Eclesiástica. i 03 - Biblioteca Virtual de Andalucía

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Y4-
Biblioteca
que la preocupación y la ignoran»
cia los detiene.
INSTRUCCION
IV.
SOBRE
LA
SANTA
ESCRh
tura. Verdad y certidumbre incontestable de la Divina
Revelación
.. en los libros del
Antiguo
Testamento.
I.
JLL S indispensable á los Christianos conocer sobre qué fundamentos está apoyada la doctrina que
hacen profesion de -creer. Si ésta
estrivára solamente en la fabula de
la autoridad de las imaginaciones
humanas, las contradicciones y ataques á que se halla expuesta, bien
presto la hubieran trastornado de
abaxo arriba, y aniquilado hasta
el menor de sus vestigios. Pero
como es la Casa del Señor edifica-
Eclesiástica, ior.
cada sobré la piedra firme de la
palabra y promesas de Dios, los
vientos y las tempestades solo harán sobre ella inútiles esfuerzos, y
subsistirá á pesar de los furores de
la tierra y de los Infiernos. La mano todo Poderosa que ha edificado la Casa del Señor, la sostendrá como sostiene al mundo, en
el mismo estado en que lo crió,
despues de tatitos siglos : por que
el edificio de la Iglesia no puede
dexar de ser eterno.
El primer fundamento de nuestra creencia es la Palabra de Dios
sellada en los Libros Santos. E¿
pues esencial pára contestar la solidez de nuestra fé, examinar á
fondo la naturaleza de estos célebres monumentos , y asegurarnos
por pruebas invencibles, que son
verdaderamente divinos. Es tan manifiesta esta verdad por sí misma,
que jamás dudó de ella ninguno
¿e los Hereges ó Cismáticos, que
I2
eu
104«
Biblioteca
en los primeros XV. siglos corrí-«
batieron la Iglesia. Estaba reservado este prodigio de temeridad á
los Memnonistas, esto es, á los Anabatistas , á los Socinianos , y despees á Espinosa, que negando la
Santísima Trinidad, y la Divinidad de Jesu-Christo, no reconocen
inspiración Divina , ni admiten
nuestrasi Santas Escrituras,' sino coIDO obras de diferentes hombres,
respetables por la elevada virtud
que practicaron. Los incrédulos ó
Deistas de nuestro siglo se glorían
de pensar asi: impiedad tal , que
que trastorna toda la Religión. Debemos pues emplear el tiempo y
la reflexión necesaria para restablecer una verdad, que es la basa de nuestra Fé.
II.
J ^ E s p u e s de haber convencido
a los hombres por su propia expe-
Eclesiástica. i 03.
periencia de la insuficiencia de la
Ley natural y de sus luces ; despues de haberles hecho conocer la
multitud y el exceso de sus desvarios, correspondía en el plan de
Dios ilustrarlos y dirigirlos por
una otra Revelación, que rectifícase todos los defectos de la primera , á quien no quedaba otra
vizlumbre, que la que bastaba para conducirlos á su ruina. Esta luz
de un nuevo orden, no debía dexar á los hombres algún error, incertidumbre alguna á cerca de sus
deberes en la vida presente, y de
su destino en la futura ; su claridad y su autoridad debían disipar
tôdas las dudas.
La nueva Revelación no podía
hacerse á cada uno en particular.
Las variaciones del entendimiento
humano, á quien la infalibilidad
no corresponde, la hubieran expuesto á disputas interminables, atribuyéndose cada uno el verdadero.
sen-
jo 8/
Biblioteca.
sentido, y el privilegio de ser pu-»
ro organo de la Divinidad. Era
pues necesario, que esta segunda
Revelación fuese común y uniforme, depositada en una especie de
Archivos públicos, donde todos pudieran consultarla y comprobarla.
Nuestros libros Sagrados encierran
este tesoro. Para juzgar de esta
aserción, examinemos, si son ver^
daderamente auténticos é inspira*
dos por Dios.
l\h
j P o r mas antiguo que un libro
sea, siempre se juzga obra de aquella persona, cuyo nombre lleva á
la frente, á quien la Tradición de
mano en mano, y los Escritores
de todas las Naciones la atribu»
yen de común acuerdo, principalmente quando el estilo, el carácter, los tiempos y los hechos concurren á hacerlo creible, sin con-*
tener cosa alguna que repugne á.
au
Eclesiástica. i 03.
su atribución. ¿ Por qué miramos
las obras de Herodoto, las de Thucidides, Xenophonte, Platón, Aristóteles, Cicerón, Virgilio, Horacio,
Tito Livio y Tácito, como verdaderas producciones suyas, sino
por que siempre se han creído tales , y P o r 3 u e
hecho no se
halla desmentido, ni por el tiempo, ni por el fondo, ni por el estilo, ni por testimonios contrarios?
Sería en efecto atraerse voluntariamente el desprecio del Público,
atribuirlas á Autores absolutamente desconocidos , y que hubieran
vivido en siglos muy posteriores.
Nosotros desechamos como supuestos los libros del pretendido Trismegisto, y los oráculos de las Sybilas, por que se oponen á todas
estas reglas de la critica mas exacta.
E L
IV.
primero que osó decir y que
emprendió probar sistemática?
men-
104«
Biblioteca
mente, que Moysés no es Autor
del Pentateuco , fue Espinosa , sobre cuya autoridad se fundan los
demás Incrédulos de nuestros dias.
¿Mas han reflexionado ellos, que
Espinosa, confesando lo que no puede negar, destruye, todo su sistema ? ¿ N o testifican según él los
mismos Autores Gentiles , entre
otros mil hechos Historíeos, que
Moysés ha existido y dado leyes
á los Israelitas ? Esta confesion
echa por tierra todo lo que él pretende establecer. La prueba de esto se presenta por sí misma, y la
juzgo sin réplica.
Es necesario ser muy ignorantes de la Religión, costumbres y
sentimientos de los Judíos, para
persuadirse que por ley de M o y sés contaban solamente el Decálogo. Este era acaso el objeto que
miraban como menos importante,
por que les era común con las
demás Naciones, sin distinguirlos
to-
Eclesiástica.
i
03.
todo lo que ellos querían. Lo qué
mas principalmente les interesaba,
como un privilegio y un honor que
los elevaba sobre todos los Pueblos de la tierra , era tener una
Religión que habían recibido del
mismo Dios, era la posesion de su
Templo con todas las cosas Sagradas
y magnificas que encerraba, y cuya construcción había el Señor ordenado ; el Arca por exemplo, los
diferentes Altares, el Candelera de
siete brazos, la Mesa de los panes
de la Proposicion, el Altar de oro
destinado á los perfumes, los Incensarios, y todo lo que pertenecía al culto ; eran los Sacrificios
públicos y particulares que se ofrecían en el Templo, y tantas ceremonias como en él religiosamente se observaban; era la magestuosa pompa con que el gran Sacerdote aparecía en las principales
solemnidades ; era esta multitud
4e leyes y de ceremonias impuestas]
104«
Biblioteca
tas á los Sacerdotes y á los Levitas en su ministerio, de las quales jamás eran dispensados ; eran
los Sacrificios y oblaciones de toda especie, que el Pueblo presentaba al Señor con un respeto y
nn zelo siempre nuevo; eran aquellas Fiestas que celebraba la N a ción en los tiempos señalados ; eran
finalmente tantas leyes civiles, que
debían los Judíos observar entre sí
mismos y respecto de los extraños.
He aqui la Ley de Moysés reconocida en su extensión por los
Judíos , y que confiesa Espinosa
haberles sido dada por Moysés. Esta ley á la verdad se contiene en
el Exodo, en el Levitico , en los
Números, y en el Deuteronomio.
Todo se refiere allí á este gran
cuerpo de Religión : luego Moysés
es el Autor de estos quatro Libros,
que propiamente rio son mas que
uno.
Por lo que hace al Genesis,
slem-
Eclesiástica. i 03.
Siempre ha estado á la frente de
estos quatro Libros, á los quales
sirve de introducción. No se sabe
que Autor alguno lo haya jamás
separado , para atribuirlo á otro
Escritor que á Moysás. El mismo
Espinosa no ha osado decirlo, aunque lo haya impugnado por otros
lados. El ha sido mirado en todo tiempo como parte del Libro
de la Ley. Lo que allí se dice de
Adam, de Abél , de Noe, del Diluvio , de las Genealogías antiguas,
de Sem, de Cham, de Japhet , de
Abraham, de Isaac y de Jacob, se
halla referido en sumario , y del,
mismo modo en el Exodo, en los
Libros de Josué, de los Reyes, del
Paralipomenon , de los: Profetas y
de los Sapienciales, como si se hubiese sacado del Libro de la Lev.
Luego Moysés ha sido siempre mirado como su Autor , pues lo es
del Libro de la Ley. Despues de
tres mil y doscientos años de su
muer-
84.
Biblioteca
muerte, es ya muy tarde para a r güir de falsa la certidumbre y p u blicidad de un hecho. ¿Una prescripción de tantos siglos puede temer ser turbada estando en posesión de tan buena fé , y siendo
fundada sobre titulos tan sólidos?
V.
D í c e s e , que el Autor de estos
Libros habla siempre de Moysés en
tercera persona. Moysés hizo muchas veces prodigios en presencia
de Pharadn : tocó ¡as aguas del
Mar
Roxo ; recibió del Señor*
las Tablas de la Ley , Se. Un
hombre que escribe lo que ha hecho no se explica asi. 2. El Escritor realza las faltas de M o y sés , las reprehensiones y el castigo que le dió el Señor , no siendo natural que un Legislador se
deshonrase á sí mismo para con
la posteridad, 3 . E n otros lu»
ga-
Eclesiástica. i 03.
gares da el Autor á iVFoysés las mayores alabanzas; ensalza su fé, su
zelo , su dulzura , su sabiduría : dice , que hablaba con Dios cara á
cara , y como con un amigo. ¿Correspondería á un hombre tan prudente , y tan modesto como Moysés , alabarse á sí mismo de esta
suerte? ¿No sería esto exponerse á
perder en el concepto del Público
toda la estimación que hubiera merecido? En fin, la muerte de Moysés y su entierro se refieren en el
mismo Deuteronomio. ¿Puede darse
mayor prueba de no ser su único
A u t o r , y que algún otro ha puesto en él la mano?
Quando se proponen argumentos de esta importancia , convendría antes examinar , si prueban
algo , ó si destruyen lo que pretenden establecer. Esto es lo que
ni Espinosa, ni sus Discípulos han
reflexionado , al oponernos seriamente estas dificultades.
Gen-
104«
Biblioteca
i.
Gentes que se precian d e
buen gusto , y bella literatura, ¿cómo pueden extrañar bable de sí mismo en tercera persona un Historiador , que refiere sucesos en que
ha tenido parte? Consulten en buen
hora los mejores Autores y modelos en éste genero. Lean á Xenophonte en su admirable
Retirada
de los diez mil, á Cesar en sus Comentarlos , á Polybio y Amiano
Marcelino en las obras que nos quedan suyas ; arrojen la vista sobre
la bella Historia de Ana Comnena,
y sobre los mas célebres Escritores de la ultima edad , tales como
un de Thou, y verán que todos han
evitado cuidadosamente el insípido Egoísmo, éste yo tan contrario
á la magestad de la Historia, y á
la gravedad del estilo. Porqué no
se sirven de él ¿dirá el Incrédulo,
que no son Autores de las obras á
quienes dan su nombre? Si no osan
decir e s t o , ¿qué cosa menos sólida,
Eclesiástica. i 03.
da , y mas despreciable , que su
objecion á la autenticidad de los
Libros de Moysés?
2. Es increíble , que un Legislador tan hábil haya querido r e mitir á la posteridad el conocimiento de ciertas faltas, que eran de él
solo conocidas , y que no podiau
dexar de manchar su gloria , ni
que fuese tan poco modesto , que
ensalzase por sí mismo sus virtudes, sus bellas acciones, y los favores especiales con que le honraba Dios en particular.
¿Mas qué falta se descubre en
esto contra la prudencia ,
y
contra las reglas del Historiador ? Los que lo extrañasen
vean á Xenophonte , y á Cesar. i Quantas veces estos grandes
Capitanes, estos Maestros en el Arte de escribir , han confesado mas
ó menos expresamente , las faltas
que habían cometido por sorpresa,
o por defecto de conocimiento de
los
104«
Biblioteca
los lugares, ó de las personas,-y
algunas veces por una precipitación
reprehensible? ¿Y quantas veces las
situaciones criticas de que han salido con honor , las empresas difíciles de que se han encargado, la
gloria adquirida en ellas , y las
ilustres victorias conseguidas , los
han puesto en la precisión de h a cer su elogio sin afectación, por ser
necesario referirlas? ¿ C ó m o sería
recibido el que quisiese concluir de
aqui , que no son los Autores de
las obras á quienes dán nombre?
Moysés , conductor del Pueblo
de Dios, hallado en iguales circuns- v
tancias que ellos, obró del mismo
modo. Su fé titubéa quando se
trata de herir una Roca para sacar agua. Dios le reprehende en
el secreto de su Alma, y Moysés
tiene la humildad de publicarlo altamente. Viene á ser el instrumento de la Divina Omnipotencia, que
se sirve de su voz ó de sus m a nos
Eclesiástica, ior.
líos para obrar milagros. Su zelo
se enardece al saber que los Israelitas habian adorado al Becerro de
oro. Su caridad y su dulzura i n tercede despues por ellos, asi en
esta acción como en todas sus murmuraciones. Lo dice sin ostentación, por que es necesario referirlo, é instruir á sus descendientes.
¿Son estos fundamentos para acusarlo de orgulloso, ú para avanzar
que no pudo escribir estas cosas?
Al contrario la equidad natural
no vé aqui mas que una sinceridad admirable del Historiador, que
con igual candor expone lo que le
humilla, que lo que lo ensalza. Si
el Pentateuco fuera obra de un Pajnegyrista adulador de Moysés, coÍ n o se quiere hacer c r e e r , ya se
ruardaria bien de decir,- que le faló la confianza en la palabra del
leñor, quando recibió el orden de
íerir la piedra, despues de haber
tantas veces probado su potencia.
Tom. I.
K
Le-
104«
Biblioteca
Xexos de íeferir con tanta sencillez las virtudes y bellas acciones
de su Heioe, hubiera empleado los
mas vivos colores del a r t e , para
pintarlas en lodo su esplendor; cada uno de sus hechos le 'hubiera
ofrecido una nueva ocasion , y no
hubiera visto en todo sino flores y
elogios; lo qual en ninguna parte
se observa. Prueba convincente de
que el humilde y sincéro Moysés
es el Autor de su propia Historia,
que contiene al mismo tiempo la
mas bella parte de la de los Judíos,
VI/
S i esto fuera, añade el Incredii«
l o , ¿cómo hubiera contado él mis-(
mo su muerte y su Sepultura? Es i
necesario pues que haya otro te-f
nido parte en su o b r a , para haber añadido á e l l a , no solamente
este rasgo, mas también una infiv
nidad de otros en forma de N o tas,,
Eclesiástica, ior.
tás, que no pudo hacer Móysés, y
que descubren abiertamente un Escritor que vivió muchos siglos desípues. No áiri fundamento se sospecha haber compuesto Esdras el
Cuerpo del Antiguo Testamento,
sobre Memorias escritas, ó sobre
tradiciones, de las quales habia hecho un estudio particular.
He aqui una de aquellas objeciones especiosas en la apariencia,
y que en su fondo viene á ser uná
de las pruebas mas fuertes de la
verdad que defendemos. La autoridad sobre que estriva para hacer
á Esdras autor de los libros del
antiguo Testamentó, es la del libro quarto de los que tienen su
nombre. En efecto dice en él (a),
que habian perecido los libros sa»>grados de la Nación, y que los
*> compuso de nuevo con el auxíiio
93del Cielo, que le ayudó á traértelos á ta memoria.
Mi
¿No
(a) IV.
Esdr.
14. 29, y
sigg.
jo 2/
Biblioteca.
¿No es de admirar que el Incrédulo dé fé á un Libro manifiestamente supuesto y apócrifo, para
oponerse á la autenticidad y certidumbre de tantos otros reconocidos en todos los siglos por verdaderos é inspirados? ¿ Quando la falsedad de lo que se refiere á este
proposito en el libro IV. del pretendido Esdras, no se manifestará
por sí misma, atendidas las circunstancias maravillosas , con que
su Autor la adornó para darle peso, no se reconocería por la imposibilidad del hecho sobre que está apoyada la fabula? Dice el Escritor , que todos los libros de la
L e y , esto e s , los de Moysés, de
Josué, los de los Reyes y de los
Profetas, habían sido quemados, ó
habían perecido en el sitio de Je^
rusalen, ó durante la cautividad;
lo que no solamente es falso, sino
absolutamente imposible. He aqui
la demostración.
Pa-
Eclesiástica. i 03.
Para que asi fuese, era necesario que no hubiera mas que un pequeño numero de Ejemplares ; siendo asi que debían por el contrario estar prodigiosamente multiplicados : lo que es fácil de probar.
Nada habia ordenado Moysés con
mas cuidado, que el estudio y la
meditación de sus Leyes. Anuncia
en profecía á los Israelitas (a), que
algún dia pedirían Rey como las
demás Naciones; y manda que el
que fuere nombrado, haga copiar
para su uso un exemplar del libro de la Ley, que lea continuamente , para conformar á él su
conducta. Ordena (b), que se haga leer públicamente cada siete
años en la Fiesta de los Tabernaculos ; que se conserve (c) su original en el Arca, lugar el mas sagra(a) Beuter. XVII.
(b) Deuter. XXXI.
•(c) Ibid. 26.
14. y
10.
sigg.
94«
Biblioteca
grado del Santuario; que los Sacerdotes hagan en él un estudio
continuo,* no solo en cumplimiento de las ocupaciones de su ministerio y de los derechos que le soa
anexos, sino también para conocer las obligaciones de los Jueces
y Magistrados dependientes del Sacerdocio. Quiere (a) además, que
el gimple Israelita lo lea con f r e qüencia; que lo reflexione en su
Casa, paseándose, al acostarse, al
despertar y en todos sus caminos;
que instruya en él á sus hijos; que,
grave sus sentencias sobre su p u e r ta 3 y en caractéres escritos sobre
su f r e n t e , en sus b r a z o s , en sus
vestidos : hasta las mugeres en particular debían también saber lo que
á ellas pertenecía. ¡ A qué grado
de multiplicación no debían llegar
los Exemplares de la L e y , debien«
do haber uno en cada Familia! N i
les
(a) Ibid.
VL
7, y
sigg,
Eclesiástica. i 03.
íes bastaba saber algunos rasgos en
sumario. La exáctitud literal de los
Judíos, llegaba sobre este punto
hasta el escrúpulo. Era menester
usar de los propios términos, y
tener por consiguiente el libro entre las manos, por temor de hacer en él algunas mutaciones, lo
qual habia Moysés prohibido con
severidad. En atención á esto ; ¿cómo. se pretende que hayan perecido todos los Exemplares entre las
llamas que abrasaron el Templo?
¿No habia mas Judios que los de
Jerusalén?
Es verdad que el triste suceso,
de la cautividad hizo muy raros
los Exemplares. Conducidos precipitadamente y con violencia por
furor de los Soldados, no pudieron todos los Judios tomar paTa llevar consigo, este precioso monumento de su Religión, que sentían igualmente que su fortuna y
^ue su Patria. Pero no se ha dicha
r
6. . Biblioteca
cho jamás cue alguno de ellos no
salvase su exemplar. En efecto Jeremías (a) les remitió uno de los
mas correctos, para estimularlos á
su lectura, y que no perdiesen e!
conocimiento durante los LXX añoj
que debia durar su destierro. Quando este solo hubiera habido, es natural pensar, que los Sacerdote?,
los Levitas y los Doctores de li
Ley sacarían de él muchas copias.
Mas es indubitable, que se conseivaron muchos exemplares en poder de este gran numero de Judioj
que vivían en el País con Jeremías,
ó que pasaron en Egypto por algún
tiempo. Es pues inverosímil decir,
que todos los libros Sagrados se
.perdieron ó destruyeron , quando
la cautividad, y que los que hoy
conservamos son un vano esfuerzo
de la memoria, y una obra compuesta por Esdras á su regreso de
Babilonia.
Sin
(a) II.
Machab. 2.
vn.
S
Tti embargo creemos que Dios (a)
suscitó á este zeloso Sacerdote,
Escriba, ó Doctor muy hábil en
la L e y , como lo llamaba Artaxerxes, para que diese la ultima
mano á ios Libros Sagrados, y los
pusiese como hoy están.
Su primer cuidado luego que
volvió á Jerusalé«, fue juntar los
mejores exemplares que pudo hablar, para cotejar los unos con los
otros. El conocimiento perfecto que
tenia del texto, le hizo conocer los
yerros que se habian introducido
en algunas copias, por la negligencia ó ignorancia de los Copistas,
i y restableció estos lugares como
debian estar. En segundo lugar formó un Exemplar completo según
estas correcciones. En tercero, dispuso todos los libros en el orden
.mas conveniente y como hoy los
Í
(a) Esdr.
1
Vlll.
it,j>
12,
r
8.
.
Biblioteca
tenemos. En quarto, añadió algunos lugares en los Libros Sagrados, que juzgó necesarios para ilustrarlos, enlazarlos y perfeccionarlos. La utilidad, sabiduría y sencilléz de estas Addiciones, la conformidad de su estilo con el carácter dominante de las Escrituras,
ros manifiestan que este Santo hombre fue asistido para ello, é inspirado del Espiritu-Santo, como lo
habían sido los Escritores de losj
mismos Libros.
¿En qué consisten estas Addiciones, que nos opone el Incrédulo como una prueba de haber compuesto Esdras los Libros del antiguo Testamento, ó á lo menos alterado el Texto ? La muerte- de
Moysés sabida por tradición y colocada al fin del Deuteronomio : la
de Josué con que termina el libro
de su nombre: algunas palabras in-.
sertas para la inteligencia Gecgra-í
£ca de las Ciudades y Montañas^
Eclesiástica. i 03.
f u e habían mudado sus nombres,
á causa de las guerras y revoluciones sucedidas en estos Países.
La Historia del Universo y de to<
dos los siglos está llena de estos
exemplos; y sería mucho de desear que los Escritores profanos
hubieran seguido el exemplo de
Esdras. Asi en el Capitulo XII. del
Genesis vers. 6. dice, que quando
Abrahan por mandato de Dios vino al País de Bichen, habitaban a
la sazón en él los Cananéos. Esta
es tina breve explicación del Texto, para traer á la memoria, que
Josué había destruido á estos Pueblos. En el Capitulo XVI. ve.rs.35.
del Exodo se lee, que los hijos de
Israél vivieron del Maná quarenta
años, hasta entrar en la tierra de
Promision , lo que visiblemente e$
«na Nota histórica de Esdras, como el lugar en que dice que el
lecho prodigioso de Og Rey de Basín, se veía aun en Rabbath, Ciu* dad
T no.
Biblioteca
dad de los Ammonitas (a). Sería
inutil una mas larga relación de estas Adcliciones. Se reconoce bien
el caracter y el objeto de ellas,
que lexos de hacer agravio á la
pureza y autenticidad de los Libros Sagrados, sirven por el contrario para su inteligencia.
Dirigido siempre Esdras por el
.mismo motivo, y viendo que los
Judios habían despreciado, y casi
olvidado en los LXX años de la
cautividad su antiguo modo de escribir, y tomado el de los Babilonios, se conformó con su gusto. Dispuso su compilación de los Libros
Sagrados en caractères Caldeos, para que fuese fácil su lectura á todos los Judios, que habían adoptado este Idioma y estas letras, mucho mas sencillas y mas bellas que
las antiguas. ¿Se vé por ventura
en toda esta conducta de Esdras
ai(a) Beuter.
III.
a.
Eclesiástica,
ior.
alguna mutación substancial de las
Escrituras?
Para probar en fin, que no hizo mutación notable en los Libros
Sagrados, basta cotejar los suyos
con los de los nuevos Samaritanos
ó Cutheos, que se les enviaron antes de la toma de Jerusalén, para ver que el fondo, el orden, la
relación son absolutamente lo mismo en unos que en otros. Ni pueden á la verdad estos Samaritanos
ser acusados de disimulo para coa
los Judios.
¡
VIII.
lí Asémos mas allá, y probemos
la imposibilidad de esta mutación
en qualquier tiempo que pueda imaginarse. Supongo pues como confesado, lo que no se puede negar
sin declararse contra la evidencia;
conviene á saber, que todo lo que
se contiene en el Pentateuco, era
publicamente conocido por los judios,
Biblioteca
dios; desde el tiempo de David.
Este R e y , despues de lo que se
dice en el Genesis, habló de la
Creación, de los limites impuestos
al M a r , de las aguas superiores é
inferiores. Aquae ( a ) quds super
Coelos sunt: recuerda muchas veces las promesas hechas á Abrahan y á su posteridad: nos enseñó lo que significaba el Sacerdocio de Melchisedech : ordenó en
diferentes cánticos toda la Historia de Joseph y demás hijos de
Jacob, como asimismo los milagros
de Moysés, ya en Egypto, ya en
el Desierto, su entrada y su mansión en la tierra de Chanaan : exórta sin cesar á sus hermanos á la
obáervancia de la Ley de Moysés,
de cuya estension he hablado ya#
En fin todos los Profetas Siguieron
estas mismas ideas. El Pentateuco
pues era generalmente conocido.
(a) Ps. 148. 4»
Eclesiástica.
i 03.
Esto supuesto, añado, que no
ha podido hacerse en éí mutación
alguna, no solo substancial, pero
ni aun algo considerable, ya sea
quitando algunos hechos, ya aumentando otros, ó ya en fin alterando los que estaban escritos. Comencémos por Esdras sobre quien
recaen las principales sospechas.
¿Es creíble que un hombre que
ha merecido la mayor reputación
por su zeio de la Ley y por los
profundos conocimientos que en ella
había adquirido, viniera á ser su
Corruptor, sin que nadie hubiese
reclamado? Habia en efecto razones sumamente ventajosas que pudieran determinarlo á este atrevido proyecto: mas si se examinara
de cerca, no solo no aparece alguna probable, sino que se presentan invencibles obstáculos al suceso.
La ambición tan natural al
bombre y que siempre lo engaña,
¿ha-
104«
Biblioteca
¿haría que Esdras mirase en hito
la gloria que le resultaría de hacerse Xefe ó Reformador, de una
Religión tan célebre? ¡Pero qué impenetrable barrera no se le representaba naturalmente en la resistencia del Pueblo, que permitiéndose á sí mismo violar su Religión,
no quiere que los demás toquen á
ella! Los Israelitas que volvieron
de Babilonia no la habían olvidado en el fondo, jeremías asimismo había exercitado en ella á los
que vivían con él en la Palestina.
Los unos y los otros conociendo
que habían sido rigurosamente castigados por haber sido infieles á
la Ley, se hallaban á la sazón en
tal movimiento de fervor , que jamás le habían tenido igual sus Padres. ¿ Era este momento favorable para hacerles mudar de ideas
sobre su Historia y sobre su culto?
Si el designio era adular á la
Nación componiendo sus Anales er*
la
Eclesiástico.
ío$.
h disposición que los vemos en los
Libros de Moysés, confieso que era
una lisonja para ella, ser representada como escogida y protegida por Dios de un modo especial.
¿Pero de qué modo podia ser mas
humillada, que manifestando á todos los Pueblos y i todos los siglos sus idólatras apostasias , sus
ingratitudes, sus desconfianzas del
Señor, sus murmuraciones contra
él, y los rigurosos castigos con
que Dios se vio en la precisión
de afligirlos? ¿Se creerá que los
]udios hubieran permitido ser representados con colores tan odiosos , si hubiese Esdras comenzado
á pintar su retrato, ó si hubiera
dicho acerca de esto alguna cosa que no fuese ya publica?
Ni hay fundamento para pensar quisiese adular y dar ventajas
al Orden Sacerdotal, del qual tenia el honor de ser miembro. La
suerte de los hijos de Leví estaba
Tom. / .
L
ir-
jo 6/
Biblioteca.
irrevocablemente asegurada. Pér'te**
neciales el diezmo de todos los bienes , y les era exactamente pagado. Tenían además una parte en
todos los Sacrificios que se ofrecían*
Y por estas causas no entraron en
la división de la tierra de Chanaam con las demás Tribus. Mas aunque no poseían tierras, su estadoera mas dulce, mas honorífico y
mas feliz que el de sus hermanos.
¿Qué pedia pues "Esdras añadir á
esto? Y si hubiera exigido nuevos
privilegios para ellos, ¿lo consentirían las demás Tribus? ¿ N o se
hubieran levantado contra, ella como interesadas en arrojar la proposicion que les hacia?
- Si hubiera querido inventar una
fabula para hacer en ella brillar las
virtudes , la santidad y la gloria
de Moysés, y honrar por este medio á la Nación que le miraba como Gefe, hubiera pasado en silencio la muerte que dio al Egyp.cn>,
Eclesiástica.
i 03.
h negligencia de los Israelitas en
orden á la circuncisión de su hijo;
y su falta de confianza en Dios,
quando le mandó herir la piedra.
Acaso el zelo de Esdras podría
estimularle á hacer mas perfecta la
ley, añadiendo nuevos preceptos á
los que hasta allí habian tenido.
¿Mas podia lisonjearse que este aumento de peso seria bien recibido
por unos hombres, que no habian
podido sufrir el primero , y del
qual tantas veces habian sacudido
el yugo ? Permite la razón cargar
mas peso aún sobre aquellos que
se lamentan de estar óprimidos baxo su fardo?
¿Será por el contrario fnas verosímil, quisiese Esdras suavizar el
rigor de las leyes por la relaxacion?
La severidad que observó con los
que habian Casado con rnugeres extrangeras, quiero decir , Paganas,
destruye enteramente esta idea, Sacerdotes, Levitas y simples Judíos
L2
er?-i\
iT8.
Biblioteca
eran culpables de este crimen capital, según la ley. Gime publicamente delante del Señor con la mayor amargura. A nadie perdona,
obligando á todos á que devuelvan
á sus casas á las que podian seducirlos. Semejante rigor no era muy á
proposito para empeñar á los Judíos
á adoptar todas las mutaciones, que
quisiese Esdras hacer en los Libros
y en la Religión. Quando no tuviéramos mas prueba que esta de lo
contrario, bastaría para convencer
entendimientos razonables , de que
jamás concibió Esdras semejante
proyecto. Sabemos quanto se aplican los Impostores á adular al Pueblo, para ganar su amistad y sus
sufragios.
IX.
JL Ero remontemos el vuelo á los
siglos anteriores á Esdras, para buscar quien haya sido éste tu mbre tan
atrevido, que osó desfigurar la Ley
Eclesiástica.
i 03.
de Moysés. La Historia no nos descubre quien lo haya jamás intentado. Yo no comprehendo el tiempo, ni la ocasion ; al contrario véo
una absoluta imposibilidad de executar un tal proyecto. Los Profetas, que han sucedido de tiempo en
tiempo, desde David hasta Esdras,
se nos presentan como unos hombres llenos del Espíritu de Dios,
animados de un santo zelo por la.
observancia de su Ley, y que no
dexan de reprehender al Pueblo el
menosprecio que de ella abiertamente hacen. ¿Qué no hubieran dicho
pues si hubiese alguno intentado alterarla, corrompiéndolos Libros de
Moysés? ¿Se lee por ventura en los
Escritos de los Profetas el mas leve rasgo acerca de esta materia?
¿No lo hubieran mirado como un
atentado horrible? ¿No hubieran
declamado contra él con todas sus
fuerzas? Hubo un tiempo infeliz en
que los Reyes y el Pueblo se aban-
TÍO.-
Biblioteca
donaron á la Idolatría, y á todbs
los desordenes que ella trae consigo ; pero quedaron sin embargo muchos millares de Israelitas fieles,
que no habían hincado la rodilla
delante de Baal, y que observaban
la Ley en toda su pureza. Si las
diez Tribus cismáticas intentasen
mudar los preceptos, al instante ]üdá les reprehendería su prevaricación ; y si hubiera salido el mal de
Jer&salén , ¿ qué tardaría Samaría
por su odio , en manifestarlo como
un triunfo? Si hubiera algún particular introducido en su Exemplar
nuevos hechos, no oídos hasta entonces, ¿cómo podría pasarlos de
un golpe á los Exemplares de cada Familia? Y si el error se ha
introducido por grádos, que nos
muestren el tiempo'y los progresos.
En vano ciertamente se haría
esta inquisición. Todas las ceremonias que se practicaban en el Tem-
plo, se habían observado antes ui
el
Eclesiástica. i 03.
el Tabernáculo. Los Sacrificios y
las Fiestas fueron unas mismas desde el tiempo de Moysés. Siempre
se consagraron los Primogénitos eir
reconocimiento de no haberlos el
Señor comprehendido en la muerte, que su Angel exterminador dió
á todos los Primogénitos de Egypto. Siempre fue sacrificado el Cordero Pasqual, en memoria del paso del mar Roxo. Siempre celebraron la Fiesta de Pentecostes, en
memoria de la promulgación de la
Ley sobre el Monte Sinaí. Siempre
se hizo la fiesta de los Tabernaculos, en memoria de que los Israelitas habian habitado baxo tiendas
en el Desierto, por espacio de quarenta años. Siempre en fin, ofrecieron el Sacrificio Vespertino y Matutino, con los demás que ordenaba la Ley de Moysés. Todos estos
usos son tan antiguos como él , y
es imposible señalarles otra data:
luego es él quien las sostituyé, -v
'
" "
el
I T 2.
Biblioteca
el Autor asimismo cíe los Libros
que los prescriben.
X.
es menos cierta la autenticidad de los demás Libros del antiguo Testamento. El mismo Legislador de lsraél nos enseña ( a ) , que
estando para morir nombró á Josué
por sucesor. Encarga á éste en
nombre del Señor, que sea firme y
constante en establecer su fuerza y
su confianza en el Dios de los Exercitos , porque se le habia escogido
para poner á su Pueblo en posesión de la tierra de Chanaam. Josué (b) cumplió su Misión, y escri*
bió su Historia. S j Libro pues es una
resulta inmediata de los de Moysés,
y su certeza viene á ser la misma.
Despues de la muerte de Josué,
(a) neuter. X X X I . 5 , ^ 7 .
(b) Josué XXIV.
26.
Eclesiástica.
i
03.
sué , consultaron los Israelitas a!
Señor diciendole. ¿Quién marchará
á nuestra frente para batir á los
Chananéos? Y el Señor les respondió, que Judas sería su Gefe, por
q le le hábil entregado el País. Asi
empieza el Libro de los Jueces que
se sigue al de Josué , y que nos
enseña lo que sucedió á los Israelitas en la tierra de CIran iana, est ) es, lis g ierras que tuvieron allí
que sostener , sus prevaricaciones,
los castigos que Dios les envió para
humillarlos en la esclavitud , y el
mo lo con que los libró , siempre
que se convirtieron al Señor.
A estos anales de la Nación siguen los de los Reyes de Judá y
de Israél . ¿Qué cosa m is natural
á un Pueblo , que forma un cuerpo
reglado y considerable , que recoger memorias de los sucesos importantes que acontecen , ordenarlas en un cuerpo de Historia , y
conservarlas con cuidado? ¿Porqué
no
r 14. . Biblioteca
no concederémos á los Judíos esta
emulación de gloria en la posteridad? ¿Porqué negaremos haya habido entre ellos Ciudadanos zelosos y capaces de escribir lo que
pasaba en su tiempo, para comunicarlo á sus descendientes , según
el uso de todas las Naciones cultas? Los Libros pues de los Reyes y
del Paralipomenón, son á lo menos
tan dignos de nuestra fé, como las
Historias de Grecia , y Roma.
Por el mismo principio igualmente se prueba la verdad de los
Libros de Tobías , de Judith , de
Esther, Esdras y los Macabéos. ¿En
qué piensa el Incrédulo quando impugna la autenticidad de los Libros Profeticos , haciendo de ellos
objeto de su menosprecio y de sus
burlas? ¿Los mira á imitación de
Juliano Apostata , como ficciones
imaginadas mucho tiempo después
del suceso que anuncian, y ajustadas sobre el hecho mismo? Esto sería
Eclesiástica. i ¡/g.
¡ría desde luego reconocer la verdad
del hecho; mas habría extravagancia en el motivo de decirla. ¿Quién
ignora que la mayor parte de la $
Profecías contienen la data del Reyno, del año, del mes y del dia en
que se anunciaron ? Qué de ordinario se refieren á algunas circunstancias particulares de aquel tiemp o , que iufluyen en la conducta del
Principe y del Pueblo. Que si ellas;
íio convirtieron siempre á toda la
Nación, contuvieron á lo menos
una parte en su deber, y la vista
de su cumplimiento hacia gran ruido en el mundo. ¿Ignora en fin el
Incrédulo, que las Profecías nos
aclaran diferentes rasgos de la Historia, no solo de la de los Judíos,
sino de la de las Naciones, y que
se hallan conformes á lo que los
Escritores profanos han dicho después del suceso? Sería un prodigio de ceguedad ó de mala fé no
.reconocer el espiritu de Profecía en
lo
i\6.
Biblioteca
Jo que dixo Daniel de las Monar-.
quías del Oriente, de las de Alexandro y Sucesores, de algunos R e yes de Syria y del E g y p t o , del
Imperio Romano, del asedio de Jerusalén y su ruina, de la reprobación en fin de los Judios y de su
Religión. Luego contra toda razón
se d u d a , que las Profecías han sido hechas en los tiempos de la data que llevan. Lo que vamos á decir de su inspiración confirmará su
autenticidad.
INSTRUCCION
INSPIRACION
estos
V.
DIVINA
libros.
DE
I.
T ya razón que alegan los Incrédulos para no dar fé á la inspiración de los libros Profeticos , es
haberse Dios reservado el secreto
de
Eclesiástica.
i
¡/g.
de lo por venir. ¿ Mas qué imposibilidad se encuentra en que haya
Dios revelado á ciertos hombres escogidos, lo que tiene resuelto hacer en la sucesión de los tiempos?
i . Lo sabe por sí mismo, por que'
no es como los hombres que deciden y obran según las circunstancias. Tan presentes tiene todos los
siglos como el instante en que vivimos. No hay para el Señor pasado ni futuro. Un solo acto de su
voluntad encierra todos los sucesos,
y lo que ha obrado en cada momento en todo el Universo, no es
mas que la execucion de lo que
se contiene en la simplicidad de sus
Decretos Eternos. Este es un abismo cuya profundidad no comprehendemos, pero concebimos que necesariamente debe ser asi.
2. Es una verdad gravada naturalmente en todas las almas, que
Dios puede comunicarse á ellas, é
iluminarlas con su luz , para que
se-
8 2.
Biblioteca
sepan cómo deben portarse en la$
circunstancias difíciles. Si el Deísta
invoca á su Criador, esto solamente puede ser para pedirle las luces
y- auxilios que necesita ; y desde
e?te momento reconoce, que Dios
habla á las almas, que las ilumina y las inspira quando quiere. Veremos en efecto por toda la Historia del antiguo Testamento, que el
Señor lo ha hecho asi, manifestando á los Profetas las cosas futuras,'
y haciendo siempre corresponder al
vaticinio los sucesos. El hecho esincontestable. Luego no puede dudarse de su posibilidad.
II.
M
oysés fué el primero de estos'
hombres escogidos á quien reveló
Dios Vas cosas admirables que había decretado hacer, y á quien las
mandó escribir. Todo lo que refiere en sus libros es tan superior á
la
Eclesiástica.i¡/g.
ls naturaleza y á los conoeimientos humanos^ que es necesario con*
fesar, ó que se han dexado groseramente engañar mas de seiscientos mil hombres que trae por testigos de lo que refiere, ó que ha*ya sido inspirado por Dios en todo lo que ha dicho y obrado. No
es posible á la verdad , ni verosímil,/ haya hecho á los Israelitas
creer como real lo que no ha sucedido.
N o tratamos aqui de un Belo,
que solo anuncia'de noche sus oraculos- y en la mas alta habitación
de una Torre, donde nunca entraba mas que una persona; de un
Zoroastro que decia haber visto y
aprendido cosas divinas en lo profundo de su Cueva; de un Zamolxis que propone con entusiasmo Iosdelirios de Pythagoras, y de los
Sacerdotes Egypcios; de un Solón
que hace aparecer con pompa á
una muger,.llamada Minerva, para
em-
120 2. Biblioteca
empeñar á los Athenienfes á qué
reciban sus leyes ; de un Numa qué
pretende haber recibido las suyas
de la Ninfa Egeria en un bosque
separado y á la orilla de una fuent e ; de un Mahoma, en fin que se
vendía por un iluminado, á quien
el Cielo revelaba sus mas profundos mysterios en pretendidos éxtasis, y por ministerio de una Paloma.
Tratamos de nn hombre qué
siempre habla á dos Naciones enteras, muy atentas á lo que dice
y á lo que hace, por el gran ínteres que se les sigue. Declara que
ha sido llamado y enviado por Dios
ú sacar de Egypto á los Israelitas,
Prueba la verdad de su misión por
los mas ilustres milagros ; confunde á los Mágicos, que pretenden
contrahacerlos, y manda á la naturaleza en tedas sus partes. Comenzando por la Silla del Imperio,
llena de consternación á todo eí
Rey-
I
Eclesiástica,
i 2r.
fleyno , anuncia los prodigios que
vá á hacer, y los executa conforme á su palabra. Basta un solo gol'
pe de su Vara, para abrir el paso enjuto á su Pueblo por medio
del mar Roxo, cuyas aguas tiene
suspensas, hasta que estendiendo la
mano sobre ellas, las reúne y sepulta al enemigo en sus abismos.
Aun quando no dixera que la
Ley que intimaba estaba escrita por
el dedo de Dios, los truenos y relámpagos entre que la recibió, no
dexan duda alguna, que ella vino
del Cielo. Quarenta años de permanencia en el Desierto, son una
série continua de milagros. Acia el
fin de sus dias advierte á los Israelitas lo que debe suceder á ellos
y á sus descendientes. Anuncíales'
en un sublime cántico (a) que los
pondrá Dios en.poses-ion de un País
agradable, rico y fértil; pero que
Tom. /.
M
olía) Deutsr.
XXXII.
12, y
sigg.
12 2.
Biblioteca
olvidarán sus prodigios y sus beneficios : que por una horrible apostasia adorarán á los Dioses del Gentilismo , y ofrecerán sacrificios al
Demonio ; vé con tanta claridad estas perfidias sacrilegas, que habla
de ellas como si estuvieran ya consumadas. Declara que ni Aarón, ni
él serán testigos (a) de estas impiedades, por que no entrarán en la
tierra de Promision. Añade, que
Dios ha reservado la conquista á
Josué, que arreglará su división por
suertes. Sin haber jamás visto el
País, señala (b) los Cantones y la
calidad del terreno que poseerá cada T r i b u , y lo que le sucederá en
adelante. Desde la vocacion de
Moysés hasta su muerte todas las
cosas se han cumplido como por él
habían sido anunciadas. Luego no
engañó á los hombres : luego fué
ins(a) Ib id. XXXI.
2. y
(b) Ibid. X X I I I .
sigg.
Eclesiástica. i ¡/g.
inspirado por Dios, como lo dice
él mismo. Por que no hay medio
entre estos dos estados, ni aun el
de la simple probidad.
III.
T 4 A Profecía no comprehende solamente la predicción de cosas f u turas ; se estiende también al conocimiento de las que no pueden
natura i men te saberse por sí mismas,
ó por medio de los hombres. Uno
y otro son frutos de la Revelación.
Del segundo modo profetizó Samuél
•(a), quando dixo á Saul que sus
jumentas habían parecido; y Eli-,
séo (b) quando dixo á Giezi lo que
habia pasado entre él y Naaman.
Tal es asimismo el genero de profecía que se manifiesta de un modo admirable en los libros de
Moysés.
M2
Pien(a) I. Rett. X.
(b) IV. Reg.
V.
124«
Biblioteca
Piense lo que quisiere el Critico te-»
merario y el I n c r é d u l o ; por lo que
á mi h a c e , solamente veo en los
primeros Capítulos del Genesis una
sublime y luminosa sencilléz, mil
veces superior á toda eloqüencia h u m a n a , y que ha arrebatado en admiración á los mas bellos ingei.ios
del Gentilismo, aun sin conocer su
origen. ¡Qué enxambre de errores
lamentables á porfía, no ofrecen á
nuestros ojos Cicerón , Diogenes
L a e r c i o , y Estobéo, quando nos refieren lo que los mas célebres Filósofos de la antigüedad han dicho
sobre la elernidad del mundo y de
la m a t e r i a , sobre su origen, sobre
la naturaleza de los principios, de
los elementos, de los Cielos, de los
a s t r o s , y en particular del Sol y
de la Luna! El mas ignorante de
-los Chri'stianos no podría al oírlos
contener la risa. Moysés habla de
Ta Creación : y hé aqui á todos estos Sábios, que se avergüenzan de
sus
Eclesiástica.
i
¡/g.
sus delirios, que admiran lo que dice, y adoptan su doctrina , como
superior á todo lo que han imaginado siempre y oído.
En efecto un simple Pastor del
monte Horeb instruye al Universo
sobre el origen del mundo, que no
han podido describir los mayores
Filosofes, y sobre el qual los de
nuestro siglo no pueden formar nuevos systemas, sin abandonarse á extraordinarias imaginaciones, que mutuamente se convencen de absurdas.
¿Qaé otro pires que el Criador pudo decir á Moysés, quándo, de qué
modo y con qué orden han sido
todas las cosas hechas? ¿ Quién le
reveló lo que habia pasado antes
de existir hombre alguno capáz de
verlo, de retenerlo y remitirlo á
la posteridad? Dos mil y quinientos años después de la Creación, vemos á Moysés tan sabio como el
primer hombre, que nada ignora de
lo pasado y de su formación*
i 5 6.
Biblioteca
¿Dudáis por ventura de lo que
dice? El m i s m o , ó por mejor d e cir Dios, vá á daros la prueba. Moysés nos a s e g u r a , que estando ocupado en apacentar el Rebano de
su Suegro, lo llamó el Señor desde una Zarza ardiendo, para encargarle librase á los Israelitas de la
esclavitud de E g y p t o , en que gemian : su Misión fue asegurada con
el dón de milagros. Obrólos de una
claridad , autenticidad y duración
sin exemplo. Nos enseña y prueb a , que Dios le ha hablado para
q u e haga saber su voluntad á los
h o m b r e s , y escribe la Historia del
inundo desde la Creación hasta sus
dias. ¿O ha soñado lo que nos dic e , contándonos fabulas contrarias
á la v e r d a d , ó lo ha sabido por
Revelación? Lo primero se opone
evidentemente-a todas las idéas de
la Religión y de la verosimilitud.
"¿Puede concebirse ó suceder haya
t)ios permitido , q u e . el mismo 4
quie/i
Eclesiástica. i ¡/g.
quien familiarmente hablaba, y cuy a conducta d i r i g í a , escribiese ya
arrojándonos en el error, ya enseñándonos su L e y , dexando introducirse alternativamente en el mismo Libro la verdad con la mentir a , y que una y Gtra sean indistintamente sostenidas por milagros?
H e aqui lo que el espíritu humano
jamás podrá conciliar con la idéa
que tiene de un Sér infinitamente
veráz, infinitamente bueno , y que
preside á todo. Lo que yo concibo de él es, que no puede engañarme sin dexar de ser quien es. Y
rne engañaría en efecto', si obrase
milagros para obligarme á creer á
:in h o m b r e , que miente sobre m a teria de tanta importancia, por medio de una fábula sacada de su imaginación ; lo qual es imposible. Luego lo que Moysés nos enseña sobre
la Creación, es tan cierto como lo
que nos dice de la libertad de los
Israelitas, de quienes era Xefe. Lúegq
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