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 LOS EXCESOS DE LA CARNE. CENSURA Y TRATO A LOS HOMOSEXUALES EN
LA NUEVA GRANADA
Responde a la pregunta No. 4: “¿Qué trato le daban a los homosexuales en la Nueva
Granada?” (Luis Fernando Reyes, Grado 9, El Copey, César).
POR: XUE TULUMANYA1
Grado 10
INTRODUCCIÓN
Por medio de la participación en este concurso quisimos generar en nuestra institución
educativa un espacio de reflexión e investigación en torno a las Ciencias Sociales, a través
de una problemática específica. Comenzamos desde la primera fase de la convocatoria del
proyecto Historia Hoy: Aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia, que
proponía doscientas preguntas, como posibles campos de investigación, referentes a la
conmemoración de dos siglos de la Independencia de nuestro país. Para entonces,
decidimos enviar un gran número de preguntas, de las cuales fue elegida una: la pregunta
n.o 40. Después de seis meses, el Ministerio de Educación convocó nuevamente a la
participación de todas las instituciones interesadas en este proyecto, pero ahora con el fin
de responder una de las preguntas seleccionadas e iniciar la etapa de investigación y
reflexión sobre el período de Independencia.
Nuestro grupo de investigación pertenece a la IED Cortijo-Vianey, ubicado en Usme. La
docente de Ciencias Sociales, Jenny Malagón, comunicó a todos los estudiantes de la
institución, que si estaban interesados en contribuir y hacer parte del grupo en esta segunda
fase, lo manifestarán para iniciar un nuevo trayecto en esta ruta de indagación. A partir de
esta convocatoria, se conformó un grupo de 10 estudiantes, que actualmente se encuentran
cursando décimo grado, y cuyas edades oscilan entre 15 y 17 años.
Después de conformado el grupo de investigación, decidimos darnos a conocer con el
nombre Xue Tulumanya —derivado de las lenguas chibcha y quechua—, que significa
‘viajeros del arcoíris’. A partir de este momento, inició nuestra labor como grupo de
estudio.
Posteriormente, la pregunta que seleccionamos fue la n.o 04: ¿Qué tratos les daban a los
homosexuales en la Nueva Granada? Desde ese instante, comenzamos la investigación para
llegar a un propósito pedagógico y cognitivo a través de la construcción de la respuesta al
1
Grupo de investigación del IED “Cortijo-Vianey”, conformado por los estudiantes: Cindy Díaz,
Rober Hoyos, Gustavo Parra, Kevin Villamizar, Paola Cuenca, Santiago Ramos, Cristian Madrigal
y la docente coinvestigadora Jenny Malagón.
interrogante planteado. Las razones por las cuales escogimos esta pregunta son las
siguientes:
— Los prejuicios existentes frente al homosexualismo en nuestra sociedad, impiden
que la comunidad educativa en general, aborde está temática.
— Es un tema inexplorado en la historiografía colombiana, con escasa documentación.
— Es un reto como investigación, pues implicaría un esfuerzo en el terreno de la
indagación, la consulta y la documentación.
— Es una pregunta interesante ya que muy pocos grupos de investigación la
seleccionarían, debido a su temática; es posible que éstos, en su mayoría, se
inclinaran por aspectos de la historiografía, conocidos y tratados comúnmente.
La pregunta de investigación generó una serie de nuevos interrogantes, que contribuían a
ampliar el contexto y los horizontes de la indagación inicial. Dentro de las subpreguntas
formuladas por los integrantes del grupo, encontramos las siguientes:
— ¿Cómo denominaban a las personas que tenían inclinación sexual por otras de su
mismo género durante los períodos colonial y republicano?
— ¿Por qué la Iglesia católica y la justicia consideraban el homosexualismo como un
pecado y un delito?
— ¿Cuáles eran los castigos o la censura en contra de los homosexuales?
— ¿Cómo se veía el homosexualismo desde los diferentes grupos sociorraciales?
— ¿Por qué la legislación canónica y civil no consideraba la existencia del
lesbianismo, de la misma forma que reconocía la práctica de la ‘sodomía perfecta’?
La investigación comenzó con una serie de entrevistas a personas mayores, con el fin de
responder a la incógnita generada desde un principio sobre la existencia del
homosexualismo y el trato dado a los homoeróticos2, en nuestro país. Al finalizar dichas
entrevistas, concluimos lo siguiente:
— El homosexualismo ha sido considerado una enfermedad mental y un problema de
conducta que genera mucho rechazo.
2
Según Leo Bersani, el término homoerótico permite superar el binarismo homo/hetero. La autora
Carolina Giraldo subraya que el erotismo engloba las formas de acceder al placer sexual y los
sentimientos y se aleja de la vida inquisidora de los sodomitas como simples perpetuadores de
penetración anal. (2002, p. 12).
— El rechazo hacia las personas que tenían estas orientaciones sexuales, se
manifestaba a través del castigo físico y verbal; en algunos casos eran desterradas u
obligadas a realizar trabajos forzosos, y en ocasiones, incluso condenadas a muerte.
— Respecto a las entrevistas, podemos afirmar, que el género femenino es más abierto
a este tema, mientras que el masculino se opone de cierta forma a las preguntas
realizadas. Su reacción obedece a un patrón cultural patriarcal que se ha visto
reforzado a través de la costumbre y los estereotipos construidos en torno al hombre
y a la mujer.
Para la investigación, realizamos una serie de visitas a lugares donde previamente habíamos
localizado fuentes, información y textos útiles para la construcción de la respuesta. Algunas
de estas visitas fueron hechas al Centro de Documentación de Mujer y Género, de la
Universidad Nacional de Colombia. De igual forma, asistimos a la Biblioteca Luis Ángel
Arango, a la Biblioteca Pública Marichuela y al Archivo General de la Nación. Sin dejar a
un lado los esfuerzos particulares de cada uno de los integrantes del grupo en la búsqueda y
revisión de fuentes y archivos virtuales, como, revistas, portales y páginas (Colombia
Aprende, BLAA, JSTOR, entre otros).
Las plenarias y los encuentros del grupo, no sólo sirvieron para dar cuenta de los avances y
el desarrollo de la investigación, sino además, para compartir la información, retroalimentar
el proceso de indagación y reflexionar en los aspectos metodológicos y teóricos del tema.
Para llevar un mejor control y seguimiento de las lecturas revisadas y referenciadas,
utilizamos fichas bibliográficas con el fin de organizar y clasificar la documentación de las
fuentes investigadas. Aunque éste no fue el único instrumento de registro utilizado para
sistematizar la experiencia, pues también se emplearon otros medios como la libreta
acompañante, la libreta de apuntes, bitácora y los servidores electrónicos Facebook y
Yahoo.
Los instrumentos de análisis utilizados, corresponden a las fichas de lectura y
bibliográficas, sintetizadas en un cuadro de seguimiento individual y la elaboración de una
posible estructura del texto final por medio de mapas conceptuales.
Los métodos de análisis obedecen a un contexto histórico y social, propio del período
abordado en la investigación (1774-1830). Para configurar un marco conceptual en torno al
homosexualismo en los períodos de la Colonial y de la República, fue necesario establecer
las definiciones que desde el derecho canónico y desde el imaginario social de la época,
existían sobre los sujetos homoeróticos, pues su denominación tiene otras connotaciones
particulares durante los períodos referenciados. Las fuentes fueron seleccionadas con un
principio básico: dar cuenta de las percepciones y situaciones en las que se presentaron los
hechos y las prácticas homosexuales. Esto nos permitía acercarnos al contexto de la
homoeroticidad en la sociedad neogranadina y partir de unos referentes teóricos.
Además del componente conceptual, la revisión de fuentes incluía textos jurídicos como las
Siete Partidas y algunas biografías; también analizamos libros que relatan la vida cotidiana,
la sociedad y las costumbres de la época. Otra fuente no menos importante, fueron los
juicios criminales seguidos contra sodomitas3 en la Nueva Granada. Este conjunto de
elementos nos permitió abordar desde distintas perspectivas, la realidad y el imaginario de
una época y de un conglomerado social. Asimismo, componer el escenario en el que
estaban inmersos los actores históricos de nuestra investigación.
Es importante considerar un aspecto relevante para el análisis de las mentalidades4, ya que
éste es uno de los ejes fundamentales del trabajo para interpretar el imaginario y el contexto
de la homosexualidad en la Nueva Granada. En este sentido, el discurso utilizado por los
actores y los representantes de cada uno de los estamentos, bien sea eclesiástico, judicial o
social, sustraído de sus declaraciones o expresiones, nos permitía identificar categorías de
análisis como sodomía, excesos, lascivo, contra natura, nefando, entre otros términos, con
los cuales se calificaba el homoerotismo o los comportamientos que demostraban indicios o
exaltaciones contrarias a los estereotipos de femenino y masculino5.
En los juicios y la literatura de la época, se reflejan diferentes circunstancias que
contribuyen a determinar aspectos de la sociedad colonial y republicana. Con frecuencia se
evidenciaba discriminación frente al trato que daban las autoridades y la sociedad en
general, a ciertos grupos sociorraciales como negros o esclavos, que recibían una rigurosa
aplicación de la ley. A diferencia, por ejemplo, de los blancos o españoles que habitaban la
3
“El pecado de sodomía tiene su origen en el libro bíblico del Levítico en el pasaje de los pecados
contra natura y uniones ilícitas 18:22: ‘no te ayuntarás con hombre como con mujer; es una
abominación’. Tomó el nombre de la interpretación de la historia de Sodoma en la cual dos ángeles
visitantes a la ciudad, encarnados en hombres eran deseados sexualmente por personas de su mismo
sexo. Éstos y otros <excesos> provocaron la ira de Dios quien destruyó Sodoma. A partir de este
relato, se castigó la sodomía […] en el concilio de Trento (1545-1563) se ratificaron las cláusulas
del pecado contra natura del Levítico, condenando así cualquier tipo de placer que se generase por
fuera de la función reproductora del matrimonio. El placer homoerótico fue situado fuera del
modelo de familia tradicional: -pues- constituía un problema de moral pública.” Véase “Esclavos
sodomitas en Cartagena Colonial”. (2000). En Historia Crítica, (n. ° 20. . pp. 173-174). No
obstante, algunas revisiones a la interpretación bíblica de Sodoma sostienen que “el pecado de
Sodoma es un pecado de injusticia, más concretamente de antihospitalidad y no necesariamente de
intento de violación homosexual.” (Ruíz, 1981, p. 101).
4
“Un marco mental incluye: herencias culturales, sistemas de creencias y concepciones del mundo,
y algunos modelos de comportamiento […] El utillaje mental que es como el conjunto de
instrumentos mentales de que disponen los hombres de una época determinada, de una sociedad
dada.” (Cardoso & Pérez, 1976, pp. 329-330).
5
“El hombre y la mujer deben responder a unas formas de ser y dichas formas se manifiestan en su
carácter, en su posición y su actitud frente al acontecer diario, en sus tomas de posición y su actitud
frente al acontecer diario, en sus tomas de posición y en las impresiones que ellas suscitan. El
aspecto exterior y las formas de vestir también deben ser coherentes con unos modelos de hombre y
mujer.” (Bustamante, 2004, p. 117).
Nueva Granada, quienes aprovechaban su superioridad económica y social para evadir la
justicia.
Las fuentes escritas —directas o indirectas— son determinantes en la investigación, pues
éstas son el eje central del marco teórico y conceptual. La mayoría de textos consultados
corresponden a literatura especializada que reconstruye el contexto de la época, y obras que
tratan propiamente el tema del homosexualismo y su desarrollo histórico en Colombia y en
otras partes del mundo. De la misma forma, los escritos jurídicos y la literatura canónica. El
tratamiento del homosexualismo como tema histórico se evidencia en los estudios de
género —línea de investigación que está en plena construcción en Colombia—. A pesar de
los avances y los aportes que se han alcanzado en especificidades y aspectos propios del
tema por parte de algunos autores como Carolina Giraldo, Florence Thomas, Ana María
Bidegain, Walter Bustamante, entre otros investigadores, la bibliografía es limitada y
escasa, comparada con la amplitud de la consagrada a temas de los ámbitos político, social
o económico en la Colonia y del período republicano.
La idea que guió esta indagación como proyecto de investigación, fue comprobar la
existencia de homosexuales en la Nueva Granada. Su presencia está relacionada con la
evidencia de conductas o comportamientos que fueron considerados manifestaciones de
sodomía en la sociedad neogranadina. Estas expresiones sexuales fueron condenadas por
las autoridades y la comunidad en general, a pesar de no tener un conocimiento preciso y
amplio de la vida sexual de las personas en esta época y de sus diferentes prácticas
sexuales.
La problemática que plantea esta pregunta se relaciona con las uniones sexuales entre seres
del mismo sexo. De la misma forma, se deben considerar los tratos que estas personas
recibían, los nombres o calificativos que en nuestro país, se han utilizado en distintas
épocas y espacios. A partir de este punto, surgen otros interrogantes que aportan al
problema de investigación. En primer lugar, ¿por qué la justicia era aplicada únicamente a
ciertos grupos sociorraciales? Para la época, estas desviaciones sexuales fueron tratadas
como un problema espiritual y médico, pues eran consideradas como locura ya que si se
demostraba, los transgresores eran enviados a manicomios, a la cárcel6 o desterrados de sus
poblaciones de origen y en algunos casos, condenados a muerte. En segunda instancia,
6
Teniendo en cuenta que “se desconocía el ideal de cárceles que tuvieran por objeto la enmienda de
los delincuentes, no se encontraba en ellas ni moral ni religión, ni se dignificaba a los presos con el
trabajo, y el Alcaide de la cárcel era un amo arbitrario. Los caracteres de la legislación penal de ese
largo período, que se extiende desde la Revolución Francesa, pueden resumirse así: incertidumbre
en las leyes y en las penas, que se dejaban en muchos casos al arbitrio del Juez; contradicción
frecuente en sus disposiciones; severidad y crueldad en los castigos; desproporción de las penas con
la gravedad de los delitos; rigor excesivo para los crímenes contra la religión, el Estado y el
soberano; barbarie de las penas en su naturaleza misma y en el modo de aplicarlas; desigualdad del
castigo según la condición social de los delincuentes; penas aberrantes, que recaían sobre los
inocentes; consideración más del aspecto material que del intencional del delito, porque la pena no
tenía por objeto sino la intimidación o el escarmiento.” (Escovar, Mariño et al. 1994, p. 62).
orientamos la indagación a la repercusión de los homoeróticos en la vida social, política,
económica y cultural.
Para el grupo de investigación, este tema revela aspectos del homosexualismo en diferentes
épocas y enmarca una coyuntura actual que demuestra el avance y la asimilación de
diversas posibilidades en cuanto al género; superando las binariedades dominantes, machohembra y hombre-mujer, las cuales se hayan sustentadas en la genitalidad; además, en lo
referente a la heterosexualidad como única opción de tendencia sexual. Estas nuevas
formas de sexualidad empiezan a ser reconocidas en nuestra sociedad y a ganar espacios de
identidad en el ámbito legal, en la vida económica, la política, la cultura, la educación, la
atención médica y otras esferas sociales que están permeadas por la presencia y la
participación colectiva del movimiento LGBT —Lesbianas, Gays, Bisexuales y
Transgénero—.
En el escenario local, se ha visto un proceso de cambio y percepción, en torno a la imagen
del sujeto homosexual ante la comunidad. Lo anterior demuestra la transformación de las
relaciones entre los individuos y los grupos en un espacio-tiempo de larga duración7.
Aunque cabe anotar que este cambio se ha producido a través de la legislación y se ha
traducido en el campo social y político. Su impacto en la sociedad ha sido más procesual y
gradual, pero empieza a ser evidente en la presencia cada vez más notoria de los
homosexuales y la inserción de unos códigos y representaciones de la cultura LGBT.
La sociedad colombiana ha venido padeciendo de un profundo mal que se ha extendido
durante toda la historia de nuestro país: olvido-exclusión. Esta terrible ausencia de memoria
colectiva e incluyente, que nos caracteriza, hace que dejemos de lado grupos sociales,
personajes, hechos, situaciones y nombres que merecen ser rescatados de los anaqueles de
la historia y deben ser reivindicados para que las generaciones actuales y futuras los
conserven y resignifiquen.
Esta investigación no sólo se concibe como una experiencia académica e historiográfica,
sino también como una oportunidad pedagógica que despierte el interés de las comunidades
académicas por reconocer, en la enseñanza de la historia, nuevos y posibles escenarios y
actores en el desarrollo de nuestro país. El homosexualismo hace parte de un gran conjunto
de temas, de una tarea esencial y vital para el desarrollo de nuestra identidad: la
construcción de la memoria. Las diferentes denominaciones que han recibido los esfuerzos
historiográficos por resarcir el papel de los sujetos y los actores históricos excluidos, bien
sea, la historia de los de abajo, de los oprimidos, de los olvidados, debe seguir
construyéndose y reelaborando porque más allá de los individuos, las instituciones y los
7
Se utiliza la denominación de larga duración para referirnos a procesos que tienen una extensa y
sólida permanencia, por lo tanto, su ritmo es mucho más lento y sus transformaciones o
desaparición pueden ser tan tenues que logran mantenerse incorporados y posiblemente intactos
ante la llegada de nuevos paradigmas, generaciones o alteraciones temporales. (Duby citado en
Cardoso, 1976, p. 329).
hechos, se encuentra una sociedad que reclama una aproximación científica y académica a
los orígenes de su realidad.
¿QUÉ TRATOS LES DABAN A LOS HOMOSEXUALES EN LA NUEVA GRANADA?
En primer lugar, el homoerotismo tiene sus antecedentes en las comunidades
precolombinas de nuestro territorio, en donde coexistía sin ningún tipo de repulsión o
rechazo, según lo relataron algunos cronistas8. En el período de la Conquista, cuando los
españoles llegaron al Nuevo Mundo se empezó a configurar un panorama poco tolerante
con las conductas homosexuales de los aborígenes9. La sodomía también es reconocida por
algunos historiadores como una costumbre generalizada en varias etnias africanas que se
mantendría durante los extensos viajes en altamar y posteriormente, en los lugares de
confinamiento y trabajo, debido a la ausencia de esclavas y a la desintegración como grupo
familiar o tribu a la que estaban sometidos10.
Es particularmente extraño no pensar en prácticas homosexuales entre los conquistadores,
quienes también soportaron extenuantes trayectos y meses alejados de mujeres, en especial
durante los primeros viajes; sin embargo, las crónicas y los documentos de la época señalan
a los grupos raciales, negro e indígena, como los únicos portadores de ‘malas costumbres’ o
de ‘excesos sexuales’. No obstante, el sentimiento de represión que compartían unos y otros
—conquistadores y esclavos traídos de África—, podría ser desfogado, al coincidir las
condiciones que compartían durante los viajes.
La información anterior nos sugiere dos condiciones para tener en cuenta, en primer lugar,
la represión sexual de los españoles y su trato al homosexualismo que empieza a ser
rechazado y juzgado por un sistema de valores característico de las sociedades cristianas
como la castellana, en donde la sodomía resultaba repulsiva y abominable. Por lo tanto, la
discriminación y la exclusión hacia los homosexuales, como elemento predominante de
nuestra cultura, se extiende y materializa con la llegada de los conquistadores. En segundo
lugar, la doble moral que en las circunstancias actuales prevalece en relación al
homosexualismo es un factor que tiene sus antecedentes en esta dicotomía entre acción y
pensamiento.
Durante la Colonia, el homoerotismo se identificaba como un problema mental y por
consiguiente, las personas que sufrían de esta supuesta enfermedad eran enviadas a una
prisión como castigo. En otras ocasiones, el destierro fue la condena utilizada para tratar el
8
“En el Reino de Nueva Granada los caudillos desnudos promovían las relaciones homosexuales
entre sus seguidores, esto escandalizó al cronista fray Pedro Simón quien indignado sentenció a
todas estas naciones por haber ‘caído en el pecado nefando’. (López, s.f.)
9
Las memorias dejadas por los Cronistas de Indias nos permiten conocer la fatalidad que acompañó
a los gays a principios de la colonización, éstos fueron las primeras víctimas del nuevo sistema,
centenares de santones gays murieron en la indigencia cuando fueron expulsados de sus templos,
otros y según relato de fray Bartolomé de las Casas perecieron destrozados por perros asesinos que
trituraban los huesos de sus víctimas, quienes cayeron en las garras de la Inquisición Primitiva,
fueron muertos a garrote vil, ahorcados, quemados vivos o condenados a remar en galeras de por
vida. (López, s.f.).
10
Luis Mott hace un recuento de los hábitos sexuales de los africanos en su trabajo O sexo proibido.
(Citado en Giraldo, 2002, p. 176).
pecado nefando11; tal parece que la instauración de las políticas Borbónicas a mediados del
siglo XVIII, encauzó este tipo de comportamientos en el ámbito de la justicia y las penas,
considerándose más allá del pecado para convertirse en un delito.
La justicia, evidentemente, estuvo permeada por las nociones religiosas y la legislación
partía de las presunciones eclesiásticas, entre éstas se encontraba la condena a los deseos de
la carne; en este sentido, el placer se convertía en un antecedente de delito, pues escapaba al
deber ser del buen cristiano y por lo tanto, del ciudadano. El calificativo de pecados contra
natura12 que utilizaban los jueces y eventuales administradores de la justicia local en las
provincias o pueblos, llámense alcaldes ordinarios, fiscales y procuradores, estaba
incorporado en el discurso y las intervenciones en los juicios criminales que se llevaron en
contra de los sindicados de sodomía. De la misma forma, expresiones como
comportamientos lascivos, escandalosos, amistad ilícita, excesos o depravaciones, se
vuelven referencias o códigos del lenguaje comunes para los encargados de impartir justicia
al momento de denominar la sodomía.
En el juicio criminal, llevado a cabo en la población de Tuta (1771), en contra de los indios
Luis Cuca, José Uchamoncha y Reinaldo Cuchya para corregirles algunos excesos; el
procurador de la Real Audiencia encargado de dictaminar la pena para los sindicados
afirma que: “con motivo de notar mi parte las irregulares conductas de algunos naturales de
aquel pueblo por sus depravadas operaciones y escandalosas vidas porque estos fuesen
advertidos, y en adelante se constituyen en tamaños excesos, como los perpetrados”13. El
lenguaje utilizado por las autoridades para referirse a este tipo de comportamientos
lascivos, puede interpretarse como una forma de separar el discurso civil del eclesiástico, es
por esta razón que no encontramos referencias del pecado nefando o contra natura.
La naturaleza de la sodomía como pecado se deriva del acto de “quebramiento consciente y
voluntario de las reglas de conducta establecidas por la Iglesia” (Lavrin (coord.), 1999, p
58). El derecho canónico determinó que los pecados contra natura y nefando son más
graves que un simple acto como la fornicación o el adulterio, pues la diferencia radica en la
11
Tan persistente fue la condena eclesiástica, que el nombre con el que comúnmente se llamó a los
actos homosexuales, fue el muy diciente de "Pecado nefando"; del latín ne-fandum, lo que no puede
ser hablado, ni mencionado, ni nombrado. De acuerdo con Mott, el pecado de sodomía "fue
considerado por la moral judeo-cristiana como mucho más grave que los más repugnantes crímenes
antisociales, como por ejemplo el matricidio, la violencia sexual contra niños, el canibalismo, el
genocidio y hasta el deicidio –todos pecados-crímenes mencionables, en tanto que el abominable
pecado nefando de sodomía fue rotulado y tratado como nefandum". (Guzmán, s.f.).
12
Contra natura “es todo aquel que engloba todos aquellos ‘actos sexuales que no culminan en la
inseminación de la mujer’. Se agrupan en él, la sodomía (homosexualidad), la masturbación y el
coito extravaginal”. (Vega, 1994, p. 21).
13
Archivo General de la Nación [AGN] (Sección Colonia, Fondo Caciques e indios. tomo 67, folio
545f).
‘ofensa a Dios. En este sentido, la alteración de un orden natural con unos roles y funciones
definidos para cada género era inadmisible y considerado antinatural14.
La carne era la esencia del pecado, por lo tanto, los administradores de justicia basados en
la teología cristiana –con una fuerte influencia Tomista- que propugnaba la separación entre
cuerpo y espíritu15, exigían la expiación de los pecados a través del cuerpo. Es por esta
razón que se utilizaba la confesión y el arrepentimiento; pero sólo a través del castigo
corporal se lograba conseguir el efecto deseado, la reparación integral de la falta cometida.
Los castigos públicos en compañía de pregoneros y llevados a cabo bajo una atmósfera de
solemnidad, resultaban ser espectáculos punitivos que buscaban impartir ejemplo y
escarmiento entre los espectadores y la comunidad en general16. Aunque para finales del
siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, en la Nueva Granada, el castigo físico parecía entrar
en desuso.
Aunque la legislación de los períodos colonial y republicano en la Nueva Granada estaba
estrechamente relacionada con el derecho canónico, la sodomía fue un punto de
disertaciones y pronunciamientos de los juristas desde las leyes Castellanas. Además, la
consideración de delito permitía abordar a los administradores de justicia ‘el
quebrantamiento de la ley’ y, por consiguiente, un nuevo tratamiento de esta práctica.
Frente a la ley, la sodomía se enmarca en la denominación de delito. La pragmática
castellana de 1598 sentenciaba: “[…] por muy justas causas cumplidas al servicio de Dios y
nuestro y a la buena execución de nuestra Real Justicia y deseando extirpar de nuestros
Reynos el abominable y nefando pecado contra naturam, y que, los que lo cometieren, sean
castigados con la calidad que la culpa requiere” (Domingo, 1977, p. 18).
14
Tomás y Valiente, 1990. Para otro texto que desarrolla la noción del pecado como sodomía
antinatural, ver: Jordan, 2002.
15
“La condena eclesiástica estaba basada en una filosofía que sostenía que toda forma de
sensualidad era pecaminosa, derivada de los escritos de los estoicos del siglo III, quienes abogaban
por la indiferencia ante toda fuente de placer, recomendando la renuncia a toda emoción excesiva;
para ellos la única sexualidad natural era la procreativa, lo demás era ilegítimo y antinatural. Ello
fue ratificado por Santo Tomás de Aquino, quien en su Summa Teológica expresó que la utilización
de los órganos sexuales para cualquier propósito que no fuera la procreación era lujuriosa y
pecaminosa; en este sentido, las relaciones entre personas del mismo sexo son un acto egoísta
destinado a obtener placer, luego pecaminoso por naturaleza”. (Guzmán, s.f.).
16
En el siglo XVII durante dos juicios contra sodomitas la violencia física se desencadenó de forma
privada y pública. En el juicio contra un paje del oidor Cortés de Mesa le fueron dadas puñaladas y
se le mutilo sus ‘partes vergonzosas’, la lengua y orejas. (Archivo General de Indias. Audiencia de
Santafe, legajo 16). Otra sentencia a muerte fue llevada a cabo por La Real Audiencia en Pamplona
contra el sodomita Juan Sánchez, quien muere a manos de su verdugo a garrote y después es
quemado en plaza pública. [AGN] (Sección Colonia, Fondo Juicios Criminales, tomo32, folios 303304r, 1606). Citado en Giraldo, 2002, p. 58).
La legislación castellana se basó fundamentalmente en la recopilación ordenada por
Alfonso X el Sabio, desde el siglo XIII, conocida como Las Siete Partidas; este texto guió
los procesos judiciales y la ejecución de penas en el Nuevo Mundo. Este texto se interesó
por tratar las diferentes instancias de los delitos y sus matices, que se originaban a través de
la casuística. En uno de sus apartes, éstas definen el término sodomítico como “al pecado
en que caen los homes yaciendo unos con otros contra bondat et costumbre natural. Et
porque de tal pecado como este nascen muchos males á la tierra do se face” (1846, p. 584).
Las leyes castellanas que gozaron de extensa vigencia en la Nueva Granada, condenaban el
consentimiento y la práctica con la pena de muerte, pero como anotábamos en párrafos
anteriores, las penas durante los primeros años del Imperio Español, fueron mucho más
severas y apegadas a la ley. En este sentido, la llegada de las reformas borbónicas a
América, plantea un viraje en el manejo de la justicia y una actitud más moderada en
cuanto a las sentencias a muerte para este tipo de delitos.
Otro aspecto que se identifica en Las Siete Partidas es la participación de las instancias
judiciales, así como de la organización en la administración y los procedimientos legales.
De forma que en los juicios se identifica el momento inicial o la orden de captura de los
sindicados por parte del alcalde ordinario, las declaraciones de los testigos, los descargos de
los acusados, el nombramiento de los defensores de pobres, los juicios emitidos por el
fiscal, la sugerencia punitiva del procurador y la aplicación de la misma por parte de las
autoridades locales. Es evidente, que la Real Audiencia incluyó elementos y etapas en los
juicios, por lo tanto se tomaban largos períodos para emitir sentencia y se consignaba el
proceso de forma detallada por los escribanos. El castigo impartido a los sodomíticos, se
traducía en sentencias como el destierro, la cárcel, los trabajos forzosos y en pocos casos, la
muerte14.
Para la sociedad neogranadina las prácticas sodomíticas, resultarían inapropiadas y
escandalosas. La influencia notable de la religiosidad y el concurso de la población en un
repetitivo y represivo discurso clerical nos plantea el rechazo y la intolerancia hacia este
tipo de conductas. No obstante, los juicios llevados en contra de este pecado nefando,
sugieren que se desarrollaba de forma privada y apartada de los escenarios públicos.
Además, es posible que un tema que aún hoy en día permanece tan marginal y causa
censura e incomodidad, pasara inadvertido o no se revelara a las autoridades con la misma
facilidad con la que se denunciaba el adulterio, los amancebamientos o los concubinatos.
La vida de la sociedad neogranadina estaba relacionada fundamentalmente con el trabajo.
Las ocupaciones de la población correspondían a la necesidad de proveer mano de obra
esclava, en especial, a las actividades rurales, mineras, artesanales o de carga. Los
trabajadores provenían principalmente de los grupos sociorraciales, indígena, negro,
mestizo y en ocasiones de blancos pobres. Aunque cabe anotar que en una sociedad
14
Ver tabla anexa en (Giraldo, 2002, p. 71)
mezclada y diversa, categorías raciales como zambo, mulato o pardo, entre otras divisiones
o castas17, ocupaban un papel cada vez más importante en la vida laboral y en el plano
social del siglo XVIII.
El color de la piel era un factor determinante en la sociedad de los siglos XVIII y XIX. A este
factor se le atribuía no sólo una condición laboral, sino toda una serie de actitudes,
características fisionómicas, comportamientos, costumbres y males. “El lenguaje colonial
usa la palabra casta para designar los grupos sociorraciales mestizos, mulato o pardo y el
grupo negro. Por curiosa circunstancia no se usa en general para el grupo
blanco”(Jaramillo, 1989, p. 60).
Esta clasificación social contribuyó a consolidar una sociedad injusta, que recibía un trato
diferencial frente al Estado, y en especial frente a la ley. La supuesta propensión a los
delitos por parte de algunos grupos sociorraciales condenaba su simple presencia a un
posible prontuario de delitos, a una tendencia natural a violar la normatividad y a vivir bajo
la ilegitimidad.
Al analizar las referencias que hacían las autoridades españolas o criollas en algunos casos
sobre indígenas, negros y mezclados, encontramos señalamientos que legitiman el mal trato
y los abusos de poder contra estos grupos. Algunos juristas o gobernadores, consideraban
que ‘estas gentes’, eran vulnerables a los pecados de la carne y a los delitos. En el caso de
los indígenas se afirmaba que su condición de nuevos en la fe cristiana los llevaba a
cometer ciertos excesos; en cuanto a los negros su origen ‘demoníaco’ y sus rituales
demostraban su escasa asimilación de las costumbres cristianas; mientras que los mestizos,
eran considerados, de origen ilegítimo, con tendencia a cometer delitos, con poca
disposición al trabajo e inclinación a la vagancia.
Con respecto a las prácticas sexuales de estos grupos, la sociedad neogranadina manejaba
un imaginario parcializado y lleno de prejuicios; esta perspectiva obedeció a la condena y
percepción de algunos misioneros, juristas, conquistadores y cronistas con respecto a
indígenas y negros, desde los primeros años de la Conquista y la trata negrera,
respectivamente. Por consiguiente, estos grupos sociorraciales eran permisivos y
propendían a comportamientos lascivos que después heredaron por aculturación y
sincretismo los mestizos.
Una de las prácticas que se les atribuyó a indígenas y negros como costumbre generalizada
fue la sodomía. Además, de lo señalado en párrafos anteriores sobre la supuesta
permisividad y práctica generalizada del homoerotismo entre grupos indígenas y tribus
africanas, es importante anotar que en muchas ocasiones, éste correspondía a rituales
religiosos. En las comunidades andinas —a partir de algunos estudios antropológicos e
17
Según Magnus Morner el sistema de castas, existe cuando una sociedad está compuesta por
grupos cerrados endogámicos en los que la pertenencia es decidida desde el nacimiento. (1969, p.
19).
históricos—, la sodomía “fue permitida como parte de ceremonias religiosas, una práctica
que continuó a principios de la era colonial”18.
En cuanto al negro, el imaginario sobre sus prácticas sexuales, estaba relacionado con
cuatro elementos que “giraban alrededor de su barbarización: […] lo fantástico y el temor a
lo lejano, la imagen del salvaje, el fantasma musulmán y el demonio” (Borja, 1990, p. 8).
En este sentido, la población negra fue objeto de señalamientos que hacían hincapié en
costumbres desconocidas, en códigos de comportamiento y lingüísticos que no entendían,
ni tenían ningún dispositivo o categoría equivalente para ser descifrados. Además, la
sensualidad desbordada del negro y su poder de seducción hacia el blanco, generó todo tipo
de malinterpretaciones y conjeturas mágicas y demoníacas.
Del mismo modo, la desintegración familiar de los indígenas y esclavos —en especial de
estos últimos—, debido a las condiciones de trabajo y a estrategias selectivas para el
rendimiento de la mano de obra19, posibilitaron y generaron todo tipo de relaciones
casuales —heterosexuales y homosexuales—, entre trabajadores20.
En los primeros siglos de la presencia española en América, la Inquisición fue la institución
encargada de llevar a juicio y a la hoguera a los sodomíticos indígenas y negros acusados
de pecado nefando. Posteriormente, la justicia ordinaria y la Real Audiencia serán las
encargadas de llevar los procesos judiciales por este delito. No obstante, el cambio de
justicia no garantizó un trato especial para algunos grupos sociorraciales —contrario al que
posiblemente tuvo la justicia eclesiástica con los indígenas—, que siguieron siendo objeto
de un trato inequitativo en las sentencias. Pues, en muchos casos, se comprobó que el
delito, no era propiamente un arreglo voluntario entre las partes, sino que este obedecía a la
petición de un hombre o una mujer del grupo blanco, o que tenia mejor posición
socioeconómica, quien seducía o amenazaba con diferentes métodos a otro individuo de
18
La sodomía fue asociada como una práctica propia de los moros. Por lo tanto el desprecio y la
repulsión de los peninsulares se tradujo en el rigor de las leyes y la intolerancia a este
comportamiento. (Ward, 1996, p. 37).
19
En las zonas mineras, “las cuadrillas divididas no tuvieron en cuenta que el favorecimiento de la
unión familiar esclava podía mejorar el rendimiento de los mismos, reducir su rebeldía y disuadirlos
de escapar”. Entretanto, el peón que trabajaba en la tierra —en el caso de las haciendas— tenía “un
vínculo individual y no comprometía a su familia […] su condición era incierta y miserable.”
(Carvajal, (Ed.). 1996, pp. 66-67).
20
La revisión de juicios criminales por sodomía, realizada por Carolina Giraldo en el AGN, entre
1559-1820, evidencia varias características que pueden confirmar esta afirmación. En primer lugar,
la autora recopila -total- 45 casos, de estos en seis son procesados indígenas y en ocho, esclavos;
dentro del conjunto, quince se procesan en Cartagena y dieciocho son relaciones ocasionales. La
edad de los enjuiciados oscilan entre los dieciséis y los cincuenta años. (2002, p. 28).
una casta inferior. Sin embargo, seductor y seducido —o manipulado—, recibían el mismo
rigor de la justicia21.
La posición del personaje fue decisiva, en ocasiones, para definir la aplicación de la justicia
y la censura social. Desde la misma España, el criterio de la justicia operaba de forma
selectiva para las penas. Pues “en 1622, un gran número de personas conocidas –Juan de
Tassis, Villamediana, etc.—, fueron inculpadas de homosexualidad […] Los más humildes
fueron condenados a muerte y ejecutados en Madrid”(Domingo, 1977, p. 21).
En la Nueva Granada dos personajes ilustres dejaron en duda, sus inclinaciones sexuales. El
primero fue Alejandro Von Humboldt, el viajero y naturalista alemán que se consagró en la
historia de nuestro país, por sus invaluables aportes a la botánica, la geografía y las ciencias
naturales en general. El episodio que sugiere el homosexualismo de Humboldt, hace
referencia a la negativa de éste por aceptar al Sabio Caldas en sus expediciones a
comienzos del siglo XIX.
Las quejas y reproches que Francisco José de Caldas hacía en su correspondencia a Mutis,
señalan de forma abierta y directa una serie de conductas y situaciones que pueden
interpretarse como el relato de una relación homosexual que sostenía el naturalista con un
joven llamado Carlos Montúfar y Larrea, criollo quiteño, quien acompañó a Humboldt en
Quito, con Bonpland. Caldas se refería al hecho con molestia, en los siguientes términos:
“El aire de Quito está envenenado; no se respiran sino placeres […] Entra el señor Barón en
esta Babilonia, contrae por su desgracia amistad con unos jóvenes obscenos, disolutos; le
arrastran a las casas en que reina el amor impuro; se apodera esta pasión vergonzosa de su
corazón […]” (Paz, 1978, p. 99).
Es posible que la molestia del Sabio Caldas por no haber sido aceptado, despertara este tipo
de resentimientos y comentarios malintencionados. El disgusto de Caldas, quien se
desempeño como científico, militar, geógrafo, botánico, astrónomo, naturalista y periodista
—que en cierto modo, justifican algunos estudiosos del tema—, es la poca preparación y
formación que tenía Montúfar, comparado con el Sabio. Aquel tenía algunos cursos de
Filosofía y Humanidades y se había graduado como maestro de Arte en Quito. Es por esta
razón que Caldas se refiere a él como: “un adonis, ignorante, sin principios y
disipado”(Hampe, 2002, pp. 711-712).
Otro episodio que ha llenado algunas hojas de la historia es el de Manuelita Sáenz,
conocida como <la libertadora del libertador>, con su esclava Jonatás. Juzgadas
principalmente por su participación en revueltas, por su carácter fuerte y oposición a las
21
En el caso llevado en contra de Fray Bartolomé Montesinos (blanco) y Andrés (indígena) en
Popayán (1803). Es reconocido por los transgresores, la seducción y las artimañas del primero para
doblegar desde su posición al segundo. Sin embargo, ambos reciben la pena capital. (Citado en
Giraldo, 2002, p. 41).
ideas de las autoridades españolas. Sáenz, quien era denominada ‘marimacha’ por su forma
de vestir y de actuar públicamente, en especial, con su servidora Jonatás22.
Se podría decir que durante y después de la Independencia, las mujeres que participaron en
la guerra que se libraba contra el ejército real español, no sólo contribuyeron con el
abastecimiento de municiones a los hombres y con servicios domésticos para las tropas
patriotas; sino que además, se vistieron como ellos, se alzaron en armas y fueron
protagonistas directas del conflicto.
Los valores culturales de la sociedad castellana y cristiana imponían a la mujer una serie de
conductas y condicionamientos que definían su desarrollo personal, moral y social. Una
buena mujer tenía que ser una buena cristiana, por lo tanto, su consagración al hogar, a los
hijos, y al padre o esposo, deberían ser los pilares de su vida. No obstante, muchas mujeres
en la Nueva Granada, transgredieron el estereotipo femenino, lo que se tradujo en
escándalos, comportamientos lascivos, brujería, hechicería y vidas “desordenadas e
inquietas”, para las autoridades.
Las virtudes de la mujer colonial y republicana, incluso se imponían en las prácticas
sexuales. De esta forma, hasta la posición en el acto sexual tenía un orden y una jerarquía,
pues la mujer siempre debería estar debajo del hombre, ya que su única finalidad en la vida
era servir a la reproducción, por ende, si alteraba el orden se podía perder la preciada
semilla de la procreación.
Desde esta perspectiva, era impensable y abominable la relación sexual entre dos mujeres.
Sin embargo, las mujeres que se veían envueltas en relaciones lésbicas, que para la época se
denominaban como ‘sodomía imperfecta’, ‘safismo’, o ‘unisexual’, provocarían la acción
de la justicia, pero al parecer, de una forma más moderada que con la sodomía masculina.
Algunos casos llevados a juicio entre los siglos XVIII y XIX, reflejan aspectos y rasgos
propios de su desarrollo y percepción. Además del episodio de Manuelita Sáenz, que en
gran medida tiene un tinte de desprestigio e interés político, casos como el de Gregoria
Franco y Margarita Valenzuela, revelan otras características. Las mujeres procesadas
“habían amado fugazmente, o incluso se habían unido a un hombre; pertenecían a los
22
Desde la perspectiva de algunos historiadores, Manuelita Sáenz tuvo relaciones íntimas con su
liberta Jonatás; estas supuestas prácticas fueron juzgadas hacia el año 1830 cuando Manuelita Sáenz
fue señalada por turbación de la tranquilidad pública. “El fiscal doctor Fortunato Manuel de Gamba
y Valencia dio el siguiente concepto […] que el día de la entrada de S.E. el Presidente de la
República se comportó del modo más brusco e inicuo y ajeno a su sexo […] que la dicha Manuela
Sáenz contra las reglas del pudor, y con ultraja de la moralidad anda vestida de hombre en
compañía de dos esclavas, con quienes, y otros soldados que le asisten, han cometido esa multitud
de excesos […] a finales de Julio dictaron la sentencia de Destierro para la presa Manuelita Sáenz.”
Aunque estos comportamientos lascivos nunca fueron comprobados, los indicios y señalamientos
entretejen un manto de duda en torno a sus inclinaciones sexuales. (Cacua, 2002, pp. 251-256).
grupos medios marginales de la población, […] se desplazaban con facilidad entre poblados
y, finalmente eran amantes impenitentes”(Rodríguez, 2002, p. 171).
El caso seguido en contra de Martina Parra por hermafrodita y por amancebamiento con
Juana María Martínez, en la población de Suesca en1803, evidencia aspectos atípicos para
la época. El juez del lugar, acusa a Martina de ser inquieta y de ser “hermafrodita, que tiene
de hombre y de mujer”. Al declarar, su compañera María Martínez, afirma que: “ha estado
viviendo en mal estado con la Martina, la que tiene las partes de la generación de mujer;
pero que al tiempo de pecar le sale un miembro como de hombre y cohabita como tal; pero
que tiene menstruación”23.
La expresión hermafrodita, resulta curiosa y avanzada para la época. En cierta medida el
discurso médico empezaba a tener alguna injerencia en los procesos judiciales. Esta
afirmación se ratifica en los siguientes apartes del juicio, cuando las autoridades solicitan
que a Martina Parra le sean practicadas pruebas médicas, por un delegado de la Escuela
Físico Médica y Quirúrgica de Santa Fe. Luego de dos meses de proceso —Octubre 18 a
Diciembre 20—,
El Doctor Honorato Vila práctica en la Cárcel de Divorcio —o de
mujeres— el respectivo examen y declara lo siguiente: que han hallado los
que son propios y característicos de mujer con toda su natural perfección
[…] que es cierto que entre las partes […] se halla una partecilla semejante
a la glande del miembro viril […] inherente o pegada […] a los labios
mayores […]24.
El juicio finaliza con la absolución de Martina y la condena a cárcel, por blasfemia, de
María, su compañera. Se le condenó por la falsedad de su denuncia, pues sólo compartían
la casa, pero no cometían tales excesos denunciados en el proceso.
Al revisar el conjunto de los casos, es posible afirmar que las autoridades procesaban la
sodomía imperfecta por factores de escándalo y escarmiento público, lo cual permite ver la
relevancia que tenía para este tipo de comunidades la sanción social. Sin embargo, al
analizar el discurso de las leyes canónicas no se encuentran claras referencias a su
señalamiento y condena. Esta práctica desde la ley, puede verse como un delito derivado de
otro inicial y más condenable, la sodomía entre hombres. Lo que diferencia su tratamiento
y juzgamiento, es la pérdida involuntaria de la semilla; en este caso las relaciones lésbicas
no tenían mucho que ofrecer como evidencia de pecado nefando, más allá del pudor y las
buenas costumbres que deberían caracterizar a una mujer cristiana.
23
[AGN] (Sección Colonia, Fondo Juicios Criminales, tomo 96, folios 218-219).
24
[AGN] (Sección Colonia, Fondo Juicios Criminales, tomo 96, folios 222r-222f).
Además, en una sociedad patriarcal como la neogranadina, el simple hecho de pensar que
una mujer alterara el orden sexual y familiar, o se emancipara de unas costumbres y
patrones establecidos para el sexo femenino resultaría inadmisible24. Su comportamiento no
se podía equiparar al de un hombre, a pesar de que este fuera lascivo. En este sentido, era
más consecuente anularlo o desconocerlo que suministrarle un estatus que posiblemente
pusiera en entredicho el discurso del orden natural.
24
Desde la construcción de géneros, “el carácter del hombre debe ser fuerte y expresar rudeza en
comparación con la debilidad que representa la mujer, de tal modo que haya una coherente
dependencia y sujeción de uno con respecto al otro. Más que en el caso de la mujer, se debe vigilar
la formación del carácter del hombre para que no deje asomar la debilidad y la fragilidad […]”
(Bustamante, 2004, p.117).
CONCLUSIONES
Las condiciones y el contexto en el que se desarrollaron las relaciones homoeróticas en la
sociedad neogranadina de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, evidencian una
fuerte carga cultural cristiana, que permeó la justicia civil.
El discurso construido en torno a la sodomía, obedecía al establecimiento de unos patrones
sexuales, característicos de los géneros dominantes: femenino y masculino. La alteración de
estos patrones de comportamiento generaba una atmósfera de desorden y crisis de los
valores que sirvieron a la Conquista para someter y aculturar a los indígenas y negros. El
declive de la sociedad colonial para finales del siglo XVIII, no sólo se debía a la llegada de
las nuevas ideas ilustradas a través de las élites criollas, sino a una nueva configuración
social de las masas, en este caso, de los mestizos. El grupo mayoritario mestizo traía
consigo la resignificación y reelaboración de los patrones culturales.
En gran medida, la aplicación de la administración borbónica intentó fortalecer el ejercicio
de la justicia civil, tratando de desligar el proceso, pero manteniendo un discurso canónico
que seguía latente en el espíritu de la ley: condenar y juzgar las conductas y los sujetos que
transgredieran y alteraran el orden natural.
La homosexualidad, tiene antecedentes en las sociedades cristianas desde el discurso
bíblico, sin desconocer que su aparición en otro tipo de culturas ‘paganas o primitivas’, nos
sugiera que su existencia es tan antigua como el heterosexualismo. En la sociedad
neogranadina, la mezcla de razas, el sincretismo entre los distintos grupos y las costumbres
propias de cada una de las castas, evidencia la complejidad para identificar un origen y
atribuir las prácticas sodomíticas a un grupo sociorracial en especial.
La sodomía fue una práctica europea, africana e indígena; en algunas ocasiones castigada,
en otras tolerada o ignorada. Los factores que influían en su condena, están relacionados
con condiciones sociorraciales, socioeconómicas y de género. La justicia actuaba conforme
a la evidencia, que se basaba en las declaraciones de testigos, en ocasiones, poco
confiables, o rumores. En muy pocos casos, los principios médicos aparecían como prueba
contundente o determinante. Demostrando el poco avance entre la relación medicina y
justicia.
La llegada de la Independencia, no trajo consigo un avance positivo en torno a la
percepción de los sodomitas, y a pesar de que la legislación —Código de 1837—, deja de
utilizar el término, sólo hasta 1890 se habla de relaciones entre personas del mismo sexo.
La justicia posindependentista se refiere al corruptor de jóvenes. Esta categoría se aplicaría
con la presunción de ser un menor la víctima, casi siempre, de dicho corruptor; razón por la
cual se agrega otro factor de repulsión hacia el homoerótico. Sin importar la denominación
el homoerótico, seguirá siendo condenado como un criminal(Bustamante, 2004, pp. 89-91).
Es importante considerar, que los criollos fueron la clase más favorecida con el proceso de
independencia, debido a su empoderamiento, no por eso hay que olvidar su origen y carga
cultural, mayoritariamente influenciada por la religión católica; en este sentido, difícilmente
aceptarían y legislarían a favor de estas conductas.
La censura y la discriminación hacia los homoeróticos, aparecen como un problema de las
sociedades modernas y contemporáneas, pero en realidad tienen sus antecedentes varios
siglos atrás. Posiblemente, no es notorio en la antigüedad porque las manifestaciones de la
sodomía eran privadas y no se trataban como una generalidad, sino como conductas
anormales y aisladas. Pero frente a los cambios de patrones conductuales y la expresión
abierta y pública de los gays25 y las lesbianas, la sociedad y las instituciones de poder se
tornaron más intolerantes y radicales para rechazar el libre desarrollo de la sexualidad de
estos grupos.
De otra parte, esta investigación abre nuevos horizontes a la historia de género y también a
la enseñanza de la historia; estas nuevas perspectivas son agrupadas en las siguientes
categorías:
—Conceptos de homosexualismo y denominaciones (sodomía, pecado nefando, crimen
contra natura, amistad ilícita, excesos, etc.).
— Concepto de pecado y delito. Legislación canónica y civil.
— Penas, condenas y censura social a los homosexuales.
— Administración de la justicia diferencial y selectiva en torno a la condición sociorracial.
— Existencia del lesbianismo en la Colonia y la República, casos y tratamiento.
Las categorías pueden aportar en el plano pedagógico y disciplinar, en especial, en los
planes de estudio; también pueden ayudar a la construcción de líneas temáticas para el
análisis de la justicia en Colombia, historia de género, derechos individuales y su
reconocimiento en cuanto a los géneros, derechos sexuales y libre desarrollo de la
personalidad. De igual forma pueden ser útiles en la cátedra de Educación Sexual; la
sociedad colombiana frente a la discriminación y la exclusión de grupos sociales, entre
otras temáticas que podrían trabajarse desde la escuela como parte de un currículo en las
áreas y asignaturas de Ciencias Sociales, Ética, Democracia, Ciencia Política y como parte
del Proyecto Transversal de Educación Sexual.
25
Gay proviene del latín gaudium (alegre), adjetivo utilizado en francés especialmente en la época
medieval y que paso a las lenguas germánicas, como al inglés, conservando su significado inicial.
Con este término se asociaron palabras para referirse a personas aficionadas al placer o a la mala
vida y persona presumida, palabras como “folle” (francés), “louca” (portugués) y “loca” (español)
[…] El movimiento norteamericano de liberación homosexual, lo retomó para convertirlo en un
slogan en un proceso de empoderamiento político.” (Lanza, 2000, p. 84).
Finalmente, es importante anotar que este ejercicio investigativo multiplica los
interrogantes sobre el problema de investigación. Algunos de estos corresponden al
contexto de la época: ¿Por qué se concentra el homosexualismo en algunas zonas de la
Nueva Granada? ¿Las leyes en contra de los sodomitas, también comprendían sus posibles
variables y correlaciones, es decir travestidos, bisexuales, entre otras manifestaciones
sexuales de este tipo? ¿Cómo tratarían en su cotidianidad las comunidades a los
homoeróticos? ¿Cómo se desarrollaba la vida en sociedad de las parejas homoeróticas? Más
allá del período de indagación, una pregunta que surge para plantear una mirada progresista
al tema de la homosexualidad y el lesbianismo sería: ¿Es posible que en Colombia, se
acepte la existencia —en todas sus posibilidades— de un tercer género?
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