REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 Revista de revistas Sección al cuidado editorial de Gloria Gitaroff The International Journal of Psychoanalysis, Vol. 88, parte sexta, diciembre de 2007 Por Inés Gallardo de Ferrari Hardoy El número se inicia con “Mortificación narcisista del hombre que envejece”, de Martín Teising, trabajo dividido en los siguientes ítems: cuestiones de edad en el mito de Narciso, envejecer, un reto a la identidad narcisista, identidad y cuerpo, desarrollo de la identidad de género masculina, la identidad de género influida por el narcisismo fálico, crisis de la identidad de género masculina en el crecimiento, crisis de crecimiento como oportunidad de identidad masculina y el ejemplo clínico: un varón de 35 años en tratamiento psicoanalítico. Continúa el autor con ejemplos de crisis de crecimiento masculino en la literatura, revisando fragmentos de La interpretación de los sueños, Rey Lear y Edipo en Colona, con una referencia a las edades de los respectivos autores, Freud, Shakespeare y Sófocles, en el momento de escribir dichas obras. Para el autor la realización del duelo por las cualidades perdidas al crecer es condición indispensable para la transformación desde la situación de crisis hacia la madurez. “Deber una muerte a la naturaleza, la matriz prehistórica, Moisés y el monoteísmo”, de Joan Raphael-Leff, desarrolla la idea que surge de un aumento de la aparición de dos temáticas en la literatura psicoanalítica: la de la neuropsicología neonatal y, paralelamente, el aumento del interés interdisciplinario por el texto de Freud Moisés y la religión monoteísta, en el que se habla de una serie de experiencias traumáticas sufridas por el autor antes de los dos años que lo llevaron a repetir lo que no podía recordar. Es la etapa prehistórica peligrosa asociada con lo arcaico materno/femenino, relacionada por Freud con las civilizaciones egipcia y minoica-micénica en trabajos posteriores. Fernando Riolo, en “Transformaciones psicoanalíticas”, estudia el concepto de Bion del pensamiento onírico, reparando en el proceso de desciframiento de símbolos y revelación de significados inconscientes subyacentes que nunca antes habían sido verbalizados. Bion ha categorizado las transformaciones y el autor discute estas categorías, tales como “movimiento rígido”, “transformación proyectiva” y “alucinosis”. El autor ilustra sus conceptos con dos viñetas. “Ideas utópicas sobre la curación en la exploración conjunta de la supervisión” es el artículo de Andrzej Werbart en el que cura está asociada inconscientemente con regresión profunda y posterior transformación de la personalidad igualmente profunda. El autor considera que la revisión de esta idea utópica de la curación puede proveer de mecanismos distintos y más realistas sobre el tratamiento y la cura. Sería una manera de contrarrestar el “falso self analítico”. Neville Symington escribe “Una técnica para facilitar la creación de la mente”. La idea de Symington es que el crecimiento del paciente durante el análisis es sobre su propia mente y permanece subyacente u oculto a la vista. Numerosas viñetas ejemplifican su concepto. 638 En “Perdón, aceptación y expectativas” Sharhrzad Siassi despliega un concepto dinámico del perdón en el proceso analítico. El vínculo interno significativo sobrevendrá luego del perdón de las frustraciones en las expectativas en las relaciones íntimas, vividas como un rechazo y, por lo tanto, un fracaso narcisista. “Incursionando en lo inarticulado: el encuadre analítico interno y la escucha más allá de la contratransferencia”, de Michael Parsons, habla del encuadre interno en la mente del analista, al que atribuye, cuando está firmemente establecido, positivos resultados al permitir una flexibilización del encuadre externo o explícito. El uso contratransferencial de lo descripto ofrece un ejemplo de que lo que aparece como atención flotante se manifiesta con una escucha abierta y una rememoración de poemas en la mente del analista. La técnica está inspirada en la obra de Seamus Heaney, quien consideró en 2002 que la lectura en voz alta de poemas tiene mucho que aportar a los analistas. Klauber dijo al respecto, recuerda el autor, que hay una técnica y un arte del análisis. Con viñeta ejemplificadora de una semana en el tratamiento psicoanalítico de un paciente. “Pensamientos sobre la violencia social extrema: el modelo literario de la peste”, de Beatriz Priel, aborda la deshumanización que evidencian tanto las masacres como las discriminaciones y los genocidios, apoyándose en tres modelos literarios de la peste. El de Sófocles en Edipo rey, el de Camus en La peste y el de Saramago en Ensayo sobre la ceguera, libros en los que se ven modelos de conducta colectiva inmoral con fenómenos de regresiones colectivas. En “Espacio y tiempo en la escucha analítica”, Rosine Joseph Perelberg compara los principios de la experiencia analítica del paciente con la inde- REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 REVISTA DE REVISTAS fensión del recién nacido o hilflosigkeit, como prototipo de la situación traumática que es origen de la experiencia de angustia. Se repasan las asociaciones entre esta experiencia y el descubrimiento de la compulsión a la repetición, la secuencia del trauma, la sexualidad infantil y el placer- displacer que dieran origen a la reformulación freudiana de la teoría formulada anteriormente. La autora ilustra con ejemplos y distingue dos tipos de interpretación: abierta y cerrada. “¿Usted es una mujer o una flor? La capacidad de experimentar la belleza”, de Annie Sweetnam, recuerda que la belleza tiene el poder de conmover, de sorprender y de transformar tanto dentro como fuera de la experiencia analítica, y ejemplifica los efectos de la belleza en analista y paciente que comparten la experiencia estética en un tratamiento psicoanalítico. La bibliografía es amplia e incluye a Bollas, Bion, Klein, Freud, Winnicott, Meltzer y Levine, entre otros, además de poetas y narradores como Rilke, Keats y Thomas Mann. En “Aprendiendo de la experiencia: el concepto de rêverie de Bion y la meditación budista”, Ester Pelled encuentra paralelismos entre Bion y Buda en su concepción del desarrollo o crecimiento mental mediante la experiencia. Bion lo denomina “atención” y el budismo, “conciencia plena”, y luego compara el estado de rêverie con la ecuanimidad. El objetivo de la meditación budista es similar al de rêverie en el sentido de que ambos están más allá del deseo, trascienden las restricciones y amplían la capacidad de conocer cualquier cosa mediante una técnica disciplinada. “La influencia de la traumatización extrema en el cuerpo, la mente y las relaciones sociales”, de Bent Rosenbaum y Sverre Varvin, caracteriza al traumatismo extremo con sus secue- 639 REVISTA DE REVISTAS las de impotencia, ansiedad, pérdida de confianza básica y fragmentación de expectativas de vida en el traumatizado. Los autores reflexionan sobre el material clínico aportado por Hassan, un refugiado en Europa que padeció cuatro años en un campamento de refugiados en el desierto en su país natal, entre los diez años y los últimos de la década, cuando su padre fue ejecutado como opositor y su hermano, desaparecido. En el artículo se destacan las peculiaridades y complejidades de la transferencia y la contratransferencia en situación tan diferente de las que se suponen habituales y que implican diferente relación entre el cuerpo propio y el otro, la dimensión sujeto-grupo y la dimensión sujeto-discurso. En sección Paneles, “Reflexiones psicoanalíticas sobre el cuerpo en el racismo, la homofobia y la misoginia”, Isaac Tylim y Janice S. Lieberman, moderador y relatora respectivamente del panel sobre el tema del título, relatan las contribuciones a los temas tratados, destacando al inicio la necesidad de mantener la mente fría para lidiar con los temas del racismo, la homofobia y el racismo que la revolución cibernética acercó en los finales del siglo xx al presentificar el cuerpo, vivo o muerto, desgarrado o entero, blanco o negro, femenino u homosexual. Para Tymlin, en la llamada por Sontag “sociedad del espectáculo”, la globalización de las diferencias ostensibles modifica nuestra concepción del nosotros y los otros. Seguidamente, los autores relatan las intervenciones de Janine Puget, Ruth Stein e Isidoro Berenstein y otros, seguidas por una animada discusión de los temas entre los panelistas y la audiencia; arriban a la conclusión de que los psicoanalistas no pueden intentar comprender la mentalidad fundamentalista en términos de neurosis o psicosis. Estas categorías serían insuficientes. Para el moderador, sin em- bargo, los analistas compartimos con los fundamentalistas la naturaleza biológica, puesto que todos somos humanos. Luego de la sección Cartas a los Editores, este número del Journal cierra con la sección “Reseñas de libros”, donde se comentan algunos aún no traducidos. *** Journal of the American Psychoanalytic Association, Vol. 48, 1, 2000 Por Herminia López de Parada Durante los tres últimos años nuestra revista publicó, en todos sus números, comentarios sobre los artículos del Journal of the American Psychoanalytic Association entre 2004 y 2007. A partir de 2008, por cambios administrativos en esa revista, se interrumpieron, al menos por el momento, los envíos a APA. Por ese motivo decidimos publicar una reseña del número 1 del año 2000, ya que consideramos que sus artículos tienen plena vigencia en este momento. El editor de este volumen, S. M. Abend , en “La técnica analítica hoy”, presenta los trabajos que tratan el tema. Recuerda que, así como Freud introdujo cambios teóricos a medida que avanzó en su práctica clínica, también surgieron visiones diversas entre los primeros psicoanalistas. Algunos, como Adler y Jung, se apartaron de las enseñanzas del maestro, mientras que otros, como Ferenczi, concedieron mayor importancia a la relación paciente-analista con una transformación en el resultado del análisis. Hoy se hace evidente una nueva forma de definir la técnica analítica como consecuencia de un espectro más amplio 640 de opiniones y un espacio para el diálogo entre psicoanalistas que adhieren a diversas corrientes de pensamiento dentro del mismo psicoanálisis. Los trabajos de este número representan algunas de las posturas sobre la teoría de la técnica, así como también las controversias que generan. W. Poland escribe “El analista como testigo y como otro”. Confiesa que hoy como ayer cree que la interpretación de las resistencias y defensas constituye el núcleo de un buen análisis. Sin embargo, en los últimos años descubrió el valor de otra función analítica que, aunque no tan específica como la interpretación, es fundamental: la del analista como testigo que reconoce la importancia de la investigación que hace el paciente y permanece atento sin ser intrusivo con su palabra; tiene una presencia silenciosa aunque activa. El atender y escuchar sin la obligación de interpretar complementa la labor analítica. Esta actitud nació con la respuesta empática y el holding, pero ahora se avanza para reflejar una creciente autodefinición y una auténtica preocupación por el otro. La posición del analista como testigo es más observable en la etapa final del análisis y muestra la conexión entre la autodefinición y toda la trama de interconexiones humanas. Poland nos explica cómo surgieron estos conceptos en su práctica clínica. Nos relata cómo el trágico trauma de una joven lo obligó a reconocer la esencial soledad de esta paciente durante la hora analítica y lo llevó a descubrir que en todo proceso analítico puede ocurrir algo similar que escapa a la presencia contenedora y a la resonancia empática del analista. Comprendió que era importante para su paciente que él sirviera como “otro”, alguien a quien pudiera sentir que reconocía el valor de su lucha interna y era testigo de su angustia y sus esfuer- REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 REVISTA DE REVISTAS zos para superar el trauma. “[…] era importante para ella que yo la viera como una persona real, separada, alguien sufriendo sola” (pág. 19), dice Poland. Cuando lo leíamos nos preguntábamos si esa función no la podría cumplir un amigo, pero el autor luego aclara que solo en el proceso analítico se pueden armar todas las piezas para culminar en un insight. “Ser testigo” se refiere a la actividad analítica de tomar lo que el paciente trae sin un accionar activo, aunque sí manteniendo una presencia observante que pueda ser reconocida por el paciente como una persona separada y no solo como un objeto de la transferencia. Separación y respeto por la autonomía del otro son fundamentales para la función de testigo que se desarrolla a partir del holding, pero que además implica permitir alejarse y el respeto por la soledad esencial del paciente. El analista acompaña la emergencia de las fuerzas del inconsciente y así facilita el insight. Esta actitud del analista cambia la relación con el paciente; percibe las reacciones de este que lo implican en el proceso, pero comprende que se trata de dos personas separadas aunque estén alerta y sean sensibles el uno al otro. Ser testigo implica un cambio en la relación analítica que se basa en la separación y en la negación de una unión deseada o fantaseada. La función analítica solo se puede cumplir cuando se siente la separación. La capacidad para apreciar el propio self y al otro constituye un único fenómeno de crecimiento visto desde ángulos diversos. Ser testigo implica cuidado y respeto por el otro, que no es de ningún modo indiferencia. Poland considera distintas posiciones acerca de la intersubjetividad, una como interacción, cuando se refiere a un flujo emocional entre ambas partes, y otra como un campo unificado, REVISTA DE REVISTAS una unidad esencial, una díada singular. De acuerdo con estas afirmaciones, el individuo no existe fuera de la trama de relaciones intersubjetivas. Aquí Poland recurre a la filosofía para apoyar su tesis. Seis discutidores desde diversos campos del conocimiento leen el trabajo y aportan sus conclusiones. Resumiré las críticas de J. Ahumada y A. Green, por tratarse de autores más conocidos en APA. J. Ahumada parte de la la metapsicología y, para poder clarificar y ubicar el artículo de Poland, recuerda los modelos psicoanalíticos de Budapest y de Berlín y la línea que siguió a Melanie Klein. Distingue en el texto de Poland tres puntos de vista; una psicología intrapsíquica unipersonal, una psicología bipersonal basada en la interacción de dos sujetos separados y una relación bipersonal a partir de la interacción emocional como desarrollo de una díada singular unificada. Esta no es una idea novedosa, se la puede rastrear en la filosofía de Heidegger y dentro del psicoanálisis en Ferenczi. Para Poland no se oponen la visión de “personas separadas” y la de “persona unida”. Se juntan en la idea de un proceso analítico entendido como una relación madurativa a partir de la diferencia entre el self y el otro, pero insiste en que lo que pudiera parecer “persona separada” puede ser una “falsa otredad”. Ahumada agrega que en la sociedad actual se arman defensas miméticas para protegerse del sufrimiento que impiden una evolución sana, desde la unión fusional hasta la capacidad de diferenciación self-otros. El modelo analítico propuesto por Poland pone a prueba las defensas omnipotentes del paciente cuando se enfrenta con el dolor y la pérdida, así como el analista tiene que enfrentarse con sus propias resistencias. 641 Este comentador nos advierte que un excesivo énfasis en la intersubjetividad puede redundar en una simetría psicoanalítica que interfiera en la observación del analista y en el desarrollo de una gradual autoobservación por parte del paciente, y se corre el peligro de convertir al proceso analítico en interminable. El comentario de A. Green es una clase magistral que ilumina el artículo de Poland y facilita su lectura y comprensión. Ubica los ejes teóricos de Poland dentro de la historia del pensamiento psicoanalítico y puntualiza las referencias filosóficas que presenta el trabajo. La situación psicoanalítica supone un trabajo de a dos. El analista aporta las estrategias que dependen de su concepción del proceso analítico junto con sus características personales. Hoy existe un amplio consenso sobre la influencia que las actitudes del analista tienen en el curso y resultado del tratamiento. Green historiza las distintas formas que fue tomando la relación analítica. Los escritos de Freud revelan algo de su autoritarismo, así como también, a veces, la falta de neutralidad que preconizaba. Estos temas lo llevaron a discutir con Ferenczi, quien no compartía la actitud rígida y artificial que Freud recomendaba. Diversos modelos impregnaron las actitudes de los analistas, y así fue como los distintos sectores de la comunidad psicoanalítica adoptaron una variedad de técnicas. Las ideas de Poland tienen que ser comprendidas en el marco del debate de los psicoanalistas en los Estados Unidos, donde el movimiento intersubjetivista recibió una amplia adhesión. El intersubjetivismo critica la pretensión de ofrecer interpretaciones objetivas, desconociendo el peso de la contratransferencia. Las ideas de Po- 642 land se ubican en una tercera posición entre los que creen en el valor “objetivo” de las intervenciones del analista y los que las consideran como el resultado de una interacción intersubjetiva. Para Poland, el “ser testigo” ofrece una doble ventaja, ya que el paciente puede lograr su autodefinición y al mismo tiempo puede reconocer el lugar del otro. Así se enriquece el concepto de neutralidad. Green concuerda con la posición de Poland, pero tiene una visión distinta sobre la actitud del analista. No entiende por qué Poland insiste sobre el reconocimiento de la individualidad del paciente si este es uno de los principios éticos de nuestra disciplina. Green subraya que las interpretaciones son hipótesis de trabajo y que el analista siempre debe preguntarse si no está influyendo en el paciente con sus puntos de vista. El análisis depende de una comunicación mutua. Cuando el analista escucha el mensaje se produce un movimiento que Green denomina la objetividad de la subjetividad, la cual asegura una distancia emocional óptima aunque, por supuesto, no garantiza la total objetividad pero se acerca al concepto de Poland del analista como testigo. Este es sin duda un estado paradójico que consiste en identificarse con el paciente sin fusionarse. Para clarificar algunas ideas de Poland, Green introduce la diferencia entre los conceptos de otro y objeto. Ambos tienen una complicada historia, pero es importante marcar que no se los puede reunir en un único concepto teórico. En este artículo, el otro está en relación con la idea de self. En cambio, en las teorizaciones de Green, el otro se relaciona con un sujeto “porque solo un sujeto puede concebir la idea de otro” (pág. 61). El otro es alguien que, aunque diferente, posee los mismos atributos que el sujeto. Esto encierra una paradoja, porque para REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 REVISTA DE REVISTAS muchos autores el otro es concebido como un semejante, aunque es distinto por definición y, por lo tanto, extraño y desconocido. Green critica el uso de las referencias sobre el pensamiento de Husserl, Heidegger y Levinas que Poland introduce en las teorizaciones psicoanalíticas. Estos filósofos desarrollan sus ideas desde una perspectiva no genética; para ellos el otro pertenece a la esencia misma del ser humano, mientras que para Poland es indispensable el punto de vista genético porque sus ideas surgen del proceso madurativo de separación-individuación de la díada madre-infante. Finalmente llega el que, según Green, es el punto central del trabajo de Poland, la articulación entre lo intersubjetivo y lo intrapsíquico. Este es un tema que atañe al psicoanálisis contemporáneo, que tiene que proponer una concepción coherente sobre esta relación. Green concede que en algo coincide con Poland, pero ve el problema desde una óptica diferente. Rechaza la idea de una relación primaria exclusiva de la díada madre-infante porque la figura del tercero, el padre, está desde un comienzo en la mente de la madre. Por lo tanto, el desarrollo supone el pasaje de una relación de dos con un tercero potencial a una relación de tres que incluye también las diferencias sexuales entre los padres y las diferencias generacionales. Esto es muy distinto de las propuestas filosóficas, donde el papel de la sexualidad está ausente. Otro tema de extrema importancia para Green es el concepto de pulsión, ya que si bien Poland le otorga un espacio en su concepto de self, Green se pregunta si le asigna el mismo peso que Freud. También critica con severidad a los analistas que le restan importancia al accionar pulsional y se permiten idealizar la mente humana. REVISTA DE REVISTAS En todos los campos de investigación la visión del observador puede llegar a oscurecer y hasta distorsionar la realidad. Entonces en el psicoanálisis, donde la personalidad del analista desempeña un rol preponderante, es el primer problema que se presenta cuando se quiere estudiar un fenómeno como la contratransferencia. H. F. Smith, en “Escucha conflictiva”, trata de ver cómo se puede abordar la contratransferencia con cierta fidelidad. La primera razón de la oscuridad y complejidad que ofrece el estudio de la contratransferencia reside en la mente del analista, con sus propios conflictos que pueden enriquecer o retardar el trabajo analítico; también en los deseos y necesidades del analista que se infiltran en la relación. Smith hace una historia crítica del concepto de contratransferencia. Después de las referencias a la obra de Freud llega a los años 50, cuando se publicaron varios trabajos sobre el tema. Es muy conocido el aporte de P. Heimann dentro de una teorización kleiniana. Annie Reich fue quien en 1951 definió la contratransferencia como “los efectos de las necesidades y conflictos inconscientes del propio analista en su técnica” (pág. 97). Guiada por su trabajo clínico, destaca su valor y distingue la contratransferencia desexualizada y sublimada de las que revisten formas patológicas. La definición de Heimann es más amplia e incluye todos los sentimientos que el analista experimenta con respecto al paciente, pero cree que la contratransferencia es una creación del paciente, con lo que parece no reconocer los conflictos personales del analista. En nuestros días muchos analistas, desde perspectivas diversas, opinan que la contratransferencia es una creación conjunta de analista y paciente. Para Smith, podría pensarse en 643 una definición amplia que favorece lo consciente sobre lo inconsciente y una perspectiva más estrecha que se centra en el conflicto. Rescata y valora el trabajo de Racker y explica los conceptos de identificación complementaria e identificación concordante. El artículo incluye un extenso relato clínico que apunta a esclarecer la contratransferencia. Finalmente, el autor dice que en la contratransferencia surgen todos los componentes conflictuales, como los afectos depresivos, la angustia, los deseos eróticos y agresivos, así como el miedo al castigo. Estos contenidos fueron poco considerados cuando se estudió el tema, excepto cuando tomaron una dimensión patológica que interfería en el proceso analítico. Se ha escrito mucho sobre el amor del paciente por su analista, pero muy poco sobre las posibilidades que tiene el analista de amar a su paciente. En un artículo agudo y conciso, que lleva el título de “Amor en la alianza terapéutica”, J. Novick y K. K. Novick abordan el tema desde la óptica de la alianza terapéutica. El artículo ilustra el papel que tiene el amor en las distintas etapas del tratamiento y cómo puede influir en los logros terapéuticos. Si bien le debemos a Freud la mejor explicación de la sexualidad humana, y a través de la técnica psicoanalítica encontró la transferencia con todos sus matices, siempre lo hizo con el foco puesto en el paciente, pero dijo muy poco sobre el amor del analista. Seguramente el concepto freudiano del amor como sublimación de la sexualidad infantil frenó los intentos de ver los sentimientos del analista. La cultura actual no es la de los tiempos victorianos y nuestra disciplina tuvo grandes cambios desde que apareció en el escenario la contratransferencia. Winnicott, en 1949, en su trabajo sobre el odio en la contra- 644 REVISTA DE REVISTAS transferencia pudo diferenciar entre amor y odio subjetivo y objetivo, y aunque entonces fue criticado, hoy se lo reconoce como un trabajo pionero en cuanto a tratar la complejidad de la situación analítica. Los autores historizan y revisan el concepto de alianza terapéutica y tratan de mostrar cómo se mantiene, aunque con matices diversos, en las distintas fases del tratamiento. Esta formulación permite resaltar ciertos aspectos patológicos de la alianza, como relaciones de poder omnipotentes o sadomasoquistas. Terminan afirmando que los cambios significativos y duraderos tienen lugar cuando el analista respeta a su paciente y puede sentir admiración y amor por él. En el mismo número aparecen otros artículos referidos a la práctica analítica, a la interpretación y a la neutralidad analítica. Todos contienen viñetas clínicas que amplían la comprensión de los temas. *** Psicoanalisi, Año LIII, Nº 2, 2007 Por Dante Codinardo “La anatomía: ¿es el destino? Propuestas metapsicológicas sobre la feminidad de la mujer”, de Amalia Giuffrida. El proceso de formación de la psicosexualidad femenina se pone en relación con las fases de la evolución de la libido, especialmente con referencia a la teoría de apoyo.1 Reconoce en la fantasmática parental, cuando las cosas van bien, la función de efracción necesaria y nutritiva para el yo infantil, que confiere una potencial figurabilidad e inscribe un camino a recorrer para las sensaciones y representaciones relativas al despertar genital femenino, REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 cuya adquisición presupone un cambio de registro simbólico. “El masoquismo: desde una posición libidinal fundamental hasta un operador de la Kultur”, de Francesco Conrotto. El autor parte del reconocimiento del masoquismo como una disposición fundante libidinal e identifica en el masoquismo erógeno la forma original en la que el masoquismo femenino sería el desarrollo fisiológico que allana el camino para la simbolización-sublimación. Por el contrario, el masoquismo moral representaría un desarrollo patológico. Transportando estos conceptos a la clínica de lo social y de lo cultural, identifica en el proceso civilizador la simbolización-sublimación de la disposición masoquista básica. La represión pulsional excesiva, por un lado, y la aceleración sociocultural característica de la modernidad, por otro, son reconocidas como factores de riesgo que pueden desencadenar un proceso que conduzca a pérdida de sublimaciones con expresión de instancias sadomasoquistas. “Freud y ‘El Braghettone’:2 ¿dónde termina la psicosexualidad?”, de Emanuele Bonasia. Subraya una cierta desaparición de la psicosexualidad en el psicoanálisis teórico, clínico y experimental. Dada la prevalencia de las teorías relacionales, en la mayoría de las cuales está ausente o es marginal la presencia de la sexualidad, se identifica uno de los factores más significativos en la resistencia de los adultos a reconocer su participación erótica en la relación con sus hijos, ya intuido por Freud en numerosos escritos. Presenta la hipótesis de que con los recientes descubrimientos de las neurociencias sea posible obtener una mejor comprensión de ciertas formulaciones freudianas sobre las pulsiones sexuales y conciliar la teoría pulsional y las teorías relacionales. REVISTA DE REVISTAS “Recordar, repetir y reelaborar un legado de Freud del psicoanálisis para el futuro”, de Fernando Riolo. A partir de las consideraciones freudianas sobre los límites de la labor de la rememoración, se consideran las formas de la repetición y la necesidad de distinguir entre repeticiones como expresiones de la represión y repeticiones que son expresión de la denegación de la realidad (externa e interna), tales como la escisión del yo, la renegación, la alucinación, el acto. De ello se desprende la necesidad de ampliar nuestro campo de la teoría para incluir lo no simbólico y las leyes que rigen las transformaciones simbólicas. En la sección Pensar lo no pensable, Anna Ferrata escribe: “¿Cambio en la imágen ética del hombre? Memoria y función mítica”. Una memoria reconsiderada desde el proyecto de futuro (Ricoeur) distingue entre el pasado como Vergangenheit (aquello que no está más) y el pasado como Gewesenheit (aquello que ha sido y sigue siendo como tal). Aquello que ha sido y no puede ser borrado es el Holocausto: la violencia presente en los grupos organizados y legalizados dirigidos al exterminio. La toma de conciencia no puede ser representada y elaborada a nivel solo individual. La investigación sobre los fenómenos de la empatía y la reflectividad (neuronas espejo) pone de manifiesto la importancia de la participación emocional contra el fenómeno de la indiferencia y la deshumanización. Esta toma de conciencia, para convertirse en universal posesión de la comunidad humana, requiere una forma común de conocimiento compartido (función mítica, Nivel Genético C en la tabla de Bion). “Ética de la responsabilidad y del psicoanálisis en el período posterior a Auschwitz”, de Valeria Egidi Morpurgo. Intentos de “pensar” eventos impensables como el Holocausto y las 645 “catástrofes sociales” reinstalan el debate acerca de la relación entre ética y psicoanálisis (J. Chasseguet Smirgel, J. Puget, S. Bauman). El pensamiento psicoanalítico, con el reconocimiento de la destructividad, y los conceptos de la culpa y la reparación, en particular en la forma desarrollada por L. Grinberg como una vocación reparadora del psicoanalista, implícitamente contiene trazas de una ética de responsabilidad (H. Jonas). “La memoria histórica y la memoria personal. Problemas de la identidad en los sobrevivientes al Holocausto”, por Diena Simonetta. Con investigaciones cada vez más rigurosas y amplias, el problema de las circunstancias históricas (materiales, técnicas, burocráticas, jurídicas) en las cuales ha ocurrido el exterminio humano ha sido suficientemente aclarado. Muy diferente es la situación en lo que concierne al significado ético y político. La investigación historiográfica, con sus documentos, no puede representar por sí misma una recuperación de la memoria y no puede sustituir aquellos recuerdos colectivos que recrean y entraman el pasado. La autora explora el concepto por el cual segundas y terceras generaciones son infectadas con el trauma de la Shoah y recomienda dar un significado diferente al tema de la memoria y la recuperación de los recuerdos traumáticos para los sobrevivientes del exterminio. Psicoanalisi publica en este número los trabajos centrales del XLV Congreso Internacional de la API, que tuvo lugar en Berlín en julio de 2007; remito al lector a nuestra Revista de Psicoanálisis, LXIII, Nº 4, diciembre de 2006, donde los encontrará totalmente desarrollados. Dicho trabajos son: “Entre el recuerdo y el destino: la repetición”, de Norberto Marucco; “Recuerdo, trauma y memoria colectiva. La lucha por el recuerdo en el psicoanálisis”, de 646 REVISTA DE REVISTAS Werner Bohleber (Alemania); “Elaborando el fin de la civilización”, de Jonathan Lear (Estados Unidos). 1 Hipótesis en la que la psicosexualidad se apoya en los rastros mnémicos sensoriales del funcionamiento fisiológico. 2 Daniele Ricciardelli (1509-1566), mejor conocido como Daniele da Volterra, fue un pintor y escultor manierista italiano que ha pasado a la historia con el nombre de “Il Braghettone”. Fue aproximadamente en 1565 cuando el papa Pío IV le solicitó que añadiera taparrabos a las figuras desnudas del Juicio Final pintadas por Miguel Angel Buonarotti en el altar mayor de la Capilla Sixtina del Vaticano. El hecho de tapar por exceso de puritanismo los desnudos pictóricos después de su realización arrastra una larga tradición en Italia. Fue actualizado por el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, quien ha mandado cubrir con un velo el pecho de una figura femenina en la reproducción del cuadro El tiempo descubre la verdad, pintado por Giambattista Tiépolo. El púdico seno se veía justo detrás del rostro de Berlusconi en las conferencias de prensa televisadas desde el Palazzo Chigi, sede del jefe de gobierno romano. Por lo visto, en este tema, después de más de cuatrocientos años no hemos avanzado demasiado. *** Revista Psyché, junio de 2007 Por Juan Carlos Weissmann Susann Heenene-Wolf, Prof. Dr. Phil. Psicoanalista didacta en la Sociedad Belga de Psicoanálisis (IPA). Profesora de Psicología Clínica en la Universidad Católica de Lovaina, realiza su práctica psicoanalítica privada en Bruselas. Posee múltiples publicaciones de artículos y libros, el último: Psi- REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIV, 3, 2008, PÁGS. 637 - 647 coanálisis por una cierta libertad (Bruselas, 2007). Presenta: “La relación fraterna. Perspectiva psicoanalítica posmoderna para la ‘horizontalización’ en el mundo vincular”. En principio, la metapsicología de Freud y sus seguidores presentada en las relaciones fraternas y su inclusión familiar. Surge la pregunta acerca de cómo la “fraternidad” puede surgir del vínculo entre hermanos, lleva a reflexiones sobre el proceso de identificación en grupos organizados jerárquica y horizontalmente. Con la “desaparición” de la función paterna y la correspondiente representación simbólica de la ley en la actualidad, se introduce un incremento de la horizontalización de los vínculos sociales. La autora discute en qué medida, desde las reflexiones freudianas sobre el desarrollo cultural, son análogas las nuevas tendencias psicoanalíticas actuales sobre la horizontalización general. Jürgen Grieser, Dr. Phil. Psicoanalista, terapeuta de familia, supervisor y docente en el Seminario Psicoanalítico Zurich (PSZ). Ejerce en el Centro Zurich en el marco de la endocrinología pediátrica. Publicaciones, entre otras, sobre temas como paternidad, triangulación, creatividad y medicina juvenil. Presenta: “Libertad y desarrollo en el espacio triangular”. Goethe ya sabía que: “Nada es más significativo en cualquier circunstancia que la intromisión de un tercero”. Él, ella o eso amplía la díada en una constelación triangular, lo que significa una ampliación de la perspectiva y un grado mayor de libertad, pero también más distancia y menor exclusividad en la relación. El símbolo intermedia entre el sujeto y lo simbolizado; el padre regula cercanía y distancia entre mujer e hijo (y al revés), la cultura extra-familiar posibilita la separación del niño de la familia. De esta forma las relaciones son 647 REVISTA DE REVISTAS organizadas a diferentes niveles y simultáneamente posibilitadas separaciones y autonomías. A esta ganancia de posibilidades evolutivas e independencia individual está contrapuesto el trabajo de duelo a realizar si se renuncia a la satisfacción en la constelación diádica. Para posibilitar el desarrollo el triángulo debe permanecer en movimiento y volver a abrirse; esto se produce, entre otras cosas, debido a que la tríada está referida al orden simbólico cultural como un cuarto. La cultura posibilita libertad en el desarrollo y simultáneamente también la limita. Ulrike May, Dr. Phil. Psicoanalista (DPV) con práctica propia en Berlín; varias publicaciones sobre historia de la teoría psicoanalítica. Última publicación: “Edith Jacobson. Ella misma y el mundo de sus objetos. Vida, obra, recuerdos”. Presenta: “Diecinueve pacientes en análisis con Freud (19101920). Parte primera: Sobre la duración de los análisis de Freud”; es presentada una nueva fuente, el calendario, en la que Freud anotaba cotidianamente qué analizandos había visto. Del calendario que documenta completamente la práctica de Freud entre 1910 y 1920 son elegidos diecinueve analizandos cuya existencia era conocida. Se trata de diecinueve hombres y mujeres (pacientes) que nunca fueron miembros de alguna sociedad psicoanalítica. Los diecinueve procesos son caracterizados y elegidos en consideración de la duración. Se constata un cambio histórico de la práctica psicoanalítica, tanto en la duración como en la densidad del análisis. La mayoría de los análisis fue muy corta y densa, una pequeña minoría, muy larga (y muy densa). Los datos son comprendidos como un compromiso entre los deseos de Freud y aquello que en la práctica era realizable. Ludger Lütkehaus, nacido en 1943. Prof. y Dr. Phil. Múltiples publicaciones sobre temas de filosofía, literatura y ciencias de la cultura. Última publicación: “Natalidad, filosofía del nacimiento” y “Freud para divertirse”. Presenta: “¿Una victoria pírrica? Retrospectiva al año Freud”, breve escrito crítico sobre lo que considera una prematura alegría sobre el casamiento del psicoanálisis y las neurociencias. ***