La interpretación en el tango cantado Autopercepción Corporizada y Construcción de sentido Leonardo Esteban Labbozzetta [email protected] Resumen En este trabajo nos hemos propuesto reflexionar sobre cuatro aspectos que consideramos relevantes para tener en cuenta en la enseñanza del canto en el tango, que permita a los estudiantes consumar una performance interpretativa personal, situada y significativa sobre las obras de su repertorio. Estos aspectos son: La voz como constructo social y corporal, la cuestión semiótica, la autopercepción corporizada y la disponibilidad de los recursos técnicos vocales. Interpretar en el tango es encontrar en el propio cuerpo la alteridad y la subjetividad, el propio lenguaje y el código común, codificar, decodificar y reelaborar símbolos, reinventándolos de un modo significativo, situado y enactivo. Entendemos la voz como constructo porque el ideal de voz que cada individuo tiene, se irá redefiniendo en el transcurso de su vida, en relación a sus experiencias que siempre son sociales, Sartre habla del “ser para si” y el “ser para el otro” y en ambos casos, el ser es concebido en un sentido de alteridad en relación a sus grupos sociales de pertenencia, que legitimarán o desestimara ciertos rasgos vocales como gusto socialmente aceptado, según Bourdieu en El Sentido social del gusto, y teniendo en cuenta también las características de la personalidad del cantante (Fillou, La Personalidad) el ideal de voz, tendrá entonces un componente genético individual y uno social. Ser y deber ser. Se intentará un análisis peirceano de la interpretación vocal y la relación entre cantante y público. La producción vocal artística, vista desde Peirce, es un intento de materialización de fuerzas de la primeridad, en una construcción de la propia red simbólica, referida al aspecto poético de la realidad, en la que intervienen códigos comunes de la terceridad, resignificados por el cantante, y reinterpretados por el público desde las singularidades individuales, trascendidas por los signos sociales. Merleau Ponty en la Fenomenología de la percepción, habla del cuerpo-sujeto y el cuerpo-objeto, el primero es el yo mismo, pero a la vez, no puedo ser yo sin cuerpo, es a través del cuerpo que conozco y soy conocido, y me comunico, no hay otra forma de comunicarse o de pensar, o de accionar que no se relacione con el cuerpo. Soy a la vez: sujeto y objeto. En el caso de los cantantes el sujeto-luthier, el objeto instrumento y el sujeto intérprete son uno mismo e interactúan simultáneamente, en unicidad, ya que el sujeto que canta es el objeto que canta y va reacomodando y modificando su corporalidad, reconstruyendo el instrumento, en función de lo que va a decir y cómo lo va a cantar, y todo esto mientras canta. Este saber hacer, el canto, solo se da a través del cuerpo, y de determinados usos del cuerpo, gestos, calidades de movimientos, y particularmente los modos de uso de la voz en relación a un espacio – tiempo particularmente ubicado. El sujeto – objeto es, se relaciona y produce sentido y se autopercibe de un modo particular, en un contexto determinado, en este caso, el tango. Pelinsky entiende la percepción como un proceso cerebro – corporal traspasado por hábitos motores, esquemas corporales de acción, imágenes auditivas que dependen del contexto social. El sujeto percibe y es percibido desde el propio cuerpo y desde el cuerpo de los otros, estableciéndose entre ambos un código corporal común, nos saludamos de este modo, este gesto significa tal cosa, al usar la voz de este modo, se entiende que lo que estoy cantando es una ironía, y si lo hago de este otro modo, entenderán que quiero transmitir la angustia del hombre abandonado. La significación en la comunicación artística, particularmente en el canto está dada por la corporalidad del cantante, sus movimientos, gestos, la manera en que usa su voz, como se percibe a sí mismo, los micromovimientos que realiza con su aparato fonador para generar los diferentes colores vocales que dejaran entender el sentido que le asigna al texto que canta, complementando esos movimientos invisibles con gestos faciales y movimientos corporales en un todo corpóreo que reinterpreta de un modo personal una historia cantada. Trabajando enactivamente y tomando conciencia y registro del propio cuerpo en relación a los esquemas e imágenes corporales, decidiendo cómo se desea que suene la voz para expresar tal o cual emoción, estado de ánimo o sentimiento y retroalimentando la conciencia corporal para comprender que movimientos se realizaron, y qué sensaciones corporales se tuvieron, recurriendo a la autopercepción corporizada, volviendo a la unicidad cuerpo – voz – mente, transformar cada gesto vocal en un signo y luego poder utilizarlo a voluntad, ser un signo que genera signos, permitiendo que el cantante encuentre su propio lenguaje y su modo de decir, que pueda expresar su personalidad y su particular modo de ver. Por último, proponemos desde la enseñanza del canto para el tango, un trabajo de autoconciencia corporizada, utilizando frases de canciones del repertorio como material para el entrenamiento, en reemplazo de las tradicionales vocalizaciones, y centrando la atención en las modificaciones que se producen en el esquema corporal vocal, profundizando cada vez más en la autoconciencia y la autopercepción, intentando diferentes intencionalidades expresivas o emociones y registrando los pequeños cambios musculares que se producen, focalizando la atención sobre las posibilidades motrices del tracto vocal en relación al cuerpo y las emociones y la posibilidad de codificación y decodificación de estos esquemas corporales vocales móviles y voluntarios constituirían la base de los recursos técnicos vocales que proponemos como susceptibles de ser aplicados al tango.