Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario Sala II – Causa n° 29.954 “Estrada González, Marco A. y otros s/ procesamiento y p.p.”. Juzg. Fed. n° 12 – Sec. n° 24. Expte. n° 11.882/2010/48 Reg. n° 32.436 ///////////////nos Aires, 30 de diciembre de 2010. Y VISTOS Y CONSIDERANDO: I- Este legajo arriba a estudio del Tribunal en virtud de los USO OFICIAL recursos de apelación deducidos por las defensas contra el auto que en copias luce a fs. 1/116, mediante el cual se dispuso el procesamiento con prisión preventiva de Marco A. Estrada González y Silvana A. Salazar como organizadores de una grupo destinado al tráfico ilícito de sustancias estupefacientes en el que intervinieran más de tres personas y coautores del delito de acopio de armas de fuego, sus piezas y municiones (art. 7 en función del art. 5 inciso “c” y del art. 11 inciso “c” de la ley 23.737; y 189 bis, inciso 3, del Código Penal); y el procesamiento con prisión preventiva de Dante R. Pacheco Ore, Roberto C. Hanco Bullón, Danny G. Mainza Contreras, Andrea C. Alejo Gutiérrez, Miguel A. Mauricio Enciso, Prisciliano Villalba Cristaldo, Priscila Flores Núñez, Luis F. Reyes Cruzado, Giovanni A. Chulles Frías, Carlos A. Fleishman Culqui, Lucía Melgarejo y Roberto N. Huamanchumo Alcalde por los delitos de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravada por la intervención de tres o más personas organizadas a tal fin –en calidad de miembros- y acopio de armas de fuego, sus piezas y municiones (arts. 5 inciso “c” y 11 inciso “c” de la ley 23.737 y art. 189bis, inciso 3, del Código Penal). Mauricio Enciso fue procesado también por la falsificación de un documento público destinado a acreditar la identidad de las personas (art. 292, segundo párrafo, del Código Penal). 1 Debe destacarse que la defensa de Luis Torres Astupiñan y Yassir A. Laura Sánchez no se agravió del procesamiento sino únicamente de la prisión preventiva y embargo dispuesto respecto a ambos (ver fs. 352/7). II- Algunas consideraciones previas. i) Las objeciones que se han presentado contra la forma de iniciación de la causa no poseen entidad para invalidar todo lo actuado. Para empezar, debe hacerse hincapié en que este sumario es una derivación de otras investigaciones sobre el tráfico de estupefacientes producido en el mismo sector de la ciudad. Su origen, en consecuencia, no responde directamente al llamado anónimo que dio lugar a otros legajos de anterior formación, sino a los sucesivos desprendimientos que, por el resultado de pesquisas previas, confluyeron en el impulso dirigido a constatar la existencia de una organización delictiva en el seno del asentamiento conocido como “villa 1-11-14” (ver fs. 80/1 del ppal.). Sin perjuicio de que lo anterior llevaría a descartar las críticas que algunas de las defensas han alzado sobre el punto, se advierten otros factores que conducen a igual solución. Primero, que aún cuando existen diversas opiniones acerca de la validez formal de las denuncias anónimas para la generalidad de los casos penales (ver, en sentidos opuestos, de esta Sala, causa n° 26.873 “Yoma”, reg. n° 28.767 del 11/8/08 -con intervención de los Dres. Cattani e Irurzun- y causa n° 27.077 “Martínez”, reg. n° 30.165 del 28/7/09 -voto del Dr. Farah-), aquel debate no alcanza a los hechos asociados con el narcotráfico, pues hay coincidencia en que corresponde interpretar ampliamente la previsión expresa del artículo 34 bis de la ley 23.737 a efectos de procurar una investigación eficaz, dadas las características de estos delitos y los compromisos asumidos por el Estado Argentino (ver de la Sala I, causa n° 42.315 “Sorella”, reg. n° 273 del 7/4/10). Por ende, aún si se toma al llamado anónimo de fs. 1 del ppal. como el origen real de la causa, no hay en ello una causal de nulidad. 2 | Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario Tampoco la alegada amplitud de lo relatado por la notitia criminis constituye una razón suficiente para descartarla como tal, cuando refirió -aunque con cierta imprecisión no decisiva para un momento precario de la pesquisa- algunos extremos de tiempo, modo y lugar que permitían la realización de diligencias mínimas para corroborar o no lo denunciado. Además, y principalmente, merece resaltarse que a raíz de ese anoticiamiento, el acusador público requirió la instrucción solicitando determinadas averiguaciones (fs. 2 del ppal.), impulsándose nuevamente la acción en reiteradas ocasiones, por el resultado de esas medidas preliminares (fs. 6, 14, 43/6, 54/5 del ppal., entre otras). USO OFICIAL ii) Ha sido cuestionada, también, la actividad del instructor, tildándosela de “exceso de jurisdicción” y “excursión de pesca”. Se pretende que, a raíz de esos supuestos vicios, cabría invalidar lo actuado en la pesquisa. Los elementos de la causa no avalan la solicitud formulada. Es que, cualquiera fuere la opinión que se adopte sobre la intensidad de la investigación, ese no es un punto que pueda llevar a calificarla de ilegítima, siempre que no se verifiquen violaciones a normas constitucionales o de procedimiento. Ello no ha ocurrido aquí. Del sumario surge que la jurisdicción del a quo fue primigeniamente habilitada de acuerdo a la distribución de turnos entre juzgados del fuero, siendo competente por la materia y el territorio. Los sucesivos desprendimientos que se ordenaron en la pesquisa fueron producto de las evidencias que fueron llegando a conocimiento del juez y el fiscal -quien, como se dijo, mantuvo en pie el impulso de la acción trazando su objeto- y de la necesidad de avanzar hacia instancias procesales posteriores con respecto a personas que estaban privadas de su libertad. Nada sugiere -ni la defensa de Estrada González y Salazar ha demostrado- la concurrencia de una intencionalidad diversa a aquella que impone el artículo 193 del código procesal, que pueda dar lugar a nulificar la pesquisa, extremo 3 que, aunado a todo lo anterior, conduce a rechazar los planteos formulados sobre el tópico. Sin embargo, lo desarrollado no implica dejar de recomendar al instructor que procure delimitar adecuadamente el alcance de la investigación en derredor de los sucesos que ya han sido materia de requerimiento y pronunciamiento de mérito -procediendo de acuerdo a las reglas aplicables en caso de encontrarse con la presunta comisión de nuevos hechos (ver art. 177 del C.P.P.N. entre otros) que exijan la intervención de los juzgados en turno-, para evitar así un dispendio de recursos propios que pueda afectar la eficacia de las averiguaciones, o generar un indebido prolongamiento del sumario por fuera de su objeto. iii) Las críticas que se han alzado contra la intervención de la División Operaciones Metropolitanas, Superintendencia Drogas Peligrosas, de la Policía Federal Argentina en las tareas de vigilancia, detenciones y allanamientos, carecen de un respaldo concreto en las constancias de la causa. En efecto, de allí no surgen extremos que hagan inferir o suponer la concurrencia de alguna actuación motivada o practicada por fuera de las funciones propias de esa fuerza como auxiliar de la justicia: todas sus averiguaciones y procedimientos respondieron a las directivas del juez y se ciñeron a los objetos allí impuestos. Tampoco la defensa de Estrada González y Salazar ha aportado evidencias que hagan sospechar sobre la –sugerida- falsedad de la información volcada en las notas elevadas periódicamente al juzgado, ni eso se desprende de los elementos del legajo. Entonces, no poseen sustento -en las condiciones actuales- las objeciones realizadas sobre el valor probatorio de aquellas diligencias, por lo que cabrá analizarlas aquí como indicios válidos, susceptibles de ser examinados juntamente con el resto del cuadro cargoso. 4 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario Ello, amén de lo que pueda surgir de una eventual etapa de debate, ámbito más propicio para un completo abordaje de este tipo de cuestiones, dadas sus características de inmediación y contradictorio. iv) Otro agravio que debe ser tratado aquí se vincula a la validez formal de las averiguaciones efectuadas por el personal policial en el sector del asentamiento al que se ingresa por la “puerta 102”. A juicio del Tribunal, basta para despejar la inquietud formulada al respecto con recordar que, de acuerdo a la información con que se cuenta, el espacio señalado consiste en un pasillo –de uso público-, al que miembros de la organización USO OFICIAL investigada le habrían instalado diferentes impedimentos de paso para dificultar la actividad de las autoridades y el acceso a propiedades supuestamente usadas para guardar material estupefaciente (fs. 36/41 del ppal.). Por ende, las averiguaciones hechas sobre ese lugar -dentro del objeto fijado por las directivas del instructor- no requerían de una orden judicial adicional por parte de éste y son, por ende, válidas. v) Varias de las defensas han enfocado sus agravios en cuestionar la validez y valor probatorio otorgado a las evidencias obtenidas mediante la declaración de las personas identificadas en autos como “Imputado A” y “Testigo de Identidad Reservada”. Sobre esto, debe decirse que el juez ha entendido reunidos los presupuestos que imponen los artículos 29ter. y 33 bis de la ley 23.737 para hacer uso de los institutos que prevén esas normas. Se trata, en definitiva, de una facultad reconocida por la ley y cuya utilización supone ciertas limitaciones a derechos de los imputados al momento de presenciar o confrontar las declaraciones en cuestión. Consecuentemente, la adopción de las medidas que autoriza la regulación –cuya constitucionalidad no ha sido aquí puesta en tela de juicio- no puede dar lugar a la nulidad de su producido, ni a desprenderlas de su valor probatorio indiciario. 5 Con relación a ello, no debe pasarse por alto que en la actualidad se transita la etapa de instrucción, que tiene por finalidad colectar los elementos que, eventualmente, den base a la acusación o requerimiento para la apertura del juicio público o, en caso contrario, determinen la clausura de la persecución penal (Maier, Julio B.J. “Derecho Procesal Penal. I. Fundamentos”, 2da edición, Editores del Puerto S.R.L., pág. 452, Buenos Aires, 1999); y que, por esa circunstancia, el procedimiento preliminar tiene un carácter meramente preparatorio que por su propia naturaleza supone una cierta prevalecencia de los órganos estatales de persecución penal por sobre el imputado (del Fallo “Quiroga” de la CSJN, Q. 162. XXXVIII, rta. el 23/12/04). De estas pautas se desprende que el perjuicio alegado no es dirimente ni definitivo pues, en primer lugar, la información que aportaron las personas cuya identidad fue reservada no debe ser analizada autónomamente sino en función de su corroboración o no en otras evidencias -lo cual, por cierto, quita relevancia, al menos a esta altura, a las dudas de los imputados acerca de una eventual intencionalidad no revelada en la declaración del “Imputado A”-; y además, porque será en el debate oral, y no aquí, cuando regirá en su máxima amplitud el contradictorio. III- La organización delictiva. Se ha ceñido el objeto de esta causa a desentrañar la actividad de un grupo criminal principalmente destinado al tráfico de estupefacientes, que operó en el asentamiento de esta ciudad conocido como villa 1-11-14, en el período comprendido entre mayo de 2009 y octubre del corriente año. No obstante ello, en el marco del legajo el juez ha mencionado otros procesos en que se investigó a organizaciones –en algunos casos, con repetidos integrantes-, que llevaron adelante similares delitos en la misma área, pero en otros tramos. Así, por ejemplo, se consignó que Marco A. Estrada González fue condenado en el 2004 por el delito de asociación ilícita y que se encuentra siendo sometido a 6 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario juicio oral por liderar una banda destinada a la introducción, distribución y venta de drogas entre octubre de 2005 y mayo de 2007 en el barrio mencionado. Debe decirse que la referencia a tales hechos –que ha sido materia de objeción por parte de la defensa del nombrado y Salazar- sólo puede ser tomada como contextual mas no constituye evidencia de los sucesos sobre los que el Tribunal se expedirá aquí. En definitiva, sólo los elementos de cargo reunidos estrictamente en el espacio temporal que aquí importa, son los que serán tenidos en cuenta en esta pieza. Con arreglo a tales pautas, puede afirmarse que la investigación permite, a la fecha, arribar a las siguientes conclusiones preliminares: USO OFICIAL a) Que en determinados pasillos del asentamiento conocido como “villa 1-11-14”, un grupo de personas montó una operatoria principalmente destinada a la venta al por mayor y por menor de estupefacientes, haciendo ingresar importantes caudales de ese material al barrio, para almacenarlo, acondicionarlo en diferentes cantidades según su destino específico y su pureza, y luego distribuirlo y comercializarlo. Esa organización poseía una estructura vertical con diferentes posiciones establecidas. Así, contaba con organizadores que se encargaban de recaudar el dinero colectado y brindar las directivas generales para la concreción de la maniobra; otros integrantes con alta jerarquía que trasmitían esas órdenes; individuos con la función de brindar seguridad para garantizar –mediante el uso de armas de fuego- que pueda ejecutarse diariamente, con éxito, la operatoria, amenazando o atemorizando a eventuales testigos; “punteros” apostados en las esquinas de las manzanas del asentamiento, que ofrecían diferentes sustancias –principalmente cocaína y pasta basea ocasionales compradores; y “campanas” cuyo objetivo era alertar sobre la presencia de personal policial en la zona. 7 Además, ese dominio territorial se manifestaba en la posesión de inmuebles en ciertos sectores fuertemente custodiados, usados para almacenar la droga y fraccionarla; así como para guardar armas y municiones. En estos espacios, pudo constatarse el uso de puertas en los pasillos y otro tipo de objetos (timbres, etc.), para dificultar cualquier tarea de prevención. Todo lo anterior se extrae de las averiguaciones efectuadas en la zona (ver fs. 49, 90, 91, 92, 93, 105, 110, 116, 121, 122, 126, 131, 144, 147, 163, 165, 166, 167, 168, 169, 173, 180, 181, 182, 183, 185, 186, 187, 192, 198, 211/220, 349, 351, 380/4, 395, 400, 468/73, 497/530, 536/40, 541, 557/62, 620/2, 624/6, 629, 633, 654/5, 668/9 del ppal., entre otras), cuyos datos guardan coherencia con aquellos aportados por quien ha declarado en el sumario bajo las previsiones del art. 29ter. de la ley 23.737 (ver fs. 36/41, 57/65, 477/80, 2928/30, todas del ppal.), así como por la información brindada por el testigo de identidad reservada (ver fs. 68/70 del ppal.) y por imputados sometidos a proceso por integrar la organización investigada (ver fs. 2202/2221, 2874/6, 3544/52 del ppal.). b) El resultado de los allanamientos realizados en el marco de la pesquisa llevó a otorgar suficiente grado de corroboración a las hipótesis construidas mediante la versión del llamado “arrepentido”, el testigo de identidad reservada y las tareas de vigilancia. En total –entre todos los sumarios conexos que refieren al período objeto de la presente- se secuestraron aproximadamente cincuenta kilogramos de material estupefaciente (marihuana, cocaína y pasta base), armas de fuego y numerosas municiones. Los lugares en que se lograron esas incautaciones no son indiferentes: se trató de inmuebles localizados en los sitios más custodiados por el aparato de seguridad de la banda, donde fueron detenidos integrantes de aquella -señalados como tales por los elementos previos colectados-. Tampoco son irrelevantes 8 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario los demás efectos encontrados: anotaciones referidas a cantidades de drogas, con distinciones acerca de su calidad y nombres de los vendedores a los cuales se les destinaba el material ya fragmentado; elementos usados para acondicionar la droga (envoltorios de similares características para identificar los tipos de sustancias), para pesarla (balanzas) y “cortarla” (reductores, cuchillos, cucharas, etc.). Esos resultados se repitieron, en general, en los procedimientos ordenados en el marco de este expediente. Al hallazgo de más de ocho kilos de marihuana, cocaína y pasta base, hay que sumarle el de más de cuatrocientos cincuenta armas de fuego de diferentes calibres, cuatro revólveres y almacenes cargadores; USO OFICIAL anotaciones referidas a la distribución de la droga entre vendedores, elementos de corte, balanzas, dinero en billetes de diferente denominación; y la detención de varios de los integrantes de la organización, sospechados desde antes a raíz de otras pruebas de la causa (ver, entre otras, fs. 1141/2, 1182/4, 1222/5, 1236, 1237, 1261/7, 1268/73, 1323/8, 1336/41, 1440/68, 1535/7, 1610/11 ,1625/6, 1661/2 del ppal.). Todo ello habla, en primer lugar, de un poder de disposición relevante sobre importantes cantidades de droga y armamento. Sugiere, además, la constatación efectiva de los particulares rasgos que –según los indicios antes comentados- caracterizaban al grupo. Se trata, en conclusión, de un cuadro de entidad suficiente como para avanzar sobre esa base a la instancia oral. c) Al responsabilizar a los procesados, el juez decidió, por un lado, asignar a Estrada González y Salazar el rol de organizadores de una cadena de tráfico de material estupefaciente, en los términos de los artículos 5 inciso “c”, 7 y 11 inciso “c” de la ley 23.737; y por otro, endilgar a los restantes imputados la tenencia con fines de comercialización de la totalidad del material estupefaciente incautado (art. 5 inciso “c” de la ley 23.737) 9 Amén de las apreciaciones que se harán en cada caso individual, cabe señalar aquí que las conclusiones del a quo sobre este punto son compartidas parcialmente por el Tribunal. Pasa a explicarse por qué: Ya se ha tenido oportunidad de señalar que la ley 23.737 no deja de contemplar el accionar conjunto de un grupo de personas que, conforme una planificación determinada, desarrollen acciones como las verificadas en este proceso. Es más, dadas las diferentes funciones que pueden llegar a cumplir los involucrados, a efectos de responsabilizarlos por sus respectivas participaciones no es indispensable que se los individualice ejecutando personalmente un acto de comercio o incluso teniendo droga en su poder, pues fácil es advertir que en una estructura como ésta, se presenta una clara distribución de roles criminales: mientras varios se ocupan de la guarda y venta de estupefacientes, otros financian u organizan la maniobra u ofician de aparato de seguridad, actividades que resultan fundamentales para la concreción de la operación (ver causa n° 28.176, reg. n° 30.303 del 1/9/09). En definitiva, todas estas acciones quedan comprendidas en la figura de comercio de estupefacientes en forma organizada (arts. 5 inciso “c” y 11 inciso “c” de la ley 23.737). Y en este contexto, la tenencia concreta de sustancias estupefacientes por la que se procesó a los encartados -la cual, según se concluyó con acierto en la pieza apelada, era guiada por la intención de destinar el material al tráfico ilícito- queda incluida como un elemento propio de la operación continuada de venta que se les endilga. Es que el comercio, en este supuesto, desplaza a la tenencia con esos fines, pues los delitos concurren en forma aparente (ver de la C.N.C.P., Sala II, causa n° 3.890 “Morales”, reg. n° del 5121 del 30/8/02). Por otra parte, se cuenta con suficientes indicios para avalar, de momento, la atribución común del acopio de armas y municiones a los diferentes miembros de la organización, pues frente a las especiales características de ésta, es 10 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario razonable sostener que sus integrantes contaban con disposición sobre el armamento guardado de conformidad con sus objetivos comunes. Ello, sin perjuicio de lo que en definitiva surja de la instancia de debate. IV- Situaciones individuales. - Roberto C. Hanco Bullón fue señalado primigeniamente por el “Imputado A” bajo el alias de “Negro Tito”, “Tito” o “Negro”. El declarante lo sindicó como una persona con un rol jerárquico en el grupo, encargado de acondicionar y preparar material estupefaciente y distribuirlo entre los “punteros” para ser vendido. Refirió también que él solía ejecutar lo anterior en el bar “El Chorrillano” situado en el USO OFICIAL interior del asentamiento (fs. 36/9 del ppal.). Agregó que el nombrado controla permanentemente la forma en que se practica la actividad en la “villa 1-11-14” (ver fs. 57/65 y 477/80 del ppal.). La información brindada por la policía ofrece una similar versión. Según aquella, el encausado operaba con vendedores que trabajaban para él, tratándose de uno de los miembros de la organización más temidos por los vecinos del barrio y que lo recorre fuertemente armado (ver fs. 168, 169, 185, 187 y 192 del ppal.). Posteriormente, Hanco Bullón fue detenido, justamente, en el local “El Chorrillano”, ubicado en las inmediaciones del sector más custodiado por la banda. En la terraza del inmueble se incautaron casi doscientos cuarenta envoltorios conteniendo más de medio kilo de marihuana (fs. 1535/7 del ppal.). Todo sugiere que “Negro Tito” estaba en el sitio haciendo aquello que las evidencias previas del legajo indican que realizaba para la organización. Y si bien ofreció como explicación que trabajaba allí, los dichos expuestos en el “Incidente de Identidad Reservada n° 43” –reservado en Secretaría y consultado por el Tribunal para definir las apelaciones- desmienten ese descargo y, juntamente con el resto de los elementos mencionados, permiten vincularlo directamente a la droga incautada y a la actividad ilícita investigada en esta causa. 11 Su procesamiento, por ende, será confirmado con arreglo a la calificación anticipada más arriba. - La situación de Miguel A. Mauricio Enciso es similar a la anterior. Conocido bajo el alias de “Pindongo” (ver fs. 2628/30 y “Legajo B” de fotografías, a la vista del Tribunal), fue sindicado como uno de los encargados de recibir la cocaína usada por la banda y luego prepararla y acondicionarla para su venta en el asentamiento. Esa sospecha surgió de la declaración del “Imputado A” (fs. 57/65 del ppal.) y de la información colectada por la policía para definir la veracidad de sus dichos (ver fs. 91 y 93 del ppal.). Con esos antecedentes, se dispuso el allanamiento de su vivienda. Allí se encontraron, entre otras cosas, las siguientes: i) 15 rollos de cinta de embalar color marrón, 4 bolsas de polietileno transparentes y 3 cajas con inscripción que en su interior poseían más de 100 sobres de sodio de la misma marca; ii) 1 balanza digital marca ADMA con plato transparente con restos de cocaína; iii) 8 envoltorios redondos de cocaína y uno de marihuana, iv) 5 hojas tipo agenda con anotaciones de nombres y números telefónicos (ver fs. 1661/2 del ppal.). Estos elementos respaldan la decisión de procesar al imputado, por lo que se confirmará lo dispuesto por el juez, con arreglo a la calificación legal discernida en la presente. Por otra parte, toda vez que en el inmueble en cuestión se secuestró un DNI a nombre de una tercera persona, poseyendo adherida una fotografía con el rostro de Mauricio Enciso; y que de esa circunstancia trasciende la participación necesaria del nombrado en la confección del instrumento espurio; se homologará el procesamiento dictado por el delito del art. 292 del Código Penal. - A Carlos A. Fleishman Culqui (“Fresa” o “Fresita” –ver fs. 2628/30 y “Legajo B” de fotografías-) se lo detuvo en el domicilio identificado con el 12 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario número 231 de la manzana 23. En una habitación del sitio se dio con casi un kilo de cocaína y pocos gramos de marihuana, una importante suma de dinero en efectivo, pastillas de “Rivotril”, una munición calibre 9 mm. y una máquina para detectar billetes falsos, entre otras cosas (fs. 1574/97 del ppal.). La defensa pretendió desligar al imputado de esa pieza y del material allí incautado. Pero esa versión se desvanece a poco que se repare en que, con arreglo a la información previa con que se contaba en la pesquisa, él era un miembro de la organización delictiva, justamente encargado de recibir droga de quienes la acondicionaban en “panes” (ver fs. 57/65 del ppal.). En esto, también, la declaración USO OFICIAL del “Imputado A” ha tenido un grado de corroboración suficiente para encaminar el cierre de esta etapa preparatoria con relación al encausado. - En la misma habitación de la casa n° 231 de la manzana 23, donde se secuestraron todos los elementos y el material estupefaciente indicados en el punto anterior, se incautó también documentación personal a nombre de Giovanni A. Chulles Frías (fs. 1574/97 del ppal.). A ese dato –al que se pretendió restar relevancia en la apelacióndebe agregarse que la fotografía del encartado fue reconocida por el “Imputado A”, quien dijo a su respecto: “Este es “Pirulo” –fojas 103-…éste maneja la cocaína, vende con “Cuadra”, para el lado de “Cuadra”, para el lado de Bonorino, por Riestra, el vende ahí nomás, no tiene vergüenza, vende ahí nomás, también tiene varias muertes, le tienen un temor las personas, dicen ahí viene “Pirulo”, y se van, porque él tiene orden de disparar, mete bala…” (ver fs. 2628/30 del ppal. y “Legajo B”). De acuerdo a este cuadro, se estima que, a la fecha, los elementos positivos superan en fuerza de convicción a los negativos. El conocimiento alcanzado así es suficiente para avalar el procesamiento de Chulles Frías. 13 - Con respecto a Danny Gustavo Mainza Contreras (alias “Danny”, “Ciego”, “Bigote”) debe decirse que fue detenido en una vivienda que, según las averiguaciones previas, era usada por el grupo para los fines de su actividad. En el lugar, se encontró un total de más de 3 kilos y medio de cocaína distribuidos en alrededor de 150 envoltorios y aproximadamente 1 kilo de marihuana. Además, había anotaciones referidas a la distribución del material estupefaciente entre los vendedores de la organización, balanzas de precisión, picadoras de plástico, calculadoras, cuchillas, cucharas, rollo de cinta de embalar y casi $25.000 en efectivo. Por otro lado, se incautaron dos revólveres calibre .38, veintisiete municiones de igual calibre, diecisiete municiones calibre .45, treinta y seis municiones calibre 9mm., cincuenta y tres proyectiles calibre .22, doce municiones con punta de plomo sin encamisar calibre .12 y un almacén cargador calibre .22 largo, entre otras cosas (ver fs. 1262/1300 del ppal.). En su declaración indagatoria, Mainza Contreras dijo: “…Dos horas antes de que llegara la policía llegamos al lugar, encontramos tres panes de un kilo cada uno y la actividad que teníamos que hacer era cuartear en 41 bolsas de 25 gramos cada uno, por cada pan de kilo. No podíamos pasarnos de cómo máximo 25,1 o 25,2 a lo mucho. Las bolsas por sí ya pesan 1,2 o 1,5 gramos, por eso obtenemos 41 y no 40. Para eso nos habían dejado ahí mismo las balanzas, las cucharas y las bolsas para hacer el trabajo. Luego de terminado el trabajo, debíamos dejar las bolsas en el mismo lugar, en la caja que estaba abierta, y cerrarla con llave y retirarnos. Luego la llave de la caja y de la escalera tenían que ser entregadas; en la calle me debían ubicar para retirarlas…” (fs. 2202/21 del ppal.). Frente a estos antecedentes, debe concluirse que la imputación que pesa sobre el nombrado cuenta con suficiente respaldo probatorio para avanzar a la instancia oral. 14 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario - Se identificó en esta causa a Luis F. Reyes Cruzado como quien usaba el apodo de “Patachín” en la organización (ver fs. 2628/30 y “Legajo B de Fotografías”). Durante la pesquisa, se colectó información acerca de que él acondicionaba y vendía material estupefaciente, versión que respaldaron tanto el “Imputado A” (fs. 477/80 del ppal.) como las averiguaciones de la policía (ver fs. 183 del ppal., entre otras). En su domicilio –donde fue detenido- se incautaron manuscritos con claras referencias a la distribución de la droga y a sus cantidades (ver fs. 2588/90 USO OFICIAL del ppal.) y bidones sin contenido con la etiqueta luciendo la inscripción “HYDRO SFA3, ADITIVO HUMECTANTE, SOLUCIÓN DE FUENTE ÁCIDA”, entre objetos y efectos de valor económico (ver fs. 1625/6 del ppal.). Estos antecedentes permiten, a esta altura, trazar un vínculo entre el imputado y el grupo investigado, por lo que se confirmará su procesamiento, con arreglo a la calificación discernida en la presente. - Antes que Andrea Consuelo Alejo Gutiérrez resultara detenida en el sector del barrio al que se accede traspasando la “puerta 102”, la información aportada a la causa por las fuerzas de seguridad la señalaban –por su alias, “La Chola”como quien controlaba las actividades de guarda de estupefacientes que se llevaban adelante en la zona (ver fs. 349 del ppal.). Está probado que la organización investigada poseía un afianzado dominio territorial sobre ese espacio en particular (ver, por ejemplo, fs. 198 del ppal., entre otras). Una versión análoga había aportado el “Imputado A” en sus declaraciones, identificando a “La Chola” como alguien que guardaba drogas y dinero para la banda en los inmuebles de ese pasillo, sobre el que tenía control. Se apuntó que ella vivía en una de las viviendas (ver fs. 57/65 del ppal.). 15 Tomando esos datos coincidentes como premisa –a lo que cabe aunar las acreditadas relaciones de la nombrada con otros miembros del grupo, mencionadas por el juez-, es razonable atribuirle la posesión de los elementos secuestrados en el allanamiento que consta a fs. 1323/8 y 1336/41 del ppal., a partir del cual se secuestraron casi 500 gramos de cocaína en más de 800 envoltorios, una balanza, cinta aisladora, las bolsas plásticas de nylon usadas para acondicionar la sustancia, una suma en efectivo superior a los mil pesos, anotaciones registrando la distribución de la droga y su calificación según su calidad así como los nombres de los “punteros”. Este cuadro de convicción basta para avalar el procesamiento de la imputada, con arreglo a la calificación legal escogida en la presente pieza. - En sus declaraciones en el sumario, el “Imputado A” señaló que dos mujeres apodadas como “La Flaca” y “Priscila” se ocupaban de proveer la marihuana que vendía la organización dentro y fuera del asentamiento, ingresando periódicamente “panes” de esa sustancia (ver fs. 57/65 y 477/80 del ppal.). El “Testigo de Identidad Reservada” brindó, en lo pertinente, una versión análoga (ver fs. 68/70 del ppal.). También lo propio surge de la información colectada en la zona por la policía, según la cual ambas eran las encargadas de abastecer del material mencionado a gran parte del asentamiento (fs. 92 del ppal.). “La Flaca” fue identificada como Lucía Melgarejo (fs. 144 del ppal.), mientras que con respecto a “Priscila” -Priscila Flores Nuñez (conf. fs. 2628/2630 y “Legajo B de Fotocopias”)- se averiguó que tenía un bar ubicado en el sector de fuerte dominio de la banda, que –estando a la hipótesis de las fuerzas de seguridad- era usado como “pantalla” de la actividad de comercio de estupefacientes (fs. 395 del ppal.). A esas evidencias, debe agregarse que en poder de Melgrarejo se incautaron anotaciones que se vinculan directamente a la posición que se le atribuye en 16 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario el grupo y a las conexiones que, en virtud de ella, poseía con otros integrantes (fs. 1222/5 del ppal.). El Tribunal considera que este cuadro es suficiente para que la situación de las nombradas avance hacia la instancia de debate, con arreglo a la calificación escogida en esta pieza. - Prisciliano Villalba Cristaldo fue detenido en una vivienda previamente señalada en la investigación como un lugar utilizado por el grupo para guardar elementos usados para concretar su actividad ilícita. Tenía bajo su esfera de disposición, en ese momento, un revólver calibre .38 largo sin numeración visible y USO OFICIAL tres municiones de arma de fuego, además de una vaina servida (ver fs. 1235/45 del ppal.). Por su parte, según surge de las constancias del sumario, Roberto Nelson Huamanchumo Alcalde fue también aprehendido en un inmueble allanado por ser de uso habitual de la banda. Cuando ingresaron las fuerzas de seguridad intentó fugarse por los techos –con resultado infructuoso-, encontrándose a su lado más de 200 envoltorios conteniendo cocaína (ver fs. 1181/1212 del ppal.). Se incautaron allí, además, papeles con anotaciones ligadas al tráfico de drogas investigado (fs. 2533 del ppal.) Esas circunstancias son suficientes en esta etapa preliminar para vincular a los imputados a la organización y su operatoria, por lo que se homologarán sus procesamientos, con arreglo a la calificación escogida en la presente. - Más de un elemento de cargo alude a la participación decisiva de Dante Roosevelt Pacheco Ore -“Pipo”- (ver fs. 2628/30 del ppal. y “Legajo B de Fotografías”) en los hechos objeto de este pronunciamiento. Es que, amén de su relación individual con Estrada González y Salazar (sería sobrino del primero y consignó a la segunda como persona de confianza en el trámite de su C.I.), lo cierto es que aquél fue específicamente señalado, en la 17 información reportada por las fuerzas de seguridad, como quien se encargaba de custodiar el normal desarrollo de la venta de drogas, recogiendo en forma semanal las ganancias del comercio. Se apuntó además que era muy cuidado por los “soldados” cada vez que se trasladaba al asentamiento desde su vivienda en Moreno, Provincia de Buenos Aires (fs. 105, 106/7, 108/9, 131/3 del ppal.). Esa versión guarda coherencia con otros indicios colectados en la pesquisa. Así, el “Imputado A” reparó en que “Pipo” detentaba una alta posición jerárquica, al punto que viajaba al barrio para que se le rindiera cuentas del producido de la comercialización de las sustancias prohibidas. Explicó que: “Pipo es quien representa también a la banda de Marcos en la villa, asigna terrenos que dice que son propiedad de la banda…se encarga de juntar la plata de la venta de los punteros, de toda la droga que se vende en la calle, él también maneja la plata de la banda, es muy vivo, es muy precavido. Para que no lo involucren con nada, no lo van a encontrar con nada, sabe todas las cosas. Cuando él venía a la 102, todos decían que hasta no pasara él con el auto, con el Toyota blanco, nadie que no sea de la villa podía entrar de la calle Bonorino para adentro, controlaban que nadie pasara…” (conf. fs. 57/65 del ppal.). Pues bien, frente a estos antecedentes, el juez consideró relevante el grado de solvencia económica que demostró tener el encausado cuando se allanaron sus propiedades en la localidad de Moreno, Pcia de Bs. As. Si bien él, en su defensa, busco ligar esa situación a sus actividades comerciales lícitas, el Tribunal entiende que cualquiera sea el origen que quepa atribuir a los bienes muebles e inmuebles de su pertenencia, la causa muestra la concurrencia de elementos independientes y unívocos que trazan un vínculo directo -y de especial importancia- entre Pacheco Ore y la organización ilícita. 18 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario En este contexto, puede afirmarse que la hipótesis que sustentó el procesamiento tiene suficiente nivel de corroboración como para avanzar en la imputación contra el nombrado hacia la etapa de juicio. - El “Imputado A” aseguró en sus declaraciones que Marco A. Estrada González constituía la cabeza de la organización investigada y que su mujer, Silvana A. Salazar, poseía una posición jerárquica similar, recibiendo parte de las ganancias de la maniobra. Así, por ejemplo, se afirmó que “…es mentira cuando se agarra a alguien que dice que vende en la villa y no tiene que ver con Marcos, el que vende en USO OFICIAL la villa y no tiene autorización de Marcos, lo matan. Nadie puede vender y comprar que no sea de Marcos. Todas las personas que están ahí, los vendedores, les dan una cuenta, los que sacan el resumen de eso, se lo dan a Silvana Salazar, en su casa, o sea que van a la casa y le dan la cuenta a ella….” (fs. 2628/30 del ppal.). En lo que a este pronunciamiento provisorio interesa, debe decirse que la información que antecede guarda coherencia con lo que surge de otras fuentes de prueba independientes. Así, han sido valoradas las entradas y salidas del barrio privado “La Celia” –donde Salazar cumplía su arresto domiciliario a disposición de un Tribunal Oral de este fuero- de las cuales puede extraerse que ella fue visitada por miembros de la organización como David R. Aranda Valiente y Mimí Z. Villacorta Díaz, quienes fueron detenidos al poco tiempo con grandes cantidades de material estupefaciente en su poder y elementos que los ligaban a la procesada. En efecto, Villacorta Díaz fue aprehendida el 19 de febrero de este año, en uno de los sectores más custodiados por la banda, teniendo en su poder más de cinco kilos de cocaína y veintidós kilos de marihuana (causa n° 2095/10 del mismo juzgado, conexa a la presente), mientras que Aranda Valente fue detenido en septiembre de 2009 con un total de aproximadamente treinta y siete kilos y medio de 19 marihuana, poco menos de un kilo y medio de cocaína, y múltiples municiones de armas de fuego. Por otro lado, se secuestraron en su esfera de custodia anotaciones a nombre de Silvana Salazar (ver de esta Sala, causa n° 28.506, reg. n° 30.674 del 19/11/09). Con respecto a Estrada González, se advierte que lo consignado por el “Imputado A” encuentra su correlato en aquello que declarara en esta causa a fs. 3544/52 la persona que fue detenida el 3 de diciembre de 2010 en una vivienda utilizada por la organización –en especial por el prófugo conocido como “Chato Mini”, supuestamente de alta posición en la banda- con casi medio kilo de cocaína en su poder. Dijo lo siguiente: “Chato Mini…me forzaba primero a embalar la droga en los envoltorios chiquitos y después a pesarla…Chato Mini, él era marcador de Marcos Estrada, después lo ascendieron a administrador, recibía la bomba, es decir, la droga en grandes cantidades y se iba a una casa a repartirla en bolsas como las que se secuestrara que decía en marcador “DAVID 500-100”. Ahora, “Chato Mini” es el que se encarga de manejar la droga, ya que están presos la mayoría de los jefes…”. Al exhibírseles las anotaciones de los papeles y cuadernos incautados en el procedimiento, explicó al respecto que “…estas son anotaciones de la venta de drogas que hace la banda, que tenía el Chato Mini, ahí se deja constancia de la venta que se hace. Esa letra que aparece es su letra, es la letra de Chato Mini, él contaba la plata de la mercancía y lo que mandaba para Marcos…”. Estos datos pueden ser valorados aquí pues, como tiene dicho la Corte, deben tenerse en cuenta las circunstancias existentes al momento de la decisión, aunque aquellas fuesen sobrevinientes a la interposición del recurso en examen (Fallos 266:148; 308:1489; 310:2322 -voto Dr. Fayt-; 311:870; 313:701; 327:3488; c. 4236. XLI. “Crousillat Carreño, José Francisco s/ extradición”, rta. el 18/04/06, entre muchos otros). 20 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario Frente a ello, y amén de las medidas de seguridad dispuestas por el juez para resguardar la integridad física de quien se viene refiriendo –cuestión que, debe destacarse, resulta más que esencial-, se concluye que su exposición, sumada a las circunstancias que la rodearon, se erige como un factor relevante para tener por suficientemente corroborada la hipótesis que llevó a procesar a Estrada González, pronunciamiento que, por lo aquí desarrollado, será avalado, al igual que la medida cautelar dictada respecto de Salazar. V- Prisión Preventiva La amenaza de pena que se cierne sobre los encartados en función USO OFICIAL de los delitos endilgados, se erige como un dato relevante a la hora de evaluar la posibilidad de que se fuguen o entorpezcan la investigación, partiendo de la presunción prevista por el legislador en los artículos 316 y 317 del C.P.P.N. (ver n° 27.501 “Lerch”, reg. n° 29.376 del 29/12/08, causa n° 27.594 “Larrosa Chiazzaro” reg. n° 29.654 del 23/3/09 y causa n° 27.740 “Cullari”, reg. n° 29.705 del 1/4/09, entre otras). Además de ello, las propias características del caso abonan a concluir en la existencia de riesgos procesales que no pueden ser contrarrestados por medios menos lesivos (art. 319 del C.P.P.N.). En este sentido, debe hacerse hincapié en que se reprocha a los procesados haber desempeñado roles específicos en una organización que presenta como notas características un alto grado de coordinación y la conformación de un amplio operativo de seguridad con dominio territorial para asegurar su impunidad, así como variadas modalidades de acción que, según lo averiguado hasta aquí, incluyen la intimidación a potenciales testigos y el manejo habitual de armas de fuego. Constan en la causa datos concretos que otorgan sustento al riesgo fundado en lo anterior (ver fs. 121, 147, 169, 173, 181, 186, 188, 211/20, 380/4, 398, 468/73, 620/2, 624/6, 629, 654/5, 668/9 y 3597, todas del ppal., entre otras). 21 Partiendo de tales extremos, no es posible descartar que los justiciables contribuyan a frustrar la obtención de elementos probatorios o bien la detención de personas sobre las cuales, en la actualidad, pesan órdenes de captura, y con las cuales poseen probadas conexiones. Tampoco debe pasarse por alto la posibilidad de fuga que puede extraerse del número de entradas y salidas del país de algunos de los imputados (ver fs. 429/31 y 434, por ejemplo), y de los caudales de dinero que, según se ha averiguado, manejaba el grupo. Cabe agregar a lo expuesto, los antecedentes condenatorios que registran Priscila Flores Nuñez y Estrada González (ver legajo de personalidad de la primera y “Legajo A”), la actitud asumida por Huamanchumo Alcalde en oportunidad de ser aprehendido, y las apreciaciones efectuadas por el juez acerca de las dificultades que podrían presentarse para dar con el paradero de los justiciables, de acceder a su libertad. Esta Sala considera que el cuadro descripto fundamenta suficientemente la presunción de peligro procesal que justifica mantener cautelarmente detenidos a Marco A. Estrada González, Silvana A. Salazar, Dante R. Pacheco Ore, Roberto C. Hanco Bullón, Danny G. Mainza Contreras, Andrea C. Alejo Gutiérrez, Miguel A. Mauricio Enciso, Luis Torres Astupiñan, Prisciliano Villalba Cristaldo, Priscila Flores Núñez, Luis F. Reyes Cruzado, Giovanni A. Chulles Frías, Carlos A. Fleishman Culqui, Lucía Melgarejo, Yassir A. Laura Sánchez y Roberto N. Huamanchumo Alcalde, por lo que se confirmará lo resuelto al respecto. VI- Embargos. En la pieza bajo revisión se volcaron argumentos pertinentes –tales como la finalidad económica de los hechos, las sumas de dinero secuestradas en la pesquisa y el valor de varios de los efectos hallados en poder de los justiciables, por ejemplo- para justificar, a esta altura, el monto de los embargos trabados sobre los 22 Poder Judicial de la Nación 2010 - Año del Bicentenario bienes de los imputados, ello con arreglo a las pautas que impone el artículo 518 del Código Procesal Penal de la Nación. VII- Últimas apreciaciones. Para terminar, debe resaltarse la necesidad de que se comiencen a transitar de inmediato las fases procesales correspondientes para elevar la situación de los procesados a la etapa del debate oral; extrayendo fotocopias de las actuaciones a efectos de continuar, sobre la base de éstas, con el trámite relativo a quienes se encuentran en la actualidad prófugos. Lo anterior responde a distintas razones: primero, a que no cabe USO OFICIAL demorar el avance del enjuiciamiento de personas que están privadas de libertad; y segundo, a que, sin adentrarse ahora a discernir la relación concursal que pueda existir entre estos hechos y los que constituyen el objeto del sumario conexo n° 1689, actualmente del registro del TOF n° 6 (ver considerando III), no deja de advertirse la evidente conveniencia -ya sea desde un punto de vista procesal, probatorio o de utilización de recursos- de que los presentes sucesos sean juzgados conjuntamente con aquellos, por el mismo tribunal. En virtud de lo expuesto, SE RESUELVE: I- NO HACER LUGAR a los planteos de nulidad tratados en la presente. II- CONFIRMAR el auto en crisis por cuanto dispone el PROCESAMIENTO CON PRISIÓN PREVENTIVA de Marco A. Estrada González y Silvana A. Salazar como organizadores de una cadena destinada al tráfico ilícito de sustancias estupefacientes en el que intervinieran más de tres personas y coautores del delito de acopio de armas de fuego, sus piezas y municiones (art. 7 en función del art. 5 inciso “c” y del art. 11 inciso “c” de la ley 23.737; y 189 bis, inciso 3, del Código Penal). 23 III- CONFIRMAR el auto en crisis por cuanto dispone el PROCESAMIENTO CON PRISIÓN PREVENTIVA de Dante R. Pacheco Ore, Roberto C. Hanco Bullón, Danny G. Mainza Contreras, Andrea C. Alejo Gutiérrez, Miguel A. Mauricio Enciso, Prisciliano Villalba Cristaldo, Priscila Flores Núñez, Luis F. Reyes Cruzado, Giovanni A. Chulles Frías, Carlos A. Fleishman Culqui, Lucía Melgarejo y Roberto N. Huamanchumo Alcalde en orden a los hechos imputados, los que quedarán calificados en los términos de la figura de comercio de estupefacientes agravada por la participación de tres o más personas (arts. 5 inciso “c” y 11 inciso “c” de la ley 23.737) y acopio de armas de fuego, sus piezas y municiones (art. 189 bis, inciso 3, del Código Penal). IV- CONFIRMAR el auto en crisis por cuanto dispone el PROCESAMIENTO CON PRISIÓN PREVENTIVA de Miguel A. Mauricio Enciso por el delito del art. 292 del Código Penal. V- CONFIRMAR el auto en crisis por cuanto dispuso la PRISIÓN PREVENTIVA de Luis Torres Astupiñan y Yassir A. Laura Sánchez. VI- CONFIRMAR el embargo trabado sobre los bienes de los imputados. VII- ENCOMENDAR al a quo que proceda con arreglo a lo señalado en el Considerando II, punto ii, última parte; y en el Considerando VII. Regístrese, hágase saber al Sr. Fiscal General mediante oficio de estilo junto con copia de la presente, y devuélvase a la anterior instancia, donde deberán efectuarse las restantes notificaciones que correspondan. Fdo: Horacio Rolando Cattani- Martín Irurzun- Eduardo G. Farah.Ante mi: Pablo J. Herbón. Secretario de Cámara.- 24