Presentación de PowerPoint - Comisiones Obreras de Asturias

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Modelos y tendencias de actividad huelguística
DAVID LUQUE BALBONA
Departamento de Sociología Universidad de Oviedo
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Contenido
• Modelos de huelgas, dos corrientes principales:
– Enfoque económico (contexto norteamericano)
– Enfoque político/organizativo (contexto europeo)
• Tendencias de la actividad huelguística en Europa
– 1980-2008
– 2008-2012
Modelos y tendencias de actividad huelguística
La huelga como principal manifestación del conflicto de trabajo
La huelga es el aspecto más destacado del conflicto de trabajo y al que
la literatura académica ha concedido mayor trascendencia, tanto por
su relevancia social —probablemente las huelgas han involucrado más
trabajadores que cualquier otra forma de acción colectiva política o
social durante el siglo XX— como por su continuidad histórica, ya que
desde mediados del siglo XIX las huelgas se convirtieron en la forma
dominante de protesta social en las sociedades industriales. También
por razones metodológicas: la disponibilidad de series estadísticas de
datos desde finales del siglo XIX en algunos países.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Contenido
• Modelos de huelgas, dos corrientes principales:
– Enfoque económico (contexto norteamericano)
– Enfoque político/organizativo (contexto europeo)
• Tendencias de la actividad huelguística en Europa
– 1980-2008
– 2008-2012
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Huelgas y el ciclo económico
Es ampliamente reconocido que existen ciclos de huelgas y
que éstos están probablemente relacionados con el ciclo
económico (Rees, 1954).
El nivel de desempleo es quizás el indicador (contra-cíclico)
más sensible a la marcha general de la económica, y es
natural esperar que la militancia obrera varíe inversamente al
desempleo (Hibbs, 1976).
Fue Rees (1952) quién popularizó la idea de que la
propensión de los trabajadores a la huelga declina durante
las fases bajas del ciclo económico debido a que su posición
negociadora empeora.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Desde esta perspectiva las huelgas son vistas «como uno de
los dos resultados posibles de la negociación colectiva, el
otro es el acuerdo» (Snyder, 1975: 206).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Si bien el ciclo económico determina la pauta temporal de
manifestación del conflicto, no es su causa: «la mayor parte de
los conflictos industriales son causados por fuerzas sociales o
psicológicas o por fuerzas económicas que no son cíclicas en
naturaleza *…+. Las quejas pueden ser almacenadas por largos
periodos. Es más probable que broten en huelgas [...] cuando las
condiciones económicas prometen que las huelgas puedan
triunfar» (Rees, 1954: 220).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Modelos y tendencias de actividad huelguística
LIMITACIONES
Dispares resultados empíricos.
La relación puede ser más débil, debido a que el aumento del desempleo
reduce a su vez el número de negociaciones que tienen lugar (Gramm,
1986).
Asumen que las huelgas están motivadas por cuestiones salariales. Hacen
escasa justicia a la complejidad de motivaciones de los huelguistas (Bean,
1985).
Si el cambio en las condiciones económicas da a una parte más poder y a
la otra menos, sólo el nivel salarial se vería afectado (Cousineau y Lacroix,
1986; Oskarsson, 2003).
La prosperidad económica contribuye a suavizar el descontento de los
trabajadores, de modo que la oportunidad para ir a la huelga puede no ir
acompañada de un deseo de realizarla (Edwards , 1981).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
No tienen en cuenta ni la estructura institucional ni la forma
que la acción sindical puede adoptar.
En base al esquema causal propuesto por los teóricos del ciclo
económico, no se pueden explicar determinados tipos de
huelgas, por ejemplo, un caso bastante frecuente
últimamente, cuando una empresa decide cerrar.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
LA TEORÍA DEL INTERCAMBIO POLÍTICO
Cameron (1984), Korpi y Shalev (1979), Hibbs (1978), Pizzorno (1978) y
Shorter y Tilly (1971; 1974)
Importancia del uso de los «recursos de poder» en el esfera de la política.
Los partidos socialdemócratas son considerados uno de los principales
«recursos de poder» con los que cuentan los trabajadores para alterar los
resultados del mercado a través de la política (Korpi 1983).
Las huelgas son vistas como «un instrumento de acción colectiva de la
clase trabajadora» .
La actividad huelguística se considera «una manifestación de la lucha en
curso por el poder entre clases sociales sobre la distribución de los
recursos» (Hibbs 1978: 165).
Las alteraciones en la intensidad de la actividad huelguística a medio y
largo plazo pueden ser atribuidas a cambios en la localización de la lucha
por la distribución de la esfera de la producción a la esfera de la política.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
El afianzamiento de los partidos socialdemócratas en algunos gobiernos
nacionales —caso paradigmático de Suecia a mediados de la década de
1930— abrió nuevos ámbitos de acción al movimiento obrero.
Parte de las reivindicaciones tradicionalmente canalizadas a través de la
huelga se integraron en los programas políticos de los partidos
reduciéndose los niveles de conflictividad laboral al alcanzar éstos el
gobierno.
Se produce un «intercambio» entre los trabajadores y el Estado, que
compensa —o al menos, promete compensar— a los trabajadores por los
sacrificios que realizan en el mercado de trabajo, ya sea en forma de un
salario social más alto o cambios en el tipo impositivo sobre los ingresos
de los trabajadores (Lange, 1984).
Los sindicatos tuvieron acceso a una alternativa política relativamente
eficiente a las huelgas, que pudieron usar para «lograr metas
importantes, fundamentalmente a través de cambios en las políticas de
empleo, fiscales y sociales» (Korpi 1978: 99).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
En países como Suecia, Noruega y Austria donde los partidos
socialdemócratas habían sido los partidos dominantes en el gobierno, los
niveles de conflictividad experimentaron un declive a largo plazo. En el
extremo opuesto, en países como Irlanda, Estados Unidos y Canadá
donde la clase obrera nunca ha jugado un papel determinante en la
política nacional, no se produjo tal declive (Korpi ,2002; Korpi y Shalev,
1979).
Los actores toman en consideración no solamente su interés inmediato a
corto plazo, sino también sus objetivos futuros:
Los sindicatos renuncian a la obtención de mejoras a corto plazo en la
esfera de la producción a través del recurso a la huelga, por llevar a cabo
de forma más efectiva sus intereses a largo plazo en la esfera política.
Lo realmente crucial no es la toma del poder político por parte de los
partidos socialdemócratas per se, sino el cambio producido por desarrollo
de las políticas del Estado de Bienestar en el modo de distribuir la renta
nacional.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
• Condiciones par el éxito
la fuerza del «trabajo» dentro del gobierno debe de ser estable
y con perspectivas de ser perdurable (Bean 1985: 143).
La experiencia pasada es un elemento importante, en la medida
en que se haya llevada a cabo este tipo de intercambio
previamente con éxito (Lange 1991).
Para cumplir con su parte del acuerdo «el movimiento obrero
requiere un importante grado de unidad organizacional entre y
dentro de sus alas industrial y política junto con control interno
y disciplina sobre sus componentes» (Bean 1985: 144).
• Perspectiva dinámica
Situaciones de desestabilización y conflicto cuando los sindicatos no
pueden o no están dispuestos a intercambiar moderación reivindicativa
en el corto plazo por poder político (Pizzorno, 1978)
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Cambios en el intercambio político actual
Con el avance del paradigma neoliberal, la naturaleza del intercambio ha
cambiado sustancialmente respecto al practicado en los 70s, se ha
devaluado.
Los pactos sociales firmados en distintos países europeos en los 80s y 90s
deben ser calificados como «un instrumento de ajuste de los gobiernos al
nuevo entorno económico, y no una herramienta de economía política»
(Hassel, 2003: 707).
La globalización ha minado la relevancia política de los sindicatos, lo que
permite a los partidos socialdemócratas llevar a cabo políticas más
independientes y conservadoras, buscando el apoyo de otros grupos de
intereses.
Los partidos de centro-izquierda están experimentando en la última
década un claro retroceso en Europa occidental.
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Contenido
• Modelos de huelgas, dos corrientes principales:
– Enfoque económico (contexto norteamericano)
– Enfoque político/organizativo (contexto europeo)
• Tendencias de la actividad huelguística en Europa
– 1980-2008
– 2008-2012
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Trabajos recientes han sacado a la luz un hecho que estaba pasando
desapercibido (Kelly, Hamann y Johnston, 2011; Kelly y Hamann,
2009).
Si bien las huelgas contra las empresas han declinado
sustancialmente desde 1980s, la frecuencia de las huelgas
generales contra las políticas gubernamentales han aumentado
(Kelly y Hamann, 2009).
– 1980s: 18 huelgas generales contra los gobiernos [nacionales] en 16
países de Europa occidental (UE 15 más Noruega).
– 1990s: 26 huelgas generales
– 2000-2006: 28 huelgas generales
Destacan por encima del resto: Grecia (38 huelga generales de
ámbito nacional entre 1980 y 2008), Italia (16), Francia (10), España
(7) y, en menor medida, Portugal (3).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
La naturaleza dominante de la actividad huelguística se ha
vuelto cada vez más hacía movilizaciones demostrativas en la
arena política que en la industrial (Gall y Allsop, 2007).
Ya se llegan algunos años escribiendo sobre la acción política
como estrategia de revitalización de los sindicatos (Baccaro
et al., 2003; Frege y Kelly, 2003, Hamann y Martínez Lucio,
2003; Molina, 2006).
Modelos y tendencias de actividad huelguística
Modelos y tendencias de actividad huelguística
DAVID LUQUE BALBONA
Departamento de Sociología Universidad de Oviedo
MOVIMIENTO OBRERO, UTOPÍA Y SOCIEDAD
(Notas de Rubén Vega García para dicha Ponencia)
“No se trata de lo que uno u otro proletario individual, o incluso el proletariado en su
conjunto, pueda representarse a veces como meta. Lo importante es lo que el
proletariado es y lo que está obligado históricamente a hacer, de acuerdo con ese ser
suyo. Su situación de vida y toda la organización de la sociedad burguesa actual
determinan de antemano su meta y su acción histórica de manera clara e irrevocable”
[Karl Marx y Friedich Engels: La Ideología Alemana (1844)]
“Proletarios del mundo, uníos”: parece que la idea original es de Flora Tristán, antes
incluso del Manifiesto Comunista. La AIT adopta el lema
La II Internacional adopta el himno que dice que “El mundo va a cambiar de base”
Pero también sus adversarios llegan a creer en ello, aunque sea para combatirlo:
“Por eso el anticomunismo no es suficiente para salvar a la clase obrera y a la Iglesia.
No es suficiente refutar al comunismo. Los nazis, los fascistas, los capitalistas, saben
hacerlo, y lo hacen a gusto. (...) se olvida que hay un alma de verdad que la da fuerza al
comunismo: es que Marx y el comunismo dan una misión a la clase obrera.
He aquí lo que dice Marx: La clase obrera tiene una misión divina que cumplir en la
tierra. Por ello le grita: ‘proletarios del mundo, uníos...’ ¡Tenéis una misión divina;
vosotros sois los redentores del mundo...!”
[Mons. Jose Cardijn, La hora de la clase obrera, 1948]
Último comunicado del Comité Revolucionario de octubre de 1934: “Al proletariado se
le puede derrotar, pero jamás vencer”
Es una fe profunda, no ya en la justicia de la causa sino en su inexorable triunfo. Quien
forma parte del movimiento, forma parte de la Historia y de la emancipación de la
clase y, por ende, de la humanidad.
Da sentido a una vida
Más aun, da sentido incluso a la muerte
Here’s to you:
The last and final moment is yours
That agony is your triumph
Pozu Funeres:
Amestaranse toles manes proletaries
Nel verdor en sin fin de los praos
Y na esperanza tarazá nel vuestro cuerpo
Darréu allitará la llibertá
Es referencia para el resto de la sociedad, piedra angular de todos aquellos que
comparten la aspiración de la Justicia social y un mundo igualitario.
Rafael Alberti: Que no sería quien soy / si no te siguiera a ti
Ayer: “The cause of labour is the hope of the world”
Hoy (como anteayer): Owen JONES: CHAVS: la demonización de la clase obrera
El horizonte utópico proporciona:
Un referente ético. Valores y principios. Normas de conducta y sanciones morales
Esquemas ideológicos en los que fundar la acción
Sentido ulterior, trascendente, a la acción
Motivos para la militancia y el proselitismo
Conciencia, identidad y orgullo de clase
Su desaparición contribuye en muy alta medida a agravar las debilidades del
sindicalismo:
La despolitización resta presencia e influencia, confina el campo de acción a lo laboral
o a la mera representación de intereses en detrimento de la dimensión sociopolítica. E
incluso la desvinculación respecto a los partidos tiene el efecto perverso de
empobrecer el nivel de los debates y desideologizar. La capacidad de reflexión se ve
mermada, incluso para analizar los procesos esenciales y la propia decadencia.
La militancia es sustituida por la profesionalización. Los cargos se convierten en un
medio de vida y no al servicio de un fin ulterior. La vieja ley de hierro de la
oligarquización de las organizaciones descrita hace 100 años por Michels se acentúa en
la medida que se vacían los cauces (y la demanda) de participación de unas bases en
las que el componente militante es muy reducido y la afiliación no es ideológica sino
instrumental. Nada que deba sorprender. Así sucedía ya de antiguo en los sindicatos
norteamericanos con más fuerza que en los europeos.
Sin aliento militante y sin participación de las bases, la burocracia es lo que queda para
sostener la organización.
Como grupo de presión centrado en la exclusiva representación de intereses, el
sindicalismo de clase se torna ineficaz en comparación con otras alternativas
(gremiales, corporativos…)
Si la clase obrera deja de ser la esperanza y el movimiento obrero su motor, pierde
todo atractivo para otros sectores sociales. En especial, para los intelectuales, cuya
relación deja de tener en cuenta a los obreros, en tanto que los sindicatos pierden la
capacidad de reflexión que les aportaban.
La presencia de tránsfugas de otras clases que, renegando de su origen, se adscriben
subjetivamente al movimiento obrero o incluso se incorporan a él como militantes o
cuadros desaparece. Esta tendencia se da únicamente –y de forma creciente- en
sentido contrario: obreros sin conciencia de clase
que se identifican con los valores y la ideología dominante. Para que de las filas de
clases dominantes o capas intermedias (y aún de otros sectores populares no obreros)
salgan elementos que se identifican con la causa del movimiento obrero éste ha de
aparecer como portador de un proyecto global y no sólo como expresión de intereses
parciales. En tanto la clase obrera sea vista como motor de la transformación social, la
condición de obrero aparecerá revestida de dignidad y el movimiento obrero recibirá
aportes o apoyos externos. Si esto desaparece, la capacidad de atraer a sectores ajenos
a la clase se desvanece y la legitimidad de sus reivindicaciones se resiente.
Al dejar de actuar como expresión de la clase y modelador de su conciencia, la
ideología dominante campa sin apenas contestación. El individualismo y el apoliticismo
ciego restan cohesión, solidaridad y capacidad de movilización. El compañero se vuelve
competidor, la clase no existe (todos se autoubican en la clase media) y el sindicato es
una opción entre otras. Sigue sirviendo allí donde haya una tasa de afiliación elevada y
una capacidad de presión eficaz. Pero en los ámbitos sin tradición previa o donde reina
la debilidad, afiliarse pierde sentido y se convierte en un coste sin recompensa.
Las actitudes insolidarias (trepa, chivato, esquirol, arrastrado) no sufren la penalización
de que eran objeto en el pasado. No hay un código reconocido por la mayoría que
avale el desprecio, la marginación o el desprestigio de los que rompen la cohesión y se
ponen de parte del explotador contra sus compañeros.
El chófer del patrón, con su gorra de plato, puede ser prudente y bien domado sin
padecer el desprecio de los obreros conscientes.
Quede claro que todo esto no es un proceso meramente ideológico que se dilucide al
margen de las condiciones materiales y las relaciones de producción. Las ideas no caen
del cielo ni triunfan, mutan o fracasan al margen de la realidad material. Y muchas
cosas han cambiado a peor en este terreno, disolviendo vínculos y solidaridades,
fragmentando, segmentando, dividiendo y precarizando las condiciones de vida y de
trabajo de la inmensa mayoría. En este campo pedregoso y erizado de maleza, es difícil
que florezcan ciertas ideas. Pero tampoco el pasado fue precisamente un jardín de
flores e incluso bajo el fascismo la llama no se apagó. El neoliberalismo y la
globalización están teniendo, al menos por el momento, más éxito.
En definitiva, mi argumento es que, además de las transformaciones -sin duda
profundas y decisivas- en el mercado laboral, la división internacional del trabajo, las
relaciones productivas, la descentralización, flexibilización, deslocalización y tantos
cambios más, hay que atender a un factor que solemos olvidar y que es de carácter
ideológico. El movimiento obrero perdió en el camino, como la clase y la sociedad en
su conjunto, probablemente, la perspectiva utópica que lo alentó durante más de un
siglo. Sin eso, el sindicalismo queda reducido a un grupo de interés como cualquier
otro y no de los fuertes precisamente. De ahí, creo yo, se derivan no pocas de sus
actuales debilidades. Triste diagnóstico, por otra parte, porque no tiene remedio. La
clase obrera como sujeto revolucionario no va a volver.
No ha desaparecido como sujeto simplemente, tan sólo ha cambiado de lugar. El
proletariado está ahora en Asia, en Europa del Este, en Sudamérica…
En estas sociedades emergerá o ha emergido ya un movimiento obrero. Y, por su
naturaleza, su aparición redundará en transformaciones en el sentido de mejorar las
condiciones de vida y de ensanchar las libertades. Es la razón de ser y la condición de
existir del movimiento obrero en todas partes. Los derechos de los trabajadores
difícilmente pueden ser defendidos sin cierto margen de libertad y sin alcanzar en sus
beneficios a una mayoría social.
En este sentido, reproducen el patrón que siguió la clase obrera desde el siglo XIX en
las sociedades del capitalismo desarrollado. Pero les faltará el aliento utópico que
inspiró a sus predecesores. La premonición de Marx ha prescrito y no tenemos
recambio. No verán a la clase obrera como motor de la Historia ni como sujeto
revolucionario llamada a ser artífice de una sociedad nueva.
Y, sin eso, su capacidad para la transformación de la sociedad en su conjunto me temo
que va a ser muy inferior. No veo cómo recomponer estrategias basadas en la alianza
de sectores sociales heterogéneos bajo la hegemonía de la clase obrera porque todos
convenían en que era el proletariado el factor decisivo de cualquier esperanza. Y sin
esa aureola, los obreros quedan reducidos a gente ordinaria, inculta y poco respetable,
como se describe en el libro reciente de Owen Jones sobre la demonización de la clase
obrera británica. Es más, ellos mismos tenderán a comportarse de forma menos
respetable en tanto en cuanto no se sientan parte de un movimiento emancipador
basado en postulados de igualdad, solidaridad y orgullo de clase que sirven de guía
ética para su conducta y penaliza la de quienes la infringen. Algo que muchos en mis
entrevistados encontraron en el comunismo, el socialismo o el cristianismo social, pero
que ahora no se encuentra en ninguna parte.
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