i^ lílli - Hemeroteca Digital

Anuncio
L U I S TASSO-EiNioR-BARCELONA
i^ lílli
PRECIO EN ESPAÑA
UN Real
Rlíf ISTA IISPANIO^AMIWCIAMA
PRECIO
E5 LOS PilSESjm miOlI POSTU
25 francos al año
13 francos s e m e s t r e
SE PUBLICA TODAS LAS SEMANAS
ti vihra sobre Ptris, Loidreí i lubitgi
5 2 reales al año
TCAS
Director: TOBCüATO TASSO SERBA
1\[ O N Q FUU PEICIOA MLOSÉ RSUS.
2 6 reales semestre
COTKESPMSUN
-<•12 de Octubre de 1890
-<*TODOS LOS GRABADOS QUE PUBLICA ESTA REVISTA SON ORIGINALES Ó INÉDITOS EN ESPAÑA
el n u m e r o
AÑO XI
i
Q u e d a n r e s e r v a d o s los d e r e c h o s q u e c o n c e d e n las Ijeyes y T r a t a d o s de Propiedad Intelectual»
-A. e s t e
BARCELONA:
n Xx na e r o
TORRES
DE LA CATEDRAL.
8UMARIO1
TEXTO:
Crónicas madrileflaj, por D. Alfonso Pém iWrt/ir.^Cuíntos crueles,
por VilUrs dt L'IsU Adam.—V3.\.ñaú%mo y amor, por D. Tomás
Bravo y Lecea.—Casamiento y mortaja...—La luna de la velada, por
D. Jorge haacs.—Dos palomitas sin hiél, por R. P.—La familia,
por .i4¿í/<»'rf«.—La mujer, poesía por D. Olegario V. Andrade.—
—Nuestros grabados.—Historia de la semana.—Anuncios.
GRABADOS;
Barcelona; Torres de la Catedral.—D. José Oriol y Mestres, arquitecto de la Catedral y director de la fachada.—Antigua fachada de
laCatedral.—Puerta» góticas del claustro de la Catedral.—Claustro de la Catedral.—Puerta de San Ibo.—Puerta de la Piedad.—San
Francisco de Asís.—Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal.—
Beato Josí Oriol.—San Sebastián.-Santa María de Cervelló.—San
Ramón de Penyafort.—Nueva fachada de la Catedral.—Verja de
una de las capillas del claustro.—Claustro de la Catedral.—Surtidor del claustro.—Ábside de la Catedral.—Puerta del claustro.—
Trascoro de la Catedral.
SUPLEMENTO; Excmo. Sr. D. Francisco de P. Rius y Taulet, pri• mer marqués de Olérdola, + el a6 de setiembre de 1890.
si o o rrt p)a.fia. s-u.ple na e n t o
D E FOTOGRAFÍA DIRECTA DE LOS SEÑORES JOARIZTI Y MARIEZCURRENA.
(roñicas madrileñas.
medio que marcharse, y hoy uno, mañana
otro, pasado cuatro ó seis, han concluido
por desertar casi todos, dejando de nuevo
MellUa y O'Donnell.—Los asistentes militares.—La novela de la cigarrera.—Un príncipe negro.—El maestro Espadero.—El agua benéreducido á letra muerta el convenio imfica.—El congreso de Zaragoza.
puesto en el año 6o, en fuerza de no poca
,N sazón oportuna dijeron los pe- sangre española.
riódicos que los cien soldados
Mientras, la guarnición de la plaza, inmarroquíes enviados por el sul- suficiente para llenar sus servicios, se multán á Melilla, en tardío cumplimiento del tiplica y no descansa ni reposa, siendo
tratado de Vad-Rás, eran cien pobres dia- inútiles las gestiones de su gobernador
blos escuálidos y muertos de hambre, re- para que se le envíen tropas de refresco.
clutados sabe Dios dónde y mal armados Espoleado por la prensa, el gobierno ha
con fusiles de chispa y espingardas. Como mandado un pelotón de artilleros, y se acaera natural, en cuanto las cien momias se bó. Claro es que en suconcienciacomprende
pusieron en contacto con los bravios rife- que todo lo que no sea destinar á Melilla
ños, comprendieron que no tenían otro re- un par de miles de hombres, es ineficaz
642
y hasta inútil: pero la causa de no hacerlo
no es otra que aquella que impide trasladar á otra parte Ins presidios, convertir
aquellas ciudades en puertos francos, cambiar radicalmente su modo de ser: el que
las grandes potencias se disgusten y digan,
frunciendo las cejas; Amigos, en Airica no
se puede poner el pie sin nuestro permiso.
Corriendo el año de 1 S^(; y días antes
de ser declarada la guei-ra :i .Marruecos, se
presentó el embajador de Inglaterra en la
presidencia del (Consejo de .Ministros, pidiendo al general C) Donnell una conferencia; el general se la concedu') en el acto, y
el arrogante sajón indiC(') que su objeto era
evitar que la anunciada gucrr;i se llevara
¿i cabo, amenazando en caso de que su
gestión no diera resultado alguno, con la
intervenc¡(')n de las potencias primero y
con el envió de una escuadra c]ue auxiliara al sultán después.
E l general O Donnell, con la frialdad glacial que le caracterizaba, escuchó impasible al embajador, y cuando éste hubo concluido, agitó la campanilla de su mesa de
despacho y dijo en alta voz al ayudante
que apareció en la puerta:
— ü i g a V. al general Ostariz que inmediatamente dé orden para el embarque de
las tropas de Alrica.
Y dirigiéndose al embajador, añadió:
—b2sa es mi respuesta, que puede V. lí.
trasmitir á su gobierno.
.Aquella gran energía se la llevó á la
tumba el ilustre vencedor de .Mulcy-Abas,
y como esa es la única manera de arreglar
las eternas cuestiones africanas, calcúlese
si tienen para rato nuestras plazas de .Marruecos con su estado actual.
*
• *
El arte, tendiendo á poner de relieve
cuantas bellezas le ofrece la realidad, ha
popularizado un tipo muy característico
en el ejército: el del asistente. Xo hay nadie que no conozca ii ese honradísimo soldado, de eterno buen humoi', que guisa
como la mejor cocinera, que toca la guitarra, que canta, que se la pega á todas las
patronas, que trae vuelto el Juicio á todas
las criadas y que de tal suerte se identifica con su amo, que llega á considerar sus
cosas como propias, consagrándole un cariño igual, de perro, que no se extingue
Jamás.
\ín Valencia existe á la sazón un asistente, en la actualidad con licencia ilimitada, que tiene recogida en su casa y sostiene con los rendimientos de su mísero
Jornal, á la familia del que fue su amo en
el ejército; un capitán del regimiento de
(uiadalajara. l^arece que éste trataba con
paternal cariño á aquel honrado muchacho á quien había sacado de filas, y al
morir, encontrándose la viuda y los hijos
en el más terrible abandono, se prestó á
Cf)mpartir con ellos el exiguo j^cdazo de
pan de su pobreza, el noble asistente, que
cuatro (') seis años atrás no los conocía.
A lo que parece, la familia del capitán no
gozaba [áe derechos pasivos por haberse
casado el buen militar de subalterno. VA
coronel del regimiento de .Mallorca, señor
Cialdini, inició una suscrición entre la oficialidad á sus órdenes para socorre)- al heroico asistente y á sus protegidos.
Cuando hace apenas un año, latente en
LA
ILUSTRACIÓN.
toda su algidcz el afán de economías, se
trató por el gobierno de introducirlas en
los servicios de guerra, entre otras salvadoras parece que se pensó en quitar á los
oficiales el derecho á sacar de las lilas un
criado, de tener asistente, sin considerar
que ese número cercenado á una compañía,
si bien queda rebajado de la diaria faena,
es. en cambio, un hombre que, bajo el influjo directo de su amcj, adquiere una íntima consustanciabilidad con su regimiento
que antes no poseía, b^l adquirir un coraz(')n decidido, el ganar una voluntad ya
merecen unas cuantas pesetas.
El era un honrado funcion;irio de una
casa de negocios; ella una tan guapa como recatada cigarrera: se vieron, se quisieron y se casaron, y él registrando letras
de cambio y ella haciendo pitillos, pasaban la vida en su sotabanco sin otra riqueza que su corazím y su cariño, i'ei'o la suprema ielicidad que les rodeaba hallábase
amargada por un disgusto continuo, que
les hería con ese dolor lento que engendran
los deseos sin cumplir: ambos bebían los
vientos por un hijo y la naturaleza sorda
se lo negaba.
Así las c o s a s , determinaron prohijar
cualquiera de los pobres ángeles amjDarados por la candad en la Casa de misericordia, al perder la protección de las alas
maternas; pero deseando, con una santa
previsión, evitarle á su futura hija adoptiva el dictado de inclusera, hicieron correr
la voz en la fábrica de que tenían una criatura criándose en un pueblo.
b]n estos prolegómenos y en ocasión en
que la cigarrera se hallaba, tardes atrás, á
la puerta de su cuarto, lleg(') al corredor
una mujer desarrapada y miserable que la
rogó la tuviera una preciosa niña que llevaba en brazos, mientras veía el piso de
enfrente, desalquilado; la cigarrera accedió
de buena voluntad... Digo... iY que no era
linda la chiquita!... il'n pimjíollo!... En
seguida se puso á- cunearla, se la comió á
besos. Ea niña se sonreía... Pasó un rato
delicioso... Pero trascurrió un buen espacio de tiempo y la mujer no volvía. ¡Dios
santo!... Ea cigarrera entró en el cuarto
desalquilado; no había nadie... Aquella
misteriosa señora había abandonado la chicuela... (>uando vino el marido cont()le á
borbotones el lance la sorprendida consorte,
y de común acuerdo, joomendo como ropa
de pascua á la mala mujer, determinaron
quedarse con aquella, hija enviada por la
Providencia y adoptarla iegalmente...
Pero aquí entra la segunda parte: al siguiente día presentóse en el domicilio de la
cigarrera un infeliz artesano, enfermo, zapater(3 de oficio, reclamando la niña como
hija suya y diciendo que la mujer que se
la había entregado era su esj^osa, lugada
del liogar ])alerno. .\i la cigarrera ni su man d o encontraron la e.\plicaci(')n del hecho
suficientemente clara: la primera, sobre todo, no se conformaba con renunciar á aquella hija inesperada que ya le había concedido su primera sonrisa; y colocado el
asunto de tal suerte, ha sido llevado al Juzgado correspondiente. Ea tierna aventura
ha sucedido en .Madrid, en la calle de (Cabestreros, i ó ; l a cigarrera, pojoularísima en
la fábrica, se llama Salud, y su esj^oso .Ma-
N ;
519
riano Huerta. Y véase como la realidad da
ya compuestas las novelas que luego el público y la crítica Juzgan inverosímiles, falsas y traídas por los cabellos, y que sin embargo se dejan atrás a cuanto pudiera fingir
la más viva imaginación.
De paso para l'arcelona, ha estado en
(>ádiz vanos días el príncipe heredero de
Coliseo, Pélix O d u m a . hijo del actual soberano de aquella isla: es un negrito como
de diez años, inteligente, listo y muy desjDierto de carácter; su religión es la catcilica,
la misma c]ue profesan sus padres y los restantes individuos de su africana y real familia. Sus primeros maestros han sido los
agustinos españíjles; el propósito del Joven
príncipe es educarse en esa capital del Principado.
Ea pi'csencia del egregio negrito recuerda un gracioso ejDisodio del que fué protag(jnista el rey José, su abuelo. Sabld;i es
la inRuencia inglesa en nuestras posesiones del gollo de Cuinea, influencia que no
contrarrestada en muchos años por la acción de los gobiernos esjoañoles, dio por
resultado una asimilación grandísima ele
la población indígena respecto á sus colonizadores británicos. Tales circunstancias
han dado por resultado el que los naturales del país posean en gran parte la lengua
inglesa, adulterada, como no puede menos
de suceder, por palabras castellanas, ^'inienclo, ¡.lues, al lance, el rey José escribió
años atrás una carta á la delegación de la
Compañía 'i'rasatlántica de (Jádiz, y firmaba
con toda gravedad su misiva; l'he Kiiií^'
l^cfc o I Curisc<K
.V la edad de (>! años ha muerto en la
Habana el compositor cubano Nicolás Ivspadero. Su nombre, en opinión de los más
famosos críticos musicales, digno de ser colocado Junto á los de Cotschalk, I^istz,
Rubinstein y otros grandes artistas, no había logrado romper esa corteza de hielo
tras de la cual se encuentra la popularidad.
Kn su patria era poco conocido, pero no ignc^rado; .Monasterio fué el que nos le reveló
en .Aladrid, ejecutando bajo su delicadísima
batuta, en la admirable orquesta que hoy
dirige liretón. El canlo del esclavo. V.sta.
hermosa obra entusiasmó á los madrileños;
su carácter distintivo es la ternura: resulla
sentidísima y con grandes tendencias melódicas.
l'vspadero, dicen sus necrólogos, es un
ejemplo de la espontaneidad en el arte; como .Mozart, fué músico sin darse cuenta de
ello; su único profesor fué su madre, quien
con exquisito tacto hizo de él un gran pianista á los siete años; después le ayudaron
otros maestros, pero ya estaba formado el
artista. De él se cuentan multitud de episodios que revelan la intensidad de su genio.
VA ocurrido con (lotsehalk es ;icaso el más
curioso.
VA inspií'adísimo autor de // Tyéinolo escribi(') a Espadero que le enviaba una fantasía del Tiovadvr, de enorme dificultad,
encargándole que la aprendiera joara tricarla
con él en la Habana. Ea lantasia se perdió
en el camino; llegó a (.uba Cotschalk y se
encontró con semejante contratiempo; pero
Ivspadem no se apuró por eso: ¡^idió á su
amigo la partitura que el traía, y la rejoen-
N.» 519
tizo con u n a s e g u r i d a d a s o m b r o s a , e n t u s i a s m a n d o h a s t a la l o c u r a a su c a m a r a d a con
aquella p r u e b a de su talento. P e r o no paró
a q u í la c o s a ; la fantasía e s t a b a en d e s g r a cia; al día s i g u i e n t e , p o c o a n t e s del conc i e r t o en q u e d e b í a e j e c u t a r s e , se e x t r a v i a r o n los p a p e l e s : ( i o t s c h a l k no s a b í a cónio
r e s o l v e r el conflicto, p e r o i n c i t a d o por b^sp a d e r o , se salvó t o c a n d o é s t e la d i f i c d í s i m a
pieza m u s i c a l , r e c o r d a n d o lo q u e p u d o
a p r e n d e r d e ella en la ú n i c a vez q u e la h a bía i n t e i - p r e t a d o ó n-npi-ovisando el r e s t o
con tal f r e s c u r a , q u e el p ú b l i c o n o se e n t c i"ó de la t r a m p a p o r el m o m e n t o .
l'^spadero n o salió n u n c a d e su isla; t e m í a al m a r con un m i e d o i n f a n t i l : s u s d o s
a m i g o s m á s l e a l e s , el c o n d e d e S a n l^afacl
d e L u y a n ó y el g e n e r a l l í i q u e l m e , q u i s i e r o n
a n a n e a r l e d e s u rincón favorito, p e r o n o lo
c(3nsiguieron n u n c a ; sin e m b a r g o , la l a m a
del m a e s t r o llegó h a s t a a l g u n o d e los míís
b r i l l a n t e s s a l o n e s d e ] ] u r o p a . A su m u e r t e
se h a n e n c o n t r a d o e n t r e s u s p a p e l e s c a r t a s
c a r i ñ o s a s d i r i g i d a s á él p o r los g e n i o s m u sicales m á s l a m o s o s d e l m u n d o .
l'>spadero c o n t a b a o c h o d i s c í p u l o s ; r o d e a d o d e ellos se h a h u n d i d o en la t u m b a ;
s u s m a n í a s i n t i m a s e r a n la c o c i n a y los gat o s : no c o n t a b a con o t r a familia q u e su
p i a n o , t e s t i g o d e s u s p e n a s ; sin e m b a r g o ,
h o m b r e t a n q u e r i d o t e n í a u n e n e m i g o form i d a b l e : su m o d e s t i a .
L a d i r e c c i ó n del c a n a l d e Isabel lí h a
e l e v a d o al m i n i s t r o d e b o m e n t ü u n a p r o p u e s t a p a r a s u m i n i s t r a r el a g u a p o r c o n t a d o r e s , d i s m i n u i r la tarifa p a r a los a s c e n s o res y s u m i n i s t r a r g r a t i s la q u e se n e c e s i t e
p a i a la limijieza d e los r e t r e t e s . E s t a ú l t i m a r e s o l u c i ó n , s o b r e t o d o , es d e u n a i m portancia inmensa.
.Madrid t i e n e u n e n e m i g o f o r m i d a b l e q u e
!c d i e z m a c r u e l m e n t e y le lleva los h a b i tantes á montones: sus alcantarillas. La
v i r u e l a , el c ó l e r a , t o d a s las e n f e r m e d a d e s
c o n t a g i o s a s q u e a q u í se p a d e c e n , c u e n t a n
con u n a u x i l i a r p o d e r o s í s i m o : el v a h o p e s t i l e n t e q u e e x h a l a el s u b s u e l o . P a r e c e m e n t i r a q u e p o r lo m e n o s u n a g e n e r a c i ó n h a y a
sojoortado el m a l sin p o n e r l e r e m e d i o , y
c u e n t a q u e no h a y n a d a m á s sencillo d e
corregir. L a s alcantarillas han encontrado
y e n c u e n t r a n s u e s c a p e n a t u r a l en los i-et r e t e s : ellos son la válvula q u e d a s a l i d a á
los m i a s m a s : la r a z ó n , p u e s , i n d i c a lo q u e
ha de h a c e r s e sin d e m o r a : s a n e a r los excus a d o s . A b a s c a l , el d i f u n t o a l c a l d e , t r a t o d e
o b l i g a r á los c a s e r o s á q u e e s t a b l e c i e r a n
sifones en los c o m u n e s ; n o se l i b r a b a d e la
i c f o r m a n i n g ú n edificio, p o r viejo q u e fuer a ; con el sifón y u n a fuerte c o m e n t e d e
a g u a , q u e d a b a n d e r r o t a d a s las a l c a n t a r i l l a s
y burlados sus mortíferos vapores, l'ero
c o m o e r a é s t a u n a m e d i d a s a l v a d o r a , no
h u b o t i e m p o d e p l a n t e a r l a , y se q u e d ó en
¡proyecto.
A h o r a p a r e c e q u e r e t o ñ a la c u e s t i ó n .
D e s d e l u e g o el propc^rcionar el a g u a g r a t i s ,
es u n a m e d i d a q u e l'aci'lita la r e f o r m a : p e r o
la cosa n o d e b e p a r a r a h í ; d e b e o b l i g a r s e
á t o d o s los p r o p i e t a r i o s a q u e e s t a b l e z c a n
los s i l o n e s h i g i é n i c o s m o n t a d o s ya en c u a n tas c a s a s se c o n s t r u y e n a c t u a l m e n t e . \ erem o s q u e es lo q u e se h a c e , y si los e n c a r d a d o s d e r e s o l v e r t;in t r a s c e n d e n t a l a s u n t o
LA ILUSTRACIÓN.
t i e n e n en c u e n t a q u e d e su d i c t a m e n
p e n d e la vida d e t o d a u n a p o b l a c i ó n .
643
de-
C u a n d o esta c r ó n i c a vea la luz p ú b l i c a ,
irá y a d e v e n c i d a el C o n g r e s o c a t ó l i c o d e
Z a r a g o z a ; en él t e m a r á n p a r t e n u e s t r o s
m á s i l u s t r e s p r e l a d o s : la e x p o s i c i ó n d e los
temas que habrán de tratarse, hace pensar
q u e el C o n g r e s o t i e n e u n c a r á c t e r religioso
social, t e n d i e n d o á s o l u c i o n e s p r á c t i c a s . C o n
m u y b u e n a c u e r d o é i m p u l s a d o s , tal vez á
su p e s a r , p o r el e s p í r i t u m o d e r n o d e la
é p o c a , c o m p r e n d e n q u e los t i e m p o s q u e
c o r r e n m á s son d e o b r a r en la r e a l i d a d ,
que de discutir principios iundamentales
d e d o g m a s . De M a d r i d h a n p a r t i d o g r a n
n ú m e r o de p e r s o n a s conocidas, de escritores y p u b l i c i s t a s , con i n t e n t o d e t o r n a r parte en las c o n f e r e n c i a s . l , a r e s p e t a b i l i d a d d e
los c o n g r e g a n t e s es g a r a n t í a s e g u r a d e
q u e el c o n g r e s o d e Z a r a g o z a no se irá p o r
los c e r r o s d e U b e d a , c o m o o t r o s c o n g r e s o s
católicos de m e m o r a b l e recordación.
ALFONSO P É R E Z NIEVA.
Madrid, á 7 de octubre de 1890.
Cuentos crueles.
LA
CELESTE
AVENTURA.
Ahora que sor Eufrasia, esa divina criatura,
se ha refugiado en la luz ¿por qué guardar el
secreto terreslrc del milagro de la que fué iluminada? La noche santa, que acaba de dormirse con el sueño eterno, á la edad de veintiocho años, superiora de una orden de
hermanas de los pobres, fundada por ellas en
Provenza, no se hubiese escandalizado al conocer el misterio físico de su súbita vocación.
Ko obstante, es mejor que no haya hablado
hasta ahora.
A un kilómetro, próximamente, de Aviñón
se elevaba, en 1860, no lejos de promontorios
verdosos, detrás del Ródano, una casucha aislada, de aspecto sombrío, horadada en su único
piso, de una ventana de contramarco de hierro,
1-ien en frente de un protector cuartel de gendarmería, situado en los confines del camino.
Allí vivía, desde hacía largo tiempo, un viejo
israelita á quien llamaban el tío Moisés.
No era un mal judío, á pesar de su cara sin
expresión, y de su frente de águila, cuya calvicie amoldaba y escondía un bonete ajustado, de
tela y de color ya indecisos.
Aun verde y nervioso, hubiera sido capaz
de pisar los talones á Asvero, en las marchas
forzadas.
Pero no salía nunca y no recibía sino con
extremas precauciones. Por la noche todo un
sistema de trampas y de lazos le protegían detrás de su puerta mal cerrada.
Servicial, — sobre todo para con sus correligionarios, dadivoso, sin embargo, con todos,
no perseguía más que á los ricos, á los únicos que prestaba á fin de atesorar fortuna.
Las excépticas ideas modernas en nada alteraban la fe salvaje del hombre menos práctico 5' temeroso de Dios, y Moisés oraba entre
dos usuras, tan bien como entre dos limosnas.
(justábale retribuir los nuevos servicios.
Quizá hubiese sido sensible al fresco paisaje
que se extendía delante de su ventana, cuando
exploraba los alrededores con sus ojos grises
claros... l^ero una casa lejana, asentada sobre
una pequeña eminencia y que dominaba los
prados ribereños delante del río, le oscurecía el
liori/ontc.
Moisés apartaba la vista de aquella casa con
un inexplicable enojo, con una aversión invencible.
Era un antiquísimo Calvario tolerado á título de curiosidad arquelógica, por los ediles
actuales. Menester era franquear veintiuna gradas para llegar á la gruesa cruz central que
sustentaba un Cristo gótico, casi borrado por
los siglos, entre las dos cruces pequeñas de los
ladrones Dimas y Gestas.
Una noche, el tío Moisés, con los pies a p o yados en un escabel, los anteojos en la nariz,
el bonete contra la lámpara, inclinado sobre
una mesita cubierta de diamantes, de oro, de
perlas y de papeles preciosos, ante su ventana
abierta al espacio, acababa de escribir sus
cuentas sobre un polvoriento registro.
i Se había retrasado mucho! Todas las facultades de su ser se habían abstraído de tal
modo en su labor, que sus oídos, sordos á los
vagos rumores de la naturaleza, habían estado
indiferentes, durante horas enteras, á ciertos
gritos lejanos, numerosos, diseminados, atemorizados, que toda la noche habían hendido el
silencio y las tinieblas. En aquel momento una
enorme luna clara bañaba la azulada extensión
y ya no se oían ruidos.
— ¡Tres millones!... exclamó el tío Moisés,
colocando el último guarismo en la suma total.
Pero la alegría del anciano, recocijado en lo
íntimo de su corazón, embargado por el ideal
satisfecho, terminó en un temblor. P u e s , á no
dudarlo, una sensación glacial le ponía rígidos
súbitamente los pies, tanto que, rechazando el
escabel, se irguió de un salto.
¡Horror! Un agua ascendente había invadido
el cuarto y bañaba las flacas piernas del judío.
La casa crujía. Sus ojos percibieron por la
ventana dilatándose, el inmenso cinturón del
río que cubría las llanuras bajas y las campiñas; ¡era la inundación, el desborde terrible del
Ródano!
—¡Dios de Abraham! — balbuceó el viejo.
Sin perder un instante, á pesar de su profundo terror, sacóse su ropa, el pantalón remendado, se descalzó, metió en confusión, en
su saquito de cuero, que se suspendió al cuello, lo más precioso de la mesa, diamantes y
papeles, pensando que, bajo las ruinas de su
covacha, después de la inundación, encontraría enterrado su oro. Cogió de un viejo armario
un lío de billetes de banco ya mojados. Luego
trepó al marco de la ventana, pronunció tres
veces la palabra hebrea KoJosck, que significa santo, y se precipitó, sabiéndose excelente nadador, á la buena del Dios suyo.
La casucha se desmoronó detrás de él bajo
las aguas, sin ruido alguno.
¡A lo lejos, ningún barco! c.\ dónde huir>
Orientábase hacia Aviñón; pero el agua hacía
mayor la distancia, y estaba lejos para él...
¡Ah! el único punto luminoso, allá sobre la
altura, era aquel Calvario, cuyas g r a d a s y a desaparecían bajo el hervidero de las olas y los remolinos de aguas furiosas.
—cF^edir asilo á aquella imagen? iNo! ¡jamás!
El viejo judío era firme en sus creencias y,
a u n q u e el peligro apremiase, aunque las ideas
modernas y los compromisos que ellas inspiran
estuviesen lejos de ser ignoradas del sombrío
buscador de Arce, repugnábale deber, aunque
más no fuera que la salvación terrenal... al que
eslaba allá.
Su silueta, en aquel instante, proyectándose
sobre las aguas en que templaban reflejos de
estrellas, hubiera hecho en el diluvio. Nadaba
al acaso. De pronto una reflexión siniestra é ingeniosa cruzó por su espíritu.
—Olvidaba—se dijo resollando (y el a g u a
corría de las dos puntas de su barba)—olvidaba
que está allí ese pobre "mal ladrón...» A fe mía
no veo ningún incunvenienle en buscar refugio
644
LA ILUSTRACIÓN.
al lado de ese excelente Gestas, esperándome
que vengan á salvarme.
Dirigióse, pues, calmados todos sus e s crúpulos, y con enérgicas brazadas, al través
de las revueltas volutas de las ondas y bajo
la claridad de la luna, á las tres cruces.
Estas, al cabo de un cuarto de hora se
aparecieron, colosales, á un centenar de m e tros de sus miembros ateridos y aniquilados.
Levantábanse sin soporte visible, sobre la
amplia superficie de las aguas.
Contemplábalas , jadeante , procurando
distinguir á la izquierda, la meta suspirada,
cuando las dos cruces laterales, más débiles
que las del medio, crugieron bajo el impulso
de la corriente del Ródano; su madera a p o lillada cedió, y en una especie de aleteo, de
negra salutación, una y otra se abatieron
hacia atrás, en la espuma, silenciosamente.
Moisés se quedó sin avanzar y perplejo
ante tal espectáculo, y hubo de ahogarse.
Ahora, la gran cruz sola spes única, destacaba su signo supremo sobre el fondo misterioso del firmamento y ostentaba su pálido
rostro coronado de espinas, clavado, con los
brazos extendidos y los ojos cerrados.
El anciano, sofocado y casi desfalleciente,
D. JOSK ORIOL MESl RES.
no conservando más que el instinto délos seres que se ahogan, se decidió, desesperada' V u Q u m . c T ü DE i.A C A T E D R A I , Y D I R E C T O R D E LA F A C H A D A
mente, á andar asimismo hacia el emblema
sublime, triplicando sus últimas fuerzas y
justificándolo á sus ojos, que una inminente
El pobre rico hizo pie; el agua subía, hunagonía pónia turbios, el deseo de salvar su te- diéndolo hasta la mitad del cuerpo. En torno
soro.
de él, la extensión muda! ¡ O h ! ¡allá! ¡una
Llegado al pie de la cruz, y alejando su ca- vela! ¡una embarcación! Gritó. Viraron de á
beza lo más posible, se resignó, el escapado bordo, lo habían visto.
de las aguas, á asir y rodear con sus brazos el
En aquel mismo momento un sobresalto del
árbol del abismo, el que, aplastando con su
río, algún obstáculo rompiéndose en la sombra,
base toda razón h u m a n a , divide el infinito en
lo elevó, con una granoleada, hasta la herida del
cuatro inevitables caminos.
costado. Fué el golpe tan terrible y tan súbito.
N. 519
que apenas tuvo tiempo de abrazar cuerpo
á cuerpo y frente á frente la imagen del Expiador, y de colgarse de ella, la cabeza echada
atrás, las cejas espesas contraídas sobre sus
miradas penetrantes y oblicuas, en tanto que
se removían hacia adelante las dos puntas en
horquilla de su barba gris! El viejo israelita,
enlazado á Aquel que perdona, y no pudiendo soltarlo, miraba con torvo ceño á su Salvador.
— jNo se sueltel ¡Ya llegamos! gritaron
voces cercanas.
—¡Al fin!—gruñó el tío Moisés, cuyos
músculos tensos iban atraicionarlo;—¡pero...
es este un servicio... que yo no reclamaba ni
esperaba! No queriendo deber á nadie nada,
es justo que lo retribuya... como lo haría
con un vivo. Démosle, pues, lo que daríamos á un hombre.
Y mientras la barca se aproximaba, Moisés, en su empeñado celo de hacer lo que
pudiera para exonerarse de deudas de gratitud, registró su bolsillo, sacó de él una m o neda de oro, que colocó gravemente y del
mejor modo posible entre los dos dedos d o blados sobre el claro de la mano derecha.
— E n p a z — m u r m u r ó dejándose caer sin
aliento, entre los brazos de los marineros.
El temor muy legítimo de perder su bolsa,
lo mantuvo firme hasta Aviñón. El lecho caliente de una posada le confortó. F u é en esa
ciudad donde se estableció un mes después,
habiendo recobrado su oro bajo los escombros
de su antigua vivienda, y fué allí donde expiró
al cumplir un siglo de edad.
Ahora bien, en diciembre del año que siguió
á aquel incidente extraordinario, sucedió que
una joven del país, una pobre huérfana de r o s tro encantador, Eufrasia... habiendo sido vista
por ricos burgueses de la Vancluse, éstos, d e s -
BARCEI.ONA: ANTIGUA FACHADA DE L.A CATEDRAL. DE FOTOGRAFÍA DE LOS SEÑORES JOARJZTI Y MARIEZCURRENA.
LA ILUSTRACIÓN.
N • ¿19
BARCELONA: PUERTAS GíVflCAS DEL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL
BARCELONA: PUERTA DE SAN IBO.
645
BARCELONA: CLAUSTRí^ DE LA CATEDRAL.
BARCELONA: PUERTA DE I,A PIEDAD.
D E FOTOGRAFÍAS DIRECTAS DE LOS SEÑORES JOARIZTI Y M A R I E Z C U R R E N A .
LA ILUSTRACIÓN.
646
concertados por su desdén inexplicable, resolvieron sitiarla por el h a m b r e . Gracias á ellos,
fué la joven despedida del taller en que ganaba
su sustento cotidiano j buen humor, en cambio de once horas solamente de trabajo. Vióse
igualmente despedida de la casa en que día y
noche daba gracias á Dios, y un crepúsculo de
invierno en que el tañido claro de los y\ngeliis
pasaba con el viento, la temblorosa niña infortunada marchaba al través de las calles cubiertas de nieve, y no sabiendo dónde ir, se encaminó hacia el Calvario.
Allí, impelida tal vez por los ángeles cuyas
alas ayudaron sus pasos sobre las blancas gradas, echóse al pie de la cruz, chocando con su
cuerpo el madero eterno y murmurando estas
ingenuas palabras:
—Dios mío, dame una limosna ó me moriré de hambre,
Y de la mano derecha del Cristo hacia quien
había alzado su m.irada de súplica, una m o neda de oro cayó sobre la falda de la niña, que
se sintió reanimada por la sensación grata
y siempre conmovedora de un milagro.
Era una moneda ya secular, con la efigie del
rey Luis XVI, y cuyo oro amarillento relucía
sobre la pollera negra de la elegida. Sin duda
tenía algo de Dios, cayendo al mismo tiempo
en esa alma virginal, afianzó su valor. Tomó
el oro sin asombrarse, paróse, besó, sonriente,
los pies sagrados y corrió á la ciudad.
Habiendo entregado su alquiler al posadero,
esperó el día allá arriba, en su cuarto helado,
comiendo su pan seco durante la noche, con el
éxtasis en el corazón, el cielo en los ojos, la
confianza en el alma. Desde el día siguiente,
penetrada de la fuerza y de la claridad vivientes, comenzó su obra en medio de desaires, de
puertas cerradas, de palabras perversas, de
amenazas y sonrisas. Y su obra de luz quedó
fundada.
Hoy, la joven bienhechora acaba de desaparecer, victoriosa de las impurezas de la tierra,
con la corona radiante del milagro que creó
su fe.
VlLLEUS DE L'ISLE ADA.M.
Patriotismo y amor.
A L S R . D . J O S É NAKENS.
Gloriosa bajo un aspecto, desgraciada por
otro, fué para los segovianos la fecha del i 7 de
julio de 1520.
Jamás se habían visto tan concurridas sus
calles y plazas.
Día de mercado, nunca se había conocido
otro de tanta animación.
Las transacciones eran numerosas, en gran
número también los individuos que habían acudido de los pueblos vecinos á aumentar con su
contingente, á aumentar con su presencia la
importancia del mercado de Segovia.
El reloj de la iglesia mayor dio la primera
campanada indicando la llegada del mediodía,
y como por ensalmo las operaciones su interrumpieron y al bullicio reinante en aquella
multitud, sucedió, ¡espectáculo conmovedor! un
profundo silencio. Los hombres descubiertos y
las mujeres de rodillas, oraban con religioso
fervor.
El ruido que produce un caballo- al galopar
llamó la atención de todos, que curiosos, dirigieron sus miradas hacia una de las calles que
afluían á la plaza, y en la que poco después se
presentó un hombre, ginete en brioso corcel.
Con ansiedad los menos, con curiosidad y estrañeza los más, rodearon al recién llegado.
Algo grave, algo que íntimamente les afectaba debió comunicarles, pues la tristeza y el
desaliento se marcaron en el rostro de todos.
—¡Valor...! ¡ánimo...! Es necesario que os
aprestéis á la lucha... Ronquillo viene á marchas forzadas sobre Segovia; el nombramiento
de un jefe es indispensable, se hace preciso...—
arengó con noble entusiasmo el ginete.
Y al solo nombre de Ronquillo, del poco
antes su juez sanguinario, se rehicieron los espíritus de la primera impresión.
Alentados por las frases del generoso aviso
y por la inminencia del peligro, se dispusieron
á ser héroes, pues las circunstancias lo exigían,
á morir si era necesario, pues lo reclamaba la
independencia de Segovia.
—¿Un jefe?—se preguntaron, y el nombre
de Bravo salió de los labios de todos.
Elección u n á n i m e , espontánea; con más
acierto en ninguno podían haber fiado como en
el valeroso é inteligente comunero, que m o desto, no quería aceptar la plaza de jefe mientras la hubiera de soldado.
Segovia, gracias a l a dirección de Juan Bravo,
en tres horas estuvo dispuesta á rechazar con
la fuerza, lo que con la fuerza querían usurparla.
Efectivamente, como había anunciado el desconocido, á las cuatro de la tarde se presentaron ante los muros de la antigua ciudad mil
ginetes al mando del famoso alcalde Rodrigo
Ronquillo, portador de órdenes terminantes del
cardenal regente Adriano l'lorencio, de reducir
á la obediencia á Segovia y apagar de este modo
el fuego que produjeran las comunidades.
Muy cerca de tres horas duró la lucha, sin
que por ninguna parte se notara ventaja; lodos
allí hacían prodigios de valor, porque todos
eran españoles.
Juan Bravo se encontraba en todas partes, en
los sitios de más peligro se destacaba la noble
y gallarda figura del joven comunero, que peleaba como un héroe.
Dos ó tres veces trataron los invasores de
asaltar á Segovia, y siempre fueron rechazados
sufriendo grandes pérdidas.
Una circunstancia favorable á Ronquillo y
los suyos, vino á agravar la hasta entonces feliz situación de los contrarios.
El capitán Alonso Eonseca había logrado,
al frente de un pelotón de soldados, apoderarse
de una iglesia, por la que fácilmente podían
entrar en la ciudad.
Juan Bravo acudió como un rayo á impedir
pudieran los invasores lograr su propósito.
Entró en el templo, y en un corredor que comunicaba con la sacristía, se encontraron frente
á frente el comunero y el capitán I'onseca.
De los ojos de aquellos dos valientes salían
rayos de enojo é ira mal comprimida.
—Deseaba que fuerais mío para vengar en
vos los desdenes y la frialdad de una mujer á
quien a m o . . .
—¿Vuestro? Jamás lo seré mientras mi brazo
pueda sostener la espada.
— H e jurado que vuestra cabeza será el presente que mande á vuestra amada,—prorrumpió
el capitán con altanera ironía.
—¡Villano! ¡defendeos!... ¡Por Dios, que
vuestro juramento quedará sin cumplir!—contestó con digna arrogancia el comunero.
— Solos estamos; mis soldados han acudido
á dar la noticia de la toma de esta iglesia á don
Rodrigo; cuando vuelvan, pasarán por encima
de vuestro cadáver.
— S e g u r o estáis del triunfo...
— T a n seguro como que Blanca o s . . .
— ¡Miserablel No pronuncies ese nombre.
Tanto odio has despertado en mi alma, que
abrigo la convicción de que, aun muerto yo,
mi espada sola buscará tu corazón,—interrumpió con coraje don Juan, pegando con la punta
de su acero en el rostro de su contrario.
Ambos se pusieron en guardia.
Después de un momento de completa inmovilidad, empezó la lucha.
Esta seguía después de varios minutos; las
N.-5I9
espadas silbaban y describían mil círculos, pero
los adversarios estaban igualmente prontos á la
parada y al reparo.
La cólera encendía las mejillas del capitán,
el sudor corría en gruesas gotas por su frente,
y su jadeante respiración revelaba la violenta
agitación que le dominaba.
Juan Bravo se cubría con su espada como
con una muralla y paraba con suma precisión
los golpes de su contrario.
Sin embargo, una de las veces el jefe de las
fueizas segovianas no llegó á tiempo con su
espada, y el acero del capitán tocó su brazo,
empezando á correr la sangre
furioso, enardecido Bravo, cambió instantáneamente el golpe, tiróse á fondo, y Eonseca,
atravesado el corazón, cayó inerte sobre las
losas.
Mientras tanto, Segovia había logrado con
su valentía, había conseguido con su arrojo
hacer huir al enemigo, que en su derrota, no se
cuidó del capitán Alonso Eonseca.
Cuando en triunfo llegaron á la iglesia, testigo de aquella encarnizada lucha, vieron, á la
luz rojiza de las antorchas, á D. J u a n , y tendido
á sus pies y nadando en sangre, el cuerpo del
capitán.
— Segovianos: aunque las leyes militares sean
crueles con los enemigos, yo os suplico respetéis ese cadáver y le deis sepultura, b'onseca
sería un enemigo, pero ha muerto como un valiente,— dijo Juan Bravo, hincando la rodilla
en tierra y orando sobre el inanimado cuerpo
de BU rival.
TOMÁS BRAVO Y LECEA.
Oliadal.ijnra, 1890.
Casamiento y mortaja...
— E r e s hombre muerto, dijo el médico mirando fijamente á Anatolio.
Este se estremeció.
Había venido muy contento á pasar la velada con su viejo amigo el doctor Bardáis,
ilustre sabio cuyos trabajos sobre las sustancias
venenosas conocía todo el mundo y cuya n o bleza de alma y bondad casi paternal había
podido apreciar Anatolio mejor que nadie. Y
hé aquí que de repente, sin rodeos, sin p r e p a ración, oía salir de tan autorizados labios aquel
aterrador pronóstico.
—Desgraciado muchacho, prosiguió el doctor, ¿qué es lo que has hecho?
— N a d a . . . balbuceó Anatolio.
— P r o c u r a recordar. Dime lo que has bebido, lo que has comido, lo que has aspirado.
Esta última palabra fué un rayo de luz para
Anatolio. Aquella mañana misma había recibido
una carta de un amigo suyo que había hecho
un viaje de recreo por la India. Dentro de dicha
carta se hallaba u n a flor roja, de forma rara y .
cuyo aroma ahora recordaba que le había parecido extrañamente penetrante. Hojeó su cartera
y sacó de ella la carta y la flor quemostró al
sabio.
— ¡No hay duda! gritó el doctor. Es la Pyramcnensis Indica, la flor de sangre.
—¿Es decir que verdaderamente V. cree...?
—¡Ay! icstoy seguro!
— Pero esto no es posible. No tengo más que
veinticinco años. Me siento lleno de vida y de
salud.
— ¿A qué hora abriste esta fatal carta?
— E s t a mañana á las nueve.
— P u e s bien, mañana á la misma hora, en
el mismo instante, en plena salud, como tú dices, sentirás cierta opresión de pecho, y todo
habrá concluido.
•—¿Y no conoce V. algún modo de...?
LA ILUSTRACIÓN.
N.-519
— ¡Ninguno! dijo el doctor.
Y ocultando la cara entre sus manos se dejó
caer en un sillón, sofocado por el dolor.
Al ver la emoción de su viejo amigo, Anatolio comprendió que estaba irremisiblemente
sentenciado, y salió corriO loco.
Con las sienes sudorosas, las ideas trastornadas y las piernas marchando maquinalmente, iba Anatolio en medio de la noche, sin conciencia de lo que pasaba en su derredor, sin
notar siquiera que las calles iban quedando
desiertas. Así corrió mucho tiempo; después,
encontrando un banco, se sentó.
Ese descanso le hizo mucho bien. Hasta aquel
momento había estado como si hubiese recibido un mazazo en la cabeza; ahora su aturdimiento se iba disipando y comenzó á reunir
sus dispersas ideas.
—Mi situación, pensó, es la de un condenado á muerte. Y todavía éste tiene la esperanza del indulto... Pero veamos, ¿cuánto me
queda de vida?
Y consultó su reloj.
— ¡ L a s tres de la mañana? Ya es tiempo de
i r á acostarme... ¡Acostarme! ¡Dar al sueño mis
seis últimas horas! No. En verdad puedo emplearlas mejor. <Peroen qué? ¡Pardiez! en hacer
mi testamento, por principio de cuentas.
No lejos de allí había un restauran de los
que están abiertos toda la noche. Anatolio se
dirigió á él y entró.
—Mozo, una botella de champaña y otra de
tinto.
Bebió un baso de Clicot y se quedó mirando el papel haciéndose estas reflexiones:
—c.V quién legaré mis seis mil pesetas de
renta? Ya no tengo padre ni madre, lo cual es
una fortuna para ellos en esta circunstancia. Y
entre las personas que aprecio no veo más que
una: ¡Marieta!
Marieta era una primita suya en segundo
grado; una encantadora muchacha de dieciocho
años, de rubios cabellos y grandes ojos negros.
Era huérfana como él, y esta paridad de desventura había establecido entre ambos secreta
y viva simpatía.
Su iiltima voluntad quedó escrita en un instante: todo para Marieta.
Hecho esto, bebió un segundo vaso de
champaña.
— ¡ P o b r e Marieta! decíase. Estaba muy triste
la última vez que la vi. Su tutor, que del
mundo no conoce más que su clase de instrumentos de viento en el Conservatorio, no ha
tenido empacho en prometer su mano á un pedazo de bárbaro, á una especie de espadachín
á quien ella detesta. Y le detesta tanto más
cuanto que ama á otro, si es que he comprendido bien sus confidencias llenas de reticencias
y reparos. íQuién es ese feliz mortal? Lo ignoro,
pero indudablemente es digno de ella cuando
ella lo ha elegido.
Buena, dulce, bella y cariñosa, Marieta merece el ideal de los maridos. ¡Ah!... esa es la
mujer que me convendría, sí... Es una infamia
obligar por la fuerza; es sacrificar su vida al
conñar tal tesoro á un bruto. Pero ¿por qué no
he de ser el caballero de .Marieta? Ya está dicho, y desde mañana t e m p r a n o . . . Pero mañana ya no alcanzará el tiempo; es preciso
obrar hoy mismo. La hora es algo intempestiva
para visitar á las gentes; pero cuando considero
que dentro de cinco horas habré muerto, me
cuido tanto de las conveniencias como de esto.
¡Manos á la obra! ¡mi vida para Marieta!
II.
Las cuatro de la mañana eran cuando Anatolio llamaba á la puerta del señor Bouvard,
tutor de Marieta. Sonó la campanilla una y
otra vez, y á la tercera tiró del cordón como
quien trata de romperlo. Al fin el señor Bouvard en p e r s o n a , todo alarmado, acudió á
abrir, en paños menores y con gorro de dormir en la cabeza.
—cSe quema la casa?
—No, querido señor Bouvard, dijo Anatolio.
Es una visita.
— ¡A esta hora!
— T o d a s las horas son buenas para mí en
tratándose de ver á usted; pero está usted algo
ligero de ropas, señor Bouvard. Vuelva usted
á acostarse.
— E s o es lo que hago. Pero supongo, caballero, que para venir á causarme tal molestia
tendrá usted algo muy importante que decirme.
— ¡Importantísimo! Señor Bouvard, es preciso que renuncie usted á casar á mi prima Marieta con el señor Capdenac.
— ¡Jamás, caballero, jamás!
—No se debe decir ni jamás ni siempre.
— Caballero, mi resolución es irrevocable.
Ese matrimonio ha de hacerse.
— ¡No se hará!
— E s o lo veremos. Y ahora que ya conoce
usted mi respuesta, caballero, no detengo á
usted.
— E s o es muy poco amable; pero yo, que
soy tan bueno como tenaz, señor Bouvard, no
me enojo por el procedimiento de usted y me
quedo.
— Quédese usted, si quiere; yo le considero
como ido y no le hablo más.
Y el señor Bouvard se volteó del lado de la
pared, refunfuñando:
—cllabráse visto? Molestará un hombre pacífico y turbar su sueño para decirle semejantes
pamplinas.
f>e repente el señor Bouvard dio un salto en
su lecho.
Anatolio acababa de tomar el trombón del
profesor y soplaba en él como un sordo oprimiendo rabiosamente los registros. Infernales
sonidos salían del instrumento.
— ¡.Mi trombón de honor, regalo de mis discípulos! ¡Deje usted ese instrumento, caballero!
— Señor, respondió Anatolio, usted me considera como ¡do, yo considero á usted como
ausente, y me distraigo esperando su vuelta.
¡Cruac, cruac...! ¡Diablo! ¡Qué hermosa nota!
—Va á hacer usted que me despidan de la
casa. Mi casero no tolera el trombón después
de media noche.
— Seguramente ese hombre no es aficionado
á la música.
Y arrancó al trombón tres ó cuatro estridentes lamentos.
— Por favor, no siga usted.
—¿Consiente usted?
—cEn qué?
— En renunciar al matrimonio.
— P e r o , señor, no puedo hacer eso.
— Entonces...
Nuevo gemido del trombón.
— ¡El señor Capdenac es un hombre terrible!
Si le hago semejante afrenta me matará.
—¿Y esa razón es la que detiene á usted?
—Detendría á cualquiera.
•—En ese caso, déjeme usted obrar; júreme
solamente que si obtengo el desistimiento del
señor Capdenac, mi prima será libre.
— S í , señor, será libre.
— ¡Bravo! cuento con la palabra de usted.
Permítame que me retire. A propósito ¿dónde
vive ese Capdenac?
—Calle de las Dos Espadas, núm. 100.
—Corro allá. Hasta luego.
— V é , vé, dijo Bouvard para sí; vas á m e terte en la guarida del león y recibirás la lección
que mereces.
III.
Anatolio se dirigió á toda prisa á la habitación indicada. Cuando llegó serían ya las seis
de la m a ñ a n a .
—Dilin, dilín, dilín, dilín.
647
—¿Quién hay? dijo una voz ronca, al otro
lado de la puerta.
— A b r a usted. Se trata de un asunto gravísimo referente al señorL3ouvard.
Oyóse el ruido de una cadena de seguridad
que desenganchaban y de una llave con la que
abrían sucesivamente tres cerraduras.
— -Vaya un hombre bien encerrado, pensó
Anatolio.
Al tin se abrió la puerta, y Anatolio se halló
en presencia de un señor de bigotes de garfio,
que por vestido de dormir llevaba un traje de
sala de armas.
—Y'a usted ve, siempre listo. Esa es mi divisa.
Las paredes de la antecámara estaban literalmente cubiertas de panoplias. En el saloncito
en donde Capdenac introdujo á su visitante,
no se veían más que armas: yataganes, flechas
envenenadas, sables, espadas de una y dos
manos, pistolas, arcabuces: un verdadero arsenal. Allí había con que dar pavor á un alma
tímida.
—¡Bah! díjose Anatolio. ¿Qué arriesgo yo?
¡Cuando más dos horas y media! Vamos allá.
—Caballero, dijo Capdenac, ¿puedo saber...?
—Caballero, respondió Anatolio, ¿usted quiere casarse con Marieta?
— Sí, señor.
— Pues bien, caballero, no se casará usted
con ella.
— ¡Rayos! ¡Mil bombas! ¿Quién me lo impedirá?
—¡Yo!
Capdenac examinó con la vista á Anatolio,
que no era muy grande de cuerpo, pero que le
pareció muy decidido.
— ¡Ah, joven! dijo al fin. Tiene usted la
suerte de encontrarme en uno de mis ratos de
buenas. Aprovéchelo usted. Póngase en salvo
cuando es tiempo todavía; si no, no respondo
de sus días.
—Ni yo de los de usted.
— ¡Un desafío! ¡A mí! W Capdenac! Sepa
usted que me he balido veinte veces y he tenido la desgracia de matar á cinco de mis adversarios y de herir á los otros quince. La juventud de usted me inspira lástima. Por última
vez, retírese usted.
—Veo, dijo Anatolio, por lo bien dispuestas
que tiene usted sus armas, que es usted un adversario digno de mí y esto aumenta mi deseo
de medirme con tan temible varón. Veamos.
¿Tomamos aquellas dos espadas que están junto á la chimenea? ¿ó esas dos hachas de abordaje? ¿ó los dos sables de caballería? ¿qué le
parecen á usted estos curvos yataganes?...
Pero, ¿qué hace usted que no se decide?
—Estoy pensando en la madre de usted y en
su próximo dolor.
—Ya no la tengo. ¿Prefiere usted la carabina, la pistola, el revólver?
— Joven, no juege usted con armas de fuego.
—¿Es que tiene usted miedo? Está usted
temblando.
•—¡Temblar yo! es de frío.
—Entonces bátase usted ó renuncie á la
mano de Marieta.
—Me gusta la bravura de usted. Los valientes han nacido para entenderse. ¿Quiere usted
que le confiese una cosa?
—Hable usted.
—Ya hace algún tiempo que me proponía
romper ese matrimonio; pero no sabía cómo
componérmelas para ello. Consentiría, pues,
de muy buena voluntad en lo que usted desea;
pero usted comprenderá que yo, Capdenac, no
puedo aparecer como cediendo á las amenazas,
pues usted me las ha hecho.
—Las retiro.
—Entonces todo está arreglado.
—¿Quisiera usted escribir y firmar su r e nuncia?
— Siento por usted tanta simpatía, que nada
puedo rehusarle.
SAN FRANCISCO DE ASÍS.
STA. ISABEL DE^ARAGON, REINA DE PORTUGAL.
BEATO JOSÉ ORIOL.
Escultura de Pablo Carbonell. De fotografía directa del señor Sala.
Escultura de Pablo Carbonell. De fotografía directa del señor Sala.
Escultura de J. B. Alentorn. De fotografía directa del señor Sala.
SAN SEBASTIÁN.
SANTA MARÍA DE CERVELLÓ.
SAN RAMÓN DE PENYAFORT.
Escultura del señor Atché. De fotografía directa del señor Sala.
Escultura de J. B. Alentorn. De fotografía directa del señor Sala.
Escultura de J. B. Alentara. De fotografía directa del señor Sala.
LA
ILUSTRACIÓN.
EXCMO. SR. D. FRANCISCO D E P . R I U S Y T A U L E T . P R I M E R M A R Q U É S DE O L É R D O L A . v EL i'ii DE SETIEMBRE DE Is'i
DE
Suplemento al número 519.
FOTOGRAFÍA
DE
D. J U A N
MARTÍ.
LUÍS TASSO, editor.
:n
Cu
3
>
en
H
' o
BARCELONA: NUEVA FACHADA DE LA CATEDRAL. D E FOTOGRAFÍA DE LOS SEÑORES JOARIZTI Y MARIEZCURRENA.
650
Provisto del preciso papel, Anatolio corrió á
casa del señor L5ouvard. Llegó á la puerta de
éste á eso de las ocho de la mañana.
— Dilín, dilín.
—cQuién es?
—Anatolio.
— ¡Vaya usted á acostarse! gritó furiosamente el profesor.
—Traigo el desistimiento de Capdenac.
Abra usted ó derribo la puerta.
El señor Bouvard abrió. Anatolio le entregó
el papel y fué á tocar á la puerta del cuarto de
Marieta, gritando:
— P r i m a , levántate, vístete pronto y ven
acá.
f^ocos instantes después Marieta, fresca como
la aurora, llegó al saloncito.
—cQué ocurre?
—Ocurre, dijo el señor Bouvard, que el
primo de usted está loco.
— ¡Loco! dijo Anatolio; enhorabuena, pero
Marieta reconocerá que mi locura tiene su lado
bueno. De anoche acá, querida primita, he conseguido dos cosas: Capdenac renuncia á tu
mano, y tu excelente tutor consiente en que cases con el que amas.
— i D e veras, querido tutor..? cConsiente u s ted en que me case con Anatolio?
— ICómo!... dijo Anatolio.
— P o r q u e te amo, primo.
En este momento Anatolio sintió palpitar
violentamente su corazón. ¿Sería aquello efecto
del placer que le causaba la inesperada confesión de Marieta? cSería la opresión predicha
por el doctor? ¿Sería la muerte...?
—i Desgraciado de mí! exclamó el pobre
mozo. Me a m a . . . Casi toco la felicidad, y voy
á morir sin alcanzarla...
Pintonees, tomando febrilmente las manos de
.Marieta, le contó todo: la carta recibida, la
flor aspirada, el pronóstico de su viejo amigo,
el testamento, los pasos que había dado y los
éxitos que había obtenido.
— Y ahora, añadió, ¡voy á morir!
— ¡Pero eso no puede ser¡ dijo Marieta Ese
médico se engaña. cQuién es él?
— U n hombre que nunca se equivoca, Marieta; el doctor Bardáis.
— ¡Bardáis! ¡Bardáis! dijo de pronto Bouvard soltando una carcajada. Oigan ustedes lo
que dice un periódico que acabo de recibir:
«El sabio doctor Bardáis ha sido atacado de
enajenación mental. La demencia de que adolece tiene el carácter científico. Sabido es que;
el doctor se ocupa especialmente en el estudio
de las sustancias venenosas; pues bien, hoy
cree que todas las personas que encuentra están emponzoñadas, y las persuade de ello.
.Anoche, á las doce, le trasportaron á casa del
doctor Blanche.»
—¡Marieta!
— ¡Anatolio!
Y los dos jóvenes cayeron el uno en brazos
del otro.
La luna de la velada.
El reloj de la torre vecina ha dado lentamente
las campanadas de la media noche.
Mi lámpara, ya casi apagada, baña á veces
los objetos que me rodean con luz azulada y
trémula; se ha extinguido y no alumbrará más:
su llama vive... intenta elevarse y espira; ¡así
lucha la esperanza con un destino implacable!
Buscamos á Dios en la soledad, porque lo
que tenemos de divino se deleita allí con nuestros pensamientos; juega con las flores, las brisas y las aguas; se extasía contemplando elcielo.
Amamos el silencio, porque donde él impera,
el alma reina; porque allí, libre ella del ruido
y de las miradas del mundo, recibe nuestras
caricias como la esposa que por vez primera se
LA ILUSTRACIÓN.
atreve á reclinar su cabeza en nuestro pecho,
suspirando por un amor inmortal,
Cuando en medio del desierto, bajo el lujoso
pabellón de la noche, se pone oído atento á los
vagos rumores de la selva cercana, escuchamos
á la soledad, que alienta, y al silencio que se
cierne sobre ella en las tinieblas, agitando con
sus alas, brisas impregnadas de aromas.
Cuando la luna llena se levanta sobre las
cumbres puntiagudas y negras que sombrean
el valle donde nací, y dora con luz macilenta
las móviles y altas techumbres de los bosques
de palmeras, que se elevan ó inclinan sobre los
collados de vegas ignotas como floreros inmensos, el viento suspira en sus follajes; el río juncoso sin linfas ni murmullos, refleja todo el
esplendor del cielo; los buitres sacuden sus
plumajes y graznan en las espesuras y las palomas gimen. Es que la soledad ha despertado,
llocos momentos después no se oye ya ni el
vuelo de una hoja: el silencio ha descendido
sobre la selva y la soledad duerme de nuevo
bajo sus alas y sus besos.
¡Desiertos amados! csé que me esperáis y
tardo? ¡ \ o c h e de paz y deliciosos delirios, por
qué placeres os he desdeñado!
Un rayo de la luna avanza temeroso en medio de.la oscuridad de mi estancia, lívido como
los primeros resplandores de una aurora de invierno. ¡Cuan lentamente, cuan silenciosa y
triste recorre ella ahora esa bó\'eda inmensa de
ceniciento azul!
¡Qué de maternales besos é infantiles alegrías
trae á mi memoria! ¡Qué de los castos deleites
y lágrimas de un amor primero! ¡Recuerdos de
un adiós y un último beso, humedecido por el
llanto de esos ojos que por mí tanto han llorad o ! ¡ Cuántos ensueños de gloria en vano perseguidos! ¿Qué habla á mi corazón de una
tumba solitaria y sin sombra, en medio de una
llanura que cubren aromas y zarzales?
¡Ya lo sé!
Sobre la campiñita que avanza, rodeada de
umbrosas ceibas y florecidos naranjos, hasta la
gradería de la casa paterna, estaban esparcidos
y deshojados nuestros ramilletes de rosas y albahacas. Una preciosa niña de blanco y vaporoso traje, de talle fino é inquieto, suelta la
hermosa cabellera, busca á tientas, porque está
vendada, un distraído á quien aprisionar, entre
los niños que la rodean riendo y cantando. La
veo en este instante; la he desatado la venda al
entregármele prisionero, y ella se sonríe dulcemente; arréglase los cabellos y me mira con
sus húmedos y negros ojos, antes de cubrir los
míos con un pañuelo de batista.
Los retozos infantiles cansan al fin á la bulliciosa turba. Reclinado en el regazo materno,
manos que se dejan asir para que yo las bese,
juegan con mis cabellos.
La apacible luz de la luna ha reemplazado la
de los arreboles de ópalo y oro. Algunas aves
desbandadas, que atraviesan el horizonte con
pausado vuelo, se destacan sobre los últimos
resplandores del ocaso y desaparecen tras de
los bosques lejanos de pisamos. A distancia y
á ratos ss oyen cantares campesinos, cuyos
acentos tristes y monótonos, lleva el viento,
vuelve á traer y torna á llevar.
Un caballero se acerca á la gradería y se
apea con destreza. Viste de blanco, lleva botas
hasta la rodilla v calza espuelas de plata. Los
niños corremos á rodearlo, impidiéndole andar:
los perros le agasajan y aullan de alegría: ha
tomado del regazo de mi madre al más pequeño
de mis hermanos y le liaco caballo en una de
las rodillas: yo me afano inútilmente por disputarle á Pedro, el paje mimado, el honor de
desabrocharle las espuelas á su amo. Es mi
padre.
Los labriegos, que tanto le amaron, cuentan
haber oido sus pasos en esos pobres hogares
que visitó, remediando miserias: y m e l l a n referido que escuchan aquella voz armoniosa, en
N.» 519
los campos que él cultivó, cuando la luna ilumina noches calladas. Yo le he llamado el día
de supremo infortunio; ¡aunque sé que vela por
mí, nunca responde!
¡Amor mío, amor primero de mi corazón!
Sólo me quedan de tí recuerdos que evoco temeroso, y esa luna, confidente antes amable de
nuestras tristezas y alegrías que ella olvidó ya.
Aun está sobre mi pecho el calor de esa cabeza destrenzada; aun oigo los acentos articulados de sus labios, todavía siento gotear sobre
mis manos sus lágrimas ardientes, las veo r o dar de sus ojos, velados por el pudor, abrillantados por tu luz, ¡oh luna que tanto a m ó . . . !
iPobre l'ciiza! Si con lágrimas pudiera saciarse esta sed que devora mi alma, si con
lágrimas luyas debías comprar mi corazón,
¿quién se atrevería á disputártelo?
Y hay instantes en que te pertenece entero.
Esa impalpable rival que te lo roba, es menos
amorosa que tú. Esta visión querida, que me
hace alejar de tí, acabará por vengarte de los
momentos de mi criminal desamor. No la temas cuando velo á tu l a J o , y las caricias de
nuestros hijos me hacen olvidar crueles y p a sados infortunios.
Pero cuando en horas avanzadas de la noche,
entras con pasos quedos á la estancia en que
trabajo, á la luz de una rústica lámpara, cuyos
resplandores amortiguan los rayos de la luna
naciente: cuando te acercas y mis oídos no te
oyen ni mis ojos te buscan... llora y perdona
porque mi corazón te es infiel y tu rival es la
gloria.
Si pudieras visitar un instante lo que lejos de
tí llamo mi hogar, compadecerías al mismo que
llamas y que tarda en volver. Ahora me rodea
un silencio espantoso: esa misma luz que penetraba, há diez años, en nuestra cámara n u p cial, viene como á buscar aquí á tu esposo
amante de otros días y no haya flores ni cortinajes vistosos. Un acento de tu agasajadora
voz, el aroma de tus vestidos, harían volver la
alegría á mi corazón, que más tarde en vano
procurarás despertar, porque permanecerá sordo
y frío, muerto bajo tu frente.
Y tal vez llegará un día en que busques, entre otros sepulcros, un sepulcro sin nombre, y
gentes extrañas te mostrarán el mío!
Habíale entonces de mi amor ¡oh luna! Habíale de las noches en que ayudado por tu luz
descendía yo de las alturas de San Antonio al
pequeño valle sembrado de sauces donde blanqueaba la perfumada mansión á cuya puerta
me esperó anhelosa tantas veces. Habíale de
las tardes en que reclinaba mi cabeza sobre su
hombro, oyendo los gemidos del viento en los
peñascos y los sollozos del Cali, mientras seííuía mis ojos sus corrientes azules en la verde
vega del Peñón, plateando á lo lejos al serpentear en el confin de la llanura. Habíale de nuestro último adiós... y del último beso mío que
enjugó sus lágrimas.
Ahora la llanura está solitaria: el viento sacudirá los arómales resecos, exparciendo en los
gramales hojas muertas. ¿Dónde estará la tumba
que mi alma busca allí? Nunca hollaron mis
pies los zarzales que la rodean; no ha h u m e d e cido ese polvo una lágrima mía. Mis labios no
tocaron ya helada esa mano cariñosa que meció
mi cuna. .Mi acento no llegó á los oídos de esa
madre amorosa, cuando la rodeaban algunos de
sus hijos, esperando un adiós y una bendición
que yo no merecí. ¡.Mis ojos la lloraron tarde!
¿Era, pues, de esos dolores de los que me
vinoá hablar un rayo de tu luz, solitaria viajera
del cielo?
Mucho tiempo hacía que contemplándote no
brotaba de mis ojos tan copioso lloro. ¡Permita
Dios que ellos se cierren para siempre antes que
se haya secado sobre mi corazón la última lágrima.
JoriGE IsAACS.
{Colombi.ino.)
N.° 519
Dos palomitas sin hiél.
Doña Catalina de (>hávez, era la viudita más
apetitosa de ("huquisaca. Rubia como un caramelo, con una boquita de guinda y unos ojos,
que más que ojos eran alguaciles que cautivaban al prójimo. Suma y sigue. Veintidós años
muy frescos, y un fortunón en casas y haciendas de pan llevar.
Háganse ustedes cargo si, con sumandos
tales, habría pocos aritinéticos cristianamente
encalabrinados' en realizar la operación, y en
que nuestra viuda cambiase las tocas por las
galas de novia.
Pero así como no hay cielo sin nubes, no hay
belleza tan perfecta que no tenga su defectillo;
y el de doña Catalina era el tener dislocada una
pierna, lo que al andar le daba aire de goleta
balanceada por mar boba.
Como diz que el amor es ciego, los aspirantes desesperanzados afirmaban que aquella cojera era una cojera graciosa y que constituía un
hechizo más en la dama que los que tenía por
almudes, y para dar y prestar, á lo que, como
la despechada zorra que no alcanzó el racimo,
contestaban los galanes desahuciados:
Si hasta la que no cojea
de vez en cuando falsea,
y pega unos tropezones...
concordadme estas razones.
A pesar de todo, era mi señora doña Catalina una de las reinas de la moda; y no digo la
reina, porque habitaba también en la ciudad
doña Francisca Marmolejo, esposa de don P e dro de Andrade, caballero del hábito de Santiago y de la casa y familia de los condes de
Lemus.
Doña Francisca, aunque menos joven que
doña Catalina, y de opuesto tipo, pues era morena como Cristo, nuestro bien, era igualmente
hermosa y vestía con idéntica elegancia: porque
á ambas las traían trajes y adornos, no desde
París, pero desde Lima, que era entonces el
cogollito del buen gusto.
Hija de un minero de Potosí, llevó al matrimonio una dote de medio millón de pesos ensayados, sin que faltara por eso quien tildara de
roñoso al suegro, comparándolo con otros que,
según el cronista Martínez Vela, daban dos ó
tres milloncejos á cada muchacha, al casarlas
con hidalgos sin blanca, pero provistos de pergaminos, que la gran aspiración de los mineros
era comprar para sus hijas maridos titulados y
del riñon de Asturias y Galicia, que eran los de
la nobleza más acuartelada.
El diablo, que en todo mete la cola, hizo que
doña Francisca tuviera aviso de que su dichoso
marido era uno de los infinitos que hacían la
corte á la viuda, y el comején de los celos empezó á labrar en su corazón, conio polilla en
pergamino.
En guarda de la verdad y á fuer de honrado
tradicionista, debo también consignar que doña
Catalina encontraba en el de Andrade olor no á
palillo, que es perfume de solteros, sino á papel
quemado, y maldito el caso que hacía de sus
requiebros.
Al principio la rivalidad entre las dos señoras
no pasó de competir en lujo; pero constantes
chismecillos de villorrio llegaron á producir
completa ruptura de hostilidades.
En el estrado de doña h'rancisca se desollaba
á la Caluja, y en el salón de doña Catalina á la
'Pancha como parche de tambor.
En esta condición de ánimo, los encontró el
jueves santo de 1616.
El monumento del templo de San Francisco
estaba adornado con mucho primor, y allí se
había congregado toda la sociedad de Chuquisaca. Por supuesto, que en el paso de la cena y
en el del prendimiento figuraban el rubio | u d a s ,
LA ILUSTRACIÓN.
con un ají en la boca, y los sayones de renegrido rostro.
Apoyadas en la balaustrada que servía de
barra al monumento, encontráronse á las seis
de la tarde, nuestras dos heroínas. Empezaron
por medirse de arriba abajo y esgrimir los ojos
como si fuesen puñales buidos. Luego, á guisa
de guerrillas, cambiaron toses y sonrisas despreciativas, y adelantando la escaramuza, se
pusieron á cuchichear con sus dueñas.
Doña l'Vancisca se resolvió á comprometer
batalla en toda la línea y simulando hablar con
su dueña, dijo en voz alta:
—Xo pueden negar las cÁtiiis (rubias) que
descienden de Judas, y por eso son tan traicioneras.
Doña Catalina no quiso dejar sin respuesta
el cañonazo, y contestó:
—Ni las cholas que penden de los sayones
judíos, y por eso tienen la cara tan ahumada
como el alma.
—Calle la coja Zaramullo, que ninguna señora se rebaja á hablar con ella, replicó doña
Francisca.
¡Zapateta! (Coja dijiste!'' ¡téngame Dios de
su mano! La nerviosa viudita dcjij caer la m a n tilla y, uñas en ristre, ss lanzó sobre su rival.
Esta resistió con serenidad la furiosa embestida
y, abrazándose con doña L'atalina, la hizo perder el equilibrio y besar el suelo. En seguida se
descalzó e! diminuto chapín, levantó, las enaguas
de la caída, poiÚLodo á especiación publica los
promontorios occidentales, y la plantó tres soberbios zapatazos, dicicndola: — toma, cochina,
para que aprendas á respetar á quien es más
persona que tú.
Todo aquello pasó, como se dice, en un abrir
y cerrar los ojos, con grande escándalo y gritería de la multitud reunida en el templo. Arremolináronse las mujeres y hubo más cacareo
que en corral de gallinas. Las amigas de las
contendientes lograron con mil esfuerzos separarlas y llevarse á doña Catalina.
No hubo lágrimas ni soponcios, sino injuria
y más injuria, lo que me prueba que las hembras de Chuquisaca tienen bien puestos -los
menudillos.
Mientras tanto, los varones acudían á informarse del suceso, y en el atrio de la iglesia se
dividieron en grupos.
Los partidarios de la rubia estaban en m a yoría.
Doña Francisca, temiendo de éstos un estrago, no se atrevió á salir de la iglesia, hasta que,
á las ocho de la noche, vino su marido con el
corregidor don Rafael Ortiz de Sotomayor, caballero de la orden de jMalta, y una jauría de
ministriles para escoltarle hasta su casa.
Aproximábanse á la plaza mayor, cuando el
choque de espadas y la algazara de una pendencia entre los amigos de la rubia y la morena, puso al corregidor en el compromiso de ir
con sus corchetes á meter paz, abandonando la
custodia de la dama.
Los curiosos corrían en dirección á la plaza,
y apenas podía caminar doña Francisca apoyada
en el brazo de su marido.
En este baruUópolis, un indio pasó á todo
correr y, al enfilar con la señora, levantó el brazo armado de una navaja é hízola en la cara un
chirlo como una Z, cortándole mejilla, nariz y
barba.
En la oscuridad, tropel y confusión, se volvió
humo el infame corta-rostro.
R. P .
(Peruano.)
La familia.
Si en el mundo es posible encontrar la felicidad, si lo que llamamos dicha es una realidad
y no una sombra que en vano queremos alcan-
651
zar, sólo puede hallarse en el seno de la familia.
VA hombre, en busca de la dicha y aguijoneado por ese sentimiento que tanto le inquieta, se lanza presuroso á la sociedad; la recorre
con ansia y, creyendo divisar á cada instante
lo que tanto anhela, halla el camino llano y sin
dificultades; á cada paso encuentra manos que
estrechan con fuerza la suya, amigos que le
proporcionan ratos de placer, mujeres que con
sólo una de sus miradas hacen palpitar su candido corazón; por todas partes la riqueza lo
deslumhra, la hermosura lo seduce, la adulación lo envanece.
Más tarde, cuando el desengaño arranca la
venda que cubría sus ojos, sale de su delirio,
se detiene y permanece inmóvil por un m o mento, aprieta la mano y la encuentra vacia, la
lleva sobre su corazón y lo halla flotando en
un océano de amargura, lleno de pesares y
atormentado por tristes recuerdos; vuelve la
vista hacia atrás, recorre el camino que había
atravesado, y ya no lo encuentra alfombrado
sino pedregoso; reconoce que por flores cogió
espinas, que confundió la amistad con el interés, el amor con el deleite, la lealtad con el engaño, y que el lujo, la adulación y la vanidad
forman el velo con que el vicio oculta su deformidad.
Vuelve entonces el hombre con el corazón
destrozado a! lado de su familia, cy qué halla?
O una madre que al comprender que el corazón de su hijo destila el veneno de la v e n g a n za, le recuerda llena de ternura, los santos
preceptos de la religión que ella le inculcó
desde temprano para enseñarle á perdonar y á
tener resignación en la desgracia; ó bien á una
esposa afectuosa que le estrecha entre sus brazos, que lo llena de caricias y que con su irresis-tibie dulzura corre, en compañía de sus hijos, á
curar las heridas que afligen al dueño de su
vida.
En el seno de la familia el hombre encuentra
sosiego, amistad verdadera, amor sin engaño;
quien sonría á su lado en los momentos de gozo,
quien lo consuele y enjugue sus lágrimas si el
pesar le agobia. De allí huye el egoísmo, la perfidia y la traición; todo sentimiento es puro,
todo afecto sincero; la vida es grata, el corazón
encuentra descanso y delicias el alma.
Dios quiso manifestar su infinita sabiduría y
formó el firmamento; quiso ostentar su g r a n deza y dio al hombre corazón, que es el firmamento de los afectos. Formó el espacio para
exhibir su orden admirable, ese equilibrio m a r a villoso, esa armonía incomprensible, ese conjunto bello que nos hace inclinar la cabeza y
reconocer nuestra pequenez; dio al hombre familia para hacerle sentir esos afectos íntimos,
intensos y delicados que lo ennoblecen, que lo
hacen digno, que lo perfeccionan y que hacen
hincar al alma y la ponen en comunicación con
su Dios.
Al contemplar la creación se admira al Ser
Supremo; al saborear las dulces emociones que
en el seno de la familia brotan del corazón, se
le bendice, se le ensalza, se le glorifica.
El sabio que examina las leyes divinas rinde
homenaje á Dios; el filósofo que presencia una
de esas escenas de familia en que el sentimiento se ostenta con toda su pureza, con todos sus encantos, le dirige fervorosas alabanzas.
Cada familia es un templo en donde se adora
con vehemencia al Creador, y en el cual cada
corazón es un brasero en donde el alma, de
rodillas, quema el incienso con que solemniza
el culto que rinde á su bienhechor.
Del seno de la familia nace el hombre virtuoso, la esposa tierna y fiel, el amigo sincero,
el compañero leal. De una familia religiosa es
difícil que salga un bandido, así como de un
rebaño no puede nacer una pantera.
Bajo la influencia de una atmó-sfera fresca y
pura, la vegetación es nca y vigorosa, la vida
N. 5 9
LA ILUvSTRACION.
6.5-'
BARCELONA: VERJA DE l'NA DE LAS CAPILLAS DEL CLAUSTRO.
BARCELONA: INTERIOR DEL CLAUSTRO.
ÜARCELONA: CLAUSTRO DE LA CATEDRAL.
BARCELONA: ÁBSIDE DE LA CATEDRAL.
D E FOTOGRAFÍAS DIRECTAS DE LOS SEÑORES JOARIZTI Y MARIEZCURRENA.
N.» 519
LA ILUSTRACIÓN.
fácil y agradable; bajo la sombra de una familia cristiana, toda virtud florece y todo bien
fructifica.
Al través de un cielo sereno y trasparente
divisa el alma la mansión del justo; en el seno
de una familia sensible y afectuosa encuentra
el corazón la dicha que Dios concedió al h o m bre en el m u n d o .
Hay escenas de familia en que el alma derrama lágrimas de placer, y en las que,
El hombre que se ha formado fuera del h o gar, sin la inmediata inspección de sus padres,
no puede ser buen hijo, y quien no es buen
hijo, no puede ser ni buen padre, ni buen esposo, ni buen amigo.
í P o d r á desear más sobre la tierra el hombre
que en su niñez reciba los exquisitos cuidados
de una madre, los consejos de un padre afectuoso y los abrazos de hermanos queridos; que
en su juventud, la época de las ilusiones y
BARCELONA: PUERTA DEL CLAUSTRO.
teniendo el corazón por altar, entona cánticos
de gratitud dirigidos al que le brinda tantos beneficios.
La familia es la mansión del sentimiento, el
depósito de las tiernas emociones, un tesoro de
encantos y de gratos afectos. La familia es el
oasis del corazón y el paraíso del alma.
La vida del hombre sin familia está llena de
pesares, de hastío y de aburrimiento; es la ausencia de todo sentimiento puro y de todo
afecto duradero; es un desierto insoportable
que aniquila y anonada al espíritii. Quien no
tiene familia llega fácilmente al suicidio.
653
DE FOTOGRAFÍA DIRECTA DE LOS
Solo, como la palma del desierto;
mudo, como la sombra del abismo;
triste, como la noche del recuerdo;
vago, como la sombra del vacío;
árbol sin hojas,
astro caído,
tal era el hombre en el primer mañana,
sonámbulo del sueño del destino.
SESORES JOARIZTI
cuando el corazón está repleto de esperanzas,
encuentra una esposa virtuosa y adorada; y
que en su vejez se halla rodeado de hijos d ó c i '
les, obedientes y respetuosos)
De la cuna á la tumba el camino es corto,
pero penoso. Hay mil escollos que vencer y
mil abismos que evitar; por todas partes el engaño se presenta enmascarado, y debajo de las
más bellas flores suele hallarse una serpiente.
Al lado de la familia las dificultades disminuyen; lejos de ella llegan á ser insuperables.
ABELARDO.
La mujer.
Y
MARIEZCURRENA.
Efluvios de la luz fecundadora,
aroma de los gérmenes divinos,
estrofas de dulcísimas salmodias,
rumores de los bosques y los ríos,
coro inefable
de inmensos himnos
como un presentimiento de su gloria
brotaba al rededor de su camino.
La bruma vagorosa de los mares,
el hálito flotante del rocío,
el humo abrasador de los volcanes,
los reflejos del éter encendido,
eran la mirra
LA ILUSTRACIÓN.
654
del regocijo
que en el gran incensario del espacio
quemaba el universo agradecido.
Los mundos palpitaban de alborozo
girando sin cesar en el vacío;
los cielos azulados sonreían
con la casta sonrisa de los niños.
¡I lora suprema!
¡santo delirio!
La tierra era la virgen desposada,
y el sol brillante su nupcial anillo,
Y solo, como el árbol del desierto,
mudo como la boca del abismo,
triste como el silencio que precede
á la hora suprema del martirio,
roca gigante,
de un mar bravio,
el hombre se inclinaba silencioso,
ante tanta grandeza confundido.
La semilla caída de la planta,
los metales que el fuego derretía,
las estrellas, eternas mariposas
volando en torno de la luz divina;
todo temblaba
de amor herido;
sólo el hombre los labios calcinados,
no mojaba en la copa de la vida.
Los vientos celebraban sus amores
besando al océano en la mejilla;
las aves se decían sus secretos
volando por la selva florecida:
la luz fecundadora
de la eterna vida,
inundaba los mundos virginales
como ola de celeste melodía.
Los astros al girar en el espacio,
ardiendo de amoroso desvarío,
le enviaban con un ósculo de fuego,
de sus estraiias el caliente fluido:
y el hombre mudo
como el vacío,
no entendía el lenguaje de las almas,
arropado en la sombra de sí mismo.
Dios estaba inclinado hacia la tierra
oyendo la plegaria de los orbes,
contemplando en el vidrio de los mares,
de su aureola de luz los resplandores.
Lna lágrima ardiente, cristalina,
se desprendió de su pupila entonces:
gota fecunda, de fecunda vida,
que refractó la lumbre de los soles.
La tierra abrió los sudorientos labios.
entreabrieron sus peHalos las llores,
y aquella gola de la eterna aurora
fué un h-so de celestes bendiciones.
Y el hombre, mudo, solitario, triste,
sintii) el fuego de mágica fruición
y vil') que de su sombra se elevaba
una llama de tibio resplandor.
Era un soplo del genio de la vida,
era un rayo de tierna inspiración,
el perfume inmortal de la esperanza
la rima de la luz y del amor.
Lra Eva. la sonrisa de los cielos,
la nota musical de una oración,
la mujer, el compendio de lo bello,
ila hija de una lágrima de Dios!
Y el hombre mudo, solitario, triste,
balbuceó un himno de celeste amor,
y exhaló sus cadencias más sublimes
el arpa colosal de la creación...
( )l IJ.AUIO \ ' .
,'\\l,K,iDK,
{.Ar>;eiltiiio.J
I^A CATF.DRAI, DE BARCELONA.
Difícil y laboriosa tarea seria para nosotros
escribir la historia de nuestra Basílica, no sólo
por las trasformaciones y reformas que ha sufrido desde que la erigió en catedral la piedad
del conde soberano Ramón lícrenguer el Viejo
en [ 058, mas también por los interesantes acontecimientos y solemnes ceremonias que se han
celebrado bajo sus majestuosas bóvedas, y por
las bellezas y preciosidades de todo genero
que atesora, espléndidas manifestaciones de las
creaciones artísticas de las pasadas centurias.
Pai-acllo sería menester una extensa monografía,
pues como todas las construcciones religiosas,
hállase confundido el concepto que persiguieron
las sociedades de los tiempos medios: las creencias y la nacionalidad, liemos, pues, de limit;r.ios á dar una.somcia noticia de cuanto más
notable existe en ella, aprovechando para ello
la ocasión que nos ofrece la construcción de su
fachada.
La fábrica antigua, ó sea la primitiva Basílica,
ensanchóse en 1173 por la paite del ábside, en
\ista del aumento de población y de la creciente importancia de la ciudad, continuando
las mejoi'as con nuevas construcciones, ya unido el templo á la residencia episcopal ó segregado de ella, hasta el i." de mayo de 120Q,
en que se comenzó la catedral tal cual hoy
existe, sin que cesara por eso el servicio divino
en el antiguo templo, que quedíj denlrcj de la
nueva obra y que fué paulatinamente derribándose á compás que adelantaba la nueva edificación.
Hállase eiigidala catedral en la parle más
alta de la ciudad, subiéndose á su atrio por
una ancha escalinata. La antigua fachada consistía en una pared feamente desnuda é inC! mpleta tal cual la dejaron los artífices del
si^:.;lo XV, y tan sin importancia y despi'ovista
de toda belleza, que por ella no era posible
colegir la grandeza y suntuosidad del templo.
Sus atrevidas ojivas, robustas y esbeltas columnas, cresterías, admirables calados, doseletes
y cuanto pudo soñar la genialidad de los artífices del siglo XV admírase esculpido en la piedra, en los mármoles de los sepulcros, tallado
en las sillas del coro ó forjado en las verjas y
herrajes.
Ln cuanto á la fachada antigua, las últimas
obras realizadas en ella debLinse al buen celo
y desprendimiento del obispo D. b'rancisco
Sapera, fallecido el 17 de noviembre de 1430,
continuándolas, con notables interrupciones, su
sucesor D. Jaime Geraldo, hasta que en 1.156
paralizáronse por completo. Cierto es que el
obispo Guillermo de Cassador intentó, en i 5O.4,
continuar la obra emprendida por sua anteceKúi'cs; pero sus csfuei'zos no dieron el resultado
que apetecía, á pesar de haber dispuesto que
"/•,')! lo hishal de Harccloiia niníiiin sacerdnl pol
/[']• esponsalles sciis llisencia deis Obréis de la
Scu, ferqiie en altre manera caiirie en malíes
fenes.n
Tres siglos han tiascurrido desde que
este prelado intentó completar la construcción
de la Basílica, y aunque la di-^posición dictada
para allegar recursos podía hacer esperar en
que éstos fuesen de tal cuantía que permitieran
dar remate á la edificación, preciso ha sido que
un particular tomase á su cargo esta empresa.
Ya en 1S64 encaigó 1). .Manuel Girona al arquitecto]). j o s é O . Mestres, quclevanlara los planos detallados de la ubra existente, proyectando
sobre ella ima fachada. La ruda oposición de
N.-5I9
que fue entonces objeto, obligó al Sr. Girona á
ajjlazar la realización de sus deseos, no cejando
en su prop()sito hasta que por tjltimo, amparándose en el antiguo pergamino (1) que existia en
el archivo de la catedral, y tomando por base lo
que estaba ya construido en la parte baja de los
cuerpos laterales, dispuso el levantamiento del
proyecto de fachada definitiva, que presentó al
limo. Obispo de esta diócesis, l)r. D. Jaime
("atalá, en presencia de las autoridades, comprometiéndose á satisfacer los gastos de la
construcción.
(3btenida la aprobación de la Real Academia
de Bellas .Artes de San l-'ernando y del ministerio de Gracia y justicia, confió el Sr. Girona
la i-ealización de la obra, en clase de arquitecto,
al que ya lo era de la Basílica, D. José O. Mestres, que se ha terminado en el espacio de
^4 meses, siendo de notar que todos los
operarios, y cuantos han intervenido en la
construcción han sido naturales de Cataluña.
Ll cargo de maestro de obras se hallaba confiado á D. [•"rancÍFCo Riera; los canteros estaban bajo la dirección de D. Antonio Fiera, y los
picapedreros á las órdenes de D. Manuel Cervera y D. Antonio Vidal. La sección de carpinteiia estuvo á cargo de D. Germán C i m p s , y los
escultores de talla trabajaron á las ordenes de
los señores Sagúes, Benaset, Deulofeu y Baque. Las obras principales de cerrajeiía encargáronse á D. Jaime \'ila, las verjas de entre
contrafuertes á D. Eudaldo Deop, y la central á
1). Antonio Aleara/. En la ejecución de las estatuas han intervenido escultores de merecido
renombre, c uno D. Agapito \'allmitjana y Barbany, D. Eduardo B. .Alentorn, f^. Agustín Q u e ro!, D. l"ranci-co Pagés y Serratosa, D. Pablo
C;;rbonell, D. Rafael Atché y D. Juan Ivoig.
Para la seguridad de ios operarios construyér. nse un andam.iaje verdaderament; notable
y aparatos especiales para la elevación de los
mateiiales, á cuya circunstancia se debe el
q:!e no haya habido que lamentar el menor accident-.
<^)ue la obra no se halla, ni de mucho, en
ai monía con la importancia y mcritij de la construcción, está fuera de duda; pero aun asi la
creemos preferible al frío paredón que antes
servía de fachada á !a preciosa joya arquitectónica de nuestra ciudad.
l^xc.MO. S K . D . I'^RANCISCO I)F. P . RIIJS Y TAI.'LET,
MAliOUlis iJi; Ol.l'jiLlOl.A t El. 2 6 DK S i:TI KAIBR K
in.Ti.iio. De fotoj^rafia
Marti.
direcla
de 1).
Juan
.\ las ocho de la noche del día 26 de setiembre último y cuaiido nadie podía suponer tan
fatal desenlace, falleció en su posesión de Ülérdola, el que fué nuestro afectuoso amigo, excelentísimo Sr. D . l'Vancisco de P. Rius y 'i'aulet, primer marqués de Olérdola.
Cuando se hallaba en la plena acíi\ idad de su
vida, dando muestras de su iniciativa y convirliendo en obra los que antes fueron proyectos,
nns complacimos en trazarla biografía de aquel
ciudadano de Barcelona, á quien sólo sus propios méritos, su laboriosidad y clara inteligencia elevaron á los más altos cargos. \ todos
prefirió la presidencia de nuestro Ayuntamiento, ya que desde ella pudo trasformar nuestra
ciudad, mejorándola de tal manera, que ha llegado á colocarse á la altura de las principales
capitales de Europa. Todas las reformas y mejoras, todos los monumentos y los proyectos
que aun no han podido plantearse, débense al
Sr. Rius y 'Laulet, a! que cabe asimismo la
gloria de haber logrado realiz:ir la primera ILxposicion Universal española.
Mucho podía esperarse todavía de su buen
( I ) V.\ pergamino tiene Ir.s metros de longitud,
hallase mallratado por I,L acción del tiempo. |-,ues
cuenta másdj cuatrocierilos años y apenas es Inteligible en muehus de sus pornicnore;.
LA ILUSTRACIÓN.
N.» 519
d e s e o y d e su i n t e r é s p o r la c i u d a d q u e le c o locó en el n ú m e r o d e s u s hijos b e n e m é r i t o s .
N o s o t r o s , ajenos á las luchas, de p a r t i d o , tribut a m o s u n r e c u e r d o c a r i ñ o s o al leal a m i g o , al
b u e n c i u d a d a n o y al q u e d e s d e la a l c a l d í a de
la c i u d a d , s u p o d a r t a n t o l u s t r e á B a r c e l o n a .
Inútil es q u e a l g u n o s t r a t e n d e e m p a ñ a r la
m e m o r i a del q u e fué t a m b i é n jefe en e s t a l o c a lidad d e u n o d e los p a r t i d o s q u e t u r n a n en la
g o b e r n a c i ó n del E s t a d o , p u e s t o q u e t o d o s los
espíritus imparciales, los q u e no p u e d e n a n i d a r en su c o r a z ó n la hiél d e la e n v i d i a ni el
e n c o n o , h a n de reconocerle cualidades y tributarle un recuerdo de consideración y respeto.
I D e s c a n s e en p a z !
"íHL L A
rh^-^
^'' &^
EXTRANJERO.
F R A N C I A . — H a aparecido en el Journal
Oj'ficicl
el decreto d j convocación de las (cámaras; se ha lijado el día 20 del aclual para a n u d a r las larcas legislativas.
Kn las primeras sesiones que s j celebren se presentará una interpelación sohre la política general,
y otra sobre el boulangerismo.
Dicese que el general Boulanger contestará con
un tomo cuajado de cartas y de documentos, á las
revelaciones hechas recientemente acerca de su conducta. El ex general pretende que se le ha difamado
y calumniado, y quiere defenderse. Ahora está
trabajando con varios secietarios en la redacción del
referido tomo y en la elección de los documentos
que deben figurar en ¿\. Se supone que dedicará un
capitulo especial á cada uno de los principales personajes políticos franceses, como l'rcycinet, l'louquet, Clcmcnceau, etc., y que no se andará con contemplaciones. Sólo del general depende que la
rclerida publicación sea muy curiosa; pero, ¿no querrá tener algún respeto á hombres que, por su parte, deben también tener a r m a s contra él?
Añádese que uno de los párrafos más interesantes
del mencionado libro será la reseña del célebre incidente Schnojbelé, que estuvo á punto de provocar
la guerra con Alemania en 1 8 8 5 .
— Algunos periódicos han tomado ijitimamente
una iniciativa digna de elogio, llabicndoles llamado
la atención el que las fiestas caritativas organizadas
con motivo de grandes catástrofes, producen cada
día más exiguos resultados, ^ 4 directores de periódicos se han reunido con objeto de deliberar sobre la manera de constituir una caja permanente,
con un capital fundamental de 3 millones de francos,
que podría r-cibir donativos y legados, que se
alimentaría en tiempos ordinarios con sus intereses.
Así, en caso de ocurrir calamidades públicas no
habría necesidad de dirigir llamamiento especial á
la caridad para enviar inmediatamente socorros elicaccs á las víctimas.
I.a referida reunión de periodistas se ha adherido á estas indicaciones y ha encargado á una comisión que se aviste con el gobierno con objeto de
proceder á su realización. Dicha comisión se ha entrevistado inmediatamente con Al. (.onstans, que se
ha mostrado muy satisfecho, y después de haber
felicitado á la prensa por su generosa iniciativa, ha
prometido todo su apoyo en las (.-amaras.
— U n o de los asuntos en que se ocupará la ('amara
de los diputados, en cuanto vuelva á reunirse, es el
espionajj, á prop(:>s¡to del ex oficial vendido á Alemania y preso en Nancy en el momento en que entregaba á los enemigos de franela los datos que había podido a d q u i r i r sobre el estado de las obras de
defensa del Este y sobre los resultados del viaje de
inspección del general de Miribel. El crimen es ílag r a n t e , ha sido confesado por el culpado, y la indignación pública pide un castigo ejemplar. Sin embargo, se ha visto con asombro, que la ley sobre el
espionaje fué hecha con tanta precipitación y ligereza, que no impone otra pena que la de cinco años
de cárcel y 3 , 0 0 0 francos de multa, mientras que el
(>ódigo militar ordinario castiga con la pena de
muerte delitos muchísimo menos graves.
Kl relerido espía continúa en la cárcel de Nancy,
incomunicado, no habiéndose expedido todavía orden
alguna del ministerio de la d u c r r a respecto del
mismo.
— E o s proteccionistas se muestran vivamente impresionados en vista del último discurso pronunciado
por el ministro de Agricultura, en el cual dio á entender que las medidas encaminadas á la protección
de la industria nacional, tenían carácter transitorio.
Hablando sobre el particular, dice un periódico
proteccionista que los agricultores y los industriales
que contaban con el mantenimiento de los derechos
protectores, tienen motivo para inquietarse por las
palabras del ministro y para pedirle cuenta de ellas
por conducto de los representantes de la (Jamara,
tan pronto como ésta anude sus sesiones.
INCiEA TI'iRRA. — Ea primera conferencia ó asamblea general del Instituto de periodistas ingleses, fundado el año anterior, acaba de inaugurarse en Uirm i n g h a m , y la junta directiva del mismo ha recibido
de los más elevados personajes del reino innumerables cartas de felicitación, entre las cuales merecen
ser citadas;
1." Una del principe de Gales tributando un homenaje á los grandes servicios que la prensa presta
diariamente á la sociedad, y expresando la esperanza
de que continuará sus trabajos en lavor de los intereses más importantes del imperio británico.
2." Una del marqués de Salisbury manilestando
al Instituto que hubiera tenido un verdadero placer
asistiendo á la conferencia de los periodistas si las
circunstancias no le retuvieran en el extranjero.
3.° Una de Mr. Gtadstonc, hablando de los deberes de la prensa «de la cual dependen tantas cosas», y manifestando el deseo de que el poder del
Instituto de j^criodistas vaya siempre en aumento.
4." Una de Stanley haciendo votos por la prosperidad de los periodistas y expresando el orgullo
con que el eminente explorador piensa en los veinticinco años durante los cuales ejerció la profesión
de periodista, encontrando en ella su sustento.
Todos los periodistas que asistieron á laconferencia^fueron in\ itados por el alcalde de aquella ciudad á
una recepción, que sevcrilicará en la casa de Ayuntamiento cuandíí la .Asamblea termine sus trabajos.
(^on razón es considerado el periodismo en Inglaterra como el cuarto poder.
— l'ixisten serias dificultades entre los gobiernos
de Inglaterra é Italia sobre la lijación de limites de
sus colonias en el .Mar Rojo.
E.n vista del fr.icaso de las conferencias en Ñapóles,
referentes á dicho asunto, se han enlabiado nuevas
negociaciones.
. , .•
— Ihc Times dedica un artículo á la elevación de
aranceles de los Estados Unidos, expresándose en
términos bastante duros contra el proceder de aquella
República.
Ualilica la medida de «manifestación de hostilidad
contra Inghitcrra, tal vez menos encubierta que los
lamosos decretos de Napoleón I, estableciendo el blocjuco conlineulal contra la Gran Hrelaña.»
l'.l periódico de la (Jity espera no obstante que la
industria inglesa sabrá parar el golpe y encontrar
salida á sus productos en otros mercados.
— Según un despacho de Berlín que publica 'J'lic
'Daily NcT'Ks, el gobierno alemán tiene la intención
de apelar al sistema de represalias contra los Estados
Unidos, en vista de la elevación de los aranceles
aduaneros en aquel país.
¡lie T)aily Ciironlclu había de la posibilidad de
una coalición europea contra la América del Norte,
estableciéndose al efecto una unión comercial entre
todos los f-stados del antiguo Continente para contrarrestar el proteccionismo exagerado de la Gran
República americana.
.M.l'IMAXIA.—Dice el Monitor del Imperio que
el general Kaltenbm'n-Stachau ha tomado posesión
del cargo de ministro de la guerra en sustitución del
general Verdy du Vernois.
— lian ocurrido trasUnnos socialistas bastante
graves en Sprellaii, en donde ha tenido L|ue intervenir la tropa, \- en (^(.iburgo, en donde los reservistas
se han negado á obedecer á sus oficiales, gritando:
"i Viva la democracia socialista! •)
A U S T R I A - I I U N C i R f A . ~ E a manifestación patriótica hecha con motivo de la inauguración del monumento erigido a los mártires de la guerra de la
independencia, ha tenido un carácter grandioso y
muy digno, y nada ha venido á turbarla. (Jien mil
lorasteros habían acudido de todos los puntos del
país á Arad para rendir homenaje á la memoria de
los héroes. Nunca se había visto tanta alluencia de
gente en ac]uella pequeña ciudad.
I lan asistido á la ceremonia vai'ios grupos de ex
oficiales de la guerra de la independencia ctuí sus
655
uniformes del año 1 8 4 8 , que han llegado ya á ser
históricos, así como comisiones de los departamentos, de los municipios y todas las corporaciones.
El jefe de la guarnición ha negado su permiso
para que las músicas militares contribuyan al acto
de la inauguración. P o r orden superior se ha prohibido á los jefes superiores de todas a r m a s dejarse
ver, el (>, en las calles de Arad, á /in de evitar connictos con los paisanos.
Eas personas revestidas de carácter Cilicial se han
mantenido completamente ajenas á la ceremonia;
ningún ministro, n i n g ú n agente del gobierno ha estado presente en ella.
IfAf,lA._—1:1 gobierno ingles se ha negado á
adherirse á la proposición de Italia relativa á la celebración de una conferencia internacional sanitaria.
-A dar crédito á los indiscretos, el discurso úllimamente pronunciad o por G rispi sólo ha ve rsad'
sobre la política internacional, indicando que á Italia no le queda otro camino que la triple alianza,
"Francia, ha dicho, una vez en el apogeo de su
grandeza, puede a u m e n t a r sus recursos bélicos, pero
no su población; y en lo venidero los grandes ejércitos estarán,del lado de la triple alianza.»
—l^ice la Tribuna que los ministros van á reunirse cuanto antes en Florencia para t r a t a r de las
elecciones generales.
— El ministro de la guerra ha ultimado el presupuesto de su departamento. Los gastos ordinarios
ascienden á 2 8 0 millones.
—FA ó se anudaron en Ñapóles las conferenei,.s
anglo-itallanas.
I ' O R T U G . M . . —lil periódico el Jornal do Comercio dice que la suposición de que la triple alianza es
favorable á Portugal carece por completo de fundamento, pues la presencia de los buques austríacos no
tiene siquiera carácter político. F^l mismo periódico
dice que Inglaterra hace apremiantes reclamaciones
para resolver el asunto relativo á la captura por los
portugueses del vapor \u'¿]cs James Stephenson
en
el Quellmane portugués, y añade que la Gran Bretaña exige de Portugal una suma considerable en
concepto de indemnización— Eos elementos conservadores serán eliminados
del nuevo gabinete. Según parece, el primer acto
del nuevo ministro, en el caso de que el general
Abren Souza logre constituirlo, será cerrar inmediatamente las (glories hasta el día 2 de enero próximo.
—El asunto relativo á la captura verificada en el
f]hiré del vapor inglés James Stephenson
por los
portugueses, ha sido sometida al tribunal de justicia
de (,}uclimane.
H(~)EAND.A. — A pesar de los informes olicialcs en
sentido contrario, se cree generalmente que el estado del rey es cada vez más grave.
Se juzga impo.-ible que pueda continuar reinando.
Se dice que en breve se nombrará una regencia.
S U I Z A . — E l asunto del Tessino ha tenido el desenlace previsto: después de una discusión muy apasionada, el Consejo nacional ha votado la conservación de la interinidad actual, y el aplazamiento, para
tiempos más tranquilos, de la reinstalación de los
conservadores desposeídos del gobierno por el motín.
El poder federal aparentará mantener igual la balanza entre los partidarios hasta que haya logrado
hacerla inclinar del lado de los radicales. 1MI todas
partes las minorías audaces se sustituyen á las mayorías cuando éstas no están constantemente a l e ñ a
y la libertad de Jos unos se convierte en ojjrcsión
para los otros.
—Millares de tessincnses residentes en el extranjero han llegado al cantón para tomar parte en la
lucha electoral. Los trenes del monte de San Golardo
están atentados de gente, i^os autoridades han tomado disposiciones serias para asegurar el orden y
proteger los colegios electorales. En los municipios
en que ha habido más agitación estos últimos tiempos, hay estacionados en varias partes piquetes de
infantería dispuestos á proteger la libertad de las
elecciones tan pronto como se requiera su auxili(>.
No ha ocurrido más que un incidente digno de
mención, el cual demuestra hasta qué punto los ánimos están exaltados. Un joven abogado, radical, recientemente condenado por el tribunal del distrito á
diez días de prisión por vías de hecho contra un redactor del periódico conservador La I.iherlé y que
en la actualidad ha acudido al tribunal federal para
obtener la revisión de su causa, fué detenido en las
inmediaciones de la ciudad por orden del prefecto
conservador de L u g a n o , y en coche de presta conducido á Encano, escoltado por g e n d a r m e s . El comisario federal creyó que debía ordenar que se
pusiese en libertad.
LA ILUSTRACIÓN.
6s6
UARCELONA:
TRASCORO
D E LA C A T E D R A L .
N.- 519
D E FOTOGRAFÍA DE LOS SEÑORES JOARIZTI Y MARIEZCÜRRENA.
—Dicen de Lugano, el 8:
Acaba de hacerse una manifestación significativa
provocada por los ex individuos del gobierno provisional que han juzgado á propósito venir á Bellinzona. Unas tres mil personas han acudido á la estación del ferrocarril á buscarlos con música al
frente y banderas deplegadas. En la plaza de la RiManzoni ha hecho aclamar la resolución si— E n Bellinzona la votación ha sido encarnizada. forma,
guiente:
Los dos partidos, liberales y conservadores, han he«En vista de esta grande, libre y espontánea macho los mayores sacrificios para que viniesen sus
nifestación, el pueblo toma acta de los resultados de
partidarios que viven en el extranjero.
las elecciones, afirma y proclama de nuevo la caída
En el campo y en las ciudades se nota grande
del gobierno que ha violado la Constitución, y proexaltación en los ánimos. En todos los municipios
testa contra su restablecimiento, que es imposible
principales hay piquetes de infantería cerca de las
en lo sucesivo.
salas de votación, y en cada sección electoral un deDespués del solemne veredicto de ayer, el pueblo
legado de los liberales y un delegado de los conserpide la anulación del decreto de 8 de junio de i 8 g o ,
vadores.
contrario á la voluntad del pueblo, y pide el resta—Hé aquí el resultado de la votación: i 1 , 2 7 9 ^'o- blecimiento del decreto de 2 8 de noviembre de
tos á favor de la revisión de la Constitución; 1 0 , 9 1 7
1 8 6 5 . Pide también una Constituyente elegida por
votos contra la revisión. Es, pues, el triunfo de los
los antiguos círculos, que continúe ejerciendo el poliberales y la derrota del gobierno derribado por la
der el comisario federal hasta la renovación de la
revolución.
autoridad constitucional cantonal y que se entable
acusación contra el gobierno violador de la Consti— El número de electores que han tomado parte
tución.»
en la votación ha sido considerable. No ha ocurrido
Se ha acordado que esta resolución, votada por
ningiín trastorno.
Apenas se difundió por la ciudad la voz de lo que
pasaba, acudió una multitud extraordinaria, formó
un verdadero cortejo y rodeó al obogado como si
fuese un héroe. Para evitar una manifcstaeión más
grave, fué menester conducir a aquél á su casa en
coche y acompañado por una escolta federal, casi del
mismo modo que había ido.
aclamación, se envíe al Consejo federal ó al comisario federal.»
SALIOILATOS
DE BISMUTO Y CERIO
DE V I V A S P É R E Z
Adoptados de B e a l Orden por • ! Mlnlatarl*
de Marina, previo Informe de la J u n t a superior
facultativa de Sanidad, y Becetados por Tarda»
deras eminencias porque ODBAIT INMÜDIATAHBXTB toda clase de Tómltos y diarreas de loi tilicos, de los viejos, de los niños, c6lera, titas, disenterias,
vómitos de los niños y de las emlÁrazadas, catarros y ó leerás
del estómago, piroxis con eruptos fótidos.
Precios: Caja grande, 3'SOptas. Pequeña, 3 ptas. D«pósito general, FARMACIA VIVAS PÉREZ, Almería.
Coidado con l u falBiñcadonH, poiqna otros no darán el miiBU> rmltedo.
Ezigrir lafirmaj marea de garantía.
Tan por correo á todaa partea, enriando 76 eéntimoa por eertifloado.
Por mayor, Sociedad Farmaréntioa Eapafiola, en Barcelona.
En Madrid, Melchor Garda.
Se venta en todas lai boticas de Espafia y Ultramar
' JABÓN REAL
-VXOXiZirr
JABÓN
DE THRiDACE »^rd^.íSp¿ri. YELOUTINE
Reeomeoittiloi por utorlMea midluí pin Hlf itu le la Pitl y Bdltn <d Mor.
BARCELONA
IMPRENTA Y LITOGRAFÍA DE LUIS TASSO, ARCO TEATRO, 21 Y 23.
SALÓN DEi MUNDO ELEGANTE
aRAXi
CASA
DJE MODAS
Y NOVSDADES
ZURIJIDA.
p o r B L A N G H E D E MIREB0UR3
40, R u é de Provence, 40, P A R Í S
•-*-•
VMtldes,A'brigros,Som'brero8, Boparla, Corsés 7 Perfumería escojlda.
Nuestros modelos siendo ujeciitados y coiireccluiitidos con el mas gran
cuidado rogamos alas elegantes vislteu nuestro saloiiy iioscoiillensus órdenes.
CALLIFLOREFLpR «'BELLEZA'
VolTos «dtaerantea
é iBTlalMese
' ettoi polTot conimiuB al
^>mm~m^m^m
m delicada
m B belíeu,
M ^ ^ y• le^dan• m• perAime
por ¿Tnuero
modo roavidád.
Jo emplearAdemas
t
Nitro
ina maravUlou y
de exquisita
de ( i color blaneo,
<• laa
u a poreu inotal)le, iiay cuatro maticei de Raciiel y de Rosa, deide el mil pitido huta el mis nbido. Cada
i iiallaii, paes, exactamente el color qne conviene i' sn rostroj
• n l a. PP ee rr *i u m e r l •a c e n t r a l" d"e A O N E L , l"e", A T a n n * d a l ' O p é r a , P A R I 8
« «a Í M Mt« J>er^um«rM« ntiinaUi
f w ptiét m ParU. « i eom* m t**— <« ttwiiM ptr(»m*riM.
D D C a / l l A rtCí
En todas /as Perfumerías y Peluquerías
de Francia y del Extranjero.
LUIS T A S S O , EDITOR, BARCELONA
CREMA DE GROLICH
Vestidos deslo 30 duros 7 sombreros desde S duros.
So rerallen inuosuas du tegidos eu loaos los generosy se ejecutan rápidamente
los pedidos que vengan acompañados de su importancia.
" ''*'"S ' * * ' i "" I» meilallí íí oro
da una blancura maravillosa á la tez, y á
este secreto deben l a s señoras de Viena
su rostro admirable y de tersura extraordinaria.—NIBCÚN AFEITE. Precio, Ptas. 2.
Depósito principal: J. 6B0LI0H BHDHN, en inttria
Se vende en BARCELONA en la droguería
de Vicente Ferrer y C, plaza de Moneada, n." 1, y en la perfumería Lafont.—
En MADBID: en la farmacia de J. M. Afo-
reno, calle Mayor, n,°93, Y en la Perfumería inglesa, C.'» de S. Jerónimo, n'.° 3.
EL A M O R
por ^^lom.'BsuEn:
6.* edición
Un tomo 4 reales.
Polvo de ArrOB
espacial
TIPO-LITOGRAFÍA D E LUIS TASSO
PREPARADO A U B I S M U T O .
Por C H . F A Y , Perfumista
&. K.TJI© d e la. F a . l x , 0, F A . R I S J
I.A
Arco del Teatro, 21 y 23 — BARCELONA
Especialidad en papel y sobres p a r a cartas, f a c t u r a s , tarjetas, e t c . , e t c .
CHARIIIERESSE
Folvo»
refriffaretatea,
el t non plus ultra » do los polvos para la belleza. Su composición abaotutamento
nueva, bajo el punto de vista de la higiene, su finura, su nntnaaldad y ra perteeta adharenola, Neamlendan su uso para las facciones mas delicailas. Hefresca la piel, disimula las arrugas, da á la tei la blancura mate, suave , y discreta de la camelia ybace desaparecer como por encanto todaa laa Imperfaodailta (ptaaa,
Mños, rojeces, etc.) Para baile 6 éapectáculo <lnnilo liny muclia luz, pidasc la C H A R M E R E S S H C O N C E N T R E E y solldltlcada, en estuche, muy adberente. ¿ O r a n novmdadl—
9VSSaB,IllVMtar
M»«eJ.-J.-Uott»meau,n'l,,Pari».{inmirm,tiMisiatKUamu.Madrid:»lLCm>BaAH0TA,ya\uUth»ttiuFu9titi,f
Descargar