Títol: Convenio de La Haya sobre acuerdos de elección del foro Autor: Javier Aresté González Data: 1 de marzo de 2006 ISSN: 1885-1738 INTRODUCCIÓN El 30 de junio del presente año se adoptó en el seno de la Conferencia de La Haya el Convenio sobre acuerdos de elección del foro1. Centrada su regulación en los acuerdos de sumisión expresa, se está frente a un Convenio de carácter doble que regula la competencia judicial y el reconocimiento y ejecución de las sentencias resultantes de tales acuerdos. Dicho texto convencional tiene como objetivo el de promover la inversión y el comercio internacional a través del desarrollo de un marco legal que garantice tanto la efectividad de los acuerdos de elección del foro en las transacciones comerciales como el mismo reconocimiento y ejecución de las resoluciones. Se presenta pues como un instrumento internacional que dota a los operadores comerciales de una alternativa al Convenio arbitral de 19582 en el ámbito jurisdiccional. Este convenio viene a solventar de forma definitiva la incertidumbre e inseguridad existente a nivel internacional en lo referente a la determinación por las partes de una relación jurídica del tribunal que entenderá de los litigios que surjan entre ellas y la eficacia de su decisión. Las partes ven asegurado la elección del tribunal que estiman conveniente para resolver la controversia, garantizándose la abstención de los tribunales de los demás Estados contratantes de entrar a conocer de ella y el reconocimiento y ejecución de la sentencia dictada al resto de Estados partes del citado instrumento. ANTECEDENTES DEL CONVENIO La adopción de este Convenio constituye el término de un arduo camino iniciado por la Conferencia de La Haya en 1992 con la propuesta de los Estados Unidos por crear un convenio universal en materia de competencia judicial y reconocimiento de sentencias en materia civil y mercantil. La falta de voluntad política por parte de las diferentes delegaciones por alcanzar un acuerdo en los puntos esenciales de su redacción desembocó en que no se llegara a la adopción de un instrumento convencional en dicha materia. A pesar de las amplias discrepancias existentes entre los Estados, en la reunión de de la Comisión de Asuntos Generales y Política de la Conferencia de 21 a 22 de junio de 2002 se apostó por continuar con los trabajos, mediante contactos entre las diferentes delegaciones, dando como resultado una nueva iniciativa centrada en elaborar un texto más reducido que el previo. A tal objeto se acordó por la misma Comisión que la Oficina Permanente, con apoyo de un grupo informal de trabajo constituido por expertos en la materia, elaborara un primer texto partiendo del foro contractual para ser después sometido a la Comisión Especial. Constituido el grupo de trabajo, éste se reunió en tres ocasiones, elaborando un primer borrador (el documento de trabajo 493) que se entregó a la Comisión Especial. Sobre 1 Texto disponible en la página web de la Conferencia de La Haya http://www.hcch.net > Conventions > Internacional Legal Co-operation > Choice of Court Agreements (2005) [37]. 2 Convenio sobre el reconocimiento y ejecución de sentencias arbitrales extranjeras, hecho en Nueva York el 10 de diciembre de 1958. 3 Draft on Exclusive Choice of Court Agreements. Working Document No. 49 E Revised, Special Commission on Jurisdiction, Recognition and Enforcement of Foreign Judgments in Civil and Commercial 1 la base del citado texto, se desarrollo el anteproyecto de convenio sobre acuerdos exclusivos de elección del foro (documento de trabajo 1104) paso previo y base sobre la que la Vigésima Sesión Diplomática ha adoptado el reciente Convenio sobre los acuerdos de elección del foro5. ÁMBITO DE APLICACIÓN De conformidad con el art. 1, el Convenio se aplicará en los casos internacionales de acuerdos exclusivos de elección del foro que se celebren en materia civil y mercantil. Los elementos que configuran y delimitan el contenido de la presente norma convencional son, propiamente, tres: a) Su aplicación a supuestos de carácter internacional; b) centrar su regulación en los acuerdos exclusivos de elección del foro; y c) limitarse a aquellos celebrados en materia civil y mercantil. Internacionalidad de los casos El concepto de internacionalidad, definido en el art. 1.2, posee carácter polisémico sobre la base de la naturaleza doble del convenio, aportándose dos definiciones distintas en lo que se refiere a la competencia judicial de los tribunales (regulada en el Capítulo II) y al reconocimiento y ejecución de las resoluciones extranjeras (prevista su regulación en su Capítulo III). De esta manera, a los efectos del capítulo II, se estima, a través de una definición en contrario, que una situación es internacional a menos que las partes sean residentes en el mismo Estado contratante del tribunal y la relación entre las mismas y todos los demás elementos relevantes en la disputa se encuentren únicamente en dicho Estado. En el caso de las personas jurídicas, se entiende que tienen su residencia en el Estado: donde tengan su sede estatutaria, bajo cuya ley fueran constituidas, el de su administración central, o de su establecimiento principal (art.4.2). En cuanto al capítulo III, la internacionalidad del caso viene determinada únicamente cuando la resolución judicial procede del tribunal de otro Estado distinto al requerido. A consecuencia de los términos en los que es definido el concepto de internacionalidad en el marco de la competencia judicial y el reconocimiento y ejecución de sentencias se abre las Matters (1 to 9 December 2003). http://www.hcch.net > Conventions > International Legal Cooperation > Choice of Court agreements (2005) [37] > Preliminary Documents. 4 Draft on Exclusive Choice of Court Agreements. Working Document No. 110 E Revised, Special Commission on Jurisdiction, Recognition and Enforcement of Foreign Judgments in Civil and Commercial Matters (21 to 27 April 2004). Disponible en la página web de la Conferencia de La Haya: http://www.hcch.net > Conventions > Internacional Legal Co-operation > Choice of court Agreements (2005) [37] > Preliminary Documents. 5 Sobre la evolución de los trabajos de la Conferencia de La Haya, véase los Informes de la Delegada española, la Dra. Alegría Borrás, Catedrática de Derecho internacional Privado de la Universidad de Barcelona, en “La Celebración de la XIX Sesión (1ª Parte) de la Conferencia de La Haya de Derecho internacional privado (6-22 de junio de 2001)” Revista Española de Derecho Internacional (REDI), vol. LIII (2001), 1 y 2, págs. 723-726; “Conferencia de La Haya de Derecho internacional privado: Comisión de Asuntos Generales y Política de la Conferencia (22 a 24 de abril de 2002)” REDI, vol. LIV (2002), 1, págs. 513- 520; “Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado: Comisión Especial para la preparación de un Convenio sobre cláusulas exclusivas de elección del foro (1 a 9 de diciembre de 2003)” REDI, vol. LV (2003), 2, pág. 1122-1128; “Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado: Comisión de Asuntos generales y política de la Conferencia (1 a 3 de abril de 2003), REDI, vol. LIV (2003), 1, págs. 577- 579; “Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado: Reunión de la Comisión Especial para la preparación de un Convenio sobre cláusulas exclusivas de elección de foro (21 a 27 de abril de 2004) REDI, vol. LVI (2004), 1, págs. 565-572. 2 puertas a la posibilidad de que las partes residentes en un Estado contratante cuya relación contractual posea pleno carácter domestico puedan, bajo el auspicio de dicho Convenio, plantear una controversia frente a los tribunales de otro Estado contratante, viéndose los tribunales del Estado del que son residentes obligados a reconocer y/o ejecutar la resolución resultante. No obstante, los mismos Estados contratantes pueden redefinir los términos de la internacionalidad en los que es aplicable el Convenio, pudiendo acotar tanto la competencia de sus tribunales como el ámbito del reconocimiento y ejecución de las sentencias dictadas por otros Estados contratantes. De esta manera, por un lado, el art. 19 otorga a los Estados contratantes poder declarar que sus tribunales puedan rechazar el conocimiento de una causa cuando con excepción a la localización del tribunal escogido no exista ninguna vinculación entre el Estado y las partes o la disputa. Y por el otro, el art. 20, en referencia al reconocimiento y ejecución de sentencias, concede a los mismos Estados la opción de poder denegar el reconocimiento o ejecución de las sentencias dictadas por tribunales de otro Estado contratante cuando las partes sean residentes del mismo Estado requerido y la relación de las partes y los otros elementos relevantes del litigio, distintos a la localización del tribunal elegido, están conectados con el Estado requerido. Acuerdos exclusivos de elección del foro Los acuerdos exclusivos de elección del foro constituyen la piedra angular sobre la que se articula el presente instrumento convencional. Éstos son definidos en el art. 3 como aquellos acuerdos concluidos por dos o más personas que son conformes a los requisitos de forma dispuestos en su parágrafo c) y designan, con la finalidad de conocer de los litigios que hayan surgido o pudieran surgir entre ellos respecto una relación jurídica, a los tribunales de un Estado contratante o uno o más específicos tribunales en un Estado contratante con exclusión de la jurisdicción de cualquier otro Estado. De acuerdo a su formulación, la exclusividad de los citados acuerdos queda circunscrita fuera de las fronteras de los Estados contratantes, con lo que las partes, tal y como queda plasmado en el mismo redactado de la norma, sólo podrán designar los tribunales de un único Estado contratante con exclusión de los órganos jurisdiccionales de otros Estados contratantes. Se cierra, en principio, la posibilidad de que las partes puedan optar por plantear el litigio frente a los órganos judiciales de otros Estados distintos al elegido. La consecuencia directa de la restricción del ámbito de aplicación del Convenio a los acuerdos exclusivos es la sencillez en su estructura basada en tres obligaciones básicas, como posteriormente se expondrá. A pesar de conformarse el funcionamiento del Convenio sobre la base de los acuerdos exclusivos, se incorpora en el art. 22, bajo la rúbrica “Reciprocal declarations on nonexclusive choice of court agreements”, la posibilidad de dar amparo dentro de la misma norma convencional a los acuerdos de carácter no exclusivos. En atención a lo establecido en el citado precepto, los Estados, mediante declaración expresa, podrán reconocer y ejecutar las sentencias dictadas por tribunales de otros Estados contratantes que hubieran sido designados mediante acuerdos de atribución de jurisdicción no exclusivas. La eficacia de tal declaración queda, sin embargo, restringida al carácter recíproco de la misma, o lo que es lo mismo, sólo serán reconocidas y ejecutadas las resoluciones judiciales que basadas en dichos acuerdos procedan de otros Estados contratantes que hubieran efectuado esta misma declaración. El problema subsiguiente de la litispendencia es resuelto desde el mismo prisma del reconocimiento y ejecución de sentencias disponiendo que los tribunales reconocerán y ejecutarán las sentencias resultantes de tales acuerdos cuando: No exista sentencia dictada por otro tribunal sobre la base del acuerdo no exclusivo ni procedimiento pendiente entre las mismas partes en otro tribunal sobre el mismo objeto y causa, y que el tribunal de origen sea el primero al que se ha acudido. Abierta la opción de acuerdos no exclusivos, cabe indicar, asimismo que salvo que las partes expresamente dispongan lo contrario, se entenderá según lo establecido en el art. 3.b), que los acuerdos poseen carácter exclusivo. Entrando propiamente en los requisitos de validez de los citados acuerdos, el Convenio unifica en el art. 3.c) los requisitos formales al establecer que éstos podrán celebrarse tanto por escrito como por cualquier otro medio de comunicación que permita el acceso a la información para su ulterior consulta. En lo que respecta a los requisitos de fondo, el 3 Convenio traslada su regulación fuera del primer Capítulo relativo al ámbito de aplicación para insertarlo dentro de la misma regulación sustantiva y más concretamente en los artículos 5, 6 y 8 relativos a las obligaciones de los tribunales de los Estados contratantes. Estos requisitos no son fijados por norma convencional como sucede con la forma, limitándose ésta a fijar como norma de referencia la ley del Estado del tribunal elegido (incluidas sus propias normas de conflicto). En el contenido de tales requisitos se sitúa la capacidad de las partes a la que el convenio dota de carácter autónomo en su observancia por los tribunales no elegidos o por el tribunal al que se solicite el reconocimiento y ejecución de la sentencia resultante de tal acuerdo, aplicando estos órganos jurisdiccionales sus propias normas sobre este aspecto y no las del tribunal elegido por las partes. Finalmente, el acuerdo de elección del foro incluido en un contrato deberá ser considerado, según al apartado d) del art. 3, independiente del mismo, no pudiendo ser impugnado por la nulidad del contrato en el que se encuentra inserto. Materias de carácter civil y mercantil El Convenio sólo es de aplicación respecto a los acuerdos de elección del foro celebrados sobre materias de carácter civil o mercantil. En este sentido, el hecho que un Estado, agencia gubernamental u otra persona actuando en representación de un Estado sean parte no lo excluye del ámbito de aplicación, no afectando los privilegios e inmunidades que son propios de los Estados soberanos, sus órganos o de las organizaciones internacionales (art. 2.5 y 2.6). Determinadas materias que pueden ser calificadas de carácter civil o mercantil son excluidas en el art. 2. Este precepto diferencia entre aquellas materias que de forma plena y absoluta quedan excluidas y de aquellas en las que tal exclusión se restringe únicamente cuando éstas constituyen el objeto principal del litigio y no si se presentan como cuestión incidental del mismo. Respecto a la primera categoría, quedan fuera de la eficacia del Convenio los contratos celebrados por consumidores, contratos laborales, los convenios colectivos y los contratos de arbitraje y procedimientos relacionados. Quedan parcialmente descartados del ámbito de aplicación del instrumento convencional las siguientes materias: el estado civil y capacidad de las personas físicas, familia, alimentos, sucesiones, insolvencia, transporte de pasajeros y mercancías, contaminación marítima, limitación de responsabilidad en demandas marítimas, averías marítimas, remolque y salvamentos de emergencia, competencia, responsabilidad por daños nucleares, demandas por daños corporales presentadas o en representación de personas físicas, demandas por daños a bienes materiales no vinculados con la relación contractual, derechos reales inmobiliarios y arrendamiento de inmuebles, nulidad y disolución de personas jurídicas, validez de las decisiones de sus órganos, validez en la inscripción en registros públicos, validez de los derechos de propiedad intelectual distintos de los derechos de autor y otros derechos relacionados e infracción de derechos de propiedad intelectual distintos a los derechos de autor y otros derechos relacionados con excepción de los litigios incoados por infracción fundada en el incumplimiento de un contrato entre las partes relativo a tales derechos, o que podría haber sido fundada por el incumplimiento de este contrato. Frente al conjunto de materias excluidas por el presente Convenio, el mismo texto recoge en su art. 21 la posibilidad de que los Estados contratantes puedan, mediante declaración expresa, excluir la aplicación del Convenio frente a otras concretas materias de carácter civil y mercantil. Tal declaración, de acuerdo al apartado segundo del mismo art., sólo tendrá eficacia en el Estado que la haya efectuado así como en los Estados contratantes donde un acuerdo exclusivo designe a los tribunales, o uno o más tribunales específicos del Estado que hubiera hecho la declaración. Las cuestiones incidentales que puedan surgir en torno a una de las materias parcialmente excluidas por el mismo Convenio o por los Estados contratantes quedarán excluidas del régimen de reconocimiento y ejecución, pudiendo rechazarse el reconocimiento o ejecución de una resolución judicial si su fallo estuviera basado en una de estas materias (art. 10). 4 ESTRUCTURA El Convenio se asienta sobre tres pilares básicos que corresponden concretamente con tres obligaciones dirigidas a los tribunales de los Estados contratantes. Estas obligaciones se encuentran desarrolladas en los Capítulos II y III e imponen que: El tribunal elegido es competente para conocer de la controversia, no pudiendo declinar el ejercicio de su competencia (art. 5). Los tribunales de los otros Estados contratantes deberán de abstenerse de entrar a conocer el litigio (art. 6). La sentencia dictada por el tribunal de un Estado contratante elegido en virtud de un acuerdo exclusivo de sumisión expresa deberá de ser reconocida y ejecutada por los tribunales del resto de Estados contratantes (art. 7). Competencia judicial de los tribunales De acuerdo con lo dispuesto al apartado primero del art. 5, los tribunales de los Estados contratantes designados por un acuerdo exclusivo de elección del foro, serán competentes para conocer de un litigio al que se le aplique el citado acuerdo, a menos que este acuerdo sea nulo según la ley del mismo Estado. Como refuerzo a este primer apartado y en garantía de la voluntad de las partes, se priva de forma expresa a los mismos tribunales la posibilidad de declinar su jurisdicción a favor de los órganos judiciales de otros Estados. Con el establecimiento de esta norma se excluyen de la aplicación del instrumento internacional las doctrinas a través de las que se otorga a los tribunales de los Estados contratantes la facultad para poder rechazar el conocimiento de las causas de las que son competentes en favor de los tribunales de otro Estado (declining jurisdiction). El cumplimiento de estas dos previsiones debe de efectuarse, en todo caso, en acatamiento de los criterios de competencia judicial interna fijados por el Estado en las que se encuentra el tribunal escogido, no pudiendo afectar, según lo dispuesto en el apartado tercero del mismo art., las normas sobre la competencia material o sobre la cuantía de la demanda ni las de competencia territorial. En relación a estas últimas se admite la posibilidad de que los mismos tribunales, en atención a lo dispuesto en su ordenamiento interno, puedan transferir las causas a otros órganos jurisdiccionales del mismo Estado, condicionándola cuando ésta se efectué discrecionalmente a la elección de las partes. Obligaciones de los tribunales no elegidos Como correlación al deber del tribunal o tribunales elegidos a entender de la controversia, las autoridades jurisdiccionales de los otros Estados contratantes, de acuerdo al art. 6, deberán abstenerse de conocer de la misma, salvo que concurra cualquiera de las circunstancias dispuestas en el mismo precepto. Dentro de dichas excepciones, se distinguen dos tipos: las que se fundamentan en la pérdida de eficacia del acuerdo, como es la nulidad del mismo o la falta de capacidad de una de las partes para poderlo ser (6.a) y 6.b)), y las que la nota de excepcionalidad define su propio contenido que serían las tres excepciones restantes: injusticia grave en la aplicación del acuerdo o manifiesta contrariedad con los principios fundamentales del orden público del tribunal al que se ha acudido; la imposibilidad de ser razonablemente ejecutado; y decisión del tribunal designado de no conocer de la causa. Esta última excepción, de acuerdo a su redacción, puede plantear en un futuro problemas respecto a aquellos supuestos en los que un tribunal elegido transfiera la causa a otro tribunal del mismo Estado no designado por las partes, por cuanto que se expone teóricamente a que cualquiera de las partes descontentas por la transferencia del litigio 5 pueda plantear el litigio al tribunal de otro Estado contratante que, de acuerdo a su normativa interna, sea competente para conocer del caso. Al margen de la obligación de declinar su competencia, los tribunales no elegidos, sobre la base de la exclusión que el mismo Convenio hace en el art. 7 de entrar a regular las medidas cautelares, se encuentran capacitados de conformidad con su derecho interno a adoptar tales medidas. Reconocimiento y ejecución de las resoluciones judiciales Respecto al régimen de reconocimiento y ejecución de sentencias dispuesto en el Convenio, los tribunales de los Estados contratantes requeridos están compelidos, según lo establecido en el art. 8, a reconocer y ejecutar las resoluciones dictadas por los órganos judiciales elegidos por un acuerdo exclusivo de elección del foro. Por “resolución” se entiende toda determinación en cuanto al fondo emitida por un tribunal cualquiera que sea su denominación así como la determinación de costas siempre que ésta se refiera a una decisión sobre el fondo susceptible de ser reconocida y ejecutada, con exclusión de las medidas cautelares (art. 4). Las transacciones judiciales aprobadas o concluidas en el curso del proceso judicial por el tribunal elegido reciben el mismo trato que las resoluciones judiciales conforme al art. 12. El cumplimiento de tal obligación por los tribunales requeridos está sujeto a que la resolución produzca efectos y sea ejecutable en el mismo Estado de origen (art. 8.3), así como a que no concurra ninguna de las circunstancias establecidas en el art. 9 para denegar el requerimiento. De la misma manera, con carácter general el tribunal requerido no podrá entrar en la revisión de las cuestiones de fondo del litigio, quedando sujeto a las constataciones de hecho del tribunal de origen sobre las que hubiera basado su competencia (art. 8.2). Al margen de las causas de denegación contenidas en el citado articulo 9, propias de otros instrumentos internacionales, los tribunales de los Estados contratantes pueden asimismo denegar el reconocimiento y ejecución de la sentencia ya sea, de acuerdo al art. 8.5, a instancia de cualquiera de las partes que se hubiera opuesto a la transferencia del litigio en el momento oportuno en el Estado en el que se hubiera procedido a tal actuación judicial o bien, según lo dispuesto en el art. 11.1, cuando esta resolución ordenara el pago de daños que van mas allá de la perdida o daño sufrido por una de las partes. Los documentos necesarios para el reconocimiento y ejecución de sentencias quedan establecidos en el art. 13, dejando su procedimiento que sea regulado de conformidad a la legislación del Estado requerido (art. 14). El reconocimiento y/o ejecución de las resoluciones podrá efectuarse, de acuerdo al art. 15, sobre una parte de éstas, siempre que sea susceptible su divisibilidad sobre el resto del fallo. RELACIÓN DEL TEXTO CONVENCIONAL FRENTE A OTROS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES (REGLAMENTO 44/2001) La posible entrada en vigor de este nuevo Convenio en el actual marco jurídico internacional supondrá la aparición de una nueva norma reguladora de los acuerdos de elección del foro. Sobre este aspecto, a nivel comunitario existe el Reglamento 44/2001 relativo a la competencia judicial y reconocimiento y ejecución de sentencias en materia civil y mercantil aplicable a los Estados miembros con excepción del Dinamarca6. 6 No obstante, existe un acuerdo entre la Comunidad Europea y el Reino de Dinamarca relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones en materia civil y mercantil (DOUE núm. L 299 de 16 de noviembre de 2005). En él convienen la aplicación del Reglamento 44/2001 en las relaciones entre la Comunidad Europea y Dinamarca, fijando la entrada en vigor del acuerdo, de conformidad a dispuesto artículo 12, será a partir del día del sexto mes tras la notificación de las Partes contratantes de la culminación de los procedimientos requeridos al efecto. 6 El citado instrumento normativo comunitario regula, en su art. 23, los acuerdos de atribución de competencia con los que se designan los tribunales situados en territorio de un Estado miembro y en el que al menos una de las partes tenga su domicilio en un Estado miembro. El conflicto entre ambas normas quedaría servido, si entrando en vigor el texto convencional en el espacio europeo, una de las partes que designará el tribunal de un Estado miembro no poseyera domicilio en territorio de un Estado miembro, solapándose el ámbito de aplicación de ambas normas. A este respecto, a la hora de afrontar la relación entre el Convenio y los instrumentos normativos de las Organizaciones de Integración Económica Regional (REIO), la Conferencia de La Haya ha preferido resolver tal cuestión de forma especifica y diferenciada frente a los otros instrumentos internacionales que regulan tal materia. De este modo y de acuerdo con lo dispuesto en el apartado 6 del artículo 26, se establece que el citado Convenio no incidirá sobre aquellas situaciones internacionales en las que las partes sean residentes de Estados contratantes miembros de la REIO y en las que el reconocimiento y ejecución de sentencias se efectúe entre Estados miembros de una REIO. Por consiguiente, el Convenio se mantiene al margen de las cuestiones puramente internas salvaguardando el ámbito de aplicación de las reglas dispuestas por las REIO en lo que respecta al trafico privado interno, apropiándose para si, los casos no enteramente vinculados con los Estados miembros. La consecuencia directa es indefectiblemente la necesidad de acomodar la normativa comunitaria al ámbito puramente interno en el supuesto que entrará en vigor del Convenio en el territorio comunitario. PERSPECTIVAS DEL CONVENIO El Convenio constituye un gran avance en el establecimiento de un espacio jurídico internacional común en el ámbito procesal. Progreso que se manifiesta en dos vertientes diferenciadas. La primera de ellas es la de ofrecer un instrumento adecuado para el tráfico comercial internacional con una mejor técnica legislativa que los anteriores convenios elaborados por la Conferencia de La Haya en esta materia, respondiendo a las diferentes realidades jurisdiccionales existentes. No obstante, sin desmerecer el resultado logrado es menester indicar que el texto a pesar de alcanzar una enorme sencillez en su articulado, ésta se ve empañada ante la posibilidad de que los Estados puedan adherirse a concretas declaraciones para acomodar la aplicación del citado texto a los intereses internos. Ello, si bien garantiza la adhesión de los Estados más reticentes al Convenio, supone a su vez restarle eficacia unificadora. Especialmente cuando tales declaraciones inciden directamente sobre el ámbito de aplicación del Convenio. Los operadores económicos se ven sometidos a los condicionamientos que los Estados impongan a la aplicación del instrumento internacional dentro de su territorio, viéndose en determinados supuestos limitados en su autonomía de la voluntad. En un segundo plano, teniendo presente la dificultad habida en la elaboración de su antecedente no nato y los puntos de consenso que han sido alcanzados, el presente texto aquí analizado nos hace albergar esperanzas en la consecución, en un futuro no muy lejano, de un texto de mayor recorrido procesal. Expectativas éstas que dependen en todo caso del número de Estados firmantes al Convenio. Hecho que refrendaría el buen hacer de la Conferencia de La Haya en este campo, respaldándole en una acción encaminada a lograr mayores compromisos. 7