I. FICHA TÉCNICA Fecha: Julio 5 de 1999 Árbitro: Enrique Gaviria Gutiérrez Secretario: Alejandro Ochoa Botero Protocolización: Escritura Número 254 de 2000 de la Notaría Tercera del Círculo de Medellín Normas Citadas: Artículos 396, 407, 845, 871, 897 y 899 del Código de Comercio; artículos 63, 768, 1523, 1602 y 1746 del Código Civil y artículo 392 del Código de procedimiento Civil Salvamento de voto: Ninguno Tipo de fallo: En derecho II. CASO En los estatutos sociales de “LA PARTE CONVOCADA 1”, se estipuló que la negociación de acciones quedaba limitada por el derecho de preferencia, para lo cual se debía agotar un procedimiento, que consistía en la obligación del accionista que quisiera enajenar sus acciones de notificar a la sociedad para que ésta en un plazo de veinte (20) día hábiles, contados a partir del recibo de la carta de oferta, decidiera si compraba o no las acciones. Vencido este plazo, el derecho de preferencia correspondería a los accionistas, quienes podrían comprar las acciones ofrecidas dentro de los quince (15) días comunes siguientes a la expiración del término asignado a la sociedad, más otros cinco (5) días comunes para adquirir las que no hubieren sido tomadas por otros accionistas dentro del primer plazo. Pese a lo anterior, “LA PARTE CONVOCADA 2”, antigua accionista de la sociedad convocada, logró qua varias acciones que poseía en otra sociedad fueran convertidas, en forma irregular por la Junta Directiva, en acciones de una sociedad que eran más comerciales, las cuales posteriormente fueron vendidas a “LA PARTE CONVOCADA 3”, sin observar ni las notificaciones, ni los términos correspondientes a el derecho de preferencia. Como consecuencia de lo anterior, este Tribunal de Arbitramento es convocado para decidir sobre la nulidad absoluta de la conversión accionaria, su posterior cesión y sobre los perjuicios que ello ha ocasionado al convocante. III. • PROBLEMAS JURÍDICOS CONTEMPLADOS EN EL LAUDO ¿Puede la junta directiva de una sociedad autorizar la conversión o cambio de destinación de las acciones de la sociedad? • ¿Puede un accionista vender sus acciones a otro por un precio inferior al convenido inicialmente en la oferta correspondiente al derecho de preferencia? • ¿Puede la Junta Directiva, en lugar de la Asamblea de Accionistas, rechazar la oferta de adquisición de acciones en ejercicio del derecho de preferencia cuando la sociedad no cuenta con las reservas necesarias para tal adquisición? • ¿Cuál es el medio idóneo para notificar a los accionistas la oferta de enajenación de acciones cuando esta no se ha determinado en los estatutos y debe observarse el derecho de preferencia? • ¿Cuál es la sanción que corresponde a un negocio jurídico que ha violado normas imperativas según el Código de Comercio? IV. I. EXTRACTOS – CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL Cambio de destilación de las acciones. 1. Las posiciones de las partes. Afirma el convocante, con algunas imprecisiones en el desarrollo de su exposición, que la junta directiva de “LA PARTE CONVOCADA 1”. autorizó convertir 64 acciones de laboratorio clínico, pertenecientes a “LA PARTE CONVOCADA 2”, en 64 acciones de patología. Para el convocante esta operación es nula, de nulidad absoluta, por las razones que aparecen condensadas en el siguiente párrafo, perteneciente al capítulo sobre Consideraciones Jurídicas de la Demanda: “La misma Junta Directiva había establecido con toda la claridad y así lo establece el reglamento la prohibición de “convertir las acciones” o “cambiarles de denominación” o “cambiarles la especialidad”, se violó el reglamento, ley para las partes. Más grave aún se violó el Código de Comercio al romper el equilibrio nacido de la igualdad de los socios y el orden público, pues que sería de las sociedades, elemento básico del orden económico, si las Juntas Directivas dispusiesen a su amaño de los derechos adquiridos por los socios o accionistas de las compañías?” A su turno, dedican los convocados un extenso aparte de sus respuestas a defender la legalidad de esta conversión, aduciendo como argumento central de su tesis que la Junta Directiva tenía competencia para ordenar el cambio, toda vez que así lo permitía el párrafo primero del artículo 45 de los estatutos, cuyo texto indica que a dicho órgano le compete el ejercicio de cualquier función que no estuviera expresamente asignada por la ley o los estatutos a otra autoridad social; por consiguiente, no estando atribuida la función de conversión a ningún organismo diferente de la Junta Directiva, corresponde a esta a ejercerla. Ahora bien: por estar totalmente de acuerdo las partes en la realidad del cambio, el estudio del Tribunal queda circunscrito a su juridicidad. 2. Análisis de la legalidad de la conversión. Es realmente cierto que el tema de la asignación de las acciones a una determinada especialidad médica, no se encuentra tratado ni en la ley comercial ni en los estatutos y es lógico que así sea, primero porque a ellas no se les ha dado el carácter legal de acciones privilegiadas y segundo porque esta específica mención de la especialidad de las acciones no tiene más efecto que el de servir de base para distribuir racionalmente el servicio médico entre sus propietarios profesionales de la salud. No es, sin embargo, una cuestión carente de importancia porque de su correcto manejo depende nada menos que el derecho al trabajo de los médicos accionistas. Precisamente por la ausencia de regulación legal y estatutaria, el Tribunal pensó que el reglamento, como cuerpo normativo adicional y diferente de los estatutos, podría quizás contener las regulaciones que hacían falta para dilucidar, al menos, parcialmente, el problema de la legalidad de la conversión. Efectivamente, en la inspección judicial practicada a las instalaciones de “LA PARTE CONVOCADA 1” de Antioquia, esta aportó un ejemplar del mencionado reglamento, cuya existencia y contenido no han sido objetadas por ninguna de la partes. Este reglamento fue expedido por Junta Directiva el 26 de octubre de 1992 bajo el nombre de “Reglamento para el ejercicio de la medicina, la odontología y profesionales de la salud en la Clínica ” y su cuerpo normativo de 126 artículos regula en forma completa toda la materia que le es propia, de acuerdo con su título. De este texto reglamentario conviene destacar lo atinente a la distribución del trabajo de los miembros socios, la cual depende fundamentalmente de la cantidad de acciones que posean en la sociedad, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 67 y 68 cuyo contenido completo se transcribe a continuación, dada la importancia que tiene para dilucidar la cuestión debatida; dicen: ARTICULO 67. Salvo modificación de la Junta Directiva, para que un miembro tenga opción a turnos de llamada, deberá ser titular de mínimo sesenta y seis (66) acciones. El número de acciones por encima de doscientas sesenta y cuatro (264), no aumentará el porcentaje de turnos de llamada. ARTICULO 68. Asignación de turnos de llamada. De conformidad con el artículo anterior, por cada mínimo de acciones poseídas, el miembro socio tendrá derecho a un turno de llamada, y que en todo caso no podrá superar el derecho a mas de cuatro (4) turnos de llamada por el número de acciones de las que es titular. “PARÁGRAFO. Cuando las proporciones accionarias den lugar a un número fraccionario de difícil manejo, las aproximaciones harán de modo que favorezcan al miembro socio que sea titular de menos acciones” Estas disposiciones demuestran claramente que, para un socio miembro, de ningún modo es indiferente la cantidad de acciones de la respectiva especialidad que tengan él y sus colegas en la sociedad pues de aquella dependen sus posibilidades de trabajo y el volumen o magnitud de éste. No podría ser además de otra manera porque la oportunidad de trabajar es precisamente la compensación por el esfuerzo financiero que cada cual ha hecho al adquirir la propiedad de parte de las acciones de la Clínica. Con las reflexiones anteriores y con la claridad que aportan las normas reglamentarias, se llega al momento de decidir si con el cambio de la destinación de las 64 acciones, que pasaron, por orden de la Junta directiva, de Laboratorio Clínico a Patología, se produjo el desconocimiento de alguna norma legal, estatutaria o reglamentaria. Según las disposiciones analizadas, es indudable que ningún especialista médico de la Clínica tiene derecho a ser el único en su actividad o a exigir que no se aumente el número de sus competidores; más aún, el propio reglamento, al distribuir el trabajo de acuerdo con el número de acciones de cada cual, parte del supuesto de que son o pueden ser varios los médicos que ejerzan una misma especialidad, pues de lo contrario no tendría ningún sentido esa distribución. Por otra parte, fácilmente se comprende que la determinación del número de especialistas de un determinado sector de la Clínica no es asunto que deba corresponder a ellos mismos, individualmente considerados o en su conjunto, sino a una autoridad central que acoja y aplique criterios de razón y de justicia en la distribución del trabajo. Ciertamente el ejercicio de esta importante atribución puede dar lugar a alteraciones en las condiciones de trabajo de los profesionales a quienes concierne la decisión, pero en toda labor de grupo esas son dificultades inevitables y cada especialista médico debe saber que, en tales circunstancias, no puede disfrutar del poder y la libertad que tendría en su consultorio o laboratorio independiente. Por lo dicho, el Tribunal encuentra que la junta directiva de la sociedad tiene realmente la potestad de decidir todo lo que atañe a la distribución del trabajo médico especializado y, por ende, a la conversión de unas acciones de laboratorio clínico en acciones de patología; esa competencia surge en general, de ser la junta directiva el máximo órgano de administración y, en particular, de haberle asignado el artículo 45 de los estatutos el ejercicio de toda función no atribuida expresamente a otro órgano social. Si de otra forma se pensara, es decir, si no existiera un órgano social de administración encargado de fijar y aplicar las pautas para la distribución justa y razonable del trabajo médico especializado, se presentaría en la Clínica una situación verdaderamente crítica en la que ningún profesional de la salud sabría en donde terminan sus derechos. Concluye entonces el Tribunal que, al ordenar la conversión a patología de las 64 acciones de laboratorio clínico, la junta directiva no desconoció norma alguna, ni legal ni estatutaria ni reglamentaria. Sin embargo, hay que admitir que el médico especialista socio no está totalmente imposibilitado para oponerse a la venta de acciones, impidiendo así un cambio en sus condiciones de trabajo, porque el artículo 12 de los estatutos consagra en su beneficio una valiosa cláusula de salvaguardia en virtud de la cual tiene derecho a comprar proporcionalmente las acciones que otro accionista desee enajenar, según las condiciones que este ofrezca o que, en caso de desacuerdo, fijen peritos; también existe en los estatutos -Artículo 7- un derecho de preferencia que le permite a los accionistas adquirir proporcionalmente las acciones de nueva emisión que ofrezca la propia compañía. De la primera de tales prerrogativas se hablará con detenimiento en la segunda parte de este laudo porque ella incide directamente sobre otro aspecto de la cuestión debatida. No obstante, antes de terminar este aparte, el Tribunal cree conveniente aclarar un punto relativamente secundario pero importante del problema sometido a su consideración y decisión: se trata de fijar al preciso alcance de la “conversión” en otra especialidad de las acciones pertenecientes a una diferente; nada en el expediente permite suponer que la ocurrencia de ese fenómeno implica cancelar las acciones de la antigua especialidad y crear las de la nueva; esa sería una operación muy compleja y no exenta de dificultades, de cuya doble realización no hay huella en el proceso por lo cual el tribunal concluye que la mencionada conversión es solo un cambio de destinación de unas mismas acciones, sin necesidad de extinguir o cancelar las primeras y dar vida a otras. II. El derecho de preferencia en la negociación de acciones 1La situación legal. Este segundo tema concierne fundamentalmente al derecho preferencial de adquisición de las acciones de “LA PARTE CONVOCADA 1”, el cual se encuentra previsto y regulado en el artículo 12 de sus estatutos, a cuya observancia estricta estaban sometidas “LA PARTE CONVOCADA 2” , en su calidad de vendedora y “LA PARTE CONVOCADA 3”, en su carácter de compradora de las 64 acciones de patología. Como bien se sabe, ese artículo 12 obliga a quien proyecte enajenar sus acciones ofrecerlas preferencialmente a la compañía emisora y luego a los accionistas, si la primera no acepta la propuesta. Estos destinatarios tienen además el derecho a solicitar una regulación pericial del precio y de sus forma de pago si piensan que las condiciones propuestas por el enajenante son excesivas y, por ende, inadmisibles; cuando así ocurra, el dictamen será obligatorio y las partes deberán cumplir la operación con arreglo a los términos. Estas estipulaciones, que son las fundamentales del artículo 12 estatutario, tienen respaldo legal en el artículo 407 del Código de Comercio, el cual dice en su inciso primero: “Si las acciones fueren nominativas y los estatutos estipularen el derecho de preferencia en la negociación, se indicarán los plazos y las condiciones dentro de los cuales la sociedad o los accionistas podrán ejercerlo; pero el precio y la forma de pago de las acciones serán fijados en cada caso por los interesados y, si estos no se pusieren de acuerdo, por peritos designados por las partes o, en su defecto, por el respectivo Superintendente. No surtirá ningún efecto la estipulación que contraviene la presente norma”. Obsérvese cómo esta norma contiene la misma regulación básica de la estipulación estatutaria, a saber: el oferente deber precisar las condiciones de precio y plazo de su propuesta y si los destinatarios no están de acuerdo con ellas, podrán exigir que el negocio se haga según dictamen pericial obligatorio. No hay pues sino dos formas legales y estatutarias de convenir el precio y el plazo: o por acuerdo entre las partes, resultante de la aceptación por el destinatario de las condiciones de la oferta o por regulación pericial obligatoria. No es legalmente posible, entonces, que el oferente se ponga de acuerdo con alguno de los accionistas destinatarios, con base en un precio y una forma de pago más favorables que los que su propuesta indica. Un conducta de tal naturaleza constituiría un trato desigual e inequitativo en contra de los demás accionistas destinatarios, privilegiando a uno de ellos con un precio bajo y más o menos oculto y manteniendo para los restantes el precio oficial de mayor valor. Además, el literal “d” del artículo 12 del contrato social, con miras a conservar precisamente la igualdad de oportunidades de todos los accionistas destinatarios, dispone que si varios de ellos aceptan la propuesta, las acciones ofrecidas serán distribuidas “a prorrata de las que posean en la sociedad” Tan riguroso régimen de igualdad en la opción de compra presenta un fuerte contraste con la conducta del posible enajenante que pida por sus acciones, oficial y públicamente, un determinado precio, para luego convenir la venta con algún accionista, a un precio considerablemente inferior. Se dirá en relación con todo lo anterior que si nadie aceptó la oferta por su precio y forma de pago oficiales ni pidió tampoco una regulación pericial de estas condiciones, ninguno de los accionistas podría considerarse indebidamente desplazado, ya que su silencio y su desinterés le impedirían presentar alguna queja o reclamación con respecto a la compraventa pactada entre el oferente y el accionista con quien hubiere convenido un precio inferior al que se fijó en la oferta. Con todo, no sería este un reparo válido por cuanto el hecho de aceptar y convenir con uno de los accionistas destinatarios un valor de compra considerablemente más pequeño que el que, de manera oficial y pública, se fijó en la propuesta, rompe la igualdad de trato que en esta materia exigen la ley y el contrato con respecto a todos los accionistas, pues para la generalidad de ellos se pide un precio alto y solo para uno se acepta otro considerablemente inferior. Con lo anterior quiere hacer notar este Tribunal que probablemente alguno de los restantes accionistas pretermitidos habría resuelto comprar si a él también se le hubiesen ofrecido las acciones al precio bajo. Esa persona tendría entonces un legítimo motivo de reclamación porque en ningún momento tuvo la oportunidad de comprar al precio más favorable aceptado en beneficio de alguno de sus compañeros en sociedad. No está pues al alcance del oferente variar privadamente el precio oficial y público de su propuesta inicial, de modo que, si lo hace, incurre en una conducta discriminatoria con la cual viola el artículo 12 de los estatutos de “LA PARTE CONVOCADA 1” y el artículo 407 del Código de Comercio. 2.La situación de hecho. Identificadas e interpretadas las normas aplicables a este aspecto de la controversia, analizados los hechos, y las pruebas fundamentales que son la carta de oferta y las declaraciones de la vendedora y la compradora se tiene que: La carta aparece en el folio 133 del expediente, lleva fecha de mayo 13 de 1997, está firmada por Marta Uribe R y dice simplemente así: “Informo a ustedes que ofresco (Sic) en venta 64 acciones de patología a un millón de pesos cada una($1.000.000)” Los interrogatorios de parte que respondieron tanto la vendedora “LA PARTE CONVOCADA 2” como la compradora “LA PARTE CONVOCADA 2”, dan bastante claridad a la cuestión debatida, en donde se admitió, con el carácter de confesión judicial, que pese a que la oferta inicial era de un millón de pesos ($1.000.000) cada accion, estas fueron negociadas finalmente entre ambas por un valor de $375.000 por acción. 3.Las conclusiones: Por tanto, el Tribunal encuentra comprobado que la operación de compraventa no respetó el derecho de preferencia pactado a favor de los accionistas, por cuanto el precio finalmente convenido fue muy inferior a la mitad del precio oficial de la oferta por $1.000.000, con lo cual se dio un tratamiento privilegiado a la compradora, privando así de una razonable oportunidad de compra a los restantes accionistas, quienes quizás hubieran tenido interés en una adquisición a un nivel tan bajo como el de aquella que tuvo lugar. Han sido así desconocidos por las dos demandadas, en su carácter de coautoras del contrato objetado, el artículo 12 de los estatutos de “LA PARTE CONVOCADA 1”, así como el artículo 407 del Código de Comercio. No piensa el Tribunal, por otra parte, que la sociedad emisora de las acciones, es decir, “LA PARTE CONVOCADA 1”, deba ser declarada como coautora de la compraventa irregular, primero porque ella no fue parte del contrato, pues solo le incumbían los deberes formales de inscribirlo, cancelar el título anterior y expedir el nuevo, y segundo porque, si bien debía conocer y conoció el precio oficial de la oferta, no podría asegurarse que lo hizo respecto del precio final y real, por ser este del resorte exclusivo de las partes. 4.Las consecuencias jurídicas. Si se sigue con cuidado el texto del artículo 407 del Código de Comercio, podrá advertirse en la parte final de su primer inciso que “ no surtirá ningún efecto la estipulación” violatoria de su contenido, con lo cual el legislador ha establecido para este caso la sanción de la ineficacia, no la de la nulidad, en armonía con el artículo 897 del mismo estatuto, cuyo texto dice: “Cuando en este Código se exprese que un acto no produce efectos, se entenderá que es ineficaz de pleno derecho, sin necesidad de declaración judicial” . Pero, por otra parte, el contrato irregular de compraventa de acciones no solo viola el artículo 407 del Código sino también el artículo 12 de los estatutos de “LA PARTE CONVOCADA 1”, los cuales poseen poder vinculante y fuerza obligatoria sobre las doctoras “LA PARTE CONVOCADA 2” y “LA PARTE CONVOCADA 3”, la primera por ser accionista y la segunda porque, al aceptar la venta, se obligó inmediatamente, de manera tácita pero inequívoca, a su observancia, aparte que ya poseía acciones en la sociedad. Esa violación de la estipulación estatutaria da lugar a la nulidad absoluta del contrato de compraventa, porque con esta se desconocieron además el artículo 871 del Código de Comercio y el 1.602 del Código Civil que, en su orden, consagran la fuerza obligatoria de todo contrato y la categoría de ley que este tiene respecto de las partes contratantes; es obvio, además, que estas normas tienen carácter imperativo puesto que el orden público está esencialmente interesado en el respeto y obediencia a los contratos que sean celebrados con arreglo a la ley, configurándose así la causal primera de nulidad absoluta contenida en el artículo 899 del Código de Comercio. Debe observarse ahora que el demandante no incluyó entre sus pretensiones la de reconocimiento de la ineficacia consagrada en el artículo 407 del Código de Comercio sino solamente la de declaración de nulidad absoluta por violación de norma imperativa, con base en el numeral 1 del artículo 889 del mencionado estatuto. Por esta razón el Tribunal tendrá que dejar de lado el reconocimiento de la ineficacia, pero accederá, en cambio, a la declaración de nulidad del contrato de compraventa de acciones por desconocimiento de las normas imperativas que obligan a la fiel observancia de los contratos. No se atenderá, además, a la pretensión del demandante que quiere apoyar adicionalmente la nulidad del contrato en la ilicitud del objeto y la causa; en efecto, el objeto, entendido como los bienes sobre los cuales recaen las prestaciones a que se obligaron las partes, nada tiene de ilícito porque ningún reparo legal es posible atribuir a las acciones o al dinero que se dio por su transferencia. Es cierto que el artículo 1.523 del Código Civil dispone que “Hay así mismo objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes “, pero también lo es que, en materia mercantil, este precepto debe considerarse reemplazado por el numeral 1 del artículo 899, que consagra la nulidad absoluta en caso de trasgresión de toda norma imperativa. El Tribunal considera importante advertir , como nota final de este acápite, que, si bien sus razones para declarar la nulidad absoluta no son totalmente idénticas a las que invoca el demandante, de todos modos no existe obstáculo legal para su pronunciamiento ya que el Tribunal puede hacerlo de oficio, con fundamento en la ley 50 de 1936. 5.La comunicación de la oferta. Para afianzar su impugnación de la compraventa de acciones, por haber sido celebrada con violación del derecho de preferencia legal y estatutariamente reconocido a los accionistas, el convocante hace notar adicionalmente que la carta de oferta, aunque comunicada personalmente a la sociedad, no lo fue a los accionistas, pues para estos se hizo solamente una fijación en “Cartelera de Gerencia”, la cual, en sentir del actor, no es un medio adecuado pues no informa a los destinatarios de manera suficientemente segura, razón por la cual se les vulnera sus derecho preferencial de adquisición. Por su parte, los convocados aceptan que la notificación se hizo de esa particular manera pero advierten que ella era legalmente practicable, dado que el punto no estaba regulado ni en la ley ni en los estatutos; precisan además que desde siempre se ha empleado este medio de comunicación , razón por la cual debe considerarse como un uso comercial legítimo, máximo si se tiene en cuenta que la ubicación de la cartelera está en un sitio que favorece ampliamente a los profesionales de institución, por ser probable que, de acuerdo con sus hábitos, transiten por allí. El Tribunal debe observar, en primer término, que, si bien los estatutos nada dicen acerca de la forma de notificación a los accionistas, la ley si lo expresa en una norma que, por ser general, es aplicable al caso; se trata del artículo 845 del Código de Comercio, cuyo texto dice: “La oferta o propuesta, esto es, el proyecto de negocio jurídico que una persona formule a otra, deberá contener los elementos esenciales del negocio y ser comunicada al destinatario. Se entenderá que la propuesta ha sido comunicada cuando se utilice cualquier medio adecuado para hacerla conocer del destinatario” (destaco). La concisión de la norma transcrita indica que corresponde al fallador definir cuándo el medio de comunicación es adecuado y cuándo no, ya que ella no lo hizo. Con tal fin, conviene destacar que en el caso presente se trataba de notificar no cualquier carta, sino una de cuyo conocimiento y consideración dependían las posibilidades de trabajo en la clínica o la mayor o menor amplitud de estas. No se trataba, entonces, de una misiva sin importancia sino de un mensaje cuya difusión podía tener bastante trascendencia para los destinatarios. El Tribunal piensa, en consecuencia, que la comunicación por cartelera no era ni es un medio adecuado y que, en lugar de acogerse a esta forma de notificación colectiva, era prudente hacerla de manera individual, es decir, por carta enviada a la dirección de cada destinatario, máxime si se tiene en cuenta que esta es la manera como universalmente se informan la gran mayoría de los asuntos entre ausentes, especialmente cuando del conocimiento oportuno del mensaje dependen, como en este caso, ciertos derechos del destinatario. Es obvio, además, que esta comunicación por carta individual tiene una posibilidad de conocimiento por el destinatario bastante mayor que la que se haga por cartelera. Naturalmente lo que aquí se dice de la carta, en su sentido tradicional, puede aplicarse a cualquiera otra forma escrita enviada a distancia, que la técnica admita. Siendo cierto, a la luz de las pruebas anexas al expediente, que la comunicación de la oferta no se hizo por carta sino por cartelera y resultando esta última impropia e insuficiente, se presenta entonces, una nueva anomalía que afecta el derecho de adquisición preferencial de los accionistas, la cual da lugar a la nulidad absoluta del contrato de cesión de acciones por violación del artículo 845 del Código de Comercio, el cual obliga a la comunicación adecuada de la oferta, mediante norma que es de carácter imperativo por referirse a la necesidad de asegurar el conocimiento oportuno y adecuado de las ofertas, que interesa al orden público porque sin aquel los negocios no podrían siquiera tener comienzo. Pero es preciso advertir que de esta segunda anomalía solo es responsable “LA PARTE CONVOCADA 2”, porque solo a ella incumbía, en su calidad de proponente, la comunicación en debida forma de su oferta. 6.El rechazo de la oferta.Además de los reparos que han sido estudiados en los apartados anteriores, el convocante objeta el procedimiento observado para la venta de las acciones, por cuanto que la junta directiva de “LA PARTE CONVOCADA 1” y no su asamblea general de accionistas fue la que adoptó la decisión de no aceptar para la sociedad la oferta de la doctora “LA PARTE CONVOCADA 2”, desconociéndose así el artículo 396 del Código de Comercio que otorga la competencia al máximo órgano social. Los convocados admiten en sus contestaciones al líbelo del actor que efectivamente fue la junta la que rechazó la propuesta, pero que era completamente innecesario someter el asunto a la asamblea porque esta, al carecer la sociedad de reservas o utilidades que pudiera destinar a ese fin, estaba legalmente incapacitada para ordenar la adquisición de las acciones, toda vez que precisamente el mismo artículo 396 dispone que la operación solo es posible cuando la compañía disponga de utilidades o reservas. Son estas las palabras, tomada de la respuesta al escrito de la convocatoria, con las cuales se explica la anterior posición defensiva. “Si bien es cierto que la Asamblea de Accionistas tiene la facultad de decidir, en nombre de la sociedad, si adquiere o no sus propias acciones, también es cierto que las acciones solo las puede comprar mediante las utilidades, que conforman la RESERVA ESPECIAL PARA LA READQUISICIÓN DE ACCIONES. En nuestro caso “LA PARTE CONVOCADA 1” no tenía dicha RESERVA, pues su período del año de 1996, le reportó PERDIDAS, circunstancia que le impidió crear, en este ejercicio, RESERVA para adquirir sus acciones; tampoco se creó esta reserva en los ejercicios anteriores a 1996. Todo lo anterior, significa que la sociedad no podía adquirir las acciones, pues jurídicamente le era imposible, decisión adoptada y comunicada por su JUNTA DIRECTIVA el 15 de mayo de 1997” El Tribunal encuentra que la junta directiva, al tomar la decisión de no aceptar la oferta de venta, no usurpó la competencia de la asamblea ya que era evidente que esta no podía en modo alguno ordenar la adquisición de las acciones por impedirlo la razón legal anteriormente explicada, resultaba, entonces, completamente innecesario e inútil, además de formalista en grado extremo, convocar la asamblea para el solo fin de expresar una negativa ineludible según la ley. Desde el punto de vista de las pruebas atinentes al tema, el Tribunal aprecia en la anterior transcripción de la respuesta de los convocados, una confesión que admite la no intervención de la asamblea pero que la explica por la inexistencia de utilidades; esa confesión se acepta en su integridad, tanto en lo que se refiere al hecho básico como a la explicación del mismo; se da por cierta, en consecuencia, la inexistencia de las utilidades sin necesidad de otras pruebas. Iii. Restituciones mutuas Las restituciones mutuas están previstas en el artículo 1746 del Código Civil y son un efecto necesario e inseparable de la declaración de nulidad, pues esta no tendría ningún sentido si no se ordenara inmediatamente que las cosas volvieran al estado anterior a la fecha del acto o contrato afectado con la sanción. La Corte Suprema de Justicia no ha dudado en acoger esta tesis, según casación de septiembre 20 de 1938; dijo la corporación: “El efecto legal y natural de toda declaración judicial de nulidad es la restitución completa de las cosas al estado en que se hallarían si no hubiesen existido el acto o contrato anulado. La sentencia declarativa de la nulidad produce efectos retroactivos y en virtud de ella cada una de las partes tiene que devolver a la otra lo que ha recibido como prestación del contrato invalidado.(C.C.art.1746)”. En otra ocasión (casación, noviembre 16 de 1945) la Corte sustentó este planteamiento en términos casi idénticos, así: “Si la declaración de nulidad conforme al artículo 1746 de C.C, tiene la consecuencia de que las partes sean restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, es claro que para que tenga operancia y efecto esa consecuencia, en tratándose de un contrato de compraventa de bienes raíces, es preciso decretar que al vendedor se le restituya el inmueble vendido y al comprador el precio que pagó por él, pues solo disponiéndolo así quedan las partes en el mismo estado en que se encontraban antes de la celebración del contrato. Además, tales restituciones constituyen las prestaciones mutuas que con arreglo del art. 1748 se deben las partes una vez declarada la nulidad del contrato, y como tales son objeto IPSO FACTO del juicio, que no necesitan ser demandadas expresamente. Esa ha sido la jurisprudencia reiterada y constrante de la Corte al respecto.”(Cas., 16 noviembre 1945,LIX,784)” Ninguna otra consideración se requiere para anunciar que el Tribunal ordenará las siguientes medidas, como consecuencia natural y obvia de la nulidad que ha de decretarse: 1.La doctora “LA PARTE CONVOCADA 2” devolverá a la doctora “LA PARTE CONVOCADA 3” la suma de $365.625 por cada una de las 64 acciones, o sea un total de $23.400.000, cantidad esta igual al precio pactado y pagado, según fotocopias de la factura y el comprobante de egreso, pruebas que el tribunal decretó de oficio y que no han sido objetadas por las partes. 2-. La doctora “LA PARTE CONVOCADA 3” restituirá a la doctora “LA PARTE CONVOCADA 2” la propiedad de las 64 acciones de “LA PARTE CONVOCADA 1”. para lo cual le hará entrega del título correspondiente, debidamente endosado. 3-. La doctora “LA PARTE CONVOCADA 2” pondrá en manos de “LA PARTE CONVOCADA 1” el título recibido de “LA PARTE CONVOCADA 3”. 4-. “LA PARTE CONVOCADA 1” procederá a anular el título recibido de “LA PARTE CONVOCADA 2”, y a expedirle a ella un nuevo título, lo mismo que a inscribirla en el libro de registro de accionistas como propietaria de las 64 acciones con simultánea cancelación del registro a favor de “LA PARTE CONVOCADA 3”. No habrá lugar a la restitución de frutos, rendimientos o intereses porque, al concertar el contrato de compraventa, cada parte estimó el beneficio que recibía como equivalente del lque entregaba, de modo que si alguna responsabilidad correspondiera a uno de los contratantes, por este concepto, quedaría compensada con la que considera a cargo del otro. En cuanto al deterioro de lo que se entrega y recibe con motivo de las restituciones mutuas, del cual es responsable la respectiva parte, según lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 1746 del Código Civil, se dispone lo siguiente: Evidentemente, el poder adquisitivo de la moneda ha sufrido, a partir de la fecha de contrato, una constante disminución que se refleja en el índice de precios al consumidor, cuyas cifras deberá tomar en cuenta el tribunal con el propósito de ajustar de oficio el valor del precio objeto de restitución. Respecto del demérito de las acciones, si acaso ha existido, nada resolverá eñ Tribunal puesto que nada se ha pedido ni comprobado en este proceso. IV. El perjuicio Dice el convocante en su demanda que la Clínica” le ha causado perjuicios a mi poderdante quien ha dejado de percibir unos dos millones de pesos mensuales, aproximadamente, por concepto de ingresos profesionales, al existir otra médica patóloga en la clínica” Más adelante incluye como pretensión quinta la consistente en “que se le condene a “LA PARTE CONVOCADA 1” y a “LA PARTE CONVOCADA 2” y “LA PARTE CONVOCADA 3”, en forma solidaria, a para a mi poderdante los perjuicios causados, con la conversión irregular y la posterior cesión de las acciones, por lucro cesante, que lo estimo en la suma de dos millones de pesos mensuales, causados desde el mes de agosto de 1997 hasta la fecha en que se cancele a “LA PARTE CONVOCADA 3” como accionista de la sociedad demandada y como empleada de la Clínica . Valor que a la fecha asciende a la suma de veintidós millones de pesos o lo que resulte probado en el proceso”. Por su parte, los convocados niegan la existencia de algún perjuicio causado al convocante y condensan su pensamiento en el siguiente párrafo de la respuesta al escrito de convocatoria: No es cierto “que se le haya disminuido el trabajo y por ende sus honorarios e ingresos al laboratorio del demandante, por compartir el trabajo con “LA PARTE CONVOCADA 3”, pues si la clínica aún no le ha remitido pacientes ni muestras a dicha doctora, aunque debiera hacerlo, la disminución de trabajo que haya tenido el demandante debe obedecer a otras causas y no al compartir los pacientes y muestras de la Clínica ” Hay, pues, una separación radical entre las versiones de ambas partes porque mientras la una afirma la existencia del perjuicio e inclusive llega hasta estimar su valor, la otra lo niega de manera tajante. Habiendo definido ya el Tribunal la nulidad de la compraventa de las 64 acciones, es necesario ahora que se pregunte si esa operación causó algún daño al doctor ; en principio pareciera que sí porque la adquisición de las mencionadas acciones por “LA PARTE CONVOCADA 3” le permitió agregar a las cinco que ya poseía, otras sesenta y cuatro, completando así sesenta y nueve acciones, cifra superior a las sesenta y seis acciones que el artículo 67 del reglamento exige para tener derecho a turnos. De esta manera, se instaló en la clínica una profesional de la patología cuya actividad médica entraba en directa competencia con la de “LA PARTE CONVOCANTE”, siendo entonces verosímil que este sufriera alguna merma en sus ingresos profesionales. Para tratar de esclarecer este punto el Tribunal encuentra conveniente hacer una rápida comparación de los estados de pérdidas y ganancias de “LA PARTE CONVOCANTE” por los años de 1997 y 1998, entregados en el curso de la inspección judicial a su laboratorio. Fue precisamente durante este bienio cuando se celebró la compra de las 64 acciones (Junio de 1997) de modo que tales documentos pueden reflejar el influjo de esa operación sobre 1998, año inmediatamente siguiente. Según estos estados financieros, las ventas brutas del actor fueron en 1997 de $185.336.295 y en 1998 de $ 181.956.660 o sea que de un año a otro decrecieron solo en $3.379.645. es decir, el dfs1.81%. Ahora bien: si se toman como base los certificados de las retenciones en la fuente practicadas al “LA PARTE CONVOCANTE” por la Clínica, se encontrará que ellas se aplicaron en 1997 a un valor total de honorarios pagados por $ 105.472.092 y en 1998 a un valor total de $ 90.772.512, presentándose en esta última anualidad una disminución de $ 5.699.580 o sea el 5.71% Obsérvese bien que estas cifras no podrían ser tomadas para afirmar que el actor perdió, a causa de la competencia en 1998, alrededor de $ 5.700.000, porque la perdida no puede medirse nunca por los ingresos dejados de percibir sino por la utilidad no recibida, resultante de restar a esos ingresos todos los costos y gastos presupuestados. En todo caso, parece bastante probable que el perjuicio no hubiese ocurrido realmente, pero de no ser así, tampoco le cabría responsabilidad a los convocados por no ser su conducta la causa directa y determinante del daño, según se pretende demostrar en el aparte siguiente. V. El nexo causal Para tomar una decisión en este punto, el tribunal comienza por hacer un esquema de la cadena de actos que condujeron a la ocurrencia del supuesto perjuicio indemnizable.: • Compraventa de 64 acciones • Oferta del trabajo en patología por “LA PARTE CONVOCADA 3” • Orden del médico Cirujano a favor de “LA PARTE CONVOCADA 3”. • Realización del trabajo por “LA PARTE CONVOCADA 3”. • Daño causado al “LA PARTE CONVOCANTE”. De esta cadena de actos solo uno, el primero, es ilegal, coma ha quedado establecido en este laudo; obsérvese además que en la celebración de la compraventa no intervino Inversiones Médicas, salvo para los aspectos accesorios de cambio de títulos y registros, nótese también que existe una buena distancia, lógica y cronológica, entre su celebración y la hipotética realización final del daño, de modo que bien puede decirse que este no fue consecuencia inmediata o directa de aquel. Finalizada la operación de compraventa, “LA PARTE CONVOCADA 3”, dueña ya de 69 acciones, ofreció su trabajo en patología a la comunidad médica de la clínica ; esta oferta, imputable solo a ella, está sin duda menos lejana del perjuicio, pero no podría calificársele, aún así, como determinante de éste por la razón simple de que una propuesta de trabajo no conduce forzosamente a su aceptación. Sigue a continuación la orden del médico cirujano, a quien exclusivamente correspondía elegir entre los dos patólogos disponibles, tal como lo declaran con énfasis varios testigos. En consecuencia, para el Tribunal esta claro que la causa determinante del mayor o menor trabajo de un patólogo en relación con otro, reside en la orden médica que, en ejercicio de autonomía profesional, dicta cada galeno según su buen criterio Es evidente además que en esta orden médica no intervinieron ni la clínica, ni “LA PARTE CONVOCADA 2”, ni “LA PARTE CONVOCADA 3”, puesto que no hay huella alguna de esta eventual irregularidad en el expediente, todo con la salvedad hecha de la clínica que, tratándose de pacientes institucionales, sugería la anteriormente mencionada distribución de 6 a 1 a favor del doctor “LA PARTE CONVOCANTE”, pero aún en este caso la opinión del médico era la que finalmente prevalecía sobre la de los funcionarios de la Clínica. Venía luego la realización del trabajo por la doctora “LA PARTE CONVOCADA 3”, si ella era la elegida, y como consecuencia de aquel, el daño eventual cuya indemnización reclama el doctor “LA PARTE CONVOCANTE” por descenso en su actividad. De estas reflexiones bien puede concluirse que no sería posible condenar a los convocados al pago de la respectiva indemnización, toda vez que la causa determinante de u ocurrencia no se halla en su conducta sino en la de los médicos respectivos, quienes, con completa autonomía profesional, elegían el patólogo. Además, en medio de la situación debatida, la conducta de la doctora “LA PARTE CONVOCADA 3” fue más bien pasiva, pues se limitó a estar disponible, a la espera de ordenes y muestras; no otra cosa se deduce de las pruebas, ninguna de las cuales le atribuye intervención alguna en el proceso de selección del patólogo; igual aseveración puede hacerse de la doctora “LA PARTE CONVOCADA 2” y aún de la Clínica, con la salvedad anotada. Por otra parte, dice el artículo 768 del Código Civil que “ la buena fe es la consciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos , exentos de fraudes y de otro vicio”; además, el artículo 63 del mismo estatuto expresa que “ el dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a persona o propiedad de otro”. El Tribunal considera oportuno recordar estas nociones básicas con el propósito de señalar que la conducta de los tres convocados, esto es, la Clínica y “LA PARTE CONVOCADA 2” y “LA PARTE CONVOCADA 3”, no fue en modo alguno ni dolosa ni inspirada en la mala fe; particularmente, estas últimas doctoras, al celebrar la compraventa de las acciones, trataron de manera errónea e ilegal el derecho de preferencia pero lo hicieron, cree el tribunal, con la convicción de que estaban obrando rectamente; y lo mismo puede decirse de la Clínica, cuando cambió los títulos y efectuó el registro de la operación. Ciertamente, aún sin dolo y con buena fe las personas pueden incurrir en responsabilidad, pero, de todos modos, la ausencia de toda mala conciencia y mala intención, afianza en alguna medida el pensamiento del tribunal de que la causa directa y determinante del daño no reside en la conducta de los tres convocados, quienes asumieron una actitud pasiva y libre de todo propósito doloso o contaminada por la mala fe y aceptaron en todo momento la selección del médico tratante, sin intentar ejercer ninguna influencia sobre el. Para terminar estas consideraciones debe recordarse que, en el caso de la Clínica propiamente tal, existe una razón adicional para no condenarla al pago de indemnización alguna pues, como en su lugar se hizo notar, ella no intervino en el manejo irregular e incorrecto del derecho de preferencia en la negociación de las acciones. VI. Excepciones de fondo Aún cuando al examinar las diferentes pretensiones del convocante y formar una decisión acerca de cada una de ellas, el Tribunal, de cierto modo, ha adoptado ya las resoluciones pertinentes sobre las excepciones de mérito propuestas por los convocados, conviene, aún así, referirse directamente a estos medios de defensa. Excepción de buena fe . Esta excepción ha sido formulada de manera incompleta porque de la afirmación escueta de su buena fe, los convocados no derivan ningún efecto que tenga la virtud de neutralizar las pretensiones del convocante; no explicaron aquellos, en consecuencia, de qué precisa manera su buena fe debía influir en la resolución final del conflicto y, a no hacerlo, el Tribunal no tiene otro camino que el de rechazar la excepción. Excepción de legalidad de la compraventa de acciones. Las razones expuestas en este laudo comprueban, en sentir del Tribunal, que en el proceso que va de la oferta de las 64 acciones hasta la celebración y registro del correspondiente contrato, fue desconocido el derecho preferencial de adquisición que la ley y el estatuto reconocen a “LA PARTE CONVOCANTE” y, en general, a todos los accionistas; por tanto, esta excepción tendrá que ser desestimada. Excepción de legalidad en la conversión de acciones. El Tribunal ya decidió el punto a que se refiere esta excepción y lo hizo en el sentido de considerar válido el acto de conversión, con fundamento en los motivos expuestos en la parte inicial de este laudo; en consecuencia la excepción será aceptada. Excepción de falta de relación de causalidad entre el perjuicio y la compra de las 64 acciones. En el texto del laudo, al considerar la eventual existencia del perjuicio, el Tribunal llegó a la conclusión de que la escogencia de uno u otro patólogo no era hecha ni por la Clínica ni menos aún por “LA PARTE CONVOCADA 3”. o por “LA PARTE CONVOCADA 2”, en el caso de “LA PARTE CONVOCADA 1” se había adoptado la norma de asignar las muestras en la proporción de seis para “LA PARTE CONVOCANTE” y una para “LA PARTE CONVOCADA 3”, pero esta orden no llego a ser determinante porque en todo caso siempre se respetaba la decisión del médico Cirujano, a quien se reconocía su autonomía profesional. No existió, por tanto, ninguna conducta de ninguno de los tres convocados, que pudiera considerarse como causa inmediata, directa y determinante del eventual perjuicio , todo lo cual lleva a la aceptación de esta excepción. VII. Costas Dice el artículo 392 del Código de Procedimiento Civil, regla quinta, que “en caso de que prospere parcialmente la demanda, el juez podrá abstenerse de condenar en costas o pronunciar condena parcial, expresando los fundamentos de su decisión”. De acuerdo con este artículo, el Tribunal considera que cada parte fue vencida en una porción importante de sus pretensiones o excepciones pues el actor no logró tener éxito con su petición de indemnización de perjuicios y los convocados, a su turno no pudieron sostener la validez de la compraventa de acciones, presentándose así un equilibrio que lleva al Tribunal a no condenar en costas. VII. Indexación No quedaría completa la restitución del precio que ordenará este Tribunal si su valor nominal de 23.400.000 no fuera objeto del ajuste correspondiente al demérito ocurrido entre el 17 de junio de 1997, día del pago y el 31 de mayo de 1999, última fecha hasta la cual ha certificado el Dane el incremento del índice de precios al consumidor; ese incremento fue del 27.07%, dando así lugar a un ajuste de $6.544.980, con lo cual el valor total a restituir será de $29.944.980. Sin necesidad de otras consideraciones, el Tribunal de Arbitramento, administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley, FALLA: 1.- Deniegese la pretensión de nulidad absoluta de la conversión de 64 acciones de laboratorio clínico en 64 acciones de patología, de propiedad de “LA PARTE CONVOCADA 2”, conversión que fue efectuada por la Junta Directiva de “LA PARTE CONVOCADA 1”. 2Declarase la nulidad absoluta del contrato de compraventa de 64 acciones de patología, celebrado entre “LA PARTE CONVOCADA 2” (vendedora) y “LA PARTE CONVOCADA 3” (compradora) y como consecuencia de esta declaración, se ordena: a“LA PARTE CONVOCADA 3” restituirá a “LA PARTE CONVOCADA 2” las acciones que fueron objeto de contrato declarado nulo, para lo cual deberá entregarle el título correspondiente. b“LA PARTE CONVOCADA 2” restituirá a “LA PARTE CONVOCADA 3” el precio pagado por esta de $23.400.000. incrementando su valor nominal de acuerdo con el índice de precios al consumidor, fijado por el Dane; como este ajuste es de $6.544.980 la condena total por este concepto asciende a $29.944.980. cAdicionalmente “LA PARTE CONVOCADA 1” cancelará el título por 64 acciones expedido a favor de “LA PARTE CONVOCADA 3” y anulará el registro del libro de accionistas en el que esta aparece hoy como propietaria. dLa citada sociedad, una vez realizado lo anterior, inscribirá a “LA PARTE CONVOCADA 2” como propietaria de 64 acciones de patología y le expedirá el título correspondiente. 3Aceptase la excepción de “ Falta de Relación de Causalidad” propuesta por los convocantes. 4Aceptase la excepción de “ Legalidad de la Conversión de Acciones del Grupo Laboratorio al Grupo de Patología “, en armonía con el numeral primero de esta parte resolutiva, en el que se denegó la correlativa pretensión de nulidad del acto de conversión. 5Deniégase la excepción de “ Legalidad de la Compraventa de Acciones “ por cuanto ha sido aceptada la pretensión contraria. 6- Deniégase la excepción de “Buena Fe”. 7- No habrá condena en costas por las razones expuestas en la parte motiva. 8- El laudo será protocolizado en la notaría tercera del círculo de Medellín. El ARBITRO Enrique Gaviria Gutierrez. EL SECRETARIO Alejandro Ochoa Botero.