Jurisprudencia constitucional

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JURISPRUDENCIA
Del rastreo jurisprudencial adelantado es posible concluir que el fenómeno de trata de
personas no ha sido objeto de una amplia y profunda reflexión por parte de la jurisdicción
constitucional ni por la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, las providencias identificadas en
ambas jurisdicciones presentan elementos útiles para interpretar y evaluar la ejecución de la
política pública de lucha contra la trata de personas, adelantada por diferentes entidades
estatales.
a. Jurisprudencia Constitucional
La Corte Constitucional no ha construido una línea jurisprudencial definida sobre el fenómeno
de trata de personas pero se ha pronunciado sobre el tema en diferentes oportunidades, tanto
en sentencias de tutela como en sentencias de constitucionalidad. A continuación se
mencionan las sentencias identificadas en que la Corte aborda la trata de personas o se
pronuncia sobre temas relacionados con ésta.
Cuadro 3.1
Sentencia
Norma demandada/
Hechos
Consideraciones
Acción
de
Tutela
instaurada por Amalia
contra Vitaliano Sánchez
Castañeda y Eunice
Beltrán de Sánchez.
Problema jurídico: La Corte debió decidir si los
derechos fundamentales a la identidad, a la
familia, a la justicia, a la verdad, a la reparación, a
la libertad, a la integridad sexual y a la dignidad
humana, de la Amalia fueron vulnerados por las
acciones de los tutelados.
Decisión
T-1078/12
M.P. Jorge
Ignacio
Pretelt
Los tutelados extrajeron
a la Amalia de su casa
cuando era una niña de
aproximadamente
7
años de edad, la
forzaron
a
realizar
trabajo doméstico sin
remuneración
hasta
aproximadamente
la
edad de 15 años, y la
sometieron a maltratos y
abusos sexuales.
La Corte fundamentó la prohibición de
esclavitud, servidumbre y trata de seres
humanos en los artículos constitucionales 1,12,
16, 17, 28 y 44.
Adicionalmente, hace referencia a “disposiciones
del derecho internacional de los derechos
humanos que obligan a Colombia, como la
Convención sobre la Esclavitud de 1926, el
Convenio sobre el Trabajo Forzoso de la OIT de
1930, el artículo 4 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948[39], la
Convención suplementaria sobre la abolición de
la esclavitud, la trata de esclavos y las
instituciones y prácticas análogas a la esclavitud
de 1956, la Convenio sobre la abolición del
trabajo forzoso de la OIT de 1957, el artículo 8
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos de 1966[40], el artículo 6 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos
de 1969[41], el Protocolo para prevenir, reprimir
y sancionar la trata de personas, especialmente
mujeres y niños de 2000 –Protocolo de Palermo-
Concede la tutela.
Ordena al Ministerio del
Interior
“brindar
asistencia
a
la
accionante y coordinar
con las entidades que
conforman el Comité
Interinstitucional para la
Lucha contra la Trata de
Personas,
las
investigaciones
necesarias
para
encontrar a su familia y
permitirle reconstruir su
pasado”.
Ordena
a
Vitaliano
Sánchez y a Eunice
Beltrán de Sánchez el
pago
de
una
indemnización a favor de
la
tutelante,
de
conformidad con el
artículo 25 del decreto
2591 de 1991.
Ordena al Ministerio del
Interior, Grupo de lucha
contra la trata de
”… “la Convención sobre los derechos del niño y
en el Convenio 182 de la OIT sobre las peores
formas de trabajo infantil”.
Posteriormente afirmó que “La prohibición de la
esclavitud, la servidumbre, los trabajos forzosos y
la trata de seres humanos tiene fundamento en
los derechos fundamentales que tales prácticas
lesionan. En efecto, la proscripción de esas
prácticas parte del reconocimiento de que
envuelven graves y serias violaciones de
derechos
fundamentales
que
ameritan
respuestas estatales tan extremas como las de
tipo penal.
En este sentido, esta Corporación ha indicado
que el artículo 17 de la Carta protege los
derechos a la libertad física y a la dignidad, los
cuales proscriben que una persona sea reducida
a la condición de un objeto sobre el que se ejerce
dominio y se limite su autonomía para
determinar su proyecto de vida y su cuerpo”
Asimismo, se refirió concretamente a las mujeres
y a los niños víctimas de este fenómeno, así:
“En el caso de las mujeres, cuando las prácticas
en cuestión son realizadas debido precisamente
al género de las víctimas, a la luz del artículo 2 de
la Convención de Belém do Pará, constituyen una
forma de violencia contra la mujer que lesiona su
integridad, su dignidad y su derecho a la
igualdad, entre otros//En el caso de los niños, la
esclavitud, la servidumbre, los trabajos forzosos y
la trata de seres humanos usualmente significan
la separación de los niños de sus familias, en
contravía de los artículos 44 de la Constitución y
9 de la Convención sobre los derechos del niño.
En este sentido, la jurisprudencia constitucional y
de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos han resaltado que la familia es la
primera llamada a satisfacer las necesidades
materiales, afectivas y psicológicas del niño y que
el derecho de toda persona a recibir protección
contra injerencias arbitrarias o ilegales en su
familia, forma parte, implícitamente, del derecho
a la protección de la familia.
Otros derechos que suelen ser quebrantados en
las situaciones bajo examen son la integridad
física, pues en muchos casos el sometimiento de
la víctima se logra a través de la violencia física y
las agresiones sexuales, y las labores que son
obligadas a realizar deterioran su bienestar físico;
el derecho al trabajo en condiciones justas, ya
que cuando existe servidumbre o trabajos
forzosos, la víctima además de no ser
personas,
realizar
campañas dirigidas a
erradicar
definitivamente,
de
conformidad con las
obligaciones
internacionales
del
Estado
colombiano,
prácticas como las que
dieron lugar a la
presente decisión, con
énfasis en las áreas
rurales de país.
remunerada por su trabajo, es obligada a trabajar
en horarios extenuantes, en precarias
condiciones de salubridad, etc.; el derecho a
elegir profesión u oficio, ya que la víctima es
obligada a realizar trabajos en contra de su
voluntad; el derecho a la salud, puesto que el
nivel de salud de las víctimas –físico y emocionalsuele ser afectado por los maltratos y las
precarias condiciones de vida; y los derechos a la
alimentación, a la vivienda, a la educación, entre
otros”
Otro punto analizado por el Tribunal en esta
providencia fue el de las obligaciones del estado
para erradicar la esclavitud, la servidumbre, el
trabajo forzado y trata de seres humanos. Para lo
cual se refirió al decreto 1974 de 1996 y la ley
985 de 2005 y luego de describir la
institucionalidad creada para combatir estos
delitos expresó que “Pese a las medidas
adoptadas, estudios recientes muestran que la
situación en Colombia sigue siendo preocupante
y se requieren mayores medidas para combatir el
problema”
Al analizar el caso concreto la Corte concluyó que
“(i) Amalia fue sometida a trabajos forzosos, a
trata de personas e incluso a cierta modalidad de
esclavitud, por Vitaliano Sánchez y Eunice Beltrán
de Sánchez; (ii) como consecuencia, los
demandados vulneraron y aún siguen lesionado
varios
derechos
fundamentales
de
la
peticionaria, como a continuación se explica; (iii)
las violaciones de los derechos de la demandante
han causado además daños cuya reparación ya
no puede reclamar por otras vías judiciales, pero
que en todo caso deben ser reparadas en virtud
del derecho a la reparación.”
Finalmente, al pronunciarse sobre los remedios a
adoptar dijo la Corte: “La Sala observa con
preocupación que los mecanismos que en la
actualidad apoyan la búsqueda de personas
desaparecidas –como el Registro Nacional de
Desaparecidos y las investigaciones de la Fiscalía
y la Policía, para poder ser puestos en
movimiento, requieren la existencia de una
investigación penal. La Sala reitera que la
categoría de víctima de fenómenos como la trata
de personas, no puede supeditase a la existencia
de un proceso penal, y que la perspectiva penal
no puede ser la única ni la más importante para
abordar el problema. Más que un asunto de
política criminal, la trata de personas es un
problema de violación de derechos humanos y
desde esa perspectiva deben protegerse los
derechos de las víctimas.”
C-931/09
M.P.
María
Victoria
Calle
Demanda
de
inconstitucionalidad
contra la Ley del 21 de
mayo de 1851 “sobre la
libertad de esclavos”
Problema jurídico: ¿incurrió el legislador en una
omisión legislativa relativa al haber promulgado
la Ley del 21 de mayo de 1851 ‘sobre la libertad
de esclavos’, por cuanto diseñó un sistema de
indemnizaciones para los llamados propietarios
de las personas esclavizadas, pero no contempló
forma alguna de reparación para las víctimas del
crimen de esclavitud?
En esta providencia la Corte hace un recuento
histórico de la prohibición constitucional de la
esclavitud, como sigue:
“La Ley del 21 de mayo de 1851, fue expedida
bajo la vigencia de la Constitución de la República
de la Nueva Granada de 1843. A los pocos días, y
como parte del mismo proceso político, fue
aprobada la Constitución de la República de la
Nueva Granada en 1853 que elevó por primera
vez a rango constitucional la prohibición de la
esclavitud. De esta manera, dispuso en su
artículo 6 que ‘no hay ni habrá esclavos en la
Nueva Granada’. Más adelante, este enunciado
normativo fue recogido por las constituciones
políticas de 1858 (artículo 11); la de 1863
(artículo 12); la de 1886 y, finalmente, la de 1991
(artículo 17). Adicionalmente, la prohibición de
esclavitud también se encuentra consagrada en
el bloque de constitucionalidad. La Declaración
Americana de Derechos Humanos (Bogotá, 1948)
estableció en su artículo 1°, que ‘todo ser
humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a
la seguridad de la persona’. Al finalizar el mismo
año, en la Declaración Universal de Derechos
Humanos (1948) se consagró categóricamente en
el artículo 4° que ‘nadie estará sometido a
esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la
trata de esclavos están prohibidas en todas sus
formas’. Posteriormente, en el ámbito
internacional el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP, 1966) estableció que
‘nadie estará sometido a esclavitud. La esclavitud
y la trata de esclavos estarán prohibidas en todas
sus formas’ (artículo 8°), y, en el interamericano,
la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (San José, 1969) reiteró la prohibición
(artículo 6°), con tres precisiones.
Una
protección especial y explícita a las mujeres
[‘nadie puede ser sometido a esclavitud o
servidumbre, y tanto éstas, como la trata de
esclavos y la trata de mujeres están prohibidas
en todas sus formas’ (artículo 6, numeral 1)]; la
aclaración de que ‘nadie puede ser constreñido a
ejecutar un trabajo forzoso (artículo 6, numeral
2); y la identificación de labores que a la luz de la
Convención no constituyen trabajo forzoso u
La Corte se inhibió para
conocer de fondo la
demanda
de
inconstitucionalidad
“por ‘sustracción de
materia’ o por ‘carencia
de objeto’, en tanto
constata que la Ley del
21 de mayo de 1851
‘sobre la libertad de
esclavos’ no está vigente
y, además, no se
‘proyectan
sus
consecuencias jurídicas
hacia el futuro’.”
obligatorio (artículo 6, numeral 3).”
Posteriormente sobre el fundamento de la
prohibición en la constitución de 1991 dijo el
Tribunal: “Es el principio de dignidad humana, el
concepto central del estado social y democrático
de derecho, instaurado en 1991, el que excluye
por completo y en todo sentido, la criminal
institución de ‘la esclavitud”
Auto 092
de 2008
M.P.
Manuel
José
Cepeda
El auto hace un análisis
de la situación de las
mujeres víctimas del
desplazamiento forzado
por causa del conflicto
armado, en el marco de
la superación del estado
de cosas inconstitucional
declarado
en
la
sentencia T-025 de 2004,
después de la sesión
pública de información
técnica realizada el 10 de
mayo de 2007 ante la
Sala
Segunda
de
Revisión.
La Corte resaltó que las mujeres en sociedades
patriarcales como la nuestra están más
expuestas al riesgo de servidumbre y explotación
en labores domésticas, debido a los estereotipos
sobre los roles y labores femeninas. Indicó
además que estos estereotipos deben ser
combatidos por las autoridades.
Entre las constataciones generales que hizo la
Corte, ésta encontró que “La violencia ejercida
en el conflicto armado interno colombiano
victimiza de manera diferencial y agudizada a las
mujeres, porque (a) por causa de su condición de
género, las mujeres están expuestas a riesgos
particulares y vulnerabilidades específicas dentro
del conflicto armado, que a su vez son causas de
desplazamiento, y por lo mismo explican en su
conjunto el impacto desproporcionado del
desplazamiento forzado sobre las mujeres –a
saber: (i) el riesgo de violencia sexual,
explotación sexual o abuso sexual en el marco
del conflicto armado; (ii) el riesgo de explotación
o esclavización para ejercer labores domésticas y
roles considerados femeninos en una sociedad
con rasgos patriarcales, por parte de los actores
armados ilegales; (iii) el riesgo de reclutamiento
forzado de sus hijos e hijas por los actores
armados al margen de la ley, o de otro tipo de
amenazas contra ellos, que se hace más grave
cuando la mujer es cabeza de familia…”
Dentro del riesgo de violencia sexual, explotación
sexual o abuso sexual, el Tribunal hace referencia
prácticas de prostitución forzada, la esclavitud
sexual o la trata de personas con fines de
explotación sexual por parte de los actores del
conflicto armado interno.
El auto produjo
siguientes medidas:
las
1.
Ordenó
al
gobierno
crear
13
programas específicos
para colmar los vacíos
existentes en la política
pública para la atención
del
desplazamiento
forzado
desde
la
perspectiva
de
las
mujeres
2.
Estableció dos
presunciones
constitucionales
que
amparan a las mujeres
desplazadas: (i) que el
desplazamiento forzado
en
las
mujeres
constituye una situación
de
vulneración
acentuada, lo que obliga
a
una
protección
inmediata
de
sus
derechos por parte de
las autoridades, y (ii) la
prórroga automática de
la ayuda humanitaria de
emergencia a favor de
las mujeres desplazadas,
hasta lograr condiciones
de
autosuficiencia
integral, dignidad y
estabilidad
socioeconómica.
3. Órdenes individuales
de protección concreta
para seiscientas (600)
mujeres desplazadas en
el país
4. Comunicación al Fiscal
General de la Nación de
numerosos relatos de
crímenes
sexuales
cometidos en el marco
del conflicto armado
interno colombiano.
C-820
2005
de
M.P. Clara
Inés
Vargas H
Demanda
de
inconstitucionalidad
parcial
contra
los
artículos 188, y 188A de
la Ley 599 de 2000
(Código penal)
Problema jurídico: correspondió a la Corte
determinar si la cuantía de la pena de multa para
los delitos de tráfico de migrantes y de trata de
personas, establecida en salarios mínimos legales
mensuales “vigentes al momento de la sentencia
condenatoria”, desconocen los principios de
legalidad y de favorabilidad penal contenidos en
la Constitución Política y los convenios
internacionales que hacen parte del bloque de
constitucionalidad, por cuanto dicha multa ha
debido sujetarse más bien al momento de la
comisión del delito.
Declaró exequibles las
expresiones “vigentes al
momento
de
la
sentencia condenatoria”
contenida
en
los
artículos demandados.
En esta oportunidad la Corte consideró que las
expresiones acusadas se ajustan a las
disposiciones constitucionales consideradas
infringidas por el actor en la medida que la
cuantía de la multa establecida en salarios
mínimos legales mensuales vigentes al momento
de la sentencia condenatoria son factores que se
establecen con antelación a la imposición de esta
sanción.
C-962
2003
M.P.
Alfredo
Beltrán
Sierra
de
Revisión automática de
constitucionalidad de la
Ley 800 de 2003,
aprobatoria
de
la
“Convención de las
Naciones Unidas contra
la
delincuencia
organizada trasnacional”
y el “protocolo para
prevenir, reprimir y
sancionar la trata de
personas especialmente
mujeres y niños”
Expresó la Corte en esta oportunidad:
“Las normas que consagra la Convención y el
Protocolo, sirven de marco para que cada Estado
adopte dentro de su legislación procedimientos
tendientes a la prevención y represión de los
ilícitos de carácter transnacional que afectan la
vida, la libertad y los derechos humanos”.
(…)
“Observa la Corte que, como es apenas obvio la
Convención objeto de análisis en esta sentencia
ha de interpretarse para su aplicación con
sujeción estricta a la Constitución Política, lo que
significa que ninguna de las normas contenidas
en ese instrumento internacional puede
entenderse de manera tal que afecte las
garantías procesales garantizadas por la Carta
Política, o, dicho de otra manera en ningún caso
puede vulnerarse ni el debido proceso, ni ningún
otro de los derechos fundamentales.”
Declaró exequible
Convención
la
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