LA COEDUCACIÓN DESDE LA EDUCACIÓN FÍSICA DE SECUNDARIA Aguilar Sánchez, Javier 1. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA Y LEGISLATIVA La desigualdad, en términos genéricos, representa el hecho que más ha afectado a nuestra evolución. Debido a esto, la lucha por la igualdad está tan presente hoy día y se considera como necesaria para el cambio. Ya desde la prehistoria y edad antigua, la actividad física ha estado relegada al hombre, pues desarrollaba su masculinidad, virilidad, fuerza, violencia, agresividad… mientras que a la mujer se le han ido imponiendo otras cualidades más femeninas, impropias de todo hombre, tales como el afecto, el cariño, la dulzura, la sumisión, pasividad, suavidad, el amor, etc. (Alonso, 2007). Hay que remontarse a la aparición de las escuelas gimnásticas (siglo XVIII y XIX) para ver a las mujeres practicando gimnasia. Posteriormente (principios del siglo XX), a las mujeres sólo les eran asociados contenidos relacionados con el ritmo, la danza, etc. La Revolución Francesa sirvió como punto de inflexión para la lucha por la igualdad. Así, a lo largo del siglo XX se han ido consiguiendo logros como el derecho a voto, la posibilidad de acceder a cargos políticos, el reconocimiento como ciudadanas en pleno derecho, etc. Pero a pesar de todos estos avances las desigualdades entre sexos siguen estando hoy presentes y constituyen una temática de actualidad. En el caso concreto de España, es destacable la aparición de la Ley General de Educación de 1970 que posibilitó la aparición de la escuela mixta prohibiendo, a su vez, la creación de escuelas separadas por sexos e integrando en un mismo currículum tanto a hombres como a mujeres. Por tanto, a lo largo de la historia se han ido formando unas falsas concepciones sobre el adecuado desarrollo físico de las mujeres (García, 1990). En definitiva, en la mayoría de las épocas históricas a la mujer se le ha prohibido la práctica deportiva creando ciertos estereotipos sexistas que en algunos casos se mantienen en la actualidad. Por esto, según González (2005), la actual búsqueda de igualdad de oportunidades, y de no discriminación por razón de sexo en materia de educación, surge como consecuencia de la situación histórica que ha vivido la mujer en todos los ámbitos de la vida, siendo, en muchos casos, la discriminación su característica fundamental. 1 En relación con lo anterior, Alonso (2007) resume los prejuicios más frecuentes frente a la práctica de actividad física por parte de las mujeres. Éstos son los siguientes: Los niños son mejores que las niñas en las actividades físicas porque son más fuertes. Las niñas son más frágiles que los niños para los deportes. Las niñas no se esfuerzan en las actividades físicas. Las niñas son más torpes. Los niños no discriminan a las niñas, ellas solas se salen de la actividad. Los juegos que les gustan a las niñas no gustan a los niños. El mismo autor concluye, en referencia a la creación de estos prejuicios y estereotipos, que las diferencias entre hombres y mujeres, entre niños y niñas no tienen un origen sexual, sino más bien social. Legislativamente hablando, frente al problema de la discriminación por razón de sexo, es destacable que ha existido una regulación de la problemática mediante normativa europea, nacional y, más concretamente, por comunidades autónomas. En este sentido, la primera referencia europea al Principio de Igualdad entre Mujeres y Hombres, aparece ya en el Tratado de Roma de 1957. Este tratado en su artículo 119 establecía como obligación el garantizar la aplicación del principio de igualdad de retribución entre trabajadores y trabajadoras para un mismo trabajo. En España, la Constitución 1978 constituye un referente legislativo en materia de igualdad. Concretamente en su artículo 14 exige que los poderes públicos deben desarrollar una acción dirigida a hacer real y efectiva la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Establece que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Así, La Ley Orgánica de de Igualdad 3/2007 regula los diferentes aspectos que garantizan un tratamiento idéntico entre hombres y mujeres. La Ley citada distingue dos tipos de discriminación. Por una parte, se entiende por discriminación directa por razón de sexo la situación en que se encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada, en atención a su sexo, de manera menos favorable que otra en situación equiparable. Por otra parte, la discriminación indirecta por razón de sexo es la situación en que la aplicación de una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a las personas de un sexo en desventaja particular con respecto a las personas del otro, salvo que la aplicación de dicha disposición, criterio o práctica pueda justificarse objetivamente en atención a una finalidad legítima y que los medios para alcanzar dicha finalidad sean necesarios y adecuados. Pero, sin olvidar la educación familiar, es desde el ámbito educativo donde debería empezar este tratamiento igualitario. En este sentido ya en la Ley Ordenación General del sistema Educativo (LOGSE) de 1990 se hacía referencia al principio de no discriminación por razón de sexo y se insistía en la necesidad de evitar que ésta sea transmitida en los centros escolares. Posteriormente, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación deja claro en su preámbulo la importancia de la coeducación en el proceso de formación de las personas. Esta ley, exige una educación de calidad a todos los ciudadanos de ambos sexos, y, en todos los niveles del sistema educativo. Asimismo, se debe garantizar al alumnado una igualdad efectiva de oportunidades, 2 prestando los apoyos necesarios, tanto al alumnado que lo requiera como a los centros en los que están escolarizados. En definitiva, se intentan crear medidas para mejorar el nivel educativo de todo el alumnado. Entre los fines de la educación citados en esta última ley destacan el pleno desarrollo de la personalidad y de las capacidades afectivas del alumnado, la formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y de la igualdad efectiva de oportunidades entre hombres y mujeres, el reconocimiento de la diversidad afecto-sexual, así como la valoración crítica de las desigualdades, que permita superar los comportamientos sexistas. Aparte de todas estas razones legislativas, no debemos olvidar que además existen unas de tipo social que son más que suficientes para llevar a cabo una enseñanza igualitaria real, basándose en el respeto, en el diálogo, la igualdad de trato y de oportunidades, etc. 2. COEDUCACIÓN EN LA ESCUELA Subirat y Brullet (1988) indican que el término el término coeducación “no puede simplemente designar un tipo de educación en el que las niñas hayan sido incluidas en el modelo masculino, tal como se propuso inicialmente”. Coeducar es algo más que introducir nuevos contenidos o determinadas actividades. Supone un replanteamiento de la totalidad de los elementos implicados en el proceso enseñanza-aprendizaje. Gracias a la transversalidad con la que la coeducación impregna todo el currículum, se puede y se debe, llevar a cabo un trabajo desde las diferentes áreas curriculares (Alonso, 2007). Para Asins (1999) coeducar significa educar contra los prejuicios, significa aprender de uno mismo y del sexo opuesto, significa no conformarse ni siquiera con conocer de forma teórica o llevar a la práctica hábitos, comportamientos, conocimientos o actitudes no sexistas. Más bien es llegar a tomar conciencia y sensibilizarse ante la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres porque, en definitiva, todos somos iguales. Aquesolo y Beyer (1992) conceptualizan el término coeducación de una manera más simple indicando que es “la educación en común de los dos sexos”. Por otra parte, según Torre (1998) coeducar, a través de la Educación Física, es contribuir a la consecución de todas las capacidades de una persona con independencia del sexo al que pertenezca, manifestando un tratamiento “igual”, de manera que seamos capaces de: 1-Fomentar un desarrollo integral del alumnado. 2-Respetar sus intereses, motivaciones y necesidades. 3-Aceptar el modelo masculino sin negar el femenino. En definitiva, coeducar significa enseñar a valorar, tanto a chicos como a chicas, los rasgos de carácter positivo de los modelos femeninos y masculinos. No se trataría de eliminar formas de comportamiento femeninas, sino de hacer participar a los chicos de las ventajas que tienen las formas de conducta que hasta ahora han sido consideradas exclusivamente propias de mujeres. Esto implicaría valorar el modelo femenino como hasta ahora ha sido valorado el masculino (Moreno et al., 2008). 3 En relación con lo anterior, el área de Educación Física, presenta unas posibilidades de actuación mayores en comparación con otras materias. Pero no sólo en términos coeducativos, sino también en referencia a la transversalidad. Desde el área, se contribuye al trabajo del espacio y la ocupación de espacios igualitaria, a los agrupamientos cooperativos mixtos, a la utilización de los materiales tradicionales de manera igualitaria y descubrimiento de materiales alternativos no sexistas, al uso de un lenguaje no sexista, a la prevención de la violencia de género mediante juegos cooperativos, al conocimiento del cuerpo, al trabajo de contenidos que tradicionalmente han sido considerados como femeninos, como la expresión corporal, la danza o la flexibilidad, e incluso las tareas domésticas del hogar a través de amplio repertorio de actividades lúdicas. Además, durante el juego o en las actividades realizadas en clase, es cuando se relacionan compañeros y compañeras, juegan unos con otras, colaboran, cooperan, se animan para conseguir metas comunes, respetan las normas que ellos y ellas han establecido de antemano dialogando… mientras que en el resto de áreas, este trabajo es algo más complejo (Alonso, 2007). En este sentido, Vázquez, Fernández-García y Ferro (2000) resaltan la importancia de la Educación Física en este aspecto, ya que el área se configura como un ámbito reforzador de los estereotipos sobre el propio cuerpo y la actividad física, así como de las expectativas que a partir de ellos se generan para las niñas y los niños y su futura relación con la actividad física y el deporte. 3. ORIENTACIONES PRÁCTICAS PARA EL TRABAJO COEDUCACIÓN DESDE EL ÁREA DE EDUC ACIÓN FÍSICA DE LA Ames (1992) describe una serie de orientaciones prácticas (a tener en cuenta por los docentes) divididas en áreas encaminadas a desarrollar una implicación hacia las tareas propuestas: Área 1: Tarea Diseñar actividades basadas en la variedad, el reto personal y la implicación activa. Ayudar a los sujetos a ser realistas y plantear objetivos a corto plazo. Área 2: Autoridad Implicar a los sujetos en las decisiones y en los papeles de liderazgo. Ayudar a los sujetos a desarrollar técnicas de autocontrol y auto-dirección. Área 3: Reconocimiento Reconocimiento del progreso individual y de la mejora. Asegurar las mismas oportunidades para la obtención de recompensas. Centrarse en el auto-valor de cada individuo. Área 4: Agrupación Agrupar a los sujetos de forma flexible y heterogénea. Posibilitar múltiples formas de agrupamiento de los individuos. Área 5: Evaluación Utilizar criterios relativos al progreso personal y al dominio de la tarea. Implicar al sujeto en la auto-evaluación. 4 Utilizar evaluación privada y significativa. Área 6: Tiempo Posibilitar oportunidades y tiempo para el progreso. Ayudar a los sujetos a establecer el trabajo y la programación de la práctica. Por otra parte, los aspectos que podemos señalar para trabajar coeducativamente desde el área de Educación Física son (López, 2009): No esperar comportamientos diferentes en niños/as. Hacer propuestas globales e integradoras que favorezcan el mayor número posible de aspectos motrices. Plantear actividades considerando aspectos cualitativos y no cuantitativos. Utilizar como recurso educativo el juego. Fomentar el sentido lúdico. Evitar tempranas especializaciones que fomenten estereotipos. Favorecer situaciones de interacción y no de segregación. Evitar la distribución de tareas en función de los sexos. Evitar espacios identificados con los sexos. Del mismo modo, Navarrete y Navarrete (2002) indican que en Educación Física, existen grandes condicionantes para asegurar la igualdad de oportunidades en nuestros/as alumnos/as, para conseguirla debemos de incidir y reflexionar sobre diversos aspectos básicos: Debemos ofrecer un proyecto curricular válido y motivante, tanto para los alumnos como para las alumnas. Debemos conocer la fuerte carga de género que habitualmente se transmite a través de las interacciones verbales en nuestra área. Si uno de nuestros objetivos es propiciar la participación de los alumnos/as en las diferentes actividades físicas y promover hábitos estables de ejercicio físico y de salud, la selección de contenidos deberá de priorizar aquellos que más contribuyan a integrar a alumnos y alumnas y otorgar un tratamiento diferente a aquellos contenidos que tradicionalmente se atribuyen a un género. Trataremos de compensar la tendencia existente sobre la utilización de los diferentes espacios de realización de las actividades físicas, estableciendo actuaciones que nos permitan una distribución acorde con las tareas a realizar. La utilización de materiales y las diferentes organizaciones del grupo clase, nos van a permitir interactuar de manera no estereotipada interviniendo en la propia formación de grupos atendiendo a razones de nivel de aprendizaje e introduciendo materiales alternativos no estereotipados. Debemos plantearnos el conocer sus intereses, preferencias, expectativas,...etc., lo cual nos permitirá eliminar esos estereotipos, actitudes y prejuicios existentes promoviendo la participación en actividades lúdicas de manera cooperativa. En definitiva, para trabajar la Coeducación desde el área de Educación Física debemos tener cuenta todos los elementos del currículum: 5 Comenzando con los objetivos y contenidos, López (2005) destaca que se deben plantear objetivos y contenidos que propicien la participación de las alumnas en la actividad física y comenzar así a promover el gusto por el movimiento y mejorar su autoestima en el ámbito del área (discriminación positiva). Se priorizarán objetivos y contenidos que contribuyan a integrar chicas y chicos, se dará un tratamiento diferente a los contenidos tradicionales de Educación Física, inclusión de contenidos y actividades alternativas y también las cercanas a las niñas con la misma finalidad, aumentar su participación y autoestima. En cuanto a la metodología, Vázquez (1996) comenta que las cuestiones derivadas de la organización suelen estar condicionadas por los usos y costumbres que rige la organización sexista de la sociedad. Así, en referencia al espacio, deberemos desarrollar estrategias de distribución y uso equitativo por parte de niñas y niños, deberemos, en definitiva proponer y plantear acciones que sepan romper con prácticas discriminatorias y socialmente construidas. Contreras (1998), propone para conseguir una mayor integración entre alumnos y alumnas la siguiente estrategia: conformar grupos mixtos por el nivel de habilidad y destreza, sin que esto suponga una restricción a otras formas de organización que sean aconsejables en otro momento. Atendiendo a Medina (2001), el material utilizado en las clases de Educación Física está en función de los objetivos propuestos, objetivos que son los mismos tanto para unos como para otras. Por tanto, nuestra actuación, en este sentido, se debe dirigir a favorecer que todos los educandos puedan utilizar materiales variados: cuerdas, aros, picas, balones… Para Rodríguez y Acuña (1995), cuando interactuemos con nuestros alumnos y alumnas para presentarles los contenidos de la enseñanza (estilos y métodos de enseñanza), que van a servir para conseguir las intenciones de aprendizaje, tendremos en cuenta que no existe un estilo ideal y único para favorecer la igualdad de oportunidades y en consecuencia, el o la docente, independientemente del método o de la combinación de métodos utilizados, se considerarán ciertas pautas de acción, con sentido educativo. Estas pautas, seguidas para evitar posibles sesgos sexistas, podrían ser las siguientes: Cuando se trate de presentar modelos, que éstos sean masculinos y femeninos, tanto en lo que se refiere al contenido como a la forma de movimiento. Dirigimos con el mismo tono y léxico a los niños y niñas en cuanto a alabanzas, explicaciones, refuerzos... Propiciar parejas mixtas en las tareas que lo permita. Para la resolución de problemas el maestro o la maestra intentarán conocer por igual los intereses y motivaciones de los niños y niñas y proponer problemas que sean significativos para unos y otros. Los métodos o estilos que fomentan la individualización serán más susceptibles de proporcionar un aprendizaje menos discriminatorio al adentrarse en las características personales de los alumnos y alumnas. 6 En relación con las actividades de enseñanza propuestas, Posada (2000) establece que es recomendable actividades con modificación de reglas que permitan a niños y niñas alcanzar el éxito en la actividad, más centrada en el proceso que en el resultado. Del mismo modo, se deben proponer actividades vinculadas a ambos sexos, potenciar actividades deportivas para las chicas, charlas coloquios sobre la participación de la mujer en el deporte, etc. En referencia a la evaluación, Sales (1997) concluye que con el sistema de evaluación cuantitativa es más fácil caer en una evaluación discriminatoria, ya que en términos de rendimiento, los alumnos/as no parten de la misma situación. Por otra parte, Posada (2000) indica una serie de medidas relacionadas con la evaluación para favorecer la igualdad de género en la Educación Física: Realizar una evaluación cualitativa mediante la observación directa y de forma personalizada. No realizar una evaluación centrada en el rendimiento sino en la evolución progreso individual de cada alumno y alumna. Es necesario evaluar actitudes próximas a la coeducación. De esta forma introducir escalas de valoraciones con criterios como “discrimina por razón de sexo”. Evaluar de forma positiva el proceso coeducativo. A modo de resumen, Subirats (2007) indica que la Educación Física contribuye al trabajo de: Promover el acceso a las niñas, en igualdad de condiciones a todas las formas de cultura, conocimientos, currículum, actividades, recursos, juegos, deportes, etc. a los que tienen acceso los niños. Analizar los elementos de poder y autoridad, de uso del lenguaje, de uso de los espacios y los tiempos, los libros de texto, el currículo oculto, las formas del deporte, etc. presentes en los centros educativos y ver hasta qué punto ocultan la presencia de mujeres. Establecer un plan de trabajo para modificar las pautas sexistas que han aparecido en el análisis y crear mecanismos regulares para la intervención y el cambio de contenidos y actitudes. Enseñar a las niñas a participar con eficacia en los juegos y deportes típicamente masculinos y socialmente más valorados y, al mismo tiempo, enseñar a los niños a jugar y participar en los juegos de las niñas, valorando los aspectos positivos y educativos que estos contienen, así como los elementos de diversión. Eliminar toda forma de etiquetaje respecto de lo que “es normal” para los chicos o para las chicas, así como cualquier juicio de valor respecto de los comportamientos que difieren de los estereotipos de género. Reconsiderar toda la cultura escolar a la luz de valores tradicionalmente femeninos, como el respeto a la vida, la cooperación, el apoyo a las personas, etc., mostrando toda la importancia humana que tales valores contienen y dándoles mayor realce en el mundo educativo, mientras se rebaja, al mismo tiempo, el valor de la competitividad, la violencia y la agresividad y los elementos que enfatizan la importancia de la destrucción de la vida frente a los que enfatizan su preservación. 7 4. CONCLUSIÓN Por muchos de los involucrados en el proceso educativo, la discriminación por razón de sexo es olvidada. Esto es debido a la pasividad con la que se afrontan las distintas situaciones y los estereotipos sociales creados. Gracias a la reivindicación de la mujer esta situación está cambiando. Los docentes deben ser conscientes de la importancia y responsabilidad que tienen en el proceso educativo. Por ello, deben cuidar hasta el más mínimo detalle de sus sesiones para construir una sociedad más avanzada en cuanto a conocimiento y actitudes. En esta misma línea, afortunadamente, el área de Educación Física ofrece unas posibilidades enormes de actuación frente a la discriminación por razón de sexo. La coeducación se puede trabajar de muchas formas que han sido planteados en el presente artículo, pero para conseguir esto, lo más importante y principal es la concienciación frente a la coeducación. Todo esto, sin olvidar las dificultades con las que nos encontramos, puesto que como nos dice Cremades (1991), coeducar significa que todas las personas sean educadas por igual en un sistema de valores, de comportamientos, de normas y de expectativas que no esté jerarquizado por el género social, lo que significa que cuando coeducamos queremos eliminar el predominio de un género sobre otro. 5. BIBLIOGRAFÍA Alonso, J.A. (2007). Coeducación y Educación Física. Sumuntán, 24, 165-179. Ames, C. (1992). The relationship of achievement goals to student motivation in classroom setting. En G.C. Roberts (Ed.), Motivation in sport and Exercise (pp. 161-176) Champaign, IL: Human Kinetics. Aquesolo, J. A. y Beyer, E. (1992). Diccionario de las Ciencias del Deporte. Sevilla: Unisport. Junta de Andalucía. Asins, C. (1999). Educar, ¿contra qué? Apunts de Educación Física y Deportes, 56, 107-109. Constitución Española de 1978. Contreras, O. (1998). Didáctica de la Educación Física. Barcelona: Inde. Cremades, M. A. (1991). Materiales para coeducar. Madrid: Mare Nostrum. García, M. (1990). Aspectos Sociales del Deporte. Madrid: Alianza Editorial. González, M. (2005). ¿Tienen sexo los contenidos de la Educación Física Escolar? Transmisión de estereotipos de sexo a través de los libros de texto en la etapa de Secundaria. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, 18 Ley de Ordenación General del Sistema Educativo 1/1990, de 3 de Octubre. 8 Ley Orgánica 2/2006, de 3 de Mayo, de Educación. Ley Orgánica de Igualdad 3/2007, de 22 de Marzo, para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres. López, E. (2005). Propuesta para una educación no sexista. Coeducación e igualdad de sexos en Educación Física. Revista Digital, Educación Física y Deportes, 10 (81). URL: http://www.efdeportes.com/efd81/coed.htm. López, L. (2009). La importancia de la Educación Física en nuestra escuela. Revista Digital de Educación y Formación del Profesorado, 5. URL: http://www.cepazahar.org/eco/n5/spip.php?article40. Medina, J. (2004): Educar la convivencia en el aula de Educación Física. Revista Digital Educación Física y Deportes, 10 (74). URL: http://www.efdeportes.com/efd74/ef.htm. Moreno, J. A., Sicilia, A., Martínez, C., Alonso, N. (2008). Coeducación y climas de aprendizaje en educación física. Aportaciones desde la teoría de Metas de Logro. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 11(4), 42-64. Navarrete, G. y Navarrete, A. (2002). La coeducación en el área de Educación Física. Intervención Educativa. Revista Digital, Educación Física y Deportes, 8(53). URL: http://www.efdeportes.com/efd53/coef.htm. Posada, F. (2000). Ideas prácticas para la enseñanza de la Educación Física. Lérida: Ágonos. Rodríguez, E. y Acuña, S. (1995). Coeducación y tiempo libre. Madrid: Popular Sales, J. (1997). La Educación Física y su didáctica. Sevilla: Wanceulen. Subirats, M. (2007). Balones fuera: Reconstruir los espacios desde la coeducación. Barcelona: Ediciones Octaedro. Subirats, M; Brullet, C. (1988): Rosa y Azul, la transmisión de los géneros en la escuela mixta. Madrid: Ministerio de Cultura. Torre, E. (1998). La Coeducación en la Educación Física. IV Jornadas Andaluzas de intercambio de Experiencias docentes en Educación Física. Las áreas transversales. Tratado de Roma de 1957 por el que se constituye la Comunidad Económica Europea. Vázquez, B. (1996): Educación Física y coeducación. Personalización en la Educación Física. Madrid: Rialp. Vázquez, B.; Fernández-García, E. y Ferro, S. (2000). Educación Física y género: Modelos para la observación y el análisis del comportamiento del alumnado y del profesorado. Madrid: Gymnos. 9 10