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INSTRUMENTOS INTERNACIONALES SOBRE
RACISMO EN EL SISTEMA DE NACIONES
UNIDAS Y EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.
SISTEMATIZACIÓN, ANÁLISIS Y APLICACIÓN
Víctor Rodríguez
Víctor Rodríguez
Abogado costarricense, especialista en Derecho
Internacional. Profesor universitario
Introducción
En 1945 la comunidad internacional creó la Organización de las Naciones
Unidas (ONU). En la carta constitutiva de la organización se afirma que los
propósitos de las Naciones Unidas son, entre otros, “realizar la cooperación
internacional (...) en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y
a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de
raza, sexo, idioma o religión1.
(La negrita es del autor).
En los documentos jurídicos internacionales en materia de derechos
humanos que se han ido elaborando con posterioridad a la creación de la ONU,
los Estados han aceptado que todos los miembros de la familia humana tienen
derechos iguales e inalienables y se han comprometido a garantizar y defender
esos derechos.
No obstante, la discriminación racial sigue dificultando el pleno logro de los
derechos humanos. Pese a los progresos realizados en algunas esferas, las
distinciones, exclusiones, restricciones y preferencias basadas en la raza, el color,
la ascendencia, el origen nacional o étnico, siguen creando y agravando conflictos.
Debido al carácter fundamentalmente injusto de la discriminación racial, así como
de los peligros que representa, su eliminación se ha convertido en una meta de la
acción de las Naciones Unidas.
Ante la preocupación internacional cada vez mayor por la discriminación
racial, en 1963 la Asamblea General de la ONU decidió aprobar oficialmente la
Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial.
En el preámbulo de la misma se subrayan cuatro aspectos principales:
-
-
Toda doctrina de diferenciación o superioridad racial es científicamente
falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa, y nada
permite justificarla ni en la teoría ni en la práctica.
Todas las formas de discriminación racial y, más aún, las políticas
gubernamentales basadas en el prejuicio de la superioridad o en el odio
racial, violan los derechos humanos fundamentales, ponen en peligro las
relaciones amistosas entre los pueblos, la cooperación entre las naciones y
la paz y la seguridad internacionales;
La discriminación racial daña no sólo a quienes son objeto de ella, sino
también a quienes la practican.
La edificación de una sociedad universal libre de todas las formas de
segregación y discriminación raciales, que son factores de odio y división,
es uno de los objetivos fundamentales de las Naciones Unidas
Desde 1945 la comunidad internacional se ha dotado de varios instrumentos
jurídicos para combatir el antiguo y grave flagelo del racismo, la discriminación
racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
El presente artículo, que se inserta en el marco de los trabajos preparatorios
de la próxima Conferencia Mundial de las Naciones Unidas contra el Racismo, la
Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas conexas de Intolerancia, se
propone recopilar, sistematizar y analizar los instrumentos jurídicos que, tanto a
nivel de la ONU como de la Organización de Estados Americanos (OEA) han sido
adoptados para luchar contra las problemáticas objeto de la Conferencia.
Este estudio se divide en dos capítulos: el primero desarrollará el Sistema
de las Naciones Unidas y el segundo el Sistema Interamericano. Debido a las
diferencias estructurales e instrumentales de ambos sistemas, se utilizarán
metodologías distintas para cada uno de ellos como se indicará oportunamente.
I.
EL SISTEMA DE NACIONES UNIDAS
Los documentos jurídicos en la materia
Tratando de racismo, de discriminación racial, de xenofobia y de formas
conexas de intolerancia, el instrumento específico de referencia es sin duda la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación Racial, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 21 de
diciembre de 1965 y que entró en vigor el 4 de enero de 1969 (en adelante “La
Convención contra la Discriminación Racial” o “La Convención”).
Sin embargo, hay otros instrumentos internacionales de carácter general y
específico que contribuyen a enriquecer el tratamiento y prevención del racismo
por medio de un principio general fundamental consagrado en prácticamente todos
los instrumentos de derechos humanos: el principio de igualdad y no
discriminación por condiciones de raza, religión, sexo, nacionalidad, etc.
Este principio ha tenido una profusa utilización y ampliación interpretativa
en favor de la eliminación del racismo y de otras formas de discriminación a partir
del desarrollo progresivo y del principio pro hombre (pro persona humana), lo que
se ha manifestado en la doctrina de la acción afirmativa, también llamada acción
positiva (positive action), como un medio necesario, temporal, para establecer
acciones que beneficien a grupos histórica y culturalmente discriminados y
vulnerabilizados hasta tanto se alcance un balance adecuado dentro de las
relaciones humanas.
PRINCIPALES DOCUMENTOS JURÍDICOS QUE ABORDAN EL TEMA
DEL RACISMO
-
Declaración Universal de los Derechos Humanos, (adoptada por la
Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948);
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
(adoptado por la Asamblea General de la ONU el 16 de diciembre de 1966;
en vigor desde el 3 de enero de 1976);
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, (adoptado por la
Asamblea General de la ONU el 16 de diciembre de 1966; en vigor desde el
23 de marzo de 1976);
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, (adoptado por la Asamblea General de la ONU el 16 de diciembre
de 1966; en vigor desde el 23 de marzo de 1976)
Declaración de los Derechos del Niño, (aprobada por la Asamblea General
de la ONU el 20 de noviembre de 1959);
Convención sobre los Derechos del Niño, (adoptada por la Asamblea
General de la ONU el 20 de noviembre de 1989);
Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer,
(proclamada
por la Asamblea General de la ONU el 7 de noviembre de 1967);
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la
Mujer, (adoptada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de
1979; en vigor desde el 3 de septiembre de 1981);
Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, (adoptado por la Asamblea
General de la ONU el 6 de octubre de 1999);
Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de
Apartheid, (adoptada por la Asamblea General de la ONU el 30 de
noviembre de 1973; en vigor desde el 18 de julio de 1976);
Convención Internacional contra el Apartheid en los Deportes, (adoptada
por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1985);
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio,
(adoptada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1948;
en vigor en la misma fecha);
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o
Degradantes, (adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de
diciembre de 1984; en vigor desde el 26 de junio de 1987);
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio,
(adoptada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1948;
en vigor desde el 9 de diciembre de 1948);
Convención para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores
Migratorios y Miembros de sus Familias, (no ha entrado en vigor);
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, (adoptado el 17 de julio
por la Conferencia Diplomática de los Plenipotenciarios de las Naciones
Unidas sobre el establecimiento de un corte penal internacional).
-
-
-
-
-
Convenio N° 111 de la OIT relativo a la discriminación en materia de
empleo y ocupación, (adoptado por la Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo el 25 de junio de 1958; entró en vigor
el 15 de junio de 1960);
Convenio N° 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, (adoptado por la Conferencia General de la Organización
Internacional del Trabajo el 27 de junio de 1989);
Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías
nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas, (adoptada por la Asamblea
General de la ONU el 18 de diciembre de 1990);
Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales, (adoptada y proclamada
por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura el 27 de noviembre de 1978);
Declaración sobre los principios fundamentales relativos a la contribución de
los medios de comunicación de masas al fortalecimiento de la paz y la
comprensión internacional, a la promoción de los derechos humanos y a la
lucha contra el racismo, el apartheid y la incitación a la guerra, (proclamada
por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura el 28 de noviembre de 1978);
Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la
enseñanza, (adoptada por la Conferencia General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura el 14 de
diciembre de 1960; entró en vigor el 22 de mayo de 1962);
Protocolo para instituir una comisión de conciliación y buenos oficios
facultada para resolver las controversias a que pueda dar lugar la
Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la
enseñanza, (adoptado por la Conferencia General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura el 10 de
diciembre de 1962; entró en vigor el 24 de octubre de 1968).
La Tercera Década de Combate al Racismo y la Discriminación Racial y su
Programa de Acción (a partir de 1993);
La Proclamación de la Primera y la Segunda Décadas de Combate al
Racismo y la Discriminación Racial (aun cuando sus objetivos principales no
fueron alcanzados)2
Es fundamental mencionar la iniciativa de las Naciones Unidas para la
formulación de un proyecto de Declaración sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, proceso que vendría a fortalecer lo que hasta ahora ya ha sido
avanzado por medio del Convenio 169 de la OIT citado anteriormente.
A pesar de todos estos vastos e importantes esfuerzos, debe verse con
preocupación que el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas
conexas de intolerancia, antagonismo étnico y actos de violencia, muestran signos
de incremento en muchas partes del mundo, así como el aumento de
organizaciones creadas sobre la base del racismo y plataformas xenofóbicas. Esto
se ha visto favorecido por el desarrollo tecnológico en el campo de las
comunicaciones, incluyendo Internet, donde se muestran campañas que publicitan
actividades violentas de promoción del racismo y la xenofobia con incitación racial;
donde incluso se requiriendo fondos contra las campañas de grupos multiétnicos
alrededor del mundo3.
Ante ese oscuro panorama, deben continuarse y fortalecerse los planes
nacionales e internacionales a partir de esfuerzos conjuntos entre Estados,
Organismos Internacionales y Sociedad Civil. Tomando en cuenta la relación de
todos esos instrumentos internacionales e iniciativas en proceso, se hace el
siguiente listado de posibles recomendaciones que pudieran servir de base de
discusión dentro de la Conferencia Mundial contra el Racismo:
-
-
-
-
-
“Visibilizar” el tema del racismo y la discriminación racial, el cual se
encuentra entre las más serias violaciones de los derechos humanos en el
mundo actual, por lo cual, se requiere de un compromiso claro y expreso
para erradicarlo por todos los medios posibles.
Urgir a los Estados para que tomen todas las medidas necesarias para
contrarrestar y erradicar las nuevas formas emergentes de racismo,
discriminación racial, xenofobia y otros tipos de intolerancia, especialmente
medidas legislativas, administrativas y de otro carácter como la educación y
la comunicación.
Visualizar compromisos más claros y realistas para la Conferencia Mundial
y la Tercera Década del Combate contra el Racismo y la Discriminación
Racial y su Plan de Acción y que busquen objetivos más puntuales y
efectivos que los alcanzados en las dos Décadas de Combate precedentes.
El seguimiento y monitoreo de los resultados y compromisos que adquieran
los Estados dentro del plano internacional, pero sobre todo dentro de sus
políticas públicas, debe producirse en conexión con los informes y el trabajo
que realizan todos los Comités de las Naciones Unidas en los aspectos
pertinentes de cada uno de ellos. Para esos fines, debe fortalecerse y
coordinarse el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil,
especialmente en la realización de los informes paralelos o “sombra” que
tanta utilidad prestan allegando información a los Comités.
Conminar a los Estados que no lo hayan hecho, a que ratifiquen todos los
instrumentos internacionales relacionados con el tema del racismo, la
discriminación racial y sus formas conexas de intolerancia, especialmente la
-
-
Convención para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores
y Miembros de sus Familias, que es el que mayor prioridad de apoyo
requiere en este momento para su instrumentación. Universalizar el estado
de ratificaciones de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación Racial y levantar la mayor cantidad de reservas
registradas por algunos Estados que la han ratificado.
Diseñar campañas amplias de educación, divulgación y promoción para el
combate del racismo y sus formas de manifestación, utilizando todos los
medios de comunicación masivos posibles, incluyendo Internet. Especial
interés tiene la prevención y educación entre las personas adolescentes,
sobre todo las que no tienen acceso a la educación formal.
Generar fondos permanentes y sostenibles para el combate del racismo y
todas sus derivaciones.
Fortalecer los procesos de elaboración de los proyectos de Declaración de
los Derechos de los Pueblos Indígenas, tanto en el ámbito de las Naciones
Unidas como dentro del Sistema Interamericano.
La Convención Internacional sobre la Eliminación
de Todas las Formas de Discriminación Racial: El
punto de partida de análisis en Naciones Unidas
La Convención contra la Discriminación Racial, al constituirse en un
documento especializado sobre el tema, debe utilizarse como marco de referencia
y punto de partida para generar los principales insumos que sirvan a una
interpretación más extensiva de los derechos análogos contenidos en el resto de
los instrumentos internacionales de Naciones Unidas, así como de los sistemas
regionales que tocan el tema aunque sea en forma tangencial. Al ser más
abarcadora y específica, la Convención contra la Discriminación Racial provee un
marco normativo orientador en relación con otros documentos e iniciativas
internacionales que, a su vez, pueden y deben impulsar políticas públicas
nacionales para combatir el racismo.
Metodología
A continuación se presentarán, en un recuadro de color, los contenidos de
algunos de los siete artículos sustantivos de la Convención contra la
Discriminación Racial; al constituir un documento específico sobre el tema de la
Conferencia Mundial, se utiliza como marco de referencia para sistematizar,
interpretar e integrarse con otras normas sustantivas de otros instrumentos
internacionales conexos. Esa labor se enriquecerá con los desarrollos hechos en
los informes y recomendaciones del Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial (en adelante “CEDR”), que es el órgano especializado
creado por la Convención, junto con otras observaciones y recomendaciones de
otros Comités de Naciones Unidas que hayan hecho análisis sobre temas
similares.
Para el tratamiento del tema ante el Sistema Interamericano, en vista de
que no existe un instrumento regional específico sobre la materia, se tomará como
base la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el desarrollo
jurisprudencial de la Comisión y de la Corte Interamericanas de Derechos
Humanos como se indicará en el Capítulo II.
La Convención contra la Discriminación Racial
Artículo 1
Discriminación racial, concepto; excepciones a la aplicación de la
Convención; acción positiva
La Convención establece que la expresión “discriminación racial” denotará
“toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza,
color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular
o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de
los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”4
A la par de la Convención contra la Discriminación Racial, otros
documentos jurídicos se han dedicado a definir la discriminación racial ajustándole
connotaciones específicas a su naturaleza jurídica (educación, género, empleo,
etc.).
Así la Convención Relativa a la Lucha Contra las Discriminaciones en la
Esfera de la Enseñanza, en el artículo 1 establece:
1. A los efectos de la presente Convención, se entiende por “discriminación”
toda distinción, exclusión, limitación o preferencia fundada en la raza, el color, el
sexo, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole, el
origen nacional o social, la posición económica o el nacimiento, que tenga por
finalidad o por efecto destruir o alterar la igualdad de trato en la esfera de la
enseñanza y, en especial:
-
Excluir a una persona o a un grupo del acceso a los diversos grados y tipos
de enseñanza;
Limitar a un nivel inferior la educación de una persona o de un grupo;
A reserva de lo previsto en el artículo 2 de la presente Convención,
instituir o mantener sistemas o establecimientos de enseñanza separados
para personas o grupos; o
Colocar a una persona o a un grupo de personas en una situación
incompatible con la dignidad humana”
Por su parte, el Convenio 111 de la OIT relativo a la discriminación en
materia de empleo y ocupación conceptualiza la discriminación de la siguiente
manera:“A los efectos de este Convenio, el término “discriminación” comprende:
-
-
Cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de raza,
color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social
que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato
en el empleo y la ocupación;
Cualquier otra distinción, exclusión o preferencia que tenga por efecto
anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo u
ocupación...
Las distinciones, exclusiones o preferencias basadas en las calificaciones
exigidas para un empleo determinado no serán consideradas como
discriminación”.
Análoga definición propone la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, que establece que a los efectos de la
Convención,
“la expresión “discriminación contra la mujer” denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o
anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su
estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social,
cultural y civil o en cualquier otra esfera” (Artículo 1).
Dos formas particularmente graves y odiosas de discriminación las
constituyen el genocidio y el apartheid; entendiéndose el genocidio como una serie
de actos criminales perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a
un grupo nacional, étnico, racial o religioso5. En el artículo 3 se analizará estas
figuras6.
Otros instrumentos jurídicos generales (o no específicamente consagrados
al tema en cuestión) dedican algunos artículos al principio de la no discriminación.
Si bien en estos documentos la palabra discriminación no viene
expresamente definida, resulta muy claro que se refiere a una distinción entre
personas en el goce de los derechos humanos fundamentada en razones de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social7
A tal propósito el Comité de Derechos Humanos, en su observación general
n° 18 de 1989 relativa a la “no discriminación” dijo lo siguiente:
6. El Comité toma nota de que en el Pacto no se define el término
“discriminación” ni se indica qué es lo que constituye discriminación. Sin embargo,
en el artículo 1 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Racial se establece que la expresión “discriminación
racial” denotará toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basadas en
motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones
de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública.
De igual manera, en el artículo 1 de la Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer se establece que la expresión
“discriminación contra la mujer” denotará toda distinción, exclusión o restricción
basada en el sexo, que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado
civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos
y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y
civil o en cualquier otra esfera.
7. Si bien esas convenciones se refieren sólo a un tipo específico de
discriminación, el Comité considera que el término “discriminación”, tal como se
emplea en el Pacto, debe entenderse referido a toda distinción, exclusión,
restricción o preferencia que se basen en determinados motivos, como la raza, el
color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen
nacional o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición
social, y que tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos
humanos y libertades fundamentales de todas las personas.”
En la misma observación general n° 18, el Comité de Derechos Humanos
realizó otros comentarios acerca del tema de la no discriminación. En este
contexto parece útil mencionar los siguientes:
“1. La no discriminación, junto con la igualdad ante la ley y la igual
protección de la ley sin ninguna discriminación, constituye un principio básico y
general relativo a la protección de los derechos humanos. Así, el párrafo 1 del
artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece la
obligación de cada Estado Parte de respetar y garantizar a todos los individuos
que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción, los derechos
reconocidos en el Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social En virtud del artículo 26 todas las
personas no solamente son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección
de la ley, sino que también se prohíbe cualquier discriminación en virtud de la ley y
garantiza a todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier
discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
2. En efecto, la no discriminación constituye un principio tan básico que en
el artículo 3 se establece la obligación de cada Estado Parte de garantizar a
hombres y mujeres la igualdad en el goce de los derechos enunciados en el Pacto.
Si bien el párrafo 1 del artículo 4 faculta a los Estados Partes para que en
situaciones excepcionales adopten disposiciones que suspendan determinadas
obligaciones contraídas en virtud del Pacto, ese mismo artículo exige, entre otras
cosas, que dichas disposiciones no entrañen discriminación alguna fundada
únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.
Además, el párrafo 2 del artículo 20 impone a los Estados Partes la obligación de
prohibir por ley toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya
incitación a la discriminación.
3. Debido a su carácter básico y general, el principio de no discriminación
así como el de igualdad ante la ley y de igual protección de la ley a veces se
establecen expresamente en artículos relacionados con determinadas categorías
de derechos humanos. El párrafo 1 del artículo 14 establece que todas las
personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia y el párrafo 3 del
mismo artículo dispone que durante el proceso toda persona acusada de un delito
tendrá derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas enunciadas en los
incisos a) a g) de este último párrafo. Análogamente, el artículo 25 prevé la
igualdad de participación de todos los ciudadanos en la vida pública, sin ninguna
de las distinciones mencionadas en el artículo 2.
5. El Comité desea señalar a la atención de los Estados Partes el hecho de
que en ciertos casos el Pacto les exige expresamente que tomen medidas que
garanticen la igualdad de derechos de las personas de que se trate Por ejemplo, el
párrafo 4 del artículo 23 estipula que los Estados Partes tomarán las medidas
apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y de responsabilidad de ambos
esposos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución
del mismo. Las medidas que se adopten podrán ser de carácter legislativo,
administrativo o de otro tipo, pero los Estados Partes tienen la obligación positiva
de asegurarse de que los esposos tengan igualdad de derechos, como lo exige el
Pacto. En lo que respecta a los niños, el artículo 24 dispone que todo niño, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, origen
nacional o social, posición económica o nacimiento, tiene derecho a las medidas
de protección que su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia
como de la sociedad y del Estado.
12. Si bien el artículo 2 del Pacto limita el ámbito de los derechos que han
de protegerse contra la discriminación a los previstos en el Pacto, el artículo 26 no
establece dicha limitación. Esto es, el artículo 26 declara que todas las personas
son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la
ley; también dispone que la ley garantizará a todas las personas protección igual y
efectiva contra la discriminación por cualquiera de los motivos en él enumerados.
A juicio del Comité, el artículo 26 no se limita a reiterar la garantía ya prevista en el
artículo 2 sino que establece en sí un derecho autónomo. Prohíbe la
discriminación de hecho o de derecho en cualquier esfera sujeta a la normativa y
la protección de las autoridades públicas. Por lo tanto, el artículo 26 se refiere a
las obligaciones que se imponen a los Estados Partes en lo que respecta a sus
leyes y la aplicación de sus leyes. Por consiguiente, al aprobar una ley, un Estado
Parte debe velar por que se cumpla el requisito establecido en el artículo 26 de
que el contenido de dicha ley no sea discriminatorio. Dicho de otro modo, la
aplicación del principio de no discriminación del artículo 26 no se limita al ámbito
de los derechos enunciados en el Pacto”.
Además el Comité precisó que el goce en condiciones de igualdad de los
derechos y libertades no significa identidad de trato en toda circunstancia y citó a
título de ejemplo el artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos que garantiza determinados derechos políticos, estableciendo diferencias
por motivos de ciudadanía y de edad.
Como hemos visto, una distinción análoga la permite también el artículo 1.2
de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial.
En la misma óptica, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, luego de haber consagrado el principio de la no
discriminación (artículo 2.2), plantea una dispensa para los países en vías de
desarrollo, los cuales, teniendo debidamente en cuenta los derechos humanos y
su economía nacional, podrán determinar en qué medida garantizarán los
derechos económicos reconocidos en el Pacto a personas que no sean sus
nacionales (artículo 2.3).
De conformidad con lo dispuesto en el párrafo 2 del artículo 9 de la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial
(CEDR) puede hacer sugerencias y recomendaciones de carácter general
basadas en el examen de los informes y de los datos transmitidos por los Estados
Partes.
Haciendo uso de esta prerrogativa el CEDR se ha expresado en más de
una ocasión acerca del artículo 1 de la Convención. En su recomendación general
XIV, relativa al párrafo 1 del artículo en cuestión, el Comité formuló algunas
precisiones acerca de la definición de discriminación racial presentada en el
párrafo mencionado:
“1. La no discriminación, junto con la igualdad ante la ley y la igual
protección de la ley sin discriminación alguna, constituye un principio básico de la
protección de los derechos humanos. El Comité desea señalar a la atención de los
Estados Partes algunas características de la definición de la discriminación racial
dada en el párrafo 1 del artículo 1 de la Convención Internacional para la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. El Comité opina que la
palabra “basada” no tiene un sentido diferente del de las palabras “por motivos
de”, que figuran en el párrafo 7 del preámbulo. Cualquier distinción es contraria a
la Convención si tiene el propósito o el efecto de menoscabar determinados
derechos y libertades. Esto viene confirmado por la obligación que impone a los
Estados Partes el apartado c) del párrafo 1 del artículo 2 de anular cualquier ley o
práctica que tenga por efecto crear o perpetuar la discriminación racial.
2. El Comité observa que una diferencia de trato no constituirá
discriminación si los criterios para tal diferencia, juzgados en comparación con los
objetivos y propósitos de la Convención, son legítimos o quedan incluidos en el
ámbito del párrafo 4 del artículo 1 de la Convención. Al examinar los criterios que
puedan haberse empleado, el Comité reconocerá que una medida concreta puede
obedecer a varios fines. Al tratar de determinar si una medida surte un efecto
contrario a la Convención, examinará si tal medida tiene consecuencias
injustificables distintas sobre un grupo caracterizado por la raza, el color, el linaje o
el origen nacional o étnico.
3. El párrafo 1 del artículo 1 de la Convención se refiere también a las
esferas política, económica, social y cultural; los derechos y libertades conexos se
enuncian en el artículo 5”.
En la recomendación general XXIV el Comité volvió a ocuparse de la
definición de discriminación racial que figura en el párrafo 1 del artículo 1,
subrayando que la Convención se refiere a todas las personas de distintas razas,
grupos nacionales o étnicos o poblaciones indígenas8. (La negrita es del autor).
En esa ocasión el CEDR precisó “[que] para que el Comité pueda hacer un
examen adecuado de los informes periódicos de las Estados Partes, es
indispensable que éstos proporcionen al Comité la mayor cantidad de información
posible sobre la presencia de grupos nacionales o étnicos o poblaciones indígenas
en sus territorios”. Y agregó lo siguiente:
“(2). De los informes periódicos presentados al Comité en virtud del artículo
9 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial, y de otra información recibida por el Comité, se desprende
que diversos Estados Partes reconocen la presencia en sus territorios de algunos
grupos nacionales o étnicos o poblaciones indígenas sin tener en cuenta la de
otros. Es necesario que se apliquen determinados criterios de manera uniforme a
todos los grupos, en particular en lo que respecta al número de personas de que
se trate y sus características relacionadas con la raza, el color, el linaje o el origen
nacional o étnico cuando éstas difieran de las de la mayoría o de otros grupos de
la población.
(3). Algunos Estados Partes no reúnen información sobre el origen étnico o
nacional de sus ciudadanos o de otras personas que viven en su territorio, pero
deciden a discreción propia qué grupos constituyen grupos étnicos o poblaciones
indígenas que deben ser reconocidos y tratados como tales. El Comité considera
que existe una norma internacional relativa a los derechos concretos de las
personas que pertenecen a esos grupos, junto con normas generalmente
aceptadas sobre la igualdad de derechos de todas las personas y la no
discriminación, incluidas las incorporadas en la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Al mismo tiempo, el
Comité señala a la atención de los Estados Partes que la aplicación de criterios
diferentes para determinar los grupos étnicos o poblaciones indígenas, con el
consiguiente reconocimiento de algunos y de otros no, puede dar lugar a un trato
distinto para diversos grupos dentro de la población de un país.
(4). El Comité recuerda la Recomendación general IV, que aprobó en su
octavo período de sesiones celebrado en 1973, y el párrafo 8 de las directrices
generales relativas a la forma y el contenido de los informes que deben presentar
los Estados Partes de conformidad con el párrafo 1 del artículo 9 de la Convención
(CERD/C/70/Rev.3), en que se invita a los Estados Partes a que se esfuercen por
incluir en sus informes periódicos la información pertinente sobre la composición
demográfica de su población, teniendo en cuenta lo dispuesto en el artículo 1 de la
Convención, es decir, el suministro, según proceda, de información relativa a la
raza, el color, el linaje y el origen nacional o étnico”.
En el esfuerzo de interpretar los párrafos 1 y 4 del artículo 1 de la
Convención (Recomendación general No. VIII), el Comité opinó que la condición
de miembro de un determinado grupo o grupos raciales o étnicos se define, si
nada justifica lo contrario, basándose en la definición hecha por la persona
interesada.
Tratando de los no ciudadanos (párrafos 2 y 3), de sus derechos y de la
obligación que tienen los Estados de presentar informes sobre cuestiones relativas
a la legislación concerniente a los extranjeros, en su recomendación general XI el
Comité dijo lo siguiente:“…2. El Comité ha observado que, en ocasiones, se ha
interpretado el párrafo 2 del artículo 1 en el sentido de que exime a los Estados
Partes de toda obligación de presentar informes sobre cuestiones relativas a la
legislación concerniente a los extranjeros. Por consiguiente, el Comité afirma que
los Estados Partes están obligados a presentar un informe completo sobre la
legislación relativa a los extranjeros y su aplicación.
3. El Comité afirma además que no debe interpretarse el párrafo 2 del
artículo 1 en el sentido de que desvirtúa de algún modo los derechos y libertades
reconocidos y enunciados en otros instrumentos, en especial la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”.
Acción positiva
El inciso 4 del artículo 1 de la Convención incorpora el concepto novedoso
de la acción positiva o acción afirmativa, el cual viene a romper con una
interpretación tradicional del principio de igualdad. El enunciado parte de que “las
medidas especiales adoptadas con el fin exclusivo de asegurar el adecuado
progreso de ciertos grupos raciales o étnicos o de ciertas personas que requieran
la protección que pueda ser necesaria con objeto de garantizarles, en condiciones
de igualdad, el disfrute o ejercicio de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales no se considerarán como medidas de discriminación racial,
siempre que no conduzcan, como consecuencia, al mantenimiento de derechos
distintos para los diferentes grupos raciales y que no se mantengan en vigor
después de alcanzados los objetivos para los cuales se tomaron”.
Este tipo de medidas resultan formas novedosas de buscar puntos de
equilibrio por desventajas y discriminaciones históricas que han sufrido grupos
vulnerables o “vulnerabilizados”, de manera que se puedan compensar las
inequidades vividas, en el entendido que serán de carácter temporal, hasta tanto
se obtenga un nivel de igualdad deseado.
El artículo 2.2 de la Convención contra la Discriminación Racial retoma el
concepto de la acción afirmativa y lo instrumenta para que los Estados Partes
adopten este tipo de medidas.
Artículo 2
Obligaciones de los Estados. Compromiso de seguir la acción
afirmativa
Este artículo establece que los Estados Partes condenan la discriminación
racial y se comprometen a seguir, por todos los medios apropiados y sin
dilaciones, una política encaminada a eliminar la discriminación racial en todas sus
formas y a promover el entendimiento entre todas las razas, y con tal objeto:
a. Cada Estado parte se compromete a no incurrir en ningún acto o práctica de
discriminación racial contra personas, grupos de personas o instituciones y
a velar por que todas las autoridades públicas e instituciones públicas,
nacionales y locales, actúen en conformidad con esta obligación.
b. Cada Estado parte se compromete a no fomentar, defender o apoyar la
discriminación racial practicada por cualesquiera personas u
organizaciones.
c. Cada Estado parte tomará medidas efectivas para revisar las políticas
gubernamentales nacionales y locales, y para enmendar, derogar o anular
las leyes y las disposiciones reglamentarias que tengan como consecuencia
crear la discriminación racial o perpetuarla donde ya exista.
d. Cada Estado parte prohibirá y hará cesar por todos los medios apropiados,
incluso, si lo exigieran las circunstancias, medidas legislativas, la
discriminación racial practicada por personas, grupos u organizaciones.
e. Cada Estado parte se compromete a estimular, cuando fuere el caso,
organizaciones y movimientos multirraciales integracionistas y otros medios
encaminados a eliminar las barreras entre las razas, y a desalentar todo lo
que tienda a fortalecer la división racial.
Luego se retoma el principio de la acción positiva o acción afirmativa ya
establecido en el artículo 1 inciso 4, y se enuncia de la siguiente manera: “Los
Estados partes tomarán, cuando las circunstancias lo aconsejen, medidas
especiales y concretas, en las esferas social, económica, cultural y en otras
esferas, para asegurar el adecuado desenvolvimiento y protección de ciertos
grupos raciales o de personas pertenecientes a estos grupos, con el fin de
garantizar en condiciones de igualdad el pleno disfrute por dichas personas de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales. Esas medidas en ningún
caso podrán tener como consecuencia el mantenimiento de derechos desiguales o
separados para los diversos grupos raciales después de alcanzados los objetivos
para los cuales se tomaron”.
El inciso 2 del artículo 2, al establecer la obligación para los Estados de
tomar medidas especiales y concretas en las esferas social, económica, cultural y
en otras esferas para asegurar el adecuado desenvolvimiento y protección de
ciertos grupos raciales o de personas pertenecientes a estos grupos, con el fin de
garantizar en condiciones de igualdad el pleno disfrute por dichas personas de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales, consagra a nivel jurídico (y
en un instrumento de la fuerza de un tratado) los postulados de esa acción
afirmativa.
Este principio, que ha sido reiterado recientemente en el Proyecto de
Declaración y Plan de Acción elaborado en la Conferencia Regional de las
Américas (diciembre 2000), plantea un reto para la interpretación del concepto de
igualdad, puesto que presupone un trato desigual que busca tanto promocionar la
diversidad como remediar las desigualdades que han sido el producto de procesos
sociales y económicos discriminatorios. La justificación para tratos desiguales
mediante la acción afirmativa ha sido avalada por el Comité de Derechos
Humanos en la ya mencionada observación general N° 18 de 1989 relativa a la
“no discriminación”. En esa ocasión el Comité dijo:
“(10). ... el principio de la igualdad exige algunas veces a los Estados Partes
adoptar disposiciones positivas para reducir o eliminar las condiciones que
originan o facilitan que se perpetúe la discriminación prohibida por el Pacto. Por
ejemplo, en un Estado en el que la situación general de un cierto sector de su
población impide u obstaculiza el disfrute de los derechos humanos por parte de
esa población, el Estado debería adoptar disposiciones especiales para poner
remedio a esa situación. Las medidas de ese carácter pueden llegar hasta otorgar,
durante un tiempo, al sector de la población de que se trate un cierto trato
preferencial en cuestiones concretas en comparación con el resto de la población.
Sin embargo, en cuanto son necesarias para corregir la discriminación de hecho,
esas medidas son una diferenciación legítima con arreglo al Pacto”.
Por su lado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su
artículo 27 recoge el ángulo de promoción de la diversidad en la acción afirmativa
cuando aborda el derecho a la expresión cultural como ingrediente esencial de la
no discriminación. Este dispone:
“En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se
negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que le
corresponden, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia
vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio
idioma”9
En este contexto vale también señalar la Recomendación general XXI (de
1996), en la cual el CEDR observa lo siguiente:
“(5). ... De conformidad con el artículo 2 de la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y otros
instrumentos internacionales pertinentes, los gobiernos deben mostrar sensibilidad
por los derechos de las personas pertenecientes a grupos étnicos, en particular a
sus derechos a vivir con dignidad, a mantener su cultura, a compartir en forma
equitativa los resultados del crecimiento nacional y a desempeñar el papel que les
corresponde en el gobierno de los países de los cuales son ciudadanos.
Asimismo, los gobiernos deben considerar, en el contexto de sus respectivos
marcos constitucionales, la posibilidad de reconocer a las personas pertenecientes
a los grupos étnicos o lingüísticos formados por sus ciudadanos, cuando proceda,
el derecho a realizar actividades de interés especial para la conservación de la
identidad de dichas personas o grupos”.
En relación con este artículo fundamental de la Convención cabe mencionar
la recomendación general XVII del CEDR (de 1993) relativa al establecimiento de
instituciones nacionales para facilitar la aplicación de la Convención, en donde el
Comité recomienda que los Estados Partes establezcan comisiones nacionales u
otros órganos competentes con objeto de que cumplan, entre otros, los siguientes
fines:
a) Promover el respeto del disfrute de los derechos humanos, sin
discriminación alguna, según se enuncia expresamente en el artículo 5 de
la Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial.
b) Examinar la política oficial para la protección contra la discriminación racial.
c) Vigilar la correspondencia de las leyes con las disposiciones de la
Convención.
d) Educar al público sobre las obligaciones contraídas por los Estados Partes
en virtud de la Convención.
Refiriéndose a los funcionarios encargados de la aplicación de la ley y la
importancia de su formación en cuanto a la protección de los derechos humanos,
en su recomendación general XIII (1993), el CEDR dijo:
“1. De conformidad con el párrafo 1 del artículo 2 de la Convención
Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial,
los Estados Partes se han comprometido a que todas las autoridades públicas e
instituciones públicas, nacionales y locales, se abstengan de todo acto de
discriminación racial; además, los Estados Partes se han comprometido a
garantizar a toda persona los derechos enumerados en el artículo 5 de la
Convención, sin distinción de raza, color u origen nacional o étnico.
2. El cumplimiento de estas obligaciones depende mucho de los
funcionarios encargados de la aplicación de la ley que ejercen poderes de policía,
especialmente los poderes de detención o encarcelamiento, y del hecho de que
esos funcionarios estén adecuadamente informados de las obligaciones
contraídas por sus Estados en virtud de la Convención. Dichos funcionarios deben
recibir una formación intensiva para garantizar que, en el cumplimiento de sus
deberes, respeten y protejan la dignidad humana y mantengan y defiendan los
derechos humanos de todas las personas sin distinción de raza, color u origen
nacional o étnico.
3. En aplicación del artículo 7 de la Convención10, el Comité pide a los
Estados Partes que examinen y mejoren la formación de los funcionarios
encargados de la aplicación de la ley a fin de aplicar plenamente las normas de la
Convención y el Código de conducta para funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley (1979). Los Estados Partes deben también incluir la pertinente
información al respecto en sus informes periódicos”.
Artículo 3
Apartheid y segregación racial: condena, prohibición y eliminación.
El artículo 3 hace una mención muy general al tema del apartheid y la
segregación racial con fines de prohibición y eliminación de esas prácticas. Sin
embargo, no entra a definir dichos términos. Por ello, debe recurrirse a la
Convención de las Naciones Unidas sobre la Represión y el Castigo del Crimen de
Apartheid para tener un marco conceptual más claro y preciso. En tal sentido esa
Convención se refiere al Apartheid de la siguiente manera:
Apartheid: “[…]el apartheid es un crimen de lesa humanidad y …los actos
inhumanos que resultan de las políticas y prácticas de apartheid y las políticas y
prácticas análogas de segregación y discriminación racial que se definen en el
artículo II de la presente Convención [sobre la Represión y el Castigo del Crimen
de Apartheid] son crímenes que violan los principios del derecho internacional, en
particular los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, y que
constituyen una amenaza seria para la paz y la seguridad internacionales. …Los
Estados Partes en la presente Convención declaran criminales las organizaciones,
las instituciones y los particulares que cometen el crimen de apartheid. […L]a
expresión “crimen de apartheid” que incluirá las políticas y prácticas análogas de
segregación y discriminación racial tal como se practica[ba]n en el África
meridional, denotará los siguientes actos inhumanos cometidos con el fin de
instituir y mantener la dominación de un grupo racial de personas sobre cualquier
otro grupo racial de personas y de oprimirlo sistemáticamente:
a) La denegación a uno o más miembros de uno o más grupos raciales del
derecho a la vida y a la libertad de la persona:
i.
ii.
Mediante el asesinato de miembros de uno o más grupos raciales.
Mediante atentados graves contra la integridad física o mental, la
libertad o la dignidad de los miembros de uno o más grupos raciales, o
su sometimiento a torturas o a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes.
iii.
Mediante la detención arbitraria y la prisión ilegal de los miembros
de uno o más grupos raciales.
b) La imposición deliberada a uno o más grupos raciales de condiciones de
existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.
c)
Cualesquiera medidas legislativas o de otro orden destinadas a impedir a
uno o más grupos raciales la participación en la vida política, social,
económica y cultural del país y a crear deliberadamente condiciones que
impidan el pleno desarrollo de tal grupo o tales grupos, en especial
denegando a los miembros de uno o más grupos raciales los derechos
humanos y libertades fundamentales, entre ellos el derecho al trabajo, el
derecho a formar asociaciones sindicales reconocidas, el derecho a la
educación, el derecho a salir de su país y a regresar al mismo, el derecho a
una nacionalidad, el derecho a la libertad de circulación y de residencia, el
derecho a la libertad de opinión y de expresión y el derecho a la libertad de
reunión y de asociación pacíficas.
d) Cualesquiera medidas, incluidas las de carácter legislativo, destinadas a
dividir la población según criterios raciales, creando reservas y guetos
separados para los miembros de uno o más grupos raciales, prohibiendo
los matrimonios mixtos entre miembros de distintos grupos raciales y
expropiando los bienes raíces pertenecientes a uno o más grupos raciales
o a miembros de los mismos.
e) La explotación del trabajo de los miembros de uno o más grupos raciales,
en especial sometiéndolos a trabajo forzoso.
f)
La persecución de las organizaciones y personas que se oponen al
apartheid privándolas de derechos y libertades fundamentales (Artículos I y
II Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de
Apartheid. Adoptada por la Asamblea General en su resolución 3068
(XXVIII), de 30 de noviembre de 1973. Entrada en vigor: 18 de julio de
1976)”.
En la recomendación general XIX del CEDR se aclara que el término
“apartheid” debe utilizarse dentro de un contexto más amplio que la referencia
exclusiva a Sudáfrica: “La referencia al apartheid puede haber estado destinada
exclusivamente a Sudáfrica, pero el artículo aprobado prohíbe todas las formas de
segregación racial en todos los países”.
En tal sentido, el CEDR estimó que la obligación de erradicar todas las
prácticas de este tipo incluye la obligación de eliminar las consecuencias de
dichas prácticas aplicadas o toleradas por los anteriores gobiernos en el Estado, o
impuestas por fuerzas ajenas al Estado.
En una interesante incursión fáctica, el Comité distingue entre lo que podría
ser segregación racial como política de gobierno o como producto de actos
privados:
“El Comité señala que, si bien en algunos países las condiciones de la
segregación racial completa o parcial han sido creadas por políticas del gobierno,
una de las condiciones de segregación parcial también puede ser una
consecuencia no intencionada de las acciones de personas privadas. En muchas
ciudades la estructura de las zonas residenciales está influida por las diferencias
de ingresos de los grupos, que en ocasiones se combinan con diferencias de raza,
color, ascendencia, origen nacional o étnico, de modo que los habitantes pueden
ser estigmatizados y los individuos sufren una forma de discriminación en la que
se mezclan los motivos raciales con otro tipo de motivos”. (Punto 3,
Recomendación General No. XIX).
Esa peculiar circunstancia obliga a los Estados a ampliar su radio de acción
para intensificar la labor de control y monitoreo en la detección de este tipo de
brotes discriminatorios y es su obligación erradicar las eventuales consecuencias
negativas que esas prácticas pudieran generar. Un punto medular en la condena y
erradicación del apartheid y la segregación racial es la forma en que los Estados
deben actuar, tanto dentro de sus fronteras como dentro de las relaciones
internacionales para incidir como mecanismo de presión para conminar a otros
Estados a la eliminación de dicha práctica cuando se demuestra en los foros
internacionales. Para ello debe haber una buena dosis de voluntad política que
trascienda los intereses comerciales en las relaciones de intercambio con el
Estado infractor.
La recomendación general III del CEDR relativa a la presentación de
informes por los Estados Partes es un claro ejemplo de cómo la comunidad
internacional debe solidarizarse a partir de los principios fundamentales
establecidos en el mismo preámbulo de la Convención para que los Estados
Partes edifiquen una comunidad internacional libre de todas las formas de
segregación y discriminación raciales.
Compromisos de ese tipo se ven fortalecidos cuando hay respaldo de la
Asamblea General de Naciones Unidas, por ejemplo, para recomendar acciones
económicas y políticas contra los Estados que practican el apartheid.
“…el Comité observa que en la sección III de su resolución 2784 (XXVI), la
Asamblea General, inmediatamente después de tomar nota con satisfacción del
segundo informe anual del Comité y de hacer suyas algunas opiniones y
recomendaciones presentadas por éste, “pide a todos los países que comercian
con Sudáfrica que se abstengan de toda acción que constituya un estímulo para
que continúe la violación de los principios y objetivos de la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
por parte de Sudáfrica y el régimen ilegal de Rhodesia del Sur”. (Recomendación
General III).
Ese tipo de acciones debe, además, verse favorecidas por medio de
mecanismos de seguimiento y monitoreo para darle continuidad colectiva al
proceso de sanción mancomunada. Para ello, las medidas nacionales que se
adopten deben estar interrelacionadas con las que se tomen en el plano
internacional. Para ello, el CEDR puede recomendar a los Estados Partes a que
en los informes presentados de conformidad con el párrafo 1 del artículo 9 de la
Convención, cualquier Estado que así lo desee incluya información sobre la
situación de sus relaciones diplomáticas, económicas y de otra índole con los
regímenes racistas que infrinjan la Convención, tal y como aconteció con los del
África meridional11.
Un tema vinculado con los efectos de una práctica discriminatoria de
segregación racial son los delitos catalogados de lesa humanidad, lo que incluye
matanzas y atrocidades que se cometen en diferentes regiones del mundo por
motivos raciales y étnicos. De algún modo, el apartheid y la segregación racial son
prácticas que tienden a culminar o a incentivar este tipo de perversiones
colectivas. Por ello el CEDR, desde 1994 apoyó la creación de un Tribunal
Internacional para el Enjuiciamiento de los Crímenes contra la Humanidad en los
siguientes términos:
“Considera que se debe establecer, como cuestión de urgencia, un tribunal
internacional con jurisdicción general para el enjuiciamiento del genocidio y los
crímenes contra la humanidad, en particular el asesinato, el exterminio, la
esclavitud, la deportación, el encarcelamiento, la tortura, la violación, las
persecuciones por motivos políticos, raciales y religiosos y otros actos inhumanos
contra toda población civil, así como las violaciones graves de los Convenios de
Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales de 1977”. Pero además, el Comité
previó medidas a futuro como pedir al Alto Comisionado para los Derechos
Humanos que vele porque el Centro de Derechos Humanos reúna
sistemáticamente toda la información pertinente respecto de los crímenes
señalados en el párrafo 1 supra, a fin de que el tribunal internacional, tan pronto se
establezca, pueda disponer fácilmente de esa información”.(Recomendación
General No. XVIII).
Ahora que la creación de ese Tribunal Internacional es una realidad
conforme al Estatuto de Roma de 1998, es de esperar que, una vez que entre en
vigor a partir de la ratificación número 60, se pueda instrumentar esa
recomendación.
Artículo 4
Condena a propaganda de promoción de odio y discriminación racial
Ya desde el momento de la adopción de la Convención contra la
Discriminación Racial, el CEDR consideró que el artículo 4 era fundamental para
la lucha contra la discriminación racial. En ese momento, se había difundido un
temor ante el renacimiento de ideologías autoritarias. Se consideraba,
adecuadamente, que era fundamental proscribir la difusión de ideas de
superioridad racial y las actividades organizadas susceptibles de incitar a las
personas a la violencia racial. Desde entonces, el Comité ha recibido pruebas de
violencia organizada basada en el origen étnico y la explotación política de
diferencias étnicas. Como consecuencia de ello, la aplicación del artículo 4 reviste
actualmente mayor importancia12.
Consciente de ello, el CEDR dejó entrever la necesidad de que las
obligaciones del artículo 4 señaladas contaran con carácter vinculante, tal y como
lo estableció en la Recomendación General No. VII. En su Recomendación
General No. XV, el Comité fue más puntual al respecto:
“…Para cumplir esas obligaciones, los Estados Partes no sólo tienen que
promulgar las leyes pertinentes sino garantizar también su eficaz aplicación. Dado
que las amenazas y actos de violencia racial conducen fácilmente a otros actos de
esta índole y crean una atmósfera de hostilidad, solamente la intervención
inmediata puede satisfacer las obligaciones de responder eficazmente”.
Más allá aún, el CEDR quiso delinear la obligación del apartado a) del
artículo 4, en el sentido de exigir: “que los Estados Partes sancionen cuatro
categorías de comportamiento indebido: i) la difusión de ideas basadas en la
superioridad o el odio racial; ii) la incitación al odio racial; iii) los actos de violencia
contra cualquier raza o grupo de personas de otro color y origen étnico; y iv) la
incitación a cometer tales actos”13.
En el apartado a) del artículo 4 se sanciona también la financiación de
actividades racistas, que, en opinión del Comité, incluyen todas las actividades
mencionadas en el párrafo 3 supra, es decir, las actividades emanadas de
diferencias étnicas y raciales. El Comité pide a los Estados Partes que investiguen
si su legislación nacional y su aplicación satisfacen esta exigencia.
Algunos Estados han mantenido que en su ordenamiento jurídico no
procede declarar ilegal a una organización antes de que sus miembros hayan
promovido la discriminación racial o incitado a ésta. El Comité opina que el
apartado b) del artículo 4 impone una mayor carga a esos Estados para que se
muestren vigilantes a fin de proceder contra tales organizaciones lo antes posible.
Esas organizaciones, así como las actividades organizadas y otro tipo de
propaganda, tienen que declararse ilegales y prohibirse. La participación en esas
organizaciones ha de estar sancionada en cuanto tal14.
En el apartado c) del artículo 4 de la Convención se bosquejan las
obligaciones de las autoridades públicas. Las autoridades públicas, a todos los
niveles administrativos, incluidos los municipios, están obligadas por este
apartado. El Comité afirma que los Estados Partes deben garantizar que dichas
autoridades cumplen esas obligaciones y presentar un informe al respecto.
Pero más allá de este tipo de acciones, los Estados Partes deben ser más
vehementes y cumplir con las obligaciones establecidas en los apartados a) y b)
del artículo 4 para establecer como delito, toda difusión de ideas basadas en la
superioridad o en el odio racial, así como declarar ilegales y prohibir aquellas
organizaciones y actividades de propaganda que promuevan la discriminación
racial e inciten a ella.
Precisamente, la Recomendación General No. I del CEDR tuvo en
consideración este tipo de ofensas y recomendó lo siguiente:
“Basándose en el examen de los informes transmitidos por los Estados
Partes con arreglo al artículo 9 de la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, realizado en su quinto
período de sesiones, el Comité llegó a la conclusión de que hay varios Estados
Partes que en su legislación no incluyen las disposiciones previstas por la
Convención en los apartados a) y b) del artículo 4, cuya aplicación tiene un
carácter obligatorio para todos los Estados Partes, en virtud de la Convención
(teniendo debidamente en cuenta los principios incorporados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y, asimismo, los derechos expresamente
enunciados en el artículo 5 de la Convención).
Por consiguiente, el Comité recomienda a los Estados cuya legislación sea
deficiente en este respecto que tengan a bien examinar, en consonancia con lo
que dispongan sus procedimientos legislativos nacionales, la posibilidad de
complementar su legislación con otras disposiciones que estén acordes con las
disposiciones de la Convención, en los apartados a) y b) del artículo 4”.
Para darle seguimiento a este tipo de obligaciones, el CEDR emitió la
Recomendación General No. VII en los siguientes términos:
“1.Recomienda que los Estados Partes cuya legislación no sea conforme a
lo dispuesto en los párrafos a) y b) del artículo 4 de la Convención tomen las
medidas necesarias con miras a cumplir las disposiciones obligatorias de dicho
artículo.
2. Pide a los Estados Partes que aún no lo hayan hecho que, en sus
informes periódicos, informen al Comité de manera más completa acerca de la
manera y de la medida en que se aplican efectivamente las disposiciones de los
párrafos a) y b) del artículo 4 y que citen en sus informes las partes pertinentes de
los textos”.
Artículo 5
Igualdad ante la Ley sin discriminación racial. Derechos que
garantizan protección a grupos de personas
El artículo 5 es parte medular de la Convención contra la Discriminación
Racial, ya que es el que estipula el principio de igualdad ante la ley y la no
discriminación racial en todas sus formas, sin distinción de raza, color y origen
nacional o étnico. Además, hace un elenco de los derechos que particularmente
deben protegerse de la discriminación racial: circulación y residencia,
nacionalidad, familia, propiedad, libertad de pensamiento y religión, libertad de
expresión, libertad de reunión y asociación, y derechos económicos, sociales y
culturales en general.
Una primera lectura de este numeral preocupa porque podría pensarse que
esa clasificación de derechos es números clausus, porque en lugar de hacer un
reenvío a los derechos humanos contemplados en los Pactos de Naciones Unidas,
los delimita en el propio artículo 5.
Sin embargo, el CEDR nos saca de la duda y nos reconforta:
“…Cabe señalar que los derechos y las libertades mencionados en el
artículo 5 no constituyen una lista exhaustiva. A la cabeza de estos derechos y
libertades figuran los que emanan de la Carta de las Naciones Unidas y de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, según se recuerda en el preámbulo
de la Convención. La mayoría de estos derechos se han explicado en detalle en
los pactos internacionales de derechos humanos. En consecuencia, todos los
Estados Partes están obligados a reconocer y proteger el disfrute de los derechos
humanos, aunque tal vez varíe la forma en que estas obligaciones se plasman en
el ordenamiento jurídico de los Estados Partes. El artículo 5 de la Convención,
además de establecer el requisito de que se garantice el ejercicio de los derechos
humanos sin discriminación racial, no crea en sí mismo derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales, pero presupone la existencia y el
reconocimiento de estos derechos. La Convención obliga a los Estados a prohibir
y eliminar la discriminación racial en el disfrute de esos derechos humanos”15
Protección a mujeres y a grupos étnicos
El artículo 5 de la Convención es el que establece un régimen
antidiscriminatorio para grupos discriminados. Desde su creación el CEDR se ha
referido a varios de estos grupos, en especial, tratándose de mujeres y de
personas refugiadas y desplazadas, pueblos indígenas y romaníes.
En relación con la situación de las mujeres, el Comité hizo las siguientes
acotaciones y recomendaciones:16
1. La discriminación racial no siempre afecta a las mujeres y a los hombres en
igual medida ni de la misma manera. Existen circunstancias en que afecta
únicamente o en primer lugar a las mujeres, o a las mujeres de distinta
manera o en distinta medida que a los hombres. A menudo no se detecta si
no se reconocen explícitamente las diferentes experiencias de unas u otros
en la vida pública y privada.
2. Determinadas formas de discriminación racial pueden dirigirse contra las
mujeres en calidad de tales como, por ejemplo, la violencia sexual cometida
contra las mujeres de determinados grupos raciales o étnicos en detención
o durante conflictos armados; la esterilización obligatoria de mujeres
indígenas; el abuso de trabajadoras en el sector no estructurado o de
empleadas domésticas en el extranjero. La discriminación racial puede
tener consecuencias que afectan en primer lugar o únicamente a las
mujeres, como embarazos resultantes de violaciones motivadas por
prejuicios raciales; en algunas sociedades las mujeres violadas también
pueden ser sometidas a ostracismo. Además, las mujeres pueden verse
limitadas por la falta de remedios y mecanismos de denuncia de la
discriminación a causa de impedimentos por razón de sexo, tales como los
prejuicios de género en el ordenamiento jurídico la discriminación de la
mujer en la vida privada.
3. Reconociendo que algunas formas de discriminación racial repercuten
únicamente sobre las mujeres, el Comité intentará tener en cuenta en su
labor los factores genéricos o las cuestiones que puedan estar relacionadas
con la discriminación racial. Considera que sus prácticas en este sentido se
beneficiarían del desarrollo, en colaboración con los Estados Partes, de un
enfoque más sistemático y coherente de la evaluación y la vigilancia de la
discriminación racial de las mujeres, así como de las desventajas,
obstáculos y dificultades por motivos de raza, color, linaje u origen nacional
o étnico con que tropiezan para ejercer y disfrutar plenamente de sus
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
4. En consecuencia, al examinar formas de discriminación racial, el Comité
pretende aumentar sus esfuerzos para integrar las perspectivas de género,
incorporar análisis basados en el género y alentar la utilización de un
lenguaje no sexista en sus métodos de trabajo durante el período de
sesiones, comprensivos de su examen de los informes presentados por los
Estados Partes, las observaciones finales, los mecanismos de alerta
temprana y los procedimientos de urgencia, y las recomendaciones
generales.
5. Como parte de la metodología para tener plenamente en cuenta las
dimensiones de la discriminación racial relacionadas con el género, el
Comité incluirá entre sus métodos de trabajo durante el período de
sesiones un análisis de la relación entre la discriminación por razón de sexo
y la discriminación racial, prestando especial atención a:
i.
ii.
iii.
iv.
La forma y manifestación de la discriminación racial;
Las circunstancias en que se produce la discriminación racial;
Las consecuencias de la discriminación racial; y
La disponibilidad y accesibilidad de los remedios y mecanismos
de denuncia en casos discriminación racial.
6. Tomando nota de que los informes presentados por los Estados Partes a
menudo no contienen información específica o suficiente sobre la aplicación
de la Convención en lo que se refiere a la mujer, se solicita a los Estados
Partes que describan, en la medida de lo posible en términos cuantitativos y
cualitativos, los factores y las dificultades que se encuentran a la hora de
asegurar que las mujeres disfruten en pie de igualdad y libres de
discriminación racial los derechos protegidos por la Convención. Si los
datos se clasifican por raza u origen étnico y se desglosan por género
dentro de esos grupos raciales o étnicos, los Estados Partes y el Comité
podrán determinar, comparar y tomar medidas para remediar las formas de
discriminación racial contra la mujer que de otro modo podrían quedar
ocultas e impunes.
Personas refugiadas y desplazadas
Respecto a refugiados y personas desplazadas, el Comité ha establecido lo
siguiente:17:
a) Todos esos refugiados y personas desplazadas tienen derecho a regresar
libremente a su lugar de origen en condiciones de seguridad.
b) Los Estados Partes tienen la obligación de garantizar que el regreso de
esos refugiados y personas desplazadas sea voluntario y a observar el
principio de la no devolución y no expulsión de los refugiados.
c) Todos esos refugiados y personas desplazadas tienen derecho, después
de regresar a su lugar de origen, a que se les restituyan los bienes de que
se les privó durante el conflicto y a ser indemnizados debidamente por los
bienes que no se les puedan restituir. Todos los compromisos o
declaraciones respecto de esos bienes hechos bajo coacción serán nulos y
sin valor.
d) Todos esos refugiados y personas desplazadas tienen derecho, después
de regresar a su lugar de origen, a participar plenamente y en condiciones
de igualdad en los asuntos públicos a todos los niveles, a tener igualdad de
acceso a los servicios públicos y a recibir asistencia para la rehabilitación.
Pueblos Indígenas
La Recomendación General No. XXIII trata sobre los pueblos indígenas y
exhorta a los Estados a que:
a) Reconozcan y respeten la cultura, la historia, el idioma y el modo de vida de
las poblaciones indígenas como un factor de enriquecimiento de la
identidad cultural del Estado y garanticen su preservación.
b) Garanticen que los miembros de las poblaciones indígenas sean libres e
iguales en dignidad y derechos y libres de toda discriminación, en particular
la que se base en el origen o la identidad indígena.
c) Proporcionen a las poblaciones indígenas las condiciones que les permitan
un desarrollo económico y social sostenible, compatible con sus
características culturales.
d) Garanticen que los miembros de las poblaciones indígenas gocen de
derechos iguales con respecto a su participación efectiva en la vida pública
y que no se adopte decisión alguna directamente relacionada con sus
derechos e intereses sin su consentimiento informado.
e) Garanticen que las comunidades indígenas puedan ejercer su derecho a
practicar y reavivar sus tradiciones y costumbres culturales y preservar y
practicar su idioma.
Romaníes: Recomendación a la Conferencia Mundial contra el
Racismo
En lo referente a la discriminación en contra de los romaníes, el CEDR, en
su Recomendación General No. XXVII, tomó 49 medidas en favor de esta
población, las cuales recomendó que tuvieran debida atención por parte de la
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y
las Formas Conexas de Intolerancia, teniendo en cuenta que las comunidades
romaníes se encuentran entre las más desfavorecidas y más discriminadas en el
mundo contemporáneo. Debido a esa consideración, se transcriben a continuación
esas medidas, en el entendido de que muchas de ellas son también aplicables
para otros grupos discriminados.
Medidas de carácter general
1. Examinar y promulgar o enmendar la legislación, según corresponda, con el
fin de eliminar todas las formas de discriminación racial de los romaníes, al
igual que de otras personas o grupos, de conformidad con la Convención.
2. Adoptar y poner en ejecución estrategias y programas nacionales y
manifestar una voluntad política decidida y mostrar un liderazgo moral con
el fin de mejorar la situación de los romaníes y su protección contra la
discriminación por parte de organismos estatales, así como por parte de
toda persona u organización.
3. Respetar los deseos de los romaníes en cuanto a la designación que
desean recibir y el grupo al que desean pertenecer.
4. Garantizar que la legislación relativa a la ciudadanía y la naturalización no
discrimine a los miembros de las comunidades romaníes.
5. Adoptar todas las medidas necesarias para evitar toda forma de
discriminación de los inmigrantes o solicitantes de asilo de origen romaní.
6. Tener en cuenta, en todos los programas y proyectos planeados y
aplicados y en todas las medidas adoptadas, la situación de las mujeres
romaníes, que a menudo son víctimas de una doble discriminación.
7. Adoptar las medidas adecuadas para garantizar que los miembros de las
comunidades romaníes cuenten con remedios efectivos y asegurar que se
haga justicia rápida y plena en los casos de violación de sus derechos y
libertades fundamentales.
8. Elaborar y fomentar modalidades adecuadas de comunicación y diálogo
entre las comunidades romaníes y las autoridades centrales y locales.
9. Esforzarse, fomentando un diálogo genuino, consultas u otros medios
adecuados, por mejorar las relaciones entre las comunidades romaníes y
no romaníes, en particular a nivel local, con el fin de fomentar la tolerancia y
superar los prejuicios y los estereotipos negativos de ambas partes,
fomentar los esfuerzos de ajuste y adaptación y evitar la discriminación, y
asegurar que todas las personas disfruten plenamente de sus derechos
humanos y libertades.
10. Reconocer los daños causados por la deportación y la exterminación a las
comunidades romaníes durante la segunda guerra mundial y considerar
modos de compensarlas.
11. Adoptar las medidas necesarias, en cooperación con la sociedad civil, e
iniciar proyectos para desarrollar la cultura política y educar a la totalidad de
la población en un espíritu de no discriminación, respeto de los demás y
tolerancia, en particular de los romaníes.
Medidas de protección contra la violencia racial
1. Asegurar la protección de la seguridad y la integridad de los romaníes, sin
ningún tipo de discriminación, adoptando medidas para evitar los actos de
violencia contra ellos por motivos raciales; asegurar la pronta intervención
de la policía, los fiscales y el poder judicial para investigar y castigar esos
actos; y asegurar que sus autores, ya sean funcionarios públicos u otras
personas, no gocen de ningún grado de impunidad.
2. Adoptar medidas para evitar la utilización ilícita de la fuerza por parte de la
policía contra los romaníes, en particular en casos de arresto y detención.
3. Fomentar las disposiciones convenientes para la comunicación y el diálogo
entre la policía y las comunidades y asociaciones romaníes, con el fin de
evitar conflictos basados en prejuicios raciales y combatir actos de violencia
por motivos raciales contra miembros de estas comunidades, así como
contra otras personas.
4. Fomentar la contratación de miembros de las comunidades romaníes en la
policía y otros organismos de orden público. 16.Alentar a los Estados
Partes y a otros Estados o autoridades responsables en zonas que han
superado conflictos a adoptar medidas para evitar la violencia contra los
miembros de las comunidades romaníes y su desplazamiento forzado.
Medidas en la esfera de la educación
1. Apoyar la inclusión en el sistema educativo de todos los niños de origen
romaní y tomar medidas para reducir las tasas de abandono escolar, en
especial de niñas romaníes y, con este fin, cooperar activamente con los
padres, asociaciones y comunidades locales romaníes.
2. Prevenir y evitar en la medida de lo posible la segregación de los
estudiantes romaníes, al mismo tiempo que se mantiene abierta la
posibilidad de enseñanza bilingüe o en lengua materna; con este fin,
esforzarse por elevar la calidad de la educación en todas las escuelas y el
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
rendimiento escolar de la comunidad minoritaria, contratar personal docente
de las comunidades romaníes y fomentar la educación intercultural.
Considerar la posibilidad de adoptar medidas a favor de los niños romaníes,
en cooperación con sus padres, en la esfera de la educación.
Actuar con determinación para eliminar todo tipo de discriminación u
hostigamiento de los alumnos romaníes por motivo de raza.
Adoptar las medidas necesarias para asegurar la educación básica de los
niños romaníes de comunidades itinerantes, incluso admitiéndolos de
manera temporal en las escuelas locales, impartiéndoles clases temporales
en sus campamentos o utilizando las nuevas tecnologías de educación a
distancia.
Asegurar que sus programas, proyectos y campañas en la esfera de la
educación tengan en cuenta las desventajas de las niñas y mujeres
romaníes.
Adoptar medidas urgentes y continuas para la formación de maestros,
educadores y ayudantes de entre los alumnos romaníes. 24.Tomar medidas
para mejorar el diálogo y la comunicación entre el personal docente y los
niños, comunidades y padres de familia romaníes, utilizando más a menudo
ayudantes escogidos de entre los romaníes.
Garantizar formas y planes adecuados de educación para los miembros de
las comunidades romaníes que hayan superado la edad escolar, con el fin
de aumentar la alfabetización de adultos.
Incluir en los libros de texto, en todos los niveles apropiados, capítulos
acerca de la historia y la cultura de los romaníes, y alentar y fomentar la
publicación y distribución de libros y otros materiales impresos, así como la
difusión de emisiones de radio y televisión, según sea conveniente, acerca
de su historia y su cultura, incluso en el idioma que hablan.
Medidas para mejorar las condiciones de vida
1. Adoptar o hacer más eficaz la legislación que prohíbe la discriminación en
el empleo y todas las prácticas discriminatorias en el mercado laboral que
afecten a los miembros de las comunidades romaníes, y protegerlos contra
esas prácticas.
2. Adoptar medidas especiales para fomentar el empleo de romaníes en la
administración y las instituciones públicas, así como en las empresas
privadas.
3. Adoptar y aplicar, siempre que sea posible a nivel central o local, medidas
especiales a favor de los romaníes en el empleo en el sector público, tales
como contratación pública u otras actividades emprendidas o financiadas
por el Gobierno, o la formación de romaníes en las distintas artes y oficios.
4. Desarrollar y aplicar políticas y proyectos para evitar la segregación de las
comunidades romaníes en la vivienda; invitar a las comunidades y
asociaciones romaníes a participar, en asociación con otras personas, en
proyectos de construcción, rehabilitación y mantenimiento de viviendas.
5. Tomar medidas firmes contra cualquier práctica discriminatoria que afecte a
los romaníes, principalmente por parte de las autoridades locales y los
6.
7.
8.
9.
propietarios privados, en cuanto al establecimiento de residencia y a la
vivienda; actuar firmemente contra las medidas locales que nieguen la
residencia a los romaníes o los expulsen de manera ilícita, y evitar ponerlos
en campamentos fuera de zonas pobladas, aislados y sin atención de la
salud u otros servicios.
Adoptar las medidas necesarias, según sea conveniente, para ofrecer a los
grupos romaníes nómadas o itinerantes campamentos para sus caravanas,
con todas las instalaciones necesarias.
Asegurar que los romaníes tengan atención de la salud y servicios de
seguridad social en condiciones de igualdad y eliminar toda práctica
discriminatoria en esta esfera.
Iniciar y poner en ejecución programas y proyectos en la esfera de la
sanidad para los romaníes, principalmente las mujeres y los niños, teniendo
en cuenta su situación de desventaja por la extrema pobreza y el bajo nivel
de educación, así como las diferencias culturales; invitar a las asociaciones
y comunidades romaníes y sus representantes, sobre todo mujeres, a
participar en la elaboración y ejecución de programas y proyectos sanitarios
que interesen a los grupos romaníes.
Evitar, eliminar y castigar adecuadamente toda práctica discriminatoria
relativa al ingreso de los miembros de las comunidades romaníes en todos
los lugares y servicios previstos para el público en general, entre ellos
restaurantes, hoteles, teatros y salas de variedades, discotecas u otros.
Medidas en la esfera de los medios de comunicación consideradas como
discriminación
1. Actuar de manera apropiada para suprimir todas las ideas de superioridad
racial o étnica, de odio racial y de incitación a la discriminación y a la
violencia contra los romaníes en los medios de comunicación, de
conformidad con las disposiciones de la Convención.
2. Aumentar la concienciación de los profesionales de todos los medios de
comunicación de la responsabilidad particular que les incumbe de no
difundir prejuicios y de evitar informar de incidentes en que hayan
participado individuos pertenecientes a comunidades romaníes culpando a
la totalidad de estas comunidades.
3. Desarrollar campañas de educación y de comunicación para educar al
público acerca de la vida, la sociedad y la cultura romaníes y la importancia
de construir una sociedad integrada al mismo tiempo que se respetan los
derechos humanos y la identidad de los romaníes.
4. Alentar y facilitar la asequibilidad para los romaníes de los medios de
comunicación, periódicos y programas de radio y televisión inclusive, el
establecimiento de sus propios medios de comunicación y la formación de
periodistas romaníes.
5. Fomentar métodos de autocontrol de los medios de comunicación, por
ejemplo mediante un código de conducta para las organizaciones de
comunicación, con el fin de evitar usar un lenguaje racista, discriminatorio o
tendencioso.
Medidas relativas a la participación en la vida pública
1. Adoptar las medidas necesarias, hasta medidas especiales, para garantizar
la igualdad de oportunidades de participación de las minorías o grupos
romaníes en todos los órganos del gobierno central y local.
2. Desarrollar modalidades y estructuras de consulta con los partidos políticos,
asociaciones y representantes romaníes, central y localmente, a la hora de
examinar cuestiones o adoptar decisiones sobre cuestiones de interés para
las comunidades romaníes.
3. Invitar a las comunidades y asociaciones romaníes y a sus representantes
a participar en las primeras etapas del desarrollo y la ejecución de políticas
y programas que les afecten y asegurar la suficiente transparencia de esas
políticas y programas.
4. Fomentar el mayor conocimiento entre los miembros de las comunidades
romaníes de la necesidad de que participen más activamente en la vida
pública y social y en la promoción de sus propios intereses, por ejemplo, la
educación de sus hijos y su participación en la formación profesional.
5. Organizar programas de formación para funcionarios públicos y
representantes romaníes, así como para posibles candidatos a esos
cargos, dirigidos a mejorar su habilidad política, para tomar decisiones y
desempeñar el cargo.
El Comité también recomienda que:
6. Los Estados Partes incluyan en sus informes periódicos, de manera
apropiada, datos acerca de las comunidades romaníes dentro de su
jurisdicción, incluyendo datos estadísticos sobre la participación de los
romaníes en la vida política y sobre su situación económica, social y
cultural, incluyendo la perspectiva de género, e información acerca de la
aplicación de esta recomendación general.
7. Las organizaciones intergubernamentales, en sus proyectos de cooperación
y asistencia a los distintos Estados Partes, aborden según sea apropiado la
situación de las comunidades romaníes y favorezcan su desarrollo
económico, social y cultural.
8. La Alta Comisionada para los Derechos Humanos considere la posibilidad
de establecer un centro de coordinación para las cuestiones relativas a los
romaníes en la Oficina del Alto Comisionado.
Artículo 6
Protección judicial y recurso judicial
La protección judicial y los recursos judiciales a que hace referencia la
Convención, tienen relación con la protección en contra de actos de discriminación
y, concretamente, sobre la posibilidad de que se investigue sobre la base del
Derecho Penal, aquellos actos delictivos vinculados con la difusión de ideas
basadas en la superioridad o en el odio racial o toda incitación a la discriminación
racial, así como todo acto de violencia o incitación a cometer tales actos contra
cualquier raza o grupo de personas de otro color y origen étnico y toda asistencia
a las actividades racistas, incluida la financiación (Artículo 4 inciso a)). Igualmente,
para declarar ilegales y prohibir las organizaciones, así como las actividades
organizadas de propaganda y toda otra actividad de propaganda que promuevan
la discriminación racial e inciten a ella, debiendo ser delito la participación en tales
organizaciones o en tales actividades (Artículo 4 inciso b).
En tesis de principio, lo primero que deberán hacer los Estados es adecuar
su legislación penal a esas pautas para incluir dichas conductas como delito en
caso de que todavía no estuvieren tipificadas en esa forma. En tal sentido, el
CEDR, en su Recomendación General No. 7 pide a los Estados Partes que aún no
lo hayan hecho, que traten de proporcionar en sus informes periódicos más
información acerca de las decisiones adoptadas por los tribunales nacionales
competentes y por otras instituciones estatales sobre los actos de discriminación
racial y, en particular, los delitos a que se hace referencia en los párrafos a) y b)
del artículo 4.
Reparaciones
Adicionalmente, el artículo 6 contempla como parte de la protección judicial
contra la discriminación racial, lo referente a reparaciones por daños a las
víctimas.
“1.El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial considera que
a menudo se subestima el grado en que los actos de discriminación racial e
insultos por motivos raciales dañan la percepción de la parte ofendida de su propio
valor y reputación.
2. El Comité notifica a los Estados Partes que, en su opinión, el derecho a
obtener una compensación o satisfacción justa y adecuada por cualquier daño
sufrido como resultado de esos actos de discriminación, establecido en el artículo
6 de la Convención, no se garantiza necesariamente mediante el mero castigo del
autor; al mismo tiempo, los tribunales y otras autoridades competentes deberían
considerar, siempre que sea conveniente, conceder compensación económica por
los daños, materiales o morales, sufridos por la víctima”18
Artículo 7
Compromiso para combatir prejuicios
Esta obligación de los Estados es a la que más atención debería
prestársele. Los prejuicios raciales se combaten promoviendo la educación, la
comprensión y la tolerancia. Modificar patrones culturales es un proceso lento y
costoso. Por ello es que la Convención contra la Discriminación Racial exige
acciones pro- positivas que deben ser monitoreadas con mayor rigurosidad en los
informes de los Estados Partes. El CEDR así lo ha visto, razón por la cual ha
requerido de los Estados lo siguiente:
1. Pide a todos los Estados Partes que no lo hayan hecho aún que incluyan en
el próximo informe que presentarán de conformidad con el artículo 9 de la
Convención o en un informe especial que someterían antes de la fecha en
que deban presentar su próximo informe periódico, información suficiente
sobre las medidas que hayan adoptado y que sirvan para hacer efectivas
las disposiciones del artículo 7 de la Convención.
2. Señala a la atención de los Estados Partes que, de conformidad con el
artículo 7 de la Convención, la información a que se alude en el párrafo
anterior debe incluir información sobre las “medidas inmediatas y eficaces”
que hayan adoptado, “en las esferas de la enseñanza, la educación, la
cultura y la información”, para:
i.
ii.
“Combatir los prejuicios que conduzcan a la discriminación racial”
“Promover la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las
naciones y los diversos grupos raciales o étnicos”
iii.
“Propagar los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas, de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación Racial” y de la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial19
II. TRATAMIENTO DEL RACISMO DENTRO DEL SISTEMA
INTERAMERICANO
Mientras el Sistema Interamericano no tenga desarrollados instrumentos
específicos adecuados para combatir el racismo, la xenofobia y otras
manifestaciones de la discriminación racial, debe apelar a la utilización de los
documentos marco dentro de su estructura. Es a partir de estos instrumentos que
los dos órganos de protección del Sistema, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, realizan su
función por medio de sus competencias propias.
Un principio fundamental de la Organización de Estados Americanos (OEA),
es el respeto a los derechos fundamentales de la persona en base a los principios
de igualdad y no discriminación, tal como queda testimoniado en el Preámbulo de
su Carta, donde se afirma el objetivo de consolidar “dentro del marco de las
instituciones democráticas, un régimen de libertad individual y de justicia social”,
anclado en el respeto a los derechos esenciales de todos los hombres y mujeres
sin distinción alguna por motivos de raza, nacionalidad, credo o sexo.
En la misma línea operan la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y los
principales instrumentos normativos del sistema, los cuales prohíben
explícitamente este tipo de discriminación.
La base del sistema, en lo que respecta a la prohibición de la
discriminación, está en el artículo 1.1 de la Convención Americana que establece
el compromiso de los Estados Partes “a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona sujeta a
su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza , color, sexo,
idioma, religión opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social” (La
negrita no es del original). Este principio se repite en el artículo 3 de Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador).
Adicionalmente, en el artículo 24 de la misma Convención Americana se
vuelve a instrumentar el principio de igualdad en los siguientes términos:“Todas
las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin
discriminación, a igual protección de la ley.” (La negrita no es del original).
La misma fórmula se repite en otras Convenciones Interamericanas
específicas como en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará, 1994), que
lo hace en forma genérica, en sus artículos 4 inciso f y 6 inciso a. Sin embargo,
este tratado regional va más allá y propone otras especificidades de protección a
las mujeres como las siguientes:
-
-
El derecho a tener igualdad de acceso a las funciones públicas de su país
y a participar en los asuntos públicos, incluyendo la toma de decisiones
(Artículo 4 inciso j);
La modificación de patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo otro tipo de
prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de
cualquiera de los géneros (Artículo 8 inciso b.).
El hecho de tomar en cuenta la situación de vulnerabilidad a la violencia
que pueda sufrir la mujer en razón, entre otras, de su raza o de su
condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada (Artículo 9).
No obstante que el Sistema Interamericano no tiene desarrollados
instrumentos regionales específicos para erradicar el racismo, sí ha logrado suplir
esa falencia con el apoyo de otros tratados internacionales allende la región. La
muestra más contundente ha sido la forma en que habitualmente la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos invoca el Convenio 169 de la OIT sobre
Derecho de los Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. De
alguna forma, esto ha sido posible por una interpretación favorable a partir de la
opción interpretativa que la misma Convención Americana ha dispuesto en su
articulado, tanto en el artículo 64 como en el 29 de ese tratado regional.
Ha sido el desarrollo jurisprudencial de la Comisión y de la Corte
Interamericanas lo que ha permitido ampliar el marco normativo regional a “otros
tratados” sobre derechos humanos, aun cuando no sean propiamente de la región
americana. En el tanto que un Estado Americano miembro de la OEA sea parte de
un tratado extrarregional, ello hace plausible de interpretación, por parte de los
órganos de promoción y protección del Sistema Interamericano, ese tratado o
alguna norma de éste.
Todo esto nos lleva a replantear el problema de la integración e
interpretación de los derechos humanos en los términos claramente dispuestos en
el artículo 29 de la Convención Americana (principio pro persona humana) que, en
lo literal, dice: “ninguna disposición de la presente Convención puede ser
interpretada en el sentido de :…b) limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o
libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los
Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de
dichos Estados.”(La negrita no es del original).
Para tales efectos, la Convención Internacional sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación Racial o el Convenio 169 de la OIT, son
algunas de las Convenciones que, debidamente ratificada por los Estados,
reconocen más derechos que los contemplados en la Convención Americana en lo
que a pueblos, grupos étnicos y racismo se refiere. Es en esta tesitura que
debemos ver con detenimiento el verdadero efecto de otros instrumentos
internacionales, regionales o no, que cumplen una función integradora con la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Si bien la Corte Interamericana tiene su competencia claramente delimitada
a la determinación de violaciones a la Convención, es lo cierto que, como función
interpretativa, puede utilizar cualquier instrumento internacional en derechos
humanos para integrar su análisis interpretativo y considerativo, aun cuando no
pueda determinar violaciones concretas específicas a los mismos. Así por
ejemplo, es viable que se analicen normas de derechos humanos del derecho
humanitario (los cuatro convenios de Ginebra y sus Protocolos), o el Convenio 169
de la OIT, o normas sobre la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, o de cualquier otro instrumento internacional, dentro del análisis de un
caso concreto. Lo mismo se podría hacer con la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas la Formas de Discriminación Racial. Si ello es así con la
Corte, con mayor razón lo es en ejercicio de la competencia consultiva que tiene la
Corte Interamericana, en los términos del artículo 64 de la Convención Americana
y que a partir de la Opinión Consultiva OC-1 se vio ampliada al interpretarse que,
por “otros tratados” debe entenderse: “toda disposición, concerniente a la
protección de los derechos humanos, de cualquier tratado internacional aplicable
en los Estados americanos, con independencia de que sea bilateral o multilateral,
de cuál sea su objeto principal o de que sean o puedan ser partes del mismo
Estados ajenos al sistema interamericano”20.
Esa postura inicial fue claramente aplicada en la Opinión Consultiva OC-16,
donde la Corte interpretó el artículo 36 de la Convención de Viena sobre
Relaciones Consulares21. Sin embargo, esta facultad de integrar otros tratados,
tiene la limitación de que ni la Comisión ni la Corte Interamericanas determinan
violaciones a esos tratados, sino únicamente lo pueden hacer por violaciones a
tratados dentro del Sistema Interamericano. Ello quedó claramente dilucidado por
la Corte Interamericana en el caso Baena Ricardo y otros contra Panamá, donde
se utilizaron Convenios de la OIT en materia laboral para facilitar la tarea
doctrinaria interpretativa, integrando conceptos y contenidos para un mejor
entendimiento del fenómeno que se analizaba. En otras palabras, la mención a
otros tratados fuera del Sistema Interamericano puede hacerse dentro del cuerpo
de la sentencia, en la parte considerativa, no así en la parte resolutiva.
En el caso de la Comisión Interamericana, por ser un órgano cuasi judicial
con competencia mucho más amplia que la de la Corte Interamericana, dentro de
sus funciones de promoción y educación, puede hacer recomendaciones más
claras y proclives a la aplicación y adecuación de otros tratados de derechos
humanos al derecho interno.
Efectivamente, el artículo 41 del Pacto de San José establece las funciones
de la Comisión Interamericana en los siguientes términos:
-
-
-
Estimular la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de
América.
Formular recomendaciones, cuando lo estime conveniente, a los gobiernos
de los Estados miembros para que adopten medidas progresivas en favor
de los derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus
preceptos constitucionales, al igual que disposiciones apropiadas para
fomentar el debido respeto a esos derechos.
Preparar los estudios e informes que considere convenientes para el
desempeño de sus funciones.
Solicitar a los gobiernos de los Estados miembros que le proporcionen
informes sobre las medidas que adopten en materia de derechos humanos.
Atender las consultas que, por medio de la Secretaría General de la OEA, le
formulen los Estados miembros en cuestiones relacionadas con los
derechos humanos y, dentro de sus posibilidades, les prestará el
asesoramiento que éstos le soliciten.
Actuar respecto a las peticiones y otras comunicaciones en ejercicio de su
autoridad, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 44 a 51 de la
Convención y rendir un informe anual a la Asamblea General de la OEA.
Esa competencia tan amplia es lo que permite distinguir entre un órgano de
promoción y protección y uno meramente judicial, como sería el caso de la Corte
Interamericana. En esa diferencia radica la posibilidad de que la Comisión haya
podido actuar con menos trabas para integrar el derecho internacional de los
derechos humanos para aplicar otros tratados, generales o específicos, dentro de
las distintas tareas que le corresponde realizar.
En primer lugar, la Comisión en sus Informes se ha remitido a otros tratados
internacionales, concretamente al Convenio 169. Así, en el Informe Anual de 1993,
la Comisión realizó una recomendación vital para los derechos colectivos de los
pueblos indígenas, señalando que se debía acelerar el proceso de ratificación del
Convenio 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Indígenas e ir adoptando
de inmediato las medidas necesarias para acelerar su cumplimiento.
Pero quizás es en el Caso Yanomami22 donde se hace una interpretación
integral correcta al aplicar el artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, en virtud del artículo 29 de la Convención Americana para
destacar el principio pro homine. Así como la Comisión puede referirse a otros
tratados en materia de derechos humanos, es evidente que, conforme a la
interpretación hecha por la Corte Interamericana en su primera opinión consultiva
OC-1, el Convenio 169 de la OIT entra en esa categoría de instrumentos, en el
entendido que no se puede restringir el régimen de protección de los derechos
humanos atendiendo a la fuente de las obligaciones que el Estado haya asumido
en esa materia23. Consecuentemente, si a una misma situación son aplicables la
Convención Americana y otro tratado internacional, debe prevalecer la norma más
favorable a la persona humana. “Si la propia Convención establece que sus
regulaciones no tienen efecto restrictivo sobre otros instrumentos internacionales,
menos aún podrán traerse restricciones presentes en esos otros instrumentos,
pero no en la Convención, para limitar el ejercicio de los derechos y libertades que
ésta reconoce”24.
Dentro de esa perspectiva, la Comisión ha tratado el tema del racismo con
especial referencia a la temática de pueblos indígenas, de ahí que, ante la
ausencia de una Convención o Declaración regional en ese campo, haya tenido
que utilizar el Convenio 169 de la OIT como instrumento más idóneo para la
integración del derecho indígena. De alguna forma, la Comisión lo que hace es
nutrirse de este tipo de tratados para poder llegar a conclusiones válidas en pro de
una mejor promoción y protección de los derechos humanos.
Pero tampoco el sistema interamericano brinda una protección adecuada a
los derechos de los pueblos indígenas en el entendido de que su origen y,
concretamente, su principal instrumento de protección, la Convención Americana,
se fundamenta en la protección hacia la persona humana. Así se determina en el
artículo 1.2 que dice: “Para efectos de esta Convención, persona es todo ser
humano”.
Sin embargo, dentro de las diferentes competencias que tienen la Corte y la
Comisión Interamericanas, podemos encontrar un tratamiento diferenciado donde,
claramente, la Comisión sí tiene un ámbito más amplio de protección que el
Tribunal Interamericano debido a que su esfera de actuación no se circunscribe a
la Convención Americana, sino a la Declaración Americana y a otros tratados
interamericanos en materia de derechos humanos. Así lo ha sabido interpretar y
aplicar la Comisión cuando ha tratado la problemática indígena y no ha
circunscrito la legitimación únicamente a la persona física sino que la ha extendido
a un grupo de personas: los pueblos indígenas.
En cambio, la Corte Interamericana, al tener limitado su campo de acción a
la Convención Americana, y a los poquísimos casos planteados relacionados con
pueblos indígenas25, no ha podido poner a prueba su facultad interpretativa y más
bien ha sido restrictiva para reconocer reparaciones para un pueblo indígena. Así
por ejemplo, en el caso Aloeboetoe y otros26 contra Suriname se dijo
específicamente que:
“… respecto del argumento que funda la reclamación de una indemnización por
daño moral en la particular estructura social de los saramacas que se habrían
perjudicado en general por los asesinatos [la Corte considera] que todo individuo,
además de ser miembro de su familia y ciudadano de un Estado, pertenece
generalmente a comunidades intermedias. En la práctica, la obligación de pagar
una indemnización moral no se extiende a favor de ellas ni a favor del Estado en
que la víctima participaba, los cuales quedan satisfechos con la realización del
orden jurídico.” Y agregó: “Si en algún caso excepcional se ha otorgado una
indemnización en esta hipótesis, se ha tratado de una comunidad que ha sufrido
27
un daño directo”
Ello fue el resultado de una petición de la Comisión Interamericana en la
etapa de reparaciones para que se reconociera reparación del daño moral a la
comunidad saramaca como grupo afectado por la muerte de siete de sus
miembros.
La Corte razonó que esa reparación hubiera sido posible si se hubiera
demostrado que el daño ocasionado hubiera tenido efecto directo en una acción
del Estado producto de la condición indígena de las víctimas.
El Tribunal en el caso en especie, no consideró oportuno adentrar en el
reconocimiento de efectos directos o indirectos del derecho consuetudinario de la
tribu saramaca respecto a esta petición, como pudo haber ocurrido si se hubiera
reconocido la estructura y organización de ese grupo indígena conforme quedó
plenamente demostrado en el proceso con la literatura y el peritaje del experto
propuesto por la Comisión Interamericana. En tal sentido, si se hubiera reconocido
que dentro de la práctica consuetudinaria saramaca la forma de administrar y
distribuir los bienes era totalmente comunitaria, era evidente que la tribu saramaca
tuvo una pérdida económica y moral con la muerte de siete de sus miembros.
En contraposición, la Comisión Interamericana ha integrado normas de
otros instrumentos internacionales que le han permitido tener un alcance mayor.
De momento, cabe señalar que en el Caso Tribu Aché, N º 1802 (Paraguay), un
punto interesante resuelto por la Comisión fue el que recomendara al Estado
paraguayo, adoptar enérgicas medidas para proteger de manera efectiva los
derechos de la tribu Aché, por lo que se colige que se refiere a derechos de
colectividades y no de individuos.
Como se destacó más adelante, uno de los avances extraordinarios del
Convenio 169 y su predecesor, el Convenio 107, es el reconocimiento de
derechos colectivos, lo cual no sólo resulta novedoso, sino que pone en franca
dificultad al sistema establecido en la Convención Americana que se aboca, en
principio, a la protección de derechos individuales.
No será sino hasta que se apruebe el Proyecto de Declaración Americana
de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de los Estados
Americanos, que podamos decir que se ha empezado a dar el paso correcto para
el reconocimiento de derechos colectivos de los pueblos indígenas en las
Américas, sin que eso signifique un nivel óptimo, ya que ese proyecto tendrá las
limitaciones propias de ser una Declaración.
Mientras no tengamos ese instrumento regional, no queda otra alternativa
que la interpretación creativa e integradora de parte de los órganos de promoción
y protección del sistema interamericano, teniendo la Corte una limitación más clara
respecto a la Comisión Interamericana como se dijo.
EL RACISMO DENTRO DE LA DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA DE LOS
ÓRGANOS DE PROTECCIÓN DEL SISTEMA INTERAMERICANO
El racismo no ha sido tratado como tema específico de desarrollo dentro del
sistema interamericano. Sin embargo, a partir de casos y de situaciones
generales, la Comisión Interamericana ha realizado mayores esfuerzos en algunos
países donde el tema ha tenido relevancia, especialmente tratándose de pueblos
indígenas y trabajadores migratorios y sus familiares, siendo más amplio el
tratamiento para los primeros.
Aun así, los principios y doctrina desarrollados son plenamente aplicables a
cualquier otro grupo de población que esté siendo sujeto de discriminación por
razones étnicas. Por tal motivo, a continuación se sistematizará los principales
temas y situaciones que más han destacado en la práctica de la Comisión
Interamericana.
Sobre pueblos afrodescendientes
En el Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, la
Comisión Interamericana desarrolló un capítulo que llamó “Los Derechos
Humanos de los Afroecuatorianos”, dentro del cual se rescatan algunas
observaciones y recomendaciones que pueden marcar pautas generales para
todos los países que tengan situaciones similares. Las recomendaciones al Estado
fueron:
-
Que el Estado recoja y comunique la información sobre la situación
demográfica y socioeconómica de los afroecuatorianos y de otras
poblaciones minoritarias del país.
-
Que el Estado adopte medidas para fomentar la participación de
población afroecuatoriana y demás grupos minoritarios en la adopción
decisiones a nivel local y nacional.
Que el Estado desarrolle aún más iniciativas necesarias, por medio
instituciones públicas, especialmente en el campo de la educación,
capacitación y la cultura, y aliente la iniciativa del sector privado para:
la
de
de
la
Combatir los prejuicios que son causa de la discriminación racial.
Promover la toma de conciencia con respecto a los estereotipos
negativos y estimular el desarrollo de las relaciones más positivas
entre las razas, las culturas y las etnias.
-
Que el Estado considere la posibilidad de adoptar toda medida adicional
que sea necesaria para asegurar que las incidencias de discriminación por
razones de raza, prohibida por la Constitución y la legislación del Ecuador,
sean tratadas como violación de los derechos humanos y sujetas a las
sanciones legales correspondientes28.
Algunas de las situaciones fácticas que motivaron esas recomendaciones fueron:
-
Discriminación generalizada por parte del Estado como por la población civil
en general.
Solo un afroecuatoriano ha ocupado un cargo con representación política, y
pocos, si los hubiere, han ocupado cargos altos en la rama ejecutiva o en el
ejército.
Actitud del Gobierno de completa indiferencia hacia la población
afroecuatoriana.
Pobreza aguda y ausencia de servicios sociales en salud y educación, lo
que les dificulta obtener oportunidades de empleo y un mejor nivel de vida.
Discriminación generalizada en el empleo privado y el uso y perpetuación
de estereotipos negativos.
No se respeta la cultura afroecuatoriana; más bien se la ignora y desdeña.
La historia afroecuatoriana es generalmente desconocida y no figura en los
programas de estudios relacionados con la historia del país (se ve como un
medio de reprimir su identidad, historia y cultura).
Sobre pueblos indígenas
Este apartado es el más amplio porque es con este grupo étnico que el
sistema interamericano ha contribuido más a su desarrollo. En todo caso, en vista
de que la mayoría de sus problemas guardan relación con discriminación y
racismo, lo mismo sirve su contenido para otros grupos étnicos discriminados en la
región.
Discriminación étnica, social y cultural
En el Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el
Perú, la Comisión Interamericana distinguió entre la no discriminación formal y la
realidad. En tal sentido consideró que a pesar de que la Constitución Política del
Perú reconoce los derechos de los pueblos indígenas a nivel formal, existen en la
sociedad patrones de discriminación étnica, social y cultural institucionalizados,
que se reproducen a todo nivel de la sociedad. El Congreso se vio obligado a
promulgar una ley contra la discriminación en los centros de trabajo, pero este es
un problema sedimentado en la conciencia y las prácticas sociales, por lo cual ha
sido difícil de erradicar. Por ello, la Comisión recomendó al Estado adoptar
medidas políticas contra la discriminación étnica, social y cultural en todas sus
formas y niveles, para mejorar las condiciones socioeconómicas de las
poblaciones indígenas, así como para ayudar a potencializar el papel de las
poblaciones indígenas para que tengan opciones y puedan retener su identidad
cultural, al tiempo que participan en la vida económica y social del país, con
respeto a sus valores culturales, idiomas, tradiciones y formas de organización
social29.
En el Cuarto Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en la
República de Guatemala de 1993, la Comisión establece que muchas acciones del
Estado guatemalteco reflejan aún un estereotipo discriminatorio cultural, entre
ellas el sistema educativo, donde la historia, la nomenclatura geográfica, el idioma
de enseñanza, y aun los valores éticos, desprecian o ignoran los utilizados por la
mayoría de la población conservando su integridad cultural y su derecho a la
dignidad30. Agrega que, quienes retienen características que los identifiquen como
Mayas -lenguaje, formas comunitarias, vestido, prácticas religiosas- están no
solamente excluidos de posiciones de poder y prestigio en la nación, sino además
son despreciados por los políticos en general, sean ellos conservadores, liberales
o marxistas31.
El Informe señala que la realidad muestra que los indígenas de Guatemala
no pueden ejercer los mismos derechos ni tienen las mismas oportunidades que la
población ladina o de origen europeo32, y llama la atención sobre la necesidad de
que los miembros del Poder Judicial actúen en forma no discriminatoria contra los
indígenas y les otorguen, con la prontitud necesaria, todas las garantías legales
que correspondan33.
En el Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, la
Comisión Interamericana señaló que los pueblos indígenas enfrentan graves
obstáculos para obtener el pleno goce de sus derechos y libertades consagradas
en la Convención Americana. Segmentos importantes de la población indígena
padecen los efectos de una pobreza generalizada y es poca la inversión social que
se dirige hace ese sector. Los indígenas son objeto de discriminación, tanto por
parte del sector privado como del público. Han encontrado obstáculos en la
consecución de su relación tradicional con la tierra y los recursos que les han dado
su sustento por miles de años en la consecución de la práctica y la preservación
de sus culturas34.
El concepto de derechos colectivos frente a derechos individuales
Desde que ha tratado el tema de los derechos humanos de las personas
indígenas, la Comisión Interamericana ha aceptado el concepto de derechos
colectivos en el sentido de derechos de los que son titulares y se refieren a
condiciones jurídicas de conjuntos de personas, como es el caso de las
comunidades y pueblos indígenas. En tal sentido, desde su primera resolución al
respecto en 1971 y en su práctica sucesiva, ha emitido recomendaciones a los
Estados para el respeto y goce de los derechos de colectividades indígenas.
La importancia de este reconocimiento radica también en que desde esa
perspectiva se dimensiona mucho mejor el análisis de situaciones y alegatos de
genocidio, desconocimiento de tierras colectivas, destrucción del lenguaje, música
tradicional y prácticas religiosas que tienen un móvil de racismo. En 1973, la
Comisión aceptó el caso 1802 sobre los Aché de Paraguay, que alegaban
ataques, prácticas de desnutrición forzada, tentativas de esclavitud y de hacer
desaparecer a dicho pueblo.
Pero quizás el caso más claro de discriminación y mejor desarrollado por la
Comisión ha sido el caso de los “Miskitos” de Nicaragua. La denuncia original se
refería al bombardeo de poblaciones, el asesinato de personas, la amenaza de
eliminar la “casta” indígena y la erradicación masiva de aldeas, entre otras
demandas. La Comisión en su informe final sobre la solución amistosa del caso se
refirió a los reclamos de varios derechos colectivos de los miskitos, en particular a
su propia administración y a las tierras indígenas “por considerar que el Gobierno
está violando sus derechos a las tierras ancestrales” e introduciendo perjudiciales
modificaciones al sistema de tenencia y explotación de esas tierras a través de la
Reforma Agraria35
Derecho a la vida y a la integridad
La Comisión Interamericana ha intervenido en cientos
violaciones a los derechos de personas y grupos de indígenas
muerte a manos de agentes del Estado, especialmente en el
represión de movimientos disidentes durante las décadas de
principios de los noventa. Algunos casos alcanzaron nivel
indiscriminadas por actos de represalia.
de casos por
por agresión o
contexto de la
los ochenta y
de masacres
Respecto a violaciones generalizadas y sistemáticas contra personas y
comunidades indígenas, la Comisión emitió numerosas resoluciones,
recomendaciones y pedidos de medidas precautorias. Ejemplo de ello ocurrió en
Guatemala y Perú, donde se recomendó a los Estados respectivos el
esclarecimiento, reparación a las víctimas y sus familiares, investigación y
condena de responsables y hasta la adopción de medidas legislativas adecuadas.
Prueba de ello quedó testimoniada en las movilizaciones hechas por la Comisión a
principios de los años ochenta en defensa de los derechos de los indígenas
guatemaltecos y en el primer Informe sobre los Derechos Humanos de Guatemala
1983. Posteriormente, una fuerte resolución de 1986, producto de una visita a ese
país en 1985, condenó miles de ejecuciones sumarias, detenciones ilegales y
desapariciones durante las administraciones de los Generales Romeo Lucas
García, Efraín Ríos Montt y Oscar Humberto Mejía Víctores (Res. 225- 86. CIDH
Informe Anual 1986).
Con respecto a Perú, puede verse el procesamiento de numerosos casos
contenciosos individuales, incluyendo múltiples víctimas ultimadas, desaparecidas
o torturadas, en su mayoría, campesinos indígenas (CIDH. Informe Anual 1990
91).
Hay un caso interesante con doble enfoque por parte de la Comisión y la
Corte. Es el caso Aloeboetoe y otros, ya citado, contra Suriname, en el que la
Comisión consideró que el ataque contra miembros de una comunidad indígena
Saramaca en el que murieron varios de ellos, había tenido una motivación racial
en el contexto de conflictos entre el Gobierno y la tribu Saramaca, por lo que
correspondía indemnizar con reparaciones por daño moral a toda la comunidad.
La Corte Interamericana, en cambio, no aceptó reparar moralmente a dicha
comunidad por considerar que no había sido probado el móvil racial, sino que
había sido dentro del contexto de una situación subversiva que ocurría en ese
momento en el país36. A pesar de esta situación es rescatable que, aplicando a
contrario sensu el razonamiento de la Corte, si en ese caso o en otro se hubiera
demostrado un móvil racial, habría que haber indemnizado a toda la comunidad si
ésta hubiera sufrido daños directos.
Pobreza y calidad de vida
En el Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el
Perú del 2 de junio de 2000 (OEA/Ser.L/V/II.106), la Comisión Interamericana
comprobó, antes y durante su visita in loco que la mayoría de las comunidades
indígenas vive en condiciones de extrema pobreza e inferior calidad de vida. La
pobreza estructural afecta a los pueblos indígenas con mayor intensidad,
restringiéndoles el pleno goce de sus derechos humanos, económicos, sociales y
culturales. Entre las denuncias recibidas destacan problemas relativos al
reconocimiento de territorios comunales, al derecho a la participación y consulta
de los aborígenes y al alto porcentaje de familias indígenas en estado de extrema
pobreza, con problemas de desnutrición crónica y altas tasas de mortalidad,
especialmente materna e infantil.
Salud
Los indígenas se encuentran marginados de un acceso adecuado a este
tipo de servicios. En el Perú, los indígenas están en una situación de desigualdad
frente al resto de la población en cuanto al goce de servicios del Estado, sufriendo
en muchas zonas condiciones de “alta marginación”; las comunidades indígenas
suelen carecer de infraestructuras básicas de salud y padecen de serios
problemas de desnutrición y neumonía, entre otros. Por ello, en sus
recomendaciones dentro del Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos
Humanos en el Perú, la Comisión recomendó al Estado mejorar los accesos a los
servicios públicos, salud y educación de las comunidades nativas para compensar
las diferencias negativas discriminatorias existentes y para proveerles niveles
dignos de acuerdo a normas nacionales e internacionales (Recomendación No. 2).
Educación
En general, se mantiene un sesgo en la calidad y el acceso a la educación
por parte de los pueblos indígenas. En Perú, por ejemplo, mientras la población en
general ha mejorado los índices de escolaridad, los niños aborígenes están en
desventaja. La Comisión señala que un alto porcentaje de estos niños no concurre
a la escuela. Un 23% de la población indígena de las etnias existentes en la selva
peruana no sabe leer y escribir. Los niños de las comunidades indígenas viven en
su mayoría en situación de pobreza, sin acceso a servicios básicos de salud,
padeciendo con los adultos una histórica postergación y marginalidad. Tampoco
hay acceso a una educación bilingüe intercultural37.
Derecho a la propiedad
En el tanto el derecho a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas
tiene una connotación social, cultural, económica y religiosa, los problemas que se
derivan de su explotación y tenencia tendrán dimensiones étnico culturales y, por
ende, el irrespeto y explotación ilegal por parte de grupos no indígenas, o por el
mismo Estado, incidirá directamente en la desarticulación racial y étnica del pueblo
indígena. En este punto es vital la obligación del derecho de consulta a los
pueblos indígenas, norma contenida en el Convenio 169 de la OIT retomado e
incorporado a la doctrina interamericana en forma amplia por la Comisión.
Desde esa perspectiva, la Comisión Interamericana, desde 1970 se refirió a
la obligación del Estado de defender las tierras indígenas38. En la misma línea, en
1985 la Comisión emitió una resolución en el caso de los Yanomami del Noroeste
de Brasil, en la que recomendaba delimitar y demarcar el Parque Yanomami,
incluyendo más de nueve millones de hectáreas, en su mayoría de bosque
amazónico, habitado por los aproximadamente 12.000 Yanomami. Como punto
relevante, la resolución cubría también aspectos de salud, educación e integración
social (como en esa época Brasil no había ratificado la Convención Americana, la
resolución se basó en los derechos a la vida, a la libertad y seguridad, a la
residencia y tránsito y a la preservación de la salud y bienestar de la Declaración
Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (artículos I, VIII y IX de la
Declaración Americana).
En su Cuarto Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en
Guatemala, la Comisión remarcó el carácter discriminatorio de ciertas prácticas de
agentes del Estado contra los indígenas y sus bienes materiales. Y en el primer
acuerdo del hemisferio en el sistema interamericano de derechos humanos, la
Comisión formalizó, el 25 de marzo de 1998, el convenio amistoso por el que el
Estado paraguayo se comprometió a adquirir casi 22.000 hectáreas para ser
transferidas a la Comunidades Lamenxay y Riochito, ambas del pueblo Enxet
Sanapaná, con lo que se dio final al caso respectivo por reivindicación de tierras
de ocupación ancestral sobre las que terceros habían logrado título de propiedad.
En lo referente a la protección comunal, la Comisión hace uso de la
normativa del Convenio 169 del OIT, especialmente en lo referente a la obligación
de los Estados de consultar a los pueblos indígenas sobre proyectos o procesos
de licitación para explotación de recursos dentro de esos territorios. En una
recomendación al Perú, la Comisión le solicitó al Estado asegurar, en consonancia
con dicho Convenio, que todo proyecto de infraestructura o de explotación de
recursos naturales enárea indígena o que afecte su hábitat o cultura, sea
tramitado y decidido con participación y en consulta con los pueblos interesados
con vista a obtener su consentimiento y eventual participación en los beneficios39.
El primer caso referido a derechos de propiedad de pueblos indígenas que
la Comisión remitió a la Corte Interamericana y que se encuentra en etapa de
resolución, es el caso Mayagna Awas Tingni contra Nicaragua. La demanda se
refiere a violaciones a derechos de la Comunidad Indígena Mayagna (Sumo),
concretamente de los artículos 1 (obligación de respetar los derechos), 2 (deber
de adoptar disposiciones de Derecho Interno), 21 (derecho a la propiedad privada)
y 25 (protección judicial) de la Convención Americana, debido a la falta de
demarcación 77 y de reconocimiento oficial del territorio de dicha comunidad. Se
espera que la sentencia de fondo sea dictada en septiembre de 2001.
Protección a la familia
La Convención Americana reconoce a la familia como elemento natural y
fundamental de la sociedad, la cual debe ser protegida por la sociedad y el
Estado. Si bien este concepto es más o menos universal, en la realidad cultural y
en algunos pueblos indígenas americanos, el concepto tiene sus matices. Así lo
estableció la Corte Interamericana en la sentencia de reparaciones en el Caso
Aloeboetoe y otros contra Suriname ya citado cuando, al determinar a los
sucesores de varias víctimas de la tribu samaraca por violación al derecho a la
vida y a la integridad, tomó en cuenta la estructura familiar de los cimarrones
(maroons) que, por un lado, es de carácter matriarcal, pero también se practica la
poligamia como costumbre. La Corte concluyó que en ese caso, el derecho
nacional de familia de Suriname no era efectivo para los Saramacas, quienes lo
desconocen y utilizan su propias reglas40. Este fallo tiene la virtud de reconocer la
costumbre Saramaca como derecho aplicable, lo que favorece el respeto de esa
comunidad como grupo y como etnia, especialmente cuando se reconoció que los
Saramaca no llevan sus conflictos de familia a la cortes nacionales, sino que los
resuelven de acuerdo a sus usos e instituciones, además de que las reparaciones
asignadas fueron establecidas de acuerdo a la costumbre, lo que obligó a
reconocer que el principal grupo de familiares es el “bee”, compuesto por los
descendientes de una mujer en particular.
Pueblos indígenas y conflictos armados
También la Comisión ha mostrado primordial interés por los indígenas en
los países donde existen conflictos armados internos, y donde se cometen
innumerables abusos y terribles violaciones a los derechos humanos.
En el Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República
de Colombia 1981, la Comisión indicó que las operaciones militares en sectores
campesinos y comunidades indígenas41, se traducen en excesos en detrimento de
los sectores campesinos y que en algunos casos esos excesos lesionan intereses
de personas ajenas a los hechos que provocan dichas operaciones, y que en otros
casos los reclamos de las personas perjudicadas, que viven en sectores aislados,
no son debidamente atendidos.
Por su parte, en el Cuarto Informe sobre la situación de los derechos
humanos en la República de Guatemala de 1993, se dijo que no es posible
justificar las violaciones de los derechos humanos tratando de sindicar a la
población Maya-Quiché guatemalteca como enemiga del Estado o cómplice de los
grupos armados irregulares42. Más adelante reafirmó: los indígenas no generaron
la guerrilla y en general no compartieron ni su estrategia ni su visión del mundo43.
Reclutamiento militar discriminatorio de indígenas
Los actos discriminatorios contra indígenas se ilustran también en los
procesos de reclutamiento militar forzoso. En un caso individual contra Guatemala,
la Comisión condenó este tipo de reclutamiento, ocurrido incluso en condiciones
semejantes a la servidumbre, para formar patrullas de autodefensa -cuando
existieron-, impuesto en períodos de la lucha antisubversiva a poblaciones rurales
e indígenas en varios países. Lo mismo ocurrió con el reclutamiento forzoso de
jóvenes indígenas por medio de procedimientos ilegales durante 1993, lo que
incluyó el rechazo de prácticas violatorias de redadas violentas contra aquéllos44
El carácter discriminatorio quedó remarcado de la siguiente manera... continúan
las prácticas discriminatorias en el reclutamiento que hacen que la casi mayoría de
los conscriptos sean jóvenes Maya-Quiché. Esas prácticas consisten
fundamentalmente en aplicar severamente el reclutamiento sobre la población
rural e indígena, mientras resulta casi automática la exención de los jóvenes
procedentes de los sectores ladinos, urbanos y de mayores ingresos.
Derecho a la Justicia
Es un lugar común que los indígenas del hemisferio tengan dificultades y
obstáculos cuando se enfrentan o son parte de algún tipo de proceso judicial,
especialmente por problemas de idioma. En el Ecuador, por ejemplo, los
representantes indígenas denunciaron que los procesos en contra de los
acusados indígenas se realizan en español y no se ofrecen servicios de traducción
a aquellos que solamente comprenden su lengua nativa45
Esta situación no resulta del todo ajena para el resto de los países del
hemisferio con altas concentraciones de etnias indígenas, especialmente en zonas
distantes.
El Proyecto de Declaración Americana sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas
Dentro del marco de la Organización de Estados Americanos, se le
encomendó a la Comisión Interamericana la redacción de un Proyecto de
“Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”. Dicho Proyecto se
encuentra en discusión ante la Asamblea General y ha pasado por largos períodos
de impasse, siendo uno de los obstáculos más grandes el desacuerdo con el
concepto de “pueblos indígenas” frente a “poblaciones indígenas”.
Los Jefes de Estado y de Gobierno acordaron, en el Plan de Acción de
Santiago, promover la participación de los pueblos indígenas en la sociedad y
prometieron llevar a cabo las siguientes actividades:
-
-
-
Proceder al análisis intergubernamental del Proyecto citado con miras a la
adopción de una Declaración.
Apoyar las actividades en el campo de la educación tendientes a aumentar
la participación de las poblaciones indígenas en la sociedad con el fin de
fortalecer su identidad y promover la coexistencia respetuosa entre los
diferentes grupos sociales de las comunidades y Estados.
Promover la ampliación de los servicios de educación básica y media con
orientación vocacional, principalmente en las regiones donde viven
poblaciones indígenas.
Respaldar y promover la capacidad de desarrollar actividades y proyectos
productivos en áreas como la agricultura, artesanía, pequeña empresa y
comercialización, en cooperación con las organizaciones regionales,
instituciones de desarrollo y las ONG.
Facilitar la organización de mesas redondas a nivel nacional y hemisférico
en asociación con las poblaciones indígenas, con el objeto de promover
mayor cooperación en las áreas de salud y educación, poniendo especial
atención en las mujeres, niños, pobreza y desarrollo.
Durante el mes de febrero de 1999, la Comisión de Asuntos Jurídicos y
Políticos convocó a una Reunión de Expertos Gubernamentales en la sede de la
OEA. Después de que el Presidente de la Comisión Interamericana presentara y
justificara el Proyecto, las delegaciones gubernamentales escucharon las
demandas de las organizaciones indígenas y completaron la revisión del
Preámbulo del Proyecto.
A lo largo de este proceso se creó un Comité Indígena de las Américas ad
hoc compuesto por seis líderes de Norteamérica y seis de Latinoamérica con el fin
de participar en el proceso de la Declaración y servir de portavoces de las
demandas de sus comunidades indígenas. Fue esta la primera ocasión en que
dialogaron representantes de los Estados miembros y representantes indígenas
de todo el hemisferio sobre la propuesta contenida en el Proyecto de Declaración.
Posteriormente, durante la Asamblea General celebrada en Guatemala, se
aprobó una resolución por medio de la cual se creó un Grupo de Trabajo para el
estudio del Proyecto de Declaración que también contemplara la participación de
representantes de comunidades indígenas en sus labores. La primera reunión del
Grupo se realizó en noviembre de 1999 y se avanzó con una primera lectura del
Proyecto de Declaración. El Instituto Indigenista Interamericano, por su parte,
brindó asesoría al Grupo de Trabajo en la presentación de un Informe sobre las
Actividades Desarrolladas en otras Organizaciones Internacionales sobre la
Promoción de los Derechos de los Pueblos Indígenas.
El mandato del Grupo de Trabajo fue renovado en la Asamblea General
celebrada en Windsor, Canadá, en junio de 2000, con el fin de que se continuara
con la consideración del Proyecto de Declaración. En abril de 2001 se realizó la
Segunda Sesión Especial para considerar el Proyecto, siendo el acuerdo más
importante haber llegado a un consenso con respecto al uso del término “pueblos”
indígenas y no “poblaciones” indígenas, ya que el primero es un concepto mucho
amplio e integral.
Durante la Asamblea General celebrada en junio de 2001 en San José,
Costa Rica, se adoptó una resolución sobre este proyecto de Declaración
(AG/RES. 1780 (XXXI-O/01 de 5 de junio 2001), en la cual se resolvió:
1. Solicitar al Consejo Permanente que continúe con la consideración del
Proyecto de Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas.
2. Solicitar al Consejo Permanente que estudie la posibilidad de crear una
instancia específica del Consejo Permanente que constituya el ámbito
adecuado para una discusión de alto nivel sobre el Proyecto de Declaración
Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en
correspondencia con el mandato contenido en la Declaración Política y en
el Plan de Acción de Québec. Esta instancia tendrá como mandato
continuar con la consideración del mencionado Proyecto de Declaración
hasta su adopción y que celebre, con este fin, por lo menos una Sesión
Especial de Trabajo, no más allá de la segunda semana de marzo de 2002,
y antes del trigésimo segundo período ordinario de sesiones de la
Asamblea General, de acuerdo con los recursos asignados en el programapresupuesto aprobado y otros recursos.
3. Recomendar al Consejo Permanente que continúe implementando
modalidades para la acreditación y la adecuada forma de participación de
representantes de pueblos indígenas en sus deliberaciones, con el
propósito de que sus observaciones y sugerencias sean tomadas en
consideración.
4. Recomendar al Consejo Permanente la creación de un fondo específico de
contribuciones voluntarias para apoyar la participación de los
representantes indígenas en las sesiones relativas al Proyecto de
Declaración. En la utilización del fondo deberá buscarse mecanismos para
asegurar la participación indígena.
5. Solicitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al Comité
Jurídico Interamericano, al Instituto Indigenista Interamericano y otros
organismos y entidades internacionales, que brinden el apoyo y asesoría
necesarios para el trabajo del Consejo Permanente.
6. Solicitar al Consejo Permanente que presente un informe sobre el
cumplimiento de la presente resolución a la Asamblea General en su
trigésimo segundo período ordinario de sesiones.
La situación de los trabajadores migratorios y miembros de sus
familias en América
Si bien este tema es específico para las personas trabajadoras migrantes,
también es común que exista un vínculo bastante estrecho entre este tema y la
circunstancia de que un alto porcentaje de esta población vulnerable, también
pertenezca a algún grupo étnico que sufra discriminación, lo que desemboca en
una doble discriminación. Adicionalmente, si el estatus migratorio es irregular y,
además, se es mujer, el cuadro se vuelve más sensible todavía.
Esa realidad, choca con un marcado interés de muchos Estados por
desconocer o invisibilizar el problema de la discriminación, como se verá adelante.
Preocupada por esa situación, la Comisión Interamericana inició un estudio
sobre la “Situación de los Trabajadores Migratorios y Miembros de sus Familias en
el Hemisferio” para lo cual creó una Relatoría del mismo nombre. También
restringió su ámbito de acción a ese tipo de trabajadores únicamente cuando se
trasladan más allá de sus Estados originarios, con lo cual quedaron excluidas las
personas desplazadas en el ámbito interno, los apátridas o los refugiados.
La motivación surgió a partir de la experiencia acumulada en la materia
mediante sus visitas in loco, denuncias sobre violaciones de derechos humanos o
audiencias especiales llevadas a cabo con esta clase de personas trabajadoras
que denunciaban su especial vulnerabilidad y los abusos y violaciones
sistemáticas de sus derechos fundamentales. Como complemento, se tomó en
consideración la importancia que la OEA y los Estados miembros le dieron
recientemente al tema dentro de la agenda hemisférica. Precisamente, en el Plan
de Acción de la Segunda Cumbre de las Américas, los Estados señalaron que
apoyarían “las actividades de la comisión Interamericana de Derechos Humanos
con respecto a la protección de los derechos de los trabajadores migrantes y sus
familias, particularmente por medio del Relator Especial para Trabajadores
Migrantes46.
Esta Relatoría, de proceso aún incipiente, tiene una serie de insumos que
pueden facilitar su labor. A continuación se detallan los principales.
La prohibición de expulsiones masivas de extranjeros
Cualquiera sea el móvil de una expulsión masiva de extranjeros, su
ejecución violaría la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Artículo
22.9). Así ha sido determinado por la Comisión y la Corte en sendos casos. Sin
embargo, otra norma del mismo numeral 22 es clara en marcar y prohibir el móvil
racial en esas circunstancias: “En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o
devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad
personal está en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión,
condición social o de sus opiniones políticas” (subrayado no es del original)
(Artículo 22.8 Convención Americana).
En su Informe sobre la situación de los derechos humanos en República
Dominicana, la Comisión Interamericana indicó que entre junio de 1991 y finales
de septiembre del mismo año, se habían expulsado de ese país alrededor de
60.000 haitianos, lo que representaba una violación del artículo 22 de la
Convención Americana, inciso 9 que prohíbe ese tipo de expulsiones masivas47.
Esa norma es una veta de protección que no debe interpretarse
restrictivamente y como no distingue entre clases de extranjeros, debe
sobreentenderse que prohíbe tanto la expulsión colectiva de extranjeros
documentados como indocumentados.
En relación con esta situación y, en ese mismo país, la Corte
Interamericana ha sumado aportes importantes que sirven de guía para todo el
hemisferio. En una reciente resolución, sobre medidas provisionales en favor de
varias personas migrantes haitianas ante una inminente deportación desde
República Dominicana, se desarrolló una pionera jurisprudencia cuando decretó la
protección de tales personas, ordenando que la República Dominicana se
abstuviera de deportarlas o expulsarlas; requirió el permiso para que otras
personas, ya expulsadas, pudiesen retornar; necesitó su colaboración para
obtener información acerca de otras personas desaparecidas y la realización de
determinadas reunificaciones familiares. También pidió mayor información sobre la
situación de los miembros de las comunidades o “bayates” que pueden estar
sujetos a expulsión y la efectiva protección de las personas que habían actuado en
el proceso como testigos48.
En el mismo Informe de la Comisión Interamericana ya citado, se estableció
otro antecedente importante: que las deportaciones indiscriminadas constituyen
una violación del artículo 22 inciso 6 de la Convención Americana en cuanto
quienes pueden probar su condición de residentes, también son deportados sin
proceso legal.
Derecho a garantías judiciales y a la protección judicial
La jurisprudencia de la Corte Interamericana ha señalado que los
extranjeros, además de tener acceso a cada una de las garantías judiciales
mínimas reconocidas en el artículo 8 de la Convención Americana, tienen derecho
en las causas penales y administrativas como garantía judicial mínima, a
comunicarse sin dilación alguna con su representante consular conforme a lo
establecido en el artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares. Esto debido a que la asistencia consular constituye un medio para la
defensa del inculpado, que puede repercutir, y en ocasiones decisivamente, en el
respeto de otros derechos procesales49.
Precisamente, una de las dificultades que más se presentan con los
migrantes en general es que, además de las prácticas discriminatorias y
xenofóbicas que enfrentan cotidianamente, cuando tienen algún tipo de contacto
con la justicia en el país extranjero, muchas veces se les niega el derecho humano
a la justicia y a garantías del debido proceso de carácter general, o que tienen
relación con su condición de extranjero como el derecho a tener un traductor
oficial. Esas violaciones pueden, incluso, ser objeto de algún tipo de
compensación procesal.
La Corte Interamericana lo ha planteado de la siguiente manera:
Para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y resolver los
factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es así como
se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribunales […] y a la correlativa
prohibición de discriminación. La presencia de condiciones de desigualdad real
obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o
eliminar los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de
los propios intereses. Si no existieran esos medios de compensación,
ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se
podría decir que quienes se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de
un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas.
…Por ello se provee de traductor a quien desconoce el idioma en que se
desarrolla el procedimiento, y también por eso mismo se atribuye al extranjero el
derecho a ser informado oportunamente de que puede contar con la asistencia
consular. Estos son medios para que los inculpados puedan hacer pleno uso de
otros derechos que la ley reconoce a todas las personas. Aquéllos y éstos,
indisolublemente vinculados entre sí, forman el conjunto de las garantías
50
procesales y concurren a integrar el debido proceso legal .
Pero la realidad en muchos países de América es, como se indicó, la de
expulsar a extranjeros sin el debido proceso legal, pues son llevados “a la frontera
sin ser oídos ni darles la oportunidad de conocer y, por consiguiente, de
controvertir los cargos por los cuales eran repatriados o deportados”. En otros
casos las expulsiones son llevadas en procedimientos administrativos sumarios y
les impide a los afectados por completo cualquier acceso a un recurso judicial
efectivo para la determinación de si tienen o no derecho a permanecer en el país.
En ambos casos se configura una violación de los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana por violación al debido proceso legal51.
Derecho a la nacionalidad52
Otro cuadro de flagrante y sistemática discriminación se produce con
personas nacionales de un país que, aun cuando hayan nacido en ese territorio,
se les expulsa por no tener regularizada su situación legal y ser hijos
supuestamente de “extranjeros en tránsito”. Ello quedó documentado en una visita
in loco que hiciera la Comisión Interamericana en 1997 a República Dominicana
donde pudo constatar que residían alrededor de 500.000 trabajadores haitianos
indocumentados. Se determinó que,
…[e]n numerosos casos se trata de personas que han residido por 20 ó 40 años y
muchas de ellas han nacido en territorio dominicano. La mayoría enfrenta una
situación de ilegalidad permanente que transmiten a sus hijos, quienes no pueden
obtener la nacionalidad dominicana, porque de acuerdo a la interpretación
restrictiva que hacen las autoridades dominicanas del artículo 11 de la
Constitución, son hijos de “extranjeros en tránsito”. No es posible considerar en
tránsito a personas que han residido por numerosos años en un país donde han
desarrollado innumerables vínculos de toda índole. En consecuencia, numerosos
niños de origen haitiano ven negados derechos fundamentales, como la
53
nacionalidad del país donde han nacido, acceso a la salud y a la educación .
Protección a la familia
En el caso de trabajadores migrantes, las expulsiones masivas pueden
conllevar a la separación familiar. Ello es doblemente grave cuando esa escisión
brusca se comete, además, con desprecio por la condición de vulnerabilidad y
discriminación de estos grupos.
La Comisión Interamericana ha conocido casos donde las expulsiones
masivas de personas han llevado consigo la separación forzada de miembros de
las familias, donde por ejemplo, algunos niños han sido expulsados sin sus padres
o padres han sido expulsados sin sus hijos o bien, a algunas mujeres deportadas
no les permitieron ir por sus hijos a pesar de ser recién nacidos. También la
Comisión ha conocido casos donde se ha expulsado a los padres extranjeros de
niños nacidos en un Estado determinado y los sistemas judiciales no han
proporcionado mecanismos adecuados para garantizar que los intereses y
derechos de los niños sean debidamente tomados en cuenta al momento de la
expulsión54.
Este tipo de prácticas, además de violar la Convención Americana por no
brindarse protección a la familia (Artículo 17) ni a los derechos del niño (Artículo
19), debe integrarse en una interpretación amplia, con la Convención de Naciones
Unidas sobre Derechos del Niño, la cual señala en su artículo 9, que las medidas
que implican la separación de padres e hijos deberán ser extremadamente
excepcionales y ser sometidas a revisión judicial. Por el contrario, como lo señala
la Comisión:
… se puede observar que, aunque el Estado indudablemente tiene el
derecho y deber de mantener el orden público a través del control del ingreso, la
residencia y la expulsión de extranjeros, ese derecho debe equilibrarse en relación
al perjuicio que se puede causar a los derechos de las personas involucrada en el
caso particular… En los casos en que la toma de decisiones implica la potencial
separación de una familia, la resultante interferencia en la vida familiar puede
justificarse solamente cuando es necesaria para satisfacer una necesidad
apremiante de proteger el orden público y cuando los medios son
proporcionales al fin. La aplicación de estos criterios por parte de varios órganos
de supervisión de los derechos humanos indica que se debe buscar este equilibrio
caso por caso y que las razones que justifiquen la interferencia en la vida familiar
deben realmente ser muy serias55. (La negrita no es del original).
Cuestionario a los Estados Miembros sobre Trabajadores Migratorios
y Miembros de sus familias
Dentro del marco de la “Relatoría Especial sobre Trabajadores Migratorios y
Miembros de sus Familias en el Hemisferio”, una de las primeras actividades fue
recabar información sobre esa situación en los Estados miembros de la OEA; se
utilizó un cuestionario con preguntas dirigidas a obtener información sobre la
percepción de éstos en cuanto a sus nacionales que trabajan en otros Estados y
también con preguntas de carácter general y demográfico, así como sobre
derechos de estas personas. La actividad se desarrolló durante 1998 y 1999 y
solamente catorce Estados -menos de la mitad de los que conforman la OEArespondieron a las preguntas, a saber: Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Dominica,
Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Grenada, Honduras, México, Santa Lucía,
Trinidad y Tobago y Venezuela.
A partir de las respuestas al cuestionario, se obtuvieron resultados sobre
temas y situaciones fácticas relacionados con la xenofobia y el racismo en general
a partir de su conexión con la situación de personas trabajadoras migrantes y sus
familiares.
Xenofobia y racismo
Se hicieron dos bloques de preguntas sobre el tema:
E. ¿Existe xenofobia contra los trabajadores inmigrantes en su Estado? ¿Cómo se
manifiesta? ¿Existe algún tipo de legislación al respecto que sancione dichos
actos en contra de los trabajadores migratorios?
F. ¿Existe xenofobia y/o racismo en contra de los trabajadores inmigrantes de su
Estado en los Estados de empleo o tránsito? ¿Cómo se manifiesta? ¿Existe algún
tipo de legislación que sancione dichos actos?
Estos son los resultados de la información suministrada por medio de las
respuestas enviadas por los 14 países mencionados56.
Bloque A
Xenofobia en su Estado, forma de manifestación y legislación
Brasil No hay cuadro inquietante de violaciones y menos un ambiente hostil o de
discriminación. Se reconoce dificultades con extranjeros en situación irregular
cuya protección por el Estado es más difícil. Se aprobó una ley de amnistía en
este sentido.
Canadá Reconoce que en todos los países existe xenofobia y racismo. Aplican
disposiciones igualitarias a ciudadanos canadienses, residentes permanentes,
solicitantes de asilo y visitantes, incluyendo trabajadores temporarios. Se aplica la
Ley Canadiense de Derechos Humanos y leyes provinciales que prohíben la
discriminación en todas las áreas.
Colombia No hay manifestaciones de xenofobia o racismo. Se aplica la
Constitución Nacional de 1991 y la acción de tutela que ha sido reglamentada.
Chile (Respuesta a otra pregunta sobre discriminación): El trabajador es titular del
derecho a no ser discriminado por nacionalidad o por cualquier otra circunstancia y
se consagra un marco antidiscriminatorio a partir del Derecho Interno y el Derecho
Internacional vinculante57.
Dominica No pudo proporcionar respuesta.
Ecuador No existen esas aberrantes conductas. Existe legislación constitucional
general contra todos los criterios de discriminación, por lo que no se ha hecho
necesario legislación especial al respecto.
Estados Unidos Hay percepciones en relación con trabajadores migratorios que
van de una abierta aceptación a una intensa xenofobia/ racismo. Sí existen leyes
federales, estatales y locales que prohíben la adopción de ciertas medidas contra
los trabajadores migratorios. Hay una Ley Federal de Estadísticas de delitos
fundados en el odio y otra de Perfeccionamiento de las sentencias en caso de
delitos fundados en el odio.
Grenada Contestó: No aplicable.
Guatemala No hay prácticas de xenofobia y/o racismo. Se aplica el Código de
Trabajo que prohíbe la discriminación en el trabajo con multas.
Honduras No existe.
México No han existido ni existen muestras racistas, xenofóbicas ni forma alguna
de discriminación en contra de extranjeros en su territorio. Instrumenta, desde
1996, el “Programa de Estabilización Migratoria” con refugiados guatemaltecos.
Existe, además de la Constitución, leyes y Tratados Internacionales ratificados que
prohíben estas prácticas.
Santa Lucía Contestó: No.
Trinidad y Tobago No existe xenofobia o racismo contra los trabajadores
migrantes.
Venezuela No. Siempre se ha caracterizado por ser receptor de grandes flujos
migratorios provenientes de Europa y América Latina entre otros. La Constitución
protege de este tipo de prácticas y se han reformado leyes que establecían
discriminaciones al derecho de igualdad entre venezolanos y extranjeros (Ley de
Inmigración y Colonización de 1936 que incluía como causales de exclusión como
inmigrantes a quienes no fueran de raza blanca, así como a los gitanos. Se
modificó en 1966).
Bloque B:
Xenofobia y Racismo en otros Estados, forma de manifestación y
legislación
Brasil No registra una situación sistemática de racismo u otras formas de
discriminación contra brasileños en otros países, aunque sí algunas denuncias
genéricas que trata en el ámbito de asistencia consular.
Se investiga algunas denuncias de los “brasiguarios” en Paraguay.
Canadá No tienen conocimiento.
Colombia Sí hay quejas por xenofobia de sus trabajadores en otros países. No
indicó en cuáles.
Dominica No pudo proporcionar respuesta.
Ecuador No existe.
Estados Unidos Por la dificultad de recopilación, remitió a su publicación anual
“Country Reports on Human Rights Practices”
Grenada Contestó: No aplicable
Guatemala Sí existen algunos casos. Mencionó problemas en empresas
maquiladoras en Corea y la suscripción de un convenio de pago de prestaciones
laborales con la empresa precedida de la repatriación de los trabajadores
afectados.
Honduras Denuncia que en México la mujer hondureña en tránsito hacia Estados
Unidos es tratada con discriminación, acusándola de ser portadora de VIH/SIDA.
Denuncia que en Estados Unidos es común y rutinaria la práctica de la xenofobia y
la discriminación para sus trabajadores y familiares, tanto por autoridades como
por patronos y norteamericanos en general.
México Los mexicanos que emigran hacia Estados Unidos en ocasiones son
objeto de actos xenofóbicos, racistas y discriminatorios por sus autoridades o por
grupos nacionales en ese país.
Santa Lucía Contestó: No aplicable.
Trinidad y Tobago No existe xenofobia o racismo contra los trabajadores.
Venezuela Contestó: No.
En otra respuesta al cuestionario sobre si han existido en su Estado casos
en donde trabajadores inmigrantes o sus familiares hayan sido objeto de violencia,
abuso o maltrato, Estados Unidos respondió con transparencia: Sí,
lamentablemente, ocurren casos de abuso grave de trabajadores migratorios…
Los grupos de fanáticos organizados que pueden verse envueltos en este tipo de
actos incluyen a los “Skinheads” neo nazis, la Nación Aria, el Ku Klux Klan, varias
“milicias”, la Alianza Nacional y la Resistencia Blanca Aria. Los empleadores y las
organizaciones de contrabandistas también pueden verse involucradas en estos
casos. Cuando las investigaciones revelan estos casos de abuso, los organismos
federales se empeñan firmemente en llevar al infractor ante la justicia y reparar a
la víctima. La participación del Servicio de Inmigración y Naturalización
básicamente se limita a los trabajadores ilegales indocumentados. Empleadores
inescrupulosos han contratado a trabajadores indocumentados por el período
necesario para la cosecha. Luego, contactan al Servicio de Inmigración y
Naturalización para denunciar a trabajadores no autorizados, para evitar el pago
de los salarios de los inmigrantes58.
A manera de conclusión de este apartado, se observa que la falta de
cooperación del resto de los Estados Americanos que no contestaron del todo el
cuestionario puede ser sintomático de dos situaciones igualmente preocupantes:
desinterés por el tema, ausencia de políticas estatales y/o invisibilidad del tema.
No se justifica que después de haberse vencido el período inicial de entrega de las
respuestas del cuestionario, la Comisión haya tenido que dar otro plazo y que más
de la mitad de los Estados Miembros no lo respondieran. Por lo demás, muchas
de las respuestas facilitadas por los Estados que cumplieron, dejan entrever
hallazgos igualmente importantes y preocupantes como la negación del fenómeno
de la xenofobia en sus territorios, falta de legislación especializada para promover
acciones positivas o afirmativas -o pensar que no se requiere legislación especial
por haber disposiciones constitucionales (Ecuador)-, legislación laboral
proteccionista para los nacionales, falta de legislación penal y ausencia de datos
en general.
Muchas de las respuestas también muestran “desgano” o desinterés total
por el tema, especialmente por venir de países donde se sabe que sus nacionales
en otros países sufren los embates de la discriminación y la xenofobia y
únicamente apuntan no tener información al respecto o peor aún, indican que no la
hay.
Lo que sí demuestra el estudio es la urgencia de mantener el tema dentro
de la agenda de la Comisión Interamericana y de otros organismos especializados
para continuar la función permanente de monitoreo y de recomendaciones
propositivas, pero ante todo, queda evidenciada la necesidad de que los Estados
asuman su responsabilidad hacia adentro y hacia afuera de sus fronteras, sobre
todo teniendo claro el diseño de un plan nacional que derive en políticas públicas
claras de carácter integral, donde se tome en cuenta la percepción social y una
campaña nacional educativa de sensibilización.
No está de más que también el Sistema Interamericano se aboque a
trabajar en un proyecto de Convención Americana, o al menos en una
Declaración, para la erradicación de la discriminación racial, la xenofobia y otras
formas conexas de discriminación. En el ínterim, también podría crearse una
Relatoría sobre la Discriminación Racial y la Xenofobia o, en su defecto, fortalecer
y ampliar el trabajo de la Relatoría sobre Trabajadores Migratorios y Miembros de
sus Familias en el Hemisferio para incluir aspectos más generales sobre racismo y
xenofobia, lo que justifica la consecución de fondos para designar un Relator a
tiempo completo, similar al Relator sobre Libertad de Expresión.
NOTAS AL CAPÍTULO
1
Cf: Carta de las Naciones Unidas, Preámbulo.
Cfr. Resolution adopted by the General Assembly on the report of the Third Committee (A/
RES/54/154 of 29 February 2000).
3
Ibidem.
4
Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial.
Artículo 1.1.
5
Cf. Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Art. II); Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional (Art. 6). Dicho sea de paso, ha sido reciente la noticia de que
el Tribunal Internacional para Castigar los Crímenes de Guerra en la Antigua Yugoslavia acaba de
emitir un veredicto en donde después de más de 50 años de Nuremberg, la justicia internacional
emite en Europa una condena por genocidio.
6
En lo que refiere al crimen de apartheid, véase más adelante el comentario al artículo 3 de la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
7
Cf: Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículos 2.1 y 7; Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 2.2; Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, artículos 2.1 y 26, Declaración de los Derechos del Niño, principio I; Convención sobre
los Derechos del Niño, artículo 2.1.
8
Si bien el Convenio 107 de la OIT habla de poblaciones indígenas, parece más conforme a la
evolución del derecho en la materia referirse a “pueblos indígenas”, ya que esa es la terminología
empleada por el Convenio N° 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes.
9
Sobre este artículo véase la Observación General N° 23 del Comité de Derechos Humanos (de
1994), en: HRI/GEN/Rev 5/Pág. 167; Cf. también el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes.
10
Lo mismo puede referirse también al artículo 2 (y en particular 2.1.e), que tiene un carácter
general. En el mismo sentido: cf. Recomendación general V relativa a la presentación de informes
por los Estados Partes.
11
Cfr. Recomendación General III del CEDR.
12
Cfr. Recomendación General No. XV.
13
Cfr. Ibidem.
14
Ibidem.
15
CEDR. Recomendación General No. XX.
16
CEDR. Recomendación General No. XXV.
17
CEDR. Recomendación General No. XXII.
18
CEDR. Recomendación General No. XXVI.
19
CEDR. Recomendación General No. V.
20
Corte IDH. “Otros tratados” objeto de la función consultiva de la Corte (Art. 64 Convención
Americana sobre Derechos Humanos), Opinión consultiva OC-1/82 del 24 de septiembre de 1982.
Serie A No. 1. Párr. 52.
21
Corte IDH. El Derecho a la información sobre la asistencia consular. Opinión Consultiva OC16/99 de 1 de octubre de 1999. Serie A No. 16.
22
CIDH. Caso Yanomami, Resolución Nº 12/85, Caso Nº 7615 (Brasil).
23
Corte IDH: Opinión Consultiva OC-1/82, Op.cit. párr. 41.
24
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-5/85, La Colegiación Obligatoria de Periodistas, 13 de
noviembre de 1985, Serie A, Nº 5, párr. 52.
2
25
Aparte del Caso Aloeboetoe y otros, que además no fue planteado como una cuestión indígena,
está pendiente de resolución el Caso Mayagna Awas Tingni contra Nicaragua.
26
Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art.63.1 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C No. 15.
27
Ibíd. Párr. 83.
28
CIDH. Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador. Capítulo X.
www.cidh.oas.org/countryrep/Ecuador.sp/Capitulo%2010.htm
29
CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el Perú. 2 de junio de
2000. www.cidh.oas.org/countryrep/Peru2000sp/capitulo10.htm. p. 6.
30
Pág. 35
31
Pág. 35.
32
Pág. 35.
33
Pág. 38.
34
CIDH. Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador. 24 de abril de 1997.
35
CIDH. Informe sobre Miskitos en Nicaragua.
36
Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros. Sentencia de Reparaciones. Op. Cit.
37
CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el Perú. Op. Cit. Párr.
36, 37.
38
CIDH. Caso de los Guahibos en Colombia. Caso 1690.
39
CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el Perú. Op. Cit. Párr.
5.
40
Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros. Op. Cit.
41
Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República de Colombia, OEA/Ser.
L/V/II.53 doc. 22, 30 de junio de 1981, Pág. 209.
42
CIDH. Cuarto Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en la República de Guatemala,
1993. Pág. 39.
43
Ibidem.
44
CIDH. Caso No. 10.975 Piche Cuca contra Guatemala. Informe No. 36-96. Informe Anual 1996.
Pág. 299.
45
CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador. Op. Cit. Pág.
2.
46
Durante su 106 período ordinario de sesiones la Comisión designó relator al su Comisionado,
señor Juan Méndez.
47
CIDH. Informe de progreso de la Relatoría sobre Trabajadores Migratorios y Miembros de sus
Familias en el Hemisferio. www.cidh.oas.org/annualrep/99span/capitulo6.htm. 02/08/2001.
48
Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 18 de agosto de 2000.
Medidas provisionales solicitadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos respecto
de la República Dominicana.
49
Cfr. Corte IDH., El derecho a la información sobre la asistencia consular. Opinión Consultiva OC16/99 de1 de octubre de 1999. Serie A No. 16.
50
Ibid. párr. 119, 120.
51
Cfr. CIDH. Informe de progreso de la Relatoría sobre Trabajadores Migratorios y Miembros de
sus Familias en el Hemisferio. Op. Cit. P. 4.
52
Este derecho se fundamenta en el sistema interamericano en el artículo 20 de la Convención
Americana que estipula: “1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. 2. Toda persona tiene
derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no tiene derecho a otra. 3. A nadie
se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla.
53
CIDH. Informe de progreso de la Relatoría sobre Trabajadores Migratorios y Miembros
de sus Familias en el Hemisferio. Op. Cit. P. 4.
54
Ibidem.
Ibíd. Pág. 5.
56
Ibíd. Págs. 7-32.
57
Cfr. Ibíd. Pág. 19, 20.
58
Ibíd. Pág. 41.
55
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