Pasado presente y futuro de la Profesión

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Cátedra Odontología Social, Sanitaria y Legal Nivel I
Artículo publicado en Boletín SOLP. Año 8- Número 57- Mayo 2006
Autor: Dr. Dardo A. Pereira. Presidente de Sociedad Odontológica de La Plata.
Pasado presente y futuro de la Profesión
Los orígenes europeos de la profesión de odontólogo
Del gusano dentígero y otras yerbas, a la profesión de odontólogo en los
comienzos de la modernidad.
Desde los albores de la humanidad la profesión de odontólogo estuvo ligada a las más
disímiles, extrañas, grotescas, risueñas y trágicas versiones. Como todos sabemos y
aquellos que no lo saben al menos lo prevén, esto que afirmamos tiene mucho que ver
con toda una etapa acientífica de la profesión en donde como en otras actividades se
estigmatizo durante mucho tiempo la imagen del odontólogo, asimilándola en gran
medida a la de un verdugo, o un torturador. Figura que a pesar del paso del tiempo, de
la evolución de la tecnología, de los materiales utilizados, y de la sólida formación
científica moderna, en algunas mentes pusilánimes todavía continua causando cierta
aprehensión.
Podemos afirmar que en aquella sociedad europea del medioevo en transito a la
modernidad, en donde el analfabetismo predominaba por doquier y la ciencia no existía
con dicho rango. En aquel mundo en donde el pensamiento mágico en gran medida
pretendía iluminar, o al menos tratar de explicar los mas diversos fenómenos, desde los
naturales hasta las mismas enfermedades que padecía el ser humano, el legendario dolor
de muelas, era asimilado como el merecido castigo por haber caído quien lo padecía en
el pecado de lujuria, esto es decir en haberse hundido en las profundidades de los mas
grandes y graves excesos.
Y si de excesos hablamos, comprobamos como la ciencia y la investigación química y
biológica ha demostrado muchísimo tiempo después, que la descontrolada incorporación
en la dieta de azucares refinados nos facilita enormemente el camino para contraer la
enfermedad más importante que tiene la historia de la humanidad, por lo menos en
cuanto al dinero invertido por la sociedad toda a lo largo del siglo XX para intentar
curar, detener, o en el peor de los casos paliar los efectos de la misma.
Sabemos muy bien los odontólogos y el resto de la sociedad que la tenencia o ausencia de
dientes es algo mas que un simple o complejo problema dental, ya que demuestra por
sobre todas las cosas una determinada condición social, o posición en la vida, tanto en
estos tiempos, como en los pretéritos. Es mas, podríamos decir que la presencia de
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dientes blancos, perfectos, sin caries, encierra en si mismo una inconfundible imagen
simbólica que tiene muchísimo que ver con la belleza y sobre todo con el poder, quien
tiene bien sus dientes, debe tener también un fuerte respaldo económico para poder
tener ese aspecto.
Muy por el contrario quien los ha perdido, también denota perdida de belleza en su
aspecto exterior, y por supuesto de consideración social, y por ende de poder. Las
creencias religiosas del bajo pueblo europeo en los albores de la modernidad, hablaban
de la presencia de un gusano dentigero que vivía dentro del cuerpo, el cual como una
serpiente diabólica atacaba a las personas cuando las mismas abandonaban la vida
casta y pura, para entrar en los excesos sobre todo los de carácter sexual.
Estas personas impuras eran atacadas por el demonio que los comenzaba a torturar por
dentro. En muchos casos se asociaba durante la edad media la extracción de muelas,
como un necesario tormento expiatorio del los pecados, sobre todo de aquellos de
carácter sexual que había cometido la persona. Equiparando de esta manera a la
corrupción moral, en otras palabras al pecado de dichos tiempos, con el deterioro que se
padecía en la boca.
Francisco Petrarca, quien vivió en el siglo XIV y es considerado por muchos como el
primer humanista moderno, a pesar de ser un hombre de la baja edad media, escribió
sonetos y poesías tanto en latín como en italiano, muchas de ellas dedicadas al amor de
toda su vida Laura Noves, además de un conocido poema épico denominado África.
Pero lo que mas nos interesa de sus escritos para nuestro comentario, es aquella obra
escrita en latín denominada De remediis utriusque fortunae.
En un parte de dicha obra el autor entabla un dialogo entre dos interlocutores Dolor y
Razón, el primero explica la innumerable lista de las calamidades humanas y miserias
que la componen, frente a este inventario que nunca se termina, Razón si bien asiente, le
dice que la felicidad también es posible, a pesar de que es mas difícil encontrarla. En un
pasaje y con cierta fina ironía Petrarca alude que la falta de dientes tiene la ventaja de
no fomentar una conducta licenciosa, manifestada en comer, reír, y cometer adulterio.
Por el contrario el desdentado debido a su condición, experimenta una marcada perdida
de placer y poderes terrenos, fomentándose así la vida solitaria, interior y ascética, ideal
buscado de alguna manera por el mundo medieval que rodeaba al autor.
Entrando en la modernidad, existe toda una escuela pictórica holandesa que se detuvo
con particular interés en representar escenas de la vida social de aquellos tiempos, con
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especial atención en la labor de los dentistas de esas épocas. Es así como innumerable
cantidad de representantes de las diferentes escuelas de los países bajos, describen
escenas de sesiones odontológicas con la particularidad de algunos aspectos en los cuales
nos vamos a detener ya que permiten realizar una caracterización social muy
interesante.
En principio convengamos que estamos en plena etapa extraccionista de la historia de la
odontología, es decir la etapa primitiva y mutilante de la profesión, en donde las
extracciones de muelas a las cuales se alude a través de la pintura, se le realizan
exclusivamente a los pobres. En una clara manifestación de la privación de poder a la
cual eran sometidos, y la humillación consiguiente de aquellos sectores sociales que ya de
por si eran humildes y totalmente alejados del poder.
De alguna manera la privación de un elemento que diferencia al hombre del resto de las
especies como es la palabra, es decir la voz, la capacidad de comunicarse con los demás,
quedaba evidenciada en esas intervenciones quirúrgicas a las cuales se sometía a los
sectores populares generalmente en plazas, o reuniones publicas, especies de ferias de
pueblo, en donde junto con la venta de los mas extraños pociones y cremas, así como la
oferta de los diferentes productos, aparecía la actividad del “dentista” medieval.
De alguna manera dicha pintura represento las diferencias sociales de la época, y las
luchas de clases que se desataron no solamente entre burgueses y campesinos, sino
además entre la clase media y la clase alta. Se simbolizaba desde la pintura por un lado
al “dentista” convenientemente equipado para la ocasión, que en gran medida era la
encarnación del poder y la riqueza de la época, y por el otro el paciente caracterizado
generalmente como la personificación de la pobreza y la ausencia de autoridad.
Podríamos decir que hasta bien entrado el siglo XIX para la gran mayoría de los
europeos la extracción de muelas era un legítimo espectáculo representado al aire libre y
por supuesto con público, en donde lo padecía y a su vez lo disfrutaba en un aparente e
incoherente contrasentido la clase baja. Alli se conjugaba parte de un número de feria,
parte de un drama propiciatorio y parte de una ejecución judicial.
La historia ha demostrado en su curso que los mártires necesitan por naturaleza la
presencia del público. No hay mártir sino hay público, de allí que para poder realzar la
importancia y trascendencia del acto expiatorio a la cual era sometida la clase baja era
necesario la presencia del público. Paulatinamente y de a poco las clases mas
acomodadas, que también requerían atención, empiezan a trasladar toda la actividad
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quirúrgica realizada en las plazas, al ambiente mas privado y mas intimo del interior de
las viviendas, quedando de esta manera exclusivamente la plaza para los sectores
pobres.
Para la mentalidad popular de los siglos XVII y XVIII como ya lo señaláramos
anteriormente para la edad media, el diente aun se concebía como que era atacado por
un gusano dentigero, que en gran medida tenia que ver con el pecado y con el demonio,
que por otro lado de manera similar era representado como una serpiente.
La historia de la medicina holandesa, una de las más evolucionadas de aquellos tiempos,
nos ha permitido llegar a una primera clasificación de los odontólogos del siglo XVII en
cinco categorías a saber: la primera eran los profesionales de la medicina general que
consideraban indigno de ellos tratar los problemas dentales. En segundo lugar ubicamos
a los cirujanos capacitados para extraer muelas, que no obstante preferían dejar dicha
actividad en manos de especialistas. En tercer lugar aparecen los barberos de aquellas
épocas, antecedente directo de la profesión de odontólogo, pero sin titulo profesional
habilitante y por supuesto sin formación científica sólida, eran más que nada empíricos.
En cuarto lugar aparecen los “charlatanes” de feria, aludidos de diferentes maneras en
las pinturas ya mencionadas, para terminar por ultimo con los “dentatores”, que eran
supuestos “dentistas” especializados, en su mayoría sin titulo y ambulantes, que
transmitían su habilidades de padres a hijos.
Los cirujanos sugeridos en segundo lugar generalmente eludían las operaciones
importantes porque eran conscientes que en muchos casos salían muy mal parados de
las mismas, algo que terminaba perjudicando su reputación, además de no poder
resolver los problemas de sus pacientes.
Un dato relevante de la época tiene que ver con la presencia importante en la pintura
holandesa del tema del “dentista”. Es que Holanda eran en aquella época una potencia
económica y disponía de azúcar como ningún otro país de Europa, a tanto llega esta
aseveración que se llego a decir que en Ámsterdam en 1640 existían más de cincuenta
refinerías de azúcar. Es mas existe una tesis avalada por el estudio de un centenar de
cráneos de siglos anteriores, que sostiene que en el siglo XVI las caries prácticamente no
existía. Al menos en la magnitud que se desarrolla posteriormente, para pasar a ser
considerada como un flagelo social en el siglo XVII, después de la explosión que genero
la abundancia de azúcares en la sociedad holandesa.
La ciencia medica como ya lo dijimos estaba muy desarrollada en esa época en
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Holanda, esto permitió la investigación de algunos de sus principales representantes en
temas dentales, quienes realizaron un verdadero aporte para la odontología moderna,
algo que contrastaba con lo que sucedía en el resto de Europa en donde la atención en
muchos casos quedaba en manos del herrero del pueblo.
Brevemente señalaremos que junto a esta visión de una odontología con pasos si se
quiere en muchos caso lentos, pero camino a un desarrollo mas científico, coexistían en
la ferias a las cuales ya aludimos, una serie de lo mas variada de personajes estrafalarios
que han inmortalizado la parte no científica de las profesiones de la salud.
Es así como vemos en aquellas épocas recorriendo los pueblos a los curanderos, los
“matasanos” y los “sacamuelas” quienes eran embaucadores ambulantes, sin formación
oficial que transitaban las ferias que ya aludimos, pregonando los beneficios de sus
servicios o de sus pociones.
En España se les llamaba directamente “charlatanes” por su facilidad de palabra
manifiesta y en Holanda se los conocía como quaecksalver, que era la denominación por
pregonar pócimas y ungüentos. Estos personajes arriba mencionados atraían a su
clientela proclamando los beneficios de sus actividades con toda clase de efectos
teatrales, gestos y palabras. Generalmente los sectores mas pobres eran los embaucados
por su accionar. Pero también estaban los especialistas con permiso para ejercer, entre
los que se encontraban los barberos cirujanos que contaban con un local fijo en la
ciudad, y cuyos servicios que eran de otro nivel, valían mucho más caros que el de los
curanderos ambulantes.
Comenzando de esta manera una clara diferenciación social en cuanto a la calidad de los
servicios que se les prestaba a unos y a otros. Para las personas ricas, así como para los
cirujanos y médicos titulados el curandero era un verdadero estafador, que se
aprovechaba en su accionar de las personas cándidas, las cuales en cierta medida ellos
sostenían que tenían bien merecido el haber sido estafados por ser demasiado crédulos
hasta el limite de entrar en el terreno de la estupidez. Así como sin querer el “charlatán”
y el “curandero” pasaron ha convertirse con el correr del tiempo en sinónimos de
estafador y embustero.
Recién en el siglo XIX la odontología se puede poner los pantalones largos de la ciencia,
es cierto que lo hace mucho tiempo después que la medicina en general, pero es ahí
cuando comienza a librar la batalla con todas sus fuerzas para transformarse en una
profesión respetable. Allá por el 1800 la figura del “dentista” se asimilaba aun a la
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figura de un artesano, pese a ello comienza la aparición de elementos que van a cambiar
el ejercicio de la profesión, como las primeras obturaciones y sobre todo la aparición de
la anestesia, la cual cambia enormemente el ejercicio de la profesión, asociada siempre
al dolor como motivo de la consulta, pero ahora tratando de mitigar el mismo por lo
menos en el acto operatorio.
En Inglaterra alrededor de 1850 comienza la especialización en odontología y se
comienza a impartir la enseñanza científica especializada, pese a ello continuo una gran
confusión entre el ejercicio moderno de la profesión, y la enorme cantidad de remedios
populares que los sectores mas pobres continuaban consumiendo y continuaran
haciéndolo, como ya lo señalamos, hasta muy entrado el siglo XX.
Lo que si había comenzado a cambiar y en forma definitiva era el ámbito en donde se
realizaban las prácticas, se iba dejando el espacio público como en las clásicas ferias
medievales en aras del espacio privado, el cual paulatinamente va ganando terreno para
irse transformando lentamente en el consultorio odontológico de los tiempos actuales.
Paralelamente la sociedad fue cambiando y evolucionando en sus creencias populares, y
en mucho contribuyo el avance científico que comenzó a instalar paradigmas diferentes,
para analizar tanto los fenómenos naturales, como la evolución y aparición de las
enfermedades. El pecado original y el castigo divino dejaron de ser una explicación
satisfactoria sobre los males del cuerpo y aparecieron las disquisiciones más serias y
creíbles.
Sin embargo y continuando con ilustraciones de épocas pretéritas entre las cuales se
destaca la figura del gran pintor del pueblo español que inmortalizo las jornadas de la
resistencia española, sobre todo la madrileña, a la invasión napoleónica, con oleos como
el de “Los fusilamientos de la Moncloa”, y nos referimos a Don Francisco de Goya y
Lucientes. Aquel que fuera un profundo estudioso del drama social del pueblo
peninsular, al cual glorifico en sus celebres pinturas, pero también se tomo su tiempo
para caracterizar la figura del “dentista” de esos tiempos, y lo hizo con la estampa de un
aristócrata que le sacaba muelas a la gente llana, y hasta experimentaba cierto placer
con su accionar.
Comenzó promediando la primera mitad del siglo XIX una serie de luchas sociales muy
importantes en el centro de Europa, en donde la profesión de odontólogo fue también
presentada mediante ilustraciones, en donde queda el “dentista” abiertamente
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incorporado a los sectores altos de la sociedad de dicha época.
Las clases altas y bajas europeas se comienzan a enfrentar a lo largo de los siglos XIX y
XX en innumerable cantidad de conflictos y estallidos sociales, impulsados en líneas
generales por los sectores populares para poder igualar los derechos entre todos los
componentes del sistema político de entonces.
Eran las épocas de grandes luchas sociales y políticas como las de 1830 y 1848,
movimientos revolucionarios que pretendían entre otras cosas, la equiparación de los
derechos de los diferentes sectores sociales que conformaban la sociedad. Allí ya la
figura del dentista sea en ilustraciones menores, o en tiras cómicas aparece ligada
indisolublemente a la clase alta de la sociedad de la época.
De ahí en más la historia es bastante conocida, o al menos esta mejor difundida ya que
las investigaciones en cariologia se comenzaron a desarrollar con más fuerza en todo el
hemisferio norte, pero sobretodo en los EEUU. El país del norte paso a ser el país mas
desarrollado del orbe en cuanto a la investigación de las enfermedades que afectan al
hombre, así como a la investigación tecnología, no en vano gran cantidad de los
adelantos científicos y tecnológicos tuvieron su aparición, o al menos su desarrollo en la
nueva potencia hegemónica mundial en especial después de la segunda guerra mundial.
La teoría bacteriana de la enfermedad, los avances en los materiales dentales, los
adelantos tecnológicos en los medios de rotación que utiliza la profesión, la investigación
en tecnología de punta para su aplicación en odontología, tuvieron su gran despegue en
USA durante gran parte del siglo XX. A partir de la mitad de siglo con la transferencia
de capitales a otras partes del mundo, y el desarrollo de otras potencias económicas
mundiales, los avances de la profesión se evidenciaron además en Europa y el Japón.
La profesión ya instalada con bases científicas sólidas, con un reconocimiento mundial, y
avances impensados como los desarrollados con la implantolgia como pilar de avanzada
en la investigación odontológica, ha permitido instalar con mucha fuerza en el
hemisferio desarrollado, un tipo social en donde el odontólogo pasó a ser una de las
actividades mas rentadas y reconocidas de los últimos tiempos. Pero así como la
profesión ha experimentado este espectacular despegue económico en especial en los
países centrales, podemos afirmar a la luz de lo que sucede en estas latitudes, que no en
todas partes del mundo la profesión ha tenido el mismo desarrollo desde el punto de
vista económico y social.
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Casi como continuando con las experiencias en las sociedades en donde se ejerce la
profesión, vemos que en aquellas culturas que han solucionado gran parte de sus
problemas sociales y económicos se ha instalado la figura del odontólogo totalmente
asimilada a los sectores de mayores ingresos de la sociedad. Mientras que en otros países
emergentes como el nuestro, si bien la profesión ha madurado y obtenido el adecuado
reconocimiento científico que se merece, todavía no han experimentado la totalidad de
sus miembros la reclamada inserción social que se da en los países mas desatacados del
mundo.
Referencias Bibliográficas
Historia del cuerpo humano Michel Feher y otros
Ediciones Taurus
Página 8 de 8
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