A. y S. t. 248, p. 335-346 - Poder Judicial de la Provincia de

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Reg.: A y S t 248 p 335/346.
Santa Fe, 19 de marzo del año 2.013.
VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la
demandada contra la resolución del 02.06.2011 dictada por la Cámara Civil, Comercial y Laboral
de la Quinta Circunscripción Judicial -Rafaela-, en autos “AZANZA, María Fernanda contra
AGüERO FERNÁNDEZ, Amalia M. -Nulidad de Reversión de Donación- (Expte. 269/99)” (Expte.
C.S.J. N° 99, año 2012); y,
CONSIDERANDO:
1. La Cámara de Apelación Civil, Comercial y Laboral de Rafaela, por una parte, acogió el
recurso de apelación interpuesto en subsidio por la actora contra los decretos del 13.12.2007 -que
modifican los alcances de la prohibición de innovar y ordenan la prestación de contracautela- y del
17.12.2007 -que deja sin efecto la prohibición de innovar y ordena anotar como litigioso los bienes
que pertenezcan a la demandada-, imponiendo las costas a ésta (cfr. fs. 12/v., resolución 54); y,
por la otra, acogió el recurso de apelación interpuesto por la actora, y en consecuencia, revocó la
sentencia, admitió la demanda y declaró nula la reversión de la donación dispuesta por la
demandada, con costas (cfr. fs. 13/17v., resolución 55). Requerida aclaratoria por Rodrigo Jesús
Olaso y Azanza con relación a la imposición en costas, atento que a partir de la mayoría de edad
de éste y de la defunción de Amalia Margarita Agüero y Fernández, la relación procesal quedó
establecida entre el nombrado y Enrique José Félix Olaso y Agüero y habiendo resultado vencido
este último, se aclaró que debe cargar con las costas por aplicación del artículo 251 del Código
Procesal Civil y Comercial (cfr. f. 21, resolución 151).
A su turno, la decisión de anterior grado de conocimiento había resuelto: 1) no hacer lugar a
la excepción de litispendencia planteada por la demandada, con costas; y 2) no hacer lugar a la
demanda de nulidad de reversión de la donación planteada por la actora, con costas a su cargo.
Contra aquéllas decisiones endereza el compareciente (demandado) el memorial del
recurso de inconstitucionalidad local, a saber: impugnando la resolución 54, a fojas 24/32 y la
resolución 55, a fojas 33/45.
En el primer caso, le endilga al pronunciamiento incurrir en violación del derecho positivo
apropiado, así como de su doctrina legal, que aplica erróneamente; prescindir de las
prescripciones de la Constitución provincial y de la nacional (arts. 16, 17 y 18) configurando un
supuesto de procedencia del recurso por arbitrariedad, con afectación del derecho de propiedad
de quien fuera condenado en costas, es decir de Enrique José Félix de Olaso y Agüero.
A su vez, en el segundo supuesto, conforme al memorial del recurso local el ocurrente
endereza la impugnación contra la resolución 55 y lo funda, asimismo, en el artículo 1, inciso 3) de
la ley 7055.
Tal como se consignó en precedencia, sostiene que la sentencia de primera instancia no
hizo lugar a la demanda de nulidad de reversión de la donación planteada por la actora, con
costas a su cargo.
Señala que apelado dicho decisorio, la Alzada acogió el recurso de apelación revocando la
sentencia y, en consecuencia, admitió la demanda declarando nula la reversión de la donación
dispuesta por la demandada, con costas. Indica que la Cámara tomó en cuenta que “la cláusula de
reversión no denota ambigüedad, sino que su redacción es suficientemente clara” y que alude “al
fallecimiento previo de ambos donatarios”, por lo que la “reversión parcial no estaría contemplada
en el acto originario, por no haber estado en la intención de las partes”; entre otras
consideraciones.
Luego del relato de los antecedentes de la causa y de referir al cumplimiento de las
condiciones de admisibilidad, postula que el fallo es arbitrario porque no reúne las condiciones
mínimas necesarias para satisfacer el derecho a la jurisdicción (art. 1, inc. 3, ley 7055) y tal
insuficiencia estructural básica le infiere un grave perjuicio al derecho de propiedad, protegido por
las Constituciones nacional y provincial (con mención de los arts. 17 y 15, respectivamente), por lo
que corresponde la descalificación de la sentencia atacada, cuya arbitrariedad -según sostienedimana de los vicios que indica y que -básicamente- consisten en: 1) apartamiento de las normas
legales directamente aplicables al caso (arts. 1841, 1842 y 1844 del Código Civil) ya que mediante
una interpretación inadecuada desconoce su alcance, desvirtúa su finalidad y las vuelve
inoperantes, de lo que colige un severo e infundado ataque al derecho de propiedad del
demandado (Enrique José Félix Olaso y Agüero); 2) interpretación de la ley desprovista de
razonabilidad, al no compadecerse con un análisis armónico y adecuado del orden jurídico, en
especial con la regulación del contrato de donación, con lo cual lo frustra o desvirtúa; 3) incurrir en
afirmaciones dogmáticas o apodícticas, de carácter subjetivo y sin sustento, en cuanto afirma que
ambos donatarios debieron prefallecer a la donante para que opere la clausula de reversión,
dejando sin eficacia alguna la condición impuesta por la donante en ejercicio del legítimo derecho
acordado por el Código Civil (arts. 1841, 1843 y 1844), incurriendo en un análisis inequitativo con
desconocimiento del régimen legal de la donación -en cuanto contrato “intuitu personae” (con
invocación de los arts. 498, 1842, 1844, Código Civil, así como de doctrina de los autores)- por lo
que la reversión se produce aunque sobrevivan los hijos del donatario e individualmente respecto
de cada donatario; 4) abunda en suposiciones infundadas, abstractas e imprecisas para motivar la
decisión que nada tienen que ver con el tema concreto y puntual a decidir: los alcances de la
cláusula de reversión de la donación.
En consecuencia, solicita, se concedan los recursos extraordinarios locales interpuestos y
se anulen las resoluciones impugnadas, con costas.
Corrido el pertinente traslado (art. 4), la contraparte lo contesta a fojas 46/51v. y 52/70.
2. Mediante decisión 48 (del 06.03.2012) la Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y
Laboral de la Quinta Circunscripción Judicial resolvió denegar los recursos de inconstitucionalidad
deducidos, con costas (cfr. fs. 71/v.), lo que motivó la presentación directa del recurrente ante esta
sede (fs. 76/83v.).
3. Liminarmente cabe aclarar que en el recurso directo interpuesto se abunda en
consideraciones que solamente refieren a la denegatoria del recurso de inconstitucionalidad
deducido contra la decisión de fondo obrante a fojas 33/45, sin que se formule referencia alguna
en orden a sustentar la vía impugnativa en relación a la denegatoria del recurso de
inconstitucionalidad deducido originariamente a fojas 24/32, no diseñándose por tanto -en este
supuesto- fundamento alguno en relación a los del auto denegatorio.
Por lo tanto, el objeto impugnativo de la presente queja por denegatoria del recurso
extraordinario local, ha quedado acotado -conforme lo propuesto por el interesado- al análisis y
decisión del recurso directo por denegatoria del recurso de inconstitucionalidad que luce
incorporado a fojas 33/45.
4. Del relato de los antecedentes de la causa consumado por la Alzada (cfr. fs. 13v./14v.)
surge que: no se encuentra controvertido que el 25.04.1988 mediante la escritura pública 267
otorgada en Buenos Aires ante el escribano Alfredo Rueda (h), doña Amalia Margarita Agüero y
Fernández de Olaso, viuda de primeras nupcias de don Rodrigo María Francisco Julián Juan José
de Olaso y Olaso, domicilada en la ciudad de Bilbao, España, donó a sus hijos Gonzalo Tomás de
Olaso y Agüero y Enrique José Félix de Olaso y Agüero, la parte indivisa de la nuda propiedad
reservándose el usufructo vitalicio y con los cargos que se indican, de los inmuebles que allí se
detallan (punto A: campo “Las Mercedes”, con una superficie total de 8.956 hectáreas y fracción;
punto B: campo “La Amalia”, con una superficie total de 3.117 hectáreas y fracción, ambos
ubicados en el Departamento San Cristóbal, de la Provincia de Santa Fe; y punto C: lotes de
terreno en el Departamento San Justo también de la Provincia de Santa Fe que totalizan algo más
de 8.000 metros cuadrados). Según se describe en el título, le correspondieron a la donante los
inmuebles suscriptos en los puntos A, B y C por fallecimiento de don Rodrigo María Francisco
Julián Juan José de Olaso y Olaso en cuyo juicio sucesorio fueron declarados únicos y universales
herederos sus hijos Gonzalo Tomás y Enrique José Félix Olaso y Agüero y su esposa Amalia
Agüero y Fernández. Esta donación fue efectuada con cargo a los donatarios de: 1° No vender ni
dividir el condominio de los inmuebles por el término de ley; 2° No proceder a la internación de la
donante en ningún instituto geriátrico, lo que será considerado causal de ingratitud y será de
aplicación lo establecido en el artículo 1848 y concordantes del Código Civil. Presentes en el acto
don Gonzalo Tomás de Olaso y Agüero, español, nacido el 21.12.1955, casado en primeras
nupcias con doña María Fernanda Azanza, y don Enrique José Félix de Olaso y Agüero, español,
nacido el 28.06.1958, soltero, manifiestan su conformidad y aceptación de la donación, reserva de
usufructo y cargos impuestos a cuyo cumplimiento se obligan, y manifiestan que han tomado
posesión real y efectiva de lo donado, y que toman a su cargo las deudas que pudieren existir
respecto de los impuestos, tasas y demás contribuciones que afecten a los inmuebles donados. A
continuación se expresa: “a esta altura del acto las partes de común acuerdo establecen para el
caso de prefallecimiento de los donatarios a la donante, la reversión de los inmuebles donados, de
acuerdo a lo establecido en el art. 1841 y concordantes del Código Civil”.
Tampoco luce controvertido que Gonzalo Tomás de Olaso y Agüero contrajo matrimonio
con doña María Fernanda Azanza y que de esa unión nació el 08.02.1988 Rodrigo Jesús Olaso y
Azanza, como también que este matrimonio quedó disuelto “por sentencia de divorcio, varios años
después”. Que el 19.01.1992, ya divorciado, falleció en un accidente de navegación don Gonzalo
Tomás de Olaso y Agüero en cuyo juicio sucesorio fue designado único y universal heredero el
entonces menor Rodrigo Jesús.
El 03.09.1992 se labró escritura pública 722, en Buenos Aires, ante el Escribano público
Alfredo Rueda (h) en la cual, don Miguel Carlos Jackson, en su carácter de apoderado de Amalia
Margarita Agüero y Fernández de Olaso, luego de exponer lo acordado respecto a la donación
que ésta hizo en la escritura pública 267 del 25.04.1988 a favor de sus hijos de la parte indivisa de
los inmuebles detalladas en los puntos A, B y C, señala que las partes convinieron “que la donante
se reservaba la reversión de los inmuebles donados en caso de prefallecimiento” y que “el
donatario Gonzalo Tomás de Olaso y Agüero falleció el 19 de enero de 1992, por lo que viene por
la presente y en nombre de su representada, a ejercer la reversión únicamente respecto de la
porción donada a Gonzalo Tomás de Olaso y Agüero sobre los bienes ya referenciados,
retrotrayendo en consecuencia el dominio de los mismos a la donante, todo ello conforme lo
dispuesto por los artículos 1841 y concordantes del Código Civil”. Seguidamente se establece, a
los efectos registrales y fiscales, las proporciones en que se revierte la donación efectuada a
Gonzalo Tomás de Olaso y Agüero en los inmuebles descriptos en los puntos A, B y C.
El disenso planteado en esta litis, versa precisamente sobre la validez de este acto de
reversión de la donación, impugnado de nulidad en la demanda presentada el 28.12.1995, por la
madre de Rodrigo Jesús Olaso y Azanza en representación de su hijo entonces menor -hoy mayor
de edad y comparecido en autos-, por entender que de la lectura de la cláusula de reversión de la
donación, surge clara la voluntad de la donante de revertir para sí la donación en caso de
premoriencia de ambos donatarios (y no sólo de la de uno de ellos), y al no haber concurrido la
circunstancia prevista como condición resolutoria de la liberalidad, la reversión operada es nula
(cfr. demanda). Pretensión a la que se opuso la demandada, fallecida el 27.07.2008 y
comparecido en calidad de heredero Enrique José Félix de Olaso y Agüero, quien sostiene que el
cumplimiento de la condición resolutoria -muerte del donatario Gonzalo Tomás- produjo de pleno
derecho la vuelta al patrimonio de la donante del dominio o nuda propiedad de las partes indivisas
donadas al fallecido y la reversión de la donación se ajustó plenamente a derecho (cfr.
contestación de la demanda).
5. Se adelanta que el impugnante no logra aportar el convencimiento de que en el caso
corresponda franquear el acceso a esta instancia de excepción.
En este estadio de la decisión, cabe puntualizar que, el artículo 8 de la ley 7055 impone al
quejoso la carga de rebatir cada uno de los motivos expuestos por la Sala para cimentar su
decisión de denegar el recurso extraordinario, trayendo razones de peso en orden a destruir la
referida argumentación.
De la confrontación del auto denegatorio con el escrito de queja, surge que el interesado no
asume idóneamente tal cometido, pues no logra distorsionar los fundamentos de aquél.
En efecto, lo aseverado por el Tribunal en oportunidad de realizar el examen de
admisibilidad del artículo 6 de la ley citada no merece suficientes reparos ni es desvirtuado por el
interesado en su recurso directo, quien pese a las alegaciones vertidas no logra satisfacer la carga
del artículo 8 de la mencionada ley y, por ende, no refuta eficazmente los motivos expuestos por la
Cámara para basar su decisión de denegar la concesión del remedio extraordinario, trayendo
razones de peso a fin de neutralizar los fundamentos aportados, especialmente en orden a que: la
argumentación recursiva no supera el valladar de constituir meras discrepancias con la
interpretación de normas del derecho común citadas y aplicadas; que los jueces no están
obligados a seguir a los litigantes en todas sus alegaciones, bastando que seleccionen los
argumentos que congruente y razonablemente conduzcan a una solución de la litis acorde con las
constancias de autos y el derecho aplicable; que -como regla- los posibles errores de
interpretación del derecho común y de la estimación de la prueba no constituyen objeto del
recurso; y, especialmente, en cuanto no se revela que haya mediado violación de disposición
constitucional alguna, del debido proceso ni se haya vulnerado el derecho de defensa -con entidad
constitucional-.
Ello es así, más allá de las insuficiencias que pudieren endilgarse al memorial del recurso
de inconstitucionalidad, particularmente, en cuanto a la formulación de una cuestión constitucional,
careciendo de claridad y precisión en la descripción de las supuestas violaciones de las garantías
constitucionales enunciadas.
Adviértase que la mera invocación de cláusulas constitucionales presuntamente violadas no
es suficiente a los fines de la fundamentación de la existencia de cuestión constitucional, si no se
demuestra la necesaria dependencia que debe existir entre ésta y la decisión del litigio. Admitir lo
contrario, importaría la jurisdicción ilimitada de la Corte, pues no hay derecho que en definitiva no
tenga raíz y fundamento en la Ley Suprema.
Frente a lo expuesto, la lectura del memorial de la queja revela que el interesado se limita a
efectuar postulaciones genéricas y a reiterar los planteos ya esgrimidos en oportunidad de
enderezar el recurso de inconstitucionalidad local, quedando así -se reitera- incumplida la
obligación de replicar el cimiento del auto denegatorio. Y dichas deficiencias obstan, ciertamente,
a la admisión del presente remedio extraordinario, al resultar privado de fundamentación suficiente
a fin de sortear esta instancia de excepción.
Aun cuando lo expuesto es suficiente a los fines de desestimar la queja, cabe señalar a
mayor abundamiento -obiter dictum- que la consideración de lo argumentado en el referido
memorial, tampoco deja entrever un supuesto de arbitrariedad, pues sus genéricas alegaciones no
pueden menos que dejar incólumes los fundamentos expuestos por el Tribunal de Grado, cuando
examinando los términos y alcances del fallo de anterior instancia y la materia controvertida en la
causa, concluyó que éste carecía de sustento y lo revocó, admitiendo la demanda de nulidad de
reversión de la donación, con costas.
Para ello el Tribunal tomó en consideración los actos jurídicos (donación y reversión) y ante
la claridad que surgía de su texto, en especial, de la literalidad de la cláusula de reversión que
prevé “Las partes de común acuerdo establecen para el caso de prefallecimiento de los donatarios
a la donante, la reversión de los inmuebles donados, de acuerdo a lo establecido en el art. 1841 y
concordantes del Código Civil” (f. 14v.), infirió que sin duda alguna aludía “al fallecimiento previo
de ambos donatarios”, con mención de la pacífica jurisprudencia en cuanto a que “si los términos o
expresiones empleados en un contrato son claros y terminantes, sólo cabe limitarse a su
aplicación, sin que resulte necesaria una labor hermenéutica adicional y no cabe a los jueces
asignar a las cláusulas de un contrato un sentido reñido con la literalidad de sus términos (por
aplicación de la regla ‘in claris non fit interpretario’, lo que es claro no requiere ser interpretado”.
Así surge prístino del razonamiento seguido por el Oficio que, el íntegro cumplimiento de la
condición resolutoria impuesta por la donante requería el fallecimiento de ambos donatarios (“los
donatarios”) y que una condición parcialmente cumplida no da derecho a exigir un cumplimiento
parcial de la obligación. Para ello ponderó que “habiendo conservado la donante el usufructo
vitalicio sobre los bienes donados -y con ello el poder de administrarlos- y atendiendo a los cargos
impuestos, en ningún caso esos bienes hubieran podido ser vendidos o divididos estando en vida
la donante”, puntualizando que “para apartarse del principio señalado precedentemente y
adentrarse en otros criterios interpretativos establecidos en la ley o admitidos por la doctrina es
preciso demostrar que la aplicación del texto del contrato llevaría de algún modo a conclusiones
reñidas con lo que emerge de la voluntad de las partes” (con mención doctrinaria), concluyendo
que tal situación no ha sido demostrada en estos autos (f. 15).
Es del caso evocar que cuando son claras y precisas las locuciones utilizadas en un
contrato no cabe mas que ceñirse a su aplicación sin recurrir a la adicional interpretación
hermenéutica, por aplicación del principio de buena fe contractual (cfr. C.S.J.N., citado en L.L.
2001-D-301); y, que la interpretación jurídica tiene por objeto atribuir significado jurídico a cierto
texto jurídico y no se agota en un mero trabajo de exégesis lingüística destinada a saber qué dice
el texto interpretado, sino que lo que se busca es fundamentalmente inferir a partir del mismo y de
ciertos problemas imaginarios o reales, cuál es la conducta prohibida, obligatoria o permitida (cfr.
A. y S. T. 210, pág. 341).
Seguidamente la Cámara analizó las conclusiones de la doctrina (respecto de los arts. 534
y 535 C.C.) en cuanto a la condición de indivisibilidad, tanto en relación con el hecho generador de
la reversión de la donación cuanto del objeto del acto, considerando que “...si la condición para
habilitar la reversión de la donación era el 'prefallecimiento de los donatarios a la donante', queda
claro que su cumplimiento íntegro requería el fallecimiento de ambos donatarios ('los donatarios') y
no de uno de los donatarios' o de 'cualquiera de los donatarios'. Máxime cuando tampoco se
previó la reversión parcial de la donación respecto únicamente de los bienes donados al fallecido,
sino y sólo 'la reversión de los inmuebles donados', es decir, de la totalidad de los inmuebles
donados” (cfr. f. 15v.).
De igual manera, la argumentación de la Alzada transcurrió por considerar el instrumento
como un todo orgánico y a conceptualizar como integradora la interpretación -como lo haría una
persona prudente que obra con el cuidado y la seriedad que debe ponerse en un negocio jurídico-;
de modo tal de proteger no solamente al recipiente sobre la posibilidad de que el declarante
alegue que quiso una cosa distinta de la que se desprende de sus palabras o conductas, sino
también al declarante contra la posibilidad de que el aceptante sostenga que entendió aquella
manifestación de manera diferente de la que es su significado propio (con remisión a opiniones de
los autores). En este punto se explaya acerca de la buena fe como criterio rector para las partes al
celebrar el contrato “... si una de las partes incurrió en error en la interpretación de cláusulas
contractuales, éste provendría de una negligencia culpable que impide su invocación...” (con
alusión al art. 929 del Código Civil y a un caso del Alto Tribunal de la Nación), conceptos que
propone aplicables a la postura adoptada por la parte demandada en el “sub lite”.
Y, finalmente, el Sentenciante, “ad eventum” y para el supuesto hipotético de duda, confiere
preeminencia a la interpretación que otorga validez y vigencia al acto en cuestión (principio del
“favor negotii”).
Frente a los argumentos aportados por el A quo, precedentemente transcriptos en breve
síntesis, el impugnante con diversos matices ataca de arbitraria la decisión, empero en sustancia
discute la interpretación que del derecho aplicable efectuó el A quo en ejercicio de funciones
propias, lo que resulta ajeno, en principio, a esta instancia de excepción, desde que no demuestra
que en tal labor se haya apartado de la correcta interpretación del derecho vigente.
Se aprecia, asimismo, que la tacha de arbitrariedad del decisorio no se advierte configurada
en el “sub examine”, por cuanto su lectura aporta la convicción de que el mismo no se emitió con
prescindencia y omisión de lo preceptuado en las disposiciones legales que rigen la cuestión, sino
que por el contrario, los Juzgadores hicieron jugar armónicamente los artículos 1841, 1844, 1842
del Código Civil, asignándoles, por consiguiente, una interpretación y alcance que si bien no
satisface las pretensiones del quejoso, por ello no puede -sin más- entenderse afectando el
derecho a la jurisdicción, desde que es una interpretación posible dentro de las brindadas por el
marco legal en que se encuadró la cuestión.
En este punto cabe señalar que la invocación del artículo 1841 del Código Civil -que refiere
a la reversión de la donación (cláusula accidental), concretamente por premoriencia del donatariobajo cuyo amparo se coloca el ocurrente, en nada mejora su posición pues conforme las opiniones
de los autores lo previsto en la norma no reviste sino carácter enunciativo. En efecto, el citado
precepto prescribe “El donante puede reservarse la reversión de las cosas donadas, en caso de
muerte del donatario, o del donatario y sus herederos”. Por su parte, el artículo 1844 del mismo
cuerpo normativo hace referencia a las posibilidades de reversión admitidas, mencionando: a) que
muera el donatario antes que el donante; b) que mueran el donatario y sus hijos o descendientes,
antes que el donante; c) que muera el donatario sin hijos. De la confrontación y concordancia de
los preceptos mencionados y con sostén en la opinión de los autores, puede afirmarse que “esta
enunciación ha sido considerada ejemplificativa, pues el artículo 1841 sólo hace referencia a los
herederos, razón por la cuál se entiende que podría pactarse la reversión para el caso de
premoriencia del donatario y su cónyuge, o del donatario y sus hermanos...” (cfr. Lorenzetti,
Ricardo Luis, Director de la obra “Código Civil Comentado”, “Contratos”, Parte Especial, Tomo II,
1ra. Edición Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2006, pág. 368, comentado por Catalina Moggia de
Samitier; con remisión a “Belluscio”). Por otra parte, en análogo sentido se pronuncia que
“Corresponde aclarar que la enunciación (del 1844) no es exhaustiva ya que no son éstos los
únicos casos posibles de reversión. Por lo pronto, del texto del art. 1841 -mas allá de las
controversias que suscita- resulta la posibilidad de que la reversión se establezca para el caso de
muerte del donatario y sus herederos; pero también se pueden imaginar otras posibilidades, como
la muerte del donatario y su cónyuge, del donatario y sus padres, del donatario y sus hermanos u
otros parientes o las más variadas cláusulas limitativas de la reversión...” (cfr. Belluscio, Augusto
C., Director de la obra “Código Civil y Leyes complementarias; Comentado, anotado y
concordado”, Tomo 9, Editorial Astrea, Ciudad de Buenos Aires, 2004, pág. 131, con la
colaboración de Carlos A. R. Lagomarsino. En similar sentido se expresa Fernando J. López de
Zavalía (en “Teoría de los Contratos”, Tomo 2, Parte Especial (1), Editorial Zavalía, Buenos Aires,
2da. Reimpresión 1991, pág. 520): “La examinada enumeración de casos del art. 1844 no es
exhaustiva, y ya lo anuncia el art. 1841 que habla genéricamente de herederos. Pues si como
superviviente (beneficiario directo de la reversión) sólo puede ser tenido en vista, el propio
donante, otra cosa acontece con las personas de cuyo predeceso puede tratarse en la cláusula de
reversibilidad. El motivo de la diferencia de régimen entre ambas hipótesis debe verse en esto:
ampliar el número de beneficiarios sería facilitar la reversión (y caer en la sustitución fideicomisaria
que la ley no quiere), en tanto que ampliar el número de personas de cuyo predeceso se trata es
dificultar la reversión. Todo lo que tienda a limitarla es lícito”.
Por supuesto que lo expresado toma en cuenta la limitación del artículo 1802 del Código
Civil, primer párrafo “El donante puede imponer a la donación las condiciones que juzgue
convenientes, con tal que sean posibles y lícitas...”, razón por cual a la donante nada le impedía
establecer la reversión solamente para el caso de premoriencia de sus dos hijos donatarios. No
empece a ello la redacción originaria del precitado ordenamiento de fondo, en concordancia con
las disposiciones del artículo 1794 de Código Civil que admite explícitamente las donaciones
efectuadas a varias personas.
Por lo tanto, a tenor de dichas posiciones doctrinales sustentadas en el texto de los
artículos enunciados y el contenido de la cláusula de reversión de la donación en análisis, donde
se consigna expresamente “...las partes de común acuerdo establecen para el caso de
prefallecimiento de los donatarios a la donante, la reversión de los inmueble donados....”; y en
tanto los donatarios eran ambos hijos de la donante, cabe sostener que no sólo no resultaba
imposible o irrazonable la exigencia de la premoriencia de ambos donatarios -como condición
resolutoria de la donación efectuada- sino que ello implicaba el acatamiento de la expresa
voluntad -lícita- de la donante pronunciada en escritura pública y aceptada por los demás
participantes del acto.
No empece a dichas conclusiones lo alegado por el recurrente en cuanto sindica al acto de
donación como “intuitae personae”, pues en nada mejora su posición y ha de merecer la misma
suerte adversa. En este aspecto la respuesta brindada por el Tribunal sobre la base del alcance
de la cláusula de reversión -en que basó su sentencia- importó optar por una solución dentro del
marco de posibilidades exegéticas que le autorizaba la normativa, sin incurrir en excesos
descalificantes y sin que lo decidido aparezca como mero acto de voluntad discrecional
incompatible con el adecuado servicio de justicia.
Repárese en que el interesado abunda en consideraciones que no afectan el núcleo de lo
decidido, trasuntando situaciones que escapan a lo pretendido y a las circunstancias fácticas y
jurídicas que rodearon el “sub lite”, tal la consistente en que la reversión se produce aunque
sobrevivan los hijos del donatario.
No puede soslayarse que, de existir opiniones de los autores y jurisprudencia divergentes,
en una temática de derecho común cuyo tratamiento puede no ser uniforme, denota que la
cuestión es opinable y, por ende, resulta excluida de esta instancia de excepción cuando el
tribunal ha optado simplemente por una solución dentro del marco de posibilidades y del contexto
fáctico del caso, por lo que no merece descalificación con arreglo a los principios vigentes en
materia de arbitrariedad de sentencias en tanto -mas allá del menor o mayor grado de aciertotiene sustento en una exégesis posible de los preceptos en juego y no aparece como absurda,
puramente subjetiva o ilógica y coincide con respuestas brindadas por la jurisprudencia y la
doctrina a temas polémicos (cfr. criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
Fallos:247:100; 270:124; 302:836).
De la misma manera, las imputaciones del ocurrente relativas a que la decisión se fundó en
afirmaciones dogmáticas o apodícticas, suposiciones infundadas, abstractas e imprecisas, se
muestran insuficientes para tener por configurado un agravio concluyente para variar -en su favor-
la suerte de la litis, quedando así reducidos sus planteos a meras formulaciones carentes de
idoneidad para lograr la descalificación -desde una perspectiva constitucional- de la motivación
brindada por el A quo, pretendiendo convertir a esta instancia excepcional en una tercera instancia
ordinaria de revisión, desnaturalizando así el objetivo mismo del recurso de inconstitucionalidad
local.
La Alzada en su labor interpretativa analizó las circunstancias fácticas que rodearon el
devenir de los protagonistas de los actos jurídicos en cuestión a lo largo de todo el tiempo en que
los mismos se sucedieron, la que no depara irrazonabilidad ni contradicción con los
acontecimientos objetivamente relatados.
Y si bien el interesado le endilga realizar construcciones hipotéticas, no obstante, no logra
superar lo argumentado por los Sentenciantes en cuanto a que con la dispuesta reversión de la
donación respecto de Gonzalo Tomás habría variado el contenido inicial de la condición
resolutoria del acto de donación, intentando una reversión parcial (en relación al nombrado) no
contemplada inicialmente en el acto, ni obviamente, en la voluntad de las partes intervinientes.
La Cámara efectuó un prolijo análisis de las constancias, hechos y pruebas de la causa,
bien que con un resultado adverso al pretendido por el impugnante, sin que éste haya logrado
hacerse suficientemente cargo de los elementos sobresalientes en que aquélla se basó para
revocar lo decidido en anterior instancia de conocimiento.
Los jueces evaluaron el plexo probatorio y es innegable que no están obligados a ponderar
una por una exhaustivamente todas las pruebas alegadas, ni tratar la totalidad de las cuestiones
aportadas por las partes en tanto de la decisión surja un análisis razonado de las circunstancias
eventualmente conducentes a la solución del litigio, por lo que la sentencia no resulta
descalificable como acto jurisdiccional, en tanto brinde razones que constituyen adecuada
motivación.
Por lo tanto el invocado apartamiento de las constancias de la causa no merece recepción
toda vez que de la lectura del recurso en su confrontación con la resolución impugnada surge que
el Tribunal ha realizado una valoración global y, examinando todo el plexo fáctico y probatorio,
llegó al convencimiento de que no se habían aportado al proceso las confirmaciones necesarias
tendentes a acreditar que los agravios articulados luzcan suficientemente fundados desde el plano
constitucional.
Así, la Cámara realizó un eficiente análisis hermenéutico de las disposiciones que regían la
relación, trasuntando su actividad una tarea que no merece reproches ni adolece de arbitrariedad
que la descalifique.
En consecuencia el compareciente no logra demostrar -siquiera en grado liminar- la
configuración del algún supuesto hábil para franquear la instancia extraordinaria intentada, siendo
ello así en tanto no persuade que se haya configurado un supuesto de inaplicación normativa sino
que, por el contrario, se aprecia que existió correlación -en total armonía- entre lo acordado por las
partes y el instituto de la reversión, por un lado, y entre éste -en el marco de lo lícito y posible- y la
regulación normativa del artículo 1841 del Código Civil, por el otro, careciendo lo alegado de la
conexión inexorable que debe existir entre los hechos relevantes de la causa y la cuestión
constitucional que genéricamente enuncia, limitándose a efectuar una mera invocación global de
agravios en torno a cuestiones que resultan propias del ámbito reservado a los jueces ordinarios
de la causa y que, como tales, son ajenas a la órbita del excepcional remedio intentado. Y más
allá de su menor o mayor grado de acierto, la conclusión a que arribó el Sentenciante en la
medida en que no demuestre un manifiesto apartamiento del derecho a la jurisdicción no puede
descalificarse por inconstitucional; incumpliendo -como ya se adelantó- con la carga de sustentar
la queja en los fundamentos del auto denegatorio, desde que no los desvirtúa adecuadamente,
sino que se limita a insistir en su particular enfoque respecto de la valoración de los hechos
acontecidos, de las pruebas aportadas a la causa y de la interpretación de normas del derecho
común; sin lograr persuadir que se configure un caso constitucional idóneo para operar la apertura
de la instancia extraordinaria ante esta Corte, cuya misión es efectuar el control de adecuación de
las sentencias al ordenamiento jurídico fundamental, pero en modo alguno sustituir a los tribunales
ordinarios en su cometido jurisdiccional.
Por los razones expuestas, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE:
Rechazar la queja interpuesta y declarar perdido para el recurrente el depósito efectuado (art. 8,
ley 7055).
Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen.
Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA-GUTIÉRREZ-NETRI- Fernández Riestra (Secretaria)
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