Rollo: PROCEDIMIENTO ABREVIADO 85/2012 A LA ILMA. AUDIENCIA PROVINCIAL DE PALMA DE MALLORCA SECCION SEGUNDA Dª. MAGDALENA CUART JANER, actuando en la representación acreditada de Doña MARIA ANTONIA MUNAR RIUTORT, ante la Ilma. Sala comparezco y, como mejor proceda en Dereecho, DIGO: Que con fecha 24 de julio de 2013 se nos ha notificado Auto de la misma fecha por el que se acuerda por la Sala “modificar la situación personal de la condenada doña MARIA ANTONIA MUNAR RIUTORT, de libertad con obligación de comparecer por la de prisión provisional sin fianza, declarando de oficio las costas de este incidente”. Que considerando esta parte que la citada resolución es contraria a Derecho, dicho con el mayor de los respetos y en estrictos términos de defensa, por medio del presente escrito, y al amparo del artículo 236 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, formulo RECURSO DE SÚPLICA contra el Auto de la Sala de 24 de julio de 2013, que baso en los siguientes, MOTIVOS DE RECURSO PRIMERO.- La resolución del conflicto a favor del “interés de la Justicia” con grave sacrificio de los derechos fundamentales de la Sra. Munar 1.- En toda medida de prisión provisional subyace un conflicto de derechos e intereses. En esa situación, la lesión de la libertad individual debe presentarse como la única medida posible de solución del conflicto, y concurriendo un verdadero estado de necesidad, en virtud del cual la salvación de uno de los bienes en conflicto conlleva la lesión de otro bien. Únicamente cuando el bien 1 tutelado y salvado es de entidad mayor puede considerarse adecuado constitucionalmente el sacrificio de los derechos fundamentales del imputado. Desde este punto de vista, la lesión del derecho a la libertad únicamente se encuentra justificada, es conforme a Derecho, cuando se tutelan bienes superiores del ordenamiento jurídico; y lo es la Justicia, sin duda, pero también la Libertad individual, por ello sólo cuando no hay más remedio que el sacrificio, la lesión del derecho individual se encuentra tolerada por el Derecho. Ambos valores, Justicia y Libertad, son valores superiores del ordenamiento jurídico conforme al art. 1.1. de la Constitución, los dos de igual rango, y además, la Libertad individual es derecho fundamental, luego su restricción por los órganos del Estado, que como Estado de Derecho debe tutelar estos valores, está sometida a rígidos presupuestos que no admiten interpretaciones generosas, laxas, como las que se esgrimen en la resolucion recurrida. Por ese carácter de absoluta “necesidad” del sacrificio del derecho fundamental de la persona, para la correlativa salvación del bien prevalente, la prisión es excepcional, es la ultima ratio, una vez agotados todos los remedios menos severos, para satisfacer el interés de la Justicia. Debe tenerse en cuenta, en estas reflexiones preliminares, que la lesión es irreversible, cada día de privación de libertad no tiene recuperación posible, no es susceptible de reparación alguna, moral o económica, destruye la personalidad y la dignidad de la persona humana, y, si la presunción de inocencia concluye en una declaración definitiva de inocencia, el Estado habrá sacrificado la libertad de un ciudadano de manera arbitraria y gratuita. La prisión provisional es siempre, materialmente, una pena anticipada del ciudadano presunto inocente, y comporta una lesión del derecho, no una mera restricción. “La excepcionalidad de la prisión provisional significa que en nuestro ordenamiento jurídico la regla general ha de ser la libertad del imputado o acusado durante la pendencia del proceso penal y, consecuentemente, que la privación de libertad ha de ser la excepción”. Así reza la Exposición de Motivos de la LO 13/2003, de reforma de la prisión provisional, haciéndose eco de reiterada doctrina constitucional. Es una consecuencia del derecho a la presunción de inocencia que asiste al imputado mientras no se declare su culpabilidad tras un juicio justo y que conserva hasta la sentencia firme. Y cuando, como aquí, se ha dictado sentencia en única instancia, debe tenerse en cuenta el derecho del acusado a la revisión de la sentencia ante 2 un Tribunal Superior, el derecho a la doble instancia penal erigida en garantía elemental del proceso. En la ponderación sobre la necesidad de la medida cautelar debe tenerse muy en cuenta que la prisión provisional no afecta únicamente a la libertad personal reconocida en el art. 17 CE, toda vez que la Libertad es un bien fundamental en el que se soportan otros muchos inherentes a la persona, y, por ello, debe recibir una protección constitucional reforzada. Así lo ha establecido el Tribunal Constitucional, en la STC 82/2003, de 5 de mayo, según la cual, en «un Estado social y democrático de Derecho, como el que configura nuestra Constitución, la libertad personal no es sólo un valor superior del Ordenamiento jurídico (art. 1.1 CE), sino además un derecho fundamental (art. 17 CE ), cuya trascendencia estriba precisamente en ser presupuesto de otras libertades y derechos fundamentales» (STC 82/2003, F. 3 «ab initio»). La jurisprudencia constitucional ha dispuesto en este sentido que la restricción de todo derecho fundamental necesita una especial causalización, y que cuando se trata especialmente de la libertad personal se exige un canon de motivación reforzada. Ya nos referiremos más abajo a las concretas causas que esgrime la resolución recurrida, para poner de manifiesto su desacierto. 2.- La proporcionalidad –que constituye un canon de legitimidad de las restricciones de todo derecho fundamental o libertad pública– exige adecuación de la prisión provisional a determinados fines. Por ello, el examen de la situación requiere de un cuidadoso deber de cuidado, y no son de recibo puras razones de prevención general o de efecto ejemplarizante, la alarma social o la mediática, la pretensión de debilitamiento del imputado para favorecer confesiones, u otros factores ajenos al fin constitucional de la medida cautelar. El primero de los reproches que debemos formular al Auto recurrido es, precisamente, que no realiza la adecuada ponderación de los intereses en conflicto, asumiendo, sin justificar la excclusión de otras posibilidades alternativas, el sacrificio de la liberta personal como la única solución posible del conflicto de interés planteado. En nuestro caso se sostiene en la resolución recurrida esa necesidad, sin embargo no se explica adecuadamente la existencia del conflicto y la necesidad de la solución adoptada, como veremos. 3 SEGUNDO.- No concurren los presupuestos que legitiman la prisión provisional. Ausencia de circunstancia alguna en la que pueda fundamentarse razonablemente el riesgo de fuga. I.- Deben tenerse en cuenta las posibilidades del aparato estatal para conjurar el riesgo de fuga por medios menos lesivos que la prisión provisional. Es claro que el medio más eficaz es la prisión provisional, la inocuización del imputado o condenado (en sentencia no firme) pero también es cierto que es el medio más lesivo de los posibles. Otras medidas como la prohibición de salida, la comparecencia apud acta, la retirada del pasaporte, y desde luego todos los instrumentos de cooperación internacional deben ser ponderadas antes de adoptar tan gravosa medida cautelar. No cabe hablar de “eficacia reducida” de estas otras alternativas a la prisión provisional. No es razonable sostener la incapacidad del aparato estatal para evitar una huida. Insistimos en la idea de que el riesgo de fuga se encuentra muy debilitada cuando el imputado tiene expectativas razonables de que se revoque la sentencia dictada por la Sala, que expresa vicios constitucionales evidentes a juicio de esta parte. Por lo tanto, la gravedad social de los delitos cometidos no puede servir ya de criterio rector, pues esa expectativa de cumplimiento de la pena grave impuesta en la sentencia se contrarresta con la expectativa, no menos fundada, de que el Tribunal Supremo anule una sentencia que se considera contraria a derecho e injusta. II.- En todo caso, y en cuanto a la gravedad de las penas impuestas, no es cierto, como sin embargo se dice vulgarmente en los antecedentes de hecho, y se reitera en los Fundamentos de Derecho, que la Sra. Munar haya sido condenada a una pena de seis años de prisión. No se trata de una noticia de prensa, sino de una resolución judicial, por lo que el rigor técnico es exigible. El fallo de la sentencia condena a la Sra. Munar dos penas de 3 años de prisión por delitos de fraude a la Administración y revelación de información confidencial, sin que se hubiera impuesto ninguna pena de prisión de seis años. La cuestión no es baladí, toda vez que la pena de prisión de tres años es pena menos grave en el Código Penal, según lo establecido en su artículo 33.3. Por 4 el contrario, una prisión de seis años es pena grave. Luego no es lo mismo dos penas menos graves que, sumadas, arrojen la cifra de seis años, a una sola pena grave de seis años, pues ello incide en la gravedad de los delitos que las llevan aparejadas. Y conforme al artículo 504.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando la pena del delito no supera los tres años de prisión, la duración de la prisión provisional no podrá exceder de un año. Y a estos efectos es indiferente la suma de las penas impuestas en una misma sentencia. Y, del mismo modo, en caso de sentencia, el tiempo máximo de la prisión es la mitad de la impuesta por cada delito, sin que puedan sumarse a los efectos de rebasar el máximo legal. Por lo tanto, la Sala debe disponer con claridad el tiempo máximo de la prisión provisional atendiendo a la parte dispositiva de la sentencia: dos penas privativas de libertad de tres años cada una, y no una sola pena de seis años, como sin embargo afirma el antecedente procesal primero de la resolución y se reitera en su fundamentación jurídica. En todo caso, el legislador no se detiene en la gravedad de las penas posibles, sino que exige atender a la naturaleza jurídica de los delitos atribuidos. A tales efectos debe distinguirse entre los tipos penales que forman parte del Derecho penal nuclear, de aquellos otros que constituyen injustos administrativos criminalizados o que afectan a bienes de naturaleza supraindividual, alejados de los bienes fundamentales de la persona. Ninguno de los delitos por los que ha sido condenada la Sra. Munar producen inseguridad ciudadana, ni afectan a los bienes personales o fundamentales de las personas, no formando parte del derecho penal nuclear los delitos contra la Administración Pública. No discutimos la importancia que estos ilícitos tienen en la moderna política criminal; pero lo importante a efectos de la privación anticipada de la libertad es la gravedad relativa de las penas en función de las valoraciones de nuestro legislador penal. Y, desde este punto de vista, no puede desconocerse que el Código penal sanciona más gravemente, con límites penológicos más elevados los atentados a bienes personales del individuo, referencia central de nuestro Derecho penal. Lo relevante a nuestro juicio, es que todos los delitos por los que ha sido condenada la Sra. Munar tienen la consideración de delitos menos graves según la ley penal. El fraude a la Administración (art. 436 CP) se sanciona con una pena máxima de tres años de prisión, y el delito de revelación de secretos, aun el tipo agravado aplicado por la sala (art. 417.1, párrafo segundo) se sanciona con una pena máxima de prisión de tres años. 5 La Sala ha aplicado la sanción en el grado máximo posible, y ha prescindido incluso, a pesar de tratarse del mismo procedimiento administrativo que se considera irregular, de apreciar un concurso ideal entre las diversas infracciones (art. 77 CP) que hubiera debido llevar a la Sala a imponer una sola de las penas de tres años (no las dos), de modo que ha manejado siempre las magnitudes penales máximas posibles; pero, aun así, los delitos por los que ha sido condenada la Sra. Munar tienen la consideración de delitos menos graves. Esta circunstancia debió haber sido tenida en cuenta por la Sala antes de acordar su desproporcionada medida de prisión provisional reservada para situaciones procesales más graves. III.- Si descendemos de los principios generales a la particular causalización ofrecida por la sala, se advierte la falta de solidez de los argumentos utilizados y cómo la Sala trata de justificar un riesgo de fuga injustificable. La alarma social o mejor dicho la necesidad social de respuestas enérgicas frente a la corrupción política no justifican el sacrificio ejemplarizante del derecho a la libertad individual ni las garantías propias de un Estado de Derecho, entre las que forma lugar destacado el derecho a la revisión judicial de las sentencias y a la segunda instancia penal. Ninguna de las razones que esgrime la Sala justifican el sacrificio del derecho fundamental a la libertad personal y del derecho a la doble instancia decretado expeditivamente en la resolución recurrida: [a] Aunque el presente recurso de súplica no es una súplica contra la sentencia (tiempo habrá de impugnarla en el recurso de casación que se interpondrá contra ella) sino contra la medida de prisión provisional, no podemos dejar de referirnos a alguno de los argumentos que utiliza el auto de prisión recurrido, como el que: “(…) la percepción de la dádiva cuya verosimilitud pudo de algún modo ser constatada y apreciada por este Tribunal como elemento corroborador de la declaración vertida por el coacusado Vicens”, Esta premisa es por sí sola lesiva del derecho constitucional a un proceso con todas las garantías y expresa una valoración de la prueba que puede tildarse de ilógica e irracional en el sentido de la jurisprudencia del Tribunal Supremo. Y es especialmente lesiva para la defensa cuando precisamente se invocó en el trámite de cuestiones previas la segura pérdida de imparcialidad del tribunal por no haber accedido a la pretensión de instrucción suplementaria, con suspensión del juicio, ante la evidencia de que el juicio arrancaba con el lastre con un “prejuicio” sobre 6 la presunta existencia de una dádiva como motivación del la adjudicación irregular del contrato, extrem que la defensa tenía derecho a contradecir y despejar con anterioridad al enjuciaimiento, en prevención de lo que, precisamente, ahora se pone de manifiesto, la pérdida de imparcialidad objetiva del Tribunal si se adentraba a enjuiciar el asunto sin despejar aquélla incógnita y poder forma un juicio de certeza, no de mara verosimilitud “de algún modo” que ahora afirma. Y mucho ha pesado en la decisión del tribunal, a falta de prueba de cargo alguna, la posible existencia de la dádiva, hecho no probado pero que se erige, sin embargo, en la verdadera prueba de cargo como “elemento corroborador” de la declaración del Sr. Vicens, manteniéndose mientras tanto una causa paralela en secreto sobre el delito de cohecho, de la que “averigua” cosas el Tribunal, para con base en ello dictar, primero, la sentencia condenatoria y, acto seguido, la prisión provisional. Lo que ha quedado fuera del proceso no puede integrar el acervo probatorio que ha accedido a la valoración del Tribunal. Sin embargo, el Tribunal no oculta que, aunque sea “de algún modo” , y en contra de la pretensión de la defensa, ha tenido presente la percepción de una dádiva formando juicio sobre una materia que por decisión de la Sala quedó fuera del objeto del proceso y que, por ello, debió haber omitido completamente en su valoración probatoria. El vicio que consiste en formar juicio sobre algo que ha quedado extramuros del proceso, y que integra otro proceso declarado secreto, es tan llamativo y evidente que la viabilidad de la casación es prácticamente segura y la probabilidad de la revocación de la condena debe hacer reconsiderar a la Ilma. Sala la grave decisión adoptada de privación de libertad a la Sra. Munar. Más censurable aún es que, según el Auto recurrido, se erija la percepción de la dádiva (hecho no probado porque sobre él no se practicó prueba al no constituir objeto del proceso) “como elemento corroborador” de la declaración de Vicens. Es decir, la declaración de un coimputado que pactó con la Fiscalía un trato procesal favorable a cambio de la delación e imputación de la Sra. Munar, se corrobora con un elemento extraño y ajeno al proceso. Esta situación lesiona de modo evidente las garantías procesales de la Sra. Munar, el derecho fundamental a un juicio justo, a la prueba, a la contradicción, al Juez imparcial y , en suma, compromete las garantías elementales del art. 24 de la Constitución, y permitirá fundamentar de modo razonable un motivo de casación por infracción de precepto constitucional. La Sala debe tener en cuenta que la desestimación de esta súplica no puede ser revisada por un Tribunal Superior, y que depende de la propia Sala la decisión 7 final sobre el acierto de su decisión de privación de libertad, irremediable en el futuro si la sentencia dictada fuera revocada. [b] En segundo lugar, el Auto recurrido utiliza como argumento el “desolador panorama de otros procedimientos” o el “desalentador o negativo horizonte procesal que se cierne sobre la Sra. Munar” o la “perspectiva carcelaria semejante” a otros condenados, expresiones todas de la Sala. Estos juicios de valor son expresivos de claros prejuicios de la Sala y expresan un inconstitucional juicio anticipado de culpabilidad que lesiona el derecho a la presunción de inocencia como regla de tratamiento procesal. Tal como se le concibe actualmente, el principio de presunción de inocencia tiene una doble dimensión. De un lado, es regla probatoria o regla de juicio y, de otro, regla de tratamiento del imputado. No obstante la diversa matriz cultural originaria de cada una de estas dimensiones, hoy aparecen estrechamente interimplicadas en el concepto, en su habitual versión constitucional y en el tratamiento doctrinal, y, en rigor, no es posible concebirlas separando a una de la otra. En efecto, si el imputado debe ser tratado como si fuera inocente es porque, estando sometido a proceso, su culpabilidad no ha sido declarada por sentencia firme (único momento en el que se destruye) y, además, podría no llegar a declararse, prevaleciendo definitivamente la inocencia. Los juicios negativos emitidos en el Auto recurrido desde luego comprometerán en un futuro la imparcialidad de la Sala si en algún momento es llamada a juzgar alguno de estos casos pendientes, pues esta posición que ahora se expresa será incompatible con la posibilidad de un enjuiciamiento futuro por esta misma Sala, ya prevenida. Pues no se limita la Sala a manejar un dato objetivo de naturaleza estadística, la pendencia de otras causas penales, sino que se adentra a realizar un pronóstico negativo o desfavorable sobre la evolución futura de esas otras causas, formando un juicio previo, sin ni siquiera tener competencia funcional para realizar valoración alguna sobre el objeto de aquellos otros asuntos penales. Pero a los efectos que ahora nos ocupan, ¿Por qué considera el Tribunal que el horizonte es negativo antes de que la Sra. Munar sea juzgada en un juicio justo ante un Tribunal independiente? Es que acaso el Tribunal, antes de celebrar el juicio en el que acaba de dictarse sentencia, tuvo en cuenta ese panorama desolador, ¿acaso “lo tenía negativo” la Sra Munar antes de comenzar el juicio”? Pues estas circunstancias que ahora se esgrimen eran anteriores al juicio oral y conocidas por la Sala, que ahora formula un juicio pronóstico negativo del futuro 8 procesal de la Sra. Munar. Estas preguntas retóricas no deberíamos formularlas si no fuera por los argumentos que esgrime la Sala suscitan preocupación acerca de si la Sra Munar podrá tener un juicio justo en el futuro. Y en todo caso, no son razonamientos que deban fundamentar la privación de libertad que ahora se discute. [c] No son admisibles conjeturas cuando está en juego el derecho a la libertad individual. Sin embargo la Sala afirma que la Sra. Munar puede disponer de una importante cantidad de dinero en efectivo que, por tratarse de dinero sucio, se encontraría oculto. La Sala formula juicios hipotéticos en contra del resultado objetivo de la investigación judicial practicada en fase de instrucción. Se han practicado durante el procedimiento varias diligencias de investigación en esta misma causa, en particular, entradas y registro en domicilio, y una importante investigación patrimonial de la Sra. Munar y su entorno familiar, sin que se haya ocupado cantidad alguna de dinero ni expresado dato objetivo alguno que permita soportar la afirmación de la Sala. Aquellas diligencias restrictivas de derechos se justificaron entonces por la imperiosa necesidad de investigar si la Sra. Munar había percibido una dádiva, y tras su práctica, obra en las actuaciones el resultado de la investigación acordada, no resultando dato alguno que hiciera presumir la existencia de dinero oculto. De hecho, se dictó Auto de sobreseimiento por delito de cohecho por el Juzgado de Instrucción número 12, del que prescinde la Sala, a pesar de ser una resolución firme. Por el contrario la Sala, sustituye el resultado objetivo derivado de una actuación judicial limitativa de derechos (a la inviolabilidad del domicilio y la intimidad económica) por su propia percepción subjetiva de hipóteticos recursos ocultos que desde luego no puede apoyar en soporte objetivo alguno. Argüir que pudo procederse al uso de testaferros es una conjetura más, expresiva de una clamorosa quiebra del principio de presunción de inocencia como regla de tratamiento procesal. Resulta inadmisible en Derecho que se afirme que “no sería la primera vez que la Sra. Munar hiciera uso de testaferros”. Esta afirmación peyorativa, se asienta en una sentencia no firme, y la Sala no debería hacer referencia a sentencias dictadas por otra Sección que se encuentran pendientes de recurso de casación, que, como se acreditó fue admitido a trámite por el Tribunal Supremo y señalada vista para el próximo 19 de septiembre. Además, si se lee la sentencia citada, el uso de testaferros que esgrime la Sala como argumento no 9 tenía nada que ver con la ocultación de dinero en efectivo como pretende ahora la Sala. Que recientemente se haya podido “averiguar” que el Sr. Vicens, a quien se le premió penológicamente su confesión/delación contra la Sra. Munar, disponga de 600.000 euros en Andorra, “el mismo importe de efectivo con el que dijo haberse lucrado” no es argumento para presumir que la Sra. Munar percibiera esa misma cantidad, y en todo caso, es ese un hecho no probado en el juicio. La Sala sigue trayendo a colación elementos probatorios que obran en otra causa en la que esta parte no ha podido aún intervenir dado su carácter secreto. Por ello, la “averiguación de la sala” no sabemos si se debe a que ha tenido acceso a esa causa secreta o simplemente es un elemento obtenido de la prensa. No se nos expresa la fuente de conocimiento. En todo caso, en su declaración en el juicio oral, a la espera de que se nos faciliten las grabaciones del juicio, no recordando lo que había puesto por escrito (probablemente no de su puño y letra) el Sr. Vicens dijo haberse lucrado con 450.000 euros, no con 600.000 euros, luego tiene la posesión de más cantidad que la que confesó haber recibido. Si a ello se le suma que afirmó que los 450.000 euros se los había gastado en fianzas y pagos de Abogados, el argumento que utiliza la Sala para privar de libertad a la Sra. Munar es claramente arbitrario. [d] Ninguna circunstancia objetiva permite acreditar un riesgo de fuga. La sala no ha tenido en cuenta que el perfil de la Sra. Munar es incompatible con una posibilidad seria de fuga. Sus compañeros de partido que han ingresado en prisión han disfrutado de una situación de libertad provisional hasta que han sido condenados por sentencia firme. Y ninguno se ha fugado antes. Sin embargo, la Sala ha decidido hacer una excepción con la sra. Munar sin explicación plausible. El ingreso en prisión de otros miembros integrantes de su partido y de Govern balear ha obedecido al cumplimiento de una sentencia ejecutoria, como es normal. Lo que es excepcional es imponer a la Sra. Munar un cumplimiento anticipado de una sentencia no firme aún. Y si acaso esa “perspectiva carcelaria semejante” a la que se refiere la Sala dejara de ser perspectiva para convertirse en realidad, entonces, como sus compañeros ingresará en prisión para cumplir su condena; pero solo después de que un Tribunal Superior haya decidido que la sentencia de esta Sala es una sentencia ajustada a derecho y por ello debe adquirir firmeza. Por lo tanto, no puede utilizarse por la Sala como razonamiento la suerte de otros miembros del partido cuando éstos han gozado de libertad hasta que no han 10 obtenido una sentencia firme, una vez satisfecho su derecho a la revisión de sus sentencia y a la doble instancia penal. Por el contrario, y a diferencia de aquellos, sin que pese sobre la Sra. Munar una sentencia firme, y sin esperar al resultado de la casación para la que se ha señalado vista en el Tribunal Supremo el próximo mes de septiembre para la revisión de la primera de las sentencias condenatorias, la sala se ha apresurado a adoptar una privación de libertad sobre la base de un riesgo de fuga objetivamente inexistente, para prevenir el cumplimiento de una sentencia dictada por delitos menos graves, pues la Sala no debe tener en cuenta otra sentencia dictadas por diferente Sección que no apreció riesgo de fuga alguno a pesar de la entidad de la pena. Es necesario para valorar el riesgo de fuga que sean tenidas en cuenta las circunstancias concretas del caso y las personales del imputado (SSTC 128/1995, 37/1996, 47/2000 ). Por ello deben ser valoradas circunstancias tales como el arraigo familiar, profesional y social, la ausencia de conexiones en otros países, los medios económicos de los que dispone, etc.- (SSTEDH de 27 junio 1968, caso Neumeister; 10 noviembre 1969, caso Matznetter; 10 noviembre 1969, caso Stgmüller; 26 junio 1991, caso Letellier, 27 agosto 1992, caso Tomasi; 26 enero 1993, caso W.). La Sra. Munar fue diagnosticada de una grave enfermedad que se agrava con su internamiento en un establecimiento cerrado. Es circunstancia que debe ser tenida en cuenta en la ponderación que debió realizarse, pues la mayor onerosidad para la persona que se deriva del ingreso en prisión es circunstancia que afecta al juicio de proporcionalidad. Mi representada no tiene antecedentes penales, tiene arraigo familiar, madre de muy avanzada edad, esposo e hijo, arraigo profesional y social, no tiene relaciones con personas que puedan favorecer la evasión, no dispone de actividad empresarial de dimensión supranacional, en definitiva no hay circunstancia personal alguna que permita fundar razonablemente, de modo no arbitrario, el riesgo de fuga. El arraigo se presume de un ciudadano español, con domicilio en España, casado en España y con hijo español. Debe ser la sala quien acredite que existen elementos de desarraigo que hacen inferir racionalmente el riesgo de fuga. No cabe invertir el razonamiento. De lo contrario deberíamos afirmar que el riesgo de fuga existe en todo caso en que no se acredite fehacientemente el arraigo en España. Sin embargo, lo que requiere la Ley, de modo indiscutible, es que el Auto de prisión motive adecuadamente qué circunstancias concurren para inferir 11 racionalmente el riesgo de fuga. Por lo tanto, la acreditación del arraigo únicamente es exigible respecto de ciudadanos extranjeros, o de españoles cuando hay circunstancias excepcionales indiciarias de desarraigo. Deben tenerse en cuenta las posibilidades del aparato estatal para conjurar el riesgo de fuga por medios menos lesivos que la prisión provisional. Es claro que el medio más eficaz es la prisión provisional, pero también es cierto que es el medio más lesivo de los posibles. Otras medidas como la prohibición de salida, la comparecencia apud acta, la retirada del pasaporte, y desde luego todos los instrumentos de cooperación internacional deben ser ponderadas antes de adoptar tan gravosa medida cautelar. No cabe hablar de “eficacia reducida” de estas otras alternativas a la prisión provisional. No se mencionan las razones por las que se excluyen otras medidas menos gravosas y que conjuran el riesgo de fuga apreciado por la sala. Comenzando por la prohibición de salida del territorio nacional, los actuales sistemas informatizados de control garantizan un aseguramiento suficiente de que la Sra. Munar no abandonará el territorio nacional sin autorización judicial, junto a las demás medidas que puedan adoptarse para garantizar su puesta a disposición del Tribunal. No debe olvidarse que los instrumentos de cooperación reforzada que existen en el ámbito de la Unión europea y las fluidos sistemas de cooperación jurídica internacional, constituyen freno suficiente para el abandono de España, incluso para el caso de que el imputado fuere nacional de otro país que pudiere ampararse en su condición de nacional del Estado requerido, pero mucho menos cuando por la condición de nacional del Estado requirente ningún Estado denegaría la cooperación en caso de solicitud de extradición o de detención y entrega, en su caso. La naturaleza de los delitos –menos graves- atribuidos a la sra. Munar y la responsabilidad que en su caso pudiera exigirse revelaría como desproporcionado absolutamente que tratara de sustraerse a la acción de la Justicia abandonando el territorio nacional, su familia, su actividad profesional y los bienes que han sido incautados. Por lo tanto, resulta que (a) ni por la gravedad de los delitos imputados, ni por su naturaleza jurídica (b) ni por las circunstancias personales y familiares, resulta posible fundamentar razonablemente la medida de prisión, y en nuestro caso la apreciación del riesgo de fuga se presentaría hoy como manifiestamente infundada. No se habría producido en nuestro caso la inferencia racional a que se refiere el art. 503.1.3º LECrim. 12 TERCERO- Manifiesta desproporción de la prisión carácter de “incondicional” acordada con el I.- La prisión provisional es una medida de aplicación excepcional, subsidiaria, provisional y proporcionada a la consecución de determinados fines constitucionalmente legítimos (STC 128/1995), por lo que cuando estos fines puedan satisfacerse con una medida menos gravosa , como la libertad provisional, ésta debe adoptarse. La prisión provisional sólo deberá adoptarse, pues, cuando sean insuficientes otras medidas de control judicial para garantizar las necesidades de la Justicia. En este sentido dispone el art. 502.2 LECrim. que “La prisión provisional sólo se adoptará cuando objetivamente sea necesaria, de conformidad con lo establecido en los artículos siguientes, y cuando no existan otras medidas menos gravosas para el derecho a la libertad a través de las cuales puedan alcanzarse los mismos fines que con la prisión provisional”. Como ha declarado la jurisprudencia, una medida desproporcionada o irrazonable no sería propiamente cautelar, sino que tendría carácter punitivo en cuanto al exceso ( en sentido similar, las SSTC 108/1984, de 26 de noviembre; 178/1985, de 19 de diciembre exigen la proporcionalidad entre el derecho a la libertad y su restricción ) . II.- Procede la libertad provisional de mi representada, en su caso condicionada a una garantía que asegure la comparecencia ante el Tribunal, y adecuada a sus reales posibilidades económicas. La fianza carcelaria puede ser prestada en cualquiera de las formas establecidas en la Ley, y no solo la personal. Luego no es atendible que la Sala rechace de antemano la fijación de una fianza, en la forma constitucionalmente requerida, y desde luego proporcionada, sobre la base de que no podrá prestarla la Sra. Munar. Al margen de ello, cabe la fianza mediante un fiador personal o un tercero que aporte bienes suficientes (art. 534 LECrim), u otros posibles modos de constituirla que la Sala no puede eliminar a priori. Obviamente no le corresponde a la defensa el ofrecimiento de la fianza cuando su pretensión es la de la libertad sin fianza. Debe fijarla la Sala de acuerdo con los parámetros constitucionales y de forma adecuada a las posibilidades reales de 13 prestarla. El articulo 531 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que “Para determinar la calidad y cantidad de la fianza se tomarán en cuenta la naturaleza del delito, el estado social y antecedentes del procesado y las demás circunstancias que pudieren influir en el mayor o menor interés de éste para ponerse fuera del alcance de la Autoridad judicial”Recuerda el Tribunal Constitucional, entre otros muchos en su Auto número 158/2000, de 15 de junio, que la libertad bajo fianza ha de estar basada en un juicio de razonabilidad acerca de la finalidad perseguida y las circunstancias concurrentes, pues una fianza arbitraria, desproporcionada o irrazonable se convertiría en un obstáculo discriminatorio al ejercicio del derecho a la libertad, y no sería propiamente una medida cautelar, sino que tendría carácter punitivo en cuanto al exceso. En sentido similar, las SSTC 108/1984, de 26 de noviembre, FFJJ 2 b) y 4, y 178/1985, de 19 de diciembre, FJ 3. Exige igualmente el Tribunal Constitucional la proporcionalidad entre el derecho a la libertad y su restricción, de suerte que para la determinación de la calidad y cantidad de la fianza habrán de tomarse en cuenta, conforme previene el artículo 531 de la ley procesal penal vigente, las circunstancias de arraigo, la naturaleza del delito, el estado social y antecedentes del imputado, y, las demás circunstancias que pudieran influir en el mayor o menor interés de éstos para ponerse fuera del alcance de la autoridad judicial. En consecuencia, la cuantificación de la fianza impuesta, lejos de la más absoluta discrecionalidad judicial, habrá de ser el resultado de la previa valoración, análisis y juicio crítico por la Sala de circunstancias objetivas. En sentido similar la STEDH de 27 de junio de 1968 (Neumeister), ha advertido que la cuantía de la fianza debe ser apreciada principalmente en atención al interesado, a sus fuentes de ingresos, a sus lazos con las personas que pueden prestar la caución y, en resumen, a la confianza que se puede tener en que la perspectiva de pérdida de la fianza o de ejecución de la misma en caso de que no comparezca en el juicio, actuará sobre él como un freno suficiente para descartar toda idea de fuga. Lejos de exteriorizar un juicio crítico de las circunstancias concurrentes y de valorar aquellas circunstancias que se contienen en el artículo 531 LECrim., como le era exigible, la Sala opta por excluir de antemano la fianza porque, por su envergadura, no podría ser prestada, lo que contradice la exigencia de adecuación y proporcionalidad que requiere la doctrina constitucional. Por ello, si es que la Sala ha valorado seriamente la posibilidad de exigir la fianza debió 14 hacerlo de acuerdo con aquella doctrina constitucional y debe hacerlo ahora econ al estimación de este recurso de súplica. III .- Y existen otras medidas alternativas a la de la fianza. Nos referimos a la posibilidad de utilizar la “pulsera telemática”. La pulsera telemática es una medida excepcional, por su manifiesta estigmatización, aplicable, en principio sólo a los condenados por sentencia firme, que cumplen (es decir, es computable) condena en tercer grado penitenciario, esto es, en régimen de semilibertad. Desde luego, si no hay más remedio para que la Sra. Munar pueda acceder a la libertad el uso de este recurso excepcional deberá asumirse, toda vez que no hay mayor menoscabo de la dignidad de la Sra. Munar que permanecer en prisión y el deterioro progresivo de la personalidad que se produce al interno que no ha tenido aún posibilidad de que su sentencia sea revisada por el Tribunal de casación. En virtud de lo anteriormente expuesto, SUPLICO A LA ILMA. SALA, que teniendo por presentado este escrito, junto con sus copias, se sirva admitirlo, tenga por realizadas las anteriores manifestaciones y en su virtud, por formulado en tiempo y forma RECURSO DE SUPLICA contra el Auto de 24 de julio de 2013, por el que se acuerda la prisión provisional de doña María Antonia Munar, y tras su admisión, sea revocado acordando su lugar la libertad provisional de mi representada, con las medidas de aseguramiento que la Sala estime procedentes de las que previene la Ley. OTROSÍ DIGO: Que a los efectos previstos por el art. 44.1. c) de la LOTC, desde este momento formulo cautelar protesta de infracción del derecho fundamental a la libertad personal del art. 17 de la Constitución. A LA ILMA. SALA DE NUEVO SUPLICO.- Que se tenga por hecha la anterior denunica cautelar a los efectos procesales oportunos. Es Justicia que pido en Madrid, a 29 de julio de 2013 Dr. José Antonio Choclán Montalvo Abogado Doña Magdalena Cuart Janer Procuradora de los Tribunales 15 16