Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 21 El hipnotizador personal Pedro Mairal H ace diez años, en un taller literario, conocí a una chica que tenía mucha plata. Mejor dicho, sus padres tenían mucha plata. No se llamaba Verónica, pero la voy a llamar Verónica por discreción, aunque ella ya no viva en la Argentina. Verónica escribía cuentos que sucedían en París, en New York, en Amsterdam, con personajes que estaban siempre invitados a grandes fiestas. El taller quedaba en Callao y Córdoba, y a la salida yo la llevaba en mi bicicleta hasta Las Heras. No nos dábamos cuenta de lo peligroso que era, o quizá sí y eso nos divertía. Una sola vez casi nos pisa un 60; estuvimos muy cerca. Yo frenaba apretando el pie contra la rueda. A veces nos metíamos en librerías y ella se compraba un libro pero después, cuando le preguntaba si le había gustado, me decía que no lo había leído. No le gustaba mucho leer. Se cruzaba todo el tiempo con ex compañeras del colegio y después me hablaba mal de ellas. Viven en una burbuja, me decía, están siempre hablando de ir a esquiar o de Punta del Este, no se dan cuenta de que la cosa va un poco más allá. Como suele 21 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 22 Pedro Mairal pasar, Verónica despreciaba a la gente que se le parecía. Me acuerdo de que era lacia, sobre todo eso. Era más lacia que linda. Y me acuerdo también de su olor a shampoo, cuando iba sentada en el marco de la bicicleta. Sin que yo siquiera la hubiera besado, ella me incitaba y me despreciaba, iba alternando esas dos actitudes con sutileza, manteniéndome apartado pero, al mismo tiempo, a tiro. Si me lo hubiese pedido, yo la hubiese llevado pedaleando hasta Brasil. En una de esas vueltas, me invitó a su casa en la calle Galileo porque iban a ir sus amigos de cine (estudiaba cine en un instituto del centro). Dale vení, no me banco esperar sola, me dijo. Llegamos y nos abrió la puerta de calle un guardia de seguridad, con uniforme gris. Era de los pocos edificios en Buenos Aires que en esa época ya tenían seguridad privada las 24 horas. Subimos. El departamento era enorme, decorado con sillones blancos y tapices. Vivía sola porque sus padres siempre estaban en lugares exóticos del mundo. Había una mucama vieja dando vueltas por la cocina, con la que tenía discusiones feroces que la avergonzaban. En media hora me mostró su cámara nueva, me mostró fotos de un viaje a la India, me mostró algo en la computadora que yo no entendí hasta tiempo después cuando se popularizó Internet, puso un compact en un equipo súper Hi-Fi, dio vueltas por el departamento, me mostró el arma del padre, comimos helado, y al rato fueron llegando los amigos. Tenían más o menos nuestra edad. Había una chica que se llamaba Fabiana y un chico pelilargo que se llamaba Pablo, que yo pensé que eran novios porque se 22 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 23 El hipnotizador personal hacían masajes en el sillón. Todos parecían estar muy habituados al lugar, se tiraban en el living sin problema, abrían la heladera y le pedían licuados a la mucama. Los vi varias veces y me fui mimetizando con esa actitud de confianza. Hacían base ahí y después se iban a fiestas en otras casas. Yo fui una sola vez a una de esas fiestas donde hicieron lo mismo pero con otra gente y con otra marca de cerveza: sentarse y hablar de la fiesta a la que iban a ir después. Lo mejor, la fiesta ideal, siempre estaba en el próximo lugar. En alguna de esas charlas de sillón, salió la típica pregunta: Si pudieras tener cualquier cosa en el mundo, ¿qué te gustaría tener? La mayoría quería tener otro cuerpo, o mucha plata. La respuesta de Verónica me llamó la atención. Yo quiero tener un hipnotizador personal, dijo, un “hipno”, existen, te juro que existen. Un tipo que me hipnotice en los ratos aburridos, que me despierte sólo para los ratos de acción, que me anule el tiempo muerto. Eso es lo que quería Verónica, alguien que le editara la vida. Le preguntaban cómo sería y ella explicaba que el hipnotizador tenía que dormirla, por ejemplo, antes de salir de viaje a París. La subía dormida al auto, la llevaba al aeropuerto, le hacía los trámites, la subía al avión y la despertaba un rato durante el vuelo para comer; después la volvía a dormir y la despertaba en el taxi, en las calles de París, camino al hotel. Tenía que ser un tipo fuerte que pudiera llevarla en brazos. Me sorprendió la expresión “tiempo muerto”. Se la había escuchado decir a sus amigos cineastas, pero no la había entendido del todo hasta que ella la dijo. Y me 23 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 24 Pedro Mairal hizo acordar a unos vecinos de carpa en la playa en Pinamar: dos matrimonios que jugaban al bridge después del mediodía, jugaban durante horas bajo la sombra hasta que uno de los hombres miraba el reloj y decía “¡Uy, las seis ya, che. Matamos la tarde!”, pegaba uno de esos aplausos con ruido a sopapa y se frotaba las manos porque la tarde había muerto; la habían matado ellos. La idea de Verónica también era matar el tiempo, matar el tiempo muerto. Ella tenía intolerancia al tiempo real. No soportaba el tiempo que mediaba entre los momentos supuestamente relevantes de su vida. No soportaba el tiempo muerto frente al semáforo o en las salas de espera o haciendo cola. Los momentos en que no pasa nada. Cuando me llegó el turno de decir qué quería, yo pensé que quería tenerla a Verónica, pero no lo dije. No me acuerdo con qué traté de zafar. Tampoco sé si fue esa misma noche que conseguí darle un beso. Me acuerdo que caminamos por Galileo hasta que nos sentamos en la escalera de la Plaza Mitre y, como yo había tomado bastante cerveza, me animé. Pero era difícil. Se me escapaba. Como si no estuviera ahí. Vivía desfasada del presente, un poco corrida hacia el futuro, siempre pensando en algo bueno que iba a pasar después, hablándome de eso, una fiesta, una película esa noche, algo que iban a filmar, algo de ropa que le iban a traer los padres de New York, siempre en ese declive de la ansiedad, cayendo hacia adelante. Yo iba seguido a la casa. A veces estaban Pablo y Fabiana viendo videos. Un sábado a la noche la había invitado a Verónica a San Telmo a tomar algo pero me había dicho que estaba cansada. Al rato cayeron Pablo, 24 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 25 El hipnotizador personal Fabiana y unos amigos de Puerto Rico que querían ir a bailar Salsa. Trajeron ron La Negrita y lo mezclaron con Coca-Cola. Yo veía que Verónica se preparaba para salir, muy divertida, y me puse a tomar ron. Un vaso tras otro. Ella quería que fuera con ellos pero yo, enfermo de literatura, prefería la tristeza del perdedor. Terminé tocándole el timbre a las cuatro de la mañana, totalmente borracho, diciéndole que quería ser su hipnotizador personal. Y ella ni siquiera estaba. El guardia de planta baja, que ya me conocía, me paró un taxi y me mandó a mi casa. Le escribí cosas a Verónica. Poesía. Una vez fuimos al cine a la trasnoche, después a tomar algo, después caminamos y en un kiosco, de madrugada, compré el diario La Prensa recién salido para mostrarle que en el suplemento cultural habían publicado un poema mío dedicado a ella. No me quedaban más ases en la manga y todavía no había logrado pasar de los primeros besos. Yo le había dicho que ella me gustaba y ella me había dicho que yo era “un tipo muy intenso”. Desde entonces, ese adjetivo –aplicado a cualquier cosa– me da un poco de vergüenza. Una tarde subí pedaleando la barranca de Galileo. El guardia del edificio me dijo: ¿Qué hacés, Pedrito? No está Verónica... Che, el otro flaco, el pelilargo... ¿Quién, Pablo?, dije. Sí, te ganó de mano. Se queda a dormir y todo. Yo el otro día le tiré la lengua a Verónica, viste, le digo ‘¿con cuál te quedás, con el pelilargo o con Pedrito?’, y me dice ‘con el pelilargo’. Me despedí de él con una sonrisa bastante digna teniendo en cuenta que acababan de romperme el corazón. El guardia me había dicho la verdad, así, dura y directa. 25 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:07 Page 26 Pedro Mairal Lo odié pero hoy creo que me hizo un favor porque, si no, yo hubiese seguido dando vueltas, cada vez más enredado. Me volví caminando al lado de la bicicleta, sin subirme. Tenía ganas de ir sacándome la ropa y tirarme desnudo en medio de la calle. No sé si fue exactamente ese día, pero la bicicleta fue a parar a la baulera. No volví a ese taller literario, ni volví a verla a Verónica. Supe, por un amigo de un amigo, que se casó y vive en Estados Unidos. Hace un par de años escribí un cuento corto con ella como personaje. Lo tengo que corregir. El narrador era el hipnotizador, el encargado de hechizarla cuando ella se aburría. Él iba contando lo que había hecho esa tarde. Estaba ambientado en México porque me parecía que quedaba mejor. Y él hablaba de “la niña”. “A las dos, la niña me ha pedido que la duerma y la lleve a una fiesta en Cuernavaca”. Entonces contaba cómo la dormía en su silla, la cargaba en el auto y se sentaba al volante, para manejar despacio. Ella dormida en el asiento de atrás, él fumando, con la ventanilla abierta. Describía el viaje y cómo por el camino se veía venir una tormenta de verano, y después llovía y caía granizo. Estaba contado en presente, porque él estaba atrapado en el presente, viviendo el tiempo muerto que ella no quería vivir. Entonces llegaban de noche a Cuernavaca y unas cuadras antes el hipnotizador despertaba a “la niña”. Le contaba que había granizado y ella se enojaba porque decía que cómo no la había despertado para ver eso; le hubiera gustado ver granizar. La niña lo “regañaba” mucho y se bajaba del auto hacia la fiesta, dando un portazo. Él estaba enamorado de ella. 26 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 135 Diario de un joven escritor argentino Juan Terranova Lunes Cuando uno está pensando: “Bueno, ahora sí me puedo sentar a escribir”, entonces suena el teléfono. Es un editor amigo que está preparando una colección y necesita redactores. –Son libros de divulgación –dice–. Batallas del mundo. Nos encontramos a tomar un café y me cuenta un poco más. –Cincuenta por ciento cuando empezás, los otros cincuenta contra entrega. Tenés para elegir, romanos y griegos, batallas de la independencia de América, Napoleón, revolución mexicana... Miro la lista. –¿El Alamein se puede? –Sí, claro. Firmamos el contrato y listo. Es mucho mejor meterse con los Afrikakorps de Rommel enfrentando al Octavo Ejército Británico que escribir sobre macrobiótica o corregir la tesis de un tipo que estudia Marketing y nunca leyó un libro en su vida. De eso estoy seguro. 135 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 136 Juan Terranova Aparte, Celia está embarazada y yo hace meses que no tengo un trabajo fijo. Martes ¿Qué significa ser un “joven escritor argentino”? ¿Se supone que hay que escribir sobre los problemas de la gente joven? ¿Sexo desaforado, noches de borrachera, drogas? Este año cumplo treinta y voy a tener un hijo. Con Celia nos casamos hace dos años. Nunca dejo de pensar cuánto la quiero y la necesito. No es que antes anduviera perdido por la vida, pero quizás algunas cosas no las tenía muy claras. Quería escribir y eso me trajo hasta acá. En el camino me crucé con ella. Ahora está durmiendo y yo estoy sentado en la computadora. Es casi medianoche, hay mucho silencio y el avión que lleva al teniente general Erwin Rommel, un bimotor Heinkel 111 morro de tiburón, está por aterrizar en el desierto de África del Norte. Miércoles Hoy apareció el plomero. Celia ya había salido y yo me estaba preparando el primer café de la mañana. Entonces, sonó el timbre. No el de la calle. El tipo estaba tocando en la puerta del departamento. Lo vi por la mirilla con ropa de fajina y una caja de herramientas. Nadie lleva herramientas si te quiere robar. Los ladrones no son tan buenos con los disfraces. Se hacen pasar por empleados del cable o de telefónica. Camisa blanca de mangas cortas y corbata. Una planilla en la mano. –¿Sí? 136 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 137 Diario de un joven escritor argentino –Hay una pérdida en su baño y le gotea al vecino de abajo. Lo dejé entrar. Como sea, no hay mucho para robar. Pasó al bañó. Se agachó y giró las canillas del bidet un rato. Después volvió a cruzar el departamento para agarrar una llave de la caja de herramientas. –¿Y usted a qué se dedica? –Soy escritor. Usualmente miento. Hoy no tenía ganas. Pensé en agregar alguna explicación. No hizo falta. –¿Y qué tipo de libros escribe? –Novelas, sobre todo. –¿Y puede vivir de eso? –No. Ahora mi sinceridad me asombra. Y eso que no estaba de mal humor. Cuando le mostré mis libros, pasó de la curiosidad a la sorpresa. –Ve, éste y éste los escribí yo. Miró la foto de la solapa. Las tres palabras que forman la construcción “joven escritor argentino” son muy problemáticas las tres. ¿Y por qué esa manía de poner el adjetivo antes del sustantivo? Mientras el tipo estaba en el baño, me di cuenta de todas las vitaminas que está tomando Celia. Las vi alineadas encima de una repisa. Me contó que el otro día se le cayó una y se le fue por el desagüe del lavatorio. El plomero tuvo la deferencia de no preguntarme en seco: “Bueno, ¿y entonces de qué vive?”. Pero no me pude contener y le largué algo que sonaba a excusa. A la mañana estoy blando. Supongo que el día, a medida que pasa, te va endureciendo. 137 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 138 Juan Terranova –Escribo libros de yoga, corrijo originales, eso me da un poco más de aire. Dinero es lo que me da. El aire suele ser gratis. Cuando terminó de revisar, se levantó y dijo que no era de ahí. –¿Hace cuánto gotea? –me preguntó señalando la canilla del lavatorio. –Desde que llegué –le dije. La desarmó sin decirme nada y la arregló. No me quiso cobrar. Y me puso de buen humor y casi no me costó sumergirme en el trabajo. A veces cuesta, a veces no. Es un misterio. Jueves En Internet, una frase de André Malraux, “La juventud es una religión a la que uno siempre acaba convirtiéndose”. No entiendo. Quizás la traducción esté mal. ¿Cuando uno se hace viejo se termina “convirtiendo” a la juventud? ¿Se puede hacer eso? Más bien me parece que es lo contrario. La garantía de que uno va a terminar abandonando “la religión de la juventud” es completa. El tiempo tiene una sola dirección. Hoy mi editora me llama para decirme que alguien en algún lugar leyó una novela mía y me quiere hacer una entrevista para la televisión. –Buscan jóvenes escritores –dijo. Y ahí vamos de nuevo. Cuando colgué, se me ocurrió que es más fácil definir a un escritor joven por lo que no es que por lo que es. O mejor por lo que no debería ser. No debería escribir conceptualmente. Como esos jóvenes viejos que 138 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 139 Diario de un joven escritor argentino dicen: “oh, mi novela transcurre en los diecisiete segundos en los cuales Firpo volteó a Dempsey”. Bueno, eso es pura mierda. En esos segundos no pasó nada, no transcurrió nada. No hay nada ahí adentro porque diecisiete segundos no tienen adentro. Un segundo, es esto: paf. Y a veces menos. Sobre todo si estás en el ring y te estuvieron pegando en la cara. Diecisiete segundos alcanzan para que un boxeador se suene los mocos y nada más. Cuando quería ser Hemingway, me puse los guantes y entrené. Lo mejor era tener vendas nuevas y llegar descansado. Una hora en el gimnasio te cura cualquier capricho. Nadie que no haya boxeado, al menos en forma amateur, debería escribir sobre boxeo. Lo otro que no debería hacer un “escritor joven” es escribir novelas históricas. Hay realmente muy poco para hacer con las novelas históricas. Todo queda reducido a “Sarmiento se tiro un pedo y se lo llevó el viento”. Es ridículo. Creo que hablar sobre el presente siempre es bueno. Una vez un amigo me dijo: “El presente es nuestro capital”. Me gustó. Me gustaría recordarlo siempre. Releo lo que escribí y entiendo que yo no soy quién para decir qué debería hacer un “joven escritor”. Primero, si quieren escribir novelas históricas, adelante. Yo no voy a hacerlo. Sería preferible escribir historia lisa y llana. Es más digno. Segundo, cada día que pasa envejezco irremediablemente y me alejo de mi calidad de “joven escritor”. Es más, mis palabras se devalúan mientras escribo. 139 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 140 Juan Terranova Viernes No salimos. Los viernes, por lo general, Celia intenta arrastrarme al teatro, pero hoy dice que está cansada y ahora mira televisión mientras yo cierro el día. El tanque Matilda Mark III que estuvo peleando en el desierto occidental en 1941 tenía un blindaje que llegaba a 60 mm en las partes más gruesas y 20 mm en las partes menos protegidas. Era un vehículo tan duro que no necesitaba armazón interno. El peso recaía directamente sobre las planchas de acero. El cañón de 37 mm de los Panzer III de Rommel no tenía muchas posibilidades de perforar ese blindaje. Pero hicieron traer cañones antiaéreos de 88 mm. En posición horizontal, pegados a la tierra, una batería de cinco cañones podía contener el avance de decenas de tanques enemigos. Los sincronizaban para descargar en orden. Cada tres minutos una detonación. El artillero disparaba y tenían quince minutos para volver a meter un proyectil en el arma. Debe haber sido algo digno de verse. Hoy también me puse a leer la revista del cable. ¿Quién escribe las viñetas que acompañan los títulos de las películas? 20.30 hs. Lucha mortal. “Un justiciero solitario va en busca de los que mataron a su novia y a la familia de su novia.” Si hay que ver la película para hacerlo, yo quiero ese trabajo. Celia tenía una amiga que trabajaba en una productora de cable y le pagaban por ver capítulos y capítulos de series de los setentas. Los invasores, Las calles de San Franscisco, Los vengadores, El prisionero. No puedo pensar en un trabajo mejor. Que alguien te 140 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 141 Diario de un joven escritor argentino pague por mirar televisión. Me imagino que al final la cabeza te debe de quedar como un zapallo pasado pero no me importa. Sábado El sábado nos gusta quedarnos en la cama hasta el mediodía. ¿A quién no? Miramos TV y yo escribo en las propagandas. Tengo un cuaderno Rivadavia en la mesa de luz. Cincuenta hojas lisas y tapa dura. Nada de lo que escribo sirve después, pero me gusta hacerlo. No, estoy siendo injusto. El material que sale de la tele no es tan malo. La TV te mantiene alerta, te muestra el mundo al mismo tiempo que te lo niega. Celia me describe esta imagen. Diciembre del 2001, y yo, en calzoncillos, con la cara pegada al aparato, anotando lo que veía. Es patética, pero también es real. Compramos todos los diarios, incluso Ámbito Financiero, cuatro días seguidos. Después fuimos caminando hasta Plaza de Mayo. Poca cosa. De lejos llegamos a ver cómo saqueaban el McDonald’s de Corrientes y Pellegrini. Hoy vimos la película El zorro del desierto. La disfrutamos. Cuando me enteré de que existía, fui a la calle Junín y me la compré. Tuve una pequeña charla con el tipo que me atendió. –¿El zorro del desierto? –Sí. –¿Basada en el libro de Desmond Young? –Sí, ésa. –La produjo la Century Fox en 1951, James Mason hizo de Rommel... 141 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 142 Juan Terranova –Sí, bueno... Finalmente se decidió a mostrarme la película y como estaba barata, me la traje a casa. Empieza con el intento de asesinar a Rommel en su cuartel general de Libia. Basándose en datos del espionaje árabe, comandos ingleses son llevados hasta las costas de Beda Littoria por un submarino. Entran a sangre y fuego y matan a cuatro alemanes, incluido un intendente general, antes de ser abatidos o capturados. Parece sábados de superacción. Pero fue real. Lástima que Rommel estaba en Roma, convenciendo al Duce de que le mandara los suministros que le había prometido. Domingo Otra vez hasta tarde en la cama y después a caminar un rato. Una vuelta por San Telmo con todos esos turistas buscando el tango y un poco de sol. A Celia la mayoría de los espectáculos callejeros le dan tristeza. A su favor hay que decir que hacía mucho calor, está susceptible por el embarazo y un nene rumano tocando la lambada en un acordeón mugriento puede ser un poco lastimoso. Para redondear, está sentado en una silla de plástico al lado de una pila de bolsas de basura. Cuando un turista se pone en cuclillas y le saca una foto con su cámara digital ya es demasiado. Por Florida se ven cosas peores. Por ejemplo, hay un faquir que se mete un destornillador por la nariz. Bueno, no sé si es peor. Almorzamos en un buen lugar, sin calor y sin ruido. El pescado era fresco y la guarnición, abundante. Un blanco frío hubiera sido ideal, pero Celia no puede tomar alcohol por el embarazo, así que pedimos agua 142 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 143 Diario de un joven escritor argentino mineral. Incluso sin vino, una buena comida te cura cualquier cosa. Si no, por lo menos ayuda. A mí me ayuda. Celia me preguntó cómo iba con la batalla de El Alamein. –Los italianos retroceden y Hitler decide mandar a Rommel –le respondí. –¿Por qué? –Tienen miedo que los ingleses expulsen a los italianos de África y le hagan firmar la paz a Mussolini. Después volvimos a casa y dormimos una siesta. Más tarde, pasó un amigo a saludarnos y charlamos un rato. Cuando se fue, Celia se acostó en la cama a leer un poco y ahora yo estoy acá, enfrente de la computadora. Lo que me gusta del verano es que uno se levanta, se pone las ojotas, una bermuda y ya está tipeando. La mañana es buena en verano, aunque la noche también tiene lo suyo. El zumbido sordo y continuo de los aparatos de aire acondicionado. Esa tranquilidad de la ciudad cuando todos están durmiendo. Saber que no va a sonar el teléfono y la calle desierta con los árboles rodeados de oscuridad. No te llena de culpa quedarte leyendo hasta la madrugada o poner un disco a un mínimo volumen. En realidad, si uno está tranquilo, sin fantasmas y sin problemas, cualquier día a cualquier hora es bueno. Lunes Es necesario contrarrestar los lunes con trabajo de firme. Uno se pone y la pelea hasta que la cosa empieza a avanzar y entonces parece que toda la semana va a ser buena. Eso hice hoy y salió bastante bien. Cuando se pierde el rumbo es duro. Enciendo la televisión, el 143 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 144 Juan Terranova tiempo se diluye en infinidad de cosas banales, lavo los platos, leo dos minutos un libro y me aburro. Y es un momento que llega, porque uno se cansa y el momento de la dispersión llega, y hay que tomarlo como viene. Con la práctica se lo va dominando, pero igual es difícil. Pero supongo que le pasa a todos, no sólo a los “jóvenes escritores”. Estuve hojeando Los consejos a los jóvenes literatos de Baudelaire. Se pueden resumir así: la suerte no existe, perseverar es bueno, a veces hay que hacer concesiones para publicar, la inspiración llega si trabajás con rutina, hay que ser práctico. Creo que el mejor es el del odio. Si alguien te dice lo que tenés que hacer, siempre es mejor desconfiar. Sin embargo, cada tanto también es bueno parar la oreja y ver qué pasa. Con el odio, dice que hay que ser avaros. Cuando uno aprende que es malo desperdiciar el odio, ya no es un escritor tan joven. Ahora son las doce menos cinco. El día se acaba y el aire acondicionado sigue funcionado. La lámpara baja del escritorio da una luz que me gusta, que me concentra, me da ganas de seguir. Podría escribir hasta que se hiciera de día. Lo hice varias veces, parando para tomar una taza de té y descansar un poco. Pero si lo hago Celia duerme mal, me necesita en la cama, y al otro día yo no sirvo para nada. A veces no, a veces aguanto bien. Puedo acostarme a las cinco de la mañana y levantarme a las nueve y salir a la calle y hacer lo que tenga que hacer. Una vez en la costa fui con un bote a pescar mar adentro. La noche anterior me la pasé leyendo. Supongo 144 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 145 Diario de un joven escritor argentino que estaba un poco nervioso, o por ahí apenas era una buena noche para leer, tranquila, con un cielo estrellado y el aire frío y vigorizante del mar. Lo del bote fue duro. Salimos de la playa y anduvimos mar adentro hasta que no se vio la costa. El agua era de un azul tan fuerte que daban ganas de zambullirse. Mil veces mejor que el mejor lago del sur. A mí no me interesaba la pesca, me interesaba mirar. Me puse crema en todas partes salvo en una rodilla que me quedó colorada como un tomate. Al mediodía comimos en el bote. Sandwiches de carne con mayonesa y cerveza. Después siguieron con las cañas. Hacía calor. Algunos sacaron bien, otros no tanto. Volvimos a eso de las cinco de la tarde y yo me quedé dormido en un sillón antes de la cena. Martes Finalmente, hoy aparecieron los de la entrevista para la televisión. Llegaron cuarenta y cinco minutos tarde y no me costó mucho darme cuenta de que eran una manga de maleducados. Se presentaron esquivamente, hablaron de un programa de cable, las tomas eran para un especial de, adivinaron, “jóvenes escritores argentinos”. –¿Cuándo sale? –pregunté. –Bueno, todavía no sabemos bien. Ninguno había leído nada de lo que yo había escrito. Después, quisieron hacer exteriores. –Acá no hay suficiente luz –dijo uno. –Salgamos y busquemos un parque –dijo otro. En el hall del edificio encontraron mejores condiciones y decidieron que podían intentar alguna toma. 145 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 146 Juan Terranova El hall del edificio donde vivimos con Celia está muy bien, así que me imagino que parados ahí, reflejados por los espejos, no dábamos tan mala imagen. El tipo que me entrevistó quería que me tirara contra los editores. –¿No cree usted que lo que hace falta hoy son buenos editores? Después, que me hiciera el sociólogo y opinara sobre el poder adquisitivo de los que compran libros, de los que no compran libros, de los que leen best-sellers, de los que no leen best-sellers. Era difícil responderle porque me preguntaba ya dando una respuesta. ¿Lo vieron alguna vez? Es así: “¿Es cierto que los jóvenes escritores argentinos tienen pocos lugares de publicación y los medios no les dan el espacio que se merecen?”. ¿Qué se puede responder a una pregunta así? Las tomas en el hall del edificio fueron un desastre. Pero escuchen esto: los editores no son monstruos. Son gente que trabaja y quiere que los libros que aprueban se vendan para que no los echen a patadas. Y otra cosa: si les llevás mierda, es muy probable que no la quieran publicar. Aunque en realidad, nunca se sabe... Con los periodistas culturales, la cosa es más complicada. No es que sean todos unos vampiros chupa sangre, pero creo que son los peores. ¿No les pagan para que lean los libros? Entonces, ¿por qué no lo hacen? Uno nunca entiende qué es lo que les pasa por la cabeza. Tienen que escribir apenas trescientas palabras, a veces menos. Cobran un sueldo todos los meses por eso. ¿Qué es lo que defienden? ¿La cultura, la contracultura, el culo porque su jefe los quiere mandar a picar cables? Hay más tensiones adentro de un diario que en un soviet ruso. 146 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 147 Diario de un joven escritor argentino Mientras tanto, mis entrevistadores de la televisión seguían resbalando. Hablaban como idiotas. Reeditemos el mito del poeta maldito, ¿o es mejor el narrador intrépido? Hagan lo que quieran, yo me vuelvo a mi casa, voy a pedir una pizza, y después de pegarme una ducha, me voy a ir directo a la cama con mi mujer. Los dejé buscando su parque. “La juventud no es más que un estado de ánimo” dijo Frank Lloyd Wright. Así que no les miento si les digo que hoy me sentí terriblemente viejo. Hace un tiempo me hicieron otra entrevista, bastante más decente. Me mandaron las preguntas por mail y yo las respondí por escrito. Eso fue algo bueno. Las preguntas eran de catálogo. –¿Puede escribir en una habitación de hotel? –Depende de qué hotel. Si tiene pileta, puedo nadar un rato antes del desayuno. Eso me ayudaría a estar más tranquilo a la hora de escribir. Lo demás seguía así: ¿Mantiene usted alguna obsesión? ¿Planifica su camino con notas antes de empezar? ¿Trabaja en más de un proyecto a la vez? ¿Cuáles son sus hábitos de trabajo? ¿Cuántas horas por día pasa usted ante su mesa de trabajo? ¿Ha tomado drogas para escribir? ¿Qué piensa sobre el tema? Cuando terminé de contestar, me dije a mí mismo: “Bueno, esto es casi una novela”. No me pagaron pero me divirtió hacerlo. Miércoles Los viajes siempre dan buen material narrativo. Cualquier viaje, a donde sea. Hace un tiempo fuimos 147 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 148 Juan Terranova a Misiones con unos amigos. Nos movimos en micro por toda la provincia. Se hizo duro pero la experiencia valió la pena. La tierra roja, la humedad, los aserraderos que se ven desde la ruta. Durante todo el viaje, una historia atrás de otra. Contrabandistas, pescadores, indios, turistas. Desde Misiones capital cruzamos a Encarnación que es libre de impuestos. Teléfonos celulares y despertadores digitales sonando en la selva. Otro lugar lleno de historias es La Habana. Atrás de cada taza, atrás de cada ladrillo, siempre alguien tiene algo que contar. Fuimos de luna de miel. Visitamos Casa de las Américas. Una mierda. El prestigio se lo había comido todo desde adentro y ahora estaban huecos. Había más literatura en cualquier esquina, con los viejos que toman ron y juegan al dominó todo el día. Supongo que un “joven escritor” no tiene que lidiar con esos problemas y es un poco más libre. Si se lo permite, claro. Jünger dijo que no podemos evitar que nos insulten, pero, por lo menos, podemos tratar de que no nos palmeen la espalda. Casa de las Américas ha recibido demasiadas palmadas. El libro sobre la guerra en África del Norte avanza bien. Tomo cosas de acá y de allá y voy armando la historia: Rommel avanza, los británicos lo detienen, hay problemas en ambos bandos con los suministros, uno de los dos bandos vuelve a avanzar. Hoy le hice masajes en los pies a Celia cuando volvió del trabajo. Se los merecía. Lleva el embarazo sin quejas ni vómitos ni mareos. Ojalá que el bebé no lloré mucho y nos deje dormir. 148 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 149 Diario de un joven escritor argentino Jueves Paso a verlo a mi viejo y discutimos las ventajas y desventajas del motor de dos tiempos. Hace poco me regaló un libro, El motor de combustión interna. Cuatrocientas treinta páginas con excelentes ilustraciones. Es un buen libro. Una vez me encontré con un crítico. –¿Qué estás leyendo? –me preguntó. Le conté, y después hablamos un poco sobre motores. Él pensaba que los diesel no tenían cilindros. Dios mío. Y éste es de los buenos, despierto y con sentido del humor. Supongo que si tu viejo te da con una cadena todos los fines de semana, después uno puede contarlo y odiar a la sociedad. No es un mal punto de partida. Aunque la verdad es que ya está algo transitado. En todo caso, a mí no me sirve. Yo no tengo otra cosa que gratitud para mis padres. Mi viejo me enseñó cómo funciona un carburador, qué es una cámara de mezcla, cómo cambiar una bujía. Hace poco tuvo un infarto. Es un tipo joven pero tuvo un infarto y estuvo en terapia intensiva una semana. Eso nos unió. Mi hermano estaba de gira por Europa, así que todos los días de esa semana fuimos con mi vieja a verlo al mediodía y a la tarde. Ya estábamos cerca, pero eso nos unió todavía más. El embarazo también. –¿Cómo se hace para ser un buen padre? –le pregunté. –No sé. ¿Y un buen abuelo? El que viene es su primer nieto. Igual, me jugó con trampa. Los abuelos siempre se la llevan de arriba. Cuando me estaba yendo me regaló una libreta. –Para que escribas algo –me dijo. 149 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 150 Juan Terranova Viernes A veces uno tiene la sensación de que hacer todo esto no tiene mucho sentido. Me agarra cuando leo en el diario la historia de un pibe que nació en Dakota del Sur, después se fue a vivir a Libia, después volvió a Nueva York y escribió una novela y ganó lo que yo no gano en diez años firmando un solo contrato. Enseguida Anagrama la traduce y sale una entrevista en Ajo Blanco o en la Inrockuptibles. “El joven escritor nacido en Dakota del Sur...” Es difícil no sentir envidia. Supongo que eso es parte de ser un “joven escritor argentino”, y acá lo importante es lo último. Mucho peor, sin embargo, es cuando lo que querés hacer no te sale, o un editor te dice que no. Hay que volver a encerrarse y abrir la cabeza para que todo eso aparezca y empiece a vivir. Me gusta estar sólo y me gusta estar acompañado pero empezar un libro me llena de dudas y de inseguridades. Por lo menos hasta que encuentro a alguien que me habla desde mis propias palabras. Esos momentos pagan cualquier esfuerzo. –Hola, ¿hay alguien ahí? Nosotros estamos acá y estamos listos. No hay que desoírlos, porque son ellos los que hacen que las inseguridades se borren y aparezcan las certezas. Hoy hice muchas cosas. Trabajé bastante y hasta leí una entrevista a un escritor famoso. Esta vez uno viejo, consagrado y con varias novelas legibles. Ahora bien, lo que dice es una cantidad de idioteces tan grande que impresiona. Pero no que hay apurarse a condenarlo. Supongo que después de cierto tiempo, mantenerse lúcido es más 150 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 151 Diario de un joven escritor argentino difícil. El óxido se empieza a notar en las juntas y es inevitable que el motor queme un poco de aceite. Celia dejó una pila de revistas sobre el embarazo en el baño. Recomiendan comer fibra y hacer yoga. Claro que es para la madre. Pero después llegan todos los intentos de meter al padre, que por lo general es el que paga, en el nicho de mercado. Y entonces salta lo de: “Usted también está embarazado” y un largo etcétera. Yo estoy embarazado sí, como quieras, pero la que va a parir es ella. Creo que la diferencia es importante. El nicho de mercado también tiene que ver con lo de “joven escritor argentino”, que cada vez me suena más a una propaganda de reclutamiento. “Joven escritor argentino, si tienes entre 18 y 30 años, puedes ingresar en el suplemento cultural de la escuela de entrenamiento Jorge Luis Borges. Servir a la comunidad es un privilegio. Infórmate”. Infórmense, ustedes, caraduras. Ahora que lo escribí me resulta obvio. Sobrevolándolo todo está el tema del nicho de mercado. Los editores buscan caras nuevas. Y son los editores y los que escriben en los suplementos culturales, porque los lectores quieren un buen relato. Si hay gauchos, ninjas o agentes de la CIA no es su problema. Ellos quieren un buen relato. Es un engranaje. No hay mucho que perder después de todo. No es ni malo ni bueno. Es así. Sábado A veces cuando paso mucho tiempo adentro escribiendo, empiezo a extrañar la sensación de usar sombrero. Me acuerdo un día que me olvidé mi piluso, un verano que iba a la colonia de vacaciones del 151 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 152 Juan Terranova Club Italiano. Todos tenían sus gorras de béisbol o su sombrero de lona. A los sombreros de lona les decíamos “pilusos”. Nadie sabía por qué. –Che, ¿no viste mi piluso? –Creo que había uno colgado en el vestuario. La cuestión es que me la pasé muy mal ese día sin sombrero. La mayoría de los días de diciembre eran soleados y había que protegerse. Salvo cuando ibas a la pileta o cuando jugabas al fútbol. No sé por qué pero nadie jugaba al fútbol con sombrero. El arquero sí, él sí podía. Casi era reglamentario que el arquero, aunque atajara con dos bolsos como postes, usara una buena gorra con visera. Uno miraba para atrás y se sentía más seguro si el arquero tenía en orden su equipo. Lo que empiezo a extrañar cuando escribo son esas sensaciones. El olor del cloro en la piel y la espalda quemada por el sol. Hoy leí que en 1942, un poeta judío llamado Layser Aychenrad se escapó de un tren que llevaba deportados a Auschwitz. No era tan fácil escaparse de esos trenes, pero parece que tampoco era tan excepcional. Mucha gente, soldados cansados de la masacre y la guerra, trenes sin seguridad llenos de maderas podridas. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que, pese a todo, había que tener valor. La cuestión es que el fugitivo llegó a Annemasse, en la frontera con Suiza. Como no tenía documentos, en la aduana le tomaron los datos. Un empleado llenaba una planilla. Cuando le preguntó cuántos años tenía, Aychenrad le respondió: “Tengo dos mil años”. Toda edad es relativa. 152 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 153 Diario de un joven escritor argentino Domingo Ya no hay más boxeadores wasp. Ahora son todos latinos o negros. Ayer vi una pelea en Japón. Una buena pelea. Pesos medianos, con técnica. No retuve los nombres. Necesito ese flujo y reflujo que te da la televisión. También pasa en mi vida. De la experiencia a la escritura, de lo mediático a lo privado, de la vulgaridad a la elevación. Si la universidad te convierte en un idiota, es que ya eras un idiota de antes. Las garantías que puede dar el cartel de “joven escritor argentino” colgado en el pecho son realmente muy pocas. “Escritor” y “argentino” puede ser, pero lo de “joven” sigue siendo un enigma. Conozco varios escritores jóvenes. Algunos se parecen a mí, otros escriben cosas que me gustan, pero también están los que no podrían ser más diferentes. –Yo escribo desde los doce años. –Lo más importante es la riqueza de la prosa. –La literatura es ante todo lenguaje. Y después, meta citar filósofos de moda. Pasa, sí que pasa. Y cada vez que pasa, es un dolor de huevos. Me imagino que ahí es donde se ve mi juventud, mi falta de experiencia. La cosa me cabrea. Me tendría que importar una mierda. Al final es como dice Georges Brassens en su canción Le temps ne fait rien à l’affaire, cuando se es boludo, se es boludo. Todos escuchamos alguna vez que la vida es dura. Que el mundo es un lugar difícil donde hay que pelear cada día para poder seguir existiendo. Y eso es verdad. Pero también es verdad que hay una parte que es blanda, una parte que es permisiva y que sigue respirando, 153 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 154 Juan Terranova a veces con dificultad, pero no se detiene. ¿Cómo se explica que haya tantos tarados por ahí si no? Se cuelan por las rendijas de la parte dura de la vida. No son, después de todo, tan imbéciles. Lunes Trabajé bien y estaba tentado de escribir ahora que ya es de noche y el día terminó: “Hoy estuve con los muchachos en el desierto”. Es verdad que un buen día de trabajo continuo te puede transportar al interior del relato. Y eso sentí hoy. Pero, por más concentración que le haya puesto al asunto, nunca me moví de mi escritorio. Y en mi escritorio no hacen 45 grados a la sombra ni las moscas se meten adentro de la piel para chuparte la sangre. Aparte los miedos que se tienen frente al procesador de texto son estúpidos. O en todo caso, no se pueden comparar con los bombardeos de la Luftwaffe. Hasta la literatura, que siempre se come todo, tiene sus límites. Los italianos no querían ir a la guerra. No estaban preparados y no querían. Cuando iniciaron la invasión a Egipto, que era parte del Commonwealth, penetraron menos de cien kilómetros en territorio enemigo y después se pararon a esperar refuerzos. Preferían tomar vino Frascati frío a seguir invadiendo. Yo no los culpo. Al M-13, el tanque italiano, le decían “ataúd con ruedas” porque tenía un blindaje tan fino que había que ponerle bolsas de arena sobre la carrocería. Cuando llegaron los alemanes la cosa cambió. Rommel incorporó varias divisiones italianas a las operaciones del Afrikakorps. Al final de la historia, Montgomery lo 154 Nuevos narradores... 00 MOD.qxd 28/09/2006 15:09 Page 155 Diario de un joven escritor argentino agarra en El Alamein. Los alemanes ya habían perdido por falta de suministros. Si hubieran tenido combustible, habrían seguido peleando. Monty les hizo la “guerra de erosión”. Era un tipo inteligente. En su despacho, tenía dos fotos. La gente tiene fotos de su mujer y sus hijos en su escritorio. Él tenía las caras de sus dos enemigos. Rommel y el mariscal de campo Walter Model, con el que peleó en el continente, ya sobre 1944. Eso es algo. El “joven escritor”, el artista cachorro, el artista adolescente. Siempre hay una buena historia en la iniciación. Todos queremos enterarnos, a ver qué pasa con fulano, si logra o no lo que tanto desea y cómo lo hace. La violencia también es una variante a tener en cuenta. No se puede vivir en una metrópolis del tercer mundo y hacerse el tonto con la violencia. No digo que vayas por la calle, sacándole fotos a los tipos que revuelven la basura o duermen en los umbrales, pero está ahí. Y parece que hace veinte años no estaba de esa manera. Un tipo se tira abajo del tren porque no tiene trabajo, al vecino de tu suegra le pegan un tiro en la cara, esas cosas pasan y uno no puede ignorarlas. Ayer, antes de cerrar la computadora, puse “joven escritor argentino” en el Google. Los que aparecieron en los resultados tienen todos más de cuarenta años. Cuando me fui a la cama, Celia ya estaba dormida y la televisión sin sonido pasaba imágenes que no le importaban a nadie. Buenos Aires, febrero de 2004 155