TRIBUNA Situaciones de desequilibrio patrimonial en las sociedades que incurran en pérdidas Jesús Fernández García Profesor titular Universidad Complutense de Madrid Formación del patrimonio neto De todos es conocido que, en la norma contable mercantil, el patrimonio neto de una sociedad anónima española está formado por los fondos propios, que recogen aquellas aportaciones hechas por los socios desde su patrimonio personal y los beneficios obtenidos por la sociedad, propiedad de aquéllos, y que son cedidos a ésta. A estos fondos propios les restaremos el capital no exigido, las acciones y participaciones propias adquiridas a título oneroso, los resultados negativos del ejercicio y de ejercicios anteriores y el dividendo entregado a cuenta. Además, el patrimonio neto recoge ajustes de valor de ciertas partidas, pendientes de imputar a la cuenta de resultados, así como las subvenciones, donaciones y legados recibidos. No obstante, a los efectos de la distribución de beneficios, de la reducción de capital por pérdidas y de la disolución obligatoria por igual motivo, el patrimonio neto señalado anteriormente se verá incrementado en el importe del capital social suscrito no exigido, así como el importe nominal y de las primas de emisión o asunción del capital social suscrito que esté registrado contablemente como pasivo (artículo 36, apartado 1, letra c del Código de Comercio) y excluyendo las variaciones de valor en los instrumentos utilizados en las operaciones de cobertura de flujos de efectivo registradas en el patrimonio neto (Real DecretoLey 10/2008). Esto es así, por la garantía legal que representan estas partidas frente a los acreedores. pág 10 Reducción de capital social por pérdidas y riesgo de disolución En las sociedades anónimas, la situación de desequilibrio patrimonial por pérdidas viene contemplada en el artículo 163.1 del TRLSA. Éste obliga a reducir capital para eliminar pérdidas cuando el patrimonio neto es inferior a 2/3 del capital social y transcurre un año sin que la situación varíe. Es decir, que se aumente el capital social, se reduzca voluntariamente para eliminar pérdidas o se retengan beneficios del ejercicio, todo ello con el fin de romper el desequilibrio patrimonial. La reducción habrá de afectar por igual a todas las acciones ordinarias (artículo 164.1 del TRLSA), por lo que ningún accionista quedará desvinculado de la sociedad, ya que se hace sobre el nominal de las acciones, y por otro lado el activo, patrimonio neto y pasivo no se verán afectados. En caso de que el patrimonio neto sea inferior a 1/2 del capital social, la situación es más preocupante. Aquí el plazo no existe, pero la legislación permite a la sociedad reducir capital para eliminar pérdidas o ampliar capital para deshacer el desequilibrio, que resulta más adecuado para la sociedad y las personas vinculadas a ella. En otro caso, la sociedad deberá disolverse (artículo 260.4 del TRLSA). En ambas situaciones, si el procedimiento elegido es el de reducir capital, se puede dar la circunstancia de que el capital social quede por debajo de la cifra mínima, 60.101,21 euros, por lo que deberá disolverse (artículo 260.5 del TRLSA). pd « Ante la crisis, el Gobierno ha salido en defensa de las sociedades que se verán, con toda probabilidad, sometidas a fuertes pérdidas que las obligarían a reducir capital En la sociedad de responsabilidad limitada ocurre algo parecido. El caso de que existan pérdidas que dejen el patrimonio neto reducido a 1/2 del capital social, de acuerdo con el artículo 104.1.e.f de la LSRL, y cuando la reducción deje el capital social por debajo del mínimo legal (artículo 108), aunque el computo del patrimonio neto no será exactamente el mismo, porque las participaciones deberán estar totalmente desembolsadas, pueden poseer acciones sin voto, en el pasivo, pero no pueden emitir acciones rescatables, ni tampoco obligaciones convertibles. Los plazos también son distintos, así como el mínimo por el que deberán disolverse, 3.005,06 euros de capital social. Repercusiones para una sociedad con pérdidas En los momentos actuales de crisis, las sociedades ven cómo los elementos de activo están sujetos a profundas pérdidas, que deberán contabilizar y que pueden ser transitorias o irreversibles. En cualquier caso, inciden en la cuenta de resultados y, en consecuencia, en el patrimonio neto de la sociedad. Sólo en las pérdidas transitorias, y una vez desaparecido el riesgo, éstas pueden anularse en la cuenta de resultados en sentido positivo, y lo mismo en el patrimonio neto. Teniendo en cuenta que la situación de crisis tendrá una solución favorable en el futuro, el Gobierno ha salido en defensa de las sociedades que se verán, con toda probabilidad, sometidas a fuertes pérdidas que las obligarían a reducir capital. Estimando no obstante que su viabilidad futura es más que probable. pd » En este sentido, se aprueba el Real DecretoLey 10/2008 de 12 de diciembre, que entró en vigor al día siguiente. El mismo dicta una vigencia temporal de dos años, en los que las sociedades anónimas y de responsabilidad limitada no estarán obligadas a reducir capital, ni tampoco a su disolución como consecuencia de pérdidas provocadas por deterioro del inmovilizado material, de las inversiones inmobiliarias y de las existencias. Los elementos pertenecientes a las tres agrupaciones se contabilizan por su precio de adquisición o coste de producción, más los gastos necesarios hasta su disposición. Las dos primeras agrupaciones (inmovilizado material e inversiones inmobiliarias) se amortizan en función de su vida útil y teniendo en cuenta el valor residual. Además, estarán sujetas a deterioro de valor cuando su valor neto contable sea inferior a su valor recuperable. Entendiendo por éste su valor en venta, menos los costes de la operación o su valor en uso, que recoge el valor actual de los flujos de efectivo futuros esperados en el desarrollo de la actividad; se tomará como desviación para calcular el deterioro el de mayor valor. El reconocimiento del deterioro de valor supone que en el futuro los bienes amortizables se dotarán por una cantidad inferior, lo que representa un menor coste de la actividad. En el caso de las existencias se procederá a reconocer el deterioro cuando el valor realizable, teniendo en cuenta los costes de la operación, sea inferior al coste histórico. De acuerdo con las rotaciones en las ventas, lo más probable es que las existencias comerciales en almacén asumirán la pérdida como definitiva en el corto plazo de tiempo. A partir de ese momento, y para futuras compras, se supone que el pág www.partidadoble.es 11 tribuna nº 208 marzo 2009 precio de compra tendrá en cuenta el valor en venta de las mismas, por lo que deberemos de suponer que se adquirirán por un precio inferior. Diremos para terminar que, independientemente de la situación de equilibrio o desequilibrio patrimonial, la sociedad procederá siempre a registrar las amortizaciones y los deterioros de valor, aunque no recupere el valor financiero. En el caso de que la sociedad anónima acuerde reducir capital para eliminar pérdidas, de manera voluntaria u obligatoria, deberá utilizar todas las reservas disponibles al efecto y la reserva legal no podrá superar el 10% de la nueva cifra de capital social (artículo 168.1 del TRLSA). Mientras que la sociedad de responsabilidad limitada deberá disponer previamente de la totalidad de las reservas, incluida la reserva legal (artículo 82.1 de LSRL). Las consecuencias de una reducción de capital para eliminar las pérdidas son las siguientes: no afecta al activo, ni al pasivo exigible, mientras que el patrimonio neto varía sólo cualitativamente; los acreedores no se pueden oponer a la reducción de capital, por no verse afectadas sus garantías; a los accionistas les afecta por igual, sin discriminación entre ellos, salvo mención expresa por tipo de acciones. Sin embargo, las reducciones de capital tienen consecuencias para las partes: a la sociedad no le beneficia en absoluto; a los accionistas les permitirá cobrar dividendos, siempre que la reserva legal alcance el 10% del nuevo capital social, siendo el esfuerzo menor para las sociedades anónimas que para las sociedades de responsabilidad limitada; los acreedores son los más perjudicados, por el efecto que tiene el reparto de dividendos y porque la reserva legal a dotar en el futuro será menor, al ser menor la cifra de capital social. La conclusión es fácil: la reducción de capital sólo beneficia a los accionistas, no a la sociedad ni a los acreedores. No olvidemos que una sociedad que obtenga beneficios y su patrimonio neto sea inferior a la cifra de capital social estará obligada a dotar reserva legal, hasta que en el transcurso del tiempo alcance el 20% de la cifra de capital social, y el beneficio restante deberá destinarse a eliminar pérdidas (artículos 213.2 y 214.1 del TRLSA). De este modo, la sociedad aumenta el patrimonio neto y mejora su liquidez, lo que resulta positivo para la pág 12 sociedad y los acreedores. Los accionistas tampoco se verán perjudicados, sus acciones se capitalizarán en la cuantía del beneficio retenido. Alternativas al reparto de dividendos En los tiempos actuales, las sociedades que no han incurrido todavía en pérdidas y que pueden repartir libremente su beneficio podrían optar por retenerlo y destinarlo al incremento de las reservas, con lo que refuerzan el patrimonio neto y protegen el capital social. Otra opción sería ampliar capital con cargo a los beneficios y repartir entre los accionistas las acciones liberadas que les correspondan según su participación social. Esta medida beneficia a la sociedad, por la indisponibilidad del capital social, la dotación futura que tendrá que hacer a la reserva legal por el nuevo valor de referencia y esto favorece a los acreedores presentes y futuros. Con esta medida, los accionistas que no quieran prescindir de sus dividendos los pueden recuperar si venden en el mercado esas acciones que reciben, auque perderán su cuota de participación en la sociedad, cuestión que puede tener para ellos una importancia relativa, a nivel político. Hay más opciones, las acciones que se emitan con cargo a beneficios se pueden ceder a la sociedad, que las asumirá como acciones propias, sin trascendencia para los accionistas, pues su patrimonio personal no se verá afectado. A la sociedad le beneficia porque contará con una nueva forma de financiación, que es la posibilidad de proceder a su venta en el futuro. De este modo, no sólo retuvo el beneficio, sino que entran nuevos recursos por la venta de los títulos. Esto provocará el único caso en el que aumenta el activo, en consecuencia su liquidez y mejora su capital circulante o fondo de maniobra, aumenta el beneficio de la sociedad en la cuantía de la venta, lo que mejora el patrimonio neto y por todo ello se refuerza la garantía de los acreedores. Corolario Terminaremos diciendo que la medida del Gobierno nos parece positiva. Ahora sólo falta esperar que las sociedades y las personas relacionadas con ellas contribuyan a que los efectos sean positivos. Y mientras tanto pedir también a las sociedades que sean transparentes y den a conocer su situación real en el transcurso del ejercicio económico. ✒ pd