar que cuando se establece un régimen de visitas en relación con los abuelos del menor, aunque no se diga nada en particular al respecto, lo cierto es que “de facto”, eso suele conllevar una relación a través de ellos con otros parientes (generalmente serán tíos y primos de la misma rama), pues las visitas al domicilio de los abuelos, o las estancias, generalmente, se harán coincidir con la presencia de otros familiares. 3.3. Los allegados Dentro de esta categoría creo que es preciso distinguir entre personas que sin ser parientes de sangre por razón de matrimonio, o al menos de vida común pasan a formar parte de la familia del menor, sus familiares. Entre estos hay que incluir los cónyuges o excónyuges de uno de los progenitores o de los abuelos. Aquí la razón para mantener relación con el menor es la convivencia familiar que se haya tenido con él, ocupándose de su bienestar y educación429. De la especial importancia de estas situaciones en la familia moderna, en la que resultan frecuentes las llamadas “familias ensambladas” es buena prueba el que en el BGB se les mencione expresamente como titulares de ese derecho de relación, y que la jurisprudencia francesa los incluya habitualmente dentro del apartado de “situaciones excepcionales” contemplado en el artículo 371-4 del Code. 428 En el artículo 145.2 del Código de Familia cubano se expresa la preferencia por los abuelos para desempeñar la tutela de los menores, cuando no se haya podido designar de acuerdo con la preferencia manifestada por el propio menor y la opinión mayoritaria de sus parientes. 429 Situación que en nuestro Derecho tiene algunas consecuencias jurídicas. Al respecto puede verse mi trabajo, “El pseudo “estatus familiae” en el Código civil”, RDP, 1992, pp. 837-856. 227 Otros allegados, pueden serlo aquellos que han mantenido una relación de especiales características con el menor, así sus acogedores familiares, u otras personas que careciendo de esa cualificación legal hayan cubierto sus funciones, o bien algún profesor con el que se haya mantenido ese tipo de relación o bien el novio o novia del menor. Como puede apreciarse estos casos se darán muy limitadamente, puesto que se pide una relación muy estrecha sin que hayan mediado vínculos de parentesco, ni que se trate de familiares. Por otra parte es claro que aquí también ha de tenerse muy en cuenta que el régimen de visitas que se puede establecer ha de poder compaginarse, con el derecho-deber de los padres a tener consigo a sus hijos menores, lo que junto con la actividad ordinaria de un menor (que tampoco hay que alterar), dará como resultado un régimen muy limitado. 3.4. Los menores Los menores de edad son otros de los sujetos del derecho de la relación personal que contempla el artículo 160.2430 Cc, tratándose de un derecho recíproco son tanto sujetos activos como pasivos de dicha relación. Y precisamente por su condición de menor es un sujeto431 privilegiado. En puridad no es que aquí prime el interés del menor sobre el del titular de la patria potestad, pues no puede primar cuando la patria potestad se ejercita correctamente, o sea en beneficio del menor, ya que entonces son coincidentes los intereses del menor y de sus guardadores. Prima el interés del menor frente al interés personal de su guardador contrario al primero. El menor puede reclamar por sí mismo o a través de otras personas que no sean sus guardadores legales, ese derecho a las relaciones personales. Sobre la base del ámbito de autonomía que se concede al menor para actuar en “actos relativos a los derechos de la personalidad u otros que el hijo de acuerdo con las Leyes y con sus condiciones de madurez pueda realizar por si mismo” (artículo 162.1º Cc) puede mantenerse que sea el propio menor quien dirija al juez su reclamación, siempre que tenga la suficiente madurez para ello. En todos los casos, y especialmente cuando el menor carezca de conocimiento natural, lo podrá hacer por él el Ministerio Fiscal. 4. Contenido del derecho de relación personal El contenido de este derecho puede ser muy variable tanto por razón de la naturaleza del vínculo existente entre el menor y los parientes o allegados de que se trate, como de las circunstancias concretas del propio menor. Así, tratándose de los parientes más cercanos como son los hermanos y los abuelos es posible que ese derecho permita incluso períodos de convivencia en el domicilio de dichos parientes432, y desde luego siempre derecho de visita, visita que puede llevarse a cabo en el 430 El propio artículo 160.2 Cc dice que en caso de oposición al derecho de visita, “el juez, a petición del menor o del pariente o allegado, resolverá atendidas las circunstancias” 431 Rivero Hernández, ob. cit., p. 137 dice que se puede hablar de un verdadero derecho autónomo de que es titular el menor.. 432 En una relación normal con los abuelos es frecuente esta convivencia en períodos vacacionales, y obviamente lo mismo es predicable de los hermanos, que solamente cuando las circunstancias lo impiden no conviven. La STS de 23 de noviembre de 1999, mantiene como régimen de visitas un fin de semana al mes y una semana en verano, V. Rivera Álvarez, Comentario a la STS de 23 de noviembre de 1999, RDP, enero 2001, pp. 76 a 87) 228 domicilio de los parientes433, en el del menor, o en un tercer lugar que el juez determine. Una posibilidad interesante al respecto, especialmente cuando la relación ha de darse en un ambiente difícil o tenso, puede ser el recurso a los puntos de encuentro familiar. El 20 de julio de 2001 se aprobó en el Congreso una proposición no de Ley que promovía la constitución de puntos de encuentro familiar434. Estos puntos pretenden proteger y favorecer el derecho del menor a relacionarse con los dos progenitores (por extensión con los demás familiares y allegados), y por otro lado, facilitar el cumplimiento del régimen de visitas fijado por el juez. Estos fines se facilitan porque el encuentro se va a dar en un lugar neutro, y con la colaboración de los profesionales que estén trabajando en dichos puntos, que pueden facilitar el mejor desarrollo de esa relación435 La fijación del contenido de ese derecho a la relación personal la hará el juez en cada caso teniendo en cuenta también la edad del menor. Así respecto de los de corta edad será frecuente que no se permita que pernocten fuera del domicilio de sus progenitores436. En cualquier caso es frecuente que se establezca judicialmente un régimen de visitas de carácter progresivo bajo el control del equipo técnico adscrito al juzgado (STS de 20 de septiembre de 2002), que persigue que las relaciones familiares que se rompieron puedan retomarse sin perjuicio para el menor. En muchos casos se señala por el juez que la relación personal a que pueden aspirar los parientes en modo alguno tiene las características de las correspondientes al progenitor que habitualmente no convive con el menor. Asimismo el Juez, apoyado en el artículo 158 Cc tanto puede modificar como suspender ese régimen en atención al beneficio del menor. Otras formas de relación mucho más atenuada son la comunicación telefónica o la escrita. 5. La protección del derecho de relación del artículo 160.2 Cc y la sanción por su impedimento El artículo 160 reconoce la existencia de un derecho cuyo ejercicio no debe dificultarse sin justa causa, pero no establece ninguna sanción para cuando no se respeta el derecho. Reconociendo las dificultades que por sus características entraña la protección de este 433 En el caso de los abuelos a veces por su edad o achaques puede resultar difícil que se puedan trasladar fuera de su domicilio. 434 Si bien básicamente estos puntos de encuentro están pensados para que los menores se puedan relacionar con ambos progenitores, pero también tienen utilidad para que se pueda dar esa relación los parientes o allegados. 435 Magro Servet, La necesidad de implantar en España los puntos de encuentro familiar, Actualidad Jurídica Aranzadi, nº 565, 13-II-2003, pp. 1 a 5. Entre las causas de desavenencia familiar que hacen aconsejable la implantación de los puntos de encuentro familiar, este autor incluye el facilitar el encuentro del menor con la familia extensa del progenitor no custodio, y con las relaciones deterioradas o inexistentes entre los hermanos como consecuencia de la separación de los progenitores. 436 La STS de 11 de junio de 1996 dice (tercer fundamento de derecho) que el menor en cuestión, de 14 años, “se encuentra en una edad de crecimiento y formación en todos los órdenes, y tan sólo por esta razón, se hace aconsejable que mantenga la costumbre cotidiana de pernoctar en su casa, sede del núcleo familiar..”, razonamiento que resulta un tanto particular pues la edad de crecimiento y formación alcanza hasta la mayoría de edad, y que un niño de 14 años pernocte en casa de sus abuelos no parece que atente contra dicha formación y que pueda ser desaconsejable. 229 derecho437, es indudable que hay que buscar los mecanismos que protejan su ejercicio. Por una parte estableciendo un procedimiento rápido438 para reclamarlo, puesto que como ya puse de relieve más arriba, el retraso en permitir el ejercicio de este derecho puede tener los mismos efectos que la oposición al mismo. La Ley 42/2003, en materia de relaciones familiares de los nietos con los abuelos se ocupa de esta cuestión modificando la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento civil, añadiendo el ordinal nº 12º, su artículo 250, con la siguiente redacción: “Las que pretendan la efectividad de los derechos reconocidos en el artículo 160 del CC. En estos casos el juicio verbal se sustanciará con las peculiaridades dispuestas en el capítulo I del Título I del libro IV de esta Ley”. Además de la reclamación judicial puede ser interesante, para evitar enfrentamientos extremos, el intentar que las partes implicadas acepten una mediación439 cuya solución sin duda resultará menos traumática para los implicados que una sentencia judicial, y que probablemente por tener su origen en un acuerdo, obtenga un mayor nivel de cumplimiento440. Por otra parte, una vez reconocido judicialmente el derecho, el problema se planteará por la negativa frontal a acatar la sentencia, o por poner tantas dificultades a su cumplimiento que el resultado sea a la postre el mismo. Al amparo del tan genérico artículo 158.3441 Cc el juez podría arbitrar distintas medidas para garantizar el efectivo cumplimiento del derecho442, desde el apercibimiento de que el incumplimiento puede determinar cambios respecto a la guarda y custodia del menor443, o incluso, en palabras de Rivero Hernández444 la ejecución “manu militari” del régimen de relaciones personales establecido, si bien con todos los cuidados posibles en su ejecución para evitar daños psicológicos al menor o incapacitado, a las sanciones pecuniarias (multas). 437 En este sentido Rivero Hernández, El derecho de visita, Barcelona 1997, p..285 En este aspecto es interesante la mención esa rapidez procedimental que se hace en la regulación del derecho de visita de parientes y allegados en el Cc argentino (artículo 376,bis), al decir que “... el juez resolverá en trámite sumario...” 439 Dalloz Action 2001/2002. Droit de la famille, dirigido por J Rubellin-Devichi, París 2002, nº 1858, menciona entre las medidas que pueda tomar el juez la de una mediación, con el propósito de suavizar tensiones, citando al efecto la sentencia del TGI de La Rochelle de 17 de febrero de 1988. 440 Posiblemente sería positivo que una vez establecido el derecho a relacionarse con el menor o incapacitado, los extremos en cuanto a cómo se ha de desarrollar dicha relación se pudieran consensuar a través de la mediación. Por más que todo ello debe poder llevarse a cabo en el plazo más breve que sea posible. 441 Prácticamente igual al artículo 3,1 Código de familia catalán. 442 Rivero Hernández, ob. cit., pp. 288 a 292, menciona distintos tipos de medidas, pero las mismas no se adecuan bien la s relaciones con parientes y allegados, sino con el progenitor no conviviente, como por ej. la inclusión de cláusulas penales en el convenio regulador. Obviamente para el caso de los parientes en general no hay posibilidad de emplear estos remedios. 443 Si bien entiendo que esta medida es proporcionada en el caso de que el derecho de visita que se impida sea el del progenitor no conviviente, puede parecer excesiva para la visita de parientes y allegados, pero no es aceptable la desobediencia a la autoridad, y no hay que desechar el que una actitud de este tipo sea un indicio vehemente de que quien tiene la guarda y custodia del menor no está totalmente capacitado para ello. 444 Ob. cit., p. 294 438 230 Otra posibilidad es la de la responsabilidad civil “ex” artículo1902445 Cc. pues el derecho de familia contemporáneo ya no es un ámbito inmune al Derecho de daños446, y es evidente que la relación paternofilial puede causarlos. Si bien en lo relativo a las relaciones personales no hay una regla tan precisa como en los daños materiales, o incluso corporales447, ello no significa que no exista en su campo responsabilidad civil. Una dificultad común a todos los daños morales es la cuantificación de los mismos. Probablemente aquí haya de considerarse también el valor disuasorio para aquellos que impidan el derecho de visita injustamente448. Tratándose, como he mantenido, de un derecho recíproco, ambos titulares: menor o incapacitado y parientes allegados tienen acción para reclamar ese derecho, pues ambos padecen el perjuicio. Lógicamente los menores o incapacitados tendrán graves dificultades para interponer esa acción, ya que quienes estarían llamados a ello por ser sus representantes legales, serán las mismas personas que impidan el ejercicio del derecho, por tanto creo que sería posible el nombramiento de un defensor judicial (artículo 163 Cc). La acción habrá de interponerse contra los padres o guardadores. 6. La justa causa “Motivos graves” es la expresión que ha utilizado el Código francés449 para delimitar los casos en que se pueden impedir las relaciones personales a las que me vengo refiriendo, y probablemente resulte una expresión más aquilatada que la “justa causa”, pues resulta más clara en cuanto que solamente en los casos en que se pueda producir un perjuicio grave será lícito impedir estas relaciones. Las expresiones de ambos códigos tienen en común que carecen de un texto legal que las defina, confiando al juez la delicada labor de apreciar si concurren o no en cada caso, lo que permitirá una mejor adaptación a las particularidades que concurran en cada uno. La “justa causa” puede actuar como razón para denegar la relación personal solicitada, pero también puede hacerlo para suspenderla o para limitar su contenido. Para entender que hay “justa causa” suficiente para impedir las relaciones personales el perjuicio para el menor (o mayor incapacitado) ha de tener entidad y certeza, sin que sea suficiente un mero temor a que se produzca el perjuicio, temor que puede neutralizarse con lo que nuestro TS ha llamado “medidas correctoras”, es decir con ciertas precauciones en torno al desarrollo de esas relaciones personales, que, sin embargo, no las impiden450. 445 La abstracción del precepto que permitió en origen cobijar en él la indemnización por los daños causados al honor, permite sin forzar incluir en el también los daños producidos por impedir si motivo suficiente las relaciones familiares y cuasi familiares. 446 Roca i Trías, La responsabilidad civil en el Derecho de familia. Venturas y desventuras de cónyuges, padres e hijos en el mundo de la responsabilidad civil, Perfiles de la responsabilidad civil en el nuevo milenio, coordinado por J A, Moreno Mártinez, Madrid 2000, p..539. 447 Hace ya bastantes años ya apuntaba esta cuestión en mi comentario a la STS de 1 de febrero de 1989, CCJC nº 19, pp. 154-158 448 Rivero Hernández, ob. cit., pp. 300-301. 449 Artículo 371-4 450 En este sentido la STS 20-IX-02 contempla un caso en el que el padre viudo se niega a la relación de sus dos hijas menores con los abuelos maternos, basando su negativa en el temor de que aprovechando esa relación los suegros influyan en el ánimo de las menores haciendo recaer sobre el padre la responsabilidad de la muerte de la madre dando una versión 231 Entre posibles “justas causas”, las más habituales serán aquéllas que hagan peligrar la salud (física y psíquica), la integridad moral451 o la seguridad del menor, así como los casos en que la actitud de las personas que solicitan el derecho de visita atente contra las funciones que correspondan a los padres. Entre las que afectan a la salud e integridad moral podrían considerarse las situaciones de drogodependencia del familiar que pretende ejercitar el derecho a relacionarse o las de su entorno452, en tanto en cuanto esa situación determine que es más perjudicial para el menor o incapacitado la relación que la carencia de la misma453.En esta misma línea podemos situar el sufrir enfermedades que pueden transmitirse fácilmente454. Pertenencia a alguna secta cuyos postulados sean contrarios a los principios que deben inspirar la educación de un menor455. Realizar con el menor o actividades consideradas peligrosas. Hacerle objeto de malos tratos tanto físicos como psíquicos, etc. Con todo hay que subrayar que esta relación con parientes en muchos casos no implicará convivencia sino simple derecho de visita, lo que sin duda hace más difícil el que en esos breves períodos de relación se puedan causar daños. El ataque a las funciones propias de los progenitores se da cuando los parientes o allegados pretenden usurpar las funciones y prerrogativas que corresponden a los padres, con lo que interfieren en el normal ejercicio de la patria potestad. Evidentemente el derecho de relación personal tiene que respetar plenamente la primacía de la función de los progenitores456. manipulada de las circunstancias que la rodearon. El TS tras constatar que las malas relaciones yerno -suegros eran recíprocas y existían ya en vida de la esposa, pero que en nada habían afectado a la relación de los abuelos con las niñas, “aun entendiendo que se trata de un temor fundado “(el del padre) a la vista de esas malas relaciones, “se puede obviar este inconveniente estableciendo medios correctores”, medios que en este caso se traducen en imponer una limitación específica, la posibilidad de suspensión o mayor limitación del régimen de visitas, apercibiendo de ello previamente a los actores. 451 Lúderitz, Familienrecht, Munich, 1999, p. 393, menciona como una de las causas de exclusión del derecho al trato con el menor, los indicios de abuso sexual, matizando que la simple sospecha no justifica una exclusión del derecho, aunque ello hará que se eviten situaciones de peligro como lo es el pernoctar en casa de la persona de la que se sospecha y añade que, incluso en el caso de comprobadas tendencias pedófilas hay que contemplar un derecho de trato, eso si controlado, así por ejemplo las visitas tendrán lugar siempre con la asistencia de terceras personas 452 Garé, T., Les grands-parents dans le droit de la famille à la lumière de la Convention internationale sur les droits de l´enfant, en Mélanges á la mémoire de Danièle Huet-Weille, Droit des personnes et de la famille, Estrasburgo, 1994, p..188, recoge una sentencia del tribunal de apelación de Angers (12 de junio de 1992, Juris Data nº 051374), por la que se suspendía el derecho de una abuela a tener consigo a su nieto -manteniendo su derecho a visitarlo-, porque su entorno estaba compuesto por personas alcohólicas 453 Entiendo que el ser drogodependiente por si solo no debería ser motivo bastante para impedir esa relación, sino en los casos en que la drogodependencia determine esos riegos graves. 454 Obviamente esto no será suficiente razón si el riesgo de contagio se elimina con unas simples medidas profilácticas. Así pensemos en un pariente que sufra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), tampoco esto por si sólo es causa bastante para denegar el derecho a relacionarse con parientes menores o incapacitados, puesto que con las debidas precauciones no existe riesgo de contagio. 455 Quizás pudiera considerarse también el que el pariente haya cambiado de religión y en sus relaciones con el menor o incapacitado pretenda propiciar también el cambio de religión de éste. Sin embargo, aquí también se podría apercibir al familiar de que el intentar tal cosa lle varía consigo la suspensión de la relación. 456 El tribunal de Nancy (27 de marzo de 1995, JCP, 95.IV.2536) denegó a la abuela paterna (cuyo hijo había estado encarcelado) el derecho de visita por causa de su deseo de someter a 232 Ciertamente que puede ser muy beneficioso para el menor, y también para los familiares a allegados mantener una relación, pero lo normal será que tratándose de personas de parentesco más lejano o de relación menos esencial no influya tanto en las vidas de unos y otros interesados. Podría calificarse de “justa causa” la constatación de que la persona que solicita la relación personal verdaderamente carece de vínculo afectivo con el menor que justifique la instauración de un régimen de visita específico. Pensemos en un pariente lejano con el que no se ha mantenido trato y que, a la muerte del progenitor de su sangre solicita relacionarse con el hijo menor de éste. No tiene sentido establecer un régimen de visita en este caso pues falta la base afectiva. No es preciso aducir que tal relación le puede producir un perjuicio, simplemente no se puede partir de que le “puede” aportar beneficios, y sobre la base de algo tan frágil contrariar la opinión del titular de la patria potestad, pues en este caso al no haber vínculo cercano de sangre, ni de trato previo, es más prudente esperar a que el menor salga de tal condición y se relacione con quien desee, antes que introducir en la vida diaria del menor lo que podría calificarse casi como un cuerpo extraño. Aunque en particular por lo que toca al derecho de allegados (asimilable al de los parientes lejanos), creo que lo fundamental a la hora de valorar la intensidad del interés en el mantenimiento de la relación con el menor será la relación real que venían manteniendo hasta que se dieron las circunstancias que determinaron la ruptura de esa relación, es decir ha de verse caso por caso. En ocasiones habrá más vínculo con un allegado que con un pariente lejano. Así pensemos en un primo segundo con el que no se mantiene una relación muy estrecha, y el cónyuge del progenitor con el que se ha convivido durante largo tiempo457, o los acogedores que se han ocupado durante un tiempo largo del menor. El límite que el propio artículo 160.2 Cc al derecho a relacionarse es que no exista “justa causa” que permita oponerse al mismo, aunque siempre se ha partido de que tal justa causa es una forma de decir que no ha de ir en contra el interés del menor, lo cierto es que el precepto no dice eso limitándose a señalar un límite tan objetivo como justa causa que por tanto entiendo que, aunque se trate de supuestos inusuales, también podrá referirse a justa causa conforme al interés de los familiares mayores. En relación con el resto de parientes y allegados458 mencionados en la letra del artículo 160.2 Cc, las cosas son distintas. Mientras que el interés del menor por relacionarse con sus abuelos y hermanos (y el de ellos en hacerlo con él) no precisa de más prueba ni justificación que el hecho de la existencia del vínculo, si hablamos ya de familiares en general o incluso de allegados (entendiendo por tales aquellas personas cercanas por el trato y el afecto con las que no existe vínculo de parentesco, ya puede ser preciso justificar de alguna forma el interés del adulto y el beneficio - o simple carencia de perjuicio-para el la dominación del padre, a los niños que habían reencontrado un cierto equilibrio en el seno del nuevo hogar creado por su madre. Cornu, Droit civil.La famille, 7ª ed., París 2001, p. 158, critica esta sentencia por considerar injusto que se prive a la abuela de su derecho sobre la base de una mera intención, cuando ella personalmente, que es quien se va a relacionar no es indigna. 457 Al respecto de esta particular relación puede verse mi trabajo, El pseudo “status familiae” en el Código civil, RDP, 1992, pp. 839 a 856. 458 Son varios los autores que señalan que esta terminología es algo ambigua. Así, Rubio San Román, Comentario al artículo 160 Cc, Comentarios al Cc, coordinados por Rams Albesa, T.II, vol 2º, Zaragoza 2000, p. 1500. 233 menor. 7. La jurisprudencia del TS en torno al derecho de visita de parientes y allegados Ya suman más media docena las sentencias del TS459 en relación con el artículo160.2 Cc460 y de su lectura se pueden sacar varias conclusiones. El supuesto litigioso es casi el mismo en todos los casos: fallecimiento de un progenitor y negativa del supérstite a que los hijos comunes menores se relacionen con los abuelos de la rama del fallecido461, con la consiguiente reclamación de los abuelos462 del derecho a relacionarse con sus nietos. En todos los casos se dan algunas circunstancias que pueden explicar la existencia de malas relaciones entre el progenitor vivo y los ascendientes del fallecido; nunca entre esos ascendientes y el menor. Así porque el cónyuge supérstite se encontraba ya separado de su cónyuge en el momento de su fallecimiento (SSTS 11-6-96 y 28 de junio de 2004463), cónyuge viudo que contrae segundas nupcias lo que afecta a sus relaciones con la primera familia política (SSTS 7-IV-94, 11-6-98 y 23-XI-99), o padre viudo al que en cierta forma los padres de su esposa le atribuyen alguna responsabilidad en la muerte de ésta (SSTS 17-IX98 y 20-IX-02). Quizás por esa semejanza existente en todos los casos las sentencias son bastante repetitivas, las primeras se citan sistemáticamente en las posteriores repitiendo los mismos argumentos. Estas circunstancias hacen que sea una jurisprudencia coherente, pero sin desvalorizar esa circunstancia, se echa de menos que, siquiera “obiter dicta”, el TS hubiera aventurado a entrar en la naturaleza de este derecho, en la posibilidad de la aplicación analógica del derecho de visita para personas que aún sin ser menores por sus circunstancias (incapacitados o personas que sin estarlo por su avanzada edad o enfermedad dependen “de facto” de quien se ocupa de cuidarlos), o en cualquier otro aspecto de este derecho aún no suficientemente estudiado. El punto discutido en todas las sentencias es el mismo, el de si existe o no justa causa en el caso para que el progenitor impida a los abuelos relacionarse con el menor. El Supremo lo niega en todos los casos y lo hace correctamente pues según se desprende del texto de las sentencias la razón de fondo, más o menos evidente, de la negativa es la mala relación entre el progenitor y sus suegros lo que como señala la STS 20 de septiembre de 2002, al 459 Además de la jurisprudencia menor, así: SAP Zaragoza (sección 4ª) 11.X.99, SAP Zaragoza (sección 2ª) 30.IV.2001, SAP Islas Baleares (sección 4ª), 12, XII, 2001, SAP Valencia (sección 10ª), 14.II.2002, SAP Huelva (sección 1ª), 16.XII.2002, SAP Madrid (sección 22ª), 12.XI.2002, SAP Barcelona (sección 18ª), 13.XII.2002, SAP Asturias (sección 1ª), 17.XII.2002, SAP Cáceres (sección 2ª), 18.XII.2002, SAP Asturias (sección 4ª) 13.I.2003, SAP Alicante ( sección 7ª), 10.III.2003, SAP Almería (sección 1ª) 31.V.2003, SAP Madrid (sección 22) 24, IX, 2003 460 En concreto son las de: 7 de abril de 1994, 11 de junio de 1996, 17 de septiembre de 1996, 11 de junio de 1998, 23 de noviembre de 1999, 20 de septiembre de 2002 y 28 de junio de 2004. Además del auto de 30 de marzo de 1999. 461 Aunque este es el supuesto-tipo, los abuelos tienen derecho a relacionarse con sus nietos incluso aunque se opongan a ello ambos progenitores, siempre que no medie justa causa, Ballesteros de los Ríos, Comentario al artículo 160 Cc, Comentarios al Código civil, coordinados por R. Bercovitz Rodriguez-Cano, Edit Aranzadi, 2001, p. 277 462 Solamente en la STS de 20-IX-02 junto a los abuelos reclaman ese derecho otros parientes de la misma rama ( tíos y primos). 463 Macias Castillo, Derecho de los abuelos a relacionarse con los nietos (Análisis de la STS 28 de junio de 2004), Act. Civil, 2004, T.2, pp. 2485-2489, hace un breve un breve examen de la citada sentencia 234 igual que la mala relación entre los progenitores divorciados o separados no debe afectar a las relaciones de los hijos comunes con cada uno de ellos, tampoco la que exista entre padres y abuelos debe incidir en el derecho a relacionarse con el menor unos y otros, y no es admisible que el padre se convierta en el árbitro de ese derecho. Es una constante el señalar la necesidad de oír al menor siempre que tenga juicio suficiente para ello pues es evidente que este derecho a relacionarse con sus parientes afecta a su esfera personal y familiar. Así como la mención del artículo 158.3 Cc para justificar la intervención judicial para adoptar medidas que eviten perjuicios al menor en cualquier momento, ya sea dentro de un procedimiento o fuera de él. El derecho de relación que se fija es muy moderado generalmente (una visita de 2 horas y media cada quince días), aunque en otras ocasiones se amplía a períodos más largos, incluso fijando algunos días de convivencia durante las vacaciones escolares, pero en todo caso queda claro que es un derecho a relacionarse que no supone necesariamente convivencia en compañía del menor464. Un comentario a la ley argentina 24.417465 de Protección de Violencia Familiar 464 Como ocurre con cualquier otro derecho de visita obviamente que puede cambiarse si así lo aconsejan las circunstancias. De este modo cuando el menor vaya teniendo más edad, si así lo desea, se ampliará el régimen establecido. 465 Ley Argentina nº 24.417, Protección contra la violencia familiar (Sanc. 7.12.94; prom. 2812.1994;B.Ofi. 3.01.95). Artículo 1. Toda persona que sufriere lesiones o maltrato físico o psíquico por parte de alguno de los integrantes del grupo familiar podrá denunciar estos hechos en forma verbal o escrita ante el juez con competencia en asuntos de familia y solicitar medidas cautelares conexas. A los efectos de esta ley se entiende por grupo familiar el originado en el matrimonio o en las uniones de hecho. Artículo 2. Cuando los damnificados fuesen menores o incapaces, ancianos o discapacitados, los hechos deberán ser denunciados por sus representantes legales y/o el ministerio público. También estarán obligados a efectuar la denuncia los servicios asistenciales sociales o educativos, públicos o privados, los profesionales de la salud y todo funcionario público en razón de su labor. El menor o incapaz puede directamente poner en conocimiento de los hechos al ministerio público. Artículo 3. El juez requerirá un diagnóstico de interacción familiar efectuado por peritos de diversas disciplinas para determinar los daños físicos o psíquicos sufridos por la víctima, la situación de peligro y el medio social y ambiental de la familia. Las partes podrán solicitar otros informes técnicos. Artículo 4. El juez podrá adoptar, al tomar conocimiento de los hechos motivo de la denuncia, las siguientes medidas cautelares: a) Ordenar la exclusión del autor, de la vivienda donde habita el grupo familiar; b) Prohibir el acceso del autor, al domicilio del damnificado como a los lugares de trabajo o estudio; c) Ordenar el reintegro al domicilio a petición de quien ha debido salir del mismo por razones de seguridad personal, excluyendo al autor; d) Decretar provisoriamente alimentos, tenencia y derecho de comunicación con los hijos. El juez establecerá la duración de las medidas dispuestas de acuerdo a los antecedentes de la causa. Artículo 5. El juez, dentro de las 48 horas de adoptadas las medidas precautorias, convocará a las partes y al ministerio público a una audiencia de mediación, instando a las mismas y su grupo familiar a asistir a programas educativos o terapéuticos, teniendo en cuenta el informe del artículo 3. Artículo 6. La reglamentación de esta ley preverá las medidas conducentes a fin de brindar al imputado y su grupo familiar asistencia médica psicológica gratuita. Artículo 7. De las denuncias que se presenten se dará participación al Consejo Nacional del Menor y la Familia a fin de atender la coordinación de los servicios públicos y privados que eviten y, en su caso, superen las causas del maltrato, abusos y todo tipo de violencia dentro de 235 Dra Nora LLOVERAS y Dra. Laura CANTORE Profesoras de la Universidad de Córdoba A la profesora Dra. Olga MESA CASTILLO, extendiendo desde Córdoba – Argentina – un latinoamericano abrazo. Sumario: 1. Un planteo del fenómeno de la violencia familiar en la justicia argentina. 2. Las características del fenómeno de violencia doméstica. 2.1. Circuito del fenómeno de violencia doméstica. 3. La ruptura de lo público y lo privado en la familia y su impacto en las nociones tradicionales de autonomía del Derecho. 3.1.Lo público y lo privado en la familia. Límites. 3.2. Derecho Penal y Derecho de Familia: su vinculación. 3.2.1. Cuestiones fácticas. 3.2.2. ¿Autonomía del Derecho Penal y del Derecho de Familia? 3. Reflexiones finales. Bibliografía 1. Un planteo del fenómeno de la violencia familiar en la justicia argentina La ley 24.417 de 1995 de Protección contra la Violencia Familiar supone en Argentina un innegable avance en materia de Violencia Intra Familiar – en adelante VIF -. Su condición de ley nacional ha marcado un rumbo nítido a seguir por las provincias (artículo 9).Por otra parte, el artículo 8 que reforma al Código Procesal Penal de la Nación, prevé que el juez penal tome medidas especiales en los supuestos del Libro II referidos a Delitos contra las personas, (Título I, artículos 79 a 108 del Código Penal), Delitos contra el Honor (Título II, artículos 109 a 117 bis), Delitos contra la integridad sexual (Título III, artículos 119 a133) y Delitos Contra la Libertad (Título V, artículos140 a 157), cometidos dentro de un grupo familiar conviviente, aunque estuviese constituido por uniones de hecho, y las circunstancias del caso hicieren presumir fundadamente que puedan repetirse.También en la ley 24.417, se da cumplimiento además a la Convención de los Derechos del la familia. Para el mismo efecto podrán ser convocados por el juez los organismos públicos y entidades no gubernamentales dedicadas a la prevención de la violencia y asistencia de las víctimas. Artículo 8. Incorporase como segundo párrafo al artículo 310 del Código Procesal Penal de la Nación (Ley 23.984) el siguiente: En los procesos por alguno de los delitos previstos en el libro segundo, títs. I, II, III, V y VI y tít. V, cap. I del Código Penal cometidos dentro de un grupo familiar conviviente, aunque estuviese constituido por uniones de hecho, y las circunstancias del caso hicieren presumir fundadamente que pueden repetirse, el juez podrá disponer como medida cautelar la exclusión del hogar del procesado. Si el procesado tuviera deberes de asistencia familiar y la exclusión hiciere peligrar la subsistencia de los alimentados, se dará intervención al asesor de menores para que se promuevan las acciones que correspondan. Artículo 9. Invitase a las provincias a dictar normas de igual naturaleza a las previstas en la presente. Artículo 10. De forma. 236 Niño y Adolescente, y a la Convención de Eliminación sobre toda forma de Discriminación en contra de la Mujer, ambas incorporadas por el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, agregando la noción de Niña/o y Adolescente como “sujeto de derecho” y de “género”, respectivamente.La ausencia en la ley de definición de “familia”, y la expresa inclusión de la noción de “uniones de hecho”, permiten proteger por igual a la familia mas allá de su enclave jurídico, y posibilita asimismo evitar discriminaciones entre familias y uniones de hecho hetero u homosexuales.- Resalta la importancia de la interdisciplina (artículos 3, 6 y 7). Marca claramente la noción de necesaria actuación ante la “Urgencia”. Destacamos que el avance de la Ley 24.417 que estamos analizando, se fortalece con la sanción de la Ley Nº 26.061466 en el año 2005, que excede nuestro análisis, pero que dejamos significada como relevante en cuanto a la concreción de la Convención sobre los Derechos del Niño en la Argentina.467 Nos centraremos en dos aspectos que nos parecen de suma importancia en esta Ley 24.417, que son los siguientes: - La visibilización jurídica de la violencia doméstica que implica un abordaje interdisciplinario. - El cambio de paradigma, que rompe la clásica división entre lo público y lo privado en materia de familia, y su impacto en las nociones tradicionales de autonomía del derecho.2. Características del fenómeno de violencia doméstica La violencia doméstica tiene características propias que deben ser cuidadosamente analizadas si se pretende la eficacia de la ley. Por un lado debe observarse la dificultad epistémica468 de encontrar marcos teóricos que den respuesta acabada al fenómeno, 466 Ley 26.061. Ley de Protección Integral de los Derechos de las niñas, niños y adolescentes. Sancionada: 28/09/2005. Promulgada De Hecho: 21/10/2005. Publicación En B.O.: 26/10/05.467 Cfr.: BELOFf, Mary: “Constitución y Derechos del Niño”, en Justicia y Derechos del Niño- N° 7, UNICEF 2005, pp. 9 y ss. 468 Cfr.: MEDINA, Graciela, Visión jurisprudencial de la violencia familiar, pp. 21 y ss., Ed. Rubinzal Culzoni, 2002. MEDINA sintetiza al menos la existencia de cuatro enfoques: Modelo psiquiátrico o individual: En este modelo las causas de la violencia están ligadas a la persona del sujeto agresor, siendo la conducta agresiva una conducta patológica de una persona psíquicamente perturbada. La violencia es una problemática individual y no se contemplan aspectos culturales, sociales o económicos. Modelo psicosocial: Basado en el análisis de variables personales y de algunos factores sociales como determinantes de ciertas conductas agresivas. Relaciona la violencia con la historia de violencia personal, que luego es repetida ya que se trata de aprendizajes por repetición y por el resultado. “… Si un individuo aprende que la violencia constituye un comportamiento apropiado frente a la frustración o irritación, la agresión se convertirá en el modo de adaptación al estrés”. Modelo Socio Cultural: Para este modelo la violencia en el ámbito familiar solo puede ser comprendida teniendo en cuenta diferentes variables de la estructura social, los roles y las expectativas, partiendo de la premisa de que la violencia de la sociedad es un presupuesto de la acaecida en el ámbito doméstico. Enfoque ecológico: Considera distintos niveles de análisis: Macro sistema: tiene en cuenta el contexto mas amplio de la organización social, sistemas de creencias, formas de vida, concepciones culturales, sistema económico, político, etc. Exosistema: incluye en un segundo grado al conjunto de instituciones mediadoras entre el nivel del individuo y el nivel de la cultura: instituciones educativas, religiosas, laborales, judiciales, de comunicación, recreativas, de seguridad, etc.- Microsistema: contiene los elementos estructurales de la familia, los patrones de interacción familiar, así como las historias personales de sus miembros.- Individual: considera cuatro dimensiones: 1. Conductual; 2. Cognoscitivo; 3. Interaccional; 4. 237 remarcando que se señala mayoritariamente la intervención del poder judicial como lenta e iatrogénica. Por otro lado, para postular una perspectiva jurídica, debemos analizar el ciclo de la violencia en sí, para poder distinguir sus propiedades relevantes y los problemas que acarrea en materia procesal.2.1. Circuito de la violencia familiar La violencia familiar se instala en períodos tempranos de la relación familiar, evoluciona por ciclos y se incrementa progresivamente en gravedad y frecuencia. Si bien se puede hablar de un período "presintomático" (en el que no hay expresiones evidentes de daño), se sabe que la violencia puede aparecer al inicio mismo de la relación. En este sentido esta es una etapa de suma relevancia para detectar situaciones abusivas hacia las mujeres y los niños, especialmente, para prevenirlas. Seguimos en el tema a Leonore WALKER quien señala que el ciclo de la violencia presenta fases que describe agudamente. Así expone las siguientes fases, que se puntualizan. Primera Fase: Estadio de acumulación de tensiones, Segunda Fase: el episodio agudo de golpes, y Tercera Fase: Conducta arrepentida, amante, bondadosa. En relación con la Segunda Fase, “la mujer golpeada necesita creer que no volverá a sufrir. La conducta razonable del hombre golpeador le hace creer que él realmente ha cambiado, como lo demuestra su conducta cariñosa en la fase 3. La mujer se convence a sí misma de que él podrá hacer lo que le dijo. Durante esta fase la mujer ve como un reflejo fugaz de su sueño original acerca de lo hermoso que era el amor. La conducta del marido refuerza que ella permanezca en la relación. En la fase 3, cuando el afecto es más intenso, resaltan los aspectos simbióticos del vínculo. Cada uno le hace creer al otro y en conjunto creen que pueden vencer una batalla contra el mundo. La dependencia entre ambos es obvia en esta fase del ciclo. Algunas mujeres consiguen que la fase tres dure un largo período de tiempo. Cuando esto ocurre y se vuelve a la primera fase muchas mujeres pierden el control, aparece la rabia reprimida y atacan a los hombres. Se puede llegar al homicidio. En estos casos de venganza los ciclos 1 y 2 fueron cortos y el 3 largo. Las mujeres sienten que no pueden tolerar más golpes y esto es lo que las lleva a atacar.”469. Ponemos de relieve, por nuestra parte, que se advierte asimismo que la disolución de hecho o de derecho de la pareja no supone de ninguna manera concluir con los episodios de violencia familiar, razón por la cual se incluye al ex marido o ex concubino470 como Psicodinámica. 469 VILA, María Cristina, Traducción. Descripción del Ciclo de la Violencia Conyugal, Lenore E. WALKER. The Battered Women Harper Colophon Books London San Francisco, 1979, Ficha N°1, 1985 470 Es importante tener en cuenta que en materia de violencia doméstica, los primeros golpeadores son los cónyuges y los concubinos, seguidos por los ex maridos y ex concubinos Esto fue validado empíricamente en Prueba Piloto en Violencia Doméstica del Ministerio Público Fiscal, coordinado por la Ab. Laura Cantore. Poder Judicial de la Provincia 238 generador de conflictos de violencia doméstica. Agrega WALKER que “El abanico de tipos de violencia domestica, va desde la violencia física, la violencia emocional pasando por la violencia sexual, con especificidades que dependen de la casuística. En todos los casos los efectos producidos son a largo plazo, y en mayor o menor grado, constituyen siempre un atentado a la dignidad, que menoscaba la autoestima, autonomía y autodeterminación de la o las personas afectadas dentro del grupo familiar, con efectos secundarios difíciles de remontar. Según la institución que intervenga se tomara noticia institucional de alguna de las fases del ciclo de Violencia Familiar y en muchos casos, sobre todo en el ciclo 1) y 3)471 no se tendrá noticia alguna.”472. No hay acuerdo respecto a la condición de la mujer golpeada: para algún sector de opinión es una “sobreviviente” como forma de reconocer la lucha muchas veces heroica, asertiva y perseverante en vez de víctimas. Autores como GOLDOLF y FISHER han desarrollado las bases teóricas para este cambio de denominación contrastando la teoría de la Indefensión aprendida de Leoneore WALKER, con las propias de sobrevivientes473 Como corolario señalamos como propiedades relevantes de la violencia doméstica a los fines de este trabajo: • El carácter cíclico • El carácter permanente • La ausencia de autonomía de la voluntad en la víctima como consecuencia de una autoestima minada por el golpeador, rasgos de apatía, perspectivas futuras aterrorizantes e inmovilizadoras, etc.- de Córdoba, Año 2000. Documentación obrante en poder de las autoras del presente.471 Vale la pena hacer notar con respecto a la faz 3) que es muy frecuente que luego de formular las denuncias se produzca la manifestación formal o informal del arrepentimiento de la víctima en sede penal, a pesar de que en algunas legislaciones como en Argentina existe el reparo del artículo 72 del Código Penal –obstáculo de procedibilidad- que obliga al Estado a seguir investigando una vez denunciado el hecho. No obstante esto, y dado que en estos supuestos la denunciante se niega a seguir aportando datos para la investigación hasta la próxima denuncia, el dato del arrepentimiento no es menor. Si a partir de éste se tienen en cuenta variables como frecuencia de las denuncias, manifestaciones de arrepentimiento, aumento progresivo en la magnitud de las agresiones, etc. es posible a partir de las denuncias y de los “arrepentimientos” formales o informales, crear bases de datos relativos al grado de vulnerabilidad y riesgo de las víctimas y peligrosidad del victimario dentro de un grupo familiar. El Poder Judicial desde esta perspectiva, dejaría de ser un organismo solamente persecutorio, para coadyuvar en la prevención secundaria, y hacer una valoración del riesgo ante nuevas persecuciones, sobre todo en el área penal donde la investigación, una vez instada la acción, es de oficio. En este sentido en algunos ordenamientos como el Código de Procedimiento Penal de la Provincia de Córdoba –Argentina- se establece expresamente en el artículo 302 relativo a la finalidad de la Investigación Penal Preparatoria que ésta “… deberá impedir que el delito cometido produzca consecuencias ulteriores…” Entenderemos por “prevención secundaria” aquella que tiende a evitar que una vez que se produzca el hecho este se reitere. 472 VILA, María Cristina, Descripción del Ciclo de la..., cit. 473 VILA, Maria Cristina, Atender victimas de Violencia Familiar. Capacitación 20042005.Gerencia de Víctimas del delito y violencia familiar. Gobierno de la Provincia de Córdoba. Córdoba. 2005. 239 2. La ruptura de lo público y lo privado en la familia y su impacto en las nociones tradicionales de autonomía del Derecho La incorporación de la Convención de los Derechos del Niño y la Convención de toda forma de eliminación de discriminación en contra de la mujer ha roto sin dudas la tajante división entre lo público y lo privado en materia de violencia doméstica en la familia, convirtiendo la problemática del niño y la mujer en un asunto de derechos humanos.Esto supone dejar atrás el concepto de que la violencia contra las mujeres ó los niños, por ejemplo, era un problema de carácter privado en tanto el Estado no podía inmiscuirse en los problemas de familia. Esta nueva visión desde los derechos humanos de la VIF, no puede ser interpretada de modo que los abordajes a proponer invadan el circuito o áreas familiares, que siguen siendo privadas, o reservadas – según se mire -, sino que exige una delimitación de los márgenes posibles para el tratamiento del conflicto de VIF. 3.1. Lo público y lo privado en la familia. Límites La reflexión hecha en el párrafo anterior que alude a que se ha producido la ruptura de la tajante división entre lo público y lo privado, debe ser interpretada en forma mesurada. Históricamente la violencia doméstica fue de incumbencia privada. La toma de conciencia de sus consecuencias sociales comienza en los años 70. MEDINA474 señala que el Estado toma nota de la necesidad de su intervención como consecuencia de factores tales como la nueva posición de la mujer dentro de la sociedad y los avances de la criminología crítica al poner énfasis en la victimología. De esta manera dice “Se produce… el surgimiento de una interrelación entre lo público y la privado…” toda vez que “… la criminología ha demostrado que es en ese terreno de lo familiar, del adentro de las paredes de la casa, donde tienen lugar las violaciones de los derechos de sus integrantes”475. Aceptar que la protección de la mujer y el niño, exige intervención estatal no implica en modo alguno la invasión del estado en la familia ni mucho menos anular la autonomía de sus miembros.- Sí supone que este actúe en ciertas circunstancias. Siguiendo la propuesta de Douglas N. HUSAK, GARZÓN VALDÉS476 distingue por lo menos tres versiones de autonomía de la voluntad, de las cuales solo tomaremos dos por ser las que resultan relevantes al presente: a. La autonomía como oportunidad del agente para ejercer su capacidad de elección. En este supuesto no hay impedimentos para que el individuo pueda ejercer su libertad de 474 MEDINA, Graciela, op. cit., pp. 16 y ss. Con nota remitiendo al trabajo de WILDE, Zulema, “Violencia familiar”, en Maltrato y violencia infanto juvenil. Aspectos jurídicos, pediátricos, psicológicos y sociales. . 475 MEDINA, Graciela, op. cit., pp. 22-23. 476 GARZÓN VALDEZ, Ernesto, “¿Es éticamente justificable el paternalismo estatal?”, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante, Doxa N° 5, 1988, pp. 155 y ss. 240 acción en general. En el caso que nos ocupa, si una mujer está condicionada económicamente para vivir con una persona, y así mantener a los hijos, debiendo someterse para esto a golpes, nos encontramos nuevamente ante un impedimento que la sitúa en la categoría de incapaz básico y la autonomía se diluye. b. La autonomía como conformidad con la ley moral. Aquí interesa no solo la capacidad de elegir sino el contenido de la elección. GARZÓN VALDÉS afirma que no puede afirmarse esta forma de autonomía con independencia de una investigación del contenido de la moral. Es posible detectar mujeres sometidas a situaciones de violencia domestica, por razones "pseudo morales" (v. gr. débito conyugal forzado, aunque invoquemos una expresión harto discutible), y en esta hipótesis la autonomía igualmente se diluye. Por su parte, la sociedad democrática tiene como principio fundamental el principio de igualdad. Toda medida paternalista presupone una relación de supra y subordinación que viola este principio de igualdad. Sin embargo tal como lo señala GARZÓN VALDEZ, la noción de igualdad está unida a la de consentimiento, y aún más a comprender el alcance del mismo. En esta línea, no podemos afirmar que una mujer maltratada con síntomas de desgano, apatía, abatimiento, auto-evaluación negativa, perspectivas futuras aterrantes y/o inmovilizadoras, dé su consentimiento para ser golpeada: ello no puede definir autonomía alguna. Así entonces, entendemos, que está justificada la intervención del estado siguiendo a Paulette DIETERLEN477 cuando este tiene que asegurar los medios necesarios para mantener: a. La integridad física b. La integridad psicológica c. Otorgar facilidades para que las personas adquieran capacidades según sus intereses y necesidades. En conclusión, el Estado debe respetando justamente la autonomía de la voluntad, frente a situaciones en que una persona se encuentra en relación de desigualdad, generar respuestas para que los ciudadanos comprometidos retornen o se sitúen en una situación de paridad real, “a la par”, garantizando en el profundo sentido la igualdad en el sistema democrático. Con ello, la intervención estatal no invade ni anula la autonomía de los miembros de una familia. 3.2. Derecho Penal y Derecho de Familia: su vinculación La mayor parte de la legislación y la doctrina en torno a la violencia doméstica, escoge preferentemente el Fuero de Familia para la resolución de estos conflictos. Esta opción resulta jurídicamente curiosa, ya que los hechos más graves de violencia doméstica - v. gr. homicidios, lesiones, violaciones, etc- se encuentran perfectamente tipificados en el Derecho 477 DIETERLEN, Paulette,”Paternalismo y Estado de Bienestar”, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante, Doxa N° 5, 1988, p.189. 241 Penal. El camino correcto para el abordaje del problema es – como lo proponemos más abajo - una adecuada articulación entre ambas áreas del Derecho para una adecuada administración de justicia: el Fuero de Familia y el Fuero Penal, No desconocemos que existe una seria crítica a la intervención del Derecho Penal en estas cuestiones, toda vez que se considera que tal intervención es iatrogénica y solo sirve para empeorar la situación de los miembros de la familia inmersa en la situación de violencia. Si bien, hacemos nuestras, parte de esas críticas, no es menos cierto que cuando la vida o la integridad física de una mujer golpeada o un niño está en juego, es el fuero penal el que tiene preponderantes atribuciones para intervenir en el conflicto. En cualquier caso de violencia doméstica aparecen cuestiones fáctico - normativas que no pueden ser soslayadas y que, sistemáticamente, analizaremos a continuación, para luego abordar nuestra propuesta.3.2.1. Cuestiones fácticas Según los códigos procesales y leyes específicas de cada provincia en Argentina, es posible que intervengan hasta tres fueros distintos ante una denuncia por VIF (v. gr. familia, menores y penal), lo que supone una excesiva burocratización de la emergencia.Las lógicas procesales de cada fuero tienen características, ritmos y prioridades que les son propias y que no siempre son compatibles con una respuesta inmediata ante la situación de peligro y riesgo de las victimas.Imaginemos a Delia – en adelante “El caso Delia” - víctima de golpes de vieja data por parte de su ex marido o pareja, que no recibe cuota alimentaria y carece de recursos y que debe circular por tres fueros distintos para resolver su situación jurídica y en todos los casos, someterse a tres Códigos de Procedimientos o Leyes Especiales diferentes para poder llevar adelante la acciones iniciadas. A partir de este ejemplo, aparecen varias cuestiones de crucial importancia en materia de violencia doméstica, que se conectan directamente con la burocratización jurisdiccional del conflicto: a. La revictimización institucional. Se constata una inadecuada organización del Poder Judicial para abordar la temática, dada la pluralidad de fueros que intervienen en la emergencia, y esto conduce a reproducir el carácter de víctima de la persona que protagoniza el evento violento.. b. La ausencia frecuente de capacitación por parte de los operadores judiciales en materia de Violencia Familiar, dificulta de modo severo el tratamiento del fenómeno. “Delia” sentirá que existe mayor sensibilidad tal vez en los Juzgados de Menores respecto a su cuota alimentaria, pero es altamente probable que en el área penal se trate su asunto como una cuestión menor si las lesiones que recibió son leves. En el Fuero de Familia, deberá demostrar a través de un sumario de pobreza o procedimiento análogo, que no 242 puede contratar un abogado, y dependerá de los recursos humanos disponibles del Fuero, y de la autoridad jurisdiccional interviniente, la resolución final.c. La subjetividad judicial en la toma de decisiones amparada en la ambigüedad e imprecisión de las normas jurídicas, lo que si bien es inevitable desde el punto de vista semántico (vgr. Daño moral, daño emocional, abuso sexual), entorpece severamente la decisión que deba asumirse ante el conflicto. d. La inexistencia ó la difusa noción de criterios epistémicos para abordar la temática, por parte del órgano de aplicación, lo que conlleva a la ineficacia del sistema judicial para dar alguna respuesta al conflicto de la violencia. e. Las lógicas procesales diferentes según los fueros que intervienen. Mientras en el fuero penal predomina la inmediatez y el orden público, el Fuero de Familia está fuertemente influido por un procedimiento en el que predomina en menor grado el orden publico. En el fuero de Menores, predominará uno u otro procedimiento según su competencia material.f. Las prioridades cualitativas según los fueros. Comparativamente y a pesar de que nuestro sistema penal no prevé el principio de oportunidad, sino el de legalidad, la urgencia del órgano de aplicación está dada por la rápida resolución de las causas en donde exista algún tipo de medida de coerción (v. gr. causas con presos). Así, un tribunal penal, resolverá compulsivamente las denominadas “causas con presos”, es decir que postergará ó permitirá la prescripción en expedientes o denuncias de lesiones leves o graves, resultado del fenómeno de Violencia Familiar. Claramente en los casos como el de “Delia”, es imposible una respuesta Urgente.3.2.2. ¿Autonomía del Derecho Penal y del Derecho de Familia? La tradición del sistema codificado genera la apariencia de compartimentos estancos en el ordenamiento jurídico (derecho penal, derecho de familia, derecho de menores, derecho civil, etc.). De esta forma cada disciplina del derecho aparece no solo con una materia sustantiva propia, sino también con un ordenamiento ritual o procesal que le es inherente. La violencia familiar como fenómeno humano y complejo, plantea un desafío a los rituales jurídicos, si se pretende que un sistema sea eficaz. Esto supone repensar el sistema de normas procesales aplicables, con aparatos conceptuales que sean integradores de las distintas “autonomías” jurídicas en tensión ante el episodio violento, y la interdisciplina. Ciertamente este no es un desafío menor.- En lo que denominamos “el caso Delia”, no puede pensarse como solución a la VIF el tránsito permanente de la mujer por distintos fueros tribunalicios, muchas veces situados a distancias considerables, de la misma ciudad – o pueblo - o diferentes lógicas procesales, términos, urgencias extrañas a la VIF, perfiles funcionales inadecuados, entre otros. Esta afirmación exige clarificar la noción de autonomía. Guillermo LARIGUET478 caracteriza la 478 LARIGUET, Guillermo. “Aparatos conceptuales, método y objeto de las Disciplinas Dogmático- Jurídicas. Un análisis de su papel en la justificación de sistemas normativos aplicables” en Ley, Razón y Justicia. Revista de Investigación en ciencias Jurídicas y Sociales, Neuquen, Año 6, N° 9, mayo 2004, abril 2005, pp. 77 y ss.- Guillermo LARIGUET es Dr. Prof. de Filosofía del Derecho y realizó su tesis doctoral sobre La idea de Autonomía en la Dogmática jurídica, en la UNC, en el año 2004.- 243 noción de “autonomía” del derecho señalando su ambigüedad proceso-producto, toda vez que puede referirse al proceso de determinar la autonomía de una disciplina, teoría o sistemas normativos, según sea el caso, y al producto de esa determinación: una disciplina, teoría o sistema normativo autónomos; la noción de autonomía también puede adolecer de ambigüedad semántica por que los juristas lo utilizan tanto para distinguir mentalmente el ámbito del conocimiento jurídico y el ámbito del derecho. Ejemplifica esto distinguiendo la postulación clásica de “la unidad del derecho” y otra distinta como es la “unidad del conocimiento jurídico”. La primera noción plantea el fundamento único de validez de las normas, y no afecta la noción de autonomía de la dogmática. En todo caso, señala, genera un problema diferente: como concebir la unidad de conocimiento, una vez que se parte de la idea de autonomía entre las disciplinas.- Se pregunta si, de la admisión de que existe un método propio a cada disciplina, se sigue que no hay unidad metodológica en la dogmática y en su caso, si ello significaría que referirse a la dogmática jurídica sería una manera confusa que encubriría la efectiva fragmentación metodológica de la dogmática, por lo que deberíamos reformular nuestro lenguaje y hablar de “dogmáticas jurídicas”.- Utilizando el modelo de Alchourrón y Bulygin, señala LARIGUET que es posible analizar situaciones en las que varios sistemas normativos, presuntamente autónomos, compiten para resolver un problema normativo, como es -en este caso- el fenómeno de la VIF. En la VIF estarán en juego no solo qué normas de conducta son aplicables, sino también qué conceptos de un sistema caracterizan mejor un caso, que principios de un sistema debe prevalecer sobre los otros principios de otros sistemas, y hasta puede discutirse la aplicación de cierta jurisdicción a un caso479. Sin duda el fenómeno violencia familiar puede describirse con “conceptos propios” (v. gr. abuso emocional, físico, autoestima minada, mujer golpeada, etc.), que se encuentran reconocidos aisladamente en nuestro ordenamiento jurídico. Este aislamiento tradicional – las clásicas autonomías - impiden el abordaje integral y rápido de cada manifestación violenta, en función de un marco epistémico que permita que los 479 Vid. LARIGUET, G., op. y loc. cits., quien al analizar los componentes del conocimiento jurídico señala que, para los dogmáticos una disciplina es autónoma si tiene: método, objeto y aparatos conceptuales propios.- Esclarece primero la noción de aparato conceptual, como forma de facilitar un marco básico de la función de los mismos de los que puede desagregarse las nociones de método y objeto. Asume como hipótesis de trabajo que el objeto de conocimiento de los juristas no es “independiente” absolutamente de los aparatos conceptuales construidos por estos. Esto implica que reconstruir “normas” o “sistemas normativos”, no solo depende del tipo de problema al que el jurista se enfrente sino también a los conceptos de norma y sistema que utilice mas o menos concientemente.- Esto tiene consecuencias prácticas: el “debe” ser usada una norma puede ser un enunciado acerca de la norma (lo que se dice que dice la norma), o la norma. LARIGUET señala que para los dogmáticos hay autonomía allí donde una disciplina cuenta con sus “conceptos propios”. 244 aparatos conceptuales desde la perspectiva de los episodios violentos y desde la perspectiva del ordenamiento jurídico, sea exhaustivo.Se requiere entonces, un proceso de “especialización” de la ciencia jurídica a fin de resolver la manifestación en sede judicial de la denominada violencia familiar.La noción de violencia doméstica estará “concentrada” en proposiciones generales que formen los axiomas de una teoría general o básica. Luego por sucesivas aplicaciones que tienden a dar cuenta de las pretensiones de aplicabilidad de esta teoría se irán produciendo constricciones, especificaciones o correcciones (ramas o redes teóricas) aplicadas a esta teoría básica. Así, en la teoría general una lesión leve provocada a una mujer, será la punta de un iceberg a analizar y a abordar, teniendo en cuenta que una mujer tarda entre cinco a siete años en hacer su primera denuncia por golpes sufridos en su núcleo familiar, y que el emergente violento no puede ser tomado aisladamente, sino visualizando el ciclo de la violencia, que hemos referido más arriba. Luego, se evaluarán las medidas concretas a tomar sobre la base del sistema de normas aplicables al caso y de los informes interdisciplinarios con que se cuente relativos a éste.. Habrá situaciones en los que los juristas necesitarán determinar si las normas a aplicar son de derecho penal o de derecho de familia, en cuyo caso echarán mano a los conceptos. La discusión de si un caso es o no de violencia familiar, está determinada por los conceptos que se utilicen, o como se los use en la clasificación del caso, de lo que surgirá la selección del sistema normativo aplicable. Respecto a la noción de sistema a aplicar, siguiendo a LARIGUET, destacamos que no tenemos en mente la noción estricta de sistema que es de carácter formal, y que tiene que ver con cierta estructura sobre la cual se organizan normas. Entenderemos por “sistema” tal como él lo hace, la idea de normas que están relacionadas por su “contenido”. Sobre este sistema en sentido “material”, los juristas pueden construir y de hecho construyen un sistema en sentido “formal”, mediante la aplicación de ciertos criterios de legalidad y deductibilidad.La normativa, por su parte, es la que ayuda a entender que forma las teorías dogmáticas pueden ser “creativas” y presupone que los conceptos son usados para cambiar el derecho. Un ejemplo: una lesión leve en forma aislada es un delito menor. Una sucesión de lesiones leves en el ámbito de la violencia doméstica es indicadora que eventualmente pueden poner de manifiesto el riesgo de vida de una mujer golpeada. En este supuesto entrarían en juego no solo el Derecho Penal sino también el Derecho de Familia en cuanto al pedido de exclusión del hogar. Hemos partido de la falsa discusión sobre la autonomía del Derecho Penal y del Derecho de Familia, en materia de VIF, y hemos transitado hacia un fuero con competencia múltiple, en orden a lograr mayor efectividad, actuar ante la urgencia y evitar la revictimización de la persona. 245 La complejidad del fenómeno de VIF no puede recibir contestación a partir de la fragmentación institucional480: un juez de familia, un juez penal, un juez de menores, eventualmente un juez civil, etc., que asumen cada uno, decisiones no necesariamente compatibles y pertinentes para la víctima; y menos aún, recibir respuesta, frente a la ausencia de marcos teóricos que sustenten la aplicación clara de las normas sean de derecho penal, sean de derecho de familia481. Carlos E. SLUZKI482 en Violencia Familiar y Violencia Política, señala: ”La violencia política, en cualquiera de sus muchas variantes, tiene un efecto devastador y de largo alcance en quienes han sido sus víctimas. Este efecto deriva… de la coexistencia de dos factores: a) la violencia física y emocional es perpetrada, precisamente por quienes tienen la responsabilidad social y legal de cuidar a los ciudadanos, de mantener el orden en su mundo, de preservar la estabilidad y predictibilidad de sus vidas: el Estado, a través de sus agentes… b) esta transformación de carácter protector en carácter violento ocurre en un contexto y en un discurso que destruye o falsea los significados y deniega esta transformación.- Esta definición de violencia política que subraya la transformación de la fuente de protección en fuente de terror en un contexto engañoso, lejos de ser específica de la violencia política borra, por el contrario, buena parte de la distinción entre la (macro) violencia política y la (micro) violencia familiar y permite abarcar un amplio espectro de situaciones.-. Así como esperamos que nuestras instituciones cumplan un papel protector, en nuestro microcosmos familiar esperamos razonablemente, que nuestros padres, cónyuges e hijos nos protejan de todo daño, y cuando ellos actúan con violencia tienden a hacerlo en un contexto semántico que la justifica y mistifica”.En conclusión, entendemos que no puede abordarse el problema de la VIF a partir de la falsa dicotomía de la autonomía del derecho penal y del derecho de familia; y que el sistema de normas que se apliquen al caso concreto, debe estar determinado por un modelo teórico que tenga en cuenta el fenómeno violento en su especificidad. Esta es la herramienta que postulamos para abordar la realidad de la violencia, en esta sociedad, de un modo más eficiente. 3. Reflexiones finales Los argumentos que venimos sosteniendo, nos parecen necesarios y suficientes para acordar que la violencia familiar tiene especificidad jurídica, no solo en materia de derecho sustantivo, sino también de derecho procesal, y que justifica la creación de un Fuero Especializado de Protección de la Violencia Doméstica. Una mujer golpeada, estadísticamente, - como lo hemos ya expresado - realiza su primera Cfr. GROSMAN, Cecilia P., Silvia MESTERMAN, y María T., Adamo, Violencia en la Familia. La relación de Pareja. Aspectos sociales, psicológicos y jurídicos, pp. 95 y ss., Ed. Universidad. Bs. As., 1992. 480 481 PÉREZ MANRIQUE, Ricardo C., Conferencia: “La protección del derecho del niño en los procesos de familia”. VIII Curso de Protección Jurisdiccional de los derechos del Niño, UNICEF, Asunción del Paraguay, 7.10.2005. Sostiene que “El juez considerando todos estos elementos, desarrollará el principio construyendo la solución del caso concreto a partir de todo el orden jurídico (normativa de origen nacional e internacional), de aportes técnicos, de su propia experiencia, todo lo que debe ser racionalmente fundado”. 482 SLUZKI, Carlos E., “Violencia Familiar y Violencia Política. Implicaciones terapéuticas de un modelo general” en Nuevos paradigmas, cultura y Subjetividad, Autores Varios, Argentina, Paidós. 1994 246 denuncia de lesiones leves luego de haber sido golpeada durante 5 a 7 años (Walker). Este primer “acto jurídico” es solo la punta de un iceberg no comparable con las lesiones leves que pueden ocasionarse dos desconocidos. Sin embargo a los efectos del Código Penal ambos constituyen un delito y suelen ser tratados de la misma manera, y esto no puede mantenerse como respuesta al fenómeno de la VIF. La mujer o los niños golpeados, suelen llegar al momento de la denuncia víctimas de pánico y experiencias aterrorizantes. Con frecuencia apenas si pueden balbucear lo que les sucede, y sus dichos y denuncias pueden ser irrelevantes para quien no esté entrenado en “la escucha” de quienes lo padecen. En este sentido extraemos las siguientes conclusiones: a. El Fuero Especializado de Protección de la Violencia Doméstica que postulamos, debe centrarse en los episodios violentos en cualquiera de sus formas, mas allá de la autonomía de las áreas del derecho que intervengan – penal, familiar, civil, etc. – b. La creación del Fuero Especializado de Protección de la Violencia Doméstica, es no solo una forma de reconocer las propiedades relevantes del problema, sino generar un órgano operativo para actuar ante la Urgencia en forma eficaz. c. El órgano de aplicación – Poder Judicial - no puede ni debe fortalecer y reproducir la violencia ya vivida por los miembros de un grupo familiar en su ámbito de aplicación, so pretexto de un ritualismo que solo sirve a corto, mediano ó largo plazo para diluir la problemática jurídica, sin dar respuesta al reclamo social de quienes padecen este flagelo. d. Debe ponerse de manifiesto y reiterarse la complejidad de los episodios de violencia doméstica. e. Una inadecuada intervención estatal no hace más que fortalecer la indefensión y la impotencia de las victimas y reproducir en la esfera pública, lo que ocurre en la esfera privada. f. El marco de la Ley 24.417 argentina es propicio para el cambio que pretendemos, toda vez que reclama un accionar interdisciplinario (artículos 3, 6 y 7), marca claramente la noción de actuar ante la “urgencia” y recoge la noción de “género” y “sujetos de derecho” de los niños y adolescentes impuestas por mandato constitucional (artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional). No desconocemos la necesidad de reformular la ley, actualizándola. g. Entendemos que las observaciones hechas en relación con la práctica judicial en el punto 2.2.1 (Cuestiones fácticas) se verían morigeradas notablemente con la creación del fuero especializado. h. La discusión de si un caso es o no de violencia familiar, estará determinada por los conceptos que se utilicen, o como se los use en la clasificación del caso y de un marco epistémico común de lo que surgirá la selección del sistema normativo aplicable, cercando la posibilidad de toda discrecionalidad en el actuar del juez. Estamos convencidas de que es necesario un cambio rotundo de paradigma en la acometida jurídica de la violencia intra familiar, que incluya no solo un abordaje interdisciplinario, sino un procedimiento apto para conciliar tiempos procesales y tiempos emocionales, en la medida de lo posible, evitando así intervenciones iatrogénicas del Poder Judicial. 247 Bibliografía BELLUSCIO, Augusto C., y Eduardo A. ZANNONI, Código Civil y leyes complementarias, comentado y anotado. Bs. As. Ed. Astrea; Bellof, Mary. “Constitución y Derechos del Niño” en Justicia y Derechos del Niño, UNICEF, N°5, 2005; BERGOGLIO, María Inés, La familia entre lo público y lo privado, Marcos Lerner, Córdoba, 1986; CADOCHE DE AZVALINSKY, Sara N., Violencia familiar, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2002; CAFFERATA NORES, José I. y Aída TARDITTI Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba. Comentado, Ed. Mediterránea, 2003; CANTORE, Laura Mónica, “El Argumento Psicológico”, Trabajo inédito, presentado en la UNC, Curso de Metodología de la Investigación dirigido por el Prof. Dr. Carlos Ernst, 1995; Informe final como coordinadora de la Prueba Piloto en Violencia Doméstica del Ministerio Público Fiscal, Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, Año 2000; Violencia Familiar: ¿Remoción del obstáculo de procedibilidad?, Ed. Zeus, 2002; “Género y Alimentos”, Een prensa, Sociodisea. Córdoba, 2005; DIETERLEN, Paulette,”Paternalismo y Estado de Bienestar”, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante, Doxa N° 5,1988; Enciclopedia de Derecho de Familia, tomo III, Bs. As., Universidad, 1994, voz: violencia familiar; GARZÓN VALDÉZ, Ernesto, “¿Es éticamente justificable el paternalismo estatal?”, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante, Doxa N° 5, 1988; GROSMAN, Cecilia P., Silvia MESTERMAN y María T. ADAMO, Violencia en la Familia. La relación de pareja. Aspectos sociales, psicológicos y jurídicos, Ed. Universidad, Bs. As., 1992; KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, “Algunos aspectos procesales en leyes de violencia familiar”, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 2002-1, Santa Fe, Rubinzal Culzoni; LARIGUET, Guillermo, “Aparatos conceptuales, método y objeto de las Disciplinas Dogmático- Jurídicas. Un análisis de su papel en la justificación de sistemas normativos aplicables”, Ley, Razón y Justicia. Revista de Investigación en ciencias Jurídicas y Sociales, Neuquen, Año 6, N° 9, mayo 2004, abril 2005; LLOVERAS, Nora, “El paradigma constitucional familiar: análisis a una década de su reformulación (Doctrina)” en Jurisprudencia Argentina, Lexis Nexis, Bs. As., 2005, Revista del 20/4/2005 (2005-II. Fascículo 3), en colaboración con Marcelo Salomón; Derecho Procesal de Familia. Guías de Estudio y Actividades Prácticas. Síntesis Conceptuales. Curso Opcional, año 2004, elaborado por la cátedra “B” de Derecho Privado VI, Profesores Autores: Nora Lloveras, Olga Orlandi, María de los Ángeles Bonzazo, Fabián Faraoni. Adscriptos de Derecho Privado VI: Carola Negretti, Ana Belén Kalayán. Edit. Ciencia, Derecho y Sociedad. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. 2004; “Adopción y violencia”, en Violencia familiar, Dirección: Sara Noemí Cadoche, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2002; “Violencia familiar”, Rev. Jurisprudencia Argentina 10.02.1999, Bs. As; “La identidad personal: lo dinámico y lo estático en los derechos del niño”, en Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, Nº 13, Abeledo Perrot, Bs. As., 1998; “Nuevo régimen de adopción. Ley 24.779”, Bs. As., Depalma, 1998; LLOVERAS, Nora y Marcelo SALOMÓN, El derecho de familia y los derechos humanos: una perspectiva obligatoria. Libro homenaje Dra. María Josefa Méndez Costa, Santa Fe.,2001, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional del Litoral; LLOVERAS, Nora y Marcela SERVENT; “El Derecho Constitucional y las políticas sociales básicas” en Rev. L.L. 29.07.1997; “Enfoque de familia en las políticas sociales básicas.” en Jurisprudencia Argentina, 1996-III-591; “Violencia intrafamiliar y adopción”, en Jurisprudencia Argentina, 1996-II-772; MEDINA, Graciela, Visión jurisprudencial de la violencia familiar, Ed. Rubiznal Culzoni, 2002; MÉNDEZ COSTA, María Josefa; Francisco M. FERRER, Graciela MEDINA, Código Civil Comentado. Derecho de Familia, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2004; Nino, Carlos Santiago, Introducción al análisis del Derecho, Ed. Astrea, 1995; PÉREZ MANRIQUE, Ricardo. La protección de los derechos del niño en los procesos de familia, Conferencia, VIII 248 Curso de Protección Jurisdiccional de los derechos del Niño, UNICEF, Asunción del Paraguay. 2005; SLUZKI, Carlos E., “Violencia familiar y violencia política. Implicaciones terapéuticas de un modelo general”, en Nuevos paradigmas, cultura y Subjetividad, Autores Varios, Paidós, Argentina,1994; VILA, María Cristina. Traducción. Descripción del Ciclo de la Violencia Conyugal. Lenore E. WALKER. The Battered Women Harper Colophon Books London San Francisco, 1979, Ficha N°1, 1985; Atender víctimas de violencia familiar, Capacitación 2004-2005, Gerencia de Víctimas del delito y Violencia familiar del Gobierno de la Provincia de Córdoba. 2005; ZANNONI, Eduardo A., Derecho Civil. Derecho de Familia, tomos I y II, Bs. As., 1998. 249 La mediación y el consejo de familia Dr. Julián GÜITRÓN FUENTEVILLA Catedrático de la Universidad Autónoma de México. Maestro Emérito de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y de la Chiapas. Presidente del Instituto Internacional de Derecho Civil y Derecho Familiar. Presidente y fundador del Colegio Nacional de Estudios Superiores en Derecho Familiar. Presidente del Primer Congreso Mundial Sobre Derecho Familiar y Derecho Civil, celebrado en 1977 en Acapulco, Guerrero, México. Sumario: Prólogo. 1. Introducción. 2. Antecedentes.3. Concepto y elementos de la mediación familiar. 4. Clases de mediación. 5. Concepto de mediador. 6. Naturaleza jurídica. 7. Características del órgano mediador. 8. Técnicas de la mediación. 9. Etapas de la mediación. 10. Objeto de la mediación. 11. ¿Qué persigue la mediación familiar? 12. Requisitos mínimos para formar parte del órgano colectivo de mediación familiar. 13. ¿Cómo debe intervenir el Consejo de Familia? 14. Estrategias y tácticas sugeridas para la mediación familiar. 15. Posibles soluciones a la problemática familiar. Bibliografía Prólogo Para rendir un merecido homenaje a mi querida amiga Olga Mesa Castillo, doctora y maestra en Derecho Civil y Familiar de la Universidad de la Habana, fuimos convocados por la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, distinguida jurista y profesora de la Universidad de Cuyo en la ciudad de Mendoza, Argentina y por el Dr. Leonardo B. Pérez Gallardo, catedrático sobresaliente de la Universidad de la Habana, para que varios profesores, autores de Derecho Civil y Derecho Familiar de Iberoamérica, participáramos en la elaboración de esta obra jurídica con temas sobre la materia, con enfoque hacia el siglo XXI y destacando los nuevos perfiles y paradigmas del Derecho Familiar. La prestigiada Casa Editorial argentina Rubinzal Culzoni, hizo realidad este extraordinario proyecto que redundará en beneficio del estudio y proyección del Derecho Familiar, obra que se sumará a las que han logrado al nivel mundial, poner a la familia en la cúspide para su debida protección, como ha ocurrido con las organizaciones y los foros internacionales más connotados del mundo. Me honra escribir este trabajo como homenaje permanente e imperecedero a Olga Mesa Castillo, maestra de maestros, doctora en Derecho de la Universidad de la Habana, quien desde hace cuatro décadas inició su brillante carrera docente, forjando diversas generaciones de juristas, que hoy son los pilares de la educación jurídica de su Alma Mater. Participante activa y ponente extraordinaria de los Congresos Internacionales de Derecho Familiar, celebrados en el mundo, en el 2002 fue presidenta del XII Congreso Internacional de Derecho de Familia efectuado en la Universidad de la Habana, Cuba. 250 Sus obras, conferencias, enseñanzas y participaciones activas en el Derecho Familiar al nivel internacional, son consultadas constantemente por humanistas cubanos y extranjeros, por ser la autoridad académica número uno en Derecho Familiar en su país. En este espacio, he mencionado algunos de los muchos méritos profesionales de la profesora Olga Mesa, y dejar testimonio de sus cualidades personales, su gran calidad humana, su pasión por la vida, su sensibilidad, y su sentido del humor. 1. Introducción Dentro de los nuevos perfiles del Derecho Familiar, la mediación empieza a desarrollarse al nivel nacional e internacional. En esta investigación hemos hecho un estudio que se inicia con sus más remotos antecedentes, conocidos en el Derecho Romano como la intercessio. La mediación familiar busca formular un proyecto de solución, someterlo a las partes involucradas para poner fin a un conflicto. Evitar un juicio en Tribunales. Dentro de las clases de mediación, nos referimos a la internacional, la laboral, la mercantil y la familiar. El mediador es el sujeto que realiza o trata de llevar a cabo una mediación. La naturaleza jurídica de esta figura es considerarla como una instancia no judicial, integrada por el Consejo de Familia, el cual prestará asesoría en pugnas familiares, integrándose por cinco profesionales. El Derecho, la Psicología, el Trabajo Social, la Pedagogía y la Medicina, son pilares fundamentales del Consejo de Familia. Encontrar la fórmula, las palabras, los compromisos, las promesas, que satisfagan a las partes en disputa y lograr la solución no judicial al problema planteado, es uno de los principales propósitos del Consejo de Familia. El órgano mediador debe aclarar dudas, satisfacer agravios, mitigar rencores y limar asperezas, para salvar la dignidad de cada uno de los miembros de la familia en contienda. Como técnicas de la mediación, encontramos la aplicación de los conocimientos específicos de cada uno de los miembros del Consejo de Familia, para resolver correctamente la problemática. Formular los interrogatorios adecuados. Las indagaciones, los estudios psicológicos y psiquiátricos, los análisis, la motivación, las reuniones individuales y en grupo, deben tener como propósito, ver objetiva y claramente la dimensión del dilema en que estén inmersos. Las etapas de la mediación, deben seguir un orden sistemático, para llegar a la solución de la contienda. Es aconsejable establecer un orden, para conocer los antecedentes de aquélla; cómo ha surgido y de qué manera ha afectado a cada miembro de la familia. En el diagnóstico considerar ¿Qué quieren las partes en pugna? ¿Qué desean y cuál es su situación en ese momento? para que el órgano mediador mantenga el equilibrio y permita resolver la rivalidad. Que las partes en desacuerdo, de manera personal expresen ante el Consejo de Familia, las razones de su agravio, es un principio de arreglo, por lo que no debe olvidarse que ese es el objetivo principal del órgano mediador. La mediación familiar, facilita la comunicación entre los miembros de la familia en conflicto. Genera mejores alternativas de solución. Evita el rompimiento familiar. Rompe el círculo vicioso de atacarse y defenderse. Resuelve las verdaderas causas del antagonismo. Llega a 251 acuerdos reales. Concilia. Transige. Evita litigios. Escucha a los menores y realiza un esfuerzo multidisciplinario para obtener los mejores resultados. El órgano colectivo de mediación familiar, debe mantener discreción y lealtad y transmitirlo así a los miembros de la familia. No ser parte de ésta. No tener amistad ni enemistad con ella. No tener negocios en conjunto. No ser acreedor, deudor, ni fiador en otras causas. Prohibir al órgano colectivo mediador, actuar en lo particular con la familia. Facilitar la comunicación. Consolidar coincidencias y limar diferencias. Destacar que la familia es lo principal en la mediación y que se interviene para resolver el apremio. El Consejo de Familia al intervenir, debe poner a disposición de quienes integran la célula social fundamental, los conocimientos profesionales de sus miembros, que logren mediar en la rivalidad. Analizar y diagnosticar la problemática, con la información recibida de la familia. Actuar de manera imparcial. No discriminar. Permitir que fluya la información, para ubicar el conflicto. En las estrategias y tácticas sugeridas para la mediación familiar, es aconsejable que ésta se solicite por la familia en conjunto, o por uno de sus miembros. Que no haya acciones judiciales iniciadas. Destacar la delimitación del ámbito jurídico de la controversia. Hacer sentir a la familia y a sus miembros, que están en un ambiente de confianza, sin censura ni presiones y permitir a cada uno de los profesionistas que integran el Consejo de Familia, trabajar en equipo, para proponer soluciones globales. En las posibles respuestas a la problemática familiar, se debe plantear la hipótesis de un proyecto de vida mejor para todos. Desterrar los calificativos de que unos son buenos y otros malos. Excluir la culpa. Asumir cada uno su responsabilidad. Destacar que el mediador ayudó, que no es un milagro y que en realidad, la información adecuada, ha permitido la solución del tropiezo. Lic. Susana Roig de Güitrón 2. Antecedentes Según el Repertorio Jurídico de Locuciones, Máximas y Aforismos Latinos y Castellanos de Guillermo Cabanellas, la palabra mediación fue sinónimo de intercessio, que en Derecho Romano se caracterizó por los diferentes significados que se le dieron a la misma. Era la oposición que un Magistrado podría esgrimir, a la medida adoptada por de sus pares. En realidad, se consideraba como veto especial de las instituciones colegiadas de la antigua Roma. Esa intercesión o mediación, surgía si una persona se hacía cargo de la deuda de otro, careciendo de interés personal para ello; lo podía hacer, obligándose por un tercero, sustituyendo al primer deudor, como ocurre en la novación, o gravando una cosa mueble, o aceptando una hipoteca en garantía de la deuda ajena. Especialmente, se consideraba como “el acto en virtud del cual una mujer garantizaba con sus bienes la obligación o deuda de otro”. Gramaticalmente, mediación, deriva del latín mediatio, mediationis, que significa acción y efecto de mediar; por ello el mediador, media; interviene para resolver algún conflicto, haciéndolo como parte neutral para proponer una solución. 252 La mediación surge al participar en los aspectos de Derecho Internacional, Laboral o Mercantil, para aliviar la tensión, delinear una amenaza o desaparecer la beligerancia, que puede provocar un conflicto. Sin embargo, como lo veremos más adelante, para nosotros y dado que en México, se carece de esta institución, como parte del Derecho Familiar, resulta más interesante este estudio y proponer cuestiones sobre el mismo, para poder adoptarse como un órgano colectivo que ayude a la solución de los conflictos de Derecho Familiar, antes de que sean materia de juicio o hayan llegado a los Tribunales. La mediación en Derecho Internacional, surge al tratar de conciliar a las partes en conflicto para lograr la paz y la concordia. Se pretende, que “una o más potencias amigas de otra u otras en conflicto, bélico o no y carentes de interés en la cuestión debatida o en la lucha entablada, se interponen, ante el requerimiento de las partes desavenidas u hostiles, o bien por propia iniciativa, para lograr la conciliación, si se trata de una diferencia de sentimientos o principios; la transacción, si se disputa alguna materia territorial o económica; y la cesación de las hostilidades o una paz mitigada para el vencido, si se encuentran ante una guerra”. Abunda en ese concepto Manuel Ossorio y aclara que debe diferenciarse la mediación internacional, del arbitraje, porque en éste se lleva a efecto una acción de juzgar, sujetándose a tratados o principios jurídicos, “y de la intervención en que se usa o se abusa del poder extraño”. Debe entenderse la mediación, como “participación secundaria en un negocio ajeno, a fin de prestar algún servicio a las partes o interesados. Apaciguamiento real o intentado, en una controversia, conflicto o lucha. Facilitación de un contrato, presentando a las partes u opinando acerca de alguno de sus aspectos. Intervención. Intercesión. Conciliación. Complicidad. Proxenetismo”. Otra acepción de mediación es “Acción y efecto de mediar, participar activamente en una controversia o interés ajeno, con el objeto de facilitar el acercamiento de las partes para su solución”. 3. Concepto y elementos de la mediación familiar Es evidente que empiezan a surgir los elementos de la mediación, que llevaremos al campo del Derecho Familiar, porque el mediador va a tener una participación activa, prestando un servicio a las partes en conflicto, en el caso concreto de la familia, a los miembros de ésta, cuando los mismos soliciten la intervención de aquél. Interviene para apaciguar o facilitar, en un momento dado, una visión más completa del conflicto y acercarnos a una solución. Conciliar los intereses superiores de la familia, será una de las funciones fundamentales del mediador familiar. Que en el caso concreto, proponemos que sea un cuerpo colegiado al que hemos llamado Consejo de Familia, y más adelante subrayamos sus elementos, sus características y en que área y ambiente, se debe mover. La mediación familiar, busca formular un proyecto de solución, someterlo a las partes involucradas; es decir, recomendar que se ponga fin al conflicto y sobre todo, evitar la acción de ir a juicio en Tribunales. “La mediación familiar, es la institución esperada por la familiar, para que con asesorías adecuadas, con expertos en Derecho, en Psicología, en 253 Psiquiatría, en Medicina, en terapias sociales, se puedan resolver los problemas por más graves que sean, antes de llegar a los Tribunales. La mediación familiar es una de las creaciones más importantes de esta legislación, para resolver conflictos de manera extrajudicial, la cual beneficiará ampliamente a la familia”. 4. Clases de mediación También existe como referencia a este concepto, la mediación laboral; ésta surge cuando se media para conciliar, a quienes sometidos a un conflicto colectivo de trabajo, han fracasado en sus negociaciones. Cuando se pide la intervención del tercero, que no llega a ser el arbitraje, sino la mediación, se da en materia laboral. La mercantil, según Ossorio, es una acción conciliatoria o resolutoria a través de un tercero, que los comerciantes utilizan para resolver lo que en estricto derecho, debe ser una operación lucrativa. Aclara que no debe confundirse con la comisión. Para nuestro propósito, es más que suficiente, para empezar la ilustración que va a desempeñar el mediador, que así lo ha realizado y que vamos a ver hasta dónde puede llegar en los conflictos de Derecho Familiar, para prevenir, para conciliar su posición de solución y evitar en la medida de lo posible, acudir ante los Tribunales para dirimir esas controversias en juicios largos, tediosos y caros que mucho dañan a la familia. Como se había señalado, en las diferentes obras consultadas, se habla de mediación internacional, laboral y mercantil. La primera se refiere a cuestiones de diplomacia, la segunda al sistema intermedio que se da en los conflictos planteados por sindicatos y patrones o simplemente por trabajadores, donde, a través de la mediación, se pretende conciliar y llegar a una solución. En el mercantil se destacan las cuestiones de lucro y es a través de la mediación, como se pretende resolver lo que puede estar causando un deterioro económico, pérdidas a una empresa o a particulares, que están de acuerdo en resolver su problemática. 5. Concepto de mediador El mediador es el sujeto que realiza o trata de llevar a cabo, una mediación. Se trata, conforme a la Convención de La Haya de 1907, “que en la mediación internacional, el papel del mediador consiste en conciliar las pretensiones opuestas y en apaciguar los resentimientos que pueden producirse entre los Estados en conflicto”. También de manera genérica, el mediador no va a convertirse en una más de las partes que intervienen en el conflicto, él participa porque se le ha solicitado, por una o por ambas partes y así interviene, concilia y como referencia histórica, se dice que Napoleón I, “se adjudicó el título de Mediador de la República Helvética, eufemismo diplomático por invasor”. Otros puntos de vista en relación con el tema son, “Aquél que interviene en una controversia o interés ajeno por encargo de una o ambas partes. En la contratación es el que acerca a los contratantes, el que informa a uno de los contratantes las condiciones que pretende el otro, también el que consigue un cliente, mediador mercantil”. 6. Naturaleza jurídica 254 Debemos entender que por naturaleza jurídica, queremos significar lo que es en Derecho, la mediación. Ubicar si estamos hablando de una técnica, de un acto jurídico o de un acto colectivo; es decir, la esencia de la mediación. No buscar artificios ni mezclas para definirla. Determinar su origen, sus notas esenciales para desarrollar este órgano colectivo que se diferencia del arbitraje, porque como es bien sabido, en éste, se juzga el conflicto con leyes, hay un mandato y un compromiso de aceptarlo. Lo que no se da en la mediación familiar. No debe considerarse como mediación mercantil, porque en realidad en ésta, se habla de lucro, se actúa en nombre de otro y de ninguna manera, podría equipararse a la familiar. Tampoco debemos entenderla como intervención, porque ésta significa injerencia, invadir, presionar, usar la fuerza, coaccionar, para resolver algún conflicto. Para nosotros, la naturaleza jurídica de la mediación familiar, es una instancia no judicial, integrada por el Consejo de Familia. Este Consejo que prestará asesoría en conflictos familiares, se integra por cinco profesionales de las siguientes especialidades: Una licenciada o licenciado en Derecho, quien será la Presidenta o Presidente del Consejo; una psicóloga o psicólogo, con dos años de ejercicio en su especialidad, contados a partir del día siguiente de su examen profesional, quien fungirá como Secretaria o Secretario del Consejo; una trabajadora o trabajador social; una pedagoga o pedagogo y una médica o médico general. Los Consejos de Familia tienen una importancia trascendente, van a actuar como auxiliares en la administración de justicia y a desempeñar funciones de mediación familiar, así como de vigilancia en la tutela. Entre sus funciones está orientar e instruir el criterio judicial, basados en el conocimiento del medio social y en la educación de los miembros de la familia, para conocer las causas generadoras de los problemas suscitados en el ambiente familiar. Igualmente, procurará celebrar las reuniones que sean necesarias con las familias que soliciten su consejo y orientación, para hacerles ver las verdaderas causas de su problemática y evitar en lo posible los conflictos jurídicos en los Tribunales respectivos. La esencia de la instancia no judicial, integrada por el Consejo de Familia, está en encontrar la fórmula, las palabras, los compromisos, las promesas, que satisfagan a medias, en equilibrio, a las partes en conflicto, y lograr la solución no judicial al problema planteado, para restablecer las relaciones familiares entre los miembros de la misma. Ayudar a resolver problemas. Es un sistema de negociadores que presta ayuda imparcial y favorece y procura de manera rápida e informal, resolver el conflicto. El Consejo de Familia, también tiene como naturaleza jurídica, actuar como auxiliar en la administración de la justicia, en la medida técnica que a cada miembro corresponda, en todas las cuestiones de índole familiar. Desempeñar funciones de mediador familiar, para evitar que el mayor número posible de conflictos en la materia, llegue a los Tribunales. 7. Características del órgano mediador Como se ha destacado, este órgano colectivo, deberá sumar sus esfuerzos y conocimientos de Medicina, Derecho, Psicología, Pedagogía y Trabajo Social, para lograr el planteamiento adecuado del problema y las posibles soluciones. Debe ser un organismo hábil y sugerente. Consejeros amigables que permitan con sus buenos oficios, mejorar la relación en conflicto. Aclarar dudas, satisfacer los agravios, mitigar los rencores, limar las diferencias, para salvar la dignidad y el orgullo –no la soberbia- de 255 cada uno de los miembros de la familia en conflicto. Formular un proyecto de solución y someterlo a las partes involucradas, recomendar esas soluciones. Celebrar las reuniones que sean necesarias, con las familias que soliciten su consejo y orientación, para hacerles ver las verdaderas causas de su problemática y evitar en lo posible, los conflictos jurídicos en los Tribunales respectivos. Una vez hecho el análisis del conflicto, el órgano mediador, debe citar a las partes a una plática conciliatoria, para que dentro del seno del Consejo de Familia, se pueda con humanismo, resolver el conflicto. La mediación en las desavenencias familiares, será una práctica constante que realice el Consejo de Familia, para evitar en la medida de lo posible, el mayor número de juicios en los Tribunales respectivos. Siempre se procurará avenir a las partes en conflicto, para evitar los grandes problemas que les pueden ocasionar juicios largos y costosos, que sólo deterioran la unidad familiar. 8. Técnicas de mediación El órgano mediador tiene la gran responsabilidad de aplicar los conocimientos específicos, que cada uno de ellos tiene en sus profesiones, para permitir por medio de la multidisciplina, darle el enfoque correcto al problema. Los interrogatorios, las indagaciones, los estudios psicológicos y psiquiátricos, los análisis, la motivación, las reuniones individuales y en grupo que realice este órgano, deben tener como propósito, que cada quien vea objetiva y claramente, la dimensión del problema en que estén inmersos. Hacer el diagnóstico adecuado, para que el pronóstico tenga las diferentes alternativas de solución, que se propongan. De otra manera, la acción del órgano colectivo, no logrará, si no suma los conocimientos de cada miembro que lo integran, el propósito de resolver, a través de la mediación, el conflicto familiar y como se ha reiterado, evitar en la medida de lo posible, que las familias tengan que acudir a juicios largos, caros y tediosos, que en la mayoría de los casos, los destruyen y les provocan problemas más graves, antes de entrar en esta situación. También deben agregarse como características de la función de la mediación, que la misma debe ser confidencial, La forma en que se han conducido los miembros de la familia, lo que han revelado, los secretos que han comunicado al grupo mediador, no debe en ninguna hipótesis, ser expuestos, de manera que puedan ser usados en un juicio o que lesionen a la familia. El órgano mediador debe adoptar una actitud flexible, tratar de entender bajo el criterio jurídico, médico, psicológico y de las investigaciones de trabajo social, adaptarse a toda clase de conflictos. No magnificar; pero tampoco minimizar, la situación de las personas que están buscando el diagnóstico de sus problemas. Como estamos en presencia de un acto eminentemente voluntario, es muy importante que se permita, a quien ha solicitado esta mediación, expresar todo lo que les ahoga, lo que les provoca angustia, para que libremente, si llegan a un acuerdo o no, puedan incluso retirarse en cualquier momento, sin que haya reclamación para ellos. El órgano mediador debe tener dispuesta su creatividad y cooperativismo, para de inmediato producir sus acuerdos, que reduzcan el conflicto. Juntos, el órgano mediador y las personas involucradas, deben trabajar para auscultar y revisar, todas las posibles alternativas de solución para el problema. Recordando el órgano mediador, que su función fundamental, es evitar con la asesoría y el diagnóstico adecuados, que esas personas y esas familias, diriman sus conflictos ante un Tribunal Familiar. Para ello, los sujetos que padecen los problemas, les será más 256 conveniente solucionar a través de esta instancia, que no es jurídica, que es gratuita y puede palear y resolver en forma definitiva, los problemas que se les hayan planteado. Igualmente, debemos considerar, que atendiendo a la profesión de cada uno de los integrantes del órgano colectivo de mediación, deben poner su experiencia en el ejercicio profesional, al servicio de la solución de ese conflicto. Así, el abogado al invocar los preceptos jurídicos, que al llevar esto a la instancia judicial, se aplicarían, deberá hacerlo con la mesura y realidad, que la misma ley encierra y no amedrentar a los miembros de la familia, que al ser ignorantes de las normas jurídicas, estarán muy al pendiente de tomar una decisión para resolver su conflicto en esa instancia o irse a la judicial. Igualmente, los del órgano mediador, deben asumir las actitudes de escuchar, de permitir que las partes defiendan sus posturas, generar confianza en ellos, que el órgano actúe con sensibilidad, con serenidad, que sea perceptivo, paciente, que reciba las dudas y las resuelva, que tiene capacidad para identificar los problemas y las diferentes alternativas de solución. No olvidar que ese órgano, es un sujeto neutral, que tiene, por la diversidad de las profesiones de sus miembros, la capacidad para enfocar desde diferentes criterios, los problemas planteados por sus interlocutores, percibir la dimensión del conflicto y cuestionar, negociar, crear opiniones, ayudar a las partes para que ellas, propongan sus propias soluciones. Es importante que el órgano colectivo establezca desde el principio, una relación que facilite el proceso, que actúe para canalizar las diferentes inquietudes y que las partes, en un lugar y tiempo determinados, identifiquen su problema y lo reconozcan, separando lo positivo y negativo del conflicto, para llegar a una resolución. 9. Etapas de la mediación Aquí es importante sugerir, cierto orden que permita llegar al final de la solución del conflicto. Al celebrarse la primera reunión entre los involucrados en el conflicto y el órgano de mediación, deben presentarse cada uno de los profesionistas para que las personas sientan confianza en ellos y sepan, desde el principio, que el único propósito que anima a este grupo, es el de la mediación privada para solucionar el conflicto. Hacer sentir a los involucrados, que ahí podrán encontrar el diagnóstico adecuado y el pronóstico que permitirá resolver sus problemas. Insistir en que el órgano es neutral, está para orientar y los involucrados podrán encontrar las soluciones más apropiadas, que se actuará con absoluta imparcialidad, que se escucharán los argumentos de cada persona interesada, que tendrán la misma oportunidad para exponer, que durante estas juntas, no habrán agresiones o faltas de respeto entre los interesados ni hacia el órgano mediador. Señalarles que todo lo que digan, será confidencial, cuando se traten problemas de violencia intrafamiliar o comisión de delitos, serán cuestiones que rebasen los límites del Derecho Familiar, para caer en el campo del Derecho Penal y por lo tanto, evitar la posibilidad de llegar a una solución de parte del órgano, aun cuando no evita que el grupo pueda actuar para ayudar en lo personal. Igualmente, será importante insistir en la confidencialidad de lo que ahí se trata, para que las partes puedan informar y sentirse seguros de lo que van a señalar. Incluso, darles la opción de que la información se maneje con confidencialidad o que pueda revelarse a la otra parte, porque en muchas ocasiones, en los conflictos familiares, lo que falta es comunicación y aquí, con la presencia del tercero, del órgano neutro, quizá al conocerse las verdaderas causas del problema, ahí mismo se dé la solución. Insistir con las partes en conflicto, que son actos voluntarios. Que no hay que justificar su 257 conducta y que incluso se pueden retirar, si así lo deciden, independientemente de que más adelante, se ejerzan las acciones legales que deriven. El órgano mediador colectivo, justificando su presencia, podrá exhortar a las partes, destacando que el tiempo ha transcurrido en exceso, que no hay esfuerzo para resolver el problema y que en consecuencia, como se actúa de mala fe, el órgano mediador puede retirarse del proceso. Dentro del diagnóstico, de ser necesario, si no se llega a una solución, se les aconsejará acudir a un asesoramiento profesional, después de que la mediación hubiere fracasado. Como parte de la forma en que debe desarrollarse la mediación, dentro de esta cuestión de las etapas, es aconsejable establecer un orden, para conocer primero los antecedentes del conflicto; cómo ha surgido y de qué manera ha afectado a cada miembro de la familia. Además, es importante iniciar el diagnóstico con preguntas, que para nosotros son clave en la ubicación del problema, ¿Qué quieren las partes en conflicto? ¿Qué desean? ¿En qué están en ese momento? Frente a este cúmulo de información, es importante que el órgano mediador, mantenga el equilibrio entre las partes. No debemos olvidar, que ya hay una mezcla de emociones e intereses, que deberá mantenerse en el justo medio, mientras se obtiene la información, se les haga sentir bien y aunque estén con grandes diferencias, frente a frente, con el órgano neutral de la mediación, es posible que cada parte entienda lo que uno quiere y el otro desea, para hacer una amalgama de esto y resolver el conflicto. Es importante para el órgano mediador, atendiendo a su formación profesional, que incluyan en su estudio, todos los detalles que se presenten, el lenguaje verbal, el alcance y sentido de los términos, la forma en que se utilice el español, tomar notas, grabarlo, por supuesto con la autorización de los sujetos en conflicto, considerar, si están de mal humor, si alzan la voz, si mantienen una actitud de molestia, de sufrimiento, si no expresan con palabras lo que manifiestan con actitudes, para que el órgano mediador, en un momento dado, le dé la dimensión adecuada al conflicto, identifique sus orígenes y sus causas, para que en interés de las partes, el conflicto sea analizado, poner orden en todo lo que le comunican y en esa medida, dar los pasos de la mediación. Tratar de expresarse de manera neutral, ganarse la confianza de cada uno de ellos, y lograr el compromiso de que las partes acepten la alternativa de solución, que será a corto, mediano y largo plazos. El órgano deberá agotar los medios técnicos y basados en la disciplina que manejan, lo necesario para lograr la información adecuada y de acuerdo con ella, proponer las alternativas de solución. Antes se subrayó que debe insistirse ante las partes en conflicto, que habrá neutralidad, confidencialidad, imparcialidad y que en un tiempo que debe llevarse registrado, se han planteado diferentes posibilidades de solución. Conforme se avance en el proceso de mediación, deben irse dando diferentes alternativas de solución, para concientizar a los sujetos del conflicto y poco a poco se acepte y más adelante se dé cumplimiento, a lo que ellos mismos han acordado. No debemos olvidar que la conciliación, no obliga jurídicamente, pero simbólicamente se podría levantar un acta, establecer por escrito, que las partes, a través del convencimiento, 258 han decidido celebrar ese convenio, en el que cada quien exprese lo que quisiera que se incluya en él y así, tener la certeza de poder en el futuro, llegar a cumplir cabalmente. Es importante destacar, que si se finaliza el conflicto y se llega a una solución, el órgano colectivo habrá logrado un propósito trascendente, al poner a las partes frente a su problema con diferentes alternativas de solución. Si las partes no quisieran firmar o no aceptaran las condiciones, no hay que desechar que más adelante, el órgano mediador pueda, a través de pequeños acuerdos, aportar algunas soluciones. El solo hecho de que las partes, de manera personal, ante este grupo de profesionistas, expresen públicamente las razones de su conflicto, es un principio de solución, por lo que no debemos olvidar, que ese es el objetivo principal del órgano mediador. Asimismo, de manera positiva, debe verse que en un momento dado, las partes adopten actitudes escépticas o negativas, las cuales, al enfrentarlos a sus problemas, pueden desaparecer. Si se encuentra una resistencia a escuchar la posición del otro, será importante que el órgano colectivo, trate, con sus conocimientos profesionales, evitar las agresiones personales, de no incomodar a las partes, de utilizar un lenguaje adecuado, no presionar e incluso interrumpir la negociación, si en un momento dado es conveniente. Dejar que fluya la sinceridad, mantener la flexibilidad y la posibilidad de reiterar en otras reuniones, los elementos ahí expresados. 10. Objeto de la mediación Es importante determinar que el objeto principal de la mediación, es conciliar las pretensiones opuestas. Apaciguar los ánimos y los resentimientos entre los miembros de la familia. Es trascendente no perder el objetivo de que la solución, debe llevarnos a un arreglo pacífico del conflicto familiar. Actuar para ayudar a resolver una controversia familiar y no ir a Tribunales. Facilitar acuerdos en los conflictos, que se presentan en la familia. Darle la dimensión exacta a las funciones maternas, paternas y fraternas. Encauzar los problemas de intraviolencia familiar y de disciplina, proponer medidas alternativas antes de ir a juicio y procurar el reencuentro de las partes, para no ir ante el aparato judicial. 11. ¿Qué persigue la mediación familiar? En primer lugar, facilitar la comunicación entre los miembros de la familia en conflicto. Generar mejores alternativas de solución. Evitar el rompimiento familiar. Romper el círculo vicioso de atacarse y defenderse. Resolver las verdaderas causas del conflicto. Llegar a acuerdos reales. Conciliar. Transigir. Evitar litigios. Escuchar a los menores, sea cual fuere su edad, tomarlos en cuenta. Hacer un esfuerzo multidisciplinario, ya que el Consejo de Familia, va a tratar con el conocimiento de sus miembros, de propiciar que las entrevistas individuales o conjuntas, tengan un resultado. Cuidar que no haya manifestaciones violentas y que la familia decida, si se diagnostica conjunta o separadamente. Manejar las cuestiones de temor y miedo, de acuerdo con lo expresado, para erradicarlo. 12. Requisitos mínimos para formar parte del órgano colectivo de mediación familiar Consideramos en primer lugar, que debe haber discreción y lealtad, en cada uno de los integrantes del órgano mediador, para que así se les transmita a los miembros de la familia. No ser parte de la familia, no tener amistad ni enemistad, ni negocios en conjunto. No ser acreedor, deudor ni fiador, en otras causas, de la familia en conflicto que pudieran obligarlo 259 a abstenerse. Prohibir al órgano colectivo mediador, actuar en lo particular con la familia. No comentar el caso antes o después de la mediación. No revelar datos personales. Facilitar la comunicación. Consolidar coincidencias y limar diferencias. No apoyar el origen del conflicto. Destacar que la familia es lo principal en la mediación y que se interviene para resolver el conflicto. 13. ¿Cómo deben intervenir el Consejo de Familia? En primer lugar, poner a disposición de la familia de los sujetos en conflicto, todos los conocimientos de los diferentes profesionistas, que integran el Consejo para lograr mediar en el mismo. Analizar y diagnosticar la problemática, con la información recibida de la familia. Actuar de manera imparcial, sin perjuicio de acción u omisión. Sin discriminación de ninguna clase, por raza, nación, religión, estado familiar o sexo, actuar a favor de la familia. Permitir que fluya la información, para ubicar el conflicto; que la mediación sea la adecuada y que se planteen las soluciones siempre con el enfoque de conciliar y de las consecuencias que tendrían, si se acabara en un Juzgado Familiar; es decir, en una instancia jurídica, que requiera abogado, gastos, denuestos para la familia y otra serie de problemas para la familia. Programar con ese Consejo de Familia, el número de sesiones, el tiempo, hasta dónde considerar se va resolviendo el conflicto, qué avances tiene y ponderar los resultados. Determinar qué hacer si se concilian y en caso de que no. Por supuesto, insistir que ésta es una acción gratuita, que realiza el Estado, en favor de la familia. Tratándose de violencia intrafamiliar, es importante destacar, que debe darse una especial atención. Para estos efectos, no dejar de considerar que los valores que se van a rescatar en la solución, son la responsabilidad, la honestidad, la equidad, la imparcialidad, la confidencialidad, la lealtad, la discreción, la democracia, la integridad y la libertad sexual, de quienes estén participando en esos conflictos. 14. Estrategias y tácticas sugeridas para la mediación familiar Es aconsejable que la mediación, se solicite por la familia en conjunto o por uno de sus miembros. Que no haya acciones judiciales ya iniciadas, porque sería inútil la mediación, en virtud de que ya hay avances que van al campo de la ley, la cual ordena, no discute y en consecuencia, podría utilizarse esta información de manera negativa, en contra de alguno de los miembros. Es importante destacar la delimitación del ámbito jurídico de la controversia, es decir, si es familiar, penal o civil, para evitar las cuestiones jurídicas en Tribunales. Debemos hacer sentir a la familia y a sus miembros en un ambiente de confianza, sin censura ni presiones, con la libertad que no tienen en su casa. Permitir a cada uno de los profesionistas que integran el Consejo de Familia, trabajar en equipo y la solución global. 15. Posibles soluciones a la problemática familiar Plantear, cuando se tenga la información suficiente, la posibilidad de un proyecto de vida mejor para todos. Desterrar los calificativos de que unos, son buenos y otros malos. Excluir los conceptos de culpa y asumir cada uno de ellos, su responsabilidad. Destacar que el mediador ayudó, que no es un milagro y que en realidad, la información adecuada, ha permitido la solución del conflicto. Incluso, suspender la mediación, si no hubiere soluciones 260 y que los acuerdos valen, porque las partes, así lo han decidido. En este caso, no hay Juez ni hay derechos. Considerar, cuando hay emergencias, por ejemplo en relación con los hijos, o a los alimentos, que lo más trascendente, es el cuidado de los menores. Actuar de buena fe y que esto permita la solución de los conflictos. Insistir en todas las etapas del proceso, lo largo que puede ser llegar hasta la verdad o a una sentencia ejecutoriada, para convencerlos de la posibilidad de una solución pronta de su conflicto. Procurar que las soluciones sean equilibradas, justas para todos, que no haya rigidez en las mismas y que finalmente, si han acordado someterse a esa solución, podrán resolver sus problemas, sin acudir a los Tribunales Familiares. Bibliografía: CABANELLAS, Guillermo, Repertorio Jurídico de Locuciones, Máximas y Aforismos Latinos y Castellanos, Editorial Heliasta, S.R.L., Buenos Aires, Argentina, 1972; Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española. H-Zuzon, Madrid, 1984; CABANELLAS, Guillermo, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomo IV J-O, 12ª edición, Editorial Heliasta S.R.L., Buenos Aires, Argentina, 1979; OSSORIO, Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Editorial Heliasta S.R.L., Buenos Aires, Argentina, 1979; GÜITRÓN, FUENTEVILLA, Julián, “Naturaleza Jurídica y Autonomía del Derecho Familiar” en Libro de Estudios Jurídicos en Homenaje a Antonio de Ibarrola Aznar, realizado por el Colegio de Profesores de Derecho Civil de la UNAM, Cárdenas Editor, 1ª edición, México, 1996; GÜITRÓN FUENTEVILLA, Julián, autor de la Iniciativa de Decreto de Ley del Proyecto de Código Familiar y del de Procedimientos Familiares para el Distrito Federal. Asamblea Legislativa del Distrito Federal. I Legislatura. México, Distrito Federal, abril del año 2000, edición oficial; ¿Qué es el Derecho Familiar?, volumen I, Editorial Promociones Jurídicas y Culturales, S.C., 2ª edición México, 1987; ¿Qué es el Derecho Familiar?, volumen II, Editorial Promociones Jurídicas y Culturales, S.C., 1ª edición, México, 1992; Código Familiar del Estado de Hidalgo, Editorial Litográfica Alsemo, S.A., 8ª edición, México, 1984; Derecho Familiar, Editorial Promociones Jurídicas y Culturales, S.C., 2ª edición, México, 1988; Proyecto de Código Familiar Tipo para los Estados Unidos Mexicanos 1ª edición, Editorial Porrúa, México, 2004; Proyecto de Código de Procedimientos Familiares Tipo para los Estados Unidos Mexicanos, 1ª edición, Editorial Porrúa, México, 2004; GÜITRÓN FUENTEVILLA, Julián et al., Compendio de Términos de Derecho Civil, 1ª edición, Editorial Porrúa e Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2004. 261 Algunas reflexiones sobre los métodos alternos de solución de conflictos, en particular la mediación familiar Ms C. Yamila GONZÁLEZ FERRER Secretaria General de la Unión Nacional de Juristas de Cuba Miembro de la Directiva de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia Sumario: 1. Apreciaciones generales sobre las formas tradicionales y los métodos alternos de resolución de conflictos. 2. Métodos adjudicativos y métodos consensuales. 3. La mediación como método alterno de resolución de conflictos. 3.1. Antecedentes. 3.2. Definiciones. 3.3. Enfoques del proceso de mediación. 3.4 Principios. 3.5. Diferentes campos de acción para la mediación. 4. La Mediación familiar. Diferentes ámbitos. 4.1. Breve referencia a la aplicación y legislación de los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos, en particular la mediación familiar, en algunos países del mundo. 5. La mediación familiar en Cuba. 5.1. Antecedentes. 6. Valoraciones finales. Bibliografía. 1. Apreciaciones generales sobre las formas tradicionales y los métodos alternos de resolución de conflictos Diversos son los métodos que a lo largo de la historia de la humanidad han utilizado los seres humanos para resolver sus conflictos. Estos van desde los más violentos como las guerras, otros menos violentos como los litigios ante los tribunales y el arbitraje, hasta los más pacíficos como la negociación, la conciliación y la mediación, sin desconocer otros como la propia evitación del conflicto. Cada uno de ellas con sus particularidades y características diferentes. La evitación: Hace que “las personas eviten confrontar y arreglar sus problemas, prefiriendo permanecer inactivos y que se atropellen sus derechos. Evaden la justicia y el acercamiento dejando los asuntos sin arreglar”483 . Se caracteriza por el temor a los enfrentamientos, la escasez de recursos, la falta de conocimientos de sus propios derechos y la desconfianza en el sistema judicial. (5) Los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos (MARC). Parten de una concepción no adversarial del conflicto. “En la base de estos métodos está la idea de que los conflictos pueden ser enfrentados desde una perspectiva constructiva y que el tradicional modelo adjudicatorio para la solución de disputas no es siempre la mejor aproximación…Se desarrollan desde un concepto básico: el consentimiento informado del proceso, desde el cual no se pone límites en relación con los tipos de procesos de resolución que pueden ser utilizados… son métodos de establecimiento de acuerdos, y para lograrlos “todo viene bien”, tanto en términos del propio proceso de obtención del acuerdo como en términos del contenido de cualquier asunto que pueda ser establecido. La única clave es que las partes y los profesionales que los asisten entiendan y estén de acuerdo con el proceso que se elija.”484 483 Arias Londoño, Melba, “La conciliación en Derecho de Familia”, Legis, Colombia, 2002, p. 12. 484 Fuentes Ávila, Mara, “Mediación en la solución de conflictos”, Centro Félix Varela, La Habana, 2000, p. 35. 262 La Dra. Melba Arias Londoño en su texto “La Conciliación en Derecho de Familia” enumera las ventajas de los MARC desde el prisma de la realidad colombiana, que aunque dista del nuestro, sí pienso que en líneas generales, son válidos para nuestras aspiraciones de aplicar los Métodos Alternos de Solución de Conflictos , en particular la mediación familiar, en nuestra Sociedad (5): • Recuperar el diálogo como su principal instrumento. • Modificar la manera tradicional de arreglar problemas (directa paralegal, judicial, evasión) • Superar el esquema: Ganador-Perdedor. • Permitir acuerdos satisfactorios, con posibilidades de un total cumplimiento. • Reevaluar la expresión “más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos nunca plantean la posibilidad de hacer malos y rápidos acuerdos canjeables por un largo proceso judicial, sino acuerdos positivos, ágiles y mutuamente satisfactorios. • Convertir al Estado y a la Sociedad en alterutrales que quiere decir, estar con unos y con otros (no neutrales, que es no estar con unos ni con otros) para ayudarlos en la búsqueda y aplicación de la justicia. • Desarrollar procesos mentales que apunten (a mediano y largo plazo) a la aprehensión e interiorización de formas pacíficas de resolución de conflictos. • Fortalecer la autoestima, la formalidad, la solidaridad, el reconocimiento del otro y el sentido de pertenencia de la ciudadanía. 2. Métodos adjudicativos y métodos consensuales Adjudicación: a. Justicia ordinaria: Formas tradicional de solución de conflictos. Es un procedimiento o método formal que se desarrolla en un Tribunal de Justicia, conducido por jueces. Las decisiones se toman acorde a lo establecido en la Ley y los jueces deciden, en ese sentido quién tiene la razón. La propia existencia de las leyes lleva a las personas a que cuando ven que no pueden solucionar los conflictos por sí mismos, acuden a los tribunales de Justicia para exigir que sus derechos sean respetados. Diversas son las características de los procedimientos judiciales que nos permiten afirmar que no es la vía idónea para resolver las disputas, al menos en una primera fase: Son sumamente formales, basados en normas jurídicas, las partes tienen menos control sobre el proceso y sus resultados, es costoso, público, involuntario, dilatado (no sólo por los términos establecidos por la Ley sino también y fundamentalmente por los altos niveles de radicación de asuntos a solucionar), puede ser apelado, no hay un acercamiento del juez al trasfondo psicológico conflictual, a las dificultades de comunicación entre las partes y a la carga afectiva o emocional que existe entre ellos. Por estas razones comparto la reflexión que el destacado Dr. Miguel Ángel Soto La Madrid hace al prologar el libro “Mediación. Una alternativa para la solución de conflictos” del Dr. Armando Castanedo Abay cuando afirma que “ el método judicial no es pacífico, sino violento; que no soluciona, en realidad, los conflictos sino que los agrava; que las resoluciones dictadas por esta vía no se cumplen y que resulta extremadamente costoso, atendiendo a su escasa efectividad… no parece una opción entre varias, sino el camino 263 forzoso para quien pretende ejercitar ciertas o supuestas prerrogativas en contra de un tercero obligado… La parte demandada tampoco interviene voluntariamente en el procedimiento”. Para finalizar diciendo: “El procedimiento judicial es, pues, un método violento que no resuelve el fondo de la controversia y que, en muchas ocasiones, la agrava. Puede servir para solucionar ciertos asuntos o como fórmula no querida pero necesaria, cuando las partes en conflicto se nieguen a solucionarlo voluntariamente, pero antes deben intentarse otras vías, verdaderamente pacíficas y conciliadoras de la voluntad de las partes”. (7) En materia de familia, objetivo esencial de nuestro trabajo vemos que las complejidades son aún mayores. Por su importancia reproduzco parte de las reflexiones que en torno al tema hiciera en el IX Congreso Mundial de Familia la Profesora Argentina Delia Beatriz Iñigo, en su ponencia “Mediación: Instrumento válido en las cuestiones de familia.”: “La primera observación es que se requieren jueces y funcionarios con especialización interdisciplinaria en Derecho de Familia. Este principio, que debiera respetarse en todas las ramas del Derecho es aún más necesario en cuestiones de familia. Cuando los particulares acuden al Tribunal suelen arrastrar muchos años de disputas o relaciones deterioradas que exigen un abordaje que excede lo puramente técnico (aplicación de las normas). Por ese motivo los operadores del derecho deben estar entrenados para detectar el interés detrás de las posiciones que exponen las partes. Es decir, no alcanza con conocer los hechos y el derecho invocado sino que es imprescindible saber por qué se efectúa el reclamo…puede que las posiciones estén enfrentadas, por ejemplo, al debatir los padres la custodia de los hijos de manera tal que, en el proceso tradicional, la decisión del juez no satisfacerá a ambas partes. En ese supuesto será difícil que la sentencia introduzca la “justa paz familiar” porque no podrá dar a cada uno lo suyo, pues ambos sienten como exclusivo el derecho sobre el niño. El disconforme apelará el fallo y aún basado en autoridad de cosa juzgada es dable que sea reticente en cumplirlo. Esta resistencia, por cierto grave en cualquier controversia, resulta especialmente lamentable en los asuntos de familia. En el resto de las contienda es casi seguro que las partes no volverán a encontrarse pero los miembros de una familia en crisis mantendrán contacto, especialmente si hay hijos menores o incapaces. La situación de inconformidad para quien no vio satisfecha su pretensión se exteriorizará en incidentes posteriores con los que intentará perturbar a la contraparte. Ello acarrea un alto costo emocional para las partes y administrativo para el tribunal. La práctica profesional enseña que se promueven pedidos de restitución de custodia, modificación del régimen de comunicación, etc., dando origen a expedientes de varios cuerpos. El deber ser (sentencia) se torna ineficaz frente al ser (realidad cotidiana)...Por ello en los conflictos de familia pareciera que tan importante como buscar la verdad resulta tratar de que se recobre la confianza mutua y el dialogo entre los participantes. Ese objetivo constituye el primer paso para intentar un acuerdo cooperativo en lugar de que el juez se vea obligado a imponer una decisión que tiene una alta probabilidad de ser resistida. Más aún, en ocasiones la decisión judicial, lejos de ser correctora de la situación conflictiva, la agrava.” (31) b. Arbitraje: Es un método alterno a la justicia ordinaria. Procedimiento en el cual las partes acuerdan someter su conflicto a un tercero neutral (arbitro) seleccionado por ellos previamente para que tome la decisión más adecuada. El arbitraje se rige por normas de procedimiento reguladas por la Ley con las cuales los litigantes deben estar de acuerdo, estos a su vez pueden presentar testigos e interrogar a los del contrario. La decisión adoptada por los árbitros se formaliza mediante una resolución denominada laudo arbitral .Salvo excepciones las decisiones arbitrales no se pueden apelar. Se utiliza fundamentalmente en conflictos de carácter laboral, económico y mercantil. Consensuales 264 a. Conciliación: La conciliación es un método alterno de solución de conflictos. “…es una oportunidad para ajustar voluntariamente las diferencias entre personas que presentan intereses opuestos, con la ayuda de un facilitador neutral y orientador en la búsqueda de alternativas de solución, que requiere de la práctica permanente de la comunicación dialógica y de la presencia del ánimo conciliatorio” 485 Existen diferentes experiencias en la aplicación de la conciliación en el mundo tanto en lo relativo a la forma en que participan las partes como al papel que le corresponde al conciliador. Apreciamos en los textos consultados diferentes criterios sobre la similitud o diferencia entre conciliación y mediación. En Colombia, por ejemplo, si bien se le denomina “conciliación”, la lectura de la normativa lleva a la conclusión de que se trata más bien de una “mediación”. Algo similar ocurre con el procedimiento conciliatorio regulado en el Código de Familia de Panamá y la Ley Procesal de Familia de El Salvador. (53, 59) En Canadá según el concepto que ofrece la Dra. Cheryl A. Picard se considera la conciliación similar a la mediación, pero la parte neutral actúa como punto de enlace entre las partes, las que nunca comparecen juntas. La define también como el proceso mediante el cual se conduce a las partes hasta un punto donde puedan resolver sus disputas sin la ayuda de un tercero (42). Similar concepto expone Mara Fuentes al decir que consiste en “comunicaciones independientes con las partes en contextos separados”, casas o centros de trabajo, y que se realiza para incrementar las relaciones como para facilitar el camino a otros procesos tales como la mediación. (24) b. Negociación: Método alterno de solución de conflictos. Es el proceso mediante el cual las partes o sus representantes de común acuerdo resuelven un conflicto, con un control absoluto del proceso de negociación y de sus resultados. Generalmente es informal y no hay intervención de terceros. Lo acordado por las partes es de obligatorio cumplimiento para ellas. Si el proceso negociador se realiza adecuadamente, concluye de una manera positiva; pero en ocasiones no ocurre así y aparece la necesidad de la presencia de un tercero neutral que facilite esta negociación y el establecimiento del acuerdo. En estos casos se produce lo que se conoce como un proceso mixto, la negociación-mediación. Existen otros ejemplos de procesos mixtos como el de mediación-arbitraje, en los que se comienza con un proceso de mediación, pero al fracasar el establecimiento del acuerdo el proceso puede transformarse en uno de arbitraje. Es un proceso simple y sencillo donde el laudo arbitral es de obligatorio cumplimiento para las partes. Se utiliza principalmente en los Estados Unidos de América en casos comerciales a fin de acelerar determinados trámites por temor a pérdidas de mercancías o a oscilaciones de precios. c. Otros métodos alternos. La literatura especializada refiere también otros métodos, no tan generalizados y conocidos como los anteriores, pero sí de amplia utilización en muchos países. Por ejemplo: • Justicia de Paz. Realizada por ciudadanos de la Comunidad. Los Jueces de Paz conocen de los conflictos individuales y comunitarios de baja entidad, susceptibles de intervención y sus fallos están acordes con las normas de justicia de la comunidad. Las actuaciones son orales. Gozan de autonomía e independencia. 485 Arias Londoño, Melba, “La conciliación en Derecho de Familia”, Legis, Colombia, 2002, p. 53. 265 • Amigable composición. Es un método eminentemente contractual. Los amigables componedores son los representantes de las partes y no ejercen ninguna función jurídica estatal. Si existe algún proceso ante tribunales relacionado con el conflicto no se puede dar la amigable composición. Al igual que en el arbitraje, las partes delegan en el tercero la determinación del acuerdo (con fuerza vinculante) y la forma en que lo han de cumplir. • Existen otros tres métodos utilizados en los Estados Unidos de América, que solo enunciaremos, al no estar directamente relacionados con nuestro objeto de estudio: Evaluación neutral previa (ENP), Determinación neutral de Hechos (DNH) y el Minijuicio. 3. La mediación como método alterno de resolución de conflictos 3.1. Antecedentes La mediación es una de las formas más comunes y antiguas de solución de conflictos. Ha sido utilizada por diferentes y variadas culturas. La Biblia habla de Jesús como mediador entre Dios y el Hombre. Las cortes rabínicas y los rabinos judíos en Europa, eran vitales en la mediación de disputas. En la antigua China, la mediación fue el medio principal para la solución de disputas y aún en la actualidad existe en ese país uno de los programas de mediación más avanzados del mundo. También en Japón hay una rica experiencia acumulada al respecto. Tribus africanas han utilizado también mecanismos informales para la solución de disputas. Por otra parte los indígenas norteamericanos y la etnia gitana, han dirimido las desavenencias entre sus miembros y siguen haciéndolo en la actualidad a través de los ancianos de la comunidad. En la era contemporánea la mediación tiene sus raíces en el activismo social. Desde principios del siglo XX se utiliza por trabajadores y patronos un tercero neutral para resolver las disputas laborales. Su intervención en los asuntos de familia, comunitarios y en contextos jurídicos ocurre a partir de la década de los 60, principalmente en Estados Unidos y posteriormente en Canadá. 3.2. Definiciones La mediación es uno de los Métodos Alternos de Solución de Conflictos, al decir del profesor Armando Castanedo Abay “es definida de una manera sencilla como un entendimiento facilitado” (7) “… significa que usted adquiere la responsabilidad de solucionar su conflicto. Es un proceso mediante el cual un mediador le ayuda, facilitándole un método privado e informal, para reflexionar acerca del conflicto o disputa interpersonal (“discutir el asunto”) y tratar de resolverlo. El mediador no es un juez y no decide quién es culpable o inocente. El proceso de mediación es flexible y permite encontrar con el mediador sus necesidades más importantes”. Y más adelante afirma: “Una de las cuestiones fundamentales a tomar en consideración para solucionar la disputa interpersonal consiste en el restablecimiento, en el mayor grado posible, de la comunicación entre las partes del conflicto, lo que generalmente se logra a partir de la comprensión por estas de que existen intereses concluyentes o complementarios entre ellas…. y que el “arreglo” es posible entre ellas si se ponen de acuerdo.”486 La Dra. Mara Fuentes por su parte la define como una “negociación informada”, entendiendo la negociación como una “comunicación para el acuerdo” por lo que resume que debe ser 486 Castanedo Abay, Armando, “Mediación. Una alternativa para la solución de conflictos.” Colegio Nacional de Ciencias Jurídicas y Sociales, Hermosillo, Sonora, México, 2001, p. 17. 266 entendida como una “comunicación asistida para lograr un acuerdo”. A su vez considera, que lo central en la mediación es el concepto de “consentimiento informado” que significa que las partes comprendan la naturaleza de dicho proceso y consientan en participar en el mismo; concluyendo que la mediación “es una extensión del proceso negociador que busca una cooperación entre las partes para obtener, en la medida de lo posible, un resultado donde todos ganan y nadie pierde, y lo hace mediante técnicas que permiten abrir el proceso a nuevos planteamientos, a nuevas formas de encarar los temas, con la activa participación de las partes implicadas… está más relacionada con el presente y el futuro que con el pasado, y está más orientada hacia la forma en que las partes pueden resolver el conflicto y crear un plan, que a las historias personales.” (42) Marinés Suares considera que “… es un dispositivo no adversarial de resolución de disputas, que incluye un tercero neutral, cuya función es ayudar a que las personas que están “empantanadas” en la disputa puedan negociar en forma colaborativa y alcanzar una resolución de la misma” (47) La abogada y mediadora española Silvia Hinojal López refiere: “Habitualmente, la mediación, como proceso, aparece asociada a la idea de resolución de conflictos. La dualidad “mediación-resolución de conflictos”, es una idea generalizada al hablar de mediación, quizás, tal como indica Jean-Francois Six, influenciados por una cultura norteamericana que entiende la mediación como un trabajo de “resolución de conflictos” entre “diferencias”. Este autor señala que al lado de esta corriente americana existe otra que es la europea, que define la mediación como un trabajo de regulación constante de las relaciones entre unos y otros. Añade Six: “en esta cultura la mediación no es, primero, asunto de arreglo de conflictos, sino trabajo de regulación constante de las relaciones entre unos y otros; eso sin olvidar nunca el parecido fundamental. Se trata, entonces, en la mediación, de poner en práctica sin cesar lazos nuevos entre unos y otros, en una verdadera creatividad, o de reparar los lazos que están flojos o que han sufrido algún accidente; o de gestionar rupturas de lazos, diferencias”. En síntesis, conforme señala Giró Paris, la mediación hemos de definirla como un proceso enfocado al futuro: propiciando que nazca otra dimensión del conflicto en el que se asienten las bases para una regulación de las relaciones futuras. La mediación no pretende, en ningún caso, buscar al culpable o culpables del origen del conflicto, sino iniciar el proceso de pacificación a fin de poder abordar el conflicto buscando un camino diferente para el mantenimiento de relaciones entre las partes ya sean personales, laborales, empresariales, familiares, etc., El objetivo en mediación no es sancionar los actos humanos que han dado lugar al conflicto, sino trabajar para conseguir establecer unas coordenadas de relaciones futuras entre las partes en confrontación que posibiliten mantener el entendimiento .”487 3.3. Enfoques del proceso de mediación Modelo de Harvard: Acorde a este modelo la mediación es una negociación colaborativa asistida por un tercero, orientada a la resolución de problemas y a la satisfacción de intereses. Aunque no focaliza en el tema de la comunicación, propone un enfoque donde las partes trabajen colaborativamente para resolver el conflicto y encuentren modos de satisfacer ambas sus intereses y necesidades, hasta ese momento incompatibles. 487 Hinojal López, Silvia, “La mediación familiar en el ámbito de las administraciones públicas. La mediación familiar en el divorcio o proceso legal de separación: Diferentes programas de intervención y desarrollo de la mediación familiar en España. Otras instituciones y centros que intervienen en mediación familiar. Ponencia de la autora. 267 Frente a la tradicional orientación distributiva de solucionar los conflictos, ineficaz y costosa, se levanta este modelo con diversidad de recursos para su utilización, lo que provoca que sea ampliamente aceptado. Los(as) mediadores(as) que intervienen son terceros expertos en dirimir disputas, generalmente especialistas en derecho y conocedores del sistema judicial y controlan a lo largo del proceso de mediación la interacción de las partes. (14) Modelo Transformativo: Este modelo está dirigido a la comunicación y las relaciones interpersonales de las partes. “Sus creadores (Bush y Foger), proponen diferenciarlo del modelo anterior al que incluyen dentro de lo que denominan historia de la satisfacción, al darle un enfoque terapéutico en un marco que llaman la historia de la transformación. Para ellos el objetivo de la mediación no es el acuerdo sino el desarrollo del potencial de cambio de las personas al descubrir sus propias habilidades. Focalizan en las relaciones humanas con la intención de fomentar el crecimiento moral, destacando la capacidad de este procedimiento para promover la revalorización y el reconocimiento de cada persona.”488 Modelo narrativo de Sara Cobb: Este Modelo focaliza su atención en la comunicación y en la interacción de las partes (narraciones) con el objetivo de llegar a un acuerdo. Francisco Diez y Gachi Tapia explican que “el presupuesto es que para poder arribar a un acuerdo las personas necesitan transformar las historias conflictivas, con las que llegan a la mediación en otras donde queden mejor posicionadas, de modo tal de poder salir de su posición”.Y más adelante afirman: “las historias que la gente cuenta sobre sí misma y las que los otros cuentan sobre nosotros se relacionan con nuestra identidad, con nuestro self. Los conflictos se relatan en el marco de esas historias y es por eso que se considera indispensable para poder transformar la dinámica confrontativa, la necesidad de cambiar la narrativa con la que la gente llega a la mediación, ayudando a las partes a generar una historia alternativa, diferente, que posibilite el cambio” y por tanto el acuerdo. (14) Fisher y Ury, creadores de la negociación basada en intereses expresaban que “el conflicto no está en la realidad objetiva sino en la mente de las personas” y que en el “laberinto problemático de las personas, es útil pensar en términos de tres categorías: percepción, emoción y comunicación” (14) Considero que este Modelo es el más completo, al unificar la resolución del problema a la interacción y comunicación de las partes. Es el que realmente da la idea más acabada de lo que debe ser el proceso de mediación. La mediación mejora la comunicación de las partes hasta el punto de que no sólo influye en la solución del conflicto concreto que se presenta sino que abre la posibilidad de un diálogo en el futuro con una mejor disposición para solucionar las disputas, basándose en el concepto de que las posiciones asumidas no son superiores a los intereses y necesidades de las personas involucradas. Cuando se negocia por posiciones las relaciones entre las partes se deterioran al asumir conductas adversariales, perdiendo la confianza entre ambos. Por otra parte los resultados que se producen son pobres y se beneficia una parte afectando a la otra. El ejemplo típico es el de las dos hermanas que desean la única naranja que queda en la casa. Como ambas la querían decidieron picarla a la mitad. Nunca se preguntaron para qué la deseaban cada una. De indagarlo, hubieran conocido que una la quería para preparar un jugo y otra para 488 Diez, Francisco y Tapia, Gachi, Herramientas para trabajar en mediación, Paidós Mediación 9, 1999, p. 26. 268 hacer dulce y ambas hubieran podido utilizar la naranja entera, siendo más provechoso para las dos. Esto es lo que debe dar un proceso de mediación, además de llegar a un buen acuerdo, llegan a conocer y comprender a fondo las expectativas, intereses (muchas veces compartidos) de las partes, lo que tiene también positivas implicaciones futuras para la comunicación de ambos. 3.4. Principios La mediación está sustentada en un conjunto de valores o principios básicos, garantes de su eficacia; y que tienen incidencia tanto en los medidores como en las partes. Al decir de la Dra. Marinés Suares en su obra “Mediando en Sistemas familiares” entiende ideología como el sistema de creencias, ideas y valores de los seres humanos y la sociedad. (47): “La mediación considera que los seres humanos son capaces de resolver por sí mismos sus conflictos y/o disputas en forma efectiva. Esto ocurre permanentemente, solo algunas veces se empantanan; en mediación se busca rescatar esta capacidad que se encuentra, por algún motivo, obstaculizada. Los mediadores no son jueces ni consejeros, por lo tanto no deben buscar la “verdad” ni juzgar lo que se les narra, su función es restablecer e incrementar la capacidad negociadora que todos poseemos”489 Como expresa la autora, la Sociedad necesita de otros medios adicionales al adversarial para solucionar sus conflictos. Lo alternativo debería ser el litigio y no la mediación. (47) No estamos planteando que la mediación sea sustitutiva del método judicial. Puede ser que con la mediación evitemos que muchos conflictos familiares lleguen a los Tribunales, pero otros necesariamente tendrán que llegar, incluso para que los acuerdos tengan la investidura jurídica y formal necesaria. Si previamente pasaron por un proceso de mediación, las condiciones en que lleguen al mismo serán diferentes (divorcios, relaciones paterno filiales). Es decir que este método puede integrarse al método judicial) La mediación se asienta en los valores de la buena fe, la colaboración, la toma de decisiones por consenso, el crecimiento de los individuos y la paz. Voluntariedad. Este es el principio básico de la mediación y a la vez su límite porque si no está presente, no puede realizarse. Incluso aunque el proceso haya dependido de una remisión previa (mediación inducida) este principio está presente. La mediación es voluntaria, nadie puede ser obligado a acudir a ella y menos aún a llegar a un acuerdo. La experiencia demuestra que los acuerdos a los que llegan las partes en la mediación se cumplen en un porcentaje muy alto, precisamente por la existencia de este principio. En este sentido debe destacarse el elemento del protagonismo de las partes, de los abogados de las partes, si los hubiere, y de los mediadores/as. Neutralidad 489 Suares, Marinés, “Mediando en sistemas familiares”, Paidós Mediación 11, Argentina, marzo 2002, p. 29. 269 Las partes en el proceso son iguales y deben estar ubicadas al mismo nivel. Los mediadores deben mantener una actitud activa en defensa de la neutralidad, estar atentos a compensar las diferencias entre las partes. Marinés Suares propone la deconstrucción de este concepto, asumiendo el de Deneutralidad: “… La tan mentada neutralidad del mediador sería en sí la práctica de la participación y ayuda a las partes para que se logre la deconstrucción de la disputa. La involucración es un paso necesario para llegar a dicha deconstrucción, y la neutralidad (quedarse afuera) se ejerce cuando las partes puedan volver a negociar. Es decir involucración y neutralidad.”490 Para el Dr. Armando Castanedo esta característica, que antes era tan importante, en la actualidad se ve más como una neutralidad “compartida” que “pura”. Marinés Suares relaciona estrechamente tres conceptos a este principio: imparcialidad, Equidistancia y Equidad. Conceptos que deben ser considerados principios en sí mismos. Imparcialidad Se refiere por una parte a la actitud de los(as) mediadores(as) de no asumir posiciones a favor o en contra de alguno de los participantes, es decir no tomar partido por alguna de las partes. En este sentido, los valores, sentimientos, prejuicios del mediador(a) no deben constituir un obstáculo al proceso. La función del mediador(a) no es juzgar, su rol es de facilitador(a) de la comunicación, del diálogo; de ahí la importancia de la “tolerancia” que debe incorporar para tener amplitud de comprensión y aceptación de la variedad y diferencias de las relaciones sociales. Las partes del proceso, por su parte, deben sentir seguridad en cuanto a este aspecto. Equidad y Equidistancia La Equidad es un principio básico de la justicia. La Equidistancia es un elemento dinámico. Cada parte debe ser asistida de igual forma y otorgársele las mismas posibilidades de participación. (47) En este aspecto debemos detenernos para reflexionar sobre el término equidad, toda vez que al constituirse como principio básico de la justicia está determinada por las concepciones, tradiciones y costumbres que operan en cada sociedad (lo que consideran justo o injusto) Equidad e igualdad no son sinónimos y esta diferencia se hace notable en las relaciones de género entre los seres humanos. Es por ello que preferimos el vocablo igualdad al de equidad. Confidencialidad Principio de gran importancia. La información y los asuntos discutidos en el proceso de mediación no pueden ser compartidos ni divulgados con personas que no son parte del proceso, deben mantenerse en secreto. Este principio tiene excepciones. Por ejemplo en Argentina lo son la comisión de un delito grave y el abuso de menores de edad. (47) 3.5. Diferentes campos de acción para la mediación Existen conflictos de diversa índole en los que la Mediación puede y es utilizada, según la experiencia de diferentes países que hacen uso de ella: • Educativos. Escolar y universitaria, entre alumnos(as), entre alumnos(as) y profesores(as), entre profesores(as), entre madres, padres y profesores(as)- Mediación Educativa o Escolar. Parte de la idea de que los estudiantes deben desear y ser capaces de 490 Idem, p. 36. 270 resolver sus conflictos en un plano de cooperación y de una manera no violenta. “El enfoque global de transformación de conflictos… extiende la orientación básica centrada en el niño, para abarcar las dimensiones administrativas, profesorales y parentales del conflicto. Si entendemos las disputas que ocurren entre los niños, niñas y jóvenes dentro del contexto educativo global, podremos alcanzar soluciones más significativas” (Ramón Alzate. 2003) (4) • Vecinales. Entre vecinos, entre personas de barrios diferentes- Mediación vecinal o comunitaria. Se entrena a los miembros de la comunidad, preferiblemente los líderes naturales comunitarios para intervenir como mediadores en los conflictos que se presenten. Es de suma importancia porque actúa en la prevención de delitos. (63) • Familiares-Mediación familiar. Que veremos más adelante. • Laborales- Mediación laboral. “…una de las fuentes más pródigas en remisión de conflictos interpersonales son los centros de trabajo… Según una encuesta aplicada por la American Management Association… las principales causas son las siguientes: “la falta de comprensión (falla la comunicación), los choques de personalidad, las diferencias entre las valoraciones y metas, los resultados por debajo de la medida, las diferencias en cuanto al método, los problemas inherentes a la autoridad, la frustración e irritabilidad, la competencia por los escasos seguros, el no cumplimiento de los reglamentos y políticas.”491 • Familiares y laborales (son los que se dan cuando el conflicto familiar afecta el negocio familiar porque el primero repercute en el segundo, siendo necesario hacer un abordaje doble del conflicto) - Mediación de Empresas familiares.(63) • Interculturales. Surgen fundamentalmente por el fenómeno migratorio y por el desarrollo social de minorías étnicas autóctonas.- Mediación intercultural. Es una modalidad de intervención de terceras personas en y sobre situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución del reconocimiento del otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje y el desarrollo de la convivencia, la regulación de conflictos y la adecuación institucional, entre actores sociales o institucionales etnoculturalmente diferenciados (Carlos Giménez 2003) (27) • Penal- Mediación Penal. No tiene un uso muy extendido. En los países que la utilizan tiene dos aristas. Una, su utilización con menores infractores entre los 14 y los 21 años, y otra la mediación penal de adultos que se da en supuestos muy específicos, vinculada fundamentalmente a hechos delictivos cometidos bajo la influencia de estupefacientes. Existen también programas de conciliación y reparación a la víctima en el ámbito penal, como parte de lo que se ha dado en conocer como justicia restaurativa. (63) 4. La Mediación familiar. Diferentes ámbitos La familia como célula fundamental de la sociedad, es un sistema en constante transformación y desarrollo. Los cambios que en ella se dan son provocados por influencias externas o internas que ineludiblemente generan conflictos. Los miembros de la familia mantienen fuertes lazos emocionales y afectivos, pero están atravesados por diferencias naturales, culturales y sociales: distintas personalidades, temperamentos, intereses, sentimientos, costumbres; lo que origina situaciones de crisis: entre la pareja (cónyuges), entre madre, padre e hijos/as (relaciones paterno filiales), entre hermanos/as, entre otros miembros del núcleo familiar (abuelos/as-nietos/as, tíos/as491 Castanedo Abay, Armando, “Mediación. Una alternativa para la solución de conflictos.” Colegio Nacional de Ciencias Jurídicas y Sociales, Hermosillo, Sonora, México, 2001, p. 35. 271 sobrinos/as), con nuevos miembros del núcleo (hijos/as con pareja del progenitor/ra, hijos/as con hijos/as de la pareja del progenitor/a) por diversos motivos: separaciones y divorcios, pensiones alimentarias, régimen de comunicación, guarda y cuidado, liquidación de la comunidad matrimonial de bienes, adopciones, cuestiones de convivencia, etc. Particularmente difíciles son los conflictos generados por la separación o divorcio de la pareja cuando existen hijos/as menores de edad, y las consecuencias que para la familia y el normal desarrollo psicológico de esos niños/as tiene. Revertir la crisis y convertirla en un evento positivo tanto para la pareja como para los hijos/as es un proceso escabroso donde la intervención de un tercero pudiera resultar muy positiva al facilitarles visualizar los puntos de encuentro o intereses comunes que tienen y cómo asumirlos de una manera constructiva para todos los miembros de la familia. “Planteada la crisis, será necesario intervenir a fin de reorganizar el grupo familiar. Una forma de intervención es la mediación familiar…Según Risolía de Alcaro un objetivo básico de la mediación familiar es lograr no tanto un acuerdo sino la colaboración a través de un acuerdo. La mediación familiar ofrece la creación de un contexto donde las partes afectadas pueden encontrar y generar condiciones de posibilidad y oportunidades para el cambio. Es evidente, que cualquier grupo familiar que se encuentre inmerso en un ambiente de conflicto, está destinado a continuar su relación; pero moviéndose en otros parámetros diferentes sin romperse el vínculo que les relaciona. Schiffrin, resalta la conveniencia de elegir la mediación cuando existe entre las partes una relación que subsistirá en el futuro”492. Este último aspecto nos parece de vital trascendencia ya que el objetivo primordial de la mediación familiar debe ser impedir que el conflicto destruya la familia y por ende a la sociedad. Las relaciones familiares son perdurables en el tiempo y debe lograrse que sus miembros incorporen e interioricen formas pacíficas de resolución de conflictos. En la medida que seamos capaces de informar y orientar a las familias sobre las opciones de solución de controversias en ambientes armónicos, en particular la mediación, estaremos educando a las personas a negociar pacíficamente sus problemas y garantizaremos un futuro donde la paz prime. 4.1. Breve referencia a la aplicación y legislación de los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos, en particular la mediación familiar, en algunos países del mundo Históricamente la mediación familiar ha sido sinónimo de mediación en casos de divorcio. Aunque fundamentalmente sigue siendo así, en el último decenio se aprecia su expansión práctica a otros tipos de conflictos familiares. “Uno de los primeros países que comienza a considerar medidas en este campo es Estados Unidos, que en 1919, legisla y extiende el concepto de conciliación matrimonial, implementada desde el poder judicial. Tanto o más que Estados Unidos, Japón, se constituye en un país vanguardia por su renovador enfoque y tratamiento especial desde 1919 a la resolución de estos conflictos, y posteriormente en 1949 creando los Tribunales de Familia. En la República Popular China, los avances en materia de Derecho de Familia, datan de los años 50, perfeccionados con posterioridad por normas referidas, no sólo a las relaciones 492 Hinojal López, Silvia, “La mediación familiar en el ámbito de las administraciones públicas. La mediación familiar en el divorcio o proceso legal de separación: Diferentes programas de intervención y desarrollo de la mediación familiar en España. Otras instituciones y centros que intervienen en mediación familiar. Ponencia de la autora. 272 de familia, sino a la planificación familiar, la mediación matrimonial y los efectos jurídicos del matrimonio”493 En los Estados Unidos existe una basta experiencia en mediación de conflictos familiares. Diversas Asociaciones de mediadores agrupan a especialistas dedicados a esta actividad, ya sean abogados, terapeutas familiares, médicos psiquiatras, psicólogos, entre otros profesionales de múltiples disciplinas. En California por ejemplo desde 1981 la mediación es obligatoria en los asuntos relacionados con la custodia de los hijos/as, como requisito previo al juicio; igualmente en Alaska, Arizona, Delaware, Florida, Kansas, Louisiana, Nevada, Nuevo México, Carolina del Norte, Oregón, Dakota del Sur, Washington y Wisconsin. “otros Estados como Dakota del Norte deja al poder discrecional del juez la exigencia de una mediación obligatoria. En Michigan se limitan a exigir que se informe a las partes de la posibilidad de acudir a la mediación. En Maine y Ohio, se impone la mediación en todos los conflictos que deriven de una causa de separación, divorcio o anulación, cuando existan hijos menores de edad.”494 En el año 1982 la American Bar Association estableció el Comité Especial en Medios Alternativos de Resolución de Disputas que amplió este sistema en numerosos centros e instituciones tanto públicas como privadas. En España (26, 30, 63) la implementación de este Método Alterno de Resolución de Conflictos se inicia a partir de la puesta en vigor de la Ley 30/81, conocida como Ley del Divorcio, por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en los casos de nulidad, separación y divorcio. Los artículos 81 y 86 hacen referencia a que se deberá acompañar a la demanda, cuando esta es de mutuo acuerdo, la propuesta de un Convenio Regulador con los acuerdos a que han llegado los cónyuges, siendo estos aprobados por el juez, si en nada contradicen lo establecido por la ley. En el año 83 se crearon en algunos juzgados de familia los equipos “psico-sociales formados por trabajadores sociales con una función pericial y de apoyo a la actuación judicial y dentro de estos equipos en algunas Comunidades Autónomas se empieza a desarrollar la Mediación. Las primeras experiencias fueron en la Comunidad de Cataluña con la mediación familiar intrajudicial. A la par, desde del año 1988 se fueron creando servicios extrajudiciales públicos de Mediación familiar, fundamentalmente en Madrid, Bilbao y Barcelona, subvencionados en su mayoría por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y con buenos resultados. También existen Centros privados de mediación. En la actualidad son numerosos los servicios públicos que ofrecen esta alternativa en el ámbito de la separación y el divorcio, algunos sólo cuando existen hijos(as); pero, son escasos los que abarcan la mediación familiar en el sentido amplio. Con relación a la legislación existente al respecto, las cuatro Comunidades Autónomas que han dictado leyes de mediación familiar son: Cataluña, Galicia, Valencia y Canarias. Otras trabajan en sus anteproyectos. (58) 493 Gorvein, Nilda S., “Divorcio y Mediación. Construyendo nuevos modelos de intervención en mediación familiar”, pp. 14, 15, 74 494 Hinojal López, Silvia, “La mediación familiar en el ámbito de las administraciones públicas. La mediación familiar en el divorcio o proceso legal de separación: Diferentes programas de intervención y desarrollo de la mediación familiar en España. Otras instituciones y centros que intervienen en mediación familiar. Ponencia de la autora. 273 Debemos apuntar aquí que para los países que integran la Unión Europea existen dos Recomendaciones del Consejo de Europa que deben tenerse en cuenta. Una es la Recomendación 12/1986 que insta a los jueces a la búsqueda de un acuerdo amigable entre las partes, independientemente de la fase del proceso de ruptura en que se encuentren, y la Recomendación 1 de 21 de Enero de 1998, sobre la mediación familiar, que insta a los gobiernos de los Estados miembros a instituir o promover la mediación familiar o, en su caso, reforzar la mediación familiar existente. El 19 de Abril de 2002 a solicitud del Consejo, la Comisión de las Comunidades Europeas presentó el “Libro Verde” sobre las modalidades de solución de conflictos en el ámbito del derecho civil y mercantil. “Su finalidad es recapitular en la Unión Europea la situación de las ADR (Alternative Dispute Resolution495), entre las que se encuentra la mediación, y someter a consulta cuestiones esenciales que le afectan para, posteriormente, preparar medidas concretas que convenga adoptar…”496. En este “Libro” hay un acápite relativo a la materia de familia titulado “Aprovechar las iniciativas adoptadas en el ámbito del derecho de familia”. (61) En el panorama latinoamericano existen experiencias muy notables sobre la aplicación de los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos en el campo del Derecho de Familia, en particular la Mediación y Conciliación familiar. Como vimos anteriormente en algunos países ambas se entremezclan conceptualmente, como en Colombia y El Salvador. En Puerto Rico la Ley 19 del 22 de Septiembre de 1983 autorizó a la Rama Judicial a establecer programas o centros que sirvieran como foros informales para la resolución de disputas y conflictos entre ciudadanos. Años después, analizada la experiencia existente, el Tribunal Supremo aprueba, el 25 de junio de 1988, el Reglamento de Métodos Alternos para la Solución de Conflictos, en vigor a partir del 1 de enero de 1999. “La política pública de la Rama Judicial es “fomentar la utilización de mecanismos complementarios al sistema adjudicativo tradicional, con el fin de impartir justicia en una forma más eficiente, rápida y económica”497. Este Reglamento dedica su Capítulo 7 a la Mediación. (62). Desde 1983 se está brindando el servicio de mediación en los Tribunales de Puerto Rico. Comenzó con el Centro de Solución de Disputas de San Juan y se ha extendido ya a las regiones judiciales de Bayamón y Caguas en 1995; y Carolina y Ponce en 1996. (9) La experiencia del Centro de Mediación de Conflictos del Centro Judicial de Ponce es muy interesante. El Centro, establecido en marzo de 1996, desde sus inicios, además de trabajar el tema de las separaciones y divorcios, ha intervenido en conflictos intergeneracionales, relaciones entre abuelos y nietos, entre hermanos, entre parientes, pensiones alimentarias, entre excónyuges y parientes, conflictos de parejas casadas o unidas consensualmente, conflictos de violencia intrafamiliar y división de bienes gananciales. En Marzo del 2000 el Centro inició el “Taller de Padres y Madres para siempre”, Programa de Educación a madres y padres que tiene como objetivo esencial la prevención a largo plazo de los diversos problemas que confrontan los niños a causa del divorcio o separación de estos. La 495 Resolución Alternativa de disputas. García Villaluenga, Leticia, “Experiencias de la Mediación en España”. Ponencia de la Autora, 2003. 497 Colón Díaz, Edda V., “Proceso de Mediación en casos de familia. Experiencia del Centro de Mediación de Conflictos del Centro Judicial de Ponce, Puerto Rico”, Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre 2001, núms. 3 y 4 “Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación Neutral y Arbitraje, Edición especial, diciembre 2001, p. 101. 496 274 mediación se ha utilizado en los casos de divorcio que asisten al Taller con resultados muy favorables. (9) Otra experiencia es la de Panamá que mediante el Decreto Ley 5 del 8 de julio de 1999 aprobó el “Régimen General de Arbitraje, de la Conciliación y de la Mediación, en la que se establece la mediación judicial y extrajudicial. Como complemento a esta Disposición, en particular con relación a la mediación judicial, el Pleno de la Corte Suprema de Justicia acordó la creación de los Centros para la Solución Alternativa de Conflictos que colaboran con los Tribunales en el mejor funcionamiento de estos. Los tipos de conflictos que pueden someterse a mediación en materia de familia son los relativos a divorcios, régimen de visitas, alimentos, separaciones de hecho y tenencia de los hijos e hijas. (46) En Argentina después de una experiencia piloto realizada en los Tribunales de la Capital Federal, en octubre de 1995 se sancionó la Ley 24 573 , de Mediación y Conciliación Civil y Comercial, que comenzó a aplicarse a partir del 23 de abril de 1996. Esta Ley de aplicación para la Capital Federal reglamenta únicamente las mediaciones patrimoniales, tiene carácter obligatorio y excluye expresamente los conflictos de familia. (31) En algunas provincias argentinas se ha aplicado la mediación en temas de familia dentro de los tribunales, como en Mendoza y Jujuy. Se han creado Centros de mediación dependientes del Poder Judicial, de municipalidades, de colegios profesionales y también Centros privados. Todos con una alta eficacia. Con respecto a la mediación familiar “es facultativo para los interesados someter la controversia en forma espontánea y previa a la intervención judicial, o bien durante el trámite del proceso, a sugerencia del juez interviniente en el litigio. En esa hipótesis se suspende el procedimiento y las partes son citadas por el mediador. Si el intento resulta positivo se suscribe el convenio y se lo remite al juez para la pertinente homologación; en caso contrario, prosiguen las actuaciones hasta el dictado de la sentencia…”498 En la actualidad existen varios Proyectos de Ley a consideración del Congreso de la Nación, con el objetivo de implementar el proceso de mediación familiar, dentro del marco del sistema judicial. Consideramos de gran importancia la fuerza que ha tomado la utilización de la Mediación Familiar como Método Alterno de Solución de Conflictos en diversos países del mundo. En particular aprecio como más significativas las experiencias de Argentina y España, por el desarrollo que en la práctica han alcanzado y lo efectivo que ha sido el método para intervenir y solucionar en el mayor por ciento de casos los conflictos familiares. 5. La mediación familiar en Cuba 5.1. Antecedentes En nuestro país en el campo del Derecho de Familia no existen antecedentes ni estudios específicos sobre Mediación familiar. En el ámbito del Derecho en general podemos considerar como antecedentes el Sistema de Arbitraje, los conocidos “amigables componedores” y los Órganos de Justicia Laboral de Base del Derecho Laboral. En el Sistema de Arbitraje, en particular, se desarrolla desde hace algunos años en la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio el Proceso de Conciliación y ya existe una propuesta 498 Iñigo, Delia Beatriz, “Mediación: Instrumento válido en las cuestiones de familia”, Ponencia presentada en el IX Congreso Mundial sobre Derecho de Familia”, Panamá, 1996. 275 de Proceso de Mediación para la resolución de los conflictos que se presenten en dicho Órgano. La Ley Nro. 1303 rige la Corte de Arbitraje de Comercio Exterior y en su artículo 2 establece que dicha Corte “funcionará como órgano adjunto a la Cámara de Comercio de la República de Cuba, para conocer y resolver los litigios que surjan entre diferentes países en sus relaciones contractuales de comercio internacional o exterior o en sus vínculos económicos y científico-técnicos, así como los de carácter civil que emanen de esos vínculos o relaciones.” (60) El artículo 3 dispone que “La Corte de Arbitraje de Comercio Exterior conocerá de los litigios señalados en el artículos anterior cuando entre las partes involucradas exista un acuerdo de someter a dicha Corte aquellos que ya hayan surgido o los que puedan surgir en el futuro. Esa conformidad podrá también expresarse por la parte demandante con el solo hecho de presentar la demanda y por la parte demandada mediante la realización de actos procesales que muestren su decisión voluntaria de someterse a la jurisdicción de la Corte, o también comunicando expresamente a la Corte su conformidad en someterse a su jurisdicción.” Así como que “…conocerá igualmente de todos los litigios que las partes estén obligadas a someter a su decisión por haber quedado establecida su competencia en Convenios Internacionales.” (60) Más adelante dedica el capítulo VIII al Procedimiento Voluntario de Conciliación: CAPITULO VIII DEL PROCEDIMIENTO VOLUNTARIO DE CONCILIACIÓN ARTICULO 42.- Si todas las partes interesadas l solicitasen o si lo hace una de ellas y las demás aceptan expresa o tácitamente, los litigios sometidos a la jurisdicción de la Corte podrán ser objeto de conciliación ante el Secretario. ARTICULO 43.- Sometido a conciliación un litigio, el Secretario señalará día y hora para su celebración y librará a ese fin las citaciones correspondientes. El Secretario al dirigir los debates en el acto de conciliación propondrá a que se acuerden fórmulas satisfactorias para todas las partes. ARTÍCULO 44.- Del acto de conciliación se levantará acta en la que se recogerán todas sus incidencias, la que será firmada por las partes y por el Secretario de la Corte. ARTICULO 45.- Si alguna o todas las partes, no concurren a la celebración del acto de conciliación, se dará por intentado y no celebrado y la Corte determinará a quién o a quiénes de los interesados corresponde satisfacer los gastos. ARTÍCULO 46.- Las conciliaciones y las transacciones acordadas por las partes durante el procedimiento de arbitraje tendrán la misma eficacia y fuerza ejecutiva que los laudos dictados por los Tribunales de Arbitraje establecidos por esta Ley. Podemos citar también los estudios del Dr. Armando Castanedo Abay, compilados en su libro “Mediación. Una alternativa para la solución de conflictos” que representa una de las primeras aproximaciones en Cuba a esa temática. El Dr. Castanedo desarrolla desde hace aproximadamente 10 años un Proyecto de Mediación en la Universidad de la Habana con los alumnos de la Facultad de Derecho, que ha tenido muy buenos resultados prácticos y se ha presentado en eventos de carácter nacional e internacional como la Conferencia Internacional de Derecho de Familia. 276 De igual forma debemos resaltar la experiencia de la Dra. en Ciencias Psicológicas Mara Fuentes Ávila reflejada en su libro “Mediación en la Solución de Conflictos” y que ofrece una mirada de este método alterno desde la Psicología Social. Por otra parte algunas Instituciones han realizado esfuerzos en la preparación y capacitación de diversos profesionales en las técnicas y herramientas de la Mediación, estas son: la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, el Centro Félix Varela y el Centro Nacional de Capacitación de la Mujer “Fe del Valle” de la Federación de Mujeres Cubanas. La Organización Nacional de Bufetes Colectivos ha propiciado la presentación y debate del tema en las Jornadas Técnicas a nivel de Bufetes Colectivos, en las Conferencias Jurídicas Provinciales y Nacionales y en el Concurso Anual de la Organización. Paralelamente funciona una Comisión que estudia la factibilidad de dicho método en la labor de los abogados. El Centro Félix Varela desde hace algunos años viene llevando a cabo la línea de trabajo Cultura de paz para un desarrollo sostenible. Entre las múltiples temáticas y metodologías que se utilizan para fomentar la cultura de paz o la prevención de conflictos el Centro “ha decidido centrarse en la educación en métodos alternativos de resolución de disputas, que abarca la negociación, mediación, conciliación y herramientas de la comunicación… … el objetivo ha sido el de capacitar a profesionales y especialistas de instituciones que colaboran con la organización en el temáticas como herramientas de comunicación y negociación, dinámicas de las relaciones intergrupales para promotores de base, y mediación de conflictos interpersonales y de pequeños grupos.”499 Estas capacitaciones han resultado de interés a profesionales y especialistas que trabajan al nivel comunitario, ya que han podido desarrollar su trabajo con más eficacia. Ejemplo de ellos son los(as) trabajadores(as) de los Talleres de transformación integral de barrios, presidentes(as) de los Consejos Populares y delegados de circunscripción, trabajadores(as) de la salud como psicólogos y psiquiatras, activistas y especialistas de la Federación de Mujeres Cubanas, presidentes de los Comités de Defensa de la Revolución, oficiales de prevención y evaluación del Departamento Nacional de Menores del MININT, trabajadores(as) sociales, abogados(as) de Bufetes Colectivos y otros investigadores(as) y académicos(as). (8) Por su parte el Centro de Capacitación de la Mujer “Fe del Valle” de la Federación de Mujeres Cubanas tiene incluido el tema en diferentes cursos del Programa de Capacitación diseñado para sus dirigentes desde el año 2001. El tema se ha impartido en conferencias con el objetivo de reflexionar acerca de la importancia de la utilización de la mediación en las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. También auspiciado por CAFRA las capacitadotas recibieron un curso de Conflictos y mediación. Como parte de este esfuerzo ya se han realizado en Cuba algunos Eventos Internacionales que demuestran la importancia que está adquiriendo el tema en los últimos años. Estos son: La Conferencia del Forum Mundial de Mediación efectuada en 1998 y la I y II Conferencia Internacional de Arbitraje y Mediación celebradas en el 2002 y el 2004, que en el próximo año tendrá su tercera edición. 499 Informe del trabajo del año 2003, Centro Félix Varela, Línea de trabajo cultura de paz para un desarrollo sostenible, enero 2004. 277 Por ello, si bien podemos hablar de avances en la utilización de la mediación en ámbitos tales como el comercial y el laboral, todavía la aplicación de este método en la resolución de conflictos familiares es limitada y muy escasa. 6. Valoraciones finales Es importante finalmente reflexionar sobre la necesidad de una formación específica en Mediación Familiar que garantice la profesionalidad y responsabilidad de los mediadores ante el conflicto que se les presenta. La razón de más peso que sustenta esta afirmación es el complejo ámbito en que se desarrollan las relaciones familiares, donde se entremezclan sentimientos de diversa índole y donde la relación familiar se mantiene a lo largo del tiempo Partiendo de esta necesidad de formación específica en mediación familiar, para las personas que se proponen llevarla a cabo, es imprescindible organizar un programa, teórico y práctico, lo más completo posible que capacite a los(as) especialistas que se van a desempeñar como tales y de esta forma garantizar un ejercicio profesional adecuado. Por otra parte se deben determinar cuáles han de ser los criterios idóneos para la selección de los mismos e identificar los requisitos y conocimientos esenciales que debe tener un(a) mediador(a). De esta forma se evitarían Están relacionadas con la falta de profesionalidad y capacitación de los profesionales que ejercen como mediadores: La efectividad y consolidación de un Proyecto de Mediación Familiar dependen en gran medida de que las personas que ejerzan la mediación familiar estén idóneamente capacitadas para desempeñar tal función. Por todo ello, se hace necesario incorporar al Programa de Formación diversas cuestiones como: quiénes deben ser formados como mediadores(as) y qué perfil profesional deben tener; cuántas horas ha de tener el programa y qué contenido, qué prácticas serán exigibles y qué pruebas habrán de superarse para demostrar su formación; y finalmente sobre la creación del Registro de mediadores(as) y las normas éticas que deben seguir los mismos. Los conceptos que forman parte de la responsabilidad del (la) mediador(a) son parte indisoluble de los Principios que informan el Proceso de Mediación. La ética y profesionalidad con que un(a) mediador(a) asume sus funciones garantiza en gran medida el éxito del proceso y la satisfacción de las partes al involucrarse en él. Es por ello que su adecuada formación garantiza la calidad, seriedad y ética de su actuar, que se expresa en: Neutralidad e imparcialidad: Cuando un(a) mediador(a) considera que por alguna circunstancia, ya sea psicológica, emocional, entre otras, pudiera llegar a actuar parcialmente con relación a una de las partes en el proceso, debe retirarse del mismo. Es obligación del (la) mediador(a) asistir a las partes involucradas de igual manera durante el proceso, facilitando la comunicación y la solución más adecuada del conflicto. Confidencialidad: La información que recibe el (la) mediador(a) en el proceso es confidencial, no se puede revelar a ninguna persona fuera del mismo. Incluso si se efectúan reuniones privadas con cada parte, la información obtenida allí no puede ser usada en las reuniones conjuntas si no está de acuerdo la parte involucrada. Lo mismo ocurre con la utilización de esa información en posibles procesos futuros, lo que debe determinarse con las partes. Como ya vimos hay determinadas excepciones a este principio plasmadas en las regulaciones emitidas al respecto por algunos países, Por lo general con relación al maltrato infantil y a la comisión de hechos delictivos. 278 Garantizar el bienestar psicológico de las partes: El (La) mediador(a) debe estar atento a este punto y si considera que una de las partes requiere atención especializada debe interrumpir temporalmente el proceso y remitir a una consulta de terapia. Garantizar el equilibrio de poder entre las partes. Aspecto de gran importancia, ya que uno de los elementos principales de un proceso de mediación es que exista equilibrio entre las partes, de no existir el proceso debe interrumpirse. Garantizar un acuerdo final justo y objetivo entre las partes. El acuerdo debe ser objetivo, justo, cumplible y acorde a las normas jurídicas vigentes. No tiene sentido un acuerdo que vaya contra lo establecido en la Ley. En ocasiones el proceso de mediación no finaliza con un acuerdo por un “impasse” en el mismo, o porque decidieron llevarlo a la vía judicial. Es por ello que podemos afirmar para concluir que en el ámbito familiar la mediación tiene múltiples ventajas ya que es un proceso económico al ser menos costoso que el proceso litigioso ante los Tribunales. Es una alternativa que reduce el tiempo para llegar a un acuerdo y produce rápidos, duraderos y satisfactorios resultados para ambas partes, al ser éstas protagonistas y responsables de los acuerdos tomados en un proceso donde la interrelación entre ellas fue positiva, y aumenta la creatividad y el empoderamiento personal, así como la capacidad para solucionar futuros conflictos. Bibliografía 1. Aigneren, Miguel. “La técnica de recolección de información mediante los grupos focales. Biblioteca virtual en Población. Centro Centroamericano de Población. Artículo publicado en CEO, Revista Electrónica Nro 7, http://huitoto.udea.edu.co. 2003 2. Álvarez Suárez, Mayda B., La comunicación familiar. Su influencia en la formación de adolescentes y jóvenes. Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias Psicológicas. Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. Academia de Ciencias de Cuba. Departamento de Estudios sobre Familia. Ciudad de la Habana, 1993. 279 3. Álvarez Torres, Osvaldo Manuel. Procedimiento familiar en Cuba: Una necesidad impostergable. Ponencia. 2001. 4. Alzate Sáez de Heredia, Ramón. La mediación, un instrumento pedagógico para la transformación de los conflictos. Artículo. Curso de Verano Universidad Complutense de Madrid. “Conflictos familiares e interculturalidad: La mediación como proceso de gestión de conflictos”. Julio 2003. 5. Arias Londoño, Melba. La mujer y la Conciliación en Derecho de Familia. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 6. Cano Córdoba, Corina. La mediación en los procesos de divorcio: una alternativa a los problemas familiares. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 428. 7. Castanedo Abay, Armando. Mediación. Una alternativa para la solución de conflictos. Colegio Nacional de Ciencias jurídicas y Sociales. Hermosillo, Sonora, México. 2001. 8. Centro Félix Varela. Informe del trabajo del año 2003. Línea de trabajo cultura de paz para un desarrollo sostenible. Enero 2004. 9. Colón Díaz, Edda. Procesos de Mediación en casos de familia. Experiencia del Centro judicial de Ponce, Puerto Rico. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 94. 10. Contreras Saronic, Oscar. Los niños en mediación familiar ¿Objetos de protección o sujetos de derecho? Página en Internet MEDIANDO, Servicio y formación en Mediación. 11. 1950. Diccionario de Derecho Privado. Editorial Labor, S.A. Barcelona-Madrid. Tomo I. 12. Diccionario Enciclopédico Salvat. Tomo IV. Segunda edición. Salvat Editores, S.A. 1945. 13. Diccionario Filosófico. M. Rosental y P. Iudin. Editora Política. 1981. 14. Diez, Francisco y Tapia, Gachi. Mediación. Herramientas para trabajar en mediación. Editorial Paidós. 1999. 15. Doménech, José Ruiz. Coordinación de una juez de relaciones de familia con un centro de mediación de conflictos. La experiencia de la región judicial de Carolina. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 111. 16. Enrique Antón, Ricardo y Albohri Telias, Debora. Mediación familiar. La mediación en el juicio de alimentos. (A propósito de su aplicación en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires)”. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 17. Escalante Barboza, Kattia. Nueva visión de la conciliación en materia de familia y su relación con el interés superior del niño. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 280 18. Fanzolato, Eduardo. La mediación en la liquidación de bienes matrimoniales. Argentina. Artículo INTERNET. 2002. 19. Federación de Mujeres Cubanas. “Memorias del VI Congreso de la FMC. 1995. 20. Federación de Mujeres Cubanas. Informe Central VII Congreso FMC. Editorial de la Mujer. 2000. 21. Federación de Mujeres Cubanas. “Así fue nuestro Congreso”. Editorial de la Mujer. 2000. 22. Federación de Mujeres Cubanas. Esfera de Trabajo Comunitario. Memorias II Taller Nacional. Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. Diciembre 2000. UNICEF. 23. Federación de Mujeres Cubanas. Informes de la Esfera de Trabajo Comunitario de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas. Años 1999, 2000, 2001, 2002 y I Semestre del 2003. 24. Fuentes Ávila, Mara. Mediación en la solución de conflictos. Centro Félix Varela. La Habana, 2000. 25. Gálvez Flores, Carmen Irene y Morales Maury, Mirella del Carmen. Generación de un contexto de consultoría en el contexto socio jurídico previo a la conciliación familiar. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 26. 2003. García Villaluenga, Leticia. Experiencias de la Mediación en España. Ponencia 27. Gimenez, Carlos. La naturaleza de la mediación intercultural. Revista Migraciones. Número 2. Madrid. 1997. 28. Gorvein, Nilda S. Divorcio y Mediación. Construyendo nuevos modelos de intervención en mediación familiar. Maldonado Editores. Tercera edición 1999. Mérida, Yucatán, México. 29. Grajales, Tevni. Inteligencia Emocional entre maestros de secundaria de la Ciudad de Monterrey, Nuevo león, México. Febrero 1999. INTERNET. 30. Hinojal López, Silvia. La mediación familiar en el ámbito de las administraciones públicas. La mediación familiar en el divorcio o proceso legal de separación: diferentes programas de intervención y desarrollo de la mediación familiar en España. Otras instituciones y Centros que intervienen en mediación familiar. Ponencia 2003. 31. Iñigo, Delia Beatriz. Buenos Aires. Argentina. “Mediación: Instrumento válido en las cuestiones de familia”. Ponencia presentada en el IX Congreso Mundial sobre Derecho de Familia”. Panamá 1996. 32. Latorre, Héctor. Un nuevo enfoque en la resolución del conflicto: Mediación narrativa. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 285. 33. Markus, Miriam. La narrativa en las mediaciones. Acerca de las Intervenciones del Mediador. Página Web Mediando. Servicio y formación en mediación. Artículo INTERNET. 2003. 34. Marlon, Lenard. Mediación Familiar. Una práctica en busca de una teoría. Una nueva visión del derecho. Ediciones Granica S.A. Barcelona. 1999. 281 35. Márquez Algara, Maria Guadalupe. Justicia alternativa en derecho de familia en México. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 36. Memorias. II Taller Nacional. Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. Federación de Mujeres Cubanas. UNICEF. Diciembre 2000. 37. Mesa Castillo, Olga; Álvarez Torres, Osvaldo M.; Palenzuela Paez, Luis L. Fundamentación de la necesidad de implementar en Cuba el Derecho Procesal de familia. Ponencia. 1999. 38. Moreno Pineda, Maria Consuelo. La conciliación una respuesta humana a los conflictos de familia. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 39. Negrón Martínez, Mildred. La mediación y administración de justicia en Puerto Rico. 1999. Artículo INTERNET. 40. Ortega Ruales, Francisco Efrén. La solución de conflictos de familia y de infancia no es del ámbito exclusivo del Derecho. Ponencia presentada en el XII Congreso Mundial de Derecho de Familia. La Habana, Cuba. Septiembre de 2002. 41. Pasquet, María Alejandra. La mediación familiar y los Tribunales de Familia. NETJURÍDICA. Artículo INTERNET. 2003. 42. Picard, Cheryl A. Mediación en Conflictos interpersonales y de pequeños grupos. Publicaciones Acuario. Centro Félix Varela. La Habana, 2002. 43. Roca, Manuel. Inteligencia emocional. INTERNET. 44. Ruberté, Jaime. Mediación en Puerto Rico: legislación V reglamentación. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 291. 45. Roveda, Eduardo. Mediación y violencia familiar. Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico. Vol. 62 octubre-diciembre de 2001 Nros. 3 y 4. Edición Especial. Memorias del Congreso Internacional de Métodos Alternos: Mediación, Evaluación neutral y arbitraje. Pág. 414. 46. Sánchez F, Flora E. La mediación. Instrumento de Solución de conflictos. Artículo INTERNET Legal Info-Panamá. 47. Suares, Marinés. Mediando en sistemas familiares. Editorial Paidós. Argentina. 1ra Edición, 2002. 48. Suares, Marinés. Mediación Comunitaria. Página Web Mediando. Servicio y formación en mediación. Artículo INTERNET. 2003. 49. Suares, Marinés. Mediación familiar: Deconstrucción de una complejidad. Página Web Mediando. Servicio y formación en mediación. Artículo INTERNET. 2003. 50. Suares, Marinés. Hipertexto: Discurso de apertura. Página Web Mediando. Servicio y formación en mediación. Artículo INTERNET. 2003. 51. Vecchi, Silvia E. y greco, Silvana. Mediación familiar. Argentina. 2003. Artículo INTERNET. Legislación y documentos internacionales. 52. Código de Familia. Cuba. 282 53. Código de Familia. Panamá. 54. Constitución de la República. Cuba. 55. CPR. Modelos de la CPR y Procedimientos ADR. Comité de Asesoría Europeo del CPR. Mayo 1996. 56. Informe al grupo de trabajo sobre arbitraje acerca de la labor realizada en su 35 periodo de sesiones. (Viena 19 al 30 de noviembre de 2001). Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional. 35 Periodo de sesiones. Nueva Cork, 17 al 28 de junio de 2002. 57. Informe al Secretario General. Asamblea General Naciones Unidas. Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional. Grupo de trabajo sobre Arbitraje. 34 Periodo de sesiones. Nueva Cork, 21 de mayo a 1ro de junio de 2001. Arreglo de controversias comerciales. Preparación de disposiciones uniformes sobre: la forma escrita del acuerdo de arbitraje, las medidas cautelares, y la conciliación. 58. Leyes y Proyectos de Leyes de las Comunidades Autónomas de España. Cataluña, Castilla-La Mancha, Andalucía, Galicia, Valencia. Curso de Verano Universidad Complutense de Madrid. “Conflictos familiares e interculturalidad: La mediación como proceso de gestión de conflictos”. Julio 2003. 59. Ley Procesal de Familia. El Salvador. 60. Ley 1303 sobre la Corte de Arbitraje de Comercio Exterior. Cuba. 61. Libro Verde sobre las modalidades alternativas de solución de conflictos en el ámbito del derecho civil y mercantil. Comisión de las Comunidades europeas. Bruselas, 19.04.2002. 62. Reglamento de Métodos Alternos para la Solución de Conflictos. Tribunal Supremo de Puerto Rico. 25 de junio de 1998. Otros 63. Notas de clase y transparencias. Curso de Verano Universidad Complutense de Madrid. “Conflictos familiares e interculturalidad: La mediación como proceso de gestión de conflictos”. Directora: Dra. Leticia García Villaluenga y Coordinadora: Silvia Hinojal López. Julio 2003. 64. Plegable Curso de Experto en Mediación. Ámbitos de actuación y técnicas aplicadas en la resolución de conflictos. Octubre 2002-junio 2003. 283 El pacto de acogida del Derecho catalán: instrumento de protección de las personas dependientes Dra. Montserrat PEREÑA VICENTE Profesora Titular de Derecho Civil Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Sumario: 1. Introducción. 2. Concepto. 3. Características del contrato. 4. Elementos personales. 5. Elementos reales. 6. Elementos formales. 7. La extinción y sus efectos. 8. Para concluir. Bibliografía. 1. Introducción Se os ha dicho que, como una cadena, sois tan débiles como vuestro más débil eslabón. Esto es sólo una parte de la verdad. Sois también tan fuertes como vuestro eslabón más fuerte.500 La protección integral de las personas con discapacidad o en situación de dependencia, ha experimentado un impulso en la legislación española, consecuencia de la declaración del año 2003 como Año Europeo de las Personas con Discapacidad. Se han elaborado diversas normas, estatales y autonómicas cuyo objetivo es la integración de las personas con discapacidad. Sin embargo, existe una legislación anterior a este año, no sólo en el Código civil, sino también en el ámbito autonómico. El legislador catalán, sensible a estas necesidades, reguló el Pacto de Acogida mediante Ley de 29 de diciembre de 2000. La protección integral de las personas con discapacidad no puede lograrse con políticas aisladas. Exige un estudio en profundidad de sus problemas, en todos los ámbitos, ofreciendo soluciones a todos los aspectos de su realidad, diferentes en función del tipo de discapacidad y del grado que la misma presente. Y es que estos factores condicionan el tipo de medida que corresponda adoptar, pues mientras en algunos casos, la supresión de las barreras arquitectónicas supone la plena integración en la vida social de la persona con discapacidad, sin que necesite ninguna otra medida especial de protección o asistencia, en otros, el grado de minusvalía o dependencia exige la adopción de medidas de asistencia y ayuda, no sólo desde un punto de vista socio-sanitario sino también jurídico-patrimonial. Sabemos que no es fácil tarea. Exige, además de una clara voluntad política, la dedicación de medios y esfuerzos de todas las Administraciones Públicas y la coordinación de todos los niveles de ésta, estatal, autonómico y local. Admitiendo que existe esa voluntad política, las dificultades técnicas son importantes. La primera de ellas es de orden terminológico. La dispersión normativa que existe en la materia, provoca la utilización de términos diferentes para referirse a situaciones idénticas y, 500 KHALIL GIBRAN, El Profeta. 284 al contrario, en ocasiones se designa del mismo modo a situaciones que son radicalmente diferentes. Además de la dispersión normativa, contribuyen a este problema terminológico los diferentes enfoques de la situación que se realizan desde los diferentes ámbitos jurídicos. Existen unos términos comúnmente admitidos cuando se trata de legislación laboral y otros si las normas son civiles, diferentes a su vez de los que consagran las normas de asistencia sociosanitaria. Esta dispersión terminológica crea confusión y, en muchos casos, dificulta la aplicación de las normas jurídicas y, en ocasiones, priva a sus teóricos destinatarios de disfrutar de los derechos que las mismas les conceden. Por eso, entendemos que el primer paso debe ser intentar encontrar una terminología clara y uniforme para designar las realidades a las que se dirigen las políticas legislativas. De lo contrario, podemos encontrarnos con normas como la Ley de 18 de noviembre de 2003 que, siendo su título “de protección patrimonial de las personas con discapacidad”, mezcla la protección de las personas con discapacidad de la que dispensa a los judicialmente incapacitados, provocando una confusión que deriva en la desprotección de unos u otros en función de los criterios, a veces ilógicos que la Ley tenga en cuenta para convertir a unos u otros en destinatarios de sus instituciones. Aclarada la cuestión terminológica, que a su vez exigirá un esfuerzo previo de conocimiento de la realidad socio-económica y socio-sanitaria de las personas con discapacidad, se puede proceder al estudio de las respuestas que el ordenamiento jurídico ofrece a estos colectivos. Es evidente que la Administración Pública tiene la responsabilidad de la atención integral de las personas con discapacidad o en situación de dependencia. Pero parte de esa responsabilidad no exige, necesariamente, la intervención directa de la Administración en la asistencia, de todo tipo, que estas personas necesitan. Lo que reclama es que se dote a los particulares de los instrumentos e instituciones necesarios para que, cada uno en la medida de sus posibilidades, y de acuerdo con los principios de dignidad y libre desarrollo de la personalidad, disponga de los mecanismos adecuados para su auto-protección y asistencia o la de sus próximos. Cuando se habla de políticas de asistencia, a menudo se centra demasiado en el ámbito del Derecho Público, olvidando que el Derecho civil, es el que regula todo lo relativo a la persona y sus circunstancias vitales, su capacidad, incapacidad, instituciones de guarda y protección personales y patrimoniales. Son muchas y diferentes las instituciones de protección que el Derecho civil pone a disposición de los particulares para la protección y asistencia de la persona en aquellos supuestos en los que ésta presenta una enfermedad o discapacidad. Porque, si es necesaria la integración laboral, cuando ello sea posible, y la asistencia socio-sanitaria, no lo es menos la protección patrimonial de estas personas, porque la realidad demuestra que, en la mayor parte de los casos, son personas vulnerables, necesitadas de una especial protección personal y patrimonial y que, en la mayor parte de los casos, la realidad, aunque triste es reconocerlo, demuestra que el Estado no cubre todas sus necesidades vitales. 285 Así, instituciones como la incapacitación judicial o la tutela, clásicas en nuestro ordenamiento jurídico, despiertan ciertos recelos en la mayor parte de los casos, provocados por su desconocimiento, cuando, incluso reconociendo que el procedimiento de incapacitación no es todo lo adecuado que debería para estas situaciones, la incapacitación no es una medida punitiva, sino todo lo contrario, de protección de la persona que no puede gobernarse por sí misma. No debemos ignorar los riesgos que para la integridad patrimonial de las personas supone, o puede suponer, la existencia de una enfermedad que les impida el autogobierno y que, si no están debidamente protegidas, puede conducir a la conclusión de contratos en condiciones totalmente desequilibradas en las que la otra parte, se aprovecha de esa falta de capacidad. Esto es especialmente peligroso cuando, en los últimos años de la vida, el progresivo deterioro de las facultades intelectuales, lleva a las personas mayores a poner en peligro su patrimonio y, con ello su propia subsistencia. El ordenamiento jurídico tiene que ofrecer instrumentos de protección para, en la medida de lo posible, evitar estas situaciones. Y si una institución tan clásica como la incapacitación es, para muchos, una gran desconocida, no digamos nada de instituciones más recientes introducidas en nuestro ordenamiento jurídico por las normas aprobadas con ocasión del Año Europeo de las Personas con Discapacidad: 2003. Así, la posibilidad de crear un patrimonio protegido que ofrece la ley a las personas con discapacidad o a los padres y familiares de éstos, para, con el mismo, atender a sus necesidades vitales. O el nuevo contrato de alimentos, regulado en el Código civil, que permite atender a las necesidades vitales y asistenciales de una persona dependiente. Especialmente adecuado es este contrato, para las personas mayores con recursos económicos limitados501. La escasa cuantía de las pensiones, y el elevado coste de la vida y de los servicios asistenciales a la tercera edad, provocan que, por desgracia con demasiada frecuencia, las personas de edad avanzada no dispongan de medios suficientes o al menos de liquidez suficiente para atender a sus propias necesidades, que aumentan a medida que aumenta su dependencia. Para hacer frente a esos gastos para atender a sus propias necesidades, tienen dos alternativas: vender, o mejor dicho, mal vender, el que, con mucha frecuencia es su único y más preciado bien: la vivienda habitual, o, por el contrario, aferrarse a la casa en la que han vivido y dado vida durante una gran parte de su existencia, a cambio de la desatención y renunciando a una asistencia que el Estado no les presta y ellos no pueden permitirse. Los cambios socio-económicos502 producidos en nuestro país en las últimas décadas, unidas a una nueva concepción de la familia y, también, porqué no decirlo, al apartamiento 501 Sobre los nuevos instrumentos de protección de las personas con discapacidad, ver: DÍAZ ALABART, S., La protección jurídica de las personas con discapacidad, 2004; GÓMEZ LAPLAZA, Mª C., Consideraciones sobre la nueva regulación del contrato de alimentos, RDP marzo-abril 2004; LINACERO DE LA FUENTE, M., Protección jurídica de las personas mayores, Actualidad Civil nº 19, 2004. 502 A todos estos cambios se refiere el Libro Blanco de atención a las personas en situación de dependencia en España elaborado por el Ministerio de Trabajo. Capítulo I, pág. 19: “Tradicionalmente, han sido las familias las que han asumido el cuidado de las personas dependientes, a través de lo que ha dado en llamarse “apoyo informal”. Para ser más exactos, habría que puntualizar que esa función ha recaído y recae, casi en exclusiva, en las mujeres del núcleo familiar (esto es, en las madres, cónyuges, hijas o hermanas de las personas dependientes), y, dentro de éstas, en las mujeres de mediana edad, sobre todo en el grupo formado por las que tienen entre 45 y 69 años. 286 sistemático que sufren los ancianos en una sociedad en la que tanto produces tanto vales, todos estos factores unidos al aumento de la esperanza de vida, hace que sean muchas, y cada vez más, las personas que se encuentren en esta situación. Por eso, porque hay que ser realista y va a resultar muy complicado que las arcas del Estado alcancen para todo, es necesario, primordial, si se quiere, que el ordenamiento jurídico ofrezca soluciones adecuadas para garantizar la asistencia, allí donde la mano del Estado no quiere o no puede llegar. Por otra parte, estas instituciones permiten algo que desde la Administración Pública es más complicado, adaptar los mecanismos de ayuda a las necesidades y realidades que cada El incremento cuantitativo de las situaciones de dependencia, motivado por el envejecimiento de la población y por el incremento de la movilidad, coincide en el tiempo con cambios importantes en el modelo de familia y con la incorporación progresiva de la mujer al mercado de trabajo, fenómenos ambos que están haciendo disminuir sensiblemente la capacidad de prestación de cuidados informales, haciendo que el modelo de apoyo informal, que ya ha empezado a hacer crisis, sea insostenible a medio plazo. Esa insostenibilidad se debe, por una parte, a razones estrictamente demográficas, pues cada vez existen menos mujeres en edad de cuidar y más personas que precisan cuidados de larga duración. Pero no se trata sólo de un problema de número. La insostenibilidad del modelo de apoyo informal se debe también a las transformaciones que están experimentando las estructuras familiares: -La desaparición de la familia extensa, que proporcionaba asistencia y proveía de recursos a todos sus miembros por núcleos familiares más reducidos. -El desdibujamiento del perfil de institución permanente de la familia, que se traduce en un incremento del número de separaciones, divorcios y nuevos matrimonios. -La creciente movilidad geográfica de los distintos miembros de la familia, que aleja a los familiares directos y debilita las redes de solidaridad familiar. -La variedad de modelos familiares coexistentes (incremento de personas que viven solas, familias monoparentales, uniones de hecho...). -La democratización en las relaciones intergeneracionales y entre los miembros de la pareja; la permanencia de los hijos en la casa familiar hasta edades que llegan a superar los 30 años. -Y, sobre todo, los cambios profundos en la posición social de las mujeres y, por ende, en su rol dentro de la familia. Este conjunto de circunstancias ha sometido a la familia a importantes tensiones de adaptación. La institución familiar sigue cumpliendo sus funciones clásicas, pero se ha visto obligada a hacer frente, además, a nuevas demandas, como resultado del retraso en el proceso de independización de los hijos y de la mayor carga de cuidados que supone el incremento en el número de personas dependientes. Estas cargas recaen fundamentalmente en las mujeres de las generaciones intermedias, y entran en contradicción directa con las demandas derivadas del cambio que se está produciendo en el rol social de las mujeres, que se están incorporando de manera muy activa al mundo del trabajo retribuido y al conjunto de las instituciones sociales.... Por otra parte, la difícil conciliación entre la vida familiar y el trabajo remunerado retroalimenta el fenómeno del envejecimiento poblacional, pues ha originado el retraso de la maternidad y una brusca y continuada reducción de la misma. En el ciclo vital de las mujeres hay una coincidencia temporal entre el periodo de maternidad y crianza de los hijos y el de integración y consolidación laboral, y la falta de adecuación del trabajo a esta realidad origina, por un lado, una generalización de las decisiones tendentes a retrasar los nacimientos, tener un solo hijo, e incluso no tenerlo, y por otro lado (aunque cada vez en menor medida), la interrupción o el abandono de la carrera laboral El nuevo papel social de las mujeres ha venido acompañado de profundas transformaciones en la estructura familiar, entre las que destacan una importante reducción de tamaño de los hogares y la diversificación de las formas de convivencia. Aunque el modelo predominante sigue siendo la familia conyugal nuclear, ésta se encuentra en proceso de disminución en la medida en que se ha producido un fuerte aumento de otros tipos de familias.” 287 persona, lo que redundará en un mayor respeto a la libertad y dignidad de las personas que es, o debe ser, uno de los principios rectores de esta política. Es el momento de plantearse la elaboración de un “Estatuto” de las personas con discapacidad, incapacidad y en situación de dependencia, en el que combinando el principio de autonomía de la voluntad y la protección de la parte débil, se acometa, por fin, una regulación integral, técnica, coherente y ajustada a las necesidades que cada uno de estos colectivos reclama. Mientras llega este momento, tendremos que analizar con sentido crítico, las diferentes medidas que el legislador adopta, una de ellas, de gran trascendencia, el Pacto de Acogida. La Ley del Parlamento catalán de 29 de diciembre de 2000 de Acogida de Personas Mayores, regula el pacto de acogida, pero, a pesar de su título, no lo limita a éstas, sino que se refiere también a las personas con discapacidad y a las que se encuentran en situación de dependencia. Esta Ley se complementa con otra de 13 de julio de 2001, de Acogida Familiar para Personas Mayores, en la que se regula la acogida como servicio social. 2. Concepto El artículo 1 de la Ley de 2002 define el pacto de acogida como la vinculación que se establece, por razón de edad o discapacidad, entre dos partes, en condiciones parecidas a las relaciones de parentesco y a cambio de una contraprestación Más allá de la definición de esta Ley, lo define HERAS HERNÁNDEZ503 como “aquel contrato que tiene por objeto regular las relaciones jurídicas cuasifamiliares creadas en virtud de los pactos y convenios suscritos por las partes que se generan entre acogedores y acogidos.” 3. Características del contrato a) Civil o administrativo La intervención de la Administración pública en este contrato, hace que se pueda cuestionar el carácter civil o administrativo del mismo. Sin embargo, aunque con intervención de la Administración, estamos ante un contrato civil, regido por el principio de autonomía de la voluntad, cuyo régimen jurídico se contiene en la Ley de 2000. b) Contrato formal A pesar de que el consentimiento es esencial para que se perfeccione el contrato, precisamente por que aquél es elemento esencial de éste, no podemos afirmar que se trate de un contrato consensual, pues la exigencia de escritura pública e inscripción lo convierten en una de las excepciones al principio de libertad de forma, es decir, en un contrato formal. Y es doblemente formal porque se exige escritura pública para su constitución, pero, además, la Ley determina el contenido mínimo de dicha escritura. 503 HERAS HERNÁNDEZ, Mª. M., El contrato de acogimiento familiar de personas mayores, Revista de Derecho Privado, julio-agosto 2004, pp. 443-488, p. 444. 288 c) Bilateral Es un contrato del que nacen obligaciones para ambas partes contratantes, e, incluso, algunas de esas obligaciones son iguales para el acogedor y el acogido. Sin embargo, el carácter bilateral del contrato puede quedar un poco difuminado por la propia estructura del mismo. Así como en el contrato de alimentos vimos cómo la contraprestación a que se obligaba el alimentista se comprendía en el mismo contrato, dicho de otro modo, el título para la transmisión del bien o derecho de que se tratase era el propio contrato de alimentos, no ocurre lo mismo en el pacto de acogida. En éste, el legislador, sin hacer referencia expresa a la cuestión, está presuponiendo que el pago de la contraprestación que debe llevar a cabo la persona acogida pueda hacerse mediante la entrega de dinero o mediante la cesión de bienes, y, en este último caso, la cesión de bienes no se realizará en concepto de contraprestación, sino que se instrumentará como una donación. Ello puede suponer un debilitamiento de esa interdependencia que existe en las obligaciones bilaterales. d) De tracto sucesivo Se trata de un contrato en el que las prestaciones de, al menos una de las partes, no son de ejecución única, sino que se prolongan en el tiempo, e, incluso, el artículo 3.4 de la Ley establece un tiempo mínimo por el que debe pactarse la acogida que es de tres años. El plazo es mínimo, por lo que podrá no pactarse una duración al mismo, o, podrá establecerse que durará mientras dure la vida de la persona o personas acogidas. e) Oneroso La Ley configura este contrato como retribuido, por lo que, como apunta HERAS HERNÁNDEZ504, la onerosidad se considera elemento esencial del mismo, porque, para cada una de las partes contratantes, la causa está en la prestación de la otra parte. El artículo 1.1 dice expresamente “a cambio de una contraprestación.” El hecho de que se configure como un contrato oneroso no quiere decir que no se pueda llevar a cabo un contrato de acogimiento gratuito. Será posible, pero no quedará sujeto a esta Ley. f) Personalísimo Al igual que ocurría en el contrato de alimentos, también en éste la consideración a la persona del otro contratante es esencial para la conclusión del contrato. Por ello, no podrá sustituirse ni la persona acogida ni la acogedora, ni estos podrán ceder sus posiciones en el contrato. Debemos tener en cuenta que este carácter deriva no sólo de lo especial y personal que resulta el tipo de prestación que asume la persona que acoge, 504 HERAS HERNÁNDEZ, Mª. M., op. cit. p. 447. 289 sino que, además, de acuerdo con el artículo 2 de la Ley, las personas acogedoras y las acogidas conviven en la misma vivienda. 4. Elementos personales a) Partes en el contrato Son el acogedor y el acogido. Tratándose del acogedor, éste podrá ser una persona, un matrimonio o unión estable, o una familia monoparental. El acogido podrá igualmente ser una sola persona, un matrimonio o unión estable o parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o adopción. La duda que surge, es si, en este último caso, podrán ser más de dos los acogidos. La literalidad del artículo 1.2 no aclara la cuestión, aunque deja claro que la regla general será la acogida de una sola persona. De acuerdo con este planteamiento ¿no será posible el acogimiento de un matrimonio con su hijo discapacitado? Parece que una interpretación literal de la Ley nos llevaría a una respuesta negativa. Sin embargo, no creemos que tenga mucho sentido llegar a esta solución que supondría la disgregación de la familia o la imposibilidad de formalizar un contrato de este tipo, cuando la finalidad del legislador es claramente proteccionista de las personas dependientes y con discapacidad. Desde otro punto de vista, no cualquier persona puede ser acogido, sino que se exige que se cumpla, alternativamente alguno de los supuestos previstos: ser una persona con discapacidad, aunque la Ley no exige un grado mínimo de minusvalía, ser persona dependiente o tener más de sesenta y cinco años. b) Impedimentos La especial relación que produce este contrato entre las partes contratantes, que va más allá de una mera relación contractual, haciendo surgir lo que HERAS HERNÁNDEZ ha denominado relaciones cuasifamiliares o cuasiparentales, hace que en la regulación al mismo, existan detalles que nos lo aproximen a instituciones como el matrimonio. No en vano, el artículo 1.1 se refiere a “condiciones parecidas a las relaciones de parentesco”. Así, el artículo 2.2 establece que “personas acogedoras y acogidas deben prestarse ayuda mutua y compartir los gastos del hogar y el trabajo doméstico de la forma pactada, que debe responder a las posibilidades reales de cada parte”. El contrato crea, por tanto, algo así como una comunidad de vida, muy semejante a la que crea el matrimonio; no hay más que recordar las obligaciones de ayuda y socorro mutuo que imponen los artículos 67 y 68 del Código civil para el matrimonio. Pero, además, la Ley contiene una serie de exigencias en cuanto a los elementos personales que, haciendo de nuevo el paralelismo, podríamos denominar impedimentos, pues, como los del matrimonio, impiden la celebración de este contrato. Así: 1. No podrá existir relación de parentesco hasta segundo grado entre acogedor y acogido. La Ley no se refiere en ese supuesto a qué tipo de parentesco ha de tratarse, por lo que podría pensarse que se trata de todo tipo de parentesco. 290 Sin embargo, no creemos que esta sea la interpretación que debe prevalecer, si realizamos una interpretación sistemática. Así observamos que cuando la ley se refiere al parentesco, con ocasión de establecer el que ha de haber entre las personas acogidas, se refiere al segundo grado de consanguinidad o adopción, por lo que también podría acogerse este criterio. 2. La edad es otro de los impedimentos que consagra la Ley. El acogido de menos edad, deberá tener, como mínimo quince años más que el acogedor. Esta diferencia de edad no es necesaria cuando el acogido sea una persona con discapacidad o dependencia. 3. Por último, la Ley de 13 de julio de 2001, regula la obtención de la declaración de idoneidad, que es algo así como el expediente matrimonial. De acuerdo con el artículo 3 de dicha Ley, la Administración Pública deberá expedir la declaración de idoneidad del acogedor o los acogedores, antes de que se formalice el pacto de acogida. No está claro si esta declaración se exigirá respecto de los pactos de acogida que se formalicen al amparo de la Ley de 2000 que estamos analizando, pues aunque la Ley de 2001 se refiere expresamente a la misma, en ningún momento aclara esta cuestión. Sin embargo, entendemos que para evitar situaciones de abuso, debe exigirse la intervención de la Administración Pública, tanto en la fase de preparación, emitiendo el correspondiente certificado de idoneidad, como en la fase de ejecución, desempeñando una labor de control “velando por que se lleve a efecto el adecuado desenvolvimiento y gestión de la acogida”. c) Capacidad Los acogedores deben ser mayores de edad y tener plena capacidad. Los acogidos podrán tener plena capacidad o no. En este último caso, deberá consentir el tutor o representante legal, o el propio interesado acompañado por su curador, pero, además, la Ley exige, en este caso, autorización judicial y exige que sea escuchada la persona acogida si tiene discernimiento suficiente. 5. Elementos reales Son las prestaciones a que se comprometen ambas partes. La persona acogedora se compromete, de acuerdo con el artículo 2.1 de la Ley, a cuidar al acogido, darle alimentos, prestarle asistencia, procurar su bienestar y atenderle en situaciones de enfermedad. Pero todas estas atribuciones no significan que tenga la administración de los bienes ni la representación del acogido. Las personas acogidas se comprometen a pagar una contraprestación que podrá consistir en dinero o en la cesión de bienes muebles o inmuebles. Varias son las cuestiones que se 291 suscitan respecto a la contraprestación cuando ésta tiene lugar por cesión de bienes, especialmente, cuando se trata de bienes inmuebles. La primera, a la que ya hemos hecho alusión, se refiere a que el propio contrato no es título de la transmisión, porque la Ley admite expresamente que la cesión pueda hacerse por donación (artículo 4.3). En tal caso, se tratará, imaginamos, de una donación remuneratoria. Esta desvinculación supone una ruptura del nexo causal entre ambas contraprestaciones, lo que, en caso de incumplimiento, puede dar lugar a problemas. Dicha donación, podrá ser intervivos o mortis causa. En el ámbito del Derecho común, el Código civil no admite ni reconoce expresamente la figura de la donación mortis causa y la doctrina se muestra reacia a admitirla. Sin embargo, el Código de Sucesiones del Derecho catalán, aprobado por Ley de 30 de diciembre de 1991, sí las admite y regula. Se trata de actos de última voluntad pero que no exigen forma testamentaria para su validez. Son revocables y no transmiten la propiedad hasta la muerte del donante-acogido, siendo necesario que éste premuera al acogedor para que produzcan efectos. Esto puede plantear problemas en el supuesto en que el donatario premuera al donante, porque, entonces ¿se puede seguir hablando de que existe remuneración? ¿Podrán los herederos del acogedor reclamar dicha remuneración? O, por el contrario, ¿se entiende que es parte del riesgo que se asume al celebrarse este contrato? 6. Elementos formales Se exige escritura pública de constitución, de la que el artículo 4.2 describe su contenido esencial pues exige que se hagan constar: -las contraprestaciones de cada parte -los derechos y obligaciones de cada parte -en su caso, las donaciones realizadas por la persona del acogido a los acogedores o a los terceros que designen. Esta exigencia de forma es esencial, es decir, se trata de un requisito ad solemnitatem. Además de la escritura pública, se exige la inscripción en el Registro de Acogida Familiar de Personas Mayores, creado por la Ley de 13 de julio de 2001, que depende del Departamento de Bienestar Social. 7. La extinción y sus efectos Los efectos que la extinción produce son seguramente, la parte más novedosa, radical y controvertida de la Ley. No en vano, dedica a la misma un Capítulo entero, cuya extensión es superior al resto de la misma. 292 a) Causas de extinción El artículo 5 regula las causas de extinción, para en los artículos siguientes dar paso a los efectos de la misma, distinguiendo entre los que se producen en vida de los contratantes de los que se producen por muerte de alguno de éstos. Se contemplan como causas de extinción, como no podía ser de otro modo, la muerte o declaración de fallecimiento de cualquiera de las partes. En aquellos casos en los que sean dos los acogidos, se extingue por la muerte de los dos. Si la pluralidad está del lado de los acogedores, el efecto no es igual. La muerte de uno de ellos da lugar a la extinción si el sobreviviente justifica que él sólo no puede cumplir las obligaciones asumidas. En otro caso, no tendrá lugar la extinción hasta la muerte de ambos, pero se podrá revisar la contraprestación pactada. Además de la muerte o declaración de fallecimiento, se reconocen como causas de extinción, las que expresamente hubiesen acordado las partes en el momento de la celebración del contrato, y el mutuo disenso. Pero, además, la Ley consagra como causa de extinción el desistimiento unilateral, aunque lo denomina resolución. De este desistimiento unilateral exige dos requisitos formales que se convierten en esenciales: que la voluntad de desistir se manifieste en escritura pública y que se notifique fehacientemente a la otra parte, con seis meses de antelación. También se consagra como causa la resolución del contrato por incumplimiento de la otra parte de sus obligaciones. b) Efectos de la extinción en vida de las partes En los casos en los que la extinción se produce por concurrir alguna de las causas previstas en la escritura de constitución o por mutuo disenso, los efectos que se producirán son los previstos por las partes, además del efecto común a todos estos supuestos que es la revocación automática de los poderes que cualquiera de las personas acogidas haya otorgado a favor de la persona o personas acogedoras o viceversa. Si la extinción se produce por desistimiento unilateral o por resolución, se prevén efectos con relación a la vivienda habitual, para aquél que no sea titular de la misma. Si la extinción es por desistimiento, aquel que no sea titular de la vivienda deberá abandonarla en el plazo de tres meses. Formulado en positivo, significa que tendrá derecho a quedarse en la vivienda durante ese tiempo. Este plazo se acorta cuando la extinción tiene lugar por resolución en caso de incumplimiento de la otra parte. Pero, entonces, no existe un único plazo, sino que éste será diferente. El criterio de distinción que utiliza el legislador no es el de quién ha incumplido, sino el de quién sea la persona que tiene que abandonar la vivienda por no ser titular de la misma. Si es el acogedor, el plazo será de 15 días. En cambio, si es el acogido, el plazo se alarga hasta los dos meses, en ambos casos contados desde que se notifique la resolución. En los casos de extinción por desistimiento unilateral o por resolución en caso de incumplimiento, ¿qué ocurre si una de las partes, en concreto el acogido, ya había cumplido su obligación? ¿Podrá recuperar los bienes transmitidos en pago de una asistencia que, a fin de cuentas, no se va a realizar? 293 La Ley no arbitra mecanismos para impedir, en todo caso, que los bienes entregados por el acogido salgan del patrimonio del acogedor hasta que se extinga el contrato, por lo que, si las parte no han establecido ninguno, los bienes pueden haber salido del patrimonio del acogedor y su recuperación se hace complicada. Sin embargo, el legislador es consciente de que, en estos casos, puede existir un enriquecimiento injusto, por lo que, en el número 4 del artículo 6, reconoce a la parte que se considere perjudicada por la extinción, la posibilidad de ejercitar una acción de reclamación por enriquecimiento injusto. Para este viaje no hacían falta... Aunque el legislador no hubiese reconocido esta posibilidad, cualquier contratante podría haber ejercitado esta acción, que procede en todos aquellos casos en los que una persona experimente un aumento patrimonial sin causa, provocando un empobrecimiento correlativo del patrimonio de otra persona. Alabamos el acierto del legislador al reconocer el desistimiento unilateral como causa de extinción, en un contrato en el que la prueba del incumplimiento es tan complicada y en el que, por lo especial de sus prestaciones, entendemos que debe ser suficiente la insatisfacción, sea o no objetiva, de una de las partes para que pueda quedar desvinculada del mismo. Sin embargo, la facilidad con la que el acogedor puede vincularse y desvincularse del contrato y, mientras tanto, cobrar su contraprestación mediante la transferencia de bienes, merece nuestra crítica, porque puede suponer, además de un abuso, una desprotección total del acogido, que puede haber transmitido de forma irrevocable algún bien, incluida la vivienda habitual. Un despropósito. En el supuesto en el que el pago de la contraprestación se hubiese verificado mediante la donación de bienes, establece el mismo precepto que la misma es revocable si el donatario “ha dejado de cumplir alguna de las condiciones” que el donante le impuso. Es decir, que se desvincula totalmente la consideración de la donación como contraprestación, se independiza del pacto de acogida. ¿Qué quiere decir incumplimiento de cargas? ¿Se refiere a las obligaciones del pacto de acogida o, por el contrario, se refiere a aquellas que expresamente se hubieran puesto en la donación? Una interpretación literal del precepto, nos conduce a esto último, por lo que, el incumplimiento de las obligaciones derivadas del pacto de acogida no darían lugar a la revocación. Sin embargo, una interpretación teleológica de la Ley, nos llevaría a la solución contraria, porque la desprotección de la parte acogida, si se sigue aquella solución, sería total. Creemos que debe interpretarse que el incumplimiento por parte del acogedor de sus obligaciones, e incluso su propio desistimiento unilateral, aunque no exista incumplimiento, son suficientes para que proceda la revocación. No creemos que esta interpretación sea excesiva, porque, incluso admitiéndola, los efectos relativos de la revocación, van a provocar, en muchos casos, la desprotección del acogido. El último efecto que prevé la Ley (artículo 6.6) para los supuestos de extinción por desistimiento o resolución, es la subrogación de las personas o entidades públicas o privadas que hayan dado alimentos a la persona acogida, como consecuencia de la extinción, contra los acogedores. 294 De nuevo el legislador rompe con la propia coherencia interna de las instituciones a las que se refiere. En caso de resolución, olvida que la parte que quiere resolver debe devolver las prestaciones que hubiera recibido, aunque quepa hacer alguna deducción, ¿o es que el legislador catalán pretende crear un nuevo tipo de resolución en el que no se reintegran las prestaciones recibidas? Si esta devolución tiene lugar, no se ve cómo puede concederse acción a nadie para reclamar contra los acogedores. Se debería haber aclarado que procederá sólo cuando se haya producido un enriquecimiento injusto de los acogedores. Parece que el legislador olvida fácilmente un concepto que ha utilizado en el número precedente del mismo artículo. c) Efectos de la extinción por muerte de alguna de las partes Son dos los efectos, un derecho de habitación y derechos de carácter sucesorio. 1º) Derecho de habitación Se trata de un derecho que se reconoce a ambas partes contratantes cuando el que fallece era el titular de la vivienda. En ambos casos, se concede el derecho a vivir en la vivienda a la otra parte, durante un año y a utilizar el menaje de la casa. Se olvida el legislador de hacer referencia al requisito de que fuese la vivienda en la que ambos convivían, pero, entendemos, se presupone. 2º) Derechos sucesorios Ya hemos adelantado que los efectos sucesorios son la novedad más relevante de este contrato. La regulación diferencia los efectos en la sucesión intestada y en la testada y es unidireccional, es decir, sólo existen derechos sucesorios cuando fallece la persona acogida, pero no cuando fallece la acogedora. Como requisito común a ambos tipos de sucesión, se exige que la convivencia haya durado cuatro años, aunque, como acertadamente apunta HERAS HERNÁNDEZ505, la Ley no aclara si éstos han de ser inmediatamente anteriores al fallecimiento o no, inclinándose por la necesidad de que sea previo. 1. Efectos en la sucesión intestada La Ley concede a los acogedores la condición de sucesores intestados de los acogidos, en concurrencia con cualquier tipo y grado de pariente. SI concurren con descendientes, cónyuge, ascendientes o colaterales hasta el segundo grado de consanguinidad o adopción, tendrán derecho a una cuarta parte de la herencia o su equivalente en dinero. Podrán igualmente reclamar la parte proporcional de los frutos y rentas de la herencia percibidos desde el día de la muerte de las personas acogidas. Contiene la Ley, además, una regla de imputación, determinando que deberán imputarse a cuenta de dicha parte el valor de los bienes que por cualquier título gratuito las personas acogedoras hayan recibido de las acogidas o que éstas les hayan atribuido en su herencia, aunque renuncien a ella. Pero ¿qué ocurre si la donación hecha por el acogido era remuneratoria de los servicios del acogedor, como la propia Ley prevé? ¿También en este 505 HERAS HERNÁNDEZ, Mª. M., op. cit. p. 482. 295 caso se produce la imputación? Cuando no existan descendientes, cónyuge, ascendientes ni colaterales hasta segundo grado o si los hijos de éstos han premuerto, corresponderá a los acogedores toda la herencia de los acogidos. En ambos casos, se concede a los acogedores una acción de carácter personal que deberá ejercitarse en el plazo de un año desde la muerte de la persona acogida. Desde luego, parece que el legislador tiene en mente penalizar a los familiares de las personas dependientes. Por una parte, como hemos visto, no les permite celebrar este contrato, pero, además, si uno de los familiares se ocupa de la asistencia no le reconoce más derechos sucesorios que a los demás. Por otra parte, penaliza a todos los familiares si han necesitado recurrir a un pacto de acogida, porque, por ejemplo, por razones laborales no pueden hacerse cargo de la adecuada asistencia de, normalmente, sus ascendientes. Es como si presumiese que existe abandono, cuando, en muchos casos, son los descendientes los que pagan la contraprestación para la atención de las personas mayores. A pesar de eso, les priva de una parte de la herencia El problema se agrava si el descendiente no ha podido prestar la asistencia debida a sus padres porque, a su vez, sufre una discapacidad o es persona dependiente. Para “ayudarle” un poco más en su fácil vida, el legislador le priva de una parte de la herencia de sus padres que, en la mayor parte de los casos va a ser su único medio de subsistencia. ¿Alguien me puede explicar esta obsesión del legislador catalán por sancionar a la familia, especialmente a aquella en la que todos sus miembros trabajan o en la que existe algún discapacitado? 2. Efectos en la sucesión testada En la sucesión testada, todavía, si cabe, se añade más confusión. Por una parte, sólo se le reconocen derechos al acogedor cuando existen los familiares a los que hemos hecho referencia, pues la remisión que hace el artículo 9 lo es al número 1 del artículo 8 y no al número 5 que es el que regula la sucesión intestada a falta de parientes. La cuarta parte a la que tienen derecho viene a convertir a los acogedores en algo así como legitimarios, aunque HERAS HERNÁNDEZ, pone de manifiesto que no es posible, pues se les concede una mera acción personal, considerarlos como tales. Sea cual sea el nombre que se les de, la realidad es que, como los legitimarios, tienen derecho, incluso contra la voluntad del testador, a una cuarta parte de la herencia o de su valor. Pero todavía sorprende más el otro efecto que se recoge en el número 2 del artículo 9, según el cual “En los casos en que se haya producido una marcada desproporción entre las prestaciones asistenciales y económicas de las personas acogedoras en interés de las acogidas, en relación con las compensaciones entre vivos o por causa de muerte que hayan recibido de éstas, las personas acogedoras tienen derecho a una indemnización económica a cargo de los herederos de las personas acogidas que, de no haber acuerdo, debe determinarse mediante arbitraje o judicialmente, teniendo en cuenta los pactos entre las partes, los medios económicos de las personas acogedoras, el tiempo que haya durado la convivencia, la importancia de la disposición pactada como contraprestación y el caudal relicto.” 296 Por si a alguien le quedaban ganas de celebrar un pacto de acogida, después de este artículo ¿quedará algún osado que se atreva? Si es así, le recomendamos que a la vez que firma el pacto contrate a un abogado. Varias son las observaciones que hacemos a este precepto: -La primera es que sólo se reconoce este derecho de indemnización en la sucesión testada ¿por qué? ¿Qué motivos tiene el legislador para no reconocerlos también en la intestada? Parece un olvido del legislador, pero su ubicación sistemática va a dificultar que prospere la reclamación en la intestada. -Resulta que, a pesar de que la contraprestación fue libremente pactada por las partes, si después el acogedor se da cuenta de que el patrimonio del acogido es mucho mayor de lo que imaginó, podrá reclamar una indemnización. -Si el desequilibrio se ha producido para los acogidos, los herederos de éstos no tienen derecho a reclamar nada. 8. Para concluir El régimen sucesorio del pacto de acogida, nos parece la guinda final de un cúmulo de despropósitos del legislador que, a lo largo de toda la Ley pone de manifiesto que no tiene muy claro si está creando un contrato retribuido, o no, aleatorio o no, si existe contraprestación o no cuando se realiza una donación, lo que pone de manifiesto una ausencia total de técnica jurídica en la utilización de conceptos elementales. Por si fuera poco, esta Ley premia a los extraños y castiga a los parientes, tanto si se hacen cargo de la asistencia como si no y ello con independencia de que sea por voluntad o por imposibilidad. Esta Ley, a nuestro modo de ver, pone de manifiesto una deficiente técnica legislativa que denota una confusión de ideas elementales, como los conceptos de oneroso y gratuito, que el legislador utiliza de forma caprichosa y arbitraria y poco técnica. Si se quiere utilizar como “gancho” los derechos sucesorios para favorecer este tipo de acogimiento, hay que hacerlo seriamente y tener claro qué es lo que prevalece en este contrato, si la prestación de una asistencia que se retribuye y así se establece de forma esencial en la Ley, o ese aspecto cuasi-familiar que genera efectos sucesorios. Parece que los dos puede ser demasiado, sobre todo porque el agravio comparativo que produce cuando es un familiar el que se ocupa de la asistencia es grande, pues este no tiene derecho ni a una cosa ni a otra, es más, en muchos casos, será él el que tendrá que abonar los gastos de manutención del acogido. Bibliografía -ALMAGRO NOSETE, J., El discapacitado ante el proceso civil, Homenaje a Don Antonio Hernández Gil, Madrid 2001, pp. 663-674. -CÁMARA ÁLVAREZ, M. DE LA, Compendio de Derecho Sucesorio, La Ley 1999. -CHILLÓN PEÑALVER, S., El contrato de vitalicio: concepto y contenido, Edersa 2000. -DÍAZ ALABART, S., La protección jurídica de las personas con discapacidad, 2004. 297 -EGEA GARCÍA, C., y SARABIA SÁNCHEZ, A., Clasificaciones de la OMS sobre discapacidad, Murcia, 2001. -FAIRÉN MARTÍNEZ, Patrimonio y responsabilidad patrimonial, RDN, abril 1962, pp. 241313. -FERNÁNDEZ-TRESGUERRES GARCÍA, A., Disposiciones de protección mortis causa del discapaz, Civitas 2000. -GÓMEZ LAPLAZA, Mª. C., Consideraciones sobre la nueva regulación del contrato de alimentos, RDP, marzo-abril 2004. -GUILARTE MARTÍN-CALERO, C., Los procesos sobre la capacidad de las personas en la nueva LEC, Actualidad Civil, 10-16 de septiembre 2001, pp. 1143-1185. -La curatela en el nuevo sistema de capacidad graduable, Mc Graw Hill, Madrid 1997. -HERAS HERNÁNDEZ, Mª. M., El contrato de acogimiento familiar de personas mayores, RDP julio-agosto 2004, pp. 443-488. -LACRUZ BERDEJO, J. L., Elementos de Derecho Civil V, Bosch 1989. -LEÑA FERNÁNDEZ, R., El tráfico furídico negocial y el discapacitado. -LINACERO DE LA FUENTE, M., Protección jurídica de las personas mayores, Actualidad Civil nº 19 2004. -LUCINI NICÁS, J. A., La Ley 41/2003 de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con discapacidad, Actualidad Civil nº 14, julio 2004. -MARTÍNEZ DÍE, R., Los discapacitados. Situaciones especiales de protección, La Notaría, febrero 2000, págs. 19-39. -MORETÓN SANZ, Mª. F., Protección civil de la discapacidad: patrimonio protegido y obras de accesibilidad en la Propiedad Horizontal, RCDI nº 687, pp. 61-115. -NUÑEZ ZORRILLA, Mª. C., El contrato de alimentos vitalicio: configuración y régimen jurídico, Marcial Pons 2003. -PADIAL ALBÁS, A., La regulación del contrato de alimentos en el Código civil, RDP septiembre-octubre 2004. -PÉREZ DE MADRID CARRERAS, V., Notas preliminares para el estudio del nuevo contrato de alimentos, La Notaría, abril 2004. -RIBOT IGUALDA, El fundamento de la obligación legal de alimentos entre parientes, ADC 1998 -RIPOLL JAÉN, A., Discapacidad y Derecho de Sucesiones por causa de muerte, Boletín de Información del Colegio Notarial de Granada, noviembre 2002 pp. 2999-3009. -RODRÍGUEZ LÓPEZ, F., Cesión de bienes a cambio de alimentos: el contrato de vitalicio, en Homenaje a Vallet de Goytisolo, 1988. -SASTRE IBARRECHE, R., Pensiones públicas y edad avanzada: una visión general, La Ley 2004. -La subrogación real, RDP, nº 385, abril 1949. -TORRES ESCÁMEZ, S., Un estudio sobre el juicio notarial de capacidad, Revista Jurídica del Notariado, nº 34, 2000, pp. 205-248. 298 La tutela administrativa del artículo 239.3 del Código Civil español como mecanismo de protección de los mayores incapaces Dra. María del Mar HERAS HERNÁNDEZ Profesora Titular de Derecho Civil Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Sumario: 1. Presentación 2. La tutela administrativa de los incapaces 3. El concepto de incapaz: A. La tutela administrativa a favor del incapacitado judicialmente al que no se le puede designar tutor. B. La tutela administrativa a favor del incapacitado judicialmente en situación de desamparo. 4. Sujeto activo del desamparo. ¿Quiénes están en posición de colocar al incapacitado en situación de desamparo? 5. Concepto de desamparo: Presupuestos para su apreciación. 6. Caracteres de la tutela administrativa a favor de los incapacitados. 7. Efectos jurídicos de la tutela. 8. Conclusiones. 1. Presentación Para participar en el libro Homenaje a la Profesora Dra. Dña Olga MESA CASTILLO, he considerado oportuno la elección de un tema sobre protección jurídica de las personas con discapacidad, por ser éste el objeto de estudio de las Primeras Jornadas Hispano-Cubanas celebradas en Madrid en el seno de la Universidad Rey Juan Carlos, gracias a las que he conocido su gran dimensión académica y humana. Una vez más, dándose buena cuenta de como nuestro Derecho civil gravita en todo caso en torno a una misma realidad social: la persona, se promulga la Ley de 18 de noviembre de 2003, de protección patrimonial de las personas con discapacidad506, en la que si bien se aprecia como objeto inmediato de la regulación el atender las necesidades económicas de las personas dependientes o con discapacidad, -creando al efecto un patrimonio protegido vinculado a la satisfacción de las necesidades vitales de estas personas-, también destaca el propósito del legislador de habilitar nuevas fórmulas jurídicas para la prestación de cuidados y asistencia adecuada de dichas personas, entre las que se encuentra la tutela a favor de las entidades públicas de incapaces en los dos supuestos que describe el párrafo tercero del artículo 239 del Código civil. Así pues, al margen del interés que despierta hoy para los estudiosos del Derecho civil todo lo relativo a la indispensable dotación de instrumentos jurídicos eficaces de protección integral de los discapacitados507, en general, estén o no incapacitados judicialmente, e incluso también de las personas dependientes, sean éstas o no mayores, recobra un interés vital, la necesidad de prestarles la asistencia y cuidados que éstos requieran, manteniéndoles el máximo tiempo posible en su entorno habitual en atención al siempre aplicable principio de menor aflicción. Esta incesante preocupación justifica la aparición de figuras asistenciales del tipo del acogimiento familiar de personas mayores y/o 506 Ley 41/2003, de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con discapacidad y de modificación del Código civil, de la Ley de Enjuiciamiento Civil y de la Normativa Tributaria con esta finalidad. (B.O.E..nº 277, de 19 de noviembre de 2003). 507 Además de la Ley 41/2003, cabe destacar: la Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad; Ley 53/2003, de 10 de diciembre, sobre empleo público de discapacitados 299 discapacitados regulado a través de distintas leyes autonómicas508; el contrato aleatorio de alimentos cuyo régimen jurídico se contiene en los arts. 1791 a 1797 del Código civil español, o la tutela de los incapaces desatendidos o en situación de desamparo moral y/o material ex artículo 239.3 del Código civil, cuestión que nos proponemos abordar en el presente trabajo. Por lo demás, el concepto tradicional de familia en la que se sustenta básica y principalmente la atención de personas dependientes, ha experimentado profundos cambios en los últimos tiempos. A la proliferación de familias monoparentales se une la incuestionable evolución del papel de «cuidadora informal» que ha venido desempeñando tradicionalmente la mujer, promovida en parte por su incorporación al mundo laboral, tras lo que se observa, como la asunción de esta función asistencial -(cuidado de hijos menores, discapacitados y personas mayores)- se encuentra en vía muerta, siendo la tendencia, ciertamente deseable, equiparar plenamente el papel del hombre y la mujer en la responsabilidad conjunta de soportar la prestación de cuidados y asistencia de personas en situaciones especiales que conviven en el entorno familiar. La Ley de protección patrimonial del discapacitado sigue articulando un sistema asistencial basado en una responsabilidad principal, exclusiva y casi indelegable del núcleo familiar del discapacitado y por tanto, puede hablarse de una responsabilidad subsidiaria de los poderes públicos en cuanto a prestación de cuidados y asistencia de estas personas se refiere, es decir, en defecto de la suministrada por el entorno familiar más cercano. Pese a que resulta innegable que las ayudas económicas a las familias son mínimas y las residencias públicas resultan insuficientes, tal realidad no debe en absoluto impedir que cuando el discapacitado no tenga familia que le atienda, o siempre que ésta no pueda o no convenga a sus intereses, resulte imprescindible e inexcusable obtener una respuesta adecuada de los poderes públicos en aras a la consecución del artículo 49 C.E509. 2. La tutela administrativa de los incapaces La tutela se ha constituido tradicionalmente como un instituto de protección de menores no sometidos a patria potestad y de incapacitados judicialmente. El Artículo 9.3 de la Ley de protección patrimonial de las personas con discapacidad añade un tercer párrafo al artículo 239 del Código civil en el que se declara que: «La entidad pública a la que, en el respectivo territorio, esté encomendada la tutela de los incapaces cuando ninguna de las personas recogidas en el artículo 234 del Código civil sea nombrado tutor, asumirá por ministerio de la ley la tutela del incapaz o cuando éste se encuentre en situación de desamparo. Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben de conformidad a las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material». 508 Decreto 38/1999, de 8 de julio, del Principado de Asturias, regulador del Programa de Acogimiento Familiar. También las Leyes catalanas 22/2000, de 29 de diciembre, de Acogida de personas mayores y 11/2001, de 13 de julio, de Acogida Familiar para personas mayores; y por último la Ley Foral de Navarra, Ley 32/2002, de 10 de diciembre, de acogimiento familiar de personas mayores. 509 El Artículo 49 C.E declara que: «Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos». 300 En virtud de este precepto el legislador configura una tutela administrativa a favor de las entidades públicas con la que se pretende hacer frente a dos eventualidades que afectan sobremanera a los incapaces: la imposibilidad de designar tutor de acuerdo con los criterios establecidos en el artículo 234 Código civil, o que éstos se encuentren en situación grave de desprotección o de abandono moral o material. Se trata de una norma a la que no se alude en la propia Exposición de Motivos de la Ley, carente de desarrollo legislativo y que no ha sido invocada hasta el momento en la práctica judicial, con la que sólo aparentemente, se rompe con el criterio de autoridad propia del Código civil en materia de tutela. Por otro lado, parece también constituirse una tutela particular por encontrarse a caballo entre la tutela administrativa propia de los menores desamparados y aquella tutela judicial que es propia de los incapacitados judicialmente. El interés de esta nueva tutela administrativa como mecanismo de protección de los incapaces reside: 1º. En conocer si el propósito del legislador ha sido aprovechar las ventajas que ofrece la tutela automática ex artículo 172 Código civil como mecanismo de protección de menores desamparados, extendiendo su alcance y contenido a los incapaces. 2º. Desentrañar las múltiples dificultades interpretativas que presenta la norma como consecuencia, no tanto de su deficiente redacción510, como por dejar en el aire cuestiones tan trascendentales como las que a continuación se mencionan: -¿Quiénes son los beneficiarios de esta particular tutela, o lo que es lo mismo, quién es el sujeto beneficiado de la articulación de esta tutela administrativa? La respuesta exige precisar si el concepto de incapaz se refiere al incapacitado judicialmente o si el beneficiario de esta protección podrá serlo también el presunto incapaz. -¿Quiénes son los sujetos activos del desamparo? o ¿quiénes están en posición de poner en situación de desamparo al incapaz incumpliendo los deberes de protección que les son propios?. -Analizar si el término desamparo se utiliza en un sentido usual o en el sentido propio del artículo 172 Código civil en sede de desamparo de menores, es decir, como aquella situación fáctica que se decreta administrativamente. -Y por último precisar las características y efectos jurídicos de esta tutela a favor de la entidad pública. 3. El concepto de incapaz Con carácter previo debe advertirse que el incapaz ha de ser un mayor de edad, ya que tratándose de menores, el párrafo primero de este artículo 239 Código civil se remite a la 510 Debería haber sido objeto de una fórmula mucho más clara a aquella que aparece, diciendo, - y no como dice- que: «La entidad pública a la que, en el respectivo territorio, esté encomendada la tutela de los incapaces asumirá por ministerio de la ley la tutela del incapaz, cuando ninguna de las personas recogidas en el artículo 234 del Código civil sea nombrado tutor, o cuando éste se encuentre en situación de desamparo. 301 tutela automática de menores desamparados ex artículo 172 Código civil, atribuyéndose ésta última a favor de las entidades públicas que tengan encomendadas la protección de menores en el respectivo territorio. Por otro lado, es sabido que la Ley 41/2003 maneja los conceptos de discapacitado, incapaz e incapacitado judicialmente de un modo muy poco comprensible. Por ello, cuando habla de incapaz es necesario precisar a quién se refiere. Para tal finalidad conviene decir que el precepto puede ser objeto de dos interpretaciones: Sobre la base de una interpretación finalista de la norma podría sostenerse que el incapaz se refiere exclusivamente a los incapacitados judicialmente que se encuentre en alguna de las dos situaciones descritas en la norma: que sea imposible designarles tutor conforme a los criterios del artículo 234 Código civil, o que se acredite respecto a ellos la situación de abandono en la que les colocan quienes tienen la obligación de prestarles asistencia moral y material. Por su parte, una interpretación literal del precepto nos conduciría a pensar que su ámbito de protección se extiende a los presuntos incapacitados o incapacitables en situación de desamparo. El texto dice literalmente que: la entidad pública asumirá por ministerio de la ley la tutela de incapaz o cuando éste (el incapaz) se encuentre en situación de desamparo, constituyéndose una tutela administrativa a favor de la entidad pública prevista en términos muy similares a aquélla constituida para la protección de menores desamparados. El aparente «automatismo» que caracteriza esta tutela se basa en la situación que gravedad que atraviesa el sujeto protegido y la necesidad de una intervención administrativa basada en los principios de agilidad, inmediatez y eficiencia. Es indudable que el proceso de incapacitación tiene limitada su efectividad debido en buena parte a su lentitud, por lo que no se permite dar una respuesta proporcionada a la emergencia propia de la situación que el beneficiario padece. De este modo, legalmente se daría cobijo a dos tutelas: la tutela administrativa a favor del incapacitado judicialmente al que no se puede designar tutor conforme a los criterios de delación del artículo 234 Código civil y la tutela administrativa a favor del presunto incapaz en situación de desamparo. De admitirse esta segunda posibilidad, esta tutela administrativa podría beneficiar a muchas personas naturalmente incapaces, que se encuentren en una clara situación de vulnerabilidad, como ciertos ancianos o los llamados «sin techo». 302 En mi opinión, la primera interpretación aludida es la correcta511, de otro modo podríamos enfrentarnos a una norma invasiva de derechos fundamentales, dado que la capacidad del mayor se presume iuris tamtum ex artículo 199 Código civil y no puede ser objeto de limitaciones o restricciones sin que medie una sentencia de incapacitación512, toda vez que esta presunción de plena capacidad implica que la sentencia de incapacitación sea constitutiva y de eficacia irretroactiva. Por otro lado, la administración de los patrimonios privados de los presuntos incapaces no puede ser atribuida automáticamente a favor de ningún ente público o privado513. En definitiva «el enfermo mental no incapacitado es formalmente capaz, ya que es independiente, no está sometido a potestad alguna y no tiene prohibición genérica de actuar»514. También subyace una razón de orden práctico. Hoy por hoy las entidades públicas competentes, por ejemplo, la Agencia Madrileña de Tutelas de Mayores, -adscrita a la Consejería de Integración Social de la Comunidad de Madrid- se vería totalmente desbordadas si tuvieran que hacerse cargo «automáticamente» de todos los presuntos incapaces que se encuentren en situación de desamparo. A mayor abundamiento cabe decir que el art 4.a) de la Ley 4/1995, de 21 de marzo, de creación de la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos, establece que entre sus fines se encuentra «El ejercicio inexcusable de la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos de la Tutela y Cúratela de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente, residentes en la Comunidad de Madrid, en los términos fijados en el Código Civil, cuando así lo determine la autoridad judicial competente». Del mismo modo, el artículo 6 del Decreto Foral de 511 En este sentido SERRANO GARCÍA, «Discapacidad e incapacidad en la Ley 41/2003, de 18 de noviembre», «Revista Jurídica del Notariado», octubre-diciembre,2004, p. 269, al declarar – tras reflexionar sobre las dos posibles interpretaciones de la norma, que el «incapaz (que no es incapaz propiamente, sino incapacitado), desamparado o no, es un sujeto que ha estado sujeto a un procedimiento judicial acerca de su capacidad, que ha terminado en sentencia. También vid. REPRESA POLO, «Autotutela, mandato y tutela automática de los incapaces», en Protección jurídica de los incapaces, dirig. DÍAZ ALABART, Ibermutuamur, Madrid, 2004, p.204. En contra de la doctrina mayoritaria se muestra LINACERO DE LA FUENTE, «Protección jurídica de personas mayores», Actualidad Civil, 2004-2, p. 2272, al entender que «la tutela automática a cargo de la entidad pública encargada de la tutela de incapaces, no debe limitarse a las personas mayores (estén incapaces o personas mayores incapaces en situación de desamparo), sino también a personas capaces en situación de desprotección social (v.gr. abandono, malos tratos, mendicidad, enfermedad...)». Con esta consideración se apunta la posibilidad de enfrentarnos ante una norma programática en la que se declara el ejercicio inexcusable de la Administración pública en materia de protección de mayores incapacitados, que en absoluto se ve acompasada de los recursos y medios necesarios para cubrir plenamente sus expectativas. 512 Como indica FÁBREGA RUIZ, «Breves notas sobre la intervención del Ministerio Fiscal en el proceso civil», La Ley, nº 5841, 3 de septiembre, 2003, p.3 estima que: «Para determinar lo que debemos entender a estos efectos por incapaz debemos partir de que la capacidad de obrar se presume en todo mayor de edad y que, de acuerdo con el artículo 199Cc, la incapacidad ha de declararse por sentencia. Si no existe sentencia, podemos hablar de incapaz natural, pero no incapacitado e incapaz legal»,. 513 SERRANO GARCÍA, op, cit., p. 268: «Nadie, ni siquiera el estado, ni tampoco las Comunidades Autónomas pueden irrogarse la representación de otra persona sin que haya habido un procedimiento judicial rodeado de la máximas cautelas que termina con una sentencia privando al sujeto de la capacidad o restringiéndosela...». 514 MARTÍN GARCÍA-RIPOLL MONTIJANO, La protección civil del enfermo mental no incapacitado, J Mª Bosch, Barcelona, 1992. p. 301. 303 Navarra, por el que se crea la Fundación Navarra para la Tutela de Personas Adultas515 declara entre sus fines: «La atención y el ejercicio de la tutela de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente residentes en la Comunidad Foral y cuya tutela se encomiende al Gobierno de Navarra por la autoridad judicial». Seguidamente nos referimos a las dos hipótesis previstas en la norma de un modo particular: A. Tutela administrativa a favor del incapacitado judicialmente al que no se puede designar tutor conforme con los criterios de delación del artículo 234 del Código Civil Cuando la Ley habla de incapaz entiendo que se refiere al incapacitado judicialmente mediando sentencia firme de incapacitación unida la imposibilidad de designar tutor según el orden de prelación del art 234 Código civil. Por otro lado, habida cuenta de que en la nueva regulación del procedimiento de incapacitación se permite que en la propia tramitación del procedimiento se designe tutor ex artículo 760 LEC, será en dicho procedimiento en donde se verifique la imposibilidad de llevar a cabo dicha designación entre las personas enumeradas en la referida norma, bien porque no existan o porque su designación vaya en contra del interés del incapacitado. Lo más importante será que en este caso se cumple plenamente todas las garantías que la L.E.C despliega en orden a la protección del incapacitado. En este sentido considero que estamos ante una tutela muy similar a la ordinaria con la salvedad de que la tutela se ostenta y ejerce por la entidad pública competente. Como ventajas destacaría la imposibilidad de plantear excusa por alguna de las causas previstas legalmente en el artículo 251 Código civil y concretamente la referida a las personas jurídicas por carecer de bienes suficientes. Se trata, además, de una tutela subsidiaria a la ordinaria, esto es, que tan sólo opera cuando no se puede encomendar la tutela a favor de una persona física, siendo ésta la que mejor responde al interés del incapacitado. B. Tutela administrativa a favor del incapacitado judicialmente en situación de desamparo Como ya se dijo, respecto a este segundo supuesto surge el interrogante de saber si la norma se está refiriendo a los presuntos incapaces en situación de desamparo o sólo a los incapacitados judicialmente respecto a los que se verifique dicha situación de desprotección. Contribuye al planteamiento de esta cuestión el que la Ley de protección patrimonial de las personas con discapacidad no contenga una definición de incapaz a diferencia de lo que sucede con el concepto legal de discapacitado ex artículo.2.2 de la misma516. Considero que lo correcto será entender que el término incapaz se refiere aquí también a los incapacitados judicialmente en situación de abandono ya sea éste moral y/ o material, situación en la que les colocan los representantes legales como consecuencia del incumplimiento o inadecuado cumplimiento de los deberes que les son propios. La situación de desamparo deberá ser apreciada judicialmente tras la denuncia que realicen los servicios 515 Decreto Foral 269/2001, de 24 de septiembre, por el que se crea la Fundación Navarra para la Tutela de Personas Adultas ( BON 15-10-2001, núm. 125). 516 El Artículo 2.2 de la Ley 41/2003 dispone que: «A los efectos de esta ley únicamente tendrán la consideración de personas con discapacidad: a) Las afectadas por una minusvalía física o sensorial igual o superior al 33 por ciento. b) Las afectadas por una minusvalía física o sensorial igual o superior al 65 por ciento. 304 sociales ante el Juzgado, o mediando previa comunicación de cualquier persona que tenga conocimiento de la situación de emergencia. Así las cosas, podríamos afirmar que la tutela automática prevista para los menores desamparados no es la misma que la prevista para los mayores presuntamente incapacitados que se encuentran en situación de desamparo, habida cuenta de que en aquélla, se valora y decreta administrativamente. Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Cuál es el cauce legal para proteger a los presuntos incapacitados en situación de desamparo?. Es evidente que la gravedad de la situación que padece requiere una respuesta eficaz y rápida que no puede esperar a la incoación y tramitación de un procedimiento de incapacitación. Será a través de la adopción de las medidas cautelares previstas en el artículo 762 L.E.C como se permite adelantar algunos de los efectos de la incapacitación, articulándose medidas de protección en orden a la persona y los bienes del presunto incapacitado517. Las medidas a adoptar se dejan al arbitrio judicial con el único límite de que se adecuen a las necesidades de protección del incapaz, «siendo el motivo principal que debe llevar al juez a la adopción de estas medidas la situación de amenaza y desvalimiento de la persona discapacitada»518. El modo de actuación podría ser el siguiente: cuando se detecta una situación grave de riesgo o desprotección para un presunto incapaz, por ejemplo, a través del SITADE (Órgano de detección de situaciones de emergencia adscrito a la Comunidad de Madrid), debe ponerse en conocimiento del Juzgado para que al amparo del artículo 762 L.E.C se adopten las medidas cautelares en orden a la persona y los bienes de estos presuntos incapacitados en situación de desamparo ex 762 L.E.C, siempre previa audiencia de las partes afectadas. Paralelamente se pondrá el hecho en conocimiento del Ministerio Fiscal para que promueva, si lo estima procedente, la incapacitación del sujeto en situación de desamparo. También es de aplicación lo dispuesto en el artículo 216.2 Código civil519, norma de remisión a las medidas cautelares establecidas en el artículo 158 Código civil. Entre las medidas que pueden adoptarse y que inciden en la protección personal del incapaz se pueden incluir los reconocimientos, tratamientos médicos e intervenciones quirúrgicas, cuidados especiales, internamiento en centros especiales, traslado preventivo a un hospital con el fin de valorar el estado de salud del presunto incapaz, cambio de cerraduras de su casa, nombramiento provisional de un tutor o guardador, tratamientos ambulatorios... etc. Entre las medidas cautelares de índole patrimonial que menciona el artículo 727 L.E.C y que tienen una clara aplicación a los procesos de capacidad puede destacarse: la administración o intervención judicial de los bienes, depósito de bienes muebles, formación de inventario, o la anotación preventiva de la demanda de incapacitación con el fin de poner en conocimiento de terceras personas la existencia de un procedimiento de incapacitación, advirtiéndoles de que no contraten con él. 517 Vid. MARTÍNEZ CALCERRADA, «Medidas civiles de protección de los discapacitados no declarados», en La protección jurídica de los discapacitados, incapaces y personas en situaciones especiales, dirig. MARTÍNEZ DÍE, Seminario organizado por el Consejo General del Notariado en la UIMP, Madrid, Civitas, 2000 p. 99 y ss. 518 FÁBREGA RUIZ, «Protección de incapaces: actuaciones previas del Fiscal. Medidas cautelares y de protección», en Revisión de los procedimientos relativos a la incapacidad, Jornadas Fundación AEquitas, Madrid, 2004, p. 56. 519 El artículo 216.2 Cc establece que: «Las medidas y disposiciones previstas en el artículo 158 de este Código podrán ser acordadas también por el Juez, de oficio o a instancia de cualquier interesado, en todos los supuestos de tutela o guarda de hecho o de derecho, de menores e incapaces, en cuanto lo requiera el interés de éstos». 305 4. Sujeto pasivo: ¿Quiénes están en posición de colocar al incapacitado en situación de desamparo? Como consecuencia de la deficiente técnica jurídica utilizada en la redacción de la norma, resulta que en la misma no se especifican los sujetos obligados a prestar asistencia material y moral a los incapaces y quiénes incurren, por tanto, en responsabilidad por el incumplimiento de dichas obligaciones o de un cumplimiento defectuoso, limitándose en este punto a declarar algo tan impreciso como que: «Se considera situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben –y no dice a quién-, de conformidad con las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material». Mas explícito se muestra en este punto el artículo 172 Código civil, al referirse al incumplimiento de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, de lo que es fácil inferir que está referido a los titulares de la patria potestad, tutores, guardadores o acogedores. Definitivamente las personas que pueden colocar al incapaz en situación de desamparo son quienes están obligados a prestarle asistencia legalmente, es decir, los titulares de la patria potestad rehabilitada o prorrogada y los tutores. 5. Concepto de desamparo Por desamparo se entiende aquella situación que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben de conformidad con las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. En este punto el precepto toma literalmente el concepto de desamparo de menores contenido en el artículo 172 Código civil. En este concepto pueden englobarse distintas tipologías de desamparo según que éste sea imputable o no a los sujetos obligados a prestar asistencia moral y material al incapaz: a. Desamparo voluntario ante el cumplimiento total de las obligaciones asistenciales imputable a las personas obligadas a prestarles asistencia. Abarcaría situaciones en las que el incapaz padece malos tratos físicos o psíquicos, situaciones de abusos o explotaciones como cuando es obligado a realizar trabajos domésticos que exceden de los límites de lo que es habitual en el contexto sociocultural en el que se desenvuelve el incapaz. b. Desamparo negligente sobre la base de un incumplimiento inadecuado de las obligaciones que les son propias como son las alimenticias, higiénicas, de salud o cuando se omiten las medidas mínimas de vigilancia o seguridad en el hogar. En estos casos lo relevante será que en todos ellos se genera un alto factor de riesgo para la persona del incapaz. c. Desamparo fortuito ante el imposible ejercicio de los deberes de protección. La imposibilidad puede ser económica o cuando media enfermedades f