COLOR Madres 23/4/07 12:55 Página 1 Madres de Plaza de Mayo, 30 años de lucha Texto y fotos: Javier Sulé A lo largo de 30 años, jueves tras jueves, exigieron primero la aparición con vida de sus hijos desaparecidos por la dictadura y después, cuando ya casi todas ellas supieron que no los volverían a ver con vida, transformaron el dolor en lucha, continuaron reivindicando a los hijos más allá de su memoria y exigieron juicio y castigo a los culpables. COLOR Madres 23/4/07 12:55 Página 2 Corría la segunda mitad de la turbulenta década de los setenta, años en que la Escuela de Las Américas de Panamá, bajo la tutela estadounidense, y la dictadura chilena de Augusto Pinochet expedían manuales contra la amenaza comunista. Ineptos como pocos, los gobiernos civiles de Héctor Cámpora y María Estela Martínez de Perón fueron suplantados por una dictadura militar especialmente “brillante” en el combate de los revolucionarios: desaparecieron entre 22.000 y 30.000 personas, y fue tan inhumana la purga, tan crueles sus torturas, tan profunda la herida, que sus consecuencias habrán de perdurar por generaciones. LA MUJER QUE ORGANIZÓ LA LUCHA EN TORNO A UNA PLAZA odos los jueves por la tarde, la plaza de Mayo de Buenos Aires se llena de turistas atraídos por la marcha de las Madres, convertida ya en atracción para los visitantes, no exenta de muestras de solidaridad y admiración. Una cincuentena de madres acuden todavía con sus pañuelos blancos a la plaza, en su habitual ronda de los jueves. Tienen entre 75 y 87 años de edad y siguen al pie del cañón, sin faltar a una cita que se remonta al 30 de abril de 1977 y que se traduce en más de 1.500 marchas desde entonces. T La primera marcha En el dolor y en la desesperación por la desaparición de los hijos empezó el peregrinaje de muchas madres por las comisarías, por las oficinas gubernamentales y por todo lugar al que se los pudieran haber llevado. Todas llamaban a las mismas puertas y nunca había respuestas. En esos lugares de búsqueda, las madres se fueron encontrando y fortaleciendo. Y un día, Azucena de Villaflor dijo que ya basta, que así no se conseguía nada y las animó a unirse y reclamar juntas en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del gobierno. Fue así como las Madres fueron por primera vez a la plaza un sábado 30 de abril de 1977. No acudieron muchas, apenas Azucena y 13 más. “Estuvimos poco tiempo, paradas sin marchar, hasta que vino la policía con las armas para que nos fuéramos. Pero volvimos a la semana siguiente en viernes y a la otra en jueves y se fueron sumando madres. Como estaba prohibido el derecho de reunión, nos agrupábamos de dos en dos. Cuando la policía vio que éramos muchas, nos decían: ‘Aquí no se puede estar, hay estado de sitio, esto ya es una reunión, marchen, caminen’, y empezó a golpear con las manos y con los palos... y la policía nos hizo caminar, y así es como surgieron las marchas porque en realidad no era la idea”, recuerda Mirta Baravalle, que fue una de las 14 madres que acudieron la primera vez a la plaza, y que continúa yendo. Con la desaparición de Azucena y de otras dos madres más, los militares pensaron que romperían el movimiento, pero no fue así, al contrario, tomó más fuerza. “Fue un golpe durísimo, pero hizo que nos uniéramos más y con más ganas de luchar. Nos dimos cuenta de que las marchas eran lo que más les molestaba y que esa marcha de reclamo silencioso pidiendo por la vida de un hijo tenía un valor. La plaza se convirtió para nosotros en un escudo y ya no había nada que nos pudiera detener”, explica Haydeé Gasteliú, otra de las primeras 14 madres, la cual aún va, cuando su delicada situación familiar se lo permite. Las madres decidieron seguir en la plaza, conservando toda la ilusión de encontrar a sus hijos, esperando con toda ingenuidad que la dictadura tal vez no fuera tan feroz. A cada madre le llevó un tiempo diferente aceptar que físicamente no iba a recuperar a su hijo o hija. Con la celebración del Mundial de Fútbol de Argentina en 1978, las madres alcanzaron notoriedad por la presencia de numerosos periodistas extranjeros, pero también sufrieron la mayor indiferencia de su propio pueblo y la represión sobre ellas aumentó a partir de entonces. En una parte de la plaza reposan las cenizas de muchas madres que ya murieron y que quisieron que sus restos continuaran en el lugar de la lucha, que para ellas significaba tanto: ni más ni menos que el amor por los hijos. Junto a sus cenizas, una placa recuerda también a la mujer que organizó esa lucha en torno a una plaza y dice así: “Azucena Villaflor de Vicenti (1924-1977) creadora de Madres de Plaza de Mayo. Detenida-desaparecida buscando a su hijo Néstor y a los 30.000 secuestrados por la dictadura militar argentina. Fue mantenida en cautiverio en el centro de detención clandestino de la ESMA y días después arrojada viva al mar desde un avión. Sus restos fueron identificados en agosto de 2005”. Cecilia de Vicenti, la hija menor de Azucena Villaflor. “Mi mamá era sólo un ama de casa que lo único que hizo fue salir a buscar a su hijo y pedir por su vida. Cuando 27 años después me comunicaron que habían identificado sus restos, me puse a llorar. Ahí sentí realmente su muerte porque una cosa es saber que se murió; tenerla, tocarla y llorarla, y otra cosa es el dolor de no saber. Lo peor fue conocer la forma como la mataron, que la tiraran viva desde un avión, eso es más fuerte de lo que imaginaba”, explica Cecilia de Vicenti, la hija menor de Azucena Villaflor. Cecilia tenía apenas 15 años cuando pasó todo y recuerda especialmente la desesperación de su madre por no saber nada de su hermano Néstor, desaparecido meses antes cuando tenía 23 años junto a su novia en un operativo militar en su domicilio. JANO 4-10 DE MAYO 2007. N.º 1.650 . www.doyma.es/jano 57 COLOR Madres 23/4/07 12:55 Página 3 Entrada del centro clandestino de detención de la ESMA. 58 JANO 4-10 DE MAYO 2007. N.º 1.650 . www.doyma.es/jano El marino Adolfo Scilingo, carcomido por el remordimiento, abrió el fuego y sus relatos sobre las torturas y los vuelos de la muerte se colaron con gran impacto en los hogares de los argentinos. A partir de ese día cambiaron muchas cosas. La conmoción recorrió la Argentina. COLOR Madres 23/4/07 12:56 Página 4 En democracia Rescate arqueológico en un centro de torturas. Cuando por fin llegó la democracia en 1983, Argentina debía hacer examen de conciencia. Los crímenes que algunos arrepentidos habían ido confesando desvelaron el infierno que vivieron los desaparecidos. El marino Adolfo Scilingo, carcomido por el remordimiento, abrió el fuego y sus relatos sobre las torturas y los vuelos de la muerte se colaron con gran impacto en los hogares de los argentinos. A partir de ese día cambiaron muchas cosas. La conmoción recorrió la Argentina. Los sobrevivientes de los campos clandestinos de concentración y las madres estaban diciendo la verdad. “Hasta ese día, la sociedad argentina miraba para otro lado, éramos transparentes, no existíamos. A mí me llamó gente con la que hacía tiempo no me hablaba para reconocerme que tenía razón y yo les contestaba: ‘necesitaron que lo dijera un asesino por la tele para que lo creyesen…’”, recuerda Tati Almeyda, de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Paralelamente, el presidente Raúl Alfonsín abría una luz para las madres ordenando el juicio de las dos primeras juntas militares que encabezaron la dictadura. Decenas de pruebas y testimonios desvelaron todo el horror de la dictadura. Videla y Massera fueron condenados a cadena perpetua, pero meses más tarde ese mismo presidente promulgaba la llamada Ley de Punto Final, a la que siguió la de Obediencia Debida. Posteriormente, con los decretos de indulto que consiguió Carlos Menem para los condenados se dio al traste con la investigación, el posible juicio y el castigo a los culpables. Las madres no lo podían creer, sumidas en la indignación y la rabia. Con las madres ya divididas en dos grupos por discrepancias con la dirección de la presidenta Hebe de Bonafini, la llegada del presidente Néstor Kirchner al poder sorprendió gratamente a unas y a otras porque volvió a poner el tema de los desaparecidos encima de la mesa. En su mandato se declararon nulas las leyes de amnistía, lo que implicaba poder reabrir los juicios contra los militares. “Con Kirchner vimos algo que ni soñábamos. En un discurso delante de todos los militares, llamó asesinos a las cúpulas castrenses, se consideró hijo nuestro y reconoció a nuestros hijos revolucionarios compañeros suyos. Yo lo estaba viendo por la televisión y nunca lloré tanto como ese día porque me di cuenta de que nuestros hijos estaban en el lugar que tenían que estar”, manifiesta con orgullo Evel Petrini, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.J JANO 4-10 DE MAYO 2007. N.º 1.650 . www.doyma.es/jano 59