P OSIBLES MEJORAS EN EL SISTEMA DE PROTECCIÓN INTEGRAL DE LAS VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE GÉNERO Este trabajo propone una reflexión sobre el sistema actual de medidas de protección especial de las víctimas de violencia de género, y sobre la posible refundición de los juzgados de Violencia sobre la mujer y juzgados de familia, a la luz de la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012. Por Francisco Javier Pérez-Olleros Sánchez-Bordona Agosto 2013 Con la Ley 27/2003 de 31 de julio, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de violencia doméstica, y a través de un rápido y sencillo procedimiento judicial, sustanciado ante el juzgado de instrucción, y tras la LO 1/2004 también ante los juzgados de violencia sobre la mujer, se pretendió que la víctima de los delitos y faltas de la violencia ejercida en el entorno familiar y de la violencia de género, pudiera obtener un estatuto integral de protección cautelar 1 penal y en materia de relaciones paternofiliales y de protección de los hijos menores, sin necesidad de esperar a la formalización del correspondiente proceso matrimonial civil. Con la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, al determinar en su artículo 23 que las situaciones de violencia que dan lugar a los derechos laborales, de seguridad social y empleo pueden acreditarse con la orden de protección, el alcance de dicha orden de protección se extendió también a la protección integral prevista en las posteriores normas de desarrollo del derecho a la asistencia social que reconoce el artículo 19 de la LO 1/2004, a través de las diversas disposiciones estatales, autonómicas y locales sobre derechos reconocidos a las víctimas de violencia de género, de muy diversa índole. De modo que aunque los Juzgados de Violencia sobre la Mujer –JVM- solo tienen competencias penales y civiles, y estas segundas de familia fundamentalmente y derivadas de la competencia penal, en la práctica, de forma indirecta amparan derechos sociales y económicos, pues sus resoluciones son título habilitante para ejercitar los derechos y acceder a las medidas de protección social y de otra naturaleza, establecidos por el Estado, Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales, a favor de la víctima de violencia de género y menores que se encuentren bajo la patria potestad o guarda y custodia de la víctima, y por todo ello se considera que confiere un estatuto integral de protección al beneficiario o beneficiaria víctima de violencia doméstica o de género. Además, desde el año 1998, los Gobiernos de la Nación han aprobado sucesivos Planes de medidas dirigidas a combatir la violencia de género. 2 Los últimos Planes aprobados por el Gobierno de España se han llevado a cabo en abril de 2013, aprobándose el Plan de Infancia y Adolescencia 2013-2016, en el que se anuncia una reforma de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género –LVG-, en la que se considera que los hijos de las mujeres maltratadas por sus parejas o exparejas son víctimas directas de la violencia de género. Asimismo, la "Estrategia Nacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres 2013-2016", elaborada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y aprobada por el Consejo de ministros el 26 de julio de 2013, anuncia alrededor de 260 medidas destinadas a combatir los malos tratos. Respecto de los recursos de protección especial que el ordenamiento jurídico actualmente establece para las víctimas de violencia de género y doméstica, es opinión de muchos juristas que debería perfeccionarse el sistema de acceso a los mismos, puesto que cuando los medios de protección no son suficientes para cubrir todas las necesidades de protección económica, y de otra índole de las víctimas, llevar a cabo una distribución igualitaria de esos recursos y beneficios es injusta, y además puede ser un incentivo en algunos casos de fraudes, abusos y exageraciones en la denuncia, con serias consecuencias para los denunciados. Asimismo, deberá tenerse en cuenta la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012, publicada en el que Diario Oficial de la Unión Europea de 14 de noviembre de 2012, que tiene que ser transpuesta antes del 16 de noviembre de 2015, y que sustituye a la Decisión marco 2001/220/JAI en la protección de las víctimas en el marco de los procesos penales, determinando los derechos mínimos que deben reconocerse a las 3 víctimas de los delitos cometidos en la Unión, y en relación a los procesos penales que tengan lugar en la Unión Europea. La citada Directiva Europea por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos, en adelante DEV, prevé que las víctimas de violencia en relaciones personales pueden necesitar medidas de protección especiales, y que la situación puede agravarse aún más cuando la mujer depende del infractor en lo económico, lo social o para su derecho a la residencia. Y si bien dicha Directiva establece en su artículo 8 que los Estados miembros garantizarán que las víctimas y sus familiares, de acuerdo con sus necesidades, tengan acceso gratuito y confidencial a servicios de apoyo a las víctimas que actúen en su interés antes, durante y por un período de tiempo adecuado después de la conclusión del proceso penal, sin que dependa de una denuncia formal por una infracción penal ante una autoridad competente de la víctima, también señala que la protección se dispensará en función de sus necesidades específicas y del grado de daño sufrido a consecuencia de la infracción penal cometida contra la víctima. Y en los artículos 21 y 22 de la DEV se determina que todas las víctimas serán sometidas lo antes posible a una evaluación individual para identificar sus necesidades específicas. Esta evaluación tendrá en cuenta las características personales de la víctima, como la edad, el sexo, la raza, la religión o la orientación sexual, así como las circunstancias del crimen. Se debe efectuar con estrecha participación de las víctimas, y deberán tenerse en cuenta sus deseos, incluso cuando éste sea el de no beneficiarse de las medidas especiales que establece el artículo 23 (medidas para víctimas de especial protección) y el artículo 24 4 (medidas adicionales para menores), y si los elementos en los que se basa la evaluación individual cambiasen de modo significativo, ésta deberá ser actualizada a lo largo del proceso penal. La Directiva da por supuesto que las víctimas menores de edad tienen necesidades especiales de protección en razón de su vulnerabilidad a la victimización secundaria, o a la intimidación o a las represalias, pero también establece que para determinar si deben beneficiarse de medidas especiales y en qué medida, las víctimas menores se someterán también a una evaluación individual. Por todo ello, y retomando el tema de los recursos de protección especial, si en la Directiva 2012/29/UE, de 25 de octubre, se prevé una evaluación individual de las víctimas a fin de determinar sus necesidades especiales de protección y el daño consecuencia de sufrido a la infracción penal, con mayor razón es exigible dicha ponderación en la concesión de beneficios y redistribución de recursos de protección que debe hacerse desde los organismos públicos, debiendo realizarse dicha concesión de forma coordinada, pues se otorgan desde administraciones territoriales distintas. Así por ejemplo, con la legislación actual las víctimas de violencia de género, sea cual fuere la gravedad de dicha violencia, pueden tener derecho a una ayuda económica de pago único si junto con la carencia de rentas y dificultades de empleo, justifican la violencia de género con una orden de protección o una sentencia condenatoria, sin que importe su gravedad; o en los casos de separación y divorcio, la víctima de violencia de género, independientemente de la gravedad de la infracción penal, puede tener derecho a una pensión de viudedad, aunque la víctima no sea acreedora de una pensión compensatoria, en discriminación con otras exesposas, que por no ser víctimas de violencia de género, no 5 causaran dicha pensión al no ser acreedoras de una pensión compensatoria por tiempo indefinido. Asimismo, tanto a la víctima de violencia de género por maltrato ocasional beneficiaria de una orden de protección, como a la víctima de un delito contra la libertad sexual también beneficiaria de una orden de protección vigente, se les conceden los mismos derechos laborales y de seguridad social, como puede ser la movilidad geográfica, o el derecho preferente en un concurso de traslado, en discriminación además respecto a otros trabajadores por cuenta ajena o funcionarios o funcionarias que no son víctimas de violencia de género. Por otro lado, a la víctima extranjera por maltrato habitual, se le concede la misma autorización de residencia y trabajo por circunstancias excepcionales, que a la mujer extranjera víctima de violencia de género causada por un empujón, insulto o amenaza leve. Actualmente, es un supuesto de especial vulnerabilidad a los efectos de la suspensión temporal de un lanzamiento en un procedimiento de ejecución hipotecaria el que se trate de la vivienda habitual de una víctima de violencia de género, por lo que la denuncia podría conllevar la suspensión del lanzamiento y la concesión de la orden de protección que dicha suspensión se prolongue hasta dos años. También como ejemplo, la sola denuncia de un hecho que pudiera ser constitutivo de violencia de género es causa de reconocimiento excepcional del beneficio de justicia gratuita, de forma que las mujeres que denuncien un hecho de violencia de género no tienen que pagar tasas en su divorcio si interponen la demanda antes de que recaiga sentencia penal o se archive la causa, y además tienen derecho a que les asista un abogado y procurador de oficio para el procedimiento penal, y en su caso de divorcio, con independencia de su capacidad económica personal, y si se pierde el 6 beneficio por sentencia absolutoria firme o archivo firme del procedimiento penal, la beneficiaria no tiene que abonar el coste de las prestaciones disfrutadas gratuitamente hasta ese momento. En definitiva, no es fácil, pero hay que intentar mejorar el sistema de protección social de las víctimas de violencia de género y doméstica, no haciéndolo depender solo de la justificación de la violencia, sino también de las circunstancias de la víctima, el daño sufrido por la infracción penal, la gravedad de ésta, y respecto de cada beneficio o recurso. Además al señalar la Directiva Europea que deberán tenerse en cuenta los deseos de la víctima, en cuanto a la polémica pena de prohibición de aproximación obligatoria como pena accesoria de imposición obligatoria, prevista en el punto 2 del artículo 57 del Código Penal en relación con el artículo 48.2 del mismo Código, parece que este también sería un argumento para eliminar dicha pena como de imposición forzosa. Respecto del concepto jurisdiccional de violencia de género hago notar que la DEV, en su considerando 17, determina que la violencia por motivos de género es la dirigida contra una persona a causa de su sexo, identidad o expresión de género, o que afecte a personas de un sexo en particular de modo desproporcionado, y entiende esta violencia como una forma de discriminación y una violación de las libertades fundamentales de la víctima, y comprende entre otras posibles a la violencia en las relaciones personales, a la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso sexual), a la trata de personas, la esclavitud, así como diferentes formas de prácticas nocivas, como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados “delitos relacionados con el honor”. 7 La referida Directiva Europea considera que la violencia en las relaciones personales es la violencia psicológica o económica que se comete física, sexual, en una relación personal una persona contra la persona que es o ha sido cónyuge o compañera de la víctima, o bien otro familiar de la víctima, tanto si el infractor comparte, o ha compartido, el mismo hogar con la víctima, o no (Considerando 18). De la DEV no se deduce definición clara y precisa de qué entiende por violencia por motivos de género, y entiendo que no considera que la violencia por motivos de género en las relaciones personales tenga que ser heterosexual necesariamente. Aunque si señala en su Considerando 17 que las mujeres víctimas de la violencia por motivos de género y sus hijos requieren con frecuencia especial apoyo y protección debido al elevado riesgo de victimización secundaria o reiterada, o de intimidación o represalias ligadas a este tipo de violencia. Sin embargo, en el ordenamiento jurídicos interno español la violencia de género siempre es heterosexual, y se distingue a la violencia de género, que es la que se ejerce contra la esposa, ex esposa y mujer que haya estado o esté ligada al agresor por análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, de la violencia doméstica que un miembro de un grupo familiar puede ejercer sobre los descendientes, ascendientes o hermanos por naturaleza, adopción o afinidad, propios o del cónyuge o conviviente, o sobre los menores o incapaces que con él convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho del cónyuge o conviviente, o sobre persona amparada en cualquier otra relación por la que se encuentre integrada en el núcleo de su convivencia familiar, y ésta a su vez de la violencia asistencial, que es la que se ejerce 8 sobre las personas que por su especial vulnerabilidad se encuentran sometidas a custodia o guarda en centros públicos o privado. Actualmente la protección especial que otorga la LVG se ciñe solo a la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia (artículo 1.1 de la LVG). Y los Juzgados de Violencia sobre la Mujer no se crearon para tutelar a las víctimas de violencia doméstica o asistencial, sino a las víctimas de violencia de género, en el concepto jurisdiccional que se deduce del artículo 87 ter 1 a) de la LOPJ, introducido por el artículo 44 de la LO 1/2004, y de los propios tipos penales, en los que no se incluyó un elemento finalístico o intencional del autor, y que puede por ello no coincidir con el concepto sociológico del artículo 1.1 de la LO 1/2004. Aunque determinada violencia doméstica, correspondiente a la ejercida sobre los descendientes, propios o de la esposa o conviviente, o sobre los menores o incapaces que con él convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho de la esposa o conviviente, cuando simultáneamente se haya producido un acto de violencia de género, se atribuye también en el artículo 87 ter.1 a) de la LOPJ, a la competencia objetiva de los juzgados de Violencia sobre la Mujer. Por tanto, el ámbito objetivo de la LVG, es solo la violencia heterosexual en las relaciones personales de naturaleza machista, aunque posteriormente el elemento que se ha llamado finalístico o subjetivo no se introduce como elemento configurador en los tipos penales, o como agravante genérica de la protección penal, lo que ha dado lugar a un serio conflicto interpretativo entre el Tribunal 9 Supremo y el Tribunal Constitucional, y sobre qué debe entenderse desde el punto de vista jurisdiccional por violencia de género. La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en reiteradas sentencias ha declarado que ha de concurrir, una intencionalidad en el actuar del sujeto activo del delito, que se puede condensar en la expresión actuar en posición de dominio del hombre frente a la mujer, para que el hecho merezca la consideración de violencia de género, y en consecuencia, la atribución competencial de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Es decir, jurisprudencialmente se ha integrado el artículo 1.1 de la LVG con el artículo 44 de la misma ley de protección integral, mientras que el Tribunal Constitucional en diversas sentencias resolviendo cuestiones de inconstitucionalidad, descarta la necesidad de exigir en la configuración de los tipos penales introducidos en el Código Penal por la LVG (artículos 148.4, 153.1, 171.4 y 172.2) un elemento finalista que el propio precepto no incorpora, de modo consciente. Tampoco se introdujo el criterio finalístico para determinar la competencia de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer en el artículo 87ter de la ley Orgánica del Poder Judicial, introducido en el artículo 44 de la LVG. Este conflicto interpretativo, como otros que exceden de este trabajo, ocasionan resoluciones penales dispares entre las Audiencias Provinciales y los Juzgados de lo Penal, y cuestiones de competencia objetiva, y por ende inseguridad jurídica y debilitamiento del principio de legalidad y tipicidad en muchos casos, y debilita el derecho fundamental a un juez ordinario predeterminado por la ley. Por ejemplo, la demanda de divorcio será competencia de un JVM o de un Juzgado de Familia, según se interponga o no previa 10 denuncia de una injuria por la mujer frente a su pareja, pudiendo la denuncia de un insulto o de una amenaza leve determinar la competencia del órgano judicial de la demanda de divorcio, pues la competencia penal arrastra a la civil, y sería competente de ese divorcio el Juzgado de Violencia sobre la Mujer del Partido Judicial del domicilio de la denunciante en el momento de los hechos por lo dispuesto en el artículo 15 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en vez del Juzgado civil o de Familia que resultara de aplicar el artículo 769 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Los conflictos que genera esta distribución de competencias, que no acaba de encajar en un sistema basado en el la unidad jurisdiccional (artículo 117.5 de la CE), aumentaron en el orden penal a partir del día 1 de enero de 2009 con la creación de una guardia de violencia de género, mediante el artículo 62 bis del Reglamento 1/2005, de 15 de septiembre, del Pleno del Consejo del Poder Judicial, en los Partidos Judiciales en que existen 4 o más JVM (Barcelona, Madrid, Sevilla y Valencia), coexistiendo en dichos Partidos Judiciales dos clases de guardias (la de los Juzgados de Instrucción ordinarios, y las de los JVM), sobre el mismo tipo de delitos, en atención a la relación de afectividad que exista o pudiera haber existido entre la denunciante y el denunciado. Para concluir y teniendo en cuenta todo lo indicado anteriormente, de “lege ferenda” en estos momentos en que desde el Gobierno se propone un nuevo Código Penal y una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, les planteo si sería mejor que fuera el mismo órgano judicial el que conociera de la violencia tipificada en el Código Penal de un miembro de la pareja sobre el otro, con las agravantes y atenuantes específicas que se prevean en su caso, pero sin que la clase de órgano judicial dependa del sexo del sujeto pasivo, y que a 11 su vez fuera ese órgano judicial el que conociera de los conflictos civiles de derecho de familia relativos a dicha pareja. Finalizo este trabajo, agradeciendo al amigo lector el tiempo que ha dedicado a la lectura de este artículo, y para cualquier aportación que desee efectuar sobre el tema puede remitirla al correo [email protected] 12