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SILOGISMOS DE INVESTIGACIÓN | Comunicación, lenguaje y tecnología
Los orígenes del
determinismo
tecnológico en
Comunicación y
Economía
The technological determinism
origins in Communication and
Economics.
RECEPCIÓN: 14.08.14
ACEPTACIÓN 17.09.14
ÁNGEL ADOLFO CERRA
[email protected]
Doctor y Magister en Relaciones Internacionales de la Universidad del
Salvador.
Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires; ha dirigido
y asesorado múltiples proyectos de investigación para prestigiosas
Universidades Anglosajonas.
Resumen
El artículo se propone examinar el pensamiento de Harold Innis
en relación con la Teoría de la Comunicación y la Economía.
Principal inspirador de la propuesta de McLuhan en el sentido
de sostener que los medios condicionan fuertemente la cultura,
la sociedad y la política, Innis es considerado uno de los
intelectuales más importantes de Canadá.
Se utilizarán las categorías analíticas de Hayden White, para
examinar las regularidades que atraviesen toda su obra. La
centralidad de Harold Innis y su influencia en distintos ámbitos
de las Ciencias Sociales justifican el interés por parte de
investigadores de nacionalidades y especialidades distintas.
Palabras clave: Determinismo
Comunicación, Desarrollo, Canadá.
tecnológico,
Staple,
Abstract
The paper aims to examine the thought of Harold Innis in
relation to Communication Theory and Economics. The main
inspiration behind the proposal McLuhan in the sense to support
strongly the media culture condition, society and politics, Innis is
considered one of the Canada ‘s leading intellectuals.
The analytical categories of Hayden White will be used to examine
the regularities passing through all his work. The centrality
of Harold Innis and influence in various fields Social Sciences
justify the interest of researchers from different nationalities and
specialties.
Keywords: Technological Determinism, Staple, Communication,
Development, Canada.
ARGENTINA
Revista semestral de investigación de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo - CIDE
Vol. 1. No. 14. Año 8 | Julio—diciembre de 2014.
ISSN 1909-955X
Introducción
Categorías Analíticas
El artículo se propone investigar algunos aspectos
del pensamiento de Harold Innis relacionados con
su biografía intelectual y con los elementos formales
involucrados en la construcción de sus relatos
histórico – sociológicos. Los aportes del intelectual
canadiense a las Ciencias Sociales lo convierten en
referencia obligada tanto para los estudiosos de
las teorías del desarrollo como para aquellos que
se dedican a la Teoría de la Comunicación. Innis
aparece como referente fundacional en ambos
campos, transformándose en un ícono intelectual
para los canadienses.
El provocativo libro de Hayden White, Metahistoria
– La imaginación histórica en la Europa del siglo
XI-, (White, 1992) proporciona ciertos instrumentos
valiosos para el análisis de la obra de Harold Innis.
Si bien solo suscribimos parcialmente al escepticismo
de White sobre el carácter científico de la narración
histórica (White, 1992, pág. 11), postulamos la vía del
análisis formal del relato como un acceso pertinente
para la comprensión textual.
La Staple Thesis, es decir la explicación de la
evolución de un país “marginal” a través de la
acción de un bien primario que responde a la
demanda externa, constituye el punto de partida
de análisis estructurales - globalistas. Subyace en
la noción de Centro - Periferia que profundizarán
posteriormente Raúl Prebisch, Imannuel Wallerstein,
Fernando H. Cardoso, Enzo Faletto, Osvaldo Sunkel,
entre otros.
En el campo de la Teoría de la Comunicación, el
profesor de la Universidad de Toronto preanunció
la propuesta de Marshall McLuhan en cuanto a la
influencia de los medios en la determinación de las
comunicaciones y - por carácter transitivo – en las
propias relaciones sociales.
Finalmente, la historia económica y la sociología
canadienses, lo han convertido en una referencia
insoslayable. Junto con William Archibald Mackintosh, propuso abandonar la historia política de
las instituciones británicas en Canadá e incorporar
al análisis elementos económicos, geográficos y
sociales. La Staples Thesis ha sido re - visitada en
infinidad de ocasiones: un discípulo de Innis, S.D.
Clark, intentó relacionarla con la organización
social canadiense; Donald Creighton construyó
su “Laurentian Thesis” como una derivación de
la explicación innisiana sobre las implicancias
del comercio de pieles, y la denominada escuela
nacionalista la ha utilizado – críticamente – para
examinar la vinculación dependiente de Canadá
respecto de Europa y de los Estados Unidos.
Para una aproximación diferente a las ideas de
Innis, presentaremos en primer lugar, una síntesis
del marco teórico proporcionado por Hayden White
para el examen de la forma del relato histórico. A
continuación expondremos los rasgos principales de
la Staple Thesis y de la Teoría de la Comunicación,
enfatizando sus continuidades. Por último, aplicaremos instrumentos interpretativos
formales –
literarios al análisis de la producción del padre de la
historia económica canadiense.
Hayden White postula tres dimensiones para la
conceptualización de la obra histórica. La primera
de ellas es el modo de tramar. El tramado es la
manera en que la secuencia de sucesos organizados
en un relato se revela de manera gradual como una
narración de cierto tipo.
En esta dimensión, el autor distingue entre
cuatro modos diferentes de tramar: el romance,
la tragedia, la comedia y la sátira. El romance es
fundamentalmente un drama de auto - identificación
simbolizado por la trascendencia del héroe del
mundo de la experiencia, su victoria sobre éste y
su liberación final de ese mundo. En la tragedia,
en cambio, los seres humanos son juguetes de un
destino del que no pueden escapar. La comedia
representa un modo de tramar en donde todos los
obstáculos y enfrentamientos llevan finalmente
a una reconciliación, a un final feliz. La sátira, por
último, es una visión que considera inadecuadas las
interpretaciones proporcionadas por los tres modos
anteriores y manifiesta un escepticismo explícito
sobre la posibilidad de interpretar el mundo
cabalmente y de alcanzar la felicidad.
Una segunda dimensión de análisis se encuentra –
según White – en la explicación por argumentación
formal. En ella, el historiador pretende señalar
cuál es el sentido de su relato a través de una
argumentación nomológico – deductiva. Si el
modo de tramar acerca a la disciplina histórica
a la literatura – o sea al arte – la explicación por
argumentación formal la aproxima a la ciencia y
a la investigación. El hecho de la superposición de
las distintas explicaciones y su coexistencia pacífica
– no exenta de algunos episodios de beligerancia
en los congresos de la especialidad y de modas que
inclinan alternativamente a uno o otros esquemas
a la mayoría de los historiadores – reafirma que la
historia como tal se encuentra en un estado pre –
científico o protocientífico.
Se distinguen – a su vez - cuatro maneras de
explicación por argumentación formal. La primera
de ellas es la formista, por la cuál la tarea del
historiador consiste en identificar las características
exclusivas de los objetos que conforman el campo
histórico. La explicación se completa cuando se
Cite este artículo como: Cerra, Á., (2014). • Los orígenes del determinismo tecnológico en Comunicación y Economía. Revista de Investigación Silogismo,
1 (14), 122-129. Disponible en http://www.cide.edu.co/ojs/index.php/silogismo.
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SILOGISMOS DE INVESTIGACIÓN | Comunicación, lenguaje y tecnología
distinguen las cualidades únicas al conjunto de
objetos. Estos objetos pueden ser personalidades o
instituciones, de carácter concreto o abstracto. Lo
que más importa es distinguir y se procura evitar las
generalizaciones y la formulación de leyes, aunque,
como ácidamente señala White, todos estos relatos
históricos se sostienen en leyes elementales y poco
sofisticadas que le confieren algún sentido.
La segunda es la denominada organicista, que intenta
describir los hechos singulares que conforman el
campo histórico como componentes de procesos
sintéticos. Se tiende a ver a las entidades individuales
como elementos de procesos que son mucho
más que la suma de las partes. Generalmente los
historiadores que utilizan esta categoría explicativa
están más interesados en caracterizar el devenir
integrativo que a sus componentes individuales. Por
eso se expone la concreción optimista de un fin que
existía desde la génesis misma del proceso histórico,
en potencia para utilizar un concepto aristotélico
que lo expresa claramente.
Las explicaciones de tipo mecanicista, buscan las leyes
causales que determinan los desenlaces de procesos
descubiertos en el campo histórico. A diferencia
de las hipótesis organicistas, las mecanicistas no
consideran el devenir histórico como resultado
del desarrollo de potencias que se encuentran en
las entidades históricas primigenias, trátese de
colectividades concretas -como las instituciones
- o abstractas -como la civilización o la patria-.
Por el contrario, se preocupan en señalar como
los seres humanos son esclavos de leyes históricas
que restringen – y en algún caso eliminan, como
en la profecía marxista del carácter inevitable del
advenimiento del comunismo – su libertad.
Los contextualistas buscan las correlaciones funcionales dentro del marco de una época. En esta
operación el objeto de la explicación es identificar
los hilos que unen al individuo o la institución
estudiados con su presente sociocultural. En la
medida en que tácitamente invoca reglas de
combinación para determinar las características
familiares de entidades que ocupan espacios finitos
del devenir, esas reglas no pueden interpretarse
como leyes históricas al estilo de los mecanicistas, ni
como los principios teleológicos del organicista.
La tercera dimensión del análisis se vincula con lo
ideológico. Allí White establece cuatro tendencias o
corrientes: anarquismo, conservadurismo, radicalismo y liberalismo.
Los anarquistas, creerían en la necesidad de cambios
estructurales con el objeto de abolir la sociedad y
de sustituirla por una comunidad ligada por vínculos
solidarios y no fundada en la coerción estatal.
Tienden a observar ese cambio como producto de
una acción revolucionaria y a idealizar un pasado
remoto donde los seres humanos no se encontraban
corrompidos por la vida social.
Los radicales, comparten la necesidad de cambios
estructurales, pero en este caso para construir una
sociedad sobre nuevos principios. Tienen propensión
a ver la realización de esa utopía como inminente,
y procuran proveer los medios necesarios para su
ejecución.
Los liberales son optimistas en cuanto a la
posibilidad de modificaciones a través de la
legislación o de procesos educativos o de la acción
concertada de fuerzas políticas. Estos cambios se
harían mediante ajustes de un mecanismo. Es
decir, tienden a considerar a la sociedad como una
masa relativamente maleable que puede cambiar
gradualmente. Los liberales imaginan un momento
en el futuro en que la estructura social será mejorada
pero proyectan esa condición utópica hacia un
mañana remoto.
Los conservadores reconocen el carácter inevitable
de las mutaciones de la sociedad. Son los que más
desconfían de las transformaciones programáticas
del statu quo y tienden a considerar el cambio social
a través de la analogía con gradaciones de tipo
vegetal. Visualizan la evolución histórica como una
elaboración progresiva de la estructura institucional
que prevalece actualmente – es decir que no buscan
una utopía porque consideran que ya la están
viviendo y que solo merece retoques muy menores
y graduales-.
El determinismo tecnológico y la decadencia del Imperio Americano
Harold Innis incorporó – junto con W.A. Mackintosh
– la Staple Thesis como canon interpretativo de la
evolución económica canadiense (Mackintosh, 1967)
(Innis, The Wheat Economy, 1956) (Innis, 1940).
Esta teoría relaciona el desarrollo económico, social y
político de su país, con la expansión de la civilización
occidental, más específicamente las sucesivas
dominaciones británica y estadounidense. La búsqueda de distintos recursos naturales a través del
tiempo por parte del centro de Occidente, conducía
a la explotación de ciertas áreas del Canadá en
desmedro de otras (Innis, Canadian Economy and the
Depression., 1956). Cuando el interés metropolitano
declinaba y cambiaba la región involucrada en
el comercio internacional, sólo quedaba una
estructura social y política inadecuada. El destino de
sus pobladores era, alternativamente, permanecer
observando como languidecían sus perspectivas
económicas y se derrumbaban sus condiciones de
vida o la migración – con la carga de desarraigo que
conllevaba – hacia las nuevas regiones que florecían
al calor del requerimiento de un flamante staple.
Revista semestral de investigación de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo - CIDE
Vol. 1. No. 14. Año 8 | Julio—diciembre de 2014.
ISSN 1909-955X
Desde lo político, las fluctuaciones en el producto
primario exportado, ocasionaban desajustes en la
representación y la exacerbación de las tendencias
secesionistas. El Poder Legislativo – y por ende el
Ejecutivo, dado el carácter parlamentario de la
democracia canadiense – no podía seguir las rápidas
mutaciones de la economía internacional en la
distribución de sus bancas. Permanecían entonces,
sobre-representadas algunas provincias que habían
conocido la “bendición” del staple con anterioridad
y no llegaba a reflejarse en el Parlamento la nueva
realidad socio – productiva (Innis, Government
Ownership and the Canadian Scene, 1956) (Innis,
1933).
La infraestructura anterior – tal como el tendido de
ciertas líneas de ferrocarril – se tornaba obsoleta,
colocando al gobierno federal ante la disyuntiva
de continuar financiando instalaciones y medios
de transporte que habían perdido su importancia
pasada o condenar al colapso definitivo a aquéllas
regiones que habían crecido en otro tiempo, con
otro interés del Centro. Con el impulso de otro staple
(Innis, The Teaching of Economic History, 1956).
A lo largo de su vida intelectual, Innis fue
desplazando sus investigaciones a la Teoría de la
Comunicación (McLuhan, 1972) (Watson, 2006). Sin
poder marcar un corte respecto de la problemática
del desarrollo económico – más bien se trataría
de una evolución sobre sus estudios primigenios –
sus escritos se dirigen a perspectivas más globales,
teóricas y extendidas en el tiempo.
La influencia de la tecnología de la información –
involucrando tanto el soporte material de la misma
como los mecanismos sociales de transmisión – se
convirtió en el eje de sus análisis. Trazó, de esa
manera, una historia evolutiva de la Humanidad
desde los tiempos prehistóricos hasta la época
contemporánea. Desde la tradición oral de las
culturas iletradas, atravesando los diferentes tipos
de escritura e imprenta, hasta la llegada a las
transferencias electrónicas del presente, los
medios de comunicación han sido fundamentales
en la estructuración de las instituciones sociales
y políticas. Anotemos sin embargo que, para Innis
la relación no era tan simple como aparecería en
el pensamiento de McLuhan, quién sostenía cierto
determinismo tecnológico expresado en la frase
“el medio es el mensaje”. En cambio, existiría un
complejo intercambio entre los medios y la sociedad.
Una parte esencial del estudio de las formas de
comunicación se relaciona con la manera en que se
establecen los intercambios sociales de información,
que complementa el examen innisiano sobre
los condicionamientos impuestos por el soporte
material.
A partir de estas categorías, Innis establece distintas
etapas en la evolución de los medios de comunicación.
La primera de ellas, remite a la dicotomía primitivo/
civilizado, tan utilizada en la filosofía política de los
siglos dieciocho y diecinueve. Como en la mayoría de
aquellos que introdujeron la noción en sus estudios,
la fase inicial, primitiva, indica tanto el comienzo
de la evolución – y por lo tanto del aumento de la
complejidad de la vida social – como una lenta caída
del hombre desde la feliz ingenuidad primitiva.
Descenso que se encuentra incluido no solo en
nuestra conocida versión del Génesis, sino también
en la Edad de Oro de Hesíodo y toda una tradición
numerosa y heterogénea que informa la Antigüedad
y el Medioevo.
En épocas más cercanas, Rousseau atribuye los
males del hombre a la organización política y su
cristalización en formas estatales. Esta visión que
contrapone un pasado remoto idílico y virgen,
con la organización cada vez más compleja y
crecientemente injusta, es compartida también
por los padres fundadores del marxismo y por la
literatura anarquista. En el comunismo primitivo
o en las asociaciones humanas iniciales ácratas, la
ausencia de propiedad privada y del mecanismo
coercitivo que la sustenta – el estado, instrumento
de la clase dominante – permitiría la coexistencia
social sin la explotación de unos sobre otros.
Al mismo tiempo – como observamos claramente en
el marxismo, pero no solo en él – la caída del hombre
primitivo implica el comienzo de la evolución y
la creciente complejidad de las sociedades. Este
devenir es compulsivamente fraccionado en fases,
que pueden implicar:
• La redención del hombre, a través de distintos
mecanismos. Entre ellos mencionaremos la
intervención divina tal como aparece en la
cosmovisión cristiana, la superación comtiana
por medio de la ciencia positiva, la revolución
marxista – que supone un triunfo de la tecnología
– y el nuevo orden anarquista, que implica por el
contrario una vuelta al orden natural primitivo.
• La condena irremediable de la especie humana,
tal como aparece en las visiones de Hesíodo y
de varios integrantes de la Escuela Histórica
Alemana, principalmente Roscher. En Hesíodo
el aumento de la maldad es progresivo. En el
economista alemán, en cambio, la decadencia
remite a la comparación biologista: las sociedades,
como los seres vivos en general, atraviesan etapas
de juventud, adultez, envejecimiento y muerte.
Si tuviéramos que ubicar a Harold Innis en alguna de
las dos tradiciones, claramente sería en la segunda.
Su escepticismo involucra no sólo la Teoría de la
Comunicación sino también la inicial Staple Thesis.
Expliquémoslo desde estas dos perspectivas.
Cite este artículo como: Cerra, Á., (2014). Los orígenes del determinismo tecnológico en Comunicación y Economía. Revista de Investigación Silogismo,
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SILOGISMOS DE INVESTIGACIÓN | Comunicación, lenguaje y tecnología
Para el canadiense, en el principio no fue el Verbo,
sino la Tradición Oral. Las sociedades que se basan en
la comunicación oral, tienden a ser conservadoras y
cerradas. Si bien algunos autores consideran que no
existiría en Innis la nostalgia por esa época dorada de
las sociedades iletradas, un examen más exhaustivo
de sus ideas nos permite desmentir ese juicio. Solo
la comunicación oral posibilita el diálogo, impide la
acumulación de poder mediante el monopolio del
conocimiento y limita las posibilidades de distintas
formas de imperialismo. Quizás las organizaciones
sin escritura fueran profundamente injustas y
estuvieran habitadas por personas supersticiosas
e ignorantes. Sin embargo, esas personas podían
interactuar, compartir valores y creencias con sentido
de comunidad.
A partir de la aparición de la escritura, en cambio, se
construye la memoria trans -personal, que favorece
el pensamiento abstracto y con él, la ciencia y la
matemática. Las relaciones sociales se traducen en
leyes de distinta naturaleza que explican la vida
cotidiana y los vínculos entre los seres humanos.
Aquí, cabe acotar que los medios de comunicación
escritos presentan diferencias importantes que
permitirían explicar la evolución de la Humanidad
en la Historia sobre la base de los distintos soportes
materiales de la información y de los mecanismos
de su transmisión. Básicamente se establece la
distinción entre sociedades dónde dominan los
medios – tiempo y aquellas controladas por los
medios – espacio.
Aquéllas sociedades que se basaron en soportes
materiales de información durables de difícil
transporte, como la piedra, la arcilla o el pergamino,
se consideran controladas por los medios – tiempo.
Como las culturas orales, se orientaban por la
tradición, con especial énfasis en la costumbre, la
continuidad, la comunidad y lo sagrado. Se oponen
al individualismo y a la crítica.
Sin embargo, a diferencia de las sociedades que
se sustentan en la comunicación oral, estos grupos
humanos ligados por los denominados medios
– tiempo, conformaban jerarquías dominantes
tales como las élites sacerdotales del Antiguo
Egipto, Babilonia o de la Europa Medieval. Esta
casta de religiosos integraba una poderosa clase
que tenía acceso exclusivo al conocimiento, - en
términos de Innis, monopolios de conocimiento- ,
constituyendo una herramienta fundamental para
regular – y justificar- la explotación de la mayoría
por una minoría privilegiada. La división del trabajo,
acompañada por la construcción de un calendario
basado en los ciclos estacionales, era el instrumento
angular de la opresión.
Según Innis, los imperios basados en medios
– tiempo, frecuentemente sufrieron ataques –
que eventualmente los
llevarían al colapso-,
con la introducción de un medio más liviano de
comunicación que alteraba la naturaleza de las
instituciones. Así, el Imperio Romano sólo pudo
expandirse gracias a la anterior difusión del papiro
por los egipcios. Más famosa, también más citada,
resulta la eliminación de la cultura medieval
basada en el latín, por la aparición del papel y de la
imprenta. Florecieron así, una pluralidad de nuevos
centros de conocimiento, facilitando la ruptura del
círculo cerrado de los monasterios y promoviendo
la escritura – y por lo tanto la reflexión acerca de
lo – nacional.
La inflexibilidad de los medios basados en el tiempo
tensaba el sistema social ante la aparición de un
nuevo soporte material para la transmisión de la
información. Esta rigidez explicaría su desaparición
catastrófica, a pesar de una corteza de solidez.
A diferencia de las sociedades que se sustentaban en
los medios – tiempo, aquellas civilizaciones articuladas
a partir de los medios – espacio, estaban dirigidas
al presente y al futuro, facilitando la conformación
de imperios expansionistas que sometían áreas
marginales. Estos imperios se caracterizaban por la
administración de grandes distancias, la autoridad
política compleja, el crecimiento de instituciones
seculares y la creación de ciencia abstracta y de
conocimiento técnico. Los rasgos precedentes,
conllevaban la pérdida del sentido de pertenencia,
de comunidad y favorecían el ascenso a nuevas series
de monopolios de la información, que se distinguían
claramente de aquellos que habían dominado los
imperios tradicionales (Innis, 1950).
En la época de Innis - la primera mitad del siglo
XIX - los medios de comunicación basados en el
espacio habían asumido una influencia que no tenía
antecedentes. Al mismo tiempo que la información
se encontraba potencialmente disponible y
eventualmente existía un movimiento que favorecía
la democratización, se dibujaban tendencias a
restringir el conocimiento mediante su parcelación
y control por parte de instituciones político –
académicas.
Las naciones más ricas, eran – aún lo son - capaces
de explotar esta tecnología y, al tiempo que
introducían a otras regiones dentro del nuevo
paradigma comunicacional, extendían su imperio de
información. Las propiedades del medio dominante,
entrelazado con la estructura institucional preexistente, no solo facilitaba el conocimiento: también
concedía poder. Se ubicaba de tal manera, que el
medio servía a intereses particulares y resultaba
inaccesible para la mayoría de la población. Esto es
tan cierto para la Europa capitalista que emergió con
la utilización de la imprenta, como para teocracia
babilónica que incorporó la escritura cuneiforme
sobre tabletas de arcilla.
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Vol. 1. No. 14. Año 8 | Julio—diciembre de 2014.
ISSN 1909-955X
Existe en Innis un cierto escepticismo sobre la
posibilidad de escapar de los monopolios de conocimiento, con la respectiva carga de desigualdad
y explotación. Por ejemplo: cuando la imprenta
desplazó a la cultura medieval sustentada en el
pergamino y la concentración en pocos puntos
del saber fue reemplazada por una pluralidad de
nuevos centros intelectuales – que incorporaron a un
número mayor de interlocutores – se desarrollaron
nuevas restricciones sobre cuál era el contenido
aceptable, conformando una modo distinto de
control social. El economista canadiense carece de
una visión utópica sobre la posibilidad de un futuro
igualitario libre de tales restricciones. A lo sumo, se
propone señalarlas para impedir los casos extremos
de desigualdad y alienación.
La radio era en su época el medio por excelencia.
Tenía – en la visión de Innis– un efecto paradójico,
si observamos su influencia en las zonas rurales.
Por un lado, los agricultores obtenían información
actualizada sobre los mercados de comercialización
de cereales y podían negociar en mejores condiciones
con acopiadores y compradores de peso. Pero por
otra parte, el nuevo medio se imponía sobre estas
sociedades y les transmitía los valores culturales que
sustentaban el sistema socio – político vigente. Así,
se instalaban nuevas necesidades y nuevos hábitos
de consumo que transformaban al productor rural
en un engranaje más – integrado y pasivo– del
conglomerado económico y social (Innis, 1950).
Justamente, los últimos escritos de Innis son
fuertemente críticos de la dominación de los mass
media americanos. Postulan consolidar la identidad
canadiense, definiéndola en términos esencialmente
no – estadounidenses. El Imperio Americano de la
Información, empobrecía la capacidad de reflexionar;
resultaba imposible escapar a la telaraña de slogans
elementales y de frases vacías de contenido.
Obsérvese que Innis mantiene una posición similar
– escéptica - en cuanto a la consideración de la
“Staple Thesis”, lo que ha dado lugar a referirse a
ella como la “Trampa del Staple”. El bien primario
exportable, tiene un efecto ciclónico sobre la
economía y la sociedad de un país y resulta muy
difícil manejar la transición desde la producción
basada en la exportación de productos primarios a
la industrialización autónoma.
Esbozando un cierto fatalismo, Innis se preocupa más
en mostrar los daños ocasionados por la economía
de exportación de bienes primarios y en predecir un
aumento constante de la dependencia canadiense,
que en sugerir políticas económicas concretas. En
el tema comunicacional, existe una predisposición
parecida: augura un futuro progresivamente más
sombrío.
Conclusiones: aplicando las categorías de
Hayden White
Hemos mostrado que la obra de Harold Innis,
aparentemente heterogénea, guarda una cierta
continuidad. Algunas líneas de su pensamiento
no lo abandonan jamás. Por ejemplo, en cuánto al
modo de tramar, es evidente que la estructura de
sus relatos corresponde a la tragedia: el hombre
nada puede hacer para escapar de un destino que se
encuentra escrito y del cuál es un juguete, una hoja
en el viento. Encerrados en la trampa del staple o
asfixiados por el avance descomunal de los nuevos
medios, cada vez más omnipresentes y eficaces en su
tarea de alejar a los hombres del diálogo personal y
de la pertenencia comunitaria, los seres humanos no
tienen salvación. Es inútil buscar en el investigador
canadiense propuestas superadoras, soluciones
concretas o utopías redentoras. El determinismo
tecnológico condiciona la vida de los pobladores
originales y actuales del Canadá y la humanidad
asiste impotente al irrefrenable avance de los medios
de comunicación.
No puede afirmarse que la determinación sea
meramente material. Si bien las características del
bien primario exportado, modelaban la sociedad y la
política canadiense, la articulación y su explotación
eran derivaciones de las fluctuaciones de los mercados
externos. Como observan distintos autores, mientras
Frederick Jackson Turner postuló el crecimiento de
la nación estadounidense en la experiencia de la
frontera y el contacto de la civilización europea con
el medio salvaje, Innis subrayó la persistencia de
los europeos en extender mercados y poblaciones
luchando contra la naturaleza. El primero destaca
como la geografía imprime su carácter a una
nueva sociedad; el segundo, como la vieja sociedad
originaria se empecina – exitosamente – en sortear
los obstáculos que el ambiente natural impone a su
expansión.
En el campo de la Teoría de la Comunicación también
la noción de “medio” involucra algo más que el
soporte material. Un complejo tejido de relaciones
de poder, élites controladoras del saber y estructuras
políticas, interactúan con él. La acción y reacción
provocadas por las innovaciones comunicacionales
constituye el nudo de la obra de Innis, así como la
decadencia y emergencia del staple informa sus
escritos económicos.
¿Por qué, si el análisis de Innis escapa al determinismo
material, la insistencia en la noción de tragedia para
caracterizar la trama de su relato? La respuesta se
funda en su insistencia en el carácter irremediable – y
catastrófico podríamos agregar – de los cambios. Las
sociedades asisten pasivamente ora a la emergencia
de un nuevo staple, ora a la eclosión de un nuevo
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SILOGISMOS DE INVESTIGACIÓN | Comunicación, lenguaje y tecnología
medio de comunicación. Lo único que pueden hacer
es padecerlos, adaptarse y esperar – décadas si trata
de un staple, siglos si nos referimos a un soporte
comunicacional – su decadencia y reemplazo.
La tragedia es aún más marcada que en otros
historiadores que han recurrido al mismo género
literario para el tramado, por su carácter abso136
lutamente Marx, por ejemplo, remite a la opresión
de explotadores y explotados como explicación de la
tragedia e incluso determina etapas sucesivas en este
camino. En cambio, para Innis, tanto la secuencia
en la aparición de staples o de nuevos medios de
comunicación, no responde a regularidad alguna.
Los hombres aparecen como diversiones de oscuras
deidades y lo único que pueden hacer es adaptarse,
sufrir o morir. La afirmación anterior no significa
que el canadiense no postule algún tipo de orden
en el comportamiento humano, sólo subrayamos su
carácter reactivo y compensatorio.
materiales de la comunicación tanto con medios
escritos como visuales, proporcionan al mismo
tiempo la posibilidad de conocer para las grandes
masas – ponderaremos de qué manera este hecho
no se sigue necesariamente – como la pérdida de la
vinculación personal entre los seres humanos que
establecía la oralidad. Otra ley derivada de los textos
de Innis, consiste en la afirmación que a mayor
extensión espacial del medio de comunicación, más
fuertes y sofisticados son los mecanismos de control,
los monopolios de conocimiento. Por ejemplo, la
difusión potencial de la información en las sociedades
modernas, generaría relaciones más democráticas a
partir de la expansión mediática. Sin embargo, la
diadema intelectual de la Universidad de Toronto
observaba una degradación de los medios a través
del avance del mercado en los periódicos de gran
circulación, que promovían, crecientemente, los
grandes titulares, el aumento del espacio publicitario
y la disminución de las columnas de opinión.
En cuanto al modo de explicar – en términos de
White , explicación por argumentación formal –
resulta claro que Harold Innis no se contenta con
la descripción formista del pasado y que tampoco
adscribe al encuadre contextualista, separando
tajantemente una época de las precedentes y
subsecuentes para tejer un entramado relacional
pluri – causal.
Existiría un juego de suma cero que impide el progreso
humano: el incremento potencial del conocimiento
se paga con la depreciación de la intimidad y de la
vida comunitaria la mayor amplitud de los medios,
conforma una élite controladora opresiva, tanto
más sofisticada y poderosa; la generalización de los
intercambios comunicacionales en las grandes masas
puede desembocar en dictaduras fascistas.
Más compleja es – en principio y preliminarmente
– la tarea adjudicar el rótulo de organicista o
mecanicista al modo de construir su argumentación.
Aparentemente su obra contiene un cierto
organicismo derivado de la complejidad creciente de
los medios de comunicación y de las sociedades que
los padecen. Sin embargo, este crecimiento no es el
resultado de la actualización de las potencias tanto
de los medios como de las comunidades humanas.
Más bien, de manera ciclónica, intempestiva e
irregular, emergen distintas realidades que carecen
de un telos.
Finalmente, examinaremos la filiación ideológica
de Innis mediante la utilización de la tipología
propuesta por Hayden White ¿ Anarquista, radical,
liberal, conservador? En este caso la respuesta no
es sencilla y explica tanto la fascinación que ejerce
nuestro investigado como las múltiples derivaciones
de sus ideas.
El modo mecanicista de argumentación formal es
más adecuado para describir el relato innisiano.
Diferentes leyes, enunciadas con distintos grados
de precisión, lo estructuran y permiten ordenar el
análisis. La noción básica, de que las características
del soporte material explican buena parte de los
rasgos de la comunicación y de la sociedad que lo
utiliza es atrayente por el desarrollo que tuvo en la
obra de Mac Luhan, pero quizás no constituye una
formulación demasiado estricta, aún en el ámbito
de las ciencias sociales. Más interesantes para su
examen son otras regularidades postuladas por
Innis en distintas partes de su producción sobre
comunicación.
Una de ellas es la piedra angular del carácter trágico
de su narración. Los adelantos en los soportes
La insatisfacción profunda que provoca la tragedia
de las sociedades humanas, imposibilitadas y encadenadas por la sucesión de medios de comunicación
se manifiesta en la existencia de leyes compensatorias
que crean pares simbióticos: intimidad oral con
conocimiento limitado; medios escritos masivos
con standarización de la cultura; mayor potencial
democrático con mayor sofisticación y control de la
información, entre otros. Esta insatisfacción podría
adecuarse a la adopción por parte de Innis de una
ideología radical o anarquista, nunca serenamente
conservadora, e improbablemente liberal.
La respuesta es sorprendente y refleja claramente
la tensión entre el ciudadano Innis, la genialidad de
sus percepciones y la insuficiencia de sus propuestas
tanto en política económica como en reforma social.
Un aire anarquista se desprende de sus escritos, la
nostalgia sobre las relaciones personales en las zonas
rurales, cierta fascinación por la vida natural que lo
acompañó toda su vida. Sin embargo, esta preferencia
Revista semestral de investigación de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo - CIDE
Vol. 1. No. 14. Año 8 | Julio—diciembre de 2014.
ISSN 1909-955X
de tono es sólo eso: una inclinación que no se traduce
en prescripciones para terminar con la sociedad de
su época de manera revolucionaria regresando a un
pasado bucólico. Tampoco adhiere al radicalismo
que implica una revolución social, conclusión que
sería el lógico corolario de la tragedia mecanicista
de su relato histórico, tal como había sucedido con
Marx. En ese sentido, Innis vive atormentado por la
oscuridad de su diagnóstico y las prevenciones que le
ocasiona el devenir de la comunicación. Pero rompe
con su medio académico de manera definitiva y se
comportará como liberal: propondrá algunos cambios a través de los mecanismos institucionales y
defenderá la democracia, de la que promueve su
auto – depuración.
la argumentación de tipo mecanicista para explicar
el cambio social – o las inmanencias humanas – en
términos de compensación o reajuste, completando
un panorama sombrío en torno a las posibilidades
reales de la libertad del hombre. Su posición de
eterna disconformidad y la moderación en sus
propuestas – que no coincide con la negrura
de su lectura histórica – le aseguraron tanto la
incomprensión de sus contemporáneos como la
fascinación actual por la tensión no resuelta entre
las negativas conclusiones de su reflexión intelectual
y el compromiso democrático que lo impulsaba a la
reforma dentro del marco de las instituciones.
Esta contradicción entre el carácter trágico de su
obra y la moderación de sus propuestas conforma la
personalidad de Innis: demostró como a lo largo de
la historia la libertad era imposible, pero la perseguía
por el mismo sistema que la había encadenado.
Innis, H. A. (1956). Canadian Economy and the Depression. En H.
A. Iniis, Essays in Canadian Economic History. Toronto: University
of Toronto Press.
La tensión inicial del creador canadiense, ha
permitido dos modos de relacionarse con su obra.
Por un lado, florecieron las críticas desde el presente
sobre sus insuficiencias y contradicciones, en un
ejercicio intelectual estéril. Por otro lado, germinaron
semillas tan distintas de su pensamiento como la de
Marshall Mc Luhan y su aldea global o la escuela
nacionalista de economía política de Canadá, que
tan influyente fuera en las décadas de 1960 – 1970.
De ambas se puede decir que no han sido muy
fieles al legado innisiano. Mac Luhan postulaba un
futuro venturoso cuando los medios electrónicos
permitieran una real comunicación de los seres
humanos superando las limitaciones de la “Galaxia
Gutenberg”. Los nacionalistas canadienses propusieron una serie de medidas de control sobre el
capital extranjero y la participación del estado en la
vida económica y social, iniciativas que excedieron
la prédica de Innis. En algún caso, influenciados
por la Teoría de la Dependencia, han predicado la
necesidad de un cambio aún más profundo de las
estructuras políticas.
Quizás estas derivaciones de la tradición heterodoxa
del co – fundador de la “Staple Thesis” procuraron
aliviar la angustia que provoca la lectura de su
versión del devenir humano. Mac Luhan lo hizo
incorporando un “deus ex machina” que desciende
en el escenario de la tragedia del hombre de la mano
– esta vez redentora - de la innovación tecnológica.
Los economistas políticos canadienses nacionalistas,
profundizando las imprecisas iniciativas de Innis y
añadiendo otras que permitirían la transformación
de la sociedad.
Bibliografía
Innis, H. A. (1950). Empire and Communications. Oxford:
Clarendon Press.
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White, H. (1992). Metahistoria, la imaginación histórica en el
siglo XIX de Europa. México: Fondo de Cultura Económica.
En la exposición precedente, destacamos el carácter
trágico del relato de Harold Innis; su utilización de
Cite este artículo como: Cerra, Á., (2014). Los orígenes del determinismo tecnológico en Comunicación y Economía. Revista de Investigación Silogismo,
1 (14), 122-129. Disponible en http://www.cide.edu.co/ojs/index.php/silogismo.
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