Tras los pasos de las salamandras - Versión para imprimir | ELESPECTADOR.COM Página 1 de 3 Vivir | Mie, 01/26/2011 - 23:39 Tras los pasos de las salamandras Por: Pablo Correa | Elespectador.com Un colombiano, Pablo Ortiz, es parte del grupo de científicos que intenta descifrar las claves genéticas de este fenómeno. En algún punto de la evolución, cuando éramos más parecidos a un pepino de mar que a un primate, tuvimos la mala suerte de perder uno de los poderes más fascinantes de la naturaleza: la capacidad para regenerar nuestros propios órganos. Mientras las salamandras, los lagartos, las lombrices y un puñado más de animales guardaron en sus genes las instrucciones necesarias para esculpir sus propias extremidades y tejidos luego de sufrir un accidente, nuestras células, salvo las del hígado y la piel, olvidaron cómo hacerlo. Según la opinión corriente entre los biólogos, ese fue el precio que pagamos por seguir el camino de la complejidad. Pablo Ortiz es un científico colombiano radicado en Amherst (Massachusetts) que, junto a un puñado más de investigadores en distintos laboratorios del mundo, cree que los humanos podríamos volver a robar el secreto de la regeneración a la naturaleza. En ese caso, si sus predicciones y las de sus colegas resultan ciertas, es cuestión de tiempo para que en los hospitales se ofrezca a los pacientes una terapia para reconstruir los riñones, el estómago, los pulmones, fragmentos del intestino y hasta los ojos afectados por alguna enfermedad o lesión. “La medicina regenerativa podría convertirse durante el siglo XXI en el equivalente de los antibióticos en el siglo XX”, escribía John Davenport, editor de la revista Science en un artículo titulado ¿Qué controla la regeneración de los órganos? y que formó parte de un especial sobre las 125 preguntas que la ciencia aún no ha logrado responder. Cuando Pablo Ortiz leyó aquella revista en 2005 estaba comenzando su doctorado en la Universidad de Puerto Rico (Caribe). Pensó que era la confirmación de que no se había equivocado obedeciendo sus intuiciones al escoger un campo de investigación. Hoy, cuando mira hacia atrás, buscando el origen de su interés en este tema, lo que encuentra en la memoria son imágenes de lagartijas que recuperaban la cola o lombrices cortadas de un http://www.elespectador.com/print/247307 28/01/2011 Tras los pasos de las salamandras - Versión para imprimir | ELESPECTADOR.COM Página 2 de 3 tajo que luego se arrastraban por la tierra como si nada hubiera pasado. Cree que esas imágenes debieron quedarse rondando en su inconsciente porque cuando se matriculó en una clase sobre evolución en la Universidad del Valle reapareció con fuerza la fascinación por el tema. Entonces, con la tutela del profesor Fernando Castro, preparó una tesis sobre el tejido en regeneración de dos especies de lagartos que habitan en el Pacífico Colombiano: Ameiva bridgesii y Ameiva anómala. Más difícil que la investigación, resultó la búsqueda de los casi $20 millones que necesitó para sacarla adelante. Sin duda ese trabajo le abrió las puertas de la Universidad de Puerto Rico, donde existe uno de los pocos grupos de investigación que estudian la biología de los pepinos de mar y los genes involucrados en su capacidad para regenerar las vísceras. “Los pepinos de mar son los invertebrados más cercanos a los humanos desde un punto de vista evolutivo. Hace aproximadamente 600 millones de años tuvimos un ancestro común. Por eso es importante analizar su estructura genética”, explica Ortiz. Orpin, uno de los genes que descubrió, asociado a la regeneración del intestino en el pepino de mar, hoy lleva las iniciales de sus apellidos. Se trató de un pequeño aporte a una larga tradición por entender el fenómeno de la regeneración de órganos. En el siglo XVI, el suizo Abraham Trembley reseñó la capacidad de las hidras para regenerar sus organelos. Un siglo más tarde, Thomas Hunt Morgan llevó las cosas un poco al extremo y demostró que la planaria, un gusano plano de 20 milímetros, podía dar origen a 279 gusanos si solo uno de ellos se cortaba en ese numero de partes. En las últimas décadas, la atención de los científicos se ha concentrado en entender cuáles son las “teclas” genéticas que un organismo toca a la hora de reconstruir una parte de su cuerpo y los pasos que se suceden en su formación. Eso es lo que intenta Kimberly D. Tremblay, de la Universidad de Massachusetts en Amherst. En el laboratorio que dirige, el “Mouse Development and Organogenesis Laboratory”, escudriña los secretos moleculares de los hígados y páncreas de ratones en etapas embrionarias. Atraído por estos estudios, el colombiano Pablo Ortiz quiso sumarse al grupo. Desde hace cinco meses es el encargado de uno de los proyectos en curso con un presupuesto que ronda el millón de dólares. “Buscamos los genes involucrados en la formación del hígado y el páncreas en los ratones”, explica Ortiz. Para descubrirlo, toman células del endodermo de embriones de ratón entre los 8 y 12 días de desarrollo. En esa etapa es cuando se enciende la maquinaria molecular que da inicio a la formación de estos órganos. Al analizar el ARN de las células se pueden detectar cuáles genes son los que se están activando y por lo tanto juegan un papel en este proceso. Para el científico colombiano, es cuestión de tiempo para que se conozcan las claves de la http://www.elespectador.com/print/247307 28/01/2011 Tras los pasos de las salamandras - Versión para imprimir | ELESPECTADOR.COM Página 3 de 3 regeneración de órganos. Algo que sin duda marcará un antes y un después en la historia de la medicina. Imagina que el trasplante de órganos como lo conocemos hoy podría sustituirse por el implante de células que al manipularse reconstruyan el órgano de un paciente enfermo. Otra posibilidad es la terapia genética, que permitiría encender los interruptores necesarios en el ADN para que un grupo de células asuma la tarea de la regeneración. También podríamos aprovechar otros organismos como fábricas de órganos humanos. De esa manera, se podría llegar a cultivar un páncreas humano dentro de un cerdo o usar ratas para fabricar tejido de los ojos. El obstáculo por ahora, según Ortiz, es descifrar la partitura genética. La diferencia en el número de genes de una mosca y un humano no es abismal. Si las primeras tienen cerca de 15.000 genes, la cuenta en los humanos ronda los 28.000. El problema es la manera tan compleja en que interactúan unos con otros. El control de la regeneración inevitablemente depende del avance en ese sentido. Mientras tanto, las salamandras, con sus largas colas, seguirán desfilando frente a nosotros para recordarnos que no se trata de un sueño imposible. Dirección web fuente: http://www.elespectador.com/impreso/vivir/articulo-247307-tras-los-pasos-de-salamandras COPYRIGHT © 2011 www.elespectador.com Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2011 EL ESPECTADOR http://www.elespectador.com/print/247307 28/01/2011