Baja Edad Media 1000-1500 - Universidad Interamericana de

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GEHS 4020
Civilización Occidental Antigua y Medieval
D. Civilización Medieval
2.
Baja Edad Media: 1000-1500
a. El sistema feudal: aspectos políticos, económicos y sociales
b. Las Cruzadas
c. Desarrollo económico local y el comercio a larga distancia
d. Desarrollo urbano
e. Florecimiento cultural
f. Crisis y desintegración de la Civilización Medieval
(Para la prueba de Educación se incluyen los siguientes temas:
La apertura a Oriente – Bizancio y el mundo islámico- como circunstancia de las
Cruzadas
La épica medieval y el ideal caballeresco: al servicio de Dios y del Rey)
Surgimiento de la burguesía: la ciudad centro de la vida económica
El arte y los valores de cada momento: románico y gótico)
a. El sistema feudal: aspectos políticos, económicos y sociales
A manera de repaso del tema anterior y para añadir alguna información sobre el
sistema feudal, aparecen a continuación las siguientes notas tomadas de Wikipedia.
Se han hecho correcciones en la redacción y en el orden de las oraciones.
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Los estamentos sociales
(http://es.wikipedia.org/wiki/Feudalismo) Esta información ha sido corroborada con otras
fuentes.
La división en tres órdenes se subdividía a su vez en estamentos compactos y perfectamente
delimitados.
En una primera división, se encuentra el grupo de los privilegiados, todos ellos señores,
eclesiásticos o caballeros. En la cúspide se hallaba el Rey, después el Alto Clero integrado por
arzobispos, obispos y abades y el Bajo Clero formado por los curas y sacerdotes, y por último la
nobleza. Es este grupo de privilegiados al que pertenecen los señores y los caballeros, y éstos
últimos a su vez podían ser señores de otros caballeros, dependiendo de su poder y de la
capacidad de sub-dividir sus tierras. Algo sumamente importante era que los privilegiados no
pagaban impuestos.
Los no privilegiados eran la burguesía, los artesanos, los sirvientes y los campesinos, que se
subdividían a su vez en colonos y aldeanos. A éstos correspondía el sometimiento a la tierra y,
por tanto, a quien de ella dependiera, trabajándola y entregando una parte de sus frutos al
señor, o bien, en el caso de artesanos y burgueses, debían obediencia a quien les garantizaba la
defensa de la ciudad y la entrega de bienes o dinero.
Los eclesiásticos
El Alto Clero estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales eran
equiparables a los de cualquier señor laico. Además de las tareas que dentro de los tres órdenes
le habían sido encomendadas: la guía espiritual y sostener la doctrina moral que mantenía el
feudalismo, los miembros del Alto Clero podían ser a su vez señores y entregar parte de sus
bienes para la defensa de su comunidad.
En un primer momento, los monjes, todos pertenecientes al Bajo Clero, quedaban dentro del
ámbito de poder de los obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían por delimitar
su autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en el
ámbito de la diócesis episcopal. En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos. La
mayoría de los monjes no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su
supervivencia de las limosnas de los fieles y de algunos predios entregados por los señores del
lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. La necesidad de dinero favorece
que sea en este instante en el que la limosna es ensalzada como deber fundamental para el
creyente y camino para la salvación del alma.
Otros monasterios poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal, en
algunos casos incluso nombrando caballeros que le protejan o favoreciendo la creación de
órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como fuere, en éstos el dinero proviene de las
rentas que son entregadas por los siervos, generalmente en especie, así como de las
aportaciones, muchas de ellas generosas, y a veces interesadas, de otros señores. La necesidad
de mantener una buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros
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señores entregaran ofrendas de alto valor y ayudaran en la construcción y embellecimiento de
iglesias y catedrales que simbolizaban el poder.
El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia social. Se trata
del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre puede incorporarse al mismo
pagando una cantidad de dinero o dote. Éste será el elemento que determine dentro del
estamento la posición que, efectivamente, va a ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se
integran dentro de la iglesia aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no sólo su
supervivencia de por vida, sino un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o
monasterio en el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Son éstos
los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro lado, los clérigos serán los hijos de
los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas funciones, además de las
religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta práctica degeneró en la práctica de
compraventa de cargos eclesiásticos llamada simonía.
La caballería
Asalto a un castillo
Armadura y armas de los caballeros, generalmente
aportadas por el señor en la Investidura.
La obligación primordial del vasallo era cumplir con los deberes militares, sobre todo la
defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa del propio feudo y de los siervos que en
él se encontraban. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos
recaudados al señor para engrandecer sus propiedades. El caballero no tenía en realidad un
dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí que se encontrasen caballeros que
luchaban en las filas de un rey un día, y al siguiente en las de otro. Su deber real era para con el
señor a quien le unía un espíritu de camaradería.
En el siglo IX aún se usaba el término milites para hacer referencia a los caballeros, aunque
pronto los idiomas locales fueron gestando términos propios que se agrupaban en "jinetes" o
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"caballeros". Su importancia fue en aumento al prescindirse cada vez más de la infantería. El
caballero debía proveerse de caballo, armadura y armas, y disponer de tiempo de ocio para
cumplir su misión.
Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse, convirtiéndose en
hereditario. Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al terminar la adolescencia por un
compañero de armas en una ceremonia sencilla. En este momento ya no importa la fortuna, sino
la ascendencia, creándose diferencias notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un
pequeño terreno, y ocupan su tiempo entre las labores propias del campesino y la guerra. Los
más poderosos, que disponen de tierras y fortuna, comenzarán a formar la auténtica nobleza,
concentrando poder económico y militar.
Los no privilegiados
El conjunto de laicos libres que no pertenecían a la reducida categoría caballeresca son los no
privilegiados en cuyo trabajo descansa el orden económico del feudalismo.
El grupo más numeroso lo forman los campesinos libres, que trabajan la tierra, generalmente
ajena, o pequeñas parcelas propias. Entre éstos sigue habiendo diferencias, según se es
labrador que dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso singular, campesinos
libres llegaron a poseer grandes extensiones que les permitirían más tarde llegar a la condición
de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones excepcionales.
En cualquier caso, lo que les distingue como estamento, como siervos, es su situación de
dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene sobre ellos el poder de distribuir la
tierra, administrar justicia, determinar los tributos, exigirles obligaciones militares de custodia
y protección del castillo y los bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte
sustancial del excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.
Viñateros podando,
hacia 1180.
Siega del heno, con ,
guadaña hacia 1170.
Campesinos vendimiando,
hacia 1180.
Campesino cavando,
hacia 1170.
Los villanos
Recibían este nombre los habitantes de las villas dedicados a la agricultura. Se distinguían dos
clases: los siervos los campesinos libres. Los siervos no eran dueños de sus tierras. Formaban
parte de la tierra, por lo cual se les llamaba siervos de la gleba. No podían abandonar la tierra
sin consentimiento del señor, lo mismo para contraer matrimonio. Se les podía vender junto con
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la tierra. Tenían, además, que pagar por la tierra que cultivaban y servir gratis al señor. Los
campesinos libres podían cambiar de lugar, contraer matrimonio, transmitir sus bienes. Sin
embargo, estaban obligados al servicio militar y a pagarle al señor impuestos en dinero o en
especie por el uso de la tierra. La vida de los villanos era muy dura. A menudo se veían
acosados por el hambre y las enfermedades.
Economía feudal
Las invasiones que sufre Europa durante más de cien años (normandos, musulmanes, eslavos)
con la caída del Imperio romano y el posterior debilitamiento del Imperio carolingio frenarán la
actividad económica hasta las puertas del año 1000.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que, existiendo
anteriormente, habían quedado reducidas a pocos espacios territoriales. Entre ellos cabe
destacar el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz y de las acequias para
riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de obra. Además, mejoran los métodos de
enganche de los animales, especialmente el caballo y el buey, cuya cría aumenta de manera
notable y permitirá disponer de animales de tiro en abundancia. Los instrumentos de uso
agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son sustituidos por otros de
hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia. Los siervos cultivaban lo suficiente para
mantenerse a sí mismos y para pagar los diezmos a la Iglesia y la renta al señor. De la recolecta
se separaban también las semillas necesarias para la siguiente siembra. Los mercados urbanos
se abastecían con las porciones de los diezmos y la renta.
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone ya en el siglo XI
una reducción de las prestaciones personales de los siervos a sus señores en cuanto a horas de
trabajo, sustituyéndose por el pago de una cuantía económica o en especie. Se reducen las
tierras del señor y aumentan los arrendamientos. Al mismo tiempo, los campesinos aumentan
sus rentas disponibles y ganan en independencia.
Se incrementa el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación de los
bosques europeos, drenaje de las tierras empantanadas, la extensión de los terrenos arados lejos
de las aldeas y la construcción dispersa de casas campesinas. Las mejores tierras atraen a una
mayor masa de población y se producen migraciones en todo el centro de Europa. El
crecimiento de la población es notable a partir del 1050, llegándose a duplicar la población de
Inglaterra en 150 años y se triplicará hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI las
hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes incrementa el comercio más allá de las
fronteras del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía,
los mercaderes, que debe realizar su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en
forma de tributos a los señores, que a su vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de
peregrinaje son los nuevos caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago
de Compostela son los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen.
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Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza
el tiempo y se va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV.
En resumen, durante varios siglos la sociedad europea estuvo dividida entre el poder
que daba el feudalismo a los que poseían las tierras y los ejércitos. También eran
poderosos los miembros de esos mismos grupos que entraban a formar parte de la
iglesia y terminaban por ocupar los puestos de mayor poder.
Por mucho tiempo se pensó que en esta sociedad solamente había tres grupos: los que
oraban, los que peleaban y los que trabajaban la tierra. Sin embargo, lentamente en
las pequeñas villas fueron apareciendo artesanos dedicados a la fabricación de
zapatos, muebles, herraduras, panes, etc. y se organizaron en gremios u
organizaciones cerradas para poder controlar la calidad de los productos y para
controlar la cantidad de artesanos que los producían. Las primeras universidades
aparecieron cuando maestros y estudiantes se agremiaron para independizar la
educación de la iglesia. El gremio podía llegar a ser muy poderoso y ser un arma para
proteger a sus miembros. A estos gremios no se permitía la entrada de judíos, por lo
que éstos se dedicaron principalmente a la venta de mercancías y al préstamo de
dinero a cambio de intereses. Curiosamente esta actividad estaba prohibida para los
cristianos, por lo que en las villas ambos grupos se complementaban muy bien.
De los gremios y de los comerciantes comienzan a aparecer personas con mucho
poder adquisitivo y con intereses distintos dentro de la estructura feudal. Estas
personas, llamadas burgueses porque vivían en burgos o villas, llegaron a prestar o a
financiar campañas militares de los reyes y de los señores nobles. Este poder
económico que poseían no estaba comparado con la capacidad de ascender en la
estructura social, pues no se les reconocía nacimiento noble y, en muchas ocasiones
no se les permitía ni casarse con hijos de nobles ni ocupar posiciones de poder dentro
de las estructuras políticas o judiciales de la propia villa. Es evidente que aquí hay el
inicio de un conflicto del que, eventualmente, los burgueses se beneficiarán.
Varios otros factores van a contribuir al inicio del último período de la Edad Media,
llamado Baja Edad Media. En este período que abarca desde los siglos X al XV se
comienzan a incorporar cambios en la vida, economía y política medievales que
terminarán por transformar la vida occidental e iniciar un movimiento cultural muy
diferente al anterior, pero basado en los adelantos medievales que se discuten en los
próximos temas.
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b. Las Cruzadas (siglos XI al XIII)
(http://www.arteguias.com/cruzadas.htm)
En general, se denomina como Cruzadas a la serie de campañas, comúnmente militares, que a partir del
siglo XI se emprendieron desde el Occidente cristiano contra los musulmanes para la recuperación de
Tierra Santa. Estas campañas se extendieron hasta el siglo XIII y se caracterizaban por la bendición que
les concedió la Iglesia, otorgando a los particulares indulgencias espirituales y privilegios temporales a
los combatientes. Con el tiempo el término se aplicaría a cualquier guerra que se emprendiera al servicio
de la Iglesia, como, por ejemplo, la cruzada contra los albigenses.
El origen de las Cruzadas
La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont (1095), tras la conquista de
Jerusalén por los turcos selyúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del emperador bizantino Alejo I
Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara connotación religiosa, los
Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de ensamblaje espiritual que superase las tensiones
entre Roma y Constantinopla, que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores
germanos, afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de desviar la guerra
endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que pudiera ser común a todos ellos, la
lucha contra el infiel.
El éxito de esta iniciativa y su conversión en un fenómeno histórico que se extenderá durante dos siglos,
se deberá tanto a aspectos de la vida económica y social de los siglos XI al XIII, como a cuestiones
políticas y religiosas, en las que intervendrán una gran variedad de agentes: como la difícil situación de
las masas populares de Europa occidental; el ambiente escatológico, que hacía de la peregrinación a
Jerusalén el cumplimiento del supremo destino religioso de los fieles; o los intereses comerciales de las
ciudades del norte de Italia que participaban en estas expediciones y que encontraron en las cruzadas su
oportunidad de intensificar sus relaciones comerciales con el mediterráneo oriental, convirtiéndose en las
grandes beneficiarias del proceso. Los comerciantes italianos reabrieron el Mediterráneo oriental al
comercio occidental, monopolizaron el tráfico y se convirtieron en intermediarios y distribuidores en
Europa de las especies y otros productos traídos de China e India. [Los nobles las vieron como una
oportunidad de expandir sus territorios.]
También tuvo su papel la necesidad de expansión de la sociedad feudal, en la que el marco de la
organización señorial se vio desbordado por el crecimiento, obligando a emigrar a muchos segundones
de la pequeña nobleza en busca de nuevas posibilidades de lucro. De esta procedencia eran la mayoría
de los caballeros franco-normandos que formaron la mayor parte de los contingentes de la primera
cruzada.
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Las ocho Cruzadas
El asedio de Antioquía, de una miniatura medieval,
durante la primera cruzada.
Masacre de judíos durante la Primera Cruzada. Biblia del siglo XIII
La historiografía tradicional contabiliza ocho cruzadas, aunque en realidad el número de expediciones
fue mayor. Las tres primeras se centraron en Palestina, para luego volver la vista al Norte de África o
servir a otros intereses, como la IV Cruzada.
La I Cruzada (1095-1099) dirigida por Godofredo de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y Bohemundo I de
Tarento culminó con la conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea (1097) y Antioquia (1098), y
la formación de los estados latinos en Tierra Santa: el reino de Jerusalén (1099), el principado de
Antioquia (1098) y los condados de Edesa (1098) y Trípoli (1199).
La II Cruzada (1147-1149) predicada por San Bernardo de Clairvaux tras la toma de Edesa por los
turcos, y dirigida por Luis VII de Francia y el emperador Conrado III, terminó con el fracasado asalto a
Damasco (1148).
La III Cruzada (1189-1192) fue una consecuencia directa de la toma de Jerusalén (1187) por Saladino.
Dirigida por Ricardo Corazón de León, Felipe II Augusto de Francia y Federico III de Alemania, no
alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para cederla luego al Rey de Jerusalén, y
junto a Felipe Augusto, Acre (1191)
La IV Cruzada (1202-1204), inspirada por Inocencio III ya contra Egipto, terminó desviándose hacia el
Imperio Bizantino por la intervención de los venecianos, que la utilizaron en su propio beneficio Tras la
toma y saqueo de Constantinopla (1204) se constituyó sobre el viejo Bizancio el Imperio Latino de
Occidente, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil. Desapareció en 1291 ante la
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reacción bizantina que constituyeron el llamado Imperio de Nicea, al tiempo que Génova sustituía a
Venecia en el control del comercio bizantino.
La V (1217-1221) y la VII (1248-1254) Cruzadas, dirigidas por Andrés II de Hungría y Juan de Brienne, y
Luis IX de Francia, respectivamente, tuvieron como objetivo el sultanato de Egipto y ambas terminaron
en rotundos fracasos.
La VIII cruzada (1271) también fue iniciativa de Luis IX. Dirigida contra Túnez concluyó con la muerte de
San Luis ante la ciudad sitiada.
La VI Cruzada (1228-1229) fue la más extraña de todas, dirigida por un soberano excomulgado,
Federico II de Alemania, alcanzó unos objetivos sorprendentes para la época: el condominio confesional
de Jerusalén, Belén y Nazareth (1299), status que sin embargo duraría pocos años.
Consecuencias
Lo más importante de estas ocho Cruzadas que duraron dos siglos fueron las consecuencias
que trajeron para el mundo occidental.
1. A la larga no produjeron los resultados esperados pues, aunque por un tiempo las
tierras santas fueron conquistadas por los cruzados, los musulmanes terminaron por
reconquistar las tierras y expulsar a los cristianos, los que sufrieron grandes derrotas y
pérdidas materiales.
2. Se saquearon grandes ciudades en el camino a la Tierra Santa, así como los propios
territorios anclados en el Medio Oriente. Muchos tesoros de Jerusalén, Belén y otras
ciudades bíblicas, fueron a parar a Europa a distintos castillos y en manos de personas
particulares.
3. Las diferencias entre las religiones se agudizaron. Los cristianos terminaron por pelear
contra musulmanes y cristianos ortodoxos y en su peregrinaje hacia Tierra Santa
masacraron a judíos y a cuantos entendían no compartían sus creencias. La
intolerancia religiosa se centró.
4. En términos económicos, las Cruzadas produjeron grandes intercambios de mercancías
entre Oriente y Occidente. Muchos comerciantes y prestamistas europeos se
beneficiaron con estos intercambios de artículos de lujo.
5. Para los habitantes de los territorios del Cercano Oriente, las Cruzadas produjeron la
peor impresión sobre los cristianos. Durante siglos pensaron que eran rudos,
ignorantes, ambiciosos y crueles. [¿Es posible pensar que parte de las malas
relaciones entre musulmanes y cristianos hoy en día tenga que ver con estos
acontecimientos?]
6. La institución del Papado no salió fortalecida de estas expediciones, pero la Iglesia se
fortaleció y estableció brazos para perseguir a los no creyentes como la Inquisición.
c. Desarrollo económico local y el comercio a larga distancia
Entre los siglos X al XIII hubo una explosión demográfica en la Europa medieval que
duplicó la población. Se cree que de 35 millones de habitantes en el 900, se aumentó
a 70 millones cerca de 1350 (justo antes del comienzo de la gran plaga que se discute
en el último tema). Este aumento en la población se debió, en gran medida a una
mejora en las técnicas agrícolas ocasionadas por varios factores:
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-un mejor arado tirado por caballos en lugar de bueyes y nuevas
herramientas de labranza hechas de hierro
-mejoras en los molinos de agua y de viento y utilización de éstos en la
molienda de los cereales
-perfeccionamiento de los sistemas de riego de las tierras
-una mejor utilización de las tierras, dejándolas descansar
-ampliación de las tierras de cultivo mediante la expansión territorial y el
aprovechamiento de tierras hasta entonces inútiles como los pantanos
que llegaron a secarse para ser utilizados en la siembra
-largas épocas de buen clima
El resultado fue que el campesino incorporó más y mejores alimentos a su dieta como
las legumbres y frijoles y esta proteína les hizo más saludables. También aumentó la
cantidad y variedad del ganado, por lo que se aprovechaban mejor sus productos.
Todo esto contribuyó a que mucha gente quedara libre de las tareas agrícolas y
pudiera dedicarse a otros menesteres como la artesanía y el comercio.
A larga distancia, se desarrollaron grandes centros comerciales, especialmente entre
las ciudades de Italia como Venecia, Génova, Pisa que habían debilitado el control
musulmán en el Mediterráneo y establecieron relaciones comerciales con el norte de
África y con los musulmanes de España, así como impresionantes rutas comerciales
desde el norte de Europa hasta el Imperio Bizantino y el Oriente a través del Medio
Oriente. Las rutas comerciales que habían desaparecido a la caída del Imperio
Romano, se restablecieron con nuevas fuerzas y nuevas riquezas para quienes las
dominaran. Los viajes de las Cruzadas contribuyeron mucho al desarrollo de algunas
de estas rutas.
Las rutas comerciales fortalecidas implicaban un aumento en la manufactura para el
comercio entre ciudades cercanas y hacia el exterior. Muchas personas comenzaron a
elaborar productos en los talleres o en sus propias casas cuando se les suministraba la
materia prima como el algodón para ser exportado fuera de Europa. Se cree que esta
actividad comercial superó la que se había establecido en el Imperio romano o en los
imperios bizantino y musulmán.
d. Desarrollo urbano
(http://www.profesorenlinea.cl/universalhistoria/Edadmedia.html)
El aumento del comercio se relacionó con un aumento del uso de la moneda y del dinero
circulante. En las ferias algunos comerciantes se dedicaron a los negocios de dinero:
establecieron su banco para cambiar monedas; recibían dinero en depósito y giraban letras de
cambio para poder efectuar pagos en otras plazas. También prestaban dinero cobrando
intereses. Esta práctica fue prohibida en un comienzo por la Iglesia como usura. Mas con el
tiempo se establecieron leyes para impedir la usura y establecer una tasa justa de intereses.
Al mismo tiempo renació la vida urbana. Muchas ciudades se formaron al pie de los muros de
un castillo o al lado de un palacio episcopal o de un convento. Otras se establecieron a orillas
de los ríos, las vías naturales del comercio.
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En aquellos tiempos belicosos, las ciudades, al igual que los castillos, tuvieron que rodearse de
poderosos muros y fortificaciones. En el centro de la ciudad había una plaza en que se
celebraba el mercado semanal. A su costado se elevaban la Iglesia, el palacio del
ayuntamiento y las casas de los principales gremios y de los patricios. Como el recinto urbano
era reducido, las calles eran estrechas y las casas angostas de varios pisos.
La vida urbana era muy distinta de la vida del campo y, por lo tanto, las ciudades tuvieron que
darse sus propias leyes y su propia organización. El gobierno de la ciudad era ejercido por un
Concejo Municipal, cuyos miembros eran elegidos por las corporaciones. Solían pertenecer a
las familias patricias, esto es, las familias más antiguas y ricas. El Concejo estaba presidido por
un alcalde. El gobierno municipal cuidaba de la defensa de la ciudad y de la seguridad pública,
percibía los impuestos, administraba el dinero municipal, nombraba a los jueces y jurados,
administraba las escuelas y los hospitales y fijaba la política económica.
En un comienzo las ciudades dependieron del señor en cuyo territorio habían sido fundadas. A
partir del siglo XI las ciudades se levantaron y, mediante negociaciones y violentas luchas,
obtuvieron gradualmente su independencia, quedando sujetas directamente al rey. Los
impuestos que las ciudades pagaban al rey aumentaban su riqueza y, por lo tanto, también su
poder sobre los nobles. Las ciudades se convirtieron en aliados importantes de los reyes en su
lucha por consolidar el poder central y quebrar la resistencia de la nobleza feudal.
Con el fin de reglamentar las actividades comerciales, los mercaderes se organizaban en
asociaciones o guildas. Sólo los miembros de una guilda estaban autorizados para vender sus
mercaderías en determinados distritos, de modo que gozaban de un monopolio en esa región.
El tribunal de la guilda juzgaba los conflictos entre los miembros y castigaban a comerciantes
deshonestos. La guilda ayudaba a sus socios en la vejez y mantenía casas para los pobres.
Los artesanos tenían sus propias asociaciones, los gremios. Para cada actividad artesanal
había un gremio correspondiente: joyeros, zapateros, peleteros, armeros, etc. Para poder
ejercer algún oficio, era indispensable pertenecer a un gremio. Este fijaba los precios y
reglamentaba la cantidad y la calidad de la producción. Se debía realizar el trabajo por el honor
del oficio y no por afán de lucro.
La formación de un buen artesano tomaba largo tiempo. Un aprendiz entraba de niño al taller
de un maestro donde permanecía entre cinco y doce años. Vivía en la casa del maestro donde
recibía comida y vestuario, pero ninguna remuneración. Al terminar el aprendizaje se convertía
en oficial y empezaba a recibir un salario. Para completar su formación, los oficiales debían
salir de viaje y trabajar en distintos talleres.
Vueltos a la ciudad natal, presentaban su obra maestra y rendían un examen para ascender a
maestros. Las ciudades y los gremios muchas veces establecieron tratados y alianzas con
otras ciudades y otros gremios para concederse mutuos privilegios y unir sus fuerzas en la
lucha contra los piratas, los salteadores de caminos y las ciudades rivales. La más importante
de estas asociaciones fue la Liga Hanseática que, hacia fines del siglo XIV, incluyó a cientos de
ciudades y puertos del norte de Alemania, de los Países Bajos, Inglaterra, Escandinavia y
Rusia y que logró establecer su monopolio sobre el comercio marítimo de todo el norte de
Europa.
Con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en la
sociedad europea. El habitante de la ciudad o burgo, el burgués, a diferencia del noble, estaba
interesado en el comercio y el trabajo y no en la guerra. En la ciudad no existía la servidumbre:
"El aire de la ciudad hace libre". Los vecinos eran hombres libres que se sentían orgullosos de
sus derechos, de su riqueza y de su poder.
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e. Florecimiento cultural
El surgimiento de las ciudades, la formación de una próspera clase media, las reformas
monásticas y el contacto con otras culturas estimularon el desarrollo cultural. Los príncipes y la
Iglesia necesitaban de personas instruidas en las leyes. El comercio internacional y las
operaciones de dinero requerían de un mayor grado de instrucción. Con el fin de responder a
estas exigencias se formaron asociaciones de profesores y estudiantes, comparables a los
gremios con sus maestros y aprendices. Estas corporaciones de estudio recibieron el nombre
de Universidades. La primera fue la Escuela de Bolonia, famosa por sus juristas.
Luego, los príncipes y reyes fundaron Universidades en toda Europa. La fundación debía ser
aprobada por el Papa. Cada Universidad recibía sus estatutos propios. La Universidad estaba
dividida en las cuatro Facultades de Artes, Medicina, Derecho y Teología. El primer grado
universitario era el Bachillerato. El título de Magister confería el derecho de enseñar en la
Universidad. Los estudios culminaban en el Doctorado.
Las Universidades servían a la formación profesional y preparaban a los profesores, médicos y
abogados que la sociedad necesitaba. Pero su tarea más elevada consistía en la búsqueda e
interpretación de la verdad. Los sabios cristianos estaban convencidos de que la razón y la fe
se complementaban. La filosofía y la teología debían explicar los misterios de la revelación
divina. El sabio más famoso de la Edad Media fue Santo Tomás (1225-1274), el principal
representante de la *Escolástica, quien creó con su Summa una síntesis de la filosofía
aristotélica y del pensamiento cristiano.
Durante toda la Edad Media el latín fue la lengua de la Iglesia, de las Universidades y de la
ciencia. Al formarse las nacionalidades europeas, éstas desarrollaron sus propias lenguas, que
luego encontraron también expresión literaria. En España nació como primer documento
literario de la lengua vernácula el Poema del Cid. Se considera que la obra literaria más
grandiosa de la Edad Media es la *Divina Comedia, del poeta italiano Dante Alighieri. Esta
obra, que narra la historia del viaje mítico del poeta por el infierno, el purgatorio y el cielo, es
auténtica expresión del espíritu religioso de la Edad Media.
La religiosidad medieval encontró también su expresión en las creaciones del arte y, en
especial, en la arquitectura. A partir del siglo X se desarrolló el *arte románico, que se
caracteriza ante todo por el empleo del arco de medio punto y la bóveda y la cúpula de media
naranja. En el siglo XII nació en Francia un nuevo arte que recibiría el nombre de *gótico.
El arte románico fue un estilo artístico predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del
XIII. El románico supone el arte cristiano, agrupando las diferentes opciones que se habían
utilizado en la temprana Edad Media (romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe) y
consiguiendo formular un lenguaje específico y coherente aplicado a todas las manifestaciones
artísticas. Características:
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Empleo del arco de medio punto
Piedra escuadrada pero no pulida
Cabeceras de semitambor adornadas con arquillos y bandas rítmicamente dispuestas
Los templos se cubren con bóvedas pétreas de cañón y horno
Las naves son más amplias y elevadas, al menos en comparación con antiguos edificios
prerrománicos
Se emplean los pilares como sustentación
No hay figuración escultórica
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Iglesia de San Martín de Frómista, en Palencia
(España). Considerada uno de los mejores
ejemplos del Románico español.
Portada de iglesia de medio punto
Arte gótico - El estilo gótico encontró su gran medio de expresión en la arquitectura. Surgió en
la primera mitad del siglo XII a partir de la evolución de precedentes románicos y otros
condicionantes teológicos, tecnológicos y sociales. La arquitectura gótica perduró hasta bien
entrado el siglo XVI en diversos países europeos como Inglaterra, mucho después de que el
estilo renacentista hubiera penetrado en otros campos artísticos. Las mayores realizaciones del
gótico se manifestaron en el terreno de la arquitectura religiosa.
En contraste con la arquitectura del románico, cuyas características esenciales son los arcos
de medio punto, las estructuras macizas con escasos vanos y las bóvedas de cañón o arista, la
arquitectura gótica empleó el arco apuntado, agujas, chapiteles y gabletes, reforzando el
sentido ascensional que pretende transmitir el edificio, amplios vanos con tracerías caladas
para conseguir la máxima luminosidad y estructuras reducidas al mínimo.
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Catedral de París
Vitrales de Iglesia de Sainte Chapelle, Francia
Románico
Gótico
Sombras
Luz
Muros macizos
Vacíos
Ventanas pequeñas
Ventanas en cristal
Monumentalidad
Elevación y espiritualidad
Monasterio
Catedral
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f. Crisis y desintegración de la Civilización Medieval
En el siglo XIV, luego de épocas de adelantos agrícolas y aumentos en la población continuos,
ocurre una gran crisis económica y social en la mayor parte de Europa Occidental. Por un lado,
se agotan las tierras de producción, en parte porque la población había crecido demasiado y
los métodos agrícolas no daban para alimentar a tantas bocas. A la misma vez, comienza una
serie de desastres naturales como grandes lluvias e inundaciones que contribuyen a las
pérdidas de las cosechas. Como si esto fuera poco, hacia el año 1348 llega de Oriente la
terrible plaga llamada peste negra o peste bubónica.
Esta enfermedad probó ser mortal en los humanos y la ocasionaba la picadura de las pulgas
que se transportaban en las ratas que inundaron Europa desde Oriente. La enfermedad
provocaba fiebre alta, disentería, dolor en las coyunturas y, finalmente, la muerte. Se calcula
que entre un tercio y la mitad de la población europea murió a causa de la plaga. Distintas
reacciones ocurrieron durante esta terrible crisis. Hubo acercamientos religiosos, hubo
prédicas de vivir la vida de la manera más despreocupada posible y hubo búsqueda de
culpables por el castigo de Dios. En algunas comunidades se creyó que el comportamiento
licencioso del clero era el responsable por haber abandonado sus deberes religiosos; en otros
lugares se achacaron las culpas a los judíos y se les condenó a muerte, no sin antes incautar
sus bienes materiales.
La epidemia duró varios siglos, pero el impacto mayor se sintió a mediados del siglo XIV, lo que
produjo una transformación en la manera de producir alimentos. Muchos campesinos
fallecieron por la enfermedad y los que la sobrevivieron o nunca se enfermaron se rebelaron
contra el nivel de explotación a que los sometían los señores quienes pretendían obtener las
mismas ganancias con menos siervos y trabajadores. Obviamente, las rebeliones fueron
sofocadas por los ejércitos mejor equipados de los terratenientes, pero, a la larga, los
campesinos ganaron libertades sobre las tierras y sobre su trabajo. Lo mismo ocurrió con los
ejércitos.
Los caballeros fueron desapareciendo por muerte o porque las nuevas armas les fueron
sustituyendo y en la Guerra de los Cien Años (1337-1453) peleada en territorio francés entre
Inglaterra y Francia por derechos al trono francés y territorios que reclamaba Inglaterra, los
señores sustituyeron poco a poco sus ejércitos de caballería por infantería pagada y alquilada
para la guerra. El mundo medieval se estaba transformando.
Dentro de la Iglesia también se produjeron cambios y hubo numerosos críticos al poder terrenal
acumulado por los papas y miembros del alto clero. Durante setenta y dos años en el siglo
XIV, el papado se desplazó a Avignon en Francia para someterse al poder de los monarcas
franceses. Esta relación entre el poder temporal y el poder de la Iglesia creó una división
profunda entre los que entendían que el poder se debía quedar en Roma y los que siguieron
obedeciendo al papa de Avignon. Se le llama el Gran Cisma de la Iglesia porque dividió a la
feligresía en dos bandos y es uno de los antecedentes más notables de la división que ocurrirá
en el siglo XVI con las prédicas de Lutero y otros.
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Final de la Edad Media
Finalmente, los siguientes acontecimientos que se dieron entre los siglos XV y XVI
transformaron la Civilización Occidental hacia una época distinta llamada Edad
Moderna:
Renacimiento - coloca al ser humano como centro del universo
Invención de la imprenta - difunde el conocimiento de manera escrita
Caída de Constantinopla - busca soluciones nuevas a problemas
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Descubrimiento de América – enfrenta a Europa con tierras y civilizaciones nuevas
Reforma protestante - cuestiona la autoridad de la Iglesia
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