las elecciones y la economía - Fundación Ciudadanía y Valores

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ESTADOS UNIDOS: LAS
ELECCIONES Y LA
ECONOMIA
Isaac Cohen
Analista y consultor internacional
Diciembre 2012
La Fundación Ciudadanía y Valores como institución independiente, formada por profesionales de
diversas áreas y variados planteamientos ideológicos, pretende a través de su actividad crear un ámbito
de investigación y diálogo que contribuya a afrontar los problemas de la sociedad desde un marco de
cooperación y concordia que ayude positivamente a la mejora de las personas, la convivencia y el
progreso social.
Las opiniones expresadas en las publicaciones pertenecen a sus autores, no representan el pensamiento
corporativo de la Fundación.
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Sobre el autor
Isaac Cohen fue Director de la Oficina de la CEPAL en Washington. Actualmente es analista y
consultor internacional y comentarista de economía y finanzas de CNN en Español TV y radio.
Es Colaborador de la Fundación Ciudadanía y Valores (FUNCIVA).
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ESTADOS UNIDOS: LAS ELECCIONES Y LA ECONOMIA
Isaac Cohen
Desafiando al determinismo económico, el 6 de noviembre pasado, el Presidente
Barack Obama fue reelecto por cuatro años más. Este ensayo intenta descifrar la influencia que
tuvo el factor económico en el resultado electoral y cómo dicho resultado influenciará el
desempeño de la economía de Estados Unidos, durante el nuevo mandato del Presidente
reelecto.
El resultado
Una vez más, el Presidente Barack Obama desafió los pronósticos, alcanzando una
victoria electoral en condiciones económicas muy adversas, lo cual no se veía desde hace
mucho tiempo. Hace cuatro años, la primera elección sentó un precedente histórico, al elegir el
primer Presidente afro-americano en la historia de Estados Unidos. La reelección, este año, se
distingue por haber ocurrido en medio de una reactivación económica muy lenta, con una tasa
de crecimiento anual de alrededor de 2 por ciento y una tasa de desempleo elevada, cercana al
8 por ciento.
Esto no se veía desde la Gran Depresión, cuando el Presidente Franklin D. Roosevelt
consiguió la reelección dos veces, en 1936 y 1940, con una tasa de desempleo más alta.
Asimismo, en las contiendas electorales más recientes, ningún Presidente fue reelecto con una
tasa de desempleo de 7,9 por ciento. Por ejemplo, en noviembre de 1984, el Presidente Ronald
Reagan consiguió la reelección con una tasa de desempleo de 7,2 por ciento, cercana pero
inferior a la del Presidente Barack Obama. En cambio, el Presidente Jimmy Carter fue
derrotado, en noviembre de 1980, con una tasa de desempleo de 7,5 por ciento. También lo
fue el Presidente George H.W. Bush, en noviembre de 1992, con una tasa de desempleo de 7,4
por ciento. Finalmente, los Presidentes Bill Clinton y George W. Bush fueron reelectos, en
Noviembre de 1996 y en 2004, respectivamente, con la misma tasa de desempleo de 5,4 por
ciento.
Al final de cuentas, el Presidente Obama obtuvo 65,036,657 votos, 50,9 por ciento del
voto popular, mientras que el Gobernador Romney obtuvo 60,535,589 votos, 47,4 por ciento
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del voto popular. La victoria del Presidente Obama en el colegio electoral fue más contundente,
porque consiguió 332 contra 206 votos electorales. En el Senado, el Partido Demócrata
consiguió aumentar dos escaños, por lo que tendrá una mayoría de 55, contra 45 del Partido
Republicano. En la Cámara de Representantes, el Partido Republicano perdió 8 escaños, pero
aún así conservó el control con una mayoría de 234 contra 201 del Partido Demócrata.
El líder la mayoría Republicana de la Cámara de Representantes John Boehner ha dicho
que la elección de 2012 confirmó el status quo, porque el Presidente y la mayoría Republicana
fueron reelectos. En efecto, continuará el gobierno dividido que prevaleció durante los últimos
dos años del primer mandato del Presidente Obama. Sin embargo, una diferencia destacada
por el propio Presidente, antes de las elecciones, es que quizás el Partido Republicano esté más
dispuesto a negociar, porque el Presidente ya no puede reelegirse.
Quienes y cómo votaron
En el seno del Partido Republicano aún no ha concluido el debate sobre los factores que
contribuyeron a la derrota. Pero está cuajando un consenso que el factor demográfico fue uno
de los principales.
La campaña del Presidente Barack Obama, con eficacia en el terreno, logró movilizar a la
coalición que apoya al Partido Demócrata, pero no logró reconquistar la mayoría pluralista que
lo llevó al poder la primera vez. Sobre todo porque la participación electoral disminuyó, de
131,5 millones de votantes en 2008 a 123,6 en 2012, equivalente a 51 por ciento de los
votantes registrados, uno de los porcentajes más bajos de los últimos tiempos.
La coalición que constituye la base del Partido Demócrata votó sólidamente a favor del
Presidente Obama. Esta coalición heterogénea incluye a jóvenes solteros, así como a los
votantes menos educados y de menor ingreso, las mujeres solteras, los habitantes de las
ciudades y los afiliados a sindicatos. La participación de todos ellos elevó a los votantes
Demócratas a 38 por ciento del electorado, la mayor tasa de participación en 2012, pero la
misma proporción que en 2008.
En contraste, el Gobernador Romney consiguió el apoyo mayoritario de los votantes
independientes, cuya participación ascendió a 30 por ciento del electorado. Asimismo, 32 por
ciento de los votantes se identificaron con el Partido Republicano. Este último bloque incluye a
los votantes blancos, los ancianos, los casados, los habitantes del Sur y de las zonas rurales, así
como aquellos que asisten regularmente a la iglesia, entre ellos una gran mayoría de
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evangélicos blancos. Todos apoyaron al Gobernador Mitt Romney, aunque una mayoría de
Católicos Romanos votó por el Presidente Obama.
Los votantes de menos de cuarenta años votaron por el Presidente Obama, los mayores
de 40 años a favor del Gobernador Romney. Fueron las mujeres y las minorías las que
contribuyeron en mayor proporción a la victoria. Por ejemplo, 55 por ciento de las mujeres
votaron a favor del Presidente Obama, mientras que sólo 43 por ciento lo hicieron por el
Gobernador Romney. Aún más contundentes fueron los porcentajes de las minorías que
votaron por la reelección del Presidente, afroamericanos (93%), hispanos (71%) y asiáticos
(74%). De dichas minorías, en contraste con 2008, los asiáticos y los hispanos aumentaron su
participación, mientras que disminuyó en casi un millón, la participación de los afroamericanos.
No fue la economía…
El hecho de que antes de la elección la economía de Estados Unidos estuviese
experimentando una reactivación lenta, con desempleo elevado y baja inflación, alimentó la
especulación de que ese sería el factor decisivo que derrotaría al Presidente Obama. A lo largo
de la campaña, el Gobernador Mitt Romney y la oposición Republicana enfatizaron ese
mensaje, insistiendo que había que impedir otros cuatro años de lo mismo.
Algunos hasta resucitaron el famoso lema determinista de la campaña electoral de
1992, “es la economía estúpido!” con el cual resultó victorioso el Presidente Bill Clinton. La
paternidad de esa famosa frase fue atribuida a James Carville, el estratega principal de la
campaña del Presidente Clinton. Veinte años después, durante esta última contienda electoral,
Carville no insistió en erigir a la economía en el factor decisivo. Un libro publicado en el
momento más álgido de la campaña electoral, en el verano de 2012, por James Carville, junto al
conocido encuestador y estratega Demócrata Stan Greenberg, fue titulado “es la clase media
estúpido!” (IT’S THE MIDDLE CLASS STUPID!, Carville y Grenberg, 2012).
Efectivamente, las encuestas llevadas a cabo el día de la elección, a la salida de las
urnas, revelaron que los votantes tuvieron una visión más matizada respecto a la influencia del
factor económico en el comportamiento electoral.
Lo asombroso de esta visión menos simplista, es que las encuestas llevadas a cabo
durante la campaña electoral colocaban al desempeño de la economía como el factor más
influyente en la decisión de una sólida mayoría de votantes. Por ejemplo, una encuesta llevada
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a cabo por el periódico Washington Post y la cadena de televisión ABC News, divulgada el 27 de
agosto, reveló que 72 por ciento de los futuros votantes dijeron que el manejo de la economía
por el Presidente Obama sería un “factor principal” (major factor) en su decisión de votar en
noviembre. (Balz y Cohen 2012). El razonamiento era el siguiente: la recuperación económica
es insuficiente para bajar la elevada tasa de desempleo. Así lo dijo el comunicado emitido al
finalizar la reunión del Comité de Mercado Abierto, de la Reserva Federal, celebrada antes de la
elección (Comité de Mercado Abierto 2012). Dos semanas antes de la elección, el banco central
dijo, el crecimiento económico no es tan vigoroso como para generar un mejoramiento
sostenido en las condiciones del mercado de trabajo. O sea, la actividad económica es
insuficiente para reducir el desempleo. La conclusión derivada de este hecho fue que el
Presidente Obama podía ser derrotado.
A la hora de votar, la preocupación por la economía, especialmente el empleo, siguió
siendo colocado muy por encima de otros asuntos, como el seguro médico, el déficit en el
presupuesto del gobierno federal, o los temas de política exterior. Así lo reveló una encuesta
comentada en el Wall Street Journal, llevada a cabo el día de la elección, entre votantes a la
salida de las urnas y entre personas que votaron anticipadamente (King 2012). Por ejemplo,
más de la mitad de los encuestados dijo que el país se encuentra en una senda equivocada,
mientras que un tercio dijo que su situación personal era peor que cuatro años atrás. Sólo una
cuarta parte dijo que se encontraba mejor que antes.
Lo impresionante es que estos indicios de malestar e inconformidad no perjudicaron al
Presidente Obama y tampoco favorecieron al Gobernador Romney. A la pregunta de quién era
responsable de las persistentes dificultades económicas, más de la mitad respondió que el
responsable era el Presidente George W. Bush. Sólo cuatro de cada diez dijeron que el
responsable era el Presidente Obama. Los encuestados le dieron una leve ventaja al
Gobernador Mitt Romney cuando les preguntaron quién estaba mejor calificado para arreglar la
economía. En contraste, los encuestados le dieron amplia ventaja al Presidente Obama en
cuanto a su comprensión de la clase media y en cuanto al manejo del seguro médico (Calmes y
Thee-Brenan 2012).
En general, más de la mitad de los encuestados respondió que el sistema económico
favorece a los más pudientes, mientras que seis de cada diez reconoció que hay que aumentar
los impuestos, especialmente a quienes ganan más de $250,000 por año, uno de los elementos
principales de la plataforma política del Presidente Obama. En el mismo sentido, mientras que
más de la mitad de los interrogados dijo que la plataforma política del Gobernador Romney
favorecía a los más ricos, sólo un tercio dijo que dicha plataforma favorecía a la clase media.
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O sea, a pesar de la ubicación en primer plano de las dificultades de la economía, los
votantes no culparon de ellas al Presidente Barack Obama, pero tampoco llegaron a darle la
ventaja al Gobernador Mitt Romney. La aprobación de la forma como el Presidente ha
desempeñado el cargo superó el 50 por ciento y una amplia mayoría dijo tener una opinión
favorable del Presidente Obama. Mientras que, en contraste, una leve mayoría dijo tener una
opinión desfavorable del Gobernador Romney.
No obstante, del 59 por ciento de votantes que colocaron a la economía como su mayor
preocupación, una mayoría votó por el Gobernador Romney, pero la diferencia no fue muy
significativa, 51 contra 46 por ciento. Aún así, un 54 por ciento aprobó la forma como el
Presidente Obama ha desempeñado el cargo. La situación económica no logró convertirse en el
factor decisivo para derrotar al Presidente.
Tampoco fue el dinero
Otro mito que se derrumbó como consecuencia de las elecciones del 6 de noviembre
pasado, es que quienes gastan más tienen mayor capacidad de determinar el resultado. En
otras palabras que el dinero puede determinar el rumbo de la contienda.
La elección del 6 de noviembre fue la más costosa de la historia. El 31 de octubre, el
Centro para la Política Responsable (Center for Responsive Politics 2012), estimó en $6,000
millones el costo total de la campaña de 2012 para las elecciones federales. Ese monto superó
en $700 millones el costo de la campaña electoral de 2008. Según el Centro, del costo total de
la campaña de 2012, $2,600 millones se destinaron a financiar la contienda presidencial, un
poco menos de los $2,800 millones que costó la campaña presidencial de 2008.
Contribuyó al aumento del costo total de la campaña, el hecho que la Corte Suprema de
Justicia, en 2010, removió los límites de las contribuciones a las campañas políticas que las
personas jurídicas pueden hacer en forma anónima, incluyendo las corporaciones y los
sindicatos. Eso estimuló el surgimiento de poderosos Super Comités de Acción Política
(SuperPACs), los cuales deben mantenerse independientes de las campañas de los candidatos,
pero pueden mantener anónimas las contribuciones que reciban.
Según el New York Times (Porter 2012), del monto total estimado del costo de la
campaña, los empresarios y sus organizaciones contribuyeron un tercio, o sea $2,000 millones.
Entre las contribuciones de ese sector destaca el hecho de que Wall Street, o el sector
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financiero, en contraste con la campaña de 2008, se volcó a favor del Gobernador Mitt
Romney.
Un buen ejemplo de este viraje se encuentra en la forma como los empleados del
prominente banco Goldman Sachs contribuyeron a la campaña de este año (Rappaport y
Mullins 2012). Destinaron $900,000 a la campaña del Gobernador Romney y la misma suma al
SuperPAC llamado Restore Our Future, creado para apoyar esa candidatura. En contraste, las
contribuciones de los empleados de Goldman Sachs a la campaña del Presidente Obama
alcanzaron apenas $136,000, muy lejos de más de $1 millón en contribuciones que hicieron a la
campaña del Presidente en 2008. Como evidencia del peso politico de Goldman Sachs, cabe
recordar que últimamente dos ex altos ejecutivos del banco desempeñaron el cargo de
Secretario del Tesoro, Robert Rubin en la administración del Presidente Bill Clinton y Henry
Paulson durante la administración del Presidente George W. Bush.
Otro ejemplo de cómo el dinero en contribuciones a las campañas en 2012 no generó
los resultados esperados lo ofrecen las actividades de la poderosa Cámara de Comercio. Por
tratarse de una entidad no lucrativa, no está obligada a revelar el origen de los recursos que
gasta en campañas políticas. El New York Times (Porter 2012) estimó que la Cámara en 2012
gastó $300 millones, principalmente para apoyar candidatos Republicanos. Según el
Washington Post (Yang y Hamburger 2012), la Cámara gastó $24 millones en apoyo de las
campañas de 15 candidatos Republicanos al Senado, pero sólo dos resultaron electos. Lo mismo
sucedió con las campañas de candidatos a la Cámara de Representantes, en las cuales la
Cámara de Comercio gastó $7 millones, en apoyo de 22 candidaturas, de las cuales sólo 4
resultaron electos.
El ejemplo más conspicuo, por el monto que logró recaudar y gastar en la campaña, fue
el del señor Karl Rove, famoso estratega político del Presidente George W. Bush, conocido
como “el arquitecto.” Rove fundó en 2010 el SuperPAC llamado American Crossroads, a la par
de una entidad no lucrativa llamada Crossroads GPS. Según el Centro para la Política
Responsable (2012) ambas entidades durante la campaña gastaron $158 millones en apoyo a
candidatos Republicanos.
Finalmente, el mayor contribuyente individual a candidaturas Republicanas fue el
billonario, propietario de casinos, Sheldon Adelson. Según el Wall Street Journal (A. Mundy
2012) la contribución del señor Adelson a distintas campañas electorales Republicanas ascendió
a $100 millones, el doble de lo que gastó con el mismo propósito en 2008. Del monto total de la
contribución de 2012, $55 millones fueron donaciones reconocidas públicamente, incluyendo
$20 millones al SuperPAC Restore Our Future, establecido para apoyar la candidatura del
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Gobernador Romney. Por cierto, la contribución del señor Adelson a Restore Our Future
representó 15 por ciento de los $131.6 millones recaudados por ese SuperPAC. Además,
Adelson contribuyó $15 millones para financiar buena parte del costo de la infructuosa
candidatura de Newt Gingrich y le donó $50 millones a entidades no lucrativas, tales como
Americans for Prosperity, fundado por los hermanos billonarios Charles y David Koch, así como
a Crossroads GPS, fundado por Karl Rove.
Otra vez, el resultado no fue congruente con las contribuciones. De nueve candidatos
directamente apoyados por el Señor Adelson, sólo uno resultó ganador, el Senador
Republicano Dean Heller, del estado de Nevada.
En Wall Street circuló una broma después de la elección. Alguien dijo que las apuestas
efectuadas durante la campaña electoral de 2012 fueron las peores, después de las inversiones
en hipotecas de alto riesgo (subprime) (Klein 2012).
Cuatro años más
Pero, si la economía y las cuantiosas contribuciones pecuniarias no fueron los factores
determinantes del resultado electoral, al día siguiente de la elección, los temas económicos
inmediatamente demandaron la atención de ganadores y perdedores. Apenas concluyeron los
escrutinios, el Presidente reelecto y los confirmados líderes de la Cámara de Representantes,
dominada por el Partido Republicano, se enfrascaron en las negociaciones para impedir que la
economía estadounidense se caiga en el llamado “abismo fiscal.”
En rigor, el “abismo fiscal” consta de tres componentes. Primero, alzas de impuestos y
recortes del gasto del gobierno federal que, fatalmente, entran en vigor a fin de año, ambos
seguramente en 2013 sumirían a la economía en otra recesión. Segundo, el límite del
endeudamiento del gobierno federal, el cual debe ser autorizado por el Congreso antes de
marzo próximo, sin esa autorización puede paralizarse el funcionamiento del gobierno.
Finalmente, el saldo rojo en las cuentas y el endeudamiento del gobierno federal, o sea el
déficit fiscal, el cual asciende a casi 90 por ciento de la economía y el cual está aumentando
anualmente al tenor de $1 trillón.
De la forma como se alcance la solución a este trípode depende el tono y la suerte del
segundo mandato del Presidente Barack Obama. Si resulta imposible lograr un acuerdo
bipartidista antes de fin de año, para evitar la caída en el abismo, los próximos cuatro años
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comenzarán ominosamente con una recesión y serán de parálisis y de ruda confrontación
ideológica, como lo fueron los dos últimos años del primer mandato del Presidente Obama.
De lograrse un acuerdo bipartidista que evite llegar al abismo, durante los próximos
cuatro años podrá abordarse una agenda frondosa compuesta de asuntos urgentes y de largo
aliento, tales como el empleo, la vivienda y la reactivación económica, el auge energético y el
cambio climático, la inmigración, la innovación tecnológica y la educación.
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REFERENCIAS
Balz, D. y Cohen, J. 2012. “Race is Even as Parties Convene,” Washington Post, 27 de agosto.
Carville, J. y Greenberg, S. 2012. It’s the Middle Class Stupid! New York: Penguin. Blue Rider
Press.
Center for Responsive Politics, Open Secrets Blog, 2012. “2012 Election Spending Will Reach $6
Billion,” 31 de octubre.
www.opensecrets.org/news/2012/10/2012-election-spending-will-reach-6.hmlt
Comité Federal de Mercado Abierto, 2012. Comunicado de Prensa, 24 de octubre.
King Jr., N. 2012. “Economy’s Fate a Central Concern of Voters,” Wall Street Journal, 7 de
noviembre.
Calmes, J. y Thee-Brenan, M. 2012. “Electorate Reverts to a Partisan Divide as Obama’a Support
Narrows,” New York Times, 7 de noviembre.
Mundy, A. 2012. “Adelson to Keep Betting on the GOP,” Wall Street Journal, 5 de diciembre.
Porter, E. 2012. “Get What You Pay For? Not Always,” New York Times, 7 de noviembre.
Rappaport, L. y Mullins, B. 2012. “Goldman Turns Tables on Obama Campaign,” Wall Street
Journal, 9 de octubre.
Yang, J.L. y Hamburger, T. 2012. “ Business Group’s High Spending Nets Poor Results,”
Washington Post, 8 de noviembre.
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