0., 4^: fla^c`Ar - DUGi Fons Especials

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M
MADRECITA
DE
LOS
CERDOS
por
A u r o r a
B e r t r a n a
( ^-•-^-^ 0., 4^: fla^c'Ar^9^
lA
MADREGITA
DE
LOS
CERDOS
- 1 -
Las- aldeanas, alarínadas, estaban oerrando les
puertas. Por ©1 camino de Felsen un destacamento militar
acababa de entrar en Eugel. Se había detenido frente a la
decrèpita Casa Consistorial, formaba junto a ella una dilatada mancha gris,
Uesde el umbral de la puerta, a donde habían acudido
al ruido de pasos marciales, Anselmo Saunier, alcalde 4e la
aldea, su mujer y su hi ja,examinaban a los recién llegados,
- I Son los nuestros, padrel
Y, sin aguardar méís, Simonne se lanzó al encuentro de
la tropa.
Ajiselmo y Andrea la siguieron,
Mds de tres anos llevaban sin ver otro uniforme que el
de los ooupantes, a cierta distancia todos los uniformes se
parecían. Però Simonne tenía razón: eran los nacionales.
Hablaba ya con el oficial, un muchacho muy joven oasi
imberbe.
- Ahi viene mi padre.
El oficial se adelantó, alargó la mano al campesino. $
Saunier la estrechó con energia,
- Por fin,,. Por fin..,
- Si, por fin los hemos desalojado,- exclamo el tenien
te La Motte con voz triunfante.
Entretanto acudían las labriegas con la chiqull·lería
detràs. Se acercaban a los soldados hasta tocarlos con la
- 2 -
mano como si quisieran oonvenoerse de que no estaban viendo
visiones,;Soldados del país, ante los cuales se atreve uno a
moyersQ y a hablar sin que el alma penda de un hilol I Soldades que no deportan ni fusilan, soldados oon entranas y corazón que pueden ser hi Jos y hernianos nuestros*
Llevaban el uniforme viejo y deslucido: un desgarrón
aquí, un botón arranoado aïld; el casco ladeado, las botas enlodadas, eran hombres y no autómatas relucientes y deshumanizados.
El oficial miraba con dolorosa sorpresa a ese lamentable
rebano de mujeres y nirios vestidos con ropajes negros. Se dirigió a Saunier.
- ?Es usted el único superviviente de Hugel?
- Somos dos, mi teniente, Ahi viene el otro,
Llegaba Sandor Janzer apoyado en el bastón, jadeante y
renqueando, ayó las últimas palabraa de Saunier.
- Si,senor, somos los dos únicos supervivientes.
El teniente miraba en derredor. Sus ojos se detuvieron
en una de las aldeanas. Esta explico:
- Los fusilaron e todos para vengar la muerte de un coronel en la cual no tenían arte ni parte,
Hablaba con acento éíspero y agresivo, parecía acusarlo «.
cCde la tragèdia de Hugel. El teniente comenzaba-a sentirse tur
bado como si, en efecto, directa o indireotamente se sintiera culpable de aquella monstruosidad. ^^uedose mirando a la
mujer deseoso de disculparse, no por no haber evitado aquello
que no estaba en su mano el evitarlo, sinó por haberlo olvi-
-
3 -
dado y h a b e r s e a t r e v i d o a e n t r a r en aq^uelle desventurada a l dea oon a i r e
triunfante.
- ?Córao se llama usted?
- Rhut H a l b r a n ,
- ?Tara'blén le fusilaron al marido?
- A mi marido y 8 mi hi jo Francis, que tenia solo diez
y seis afíos.
Debía ser muy joven aún cuando le mataron al marido y
al hi jo, y también muy hermosa, però las huellas del sufrimiento se llevaren juventud y hermosura.
SI teniente aparto los ojos de ese rostro marohito y
crispado para fijarlos en el de Saunier que estaba junto a
su esposa.
- ?Y a ustedes?
- A nosotros al hijo y al novio de mi hija.
Se había vuelto hacia Simonne y la mirada del teniente
siguló la suya,
En todas las fisonomías se leía la misma desesperada
amargura: ojos hundidos, mejillas desoarnadas, booas crispadas re^dias a la sonrisa, Hasta los niflos mostraban ya una
expresión grave y triste.
La Motte había pasado por otras aldeas y anunoiado a los
habitantes la gran noticia de la liberaoión. Había visto los
ojos de los aldeanos iluminarse, y las booas abrirse para
exhalar alaridos de jubilo, Sn Hugel nadie parecía alegrarse,
la noticia llegaba tarde, sin duda, 0 tal vez no habían coraprendido aún lo que slgnificaba su presencia y la de sus soldados.
- 4-
- Ya a flrmarse el armistioio. Puede decirse que ha
terminado la guerra.
Observaba ansiosamente el afecto de sus palabras. Su mirada se oruzó oon la de Rhut,
- Para ellos no habr^ armistioio,
- Bueno, bueno, mujer - la rinó Anselm.o,- Peor seria qu^
a mas de hab^rnoslos fusilado nos hubieran ganado la guerra,
- Llevas razón - aceptó Séndor enjugandose los pitarrosos ojillos, - El sacrifioio de nuestros hijòs no ha sido en
vano.
Hablaba sin convioción como el que recita por oompromiso
el péírrafo de una lectura bien aprsndida.
El teniente se sentia oada vez mas incomodo.
- Ahora se os ha terminado el sufrir - dijo, por decir
algo.
- Sí, ahora podremos hablar nuestra lengua, ondear nuestra bandera, rezarie a nuestro Dios.
A. las palabras de S^ndor replico Rhut.
- Sofia Kart ya no le reza a ningiln Dios,
- ?Q.uién es Sofia Kart? - pregunto el teniente.
- tJna mujer a quién fusilaron tres hijos,- explico Simon-j
ne.
- Desde entonces no se ha lavado ni peinado.
- Niraudadola ropa.
- Ko ha salido de su chiscón,
- Y si alguien se acerca a su puerta lo echa a la oalle.
- Solo habla con sus marranos.
- Como si fueran hijos suyos.
I
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- A veces los trata de axcelencias,
- Y otras les da nombre de Santo,
- En la aldea se la conoce por la madreclta de los cerdos ^" resumió Saunier.
?Puede uno honradamente venir a hablarles de victorià
B estos aldeanos? - se decía La Motte.
TJnos minutos antes avanzaba triunfante por el camino de
Felsen seguido de sus soldados y el corazón le saltaba de •
puro jilbilo. No imaginaba que existiera alguien en el pais
que no se alegrarà, oomo él, del triunfo de las armas nacionales.
Ahora ante ese lamentable cuadro, toda su dicha se desmoronaba.
En aquel momento Saunier les estaba sugeriendo a las
aldeanas,
- Deberfais ofrecerles algo al teniente y a los soldadoe, mujeres.^
- No, gracias - salto el oficial,- Vamos a proseguir
ouanto antes nuestro camino,
Sse camino ya no volvería a ser lo que fué. SI reouerdo
de esos rostres femeninos prematuremente marchitos, con
expresión crispada y dolorosa, le perseguiria fuera a donde
fuere, Le juarecía que todos aquelles ojos le miraban como
diciendo; "?Te vas sin haber heoho nada por nosotras? Entonces, ? por qué has venido?
La Motte sentia que no podíaraaroharseasí. Preciseba
decir o heoer algo, no sabia qué, algo que sirviera de con-
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suelo a es&s desventuradas oampesinas,
- Ciuisiers eÈtrechar la mano a Sofia Kert.
- Blen, mi teniente. Seguramente se alegrarà, la pobre.
Anselffio sabia que. nada podia ya alegrar a Sofía ICart,
paro juzg^rudente dej^rselo creer al oficial.
Caminaban el uno junto al otro, el campesino y el militar. Iban por la ilnioa calle de la aldea seguidos de labriegos y soldados.
La Motte veia al pasar las casas ruinosas, los huertos
abandonades, el piso desigual y enlodado del arroyo, oia
detr^s de él el caminar lento y arrastradizo de las mujeres y
la chiquillería, Se sentia molesto y avergonzado de estar
sano e intacto y sobre todo, de luoir dos galones en la rfianga
y una condeooración en la delantera de la guerrera, Experimentaba un violento deseo de arreno^rsela del peoho y meterla
presuroso en el bolsillo del pantalon.
Habian llagado frente a la casucha de Sofía Kart. La
puerta estaba abierta,
- Quedaos fuérs, mujeres - dijo Saunier,
- Y vosotros igual - ordeno La Motte a su gente.
Slmonne y Rhut entraron con los dos hombres.
Se adentraron los cuatro por las estancias obscuras donde
flotaba un tufillo especial mezcla de humo y de moho, Sus pisadas retumbaban en el vacio,
- ( Sofíe: : Hola, Sofia: - gritaba Anselmo.
- Estaré en la corrsliza - dijo Rhut.
Al andar ^n la oscuridad se tropezaba con toda clase de
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objetos, ora duros y contundentes, ora blandos y resbaladizos,
- : SofÍQl ; Kola, Sofia: - seguia gritando Anselmo.
Los guiaba un rectangulo de luz en lo hondo de la casa:
la puerta de salida al patio. Allí hallaron a la madrecita de
los oerdos, sen'tada en una silla baja junto a un füego de lenos. Tenia la vista fija en las llamas sobre las que se hallaban una5 trévedes y en las trévedes un gran perol , El perol
humeaba y un hedor nauseabundo de verzas y de grasa de oarnerc
rància se esparoía por el ambiente.
Vestia la mujer falda de color indefinible, guerrera militar casi destronada y una toquilla atada a la oabeza por la
que asomaban unas grenas grises.
Sofia no se había enterado ni de la llegada de la tropa
fi la aldea ni de la entrada de gente en su casa. Alzose ràpida del asiento, levantó con gesto alrado la ouohara de pelo
que usabe para revòlver la bazofia ;
- ; Fuers de aqui, espanta josJ
Anselmo se acercó, púsole con suavidad las dos manos
sobre los hombros, la obligo de nuevo a sentarse.
- Yamos, mujer.
IJa vista de la anoiane no se apartaba del oficial,
- ?Quien es ese hombre?
- Un amigo. Nos trae grandes noticies.
La expresión del rostro de Sofia se transformaba. En un
mstante paracia tener veinte arios menos. Casi sonreía y su
mirada brillaba de epperanza,
- ?Noticias de glj-os?
Como todos callaban y el oficial parecía contrariado, el
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rostro àe Sofia volvió a crisparse, tenia de pronto una expresión de supremo dolor.
- Excelencia, devuélvame a mis hi jos - suplico.
La Motte no sabia qué hacer ni que decir, Buscaba desesperadamente un gesto o una palabra que puüiera llevar algun
consuelo a la desventurada madre.
Ante esta vecilación silenciosa, estalló de nuevo la ira
de Sofia.
- I Largo de aqui todo el mundol
Otra vez estaba de pié con la cuchara en ristre y actitud amenazadora.
-• Ya nos vamos - dijo el teniente.
I.e alargó la mano a Sofia.
Esta no la tomo,
- I ï'uera, he dichol
La Motte perraanecía rígido con la mano tendida. Le humillaba el desprecio de la madre de los tres fusilados, 3e
avergonzaba delante de ella de no haber sido también fusilado.
En aquel momento esa muerte le parecia la única digna de un
autentico patriota, Sufría como un nino a qulen han estropeado
un juguete.
Però de pronto tuvo una inspiración: Desprendiose del
ppíCho el embierTia militar que lo honraba y con dedos temblorosos, lo prendló en la guerrera àe Sofia, Luego beso a la
anciana en las dos mejillas y, sin aguardar mas, abandono la
casa y, en seguida, la aldea.
Ajiselmo y Simonne habian salido con el oficial, Rhut
permanecía junto a Sofia. En la pocilga los cerdos grunían,
La anciana explico a Rhut.
- Estén hambrientos, los pobres,
Yolvió 8 destapar el perol y a revòlver la bazofia con
la cuchara de palo. El vapor nauseabundo de verzas y de grasa
de oarnero rància se esparció de nuevo por el aire.
Rhut levantó los hombros y saiió sln que Sofía se diera,
al parecer, cuenta de ello.
Los cerdos seguían verraqueando, la anciana avivaba el
fuego de lenos.
- Serviré a sus sefiorías al instants,
Hundió la cuchara en el condimio y lo oató.
- I Jolínl - rugió, escupiendo con viveza la cuoharada que
catara. Por fin aparto el caldero de las trévedes. Llenóse
una escudilla de bazofia.
- Gon permlso de sus sefiorías, me sirvo la primera.
Había separado una porción dejando la escudilla sobre la
silla, En seguida "teació el perol en un barretïo que se hallaba
en mitad del patio. Fué a abrir la puerta de la pooilga. Los
oerdos salieron en tropel, se precipitaron sobre el barreno
lleno a rebosar de pitanza. Resoplaban y gruíïían ansiosos.
Però al abrasarse el hocioo retrocedien dando alaridos,
Una vez la pitanza terminada los cerdos volvieron a la
pocilga. Con el estómago satisfeoho y fatigada de agitarse,
Sofia se desplomo sobre la silla baja. Eructo, ^^jktTÚ suspiró
cerró los ojos y volvió a eructar. Quedóse por fin con la boo:
abierta y los brszos caídos en el regazo.
El fuego se moria en asouas ptílidas y brasa menuda. Sofía
oabeceó una o dos veces; en seguida empezó a roncar.
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De pronto se desperto sobresaltada. Algo rígido y frío
le rozaba la bsrbilla, Sxamlnó el peoho de la guerrera, vió
brillar en ella la condecoración. De un tirón, que se llevo
un pedazo de pano, se la arranco de la delantera, la conservo
entre los dedos crispades como si'hubiera sido un rèptil. Dió
asf unos pasos y luego la arrojó a la pocilga. Reíase con violència inolinando e irguiendo el cuerpo una y otra vez.
- í Honor a vosotros, heroioos verracos defensores de la
pàtria;
Llevose ambas manos a la cintura.
- Ko os beso en las mejillas porq.ue me duelen los rinones.
Però la risa se le trunco en mueca de espanto. Acababa de
oourríssele que u*o de los animales podia tragarse la condecoración y perforarse las entranas, Tuvo la ràpida visión del
pobreraarranoretorciéndose en oonvulsiones de agonía, sufriendo mil torturas antes de morir. Luego lo vló patas arriba y
rígido en mitad del petio.
Arrojose con ímpetu entre los cerdos y, a cuatro patas,
como ellos, grunendo también, igual que ellos, empujaba a este
daba una patada a aquel, un codazo al otro, un cabezazo al de
ma's all^.
Los cerdos asustados corrien en todas direcciones, giraban répidos sobre sí mlsmos, huían y se acometían lanzando
alaridos de miedo y quejas de dolor.
- ï Por Lucifer: - bramaba 3ofía.
De pronto se acordo de San Nicol^s, patrón de la aldea,
relacionado en su mente con no recordaba que historia de cerdos.
X-L
- ; S^lvalos, buen San Nicolfís»
Reclbió un empell6n que la precipito de oabeza a tierra.
- ; Por los ouernos de Luciferl
Entre restos de bazofia y pa ja mojada vió algo o^ue brilla
ba en el suelo. Lo asió con f uerza, ptlsose en ple jadeante.
- I Gracias, buen San Nioolas*
La limpió con el bajo de la falda, la examino, lïra una
placa esmaltada #»n colores con una bandera y un lema. Sofia
solo leyò: Pàtria.
- Pàtria, pàtria, pàtria, - iba diciendo, y se reía.
Tiro con gesto airado la condeooración al suelo però la
recogió en seguida. Miró en derredor como si temiera ver aparecer al militar q.ue se la había prendido en la delantera. Ese
hombre no debía saber nunca c|ue ella se la había regalado a
los cerdos y menos aún que iba a tiraria a la letrina,
Había dado ya uno o dos pasos en esa dirección cuando,
como una flecha, le atravesó la mente el reouerdo del tío Anselmo y del joven Janzer, Irían cualquier día a buscar y a vaciar el depósito de los excrementos y la hallarían allí. Eran
capaces de presentar una denuncia al cuartel general. Vendrían
a prenderla; quizds a fusilarla, como a ellos. .^uedóse rígida
con las pupilas dilatades y la boca crispada. Veia la placeta
de la iglesia; unos soldados empujaban con las culatas de los
fusiles a un grupo de campesinos, Oyó un grito desgarrador:
"No los matéis" Y en seguida una descarga oerrada, (Sofía se
tapo loi oídos con ambas manos ,\ Se había desplomado el montón,
Todos yaoían en el suelo en posiclones extrafías. Alguno movió
aiin un brazo, otro la cabeza, luago quedaron quietes. Cuando.
los Soldados se hubieron marchado, ellos seguían en el suelo.
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Però ya no se movía ningun brazo ni se levantaba ninguna oabeza.
Sofia tenia aún entre sus dedos crispados le condecoración,
Había que hacerla desapareoer de manera que nadie pudiera ballaria.
Recordo el río anoho y profundo. Pasaba por los aledaílos
de
Hugel.IBuena y segura sepultura para el abominable objetoí
Zambullldo en el oleaje, irfa a bundirse en el oieno o flotaria
entre dos aguas rumbo al molino, pasaría entre los barretes de
la presa, desaparecería para siempre en los remolinos de espuma. - í Allí sí que no ira a buscarte nadieI
Lo envolvió ouidadosaraente en un trapo viejo, lo ató con
un oordel y se lo metio en el bolsillo lateral de la guerrera.
Llevaba mas de dos anos sin salir a la oalle, le daba reparo atravesar el umbral y soslayar la fatídica plaza donde,
tal vez eÈtaban aún ellos amontonados. Temia ademas cruzarse
oon algun aldeano y que éste le preguntarà a dónde iba.
Por fin se deoidió, Atóse bien la toquilla debajo de la
barbilla, empujó debajo las grefias que le oaían por la cara.
Se aceroó a la pooilga,
- Hasta pronto, hijos mlos, Sstaré de vuelta a la hora de
la manducatoria.
Era ya muy entrada la tarde cuando tomo por el camino de
Glosters, Recordaba un senderillo que, a través de los labrantios del tío Anselmo, la conduciría répidamente a una cafiada
por la que podria deslizarse hasta la alameda vecina al rio.
Entornaba los parpados porque los haoes de l\iz del sol
poniente le hacían ver molestas ohiribltas. Asplraba la fragància de la tierra labrada y a medlda que iba avanzando ots
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gozaba de las emanaciones més y més freouantes ds las plantas
ribereftas humedecldas.
Sentíase diligente y ligera oomo cuando tenia quinze anos
SI roce de las galochas con las pledras de la oaíiada produc^én
un alegre repiqueteo.
Los agudos graznidos de las oornejas, que llevaba tanto
tiempo sin oir, se epparoían por el espaoio. " ! Hola, Sofia
Kartí Ya era hora de que salleras a la callel "
- ?Pero no sabéis lo que pasó en la plaza?
Las oornejas seguían graznando: " No pasó nada. Mo pasó
nada/"
" A lo major lo habré sofíado - decíase Sofia-, Porque
todo esté igual que antes.
Después de lo que iba a realizar ( pero?que é»a exaotamente lo que iba a realizar?) volvería presurosa a la aldea.
Aloys la esperaria en la plaza mientras las vaoas se desaiteraban en el abrevadero. Estaria ya atardeoiendo; la hora alegre del retorno de los reban.os de los pastos. Los caminos se
llenarian de silbidos de zagales, del tanido de oencerràs y
de esquilas. Peter y Michel, con otros jóvenes labriegos, regresarían cantando y riendo de los campos y toda la aldea resonaria de vooes juveniles;^ olería a ganado y a humo.
Sofia aoababa de entrar en la alameda; era oomo entrar en
un templo, Volaron los pensamientos optimistas y una espècie
de solemne melancolia se le esparció por todo el ser. Los àrbolos formaban profunda bóveda por donde la claror de la tarde
entraba suave y temizada. In las altas y tupidas ramas se movian infinidad de aves cuyos trinos, gorgeos, y aleteos alter-
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naban oon el grave y cada vez rais perceptible rumor del río.
Los tronoos de los flames blanoos se alineaban formando tiíneles,
ora perfeotamente perpendiculares, ora sorprendentemente sesgados, Hasta aquel preciso momento Sofia no había observado que
al caminar por ellos los tronoos de los érboles se desplazaiïan
como las figuras de un cuerpo de baila. Resultaba un hermoso
espectaoulo.
El fru-fru de las galoohas en la hojarasca, le producía una
suerte de embriaguez. Gomo en los tiempos de su infància, arrastraba los pies exprofeso para aumentar esa sensaoión y, cuando
no había bastantes hojas muertas en el suelo, se adentraba por
la maleza para hollar y expulsar a su paso esa matèria ligera y
crtjiente. La sensaoión de maravilla era allí m^s intensa adn,
Islotes de césped se destacaban entre la vegetación muerta: verdes y frescos jardinoillos que alternaban oon los pimpollos de
^lamo blanoo. Haces de luz amarlllenta se filtraban y se desiizaban entre las altas oopas de los érboles, avivaban el color
verda y plateado de la hierba y de los retonos prest^ndoles formas y policromías de paraíso en miniatura,
Sofia volvía al camino.
A lo lejos, al fondo de la bóveda vegetal, en el lugar que
Sofia oonsideraba mucho mas all^ del río, tal vez en los confines del país, brillaba una gran refulgencia parecida a un Incendio, Aquella inmensa hoguera consumia quizas un bosque entero o una gran ciudad desconooida, Sofía recordo de súbito que
algo monstruoso estaba sucediendo en el país: robos, satjueos,
destrucción, asesinatos.,, Parose asustada e indecisa. ?por qué
hab^ía salido de casa?
- 15 -
Quiso inmediatamente volver a la aides y giro sobre sus
talones y comenzó a oorrer en direooión contraria a la que había
seguldo hasta entonoes,
Parose jadeante preguntandose por que corria. Respiraba con
pena y sus ojos exorbltados miraban inquietos en derredor.
Oyó los trinos y los gorgeos de un ruisenor en la enramada:
flauteaba y gorgotiteaba como el mejor de los instrumentlstas o
el mas perfecto de los cantantes. » Qué maravilla y qué placerl
Sofia hubiera oontlnuado esoucMndolo a no ser porque algo,
aunque no recordaba qué, la apremiaba cerca del río.
Volvló a girar sobre sus talones y a caminar. De nuevo
arrastraba las galoohas j de nuevo gozaba oyendo el fru-fru de
su paso en la hojarasca.
El horizonte, limitado por el marco ojival de los arboles,
palidecfa en rosa anaranjado,
Q,uedaron atras los alamos blancos, el fru fru de la hojarasca, las altas enramades con ooncierto de aves, Ahora la bdveda celeste se desplegaba sobre Sofía como una gran sombrilla
atornesolada, alta y desiumbrante, palidecfa el firmaraento alltí^
en lo hondo del infinito. En el repentino silencio, hacíase m^s
sonora la voz de la corriente. Y a unos cincuenta pasos de allí,
aparecié por fin el brillo del agua,
A pocos pasos de Sofía terminaba el terreno llano, comenzaba
el deolive* BHX
que en ràpida pendiente y cubierto de espesos
matorrales se deslizaba hasta el cauce del río.
Sofía se paro indecisa. Aquel terreno cubierto de morales
silvestres, frondosas hiedras, agresivas carrasquillas y gigantesoos helechos, parecía invitaria a retrocedar, Pero Sofía re-
j
- 16 -
oordaba de pronto lo que Iba a practicar al río y no estaba dispuesta a renunciar a su proyeoto.
Tenia en la mano crispada aquel objeto odioso. Gon la sola
fuerza de su braao no podia proyeotarlo en mitad de la corriente, estaba demasiado lejos. Si quedaba entre los matorrales, com
mo seguraraente sucedería, se exponía a que algun pescador lo
enoontrara y la denunciaria. Volvió a guardaria en el bolsillo.
Bln la orilla opuesta, dos o tres sauces llorones abandonaban a la corriente sus lànguides penaohos de un verde suave. La
corriente jugaba con ellos como un amante con los cabellos de la
amada: los atraía, los soltaba, los tiraba hacia sí, luego èedía,
volvía a tirar y a oeder mientras, susurrante y retozona, triscaba río abajo.
Sofia esGuchaba la polifonia del agua, distinguía sus diferentes voces como la de los tenores y los bajos en una masa
coral: el bordón de la corriente en el centro del cauce, la
oadenoia de los riaohuelos afluyentes, los gorgoritos y las
pausas de los remansos, el ohapoteo de la resaca en la orilla,..
SI río, poco visible aún desde el ribazo, pasaba cantando
y riendo però no se dejaba abordar,ïïrapreciso llegar a él y
sepultar en sus aguas ese objeto peligroso y aborrecible.
Sofia penetro en la maleza resuelta a ejeoutar su plan.
Aqui y alia', entre las hiedras y las oarrasquillas, se
formaban pequenos surcos debidos al agua de lluvla, Podían servir de camino a condición de agarrarse bien a unas raíces que,
como drizas inútiles de un baroo abandonado, colgaban por el
margen, o a las hojas festoneadas de los helechos.
Precisaba bajar de espalda, gateando y arrastr^ndose.
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Hincaba Sofia la punta de sus galochas y cuando la sentia
aflanzada, tanteaba con la otra el terreno.
El declive se ponia cada vez mas empinado y resbaladiso.
Sofia resollaba y sudaba. Comenzaba a arrepentirse de haber emprendido esa aventura,
Mientras estaba pensendo en ésto, una de las galochas resbaló sobre el guijarro en que se apoyaba, se le salió del pie:
piedra y calzado rodaron por la pendiente, se preoipitaron al
río, se zambullieron burbujeando en él.
A Sofia se le liabia desgarrado la falda^ y la carne, de un
blanco de papel, aparecía por el desgarrón. Recordo que esa falda era un rep-alo de su hijo Miohel, se la trajo de Welch un dia
de feria. Se la entregó con rostro satisfecho y ella ( como se
arrepentia en aquel momento) lo rinó por semejante despllfarro,
Atiora veia a Mlchel ensangrentado y rígido en la plaza de la
aldea y enseguida a Peter y a Aloys ensangrentados también y
rígidos entre el montón de campesinos fusilados.
- ( Malditos - rugia Sofia Kart, sin dejar de gatear por el
ribazo, - malditos, mil veoes malditos;
Bajaba deprise y arrastr^ndose por el luargen con los codos
y las rodillas bien pegados a la tierra y los dedos crispados
alrededor de los helechos.
Bió otro resbalón, que la obligo a soltar el largo tallo q
que empuiiaba. El tallo quedo mondo y las hojas convertidas en
lluvia.
Sofia permaneoió un momento jadeante en equilibrio sobre al
declive. El corazón le latia apresurado y los dedos convulsos se
agitaban en el vacío sin ballar donde asirse. Con un esfuerzo
- 18 -
fmprovo, una espècie de salto de rana, logró asir i empunar una
largs raíz que parecía bastants solida.
Respiro un momento con ànsia, el aire húmedo y acre que subía
del río^antes de ponerse de nuevo enraovimiento.Oía ya el ohapoteo de la resaoa bajo sus pies, solo le faltaban unos metros y
el eleraento cíestruotor estaria al alcanoe de su mano. Podria
tirar la condecoración al agua y volver a subir a rastras el ribazo.
Volvló el rostro para inspeccionar el terreno, vió la anchura del rio donde la lu2 crepuscular ponia largas pinceladas rojas.
En la orilla opuesta los sauces llorones alargaban su sombra
verdosa hasta muy adentro de la oorriente. Movida por el oleaje
se ensanchaba y reducía, permanecía un momento inmóvil y volvía
a ensancharse.
Las olas turbulentas hervían y espumeaban ruldosas en derre
dor de una mejana cubierta de pedregal, luego se transformaban
en corrientes separadas, se unían mas abajo, seguían juntas la
marcha descendente, Toda el agua parecía aprèsurarse hacia no se
sabia que destino, divirtiéndose un instante con las oosas terrestres, desGonsidera'ndolas pronto, abandonandolas al fin con
indiferència como si en resumen, la tierra fuese un elemento insignificante.
Decidida a continuar, Sofia alargó una de sus piernas, tanteó a ciegas el terreno, creyó hallar por fin algo saliente que
le brmdaba, al parecer, un apoyo. Afianzose en él y cuando ya
se disponia a soltar las asiduras que la retenian al margen, la
tierra comenzd a resbalar. El cuerpo de Sofia, cubierto de sudor,
- 19 "
se tendia como una ballesta entre 41 terreno resbaladizo y sus
manos oonvulsas. En contracciones desesperadas trataba en vano
de afianzar una parte del cuerpo sobre el ribazo. Todo el peso
de su huraanidad colgaba de los brazos rígldos, tirantes como cables, SI dolor que le produoía este esfuerzo era tan agudo que
Sofia oomenzó © gemir.
Una tras otra las galochas babían resbalado por el declive y desapareoido en el agua. las raíces oedían tambíén però
eran adn bastante sólidas para soportar el peso de su cuerpo.
Casi impreoeptiblemente Sofia desoendió aïln unos oentímetros,
En aquel momento orsyó oir ^
ruldo de pasos en la mal-^za,
- » Venid: : "ïenldl
Ssperó unos se^^jundos, Nadie contesto ni se acercó. Solo o£a
la monòtona sinfonía del agua oomo una espècie de risa burlona,
, - : A mi: : A mi:
Escuchó un momento anhelante, però en vano,
Entonces se acordo de la muerte y tuvo miedo de morir.
- I Socorro I 2 Socorro I
Anocheci'a, Se alargaban las sombras de los èírboles en lo
alto del ribazo. Un vaho azulado flotaba como un cendal de gasa
sobre la maleza, el aire se enfrlaba rdpidaraente y el rumor de líi
oorrlente se ponia m^s amenazador.
Sofia deseaba volver a casa, darle la pitanaa a los marranos, oir sus familiares grufíidos, comer bazofia y dormir en su
yaoija junto al hogar,
SI bramido del agua sonaba a traioión, le habia brindado su
seno para sepultar en él aquel objeto de esoarnio y ahora se la
-so-
la sorbía a e l l a ,
- ! Socorro! I Sooorrol
El dolor de los dedos era ya irresistlb]e , Sofía levantó la
vista haoia las manos y la parte de brazo que descubría la manga
Las vió horriblemente hlnohadas, con las venas salientes. Las
raíoes, oomo navajas bien afiladas, tallaban ya en la carne. Dos
hilillos de sangre brotaban de los dedos, corrian muneoa abajo,
Sofía creyó oir el ruido de una cana de pescador que alguien arrastraba por las piedras de la orilla,
- ?Eres tu, Hans Janzer? I Ven por favorj
La sangre seguia inanando y el sufrinilento aumentaba. Ya un
sudor frio le banaba la frente, ya se le nublaba la vista, ya el
corazón disminuía la frecuencia de sus latidos.
Entonces la canción del rio se volvió mas suave. Allé abajo, a sus pies, una voz susurrante y persuasiva parecía declr;
?':4ue esperas?"
Sofía soltó la raíz. Su cuerpo se mantuvo un instante en
equillbrio sobre la repisa socavada por la resaca. EB seguida
resbaló al agua con un ruido sordo y amortiguado.
Con anhelante amor, casi con ànsia, el río envolvió a la
mujer. Sus lergos brazos fríos y escurredizos subieron lentamente por su cuello, por sus mejillas. Miles de blandos labios se
apretaron contra sus labios seoos y ardientes, proour^ndole inefable bienestar. Fluides lenguas penetraren en su boca, se le
esGurrieron por el paladar y la garganta,
Sofia sorbía con ànsia aquel liquido fresco y generoso,
hasta que sintiéndose satisfecha quiso dejar de beber. Però en-
- SI -
tonoes el agua ye no la obedecia, Le e>itraba a raudales por la
boca que no podia cerrar, por los agujeros de la nariz que la
asplraba a grandes dosis, por los ojos exorbitados que no veían
ya los sauces de la orilla ni el cielo amoratado del aterdecer.
Mi les y miles de burbujitas plateadas le danzaban delante >ía vis_
ta.
Sofia tosió y escupió, alargó los brazos liaoie. arriba como si quisiera asir el espaoio. Pierneó, meneó de un lado pare
otro la oabeza con desespero. Todo su viejo cuerpo dotedo de
si5bite energia, trataba de rechazar el agua. Però el agua era
mas fuerte que ella,
Sofia se entregó por fin.
- ag -
El paso de la tropa por la aldea oon la noticia de la
liberación había producido en Simonne un efecte singular. No
paraba en nlnguna parte, iba de aciuí para all^, emprendía una
tarea y la dejaba, tomaba otra y la dejaba también, íío podía
acabar de oreer que esos malditos extranjeros hubiesen abandonado el país para slempre, Y temia verlos surgir de un momento a
otro como habían hecho ya tantes veces. No se atrevia ni a dudar
ni a alegrarse. Lo prlmero no era posible después de las palabra.
del tenlente, lo segundo, tampoco, ya ci_ue ni G-regorio ni Andrés
se hallaban allí para participar al regooijo general.
Anselmo, por su parte, no pareol'a nada dispuesto a comentar
aquel gran aoonteoimiento. Vacaba a sus ocupaciones en el huer-,
to o en la oorraliza y de pronto entrabe en la casa como si
buscarà algo, daba una vuelta por las habltaciones de abajo y
volvía a salir sin haber despegado los labios ni abierto un armarlo ni haber esido una herramlenta o utensilio alguno, En
ouanto a Andree, tampoco se mostraba muy parlanohina. Desde que
se marchó el oficial y los soldades no hacía mas que enjugarse
los ojos, suspirer y sonarse, Como cada manana, se ocupaba de
la cocina, però aciuel dia se le apageba el hornillo a menudo.
Lo volvía a encender, oolooaba en ^1 un puchero que el caüo de
un momento se ladeaba y vertía sobre las brases el contenido.
Andrea avivaba el fuego de nuevo, se enjugaba las léígrimas y
suspirsba. Hasta que Anselmo, en una de sus injustificades entradas en la casa, la vió, se psró junto a ella, le dljo en to
no de reproche:
- 33 -
- No es un día de duelo, es el día de la liberación.
Andrea replico:
- Ya lo
sé,
Rhut había Golooado un ramo do flores ante la í'otograffa
de Francís, al tiempo cue le decía en voz baja:
- I Por fin los hemos echado, hijoï
Greta y Johanna, sin deoírselo, se habían enoontrado en
el ceraenterio de fusilados junta a la tumba de sus maridos. Habían ido allí .oomo si quisieran participaries la. gran noticia.
Guando volvían del Campo Santo, vieron a otres aldeanas !? ,
que se dirigían a él, Se saludsron en voz be ja sin liaoer el menor oomentario. La misma intención que las había llevado a ellas, llevaba a las otres sin duda.
Llego la noohe.
Gomo • cada atardecer, los rebarios se habían desalterado
en el abrevadero publico, el olor de lana y de estiercol se
había evaporado en el aire, las voces de los zagales.con el tanido de los oencerros,se habían callado por fin y un silencio
Solemne planaba sobre la aldehuela adormecida.
Las puertas y las ventanas de las casas estaban cerradas,
humeaban las chimeneas en los tejados, el tufo de la lena quemada se esparcía por el aire.
De pronto, en aquella paz aparenta, se levantó y se extendió por el aire la tremenda gritería de los oerdos hambrientos
de Sofia.
Los oyó prlmero la veoina m^s pròxima, Greta Lemomd, Acercose a la pusrta óe la oasa y la halló abierta de par en par.
- 24 -
Dió algunos pasos en la oscuridad,
- : sofís: : sofía:
Como nadie respondía y los oerdos seguían gritando, Cïreta,
asustada, fué a llainar a la puerta de Rhut.
- ?Oye usted e loa msrranos de Sofía?
- S£, los oigo, però ?qué tiene éso de particular?
- Es que Sofia no contesta.
Rhut encendió un farol y, seguida de Greta, entro en la casa.
las dos mujeres inspeccionaron habitación por habitación sin dejar de llamar a Sofís, Luego salieron a la corraliza, examlnaron
la pocilga y el retrete.
Al oir vooes y ver la luz, los oerdos redoblaron sus gritos.
ÏÏra un ooncierto desgarrador, C5·reta se tapo los oídos,
- ?Dónde esta vuestra madrecita? - les preguntaba Rtiut,
Los o-'^-rdos volvían a quejarse y a grunir.
- Vamos, va mos;
no hay para tanto.
Los marranos parecían oomprender lo que las dos mujeres les
decían, Call^banse un momento, luego volvfan a agitarse y a escandalizar,
- Esttín hambrientos -, comento Greta.
- No sdlo hambrientos sinó alarmados. Los animales sienten
como las persones, I,o que no saben es hablar però sí hacerse comprender,
- Eohan de menos a su madrecita,
- ?Dónde estarà esa desdichada?
- Desde luego en la casa no estd; no nos queda por registrar
ni el excusado.
- Habra que avisar a tio Anselmo,
- 25 -
- Vamos all^ ,
Un reto m^s tarde la aldea entera estaba alarmada. Un rapaz
que volvía de Glosters al atardecer, afirraaba haber visto a Sofia
Kart atravesando los labrantíos del tío Anselmo en dirección a la
alameda.
Saunier y el joven Janzer, armades de faroles, se dirigieron
allí.
Siguieron paso a paso, sin saberlo, el trayeoto que había se
guido Sofia però al lleg-ar al intrincado ribazo por donde ella se
aventuro, los dos eldeanos se detuvieron.
- Ni rastro - dijo el tío Anselmo desalentado.
- ?Q,ué andaríe buscando la vieja? - oomentó Hans.
- Llevaba ya mis de dos anos sin salir a la calle,
- Y cuando sale ya no vuelve.
Hans inolinaba todo el cuerpo sobre el margen. Con el brazo
rígido proyectabe la luz del farol sobre la maleza,
- No creo que se haya arriesgado por el declive.
De pronto gritó:
- I Aquí esté su toquilla;
Se la mostraba a Saunier sosteniéndola de una punta.
- * Q,ué ojos tienes, muchachol
Un instante después coraentaba:
- Y para qué habra ido ésa al río?
- A lo mejor a pescar,
- I Q,u^ disparatel
- Voy a deslizarme hasta el agua.
- ; Ten ouidadol
El joven Janzer se metió en la maleza.
- Ü6 -
Anselmo oía el crujir de las plantas castigadas por el paso
de su cuerpo, veia el dèbil halo de la luz del farol, desliz^ndose con lentitud sobre los helechos, las zargas y las carrasciuiHas.
la voz de Hans le llegaba de lo hondo del ribezo.
- I Jolín, oomo esta estol
- ?Q,ué ves? - gritaba el tío Anselmo desde arriba.
- I^ada.
- Sube ya. No vayas a caerte al río.
Un rato después el joven Janzer volvía a estar al lado de
Saunier,
- Cómo no se haya tirado al agua...
- ?Para qué se iba a tirar?
- f^ué sé yo,..
- Y ahora, ?qué hacemos?
- Volvernos a la aldea, mariana seguiremos buscando. ?No le
parece?
- Bueno.
Eran ya cerca de las doce cuando los dos hombres regresaron.
Rhut y Simonne^por su parte, habían inspeccionado los labrantíos de Saunier y un trozo de la oafiada. Comentaban con una
parte del veoindario el resultado inútil de aq.uellas exploreciones nocturnes,
Al fin todo el mundo se fué a acostar.
A la manena siguiente, Greta declaro que no había podido
pegar el ojo en toda la noche.
- Los marranos de Sofia - explicaba a las vc-ïoinas, - no han
- 27 -
cesado de verraq.uear.
- SI su madrecita no vuelve, 1?amos a tener serenata para
reto - dijo otrou
•Sfectivamente, los cerdos solo oellaban cuando les daban
la pitanza, Enseguida volvían a gritar y a grutiir. Esto duro un
par de días, luego empezaron a acostumbrarse a los ouidados de
Rhut y de Greta.
Entretanto el tío Anselmo había dado parte, y las autoridades de Welch se habían heoho cargo del asunto.
Una semana después llego a Hugel un guardià en bicicleta. Se
apeó ante la Gasa Consistorial, que halló, naturalmente, cerrada
Apoyò la maquina en la pared acribillada de balazos y echóndose
el quepis al oogote de un pulgarazo, se quedo mirando en torno
8 la plaoeta vaoía. Vió por fin a un rapaz que le esteba observando desde detras de un abedul,
- Eh tu,fluerrllleroen miniatura, ve a busoarme al sefior
Alcalde.
- 7A1 tío Anselmo?
- He djcho al sefior Alcalde.
El rapazuelo se echó a córrer,
- tOyetlOyet ?No hay por aquí un cafetucho?
- No 3enor.
-?NÍ una tabernucha?
- No sefior.
El rapaz volvía a córrer hacia la vivienda del tío Anselmo
que se hallaba e unos veinte metros de la Gasa Consistorial. Al
llegar a la puerta, paróse y sefíalandola oon la mano, le gritó
al forastero.
- 28 -
- : Es aquf:
En seguida se escabulló detras de una tapia,
"Qué fastldio de villoriol" mascullaba el guardià,"ni siquiera uns raala taberna donde apagar la sed."
Anselmo y Simonne estaban en los labrantíos, Andrea le recibió temblsndo. Slempre la habían atemorizado la gente vestida de
uniforme, sobre todo desde la guerra, cuando los resistentes, entre los cuales au hljo Andrés, se escondían en los bosques y en
las Cuevas y los soldados extranjeros venían a registrar las casas de Hugel.
- Quisiera hablar con el senor Alcalde.
- Ml marido est^ en el oaxnpo, no sé cuando vendrà.
- Se trata de la mujer desaparecida,
- ? De sofía Kart?
Al guardià se le contorsionó el rostro de una manera extra fia,
- Tengo el ganote tan reseco que a penas puedo hablar.
- Al instante le slrvo algo.
Llego con un vaso y un plohel lleno d© sidra.
- Beba usted.
Cuando llego Anselmo el guardià le anuncio:
- Ya aparec!ó la vieja.
- ?Vlva?
- Fiambre. Su cuerpo se hallaba detenido en la reja del molino de Hauser,
- Però, ?se sabé que es Sofía Kart?
- En el estado en que se halla, lo mismo podria ser ella
que la emperatriz de Eusia.
- 29 -
Bebíó el ultimo sorbo de sidra, lanzó un ; ahi de satisfección, limpiose los labios con el dorso de la mano y se puso en
ple.
- Lo mejor es que se venga usted oonmigo hasta la presa pare
identificaria.
Reoorrieron en bicicleta los cuatro kilómetros que separan
Hugel del molino de Hauser: unas veces arrastrando la maquina,
otras rodando lentamente.
Les recibieron los molineros, marido y mujer, muy exoitados
por el hallazgo,
A Saunier no le costo Identificar al caddver aunque estaba
muy desfigurado.
- No hay duda, es Sofia Kart,
-?Est^ usted bien seguro? - le pregunto el guardià,
- La vi el mismo dia que desapareció. Llevaba puestas esa
falda gris y esa guerrera militar.
- ?Por qué diablo usaba uniforme?
- Era muy pobre, Aproveohó para abrigarse esa guerrera de un
soldado tuberouloso que murió al regresar del frente.
- Habr^ que registrarle los bolsillos.
El guardià puso manos a la obra, Sus dedos tropezaron con un
objeto duro.
- ?Ciué demonio lleva aquí?
Todos miraban con curiosidad las torpes manos del guardià
desatar el cordel o deshacer el emboltorio, üuando lo oonsiguió
por fin, hubo un movimiento general de asombro.
- ; Una
-
Gondecoraciónl
í La Cxran Cruz de San A n d r é s ;
- 30 -
- Però ?estaba condecorada l a v í e j a ?
Limitose e l t í o Anselmo a a l z a r los hombros. ?A qué complicar màs l a s cosas?
El guardià lo miraba con desoonfianza.
- No debería usted i g n o r a r l o .
- Pues lò i g n o r o .
- Y ?usted0S?
Los molineres no sabían tampoco nada,
- ?Gómo lo vamos a saber nosotros?
- Una Gosa así mete bastante ruído.
Kl guardià tomo un aire suspieaz,
- Entonces la habr^ robado.
- Puede.
La molinera lo dudaba,
- Y ? a quién?
El tío Anselmo explicé:
- Que yo sepa, en el pueblo no se ha oondecorado a nadie.
El molinero comento.
- : Es extranol
El guardià seguia sin comprender,
- Y ? por q^ué se habrd su*cidado la vieja?
- No creo que se haya suioidado,
- MotiVos sobrados tenia, declaro la molinera,
- Però no habría aguardado tanto tiempo.
- ; Precisamente el dia de la liberación;
El guardià se sentia màs y m^s intrigado,
- Todo esto huele a misterio.
En seguida se puso a esoribir el Informe del hallazgo del
- SI -
cadàver sln olvidar e l d e t s l l e de l a condeooraoión, la c u a l , mas
t a r d e , entregó respetuosemerite a las autoridades,
Saunier flrmó la identidad de la víctima y e l molinero f i r mo también como t e s t i g o .
Un furgón de las Pompas Fúnebres fué a por el cuerpo de Sof i a , lo llevo e Welch deposit^ndolo en la sala de diseooión del
H o s p i t a l . Dos raédicos practicaren la autòpsia declarando que l a
muerte había sldo por a s f i x i a . Hubieron de afiadir que el cuerpo
presentaba algunos rasgunos en un muslo, uno o dos golpes en l a
frente y desgarro de v a r i e s dedos de l a mano. Ninguna de estàs
heridas ni contusiones era mortal, Q,uedaba pues bien demostrado
que Sofia Kart, la madrecita de los cerdos, había muerto ahogada
en e l r í o .
El cuerpo de la anciana encerrado en una modesta ca ja de
pino, fué devuelto a íiugel para ser enterrado en el cementerio
municipal,
Anselmo dispuso que lo depositaran en la Casa C o n s i s t o r i a l
desde donde lo l l e v a r í a n a l a I g l e s i a para entortarle un respons o . Por desgracia no había cura en e l pueblo desde el p r i n c i p i o
de la ocupación. El p^rroco de Mulsteln, a cuya f e l i g r e s í a
per-
tenecía Hugel, cpmo muchos otros sacerdotes p a t r i o t a s había sido
deportado, El t i o Anselmo alcalde de l a pequefia l o c a l i d a d , iba
pues a encargarse personalmenta del s e r v i c i o fúnebre.
El joven Jan^er junto oon Simonne y Rhut ayudaron a t r a n s portar el féretro,
Eueron oon unas aní^arillas desde el Ayunta-
miento a la i g l e s i a . A l l í los esperaba|^ toda la aldea reunida.
El abuelo Janzer, con su pierna r^nca, resultaba p r a c t i c a -
- 3H -
mente iïipUutíl, però estaba en primera fila, palpitando de ouriosldad.
Cuando todos estuvieron oolooados en derredor del ataud,
Anselmo Saunler se sacd el breviario del bolsillo, comenzó, lento y torpe a hojearlo. Busoaba las oraolonss de difuntos mientras
las aldeanes y los rapaces esperaban sin pestariear ni impacientarse, Todos sabían q.ue estaban asistiendo a un acto grave y
solemne pese a le sencillez de la ceremonia.
Por fin Anselmo halló el responso que estaba buscando, pusóse 8 leer sílaba por sílaba cotao los ninos en le escuela. Mantenia el libro bastante lejos de los ojos csnsados y enrojecidos
que trataban de ver a través de las gafas osoilantes sobre la
nariz.
- Suplícote, Sefior - decía vaollanta-, suplícote, Se^íor,
te dignes absoiver el aLma de tu sierva Sofia Kert. Murió sln
los auxllios espirituales y probeblementa en pecado mortal, però
Tu misericòrdia es infinita. Ten piedad de ella, Setlor»
Se paro un moraento y observo a los asistentes por en oi ma
de las gafas. preguntabase si se habrían dado ouenta de lo que
leía y de lo que improvisaba. Però nadie mostro extrafieza ni desaprobaoión y Saunier siguió la lectura.
- Dale el r^^poso eterno, Senor, y la perpetua luz la iluminaré. Descansa en paz Sofia Pvart, por la misericòrdia de Dios,
- Amén -, contestaron las mujeres, los rapaces y los ^anze:t^
el vlejo y el joven,
Anselmo se persignó, los otros le imitaron.
Llevaron el ataud hasta una fosa que habían previamenta
cavado y, ayuda'ndose de unas cuardas, Simonne, Rhut y Har^ lo
- 33 -
deslizaron en ella. Varias mujeres se habían traído sus azadas;
entre todas la oubrieron de tierra, palada tras palada.
Iban ya a disolverse cuando Greta Leraond dijo de pronto,
- Deberíamos tooar a difuntes,
- Easta ahora se ha presolndido de ello - observo Saunier,
T por desgracia, no por falta derauertospara enterrar!
- Todo ha cambiado. Ahora ya sanos libres.
- ; Ko íbamos e tooar estando ellos aq.uíí
-Pèro ?quién se encarcara de tocar?
-lYoI - salto el joven Janzer.
- ?3abras?
- ?Y por qué no voy a saber, abuelo?
- Hay que estirar de la cusrda con lentitud y oorrección.
- Con golpes espaciados.
- Esperar que se haya perdido el eco para estirar otra vez
del badajo.
Hans había clesapareoido ya en la iglesia,
- Nuestro cura tooaba rauy bien ,- comento Greta Lemond.
- ; Pobre mosen: Ya estarà haciendo malvas,
- ?Q,uién te ha dicho que esta haciendo malvas?
- Bueno, pues asfixiado en una Cí^rriara de gas.
- 0 achicharrado en un horno crematorio,
- 0 senoillamente viviendo oomo tu y yo,
- i Glarol - aceptó Saunier,-íTodos no van a estar muertos;
Tíln aquei momento comenzó a sonar la campana. Llevaba tanto
tiempo sin tocar que al oir las primeras campanadas todos los
pechos se dilateron y las pupilas sa redondearon, Algunos oljos,
que no habían llorado por Sofia, se llenaron de l^grimas.
34t
La voz del c o b r e , v l e j a y f a m i l i a r , s a l í a d e l oamparjario y
se esparofa por e l a i r e . Sonaba i g u a l que un mensaje de d í a s r e motos y a l a vez de d í a s f u t u r o s . R e p e r c u t i a en lo a l t o d e l e s p a c i o , volaba en ondas s o n o r a s hacia l a s l e j a n í a s y e l eco l a
t r a í a de nuevo hí-jcia l a p l a c e t a planando y descendiendo
finalmen-
t e sobre l o s a l d e a n o s ,
- Tang:
- Tang;
Sofia ha ;tíuerto, rogad por su alma.
- Tang!
- Tangl
Descansa en paz desventurada madre.
- Tang:
- Tang:
También t o o o por l o s
fusilados.
Después de a q u e l l o s anos t r ^ g i o o s de d o l o r o s o s i l e u o i o l a
o b l i g a c i ó n de lo campana e r a t o c a r s o l o a d l f u n t o s y e l joven
J a n z e r ponfa en e l l o todo su erapeno y su c i è n c i a de oampanero
n o v e l . Però la v i e j a campana h a r t a de s i l e n c i o se ponia ta^ibién
a r e v i v l r . Hablaba de l a muerte por o b l i g a c i ó n y a l p r o p i o tiempo
proclamaba la d e r r o t a de la qjuerte a n t e e l t r i u n í o de la v i d a ,
- Tang:
- Tang:
Si hoy doblo por un e n t i e r r o raanana r e p i c a r é por un b a u t i z o .
- Tang:
- Tang:
Alegraos, mujsres; todo volvera a empezar.
Simonne Saunier reoordaba al tenlente la Motte. La mucïiacha
- 35 -
que estuviara enamorada de él, lo varia volvar del frente sano
y triunfante, El amor y la dioha eran aún posibles para algunas
personas,
Simonne evocaba a Gregorio al oual había Jurado fidolidad
de cuerpo y de espíritu basta la muerte. Y ahora , de pHíunto, al
oir la campana, sin saber por qu^ volvfa a oreer en el amor y en
la dicba. Gas i le parecía que podria aún amar e otro liombre y
ser fellz con
él.
Estos pensamientos punzaban como agujas y al mismo tiempo
acariciaban como la brisa fresca del monte.
Al oir la campana, también el pensamiento de Phut se había
puesto a evolucionar. Era como si de súbito le hubieran nacido un
par de alas, INO pensaba en el amor como Simonne, pensaba sencillamente en la vida. Sentia como un ànsia de vivir aunque hubiera
de vivir sola, Esa vida que entreveia, no presentaba una forma
precisa, consistia en respirar, ver, oir las cosas amables que
la rodeaban. Trabajar sus tierras y esperar que rindieran su fruto, caminar por los senderos del labrantio y oler el vaho de la
tierra recién arada y del estiercol.
Recordaba las horas de positiva dicha al lado de Sebastién
y de Francis, luego las horas tragioas de la guerra y la ooupación. Ssas horas pasaron y ahora vendrien tal vez otras dulces y
apacibles.
Al sonido de la campana se le diletaba el pecho y el oorazón
le latía con mas fuerza. Olas sucesivas de oonfortante calor nacian en lo hondo de su ser, le subian hasta la garganta, se le
esparcían por las mejillas. Los campos y las el cielo que los
cubrían parecían mas lurainosos que de costumbre, como empapados
-
36 -
de una hermosura nueva, o a s i
sobrenatural.
Greta Lemond i n t e r p r e t a b a e l oampaneo de Hans J a n z e r como e i
adiós de la aldea a Sofía K a r t . Se Imaginaba a l a pobre anciana
t r a n q u i l s por fln en su a t e u d , después de a q u e l l a època
terrible
y a g r a d e c i d a a la despedide de l o s a l d e a n o s . La v o l v í a a ver c o ïïi o a n t e s de la g u e r r a : t r a b a j a d o r a , animosa, un poco
autoritària,
reinando d e s p ò t i c a sobre sus t r e s e x c e l e n t e s h i j o s .
El pensainiento de Tireta s a l t a b a a q u e l l e s aPios t r ^ g i c o s dur s n t e l o s c u a l e s no t o c o una s o l a vez la campana p a r r o q u i a l , para
v o l v e r a l seroelio de l a a n c i a n a , Ya e r a hora de que descansarà
en p a z , la p o b r e .
Quedaba en pie la o u e s t i ó n de l o s m a r r a n e s , Sofís no t e n i a
h e r e d e r o s . ?Gómo d i s p o n d r í a Saunier de sus b i e n e s ? Al a l c a l d e de
la a l d e a tocaba z a n j a r dicho a s u n t o . ?Entre q u i e n e s
repartiria
l o s oerdos?
- : Tang:
- : Tang»
ÍLa campana d e c í a ; "Entre Rhut y G r a t a , E l í a s l o s han ouioado
y mant^nido desde que d e s a p a r e c l ó
Sofia.
- : Tangl
- : Tangl
Pronto t o o a r a para m i , - pensaba e l v i e j o J a n z e r . No l e p e saba d e j a r e s t e mundo ahora que e l enemigo e s t a b a v a n o i d o . Habia
c r e d o muchisimo a Dios suplicrfndole que l e d e j a r a v i v i r h a s t a
el
dÍ8 de la v i c t o r i à . Però a l evocar a su yerno f u s i l a d o y c o n s i d e r a r la inmensa soledad de Jofeianna, e s t a v i c t o r i à no l e p a r e c í a
completa. El también, a p e s a r de sus afios y sus d o l e n c i a s , habia
t r a b a j a d o en la r e s i s t è n c i a y l a Providencia l e había l i b r a d o de
•- 37 -
morir entre los otros rehénes. {Lo consideraba un milagro). Però
ye termino la tre^^ua que Dios le había concedido, ahora su nieto
Hans era casi un hombre y adem^s bueno y trabajador; Johanna tenia en quien apoyerse.
Entornó los ojos con oansancio. Tenia suefío y deseaba llegar
a casa pera comer y^ descansar. Dormir era casi morir. "ï Q,ue Dios
see ala bado si ha llegado mi hora;"
- : Tangl
- : Tang:
El tío Anselmo no olvidaba sus responsabilidades de Alcalde.
El campaneo improvisado de.l joven .Tanzer comenzaba a resultar
exag^erado.
Entro en la iglesia, colocose al lado del campanero.
- Basta ya, HanR.
- : Tang:
- : Tang:
Le cogió por el brazo.
- : Basta: : Basta: I\unca se agito tanto el bada jo ni para
les ^randes soleranidades.
Gallose por fin là campana. Cada eldeano se fuéa sus ocupaciones y pronto se olvidaro de la madrecita de los oerdos. Esta
había entrado definitivamente en el mundo del silencio mientras
Sofia Kart, por el contrario, iba a renacer para el mundo de la
fama, convertida en heroí'na nacional.
La primera notícia de la tràgica muerte de l-n vieja aideana
apereció en uno de los periódicos provlncieles entre otros sucesos mas o menos lamentables y dram^ticos.
Uno de esos periódicos, "l;^ Gaceta de \VBlcb", le dedico un
- 38
suelto bajo el títuèo: ^^Za misteriosa muerte de una campesina".
En 4l se describís las extranas circunstanoias de su desaparición elïïiismodís preclsemente en que el enemigo derrotado abandona ba ia región después de m^s de tres aiios de ocupaclón mili-'
tar y administrativa. Insinuaba la posible ligereza o culpable
A«íi4«iü-©'*€ft!^ **»jfc--l·J;j4^^gí»^a<-í^·'On'a€ •• y -la • B » - me-ítoü -l·i( ^ i · ^ m t i f • •e»-cj«ii-3yfrj»4
complicidad del informe forense y la no menos ligereza o culpable
Gomplicidad del juez encargado del dictamen al desconsiderar los
síntomas de violència hallados en el ouerpo de la víctima. La
coincidència de llevar puesta una guerrera militar y hellar en
uno de sus bolsillos una condecoración solo concedida a militares
por méritos de guerra, hacía suponer a los redactores de "La Gacets de Welch" que no se trataba de una aldeana oualquiera. Sospeohaban q.ue esa Sofia Kart, madre de tres resistentes fusilados
el mismo día, era un personaje importante de la resistència a la
cual no s^ sabia Con que intención, se trataba de quitar importància.
"La Linterna del Este", se hizo cargo de este suelto, dramatlz^ndolo m^s adn.
"?Puede considerarse como mera casualidad, publicaba, que el
mismo dia que desaparece la madre de los tres resistentes fusilados,
salgan también huyendo de Hugel las tropas de ocupación?"
" Es un detalle despreciable que esa mujer llevase puesto un
uniforme militar y ostentarà una oondeooración, nada menos que
La gran Cruz de San Andrés?
** ?tiué implacable enemigo ba querido vengar en ella la derrota de su país o el lamentable fin de todas sus ambicions s üe
conquista?" "(^ué sentimientos patrios ha imaginado herir o que
- 39 -
s^dice vengsnza ha querido sstisfacer al precipitar al río a
esa pobre Sofía Kart después de liaberla golpeado con un objeto
contundonte y haberla martirizado con un instrumento cortante?
En see:uida un tercer periódieo: "El Clarín", publicaba una
larga información sobre la tragèdia de Hugel haciendo resaitar
la infane coronaclón de la misma con el asesinato de la campesina,
"La Gaceta de Welch" y "El Eco del Este" hablaban solo de
la pQSlbilidad del delito. "El Clarín" lo daba por cierto.
El autor del escrito se indlgnaba ante la indiferència o
tal vez la complicidad del juez y de los m^dicos forenses que
aceptaban oomo articulo de fe el suicidio o la muerte por imprudència de Sofia Kart,
"La mujer que ha sobrevidido dos anos a la triple tragèdia
de la ejecuoión de sus hi jos - publicaba - no se suïcida el mism.
rao dia que el ejército enemigo derrotedo es expulsado del país",
" En ouanto a la muerte por imiorudencla,
es aún mas absur
do el consideraria posible. ?Qué habría ido a hacer al río esa
pobre anciana a quien nadie ha visto salir de su casa desde el
asesinato de sus tres hi jos?"
Los lectores de "El Clarín" se conmovieron y se indignaron casi en su totalidad, Hablaban entre ellos y a los amigos y
vecinos y aquellos que no habían leído aquel número se lo procuraban inmediatamente, anhelantes de enterarse del drama en sus
menores detalles, y comentar con palabras ardientes la inútil
barbàrie de los vencldos antes de abandonar definitivamente el
país .
Tarabién leían "El Clarín" dos o tres correspoiisales de pren
sa, los cuales no vecilaron en hacerse eco de la sensacional
- 40 "
noticia mendsndo sendes gacetillas a sus respectives periódicos
de la capital.
Gurante esos primeros días de la liberaoión, cuando de pronto, nh, suprema dioha; cada uno podís decir y esoribir libremen0
t e lo que s a b i a , lo que 9BAÍi^ o lo que sospeohaba, los ciudadan o s , sobre todo los p e r i o d i s t a s , exteriorizaban sin freno todo
lo que les pasaba por la mente. La pluma, o la rndquina de e s o r i bir de los g s c e t i l l e r o s , reporteros y c r o n l s t a s , en espera de la
labor mas lenta de los h i s t o r i a d o r e s , n o v e l i s t a s y p o l í t i c o s ,
palopaba a rienda s u e l t a de la i":aginaci(5n, Verdades mezcladas
de f a n t a s i a , fantasí^-s dond© se introduoía^ un conato de verdad,
acusaciones implacables*y defensas a r d i a n t e s justes e i n j u s t e s ,
peticiones de clemència y exigencias de venganza, todo brotaba,
*9 expansiona ba, crecía y se estendía como las pl.'^ntas bajo
e l influjo t r o n i c a l .
El nombre de Sofíe Kart se proyectaba ya nas a l l d de l a s
fronteras comarcales, se habían apoderado del asunto los p e r i ó dioos de l.q capitfil, Esto s i g n i f i c a b a , como para los grandes
estafadores y los a r t i s t a s , le oonsagración d e f i n i t i v a y la celebridad ase^^urads de la vieja l a b r i e g e ,
Ese nombte ingorado liasts entono ;s, apareofa en caracteres
gruesos y t i t u l a r e s seneacionales que millones de l e c t o r e s l e í a n
y Gomentaban.
SOl^lA
KART
La última víctima del sadlsmo enemigo.
S 0 lí' I A
i: A H T
La Keroína de B!ug;el,
- 41 -
S 0 :^ I A
KA RT
La madre mfírtir, ecRba su vida en l e p r e s a de
un molino,
Sofia K a r t , , , Sofía K a r t , , . Sofía I v a r t , , .
TJn gran semanario de la c a p i t a l d e s t a c o a Hugel dos r e p o r t e r o s grrtfícos y, e l t í o Anselmo, e l joven .Tanzer, Andrea y
Simonne S a u n l e r , Rhut Halbran y Greta Lemond fueron
interviua-
das y, a f a l t a de o t r o s p e r s o n a j e s , e s c e n s s y lu^^ares més s e n s a c i o n a l e s , f o t o g r a f i a d e s a n t e l a casucha de Sofía K a r t , en l a
c o r r a l í z a de Sofía K a r t , j u n t o s l o s o e r d o s , c a s i l e g e n d a r i o s ,
de Sofía K a r t ,
Al p r o p i o t l e T p o y aprovechando la misma o c a s i ó n , se f o t o g r a f i o tarnbién e l cementerio de f u s i l a d o s a l que no se había
podido o t o r g a r l a cebida i n p o r t a n c i a d u r a n t e l a epocíj de la ocunaciín,
Esa sldfehuela p e r d i d a e n t r e o q u e à a l e s profundes a donde
línicaraent?" se l l e g a b a por un-^i mala c a r r e t e r a y aos o t r ^ s caminos v e c i n a l e s , se c o n v i r t i ó en un a b r i r y c e r r a r de ojos por
obra y g r a c i n de lo prensa l i b r e , en un l u g a r fatnoso cuyo nombi^
rebesaba yn l a s f r o n t e r a s
nacionales,
Acudían;? a l l í r e p o r t e r o s y f o t ó g r a f o s de ttiuchos d i a r l o s ,
El t í o Anselmo, cada vez ci_uélia ocasión se p r e s e n t a b e , l o c u a l sucedia rauy a menudo, t r a t a b a de e x p l i c a r i e s ly a u t è n t i c a v e r s i ó n
d e l drama oreyendò ingenuamente ciue l a verdad podía i n t e r e s a r - a
l o s enviados de la p r e n s a .
- ?í.,uleren s a b e r u s t e d e s ? - l e s d e c í a , con e l r o s t r o i l u m l nado - ? cómo s u c e d i ó l a cosa?
ííabfa escogido a l p e r i o d i s t a mds v i e j o ,
- Esouche u s t e d ,
seríor.
-
42
-
Le habfa a s i d o por una nianga y colocadr; e n - f r e u t e , de manaré qu9 no pudierfi dar un paso s i n
atropellarlo,
El. o t r o se d i s p o n í a a escuohar con r e s i g n a c í ó n ,
- Bueno ? qu4 o^uiere u s t e d ciecirme?
- Que unos horas después q.ue l a s t r o p a s de ocupaclón s s
hubieron merchado de la a l d e a , Sofia ICart s e g u i a en p e r f e c t a
lud e i n t e g r l d a d
sa-
física.
E s t e d e t a l l e I s q u l t a b a i n t e r è s a l s u c e s o . El p e r i o d i s t a
musitó.
- Bien..,
bien,.,
- Nadie la había apaleado, ni herldo, ni preoipitado al
egua,
- Bien... bien...
- De e s t e hecho son t e s t i c o s , p r i m e r o , e l o f i c i a l tiue v i no a a n u n c i a r la l i b e r a c i ó n , segundo mi bljft 3inionne y e s t a muj e r IXamada Rhut
l·Islbran.
Rhut se a d e l a n t ó d i s p u e s t a a convèncer a l o s p e r i o d i s t a s
de lo e r r o n e o de t o d s s a q u e l l a s a c u s a o i o n e s p u b l i c a d a s an l o s
periódlcos.
- Sofia Kart se a c e r c ó e l r í o por su pròpia v o l u n t a d . Fué
s o l a s i n e x p l i c a r a n a d i e l o que se p r o p o n í a ,
- TJn r a p a z la v i 6 a t r a v e s a n d o mis campos en d i r e c c i ó n a la
als"i^d^ ,
El p e r i o d i s t a soslayaba. a Rhut, luego n i r a b a con enojo a
Saunier,
- Todo e s t o e s t a muy b i e n ,
paro,,.
- jeben ustedes deoir la verdad.
tlas cue ha publicado "El C l a r í n " .
fiesmentir
todas las patra
- 43 -
- No se olviden úe hacer constar que Sofía no vestia uuiforme. Llevaba puesta la vieja guerrera da un soldado o^ue murló en Hugel porque era tan pobre que no sabia con qué cubrirse,
c
- Sofia no tonó nunca parte en ningun combaté local, ni
disparo nunca un arne de fuego contra nadle.
- ©ett3Staba la guerra y todo lo q.ue de cerca o de lejos
olis a militar,
- Cuando sus hi jos entraron en la resistència fué contra
la voluntad ce su madre, A. propósito de ésto, armo nas de un
'^scfíndalo publico prediciendo a todos los hombres de la aldea
el fin quft les sí^uardaba.
Los periodistes se maroharon y ni uno solo penso 3n verter una :E.goFa gota de tinta ni a escribir unas rayas a maquina en honor de esa pobre verdad iniRteresante.
Por otra parte la leyenda de Sofía resultaba demasiado
hermosa para que nadie osara rectificaria ni suprimir el menor
detalle. Una campesina guerrera, resistente y màrtir era cien
mil veces m^s interesante que una pacífica y vulgar madre enloqueoida de dolor a causa de la muerte de sus tres hi jos.
Però la verdad, e espeldas de la prensa, seguía su modesto camino. Cufindo ignoraba ai5n la muerte de bofía, el teniente
La Motte, algo desembriagado ya del sentiniiento que le había
impulsado a desprenderae de la condecoraoíón, se presento a su
jefe inmediato y se lo cont6 todo. Sste a su vez, habl(5 del
asunto con sus jefes superiores entre los cuales se disoutió
iB'^í'o y tendido. iJudaban entre llevar al imprudente joven ante
un consejo de guerra o felicitarlo por su ganeroso acto de reconocirai^nto al va],or ajeno. i)e una aoción semejante no se co-
- 44
-
nocía ningun p r e c e d e n t e , Podía c o n s l d e r a r s e como un c l e l i t o
de l e s a autoriclad, l o c u a i r e s u l t a b a muy g r a v e , y t a n b i ^ n como
una pruebs de generoso e n t u s i a s m o ,
üreyéndolo rifis prudente y q u i z a s tambi^n rads j u s t o , d e c l d í e r o n c a l l a r . Heoomenderon a l joven imprudente ciue é l , por
su p s r t e , guardarà sobre e l oaso la mtís e s t r i c t a
discrecióii.
Però no habían contado oon l a trfígica muerte de 3 o f í a
K.art y nenos aún con l o s t r u c u l s n t o s d e t a l l e s que l a ROompa^.aban. SI nombre de la campesins ahogacla en e l r í o , v e s t i d a de
uniforma y e,oeee-e^!i3Sfií-^*-»« condecorada con la 0ran Cruz de San
Andrés, a p a r e c í a en la primera plana de todos l o s p e r i ó d l c o s .
Madie, ni s i q u i e r a Anselmo S a u n i e r , Khut y Simonne no ae a t r e v í a n a d e s m e n t i r que Sofia e s t u v i e r a condecorada, l'ii l i t a r e s y
campesinos, testif^os y o o n f i d e n t e s d e l imprudente t e n i e n t e la
ï·'^otte, guardaren sobre e l c a s o e l nitís r i g u r o s o s i l e n c i o ,
Tanto r u i d o roetió la p r e n s s y t a n t o se liabló de m e r t i ríQ y de heroismo, de v i o l è n c i a y àe venganza, de sadismo y de
sospechosfls c o m p l i c i d a d e s , que l a s a u t o r i d a d e s s u p e r i o r í í s Imbueron cie conmoverse y a c t u a r ,
A penas s o b r e s e i d e l a primera a b r i e r o n una nueva c a u s a .
P r i n c i p i a r e n por nombrar a o t r o juez e l c u a l ordeno que se
exhumaran l o s r e s t o s de la campesins y que fueran l l e v a d e s a l
I n s t i t u t o Medico-Lee:al de V/elch par^ proceder a una nueva
autòpsia.
Los h a b i t a n t e s d e l l u g a r , asombrados y d o l o r i d o s d e l exceso de c e l o de la j u ^ i t i c i a , fueron t e s t i g o s de l a
profanación
Manos impias esoarbaban la tumba .tan piadosaiTiente a b i e r t a
y c u b i e r t a por e l l o s , sacaban s i n r e s p e t o alguno ejft etaud gue
con t a n t a nena habían e l l o s t r a s l a d a d o a l c e m e n t e r i o , l o c a r -
- 45 -
)B.x\ '=n un camión cono s i fuera uns ce ja de b o t e l l a s v a c í a s , •
y desansrecía carretera a l l à traqueteando y borneando p e l i g r o samente o merced de Ins baches y de las roderes.
La mayorfa de los aldeanos habían aoudido a l cementerlo
y a s i s t i d o a Is exhumación. Luego se reunieron en la placeta
para comentaria.
- Cada vez c^ue l a s autoridades se meten con nosotros, deoía.Andrécc - es para f a s t i d i a r n o s y d i s g u s t a r n o s .
- Guai^do se t r a t e de I n s t a l a r la e l e c t r i c í d a d , de c o n s t r u i r
un puente o de a b r l r cloacas, no hay quíen los ponga en movimiento - , comentaba Greta,
- ?D6nde estaban nuestras autoridades cu^ndo los f u s i l s ron a 91.1 os? í:o virjo nadie entonces e desenterrar los oadííveres
parp V-9.T s i bebían inuerto de ^nuerte n a t u r a l ;
- Entonces nuestras autoridades estaban soraotidas a las
autoridades extranjeras y no tenían dereoho a o b r a r , - explico
el t í o Anselrao a Rhut,
- Però, ? e x i s t í a n o no -^xistían esas autoridades?
- S i , es olaro que e x i s t í a n teórioaraente, però no podían
hacer nsda.
- Ah, ?no podfan?.?3;-or qué aceptaban, pues, el serio?
- ?Por qué? Pues por fuerza, como yo, ?Acaso escogí yo ser
alcalde de lugel?
- Bueno, no discutemos ma's, padre -decía Bimonne.
- De la díscusión s a l e la luz - sentencio Sandor,
Pronto se d i s o l v i ó la reunión y cada aldeano v j l v i ó f: sus
queheceres.
ïïntretanto,
los meltreohos despojos de Sofia, eran de nue-
-
46
-
vo manoseados y exarninados; órganos y v í s c e r a s , sometidoR a
Tiruebas químícfis por 8XT>ertos anatomistas de la c a p i t a l .
SI informe que ^stos redactaron, bas^ndose en l a s e r i e dad y solvència profesionales, era exactamentíí ií^ual a l p r i mero: 3offa Kart había 'nuerto_por asfi^xla. Üe las contusionss
y erosiones oue presentaba su cuerpo, ninguna podia haberle
causado la rriuerte.
Sst'=! informe se publico en al^unos d i à r i e s y t a l vez
unos pocos l e c t o r e s se enteraron de su contenldo, però ni los
periódicos s e n s a o i o n a l i s t a s , que eran los mós, ni e l publico
en general, ^vido üe sensaciones tremendistas y macabras, no
l e hicieron e i menor caso.
Por otra parte el raomento p o l í t i o o exigia un entusiasmo
p a t r i ó t i c o exagerado, un desproporcionado entusiasmo por la her o l c i d a d . Jll pueblo mas equilibrado del mundo no podía, en
aquellas horss de eufòria, conservar el equilibri© necesario
y darle r, cada cosa su mero y e s t r i c t o v a l o r .
Teniendo en cuenta estàs c i r o u n s t a n c i a s , e l Goblerno del
país se creyó obligado a tomar oartas en el asunto y reconooer, Juní.o con la prensa y e l publico en general, la calidad
òe mEÍrtir y de héroe de l a pobre campesina. ;::e l e dió pues
c a r d c t e r o f i c i a l a l asunto: ï e a lo dnico quer.le faltabaj
Muchos que basta aqual nom.ent'^ habíen perrnaneoido i n d i f e rentes o re^ícios a l entusiasmo, se unieron decididamente a
los devotos de la canpesir.p., Miles y miles de cludadanos d i s Duestos a aceptar corao asionto i n d i s c u t i b l e n e n t e sano todo
aquello que lleva un s e l l n o f i c i a l , se convirtiaron a l cuito
de la nueva heroina.
Solo los v;-íCinos de llugel y el t e n i s n t e la iCotte c o n t i -
- 47
-
nupbf-^j cor.siderando la pobre ma d re o i ta d e los o e r d o s como la
míís Uurailde y ohíflada de l a s desventuradas laadres d e l p a í s .
Por Ii^g«l pasaba une nueva rafaga de torrtieiita. Llegaba
a l l í uno que otro periódlco de vez en c uaiïdo y por uno de
e l l o s se enteraron de la Intención del Oobierno de dedicarle
« Sofia un entier-ro o f i c i a l . La l l e v a r i e n solemnemente hasta
Ipi aldea, la e n t e r r a r í a n en el cementerio de fusilados junto
a sus t r e s hi j o s ,
A iPi hora apaclble del atardecer^ mientras los rebaflos
se desalteraban en e l abrevsdero publico, los aldeanos se reii
nían en derredor de la fuente y comentaDan los acontecímientos més s a l i entès de la jornada.
Cotno de costumbre, Hhut llevaba B voz cantf^nte de l a
comadrería.
- No oreo que se atrevan a e n t e r r a r i a en e l ceinenterio
de f u s i l a d o s ; ahí solo tienen dereciío s e s t a r e l l o s .
- Lo hemoa construído con nuestras propias manos para
nuestros m ^ r t i r e s . \ Kadie debe ser enterrado a h i ;
- Ho debería^os perraitirlo ni aun cuarado venga e l proplo
presidente.
- Dlcen que el ministro de la f;uerra pronunciarà la oraclón fdnebre.
- I poca gràcia le haría a e l l a s i se anten^eí
- Seria capaz de s a l i r del ateud pera esoupirle a la
nara B 1 orador.
- ! '^ué bueno e s t a r i a eso;
" 48 -
- Les quitaría el humor de se^ruir con su ridícula farsa,
oaunier meneaba la oabeza conciliador,
- Todos los aotos oficiales no son farsas,
- Nadie se lo discute - aceptó Hhut,
"Kl viejo Janzer también q.uerÍ8 deoir la suya .
" Verbigracia, el día que vengaii a consagrar el cementerio de fusilados, convirtiéndolo en monurriento nacional, '^uislera vivir hasta ese día!
- Ese día no llegarà nunoa*,exclamo Hhut,
- Q.ulzas mujer -, dl jo Simonne.
Saunier miraba con muestras ae preocupación 8 uno y a
otro del prupo,
- Lo peor es que varace a tener que asistir al entierro
oficial la vecindad entera en oorDoración.
- To no c^uiero ni verlos ni oirlos -, salto P.hut,
G-reta Lemonà se asoció a la protesta.
- Yoroenos.La comèdia no me gusta ni en el teatro.
El tío Anselmo no estaba dispuesto a ceder.
- Ko podéis excusaros. Si no asiste al entierro la aldea
entera, lo van a tomar mal. Son capaces de acusarnos de oolaboracionistas despechados,
Hubo un largo silencio. Las últimas palabras de 3aunier
eran lo sufloientemante graves como para dejar a todo el niundo cabizbaj^o y pensativo,
- Bueno, ya veremos - dijo Rhut,
- Bso, De aquí s entonces, poderós estar todos muertos,
- Las cosas de palaoio van despaolo,
- 1 Y hay tantos héroes a quian honrar;
- 49 -
A partir de nquel momento evitaron heblar del asunto
porque a todos les molestaba.
Solo Sender Janzer y su nleto Kans parecían esperar con
clerta iluslón el solemie acto oficial.
Al vlejo Janzer le gustaba ver gente, oir discursos, espetsr alguno si la ocasión se presentaba y el joven Janzer
estaba Rnsioso de representar su primer pepel de hombre. Era
buena ocasidn para ello. Ya se tiebía probado el teriao de su
difunto padre y eunque no podia decir que le sentara a la per
fección ( las perneras y las mangas le eataban deiuasiado largas y la ohaqueta era harto vasta para su torso), el rapaz se
sentia satisfecho dentro de
él,
- VVerdad, madre, que me lo pondrds a medida?
Johanna no estaba segura de poderle complacer.
- No sé de donde sacaré el tienpo.,.
- S^calo de donde puedas, madre.
- Bueno, ya veré.
La pobre mujer t e n i a t a n t a s cosas en que o c u p a r s e . . , . l a
c a s a , l o s campos, l o s animales d o m é s t i c o s . Su iíans I s ayudaba
muoho, però e l abuelo no hacía m^s que c a r q u e h a c e r .
Por f i n l l e g o e l dia t a n deseado para l o s J a n z e r , abuelo
y n i e t o , y t a n te^r^ido pera l o s den^s h a b i t a n t e s de h u g e l .
S a u n i e r h a b i a u r e c i b i d o un telegrama anunclííndole la -hora
de l 3 lleP,adFi de la c o m i t i v a ,
A p e s a r de todo l o r.ue se bao^a dicho y
raumurado,
todo
e l v e c i n d a r i o a c u d i ó a r e c i b i r l o s r e s t o s de Sofia y e sus
acompanyantes,
l 8 s mujeres habian sacado d e l c o f r e e l t r a j e de s a t é n
50 negro cie las f^raiides ceremonlas, t i e s o y crujierjte, y l a s
coflas blaiícss almidonadas. Solo l a s mas jóveriBü íban sin nada a la oabeza, y *8« E s í t a s vostidos raodernos de l u t o .
Muy entrada ya la naPlana, l l e ^ ó a Eugel el f é r e t r o oon
el oada'ver de Sofia, seguido de dos automóviles donde venia
e l Euprefecto de V/elcli, e l s e c r e t a r l o departamental y algunos p e r i o d í s t a s armades de aparatós f o t o g r ó f i c o s .
Se detuvieron frente a la Gasa C o n s i s t o r i a l donde los e s peraba e l aloaiae y la vecindad.
Saunier se adelantó a r e o i b l r l o s y Janzer lo siguió r e n quendo,
- ?^1 senor alcalde supongo?
- Sí sePior, y el único superviviente varón que me aoompaflQ ,
Por defenerciíï a su edad y a sus achaques, e l suprefeot o estrechó la mano de Sdndor antes de estrechar la del propio a l c a l d e ,
Sandor Janzer se s i n t i ó en seguida personaje.
- Supongo que el seuor supreTecto conocera todas las calamidades que agobisn a esta aldea?
- S í , s í , bueTi hoiTibre, estoy enterado de todas e l l a s y
Gonniovldo ante el valor que todos, hombres y raujeres, liabéis
mostrado.
- 3ólo nos faltaba la t r à g i c a muerte de esta pobre Sofía
- La heróína nacional - como se l a llama ya en e l p a í s ,
Hste iSltimo comentario del suprefecto dejó algo/. porplejo
a .Tsnzer. Però se rehlzo en seguida.
- Desde e l fusilamiento de sus t r e s hi j o s , e l l a no había
s a l l d o a la c a l l e ni hoblado con nadie. No senor, con nadie.
- 51 -
51 a l g u l e n se acerceba a su p u e r t a , l o echaba cou c a j a s deste;T^
n l a d s s . 3Í s e n o r , con c s j a s d*:ísteraplaa8s. Y a q u e l d i a ,
llego e l oorqnel
cuando
con su e^ente a anuiioiar l a l l b e r a c i ó n ,
Sofía
tambiíri l o Pïohó a la c ^ l l e . J í s e i o r , a s í oorao s u s n e , a^ la
ca 1 l e I Lo oi cesde la p u e r t a , porque yo me liabía queiado f u e r a .
R e s p e t u o s a n e n t e Saun^i^ier t o c 6 B J a n z e r en e l b r a z o .
- Bueno, Sdndcr, l o ? seHores ten?^n quizf.ís a l g o de p r i s a , .
E l v l e j o 1*^ clavo l a mirada con mal dislmulade c ò l e r a .
- ?Kc pu'^do h a b l a r a l sePlor s u p r e f e c t o ?
- S í , puede h a b l a r l " ,
:'='ro no lo entro'.eripa demasiado.
Sin embargo, Séíndor J a n z e r ya no s a b í a oomo cüntinuar-, la
I n t e r r u p o i Ó n d e l t í o Anselmo 1^=^ había o o r t a d o e l h i l o de la i n s ^
p i r e c i ó n . Ko podia r e c o r d a r l o uue e s t a b a hablando ni lo que
deseaba d e o l r , Este c o n t r a t i e m p o l e s s t r o p a a b a e l p l e c e r de la
ceremonia,
"Cntretri^^to e l a l t o f u n c l o n a r i o e^ubpri.amental l e anunciaba
a l a l c a l d e la d e o i s i ó n d e l G-obiervio de e n t e r r a r a Gofía en e l
ceri.enterio cie f u s i l a d o s , n o t i c i o que dejó a l pobre Anaeliao mas
ïïii^stio aCln de lo oue e s t a b a . Però no se e t r a v i ó & r e p l i c a r n i a
l e v a n t a r la v i s t a d e l ^ u e l o por mifído a o r u z a r la mirada con l a
de SlTPonne o la de Khut o con la de o t r a aldeana
cualquiera.
Se orfi;anl-^6 la comitiva y, l e n t a m e n t e , se p u s o e n marcha hacia
e l cementerio de f u s i l a d o s , a màs de medio k i l ó r r o t r o de l a ali-?a
B e l a n t e iba e l furgón e inmediatamente despiat^s e l s u p r e f e ~
t o acompariado d e l s e c r e t a r i o >^ubernamsntal y d e l a l c a l d e de Hugel.
Las mujeres y la c h i q u i l l e r í a , l o s p e r i o d i s t a s y por ultimo
l o s dos J a n z e r , s e g u í a n a la p r e s i d è n c i a d e l d u e l o .
Hans ayudeba a a n d a r n Sfípdor a p e s a r de l o c u a l e l s b u e l o
se iba reza^endo cada vez .Tias. Cuando los o t r o s l l e g a r o n a l o e menterio e l l o s rjo estaban aiín a ngdlo camiuo.
Los dos erapleados de Fompes Fúnsbrgs, pusieróiide siri p e r d i da de ti=ïnpo a cavar la f o s a , faena (jue despacharon con a s o n b r o sa r a r i d e z , Lue^ro sacaron e l a t a u d de Sofíe y l o colocaron en mi_
tad de la avpir.ida c e n t r a l . Todo e l mundo se agrupo en d e r r e d o r .
ISl minúsoulo cementerio campestre e s t a b a c a l c u l a d o s o l o para t r e i n t a y dos tuiT:bas, l a s madf'^s, l a s v í u d a s , l a s herr^ianas y
l a s novias de l o s f u s i l o d o s l o liabían c o n s t r u í d o para sus muert o s , lo habían cui-lado y adornado en s i l e n c i o con amor y devoc i ó n . Toda aaa P:©nte y ese a p a r a t o eran e x c e s i v o s para e l l u g a r ,
c o n s t i t u ï a para e l l a s un e s p e c t d o u l o d o l o r o s o .
Paro a l f i j a r s e
en e l ataüd de Sofia todas se quedaron b.o-
q u i a b i e r t a s , Era e l mas l u j o s o ^/aa haoían v l s t o en su^ v i d a / .
Venia o u b i e r t o de rnoiré, r i b e t e a d o con f r c n j a s p l a t e a d a s y p r o v i s t o de f u e r t e s asas de m e t a l . Hasta entonces todos l o s
rauertos
de la aldea se habían c o n t e n t a d o con c a j a s de p i n o a l n a t u r a l s i n
e l menor adorno r i ni/runa c l o s e de a s i d e r o s .
A l a s a l d e a r a s l e s c o s t a b a imaginarse que la mHà_recita ce
l o s cerdo?_ con sus indomables grefí.as g r i s e s , su v i e j a
guerrera-
s u c i a y liarapose y sus r u i d o s a s g e l o c h s s a r r a s t r a d i z a s ,
pudiera
e s t a r a l l í d e n t r o blen repapada en m u l l i d o s s e t e n e s .
331 s u p r e f e c t o había colocado sobre e l f é r e t r o una f^ran corona de f l o r e s con un ^reneroso l a z o ce seda negra y unas l e t r a s
doradas que n a d i e podia l e e r porque e l v i e n t o zarandeaba y d o b l a ba l a c i n t a ,
Lleg(^ e l momento mas solemne de la ceremonia: e l d i s c u r s o
- 53 -
d e l s u p r e f e c t o . ^ s t e levaritó .l·a mirade que d e j ó c i r c u l a r por e l
grupo, se c o n c e n t r o unos seíï;undos, c a r r a s p e ó , Todos l o s ojos e s t s b a n f i jos en ^1 y l o s · o f d o s se disponíon a e s c u o h a r l e .
I d e a s l e sobraban però t e n i a o l v í d a r a l g o muy Ltiportante
psra aus oyentes o q u i z a s confundír algun d e t a l l a , Crefa
estar
seí?uro en cuanto a] número de h i j o s que había p e r d i d o l a heroína
però ya l o e s t a b a menos a l t r a t a r s e de l a t r a g è d i a ae Kugel, tiue,
f a t a l m e n t e debía
evocar.
Acflbaba de s e r nombrado para la s u p r e f e c t u r a de '.íelch, no
mas
Vifibía t e n i d o tie:.ipo de re'oasar l o s c a s o s / n o t a b l e s y dramatioos
de su d e p a r t a ' n e n t o . Tenia confundir alfrun pormenor, a t r l b u i r l o e
H|jgel y que h u b i e r a pasado en o t r o l u g a r , Oreía r e c o r d a r ,
cesi
'^stnba c l ^ r t o de e l l o , que en Hug-^l todos los-hombres habfan '«*Í?ÍQO
f u s i l a d o s como rehen^s n i e n t r a s en o t r a a l d e a , tsmbién de l a
resrión, l o s r e s l s t e n t e s í'ueron juzg^^dos conio t e r r o r i s t e s y e h o r cados en l a s r a n a s de l o s a r b o l e s . Gería o a t a s t r ó f i c o c i t a r un
caso ciuerisr.do c i t a r o t r o .
Lo màs p r u d e n t e ers r e s b a i a r sobre l o s hecbos poco s e g u r e s
en su m'?i:^orio y apoyar sobre l o s
LU^ÍÍ
conocía b i e n . .
Todo 3 s t o pasaba por la mente d e l furjcion^rio d u r a n t e l o s
n^omentos o^ue p r e c e d i e r o n a su d i s o u r s o .
Sandor -Te.nser hebía l l e g a d o por fin y después de adrriirar e l
l u j o s o a t s ú d de ü o f í a , se oolooó en prim-íïra f i l s d i s p u e s t o a .no
perder palabra.
"SI s u p r e í ' e c t o meneó e l b r a z o ; e l s o n b r e r o hongo que l l e v a b a
en la nar.o I z q u l e r d a l o pasó a. la d e r e c h a , Dejó t r a n s c u r r i r aiín
unos serundos pre^unt^ndose como iba a eraplear la rcano v a c a n t e .
F^stH '•"j*^ '''ecidló colocHrla ju.ato n In o t r a .
- 54t -
líïn S9guidfi p a r e o i ó s e n t i r s e nucho mr's seguro de sf nismo,
F i j ' la v i s t a en el ats'úd, carrasp0cc5 por últlíüs v-3Z.
- 5-ofía Kart - d i j o , con voz soleririe - , en nombre d e l Gob i e r n o que me honro en r e p r e s e n t a r tioy a'^uí, vengo e d e c i r a d i ó s
a t u s d e s p o j o s . Però s o l o a l o s r e s t e s m o r t a l a s de t u persona
pues t u e s p í r í t u v i v i r a e n t r e n o s o t r o s y tu ejemplo perduraríí a
t r a v é s de l a s g e n e r a c i o n e s ,
Estaba uontento d e l primer -saízafss pE^rrafo y r e c o r r i ó con l a
mirada e l c o r r o de s i l e n c l o s a s carapsslnas. U i r i g í a s e ahora a ellee
- Esa madre que en unos segundos ve d e s a p a r e c e r a sus t r e s
h i j o s , esa rnadi^e cue d e s r u é s de l a horrenda trafredia cue l a h í e r e mortalmente en fas entrafïas, h a l l a e l v a l o r c!e r e v e s t i r un
uniforme de solciado y p'=ise a l a ocupaoión y a la. c r u e l d a d y v i o l è n c i a de l o s verdugos d e l o a í s , s i g u e luohando en la r e s i s t e n c i 8 , ha de s e r un ejemplo p^ ra todas v o s o t r a s . Ss me's que una
desventurada m^jdre como t-antas o t r a s dsi p a í s , es mas que la
•^c,p,r-'^ .ip t r ^ s p e t r i o t a s s a c r l f i c ü d o s n la b a r b à r i e de s<ídicos
^nernlp-os, es un;^ a u t e n t i c a heroino a lo c;u9 l a nación e n t e r a
debe ad-^airar y v e n e r a r . Y a la o u a l , yo, en nombre d e l Goblerno,
vengo a dar l a s póstumas g r a c i a s y a r e n d i r l o s honores pósturaos.
R e s p i r o un momento, mlró en d e r r e d o r y sus ojos se pararon
brevemente en e l r o s t r o c o n t r a í d o üe 3imoiine.
- Ssa muerte v i o l e n t a y miste,: i .>..•:.: en e l momento alg^ido de
l a d e r r o t a y de la huída d e l enemigo, corona d© c r u e l e s y simból i c a s e s p i n a s esa vida e j a m p l a r , una viai .. .....
d las heroinas
e s p a r t a n e s , vida que d e b e r í a s e r i m i t a d a no s o l o por l a s mujer e s de aquí s i n ó por l a s de todos l o s p e í s e s . lla dado t r e s h·^ioe^·
55 -
a la nación y S U B misma ha o o n t r i b u í d o a l a v i c t o r i à i^ir^al de
.nuestro e j é r c l t o .
Los dos campesi n o s , t o d a s l a s mujeres de la a i a e a y todos
l o s rppRces en edad de i n t e r e s a r s e por un d i s c u r s o , seguían con
sumo i n t e r n s e l del delepado o f i c i a l ,
Trataban de a s i m i a r l o
que o í a n , però por més qu^ se s s f o r z a b a n ,
asas peiabras l o s s o -
naban a hu9Co,
Ese liombrfí Que hablaba en nombre del Oobierno era s i n duda un
hombre f o r m a l , empapado de su misión y b a s t a n t e i n t e l í é ^ e n t e però
en aouel caso p a r t i c u l a r pareci'a confundir e l persona j e c^ue
glosaba,, Anuella heroiiia de quien e s t a d a h a b l a n d o , sQuella p a t r i o t a f e r v i e n t e 8 que se r e f e r i a , debía ser o t r a mujer :,ue e x i s t i a l e j o s de a h í en o t r a aldea Igualmente m à r t i r .
S i ese horabre a l t o y e n j u t o , a l g o c a l v o y mlope, ^^ue e s c o n díe l a s manes deba,1o d e l bombin, h u b l e r a conocldo a l a modrecita
de lo_3 cerdos se l e h e b r í a t r a b a d o l a lenf^ua a n t e s ae poder a t t i c u l a r esas elocuentes p a l a b r a s ,
Kl vierjto cue soplabe d e l o e s t e se había calmado a l g o p e r ò
en seguida se puso 9 l l o v i z n e r .
Saunier se pasaba l a mano por la c a l v a , l o s e x t r e n o s de l o s
l a b l o s se l e t o r c í a n h a c i a l a b a r b i l l a . Estaba peusando en l o
bueno que s e r i a poder c u b r i r s e 1« cabeza, abandonar e l cenienterio,
d a r s e une v u e l t e c i t e por e l h e n í l donde l e esperada c i e r t a
fa.ena
y l u e r o e n t r a r en l a casa y b a l l a r la mesa puesta y e l p o t e j e
ser-
v i d o . P e r ò Andrea se h a l l e b a e n t r e l a s a l d e a n a s l u c i e n d o su t r a j e
de boda; escucha'be e l d i s c u r s o d e l s u p r e f e c t o l o raisno que Sl:7ionne
y l a s demas m u j e r e s . Los h o r n i l l o s de Kugel e s t a b a n apagados en
a g u e l niomento. Esa f o r z a l a d e s e r c i ó n en masa de todas l a s a l d e a n a s
a sus hogares se l e a n t o j a b a una m o n s t r u o s i d a d .
- 56 -
Kl v í e j o Sííndor, después d e l primer e s t o m u d o , se había encasquetado la g o r r a , ï'To tenía. m?ís p r e o o u p a o i í n que c a l c u l a r l o
que p e n s a r í a n de é l e l s u p r s f e c t o , e l s e c r e t a r i o daparta^'ientsl
y l o s p e r i o d i s t a s , a l s o r p r e n d e r l e en f l a g r a n t e d e l i t o de i r r e verència,
"^sta preocupaoión l e impedia s e g u i r ^ e l h i l o d e l d i s c u r s o
que con t a n t a ilusidiT había e s p e r a d o y que con t a n t a
aficiín
coïïienzatia a s a b o r e a r cuando llef^ó l a l l u v i a .
Los dos s e p u l t u r e r o s venidos de Velch con a l elemento o f i c i a l , apuardaban bostezaiido e l í i n a l de l a oracidn fiünebre para
p r o c e d e r a l e n t i e r r o y r e r r e s a r a casa a l a hora de la comida,
Ko se h e c í a n rauchas i l u s i o n e s ni n e c e s i t a b a n c o n s u l t a r el
reloj
( g e s t o i m p o s i b l s 9;i t a n solemnes c l r c u n s t a n c l a s ) para s a b e r que
hoy l l e g a r i e n
tarda.
Lo misrno, poco mas o luenoa, s e n t f a n y r.ensaban e l
otro
aoompanante y l o s p e r i o d l s t a s . Rsa m i s e r a b l e s l d e b u e l a se h a l l a ba demssiado lejoQ de la s u p r e f e c t u r a y l a c a r r e t e r a en b a s t a n t e
mal e s t a d o ,
Simonne mirobn a l r e p r e s e n t a n t e d e l Gobierno pensendo s i
e s t a r i a c a s a d o . Deseaba que s a c a r à l a s manos d e l soribrero pare
v e r s i l l e v a b a a l i a n z a . Opinaba que debía de e s t a r l o . Algo en
41 ( t a l v^z e l nudo de la corbata o l a raya d e l p a n t a l o n } h a b labe de ouidados f emeninos, ?C6mo s e r i a l a mujer? Se l a i-aaEi"
naba m^s joven que é l y muy c o q u e t a , SSatatría,,. 'ïlstaríe enamorada de o t r o ? Ese hombre prasumido y e l o c u e n t e p a r e c í a un pesimo
ensmoredo, Incapaz de com.prender a l a s m u j ^ r e s .
Aparto la mirada d e l o r a d o r , d e j o l a r e s b a l a r por l a s oruces
de l a s tumbas. Se detuvo un i n s t a n t e en la de Andrés y en la de
- 57 -
G r e g o r i o , e l r e c u e r d o de los dos jóvenes con e l r o s t r o animedo
y riseuflo l e pasó rftpidarriente por e l pensamlento y en sej^çuide
la v i s t a SQ l e dQSliz6 fuera de 1G v a l i a , parose en un t a b l a r
r e c i é n a r a d o , que ora de l o s S e u n i e r ^ . Reoordó que debía semb r a r l o junto con su p s d r e . Desde Is iiuerte cíe Andrés era e l l a
e l hombra joven de la c a s a . Y^ e b r í a s u r c o s de re£:adío y a e s v i a bp l o s r e g a t o s s i n qu^ n a d í e la a y u d a r a . Pronto v e r d e a r í a n l o s
campes, pronto o r e c e r í a n I c s t a l l o s d e l c e n t e n o , luego habrír»
que serrar, t r i l l a r , c e r n a r , . . Y U:Í ano'mas t a r d e b a b r í a que v o l v^r a emp^zar y a s í h a s t o o,,ue Díos ^ l u i s l e r a . Gualquier día a l
m i r a r s e a l e s p e j o se v e r í a ya v i e j a . Ya no la mlraríf^n los homb r e s , como abora e l s u p r e f e c t o , jr un-ns senanas a n t e s e l t e n i e n t e
La f'iotte, Ko habría conocldo o t r a s e n s a c i ó n que e l t r a b a j o y e l
s u f r i n i e n t o . A.sí era para e l l ^ la v i d a .
La voz d e l s u p r e f e c t o seguia retumbando.
G r e t a , oor.io l a s deraas campesinas, no l l e g a b a a c r e a r que
9S6 d i s c u r s o l a u d a t o r i o t a n bien h i l v a n a d o a l p e r e c e r , se
refi-
r i e s e r e s l m e n t e a Sofia K a r t , Grsta t e n i a l a sensación ds e s t a r
a s l s t l e n d o a una funolón de t e a t r e . Por n e r a c a s u a l i d a d la h e r o i c
na l l e v a b a e l mls^o nombre que la madrecita de l o s c e r d o s .
"ffisGuchando a ese e l o c u e n t e y a i s t i n g u i d o f u n c i o n a r i o que hablaba
de " La h e r o i c a r e s i s t e n t e " , Greta recordaba a la o t r a
Soffa.
La veia caminar con la espa Ida encorbada y l a s grefias a l a i r e ,
l e p a r e c í a o i r l a j u r a r y blasfer^.ar m i e n t r a s con adema'n amenazador, echoba a la c?^^ 11*^ a todo í^quel cua se acercaba a ^ í ^ u e r t a .
Hliut no a p a r t a b a la v i s t a d e l s u p r e f e c t o , V^ué eaad podis
t e n e r eso honbre? F a m o í a niuy joven aún para un cargo t a n imp o r t a n t s . ? ? o r qu^ camino se h a b r i a enoaraiuado h a s t a l a s u p r e -
- 58 -
f e o t u r a ? ¥o por sus nérito^í de r a s i s t a n t e , s e g u r o . No t e n i a
fa-
chg de l u c h a d o r , y su r o s t r o no p r e s e n t a b a l a rrTí=iijor h u e l l a de
haber s u f r i d o . S e r í e de l o s que subsn heclendo cola en l o s d e s pachos o f i c i a l e s , r e c i b i e n d o chascos y míís chasoos s i n
pf^staflear.
Para él l a r e s i s t è n c i a debÍR c o n s i s t i r en v i s i t a r y t e l e f o n e a r a
p e r s o n a j e s i n f l u y e n t e s , T m i e n t r a s ^ l se preparaba t a n
intelif^en
teraente e l p e r v e n i r , l o s o t r o s se echaban a l n o n t e con sus v i e j a s e s c o p e t a s de caza dispue^-tos a morir o a s e r l i b r e s , Y,
l e s t o c o morir para que é s t e ahora fuara l i b r e y s u p r e f e c t o ,
Andree tn-^ibi^n había t r a t a d o de escuohar e l d i s c u r s o d e l fun
c i o n a r i o però p r o n t o se l e canso le. a t e n c i ó n . No e n t e n d í a un c o mino de l o que ese senor àablaba aun cuando l o p r o n u n c i a r à en
l^ngua n a c i o n a l , Munca había l o g r a d o comprender a l o s q^ue d i s - '
c u r s e s b a n , n i aún l o s sermones que en tierupos p&sados l e s d e d i caba e l noSf^B, e l domingo.
l'^ientras e l s u p r e f e c t o seguia e n s a r t a n d o s u t i l e z a s
t ò r i e s , Andrea v o l v i ó a pensar en l o s b i e n e s de S o f í a ,
laudaLlevaba
ye m^s de cinco semanas d i f u n t a y a p e s a r de l o mucho que habli^ban de e l l a l o s p e r i ó d l c o s , no se p r e s e n t a b a ningun p a r i e n t e a
reclamer la h e r è n c i a . Oreta y Hhut cuidaban de l o s marranos y
por la aldea se murmureba que a s p i r a b a n a h e r e d a r l o s y confiaban
o o n s e g u i r i o . La opinión g e n e r a l era que l o
raereoían.
Andrea .tam-
bién había contribuídomfioco o mucho a la manutención, j u s t o pa*r e c í a Qua por l o menos uno de l o s c e r d o s se l e a t r i b u y e r a . pero
Anselmo era ten e s p e c i a l . , .
La voz d e l s u p r e f e c t o subía o t r a vez de t o n o , Hhut d e s p e r t o un i n s t a n t e de su ensimisraamiento. Ya volvfa ese hombre a
i n s i s t i r sobre la c a l i d a d h e r o i c a de oofía "Cart, Mentirà p a r e o í a
que ese l u j o s o etaúd permaneciera c e r r a d o y s i l e n c i o s o y no se
- 59 -
l e v e i i t a r a la tapa dando paso a l a i r a s c i b l e v i e j a a l p r i t o de
" ; Fusra de a h i ,
forsante:"
T^l joven .Tanzer l e p r e s t a b a poca a t e n o i ó n a l e pei^orata,
•^se horabre ceremonioso estaba hablando con empeque de la rauerte
y 9 l corszón de Kans estaba repiquetafíndole a l a v i d a . Siempre
.que a l f u i e n evocsba l a muerte d e l a n t a de é l , e l mismo fenóneno
se r e p r o d u c í s . No podia conoebir l a rauerte conio un t r a n o e por
e l Ç!,ue h u b i e r a él de p a s a r un dia u o t r o . ts, rauerte era aigo
enteramente ajeno a su p e r s o n a , al.^,o en l o c u a l se l e obligaba
a pensar a v e c e s . La veía l e j o s , l e j í s i m o , oorao una ameneza
remota que no v a l i a c a s i la pena ds c o n s i d e r a r , ?Para qué h a b l a r
t a n t o de S o f í a ?
La v i e j a había dejado e s t e mundo en s i c u a l no
podia ya d i s f r u t a r de nada. ?A ^lué t a n t o t r i q u i t r a q u e ?
P e r ò agradecífí a l a s a u t o r i d a d e s de Víelch que se h u b i e r a n
raolestado
en v e n i r a Hugel procurj^ndole la ooasión de l u c i r e l
t e r n o de su d i f u n t c p a d r e . Ksperaba que los forriSteros
( y ^'ui-
Z8S t a n b l é n l a s mujeres) se h u b i e r a n f i j a d o en él y en su gal l a r d a e s t a t u r a , Estaba de p i e , a l lado d e l a b u e l o ,
sostenién-
dolo por la esnalda y la cabeza d e l v i e j o J a n z e r no l l e g a b a - a l
hombro d e l
joven.
Hens miraba con l a s t i m a a l abuelo y también a Anselmo; a q u é l
con la p-orra e n c a s q u e t a d a , e s t o ' n u d a b a de vez en cuando; é s t e ,
son lo calvo s a l p i c a d a de l l u v i a , se estreraecía a cada raomento.
Hens p-ozaba a l s e n t i r e l soplo f r e s c o d e l a i r e y r e o i b i r en la
cara y l o s c a b e l l o s e l agua de l a l l u v i a ,
Guando pasaba una rdfa^a por e l c e m e n t e r i o , a ^ i t a b a
las
l a z a d a s ne^^ras de la corona m o r t u o r i s obsequio de la c a p i t a l a
S o f í a , y también a g i t e b a l a guedeja r u b l a d e l Joven .Tanzer. El
- 6C -
a i r e t r s í a f r a h e n c i a de a b e t o mojfido, ae rausgo húmado, l i g e r o
murraullo de hojas y ue agua c o r r i e n t e . Todo éso hablaba de peses
y de CEizR, de raerlendas a l borde de l o s r i a c h u e l o s y también de
vagas e s p e r a n z a s de amor.
Hans soFlaba en e l amor de une mariers lr[ipreci..:a, Veíase s e n t s d o en una pradera esmaltada de miles de f l o r e c i l l a s
multioolo-
r e s , poblada de miles de rüaripoüas i g u o l n e n t e m u l t i c o l o r e s y jits
a t e r o i o p e l a d a s . Tunto e él e s t a b a una zagala s i n nombre, s i n
f i s o n o m i a , la cual se dejaba a b r a z a r por e l t a l l e m l e n t r a s é l l e
siasurrsba a l g o n.uy t i e r n o , no s a b í a n^é, a l g o que l e h a r í a poner
a e l l a cara de p a s c u a s .
Todos l o s s u p r e f e c t o s y h a s t a los p r e f e c t o s y delegados
g u b e r n a n e n t a l e s de la nación podíar. efeernizarse perorando a n t e
tumbas a b i e r t a s de v i e j a s campesinas msís o menos h e r o í e a s s i n
qne e l joven J a n z e r se i n n u t a r a ni se i m p a c i e n t a s e .
G a l l ó s e T)or f i n e l r e D r e s e n t a n t e d s l Gobierno y l o s a e p u l t u r e r o s se p r e o l p i t a r o n sobre e l a t a ú d . Iban a c a r r e r a
tendida
como s i hubieran apostado a c^nien de l o s dos lletgafcía priniero.
Apartaron s i n mirar:! en t o s la corona de f l o r e s envio de 1H c a p i t a l y d i e s t r s y ríípidamente d e s l i z a r o n en e l hoyo la l u j o s a
caja
de madera c u b i e r t a de moiré m i e n t r a s e l s u p r e f e c t o se c u b r í a y
l o s demas hombr-^s l e i m i t a b a n .
- F r o n t ó r e c i b i r ^ n u s t e d e s una e s t e l a de ra^rmol negro.con
l e t r a s doradas donde se e x a l t a r à e l m a r t i r i o y e l heroismo de
Sofia K a r t .
Se d i r i g i a p r i n c i p a l r a e n t e a S a u n i e r ,
- Creo oue l o raejor s e r i a c o l o c a r l a aiiuí, en e l oenienterio
sobre su tumba.
- Sí se-^tor, n s í se h a r a .
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^1 supreTecto coritinuó.
- Luego vendrà la consagraoión d e l oerienterio de f u s i l s d o s .
Lo convertírerrios en monunento n a c i o n a l . 'Sntonces no sen^ yo
quifín venga a I n a u g u r a r l o y a p r o n u n c i a r a l d i s c u r s o , serà a l
p r o p i c ^ m i n i s t r o de la guarra ,
- G r a c l a s , serior.
S a u n i o r oontaba e l número a p r o x i r ^ d o de p a l a d a s de t i e r r a
que l o s s e p u l t u r e r o b eoliaban sobre e l ataúü de Sof í a . Tenia lo
mir&da f i j a
f?n e l hoyo viendo como e l moiré se maculabe y l'jecço
d e s s n a r e c í a bajo l a t i e r r e húraada y n e ^ r u z c a . Estaba pensando
en l o q.ue c o s t a r i a v o l v e r a d e s e n t e r r a r l a caja y t r p a l a d a r l o
otra vez a l ceTnenterio m u n i c i p a l . ?Q,uién l e a y u d a r í a en e s t a
t a r e a ? 3u n i r a d a busceba e n t r e e l p:rapo de a l d e a n a s . Ce d s t u v o
primero en Simonne, despU'ls en PJaut. Preclsarnente l a s dos rnujeT'·^s l e e s t a b a n tambifín mirando, Sus ojos se e n c o n t r a r o n y, r a pida^^.ente, se coniprendieron. De a c u a r d o ,
..^lon
l o s de Simonne,
con un breve p a r p a d e o . De a c u 9 r d o , d i jeron loü cie Bhut con una
l u z fugaz en e l i r i s .
Radie .,.. x-;-
3 l à e a , s excepoión de l o s aos .Tanzer y l a
i n c o n s c i e n t e c h i q u l l l e r í a , no dudó un s o l o i n s t a n t e que en
cuanto l o s p e r s o n a j a s o f i c i a l e s v o l v i e r a n la s s p a l d a , se d e s a lo j a r í a a Sofia d e l cernenterio de f u s i í a d o s , Kadie q u e r í a t^ue
la_madr9Gita ae_ l o s c e r d o s , por rauy niadre deaventurada que f u e r e ( en Hugel sobraban madres d e s v e n t u r a d a s ) gozara d e l p r i v i l e g i o de dormir su ultimo suetio e n t r e l o s m í í r t i r e s ae la r e s i s tència.
Los periódiBtos g r a f i c o s g a s t a b a n l o s últicios o l i c i i é s , uno
de e l l o s a n u n t í t o d a v i a unas i d e a s en su c u a d e r n i l l o .
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IBS a l d e a n a s p e m a n e c í a n a u i e t a s y s i i e n o i o s a s , TJna niPia de
doc® 0 t r e c e eflos, se h a b í a d e s t a c a d o d o l í':rupo y colocado un
ramo de ^ladioloR r o j o s sobre la turaba d a l j e f s d'^ los r e ' b e l d e s ,
Y la mirada de l o s denf^s quedo f i ja en l a s f l o r e s , coao f a s c i nada ,
De p r o n t o e l elemento o f i c i a l se mostraba p r e s u r o s o de
abandonar Hup-.el. La despedida fu4 t a n ràpida y s i n ceremonias
como l e n t a y solemne h a b í a s i d o l a l l e g a d a . El p r o p i o s u p r a f e c t o
Que tan l e r d o se mostrarà d l s c u r s e a n d o , como un a c t o r c;ue a l
f i n a l de ],a comèdia no suena mas que en d e j a r e l t e a t r o ,
h^fm^
de lado J J a p e r s o n a l i d a d o f i c i a l para o o ü v e r t i r s e en un hombre
o u a i q u i e r a preocupado y d e s e o s o , a l p a r e o e r , ce comer y descans a r cuanto a n t e s .
P r e c i p l t o s e a su coche seguido d e l s e c r e t a r i o d e p a r t a m e n t a l
igualmente a n s i o s o de d e j a r r',ufr*=il; l o s p e r i o d i s t a s se acomoaaron
en e l suyo y l o s dos s e p u l t u r e r o s en e l furgón v a c í o .
Rodsndo y t r a q u e t e a n d o por If^. mala c a r r e t e r a , p r o n t o d e s a t^arecieron l o s v e h í c u l o s . la. mirada t r i s t s e i r ò n i c a de l a s
campesirias, l o s sif^uió un buen momento.
'Rn Hu^el babía pasado r a t o Ifa la hora díj le coraiüs;
fatigado
y hambriento e l v e c i n d a r i o torno ••X camino de sus h o g a r e s .
Solo l o s .Tanzer, abuelo y n i e t o , p a r e c í a n I n d i f e r e n t e s a la
"hora t a r d í a . Gaininaban mí^s í e s i - a c i o aún q.ue de costumbre porque
a Sa'ndor, l a humodad y le l a r g a parada en e l c e m e n t e r i o l e
habfan entumecido la pl^^rna s a n a , k pengis podía caminar y Hans
ajustaba
su paso a i d e l a b u e l o .
Poca p r i s a t e n i a e l Joven de r e v e s t i r l o s pantal'jnes de
v s l l u d o , iP. za.'oarra de p i e l de b e c e r r o y l a s lodosaa a b a r c a s ,
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63 -
sbandoiiando e l t'srno y e l oalzado cie su difuiito padre h a s t a que
ULa nueve ceremonia l e p e r m l t i e r a volV':>r a l u c i r l o s ,
Guando l l e g a r e n a la a l d e a , todes l a s cl·iiraeneas humaaban,
olfa a lefia ciuemada, s v e r z a s r e c a l e n t a d a s y a grasa de c a r n e r o
derretida.
F IM
Las Keres cle Guardí o l a n s .
Verano de 1958.
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