Comentarios del Partido Independiente

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Posición del Partido Independiente frente
al Proyecto de Ley de Educación
Julio de 2008
El día 24 de junio se llevó a cabo la reunión entre la Ministra de Educación y Cultura, Ing. María
Simón, el Subsecretario Dr. Felipe Michelini, el Director Nacional de Educación Mtro. Luis
Garibaldi y los Asesores de la Ministra, Jorge Camors y Juan Carlos Rivoir, y una delegación
del Partido Independiente integrada por el Presidente Dr. Pablo Mieres, el Diputado Cr. Iván
Posada, la Prof. Loreley Alvarez, el Dr. José Rilla y el Mag. Javier Lasida.
A partir de lo intercambiado en esa oportunidad, el Partido Independiente hace llegar sus
comentarios con respecto al Proyecto de Ley de Educación y reitera su propuesta de conformar
un Grupo de Trabajo de carácter multipartidario que analice y discuta los contenidos del actual
proyecto para buscar un acuerdo sobre los contenidos fundamentales de la norma proyectada.
Se presentan a continuación, los comentarios del Partido Independiente al actual Proyecto de
Ley de Educación, cuyos temas se proponen como parte de la agenda para la discusión del
Grupo de Trabajo propuesto.
1. Como lo afirma el proyecto de ley, la institucionalidad jurídica de la educación parece
destinada, en Uruguay, a perdurar. La ley hoy vigente lleva más de dos décadas de
aplicación y fue concebida como una norma de emergencia. La ley orgánica de la
universidad estatal cumplirá este año medio siglo. Esa perdurabilidad de las leyes que
organizan la educación y la intensidad en los cambios del mundo y de nuestro país indican
que lo más razonable en materia de legislación educativa es procurar normas escuetas y
que reúnan el mayor acuerdo político posible. Dicho de otro modo, una ley frondosa y con
apoyo unipartidario es el peor camino que pueda seguirse. El proyecto de ley nos refiere a
un marco normativo destinado a regir en los próximos treinta años: la principal
preocupación del legislador debería ser, antes que nada, procurar que la educación deje de
ser un campo de batalla de partidos, corrientes sindicales, enfoques tecnocráticos y
corporativos, luchas todas que reducen el papel de padres y alumnos a la situación pasiva
y a menudo de rehenes
2. El proyecto de ley y su inminente debate político y parlamentario pueden hacer pensar
que el problema de la educación uruguaya es legal. Esta reificación de la ley, oculta o
puede inducir a ocultar los urgentes problemas y las verdaderas soluciones, que
mínimamente pasan por una nueva ley. A la vez que respondemos a la convocatoria del
gobierno a discutir la ley, no queremos dejar de manifestar que las prioridades no
estuvieron adecuadamente definidas. Primero porque la mayor parte de los problemas y de
los desafíos que hoy presenta nuestra educación no requieren de cambios legales.
Segundo porque eran preferibles reformas legales puntuales, orientadas a determinados
objetivos y metas, que acompañaran un proceso de reforma efectivo, a esta estrategia, que
ha sobredimensionado la relevancia de la ley en la agenda de las cuestiones educativas.
Muchas veces en la vida democrática es más importante el rol del gobierno en la propuesta
de la agenda pública, que en las propias decisiones que toma.
3. La expectativa desmedida respecto al papel y el impacto de la ley tiene dos
consecuencias negativas: a) desde el proyecto oficial y desde el oficialismo la pretensión
excesiva de resolver una serie de cuestiones por la vía de la norma legal; b) desde
algunos sectores gremiales la ley se traduce básicamente en una cuestión de poder (quién
manda, cómo se llega a lugares de mando). La confianza desmedida en la ley, sobre todo
cuando ella tiene un talante tan detallado como programático deslegitima a la propia ley, en
tanto el cumplimiento de varias de las metas que se propone no se pueden lograr por la
sola aprobación de la norma. La reducción a una cuestión de poder, a su vez, no hará sino
poner a la educación en el campo de batalla, y a los padres y alumnos en situación de
rehenes, estimulando la fuga, de quienes puedan optar por la educación privada.
4. La organización que establece la ley está sobrecargada de organismos con cometidos
superpuestos y con exceso de ámbitos con funciones de consulta, deliberación y
coordinación. Se establece una estructura demasiado compleja, que dificultará un ejercicio
efectivo del gobierno, que puede estimarse que tenderá a bloquearse (aún más que en la
actualidad) en el laberinto asambleario que se instaurará.
5. La participación docente no debe reemplazar, ni significar limitación alguna a las
responsabilidades de gobierno de la educación que corresponden y deben ejercer quienes
sean designados por las mayorías y minorías políticas. En caso contrario se pasa de la
participación al corporativismo, en que la voluntad de un sector profesional reemplaza a la
del conjunto de los ciudadanos. No comprendemos las razones que fundamentan que la
educación deba estar dirigida o cogobernada por los docentes, como tampoco
compartimos que la salud o la política de vivienda sea definida por los colectivos
profesionales de cada una de esas áreas. En este sentido consideramos que la
representación docente debe ser tal que les posibilite estar informados, expresar su opinión
respecto a las decisiones a tomar y en lo posible incluso contribuir a consensuarlas. Pero
su intervención no debe alcanzar a tener un papel determinante en las decisiones en
ningún sentido, porque justamente estaría reemplazando la opinión de los representantes
del conjunto de la ciudadanía.
6. El proyecto reproduce tres graves problemas que tiene nuestro sistema educativo,
manteniendo la estructura centralizada y estatista que fue eficaz en etapas fundacionales
pero que en la actualidad está entre las causas de varios de los principales problemas de la
educación.
a.
Como en tantas oportunidades y en referencia a otros temas del país, también aquí
reina la confusión y asimilación entre lo estatal y lo público que, además, son
colocados erróneamente en las antípodas de lo privado. Todas las instituciones
educativas, sean del Estado o de la sociedad civil con iniciativa privada, tienen y
cumplen una función pública.
b.
A pesar de la intención declarada de jerarquizar a los centros educativos locales
(las escuelas, los liceos, las escuelas técnicas), la redefinición de su rol es
insuficiente y contradictoria. Estarán sometidos a múltiples y confusas opiniones de
los excesivos ámbitos intermedios y superiores, cualquiera de los cuales podrá
opinar o recibir opiniones sobre lo que ocurre en un determinado centro. Los
centros no tienen ninguna intervención en la selección de sus recursos humanos. Y
se continúa, como en la actualidad, impidiéndoles incluso realizar acuerdos con
otras organizaciones que pretendan colaborar o desarrollar iniciativas conjuntas –
para lo cual cada uno, desde cada localidad del país debe solicitar la autorización a
las autoridades centrales.
c.
En contraste con los avances que el país muestra en varias otras áreas, algunas
tan críticas y sensibles como por ejemplo la salud, las telecomunicaciones o la
investigación y la innovación, el proyecto no diferencia adecuadamente las
funciones de juez y parte, salvo en lo que concierne al Instituto de Evaluación. Las
autoridades de la educación estatal la administran respondiendo sólo a si mismas
y sin contar con mecanismos de rendición de cuentas efectivos. A la vez las
instituciones de gestión privada están sometidas a las determinaciones de quienes
gestionan a las instituciones estatales, con reglas y funciones que continúan siendo
vagas en el texto propuesto, tal como ocurre hasta hoy.
En conclusión se mantiene un sistema centralizado, en el que los responsables de las
instituciones estatales continuarán controlándose a si mismos, a la vez que controlan a
las instituciones privadas. La complejización, superposición y proliferación de ámbitos
que se mencionó en los apartados anteriores, junto con el corporativismo, acentuarán
una cultura de gobierno educativo que prevemos como de extendida deliberación,
escasa y concentrada decisión, orientada por un enfoque excluyentemente estatista.
7. Si bien no compartimos el enfoque general del proyecto, tal como se desprende de los
ítems anteriores, ello no obsta reconocer coincidencias en algunos aspectos parciales:
a.
Sin perjuicio de insuficiencias conceptuales y de las reglamentaciones pendientes,
debe ser favorablemente considerada la propuesta de integrar al nivel universitario
a la formación docente. Ello viene a superar una antigua carencia del sistema
uruguayo al respecto, vincula de manera más fluida al país con el mundo, y
supone, si se quiere una formación universitaria de los docentes, su encuadre en
instituciones de investigación, capacitación, técnicamente autónomas. Más aun,
ensanchando la consideración, el país debe asociar la formación docente al nivel
universitario, del mismo modo que la universidades deben mejorar urgentemente
su formación docente afectada por graves carencias. Aunque señalamos que lo
debe hacer sobre la base de la calidad y la libertad irrestricta, eliminado el veto que
las instituciones privadas sufren para formar docentes habilitados a enseñar en
todo el sistema.
b.
Otra novedad digna de mención y apoyo es la erección de un instituto de
evaluación y rendición de cuentas a la sociedad, algo demasiado demorado si
tomamos en cuenta la experiencia internacional.
c.
Por último, el alcance de la definición de laicidad presenta diferencias positivas
respecto a formulaciones legales anteriores, por cuanto se propone una
consideración más positiva que negativa del problema: “El principio de laicidad
asegurará el tratamiento integral y crítico de todos los temas en el ámbito de la
educación pública, mediante el libre acceso a las fuentes de información y
conocimiento que posibilite una toma de posición consciente de quien se educa. Se
garantizará la pluralidad de opiniones y la confrontación racional y democrática de
saberes y creencias”. Las formulaciones anteriores ponían el acento en lo vedado,
en lo que no podía hacerse ni decirse, deviniendo laicista lo que en rigor debería
ser laico. Se propone aquí, en cambio, un enfoque garantista que pretende
asegurar el efectivo tratamiento de saberes y creencias, y el acercamiento a
posibilidades del conocimiento.
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