Los envases de gas licuado ¿Cosa mueble o “mueble registrable”?

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Los envases de gas licuado ¿Cosa mueble o “mueble registrable”?
Por Luis Moisset De Espanés y Luis B. Cima
Artículo publicado en la Revista LA LEY nº 237 del 11/12/2000
SUMARIO: I. Introducción. -II. De las cosas. -III. Régimen jurídico de las garrafas:
¿cosas muebles o cosas registrables? -IV Incidencias en el campo del Derecho
Penal.- V: Conclusiones.
I. Introducción
La comercialización del gas licuado se inició monopólicamente por Gas del Estado
varias décadas atrás y el mayor problema para los usuarios, como recordarán los
memoriosos, era el suministro domiciliario que solía padecer las pesadas trabas
burocráticas de la empresa estatal, con la consiguiente demora en la entrega al
consumidor.
Con la aparición en el mercado del gas envasado en "garrafas" (envases de metal
para 10,12, 15, 30 ó 45 kilos de gas), aquel problema se solucionó bastante pero
aparecieron otros, que no afectan directamente al consumidor sino a las plantas
envasadoras o proveedoras de gas a domicilio.
Basta para muestra de la afirmación precedente la solicitada de la Cámara de
Empresas Argentinas de Gas Licuado (CEGLA), publicada en varios diarios del país,
y la respuesta de la Asociación de Fraccionadores de Gas (AF GAS) y de las
cooperativas agrupadas en CADEGAS (La Nación, 31 de agosto de 1999).
En el mercado del gas se ha desatado una "guerra" de las garrafas, ya que las
empresas de mayor poderío económico pretenden adjudicarse la propiedad de
aquellos envases que llevan su marca, característica que los hacía responsables
frente a los usuarios por los daños que pudiesen provocar esos envases que ellos
fabricaron o pusieron en circulación.
La necesidad de regular estos problemas han motivado numerosas resoluciones
administrativas de los organismos competentes y también pronunciamientos
judiciales. Los tribunales, como no podía ser de otra manera, han dado supremacía
a las normas del derecho común por sobre los actos administrativos de carácter
general, de dudosa constitucionalidad si con ellos se pretende alterar el régimen de
propiedad de las cosas muebles.
Concretando esta breve introducción, nuestro propósito es delimitar, a la luz de los
principios vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, si los envases de gas licuado
que se comercializan en plaza son de propiedad de las fracionadoras que
estamparon su nombre en el envase, o de sus poseedores, en especial los usuarios
que los adquieren y, en su caso, la naturaleza jurídica de esos bienes. Podremos
entonces adoptar una opinión sobre la legitimidad de las resoluciones
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administrativas a las que luego nos referiremos o, por el contrario, si esas
disposiciones de la administración vulneran el régimen de propiedad de las cosas
muebles consagrado por el Código Civil.
II. De las cosas
Como es sabido Vélez Sarsfield, en nota al Libro Tercero, de los Derechos Reales,
aclaró que siguiendo el método de Mackeldey se ocuparía primero de las cosas y de
la posesión porque ellos son los elementos de los derechos reales. Consecuente con
la nota, el Título I fue rotulado como "De las cosas consideradas en sí mismas o en
relación a los derechos".
Luego, a partir del art. 2311 del Código, se ocupa de definir lo que debe entenderse
por "cosa"(l), diferenciándolas de los "objetos inmateriales susceptibles de valor", a
los que denomina "bienes" y que, conjuntamente con las "cosas" conforman lo que
constituye el patrimonio de una persona (2), sea ésta una persona física o jurídica.
a) Muebles e Inmuebles
En el art. 2313 del Codificador distingue las cosas en dos categorías bien definidas,
nítidas:
"Las cosas son muebles o inmuebles por su naturaleza o por accesión, o por
carácter representativo".
Esta distinción en algún momento histórico ha sido la más importante clasificación
de las cosas y aún en nuestra época conserva gran jerarquía al punto de que casi
todos los códigos civiles vigentes se ocupan de ella como una de las categorías
fundamentales, y lo mismo sucede en el Proyecto de Código Civil para nuestro país,
elaborado por una Comisión designada por el Ministerio de Justicia, y elevado
recientemente al Parlamento, que le dedica los arts.216 a 218(3).
La distinción entre muebles e inmuebles atiende a la importancia económica
fundamental que en cierto momento tuvieron los inmuebles, ya que en una etapa
de la evolución de nuestra civilización occidental, la contraposición entre ambas
categorías de cosas era la más trascendente y existe un viejo aforismo que expresa:
"res movilis res vilis", dando a entender que las cosas muebles no tenían relevancia
o significación.
En el mundo occiderital moderno la distinción entre cosas de mayor y de menor
importancia no se vincula tanto con las viejas categorías de muebles e inmuebles,
sino que parece encaminarse a distinguir las cosas atendiendo a otras
características (4).
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b) Bienes registrables y no registrables
Sin duda continúa teniendo particular relevancia el valor de los bienes y su función
económica para establecer las distintas categorías (5) y así vemos que desde hace
algo más de medio siglo la doctrina propone la distinción entre bienes registrables y
bienes que no son susceptibles de registro, como la categoría de más trascendencia
en la actualidad, que por su importancia creciente está destinada a desplazar del
primer lugar a la distinción entre muebles e inmuebles (6). Lo vemos también en el
Proyecto de Código Argentino, que le dedica el art. 215 (7), y en las reformas que
una Comisión del Congreso peruano propone efectuar al Código vigente, aunque en
estos trabajos se habla de bienes “registrados” y “no registrados".
Para determinar la inclusión de un bien en la categoría de registrable, no se
atenderá a la movilidad o inmovilidad de la cosa, sino a su importancia económica y
a la posibilidad de individualizar el bien que va a ser objeto de registración, a lo que
debe sumarse la decisión del legislador de someter esos bienes aun régimen jurídico
especial, con relación a la constitución de derechos que sobre ellos recaigan, o a su
oponibilidad frente a terceros.
Es indispensable que el bien pueda ser determinado en su individualidad,
diferenciándolo de otros similares, lo que suele lograrse mediante una descripción
precisa de sus características individualizantes, como sucede con el pelaje,
manchas, remolinos, etc., en el caso de los caballos pura sangre de carrera y,
cuando se trata de cosas que se producen en serie, como los automotores, por la
numeración que se graba de manera indeleble en partes estructurales del vehículo,
como el motor y el chasis. Además, el Registro se encarga no solamente de
matricular el bien, describiéndolo, sino también de publicitar los otros elementos de
la relación jurídica de que es objeto, en especial establecer quien es su propietario,
y tomar razón de los cambios que se produzcan en las titularidades, para que esos
derechos puedan ser oponibles. Solamente de matricular el bien, describiéndolo,
sino también de publicitar los otros elementos de la relación jurídica de que es
objeto, en especial establecer quien es su propietario, y tomar razón de los cambios
que se produzcan en Ias titularidades, para que esos derechos puedan ser
oponibles.
La registración tiene también importancia en vinculación con la responsabilidad civil
que puede atribuirse al propietario de una cosa, cuando con ella se producen
efectos dañosos, pero es menester recordar que la responsabilidad por daños no se
atribuye solamente al propietario de la cosa, sino que a veces recae sobre quien la
fabricó, o la puso en circulación, con total prescindencia del hecho de que ya no sea
propietario de ella.
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III. Régimen jurídico de las garrafas: ¿cosas muebles, o cosas registrables?
Resulta de importancia determinar quién es el "propietario" de las garrafas de gas;
tanto desde el ángulo del derecho civil, cuanto en su proyección a otras esferas del
derecho positivo, según la examinaremos luego.
a) Defensa del consumidor
En primer término, y desde la óptica del "consumidor" a quien el Estado debe
respetar y hacer respetar por su condición de motor de la economía de un país, es
menester aclarar que la ley 24.420 (Adla, LV-A, 18) tiene como principal objetivo
“la defensa de los consumidores o usuarios que contratan la adquisición de cosas
muebles" (art. 1°), declarando el legislador que se trata de una "ley de orden
público" (art. 65), adelantándose en unos meses en la defensa, que luego adquirió
carácter constitucional al incorporarse en 1994 a nuestra Carta fundamental en el
actual art.42.
El mencionado precepto constitucional obliga a las autoridades a defender a
usuarios y consumidores frente a las estrategias monopólicas de las grandes
empresas, e incorpora en su párrafo tercero un precepto que contempla el problema
con relación a los servicios públicos de competencia nacional.
Es evidente que esta defensa no puede realizarse con eficacia y verdadero respeto a
los usuarios de gas envasado mientras no se acuerde participación a los
consumidores, y la única mira de las regulaciones adoptadas en sede administrativa
queda centrada en lo que podríamos denominar "guerra de las garrafas", que
enfrenta agrandes y pequeños fraccionadores de gas, como si la obligación
constitucional se hubiese previsto para los proveedores, en lugar de tener en mira
proteger a los destinatarios del consumo.
Las normativas que regulan el llenado de los envases -"garrafas" o "tubos"- que sin
duda alguna son de propiedad exclusiva de quien los ha adquirido, no toma en
consideración de manera alguna esta perspectiva constitucional, ni las previsiones
de la ley 24.420 que, precisamente imponen el deber de resguardar a esos
consumidores de gas de las prácticas monopólicas.
El precepto constitucional citado (art. 42) ha contemplado sabiamente estos
aspectos, indicando en su párrafo primero que los consumidores y usuarios tienen
derecho "a la libertad de elección", agregando luego "que las autoridades proveerán
a la protección de esos derechos, a la defensa de la competencia contra toda forma
de distorsión" (art. 42, párrafo segundo).
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La resolución de la Secretaría de Energía 414/99 que impide al usuario, propietario
del envase, la libre elección del proveedor al que puede acudir para llenarlo, vulnera
normas de jerarquía superior, tanto de rango legal como constitucional, al conferir
de manera indirecta a las "garrafas" o "cilindros" una suerte de carácter
"registrable" que parece sustraerle la propiedad a quien adquirió esas cosas
muebles, para conferírselas con carácter perpetuo a su "fabricante" o a quien les
colocó una "marca" (8).
De esta manera genera un mercado cautivo, en el cual el consumidor no sólo es
privado de la posibilidad de ejercitar su libertad de elegir para llenar el envase que
es de su propiedad, sino que se encuentra constreñido a aceptar la organización de
una especie de "clearing" de garrafas, sin que tenga posibilidad alguna de escapar a
los manejos de las empresas en la distribución y adquisición del gas butano o
propano.
Se establece así en los hechos un sistema monopólico, ya que el propietario de las
garrafas no puede acudir para llenarlas a una empresa distinta de aquella que
estampó su “marca" en el envase, pues se impide a cualquier empresa que llene los
envases marcados por otra, bajo apercibimiento de una sanción administrativa. En
definitiva, el usuario que adquirió una garrafa quedará ligado para siempre a una
empresa, a la que deberá adquirirle forzosamente el gas.
No se ha tenido en cuenta el sistema adoptado para el uso del GNC, en el cual el
titular del rodado que adquirió los tubos, también cosas muebles, puede llenarlos en
el proveedor que más le satisfaga, por razones económicas o de comodidad. La
similitud fáctica entre ambos supuestos es grande y - a nuestro criterio – lo correcto
sería aplicar el mismo sistema a los propietarios de garrafas de gas, estableciendo,
si, el adecuado control de seguridad (fecha de vencimiento de los controles anuales
y de plazo útil programado de uso sin necesidad de pruebas complementarias); al
mismo tiempo las regulaciones administrativas, para proteger debidamente a los
usuarios consumidores, deberían adoptar medidas que permitiesen verificar la
calidad y cantidad del producto que seles entrega cuando se llenan las garrafas.
b) Necesidad en este tipo de comercio de un "recipiente seguro"
Hemos deslizado ya que no existe duda alguna que, por su naturaleza, los envases
para el llenado de gas se encuentran en la categoría de las cosas muebles
descriptas en el art. 2318 y reguladas por el art. 2412 del Cód. Civil.
Para reforzar esta aseveración incuestionable, es preciso señalar que el primer
usuario de gas propano o butano, adquiere a su proveedor el contenido (el
elemento gaseoso), y el continente (envase de 10, 12,15, 30 ó 45 kilos).
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El elemento gaseoso que también encuadra en la categoría de las cosas muebles
(arts. 2318 Cód. Civil) participa del carácter de "cosa consumible" al agotarse con la
utilización que hace el poseedor (art. 2325 Cód. Civil) en su primer uso.
Por el contrario, el envase o continente del elemento gaseoso - la garrafa o el tubo es una cosa fungible (art. 2324 Cód. Civil), no consumible, que su propietario
continuará utilizando como recipiente en sucesivas oportunidades para, por medio
de su oportuno llenado, contar con el elemento gaseoso que necesita para el
consumo.
Las características propias del gas hacen que el conjunto de contenido y continente
sea una cosa "riesgosa", y tanto el fabricante del envase, como el fraccionador del
gas, deben responder frente al usuario o consumidor por la seguridad de ese
conjunto de cosas suministradas.
Pero este "deber de seguridad" debido al usuario o consumidor, y la responsabilidad
del fabricante por el producto elaborado, en modo alguno deben llevarnos a
confundirla categoría jurídica en que se en marcan tales cosas, que son ambas
muebles, y se encuentran reguladas, en cuanto al derecho de propiedad, por el art.
2412 del Cód. Civil; no se trata de "cosas registrables", y menos aún de cosas cuya
propiedad surja de la inscripción en un registro, ya que una regulación de este tipo
sólo podría establecerse por ley especial que les confiriese tal categoría (9).
Como en nuestro régimen constitucional está vedada la delegación de poderes o
facultades, jamás el poder administrador puede establecer normas que, además de
ignorar la tutela que constitucionalmente se debe al consumidor (art. 42,
Constitución Nacional), vulneran las disposiciones del derecho común establecidas
en el Código Civil.
Insistimos en que el usuario que adquiere la garrafa, se convierte en su propietario
y como tal, puede usarla de diferentes maneras, ya que podrá recurrir a cualquier
fraccionador de gas para que se la "recargue" o podrá, a su arbitrio, trocar ese
recipiente por otro que ya se encuentra cargado.
Esas facultades que tiene, como propietario del recipiente ya adquirido no le pueden
ser restringidas sin coartar sus derechos de usuario. No olvidemos que, como bien
dice Diez Picazo, "El principio dé seguridad jurídica comporta asimismo la seguridad
de los derechos subjetivos pertenecientes a los particulares. Es de justicia que se
respete la titularidad dominical o la titularidad de cualquier otro derecho
perteneciente a una persona" (10).
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IV. Incidencia en el campo del Derecho Penal
Sostuvimos anteriormente que la cuestión de determinar si los envases de gas
licuado deben regirse por el régimen general de las cosas muebles o si, por el
contrario, se trata de un régimen especial de cosas muebles registrables - lo que
debe descartarse por la ausencia de una legislación especial que les confiera esa
categoría - además de las cuestiones administrativas que suscitaba, también podía
tener un reflejo en el derecho penal.
En efecto: si la única autorizada a llenar con gas butano o propano "sus" garrafas es
la envasadora que ha estampado su marca en el envase y ello es considerado como
el ofrecimiento de un producto de tal calidad marcaria al consumidor, el llenado por
otra firma de la competencia significaría lisa y llanamente una burla a la buena fe
del consumidor ( figura genérica de la estafa del art. 172 o defraudación especial
del art. 173 inc. 1º del Cód. Penal) a quien se le ofrece un producto de tal o cual
marca y se le entrega otro de distinta denominación registrada.
Pero además, significaría la configuración del delito descripto en abstracto por el
art. 31 de la ley 22362 (Adla, XLI-A, 58).
Esta cuestión es sumamente grave, ya que importaría violar los derechos del
consumidor si resulta que en la adquisición del elemento gaseoso el usuario tuvo en
mira determinada marca o calidad del producto.
Sin embargo, según nuestro punto de vista, como el dueño del envase es el usuario
que lo adquirió, entre las facultades inherentes a su derecho de propiedad sobre esa
cosa mueble se encuentra la de llenarlo a su voluntad, quedando en manos del
Estado o del envasador vigilar el cumplimiento de los deberes de seguridad, calidad
y cantidad del gas suministrado al consumidor.
En un "Caso que a nuestro entender resuelve correctamente la cuestión, Alfredo
Manuel Rodríguez, Juez Federal de Mendoza, dispuso sobreseer al imputado de
haber cometido el delito descripto por el art. 31, inc. b) de la ley 22362 con
argumentos irrebatibles, a saber: "Que en ordena la resolución de la situación legal
del indagado, a mi entender y tal como ya lo adelantara, el accionar desplegado por
la firma Oeste Gas S.A., no constituye el uso de una marca registrada perteneciente
a un tercero - en este caso Y.P.F Gas - sin su autorización, ya que la actividad que
desarrolla la empresa citada, consistente en la comercialización a nivel minorista y
mayorista de gas licuado el que indefectiblemente debe ser envasado en garrafas y
en cilindros de acuerdo a la cantidad que se necesite.
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En tal sentido, lo que Oeste Gas S.A. y todas las distribuidoras del citado fluido
comercializan, es el contenido de los envases y no las envases mismos".
Agregando más adelante un fundamento visceral con relación al tema que venimos
desarrollando:
"Por último, resulta claro que cada adquirente de gas licuado por medio de envases,
es titular de la garrafa que compra por primera vez, y que tal vez debido a la
cercanía con el comercio donde la adquiere, o al precio que abona por el gas fluido,
decide efectuar la transacción en tal o cual lugar, sin interesarle la leyenda que
figura en la parte exterior del envase, ya que siempre debe existir - y conforme a
las muestras fotográficas así sucede - sobre la válvula de apertura se encuentra un
precinto de seguridad o cubierta plástica adherido a la misma, en el que se lee la
razón social de la empresa fraccionadora, en este caso, Oeste Gas S. R. L.".
Observamos que, con alguna casuística, el Juzgado Federal mendocino, ha seguido
por el rumbo acertado, ya que indirectamente se acepta que tratándose de una cosa
mueble, no es la empresa envasadora quien goza de las clásicas facultades del
"domino: jus utendi, jus fruendi y jus abutendi", sino que el verdadero y único
propietario del cilindro o garrafa es el consumidor.
Por ello resuelve con acierto que no existe conducta penalmente reprochable si una
envasadora llena los cilindros o garrafas que llevan la "marca" de otra - por más
resoluciones administrativas que existan o se sucedan - y lo hace por un único y
sencillo motivo: el propietario del envase es el consumidor y puede adquirir el
elemento gaseoso que le convenga, en el comercio de su preferencia y libre
elección, ya que tratándose de una cosa mueble fungible puede ejercitar todas las
facultades inherentes al derecho de dominio (arts. 2506, 2507, 2508 y 2513, Cód.
Civil).
De lo anteriormente dicho colegimos que cualquier resolución administrativa que
pretenda cercenar este derecho de propiedad, o restringirlo en mayor o menor
grado, resulta contraria a principios constitucionales, de acuerdo al orden prioritario
y escalonado de las normas jurídicas (art. 31, Constitución Nacional), pues las
"restricciones y límites al dominio" sólo pueden responder aun interés público y no
al exclusivo de las empresas (art. 2611, Cód. Civil).
V. Conclusiones
1) Los envases de gas licuado (garrafas o cilindros), son cosas muebles, fungibles,
no consumibles, y su propiedad queda regida por las reglas del art. 2412 del Cód.
Civil.
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2) Los envases comercializados no pertenecen a la empresa que los fabricó o a la
envasadora que hizo estampar su sigla o marca, sino a quien los posee. No son
cosas muebles "registrables" ni gozan de un régimen jurídico distinto al de las
restantes cosas muebles.
3) El propietario del envase (usuario o consumidor) tiene el derecho a recargarlo en
la empresa que le brinde mayores beneficios o goce de su preferencia, o bien
permutarlo por otro ya recargado.
4) El Estado debe garantizar el control de calidad del fluido gaseoso que se vende en
el mercado por las envasadoras, de acuerdo a la obligación constitucional
establecida en el art. 42 de la Constitución Nacional
5) Debe además ejercitar los controles de seguridad necesarios para prevenir los
daños que pueda provocar la circulación de envases deteriorados, o por el
agotamiento del tiempo de vida útil para su empleo, sin perjuicio de la
responsabilidad solidaria por el riesgo de la cosa que pesa sobre el fabricante,
envasador o distribuidor del gas envasado (arts.13 y 40, ley 24420, texto según ley
24999 - Adla, LVIII-C, 2929 -).
6) Las resoluciones emanadas de organismos no legislativos carecen de eficacia para
modificar el régimen jurídico establecido por el Código civil, resultando ajeno al
propietario de los envases las cuestiones de competencia comercial que se susciten
entre las empresas fraccionadoras que, en manera alguna pueden perjudicar su
derecho a la libre elección en la adquisición del gas licuado (art. 42, Constitución
Nacional).
NOTAS
(1) "... los objetos corporales susceptibles de tener un valor".
(2) Art. 2312, Código Civil.
(3) Esas normas están ubicadas en el Libro Segundo Título III del mencionado proyecto.
(4) KUMMEROW, Gert, "Bienes y derechos reales"' 2' ed., Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1969: "... la distinción ha perdido terreno. La necesidad de rodear de fórmulas de
protección la transferencia y la constitución de derechos sobre ciertos bienes, ha desplazado
el interés hacia la organización registral comprensiva de tales operaciones" (p. 68).
(5) VALLET DE GOYTISOLO, Juan, "Estudios sobre garantías reales", p. 230, Montecorvo,
Madrid, 1973,: "Han surgido nuevos bienes, como los de la propiedad intelectual o de la
propiedad industrial, los títulos valores - que Ilegan a constituir ingentes montañas de valor
- los automóviles, las aeronaves, las empresas mercantiles".
(6) Los autores españoles coinciden en señalar que, en su país, el primero en proponer esta
distinción fue el maestro Federico de Castro, en el Programa de Parte General de la
Universidad Complutense (ver VALLET DE GOYTISOLO, obra citada, p. 244, nota 57; y
PEREZ, Pascual M., "Introducción al Derecho Registral”, Rev. de Derecho Privado, Madrid, p.
43, nota 82).
(7) Proyecto de Código Civil para Argentina, art. 214: "Bienes registrables. Son bienes
registrables los que deben ser inscriptos en registros especiales para la oponibilidad o la
constitución de los derechos".
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(8) El art. 5° de la resolución de la Secretaría de Energía 414/99 (Adla, LIX-D, 4133) (que
modifica el art. 8° de la resolución conjunta de la ex-Secretaría de Comercio e Inversiones
23 y Secretaría de Energía 23 del 28/1/94) dispone: "Sustitúyese el art. 8° de la resolución
conjunta ex-Secretaría de Comercio Inversiones 23 y Secretaría de Energía 23, de fecha 28
de enero de 1994, por el siguiente: "Art. 8°.- Los centros de canje de envases, existentes o
a crearse en el futuro, se ajustarán estrictamente a lo dispuesto por el "Reglamento de
Canje de envases con marcas y/o leyendas registradas" y únicamente entregarán a las
firmas participantes de los mismos, envases para contener gas licuado, individualizado con
marcas y/o leyendas (sobre relieve o placa) inscriptas a su favor. Cuando no existiera
cantidad suficiente de estos, podrán también entregar a la planta solicitante envases
individualizados con marcas y/o leyendas (sobrerrelieve o placas) inscriptas a favor de otras,
siempre que éstas cuenten con el correspondiente convenio de autorización de llenado de
envases con marcas y/o leyendas de otras firmas a su favor y que las partes intervinientes
en la realización de los mismos hayan comunicado en forma fehaciente tal situación a esta
autoridad de aplicación y al Centro de Canje de envases correspondiente".
(9) Ver la remisión que hace el art. 2505 del Cód. Civil a los "registros creados o a crearse"o
(10) DIEZ PICAZO, Luis, "Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial", Vol. I, Introducción –
Teoría del Contrato, p. 53, 5º Ed., Civitas, Madrid, 1996.
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