Gian siempre ha estado solo y su única compañía

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RESUMEN
Gian siempre ha estado solo y su única compañía ha sido el
mar, la nieve y sus propias lagrimas, sin embargo siempre ha
tenido la esperanza de que no era diferente al resto. Un día eso
cambiara y con ello cambiara su mundo. Sera decisión de
Gian si es un cambio para bien o para mal. Y un rubio de ojos
castaño nuez puede ser decisivo para transformar su
existencia en un paraíso o un infierno.
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Todos los derechos reservados.
Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.
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Esta historia contiene escenas explícitas de sexo MM.
Este es un trabajo de ficción. Los personajes, nombres,
lugares y sucesos son producto de la imaginación del autor o
son usados de manera ficticia; cualquier semejanza con
cualquier persona real, viva o muerta, establecimiento,
negocio, o eventos reales son pura coincidencia.
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E
l olor salinado cosquilleaba en la nariz de Gian, el viento azotaba su espalda alisando
su sudadera azul sobre su ancha espalda y que poco podía hacer para proteger a su portador del frio.
Gian se detuvo sobre una roca al lado de la carretera y por primera vez desde que cogió su
andrajosa bolsa de lino con las pocas pertenecías que había podido rescatar, cruzado la puerta de
nogal de lo que había creído su hogar y atravesado a la carrera la pequeña plataforma de madera que
unía el porche de la casa con la carretera, se volvió con resignación y con el miedo y el frio
ahondado en sus extremidades Gian observo la playa de arenas parduscas, las olas gritando y
gruñendo mientras chocaban contra los muelles y las rocas. Su sangre bullio y las palmas de sus
manos empezaron a sudar con el deseo de quitarse la ropa y adentrarse en esta gran extensión de
mar que se perdida en el horizonte y se unia con el oscuro y grisáceo cielo que brillaba con los
rayos. Cuando el primer trueno llego a sus oídos Gian soltó un respingo y dando un ultimo vistazo
al pueblecito que se asentaba a las orillas de la playa, en especial a la casita de paredes crema que se
encontraba a pocos metros de la playa y cuyo porche era lamido por la espuma del mar, retomo su
camino, alejándose de una vida que había creído que llevaría para siempre.
Sin embargo el miedo y el horror en el rostro de sus protectores habían destrozado este sueño como
un vaso de cristal estrellándose contra el suelo.
No. Había sido su propio miedo lo que había desmoronado su mundo.
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Un nuevo trueno se oyó y al lugar llego un coche de policía con las sirenas sonando por encima del
silbido del viento y del rugido del mar. Los dos oficiales tenían las armas en las manos y miraban a
todas partes nerviosos con la piel a flor, sin embargo no había ningún rastro del joven, ni carretera
arriba ni carretera abajo, por eso los ojos de los oficiales se dirigieron al bosque que había al otro
lado de la carretera. Aunque era la linde del bosque sus arboles y matorrales eran frondosos y la
oscuridad predominaba en sus caminos ocultos, usados tan solo por los animales que podían
sobrevivir en aquel bosque.
El segundo oficial, que se medio ocultaba tras la puerta abierta del coche patrulla jadeo y musito en
voz baja.
-¡Este chico esta loco! ¡No sobrevivirá!
Tras oír las incrédulas palabras de su compañero el primer oficial trago saliva con miedo y
apretando la pistola con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos, contesto en un pequeño
susurro mientras su mirada resbalaba por encima de las altas copas de los pinos y los eucaliptos,
observando la lenta pero inexorable tormenta de nieve que se cernía sobre el mismo bosque.
-No creas Manolo, quizás pueda sobrevivir- su compañero lo miro con duda pero igualmente su
corazón empiezo a latir con miedo ante las próximas palabras. - Es un monstruo.
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Un gemido salio de Gian cuando vio como los matorrales, que le arañaban la piel y atrapaban su
sudadera y pantalones chándal, perdían su característico color verde para pasar a ser cubiertos por
un cegador blanco que al tacto se sentía frio y mojaba sus manos.
“nieve”
Apenas la palabra cruzo su mente los arboles empezaron a sacudirse levemente y empezó a caer una
copiosa nevada, Gian gimió de frustración al notar como los sólidos copos se depositaban en su
cabeza y hombros creando una capa húmeda y fría. Sus manos y piernas empezaron a tiritar,
empezó a caminar mas rápido, buscando escapar de la tormenta y del bosque, no sentía sus orejas y
cada roce de las ramas contra estas y sus piercing enviaba ondas de calor doloroso por su cuello, ya
había desistido de limpiarse los congelados mocos goteantes y sus labios estaban partidos, el sabor
del cobre en la punta de su lengua. Las lagrimas se asomaron por sus ojos y este apretó los labios,
no queriendo derramarlas, sin embargo el dolor punzante de la piel resquebrajada de sus labios no
solo le hizo soltar las lagrimas sino que le saco un gemido de dolor.
Tenia miedo y el frio le estaba dejando inmóviles sus manos y los dedos del pie derecho pero no
dejo de caminar, su mente aun volvía a la escena que lo había llevado a esta situación.
Había amanecido con un gran sol y el mar se encontraba en calma por lo que Gian había cogido su
abrigo para combatir el frio del invierno y calzado con sus botas había saltado desde el porche hasta
la fría arena. Sara, desde la cocina, lo vio y lo saludo con un gesto de la mano que Gian
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correspondió con una sonrisa. Metiéndose las manos en los bolsillos de su anorak empezó a pasear
por la playa, alejándose de su casa. Estuvo paseando por media hora y con cada paso que daba un
doloroso hormigueo que empezó en su columna vertebral empezó a extenderse por todo su cuerpo.
Al principio solo sacudía los hombros y se frotaba las manos pensando que era el efecto del frio
pero para cuando llego al otro lado de la pequeña villa, junto a la casa de la vieja Swan, su piel
quemaba. Con un gemido Gian se dio la vuelta un poco asustado y aumentando el ritmo de su paseo
realizo el viaje de vuelta. A pocos metros de su casa las manos le dolían como si las hubiera puesto
encima de una placa de vitrocerámica, sus rodillas se doblaban automáticamente y la nuca estaba
tan tensa que tenia que echar la cabeza hacia atrás. No pudiendo mas cayo de rodillas en la arena y
chillo de dolor. Sara, que continuaba en la cocina, lo vio y alarmada salio de la casa gritando el
nombre de Gian. A partir de entonces Gian se perdió en un tobernillo de dolor que le hizo arquear la
espalda y enterrar la cara en la arena fría que sin embargo se sintió como si miles de cuchillas le
arañaran la cabeza, su gemido de dolor se fue transformando en un chillido agudo y finalmente,
cuando la tensión en el cuello fue demasiado, una ola de dolor estallo en la nuca y volvió su mundo
negro.
Cuando despertó se encontraba tumbado en el sofá, aun temblando y con la mirada de sus padres de
acogida sobre él.
-¿Gian? ¿Estas bien? Solo espera, acabo de llamar a la ambulancia.- dijo Sara dirigiéndole una tensa
sonrisa. Pero en vez de tranquilizarlo esta sonrisa llevo el alma de Gian a sus pies. Ya había visto
esta mirada una vez.
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Miedo. Asco.
Sara y su marido Fran lo miraban como aquel día su madre miro a su padre. La mirada que le lanzo
antes de dirigir su cuchillo contra su pecho, era la misma que Sara le dirigía. Gian tenia esa mirada
grabada a fuego en su mente y esta iba acompañada por una sola palabra que sin embargo le
revelaba muchas cosas, la palabra que su madre uso como excusa para acabar con siete años de
amor asesinando a su marido y luego suicidándose ella misma.
“-¡Monstruo!”
Habían vivido al lado del mar, como ahora.
-C-claro, pero me encuentro cansado, estaré en la habitación recostado, llamadme cuando llegue la
ambulancia.
-S-sí, sí, por supuesto. Descansa Gian.
Sin prisas se levanto y subió las escaleras mientras su mente gritaba, tenia que escapar,
definitivamente los Jakens no habían llamado a la ambulancia, es más, Gian apostaba todos su
ahorros en que era la policía quien venia en camino.
De este modo una hora después y con una bolsa de lino al costado Gian se alejaba de esta vida aun
si saber porque, solo con la única amenaza de una mirada que lo etiquetaba como un monstruo.
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**********
-¡Lanne! ¡Mama me ha dicho que me buscabas!
El grito hizo eco en las paredes de piedra del horno de pan donde una joven rubia con la cara
manchada de hollín sacaba dos grandes hogazas de pan recién hecho, la boca del joven se hizo agua
y su vista no dejo el viaje de las hogazas desde el horno hasta la mesa.
-¡Arloc! ¡Escuchame cuando te hablo!- la aguda voz de su amiga saco a Arloc de sus pensamientos
y gruño indicando a la rubia que le escuchaba. Lanne frunció los labios en un puchero y coloco los
brazos en jarras pero tras unos minutos de silencio en los que Arloc no apartaba la vista ni mostraba
signos de estar avergonzado Lanne resoplo con frustración.
-Te llame por que necesito que vayas a la zona norte del bosque a revisar las dos trampas que
coloque ayer. Con esa tormenta es muy posible que se eche a perder las presas que haya allí.
-¡Pero esta nevando!- protesto el joven, pronto la mirada que le dirigió la rubia lo amordazo de
inmediato.
-Tu eres el que menos probabilidades tiene de morir en el bosque.
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-Solo no me apetece...esta lejos.
-¡Solo ve, Arloc!- chillo enfadada Lanne blandiendo la pala del pan hacia el joven que viendo el
peligro salio pitando del cuarto de piedra lanzándose a la tormenta de nieve, perdiéndose entre los
arboles con una agilidad sorprendente. Para cuando Lanne llego a la puerta de la cocina Arloc se
encontraba fuera de la vista.
-¡Niño malcriado!- bufo la joven.
**********
Sus dientes ya se encontraban castañeando y sinceramente no notaba los dedos de las manos, dar un
paso era difícil y se encontraba desorientado, bien podría estar dando vueltas sobre él mismo y no se
daría cuenta. Un pequeño y vacilante paso lo llevo a pisar mal una rama y acabo de bruces en el
suelo, la nieve se colo por el cuello de su sudadera pero no causo gran reacción en Gian cuyo
cuerpo estaba congelado. Tendido en el suelo el joven comprendió que aquí acababa su estúpida
huida, no podía moverse más.
Tenia tanto frio que ya no podía ni temblar, el blanco de la nieve que le rodeaba le hacia tanto daño
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a la vista que agradeció enormemente la oscuridad que sobrevino a su desmayo.
***********
Arloc balanceaba con desgana los tres conejos que había encontrado en las trampas de Lannie, los
copos de nieve se acumulaban en sus hombros y cabeza, el viento y los arboles lo azotaban
volviendo sus mejillas rojas sin embargo sus pasos sobre la nieve eran tan ligeros como si él mismo
fuese un copo de nieve. Pronto algo detuvo su ocioso y tranquilo caminar en medio de una tormenta
de nieve. Volteo su cara hacia la derecha y el suave pero inconfundible aroma que se escondía por
debajo de los arboles y la nieve se hizo mas fuerte. Sus pupilas se dilataron y la mano que agarraba
las patas de los conejos se apretó tanto que los delgados huesos se quebraron bajo sus manos.
Sus pasos abandonaron el sendero que dirigía a su casa y se interno en los matorrales a su derecha.
No tardo mucho en encontrar el cuerpo tirado en la nieve y cubierto por mas nieve. El corazón de
Arloc empezó a bombear tan rápido que la sangre palpito en sus oídos. Con pasos apresurados se
arrodillo al lado del cuerpo y nada mas poner su cálida mano en el hombro de la figura la sensación
oprimiente en el pecho de Arloc se libero como una ráfaga de viento y tuvo ganas de suspirar de
sorpresa, las yemas de sus manos cosquilleando. Entonces sintió el frio. Con rapidez aparto la capa
de nieve y busco apresuradamente su pulso. Estaba vivo. Después se fijo en el joven, llevaba solo
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un chándal azul marino, sus manos y cara estaba congelada y cuando paso su mano por el fino
cabello castaño liso para apartárselo de la frente sus dedos tocaron los piercing.
Arloc trago duro al observar a semejante belleza pero un lamento ahogado que vino del desmayado
le hizo soltar un respingo. Debía llevarlo cuando antes a la casa antes de que sus latidos se
detuvieran o perdiese algún miembro por culpa del frio. Miro a los conejos que tenia en la mano y
encogiéndose de hombros pensó que Lanne entendería su situación. Los arrojo y con prisas pero
con cuidado cargo con el cuerpo del pelinegro el cual, pegado a su pecho se sentía como un
tempano de hielo. El corazón de Arloc volvió a latir con fuerza pero esta vez de urgencia y
preocupación. Con su valiosa carga se dirigió de nuevo al camino hacia su casa pero esta vez sus
pasos no tenían nada de ociosos ni tranquilidad.
La casa pronto se materializo a lo lejos, Arloc podía ver la puerta que daba a la cocina abierta y
supuso que Lanne continuaba en el horno de pan. Iba a llamarla a gritos cuando otra voz se le
adelanto.
-¡Oh dios mio! ¡Arloc! - pronto Makeera estaba a su lado, la cesta de hierbas medicinales tirada a
unos pasos, Alrloc no pudo evitar esbozar una sonrisa aliviada, Makeera era la persona indicada
-Oh, pobre, esta congelado. Arloc, llevalo al baño y llama a Dane para que llene la bañera de agua
tibia ¡Ahora!.
El muchacho asintió rápidamente y aun apretando la delicada carga contra su pecho llamo a voces
al tercer residente de la casa.
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Un joven rubio de apenas catorce años asomo su cara sobre la barandilla de las escaleras, la
curiosidad escrita en su cara.
-¡Llena la bañera de agua tibia! ¡Rápido!- exclamo ansioso Arloc mientras subía las escaleras con
cuidado. El rostro del muchacho empalideció y sin ninguna respuesta se dirigió torpemente al baño
seguido de Arloc. Inmediatamente se arrodillo en el suelo, al lado de la bañera, y con manos
nerviosas tapo el hoyo de la bañera y abrió los grifos regulando la temperatura mientras Arloc se
sentaba sobre el retrete y acunaba con cuidado el cuerpo del castaño. Sus manos picaban por frotar
los brazos congelados del muchacho pero sabia, gracias a las charlas constantes de Makeera sobre
los primeros auxilios, que eso agarrotaria o incluso lastimaria los musculos. Sus puños se crisparon
y no pudo evitar encorvarse mas cerca del cuerpo mientras miraba con expresión dolida la cara del
muchacho congelado.
-Pronto estará llena, deberías empezar a quitarle las ropas mojadas- la voz de Dane lo saco de la
minuciosa contemplación y asintiendo se separo un poco del muchacho y empezó a quitarle la
sudadera que crujió sonoramente.
Pronto en la puerta se encontraba Makeera y Lanne con toallas y mantas en las manos. Lanne, al ver
como Arloc tenia dificultades de mantener al muchacho en su regazo y intentar desnudarlo al
mismo momento, acudió en su ayuda. Pronto entre los dos lograron quitar las pocas ropas del
joven, cosa que sinceramente le costo a Arloc, su mirada perdiéndose en ese cuerpo que estaba para
babear, su físico no era nada despreciable. De músculos largos y duros como los de un nadador o un
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corredor y con un llamativo tatuaje circular en su pecho izquierdo el desconocido se
veía...impactante. El dolor de sus manos volvió y como si la piel pálida quemase Arloc le entrego
descuidadamente el cuerpo desmayado a Lanne que de la sorpresa y intentando balancear el peso
muerto que era el joven desconocido acabo cayendo de culo en el suelo.
Arloc no se quedo para escuchar las maldiciones de la rubia, y escapo de aquel confinado baño.
Sabia que el joven rescatado estaba en buenas manos con Makkera supervisando.
Con un suspiro frustrado bajo pesadamente los escalones de la entrada que lo conducía al hall, a
mitad del camino se detuvo y apoyándose de lado en la pared se deslizo lentamente por ella hasta
acabar sentado sobre uno de los escalones.
Había vuelto a suspirar cuando la puerta del hall se abrió y apareció un hombre alto, de mirada
aguamarina con el pelo rubio oro corto y peinado hacia atrás dejando a la vista las incipientes canas
en la sienes. Arloc aparto rápidamente la mirada pero fue demasiado tarde, los ojos del hombre
habían conectado con los suyos y había sido suficiente para ver la duda y el miedo pero también la
expectación y alivio.
El hombre sonrió.
-¡Huele a quemado! ¿¡Que diablos esta haciendo Lanne!?- exclamo una voz irritada detrás del gran
hombre - ¡Entra de una vez Madocc!
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El hombre fue empujado de forma nada cariñosa hacia el interior aunque no se quejo ya
acostumbrado a estos arrebatos. Arloc no pudo evitar sonreír cansinamente al ver al pelirrojo
irlandés refunfuñando mientras Fael le agarraba su manita con una amplia sonrisa y las mejillas
arreboladas del frio, sus ojos achinados de color azul viajaban a la velocidad de la luz yendo de
Madocc a Mija, deteniéndose también en Arloc.
-Lanne esta con Mama y Dane en el baño, calentando a un chico que encontré en el bosque.
-¿Y tu estas aquí sin hacer nada? ¡Al menos ve a retirar el pan antes de que se convierta en cenizas!exclamo el pelirrojo irlandés con irritación mientras señalaba las escaleras indicándole claramente
que no era para nada una sugerencia. Arloc suspiro pero rápidamente se levanto y subió las
escaleras para luego cruzar el pasillo que lo llevo a las escaleras traseras y por consecuencia a la
cocina.
No era demasiado tonto como para ir en contra del verdadero líder de la casa.
**********
La sensación que lo envolvía era una que no reconocía, y eso que a lo largo de su corta vida muchas
personas le habían mostrado una gran diversidad de sensaciones, desde la LUJURIA mas pura al
ODIO mas puro.
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Pero esa sensación era diferente a una que haya sentido.
No era una leve variación de alguna que ya hubiera registrado, era completamente nueva en su
totalidad. Eso le incomodo pero extrañamente le infundio alivio pues no era amenazante ni
repugnante, solo extraña.
Su cuerpo se sentía pesado y totalmente desconectado de su mente pero podía notar que estaba
tumbado en una cama o algo similar, también estaba en un lugar cálido y iluminado por lo que
podía sentir, totalmente lo contrario a lo que había esperado, se supone que debería sentir frio y
dureza con la oscuridad del bosque envolviéndolo ¿ las personas del pueblo le habían encontrado?
El miedo tenso su cuerpo y de repente todas sus extremidades, que antes no había podido mover, se
sintieron tan livianas. Un grito salio de su garganta. Entonces alguien lo abrazo, inmovilizando sus
movimientos desesperados lo cual lleno aun mas de pánico a Gian.
-¡Quieto!
Su cuerpo inmediatamente se congelo ante la orden.
-Lo siento, solo sera hasta que te calmes.
El cuerpo de Gian estaba paralizado, los brazos del extraño aun envolviéndolo. Su corazón empezó
a ralentizarse y pronto estuvo lo suficientemente calmado como para que pudiera de nuevo estar
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rodeado por las sensaciones y vaya....esa sensación era grandiosa, la misma que había sentido al
despertar seguía allí pero era superada por la sensación que surgía de la persona que lo abrazaba,
una variación mucho mas cálida y brillante que la primera. Tan brillante que si su cuerpo no
estuviera paralizado estaría temblando de shock y sorpresa. Ya con el corazón a un ritmo normal
Gian suspiro y abriendo sus ojos con un poco de temor murmuro.
-Ya me calme.
Los brazos que le rodeaban se aflojaron y pronto Gian noto que su cuerpo se relajaba, libre de la
extraña parálisis. Sin embargo su cuerpo se volvió a tensar cuando vio a la persona que lo había
abrazado. Era un joven bastante alto, que aparentaba ser de su misma edad, con el pelo rubio platino
ondulado, ojos marrón nuez, piel pálida y con un cuerpo bien construido por lo que podía
vislumbrar. El joven le miraba fijamente y contrario a lo normal Gian no sintió incomodidad o
tensión sino que lo encontró como la acción mas normal del mundo.
-Oh, ya despertaste.- la suave voz sobresalto a Gian y al extraño el cual se levanto de la cama donde
estaba sentado. El castaño miro de inmediato a la joven que había entrado, no se fijo en su pelo
rubio ni en sus ojos azules sino que inmediatamente busco la sensación que le daba y tal y como lo
sospecho era una leve variación de la que llenaba todos los rincones de la casa, un poco mas tosca y
tímida pero igual de cálida y suave que la sensación general. Aunque no se podía comparar con la
del joven desconocido.
-¿Estas bien?- la pregunta de la rubia lo distrajo y centro su atención en lo que le decía, la chica se
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había acercado a la orilla de la cama y lo miraba con curiosidad – ¿Puedes mover todo el cuerpo?
Casi te congelas ahí fuera chico.
Gian soltó un respingo comprendiendo finalmente que hacia ahí, esa gente era su salvadora y
definitivamente no eran del pueblo, jamas los había visto. Recordando las primeras palabras de la
chica tanteo todo su cuerpo haciendo leves movimientos.
-Estoy bien. Muchas gracias....por rescatarme y salvarme- murmuro tímidamente el moreno
mientras sus mejillas se coloreaban un poco. La rubia al ver eso sonrió ampliamente y señalando
con un pulgar al joven rubio que se había mantenido en silencio tambaleándose de un lado a otro
mirándolos con ansiedad, exclamo alegremente.
-¡Agradecéselo a este chaval! Fue quien te encontró y te trajo a casa.
-Gra-gracias.- dijo Gian, esta vez un poco mas alto, mirando fijamente al rubio el cual le sonrió de
lado mientras cabeceaba.
-¿Estas lo suficientemente bien como para levantarte y ir a la cocina? Mamá ha preparado su caldo
de reno solo para ti.- exclamo la chica a lo cual Gian asintió mientras murmuraba de nuevo.
-Gracias.
-No es nada...a propósito ¿como te llamas?
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-¡Lanne! ¡Lo adecuado seria presentarte tu primero! - exclamo un poco molesto el rubio
acercándose a la cama y regañando a la joven quien arrugo la cara en una expresión culpable.
-Si, lo siento. Yo soy Lanne Hanssen y este de aquí es Arloc Bronnfjell y actualmente estas en
medio del bosque en nuestra casa donde vivimos con los Sorensen, nuestros padres adoptivos, y
nuestros otros tres hermanastros adoptados, Dane, Mija...
-¡Tampoco hace falta que se lo detalles todo! ¡Con tu nombre y el mio valía!- exclamo mas
enfadado el rubio. Gian solo sonrió al notar como la sensación de Lanne se volvía dulce como la
diversión y la de Arloc agria como el enfado. Decidió intervenir antes de que el rubio se echara
encima de Lanne.
-Yo soy Gian, y quería llegar a Narvik pero la tormenta me sorprendió. De nuevo gracias por
rescatarme.
-No estabas preparado para un viaje a través del bosque- el tono acusador de Arloc junto a la mirada
moscada centrada en el hizo que una punzada de arrepentimiento le golpease el pecho, espera
¿arrepentimiento? ¿por que? La mirada del rubio le hacia sentir mal, francamente mal, como a un
niño que ha desobedecido a sus padres y ha acabado haciendo un error grande.
-¿De quien escapas?
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La pregunta no sobresalto a Gian quien no apartaba su expresión arrepentida de Arloc. Si fuese él
habría llegado a la misma conclusión teniendo en cuenta como apareció vestido ligeramente y sin
nada mas que una pequeña mochila.
-Escapaba de los aldeanos de mi pueblo.
-¿Por que?
Esa pregunta salio rápidamente y la respuesta de Gian salio también tan naturalmente.
-Por que soy un monstruo.
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Las palabras de Gian le enviaron un escalofrió por la espalda, no era la palabra en si lo que le había
asustado, era la aceptación y naturalidad que había detrás de ella. No le gustaba nada.
-¿A qué te refieres Gian?- pregunto temerosa y curiosa Lanne al castaño quien iba a responder, sin
apartar sus ojos azul marino del rostro de Arloc, cuando una voz grave les interrumpió desde el
umbral.
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- Os estáis tardando chicos, Mija se esta cabreando – la sonrisa bonachona de Madocc de alguna
forma calmo la tensión que se había construido en el aire. El mayor se acerco en un par de pasos a
la cama y extendiendo la mano sonrió mas ampliamente.
- Soy Madocc Sorensen, el padre de estos dos críos. Espero que no te hayan molestado con sus
tonterías.
La sonrisa que esbozo Gian en respuesta a la de Madocc hizo que el estomago de Arloc se apretara
y sus dientes recincharan, sus ojos convirtiéndose en rendijas ardientes clavadas en Madocc el cual
solo sonrió mas ampliamente, divertido, al notar la molestia del rubio. Pronto su sonrisa desapareció
siendo sustituida por una expresión de perplejidad. Arloc se calmo y arqueando una ceja extrañado
volvió a mirar a Gian y en este momento algo lo rodeo, algo que provenía del moreno, algo...algo
indescriptible, algo que no podía tocar, ni oler ni sentir pero que a la vez inundaba sus cuatro
sentidos de forma suave, dulce y cálida. Una grandiosa sensación lo envolvió. Solo que no era una
sensación como uno la conocía. Sin embargo lo que mas capturo al rubio fue la mirada fija de Gian,
sus ojos azul marino parecían brillar y lenguetazos de color salían de ellos fusionándose con unas
extrañas ondulaciones invisibles que llegaban a el.
Gian lo había transportado a otro mundo, un mundo que le parecía familiar....el mar.
- ¿Arloc?...¿Arloc?...¿Estas bien?
La voz de Madoc y su toque cálido en el hombro pareció distraer a Gian quien parpadeo y del
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mismo modo que aquel mundo le rodeo, desapareció y se encontró en medio de la habitación de
invitados con las miradas preocupadas de Madocc y Lanne. La chica se acerco un paso y volvió a
formular la pregunta de su padre.
- ¿Estas bien Arloc? Por un momento parecías en otro mundo y te pusiste muy pálido....
-Lo siento, es culpa mía.
La respuesta que vino de Gian atrapo la atención de todos. El moreno había sacado las piernas de la
cama y mantenía la vista baja, su cara mas pálida y el asombro y confusión escritas en su cara.
-Solo...no creí que fuera tan intenso...nunca había pasado algo así.
En este momento Arloc supo definitivamente que Gian no era humano, pero tampoco era un
“monstruo” como él moreno parecía pensar. Iba a explicarle al moreno que no era para nada un
monstruo cuando un sonido extraño y ahogado lleno la habitación. Un ruido muy conocido.
La risa de Madocc no se hizo esperar - ¡si que hace ruido tu estomago muchacho! ¡No hagamos
esperar mas a Mija ni a tu estomago y vayamos ya de una vez a la cocina!
-Esto...lo siento mucho...y gracias de nuevo.- mascullo avergonzado el joven mientras se levantaba.
En este instante los pantalones de pijama que tenia se deslizaron por su cadera cayendo a sus pies en
un charco de algodón. El rubor que cubrió las mejillas y orejas de Gian pusieron los pelos de punta
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al rubio y si no fuera por el brazo de Madocc que se apretó fuertemente alrededor de su brazo,
habría saltado sobre el moreno. Sin embargo no pudo retener un suspiro de admiración. Lanne no
pareció darse cuenta y bufo divertida mientras miraba como Gian se levantaba con prisas los
pantalones por debajo de la larga camiseta de manga larga que le colgaba por las muñecas.
-Por eso insistí en que le diéramos ropa de Dane, ¡la de Arloc le queda enorme!
-No, no, en realidad no seria buena idea. - rebatió Madocc mirando de reojo a Arloc quien bajo la
cabeza un poco avergonzado.
-Pero vamos, ¡en camino! ¡la sopa se estará enfriando!- continuo el mayor al ver como Lanne
parecía querer replicar – Síguenos sin miedo Gian, mi mujer es un encanto y mis otros hijos no creo
que te den problemas.
El moreno asintió con una sonrisa agradecida y empezó a caminar detrás del mayor, cuando paso al
lado de Arloc sus pasos parecieron vacilar y miro de reojo al rubio, recordando como al intentar
trasmitir un poco de tranquilidad al rubio después de que un arrebato de celos hubiera recorrido a
Arloc después de que el amable hombre de mediana edad se hubiera presentado, se había convertido
en una trasmisión total de su mundo. De alguna forma Gian había conseguido sumergir al rubio en
su extraño mundo. Pronto su caminar se estabilizo y siguió a mayor por un pasillo largo hasta unas
escaleras que conducían directamente a la cocina, siendo consciente de la presencia del rubio en su
espalda. Tan concentrado estaba que ya fue demasiado tarde cuando la sensación lo golpeo.
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Ya había puesto sus pies al final de las escaleras cuando levanto la vista y sus ojos se cruzaron con
los verdes de un joven un poco mayor que él, sentado con una pose arrogante, brazos y piernas
cruzadas. La sensación que lo golpeo le hizo dar unos pasos atrás y golpearse contra el cuerpo de
Arloc. Ni siquiera los cosquilleos agradables y cálidos que sintió al contacto lo distrajo de las ondas
claras que venían del joven. No eran amenazantes ni malignas pero se movían con fuerza, con
imposición.
Inmediatamente supo que era el dueño de la casa, no Madocc como había creído en un principio.
Aquel joven mandaba sobre los demás y ese tipo de sensación solo la había recibido una vez en su
vida y ya hace mucho tiempo. Era la misma sensación de su padre. Un poco variada, mas cautelosa
ante un extraño pero definitivamente era la sensación que el mundo parecía catalogar como
PODER.
-¿Que pasa chaval? ¿Por que me miras con esos ojos asustados?
La voz dura del joven lo saco de sus pensamientos y extrañamente un recuerdo volvió a él en este
momento.
“- Cada vez que te encuentres con un Alfa, mi pequeño Gian, no debes mirarle a los ojos hasta que
él te lo permita. Nunca te enfrentes a uno de ellos. Un animal como tu no puede hacer nada contra
ellos, ni siquiera con tu excepcional sentido de nacimiento. Recuerdalo Gian, nunca te enfrentes a
ellos”
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Después de este breve recuerdo de las palabras de su padre las palabras fluyeron naturalmente de su
boca.
-lo siento Alfa, no era mi intención.
La sorpresa lleno los rostros de todos los presentes incluido el propio Gian quien se acurruco aun
mas en el pecho de Arloc el cual inconscientemente le cogió la mano intentando calmarlo a pesar de
que su propia mente era un autentico tobernillo.
Mija se enderezo y inclinándose sobre la mesa, poniendo sus manos planas sobre la mesa miro
fijamente a Gian, quien esta vez bajo la mirada adecuadamente, y le pregunto calmadamente.
-¿Que eres?
La respuesta sincera del moreno hizo suspirar de alivio y compasión a Mija y deshizo toda la
tensión que rodeaba la cocina, todo había cobrado sentido.
-N-no lo se. Desde pequeño tengo una habilidad extraña que he estado ocultando desde que mis
padres murieron y...y...p-precisamente esta mañana ocurrió algo, no se realmente el que, mi cuerpo
empezó a quemar y doler y acabe desmayado. Cuando desperté mis padres de acogida me miraban
igual que mi madre a mi padre antes de asesinarlo. Ellos me miraban como si fuera un monstruo....
y- y ahora recordé algo que mi padre me dijo y solo se me deslizo de la boca...lo siento mucho.finalizo el moreno, para entonces Arlog había suspirado medio aliviado y medio asustado, apoyando
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la frente en la parte superior de Gian quien se paralizo temeroso de los movimientos de Arloc y de
Mija.
La palabras de Mija de alguna forma le aliviaron un peso que no sabia que llevaba hasta ahora.
-Oh, chaval, tu no eres un monstruo. Si lo fueras, todos los de esta casa seriamos monstruos. Y
chaval, estoy totalmente convencido de que no somos monstruos.
**********
Todas las miradas fijas en él de alguna forma no le incomodaban, posiblemente parte de su estado
era a causa del rubio quien de repente no había querido apartarse de el y actualmente se sentaba a su
lado con el brazo apoyado en el respaldo de la silla de Gian mientras este saboreaba o devoraba,
dependiendo de como lo vieran, el caldo de reno de la señora Sorensen quien estaba haciendo
milagros con el, sus fuerzas estaban volviendo rápidamente y su mente parecía volver a funcionar
correctamente, analizando toda su situación. Llego a la conclusión de que, para mal o para bien,
Mija decía la verdad; y de que Arloc tenia la mejor sensación para él, lo cual le hacia desear
acercarse aun mas al cálido cuerpo del rubio. Y no de una forma amistosa. Para intentar dejar de
lado estos pensamientos lujuriosos que venían acompañados de imágenes en las que lamia cada
pedacito de musculo cubierto de piel pálida que Gian podía ver a través de la camiseta de manga
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larga que no hacia nada para disimular su torso endurecido y los bíceps que aunque no exagerados
se resaltaban deliciosamente, exclamo con voz dulce pero fuerte.
-Esta sopa esta increíble señora Sorensen.
La mujer, sentada al lado de su marido y con un niño rubio de ojos azul brillante de apenas ocho
años en su regazo que se había presentado como Fael, sonrió conmovida y le respondió
amablemente.
-Muchas gracias cariño, es mi receta especial y todos la esperan con ansias aunque a Arloc no le
hace mucha gracia.- la mirada bromista que toda la familia dedico al rubio encendió la curiosidad
de Gian quien miro a Dane curioso. El muchacho parecía ser el mas tranquilo de la familia y su
sensación era el de una persona amigable e ingenua. Mija capto la mirada del moreno y con un
pequeño aplauso atrajo la atención de todos.
Con una pequeña sonrisa pero mirada seria Mija se centro en Gian quien dejo la cuchara en el plato
ya vació, alejo el mismo plato de la orilla de la mesa y cruzo sus manos en su regazo prestandole
toda la atención al irlandés quien sonrió tiernamente ante las acciones del joven. Definitivamente
iba a recibirlo con los brazos abiertos a su familia, eso si no huia espantado por Arloc.
-Es hora de que te lo expliquemos todo. ¿Quieres escucharlo o irte y hacer que lo de hoy no hubiera
sucedido?
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La rápida negativa de Gian hincho el pecho de Mija de orgullo.
-Bien, pues escuchanos sin interrumpir. Las preguntas van luego.- Ante el asentimiento tímido del
joven Mija inhalo y empezó a explicar la misma historia que sus padres le habían contado – Para
empezar debes saber que no somos humanos, pero tampoco somos monstruos. Somos una raza
aparte, oculta de los humanos desde siempre aunque claro, hay algunos que saben de nuestra
existencia, algunos se lo toman bien y otros no como pienso que paso con tu madre...- el codazo
apremiante que recibió de Dane le hizo soltar un respingo – bueno, yendo al grano, somos
cambiaformas, seres humanos que podemos cambiar a animales y hay casos especiales en los que
un cambia formas nace con un sentido especial que los humanos podrían calificar de “poderes” y
que es el caso de todos los de esta sala incluido tú. Me temo que lo que te paso esta mañana fue tu
primer cambio y que todo un maldito pueblo entero ha visto a plena luz del día como de un humano
te transformabas a un animal y no de una forma precisamente bonita.
El silencio que le sobrevino a esta rápida y concisa explicación hizo removerse incomodo a Mija
mientras analizaba a través del rabillo del ojo a sus oyentes. Gian estaba blanco como el papel y lo
miraba con ojos desorbitados, por el otro lado Dane le miraba con incredulidad mientras mascullaba
entre dientes.
-¡Bestia, mas que bestia!
-¿N-no me estabas apremiando a que lo contara? Pues ya esta hecho.- murmuro el líder evitando la
mirada de su hermanastro y clavandola en el matrimonio quienes lo miraban con iguales
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expresiones de pena y exasperación.
-Entonces...¿Mi madre era una humana que al descubrir que mi padre se podía convertir en un
animal, lo mato?..¿y luego se suicido?- pregunto Gian con un hilo de voz y una nota de ironía en su
voz mientras arqueaba una ceja. Mija copio el gesto de su nuevo miembro de familia ( si es que
duraba después de convivir con ellos).
-Si, me temo que así es....¿pero no deberías estar mas sorprendido de que en realidad cambies a un
animal?
-Pues...la verdad es que no, es más, tiene hasta sentido....¿Entonces en que animal me trasformo?
Decir que todos se sorprendieron es decir poco. La risa de Madocc pronto resonó en la cocina
siendo acompañado en unos segundos por su esposa y sus dos hijos menores. Mija no pudo evitar
sonreír pero respondió.
-no lo se, solo te transformaste una vez y eso no es suficiente como para que el olor animal te rodee.
-¿Que animales sois vosotros?- pregunto rápidamente el moreno, su cabeza funcionando a toda
velocidad, recordando detalles que en su momento le habían confundido y asustado pero que ahora
cobraban un sentido sencillo y lógico. Su corazón bombeaba emocionado, por un lado estaba
aliviado de encontrar finalmente su identidad, por otro lado estaba asustado de este nuevo mundo
que descubría a pasos agigantados ante cada respuesta de Mija quien no se molesto de sus rápidas y
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curiosas preguntas.
De esta forma descubrió que Mija era un zorro ártico, Makeela un pingüino emperador, Madocc un
oso polar, Dane un lemming, Fael un pingüino de Adelia y Arloc un Alce, de ahí las miradas
bromistas por la sopa de alce. Que todos los chicos habían sido rescatados por el matrimonio
después de que de una forma u otra fuesen repudiados por sus poderes extraños los cuales también
eran mal vistos en algunas familias de cambiaformas.
-¿y cuales son vuestros poderes?
-Ya, ya, mi fardo, eso ya son suficientes preguntas, a la cama y mañana podrás seguir preguntando
lo que quieras a ese antipático pelirrojo- exclamo con risa en su voz Arloc, aliviado de que Gian lo
aceptase tan bien, lo atrajo contra su cuerpo y ante el contacto Arloc se mordió la lengua para
reprimir un gemido de satisfacción. Cosa que no hizo Gian quien descaradamente abrazo al rubio y
apoyo su cabeza en el pecho de este.
-Realmente, tu sensación es la mejor que he recibido- murmuro soñoliento Gian antes de que
finalmente se percatara de que en realidad estaba realmente agotado.
Madoc volvió a reír ante las certeras palabras del moreno y el rostro totalmente rojo de Arloc.
-Venga, todos a la cama.
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**********
Arloc miro fijamente al patio donde Mija, con ayuda de un palo y la nieve aplanada, explicaba a
unos fascinados Gian y Fael el proceso de transformación.
Suspiro triste. Gian llevaba ya semanas en esta casa y se había integrado de maravilla con todos
aunque aun no se podía transformar incluso siguiendo las indicaciones de Mija. Pero lo que
molestaba a Arloc era la conexión que sentía con Gian, una conexión que crecía cada día mas y mas
mientras mas conocía al divertido, travieso y astuto Gian quien tenia una fascinación por los dulces
y por el mar, con un poder sorprendente donde podía ver un mundo de sensaciones que ya en varias
ocasiones había trasmitido a Arloc con una sonrisa emocionada y con la misma frase que hacia que
el corazón del rubio doliese por realizar y completar de una vez por todas su vinculo “ tu sensación
es la mejor, increíble”.
-Realmente, ¿a que esperas cariño? Es tan evidente que él también siente este vinculo que hay entre
los dos. Ayer no paraba de repetirme que estar cerca de ti le hacia feliz.
Las palabras de su madre le sacaron una sonrisa y volteo al interior observando como Makeera
removía el contenido de una olla mientras que en la mesa de la cocina Dane le miraba con la cara
entre sus manos, los codos apoyados en la mesa.
-Solo tienes que explicarle que es tu compañero y estoy seguro de que lo comprenderá – le dijo su
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hermano menor, después rio – es más, estoy seguro de que saltara de felicidad al enterarse de ello.
Este chico esta completamente enamorado de ti.- las palabras fueron acompañadas del asentimiento
de Makeera. Arloc se removió incomodo y volviendo a mirar al exterior murmuro para si mismo.
-¿Realmente me ama?
-Oh, si
-¡Ah! ¡Diablos, papá! ¡No te aparezcas así! -exclamo el rubio asustado tras la silenciosa
aproximación de Madocc. El mayor ignoro sus protestas y agarrándole la barbilla guio su rostro
hacia el trió del patio y acercando su rostro al de Arloc le susurro.
-Su amor hacia ti sale por todos sus poros, ha llegado incluso a preguntarme si realmente parecías
gustar de él o solo era imaginaciones suyas.- aun controlando la barbilla de su hijo lo enfrento y
poniendo una cara seria que hizo tragar duro a Arloc susurro en el mismo tono – Como no se lo
digas esta noche, te voy a patear de esta casa, diga lo que diga Mija ¿Ok?
-O-Ok
La mano desapareció y la sonrisa volvió al rostro de su padre como de costumbre, ignorándolo se
dirigió a su mujer.
-¡Cariño! ¿Como anda la sopa de alce?
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Dios, su padre podía convertirse en una persona peligrosa si se lo proponía.
**********
Gian miro a través de la ventana captando el perfil de Arloc, quien parecía discutir con alguien, y
frunció los labios irritado.
Al principio la sensación dulce y cálida de Arloc lo envolvió como un manto tranquilizador y eso
había maravillado a Gian quien había buscado siempre que podía al rubio solo para sentir de nuevo
esa sensación, una sensación que le recorría el cuerpo como una droga. Pero pronto dejo de ser
suficiente. La sensación siguió siendo la misma pero algo nuevo surgió en Arloc, algo que podía
oler, y era algo que lo volvía loco y cachondo. Eso lo había asustado.
Aunque no hubiera sido tratado mal durante toda su vida de huérfano, con padres de acogida que le
daban comida, ropa y a veces juguetes, no había sentido realmente la calidez de una familia, el amor
parental o filial. Pero desde que llego a esa casa lo único que le había rodeado había sido
sensaciones maravillosas, risas y sonrisas compartidas, regaños preocupados y caricias dulces.
En este momento supo por que esa sensación había sido completamente nueva para él, era una
sensación que no había podido disfrutar en su plenitud, una sensación que llamaban AMOR.
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Pero aun así, aunque aliviado y feliz de que la familia empezara a quererlo como un miembro más,
en especial Mija aunque este lo negara, Arloc lo seguía confundiendo. El cariño que había cogido a
Makeera, Madocc, Mija, Dane, Lanne y el pequeño Fael era dulce como un tarro de miel, una
dulzura que se derretía en los labios lentamente, manteniendo mas tiempo en ellos la sonrisa. Sin
embargo lo que empezaba a sentir por el rubio mayor de la familia iba mas allá de esa dulzura, era
un cariño desesperado, anhelante y sobre todo caliente, muy caliente.
Finalmente, en un punto de no retorno, tuvo que admitir que probablemente lo que sentía por Arloc
era un amor romántico.
Y de repente se sintió aliviado.
Con esa nueva información había corrido hacia la habitación de Mija a pocas horas del amanecer. El
zorro se había molestado, por supuesto, pero le permitió sentarse a su lado y escucho la palabrería
emocionada del miembro mas novato. Después sonrió. Y de nuevo, el alivio recorrió a Gian cuando,
asombrado y un poco asustado, escucho como el alfa le explicaba sobre los compañeros, parejas
que compartían lazos inquebrantables y eternos que se convertían en la máxima comunión del amor.
Era algo que también podía darse entre los humanos, pero que entre los cambiaformas era mas
tangible y consciente.
Entonces Gian le pregunto por que Arloc no le decía nada.
Mija solo le dijo que esperase.
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Y por eso espero, pero después de cinco semanas, en las que había conocido a un sarcástico y
burlón Arloc, de corazón blando y decisiones fijas, con una fácil sonrisa y un dulce y calmante
murmurar, Gian sentía que su paciencia llegaba a sus limites. Quería que Arloc lo mirara a él y le
confirmara que correspondía sus sentimientos.
-Gian ¿Qué miras? - le pregunto el pequeño Fael agarrándole de la manga del abrigo y Gian salio de
sus recuerdos, viendo que en la ventana a la que estaba mirando ya no había nadie.
-Nada Fael, lo siento, volvamos, seguro que Mija ya volvió con lo que andase buscando.
El pequeño lo miro dudando pero finalmente esbozo una tierna sonrisa y asintió, volviendo con su
nuevo hermano hacia el fondo del patio.
El resto del día se desarrollo con normalidad aunque Gian noto que el nerviosismo rodeaba a su
compañero.
Ya en la habitación de invitados, que había tomado como suya, Gian se tiro sobre la cama,
estirándose mientras enterraba la cara entre sus brazos y inhalaba hondo. El pijama que llevaba era
de Arloc y la primera vez que se lo puso no pudo evitar olerlo cada cierto rato, pero después de
varios lavados el olor había sido sustituido por el suyo. Una fuerte melancolía lo asalto y cerrando
los ojos, un poco húmedos, deseo fuertemente que el rubio estuviera a su lado, lo suficientemente
cerca como para olerlo, tocarlo y sentir su calidez.
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Un toque en la puerta lo sobresalto.
-Adelante.- exclamo distraído. La puerta se abrió y en el umbral apareció el alto y delicioso cuerpo
de Arloc enfundado en una camiseta corta gris y unos pantalones de pijama azul marino. Gian lo
miro de pies a cabeza sintiendo que su boca salivaba al ver los músculos compactos, la suave curva
de sus caderas y sobre todo esos hermosos ojos nuez que en estos momentos brillaban de
aprehensión y urgencia pero también temor y duda.
Era el momento. Gian se quedo paralizado, mirando al hermoso rubio mientras su cabeza asimilaba
las señales, el chico estaba a todas luces nervioso y un suave sonrojo cubría sus mejillas, ademas
sus ojos se movían rehuyendo su mirada. Estaba sucediendo, por fin el rubio le iba a decir.
-Ah...lo siento, parece que te ibas a dormir.
-No, no, no. Solo me había tumbado.- exclamo rápidamente Gian mientras se levantaba como un
resorte y se sentaba con las piernas cruzadas en la cama, para después palmear el sitio delante de él
- siéntate por favor.
El rubio asintió rápidamente y se acerco para luego imitar la postura del moreno.
-¿Y bien?
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Arloc vio como el moreno lo miraba con una amplia sonrisa y ojos brillantes, con una emoción que
el rubio no sabia descifrar. Ante su silencio Gian se removió impaciente y volvió a preguntar.
-¿Y bien?
-Amm...bueno...hay algo que quería decirte, algo sobre nosotros dos...
-¿SI?
-Pues...esto...Gian...es algo que supe al momento de verte, es más, fue lo que me permitió
encontrarte...pues....
-¿SI? - la vos del moreno se volvía cada vez mas estridente e impaciente mientras veía como Arloc
miraba a todas partes y se lamia los labios repetidamente.
-Pues...no es para asustarte pero...
Ante la perspectiva de que Arloc iba a pasarse toda la noche de esta guisa el moreno gruño y
exclamo.
-¡Al diablo!
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Se puso de rodillas sobre la cama y se lanzo sobre el rubio quien sorprendido se encontró con su
regazo lleno del pequeño cuerpo caliente del moreno. Pero si eso lo dejo en shokc, los labios del
rubio devorando los suyos, paro su corazón.
El pequeño y compacto cuerpo de Gian se sacudió con violencia, el calor extendiéndose desde sus
apretados labios sobre los suaves y paralizados de Arloc. Lagrimas llegaron a los ojos del moreno,
sus manos se entumecieron, los dedos de sus pies se enroscaron, sus rodillas temblaban débiles a los
lados del regazo de su compañero, la sensación que rodeaba al rubio se mezclo de inmediato con el
fascinante aroma que desprendía la piel de Arloc, convirtiéndose en una nueva sensación, mas
embriagadora, mareante y extremadamente caliente.
Arloc al notar como el pequeño moreno temblaba incontrolable se asusto y poso sus manos sobre
los hombros de Gian intentando separarlo suavemente aunque en su interior lloraba de anhelo. Mas,
Gian no se lo permitió, cruzo sus brazos sobre el cuello del rubio y separando las bocas junto las
frentes y con los ojos cerrados dijo, con calor y alivio en su voz.
-No me apartes Arloc, nunca mas me apartes. Se lo que somos, compañero, y eso no me asusta,
solo...estoy tan feliz de que finalmente vinieses a mi que no puedo evitar llorar.
Las palabras de Gian calaron profundo en Arloc que soltó un gemido de alivio y del hombro del
moreno deslizo su mano hasta la mejilla del moreno.
-Te amo Gian.
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La sonrisa de Gian ilumino todo su rostro y abriendo los ojos húmedos el moreno miro fijamente a
Arloc quien sintió como su corazón se oprimía al ver, y finalmente reconocer, el amor en esos ojos
azul marino.
-Lo se.
La mano que acariciaba la mejilla del moreno se deslizo por su nuca y Arloc volvió a cortar la
distancia, iniciando el beso. Poso sus labios suavemente sobre los de Gian quien los mantenía bien
cerrados e inmóviles, las comisuras de los labios de Arloc se alzaron, la inocencia y inexperiencia
de Gian encendía un calor diferente, un sentimiento de protección. Su lengua salio y hábilmente
definió el labio superior del joven quien se sobresalto un poco pero no abrió la boca. Arloc se
separo a pocos centímetros y rio en voz baja, Gian era adorable. El moreno abrió los ojos y sus
mejillas se tornaron rojas al ver como su compañero se reía y transformaba su cara, que ya de por si
era brillante y amable, en la perfección absoluta. Gian sonrió ante sus pensamientos cursis,
entrecerrando los ojos murmuro.
-¿Por que te ríes?
-¿mmm? Por que estoy feliz. Eres adorable Gian.
-¿Que hice?
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- Amor ¿sabes que son los besos con lengua? Yo quiero uno de esos.
Las mejillas rojas de Gian ardieron aun más ante las directas y francas palabras de Arloc,
acompañadas por un suave movimiento de manos que se deslizaron sobre su espalda hasta llegar a
la curva de su trasero, sus dedos meñiques tocando la piel entre las dos piezas del pijama.
Olvidando su vergüenza deslizo sus manos, aun entumecidas, sobre los hombros de Arloc para
acabar empuñando entre ellas un pedazo de tela de la camiseta que llevaba el rubio y hundió su
rostro en el amplio pecho, inhalando el aroma que hacia que su cabeza diese vueltas.
-¿Podrías darme un pijama tuyo? Tu sensación es asombrosa pero tu olor es aun mejor.
Arloc tembló de satisfacción y haciendo fuerza llevo a Gian de espaldas a la cama posicionándose
encima. Con sus rostros cerca y sus manos acariciando el cuello y hombros del rubio Arloc
murmuro.
-Por supuesto, pero haré que no los necesites pues estaré a tu alderredor tanto que mi olor
impregnara tu piel y el tuyo la mia.
-Seria un nuevo olor para los dos.
-Sí Gian, solo para nosotros.- murmuro con una sonrisa Arloc antes de volver a juntar sus bocas, el
beso ya no era dulce y tentativo, Arloc fue directamente hacia su objetivo, la cálida cueva bucal del
moreno. Mordió y lamió todo lo que pudo mientras Gian se dejaba hacer, intentando acostumbrarse
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al asalto de Arloc y a la nueva sensación que le rodeaba, una mezcla de AMOR y LUJURIA.
Sus manos se deslizaron suavemente por la espalda de su pareja y cuando la hábil lengua del rubio
acaricio la de Gian provocandola poco a poco el moreno empezó a imitar las acciones de Arloc, el
baile entre sus lenguas junto a la sensación enviaron a Gian a un mundo donde solo existía Arloc y
solo Arloc. Estaba tan concentrado en el placer y en el calor de su compañero que no se dio cuenta
de que se quedaba sin aire hasta que el rubio rompió el beso con sordos y profundos jadeos.
Los ojos opacados de placer de Gian fueron la mecha que encendió una bomba aun peor que la que
exploto con aquel beso que lo llevo dos piso por encima del cielo, o el infierno, no le importaba.
-Gian, quiero hacerte el amor.
La respuesta del rubio fue un jalón duro y un nuevo beso lleno de pasión mientras las manos del
morenos se deslizaban de su espalda hasta su pecho colándose bajo la camiseta gris y tocando la
caliente piel y los ondulantes músculos, un gemido salio de su garganta. Sus dedos habían
solamente rozado el duro estomago de Arloc pero ya cosquilleaban
con ganas de mas.
Aprovechando que el rubio estaba completamente concentrado en el beso hizo fuerza y logro rodar
sus cuerpos acabando encima del rubio presionando todo su cuerpo desde el pecho hasta los muslos,
ambos gimieron cuando las erecciones se rozaron.
-Gian...
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-Quiero tocarte- dijo como toda respuesta el rubio y tras un nuevo beso voraz se sentó sobre las
caderas de Arloc y gimió ante la nueva fricción, el frente de sus pantalones de pijama estaban
húmedos por el presemen y los de Arloc no estaban mejor. Rápidamente levanto la camiseta de
Arloc hasta las axilas y sus manos danzaron por la ondulante piel caliente. Arloc gruño y acabo de
deshacerse de la camiseta por si mismo, el calor en sus ojos encendía aun mas a Gian. Una de las
manos se deslizaron por la tetilla derecha y Gian vio como esta saltaba dura ante su toque, su boca
salivo y paso su lengua sobre sus labios, sus ojos brillantes. Esta fue la única pista que recibió Arloc
antes de que Gian se inclinara y con su lengua rosada lamiera el duro nudo. El quejido de Arloc lo
animo, noto como las manos del rubio se deslizaban por su espalda hasta colarse bajo la pretina de
los pantalones, su cuerpo ondulo cuando las grandes manos apretaron y acariciaron su trasero.
-Jesús, Gian...tienes un lindo trasero de burbuja, perfecto para mis manos – uno de los dedos de
Arloc se deslizo sobre la apretada estrella logrando enganchar la respiración de Gian quien miro con
sus mejillas arreboladas y sus labios hinchados a Arloc, su polla saltando dentro de los pantalones –
Diablos, quiero joder este pequeño culito tuyo.
Los ojos de Gian brillaron demostrando que estaba de acuerdo con él. Arloc le iba a quitar la
camiseta, sus manos deslizándose por la espalda cuando la mirada de Gian se deslizo por su pecho
hasta el bulto de considerable tamaño que se resaltaba bajo los pantalones de Arloc, el brillo y el
lametón de labios hizo tragar duro a Arloc ¿Gian no iba a...?
-Si quieres joderme, este señor de aquí debe estar preparado ¿no? - murmuro sugerentemente el
moreno mientras su mano se deslizaba bajo los pantalones y sin vacilación tomaba la gruesa
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erección por la base. El gemido enganchado de Arloc saco una sonrisa satisfecha del rubio. Acaricio
un par de veces la dura erección pero pronto su cuerpo pedía mas, necesitaba probarlo, levanto la
vista y besando suavemente a su compañero le miro con timidez.
-Quiero chupártela Arloc, quiero hacerlo mientras tu me abres. Quiero tener “eso” pronto en mi
trasero.
El rubor de Arloc casi competía con el de Gian, el presemen goteo de la polla de Arloc haciendo aun
mas fácil la acción de Gian.
-Diablos, tu no tienes nada de inocente ¿donde escondes el lubricante, pequeño diablillo?
La sonrisa del moreno no se hizo esperar y Arloc se pregunto como podía una sonrisa ser tan tierna
y a la vez tan traviesa.
-En el primer cajón de la mesilla.
Mientras Arloc giraba su cuerpo para alcanzar el botecillo Gian salio de la cama y se desnudo
rápidamente, cuando salio de su ropa interior noto como la oscura mirada de Arloc recorría su
cuerpo con lujuria, en este momento Gian se sintió de diez pies, su interior se calentaba con la
mirada adorada de Arloc y su polla se levantaba orgullosa y mas dura que nunca.
-Eres un festín para la vista.
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Gian sonrió ante la voz grave de su compañero y ronroneo mientras se acercaba a su pareja.
-Dejame ver mi propio festín compañero- con estas palabras agarro los pantalones de Arloc, junto a
la ropa interior, y se los quito de inmediato, su boca se abrió ampliamente mientras veía, un poco
mareado, el largo y magro cuerpo pálido que se estiraba en la cama, su polla larga sobre su muslo,
su piel con una ligera capa de sudor, sus labios rojos, sus ojos nuez oscurecidos a un marrón pardo y
el cabello rubio ondulado remarcado su rostro como una aureola. La sonrisa picara de Arloc solo
mejoro la vista.
-Ven aquí compañero.
Gian se abalanzo. Pronto se había acostado de lado y su boca estaba sobre la hermosa polla de Arloc
mientras este, con un ligero temblor, esparcía el lubricante sobre sus dedos, sus labios viajando
sobre la tersa piel del trasero de Gian, dándole de vez en cuando unos mordisquitos. La atención de
Gian estaba sobre la polla, su mano ahuecaba sus bolas y acariciaba la piel alrededor de estas, su
lengua se deslizaba sobre las venas y la cabeza esponjosa, lanzándose hacia el orificio cada vez que
este dejaba salir una gota de presemen, sus labios fuertemente cerrados alrededor de la polla. No
podía tomarla entera siendo su primera vez ademas de que era una polla mas bien grande, sin
embargo a Arloc no parecía importarle, su cuerpo temblaba y Gian podía ver como su estomago se
apretaba ante cada pasada de su lengua sobre la roja cabeza. Su propio cuerpo temblaba ante cada
suave roce de los dedos sobre su agujero. Arloc se burlaba de él acariciando la piel alrededor de la
fruncida entrada y sobre esta hasta que el moreno no pudo mas y liberando por un momento la polla
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de Arloc lanzo una mirada enfadada a su compañero y exclamo.
¡Arloc! ¡Ah!
El rubio había aprovechado este momento para introducir el primer dígito. Las piernas de Gian se
tensaron pero rápidamente se relajo, removiéndose solo un poco ante la extraña sensación.
-Solo un poco mas amor...ya te acostumbraras- murmuro con dulzura el rubio. Gian entrecerró los
ojos y asintió, entonces volvió a lo que estaba haciendo logrando sacar un respingo de Arloc quien
empezó a trabajar más en el apretado culo. La boca de Gian en su erección y el calor de su trasero
alrededor de su dedo hacían jadear a Arloc, su garganta seca, la mirada clavada en el trasero
mientras miraba como su dedo se deslizaba en la entrada con un hermoso sonido. Pronto el primer
dígito fue acompañado por otro y Arloc amo el ruidito necesitado que hizo Gian alrededor de su
polla. Sus caderas empezaron a moverse lentamente en contra de su voluntad con la necesidad de
llegar. Desesperado y con su cuerpo tenso Arloc introdujo un tercer dedo con prisas sacando un
sordo quejido que pronto fue acallado por mas gemidos, gemidos que se convirtieron en grititos
cuando el rubio curvo sus dedos y estos tocaron una superficie esponjosa.
Gian soltaba jadeos y gemidos, la erección de Arloc olvidada en sus manos lo cual en realidad alivio
al rubio, había estado cerca de correrse y quería hacerlo dentro de ese apretado culito.
Arloc...Arloc..ya, ahora....
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Su mirada se cruzo con la de Gian quien había apoyado su mejilla en el muslo interior de Arloc con
su polla a pocos centímetros de su boca. La escena hizo que las bolas de Arloc se apretasen aun mas
a su cuerpo, Gian noto eso y sonrió.
-Pequeño diablillo- gruño con una sonrisa el rubio. Saco los dedos del trasero de Gian y se movió
rápidamente, sorprendiendo al moreno, hasta que finalmente tuvo las largas piernas de Gian en sus
hombros, su mirada enganchada en la del moreno quien apretaba las sabanas con algo de miedo
pero mucha expectación. Arloc guio su polla a la estirada abertura y sin dejar de mirar los mares
azules que eran los ojos de Gian se hundió lentamente en ese infernal calor que sin embargo lo
elevo al paraíso.
-Santa mierda...
Gian no pudo ni siguiera decir eso, su respiración se enganchaba entre quejidos, la erección
abriéndose paso por su cuerpo era una sensación extraña pero no dolorosa, sin embargo su interior
palpitaba. Arloc se detuvo una vez que estaba completamente dentro del cuerpo, bajo las piernas de
Gian las cuales automáticamente se enredaron alrededor de la cadera de Arloc. El rubio lo miraba
con amor y agradecimiento, el sudor recorría sus sienes pero la sonrisa satisfecha era lo que hacia
temblar a Gian, sus manos soltaron las sabanas y se alzaron, enterrándose en los cabellos rubios y
tirando de Arloc para juntar sus rostros en un dulce beso. Pronto la incomodidad había sido olvidada
y su interior se apretaba con ganas de fricción. Sin detener el beso Gian murmuro repetidamente el
nombre de Arloc y movió sutilmente las caderas. Eso fue suficiente para el rubio quien se movió
suave al principio, con un vaivén que hacia que los dos cuerpos se ondularan, fue un vaivén lento y
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sensual, las caricias, besos y mordiscos viajaban a todas partes. Tras unos minutos y después de un
beso particularmente largo las grandes manos de Arloc se asentaron en las caderas de Gian y
incorporándose un poco saco casi por completo su miembro para luego entrar duramente, un
hermoso gemido salio de Gian que arqueo su cuerpo buscando responder a la embestida, así el
suave vaivén se convirtió en una dura jodida con las pieles chocando, la fricción creando viscosos
sonidos que acompañaban a los graves gemidos de parte de los dos, el sudor corría por la espalda de
Arloc y sobre su frente, cayendo en el plano abdomen de Gian quien solo se retorcía entre gimoteos,
su mirada siempre clavada en la suya. La dulce presión del trasero de Gian lo llevo al limite en
pocos minutos, su mano salio disparada hacia la erección de Gian quien gimoteo con la voz rota.
-No,n-no...¡ah!...me co-corro.
Solo le hizo falta un par de tirones y la polla de Gian soltó todo su semen, regándolo en su
estomago y bañando la mano de Arloc quien ante el picante olor, el rostro en éxtasis de Gian y el
estrangulamiento del trasero del moreno no pudo mas y con un ahogado gemido cerro los ojos y
embistiendo duramente se corrió llenado el canal con su caliente semen.
Gian volvió a jadear y su cuerpo tembló al notar el liquido caliente deslizarse en su interior. El
cuerpo de Arloc colapso encima de él y sin importarle su peso rodeo y acaricio la espalda bañada en
sudor de Arloc, sus respiraciones agitadas.
-¿Ya soy tuyo Arloc?- pregunto Gian tras unos minutos de silencio en el que ambos recuperaban la
respiración entre suaves caricias. Arloc miro con dulzura al moreno, su corazón hinchándose al
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notar como un lazo invisible lo ataba a su compañero. Sabia, por la sonrisa que adornaba la cara del
moreno, que este lo sabia perfectamente, pero aun así lo dijo.
-Sí...eres mio Gian. Y yo soy tuyo.
-¿mmm? Entonces...¿puedo tomar eso?- murmuro con un toque pícaro en su voz mientra su mano
se deslizaba hacia las nalgas redondas del rubio, sus dedos deslizándose en sus cachetes. La polla de
Gian se presionaba dura contra el muslo de Arloc. El rubio entrecerró los ojos mientras sentía como
su propio miembro crecía en respuesta, y murmuro.
-Eres un verdadero pequeño diablillo.
**********
Caliente. Su cuerpo se sentía caliente. Gian abrió lentamente los ojos mientras se removía
incomodo, sus manos frotando sus brazos desnudos, el sueño aun nublando su mente. Tenia mucho
calor y su piel cosquilleaba incómodamente alla donde se frotara y las sensaciones que componían
su mundo de alguna forma tiraban de él con una urgencia extraña que asustaba a Gian pero al
mismo momento lo llenaba de efuroria. Con cuidado se levanto, intentando no despertar a su
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compañero pero Arloc estaba bien envuelto alrededor del moreno y ante el movimiento se despertó.
Parpadeando para eliminar el sueño Arloc miro a su compañero y murmuro.
-¿A donde vas Gian?
El rubio abrió la boca para explicarle lo que le pasaba pero en ese momento el calor fue poco a poco
sustituido por un frio helador que se extendía por sus venas, y supo que tenia que mentir.
-Solo voy a por agua. Vuelve a dormir, regreso en nada.
Las mantas fueron arrojadas con rapidez y aunque se tambaleo un poco cuando se puso en pie ante
el dolor de caderas y espalda Gian se volvió y poniéndose de nuevo el pijama sonrió dulcemente a
su compañero quien ya volvía a roncar suavemente, cogió sus botas y se enderezo. El cosquilleo
aumentaba, el frio avanzaba poco a poco contrastando con el calor que recorría otras partes de su
cuerpo, la sensaciones lo llamaban hacia una única dirección. Gian respiro hondo y a paso ligero se
dispuso a seguir el camino que le marcaba su mundo. Eso ya le había pasado una vez. Se iba a
transformar de nuevo.
**********
-¡No está! ¡Realmente se fue!
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-¿Por que? ¿Fue por propia voluntad?
-Claro que fue por propia voluntad idiota, si fuera secuestrado Arloc se habría dado cuenta a través
del vinculo.
Las ultimas palabras espabilaron completamente a Arloc quien se sobresalto ante el ruido de la casa
y las voces alarmadas. Se incorporo y miro frenéticamente a su alrededor buscando a su compañero
sin encontrarlo. El miedo lo lleno, miedo a que Gian se hubiera arrepentido. Sin embargo los
recuerdos de la apasionante noche anterior y el brillo de amor en los ojos azul marino lo convenció
de que Gian no se arrepentía de ello. Entonces ¿por qué se había ido? Se levanto rápidamente y
mientras buscaba las ropas regadas en el suelo, tanteo su lazo con Gian temeroso de que el moreno
lo rechazase pero para su sorpresa no lo rechazo sino que incluso respondió a su llamado y a través
de su inusual poder le paso un puñado de sensaciones al cuerpo de Arloc. Un cosquilleo familiar le
recorrió las venas, un calor ardiente contrastado con un frio glaciar recorrió su cuerpo de forma
dolorosa, sin embargo en su rostro se instalo una sonrisa. Respirando hondo se relajo y a través de
su vinculo le mando sus sensaciones calmantes y relajantes con un mensaje muy claro: “esta bien,
no tengas miedo”.
La puerta de su habitación se abrió y en el umbral apareció Mija, cuando vio la sonrisa en el rostro
de Arloc soltó un suspiro de alivio y con su usual voz irritada grito al pasillo.
-Eyyy, ¡Gian esta bien! ¡Arloc sonríe como un bobo!
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Pronto la familia entera se encontraba en su puerta mirándolo curioso. Arloc rio, su pareja
definitivamente iba a estar bien pero por nada del mundo iba a dejar que se transformase de nuevo
solo.
-¡Vamos! ¡Hay que prepararse! Gian se va a transformar de nuevo.
Solo basto estas palabras para que todos los residentes se dispersaran a sus habitaciones con
exclamaciones de alegría pero también reproche ¡como se le ocurría a este morenito pasar por la
transformación sin su familia presente! El primero en vestirse fue Arloc quien tuvo tiempo de
preparar una mochila con ropa, comida y agua para su compañero, cuando termino se dirigió
velozmente a la cocina donde les esperaba todos. Makeera se balanceaba emocionada, la mano de
su marido se apretaba en su hombro y sonreía feliz, Fael agarraba firmemente la mano de Lanne
tirando impaciente de ella hacia la puerta, Dane le sonrió y Mija solamente señalo la puerta con una
inclinación de cabeza.
-Guianos.
Arloc sonrió y enganchado la mochila a sus hombros abrió la puerta y en el mismo momento en que
toco la nieve empezó a correr rápidamente a una velocidad sobrehumana, el resto de su familia
detrás suyo.
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**********
El camino brillante que su mundo marino había trazado le llevaba a un único lugar y después de
tranquilizarse con el mensaje de apoyo de su compañero Gian supo adonde se dirigía y no le
extraño en lo mínimo.
Se dirigía al mar.
Sus pies estaban congelados al igual que sus manos y cara pero eran sensaciones ajenas a él cuando
su cuerpo era una combinación de calor y frio. Cuando mas se acercaba al mar menos doloroso era
y mas caía Gian en el llamado de las olas, ahora entendía por que toda su vida había estado
fascinado por el mar. El mar era su mundo.
Los arboles empezaron a tomar distancia y el follaje fue desapareciendo, la nieve aun caía en suaves
copos. Cuando finalmente salio de la linea de los arboles su cuerpo sufrió un escalofrió, sus ojos se
dilataron, sus fosas nasales aletearon y su piel se erizo al notar la brisa marina que tan bien conocía.
Las olas se mecían suavemente y en ese punto las sensaciones del mundo le empujaban
violentamente hacia el mar. Lentamente se descalzo y cuando sus pies tocaron la fría arena de la
pequeña cala un gemido salio de su garganta y pudo notar como en su interior se desenroscaba un
animal, el animal levanto su cabeza y por primera vez Gian conecto con su animal interior. Un ruido
a sus espaldas hizo que se volviera y allí encontró a su familia con su compañero en el frente. Arloc
le sonreía con mucho amor.
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-Ve, Gian.
El moreno sonrió y enviando una nueva tanda de sensaciones de agradecimiento y amor hacia su
compañero volvió a dirigir la vista hacia el mar, cerro los ojos y simplemente se dejo llevar por la
fuerza de sus sensaciones, corrió sobre la fría arena y pronto sus pies tocaron la helada agua que le
lamió los tobillos con dureza. Gian no paro y solo cuando el agua estaba al nivel de su cadera se
lanzo de cabeza, en este momento sintió el cambio.
En la costa Arloc miraba tranquilo hacia el punto donde su compañero había desaparecido, a su lado
Makeera saltaba de un pie a otro, la emoción clara en ella.
-¿Que tipo de animal creéis que sera?
-No se, animales marinos hay muchos...- le respondió Dane.
-¿Puede ser un tiburón?- pregunto con curiosidad Lanne ante lo cual Mija chasqueo la lengua y con
irritación exclamo.
-¡Claro que no tonta! Aquí no hay tiburones, no pueden vivir en estas aguas heladas.
-¿Y si es una morsa?-digo tranquilamente Madocc.
-¡Un pingüino!- exclamo Fael levantando la mano con excitación.
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Arloc sonrió ante la charla emocionada de su familia sin embargo su vista no se aparto del mar.
-¿Tu que piensas Arloc?-le pregunto su padre, el rubio sonrió y respondió mientras se acercaba a la
playa, su familia detrás de él y pendientes de su respuesta.
-Definitivamente no es ningún animal de los que habéis mencionado.
-¿Entonces que es?- pregunto impaciente el menor de la familia.
Arloc solo sonrió mas ampliamente y señalo hacia el mar. Todos dirigieron su vista hacia allí y
pudieron ver como una sombra se deslizaba bajo el agua a una velocidad envidiable. Era demasiada
pequeña para ser una foca o una morsa y su cuerpo era mas largo que los pingüinos. La curiosidad
creció aun mas en la familia, la tensión era de alguna forma demasiado extrema que Arloc solo pudo
reír sin embargo nadie le hizo caso, todos los ojos fijos en la sombra intentando adivinar que tipo de
animal era. Pronto la sombra se detuvo y nado hacia la superficie, muy cerca de la costa donde ellos
se encontraban. Finalmente Gian salio y el asombro no se hizo esperar, incluso Maddoc tenia la
boca ligeramente abierta de la sorpresa pues ese tipo de cambiaformas era bastante raro.
-Una nutria marina...
El susurro de Makeera saco de la sorpresa al resto. Arloc se rio de nuevo y acercándose al animal
ronroneo mientras se agachaba para coger a la nutria. Esta se dejo coger y pronto deslizaba su
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resbaladizo y suave cuerpo contra el pecho del rubio soltando ruiditos apreciativos. Arloc no dijo
nada, solo sonrió y acaricio amorosamente al animal. Se sobresalto un poco cuando sintió la fría y
húmeda nariz del animal en su boca pero pronto fue él mismo quien deposito un beso en esa nariz
negra y brillante. El animal empezó a retorcerse en sus brazos y Arloc lo dejo caer. Nada mas tocar
la arena mojada la nutria corcoveo y una luz azul marino lo envolvió. Arloc se aparto unos
momentos mientras veía como su nutria volvía a su piel humana. Pronto Gian se había lanzado a sus
brazos como sospechaba que iba a ocurrir muy a menudo y sus labios se volvieron a encontrar en un
beso apasionado y lleno de cariño. Arloc saboreo el mar, su legua capturo gotas saladas, pero no le
importo pues el mar era parte de Gian y él amaba todo lo que tuviera que ver con su compañero.
-Eyy, suéltalo, dejanos un poco a nosotros.
Arloc vio como su compañero se retiraba entre risas y era capturado por un enorme abrazo familiar
con numerosas palabras de felicitación. Los besos de Makeera fueron tan efusivos que el sonido de
los “muak” llego hasta el rubio.
-Cariño, ¡esa fue una hermosa transformación! ¡Pero ahora debes estar cansado y hambriento!
Vamonos a casa para que puedas tomarte un baño, te preparare una rica sopa de alce.
Gian asintió feliz y acepto un nuevo sonoro beso de la que ahora consideraba su madre.
-Aquí tienes ropa.
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La voz de Arloc provoco una respuesta instantánea en él, se volteo y se lanzo hacia su compañero
dándole un nuevo beso sacando risas del rubio.
-Vamos, vístete amor.
Gian hizo un puchero pero ante la ceja arqueada de Arloc a regañadientes se separo y mientras se
ponía la ropa se dio cuenta de que en realidad estaba helado.
-¡Vamos! ¡En camino!- exclamo Mija poniéndose a la cabeza, el resto se puso detrás de el
parloteando sobre la transformación de Gian. Una gran mano se deslizo sobre la mas pequeña y fría
mano de Gian y este levanto la vista encontrándose con la de Arloc quien sonrió y murmuro.
-Vamonos a casa.
Gian sonrió. Por primera vez tenia algo que podía llamar casa. Algo que podía llamar familia. Y
algo que podía llamar pareja. El mar lo llamo de nuevo a sus espaldas, la sensación hipnotizadora y
relajada arrastrándolo, pero Gian cerro los ojos y apretando la mano de su compañero sonrió
ampliamente y se dirigió al bosque ignorando la sensación del mar, que durante muchos años fue su
único refugio, un refugio que lo protegía del resto del mundo, y se dirigió hacia una sensación que
lo llamaba mas poderosamente, una sensación cálida que le envolvía y que en vez de apartarlo del
resto del mundo lo conectaba con fuerza con las personas que podía ver delante suyo, en especial
con la persona que se encontraba a su lado. Ahora ni la nieve, ni el mar y ni las lagrimas serian su
única compañía.
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Sí. Se iba a casa.
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