Economía e Igualdad de Género

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RESTRICCIONES ECONÓMICAS QUE INCIDEN EN LA DECISIÓN DE FORMAR UNA FAMILIA*
Siv S. Gustafsson
Departamento de Economía. Universidad de Ámsterdam
SUMARIO: 1. Introducción.– 2. Evolución de la fecundidad en España en comparación
con Suecia.– 3. Marcharse de casa de los padres.– 4. Mercados matrimoniales y
proporción de solteros.– 5. Mercados matrimoniales y emparejamiento selectivo
(assortative mating).– 6. Nivel de formación y planificación de la maternidad.–
7. El Mercado laboral y la planificación de la maternidad.– 8. Conclusión.–
Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN
Es fácil formular una solución para el envejecimiento de la población. Si
nacen más niños, la población no envejecerá. Pero las mujeres quieren trabajar
y, por consiguiente, han de contar con mayores oportunidades de combinar tra­
bajo y familia. Ya en la década de los treinta, la investigadora, política, activista
feminista, embajadora y ganadora del premio Nobel de la Paz, Alva Myrdal, recla­
maba: “Brindad a la mujer trabajadora el derecho a tener una familia”. Una de
mis alumnas, una joven española que asistía al curso sobre Población y Eco­
nomía en la universidad de Ámsterdam, comentaba: “Creo que no se debería
obligar a nadie a renunciar a su profesión, como les ocurrió a mi madre y a mi
abuela”. Así pues, lo que se persigue es un doble objetivo: por un lado, que haya
un mayor número de mujeres que trabajen y, por otro, que nazca un mayor
número de hijos de madres trabajadoras. En este capítulo argumento que las limi­
taciones de tiempo y de dinero son factores determinantes para las personas
jóvenes que deciden formar una familia, invirtiendo así en su propio capital
humano y en el de la próxima generación.
* Traducción: Katy Balam Somlo.
45
A mi entender, la decisión de tener un hijo está formada por una cadena de
decisiones que afectan al ciclo vital. Una persona joven decide en un momento
dado marcharse de casa de sus padres, casarse y, a continuación, tener un hijo.
Cabría pensar que estas decisiones son de orden enteramente personal e indivi­
dual, pero hay unas pautas en estas decisiones que tienen que ver con la eco­
nomía. Cada una de estas decisiones tiene consecuencias económicas. ¿Puede
permitirse un joven vivir de forma independiente? ¿Cuál es el coste de tener un
hijo a los 22 años en comparación con tenerlo a los 32? Todas estas preguntas
han sido investigadas por los especialistas en economía demográfica, entre los
cuales hay gran número de investigadores españoles. Por lo tanto, voy a cen­
trarme en la manera en que pueden interpretarse los resultados de estas investi­
gaciones en el marco de la sociedad española.
2. EVOLUCIÓN DE LA FECUNDIDAD EN ESPAÑA EN COMPARACIÓN
CON SUECIA
El Gráfico 1 contiene dos curvas para España y para Suecia respectivamen­
te. La primera representa el índice total de fecundidad (TFR = Total Fertility
Rate). Este es el dato estadístico que se cita con mayor frecuencia en los estu­
dios sobre fecundidad. Se computa cada año considerando el número de naci­
mientos que se han registrado ese mismo año en cada segmento de edad de
las madres. Para el cálculo estadístico se contabiliza el número de nacimientos
de madres de 15 años dividido por el número de mujeres de 15 años que hay
en la población, el número de nacimientos de madres de 16 años dividido por
el número de mujeres de 16 años que hay en la población y así sucesivamen­
te hasta incluir a las mujeres de hasta 49 años de edad. A continuación, se pue­
den utilizar las estadísticas para obtener, por ejemplo, el índice total de fecun­
didad de las adolescentes, incluyendo a las mujeres que tenían 19 años o
menos, u obtener un cuadro sintético de la fecundidad de una mujer a lo largo
de su ciclo vital, resumiendo todos los datos sobre la vida fecunda de una
mujer desde los 15 hasta los 49 años. El resultado podría consistir en una medi­
ción completa del tamaño de las familias, siempre y cuando se sigan calculan­
do los índices de fecundidad por edades hasta que las mujeres que están ahora
en edad de procrear cumplan los 49 años. En el Gráfico 1 se constata que el
TFR en España hasta 1980 era de cerca de 3 hijos por mujer, produciéndose un
descenso muy significativo hacia 1995, momento en el que el TFR se estabili­
zó en torno a 1,2-1,3 hijos por mujer.
Los datos referidos a los TFR de Suecia, que se incluyen en el Gráfico 1,
ponen de relieve un modelo cíclico que resulta fascinante, con picos en torno a
1965 y 1990 y descensos muy pronunciados hacia los años 1980 y 2000. El mode­
lo cíclico sueco no ha sido objeto de investigaciones sistemáticas, que yo sepa,
46
GRÁFICO 1
Índices Totales de Fecundidad (TFR) e Índices Sintéticos
de Fecundidad (CFR)
España
3,5
TFR/CFR
3
2,5
2
1,5
1
1960 (c1932)
1970 (c1942)
1980 (c1952)
1990 (c1962)
2000 (c1972)
Año
TFR
CFR
Suecia
3,5
TFR/CFR
3
2,5
2
1,5
1
1960 (c1932)
1970 (c1942)
1980 (c1952)
1990 (c1962)
2000 (c1972)
Año
TFR
CFR
Fuente: Gustafsson y Kenjoh (2007), fuente primaria: Consejo de Europa, Recent Demographic Develop­
ments in Europe, 2002.
47
pero probablemente tiene algo que ver con el mercado laboral y con el sistema
sueco de permisos parentales retribuidos. El sistema garantiza el reembolso de
entre un 75% a un 90% de los ingresos anteriores, por lo que resulta vital tener
un trabajo primero y un hijo después, en este orden. Cuando el mercado laboral
funciona bien y trabajan tanto hombres como mujeres, hay más probabilidades
de que éstas opten por tener un hijo. Durante su permiso parental, podrán bene­
ficiarse de ayudas establecidas en función de los ingresos que percibían antes del
nacimiento de su hijo.
Para saber cuántos hijos ha tenido realmente una mujer a lo largo de su vida,
hay que esperar a que cumpla 49 años. Este dato es el índice sintético de fecun­
didad (CFR = Completed Fertility Rate) y se computa por año de nacimiento de
las mujeres de una cohorte. En el año 2002, las mujeres nacidas en 1953 tendrí­
an 49 años. Para disponer de un mayor número de cohortes, hemos estudiado a
las mujeres de 35 años, teniendo en cuenta que los primeros nacimientos son
poco frecuentes en mujeres de más de 35 años.
En las curvas correspondientes a España del Gráfico 1, la primera cohorte
objeto de análisis es la de las mujeres nacidas en 1942 y la última la de las muje­
res nacidas en 1966. Hemos puesto el punto correspondiente a cada una de las
observaciones del índice de fecundidad de la cohorte (CFR) encima del año en
el que la mujer en cuestión tenía 28 años. En el caso de España, cada una de las
cohortes de mujeres nacidas entre 1942 y 1966 ha tenido menos hijos que la
cohorte anterior. En el caso de Suecia, el gráfico del Índice Sintético de Fecun­
didad (CFR) es casi horizontal. Cada una de las cohortes de mujeres nacidas entre
1960 y 1966 tuvo un promedio de dos hijos por mujer.
En Gustafsson y Kenjoh (2007) elaborábamos gráficos similares para otros paí­
ses de la UE. El gráfico sueco es único en su especie. Suecia es el único país en el
que el CFR está representado por una curva horizontal. Todos los demás países
registran una reducción del CFR para las cohortes más jóvenes en comparación
con las mayores.
El Gráfico 2 muestra la edad en la que se produce la maternidad en las muje­
res de diferentes países. La edad de las madres primerizas ha ido aumentando
año tras año aproximadamente desde 1980. Como se puede apreciar en la parte
izquierda del Gráfico 2a, Holanda es el país que registra la edad de maternidad
más avanzada entre todos los países objeto de estudio. Alrededor del año 2000,
la edad de maternidad se estabiliza un poco por debajo de los 29 años. En la
esquina superior derecha del Gráfico 2b, se observa que Italia, España y Reino
Unido apenas se distinguen entre sí. Estos tres países tienen en el año 2000 una
edad promedio de maternidad por encima de los 29 años. En Suecia también está
aumentando la edad promedio de maternidad, pero a un ritmo más lento que en
España, Reino Unido e Italia. Cuando la edad de maternidad sigue una curva
ascendente, deja de ser válido el supuesto según el cual cabría interpretar el TFR
como una medición del tamaño final de la familia; en efecto, la utilización de
48
este índice nos llevará a infravalorar el número de hijos que tendrá al final una
determinada cohorte de mujeres, puesto que el nacimiento de los hijos se pro­
ducirá a una edad más tardía. Es lo que suele llamarse el efecto de recuperación
o “catching up effect”. El TFR será inferior al CFR cuando las mujeres pospongan
su maternidad y tengan hijos a una edad más tardía. El Gráfico 3 ilustra esta rela­
ción y presenta un diagrama de dispersión del aumento en la edad de materni­
dad de las mujeres durante el período 1990-2000 con el TFR del año 2000. En
general, los países que registran un aumento importante en la edad de materni­
dad, tales como Alemania del Este, República Checa, España, Italia, Hungría y
Grecia, tienen en el año 2000 un TFR muy bajo. Observamos que se produce un
aumento reducido de la edad de maternidad, acompañado de TFR relativamen­
te altos, en Islandia, Estados Unidos, Noruega e Irlanda. Suecia e Irlanda com­
parten el mismo punto en el centro del gráfico. Otro punto difícil de leer es el
correspondiente a Finlandia y Luxemburgo, dado que ocupan la misma posición
en el Gráfico 3.
3. MARCHARSE DE CASA DE LOS PADRES
Para la mayoría de los jóvenes es esencial tener una vivienda propia antes
de formar una familia. Los jóvenes españoles viven en casa de sus padres hasta
una edad mucho más tardía que los jóvenes suecos. El Cuadro 1 presenta los
resultados de un estudio sobre la materia de Billari, Philipov y Baizán (2001).
Los datos se refieren a cohortes de hombres y mujeres nacidos en torno a 1960,
produciéndose la observación a mediados de 1990 cuando tenían aproximada­
mente 35 años de edad. En el caso de los hombres, la edad promedio para mar­
charse de casa de los padres es de 25,7 para los españoles y 20,2 para los sue­
cos. Los hombres españoles dejan el hogar paterno 5 años más tarde en pro­
medio que los suecos y la diferencia entre las mujeres españolas y las suecas
es de cerca de cuatro años y medio. Son muchas las razones que explican esta
diferencia. Una de ellas es que los sistemas de educación son muy diferentes
en ambos países, estando mucho más repartido el acceso a la educación en
España, lo que facilita a los jóvenes seguir viviendo con sus padres mientras
estudian.
49
GRÁFICO 2a
Edad promedio de las mujeres cuando nace su primer hijo
Edad de maternidad en una selección de países europeos
30
29
28
27
26
25
24
23
1960
1980
1970
1990
2000
Año
Bélgiga
Alemania del Este
Holanda
Francia
Alemania Occidental
GRÁFICO 2b
Edad de maternidad en una selección de países europeos
30
29
28
27
26
25
24
23
1960
1970
1980
1990
2000
Año
Grecia
España
Reino Unido
Italia
Suecia
Fuente: Gustafsson y Kenjoh 2007, fuente primaria: Consejo de Europa, Recent Demographic Developments
in Europe, 2002.
50
GRÁFICO 3
Aumento en la edad promedio en la que nace
el 1er hijo 1990-2000
Aumento de la edad de maternidad en 1990-2000 y TFR del año 2000
Índice total de fecundidad TFR (2000)
Adaptación de los datos de Gustafsson y Kenjoh (2007)
Nota: Las abreviaturas corresponden a los siguientes países. AT: Austria, CH: Suiza, CZ: República Checa,
DE-E: Antigua RDA, DE-W: Antigua RFA, ES: España, FI: Finlandia, FR: Francia, GB: Reino Unido,
GR: Grecia, HU: Hungría, IE: Irlanda, IS: Islandia, IT: Italia, JP: Japón, LU: Luxemburgo, NL: Holanda,
NO: Noruega, PT: Portugal, SE: Suecia, US: Estados Unidos.
Fuente: Cálculos propios basados en los siguientes datos: Consejo de Europa (2002), Recent Demographic
Developments in Europe. Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social de Japón (2002), Vital
Statistics. Oficina del Censo de Estados Unidos: <http://www.census.gov/ipc/www/idbconf.html>
y Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de Estados Unidos (2002), ‘Mean Age of Mother, 1970­
2000,’ National Vital Statistics Reports, 51(1), <http://www.cdc.gov/nchs/births.htm
La diferencia institucional queda reflejada en la segunda fila del Cuadro 1. Los
jóvenes suecos se marchan de casa de sus padres antes de terminar sus estudios,
siendo el porcentaje de un 55% en el caso de los hombres y de un 72% en el
caso de las mujeres, mientras que en España sólo una minoría deja el hogar
paterno cuando todavía está estudiando. Otra diferencia entre estos dos países
es que los jóvenes suecos viven solos sin pareja durante un período (71% en el
caso de los hombres y 63% en el de las mujeres), en lugar de formar su propio
hogar e independizarse de sus padres sólo en el momento de encontrar pare­
ja. En España, el abandono del hogar paterno coincide en el tiempo con el pri­
mer matrimonio (58% en el caso de los hombres y 73% en el de las mujeres),
hecho que constituye una excepción en Suecia.
51
Cuando enseño este Cuadro a mis estudiantes españoles en Ámsterdam,
comentan que es muy posible que el período en el que siguen viviendo con los
padres se haya prolongado hasta una edad todavía más tardía en el caso de los
jóvenes españoles nacidos después de 1960, aunque yo no he tenido acceso a
datos más recientes. Mis estudiantes tienen entre 23 y 27 años, así es que los más
jóvenes han nacido en la década de los ochenta y las cifras que les presento les
parecen muy antiguas. Cuando les pregunto porqué los jóvenes españoles se
quedan hasta tan tarde en casa de sus padres, responden: “Los padres españoles
son muy altruistas con sus hijos adultos”.
CUADRO 1
Marcharse de casa de los padres, Cohortes nacidas en torno a 1960
España
Suecia
H
M
H
M
Edad media en que se marchan
25.7
22.9
20.2
18.6
Porcentaje que se marcha antes
de terminar sus estudios
13
16
55
72
Antes de la primera unión
(matrimonio o cohabitación)
25
15
71
63
Con la primera unión
61
76
23
31
Con el primer matrimonio
58
73
1
3
Fuente: Billari, F.C., Philipov, D. y Baizán, P. (2001).
En los Gráficos 4 y 5 podemos comprobar cómo han formalizado los eco­
nomistas la teoría sobre el abandono por parte de los jóvenes del hogar pater­
no. La teoría económica parte del supuesto de que las personas intentan maxi­
mizar su utilidad en la medida en que se lo permitan sus limitaciones. En este
problema, tenemos un padre representado por el índice p y un hijo represen­
tado por el índice c; la decisión objeto de análisis es si el hijo adulto va a
seguir viviendo con sus padres o no. Al joven que permanece con sus padres
se le llama coresidente y se le representa con la letra r, mientras que al que
decide independizarse se le llama joven que vive solo y se le representa con
la letra a.
52
GRÁFICO 4
Modelo de maximización restringida de la utilidad
(Constrained Utility Maximization Model), Dejar el hogar familiar
Utilidad de los padres Wp(Up,Uc)
Sujeta a: Yp = Xp+ php + Ti
Yc + Ti = Xc + di phc (siendo di= 1 para i = a y di= 0 para i = r)
Yp, Yc = ingresos de los padres (p) y de los hijos (c).
hp, hc = consumo en vivienda
Xp, Xc = otros consumos
Ti
= transferencia de padres a hijos
p
= precios de la vivienda
La ponderación de Uc/Up depende del grado de altruismo de los padres 0 < g, 1.
Fuente: Ermisch (2003).
Consideremos el bienestar de los padres WP, que engloba la propia utilidad
del padre o de la madre (UP) y la utilidad del hijo (UC). Esta fórmula parte del
supuesto de que los padres son altruistas con los hijos porque el bienestar del
padre WP depende tanto de su propia utilidad como de la utilidad de su hijo.
Una función de utilidad egoísta implicaría la maximización de la utilidad del
padre (UP) sin tener en cuenta la utilidad del hijo (UC). Las limitaciones radican
en que los ingresos de los padres YP han de ser suficientes para que éstos pue­
dan sufragar el consumo en vivienda php más otros consumos Xp más la transfe­
rencia de fondos de los padres a favor del hijo Ti.
Los ingresos del hijo más la transferencia que recibe de sus padres deben ser
suficientes para pagar su consumo en vivienda php más otros consumos Xc. El
hijo sólo tendrá que pagar la vivienda si el chico o la chica viven solos, en cuyo
caso di = 1, en caso contrario di = 0 y el último término desaparece. El precio
relativo del consumo en vivienda p tiene su importancia. Este factor p se obtie­
ne, fijando el precio en comparación con un índice de precios de todos los
demás consumos que tiene un valor establecido de 1.
Para poder hacer predicciones con este modelo, es necesario darle una forma
específica a la función de utilidad WP(UP, UC), cosa que ya ha realizado Ermish
(2003), autor de quien he tomado prestada la fórmula que expongo a conti­
nuación.
53
Con un modelo específico llamado función Cobb-Douglas, podemos com­
probar que, mediante la manipulación de la cuantía de la transferencia a favor
del hijo Ti, los padres van a determinar si éste sigue o no viviendo con ellos. Se
distinguen tres casos, tal y como se puede comprobar en la Gráfico 5:
GRÁFICO 5
Resultados del Modelo de maximización restringida de la utilidad.
Dejar el hogar paterno. Función de utilidad Cobb-Douglas. Padres ricos:
Yc
< αγ T r > 0
Y p + Yc
Padres con ingresos medios: αγ ≤
Padres pobres:
Yc
≥γ
Y p + Yc
Yc
< γ Tr = 0 Ta > 0
Y p + Yc
Tr = 0 Ta = 0
0 < γ < 1 = grado de altruismo
α = preferencia del hijo por X c
Fuente: Ermisch (2003).
1) Padres ricos: la parte que representan los ingresos del hijo Yc es pequeña
en comparación con los ingresos acumulados de padres e hijo. Los padres ricos
pueden permitirse una transferencia de fondos tanto al hijo que vive solo como
al hijo coresidente. Efectuarán esta transferencia si conceden mucho valor a la
utilidad del hijo; cuando el símbolo gama g es alto, significa que los padres tie­
nen un grado alto de altruismo. El símbolo alfa a representa el valor que el hijo
concede a otros consumos en relación con el valor que concede al consumo en
vivienda. Un hijo adulto con un alfa elevado preferirá invertir sus ingresos en via­
jes, vacaciones de esquí, conciertos y salidas con los amigos, estando dispuesto
este joven a convivir con sus padres para no tener gastos de vivienda.
2) El segundo caso es el de los padres con ingresos medios. Estarán en dis­
posición de contribuir con una ayuda Ti únicamente si el hijo vive solo, aunque
la decisión de este último de dejar el hogar paterno dependerá del parámetro
alfa (a), que representa la preferencia del joven por otros consumos, y del pará­
metro gama (g), que representa el grado de altruismo de los padres.
3) El tercer caso es el de los padres que son pobres en relación con su hijo
y que no están en disposición de efectuar ninguna transferencia de fondos a
54
favor de su hijo. Este último dejará el hogar paterno si sus ingresos son sufi­
cientes para costear su consumo en vivienda y otros consumos.
CUADRO 2
Ecuación estimada de “vida por cuenta propia” para los hombres
españoles de 18-35 años en 1990
Constante
Trabajando (P)
Estudiando (P)
Edad
Edad2
Ingresos no laborales
Educación
Primaria
Secundaria
Superior
Ref. menos que primaria
Medio Urbano
Ciudad
Pueblo
Ref. 2000< hab.<100.000
Variables de coste de la vivienda
Costes de propiedada
Costes de propiedad por edad
Costes de alquilerb
Costes de alquiler por edad
Vivienda de alquilerc
Coef.
t-ratio
-4.1
0.46
-1.59
-0.49
1.20
0.14
-4.4
2.6
-3.0
-0.6
2.7
3.8
0.0
2.11
2.6
0.0
3.2
3.0
0.64
-0.43
3.3
-3.6
-0.38
0.36
-0.1
-.1.2
2.01
-2.1
1.1
-0.3
-1.9
3.0
a)
Precio de la vivienda por m2 y por Comunidad Autónoma (17).
Gastos medios anuales por m2 en propiedad y alquiler por provincia (50).
c) Porcentaje de todos los alquileres de vivienda por provincia (50).
(P) = valores previstos, control de endogeneidad.
b)
Fuente: Martínez Granado y Ruiz Castillo (2002).
La teoría económica esbozada en los Gráficos 4 y 5 ha sido también estudia­
da empíricamente en España por Martínez Granado y Ruiz Castillo (2002). En el
Cuadro 2 se reproduce su ecuación de “Vida por cuenta propia”. El cuadro debe
interpretarse del modo siguiente: un coeficiente positivo incrementa las probabi­
lidades de vivir solo y un coeficiente negativo las reduce. Se tienen exclusiva­
55
mente en cuenta los valores-t de 2 o más en el caso de los coeficientes positivos
o de -2 o menos en el caso de los coeficientes negativos, ya que el t-valor es una
medida de significado estadístico. Como era de esperar, vivir por cuenta propia
se correlaciona positivamente con tener un trabajo, y negativamente con ser estu­
diante. Podemos comprobar que esto es así por el signo de los coeficientes que
se obtienen para estas variables. Puesto que es probable que algunas personas
decidan simultáneamente buscar un trabajo y una vivienda propia, estas dos
variables son estadísticamente endógenas, habiendo utilizado Martínez Granado
y Ruiz Castillo métodos para controlar este hecho. Las personas de mayor edad
tienen mayores probabilidades de vivir solas, como pone de manifiesto el coefi­
ciente de la variable edad al cuadrado. Sólo se ha incluido en este estudio a las
personas menores de 35 años.
Cuando el resto de las condiciones son las mismas, la educación superior
incrementa las probabilidades de vivir solo, y lo mismo ocurre con el hecho
de vivir en una gran ciudad. En la parte inferior del Cuadro 2 se incluyen las
variables de coste de la vivienda. Estas variables son especialmente importan­
tes para comprender el efecto que tiene el presupuesto de los jóvenes en su
decisión de empezar a vivir por cuenta propia y prepararse para formar una
familia. A igualdad de condiciones, las variables de coste de la vivienda redu­
cen en general las probabilidades de vivir por cuenta propia. El análisis pone
de manifiesto que la economía tiene mucho que ver con la decisión de irse a
vivir solo.
¿Son los padres españoles más altruistas que los suecos? Para poder llegar a
una conclusión al respecto, las limitaciones presupuestarias tendrían que ser
exactamente las mismas en ambos países. Este análisis no se ha hecho todavía.
El estudio de Martínez Granado y Ruiz-Castillo pone de manifiesto que los jóve­
nes españoles con diferentes esquemas presupuestarios se comportan de modo
distinto. Las personas con más ingresos y que tienen acceso a la vivienda a pre­
cios más bajos tienen mayores probabilidades de irse a vivir solas.
4. MERCADOS MATRIMONIALES Y PROPORCIÓN DE SOLTEROS
Algunas veces se interroga a las mujeres para saber si tienen previsto tener
hijos y, en caso afirmativo, para saber porqué no los han tenido todavía. Una
de las respuestas alternativas es la siguiente: no tengo pareja. Los economistas
consideran la búsqueda de un cónyuge como una búsqueda en el mercado
matrimonial. Tanto hombres como mujeres participan en la búsqueda de una
pareja, pero en el Gráfico 6 considero el hecho desde el punto de vista exclu­
sivo de las mujeres. Éstas van a comparar su situación como esposa de un deter­
minado hombre con su situación como solteras. Puesto que el matrimonio debe
durar supuestamente toda la vida, las mujeres harán una estimación de la situa­
ción que van a tener el resto de su vida. Si un hombre con unas características
56
X les propone matrimonio, tendrán que decidir si aceptan esta oferta o la recha­
zan y siguen viviendo como solteras y buscando un candidato a esposo más
apropiado.
GRÁFICO 6
Búsqueda en el mercado matrimonial en el caso de una mujer j
{
 E max R , X − R
j
j
 j
Rj = bj + α j 
δ
r
+


} 


Rj = compensación de por vida por seguir soltera
X = compensación de por vida por casarse con X
bj = utilidad de seguir soltera durante un período
d = tasa de divorcio
r = tipo de descuento
aj = propuestas matrimoniales por período
Ej = operador de expectativas
aceptar a X si X ≥ Rj
aceptar a X si X < Rj
Fuente: Ermisch (2003).
El beneficio que espera obtener de por vida casándose con X tiene que ser
superior al beneficio que obtiene si sigue buscando pareja para que una mujer
acepte una oferta de matrimonio. La fórmula anterior nos permite comprobar
que la mujer va a elegir al hombre con mayor grado de Rj y X. ¿Quiénes son
los hombres con un X grande?
X representa las características del marido potencial: su atractivo, su amor,
sus ingresos, su nivel de formación, etc. y, en particular, lo apropiada que va
a ser la unión entre este hombre en concreto y esta mujer. La variable bj repre­
senta los ingresos anuales de la mujer como soltera y otros aspectos positivos
que conlleva la soltería, una vez descontados los elementos negativos. A través
de los siglos ha habido mujeres que han valorado hasta tal punto su indepen­
dencia y las oportunidades que tienen de leer y escribir, que han renunciado a
formar una familia. Recuerdo cuánto me sorprendió enterarme de que los inte­
reses intelectuales podrían haber sido uno de los motivos por los que una
mujer optara voluntariamente en un país católico por convertirse en religiosa.
57
En mis libros de historia sobre la Suecia luterana, los conventos de clausura se
describían como prisiones y el único motivo por el que alguien podía acabar
allí era porque no le quedaba otro remedio. Ahora bien, la variable bj incluye
también los ingresos propios de la mujer y, cuanto mayores sean éstos, mayo­
res serán las probabilidades de que rechace una oferta de matrimonio. También
se sentirá más segura a la hora de rechazar una oferta de matrimonio, si pien­
sa que pronto va a recibir una oferta mejor, es decir, si su mercado matrimo­
nial es propicio y hay muchos hombres que le proponen matrimonio (en otras
palabras, si tiene un alfa a alto). El mercado matrimonial puede ser favorable
para una mujer de 20-25 años, porque en ese momento la mayoría de los hom­
bres no han encontrado esposa todavía y las mujeres siguen siendo atractivas
tanto para los hombres de su misma edad como para los solteros de mayor
edad.
Hay dos parámetros en el denominador que disminuyen el valor que tiene
una mujer quedándose soltera y prosiguiendo su búsqueda de una mejor
opción. El primero es el tipo de descuento r. Cuanto mayor sea el tipo de des­
cuento de una mujer, menor será su paciencia en su búsqueda de otra pareja.
El otro parámetro que reduce la variable Rj, es decir, el valor de seguir solte­
ra y continuar la búsqueda, es la tasa de divorcios. Cuando la probabilidad de
divorciarse es alta, las mujeres no tienen que ser tan selectivas, porque no
pueden esperar que su matrimonio dure para toda la vida. Además, con una
tasa de divorcios alta, aumentan las probabilidades de un segundo matrimo­
nio. Hay varios estudios sobre el tiempo de espera para casarse en hombres y
mujeres y, más adelante, presentaré los resultados de una de las investigacio­
nes realizadas en España. Una de las variables más fácilmente cuantificable y
que forma parte de la fórmula del Gráfico 6 es el nivel de formación de hom­
bres y mujeres.
El Cuadro 3 muestra la proporción de solteros que no se han casado nunca
entre los hombres y mujeres de 36 años de Alemania Occidental. Pone de mani­
fiesto que las mujeres que tienen una formación superior son las que tienen
menores probabilidades de estar casadas a los 36 años, mientras que, en el caso
de los hombres, son los que tienen un nivel más bajo de formación los que se
encuentran en esta misma situación. La teoría que expongo en el Gráfico 6 puede
explicar estos resultados, ya que las mujeres con un nivel superior de formación
tienen mayor valor cuando son solteras y los hombres con poca formación no se
consideran buenos candidatos para el matrimonio, al no poder ofrecer unos
ingresos suficientes ni otras características deseables para que una mujer acepte
su oferta de matrimonio. Otra explicación podría ser que los hombres prefieren
a las mujeres con menor formación que ellos mismos y, por consiguiente, las
mujeres con un nivel superior de formación carecen de atractivo en el mercado
matrimonial.
58
CUADRO 3
Porcentaje de hombres y mujeres que no se han casado nunca
a los 36 años en Alemania Occidental
H
M
Superior
16
20
Media
10
8
Baja
19
6
Formación
Fuente: Blossfeld y Timm (2003).
5. MERCADOS MATRIMONIALES Y EMPAREJAMIENTO SELECTIVO
(ASSORTATIVE MATING)
¿Preferirán realmente los hombres a una mujer que tenga menor formación
que ellos mismos? Esta cuestión ha sido investigada por los especialistas en
economía demográfica. Supongamos que la formación es siempre un elemen­
to positivo, de tal modo que cualquier persona que se mueva en el mercado
matrimonial va a preferir a una pareja con mayor formación antes que a otra
con menos estudios. En este caso, los hombres con estudios superiores se casa­
rían con mujeres con estudios superiores, mientras que los hombres con un
nivel bajo de formación tendrían dificultades para encontrar una mujer univer­
sitaria dispuesta a casarse con ellos. Imaginemos un mercado matrimonial en
el que hay tres hombres y tres mujeres, y en el que m1 y f1 tienen estudios
superiores, m2 y f2 tienen un nivel medio de formación y, por último, f3 y m3
tienen un nivel bajo de formación. Todas las personas que participan en el mer­
cado matrimonial van a preferir al candidato con mayor nivel de formación, de
forma que todos los hombres querrán casarse con f1, que es la mujer con estu­
dios superiores, y todas las mujeres querrán como esposo a m1, que es el hom­
bre con estudios universitarios. Las selecciones resultantes crearán un equili­
brio, en el sentido de que ninguna de las personas que participaba en el mer­
cado matrimonial podría haber formado pareja con otra persona diferente a la
que ha elegido.
59
GRÁFICO 7
Asignación óptima en el Mercado matrimonial
Suponiendo que:
mj = atributo de los hombres
fj = atributo de las mujeres
Si clasificamos a las personas en función del grado mj y fj que tengan, de tal modo
que m1 > m2 > m3 y f1 > f2 > f3, entonces
mlfl
mlf2 mlf3
m2fl m2f2 mlf3
m3fl m3f2 m3f3
La asignación óptima será la del emparejamiento selectivo diagonal y totalmente
positivo, ya que en cualquier otra asignación cada uno de los hombres y de las
mujeres preferirá formar pareja con un candidato diferente.
El nivel de formación es un ejemplo de atribución complementario que desembo­
ca en un emparejamiento selectivo positivo.
Fuente: Cigno (1991).
La única distribución en la que se alcanza el equilibrio es la distribución en
diagonal en el mercado matrimonial en la que las personas se casan con el can­
didato que tiene el mismo nivel de formación. Si, por ejemplo, m2 le propone
matrimonio a f1, ésta dice “voy a considerar tu oferta”, pero m1 le va a ofrecer
también matrimonio ya que se parte del supuesto de que va a preferir a la mujer
con un nivel superior de formación. La distribución en diagonal recibe el nom­
bre de emparejamiento perfectamente selectivo. Si los atributos fuesen intercam­
biables en lugar de complementarios, como cuando el chico rico se casa con la
chica pobre, entonces se hablaría más bien de emparejamiento selectivo negati­
vo y m1 se casaría con f3.
Se han realizado investigaciones sobre la distribución de hombres y mujeres
en parejas en función del nivel de formación. Blossfeld y Timm (ed. 2003) inclu­
yen en su estudio unos apartados reservados a una serie de países europeos,
entre ellos España y Suecia.
El Cuadro 4a muestra el porcentaje de la población que sólo ha cursado en
parte o en su totalidad el ciclo de educación obligatoria en España y Suecia. El
cuadro pone de manifiesto que los españoles han recibido una formación consi­
derablemente inferior a la de los suecos. También pone de relieve que, en espe­
cial en la cohorte de individuos nacidos en 1940, las españolas estaban en des­
ventaja con respecto a los españoles. El estudio distingue cuatro niveles de ense­
60
ñanza en España y cinco en Suecia. No es de extrañar que, tal y como muestra
el Cuadro 4b, el 93% de las parejas españolas nacidas en 1920 tuviesen el mismo
nivel de formación, puesto que pertenecían todas a la categoría de personas con
un nivel igual o inferior al correspondiente a la enseñanza obligatoria. De hecho,
hay un mayor número de suecas que de españolas que tienen un nivel de for­
mación inferior al de sus esposos en todas las cohortes. Esto es debido a que hay
un mayor número de suecos y de suecas que han accedido a los niveles de for­
mación profesional de grado bajo y medio y a una formación universitaria, al
tiempo que son más los hombres que las mujeres que han accedido a los nive­
les superiores en las cohortes más jóvenes para las que no se dispone de datos
en el Cuadro. El mercado matrimonial con tres hombres y tres mujeres es una
simplificación de las cosas porque hay el mismo número de personas de uno y
otro sexo en cada categoría de formación. El ejemplo que exponemos para
Suecia y España pone de relieve que, cuando las proporciones difieren, se pro­
ducen desviaciones de la distribución óptima.
CUADRO 4a
Nivel de formación en la población ≤ enseñanza obligatoria
España
Cohortes nacidas en torno a
1920
1940
1960
H
95
80
60
Suecia
M
98
90
60
H
55
30
10
M
55
30
10
CUADRO 4b
Nivel de formación de las mujeres con respecto a sus maridos
% parejas
con igual
formación
Cohortes nacidas en torno a
1920
1940
1960
% parejas
con mujeres
de menor nivel
España
Suecia
España
Suecia
93
83
67
55
41
45
6
14
17
29
31
32
Niveles de educación en España: sin educación, ciclo completo de educación primaria, secundaria, uni­
versidad. Suecia: obligatoria, formación profesional de grado bajo, medio, superior, universidad.
Fuente: Gustafsson y Kenjoh (2007, de próxima publicación) basándose en una compilación de datos pro­
cedentes de González López y Henz y Jonsson en Blossfeld y Timm (eds) (2003).
61
6. NIVEL DE FORMACIÓN Y PLANIFICACIÓN DE LA MATERNIDAD
En el Cuadro 5 se constata que cuanto mayor es el nivel de formación de una
mujer, más avanzada es la edad en la que tiene su primer hijo. En este cuadro se
puede comprobar también que las mujeres españolas de todos los niveles de for­
mación viven la maternidad a una edad más tardía que las suecas de niveles simi­
lares de formación. La comparación no es muy exacta porque las cifras para
Suecia corresponden a la media para el período 1990-1998, mientras que las cifras
para España se refieren exclusivamente al año 1998. No obstante, el Gráfico 2
pone de manifiesto que en España las madres tienen una edad más avanzada que
en Suecia. Por tanto, pienso que la diferencia seguiría siendo la misma aunque
los datos referidos a Suecia se computarán únicamente para 1998. Además de ser
madres más tardíamente, las mujeres con mayor nivel de formación tienen tam­
bién mayores probabilidades de no tener ningún hijo. En el Cuadro 6 se com­
paran las situaciones de Suecia y Holanda, ya que no dispongo de cifras simila­
res para España. Una vez más resulta que las mujeres con mayor nivel de for­
mación son más propensas a no tener hijos que las mujeres con niveles de for­
mación más bajos.
Las diferencias según el nivel de formación son más acusadas en Holanda
que en Suecia. El sistema sueco con permisos parentales retribuidos y atención
de los hijos subvencionada, que hace más compatible la combinación de tra­
bajo y familia, ayuda a las suecas con formación universitaria a tener hijos. Es
interesante señalar este hecho porque las políticas familiares en Suecia forman
parte de un proyecto social democrático cuyo objetivo ha sido ayudar al con­
junto de las mujeres y no sólo a las que tienen una carrera universitaria. Pese
a todo, es más importante para estas últimas disponer de una infraestructura
eficaz que les permita encontrar un hueco en sus vidas para ejercer también la
maternidad.
CUADRO 5
Edad al primer hijo
Nivel de formación de la mujer
España
a)
1998
Suecia
b)
1990-98
Alto
32.9
29.8
Medio
29.8
26.1
Bajo
26.0
25.5
Fuente: a) De la Rica e Iza (2006), b) Kenjoh (2004)
62
CUADRO 6
Porcentaje de mujeres sin hijos a los 36 años, entre las mujeres
nacidas en 1955-1969
Nivel de formación de la mujer
Suecia
Holanda
Alto
15
26
Medio
18
20
9
12
Bajo
Ya en los años treinta, la feminista sueca, ganadora del premio Nobel de
la Paz, investigadora en ciencias sociales con nueve doctorados honoris causa
de todo el mundo, embajadora de Suecia en la India y un largo etc., Alva
Myrdal, pedía: “Brindad a la mujer trabajadora el derecho a tener una fami­
lia!”. Esta es la cuestión que se plantea hoy en día. Mientras que los hombres
tienen derecho a tener a la vez una carrera y una familia, las mujeres tienen
que elegir entre ambas. No debería ser así, hay que hacer lo posible para que
tanto hombres como mujeres puedan tener a la vez una carrera profesional y
una familia.
En el discurso que pronuncié ante la presidencia de la European Society of
Population Economics (Gustafsson, 2001), expuse los motivos por los que las
mujeres con estudios universitarios tienen hijos a una edad más tardía. Son tres
las razones a las que aludí en esa ocasión:
La primera es que las mujeres deseosas de desarrollar una carrera profesio­
nal prolongan su período de formación para invertir en su capital humano más
que el resto de las mujeres. Muy pocas mujeres tienen hijos mientras están estu­
diando. En España, los estudiantes viven en el hogar paterno. Biológicamente,
sería más conveniente que las mujeres empezaran a tener hijos cuando aún
están estudiando, pero muy pocos gobiernos han pensado en facilitar la com­
binación de estudiante y madre de familia. Es evidente que esto no es una tarea
fácil porque tendría que haber incentivos para que tanto mujeres como hom­
bres inviertan en su capital humano, sin que el hecho de formar una familia a
una edad temprana se considere como una alternativa. El sistema sueco de los
permisos parentales retribuidos incita a las jóvenes parejas a encontrar un tra­
bajo antes de formar una familia y no les induce a tener hijos mientras están
estudiando.
El segundo motivo por el que las mujeres con estudios universitarios esperan
más tiempo para formar una familia es porque han pasado por un período más
largo de inversión postescolar. Cuando las mujeres se gradúan de la universidad,
63
no se sienten dispuestas a abandonar la competición para convertirse en madres
a tiempo completo. Si deciden hacerlo, más tarde no van a encontrar el puesto
de trabajo que les permita sacar el mayor provecho de la inversión que han rea­
lizado en su propio capital humano.
La decisión de tener hijos se irá retrasando cada vez más porque se tendrá la
sensación de que no llega nunca el momento oportuno. Algunas parejas espera­
rán demasiado tiempo y las mujeres tendrán problemas de orden biológico para
quedarse embarazadas. O tal vez decidan incluso renunciar a los hijos definiti­
vamente. En Holanda, he conocido a parejas que se han abstenido voluntaria­
mente de tener hijos. Una mujer, que tiene ahora 60 años, me contó lo siguien­
te: “Cuando éramos todavía treintañeros, nos miramos y dijimos: ¿Nos lanzamos?
Pero decidimos que no queríamos tener hijos”. Pese a todo, España –al igual que
otros países desarrollados- tiene que desarrollar y aprovechar el capital humano
de las mujeres, así como el capital humano de los hombres. La única manera de
conseguirlo es creando una infraestructura que haga compatible tener hijos y
desarrollar una carrera profesional.
Este es el tercer motivo por el que las mujeres con niveles superiores de for­
mación esperan más tiempo para ser madres. Una mujer que da prioridad a su
carrera profesional intentará que el nacimiento de sus hijos se ajuste a sus
ambiciones profesionales, en lugar de pensar que encontrará un hueco para su
trabajo si sus obligaciones familiares le dejan algún tiempo libre. El momento
no parecerá ser nunca el oportuno. Algunas mujeres con estudios universita­
rios esperan demasiado tiempo hasta que se sienten preparadas para ser
madres. El aumento de la fertilización in vitro y de otras ayudas médicas para
parejas que no consiguen tener hijos es buena prueba de que hay mujeres que
han superado la edad biológica en la que el embarazo se podría haber conse­
guido más fácilmente. Creo que el hecho de reconocer, por un lado, que no
hay ningún momento oportuno para tener hijos desde un punto de vista pro­
fesional y de tomar consciencia, por otro, del avance irremediable del reloj bio­
lógico podría llevar a algunas parejas a decidirse a tiempo a tener hijos. Hay
un estudio muy interesante que se realizo en Estados Unidos a partir de entre­
vistas sobre su maternidad y su carrera profesional con mujeres de negocios
que han triunfado en su profesión (véase Hewlett, 2003). La propia Hewlett es
madre de cuatro hijos, se doctoró en económicas y renunció a su carrera uni­
versitaria, aunque a cambio desarrolló una carrera como periodista. Las muje­
res entrevistadas fueron elegidas por haber triunfado como mujeres de nego­
cios. Sólo aquellas que se casaron y tuvieron hijos a una edad temprana han
conseguido tener a la vez una familia y una profesión. Muchas de las mujeres
que habían triunfado profesionalmente lamentaban no haber tenido hijos, y
algunas habían invertido mucho tiempo y dinero para intentar quedarse emba­
razadas a una edad avanzada. Tenían lo que Hewlett denomina “hambre de
bebé” (“Baby Hunger”).
64
7. EL MERCADO LABORAL Y LA PLANIFICACIÓN DE LA MATERNIDAD
El Cuadro 7, tomado de Ahn y Mira (2001), muestra cómo planifican los hom­
bres españoles su profesión y su matrimonio. El cuadro pone de relieve que la
situación en el mercado laboral de un joven con formación universitaria incide
en sus probabilidades de casarse. Entre los jóvenes con formación superior y con
una edad de 35 años o menos, un 46% ha tenido un trabajo a tiempo completo
en el año t-1, según se puede comprobar en la tercera columna del Cuadro 6,
que refleja la distribución de frecuencias en la situación en el mercado laboral en
el año anterior. El resto de los jóvenes han tenido un trabajo a tiempo parcial, no
han tenido trabajo o estaban haciendo el servicio militar. La segunda columna del
Cuadro 7 muestra el z-valor cuya función es la misma que la del t-valor, ya que
permite comprobar si el coeficiente de la columna 1 es estadísticamente signifi­
cativo con respecto a 0. El z-valor tiene que ser superior a 2 en el caso de los
coeficientes positivos e inferior a -2 en el caso de los coeficientes negativos.
CUADRO 7
Planificación profesional de los hombres españoles con estudios
superiores, probabilidades de casarse
Probabilidades de casarse en t
Situación en el mercado laboral t-1
A tiempo parcial
Sin trabajo
Servicio militar
Referencia: trabajo a tiempo completo
RRR
0.98
0.46
0.8
1
Z
0.28
8.32
2.77
Freq.
0.09
O.28
0.17
0.46
Otras variables que se han incluido: tiempo de búsqueda hasta encontrar el primer tra­
bajo, cohorte de nacimiento, formación del padre, formación de la madre, estatus profe­
sional del padre, región, variables ficticias para cada segmento de edad.
RRR = coeficiente relativo de riesgo del tiempo de búsqueda de una esposa.
Fuente: Ahn y Mira (2001); Encuesta sociodemográfica 1991.
Hemos analizado la probabilidad de que los sujetos de la investigación se
casen un año después de la fecha en que se realiza la observación de la situa­
ción en el mercado laboral y hemos comparado esta probabilidad con la de los
hombres que tenían un trabajo a tiempo completo, asignando a esta compara­
ción un valor de 1. El 28% de los hombres están en situación de desempleo y
tienen unas probabilidades de casarse considerablemente inferiores. De he­
cho los hombres sin empleo tienen menos de la mitad de probabilidad de casarse
que los que trabajan a tiempo completo, según permite deducir el coeficiente
65
relativo de riesgo de 0,46. Este resultado se obtiene cuando se mantienen igua­
les el resto de las variables, siendo estas últimas las que se enumeran en la parte
inferior del Cuadro 7. Ahn y Mira demuestran también que, una vez que han
contraído matrimonio, los hombres se convierten rápidamente en padres. La con­
clusión de este estudio es que la situación de los hombres en el mercado labo­
ral tiene una incidencia importante en la fecundidad.
GRÁFICO 8
Proporción de madres primerizas que trabajan antes
y durante el embarazo (meses -12 a 0)
y hasta que el niño cumple 5 años (meses 0-60)
Mujeres que trabajan (%)
100
80
60
40
20
0
-12
-6
0
6
12
18
24
30
36
42
48
54
60
Meses desde el nacimiento del primer hijo
Reino Unido
Alemania del Este
Holanda
Suecia
Japón
Fuente: Gustafsson y Kenjoh (2007, de próxima publicación) compilado por Kenjoh (2004) utilizando
BHPS (UK), GSOEP (DE), HUS (SE), OSA (NL) y JPSC (JP).
Sara de la Rica y Amaia Iza (2006) han realizado un estudio similar para ana­
lizar la situación de las mujeres españolas. Su estudio pone de manifiesto el
impacto que tiene la situación en el mercado laboral de estas mujeres sobre su
decisión de tener un hijo. El mercado laboral español ofrece más contratos tem­
porales que otros países de la UE, sobre todo a las personas que buscan su pri­
mer trabajo. Tener un trabajo con un contrato temporal significa para una per­
sona que en una fecha determinada pierde el trabajo y no sabe cuáles van a ser
sus ingresos a partir de entonces. En la tercera columna del Cuadro 8 se puede
comprobar que, entre las mujeres objeto de estudio, un 50% no tenía trabajo, un
66
21% trabajaba con un contrato temporal y un 29% tenía un contrato indefinido,
lo que significa disponer de un puesto de trabajo por todo el tiempo que se quie­
ra, mientras el trabajador o el empleador no tengan algún motivo para rescindir
el contrato. En el caso de los contratos indefinidos, hay también normas de pro­
tección de los puestos de trabajo que dificultan todavía más el despido. En el
análisis del Cuadro 8, en el cual se controla por las variables nivel de formación
y edad, las mujeres que trabajan con un contrato temporal son las que tienen
menores probabilidades de tener un hijo. Los resultados de este estudio demues­
tran que la gran incidencia de los contratos temporales en España tiene como
efecto una reducción de la fecundidad.
¿Durante cuánto tiempo se ausenta del trabajo una madre que acaba de tener
un hijo? En España no se ha estudiado este aspecto. No obstante, el Gráfico 8
contiene algunos resultados de análisis de datos de panel del Reino Unido,
Holanda, Japón, Alemania del Este y Suecia, procedentes de la tesis doctoral de
Kenjoh (2004) y de información más accesible de Gustafsson y Kenjoh (2004),
(2007). En el Gráfico 8, se denomina mes cero a la fecha de nacimiento del pri­
mer hijo de una mujer. Solo hemos incluido en las diferentes muestras de dife­
rentes países a aquellas mujeres que tuvieron su primer hijo durante el período
en que realizamos nuestra observación. A partir de aquí intentamos determinar
el porcentaje de estas mujeres que estaba trabajando en diferentes momentos
cercanos al nacimiento de su primer hijo. Se puede comprobar que casi todas las
mujeres de todos los países incluidos en el Gráfico 8 tenían un trabajo antes de
quedarse embarazadas, dato que evaluamos en el mes menos 12. La mayoría
siguió trabajando durante el embarazo y hasta el nacimiento de su hijo en el mes
cero. Como era de esperar, a partir del mes cero se produce una caída muy pro­
nunciada en la proporción de madres que trabajan.
CUADRO 8
Planificación profesional de las mujeres españolas, probabilidad
de tener su primer hijo
Edad
Nivel de formación
universidad
secundaria
Referencia primaria
Contrato laboral
Contrato temporal
Sin trabajo
Ref. contrato indefinido
Coeficiente
de riesgo
z
-0.09
0.87
-0.36
-0.45
2.78
3.11
0.29
0.39
0.32
-0.36
-0.62
2.38
4.66
0.21
0.5
0.29
frec.
Fuente: De la Rica e Iza (2006), datos españoles tomados del European Household Panel 1994-2001.
67
Por desgracia, las bajas por maternidad se registran de forma distinta en las
diferentes bases de datos. En los datos relativos a Holanda, las mujeres que están
de baja por maternidad aparecen como si estuvieran en activo en el trabajo. Por
consiguiente, en la curva correspondiente a Holanda no se aprecia una caída
brusca a partir del mes cero. Los datos suecos registran de modo distinto a las
mujeres que están trabajando y a las que están de baja por maternidad. La mayo­
ría de las madres suecas se reincorporan al trabajo entre el mes 12 y el momen­
to en que el hijo cumple 5 años. En el mes 60, cuando el hijo ha cumplido los
5 años, hay un mayor número de madres trabajando en Suecia que en el resto
de los países.
CUADRO 9
Predicción de las probabilidades (%) de que una madre primeriza no
esté trabajando cuando su hijo cumpla 3 años
Nivel de formación de la mujer
Alto
Medio
Bajo
Suecia
Alemania
del Este
Reino
Unido
35
38
34
46
60
57
30
34
45
Predicción efectuada para los hijos nacidos en los noventa, sin hermanos, madres de 28
años en el momento del primer nacimiento.
Fuente: Gustafsson y Kenjoh (2007, de próxima publicación) partiendo de Kenjoh (2004) HUS 1984-98
(SE) GSOEP 1984-98 (DE) y JPSC 1993-97 (JP).
Hemos utilizado este análisis de la presencia de las madres en el trabajo antes
y después del nacimiento de su primer hijo para predecir la probabilidad de que
una madre no se haya reincorporado al trabajo cuando su hijo cumpla los tres
años, en el caso de que no haya tenido entretanto un segundo hijo. Los resulta­
dos se exponen en el Cuadro 9. La probabilidad de no estar trabajando es más
alta entre las mujeres con el nivel más bajo de formación y más baja entre las
que han accedido al nivel más alto de formación. Entre las mujeres con menor
nivel de formación, la probabilidad más baja de no estar trabajando se registra
en Suecia. A su vez, entre las mujeres con mayor nivel de formación, la proba­
bilidad más alta corresponde al Reino Unido. Mientras que, en la mayoría de los
países, las mujeres con el nivel más bajo de formación son las más propensas a
tener hijos, a tenerlos a una edad temprana y, si los tienen, son las menos pro­
pensas a reincorporarse al trabajo, en Suecia esta división en función del nivel
de formación es mucho menos pronunciada. Aunque siempre se planteará un
conflicto entre el tiempo que se dedica a la profesión y el que se reserva a los
hijos, el ejemplo sueco demuestra que unas estructuras institucionales pueden
68
facilitar la elección. En Suecia se da la oportunidad a la mujer trabajadora de
tener una familia.
8. CONCLUSIÓN
Este capítulo repasa los resultados de las investigaciones que se han ocupa­
do de las decisiones que toman hombres y mujeres sobre el matrimonio y la
maternidad. Se hace especial hincapié en la forma en que inciden las circuns­
tancias económicas en las decisiones que toman los españoles y las españolas.
Confío en haber incitado a los responsables políticos a estudiar cuál es el pano­
rama presupuestario para los jóvenes que van a traer al mundo a la próxima
generación. Conviene sobre todo analizar cómo pueden ayudar las políticas a las
mujeres trabajadoras a tener una familia, a los jóvenes a establecerse por su
cuenta y a las sociedades promotoras de la formación de por vida a combinar las
tareas de inversión en el propio capital humano con la inversión en la próxima
generación.
69
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70
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