Evaluación de la biodiversidad estructural en bosques de ribera de

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INFORME FINAL DEL PROYECTO
Convocatoria Orden de 26 de Septiembre de 2003
del Consejero de Medio Ambiente
EVALUACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD ESTRUCTURAL
EN BOSQUES DE RIBERA DE LA VERTIENTE
ATLÁNTICA DE LA CAV Y SU RELACIÓN CON ÍNDICES
DE CONSERVACIÓN Y ESTRATEGIAS DE
RESTAURACIÓN
ERROTUZ
Noviembre 2004
INFORME FINAL DEL PROYECTO
Titulo:
EVALUACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD ESTRUCTURAL EN
BOSQUES DE RIBERA DE LA VERTIENTE ATLÁNTICA DE LA
CAV Y SU RELACIÓN CON ÍNDICES DE CONSERVACIÓN Y
ESTRATEGIAS DE RESTAURACIÓN
Investigador Principal:
Claudia Maldonado Seares
Equipo de trabajo:
Inazio Martínez de Arano
Javier Hernadez
Carlos Garbisu
Deiene Rodriguez
Ander González
INDICE
l. Introducción.......................................................................................................... 1
ll. Objetivos............................................................................................................... 2
lll. Metodología......................................................................................................... 3
3.1 Identificación de sectores
3.2 Determinación de Parámetros básicos de tamaño forma y conectividad
3.4 Estructura, composición, dinámica y elementos estructurales:
3.5 Caracterización del suelo
lV. Resultados y discusión....................................................................................... 7
4.1 Dimensión y conectividad de los tramos de ribera. Evolución histórica
4.2 Caracterización basada en parámetros de estructura, composición y dinámica
4.2.1 Composición dosel arbóreo
4.2.2 Estructura: distribución de Tamaños y edades.
4.2.3 Crecimiento
4.2.4 Diversidad estructural
4.3 Estrato de regeneración
4.3.1 Regeneración de arbóreas
4.4 Diversidad de sustrato
4.5 Relación entre los parámetros de las masas y sus elementos estructurales
4.6 Geomorfología de la ribera y Características del suelo
V. Evaluación del Estado de Conservación ......................................................... 44
5.1 Integridad Funcional
5.1.1 Parámetros que determinan la capacidad de cumplir funciones
5.2 Integridad Ecológica
5.3 Capacidad de recuperación y Restauración
5.4 Propuesta para la evaluación del Estado de Conservación
VI. Bibliografía....................................................................................................... 60
i
I. INTRODUCCIÓN
Los bosques de ribera son ecosistemas de un alto valor intrínseco, ocupan relativamente
poca superficie, son frágiles y están mal conservados pues se localizan generalmente en
áreas de alta presión antrópica. Han estado históricamente sometidos a una fuerte
presión de uso, hasta el punto de haber sido completamente eliminados en muchas
zonas, estar reducidos a hileras no siempre formadas por especies autóctonas y a
presentar en otros casos una notable degradación estructural, fruto de intervenciones
humanas periódicas para la extracción de leñas. Por otro lado, la racionalización de
emplazamientos industriales y la disminución de presión de uso abren posibilidades a la
restauración.
Por su carácter de ecotono entre ecosistemas terrestres y las los cursos de aguas
continentales cumplen funciones ecosistémicas vitales entre las que destacan el ser
hábitat exclusivo para numerosas especies animales y vegetales y la regulación de la
calidad de las aguas, proveer de elementos de diversidad a los cauces…
De este modo, y como reflejo de las crecientes demandas sociales, la directiva de hábitat
ha declarado a los bosques aluviales (91E0) y a los bosques riparios mixtos (91F0) de
zonas templadas europeas como hábitat de interés (Anexo I, Directiva de Hábitats), lo
que hace patente la necesidad de emprender acciones de conservación activa de los
bosques remanentes y de restauración de la formaciones más alteradas o inexistentes.
Para abordar la restauración desde un enfoque multifuncional a escala de paisaje, ya que
en la práctica, no es posible restaurar masas de máxima naturalidad entorno a todos los
cauces. Esto significa que en el paisaje, los objetivos de la restauración deberán
adaptarse a las características ambientales y a las presiones de uso de cada lugar,
cumpliendo las funciones prioritarias en cada tramo. Estas pueden ser, por ejemplo,
sombreamiento del cauce, estabilización de cauces, retención de sedimentos,
intercepción de nutrientes y fitosanitarios, proveer de corredores ecológicos o de
elementos de hábitat para especies objetivo.
La conservación y restauración de estas formaciones forestales requiere de información
acerca del estado de conservación de los bosques de ribera. Esto supone contar con una
metodología capaz de comparar el estado actual del bosque con una situación de
referencia, donde el efecto de las alteraciones antrópicas sea mínimo.
Estas situaciones de referencia deben describirse en términos de procesos dinámicos
naturales, de estructura y de integridad ecológica y deben incluir el conjunto del
ecosistema, integrado la salud del suelo ya que en ella reside gran parte de la
potencialidad de recuperación del sistema. Para ello, es necesario valorar el estado de
conservación de las zonas y bosques de ribera, no sólo en términos de naturalidad e
integridad ecológica, sino también, en términos de las funciones que son capaces de
proveer.
Para esto, en el presente proyecto se pretende explorar el tema de la identificación de
indicadores biológicos de la calidad del suelo desde diversas perspectivas dado que un
enfoque multidisciplinar, holístico, no reduccionista, es imprescindible en este tipo de
estudios. Por ello junto, a parámetros edáficos clásicos se determinan algunas
1
actividades enzimáticas indicadoras del estado y actividad de las comunidades
microbianas del suelo, ya que pueden ayudar a detectar el efecto de diferentes prácticas
agrícolas, contaminación por inorgánicos u orgánicos, plaguicidas, herbicidas, etc. sobre
la salud del suelo
2. OBJETIVOS
Identificar y describir tramos de referencia de bosques de ribera de la vertiente atlántica
de la CAV, respecto de su naturalidad e integridad, permitiendo su comparación con los
descritos para otras regiones templado húmedas.
Describir la composición, estructura y dinámica de la vegetación de bosques de ribera
en distinto estado de conservación y evaluar su capacidad para cumplir sus funciones
propias, incluyendo la disponibilidad de hábitat y su valor como corredores ecológicos
para especies de especial interés.
Determinar la salud del suelo de estos tramos de bosques de ribera, en base a la
descripción del perfil, a análisis fisicoquímicos y la diversidad estructural de la
comunidades microbianas; así como, explorar la relación de la diversidad de las
comunidades microbianas del suelo con la composición y estructura del bosque de
ribera, por un lado y con los parámetros fisicoquímicos del suelo por otro.
Analizar la capacidad de algunos índices de calidad de los bosques de ribera para medir
aspectos como salud ecosistémica, salud del suelo y capacidad para proveer funciones.
2
3. METODOLOGIA
Identificación de sectores:
Se identificaron 5 tramos de bosques de ribera con desarrollo de vegetación autóctona
de ribera, considerados de manera preliminar como bosques de referencia y que han
sido definidos mediante el análisis de fotos aéreas, base de datos QBR y consulta a
expertos. Dentro de estos tramos y cercanos a los sectores de referencia se seleccionaron
otros dos lugares por tramo, definidos principalmente por diferencias en composición y
origen de la masa, completando un total de 15 sectores de riberas estudiados.
Posteriormente se realizó un reconocimiento en terreno de cada tramo para corroborar
aspectos de cobertura arbórea, evidencias de alteración antrópica y usos adyacentes del
suelo, además de planificar el muestreo basado en transectos, con el fin recoger la
variabilidad interna de cada tramo
Determinación de Parámetros básicos de tamaño forma y conectividad:
Mediante fotointerpretación de series temporales de fotografía aérea (vuelos 1954,
1965 y 1985) y análisis de la cartografía disponible (Mapa de vegetación 1:25.000 y
Mapas del inventario forestal 1:25.000), para cada tramo seleccionado, se ha
determinado;



Largo y ancho del tramo de estudio y de la zona de la ribera opuesta
Longitud y proporción de perímetro contacto con otras masas forestales u otros usos
adyacente.
Análisis histórico del rodal y zonas adyacentes; evolución de los parámetros
anteriores en los últimos 35 años.
Parámetros de estructura, composición, dinámica y elementos estructurales:
En cada tramo se realizaron tres transectos perpendiculares a la pendiente de la ladera,
desde el borde de la faja de vegetación hasta el curso de agua, distribuidos a lo largo del
tramo seleccionado con el fin de abarcar su variabilidad interna. Los transectos de
disposición perpendicular al curso de agua, serán de ancho variable según la densidad
de la vegetación arbórea y de largo variable según el ancho de la faja de bosque ripario.
En cada transecto se medirá:
Estructura de tamaños
 Diámetro de todos los árboles vivos o muertos en píe mayores a 5 cm
 Altura de todos los individuos mayores a 2 mts de altura.
 Proporción de la línea de transecto con y sin dosel arbóreo, como una estimación
insesgada de la cobertura de copas y de la abundancia de claros en el dosel.
Estructura de edades:
 Se determinara la edad mediante la extracción de un tarugo de incremento de una
submuestra representativa de todas las clases de diámetro y de todas las especies
presentes en cada sector de referencia.
3
Regeneración
 En cada transecto se estableció la abundancia de regeneración de especies arbóreas
en 20 subparcelas de 2x1 mts
 Para cada especie y cuando fue posible, se identifico su origen (vegetativo o
semilla) y su sustrato de germinación (suelo desnudo, sustrato elevado…).
Composición
 En cada zona de estudio se realizo en primavera, un registro completo de la
vegetación arbórea y arbustiva.
 La composición se valorará en términos de porcentaje de especies exóticas en las
categorías de herbáceas, arbustivas y arbóreas.
Elementos estructurales
 Arboles emergentes: Se determino la altura, el diámetro, la forma de la copa y la
presencia de oquedades en todos los árboles emergentes visualizables desde el
transecto. Su abundancia relativa se estimo a partir de análisis de las distancias
transversales a la línea del transecto.
 Árboles muertos en pie: Diámetro, altura, posibles causas de todos los árboles
incluidos en el transecto.
 Oquedades: se medio la altura y la clase de tamaño de todas las oquedades que
presentaron lo árboles vivos y muertos incluidos en el transecto.
 Árboles caídos: Diámetro, largo, estado de descomposición.
 Madera muerta: Se estimo su cantidad y distribución de tamaños, midiendo su
tamaño en la línea de intercepción del transecto, según la metodología estándar
LIS. Para esto dos de los tres transectos por sector se dispusieron de forma oblicua
y perpendicular a la pendiente. Además se determino un estado de descomposición
de la madera interceptada en tres clases.
Elementos de heterogeneidad del sustrato:
 Se determino la abundancia relativa de afloramientos rocoso, depresiones y
elevaciones microtopográficas, así como la presencia de charcas permanentes o
estaciones y otros elementos de heterogeneidad que puedan ser relevantes, mediante
la misma metodología LIS.
Caracterización del suelo
Análisis fisicoquímico de los suelos
Mediante la utilización de bastón pedológico se examino el perfil del suelo y se tomaron
muestras en la parte baja y alta de la ladera. Cada muestra estará formada por una
mezcla de 10 submuestras. De este modo se determinará:




Profundidad total y efectiva
Profundidad y estructura del Horizonte A
Clase de drenaje
Textura y Parámetros químicos del suelo (pH, MO, N, P, Ca, Mg, K, Al, CIC)
4
Actividad biológica del suelo
Actividades enzimáticas
Las muestras de suelo se guardaron a 4º desde su recogida hasta su traslado al
laboratorio. El suelo se secó en estufa a 30ºC y se pasó por un tamiz de 2mm. Todas la
determinaciones se realizaron por duplicado.
Para la determinación de la ß-glucosidasa se añadieron 1,6 ml MUB pH 6, a 1 gr. de
suelo en tubo de ensayo. Se atemperó a 37 ºC se añadió 0,4 ml de 4-nitrofenil-β-Dglucopiranósido (PNG) como sustrato. Transcurridos 45 min. se detiene la reacción y se
mide la concentración de 4-nitrofenol en espectofotómetro a 410nm.
Para la determinación de la deshidrogenesa, se siguió un procedimiento similar,
tamponando la solución a pH 7 con THAM y atemperado a 25 ºC. El sustrato de la
reacción es cloruro de 2-(4-yodofenil)-3-(4-nitrofenil)-5-feniltetrazolio (INT) al 0.5 %.
El tiempo de reacción fue de cuatro horas. Se determina la concentración de INFT en
espectrofotómetro a 490 nm.
Para la determinación de la FDA (Fluorescencia Diacetato) se siguió un rocedimiento
similar, tamponando la solución a pH 8, atemperando a 25ºC y utilizando como sustrato
fluorescina diacetato (FDA) 0,2%. El tiempo re reacción fue de 10 min. Se determina la
concentración de fluorecina sal sodico en el espectrofotómetro, a 490 nm.
Respiración del suelo
Para la determinación de la respiración del suelo, se humedecieron 20 gr. de suelo hasta
un 80% de su capacidad de campo y se incubaron en tarros herméticos de incubación a
30º C durante 240 horas. junto con una trampa de OHNa 0,2 N. Se incuban en estufa a
30ª. A intervalos regulares (20, 40, 60 y 160 horas) se determinó el CO2 producido por
el suelo titulando la trampa de álcali que se renueva tras cada lectura.
Relación estructura y función en bosques de ribera
Para cada tramo estudiado se determinará su capacidad para cumplir con las siguientes
funciones:

Sombreamiento del cauce

Reducción de aportes de sedimentos en escorrentía superficial

Reducción de aportes de nitrógeno en Flujo subsuperficial
Para ello se revisarán valores de referencia y se aplicarán los índices publicados en la
literatura científica.

Capacidad de proveer hábitat y configurar un corredor ecológico
5
Para ello, se adoptará una doble estrategia:
1) Se recogerán las recomendaciones generales que proponen diferentes autores a partir
de la revisión de numerosos trabajos realizados en bosques de ribera templado,
respecto de los parámetros básicos para diferentes grupos o gremios de especies.
2) Se comparará las disponibilidades de hábitat de cada tramo, con los requerimientos
de hábitat conocidos para algunas especies incluidas en el Catálogo Vasco de
Especies Vulnerables.
Evaluación de índices de calidad de bosques de ribera.
Se analizará la relación de los valores obtenidos en el proyecto, para los diferentes
parámetros considerados, con la puntuación del índice QBR de cada tramo.
6
IV. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los tramos de vegetación de ribera han sido escogidos entre aquellos que presentan un
mejor estado de conservación según el índice QBR que es siempre de 100 (excepto en la
cuenca de Golako (que es menor por la presencia de infraestructura hidráulica en el
curso de agua, pero no por las características de su bosque ripario) y de manera que se
distribuyan de este a Oeste por toda la vertiente cantábrica de la CAV. Las zonas
estudiadas se ubican en tramos medios y altos de las cuencas incluidas, por que es allí
donde se encuentran los sectores de ribera bien conservados. Se trata de tramos de alta
cobertura arbórea, de cierta anchura, donde se mezclan sectores de bosque autóctono
con sectores de plantaciones de especies exóticas.
Dentro de cada tramo los tres sectores a estudiar se han escogido sobre fotografías áreas
de manera que sean representativos de las diferentes situaciones que se encuentra en
cada tramo.
Tabla 1. Identificación de los tramos de referencia estudiados
Provincia
Cuenca
Guipúzcoa
Guipúzcoa
Gipuzkua
Bizkaia
Bizkaia
Deba
Oria
Oria
Oka
Kadagua
Subcuenca
(río/arroyo)
Kilimoi (a)
Leitzaran (cp)
Asteasu (a)
Golako (cp)
Nocedal (a)
Largo tramo
1.200
1.600
2.100
1.900
840
Indice QBR
(*)
100
100
100
80
100
(a) afluente; (cp) cauce principal
Figura 1. Mapa de ubicación de los tramos estudiados en la vertiente cantábrica; de
izq. a dch. Nocedal, Golako, Kilimoi, Asteasu, Leitzaran.
7
4.1 Dimensión y conectividad de los tramos de ribera. Evolución histórica
La evolución histórica de los últimos 40 y 50 años de los tramos estudiados, según
análisis de las fotografías aéreas, muestran en general que la conectividad de la
vegetación, tanto a lo largo del cauce como con la vegetación del entorno, ha
experimentado una leve mejoría. La conectividad entre los bosquetes de ribera a
mejorado en todos los tramos, debido probablemente a una menor presión de uso, que
ha permitido la recuperación de la cobertura arbórea, por regeneración natural y
desarrollo de la vegetación arbórea autóctona, en diferentes sectores puntuales del
tramo. Esto se aprecia claramente en los tramos del Kilimoi, Golako y Nocedal. De
manera simultánea al aumento de la conectividad a lo largo del cauce se produce una
disminución de la relación perímetro/area, lo que denota menor fragmentación y menor
efecto borde.
El perímetro de contacto da una idea de la evolución de los usos del suelo adyacentes a
la bosque de ribera. Como se aprecia en la Tabla 2, la superficie de praderas y zonas sin
vegetación arbórea en torno a la faja riparia ha disminuido en la mayor parte de los
casos, pero sólo en el período 1954/1965 a 1983. Por el contrario, han aumentado las
plantaciones forestales productivas, que son las que actualmente constituyen de manera
importante la conexión de estas zonas boscosas, hacia las laderas de la cuenca. El
aumento de las plantaciones se produce en ambos períodos estudiados. Los bosques
naturales o siminaturales de especies autóctonas mejoran en términos generales en el
primer período y tienen un comportamiento desigual en el segundo (1983-2001) donde
disminuyen su importancia relativa en Kilimoi, Asteasu y Goloko.
Tabla 2. Evolución de los parámetros básicos por tramo
Tramo/año
Indice (*)
Perím/área
Largo
Perímetro de contacto (**)
continuo
(%)
(% de tramo) B. autóctono Plantación
Pradera
75
25
56
18
75
37
18
15
52
10
15
50
Kilimoi 2001
Kilimoi 1983
Kilimoi 1954
1,7
1,7
2,0
Leitzaran 2001
Leitzaran 1983
Leitzaran 1954
1,5
2,0
3,6
100
42
36
19
10
10
72
85
42
8
5
48
Asteasu 2001
Asteasu 1983
Asteasu 1954
0,7
1,0
1,4
90
90
82
35
38
41
42
27
17
23
35
42
Golako 2001
Golako 1983
Golako 1965
1,4
2,0
2,2
66
47
33
11
14
0
44
28
28
33
23
28
Nocedal 2001
Nocedal 1983
Nocedal 1965
1,3
0,9
1,5
85
75
75
35
26
13
25
16
30
28
48
30
(*) Relación (Perímetro/Área) de la faja boscosa de ribera x100
(**) En torno a una faja ideal de 150 m de ancho para cada lado del cauce.
8
Así, la recuperación de estos tramos se ha traducido en una mayor comunicación entre
parches a lo largo del cauce y ancho de la faja de vegetación, lo que se puede apreciar
por el aumento de la conectividad y la disminución de la relación perímetro/área,
durante las últimas décadas. Simultáneamente ha aumentado la proporción de
plantaciones forestales productivas en el entrono de los bosques de ribera en detrimento
de praderas y otros usos sin vegetación arbórea.
La historia reciente de uso de estos sectores (Tabla 3) también muestra que los sectores
que actualmente presentan plantaciones, provienen de formaciones degradas de masas
autóctonas, de praderas abandonadas o de rotaciones precedentes de plantaciones,
mientras que las mayor parte de las masas actuales de bosque autóctono ya lo eran hace
50 años. Sólo en algunos casos ha regenerado el bosque autóctono sobre cultivos
(Golako 2) o sobre matorral y bosque degradado (Nocedal 2).
Tabla 3. Relación de historia de usos de cada sector.
Tramo
Kilimoi
Leitzaran
Asteasu
Golako
Nocedal
Sector
Masa actual
(2003)
Usos pasados
(40-50 años *)
1
2
3
1
2
3
1
2
3
1
2
3
1
2
3
Bosque
Plantación de p. laricio
Plantación de p. laricio
Bosque
Plantación roble americano
Plantación roble americano
Bosque
Bosque
Pl. roble americano y platano
Bosque
Bosque
Plantación pino marítimo
Bosque
Bosque
Plantación pino insigne
Bosque
Matorral
Pradera
Bosque
Cosecha de plantación
Matorral
Bosque
Bosque
Matorral
Bosque
Hilera de autóctonos y cultivos
Plantación coníferas
Bosque
Matorral
Matorral
* Las fotos aéreas utilizadas son de 1954 (Kilimioi, Leitzaran y Asteasu) y de 1965 (Golako y
Nocedal)
4.2 Caracterización basada en parámetros de estructura, composición y dinámica.
4.2.1 Composición dosel arbóreo
Los distintos sectores muestreados representan rodales diferenciados por su
composición arbórea, estado de desarrollo e historia de uso, puesto que en algunas
zonas las especies autóctonas representan el cien por ciento de la masa, en otras se
mantienen como acompañantes o en un estrato secundario que se desarrolla bajo una
9
plantación de coníferas o frondosas. Los sectores con vegetación riparia autóctona se
conectan hacia las laderas con bosques también de autóctonas, mientras que las zonas
con plantaciones establecidas hasta el borde de la ribera, corresponden en la mayoría de
los casos a masas de exóticas de mayor extensión o que conectan con otras plantaciones.
En los rodales donde dominan las frondosas autóctonas, la composición del dosel
arbóreo se puede clasificar en dos grupos, uno de rodales donde dominan robles y hayas
con castaño en menor proporción, y otro dominado por alisos y acompañados por
castaños.
Tabla 4. Parámetros básicos del bosque de ribera por sector.
Tramo
Sect Ancho
Dosel dominante y
faja
codominante
(m)
Kilimoi
1
36
Haya, roble
2
25
Alerce,platano, fresno
3
20
Alerce, plat, roble, fresno
Leitzaran
1
22
Aliso, castaño
2
22
R.americ.,roble,fresno
3
36
R. americano, roble
Asteasu
1
25
Haya, castaño
2
30
Aliso, haya
3
17
R. americano platano
Golako
1
25
Roble
2
23
Aliso, fresno
3
25
Pino marítimo
Nocedal
1
30
Aliso, castaño
2
22
Aliso castaño
3
10
Pino insigne
(*) plantación
(>) muestra de edad incompleta
Vegetación
contigua
Autóctona
P. laricio *
P. laricio *
Autóctona
Pinar *
Autóctona
Autóctona
Autóctona
Frondosa *
Autóctona
Pino, cultiv.*
Pinar *
Autóctonas
Frondosas *
Pinar *
Edad
máxima
(años)
70
36
38
75
47
50
70
70
35
>95
55
50
43
45
40
Diám.
Nº
medio árb/ha
(cm) (>10 cm)
18,5
546
19,7
1.344
19,6
1.226
12,6
1.723
12,9
1.240
19,4
670
17,4
663
22,9
1.065
13,3
1.624
22,4
597
7,7
749
19,2
598
8,4
720
9,4
648
10,8
897
Área
Basal
(m2)
14,81
41,05
37,65
21,53
16,45
19,85
15,80
44,08
22,80
23,60
3,7
17,67
4,53
4,59
8,35
Según la tabla, se aprecia una escasa correspondencia entre los diámetros medios de
cada sector, con la edad máxima registrada. Esto se debe a que en los rodales de
estructura más estratificada y con muchas clases de tamaño, predominan los diámetros
menores aunque en el dosel superior se mantienen grandes árboles remanentes de
generaciones anteriores y de edades cercanas a los 100 años para algunos casos.
Las áreas basales de cada rodal muestran por su parte el desarrollo de cada masa, puesto
que representan la sumatoria de las secciones de los fustes, donde el mayor peso en el
valor lo aportan los diámetros mayores. En este sentido se aprecia que, a pesar de
tratarse de rodales en estado de cierre de copas, algunos sectores presentan áreas basales
sobre los 30 m2, que representan bosques de mayor desarrollo, mientras otros, como los
mostrados por alisedas jóvenes, presentan valores menores a 5 m2 de área basal.
En los rodales en que las especies exóticas representan una mayor proporción de Área
basal, la composición de autóctonas en los estratos intermedios, corresponde
principalmente a avellano y aliso. La presencia de estas especies frecuente en los
estratos intermedios, a pesar de ser especies pioneras y de luz, lo explica por un lado su
10
regeneración vegetativa tras las cortas de limpieza que suelen hacerse a las plantaciones
y por su ubicación en los bordes del río. En estas plantaciones las especies que aparecen
en el dosel arbóreo son principalmente robles y fresnos.
100%
90%
nº árboles (%)
80%
Otras autoctonas
70%
haya
60%
Castaño
50%
roble
40%
avellano
fresno
30%
aliso
20%
10%
lA
N
oc
ed
al
B
B
N
oc
ed
a
su
A
su
te
a
As
te
a
Le
i
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za
r
an
ak
o
A
B
A
ol
G
G
Ki
li
m
ol
ak
o
oi
A
0%
100%
90%
nº árboles (%)
80%
Coníferas exóticas
70%
Frondosas exóticas
60%
Otras autoctonas
Castaño
50%
roble
40%
avellano
30%
fresno
20%
aliso
10%
C
C
al
ed
oc
N
As
te
as
u
C
ra
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i
an
ar
iz
Le
n
B
C
o
ak
ol
G
oi
lim
Ki
Ki
li
m
oi
C
B
0%
Figura 2. Composición del dosel arbóreo de los sectores estudiados, en porcentaje del
numero total de individuos. Arriba aquellos con vegetación autóctona, abajo, aquellos
con presencia notable de especies exóticas (roble americano, platanero, pino laricio,
pino marítimo y pino insigne).
11
100%
90%
% de área basal
80%
Otras Frondosas
70%
haya
60%
castaño
50%
Roble
avellano
40%
fresno
30%
aliso
20%
10%
N
B
ed
N
oc
ed
oc
te
a
al
A
al
B
su
u
as
As
Le
As
iz
te
ar
ak
ol
G
A
A
an
B
o
A
o
ak
G
ol
Ki
lim
oi
A
0%
100%
90%
% de área basal
80%
Coníferas Exóticas
70%
Frodosas Exóticas
60%
Otras Frondosas
castaño
50%
Roble
40%
avellano
fresno
30%
aliso
20%
10%
ed
al
C
C
N
oc
te
as
u
C
As
iz
Le
n
ar
a
iz
Le
ar
an
B
C
o
ak
G
ol
oi
C
lm
Ki
Ki
lim
oi
B
0%
Figura 3 Composición del dosel arbóreo de los sectores estudiados, en porcentaje del
Área basa total. Arriba aquellos con vegetación autóctona, abajo, aquellos con
presencia notable de especies exóticas (roble americano, platanero, pino laricio, pino
marítimo y pino insigne)
12
4.2.2 Estructura: distribución de Tamaños y edades.
La estructura de tamaños dentro de cada tramo muestra tanto la composición arbórea
como los tamaños y estratos en que participan las distintas especies. Las edades de las
especies para cada clase de tamaño, entrega información respecto a sucesos de
establecimiento y a ritmos de crecimiento de algunas de ellas.
a) Kilimoi
La estructura de la vegetación de ribera del sector 1 del Kilimoi muestra un rodal
dominado por vegetación autóctona con una estructura estratificada, diversa en especies
y con clases de diámetro de hasta 80 cm. Su dosel superior está formado por haya
(Fagus sylvatica) y roble común (Quercus robur), acompañados de fresno (Fraxinus
excelsior) y Arce común (Acer campestris) bajo el que se desarrolla un dosel inferior de
laurel (Laurus noblis) y avellano (Corylus avellana). Este sector, muy cercano a los
anteriores puede representar la vegetación potencial de este tramo. En las zonas donde
se ha establecido alerce como especie principal (Kilimoi 2 y Kilimoi 3), no existen
árboles mayores a los 50 cm de diámetro y los estratos intermedios y sumergidos, son
menos abundantes y más simples en composición. fresno y avellano se mantienen en los
estratos menores, mientras que el arce común (Acer campestris) no se ha establecido o
no ha persistido bajo las plantaciones de coníferas. Por otro lado, cabe destacar que el
desarrollo de la vegetación arbórea expresada en área basal es mayor en estos sectores
con plantaciones de coníferas, a pesar de su mayor juventud.
Nº árboles/ha
Kilimoi 1 (1.282 árb/ha; 14,81 m2)
900
800
700
600
500
400
300
200
100
0
haya
roble
fresno
avellano
arce
laurel/sauce
0-10
10"-20
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
60-"70
70-"80
diámetro (cm)
Kilimoi 3 (1.588 árb/ha; 41,65 m2)
700
700
600
600
500
alerce
400
platano
300
fresno
200
avellano
500
Nº árb/ha
Nº árboles/ha
Kilimoi 2 (1.705 árb/ha; 37,03 m2)
platano
roble
300
fres/cast
avellano
200
100
0
larix
400
100
0-10
0
10"-20 20-"30 30-"40 40-"50 50-"60 60-"70 70-"80
0-10
diámetro (cm)
10"-20
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
60-"70
70-"80
diámetro (cm)
Figura 4. Composición y estructura de los sectores 1, 2 y 3 del tramo de Kilimoi
13
Por otro lado, la estructura de edades del sector 1 (Figura 5) muestra que tanto haya
como roble, presentes en los estratos dominantes son individuos remanentes de una
generación anterior, con edades en torno a los 60 años. Este estrato está además
formado por algún castaño significativamente más joven que ha accedido al dosel
superior por su alta tasa de crecimiento. El dosel intermedio, se estableció hace entre 35
y 45 años y como ya se ha descrito está formado por fresno, arce, castaño y también
roble y haya. Entre ellas destaca un grupo de fresnos que por sus grandes incrementos
están accediendo al dosel superior. El estrato inferior esta formado en general por los
individuos más jóvenes que corresponden a aliso, avellano, laurel y espino albar. Junto
a ellos aparecen algunos fresnos de pequeño diámetro que sin embargo se establecieron
en el pulso anterior de regeneración y que presentan pequeños crecimientos
consecuencia de la fuerte competencia por la luz.
Kilimoi 1 (edades de los distintos estratos)
diámetros (cm)
60
Fresno
50
roble
40
castaño
aliso
30
arce
20
haya
10
avellano
laurel
0
0
10
20
30
40
50
60
70
80
espino
edad (años)
Figura 5. Relación edad/diámetro de las especies presentes en los distintos estratos
de la masa dominada por especies autóctonas (sector 1) en el río Kilimoi.
Del análisis de la estructura de edades destaca el comportamiento del Fresno, que a
pesar de presentar una distribución de tamaños amplia, con diámetros entre 5 y 35 cm,
no se ha establecido de manera continua bajo el dosel y su presencia en un estrecho
rango de edades, refleja un suceso relativamente breve de establecimiento hace unos 40
años atrás. Este establecimiento puede corresponder al abandono de las cortas en el
sector en cuestión, puesto que según la secuencia fotográfica se trata de una zona que ha
recuperado cobertura arbórea en los últimos 50 años. La relación edad/diámetro para la
especie muestra además su capacidad para crecer a tasas muy bajas, como lo indican
individuos de casi 40 años de edad y diámetros menores a los 17 cm. Esta relación
edad/diámetro refleja la fuerte capacidad del fresno para suprimirse y subsistir bajo el
dosel del bosque en condiciones de menor luminosidad, así como su capacidad para
responder a un aumento de luminosidad con altas tasas de crecimiento. Los incrementos
medios de fresno en este sector van de los 2,2 mm/año para los individuos suprimidos
tempranamente y de 7,7 mm/año para los que han crecido libremente durante más
tiempo.
Arce (Acer campestre) por otro lado, muestra una capacidad de supresión similar al
fresno, puesto que por el tamaño de sus individuos, forma parte de los estratos
14
intermedios, mientras que su edad, refleja que forma parte de los árboles más añosos,
dentro del bosque.
Fresno
Diámetro; 32,4 cm – edad; 45 años
Diámetro; 15,3 – edad; 39 años
Fotografía 1. Muestras de tarugos de incremento de dos individuos de fresno
creciendo en distintos estratos dentro del bosque y edades similares. Los incrementos
muestran las distintas tasas de crecimiento que puede mantener la especie, en un
mismo sitio, pero con distinta disponibilidad de recursos. Las tasas iniciales de
crecimiento son similares lo que significa que ambos individuos se establecieron en un
dosel relativamente abierto. El árbol inferior, 6 años más joven quedo suprimido a una
edad temprana y presenta un incremento medio en diámetros sensiblemente inferior.
roble
Fotografía 2. Roble de 53 años y 36 cm, que muestra un crecimiento similar al de
fresno hasta los últimos 20 años, cuando éste se hace más restringido. Este roble se
estableció en un dosel relativamente abierto y ha crecido libremente hasta que ha sido
superado en altura por otros individuos de mayor crecimiento.
b) Leitzaran
En el sector 1 de este tramo, el bosque de ribera esta formado fundamentalmente por
aliso, que domina claramente en términos de nº de individuos y área basal. En el dosel
superior aparecen castaños de entre 35 y 40 cm de diámetro. El dosel intermedio esta
formado fundamentalmente por fresnos, con una estructura de diámetros de tipo normal,
acompañados de fresno y castaño en una menor proporción. El dosel inferior o estrato
arborescente del bosque es de escaso desarrollo y en el aparecen fundamentalmente
alisos y fresnos. En esta formación no existen árboles de grandes dimensiones, pero la
mayor cantidad de individuos se concentra entre los diámetros 20 y 30 cm lo que
confiere un área basal relativamente alta en comparación a otros sectores dominados por
especies autóctonas.
Leitzaran 2 presenta un dosel superior formado por roble americano (Quercus rubra) de
hasta 45 cm de diámetro y dosel intermedio bien desarrollado, formado por fresno, aliso
y roble común. En el estrato inferior aparece la falsa acacia (Robinia pseudoacacia) y
avellano. Una alta proporción de los individuos se encuentra en las clases de tamaño
menores a 20 cm por lo que su desarrollo y área basal es menor.
15
En Leitzaran 3 el dosel superior esta formado por roble común, acompañado de roble
americano, con individuos de hasta 70 cm de Dap y presenta un dosel intermedio de
roble americano, plátano (Platanus hispanica) y fresno. El dosel inferior está formado
por aliso y falsa acacia. Se trata de un sector en el que la presencia de árboles
remanentes de roble pedunculado que se han mantenido dentro de la plantación de roble
americano, permiten una distribución amplia de tamaños y una estructura más
estratificada.
Leitzarán 1 (1.962 árb/ha; 21,53 m2)
800
700
Nº árb/ha
600
500
castaño
400
aliso
300
fresno
200
100
0
0-"5
5-"10
10-"15
15-"20
20-"25
25-"30
30-"35
35-"40
diámetro (cm)
Leitzarán 2 (1.827árb/ha; 16,45 m2)
Leitzarán 3 (862 árb/ha; 19,85 m2)
800
800
700
roble
500
fresno
400
aliso
300
robinia
200
avell/aceb
100
ro. Americ
600
Nº árb/ha
Nº árb/ha
600
0
700
ro. Americ
roble
500
platano
400
fresno
300
robinia
200
aliso
100
0-5
5-"10
10"15
0
15-20 20-25 25-30 30-35 35-40 40-45
diámetro (cm)
0-10
10"-20 20-"30 30-"40 40-"50 50-"60 60-"70
diámetro (cm)
Figura 6. Composición y distribución de tamaños de los sectores 1,2 y 3 del tramo
Leitzaran.
La estructura de edades del Sector 1 de Leitzaran (Figura 7) muestra que los castaños
del dosel superior y los alisos codominantes se establecieron hace entre 55 y 80 años.
Más tarde se establecen fresnos y alisos. Es probable que el castaño ya no haya entrado
en estas cohortes más jóvenes por falta de luminosidad. Por su parte, el castaño cuenta
con individuos añosos en el borde del camino que limita con este sector de ribera y que
han aportado una fuente regular de semillas. El aliso por su parte se dispersa bien a
través del agua, y puede alcanzar la totalidad de este sector plano y sin talud
significativa. Es posible que la escasez de semilla de fresno haya limitado su
establecimiento en los primeros años de regeneración de está masa forestal, si bien las
causas pueden ser muchas. El efecto de las crecidas y la acción humana esporádica ha
generado numerosos claros en este sector en los que se establece la regeneración, así en
las últimas décadas han accedido castaños, espino albar y aliso al dosel inferior del
bosque.
16
diámetro (cm)
Leitzarán 1
(edad/diámetro según estratos )
40
35
30
25
20
15
10
5
0
aliso
fresno
castaño
espino
0
20
40
60
80
edad (años)
Figura 7. Relación edad/diámetro de las especies presentes en los distintos estratos
del bosque ripario en el sector 1 del río Leitzaran.
A pesar de la amplia distribución de diámetros, la mayor parte de los robles americanos
de Leitzaran 2 tiene como origen una plantación que se estableció hace unos 46 años.
Los robles comunes y fresnos del dosel intermedio son remanentes anteriores y
presentan edades de entre 65 y 70 años (roble) y entre 50 y 60 (fresno). Su diámetro
relativamente pequeños es consecuencia de la fuerte competencia por luz. En el dosel
inferior aparecen fresnos robles castaños y alisos de diámetros en torno a los 10cm, pero
que presentan edades de entorno a los 30 años de edad. Aunque no se recogieron datos
de edad den Leitzaran 3, la estructura recién descrita es probablemente válida también
para este sector.
Aliso
Diámetro; 20 cm – edad; 70 años
Diámetro; 16,5 cm – edad; 52 años
Diámetro; 12,3 cm – edad;39 años
Fotografía 3. Tarugos de incremento de individuos de aliso de distintos estratos y
grupos de edades. No se aprecian períodos de supresión tan pronunciados como en
otros sectores.
17
c) Asteasu
En este tramo del río Asteasu los sectores de ribera 1y 2 dominados por especies
autóctonas, presentan estructuras de tendencia normal relativamente simples, aunque
con un amplio rango de tamaños. Asteasu 1 presenta un dosel superior formado por
haya y castaño, de estructura normal con predominio de los individuos de entre 30 y 40
cm de diámetro. Es posible que, este dosel se haya establecido tras el abandono de un
antiguo trasmocho de castaño y haya, del que quedan muchos vestigios a lo largo de
toda la ribera del Asteasu. Este abandono pudo bien pudo ocurrir hace unos 80 años, a
juzgar por las edades encontradas. Bajo este dosel, se desarrolla un estrato inferior muy
simple dominado por el avellano, que aparece localizado en las zonas más próximas al
curso de agua y en algunos claros.
En Asteasu 2 el dosel superior esta formado por haya y aliso, con participación también
de algunos fresnos y presenta diámetros sensiblemente superiores. El dosel inferior,
también bastante simple esta formado por avellano y aliso.
Asteasu 1 (1.648 árb/ha; 15,8 m2)
Asteasu 2 (1.297 árb/ha; 44 m2)
900
1000
800
900
800
600
fresno
500
haya
400
castaño
300
avellano
Nº árb/ha
Nº árb/ha
700
700
haya
600
aliso
500
fresno
400
avellano
300
200
200
100
100
0
0
5-"10
10"-20
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
5-"10
10"-20
diámetro (cm)
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
60-70
diámetro (cm)
Asteasu 3 (1.917 árb/ha; 22,8 m2)
1400
Nº árb/ha
1200
roble am
1000
platano
800
castaño
600
fresno
400
aliso
avellano
200
0
0-10
10"-20 20-"30 30-"40 40-"50 50-"60
diámetros (cm)
Figura 8. Composición y distribución de tamaños de los sectores 1, 2 y 3 del tramo
Asteasu.
18
Asteasu 3 está formado por una plantación joven de roble americano, con una estructura
marcadamente normal e incipiente diferenciación de diámetros, que mantiene algunas
especies de la composición original, especialmente en la zona adyacente al curso de
agua (fresno y aliso). En el dosel emergente aparecen algunos fresnos de grandes
dimensiones, remanentes de la masa anterior. En estas condiciones de mayor
modificación de la estructura original, fresno se mantiene en baja proporción en el dosel
superior con grandes diámetros, aunque no parece estar estableciéndose en los estratos
de regeneración, en los que aparece tan sólo el avellano.
Las edades del dosel dominante en el sector 1 (Figura 9) indican que las hayas de mayor
tamaño y los castaños, que presentan un desarrollo algo menor, pueden tener edades
entre 70 y 80 años. Esto junto la estructura de tamaños refleja una masa autóctona de
baja complejidad tanto en composición como en sucesos de establecimiento. Esto
encuentra cierta relación con la presencia de haya en el estrato dominante, que suele ser
muy excluyente debido en parte a la potente fronda de sus copas. La masa de avellanos
de diámetros entre 5 y 10 cm corresponde a una regeneración reciente, de menos de 20
años y que por su origen vegetativo corresponde al rebrote tras un corta de limpieza de
la plantación.
Asteasu (edad estrato dominante)
80
diámetro (cm)
70
60
haya
50
fresno
40
castaño
30
avellano
20
10
0
0
20
40
60
80
100
edad (años)
Figura 9. Relación edad/diámetro de algunos individuos de las especies principales del
sector1 de Asteasu.
Haya
diámetro; 40 cm – edad; 70 años
Castaño
diámetro; 32,7 cm – edad 74 años
Fotografía 4. Tarugos de incremento de individuos dominantes del sector 1 de
Asteasu, que muestra un crecimiento ligeramente menor para castaño, con respecto a
haya.
19
d) Golako
En el tramo estudiado en el río Golako, las estructuras de tamaño representan dos fases
o estados de desarrollo distintas de un bosque de ribera. El sector Golako 1 dominado
por robles muestra dos estratos claramente diferenciados, con árboles de grandes
dimensiones y mayor área basal. Su dosel inferior está formado por laurel, fresno y
aliso. Golako 2, por otro lado, muestra una estructura normal muy simple dominada por
alisos y con participación de fresno y laurel en baja proporción. Presenta un área basal
pequeña y los diámetros no superan los 20 cm. Estas estructuras se corresponderían con
un bosque adulto en estado de regeneración y un bosque juvenil en estado de ocupación
del sitio respectivamente.
El sector Golako 3, por su parte es similar a Golako 1 en estructura, con la importante
diferencia de que el dosel superior está formado por pino marítimo (Pinus pinaster)
originado por plantación. Bajo ese dosel se desarrolla un estrato inferior donde aparecen
aliso, fresno y laurel, similar en composición a Golako 2 y estrato inferior de Golako 1.
Golako 2 (1.482 árb/ha; 3,7 m2)
1200
1200
1000
1000
roble
800
fresno
600
aliso
400
laurel
Nº árboles/ha
Nº árboles/ha
Golako 1(1.638 árb/ha; 23,6 m2)
800
aliso
600
fresno
laurel
400
200
200
0
0
0-10
10"-20
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
0-"5
5-"10
10"15
15"20
Diámetro (cm)
20"25
25"30
30"35
35"40
40"45
45"50
Diámetro (cm)
Golako 3 (1.750 árb/ha; 17,67)
1400
Nº árboles/ha
1200
1000
pino mar
800
aliso
600
fresno
laur/sauc
400
200
0
0-10
10"-20
20-"30
30-"40
40-"50
50-"60
diámetro (cm)
Figura 10. Composición y distribución de clases de tamaño de los sectores del tramo
Golako. En Golako 3 se mantienen en los estratos menores a 20 cm de diámetro las
especies originales, mientras la masa dominante corresponde a una plantación de pino
marítimo.
20
La estructura de edades de Golako 1 (Figura 11) muestra que el estrato dominante de
roble tiene unos 100 años de edad y corresponde, al parecer a una plantación realizada
aproximadamente un siglo atrás. A este mismo pulso de regeneración corresponde
algunos a robles de menor tamaño y fresnos que han quedado dominados por el dosel
principal y presentan bajas tasas de crecimiento. Según la muestra de edades recogidas,
que representa todo el rango de diámetros de cada especie, bajo este dosel de roble de
plantación, se ha establecido nuevas generaciones de roble y fresno hace unos 60 años
atrás. La mayor parte de estos individuos se sitúa en el entorno más cercano a la ribera y
presentan tasas de crecimiento similares a las de los robles dominantes del dosel
superior. También preferentemente en el entorno de la ribera y en algunos claros,
aparece una dosel inferior que se ha establecido entre hace 20 y 40 años, formado por
aliso, fresno y laurel. Por su origen vegetativo pueden corresponder a rebrotes tras
cortas de limpieza.
Golako 1 (relación edad/diámetro según estratos)
60
Diámetro (cm)
50
40
fresno
roble
30
aliso
laurel
20
10
0
0
20
40
60
80
100
120
Edad (años)
Figura 11. Relación edad/diámetro de individuos de los dos estratos principales, en el
sector 1, Golako
Se aprecia que fresno ha participado en distintas etapas de establecimiento, y se presenta
con distintos grupos de edades, aunque tal como se aprecia en otros sectores, la especie
llega a mantener crecimientos muy restringidos. En este caso aparece en un estrato
intermedio poco desarrollado, con individuos de hasta 96 años y diámetros de apenas 27
cm. Esta relación edad/diámetro de la especie refleja un crecimiento medio anual entre 4
mm para los individuos más jóvenes, establecidos en el entorno de la ribera y con
crecimiento más libre y 2,8 mm por año para los fresnos más viejos, que se
establecieron junto a los robles del dosel superior (o muy poco después) y que han
crecido con fuerte competencia por la luz durante las últimas décadas (vease fotografía
nº 4).
21
Roble
diámetro; 52 cm – edad; +95 años
diámetro; 23 cm – edad; 93 años
Fresno
Laurel
Fotografía nº 5. Algunos tarugos de incremente representativos de Golako 1; de arriba
a abajo: a) Tarugos de incremento de roble de Golako 1 que muestran distintas tasas
de crecimiento de la especie, según el estrato arbóreo en que se han desarrollado; b)
fresno de 96 años y 26,2 cm de diámetro muestra un mayor crecimiento inicial y una
disminución drástica de su crecimiento a partir de los 30 años, debido probablemente
a un aumento en la competencia entre árboles vecinos c) Laurel del estrato de inferior,
correspondiente a las generaciones más jóvenes del rodal y que ha alcanzado los 10
cm de diámetro a los 30 años.
e) Nocedal
Los sectores de este tramo se caracterizan por su baja área basal, densidades
relativamente bajas y la presencia de aliso en los estratos dominante y codominante a lo
largo de todo el tramo. Se trata de estructuras de tipo normal relativamente simples,
poco estratificadas y con ausencia de grandes diámetros, por lo que reflejan estados más
juveniles de un bosque de ribera.
En el sector Nocedal 1, dominado por alisos y castaños (algunos trasmochos) presenta
una estructura normal, con diámetros de hasta 25 cm y la moda entorno a los 15 cm. Los
diámetros mayores corresponde a Castaño y Aliso, mientras que avellano aporta el
grueso de individuos de menor tamaño. La baja densidad de esta masa, que se refleja
también en la ausencia de árboles muertos en pie, permite el desarrollo de un estrato
intermedio de avellanos y alisos e incluso algún fresno que aparece sólo con individuos
menores a 5 cm. de diámetro.
Nocedal 2 presenta también escaso desarrollo una estructura muy juvenil, donde domina
la clase de tamaños de 5 a 10 cm, pero con una mayor diversidad de especies arbóreas.
Aliso y algunos castaños están ocupando el dosel principal, mientras las clases menores
a 15 cm de diámetro están dominadas por avellano y aliso con algunos individuos de
roble, castaño y sauce. Parte de esta masa riparia está ocupada por una plantación de
abedul.
22
Nocedal 2 (648 árb/ha; 4,59 m2)
Nocedal 1 (696 árb/ha; 4,53m2)
1000
1200
1000
castaño
600
Nº árb/ha
Nº árb/ha
800
aliso
avellano
400
fresno
castaño
roble
800
aliso
600
salix
400
avellano
abedul
200
200
0
0
0-"5
5-"10
10-"15
15-"20
20-"25
0-"5
25-"30
5-"10
10-"15
15-"20
20-"25
25-30
diámetro (cm)
diámetro (cm)
Nocedal 3 (897 árb/ha; 8,35 m2)
1000
p.radiata
Nº árb/ha
800
castaño
aliso
600
salix
cornus
400
fresno
200
0
0-"5
5-"10 10-"15 15-20
20-25
25-30
30-35
diámetro (cm)
Figura 12. Composición y distribución de tamaños de los sectores del tramo Nocedal
Nocedal 3 está formado por una plantación de pino insigne, con una cobertura de copas
relativamente baja y pobre desarrollo. Bajo la plantación y en la zona contigua a la
ribera se se desarrolla un dosel intermedio relativamente diverso en su composición y de
estructura de tamaños poco regular, debido seguramente al efecto de la gestión de la
plantación y al evidente tránsito de animales en su interior. Esta formado por sacuces
alisos y castaños, además de abundantes Cornus sanguínea en las clases de tamaño
inferiores. Aquí también fresno está representado sólo por individuos menores a 5 cm
de diámetro.
Según las edades registradas en Nocedal 1, la estructura juvenil muestra un período de
establecimiento del dosel dominante que se remonta a la década de los 60, hace más de
40 años atrás, de cuando datan alisos y castaños del dosel dominante. Algunos castaños
trasmochos son remanentes y sus edades pueden ser cercanas a los 60 años. El dosel de
codominantes, también de alisos y castaños, según la gráfica corresponde por su parte a
un pulso de generación posterior con edades en torno a los 30 años.
23
Nocedal (edad/diámetro según estratos)
30
diámetros (cm)
25
20
aliso
15
castaño
10
5
0
0
20
40
60
edad (años)
Figura 13. Relación edad/diámetro para individuos del estrato dominante del sector 1
en el tramo Nocedal.
En este Sector aliso muestra distintos ritmos de crecimiento para los individuos del
dosel superior y para los individuos de los doseles inferiores. Estas diferencias en los
incrementos en diámetro entre valores de 0,5 cm/año y 0,3 cm/año respectivamente.
Refleja un cierto grado de supresión y restricción de recursos que se produce cuando los
árboles de menor edad se han establecido bajo una cobertura arbórea.
aliso
diámetro; 22,4 cm – edad; 43 años
diámetro; 11,7 cm – edad; 30 años
diámetro; 6,8 cm – edad; 27 años
Fotografía 6. Tarugos de crecimiento de aliso que reflejan distintas edades e
incrementos en diámetro para la especie, dentro de un mismo rodal.
4.2.3 Crecimiento
En general los rangos de los incrementos en diámetro de las principales especies,
incluidos todos los sectores en conjunto, muestran que haya es una de las especies
autóctonas que alcanza mayor ritmo de crecimiento en todas las situaciones en que se
registra, mientras que espino albar y laurel tienen promedios más bajos.
24
1,6
1,4
1,2
1
,8
,6
,4
roble amer
roble
laurel
larix
haya
fresno
crataegus
castaño
avellano
arce
aliso
,2
Figura 14. Incrementos medios en diámetro por especie, para todos los sectores
Sin embargo fresno puede crecer incluso a ritmos tan bajos como laurel y en buenas
condiciones puede alcanzar las mejores tasa de crecimiento medio de haya, en torno a
los 0,7 cm/año. Aliso muestra menos variación en su capacidad de crecimiento,
mientras que entre las exóticas, roble americano puede suprimirse pero también alcanzar
tasas de incremento de hasta 1 cm/año. Como es de esperar, las coníferas exóticas
creciendo en plantación (representadas en el gráfico a través del Alerce) alcanzan tasas
de crecimiento significativamente superiores a todo el resto. Del análisis de los
crecimientos medios de las distintas especies, se puede concluir que existe un grupo de
especies autóctonas entre las que están haya, castaño, fresno y roble común que en
condiciones de crecimiento libre (esto es, con silvicultura adecuada) puede crecer a
tasas cercanas a los 0,7-0,8 cm/año. Entre ellas, roble, fresno y posiblemente castaño
aparecen como las más sensibles al espacio de crecimiento y las que requieren un mayor
seguimiento en tareas de restauración.
4.2.4 Diversidad estructural
La evaluación de la diversidad y abundancia de elementos estructurales que ofrecen las
distintas masas, permite identificar la ocurrencia de procesos naturales del bosque tales
como debilitamiento, mortalidad de los árboles y acumulación de madera en el piso del
bosque y resulta ser un buen indicador genérico de biodiversidad pues está directamente
relacionada con la disponibilidad de hábitat para muchas plantas y animales.
Los resultados se muestran en la Tabla 5. de su análisis resulta evidente, que estos
elementos de diversidad estructural son más abundantes en aquellos sectores donde se
25
desarrollan masas de estructura madura como los sectores Kilimoi 1, Golako 1, Asteasu
1, 2 y Leitzaran 3 donde haya junto a roble y fresno son las especies que más elementos
aportan. Golako 1 y. Leitzaran 3, están sometidas a un mayor presencia humana,
presentan dentro de este grupo menores cantidades de madera muerta en el piso del
bosque y ausencia de árboles muertos en pie. En general, las masas fuera de este grupo
prestan valores muy bajos o ausencia total de elementos tales como, árboles muertos en
pie, oquedades en el fuste, madera muerta sobre el suelo forestal o presencia de árboles
de gran tamaño (DAP<50cm).
Cabe destacar que algunas masas juveniles de especies autóctonas, especialmente con
aliso y castaño, (sectores de Nocedal) mantienen árboles muertos de bajo diámetro
producto de la competencia entre individuos y que corresponde a un proceso natural de
masas poco maduras. Esto puede ser importante a la hora de analizar las funciones del
bosque ya que la madera muerta en pie o sobre el piso del bosque es utilizada por
diferentes grupos de animales.
A pesar de presentar mayores diámetros medios y mayor área basal, las masas
dominadas por plantaciones de coníferas exóticas, presentan menores niveles de madera
muerta, oquedades en fuste y árboles emergentes, que las masas autóctonas de mayor
edad. Típicamente, en los sectores con plantaciones de frondosas y coníferas, son las
especies acompañantes autóctonas como roble y fresno las que más contribuyen a
diversificar la estructura y los microambientes para la fauna y otras especies vegetales.
Esto es especialmente válido para roble y haya que cuando se mantienen como árboles
añosos, contribuyen a estratificar la estructura de plantaciones y masas jóvenes,
aportando grandes diámetros y oquedades en los fustes. El aliso también puede
presentar árboles con oquedades, pero sólo se han encontrado en masas como Leitzaran
1, donde alcanza edades superiores a los 70 años (ver relación edad/diámetro,
Leitzaran). No obstante lo anterior, especies exóticas como roble americano y pino
marítimo, cuando alcanzan grandes diámetros, también son capaces de aportar árboles
con oquedades y grandes bifurcaciones.
Con respecto al estado de descomposición de la madera en le piso del bosque, es
predominante la madera sin decomponer o poco descompuesta, en todos los sectores
que presentan este elemento. La presencia de madera en tres estados distintos de
descomposición sólo está presente en uno de los sectores de autóctonas como Asteasu 2
y en plantaciones como Leitzaran 2 y Golako 3, donde también una proporción
corresponde a madera muy descompuesta. La madera muy decompuesta representada en
sectores con plantaciones, es probable que provenga de restos de cortas anteriores y no
de la muerte y caída de los árboles debido a procesos naturales , puesto que según
muestra el análisis de secuencia fotográfica, estos sectores también presentaban
plantaciones hace 40 años atrás.
26
1
2
1
1
3
2
3
3
3
2
1
1
2
2
3
Kilimoi
Asteasu
Golako
Asteasu
Leitzaran
Leitzaran
Asteasu
Kilimoi
Golako
Kilimoi
Nocedal
Leitzaran
Golako
Nocedal
Nocedal
Autóctono
Autóctono
Autóctona
Autóctono
Mixto
frondosas
frondosa
Coníferas
Coníferas
Coníferas
Autóctono
Autóctono
Autóctona
Autóctono
frondosas
Tipo de
masa
0
0
0
0
0
0
1
0
3
0
Pino marítimo
-
fresno
americano
Árboles maduros
(> 50 diámetro)
%
especies
haya
16
haya, aliso
36
roble
54
haya
3
roble,
roble
9
38
0
0
0
0
0
0
0
0
0
27
castaño, aliso
0
0
17
0
0
35
0
76
0
0
aliso
roble
americano
roble americano
Árboles muertos en Árboles c/ oquedad
el pie
(>10 m de altura)
Nº /ha especies
Nº/ha especies
haya,roble,cast
haya
22
45
aliso
haya
13
25
roble
0
30
haya
0
51
roble,
roble
0
64
Plantación de exóticas
(*) porcentaje de apertura del dosel
(m) sectores con madera muerta en tres estados de descomposición
(sin decomponer, semidescompuesta y muy descompuesta)
Sector
Tramo
0
117
0
0
0
35
158
57
63
174
Castaño, fresno
amer. ,platanero
fresno
castaño, plátano
Fresno
pino marítimo
fresno, alerce,
platanero
Árboles c/ bifurcac
(> 10 m de altura)
Nº/ha especies
fresno, roble
91
fresno, haya
90
0
castaño, haya
51
roble, roble
96
Tabla 5. Abundancia por sector y tipo de masa, de elementos estructurales potencialmente útiles para la fauna.
8,8
0,0
3,9
14,3
0,0
31,9 (m)
0,0
0,63
4,8 (m)
0,0
0
45
7
8
25
26
18
24
40
31
Madera Claros (*)
en el piso
m3/ha
(%)
16,8
28
37,0 (m)
10
1,6
0
106,0
0
7,9
12
4.3 Estrato de regeneración
4.3.1 Regeneración de arbóreas
Las frecuencias de regeneración de especies arbóreas encontrada en cada sector se
presentan en la Tabla 6, mientras que la regeneración de especies arbustivas y herbáceas
agrupadas en familias aparece en la Tabla 7.
Tabla 6. Presencia de especies arbóreas en el sotobosque, según frecuencia.
tramo/sector
Especies
Fresno
Avellano
Espino
Castaño
Aliso
Laurel
Roble
Acebo
Roble americ.
Platanero
Sauce
Haya
Arce
Abedul
Pino radiata
Nº especies
kilimoi
1
2
26
5
Leitzaran
Asteasu
Golako
3
1
2
3
1
2
3
1
2
20
23
21
8
28
53
53
19
3
18
1
34
30
+
1
6
40
1
3
5
21
8
12
17
25
2
2
13
3
6
2
1
2
3
2
30
5
3
8
+
+
25
1
21
Nocedal
30
8
18
13
3
5
6
3
8
22
5
15
3
0
3
4
4
4
6
7
2
5
2
3
2
5
2
3
sectores
%
60
33
33
33
26
26
20
20
20
13
13
13
13
6
6
En color especies exóticas, en negrita, individuos > 1 m de altura; + frecuencia<1
Tabla 7. Frecuencia de especies arbustivas y herbáceas del sotobosque por orden de
presencia entre sectores. Se incluyen sólo las especies con frecuencias > 5%.
Tramos/sector
Familias
Rubus ulmifolius
Pteridófitos
Ruscus aculeatus
Hyperáceas
Ranúnculáceas
Labiadas
Rosáceas (otras)
Ericáceas
Violáceas
Juncáceas
Araceas
Cariofiláceas
Cornaceas
Sectores
%
86
80
40
33
26
26
20
13
13
6
6
13
6
Kilimoi
Leitzaran
1
2
3
12
9
26
20 50 10 41 13
26 43
11
8
15
10
15
6
19
6
5
16
9
22
7
28
58
+
15
1
2
3
Asteasu
1
Golako
2
3 1
18
7
7
+
20
10
32
2
2
3
Nocedal
1
2
22 31 13 35
46 9 46 60
6
15
12 6
28
+ +
2
3
66
8
14
14
26
Nº especies/sector
8 6
En color especies exóticas; + frecuencia<5
4
16
8
6
6
5
5
5
28
2
3
2
3
6
2
2
3
En general, todas las especies presentes en el dosel arbóreo, pueden aparecer en el
sotobosque como plantas menores a 2 m de altura. En particular, de las especies
arbóreas que regeneran en este estrato, es el fresno la que aparece con más frecuencia en
la mayoría de los sectores y con alturas que llegan a 1 m de altura, lo que indica un
mayor éxito en su establecimiento. Mientras que sauce, haya y arce son las menos
comunes y que además aparecen con muy bajas frecuencias y alturas menores a 1 m.
Haya parece sólo establecerse en los sectores donde está presente en el estrato
dominante, mientras las plantas de arce no se relacionan con su presencia en el estrato
arbóreo. Fresno por su parte aparece tanto bajo un dosel de autóctonas como bajo
plantaciones de frondosas y coníferas, cuando participa en el dosel arbóreo. Acebo por
ser una especie de dispersión esporádica, favorecida por la fauna frugívora, aparece
tanto bajo autóctonas como bajo plantación de frondosas, mientras que laurel sólo
aparece en algunos sectores de estructura adulta y bien desarrollados.
Tanto la diversidad de especies en la regeneración (representada por el número de
individuos) como su abundancia (representada por la suma de la frecuencias
encontradas) muestra cierta relación positiva con parámetros que reflejan el grado de
desarrollo del dosel arbóreo, tales como, el diámetro medio y la edad (Figura nº 15).
R2 = 0,624
R2 = -0,797
25
100
20
15
diámetro
10
5
edad máxima/sector
diámetro medio cuadrático (cm)
120
30
80
60
edad mx
40
20
0
0
2
4
6
0
8
0
nº especies arbóreas
20
40
60
80
100
frecuencia especies arbóreas/sector
Figura 15. Relación del número y frecuencia de especies arbóreas con parámetros del
grado de desarrollo de cada sector.
Esta misma relación se mantiene para el conjunto de especies del sotobosque, como
refleja la Figura 16 que presenta la relación entre el número de especies del sotobosque
encontradas en el muestreo de regeneración y la edad máxima de cada rodal.
De esta manera en los sectores con mayor edad y mayor diámetro medio, aumenta la
diversidad y la abundancia de regeneración de especies arbóreas, indicando que las
formaciones con más cobertura arbórea, parecen ofrecer mejores y más variadas
condiciones para el desarrollo de la regeneración. Esta situación se corresponde con la
llamada etapa de reiniciación del sotobosque, caracterizada por el establecimiento de
nuevas generaciones bajo el dosel. En los sectores estudiados esto no parece tener lugar
a edades inferiores a los 60 años.
29
edad máxima/sector
Nº especies sotobosque
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
edad mx
0
2
4
6
8
10
12
nº especies sotobosque/sector
Figura 16. Relación del número total de especies en el sotobosque con la edad
máxima de cada sector. El número de especies es mayor en masas con edades
superiores a 50 años.
Kilimoi (sotobosque/sector)
Leitzarán (sotobosque/sector)
Frecuencia acumulada (%)
160
Frecuencia acumulada (%)
180
2
140
120
2
100
5
12
80
exóticas
autóctonas
60
6
40
20
0
200
180
1
160
140
120
100
80
60
40
20
1
exóticas
8
autóctonas
7
5
0
1
2
1
3
120
Frecuencia acumulada (%)
100
1
10
60
exóticas
8
autóctonas
40
20
1
0
5
1
2
3
Golako (sotobosque/sector)
Asteasu (sotobosque/sector)
80
2
sectores del tramo
Sectoes del tramo
Frecuencia acumulada (%) - Nº
especies
1
3
200
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1
1
10
exóticas
autóctonas
9
1
sectores del tramo
9
2
3
sectores/tramo
Nocedal (sotobosque/sector)
frecuencia acumulada (%)
200
160
120
5
80
5
1
5
exóticas
autóctonas
40
0
1
2
3
sector/tramo
Figura 17 Frecuencia de regeneración total y número de taxones de cada sector
30
Por otro lado, aunque en general la presencia de especies exóticas en el sotobosque es
baja, su participación muestra una cierta relación con la vegetación contigua a la
vegetación de ribera, donde las masas que limitan con plantaciones de exóticas
presentan una mayor frecuencia, como en Kilimoi 2 ,3 y Leitzaran 2 (Figura 17).
Entre las especies arbustivas la de mayor presencia es zarza (Rubus ulmifolius) tanto en
frecuencia por sector como entre sectores (Tabla 7), seguida por los helechos y rusco
(Ruscus aculeatus). La presencia y valores de frecuencia para zarza y pteridófitos, según
el análisis de los datos, no muestra relación con parámetros relacionados con el
desarrollo del dosel arbóreo, así como tampoco muestra incidencia en la presencia de
otras especies arbóreas o arbustivas en el sotobosque. El resto de especies de aparición
muy esporádica y en baja frecuencia, aparecen también con escasa cobertura. La escasa
presencia de algunas especies exóticas se asocia a las masas que han sido más alteradas
por plantaciones.
4.4 Diversidad de sustrato
La diversidad de sustrato disponible considera los elementos más frecuentemente
relacionados con la generación de micrositios en el piso del bosque y el desarrollo de la
regeneración y el desarrollo de especies arbustivas y herbáceas. Los resultados muestran
que las zonas convexas de musgo y troncos en descomposición es el elemento más
escaso. El alto porcentaje de hojarasca se asocia a los sectores 1 de los distintos tramos,
donde la vegetación autóctona de mayor desarrollo es la dominante, y donde a la vez no
existe suelo descubierto. El sotobosque dominado por gramíneas también tienen mayor
presencia y abundancia en los sectores que han sido afectados por plantaciones.
Tabla 8. Diversidad de sustrato por sector
Tramo
sector
Sustrato disponible (%)
hojarasca
Kilimoi
Leitzaran
Asteasu
Golako
Nocedal
1
2
3
1
2
3
1
2
3
1
2
3
1
2
3
64
30
100
94
63
-
madera
musgo
3
-
26
22
58
-
31
piedra
7
3
4
7
48
48
-
Gramíneas
Suelo desc
100
100
100
45
100
2
100
30
100
-
41
41
52
52
100
En general la diversidad de especies del sotobosque, en término de número de especies,
se relaciona positivamente con un aumento en los tipos de sustratos presentes por
sector. En particular cuando el sustrato es más heterogéneo y de mayor diversidad, zarza
aunque está presente, se encuentra con frecuencias bajas, como lo muestra la gráfica.
nº especies sotobosque/diversidad sustrato
6
6
5
5
diversidad sustrato (nº)
Diversidad de sustrato
Relación de R. ulmifolius/diversidad sustrato
4
3
sutrato
2
1
4
sutrato
3
2
1
0
0
0
20
40
60
80
0
2
4
6
8
10
12
nº especies sotobosque/sector
frecuencia de zarza
Figura 18. Relación de la frecuencia de zarza y número total de especies en el
sotobosque, con el número de sustratos disponibles por sector
La presencia de especies como laurel, arce y acebo se asocia a un sustrato más diverso,
dominado especialmente por hojarasca y musgo, como los sectores Kilimoi 1, Asteasu
1,2 y Golako 1,2. La regeneración de aliso por su parte se asocia a sustratos más
homogéneos o de suelos muy delgados, con predominancia de gramíneas y suelo
descubierto, como en Leitzaran 1 y los sectores del Nocedal.
4.5. Relación entre los parámetros de las masas y sus elementos estructurales
Análisis ACP
Para analizar la relación entre todos los parámetros analizados en los apartados
precedentes se ha optado por un análisis multivariante de los datos, ya que la gran
variedad de situaciones y las interrelaciones cruzadas entre parámetros hace inviable y
de poco interés el intentar relacionar entre sí los distintos parámetros individualmente.
En el análisis de componentes principales se han utilizado las variables que
dasométricas (número de individuos por ha. y Área Basal, el diámetro medio, la edad
máxima del rodal así como variables que describen la composición de especies en
términos de área basal, incluyendo variables resumen del tipo % de área basal de
coníferas, de frondosas exóticas y de frondosas autóctonas; variables descriptoras de los
elementos de diversidad estructural como nº de árboles con DAP mayor a 50 cm,
cantidad de madera muerta y presencia de claros; además de variables relativas a la
regeneración como la Frecuencia de regeneración de Fresno, y aliso y la frecuencia de
Zarza y helechos en el estrato arbustivo del bosque. Los dos primeros ejes del ACP
explican un 63% de la varianza (Tabla 9). La posición de las variables incluidas en el
ACP aparece en la Figura 19, mientras que la posición de las masas forestales
estudiadas aparecen en la Figura 20.
32
Tabla 9. Autovalores y proporción de la Varianza explicada en el análisis de ACP
autovalor
Eje 1
Eje 2
Eje 3
proporción de
la varianza
29%
24%
15%
4,08
3,33
2,05
El primer componente principal que da cuenta de un 29% de la variación total esta
formado por la un gradiente de izquierda a derecha en el que aumenta la edad de las
masas, la presencia de especies autóctonas y la abundancia de elementos estructurales
tales como la madera muerta o la presencia de emergentes. Como ya se ha discutido
anteriormente, la edad de las masas la variable que mejor describe la presencia de
elementos estructurales.
El Componente 2 del ACP representa un gradiente de grado de desarrollo de las masas.
Las mayores áreas basales y diámetros medios, aparecen en la parte superior, asociados
a plantaciones de exóticas; mientras que los menores diámetros y áreas basales aparecen
en la parte inferior asociados a masas juveniles de especies autóctonas. Cabe destacar
que la regeneración de fresno aparece asociadas a masas de autóctonas de mayor edad,
mientras que la regeneración de aliso y la presencia de zarzas y helechos aparece
asociada a masas juveniles de especies nativas , con mayor proporción del dosel en
claros.
Unrotated Factor Plot
Row exclusion: Suelos
1
,75
,5
Factor 2
DMC
%Conifer.
N/ha
%claros
,25
G
Arb >50 cm
%Frond. exót.
RegFresno
0
madera muerta
-,25
Reg aliso
edad
Reg Zarza
-,5
Reg helecho
-,75
%autoctonas
-1
-1
-,75 - , 5 -,25 0
,25
Factor 1
,5
,75
1
Figura 19. Análisis ACP a partir de variables que representan la composición,
estructura y diversidad estructural de los sectores analizados. (N/ha= nº individuos/ha.
DMC=Diámetro medio, RegFresno=Frecuencia de regeneración de fresno, Arb>50 = nº de individuos de
DAP>50/ha, %conifer.= %del area basal aportada por coníferas)
Como es de espera, a la vista de lo anterior, las plantaciones de exóticas aparecen en el
extremo superior izquierdo de la figura 18, las masas de autóctonas juveniles en el
extremo inferior izquierdo y las masas autóctonas de mayor edad y desarrollo hacia la
derecha de la figura.
33
2
K2
1,5
K3
A3
Unrot 2
1
G3
,5
A2
L3
L2
G1
0
K1
A1
-,5
L1
-1
N3
N2
N1
-1,5
-1,5
-1
-,5
G2
0
,5
Unrot 1
1
1,5
2
Figura 20. Posición en los dos primeros ejes del ACP de los sectores analizados. En
rojo aparecen aquello dominados por especies exóticas y en azul los formados por
especies autóctonas. (K=Kilimoi, L=Leitzaran, A=Asteasu, G=Golako, N=Nocedal).
En resumen, cabe destacar que las masas de autóctonas de mayor edad son las que
presentan una mayor cantidad de elementos estructurales, independientemente de su
desarrollo en términos de Diámetro medio o de área basal. La plantaciones ya sean de
coníferas o exóticas son las que presentan las mayores áreas basales y diámetros medios
a edades relativamente jóvenes, sin que esto vaya acompañado de presencia de madera
muerta en el piso del bosque o de grandes árboles emergentes.
34
4.6 Geomorfología de la ribera y Características del suelo
Los Tramos y Sectores estudiados, presentan distintos tipos geomorfológicos,
dependiendo de la presencia y magnitud del talud que separa la zona riparia con
respecto al curso de agua, así como según el grado y forma de la pendiente de las
laderas adyacentes. En General las riberas de Kilimoi, Asteasu y Golako presentan un
terraplén de entre 0,5 y 2 m. de altura, mientras que Leitzaran y Nocedal presentan
riberas sin terraplén y por lo tanto con una mayor frecuencia de inundación y una napa
freática más superficial. Por otro lado, la magnitud de la pendiente de las laderas
vertientes al curso de agua, determina por un lado, la extensión de la zona directamente
influida por el curso de agua. Así mientras en Leitzaran y Golako las pendientes son
suaves dando lugar ana zona de ribera más amplia, en donde la influencia de la
presencia del curso de agua es notable. En Kilimoi, Asteasu y Nocedal la ladera se eleva
rápidamente por sobre el curso de agua, perdiéndose en pocos metros la influencia
directa del curso de agua sobre el ambiente edáfico y sobre la condiciones para el
desarrollo de la vegetación. Inversamente es en estas zonas de mayor donde la
influencia de la vegetación y del estado de conservación de los suelos influye más
directamente y en una faja más amplia sobre la calidad de lo cursos de agua.
En la Tabla 10 se presentan de forma resumida, las características gemorfológicas de los
tramos estudiados. Estas diferencias de nivel se relacionan con diferencias en la
distribución de las especies dentro de la franja riparia, tanto como con los parámetros
que describen la actividad biológica del suelo.
Tabla 10. Tipos geomorfológicos de los tramos de ribera en que se agrupan los
sectores.
Tramos
Kilimoi
Leitzarán
Asteasu
Golako
Nocedal
Forma de ribera
Forma de ladera
Riberas c/terraplén Riberas planas
Pendiente suave
x
Pendiente elevada
x
x
x
x
x
x
x
x
x
La distribución de las especies a lo ancho de la franja de ribera presenta un gradiente en
composición según la zona está más alejada de la influencia del agua. La dominancia de
aliso en los sectores de Leitzaran y Nocedal se asocia a la parte plana de la ribera y
cercana al agua, mientras castaño y fresno ocupan las partes más altas y alejadas del
agua. En los sectores con terraplén y de mayor pendiente donde aliso no es dominante,
como en Kilimoi, las especies como fresno, haya y castaño aparecen mejor distribuidas
en la ladera, aunque el roble aparece en la parte más alta de la pendiente.
En el sector de Golako, roble crece tanto en la parte alta como en la baja, mientras que
el aliso aparece restringido a la zona adyacente al curso de agua, que presenta un
terraplén de al menos 1 m de altura.
35
Figura 21. Perfil estructural y geomorfología de ribera de los sectores Kilimoi 1 y
Nocedal 1
36
4.6.1 Características de los suelo
La Tabla 11 da una idea de las características de los suelos superficiales de los sectores
estudiados (0-25cm). En ella se presentan los valores medio y los coeficientes de
variación de todas las muestras recogidas en cada tramo, independientemente de su
posición respecto al curso de agua o de la composición y características de la
vegetación.
Las texturas son generalmente ligeras, entre arenosas y franco arcillosas, como es
propio de las zonas riparias de los tramos altos de los cursos de agua. Además del
análisis de los suelos superficiales, se realizaron sondeos en todos los sectores para
identificar limitantes de profundidad del suelo y para determinar la profundidad de la
napa freática. En los sondeos realizados en cada sector, no se aprecian limitantes
severas de profundidad, que típicamente oscila entre los 40 y 70 cm. En las zonas
adyacentes a los cursos de agua la pedregosidad puede ser muy alta y por ello la
profundidad varía localmente entre 35 y 90 cm en Leitzaran 1 ó entre 7cm y 35cm en
Leitzaran 3. Lo suelos en la ladera son menos pedregosos y sus profundidades oscilan
entre los 50cm y 100cm.
No se han detectados horizontes gleicos y sólo en acumulaciones locales de arcilla
aparecen coloraciones grises en el perfil (Leitzaran, por ejemplo) La presencia de
manchas de oxido-reducción son muy limitadas y aparecen generalmente asociadas a
elementos gruesos en los suelos franco-arcillosos o arcillosos francos. En definitiva, las
texturas ligeras, la presencia de taludes y laderas en pendiente y el alto grado de
oxigenación del agua, hace que la influencia del agua en el desarrollo de los perfiles se
limite a la zona adyacente a la ribera y que incluso en ésta no se presenten condiciones
reducidas típicas de suelo anegados.
Tabla 11. Características de los suelos superficiales de los tramos estudiados
Asteasu
pH agua
MO %
Ntot %
CN
Sat. Al %
P olsen mg/l
K mg/l
Mg mg/l
Arena gruesa %
Arena fina %
Limo %
Arcilla %
Media
6,82
7,46
0,35
12,55
4,50
4,33
72,83
115,33
19,78
34,50
28,25
17,60
Golako
Kilimoi
Leizaran
Nocedal
CV% Media CV% Media CV% Media
CV% Media
CV%
16%
5,92 9% 5,88 7%
5,58
15%
5,05
7%
23%
6,28 38% 7,05 17% 5,03
56%
4,88 21%
22%
0,25 32% 0,32 22% 0,22
46%
0,20 26%
11% 14,75 20% 12,82 15% 12,18 26% 14,28 11%
245%
20,17 134% 28,50 92%
28%
4,83 44% 4,50 31% 3,83
20%
4,67 33%
34% 106,17 50% 72,67 26% 62,17 53% 81,75 36%
34% 295,67 77% 85,67 16% 100,83 58% 73,00 41%
52% 27,45 52% 13,85 68% 38,07 59% 17,90 65%
19% 37,47 17% 31,85 13% 33,00 44% 48,75 10%
32% 19,25 26% 34,83 27% 16,30 72% 17,15 12%
34% 15,77 35% 19,48 34% 12,62 56% 16,20 30%
37
Como es de esperar, la cuencas dominadas por litologías calizas presentan pH más altos,
de entre 6 y 7, mientras que los tramos de cuencas dominadas por lutitas pizarras, el
varía entre 5,1 y 5,6. Los contenidos de Materia Orgánica no son elevados (entre 4,88 y
7,46) para lo que cabe esperar de ecosistemas forestales templados bien conservados,
aunque están en un rango propio de las masas forestales de la CAV.
Los niveles de Fósforo olsen son muy bajos, aunque típicos de la mayor parte de los
suelos forestales de la CAV. En términos generales, la baja disponibilidad de fósforo
sería el principal limitante de estos suelos, además de la alta pedregosidad y escasa
profundidad efectiva que se encuentra en la zona adyacene al curso de agua en algunos
sectores.
4.6.2 Indicadores biológicos del suelo. Respiración y actividades Enzimáticas
220
16
200
10
7,5
5
Nocedal
15
12,5
Nocedal
200
GLU mg PN/kg/hora
220
20
Leizaran
Leizaran
Kilimoi
22,5
Leizaran
80
Nocedal
100
2
Golako
4
17,5
DH gINTF/Kg/h
120
Kilimoi
6
140
Kilimoi
8
160
Golako
10
180
Golako
12
Aseasu
14
Aseasu
FDA mg FNa/Kg/h
18
Aseasu
mg C /g suelo /h
En la Figura 22 se presenta los resultados obtenidos para los parámetros biológicos del
suelo para cada tramo de ribera
180
160
140
120
100
80
60
Nocedal
Leizaran
Kilimoi
20
Golako
40
0
Aseasu
2,5
Figura 22. Respiración y actividades enzimáticas encontradas en los distintos tramos.
Tanto la respiración como la deshidrogenasa reflejan en cierta medida la actividad
biológica total del suelo (Taylor et al 2002). La actividad deshidrogenasa agrupa las
actividades de diversos enzimas que catalizan reacciones de deshidrogenación y que
38
participan en la oxidación de la materia orgánica La respiración está también
directamente relacionada a la cantidad y calidad de la materia orgánica disponible así
como al ambiente para el desarrollo de la actividad microbiana. Se aprecia como el
comportamiento de los distintos tramos para ambas variables es muy similar, sólo en
Golako la actividad de deshidrogensa es relativamente más baja, lo que es consecuencia
de su menor pH, ya que esta actividad enzimatica es muy sensible a la acidez del suelo.
Las glucosidasas y galactosidasas son ubicuas en la naturaleza y juegan un papel
importante en el ciclo del C. La β-Glucosidasa es la forma más abundante en los suelos
(Taylor et al 2002, Dick et al 1996). Refleja la capacidad para degradar glucosa aunque
en estas muestra parece no estar directamente relacionada con otros parámetros del
suelo. La hidrólisis de la FDA es utilizada como un simple y adecuado método para la
medida de la actividad microbiana total del suelo. El FDA es hidrolizado por grupos de
esterasas no específicas, proteasas o lipasas, que bien pueden hallarse en forma de
enzimas libres o exoenzimas, o bien como enzimas unidas a las membranas de células
vivas. Estos grupos enzimáticos están involucrados en procesos de descomposición de
numerosos tejidos, de modo que la actividad de hidrólisis de la FDA es un parámetro
indicador de la presencia de seres descomponedores (hongos y bacterias) que se hallan
en el suelo (Schnürer y Rosswall 1982). Esta actividad parece estar relacionada con la
tasa C/N y por lo tanto con la calidad y grado de descomposición de la materia
Orgánica. Aunque frecuentemente se proponen las actividades enzimáticas como
parámetros adecuados para determinar el grado de conservación del suelo, su
interpretación es difícil. Este trabajo aporta uno de los primeros datos publicados en la
CAV de actividades enzimáticas de suelos forestales naturales y seminaturales.
Scattergram
Split By: Posicion
Scattergram
Split By: Posicion
18
16
220
14
200
180
ladera
10
FDA
Resp
12
ribera
8
160
ladera
140
ribera
6
120
4
100
2
0
1
2
3
4
5
6
Mo
7
8
9
80
10 11
4
Resp = -4,93 + 1,709 * Mo; R^2 = ,662 (ladera)
Resp = 6,759 + ,151 * Mo; R^2 = ,008 (ribera)
8
10
12
CN
14
16
18
20
FDA = 4,677 + 9,496 * CN; R^2 = ,273 (ladera)
FDA = 50,34 + 6,561 * CN; R^2 = ,393 (ribera)
Scattergram
Split By: Tramo
Scattergram
Split By: Posicion
20
20
18
18
16
16
Aseasu
14
14
ladera
10
ribera
Golako
12
DH
12
DH
6
Kilimoi
10
8
Leizaran
6
6
Nocedal
4
4
2
2
8
0
0
4,5
5
5,5
6
6,5
pH
7
7,5
DH = -19,444 + 4,265 * pH; R^2 = ,585
8
8,5
4,5
5
5,5
6
6,5
pH
7
7,5
8
8,5
DH = -19,444 + 4,265 * pH; R^2 = ,585
Figura 23 Relación de los parámetros físicos y biológicos del suelo.
39
En la figura, 23 se presenta la relación entre los parámetros químicos y biológicos
analizados. Se aprecia como la respiración tiene mucho que ver con el contenido de MO
en suelos, excepto para algunos suelos de ribera, que respirán más de lo esperado. La
deshidrogenenasa tiene una buena relación con el pH (muy buena para todos los
sectores excepto Kilimoi, que es el único para el que la actividad DH es menor en los
pHs mas altos, Fig. 23, abajo derecha) mientras que la FDA-asa se relaciona aunque de
manera más débil con la relación C/N.
Estas interrelaciones entre parámetros del suelo, así como las variaciones derivadas de
la posición fisiográfica y de las características de cada sector estudiado, pueden
analizarse mejor con ayuda de un Análisis de Componentes principales (Figura 24) que
se ha realizado a partir de las variables físicoquímicas y biológicas analizadas en todos
los tramos y sectores resume la variablidad de los suelos en tres ejes que explican el
31% el 22% y el 16% de la varianza total respectivamente (Tabla 12).
Tabla 12. Factor Scores de los tres primeros
ejes. ACP a partir de matriz de correlaciones de
los parámetros fisico-quimicos y biológicos de
todos los suelos analizados.
MO
N total
C/N
pH
Potasio
Magesio
Saturación Al
Arena
Limo
Resp. Basal
FDA asa
DH asa
GLU asa
Eje 1
0,880
0,805
Eje 2
Eje 3
0,580
0,911
0,725
-0,773
0,719
-0,818
0,734
0,768
0,719
0,795
Como se aprecia en la Tabla 12, el Eje 1 representa la textura del suelo y su contenido
de materia orgánica, con los suelos más arenosos y de menor contenido en MO, en el
lado negativo y los suelos con más proporción de limo, arcilla y mayor contenido de
materia orgánica, en el lado positivo. Potasio y Fósforo se correlacionan positivamente
con este eje. La respiración basal tiene una fuerte relación con la materia orgánica y con
el Nitrógeno total en los suelos de ladera, pero no así en los suelos más próximos a la
ribera. Por ello, la respiración basal no forma parte de este eje.
40
2,5
2
r
1,5
Obl 2
1
r
,5
0
r
-,5
r
r
r
-1
-1,5
r
r
L
Aseasu
Golako
L
L
Kilimoi
L
r
LL
L
L
L
L
-2
r
r
r
L
r
r
Leizaran
Nocedal
L
L
-2,5
-2
-1,5
-1
-,5
0
,5
Obl 1
1
1,5
2
Figura 24 Posición de los suelos analizados en los dos primeros ejes del Análisis de
Componentes Principales. En cada tramo r representa la zona adyacente a la ribera y
L la zona de ladera, más alejada del curso de agua.
El eje dos tiene que ver con el pH, el porcentaje de Saturación de Aluminio y la
deshidrogenasa, que son tres parámetros muy relacionados entre si. Además se coloca
aquí la respiración basal, lo que es lógico pues suele aumentar con el pH en suelos
ácidos. Finalmente, el Eje 3 tiene que ver con las diferencias en la actividad de la FDH
asa, y con la tasa Carbono/Nitrógeno, lo que está hablando de la calidad y la dinámica
de mineralización de la materia orgánica.
La Figura 24 representa los sectores estudiados en el espacio formado por los dos
primeros ejes del ACP. Se aprecia como los dos primeros ejes separan bien las muestra
de ribera, más arenosas, con menor MO, mayor pH y mayor actividad biológica, de los
suelos de ladera de esos mismos tramos.
La Tabla 13 muestra un análisis de muestras pareadas, en el que se comparan los suelos
de ladera y de ribera para cada uno de los tramos y sectores estudiados. Los suelos de la
zona de ribera, inmediatamente adyacentes al curso de agua y sometidos a una mayor
influencia de la dinámica de los cursos de agua se diferencia de una manera clara de los
suelos de ladera, que se mantienen por sobre la influencia directa del agua, excepto en
episodios excepcionales de inundación. Los suelos de la ribera presentan un mayor
contenido de arena gruesa y menores contenidos de limo y arcilla, lo que es
consecuencia directa de la deposición de materiales aluviales más gruesos. En la mayor
parte de los sectores estudiados, esa diferencia es suficiente para pasar una clase
textural, así se pasa de franco-arenosa en la ribera a franco-arcillosa en la ladera de
Leitzaran 2, Asteasu 2/3, Golako 1 y Nocedal 1; de arenosa a franco- arenosa en
Leitzaran 3 y de franca a franco-arcillosa en Asteasu3.
41
Tabla 13. Análisis pareado (t-student) entre suelos de la ribera y de la ladera
adyacente
Dif. Medias
(ladera-ribera) DF t-Value
pH
-0,80
13
-3,4
Materia Orgánica
1,25
13
1,8
Nitrógeno
0,06
13
2,6
Fósforo olsen
0,92
12
1,6
Potasio ext.
-38,46
12
-3,9
Magnesio ext.
43,14
13
1,6
Saturacion Al
19,42
11
3,2
Arena gruesa
-14,92
13
-3,2
Arena fina
-1,50
13
-0,6
Limo%
9,01
13
3,5
Arcilla%
7,31
13
4,8
WHC 30kp
3,15
13
1,9
Respiración 20-40
0,17
13
0,2
FDA
-12,41
12
-1,7
Dhasa
-2,35
13
-1,4
GLUasa
10,75
13
0,8
P-Value
0,005
0,096
0,024
0,146
0,002
0,129
0,009
0,007
0,578
0,004
0,000
0,080
0,849
0,120
0,193
0,455
**
**
**
ns
**
ns
**
**
ns
**
**
*
ns
ns
ns
ns
En la mayor parte de los casos, los contenidos en Materia Orgánica y en Nitrógeno total
son menores en las zonas de ribera que en la zonas de ladera adyacentes y estas
diferencias son estadísticamente significativas. Esto se explica probablemente por efecto
mecánico de arrastre de materia orgánica en los períodos de aguas altas.
Por otro lado, el pH es significativamente mayor en la zona de ribera, que en la ladera
adyacente, tal y como muestra el análisis de muestra pareadas. Esta tendencia es
consistente en todos los sectores. Cabe destacar que a pesar de las diferencias
encontradas en textura, acidez del suelo, potasio extraíble y materia orgánica, los suelos
de ribera y de la ladera adyacente no muestras diferencias significativas en los
indicadores biológicos del suelo.
4.6.3 Relación entre parámetros biológicos del suelo y estado de las masas.
La alta variación en material original del suelo, en geomorfología de las laderas, en uso
histórico de los lugares y en composición actual de especies, hace muy difícil el estudio
de las interrelaciones entre suelo y vegetación arbórea. De manera exploratoria se han
buscado correlaciones entre parámetros biológicos del suelo y las variables descriptoras
del estado de desarrollo y composición de las masas. Lo resultados se presentan en la
Tabla 14.
42
Tabla 14 Correlación de pearson entre parámetros del rodal y parámetros biológicos del suelo.
Edad máxima del rodal
%Autóctonas (G)
Area Basal Total
Area Basal de Coníferas
Respiracion
0,553 **
0,423 *
-0,456 *
Deshidrogenasa
0,433 *
La respiración se correlaciona con la edad máxima, y con el porcentaje de especies
autóctonas, que son dos variables correlacionadas entre sí puesto que las masas de
mayor edad estudiadas se corresponden a bosques naturales. Esta relación puede
explicarse por la menor proporción lignina/N y C/N de la hojarasca de frondosas y por
el tiempo que lleva el suelo ocupado por una masa forestal. El área basal total de
coníferas se correlaciona negativamente con la respiración del suelo, lo que puede
explicarse por el mayor contenido lignina/N y C/N de su hojarasca, pero también
porque las masas de coníferas de mayor área basal son plantaciones relativamente
jóvenes. Esto estaría indicando que la recuperación de la biomasa arbórea no va
emparejada con una recuperación del suelo de la misma magnitud. La relación entre el
Area Basal Total y la Deshidrogenesa se debe probablemente a que los tramos de mayor
área basal se encuentran en Asteasu y Kilimoi, cuencas con predominio de material
calizo y suelos de pH más elevado.
43
V. Evaluación del Estado de Conservación
El Estado de conservación de los ecosistemas riparios, incluyendo sus bosques de
ribera, se puede realizar por comparación con tramos de referencia escogidos por su
naturalidad, como propone la Directiva de Aguas vigente. Esto significa que todos los
tramos se comparan con un ideal de naturalidad. Si bien este enfoque puede ser el mejor
desde el punto de vista de la integridad ecológica, no refleja adecuadamente la
capacidad de los bosques de ribera para cumplir funciones relevantes en el funciones
relevantes para la salud ambiental del territorio.
En un contexto de fuerte presión de uso y antropización, resulta evidente que la
conservación y restauración de los bosques de ribera debe tomar como punto de partida
el concepto de continuidad en la conservación, esto es, que todo tramo de bosque de
ribera puede aportar algo a la conservación global de los ecosistemas terrestres y de
aguas continentales (Kanowski et al 2001). Este es el enfoque seguido en algunos de
los esfuerzos más notables de restauración de bosques de ribera llevados a cabo hasta el
momento (Palone y Todd 1998). Las implicaciones de este enfoque se pueden resumir
en estos tres aspectos:
a) Cada tramo de vegetación de ribera será capaz de cumplir funciones básicas o más
complejas según sean los parámetros que le definen, tales como cobertura arbórea,
ancho de la franja, composición y estructura. Se puede considerar un continuo de
contribuciones a la conservación de los bosques de ribera:
 Regulación de la Temperatura del cauce
 Regulación de los aportes de nutrientes y sustancias químicas en flujo
subsuperficial
 Regulación de los aportes de sólidos en suspensión en escorrentía laminar y flujo
concentrado
 Incremento de la conectividad del paisaje agroforestal
 Aportación de elementos de biodiversidad a los curso de agua
 Proveer de hábitat a especies con problemas de conservación
 Constituir una reserva con características de máxima naturalidad e integridad.
b) La estrategia de conservación se centra en la escala de paisaje que es donde el uso
múltiple es factible de alcanzar y no, de manera exclusiva en cada rodal o masa
forestal individual.
c) Desde el punto de vista de una estrategia global de conservación de los bosques de
ribera, esto significa que a cada zona riparia se le puede “asignar” unas funciones
prioritarias en función de su posición en la red fluvial y en el paisaje, del uso del
suelo de las zonas adyacentes y de su estado actual de conservación. Estas
prioridades de conservación determinaran los parámetros básicos de las acciones de
restauración a emprender, configurando la masa objetivo de la restauración.
La capacidad de los bosques de ribera de cumplir ese amplio conjunto de funciones esta
íntimamente relacionada con su Integridad o salud ecosistémica.
44
En los últimos años se han desarrollado metodologías y de criterios e indicadores
adecuados para la medición de la salud ecosistémica. Una aproximación útil es la
descomponer el estado de conservación de un ecosistema o de una masa forestal en tres
componentes.
•
•
•
Integridad funcional: se refiere al grado en el que se tienen lugar procesos y
funciones dinámicas del sistema, tales como productividad, ciclos biogeoquímicos
y de la materia orgánica, absorciones de nutrientes, intercepción de radiación
solar, acumulación de biomasa y desarrollo de una estructura vertical etc.
Integridad ecológica: se refiere al grado en el que esas funciones y procesos son
llevados a cabo por especies propias del lugar.
Capacidad de Recuperación: es sistemas alterados, es necesario determinar su
capacidad para recuperar su integridad ecológica y funcional. Esta viene
determinada por la disponibilidad de propágulos y la capacidad de recolonización
de las especies no presentes, así como, de manera muy notable por la salud del
suelo y su régimen hídrico.
Estos conceptos de salud ecosistémica y de continuidad en la conservación son los que
guían el análisis sobre el estado de conservación de los tramos de ribera estudiados que
se describe en los siguientes apartados. Así, según sus características de tamaño,
conectividad, composición y estado de desarrollo, se analiza su integridad funcional, su
integridad ecológica y, en su caso, su capacidad de recuperación.
5.1 Evaluación de la Integridad funcional de los bosques de ribera
La importancia relativa de las funciones que cumple cada tramo de ribera, puede ser
distinta en cada caso según sean las características del cauce, el estado de conservación
de la vegetación o el impacto de las actividades contiguas que sea necesario mitigar. Así
una evaluación del estado de conservación debe reflejar cuales son las funciones que un
determinado bosque de ribera es capaz de cumplir dadas sus dimensiones, estructura y
composición. Muchas de estas funciones pueden cumplirlas por igual tanto masas
formadas por especies autóctonas como por especies introducidas o exóticas. Otras no.
La integridad ecológica se refiere al grado en el que las funciones y procesos son
llevados a cabo por especies propias del lugar.
Muchas zonas riparias de la CAV están desprovistas de vegetación arbórea, o presentan
una única hilera de árboles. Los sectores sobre los cuales se sustenta este análisis, sin
embargo, mantienen una franja de vegetación de al menos 10 m de ancho. Algunos
alcanzan a tener árboles de gran desarrollo puesto que con más o menos alteraciones se
han mantenido en el área a lo largo de más de setenta años. Otros sectores están
ocupados por cultivos forestales hasta el borde de la ribera. En ellos, se mantienen
algunos individuos de especies autóctonas pioneras, ya sea en los borde de los cauces,
regenerando bajo el dosel, o como grandes árboles que no fueron extraídos para la
plantación.
45
En términos generales los parámetros que permiten determinar el grado en que los
boques de ribera cumplen las distintas funciones tienen que ver con el Ancho de la faja
riparia, con las estructura y composición que presentan y con su conectividad.
Ancho de la faja riparia
Como se sabe, el ancho de la faja de vegetación constituye uno de los parámetros más
importantes de los bosques riparios, puesto que tiene relación con el número de usos y
funciones que puede cumplir cada tramo y en la medida que esta faja sea más amplia y
compleja en estructura, mayor serán los beneficios asociados a ella. Para esto, en
algunos estudios de casos se han definido anchos mínimos requeridos para cumplir unas
determinadas funciones (Palone & Todd,1997) Así por ejemplo se estima que para
asegurar el sombreado del cauce se requieren al menos 5 m de vegetación arbórea. Si
además se requiere funciones adicionales que mitiguen el efecto de actividades
agrícolas y forestales, mediante la retención de sedimentos, materia orgánica, nutrientes
y pesticida este ancho debe tener como mínimo 15 m. Por otro lado, para proveer
diversidad de hábitat para la fauna y beneficios adicionales como la recreación se
requieren sin embargo anchos superiores a 50 m.
Según esto, los sectores estudiados con anchos de vegetación menor a 25 m y con
plantaciones colindantes, tienen un alto riesgo de ver afectado el ambiente forestal
capaz de proveer ambiente para la fauna, cuando la plantación alcance su edad de
cosecha. Lambert (2002) señala que el efecto sobre la fauna de la corta de una
plantación adyacente al bosque de ribera, sólo se puede minimizar con franjas
superiores a 100 m de ancho. Según Pearson (2001) sin embargo, las franjas de ribera
de 30 m de ancho son capaces de mantener una comunidad de aves asociada
relativamente estable, antes y después de la cosecha, pero que para mantener la
presencia de especies raras y más exigentes se requieren anchos superiores a los 45 m.
Otros estudios indican también que 20 a 100 m de zona buffer puede servir como
reserva de la mayoría de las aves asociada a una comunidad, pero que hacen falta a lo
menos 200 metros para mantener después de la cosecha de las masas adyacentes,
comunidades integras de paseriformes (Hannon, 2002).
Al evaluar el ancho de cada zona de ribera es necesario tener en cuanta los usos
adyacentes. En los tramos estudiados se constata que, en general, las zonas con masas
maduras de autóctonas son continuadas hacia la parte alta de la ladera con otro tipo de
vegetación natural o seminatural formado un gradiente que asciende por la ladera,
dando lugar así, a anchos superiores a los 25 metros. Esto contribuye a mantener un
ambiente forestal menos alterado y un bosque con menor efecto borde. Esta
conectividad puede ser clave para la protección de especies de aves forestales no
estrictamente riparias, pero cuya presencia al interior del bosque depende según
Whitaker (1999) de la existencia de vegetación de riberas de por lo menos 50 metros.
Estructura y composición es determinante respecto de las funciones que tienen que ver
con alimentar las cadenas tróficas y proveer elementos de diversidad a los cauces, así
como en la función de proveer hábitat de refugio, alimentación, reproducción y de
corredor ecológico. La estructura tiene que ver con la distribución de edades y tamaños,
así como con la disponibilidad de elementos estructurales, tales como madera muerta,
oquedades, árboles muertos en pie, entre otros. La composición determina la calidad de
la hojarasca que se aporta a los cursos de agua, así como la cantidad y tipos de recursos
46
de alimentación (frutos, néctar, semillas…) o refugio (oquedades, árboles de grandes
dimensiones…), que el bosque es capaz de proveer.
La continuidad es otro factor que define la calidad y capacidad de la franja riparia de
actuar como pasillo continuo de vegetación a lo largo de los ríos. En la mayoría de los
casos, la vegetación de ribera está constituida principalmente por bosques en hilera, por
lo que presentan una relación perímetro/superficie muy alta, que se traduce en un
acentuado efecto de borde que actúa sobre todo el ecosistema ripario, y que sumado al
problema de fragmentación de los bosques en islas de pequeña superficie, limita la
creación de un ambiente forestal que asegure el movimiento y dispersión de las especies
y la creación de corredores fluviales (González y García, 1995).
La continuidad de vegetación riparia a lo largo de los tramos estudiados, medida como
porcentaje del tramo cubierto por vegetación arbórea, muestra también una mejoría en
las últimas décadas alcanzando en algunos casos el 90% y 100% del tramo,
especialmente en los cursos de agua de primer y segundo orden como son Kilimoi,
Asteasu y Nocedal, lo que se explica en parte por el aumento de vegetación autóctona
en las riberas, disminución de las zonas descubiertas y en el caso de Kilimoi, también
por un aumento de las plantaciones exóticas.
Esta mejora en la continuidad ha ido emparejada a una ligera disminución de la relación
perímetro/área de la franja riparia autóctona que ha tenido lugar también durante las
últimas décadas, aunque no en todos los tramos estudiados. Esto quiere decir que el
tamaño de estos parches de vegetación ha aumentado, mejorando su forma y también la
conectividad a lo largo del cauce.
En cierta medida el cambio de usos de praderas y matorrales a plantaciones ha tenido
que ver con este aumento. Tal y como se ha hecho en este trabajo, muchas veces la
continuidad se estima como el porcentaje de la longitud de un determinado tramo que
esta cubierto por vegetación arbórea, independientemente de las características de esta
(Munné et al. 1998, por ejemplo). Esto se justifica porque estas nuevas masas de
plantación pueden significar una mejoría, al menos temporal, de las funciones de
protección del cauce, y conectividad de la vegetación de riberas. De hecho, a este
respecto, Carter (2002) destaca que su contribución a la conectividad de la vegetación
de riberas puede ser muy importante, puesto que en algunos casos, puede ser la única
conexión entre zonas relictas de vegetación autóctona. Sin embargo, estas plantaciones
pueden llevar consigo severas alteraciones en la productividad del sistema, en las etapas
de establecimiento y cosecha de la masa. Además, tal y como muestran los resultados
de este trabajo, es importante resaltar la importancia de la existencia de bosques
maduros dentro de un gradiente de formaciones en la vegetación riparia, puesto que son
las que realmente ofrecen mayor diversidad de ambientes y recursos para la
reproducción y mantenimiento de procesos naturales.
5.1.1 Parámetros que estiman integridad funcional o capacidad de cumplir funciones
La vegetación arbórea contribuye a mejorar la estabilidad y resistencia física de los
márgenes del cauce, de manera muy superior a otro tipo de vegetación. Esto se produce
por el efecto mecánico de las raíces que cohesionan las partículas de suelo a mayor
profundidad y diminuyen la erosión producida por la corriente de agua. La estructura y
47
composición del bosque de ribera no es relevante para esta función y se considera que
un acho de cinco metros de vegetación arbórea puede ser suficiente (USDA Forest
Service 1998).
La capacidad de la vegetación de ribera para proveer sombra al cauce se relaciona
directamente con la altura de la vegetación, mientras que la evapotranspiración del
bosque contribuye a bajar la temperatura del agua. El sombreamiento del cauce es una
función más importante en los cursos pequeños de primer y segundo orden como son
Kilimoi, Asteasu y Nocedal, cuyos cauces tienen entre 3 a 5 m de ancho. Esto es así por
la baja profundidad de la lámina de agua y porque los ordenes menores aportan la
mayor parte de la superficie total de la red hidrográfica que está expuesta a los rayos del
sol. Los pequeños tramos de orden bajo puede calentarse hasta 1º C por cada 30 metros
de cauce expuestos al sol del verano, en latitudes similares a la nuestra (Palone y Todd
1998). Se considera que cualquier tipo de vegetación arbórea es válida para cumplir esta
función siempre y cuando tenga una altura tres veces la anchura del cauce y un ancho de
entre 5 y 10 metros (Dawson y Haslan 1983). Se puede decir que en general todos los
sectores estudiados son capaces de cumplir con esta función.
La intercepción de sedimentos de fósforo se produce cuando la vegetación forma una
barrera física al movimiento del agua y atrapa mecánicamente el sedimento que
transporta. La reducción de la velocidad del agua y la interrupción del flujo canalizado
son las funciones principales de la vegetación, que además favorece la infiltración y
sedimentación de los sólidos en suspensión (González y García 1995). Debido a que el
90% del fósforo es llevado hacia los cursos de agua unido a partículas de suelo y
materia orgánica, la reducción de sedimentos contribuye a reducir su transporte y a
proteger a los cursos de agua del riesgo de eutrofización. Muchos estudios apuntan a
que anchuras de entre 20 y 30 metros son adecuadas para cumplir función, si bien se ve
muy favorecida por un desarrollo vigoroso de los estratos arbustivos y herbáceos. La
combinación de vegetación herbácea y arbustiva se considera ideal para esta función
(Palone y Todd 1998). Sectores del tramo Kilimoi, Asteasu y Golako presentan estratos
de avellano o aliso de escaso porte, pero en altas densidades que contribuyen a mantener
una barrera de protección de la escorrentía hacia el curso de agua.
En la Intercepción de nitrógeno y otros elementos nutritivos en flujo subsuperficial, la
vegetación de ribera actúa como un sumidero de nutrientes, disminuyendo los aportes a
los cursos de agua. Numerosos trabajos muestran reducciones en los aportes de
nitrógeno a los cursos de agua de hasta el 90% por acción de la vegetación riparia
(Ruffinoni y Balent 1996). Los bosques más estratificado, capaces de utilizar el perfil
del suelo a distintas profundidades son más efectivos en esta función que la vegetación
herbácea (Osborne 1993). Estudios sobre el efecto de plantaciones lineares de árboles y
arbustos sobre la movilidad de fertilizantes aplicados a cultivos agrícolas, revelan su
poca capacidad para interceptarlos (Warren, et al, 2000). Nieswansd (1989) propone
anchos mínimos de 25 a 65 metros, mientras que Palone y Teed 1998 proponen anchos
de entre 15 y 30 metros con una buena cobertura y biomasa arbórea.
La Contribución a las cadenas tróficas y diversidad de los cursos de agua puede
resumirse en dos aspectos: el aporte de materia orgánica y por otro lado, el aporte de
madera de cierta dimensión, como elemento de diversidad estructura. La composición
del dosel arbóreo tiene incidencia directa en la calidad de hábitat acuático, puesto que la
hojarasca es la fuente básica que alimenta las cadenas tróficas de los cursos de agua y
48
los árboles son un elemento crítico en esta red alimenticia. Hongos e invertebrados
descomponedores, pequeños peces, anfibios e insectos acuáticos dependen principalmente de detritos foliares. Algunos insectos acuáticos son específicos en sus requerimientos y pueden incluso perder la capacidad de reproducirse con cambios drásticos
en la vegetación de ribera, afectando la población nativa de aves y peces que dependen
de ellos (Palone & Todd, 1998). Este puede ser el caso de especies insectívoras como el
mismo colirojo real y murciélagos como Myotis daubentonii que requieren los puntos
de agua para cazar, donde encuentran más abundancia de poblaciones de insectos
(Warren et al, 2000). La presencia de especies como aliso y avellano en los bordes de
ribera, como en los sectores Golako 2, Leitzaran 1, Asteasu 2 y Nocedal 1,2 contribuye
de manera importante al aporte de detritos. Estudios realizados en la CAV muestran
diferencias significativas en la tasa de descomposición y en las comunidades
descomponedoras asociadas a la hojarasca de aliso y eucalipto, por ejemplo Pozo y
Basaguren (1998), Basaguren y Pozo (1994).
En tramos como Kilimoi y Asteasu, en los sectores dominados por plantaciones de pino
laricio y roble americano respectivamente, la presencia importante de avellano en el
borde de la ribera en densidades cercanas a los 300 árboles /ha, contribuye a mejorar la
calidad del material aportado al cauce, el cual es especialmente de mala calidad cuando
se trata de coníferas. Algo similar ocurre también en la plantación de pino marítimo de
Golako 3 y de pino insigne en Nocedal 3, donde es aliso la especie que se mantiene con
la plantación, asociada a la zona de ribera, donde puede aparecer también Cornus
sanguínea y Salix atrocinera.
La madera muerta de cierto tamaño (LWD) genera microhábitats en forma de pequeñas
presas, favoreciendo procesos locales de sedimentación y generando de agua en las
crecidas que favorecen en gran medida de la diversidad estructural de los cursos de agua
y por lo tanto de las comunidades faunísticas asociadas. La capacidad para crear estas
estructuras de forma permanente está directamente relacionada con el tamaño de las
pieza. La madera de menores dimensiones, como la que pueden aportar en este
momento las masas de Nocedal y Golako 2, es fácilmente arrastrada por la corriente, se
descompone más rápidamente y no genera elementos duraderos de diversidad. En
principio, las características propias de la madera, esto es la especie de la que proviene,
es un factor secundario. Para que exista un suministro de madera de estas dimensiones a
lo largo de los ríos y arroyos es necesario que estén presentes en el entorno inmediato
de la ribera, (en los primeros 10 metros). Para asegurar la continuidad en el tiempo de
ese suministro es necesario que la zona de vegetación de ribera sea mayor que una
simple hilera. Palone y Todd (1998) proponen un ancho de entre 10 y 20 metros para
cumplir esta función. La existencia de árboles con diámetro superior a 30 centímetros
en esa franja riparia puede considerarse suficiente para cumplir con esta función. Cabe
destacar que cuando se ha evaluado, la cantidad de madera muerta en los ríos y arroyos
de la CAV es generalmente muy baja (Elosegi et al 1999)
Capacidad de proveer hábitat
La descripción de la estructura del bosque es una de las herramientas más utilizadas en
la gestión forestal encaminada al uso múltiple del bosque, puesto que describe la
proporción y distribución espacial de individuos de diferentes especies, edades y
tamaños. Es un buen indicador genérico de biodiversidad pues está directamente
relacionada con la disponibilidad de hábitat de muchas plantas y animales (Lexer 2000)
49
y con los atributos particulares de las especies que componen la comunidad vegetal. Sin
embargo, para que la estructura sea un indicador eficaz de biodiversidad forestal, es
necesario incluir en su descripción elementos de heterogeneidad del rodal, fáciles de
medir tales como la presencia, abundancia y características de árboles muertos en pie,
quebrados y caídos sobre el piso del bosque (James y Wamer 1982).
El aporte de elementos de diversidad potencialmente útiles para la fauna que ofrecen los
sectores analizados se relaciona en primer lugar con la estructura de las masa y con su
edad máxima como principales factores. Así, las estructuras más simples y con rangos
menores de diámetro como las zonas de Nocedal 1, Leitzaran 1 y Golako 2, son las
masas que menos heterogeneidad de ambientes presentan y representan estados más
juveniles de un bosque de ribera, donde aliso es una especie importante en el dosel
arbóreo. Por otro lado estructuras más estratificadas y con mayor rango de tamaños y
edades son bosques con mayor diversidad de micro ambientes generados por su estado
de desarrollo y procesos dinámicos.
En estas masas los elementos son aportados principalmente por especies autóctonas
como haya, roble y fresno. Las dos primeras aportan elementos propios de árboles
añosos, como oquedades en el fuste, grandes árboles con bifurcaciones y árboles
muertos en pie, mientras que fresno, principalmente árboles con bifurcaciones. Aliso
como especie más intolerante a la sombra, también presenta árboles muertos en pie de
pequeño diámetro como en Nocedal. En las plantaciones, las especies de exóticas como
roble americano y pino marítimo también presentan oquedades y bifurcaciones cuando
alcanzan mayor desarrollo, lo que apunta a la importancia de la estructura en la
diversidad de ambientes, que como señalan Lancaster y Ress (1979) la presencia de
muchas aves en ecosistemas forestales está más relacionada con la estructura del rodal
que con la composición de especies. En estas plantaciones de ribera sin embargo, es
común la presencia de especies propias del lugar como avellano, roble, acebo y zarza en
el estrato arbustivo, y que contribuyen a aportar diversidad de alimento para la fauna.
a) Árboles grandes
Los árboles de grandes dimensiones suelen ser emergentes en el dosel, desarrollar
grandes copas, ramas gruesas y generar oquedades por muerte y caída de ramas. Esta
arquitectura especial le permite servir como posadero de caza y ofrecer ambiente para
refugio y reproducción de aves y mamíferos. Así por ejemplo, el colirojo real
(Phoenicurus phoenicurus) requiere de zonas con árboles maduros con oquedades a más
de 2 m de altura para nidificar (Bamford, 2003), mientras que mamíferos como el lirón
gris (Glis glis) y la marta (Martes martes) también los utilizan como madrigueras
(Pilastro et al, 2003; Zabala, 2003).
Con respecto a la riqueza de alimento de que pueden proveer las especies arbóreas de
los bosques estudiados, los sectores 1 de Kilimoi, Golako y Asteasu, son los que tienen
mayor proporción de fagáceas, donde las especies productoras de nueces como haya,
roble, castaño y avellano representan más del 50% del área basal. Según (Lock &
Naiman, 1998) puede existir una alta relación entre la proporción de especies deciduas
en el dosel arbóreo con la riqueza y la abundancia de aves, agregando además, que
algunas especies migratorias requieren para su alimentación, largos tramos de bosques
de frondosas, mientras que otros como un tipo de carpintero requieren para esta función
zonas de yuxtaposición entre frondosas y coníferas. De hecho la presencia de marta
50
también está muy relacionada con la abundancia de alimento para sus presas como la
ardilla, por lo que la presencia de grandes árboles de fagáceas pueden favorecer el
hábitat para esta especie y otros mustélidos como el turón y el visón europeo.
b) Árboles muertos en pie y bifurcados
Uno de los elementos más escasos en todas las masas son los árboles muertos en pie,
tanto de pequeña dimensión como árboles senescentes de grandes dimensiones. El
Código de Buenas Practicas Forestales de la Columbia Británica considera que este es
quizá el elemento que más contribuye al mantenimiento de la biodiversidad forestal (BC
1995). Cada uno de estos tipos de madera muerta en pie responde a la ocurrencia de
procesos naturales de mortalidad. Los árboles de menor diámetro suelen debilitarse y
morir por fuerte competencia con sus vecinos y son comunes en formaciones juveniles
en etapa de exclusión fustal como ocurre en el sector Nocedal 1. Estos árboles aportan
madera muerta sin descomponer que puede ser utilizada por insectos xilófagos como
Rosalía alpina, donde hace las puestas de huevos (Rosas et al, 1992). Por otro lado los
grandes árboles que mueren por sobre madurez, además de madera en pie sin
descomponer, al caer pueden aportar troncos huecos al piso del bosque, puesto que
suelen mantener hongos asociados a la pudrición central de sus fustes. Precisamente los
troncos huecos de grandes árboles, requeridos para refugio y reproducción de aves y
mamíferos, también es un elemento escaso en variados tipos de masas autóctonas de
altitud, según se ha encontrado en otros estudios en la CAV (Errotuz, 2003)
Las bifurcaciones que desarrollan algunos árboles de grandes dimensiones , suponen un
elemento que puede ser usado por la fauna como lugar para descanso o nidificación de
aves rapaces, que como el Azor (Accipiter gentilis) suele preferir árboles vivos para
construir sus nidos, instalándolos en la parte basal de la copa o en la parte central del
dosel (Penteriani & Faivre, 1997).
c) Madera muerta
Con respecto a la madera muerta encontrada en el piso del bosque, en general está en
volúmenes bajos y en la mayoría de los sectores con valores típicos de masas más
jóvenes y de estructura simple, donde además predomina la madera poco descompuesta
o sin descomponer y de pequeños diámetros. Sin embargo se aprecia cierta relación del
volumen de madera muerta con el grado de desarrollo de los rodales y su edad máxima,
donde se destaca de manera especial el sector 1 de Asteasu con un volumen de 106
m3/ha cuyo valor se acerca a lo encontrado en bosques naturales de Suecia con 138
m3/ha (Heras & Infante, 2002) y supera la de otros bosques europeos sin intervención (
Suter y Schielly, 1998).
El mayor volumen de madera muerta en el piso del bosque, es el reflejo de la ocurrencia
de procesos naturales en bosques maduros, poco intervenidos y que por lo tanto son
capaces de generar heterogeneidad de ambientes en su interior. En este sentido el
volumen de madera muerta del sector de Asteasu no incluye madera en estado avanzado
de descomposición, sin embargo se trata de un bosque dominado por haya con edades
máximas de 70 años y que también aporta otros elementos como oquedades y
bifurcaciones en sus fustes, por lo que se puede asumir que en la medida que el bosque
alcance otras etapas de madurez, podrá también enriquecer su diversidad de ambientes.
51
La importancia de la madera muerta en distintos estados de descomposición se debe a la
mayor capacidad de ofrecer diversidad de sustratos para el desarrollo de distintas
especies asociadas al bosque. Así por ejemplo la madera caída y poco descompuesta
puede ser colonizada por especies epífitas, la semidescompuesta por musgos lignícolas
y la madera muy descompuesta es requerida por musgos y hepáticas (Heras &Infante,
2002). También madera en avanzado estado de descomposición puede constituir
sustrato para la reproducción de insectos saproxilófagos como Lucanus cervus. La
escasez de este elemento, especialmente en distintas estadios de descomposición, indica
por un lado la forma discontinua en que se genera este recurso al interior de las masas,
lo que es natural en las masas más jóvenes como Kilimoi 2, Asteasu 3 y Nocedal 3, y
por otro lado puede deberse al efecto de alteraciones antrópicas de ocurrencia frecuente
como la recogida de madera para leña, como en las masas más desarrolladas de
Leitzaran 1 y Golako 1.
5.2 Integridad Ecológica
De manera operativa se puede decir que existe Integridad Ecológica, cuando las masas
forestales está formadas por especies propias del lugar. A efectos de este trabajo este
requisito se cumple cuando las especies autóctonas aportan al menos el 90% del área
basal. Las especies autóctonas en zonas de ribera no sólo contribuyen a la diversidad del
propio bosque, si no que también constituyen una fuente de propágulos para el paisaje
en su conjunto y en particular para procesos de enriquecimiento y colonización de otras
zonas en la ribera (Gonzáles & García, 1995; Tabachi et al, 1998).
Sin embargo, la integridad ecológica tiene que ver también con el mantenimiento de
procesos naturales. Por ese se debe considerar la ausencia de intervenciones antrópicas,
como criterio de Integridad. Las limpias de la vegetación de la ribera y del sotobosque,
el pastoreo y las cortas periódicas y el pastoreo, son alteraciones muy frecuentes en gran
parte de los cauces de la CAV.
Por otra parte, el mantenimiento de procesos naturales exige continuidad a lo largo del
cauce. En este trabajo se considera que la existencia de cobertura arbórea a lo largo de
al menos un 75% de la longitud del cauce indica una continuidad aceptable,
contribuyendo así a la integridad ecológica.
5.3 Capacidad de recuperación y restauración
La capacidad de recuperación de la vegetación
Las estructuras de tamaños de los bosques de ribera estudiados, muestran básicamente
dos tipo de estructuras típicas utilizadas para el análisis de la dinámica forestal. Por un
lado la estructura regular de tipo normal y menos estratificada, la presentan las
plantaciones, coetáneas, y las masas donde domina aliso, que al igual que las exóticas
usadas en plantaciones, son especies pioneras de rápido crecimiento y muy intolerantes
a la sombra.
Las especies de crecimiento más lento y que requieren más protección en su etapa
inicial o con mayor capacidad de supresión como lo muestra claramente el fresno, laurel
52
y arce, participan en estructuras irregulares de tipo bimodal, más estratificadas, donde el
dosel de emergentes puede estar ocupado por especies más longevas como roble y haya.
El análisis de las edades del estrato arbóreo y del crecimiento de las principales especies
autóctonas presentes en cada sector aportan información referente a períodos de
establecimiento de las especies y de sus respuestas a la competencia y disponibilidad de
recursos. De esta manera se pueden identificar especies capaces de mantenerse tanto en
los doseles intermedios como en el dominante, como es el caso del fresno, lo que se
debe a su capacidad para crecer muy lentamente cuando esta suprimida por el estrato
arbóreo. Por otro lado aliso parece tener una menor capacidad de supresión, dominando
en estructuras más simples, lo que es típico de especies pioneras y su permanencia en
los estratos bajos está relacionada con su ubicación en la zona más iluminada y húmeda
en el borde de la ribera. Una de las especies más tolerantes a la sombra parece ser el
laurel, que puede mantenerse en el estrato arborescente con más de 30 años.
Estas tres especies son un claro ejemplo de tres grados de tolerancia a la sombra, por lo
que su presencia en una masa natural o incluso artificial contribuyen a aportar
diversidad a la estructura de tamaños, generando distintos estratos. Se trata de un
atributo propio de masas que han pasado la etapa juvenil de máxima competencia y que
dan paso al establecimiento de otras especies, capaces de crecer con protección de una
generación anterior, enriqueciendo su composición, de manera que la presencia de
especies con distintos atributos, pueden ser indicativos del grado de conservación del
bosque.
Este hecho también se aprecia en la relación del diámetro medio cuadrático, como
medida del desarrollo de la masa, con el número de especies arbóreas que regeneran en
el sotobosque. Aunque no se trata de bosques maduros propiamente tal, se aprecia una
tendencia de aumento del número de la regeneración de especies arbóreas, con el
aumento del diámetro medio.
Según secuencia temporal de la vegetación en los sectores estudiados, la recuperación
natural de zonas de ribera como Nocedal 2 y Golako 2, ha significado la ocupación por
vegetación arbórea propia del lugar de zonas anteriormente ocupadas por matorral. Sin
embargo esta recuperación ha sido muy lenta si se consideran las escasas áreas basales
alcanzadas, menores a 5 m2/ha , en comparación con las zonas donde se han establecido
plantaciones de frondosas y coníferas que han alcanzado valores superiores a los 20
m2/ha como en Kilimoi 3 y Leitzaran 3 en las últimas 3 décadas. Por otro lado, los
valores máximos de crecimiento en diámetro de especies autóctonas como aliso,
castaño, fresno y roble, que representan el potencial de crecimiento de las especies, en
crecimiento libre o sin competencia, indican que sería posible alcanzar masas de
desarrollo y estructura similar con especies autóctonas, y una silvicultura adecuada, en
un período de tiempo similar, pero con resultados superiores en términos de integridad
ecológica y funcional.
Por otro lado la presencia de regeneración bajo estas plantaciones, de especies propias
del lugar, como castaño, aliso y fresno, es explicada por la disponibilidad de propágulos
en el entorno y por las condiciones adecuadas para la germinación en el sustrato, lo que
también es indicativo del potencial de recuperación natural de estos sectores
Cuando la vegetación de ribera está formada por plantaciones de especies exóticas, la
presencia de un estrato intermedio de especies autóctonas en fase de reclutamiento
hacia el dosel superior, puede constituir una reserva de la masa original, capaz de
desarrollarse bajo la protección de la plantación. Según las tasas de crecimiento
registradas para especies como fresno, arce, laurel y roble, es posible que estos estratos
53
de diámetros entre 10 y 20 cm de diámetro, tengan edades algo menores que la propia
plantación. En este trabajo se considera que la presencia de un dosel de estas
características formado por al menos 100 ind/ha mayores a 15 cm de diámetro puede
facilitar las acciones de restauración, acortando los plazos para la consecución de una
masa con características de mayor naturalidad.
Estado de conservación de los suelos
La mayor parte de los suelos de zonas riparias han estado sometidos a una alta presión
de uso, se han erosionado, han soportado fuertes extracciones de nutrientes, aportes de
fertilizantes y han sufrido compactaciones de mayor o menor grado. Puesto que el suelo
es el soporte último de todos los ecosistemas terrestres, sus características y el estado de
conservación son probablemente el factor más determinante de la capacidad de
recuperación de los bosques degradados y por lo tanto, la salud de suelo es una parte
fundamental de la salud del ecosistema de ribera.
Por otro lado, los suelos son un ecosistema en sí mismo y es necesario reconocer que la
dinámica de las poblaciones microbianas del suelo son las responsables tanto de la
fertilidad del suelo, de muchas de sus propiedades fisicoquímicas, del mantenimiento de
los ciclos globales de los elementos y de muchas funciones relacionadas con su papel
como filtros naturales (desnitrificación, catálisis de pesticidas…).
Tradicionalmente, se ha abordado esta problemática de la salud de los suelos a partir del
análisis de parámetros fisicoquímicos obtenidos a partir de “análisis de suelo” y por
comparación de esos valores con valores de referencia. Esta aproximación sigue siendo
válida pero presenta numerosas limitaciones, entre ellas la de estar enfocada
fundamentalmente a la fertilidad en sentido agronómico (Bouma, 1997). Es importante
recordar que incluso en este enfoque reduccionista, la identificación de indicadores
adecuados de la calidad del suelo se complica como consecuencia de la multiplicidad de
factores físicos, químicos y biológicos que controlan los procesos biogeoquímicos y su
variación espacio-temporal en intensidad (Larson & Pierce, 1991). Además, gran parte
de las especies típicas de zonas riparias tienen una gran tolerancia a amplios cambios en
textura, contenido en materia orgánica, y acidez del suelo. Como ya se ha discutido, el
análisis químico de los suelos de los sectores estudiados, muestra que no hay limitantes
serias para el desarrollo de la vegetación, si bien no permiten identificar, pérdidas de
salud o calidad derivadas del uso histórico, que en muchos casos ha sido intenso hasta
las últimas décadas.
En respuesta a este tipo de problemática, la Sociedad Americana de Ciencias del Suelo
(SSSA) ha definido la calidad/salud del suelo como “la capacidad continua de un clase
específica de suelo de forma que funcione como un sistema vivo, dentro de los límites
de los ecosistemas tanto naturales como gestionados por el hombre, en el que se
mantenga la productividad animal y vegetal, se preserve o mejore la calidad del medio
ambiente acuático y terrestre, y, finalmente, se cuide la salud humana” (Doran &
Parkin, 1996; Karlen et al., 1997). Ello implica la necesidad de evaluar la salud de los
suelos como un componente importante de la salud de los ecosistemas (Acton, 1993,
Granatstein & Bezdicek, 1992) y cambiar el paradigma de “fertilidad del suelo” por el
de salud del suelo, dando un énfasis creciente en la estructura y composición de las
54
comunidades microbianas de los suelos. Las actividades enzimáticas, los perfiles de
respiración basal e inducida por sustrato, los perfiles de fosfolípidos en el suelo,
diferentes aplicaciones de la biología molecular son algunas de las vías en desarrollo,
junto a otras más clásicas como el estudio de las comunidades de invertebrados
edáficos. Sin embargo, la ausencia de niveles de referencia o de procedimientos de
evaluación de los resultados obtenidos hace imposible, por el momento evaluar el
estado de conservación del suelo por estos métodos, excepto en el caso de alteraciones
muy severas (alta contaminación con metales pesados en zonas de depósitos mineros,
por ejemplo. (Hernández, J. Comunicación personal). Así las actividades enzimáticas
analizadas muestran grandes variaciones entre tramos y dentro de los tramos, que tienen
que ver en parte con las características del suelo, pero que no son fáciles de interpretar y
que arrojan poca luz sobre el potencial biológico de los suelos.
Por otro lado, un tercer enfoque, mucho más aplicado, para estimar el estado de
conservación del suelo se basa en la identificación directa de perturbaciones físicas del
suelo como consecuencia del uso antrópico, como es el tránsito de maquinaria, la
remoción de horizontes superficiales, la compactación del suelo en zonas de acopio de
materiales etc. (González et al. 2004 BC, 1995) Si bien desarrollar este tema cae fuera
de alcance de este proyecto, es este el enfoque por el que se apuesta en la propuesta
metodológica para la evaluación del estado de conservación de los boques de ribera,
que se desarrolla a continuación.
55
5.4 Propuesta para la evaluación del estado de conservación
La discusión anterior se ha transformado en una serie de criterios operativos para la
evaluación del estado de conservación de los bosques de ribera. Estos son:
Relevancia
Parámetros mínimos
Valor
Ancho >5 mts
1
Integridad
Funcional
Estabilización de
riberas
Protección
Temperatura
Muy relevante en ordenes altos…
Ancho > 5m de vegetación 1
arbórea
Retención de
Muy relevante en tramos de orden Ancho >25 m
sedimentos y fósforo bajo, cuando el uso adyacente es
particulado
productivo (Agrícola ganadero o
forestal)
1
Absorción de
nutrientes en flujo
subsuperficial
Muy relevante en todos los ordenes Ancho >25 m
cuando el uso adyacente es agrícola
Área basal >10 m2
o ganadero
1
Contribución al los
cadenas tróficas
acuáticas
Las comunidades descomponedoras
de los cursos de agua están
adaptadas a las hojarascas locales.
1
1
Ancho >10 m.
Área basal autóctonas
>50% en el entorno de la
ribera
La madera caída de grandes
dimensiones aporta diversidad
estructural a los curso de agua
Árboles de diámetro >30 cm en
el entorno de la ribera
Proveer hábitat
corredor ecológico
Bosque multiestratificado
Presencia
estructurales.
de
Ancho > 50 m, o ribera
continuado con autóctonas, y al
e l e m e n t o s menos dos de las siguientes
condiciones:
1
1
1
Edad máxima > 70 años
1
Rango de diámetros entre 20 y
50 cm
1
Madera muerta >10 m3/ha
Árboles muertos en pie >10%
1
1
Integridad
ecológica
Composición
En toda situación y estructura de % de área basal de autóctonas
especies, viene determinada por la >90%
presencia de especies propias del
lugar.
Dinámica natural
Asegurar la integridad de los Ausencia de alteraciones
procesos ecológicos en el tiempo.
antrópicas recientes (limpieza de
ribera, pastoreo, cortas..)
Continuidad y
conectividad
2
1
Valora el grado de conexión de la > 75% de la longitud del tramo
masa, longitudinalmente a lo largo con cobertura arbórea
del cauce, y la ausencia de
>75% de conectividad lateral
infraestructuras transversales
1
Reclutamiento de
autóctonas bajo
dosel de exóticas.
La presencia de un dosel intermedio Dosel intermedio de autóctonas
de autóctonas
de > 100 ind/ha de diámetros
entre 10 y 20 cm
1
Conservación del
suelo
Ausencia de evidencias de
erosión, compactación y tráfico
de maquinaria
1
1
Capacidad de
recuperación
Total valor máximo
20
56
1
1
1
1
1
0
1
1
1
2
3
5
Estabilización de riberas
Protección Temperatura
Retención de sedimentos y fósforo particulado
Retención de nutrientes en flujo subsuperficial
Contribución al los cadenas tróficas acuáticas
Proveer hábitat corredor ecológico
1
1
1
2
Dinámica natural
Continuidad y Conectividad
1
1
9
1
1
20
Reclutamiento de arbóreas dominantes
Conservación del suelo
Capacidad de recuperación
0
2
Composición
Integridad ecológica
2
1
Integridad Funcional
KILIMOI
7
1
0
0
0
0
1
2
1
0
1
1
3
17
1
1
1
1
2
3
3
2
1
1
1
1
10
1
1
1
1
0
2
1
1
0
1
1
2
57
Leitzaran
16
1
1
1
1
0
3
2
2
1
1
1
3
Tabla 15 Evaluación del Estado de conservación de los tramos estudiados
18
1
1
2
1
2
4
2
2
1
1
1
1
20
1
1
2
1
2
5
3
2
1
1
1
2
Asteasu
9
1
1
1
1
0
1
1
1
0
1
1
3
17
1
1
1
1
2
3
3
2
1
1
1
1
Golako
9
1
1
1
1
2
0
0
0
1
1
1
2
12
1
1
1
1
0
1
2
2
1
1
1
3
13
1
1
1
1
2
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
11
1
2
0
0
1
1
2
Nocedal
6
1
1
0
0
0
0
1
0
0
1
1
3
100
100
53
53
60%
63%
67
100
100
%
A partir de ese conjunto de criterios, se ha valorado el estado de conservación de los
tramos y sectores estudiados. Esto es, basándose en su integridad funcional, integridad
ecológica y capacidad de recuperación Tabla 15.
Se puede apreciar, que este esquema permite evaluar funciones específicas de cada
tramo, que puede ser útil pasará el seguimiento y control de una estrategia global de
restauración que delimita las funciones específicas de cada tramo, adaptándose a la
realidad social y geográfica. Además permite la creación de un índice, que resulta de la
suma de criterios que cada masa cumple respecto de el conjunto de funciones, como se
presentan en la Tabla 15. Evidentemente, es posible ponderar las funciones para
construir un índice adaptado al orden de curso de agua, o la las prioridades de
conservación.
Así, según esta evaluación del estado de conservación, sectores que deben mitigar los
efectos de plantaciones contiguas, como Leitzaran 2, Golako 2 o Asteasu 3, no cumplen
el la función lógicamente necesaria de limitar los aportes de sedimentos a los cursos de
agua. Por otro lado Leitzaran 3, que es un bosque de mucho desarrollo, con una edad de
unos 80 años, cumple con la función de proveer hábitat, por su diversidad estructural, a
pesar de no cumplir con el requisito de Integridad ecológica ya que tiene una alta
participación de individuos de especies exóticas.
De este modo, esta metodología permite llevar a la práctica el concepto de continuidad
de la conservación, pues valora el aporte de cada tramo al comportamiento global de las
zonas riparias respecto de su contribución a la calidad de las aguas continentales y a la
salud de los ecosistemas terrestres.
Comparación con el índice QBR
El índice para la calificación de la zona de ribera de los ecosistemas fluviales o QBR,
desarrollado por Munné et al. (1998) es un índice desarrollado en condiciones
mediterráneas, que valora básicamente la presencia de una franja de vegetación arbórea
entorno a las dos riberas del cauce, cuya anchura depende de la morfología del cauce,
pero sin relación a funciones específicas y con un peso relativo bajo de los aspectos
relacionados con la composición y estructura de las masas. El índice valora además la
naturalidad del canal fluvial, penalizando modificaciones artificiales en el cauce y obras
de infraestructura. En el QBR la zona de ribera se define como la zona sometida a
avenidas de recurrencia superior, e incluye a las terrazas fluviales. Esto puede hacer
difícil de evaluar el QBR en algunas situaciones, e introducir un elemento de
subjetividad. Además la valoración del ancho de un tramo concreto dependerá más de la
definición previa de cual es su zona de ribera, que de que ese ancho sea efectivo para
limitar los aportes de sedimentos al cauce, o para conformar un corredor ecológico, por
ejemplo.
Por otro lado, el sistema de puntuación que establece permite que masas de plantación
de exóticas con una hilera de árboles autóctonos entorno al cauce, obtengan las máxima
puntuación. Por otro lado, la naturalidad se valora a partir de la presencia de entre 1 y 3
“especies arbóreas autóctonas”, lo que es claramente un valor arbitrario.
En cualquier caso, el índice QBR es una herramienta útil que ha sido aplicada a los
boques de ribera de la CAV (Gobierno Vasco 2002) y que además no requiere más que
una inspección visual. Los resultados muestran que sólo el 17% de las zonas riparias
58
presentan vegetación de ribera en calidad “muy buena”. Mientras que clasifica otro 23%
como “calidad buena”. Esto es indicativo del pobre estado de conservación de los
bosques de ribera de la CAV .
Es probable que en todo el rango de estados de conservación, el índice QBR y el que
aquí se propone muestren una buena correlación. En este trabajo, sin embargo sólo se
han examinado y evaluado sectores con un QBR próximo a 100, que presentan un
Índice de evaluación funcional entre 7 y 20. De ellos sólo el 40% cumple con los
requisitos para proveer hábitat, y sólo un 50% cumplen con el criterio de integridad
ecológica. En topografías más llanas, con amplias riberas de inundación, es probable
que sea el QBR el que puntúe por debajo bosques riparios, que desde un punto de vista
funcional pueden ser muy bien evaluados.
Finalmente, a partir de los resultados de este trabajo y de la discusión anterior, los
sectores de Kilimoi 1, Asteasu 2 y en menor medida Leitzaran 1 (por falta de
conectividad transversal por la carretera cercana) y Asteasu 1 (por incumplir el criterio
de madera muerta y de presencia árboles mayores en el entorno de la ribera) pueden
considerarse como Tramos de Referencia para la conservación y restauración de
bosques de ribera
59
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