Relevancia diagnóstica del ácido úrico 19 Relevancia diagnóstica del ácido úrico Diagnostic relevance of uric acid Martha Guerra López1, Patricia Hernández-Rodríguez2,3* . Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá-Colombia. . Director Grupo de Investigación BIOMIGEN, Pontifícia Universidad Javeriana, Bogotá-Colombia. 3 . Docente Investigador Programa de Biología. Departamento de Ciencias Básicas. Universidad de La Salle, Bogotá-Colombia. 1 2 Cómo citar: Guerra M, Hernández-Rodríguez P. Relevancia diagnóstica del ácido úrico. CienciActual. 2015;4,19-39. Los autores declaran no tener conflicto de interés. Recibido: 2015-01-17 Revisado: 2015-02-12 Aceptado: 2015-7-28 * Autor de Correspondencia: Universidad de la Salle (57) (1) 3535360 Ext. 2563/00, Bogotá, Colombia. [email protected] Resumen El ácido úrico (AU) producto final del metabolismo de las purinas, es uno de los marcadores biológicos más reconocidos. Reacción catalizada por la xantina oxidoreductasa (XOR). Esta enzima bifuncional, en su forma deshidrogenada (XDH) genera AU y dinucleótido nicotinamida-adenina, en la oxidasa (XO), AU y superóxido (O2•-). La hiperuricemia (HAU) es indicador de sobrerregulación de la actividad de la XO, poderoso sistema generador de especies de oxígeno reactivo (ROS) en la fisiología humana. La acumulación de estos radicales contribuye a la disfunción endotelial, deterioro metabólico y funcional, activación inflamatoria y otros eventos. Actualmente, la HAU se considera una de las alteraciones características del síndrome metabólico (SM). La presencia de HAU en el SM se puede explicar por su vinculación con la hipertensión, la hipertrigliceridemia o la obesidad, así como con la lesión vascular renal. El propósito de este artículo es evidenciar la importancia del AU en el diagnóstico del SM, sus características estructurales y funcionales e implicaciones en la fisiopatología de la alteración metabólica. La búsqueda de información se realizó en español e inglés; utilizando como palabras clave: Ácido úrico, xantina oxidasa, hiperuricemia, síndrome metabólico. Los motores o bases de datos utilizados para recolectar la información fueron: Science Direct, Scopus, Pubmed y Scielo. La información se seleccionó con una ventana temporal de búsqueda de 30 años (1985 - 2015). Numerosas investigaciones muestran fuerte asociación entre las concentraciones plasmáticas de AU y SM y/o sus componentes. Estudios transversales realizados en varios grupos étnicos han mostrado que la prevalencia del SM se incrementa con el aumento de las concentraciones séricas de AU. Palabras clave: Ácido úrico, xantina oxidasa, síndrome de hiperuricemia, síndrome metabólico (Fuente: DeCS). Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 20 Abstract Uric acid, the final product of purine metabolism, is one of the most recognized biological markers, a catalyzed reaction by xantina oxidoreductasa (XOR). This bifunctional enzyme in its dehydrogenated shape (XDH), produces AU, and nicotidamide adenine dinucleotide and in oxidase (XO), AU and Superoxide (O2•-). Hyperuricemia (HAU) is an indicator of over-regulation of XO activity, a powerful system producer of species of reactive oxygen (ROS), in human physiology. Accumulation of these radicals contribute to endothelial malfunction, metabolic and functional deterioration, inflammatory activation and other events. HAU is currently considered one of the characteristic alterations of metabolic syndrome (MS). HAU presence in the MS may be explained through its connection to hypertension, hypertriglyceridemia or obesity, as well as with renal vascular injury. The purpose of this article is to show importance of AU in diagnostic of MS, its structural and functional characteristics and implications on physiopathology of metabolic alteration. Information was search in Spanish language and English language, using as key words: Uric acid, xanthine, oxidase, hyperuricemia, metabolic syndrome. Motors or data bases used to collect information were: Science Direct, Scopus, Pubmed and Scielo. Information was selected with a search temporal window of 30 years (1985 – 2015). Many researches show a strong association between plasmatic concentrations of AU and MS and/or their components. Transversal studies performed in various ethnic groups have shown that MS prevalence increases through increase of AU serum concentrations. Key words: Uric acid, xanthine, oxidase, hyperuricemia, metabolic syndrome. (Source: MeSH) Introducción Actualmente las enfermedades crónicas no transmisibles han propiciado impacto epidemiológico en la sociedad moderna, convirtiéndose en una problemática de países desarrollados y en vía de desarrollo, ocasionando tasas altas de morbimortalidad. Este impacto se vio favorecido por la transición epidemiológica que sucedió en el siglo pasado, con el control de enfermedades transmisibles logrado con el progreso de la ciencia y las estrategias de prevención (1). Dentro de las enfermedades crónicas asociadas con la dinámica de las poblaciones modernas se destaca el Síndrome Metabólico (SM) también conocido como Síndrome Plurimetabólico o Síndrome X, influenciado por factores de riesgo lipídicos y no lipídicos que pueden surgir en forma secuencial o simultánea en un mismo individuo (1); caracterizado por un conjunto de factores tradicionales y no tradicionales que pueden ocasionar enfermedad cardiovascular (ECV) y diabetes (2, 3). Entre estos factores se consideran la presencia de obesidad abdominal (determinada por el perímetro de cintura -PC-), alteraciones de la glucosa o resistencia a la insulina (RI), dislipidemia aterogénica (expresada a través de las concentraciones incrementadas de triglicéridos, disminución del colesterol unido a las lipoproteínas de alta densidad (c-HDL: Cholesterol of High Density Lipoproteins) y elevación de las cifras de la presión arterial (PA), todos los que en su conjunto se utilizan para diagnosticar esta entidad; sin embargo, existen factores emergentes ampliamente relacionados con alteraciones metabólicas, por ejemplo, la proteína C reactiva, microalbuminuria, fibrinógeno y ácido úrico (AU) (4, 5). Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez Kyling, en 1923 (6), puso en evidencia la importancia de la hiperuricemia (HAU) y su relación con el SM cuando describió tres síndromes clínicos asociados: HT, hiperglicemia e HAU. En 1988, Reaven (7) mostró el papel central de la RI en el síndrome X, que más tarde pasaría a conocerse como SM o síndrome de RI. Posteriormente se propone añadir la HAU al conjunto de disfunciones hemodinámicas y metabólicas, relacionadas con la RI o SM (8). La amplia información reportada desde principios del siglo pasado, permiten sugerir que el incremento en las concentraciones de AU, se asocia con las diferentes anormalidades que definen al SM (obesidad abdominal, elevación de la presión arterial, hiperglicemia y dislipidemia aterogénea (9). La asociación entre SM y AU ha despertado interés por la implicación de las alteraciones fisiopatológicas y metabólicas, que de forma individual son indicadores de riesgo de ECV (10). Las concentraciones promedio de AU en pacientes con SM son mayores (0,5 a 1,0 mg/dL) frente a grupos control (9); observándose además, incremento con el número de componentes del SM (11); sin embargo, las modificaciones en las concentraciones de AU frente a la edad, el género, la depuración de creatinina, el alcohol y el uso de diuréticos pueden ser considerados como factores de confusión. Al comparar los valores de AU entre género, se observa menor concentración en mujeres respecto a hombres, que puede explicarse por los estrógenos debido a que son uricosúricos. La posmenopausia disminuye esta diferencia; sin embargo, se mantiene en todas las edades, lo cual puede explicar que las concentraciones de estrógeno no son los únicos factores responsables para estas diferencias (12). En humanos, el AU constituye el producto final del catabolismo de las purinas, sin embargo, en otros mamíferos es degradado hasta alantoína por la Relevancia diagnóstica del ácido úrico 21 uricasa (urato oxidasa, EC 1 .7.3.3), enzima presente fundamentalmente en el hígado. Deriva de la conversión de hipoxantina a xantina y de ésta a AU, ambas reacciones catalizadas por la enzima xantina oxidoreductasa (XOR: E.C. 1.17.3.2) (13). La HAU puede resultar del incremento en su síntesis, así como en disminución en su excreción, o la combinación de ambos mecanismos. Está demostrado que la hiperinsulinemia (HI) modifica el manejo del AU renal, disminuyendo su excreción (14, 15) por el incremento en la resorción de sodio (Na+), condición que también se ha observado en pacientes con obesidad e HT. Estudios recientes, apoyan la existencia de HAU secundaria, debido a que la síntesis de ácidos grasos en el hígado se encuentra incrementada durante la RI y se relaciona con la génesis de purinas de novo, lo cual conlleva a hiperproducción de AU (15¸ 16). Otro de los mecanismos implicados es el aumento en la ingesta de fructosa, por que su fosforilación en el hígado promueve desintegración de ATP e incremento secundario de la producción de uratos (17). Un segundo mecanismo que puede acentuar la síntesis de AU en pacientes con SM y lesión orgánica es la isquemia local, en la cual se encuentra implicada la enzima XOR (18) que en condiciones fisiológicas tiene afinidad mayor para el dinucleótido de nicotinamida adenina oxidado (NAD+) comparado con el O2 como aceptor de electrones. En isquemia, incrementa la degradación de ATP, iniciando aumento en la síntesis de AU; adicionalmente, la xantina deshidrogenasa (XDH: EC 1.1.1.204) es convertida a xantina oxidasa (XO: EC 1.2.3.2). Esta enzima utiliza oxígeno molecular (O2) y genera NAD+ como aceptor de electrones, promoviendo formación de aniones superóxido (O2•-) y peróxido de hidrógeno (H2O2), ambos radicales libres o derivados del oxigeno (RLO) (13, 18, 19). Durante mucho tiempo el AU fue considerado un simple producto de excreción del metabolismo de las bases nitrogenadas púricas; sin embargo, estudios evolutivos recientes indican que cambios genéticos, por mutaciones silenciosas en la enzima uricasa (responsable de su degradación) durante la evolución de los homínidos y la consecuencia de su inactivación, induciría elevaciones en las concentraciones de AU encontradas en humanos. Se ha propuesto que este mecanismo, podrían ser un avance selectivo en la evolución de los homínidos debido a sus efectos antioxidantes (AO) (20). Ello, unido a un eficiente sistema de resorción renal del compuesto, que garantiza concentración plasmática aproximadamente cuatro veces superior a las de algunos animales, lleva a considerar que existen otras posibles funciones para el AU: neuroestimulador y neuroprotector, regulación de la función del sistema inmune; mantenimiento de la presión arterial (PA) en situaciones de estrés nutritivo y AO. Existen características particulares y evidencias para cada una de estas propuestas; sin embargo, las tres primeras, se relacionan en mayor o menor medida con las propiedades redox del AU (20). Metodología La búsqueda de información se realizó en español e inglés; utilizando como palabras clave: Ácido úrico, xantina oxidasa, hiperuricemia, síndrome metabólico. Los motores o bases de datos utilizados para recolectar la información fueron: Science Direct, Scopus, Pubmed y Scielo. La información se seleccionó con una ventana temporal de búsqueda de 30 años (1985 - 2015). Homeostasis del ácido úrico El AU es un ácido débil con una constante de disociación (pKa) de 5,75 en sangre y 5,35 en orina. Se encuentra mayoritariamente (98%) en su forma disociada (urato), fundamentalmente urato monosódico, en fluidos extracelulares (pH 7,4); y en la no disociada en orina (pH entre 5,0 y 6,0). Por convención se denomina urato en el suero y el líquido sinovial, y AU en la orina. El primero, se acidifica a lo largo del túbulo renal y, al disminuir el pH, el urato urinario se convierte en AU de solubilidad baja. En los túbulos renales, particularmente en colectores (región luminal), el pH se acerca a 5,0, por ello, se induce disminución progresiva de ionización del AU haciendo que se torne menos soluble; los rangos bajos de flujo urinario en conjunto con gran destrucción celular, promueve precipitación de uratos en la nefrona distal durante la acidificación fisiológica de la orina con un pH inferior de 5,5 (21). En humanos, es producto final del catabolismo de las bases purínicas (adenina y guanina) que forman parte de los nucleótidos monofosfato de adenosina (AMP) y guanosina (GMP), y los ácidos nucleicos (ARN y ADN). Las purinas tienen origen endógeno (síntesis de purinas y catabolismo de los ácidos nucléicos: AN), de producción relativamente constante. También exógeno, cuya generación puede reducirse aproximadamente 40% en dietas libres de purinas. El metabolismo de nucleótidos de purina origina AU. Se llega a este producto por diferentes rutas según el tejido. La adenosina se desamina a adenosina desaminada (ADA), inosina. GMP y la inosina se degradan por la enzima purina nucleósido fosforilasa (PNP) para finalizar en hipoxantina y guanina, respectivamente. El proceso final en el metabolismo de las purinas se realiza por la acción del enzima XOR (inhibida por el alopurinol y el Febuxostat®), que transforma la hipoxantina en xantina (oxidación) y finalmente en AU. Este metabolismo ocurre principalmente en hígado, donde se localiza la enzima y en menor proporción en el intestino delgado (22, 23). Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 22 El locus de OXR es intracelular y es de especial relevancia en el endotelio vascular. Se descubrió en leche e inicialmente, se asoció con la participación activa en la producción de especies reactivas del oxígeno (EROs) (13, 24) y estrés oxidativo (EROx), lo que podría contribuir a disfunción endotelial propia de ECV con descenso del óxido nítrico (ON) (25, 26). La enzima OXR existe en dos isoformas interconvertibles: la XO y la XDH. La primera, reduce O2 (proteólisis parcial); en contraste, la segunda, reduce tanto el O2 como el NAD+ (oxidación/reducción) teniendo afinidad mayor por el segundo sustrato; adicionalmente, es más abundante in vivo y puede ser convertida a XO en forma irreversible por diversas enzimas, por ejemplo, tripsina, quimiotripsina y pancreatina. Ambas isoformas pueden genera O2•-, especie reactiva potencialmente tóxica. La XO lo genera, habitualmente, como producto final de su acción; por el contrario, la XDH lo produce bajo condiciones especiales (24, 27). El hígado y el intestino delgado son las mayores fuentes de XO; sin embargo, actualmente existe evidencia que tanto el corazón como el endotelio vascular expresan la enzima. De hecho, su actividad se ha podido determinar en el endotelial humano, denominándose XO extracelular o unida al endotelio (eXO) (22, 28). La dieta aporta cantidades mínimas de AU y proporciones significativas de precursores de urato. No obstante, la concentración mayor de urato usualmente proviene de la síntesis endógena. En condiciones fisiológicas, existe equilibrio entre la producción y la eliminación de urato. La generación, depende del equilibrio entre la ingestión de purinas, la síntesis de novo en células, el reciclado, y su degradación por la XO. El AU se halla en equilibrio con su forma enólica, que a pH 7,0, el equilibrio está favorecido hacia la derecha, eliminándose un protón, y formándose el urato. Éste, es el producto que se elimina por la orina. Aproximadamente un tercio, se origina mediante secreción pasiva por el intestino (colon), donde es degradado por bacterias (uricolisis intestinal). La excreción renal es responsable de la eliminación diaria de los dos tercios restantes. A diferencia de otros mamíferos, el hombre y otros primates no poseen la enzima uricasa (urato oxidasa, EC 1.7.3.3), que convierte el AU (relativamente insoluble) en alantoína (muy soluble). Por ello, el urato, mayoritario respecto al AU en sangre, se transporta mediante proteínas plasmáticas, por ejemplo, la albúmina y las alfa-globulinas (17). El 75% del AU sintetizado se elimina por el riñón (cuando cae el filtrado glomerular, las concentraciones aumentan) y el 25%, extrarrenal (aparato gastrointestinal, secreciones biliar y pancreática). Sin embargo, la responsable de que no haya AU en las heces es la flora bacteriana del colon (catabolizado por la uricasa) que lo degrada a alantoina y CO2 (uricolisis bacteriana), por ello, es indetectable en heces (29). Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez La biología molecular ha identificado varios transportadores y proteínas, que han puesto en evidencia la complejidad del manejo del AU en el túbulo contorneado proximal (TCP). Consiste en filtración pasiva glomerular, resorción activa tubular presecretora, secreción, y resorción tubular posecretora (30, 31). La mayor proporción del AU plasmático es filtrado por el riñón (menos de 5% circula unido a proteínas), y aproximadamente el 98% sufre resorción tubular en la primera porción del TCP o S1 en forma activa (resorción tubular presecretora) (22) quedando en la luz tubular 0 - 2% del urato filtrado. Posteriormente, ocurre una fase de secreción tubular masiva, permaneciendo en la luz tubular aproximadamente 50% de la cantidad de urato inicialmente filtrado (responsable de la mayor proporción del AU excretado en orina). Por último, la mayoría del urato secretado (80%) se reabsorbe en la porción final del TCP o S3 (reabsorción tubular posecretora). Así se explicaría que la cantidad de AU excretada en la orina es, aproximadamente, 10% del urato filtrado. La filtración glomerular se realiza de forma pasiva (“carga renal” del soluto) y equivale al producto de su concentración en el plasma por el volumen del filtrado glomerular, por que sóolo una pequeña fracción de AU se encuentra unida a proteínas y no es, por tanto, filtrada. Posteriormente, alrededor del 99% del urato filtrado por el glomérulo se reabsorbe en el TCP. El mecanismo de la resorción tubular del urato lo comparten otros aniones y parece que se acopla al transporte activo intercambiador de Na+ e hidrogeniones, de modo que los factores que incrementan la resorción de sodio también incrementarían la de uratos. Este sería uno de los mecanismos por el que la hiperinsulinemia (HI) actuaría sobre el manejo tubular del urato, reduciendo su excreción urinaria y favoreciendo por tanto la hiperuricemia (29). Recientes estudios de la Asociación del genoma completo (GWAS: Genome-wide association Studies, o WGAS: Whole genome association study) han caracterizado varias proteínas de canales de membrana e intercambiadoras de iones que median directamente en el transporte del anión urato. Este grupo de transportadores se expresan en el borde apical de los TCP y han sido denominados “transportadores de AU” debido a su naturaleza interactiva en la homeostasis del AU (30, 31, 32). Avances en biología molecular han identificado tres familias transportadoras de aniones orgánicos: el (OAT: organic anion-transporting) codificada por SLC22A, la familia de polipéptidos (OATP: Organic Anion Transporting Polypeptide) codificada por SLC21A y la familia de la proteína asociada a resistencia a múltiples fármacos (MRP: Multidrug Resistance Associated Protein) codificada por ABCC. Estas familias desempeñan papeles críticos en el Relevancia diagnóstica del ácido úrico 23 transporte transepitelial de aniones orgánicos en riñones, así como en otros tejidos por ejemplo, el hígado y el cerebro. Entre ellas, la OAT juega papel central en el transporte de aniones orgánicos renal. Mediante estudios moleculares el conocimiento de estas familias (selectividad de sustrato, distribución de tejidos, y localización de genes) está aumentando rápidamente (33). Los transportadores principales implicados en la resorción tubular proximal de AU son: el anión/ AU: cloro/urato 1 (URAT1: Urate transporter 1) codificado por el gen SLC22A12; el transportador para la glucosa 9 (GLUT9: Glucose transporter-like protein-9), codificado por el gen SLC2A9; los transportadores de anión orgánico (OAT: organic anion-transporting); el portador soluto de la familia 22, miembros 6, 11 y 13 (SLC22A6, SLC22A11 y SLC22A13). Las proteínas codificadas por estos genes están implicadas en el transporte dependiente de Na+ y la excreción de aniones orgánicos. Por ello, también son conocidos como OAT (Organic Anion-transporting) 1, 2, 3 y 4. Además, el transportador de cationes orgánicos (OCT-3: Organic Cation Tansporters 3) (proteínas integrales de membrana localizadas en la membrana basolateral); la proteína asociada a resistencia múltiple a fármacos 4 (MRP: Multidrug Resistance Associated Protein 4); el monocarboxilato acoplado a sodio 1 y 2 (SMCT: Sodium-coupled monocarboxylate transporters 1 y 2); el transportador de solutos 5 (sodio / monocarboxilato cotransportador), miembro 8 (SLC5A8: solute carrier family 5 member 8) y SLC5A12 (solute carrier family 5 member12), y el sistema de transportadores de unión a ATP (ABCG2A: ATP-binding cassette) superfamilia G miembro 2, también conocido como proteína de resistencia al cáncer de mama (BCRP: Breast Cancer Resistant Protein). La mayoría de los transportadores de resorción y secreción apicales terminan en motivos de reconocimiento por la unión de proteínas del dominio PDZ (por ejemplo, PDZK1). Estas proteínas de andamiaje (puentes), participan en el montaje del transporte complejo en la membrana apical (32). Recientemente se ha demostrado, que algunas proteínas intrínsecas modulan el manejo renal de urato, incluyendo la uromodulina (Tamm-Horsfall), proteína de membrana ligada a glicosil-fosfatidilinositol (proteína/uromoduladora). Si bien, ésta no parece tener efecto directo sobre los mecanismos de la nefrona en el manejo renal de urato, las mutaciones del gen UMOD situado en el brazo corto del cromosoma 16 (16p12.3) se han asociado a la nefropatía familiar con HUA y a otras de patogenia no definida (34). Otros transportadores de urato han revolucionado el conocimiento de la regulación del AU en el riñón por ejemplo, la proteína de canal de urato UAT (Ultra Alta Temperatura: hUAT: Ultra High Temperature) o galectina 9; se codifica por un gen localizado en el cromosoma 17, estructuralmente semejante a XO, altamente selectiva para el urato; representa un canal ionotrópico de las membranas celulares (35). En el 2002, Enomoto et al (36), identificaron el URAT 1, presente en especies animales con capacidad para reabsorber el urato filtrado, esencial en el mantenimiento de la homeostasis del AU en los TCP (resorción del AU apical); en contraste, no lo es en las que poseían capacidad únicamente secretora. Actualmente, se conoce que está localizado en la membrana tubular apical y es codificado por el gen SLC22A12 (situado en el cromosoma 11q13.9) y forma parte de la familia de los transportadores OATs y lo conforman 555 aminoácidos (32, 37). El conocimiento de nuevos transportadores de urato y polimorfismos tal vez ayuden a entender la predisposición de algunos individuos al síndrome de lisis tumoral (SLT) y permitirá entender la afección a nivel molecular del metabolismo del urato (38). El URAT 1, es el transportador más estudiado en humanos. Altamente específico, electroneural con estricta restricción hística (36), al contrario que UAT (galectina 9), que se expresa ubicuamente en tejidos. Transporta el urato a través de la membrana apical de las células tubulares proximales intercambiándolo por aniones: anión/urato (pirazinamida, lactato, betahidroxibutirato, piruvato y acetoacetato), que son transportados hacia la luz tubular para mantener balance eléctrico adecuado. En 1985, Guggino y Aronson (39) sugirieron que la pirazinamida estimulaba la resorción tubular de urato mediante cotransporte Na+-dependiente, lo contrario de lo conocido hasta ese momento, (inhibidor de la secreción tubular). Durante los años siguientes, se confirmó que existía acoplamiento entre las resorciones de Na+ y AU en el TCP (35). La concentración intracelular de aniones depende, a su vez, de su resorción previa del ultrafiltrado glomerular a través del cotransportador Na+-dependiente y del cual el urato no es substrato, lo que podría explicar por qué en situación de hipovolemia, y en estados de incremento de la producción de angiotensina II, de hormona paratiroidea y de insulina, ocurre aumento de resorción de Na+ y de AU (31, 40). Este mecanismo de resorción tubular apical de urato implicado con la resorción de Na+ explicaría la HAU inducida por cetoácidos en la cetoacidosis diabética, la intoxicación por etanol, el tratamiento con pirazinamida o el SM. Basta recordar que la HI incrementa la resorción de Na+. El aumento en las concentraciones séricas de estos aniones, una vez filtrados, ampliaría su resorción en el TCP que, a su vez, favorecería la del urato al promover la actividad de URAT y el intercambio de esos aniones con el urato filtrado (41). Sobre URAT1 actuarían algunos fármacos para promover uricosuria (losartán, sulfinpirazona, Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 24 probenecid, brenzbomarona y furosemida); en contraste, otros (irazinamida, ácido nicotínico y lactato), lo inhiben (la elevación en plasma conducirá a filtración mayor y resorción de los mismos, con incremento en la concentración intracelular en el TCP que inducirá resorción del urato filtrado e HAU) (29). En 2004, se describió un candidato molecular para este tipo de cotransporte, el transportador de solutos 5 (sodio / monocarboxilato cotransportador), miembro 8 (SLC5A8: solute carrier family 5 member 8), transportador Na+-monocarboxilato que efectuaría cotransporte Na+-dependiente de los aniones monocarboxílicos (lactato, butirato, nicotinato, beta-hidroxibutirato y acetoacetato) y actuaría sinérgicamente con URAT1. La identidad molecular del cotransportador Na+-aniones no está aún clara, sin embargo, se han identificado dos nuevos genes SCLA5A8 y SLC5A12 que codifican a cotransportadores murinos del lactato-butirato y nicotinato respectivamente. Por otro lado, los aniones monovalentes que interactúan con el URAT1 pueden tener efectos duales (pueden trans-estimular o cis-inhibir al transportador apical a dosis bajas o altas, respectivamente). Curiosamente, se ha descrito que el gen humano SLC5A8 es supresor tumoral. Su silenciamiento puede contribuir a carcinogénesis y progresión de varios tumores (SLC5A8 actuaría sinérgicamente con URAT1) (37). Dentro del complejo manejo tubular del AU hay dos aspectos de interés especial. Por un lado, se identificaron los genes codificadores de algunos transportadores de aniones orgánicos (1 y 3) multiespecíficos que aceptan el urato como sustrato. Por otro lado, en humanos, la resorción tubular proximal de urato implica también a proteínas intercambiadoras apicales: 4 (OAT 4: organic anion-transporting 4) y 10 (OAT: organic anion-transporting 10). Monocarboxilatos intracelulares, por ejemplo, lactato, pirazinoato y nicotinato (URAT1 y OAT10), o dicarboxilatos (OAT4) aceleran la captación de urato. Varios transportadores apicales: el monocarboxilato humano 9 (MCT9: monocarboxylate transportador 9) y el y monocarboxilato acoplado a sodio 1 y 2 (SMCT: Sodium-coupled monocarboxylate transporters 1 y 2) transportan monocarboxilatos y pueden favorecer la resorción de urato (37). Desde la clonación molecular apical renal URAT1 o intercambiador de urato / anión (SLC22A12), varias proteínas de membrana relevantes para el transporte de urato se han identificado. La caracterización molecular de dos transportadores de Na+ monocarboxilato acoplados, SMCT1 (SLC5A8) y SMCT2 (SLC5A12), y el papel emergente de PDZ (PSD-95, DGLA y ZO-1) andamio para transportadores apicales renales han llevado a un nuevo concepto de transporte renal de urato: Complejo multimolecular-urato de transporte, o ‘transportsome urato’, que puede formar una unidad funcional final incluyendo Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez el sistema de transporte de urato sódico acoplados mediante la vinculación URAT1 con transportadores monocarboxilato Na+ - acoplados o el sistema de captación de urato coordinado apical, equilibrando la resorción (URAT1) y el flujo de salida de los transportadores (NPT1 / OATv1 y MRP4). El contransportador de fosfato Na+ -dependiente (NPT1: Sodium/ Phosphate Type I Cotransporter) lo conforman aproximadamente 465 aminoácidos que se despliegan 7 a 9 veces en la membrana y es codificado por un gen ubicado en el cromosoma humano 6p22; se halla uniformemente expresado en la membrana apical de los segmentos del TCP. Es capaz de transportar el AU en sistemas; también se ha sugerido que es secretor de AU (37). La salida del AU hacia el espacio peritubular se realiza mediante transportadores iones orgánicos basolaterales denominados “voltaje sensibles” o “voltaje dependientes” responsables de la secreción tubular (OAYv1 y MRP4). En 2003, Jutabna et al., (42) identificaron el URATv1 (voltage-driven urate efflux transporter 1) o de flujo (OATv1: Organic anion transporter voltage-driven), que facilita la salida de urato de la célula, sin embargo, se ha demostrado que tiene afinidad baja pero capacidad alta por el urato. Es codificado por el gen SLC2A9 (37). Posteriormente, fue denominado GLUT9 (Glucose Transporter-like Protein-9) al conocerse que pertenece a una familia de proteínas facilitadoras del transporte de hexosas (fructosa, glucosa), localizado en la membrana basolateral renal. Se considera transportador unilateral dependiente de voltaje e interviene en la resorción de urato. También, regulador principal en la homeostasis del AU en humanos. Además, existe relación paralela e indirecta de la resorción tubular de Na+ con el AU (43). Así, se ha descrito que distintos polimorfismos en el gen SLC2A9 influyen en las concentraciones de urato en amplio rango de valores (44). Se han identificado dos variantes N-terminales de la proteína en humanos (difieren en el tráfico de membrana): una isoforma larga o 9a (GLUT9L: long isoforma) localizada en el cromosoma 4p15.3 (540 residuos). Se expresa fundamentalmente en la membrana basolateral de las células del TCP así como en el hígado y el páncreas. Otra isoforma corta o 9b, conocida también como GLUT9ΔN (GLUT9S: short isoforma) (511 aminoácidos); se expresa marcadamente en la membrana apical de dichas células y en placenta. El sitio de expresión de las isoformas sugiere que la GLUT-9a funciona como punto de salida del AU de las células del TCP; en contraste, la GLUT-9b podría transportar urato dentro de las células tubulares a través de la membrana apical (44). La proteína multiresistente 4 (MRP4: multirresistencia proteína) pertenece a la superfamilia ABC de Relevancia diagnóstica del ácido úrico 25 los transportadores de membrana dependientes de ATP (ATP-Binding Cassette). También llamada transportador canalicular multiespecífico de aniones orgánicos o casete de unión a ATP. Hidroliza ATP para movilizar diferentes biomoléculas, en este caso se encarga de la salida del AU a la luz tubular. La familia MRP es de importancia relevante debido a que son proteínas asociadas a la resistencia a múltiples fármacos. Participan en procesos de transporte y detoxificación celular. Se consideran determinantes en la secreción de urato (45). Tras la primera fase de resorción, ocurre un fenómeno de secreción tubular activa. Inicialmente se consideró su localización en el TCD; sin embargo, recientemente se ha demostrado que ocurre en el TCP, mediada por OAT1 (46) y UAT (47) y por el contransportador de fosfato Na+-dependiente (NPT1: Na phosphate transporter-1). Una vez resorbido, el urato ingresa hacia los capilares peritubulares, favorecido por el gradiante electroquímico, mediante el canal de urato electrogénico (UAT1) y/o OAT1; posteriormente, el urato (50%) atraviesa la membrana basolateral y se vuelve a secretar en la zona distal del túbulo hacia la circulación sanguínea por transporte activo gracias a la proteína MRP4; su importancia deriva por la trascendencia en la resorción de urato (48; 49). En la secreción tubular participan además, intercambiadores basolaterales de urato/dicarboxilato OAT1 y OAT3, y los apicales MRP4 y ABCG2, así como los cotransportadores de sodio/fosfato 1 (NPT1: Na phosphate transporter-1), codificado por el gen SLC17A1, y el 4 (NPT4: Na phosphate transporter-4) cuyo gen es el SLC17A3. El transporte de urato también está regulado por el gen LRRC16A que codifica la proteína citoesquelética de actina CARMIL (proteína de adhesión celular) y por la interacción de los dominios PDZ que está implicada en el acoplamiento funcional de los transportadores: URAT1, NPT1, OAT4; además SMCT, dominio PDZK1 y NHERF1(transportosome de AU); el gen regulador de glucocinasa (GCKR), que podría disminuir la separación de AU renal debido a la resistencia creciente a la insulina (45). Tras la secreción activa, teóricamente, aunque no puede descartarse que ambos procesos ocurran simultáneamente, se origina una fase de resorción “posecretora”. (aproximadamente 40 - 45%), lo que supone excreción final de aproximadamente 10% del urato inicial. Si bien, ésta no parece contribuir sustancialmente a la fisiopatología de la HAU, es allí donde ejercen efecto fármacos uricosúricos, cuyo mecanismo de acción consiste en bloquear esta última fase del manejo renal de uratos (50). El riñón desempeña papel predominante en el mantenimiento de las concentraciones plasmáticas de urato mediante el proceso de excreción (elimina ~ 70% de la producción diaria). Esta depende fundamentalmente de la carga filtrada en el glomérulo y del equilibrio entre la resorción y las secreciones tubulares. De esos procesos surge en orina aproximadamente 10% del filtrado inicial y representa en un adulto sano entre 275 y 600 mg/24h cuando está sometido a dieta pobre en purinas, elevándose a 400 - 800 mg en caso contrario (29). La excreción renal de diversos fármacos y metabolitos (aniones orgánicos dicarboxilicos) ocurre por intercambio del urato, con una familia de transportadores multiespecíficos de aniones orgánicos OAT (genes OAT), localizados tanto en la membrana apical (OAT2, OAT4) como en la basolateral (OAT1 y OAT3) de los TCP. Se ha sugerido que el probenecid tiene efecto uricosúrico inhibiendo OAT4 (51). Estudios genéticos recientes han ilustrado la importancia de la excreción extrarrenal de AU, que ocurre fundamentalmente en el intestino, y no por vía biliar como se pensaba. La disfunción de ABCG2/ BCRP en el intestino (y no renal) sería la responsable de la HAU asociada con polimorfismos de este gen (52). Las concentraciones séricas de AU están estrechamente controladas por mecanismos que aportan o reciclan el AU al plasma (catabolismo de bases nitrogenadas púricas, resorción renal) y por su excreción vía renal como sales de urato. Estas concentraciones además del género, dependen del pH de la orina, también, de otros factores, por ejemplo, volúmenes de orina, función renal, dieta y el uso de algunos medicamentos, entre otros (53). Pueden modificarse con relativa facilidad en diferentes condiciones que afectan la eliminación renal (uso de diuréticos, consumo agudo de alcohol, ejercicio muscular vigoroso o situaciones de acidosis) y en aquellas que elevan su síntesis (ayuno prolongado, consumo de vísceras, entre otros) (54, 55). La cantidad corporal total de urato, habitualmente en forma soluble, varía en adultos sanos (800 y 1.500 mg en el varón y entre 500 y 1.000 mg en la mujer). Cada día se renueva el 60 - 70 % del volumen total de urato. Las concentraciones séricas son menores en niños que en adultos. Sin embargo, alcanzan los del adulto en la pubertad; las mujeres en edad fértil mantienen concentraciones inferiores, porque los estrógenos aumentan el aclaramiento renal de AU, probablemente por inhibición de los transportadores de la resorción tubular. En posmenopausia, si no se instaura terapia hormonal sustitutoria, las concentraciones de AU se igualan entre géneros (56). La uricemia es más elevada en humanos que en el resto de las especies, porque éstos poseen la enzima uricasa que metaboliza al AU circulante, generando alantoína que finalmente se elimina por la orina lo que podría significar ventaja evolutiva. El gen que Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 26 codifica para la uricasa no se expresa, lo que hace que las concentraciones plasmáticas de urato en humanos sean 10 veces mayores que en el resto de las especies, por ello, se acompaña de riesgo mayor de gota y nefrolitiasis. De hecho, se piensa que su inactivación ocurrió en el Periodo del Mioceno (8 a 20 millones de años atrás), mediante mutación en la región promotora de este gen, conduciendo a pérdida de actividad. Diversos estudios han sugerido que esta mutación ha conferido ventaja de sobrevivencia a humanos y primates, porque se postula que se logra mantener la presión sanguínea en ambientes carentes de sal. Otra hipótesis es que el aumento del AU por esta mutación, permitió incrementar la inteligencia a través de propiedades de estimulación cerebral que tendría el AU (57). Funciones del AU Si bien, el AU se genera por una ruta metabólica intracelular, su concentración es particularmente elevada en líquidos extracelulares. Es por ello, que se investiga con interés su potencial efecto protector sobre la oxidación de lípidos y de proteínas presentes en las membranas biológicas, y en particular, en el plasma sanguíneo. En la actualidad se ha demostrado que la distribución del AU en el organismo es ubicua (existe tanto intracelular como en la mayoría de los fluidos corporales), lo que permite tener funciones diversas de gran relevancia biológica entre las que destaca su función AO no enzimática más importante del humano (protege las membranas celulares, los eritrocitos, el ácido hialurónico y el ADN), con espectro de acción amplio, siendo capaz de quelar RL, iones metálicos, por ejemplo, el hierro y el cobre, y actuar como sustancia oxidable capaz de aceptar electrones. Está considerado AO potente extracelular, debido a que elimina e inhibe la lesión producida por radicales solubles en agua, por ejemplo, ácido hipocloroso (HClO), peroxinitrito (ONOO-) (radical libre altamente reactivo) y el anión superóxido (O2•-) (58). Inicialmente se consideraba al AU un producto residual inerte, que a concentraciones séricas altas, se cristalizaba formando cálculos renales y promoviendo artritis gotosa. No obstante, además de su propiedad AO, en la actualidad se le reconocen funciones relevantes: neuroestimulador y neuroprotector, regulador de la función del sistema inmune, y mantenimiento de la presión arterial en situaciones de estrés nutritivo. Existen características particulares y evidencias para cada una de estas propuestas; sin embargo, las tres primeras, se relacionan en mayor o menor medida con las propiedades redox del AU. Las investigaciones sobre las propiedades AO del AU alcanzan auge en la década de los años 80. Estudios iniciales evidencian la capacidad del AU de eliminar el radical hidroxilo Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez (OH•) y los lipoperóxidos. Posteriormente, le fue reconocido gran potencial para eliminar oxigeno sínglete (1O2) (uno de los AO de peso molecular bajo, capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas), RLO y quelar metales de transición (por ejemplo, el hierro) a concentraciones y pH fisiológicos (59). El AU es potente captador de radicales peroxilo (ROO) y de carbono central (R’) en medio hidrofílico; sin embargo, pierde capacidad de eliminar radicales lipofílicos y no puede romper la cadena de propagación de estos radicales dentro de las membranas lipídicas. Simultáneamente, los radicales ONOO- son extremadamente difusibles a través de la membrana y el medio ambiente hidrofóbico, que favorece la nitración de tirosina. Por ello, y basados en estos resultados físicoquímicos se ha establecido que los efectos AO del AU son de relevancia solo en el medio ambiente hidrofílico de los fluidos biológicos, por ejemplo, el plasma (60). La forma soluble del AU en plasma, además de unirse con RLO, el 1O2 y quelar metales de transición en el organismo, es capaz de inhibir la reacción entre el NO y el O2•- para formar ONOO-, sustancia fuertemente tóxica que puede causar lesión celular por nitración de los residuos de tirosina de las proteínas; también induce oxidación de tetrahidrobiopterina (cofactor enzimático que facilita la reacción llevada a cabo por la enzima fenilalanina hidroxilasa que convierte la fenilalanina en tirosina) y posterior desacoplamiento de la NOS, proceso que por sí, conduce a formación de mas RLO (por ejemplo, O2•-) (58). La reacción con el ON a pH y temperatura fisiológica genera diferentes compuestos, siendo de especial interés el 6-amino-uracilo que implica lesión oxidativa severa del AU. Este compuesto se ha detectado en suero y orina de individuos sanos (61, 62). Similarmente, el AU es capaz de mantener las concentraciones de NO y la función endotelial, al prevenir degradación de la enzima superóxido dismutasa extracelular (EC-SOD: Extracellular superoxide dismutase, SOD-3; EC: 1.15.1.1), dependiente de cobre y zinc, con relevancia en el mantenimiento de la función vascular y endotelial, al remover el O2•- evitando la reacción de este con otras moléculas y la inactivación del NO (15). Otros investigadores demostraron las propiedades AO del AU en modelos de oxidación de proteínas. Un estudio pionero informó, que el AU inhibe la inactivación que genera H2O2 sobre la enzima SOD. Trabajos más recientes indican, que este efecto podría deberse a la eliminación de radicales OH• derivados del H2O2 en la reacción. Algo similar se comunicó con la enzima tripotófano hidroxilasa (TPH: EC 1.14.16.4) frente a la oxidación por ONOO-, no obstante, esto sucede a concentraciones de AU mayores a las del plasma sanguíneo, porque el ONOO- reacciona a velocidad relativamente baja con el AU. Esta reacción Relevancia diagnóstica del ácido úrico 27 es aproximadamente 920 veces más lenta que la que ocurre entre el ONOO- y el bicarbonato (HCO3-) a concentraciones y pH fisiológicos (63). El AU posee potencial redox estandarizado intermedio entre los diferentes agentes AO y las ERO. Por sus concentraciones plasmáticas mayores pudiera ceder electrones (o equivalentes de reducción) y reducir la capacidad oxidante de especies muy reactivas, por ejemplo, OH• o sus derivados. Sin embargo, este tipo de reacción dejaría un radical derivado del AU con reactividad intermedia como para aceptar electrones de otras especies de menor o similar potencial redox, por ejemplo, los ácidos grasos polinsaturados, el ácido ascórbico y los grupos sulfhídricos de proteínas o del glutatión (64). Otra propiedad AO importante es su acción protectora a la vitamina C, debido a su capacidad para formar complejos estables con iones de hierro (reconocido agente iniciador y propagador de la peroxidación lipídica), además de reducir significativamente el potencial redox del par Fe+3/Fe+2. El AU no solo puede actuar como AO al reaccionar con diversas EROs, sino que también puede prevenir la oxidación de otras biomoléculas mediante el secuestro de metales de transición. Estos resultados presuponen, que el AU podría actuar como agente protector de la oxidación del ácido ascórbico mediado por metales de transición. Investigaciones posteriores apoyan tales hallazgos y sugieren, además, que el AU podría proteger las lipoproteínas de baja densidad (LDL: Low Density Lipids) de la oxidación por iones de cobre y capaz de reaccionar directamente con otras importantes especies reactivas derivadas del oxígeno (ERO o ROS: Reactive Oxygen Species) y del nitrógeno (RNS: Reactive Nitrogen Species) inhibiéndolas, por ejemplo el ONOO-, el ON, el dióxido de nitrógeno (NO2) y lipoperoxidos, entre otros (65). Sin embargo, la oxidación del AU forma un radical libre con capacidad oxidante intermedia entre los agentes AO clásicos y las EROx. Por ello, la manifestación de sus propiedades redox puede depender del equilibrio con otros AO del plasma o intracelulares (66). El AU inhibe la peroxidación lipídica iniciada por terbutil- hidroperóxido en fracciones membranosas de eritrocitos humanos con poder similar al de la vitamina C. Este resultado se ha obtenido también en modelos de peroxidación de liposomas y de LDL. Pero,, en estos casos, parece deberse a un mecanismo que pudiera implicar la formación de un complejo con metales de transición importantes en el medio de reacción, por ejemplo, el Cu2+, por que al cambiar el agente oxidante iniciador de la peroxidación lipídica o al adicionar al AU tardíamente, no se observan efectos beneficiosos (67, 68). En estudios de protección al ADN, se han obtenido algunos resultados discordantes. Por un lado, diferentes investigaciones muestran que el AU a con- centraciones fisiológicas o menores, puede inhibir el daño oxidativo del ADN iniciado por diferentes sistemas generadores del OH• que emplean metales de transición (Cu2+; Fe3+ y Cr3+). Resultado similar se observa al emplear como agente productor de RLO’s al 2,2´-azobis-(2-amidinopropano)-dihidrocloruro (69). Paradójicamente, algunos investigadores obtuvieron evidencias que indican que el AU en presencia de Cu2+ y O2 puede promover ruptura de las cadenas del ADN de diferentes orígenes y grados de superenrollamientos. Este efecto se potencia por la exposición del sistema de reacción a la luz, favoreciéndose la reducción del O2 hasta O2•- y OH•. La formación de un complejo AU-ADN y la conversión del Cu2+ a Cu+ sobre la molécula de ADN, pudiera ser el mecanismo por el cual ocurra dicha lesión (69). Si bien, se han demostrado funciones benéficas como AO, existen componentes comunes del medio químico en el organismo que pueden afectar la habilidad AO del AU, como lo es, la presencia del ácido ascórbico en el plasma, el cual es requerido para mantener los efectos AO del AU. A su vez, existen compuestos habitualmente presentes en los fluidos biológicos que tienen efecto opuesto y pueden inactivar al AU como AO, por ejemplo, el HCO3- que sustancialmente inhibe la habilidad del AU para prevenir la nitración de proteínas en los residuos de tirosina, mecanismo crucial del daño oxidativo de las proteínas celulares. Algunos autores sugieren, que sin una cantidad adecuada de otros AO, el papel del AU en estos sistemas se limitaría por que podría llegar a formar un radical con alguna reactividad como para lesionar los lípidos en los modelos empleados (70). Acción prooxidante del AU Actualmente se ha postulado que el AU puede pasar de ser excelente AO a fuerte molécula prooxidante. Esta modificación puede depender de los sistemas físicoquímicos y estructuras químicas que interaccionan con el AU (presencia de ácido ascórbico, metales de transición, moléculas prooxidantes, entre otras) (67). Adicionalmente, de acuerdo a algunos estudios in vitro, se ha podido demostrar que esta condición es dependiente, además, del compartimento intracelular o extracelular en donde se localice. De hecho, la actividad AO es más eficiente en condiciones hidrofílicas o acuosas que en medios hidrofóbicos (70). Por ello, es muy probable que en el compartimiento extracelular, por ejemplo, el plasma sanguíneo, las propiedades AO del AU se realicen en condiciones adecuadas, debido a las propiedades de hidrosolubilidad y a la existencia de otras moléculas AO capaces de reciclar al AU para perpetuar su acción. En contraste, se ha observado que cuando el AU pierde estas propiedades fisicoquímicas, como en el caso del ingreso a la célula (medio intracelular), Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 28 o en zonas altamente hidrofóbicas (por ejemplo, la placa aterosclerótica y tejido adiposo), esta molécula adquiere propiedades prooxidantes y fomenta la perpetuación del EOx en estos compartimentos (69, 71), contribuyendo a oxidar las lipoproteínas en pacientes con SM y DM tipo 2. El ON y el ácido ascórbico inhiben la acción prooxidante del AU durante la oxidación de la LDL por cobre in vitro (72). Recientemente, se ha implementado una novedosa, sensible y específica técnica analítica (cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masa en tándem: LC-MS/MS) con el fin de valorar las concentraciones de AU extra e intracelulares en forma independiente. Este interesante ensayo aporta importante proyección básica y clínica, puesto que la estrategia permite estudiar por separado, y detalladamente, las funciones del AU tanto extra como intracelular; sin embargo, es bastante dispendiosa (73). Las propiedades prooxidantes del AU también se han comprobado en modelos de oxidación de proteínas. En esta línea, el AU favorece la inactivación de la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH: EC 1.1.1.1) en presencia del O•-, por un mecanismo que pudiera implicar, nuevamente, la formación de un radical libre derivado del AU. La adición de ácido ascórbico al sistema, inhibe esta inactivación y sugiere un posible papel de este AO en la neutralización del radical urato formado (74). Si bien, la mayoría de los estudios aportan datos a favor de la capacidad AO del AU, otros apuntan a un efecto prooxidante potencial en diferentes condiciones que permitan relacionar la HAU con algunas enfermedades crónicas no transmisibles. Con la evidencia recopilada en diversas investigaciones se pueden hacer las siguientes observaciones: las propiedades redox del AU dependen de otros AO. Este balance intra o extracelular esta sujeto a un fino equilibrio entre las concentraciones de agentes oxidantes y AO. La disminución de alguno de los AO de peso molecular bajo, por ejemplo, el ácido ascórbico, el glutatión o la vitamina E, respecto a las concentraciones relativas del AU, afectaría la capacidad AO total del plasma, con tendencia a la oxidación de este compuesto y a la generación de EOx. Además, se debe considerar que la combinación de estos AO con el AU tiene efecto sinérgico sobre la eliminación de EROs; la alteración de uno de ellos repercute sobre los demás (75, 76). En este sentido, el aumento de la uricemia en pacientes con grados altos de EOx puede ser respuesta del organismo a la deficiencia de otros AO. El efecto reductor que tiene sobre la concentración plasmática del AU la suplementación de la dieta con vitamina C o con alimentos ricos en ácido ascórbico, apoyan tal hipótesis (77, 78). El hecho de que concentraciones séricas altas del AU predigan con varios años de antelación el surgimiento de la HTA, puede ser reflejo del aumento en la actividad Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez de la enzima XO, la cual genera al mismo tiempo dos moles de O2•- por cada mol de AU sintetizado. Este podría ser el metabolito fundamental encargado de afectar la biodisponibilidad del ON en individuos con concentraciones bajas de defensas AO (79). Hiperuricemia, síndrome metabólico y sus componentes Durante mucho tiempo la HAU se ha establecido como factor principal etiológico en la gota. Sin embargo, en los últimos años, ha surgido importante evidencia que sugiere que la HAU puede jugar papel relevante en el desarrollo y la patogénesis de numerosas e importantes enfermedades metabólicas, hemodinámicas y sistémicas, incluyendo el SM, la HT, el accidente cerebrovascular (ACV), y la aterosclerosis. Numerosos estudios epidemiológicos han vinculado la HAU con cada uno de estos trastornos. En algunos de ellos, se mencionan terapias donde el AU puede prevenir o mejorar algunos componentes del SM (9). La complejidad del metabolismo del AU y el hecho de compartir mecanismos patogénicos de otros factores de riesgo cardiovascular hacen difícil su estudio. La HAU puede ser inducida por incremento de la síntesis de AU (sobreproductores), por descenso en su excreción (infraexcretores) o por combinación de ambos. Su participación, puede valorarse relacionando las concentraciones de uricemia con la excreción urinaria de AU en 24 horas. Así, en pacientes con SM se ha descrito reducción en la eliminación de AU que parece consecuente a excreción renal deficiente mediada por resorción de Na+ en el TCP potenciada por la hiperinsulinemia (HI). También se ha descrito este mecanismo en la obesidad y en la HTA, dos condiciones habitualmente asociadas con el SM. La HI activa el sistema renina-angiotensina-aldosterona, y la angiotensina II (Ang II) actúa como inductor potente de actividad de NADPH que aumenta las EROx y O2•- en la íntima-media arterial. Por ello, la HI aumenta la resorción de Na+, K+ y urato, los cuales se incrementan en plasma. En el SM experimental también aumenta el AU en plasma, concomitantemente con hiperreactividad cardiovascular de origen central al NaCl y del miocardio a los agonistas adrenérgicos beta e HT (80). Un efecto similar se observa en el deterioro de la excreción de AU secundario al uso de diuréticos, la depleción de volumen y la hipoperfusión sistémica asociada a insuficiencia cardíaca congestiva (ICC). Todo ello, dificulta determinar si la HAU es causa o consecuencia de la insuficiencia renal (IR) y la ECV (80). En este sentido, merecen especial atención los últimos trabajos que demuestran la relación entre la HAU y la incidencia del SM mediado por consumo prolongado de fructosa. El jarabe de fructosa obtenido del maíz, es una alternativa más barata que los edulcorantes de caña de azúcar y se usa fundamentalmente, en la industria de refrescos. Relevancia diagnóstica del ácido úrico 29 A diferencia de la glucosa, la metabolización de la fructosa induce HAU. La enzima clave en este proceso es la fructocinasa (EC 2.7.1.4), que utiliza ATP para fosforilar la fructosa en fructosa-1-P. En contraste con otras enzimas implicadas en el metabolismo de los hidratos de carbono, la fructocinasa no se regula mediante retroalimentación negativa, por lo que, ante una sobrecarga de fructosa se origina consumo alto de ATP hepático con generación AMP, lo que a su vez, genera aumento de la síntesis endógena de AU. Es posible que parte de éste, ingrese en la vía degradativa de los nucleótidos purínicos con sobreproducción de AU (57, 81). Un segundo mecanismo que podría elevar la síntesis de AU es la lesión orgánica por isquemia local. La enzima XOR es activa como XDH o XO, cada una de ellas con capacidad para sintetizar AU. La primera, en condiciones fisiológicas, tiene afinidad mayor por la NAD+ comparada con el O2 como aceptor de electrones. En contraste, en isquemia, la degradación de ATP se incrementa, lo que conlleva a acrecentar la síntesis de AU y, además, puede convertirse en XO. Ésta, utiliza preferentemente O2 en lugar de NAD+ como aceptor de electrones, induciendo formación del O2•- y H2O2 reconocidos RLO (14). En condiciones fisiológicas, las concentraciones de XOR en plasma son mínimas; sin embargo, en estados patológicos, por ejemplo, situaciones posisquémicas, aterosclerosis, hepatitis, entre otras, se encuentran aumentadas; una vez liberada al torrente sanguíneo por el tejido esplénico, se unirá a células endoteliales mediante receptores de superficie asociados con proteoglicanos sulfatados. La enzima migra al compartimiento intracelular por endocitosis generando ERO con la consiguiente estimulación de vías de señalización importantes sensibles al EOx: las dependientes de proteínas cinasas dependientes de mitógenos, y las señales extracelulares (p38MAPK y ERK-½). Este proceso conlleva a disminuir el aporte de O2 hacia el tejido, estableciéndose aumento en la degradación de ATP en la mitocondria, con incremento de AMP que es metabolizado a purinas plasmáticas (inosina monofosfato, hipoxantina y xantina). El aumento de estos sustratos y de la XOR circulante unida al endotelio, eleva las concentreaciones de AU (31, 82). En este contexto, en los últimos años está empezando a cambiar la visión de la HAU únicamente como marcador asociado al SM y comienzan a surgir datos que orientan a que la HAU podría participar en el desarrollo del SM, al inducir disfunción endotelial, que con los cambios inflamatorios y oxidativos del tejido adiposo podría contribuir al desarrollo de la resistencia a la acción hipoglucemiante de la insulina (83). En la patogenia del SM, la RI ocupa lugar fundamental; sin embargo, también tienen papel relevante la obesidad y la distribución abdominal de grasa, que suelen acompañarse de incremento de la RI. El exceso de tejido adiposo promueve aumento de ácidos grasos libres en la circulación (que se acumulan en el músculo y en el hígado incrementando la RI) (83). Asociación del ácido úrico, hiperinsulinemia y síndrome metabólico Actualmente se afirma que los componentes del SM son marcadores de existencia de anormalidades en diversas vías metabólicas reguladas por la insulina. El exceso de grasa intraabdominal, que resulta en concentración mayor de ácidos grasos en la circulación portal, promueve aumento en la producción hepática de lipoproteínas y resistencia hepática a la insulina. Así, la obesidad abdominal se asocia con depósito anormal de lípidos en tejidos (hígado y músculo estriado), lo que explica sensibilidad menor a la insulina. La alteración en la acción de la insulina predispone a hiperglicemia, la cual, a su vez, induce HI. Si ésta no es de magnitud suficiente para corregir la hiperglicemia, se manifestará DM tipo 2 (84). En el SM, la insulina y proinsulina tanto individual como sinérgicamente, activan el sistema renina-angiotensina II- aldosterona (SRAA) con el subsecuente incremento de Ang II, potente inductor de la NADPH oxidasa, la cual aumenta el NADPH, que a su vez, incrementa las EROX y el O2•- en las capas íntima-media arterial. Por su parte, la HI asociada a la RI sería la causa de la HAU, por que la hormona promueve resorción de Na+, K+ y urato en el TCP, y reduce su eliminación urinaria (85). Este hallazgo fue confirmado en el estudio de Framingham (86). El SM experimental ha demostrado incremento de AU en plasma, concomitantemente con hiperreactividad cardiovascular de origen central al NaCl, y del miocardio a los agonistas adrenérgicos beta e HT (87). La evidencia más importante ha surgido de estudios en animales en los que la disminución de las concentraciones de AU puede prevenir o revertir los cuadros del SM. Dos son los mecanismos propuestos: la captación de glucosa por el músculo esquelético depende, en parte, del aumento del flujo sanguíneo, mediado por la liberación de ON de las células endoteliales estimulado por la insulina. Los cuadros del SM se desarrollan en ratones a los que les falta la eNOS. Las observaciones de que la HAU puede inducir disfunción endotelial en ratas y que dicha función puede mejorar con la administración de alopurinol en pacientes con HAU, podría sustentar este mecanismo. Otra hipótesis propuesta es que las alteraciones inflamatorias y oxidativas son inducidas por el AU en adipocitos, proceso que causa SM en ratones obesos. Por otra parte, la XOR es expresada en adipocitos e importante en el proceso de adipogénesis (88). Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 30 Conexión entre hiperglicemia y toxicidad del ácido úrico tisular La glucotoxicidad inducida por hiperglicemia constituye carga oxidoreductora en la pared arterial y su endotelio. Esta condición promueve EOx por autoxidación de la glucosa, generación de productos finales de glicación (modificación postraduccional permanente de los grupos amino de las proteínas por la acción de azúcares reductores) y de RLO. A lo anterior se asocia el estrés reductivo por seudohipoxia, con acumulación de NADH y NADPH en la íntima de las arterias. Este estrés óxidoreductivo agota los AO locales [la superóxido dismutasa (SOD: EC 1.15.1.1), la glutatión peroxidasa (GPX: EC 1.11.1.9) y la catalasa (CAT: catalasa (CAT: EC 1.11.1.6)]; en estas circunstancias, el AU desarrolla cambio paradójico de actividad antioxidante a prooxidante, lo cual puede ser interrumpido con administración de ácido ascórbico (89). Se han propuesto cinco mecanismos que podrían explicar la acción tóxica de la glucosa sobre la secreción insulínica: la hiperglicemia por regulación negativa generaría disminución del transportador de glucosa 2 (GLUT 2: Glucose transporter 2), también conocida como familia de soluto portador 2 (SLC2: Solute Carrier Family 2), (transportador de glucosa facilitada), miembro 2 (SLC2A2) en la célula beta, (mecanismo más aceptado); actividad menor de la fosfolipasa C, enzima necesaria para la formación de inositol fosfatos, que participa en la secreción insulínica al aumentar la concentración de calcio intracelular; la hiperinsulinemia y principalmente la hiperproinsulinemia tendrían efecto negativo (down regulation), frenando la síntesis de la hormona; aumento de RL (la glucosa actúa como RL) generando citotoxicidad; glicación de insulina, que disminuiría la acción de la hormona, este último mecanismo es el menos fundamentado (89). El mecanismo fisiopatológico de la HAU en el SM no es preciso; sin embargo, esta condición altera la vía glucolítica. Existen evidencias de que la HI causa disminución de la fracción de excreción de urato (FEU) simultánea a la disminución de excreción de Na+ (90). Hiperuricemia y hemoglobina glicada (HbA1c) García-Escobar et al., en el 2011 (91) aportan información sobre la relación existente entre el AU y los diferentes estadios de la alteración del metabolismo de la glucosa, uno de los componentes principales del SM. Los pacientes con estados prediabéticos (SM, hiperglicemia de ayunas e intolerancia a la glucosa) y diabetes mellitus de reciente diagnóstico se encuentran en riesgo de exhibir HAU y, consecuentemente, artritis gotosa. Recientes recomendaciones clínicas de la Asociación Americana de Diabetes (ADA: Martha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez American Diabetes Association) (92) aceptan el uso de la HbA1c como criterio diagnóstico de prediabetes (HbA1c entre 5,7 y 6,4%) y DM tipo 2 (HbA1c ≥ 6,5%). Con el advenimiento de estas nuevas guías es previsible que se extienda el uso de la valoración de la HbA1c en pacientes sin diabetes conocida, y en tal caso la HbA1c podría ser también una herramienta adicional para detectar riesgo de HAU y de gota. Dos trabajos actuales (93), han señalado que individuos con diabetes de surgimiento reciente, cuyas concentraciones de HbA1c son iguales o mayores a 6,5% reúnen rasgo mayor de SM (obesidad abdominal, HDLc baja, riesgo cardiovascular) que aquellos que cumplen criterios de diabetes basados en la glicemia, pero que muestran HbA1c inferiores a 6,5%. La evidencia científica disponible demuestra que la relación entre la HAU y la alteración del metabolismo de la glucosa es compleja, y puede invertirse, en función de la severidad de la hiperglicemia. La HbA1c, el mejor parámetro para evaluar el grado de hiperglicemia crónica (control metabólico) en individuos con diabetes, podría ser útil para anticipar la condición de las concentraciones de AU (94). En estados iniciales de alteración del metabolismo de la glucosa la HAU acompañaría al estado de RI e HI; sin embargo, en diabetes establecida este fenómeno se vería contrarrestado por el efecto uricosúrico de la glucosuria (excreción elevada AU) (94). Relación entre obesidad e hiperuricemia Se ha observado asociación entre el aumento del índice de masa corporal: IMC (>30 Kg/m2) e HAU. Estudios recientes sugieren que existe un fenotipo específico de obesidad, que se relaciona con alteraciones en la sensibilidad a la insulina y a complicaciones cardiometabólicas. Este fenotipo se caracteriza por proporción alta de grasa visceral y relativa subcutánea, además, aumento de grasa intrahepática e intramiocelular (95). En 1994 Jeffrey Friedman et al., (96) aislaron el gen de la obesidad (OB: obeso) ratón y su homólogo humano que codifica para la proteína leptina (del griego: leptos: delgado), molécula importante en la regulación del peso corporal. El receptor de leptina (OB-R), producto del gen, se identificó poco después del descubrimiento de aquélla. La leptina está constituida por 167 aminoácidos; sintetizada primordialmente por el tejido adiposo, también se expresa en el hipotálamo, el ovario, el estómago y la placenta. Su concentración depende del género, edad, IMC e ingesta calórica (97). En una revisión reciente se informaron 44 loci asociados con la obesidad en estudios genómicos y de ligamiento. Las regiones 3p, 15p y 18q están relacionadas con la obesidad y la diabetes. Similarmente, la 7q, donde se localiza el gen de la leptina, parece asociarse con hiperinsulinemia, HT y obesidad (98). Relevancia diagnóstica del ácido úrico 31 Desde el descubrimiento de la leptina se han realizado múltiples estudios con el fin de conocer su papel en el organismo, comprobándose que estimula el sistema nervioso simpático, fundamentalmente, en riñón, las glándulas suprarrenales y el tejido adiposo. Además de ser hormona reguladora del balance energético y del peso corporal, también tiene funciones fisiológicas sobre la hematopoyesis, la angiogénesis, la cicatrización de heridas, la formación ósea, el control de la PA y de la reproducción (98). Investigaciones realizadas han demostraron que las concentraciones de leptina aumentan en relación directa con el IMC, estimándose que en obesos hay una situación de resistencia a la leptina. Se origina, porque después de determinas concentraciones el sistema de transporte hematoencefálico se satura, o porque se desarrolla alteración en sus receptores en el plexo coroideo. Debido a este estado de resistencia la mayoría de obesos tienen apetito exagerado (hiperfagia) a pesar de tener exceso de leptina (la hormona envía información que no es registrada por el cerebro promoviendo disminución en la respuesta) (99). En SM y en DM tipo 2, la leptina se ha asociado a la existencia de RI. Esta tiene la capacidad de bloquear la secreción de insulina y parece disminuir la resistencia periférica a ella, existiendo interrelación entre estos procesos. Por otra parte, parece que la hiperinsulinemia sostenida estimula la expresión de ARNm de la leptina; sin embargo, los cambios agudos en las concentraciones de insulina no afectan la expresión de leptina (Bedir et al., 2003). Por ello, el SM se caracteriza por la convergencia de varios factores de riesgo cardiovascular en un solo sujeto, con carácter marcado de alteración metabólica subyacente (98). El estrés oxidativo en el tejido adiposo parece ser uno de los elementos clave en el desarrollo de insulinorresistencia. El AU es captado por los adipocitos en los que induce desbalance redox dependiente de la NADPH oxidasa (EC 1.6.3.1) (70). Durante la diferenciación de estas células, la expresión de la enzima se relaciona con acumulación de lípidos y con desregulación de la expresión genética de las adipocinas, el factor de necrosis tumoral alfa (TNFa: tumor necrosis factor alpha) y adiponectina. Es conocido que el TNFa estimula lipólisis y favorece la RI; en contraste, la adiponectina se asocia a lo opuesto (100). Relación ácido úrico e hipertensión arterial En la actualidad, existe evidencia que vincula las concentraciones elevadas de AU con el desarrollo de HTA. La observación de que ésta, precede al surgimiento de la HTA indica que puede desempeñar papel patogénico potencial y que no es simplemente uno de los efectos de la HT (90). En 1879, Frederick Akbar Mahomed (101), observó que numerosos hipertensos provenían de familias de gotosos. Una década después, Alexander Haigh postuló que el AU podría causar HTA, y a principios del siglo XX, estudios anatomopatológicos de Henri Huchard (102) mostraron que la arterioloesclerosis renal se observaba en tres circunstancias asociadas a incremento del AU: la gota, el envenenamiento con plomo y la alimentación basada en carnes. A partir del año 2000 se realizaron estudios poblacionales para evaluar la posible asociación del AU con el desarrollo futuro de HTA; en ellos, se demostró consistentemente que la HAU aumenta la incidencia de hipertensión arterial (90). Estudios en animales y en humanos, han demostrado asociación estadísticamente independiente entre las concentraciones de AU y el riesgo de HTA. Esta relación de causalidad ha sido ampliamente debatida. Diferentes investigaciones han propuesto fuerte coincidencia de la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, el SM como un todo y sus componentes individuales, como factores de confusión (57, 103, 104). Varios estudios han relacionado la medición única de las concentraciones de AU con el surgimiento de la HTA muchos años después (105, 106). Esto puede ser considerado limitante, por que la HAU puede fluctuar en el tiempo como respuesta a modificaciones dietarias y al uso de medicamentos (106). La elevación del AU causa HTA en dos etapas: una inicial, AU dependiente y Na+ independiente, probablemente, con activación del eje renina-angiotensina-aldosterona y disminución del ON, y una segunda fase con lesión renal estructural, remodelación de vasos renales y desplazamiento de la curva sal/presión; en esta última, el aumento de la PA requiere de sal pero se independiza del AU (105). Los mecanismos que pueden elevar el AU en los hipertensos son los siguientes: reducción del flujo sanguíneo renal que estimula resorción de urato; isquemia local microvascular; aumento de generación de lactato por isquemia, bloqueando la secreción de urato en el TCP; incremento en la degradación de ARN y de ADN lo cual eleva la síntesis de AU por acción de la XO (105). En HTA el endotelio vascular está deteriorado y promueve cambios funcionales de la pared vascular. En condiciones fisiológicas, las células secretan continuamente ON, cuya acción es la relajación celular del músculo liso vascular. Los pacientes hipertensos tienen deprimida la relajación dependiente del endotelio y este trastorno está asociado a menor bioactividad del NO. Esta disfunción, también tiene significado relevante pronostica en hipertensos, porque pueden promoverse eventos generadores de RLO que reaccionan rápidamente con el ON y originan ONOO- (intermediarios de oxígeno muy reactivos que Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 32 participa en la oxidación de lípidos, en la generación de aldehídos reactivos y de óxido de nitrógeno) que desequilibran su actividad biológica (21). El ON sintetizado por la célula endotelial a partir de L-arginina se libera y mediante la acción de la eONS, potente agente vasodilatador, estimula a la enzima guanilato ciclasa soluble de la célula muscular lisa y genera GMP cíclico (GMPc) a partir de GTP, promoviendo secuestro de Ca2+ y relajación de la célula muscular lisa vascular. Además, el ON reacciona con O2•- generando ONOO-. Esto imposibilita la unión del ON a la guanilato ciclasa de la célula del músculo liso, con lo cual se reduce el efecto vasodilatador de uno de los mediadores más importantes. En cultivos celulares se ha demostrado que la acción de la eXO es capaz de alterar la respuesta productora de GMPc vía generación de ON (107). Además, Bertelsen et al (2001), informaron que la exposición a la acción de la XO disminuye la endocitosis de la insulina mediada por receptor en células endoteliales, por lo que la sobreactividad de XO puede también contribuir al surgimiento de RI (108). En la disfunción endotelial el origen de la HAU puede ser multifactorial. Asimismo el exceso de producción ocasionado por la sobreactividad de la enzima XO también puede estar implicado en la disminución de la excreción renal del urato filtrado relacionado con resistencia a la insulina y/o con deterioro de la función renal. La insulina tiene potente efecto renal retenedor de Na+ que se acompaña de reducción en la excreción urinaria de aniones, por ejemplo, el urato. Ambos mecanismos (aumento de producción y disminución de excreción), pueden complementarse y contribuir al surgimiento de HAU. El incremento de la concentración sérica de uratos, por tanto, puede ser signo de disfunción endotelial secundaria a la existencia de varios factores de riesgo vascular (21). Por ello, aumenta la síntesis de EROX que neutralizan el eNOS y promueve disfunción del endotelio vascular. Aparentemente, la NOS se desacopla y el AU cambia de agente antioxidante a prooxidante y genera O2•- en vez de ON; este mecanismo es causado por numerosos factores, entre ellos, el aumento de AU dentro de la placa aterosclerótica (la cual se hace vulnerable a ruptura) y la trombosis vascular. Medicamentos, por ejemplo, el alopurinol y oxipurinol (inhibidores de la XO) revierten la reducción de la síntesis de eNOS en pacientes con insuficiencia cardíaca y DM tipo 2 (21, 109). En el SM, aterosclerosis, diabetes e HTA, participan en la disfunción del endotelio vascular: ERO, ERN y ERCl, provenientes de diversas fuentes de oxidación, por ejemplo, las enzimas NAD(P)H-oxidasa, XO, ONS, mieloperoxidasa (MPO) y lipooxigenasa (LO). Como ejemplo de patologías relacionadas con la disfunción endotelial y EOx, se destaca el SM prediabético. Esta condición, se caracteriza por exhibir concentracioMartha Guerra López, Patricia Hernández-Rodríguez nes elevadas de TNF-α teniendo como consecuencia incremento de ERO (110). Estudios clínicos demostraron que las ERN desempeñan papel relevante en la hipertensión. La producción de estas especies aumenta en pacientes con hipertensión esencial, renovascular, maligna, y preeclampsia. Además, la producción aumentada de O2•- por la NADPH oxidasa en vasos sanguíneos, se relaciona con factores de riesgo para la aterosclerosis (110). Cambios que ocurren en la placa aterosclerótica En la placa vulnerable, la cual está sometida a aterosclerosis acelerada, ocurren varios procesos biológicos: apoptosis de células musculares y endoteliales; necrosis; acidificación del medio; angiogénesis; aumento del estrés óxidoreductivo; inflamación con penetración de macrófagos, linfocitos y sangrado dentro de la placa, que conduce a incremento de eritrocitos rojos, hierro y cobre (reacción de Fenton) en la zona. En ella, se ha demostrado que el pH es ácido y tiene agotados sus AO; además, exhibe aumento de EOx y generación de RLO incrementados; esto se asocia a desacoplo de la eNOS y disminución de su producción (disfunción endotelial) (72). El proceso genera exceso de purinas: adenina y guanina producto de la degradación del ADN y ARN (por apoptosis y necrosis); estas condiciones aumentan el AU local y su cambio de antioxidante a prooxidante. La fuga de iones hierro y cobre de la vasa vasorum rota acelera aún más el daño oxidativo en la placa aterosclerótica (85). Desacoplo de la sintasa de óxido nítrico El ON y el factor relajante del endotelio fueron consideradas la misma molécula moduladora del tono vascular a través de la formación estimulada de guanosina 3, 5 monofosfato. Se genera en el endotelio durante la conversión de L-arginina a L-citrulina por las isoformas de oxido nítrico sintasa (NOS: Nitric Oxide Synthase, EC 1.14.13.39), que modula varias funciones incluyendo la relajación del músculo liso, neurotransmisión y la citotoxicidad celular inmune (111). La isoenzima óxido nítrico sintasa endotelial (eNOS: endothelial nitric-oxide synthase), también conocida como óxido nítrico sintasa 3 (NOS3), se genera por fosforilación dependiente de calcio. Éste, se une a la proteína calmodulina y el complejo binario resultante activa proteínas cinasas que fosforilan la sintasa. Esta isoforma se asocia con la membrana plasmática que rodea las células y con las membranas intracelulares del reticulo de Golgi. Se expresa fundamentalmente en el endotelio vascular y desempeña papel relevante Relevancia diagnóstica del ácido úrico 33 en la regulación de la reactividad vascular y en el desarrollo y progresión de la aterosclerosis (111). La activación de eNOS genera NO en los vasos sanguíneos. Este, se une al grupo hemo de la enzima guanilato ciclasa soluble induciendo cambio conformacional de la proteína, lo que activa el sitio catalítico de esta. La guanilato ciclasa cataliza entonces, la conversión del guanosín 5’ trifosfato (GTP) en guanosín 3’5’ monofosfato cíclico (GMPc) (112). El desacople de la NOS modifica el endotelio a productor de O2•- y RLO en vez de ON. De esta manera, va disminuyendo la concentración de NO, perjudicando el sistema de vasodilatación dependiente del endotelio vascular. Este mecanismo lo promueven numerosos factores, entre ellos, el aumento de AU dentro de la placa aterosclerótica, la cual se hace vulnerable a ruptura y trombosis vascular. También el cambio de urato antioxidante a prooxidante, RLO, DM, RI, activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRA-A), aumentos de: ANG II, homocisteína, dimetilarginina asimétrica y de endotelina, HTA y, dislipidemia (113). La XO ha sido identificada histoquímicamente dentro de la placa aterosclerótica indicando que el AU puede ser sintetizado extracelularmente en el área. Por ello, se induce el factor nuclear de transcripción Kappa (factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas) (NFKB: Nuclear factor ‘kappa-light-chain-enhancer’ of activated B-cells) y la proteína atractora de monocitos (MCP-1: Monocyte chemoattractant protein-1); adicionalmente estimula los leucocitos mononucleares a producir IL1-β, IL-6 y TNF-α). Sin embargo, en la clínica diaria, no es posible discernir que cambio ocurrió primero en el paciente: el aumento de AU o los marcadores de inflamación (114). Conclusiones Los criterios clínicos y bioquímicos para determinar la existencia de SM están claramente definidos; sin embargo, existen factores emergentes relacionados con alteraciones metabólicas y que deberían formar parte de los mismos, es el caso del AU. Numerosas investigaciones muestran fuerte asociación entre las concentraciones plasmáticas de AU y SM y/o sus componentes. Estudios transversales realizados en varios grupos étnicos han mostrado que la prevalencia del SM se incrementa con el aumento de las concentraciones séricas de AU. La HAU se correlaciona con diversos factores de riesgo cardiovascular: SM, hipertensión, diabetes, entre otros; esto condujo a que se considerara inicialmente como un epifenómeno y no como factor causal de riesgo cardiovascular. La asociación entre SM y AU ha despertado interés en cuanto a la fisiopatología y alteraciones metabólicas implicadas, además de considerar que cada uno de ellos, en forma individual, son indicadores de riesgo de ECV. En pacientes con SM, las concentraciones de AU se incrementan con el número de componentes de este sindrome. Existe evidencia importante sobre los analitos que puedan manifestar acción prooxidante, fundamentalmente en concentraciones bajas de otros AO. Evidencias acumuladas en los últimos 20 años apuntan a que este puede ser uno de los mecanismos por los cuales el AU pueda estar implicado en el surgimiento o desarrollo de enfermedades car- Figura 2. Modelo de transporte del AU. Reginato et al., Nat Rev Rheumatol. 2012; 8, 10: 610 - 21. Adaptación: Guerra M. 2015. Revista Cienciactual pag 19-39 © Los Autores 2015 34 Figura 2. Modelo de transporte del AU. Reginato et al., Nat Rev Rheumatol. 2012; 8, 10: 610 - 21. Adaptación: Guerra M. 2015. diometabólicas e HTA. Las investigaciones epidemiológicas y experimentales en humanos sobre la relación entre las propiedades redox del AU y la PA se podrían controlar por otras variables de confusión por ejemplo, la concentración de ácido ascórbico en sangre, la actividad de la isoforma oxidasa de la xantina óxido reductasa y la ingestión de alimentos que modulan el metabolismo y la excreción del AU. 4. Elizondo AS, Sánchez ZMJ, González CHA. Aspectos fisiopatológicos del síndrome metabólico. En: González CHA, Lavalle GF, Ríos GJJ. Síndrome Metabólico y Enfermedad Cardiovascular. Obesidad, dislipidemia, hipertensión, prediabetes, diabetes mellitus tipo 2 y resistencia a la insulina. 3ª ed. Intersistemas México; 2009. 1. Belkis Nápoles M, Pérez Rodríguez O, Santos M. Syndrome. The epidemic of the XXI Century. Revista Infociencia. 2013; 17: 1. 6. Kylin E. Studien ueber das Hypertonie-Hyperglyka “mie-Hyperurika” miesyndrom. Zentralblatt fuer Innere Medizin. 1923; 44: 105 - 27. Referencias 2. 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