43-2006 Inconstitucionalidad Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San Salvador, a las catorce horas con doce minutos del día catorce de diciembre de dos mil doce. El presente proceso de inconstitucionalidad ha sido promovido por el ciudadano Catarino Eliodoro Rivas Ábrego, a fin de que se declare la inconstitucionalidad del art. 7 subrubro 11.22.1 y subrubro 17.1 de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de Santiago de María (en lo sucesivo, ORTASAM), emitida por Decreto Municipal n° 10, de 11XII-1992, publicado en el Diario Oficial n° 236-Bis, Tomo 317, de 22-XII-1992, reformado por Decreto Municipal n° 2, de 15-IV-2004, publicado en el Diario Oficial n° 78, Tomo 363, de 29IV-2004, por la supuesta violación al art. 131 ord. 6° Cn. Las disposiciones impugnadas prescriben: Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de Santiago de María. “Art. 7. Se establecen las siguientes tasas por los servicios que presta la Municipalidad de Santiago de María: (…) 11.22. Otros gravámenes. 11.22.1. Todo ingreso procedente de estas tasas con destino al Fondo Municipal, será gravado adicionalmente con el 10 %, que pagará el contribuyente de manera específica para la celebración de ferias, o fiestas Patronales, Cívicas o Nacionales”. Reformas a la Ordenanza de Tasas por Servicios Municipales de Santiago de María. “Art. 7.- Se establecen las siguientes tasas por los servicios que presta la municipalidad de Santiago de María: […] 17.- Servicios de fotocopia, laminación, empastado y anillado, y otros gravámenes […] 17.1- Todo ingreso de estas tasas con destino al fondo municipal, será gravado adicionalmente con el 10 % que pagará el contribuyente de manera específica para la celebración de ferias, o fiestas patronales, cívicas o nacionales”. Han intervenido en el proceso, además del demandante, el Concejo Municipal de Santiago de María y el Fiscal General de la República. Analizados los argumentos y considerando: I. En el trámite del proceso, los intervinientes expusieron lo siguiente: 1. El demandante sostuvo que la disposición impugnada viola el art. 131 ord. 6° Cn., pues, a pesar que –según los arts. 203 y 204 Cn.– los municipios pueden crear diferentes tributos, imponiendo tasas o contribuciones, o proponer impuestos a la Asamblea Legislativa, ello no 1 implica que puedan crear impuestos a su libre disposición, pues están limitados por la Ley General Tributaria Municipal (LEGTRIM) y por los principios del Derecho Tributario. En ese sentido –alegó–, el verdadero alcance de las facultades que tienen los municipios en materia tributaria se mide a partir de la clasificación de tributos que se hace en el Derecho Tributario. Así, las tasas y contribuciones especiales pueden dictarlas los municipios por sí mismos, pero la creación o reforma de los impuestos depende de la Asamblea Legislativa. Es decir, las municipalidades no pueden crear impuestos autónomamente, pues vulnerarían el principio de reserva de ley en materia de impuestos, al hacer pasar exacciones generales como tasas; ya que en estas debe mediar una ventaja para el individuo obligado a pagarlas, un beneficio directo para el contribuyente. Pero en el presente caso –acotó– no se pondera el costo peculiar de la prestación que da origen a la tasa, siendo una cuota que no tiene relación con el costo del servicio. Por otra parte –expuso–, las ferias o festejos municipales no pueden dividirse económicamente como venta a los contribuyentes, ya que, al ser de carácter gratuito para todos los habitantes del municipio y sus visitantes, su costo no puede cargársele únicamente al contribuyente, pues buena parte de estos no asiste a una fiesta o feria municipal. La distracción que las fiestas o ferias proporcionan a una parte de los habitantes –siguió– no satisface necesidades colectivas, por lo que solo impropiamente puede llamársele “servicio público”. A lo sumo –consideró–, son el cumplimiento de un deber que en materia cultural tiene el municipio, el cual solo puede financiarse con impuestos, no con tasas. Asimismo, definió a la tasa como el tributo que tiene como hecho generador la prestación efectiva o potencial de un servicio público individualizado en el contribuyente, cuyos elementos son la contraprestación, su voluntariedad y la proporción entre el pago y el servicio recibido. De manera que se encuentra en función de un servicio determinado y, por tanto, divisible; y su monto es proporcional al costo del servicio o de la ventaja, pero difiere del precio del servicio. Por ello, si se fija arbitrariamente, tendrá un “fallo” de ilegalidad o inconstitucionalidad, y aunque esté determinado en la ley, “sería confiscatoria, desigual y no proporcional”. Luego, reseñó jurisprudencia de esta Sala –sentencia de 6-IX-1999, Inc. 23-98– en la cual se ha sostenido que “el criterio esencial para la diferenciación entre impuesto municipal y tasa municipal, es la existencia o no de una actividad del municipio referida inmediata y directamente 2 al sujeto pasivo de la obligación tributaria; actividad que se presenta imprescindiblemente en el caso de las tasas, y que el Art. 4 de la LEGTRIM llama ‘contraprestación’ ”; pero esta debe entenderse como “la vinculación del hecho imponible a la actividad del municipio, consistente en la prestación de un servicio público –de carácter administrativo o jurídico– que es el presupuesto para el nacimiento de la obligación del contribuyente de pagar la tasa”. Por último, el actor citó la sentencia de 2-IV-1997, Amp. 4-S-93, en la que se indicó que en el presupuesto de hecho del impuesto no aparece ninguna petición de prestación de servicio dirigida al ente público. “Es ésta la nota diferencial del impuesto en relación con el resto de categorías tributarias, para el caso sub iudice, específicamente con las tasas”. 2. De conformidad con el art. 7 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, el Concejo Municipal de Santiago de María rindió su informe en calidad de autoridad emisora de la disposición impugnada, mediante el cual intentó justificar su constitucionalidad, en los siguientes términos: A. Manifestó que la normativa impugnada no viola el art. 131 ord. 6° Cn., ya que “en ningún momento los impuestos establecidos en la Ordenanza son de los que deben ser sometidos a consideración de la Asamblea Legislativa”. Las disposiciones de la ordenanza y de la Constitución tratan dos situaciones totalmente diferentes y, por lo tanto –aseveró–, “el hecho que la primera no se apegue a la segunda no significa que haya violación de principios constitucionales ya que desarrollan situaciones distintas”. Asimismo –expresó–, de conformidad con el art. 131 ord. 6° Cn., los impuestos y las tasas son formas específicas de contribuciones, de lo cual se deduce que la Constitución utiliza el término “contribuciones” como sinónimo de tributos. Entonces, se entiende que la regla general es que la creación y regulación de los tributos en todas sus especies es materia reservada a la ley. Ahora bien –continuó–, en el presente caso se advierte que el constituyente ha sido lo suficientemente expreso como para entender que la materia es competencia del legislador en sentido formal. No se concibe que los impuestos puedan ser establecidos por el Ejecutivo, si este órgano es el que va a hacer uso de esos fondos; permitiendo la reserva de ley el ejercicio de cierto control de un órgano sobre otro. Sin embargo –añadió–, el art. 204 ord. 1° Cn., complementa al art. 131 ord. 6° Cn., en tanto que las tasas y contribuciones especiales a nivel local son excepciones a la reserva de ley en materia tributaria, puesto que la Constitución misma realiza un reparto de competencias a favor 3 del municipio. Es decir que la reserva de ley en materia tributaria está referida a las tasas y contribuciones aplicables a todo el territorio nacional, mas no a las tasas y contribuciones municipales. Por otra parte –expuso–, el “impuesto” del diez por ciento por fiestas patronales se cobra, tanto en el caso del art. 7 subrubro 17.1 de las reformas a la ORTASAM, como en todos los demás casos que generan impuestos, tasas o contribuciones, “por lo que tampoco existe violación constitucional”. De lo anterior –apuntó– se deduce fácilmente que en dicho tributo hay una vinculación entre la obligación de pagar el referido porcentaje y la actividad que el municipio desarrolla con su pago. Así, puede sostenerse que la realización de las fiestas patronales es una actividad que conlleva un beneficio para todos los comerciantes; y también implican una diversión para la población en general, que probablemente en forma indirecta puede aumentar las ventas. Desde esta perspectiva –estimó–, cabe decir que las autoridades municipales se encuentran dentro del marco objetivo de su competencia cuando establecen, a través de acuerdos o disposiciones, medidas tendentes a mejorar el bienestar económico y social de sus habitantes. En ese orden –señaló–, el Código Municipal enumera algunos de los asuntos que competen al municipio, estableciendo, además, una cláusula genérica que abarca otros que resultan indispensables para el bienestar de la población. Dichas atribuciones –manifestó– pueden englobarse en cuatro grupos: (i) de organización y prestación de los servicios públicos; (ii) de elaboración y ejecución de planes y programas de desarrollo económico y social; (iii) de control y regulación de actividades de los particulares; y (iv) de promoción de actividades culturales, deportivas, recreativas y de desarrollo industrial, comercial y artesanal. Así, cada contribuyente aporta al desarrollo social del municipio, de lo contrario, existiría la duda razonable de su compromiso para con la comunidad. Es necesario señalar –añadió– que la municipalidad, a través de la realización de las fiestas patronales, cumple con una de sus funciones, reguladas en los arts. 4 ords. 4º, 9º y 18º, y 31 ords. 6º y 7º CM, en relación con los arts. 10, 24, 130 y 151 de la LEGTRIM. B. Por otro lado –arguyó–, existe deficiencia en el argumento presentado por el pretensor, en el orden de no configurar adecuadamente la pretensión objeto del proceso, cuya viabilidad requiere de ciertos elementos objetivos y subjetivos. Sin embargo, el actor se ha limitado a transcribir el texto de la disposición impugnada y del art. 131 ord. 6° Cn., a aludir doctrina 4 referida al concepto de impuestos y tasas, y a señalar que buena parte de los habitantes del municipio no asisten o no han asistido a una fiesta o feria. Esta argumentación deja entrever que en el presente caso el problema es quién asiste o no a una fiesta o feria, situación que no puede medirse ni cuantificarse. Así –concluyó–, dado que en el proceso de inconstitucionalidad no es posible que el tribunal supla alguna deficiencia de la pretensión, este se ve impedido para pronunciarse al respecto; por lo que debe sobreseerse en el presente proceso por falta de argumentación. 3. Según lo preceptuado por el art. 8 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se confirió traslado al Fiscal General de la República, para que, en el plazo de quince días, emitiera su opinión sobre la inconstitucionalidad alegada. En ese sentido, dicho funcionario expuso que el art. 131 ord. 6° Cn. “es una norma de obligatorio cumplimiento”, por lo que los decretos municipales de la Alcaldía de Santiago de María “transgreden las limitaciones a la potestad impositiva de los municipios”. Asimismo, relacionó el art. 204 Cn., y al respecto sostuvo que la frase “dentro de los límites que una ley general establezca” se refiere a que no se contraríe el art. 131 ord. 6° Cn., al margen del objetivo que persiga el decreto municipal concernido. De tal forma –consideró–, existe una facultad constitucional y legal que habilita a los Concejos Municipales para imponer tasas y contribuciones, “pero en el entendido que estos siempre tienen que ser sometidos a consideración de la Asamblea Legislativa”. Ahora bien –afirmó–, los decretos referidos carecen de las premisas establecidas en el art. 131 ord. 6° Cn., es decir, que no cumplen con los procedimientos que previamente se ha establecido en dicho artículo constitucional. Y es que –expuso–, a partir de lo afirmado, un decreto municipal necesariamente es limitado y está sujeto a control. Dicha limitación hace referencia al órgano competente en razón del procedimiento que se debe seguir; para el caso, es la Asamblea Legislativa quien tiene “la potestad de la reserva de ley que es una atribución de un órgano gubernamental”. Entonces, debe ser un acto “formal y materialmente legislativo, no teniendo por tanto el Concejo Municipal de la ciudad de Santiago de María atribución alguna para establecer este tipo de decretos, según se desprende del art. 204 ord. 1 de la Constitución”. 5 De tal forma –añadió–, resulta notorio e incuestionable que el municipio de Santiago de María se ha confundido, al otorgarle al impuesto la categoría de tasa, a la que le falta el requisito que es la contraprestación del servicio. En ese orden de ideas –concluyó–, se determina que el art. 7 subrubros 11.22.1 y 17.1 de la ORTASAM, entra en conflicto con la disposición constitucional que recoge el principio de reserva de ley en materia de impuestos –art. 131 ord. 6° Cn.–. Y la inconstitucionalidad radica en que la imposición de la carga tributaria reúne todas las características y requisitos para configurar un verdadero impuesto y no una tasa, como se ha pretendido regular en la ordenanza indicada. II. Reseñados los motivos de inconstitucionalidad argumentados por el demandante, las razones aducidas por el Concejo Municipal de Santiago de María para justificar las disposiciones impugnadas y la opinión del Fiscal General de la República, (1) se examinará la vigencia de parte de la disposición impugnada; luego (2), se enunciarán los argumentos susceptibles de ser conocidos en sentencia definitiva y (3) se señalará el orden lógico de su fundamentación. 1. A. Este tribunal ha sostenido en su jurisprudencia que la finalidad rectora y fundamental del proceso de inconstitucionalidad es establecer un contraste entre normas, a partir del cual se pueda verificar la confrontación preceptiva entre la disposición impugnada y la Constitución, e invalidar a la primera si –en efecto– resulta incompatible con la segunda. Así –se ha reiterado–, el ordinal 2° del artículo 6 L.Pr.Cn. establece como requisitos de la demanda: la identificación de “la ley, decreto o reglamento que se estime inconstitucional” – objeto de control de constitucionalidad–; y, en el ordinal 3°, que se citen “los artículos pertinentes de la Constitución” que se estimen vulnerados por la disposición o cuerpo normativo impugnado –parámetro de control– (resolución de 4-VII-2007, Inc. 44-2006). En ese orden, el control abstracto a ejercer por parte de esta Sala radica en la confrontación normativa que el peticionario plantea en su demanda, o bien –según sea el caso– que alguna autoridad jurisdiccional consigna en su declaratoria de inaplicabilidad, y que justifica con sus argumentos, siendo los dos extremos de tal cotejo o confrontación: (a) la disposición constitucional que se propone como canon o parámetro; y (b) la disposición infra-constitucional, cuerpo normativo o acto concreto realizado en aplicación directa e inmediata de la normativa constitucional que se declara inaplicable o se pide invalidar. Ahora bien, debe tenerse presente que el proceso de inconstitucionalidad no detiene al Órgano Legislativo en su labor de legislar, por lo cual el alcance del litigio no se perpetúa cuando 6 se plantea la demanda de inconstitucionalidad y tampoco se encuentra ajeno a las modificaciones que puedan surgir a partir del ejercicio de potestades legislativas. En consecuencia, si se verifica una reforma o derogación de la legislación relacionada con el proceso de inconstitucionalidad, generalmente se altera la tramitación del proceso. Ello, en tanto que las eventuales modificaciones practicadas por el legislador sobre la norma sometida al control constitucional podrían incidir en la resolución del proceso. Por consiguiente, la tramitación y normal conclusión del proceso de inconstitucionalidad estarán condicionadas a la existencia del objeto de control, es decir, de la disposición infraconstitucional sobre la cual se ha de realizar el examen de constitucionalidad. En atención a este criterio, si la disposición objeto de control ha sido derogada al momento de presentarse la demanda, se deroga durante el desarrollo del proceso, o es expulsada del ordenamiento jurídico mediante el pronunciamiento general y obligatorio de este tribunal, el objeto de control ya no forma parte del ordenamiento jurídico, por lo que el proceso carecería de finalidad, pues no habría un sustrato material sobre el cual pronunciarse. B. Sin embargo, cuando durante la tramitación del proceso de inconstitucionalidad se verifica alguna modificación en la disposición sometida a control, o bien su derogatoria expresa por una nueva normativa, es preciso determinar los efectos que ello genera en la norma concernida, pues si el contraste subsiste en el nuevo cuerpo legal, es posible examinar la continuidad de los términos de impugnación de la norma derogada (improcedencia de 31-VII2009, Inc. 94-2007). Así, ante cualquier modificación legislativa efectuada sobre el objeto de control propuesto en un proceso de inconstitucionalidad, lo determinante para este tribunal es establecer la permanencia o no en el ordenamiento jurídico de la norma que fue inicialmente impugnada o inaplicada; ello, para evitar que, en virtud de maniobras legislativas, una disposición o cuerpo normativo pueda sustraerse del control de constitucionalidad. Por tanto, se deja abierta la posibilidad de conocer de una norma con el mismo contraste constitucional inicialmente planteado, pero que la autoridad demandada reubicó en otro cuerpo normativo u otra disposición jurídica. C. En el caso sub iudice, se advierte que uno de los subrubros de la disposición impugnada –el 11.22.1– aparece en el texto originario de la ORTASAM; es decir, previo al decreto en virtud del cual se reformó dicha ordenanza. Tal circunstancia revela la necesidad de 7 definir los efectos que la emisión del decreto de reforma produjo en el citado objeto de control, para lo cual será necesario acudir al tenor del decreto de reforma. Así, se colige que el decreto municipal concernido no abrogó la citada ordenanza, pues, según el tercer considerando del citado decreto, su finalidad era reformar algunas tasas, por considerar que no respondían al costo de mantenimiento del servicio respectivo, ni a los intereses de la Administración municipal. Ahora bien, el decreto municipal reseñado no especifica cuáles son las disposiciones de la ORTASAM que se reforman o derogan –en su caso–, por lo que debe entenderse que, en principio, las mantiene vigentes a todas; salvo aquellas que por contradicción de términos reforme o derogue tácitamente. Es decir, ante la falta de derogación o reforma expresa, para apreciar su modificación se debe determinar en cada caso si existe algún contraste normativo entre lo establecido en la ORTASAM y el citado decreto de reforma. a. En ese orden, el demandante impugna el art. 7 subrubro 11.22.1 de la ORTASAM, que grava con el 10 % adicional a los ingresos procedentes de todas las tasas contempladas en la misma disposición (art. 7 subrubros 11.1 al 11.22), para la financiación de ferias o fiestas patronales, cívicas o nacionales. b. Por otro lado, también ha impugnado el art. 7 subrubro 17.1 que se emitió con la reforma a la misma ordenanza, que grava con el 10 % adicional a los ingresos procedentes de la tasa por servicios de fotocopia, laminación, empastado y anillado, siempre para la financiación de ferias o fiestas patronales, cívicas o nacionales. c. De tal forma, la diferencia entre ambas disposiciones es que la primera grava los ingresos procedentes de todas las tasas, mientras que la segunda grava específicamente los originados en las tasas por servicios de fotocopia, laminación, empastado y anillado. d. Debe determinarse si estamos en presencia de una modificación que deroga a la anterior redacción del art. 7 ORTASAM o si se trata de una tasa específica entre las tasas generales ya establecidas con anterioridad; pues, en el primer caso, procedería solamente conocer la supuesta inconstitucionalidad del subrubro 17.1, mientras que en el segundo procedería conocer de la supuesta inconstitucionalidad de ambos. e. Lo que debe tomarse en cuenta es que las tasas por servicios de fotocopia, laminación, empastado y anillado ya estaban contempladas en la ORTASAM (art. 7 subrubro 11.21), por lo que, de acuerdo con su art. 7 subrubro 11.22.1 –de alcance general– los ingresos procedentes de 8 los servicios aludidos también estaban gravados con el 10 % adicional, para la financiación de ferias, etc. En ese sentido, lo que se advierte en el decreto de reforma es la alusión a una tasa específica, que únicamente podría entenderse como una regla especial respecto de las tasas generales aludidas por el art. 7 subrubro 11.22.1 de la ORTASAM; de lo contrario, no es posible encontrar cuál es la finalidad del art. 7 subrubro 17.1 del decreto municipal de reforma; pues, como se mencionó, el gravamen del 10% adicional al monto de los servicios de fotocopia, laminación y demás, ya estaba incluido en el texto originario de la ORTASAM. Ello, si bien podría revelar una inadecuada técnica legislativa respecto del punto en cuestión, no incide en el contenido normativo del art. 7 subrubro 11.22.1, pues solo reitera un mandato de los que ya estaban contemplados en este, previo a la reforma. Por tanto, se descarta que en virtud del decreto municipal de reforma se haya derogado tácitamente el art. 7 subrubro 11.22.1 de la ORTASAM, de manera que dicho precepto normativo es susceptible del análisis constitucional solicitado. 2. Así, a partir de lo argumentado por el solicitante, esta Sala examinará la constitucionalidad de los arts. 7 subrubros 11.22.1 y 17.1 de la ORTASAM, a efecto de establecer si en dichas disposiciones se contemplan impuestos y no tasas, específicamente, en tanto que la actividad municipal por la que se cobra no es divisible, porque no reporta un beneficio concreto al sujeto pasivo del tributo y porque el monto de dicho tributo no responde al costo de la prestación que le da origen; de manera que vulnera el art. 131 ord. 6° Cn., en relación con el principio de reserva de ley en materia de impuestos. 3. Para dirimir lo anterior (III) se efectuarán algunas consideraciones respecto de los tributos en general; luego (IV), se referirán de manera particular las características de las tasas y los principios que las inspiran; para después (V) puntualizar las diferencias existentes entre los tributos; tópico que nos conducirá (VI) a los límites formales de la potestad tributaria. Así, con base en tales consideraciones (VII) se analizará el contenido normativo del objeto de control, a fin de establecer qué tipo de tributo contempla y si este ha sido configurado de acuerdo con los lineamientos constitucionales correspondientes; todo ello, para dictar el fallo que constitucionalmente corresponda. III. Esta Sala ha sostenido reiteradamente –verbigracia, en sentencias de 15-II-2012, Inc. 66-2005 y de 9-VII-2010, Inc. 35-2009– que los tributos se clasifican en impuestos, tasas y 9 contribuciones especiales. Esta clasificación –compartida por la doctrina– ha tenido recepción tanto a nivel constitucional como legal –arts. 131 ord. 6° Cn. y 12 del Código Tributario, respectivamente–. 1. En atención a lo anterior, en la citada Inc. 35-2009, se indicó que el impuesto es el tributo cuyo hecho imponible es definido sin referencia alguna a servicios o actividades de la Administración. Por ende, el impuesto es el tributo por antonomasia: se paga porque se ha realizado un hecho indicativo de capacidad económica, sin que la obligación tributaria se conecte causalmente con actividad administrativa alguna. Por tal razón, se le ha calificado como un tributo no vinculado, ya que no existe conexión del obligado con actividad estatal alguna que se singularice a su respecto o que lo beneficie, pues –se insiste– el hecho imponible consiste en una situación que, según la valoración del legislador, tiene idoneidad abstracta como índice o indicio de capacidad contributiva (sentencia de 15-II-2012, Inc. 66-2005). 2. La tasa, por su parte, es el tributo cuyo hecho imponible consiste en la prestación de un servicio o la realización de una actividad por parte del Estado, que afecta o beneficia de modo particular al sujeto pasivo. Desde tal perspectiva, las tasas muestran las siguientes características: (i) su hecho imponible lo conforma un servicio o actividad que realiza el Estado y que está vinculado con el sujeto obligado al pago; (ii) se trata de un servicio o actividad divisible, lo que posibilita su particularización; y (iii) la actividad o servicio es inherente a la soberanía estatal, es decir que nadie más que el Estado está facultado para realizarla (sentencia de 9-VII-2010, Inc. 35-2009). 3. Finalmente, la contribución especial es el tributo cuyo hecho imponible consiste en la obtención de un beneficio por parte de los sujetos pasivos, como consecuencia de la realización de obras o actividades especiales del Estado, encaminadas a la satisfacción de intereses generales. Respecto de este tributo resulta irrelevante que el sujeto pasivo obtenga o no, en el caso concreto, el beneficio previsto, pues basta que la obra o actividad pública de que se trate sea idónea para producir dicho beneficio –sentencia de 9-VII-2010, Inc. 35-2009–. IV. Ahora bien, específicamente en cuanto a las tasas, es oportuno apuntar lo siguiente: 1. En la sentencia de 15-II-2012, Inc. 66-2005, se estableció que la tasa es el tributo cuyo hecho generador está integrado por una actividad o servicio divisible del Estado o Municipio, hallándose esa actividad relacionada directamente con el contribuyente. A partir de tal 10 conceptualización se aludieron algunas características de las tasas, que serán precisadas a continuación: A. Se estableció que se trata de una prestación que el Estado exige en ejercicio de su poder de imperio. Así, el pago de las tasas se vincula con la soberanía del Estado, de manera que han de ser sufragadas obligatoria e igualitariamente por los sujetos pasivos de dicho tributo. Son –como todos los tributos– coercitivas, su pago se exige con prescindencia de la voluntad del sujeto obligado; pues, en efecto, el vínculo entre el Estado y el contribuyente no deviene de una relación contractual (sentencia de 3-VII-2008, Inc. 69-2006). B. También se indicó que la tasa debe ser creada por ley. Ello, en el sentido de que ha de ser establecida mediante el instrumento normativo de carácter general y abstracto habilitado para tal efecto por la Constitución. Así, según el art. 204 ord. 1° Cn., los municipios pueden establecer tasas a través de ordenanzas municipales –exigibles únicamente a nivel local–. Sin embargo, cuando se trate de tasas de alcance nacional, estas deben ser instituidas mediante ley en sentido formal, es decir, emitida por la Asamblea Legislativa (sentencias de 9-VII-2010 y 4-V-2011, Incs. 35-2009 y 612005). C. Se adujo además –en la Inc. 66-2005– que el hecho generador de las tasas se integra con una actividad que el Estado cumple y que está vinculada con el obligado al pago. Tal actividad puede consistir en la utilización especial del dominio público, la prestación de un servicio público o la realización de una actividad que beneficie de manera particular al sujeto concernido. En ese sentido, en las tasas –a diferencia de los impuestos–, el hecho generador corresponde a la Administración y no al contribuyente, por lo que, se reitera, acaece ante el efectivo cumplimiento de la actividad estatal correspondiente. De tal forma, la mera potencialidad de la actuación administrativa no supone el surgimiento del hecho generador, que tiene lugar únicamente cuando se brinda la referida actuación estatal. D. Se indicó también en la sentencia precitada, que la actividad concernida debe ser divisible, a fin de propiciar su particularización. Asimismo, en sentencia de 13-III-2006, Inc. 27-2005, esta Sala sostuvo que “no es posible exigir el pago de tasas por la prestación de servicios o realización de actividades que no sean susceptibles de ser individualizadas sobre sujetos determinados. De ahí que, cuando el 11 beneficiado es el conjunto social o una parte del mismo, la financiación de los servicios públicos de que se trate deberá hacerse vía impuestos o contribuciones especiales”. Por tanto, no es válido exigir el pago de una tasa a los posibles destinatarios de una actuación de la Administración, pues si la actuación que da lugar a la tasa no puede fragmentarse en unidades de uso o consumo, sería inviable su particularización respecto de persona determinada y atribuir a esta el carácter de sujeto pasivo de un tributo que sobre el cual no ha percibido su hecho generador –actividad de la administración–. En efecto, tal circunstancia rompería la idea de la tasa como una prestación exigida en ocasión de una actividad del ente público que afecta particularmente al obligado, ya que ello solo puede verificarse en los servicios divisibles. E. Por último, se ha establecido –verbigracia, en la Inc. 66-2005– que la actuación pública relacionada debe ser inherente a la soberanía estatal; es decir, ha de tratarse de actividades que el Estado no puede dejar de prestar porque nadie más que él está facultado para desarrollarlas. De esta forma, si la actuación estatal respectiva también es brindada por un particular, la prestación económica exigida perdería el carácter de tasa, y constituiría un mero precio, al que no le serían aplicables las características de aquella. F. Ahora bien, en relación con lo anterior, cabe resaltar que esta Sala ha sostenido que las características esenciales de la tasa son, por un lado, que el hecho generador supone un servicio vinculado con el obligado al pago; por otro lado, que dicho servicio constituye una actividad estatal inherente a la soberanía. Es decir, debe haber una contraprestación realizada por el Estado o el Municipio que se particulariza en el contribuyente, y que dicha contraprestación no puede ser efectuada por un ente privado. 2. A. Referidas las características esenciales de las tasas, corresponde establecer el principio que las rige. Esta Sala ha indicado reiteradamente –verbigracia, en sentencia de 10-X-2012, Inc. 152012–, que las tasas se rigen por el principio de beneficio, en el sentido de que, si bien son coercitivas –es decir, su pago no depende de la voluntad del contribuyente–, su configuración indefectiblemente incluye una actividad estatal que favorece de manera particular al sujeto pasivo de la tasa, un beneficio específico para el obligado al pago. Beneficio que puede ser de naturaleza jurídica o mixta –en tanto incluya otros elementos, por ejemplo, de índole económica–, según sea la actividad estatal concernida. 12 De manera que en las tasas no se exige el principio de capacidad económica –como sí ocurre con los impuestos–, pero ello no supone que, en algunos supuestos concretos que lo permitan, no pueda tomarse en consideración dicho principio, no como hecho generador, pero sí como un elemento para establecer el monto de la tasa; máxime cuando la actividad estatal que le da origen puede traducirse en un aprovechamiento económico. B. En ese sentido, esta Sala ya ha establecido que para la determinación del importe de las tasas “deben tomarse en cuenta todos los aspectos relativos al servicio o actividad que realiza el Estado. Así, deben valorarse elementos tales como: los gastos directos e indirectos que ocasiona la prestación del servicio o la actuación de la Administración –incluidos los de carácter financiero y los que garanticen su mantenimiento–; la importancia o necesidad del servicio o actividad; el grado de utilidad que el servicio o actividad presta a la colectividad o al individuo en quien se singulariza; etc.” (sentencia de 13-III-2006, Inc. 27-2005). VI. Habiendo referido las características de cada clase de tributo, se consignarán sus diferencias: desde el punto de vista de su hecho imponible (1) y del principio de capacidad económica (2). 1. El impuesto se diferencia de las tasas y las contribuciones especiales en que el hecho imponible del primero es una situación que revela capacidad económica, referida exclusivamente al obligado, sin relación alguna con la actividad del Estado; por el contrario, el hecho imponible de las tasas y contribuciones especiales es una situación que necesariamente se relaciona con la realización de una actividad del Estado. Asimismo, las tasas se diferencian de las contribuciones especiales en que, si bien en el hecho imponible de ambas está presente un servicio o actividad administrativa, en las primeras dicha actividad está motivada ante todo por el particular y pretende la solución de problemas individuales; en cambio, en las segundas, el Estado actúa principalmente para la satisfacción de los intereses generales –aunque también genere un beneficio especial a determinadas personas–. 2. En cuanto al principio de capacidad económica, entendido como la aptitud económicosocial de una persona para contribuir al sostenimiento de los gastos del Estado, es una exigencia predicable de todo el ordenamiento tributario. Sin embargo, no está presente de la misma forma ni con la misma intensidad en los distintos tipos de tributos (sentencia de 14-I-1993, Inc. 23-99). En el caso de los impuestos, este principio despliega toda su eficacia, pues su hecho imponible se define únicamente a partir de la capacidad económica del contribuyente. En cuanto 13 a las contribuciones especiales, tiene aplicación únicamente en los supuestos en que la obra o actividad estatal aumenta el valor de los bienes del sujeto pasivo. Finalmente, en el caso de las tasas, no existe, en principio, obligación para el ente que las crea de tomar en cuenta la capacidad económica del contribuyente, aunque puede hacerlo voluntariamente o si la ley se lo exige. VII. Acotadas las diferencias que existen entre los tipos de tributos, corresponde referirse a los principios que, según la jurisprudencia de esta Sala –sentencia de 9-VII-2010, Inc. 35-2009– constituyen los límites formales de la potestad tributaria: el principio de reserva de ley en materia tributaria (1) y el principio de legalidad tributaria (2). 1. A. Esta Sala ha señalado en su jurisprudencia que los tributos, por su relación directa con el derecho de propiedad de los ciudadanos, son una materia reservada a la ley formal. Así, la reserva de ley tributaria, en su origen, tuvo por objeto limitar el poder del monarca en esa materia. Actualmente, pretende reducir el ámbito de discrecionalidad del Órgano Ejecutivo en el establecimiento de los tributos (sentencia de 9-VII-2010, Inc. 35-2009). En ese sentido, la reserva de ley en materia tributaria tiene como finalidad, por un lado, garantizar el derecho de propiedad frente a injerencias arbitrarias del poder público (dimensión individual); y por otro lado, garantizar el principio de autoimposición, esto es, que los ciudadanos no paguen más contribuciones que las que sus legítimos representantes han consentido (dimensión colectiva). En definitiva, el principio referido tiene por objeto que un tema de especial interés para los ciudadanos, el reparto de la carga tributaria, dependa exclusivamente del órgano estatal que, por los principios que rigen su actividad, asegura de mejor manera la conciliación de intereses contrapuestos en dicho reparto. Ahora bien, debe indicarse que en el Derecho salvadoreño la reserva de ley tributaria tiene reconocimiento expreso en el art. 131 ord. 6º Cn. Este precepto se integra sistemáticamente con el art. 204 ord. 1° Cn., que habilita a los municipios a establecer tasas y contribuciones especiales. Se concluye, por tanto, que la reserva solo afecta a los impuestos y a las tasas y contribuciones especiales de alcance nacional. B. Acotado lo anterior, es preciso determinar qué tipo de reserva legal rige para estos casos, es decir, los impuestos y para las tasas y contribuciones especiales de alcance nacional; ya que aquella puede ser absoluta o relativa. 14 a. La reserva de ley absoluta implica que la ley formal regula por sí misma toda la materia, de tal suerte que esta queda completamente exenta de la acción de los demás órganos estatales y entes públicos con potestades normativas reconocidas por la Constitución y, en consecuencia, de sus productos normativos –por ejemplo, reglamentos de ejecución u ordenanzas municipales–. b. En cambio, la reserva de ley relativa supone que la ley formal no regula exhaustivamente la materia respectiva, sino que se limita a lo esencial, y para el resto se remite a la normativa infraconstitucional, a la que ordena o habilita para colaborar en la regulación. En términos generales, esta Sala considera que debe admitirse la colaboración de las fuentes infraconstitucionales en las tareas reguladoras de detalle o de ejecución de la ley, pero subordinadas y como mero complemento de esta. Es decir, la ley debe fijar el marco de los derechos y obligaciones de las personas; por tanto, la remisión a las demás fuentes normativas debe servir únicamente para conocer el modo en que pueden ejercitarse los derechos y cumplirse las obligaciones. C. Por tanto, la reserva de ley en materia tributaria –con los matices vistos– es relativa, confiándose a la Asamblea Legislativa el establecimiento del tributo, es decir, su creación ex novo y la determinación de sus elementos esenciales o configuradores, pero otros órganos estatales y entes públicos con potestades normativas reconocidas por la Constitución pueden colaborar en las tareas reguladoras de detalle o de ejecución. a. Por elementos esenciales o configuradores del tributo se entienden: los elementos subjetivo, material y cuantitativo de su hecho imponible, y los plazos de caducidad o de prescripción. También la reserva de ley abarca las exenciones. Ello se justifica, primero, por la finalidad de garantizar el principio democrático en el reparto de la carga tributaria; y segundo, porque al establecerse una exención, al mismo tiempo se define el hecho imponible, específicamente, en cuanto al alcance que la prestación tributaria tiene en determinados supuestos. b. Así, lo que está constitucionalmente vedado es la “habilitación en blanco” –sin límite ni criterio alguno– por parte de la ley formal a otras fuentes de derecho, para la regulación de los elementos esenciales del tributo, así como el establecimiento ex novo de dichos elementos a través de fuentes diferentes a la ley formal. 15 2. Expuesto lo que antecede, y por la relación que guardan entre sí, es oportuno referirse al principio de legalidad tributaria. El citado principio exige al legislador claridad y configuración taxativa de los elementos esenciales de los tributos. Además, el art. 231 inc. 1° Cn. establece que no pueden imponerse contribuciones sino en virtud de una ley y para el servicio público. En razón de este mandato, la Administración y los Municipios solo pueden exigir a los ciudadanos el pago de aquellos tributos que hayan sido previamente definidos en una ley –en sentido material–. Así, puede afirmarse que, mientras que los arts. 131 ord. 6° y 204 ord. 1° Cn. van dirigidos al creador de los tributos, el art. 231 inc. 1° Cn. va dirigido a sus aplicadores. VII. Corresponde ahora analizar el contenido normativo de las disposiciones impugnadas, a fin de dirimir si el art. 7 subrubros 11.22.1 y 17.1 ORTASAM contemplan impuestos o tasas municipales, específicamente, en tanto que –según los alegatos del actor– el monto de dicho tributo no responde al costo de la prestación que le da origen, y porque la actividad municipal por la que se cobra no es divisible ni reporta un beneficio concreto al sujeto pasivo del tributo; de manera que vulneraría el art. 131 ord. 6° Cn., en relación con el principio de reserva de ley en materia de impuestos. 1. En primer lugar, advierte esta Sala que la figura regulada en las disposiciones impugnadas es un tributo, pues consiste en una prestación pecuniaria exigida coactivamente por el Concejo Municipal de Santiago de María, en virtud de una ordenanza dictada por él mismo. Por tanto, se descarta que dicha figura sea un precio público, pues su exigibilidad deriva de la ley y no de relaciones contractuales. 2. Ahora bien, en cuanto al monto de dicho tributo, el solicitante estima que no se trata de una tasa por cuanto no responde al costo de la prestación que le da origen. Sin embargo –según se anotó en al apartado V.2.B de esta sentencia–, ello no puede considerarse per se inconstitucional, pues para la determinación del importe de las tasas pueden tomarse en cuenta todos los aspectos relativos al servicio o actividad que realiza el Estado y no solo los costos directos e indirectos que ocasiona la prestación del servicio o la actuación de la Administración. Pudiendo ponderarse entonces la importancia o necesidad del servicio o actividad; o, el grado de utilidad que el servicio o actividad presta a la colectividad o al individuo en quien se singulariza. 16 En ese sentido, el hecho de que el monto de una tasa no se corresponda con el costo que implica la prestación del servicio en cuestión no altera la naturaleza de dicho tributo al punto de equipararla con un impuesto. 3. Así, es necesario analizar si el tributo en análisis es una tasa –como afirma el Concejo Municipal de Santiago de María–, una contribución especial, o un impuesto encubierto –como objeta el demandante–, pero a partir de su hecho generador y no de su costo o voluntariedad. En efecto, corresponde ahora determinar cuál es el hecho imponible de los tributos contenidos en los subrubros impugnados, es decir, “el supuesto de hecho que, al realizarse, genera la obligación de pagar el tributo” y que debe estar vinculado con “la actividad del municipio, consistente en la prestación de un servicio público –de carácter administrativo o jurídico– que es el presupuesto para el nacimiento de la obligación del contribuyente de pagar la tasa” (sentencia de 13-III-2006, Inc. 27-2005). A. Del análisis de la normativa sometida a control de constitucionalidad se colige que el hecho imponible de los tributos en ella contemplados es el pago de tasas por servicios administrativos o jurídicos. Es decir, se establece un tributo –denominado “tasa”– cuyo hecho imponible es el pago de otras tasas municipales. Por otra parte, el supuesto de hecho que genera la obligación tributaria no es propiamente una actividad estatal, sino el pago –efectuado por el contribuyente– de tasas por servicios administrativos y jurídicos que le ha prestado la municipalidad en otras ocasiones. Así, el hecho generador es una actividad del sujeto pasivo de la tasa, y no de la Administración respectiva. Sin embargo, se advierte que la autoridad emisora del objeto de control ha sostenido que la contraprestación de las “tasas” impugnadas es, precisamente, la celebración de las fiestas patronales, cívicas o nacionales; pero tal argumento no es atendible, pues dicha actividad expresa el destino de lo recaudado, mas no supone la contraprestación requerida como hecho generador de una tasa, pues, se insiste, contrario a lo alegado por el aludido Concejo Municipal, el hecho generador del tributo en cuestión es el pago de tasas municipales, es ese el supuesto de hecho cuya realización hace nacer la obligación de pagar el tributo. Y es que –como se apuntó en el apartado IV.l de esta resolución–, dicha actividad tampoco podría configurarse como el hecho generador de una tasa, pues este requiere de una actuación que el Estado cumple y que favorece particularmente al obligado al pago. En ese sentido, su realización corresponde a la Administración y no al contribuyente, y acaece ante el 17 efectivo cumplimiento de la actividad estatal correspondiente, por lo que la mera potencialidad de la actuación administrativa no supone su surgimiento. Además, el hecho generador de una tasa debe ser divisible, a fin de propiciar su particularización. De manera que no es posible exigir el pago de tasas por la realización de actividades que no sean susceptibles de ser individualizadas sobre sujetos determinados, y que solo figuren como posibles destinatarios de una actuación futura de la Administración –pues si la actuación que da lugar a la tasa no puede fragmentarse en unidades de uso o consumo, sería inviable su particularización respecto de alguna persona–. En ese orden de ideas, esta Sala concluye que las circunstancias expuestas no concurren en el supuesto normativo analizado, ya que la celebración de las fiestas concernidas implica una mera potencialidad de la actuación administrativa, más no un servicio o actuación brindado al sujeto obligado. De igual modo, tal actividad, en los términos de las disposiciones objeto de control, no permite su individualización –y beneficio correspondiente– respecto del contribuyente. B. Descartado que el tributo en cuestión sea una tasa, ya que no existe una relación directa entre una supuesta actividad realizada por el Municipio –para el caso, la celebración de fiestas– y el sujeto obligado, ni es posible individualizar dicha actividad sobre sujetos determinados, tampoco puede considerarse como una contribución especial, en tanto que el hecho imponible de este tipo de tributo –según se consignó en el acápite III.3 de esta sentencia– se define por un beneficio o aumento de valor de los bienes del sujeto pasivo, como resultado de obras o actividades especiales de la Administración o de los Municipios. Por el contrario, en el presente caso, el hecho imponible es el pago de otras tasas; por tanto, el contribuyente no obtiene ventaja ni plusvalía alguna, pues si bien recibe determinados servicios de parte del Concejo Municipal –los que, en algunos casos, podrían beneficiarle–, estos ya han sido gravados mediante otras tasas, por lo que no pueden justificar la creación de los tributos sometidos a control. Si bien el tributo impugnado tiene la característica de que su producto está especialmente afectado –para la financiación de ferias o fiestas patronales, cívicas o nacionales– y esta es una nota que distingue a las contribuciones especiales de las demás categorías tributarias, no por ello puede concluirse que encaje en la categoría de las contribuciones especiales, pues tasar como 18 tributo el pago previo de otros tributos es un sinsentido que desfigura a la habilitación constitucional para la creación de tasas municipales en una doble tributación desmedida. C. Por consiguiente, habiéndose establecido que el contenido normativo de las disposiciones impugnadas no contemplan una tasa ni una contribución especial, se concluye que es un impuesto, ya que su hecho imponible se define con independencia de todo servicio, actividad u obra del Concejo Municipal de Santiago de María –ya sea que esta se particularice en el sujeto pasivo (tasa) o que le genere a dicho sujeto un beneficio o aumento de valor de sus bienes (contribución especial)–. En ese orden, en virtud del principio de reserva de ley en materia tributaria previsto en el art. 131 ord. 6° Cn. –según se apuntó en el apartado VI.1 de esta sentencia–, solo la Asamblea Legislativa tiene competencia para establecer impuestos, por lo que la creación, mediante ordenanza municipal, de un tributo que, pese a denominarse “tasa”, materialmente tiene la naturaleza de impuesto ha de considerarse violatoria de dicho principio; debiendo, en consecuencia, declararse su inconstitucionalidad. Por tanto, con base en las razones expuestas, disposiciones y jurisprudencia constitucional citadas y arts. 131 ord. 6° de la Constitución y 9, 10 y 11 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, en nombre de la República de El Salvador, esta Sala Falla: 1. Declárase inconstitucional el art. 7 en los subrubros 11.22.1 y 17.1 de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de Santiago de María, emitida por Decreto Municipal n° 10, de 11-XII-1992, publicado en el Diario Oficial n° 236-Bis, T. 317, de 22-XII1992, reformado por Decreto Municipal n° 2, de 15-IV-2004, publicado en el Diario Oficial n° 78, T. 363, de 29-IV-2004, por vulnerar el art. 131 ord. 6° de la Constitución, en relación con el principio de reserva de ley en materia tributaria, pues contemplan un tributo que, pese a denominarse “tasa”, materialmente tiene la naturaleza de impuesto. 2. Notifíquese la presente resolución a todos los intervinientes. 3. Publíquese esta Sentencia en el Diario Oficial dentro de los quince días siguientes a esta fecha, debiendo remitirse su copia al Director de dicho órgano oficial. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------F. MELÉNDEZ ----- J.B JAIME ---- FCO. E. ORTIZ R.----------------R.E.GONZÁLEZ B--------------------------------------------------------PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN------------------------------------------------------------------------ 19 E SOCORRO C.------------------SRIA. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------RUBRICADAS---------------------------------------------------------- 20