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TEMAS SELECTOS
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DIRECTORIO
Jesús Murillo Karam
Procurador General de la República
y Presidente de la H. Junta de Gobierno del Inacipe
Mariana Benítez Tiburcio
Subprocuradora Jurídica y de Asuntos Internacionales de la pgr
y Secretaria Técnica de la H. Junta de Gobierno del Inacipe
Rafael Estrada Michel
Director General
del Instituto Nacional de Ciencias Penales
Alejandro Porte Petit
Encargado de la Secretaría General Académica
Jorge Martínez Iglesias
Encargado de la Secretaría General de Extensión
Marysol Morán Blanco
Encargada de la Dirección de Publicaciones
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MARGARITA GRIESBACH GUIZAR
RICARDO ORTEGA SORIANO
LA INFANCIA Y LA JUSTICIA
EN MÉXICO
II. Elementos para garantizar
el efecto útil del interés superior
del niño víctima del delito
con la colaboración de
Roberto Bravo Figueroa
Daniel García Huerta
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Primera edición, 2013
Esta publicación debe un enorme agradecimiento a la Quiera – Fundación de la
Asociación de Bancos de México y a la Fundación Sertull, por su apoyo en la
elaboración del documento de trabajo “Orientaciones mínimas para un proceso de
armonización legislativa a favor de la infancia en México”, así como a sus autores:
Daniel García, Margarita Griesbach, Marcos López, Sandra Mejía, Alma Meneses,
Carlos Nobara, Ricardo Ortega, Berenice Reyes, Diego Ríos y Alejandro Rojas.
Agradecemos también el apoyo técnico de Cesia Martínez Garduño.
Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, A.C.
Edición y distribución a cargo del
Instituto Nacional de Ciencias Penales
www.inacipe.gob.mx
[email protected]
Se prohíbe la reproducción parcial o total, sin importar el medio,
de cualquier capítulo o información de esta obra,
sin previa y expresa autorización del
Instituto Nacional de Ciencias Penales,
titular de todos los derechos.
D. R. © 2013 Instituto Nacional de Ciencias Penales
Magisterio Nacional núm. 113, col. Tlalpan,
Del. Tlalpan, 14000 México, D.F.
D. R. © 2013 Oficina de la Defensoría
de los Derechos de la Infancia, A.C.
Vicente Suárez núm. 17-6, col. Hipódromo Condesa,
Del. Cuauhtémoc, 06170 México, D.F.
ISBN 978-607-7882-66-4
Diseño de portada: Victor Garrido
Impreso en México • Printed in Mexico
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CONTENIDO
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I. El principio del interés superior del niño: implicaciones prácticas
sobre la obligación del Estado frente al niño víctima del delito. . 11
El efecto útil del principio del interés superior del niño: las
obligaciones del Estado frente a la infancia. . . . . . . . . . . . . . . . 11
Definición del principio del interés superior del niño y de su efecto
útil, 14; Obligación de aplicar el principio “pro niño” en temas que
afectan a la infancia, 25.
II. El interés superior del niño y debida diligencia del Estado
frente al niño víctima del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Importancia y alcance de las obligaciones del Estado
respecto del niño o de la niña víctima del delito en el marco
del principio del interés superior de la niña y del niño . . . . . . . 29
Debida diligencia y la protección de niños víctimas del delito, 30;
Debida diligencia y prevención, detección y restitución, 35.
III. Rasgos institucionales de un Estado capaz de ejercer
debida diligencia en relación con el niño o la niña
víctima del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Debida diligencia e instituciones de Estado. . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Una política de Estado para la infancia basada en derechos, 44; Instituciones de justicia con dispositivos y procedimientos especializados para la infancia, 47; Entramado institucional ordinario obligado
en relación con los derechos del niño, 69; Un órgano especializado
para la protección y promoción de los derechos de la infancia, 72.
IV. Contenidos legislativos requeridos para dar cumplimiento
a obligaciones del Estado frente a niñas y niños
víctimas del delito. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Principios rectores para la protección de la infancia. . . . . . . . . . . 102
Reconocimiento expreso de los derechos humanos
de niñas y niños. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
Obligaciones a cargo de padres, tutores,
representantes y sociedad en general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Mecanismos de acceso a la justicia a favor de niñas y niños. . . . . 113
Órganos de infancia, 115.
Contenidos legislativos relativos a las garantías procesales . . . . . 121
Garantías procesales independientemente de la naturaleza del proceso, 122; Niñas y niños en conflicto con la ley, 126; Las debidas
garantías en el proceso penal, 128; Respecto a la toma de declaraciones, 138; Separación de los padres como medida cautelar, 139;
Niñas y niños víctimas de delitos sexuales, 140; Violencia en contra de niñas o niños, 140; Procedimientos migratorios relacionados
con personas menores de edad, 142; Centros Especializados para
niñas y niños migrantes, 144; Garantías procesales para niñas y niños migrantes, 146.
Promoción y aseguramiento de los derechos
de los niños en leyes secundarias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Medios de comunicación, 148; Educación, 149; Procedimientos
disciplinarios dentro de la escuela, 151; Salud, 154.
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
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INTRODUCCIÓN
La atención a niños, niñas o adolescentes víctimas del delito es un tema que
ha generado creciente interés en los últimos años. Su olvido no sólo provenía del mundo jurídico. Desde la pedagogía y la psicología, que han sido
disciplinas seriamente dedicadas al estudio de la infancia y la adolescencia,
se ha mantenido una enorme distancia y falta de atención a la interacción
de niño, niña o adolescente con el Derecho. Desde el mundo jurídico penal,
ha sido marcada la falta de atención colocada sobre el sujeto de derecho
cuando éste es niño, niña o adolescente.
Sin embargo, los últimos años han generado enormes avances en materia
de infancia y acceso a la justicia. Nociones que hace poco eran descalificadas como irrelevantes o indebidas, como la adecuación procesal para
la infancia, hoy gozan de reconocimiento incluso de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación por medio de su publicación del Protocolo de Actuación para Quienes Imparten Justicia en Casos que Afectan a Niños, Niñas
y Adolescentes.1
Sin embargo, a pesar de que incluso las orientaciones publicadas por la
Corte mantienen una perspectiva de derechos, de manera general dos rasgos
deficientes en el resguardo de los derechos de niños, niñas o adolescentes
víctimas del delito continúan estando presentes. El primero tiene que ver
con la persistente noción de que las obligaciones del Estado frente a la
infancia pueden ser delegadas en órganos de asistencia social. El segundo
se relaciona con una mirada estrecha de la afectación a un niño, niña o adolescente víctima del delito, considerando que la esfera de obligación orbita
sólo en aquello directamente relacionado con la procuración e impartición
de justicia.
Estas limitaciones pueden estar vinculadas a una necesaria depuración
de los derechos declarativos, que logre su aterrizaje en obligaciones concretas; es decir, que dé efecto útil a los derechos de los niños, niñas o adolescentes víctimas del delito y en particular al principio rector del interés
superior del niño.
Corte de Justica de la Nación, Protocolo de Actuación para Quienes Imparten
Justicia en Casos que Afectan a Niños, Niñas y Adolescentes, México, 2012.
1 Suprema
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
El presente libro explora la naturaleza y el alcance de la obligación del
Estado frente al niño, niña o adolescente víctima del delito. Lo que concluye es que esta obligación implica de manera directa a los actores judiciales,
ministeriales y de un amplio entramado institucional. También concluye
que la obligación se adquiere frente al niño/a y su relación no sólo con la
justicia, sino con el ejercicio íntegro de sus derechos en el momento actual
y a futuro.
El primer capítulo aborda el tema de definir el principio del interés superior del niño tanto en lo que es como en lo que no es. Se centra en determinar cuál es el efecto útil de este amplio principio y qué tipo de obligaciones
concretas significa.
El segundo capítulo explora la aplicación de este efecto útil del interés
superior del niño en la obligación de debida diligencia ante niños, niñas
o adolescentes víctimas del delito. Atiende qué implica la protección según
este principio rector, así como la prevención, detección y restitución.
Finalmente, dando un paso más hacia la concreción y a partir del análisis de la naturaleza y el alcance de la obligación del Estado, se consideran
las implicaciones institucionales y legislativas mínimas necesarias para dar
cumplimiento a tan amplias obligaciones.
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I. EL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO:
IMPLICACIONES PRÁCTICAS SOBRE LA OBLIGACIÓN
DEL ESTADO FRENTE AL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
El efecto útil del principio del interés superior del niño:
las obligaciones del Estado frente a la infancia
La existencia y la efectividad de los derechos humanos dependen del reconocimiento que de ellos haga un sistema jurídico. La declaración formal
de la existencia del derecho es el punto inicial para lograr su ejercicio y su
respeto.
Sin embargo, la mera existencia declarativa de un derecho es insuficiente
para garantizar su efectividad en la vida del individuo si no se aseguran los
mecanismos jurídicos adecuados que permitan identificar de manera puntual las obligaciones explícitas del Estado.
Las obligaciones estatales derivadas de los derechos humanos pueden
ser positivas o negativas,1 y la posibilidad de su exigencia a partir de mecanismos idóneos para ello constituye un requisito indispensable para garantizar su ejercicio y su tutela.
Además de los mecanismos que permitan garantizar la tutela de los derechos, es preciso reconocer la necesidad de asegurar que los operadores
jurídicos sean capaces de identificar, a partir del proceso interpretativo de
los derechos, las obligaciones específicas que, en una concepción amplia
de los derechos, se confieren al Estado.
La concreción de un derecho en obligaciones específicas a cargo del Estado constituye en sí misma una garantía para el individuo2 y es parte fundamental de aquello que proporciona a un derecho su llamado efecto útil.3
1 Ariel Dulitzky, “Alcance de las obligaciones internacionales de los derechos humanos”,
en Claudia Martín (comp.), Derecho Internacional de los derechos humanos, México, Fontamara, 2004, pp. 79-84.
2 Retomando el sentido de una garantía “como vínculos normativos idóneos para asegurar efectividad a los derechos subjetivos” utilizada por Luigi Ferrajoli, Derecho y razón,
Madrid, Trotta, 2005, pp. 45-50.
3 La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha reiterado la obligación de asegurar
el efecto útil de las disposiciones que protegen derechos humanos y ha reconocido la necesi-
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
De este modo, el efecto útil de las disposiciones que protegen los derechos
humanos se traduce así en aquellos requisitos indispensables para evitar que
éstos sean meras intenciones declarativas con poca resonancia en la vida
práctica.
En particular, los derechos de la infancia en el contexto mexicano se
caracterizan por su escasa concreción en obligaciones específicas del Estado, y en el alcance limitado de los medios para garantizar los derechos en
general, y en particular los derechos de niñas y niños.
Así las cosas, la sola declaración de los derechos se torna insuficiente si
no se transita hacia su reconocimiento pleno como obligaciones del Estado.
Lo anterior se traduce en proporcionar poco efecto útil a los derechos de
niñas y niños. Además de lo anterior, los cuerpos normativos nacionales
que reconocen a la infancia como sujeto de derecho suelen limitarse a una
reiteración de los derechos ya declarados en materia constitucional o convencional.4 Son pocos los ejemplos que traducen los derechos reconocidos
en obligaciones particulares, y con ello dejan enormes vacíos respecto de
cuáles son los deberes específicos del Estado frente a la infancia.
Precisamente esta ambigüedad en torno a las obligaciones específicas
se presenta con el principio del interés superior del niño. El principio goza
de un amplio reconocimiento en la legislación mexicana,5 ya que incluso
fue incorporado con la aparente intención de poner un énfasis legislativo
que se visualiza expresamente en el texto constitucional,6 pese a que ya
forma parte indirecta del mismo por vía convencional. Sin embargo, el alcance de ese principio no se esclarece más allá de establecer la obligación
dad de que tal interpretación sea verdaderamente “práctica y eficaz” y no convierta las reglas
de protección de derechos en fórmulas vacías de contenido que no tengan ningún efecto en
la práctica. Cfr. Corte Internacional de Derechos Humanos, Caso Baena Ricardo y otros vs.
Panamá, Competencia. Sentencia de 28 de noviembre de 2003, Serie C, núm. 104; Corte
idh, Caso del Tribunal Constitucional. Competencia, Sentencia de 24 de septiembre de 1999,
Serie C, núm. 55, párr. 36; Corte idh, Caso Ivcher Bronstein Competencia, Sentencia de
24 de septiembre de 1999, Serie C, núm. 54, párr. 37.
4 Gerardo Sauri Suárez, Las contradicciones de la reforma al artículo 4º constitucional
frente a la Convención de los Derechos de la Niñez, México, 2000. Disponible en http://
www.derechosinfancia.org.mx/Legislacion/legislacion6.htm.
5 Por ejemplo: Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes,
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de mayo de 2000; la Ley de los Derechos de las Niñas y Niños en el Distrito Federal, publicada en la Gaceta Oficial del Distrito
Federal el 30 de enero de 2000.
6 El principio se encuentra consagrado en el artículo 4º de la Constitución mexicana:
“[…] En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio
del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos”.
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EL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO
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del Estado de actuar en correspondencia con él, sin tener orientaciones
mínimas que permitan desplegar su mayor alcance y con ello asegurar su
efecto útil.
En la práctica, la aplicación del principio del interés superior del niño se
manifiesta de maneras sumamente diversas. En un extremo puede ser utilizado como justificación precisamente de aquellas acciones que se pretende
superar desde una perspectiva de derechos. En estos casos la autoridad se
ampara en una interpretación paternalista o tutelar de tal principio y establece que éste le permite hacer “lo que él o ella considere que es mejor para
el niño/a” de manera discrecional.7 En otras palabras, se utiliza el principio
para justificar el trato del niño como objeto de protección, no así como sujeto de derechos.8
En el otro extremo, el principio se utiliza para justificar la colocación
del niño y sus derechos, llanamente, por encima de otros derechos y otros
sujetos. En esta perspectiva, los derechos de terceros, o todavía más específicamente, los de los adultos, se anulan al entrar en conflicto con los
derechos de un niño.9
Evidentemente, las dos perspectivas señaladas se tornan insostenibles
desde el punto de vista jurídico; sin embargo, existe una plétora de ejemplos en los que ambas interpretaciones se manifiestan en las acciones de las
autoridades respecto de niñas y niños o incluso en el contenido de diversos
textos normativos que los materializan.
Todos los derechos de la infancia deben asegurar la posibilidad de que
las y los operadores cumplan las obligaciones específicas del Estado que ase­
guren un efecto útil de esos derechos. Sin duda, un principio de tal envergadura, como lo es el interés superior de la niña y el niño, debe también
gozar de la claridad conceptual necesaria para ser aplicable en términos
7 Contrariamente a lo establecido, la Corte Constitucional de Colombia, Sentencia
T-260/12, determinó que la aplicación de este principio debe ser independiente del criterio
arbitrario de los demás, esto es, que su existencia y su protección no deben depender de
la voluntad o el capricho de los padres o de los funcionarios públicos encargados de pro­
tegerlo.
8 Emilio García Méndez, Diagnóstico regional sobre las condiciones de detención de las
personas adolescentes en las cárceles de Centroamérica, San José de Costa Rica, Colorgraf,
2004, pp. 21-24.
9 En efecto, la scjn ha determinado que “su protección se ubica incluso por encima de
la que debe darse a los derechos de los adultos, con lo cual se cumple una trascendente
función social de orden público e interés social”. [J]; Novena Época; T.C.C.; S.J.F. y su
Gaceta; XXXIII, marzo de 2011, p. 2188, Interés superior del menor. Su relación con
los adultos.
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
prácticos, máxime cuando expresamente se refiere a la acción del Estado en
relación con el niño. Precisamente en este sentido, y retomando lo señalado
en el texto del artículo 3° de la Convención de los Derechos del Niño, el
principio mismo lo coloca como consideración primordial que deberá regir
la actuación adulta que afecte precisamente al niño o la niña:
Artículo 3
I. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá
será el interés superior del niño.
Precisamente por lo anterior, es indispensable responder, o tratar de responder, a esta compleja pregunta: ¿cuál es el alcance y cómo se asegura
un efecto útil del principio del interés superior del niño? Los siguientes
apartados intentarán proporcionar razonamientos que nos ayuden a analizar
esta problemática.
Definición del principio del interés superior
del niño y de su efecto útil
Si bien la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de
las Naciones Unidas (onu) no ofrece una definición expresa del principio
relativo al interés superior del niño, mucho se ha desarrollado sobre el tema
en fechas posteriores. El trabajo de Miguel Cillero expresa con claridad
algunos elementos medulares en la definición del interés superior del niño:
a)Es una formulación paradigmática para definir la obligación del Estado respecto del niño.
b)Establece como paradigma el catálogo íntegro de los derechos del
niño declarados.
c)Coloca la plena satisfacción de los derechos del niño como parámetro
y como fin en sí mismo.
d)Orienta decisiones que protegen los derechos del niño.10
10 M. Cillero Bruñol, “El interés superior del niño en el marco de la convención internacional de los derechos del niño”, Justicia y Derechos del Niño no. 9, Santiago de Chile,
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef), 2007, pp. 125-142.
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Al respecto, es posible advertir que diversas fuentes11 han sido concordantes en agregar tres elementos complementarios al marco hermenéutico
expuesto por Cillero:
• La valoración relativa a los derechos del niño deberá hacerse de manera integral y no aislada.
• La valoración relativa a los derechos del niño deberá considerar el
impacto en la esfera íntegra de los derechos en el presente y en lo
previsible a futuro.
• La obligación de actuar en el interés superior del niño se define por el
alcance de los derechos integrales del niño y la necesidad que presenten respecto de su resguardo.
En un sentido concordante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
define el principio del interés superior del niño de la siguiente manera:
En el ámbito jurisdiccional, el interés superior del niño es un principio orientador de la actividad interpretativa relacionada con cualquier norma jurídica que
tenga que aplicarse a un niño en un caso concreto o que pueda afectar los intereses de algún menor. Este principio ordena la realización de una interpretación
sistemática que, para darle sentido a la norma en cuestión, tome en cuenta los
deberes de protección de los menores y los derechos especiales de éstos previstos en la Constitución, tratados internacionales y leyes de protección de la niñez.
Cuando se trata de medidas legislativas o administrativas que afecten derechos
de los menores, el interés superior del niño demanda de los órganos jurisdiccionales la realización de un escrutinio mucho más estricto en relación con la
necesidad y proporcionalidad de la medida en cuestión.12
La Suprema Corte de Justicia de la Nación razona algunos elementos
que abonan hacia una mayor definición del alcance del principio señalado
y que son determinantes para asegurar el efecto útil del mismo. Establece
11 cidh,
Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Opinión Consultiva OC17/02 de 28 de agosto de 2002, Serie A, núm. 17; unicef, Implementation Handbook for the
Convention on the Rights of the Child, 3a ed., Ginebra, 1998, Caso de los “Niños de la Calle”
(Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala (Fondo), Sentencia de 19 de noviembre de 1999,
Serie C, núm. 63, párr. 191, par. 141. onu, Informe del experto independiente para el estudio
de la violencia contra los niños de las Naciones Unidas, adoptado por la Asamblea General
el 29 agosto de 2006, doc. A/61/299, par. 2.
12 Registro núm. 162807, Localización: Novena Época, Instancia: Primera Sala, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, XXXIII, febrero de 2011, p. 616, Interés
Superior del Niño. Función en el ámbito jurisdiccional.
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
que se trata de un principio orientador para toda actividad interpretativa.
De manera importante, anota que se refiere a todo acto de interpretación que
afecte a un niño en un caso concreto o “que pueda afectar los intereses de
algún menor”. Es decir, extiende el ámbito de aplicación del principio
de manera espacial y temporal.
La obligación de velar por el interés superior del niño rebasa la afectación directa y previsible a una niña o un niño que pudiera estar involucrada
o involucrado en el asunto del que conociere la autoridad, y se extiende a
proteger a todo niño o niña que, aun siendo ajeno a la acción misma, pudiera resultar afectado. Es decir, el principio del interés superior del niño o la
niña se aplica en reconocimiento de un aspecto de interés general.
Además, en una importante cantidad de casos las afectaciones a los derechos de niñas y niños trascienden el ámbito de los derechos individuales
subjetivos y se sitúan en la esfera de los derechos colectivos, por lo cual la
aplicación del principio del interés superior cobraría relevancia incluso en
la identificación del alcance de aspectos procesales como el denominado
interés legítimo, aspecto que permitiría la protección de los derechos colectivos de niñas y niños.
Asimismo, y como se ha observado anteriormente, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha reconocido la necesidad de extender el alcance del
principio del interés superior incluso al terreno de las posibles afectaciones
a los derechos, aspecto que debería incorporar bajo el manto de protección
de este principio, afectaciones previsibles en el futuro. La afectación que
debería considerarse no requiere ser inminente, basta con ser posible conforme a estándares razonables y fundados para constituir materia de deliberación para aquel cuya actuación pudiese afectar a un niño.
Finalmente, según el propio razonamiento de la scjn ya expuesto, es
fundamental reiterar la indivisibilidad de los derechos del niño al condicionar la acción de la autoridad a una interpretación sistemática. Tal criterio
establece como parámetro para dicha valoración sistemática, justamente, el
alcance de la obligación y los propios derechos declarados a favor de niñas
y niños.13
Por todo lo señalado, la posibilidad de asegurar el efecto útil del principio del interés superior del niño requiere fortalecer las herramientas de
13 En el mismo sentido, la Corte Constitucional de Colombia ha señalado que el principio del interés superior cumple también una importante función hermenéutica en la medida en que permite interpretar sistemáticamente las disposiciones de orden internacional,
constitucional o legal que reconocen el carácter integral de los derechos del niño. Sentencia
C-273/03.
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las y los operadores de justicia que les permitan identificar adecuadamente
obligaciones puntuales. Esto fundamentalmente es así, si se reconoce que el
principio del interés superior del niño y la niña constituye primordialmente
una herramienta hermenéutica y, por tanto, su efecto útil —en gran medida,
si no del todo—, por lo que este principio no sólo se implanta de manera
decidida en los derechos que irradia sino, sobre todo, en una exigencia interpretativa para las y los operadores jurídicos, lo que indefectiblemente
deberá traducirse en una obligación de debida diligencia.
La debida diligencia,14 aun siendo un concepto inacabado, tiene par­
ticular relevancia en la búsqueda de asegurar una de las dimensiones que
requiere el adecuado reconocimiento del principio del interés superior del
niño, particularmente en función de la exigencia que requiere de las y los
operadores jurídicos una deliberación integral de los derechos del niño.15
En este sentido, la obligación del Estado frente al principio mencionado
reclama una debida diligencia, además de la función sustancial de identificar las obligaciones puntuales en una lógica reforzada en atención a las
condiciones particulares que enfrentan niñas y niños.
La debida diligencia consiste esencialmente en una adecuada comprensión respecto de la importancia de asumir con integridad las obligaciones
del Estado frente a los derechos humanos.16
Así las cosas, el principio del interés superior requiere un enfoque que
se incorpore de manera transversal en las obligaciones de prevenir, proteger y reparar violaciones a los derechos humanos. Por ello, la obligación
impuesta al Estado para velar por la integralidad de los derechos del niño
en su interacción con él, implica a menudo la consideración de acciones de
naturaleza preventiva, de protección y restaurativa o de restitución de derechos. En otras palabras, el principio del interés superior del niño obliga
al Estado a cumplir cabalmente con una debida diligencia respecto de sus
derechos.17
14 M. García Elorrio, “Algunas consideraciones en torno a la naturaleza y alcance de la
noción de diligencia debida en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos”, http://www.revistas.unc.edu.ar/index.php/recordip/article/view/286/284 2011.
15 Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, “Directrices sobre la justicia en
asuntos concernientes a los niños víctimas y testigos de delitos”, aprobadas en la Resolución
2005/20 de 22 de julio de 2005, párrs. 19 a 21.
16 cidh, Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos, oea/Ser.L/V/II.
Doc. 57, 31 de diciembre de 2009, párr. 119; onu. Naciones Unidas, Consejo Económico y
Social, 62 Periodo de Sesiones, E/CN.4/2006/61, 20 de enero de 2006.
17 cidh, Caso Rosendo Cantú y otra vs. México (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas). Sentencia de 31 de agosto de 2010, Serie C, núm. 216, párr. 201.
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EL EFECTO ÚTIL DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO VÍCTIMA DEL DELITO
De esta manera, podría afirmarse que el efecto útil del principio del interés superior del niño se extiende a la obligación del Estado de garantizar
la debida diligencia frente a la prevención, protección y restitución de los
derechos de la infancia.
En otras palabras, tal situación implicaría no sólo reconocer la extensión
de los derechos de las niñas y los niños sino que incluso nos refiere una
obligación relativa al cómo debe cumplirse con dicha tarea. Precisamente
por lo anterior, y según nuestra consideración, asegurar el efecto útil al
principio mencionado implicaría por lo menos cuatro aspectos vinculados
con obligaciones concretas a cargo del Estado:
Obligaciones asociadas al cumplimiento del principio del interés superior
Obligación de actuar en relación con un marco específico de derechos
El carácter reforzado de las obligaciones
Obligación de atender los derechos del niño de manera integral
Obligación de aplicar el principio “pro niño” en temas que afectan a la infancia
Obligación de actuar en relación con un marco específico de derechos
Uno de los elementos más relevantes para asegurar el pleno reconocimiento del principio del interés superior del niño debería reconocer como un
parámetro para la definición de aquello que es mejor para el niño el propio
ejercicio integral de sus derechos. En este sentido, la expresión misma del
interés superior constituiría un principio o base antitutelar en la relación
entre el Estado y la infancia. Al respecto, si bien podría parecer ociosa una
consideración expresa que indicara que el Estado debe relacionarse con un
sujeto en el marco de sus derechos y no mediante acciones arbitrarias o
discrecionales, como lo menciona con claridad Cillero, en el caso de los derechos de la infancia tal determinación se torna un elemento indispensable.
Respecto de ello refiere:
lo único que expresaría es que las autoridades se encuentran limitadas en sus
decisiones por los derechos fundamentales de los niños, asunto del todo evidente —aunque no por ello respetado— considerando la adhesión de las constituciones liberales al principio que establece que la soberanía se encuentra limitada
por los derechos de las personas. Sin embargo, al margen de otras funciones
adicionales que el principio puede cumplir, la historia de la relación de la infancia con el sistema de políticas públicas y de justicia revela que esta reafirmación
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EL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO
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no es para nada superflua, sino que es permantemente necesaria debido a la
tendencia generalizada a desconocer los derechos del niño como un límite y una
orientación a las actuaciones de las autoridades y los adultos en general.18
En este sentido, puede concluirse que existe una exigencia dirigida hacia
la autoridad para velar por la menor afectación a la esfera íntegra del ejercicio de los derechos del niño en todo asunto que le concierna.
Un segundo elemento clave del principio se vincula con el reconocimiento de la diferencia entre niñas y niños en relación con las personas
adultas, aspecto que no necesariamente debería asociarse a la arraigada idea
de vulnerabilidad de las niñas y los niños.
Históricamente al niño se le ha percibido como una entidad vulnerable y,
por tanto, objeto de protección o tutela. Esto ha implicado desconocer que
los derechos de la infancia responden a características estructurales de su
constitución que generan necesidades diferentes de las que tienen las personas adultas para asegurar su pleno desarrollo.
Si bien es cierto que algunas de estas características generan una mayor
vulnerabilidad en niñas y niños, también es preciso advertir que no todas lo
establecen, ya que muchas de ellas representan, lisa y llanamente, aspectos
distintivos respecto del tipo de mediación y servicios que requiere la infancia para ejercer plenamente sus derechos.
La doctora Mónica González Contró vincula el principio del interés
superior del niño con la dignidad del mismo,19 es decir, con el reconocimiento de dichas personas como titulares de derechos especiales en función
de su condición de niñas o niños y no únicamente por requerir protección
adulta. Por ello, colocar los derechos de la infancia exclusivamente bajo el
paraguas de la protección adulta niega el reconocimiento de la diferencia
y coloca la mirada únicamente en la noción desventaja/vulnerabilidad, y
muchas veces fuera del ámbito relativo a la diferencia. Por consiguiente, la
obligación del Estado frente a la infancia se relaciona con la diferencia y no
sólo con la desventaja/vulnerabilidad.20 Nuevamente, esta visión cobra mayor relevancia en el contexto del desconocimiento histórico del niño como
Cillero Bruñol, ibid., p. 136.
González Contró, Derechos humanos de los niños: una propuesta de fundamentación, México, unam-iij, 2008.
20 Para un análisis más amplio del principio de igualdad en el ámbito de la protección de
los derechos de niñas y niños, cfr. Ricardo Ortega Soriano, Los derechos de las niñas y los
niños en el derecho internacional, con especial atención al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
2011, pp. 16 y 17 (Colección Sistema Interamericano de Derechos Humanos).
18 M.
19 M.
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sujeto de derechos que han perpetuado las visiones tutelares o de la llamada
situación irregular en la definición de la relación Estado-infancia.21
Por tanto, uno de los aspectos que permitirán establecer de manera amplia la aplicación del principio del interés superior del niño para asegurar
con ello su efecto útil, implica entonces que las obligaciones del Estado
rebasan aquellas que sólo se circunscriben a brindar protección a la infancia
frente a situaciones de desventaja/vulnerabilidad e incluyen todas aquellas
relativas al trato diferenciado necesario para garantizar las condiciones de
igualdad en el acceso a sus derechos.
El carácter reforzado de las obligaciones
Si bien es cierto que, en estricto sentido, el principio del interés superior del
niño no significa que el derecho de niñas y niños valga más que el de un
adulto, lo cierto es que sí implica una obligación de orden prioritario y reforzado para el Estado, al considerarse éstos como asuntos de orden público
e interés social.22 Esto es así, puesto que las situaciones de vulnerabilidad/
desventaja, como se apuntó anteriormente, son aspectos que de alguna manera caracterizan muchas de las situaciones vinculadas con la infancia.
Como se mencionó, es de gran importancia tener presente que la vulnerabilidad de la niña o el niño no constituye el único factor que define la relación y obligación que el Estado adquiere frente a sus derechos. Sin embargo, ello no puede significar una negación sobre la existencia, además de las
diferencias constitutivas, de una condición de especial vulnerabilidad.23 La
21 Emilio García Méndez, Infancia y adolescencia: de los derechos y de la justicia,
2a ed., México, unicef, 2001.
22 Véase Tribunal de Familia de Costa Rica, Improcedencia de modificación basada en
prevalencia del interés superior del menor en relación a madre adolescente soltera; Aplicación de la Doctrina de Protección Integral de los Derechos de los Menores; Normativa
aplicable; Menores. Sentencia 02016, Expediente 02-401363-0186-FA, 16 de noviembre
de 2004. Véase también cidh, Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros)
vs. Guatemala (Fondo), Sentencia de 19 de noviembre de 1999, Serie C, núm. 63, párr. 191.
23 De acuerdo con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “es bien sabido que las
niñas y los niños, por sus características específicas así como por las situaciones en las que
se encuentran, constituyen un grupo en especial situación de vulnerabilidad. Esta situación
exige que el Estado, sus autoridades, la familia y, en general, la comunidad adopten medidas
específicas destinadas a asegurar el pleno desarrollo físico, emocional, psicológico y social
de las y los menores”. cidh, Caso Instituto de Reeducación del Menor vs. Paraguay (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), Sentencia de 2 de septiembre de 2004,
Serie C, núm. 112, párr. 138.
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Corte Interamericana ha sido constante en señalar24 que, en consideración
de esta particular vulnerabilidad, el Estado tiene obligación de prestar especial atención y asumir con mayor cuidado y responsabilidad su posición
especial de garante.25 En este sentido, subsistiría la pregunta respecto de
qué implica exactamente la noción de especial cuidado y responsabilidad.
En nuestra perspectiva, la existencia de obligaciones reforzadas del Estado en relación con niñas y niños implicaría por lo menos los siguientes tres
elementos de carácter transversal a la protección de sus derechos, vinculados primordialmente con las consideraciones relativas a la noción de debida
diligencia ya apuntadas:
a) Actuación oficiosa para la protección integral de niñas y niños. La obligación reforzada que adquiere el Estado frente a los derechos de niñas y niños
implica, desde esta perspectiva, que toda autoridad que tenga conocimiento de
la vulneración de los derechos de un niño está obligada a ejercer las acciones
de debida diligencia necesarias para su prevención, protección y restitución.
De igual manera, toda autoridad que conozca de una violación de derechos
del niño se encuentra obligada a resguardar la esfera íntegra de los derechos de
niñas y niños que pudiesen verse afectados y no únicamente aquello que forme parte de su encargo, de su mandato o del tema del que tuvo conocimiento.
Dicho de otra manera, la noción de “no me lo han pedido o solicitado”
o de “eso no me corresponde” queda anulada como razonamiento de cualquier autoridad frente a los derechos de niñas y niños. Claramente, esto
no puede significar que un servidor público actúe fuera de la esfera de sus
facultades explícitas. Sin embargo, sí significa que toda autoridad deberá
efectuar todas las diligencias necesarias ante la o las autoridades que resulten competentes para garantizar que sean efectivas la prevención, la protección y la restitución de los derechos.
Las implicaciones prácticas de esta obligación son innumerables. Esto significa que toda vulneración de los derechos del niño exige una intervención
oficiosa y que existe una obligación adicional de accionar o articular todo
aquello que fuera necesario para el resguardo de los derechos de niños y niñas.
b) Obligación de exhaustividad para atender la causa de pedir. El interés
superior de niñas y niños como un imperativo de la acción de toda autoridad
24 La jurisprudencia de la cidh ha sido constante desde el caso Villagrán Morales vs.
Guatemala, 1999, hasta el más reciente Familia Barrios vs. Venezuela, 2012.
25 cidh, Caso Familia Barrios vs. Venezuela (Fondo, Reparaciones y Costas). Sentencia
de 24 de noviembre de 2011, Serie C, núm. 237, párr. 55.
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obliga a éstas a garantizar el respeto íntegro de los derechos de estas personas. Con objeto de lograrlo, la autoridad que interviene en un asunto que
afecta a una niña o un niño “adquiere la obligación adicional de atender la
causa de pedir” del niño.
La verificación de cuál es la causa de pedir relacionada con el caso de
una niña o un niño implica constatar la necesidad del niño en relación con
el ejercicio de sus derechos, no una mera lectura simple del pedimento expuesto bajo parámetros que serían más bien propios de una concepción privatista basada en una lógica de estricto derecho. Para dar cumplimiento a
esta obligación reforzada sobresalen dos elementos:
1) Por un lado, es fundamental considerar necesaria una amplia suplencia a favor de niñas y niños frente a las formalidades que imperan en un
trámite frente al Estado. Independientemente de la forma en que se ha expuesto un pedido a una autoridad o juzgador, será obligación de éstos atender toda necesidad que sea detectada respecto del ejercicio de los derechos
de la infancia.
2) Por otro lado, dicha obligación implica una intervención exhaustiva
en el estudio de los elementos que permitan definir la verdadera causa de
pedir del niño y las acciones necesarias para el resguardo de sus derechos.
La exhaustividad debe traducirse tanto en el alcance de la materia de estudio como en una acción proactiva para obtener los elementos necesarios
antes de tomar una decisión. En otras palabras, forma parte de la obligación
de la autoridad acercarse y conocer, aun de manera oficiosa, aquellos elementos que de manera razonable puedan esclarecer la necesidad de la niña
o el niño de quien se trate y las acciones requeridas para su protección y la
restitución de sus derechos.
c) Brindar la asistencia y la representación necesarias para el ejercicio
de derechos. El conjunto de características propias de niñas y niños los
constituyen como sujetos que requieren, de manera progresivamente decreciente, una representación y mediación adulta para el pleno ejercicio de
sus derechos.26 Estos requisitos particulares para el ejercicio de los derechos de ninguna manera anulan el derecho mismo. Tampoco, como algunos
erróneamente han sostenido, anulan el derecho de ejercicios, pues tener un
26 Al respecto, es importante analizar el concepto de autonomía progresiva desarrollado
por la doctora Mónica González Contró en “La reforma constitucional pendiente en materia
de niños, niñas y adolescentes”, Cuestiones Constitucionales, núm. 20, enero-junio de 2009,
p. 244.
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derecho pero no el derecho de ejercerlo es, de alguna manera, tanto como
carecer del derecho en sí.
El requerimiento infantil de la mediación adulta para el ejercicio de sus
derechos no merma el derecho del niño, más bien determina la obligación
que se tiene respecto a niñas y niños. La mediación en una base necesaria
y proporcional para el ejercicio de derechos es en sí parte del derecho de
niñas y niños. Si la mediación necesaria no se reconoce como obligación, el
ejercicio del derecho se convierte en un tema de discreción de las personas
adultas y, por definición, la sujeción a la voluntad ajena anula una base fundamental del principio de autonomía, fundamento esencial requerido para
construir un marco jurídico con enfoque de derechos.
Ante esta característica particular de la infancia, el Estado adquiere una
nueva obligación reforzada. No sólo deberá velar por el libre ejercicio de
derechos de los niños por medio de la representación/mediación tradicionalmente concentrada en los padres o tutores del niño a partir del denominado principio de autonomía progresiva, sino que además deberá garantizar
que cualquier deficiencia en la misma no constituya impedimento alguno
para el resguardo de sus derechos.
En este tenor, un aspecto fundamental para el acceso de niñas y niños a
la justicia implica verificar la efectividad de la representación de la niña o el
niño involucrados en un asunto como medio para lograrlo y en su caso subsanar esta deficiencia en la medida necesaria para garantizar la mediación
adulta efectiva y proporcional que requiere la niña o el niño.
Ahora bien, el hecho de verificar que el niño cuente con una representación
efectiva y proporcional no significa que toda autoridad deberá, discrecionalmente o a partir de criterios de carácter moral, determinar si los representantes
del niño son buenos padres para, en su caso, asumir un papel paternalista del
Estado que actúe, de alguna manera, conforme a la concepción de un buen padre. El propio principio del interés superior del niño establece que el parámetro
para la acción del Estado frente a la infancia deberá ceñirse justamente al ejercicio íntegro de sus derechos y eliminar actos subjetivos y arbitrarios. En este
sentido, la obligación reforzada consiste en verificar que la representación que
tiene alguna niña o algún niño sea efectiva para el resguardo de sus derechos.
Obligación de atender los derechos del niño de manera integral
Otra de las obligaciones reforzadas del Estado frente a las niñas y los niños
implica que en toda decisión que afecte a un niño deberá considerarse la
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esfera íntegra de sus derechos. La integralidad de los derechos de niñas y
niños constituye un tema que, a pesar de ser ampliamente reconocido, ha
sido poco desarrollado. Juzgamos importante reparar brevemente en este
punto, puesto que resulta medular para asegurar el efecto útil de las disposiciones relativas a los derechos de la infancia en el marco del principio del
interés superior del niño y de la niña.
La integralidad de los derechos del niño parte de reconocer que el elenco
completo de derechos se encuentra interrelacionado y es interdependiente. Así las cosas, puede afirmarse que tal grado de interrelación amplía el
alcance de las obligaciones de la autoridad frente a los derechos del niño,
ya que la vulneración de uno de los derechos implicará necesariamente la
vulneración de otros. Al respecto, son relevantes tres características de la
infancia.
La primera característica es que el niño, a diferencia del adulto, goza de
un creciente pero limitado grado de autonomía. Este aspecto ya se analizó.
Además, el niño carece de la posibilidad de separar distintas áreas de su
vida, pues en todas ellas predomina una dependencia respecto del adulto.
La intimidad y la libertad se manifiestan en la vida del niño de manera
relativa ante la necesaria presencia del adulto. Esta dependencia entrelaza
de modo inevitable diversos escenarios o ámbitos para el ejercicio de los
derechos del niño. Así, por ejemplo, el lugar donde estudia se entrelaza con
el lugar donde vive, etcétera.
La segunda característica se relaciona con la naturaleza imbricada del
desarrollo humano. Como las escamas de un pez, el ser humano desarrolla
ciertos aspectos de su persona sobrepuestos en otros. Diversos elementos
físicos, mentales y emocionales afectan el desarrollo de otros rasgos de la
persona en momentos posteriores. En la misma lógica, el ser humano no se
desarrolla en forma aislada sino contextual.27 El entorno familiar, comunitario y social constituye parte central de los elementos sobre los cuales se
construye el desarrollo.
Más aún, los diversos elementos físicos, mentales y emocionales que se
despliegan en el desarrollo no sólo se gestan de manera contextual, sino que
se determinan en interacción recíproca con el entorno.28 La reciprocidad
hace aún más complejo el desarrollo humano, pues no sólo entrelaza los
diversos elementos constitutivos de la persona entre sí, sino cada uno de
éstos con el entorno. Un ejemplo simple de la complejidad del desarrollo
27 D. Wendkos, S. Papalia y R. Duskin, Desarrollo humano, México, McGraw-Hill, 2009.
Bronfenbrenner, La ecología del desarrollo humano: experimentos en entornos
naturales y diseñados, Barcelona, Paidós, 1987.
28 U.
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es que en el aspecto físico de un niño afecta cómo es tratado por su familia.
La forma en que un niño es tratado por su familia afecta la forma en la que
el niño se comporta y el comportamiento, a su vez, afecta el desarrollo físico del niño.
En la medida en que el ser humano crece, la intensidad del desarrollo
disminuye. Durante la infancia, todos y cada uno de estos elementos se
encuentran en formación. Así, la afectación de cualquier esfera de la vida
del niño repercute en su desarrollo general. Cuando la afectación trastoca
derechos del niño, es evidente que trascenderá a otros derechos, es decir,
los derechos del niño en cuanto pilares para la formación y el desarrollo del
mismo están ineludiblemente interrelacionados.
La tercera característica que define la interrelación de los derechos del
niño y, por tanto, la obligación de garantizar su resguardo íntegro se relaciona con la naturaleza misma de los derechos de la infancia. González Contró
fundamenta los derechos del niño a partir de sus necesidades.29 En el niño,
el derecho no sólo constituye algo respecto de lo cual el individuo debe
gozar de libertad para ejercerlo. En este caso se trata de requisitos para el
desarrollo. Es decir, en el caso de niñas y niños, sus derechos son más que
libertades, y de manera compleja se constituyen algunas obligaciones como
requisito para su pleno desarrollo.
Entre la libertad del niño como sujeto de derechos, la necesidad de la
mediación adulta para ejercer esos derechos (entendida en sí misma como
derecho del niño y, por tanto, obligación del Estado) y el ejercicio íntegro
de sus derechos como requisito obligado para su sano desarrollo, el papel
del adulto se plantea en la lógica de un equilibrio complejo. Justamente,
ante la obligación de garantizar la integralidad de los derechos del niño se
logra el equilibrio necesario. Ningún acto de mediación, representación o
tutela del niño puede vulnerar la esfera íntegra de sus derechos. Sobre esa
línea el adulto, y especialmente el Estado, cumplen con sus obligaciones
de mediación entre el niño y el entorno para garantizar el ejercicio de sus
derechos.
Obligación de aplicar el principio “pro niño”
en temas que afectan a la infancia
Mary Beloff ha señalado que el principio pro niño se basa en “la regla
histórica de que, ante la ponderación de derechos de sujetos que están en
29 M.
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González Contró, op. cit.
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situación dispar en cuanto a su fuerza, el intérprete tiene que ponderar privilegiadamente la posición de quien está más débil en esa relación.30
De acuerdo con nuestra consideración, aplicar un principio pro niño
(similar al principio pro persona) constituye justamente uno de los rasgos
prácticos que permiten asegurar el efecto útil al principio del interés superior. Particularmente, si recuperamos el principio del interés superior, de
manera adicional a lo antes señalado, también como una herramienta hermenéutica, cobra sentido su materialización en un principio interpretativo.
¿Qué significa entonces la aplicación de un principio pro niño?
Quizá sea primordial iniciar con una aclaración de lo que no significaría.
Como se ha sostenido, el interés superior, y en este caso la aplicación de
un principio pro niño, no podría significar sobreponer de manera absoluta el derecho del niño ante los derechos de los adultos. Es jurídicamente
insostenible que un derecho tuviera per se mayor valor que otro en clave
de absoluto. En particular, consideramos errada la interpretación de que
el reconocimiento de derechos especiales equivale también a una posición
especial o privilegiada de estos derechos, lo cual sería contrario a una noción de igualdad jerárquica de los derechos. El reconocimiento de derechos
específicos parte de reconocer una diferencia, e incluso, en ciertos casos,
en condiciones de desventaja, y asume explícitamente lo necesario para
garantizar una igualdad sustancial que no puede significar un privilegio,
pero sí la seguridad de que las diferencias no conducirán a la afectación de
las niñas y los niños.
Posiblemente, la frecuente confusión respecto de este tema surgiría de un
resultado material casi inevitable al analizar hermenéuticamente el principio del interés superior: por lo general, cualquier afectación a los derechos
de un niño será de mayor gravedad que la afectación equivalente a los derechos de un adulto. Este resultado no es producto de una sobrevaloración
del derecho por sí mismo, sino de la obligada valoración integral de toda
posible afectación a los derechos de una niña o de un niño.
Una primera aplicación de un principio pro niño consistirá entonces en
el uso de la valoración integral de toda posible afectación a los derechos
del niño al momento de dirimir un conflicto entre derechos. Tal es el caso
cuando se está frente a un conflicto entre derechos propios, como sería
el caso del derecho a la menor separación de la familia y el derecho a la
30 Mary Beloff, entrevistada por Ana Laura Mera Salguero, “El endurecimiento del sistema penal no cumple ningún fin socialmente deseable”, Diario Judicial, núm. 3228, abril
de 2012, http://www.diariojudicial.com/reportajes/El-endurecimiento-del-sistema-penal-nocumple-ningun-fin-socialmente-deseable-20120420-0007.html.
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protección, o el caso de conflicto entre derechos del niño en relación con
los de las personas adultas. Desde esta perspectiva, la posible afectación
a los derechos de niñas y niños debería partir de un escrutinio estricto, en el
que se reconozcan las posibles repercusiones de tal afectación respecto de
la protección integral de sus derechos.
Una segunda aplicación del principio pro niño implicaría la obligación
de actuar en consideración de las características particulares de la infancia,
es decir, de las diferencias que éste tiene frente a las personas adultas. Esta
atención a la diferencia del niño implica distinguir entre elementos que son
producto de la condición de aquél y aquellos que reflejan la circunstancia
en la que se encuentra y sobre las cuales es necesario tomar alguna decisión.
Tal es el caso de la debida valoración del dicho del niño. Una valoración
del dicho infantil que no considera las características propias de la edad y
grado de desarrollo del niño pudiera fácilmente confundir las nociones de
condición con las circunstancias particulares que se relacionan con la niña
o el niño de quien se trate. Así, la omisión de una valoración especializada
podría malinterpretar características propias de la narrativa infantil con falsedad o aleccionamiento, incurriendo por tanto en errores en la conclusión
a la que se llega sobre la circunstancia del niño. De modo que es preciso garantizar una valoración especializada para lograr una adecuada aplicación
del principio pro niño.
La tercera aplicación del principio pro niño, y quizá la más evidente, se
refiere a implicaciones relativas al estándar probatorio relacionado con temas que afectan a la infancia y la protección de sus derechos. En estos casos,
el principio establece que ante la duda razonable respecto de una situación
de riesgo deberá favorecerse la protección y no la desprotección de una niña
o un niño. Así, la obligación reforzada del Estado frente a la niñez consistirá en que la autoridad deberá tener certeza sobre la plena protección de la
integridad de la niña o el niño, y no la certeza respecto de la existencia de
un riesgo.
En este sentido, la materialización de un principio de protección-precaución significará que ante la duda razonable y fundada de un riesgo, la
carga de la prueba deberá recaer en la acreditación de que las condiciones
de riesgo son inexistentes, por lo que deberá estarse frente a una presunción
de la existencia del riesgo que garantice la mayor protección en los derechos de las niñas y los niños.
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